Arquitectura Domestica Fenicio-Punica en PDF

July 11, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Amb la col·laboració de:

 

ARQUITECTURA URBANA Y ESPACIO DOMÉSTICO EN LAS SOCIEDADES FENICIO-PÚNICAS XXVIII JORNADAS DE ARQUEOLO ARQUEOLOGÍA GÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2013)

Editadas por  BENJAMÍ COSTA y JORDI H. FERNÁNDEZ

EIVISSA, 2014

 

«TREBALLS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA» s’intercanvia amb tota classe de publicacions ans d’Arqueologia i d’Història, a  d’incrementar els fons de la Biblioteca Bi blioteca del Museu ArqueoArqueològic d’Eivissa i Formentera. «TREBALLS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA» se intercambia con toda clase de publicaciones anes de ArqueoArqueología e História, con el n de incrementar los fondos de la Biblioteca del Museo Arqueológico Arqueológico de Ibiza y Formentera. DIRECTOR: Jordi H. Fernández COORDINADOR: Benjamí Costa

Intercanvis i subcripcions/ Intercambios y subscripciones: Museu Arqueològic d’Eivissa i Formentera Via Romana, 31 - 07800 Eivissa (Balears) Foto portada: Restes de construccions fenícies fenícies del Castell d’Eivissa. Restos de construcciones fenicias del Castillo de Ibiza. (Foto: J.H. Fernández)

ISBN: 978-84-87143-51-9 Dipósit legal: I-140-2014 Impressió, maquetació Impressió,  maquetació i disseny: GRUP FENT

 

ÍNDICE

EL ESPACIO ESPACIO D DOMÉSTICO OMÉSTICO EN EL ÁREA DE C CART ARTAGO. AGO. ARQUITECTURA ARQUITEC TURA Y SOCIEDA SOCIEDAD D ANTE LA CONQUISTA ROMANA  Fernando Prados Martínez ........................ ..................................... ......................... ........................ ......................... ..................... ........ 9

ARQUITECTURA DOMÉSTICA FENICIO-PÚNICA EN SICILIA Y CERDEÑA (SS. VIII-III A.C.)  David Montanero Montanero Vico Vico ......................... ..................................... ......................... ......................... ......................... ......................... ............ 41

EL ESPACIO DOMÉSTICO EN LA ARQUITECTURA FENICIA OCCIDENTAL DEL SURESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA  José Luis López Castro ............ ........................ ........................ ......................... ......................... ......................... ........................ ...........11 1111

ARQUEOLOGÍA URBANA. ESPACIOS DOMÉSTICOS DEL MUNDO FENICIO Y PÚNICO EN EL SUROESTE DE LA PENÍNSULA IBÉRICA  Juan Blánquez Pérez ........................ .................................... ......................... ......................... ......................... ......................... ................ 145

ARQUITECTURA URBANA Y ESPACIO DOMÉSTICO EN LA CIUDAD PÚNICA DE IBIZA  Joan Ramon Torres Torres ........................ .................................... ......................... ......................... ......................... ......................... ................ .... 191  

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ARQUITECTURA DOMÉSTICA FENICIOPÚNICA EN SICILIA Y CERDEÑA (SS. VIII-III A.C.) David Montanero Vico G.R.A.C.P.E.-Universidad G.R.A.C.P .E.-Universidad de Barcelona

Ai miei cari amici di Sardegna e Sicilia.

1. INTRODUCCIÓN En el siguiente trabajo se presenta un estado de la cuestión sobre las evideneviden cias arqueológicas correspondientes a la arquitectura doméstica fenicio-púnica de los asentamientos coloniales de Sicilia y Cerdeña. La cronológica que abarca dicho estudio va desde inicios del siglo VIII a.C. hasta mediados del siglo III a.C.  No obstante, hemos decidido dividir este amplio arco de tiempo en distintos pe pe-ríodos para poder observar la evolución arquitectónica y estructural de las casas de época fenicio-púnica. El primero de ellos es el período arcaico que tiene inicio a principios del siglo VIII a.C. hasta mediados del siglo VI a.C., momento en que se fechan los primeros testimonios materiales fenicios y comienzan a tomar forma las primeras aglomeraciones urbanas coloniales. El período púnico abarca a su vez desde la segunda mitad del siglo VI a.C. hasta nales del siglo V a.C., caracterizado por la hegemonía política y comercial cartaginesa en el MediteMedite rráneo central. Por último tenemos el período tardo-púnico o helenístico que se inicia en el siglo IV a.C. con la fundación de las nuevas colonias cartaginesas que consolidan el dominio cartaginés en ambas regiones y que naliza a mediados del siglo III a.C. cuando las dos islas son conquistadas por los ejércitos de la Roma republicana. Las viviendas presentes en los enclaves coloniales de Sicilia han sido analizaanaliza das en un reciente trabajo de síntesis que se ha ocupado de su estudio, principalprincipalmente arquitectónico, durante el período púnico (De Vincenzo, 2012: 301-360).  –41– 

 

A este estudio general hay que añadir las últimas publicaciones sobre algunos yacimientos arqueológicos como Nora (Bonetto, 2009: 41-243), Mozia (Famà 2002; Nigro et alii, alii, 2004: 141-354; Nigro, 2007) o Selinunte (Helas, 2009, 2012) que han aportado nuevos datos para el conocimiento de la edilicia privada fefenicio-púnica en estas regiones. Sin embargo, la base documental sigue siendo muy reducida a causa de diversos factores que analizaremos más adelante, lo que impide en muchos casos unasin reconstrucción de lasmás plantas de este tipo de estructuras arquitectónicas, mencionar lasintegral dicultades que evidentes para  poder denir las distintas agrupaciones de casas, un dato, que podría ayudarnos a entender las directrices urbanísticas establecidas en algunos de estos enclaves. Estas limitaciones hacen muy difícil una posterior reconstrucción, basada en la tipología de las casas, de la estructura social establecida en estos enclaenclaves coloniales a imagen y semejanza de otros estudios que se han interesado  por otras civilizaciones del Mediterráneo como el antiguo Israel (Yasur-Landau (Yasur-Landau et alii, alii, 2011), la Grecia clásica (Nevett, 1999), la Iberia protohistórica (Belarte et alii, alii, 2009) o algunas ciudades y regiones bajo el dominio romano (Nevett, 2010: 89-141). En consonancia con esta línea de investigación ha sido publicado recientemente un artículo de síntesis sobre algunos asentamientos púnicos del Mediterráneo central (Jiménez y Prados, 2013), que pone de maniesto la impor tancia de la arquitectura doméstica a la hora de denir comportamientos domésti domésti-cos, espacios de género, desigualdades sociales o relaciones de poder, elementos todos ellos que se encuentran en la base de cualquier tipo de estructura social. Por este motivo, en el presente trabajo aparte de denir de nir los materiales y técnicas cons cons-tructivas, la distribución interior de las casas o la identicación y funcionalidad de los diferentes espacios domésticos, intentaremos, en la medida de lo posible, aproximarnos a todos aquellos aspectos sociales que pueden derivar del estudio de la arquitectura doméstica. No obstante, antes de entrar en el e l análisis detallado de cada asentamiento creemos que son necesarias una serie de aclaraciones a nivel histórico, arqueológico y teórico que harán posible una denición más clara de nuestro objeto de estudio.

2. CONSIDERACIONES PREVIAS AL ESTUDIO DE LA ARQUITECTURA DOMÉSTICA EN SICILIA Y CERDEÑA En referencia a algunos aspectos de tipo histórico hemos de resaltar la escasa información que nos aportan las fuentes clásicas respecto a la edilicia privada fenicio-púnica en general que casi en su totalidad se centran exclusivamente en la  –42– 

 

ciudad de Cartago y su territorio (Mezzolani, 1997). A este hecho hay que añadir que la única noticia relacionada con la arquitectura doméstica de las colonias fefenicio-púnicas de Sicilia y Cerdeña nos viene dada por la inverosímil y contradic contradic-toria descripción de Diodoro Sículo sobre las casas de Mozia (XIV 51, 1). Como demostró en su momento G. Garbini (1993: 67-72) Diodoro decidió engrandecer el episodio de la toma de Mozia por parte de Dionisio I a partir de la información  proporcionada pordeotro autor clásico sí fue testigo de un bélico similar, como fue Polibio Megalópolis, queque na rró narró las vicisitudes delacto asedio de Cartago  por parte de Escipión Emiliano (146 a.C.). Diodoro tomó de éste los datos nenecesarios para hacer de su narración un relato creíble, como si él mismo hubiera  presenciado la toma de Mozia, utilizando de forma totalmente errónea, pues el historiador de Agira, Agira, que no era especialista en poliorcética, relacionó la altura de las casas de seis pisos de Cartago (Api. Lib. (Api.  Lib. 128)  128) con la altura que debían tener las torres de asedio empleadas por Dionisio I, que a su vez se correspondería con la altura de las casas de la colonia siciliana. Como veremos más adelante la ar queología no ha podido constatar ningún tipo de vivienda que se pueda relacionar con la descripción de Diodoro, desmintiendo, por el momento, la existencia de viviendas de tal altura en Mozia. Respecto a la evolución histórica de las colonias fenicias en Sicilia y Cerdeña hemos de hacer hincapié en el hecho de que comparten trayectorias más o menos similares, especialmente a partir del período púnico (Bondì, 2009), pero por otro lado éstas tuvieron que adaptarse a situaciones coloniales diversas a causa del contacto con distintas poblaciones indígenas, sardos en Cerdeña y élimos/sicanos en la parte occidental y central de Sicilia. Esta situación determinó de forma deci deci-siva la inserción, creación y evolución de todas y cada una de las futuras colonias dentro de los sistemas políticos y económicos indígenas de nales de la Edad del Bronce e inicios de la Edad del Hierro (Bernardini, 2013: 263-279; Blasetti y De Vincenzo, 2012). De todos modos existió un factor desequilibrante en el devenir histórico de estas fundaciones coloniales, que en este caso afecto principalmente a los enclaenclaves sicilianos, donde éstos además de convivir con el elemento indígena tuvieron que hacer frente a la política expansionista de las apoikiai griegas. Estas últimas a lo largo de su historia se fueron convirtiendo en verdaderos centros de irradiairradia ción cultural, que especialmente a partir del período tardo-arcaico y sobre todo helenístico ejercieron una gran inuencia a nivel urbanístico, arquitectónico y artístico, sobre todos los asentamientos de la isla, incluidas las colonias fenicias (Congiu et alii, alii, 2008), con las que ya habían iniciado estrechos contactos comer ciales desde época arcaica (Spatafora, 2010). Un claro ejemplo de esta inuencia lo encontramos en el urbanismo de tipo hipodámico y las casas aristocráticas de  –43– 

 

tipo griego con peristilo y columnata a dos niveles de la ciudad helenística de Solunto1. Este hecho hace que nos preguntemos ¿Qué importancia llego a tener el inujo griego en el desarrollo de la arquitectura doméstica fenicio-púnica? ¿Cómo se nos presenta esta inuencia en sus estructuras arquitectónicas? ¿Cómo se manifestó esta inuencia griega fuera del ámbito de las colonias sicilianas? A estas y otras cuestiones intentaremos dar respuesta a lo largo del presente estudio. Arqueológicamente, la arquitectura doméstica fenicio-púnica en Sicilia y Cer deña cuenta con una base documental muy fragmentaria y que en términos gegenerales suele ser bastante escasa. Este hecho nos viene dado principalmente por cuatro factores: (1) Los emplazamientos de las antiguas colonias fenicias y de las posteriores fundaciones cartaginesas han continuado siendo ocupados hasta la actualidad. Esta circunstancia provoca dicultades a la hora de tener acceso a los restos ar queológicos pertenecientes al período fenicio-púnico como demuestran los cacasos de Sulky Sulky (Sant’Antioco),  (Sant’Antioco), Karalis  Karalis (Cagliari)  (Cagliari) y Olbia en Cerdeña o de Lilibeo de  Lilibeo   (Marsala) y Panormos y Panormos (Palermo)  (Palermo) en Sicilia.  (2) Los proyectos urbanísticos llevados a cabo en época tardo-republicana e imperial romana han destruido o alterado, en algunos casos, los niveles de vida anteriores, lo que hace imposible una reconstrucción planimétrica de muchos edi edi-cios destinados a un uso doméstico como que queda patente en asentamientos como Sulky, Tharros , Lilibeo o Panormos  Panormos.. (3) Algunas Algunas estructuras de tipo doméstico fueron excavadas a inicios o mediamediados del siglo XX empleando una metodología arqueológica poco rigurosa, lo que se tradujo en publicaciones muy someras y descriptivas, sin un análisis detallado de la estratigrafía arqueológica y de los materiales cerámicos que permitan una asignación cronológica able. Tampoco Tampoco hay que olvidar la casi ca si total inexistencia de planimetrías detalladas que nos ayuden a reconstruir la distribución del espaespa cio interior de las casas. Una buena muestra de todo ello son las excavaciones realizadas por A. Taramelli Taramelli en la pendiente nororiental de la colina de Torre Torre Chia

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El estudio de las casas de Solunto no ha sido incluido en este trabajo al quedar fuera de los márgenes cronológicos establecidos para el mismo. Ésta fundación cartaginesa del siglo IV a.C., realizada r ealizada tras la destrucción de la Solunto arcaica a manos de Dionisio I de Siracusa en el año 397/396 a.C., presenta una importante problemática a nivel cronológico. Ante la ausencia de estratigrafías arqueológicas que puedan proporcionar una datación absoluta de los vestigios hoy en día visibles se han propuesto distintas dataciones a partir de criterios arquitectónicos, decorativos y estilísticos. Actualmente la opinión más generalizada es que la ciudad helenística que hoy podemos contemplar es posterior a la conquista romana de la isla, concretamente de nales del siglo II I I a.C. En torno a la problemática que envuelve a la Solunto helenística véase: (Albanesi, 2006: 177-180; La Torre, 2006: 95; Portale, 2006; La Torre, 2011: 147-149, 234-247). A favor de una datación más alta, en torno al 300 a.C., para las casas más lujosas situadas en el centro de la ciudad (Wolf, 2003). Sobre la utilización de una unidad de medida púnica relacionada con la trama urbanística de la ciudad (Spatafora, 2009: 233), con dudas al respecto (De Vincenzo, 2012: 113). Una síntesis general (Cuntroni Tusa, 1994).

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en Bithia (Taramelli, (Taramelli, 1933: 289; Pesce, 1968: 314, 340-342; Bartoloni, 1996: 38; alii, 2013: 290), las de G. Pesce en el barrio occidental situado en la Bassoli et alii, ladera de la altura de S. Giovanni en Tharros (Pesce, 1966: 88-89, 96-126; FalFal chi, 1991: 30-32; Mezzolani, 1994: 117-119; 117-119; Acquaro y Mezzolani, 1996: 29-30; Mezzolani, 2009: 412) y en la zona del arenal de Nora (Pesce, 2000: 171-179; Bonetto, 2009: 41 n. 6) o las de J.I. Whitaker en la “Casa dei Mosaici” de Mozia (Whitaker, 149-153; 2012: Ciasca303-305) et alii, alii, 21989: 51-54; Morigi, 2004a; 2004b; Savio, 2007;1991: De Vincenzo, . (4) La falta de excavaciones en extensión que hayan intervenido el espacio reservado a las estructuras domésticas diculta su interpretación a nivel urbaurba nístico (organización de las casas en ínsulas, orientación de las mismas, división interior en parcelas, metrología aplicada etc.), así como el conocimiento de las diferentes tipologías de casas que pudieron coexistir en un mismo asentamiento en un período determinado, limitando de esta forma el conocimiento de una más que probable diferenciación social. Estas problemáticas contribuyen a que nuestro estudio presente importantes limitaciones y lagunas imposible, algunos casos, desa rrollo de ciertos temas cientícas o hipótesisque de hacen trabajo. Aún así, en creemos que éstoselsedesahande plantear con vistas a futuros estudios sobre la arquitectura doméstica fenicio púnica y la posterior interpretación de tipo social que se puede extraer de su análisis. También es importante tener en cuenta que nos encontramos ante asentamienasentamientos de categorías y funciones diferentes que pueden forman parte de un sistema  político y territorial jerarquizado como queda patente en la región del Sulcis (Pe(Perra, 2009). Esta organización político-territorial, por el momento casi irreconoirreconocible para la gran mayoría de sistemas coloniales del Mediterráneo central, nos ha llevado a distinguir dentro de cada período histórico distintos tipos de asenasentamiento según su categoría. Así pues, disponemos de núcleos de primer orden

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A causa de las distintas problemáticas que presentan estas estructuras domésticas hemos decidido no incluirlas en este trabajo. Ciertamente hasta que no se lleve a cabo una rigurosa revisión de los materiales arqueológicos documentados en su interior no se podrá conceder una datación más o menos aproximada a estos restos. Se hace a su vez imprescindible la realización de plantas y secciones que ayuden a comprender la relación entre los diversos elementos arquitectónicos que pueden pertenecer a actividades constructivas y fases cronológicas diferentes. Una situación diversa se presenta en el caso de la conocida como “Casa dei Mosaici” cuya cronología oscila entre los siglos VI-IV a.C. y de la que si existe una planimetría arqueológica detallada. Durante varias décadas se pensó en un uso doméstico para este complejo arquitectónico pero las últimas intervenciones arqueológicas han puesto al descubierto lo que parecen par ecen ser los restos de un gran edicio público situado en las inmediaciones de una de las puertas de acceso a la ciudad. Sobre los resultados de las últimas campañas de excavación véase: www.fenici.unibo.it/mozia/CampagnadiScavoIV.html www.fenici.unibo.it/mozia/VCampagnadiScavo.html www.fenici.unibo.it/mozia/VI www.fenici.u nibo.it/mozia/VI CampagnadiScavo.html

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como pueden ser ciudades, normalmente representadas por las colonias fenicias, asentamientos de segundo orden como centros urbanos de menores dimensiones o núcleos forticados de cierta importancia, para nalizar con los enclaves de menor envergadura como aldeas, fortines, almacenes uviales, barrios comer ciales o granjas siguiendo un planteamiento que ya ha sido propuesto para otras situaciones coloniales o entidades políticas (Aubet, 2006; Belarte, 2009: 99). ClaClaramente es un yhecho muy a tenerque en se cuenta, puesenelsu signicado de los diver  sos tiposeste de casas las actividades realicen interior dependerá encierta manera de la categoría y función del asentamiento donde se documenten. En este sentido también habrá que tener en cuenta la topografía del lugar donde se establecerá cada enclave pues ésta puede condicionar de forma decisiva su morfología urbana y determinar la situación de las viviendas eenn su interior. Otra problemática inherente a las casas es el hecho de que estas estructuras arquitectónicas son sometidas a continuas modicaciones durante el transcur so de su vida útil (restructuración del espacio interior, reformas arquitectónicas, ampliaciones etc.). Normalmente la arqueología suele detectar la última fase de uso de cada vivienda, que suele ser el resultado de diversas restructuraciones y reformas, un hecho que diculta el conocimiento de la composición originaria de cada casa o de las funciones que se realizaron en sus habitaciones a lo largo de los distintos períodos en que fue ocupada. También También se ha de tener en cuenta que una habitación puede cambiar su función a lo largo del día ya que durante las horas de luz se pueden realizar en su interior actividades productivas o de consumo y  por la noche ser un lugar de reposo, algo que también puede ocurrir dependiendo de la época del año en la que nos encontremos, ya sea invierno o verano, dando lugar a actividades totalmente distintas (Singer-Avitz, (Singer-Avitz, 2011: 289). Por otra parte, la arquitectura doméstica se ha convertido actualmente en uno de los referentes arqueológicos más importantes a la hora de detectar, denir y establecer los comportamientos y relaciones sociales que forman la base de cualcualquier estructura social. Tal y como se ha apuntado recientemente, la vivienda o casa, no es más que el espacio delimitado arquitectónicamente (contendor) de las actividades cuotidianas llevadas a cabo en su interior (contenido) por parte del grupo o unidad doméstica que reside en él (Belarte, 2013: 78). Esta denición nos  pone en directa y estrecha relación con el concepto de household  que  que entiende la casa no solamente como un espacio de convivencia sino también como un lugar de producción, consumo y reproducción (Wilk y Rathje, 1982; Vives-Ferrándiz, 2013: 95-97). Debajo de un mismo techo suelen habitar, por norma general, los integrantes de una misma familia, ya sea nuclear o extensa (Flannery, 2002), pero esta norma no excluye otro tipo de relaciones que no han de ser propiamente de parentesco como la dependencia. A su vez las relaciones que se desarrollan y estipulan en el interior de un espacio doméstico no quedan limitadas por las  –46– 

