Archenti y Aznar Cap. 4
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ARCHENTI Y AZNAR: CAPÍTULO IV ÉMILE DURKHEIM (1858-1917): EL ESTUDIO DE LA CONDUCTA HUMANA COMO CIENCIA RACIONAL-POSITIVA [...] el único [calificativo]que aceptamos es el de racionalista. En efecto, nuestro principal objetivo es extender el racionalismo científico a la conducta humana. Emile DURKHEIM No hay, en efecto, más que un medio de hacer una ciencia, que es el atreverse, pero con método. Emile DURKHEIM
La exterioridad y la coacción de los hechos sociales Durkheim dedica el primer capitulo de una de sus obras más importantes — Las reglas del método sociológico— a la tarea de definir lo que él considera el objeto de la sociología: el hecho social. En su desarrollo se nota un esfuerzo progresivo de p recisión para demarcar el campo de lo social y llegar a una definición inequívoca de los fenómenos sociales. En este intento señala como una característica fundamental la exterioridad de los hechos sociales con respecto a las conciencias individuales. Este elemento es el que le permite a Durkheim diferenciar los hechos sociales de los fenómenos psíquicos. Además de la exterioridad, estas formas de conducta presentan una característica que los identifica plenamente. plenamente. Los hechos sociales, sociales, afirma afirma Durkheim, Durkheim, “están dotados de un poder imperativo imperativo y coercitivo, coercitivo, en virtud del cual se le imponen [a los individuos] quiéranlo o no”. Estos hechos no pueden tener otro sustrato más que la sociedad, ya que un hecho social “es general porque es colectivo (es decir, más o menos obligatorio) y de ninguna manera es colectivo porque es general. Durkheim indica así un elemento de central importancia: la obligatoriedad garantizada por la sanción que subyace a lo social, a lo colectivo: “un hecho social se reconoce por el poder de coerción externa que ejerce o es susceptible de ejercer sobre los individuos: y la presencia de se poder se reconoce, a su vez, ya sea en la existencia de alguna sanción determinada, o en la resistencia que ese hecho opone a toda empresa individual que tienda a violarlo”. El poder de coerción que los fenómenos sociales ejercen sobre los individuos es siempre un poder social, su base es lo colectivo, en tanto obligante, y permite entender por qué la acción social en Durkheim es siempre una acción colectiva. La definición más comprensiva de hecho social resume lo analizado anteriormente: “toda manera de hacer, fijada o no, susceptible de ejercer una coacción exterior sobre el individuo; o bien, que es general en la extensión de una sociedad dada, conservando una existencia propia, independiente de sus manifestaciones individuales”. Esta coacción tiene formas especificas de manifestación, a través de la estructura institucional de la sociedad. Los elementos de institucionalidad tienen tal importancia en el pensamiento de Durkheim que no vacila en definir la sociología como la ciencia de las instituciones, instituciones, de su génesis y de su funcionamiento, funcionamiento, e indica como un tema central de investigación el de las relaciones de los individuos con las instituciones. Como objeto prioritario de la investigación sociológica señala al Estado, al Derecho de propiedad, al Contrato, Contrato, a la Pena y a la Responsabi Responsabilidad; lidad; todas institucion instituciones es vinculadas vinculadas directamente directamente con la costumbre, costumbre, las normas y las leyes. La estructura social define —en términos de costumbre, normas y leyes— los límites del comportamiento social posible.
