Arostegui, Julio - La Europa de Los Imperialismos 1898-1914

May 17, 2018 | Author: padiernacero54 | Category: Wilhelm Ii, Russian Empire, Germany, Agriculture, United Kingdom
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La Europa de los imperialismos (18981914) Julio Arostegui

1

Biblioteca Basica j4 de Historia

ANAYA

I

ras el nacionalismo y la creación definitiva de los grandes estados nacionales en Euro­ pa, donde sin embargo aun perviven estados plurinacionales como el Imperio austrohungaro o el otomano —germenes de futuros con­ flic to s -, se abre la época del Imperialismo. La expansión colonial llevara a enfrentamien­ tos entre los grandes imperios y los estados industriales, entre el poder continental y el poder oceánico. El tránsito de los siglos xix al XX constituye un corto pero intenso perio­ do de grandes conflictos, conocido tradicio­ nalmente como la «Paz Armada», que precede al estallido de la Primera Guerra Mundial. JULIOAROSTEGUl SANCHEZ es catedrático de His­ toria Contemporánea de la Universidad Com­ plutense de Madrid y Doctor vinculado al Cen­ tro de Estudios Historíeos del Consejo Supe­ rior de Investigaciones Científicas. Su labor investigadora se centra en los movimientos socio-políticos de la España Contemporánea, colaborando en diversas obras de Historia Contemporánea de España y Universal.

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y 9 788420 742038

1544054 ;

ISBN 84-207-4203-1

Colección: Biblioteca Básica Serie: Historia Diseño: Narcís Fernández Edición gráfica y maquetación: Rosa Gallego

Coordinación científica: Joaquim Prats i Cuevas (Catedrático de Instituto y Profesor de Historia de la Universidad de Barcelona) Coordinación editorial:

Olga Escobar

Primera edición, mayo de 1991

1 del texto. Julio Aróstegui. 1991 1991. de la edición española, Grupo Anaya. S A Telémaco. 43 28027 Madrid I S B N,: 84-207-4203-1 Depósito legal: M-18 381-1991 Impreso por ORYMU. S. A. C Ruiz de Alda. 1 Polígono de la Estación. PINTO (Madrid) Impreso en España Prlnted in Spain

Queda prohibida la reproducción lotal o parcial de la presente obra bajo cualquiera de sus formas, gráficas o audiovisuales, sin la autorización previa y escrita del editor, excepto citas en revistas, diarios o libros, siempre que se mencione la procedencia de las mismas

Contenido E u ro p a en el cam bio de siglo

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1

Una nueva expansión económica

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2

La trayectoria de las grandes potencias: Gran Bretaña y Alemania 20

3

Colonialismo e imperialismo

30

4

Los movimientos sociales en el tránsito entre los dos siglos

52

5

La cultura de la belle é p o q u e

62

6

El fin de la Europa de Bismarck

70

7

La marcha hacia la Gran Guerra

78

D ato s para una historia

90

G losario

92

Indice alfabético

94

Bibliografía

96

Europa en el cam bio de siglo El p ro c e s o d e extraordin ario crecim ien to q u e los países d e Eu ropa habían e m p ren d id o d e s d e 1850, a p ro x im a d a m en te, lleg ó a su cu lm inación a princi­ pios del siglo XX. El p rog reso se truncó, sin em b a r­ g o , con la G ran G u erra d es en c a d en a d a en 1914, q u e a ca b ó tam bién con tod a una é p o c a d e p r e d o ­ m in io d e E u ropa en el m u n d o . ¿ P o r q u é las gra n ­ d es p o ten cias llegaron a a q u el en fren ta m ien to sui­ cida q u e co rtó to d a una era d e p ro g reso ? El p e río d o q u e lleva directam en te a la guerra arranca, m ás o m e n o s, d e los a ñ o s n o ve n ta d el si­ g lo . En 1890 se p ro d u ce la caída d e Bism arck d e la cancillería d el II R eich a lem á n . C o n ello , el sis­ tem a q u e había im p u esto y m a n ten id o en Eu ropa el canciller alem án se d esm o ro n a ría d a n d o lugar a un n u e v o tipo d e relacion es in tern acion ales q u e d esem b o ca ría p recisa m en te en un co n flicto a rm a ­ d o entre las potencias d e E uropa, m a y o r qu e cual­ qu iera d e los c o n o c id o s con anterioridad. A este p e r ío d o d e la historia e u ro p e a se le llam a d e la « P a z A r m a d a ». En e fe c to , las p o ten cias se rearm an y preparan para una gu erra q u e p o c o a p o c o van con sideran do inevitable. P e ro tam bién se la ha llam ado la «E u ro p a del Im perialism o» p o rq u e uno d e los fe n ó m e n o s fu n dam en tales es la im p re ­ sionante expan sión imperialista d e sus Estados p o r to d o el m u n d o . T a l expan sión es, sin du da, c o n ­ secu en cia del d esarrollo e c o n ó m ic o , d e m o g rá fic o y político d e los Estados industrializados eu ro p eo s. En tod a esta fase última del a scen so d e E u ropa, y en su catastrófico final, tien e un p a p el esencial el c h o q u e d e d o s im perialism os: el británico y el alem á n . En realidad, la G ran G u erra d e 1914 sur­ g e sobre to d o del con flicto p re v io en tre estos dos gra n d es países. A pesar d e to d o esto, en los años anteriores a 1914 el prestigio del vie jo con tin en te lle g ó a su cu m b re y el d esarrollo con tin u ó en los

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terren os e c o n ó m ic o , político, social y cultural.