 

estructuras materiales que las denen sino que se extienden fuera de las mismas interactuando con otro tipo de esferas, como la pública, que engloba al conjunconjun to de la sociedad de la que se forma parte. Hay que tener presente que existen factores de índole económica y política que provocarán una gran variabilidad en la estructura y formación de las unidades domésticas que tienen como objetivo  principal adaptarse a dichas situaciones para poder garantizar su supervivencia, teniendo cuenta las relaciones establecidas unidades domésticas forman laenbase de laque estructura social dando lugar apor un las binomio indivisible que hace imposible que se pueda entender una sin la otra. En este sentido ha sido muy importante el nuevo enfoque aportado por la anan tropología, la etnografía y la etnoarqueología (Kramer, 1979; Kamp, 2000; Foster y Bradley, 2012: 2; Singer-Avitz, 2011: 277) en la interpretación y estudio del espacio doméstico y del registro material asociado al mismo que nos permiten adentrarnos en el ámbito de la microhistoria (Ortega, 1999). Dentro de este nuevo marco de análisis tomara fuerza la identicación de actividades de género en el ámbito doméstico, donde la gura de la mujer ocupa una posición preeminente tanto en el ámbito familiar como productivo, erigiéndose a su vez como un ver dadero garante de la identidad colectiva que da cohesión a la unidad familiar y  por ende al conjunto de la sociedad (Delgado y Ferrer, Ferrer, 2007). Mayores problemas encuentra la arqueología a la hora de detectar aquellos miembros de la sociedad que menos evidencias han dejado en el registro arqueológico como son niños, ancianos, sirvientes o esclavos (Delgado, 2010: 296), dicultades que por otro lado no han de ser una excusa para ignorar su existencia o tener que abandonar la ardua tarea de su identicación. Respecto a la estructuración del espacio doméstico queda claro que cada casa es un mundo y que cada unidad doméstica organizará su espacio según sus propro  pias necesidades o intereses político-económicos, sin olvidar otros factores de tipo ideológico que pueden determinardedelasforma su distribudistribu ción cultural interior e(Blanton, 1994). La composición casasdecisiva nos permite denirlos comportamientos de sus residentes y observar si existe un control sobre los mismos o de éstos en relación con el espacio público y las personas que provieprovie nen del exterior, ya sean visitantes o huéspedes, como se ha demostrado a partir de algunos estudios etnográcos (Nevett, 1999: 30-33). El estatus social o la riqueza de un grupo doméstico pueden establecerse a par tir del tamaño, la situación y el registro material de la casa don donde de reside. NormalNormalmente, una vivienda de grandes dimensiones y con una distribución compleja de su interior suele relacionarse con un mayor número de habitantes que en ocasioocasiones pueden ser miembros de la élite social y que podrían convivir junto a personal dependiente (Belarte, 2013: 89). Sin embargo esto no siempre es así. En este  –47– 

 

sentido es básica la diferenciación de los distintos estadios del ciclo vital de un grupo doméstico. Una casa de mayores dimensiones puede ser también el reejo de un grupo familiar que ha aumentado de tamaño a causa de nuevos nacimientos o matrimonios en el seno de su unidad familiar lo que puede provocar la amplia amplia-ción del espacio doméstico, sin que por ello necesariamente sus ocupantes hayan de ostentar un estatus social o un nivel de riqueza más elevado (Kramer, 1979: 155-156; Flannery, 2002; Singer-Avitz, 2011:ser 295). La posición ocupa una casa dentro de un asentamiento también puede un indicativo de que diferenciación social al estar en una posición topográca preeminente en su interior o situándose en las proximidades de espacios o edicios públicos de especial relevancia dentro de la comunidad. Por último, algunos tipos de artefactos y elementos arquitectóarquitectónicos especícos pueden ser un indicativo del estatus social y la riqueza de sus residentes (Singer-Avitz, (Singer-Avitz, 2011: 297; Belarte, 2013: 89). Es importante también apuntar que una casa es considerada normalmente como un lugar destinado a la preparación y consumo de alimentos o al reposo del grupo doméstico. A parte de estas actividades cotidianas también se pueden realizar trabajos artesanales que tienen un valor muy importante en el conjunto de la unidad doméstica y de su economía. Estas actividades domésticas que por sí solas no parecen tener un peso determinante, pero son, cuando se analizan en conjunto, un pilar fundamental de las economías coloniales de los asentamientos fenicio-púnicos del Mediterráneo central.

3. LA ARQUITEC ARQUITECUTRA UTRA DOMÉSTICA DE ÉPOCA ARCAICA   (SIGLOS VIII-VI A.C.): LOS INCIOS DEL MODELO COLONIAL FENICIO EN EL MEDITERRÁNEO CENTRAL El período arcaico es la fase histórica de la colonización fenicia que menos restos arqueológicos ha proporcionado sobre estructuras de tipo doméstico, un hecho que tiene mucho que ver con los objetivos, la función y la precariedad de los primeros asentamientos coloniales fundados en el Mediterráneo central. A partir del segundo cuarto del siglo VIII a.C. (775-770 a.C.) se comienzan a detectar las primeras evidencia de la presencia fenicia en las islas de Sicilia y Cerdeña. Se trata habitualmente, exceptuando el caso de Mozia, de materiales cerámicos datados en el siglo VIII a.C.3 principalmente fuera de contexto estratiestrati-

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Las colonias fenicias de Palermo y Solunto fueron fundadas a nales del siglo VII a.C. en una segunda fase del proceso de colonización en Occidente. De momento las excavaciones arqueológicas no han podido poner al descubierto restos de

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 Figura 1. Planta general de la isla de la Mozia con la situación de las principales  zonas citadas en el texto (Modicado a partir de Famà, 2009)

gráco que no se pueden relacionar con ningún tipo de estructura arquitectónica. Un ejemplo de ello son los centros coloniales de Sulky (Bartoloni, 2008: 15961597; Bartoloni, 2010; Pompianu, 2010: 4-6, 13), Cagliari (Stigliz, 2007: 50),

estructuras domésticas de época fenicio-púnica. En Palermo tenemos solamente testimonios cerámicos de una ocupación referible período arcaico (Spatafora, 2009: 223) eferibles a este período tienen unaal clara función artesanal (Spatafora, 2009:mientras 225). que en Solunto las únicas evidencias rreferibles

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 Nora (Botto, 2007: 112, 120-122; Bonetto, 2009: 63), Olbia (D’Oriano, 2009: 370), Tharros, Neapolis y Othoca (Bernardini, 2011: 128, n. 8)4. Las estructuras de tipo doméstico más antiguas que han aparecido hasta el momento se han documentado en la isla de Mozia (Fig. 1). Los navegantes orien orien-tales se establecieron en un territorio, que según las últimas investigaciones, no  presenta signos evidentes de una ocupación indígena. Los testimonios más antiantiguos se remontan a la etapa nal del Bronce Antiguo y al Bronce Medio (XV-XIV (XV-XIV a.C.) (Falsone, 1989; Spatafora, 2002; Nigro, 2007: 103-109), aunque algunos materiales podrían mostrar una frecuentación esporádica de la isla durante los siglos X-IX a.C. (Spatafora, 2002: 936). Los hallazgos fenicios más antiguos detectados hasta el momento se sitúan en la costa meridional de la isla, concretamente en el Sector C suroeste, donde han aparecido los restos de las viviendas erigidas por los primeros colonos (Fase 9: 775-750 a.C.). Se trata de espacios delimitados por delgados zócalos consconstruidos con guijarros, cuyo alzado sería presumiblemente en adobes, asociados a pavimentos en tierra batida5 junto a los cuales aparecieron algunos agujeros  para postesdedevarios madera (Nigro, 2010: 8-10; 42).garantizaban Es importanteelremarcar la existencia pozos excavados en la2013: roca que suministro de agua potable imprescindible para la supervivencia de cualquier grupo humano. Según L. Nigro nos encontramos ante viviendas muy humildes compuestas por 1-3 habitaciones que disponen de patio y refugios anexos construidos con postes de madera (Nigro, 2013: 53). La vida de este grupo de viviendas parece que naliza a mediados del siglo VI a.C. con la construcción del área sacra del Kothon (Nigro, 2013: 42). En una fase posterior (IV B: 750-675 a.C.), y a causa de la llegada de nue vos colonos (Nigro, 2013: 55), el sector habitado se va ampliando hacia el norte ocupando también la parte central de la isla. Estructuras de tipo doméstico se han  podido detectar en la Zona A (sector central), Zona B (sector meridional) meridional) y Zona E (sector sureste), que se pueden fechar con toda seguridad en la primera mitad del siglo VII a.C. (Famà y Toti, Toti, 2000: 452; Famà, 2002: 41-43; Famà, 2008; 14014 0143; Famà, 2009: 278-279). Entre aquellos restos que pueden ofrecernos una imagen más o menos clara de la composición de estas viviendas tenemos los de la Zona A.

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Una síntesis general sobre esta problemática que afecta especialmente a las primeras colonias fenicias de Cerdeña en: (Blasetti y De Vincenzo, 2012: 7-14).

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Restos dede algunos pavimentos época212). arcaica han sido también documentados documentados en la Zona L de la “acrópolis”, a unos 100 m. al noroeste la Zona E (Nigro,de 2012:

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 Figura 2. Zona A de Mozia con la situación de las fosas de nales del siglo VIII a.C. y las primeras estructuras domésticas de inicios del siglo VII a.C. (Famà, 2002)

Este área fue objeto de acciones antrópicas desde nales del siglo VIII a.C. (Período I A) cuando se excavaron en la roca diversos silos, un pozo y la presencia de una estructura cuadrangular de función incierta (Famà, 2002: 41). Durante la  primera mitad del siglo siglo VII a.C. a.C. (Período I B) estos estos elementos vienen incorpora incorporados en el espacio que ocuparan las primeras viviendas estables en esta zona (Fig. 2). Se pueden distinguir en la parte norte dos patios divididos por una habitación (6) y en el lado suroeste los restos de dos posibles estancias (Famà 2002: 41-43). Los zócalos se construyeron sin fosa de cimentación sobre la roca natural o en el caso de imperfecciones del terreno sobre capas de nivelación. Estas estructuras están realizadas normalmente en mampostería en seco, de un metro de altura, con un ancho de 70/60 cm., aunque en ocasiones también se construyeron muros de mampostería que a intervalos no regulares presentan bloques de piedra escuadraescuadra –51– 

 

 Figura 3. Vista Vista aérea de la zona arqueológica arqueológica del Cronicario (Sant’Antioco) con la situación de los principales sectores enumerados en el texto (Modicado a partir de Pompianu, 2010a)

dos para dar mayor estabilidad a los mismos. Los alzados de las paredes estarían realizados en adobes y como aglutinante se utilizó solamente tierra (Famà, 2002: 51). Los pavimentos de esta fase, compuestos por un estrato compacto de calcal cárea blanca con inclusiones de guijarros que se extiende sobre la roca natural, están presentes en la habitación 6 y el patio 13 (Famà: 2002: 56-57, 85). Esta fase de vida naliza con la obliteración de dichas estructuras (Período I C) durante la segunda mitad del siglo VI a.C. (Famà, 2002: 43). Evidencias pertenecientes a estructuras domesticas del período arcaico han aparecido también en la colonia fenicia de Sulky Sulky,, concretamente en el área arqueoarqueo lógica del Cronicario (Fig. 3), en el centro de la actual ciudad de Sant’Antioco. La zona intervenida, situada en las pendientes de una colina cercana a la costa, ha demostrado que se encontraba deshabitada en el momento de la llegada de los  –52– 

 

 Figura 4. Estructuras domésticas del siglo VIII a.C. documentadas en el Sector III del d el área arqueológica del Cronicario (Bernar (Bernardini, dini, 2009)

fenicios pues los únicos restos anteriores a la ocupación fenicia son del período neolítico, concretamente de la cultura de Ozieri (Pompianu, 2010a: 4-5; Unali, 2013a: 1-3). Los trabajos arqueológicos iniciados entre 1983-1986 (Bernardini, 1988) pupusieron al descubierto dos calles (A y B) que según sus investigadores se cruzarían entre sí formando un ángulo recto, recalcando posiblemente la orientación del trazado viario romano que se le superpone, lo que ha hecho pensar en una trama urbanística de tipo ortogonal implantada ya en época arcaica (Bernardini, 2009: 392). Las últimas excavaciones por el contrario han mostrado que la calle B en época romana noporticado se sobrepone a otro eje(Unali, viario anterior sino que se construyó sobre un espacio a cielo abierto 2013b: 10-12, 30-33) que pone en duda, por el momento, la existencia de una trama ortogonal perteneciente a la fase arcaica del asentamiento. Los únicos restos que ofrecen una planta más o menos clara de un espacio doméstico articulado se documentan en el Sector III6, frente a la calle B (Fig. 4). Las estructuras que se sacaron a la luz corresponden a dos períodos cronológicos superpuestos. El primero de ellos se inicia en el 750/740 a.C. y se nos muestra

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Durante las mampostería primeras intervenciones arqueológicas también se documentaron a muros en y pavimentos en tierra batida (Bernardini, 1988: 75).en otros sectores (I y II) restos pertenecientes

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como un patio central al aire libre (vano ( vano a), en el cual se excavaron un silo y una cisterna, alrededor del cual se organizaron una serie de habitaciones de planta rectangular.. Los muros se construyeron en mampostería ligada con fango y arcirectangular arci lla sobre los cuales se alzaron las paredes de adobes que utilizan como desgrasan desgrasan-te paja y algas, estando compuestos los pavimentos por tierra batida o capas de tierra y arcilla prensadas que contienen restos de toba triturada (Bernardini, 1988: 76; 2006: 112; Unali, 2013b: 12-13). En una fase posterior que podemos fechar entre el 730-700 a.C., el nivel de circulación del patio se eleva a partir de una nueva capa de tierra batida que cubre el silo pero que deja operativa la cisterna, manteniendo esta misma conguración hasta el 650 a.C.7 (Bernardini, 1988: 76; 2006: 116). Las recientes intervenciones realizadas principalmente en el Sector II8  han  puesto al descubierto diferentes niveles de uso de la fase fenicia que nos pueden ofrecer una idea de las actividades que se realizaron en el interior de algunos es es- pacios. Se han podido detectar tareas relacionadas con la elaboración de producproductos a base de pescado (vano (vano IIF) (Unali, 2013b: 17), la producción metalúrgica (vano IIE y IIG) (Pompianu, 2010b: 1270-1273; Unali, 2013: 17-18)  17-18) o un espacio interpretado como cocina (vano (vano II E )   )  (Pompianu, 2010a: 7). Estas evidencias  ponen de maniesto que junto a actividades de uso doméstico y cotidiano se llellevaron a cabo otras de tipo artesanal. La colonia de Cagliari se estableció en la parte baja de una península delimitadelimitada por dos golfos marinos. En ésta se han podido documentar do cumentar diversas evidencias cerámicas pertenecientes a la cultura nurágica (Stigliz, 2009: 50), aunque por el momento no se conocen estructuras arquitectónicas que se puedan relacionar con un nuraghe o un poblado asociado al mismo, lo que nos hace sugerir, como sucede en los casos de Sulky y Mozia, que la zona donde se estableció el enclaencla ve fenicio no estuvo ocupada por el elemento indígena. Las escasas evidencias correspondientes a estructuras de tipodedoméstico provienen las excavaciones arqueológicas realizadas en la década los ochenta del siglode pasado en el centro urbano de la ciudad. En vía Brenta fue descubierta una estructura muraría de 53 cm. de anchura, con un longitud conservada de 2,00 m., construida a partir de dos  paramentos de mampostería cuyo espacio intermedio fue rellenado con pequeñas  piedras ligadas con arcilla. Junto a este zócalo, construido directamente sobre

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Sobre los materiales documentados en el llamado vano a véase: (Bernardini, 2000. 37-56). En referencia a los materiales de las habitaciones que rodean el patio (Bernardini, 2010: 21-22).

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En este sector también han aparecido segmentos de muros realizados en mampostería, presentado uno de ellos agujeros  para la colocación de postes de madera (Pompianu, 2010: 5-6; Unali, 2013a: 3). Restos de un pilar hecho de adobes recubierto un enlucido de tipo hidráulico y de1599-1600). un pozo salieron a la luz durante una intervención de urgencia en un área contigua alde mismo Cronicario (Bartoloni, 2008:

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 Figura 5. Topografía Topografía general del enclave fenicio-púnico de Nora con la situación  de las principales áreas arqueológicas (Bonetto, 2009)

la roca natural, apareció un breve tramo de pavimento en tierra batida colocado también directamente sobre la misma (Chessa, 1986: 19; Tronchetti, 1990: 33; Tonchetti, 1992: 23). Los materiales asociados a esta estructura hacen pensar en una función doméstica del espacio en uso desde nales del siglo VII a.C. hasta mediados del siglo VI a.C.9 (Chessa, 1986). El emporio fenicio de Nora se desarrolló en una reducida extensión de terreno situada en la parte central de una península (Fig. 5). De nuevo parece que los fenicios se asentaron en un lugar deshabitado, aunque en la zona existen algunas evidencias de una posible frecuentación nurágica (Tronchetti, 2011: 127). En la zona que ocuparía posteriormente el foro romano, a partir de nales del siglo VII a.C. o inicios del siglo VI a.C., se practicaron diversos recortes en la roca natural recubiertos por diversas capas de arcilla y arena para su nivelación y algunos

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En la misma también muro realizado en adobes, de algunos asociado a unzona pavimento enapareció calcárea otro que podría resalir a época arcaicaademás (Tronchetti, 1990:oricios 29; 1992,para 23).postes de madera,

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 Figura 6. Agujeros Agujer os ocupación para la colocación postes de madera de la primera  fase de fenicia endeNora (Bonetto, 2009)

agujeros para albergar postes de madera (Fig. 6), quedando patente la labilidad de estas evidencias constructivas interpretadas como posibles tiendas o cabañas de uso estacional (Bonetto, 2009: 44-48, 63). Esta situación de precariedad a nivel constructivo se mantuvo en Nora hasta nales del siglo VI a.C. momento en que se detectan las primeras evidencias de un implante de carácter urbano. Pasando a los asentamientos que podemos considerar de segundo orden nos encontramos con algunas estructuras arquitectónicas de la fase arcaica en el yaciyacimiento de Monteque Sirai, sobrecomo una meseta a 190 m. s.n.m. de evidentearqueológico posición estrategica, se ubicado nos presenta el centro colector de los recursos naturales de la región del Sulcis-Iglesiente  Sulcis-Iglesiente (Guirguis, 2013: 7). En las pendientes y en la parte superior de la meseta se han podido docudocu mentar varios nuraghes que no estarían en funcionamiento en el momento de la llegada de los primeros colonos fenicios (Bartoloni et alii, alii, 1992: 19-20, 41). Las evidencias arqueológicas más antiguas se remontan a fragmentos cerámicos, que suelen documentarse en posición secundaria, y que se fechan entrono al 725-700 a.C. (Guirguis, 2012: 96-97; Guirguis y Pla Orquín, 2012: 2866-2868; Guirguis, 2013; 31, 35). Por el momento los testimonios referibles a estructuras arquitectónicas de época arcaica, todos ellos detectados en el sector de la llamada “acrópolis”, son  –56– 