Del positivismo de Durkheim El término positivismo permite englobar en una misma corriente de pensadores a Comte, Stuart Mill, Spencer y Durkheim. Se diluyen así las diferencias existentes entre estos autores a nivel teórico, metodológico y sociopolítico. Es posible, por cierto, llegar a determinar un conjunto de elementos que definen al positivismo como enfoque general y en el que coincidirían todos los pensadores antes mencionados: la oposición a toda metafísica, la afirmación de lo real, la importancia asignada a la ciencia como único saber legitimo posible, la necesidad de centrarse en el estudio de lo fenoménico–experiencial desde una perspectiva práctico – utilitaria y la creencia en la existencia de un orden natural en las relaciones sociales que conducen al predominio del modelo científico de las Ciencias Naturales. Pero, hasta allí, las semejanzas; a partir del acuerdo sobre estas tesis generales es necesario marcar las diferencias existentes. Las mismas surgen de la aplicación de los principios generales del positivismo a diferentes campos: positivismo político, positivismo jurídico, positivismo sociológico; y de los desarrollos particulares que distintos autores positivistas realizan dentro de cada uno de ellos. Si nos centramos en esta última esfera, podremos estudiar el pensamiento de Durkheim en su especificidad, diferenciándolo del de otros investigadores sociopolíticos positivistas. El propio Durkheim señaló esta distancia: “[...]nuestro principal objetivo es entender el racionalismo científico a la conducta humana, demostrando que, considerada en el pasado, es reductible a relaciones de causa y efecto, que una operación igualmente racional puede transformar seguidamente en reglas de acción para el futuro. Lo que se ha llamado nuestro positivismo es sólo una consecuencia de este racionalismo ”. Y agrega en una nota al pie de página: “[...] es decir, que no ha de confundírselo con la metafísica positivista de Comte y Spencer”. En el área metodología, Durkheim desarrollará los elementos que lo diferencian de otros pensadores enmarcados dentro de esa corriente de pensamiento. Como lo señala M. Grawitz, “en el terreno metodológico nos encontramos por primera vez con una reflexión organizada, sistematizada, sobre lo que es la sociología y en qué condiciones puede ser ciencia”. Pero la importancia que en el pensamiento de Durkheim adquieren los fundamentos metodológicos no significa que pueda descuidarse el estudio de los elementos teóricos presentes en el mismo, entre los que se destacan los conceptos de solidaridad, orden y equilibrio social, función social, coacción y anomia. La explicación de los fenómenos sociales en términos de relaciones de causa y efecto está directamente relacionada con el concepto de función social, lo q ue remite al análisis de las necesidades del organismo social. Queda determinada así una particular visión de lo que es la sociedad y de cómo debe abordarse su estudio.
La concepción de la sociedad Más allá del conflicto: integración y cooperación Durkheim asigna una especial importancia a la constitución del medio social, señalándolo como el factor determinante de la evolución colectiva. Uno de sus principios metodológicos más importantes, el que afirma que sólo es posible explicar un hecho social mediante otro hecho social, remite a la sociedad como factor explicativo-causal de los fenómenos sociales. Las relaciones entre los individuos, son básicamente de cooperación. Durkheim no ignora el problema del poder y de las desigualdades; trata de resolverlo remitiéndolo a la sociedad y relacionándolo con el problema de la eficacia de los mandatos. Es así como la dominación se reduce a una clasificación: “la sociedad es quien ha clasificado a los seres en superiores y en inferiores, en amos que mandan y súbditos que obedecen; ella es quien a conferido a los primeros esta propiedad singular que hace eficaz el mando y que constituye “el poder”. Este poder, que no es más que coacción normativa de la sociedad transferida a determinados segmentos de ésta, es considerado como un fenómeno positivo, ya que es el elemento que permite disciplinar a los individuos, que generará organización y coordinación eficaz de las tareas, lo que conlleva al equilibrio de la sociedad, del organismo social en su conjunto.
La sociedad como totalidad supraindividual Según Durkheim la sociedad es una realidad especifica, que no sólo es parte de la naturaleza, sino su expresión más compleja: una combinación de elementos físicos y morales que está siempre por encima de los individuos que la componen y de la que éstos dependen; es una realidad supraindividual dada en la experiencia. La sociedad no es posible sin individuos, que son sus fuerzas activas, pero la asociación de éstos es una realidad diferente —superior— a los individuos considerados aisladamente. Entiende a la sociedad como un ser psíquico superior, como una conciencia de conciencias, lo que le permite desarrollar el concepto de conciencia colectiva, de la que emana la autoridad moral que la sociedad ejerce sobre los individuos. La vida social está en el todo y no en las partes. La totalidad social, la síntesis de las conciencias individuales, genera fenómenos nuevos, fenómenos sociales, cuyas características no dependen de los miembros aislados sino, por el contrario, de su forma de asociación especifica en un conjunto, que puede ser observado bajo la forma de “sociedades particulares que nacen, se desarrollan y mueren, independientemente las unas de las otras”.