5

Una nueva expansión económica En 1890 los países de la Europa Occidental habían al­ canzado ya un alto grado de desarrollo de sus econ o­ mías industrializadas. En los veinte años siguientes el progreso económ ico no sólo no se detuvo, sino que dio un salto cualitativo extraordinario. Ninguno de los pro­ cesos ni de los problemas de la Europa del tránsito en ­ tre los siglos X IX y X X se comprendería sin tener en Interior de una mi­ cuenta que aquélla fue una época de un gran crecimien­ na de plomo en A le­ to económ ico, sólo superado por el que se ha vivido mania. El laboreo en los años sesenta de nuestro siglo. de las minas meta­ La población europea aumentó en un tercio entre líferas fue esencial en la econom ía in­ 1875 y 1913. A los países de vieja industrialización, dustrial del siglo com o Gran Bretaña, Francia. Bélgica o, posteriormen­ XIX. El trabajo en te. Alemania, vinieron a sumarse nuevas potencias in­ ellas era particular­ dustriales, com o Italia o Rusia. En todo caso, Alemania mente duro por lo era. en la víspera de la Gran Guerra, la primera p o ­ que la legislación tencia de Europa por la pujanza de su econom ía, por social que lo regu­ laba fue una de las sus producciones industriales básicas, de forma que sólo p rim e ra s que se era superada en el mundo por los Estados Unidos de América. elaboraron.

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Los p rin cip a les p a íses indu striales

Gran Bretaña fue. hasta la década final del siglo, el más Gran Bretaña grande país industrial y primer exportador de capitales, es decir, de dinero para invertir en la creación de nuevas industrias. La expansión de su comercio y finanzas ex­ teriores no habían tenido precedentes en ninguna etapa histórica anterior. Ahora bien, al llegar a finales del si­ Estación de ferro­ glo X IX . la industria británica empezará a quedar anti­ carril en Estados cuada, disminuyen las inversiones, los precios tienden Unidos, a fines del a la baja y los salarios aumentan. Por ello disminuyen siglo XIX. En Esta­ también los beneficios de sus capitalistas. Alemania y los dos Unidos el mon­ Estados Unidos están, sin embargo, en plena expansión taje de una inmensa a partir de 1885. Otras zonas del mundo se industriali­ red de ferrocarriles fue decisivo para la zan. Gran Bretaña, en consecuencia, vende menos. En expansión de la po­ la producción de carbón, acero y hierro a fines del si­ b la c ió n h a c ia el glo X IX Gran Bretaña es superada y tiene que reforzar Oeste y para un de­ su Imperio ya que otros mercados se le cierran. Desde sarrollo económ ico 1896 el comercio británico se debilita. Es entonces cuan­ sin precedentes. La frontera, com o se do tiende a entrar en la reconversión proteccionista. llamaba a ese espa­ Alemania es. por su parte, el gran ejemplo de aque­ cio hacia el Oeste, lla expansión que em pezó en 1850 y que después de no se habría co lo ­ la unificación se hace desbordante para ponerse desde nizado sin el ferro­ 1890 a la cabeza de Europa. El gran desarrollo econó- carril.

Alemania y Francia

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Sobre estas líneas, el com plejo indus­ trial que la familia de los Krupp mon­ tó en Essen (Alem a­ nia), tal com o era en torno a 1910. La Krupp fue una de las más grandes in­ dustrias de transfor­ mación metalúrgi­ ca de Alem ania y del mundo que fa­ bricó todo tipo de m áquinas, de a r­ mamentos — los céle b r e s c a ñ o n e s Krupp— y de herra­ mientas, conocidos en todas partes. El gráfico de la dere­ c h a , m u estra la producción de los tres productos bási­ cos de la indus­ tria pesad a, c a r ­ bón, hierro y acero, en 1913.

mico de Alemania se produce a través de grandes em ­ presas ligadas a un Estado intervencionista y con una perfecta financiación bancaria. La industria alemana estaba mejor organizada y más concentrada que ninguna otra. El mayor volumen de concentración de empresas se daba en la cuenca car­ bonífera y siderúrgica del Rhur. Aum entó la población urbana, se crearon sindicatos obreros poderosos y se dieron las primeras leyes de seguridad social. Alemania decidió entonces desarrollar su actividad marítima, cons­ truyendo una gran marina mercante y. después, de gue­ rra. Entre 1880 y 1913 las exportaciones alemanas aumentaron ocho veces y media, las inglesas sólo tres. Su comercio se dirigió a Europa y América del Sur. Pero ai endurecerse los mercados, también los industriales ale­ manes quisieron colonias. El mercado mundial de m a­ terias primas registró mucha mayor competencia. Francia realizó notables progresos entre 1850 y 1870. Pero después atravesó una coyuntura adversa: la de te­ ner que pagar una indemnización de guerra a conse­ cuencia de la derrota frente a Prusia, perder AlsaciaLorena, inestabilidad interna, crisis agrarias (filoxera de la vid) y la bajada de los precios mundiales de los pro­ ductos agrarios básicos. Francia decidió proteger su agri­ cultura en lugar de transformarla. Pero aplicó pronta­ mente el proteccionismo industrial. En los años noventa repudió los tratados comerciales que había firmado antes y cerró sus mercados a la competencia extranjera. Ffasta 1898 la industria francesa creció poco: luego, hasta 1913. creció a mayor ritmo pero menor que el de Alemania y Gran Bretaña. Francia era país de em ­ presas medianas y pequeñas, con una banca pequeña y repartida. En 1913 era un gran país industrial pero muy por debajo de Alemania y Gran Bretaña. P R O D U C C IÓ N A Ñ O 1 9 1 3

(Millones de toneladas)

P A ÍS E S Carbón

Hierro

Acero

Alemania

278

15

13

Gran Bretaña

292

10

7

50

4

Francia

2,8

La segu n d a revo lu ció n industrial

Sin duda, el hecho más importante en la economía euro­ pea en el tránsito entre los siglos X IX y X X es la nueva revolución tecnológica que se produce, por lo que se ha hablado de la existencia de una segunda revolución industrial a fines del siglo X IX . Si la revolución industrial clásica, la de fines del siglo X V III y comienzos del X IX . fue la del carbón, el hierro y el textil, la máquina de va­ por, el ferrocarril y el telégrafo, podem os hablar de una segunda que, sin que aquellos grandes adelantos se abandonaran, sería la del petróleo y la eleciricidad, la del motor de explosión y el automóvil, la de los plásti­ cos, los nuevos productos químicos y el teléfono. Los grandes adelantos técnicos que dieron lugar a la primera de las expansiones industriales, es decir, la de fines del siglo X V III, se vieron sustituidos y superados a fines del X IX por otra serie de invenciones tecnológicas que iban a transformar la industria. A la vieja fuente de energía por excelencia, el carbón, se le suman otras dos de insospechadas posibilidades, el petróleo y la electri-

Nuevas fuentes

Alexander Graham B ell (1847-1922) fue un célebre in­ ventor americano a quien se debe como principal a p o rta ­ ción la del teléfono. Junto con Thom as fidison contribuyó mucho al progreso de la técnica deri­ vada de la electrici­ dad. En la imagen se le ve inauguran­ do una línea tele­ fónica entre Nue­ va York y Chicago, en 1892.