 

 Figura 7. Planimetría de la “Casa del lucernario di talco” en color oscuro oscuro las estructuras de época fenicia de nales del siglo VII a.C. (Perra, 2009)

muy escasos y fragmentarios sin que se pueda otorgar una clara funcionalidad doméstica a los mismos. Algunos de estos restos aparecieron en los niveles infeinfe riores de la “Casa del lucernario di talco”, situada en el centro de la ínsula C, que analizaremos posteriormente, y que muestran una serie de muros, tres en total, fechados a nales del siglo VII a.C., siguiendo una orientación sensiblemente diferentes a los de épocas posteriores (Fig. 7). Los zócalos están construidos en mampostería que emplea también grande piedras, que ocupan todo el ancho del muro, a intervalos no regulares. Asociados a estos elementos tenemos dos papavimentos superpuestos compuestos de arcilla, toba triturada, arena y carbones que se corresponden con dos momentos cronológicos distintos. La disposición de estas estructuras da lugar a dos espacios, uno de ellos de 6,50 x 7,50 m., que  podría tratarse tratarse de un patio, aunque su función no parece clara. La vida útil de esta construcción naliza con un estrato de destrucción datado en el último cuarto del siglo VI a.C. (Perra, 2001a: 122-126)10.  Nos parece interesante apuntar que la la supercie total de la “acrópolis “acrópolis”” no fue completamente edicada durante la fase arcaica del asentamiento como demostró

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Otros tres muros pertenecientes al período arcaico, asociados también a un pavimento, aparecieron en el frente noreste de la ínsula B. Dos de ellos presentan una orientación diversa respecto a las estructuras posteriores. Al igual que en la “Casa del lucernario estas estructuras se construyeron nales siglo VII(Campanella a.C. y estuvieron en uso2002: hasta49-50). el último cuarto del siglodiVItalco” a.C. cuando se documenta de nuevo unanivel de del destrucción y Finocchi,

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el sondeo estratigráco del vano 5, en el extremo noreste de la ínsula B, donde do nde las evidencias constructivas más antiguas no son anteriores al siglo III a.C. (Marras, 1981: 199-200). En términos generales el período arcaico de la colonización fenicia nos ofrece escasas evidencias sobre las estructuras domésticas de los primeros pobladores de origen oriental que se establecieron en Sicilia y Cerdeña. En algunos casos como en Monte Sirai es difícil saber si nos encontramos ante espacios de carácter dodo mésticos o si éstos pudieron ser destinados a otro tipo de actividades. A favor de su interpretación como espacios de uso doméstico, de forma totalmente hipotética, se  podríaa argument  podrí argumentar ar que que sobre sobre los los restos restos de época época arcaica arcaica se constr construyeron uyeron posterior  posterior mente viviendas, un hecho que nos podría hacer suponer una continuidad en el uso del espacio que podría estar reservado desde un inicio a nes residenciales. La única estructura que más o menos permite recrear la composición interna de una vivienda la tenemos en Sulky Sulky donde  donde nos encontramos con un patio central abierto al aire libre rodeado de habitaciones, según un modelo que tendría sus orígenes en la zona del levante sirio-palestino (Braemer, 1982; Markoe, 2000: 71; Jiménez y Prados, 2013: 2013 : 113-115). 113-115). En estas casas parece clara la importancia del patio como eje principal de la casa que además de ser un foco importante de iluminación y ventilación, pues hay que recordar que habitualmente este tipo de casas carecen de ventanas hacia el exterior, es también un lugar donde se realizarealiza ban todo tipo de actividades domésticas, convirtiéndose en un importante espacio de sociabilización para sus habitantes. En ellos se suelen ubicar normalmente  pozos o cisternas que garanticen las reser reservas vas hídricas necesarias para para los residenresidentes y que en algunos casos suelen estar acompañados de silos para el almacenaalmacena miento de grano. A su vez el patio otorga una gran privacidad a las estancias que lo rodean funcionando como un espacio divisor entre la vida privada y pública, es decir, entre los propios habitantes de la casa y los visitantes provenientes del exterior que pueden ser recibidos directamente en el patio sin que tengan acceso a las otras partes de la vivienda. En referencia a las técnicas constructivas nos encontramos con estructuras más bien precarias construidas a base de mampuesto que emplean para su unión algún tipo de aglutinante como arcilla o tierra, cuando no se utilizan agujeros exex cavados en la roca para pa ra la colocación de postes de madera para sostener cubiertas o porches exteriores. Mención aparte merecen algunas estructuras murarías que en su composición, junto a la mampostería, alternan grandes bloques de piedra que ocupan todo el ancho del muro presentes en las construcciones de Mozia y Monte Sirai. Este tipo de técnica constructiva, salvando las distancias más que evidentes, podría ser una versión rudimentaria del “mur à piliers” o “pier and rubble” (Elayi, 1980; Markoe, 2000: 72), que en un momento posterior alcanzará  –58– 

 

una gran difusión en los asentamientos fenicio-púnicos del Mediterráneo central africanum (Mezzolani, y que será más conocido en época romana como opus africanum (Mezzolani, 1996). Los pavimentos, o mejor dicho, los niveles de circulación, suelen ser sim sim- ples estratos de tierra batida o capas de arcilla y tierra prensada que incluyen restos de otros componentes (piedras, carbones, arena) para conseguir una mama yor consistencia, dureza e impermeabilidad. Los alzados de las paredes, como se ha podido documentar arqueológicamente, se realizaron con adobes que se colocaron directamente sobre los zócalos de piedra, impidiendo que éstos fueran afectados por la humedad y el agua, para lo que se emplearían también enlucidos o revoques de arcilla o cal que ayudarían a la conservación de las estructuras. Respecto a las cubiertas de las casas, de las cuales no suelen quedar apenas evievi dencias, parece que los investigadores suelen estar de acuerdo en que estas e stas fueron  planas, con una ligera inclinación para favorecer la recogida del agua de lluvia en las cisternas, utilizando para su construcción vigas de madera con cubiertas vegetales que se cubrirían a su vez con barro o arcilla para impermeabilizarlas. La cubierta plana también favorece la creación de un espacio en la parte superior de la vivienda que puede ser utilizado para la realización de distintas actividades, accediendo a ella mediante escalas de madera. Respecto a su morfología urbana nos encontramos ante enclaves que no son urbanos, o mejor dicho, que presentan un urbanismo orgánico. Por ahora no papa rece que éstos muestren elementos que nos puedan hacer pensar en una división racional del espacio a partir de islas de casas regulares o un entramado urbano de tipo ortogonal, como ya ha sido expuesto recientemente (Bernardini, 2013). Este fenómeno no suele ser un caso anómalo como demuestran otras fundaciones co co-loniales del Mediterráneo central tanto fenicias (Cartago) como griegas (Naxos, Siracusa, Megara Hyblaea o Selinunte) en sus primeros momentos de existencia11  (Haug, 2007; Fumadó, 2013: 167, 251-252, 265-267). La ausencia de una trama urbanística ortogonal puede tener su razón de ser en la propia naturaleza de estos asentamientos que no son concebidos como verdaderos centros urbanos y que al al- bergarán en sus inicios un número reducido de habitantes habitantes que tienen como como primer primer objetivo garantizar su propia supervivencia por encima de cualquier principio ur  banístico (Haug, 2007: 63). Sin embargo, embargo, este este factor no excluye una organización organización o distribución general del espacio desde un inicio, como se pone de maniesto en Mozia, donde la parte norte de la isla se reservó para la colocación del tofet , la

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 No obstante, parece que durante el período arcaico, en el transcurso de una segunda fase de ocupación, en estas colonias se implantará una trama urbanística regular per regular per strigas. strigas. En Cartago, según un reciente estudio es tudio sobre su morfología urbana, este proceso pudo desarrollarse durante la segunda mitad del siglo VIII a.C., mostrándose por el momento como un caso único a nivel urbanístico dentro del marco de las colonias fenicias de Occidente (Fumadó, 2013: 169-170, 253-255, 265, 270-277).

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necrópolis, el santuario del Cappiddazzu y la zona artesanal (Famà, 2009: 271) y la sur para el primer núcleo de viviendas, el Edicio C8 y el santuario del Kothon (Nigro, 2013: 53-55). También resulta evidente que nos encontramos ante asentamientos con objeobje tivos y funciones distintas, que podrían explicar el tipo de estructuras domésticas que encontramos en cada uno ellos. Algunos fueron ocupados a veces de forma estacional y pudieron funcionar como centros de intercambio o emporia emporia,, como en el caso de Nora (Bonetto, 2009: 77; Tronchetti, 2011: 128; Finocchi, 2013: 157-158), que tal vez pueda extrapolarse, aunque siempre con la debida cautela, a algunos de los enclaves que ofrecen materiales del siglo VIII a.C. Una imagen distinta se plantea para Sulky que nos hace pensar en una situación más estable, donde queda patente el interés de los fenicios por permanecer en este lugar y que a su vez es un claro reejo de la consolidación y estabilización de las relaciones comerciales y políticas con las comunidades indígenas12 que dio lugar posterior mente a la creación de un asentamiento en el interior del territorio como es Monte Sirai (Guirguis, 2013:12-16). Un caso totalmente diferente es el que se nos  plantea para Mozia que desde sus inicios muestra evidencias de una ocupación  permanente pero que no se puede relacionar con una intensa interacción con el mundo élimo cuyos testimonios son todavía casi inexistentes en la isla (Ampolo, 2012: 29-30). Este hecho podría explicarse a partir de los objetivos que llevaron a su primera ocupación que tal vez no persiguieran intereses puramente comer ciales sino geoestratégicos, relacionados con las rutas de navegación, donde la  pequeña isla jugó un papel fundamentan en las comunicaciones entre Oriente y Occidente y entre el sur y el norte del Mediterráneo, que la acabarían por conver tir en un centro neurálgico dentro de la red de trácos comerciales. A nivel económico se ha de destacar, como se aprecia en Sulky Sulky,, la coexistencia de actividades domésticas junto a otras de tipo artesanal, un modelo ya conocido en otros asentamientos fenicios (Delgado, 2010: 301-302). Este hecho pone de maniesto la importancia que tuvieron estas últimas en la economía familiar y en el desarrollo y consolidación del sistema colonial fenicio, produciendo utensilios destinados tanto a cubrir las necesidades de la propia comunidad como a satisfasatisfacer algunas de las demandas de las élites indígenas que no siempre tuvieron que ver cubiertas sus peticiones de bienes de prestigios a partir de objetos de proceprocedencia oriental.

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En este sentido es muy ilustrativa la presencia de cerámicas de tradición nurágica o de pr producciones oducciones híbridas en el área del Cronicario (Pompianu, 2010a: 6-10; Unali, 2012: 9-11; 2013: 19-21).

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 Figura 8. Ínsula I de la Zona A de Mozia y los límites de las las islas de casas II, III y IV (Famà, 2002)

Por último, la escasez de datos referentes a las casas del período arcaico prepre sentes en estos asentamientos hace imposible una reconstrucción de las relaciorelacio nes sociales y de su estructura e structura social, al contrario de lo que sucede en los enclaves coloniales de la costa meridional andaluza donde se han documentado un mayor número de evidencias arqueológicas en este sentido (Aubet, 2006: 38-39). Por ahora, y a la espera de nuevos datos arqueológicos sobre la arquitectura domésdoméstica de estos enclaves, la única forma de denir la estructura social de las coco munidades coloniales de Cerdeña y Sicilia en el período arcaico es a través del registro material presente en sus necrópolis (Guirguis, 2010; Delgado y Ferrer, 2007: 47-51).

4. LA ARQUITECTURA DOMÉSTICA DE ÉPOCA PÚNICA   (SIGLOS VI-V A.C.): LA CONSOLIDACIÓN DEL FENÓMENO URBANO El período púnico se caracteriza por la transición a nivel urbanístico experiexperi mentada por los enclaves de época arcaica que q ue a partir de mediados y nales del siglo VI a.C. se convierten en verdaderas ciudades. En Mozia durante el período púnico asistimos a una fase de grandes transfor maciones urbanísticas (Famà, 2009: 271; Nigro, 2012: 208-210). Entre nales del siglo VI a.C. e inicios del siglo V a.C. se documentan en Mozia por primera vez la existencia de autenticas ínsulas de casas, aunque su aspecto nal es el resultaresulta –61– 

 

do de diversas restructuraciones que se fueron sucediendo hasta nales del siglo IV a.C. (Famà, 2002: 26-30). En la Zona B se han podido detectar con claridad dos islas de casas separadas por una calle, donde la más occidental presenta una anchura de 20 m. (Famà, 2009: 278). En la Zona E a su vez se detectaron, aunque muy parcialmente a causa de las reducidas dimensiones de la intervención, tres ínsulas delimitadas por el cruce de dos calles de las cuales no se conocen sus medidas exactas (Famà, 2009: 278). La Zona A es la única que nos ha proporcioproporcionado evidencias de una ínsula completa (I) que presenta una ligera curvatura en su extremo oriental (Fig. 8). El muro perimetral norte de la ínsula mide 84,00 m. mientras que el sur tiene una longitud de 85,10 m. Su ancho en el sector occidenoccidental es de 19,00 m. y de 17,01 m. en el oriental (Famà, 2002: 37). Esta isla de casas está separada al norte y al a l sur por dos calles que están delimitadas por los ángulos de otras tres ínsulas (Famà, 2002: 27). En el llamado Sector Central, que fue exexcavado por V. Tusa a nales de los años sesenta del siglo pasado, se pusieron al descubierto también los restos de una ínsula y de una calle (Tusa, 1969: 19-32; 1970). Por último, se ha podido identicar un área residencial en la Zona D de la llamada “acrópolis”, compuesta por casas de gran tamaño, que por el momento no parecen organizarse a partir de ínsulas como en los casos anteriores, aunque si se ha podido constatar la existencia de una calle (L.261) y una plaza (L.1031) (Nigro et alii, alii, 2004; Nigro, 2007; 2012: 210-211). Respecto al plan urbanístico que engloba a estas islas de casas se ha de apunapuntar la inexistencia de una trama urbanística de tipo ortogonal y regular, pues los ejes viarios detectados hasta el momento presentan orientaciones ligeramente divergentes (Famà, 2002: 30), sin olvidar que los edicios que se sitúan en el  perímetro de la isla están orientados según la línea de costa que hace suponer la existencia de un sistema viario periférico de tipo anular (Nigro et alii, alii, 2004: 24; Fama, 2009: 274). Los datos ofrecidos por la Zona A también nos muestran la existencia de ínsulas que presentan modulaciones diferentes, por lo menos en el siglo IV a.C. (Famà, 2002: 27), sin que se pueda descartar su existencia durante los siglos VI-V a.C., como sucede en la propia Cartago donde en el siglo V a.C. coexistían dos módulos de ínsulas distintos (Fumadó, 2013: 369-370). En la parte oriental de la ínsula I de la Zona A se han podido documentar dos casas que se comienzan a denir claramente a inicios de dell siglo V a.C. (Período III A). A). Los edicios A y B estarán eenn uso hasta nales del siglo V a.C., momenmomento en que se abandonan abandona n tras el asedio de Dionisio I, para posteriormente ser de nuevo ocupados durante el siglo IV a.C. (Fig. 9). El Edicio A se caracteriza  por tener durante el siglo VI a.C. un gran patio (13) que a inicios del siglo V a.C. se reduce a causa de la construcción de diversos muros que acaban dividivi diendo el mismo en dos (13 y 42), con pavimento en tierra batida, y creando  –62– 

 

 Figura 9. Distribución interior de los edicios A y B pertenecientes a la Ínsula I de la Zona A de Mozia durante el siglo V a.C. (Famà, 2002)

diferentes habitaciones en su lado noroeste y suroeste. En estos momentos se documenta también la existencia de tres agujeros para postes de madera que sostendrían un posible techo y la construcción de una cisterna en el interior de un segundo patio (24) de forma en “L”, conectada a una canaleta que desagua en la calle (Famà, 2002:75-79), aunque se mantendría en uso el pozo de época arcaica (Famà, 2002: 43-44). El acceso a este edicio se podía realizar a través del patio (24) o del ambiente (35) en uso desde el siglo VI a.C. El Edicio B comienza a denirse interiormente a partir de la segunda mitad del siglo V a.C. (Período IV A) cuya peculiaridad más evidente es que los zócalos de las parepare des, de 50 cm. de anchura, están construidos mediante la técnica del opus afri –63– 

 

 Figura 10. Muro en opus africanum del ambiente 1 del edicio B (Famà, 2002)

canum o “a telaio”13 (Fig. 10) (Famà, 2002: 53). La distribución de la casa se reacanum o realiza a partir de un gran patio (10), dotado de pozo, que da acceso mediante unas escaleras a una sala central (1), con un pilar en su parte central, que se comunica a su vez con otro patio, en forma de “L” (7), al cual se asocia una pileta (Famà, 2002: 115). El Edicio B se caracteriza por la presencia de habitaciones con formas y medidas diversas situadas alrededor del gran patio (Famà, 2002:46-47). En la Zona D, situada en el margen superior occidental de la “acrópolis”, las excavaciones arqueológicas han puesto al descubierto una vivienda de grandes dimensiones conocida con el nombre de “Casa del sacello doméstico”14, construida en la segunda mitad del siglo V a.C. (Fig. 11), estuvo en uso hasta el momento de la destrucción dionisíaca del 397/396 a.C. El nombre de la casa se debe a la identicación de una pequeña capilla religiosa de tipo doméstico en el interior del complejo (L.300), donde aparecieron los restos de un árula en terracota, un astráastrágalo, monedas un incensario, combustión etc. (Nigro et alii, alii, 2004: 200-202).deDebronce, connotación religiosarestos resultadetambién el depósito fundacional de la casa documentado debajo del umbral que da acceso a la misma (D.277) (Nigro et alii, alii, 2004: 167-168).

  Algunos muros de nales del siglo VI a.C. ya estaban erigidos a partir de esta técnica constructiva (Famà, 2002: 52).

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Frente a esta casa, al sur de la calle L.261, han aparecido los restos de otra importante vivienda del siglo V a.C. “Casa del corno di conchiglia” que por el momento presenta tres habitaciones en su parte norte, en una de las cuales se encontró una gran caracola colocada en un nicho y un pequeño deposito votivo (Nigro, 2012: 210-211). En la Zona L, durante una excavación de urgencia, se pudo poner al descubierto parte de una casa de los siglos V-IV a.C. que disponía de un patio y varias habitaciones entre las que destaca una sala de baño (Nigro, 2012: 212). También en la Zona B, localizada en la  pendiente sureste de la “acrópolis”, se ha podido documentar la existencia de otra gran casa conocida como “Casa del  pozzo quadrato” que disponía de diversas habitaciones y cuyo rasgo más particular es la presencia de un pozo y de una  pileta. La existencia de un louterion louterion,, un árula y una cabeza femenina en terracota junto otros elementos arquitectónicos de cierto prestigio parecen indicar que su propietario ostentaría una posición social elevada (Nigro, 2012: 210).