La problemática de los tipos sociales: la morfología social Para realizar el estudio de las sociedades particulares es necesario, como primer paso, poder clasificarlas. En este intento, Durkheim trabaja con la idea de que la sociedad es una totalidad compuesta por segmentos combinados y que la naturaleza de cada sociedad particular, en un momento determinado, depende de la cantidad de segmentos y de la forma en que se combinan y relacionan. Llega de ésta manera a definir la morfología social, la parte de la sociología encargada de constituir e investigar los tipos sociales, las formas en q ue se combinan los segmentos que forman el organismo social. Metodológicamente se trata de definir el elemento básico a partir del cual sea posible desarrollar una clasificación de los tipos sociales; ese ele mento fundamental es la “sociedad simple” o de “segmento único”. Cada sociedad particular puede ser clasificada en un tipo social y a partir de esa clasificación se emprende su estudio positivo.
Sociedad y estructura social El esfuerzo teórico más importante de Durkheim, en relación con el problema de que es y cómo es posible la sociedad, se revela en su obra De la división del trabajo social , en la que se desarrolla el concepto de solidaridad, elemento que determina la unión de los segmentos y posibilita la existencia de la sociedad, y define sus dos tipos: solidaridad mecánica y solidaridad orgánica, que corresponden a dos tipos de sociedad. El primer tipo de sociedad, a la que corresponde la solidaridad mecánica, es definida como un conjunto más o menos organizado de creencias y sentimientos comunes, cuya estructura está constituida por un conjunto de segmentos homogéneos y semejantes entre sí. Debido a su semejanza, estos segmentos tienden a combinarse mecánicamente para formar, como lo define Durkheim, el tipo colectivo. En la definición del segundo tipo, la sociedad es visualizada como un sistema de funciones especializadas que mantiene entre sí relaciones especificas. La estructura social es compleja y diferenciada: “un sistema de órganos diferentes, teniendo cada uno un rol principal, y que están formados por partes diferenciadas [...] los elementos sociales (están) coordinados y subordinados unos a otros alrededor de un mismo órgano central que ejerce sobre el resto del organismo una acción reguladora”. En el estudio de sociedades particulares no se encuentra pura solidaridad mecánica o pura solidaridad orgánica, ya que “estas dos sociedades no forman más que una. Son dos fases de una sola y única realidad”. Durkheim señala específicamente que, a medida que aumenta la solidaridad orgánica, disminuye la mecánica, en un proceso en el que la división de trabajo adquiere características generadoras.
El tratamiento positivo de los fenómenos sociales: la “cosificación” de los hechos sociales Antes hemos analizado la manera en que Durkheim define los fenómenos sociales, esas formas de pensar, sentir y actuar que presentan la propiedad de ejercer una coacción exterior sobre las conciencias individuales. En la observación de estos fenómenos sociales “la primera regla y la más fundamental es considerar los hechos sociales como cosas”. Una ciencia se define por su objeto y por el método con el cual se lo analiza. El único método, afirma, que pueda dar resultados objetivos es el que va de las cosas a las ideas. La ciencia, en general, se aplica necesariamente a una realidad dada; y la sociología, en tanto ciencia positiva, tiene como objeto explicar una realidad actual. Tratar los fenómenos sociales como cosas no significa afirmar que son objetos materiales, sino “ tratarlos en calidad de “data”, que constituyen el punto de partida de la ciencia ”. La observación y la comparación metódica de los fenómenos sociales —considerados en tanto data — permitirá entenderlos y explicar cómo se relacionan en forma general. Esto último es un tema de gran importancia en el pensamiento de este autor: las leyes que rigen las relaciones entre los fenómenos y la forma de descubrirlas y plantearlas. Las leyes se descubren y establecen inductivamente, más tarde son comprobadas —por comparación metódica— con la experiencia. La ciencia es, para Durkheim, inductiva en el contexto de descubrimiento y deductiva en el contexto de comprobación. El punto de partida para una sociología como ciencia de las “cosas” sociales parece ser la afirmación de “la ciencia (la sociología como ciencia), para ser objetiva, debe partir de la sensación y no de conceptos formados sin ella. Es preciso hacer algunos comentarios acerca de las características de la inducción que propone Durkheim: en la misma los hechos considerados no tienen que ser por necesidad numerosos; no es la cantidad lo importante, sino su calidad.
