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Cl au di o Ar ra u Le León y el Co Cong ngre reso so Na Naci cion onal al de Ch Chil ilee 1908 -1921
Homenaje al centenario del concierto de Claudio Arrau en Chillán en 1908 y e l a p o y o p a r l a m e n t a r i o p a r a s u b e c a e n A l e m a n i a .
Cl au di o Ar ra u León y el Co Congr ngres esoo Na Naci ciona onall de Chi Chile le 1908 -1921
rrau Corominas Fernando A rrau Investigador del Departamento de Estudios, Extensión y Publicaciones Biblioteca del Congreso Nacional de Chile
Editor General David Vásquez Vargas Co-Editor Felipe Rivera Polo Autor Fernando Arrau Corominas Concepción Visual Racic Grupo Diseño Ediciones Biblioteca del Congreso Nacional de Chile Enero 2009 Impreso en Chile por Ograma ©Biblioteca del Congreso Nacional de Chile Registro de Propiedad Intelectual Nº 177314 I.S.B.N: 978-956-7 978-956-7629-08-4 629-08-4
T abla
de
C ontenidos
Presentación Introducción V a emergiendo el artista Hacia Santiago
04 07 11 17 23 27 33 43 53 63
Los parlamentarios comienzan a tomarlo en serio
Se abre la vía a Europa Por fin en Berlín La guerra y la posguerra De vuelta en Chile Bibliografía
P
resentación
Hace 100 años, un niño chillanejo maravilló a sus padres, a sus coterráneos, a las autoridades en Santiago, al Presidente de la República Pedro Montt y a los senadores y diputados que tuvieron tuvier on oportunidad de escuchar esc uchar su arte, su frágil frá gil inspiración, ins piración, su magia infantil, interpretando a los clásicos de la música. Esas experiencias, relatadas por los contemporáneos contemporáneos y recogidas recogidas en el texto que acompaña acompaña esta hermosa caja que hoy presentamos, llevaron a los parlamentarios a impulsar decididamente el viaje de aquel niño, nuestro insigne Claudio Arrau, a estudiar a Europa, a empaparse con los orígenes, a nutrirse de un maestro como Martin Krause, discípulo directo de Beethoven, a experimentar la efervescencia de una Europa próxima a precipitarse al mayor conflicto bélico experimentado hasta entonces. Así fue como el pequeño Claudio Arrau partió a Berlín Berl ín con el apoyo financiero del Estado, gracias a la beca concedida por el Congreso chileno. Y así también fue como lo perdimos. Claudio Arrau pasó a ser se r patrimonio de la humanidad y su interpretación musical alcanzó alturas inéditas y profundidades insospechadas, incluso por los mayores conocedores de los clásicos alemanes. La interpretación musical de una orquesta es una de esas experiencias colectivas sublimes, que subraya el trabajo colaborativo, el diálogo de los instrumentos, los distintos instantes protagonizados por uno u otro,
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constituyendo una celebración de la creatividad y la mancomunión humana, no sólo entre quienes interpretan y quien dirige, también es una metáfora en un idioma que traspasa límites culturales y geográficos. Claudio Arrau es un chileno universal y este parlamento se siente orgulloso de haber tomado, en su momento mom ento y en un contexto con texto de crisis, c risis, una decisión de cisión tan trasce trascendental ndental como la que adoptó hace 100 años de entregar y mantener una beca de estudio, cuyo episodio se encuentra relatado en los textos que acompañan esta caja homenaje al maestro. Este objeto está concebido como una verdadera experiencia sensorial, en que se puede observar fotos de la niñez y adolescencia de Claudio Arrau y de su familia en Chile y Berlín, así como se puede escuchar algunas piezas interpretadas por el maestro, mientras se recorre las páginas del texto principal. El Senado agradece a la Biblioteca del Congreso Nacional y a su directora Soledad Ferreiro por concretar esta magnífica iniciativa, que nos permite vincular al Congreso y la cul cultura tura nac naciona ional,l, en el rec recuer uerdo do y home homenaj najee a uno de sus más rec reconoc onocidos idos compatriotas, Claudio Arrau León.
Marzo, 2009
Adolfo Zaldivar Larraín Presidente del Senado de la República de Chile
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Programa de su concierto ofrecido en Viena en 1922.
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I
ntroducción
“JH/ Sin duda, todos deben de haberse enterado de sus proezas de Chillán.
CA/ De hecho aparecí en los periódicos de todo el país. Finalmente, surgió la propuesta de enviarme a Europa Eu ropa con una beca, y tenía te nía que q ue ser s er aprobada por el congreso. c ongreso. Mi madre ma dre fue f ue fundamental en ese es e respecto, res pecto, al igual igua l que varios parientes parientes.. Todos decidieron que era er a esa la única forma de que yo pudier pudieraa estud estudiar iar en el extra extranjero njero.. De modo que mamá me llevó a visitar, uno por uno, a todos los diputados y senadores, y toqué para ellos. Luego, los legisladores votaron casi unánimente a mi favor. Así me otorgaron una maravillosa beca para estudiar música en el extranjero”.
(Joseph Horowitz. Arrau. Javier Vergara Editor S.A. Buenos Aires, 1984) Claudio Arrau León nació en la ciudad de Chillán el 6 de febrero de 1903. Era el tercer hijo del matrimonio formado por Carlos Arrau Ojeda y Lucrecia León Bravo de Vil Villalba. lalba. El padre era uno de los herederos del fundo Quinquehua de Cato, a unos cincuenta kilómetros de Chillán, propiedad de su padre Juan Antonio Anto nio Arrau Daroc Daroch, h, la cual había form formado ado parte de la Hacie Hacienda nda de Cato
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perteneciente perten eciente a los jesuíta jesuítass y que, que, después después de su expuls expulsión, ión, cuando cuando fue fue entregada entregada en pública subasta, fuera rematada por Lorenzo de Arrau, su bisabuelo, ingeniero militar español llegado a Chile en 1768. Lucrecia León Bravo de Villalba provenía de una familia de agricultores de Quirihue, capital del Departamento de Itata, perteneciente a la Provincia de Maule hasta 1928, situada a unos 72 kilómetros al Noroeste de Chillán. Carlos prefirió la profesión de médico oftalmólogo en vez de la agricultura. Habiendo vendido, al igual que su esposa, sendos derechos y acciones sobre tierras en la Isla de Cato y en Quirihue, respectivamente, respectivamente, instalaron su casa en la ciudad de Chillán, en la calle Lumaco, en 1894. Mientras Lucrecia, además de cumplir con las obligaciones propias de una esposa y madre de su clase y de su tiempo, tocaba el piano y era aficionada a la literatura francesa, Carlos instaló su consultorio médico en su casa. Era un hombre con mucho sentido social que atendía gratuitamente a aquellos que no podían pagarle y, y, aún más, más, tenía un convenio con la •Botica •Botica ItalianaŽ ItalianaŽ de Tomás Tomás Taricco, Taricco, en Chillán, para que les entregase gratis las medicinas recetadas En 1904, un año después de haber nacido Claudio
(1).
(2), falleció
el médico de
(1) Landauro, Antonio. Arrau. El hombre y el artista. Sociedad Musical Santa Cecilia de Chillán. VIII Región, Chile, 2002, p. 18. (2) En sus conversaciones con Joseph Horowitz, Arrau. Javier Vergara Editor, Buenos Aires, 1984, p. 31 Claudio Arrau hace sólo tres referencias de su padre: A la pregunta ¿No guarda ningún recuerdo de su padre? su respuesta es: En absoluto; el matrimonio de sus padres no había sido feliz por las constantes infidelidades de Carlos, y entre las ideas muy estrictas que su padre tenía acerca de lo que debía hacer un hombre, pensaba que la música era maravillosa, pero solo para las niñas, por lo tanto si Claudio hubiera crecido junto a él habría tenido que sufrir sufrir mucho.
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cuarenta y ocho años, víctima de un accidente ecuestre. Su funeral fue grandioso de acuerdo a la información periodística. Entre los presentes y que hicieron uso de la palabra para despedirlo, además del subinspector de policía, del jefe de la tercer ter ceraa dot dotaci ación ón de bom bomber beros, os, de un rep repres resent entant antee de la aso asocia ciació ciónn méd médica ica reg region ional al y del administrador a dministrador del hospital local, loca l, estaba un representante de la Asamblea Radical de Chillán pues Carlos era, como lo proclamó el columnista Jorge Du-Roy en la crónica •SabatinasŽ, entre otros rasgos: “el correligionario valiente y decidido que en las horas de lucha solía alentar a los pusilánimes” (3).
Lucrecia quedó viuda con tres hijos, Carlos, el mayor, de once años; Lucrecia (•QuechaŽ (• QuechaŽ), ), de siete años y Claudio, Cla udio, de un año. No hay certeza sobre el modo como pudo solventar los gastos familiares en los años siguientes. Se dice que la filantropía del padre consumió los ahorros y, aún, que había dejado deudas. Claudio Arrau dijo a Horowitz que ella había vendido “el último pedazo de tierra que les quedaba” a a la muerte del padre, pero sus recuerdos a los setenta y nueve
años a veces no correspondían a la realidad. Hay dos hechos verificables: Lucrecia comenzó a hacer clases de piano
(4) y
un año después del terremoto de 1906
arrendó la casa familiar de la calle Lumaco. (3) Landuro, op. cit. p. 19. Este rasgo lo diferenció de muchos de sus primos, especialmente de aquellos más vi nc ncul ulad ad os co conn l a ci ciud udad ad de Co Conc ncep epci ci ón ón,, qu quee er an má s ce rc rcan an os al Pa rt id idoo Co Cons ns er erva va do dor. r. (4) En muchas biografías breves de Claudio Arrau y, aún, Horowitz lo hace (op. cit. p. 21), se dice que su madre era una profesora de piano lo que es verdad sólo si se entiende que comenzó a serlo por necesidad y, sin un carácter profesional, cuando murió su marido.
