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GUIA DE LA SALUD MENTAL El profesor EMILIO MIRA Y LÓPEZ, de reputación
internacional, es bien conocido por los lectores argentinos. Sus actividades científicas, desenvueltas en la cátedra o a través de numerosas obras publicadas y traducidas a varios idiomas, han demostrado el vigor de los recursos de su inteligencia y su erudición, generosamente d e s d o b l a d a s sobre todo en el campo de la psicología. Desde hace algún tiempo, se ha comprobado que la llamada "paz mental" o "tranquilidad de espíritu" no es una cualidad hereditaria, sino el resultado del e q u i l i b r i o de fuerzas instintivas y de actividades racionales y conscientes. De la necesidad que luego se impuso al hombre moderno de cuidar de sí mismo para mantenerse siempre psíquicamente e q u i l i b r a d o durante el lapso, corto o largo de vida que debiera recorrer, surgió el conocimiento que pudo ser obtenido y asimilado de ciertas normas o preceptos que la medicina y la psicología, estrictamente asociadas, están en condiciones de ofrecerle. Es lo que se propone este libro, breviario de salud psíquica, mediante vina serie de análisis objetivos y prácticos de los principales factores que condicionan y determi-
GUIA DE LA SALUD MENTAL
OBRAS DEL AUTOR (En castellano) Teoría y Práctica del Psicoanálisis. Monografías Mediques (1926). Manual de Psicoterapia. Instantáneas Fundamentos
1» y 2» ed. Barcelona.
Bd.
Ed. Aniceto López. Bs. As. (1941).
Psicológicas.
Ed. Bajel. Bs. As. (1943).
del Psicoanálisis.
Ed. Américalee. Bs. As. (1943).
La Psiquiatría en la Guerra. Ed. Médico-Quirúrgica. Bs. As. (1944). Higiene Mental del Mundo de Post-Guerra. Ed. Mundi Atlántico. Buenos Aires (1945). El Niño que no Aprende.
Ed. Kapelusz. 2S reimpr. Bs. As. (1950).
Psiquiatría Básica. 3» ed. Ed. El Ateneo. Bs. As. (1953). Manual de Psicología Jurídica. Aires (1954).
4» edición. Ed. El Ateneo. Buenos
Problemas Psicológicos Actuales. 5* ed. Ed. El Ateneo. Bs. As. (1954). Cuatro Gigantes del Alma. Ed. El Ateneo. 3» ed. Bs. As. (1954). Manual de Psiquiatría. 4* ed. Tomos I, II y III. Ed. El Ateneo. Buenos Aires (1955). Psicología Experimental.
Ed. Kapelusz. Bs. As. (1955).
Psicología Evolutiva del Niño y del Adolescente. Buenos Aires (1955). Manual de Orientación Profesional. Aires (1956). Corno Estudiar y Cómo Aprender.
69 ed. El Ateneo.
Ed. Kapelusz. 4» ed. Buenos Ed. Kapelusz. 3» reimpr. Bs. As.
EMILIO MIRA Y LÓPEZ EX PRESIDENTE DE LA LIGA ESPAÑOLA DE HIGIENE MENTAL VTCEPBESIDENTE DE LA INTERNATIONAL LEAGUE OF MENTAL HYGIENE
GUIA DE LA SALUD MENTAL NORMAS PRÁCTICAS DE HIGIENE PSÍQUICA
EDITORIAL OBERÓN Buenos
Aires
Copyright by EDITORIAL OBERÓN.
Queda hecho el depósito que proviene la ley 11.723. IMPRESO EN LA ARGENTINA PRINTED IN ARGENTINA
Una señal de los tiempos confusos en que vivimos es el hecho de que hace un decenio apareció en Buenos Aires da versión castellana de un libro mío publicado en inglés originariamente y ahora se presenta ésta de otro que \hace pocos meses fue inicialmente escrito y publicado en lengua portuguesa; en breve acontecerá lo propio con un tercero que primitivamente fue editado en París.' Todos esos saltos y transferencias lingüísticas nos son habituales a quienes desde hace casi veinte años I representamos la denominada España Peregrina y andamos — corno glosó León Felipe — "solos y desnudos por el Mundo", pero satisfechos por habernos llevado y difundido la suave canción de su alma, que ahora es conocida y amada en vez de los roncos gritos del conquistador imperial. Sometidos a toda suerte de presiones ambientales, los exilados republicanos españoles han sabido dar un ejemplo de serenidad e higidez mentales, y creo que por esto, más que por el conocimiento teórico, uno de ellos — quien ahora escribe — se encuentra autorizado para presentar al público de habla hispánica la presente G-uía de la Salud Mental, •cuyo éxito en Brasil ha colmado sus esperanzas. La Editorial Oberón ha realizado un notable esfuerzo para ofrecerla pulcra y rápidamente publicada. Espero y deseo que quienes la lean encuentren en sus páginas algo más que un remanso para sus ocios culturales: una'síntesis de los actuales conocimientos científicos relacionados con la difícil tarea de guiar nuestros actos con eficiencia, prudencia y dulzura, requisitos necesarios para conciliar las ajenas felicidades con la nuestra. EMILIO MIRA Y LÓPEZ Río de Janeiro, agosto 1956.
PRESENTACIÓN
No es exagerado afirmar que la salud mental es el mayor y más valioso patrimonio' que el ser humano debe aspirar a poseer y conservar. Sin ella no tendrá tranquilidad ni satisfacción que le permitan disfrutar de cualquier otro bien o valor que por ventura pudiese obtener. En cambio, con ella será capaz de enfrentar serena y eficientemente las más duras pruebas o adversidades que le reserve su Destino. Mas, por increíble que parezca, el Hombre, que dedica multitud de libros, folletos, cursos, revistas, instituciones, tiempo y dinero a estudiar y difundir conocimientos referentes al cultivo de plantas o de bichos, que igualmente se preocupa con el cuidado y conservación de las más variadas máquinas, o que lucha y se esfuerza para mantener en buen estado sus dientes, sus uñas, sus pies o sus cabellos (que podrían ser fácilmente descuidados o sustituidos, si tanto los apreciase) no le concede importancia a la preservación y el cuidado del más delicado y sutil de sus órganos: el cerebro, sin cuyo equilibrio e higidez pierde enteramente sentido de noción y hasta la posibilidad de su existencia humana. Felizmente, con el progreso de la Medicina y de la Psicología en las últimas décadas, se ha podido comprobar que la tan deseada "paz mental", "tranquilidad de espíritu" o "serenidad" no era una cualidad heredada y sí,, solamente, el resultado del equilibrio entre las fuerzas instintivas y las actividades racionales, conscientes, de modo que la individualidad humana pueda ser rectora de sí, responsable y libre. Lo que equivale a decir, que pueda ser la determinante del catso de
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su vida y del porcentaje de sufrimientos y satisfacciones, de éxitos o fracasos, de méritos o censuras, que en él recoja. El esfuerzo de los modernos educadores se dirige hoy, ya, más en el sentido de obtener un buen equilibrio entre la "razón", la "pasión" y la "pulsión" (o sea: entre el pensar, sentir y hacer) que en proporcionar instrucción y sapiencia. Preparar al ser humano para que pueda trabajar, distraerse y reposar oportuna y convenientemente, para que sepa ganar, y gastar con mesura, consumir y crear de un modo equitativo, he aquí la tarea de quienes aspiren a dotarlo de una mentalidad sana y robusta. Esto solo, empero, no sería suficiente confiarlo a la Escuela, pues la misma carece de recursos suficientes para asegurar el éxito de tan magnos propósitos y por ello precisa que cada ser humano, desde que tenga el uso de su razón, se cuide de sí y procure usar debidamente sus aptitudes y sus defensas para mantenerse sólidamente asentado en la carretera de la vida. Del propio modo como para transitar por los caminos reales tenemos guías, mapas y reglas que nos facilitan su seguro percurso, así también para transitar a lo largo del camino de nuestra vida, podemos echar mano de breviarios, principios y consejos que nos permitan obtener los objetivos deseados, llegar a nuestras metas, sin "rompernos el alma" ante los obstáculos virtuales, los traumas emocionales, las decepciones y engaños que son de prever. Uno de tales breviarios, el más modesto o menos pretencioso, es el que estamos presentando con estas líneas a sus posibles lectores. Para tos seres dotados de auténtica fé religiosa no hay duda que la Moral y la liturgia correspondientes a sus credos constituirán una arma valiosa y así vemos, por ejemplo, como se orientan y confortan leyendo a diario la Biblia — que les dá luz, esperanza y consuelo — millones y millones de creyentes cristianos. Pero la fé no puede ser comprada ni hipotecada y quien hoy la siente puede perderla mañana. Precisamente por esto deseamos añadirle otro recurso para triunfar en la %ñda: el derivado del discernimiento, del juicio lógico y del conocimiento científico que, en ningún caso ha de temerse resulte
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incompatible con la actitud mística, si ésta es pura y no sectaria. La Verdad es una sola. Ayudar a verla desde diversos planos es contribuir a encontrarla. Feliz de aquél que, después de hallarla, sepa guiarse siempre por ellaí Río, septiembre 1955. Rodolfo Dantas, 16.
CAPITULO I ¿QUÉ ES ILA SALUD' MENTAL?
Con razón se ha afirmado que los hechos más obvios son los más difícilmente definibles; a pesar de que todos creemos saber qué es "sentirse sano de cuerpo y espíritu" la verdad es que las mayores autoridades mundiales en Medicina todavía discuten acaloradamente en qué consiste el estado de salud o higidez, tanto en su aspecto corporal o físico como en su aspecto mental o psíquico. No vamos a acompañarlas en esa polémica y modestamente enunciaremos' para nuestros lectores los postulados fundamentales del concepto "salud mental". Ser o estar sano mentalmente supone no solamente sentirse bien dispuesto para el cotidiano trabajo y las previsibles dificultades de la vida sino, además, ser capaz de mantener esa buena disposición íntima cuando las circunstancias nos deprimen, irritan, disgustan o exaltan haciéndonos víctimas de injusticias, frustraciones, errores o infamias. Ser o estar sano mentalmente supone poder vivir en paz consigo y con quienes nos rodean, sufriendo pero también disfrutando normalmente de las incidencias de la vida social, sin transponer las normas vigentes del pensar, sentir o hacer y sin por ello recluirnos o aferramos convulsamente al egoísmo o al estoicismo. Quien está mentalmente sano vive y ayuda a vivir, participa de los problemas de sus semejantes pero también sabe distraerse y gozar con las soluciones y los progresos que la natural evolución humana les aporta. Su ánimo oscila a los embates ex-
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ternos e internos pero siempre consigue equilibrarse con suave rapidez, como el buen balandro ante el viento.. Su pensamiento vuela y sueña, a veces, hasta despierto, pero también es capaz de frenar y aterrizar a tiempo oportuno en las planicies de la realidad. Su conducta no es gazmoña ni hipócrita, pero tampoco es testaruda o violenta, sabe mantenerse en una franja de tolerancia, independencia y eficiencia, impulsada por una afable atención, una cordial devoción y un profundo respeto ante todo ser vivo, especialmente si este es humano. Ama a la vida pero no teme a la Muerte, gusta por igual del ejercicio y del reposo, no aspira a la Santidad pero tampoco se somete inerme ante los impulsos instintivos. Reflexiona antes de actuar, pero cuando se decide a hacerlo sabe llegar a la meta, sorteando los obstáculos o inclusive parándose o retirándose transitoriamente cuando estos se presentan como siendo intrasponíbles. En una palabra: quien está mentalmente sano es una persona equilibrada, serena y eficiente, cualesquiera sus dotes y aptitudes, su cultura o su posición, su edad o sus creencias. ¿QUÉ ES LA HIGIENE MENTAL?
También se discute en los cenáculos técnicos acerca de cuales sean los objetivos, los fundamentos, las reglas y los límites de esta disciplina, una de las más. jóvenes y ambiciosas en el campo de la Psicobíología aplicada. Vamos también a prescindir aquí de falsos escrúpulos y escribir simplemente que con ese título se concibe el conjunto de normas y actuaciones que todo ser humano debe seguir para desenvolverse y conservarse mentalmente sano, aumentando su resistencia ante las múltiples causas de desajuste o enfermedad psíquica. Más adelante veremos que siendo el Hombre un animal social, la higiene mental ha de cumplirse por igual en el plano individual y en el plano colectivo, lo que lleva implícito un carácter mixto (Público y Privado) de la obra psicohigiénica.
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ORÍGENES RELIGIOSOS DE LA HIGIENE MENTAL : LA PUREZA DE ESPÍRITU COMO RECURSO DE SALVACIÓN
La higiene mental, como la psicología, tiene una larga prehistoria y una breve historia: desde que el Hombre adquirió la noción de su existencia personal y dejó de ser una más entre las cosas para situarse como ser consciente ante ellas sintió la angustia de su soledad y pequenez ante la Naturaleza y aguzó su ingenio para explicarse de algún modo el curso de los acontecimientos. Obedeciendo la ley de la semejanza creyó que todos los seres estaban también dotados de alma, o sea, eran semejantes a él y así adoptó el tipo de pensamiento mágico-animista como modula para sus primitivas creencias e interpretaciones. De acuerdo con ese modo de pensar, los fenómenos naturales, con toda su grandiosidad, eran manifestaciones de seres suprahumanos, todopoderosos e invisibles, impalpables o inaccesibles, a quienes precisaba obedecer y satisfacer con los más cruentos sacrificios. Por esto puede afirmarse que el hombre de las cavernas era menos libre y responsable que el actual, pero en cambio fue mucho más profundamente religioso, ya que solamente sintiéndose a cada instante protegido por sus divinidades podía dejar de temer los innumerables peligros que por todas partes le amenazaban. En un determinado momento, no obstante, se dio cuenta de que no bastaban ritos y sacrificios para conquistar el aprecio de sus dioses. Le era además necesario obedecer a ciertos principios o normas — estrictamente especificados en los credos de las diversas religiones primitivas — para asegurarse la "gracia" y salvar su espíritu. Viejos duchos y expertos se encargaron de fiscalizar esa obediencia y de esta suerte fueron separándose la Magia y la Religión, siendo los creyentes doctrinados en la obediencia a numerosos preceptos de los que dependía al fin y a la postre su ulterior Destino. Así, por ejemplo, en la Religión de Horus (Egipto Antiguo) era preciso hacer y cumplir el siguiente juramento para verse
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libre de toda especie de males (y conquistar el derecho a una inmortalidad tranquila y feliz) : "No cometí ningún robo con violencia" "No robé" "No maté hombre ni mujer" "No robé granos ni semillas" "No robé ofrendas" "No robé la propiedad de Dios" "No mentí" "No hurté el alimento" "No proferí maldiciones" "No cometí adulterio ni me acosté con hombres" "No hice llorar a nadie" "No estuve melancólico" "No ataqué nada" "No escuché por detrás de las puertas" "No calumnié" "No me encolerizé sin motivo" "No trabajé atropelladamente" "No pronuncié palabras en vano" "No atemorizé a nadie" "No perturbé el orden" "No saqué el pan a ningún niño". (Nótese la falta de síntesis, el carácter infantil de algunas exigencias, pero en cambio adviértase que algunas de las consignas prohibitivas en aquellos tiempos representaban mayor fineza ética y más elevado idealismo que muchas de las consignadas en las liturgias y credos de las actuales religiones). En el curso de los siglos fue cambiando lentamente la estructura y la forma de los credos religiosos que. al fin y a la postre, representaban y todavía representan para muchos, breviarios de conducta que aspiran a conseguir para sus seguidores no solamente la "salvación" sino también la salud espiritual. Actualmente existen por lo menos 3 conceptos de Religión, atribuidos a Cicerón, Lactantius y San Agustín respectivamente: a) La esencia de la Religión es una actitud de concentra-
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ción y recogimiento, para ejecutar con sufrimiento nuestras obligaciones (Re-ligere). b) La base de la Religión es la comunidad de creencias, capaz de unir a los hombres (Re-ligare) en la obediencia a ciertos principios. c) Lo fundamental en la Religión es una re-elección, o sea. una nueva determinación de fines y objetivos vitales, en virtud de la que el hombre renuncia a los placeres inmediatos para asegurarse la bienaventuranza mediata y eterna. Correspondiendo a esta diversidad de conceptos también se ha producido en el mundo moderno una división de los credos religiosos y, lo que es peor, un relajamiento de la fé de los creyentes que, con excesiva frecuencia, disocian sus obligaciones y sus devociones, negando con su conducta lo que afirman aceptar con su corazón. Pero paralelamente a este proceso se ha observado la EVOLUCIÓN DEL C O N C E P T O DE SALUD M E N T A L E N R E L A C I Ó N CON LOS PROGRESOS DE LA PSICOLOGÍA
A medida que fueron acumulándose los conocimientos acerca de la estructura y la dinámica funcional del individuo humano fue también variando el concepto de su vida psíquica, de sus actividades conscientes e inconscientes, de los factores que regulan sus estados de equilibrio o desajuste personal y, en suma, de las condiciones esenciales para su salud mental. Las enfermedades y los disturbios psíquicos ya no son hoy concebidas como efecto de espíritus malignos, de maldiciones o de obscuras influencias mágicas y sí como nuevas formas de vida derivadas de alteraciones bruscas o excesivamente intensas o prolongadas de las condiciones que determinan el inestable equilibrio existencial. Todos nosotros poseemos reservas y recursos defensivos para mantener nuestra salud mental ante las habituales variaciones de los excitantes e inhibidores externos e internos (responsables por los cambios en nuestras
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ideas, sentimientos, deseos, emociones e impulsos) mas si tales variaciones ultrapasan los límites de nuestra capacidad de resistencia y adaptación, se producirán efectos perjudiciales y surgirán reacciones anormales (íntimas o implícitas y sociales o explícitas) que caracterizarán los diversos tipos de sufrimiento y el trastorno mental. Basándos en la observación y en la investigación experimental, controladas por la aplicación del cálculo de probabilidades, la psicología moderna y la Psiquiatría actual han permitido descubrir los procesos por los cuales cualquier persona humana consigue adaptarse o readaptarse y también desadaptarse o desequilibrarse ante las emergencias que en su vida ocurren. Gracias a esa mayor y mejor comprensión dinámica y evolutiva puede hoy afirmarse que existen ya las bases para una obra de HIGIENE MENTAL CIENTÍFICA
Puede afirmarse que el nacimiento de la higiene o profilaxis menta] como "conjunto de normas científicas destinadas i conservar y aumentar la salud mental, individual y colectiva, ocurre a principios de nuestro siglo, determinado por los progresos en el campo de la psicología experimental, el psicoanálisis y la psiquiatría. Fue un ex-enfermo mental. Clifford Beers. quien más decididamente contribuyó para la concretización y organización del movimiento mundial en pro de la salud mental, no solamente con la publicación de su célebre libro autobiográfico (rápidamente traducido a varios idiomas) : A Mind that found Itself (Una mente que se reencontró) cerno también con su devotado esfuerzo en pro de la captación de fondos para el mantenimiento de la Liga Internacional de Higiene Mental. Un hecho es obvio: la obra profiláctica o preventiva de los trastornos mentales no puede ser exclusivamente llevada a cabo por los médicos y todavía menos por los médicos psiquiatras; a éstos cabe aportar su concurso especializado, pero, como pronto veremos, el conjun-
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to de condiciones y factores de los que depende la salud mental es tan enorme y heterogéneo que para asegurar la conservación de ésta se precisa del concurso de profesionales tan diversos como son: economistas, sociólogos, políticos, educadores, higienistas, psicólogos, arquitectos, administradores, moralistas, psicoanalistas, sacerdotes, filosofes, industriales, jueces, legisladores, etc. Y esto por la simple razón que si antes se afirmaba simplemente: ''Mens sana in corpere sano" ahora hay que agregar "et in Societas sana". Apesar de esto, no hay duda que el esfuerzo mayor para conservar la salud mental tiene que ser realizado por el propio poseedor de ella, y de aquí se deriva la justificación de la guía que el lector se apresta a conocer. Una manera práctica de ver la inter-relación y la reciprocidad de los factores determinantes de la salud y el equilibrio mental es delimitar las relaciones que la higiene mental científica mantiene con el resto de las ciencias que se ocupan del Hombre bajo el punto de vista cultural (las llamadas "Geistwissenschafts" o ciencias del espíritu) y es lo que vamos a hacer en el próximo capítulo, si bien de un modo brevísimo, como corresponde al carácter elemental de esta obra. Y una última advertencia: para el lector curioso, que no se satisfaga con el texto y desee profundizar sus conocimientos, añadiremos al fin de cada uno de nuestros temas una breve bibliografía, en la que podrá ver los motivos que tenemos para asentar lo que pueda al principio parecerle osadas o injustificadas afirmaciones. NOTA BIBLIOGRÁFICA (para consulta eventual): CALVERT: Man in the making. Modern Library. New York. CASTIGLIOXI, A.: Adventurcs of the Mind. Sampson. Londres. (Hay trad. castellana.) DEXIS SAWIT: Historia de las Religiones. Ed. Zig-Zag. Chile. JAMES, W.: Yarieties of religious experience. Modern Library. New York. WERXEB, CH.: Le probleme du Mal. Ed. Payot. París. YAHX, M.: Higiene mental. Sao Paulo.
CAPÍTULO II
hi Hinií.n-' I'/ÍCÍ'/V ürl
Mrit'al
con las
diversas
Kiiíritu.
HIGIENE MENTAL Y EDUCACIÓN
No hay duda que la primordial tarea psicohigiéníca consiste en formar y perfeccionar la personalidad individual, dotando a cada ser humano de recursos y hábitos, propósitos y técnicas capaces de hacerle superar con serenidad y eficiencia los avatares de su existencia. Mas ese es también a fin de cuentas el objetivo fundamental de la educación, concebida en su acepción más amplia (esto es: paidogógica y no meramente instructiva). Por esto, el día en que la Escuela se encuentre suficientemente equipada y dispuesta a proporcionar una educación integral será el lugar en donde podrá centralizarse toda la obra de preservación y defensa de la salud mental de las nuevas generaciones. La situación actual es, todavía, poco favorable a ese ideal pues, en primer lugar, los niños van a la escuela cuando ya han transcurrido los primeros y más decisivos años para la estructuración de sus actitudes profundas de reacción y. además de esto, la escuela se encuentra casi completamente absorbida por la necesidad de cumplir rígidos y densos programas de enseñanza de conocimientos, lo que hasta cierto punto la obliga a ser más informativa que formativa, descuidando el cultivo del carácter y el estudio de las relaciones del niño con sus diversos grupos
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sociales (familia, compañeros, vecinos, etc.). De otra parte, la educación nunca podrá ser totalmente individualizada, o sea, adaptada a las pecularidades personales, en la actual organización politicosocial. lo que determinará siempre una cierta fricción en el ajuste de los contingentes escolares sub, super y paranormales. Por esta y las anteriores consideraciones, si bien higiene mental y educación tienen teóricamente mucho en común, en la práctica ofrecen la misma separación que entre sí guardan la Psicología y la Pedagogía. Consiguientemente, lo prudente es hacer convergir en la tarea psicohigienica y educacional todos los elementos más directamente responsables por la salud y el desarrollo mental armónico de las nuevas generaciones: padres, médico, maestro y psicólogo. HIGIENE MENTAL E HIGIENE CORPORAL
Dada la sinergia funcional que se observa en la individualidad humana, puede afirmarse que todos los preceptos de la higiene corporal — derivados de los actuales conocimientos médicos y fisiopatológicos— son. en realidad otros tantos recursos de preservación de la salud mental. No es posible científicamente concebir una mente ecuánime en un sistema nervioso enfermo y menos aún es posible imaginar un sistema nervioso sano en un organismo afectado por cualquier estado patológico. Las modernas investigaciones han demostrado que la interacción dentro de los diversos aparatos y sistemas constituyentes del organismo humano es tan completa y recíproca que ya no es factible concebir una alteración local aislada, si bien sea posible que un estado morboso haya tenido un punto de partida focalizado. Consiguientemente, lector, si deseas tener tu mente sana procura en primer término obedecer las reglas de la higiene corporal, apesar de no ser estas suficientes para asegurarte la obtención de tu deseo.
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HIGIENE MENTAL Y PSICOLOGÍA
Mientras la Psicología usó como única arma la introspección y la especulación teórica subsiguiente, de poco uso podía ser para la tarea de preservar la salud mental, mas cuando decidió utilizar los métodos de la Biología y tomar en cuenta los conocimientos derivados de la experimentación y de la heterospección (observación sistemática de la conducta ajena) pudo progresar tan rápidamente que bien pronto comenzó a deducir reglas y consejos que permitieron, a su vez. mejorar la eficiencia de las demás actividades científicas que constituyen el núcleo de las llamadas ciencias del espíritu. En cualquiera de sus modernas modalidades (psicología analítica, diferencial, topológica. configuracional. evolutiva, social, patológica, etc.) ofrece actualmente abundantísimo caudal de datos a la tarea del psicohigienista. Del propio modo como la fisiología los ofrece al sanitarista. Mas no por esto hemos de creer que puedan fundirse — y mucho menos confundirse— los campos de acción de ambas disciplinas, pues la verdad es que la Psicología no puede ser normativa y si. simplemente, descriptiva, en tanto que la higiene mental ha de partir forzosamente de una plataforma de valores que han de ser aquilatados con la ayuda de la Antropología, la Historia, la Filosofía, la Sociología y la Moral, al propio tiempo que han de ser respetadas las concepciones religiosas vigentes en el individuo a quien se intenta favorecer. H I G I E N E M E N T A L Y PSIQUIATRÍA
La moderna Psiquiatría sabe que no existen diferencias esenciales entre la mente sana y la enferma. Se trata apenas de grados o niveles de reacción, capaces de ser referidos a diferencias de intensidad, de proporción y oportunidad, en sus diversos modos de actuación. Precisamente por esto se hace factible la profilaxis o higiene mental, es decir, la evitación de las reacciones morbosas, actuando antes que estas se revelen,
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o sea. cuando se encuentran en preparación, en fase latente o inicial. Cualquier psiquiatra es capaz de mostrar que reuniendo los diversos familiares de un enfermo mental y estudiándolos atentamente vemos en ellos muchos de los rasgos de carácter o de conducta que han llevado al último al hospital psiquiátrico; en este paciente mental, pues, lo que ha ocurrido ha sido una concentración (temporal o permanente) de características que siendo más atenuadas, fugaces o aisladas eran todavía compatibles con el concepto de normalidad o, inclusive, eran tenidas como muestras de relativa genialidad. Por esto mismo, en el movimiento mundial pro salud mental son los psiquiatras quienes llevan la voz cantante, mas no hemos de olvidar que la Psiquiatría tiene por misión estudiar los trastornos mentales con el fin de curarlos, en tanto la higiene mental tiene por objeto alejar al hombre, lo más posible, de los efectos dañinos que sobre su salud mental puedan ejercer las múltiples causas, condiciones y factores alterantes o destruidores de la misma. HIGIENE MENTAL Y PSICOANÁLISIS
En realidad, teóricamente, no tendríamos por qué destacar este tema, ya que se encuentra implícito en los dos párrafos anteriores (pues el Psicoanálisis o es una forma de Psicología o una forma de Psicoterapia) pero bajo un punto de vista práctico lo juzgamos de extraordinaria conveniencia pues con demasiada frecuencia se oye decir, a personas calificadas, que el único medio de asegurarse la salud mental para toda la vida es someterse a un psicoanálisis realizado por psicoanalista diplomado, esto es, miembro de la Asociación Internacional de Psicoanálisis. Si esto fuese cierto la inmensa mayoría de la población mundial estaría condenada al peligro de trastornarse el juicio en cualquier momento, pues la verdad es que dado el costo de dinero y de tiempo que ese psicoanálisis requiere (tanto si es hecho con carácter didáctico como profiláctico y macho más todavía si pretende ser curativo) solamente es ase-
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quible actualmente a menos de la milésima parte de los habitantes bípedos del planeta. Pero afortunadamente esa afirmación no es exacta: se puede haber sido analizado y contraer cualquier trastorno mental y también se puede no haber sido analizado y vivir hasta la muerte sin sufrirlo. Es cierto que los psicoanalistas reclaman para sí la exclusividad de dictar normas en el sentido profiláctico mental, mas la verdad es que a juzgar por sus propios modos de vivir, de discutir y de comportarse en sus Congresos y Reuniones cabe dudar acerca de la legitimidad de su pretensión. Del propio modo como no basta ser juez para ser justo, sacerdote para ser santo o militar para ser valeroso, tampoco basta ser psicoanalista (y menos simple psicoanalizado) para ser mentalmente sano. Y es claro que tampoco basta ser psiquiatra o poseer cualquier otro posible título profesional. HIGIENE MENTAL Y SOCIOLOGÍA
La moderna Sociología ha adoptado los métodos científicos, de investigación por "sondajes", comparación de casos extremos, demarcación estadística de límites y factores de grupo, que la permiten poner de relieve los influjos diversos que en ciertas áreas sociales comprometen la normalidad del ajuste intra e intergrupal. Ejemplo de la riqueza de datos que con ese criterio puede obtenerse nos lo dá el reciente estudio socioexperimental realizado y publicado por Peter Sainsbury bajo el título: Suicide in London (fnaudsley Monograph. Londres 1955). Bajo otros puntos de vista, los estudios realizados por la Society for the Study of Human Issues y publicados en la revista Human Relations nos muestran como la impregnación psicológica de la Sociología moderna permite al higienista mental lanzar las bases de una defensa de la salud mental colectiva, mejorando las condiciones de vida de las áreas de mayor movilidad, de las zonas suburbanas y de los centros en proceso de industrialización, complementando así la obra de la higiene mental individual.
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HIGIENE M E N T A L Y ÉTICA, MORAL Y RELIGIÓN
T a n t o la Ética como la Moral y la Religión son disciplinas que al mismo tiempo que fundamentan y ayudan restringen y limitan las tareas psicohigiénicas. Las propulsan al proporcionarles las bases y objetivos filosóficos y axiológícos — trascendentes — que han de orientarlas, las frenan también en la medida en que por exigencias doctrinarias intentan imponer a la infinita variedad de las inteligencias, temperamentos y caracteres humanos normas rígidas, inmutables y universales, que unas veces son fáciles y otras imposibles de cumplir, dadas las peculiaridades del caso individual. Es claro que la salud mental no puede ser adquirida o conservada "a cualquier precio", pero también lo es que no tiene un "precio fijo". De ahí la necesidad de una actitud de síntesis conciliatoria y de un trabajo en equipo para poder fijar la mejor serie de normas aplicables a cada caso en particular.