La explicación de los hechos sociales: causalidad y funcionalidad. La afirmación durkheimiana de que una explicación adecuada de un fenómeno social sólo puede ser realizada mediante otro hecho social está relacionada con el intento de lograr la autonomización de la sociología como ciencia. Una explicación adecuada es para Durkheim una explicación causal; debe mostrarse la existencia de una implicación material entre los fenómenos considerados. Pero existe otro elemento que tiene que ser tomado en cuenta para que la explicación sea completa; se trata de la función que cumple el fenómeno social que se está analizando. La funcionalidad se relaciona con las necesidades del organismo social, fundamentalmente en términos de “armonizar la sociedad consigo misma y con el exterior [las sociedades circundantes]”. Un hecho es sin duda funcional si contribuye con sus efectos al orden interno de la sociedad. “ [...] cuando se emprende la explicación de un fenómeno social, hay que investigar separadamente la causa eficiente que lo produce y la función que cumple [...] no sólo conviene separar estos dos órdenes de problemas, sino que conviene tratar el primero antes que el segundo. En efecto, este orden corresponde al de los hechos. Es natural buscar la causa de un fenómeno antes de tratar de determinar los efectos”. Pero ambos problemas se deben resolver: la causa determinante se debe rastrear en los hechos sociales antecedentes y la función en la relación que mantiene con un fin social. Si enfocamos el problema de la causalidad —como lo hace Durkheim—, es necesario analizar la relación del origen de los procesos sociales con las características del medio social interno. La sociedad aparece como la base de toda causalidad social. Idea de una importancia definitoria en su de sarrollo teórico-metodológico. De acuerdo con la perspectiva de Durkheim, la explicación sociológica consiste exclusivamente en establecer relaciones de causalidad; el problema que esto plantea es cómo probar que la relación que une dos fenómenos sociales es de tipo causal, debiéndose tomar como punto de partida el axioma que “una relación de causalidad sólo puede establecerse entre dos hechos dados”. Una relación causal implica en principio “la idea de eficacia, de poder productos, de fuerza activa”. Durkheim asigna una importancia fundamental al método comparativo, para la comprobación de la existencia de relaciones de causalidad. Sólo es posible, afirma, explicar los fenómenos sociales comparando, experimentando de modo indirecto, porque, ya que “los fenómenos sociales evidentemente escapan a la acción del operador, el método comparativo es el único que conviene a la sociología”.
La prueba de la existencia de una relación causal entre dos fenómenos sociales se restablece cuando es posible mostrar, por comparación, que ambos varían concomitantemente, que hay un paralelismo en los valores que presentan ambos fenómenos en un numero de casos suficientes y variados. Los resultados así obtenidos deberán luego ser interpretados, y es aquí donde Durkheim introduce una perspectiva metodológica importantísima para el análisis empírico: el control de la influencia de terceras variables. Dicho control se hace necesario ya que: La concomitancia a que ambos sean efectos de una misma causa, o a que exista un tercer fenómeno que sea efecto del primero y causa del segundo. Por lo tanto, los resultados necesariamente deben ser interpretaos. Si la deducción es posible y si la verificación es exitosa, podrá considerarse hecha la prueba. Si, por el contrario, no se percibe ningún nexo directo entre los hechos, se emprenderá la búsqueda de un tercer fenómeno del cual dependan igualmente los otros dos o que haya podido servir de intermediarios entre ellos. El análisis de lo desarrollado hasta aquí nos permite señalar de manera sucinta algunos elementos de importancia en relación con el esquema metodológico-explicativo durkheimiano:
Una explicación causal de un fenómeno supone la existencia de una relación de determinación necesaria entre dos elementos dados y definidos con objetividad, observable a través de l a variación concomitante de los mismos, y, por lo tanto, posible de ser medida. Implica el estudio de la causa y de la función —en ese orden— del fenómeno que se trata de explicar causalmente. Toda investigación de acuerdo con el postulado positivista que se refiere a la utilidad de la ciencia debe presentar una solución al problema estudiado.