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Claudio Arrau junto a sus hermanos mayores Carlos y Lucrecia.
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V
a emergiendo el artista.
Las clases de piano de su madre fueron la vía para que el niño se acercara también tam bién a la músi música ca y com comenza enzara ra a most mostrar rar sus dote dotess excep excepcion cionales ales.. Pron Pronto to comenzó a asombrarla con su comportamiento. A los tres años, • en vez de hacer los grabados comunes comun es a todos los pequeños, – dijo en vez de dibujar casitas y dijo la madre (5) – en monigotes, él trazaba pautas, claves y notas [ƒ ] le enseñé a reconocer aquellos puntos en el teclado [ƒ ] con un dedo descifra descifraba ba al poco tiempo mis partitur partituras as más difíciles Ž. Más
adelante empezó a manifestar la definición de sus gustos, mostraba su agrado cada vez que ella interpretaba la música de Johann Sebastian Bach y le pedía que continuara haciéndolo. “Todo lo que quería era la música. – recordaba el pianista (6) – Incluso comía junto al pia piano. no. Mi mad madre re se sent sentaba aba a mi mi lado lado y apro aprovech vechaba aba cual cualqui quier er dis distra tracció cciónn para para int introd roduci ucirme rme un bocado en la boca. Cuando esto sucedía, lo masticaba lo lo más rápidamente posible con tal de deshacerme de él”.
A los cuatro cuat ro años, cuando aún no sabía leer ni escribir, el niño preguntaba a su (5)León, Lucrecia. La infancia de Arrau. Revista Ercilla, 16.08.1939, p. 48 (6) Horowitz, op. cit. p. 19
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madre sobre los signos de la escritura musical, copiaba trozos de las partituras que ella poseía, las memorizaba y las tocaba en el piano. Escuchaba las lecciones que recibía su hermana mayor y luego las repetía. El pianista nunca pudo explicarse cómo había aprendido a leer música. Rememoraba que las primeras piezas que tocó fueron la pequeña pequeña Sonata en do mayor de Mozart Mozart (K. 545) y el Kinderszenen de Schumann. “De algún modo, conseguí la música y comencé a descifrarla. Me dejaron completamente comple tamente solo, porque porque mi madre madre se sentía sentía alarmada alarmada frente frente a un hijo con tales tales aptitudes. aptitudes. Decidió no no presionarme. presionarme. Fue una actitud maravillosa… maravillosa… jamás intentó intentó imponerme imponerme nada” (7). (7).
Llena de confusión, Lucrecia no se atrevía a comentar con sus cercanos lo que sucedía en su casa, temiendo que no le creyeran y se burlaran de ella. Cuando logró hacerlo, surgió la idea de organizar un concierto en beneficio de la Banda del Regimiento Chillán, en el Teatro Municipal recién inaugurado, con interpretaciones al piano del niño de cinco años. La función se realizó el 19 de septiembre de 1908. De acuerdo con los recuerdos del intérprete y de su hermana Lucrecia y con la información del periódico El Comercio de Chillán, del 22 de septiembre, sucedió lo siguiente: según el medio, la comisión de ornato y el personal del Regimiento habían revestido al inconcluso teatro de de “hermosos escudos nacionales, verduras i tricolores, entre los cuales brillaban una (7) Ibid, p. 47. 47.
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multitud de lamparillas lamparillas eléctricas” (8). (8). Arrau, en cambio, lo recordaba “sin electricidad; había velas dispersas por todo el lugar” (9).
Se dio inicio al concierto a las 21.30 horas por lo cual el intérprete estaba comenzando a dormirse y debieron “mantenerme despierto contándome cuentos”. Su hermana lo condujo hacia el escenario. Iba “con un gorrito blanco y con guantes”. El piano vertical tenía unos candelabro candelabross con co n velas v elas encendidas por lo cual el niño “temía que pudiera incendiarse”. Su hermana lo alzó para que se sentara sobre un
taburete frente frente al piano y permaneció detrás de de él durante durante todo el concierto concierto para impedir que se cayera de la silla al inclinarse demasiado hacia un costado. A los pies del ejecutante e jecutante había una caja de madera m adera con dos varillas v arillas que le l e permitían per mitían presionar los pedales del piano que no alcanzaba alcanzaba por su estatura de de niño. Otra discrepancia entre lo informado por El Comercio de Chillán y el recuerdo del músico, recae sobre el contenido co ntenido del programa. El periódico, cinco días después del concierto, señalaba que “la Banda del Rejimiento tocó con la maestría de siempre el Coro del Guaraní, la Jota Dolores, el bolero Los Diamantes de la Corona” y, y, en seguida, “Claudito Arrau León, niñito de cinco años, tocó con toda corrección el ‘Aire Luis XIII de L. Stre Streablog ablog’.’. Luego, “volvió a tocar a cuatro manos acompañado por su mamá” (10). (10). (8) Landauro, op. cit. p. 23. (9) Horowitz, op. cit. p. 48. (10) El Air de Louis XIII (opus 15) está incluido en la selección de dancitas y trocitos para niños para tocar en piano a cuatro manos publicado por L. Streabbog (Landauro, op.cit. p. 24).
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El pianista, en cambio, evocó ante el crítico musical estadounidense Joseph Horowitz (11), casi ocho décadas después, haber interpretado la Sonata en Do Mayor de Mozart, las Variaciones sobre “Nel cor più non mi sento” de Beethoven y, posiblemente, posibleme nte, el Estudio en Fa F a menor m enor de los Nouvell Nouvelles es Etudes de Chopin, los cuales le habrían exigido en su ejecución quebrar las octavas pues no podía abarcarlas con su mano.
(11) Horowitz, op. cit. p. 48.
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Claudio Arrau junto al piano antes de partir a Alemania.
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H
acia Santiago.
A med mediad iados os de 1909 1909,, Luc Lucrec recia ia Leó Leónn via viajó jó a Sant Santiag iagoo con sus dos hij hijos os men menore ores, s, Quecha y Claudio. Había sido estimulada para ello por su hermana Clarisa quien la había visitado en Chillán con el fin de resolver el dilema materno sobre si el niño era normal o no. “Al verlo – contaba la hija – exclamó de inmediato: ‘¡Empaquen todo! ¡Vendan todo! ¡Vayan a Santiago! ¡Este niño debe estudiar! ¡Debe conocer al Presidente! ¡Este chico es un fenómeno!’ ” (12). El viaje tuvo tuvo dos intenciones: intenciones: encontrar un buen
maestro para el niño y presentárselo al escritor, poeta y autor teatral Antonio Orrego Barros, joven de 29 años, muy influyente en el mundo cultural y social de la capital. Como profesor fue elegido el prestigioso pianista italiano Bindo Paoli que había llegado al país, desde Argentina, en 1889, y que contaba con una buena cantidad de alumnos. A Orrego, entonces taquígrafo del Senado, lo visitaron en su casa. La profunda impresión que causara el niño en el santiaguino la hizo públicaa unos meses despué públic despuéss en el artíc artículo ulo que public publicara ara en la revis revista ta Selec Selecta ta titulado “El Mozart chileno. Claudio Arrau”:
(12)Ibid, p. 44.
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“Me parece sentir que algo canta dentro de mi alma. Mientras ese niño realiza sus prodigios en el e l piano, creo oir una un a voz misteriosa que murmura mu rmura en mi oído anunciándome an unciándome en Claudio Arrau León uno de eso seres privilegiados en quienes la naturaleza derrama sus dones y ante quien el mundo se inclinará inclinar á como en presencia de su genio.[…] Y aquel niño lo reune todo. Fino, distinguido, buen mozo, de pelo revuelto y ojos pensadores, sin perder la frescura y el candor del niño que goza con los juguetes y se deleita con los dulces, lleva en su mirada la expresión intensa y luminosa del que que tiene la facultad de penetrar los arcanos del arte.
Pasa, con la misma natura naturalidad lidad y agrado agrado,, de los dulces al piano que del piano a los dulces. Asombra pero no espanta; espanta ; se siente sient e el prodigio pero per o no se ve v e el fenómeno. Siempre es un niño, siempre s iempre se le encuentra niño, aún tocando: casi llegamos a creer de que el piano es un juguete infantil. Pero Per o es un niño que atrae con su mirada, que despierta interés con c on sus movimientos: es un niño en que se adivina algo.
Vestido de blanco, sentado al piano, con su cabeza revuelta y sus ojos clavados en la música, era para mi algo como una evocación de Mozart […]” (13).
(13) Landauro, op. cit. pp. 34-35.
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Doña Martina Barros, madre de Antonio Orrego, le envió una carta de presentación presenta ción a su amiga Sara del Campo, esposa del President Presidentee Pedro P edro Montt. Este invitó al niño y a su familia a La Moneda, pidiéndoles que le brindaran un concierto. El 30 de septiembre de 1909, el niño fue presentado por el Presidente a las autoridades ejecutivas, parlamentarios, cuerpo diplomático y músicos, como el director de orquesta italiano Arturo Padovani, avecindado en Santiago, o el pianista chileno Enrique Enrique Soro Barriga, muy talentoso. talentoso. Finalizada la audición, con gran éxito, el Presidente Pedro Montt abrazó cariñosamente al pequeño ejecutante y le regaló un libro con la siguiente dedicatoria: “A Claudito Arrau en recuerdo de la admiración cariñosa con que le he oído tocar el piano a la edad de seis años. Santiago a 30 días de septiembre de 1909”.