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cidad. Ello es posible por la creación de las máquinas que son capaces de aprovechar la energía generada por ambas fuentes: el motor de combustión interna o de ex ­ plosión y la máquina eléctrica, tanto las capaces de pro­ ducir electricidad — dinamo y alternador— com o las que producían fuerza transformando la corriente eléctrica. A comienzos del siglo X X hay otro invento de excep­ cional importancia relacionado también con el motor de explosión: el de los primeros artefactos voladores, en­ tre los que destacan los de los hermanos Wright en A m é­ rica. que llevarían a la revolución de la aviación. Otro de los progresos decisivos es el de la química. Se inventan procesos com o el de la electrólisis, o el de la obtención de aceros de diversas calidades a partir de los inventos anteriores de los convertidores u hornos (Siemens-Martin y Bessem er). El acero es ahora el p ro­ ducto fundamental en toda la industria de la construc­ ción mecánica, de las herramientas y en grandes obras públicas, com o puentes o mercados. El más maravillo­ so ejem plo de esta nueva forma de construir es, sin

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El grabado muestra la torre Eiffel, de París, cuando esta­ ba en construcción y por el hueco de sus grandes sopor­ tes se o b s e r v a n tam bién en cons­ trucción los edifi­ c io s p r in c ip a le s para la gran Expo­ sición Universal pa­ risina de 1889. La torre Eiffel es pro­ bablemente el m e­ jor ejem p lo mun­ dial de arquitectura de hierro, típica de fines del siglo X IX , ap licad a tam bién en puentes, m erca­ dos, naves indus­ triales, etc.

duda, el de la torre Eiffel de París, realizada en 1889. Nuevos La producción del ácido sulfúrico, de los abonos deri­ vados de él, de otros tipos de abonos sintéticos, com o inventos los nitratos y fosfatos, los colorantes sintéticos y los pri­ meros plásticos, son también indicadores del progreso industrial a fines del siglo X IX y comienzos del X X . Asimismo se produce una revolución en los transpor­ tes. con la aplicación del motor de explosión, que em ­ plea la gasolina obtenida por refinación del petróleo. El americano Henry Ford produce el primer tipo de coche Uno de los grandes fabricado en serie, en 1903. Ford es el padre y símbolo adelantes que trajo de la industria mundial del automóvil. En 1913, sus fá­ la in d u s tr ia d e l bricas producían en Estados Unidos 250.000 coches al automóvil fue la ge­ neralización de la año. En Europa destacan los franceses Panhard y Louis producción llam a­ Renault y el alemán Daimler, que. junto con Otto. figu­ da en serie: enor­ ran com o los inventores del automóvil. En Alemania se mes cantidades de inventa después, por Rudolf Diesel, un motor que fun­ unidades igu a les cionaba con un combustible más pesado, y más barato, que se van fabrican­ que la gasolina, el gasóleo. El petróleo se convierte en do a través de una «cadena de monta­ uno de los más importantes negocios mundiales que ca­ je». Aquí se observa pitanean pronto los americanos. El más célebre de los ese procedimiento empresarios petrolíferos es Nelson Rockefeller. funda­ en las fábricas Ford de Detroit. dor de la mítica Standard Oil Company.

Nuevos inventos

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Tilom as A lva Edi­ son (1947-1931) fue el inventor de una notable variedad de artefactos que utili­ zaron las posibilida­ des de la corriente eléctrica. Entre sus inventos sobresale la bombilla incan­ descente que ha si­ do hasta hoy el pro­ cedimiento habitual para iluminar me­ diante la electrici­ dad. Pero tan im­ portante com o ello fue que diseñó la p r im e r a c e n tr a l eléctrica, en Nue­ va Y o rk . Inventó también el fonógra­ fo. Aquí le vemos en su laboratorio, en Nueva Jersey.

La hulla seguía siendo, de todas formas, el primer combustible en 1913, pero avanza la competencia de los combustibles líquidos y de la electricidad. Esta últi­ ma tiene extraordinarias aplicaciones desde que Siemens inventara la dinamo para producirla, en 1867. Thomas Alva Edison inventa en los Estados Unidos la bombilla eléctrica en 1879. y en 1882 se instala la primera fábri­ ca de electricidad en Nueva York. La electricidad trans­ forma poco a poco las fábricas arrumbando las viejas máquinas de vapor com o fuente de fuerza. Las gran­ des compañías nacionales productoras de energía eléc­ trica se crean en estos años: la A E G alemana, la M etro­ politan Vickers británica, la Thom pson en Francia, etc. A la revolución tecnológica le acompaña otro fen ó­ meno de no menor importancia: el de la concentración industrial y, por tanto, la nueva organización de las e m ­ presas capitalistas. La tendencia es a que las empresas se conviertan en grandes trusts o uniones de empresas, que se dedican a negocios en diversas ramas de la in­ dustria. La producción de acero está controlada por tales trusts, que son algo más que los kortels alemanes, puesto que son grandes empresas con una sola dirección.

N u e v a in d u stria liza ció n : el e je m p lo de R u sia

La industrialización rusa constituye tal vez el mejor ejem ­ plo de la segunda gran fase expansiva de la industriali­ zación. que alcanza a países com o Rusia. Italia, Japón o Canadá. Rusia y Japón presentan una novedad de gran importancia en su desarrollo ¡ndustrializador: el pa­ pel muy importante jugado en ella por la intervención del Estado. En la historia de Rusia. 1861 es una fecha de impor­ tancia clave, pues en ella se da el decreto de liberación de los siervos, promulgado por el zar Alejandro II (18551881). y, aunque las consecuencias sociales y políticas de esa medida tardaron tiempo en manifestarse, era un cimiento indispensable para el progreso económ ico del imperio zarista. Su efecto sobre la econom ía agraria no fue tampoco inmediato. Pero esas medidas provenían de que los políticos se convencieron de que en Rusia, como en todas partes, sin una transformación de la agri­ cultura no era posible desencadenar un proceso industrializador.