Es posible interpretar la obra de Durkheim, e su conjunto, como un intento de lograr la solución de lo que definió como el principal problema de las sociedades de su tiempo: el estado de anomia y conflicto que éstas presentaban.
La división del trabajo social: solidaridad, integración y orden social La división del trabajo como objeto de estudio De la división del trabajo social —su tesis de doctorado—, publicada en 1893, es uno de los textos más importantes de Durkheim. En gran medida toda su sociología se basa en los ulteriores desarrollos de los temas fundamentales, tanto teóricos como metodológicos, que se encuentran allí planteados en su formulación original. Varios autores han señalado la peculiar relación de e sta obra con algunas de las tesis de Marx. El objeto de estudio, la división de trabajo, parecería indicar un interés común. Y de hecho es así, siempre y cuando nos estemos refiriendo a una concordancia en términos generales acerca del proceso de diferenciación y complejización estructural que trae consigo todo cambio social. Pero, en nuestra opinión, hasta allí las semejanzas y, desde aquí entonces, las diferencias sustantivas y fundamentales: éste nos parece un buen ejemplo de la manera en que a partir de un tema similar dos pensadores sociales, mediante la utilización de perspectivas teóricas, metodológicas y valorativas opuestas, lo interpretan e intentan explicar diferencialmente. Carlos Moya analiza la relación entre Durkheim y Marx y señala importantes e lementos para su compresión cuando indica los acercamientos y subraya las diferencias en los siguientes términos:
Para ambos el desarrollo histórico social se manifiesta como una creciente diferenciación de las tareas sociales, una creciente complicación estructural, una progresiva complejidad de las formaciones de conciencia. La discrepancia radical entre Marx y Durkheim se plantea en el propio ámbito de su relativa convergencia: al establecer el sentido de la división del trabajo y de su desarrollo histórico social, la dialéctica y el análisis estructural funcional se oponen absolutamente. Marx sitúa en aquel hecho fundamental el origen de todas las contradicciones sociales, la raíz de la enajenación humana [...] Para Durkheim, el creciente desarrollo de la división del trabajo da lugar a tipos de estructuras sociales que presentan la más alta forma de integración social, la solidaridad orgánica en cuyo horizonte los individuos alcanzan su máximo de sarrollo personal. Pero es necesario mencionar otro elemento en el que las conceptualizaciones de Marx y Durkheim difieren totalmente; se trata de la forma en que analizan el proceso de cambio social y la relación del mismo con los conflictos. Mientras que para Marx el conflicto es generador del cambio, Durkheim lo concibe como resultado de una división anormal del trabajo, equiparándolo con una “enfermedad” del organismo social. El cambio social se produce en la conceptualización durkheimiana, como producto de la evolución de la ciencia colectiva, proceso que —en su forma normal— genera un sistema de funciones interrelacionadas. En tanto que Marx centra su atención sobre las relaciones de dependencia entre grupos sociales en una sociedad, Durkheim plantea como su principal tema de investigación la relación entre individuo y sociedad. Su preocupación principal es explicar por qué a pesar de que el individuo es cada vez más autónomo y se diferencia de los otros individuos, al mismo tiempo depende en mayor medida de la sociedad. Surge de esta manera el planteamiento problemático de la relación entre autonomía individual y dependencia social.