En medio del público, su preceptor Bindo Paoli manifestaba su admiración tanto por el perfecto oído musical musical del ejecutante, como por su poderosa facultad facultad de leer música, mientras Enrique Soro comentaba su condición de “genio” . Entre los ministros, el de Relaciones Exteriores, Culto y Colonización, Agustín Edwards Mac Clure, se acercó muy entusiasmado por las dotes del niño para invitarlo a su casa a fin de presentarlo a su familia. Había sido el que mayores atenciones le había brindado, ajustando a su altura el piso giratorio y ayudándolo a equilibrarse en él.
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Tal como había sucedido con la madre del pequeño concertista, esta vez fue Antonio Orrego Orrego Barros Barros el que que se retiró retiró del Palacio de La Moneda esa noche con el convencimiento de que su misión era obtener una beca del Gobierno para enviar a este dotado niño niño a estudiar a Europa. Europa. Como sabía que ella ella dependía de una autorización del Parlamento comenzó a llevar de tres en tres a los amigos parlamentarios, parlamentario s, a los ministros, mini stros, a los intelectuale intelectuales, s, a unas tertulias te rtulias a la casa ca sa de sus padres para que escuchasen la interpretación musical del niño.
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Antiguo edificio edificio del Congreso Congreso Nacional de Chile. Chile.
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L
os parlamentarios comienzan a tomarlo en serio.
Los deseos del Presidente Pedro Montt y de Lucrecia León comenzaron a cumplirse, principalmente como consecuencia de las iniciativas de Antonio Orrego Barros, cuando la Cámara de Diputados en la orden del día de la sesión extraordinaria del 22 de febrero de 1910
(14) continuó
votando las indicaciones
relativas al presupuesto de Instrucción Pública. Era el procedimiento acostumbrado para otorgar pensiones a estudiantes estudiantes o profesionales destacados. El Secretario de la Cámara anunció una indicación del Diputado por Itata Carlos Maira González, del Partido Radical de Chile, junto a otros diputados, para consultar el siguiente ítem en la partida 14 del proyecto de Presupuesto de Paraa la edu educac cación ión mus musica icall de Cl Claud audio io Ar Arrau rau Leó Leónn $1 $1.20 .200. 0. Instrucción Primaria: Par
Presente en la Sala, el Diputado Maira aclaró que la indicación no solo llevaba su firma sino también la de treinta o cuarenta Diputados de los diversos Partidos (15) y pidió a
la Cámara que acordara la pensión por unanimidad.
(14) Cámara de Diputados. Boletín de Sesiones. Sesión 22 de febrero de 1910. p.2773. (15) Entre otros: Alfredo Barros Errázuriz, del Partido Conservador; Enrique Bermúdez de la Paz, del Partido Liberal Doctrinario; Alberto Edwards Vives, del Partido Nacional; Manuel García de la Huerta Izquierdo, del Partido Liberal; Marcial Ribera Alcayaga, del Partido Radical.
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El Diputado por Santiago Ricardo Cox Méndez, del Partido Conservador, integrante de la Comisión Permanente de Instrucción Pública, aclaró que él era uno de los firmantes y que había escuchado al pianista: “Quien haya oído tocar a este niño – dijo – no le negará su voto”.
Antes Ant es de la vota votación ción,, el el Dip Diputad utadoo Maira Maira dij dijo: o: “Es un Mozart en ciernes que honrará a la Repúb República; lica; de modo modo que es es necesario necesario que hagamo hagamoss lo posib posible le porque porque no se pierd pierdaa un talent talentoo tan precoz”. Y, luego que la indicación fuera aprobada por la unanimidad de
veintiséis votos, felicitó a la Honorable Cámara “por el acto de justicia que acaba de hacer”.
El ítem aprobado por la Cámara de Diputados fue considerado por el Senado en la sesión del 25 de febrero de 1910
(16).
En ella su defensor fue el Senador por
Malleco Juan Castellón Larenas, del Partido Radical de Chile, miembro de la Comisión de Instrucción Pública del Senado. “El niño Claudio Arrau León a que este ítem se refiere, – dijo – es un verdadero genio musical. A pesar de que es un niño, que tiene solo 7 años, ejecuta a primera vista cualquie cualquierr trozo de música clásica que se le presen presente”. te”.
Propuso que siendo muy bajo el monto de la pensión se elevara a mil quinientes pesos. Votada secretam secretamente ente la la indicación indicación fue aprobada aprobada por diez diez votos votos contra contra dos. dos.
(16) Senado, Boletín de Sesiones. Sesión del 25 de febrero de 1910, p. 1612.
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El 4 de junio de 1910 el prodigioso niño ofreció su segundo concierto en la capital, el que incluyó obras o bras de Johann Sebastian Bach, Edvard Grieg, Wolfgang Amadeus Mozart y Carl Reinecke. Esta vez v ez fue acompañado acompa ñado en dos piezas pieza s por la violinista chilena Lucía Vásquez. En octubre del mismo año, el novel pianista, ofreció en Chillán otro recital de beneficencia a favor del Asilo de Proletarios y de la Caja para los Convalecientes del Hospital de la religiosa Sor Isabel. El cronista del diario El Comercio lo calificó como “un verdadero Sursum Corda [Arriba los corazones!] en la presente época y en el presente estado social” (17).
Rondóó Gypsi Gypsi de Esta vez el programa incluyó el Rond de Haydn; Für Elise de Beethoven;
un concierto de Friedrich Seitz, en el que lo acompañó el violinista Heriberto Urrutia, y Le Matin, de Grieg, junto a su madre. La crónica de El Comercio finalizaba con estas palabras premonitorias: “Si este niño (lo que el destino jamás permita!) no se atrasa en su carrera y no lo abandona el Numen que ilumina su cabecita, tendrá que abismar al mundo con sus audiciones y traerá a Chillán un nuevo timbre de lustre que deberá agregarse a lo que ya tiene como cuna de héroes y grandes patriotas”.
(17) Landauro, op. op. cit. p. p. 25
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Diario de sesión de la Cámara de Senadores del 24 de noviembre de 1911.
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S
e abre la vía a Europa.
El Senado había acordado en febrero de 1910 que el niño permaneciera un año más en el país con derecho al goce de la pensión, continuando sus estudios con Bindo Paoli, sin embargo, en la primera quincena de noviembre del mismo año se trató la alternativa de enviarlo a perfeccionar sus estudios musicales musicales en Europa. No era el momento más adecuado pues el Ministro de Hacienda había anunciado el gran déficit en que se encontraban las finanzas públicas y la necesidad de que el Congreso en todas aquellas partidas de la ley de presupuesto en que pudieran pudier an hacers hacersee econo economías mías sin perjudi perjudicar car el servic servicio io públic público, o, no vacil vacilara ara en hacerlo. Entre ellas estaban las pensiones para estudio y por ello sólo debían ser aprobadas aquellas que aparecieran muy justificadas. Igualmente, como lo señalara el Senador por Curicó, Fernando Liborio Lazcano Echaurren, del Partido Liberal (18), si bien al considerar aquellas pensiones se tomaba en cuenta el ejemplo del Japón, que entre los medios de que se valió
(18) En la sesión extraordinaria del Senado, del 9 de noviembre de 1910 (Boletín de Sesiones, p. 285).
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para alcanzar el portentoso portento so progreso con que asombró al mundo, se contaba el el enviar a los centros europeos más adelantados a sus estudiantes más distinguidos. Una circunstancia que dañaba a Chile era que no ejercía la vigilancia sobre sus pensionados, como lo hacía el país nipón sacando el mayor provecho al sistema. Al contrario, afirmaba af irmaba el Senador, el testimonio de los chilenos que regresan es que los pensionados por el Gobierno ocupan su tiempo en paseos más que en estudios. Esta vez el Senador por Coquimbo Enrique Villegas Encalada, del Partido Liberal Democrático presentó la siguiente indicación: “Pensión al joven Claudio Arrau León León para para que perfecci perfeccione one sus estudio estudioss musicales musicales en Europa $6.000” , aduciendo que
era “un niño, que hace estudios aquí, pero que hay conveniencia en que vaya a Europa a perfeccionarlos, porque es una criatura de asombroso talento. Tiene solo siete años y medio, apenas sabe leer leer,, pero la música la lee y toca a prime primera ra vista vista,, como, podrán confir confirmarlo marlo algunos de mis honorables colegas” .
A continuación, el Senador por Concepción Gonzalo Urrejola Unzueta, del Partido Conservador, Conservador, expresó su acuerdo con el Senador anterior recordando que “para mandarlo al extranjero será necesario que vaya con su madre, de manera que sería menester asignarle una pensión no inferior inferior a seis seis mil pesos” . Por otra parte, mostró
su desacuerdo con el Senador Enrique Villegas en cuanto a que el niño apenas
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sabía leer: “Es un niño de inteligencia precoz – dijo – de gran talento matemático y lee perfectamente” . Esto era de especial importancia para el Senador Urrejola porque
creía “que el Gobierno y el Congreso harían una obra patriótica, si fomentaran los conocimientos y aptitudes de este niño, porque si bien los estudios musicales que perfeccione en Europa pueden no ser basta bastante nte útiles útiles,, mirand mirandoo las cosas por el lado prácti práctico, co, su gran talento puede aplicarse allí a otros ramos que sean también de beneficio al país” .
La suma de dinero le pareció muy alta al Senador independiente por Santiago, Joaquín Walker Martínez, integrante de la Comisión Permanente de Instrucción Pública, quien, además, sin oponerse a que se otorgara la pensión, si no sobrepasaba los tres mil seiscientos pesos, preveía “que mientras más fenómeno musical sea, más difícil será que vuelva a Chile, una vez que perfeccione sus conocimientos” .