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 Figura 11. 11. Planta general de la “Casa del sacello domestico” con la situación de los principales espacios citados en el texto (Modicado a partir de Nigro, 2007)

Dicha vivienda se articulaba alrededor de un patio central de forma rectanrectan gular (L.220) pavimento estaba formado pororiental losas desecalcárea de forma irregular (Nigrocuyo et alii, alii , 2004: 211-212). En su parte documentaron los restos de dos pequeños pilares que formarían parte de un ala porticada (Nigro, 2007: 34-36) y la existencia en su parte suroeste de un pozo (L.200). Las diversas habitaciones se dispusieron alrededor del patio, que en algunos casos disponían de un segundo piso documentado a partir de los restos de madera calcinada, claclavos de bronce y fragmentos de pavimento, enlucido y adobes que aparecieron en el estrato de destrucción, en el cual se ubicarían los dormitorios junto a otras habitaciones dedicadas a actividades como el tejido, el hilado o la preparación y alii, 2004: 189). Entre los elementos más destaconsumo de alimentos (Nigro et alii, destacables de la casa se encuentra la existencia de una sala de baño con pavimento y revestimiento parietal hidráulico donde identicadas se alojó una bañera (L.264) (Ni(Niet alii, alii, 2004: gro 205), de tipo diversas habitaciones como zona almacén  –65– 

 

alii, 2004: 183-184; Nigro, 2007: 53-54), un (L.238, L.266+L.1092) (Nigro et alii, gran comedor o sala de recibimiento que presenta un no pavimento similar al de la sala de baño (L.1000) junto a la cual se encontraban una cocina al aire libre con pavimento de losas calcáreas y dotada de un horno (L.1028) (Nigro, 2007: 38-43) y otra gran sala que disponía de una banqueta adosada a la pared donde se realizarían actividades relacionadas con la preparación de los alimentos (L.1070) (Nigro, 2007: 50-51). También existían otros espacios identicados como zonas de circulación como la sala de ingreso a la casa (L.240), un vestíbulo (L.228) y algunos ambientes de distribución (L.226, L.1060 y L.1152) o de paso (L.1075 y L.1083). Durante su corto período de vida la “Casa del sacello domestico” sufrió  pocas remodelaciones internas (Nigro et alii, alii, 2004: 158; Nigro, 2007: 26-27) aunque se ha de destacar la construcción y anexión de algunas habitaciones que forman el conocido como “Edicio D1”, construido sobre los cimientos de un gran edicio anterior “Basamento meridionale”, situado en la parte noroeste del complejo original (Nigro, 2007: 25). La comunicación entre las dos zonas de la casa, separadas pordando un ambitus se realizaba a través de zona dehabipaso(L.1075+L.1083) acceso(L.265), al “Edicio D1” compuesto poruna diferentes habi taciones donde algunas de ellas fueron destinadas a la preparación de alimentos (L.1098 y L.1074) y otras a actividades que no se han podido llegar a determinar (L.1118) (Nigro, 2007: 60-64). En general los muros, que en ocasiones presentan una anchura de 52 cm, son de mampostería bien careada por sus dos caras sobre los cuales se erigió la papa red de adobes recubierta por un enlucido que en algunas ocasiones suele estar decorado con colores como el rojo, presente en la sala de baño 15 (Nigro et alii, alii, 2004: 205). Los pavimentos suelen estar compuestos por marga calcárea y arcilla  prensada o simple tierra batida. Los umbrales y las jambas de las distintas puer tas están realizados con bloques de piedra muy bien trabajados. También se ha  podido documentar la existencia existencia de dos posibles posibles huecos de escalera que pondrían en relación el piso inferior con el superior (L.292 y L.1116) (Nigro et alii, alii, 2004: 193; Nigro, 2007: 64). Un hecho a tener en cuenta es la existencia de una red de canalizaciones y desagües para la evacuación de las aguas residuales o la captacapta ción del agua de lluvia (C.263, C.271, C.272, C.273, C.1014) (Nigro et alii, alii, 2004: 158-159, 163, 183, 192, 205, 211; Nigro, 2007: 40).

15

En la sala de ingreso a la casa (L.240) algunos muros de adobes, que revestían interiormente los zócalos de piedra, fueron recubiertos con un enlucido de color blanco (Nigro et alii, alii, 2004: 170).

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Sulky púnica La Sulky  púnica es mucho mejor conocida por su extensa necrópolis hipogea que por las evidencias arqueológicas proporcionadas por su área urbana. Esta fase de la ciudad se conoce básicamente a través de los materiales cerámicos documentados durante las excavaciones realizadas en el Cronicario que por el momento solamente nos ofrecen restos de un pavimento de época púnica (vano ( vano IIE ) realizado  ) realizado con toba triturada y que podría estar cronológicamente relacionado con un pozo (Pompianu, 2008: 278; 2010b: 1273). Cagliari a su vez tampoco presenta importantes testimonios de época púnica. En vía Brenta se pudo documentar una gran restructuración urbanística que afecafectó a los niveles arcaicos, que en parte destruye y en parte reutiliza las estructuras anteriores, y que se puede fechar entre nales del siglo V e inicios del siglo IV a.C. (Tronchetti, 1992: 29). En este sector se pudo sacar a la luz un muro realireali zado en opus africanum o “a telaio” datado en el siglo V a.C. y que estaba en relación con algunos pozos (Tronchetti, 1992: 26). Cerca de la excavación de vía Brenta, concretamente en vía Po, aparecieron los restos de un gran edicio interpretado como vivienda que se caracteriza por disponer de un amplio espacio considerado “atrio” (Tonchetti, 1990, 22; Stiglitz, 51-52). posible “atrio” estabacomo pavimentado en  signinum y en signinum  y albergaba dos2009: pilares y unaElcanaleta realizada en piedra calcárea, estando estos elementos en relación con un muro de mampostería que emplea barro en su unión y que estaba revestido con mortero. La identicación de dos posibles pilares en una parte del patio nos presenta la  posibilidad, como en la “Casa del sacello domestico”, de encontrarnos encontrarnos ante ante un ala  porticada. De marcado interés también resulta el hallazgo de varios fragmentos de enlucido, probablemente parietal, de color rojo y blanco (Usai y Zucca, 1986: 160). La construcción de este espacio se fecha a nales del siglo V a.C. aunque  bajo el pavimento en signinum en signinum apareció  apareció otro anterior realizado con guijarros que con dicultades podría fecharse en la primera mitad del siglo V a.C. (Tronchetti, 1990: 22). En Nora las estructuras correspondientes a la ciudad púnica se ubicaron enciencima de las antiguas cabañas o tiendas de la fase arcaica en un período comprendido entre nales del siglo VI a.C. e inicios del siglo V a.C. Antes de iniciar cualquier tipo de actividad constructiva se procedió a una nivelación general del terreno, a partir de diferentes capas de arcilla y carbones, que procurase una supercie estable e impermeable16 a las distintas estructuras arquitectónicas (Bonetto, 2009: 79-83). Sobre ésta, concretamente en el Sector Sec tor I, se edicaron dos ínsulas (A y B)

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La composición higroscópica del carbón lo convierte en un perfecto aislante contra la humedad al permitir la absorción de moléculas de agua ayudando a la deshumidicación de los pavimentos y a evitar la salida del agua bajo las estructuras murarías favoreciendo su conservación conser vación (Bonetto, 2009: 117-118).

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 Figura 12. Zócalos en opus africanum de las estructuras domésticas del período púnico de Nora (Bonetto, 2009)

separadas por una calle que en su extremo oeste parece que se cruzaría en ángulo recto con otro eje viario (Bonetto, 2009: 93). La ínsula  ínsula A, que no se conoce en su totalidad, presenta por el momento unas dimensiones de 13,5 m. en sentido este-oeste y una longitud al menos de 12,5 m. en dirección norte-sur (Bonetto, 2009: 83). La ínsula B también explorada par cialmente ofrece unas medidas de 17,00 m. en sentido este-oeste y de sólo 6,00 m. hacia el sur pues la erosión marina ha destruido parte de la misma (Bonetto, 2009: 94). Los zócalos, de menos de un metro de altura, están construidos a partir de guijarros y mampuestos ligados con arcilla y limos, que incorporan a intervalos no regulares bloques de piedra arenisca colocados de forma vertical y que ocupan todo el ancho del muro que suele tener una u na anchura media de 54 cm., dando lugar a la técnica constructiva del opus africanum (Fig. africanum (Fig. 12) (Bonetto, 2009: 120-122). 12 0-122). Es frecuente que estos bloques de arenisca estén colocados en las esquinas, siensiendo el elemento de unión entre dos muros, lo que otorga una mayor estabilidad a las estructuras que estaban revestidas por una capa de arcilla y limo que asease guraba su conservación (Bonetto, 2009: 88-89, 94-95). El alzado de las paredes  parece que sería en tapial pues no se han documentado restos de adobes. Los papavimentos se realizaron con capas de arcilla que presentan fragmentos de calcárea en su composición (Bonetto, 2009: 90).  –68– 

 

 Figura 13. Planta general de las estructuras domésticas del período púnico documentadas en el área del foro romano de Nora (Bonetto, 2009)

Solamente en la ínsula A se ha podido reconstruir la forma de las distintas habitaciones (Fig. 13). En su fase originaria (A) tenemos dos habitaciones de  planta rectangular que se adosan paralelamente paralelamente una a la otra otra siguiendo una misma misma orientación (PD4 y PD5)17, y que a su vez están colocadas al lado de un edicio que presenta un ambiente de forma cuadrangular (PD2/3) a partir del cual se tiene acceso a diversas habitaciones. En el interior de algunos de estos espacios han aparecido distintos pozos (dos en la ínsula A y uno en la ínsula B) excavados en la roca natural y junto a los cuales también se pudieron recuperar los restos de un tannur  (ínsula  (ínsula B) (Bonetto, 2009: 95-100). Sobre la interpretación de este complejo de habitaciones no existe un criterio unánime entre los diferentes investigadores. Según M. Botto nos n os encontraríamos ante almacenes privados relacionados con actividades comerciales (Botto, 2007:

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Las medidas de estas dos habitaciones se pueden relacionar con la utilización de una unidad de medida, en este caso el codo fenicio de 52-55 cm., que indicaría una planicación arquitectónica previa al momento de la construcción (Bonetto, 2009: 128).

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 Figura 14. Topografía Topografía  general de Pani Loriga con la situación de las  principales áreas de excavación (Botto, 2012)

117), mientras que para I. Oggiano se trataría de espacios domésticos que encuenencuentran sus paralelos más cercanos en viviendas de la Edad del Hierro del Levante sirio-palestino o en la misma Cartago (Oggiano, 2009: 419). Para nalizar, su  principal investigador J. Bonetto, nos plantea la posibilidad posibilidad de que nos encontreencontremos ante un área mixta, donde las dos grandes habitaciones rectangulares (PD4 y PD5) serían consideradas como almacenes de productos alimentarios (Bonetto, 2009: 130) mientras que el edicio formado por el ambiente PD2/3 y las habitahabitaciones a él asociadas tendría un uso doméstico (Bonetto, 2009, 135). T Tal al vez esta última propuesta sea la más lógica. Los dos pozos existentes en el edicio que al al- berga el ambiente PD2/3 se tendrían que poner en relación con un uso doméstico del espacio, ante la ausencia de datos referibles a una actividad artesanal, al ser el agua potable un elemento básico para la supervivencia de cualquier grupo domés domés-tico, lo que no descarta ni mucho menos que sus residentes pudieran tener justo al lado una serie de espacios dedicados al almacenamiento de todo tipo de productos alimentarios que podrían formar parte integrante de la mismas vivienda. Enseuna fase posterior nales del siglo a.C. eainicios del siglo IVa.C., producen una serie(B), de de remodelaciones que Vafectan las diferentes habi habi-

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taciones, habitualmente se suele tratar de la elevación del nivel de circulación a  partir de la creación de nuevos pavimentos, y cuya transformación más evidente es la división del espacio PD2/3 en dos ambientes a partir de la construcción de un tabique (Bonetto, 2009: 139) sin que se produzcan mayores alteraciones hasta época republicana (II a.C.). Respecto a los asentamientos de segundo orden hemos de destacar la ausencia de estructuras domésticas de época púnica en Monte Sirai, aunque como en el Sulky si caso de Sulky  si que disponemos de materiales cerámicos pertenecientes a este  período que demuestran que el asentamiento estuvo habitado durante el e l mismo (Guirguis, 2013: 18-19). Testimonios de algunos espacios de aparente uso dodo méstico si se han podido documentar en el yacimiento arqueológico de Pani Lori Lori-ga (Santadi) que ocupa una posición estratégica en la parte superior de una colina de forma elíptica que controlaba las vías de comunicación de la región además de explotar las fértiles llanuras y bosques de sus inmediaciones (Fig. 14). Las evidencias arqueológicas más antiguas de la presencia fenicia en el lugar se corresponden con la documentación procedente de la necrópolis de incineración y los materiales cerámicos detectados en el asentamiento que ponen la fecha de su fundación a nales del siglo VII a.C. (Botto et alii, alii, 2010: 2). Aunque dicho yacimiento se conoce desde la década de d e los sesenta del siglo XX son muy escasas las intervenciones arqueológicas que se han llevado a cabo en el mismo (Tore, 2000: 334-335), siendo objeto de campañas sistemáticas sólo a partir del año 2007. Las recientes tareas de excavación han intervenido dos sectores del yacimien yacimien-to. El Área A situada en la llanura meridional y el Área B en la parte norte del asentamiento donde se situaría el acceso al mismo. En el Área A nos encontramos con un número muy elevado de estructuras rectangulares reconocibles sobre el terreno que forman una especie de retícula donde unascruzarse se adosan otras yrecto que están divididas por calles que aparentemente parecen en aángulo (Botto et alii, alii, 2010: 3). Por el momento se han podido excavar dos habitaciones rectangulares contiguas (vano (vano I y II), que se comunican entre sí a partir de una  puerta situada en su parte parte sureste. Antes de proceder a la la construcción del vano vano I,  I, excavado íntegramente,  íntegramente, se nivelo el relieve irregular de la roca natural a partir de un estrato de relleno que funcionó a su vez como nivel de circulación, erigiéndose los muros en simple mampostería que emplea bloques de piedra algo mayores en su base, calzados con ripios, sobre los que se erigió el alzado de adobes. Al vano I se accedía por una entrada en su lado suroriental que daba acceso a un espacio dividido en dos, donde su parte meridional era abierta y la septentrional dispondría de dos En el centro del vano I  I aparecieron evidencias de un  punto de fuego juntpisos. junto o a cerámica de coci cocina na yvano restos de otros elementos cerámicos

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 Figura 15. Estancias alargadas en paralelo de la Zona B de Pani Loriga (Botto, 2012)

que por su dispersión sobre el pavimento parece que estaban colocados sobre una ménsula. Esta habitación estuvo en uso durante los siglos VI-IV a.C., cuando dicha estancia viene destruida y rápidamente reutilizada sin que se haya podido determinar el uso a que estaba destinada la misma en esta última fase (Botto et alii,, 2010: 4-9). alii En el Área B han aparecido los restos de un importante edicio, fechado a inicios del siglo V a.C., que en un primer momento se pensaba que estaba for mado por tres (1, 2 y que 4) pero con las sucesivas campañaspor de excavación se habitaciones ha podido observar dichaque construcción está constituida más estancias (Fig. 15) (Botto, 2012: 34, 37). Al vano 1 se accedía por su lado susuroeste y en su interior nos encontramos con una banqueta adosa al muro noreste. Los materiales documentados en su interior (cuentas en pasta vítrea, pendientes de cerámica, ánforas en miniaturas, cerámicas áticas y etruscas) hacen pensar a su investigador en la posibilidad de que nos encontremos ante una capilla votiva. El vano 2, vano  2, que también dispone de un banco adosado a la pared, ha sido interpretado como un lugar destinado a la preparación de alimentos y al almacenaje de produc produc-tos alimenticios (Botto, 2012: 36-38). El vano vano 2  2 conectaba a su vez con el vano 4, cuyo acceso fue tapiado en un momento posterior, posterior, donde aparecieron dos tannur  para la cocción del 2012: pan que descubierto (Botto, 35).indicarían la existencia de un espacio parcialmente

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La colocación de este edicio en el lugar de acceso al asentamiento permite  plantear la posibilidad de que nos encontremos ante una tienda dedicada a la venta de productos alimenticios o ante una construcción de carácter religioso (Botto, 2012: 39), aunque desde nuestro punto de vista no se debería excluir la  posibilidad de que nos encontremos ante una vivienda que como en el caso de la “Casa del sacello domestico” pudiera albergar en su interior un espacio destinado al culto doméstico. En general el período púnico nos ofrece una visión más clara sobre la arquitec arquitec-tura doméstica presente en los enclaves fenicios del Mediterráneo central. Como hemos podido observar la mayoría de casas se articulan entorno a uno o varios  patios, como sucede en el caso de la Zona A de Mozia, donde nos encontramos con la existencia de varios de ellos, alguno en forma de “L”, a causa de la creacrea ción de nuevas habitaciones que acabaron por modicar la composición original de estas viviendas (De Vincenzo, Vincenzo, 2012: 303). De nuevo eenn su interior nos enconencontramos con cisternas o pozos, cercanos a las paredes, para favorecer la recogida del agua de lluvia mediante canaletas que bajarían desde el tejado, a las que hay que añadir la existencia de otras, normalmente realizadas en piedra, que favorefavore cerían la evacuación de aguas tanto residuales como aquellas que sobrepasaban la capacidad de los depósitos de almacenamiento. Una conguración diversa se nos presenta para las estructuras de Nora y Pani Loriga donde podemos observar una composición a partir de módulos rectangulares yuxtapuestos que podrían disdis poner de un espacio espacio abierto, como en Pani Loriga el vano 4, o carecer del mismo como en Nora, sin que por el momento se puedan relacionar con paralelos simisimi lares ni en Oriente o el norte de África (Bonetto, 2009: 130-135). En algunos casos se ha podido determinar la función de cada una de las habihabi taciones que formaban parte de una vivienda, destacando especialmente la “Casa del sacello doméstico”, que se tendría que elementos identicar arquitectónicos con una residencia de tipo aristocrático ya que la existen de algunos (enlucidos  pintados, patio enlosado y porticado, capilla votiva, sala de baño, existencia de una planta superior), además de ocupar una posición topográca preeminente dentro de la ciudad, concretamente en la llamada “acrópolis”, donde nos popodríamos encontrar ante un barrio residencial de tipo aristocrático. Todo ello nos  permite observar una clara diferenciación social respecto a los habitantes de las viviendas documentadas en la Zona A donde tal vez tendríamos que identicar a personas de una clase social más humilde (artesanos, pequeños productores y comerciantes), en contraste con las casas de la Zona D que podrían corresponcorrespon derse con la elite aristocrática de la ciudad. A este hecho hay que apuntar que la “Casa delgriegas sacello del domestico” en su origen unapatio planta bastante similar de las casas tipo  pastas tipo pastas (Fig. 16),tiene con un delimitado en uno adelasus

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 Figura 16. Reconstrucción axonométrica de una casa tipo pastas. Casa A VII 6 de Olinto (Nevett, 1999)

lados por una columnata, en este caso representada por los pilares, que acaba formando un corredor que da acceso a diversas habitaciones (Hellmann, 2010: 23). En esta misma vivienda se procede a la construcción de un nuevo cuerpo de habitaciones (“Edicio D1”) que podría relacionarse con el crecimiento del núcleo familiar o con la creación de un espacio aislado habitado tal vez por el  personall dependiente  persona depen diente destinad d estinadoo al servicio servi cio de una un a importante importa nte familia fami lia aristocrá aristoc rá-tica. En la “Casa del sacello domestico” es interesante observar también como la  parte privada de la casa está separada de la pública a partir del patio y del piso superior,, donde estarían los dormitorios o espacios destinados a otras actividades superior domésticas como el tejido tal y como evidencia la existencia de pesos de telar alii, 2004: 177, 189, 218). Desde nuestro punto de vista la diferencia(Nigro et alii, diferencia ción de los espacios privados, algunos de los cuales estaban destinados a tareas relacionadas directamente con las mujeres, podría evidenciar un control sobre estos miembros de familia con el propósito de regular el contacto entre las mumu  jeres de la casa y los hombres procedentes del exterior (Nevett, 1999: 154-155). Este control también se podíadeejercer sobre las personas procedentes de la calle al limitar su circulación dentro la casa, a voluntad del propietario, al ser recibidas