El zar Alejandro II de R u sia (1 8 5 5 1881), rodeado de su Estado Mayor. Bajo su reinado co ­ menzaron algunas d e la s g r a n d e s tra n sfo rm a cio n es de Rusia en el siglo X IX , particularmen­ te la a gra ria . En 1861 él promulgó la d is p o s ic ió n qu e abolía la servidum­ bre en el Imperio. T a m b ién b a jo su reinado se dieron los primeros atisbos de la industrializa­ ción rusa.

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Rusia

La agricultura rusa fue durante la m a­ yor parte del siglo X IX de subsistencia. Su base fue el culti­ vo del cereal, el tri­ go, en cam pos tan fértiles com o los de U crania, que nos muestra el graba­ do. A finales del si­ glo X IX com enzó el cambio.

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Los cambios sociales de la población rural no m ejo­ raron, no obstante, las técnicas de cultivo. Los antiguos siervos pudieron comprar pocas de las tierras que culti­ vaban. La existencia de una comunidad campesina o mir, que limitaba la propiedad privada, no fue tam po­ co, en principio, favorable al desarrollo agrario. No hubo una real transformación de la econom ía rural rusa en el siglo X IX . Por eso su industrialización se retrasó. Por todo ello, el m odelo ruso de industrialización se diferencia también de los de la Europa occidental. Fue el Estado zarista el que advirtió que el retraso económ i­ co impediría siempre al imperio ruso jugar un papel in­ ternacional de importancia. El cambio generalizado en la agricultura de Europa a partir de los años ochenta, ante el empuje y la competencia de los productos bási­ cos venidos de América o de Australia y de los países coloniales, convenció a los dirigentes rusos de la n ece­ sidad de industrializar el país. Pero carecían de los capi­ tales necesarios para ello y, en consecuencia, para po-

der industrializar tuvieron que pedir la llegada de capi­ tales extranjeros. Las grandes industrias básicas rusas, en las cuencas carboníferas del Mar Negro — Donetz— o en los Urales, donde se instalaron las industrias pesa­ das y también en torno a Petrogado. la capital zarista, en que se asentaron las industrias de transformación —ma­ quinaria. textil, armamento, etc. — , hubieron de hacerse fundamentalmente con el apoyo de los capitales extran­ jeros. francés, belga o alemán. El comienzo de la indus­ trialización fue para Rusia el comienzo de su gran cambio desde las estructuras feudales a las del capitalismo. La industrialización rusa estuvo acompañada de una revo­ lución en los transportes. El hecho más destacado es la construcción del ferrocarril transiberiano. la línea más larga del mundo, que estaba concluida ya en 1904.

Rusia

La familia campesi­ na en Rusia solía ser bastante nume­ rosa, alojada en v i­ viendas inferiores a las de O ccidente, y soportando tam ­ bién c o n d ic io n e s climáticas más des­ favorables. Su pro­ ductividad era baja.

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C o m e r c io , a g ricu ltu ra y a c tiv id a d e c o n ó m ic a

A fines del siglo X IX . el comercio mundial pasó del librecambismo de las décadas anteriores a un proteccio­ nismo progresivo. En realidad, en la expansión econ ó­ mica del siglo X IX creció más la producción, unas ocho veces, que el comercio internacional, que sólo se triplicó. Ello produjo crisis periódicas. Las protecciones aduane­ ras ante los productos y la promoción de la producción propia fue la orientación general de todos los países d e­ sarrollados. Esta tendencia obedecía a la voluntad de los países europeos de proteger sus economías frente a la compentencia exterior. Sólo Gran Bretaña siguió aún fiel al librecambismo, tendiendo, sin embargo, a reforzar los lazos económicos con su imperio, form ando un bloque. Esa idea tiene com o principal defensor al ministro Joseph Chamber­ lain. Pero hasta 19 £4 Gran Bretaña tuvo un proteccio­ nismo débil. Francia estableció en 1892 el llamado «arancel Méline» — nombre del ministro que lo impu­ so— , que era el que más derechos de aduana cobraba a las importaciones de todo el mundo. El peso de Europa en la economía mundial va siendo poco a poco contrarrestado por la expansión de la economía nortea­ mericana y, algo después, de la japonesa. El fenómeno más importante es que el comercio mun­ dial cambia su estructura. Europa occidental se convierte en importadora de productos alimenticios y de mate­ Sobre estas líneas, rias primas para la industria y en exportadora de pro­ el político británico Joseph Cham ber- ductos industriales. Los adelantos en el transporte a gran lain (1836-1914). distancia — nuevos tipos de barcos, cámaras frigorífi­ Perteneció al par­ cas— facilitan la llegada a Europa de carne, leche, cerea­ tido Liberal Unio­ les y productos alimenticios tropicales en buenas condi­ nista del que llegó ciones y a buenos precios. Y ello era consecuencia, a a ser líder en 1891. su vez, de un cambio en la agricultura mundial. La intro­ Fue S e c r e ta r io (equivalente a M i­ ducción en el mercado de los productos de los llamados nistro) de Colonias países nuevos — Australia. Argentina, Canadá, Estados en 1895, mostran­ Unidos— y de las nuevas colonias europeas — Sudádo una actitud fran­ frica. Indonesia, etc. — hizo que la agricultura europea, cam ente im peria­ tuviera que reacomodarse para no cultivar aquellos pro­ lista. Chamberlain ductos que no podían competir con los extranjeros. fue partidario del Rusia y la Europa del Este se convirtieron también en sistema com ercial abastecedores de productos primarios para la Europa llamado «de prefe­ rencia imperial». industrializada: cereales y petróleo de Rusia, remolacha