El Senador Juan Castellón Larenas, que había defendido el año anterior la primera pensión, reiteró el merecim merecimiento iento del niño de ser pensiona pensionado, do, esta vez para estudiar en el extranjero, coincidiendo coincidiendo con el Senador Walker Walker Martínez en que su monto debería ser de tres mil seiscientos pesos, similar al que se otorgaba a los médicos para estudiar en el extranjero. En estos términos el ítem fue aprobado en la sesión extraordinaria del Senado del día siguiente.
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Por su parte la Cámara de Diputados, en enero de 1911
(19),
trató el ítem:
Pensión al joven don Claudio Arrau León para que perfec perfeccione cione sus estudio estudioss musical musicales es en Europa $3.60 $3.600. 0. Había una indicación del Diputado Ricardo Cox Méndez para
elevar el ítem a cinco mil pesos. El Diputado por La Victoria y Melipilla, Enrique Morandé Vicuña, del Partido Conservador, la apoyó considerando que “siendo un niño de ocho o nueve años, tiene que ir con su madre” .
Después de algunas aclaraciones de procedimiento, el Diputado por La Victoria Victo ria y Mel Melipi ipilla lla,, Jos Joséé Ram Ramón ón Gut Gutiér iérrez rez Mar Martín tínez, ez, tam tambié biénn del Par Partid tidoo Conservador,, quiso hacer presente a sus colegas que “esta es la pensión más justificada; Conservador se trata de un genio precoz, que es un portento, que seguramente seguramente va a asombrar a la Europa y será un orgullo naciona nacionall […] es un niño de nueve años de edad, que no puede ir solo a Europa. Este portento debe ir en compañía de su madre” . El Diputado por Concepción,
Talcahuano, Lautaro y Coelemu, Aníbal Rodríguez Herrera, del Partido Nacional – al al cual había pertenecido el Presidente Pedro Montt, recién fallecido fallecido – que que era
Vicepresidente de la l a Cámara, Cá mara, dijo coincidir con lo afirmado a firmado por su colega c olega y el el Diputado por Santiago Armando Quezada Acharán, del Partido Radical de Chile, justificó el monto de la pensión debido a que “en Europa este niño tendrá que pagar profesores muy caros” .
(19) Cámara de Diputados, Boletín de Sesiones. Sesión de 16 de enero de 1911, p.1451.
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El ítem, con el número 4181, fue votado en la Cámara de Diputados, por treinta y tres t res votos v otos contra cinco, en la forma propuesta por el Diputado Dipu tado señor Cox: cinco mil pesos. La pensión de Claudio Arrau fue formalizada a través de un decreto del Ministerio de Instrucción Pública del 29 de marzo de 1911. El niño había celebrado recién su octavo cumpleaños en Valparaíso, donde ofreció una audiencia especial a la prensa del puerto. Antes de ella, había cumplido con una visita a la revista “Sucesos” (20). Uno de sus cronistas lo describió como “un chico limpísimo, fresco, elegante [que] trepa gravemente, mirándolo todo, por las escalas de Sucesos, Suc esos, tras de él una señora y una señorita distinguidas” .
El 7 de mayo el viajero v iajero dio un concierto de despedida dedicado a Chillán en el que interpretó obras de Chopin, Schumann, Mozart, Beethoven y compositores menos conocidos, posiblemente sugeridos por su maestro, como el suizo Joseph Joachim Raff, que fue secretario de Franz Lizt; el polaco Moritz Moszkowski y el francés Jean-Baptiste Duvernoy Duvernoy..
(20) Landauro, op. cit. p. 40.
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Conservatorio Stern en Berlín, Alemania.
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P
or fin en Berlín
A mediados de 1911 la pequeña familia Arrau viajó a Berlín. Iban la madre, Lucrecia, de cincuenta y cinco años y sus tres hijos: Carlos, de dieciocho años; •QuechaŽ, de catorce años y Claudio, de ocho años. En Buenos Aires, en tránsito para continuar co ntinuar hacia Alemania, fueron recibidos en la Embajada de Chile donde se organizó una reunión social en honor al niño y en en la la cual cual un conj conjunt untoo de de perso personali nalidade dadess de de la la cultu cultura ra arge argentin ntinaa pudo pudo escu escuchar charlo lo en un breve recital. Entre ellas se encontraba invitado el crítico musical del diario La Nación de Buenos Aires, que refieriéndose a las alternativas de aquella noche escribió: "Siete años de edad, una presencia tan desenvuelta como simpática, una maravillosa ejecución ejecuci ón que sorpren sorprende de no sólo por las las dificult dificultades ades que que supera supera su pequeñ pequeñaa mano, mano, sino sino también también por la gracia y la expresión que pone su todavía ingenuo corazón en las obras de un vasto y elevado repertorio, hace de él un prodigio verdadero y una mayor esperanzaŽ.
"Al oírle interpretar con ajustada técnica y a primera vista los trozos de los maestro clásicos, al escucharle ejecutar con cuidadoso cuidadoso estilo las piezas de de sus compositores compositores predilectos, predilectos,
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se exp experi erimen menta ta la emo emoció ciónn mez mezcla clada da de con congoj gojaa que pre presen senta ta una vid vidaa de tra trabaj bajoo y de gloria” gloria ” (21) (21) .
Los viajeros abordaron el carguero •TitaniaŽ, de la compañía alemana ale mana Kosmos, Kosmo s, que también llevaba pasajeros, el cual había recorrido los puertos del sur de Chile para luego recala recalarr en Buenos Aires, antes de seguir a Le Havre, Ingla Inglaterra terra y Hamburgo. • El viaje relató el músico más tarde viaje fue bastant bastantee largo… largo… duró casi cuatro cuatro semanas semanas – relató (22) –. Yo me sentía terriblemente terriblemente excitado, y también también temeroso, ya que nadie nadie en mi familia
sabía una palabra de otro idioma salvo el español español… … excepto e xcepto mi madre, que dominaba el francés. Pero Pero no sabía sabía hablar hablar alemán. alemán. Mamá nunca antes antes había estado fuera fuera de Chile. Chile. Tuvo un inmenso coraje en esa oportunidadŽ.
Cierta confianza le daban a Lucrecia, por una parte, el saber que en Berlín la esperaba su amiga am iga Matilde Yungue que vivía en esa ciudad desde el año anterior. anterior. Su esposo, el general Emilio Körner, Körner, había jubilado después de veinticinco años de servicios al Estado chileno organizando y comandando el Ejército. Por otra
(21) Montero, Juan Carlos. La lección de piano: semblanza y anecdotario de un prodigio frente al teclado que iluminó el siglo XX. Disponible en: http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=471340. (22) Horowitz, op. cit. p. 53.
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parte, par te, hab había ía sab sabido ido al sal salir ir de Chi Chile le que el gra grann adm admira irador dor de su hij hijo, o, el ex Min Minist istro ro de Relaciones Exteriores del Presidente Pedro Montt, Agustín Edwards Mac Clure, había sido nombrado Ministro Plenipotenciario en Londres. A través de la Legación de Chile en Gran Bretaña eran pagadas las pensiones otorgadas por el Ministerio de Instrucción Pública de Chile. Efectivamente, una vez llegados a Berlín, la señora Körner llevó a los viajeros a la casa que había escogido para ser arrendada por ellos en Prinzregenten Strasse 77 y les presentó a un pianista alemán muy conocido en ese momento que ella consideraba apropiado para que fuese el profesor del niño. “Una dama chilena muy dominante – comentaría comentaría después el músico a Joseph Horowitz
(23) –
decidió que mi
maestro maes tro deb deberí eríaa ser ser Wald aldema emarr Lütsc Lütschg hg […] el pro profeso fesorr más más abur aburrido rido que se pudi pudiera era ima imagina ginarr, incluso se dormía durante las lecciones”.
Entretanto, en Santiago, el Senado trató el “Item 4181: Pensión al joven don Claudio Arrau León, para que perfeccione sus estudios musicales en Europa $5.000” (24).
Era la renovación correspondiente al año 1912. Nuevamente se produjo un significativo diálogo entre los senadores Juan Castellón y Joaquín Walker Martínez: el primero terminó sus palabras diciendo: “El niño Arrau, que es ya una
(23) Horowitz, op. cit. p. 53. (24) Senado, Boletín de Sesiones. Sesión extraordinaria de 24 de noviembre de 1911, p. 713.
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esperanza esper anza para el arte, puede ser más tarde una gloria de Chile” Chile”.. El segundo agregó: “Tanto, “T anto, que creo que no volverá más a Chile”.
El año 1912, problemas presupuestarios llevaron al Gobierno a anunciar que no renovaría ninguna pensión a los estudiantes chilenos residentes en Europa y los Estados Unidos. El 31 de agosto, en la Cámara de Diputados (25), el Diputado por It Itata ata Ca Carl rlos os Ma Mair iraa Gon Gonzá zále lez, z, de dell Pa Parti rtido do Ra Radi dical cal de Ch Chilile, e, de defe fend ndió ió nu nueva evamen mente te el caso del “niño músico Claudio Arrau” : “Arrau – dijo – es una gloria y una esperanza para para el arte y podrá ser ser,, en un porvenir no lejano, un un émulo de aquellos artistas artistas que honran honran la música, y que, vuelvo a repetirlo, será será indudablemente para nuestro país la mejor réclame.
El gasto que origina esta pensión es bien insignificante, cinco mil pesos, y por ahorrar cinco mil peso pesoss […] […] se va a priva privarr a la Repúbl República ica de tener tener la honra honra de conta contarr entre entre sus compa compatrio triotas tas a un músico notable (26).