HIGIENE MENTAL Y DERECHO
En cierto modo este tema podría ser suprimido traíánjose de un trabajo que pretende ser meramente de orientación práctica, mas nos parece necesario señalar en él lo que hemos expuesto con mayor amplitud en nuestra Psicología Jurídica y en el estudio acerca de El Deber (en Cuatro Gigantes del Alma; ambos libros editados por El Ateneo) o sea: la discordancia existente entre los puntos de vista del Derecho clásico y la Psicología moderna en relación con la conducta exigible al hombre social: mientras el Derecho clásico clama que "todos son iguales ante la Ley", o sea, que la Ley rige sin exclusiones ni privilegios para quien quiera que se encuentre destinada, la Psicohigiene postula que la Ley se ha hecho para mejorar y servir al Hombre y no viceversa; por lo tanto, tendrá que ser adaptada, interpretada y aplicada de acuerdo con las posibilidades que cada cual tenga que cumplirlo. O dicho crudamente: para el psicohigienista no es posible que los hombres sean
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iguales ante nada ni ante nadie, a no ser ante Dios, si esa fuese su voluntad. Infelizmente lo que se observa es que la Ley. cuando interpretada prácticamente, propende a ser menos aplicada severamente en aquellos que por su mayor inteligencia, cultura o responsabilidad más obligados se hallarían a cumplirla. De ahí el profundo sentimiento de irritación, insatisfacción y descrédito de la Justicia humana, que es uno de ios factores de frustración y desequilibrio más importantes en nuestra actual Sociedad. En todo caso, un hecho es incontrovertible: si deseamos mejorar la salud mental (individual y colectiva) preciso es que en lo sucesivo los legisladores sean asesorados por antropólogos, psicólogos, psiquiatras y sociólogos capaces de infornarles de lo que puede ser razonablemente exigido a cada categoría de seres humanos. De no hacerlo así. la Ley será letra muerta, no cumplida, o se transformará en fuente de desasosiego y desequilibrio mental para quienes la sufran coactivamente. XOTA BIBLIOGRÁFICA: GAI:CÍ\ BACÍA: La Filosofía d'' las Ciencias. Prensa Universitaria. Caracas. MIRA. E: Psicoloijín -Jurídica. 4* eri. El Ateneo. Bs. Aires. 1954. MVZAFER SHKRIF: The Psiiicholofni oj Social Xorms. Harper. New York. 1936. POROT: Hurncur Mentalr. Xasson. París. YAH>\ M.: Hiíji'in' Mental. Sao Paulo.
CAPITULO III
LA HIGIENE MENTAL PRE-CONCEPCIONAL
La genética humana ha puesto fuera de duda que existen diversas predisposiciones al desequilibrio mental que son susceptibles de transmitirse por herencia. Además de esto, es obvio que para el desarrollo individual armónico y saludable ha de influir en sumo grado la paz y la felicidad que existan en su hogar, desde los primeros días de su vida. De ahí se deriva que cuantos factores contribuyan para asegurar una buena y oportuna elección de cónyuge serán otras tantas garantías para la salud mental de los futuros hijos. Veamos, pues, como puede en este sentido "preparane" una robusta salud mental a nuestros posibles descendientes: Les PROBLEMAS DE LA ELECCIÓN DE CÓNYUGE
Con razón ha escrito Emmerson que los dos máximos problemas que cualquier ser civilizado está llamado a resolver son les de la elección de profesión y la elección de cónyuge, pues con el primero va implícito su triunfo o su fracaso como "productor'' y con el segundo se juega su suerte como "reproductor". En efecto, cada día oímos testimonios de gentes que atribuyen su felicidad o su desgracia al hecho de haber realizado un matrimonio feliz o al contrario, catastrófico. Y no obstante, es sorprendente la falta de meditación y de cuidado con que millones de personas toman decisiones en ambos
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problemas. Especialmente el segundo, o sea. la búsqueda de la ''media naranja" complementaria, se efectúa generalmente bajo los efectos de un estado pasional que si no suprime por lo menos deforma la claridad del juicio elector. Mucho se ha discutido si el criterio para tal elección debería ser idealista o pragmático, basarse en una anticipación de "gozos y venturas" o en un frío pronóstico de "utilidades y seguridades". La verdad es que ha de constituir una línea intermedia entre ambos fines, procurando unir lo agradable y lo conveniente, io bueno y lo justo, la apariencia y la esencia, para de este modo lograr que tras la luna de miel no se vengan abajo las ilusiones o resulten insuficientes las razones motivantes del matrimonio. Conseguir, pues, una elección oportuna, conveniente y satisfactoria es garantizar en gran parte la felicidad ulterior, pero es claro que no podemos lanzarnos a buscar esposa o esposo con la misma objetividad que usamos para elegir un arma o un instrumento maquinal: precisa aquí aunar también la espontaneidad y la reflexión, la razón y el corazón. Bastantes son los autores que se han ocupado científicamente de este problema, tomando por base el análisis retrospectivo de las causas y motivos que llevan tantos matrimonios al fracaso y determinando así. estadísticamente, cuáles son las características de cada cónyuge —hombre o mujer— que más permiten pronosticar de él una buena adaptación matrimonial. Burgess y Cottrell concluyen en su libro, al respecto, lo siguiente: I 9 La mayor capacidad de ajuste para el matrimonio cabe a las mujeres. 2 9 El tipo de relación filial cen el genitor de sexo contrario condiciona el modo cómo se efectúa la elección del cónyuge. 3° La socialización de la persona (amplitud y profundidad de sus contactos sociales) es significativa para su capacidad de ajuste matrimonial. 4° El factor económico, por sí solo, no es importante en la predeterminación del éxito o el fracaso matrimonial. 5° El ajuste sexual en el matrimonio depende más del
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ajuste psicológico que de condiciones físicas u hormonales. 6 9 Es posible la predicción del ajuste matrimonial sobre bases experimentales, validadas por el cálculo estadístico de probabilidades. Per su parte, otro autor de gran prestigio, Lewis Terman. en su libro sobre este asunto da la siguiente lista de circunstancias o factores como siendo determinantes de una predicción favorable al ajuste matrimonial de quien las posea totalmente, o en su mayor parte: \° Felicidad amplia y duradera de los padres. 2" Infancia feliz. 3° Falta de conflicto o fricciones con la madre. 4° Buena disciplina en el hogar, no rígida ni severa. 5° Intensa afección por la madre. 6° Intensa afección por el padre. 7" Falta de conflicto con el padre. 8 9 Franqueza de los padres en relación con los asuntos sexuales. 9'? Rareza y suavidad de los castigos durante la infancia. 10? Actitud sexual positiva (sin gazmoñería ni aversión) durante las relaciones premaritales. i Puede parecer, a primera vista, que algunas de las circunstancias mencionadas incluyen las otras, pero la verdad es que si bien existe elevada correlación, no hay absoluta concordancia entre ellas y por esto Terman las cita aparte.) La necesidad de que el futuro genitor o genitora posea ciertas cualidades para elegirlo como cónyuge, no excluye la de que el propio elector también las posea, y por esto lo primero que ha de preguntarse quien desee procrear es si está o no en condiciones no solamente de engendrar hijos sanos, sino de educarlos y mantenerlos sanos, tanto física como mentalmente. Y la respuesta no es fácil: por esto se han instalado y multiplicado en diversos países los denominados cursos preparatorios, pre-nupciales. de novios y novias, etc.. con los que se pretende capacitar a los futuros padres no solamente para una elección de cónyuge más meditada, sino para una evaluación
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más justa de sus propias condiciones para la procreación. Bajo este punto de vista, evidentemente, no basta que la persona elegida sea de "buena familia'', o "tenga palmito", ni siquiera que presente un certificado médico de salud corporal. Todo eso puede ser conveniente o necesario, pero no es suficiente. En algunas de las grandes capitales mundiales han surgido los denominados "Servicios de orientación matrimonial", en los que los interesados son ayudados a conocer mejor sus propias posibilidades y las del futuro cónyuge, recibiendo a la vez consejos para mantener lo más armónicamente posible su futura unión, en el caso de no estar desaconsejada. La consulta a uno de esos servicios —si ofrece garantías de seriedad científica — será tanto más necesaria cuanto existan antecedentes de enfermedades o desajustes transmisibles por herencia en uno o en los dos futuros cónyuges. Sabido es que hoy la Genética humana se encuentra capacitada para realizar el denominado "pronóstico empírico de la herencia", o sea, determinar el tanto por ciento de probabilidades que existen de que los futuros vastagos hereden los genes transmisores de tal o cual tara. CONTRIBUCIÓN DE LA G E N É T I C A H U M A N A PROFILAXIS M E N T A L
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A principios de este siglo todavía se consideraba que la herencia era un hecho fatal: de tal palo, tal astilla —dice el refrán —. Poco después, bajo el impacto de las nuevas orientaciones biopsicológicas, se ha delineado un creciente descrédito de ella y se ha tendido a infraestimar demasiado su importancia- La verdad, como casi siempre, se encuentra en medio de esos extremos: es preciso asegurarse, antes de contraer matrimonio, que nuestro cónyuge no es portador de "genes" (moléculas contenidas en los cromosomas de su células germinales que transmiten algún carácter constitucional) que, al combinarse con los nuestros puedan determinar con elevada probabilidad tal o cual defecto o "tara" en nuestros hijos.
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Pero también precisa no olvidar estos dos hechos: 1° Si es posible la transmisión hereditaria de predisposiciones a ciertos defectos o enfermedades, también lo es las de predisposiciones a ciertas abundancias aptitudes o cualidades; éste es el saldo positivo y benéfico de la transmisión hereditaria, gracias al cual los criadores de ganado consiguen el nacimiento de ejemplares "purs-sang". 2° Nunca se puede tener una seguridad absoluta en lo que va a resultar con la fecundación, porque el número de combinaciones posibles entre los 24 pares de cromosomas de la célula germinal masculina (espermatozoo) y la célula germinal femenina i óvulo i supera a 4.000.000. de suerte que inclusive en los partos gemelares se observan notables diferencias entre los hijos gemelos. Inclusive cuando se trata de gemelos llamados univitelinos i en los que la fórmula hereditaria, o sea. los genes que se encuentran en cada uno de ellos) es idéntica, también se producen diferencias que los condicionan diversamente para la vida (y que son debidas a la acción de la llamada herencia citoplásmica y a las influencias citotípicas que han actuado durante los nueve meses de su vida intrauterina). Por esto no se han de hacer afirmaciones o negaciones absolutas en el pronóstico de la herencia: éste ha de ser puramente empírico y basarse en el cálculo de probabilidades. 3 9 De las dos formas principales de herencia conocida: la llamada herencia dominante y la llamada herencia recesiva, la última es la más frecuente en la transmisión de las predisposiciones a los diversos trastornos o enfermedades del sistema nervioso y de la mente. Por esto hemos de recordar que el cónyuge puede presentarse enteramente sano y normal, a pesar de lo que es capaz de ser portador de taras recesivas, que aparecerán en sus hijos si se une con alguien que también las tenga; por esto se hace necesario levantar completamente el mapa genealógico de las dos familias, en cuanto hace referencia a los aspectos mórbidos, si se desea poder prever cuántas son las probabilidades de que ocurra una de tales desagradables sorpresas en la descendencia. Los lectores interesados en la llamada eugenesia humana (o sea: en la génesis de sanas y fuertes criaturas humanas)
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pueden, acerca de este particular, consultar alguna de las obras que se citan en la nota bibliográfica anexa. BIBLIOGRAFÍA: BüRGOcss and COTTRELL: Predicting Suecos or Failure in Marriaye. Prentice Hall. New York, 1939. GATES: Human Genetics. 2 volúmenes. MacMillan. New York, 1948. RÓSTALO. J.: L'Heredité Humaine. Colección Que Sais-Sé N» 550. TEKMAX, L.: Psycliological Factors in Marital Happiness. Mac Graw Hill Co. N. Y., 1938.
CAPÍTULO IV
Cómo puede establecerse el llamado consejo prenupcial. Aspectos psicológicos de la intervención familiar y técnica en este campo. La capacidad para el matrimonio.
CÓMO PUEDE ESTABLECERSE EL CONSEJO PRENUPCIAL No se debe confundir el consejo prenupcial el llamado "certificado prenupcial" que hoy es exigido en bastantes países civilizados como requisito para asegurar la salud suficiente de los cónyuges que aspiran a unirse en matrimonio. Obviamente, tal certificado sirve apenas para evitar la legalización de uniones sexuales en personas portadoras de serios déficits o enfermedades vitales, infecto-contagiosas o causantes de graves trastornos de conducta. En realidad, la orientación o el consejo prenupcial se apoyan fundamentalmente, de un lado, en el avance de los conocimientos de sexología y, de otro, en el de los referentes a la pskodinámka del ajuste interpersonal. Así como cada llave solamente abre un tipo de cerradura (y viceversa), puede afirmarse que cada persona precisa de un tipo de socio o "alterego" para poder establecer con él una relación afectiva e intelectual estable. Esto significa que la denominada "incompatibilidad de genios" que generalmente se alega como pretexto o disculpa para justificar separaciones, desquites o divorcios es, en la realidad, mucho más cierta y verdadera de lo que creen quienes la alegan, en la inmensa mayoría de ocasiones.
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Casi todos los servicios de orientación y consejo prenupcial proceden, para realizar su tarea, a efectuar un demorado estudio de los antecedentes, historia y personalidad biosocial de los futuros esposos, estableciendo con sus resultados un pronóstico de las posibilidades de acuerdo o desacuerdo de ellos ante los problemas que la vida en común va a plantearles, con toda probabilidad. Tal estudio exige la colaboración de genetícistas, médicos, sociólogos, educadores, psicólogos y psiquíatras, trabajando en equipo, y aún así solamente puede pretender disminuir sensiblemente el número de los fracasos matrimoniales, si bien esa disminución será conseguida no solamente desaconsejando algunos casamientos, sino aconsejando y advirtiendo a los contrayentes de otros acerca de los puntos álgidos o peligrosos, que han de resolver (o evitar) sí desean conservar su paz y felicidad conyugal. O sea: el consejo es más orientador que seleccionante, en tales casos, pues señala los tipos de vida o régimen matrimonial más convenientes para la futura pareja de esposos. LA INTERVENCIÓN FAMILIAR EN EL CONSEJO PRENUPCIAL
Infelizmente si los servicios técnicos son escasos, sobran en cambio las personas entrometidas e incompetentes, dispuestas a reemplazarlos. Entre ellas cabe citar en lugar preferente a los familiares de los novios que, casi sin excepción, se creen no solamente con direcho, sino con obligación de opinar, aconsejar, censurar, sugerir, ordenar o prohibir en relación con este asunto. Por esto, bueno será enunciar un principio que nos parece evidente: sí se trata de personas dotadas de un normal desarrollo mental y en condiciones legales para poderse casar, nadie está autorizado moralmente a interferir en sus decisiones y ílas opiniones han de ser solamente manifestadas cuando son pedidas por los interesados. Hay actualmente todavía millones de jóvenes que se creen obligados a solicitar el permiso, el consentimiento o la bendi-
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ción familiar para formalizar su compromiso de noviazgo o de matrimonio; esto se debe a que no tienen todavía reconocida su mayoría de edad o a que piensan depender económicamente del auxilio familiar, mas si ninguna de esas dos circunstancias existe, entonces solamente cabe pensar que lo hacen por hallarse excesivamente atemorizados y dependientes, pues en verdad lo que les cabría hacer es, apenas, participar su decisión y esperar que ella sea reacibida, por lo menos, con respeto. Claro es que padres, tíos, abuelos, hermanos mayores, etc., justifican su intervención en casos tales afirmando que los "muchachos" carecen de experiencia de la vida, que son "alocados", "ingenuos", etc., mas ninguno de tales argumentos (ni todos ellos juntos) pueden contrarrestar esta simple verdad: cada ser humano tiene el derecho de elegir libremente su Destino y solamente él puede hacerlo con probabilidades de acierto, ya que en tal elección han de pesar tanto los motivos de la "razón" como los del "corazón", o sea: la lógica como el instinto. CONSECUENCIAS NEGATIVAS DE LA COACCIÓN O LA SUGESTIÓN EN LA ELECCIÓN DE CÓNYUGE
Si alguien nos sugiere o nos coacciona en una elección de tamaña importancia, aún dando por supuesto que aceptemos de buen grado tal intervención, se crea con ella una base falsa para el ulterior curso de nuestra unión conyugal: renunciamos a aceptar plenamente la responsabilidad dz la misma y, por tanto, no podremos vivirla íntegramente sino en función de quien o de quienes nos la determinaron. De esta suerte somos actores pero no autores de su historia. Supongamos, empero, que consigamos sustraernos a esa intervención: nuestro amor propio, unido al que profesamos a la persona amada, la rechaza y nuestra voluntad vence la lucha. Pues bien, entonces existe el peligro de que ante cualquier fricción o desentendimiento con el cónyuge que defen-
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dimos, pensemos con inquietud que tal vez tenían razón quienes nos aconsejaban abandonarlo y esto actuará siempre como un freno obstaculizador ante cualquier tentativa de superación; inclusive existe la posibilidad de que le echemos en cara a nuestra pareja "el sacrificio" que hicimos para superar los consejos adversos a nuestra unión... Por todo eso, el amor que profesamos al cónyuge discutido es apenas el resto del que le teníamos menos el que fue perdido en su defensa. ¡Si quienes intervienen para estrangular un amor floreciente supiesen que con su acción destruyen quizás las mejores posibilidades de realización y felicidad de quien desea proteger, serían más reservados y prudentes. De todos modos, para evitar que los consejos tengan tal efecto, vengan de donde vinieren, se impone que el interesado procure basar su amor en el más profundo y completo conocimiento del modo de ser, sentir y hacer, del ideal y de la actitud, del comportamiento aparente y real del ser amado. Y para eso nada mejor que aprovechar todas las ocasiones para dialogar con él de todos los posibles problemas y situaciones que la vida en común podría plantearles en el futuro. LA CAPACIDAD PARA EL MATRIMONIO
No es suficiente que tengamos suerte y acierto en la elección de nuestro cónyuge. Para asegurarnos un matrimonio feliz precisa también que nos preguntemos si estamos en condiciones de hacerlo, o sea, si hemos alcanzado el grado de madurez necesario para arcar con los deberes y responsabilidades que adquirimos al fundar una nueva familia y pretender desenvolverla después de un modo digno y eficiente. No estamos pensando apenas en los aspectos fisiológicos (sexuales) de las actividades matrimoniales y sí en las obligaciones que nos imponen tanto el Código' Civil como la Epístola de San Pablo, cuando contraemos el vínculo matrimonial. Nuestra capacidad personal para tal emprendimiento puede ser autojuzgada si nos formulamos las siguientes preguntas y
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procuramos responderlas sinceramente, es decir, con objetividad y veracidad: a) ¿Tengo independencia económica suficiente para mantener un hogar, siquiera sea modestamente, pero sin tener que acudir a empréstitos ni donaciones o confiar en la "suerte"? b) ¿"Soy lo suficientemente tolerante, amable y constante como para poder compartir penas y alegría con alguien que sea de sexo opuesto al mío? c) ¿Estoy realmente enamorado, o simplemente encaprichado o interesado? d) ¿Me encuentro dispuesto a recibir, mantener y educar los probables hijos de este matrimonio? En la hipótesis de que todas estas preguntas hayan podido ser contestadas afirmativamente, todavía debíamos preguntarnos : e) ¿Seré capaz de colocar a mi cónyuge en primer término cuando parientes o amigos empiecen a querer ayudarme haciendo comentarios, insinuaciones, objeciones, dándome informaciones o consejos en relación con su conducta o actitudes? f) ¿Seré capaz de comportarme con franqueza y sinceridad desde el día de la boda, no ocultándole ni mintiéndole respecto a nada, inclusive si con esta sinceridad puedo ocasionar transitoriamente su enojo o su decepción? g) ¿Seré capaz de anteponer mi amor a mí amor propio y, en consecuencia, cumplir con la máxima franciscana de comprender más que ser comprendido, amar más que ser amado, perdonar más que ser perdonado? Quien honestamente conteste "sí" a estas interrogaciones podrá también dar el "sí" ante el Juez y ante el sacerdote, aunque puede ocurrir que en la práctica no se muestre tan eficiente como creía en el cumplimiento de sus íntimos compromisos, pero quien tuviese que responder algún "no" debería antes de casarse consultar persona técnica y expedente acerca del asunto (psiquiatra, psicoterapéuta, psicologista, consultor matrimonial, etc.).
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Sería sin duda de gran provecho entrar ahora en la justificación de este consejo, para lo que precisaríamos analizar las diversas preguntas y exponer las razones de su formulación, pero tomando en cuenta la tónica elemental y el carácter de "breviario" que pretendemos dar a esta guía prescindiremos de ello, remitiendo en cambio al lector curioso o insatisfecho a las lecturas de los libros en los que podrá encontrar tales justificativos y que figuran a continuación. BIBLIOGRAFÍA: BCEGUESS and COTTEELL: Predicting Bucees or Failure in Marriage. Prentlce Hall. New York, 1939. DEEIKURS, R.: Psicología do Casamento. Ed. Civ. Brasileira. Río, 1949. GATES: Human Oenetics. 2 volúmenes. MacMillan. New York, 1948. KINSEY and POMEROY: The Sexual Behavior of the Human Male. The Sexual Behavior of the Human Female. W. Sauders. Filadelfia y Londres. (Existe trad. castellana.) MUNROE, R.: The Happy Family. (Existe trad. portuguesa. Río, 1952.) TERMAJNT, L.: Psychological Factors in Marital Happiness. Mac Graw Hill Co. N. Y., 1938. YAHN, M.: Aspetos psicológicos na preparaedo para o casamente. (En su Higiene Mental. Sao Paulo, 1953.) Curso de introducción a la higiene
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CAPITULO V
HIGIENE MENTAL DEL MATRIMONIO
Suponiendo que la elección de cónyugue haya sido bien realizada, precisa ahora estudiar cuáles son los factores que regulan el curso de la unión conyugal para ver de qué modo podemos asegurar a ésta su mejor decurso. Es una fórmula general la de que "cuanto más se discuta la vida en común antes del matrimonio menos precisará discutirla después". Si todos los novios tuviesen el cuidado de plantearse franca y sucesivamente sus puntos de vista, aspiraciones y recelos en relación con los problemas que la vida matrimonial puede ocasionarles, si los discutiesen hasta llegar a un "gentleman agreement" antes de casarse, evitarían el mayor obstáculo que se opone a la consolidación definitiva de la unión que piensan contraer. Esta empezará a resquebrajarse tan pronto como uno de ellos se sienta incomprendido, frustrado o desilusionado en relación con alguno de los temas básicos de la dialéctica matrimonial y adopte una actitud de aislamiento, disimulo o fingimiento en relación a él. Tales temas hacen referencia principal a los siguientes puntos: Las relaciones sexuales Las relaciones familiares Las relaciones económicas Las relaciones sociales Las distracciones Las actitudes ante los Valores.
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Veamos rápidamente cada uno de ellos, considerándolo» bajo el punto de vista psicohigiénico: a) Relaciones sexuales. El ajuste sexual ha sido discutido en numerosos libros de divulgación acerca del mismo y principalmente en el libro de Van del Velde: El matrimonio Perfecto; depende más de la persona que del órgano de los cónyuges y puede ser logrado en la inmensa, mayoría de los casos si existe entre ambos un sincero amor y no preexísten anomalías o taras constitucionales graves. Dicho en otros términos: es susceptible de aprendizaje el contacto que conduzca a un órgano sexual coincidente y satisfactorio, pero no es posible aprender a sintonizarse afectivamente cuando existe una incompatibilidad de genios y objetivos sexuales. Por esto este problema habrá de ser considerado previamente y, si es posible, discutido con el asesoramiento de un buen técnico. Un punto de vista básico en ese aspecto es el siguiente: cada cónyugue debe aspirar tanto a recibir como a dar placer sexual en el matrimonio y por ello no podrá querer ser más amado que amante ni viceversa, cualesquiera sea su sexo. b) Las relaciones familiares Estas son un factor de constantes fricciones en muchos matrimonios y también han sido magníficamente analizadas y discutidas en libros modernos (The Happy Family de Munroe, por ejemplo). Desde el momento en que una mujer o un hombre se casan han de considerar que acaban de fundar una nueva familia y que esta tiene absoluta prioridad sobre su anterior. El esposo o la esposa que intentan seguir siendo devotos hijos —cuando se aprestan a ser padres—terminan casi siempre comprometiendo su felicidad conyugal; esto no significa que sea preciso romper los vínculos con su propia familia para dedicarse solamente a vivir con el cónyuge; tampoco supone que debamos hipotecar nuestra aceptación total de la familia de éste. Lo que se impone es que la paz y la felicidad del nuevo hogar se coloquen por encima de las insi-
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nuaciones, consejos o exigencias de los diversos parientes de la. pareja. A este respecto el Dr. Rudolf Dreikurs escribe (en su Psicología do Casamento. Ed. Civlizacáo Brasileira) lo siguiente: "A máe do marido e a sua familia sao mais perigosas para a esposa, que a desta para o marido, pois, enquanto. que, em geral, as máes acham ben-vindos os genros, quase sempre nao consideram moc,a alguma suficientemente boa para o "rebento" masculino". Le faltó completar su pensamiento acrecentando que "O pae da esposa é mais perigoso para o marido do que o pae deste é para a esposa", pero la verdad es que la peligrosidad de un pariente no está determinada por su grado de parentesco oficial sino por el de su relación afectiva y por su carácter. c) Las relaciones económicas. Las investigaciones estadísticas realizadas por diversos autores han demostrado que las diferencias de nivel económico no son importantes en la determinación del curso del matrimonio, pero en cambio puede afirmarse que sí tiene influencia el criterio que cada cónyuge adopta respecto a la distribución del presupuesto familiar. Este es uno de los temas que han de ser tratados previamente si no se desea engendrar malestares ulteriores. En todo caso, si sobreviene una pérdida o un aumento súbito de ese presupuesto el modo de evitar fricciones será el de elaborar cada cónyugue por separado y con entera independencia y franqueza su punto de vista, procediendo después a "partir las diferencias" equitativamente. Inclusive si el m a trimonio vive en régimen de separación de bienes tal criterio» ha de ser adoptado d) Las relaciones sociales. He aquí un punto delicado y difícil de ser tratado con un criterio general. La experiencia demuestra que el "casal" no puede vivir permanentemente aislado y que precisa establecer contactos sociales, teniendo cada cónyugue un cierto número, de amistades personales y otro de amistades comunes al hogar..
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Esto hace necesario que la casa se encuentre abierta para la recepción de estos tres tipos de personas: a) Amigos y amigas del marido; b) Amigos y amigas de la esposa; c) Amigos y amigas de los dos esposos. El ideal, claro es, consistente en convertir progresivamente los grupos a) y b) en el grupo c), pero infelizmente esto es difícilmente lograble. De otra parte, Ja triste realidad estadística demuestra también que existe un considerable número de adulterios (flagrantes, sospechados o ignorados) que se comete precisamente con tales amigos y amigas, que para su mayor seguridad se esfuerzan en conquistar la confianza del cónyuge a qukn traicionan.. . Se comprende por esto que el marido recele de cualquier amistad personal de la esposa y viceversa; se comprende peto no se justifica, pues el hecho de que el cónyuge sea adúltero no está determinado por la existencia de esa peculiar amistad y sí por la inexistencia de un auténtico amor matrimonial. O dicho en otra forma: la "fijación" de ciertas personas extrañas y su "incorporación" a la dinámica afectivosexual del hogar es consecuencia y no causa de la destrucción de éste. Un modo, fundamental, de evitar en este aspecto los posibles conflictos consiste en procurar no introducir en el hogar persona alguna que inicialmente resulte antipática o sospechosa a cualquiera de los cónyuges. Si alguno de éstos es demasiado celoso y veta sistemáticamente cualquier posible amistad que no sea por él determinada tendrá que anear con las consecuencias del progresivo resentimiento y desvío afectivo del otro miembro matrimonial. e) Las distracciones. Todo matrimonio precisa dedicar un tiempo a distraerse y, si le es posible a divertirse en común. Es siempre factible encontrar entre los dos esposos una zona de interese.? comunes, en la que sea fácil participar ambos para obtener en ella una cierta cantidad de gozo, satisfacción o placer. Cuando el marido solamente se distrae jugando al billar y la mujer lo hace jugando al buraco, o aquél es un "fan" del "football" y ésta lo es de las carreras de caballo, o sea: cuando cada cual se aleja sistemáticamente del cónyuge para poder distraerse empieza a
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estar comprometida la felicidad; más tarde también lo estará la paz del hogar. Es claro que esto no es incompatible con el cultivo de algún hobby que sea exclusivo de cada miembro de la pareja. f) Las actitudes ante los valores. Las opiniones respecto a los diversos valores culturales, morales, religiosos o éticos, o sea, la llamada "ideología" no deberían ser excesivamente divergentes entre los términos de la pareja humana, pues al serlo provocarían constantes discusiones o determinarían una zona "tabú" en las relaciones interpersonales de la misma. Mas tampoco es necesario que sean enteramente coincidentes si cada uno de los cónyuges es capaz de comprender las creencias del otro y se apresta a oírlas y a tolerarlas con respeto. Es bien sabido que nuestros criterios en materia de Arte, Religión, Filosofía, Moral, Política, Justicia y, en general, de cualquier tema axiológico (que implica una estimativa de valores) se encuentran determinados por actitudes afectivas y por consiguientes no lógicas: la simpatía o la antipatía, la credulidad o el escepticismo en tales aspectos son más intuitivos que racionales y por esto resulta estéril toda discusión de fondo. Ello no obstante, puede resultar conveniente y hasta agradable cualquier conversación al respecto, que sirva para intercambiar los puntos de vista personales, ampliando así a cada cónyuge la zona de juicio, o sea, el panorama de los datos respecto a los que va a tomar su posición afectiva. ¿Existe una fórmula mágica para asegurar la conservación de la unión matrimonial? Evidentemente, No. Pero existen preceptos que en mucho contribuyan a facilitar esa conservación y entre ellos debemos recordar los siguientes: Tratar de comprender antes de querer ser comprendidos. Respetar para ser respetado. No hacer partícipe a los demás de las divergencias íntimas en el hogar. Ejercer el análisis de los errores con la misma atención cuando parecen ser atribuíbles al cónyuge que cuando son propios. Esforzarse por crear cada día nuevas condiciones de ilusión, romance y progreso en la dialéctica amorosa del matrimonio, o sea: renovarse para no quedar momi-
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ficada la vida del hogar. Y sobre todo: no hacer del cónyuge un "juguete", un "paño de lágrimas" o un "pim pam pum". BIBLIOGRAFÍA: LAFOEA, GONZALO R.: La doble moral sexual. Ed. Aguilar. Madrid, 1929. VAN DE VELDE: El Matrimonio Perfecto. RBIK, T H . : El amor visto por un psicólogo. REIK, T H . : Psicología de las relaciones sexuales. MTJIÍBOE, L.: The Happy Family. SCEKEL: El matrimonio moderno. Imán. Bs. Aires, 1950. CHESER: HOW to Make a Bucees of your Marriage. New Amer. Libr.,, 1953. TIZARD, LESLIE: Guide du Mariage. Ed. Ferenczi. Paris, 1955.
CAPÍTULO VI
La higiene mental de la mujer grávida. Plintos más comunes de su problemática. Normas para la preparación moral y emocional de la madre durante los diversos períodos de la gestación.