El comercio

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y cereales de los países danubianos. La Europa occiden­ tal se convirtió en espacio de agricultura intensiva — de gran producción y aprovechamiento por unidad de su­ perficie— , mientras que Europa oriental y otras partes del mundo se especializaban en agricultura extensiva — cultivo de extensas áreas con rendimiento bajos. Las variaciones de la actividad económica en este p e­ ríodo fueron frecuentes, pero poco intensas, si se ex­ cluyen la depresión de los precios y de la producción que culminó en 1896 y que en su tiempo fue llamada la «Gran Depresión». En estas depresiones económicas, al final del siglo, tenían cada vez menos importancia los problemas de la producción agraria: las crisis son cada vez más de tipo industrial y financiero. Ello es una prueba del gran cambio económ ico que se había pro­ ducido en la segunda mitad del siglo X IX . Período que. com o hemos dicho, presenta, por otra parte.una ten­ dencia a la baja generalizada de los precios de las mer­ cancías que se cotizan en los mercados internacionales, y que culmina en la depresión de 1896. Pero después, los

La Gran Depresión

U n o de los m ás im portantes puer­ to s a le m a n e s y europeos de fines del siglo X IX , el de H a m b u rg o . Esta vieja ciudad alem a­ na. de vocación co ­ mercial desde los tiempos de la Hansa m e d ie v a l, fue uno de los nuevos grandes centros in­ dustriales alemanes en el estuario del río Elba.

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Las g ra n d e s p o te n c ia s e c o n ó m ic a s

Las principales potencias

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Cuando comienza el siglo X X . Alemania es la primera potencia económica del continente europeo y la segunda mundial, detrás de los Estados Unidos de América. El proceso de la industrialización alemana desde 1850 es un caso especial en Europa, que contrasta con la forma en que Gran Bretaña se había industrializado algo más de m edio siglo antes. A fines del siglo X IX , Alemania tenía una industria, una econom ía en general, mucho más moderna que la británica. También se puede des­ tacar que. en 1913, seis países europeo-occidentales — Gran Bretaña. Alemania, Francia, Italia, Bélgica y Suecia— producían por sí solos el 75 por ciento de to ­ das las manufacturas de Europa. En 1913, Alemania era el segundo país del mundo por su producción industrial, que equivalía al 15,7 por ciento de toda la mundial, muy lejos de los EE.U U .. que representaban el 35,8 por ciento, y muy cerca de Gran Bretaña, que alcanzaba el 14 por ciento. Pero el com er­ cio alemán era ya mucho más flexible y agresivo que el británico. Los capitalistas alemanes estaban muy in­ teresados en invertir en la industria francesa, en la ita­ liana, en la austríaca y en la rusa. La influencia eco n ó ­ mica de Alemania en la Europa de 1914 era tal que no resulta difícil de entender que los demás estados in­ dustriales la consideraran com o un peligro arrollador. En 1914, Gran Bretaña, siendo aún una gran poten­ cia económica, había perdido su supremacía industrial. Una muestra de la Y ello se debía a la competencia alemana. Para Gran extraordinaria po­ Bretaña mantener su supremacía era cuestión de vida te n c ia in d u stria l o muerte. Hubo un intento, capitaneado por Joseph a le m a n a es este descomunal cañón, Chamberlain, de introducir el proteccionismo económico llamado «Gran Ber­ en la política británica, pero a ello se opusieron los libe­ ta», fabricado por la rales, que ganaron la partida. De todas formas, Gran firm a Krupp, del Bretaña era todavía la primera potencia financiera del tipo de los que se mundo y Londres la primera ciudad comercial. Los pre­ e m p le a r o n p a ra bombardear París a cios a nivel mundial se fijaban de acuerdo con el mer­ partir de 1914. Su cado de Londres. alcance y calibre no El otro gran centro financiero era París, donde se ges­ tenían igual en la tionaba la mayor parte de los capitales que se invertían época y su montaje en los países del este o del sur de Europa, especialmente, necesitaba una la­ boriosa obra de in­ los que se invertían en Rusia. También en París se colo­ caba la mayor parte de los empréstitos o títulos de deuda fraestructura.

pública que emitían otros Estados. En esta fase final del capitalismo del siglo X IX . la inversión de capitales en el extranjero era uno de los objetivos de cada econ o­ mía nacional. Alemania, pese a la gran potencia eco ­ nómica del país, desempeñaba en el mercado financiero mundial un papel secundario. También las circunstan­ cias políticas tuvieron una importante influencia sobre el mercado financiero de Europa en torno a 1914. El nuevo auge expansivo de los grandes Estados euro­ peos — Gran Bretaña, Francia, Bélgica, y también Ru sia— por territorios extraeuropeos, principalmente Africa y Asia, tuvo una incidencia decisiva en el desarrollo eco­ nómico. Los intereses económ icos de Europa tendie­ ron a hacerse mundiales. La economía se «mundializó», y con ello el comercio, favorecido por el hecho de que los países tienden a especializarse en sus producciones. Europa vende industria y com pra agricultura. De for­ ma que podía hablarse de un mercado mundial donde las colonias representaban un gran papel. Pero a Europa empiezan a surgirle competidores en otras zonas del mundo, en América y en el océano Pacífico.

Una economía mundial

La Bolsa de París o mercado de valores fin a n ciero s — a c ­ ciones y obligacio­ nes— en el último cuarto del siglo XIX. Hasta casi nuestros días en la Bolsa se vendían y com pra­ ban títulos de pro­ piedad en medio de un bullicio y griterío enormes. El estado de la Bolsa refleja­ ba cla ra m en te el de la econom ía en cada momento.

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La trayectoria de las grandes potencias: Gran Bretaña y Alemania

La Reina Victoria de Inglaterra, em ­ peratriz de la India, asiste en la abadía de W estm inster a una ceremonia reli­ giosa en conm em o­ ración de sus bodas de oro com o reina, el 2 de ju n io de 1897. Su reinado fue, sin duda, el más glorioso de to­ da la historia britá­ nica.