(25)Cámara de Diputados, Boletín de sesiones. Sesión 31 de agosto 1912, p. 1827. (26) Como una referencia sobre el valor adquisitivo de los 5.000 pesos oro de la pensión puede considerarse que en 1911 el arriendo de un chalet moderno con siete departamentos, aparte de las habitaciones de la servidumbre, en la avenida Concepción de la Municipalidad de Providencia costaba 150 pesos. Diez años más tarde, al concluir el beneficio de la pensión cuyo monto se había reducido a 3.600 pesos oro , un automóvil Dodge costaba 4.700 pesos y un Ford, 2.500 pesos. La pensión de 5.000 pesos oro era considerada excepcional. La de 3.600 pesos oro era igual a la que recibían profesionales de diferentes especialidades para perfeccionarse en Europa o en los Estados Unidos.
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Se me dice que hay numerosos empleados públicos en Valparaíso y Santiago que usan autos particulares particulares costeados costeados por por el Fisco, Fisco, y se me asegura que son cuarenta cuarenta o cincuenta. Pues bien, Señor Presidente, Pr esidente, cada uno un o de estos coches particulare particularess que costea el Fisco cuestan lo mismo que mantener un pensionado en Europa.”
En definitiva, las pensiones de muchas personas fueron renovadas. La lista de ellas para el año 1913, que se encuentra en la Memoria de la Legación de Chile en Gran Bretaña
(27) consigna
cincuenta y dos nombres entre los cuales,
además de Claudio Arrau León, se incluyen educadores, como el matrimonio Labarca Hubertson (Amanda y Guillermo), Sansón Radical, Gutemberg Lagos, Ricardo Donoso o la Doctora en Botánica Filomena Ramírez; pintores, como Manuel Ortiz de Zárate, Eucarpio Espinoza, Julio Fossa o José Backaus, y médicos, como Ernesto Prado Tagle, Armando Larraguibel, Israel Bórquez o Basilio Muñoz Pal. En tanto, en Berlín, el niño Arrau se desilusionaba de su primer maestro en Alemania.. Este pretend Alemania pretendía ía que el niño niño olvidara olvidara sus conocimie conocimientos ntos y comenzara de nuevo y, además, que sólo practicara ejercicios de cinco dedos. A pesar de las protestass de Matilde Yungue, fue reemplaz protesta reemplazado ado por Paul Schramm que era e ra un
(27) Archivo Nacional de la Administración. Fondo Ministerio de Relaciones Exteriores. Volumen 1584 (ex 1503), 1903, pp. 44-45.
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pianista pianis ta tan conoc conocido ido en Berlín como Waldemar Lütsch Lütschg. g. Arrau record recordaba aba a Schramm como “un hombre amable, muy inteligente y lleno de ideas, pero algo loco” . Aunquee aprendió Aunqu aprendió mucho con él, él, su falta de sistema sistema le hizo hizo sentir sentir que no aprendía aprendía con la rapidez de que él era capaz. El entusiasmo por el piano comenzó a decaer y habló a su madre sobre sus deseos de renunciar renunciar a la beca y volver a Chillán. Chillán. Del mismo modo como hasta ahora había sucedido en la vida del niño, aparecieron las personas precisas para ayudarlo a resolver el conflicto: la pianista chilena Rosita Ros ita Renard (1894-194 (189 4-1949) 9) y su maestro Martin Krause Krau se (1853 …1918). Rosita había sido becada por el gobierno chileno el año 1910. Estudiaba en el Städlisches Konservatorium für Musik (Conservatorio Stern) de Berlín, y recibía lecciones de Krause. La pianista estuvo entre los pensionados a los cuales no se les renovó su pensión. Sólo las gestiones realizadas por Martin Krause le permitiero permi tieronn su inscr inscripció ipciónn como alum alumna na hono honoraria raria,, con beca compl completa, eta, para continuar sus estudios en el Conservatorio Stern. El año 1913 recibió el diploma de honor por mejor alumno del Conservatorio, el que se había entregado sólo una vez desde su fundación en 1860
(28).
(28) Tapia, Tapia, Paz. Rosa Amelia Renard Artigas (1894-1949). Disponible en: http://www.portalpirque.cl/index.php?option=com_content&task=view&id=40&Itemid=1.
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Rosita les sugirió a la madre y al hijo probar con su profesor y se los presentó. Martin Krause era un sajón de sesenta años, hijo de un organista y maestro concertador.. Había hecho sus estudios de maestro de piano en la pequeña localidad concertador de Borna (Land Sachsen) y concluyó sus estudios con Ferenc (Franz) Liszt. Había dado lecciones de piano en Leipzig y Munich antes de establecerse en Berlín. Krause traía consigo una genealogía musical que lo vinculaba con Ludwig van Beethove Beethovenn ya que éste había tenido como dilecto dilecto discíp discípulo ulo al checo-a checo-austrí ustríaco aco Carl Czerny (1791-1857), un músico precoz
(29),
quien, a su vez, tuvo como
alumno por dos años a Franz Liszt, que le dedicó sus Estudios Trascendentales. Trascendentales. Este es el recuerdo de Arrau, después de casi setenta años, de su encuentro con Krause: “Lo adoré desde el primer momento. Pero también me infundía temor. Era terriblemente severo, y me exigía mucho… tal vez, demasiado. Es probable que algunas de mis dificultades posteriores se hayan debido a Krause. A los once años, yo ya estudiaba los Estudios Trascendentales Trascendentales de Liszt. Liszt. Por supuesto, según él, él, yo no estaba rindiendo rindiendo de acuerdo con mi talento. tale nto. Con sus s us constantes constante s exigencias, me forzaba a alcanzar logros con la mayor rapidez posible. pos ible. Me decía que jamás debería deber ía olvidar que después despu és de los veinte vein te años ya no se adquiere más técnica. En realidad, no creo que sea así” (30). (29) Beethoven escribió sobre él: •[…] yo que firmo abajo, tengo el placer de atestiguar que el joven Carl Czerny ha
hecho un adelanto extraordinario en el piano, más allá de lo que podría esperarse a la edad de catorce años. Creo que merece toda la ayuda posible, no sólo por lo que acabo de manifestar, sino por su asombrosa memoria… Ž (Cháneton, Natalia.
Karl Czerny (1791-1857). El gran pedagogo del piano. Disponible en: http://musicaclasicaymusicos.com http://musicac lasicaymusicos.com/czerny /czerny.htm .htm (30) Horowitz, op. cit. p54.
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En sus conversaciones con Joseph Horowitz, Claudio Arrau resaltó las diferencias entre el autoritarismo de Krause y el modo en que su madre apoyó su carrera musical. Horowitz exagera sobre el “autocratismo” de de Krause (31) y el autoritarismo de su “sobreprotectora madre” . Arrau matiza lo negativo del primero al responder a la pregunta: “¿Hasta que punto diría que Krause fue un padre para usted?” “Krause fue la figura paterna en mi desarrollo psicológico… en el buen sentido, y también en el malo, como todas las figuras paternas. paternas . Pero no me causó mucho daño. Podría haberlo hecho” (32).
Sobre su madre dice (33): “Consideraba que su misión era facilitarme el camino para convertirme en un importante artista. arti sta. Por supu supuesto esto,, en cier cierto to momen momento, to, sent sentíí que su preo preocupa cupación ción era exce excesiva siva.. […] Entonces, inicié una vigorosa rebelión en contra c ontra de esa es a actitud. ac titud. Esto me sucedió, su cedió, tal vez, ve z, a los quince o diecisiete años. Y mamá lo aceptó sin mucha queja”.
perilla y su bigote bigote retorcidoŽ, con el pérfido maestro de música Svengali, personaje (31) A quien compara, • con su perilla creado por el escritor francés George L. du Maurier (o por su nieta Daphne) y no, como lo afirma Horowitz, por el escritor y compositor alemán Ernst Theodor Amadeus (E.T.A.) (E.T.A.) Hoffmann (1776-1822), que inspiró la ópera de Jacques Offenbach basada en sus cuentos (Ibid, p. 23). (32) Ibid, p. 60. (33) Ibid, pp. 32-34.
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“Se desesperaba cuando algo marchaba mal en mi evolución. Pero jamás intervino. Era una mujer mujer muy intelig inteligente. ente. Lo suficien suficientemente temente lúcida como para para saber saber que, desde desde el momento en que comencé a estudiar con con Martin Krause, si surgía surgía algún problema, problema, debía permitir que él tomara todas las decisiones. […] La única vez que me impulsó, no mucho, a estudiar estudiar fue en Berlín Berlín justo antes que conoci conociéramo éramoss a Krause, Krause, en una una época época en que yo yo había había perdido perdido inter interés és en el piano. Esa fue la única vez que me presionó”.
Técnicamente el vínculo entre el niño de diez años (1913) y Martín Krause se fue desarrollando hacia un nivel de calidad inigualable. El sajón, que no aceptó ninguna remuneración por las clases de piano de Claudio, se hizo cargo también de su educación general. Habían decidido que no asistiera a la escuela por lo tanto contrataron contra taron profesores privados de francés, f rancés, inglés, matemáticas, m atemáticas, historia, histo ria, etc. Ambos visitaban museos y el maestro decidía las óperas que le convenía ver, del mismo modo como vigilaba su dieta. La familia Arrau se había instalado en Salzburger Strasse 17, en una casa vecina a la del maestro, en ésta el niño permanecía perman ecía la la mayor parte del día. día. Había Había un piano piano en una de las habita habitaciones ciones del fondo donde practicaba entre siete u ocho horas diarias. Al anochecer, una vez que el profesor había terminado con sus otros alumnos, le daba una lección de al menos hora y media. Por insinuación de Martin Krause, y con su apoyo, el niño ingresó, a fines de 1913, al Conservatorio Stern aun cuando no tenía la edad requerida.