HIGIENE1 MENTAL DE LA GRAVIDEZ
La misión más sublime de la mujer es la maternidad. Sin cumplirla una o más veces en su vida puede decirse que no consigue realizarse plenamente como persona humana. No obstante, las exigencias económicosociales limitan y restringen en nuestro actual ámbito cultural-histórico las probabilidades naturales de que millones de mujeres lleguen a ser madres. Para aquellas que no pueden satisfacer las exigencias legales y religiosas que "oficializan" y hacen "socialmente aceptable" esa maternidad puede afirmarse que el hecho de saberse en cinta representa el comienzo de un calvario, en el curso del cual no son pocas las que claudican y renuncian a su meta, inclusive pagando para ello el precio de su vida, con la práctica de un aborto. Recientemente se han creado organizaciones y servicios contradictorios, unos destinados a favorecer la maternidad (protegiendo a las llamadas madres pecadoras, o sea, las madres solteras) y otros ayudando a limitarla (el llamado movimiento de Bitthconttol). No compete al higienista mental entrar en las discusiones de carácter moral, filosófico o religioso, sino
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aceptar la "facticidad" de los problemas humanos —esto es: su carácter real, objetivo, inexorable — y llegar al máximo esfuerzo posible para resolverlos, partiendo de "como son" y no de "como deberían ser". Y precisa, además, llegar a su solución sin comprometer la salud mental de quienes los causan o de quienes los sufren. Por ¡ello, ante la mujer grávida — sea ella quien, sea y esté como esté bajo el punto de vista social, legal o económico, solamente cabe una actitud: ayudarla a que procree y para su mejor hijo posible, ya concebido pero todavía en proceso de formación. PROBLEMAS MÁS COMUNES DE LA M U J E R EMBARAZADA
Prescindiendo de los obstáculos morales y legales que en muchos casos dificultan la adaptación de la mujer grávida a su nuevo estado, quedan todavía en pie otros de orden biológico y psicológico, que son capaces de conmover y afectar seria y negativamente el equilibrio existencial y personal de la futura madre. Algunos de ellos se encuentran bien estudiados, baja el punto de vista psícoanalítico, en el libro de Helen Deutsch (Psicología de la Mujer, 2° volumen) y otros pueden ser estudiados con un criterio meramente psicológico en el libro de G. Read (Expectant Motherhood). Aquí vamos a abordar apenas los aspectos que juzgamos más frecuentes e importantes, para tomar ante ellos una actitud normativa. En primer lugar, el descubrimiento de la gravidez determina en cualquier mujer una verdadera conmoción, provocada por la extraña e indefinible vivencia de sentir dentro de sí, en lo más recóndito de sus entrañas, alguien que es parte de sí pero que va a dejar de serlo, si bien continuará ligado a sí por sutiles e invisibles lazos afectivos. Ese hijo que entonces se inicia tiene el doble carácter de "parte" de su propio ser y de "obra"" fruto de su sexo. El grado de "identificación" o de "alienación" — o la oscilación entre ambas — que en cada mujer se produce, en reía-
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ción con su incipiente hijo, será en gran parte responsable por las alteraciones neurovegetativas que constituyen las llamadas "molestias" de los primeros tiempos de embarazo (náuseas, vértigos, vómitos, inapetencia, dejadez, ansiedad, depresión, insomnio, palpitaciones, fobias, etc.)- Esto quiere decir que los llamados "malos embarazos", principalmente en sus fases iniciales, son mucho más debidos al insuficiente ajuste emocional de la madre qua insuficiencias materiales de su organismo. Es obvio, no obstante, que si tales molestias adquieren persistencia o intensidad excesiva habrá de ser consultado un ginecólogo (así como si hubiesen pérdidas sanguíneas vaginales) ya que puede existir una defectuosa implantación fetal o inclusive una gravidez o embarazo ectópico. En segundo lugar, preocupa a toda mujer en cinta el temor al curso de su gravidez, al parto y a la posible falta de sobrevivencia o normalidad del hijo, después de nacido. Principalmente en los medios urbanos y supuestamente ya civilizados existe un sin fin de prejuicios, supersticiones y creencias equivocadas, en relación con ese, el más natural de los procesos. De ahí se deriva la necesidad de intensificar la acción informativa y tutelar sobre las gestantes, para conseguir librarlas de tales aprensiones y restablecer su confianza y seguridad en cuanto al futuro que las aguarda. Para esto nada mejor que la lectura de libros adecuados o la asistencia a cursos especiales, en los que se eliminan las dudas, temores o creencias erróneas y se enseñan las normas de la higiene física y mental correspondiente a este período. Pero otro problema preocupa también a toda gestante: la progresiva deformación estética que sufre su cuerpo amenaza destruir o disminuir la atracción sexual que ejerce sobre el cónyuge, comprometiendo así la unión amorosa. El miedo a que ésta se realice "por obligación" lleva a veces a la mujer a la subconsciente defensa de rechazarla de antemano. Será preciso entonces advertir al padre para que éste cumpla sus deberes de marido sin dar mayor significación al nuevo estado de su mujer y, además, procure rodearla (antes y después) del cariño y ternura necesarios para hacerla sentirse gozosa de
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«cumplir su misión maternal. En este aspecto los antiguos supieron crear un ideal de belleza femenina que correspondía mucho más que el actual al tipo de la mujer-madre. Sería 'deseable que los artistas plásticos contemporáneos se inspirasen de nuevo en aquellos modelos, con lo que sin duda mucho contribuirían para resolver este problema. Otra dificultad aumenta a medida que avanza la gestación: la manutención del plano de actividades que eran normales antes de ella y que a'hora empiezan a serle vedadas (trabajo, deportes, asistencia a fiestas y reuniones sociales, viajes, etc.). T>e esta suerte, son muchas las gestantes que se aislan y enclaustran progresivamente, procurando aparecer lo menos posible en la calle y, cuando lo hacen, ocultando su vientre como si en él llevasen realmente algo indeseable y fruto de un pecado. NORMAS PARA LA PREPARACIÓN MORAL DE LA GESTANTE Para luchar contra ese aislamiento, que enerva a la mayoría de las mujeres y las torna malhumoradas durante los últimos meses de su gestación, conviene crear los llamados "clubes de gestantes", en los que solamente son admitidas como socias numerarias las mujeres embarazadas, proporcionándolas así ocasión de reunirse, animarse y distraerse conjuntamente, en un ambiente cultural y asistencial que las conforta y prepara para un parto normal y feliz. Ocupando su mente con tareas Titiles y agradables (conocimientos referentes al parto, la amamantación, los cuidados del puerperio, nociones de puericultura, etc.) se evitará que su imaginación se ponga al servicio de sus miedos y deprima su ánimo con presentimientos adversos e injustificados. La embarazada ha de mudar radicalmente su actitud corriente en esa fase de su vida y en vez de preguntarse a cada instante: ¿será que apesar de estar embarazada puedo hacer esto o aquello?, debería decirse: ¿existe algún inconveniente serio para que no pueda hacerlo?
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BIBLIOGRAFÍA: READ, G-.: Expectant Motherhood. Harper Brothers. N. York, 1950. GESEIX, A.: Embriología de la conducta. Ed. Médico-Quirúrgica. Bs. Aires, 1952. DEUTSCH, HELEIÍ: La Psicñologie des Femmes. 2 volúmenes. Pres. Univ. de Fr., 1951. IJEMKATJ: Higiene Mental. Cap. viu. Fondo de Cult. Econám., México. YAHS, MARIO: Higiene Mental. Sao Paulo, 1953.
CAPITULO VII Higiene mental del parto y del puerperio. Problemas psíquicos que se plantean durante ese período y actitudes recomendables para superarlos.
LA HIGIENE MENTAL DEL PARTO
Numerosos son los temores capaces de asaltar y alterar el ánimo de la embarazada, cuando se aproxima el momento de dar a luz. Teme, en primer lugar, ese instante porque en él va a separarse y desgarrarse de sus entrañas aquél a quien albergó durante 9 meses, como "fruto de su vientre" y ya forma parte consubstancial de ella misma. De este modo, el parto se presenta para ella como una especie de mutilación, de pérdida irreversible de una parte de sí (es decir, como una muerte parcial); nada tiene, pues, de extraño que tema parir y que se apreste a hacerlo como si fuese a someterse a una dolorosa operación, en la que solamente le cabe el papel de víctima. De otra parte, el parto representa la manifestación explícita e inequívoca del que podríamos denominar "pecado original sexual" (que es la entrega de la virginidad y el amor a un hombre "extraño", siendo así infiel a la memoria del primero y más puro amor que fue el sentido hacia el padre). Por esta razón la mayoría de las mujeres prefieren que el •marido se halle ausente del ámbito en que va a desarrollarse ese acontecimiento, se sienten inclusive un poco culpables ante
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él y recelan que el Destino les imponga la muerte, en un sentido expiatorio de su simbólica falta. Mas, de otra parte, no son pocas las gestantes que temen por la suerte de su hijo: ¿nacerá en buenas condiciones?, ¿como será?, ¿tendrá algún defecto? Numerosas fobias pueden entonces ocurrir, aumentando así su aprensión y ansiedad. Por esto, si de una parte desean parir, para salir de dudas, por otra temen hacerlo y el resultado es un aumento constante de su tensión nerviosa, para contrarrestar el cual precisa que psicológicamente se las prepare desde unas semanas antes, informándolas minuciosamente de cómo va a transcurrir el parto en sus diversas fases, haciéndolas ejercitarse en lo que habrán de hacer y dejar de hacer en cada una de ellas, a la vez que demostrándoles que millones y millones de mujeres en las áreas no civilizadas dan a luz casi sin conceder a ese hecho más importancia que a sus restantes exoneraciones diarias, o sea, sin pedir ni precisar de la más mínima asistencia, reasumiendo a las pocas horas sus normales actividades. Enseñar, pues, a la próxima parturienta a respirar holgada y pausadamente, a contraer y a relajar debidamente los músculos abdominales y pelvianos, a "bloquear" las sensaciones dolorosas, etc., es una obra relativamente fácil, que hoy ya se practica casi sistemáticamente en diversos países y que —hasta con la aprobación Papal — conduce al tan suspirado "parto sin dolor", asegurándolas así las condiciones para su buen equilibrio mental. Un punto de máxima importancia, llegado el momento, es el de asegurar la continuidad de las relaciones conscientes entre la madre y el hijo, no sustrayendo a éste de su campo visual —como hasta hace poco se hacía — durante la casi totalidad del tiempo en la primera semana. Es necesario que al dejar de sentir empiece a "ver" su hijo, si deseamos que no se produzca en la madre un peligroso "hiatus", una ruptura psicológica o, como dicen los franceses, un "sevrade"
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brusco, que será capaz de introducir en algunos madres hiperemotívas la siguiente terrible duda: ¿será éste realmente el hijo que parí o habrá sido cambiado (inadvertida o íntencionalmente) ? Para afianzarla todavía más, no pasan muchos meses sin que la prensa se escandalice y dé sensacionalismo a casos reales en que tal cambio ocurrió. Pero al interrumpir la continuidad consciente de las sensaciones filiales todavía puede ocurrir algo peor y es que la madre, aún sabiendo que el hijo es. suyo lo siente como un cuerpo extraño y ajeno y se pregunte: ¿"ese" que está ahí es mí hijo? ¿ Por qué no siento que lo quiero tanto como antes? De ahí a considerarse que es una "mala" madre y a establecer un progresivo círculo de ansiedad en sus relaciones con el bebé puede no haber más que un paso. Para evitarlo, las clínicas obstétricas modernas ya están prescindiendo de la costumbre de "acuartelar" los recién nacidos en sus "creches", como si fuesen sardinas en banasta. HIGIENE MENTAL DEL PUERPERIO
Otra es la serie de problemas ligada al puerperio: apenas recuperada de la pérdida de energía nerviosa y sanguínea que el parto la ha acarreado, la madre tiene que enfrentar ahora la tarea de amamantar su hijo. En los ambientes urbanos crece asustadoramente el número de ellas que no pueden, no saben o no quieren hacerlo, acudiendo para esto a diversos pretextos (falta de leche, debilidad o postración excesiva, temor de perder la atracción sexual de sus senos después de la lactancia, etc.). Los puericultores insisten en conseguir que todas las madres amamanten a sus hijos y, de otra parte, los psicoanalistas juzgan imprescindible que así se proceda, pues es durante el acto de amamantar cuando se restablece la primitiva unión física entre la madre y el hijo. Mas lo cierto y positivo es que cuando existe una fuerte repulsión materna hacia la lactancia no tardan en producirse alteraciones en la secreción láctea y, de otra parte, inclusive si éstas no aparecen, la conducta de la madre que se siente "sacrificada" y realiza ese acto por obli-
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gación no es la más apropiada para dar al recién nacido el calor, la ternura y el protectivo afecto de que tanto precisa. Por esto, teniendo en cuenta el grado de perfección a que se ha llegado hoy en la denominada lactancia artifical nuestra fórmula ha de ser la siguiente: "vale más dar el biberón con gusto y bien dado que el pecho a disgusto y mal dado". O si se quiere, esta otra, más tajante: es preferible dar el biberón con amor que el seno con rabia. Otro tipo de problema surge para la madre en «1 puerperio: en este período no solamente se va a procesar la involución uterina y la puesta en marcha de sus glándulas mamarias sino que, además, todo el resto de su cuerpo va a experimentar modificaciones, procediéndose a un reajuste endocrino y metabólico que forzosamente la ha de hacerse sentir diferente, hasta el punto de que podría hablarse de una "neurotízación fisiológica" durante el decurso de tal proceso. Si el padre permanece ajeno a esa circunstancia, si deja de ocuparse y asistir a su mujer y se muestra indiferente ante ella o sí, por el contrario, trata de "usarla" como si nada aconteciese, es posible que contribuya decisivamente para crear una frigidez o una aversión sexual que va a perturbar seriamente el curso de la ulterior vida matrimonial. Las estadísticas de los ginecólogos y psiquíatras comprueban, en efecto, que es al reanudar en malas condiciones, durante el puerperio, la vida sexual cuando se labran desajustes que van a ser difíciles de curar. Finalmente, un detalle que también merece consideración desde el punto de vista psicohigiénico es la llamada "deuda de sueño" que una gran cantidad de madres contrae durante su puerperio. Teniendo que mantenerse despiertas durante el día y gran parte de la noche (para dar de mamar al hijo, cuidarlo, calmarlo, etc.) sufren una alteración de su ciclo de vigilia y reposo que es capaz de perdurar inclusive cuando las circunstancias externas ya no exigen de ellas tal cuidado. Si entonces caen en el recurso de los hipnóticos ello puede traerles otros inconvenientes y por esto es mejor prevenir el insomnio secundario con una buena distribución del horario de vigilia, llevando inclusive al hijo, bajo el cuidado de otro fa-
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anilíar, lejos del cuarto materno, durante las horas necesarias para asegurar el reposo de la madre. BIBLIOGRAFÍA: DEUTSCH, HBLEN: La Psychologie des Femmes. Presses Uníres de Prance. 2 volúmenes. Paris, 1951. RANK, OTTO: The Trauma of Birth. Harcourt. New York. XTUIJÚ and HIÍÍGSOH": Control of Pain in Chüdbirth. Lippincott. FiIadelfia. MEAD, MAEGARET: Borne Tlieoritical Considerations on the Problem of Motherchild Separation. "American Journal of Ortopsychiatry". Julio 1954, págs. 471 y 472.
CAPÍTULO VIII Higiene mental de la lactancia, de la toilette y del sueño durante el primer semestre de la vida. La relación inicial madre-hijo. Importancia del segundo semestre para la fijación de las actitudes sociales. 'Normas psicohigiénicas vigentes en ese período.
HIGIENE MENTAL DE LA LACTANCIA
Desde el momento dramático en que le es cortado su cordón umbilical, el recién nacido precisa adquirir el oxígeno (del aire) por su propio esfuerzo (mediante la respiración) y sus alimentos mediante el acto de la succión. Mientras mama retorna a su primitiva unión con la madre (mucho más íntima, es claro, si ésta le da su seno que si le da el biberón). Por esto se comprende que el acto de lactar no deba ser solamente encarado como un proceso automático de "chupar leche" y sí como un período de transición o puente entre la total dependencia e identificación del hijo con la madre y la total separación y extrañamiento físico de la misma. En ese período el lactante experimenta inicialmente la máxima satisfacción al recibir en su boca el pezón y en su estómago el líquido nutritivo, pero en seguida ese goce se complementa con el que le produce el contacto global con el cuerpo de su madre. La influencia de ese factor de placer secundario es tan grande que los lactantes lloran y se desesperan si, durante el 2 9 o el 3°* mes se les obliga a realizar la succión con el mero contacto
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bucal, pero sin sentirse entre los brazos maternos. Por otro lado, las ya célebres experiencias de Watson y las más recientes de Spitz han demostrado que el bebé precisa tanto de "cariño" como de "leche'1' y si el primero le falta no tarda en exhibir un cuadro clínico o síndrome denominado "depresión anaclítica", que se caracteriza por somnolencia, alternante con crisis de lloro, pérdida de apetito y de peso, atraso en el desarrollo psíquico y mayor propensión a toda clase de desarreglos digestivos. Por otro lado, un discípulo de Melaníe Klein, el psicoanalista escocés D. Fairbairn, acaba de publicar un libro en el que intenta demostrar que la relación entre el lactante y el seno nutricio es de la máxima importancia para la primera cristalización de la personalidad, atribuyendo dicho autor la mayor parte de psicosis y psiconeurosis a las consecuencias de una distorsión en tal relación primaria. De acuerdo con sus puntos de vista, por ejemplo, la esquizofrenia se prepararía en esa tierna edad, debido a que el bebé se siente desorientado al ver que "destruye lo que ama" (deshincha y torna flácido el turgente seno) lo que más tarde le llevará a creer que no "ha de amar a nadie ni puede ser amado por nadie. Dejando aparte la exageración que pueda haber en tan audaz hipótesis, lo cierto es que una gran parte de los autores modernos está de acuerdo en conceder extraordinaria importancia a las expeTiencias, sensaciones y emociones que acompañan nuestros actos de lactación. Por esto mismo, las primeras semanas de la vida habrían de ser objeto de la máxima atención y cuidado, tanto por parte de los puericultores como de los psicólogos y psicohigienistas. Para poder satisfacer esa necesidad de ser suficientemente alimentado, protegido, acariciado y reincorporado (siquiera lo sea transitoriamente): al cuerpo materno, reviviendo así su primitiva "ataraxia' (nombre dado por los griegos al estado en el que nada se teme ni se desea), el bebé precisa que su madre se encuentre tranquila y bien dispuesta, es decir, con buena actitud del ánimo durante la lactación y no pase a considerar este acto como una rutinaria pero obligada pérdida de
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tiempo. Por esto si la madre se encuentra neurotizada (y todavía más si es neurótica) será conveniente que no se ocupe del nene y sea sustituida por quien pueda hacerlo más serena y tiernamente. HIGIENE MENTAL DE LA " T O I L E T T E "
Otra situación de gran importancia para la incipiente vida mental del bebé es la de su limpieza o "toilette" que, en circunstancias normales, implica un baño tibio general (durante el que revive el primitivo narcisismo de sentirse rodeado por un líquido tibio, parecido al amniótico, que le rodeó durante los nueve meses de su vida intrauterina). Más tarde, durante la vida adulta, son millares las personas que renunciarán a otras ventajas, placeres o inclusive dejarán de satisfacer otras necesidades, con tal de poder permanecer más tiempo encerradas en su cuarto de baño, sumergidas en el "dolce far niente" de un baño tibie; es claro que ellas lo justifican como una operación de "limpieza", pero en realidad es menos y es más que eso. En todo caso, tanto la entrada como la salida del bebé en el baño han de realizarse suavemente, efectuando también con calma todas las operaciones de limpieza y procurando que ellas le proporcionen al propio tiempo utilidad y placer. HIGIENE MENTAL DEL SUEÑO
Todavía más importante es asegurar cuanto antes al bebé un buen ritmo de sueño. Éste es fácilmente alterado o inclusive perdido si desde el principio no se someten a horario las principales intervenciones que se realizan en su programa de vida, propendiendo entonces a invertirse totalmente las horas de sueño, que pasan a ser diurnas, en tanto por la noche el pequeñuelo permanece llorando o con los ojos abiertos. Hoy sabemos que en casos tales precisa no proceder con prisas ni violencias; un buen fondo musical (constituido por discos de
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música suave, lenta y leve) es capaz de colaborar en el adormecimiento de criaturas nerviosas o excitables. No fue por casualidad que la sabiduría popular ya creó¿ desde los tiempos antiguos, el hábito de cantar las llamadas canciones de cuna. Éstas, empero, pueden ser cómodamente sustituidas por discos longplay. Asimismo se precisa que no existan variaciones bruscas de luz en el ambiente; éste, al anochecer, será apenas débilmente iluminado y de un modo indirecto, reduciendo así el brusco tránsito de la luz a la oscuridad, que es capaz de asustar (y secundariamente, excitar) al pequeñuelo. La costumbre de pasar todos los familiares, en solemne desfile, para despedirse de él es obviamente reprobable, pues lo estimula, en primer lugar, y lo defrauda después si por casualidad alguno falla en esta especie de liturgia. FIJACIÓN DE LAS ACTITUDES SOCIALES DURANTE EL SEGUNDO SEMESTRE
Las investigaciones de De Croly, Charlotte Bühler, Gesell y otros autores, han confirmado que es durante el segundo semestre cuándo se fijan y definen las actitudes sociales básicas (dominio, rivalidad o sumisión). He aquí las reglas que habrán de ser seguidas para conseguir que se estratifiquen normalmente: a) No introducir bruscamente — en el campo visual o auditivo del nene — ninguna persona, y menos todavía si ésta es extraña. b) No solicitar intensa y activamente o con frecuencia excesiva la respuesta social del pequeñuelo (lo que significa: dar a éste la iniciativa espontánea de la misma). c) Alternar sus contactos sociales con diversos tipos de personas (o sea, diferentes en edad, aspecto, corpulencia, vestido, etc.) para evitar que se fije demasiado a una o unas pocas. d) No levantar nunca bruscamente en el aire al pequenue-
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lo, ni querer hacerle gracia forzadamente, o llamar su atención con bruscos ruidos o gestos. Resulta de mucho interés observar la conducta del bebé ante otros de su edad, pues de esta observación se deducirá si propende más a tomar una actitud de dominio (agresiva), de sumisión (miedosa) o de simpatía (afectuosa). Cinco minutos de observación durante unos cuantos días en esta fase vital pueden proporcionar más datos acerca de la sociabilidad del niño que los que más tarde podrán ser obtenidos en horas y horas de investigación con las pruebas] de carácter. En suma, podemos resumir toda la higiene mental del bebé durante su primer año de vida en una sola frase: proporcionarle suave y eficazmente la oportuna satisfacción de sus necesidades vitales, acostumbrándole a un programa sin mudanzas bruscas y ofreciéndole — sin excesos — las muestras de afecto y ternura de que precisa para sentirse protegido y seguro ante «1 mundo que empieza a descubrir, lleno de incógnitas y de angustiantes misterios. BIBLIOGRAFÍA: Psychosomatic Study of the Child. International Univ. Press. New York, 1950. PEARSOX, GEKALD H.: Psychoanalisis and the Education of the Child. Norton Co. N. York, 1954. GBEEXACRE, PHYLIS: Trauma, Growth and Personality. Norton Co. N. York, 1952. GEHARD, MARGARET: The Emotional Disorders of Childhood (en Dynamic Psychiatry, de F. ALEXANDEK, Chicago Univ. Press., 1953). GESEIX and AMATRUDA: El Diagnóstico del Desarrollo. Ed. Paidós, 1952. N. York, 1952. XETAYT, SOSIA: Relacoes entre Máe e Crianca. Boletim do Instituto de Psicología Experimental e Educagáo. Sao Paulo, 1953. JBÜHLEK-HETZER: Inventar der Verhaltungsweisen des Ersten Lebensjahren. Quad. und Stud. Jugenheilk. Mayo 1927. .RAIÍD, SWEENY, VHÍCETTT:
Growth and Development
Child. Saunders. N. York, 1940. JVTRBAIEN, D.: An Object-Relations Theory Books Co. N. York, 19.55.
of the Young
of Personality.
Basic
CAPÍTULO IX Psicoliigiene de la lucha por la limpieza (control de los esfínteres). Significado psicológico de las anomalías de conducta del, nene durante el segundo año de su vida. Normas para obtener el control de esfínteres.
LA LUCHA POR LA LIMPIEZA
Al entrar en el segundo año de vida la criatura normal: empieza a mantenerse en píe y deja de ser un ser pasivo y yacente para convertirse en activo explorador de su pequeño mundo. Mas también es entonces cuando pierde el privilegio de ser servida sin restricciones, pues a partir de ese momento el adulto va a intensificar su acción para educarla y, en este sentido, lo primero que intentará es "hacerla limpia". Puede afirmarse sin exagerar que la lucha para imponer las normas de regulación de sus esfínteres anal y uretral, es decir, de los músculos circulares que regulan las excreciones de heces y orina, constituye la barrera que separa el período "natural" y el período de "socialización" de la primera infancia. El ingreso en la vida civilizada se hace, es claro, a costa del cumplimiento de un número creciente de órdenes y prohibiciones que implican otras tantas renuncias y frustraciones, irritando a la criatura en la medida en que contrarían sus inclinaciones espontáneas. Pero el adulto no puede dejar de querer crear en ella los hábitos que la "habiliten" para vivir en sociedad, y por ello, apenas el nene empieza a sentirse vivir
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y a delimitar su cuerpo, cuándo su madre —o quien asume el jpapel de ésta — ya comienza su obra educadora, intentando regular el momento y el lugar apropiados para sus emisiones de orina y de heces. Para lograr ese propósito acude a diversos recursos: procura, en primer lugar, adivinar cuándo la criatura se prepara a relajar espontáneamente sus esfínteres y se precijpita entonces (con el orinal, si lo halla a mano, o llevando al nene al lugar apropiado) para conseguir que las excreciones correspondientes se depositen donde se quiere. Más tarde procurará llevar al nene periódicamente a ese lugar y posición para obtener, en períodos regulares (casi siempre al fin de cada comida, antes de dormir, etc.), la deseada evacuación; cada vez que ésta se produce, la madre o cuidadora expresa su satisfacción con elogios, cariños, besos, etc. Cuando no, de.muestra impaciencia y la reprime o amenaza. LAS REACCIONES INFANTILES ANTE LAS TENTATIVAS DE CONTROL
La conducta que acabamos de describir no puede por menos de constituir para el nene un motivo de desorientación y angustia, pues si hasta ahora nadie se había interpuesto entre su "necesidad" y su ".satisfacción espontánea", no comprende por qué, súbitamente, se interfiere de un modo tan intenso en este acto. El aprendizaje del control de los esfínteres será lento y ofrecerá numerosas alternativas, pues precisa no solamente que el nene comprenda lo que de él se exige, sino que acepte someterse a ello. Quizás por esto se hace más difícil en los varones, aún cuando de un modo general puede decirse que entre los quince y los veinticuatro meses, sí la criatura mantiene una relación positiva (afectuosa) con quien la educa (en este caso sería mejor decir que la induca) se consigue que "pida", hallándose despierta, ser conducida al lugar de exoneración. Esto lo hará como una especie de concesión, de obsequio o regalo, que es ofrecido para recibir el premio en caricias; pero si por
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algún motivo sus relaciones afectivas con esa persona atraviesan una fase negativa., entonces usará la situación precisamente para contrariarla y será capaz de retener sus emisiones, cuando sentada en el lugar adecuado, para disputar la excreción fuera de él, a modo de potesta y venganza. Es claro que en tal caso también el nene ha aprendido a controlar su esfínter, pero usa ese aprendizaje del modo inverso al que es pretendido por el adulto. Éste hará mal en querer violentar más la tensión ya existente, pues con ello solamente conseguirá que el pequeñuelo se acostumbre a usar sus excreciones como un instrumento de "agresión" contra él. Más tarde, hacia el fin del segundo año y durante el tercero, ese dispositivo nervioso de tetención-expulsión puede convertirse en una fuente autóctona de placer uretral o anal y entonces el nene pasa a usarlo sin necesidad o a impedirlo cuando le es necesario, para así aumentar la satisfacción producida por la relajación esfinteriana. De esta suerte puede originarse lo que en términos psicoanalíticos se denomina una "fijación anormal" que puede condicionar ulteriormente el carácter personal. Así, por ejemplo, las criaturas con fijación uretral excesiva acostumbran más tarde a hacerse narcisistas, ambiciosas, egoístas y exhibicionistas. Las que sufren de fijación anal se tornan escrupulosas, chinches, testarudas y propensas a sufrir de la denominada neurosis compulsiva. Por esto será preciso vigilar atentamente la forma y evolución de esos hábitos de limpieza, durante el tiempo en que se forman, acudiendo si es preciso a la consulta del especialista. NORMAS PARA OBTENER NORMALMENTE EL CONTROL ESFINTERIANO
De lo expuesto ya puede deducirse cuál es la mejor conducta a seguir, pero de todos modos vamos a presentar las que podríamos denominar reglas básicas, para proceder en los casos de rutina. a) No ha de querer empezarse el control antes de hora.
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Aquí, como siempre, es cierto el refrán: no por mucho madrugar amanece más temprano. Por esto, el momento de iniciar el aprendizaje dependerá del grado de desarrollo mental del pequeñuelo y no del calendario; de un modo general se aconseja comenzar a los nueve o doce meses de edad. b) El control del esfínter anal es más fácil de ser establecido, pues la criatura demuestra, involuntariamente, con mayor evidencia cuándo se prepara para defecar (ya que la presión inicial de su musculatura abdominal le hace contraer el tronco y enrojecer la cara, lo que casi siempre da un tiempo suficiente para llevar al closet o al orinal). En todo caso, a partir de los doce meses de edad, es siempre conveniente colocarla en posición de exoneración intestinal inmediatamente después de haberle dado el primer alimento matutino, a la vez que el adulto puede estimular artificialmente el acto ejerciendo suaves presiones sobre el abdomen (en el sentido de las agujas del reloj). a) El control de la emisión de orina se hará preferentemente con intervalos de dos horas durante el día y siempre llevando al orinal después de la ingestión de algún líquido. d) No se ha de gritar, amenazar, insultar (y muchos menos, pegar) a la criatura por el hecho de que no orine o defeque cuando deseamos, y lo haga, en cambio, cuando no nos conviene. Sin embargo, será preciso que ella perciba que su conducta no ha sido correcta y, por tanto, que nos ha desilusionado y disgustado, así como recíprocamente nos satisface y alegra su comportamiento normal. Es mediante esa sanción o ese premio moral cómo se refuerza (positiva y negativamente) la condicionalización refleja que asegura, en el plano neurológico, el control apetecido. Si en algún momento se observa un retroceso del aprendizaje que ya había sido total o parcialmente logrado, será ello signo de que por alguna razón la criatura está también regre-
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sando mentalmente a sus hábitos primitivos de vida y, por ende, habremos de ingeniarnos para descubrir la causa de esa involución que demuestra, indirectamente, una tendencia a no querer seguir en contacto con nosotros. Si se trata apenas de la aparición de emisiones nocturnas de orina, es decir, si existe "enuresis' durante el sueño, o inclusive si se presenta emisión nocturna de heces (encaprexis), tendremos que ser más tolerantes, a no ser que el fenómeno se torne habitual, en cuyo caso habremos de consultar al pediatra, y si éste no encuentra una explicación local, orgánica, tendrá que investigar — o hacer investigar — los posibles motivos psicológicos del fenómeno. En condiciones normales, a partir del cuarto año de ls vida ya no se producen esos "descuidos" del niño. BIBLIOGRAFÍA: POWEBMAKEE, F. y CKIMES, L. I.: Cómo atender y cómo entender al niño. Ed. Kapelusz. Bs. Aires, 1948. LETAYF, S6KTA: Relacoes entre Mae e Crianca. Boletim do Instituto de Psicología Experimental e Educaeáo. Sao Paulo, 1953. KRAGJJOGOESKY, N. I.: El cerebro infantil. Ed. Psique. Bs. Aires,,|1952. KEMPER, W.: Enurese. Zeitschrf. für Psychitherapie. Berlin, 1952. YAHS, M.: Higiene Mental e Saude Pública. Ed. Edigraf. Sao Paulo, 1955.
CAPÍTULO X Psicohigiene de los hábitos motores. La bipedestación, la marcha y las primeras actividades exploradoras.