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en la sala de ingreso o el vestíbulo sin que pudieran tener acceso a los ambientes  privados. Urbanísticamente el período púnico nos muestra la aparición de ínsulas de caca sas más o menos regulares junto a redes viarias que pueden ser o no ortogonal. En Mozia a causa de su conformación topográca, la existencia de construcciones anteriores, la más que probable denición de sus ejes viarios en época arcaica y la  presencia de fuertes fuertes vientos activos en la la zona (Famà, 2009: 281) pueden explicar la inexistencia de una trama urbanística ortogonal en la isla. En Nora a su vez nos encontramos con ínsulas que no han podido ser denidas en su totalidad aunque  parece que se insertarían dentro de una red viaria ortogonal que formaría parte de un proyecto urbanístico unitario (Bonetto, 2009: 136-139; Finocchi, 2013: 162-165). A nivel constructivo nos encontramos con pocas innovaciones respecto al período anterior aunque hay que destacar la aparición, esta vez en su forma más africanum presente en algunas construcciones de Mozia, reconocible, del opus africanum presente Cagliari o Nora. Esta técnica constructiva se empleó con anterioridad en algunas viviendas de Cartago desde la segunda mitad del siglo VII a.C. (Niemeyer et alii, alii, 2007: 188-190), cuya aparición en algunos enclaves del Mediterráneo central  pudo tener relación, a nivel puramente puramente hipotético, con la llegada de conti contingentes ngentes norteafricanos a partir de la segunda mitad del siglo VI a.C., aunque simplemente  puede tratarse de una difusión de carácter técnico a causa de la gran inuencia que pudo ejercer la propia Cartago sobre estos centros a partir de este momento (Bonetto, 2009: 121). Tampoco Tampoco se puede descartar que su uso se deba a motivos estrictamente económicos (escasez de materiales constructivos o reutilización de los mismos tras una fase destructiva) o arquitectónicos (otorgando mayor estaesta bilidad a los zócalos de las paredes que de esta forma forma pudieron crecer en altura). En este sentido también de es una importante advertir queconcretamente diversos investigadores han remarcado la utilización unidad de medida, c oncretamente el codo fenicio o púnico de aproximadamente 46-52 cm., en el momento de la realización de esestas estructuras (Nigro et alii, alii, 2004: 183, 211; Nigro, 2007: 38; Bonetto, 2009: 89). A nuestro nuestro entender, el empleo de una unidad de medida no se debería determinar únicamente a partir de la anchura anchu ra de los muros, normalmente bastante irregulares a causa de su técnica constructiva, presentando unas medidas muy diferentes en toda su composición (Bonetto, 2009: 89). Como hemos propuesto recientemente la identicación de una unidad de medida se ha de poner en directa relación con el esquema constructivo ideado con anterioridad a la realización de cualquier obra arquitectónica (Montanero y Olmos, e.p.). Esta es la forma más able de determideterminar la unidad métrica empleada en unaarquitectónico construcción puede pues nopresentar hay que variaciones olvidar que la plasmación física de un proyecto

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métricas respecto al proyecto original a causa de la técnica constructiva emplea emplea-da, deformidades causadas por presiones estructurales o deciencias causadas durante el proceso de ejecución de la obra.

5. LA ARQUITECTURA ARQUITECTURA DOMÉSTICA DE ÉPOCA TARDO-PÚ ARDO-PÚNICA NICA O HELENÍSTICA (SIGLOS (SIGLOS IVIV-III III A.C.): ENTRE INFLUENCIA INFLUENC IA   GRIEGA Y CONSERV CONSERVADURIMOS ADURIMOS PÚNICO El presente período viene marcado principalmente por la fundación de diver sas colonias cartaginesas de marcado carácter estratégico-militar (Lilibeo, SeliSelinunte u Olbia) y la aparición de importantes centros de explotación agropecuaria identicados principalmente en la isla de Cerdeña. Tras la destrucción destrucción dionisíaca del 397/396 a.C. Mozia vuelve a ser ocupada en el transcurso del siglo IV a.C., tal vez por algunos habitantes de la ciudad que sobrevisobrevivieron al asedio y que se distribuyeron de forma desigual por toda la supercie de la isla. Varios Varios ejes viarios pierden su función original y sobre los estratos de obliteraobliteración que los cubren se dispusieron varios hornos destinados a una función artesanal (Famà, 2002: 50; 2009: 278-279). En el marco de este nuevo contexto ocupacional los dos edicios de la Zona A (Fig. 17) se vuelven a poner en uso (Período IV B y IV C). El antiguo patio (13) parece convertirse en un lugar donde estabular animaanimales, a su vez en el ambiente (24) se crea un nuevo espacio que parece ser una sala de baño (25) reconocible por su pavimentación impermeable y una canaleta para la evacuación del agua hacia el exterior. Las habitaciones (2 y 4) y el espacio abierto (24) parece que en este período se convierten en cocinas al hallarse en su interior los restos de diferentes hogares. En el ambiente (4) también se hallaron restos de un segundo hogar alrededor del cual aparecieron diversos fragmentos de escoria de hierro, un hecho que sugiere que en este mismo espacio también se desarrollaron actividades metalúrgicas (Famà, 2002: 112). Entre las habitaciones más destacados tenemos la gran sala (1) a la que se accede a través de las escaleras situadas en el  patio (10). (10). En el centro centro de la habitació habitaciónn se localizó localizó un monolito monolito de piedra piedra situado situado sobre un sillar que podría formar la base de un soporte para el techo. Sin embargo, el hallazgo en su interior de un depósito de 28 ánforas y de un banco ha planteado la posibilidad de que nos encontremos ante los restos de una desparecida estructura alii, 1989: en madera que formaría pate de una prensa (Tusa, 1969: 10-18; Ciasca et alii, 50, Famà, 2002: 101-105). En esta fase también se producen algunas en el interiora del edicio consistentes principalmente en la creación dereformas nuevas habitaciones partir de la

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 Figura 17. Edicios A y B de la Zona A de Mozia durante el siglo IV a.C. (Famà, 2002)

construcción de diversos tabiques que acaban por dividir espacios anteriores. Se creó un hueco de escalera (19) dentro del patio (10), un posible trastero (47) en la parte meridional del patio (7) y se procedió a separar los ambientes (3 y 4) y (22 y 23)18 a partir de sendos muros (Famà, 2002: 48). Estos tabiques de forma muy irregular, así como los muros recrecidos de la fase anterior, se realizaron con materiales muy diversos normalmente colocados en seco. Restos de adobes y de enlucido de color blanco y rojo se pudieron documentar en los estratos de derrumbe que cubrían los pavimentos de simple tierra batida (Famà, 2002: 56,

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La entrada a estos dos últimos ambientes se realizaba desde la calle a través de una puerta independiente mientras que otra, dispuesta a lo largo de un corredor (9), daba acceso al resto de la casa.

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102, 111). 111). Los umbrales y las jambas de las puertas estaban formados a partir de grandes bloques de piedra que en su mayoría conservan los agujeros donde iban colocados los elementos de madera que procuraban la apertura y cierre de las mismas (Famà, 2002: 59-61). Tras la destrucción de Mozia (397/396 a.C.) Cartago fundó en sus cercanias el enclave de Lilibeo, situado en un promontorio rocoso y bien defendio cercano a la costa, cuyo objetivo o bjetivo principal era consolidar el poderío militar cartaginés en la parte occidental de Sicilia. Respecto al implante urbano de la ciudad fue G. Schmiedt el primero en proponer una trama ortogonal a partir de la fotografía aérea (Schmiedt, 1963: 69-71). Según este investigador tendríamos ínsulas de 1 x 3 actus (35,52 x 106,56 m.) o 1 x 4 actus (35,52 x 138 m.) que se organizarían a partir de dos grandes arterias, el decumanus maximus (Via maximus (Via XI Maggio) en didirección NO-SE y el cardus maxiumus (V (Viale iale Isonzo y Cesare Battisti) en sentido  NE-SO, atravesados por 5 decumani decumani y  y 21 cardines cardines que  que acabarían por congurar una retícula que tendría como unidad metrológica básica el pie romano de 29,65 cm. Este planteamiento urbanístico sugiere una profunda remodelación de la ciuciudad púnica tras la conquista romana. Sin embargo, las últimas evidencias arqueo arqueo-lógicas ponen en duda la existencia de ínsulas de 35,52 m. de anchura (Giglio et alii,, 2012: 227, n. 30-31). Por otro lado, E. Caruso ha propuesto la posibilidad de alii que nos encontremos ante un proyecto urbanístico de tipo griego que se realizaría en el momento de la fundación de la ciudad (Caruso, 2003: 176-177; 2008: 77). Se trataría de una trama urbanística per urbanística  per strigas cuyas strigas cuyas ínsulas de forma rectanrectangular disponían su lado más corto de frente a las grandes arterias de la ciudad  plateiai).19 La ciudad dispondría de 6 grandes ejes viarios,  ( plateiai). viarios, de entre 6,00-6,50 m. (12 codos) de ancho,  ancho,  cortados en ángulo recto por 23  stenopoi que ostentarían una anchura de 5,00-5,50 m. (10 codos), dando lugar a islas de casas que tendrían unas proporciones de 1 x 3,3 (60 x 200 codos) o 1 x 4 (60 x 240 codos) basadas en un sistema sexagesimal que tiene como unidad de medida básica el codo púnico de 52,18 cm. (Fig. 18). La existencia de una trama urbanística regular en época

19

Para la ciudad de Palermo también se ha propuesto un implante urbanístico  per strigas str igas reconocible  reconocible arqueológicamente a partir de mediados del siglo IV a.C., aunque se ha propuesto que su origen se podría remontar a época tardo-arcaica (Spatafora, 2009, 224). Una única vía principal (Corso Vittorio Emanuele) o  plateia  plateia   atravesaría el núcleo urbano en dirección E-O reproduciendo un esquema urbanístico presente en los asentamientos griegos de época arcaica y clásica. Esta artería estaría interceptada a su vez por diversos stenopoi diversos stenopoi,, orientados NO-SE, dando lugar a hipotéticas ínsulas de 5253 m. (100 codos) de anchura (Belvedere, ( Belvedere, 1987: 296). Su amplitud se deduce a partir de la distancia existente entre los dos  stenopoi documentados  stenopoi  documentados hasta el momento, uno en el Palacio Arzobispal y otro en la Plaza Sett’Angeli, ambos de 3 m. de ancho (6 codos) (Spatafora, 2006: 134). La forma alargada y el perímetro irregular de la península donde se ubicó la ciudad  provocaría la creación de dos vías periféricas que reseguían interiormente el trazado de la muralla (Belvedere, 1987: 300; 300; Spatafora, 2009: 229-230). Más problemática resulta la identicación de la unidad metrológica empleada en la realización del proyecto urbanístico O. Belvedere se correspondería con S. unDe codo púnico no de descarta 52,18 cm., para F. Spatafora este codo púnico sería deque 51,6según cm. (Spatafora, 2009: 233), mientras que Vincenzo la posibilidad de que la unidad de medida utilizada sea el pie romano de 29,65 cm (De Vincenzo, 2012: 58).

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 Figura 18. Reconstrucción del implante urbanístico (Caruso, 2008) de Lilibeo en época fundacional

 púnica parece conrmarse a partir partir de las últimas últimas excavaciones arqueológicas arqueológicas rearealizadas a lo largo del decumanus maximus (Palazzo maximus (Palazzo y Vecchio, 2013: 138-142), aunque por el momento no se puede asegurar que ésta se corresponda con un implante urbanístico de tipo hipodámico (De Vincenzo, Vincenzo, 2012: 101-102). Por toda la ciudad se documentan restos de muros y pavimentos atribuidos al período tardo-púnico sin que por el momento se haya podido sacar a la luz la  planimetría completa de ninguna de sus viviendas. Los muros de esta fase están realizados en mampostería irregular o en opus africanum siendo los pavimentos normalmente en tierra batida  batida  o en  en  opus signinum, signinum, presentando en este último caso teselas de calcárea blanca dispersas por toda la supercie sin una clara disdis posición (Di Stefano, 1993: 27; Giglio y Vecchio, Vecchio, 2006: 124, n. 7-11; Palazzo y Vecchio, 2013: 141-142) 20.

20

Las últimas excavaciones llevadas a cabo en el área de la antigua iglesia de San Girolamo han logrado datar por primera vez, a partir de un contexto estratigráco claro, los muros realizados en opus africanum. africanum. En este sector se ha podido comprobar que estas estructuras no fueron erigidas durante el período tardo-púnico sino que se construyeron en el transcurso del siglo II a.C. (Cusenza et alii, alii, 2012: 50), tras la conquista romana de la ciudad. Este dato no impide que otros muros conpavimentos la misma técnica corresponder a épocasefundacional, aunque tampoco excluye la posibilidad de que erigidos éstos, y los en opuspuedan signinum a ellos asociados, puedan fechar en época romano republicana, lo que  plantea una importante problemática a nivel nivel cronológico.

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 Figura 19. Vía delle Ninfe (Lilibeo). En gris oscuro las estructuras estructuras de época tardo-púnica (Di Stefano, 1993)

Parte de una vivienda se puede reconocer en vía delle Ninfe donde aparecieaparecie ron tres habitaciones yuxtapuestas de forma rectangular (Fig. 19). Aquella sisi tuada en el centro muestra una canaleta y una cisterna además de restos de un  pavimento en signinum en  signinum y de un denso revestimiento parietal que tal vez puedan relacionarse con la existencia de una sala de baño (Di Stefano, 1993: 27; Giglio y Vecchio, 2006: 125). También También aparecieron algunos segmentos de muros en opus africanum en otro sector de la misma excavación sin que se pudiera llegar a de de-nir la planta de ninguna habitación. De gran interés resultan las estructuras de tipo doméstico detectadas en el sector de la antigua iglesia de San Girolamo donde se han hallado dos habitaciones contiguas (11 y 12) de la primera mitad del siglo IV a.C. (Cusenza et alii, alii, 2012: 47-50) que representan el primer testimonio arqueo arqueo-lógico de época fundacional relacionado con el núcleo habitado. El ambiente (12)  presenta zócalos zóca los realizados en mampostería con alzado en arcilla aunque no se ha podido identicar la técnica empleada. En relación con estos muros tenemos diversos pavimentos superpuestos que se extendieron sobre un estrato de prepapreparación colocados sobre el nivel geológico. Otro de lamarcado carácter estratégico-militar fue fundado por Cartago sobre lasenclave ruinas de acrópolis de la ciudad griega de Selinunte destruida por sus

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 Figura 20. Ocupación del cuadrante sureste de la acrópolis de Selinunte durante loslugares siglos IV-III a.C.En (Helas, color verdeidenticadas las zonas identicadas como de culto. color 2009). rojo lasEnhabitaciones como tiendas

 propios ejércitos en el año 409 a.C. El asentamiento se desarrolló principalmente principalmente en el interior de la acrópolis selinuntina21 (Fig. 20) que en su origen albergaba una de las zonas religiosas más importantes de la ciudad griega, como demuestra la

21

Fuera de la acrópolis, concretamente encima de la necrópolis griega arcaica ar caica que se extendía por las pendientes meridionales de la meseta de la Manuzza, se pudo documentar la existencia de un barrio púnico de mediados o el tercer cuarto del siglo IV a.C. (Rallo, 1982-1983: 171-173). Importante también resulta la creación de otro barrio, esta vez en la parte septentrional de la Manuzza, edicado a inicios del siglo IV a.C. y que muestra estructuras murarías en opus opus  africanum africanum.. Éstas últimas, al motivo contrario quesusucede en lainvestigadora acrópolis, noatribuye se pueden relacionar con material de tipología púnica pordeellocual principal la construcción de ningún este barrio a los cerámico selinuntinos supervivientes al asedio cartaginés (Rallo, 1982-1983: 169-171).

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 Figura 21. Casa nº 1 de Selinunte correspondiente al tipo 1 (Helas, 2011) 2011)

 presencia de los templos C, D, D, O, A, y P, cuyos témenoi témenoi fueron  fueron profanados por las casas de los nuevos habitantes de origen púnico dando lugar a un acto sacrílego impensable para cualquier griego. Aparentemente no se aplicó ningún proyecto urbanístico regular pues parece que los recién llegados se establecieron en la zona respetando en parte los principales ejes viarios de la antigua polis, a los que se unieron una red de pequeños e irregulares callejones que daban acceso a las difedife rentes viviendas, adosadas unas a otras, que ocupaban más o menos los espacios delimitados por la ínsulas de época griega (Helas, 2011). Las casas analizadas, un total de 59, han sido clasicadas teniendo en cuenta la colocación y forma del patiocuatro situado en el tipos interior las mismas. Siguiendo criterio S. Helas ha denido grandes quedepueden presentar diversaseste va va-riantes debido a su organización interna (Helas, 2009). Con la intención de ofrecer una visión general sobre estas estructuras hemos decidido escoger un ejemplo de cada tipo. El tipo 1 (casa con patio central alargado o casa de cuatro zonas) reprerepresentado por la vivienda nº 1 (Fig. 21) nos muestra una vivienda de 120 m² cuyas habitaciones, un total de siete, se articulan alrededor de tres de los lados de un patio alargado que ocupa una posición central a través del cual se accede a la casa. La haha bitación  bitac ión (h) podría podría pertene pertenecer cer a una posible posible despen despensa, sa, la (b) (b) a un hipotét hipotético ico establo establo y la (d) tal vez a una sala de recibimiento colocada al nal del patio (Helas, 2009: 294-296; 2011: 224). El tipo 2 (casa con patio central y pasillo) se puede identicar con la casa nº 22),dedela177 m², que presenta un estrecho descentrado en relación al 27 eje(Fig. central vivienda, que va a comunicar conpasillo, un patio central. A

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 Figura 22. Casa nº 27 de Selinunte correspondiente al tipo 2 (Helas, 2011) 2011)

 Figura 23. Segunda fase de la casa nº 34 de Selinunte correspondiente al tipo 3 (Helas, 2011) 2011)

su alrededor se distribuyeron 12 habitaciones algunas de ellas accesibles solamente a partir de otra estancia. Entre los elementos más destacables tenemos el patio que dispone de cisterna y de un ala porticada con columnas que precede a una posible sala de representación (c), además de dos probables tiendas con acceso directo des des--

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de la calle (n y k), junto a la existencia de una sala de baño (i) y una zona destinada a la elaboración del pan (h) (Helas, 2009: 298-300; 2011: 236). El tipo 3 (casa con  patio en un ángulo o casa de tres zonas) encuentra encuentra un buen ejemplo en la casa nº 34 (Fig. 23), con 90 m², donde un patio situado en una esquina está delimitado por cuatro habitaciones en dos de sus lados, al cual solamente tienen acceso directo dos de ellas. unaacceso fase posterior la superior casa se anstrucció partir denuna escalera situada en el  patio queEn daría acces o a un piso piso super ioramplía y la la co constr ucción de una nueva habitación habitación (c). En el patio también se pudo documentar un gran pithos que pudo hacer a su vez las funciones de una cisterna (Helas, 2009: 300; 2011: 239). El tipo 4 (casa con  patio central central cuadrado) cuadrado) reconocibl reconociblee en en la la ccasa asa nº 50 (Fig. 24), con un área de 93 m², en su primera fase tenía la entrada directamente sobre el patio que estaba rodeado  por cuatro cuatro habitacione habitacioness en tres de sus lados, lados, sin sin que una de ellas ellas dispusie dispusiera ra de acacceso directo al mismo. El espacio (e) quizás pueda corresponder a una sala de recireci bimiento.  bimi ento. En una segunda segunda fase se constru construyó yó un pasill pasilloo de entrada entrada a la casa casa (g) que albergó una escalera para acceder al piso superior además de añadirse dos nuevas estancias, una de ellas posiblemente una tienda (f) (Helas, 2009: 301; 2011: 246). Cinco de las casas analizadas (7, 48 -segunda fase-, 54, 58, 59) presentan unas dimensiones mayores en comparación con las demás, superando los 200 m², dondon de destaca principalmente la nº 54 (Fig. 25) con 292 m² de supercie en su piso inferior.. Se han podido denir tres fases constructivas para esta vivienda (Helas, inferior 2011: 248-249). Durante la primera ésta sólo dispondría de una planta baja a la que se accedía por la estancia (e), disponiendo de un u n ala porticada con columnata en la parte norte del patio, que a su vez estaba rodeado por 10 habitaciones dis tribuidas a lo largo de sus cuatro lados. En un momento posterior la entrada a la casa se situó al norte (a), mientras una escalera en piedra situada en la estancia (e) daba acceso a un segundo piso. También También se dotó a la casa de una cisterna situada en el patio, de una sala de baño (j), de un sistema de canalizaciones que recogían el agua de lluvia y de un desagüe que evacuaba las aguas procedentes de la sala de baño. Antes de la tercera fase el ala porticada parece que se derrumbó sin que se procediera a su restauración. Durante esta última fase la sala de representación (d) viene dividida mediante un tabique. Entre los hallazgos más relevante tenetene mos algunos estucos de tipo griego, dos piletas que aparecieron en el ambiente (a) y uno de los peculiares “cuartos de círculos” 22 situado en uno de los ángulos del espacio (e) que ha sido interpretado como posible cocina.