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Claudio Arrau reconocido como un gran interprete en Alemania.
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L
a Guerra y la posguerra.
A pesar pesar de la guerra guerra iniciada iniciada en en 1914, la actividad actividad musical en Berlín Berlín continuó continuó “Todo odo resultaba tan difícil, – relataba Claudio Arrau (34) – variada y de buen nivel. “T que la gente se volvió a buscar b uscar una forma de vida mejor en la cultur cultura, a, en los libros, en la música. […] Los Los soldados en las trincheras estudiaban estudiaban sus instrumentos instrumentos musicales, con un fervor tal, como si estuvieran ciertos de continuar tocando durante toda la eternidad”.
En 1914, Claudio hizo su primera aparición pública en Berlín en un recital colectivo de alumnos organizado por Martin Krause. En cuatro conciertos ejecutaron la obra completa de “El clavecín bien temperado” , de Bach y el crítico del Allgemein Allg emeinee MusikMusik-Zeitu Zeitung ng disti distinguió nguió de este modo al chill chillanejo anejo de entre los demás: “En particular, particular, debe mencionarse al niño de diez años Claudio Arrau, un maravilloso jovenn que ejec jove ejecutó utó los prel preludios udios y fugas que se le asig asignaro naronn con sorp sorprend rendente ente segu seguridad ridad e independencia […] ¡Qué hermosamente articula! Ejecutó las piezas individuales de una manera clara, límpida, precisa, que no fue solo s olo el resultado de la práctica, sino, más bien, bie n, el reflejo de una naturaleza artística en artística en su plenitud” (35).
(34) Landauro, op. cit. p. 63. (35) Horowitz, pp. 62.
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El mismo crítico lo siguió, con favorables artículos, en sus dos primeros recitales como solista, en diciembre de 1914 y febrero de 1915. Sobre el segundo concierto, que agotó las localidades de la Künstlerhaus, quedando numeroso público rechazado frente frente a las boleterías, comentó: ve rdad conmovedor oir tocar a este niño de once años. a ños. No se percibe en él ningún • Es en verdad rastroo de rastr de elabor elaborado ado refi refinami namiento ento.. Con Con frescur frescuraa y natur naturalid alidad, ad, music musicalme almente nte práct práctico ico y direct directo, o, como puede esperarse de un niño, pero, al mismo tiempo, con todos los síntomas síntomas infalibles de un extr extraord aordina inario rio tale talento, nto, est estee jove jovenn gall gallard ardoo inte interpr rpretó etó a Moza Mozart, rt, Web Weber, er, Sch Schuber ubertt y Mendel Men delsoh sohn. n. El pro profes fesor or Mar Martin tin Kra Krause use,, por cuy cuyaa agu agudez dezaa peda pedagógi gógica ca deb debemos emos est estar ar agradecidos, agrade cidos, se ha propue propuesto sto que el muchac muchacho ho no ejecut ejecutee sino aquella aquellass piezas que puedan encuadra encu adrarr en su juve juvenil nil espí espíritu ritu y discer discernimi nimiento ento.. En mi opin opinión, ión, este jove jovenn lozan lozano, o, imp impregna regnado do del temperamento germánico, ha de convertirse en un destacado artistaŽ (36).
El 19 de junio de 1915, habiendo sido seleccionado como uno de los siete pianistas más destacados del momento en Berlín, fue f ue el elegido el egido para recibir los dos más altos premios otorgados por el Conservatorio Stern: el piano de cola de concierto concedido anualmente por la Casa Ibach Sohn y la medalla Hollander.
(36) Ibid, pp. 63-64.
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Aunque Kraus Krausee le permi permitía tía dar no más de quinc quincee a veint veintee conc concierto iertoss por temporada, el preadolescente preadolescente tocó en muchas muchas partes. Recordaba Recordaba principalmente principalmente la ejecución del Primer Concierto de Franz Liszt con Arthur Nikish, el legendario director de la Berliner Philharmoniker y la Gewandhaus Orchester de Leipzig, el cual, según Arturo Toscanini, hacía que cualquier orquesta bajo su mando sonara en forma sublime. A pesar de que a Nikish no le agradaban los niños prodigios, luego del primer primer ensayo, fue muy amable con él. También dio recitales en diversas cortes europeas como la de los reyes de Sajonia, de Württemberg, de Bavaria y de la reina de Rumania. Asimismo, la de los reyes de Noruega. Durante su permanencia en este país la viuda de Edvard Grieg (1843 - 1907) le enseñó a tocar el famoso concierto para piano “en la menor” de su marido. En 1916, el repertorio del joven de trece años – a quien en sus inicios en Alemania, por algún motivo desconocido, desconocido, siempre le fue disminuido disminuido un año – se se mostraba más exigente; los críticos se referían a él como “el genio nato del piano” , “el pequeño titán del piano” o o “este hombre maravilloso” . El crítico Joseph Horowitz
destaca un recital dado dos años después, en 1918, en la Beethovensaal porque considera que la crítica de Leopold Schmidt en la Tageblatt Tageblatt und Handels-Zeitung podría haber sido válida cincuenta cincuenta años más tarde: “posee un extraordinario talento
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técnico para el piano. Exhibe un timbre enérgico, que no se ajusta a la preferencia actual por un efecto ligero y susurrante y que, en forte, es capaz de producir la máxima intensificación intensificación dinámica con absoluta claridad clar idad y seguridad” se guridad” (37). Schmidt concluyó diciendo: “Ya ha logrado fascinar a un cuantioso número de seguidores que se regocijan con su interpretación y cuya cuya estima estima difíc difícilmen ilmente te llegue llegue a perder perder […] parece estar desti destinado nado a despleg desplegar ar una una notable notable carrera” .
Sin embargo, a pesar de la demanda de bises por el público en esa ocasión, su talante no era el mismo, se había producido en él una profunda inflexión: tres semanas atrás había fallecido Martin Krause durante una estancia vacacional en Plattlin, Baviera. “La muerte de Krause fue terrible para mi. …dijo en 1980 a Joseph Jose ph Horowitz Horow itz (38) … Creía que se había acabado el mundo. Y experimentaba una horrible sensación de abandono. Sentía que ya no podía seguir tocando. Y, por otro lado, tenía que luchar contra todas esas damas que insistían en que fuera a ver a Schnabel, o a no se quién, porque porque me consideraban demasiado demasia do joven para quedar sin maestro maestro.. Pensaba Pensabann que un muchach muchachoo de d e quince años de ninguna manera podía desarrollarse por sus propios medios. medios. Pero yo me rehusé. Sentía una profunda lealtad hacia Krause. Era algo infantil esa e sa lealtad, pero temía que cualquier otro
(37) Ibid, p. 65. (38) Ibid, p. 68.
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maestro maest ro pudier pudieraa confund confundirme. irme. Por otra part parte, e, estaba estaba conve convencid ncidoo de de que que todo todo lo que que un un pedago pedagogo go pudiera enseñar, enseñar, él me lo había brindado, y consideraba que sólo me restaba asimilar todas sus enseñanzas y continuar el camino por mi mismo. Desde luego, lue go, hubiese sido mucho más cómodo encontrar otra figura paterna”.
No la buscó, pero pronto fue percibiendo que Alemania se iba cerrando para él. Por su timidez le era difícil retomar por si mismo los contactos que Martin Krause había usado para continuar desarrollando su carrera como pianista profesio prof esional. nal. Tuvo que acep aceptar tar las soli solicitu citudes des de país países es más pequ pequeño eños, s, com comoo Noruega, Finlandia, Bulgaria o Rumania. Aun cuando le pagaban muy poco, el éxito que tenía en ellos le hacía bien, le permitía decirse a si mismo que con seguridad había algo valioso en él. La crisis económica en la Alemania de posguerra sumió al joven en mayor desesperación aun cuando en 1919 y 1920 recibió el premio Lizst que se había mantenido desierto por cuarenta y cinco años. Asimismo, recibió el importante Premio Schulhoff. Estos honores, además de la importancia para su carrera, lo ayudaban económicamente, lo mismo que las primeras grabaciones que hizo, aunque se sentía asqueado por las abreviaciones de algunas piezas que lo obligaban a hacer.
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En noviembre de 1919, viajó a Londres aceptando la invitación del Ministro Plenipotenciario de Chile en el Reino Unido, Agustín Edwards Mac Clure. Muy respetuoso de las expresiones culturales, el Embajador venía siguiendo la trayectoria del joven pianista desde que admirado de su arte, lo escuchara en el Palacio de La Moneda, como Ministro del Presidente Montt. Informado de la crisis en la que se encontraba el músico y de la difícil situación por la que q ue pasaba pa saba la población po blación de la Alemania de posguerra, po sguerra, el diplomáti diplomático co lo lo convidó a estar una temporada en su casa, esta vez, de Londres. En el período organizó para él dos recepciones que Claudio comentó en dos cartas enviadas a su madre que había permanecido en Berlin. En la primera, donde “habían ( sic sic ) puros chilenos: – chilenos: – escribió se volvieron locos conmigo; decían que habían oído hablar escribió (39) – se tanto de mi, pero que nunca hubieran creído que era tanto, “estupendo” decían todos! [En [En
la segunda (40) , destinada a] “todo el gobierno y toda la prensa […] habían 200 personas. Todo el público, […] estaba muy entusiasmado conmigo!” .