LA BIPEDESTACIÓN (MANTENERSE EN P I E )
El desenvolvimiento motor del niño tiene lugar mediante el aprendizaje de movimientos que progresivamente se adecúan y adaptan para lograr la respuesta efectiva y oportuna ante las necesidades y problemas que su vida le plantea. Si ese desenvolvimiento falla, se retrasa o se torna insuficiente, la consecuencia inevitable será el desarrollo de una personalidad psicopática. Ya en el primer semestre de la vida extrauterina el bebé empezó a integrar sus movimientos manuales, procurando "poner la mano donde le interesa al ojo", o sea, estableciendo la denominada coordinación óculomanual. Gracias a ésta puede agarrar los objetos que se centran en su retina y someterlos a la exploración detallada con sus dedos, comenzando así sus primeras actividades exploradoras irí sita. Pero al fin del segundo semestre va a empezar otro emprendimíento de máxima importancia: la lucha por la verticalidad. Si de ella triunfa, dejará de ser un ser yacente o sidente para transformarse en un ser erecto y móvil pudiendo entonces desplazarse libremente y tomar una actitud activa y dominante ante el ambiente. No es tarea fácil ésta de conseguir mantenerse en pie, con
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un sistema nervioso que se encuentra todavía en fase de mielinización e integración, y con una base de sustentación tan escasa como es el par de plantas de sus pies. Por ello el bebé precisa, generalmente, ser auxiliado en sus intentos de bipedestación: mantenido por debajo de sus axilas (con los brazos del adulto o por correas), el pequeño intenta disociar y controlar sus movimientos de flexión y extensión de las piernas; deja de dar patadas para empezar a moverlas sucesiva y adecuadamente. Los adultos han de procurar entonces ayudarlo, no prolongando esos ensayos hasta llegar a la fatiga, pero tampoco ahorrándolos excesivamente, a partir del décimo o duodécimo mes. LA MARCHA
Evidentemente el bebé ya ha aprendido entonces a "reptar", o sea, a arrastrarse en cuatro pies, recorriendo a veces con celeridad el área de su "corralito". Ahora, empero, se trata de conseguir que se lance a dar los primeros pasos en pie; ésto tiene lugar, normalmente, entre el duodécimo y el décimooctavo mes de vida, a no ser que exista algún motivo de retraso en la natural evolución de sus integraciones motoras. La principal dificultad que el pequeñuelo precisa vencer para andar, es la de mantener el equilibrio de su cuerpo durante su avance, en forma de balanceo y dislocamíento anterolateral alternado, apoyando sucesivamente su peso sobre uno y otro pie, levemente desviados hacia fuera. Esto exige un perfecto funcionamiento de los denominados deflejos de enderezamiento y, también, una buena integración de los diversos mecanismos de inervación recíproca de las extremidades inferiores; cualquier falla se pagará en la caída hacía delante, de lado o atrás, con el consiguiente susto, lloro y retroceso temporal en la decisión del nuevo intento. El adulto observará atentamente con qué píe inicia su marcha el nene, pues ese píe corresponde al lado dominante de su cuerpo; tal observación le servirá de base para deducir si existe propensión a la zurdera o no.
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Pero lo que importa ahora es conseguir que las caídas inevitables en el período de aprendizaje no asusten e inhiban al pequeñuelo, haciéndole depender excesivamente del auxilio del adulto; para esto se procurará evitar en su área de movilidad la presencia de objetos duros, afilados o contundentes; se le protegerá la cabeza con una "chichonera"; se le acercará algún punto de apoyo cuando se ve que está perdiendo el equilibrio, etc. Los resultados de saber dar unos pasos son inconmensurables, desde el punto de vista psíquico, pues el nene ahora adquiere un verdadero frenesí de aventura y trata de descubrir nuevos ambientes, adentrándose por donde puede (puerta, agujero, ventana, etc.) para darse el gusto de descubrir un nuevo horizonte visual. Una norma de higiene mental en este aspecto es la de no asustar al nene con gritos cada vez que se acerca a un peligro; mucho más prudente es que el adulto se coloque delante de él y suavemente lo desvíe. Si el nene se ha caído y comienza a lorar, el adulto no ha de precipitarse a levantarlo en brazos y comérselo a besos, pues esta brusca reacción lo termina de asustar; lo que procede es ayudarle a levantarse, acariciarlo tranquilamente y dejarlo sentado en el suelo, en espera de su nuevo intento. LAS PRIMERAS MANIFESTACIONES EXPLORADORAS
Una vez el niño ya es capaz de andar con relativa seguridad, es conveniente darle objetos de goma, que pueda lanzar y recoger, para así formar sus nociones de profundidad y distancia. Asimismo, ya en el segundo año, es bueno que se faciliten sus actividades exploradoras dándole materiales de diversa consistencia y densidad (arcilla, arena, pequeños bloques de cartón y madera, trapos, etc), pues gracias a ellos aprenderá las nociones básicas de forma, peso, volumen, dureza, etc. De otra parte, también se estimulará en ese período el juego de esconder y encontrar un objeto detrás de otro
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mayor, ya que de este modo el nene adquiere noción de la estabilidad o perennidad de las formas que desaparecen de su campo visual. Es tan importante ese aprendizaje de la marcha, que las criaturas que no consiguen realizarlo ven truncada toda su formación intelectual, pues se ven resignadas a una posición puramente receptiva o pasiva ante el mundo exterior; por esto, inclusive en los casos de parálisis y trastornos neurológicos es preciso ingeniarse recursos para locomover el cuerpo por la iniciativa voluntaria (uso de sillas de ruedas, etc.). No !hay duda que durante el segundo y parte del tercer año de la vida el nene se transforma en una máquina destructora de muebles, juguetes y objetos más o menos valiosos, pero es, precisamente, gracias a esa actividad cómo aprende a usarlos y manejarlos, más tarde, correctamente. Por ello, es durante este período cuándo sus padres y cuidadores habrán de extremar su tacto y su paciencia para lograr que efectúe su máxima aprendizaje con un mínimo de desperfectos. De la paciencia, suavidad, habilidad y agilidad con que los adultos se comporten, dependerá en gran parte el carácter que el niño desarrolle y la serenidad que ulteriormente llegue a adquirir. VENTAJAS DE LA OBSERVACIÓN SISTEMÁTICA DE LOS MOVIMIENTOS
Por otro lado, la observación atenta y sistemática de los movimientos del nene, durante esta fase de su desarrollo, proporcionará a sus padres y educadores datos de gran valor para clasificarlo bajo este importante aspecto de su personalidad y, de otra parte, para corregir a tiempo los desvíos que, por ventura, pudiesen observarse en su desarrollo motor. Para esto conviene aplicar cada seis meses la escala de pruebas de GesellAmatruda (v. bibliografía), pues sucede con frecuencia que no existe correspondencia o equivalencia entre los diversos "niveles del desarrollo individual" y así el niño puede estar, por ejemplo, encima del promedio de su edad en cuanto al desarro-
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lio de 5U lenguaje y hábitos sociales, pero en cambio estar retrasado en su habilidad motriz. Tal distancia o separación de niveles (décalage) le llevarían más tarde a una cierta ineficiencia para resolver problemas de orden práctico o mecánico, si no interviniésemos ahora con los ejercicios oportunos para su corrección. Los puntos que han de ser más investigados son los referentes a la capacidad de crear ritmos de movimiento: entre 3 y 7 años existe un 23 por ciento de niños que presentan trazos de disritmia, o sea, que tienen irregularidades de conducta debidas a una falta de sincronía de sus ritmos vitales. Tales niños se comportan de un modo explosivo, saltón, mostrándose unas veces lentos e indolentes y otras violentos e impulsivos, sin causa justificada. En su mayoría podría ser corregida «sa irregularidad encargando que quienes los cuiden se muevan suave y uniformemente, a la vez que les envuelvan en una atmósfera ritmomuskal apropiada. Los griegos tenían razón al colocar en sus cuartos de niños el laúd euterpense. BIBLIOGRAFÍA: MIRA y LÓPEZ, E.: Psicología evolutiva del niño y el adolescente. Trad. portuguesa. Ed. Científica. 2» ed. Río, 1954. GESEEL, A.: Developmental Diagnosis. Trad. castellana. Ed. Paidós. Bs. Aires, 1950. MoBGAjr, J.: Chile Psychology, 3» ed. Farrar Rinehart. N. York, 1946.
CAPÍTULO XI Psicohigiene del lenguaje. Errores más comunes en la educación del lenguaje.
PSICOHIGIENE DEL LENGUAJE
Concebido el lenguaje como un vasto y complejo sistema de señales expresivas, que sirve para asegurar la inteirelación de un ser con sus semejantes, resulta obvio que son múltiples los factores capaces de influenciar y afectar seriamente su normal desarrollo en la infancia humana. En su primera fase de desenvolvimiento el lenguaje es puramente mímicoemocionaí y corresponde al adulto que cuida al neonato adivinar el significado de las expresiones que éste, involuntariamente, produce bajo la presión de sus diversas carencias, o sea, bajo los efectos del hambre, sed, sueño, frío, dolor, etc. En la medida en que cualquier gesto, movimiento o vocalización sea destacada por el adulto (generalmente, la madre) y aislado como señal típica de una determinada apetencia o aversión del bebé, quedará establecida la primera conexión que dará lugar, más tarde, al lenguaje propiamente expresivo y voluntario. No tarda, en efecto, el pequeñuelo en darse cuenta que existe una coincidencia entre determinados actos de su conducta y determinadas reacciones del adulto que lo cuida; éste, por ejemplo, acude solícito cada vez que él grita. . . entonces se inicia la segunda fase de establecimiento del lenguaje, en la que un signo hasta entonces ignorado por su creador pasa a ser ahora uti-
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lizado por éste para lograr determinado resultado: sí hasta entonces el niño gitaba porque tenía rabia o se sentía frustrado, ahora grita para no pasar por esa situación desagradable; si antes lloraba porque sufría, ahora llora para no sufrir... De esta suerte podemos decir que el desarrollo del lenguaje se encuentra en gran parte dependiente de la inteligencia y la intuición del adulto, pues será éste quien con su conducta ante las situaciones de emergencia en el pequeñuelo será capaz de condicionar e interpretar el significado expresivo de su primer material mímico. Este material, a su vez, depende fundamentalmente del equipo de deflejes y reflejos defensivo-ofensivos que se encuentra en condiciones de descarga, de manera que será pobre cuando el sistema nervioso se halla bloqueado y será exhuberante cuando exista una tendencia a la excitación y la facilitación refleja. Es por tal razón que se hace posible prever, con bastante anticipación, si un determinado bebé será parlanchín o, por el contrario, hermético: si tiene un sistema efector lábil y sus cambios emocionales se acusan ampliamente en su mímica facial, podremos pensar en que tendrá también facilidad o fluencia de palabra, mas si, por el contrario, se observa en él una parquedad excesiva en las manifestaciones expresivas, involuntarias, de sus estados de ánimo podremos pronosticar que tendrá mayor dificultad para desarrollar ulteriomente su lenguaje verbal voluntario. De otra parte, alrededor del cuarto mes el bebé normalmente desarrollado empieza a exhibir los denominados "juegos vocales", en los que se distrae a base de emitir en diversos tonos los sonidos de algunas vocales, a veces antecedidos de una consonante y a veces mezclados con sonidos ininteligibles. . . Se trata de una "mise en marche" de los músculos laríngeos, que constituye una especie de entrenamiento preparatorio para el ulterior "silabeo". Ahí se inicia la segunda fase de aprendizaje del lenguaje, que ya es específicamente verbal, pues la madre o cuidadora, en su deseo de que el nene empiece a hablar, retoma ese sonido vocal y lo pronuncia seguidamente, asociándolo al objeto o persona que intenta hacer representar con él. De esta suerte favorece el establecí-
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miento de una conexión en el cerebro del nene: cada vez que éste reproduce espontáneamente dicho sonido le es presentado dicho objeto o persona y así llega un momento en que lo emite para obtener tal presentación. Esto sucese casi siempre, inidalmente, con la sílaba "má" o "mam". La madre está naturalmente, interesada en que sea su persona la que primero aprenda a llamar el hijo y, por tanto, se esfuerza en repetir ese sonido cada vez que está en su presencia, o bien acude solítita y alborozada cada vez que aquél —sin propósito alguno — lo emitía. Es así cómo casi siempre al fin del primer año la criatura y-a ha aprendido a usar su primer signo verbal para comunicarse con el ambiente. CÓMO EVITAR LOS ERRORES MÁS COMUNES EN LA FORMACIÓN DEL LENGUAJE
¿En qué habrá, pues, de consistir la higiene mental del lenguaje en esa fase inicial? En pronunciar correctamente las palabras — mono o bisilábicas — que se desee hacer aprender al pequeñuelo. En no querer que éste aprenda otras voces que las ligadas a situaciones de máximo interés para él (alimentación, sueño, etc.). En no querer que aprenda demasiadas palabras a un tiempo (pues entonces no aprenderá ninguna). En asegurarse que nadie usa sinónimos para designar el mismo contenido representativo o fáctico (objeto o hecho), pues esto confunde y desorienta enormemente al pequeñuelo. Por ello es contraproducente que se le dirija la palabra en dos idiomas diferentes, inclusive cuando su inteligencia ya se ha desarrollado más: la lengua materna ha da ser puramente enseñada hasta por lo menos el fin del tercer año y solamente después podrá haber interferencia de otra, a menos que no deseemos someter al tierno cerebro infantil a los desagradables efectos de una inhibición retroactiva. Después del primer año el aprendizaje del lenguaje se intensifica, a menos que no concurran una o varias de estas circunstancias: a) sordera (total o parcial) ; b) retraso o per-
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turbación mental grave; c) autismo. Esta última es afortunadamente rara y mal conocida: se trata de una actitud de encerramiento voluntario o bloqueo que el niño se impone por sentir progresiva hostilidad hacia el ambiente, a pesar de que no carece de inteligencia para el aprendizaje de las palabras. De todos modos, lo que cabe hacer ante un retraso persistente es consultar al especialista, pediatra o psiquíatra. Ultrapasado el período de adquisición de nombres, será de suma utilidad comprobar si éstos son usados en su acepción correcta, para lo que siempre es conveniente hacer preguntas al niño en esta forma: "¿Qué quiere decir?. - ." O bien: "¿Qué significa?..." Ha de tomarse, además, especial cuidado con el uso de los adjetivos calificativos para evitar se convierta en abuso (al que son muy propensos los ambientes latinos y latinoamericanos). De otro lado, no ha de confundirse hablar mucho o hablar en términos rimbombantes o elegantes con hablar bien: la concisión y la precisión en el habla son inmensamente más valiosas (y escasas de encontrar) que la elocuencia o la "finura". Saber hablar correctamente es condición esencial para poder establecer contactos sociales estables y, también, para poder pensar (hablarse a sí mismo) correctamente. En realidad, puede decirse que el aprendizaje del lenguaje prosigue durante toda la vida individual, no solamente por el continuo enriquecimiento del capital de palabras conocidas, como por la utilización de ellas en nuevas acepciones y concepciones sintácticas. Además, a medida que la expresión verbal consigue vehicular más exactamente el pensamiento e intenciones de quien la usa, disminuyen las gesticulaciones y el uso del lenguaje mímico; por eso se dice que las personas incultas "hablan con las manos", pero, de otro parte, no hay duda que la gesticulación, inclusive si es usada de un modo premeditado y artificial, conduce al sujeto a sentir más el contenido emocional de lo que está diciendo y de ese modo favorece el desencadenamiento de estados afectivos que son capaces, a su vez, de alterar el curso ulterior del pensamiento. Por esto no es apenas una regla de urbanidad, sino también
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un sano precepto de higiene mental el de no gesticular cuando se habla, o, por lo menos, hacerlo apenas para subrayar los puntos esenciales, y entonces realizarlo parcamente. Por igual motivo nunca se recomendará bastante hablar en voz baja. Finalmente, otro punto que deseamos aclarar en el aprendizaje del lenguaje hace referencia al debatido tema del llamado bi o plurilingüismo. Nada se opone a que se aprenda más de un idioma, pero es preciso ptimeto aprender suficientemente bien la llamada lengua materna, es decir, el correspondiente al país en que se vive o, por lo menos, al ambiente en que se vive. Si damos simultáneamente al nene palabras de diversos idiomas (los padres le hablan una lengua, la nurse otra y los sirvientes otra, por ejemplo), corremos el riesgo de dificultar en gran manera la claridad de su pensamiento para los años futuros. BIBLIOGRAFÍA: MAC CARTHY: Psicología del niño (de MURCHINSON). El desarrollodel lenguaje. 2» ed. 1948 INTEBNAT. KINDERGARTEN UNION: A Study of the Vocaiulary
dren Before Entering the First Grade. N. York. OGDEN: El significado del significado. Bs. Aires, 1953.
of Chil-
CAPÍTULO XII Psicohigiene de las relaciones del binomio hijo-padre durante la primera infancia. Estudio de las principales situaciones conflictivas y de los medios para evitarlas.
E L PADRE Y LOS HIJOS
Inexplicablemente son escasos los trabajos que en la enorme bibliografía moderna referente a las interrelaciones del niño y su familia aparecen dedicados especialmente al estudio de sus conflictos con la figura paterna. Solamente C. Jung, entre los grandes nombres, ha sido quien ha dedicado a este problema la atención que merece, pero en realidad existe una enorme desproporción entre la importancia que generalmente se concede a la madre y la que se da al padre en los estudios de psicodinámica familiar. Por esto, después de haber mencionado brevemente los principios que han de regular la relación normal madre-hijo, vamos a sintetizar los que deben ser observados en la relación padre-hijo. Es sabido que el sentimiento de minusvalía provoca en el niño un miedo ante lo desconocido y le obliga a procurar la protección del adulto, siendo esta necesidad de apoyo uno de los motivos más importantes del apego que muestra inicialmente para la madre; pero a medida que avanza su desarrollo y aumenta su inteligencia, va descubriendo que la persona "fuerte" que en realidad gobierna y dirige el ambiente no es la madre y sí el padre. Éste aparece ante sus ojos como una
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especie de ser ultrapotente y distante (debido a su normal ausencia durante las horas de trabajo) cuyas intervenciones en la vida del hogar son decisivas. De esta manera la criatura adopta ante él la misma actitud que una mayoría de creyentes adultos tiene ante su Padre Eterno: de profundo temor y respeto. Pero el padre terreno y temporal tiene intervenciones directas, visibles y palpables, que frustran y rebelan al pequeñuelo, aún cuando también, a veces, le prodigue cariño y satisfacción. Por ello su figura determina un mayor sentimiento de ambivalencia (o sea, una doble actitud de atracciónrepulsión, de admiración y recelo) que el normalmente engendrado por la madre. Ésta tiene casi siempre un saldo favorable de afecto en la balanza afectiva; aquél, en cambio, acostumbra a tener un saldo nulo o levemente negativo: es, por tanto, más temido que amado. Naturalmente, este esquema presenta numerosas variantes en el curso de los años de infancia y también es objeto de gran diversidad según cual sea la composición familiar (número de hijos, etc.) y el carácter de los padres; pero a pesar de ello puede aceptarse como válido: el padre representa el Poder y la madre el Amor, aquél es admirado por su fuerza y ésta por su ternura. Veamos ahora de qué modo pueden plantearse situaciones conflictivas originadas por la conducta paterna y cómo pueden ser evitadas o corregidas: a) La situación del padre ausente o distante. Un padre que viaja, que permanece mucho tiempo alejado del hogar o que cuando se encuentra en éste se comporta casi cerno un extraño, exigiendo gran respeto y silencio en su derredor, es un padre que ejerce una influencia inquietante y deprimente sobre los 'hijos pequeños. Éstos viven sin sentir su apoyo y su protección, centrando y acumulando entonces sobre la figura materna las cargas y contracargas afectivas que normalmente habrían sido distribuidas entre ambos. Consiguientemente alcanzan mayor dramatismo las relaciones
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entre hermanos, y entre éstos y el único progenitor presente y actuante en la dialéctica educacional. Si las circunstancias imponen tal situación (inclusive cuando el padre fallece precozmente), es preciso buscar algún elemento masculino que pase a sustituirlo en su papel ante los hijos: padrino, tío, tutor o padrastro, siempre y cuando —claro es — posea las cualidades morales necesarias para esa tarea» b) Padte excesivamente blando y condescendiente. En tal caso el hijo o hija carece de "resistencia" para sus proyectos y deseos, tórnase un caprichoso y termina no aguantando nada ni a nadie, es decir, sintiéndose permanentemente insatisfecho. De otra parte, la propia facilidad con que habitualmente consigue, en el hogar, cuanto se le antoja, le hace menos apto para poder obtener fuera de él lo que exige perseverancia y esfuerzo. Sí tal circunstancia existe en una familia, bueno será que los hijos pasen temporadas en ambientes de internato y disciplina normal, para que aprendan a limitar la esfera de sus pretensiones y se acostumbren a respetar los derechos ajenos. c) Padre excesivamente autoritario y exigente. ¡Si el tipo anterior no enseñaba a sus hijos a vivir, éste no les deja vivir, pues ejerce sobre ellos una acción de total estrangulamiento personal imponiéndoles, desde el principio, por la fuerza, prohibiciones y consignas e impidiéndoles la realización espontánea de sus iniciativas. Tales hijos se ven forzados a "pedir permiso" para cualquier acto que, en condiciones normales, sería realizado sin el menor inconveniente. El resultado en casos tales solamente puede ser dramático: o la anulación de la personalidad o la creación de una hostilidad permanente contra cualquier símbolo de autoridad. Infelizmente la evitación de ese mal solamente puede ser confiada a los restantes miembros de la familia, que habrán de procurar hacer ver al padre el mal que está ocasionando o, en la peor de las hipótesis, procurar que los hijos tengan ocasión de permanecer fuera de su influjo el mayor tiempo posible.
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d) Padre con "favoritismos". Si en familia de varios hijos el padre se indina preferentemente para uno cualquiera de ellos y lo toma como modelo a imitar, inexorablemente determinará en él un grado de autosuficiencia exagerado y lo hará antipático a sus hermanos. Éstos, de otra parte, resentidos por la injusticia, desarrollarán actitudes diversas de defensa y réplica, lo que inmediatamente desquiciará el equilibrio tensional de la familia. Corresponde, en casos tales, a la madre la tarea de reaccionar, mas no en presencia de los hijos y sí procurando que persona autorizada (familia paterna) le llame la atención sobre los efectos de tal situación. Desgraciadamente no es eso lo que ocurre generalmente, sino un desentendimiento progresivo entre los cónyuges, en virtud del cual la madre también toma una actitud de "favoritismo" que ella cree "compensador" hacia los hijos menos atendidos por el padre. De esta suerte la grieta afectiva se transforma en abismo y así queda establecida la ruptura del grupo familiar, desde el punto de vista psicoafectivo. BIBLIOGRAFÍA: JUJÍG, C. G.: El papel del padre (en Conflictos del alma infantil. Trad. castellana. Ed. Paidós. Bs. Aires, 1946). DOIÍABD, MILLER y otros: Funstratio anda Aggression. Yale Univ. Press. 1945. RIIX, B. and YOUTZ: Your child and Ms Parent. Appleton Co. 1932. LEWIS, HILDA: Deprived Children. Oxford Univ. Press. 1954.
CAPÍTULO XIII Psicodinámica de las relaciones entre hermanos en la primera infancia. Asistencia psicológica en el juego corno recurso de observación y corrección de las actitudes neuróticas. La tesis de Schneersohn.
LAS RELACIONES ENTRE HERMANOS EN LA PRIMERA INFANCIA
Alfred Adíer fue el psicólogo que con mayor énfasis llamó la atención acerca de la gran importancia que en la estructuración del carácter personal tiene el "lugar que el sujeto ocupa en la serie de hermanos", así como el tipo de sus relaciones con éstos. Siendo el grupo familiar una microsociedad patriarcal, la lucha por el poder se torna inevitable y se establece no sólo entre los adultos, sino entre los diversos miembros de la generación filial. El primogénito se siente como un rey destronado, cada vez que nace un hermano, al cual pasa a odiar, pues ve en él un rival, o sea, alguien que le viene a robar el monopolio de afecto, atención y cuidados que hasta entonces había disfrutado. Por otro lado, el nuevo descendiente, en su posición de benjamín, descubre que entre él y sus padres se interponen uno o más hermanos que le han precedido en la familia y no están dispuestos a dejarse arrebatar sus prerrogativas. No fue por casualidad que desde los tiempos bíblicos caracteriza los miembros de cualquier grupo en su combate para la obtención del
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poder: no solamente es preciso derrotar a quien lo ejerce, sino eliminar a sus posibles sustitutos. Por esto es principalmente antipatizado el hermano mayor y éste, a su vez, se lleva peor con quien le sigue en la serie. Es sumamente complicada la red de las interrelaciones que en esa dialéctica intrafamiliar establece o modifica las alianzas y las rupturas de los subgrupos, a semejanza de lo que ocurre entre los partidos políticos en el ámbito nacional. Basta a veces un detalle aparentemente mínimo para que un hermano —si la prole es numerosa — mude de actitud afectiva hacia otro y se inscriba en otra bandera dentro del campo de combate hogareño. Claro que esta mudanza no siempre es visible ni violenta, pues a eso se oponen la disciplina y el disimulo. Veamos, no obstante, con un poco de más detalle cuáles son las condiciones que pueden ser consideradas como típicas y estables en los diversos tipos de situación fraternal más corrientes: E L PRIMOGÉNITO
Es, como decíamos, un Rey destronado o, mejor, un príncipe heredero que se ve privado de su estirpe por el nacimiento de los sucesivos hermanos. Ante ésos quiere mantenerse con aire de superioridad, pero en el fondo los teme y ve con antipatía por los motivos antes citados. A veces propende a adoptar una actitud de protección conciliadora, que exalta a los menores y justifica ante sus propios ojos el retorno a su primitiva postura. Otras, se aisla y "descarría" del grupo, procurando — con ello — forzar la atención de los padres. EL BENJAMÍN
También vive en tensión constante, pues si, de un lado, para usufructuar el cuidado de sus padres le conviene mostrarse débil e inerme, de otro aspira a codearse en plan de igualdad con sus hermanos mayores, lo que le obliga a un doble juego: exagerar su mimosidad ante los padres y hostí-
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lizar a quienes le preceden cronológicamente, siempre que pueda no temer su reacción. Los HERMANOS INTERMEDIOS
Éste o éstos se ven perjudicados por la mayor valencia afectiva de los extremos entre quienes se encuentran. Ni grandes ni pequeños, no tienen el privilegio de la edad ni el de la debilidad. De ahí que su hostilidad es bicéfala y se dirige contra tirios y troyanos, a menos que no decidan excluirse del corro y montar rancho aparte, pero — si son varios — empiezan entonces, en su subgrupo, las fricciones. NORMAS PREVENTIVAS DE LOS CONFLICTOS Y RESENTIMIENTOS FRATERNALES
Teniendo en cuenta el complicado juego de los factores de envidia, rivalidad y frustración que acabamos de delinear, ¿qué principios pueden orientar a los padres para evitar le más posible la acción negativa (visible u oculta) de los mismos en sus hijos? Vamos a intentar resumir los más importantes: a) Es preciso que cada hijo, desde que adquiere noción de su existencia, se sienta no solamente aceptado en la familia, sino poseedor de cariño y seguridad en ésta, si bien no deba considerarse monopolizador de tales bienes. Por esto los padres han de procurar no establecer distancias ni privilegios entre sus hijos, diciendo y mostrando, siempre que puedan, que les quieren igual o equivalentemente. b) En cuanto cada hijo adquiera uso de razón será preciso que comprenda que ser equivalente no significa ser idéntico y, por tanto, que no ha de pretender hacer o dejar de hacer todo cuanto hacen sus hermanos, inclusive porque en tal caso se convertiría en un simple "mono de imitación" de ellos. Un modo fácil de hacerle com-
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prender ese concepto es el de hacerle notar que el padre y la madre se equivalen pero no son idénticos. En el caso de que uno de los hijos posea una habilidad o talento especial, que lo destaque de los demás, será necesario descubrir en éstos alguna característica en la cual lo superen, para evitar tanto la vanidad de aquél como la envidia de éstos. De esta suerte, si el primer hermano resulta más inteligente, otro puede ser más fuerte, otro más bueno, otro más bello, etc. Cuando surjan riñas o peleas entre hermanos los padres han de intervenir suavemente, procurando no chocarlos con un interrogatorio severo, destinado a saber quién o quiénes fueron los culpables. Por el contrario: se mostrarán entristecidos por no haber podido conseguir que ellos aprendan a ser tolerantes, ya que de la discusión ni la violencia nada bueno se obtiene. Cuando ya estén todos tranquilos podrá entonces hábilmente saberse el origen de los acontecimientos y mostrar cómo podría haberse llegado a una solución justa y pacífica. En ningún caso habrán los padres de poner un hijo como modelo para ser imitado por los demás, ni tampoco habrán de hacer comparaciones entre ellos. Igualmente, en el caso de familias numerosas se evitarán los pequeños grupos entre los hijos, procurando que cada cual se sienta independiente y las decisiones colectivas sean tomadas democráticamente, esto es, por mayoría.
ASISTENCIA PSICOLÓGICA AL JUEGO COMO CORRECCIÓN DE ACTITUDES NEURÓTICAS
El niño revela toda su personalidad y sus conflictos, nítidamente, cuando suelta los frenos de su fantasía y la deja vagar libremente en sus juegos. El juego en la infancia no es un lujo, sino una necesidad; a través de él se expresan las más profundas tendencias y se
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compensan las frustraciones del niño. Por esto los psicólogos lo utilizan para realizar sus más interesantes observaciones diagnósticas en ese período vital. Sin necesidad de tener grandes conocimientos técnicos, los padres también pueden aprovechar las ocasiones que tales juegos de sus hijos les brindan, para inmiscuirse insensiblemente en ellos y corregir jugando las actitudes y hábitos viciosos que tales vastagos puedan tener. Antes, empero, habrá sido necesario que hayan observado indirectamente el comportamiento de los mismos, cuando no se sentían objeto de vigilancia. LA TESIS DE SCHNNEERSOHN
Ese autor ha dedicado un libro a defender el criterio según el cual la privación o la ausencia de juego en la infancia puede ser por sí sola causa de neurosis; si se presenta espontáneamente será entonces señal de ella. Por esto considera que precisa favorecer en esa fase de la vida todas las ocasiones de juego y preocuparse seriamente con los niños que no saben o no quieren jugar, pues ello es señal de anormalidad psíquica. El juego sirve — según él — para compensar frustraciones, aprender nuevos hábitos, fortalecer la imaginación, sublimar impulsos y dar a conocer el carácter y las aspiraciones del niño. Por estas y otras razones es buena obra de higiene mental procurar que en los bloques de edificios de las aglomeraciones urbanas existan espacios libres debajo de ellos, si están hechos con columnas, o en su área interna en caso contrario, de modo que exista un play-gtound, sustraído de los peligros (tránsito, polvo, etc.) callejeros, en donde los niños vecinos puedan divertirse a sus anchas, bajo la indirecta vigilancia de sus familiares. A partir de los seis años es posible utilizar los juegos y competiciones infantiles para corregir defectos, inclusive si un técnico los organiza dentro de las áreas más limitadas de los pisos o habitaciones familiares. Así, por ejemplo, un niño
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excesivamente imaginativo sin duda gustará de representaciones teatrales, en las que se atribuya un papel. Pues bien: podemos escoger para él uno en el que sea víctima de otro niño que se comporta fictívamente, como él lo hace en la vida. Así va a vivir en su propia carne el efecto de su defecto en los demás y silenciosamente extraerá las conclusiones pertinentes. No habría, tampoco, inconveniente, en darle un papel en el que pueda hacer gala de sus características si al fin de la pieza sufre las consecuencias de ellas. La modalidad de actuación que acabamos de señalar se denomina "juego terapéutico" o corredor y merece ser difundida y cultivada, sin necesidad de las costosas instalaciones que algunos técnicos han aconsejado para montarlo. Inclusive si se trata de niños pequeños el teatro puede ser montado a base de fantoches o títeres. BIBLIOGRAFÍA: ADLEE, ALFEED: Curar y formar. Ed. Psique. Bs. Aires. SCHNESBSOHN: La neurosis infantil, Ed. Imán. Bs. Aires, 1940. TIEGS and KATZ: Mental Hygiene in Education. Ronald Press. 1941. HUIZIKGA, J.: Homo Ludens. Fondo de Cultura Económica. México.