De entre los estados europeos, en las última década del siglo X IX y primera del X X . destacaban dos, cuyas futu­ ras rivalidades explican sobre todo ese gran conflicto fi­ nal armado, la Gran Guerra. Esos dos estados no eran otros que Gran Bretaña y Alemania. Sus políticas mun­ diales eran distintas y. en principio, complementarias: una en oceánica: la otra, continental. Pero los intereses expansivos de ambas, los intereses imperialistas, habían de enfrentarlas. En esta época final del siglo X IX se pro­ duce un nuevo fenóm eno: el relativo oscurecimiento de Francia, sumida en crisis internas y superada claramen­ te en su econom ía por Alemania. Francia, en cambio, se convertiría en una gran potencia colonial. G ran B reta ñ a

Gran Bretaña, a mediados de la década de los noven­ ta, estaba todavía bajo el próspero reinado de la reina Victoria, el más largo de la historia del país. La «era victoriana» vivía ya sus últimos momentos, pero su gloria

no había decaído. Gracias al ministro Disraeli, Victoria había llegado a ser Emperatriz de la India. Toda la política británica se basaba en el consenso en­ tre su clase dirigente y las capas medias de la población, en la idea de que crear y mantener un imperio era la gran empresa del país, la gran misión de la raza ingle­ sa, bajo la forma de la «civilización» del mundo. Una vez conquistado ese Imperio, Gran Bretaña se sintió llamada a imponer en el mundo una Pax Britannica, imi­ tando la antigua Pax Romana. Los dos grandes hom ­ bres de Estado británicos de la época. Joseph Chamberlain y Lord Salisbury, coincidían en estas ideas, y los dos principales partidos, los lories y los whigs. también. Salisbury fue jefe de! gobierno entre 1895 y 1902 y era el líder del partido conservador. Chamberlain em pezó su carrera junto a Gladstone. del que luego se separó poniéndose a la cabeza de una parte de los liberales o wighs. El sistema político del país se había democratizado bastante desde que en 1885 se emprendiera la última gran reforma, que cambió el mapa electoral de Gran Bretaña, no retocado hasta 1918 y

La política británica

El liberalismo polí­ tic o tien e c o m o principio el gobier­ no basado en la opi­ nión de los ciudada­ nos que se expresa a través del voto. El gra b a d o m uestra unas elecciones en Gran Bretaña. Pue­ de verse la mesa electora l, la urna y la zona reservada, donde el votante eli­ ge la papeleta que in trodu cirá en la urna com o expre­ sión de su voto.

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La política británica Inauguración en la ciudad de El Cabo, en Sudáfrica, de un m on u m en to a la m emoria de Cecil Rhodes, el creador del Imperio Britá­ nico en Africa del Sur. R h o d e s fue uno de los grandes imperialistas britá­ nicos y su nombre quedó ligado a la colonia que se lla­ mó Rhodesia (del Norte y del Sur), actualmente, Zambia y Zimbabue.

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del que fue artífice Chamberlain. El fundamental pro­ blema interno fue entonces el de Irlanda. Gran Bretaña mantuvo su puesto de primera poten­ cia colonial en Asia y amplió su control en Africa gra­ cias a la obra de un gran personaje, Cecil Rhodes. Has­ ta los comienzos del siglo X X la primacía británica en las rutas oceánicas no fue discutida por nadie. La amena­ za iba a venir de parte alemana, desde el momento en que Alemania declaró su intención de convertirse en una gran potencia naval. Desde el final de las guerras napo­ leónicas. Gran Bretaña había practicado la política de no intervenir en los asuntos continentales de Europa, para concentrar su potencia en los territorios ultramari­ nos y en el control del comercio marítimo mundial. En el sistema de Bismarck, Gran Bretaña se había mantenido prácticamente al margen. Su interés radica­ ba en reforzar los lazos con su imperio. Pero en torno a 1904 Gran Bretaña comprendió que no podía que­ dar ajena a los problemas de Europa continental y ello le llevaría a la búsqueda de nuevas alianzas.

A le m a n ia

El Imperio Alemán, el II.° Reich, era el estado que m a­ yores progresos había realizado durante los últimos años del siglo X IX . Pasó de 51 millones de habitantes a c o ­ mienzos de la década de 1890 a 68 millones en 1914. Dado su extraordinario desarrollo, no es extraño que aspirase a una expansión marítima, indispensable para continuar el progreso. Pero ahí sus intereses eran total­ mente contradictorios con los británicos. La vida política interna alemana se enfrentaba, sin em ­ bargo. a diversos problemas. Las fuerzas dominantes eran las conservadoras, los representantes del viejo es­ píritu de Prusia y las fuerzas progresistas tenían que abrir­ se paso en un régimen que no era plenamente liberal. El socialismo obrero había fundado el primer partido obrero del mundo, el Partido Obrero Socialdemócrata Alemán, al tiempo que aparecía también un primer par­ tido confesional poderoso, el Zentrum católico. El «pangermanismo» tom ó rápidamente auge, siendo el origen de movimientos que posteriormente caerían claramen-

La política alemana

El Partido Obrero S o c ia ld e m ó c r a ta alemán se fundó en 1869 por la unión de los grupos obre­ ros marxistas y los llamados «lassallianos», de lo que sur­ gió el partido obre­ ro más potente de Europa en el siglo xix y primer tercio del X X . El gra b a ­ do muestra un acto del partido en 1892, en la época de su apogeo. Sus gran­ des figuras fueron l.iebknecht, Bebel, Kaustky y Rosa Luxemburgo.