Agustín Agus tín Edw Edwards ards lo pre presen sentó tó a algu algunos nos emp empresa resarios rios.. Uno Uno de ello ellos, s, Mr Mr.. Powe Powell, ll, lo contrató para la primavera londinense de 1920, con el fin de que ofreciera recitales en el Aeolian Hall y en el Royal Albert Hall. Ese año, debutó con la (39) Landauro, op. cit. pp.72-73. (40) Arrau, Claudio. Cartas a su madre. Disponible en: http://claudioarrau.blogcindari http://claudio arrau.blogcindario.com/2005 o.com/2005/02/0000 /02/00006-cartas-de-don-cl 6-cartas-de-don-claudio-arrau-a-su-madre-y audio-arrau-a-su-madre-y-una-entrevista-una-entrevistadias-antes-de-su-muerte.html
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Filarmónica de Berlín dirigida por el prestigioso director de orquesta alemán Karl Muck. Una vez en Londres, Claudio cumplió sus compromisos con el empresario inglés. En el Aeolian interpretó con gran éxito las Variaciones Goldberg de Johann Sebastian Bach, originalmente originalmente escritas para clavecín. El 10 de mayo, tal como lo había hecho en la anterior estadía, le escribió a su madre comentándole el concierto: •Salió grandioso, un gran éxito, críticas muy buenas. El empresario Powell estaba loco, se le caían las lágrimas; me dijo que ya era uno de los más grandes pianistas del mundo; que me prometía que ganaría cantidades cantidades de plata! […] […] Don Agustín [Edwards] me lleva casi cada noche al teatro; teatro; anoche estuvimos a ver bailar bailar a la Pavlova, fue fenomenal! Imagínate, Imagínate, en el concierto me trae una niña un gran ramo de flores lacres, lac res, la miro, ¿quién es? La Fela Ribier! Aquí en Londres! Ž (41).
Pareciera que para el joven era más importante alentar a su abnegada madre que relatar lo sucedido. A ésta, como lo señala al concluir su carta, la dureza de ¿Te fuiste los últimos tiempos le estaba afectando la salud: “¿Cómo están todos allá? ¿Te a fo foto togr graf afia iarr co conn ra rayo yoss X? Mu Much chos os ab abra razo zoss y be besi sitos tos pa para ra to todo doss de tu hi hijo jo ch chic ico”. o”.
(41) Landauro, op. cit. p.74. p.74.
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En el Royal Albert Hall el adolescente compartió el programa con el violinista polaco pol aco de ori origen gen ju judí díoo Br Bron onisl islaw aw Hu Huber berman mannn y con la can cantan tante te de ópe ópera ra au austr strali alian anaa Nellie Melba, ante una concurrencia de más de doce mil personas, algo inusual en ese tiempo. El pianista recordaba que en ese concierto Melba había desaprobado sus repetidos saludos frente a la ovación del público después de la Rapsodia “Yaa es suficiente muchacho” (42). Española de Liszt. Detrás del escenario le dijo: “Y
A partir partir de estas últimas últimas experie experiencias, ncias, Claudi Claudioo Arrau conside consideró ró durante durante toda toda su vida que, aparte de Sudamérica, fue en Londres donde había logrado una antes que en cualquier otra parte del mundo: “Allí no tuve “entusiasta aceptación” antes que luchar luchar …dijo (43). Durante muchos muchos años, años, cuando recibía una mala crítica en en algún otro país, sabía que siempre podía recurrir r ecurrir a Inglaterra I nglaterra,, a la fidelidad f idelidad del público inglés. Y yo adoro Londres como ciudad. No es e s tan hermosa como París o Viena, Viena , pero posee una gran distinción”.
Estos apoyos personales e importantes triunfos profesionales si no desvanecieron la melancolía del artista al menos morigeraron los sufrimientos que él y su familia debieron soportar el año 1921, permitiéndoles sobrellevarlos con entereza.
(42) Horowitz, op. cit. p. 70. (43) Ibid, p. 87.
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En 1921, el gobierno chileno suspendió la beca de estudios que había sido renovada anualmente, casi sin excepciones, desde 1911, aunque había sido disminuida a tres mil pesos en los últimos años. Claudio Arrau cumplía 18 años: “Tuvimos “T uvimos que atravesar unos tiempos terriblemente difíciles …com coment entóó más más tarde tarde (44). Realmente nos moríamos de hambre. No teníamos un solo centavo. Mi madre no sabía una palabra palab ra de alemán alemán.. Mi herma hermana na sí, pero inclu incluso so para los aleman alemanes es era difíci difícill conse conseguir guir empleo. Para extranje extranjeros, ros, era práctica prácticamente mente imposible. Yo trataba tr ataba de consegui conseguirr alumnos particulares. Tenía que caminar hacia ha cia sus casas, porque no contaba con taba con los cinco centavos del subt subterr erráne áneo. o. […] La gen gente te un día desc descubrí ubríaa que su dine dinero ro valí valíaa meno menoss que el día anterior...”. anterior ...”.
(44) Ibid, p. 74
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Diez años después de partir a Berlín, Claudio Arrau vuelve a Chile en 1921.
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D
e vuelta en Chile.
Estos tiempos “terriblemente difíciles” inspiraron inspiraron a la dolida familia para visitar Chile dentro de una gira de conciertos por Latinoamérica. Su llegada, el 2 de mayo de 1921, fue anunciada por el diario El Mercurio con afables palabras: “Durante diez años nuestra atención se ha consagrado a seguir desde lejos los pasos de este artista eminente que ha producido en Europa la más ruidosa sensación de los últimos tiempos. […] No es necesario volver v olver nuevamente nuev amente sobre el criterio que Arrau ha inspirado inspirado a los maestro maestross de la la crítica crítica […] lejos de diluirnos diluirnos en citas, citas, preferimos preferimos estampa estamparr, por medio de estas líneas, el placer con que lo vemos retorna retornarr al terruñ terruñoo después de haber ampliado su personalidad personalidad al contacto contacto de cátedras tradicionales tradicionales.. Su presencia constituye para para nosotros una satisfacción satisfacción y un orgullo orgullo que muchos se afanarían afanarían por alcanzar. alcanzar. Y este orgullo que encierra cierta dosis de egoísmo, se justifica por lo humano” .
Los mismos sentimientos expresaron aquellos que de diversas formas se refirieron al regreso del pianista. Iris (seudónimo de Inés Echeverría Bello) escrit ritore oress no deb deben en juz juzgar gar a los mús músico icos. s. escribió en el diario El Mercurio: • Los esc
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Es uno de los propósitos a que q ue hago excepción hoy, sin más reparo que el entusias e ntusiasmo mo que despierta despier ta en mi alma alma la person personalidad alidad del joven joven maestro maestro Claudi Claudioo Arrau. Arrau. Es un “niño “niño prodigio prodigio” ” que ha cumplido cabalmente cabalmen te la promesa que hiciera a los 8 años, cuando cuan do su madre m adre lo llevó a estudiar a BerlinŽ (45).
Fernando Orrego Vicuña contó como fue llevado por sus padres a la casa de una tía para ver un prodigio: un niño músico venido de Chillán
(46). De
cómo al
comienzo lo miró con recelo, envidioso de que a él se le tributaran todos los homenajes, pero luego de verlo y escucharlo tocar el piano y resolver las pruebas a que fue sometido por los presentes “estaba perplejo en mi rincón, nada decía; sólo en mi interior in terior me confesaba c onfesaba que ese e se niño era e ra más má s que qu e yo y más que todos mis m is amigos, am igos, hasta otros más má s grandes grande s que conocía”. Concluida la guerra todos sabían que vendría. “Y por fin, hace pocos días, …continuaba Orrego … sentados en una butaca del Municipal, Municipa l, esperábamos oirlo”.
En los comentarios sobre la personalidad del artista también se transparentaba la misma amabilidad. “Hay en su mirada como un pálido reflejo de alguna luz interior. …escribió Guillermo Canales Pizarro Piza rro en la revista Zig-Zag (47) …. Es un adolescente aún, y habla emocionad emocionadoo del arte y discute sabiamente sobre la naturaleza. naturaleza. Quienquiera Quienquiera que que (45) Landauro, op. cit. cit. pp. 78-79 (46)Orrego Vicuña, Fernando. •ArrauŽ. Revista Zig-Zag, XVII, N° 848, 21 de mayo de 1921. (47) Canales Pizarro, Guillermo. •Claudio Arrau íntimoŽ í ntimoŽ.. Revista Zig-Zag, XVII N° 852, 18 de junio de 1921.
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le vea pasar por las calles anónimamente, le tendrá que mirar, y pensará que es tal vez un personaje escapado de alguna página inédita de un artista refinado”.
“Arrau habla con sencillez… – escribió para él es escribió también Fernando Orrego – para desconocid descon ocidoo el org orgullo; ullo; trata toda todass las cosas como cosas norma normales, les, que que debieran debieran,, naturalm naturalmente, ente, suceder; él no desempeña un papel de importancia, trata de aparecer como uno de tantos”.
Y,, nuevam Y nuevamente, ente, Iris: “Es ahora un apuesto mancebo de 18 años, de bella figura y expresión a la vez ingenua y soñadora. Fino de trato y modestísimo aun después de haberse conquistado gloria en el “país de la música”, nos sorprende sor prende su sencillez se ncillez amable. Si el piano es el el instr instrumen umento to de sus mano manos, s, él él se se siente siente el inst instrume rumento nto de la vida vida… … de de esa esa vida vida sobr sobrenat enatural ural que empieza empieza allí mismo donde donde termina termina la palabra palabra del del hombre hombre y también también allí donde concluyen concluyen todos sus medios de expresión. En ese universo infinito, que está más allá del mundo de la forma corpórea. Claudio Arrau es un mago portentoso del Sonido” (48).