CAPÍTULO XIV
Psicohigiene escolar. Problemas del aprendizaje. Estudio de las interrelacíones del hogar y la escuela bajo el punto de vista de la psicohigiene infantil.
PSICOHIGIENE
ESCOLAR
Gran parte de la vida útil del niño discurre en la escuela. A ésta se le confía la tarea de orientar su formación, estimular su aprendizaje y corregir sus posibles defectos, enseñándole a saber observar, clasificar, relacionar, ponderar, enjuiciar y decidir ante las complejas situaciones que la vida va a plantearle. Pero, al propio tiempo, la clase y la escuela, en general, constituyen una muestra de esa misma vida, una especie de microsociedad en la cual el niño ha de enfrentar, por primera vez, los problemas de sus relaciones con un grupo desconocido de semejantes. El impacto que el primer día de contacto con la escuela deja en la mente de millares de niños es de tal índole que a veces marca en forma indeleble su actitud ante la vida social: sintiéndose enteramente extraño ante un ambiente, en el que cree sorprender miradas hostiles, curiosas, compasivas o cariñosas, casi siempre reacciona con miedo y recelo ante él, tratando de refugiarse en las faldas maternas, en el silencio o en los brazos de la profesora. Poco a poco iniciará sus contactos humanos con los diversos compañeros de clase y, coetáneamente con su aprendizaje cultural establecerá su aprendizaje social.
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PROBLEMAS DEL APRENDIZAJE
Por lo expuesto se comprende que sintéticamente son tres las preocupaciones fundamentales de la Escuela: dar conocimientos, enseñar a usarlos y preparar al alumno para poner ese capital cultural y esa habilidad mental al servicio de nobles ideales, dándole al propio tiempo un justo grado de seguridad y dominio de sí. Si deseamos, pues, que se cumpla la misión psicohigiénica en el ambiente escolar, habrá éste de atender a: I 9 escoger debidamente el programa de estudios, adaptándole a las capacidades e intereses de cada alumno; 2 9 usar los métodos de enseñanza más apropiados para cada caso; 3 9 desarrollar una actividad psicagógica que estimule y controle el mejor desenvolvimiento posible de las cualidades morales. Infelizmente esos requerimientos (magistralmente formulados por Claparéde hace más de treinta años, en su trabajo L't.cole sur mesure) están todavía muy lejos de ser satisfechos por la inmensa mayoría de los establecimientos escolares. Por esto son numerosos los llamados casos de "desajuste escolar", que han hecho preciso el concurso de servicios de "readaptación", aún con absoluta exclusión de los factores neurológicos que son responsables por la incapacidad de aprendizaje en los oligofrénicos. Cada tipo de aprendizaje: imitativo, por ensayos y errores, intuitivo, tiene su metodología y sus indicaciones. Numerosas obras han sido recientemente escritas para guiar a padres, educadores y alumnos en el mejor aprovechamiento de sus recursos individuales (de enseñanza en los primeros y aprendizaje en los segundos), no siendo por tanto conveniente descender a detalles en este aspecto. LA INTERRELACIÓN DEL TRINOMIO: NIÑO-HOGAR-ESCUELA
En cambio se hace necesario insistir en la creciente problemática que se plantea hoy en día por la progresiva fricción entre padres y maestros en relación con los ideales y técnicas
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educativas. Esta fricción deriva de quejas recíprocas: los padres afirman que la escuela invade su esfera de acción y se entromete demasiado en el hogar, queriendo "enseñarles" a educar sus hijos en aspectos que ellos consideran íntimos y privativos de su autoridad paterna. La escuela, a su vez, se queja de que la familia destruye por ignorancia o testarudez cuanto el maestro edifica, de acuerdo con las modernas orientaciones psicopedagógicas. Los escolares se ven, a veces, obligados a adaptarse a dos tipos de consignas y pautas de acción, debidos a que ciertos actos prohibidos en casa son tolerados en la clase y viceversa. Fácilmente se comprenden las desastrosas consecuencias que esta doble adaptación a pautas divergentes tiene en la formación de la conciencia moral del niño: cuando éste más precisa de una orientación clara y firme acerca de su conducta se ve llevado a desarrollar diversos comportamientos, en relación con el diverso criterio de los ambientes que frecuenta: cuando está o se siente solo se comporta de un modo, en presencia de sus compañeros de juego, de otro, en presencia de sus maestros, de otro, ante sus familiares, de otro, y así, infelizmente, no solamente pierde su inocente ingenuidad, sino, lo que es peor, su dignidad y su sinceridad ética. Por esto se impone acercar lo más posible la familia y la escuela, favoreciendo el intercambio de sus puntos de vista, la discusión de sus divergencias, la colaboración en sus objetivos y, sobre todo, la formación. Tal aproximación no se conseguirá apenas en las fiestas de fin de curso o en solemnes reuniones de padres para oír conferencias, sino mediante un trabajo constante y paciente, tolerante y dúctil, toda vez que la conciliación de los puntos de vista antagónicos solamente podrá ser lograda mediante la recíproca y tolerante comprensión de los derechos y deberes de cada cual (familia y escuela) a través de la discusión de los casos que surjan, lo que será todavía más factible si se cuenta con la colaboración de elementos técnicos ajenos a ambos grupos. Bajo este aspecto el psicólogo escolar no tiene propiamente la misión de enseñar o examinar y puede servir de puente o trazo de unión natural entre los padres y la dirección escolar, pues no se puede negar
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que a los maestros y educadores les falta a menudo "neutralidad" y les sobra "susceptibilidad" para reconocer sus errores, cuando los cometen. De todas suertes, antes de tomar la decisión de mudar a un niño de colegio todo debe ser ensayado, pues cada mundanza de escuela representa para él una traumática alteración, ya que le enfrenta con ambiente desconocido sin por ello condicionar o preparar mejor su adaptación. Ocurre entonces con frecuencia que los mismos motivos que lo desadaptaron al colegio del cual sale, le llevan a no engranar en el que entra y, al fin y a la postre, se convierte en un "turista" escolar, con la consiguiente pérdida de su formación pedagógica. Un punto importante a ser tratado en esta oportunidad es el auxilio que las familias acostumbran a dar a sus hijos para la ejecución de los llamados "deberes escolares", principalmente en el curso primario. Reside aquí uno de los más graves defectos de la educación actual, pues se halla estimulado por la excesiva densidad y rigidez de los programas, consentido por la flaqueza de los profesores y agravado por la negligencia de los alumnos y la vanidad de los padres. Bajo ningún pretexto deberá el alumno recibir la solución de los problemas que le hayan sido dados y sí, en caso necesario, apenas indicación de los recursos con que puede solucionarlos. Es en este sentido preferible que obtenga una mala nota merecida a que le den una buena, pero inmerecida. BIBLIOGRAFÍA: BUHLER, CH.: Problemas de los padres y la maestra (en Problemas de la infancia y la maestra. Espasa Calpe. 1953). CEOW and CROW: Mental Hygiene in ScJiool and Home Life. McGraw Hill. N. York, 1942. MIRA Y LÓPEZ, E.: Problemas
del niño que no aprende.
lusz. Bs. Aires. TIEGS and KATZ: Mental Hygiene in Education. N. York, 1941.
Ed. Kape-
Ed. Ronald Press.
CAPÍTULO XV
formas para la profilaxis de los resentimientos y actitudes viciosas de la infancia en relación con los problemas éticos. Psicohigiene moral del niño. La tesis de Cliisholm.
LA PROFILAXIS DEL RESENTIMIENTO
Desde el magnífico trabajo de Scheler sobre el Resentimiento y la Moral, sabemos que la represión de los deseos y la renovación de las frustraciones en cualquier sector de la conducta provoca verdaderos quistes psíquicos que son susceptibles, con el tiempo, de transformarse en focos de malestar e irritabilidad, irradiando a la personalidad, periódicamente, una especie de onda de pesimismo, cual si fuesen abscesos productores de pus psíquico. Por esto los educadores actuales se preocupan cada vez más en evitar la acumulación de esas frustraciones favoreciendo la descarga de las tensiones emocionales en el momento en que éstas se engendran. Así, por ejemplo, ya no se estila la actitud de "prohibir llorar" o de "ignorar que el niño llora" y sí la de preguntar por qué está llorando y la de explicar por qué no tiene que seguir llorando. Mas no siempre el niño expresa tan ruidosamente su disgusto y por ello será conveniente que padres y educadores recuerden la necesidad de ser justos y equitativos en su trato con él y con sus compañeros de hogar o de escuela, ya que el sntimiento de justicia es uno de los que más precozmente se
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desarrolla en la infancia y de los que más propende (por hallarse vinculado al amor propio) a engendrar actitudes viciosas. Así, por ejemplo, es fácil al niño aceptar la llamada Ley de Talión y trata de devolver ojor por ojo y diente por diente; llevarlo a sentir el placer del perdón, la paz de la tolerancia y la alegría de la generosidad es tarea difícil, que ha de ser realizada en todas las horas y que solamente puede ser llevada a feliz término si el propio adulto vive en las actitudes que intenta crear. La psicohigiene moral del niño, por tanto, habrá de fundamentarse en el ejemplo moral de quienes con él conviven mucho más que en las admoniciones, sermones e incitaciones verbales. La máxima de "haz lo que te digo y no lo que hago" es enteramente inaplicable en la infancia. Será asimismo necesario dar a cada niño ocasión de relacionarse con el mayor número posible de compañeros menores y mayores que •él, para lograr sorprender cuáles son sus actitudes y estilos reaccíonales ante las diversas situaciones conflictivas que tales relaciones le planteen. Pero, por encima de todo, habrá que procurar que cada niño asuma una permanente actitud de "buena voluntad", es decir, de afectuosidad y sinceridad, ante las demandas que le sean formuladas, lo que, evidentemente, no será posible sin antes haberle dado confianza en sí y haber logrado que supere sus motivos de miedo y de rabia. He aquí por qué la formación moral en la infancia no es un objetivo aparte y sí un resultado final de todo el complejo proceso formativo de la personalidad durante las primeras fases de la vida. LA TESIS DE CHISHOLM
El psiquíatra canadiense Chisholm consiguió destacarse en el campo de la higiene mental por la formulación de una tesis audaz, presentada al primer Congreso Mundial de la Salud Mental. Según ese autor, gran parte de los vicios, sufrimientos y conflictos emocionales que la Humanidad arrastra se deben
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al abusivo empleo de los adjetivos calificados "bueno" y "malo" ("good" y "bad"), pues con ellos se crea una línea divisoria absoluta en cada acto de conducta y se sumerge a la infancia en un dilema del cual solamente puede salirse de un modo arbitrario o deficiente. Mantiene Chisholm el criterio de que tales adjetivos, de aplicación eminentemente subjetiva, habrían de ser sustituidos por otros tales como "útil" o "perjudicial'1', "correcto" o "incorrecto", oportuno o inoportuno, aconsejable o rechazable, elogiable o censurable, etc. Estos otros adjetivos, menos revestidos de dramatismo ético, son más precisos y objetivos y no conducen a la formación de complejos de culpa, de actitudes de rebeldía y desespero, de hipocresía o de insensibilidad moral, que tan frecuentes son de observar con el uso sistemático de las nociones del Bien y del Mal. Porque, como afirma agudamente Chisholm, esas nociones no son suficientes para atormentar a infinidad de inocentes. Nuestros propios trabajos acerca de este importante asunto (presentados en la reunión plenaria del Congreso celebrado en Chicago,, en 1929, por American Society for the Advancemeot of Sciences, bajo el título de "A new, esperimental, conception of moral behaviour") demuestran que no existe una pauta absoluta de conducta moral ni mucho menos una facultad ética, sino una .serie de actitudes y hábitos que tienen un "aspecto" moral y, si se quiere forzar un poco, es factible conceder a ese aspecto un "valer", pero éste dependerá entonces del criterio con que los juzguemos. Dicho de otro modo: si "no hay mal que por bien no venga ni bien del cual un mal no advenga", habremos de llegar a la conclusión de que ya no es posible decir enfáticamente que tal conducta es "buena" o "mala" sin agregar inmediatamente "bajo qué punto de vista" resulta buena o mala, para quién o quiénes y en qué circunstancias es buena o mala, o sea: el uso de tales adjetivos tiene que ser concebido con limitaciones tales — si deseamos que .sea riguroso— que lo hacen impráctico. Cabe reconocer que no será fácil borrar de los diccionarios las palabras bueno y malo, pero en nombre de la higiene mental habrá que procurar usarlas lo menos posible y, cuando
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las pronunciemos, será necesario que las enmarquemos en cf cuadro de la relatividad criterial que las justifica. BIBLIOGRAFÍA: DOLLAB y otros: Frustration and Aggression. Instit. of Hum. Relations. Yale Univ., 1939. BERGSOK": Les deux sonrces de la Moróle et la Religión. Ed. Payóte París. PIAGET: La conception de la morale ches Venfant. Ed. Kundig^ G-éneve. MIRA, 1.: A new experimental conception of moral tiehaviour. J. of Criminology and Criminal Law. Chicago, Febr. 1930. También: en Problemas Psicológicos Actuales. 5* ed. El Ateneo. Buenos Aires. BRENTANO, P.: El origen del conocimiento moral. Revista de Occidente. Madrid, 1941. SCHELER, MAX: El resentimiento y la moral. Revista de Occidente. Madrid, 1941. MAEITAIN", JACQUES: Para una filosofía de la persona humana. Editora Letras. Santiago de Chile. SOUNDEL, H. ET F . : L'enfance dite "CowpaWe". Blond et Gay. Paris, 1946. N'EDOKCELLE, M.: La Personne Humaine et la Nature. Presses Univ. France. 1943. WALLOIT, H.: ¿ e s origines du caractére chez VEnfant. Ed. Bonon» Paris, 1934. EISENCK: The Itructure of Personality. Kegan. Londres, 1954.
CAPITULO XVI Importancia de la psicohigiene en la adolescencia. Características de esta fase vital. Normas generales para la preservación de la salud mental durante su decurso. IMPORTANCIA DE LA PSICOHIGIENE EN LA ADOLESCENCIA
Concebido como el período de la vida (de 12 a 18 años, generalmente) durante el que se verifican los principales cambios que permiten el tránsito de la infancia a la juventud, la adolescencia (del latín "adolescere" que significa crecer) es pródiga en problemas y en dificultades, tanto para quien la vive como para quienes la conviven. ¡Se explica así que el psicólogo, el educador y a veces el psiquíatra tengan que intervenir cuidadosamente en casos que ni antes ni después van a precisar de su consejo o de su auxilio. Recordaremos, para empezar, que la mayor parte de los desajustes que hoy afligen a los adolescentes se observan en quienes viven en ambientes urbanos, suburbanos o en contacto con núcleos rurales en los que está en marcha un proceso de urbanización; porque la verdad es que los adolescentes estrictamente campesinos no acusan sensiblemente los inconvenientes de su tránsito biológico. Así, pues, el influjo de los factores culturales, económicos, sociales o, "tout court" ambientales es primordial y así lo han reconocido los principales autores que recientemente han estudiado la psicología de la adolescencia. Precisamente por esto se hace difícil asentar reglas gene-
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ricas en este terreno, ya que cada zona o "habitat" tiene sus características y plantea sus problemas específicos al adolescente. Pero, con todo ese inconveniente, es todavía posible afirmar algunos principios fundamentales y helos aquí: a) El deseo mayor en el adolescente masculino normal es el de conquistar el prestigio social a base de su "fuerza", de su "coraje" y de su "independencia"; en cambio la adolescente femenina ansia conseguir ese prestigio a base de su "encanto", de su "gracia" y de su "suavividad'1*. De esta suerte la diferenciación psicosexual imprime una diferencia de actitudes y de estilos vitales en la adolescencia y en la medida en que éstas se atenúan o confunden surge el peligro de conductas dudosas o conflictivas. b) Tanto el como la adolescente precisa afittnar su propia individualidad, su propio criterio y sus originales creencias y gustos, destacándose como personalidades en el seno del grupo familiar. De ahí la tendencia de ambos para ofrecer mayor resistencia a las órdenes, prohibir tivas o compulsivas, de los adultos de la generación superior (y en especial a sus genitores) dejando atrás la "obediencia" infantil. c) Asimismo, aún prescindiendo del sexo, se engendra en los adolescentes la necesidad de buscar y encontrar un "complemento" (la llamada "otra mitad" de su Ser); normalmente ese complemento será de sexo opuesto y de edad próxima pero también ocurre con relativa frecuencia que, antes de encontrarlo, el (o la) adolescente se fija en alguien del propio sexo, con quien desarrolla una "íntima amistad" o en alguien de sexo contrarío, pero de mucha mayor edad, para quien nutre una afección que es sustitutiva de la que en sus primeros años tuvo para el genitor de sexo contrario. (Las consecuencias de tales desvíos serán estudiadas al ocuparnos de la psicohigiene sexual). d) Es también un fenómeno común a todo adolescente
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normal la preocupación en fijarse una serie de aspiraciones o ambiciones — los llamados "sueños" o "ideales", a cuya conquista dedicará con mayor o menor perseverancia, habilidad y éxito, sus esfuerzos. No hay duda que esa fijación de objetivos depende en gran manera de la concepción de vida que se haya forjado y también del juicio que se forme de sus propias posibilidades (cualidades y defectos). Si aquél "nivel de aspiraciones" se halla demasiado distanciado del autojuicio de valor (tanto si esa distancia es positiva como negativa) estará abierta la vía del progresivo desajuste existencial. NORMAS DE LA PSICOHIGIENE DE LA ADOLESCENCIA
Teniendo en cuenta los 4 hechos que acabamos de afirmar como siendo fundamentales en el proceso evolutivo de la adolescencia, he aquí, ahora, las normas psícohigíénícas que les corresponden: 1?) Favorecer cuando sea justo, oportuno y factible las ocasiones de que el adolescente masculino desarrolle su fuerza, su coraje y su independencia y la adolescente femenina consiga cultivar su gracia, su encanto y su dulzura. Para lo primero será conveniente que el muchacho cultive algún deporte, tenga algún dinero para sus gastos y goce de libertad y responsabilidad suficientes en sus decisiones. A su vez la muchacha podrá cultivar alguna técnica artística de su agrado, asistir a fiestas o reuniones sociales y tener recursos para realzar sus atractivos personales (sin pasar, claro es, de los límites de recato que su ambiente social acate o exija). 2 9 ) Escuchar con interés las opiniones y argumentos de los adolescentes, concediéndoles categoría de miembros con derecho a pensar y opinar en el seno de la familia, si bien habrán de someterse democráticamente ante las decisiones de ésta, cuando estuviesen en minoría.
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3°) Favorecer la amistad y el contacto con personalidades de ciencia, experiencia, conciencia y paciencia suficientes para poder orientar intelectual y moralmente a los adolescentes, enseñándoles prácticamente a desenvolver la lógica y la autocrítica. 4°) Estimular las legítimas ambiciones individuales, propiciando ocasiones y medios adecuados para empezar, cuando menos, a procurar alcanzarlas. En suma: en la duda de si tratar al (o a la) adolescente como niño o como adulto es preferible tomar la actitud de tratarlo como joven, o sea, como un ser que se encuentra en la infancia de la adultez y no en la adultez de su infancia. PROBLEMAS CONCRETOS
Además de los principios generales que acabamos de exponer, precisamos considerar ahora algunos problemas concretos, que pueden originar serias fricciones y disgustos en el seno de las familias, a la vez que perturban gravemente la vida y la conducta de muchos adolescentes. El primero de ellos es el económico: el adolescente (cualquiera sea su sexo) siente crecer su necesidad de dinero en la misma medida que aumenta su deseo de independencia. Pero en una mayoría de casos no está en condiciones de ganar ese dinero y tiene que mendigarlo a sus familiares. Tal situación lo irrita y humilla, pues lo coloca en el aprieto de tener que depender de la magnanimidad o del malhumor de quienes está tratando de independizarse y por esto se comprende que cada vez que extiende la mano para recibir "como donativo" tal o cual cantidad, sienta en su interior rabia contra sí y contra quien se la da. De ahí la facilidad con la que muchos adolescentes prefieren pedir prestado dinero a amigos o a desconocidos, o inician trabajos y negocios (más o menos clandestinos) para no tener que pasar por la situación descrita. Cuando esto ocurre es prudente actuar para evitar que pue-
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•da convertirse en un serio conflicto. Y para eso es prudente conceder al adolescente el derecho de administrarse una cantidad regular de dinero — a modo de salario de estudiante o de aprendiz — con la que pueda llevar un padrón de vida que no diverja excesivamente del promedio correspondiente a la familia. Ese dinero habrá de ser dado sin obligación de tener que presentar cuentas. Y sí el orgullo del (o de la) adolescente así lo exige, no habrá inconveniente en darle el carácter de anticipo o de préstamo a ser devuelto más tarde, cuando ya sea un elemento productor y sus familiares se encuentren viejos, precisando de su ayuda. En todo caso, dos exigencias son básicas: a) que el adolescente no tendrá, ya, que pedir dinero para sus gastos fijos o habituales; b) su padrón de vida será mantenido en el nivel que corresponde a la capacidad familiar. (Para dar idea de cómo estos dos puntos dejan de cumplirse citaremos el caso de un gran cirujano sudamericano, que ha regalado a su hijo dé 15 años 3 caballos de carreras, un auto sport de último modelo, una lancha y un "bungaloiw", pero le discute cada vez que el muchacho le pide dinero para ir al cinema, comprar cigarrillos o convidar a un amigo). Un segundo problema es el del horario de vida. El adolescente siente la necesidad de afirmar su personalidad viviendo — por así decirlo— a deshora, o sea, no estudiando, saliendo, entrando, comiendo, durmiendo, lavándose, etc., en las horas previstas por «1 régimen familiar. Él o ella desea hacer eso cuando le plazca. ¿Qué hacer en este caso? Evidentemente no se puede sacrificar la familia, ni tampoco al adolescente; por tanto, será preciso adoptar el criterio de respetar las variaciones de horario en aquellos actos que puedan ser realizados aisladamente o no perjudiquen directamente a los demás al realizarse a destiempo. Al mismo tiempo, se explicará al adolescente las bases de la convivencia justa y democrática bajo el techo hogareño, haciéndole comprender que sus derechos terminan en donde empiezan a chocar con los de la mayoría. Asimismo se le hará entender que por ser más joven es más dúctil, más fuerte y más capaz de ajustarse que
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quienes ya se encuentran, por así decir, esderosados o, por lo menos, presos en sus hábitos. El tercer problema es el de la elección de las amistades. Casi siempre los jóvenes que los padres escogerían para amigos de sus hijos no son los que estos prefieren, pero, en reciprocidad, los padres no ven con buenos ojos algunas de las amistades "íntimas" que sus hijos eligieron espontáneamente y las consideran inadecuadas o peligrosas. Es claro que los adultos pueden — y deben — advertir a los jóvenes que estén bajo su tutela acerca de los inconvenientes reales y objetivos que por ventura pueda tener tal o cual persona que ellos quieren o admiran, mas no habrán de hacerlo en forma desorbitada y mucho menos pretenderán imponer un sustituto pues la amistad, como el amor, no se decreta, ni se implora, ni se compra. Por esto hay que ser prudente y paciente en casos tales, adoptando una actitud de expectativa y limitándose a comentar "hechos" en vez de atacar "personas". Recuerde que San Agustín dijo: hemos de combatir al pecado, pero amar al pecador. BIBLIOGRAFÍA: TOBAR GARCÍA: Higiene Mental del Escolar. El Ateneo. Buenos Aires, 1954. PONCE, AIÍÍBAL: Ambición y Angustia del Adolescente. E. Matera. Buenos Aires. COLÉ: Psyichology of Adolescence. Farrar Rinehart. N. Y., 1948. MIRA Y LÓPEZ: Psicología Evolutiva de la Infancia y la Adolescencia. 6* ed. El Ateneo. 1955. CAENEIRO LEAO: Psicología de la Adolescencia. México, 1950.
CAPITULO XVII Psicohigiene
del trabajo. Selección, preparación, namiento y ejecución del trabajo.
entre-
PSICOHIGIENE DEL TRABAJO
Siendo por definición el "trabajo" una actividad que se realiza con esfuerzo se comprende que pueda originar serios disturbios por motivos diversos: falta de vocación, déficit de habilidad o de resistencia, preparación técnica defectuosa, malas condiciones del material o del ambiente, retribución injusta, etc. Por esto la psicohigiene del trabajo se ha desarrollado mucho en los últimos años, sí bien camuflada bajo nombres diversos y apoyándose en organizaciones y conceptos diferentes: la psicotecnica profesional, la Medicina e Higiene del Trabajo, la Organización racional, la Ciencia de la Productividad, el movimiento pro Relaciones Humanas, etc., etc., son algunos de los títulos referentes a esa diversidad de iniciativas, procesos y obras, que aspiran a mejorar las fricciones y los desajustes producidos por el Trabajo. Bajo un punto de vista estrictamente psícohigiénico nos interesa sintetizar cuáles son las directrices que han de ser cumplidas para conseguir que el trabajo deje de ser fuente de trastornos y se convierta, si es posible, en manantial de satisfacciones, beneficios y progreso.
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a) El ajuste del Set y el Quehacer. Con sobrada razón escribió W. Goethe que "No todos los caminos son para todos los caminantes". De acuerdo con las peculiaridades de cada Ser existe un tipo de Quehacer en el que puede obtener mayor rendimiento con menor esfuerzo. Para descubrir cuál es ese tipo de tarea o de trabajo precisa analizar no solamente las aptitudes positivas (cualidades) como las negativas (defectos) y una vez establecido así el perfil psicológico individual será posible orientar o aconsejar al sujeto hacia los grupos o el grupo de actividades que más se encuadra y ajusta a ese perfil. Ese es el servicio psicohigiénico que prestan en casi todos los países civilizados centenas de Centros e Institutos de Consejo vocacional, orientación profesional y Psicología del Trabajo. Asimismo, en ciertos casos, se justifica la tarea de desaconsejar la admisión de candidatos para determinados 'puestos, cuando aquellos no poseen el mínimo de condiciones de aptitud y vocación exigibles para realizar su trabajo con eficiencia y sin fatiga; este otro proceso se denomina selección profesional y ha de ser considerado como un recurso de emergencia o, si se quiere, como un mal menor, pues favorece solamente a uno de los elementos del ciclo de trabajo (la Empresa) sin resolver los problemas de quienes son eliminados. No obstante, la selección profesional se encuentra especialmente justificada antes >del ingreso en las Escuelas de Formación técnica, para asegurar los derechos de la colectividad. Si no es posible acudir a consultar un Servicio o un Técnico especializado en el asunto, el interesado deberá procurar informarse, medíante lecturas, de los diversos tipos de ocupaciones y sus características. Al propio tiempo tratará de descubrir cuales son sus gustos más constantes y en que tipo de trabajo puede satisfacerlo mejor sin menoscabo. Sobre todo precisa no confundir la vocación hacia un trabajo con la atracción por algún beneficio que de él se pueda derivar indirectamente. Así, por ejemplo, no significa vocación médica el hecho de querer seguir esta carrera para ganar mucho dinero, oirse llamar Doctor, enterarse de
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secretos, etc. Quien sienta esa vocación habrá de sentirse espontáneamente atrído por la desvalidez y desear remediar cualquier sufrimiento. No importa lo que se hace sino como se hace, en el trabajo. b) La preparación profesional. No basta poseer aptitudes y vocación para tener asegurado el éxito; precisa además desarrollar la capacidad profesional mediante el aprendizaje correspondiente. Este es cada vez más administrado en centros, escuelas o instituciones de carácter técnico-pedagógico. Pero en muchos de esos centros de enseñanza profesional todavía no imperan los modernos principios pedagógicos que se basan en la psicología del aprendizaje. Por esto la higiene mental del trabajo requiere que se apliquen tales principios en todos los niveles de la enseñanza técnica, así corno que se ayude a los alumnos a resolver sus numerosos problemas personales, mediante el funcionamiento de servicios de consulta psicológica y de orientación vital, anexos. Tales servicios han de contar con la¡ colaboración de un psiquiatra, de un psicólogo y de una asistente social, como mínimo. •c) El entrenamiento, en el trabajo. La debida graduación de los esfuerzos (físicos o mentales) que va a realizar cualquier trabajador tiene que ser establecida mediante un estudio de su capacidad de rendimiento y de resistencia a la fatiga. De ahí la necesidad de "probar antes •de usar" los trabajadores manuales o intelectuales, de la misma forma como se hace con cualquier máquina. Solamente medíante el estudio de sus curvas de entrenamiento será posible fijar los límites máximos que pueden ser compatibles con su salud, evitando así las consecuencias del denominado "overwork". d) Higiene mental de la "ejecución" del trabajo. Una vez ya instalado en el lugar de trabajo y dispuesto para iniciar su jornada diaria es necesario que cada trabajador sepa bien cuales son las finalidades de la obra que se apresta
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a realizar y conozca en toda su extensión el servicio y el beneficio que con ella puede conseguir y producir. Sin esa previa condición no puede sentirse motivado suficientemente, pues el factor económico —siendo necesario que exista — no basta para engendrar la satisfacción íntima del operario o del profesional. En una reciente visita a las obras de una gran planta hidroeléctrica en construcción, un ingeniero pregunta sucesivamente a un albañil: "¿qué está haciendo?" Estoy sudando para ganar el pan. Y a otro: —estoy haciendo una pared. Y un tercero: —estoy construyendo la casa de máquinas. Y un cuarto: —estoy ayudando a fomentar el progreso del país. No cabe duda que este último estaba más y mejor motivado que los anteriores. Mas no basta motivar e interesar al trabajador; es preciso hacerle partícipe de la obra realizada, consubstanciándolo con ella y para eso se requiere el constante desvelo de los directores y responsables máximos, creando un ambiente agradable, mejorando las relaciones humanas, resolviendo las fricciones que puedan originarse y, por tanto, manteniendo la moral y la productividad en buen nivel. Esto implica cuidar también del denominado "dopolavord", o sea: de la distracción y del reposo a que todo trabajador tiene derecho. En este aspecto la psicohigíene del trabajo se apoya fundamentalmente en los principios de la psicotécnica. La organización de distracciones, de cursos y conferencias culturales, de bibliotecas, viajes, etc., en los llamados "clubs" o sociedades gremiales ha de ser asociada a los servicios asistencíales y orientada por un criterio psicológico para poder rendir todo el beneficio deseado. BIBLIOGRAFÍA: LEMKAU: Higiene Mental. Fondo de Cultura Económica. México, 1952. MIRA, E.: Higiene' mental en el mundo de postguerra. Ed. Mundo Atlántico. Buenos Aires, 1943. GHISEIXI and BEOWN: Personnel and Industrial Psychology. Me. Graw Hill. HEKSEY: Psychology of Workers. Person. 1936.