22

La función de estos “cuartos de círculo” o Viertelkreise Viertelkreise,, situados en las esquinas de algunas pequeñas habitaciones o en el mismo patio, son difíciles de denir pues no presentan evidencias relacionadas con su utilización. En algunos de ellos se  pudo documentar una signicativa de contenedores y  pithoi  pithoi) ) que hace factible su interpretación como lugar de almacenamiento aunque nocantidad se descartan otros posibles(ánforas usos. Sobre la problemática que envuelve a dicho elemento

véase: (Helas, 2011: 98-99).

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 Figura 24. Primera fase de la casa nº 50 de Selinunte correspondiente correspondiente al tipo 4 (Helas, 2011)

Para la construcción de los muros de las casas púnicas se procedió a la reutireutilizaron de los escombros pertenecientes a los edicios de época griega destruidestrui dos tras el asedio del 409 a.C. Habitualmente se emplearon sillares o bloques de  piedra caliza o arenisca de diversos tamaños que se retocaron levemente para su  puesta en obra además de tejas o fragmentos de cerámica para nivelar la supercie de los muros o rellenar sus intersticios, utilizando simple mortero de tierra para su unión (Helas, 2011: 37-38). La técnica constructiva empleada normalmente es africanum africanum aunque existeenuna diversidad morfológica derivada de el losopus materiales que  aunque se emplearon su gran construcción encontrándonos con mumu ros erigidos solamente con sillares o con mampuestos colocados cuidadosamente (Helas, 2011: 37-42; 221-224). Sobre estos muros se elevaría el alzado en arcilla, cuya técnica no ha podido ser determinada, estando toda la obra recubierta a  partir de enlucídos y estucos de yeso (Helas, 2011: 72-74). En este sentido se ha de destacar la recuperación de algunos elementos arquitectónicos realizados en estuco que estilísticamente se insertan dentro del repertorio formal griego (Fig. 26) (Helas, 2011: 74-77). Respecto a los pavimentos podemos observar que aqueaquellas zonas al aire libre, como patios o pasillos de acceso a los mismos, fueron cubiertas con losas de piedra irregulares o fragmentos de tejas, mientras que los espacios interiores dispusieron de pavimentos ensigninum, tierra batida, arcilla o ocasiones marga de cal, estando destinados los pavimentos en opus signinum , en algunas

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 Figura 25. Segunda fase de la casa nº 54 de Selinunte correspondiente al tipo griego  pastas (Helas, 2011) 2011)

decorados con teselas de calcárea blanca, para los espacios relacionados con el uso del agua, habitaciones de cierto prestigio o tiendas (Helas, 2011: 64-67). Entre las funciones que se desarrollaron en el interior de estas habitaciones se ha de destacar la existencia de cuadras para la estabulación de animales como demuestran las piletas de piedra in situ y situ y las canaletas para el agua presentes en 19 de las 59 casas analizadas, así como de 14 salas de recibimiento identicables a partir de sus mayores dimensiones y elaborada decoración (pavimentación en  signinum y paredes con nos estucados), junto a otros ambientes identicados con tiendas o negocios que disponían de un acceso independiente dispuesto sobre la calle (Helas, 2011: 105-109). Una situación análoga a la de Selinunte la encontramos en otras ciudades ciudades griegriegas de Sicilia que también fueron destruidas por las tropas cartaginesas durante la expedición militar del 406/405 a.C. como son Agrigento y Gela. En la primera de ellas, concretamente en el Sector E en las proximidades de la Porta II, han apareaparecido las evidencias de un posible barrio púnico de carácter artesanal en funcionafunciona miento durante el siglo IV a.C. y la primera mitad del siglo III a.C. (De Orsola, 1994; Derelación Vincenzo, Vincenzo, 87-89). 87-89 ). La vidadeenlaéste cesa aguerra causaromano-cartaginesa de un episodio vio vio-lento en con2012: los acontecimientos primera

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 Figura 26. Fragmentos de estuco con decoración de tipo griego procedentes de la casa nº 54 de Selinunte (Helas, 2011)

(De Orsola, 1990: 28; 1994: 103). Las casas púnicas se construyeron siguiendo la misma orientación de las viviendas griegas del siglo V a.C. Como en el caso de Selinunte el material empleado para la construcción de los muros de las casas fueron los escombros escombros de los edicios griegos, mayoritariamente tejas y pequeños  bloques de toba, utilizando de nuevo la técnica del opus africanum  africanum  (Fig. 27)

 Figura 27. Estructuras domésticas en opus africanum del barrio púnico de

 Porta II en Agrigento (De Vincenzo, Vincenzo, 2012)

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 Figura 28. Planta de la Casa A del barrio púnico de Porta II en Agrigento  (De Orsola, 1990)

(De Orsola, 1990: 38-39; De Orsola, 1994: 81, n. 26). Destacan especialmente las casas A y C que disponen de un patio en forma de “L”, donde se encuentran habitualmente pozos y cisternas (Fig. 28), con sus habitaciones dispuestas en dos de sus lados (De Orsola, 1990: 28-30; 1994: 74-76, 79). El origen púnico de este  barrio viene también atestiguado por la (De presencia algunos materiales cerámicerámi cos tales como ánforas, ollas o monedas Orsola,de1990: 24-25; 19 94: 97, 1994: 101).En la acrópolis de Molino a Vento Vento en Gela también se erigieron algunos edi edi-cios tras la destrucción de la ciudad por parte de los ejércitos cartagineses. Entre los  stenopós  stenopós   1, 2 y 3 vienen construidos varios edicios de carácter artesanal que no siguen la orientación urbanística precedente e incluso llegan a ocupar sus calles (Congiu, 2011: 195-197; De Vincenzo, 2012: 92-93). De nuevo la técnica constructiva empleada es el opus africanum  africanum  (Fig. 29) utilizada también en el edicio III situado en la antigua estación ferroviaria de Gela (Congiu, 2011: 195, n. 6), aunque en este último caso su construcción no se fecha en el siglo IV a.C. sino a nales del siglo V a.C. Las últimas actividades arqueológicas también han  puesto al descubierto algunas viviendas en la parte más más oriental de la colina colina de la

acrópolis que formarían parte de un barrio más amplio situado al este del templo  –88– 

 

 Figura 29. Estructuras en opus africanum de la acrópolis de Gela (De Vincenzo, Vincenzo, 2012)

C (Congiu, 2011: 199). La primera ocupación de Gela tras su destrucción parece que podría fecharse durante los primeros decenios del siglo IV a.C. Olbia, ubicada en el cuadrante noreste de la isla de Cerdeña, se situó al nal de un profundo golfo donde se hallaba una especie de península. Actualmente,  parece claro que la ciudad, de marcado carácter estrategio-militar, estrategio-militar, se fundó desdes  pués de la rma del segundo tratado romano-cartaginés (348 a.C.), en una fecha en torno al 330 a.C. (Pisanu, 2010: 1739). Las últimas excavaciones arqueológiarqueológicas han podido demostrar que las estructuras de época tardo-púnica siguen una misma orientación N-S paralela a la muralla de compartimentos del sector occidental, que conrmaría la existencia de un esquema urbanístico de tipo ortogonal (D’Oriano, 2009: 377), aunque algunos investigadores han apuntado una cierta irregularidad en la disposición de algunos ejes viarios (Gaudina, 1997: 14). En vía Regina Elena se pudo determinar una de las medidas de una ínsula de 30,5 m., que tal vez se corresponda con su anchura, delimitada a norte y sur por dos  probables calles calles orientadas orientadas en sentido E-O E-O con unas dimensiones dimensiones de 5,90/6,00 m. m. (D’Oriano, 2009: 380) que hace factible la utilización de una unidad de medida  básica cercana al codo cod o púnico de 0,50 cm. c m. que ya ha sido identicada en el es es-quema constructivo de la muralla de compartimentos (Montanero y Olmos, e. p.). En la zona del antiguo mercado aparecieron los restos de algunas habitaciones

compuestas por zócalos de doble paramento realizados en mampostería datados  –89– 

 

 Figura 30. Planta general del asentamiento de Monte Sirai durante el período tardo-púnico con la indicación de las ínsulas y las estructuras domésticas citadas en el texto (Modicado a partir de Bartoloni, 2000)

entre nales del siglo IV a.C. e inicios del siglo III a.C. También se pudo documentar la presencia de dos pozos, una cisterna “a  bagnarola” y algunos objetos relacionados con el culto doméstico (Pisanu, 2007: 260). En vía Romana, en el centro de la ciudad, se pudo documentar a su vez un pavimenpavimento en signinum en  signinum que presentaba un hogar en el centro del ambiente datado en el siglo III a.C. (Sanciu, 2000: 442). Al siglo III a.C. también corresponden algunas habitaciones que aparecieron en vía delle Terme Terme donde destaca un muro (3) recubierto por un enlucido blanco y la presencia de algunas lesenas en mortero (Sanciu, 2000: 443). Entre los asentamientos de segundo orden Monte Sirai nos ofrece algunos de los ejemplos más representativos referentes a la arquitectura doméstica de este período. Durante la fase tardo-púnica o helenística se llevó a cabo una imim  portante restructuración urbanística que afectó a todo el sector de la “acrópolis” (Fig. 30) arrasando por completo los niveles de época púnica que solamente se identican a partir del material cerámico23. Esta gran transformación se produjo durante la primera mitad del siglo III a.C., en una fecha en torno al 260 a.C. (Perra, 2001a: 126), ocupando la entera supercie del aoramiento rocoso en el cual se situó la “acrópolis” donde las paredes traseras de las viviendas, que rodearodea-

23

Fuera del complejo de la “acrópolis”, concretamente al norte de ésta, nos encontramos con una gran esplanda conocida con anterioridad con el nombre de “opera avanzata” pues avanzata” pues se creía que las estructuras arquitectónicas allí presentes tenían una función defensiva. Posteriormente se ha podido comprobar que éstas és tas se corresponden con viviendas (Bartoloni, 2000: 55). El conocimiento de las mismas es muy supercial aunque parecen reconocerse agrupaciones de habitaciones rectangulares, cuya datación se ja en el siglo III a.C., y que en un caso concreto se relacionan con un espacio abierto delimitado por un muro (Amadasi, 1966) que podría corresponder a una explotación de tipo rural (Van Dommelen y Finocchi, 2008: 181-183). Este hecho nos muestra como Monte Sirai durante el período tardo-púnico vio incrementada notablemente su

 población que se estableció en las inmediaciones del recinto de la acrópolis cuyo espacio interior era muy limitado, tal vez coincidiendo con la fase de mayor prosperidad del asentamiento.

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 Figura 31. Planta y vista general de la “Casa Fantar” en Monte Sirai (Guirguis, 2013)

 ban todo su perímetro, formaron el sistema defensivo del enclave. En esta fase vemos como el asenasentamiento se articula mediante diversas ínsulas de casas de forma irregular que se adaptan perfecperfectamente a la topografía del lugar. Las ínsulas D, G, E y F, estas dos últimas de forma alargada, delidelimitan todo el asentamiento. La ínsula C, también de forma alar gada, se extiende entre las plazas 1 y 3 situadas en la zona norte y sur respectivamente. La ínsula B, que ocupa una posición central, es más corta por razones de espacio y se relaciona con la plaza 2 en su extremidad sur. Delante de la plaza 1 tenemos la ínsula A donde está situado el templo de Astarté (Guirguis, 2013: 19). Tres grandes ejes viarios, denominados 3, 4 y 5, atraviesan la “acrópolis” en dirección N-S comucomu nicando las tres plazas existentes, a los que hay que añadir otros tres callejones 2, 6 y 7, situados en la zona norte, que delimitan el mencionado santuario (Guirguis, 2013: 22). A este este período se puede atribuir la construcción de tres casas situadas en el interior de la “acrópolis” conocidas con los nombres de “Casa Fantar”, “Casa Amadasi” y “Casa del lucernario de talco” que estuvieron en uso hasta nales del siglo II a.C. e inicios del siglo I a.C. La “Casa Fantar”, situada en el cuadrante noroeste de la ínsula B, tenía su acac ceso a través de la calle 5 (Fig. 31). A la casa, con patio en un ángulo, se accedía a través de un estrecho pasillo situado en la parte sur, con canaleta para la evacuaevacua ción de las aguas residuales, que nada más entrar daba acceso a su derecha a una habitación (A) interpretada como posible vestíbulo, tienda o almacén. Al fondo del pasillo nos encontramos con una pequeña estancia (C), que disponía de una

 banqueta, donde se se ubicaría la cocina de la casa y a su lado derecho la habitación habitación (B), que no recibía la luz del patio, lo cual hace viable su interpretación como  –91– 

 

dormitorio aunque algunos materiales hacen pensar en la existencia de un espaespa cio dedicado al culto doméstico. Frente al patio24, de forma cuadrada, tenemos dos habitaciones (D y E) que durante su proceso de excavación no presentaron las evidencias arqueológicas necesarias para poder denir su función aunque se  piensa que pudieron destinarse a actividades ac tividades domésticas (Fantar y Fantar, Fantar, 1967; Bartoloni, 2000: 60-61; Perra, 2001b: 15; Guriguis, 2013: 27-29). La casa tiene una forma cuadrangular (14/13 x 11/10,50 m.) cuyas medidas  parecen corresponderse con un codo púnico de 0,50 cm. Los muros están rearealizados mayoritariamente a partir de dos paramentos en mampostería irregular que emplea traquitas en su construcción aunque algunos zócalos o tabiques y las  jambas de las puertas se erigieron mediante bloques de toba. A su vez la calcácalcá rea, de consistencia más dura, se utilizó para la construcción de la banqueta de la cocina y de la canaleta de desagüe (Perra, 2001b: 15). Sus pavimentos eran de simple tierra batida y su alzado, presumiblemente en adobes, no ha podido ser documentado arqueológicamente, como tampoco la hipotética existencia de un  piso superior. superior. La “Casa del lucernario de talco” localizada en la parte central de la ínsula C tenía su acceso desde la calle 3 (Fig. 7). El nombre de la casa viene dado a causa del hallazgo de una lámina de talco translucido documentada en el ingreso de la  puerta y que estaría situada en el techo del mismo, a modo de claraboya, siendo el único foco de luz natural de la vivienda ya que esta carecía de patio. Interior mente ésta se articula a partir de cinco habitaciones alargadas paralelas entre sí que disponian de una planta superior, donde se encontrarían los dormitorios, documentada gracias al hallazgo de una escalera perteneciente a la última fase (150-110/100 a.C.) situada frente al pasillo de ingreso. A la derecha del pasillo de ingreso (38C), con canaleta de desagüe que también se incorporó en su últiúlti ma fase, estaba la cocina (35unyhogar 38N) ydedelaun primera a.C.) (200-150 donde se tannur fase  pudieron hallar los retos de . Con(250-200 posterioridad a.C.) la cocina se ubicó a la izquierda del ingreso (38S). A la derecha de la cocina (35 y 38N) nos encontramos con una gran sala (33), dotada de una pileta, donde aparecieron escorias de hierro, piedras de alar y cuernos de ciervos (para la realización de mangos) que hacen suponer la existencia de un taller artesanal des des-tinado a la fabricación de cuchillos (Bartoloni, 1994; 2000: 61-63; Perra, 2001a; 2001b: 12-13: Guirguis, 2013: 29-30).

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En el interior del patio de la casa, en un nivel inferior, aparecieron tres muros (I, II y III) y un pavimento en tierra batida

que son anteriores a la construcción de la misma. Éstos delimitan espacios alargos paralelos que presentan una orientación diferente a los de la “Casa Fantar” sin que se haya podido determinar su cronología (Fantar, 1967: 29-30).

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 Figura 32. Planta de la “Casa Amadasi” en Monte Sirai (Amadasi, 1967)

Los zócalos de doble paramento se realizaron en mampostería aunque en alalgunos casos nos encontramos con bloques de piedra que ocupan todo el ancho africanum, estando las paredes enlucidas con un revesdel muro a modo de opus africanum, timiento en arcilla  arcilla  (Perra, 2001: 129). Por otra parte, los pavimentos presentan un estrato de preparación compuesto por guijarros sobre el cual se extendió una capa de color amarillenta formada por arcilla, carbones, arena y cal (Perra, 2001a: 123). La “Casa Amadasi” ocupa todo el frente norte de la ínsula C delimitada por las calles 3 y 4, justamente delante de la plaza 1 al sur del templo de Astart Astartéé (Fig. 32). Desde la calle 4 se accedía a la casa mediante un pasillo de entrada (19)25 que a su derecha disponía de una estancia (18), que al parecer se conguró en un momento  posterior (II-I a.C.) (Amadasi, 1967: 57-58), y dos habitaciones a su izquierda (16 y 14). A estos tres ambientes se accedía mediante un espacio, que por su posición  parece que haría la función de distribuidor distribuidor (17), situado al nal del pasillo. pasillo. En la habitación (15), que se comunica con la (16), aparecieron numerosos restos de escorias de hierro que se interpretan como la evidencia de la existencia de un área artesanal de evidente vocación metalúrgica en el interior de la casa (Amadasi, 1967: 76-77). El ambiente (12) con acceso independiente desde la plaza 1 y la calle 3 no parece tener ningún tipo de relación con las otras habitaciones siendo

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En éste apareció un segmento de muro anterior a la construcción de la casa que sigue una orientación distinta sin que por

el momento se haya podido establecer con exactitud su cronología, aunque se ha propuesto su atribución al período púnico (Amadasi, 1967: 58-61).