El plan de trabajo presente en la introducción En la introducción Durkheim plantea no sólo su idea básica acerca de la división del trabajo como una ley que se aplica tanto a lo orgánico como a lo social, sino que señala su visión sobre el desarrollo futuro de la sociedad industrial. Se debe observar y tener en cuenta que son las sociedades las que “toman conciencia”, esto remite a la perspectiva durkheimiana de la sociedad como un ser pensante superior, una conciencia de conciencias. La repercusión de esta ley se visualiza especialmente en el desarrollo de la industria moderna conducida “cada vez hacia más poderosos mecanismos, hacia grandes grupos de fuerzas y de capitales, y en consecuencia hacia la división extrema del trabajo”. Pero no es sólo en esta esfera —la económica— en la que opera esta ley: influye en la totalidad social y en todas sus funciones: políticas, administrativas, judiciales, etc., ya que “la división del trabajo, al mismo tiempo que es una ley de la naturaleza, es también una regla moral de la conducta humana”. La conciencia moral les impone a los individuos que estos cumplan, útilmente, una función determinada, y en este sentido la división del trabajo, en tanto diferenciación funcional, se convierte cada vez más en “una de las bases fundamentales del orden social”. Desde ese punto de vista se plantea el estudio explicativo de la división del trabajo, lo que exige su tratamiento como un hecho objetivo, su observación y comparación. El plan propuesto por Durkheim contiene tres partes principales:
La investigación de la función que cumple la división del trabajo y el estudio de la necesidad social con la que se corresponde.
La determinación de las causas y las condiciones de las que depende.
La clasificación de sus formas anormales, para diferenciarlas de las normales.
Este esquema —función, causa y formas anormales— presenta un orden distinto del que Durkheim señalará como modelo en Las reglas del método sociológico años después (1895). En Las reglas... afirma que para explicar un hecho social primero se debe estudiar la causa de la cual depende y luego la función que cumple, señalando que el orden temporal a seguir en la investigación de estos elementos es de radical importancia, ya que “[...] es natural buscar la causa de un fenómeno antes de tratar de determinar sus efectos”. Es por esto que efectuaremos el análisis del contenido de De la división del trabajo social modificando el orden original en que aparecen los temas fundamentales, adecuándolo a las indicaciones de Las reglas del método sociológico.
Las causas y las condiciones de la división del trabajo (Libro Segundo) La premisa durkheimiana, que estructura el estudio en su conjunto, es que en tanto que la división del trabajo es un hecho social, su causa será otro hecho social. Y el hecho social explicativo por excelencia en su perspectiva teórico-metodológica es la sociedad, el medio social. El medio social, producto de una determinada combinación de los segmentos sociales, presenta dos características fundamentales para explicar el desarrollo de la división del trabajo: la densidad o concentración y el volumen social. Históricamente, la concentración social progresiva se produce y se puede percibir con:
La concentración de la población.
La formación y el desarrollo de las ciudades.
La existencia y el desarrollo de medios y vías de comunicación.