CAPÍTULO XVIII
Psicohigiene
sexual
en la juventud, en la vejez.
en la adultez
y
CONCEPTOS PREVIOS
Antes de entrar en el tema es conveniente diferenciar bien algunos conceptos que frecuentemente se confunden inclusive en obras que se destinan a lectura del gran público. La llamada vida sexual ha de ser considerada, ni más ni menos, que siendo la vida individual cuando aparece motivada por las tendencias y características propias del sexo. Unas y otras pueden manifestarse en el plano orgánico, a través de los llamados órganos genitales (externos e internos) o en el plano psíquico, a través de los impulsos, sentimientos y fantasías llamados eróticos. Por tanto, precisa distinguir entre las actividades genitales, que en último término propenden a conducir al coito y a la perpetuación de la especie, de las actividades eróticas, que llevan a la fusión amorosa del Ser con cualquier ente, para sentir el placer de vivir en él y para él. Ambas, en su relación y síntesis dialéctica, constituyen lo que en términos globales se llaman actividades sexuales. De otra parte, es sabido que la diferenciación biosexual, si bien parece estar predeterminada por la fecundación (en relación con el tipo de cromosoma sexual paterno: si este es X dá lugar a embrión femenino, si es Y, a masculino) lo cierto es que solamente se evidencia a partir de la 10? semana, de
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suerte que antes de esa fecha nadie puede saber si el futuro hijo será varón o hembra. Y también sabemos que en cada zigoto (huevo fecundado) se encuentran presentes los gérmenes embrionarios de los dos sexos, por lo que en realidad todos los seres humanos somos potencialmente bi-sexuales, pasando, a partir del tercer mes de vida intrauterina, a tener un .sexo dominante y otro latente. Mas por diversas circunstancias puede ocurrir que en cualquier fase de la vida ese sexo latente adquiera impulso y muestra sus características y tendencias, originando entonces un estado intersexual o, inclusive, de inversión sexual. O Jung afirma que esa antinomia se manifiesta también en el plano psíquico, a través de las fuerzas del "Anima" (factor femenino en el hombre) o del "Animus" (factor masculino en la mujer) principalmente, a partir de la menopausia o edad madura (originando entonces la virilizacíón en la mujer y la feminización, en el viejo). Bajo el punto de vista psico-higiénico general, interesa evitar cualquier disociación en la síntesis geno-erótica, o sea: es preciso que se afirmen en cada ser con suficiente nitidez las características de su sexo dominante, creando asimismo en él la conducta y el carácter que le corresponde. Esa tarea compete a la llamada educación diferencial y para realizarla es necesario que en los programas escolares, junto a las actividades comunes a los dos sexos se realicen otras exclusivas de cada uno de ellos. La familia también tendrá que ser instruida para evitar —por exceso o por defecto— cualquier actitud que pueda llevar a una excesiva timidez del niño o rebeldía de la niña. LA HIGIENE SEXUAL DE LA JUVENTUD
No hay normas genéricamente válidas para resolver los múltiples problemas (biológicos y sociales) que la eclosión del impulso genital (motivada por la acumulación de hormonas sexuales) ocasiona en una juventud sin independencia eco-
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nómica ni legal suficiente para resolverlos por el matrimonio. Por esto están tan equivocados quienes proclaman la necesidad del llamado "amor libre" como quienes invocan el imperativo de la "castidad obligatoria". La verdad es que en cada caso precisa ecuacionar las fuerzas impelentes y las frenadoras, derivativas o lenitivas, para determinar la conducta que más sea compatible con el equilibrio mental. Creemos que el manejo adecuado de los recursos de "sublimación" (Religión, Arte, Deportes, etc.) puede permitir a una mayoría de jóvenes conservarse en condiciones de pureza sexual hasta que un amor profundo y duradero los lleve a contraer enlace con un cónyuge y procrear. Prácticamente ni la mansturbación ni el mercenarismo, ni las uniones ilegales pueden favorecer la paz mental, pues sí de un lado parecen calmar ciertas "urgencias", de otro suscitan nuevas inquietudes, remordimientos y problemas, originando así otras fuentes de preocupación y malestar. Por ello la psícohigiene sexual de la juventud ha de ser realizada y orientada por especialistas de solvencia, en consultorios o servicios capaces de concentrar la colaboración de los diversos tipos de técnicos necesarios para dar una solución racional, científica y práctica, ante las peculiaridades de cada caso individual. LA PSÍCOHIGIENE SEXUAL DEL ADULTO
El estado normal en el adulto debe ser, sexualmente considerado, el matrimonio, pues solamente en él se concílian el deber y el placer, en perfecta unión. Mas las estadísticas confirman que sí esto sería lo deseable no es lo que realmente se da, ya que existe entre un 30 y un 45 % (según los países) de adultos que se muestran permanentemente refractarios al casamiento o que, si lo realizan, luchan después para anularlo o verse libres de él. De otra parte, el matrimonio no basta para asegurar una vida sexual normal, pues no son pocos los adultos casados que no usan sino que abusan o desusan con él sus actividades genitales. Libros como El Matrimonio Pee-
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fecto, de Van de Velde deberían ser de conocimiento obligatorio para los esposos. Es claro que no todos los lectores de esta guía tendrán ocasión de leerlo o de leer otros similares y por esto vamos a resumir en pocas líneas lo más esencial que precisa recordar en el asunto: Pata el hombre: hay que considerar que su deber sexual le obliga tanto a obtener como a dar placer en el acto matrimonial. Por esto no puede contentarse con recursos sustitutivos y tendrá que ir hasta el fin natural del mismo, o sea, la eyaculacion en el fondo vaginal. Pero también es preciso que no realice ese acto a la carrera, puesto que el orgasmo de la mujer es más lento en producirse y por ello si él solamente piensa ero satisfacerse es probable que la deje excitada e insatisfecha. Asimismo, habrá de recordar el hombre, en tales circunstancias, que el placer femenino también se extiende más tiempo que el suyo después del orgasmo, razón por la cual no habrá de abandonar bruscamente su contacto corporal con la mujer, procurando mostrarse cariñoso con ella y esperando a que pueda quedar enteramente relajada y satisfecha. Para la mujer: ha de comprender que el acto sexual ha de ser realizado con su concurso y no con su pasividad. El hombre solo nó es quien tiene que tener y mantener la iniciativa durante todo el curso del ayuntamiento: ella ha de saber no solamente corresponder a sus caricias sino estimularlas, a la vez que regular, cuando sea necesario, el ardor masculino, para obtener así el orgasmo de ambos al mismo tiempo. De esta suerte, lo mejor es que en cada acto se haga la idea de que precisa seducir de nuevo a su cónyuge, alternando la provocación y el recato hasta que el progreso del acto aconseje su entrega y abandono total. De otra parte, habrá de recordar que el hombre una vez cumplida su eyaculacion no gusta permanecer mucho tiempo inactivo — a no ser que concilie el sueño — por lo que no tratará de prender demasiado la atención del esposo, una vez terminado el acto. Pata ambos: habrán de respetarse mutuamente en todo y cualquier momento de la unión sexual, no queriendo imponer uno a otro ninguna maniobra o caricia que no fuese agrada-
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ble, tanto para quien la hace como para quien ha de recibirla. En cuanto a la frecuencia y a la duración de los actos sexuales, hay que regularlas de acuerdo con las necesidades de los dos protagonistas, trazando si es posible una línea equidistante entre los deseos de ambos, pero procurando siempre observar los límites normales, pues tanto el exceso como el defecto en este terreno se pagan caro. Afortunadamente tales límites son amplios, como puede verse en las estadísticas, y, de otra parte, varían con la edad, robustez y estado de ánimo y salud de los cónyugues. LA PSICOHIGIENE SEXUAL DE LA V E J E Z
Contra lo que cree la gente, la vida sexual no se extingue tras la menupausia femenina o la invlución masculina: en innúmeros casos persisten en la vejez los deseos e impulsos no solamente eróticos sino genitales, produciéndose inclusive una exacerbación en los primeros, por la mayor dificultad de satisfacción de los segundos, lo que puede dar lugar a numerosos desequilibrios, perversiones e inclusive neurosis o psicosis. Debemos principalmente a las investigaciones de Kinsey, Pomeroy y Martín el conocimiento estadístico de la frecuencia con que el orgasmo sexual se consigue en las diversas fases o edades de la vejez, mas — de otra parte — los trabajos psiquiátricos y psicoanalíticos nos demuestran que entonces el problema se agrava por ser esa la época en que se decreta el retiro obligatorio de una inmensa mayoría de personas, condenándolas a no poder derivar en el trabajo sus frustraciones genitales. Por esto la moderna Getiattía (Medicina de la Vejez) póstala la necesidad de encontrar distracciones, ocupaciones y derivativos físicos y mentales (los denominados hobíñes) que en la vejez permitan retornar a la primitiva castidad de la infancia, sin los inconvenientes de una transformación hipocondríaca, melancólica o distímica (que da lugar a los llamados viejos neurasténicas, tristes o irritados, respectivamente). Como vemos, pues, es un doble error del adulto creer que
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el niño "todavía" no tiene problemas sexuales y que el viejo "ya no" los tiene. Hemos^or el contrario, crear y cumplir la psicohigiene sexual propia a estos períodos, facilitando la asistencia a servicios, dispensarios y especialistas capaces y venciendo la inhibición o el recato que, principalmente en las personas de edad avanzada, obliga muchas veces a un sufrimiento que puede ser técnicamente evitado o suprimido. BIBLIOGRAFÍA: RMK, THEODOR: Psicología de las relaciones sexuales. Ed. Nova. KAHJT, FRITZ: Nossa Vida Sexual. Civilizagao Brasileira. Río, 1952. KINSEY, POMEROY, MARTÍK : La Vida Sexual del Varón y La Vida-
Sexual de la Mujer. (Los llamados Kinsey Reports.) TIZARD, LESLIB: Ouide du Mariage. Ed. Ferenczi. París, 1955. VAN DE VELDE: El Matrimonio Perfecto. (En diversas Editoriales.)
CAPÍTULO XIX
Psicohigiene de las relaciones sociales, en los tres planos básicos. Un decálogo para el desarrollo de la sociabilidad.
LAS RELACIONES SOCIALES
El hombre no nace pero se hace un animal social. La adquisición de la capacidad de trato con sus semejantes no se consigue sin regular una serie de tendencias primarias y de crear hábitos que le aseguran esa "sociabilidad en los tres planos fundamentales de: dominio, sumisión y colaboración. Este último es, sin duda, el más difícil de ser regulado, pues ha de apoyarse en la superación de la rivalidad o actitud de oposición y competición primaria. Prueba de lo difícil que es obtener, aún ahora, el establecimiento de la sociabilidad normal nos la dan las estadísticas de suicidios, agresiones, crímenes, revueltas, guerras, revoluciones, etc., sin contar con el aumento alarmante de las neurosis y la delincuencia, en general. Por esto se concede cada vez mayor atención a cuanto baga referencia al tema de las "Relaciones Humanas" y se multiplican las organizaciones, instituciones y servicios, libros e investigaciones dedicados a conseguir la superación de la vieja afirmación según la cual: homo, hominis lupus (El hombre es el lobo del hombre). No sería práctico entrar aquí a discutir las diversas concepciones, teorías y normas que pretenden monopolizar la solución de tan arduo problema, ya planteado irónicamente por
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Anatole France en su célebre "lie des Píngouins". Filósofos, moralistas, sociólogos, políticos, educadores, psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, ecólogos, antropólogos y cuantos más profesionales de la orientación o conducción del hombre creen poseer la fórmula mágica para su buen trato social, íin contar, es claro, con los directores y responsables de los varios centenares de Religiones existentes. Por esto sería insensato suponer que nosotros íbamos a poder pontificar y traer solución mejor al problema. Pero de alguna manera hemos de procurar atacarlo y en este aspecto nos ha parecido útil recordar un trabajo que redactamos hace casi 20 años atrás y que ha sido publicado en varios idiomas por la Unión Interamericana. Releyéndolo ahora nos satisfacen todavía sus conclusiones, en forma de decálogo de fácil comprensión y por esto vamos a reproducirlas, sin otra pretensión que la de aportar una colaboración personal. DECÁLOGO PARA EL DESARROLLO DE LA SOCIABILIDAD
1. Para alcanzar un desarrollo normal de la sociabilidad en el niño será necesario que, al llegar a la escuela, sea clasificado y agrupado no solamente de acuerdo con su edad e inteligencia sino con sus peculiaridades afectivas y caracterológicas. La distancia entre los niveles de sociabilidad de un individuo y del grupo con que convive no puede ser excesiva y por ello la clase o unidad pedagógica ha de ser en este aspecto suficientemente homogénea. Siempre que se observa un desequilibrio entre el individuo y su grupo hemos de temer que abandonado a su propia suerte aumente con el tiempo en vez de corregirse. Entonces se producirán una serie de acciones y reacciones agresivas y frustradoras que podrán difundirse en forma de onda y alterar, en forma irreversible, la paz social en ese ambiente.
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2. Aún cuando pueda parecer innecesario, hay que insistir en que para adquirir una sociabilidad normal en la infancia es necesario proporcionar a los niños el mayor número posible de ocasiones para que jueguen y vivan libremente en comunidad. El individualismo que todavía impera en la enseñanza primaria es apenas parcialmente corregido en los breves períodos de recreo; debería ser sustituido por un socialismo escolar, no solamente dentro de cada unidad sino entre todas las unidades (pedagógicas) capaces de ser puestas en relación constituyendo el denominado intercambio escolar). De otra parte, los métodos del "selfgovernment" (autogobierno del trabajo en proyectos colectivos (Winnetka, Dalton, Dewey) y de cooperación social interescolar son los más apropiados para conseguir el desarrollode la sociabilidad escolar. Mas tal sociabilidad no habrá de ser circunscrita a un plano regional o nacional síná habrá de ser extendida al plano internacional e intercontinental, no esperando para hacerlo a que los niños crezcan demasiado, pues cuanto mayores sean más difícil será suscitar en ellos el sentimiento humanista de la solidaridad universal y, por ende, menor será eí provecho del intercambio. 3. Solamente la práctica de la coeducación permitirá un desarrollo uniforme de la sociabilidad infantil. En este particular, los países en los que la coeducación está vigente presentan mejor índice de sociabilidad que aquellos en los que se realiza una estricta separación de sexos. Ésta da lugar mss tarde al que ha sido dadoen llamar "combate o lucha de ios sexos", tan frecuente de observar en los ambienten más aparentemente puritanos; entonces la astucia o la violencia sustituyen a la franqueza y la emulación en las relaciones entre el hombre y la mujer, con la consiguiente quiebra de su tranquilidad y felicidad. 4. Cuando se trata de establecer una relación social entre individuos de diferente categoría, prestigio o poder so-
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cial (efectividad en el grupo), o entre un individuo y un grupo que va a recibirlo (de suerte que inicíalmente él es "forastero" y se baila en condiciones de inferioridad) , hay que procurar que la iniciativa surja siempre de quien se considera inferior. Para ello, el supuesto elemento superior (individual o colectivo) habrá de mostrarse lo suficientemente sencillo, afable y modesto como para que el recién llegado pueda considerarse su igual. Por ignorar esta "inhibición paradójica", muchas familias no comprenden por qué tal o cual criatura, al enfrentar un adulto, se queda muda y adopta una actitud huraña, que aumentará en la medida en que todo el mundo quiera "hacerla hablar". Si en lugar de obligarla a saludar ceremoniosamente, se permitiera que ios adultos desconocidos se echasen al suelo y jugasen "como niños" con ella, el éxito estaría asegurado. La explicación es clara: cuando estamos cohibidos es preciso que se nos dé la iniciativa para sentirnos libres en la elección de los medios y fines de nuestra conducta, o de lo contrario, junto con el recelo se asociará la hostilidad hacia quienes con su presencia nos cohibieron. 5. Tomando en cuenta la imposibilidad de que el elemento superior o prepotente se mantenga constantemente en un plano de artificial igualdad o de fingida inferioridad, será también necesario procurar el equilibrio a base de estimular hábilmente la confianza, el amor propio y la vanidad de quien se juzga inferiorizado. Mas tal estímulo no habrá de consistir en adulaciones ni elogios inmerecidos, sino en proporcionarle ocasión para que muestre alguna de sus habilidades reales. 6. No hemos de olvidar que el elemento inferior procura a su vez captar la simpatía o afecto del superior siguiendo el procedimiento de exagerar su humildad y llegando inclusive, a veces, a la adopción de actitudes serviles. Pero tras esa conducta se esconde un resenti-
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miento y hostilidad tanto mayores cuanto menos sea comprendida y contrarrestada. Para el desenvolvimiento de normales relaciones sociales en el individuo y el grupo es preciso no solamente que existan intereses comunes entre aquél y éste, sino que, además, su satisfacción pueda ser equitativa. Nada perturba más, en este aspecto, que la sospecha o la certidumbre de una injusta distribución o retribución por parte de cualquiera de los elementos en causa. Si las circunstancias en que se desdobla la vida social individual en un grupo son tales que se engendra una fricción creciente, será preferible ensayar su transplante a otro grupo que forzarlo a adaptarse a éste o, viceversa, querer que el grupo se acostumbre a él. De otra parte, no hay mayor ventaja en la permanente adscripción de los individuos a un mismo grupo, pues entonces se produce un cierto automatismo en sus interrelaciones, de suerte que si por un lado la adaptación se torna cada vez más fácil, por otro se vuelve más penosa su capacidad de adaptación ante otros grupos con los que podría ccnvivir, relacionarse o aprender nuevos hábitos vitale.5. O sea, que el individuo pierde en extensión lo que gana en profundidad. Así, por ejemplo, quien tiene unos pocos "amigos de verdad" difícilmente será capaz de cultivar amistades que sean menos veraces y no obstante puedan serle útiles, y de esta suerte terminará viviendo en un estrechísimo círculo social. Condición final, necesaria para el desarrollo de la sociabilidad, es la de que cada cual tenga un ideal de vida propio y que se ajuste a la organización social de la que forma parte- En caso alguno habrá de usarse el ejemplo ajeno como estímulo social: cada cual ha de procurar mejorarse comparándose a sí mismo y no a los demás. Para ello recordará la máxima según la cual "el hombre vale per lo que llega a ser"; cuanto más seguro se sienta de la finalidad o misión de su
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existencia, tanto más sociable se tomata, pues consciente de que marcha hacia algún Destino, conoce sus limitaciones y mejor podrá tolerar las de los demás. Si reflexionamos ahora un poco veremos que ese decálogo no es más que la traducción, en reglas prácticas, de los derechos humanos, que ya fueron proclamados hace siglos. Libertad, igualdad y fraternidad continúan siendo los tres conceptos básicos de la buena relación social. Pero es necesario considerarlos y vivirlos en forma que se tornen compatibles con las múltiples variantes de las aptitudes y los defectos humanos. O sea: no han de ser tomados al pie de la letra, sino en su profundo sentido filosófico. Libertad, por el dominio de la razón sobre las pasiones; igualdad, por el imperio universal de la Justicia sobre los privilegios de casta o de dinero; fraternidad, por la supremacía de la actitud altruista sobre los egoísmos del miedo y de la cólera, que se entronizan en los débiles y en los retrasados. BIBLIOGRAFÍA: MIEA Y LÓPEZ: Psicopedagogía de la Sociabilidad. Publicaciones de la Unión Panamericana. N ' 68. Washington. KEECH, DAVID CRUTCHFIEM), R.: Theory and Problems of Social Psy-
chology. McGraw HUÍ. N. Y., 1948. Human Relations. Revista publicada por la Sociedad para el estudio de los problemas de conducta social.
CAPITULO XX Higiene
mental
del juego, las distracciones la política.
y
E L JUEGO Y LOS "HOBBIES"
Puede parecer un despropósito incluir en el mismo epígrafe las actividades del Homo Ludens y del Homo Politicus, o sea: de una actitud tan intrascendente como la de procurarse un placer y otra actitud tan sería como la de gobernar o colaborar en el gobierno de un país. En realidad, ambas actitudes son opuestas e inclusive se muestran incompatibles en el tiempo. Mas no resultan serlo si las consideramos sucesivamente, pues en tal caso se equilibran y complementan, pudiendo hablarse de un juego político" tanto como de una "política del juego". Ambas tienen de común el hecho de poder ser consideradas como actividades de lujo, en el sentido de no ser imprescindibles para asegurar la paz y el equilibrio mental. Mas no por esto dejan de ser de extrema conveniencia ya que, como vulgarmente se afirma, las "devociones" son tan importantes cerno las "obligaciones" en la vida de un hombre completo. Una persona demasiado seria, que no sepa distraerse o distraer a los demás y que no se interese (intelectualmente y también activamente) en lo que ocurre a la colectividad en cuyo ambiente vive, corre el riesgo de aislarse y perder toda su capacidad de trato social. Por esto tiene razón Huizinga cuando afirma ser el juego tan importante como el trabajo en la vida humana (no solamente en la infancia, sino en iodo su curso).
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Per esto psicólogos y psicohigíenistas han dedicado cada vez mayor atención al problema de los juegos, distracciones o "hobbies" en el adulto y han llegado a la conclusión de que es preciso ecuacionar o formular con cuidado el modo, la dosis y el momento en que cada persona ha de usar sus posibles distracciones, para no convertir éstas en nuevas ocasiones de gasto energético, de fatiga, emoción o disgusto. Para extraer provecho suficiente de un "hobby" o distracción, conviene que sea intercalado entre el trabajo y el reposo, que sea practicado sin interés económico, sin excesivo amor propio (pues, como dijo Ors, "la caza es infinitamente superior a la liebre) y, además, que coincida con la satisfacción de una apetencia o inclinación vital que hubiese sido descuidada o reprimida hasta entonces. En tales condiciones el hobby representa una compensación, una especie de bálsamo que permite al sujeto recuperarse de las pérdidas e insatisfacciones que la dureza de la vida le ocasiona. Es claro que cada persona, según cuáles sean su inteligencia, sensibilidad, cultura, tiempo disponible y dinero, tendrá que escoger cuidadosamente el tipo de juego o distracción con que mejor puede obtener tales beneficios.
PSICOHIGIENE DE 'LAS ACTIVIDADES POLÍTICAS La actividad política solamente debería ser ejercida por el individuo que hubiese previamente conseguido una visión clara, coherente y completa de los diversos sistemas propuestos para el gobierno políticosocial de su país. De todos ellos es preferible la Democracia, pero no siempre se comprende bien lo que esa palabra significa. La base de todo ideal o partido democrático es la sumisión del individuo ante la colectividad, •de la minoría ante la mayoría, del Estado ante la Nación, siempre y cuando ésa colectividad, esa mayoría o esa Nación respeten debidamente los inalienables derechos de toda persona "humana, bajo les puntos de vista jurídico y social. El célebre Thorndike, profesor en la Universidad de Columbia, en su t)bra La naturaleza humana y el orden social (v. bibliografía) dedicó un excelente capítulo (el XXI) al estudio de este tema
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y sintetiza sus conclusiones afirmando que cualquier partido que aspire a dirigir los destinos nacionales de acuerdo con los verdaderos principios democráticos, ha de inspirarse en los siguientes objetivos: 1° Conseguir la cooperación y no fomentar los antagonismos con los gobiernos de otras naciones. 2 9 Atraer y utilizar a las personas más capacitadas, por su inteligencia, saber, honestidad, entusiasmo y altruismo, para los cargos de responsabilidad estatal. 3 9 Asegurar la paz interna y la paz externa. 4° Asegurar la libertad de pensamiento, de expresión y reunían. 5° Disminuir al máximo los privilegios, injusticias y desniveles en el trato humano, dando a todos los habitantes del país las mismas oportunidades para su desarrollo físico, intelectual, moral, económico y social. 6° Promover la fraternidad, la lealtad y la confianza en las relaciones entre los diversos grupos nacionales, sean las que sean sus diferencias de raza, cultura, posición o religión. No cabe duda de que un gobierno capaz de realizar ese programa será un gobierno auténticamente democrático y corresponderá al clásico ideal de Abraham Lincoln cuando reclamó, en el primer artículo de la constitución de su país, el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo (governirtent of the people, by the people and for the people). Quien así entienda de la política y la vida democrática y se comporte de acuerdo con ella, tendrá mucho adelantado para conservar su salud mental y también para contribuir a que la tengan quienes con él convivan. BIBLIOGRAFÍA: THOENDIKE: Human Nature and Social Order. Columbia University Press. New York, 1940. HUIZINGA: Homo Ludens. Fondo de Cultura Económica. México, 1947.
CAPITULO XXI Temas especiales: La lucha contra el alcoholismo. Efectos del\ alcohol en el organismo humano. Las diversas categorías de alcoholatras o alcohólicos.
Enpezaremos aquí a exponer la lucha que precisa entablar, individual y colectivamente, contra algunas de las denominadas "plagas sociales", iniciándola con el estudio psicohigiénico del alcoholismo. Resumiremos primero los efectos fisiológicos y tóxicos del alcohol, clasificando los diversos grados de su ingestión viciosa para en seguida analizar las consecuencias biológicas, sociales, económicas y morales del alcoholismo, especialmente en los países de clima tropical, y apuntar, finalmente, los recursos que pueden ser usados para luchar contra tan gran flagelo. EFECTOS DEL ALCOHOL EN EL ORGANISMO HUMANO
Nos limitaremos a estudiar los del alcohol etílico (C2H5 OH) que, como es sabido, es el más bebido, por constituir la base de los diversos vinos y licores usuales. Recordaremos en primer lugar que es extraído no solamente de la fermentación de la uva, sino de los numerosos productos vegetales, especialmente frutos. Antes de describir sus efectos será conveniente •destruir dos errores que comúnmente son ignorados y por tanto resultan peligrosos: el primero consiste en creer que tales efectos se atenúan o desaparecen cuando el individuo se
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habitúa a la ingestión alcohólica; el segundo consiste en suponer que la "señal de alarma" de los efectos dañinos es la llamada "borrachera'", y, por lo tanto, que quien no se emborracha no ha de temer al alcohol. La verdad es otra: los efectos dependen de la dosis ingerida (que a su vez depende no solamente de la cantidad de bebida, sino también de su concentración o grado alcohólico) y, de otra parte, de la tolerancia o resistencia del organismo (que presenta diferencias en cuanto a su capacidad de metabolizarlo y eliminarlo). De un modo esquemático puede decirse que las dosis leves (que no ultrapasen la concentración de 0,050 gramos por ciento en la sangre) no ejercen acción significativa sobre el corazón ni la respiración, provocan una vasodilatación superficial (con aumento de la pérdida de calor externa y disminución de la temperatura interna), aumentan el flujo de saliva, el sudor y la secreación urinaria (no tanto por acción directa como por el agua que se ingiere con la bebida) y aumentan el deseo sexual, dificultando no obstante su satisfacción (lo que ya fue notado por Shakespeare cuando en, Macheth puso en la boca de un personaje, al referirse a la bebida, el siguiente comentario: "Lechery, Sír, it provokes, and unprovoqes: it provokes the desire, but ít takes away the performance. . . " ) . Sobre el sistema nervioso el alcohol etílico actúa cerno un depresor que, a dosis leves, disminuye el freno o control de la censura consciente y libera transitoriamente al individuo de sus inhibiciones normales, de ser civilizado, dándole una impresión — enteramente artificial — de mayor poder y seguridad, hasta el punto de que a veces se considera capaz de enfrentar a quienes desean ayudarlo para evitar que haga el ridículo. Pero ha sido plenamente comprobado, por experiencias irrefutables, que el alcohol es ineficaz para aumentar o mejorar el rendimiento intelectual en sus manifestaciones más excelsas (de creación, reflexión, abstracción o de autocrítica) . Todo cuanto se dice, se hace o se expresa durante su influjo estaba ya implícito y preformado en el cerebrodel autor. Si las dosis ingeridas provocan concentraciones de alcohol
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en la sangre superiores a 0,070 gramos por ciento, empiezan a ser notados sus efectcs tóxicos: subjetivamente el bebedor nota que empieza a perder el control de su pensamiento, no ve con claridad, disminuye la agilidad y se empobrece su equilibrio, así como la precisión de sus movimientos. . . siente también palpitaciones y mayor necesidad de respirar. La cabeza, ."impieza a dar vueltas" y — si continúa bebiendo — la inhibición se extenderá a los centros subcorticales, produciéndose el sueño o, lo que es peor, el coma. Esos efectos tóxicos pueden tener su aparición retardada sí el alcohol es ingerido lenta y escalonadamente, de modoque se pueda ir eliminando (por la micción, la expiración o por combustión), manteniéndose entonces una concentración sanguínea tolerable; mas de todos modos persiste esta verdad: el alcohol no crea, sino que libera energía. ¿Existen efectos terapéuticos o benéficos del alcohol? Sí, aún cuando tan limitados que justifican la afirmación de mí padre: el alcohol debería ser vendido en las farmacias y con receta médica.. . pero poco provecho dejaría entonces a Iosfarmacéuticos. Veamos, no obstante, cuáles son esos efectos: a) En aplicaciones locales puede favorecer la evaporación, produciendo enfriamiento de la piel y actuando coma descongestivo (en enfermos febriles). b) En inyecciones tronculares puede favorecer o provocar la degeneración nerviosa, sirviendo así para el tratamiento de algunas neuralgias rebeldes. c) En personas deprimidas, frustradas, tímidas o angustiadas puede transitoriamente relajar sus angustias, miedos o dudas, llevándolas a una pasajera euforia, (sensación de bienestar) por olvido de sus problemas, de un modo semejante a como quien viviendo en malasituación económica decide echar mano de sus reservas o su crédito y vive durante un poco de tiempo mejor que antes, pero al fin y a la postre termina quebrado, cuando no le ocurre algo peor. Este tercer efecto — psíquico — es sin duda el que más:
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contribuye a pensar que el alcohol es un tónico, da fuerzas y ánimo, aclara el juicio, hace olvidar las penas, etc. ¿Qué ocurre, no obstante, al día siguiente de su ingestión? El sujeto se ve en la necesidad de beberlo nuevamente para evitar no solamente los mismos males que quiso combatir ayer, sino los efectos del "hangover" o "resaca" alcohólica. Y así empieza a recorrer el camino de su vicio, cuya estación final serán «1 hospital, la cárcel o el cementerio, a menos que debidamente tratado consiga salvarse de él a tiempo. LAS DIVERSAS CATEGORÍAS DE ALCOHÓLICOS
Los miles de autores que se han ocupado del alcoholismo han diferenciado a los adeptos de este vicio de acuerdo con diversos criterios, y así, por ejemplo, han distinguido los bebedores "ocasionales" de los "accesionales" (también llamados dipsómanos) y de los "contumaces" o "crónicos". Asimismo han diferenciado sus diversos tipos de conducta: violenta, quejumbrosa, pocosa, celosa, etc., las variantes sintomáticas observadas en la personalidad, el tipo de bebida preferida, etc. Pero la mejor clasificación es la que sigue un criterio de perjuicio social y toma en cuenta también las probabilidades de recuperación. Tal clasificación se inspira, de un lado, en la motivación fundamental del vicio y, de otro, en .sus efectos permanentes sobre el individuo. De acuerdo con ella podremos diferenciar los siguientes tipos: 1. El alcohólico incipiente, que vive con aparente normalidad y bebe el promedio de lo que ve beber a sus compañeros de tertulia, parando de beber cuando siente que impieza a perder el dominio de sí. 2. El alcohólico iniciado, que encuentra su satisfacción precisamente en transponer la barrera de ese promedio y desea figurar entre los bebedores "fuertes", no importándose con el hecho de que los concurrentes lo juzguen estar "alto", o sea, un poco embriagado. 3. El alcohólico inveterado, que necesita beber, con o sin
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compañía, a dosis elevadas, para poderse sentir "normal" (dentro de su anormalidad) si bien todavía se esfuerza en guardar las apariencias. 4. El alcohólico degenerado, en quien la bebida se ha transformado en un automatismo como cualquier otro de sus actos vitales primarios; es incapaz de ganar el sustento con su trabajo y también se hace inapto para mantener relaciones sociales estables. Evidentemente cabe distinguir subtipos, principalmente en el segundo grado, que es todavía fácilmente recuperable, si lo tratamos científicamente, según veremos más adelante. BIBLIOGRAFÍA: MIRA Y LÓPEZ, E.: Tratado de Psiquiatría. Tomo II. Capítulo referente al alcoholismo. 4» ed. El Ateneo. Buenos Aires, 1954.