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te en el racismo. La Liga Pangermanista se fundó en 1891 y pedía una expansión colonial y una expansión continental que diera al pueblo alemán el espacio que necesitaba. Al canciller Bismarck le sucedieron com o primeros mi­ nistros Caprivi, Hohenlohe, von Holstein, von Bülow y. finalmente, Bethmann-Hollveg, que era el primer mi­ nistro alemán cuando comenzó la guerra de 1914. Dado el sistema constitucional alemán, estos ministros no eran responsables de su gestión ante el Parlamento, sino ante el kaiser o emperador. La influencia del parlamento y los partidos tenía su importancia en el hecho de que ha­ bían de aprobar los presupuestos anuales del Estado, pero no en otra cosa. Desde 1896 Alemania declaró su voluntad de hacer una política mundial, que se apoyaría, especialmente, en el desarrollo de su marina, en la creación de una gran flota de guerra. Hasta entonces, la gran flota mundial de guerra era la británica, que tenía 147 grandes bu­ ques — cruceros y acorazados— de guerra. En Alema-

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Guillermo II de Prusia, kaiser del II Reich alemán (1888-1918), presi­ de un banquete ofi cial en Berlín en el que el monarca se halla rodeado de los altos mandos del Ejército, de su Estado Mayor.

nia surge el Plan Tirpitz — por el nombre del almirante que lo diseñó— en 1898, para construir una flota que, de no igualar a la británica, sí podría compararse con ella. Y ese plan se prolongó hasta 1913, El problema fue que Alemania no encontró grandes hombres de Estado para dirigir su política imperialista. El kaiser Guillermo II fue el protagonista principal de tal política de ofensiva, puesto que sus poderes constitu­ cionales eran muy superiores a los de los jefes de Esta­ do de las potencias propiamente liberales. Guillermo II, hombre de fuerte personalidad, no supo rodearse de grandes colaboradores. Los cancilleres que siguieron a Bismarck no tuvieron su talento. V on Bülow, el mejor político de todos ellos, gobernó hasta 1909. En la política alemana de esta época la influencia del poder militar, a través del Alto Estado Mayor, y de sus sucesivos jefes, von Moltke, Schlieffen. Hindenburg. Ludendorff, fue determinante, y la causa esencial del beli­ cismo y militarismo, que han ido ligados al espíritu pru­ siano desde los tiempos de Federico II en el siglo X V III.

La política alemana

La im agen refleja bien el hecho del p o d e r o s te n ta d o por los militares en el Imperio. Así co ­ mo que el kaiser te­ nía una interven­ ción muy directa en la política del país y en su organiza­ ción militar, mucho mayor de la que te­ nían los monarcas constitucionales de Gran Bretaña, B él­ gica, Italia o Es­ paña.

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F ra n c ia y las p o ten cia s m en ores

La política francesa

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El general Georges Boulanger. después de su fulgurante ca­ rrera política, aca­ bó huyendo a B él­ gica y suicidándose en 1891. D ecid ió acabar con su vida de una manera que recu erd a b a sta n ­ te las v ie ja s fo r­ m as ro m á n tic a s : en el c em en terio y ante la tumba de su antigua amante, Margarita de Bonnemain.

Francia era la única gran potencia cuyo régimen políti­ co era republicano. La 111.a República experimentó un apreciable desarrollo económ ico en la primera década del siglo X X , pero perdió peso en el conjunto mundial. Seguía siendo una gran inversora en el extranjero. Des­ de 1890 el movimiento favorable a la expansión colo­ nial se reforzó dando la razón a la política propuesta por Jules Ferry. El «Com ité de Africa Francesa» era una en­ tidad privada creada en 1890 por intelectuales, políti­ cos y militares. Y la «Unión Colonial» se crea en 1895. Pero no por ello dejaba de haber corrientes contrarias. Los socialistas eran los principales sostenedores de la hostilidad al colonialismo. La política interior de la 111.a República desde 1890 fue ya mucho más estable que en los tiempos de la fun­ dación del régimen después de la derrota de 1870. La 111.a República tenía dos cámaras legislativas, llamadas Asamblea y Senado, y un presidente con pocos p o d e­ res. En 1880 se había instaurado el sufragio universal masculino — Gran Bretaña sólo lo tendría en 1912 y Es­ paña en 1890— . En Francia no hubo partidos políticos bien estructurados y fuertes hasta bien entrada la déca­ da de los ochenta. Un partido se agrupó en torno a León Gambetta. haciendo la política más moderada. El otro partido era el radical, a cuya cabeza estuvo Clemenceau. Ambos grupos coincidían en el anticlericalismo. Un par­ tido obrero apareció en 1879 a consecuencia, com o en otros Estados, de la disolución de la Internacional. A n ­ tes de 1890 Gambetta y Jules Ferry fueron las dos figu ras políticas principales. El último de los problemas de estabilización interna fue el que planteó el general Boulanger. Después de ha­ ber sido ministro de la guerra (1885-1888) Boulanger intentó ejercer el caudillaje, en 1889, apelando a las ma­ sas descontentas, fomentando el nacionalismo y el sen­ timiento de «revancha» frente a Alemania y aliándose con los que no dudaban en derrocar, incluso, la Repú­ blica. Pero fue derrotado en las elecciones de ese año. hubo de huir y la República salió fortalecida. En los años noventa, la República gana apoyos en la opinión. Los católicos se reconcilian con aquel régi­ men anticlerical — ese movimiento de acercamiento a

la República por parte de los católicos se llamó ralliem ent— . Una nueva amenaza se presentó entonces para la República: la conocida com o el affaire Dreyfus (el asunto Dreyfus). En 1894. Dreyfus, militar judío, fue acusado de espionaje con pruebas falsas. Detrás se es­ condía el antisemitismo. La opinión pública se conm o­ vió al demostrarse la falsedad de tales acusaciones. La aclaración de la verdad fortaleció también a la Repúbli­ ca frente a los enemigos conservadores. En Europa el principal problema de las relaciones ex­ teriores de Francia era el Imperio Alemán, que hasta 1890 había seguido la línea de Bismarck de mantener a Francia fuera de las grandes alianzas entre estados. Había en Francia dos principales corrientes de opinión en tom o a las relaciones con Alemania. Una. la de quie­ nes pensaban que había que llegar a acuerdos que, sin renunciar nunca enteramente a la reivindicación de

La política francesa

El célebre escánda­ lo Dreyfus —affaire Dreyfus— fue un episodio de origen m ilitar que tenía detrás una im por­ tante significación política com o movi­ miento antijudío y contra la República en F r a n c i a . En 1898, el escritor Emite Zola publicó su célebre artículo «Y o acuso» en de­ fensa de Dreyfus. El g ra b a d o m uestra el momento en que Dreyfus, condena­ do, es degradado y su sable roto.