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viable su interpretación como posible tienda. La estancia contigua (13) también  presenta un acceso desde desde la misma plaza plaza pero ésta si se comunica con el resto resto de estancias de la casa mediante el ambiente (14). Sin embargo, parece que eell muro que dividía los ambientes (12 y 13) fue restaurado con posterioridad (II-I a.C.), así como la apertura de las tres puertas, sin que se pueda descartar que originariaoriginariamente estas dos habitaciones estuvieran comunicadas y no dispusiesen de acceso directo a la calle (Amadasi, 1967: 58). Una quinta entrada, situada en la calle 3, daba acceso a la estancia (21), que se comunicaba con las contiguas (23, 22 y 20) aunque la puerta situada entre las habitaciones (22 y 20) fue tapiada en una fase  posterior que daría lugar a un sector totalmente independiente formado por las habitaciones (21, 23 y 22). Sobre la técnica constructiva nos encontramos de nuevo con zócalos en tratra quita que presentan un doble paramento y ripios en sus intersticios, aunque las  jambas de las puertas se realizaron con grandes bloques de traquita y en algún caso de toba (Amadasi, 1967: 57). Los pavimentos son de color amarillento como en el casosimilar de la “Casa delde lucernario lo quedenoguijarros se descarta una comcom posición además presentardeuntalco” nivelpor inferior identicable con su estrato de preparación (Amadasi, 1967: 63, 73, 76-77, 83, 89). Dentro de la tercera categoría de asentamientos nos encontramos con algunas explotaciones agraropecuarias que aunque se documentan desde época arcaica, normalmente a partir de materiales cerámicos en supercie recogidos mediante  prospección, no han sido objeto de excavación. Entre los escasos ejemplos que han sido intervenidos arqueológicamente contamos con el de la granja de época tardo-púnica de Pauli Stincus (Fig. 33) situada en la zona del golfo de Oristano26, concretamente en el territorio dependiente del asentamiento de Neapolis, en las cercanías del río Mogoro. El edicio, construido durante la primera mitad del siglo IV a.C., se artícula alrededor de un patio central. Los trabajos de excavación han puesto al descubier to la parte sur de la granja compuesta por tres ambientes (1, 2, y 3). La habitación 1A, de forma rectangular, es la mayor de las tres y se cree que pudo ser la zona de hábitat de la granja. Junto a ella tenemos el ambiente 2 donde se ha documentado un pequeño espacio interpretado como posible hueco de escalera (2B). Más al

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En esta misma región de Cerdeña también se hallaron evidencias de una importante explotación agrícola conocida con el nombre de Truncu ’e Molas que estuvo en uso desde nales del siglo V a.C. hasta mediados del siglo II a.C. Desafortunadamente los trabajos agrícolas practicados en el lugar han acabado por destruir gran parte de sus estructuras. Solamente se ha podido reconocer una habitación de forma rectangular y diversos segmentos de muros lo que imposibilita

la reconstrucción de su planimetría (Gómez Bellard et alii, alii, 2010; Van Dommelen et alii, alii, 2012). No obstante, parece que la misma estaría destinada a la producción de vino con vistas a la exportación, un hecho al que hay que sumar la presencia de algunas cerámicas áticas que evidenciarían un estatus bienestante de sus propietarios (Gómez Bellard et alii, alii, 2010: 104).

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 Figura 33. Segunda fase de la granja tardo-púnica de Pauli Stincus (Díes Cusí, 2012)

sur encontraríamos la entrada a la granja, cuya amplitud facilitaría el acceso de carros, y justo en el extremo SO se ubicó una habitación dividad por un tabique (3A-3B) reconocida como establo (Díes Cusí et alii, alii, 2010: 125-126; Díes Cusí, 2012: 1711-1712). En un segundo momento, a mediados del siglo III a.C., se llelleva a cabo una reforma que afecta solamente a la habitación 1A que ve ampliada su supercie (1B) y a la que se conecta un espacio más reducido (1C). El ancho de sus muros hace pensar en la existencia de un segundo piso donde encontraríamos los dormitorios mientras que la parte inferior sería concebida como área de trabatraba  jo o almacén. almacén. También se construyó una tapia tapia fuera de la granja que delimitaba delimitaba un espacio interpretado como huerto (Díes Cusí et alii, alii, 2010: 127; Díes Cusí, 2012: 1713-1715). Dicha granja estará en funcionamiento hasta nales del siglo II a.C. o inicios del siglo I a.C. Los zócalos de las paredes, con doble paramento y relleno interior, se erigieerigie ron en mampostería. Algunos negativos hacen pensar en la presencia de grandes  bloques de piedra situados en las esquinas junto a otros que ocuparían todo el ancho del muro. La presencia de cal muestra que algunas habitaciones tuvieron sus paredes enlucidas con este material. El único pavimento detectado fue realirealizado en simple tierra batida (Díes Cusí et alii, alii, 2010: 124-126; Díes Cusí, 2012: 1708-1710). El período tardo-púnico nos ofrece una visión muy completa sobre la arquiarqui -

tectura doméstica que nos permite exponer algunas de las principales problemáproblemá ticas que envuelven a este tipo de estructuras. Respecto a la disposición interna  –95– 

 

de las diversas viviendas resulta de gran interés la clasicación elaborada por S. Helas basada en la ubicación y forma del patio, del que diponían todas las casa analizadas en Selinunte, que sin duda supone un importante punto de partida  para nuestro estudio. S. Helas toma como referente de sus cuatro principales tipológicas algunos modelos orientales de la Edad del Hierro originarios de la zona sur del Levante, principalmente israelita, como son la four-room house o la three-room house (Braemer, 1982), que también serían el referente de algunos titi  pos de casas presentes en los asentamientos púnicos norteafricanos (Helas, (Helas, 2011: 2011: 163-167). Sin embargo, recientemente S. De Vincenzo ha propuesto la posibiliposibilidad de que los prototipos de las casas de Selinunte no se correspondan con una matriz propiamente oriental al encontrarnos durante los siglos IV-III a.C. ante una koiné koiné   cultural mediterránea que evidencia en diferentes áreas geográcas (Grecia, Magna Grecia, Sicilia, Norte de África) la existencia de tipos de casas muy similares a las selinuntinas (De Vincenzo, 2012: 309-312). No obstante,  parece claro el origen norteafricano de la mayoría de habitantes que fundaron el nuevo asentamiento donde parte de los antiguos templos griegos pasaron a ser consagrados a divinidades propias del panteón fenicio-púnico (Helas, 2011: 130-147; Jiménez y Prados, 2013: 120-121). La presencia de contingentes nor teafricanos punicizados culturalmente justicaría la presencia de casas que tienen como referente modelos orientales que perduran en el mundo fenicio-púnico de Occidente durante toda su historia, aunque existen innovaciones, como sucede en otro tipo de arquitecturas, como la militar, que incluso en época helenística mantuvo algunos elementos característicos de los sistemas defensivos orientales de la Edad del Hierro (Montanero, 2008). Por otro lado, se muestra de gran interés la distribución interior ofrecida por la casa nº 54 que no se corresponde con ninguno de los modelos presentados anteriormente paralelos con las casas griegasencontrándonos del tipo pastas tipo pastas,, como sucedía yenque el tiene caso buenos de la “Casa del sacello domestico”, nuevamente ante lo que parece mostrarse como una residencia de tipo aristocráaristocrático. La casa nº 27, correspondiente al tipo 2 de Helas, también se dotó, en una segunda fase, de un ala porticada situada delante de la estancia de recibimiento (Helas, 2011:167-168). En este caso, al igual que las grandes viviendas documendocumentadas en Selinunte (7, 48 -segunda fase-, 54, 58, 59) la casa nº 27 disponía de su  propia cisterna e incluso de una sala de baño, que junto a la amplia supercie de esta vivienda podría indicar que su propietario también ostentó un estatus social elevado. Dentro de la tipología de S. Helas podríamos añadir algunos ejemplos docudocu -

mentados en otros yacimientos como es el caso de la “Casa Fantar” de Monte Sirai, que tal vez se podría corresponder con el tipo 2, al disponer de un corredor  –96– 

 

que daba acceso al patio interior. Además su posición dentro del asentamiento, en las cercanías del templo de Astarté, su planimetría, distinta al resto de las casas del asentamiento que se basan en la yuxtaposición de habitaciones alargaalarga das, y el empleo de auténticos sillares en algunos de sus muros podría mostrar una diferenciación a nivel social (Perra, 2001: 129; 2009: 361). Resulta a su vez interesante observar como las casas organizadas a partir de estancias alargadas  paralelas suelen documentarse en asentamientos secundarios, como Monte Sirai y probablemente Pani Loriga, cuya ubicación en la parte superior de una elevaeleva ción montañosa condicionó de forma decisiva la disposición de sus casas con el objetivo de adaptarse a las irregularidades del terreno, aprovechar al máximo el espacio edicable disponible y dotándose de un simple sistema defensivo (Perra, 2009). Respecto a este tipo de casas la conocida como “Casa Amadasi” plantea varias controversias al haber sido objeto de escasos y reducidos sondeos. Este hecho diculta la interpretación de los diferentes espacios de la casa así como la composición originaria de la misma a causa de las distintas restructuraciones llevadas a cabo a lo largo de su última fase de uso. No obstante, resulta llamativo que ésta, a diferencia de la “Casa Fantar” y la “Casa del lucernario de talco”, ocuocu pe todo el ancho de una ínsula (C). A nivel totalmente hipotético, parece que la  puerta colocada entre los ambientes (13 y 14) originalmente podría no haber exisexistido, siendo abierta en un segundo momento, dando lugar a un muro corrido que dividió lo que a simple vista parecen dos unidades domésticas distintas (14-19) y (12-13 + 20-23). La creación de una puerta que comunicase ambas viviendas  podría signicar la unión entre dos grupos familiares o la adquisición por parte de uno de ellos de una propiedad colindante ampliando de esta forma su espacio doméstico, que al parece no disponía de un piso superior (Amadasi, 1967: 57), como consecuencia de la ampliación del grupo familiar. familiar. Respecto a las técnicas constructivas cabe destacar el empleo del opus africanum,, un tipo de fábrica normalmente asociada al mundo púnico (Prados, 2003: canum 155-156), que en este período está e stá presente en las nuevas construcciones erigidas en las antiguas ciudades griegas (Selinunte, Agrigento, Gela) destruidas por el ejército cartaginés y que se han relacionado directamente con la presencia de habitantes norteafricanos en estos lugares (De Vincenzo, Vincenzo, 2012: 87, 93, 305). Para los edicios de la acrópolis de Selinunte y Agrigento no parecen existir dudas sobre su ocupación por parte de contingentes punicizados pues aparte del empleo del opus africanum existen africanum existen otros elementos que corroboran esta identicación étnica (cerámicas de cocina, ánforas, lugares de culto, cisternas “a bagnarola”,  pavimentos en opus signinum etc.). Una situación totalmente distinta se nos prepre -

senta para los casos del barrio septentrional de la Manuzza en Selinunte o de la acrópolis de Gela donde no existen otras evidencias arqueológicas, aparte de los  –97– 

 

muros “a telaio”, que justiquen por el momento una presencia cartaginesa en estos lugares. Este hecho hace que nos planteemos la posibilidad de que pudiera existir una inuencia púnica, a nivel técnico, sobre los habitantes griegos de estas ciudades que dispondrían de una importante cantidad de material constructivo, resultante de los escombros de las antiguas edicaciones, y que decidieron que la mejor forma de utilizarlo, dadas sus características, sería poniendo en práctica una técnica constructiva empleada por sus vecinos púnicos. Con este apunte solamente queremos llamar la atención sobre un dogma prepre sente aún en día en gran parte de la literatura fenicio-púnica donde se ve al munmun do griego como el único capaz de ejerce una inuencia sobre las etnias que les rodeaban, ya sean púnicos o indígenas, sin que se tenga en cuenta que dichas inuencias pueden viajar en ambos sentidos dado el intenso contacto que mantu mantu-vieron ambas civilizaciones. En este período también asistimos a un aumento del número de pavimentos realizados en opus signinum, signinum, decorados o no con teselas, que poco a poco irán tomando mayor presencia en los espacios domésticos todo entre siglos III-Iuna a.C. (Giglio y Vecchio, 2006: 124-125, n. 1). Ensobre referencia a los los re vestimientos, enlucidos y estucos se ha de remarcar que estos últimos aparecen en el caso de Selinunte con decoraciones típicas del repertorio formal griego que evidencian, junto a las casas de tipo pastas tipo pastas,, una clara inuencia helenística en la arquitectura doméstica empleados principalmente en aquellos sitios de la casa que pueden ser entendidos como lugares de representación u ostentación de sus  propietarios como puede ser el patio interior o la sala de recibimiento (Helas, 2011: 167-170). A nivel urbanístico existen diversas y contradictorias propuestas que inteninten tan dar solución a la difícil cuestión de saber qué tipo de esquemas urbanísticos se aplicaron en asentamientos como Palermo, Lilibeo u Olbia. La escasez de datos arqueológicos al respecto, la ocupación continuada en estos centros hasta la actualidad y la superposición de otros implantes urbanos, especialmente de época romana, dicultan en demasía su identicación. Además, se han de tener en cuenta condicionantes topográcos como la orografía del terreno, depresiones o irregularidades del mismo, el trazado de línea de costa o incluso la existencia de estructuras arquitectónicas anteriores que pudieron hacer variar sensiblemente el proyecto urbanístico original, no por ello menos funcional, pero tal vez se nos  presente algo menos regular de lo que cabría ca bría esperar (De Vincenzo, 2012: 125novo como Olbia y 129). Aún así, parece lógico esperar que en asentamientos ex novo como Lilibeo, cuyos sistemas defensivos muestran una gran regularidad y una perfecta

 planicación (Montanero y Olmos, e. p.), se implantasen esquemas urbanísticos regulares.  –98– 

 

Económicamente, hemos podido comprobar nuevamente como en lugares como Monte Sirai o Mozia se detectan actividades artesanales en el interior de algunas casas reejando la importancia de éstas en el ámbito de las economías familiares y del propio asentamiento. La presencia de establos en la mayoría de casas de Selinunte también nos informa de la existencia e xistencia de personas que podrían dedicarse a labores agrícolas y que guardaban en el interior de sus viviendas alalgunos animales dedicados a estas tareas. En este sentido es importante advertir el gran número de explotaciones agropecuarias que comienzan a proliferar en Cerdeña y Sicilia a partir de nales del siglo V a.C. y especialmente durante el transcurso del siglo IV a.C. (Van (Van Dommelen y Finocchi, 2008; Spanò y SpatafoSpatafora, 2012) como queda patente en los ejemplos de Truncu ‘e Molas y Pauli Stincus. Incluso se ha podido comprobar cómo en el ámbito rural de la Cerdeña tardo púnica también existen diferencias sociales entre los propietarios de las diversas explotaciones agropecuarias (Roppa y Van Van Dommelen, 2012: 63-64). Respecto al control de los componentes del grupo familiar y de los visitantes la distribución de la casa nº 54 de Selinunte, de marcado carácter aristocrático, evidencia de nuevo, como en la “Casa del sacello domestico”, una separación entre la esfera pública y la vida privada. En este caso nos encontramos que las  personas que provienen del exterior de la casa acceden a la misma mediante una especie de vestíbulo (a) que da acceso al patio con la columnata, un elemento arquitectónico destinado a impresionar al visitante y remarcar simbólicamente el estatus social del propietario, para hacerles pasar directamente a la sala de recibimiento apartándolos del resto de las habitaciones privadas de la casa que quedan separadas por el patio. De esta forma también se limita el contacto, principrinci palmente con las mujer mujeres es del grupo familiar familiar,, que ocuparían las otras habitaciones habitaciones entorno al patio y las del piso superior.

6. CONCLUSIONES La arquitectura doméstica fenicio-púnica se nos muestra como una arquitecarquitectura sobria y sencilla que emplea para su construcción simples zócalos en mam mam-africanum, alzados de adobes y pavimentos por regla general  postería u opus africanum, en tierra batida o arcilla. A su vez, revestimientos, enlucidos y estucos jugaron un papel fundamental a la hora de otorgar a estas humildes construcciones un aspecto más renado y estéticamente más cuidado. Las casas, con cubierta plapla na, no tendrían más de uno o dos do s pisos sin que por el momento se haya podido

constatar la existencia de edicios de una altura mayor tal y como atestiguan las fuentes clásicas. El acceso a los pisos superiores o las terrazas se pudo realizar  –99– 

 

mediante escaleras construidas en piedra, identicadas arqueológicamente, o a través de escalas de madera que no han dejado tales evidencias a causa de su composición. La existencia en el interior de algunas de estas casas de elementos de prestigio como patios con alas porticadas, salas de recibimiento con nos pavimentos en  signinum y  signinum  y elaborados estucos, capillas votivas, salas de baño o cisternas de uso  privado muestran un estatus social elevado por parte de sus propietarios. En el caso de la “Casa del sacello domestico” y la casa nº 54 de Selinunte queda papa tente esta diferenciación especialmente a partir de la adopción de un modelo de vivienda típico del mundo griego como es la casa a pastas a  pastas que solamente se nos muestra en residencias de tipo aristocrático. La distribución de este modelo de casa, además de representar un símbolo de prestigio, tal vez se pueda relacionar con la intención de las familias aristocráticas de garantizar la integridad de las mujeres dentro del ámbito doméstico en vistas a futuros compromisos, probableprobablemente matrimoniales, con otros miembros de la élite social. podido observa en algunas casas de Selinunte, en Como aquellashemos relacionadas con la aristocracia, el inujo griego seprincipalmente hace evidente tanto en la planimetría de algunas de sus viviendas como en la decoración inteinte rior de ciertas habitaciones, un hecho que contrasta con la presencia mayoritaria de casas de planta típicamente oriental erigidas mediante técnicas constructivas  propias del mundo púnico como el opus africanum y africanum y el empleo de pavimentos en opus signinum que signinum que muestran un claro conservadurismo a nivel cultural y arquiarquitectónico. Un inujo griego que por el momento sólo se nos muestra en algunas viviendas del ámbito siciliano y que no se maniesta con claridad en la arquitecarquitectura doméstica de Cerdeña, aunque tal vez esta situación se deba a la fragmenfragmen tariedad de los datos arqueológicos presentes en ciudades tan importantes como Sulky o Cagliari.  Sulky o Cagliari.  Más complicada resulta la identicación dentro de estas lujosas viviendas de la existencia de personal dependiente. Las grandes dimensiones de éstas pueden indicarnos que nos encontramos ante unidades familiares extensas aunque claraclaramente no se puede descartar la posibilidad de que en el seno de estas importantes familias aristocráticas residieran personas de condición servil, esclavos o libres, al servicio de las mismas. No obstante, este tipo de viviendas suelen representar una minoría en el conjunto de los asentamientos como pone de maniesto el esestudio sobre las casas púnicas de Selinunte, donde normalmente nos encontramos con viviendas que no superan los 100 m² donde habitarían familias nucleares dedicadas al artesanado, el pequeño comercio o las labores agrícolas que son los

que conforman al n y al cabo el grueso de la esturctura social de la sociedad fenicia occidental.  –100– 

 

En denitiva, el estudio de la arquitectura doméstica se nos presenta como un importante laboratorio de pruebas en vistas a la futura reconstrucción de la estructura social de cualquier sociedad. En el caso de la sociedad fenicia centromediterránea existen claras evidencias de una estraticación social que se reeja a través de una jerarquización del espacio doméstico dentro de los diversos núnú cleos de hábitat que a su vez también se ve reproducida a nivel territorial medianmediante una clara jerarquía de los asentamientos que lo controlan, explotan y articulan.