CAPÍTULO XXII Causas, motivos y factores individuales alcoholismo.
y colectivos del
LAS CAUSAS GENERALES
Habiendo recordado los efectos fisiológicos, tóxicos y terapéuticos del alcohol y esquematizado los tipos más comunes que derivan de su ingestión viciosa, vamos ahora, con idéntica brevedad, a señalar el conjunto de causas, motivos y factores que causan y condicionan la extensión y la gravedad de sus efectos nocivos sobre la sociedad de nuestros días. La ignorancia. En primer lugar hemos de señalar, como responsable por la difusión del alcoholismo, la ignorancia. Millones y millones de personas beben demasiado porque no están suficientemente informadas o convencidas del daño que esa bebida les causa. Las denominadas "Ligas contra el alcoholismo" han exagerado a veces los efectos perniciosos del vicio, atribuyéndole fatalmente todos los males posibles e imaginables y eso ha tenido efectos contraproducentes, pues ha determinado una argumentación contraria — con fines comerciales —, basada en aducir que numerosas figuras de relieve histórico fueron devotas de Baco. De otra parte, son legión los adeptos del alcohol que ignoran el hecho de que pueden obtener los mismos o mejores efectos inmediatos y subjetivos que éste les
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proporciona recurriendo a otras substancias medicamentosas, que no les crearán el hábito ni atacaran, como el alcohol, a sus sistemas nerviosos y vascular. De ahí se deriva la necesidad de difundir los films educativos y los folletos ilustrativos, en los que se da cuenta al público, de modo objetivo y convincente, de cuáles son las consecuencias reales del vicio alcohólico. La inepcia. En segundo término hemos de citar la inepcia. Conscientes como está las autoridades sanitarias -y el gobierno acerca de los males que la libre e ilimitada venta de cualquier bebida alcohólica puede ocasionar, debería — a semejanza de lo que se realiza en los países escandinavos —• tomar medidas capaces de regular esa venta (no solamente en cuanto al horario, sino en cuanto al número de copas o dosis por establecimiento y parroquiano), al propio tiempo que habrían de promover una eficaz campaña de higiene mental colectiva, destinada a atacar la mayor parte de las motivaciones que desencadenan el vicio. El "progreso" social (?). Paradójicamente el llamado progreso social se presenta como un factor condicionante del aumento del alcoholismo, y esto por diversos motivos: la industrialización y la facilidad de transporte y de comercio han colocado mayor cantidad y variedades de bebidas alcohólicas al alcance de poblaciones que antes no tenían acceso directo a ellas y, de otro lado, ese supuesto progreso ha sido obtenido sometiendo al individuo humano a mayores esfuerzos, tensiones, conflictos y frustraciones, por lo que siente más la necesidad de "evadirse" temporalmente de la realidad, sea tomando soporíficos, sea procurando una leve y transitoria embriaguez. El carácter.
He aquí un cuarto factor: el fracaso de la Escuela actual en cuanto hace referencia a la formación y la educación del carácter personal. La llamada "educación nueva" supo em-
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bestir vigorosamente contra el dogmatismo y la excesiva rigidez disciplinaria de la pedagogía clásica, pero no supo substituir suficientemente la coacción externa por el autodominio, y con eso estimuló ambiciones y creó derechos que no tenían el necesario contrapeso de devociones y deberes. De ahí se derivó un aumento en las decepciones, en la fricción vital y psíquica entre el individuo y sus semejantes, con el consiguiente aumento de las neurosis, delincuencia, corrupción y vicios. Basta en este aspecto citar que en 1952 se cometieron en los Estados Unidos, de acuerdo con sus informaciones oficíales, más de 2.000.000 de delitos graves (¡cuatro por minuto!), y, por otra parte, Stanley Cóbb afirma en su libro (Borderíands of Psychiatry) que hay en ese país más de 1.600.000 adultos que se encuentran sufriendo de alcoholismo inveterado. Las taras. En quinto lugar tendremos que referirnos a los factores individuales, que actúan específicamente en cada caso particular, empezando por citar entre ellos a las denominadas "taras genotípicas" (predisposiciones morbosas heredadas) que dificultan la formación de una personalidad normal, armónica y bien equilibrada. Efectivamente, la inmensa mayoría de los alcoholistas dan muestra de poseer una personalidad psicopática desde su más tierna infancia, o sea, que tienen un Yo con escasas y deficientes defensas para conseguir un triunfo normal en la vida. A esto se agregan las influencias familiares que en casos tales acostumbran a exagerar en vez de corregir la predisposición a "salirse de la caja", siendo muy frecuente que alguno o varios de los ascendientes ya hayan dado el ejemplo y mostrado el camino con su propio alcoholismo. A cada uno de esos factores corresponde un plano de acción si deseamos disminuir la progresión alarmante del vicio, que se está haciendo más temible en los climas cálidos y tropicales, no solamente por el aumento de los cultivos de la vida como por ser en ellos más difícil la rápida combustión y eliminación del alcohol ingerido, lo que determina su concentración en la
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sangre, con un exceso de trabajo del hígado y demás órganos encargados de la desintoxicación ulterior. No vamos a enumerar cuanto se ha hecho y cuanto más puede todavía hacerse para suprimir la ignorancia, eliminar la inepcia y cohibir la codicia de los fabricantes y vendedores de bebidas alcohólicas. Nos interesa más señalar lo que es posible realizar en el campo de la educación preventiva y de la asistencia precoz, para el tratamiento y recuperación de los casos de alcoholismo. Si se ha comprobado que los individuos con personalidad anormal o débil son los más predispuestos, es obvio que la mejor prevención del vicio alcohólico ha de consistir en establecer una racional y efectiva pedagogía del carácter.
Como ya hemos indicado en otros lugares de esta obrita, la Escuela ha de dar más importancia a la "formación" que a la "instrucción" de sus alumnos, acostumbrándolos desde sus primeros años a enfrentar con calma y decisión las situaciones difíciles para que no germine en ellos la política de la avestruz y se evadan, real o artificialmente, de la lucha para resolver sus problemas personales. Crear en cada alumno un sentimiento íntimo de paz y de confianza en sí es el paso inicial de esa tarea. Evitar que exista una desproporción entre las ambiciones y las realizaciones, entre los deseos y los éxitos, es el segundo paso. O expresado de otro modo: es preciso conseguir que se reduzca a un mínimo la distancia entre el "dicho" y el "hecho", para que el sujeto no tenga que recurrir a transponerla imaginativamente (pues entonces le aguardan los peligros del juego, la bebida, la ficción hipócrita o la neurosis). Mucho se podría escribir acerca de cómo los educadores modernos han de enfrentar esa misión, guiados por el clásico "Eros paídogobos", pero eso nos alejaría del tema. Hemos de hacer notar, empero, que para llevar esa misión a buen término precisa aumentar la colaboración existente entre la escuela y la familia. Conviene que los maestros no pierdan de vista (y convenzan a los familiares) de que el hombre no vale por lo que sabe o por lo que siente, sino por lo que es
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capaz de hacer con lo que sabe y lo que siente. Hacer comprender que el hombre viril no es el que sucumbe ante un conflicto, una carta o un escote, sino el que es dueño de su Destino y sabe procurar el bien de los demás antes que el suyo, esa es la tarea formativa que compete realizar a la escuela si desea colaborar en la lucha contra las llamadas plagas, vicios o enfermedades sociales, de las cuales el alcoholismo es apenas la más visible y alarmante. Los FACTORES MOTIVANTES (DESENCADENANTES) INDIVIDUALES
Psiquíatras, psicólogos, psicoterapeutas y psicoanalistas coinciden en señalar una multiplicidad de motivos preparantes, condicionantes y desencadenantes del vicio alcohólico, pero en síntesis todos ellos pueden agruparse en los tipos que vamos a enumerar seguidamente: a) El individuo busca en el alcohol una influencia libertadora o amortiguante de su angustia vital. Aún sabiendo que va a pagar un alto precio por esa escapada transitoria de su malestar existencial — debido a frustraciones, fracasos, disgustos, remordimientos o lo que sea —, necesita un alivio inmediato e intenta "ahogar sus penas en el vino". Bebe y bebe hasta quedar completamente entontecido, en el estado de "nada importa". b) El sujeto busca en el alcohol un estimulo transitorio para adquirir coraje y enfrentar situaciones que su timidez no le dejaría resolver; con el vino dentro de su cuerpo se siente entonces capaz de "decir" o de "hacer" cualquier cosa. Tal motivación es frecuente cuando existen motivos más o menos lógicos o morales para dificultar una decisión y una acción determinada. c) El sujeto busca en el alcohol un pretexto para comportarse de un determinado modo que no encontraría justificativa si lo exhibiese estado sobrio. Tal es el caso de las mujeres que consienten en embragiarse para
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excusar su entrega ulterior, o el de los homosexuales que lo hacen para poder insinuarse con mayor descaro. d) El individuo se embriaga para buscar ser compadecido por alguien o ayudado por alguien; se coloca en postura de tener que ser atendido, como cuando era chico. En tales casos es raro que beba estando solo y casi siempre procura hacerlo delante de quien espera atención, compasión o cariño. e) El sujeto se embriaga para hacer sufrir y así vengarse de alguien que, según él, lo trató injustamente y ahora habrá de sentir remordimiento. f) La persona bebe y se embriaga con el propósito de suicidarse lentamente, es decir, de anularse poco a poco, pues le falta valor para hacerlo de una vez. En tal caso, la embriaguez representa una expiación, castigo o autoagresión. Naturalmente que podríamos citar otros motivos (exhibicionismo, gusto de renovar la sensación o el gusto inicial de la ingestión, etc.), pero los citados son los más importantes y por esto vamos a considerarlos con un poco más de cuidado: Retornemos al primero: el deseo de salir de una situación anímica que se presenta ante el sujeto como insoluble e intolerable. Aquí se incluye el alcoholismo de tantos in-felices, que lo son por no estar satisfechos de sí ni de su modo de vivir. Necesitan distraerse y "salir de sí", ni que sea por unas horas, tomando vino como podrían doparse con cualquier soporífero. 'Si tales individuos consultasen un médico es probable que éste les recetase un sedante para calmar su malestar pero ellos prefieren el vino para, como dicen en Chile, "curarse" solos. Pero esta política de quedar sin cabeza para na sufrir de ella, nada resuelve, pues al retornar en sí el sujeto encontrará nuevamente su malestar, acrecentado ahora por las molestias corporales derivadas de su intoxicación (ardor de estómago, lengua seca, v.rtigo, dificultad de concentración, pérdida de memoria, etc.). Por esto aquí "el remedio es peor que la enfermedad" y quienes se obstinan en usarlo son, además de infelices, desgraciados.
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Veamos ahora la segunda motivación: un sujeto tímido o cobarde y anonadado procura en el alcohol el valor que le falta para disimular ese defecto y reaccionar a la altura de la circunstancia. ¿A quién se imagina que va a engañar con tal proceder? Basta oler su aliento alcohólico para que sus interlocutores se formen de él la peor impresión, más desfavorable que la que tendrían si lo hubiesen visto vacilante pero sobrio. Pensarán en seguida que es un pobre diablo, un cordero que quiere disfrazarse de lobo; ni sus chistes ni sus bravatas serán tomadas en serio, pues serán interpretadas como productos de su estado y no de su Ser. Si realmente desease librarse de su timidez debería someterse a una reeducación del carácter, hecha por técnico competente, en vez de aumentar ese defecto con su vicio. Pasemos ahora al tercer tipo de casos: la persona bebe y se emborracha para librarse de la responsabilidad de hacer actos que desea pero teme: son principalmente los neuróticos sexuales y algunos delincuentes los que eligen esta ruta. Entonces explican su conducta diciendo que estaban embriagados, cuando en verdad se embriagaron para realizarla. Mas son pocos, ya, los códigos que admiten la embriaguez como atenuante; pero inclusive cuando lo hacen, lo cierto es que el vicio adquirido constituye para ellos peor castigo que el que deseaban evitar con él. Cuarto motivo: embriagarse para despertar compasión o protección; es menos frecuente que los anteriores e igualmente insensato, pues si bien puede engañar momentáneamente a quien va dirigido, lo cierto es que pronto el borracho despertará más aversión, desprecio o inclusive indignación que afecto (ya que éste ha de basarse siempre en la admiración). Más frecuente es la quinta motivación: degradándose el alcohólico pretende arrastrar al sufrimiento a quien lo amaba; de esta suerte se complace en torturarlo, angustiarlo, atemorizarlo o, inclusive, agredirlo (como ocurre cuando, en estado de embriaguez, hijos atacan a sus padres o maridos maltratan a sus esposas, etc.). El alcoholismo es entonces señal de una
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predisposición sadomasoquista, que precisará tratamiento médico adecuado (a base de psicoterapia dinámica). Finalmente nos queda la práctica del alcoholismo como suicidio lento, expiación crónica o recurso in exttemis para la autoanulación progresiva. En casos tales hay que analizar los diversos factores determinantes de esa autoagresividad y de acuerdo con su naturaleza planificar la obra de recuperación, a base de hacer comprender al alcohólico que no se corrige un mal con otro. BIBLIOGRAFÍA: JMIRA Y LÓPEZ, E.: Tratado de Psiquiatría. 4" ed. Tomo II. Capítulo sobre el alcoholismo. Ed. El Ateneo. Buenos Aires, 1954.
CAPÍTULO XXIII Normas para la prevención y corrección del alcoholismo.
CONSIDERACIONES PREVIAS
¿Cuáles pueden ser los principios que orienten la obra de prevención o de tratamiento del alcoholismo en sus diversas formas y grados? De un modo general el plan a seguir tendrá que ser elaborado sobre la base adquirida con un previo estudio de las motivaciones aparentes y profundas del vicio en cada caso. Porque el alcohólico es siempre algo más que un bebedor: es, además de eso (y antes que eso), un carácter mal equilibrado o, por lo menos, temporalmente desequilibrado. Si tratásemos apenas de suprimirle su alcoholismo y no le corrigiésemos sus tendencias o solucionásemos sus conflictos, no tardaría en caer nuevamente en ese vicio, o en adquirir otro igual o peor. Veamos, pues, cuáles son los "puntos débiles" del carácter alcohólico: en primer lugar, quien cede a la bebida tiene una falla o debilidad de la que podríamos llamar capacidad de control o de autodominio, o sea que no es capaz de parar a tiempo. Ese rasgo indica un déficit de inhibición, freno y canalización de los impulsos primarios de reacción, pues es sabido que éstos nos llevan naturalmente a querer "siempre más" de aquello que momentáneamente nos apetece. Por esto es entre los ansiosos, los impacientes y los incontinentes en donde
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figura la mayor parte de las futuras víctimas de Baco. De ahí ya se deriva una directriz eficiente para la lucha contra el alcoholismo: favorecer por una filosofía de vida y un entrenamiento y disciplina adecuados el dominio sobre esos impulsos y pulsiones. Realizar una gimnasia mental que lleve a cada uno a fortalecer sus defensas contra el fondo irracional, sensual, animal e imperativo de su persona, que reclama el gozo, el placer o la tranquilidad a tout ptix. Pueden emplearse diversos recursos técnicos para esa tarea de fortalecimiento espiritual: unos a base de renuncias y otros a base de conquista normal de las ambiciones y objetivos que cada ser humano tiene el derecho (y si se quiere, el deber) de fijarse. Los primeros, de naturaleza religiosa, exigen la previa fe n el Credo que los inspira; los segundos, de naturaleza humanista, planifican lógica y reflexivamente la existencia individual de modo que cada uno pueda recorrer el camino de su "proyecto de vida" sin pausa y sin prisa, con claridad en su razón y sosiego en su corazón. A esto aspiran, ni más ni menos, todos los sistemas y variantes de la moderna psicoterapia científica. Pero es preciso considerar otra circunstancia, también de tipo genérico, para obtener la recuperación de un alcohólico: no basta suprimir su debilidad o flaqueza de voluntad, ni resolver la motivación que desencadenó su vicio (ya estudiada en el capítulo anterior), sino que, además, hemos de contar con que el alcohol origina — como otros tóxicos — un círculo vicioso, pues produce tal depresión y malestar, después de pasar sus efectos inmediatos, que el sujeto se ve frecuentemente obligado a ingerirlo, ya no para obtener el placer que inicialmente buscaba y sí, solamente, para verse libre del infierno en que ahora se sumergió. De esta suerte, precisa una intervención médica que al propio tiempo que levante el ánimo y sane la mente, prescriba al alcohólico el régimen y la medicación oportunos para librarlo de los efectos de su abstinencia inicial. Estos efectos diferirán según cuál sea la constitución personal, el tipo de bebida, el grado de la intoxicación, la cronicidad del caso, etc. Desde luego, el régimen prescrito aspirará no solamente a corregir los efectos de la abstinencia,
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sino a acelerar la desintoxicación y a tonificar el sistema nervioso y el organismo en conjunto. Punto aparte merece el problema de mudar la actitud y la orientación del paciente ante los problemas de su vida actual, para lo que será necesario que aprenda a verlos y considerarlos de otro modo, pues de lo contrario volvería pronto a acumular insatisfacciones y frustraciones que propenderían a resucitar sus anteriores desesperaciones y lo llevarían nuevamente a caer en la embriaguez. Esa tarea, infelizmente, solamente podrá ser realizada con garantías si además de ser encomedada a un competente especialista éste consigue asegurarse el concurso y colaboración del ambiente social que rodea al alcohólico: familiares, amigos, compañeros, jefes, etc. Todas esas personas han de formar una especie de frente único para crear una atmósfera en donde no exista censura, compasión ni escepticismo, sino cardial comprensión y colaboración en la tarea curativa y regenerante. Los
RECURSOS SENSIBILIZANTES
Deseamos ocuparnos, siquiera sea brevemente, de dos recursos, uno de carácter químico y otro de carácter psicosocial, que gozan de gran prestigio en los Estados Unidos para la lucha antialcohólica. Nos referimos al uso de los preparados de Antabuse y derivados y a la acción de los llamados "alcohólicos anónimos". Como es sabido, el Antabuse se presenta comercialmente bajo diversos nombres específicos, siendo siempre la misma substancia, que engendra una verdadera intolerancia (anafilaxia) para el alcohol etílico. Si se ingieren durante varios días las dosis convenientes del preparado y luego se toma cualquier bebida alcohólica se produce un malestar y un cuadro clínico agudo, con perturbaciones digestivas y cardiovasculares y nerviosas tan desagradables que quien lo sufre crea una aversión, más o menos duradera, al alcohol. Como afirma el refrán: "gato escaldado, del agua fría huye", pero lo malo
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es que el gato ha de escaldarse aquí voluntariamente, pues resulta difícil la administración del preparado sin que el alcohólico se dé cuenta y, por ende, como él no es tonto, dejará de tomarlo en cuanto realmente desee volver a beber. Por ello confesamos que no sentimos entusiasmo por ese recurso (cuya acción, en cierto modo, no pasa de repetir la que ya de antiguo se obtenía con la apomorfina). Los ALCOHÓLICOS ANÓNIMOS
Mejor opinión nos merece la meritoria obra de los "Alcohólicos Anónimos". Se trata de una organización de ex alcohólicos, creada en los Estados Unidos pero actualmente difundida en varios otros países, que se proponen colaborar para rescatar de las garras de su vicio a quienes todavía no tuvieron — como ellos — la posibilidad de librarse de él. El ingreso en esa organización, lo mismo que la salida, son enteramente voluntarios. Mientras en ella permanece, el alcohólico encuentra una atmósfera de comprensión y de psicoterapia de apoyo, hecha más a base de cordialidad y buena voluntad que de técnica. Pero lo cierto es que son muchos los casos que así han sido curados. Lo malo es que no resulta fácil contactar con esa organización y, de otra parte, que los peores alcohólicos se niegan a hacerlo o salen de ella antes de curarse. Por esto siempre es más seguro y aconsejable confiar el tratamientoa un buen psiquíatra. BIBLIOGRAFÍA: PARREIRAS, DÉCIO: 0 alcoolismo. Publ. Minist. Trabalho. Rio, 1954. L, F.: 0 recupéraselo dos alcoolatras. Río, 1955 Y ZUCKBR: El tratamiento actual del alcoholismo. J. of the Amer. Assoc. Vol. 153. Nov. 1953.
CAPITULO XXIV La lucha contra el suicidio. Diversas formas de suicidio, mental y corporal. Las falsas tesis del suicidio.
LA LUCHA CONTRA EL SUICIDIO
La capacidad de suprimirse voluntariamente y transponer la frontera de la vida, en busca del llamado "sueño eterno" o en audaz desafío a la incógnita del "más allá", está siendo cada vez más usada por la Humanidad. En las zonas civilizadas de la esfera terrestre aumentan asustadoramente las cifras de quienes o intentan "quitarse la vida", tanto en su forma directa, de autoagresión corporal, como en su forma indirecta, de asfixia mental progresiva (porque andan por ahí muchos muertos en vida, o sean, personas que paulatinamente dejaron de serlo y apenas arrastran sos cuerpos en automático e inexpresivo vegetar, en forma que a nadie, ni a ellas mismas, interesa o beneficia. Por grave y alarmante que sea ía primera forma de suicidio — la única que tiene una configuración penal delimitada—, conceptuamos más grave el conjunto de problemas planteado por la segunda — disimulada y silenciosa, pero irreversible e ímpacable — de autoeliminacíón psíquica. En ésta, la individualidad se estrangula y elimina sistemáticamente sus más bellos sueños y más legítimos deseos, renuncia a sus más caras aspiraciones o metas y se enclaustra en un virtual sarcófago, de invisibles paredes, constituido por las fuerzas de sus miedos
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y los frenos de sus inhibiciones. Este proceso autodestructivo precede, a veces años, al gesto final de supresión de la vida corporal. Por ello puede afirmarse que el número de los suicidas potenciales es mucho mayor que el de los actuales, y precisamente es durante la primera fase, de autoanulación y renuncia implícita, cuándo es factible asegurar la sobrevivencia individual o, inclusive, hacer revivir las fonas flácidas del Ser. Desde varios observatorios se estudia y analizan los problemas del suicidio: psiquíatras, moralistas, sacerdotes, psicoanalistas, sociólogos, educadores, filósofos, legistas, economistas y hasta políticos se ocupan en tratar de sus diversas facetas y señalar vías para resolverlos, pero la triste verdad es que, pese a los progresoso de la "comprensión", el número de los autovencidos aumenta. La Américta Latina no constituye excepción en este particular y paga un elevado tributo de vidas, que podrían ser salvadas y mejor aprovechadas. Por esto vamos a tratar del tema con la extensión conveniente y exponer de qué modo puede establecerse la lucha contra el suicidio desde un plano nacional. •Es claro que previamente habremos de recordar a algunos lectores — e informar a otros — los conceptos fundamentales que la moderna psicología cultiva y utiliza para planificar su combate al suicidio. Y empezaremos por focalizar uno de los más discutidos: ¿existe en el hombre —como pretendió Freud — un conjunto de instintos y tendencias destructoras — los por él llamados "instintos de muerte o tánicos" que pueden llegar a impulsarlo fatalmente hacia su autoeliminación? LA TESIS FREUDIANA DEL SUICIDIO
Tal pregunta fue respondida audazmente con la afirmativa por el genial creador del psicoanálisis cuando remodeló su concepción dinámica de la vida psíquica y la definió como siendo el producto de una constante lucha entre el principio
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vital, creador, al que llamó Etos y el principio letal destructor, al que llamó Thanos (palabras griegas que equivalen, aproximadamente, a Amor y Muerte, respectivamente). Thanos sintetiza para Freud todas las tendencias regresivas que llevan el Ser al No-Ser, o sea, que lo atraen hacia la Nada, de la cual procede. Múltiples datos pueden aducirse en favor de la tesis del instinto de Muerte y entre ellos se cuentan la cantidad de males, privaciones y sufrimientos que la humanidad se inflige innecesariamente. Garma, en su libro: Sadismo y Masoquismo en la Conducta, Menninger, en su obra: El Hombre contra' sí mismo y dos ilustres médicos franceses, Charles Richet (L'Homme Stapide) y Bensanc,on (Le Mii ocle de la Medicine) hicieron un amplio inventario de ellos. Y se preguntará el lector: ¿qué hacer entonces con el famoso "instinto de conservación"? Freud lo engloba en el Eros, o instinto vital y reproductor, pero considera — como buen pesimista — que el hombre pierde siempre su batalla contra el instinto tánico (o tanático, que de ambas maneras puede nombrarse) dando así razón a la famosa frase de Besoncon: "el hombre no muere, se mata". Mas por muy convincentes que se nos presenten tales ejemplos de malversación de la energía humana, continúa irreductible en el fondo de nuestro juicio la convicción de que la organización vital posee en su seno energías capaces de hacerla sobrevivir, cualesquiera sean los peligros y asechanzas que la amenacen y afecten; de otra parte, los tales instintos tánicos o de muerte, cuando son sometidos a una investigación experimental, objetiva, no consiguen ser evidenciados, en condiciones normales. Es cierto que multitud de personas exponen a diario, tontamente, sus vidas, pero si las preguntamos porqué lo hacen nos responderán que así se comportan porque "les gusta". Es el "placer" de jugar con el peligro y vencerlo (sintiéndose así superiores a los demás) lo que las impulsa. Su supuesto "masoquismo" no consiste, como ha sido escrito, en el placer de sufrir sino en la satisfacción de sentirse capaces de resistir, lo que, en definitiva supone un triunfo de la vida sobre la muerte, y no viceversa.
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En suma: quienes se suicidan —de una vez o en pequeñas dosis — no lo hacen sucumbiendo a sus impulsos tánicos primarios sino recurriendo in exttemis a ese recurso como medio de afirmar todavía su poder de no ser víctimas pasivas del Destino y con ese gesto, además, tratan de ganar de algún modo la atención, el cariño o el remordimiento de alguien. Rebatida la tesis tánico-instintiva que presenta el suicidiocomo un acto implícito y normal en cualquiera de nosotros, vamos a ver otras concepciones no menos fatalistas y situarlas en su verdadero marco, lo que nos permitirá concebir el autoasesinato como muestra de un negativismo prospectivo, capaz siempre de ser superado medíante una asistencia psícoterápica. LA TESIS GENÉTICA DEL SUICIDIO
Esta tesis, que atribuye el suicidio a una predisposición heredada, fue —y es — defendida por algunos psiquiatras de fama. Estos consideran que la mayoría de los suicidas pertenece al tipo de personas deprimidas y carece por constitución de la energía necesaria para resísitir a los embates de la vida social. De esta suerte su gesto no sería tanto de "buscar" la muerte como de "huir" de la vida en busca de reposo. La tesis en sí no deja de ser opuesta a la freudiana, pero tiene de común con ella el fatalismo, si bien aquí se limita a ciertos: casos patológicos. Y esto es peligroso pues conduce al psiquiatra a una actitud suicida ante el suicidio, ya que si consideramos que este está predeterminado de un modo casi natural y lógico por fallas constitucionales, de nada servirá salvarle la vida en un determinado período, ya que, abandonado a sí mismo, se hundirá nuevamente, como el náufrago que no sabe nadar. Los partidarios de esa concepción alegan para confirmarla que hay familias de suicidas, o sea, familias en las que ese acto se repite de unas a otras generaciones con asustadora frecuencia. De otra parte, escábido también que el temperamento depresivo forma parte de la denominada constitución ma-
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niacodepresiva y esta es transmisible por la herencia (no se sabe si con carácter dominante o polimérico, es decir, duplamente recesivo). Mas lo cierto es que, en primer lugar, son legión las personas de temperamento depresivo que nunca intentan suicidarse, si bien a veces consiguieron hacer pensar en el suicidio a quienes las rodean y se hartan de oirías pronosticar tantos males. Asimismo no son pocas las personas que se suicidan apesar de haber dado muestras suficientes de poseer otros temperamentos, joviales, combativos, etc.; en cuanto a la repetición frecuente del suicidio en ciertas familias, no es suficiente para invocar la herencia, pues puede ser explicada por la coincidencia y persistencia de factores económicoculturales y sociales adversos que lo determinen por imitación, sugestión o tradición (cual ocurre con el famoso hata-kiti de los japoneses). Nuestra experiencia clínica demuestra que el influjo de un ambiente triste, deprimente, severo o sádico es más nociva que cualquier disposición constitucional para llevar a un sujeto hacia el menosprecio de su vida. Es precisamente esa postura íntima del autodespiecio la que explica muchas de las "locuras" que algunos suicidas cometen antes de consumar su acto. Por esto, bastará que convenzamos a un presunto suicida de que su vida es su mayor tesoro, que aún no supo gastar y le ofrezcamos ayuda para usarla mejor que hasta el momento, para crear condiciones favorables a una autorevaloración, sin la cual cualquier auxilio exterior (de dinero, cariño, etc.) sería perdido. Al suicida no le interesa seguir viviendo porque no se interesa por sí mismo, siendo su dosis de autoagresividad mayor que la de autocompasión o autoerotismo, mas sería absurdo pensar que por eso deja de tener amor propio y lo prueba el número de, suicidios que se realizan precisamente para salvar eso que se llama "el buen nombre". Así pues, lo que impulsa al acto autodestructivo no es el sufrimiento, la desesperación o el miedo y sí el autojuicio de la propia inutilidad o nocividad y por ende lo salvaremos de aquel impulso en cuanto
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consigamos modificar este juicio. Para ello precisa que al hacer un balance de su propio Ser, considerándolo en las tres dimensiones (Pasado, Presente y Porvenir) encuentre un saldo favorable o, por lo menos, comprenda la posibilidad de alcanzarlo en el futuro, por usar mejor sus cualidades y corregir mejor sus defectos. ¿En virtud de qué técnica conseguiremos ese cambio de postura mental en la persona suicida y obtendremos que crea que "vale la pena" seguir viviendo? No podemos usar recursos mágicos o taumatúrgicos, pues los milagros andan escasos e inciertos en nuestros tiempos, pero en cambio e.stán a nuestra disposición las técnicas científicas. Una combinación adecuada de razón y de fe ha de poseer quien se lance a ser salvavidas mental; sin ella corre el riesgo de infectarse y contagiarse del pesimismo que trata de combatir. No hay reglas válidas ni métodos infalibles ni resultados seguros en todos los casos . . . pero tal vez en esa incertidumbre se encuentre lo que hay de más fascinante en la tarea, A ella pueden dedicarse no solamente los profesionales especializados sino todas las personas de inteligencia, honestidad y buena voluntad, que sientan el noble deseo de "ayudar al prójimo" y para esto constituyan grupos o asociaciones beneméritas, que a ese fin se destinen. Existen, ya, en varios países, Ligas contra el suicidio, Asociaciones de amigos de la •vida, etc., pero no siempre están suficientemente bien orientadas ni se hace, para ingresar en ellas, la debida selección psiquiátrica. Para orientar las grandes líneas de acción daremos, más adelante, algunas indicaciones y consejos, pero deseamos antes dejar bien sentado que unas y otros no excluyen y sí complementan el jmejor_recurso existente: la reafirmación de la fé religiosa. Infelizmente muchos suicidas potenciales no consiguen" alcanzarla y por esto tendremos que usar en ellos el único camino que no puede fallar: el apelo a su capacidad de comprensión y de evaluación objetiva de argumentos lógicos y datos objetivos.