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Rusia y Austria-Hungría

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Lina vista de la co ­ ronación del último zar de Rusia, N ico­ lás II (1894-1917), en la catedral de San Miguel, dentro d e l r e c i n t o de l Kremlin, en Moscú. Aunque la corte re­ sidía en Petrogrado, estas cerem o­ nias se realizaban en Moscú lugar ori­ ginario de la familia de los Romanov, di­ nastía de los zares. Las torpezas políti­ cas del zar Nicolás aceleraron el proce­ so del fin del Im pe­ rio ruso a manos de la revolución.

Alsacia-Lorena, perdida en la guerra de 1870, dieran lugar a un fuerte autonomía de dicha región. Otra co­ rriente pensaba que la reconciliación con Alemania era imposible y que la política francesa debía basarse, por tanto, en alianzas con otras potencias. La primera de esas corrientes estaría representada por el ministro de Asuntos Exteriores Hanotaux. hasta 1898. la segunda, por el ministro Delcassé. Pero política colonial y políti­ ca europea estaban estrechamente entrelazadas. Rusia seguía siendo, junto a Austria-Hungría, el ejem ­ plo de los imperios autocráticos. El último de los zares, Nicolás II, había subido al trono en 1894. Pero a fines del siglo X IX se estaban produciendo en el interior del imperio zarista algunas transformaciones importantes. En 1861 el zar Alejandro II había decretado la liberación de los siervos. La industrialización, com o vimos, pro­ gresaba en algunas zonas delimitadas: la cuenca del Donetz, Petrogrado y los Urales. Después se ampliaría ha­ cia Siberia. Aparecería entonces un proletariado urbano. La política exterior rusa tenía a fines del siglo X IX dos orientaciones básicas: el Mediterráneo y los Balcanes, por una parte, y el Extremo Oriente, por otra. Nacía un «paneslavismo» mientras que la colonización del Extre­ mo Oriente iba a tener un extraordinario incremento con la construcción del ferrocarril transiberiano. que se com enzó en 1891. Pero el gran tropiezo de la política exterior rusa fue el choque bélico con Japón en 1904 y la consiguiente derrota, lo que reorientó la política exterior del imperio zarista y dio paso a la revolución de 1905. La política exterior rusa careció siempre de un buen director. Austria-Hungría se encontraba en una clara situación de estancamiento político, aunque en el terreno econ ó­ mico se habían visto progresos al crearse focos indus­ triales en los Sudetes y en Carinthia. La lucha de na­ cionalidades en el interior del Imperio era el problema clave. De todas formas, Hungría tenía ya un alto grado de autonomía y su clase dirigente estaba compuesta cada vez más por magiares, es decir, por gentes autóctonas. Austria-Hungría no participó en forma alguna en la ca­ rrera colonial y sólo en la década de 1910 se vio cierta tendencia a buscar expansión de nuevo a costa del Im ­ perio Otomano.

En la misma década el mayor problema austríaco es­ tuvo en los Balcanes y concentrado en las relaciones con Italia el reino de Servia, que era el núcleo del eslavismo al sur. En todo caso, el estado de los Habsburgo se man­ tenía en pie gracias en buena parte a la personalidad clel em perador Francisco José, que había subido al tro­ El emperador Fran­ cisco José I de Ausno en 1848. Un estado en fase de creciente influencia, durante esta iria-Hungría recibe a un grupo de m ag­ época, fue Italia. Experimentó un importante incremen­ n ates h ú n g a ro s . to demográfico, llegando a 35 millones de habitantes Desde 1867 el Im ­ en 1913, y empezó una industrialización eficaz que siem­ perio había pasado pre había estado entorpecida por su carencia de fuen­ a ser «dual», com ­ tes energéticas. Pero el sistema parlamentario tenía puesto por dos bloproblemas en el país y en la expansión colonial se en­ q u e s , A u s t r i a y Hungría, y aunque contraba también con dificultades en Túnez y en Etio­ el poder central re­ pía — derrota de Adua en 1896— . Desde 1900 apare­ s i d í a en V i e n a , ce una fuerte corriente nacionalista cuyo representante Hungría tenía una principal es el poeta Gabriele D'Annunzio. gran autonomía.

Colonialismo e imperialismo

Un bello grabado del canal de Suez en la ceremonia del paso de los prim e­ ros barcos tras su i n a u g u r a c i ó n en 1869. La inaugura­ ción se solemnizó con grandes Restas, entre las que se in­ cluyó el estreno de la céle b re Ó p era del compositor Verdi Aída, am bienta­ da en el Antigu o Egipto.

A fines del siglo X IX y comienzos del X X el imperialis­ mo es uno de los rasgos básicos de las relaciones entre los Estados del mundo. Antes de explicar lo que carac­ teriza a este imperialismo, conviene señalar las diferen­ cias entre lo que fueron los imperios de la Antigüedad — Egipto, China, R om a — y lo que es el imperialismo de los países industrializados de la Europa Occidental a fines del siglo X IX . El imperialismo contemporáneo es, sobre todo, la consecuencia evidente de un gran desarro­ llo, si bien no sólo económ ico, de los países de Europa. El imperalismo de las potencias capitalistas industria­ lizadas se caracterizó por el impulso hacia la acumula­ ción de territorios en ultramar para aumentar su p o d e­ río económ ico, político y militar. Era acumulación de poder, pero no sobre un territorio continuo, com o en la Antigüedad, sino por expansión discontinua, llegando a controlar territorios o a tener enclaves en muchas par­ tes del mundo que no podían unirse entre sí salvo por mar. Pero siempre expresó una voluntad de poder. Muchos historiadores, economistas y otros científicos han estudiado el fenóm eno del imperialismo contem ­ poráneo sin ponerse enteramente de acuerdo sobre sus

orígenes, uno de los temas más difíciles de establecer. I s célebre la obra del economista británico Hobson que en 1902 publicó Estudio del Imperialismo, donde se ex­ puso por vez primera la idea de que el imperialismo obe­ decía a razones fundamentalmente económicas ligadas .il desarrollo del capitalismo y su necesidad de expan­ sión. Esa fue la explicación que retomaron algunos teó­ ricos marxistas, com o Rudolf Hilferding y, sobre todo, Lenin, que escribió otro célebre libro: El imperialismo, lapa superior del capitalismo (se discute la corrección
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