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I. 1 estructuras fenicias en(A. el Castillo 2 Lámina muros fenicios en el B. de S. Juan Martín);(Arpa 3 granPatrimonio); muro púnico en el sector 8 del Castillo (J. Ramon)

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 Lámina II. 1 el pasadizo de la c. de S. María (J. Ramon); 2 fondo de habitación en el Hospital Civil (J. Ramon); 3 posible letrina en el B. de S. Juan (Á. Martín); 4 cisterna púnica en la c. Alta (J. Roig)

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TREBALLS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA  Nº 1

 Nº 2

 Nº 3  Nº 4  Nº 5

LUCERNAS ROMANAS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIORGE H. FERNÁNDEZ  y ESPERANZA MANERA. Ibiza, 1979. 22 pp. y ZA. Por   JJ(Agotado) IX láms. CERÁMICAS DE IMITACIÓN IMITACIÓN ÁTICAS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA. Por   JJ ORGE H. FERNÁNDEZ  y J OSÉ  O. G RANADOS. Ibiza, 1979. 49 pp. y I lám. (Agotado) BIBLIOGRAFÍA ARQUEOLÓGICA DE LAS ISLAS PITIUSAS. Por   JORGE H. FERNÁNDEZ. Ibiza, 1980. 72 pp. EL HIPOGEO DE CAN PERE CAT CATALÀ DES PORT (SANT VICENT DE SA CALA). Por   JJORGE H. FERNÁNDEZ. Ibiza, 1980. 34 pp. y VIII láms. IBIZA Y LA CIRCULACIÓN DE ÁNFORAS FENICIAS FENICIAS Y PÚNICAS UAN

 Nº 6

 Nº 7  Nº 8  Nº 9  Nº 10  Nº 11

 Nº 12  Nº 13

AMÓN

EN OCCIDENTAL. Por   J   R  . Ibiza, 1981.EL  49MEDITERRÁNEO pp., 6 gs. y III láms. (Agotado)  UN HIPOGEO INTACTO INTACTO EN LA NECRÓPOLIS DEL PUIG DES MOLINS. EIVISSA. Por   JJORGE H. FERNÁNDEZ. Ibiza, 1981. 34 pp., X láms. y un plano de la necrópolis. (Agotado) ESCARABEOS DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE DE IBIZA. Por   JJOR GE H. FERNÁNDEZ y JOSEP PADRÓ. Madrid, 1982. 249 pp. con gs. y láms. láms. EL SANTUARIO DE ES CUIERAM. Por  Mª.  Mª. EUGENIA AUBET SEMMLER . Ibiza, 1982. 55 pp. y XXX láms. (Agotado)  URNA DE OREJETAS OREJETAS CON INCINERACIÓN INFANTIL INFANTIL DEL PUIG  CARLOS GÓMEZ BELLARD. Ibiza, 1983. 26 pp. y I lám. DES MOLINS. Por  C GUÍA DEL PUIG DES MOLINS. Por   JORGE  H. FERNÁNDEZ. Madrid, 1983. 242 pp. (Agotado) LA COLONIZACIÓN PÚNICO-EBUSITANA PÚNICO-EBUSITANA DE MALLORCA. ESTADO DE LA CUESTIÓN. Por   VÍCTOR   M. GUERRERO  AYUSO. Ibiza, 1984. 39 pp., 24 gs. y VIII láms. SOBRE ARQUEOLOGÍA ARQUEOLOGÍA EBUSIT EBUSITANA. ANA. Por   JJOSÉ Mª. MAÑÁ DE A NGULO. Ibiza, 1984. 174 pp. (Agotado) ESCULTURA ESCULTURA ROMANA DE IBIZA. Por  A  ALBERTO  BALIL. Ibiza, 1985. 19 pp. y VIII láms.

 Nº 14 NOTAS NOTAS PARA PARA UN ESTUDIO DE LA IBIZA MUSULMANA. Por  G  GUILLERMO R OSSELLÓ OSSELLÓ BORDOY. Ibiza, 1985. 69 pp. (Agotado)  –223– 

 

 Nº 15 BIBLIOGRAFÍA ARQUEOLÓGICA ARQUEOLÓGICA DE LAS ISLAS PITIUSAS (II). Por   JJORGE H. FERNÁNDEZ. Ibiza, 1986. 42 pp. (Agotado)  Nº 16 AMULETOS DE TIPO EGIPCIO DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA. Por   JJORDI H. FERNÁNDEZ y JOSEP PADRÓ. Ibiza, 1986. 109 pp.,

gs.PINTURAS y XVII láms.RUPESTRES (Agotado) DE SA COVA  Nº 17 7LAS COVA DES VI SES FONTAFONTA NELLES. SANT ANTONI DE PORTMA PORTMAY Y. (IBIZA). Por  A  A NTONIO BELTRÁN, BENJAMÍ COSTA y JORDI H. FERNÁNDEZ. Ibiza, 1987. 26 pp., 12 gs. y IX láms. (Agotado)  Nº 18 EL SANTUARIO DE LA ILLA PLANA (IBIZA): UNA PROPUESTA PROPUESTA DE ANÁLISIS. Por   ESTHER   HACHUEL  y  VICENTE  MARÍ. Ibiza, 1988. 92  pp., 12 gs. y XXII XXII láms.  Nº 19 EL SEPULCRO MEGALÍTICO DE C CA A NA COSTA COSTA (FORMENTERA). PARTE I. Por   JJORDI H. FERNÁNDEZ, LUIS PLANTALAMOR  Y CELIA TOPP. PARTE  II. Por   F FRANCISCO GÓMEZ y JOSÉ M. R EVERTE EVERTE. Ibiza, 1988. 76 pp., 18 gs. y X láms. (Agotado)  Nº 20 EPIGRAFÍA ROMANA DE EBUSUS. Por   JJAIME JUAN CASTELLÓ. Ibiza, 1988. 118 pp., 2 gs. y XVII láms.  Nº 21 EL VIDRIO ROMANO ROMANO EN EL MUSEO DE DEL PUIG DES MOLINS. Por   CRISTINA MIGUÉLEZ R AMOS AMOS. Ibiza, 1989. 78 pp., 41 gs. y VIII láms.  Nº 22 EL VERTEDERO VERTEDERO DE LA AVDA. ESPAÑA ESPAÑA Nº 3 Y EL SIGLO III D.C. EN EBUSUS. Por  R   R ICARDO ICARDO GONZÁLEZ VILLAESCUSA . Ibiza, 1990. 112 pp., 38 gs. y III láms. (Agotado)  Nº 23 LAS ÁNFORAS PÚNICAS DE IBIZA. Por  J.  J. R AMON AMON. Ibiza, 1991. 199  pp., 56 gs. y XXXI XXXI láms. (Agotado)  Nº 24 I-IV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA. (IBIZA, 1986-89). Por  AA.VV  AA.VV.. Ibiza, 1991. 259 pp. con gs. y láms.  Nº 25 LA CAÍDA DE TIRO Y EL AUGE DE CART CARTAGO. V JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA. (IBIZA, 1990).Por  AA.VV.  AA.VV. Ibiza, 1991. 86 pp. con gs. y láms.  Nº 26 MARCAS DE TERRA SIGILLAT SIGILLATA DEL MUSEO ARQUEOLÓGICO DE IBIZA. Por   JJORDI H. FERNÁNDEZ, JOSÉ O. GRANADOS y R ICARDO ICARDO GONZÁLEZ VILLAESCUSA . Ibiza, 1992. 95 pp., XXII láms. y gs. (Agotado)  Nº 27 PRODUCCIO PRODUCCIONES NES ARTESAN ARTESANALES ALES FENICIO-PÚN FENICIO-PÚNICAS. ICAS. VI JOR-

 NADAS  NADA S DE ARQUEOL ARQUEOLOGÍA OGÍA FENICIOFENICIO-PÚNIC PÚNICA. A. (IBIZA, 1991). Por   AA.VV. Ibiza, 1992. 87 pp. con gs. y láms. (Agotado)  –224– 

 

 Nº 28- 29 EXCAV EXCAVACIONES EN LA NECRÓPOLIS DEL PUIG DES MOLINS  (EIVISSA). LAS CAMPAÑAS DE D. CARLOS ROMÁN FERRER: 1921-1929. Por   JJORDI H. FERNÁNDEZ. Ibiza, 1992. 3 Tomos  Nº 30 BIBLIOGRAFÍA ARQUEOLÓGICA DE LAS ISLAS PITIUSAS (III).  H. FERNÁNDEZ. ESTADO , 1993.DE Por BENJAMÍ COSTA HISPANO-PÚNICA. y JORDI IbizaADO 114LA pp. INVESTI(Agotado)  Nº 31 NUMISMÁTICA HISP ANO-PÚNICA. EST GACIÓN. VII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (IBIZA, 1992). Por  AA.VV.  AA.VV. Ibiza, 1993. 168 pp. con gs. y láms.  Nº 32 EL POZO PÚNICO DEL «HORT D’EN XIM» (EIVISSA). Por   J. R AMON. Ibiza, 1994. 83 pp. con gs. láms. (Agotado)  Nº 33 CART CARTAGO, GADIR, EBUSUS Y LA INFLUENCIA PÚNICA EN LOS TERRITORIOS HISPANOS. VIII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (IBIZA, 1993). Por   AA.VV. Ibiza, 1994. 163 pp. con gs. y láms. (Agotado)  Nº 34 MONEDA I MONEDES ÀRABS A L’ILLA D’EIVISSA. Por   F FÈLIX R ETAMERO. Ibiza, 1995. 70 pp. con gs. y láms. (Agotado)  Nº 35 LA PROBLEMÁTICA DEL INFANTICIDIO INFANTICIDIO EN LAS SOCIEDADES FENICIO-PÚNICAS. IX JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIOPÚNICA. (EIVISSA, 1994). Por  AA.VV.  AA.VV. Ibiza, 1995. 90 pp. con gs. y láms. (Agotado)  Nº 36 LAS CUENTAS CUENTAS DE VIDRIO PRERROMANAS DEL MUSEO ARQUEOLOGICO DE IBIZA Y FORMENTERA. Por  E  E NCARNACIÓN R UA UA NO R UIZ UIZ. Ibiza, 1996. 101 pp. con gs. y láms. a color. color.  Nº 37 VIDRIOS DEL DEL PUIG DES MOLINS (EIVISSA). LA COLECCIÓN DE D. JOSÉ COSTA “PICAROL”. Por AA.VV. Ibiza, 1997. 130 pp. con

gs. y láms. a color.  Nº 38 PROSPECCIO PROSPECCIONES NES GEO-ARQUE GEO-ARQUEOLÓG OLÓGICAS ICAS EN LAS COSTAS COSTAS DE IBIZA. Por  H  HORST D. SCHULZ y GERTA MAASS-LINDEMANN. Ibiza, 1997. 62  pp., con gs. gs. y láms. láms.  Nº 39 FE-13. FE-13. UN TALLER ALLER ALFARERO ALFARERO DE ÉPOCA PÚNICA EN SES FIGUERETES (EIVISSA). Por   JOAN  R AMON AMON  TORRES. Ibiza, 1997. 206 pp. con gs. y láms.  Nº 40 EIVISSA EIVISSA FENICIO-PÚ FENICIO-PÚNICA. NICA. X JORNAD JORNADAS AS DE ARQUEOLOG ARQUEOLOGÍA ÍA FE NICIO-PÚNI  NICIO -PÚNICA CA (EIVISSA, (EIVISSA, 1995). 1995). Por  AA.VV  AA.VV.. (En prensa)

 Nº 41 RUTAS, RUTAS, NAVÍOS NAVÍOS Y PUER PUERTOS TOS FENIC FENICIOIO- PÚNICOS. PÚNICOS. XI JORNADAS JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 1996) Por  AA.VV  AA .VV.. Ibiza, 138 pp. con gs. y láms.1998. (Agotado)  –225– 

 

 Nº 42 MISCELÁNEA MISCELÁNEAS S DE ARQUEOLOG ARQUEOLOGÍA ÍA EBUSITANA. EBUSITANA. Por   B BENJAMÍ COSTA y JORDI H. FERNÁNDEZ (Eds.). Ibiza, 1998. 216 pp. con gs. y láms.  Nº 43 DE ORIENTE ORIENTE A OCCIDENTE: OCCIDENTE: LOS DIOSES DIOSES FENICIOS FENICIOS EN LAS LAS COLONIAS OCCIDENTALES. XII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FE-

 Nº 44

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 NICIO  NICIO-PÚNI -PÚNICA CA (EIVISSA, (EIVISSA, 1997). 1997). Por  AA.VV.  AA.VV. Ibiza, 1999. 135 pp. con gs. y láms. LA SEGUND SEGUNDA A GUERRA GUERRA PÚNICA PÚNICA EN IBERIA. XIII JORNADAS JORNADAS DE ARQUEOLOGIA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 1998). Por   AA.VV. Ibiza, 2000. 127 pp. con gs. y láms. NECRÓPOLI NECRÓPOLIS S RURALES RURALES PÚNICAS PÚNICAS EN IBIZA. Por  MIQUEL TARRADELL  (†) y MATILDE FONT (†), con la colaboración de MERCEDES R OCA OCA, JORGE H. FERNÁNDEZ, NÚRIA TARRADELL-FONT y CATALINA E NSEÑ  NSEÑA AT. Ibiza, 2000. 258  pp. con gs gs y láms. láms. SANTUARIO SANTUARIOS S FENICIO-PÚN FENICIO-PÚNICOS ICOS EN IBERIA Y SU INFLUENCIA INFLUENCIA EN LOS CULTOS INDÍGENAS. XIV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA,1999). Por  AA.VV.  AA.VV. Ibiza, 2000. 200  pp. con gs gs y láms. láms. DE LA MAR Y DE LA TIERRA. TIERRA. PRODUCCIONES PRODUCCIONES Y PRODUCT PRODUCTOS OS FENICIO-PÚNICOS. XV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIOPÚNICA (EIVISSA 2000). Por  AA.VV.   AA.VV. Ibiza 2001. 160 pp. con gs. y láms. LA FORMA EB. 64/65 DE LA CERÁMICA PÚNICO EBUSITANA. EBUSITANA. Por  A NA MEZQUIDA ORTI. Ibiza 2001. 250 pp. con gs. y láms. LA CERÀMICA DE YABISA. YABISA. CATÀLEG CATÀLEG I ESTUDI DEL FONS DEL MUSEU ARQUEOLÒGIC D’EIVISSA I FORMENTERA. Por  H  HELENA 

K IRCHNER . Ibiza, 2002. 484 pp. con gs. y láms.  Nº 50 LA COLONIZACIÓN FENICIA EN OCCIDENTE. ESTADO ESTADO DE LA INVESTIGACIÓN EN LOS INICIOS DEL SIGLO XXI. XVI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2001). Por   AA.VV. Ibiza 2002. 148 pp. con gs. y láms.  Nº 51 CONTACTOS CONTACTOS EN EL EXTREMO EXTREMO DE LA OIKOUMÉNE. LOS GRIEGOS EN OCCIDENTE Y SUS RELACIONES CON LOS FENICIOS. XVII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2002). Por  AA.VV  AA.VV.. Ibiza 2003. 148 pp. con gs. y láms.

 Nº 52 MISCELÁNEAS DE ARQUEOLOGÍA EBUSITANA EBUSITANA (II). EL PUIG DES MOLINS (EIVISSA): UN SIGLO DE INVESTIGACIONES. Por   BENJAMÍ  COSTA  y JORDI  H. FERNÁNDEZ  (Eds.). Ibiza, 2003. 332 pp. con gs. y láms.  –226– 

 

 Nº 53 CAN CORDA. UN ASENTAMIENTO RURAL PÚNICO-ROMA PÚNICO- ROMA  NO EN EL SUROESTE SUROEST E DE IBIZA. Por   R OSA OSA  Mª PUIG  MORAGÓN, E NRIQUE   DÍES  CUSÍ  y  CARLOS  GÓMEZ  BELLARD,  Ibiza, 2004. 175 pp. con dibujos y fotografías en blanco y negro y una lámina en color.  Nº 54  NICIO COLONIALISMO E INTERACCIÓN INTERA CCIÓN CUL CULAUTÓCTONAS TURAL: EL EL IMPACTO IMPACTO FEPÚNICO EN LAS SOCIEDADES DE OCCIDENTE. XVIII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2003). Por  AA.VV.  AA.VV. Ibiza 2004. 208 pp. con gs. y láms.  Nº 55 UNA APROXIMACIÓN A LA CIRCULACIÓN MONETARIA MONETARIA DE EBUSUS EN ÉPOCA ROMANA. Por   SANTIAGO  PADRINO  FERNÁNDEZ. Ibiza 2005. 188 pp. con láms.  Nº 56 GUERRA Y EJÉRCITO EN EL MUNDO FENICIO-PUNICO.XIX JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2004). Por  AA.VV.  AA.VV. Ibiza 2005. 194 pp. con gs. y láms.  Nº 57 LAS NAV NAVAJAS DE AFEITAR AFEITAR PÚNICAS DE IBIZA. Por   BEATRIZ  MIGUEL AZCÁRRAGA . Ibiza, 2006. 311 pp. con láms.  Nº 58 ECONOMÍA Y FINANZAS EN EL MUNDO FENICIO-PÚNICO DE OCCIDENTE. XX JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚ NICA (EIVISSA, 2005). Por  AA.VV.   AA.VV. Ibiza  2006. 130 pp. con gs. y láms.  Nº 59 MAGIA Y SUPERSTICIÓN SUPERSTICIÓN EN EL MUNDO FENICIO-PÚNICO XXI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2006). Por  AA.VV.  AA.VV. Ibiza 2007. 200 pp. con gs. y láms.  Nº 60 EL DIOS BES: DE EGIPTO A IBIZA. Por   F FRANCISCA VELÁZQUEZ BRIEVA. Ibiza, 2007. 258 pp. con gs y láms.  Nº 61 ARQUITECTURA DEFENSIVA DEFENSIVA FENICIO-PÚNICA XXII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2007). Por   AA.VV. València, 2008. 190 pp. con gs. y láms.  Nº 62 AMULETOS AMULETOS PÚNICOS PÚNICOS DE HUESO HUESO HALLADOS HALLADOS EN IBIZA. IBIZA. Por   AA.VV. València, 2009. 296 pp. con gs. y láms.  Nº 63 EL DEPÓSITO RURAL PÚNICO DE CAN VICENT D’EN JAUME (SANTA EULÀLIA DES RIU, IBIZA). Por   JJOSÉ PÉREZ BALLESTER  y CAR LOS GÓMEZ BELLARD. València, 2009. 176 pp. con gs.  Nº 64 INSTITUCI INSTITUCIONES ONES DEMOS Y EJERC EJERCITO ITO EN CART CARTAGO. XXIII JOR-

 NADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2008).  AA.VV.. València, 2009. 180 pp. Por  AA.VV  –227– 

 

 Nº 65 ASPECTOS SUNTUARIOS DEL MUNDO FENICIO-PÚNICO EN LA PENÍNSULA IBÉRICA. XXIV JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FEFE NICIO-PÚ  NICI O-PÚNICA NICA (EIVISSA (EIVISSA,, 2009). Por  AA.VV. València, 2010. 136 pp. con gs.  Nº 66 OCCIDENTE. YÕSERIM: YÕSERIM: LAXXV PRODUCCI PROD UCCIÓN ÓN ALFARERA ALF FENICIOFENICIO-PÚNI PÚNICA CA ENJORNADAS DE ARERA ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚ FENICIO-PÚ AA.VV. València, 2011. 264 pp. con gs. y  NICA (EIVISSA, (EIVISSA, 2010). 2010).  Por  AA.VV. láms.  Nº 67 SAL, PESCA Y SALAZONES SALAZONES FENICIOS FENICIOS EN OCCIDENTE OCCIDENTE.. XXVI JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA (EIVISSA, 2011). Por AA.VV. València, 2012. 216 pp. con gs.  Nº 68 LA MONEDA MONEDA Y SU PAPEL PAPEL EN LAS SOCIEDADE SOCIEDADES S FENICIO-PÚN FENICIO-PÚNIICAS. XXVII JORNADAS DE ARQUEOLOGÍA FENICIO-PÚNICA  AA.VV.. València 2013. 224 pp. con gs. y láms. (EIVISSA, 2012). Por  AA.VV  Nº 69 AMULETOS DE. València ICONOGRAFÍA EGIPCIA DE IBIIBI AA.VV. , 2014. 728 ZA. POR  AA.VV  pp. con PROCEDENTES gs y láms.

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