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BIBLIOGRAFÍA: FREUD, S.: Mourning and Melancholia. Obras Completas. 4. Hogarth Press. 1946. MIRA Y LÓPEZ, E.: La conquista de la serenidad eficiente. (En Problemas Psicológicos Actuales. 55 ed. El Ateneo. Bs. Aires, 1954.)
CAPITULO XXV La prevención del suicidio. Puntos básicos para conseguir el apego a la vida.
D E QUÉ DEPENDE 1 EL APEGO A LA VIDA
Tras haber mencionado y criticado las doctrinas más en boga para explicar el suicidio, consideraremos ahora los principios en que podemos basarnos para realizar una activa prevención de su ocurrencia. No hay duda de que la tarea tendría que ser iniciada desde la infancia, procurando hacer sentir a cada niño o niña, plenamente, la "alegría de vivir", que propende a brotar en ellos de un modo espontáneo, pero que el adulto, con frecuencia involuntariamente, trunca con sus desastradas intervenciones. Esto no significa que el adulto renuncie a la tarea de dirigir sus hijos ni de crear en ellos los hábitos necesarios para la vida social (limpieza, estudio, etc.) pero exige, eso sí, que tales hábitos y tales interferencias en la vida espontánea sean conseguidos de tal modo que no desanimen íntimamente a los niños. Para evitar, pues, que la inseguridad y la debilidad infantiles se transformen en tristeza y en desaliento será necesario que el adulto sepa cuando y cómo ha de realizar su tarea educativa. Cabe afirmar que una educación bien orientada constituye, por tanto, el primer paso en la lucha contra el suicidio. Mas al surgir la adolescencia aparecen también nuevos y tremendos problemas: el ex-niño descubre que ya no puede continuar
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viviendo a costa de la protección y amparo absolutos de su familia y que ha de prepararse para ser un elemento productor y servidor en la dinámica social. Al propio tiempo el adolescente se interesa en descifrar el sentido de la vida y sobre todo en descubrir cual pueda ser el sentido de su vida, o sea: empieza a filosofar. Si esa inquietud filosófica no es suficientemente satisfecha y no llega a la conclusión de que la vida es un fin en sí, o sea, que no precisa justificarse y sí realizarse, puede ocurrir que el joven se decida a persistir en una pauta de conducta puramente hedonista e infantil y entonces crezca en estatura, fuerza y conocimientos, pero permanezca estancado en valor moral. En tales condiciones será capaz de reclamar libertad para hacer lo que le dé la gana, pero una vez conseguida se dará cuenta de que en realidad "no tiene ganas de hacer nada" y por ende su vida se presenta vacía, sin sentido, como algo que se repite monótonamente, se arrastra inútilmente y no ofrece un mayor atractivo. Por esto juzgamos imprescindible dar tina orientación filosófica en la adolescencia, no imponiéndola con clichés preformados (de cuño ético, político o religioso) y adaptándola a las reales posibilidades de Ser, Hacer y Valer de cada cual. Solamente el previo autoconocimiento de las aptitudes y defectos, aspiraciones y motivaciones individuales permitirá que esa orientación filosófica — o logopédica como diría Víctor Krankl— sea eficiente y no se convierta en otro adminículo cultural que sea en seguida enquistado y olvidado ante el torbellino de situaciones vitales que la juventud enfrenta. Misión fundamental, por tanto, de los responsables es la de informar a los jóvenes de acuerdo con sus necesidades y posibilidades personales, en vez de entonar en forma dogmática y apodíctica un código de obligaciones universales, rígidamente predeterminadas, que al no poder ser íntegramente cumplidas, arrastren al joven al desencanto, al desespero, la apatía, el remordimiento y el autodesprecio. Romain Rolland escribió sobre este tema en su Jean Cristophe, una página tan excelsa que no resistimos la tentación de copiarla parcialmente:
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"C'est profaner le nom du devoir que l'appliquer a tout, aux plus niaises corves, aux actes indifferents, avec une rigueur raide et qui finit par aisombrir et empoisonner la vie. Le devoir est exceptionnel: il faut le réserver pour les moments de réel sacrifice, et ne pas couvrir de ce nom sa propre mauvaise humeur et le désir qu'on a d'etre desagreable aux autres. II n'y a pas de raison, parce qu'on a la sottise ou la disgráce d'etre triste, pour vouloir qu'e tous le soint, et pour imposer a tous son regime d'ínfirme. La premiere des vertus, cést la joie". Nótese bien que Romain Rolland usa la palabra "Joie" (alegría) y no "Ivresse" (embriaguez, exaltación) para terminar sus bellos pensamientos: esa alegría ha de ser tanto patrimonio de la infancia sana como de la juventud consciente y no puede ser confundida con el mero goce sensual o con el placer dionisíaco ni mucho menos con la insensatez y la locura. Es el perfecto equilibrio entre la fuerza motriz y el poder de los frenos lo que asegura al automovilista un buen rendimiento en la ruta. Análogamente: es la debida armonía y proporción entre la base conceptual y la base kinética (entre la fundamentación ética y la ejecución práctica) del comportamiento lo que garantiza la salud y la paz mentales y aleja los peligros de la neurosis y la autoagresíón. Consideremos ahora la vida del adulto: éste no ha de sentirse solo y debe procurar tener amigos y conseguir dar y recibir amor, que le aseguren ayuda y consuelo en sus momentos de cansancio, depresión o tedio. A medida que la personalidad deja de sentir ese "eco" simpático, esa resonancia de los demás en sí y de ella en los demás, se encierra y enquista, aisla y retrae llegando así, insensiblemente, a saturarse de sí misma y a no poder aguantarse más: eso se llama "aburrirse". Nada hay más triste que estar preso en sí mismo y no sentirse capaz de transponer los límites de la propia frontera mental.
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Los PELIGROS DEL AISLAMIENTO
Con este título, Alfred Adler, hace más de 30 años, escribió un brillante artículo para la Revista Médica de Barcelona, demostrando que el aislamiento social es el primer paso para la "alienación". A fin de cuentas, el significado de la palabra "alienado" (alienus, en latín es ajena en castellano) deriva de ese extrañamiento; luchemos, pues, contra toda tendencia a extrañarnos o alejarnos demasiado del convivio con nuestros semejantes. Incluso si nos sentimos decepcionados, amargados, heridos por la estupidez y la estulticia o pot la maldad de uno o de muchos de nuestros semejantes, hemos de procurar mantener nuestro contacto con ellos o con otrospara ofrecerles lo que deseamos recibir: comprensión, tolerancia y afecto. Quien da, recibe — dijo San Francisco, y si algún lector sonríe escépticamente ante la supuesta ingenuidad del más excelso de los místicos, bueno será recordarle que el más pragmático de los filósofos modernos, el empírico J. Dewey, ha escrito: el mejor de los negocios es ser bueno. Pero, ¿qué hacer si un destierro forzoso, una enfermedad o una invalidez impiden o dificulten demasiado esa convivencia social? La respuesta es sencilla: aprovechar los valores vitales del ambiente: una planta humilde, un pájaro, un insecto... cualquier ser vivo puede ser nuestro compañero mental y traernos la augusta y eterna voz de la vida, para consuelo y sosiego de nuestro penar. Basta que deseemos aproximarnos a ellos, observarlos, comprenderlos y acompañarlos en su modesto y silencioso existir; en seguida sentiremos qué maravilla es la vida y cuantos motivos tenemos para no querer disponer de ella que, en rigor, no es nuestra, pues no brotó de nuestra inteligencia, de nuestra voluntad ni de nuestro esfuerzo: es un bien que nos fue dado y al que hemos de conservar mientras palpite en nuestras entrañas.
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BIBLIOGRAFÍA: MIRA Y LÓPEZ, E.: La conquista de la serenidad eficiente. (En Problemas Psicológicos Actuales. 6» ed. El Ateneo. Bs. Aires, 1955.) FBANKL, V.: A 'pesar de todo, decir sí a la vida. (Trad. castellana.) Buenos Aires, 1954. RUSELL, BEBTRAJTD: La conquista de la felicidad. Trad. castellana. Buenos Aires. STEKEL, W.: La voluntad de vivir. Ed. Nova. Buenos Aires, 1946.
CAPITULO XXVI La lucha contra la tanatofilia. Cómo mudar de actitud ante la vida y ante la muerte.
Hemos visto que el aislamiento acarrea grave peligro para la paz y la vida mental, sobre todo si voluntario se busca como reacción a una decepción, un disgusto o una frustración. Sin duda por sentirlo así la mayor parte de la gente procura animar, prestar afecto y consolar a quien o quienes se muestran excesivamente ensimismados. No obstante, es posible que ese ensimismamiento no sea siempre un aislamiento negativo — de huida — y sí una reversión o invaginación del Ser que desea encontrarse nuevamente en la meditación para revivir tajo nuevas formas: el verme, después de ser crisálida se transforma en mariposa y así también puede un ensimismado emerger de su recogimiento —diálogo consigo mismo— renovado por una nueva fé. Por esto, antes de interpelar a un abostro hemos de saber intuir si lo está porque solamente desea aislarse del mundo, o si lo está porque envidia la suerte de Lázaro. En el segundo caso, nuestra intervención puede salvarlo mientras que en el primero apenas conseguirá, inicialmente, importunarlo. Precisamos no obstante considerar otros casos en los que la fuerza motivante del gesto suicida parece ser todavía más difícilmente vencible. Tal es, por ejemplo, el del sujeto desesperado y oprimido por un remordimiento derivado de su conducta anterior, que ha ocasionado sufrimientos irreparables a seres inocentes (Francisca Baumgarten ha reunido varios
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de estos casos en un conjunto impresionante de historias reaíes, bajo el título: Demasiado Tarde; Zu Sp'át, en el original alemán). Esa persona siente la imposibilidad de devolver a sus víctimas lo que les robó (vida, honra, bienes...) y se cree obligada a inflingirse el mismo perjuicio que ocasionó, obedeciendo así a la superada concepción taliónica de la justicia retributiva: "ojo por ojo y diente por diente". Le bastaría, no obstante, reflexionar un poco para darse cuenta de que un mal no puede repararse con otro. Si nos duele haber causado un daño a alguien nos puede consolar un bien a otro alguien, obedeciendo así al principio de la compensación, que ha de ser la base de toda ética. Entonces habremos de combatir la muerte con la vida, la crueldad con la ternura, la mentira con la verdad, el vicio con la virtud, y así sucesivamente. Por consiguiente, el deseo que ha de animar y palpitar en el arrepentido no es el de expiación por el autocastigo sino el de regeneración por la conversión y mudanza de conducta: si hizo a una persona desgraciada, procure hacer a otra feliz; si robó, procure restituir con creces lo robado, si mató, procure salvar una vida,,, mas nunca estará autorizado para repetir consigo lo que hizo a los demás, pues insistir en el mismo error o desvío, aún cuando cambie de persona, no es salvarse y sí hundirse más en la falta. Pasemos a otro caso: se trata de alguien que se siente crónicamente enfermo e inclusive supo (directa o indirectamente) que está deshaucíado por los médicos. Un tal sujeto quiere ganarle el juego a la Parca, anticipándose a su visita en días, semanas1 o meses. ¿Está justificado en su propósito? La respuesta continúa siendo negativa: para no sufrir físicamente dispone de recursos eficientes, la actual Terapéutica (médica y quirúrgica) y para no sufrir mentalmente bastará con que se disponga a vivir dignamente esa fase final de su vida, creando los que Frankl denomina valores de actitud, o sea, siguiendo una pauta de conducta que merezca ser ulteriormente citada como modelo y ejemplo a seguir por quienes se encuentren en igual situación. Los mártires sacrificados en la arena circense dieron al Mundo veinte siglos de fé; los héroes anónimos de
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mil luchas y esfuerzos resurgen más tarde en la leyenda y alcanzan su inmortalidad en millones de corazones. Por eso cada uno de nosotros ha de hacer de su vida una obra de arte, especialmente cuando atraviese una .situación que le exija más resistir que vencer, conservar más que crear, callar más que hablar. Veamos por fin la situación que parece más justificativa de la autoanulación: trátase de alguien que desde su más tierna infancia ha vivido sintiéndose mal, angustiado, pesimista, miedoso, incapaz de valerse o de valer a los demás. A medida que fue teniendo uso de tazón asistió impotente a su progresivo atraso y distanciamiento de la vida normal: sus colegas de colegio triunfaban mientras él — débil o deprimido — se estancaba o se frustraba en sucesivos intentos de emulación. No ha conseguido tal persona — por hipótesis — éxito social o sexual alguno; cuando abre los ojos tiene, ya de madrugada, ]a impresión de que empieza una nueva jornada en su calvario de sufrimiento y cansancio estéril. . . Pero, cerca de él está la solución: si en vez de una de las pastillas recetadas por su médico ingiriese la totalidad contenida en el tubo, el sueño buscado se tornaría permanente, eterno. Basta solamente meterlas en la copa, poner un poco más de azúcar, beber y . .. no despertar. Con eso —podrá pensar nuestro imaginario personaje — aliviaría y descargaría a quienes lo cuidan, ahorrándoles tiempo, molestias, dinero y esfuerzos. ¿Cómo resistir a la aparente atracción de tales argumentos? En primer lugar: si esa persona considera que su vida nada vale, ha sido inútil a sus semejantes y por tanto puede suprimirla, está haciendo una arriesgada afirmación, pues no sabe si quienes con ella conviven y le ayudan no encuentran satisfacción en poderse mostrar generosos y valiosos con ella. ¿Quién le asegura que nadie la quiere?, y sobre todo: ¿qué nadie más ha de poder quererla? ¿Acaso vale ella menos que un pájaro, un pez o un perro? ¿Y no vemos a diario como millares de personas de valor aman a algunos de tales animales? A esto podrá argüir que inclusive si tal aconteciera su pesimismo, no la dejaría disfrutar de ello; mas nosotros la-
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replicaremos que ella no nació — ni nadie puede nacer — pesimista, sino que se tornó así, bajo la influencia de diversos factores, de constitución, educación y ambiente, todos los cuales pueden o ser suprimidos o modificados. Nadie había intentado hasta ahora analizar restrospectivamente el papel de esos influjos en la formación de su carácter y de su conducta, pero actualmente la Medicina psicosomática es capaz de hacerlo y sin aspirar a cambiar su Ser puede librarlo de sus complejos e inhibiciones y permitirla entonces llegar a la realización de todas sus latentes posibilidades. Si le faltan energías, pueden serle dadas con recursos fisícquímicos poderosos; si le falta saber distribuirlas, también es posible formularle un "plan de vida" que sea realizable bajo la supervisión de un especialista competente que asumirá el papel de guía y compañero en su nuevo viaje vital, advirtiéndole la aproximación de obstáculos e indicándole el mejor medio de sortearlos hasta lograr sus primeros éxitos y entonces dejar que paulatinamente consiga ella sola dirigirse. En suma: así como hay una ortopedia quirúrgica existe otra mental, con la que cualquier ser humano puede encontrar su lugar bajo el ¡Sol, en vez de buscarlo bajo tierra. BIBLIOGRAFÍA: TEIXEIBA, NAPOLEAO: O. Suicidio. 1952. HAVELOCK, EIXI: The Dance of Life. Lündon,
1920.
CAPÍTULO XXVII Síntesis de las normas psicohigiénicas: El ajuste del Ser (Estructura), el Hacer (Esfuerzo), el Pretender (Aspiración), el Valer (Rendimiento), el Parecer (Apariencia) y el Obtener (Resultado).
SÍNTESIS DE LAS NORMAS PSICOHIGIÉNICAS
Tratados sucesivamente, por orden evolutivo, los principales problemas que el ser humano enfrenta en el curso de su historia, hasta llegar a constituirse en un miembro productor y reproductor en la sociedad de nuestros días, vamos ahora a considerarlo en sección transveral, en su conjunto indivisible, existente en sus 3 dimensiones (pasado, presente y porvenir) gracias a la admirable síntesis que su conciencia le proporciona en cada instante. Y vamos así a poder descubrir y señalar cuáles son los centros o puntos nodales que de un modo global dirigen y orientan su vida racional. No vamos por ello a entrar en disquisiciones ni discusiones metafísicas, pues nuestro propósito sigue siendo modesto y a la vez práctico: nos interesa apenas señalar al lector los factores que pueden comprometer su salud mental y a la vez indicarle los recursos más eficientes para sustraerse a su influjo. Pues bien, así reducida nuestra ambición, podremos establecer hipotéticamente un eje axiológico, es decir, un eje de valor, al que cada ser humano se encuentra prendido y preso, para recorrer su marcha en la vida. A lo largo de ese eje
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instálanse puntos que, a modo de estaciones, indican períodos o desvíos de nivel en la línea existencial y por tanto adquieren especial relieve patogénico: Ser...
Pretender... Nacimiento
Valer Hacer. . . Servir. . . p
...
Obtener
Muerte
Desde que adquirimos noción de nuestra existencia individual, o sea, desde que empieza a delinearse nuestro Yo, entra en acción nuestra principal defensa, el amor propio o egoísmo, de profundas raíces biológicas, que nos lleva no solamente a afirmar nuestra Ser sino a querer ser más, esto es, a pretender, creando así un "nivel de aspiraciones" o pretensiones, variable de una a otra fase, pero siempre existente, como telón de fondo en nuestra ruta. Pero esa serie de pretensiones exige, para ser lograda, la formulación de un plan y de un estilo de vida, o sea, la adopción de una serie de actitudes que conducirán a una conducta, o sea, a una hacer (o quehacer) correspondientes a los objetivos visados. Este hacer, no obstante, puede resultar favorable o adverso para los intereses individuales o colectivos. Si, en principio, beneficia a su autor y éste obtiene con él inmediata satisfacción, cabe la posibilidad de que tenga luego que pagar como precio de ella una falta de seguridad, pues es excepcional que los demás aprueben sin restricciones nuestros actos egoístas. Inversamente, si ese hacer individual es puesto al servicio del bienestar colectivo, conquista altos méritos pero , , , no satisface las tendencias primarias del sujeto. De esta suerte, cada cual se ve ante el permanente dilema de: intentar con cada acto la conquista del máximo placer o la conquista de la máxima seguridad, lo que, en términos crudamente freudianos significa: ser bueno para sí (y malo para los demás) o viceversa. Porque infelizmente ocurre que todo o casi todo cuanto instintivamente nos apetece y atrae está
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prohibido o es dificultado por las leyes de la conveniencia social y éstas no pueden ser violadas sin exponernos a sanciones que nos priven de nuestra tranquilidad. Pero esta paz mental también desaparece cuando aumenta la presión de nuestros deseos y apetencias. Por esto, todo ser humano ha de trazarse una sinuosa y flexible línea de conducta, con la que trata de conciliar lo que le "gusta", lo que le "conviene", lo que "debe" y lo que "puede" hacer. Para fijarla deliberamos y con frecuencia luchamos dentro de nosotros mismos hasta decidir los límites de las que consideramos "ambiciones legítimas" o sea, el nivel de aspiraciones o pretensiones realizables. La salud mental se compromete cada vez que existe un confusionismo en ese nivel, o sea, que en él se encuentren sectores confesables y otros inconfesables, o partes alcanzables y otra inalcanzables con la actividad individual.! En tal caso el sujeto camina en tensión, prisionero o esclavizado por su deseo y por su miedo, ya que si de un lado se siente impulsado por el primero, por otro se siente frenado y descorazonado por el segundo, al ver que esa meta va a ser difícilmente alcanzable o mantenible. Ajustar por tanto el Ser a un realizable Quehacer y conciliar de esta suerte la satisfacción y la seguridad, es una de las tareas básicas de la higiene mental. Otro punto importante en nuestra dinámica exístencial es el que nos lleva a elegir entre los líneas del Valer y del Parecer, o sea, entre la esencia y la apariencia, la substancia y la forma, la autenticidad y la simulación de un rendimiento. Cualquiera es capaz de fingir cualidades o disimular defectos; cualquiera puede construir su vida sobre una serie ininterrupta de engaños y "bluffs" más o menos ingeniosos o, por el contrario, sobre un austero camino de silenciosa perfección. Casi todas las personas normales siguen una franja intermedia entre las dos rutas de la vanidad y la modestia, o si se quiere, de la ficción y la sinceridad. Pero no son pocas las que constantemente saltan de una a otra y terminan confundiendo el "valer" y el "parecer", inclusive cuando se deparan con sus propios problemas y actos íntimos. Esa confusión se ve favorecida por la facilidad con que el grupo social acepta la pura apa-
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riencia y prefiere el brillo de un falso brillante a la matidez de un diamante sin labrar, o sea: que está más dispuesto a obsequiar a quien lo engaña adulando que a quien lo enjuicia lealmente o lo ignora. Entonces pueden surgir dos motivos para el progresivo desajuste mental: el individuo es capaz de creerse injustamente preterido o, viceversa, excesivamente favorecido por el grupo; en ambos casos, por rabia o por recelo, adoptará una actitud artificiosa, falsa, que lo llevará a distanciarse paulatina e inexorablemente de la normalidad. La mejor profilaxia contra esa doble posibilidad de desvío es completar la vieja máxima de Píndaro (Sé quien etes) con este corolario: muéstrate como eres. En Síntesis, la higiene mental ha de llevarnos a ser espontáneos, sencillos y modestos, sin por ello ser narcisistas, sensuales o ingenuos. Podemos ser naturales sin ser instintivos ya que a nuestra cualidad humana también se encuentra adscrita la espiritualidad. En el alma o ánima se hallan implícitas perversiones y virtudes; con tan diversos elementos cada uno ha de construirse, firme y serenamente su mejor personalidad posible, sin dejar de ser humilde, pues si el Génesis nos afirma que estamos hechos de barro, la Biología nos confirma que materialmente hablando no valemos más que esa tierra en que se transforma nuestro cuerpo, pero mientras vivimos podemos con ella alcanzar las cumbres inapreciables de la gloria, si sabemos modelarnos espiritualmente. Que a eso contribuya esta Guía es el voto con que se despide del lector, en este momento, quien hasta ahora ha tratado de prender su atención. BIBLIOGRAFÍA: FEANKL, V.: Logos und Existenz. Trad. castellana ed. por el Fondo de Cultura Económica. México, 1953. RTJSSELL, BERTRATÍD: The Pursuit of Happiness. Trad. castellana. (La Conquista de la Felicidad.) Buenos Aires.
N DI CE
PRESENTACIÓN
CAPÍTULO I.
CAPÍTULO II.
CAPÍTULO III.
CAPÍTULO IV.
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¿QUÉ ES LA SALUD MENTAL?
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¿Qué es la higiene mental? Orígenes religiosos de la higiene mental: la pureza de espíritu como recurso de salvación.. Evolución del concepto de salud mental en relación con los procesos de la psicología Higiene mental científica
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Interrelaciones de la higiene mental con las diversas ciencias del espíritu. Higiene mental del espíritu
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Higiene Higiene Higiene Higiene Higiene Higiene Higiene
20 21 21 22 23 24 24
mental mental mental mental mental mental mental
e higiene corporal y psicología y psiquiatría y psicoanálisis y sociología y ética, moral y religión . . . . y derecho
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LA H I G I E N E MENTAL PRE-CONCEPCIONAL Los problemas de la elección de cónyuge . . . . Contribución de la genética humana a la profilaxis mental
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Gomo puede establecerse el llamado consejo prenupcial. Aspectos psicológicos de la intervención familiar y técnica en este campo. La capacidad para el matrimonio. Cómo puede establecerse el consejo prenupcial
33
La intervención familiar en el consejo prenupcial
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27 27
Consecuencias negativas de la coacción o la sugestión en la elección de cónyuge La capacidad para el matrimonio CAPÍTULO V.
CAPÍTULO VI.
CAPÍTULO VIL
CAPÍTULO VIII.
HIGIENE MENTAL DEL MATRIMONIO . . .
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a) b) c) d) e) f)
40 40 41 41 42 43
Relaciones sexuales Las relaciones familiares Las relaciones económicas Las relaciones sociales Las distracciones Las actitudes ante los valores
La higiene, mental de la mujer grávida. Puntos más comunes de su problemática. Normas para la preparación moral y emocional de la madre durante los diversos períodos de la gestación. Higiene mental de la gravidez Problemas más comunes de la mujer embarazada Normas para la preparación moral de la gestante Higiene mental del parto y del puerperio. ProMemas psíquicos que se plantean durante ese periodo y actitudes recomendables para superarlos. Higiene mental del parto Higiene mental del puerperio Higiene mental de la lactancia, de la toilette y del sueño durante el primer semestre de la vida. La relación inicial -madre-hijo. Importancia del segundo semestre para la fijación de las actitudes sociales. Normas psicohigiénicas vigentes en ese período. Higiene mental de la lactancia Higiene Higiene Fijación segundo
CAPÍTULO IX.
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mental de la "toilette" mental del sueño de las actitudes sociales durante el semestre
Psicohigiene de la lucha por la limpieza (control de los enfínteres). Significado psicológico de las anomalías de conducta del nene durante
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el segundo año de su vida. Normas para obtener el control de esfínteres. La lucha por la limpieza Las reacciones infantiles ante las tentativas de control Normas para obtener normalmente el control esfinteriano CAPÍTULO X.
CAPÍTULO XI.
CAPÍTULO XII.
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Psicohigiene de los hábitos motores. La bipedestación, la marcha y las primeras actividades exploradoras. La bipedestación (mantenerse en pie) 69 La marcha Las primeras manifestaciones exploradoras . . Ventajas de la observación sistemática de los movimientos
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Psicohigiene del lenguaje. Errores más comunes en la educación del lenguaje. Psicohigiene del lenguaje
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Cómo evitar los errores más comunes en la formación del lenguaje
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Psicohigiene de las relaciones del binomio hijo-padre durante la primera infancia. Estudio de las principales situaciones conflictivas y de los medios para evitarlas. El padre y los hijos a) La situación del padre ausente o distante b) Padre excesivamente blando y condescendiente c) Padre excesivamente autoritario y exigente d) Padre con "favoritismos"
CAPÍTULO XIII.
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Psicodinámica de las relaciones entre hermanos en la primera infancia. Asistencia psicológica en el juego como recurso de observación de las actitudes neuróticas. La tesis de Schneersohn. Las relaciones entre hermanos en la primera infancia
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El primogénito El benjamín
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Los hermanos intermedios Normas preventivas de los conflictos y resentimientos fraternales Asistencia psicológica al juego como corrección de actitudes neuróticas La tesis de Schneersohn
CAPÍTULO XIV.
CAPÍTULO XV.
CAPÍTULO XVI.
Psicohigiene escolar. Problemas del aprendizaje. Estudio de las interrelaciones del hogar y la escuela tajo el punto de vista de la psicohigiene infantil. Psicohigiene escolar Problemas del aprendizaje La interrelación del trinomio: niño - hogarescuela Normas para la profilaxis de los resentimientos y actitudes viciosas de la infancia en relación con los problemas éticos. Psicohigiene moral del niño. La tesis de Chisholm. La profilaxis del resentimiento La tesis de Chisholm
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Importancia de la psicohigiene en la adolescencia. Características de esta fase vital. Normas generales para la preservación de la salud durante su decurso. Importancia de la psicohigiene en la adolescencia 99 Normas de la psicohigiene de la adolescencia 101 Problemas concretos 102
CAPÍTULO XVII. Psicohigiene del trabajo. Selección, preparación, entrenamiento y ejecución del trabajo. Psicohigiene del trabajo 105 a) El ajuste del Ser y el Quehacer 106 b) La preparación profesional 107 c) El entrenamiento, en el trabajo 107 d) Higiene mental de la "ejecución" del trabajo 107 CAPÍTULO XVIII. Psicohigiene sexual en la juventud, en la adultez y en la vejez. Conceptos previos 109 La higiene sexual en la juventud 110
La psicohigiene sexual del adulto La psicohigiene sexual en la vejez CAPÍTULO XIX.
CAPÍTULO XX.
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Psicohigiene de las relaciones sociales, en los tres planos básicos. Un decálogo para el desarrollo de la sociabilidad. Las relaciones sociales 115 Decálogo para el desarrollo de la sociabilidad
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Higiene mental del juego, las distracciones la política. El juego y los "hobbies"
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y
Psicohigiene de las actividades políticas
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CAPÍTULO XXI.
La lucha contra el alcoholismo. Efectos del alcohol en el organismo humano. Las diversas categorías del alcoholatras o alcohólicos. Temas especiales 125
CAPÍTULO XXII.
Causas, motivos y factores individuales y colectivos del alcoholismo. Las causas generales La ignorancia La inepsia El "progreso" social (?) El carácter Las taras Los factores motivantes (desencadenantes) individuales
131 131 132 132 132 133 135
CAPÍTULO XXIII. Normas para la prevención y corrección del alcoholismo. Consideraciones previas 139 Los recursos sensibilizantes 141 Los alcohólicos anónimos 142 CAPÍTULO XXIV. La lucha contra el suicidio. Diversas formas de suicidio, mental y corporal. Las falsas tesis del suicidio. La lucha contra el suicidio . . . . 143 La tesis freudiana del suicidio 144 La tesis genética del suicidio 146 CAPÍTULO XXV.
La prevención del suicidio. Puntos básicos para conseguir el apego a la vida. De qué depende el apego a la vida 151 Los peligros del aislamiento 154
CAPÍTULO
XXVI. La lucha contra la tanatofilia. Cómo mudar de actitud ante la vida y ante la muerte. La lucha contra la tanatofilia 157
CAPÍTULO XXVII.
Síntesis de las normas psicoMgiénicas: El ajuste del Ser (Estructura), el Hacer (Esfuerzo), el Pretender (Aspiración), el Valer (Rendimiento), el Parecer (Apariencia) y el Ootene (Resultado). Síntesis de las normas psieohigiénicas .-..-; 161
ESTE LIBRO SE TERMINÓ DE IJIPKQÍ EL DÍA 12 DE SEPTIEMBRE DE 1956 EN LOS TALLERES GRÁFICOS DE JUAN CASTAGSOLA E HIJO, Río DE JAÍÍEIEO 735, BUENOS AIBES
nan la salud mental del Individuo, teniendo como punto de partida la salud mental del matrimonio. Desfilan entonces, comenzando desde ese centro de gravedad, los diversos aspectos que puede asumir la higiene mental del individuo, desdoblada a través de la infancia en sus diferentes fases de evolución, hasta la adolescencia, juventud, edad adulta y vejez en sus respectivas características o necesidades más imperativas. Es un obra, por tanto, cuya lectura meditada y serena se impone a todo individuo que pretenda mantenerse a salvo de accidentes o choques emocionales que puedan alterar el equilibrio psíquico tan deseado e indispensable a su felicidad y a los mejores objetivos éticos y actos físicos de su existencia. Si ese equilibrio fue siempre objetivo fundamental del hombre a través de los siglos, mucho más lo será hoy cuando el propio desenvolvimiento material de nuestro mundo es ya de por sí capaz de alterarlo o perjudicarlo sensiblemente. Editorial OBERÓN, consciente del aporte que ello significa, ofrece esta útilísima obra, por primera vez, en idioma castellano. Pedidos a: DISTRIBUIDORA Y EDITORA ARGENTINA S. R. L. Charcas 472 Bs. Aires
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