El joven pianista dio el primer concierto en el Teatro Municipal de Santiago, de casi una decena, el 12 de mayo de 1921. En uno de éstos, en que interpretó el Concierto en Si bemol menor Op.23 de Tchaikovsky y el Concierto en Mi bemol menor de Franz Liszt, la orquesta fue dirigida por Luigi Stefano Giarda, uno de los músicos italianos avecindados en Chile, quien había recomendado, (48) Landauro, op. cit. p. 79.
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en 1911, a Bindo Paoli para profesor del niño, porque estimaba que era uno de los grandes pedagogos en la enseñanza pianística que había en ese momento en Santiago. Luego del concierto Giarda escribió (49): "Cuando hace más de 10 años me hablaron de un niño prodigio, creí que se trataba de uno de tantos niños niños mimados de sus padres. padres. [...] Pero cuando vi al niño, con su mirada mirada algo soñadora, intensa, reflexiva, extraña a esa edad, cuando lo l o oí ejecutar música de Bach, Bac h, de Beethoven y espontáneamente espon táneamente transportar transportarlas las de un tono ton o a otro, cosa difícil dif ícil hasta has ta para par a los grandes maestros, me convencí de encontrarme en presencia de una naturaleza privilegiada, de un talento extraordinar extraordinario. io. [...] Yo Yo tenía noticias noticias continuas continuas de él; conocía conocía sus estudios, estudios, sus progresos, progres os, sus éxitos, [...] y comprendía c omprendía que paulatina paulatinamente mente Claudio Arrau llegaba a la la madurez madu rez de su inna innato to tale talento. nto. Pero Pero,, pens pensaba aba yo, ¿hab ¿habrá rá rea realmen lmente te rea realiza lizado do toda todass las esperanzas que se fundan en él?... ¿ser verdaderamente un grande, o sólo entrar en la esfera de los tantos tan tos buenos ejecutantes? e jecutantes? Y para que desaparecieran mis incertidumbres, incertidumbre s, anhelaba siempre verlo y oirlo. Volvió Volvió al fin Claudio Arrau a su patria, lo ví y lo escuché.
Experimenté Experim enté una sensac sensación ión de arte super superior ior,, una de esas emocion emociones es casi indefin indefinibles, ibles,
(49) Barrientos Garrido, Iván. Luigi Stefano Giarda. Una luz en la historia de la música chilena. Revista musical chilena, V. V. 50 N° 186, Santiago julio 1996, pp. 40-72.
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imposible de expresarlas con palabras y comprendí que estaba plenamente justificado el clamor de admiración y de entusiasmo que produce sobre sobre el público el joven joven y grande artista. [...] Y como los verdaderos grandes, Claudio Arrau es modesto e ingenuo como un niño. A todos acoge con una sonrisa espontánea, buena, encantadora, que atrae y conquista. Este mago del piano, este alto exponente del mundo entero, parece que ignora sus méritos; parece no tener conciencia exacta de su valer. valer. ¡Hermoso ejemplo!" (50).
Finalmente, en una crónica anónima se reproduce lo que el joven pianista había dicho sobre el mayor interés suyo al regresar a su patria: “habla con ternura de su regreso a Chile, de la nostalgia que sentía de su país, de la alegría de hallarse entre los suyos, de la acogida afectuosa que ha hallado aquí y del anhelo anh elo ferviente mantenido durante todo el tiempo de d e su ausencia de venir ve nir a mostrar en su s u patria patr ia que los que qu e creyeron cr eyeron en él é l cuando cuan do era er a pequeño pequ eño no n o han sido defraudados, de fraudados, por lo menos en el e l esfuerzo que ha hecho para adquirir una educación completa y refinada” (51).
¿Quiénes fueron los que habían creído en él? En primer lugar sus coterráneos de Chillán que permitieron hacer evidentes sus excepcionales aptitudes. Luego, en Santiago, Antonio Orrego Barros, el Presidente Pedro Montt y, sin duda, los
(50) Ib (50) Ibíd íd.. (51) Anónimo. Conversación Conversación con el ilustre pianista. Dairio El Mercurio, Santiago 11 de mayo de 1921. 1921.
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parlamentarios parlame ntarios que hiciero hicieronn posible po sible su estadía e stadía en Alemania Alemania.. En primer p rimer lugar, aquellos treinta o más que firmaron la primera indicación para otorgarle la pensión, como Alfredo Barros Errázuriz, Enrique Bermúdez de la Paz, Alberto Edwards Vives, Manuel Manuel García de la Huerta Izquierdo, Marcial Ribera Alcayaga y otros cuyos nombres no fueron indicados en el acta de la sesión correspondiente. Asimismo,, todos los que Asimismo que votaron votaron por él, en algún momento momento y, y, en especia especial,l, los que se jugaron en las sesiones explicando por qué al niño le correspondía recibir una pensión: pens ión: los Sena Senadore doress Juan Cast Castelló ellónn Lare Larenas, nas, Gonz Gonzalo alo Urre Urrejola jola Unzu Unzueta, eta, Enrique Villegas Encalada y Joaquín Walker Martínez y los Diputados Carlos Maira González, Ricardo Cox Méndez, José Ramón Gutiérrez Martínez, Enrique Morandé Vicuña, Armando Quezada Acharán y Aníbal Rodríguez Herrera. Como si se dirigiera a todos ellos, el periodista anónimo concluyó: “Claudio Arrau tiene condic condiciones iones person personales ales para para abrirse abrirse camino camino,, tiene tiene fe artísti artística, ca, tiene tiene valor valor,, trabaja trabaja con tesón, carece de vanidades y afectaciones, posee el encanto de una gran frescura frescur a de alma unida a un talento talento poderoso y a una voluntad fuerte. Hay en él algo del predestinado predestinado del arte que sigue su camino sin vacilaciones, seguro que llegará, de que ya ha llegado, cuando otros comienzan”.
Después de Santiago el joven pianista viajó a Valparaíso y Chillán donde lo recibieron tan bien como en Santiago. En el puerto, el cronista de La Estrella
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buscó expresar la conmoción que el artista produjo en él y en todo el público en su concierto en el prestigiado Teatro Victoria: Victoria: “Ostenta siempre una sensibilidad noble y serena. Ante el piano es todo un magnífico señor que domina al auditorio; auditorio; y el respeto que inspira su personalidad no se amengua con su infantil apariencia, pues, como Parsifal, parece llevar en el fondo de sus claros ojos el esplendor de una reencarnación sublime” (52).
En Chillán, su tierra natal, todo fue alegría y aplausos. Claudio Arrau realizó un único concierto en el Teatro Municipal, el mismo donde se había dado a conocer a los cinco años. Al terminar la segunda parte, el abogado y maestro, Rector del Liceo de Hombres de Chillán, Narciso Tondreau Tondreau le ofreció un homenaje, en el que hizo partícipe a su madre, Lucrecia León, interpretando la felicidad de todos los chillanejos por verlos cumplir en tal grado sus esperanzas. “Para un observador observa dor atento …comentó en La Discusión un periodista de Talcahuano (53)… que lo examine e xamine en todo t odo el conjunto de sus s us portentos portentosas as facultades f acultades,, parece pa rece un capricho de la naturaleza que se s e ha complacido, con generosidad inaudita, en acumular en él cuanto tiene la humanidad de excelso y de noble”.
Al term termina inarr su gira por Sud Sudamé améric ricaa el el mús músico ico se ref refugi ugióó nueva nuevamen mente te en Ber Berlín lín.. Hasta 1923 permaneció recluido consagrado al estudio.
(52) Landauro, op. cit. p. 84. (53) Ibid, p. 86.
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“1923 … …escribe Antonio Landaur Landauroo (54) … señala otra etapa. Arrau sale de nuevo a los escen escenarios arios reve revestido stido de una espe especie cie de nuev nuevaa dignid dignidad ad artís artística. tica. La prime primera ra parte del camino ya estaba cimentada. cimentada. Había ganado ganado algún dinero dinero y aunque sin lujos, lujos, podía vivir sin sin grandes sobresaltos. La angustia de los primeros años había quedado atrás. Ahora nacía el artista verdade verdadero, ro, el hombre que, conscien consciente te de su misión, ya nada tenía que sacrific sacrificar ar al éxito rápido del concierto”.
Había concluido para Claudio Arrau el prolongado rito de iniciación que lo había integrado al selecto grupo de mujeres y de hombres capaces de reproducir con maestría a través del piano el misterioso lenguaje de la música, legado por generaciones anteriores. Distintas naciones, a través de diversos idiomas así lo habían reconocido, vendrían otros que adherirían a esta comprobación otorgándole en definitiva su carácter universal. Sin embargo, había algo particular en el músico que lo ligaba exclusivamente a un grupo más pequeño de personas. Fernando Orrego Vicuña lo había sentido así y lo había descrito muy bien: •Yo temblaba por él. No se por qué. Desde que le oí aquella aquel la vez en mi niñez sentí sentíaa algun algunaa vincu vinculación lación a él, algo que hacía desea desearr que fuese
(54) Ibid, p. 89. 89.
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mucho, grande como Paderewski Pader ewski y como Hoffmann, tal vez un poco de amor patrio, que me enorgullecía al pensar pens ar que Chile figuraría figu raría en arte tan noble junto a las celebridades cele bridadesŽ (55).
Se trata de una trascendencia que penetraba la identidad de cada chileno que lo escuchaba y que sabía de su éxito. Ella fue avizorada por los parlamentarios que aprobaron la pensión permitiéndole al pianista los años decisivos de Berlín. Por ello les debemos nuestra gratitud pero también se la debemos al mismo Claudio Arrau que como niño, como adolescente y como hombre, hasta el último día de su vida, se esforzó por alcanzar alcanzar y mantener un nivel de de calidad interpretativa excepcional.
(55) Orrego, op. cit.
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