El resultado de este proceso es un aumento correlativo de la división del trabajo que, a su vez, influye en la densidad. Lo importante, como lo señalara en especial Durkheim, consiste en que el elemento causal es la concentración de la sociedad, la variación del medio social. Mediante un análisis semejante demuestra la relación entre el volumen social y la división del trabajo: cuanto más alta sea la cifra total de los miembros de la sociedad, más numerosas serán las relaciones intrasociales. “La división del trabajo varia en razón directa al volumen y a la densidad de las sociedades, y si progresa de una manera continua en el transcurso del desarrollo social, es porque las sociedades se vuelven más densas y, de una manera muy general, más voluminosas”. Del análisis detallado de lo anterior surge la perspectiva durkheimiana del cambio social, en la que resalta la importancia de la noción de equilibrio funcional d la sociedad. La ley que rige el cambio social y el progreso de las sociedades hacia formas superiores es una ley mecánica cuyo resultado es siempre —en condiciones normales— la reconstitución del equilibrio funcional. Para que se produzca la división del trabajo existe una condición primaria: la sociedad debe estar previamente constituida. En este sentido, la división del trabajo se entiende como una respuesta a las nuevas condiciones de existencia que se presentan como producto de variaciones en el medio social. Durkheim indica que la sociedad se establece espontáneamente, debido al agrupamiento natural, al acercamiento impulsivo y mecánico de los hombres. Sólo donde existe asociación es posible el desarrollo de la cooperación, y en relación con esto son fundamentales dos acotaciones que hace Durkheim. La primera, que “la división del trabajo no puede efectuarse más que entre los miembros de una sociedad ya constituida”, y la segunda, que “la vida colectiva no nació de la vida individual, sino que, por el contrario, la segunda nació de la primera”. En la segunda acotación está la clave de la idea durkheimiana de la preeminencia de la sociedad sobre el individuo: para cada individuo la sociedad es siempre un elemento ya constituido, que determina su comportamiento en el interior de la misma. “Puesto que los individuos forman una sociedad, se producen fenómenos nuevos que tienen por causa la asociación y que, al reaccionar sobre las conciencias individuales, las formas en gran parte. He aquí el porqué, aunque la sociedad no es nada sin los individuos, cada uno de ellos es más bien un producto de la sociedad que el autor de la misma”. La vida social aparece definida como un sistema de hechos basados en las relaciones positivas y durables que se establecen entre los individuos. La intensidad de la misma depende por lo tanto de la cantidad y del tipo de las relaciones que se establecen entre las unidades componentes. Durkheim denomina “civilización” a este proceso de intensificación de la vida social y lo relaciona, como no podría ser de otra manera, con las causas y los progresos de la división del trabajo.
La función de la división del trabajo (Libro Primero) En el desarrollo de este tema Durkheim utiliza el modelo orgánico en el estudio de los fenómenos sociales. Según Durkheim, la función esencial de la división del trabajo es generar solidaridad entre los individuos y se relaciona con el problema de la moral colectiva, ya que “la moral es el mínimo indispensable, lo estricto necesario [...] sin el cual no pueden vivir las sociedades”. Los efectos económicos de la división del trabajo no son comparables con sus efectos morales, pues “su verdadera función es crear entre dos o más personas un sentimiento de solidaridad”.
La suposición básica —y legitima, según Durkheim— es que los hechos que ha observado en los casos particulares antes mencionados se reproducen a nivel de los complejos sociales, pero en forma ampliada. De esto surge la hipótesis principal de Durkheim acerca de las sociedades complejas: “estas grandes sociedades políticas no pueden mantenerse en equilibrio más que por la especialización de tareas; que la división del trabajo es la fuente, si no única, al menos la principal de la solidaridad social”. La división del trabajo (causada por los cambios en la densidad y el volumen social) tiene por función principal hacer solidaria las funciones diferenciales, lo que posibilita el mantenimiento de la cohesión, la integración y el equilibrio de la sociedad en su conjunto. El problema que se presenta a continuación es el de la verificación de esta hipótesis. Es necesario determinar “en que medida la solidaridad que produce [la división del trabajo] contribuye a la integración general de la sociedad”. El esfuerzo de investigación se centra en el problema de la solidaridad: para poder medir la parte que le corresponde en el efecto total —la cohesión social— se hace necesario clasificar las diferentes especies de solidaridad a fin de comprobar este lazo social con otros. Pero los fenómenos morales no se pueden observar directamente ni medir con exactitud, por lo que Durkheim plantea la necesidad de trabajar con un hecho exterior que lo simbolice. “Para proceder tanto a esta clasificación como a esta comparación, es necesario, pues, substituir el hecho interno que se nos escapa por un hecho exterior que lo simboliza y estudiar el primero a través del segundo”. Llega así la concepción del Derecho como el símbolo visible de la solidaridad social, lo que remite al estudio de su contenido, de sus normas y de sus sanciones; “[...] la vida social, en todo lugar donde existe en forma duradera, tiende inevitablemente a tomar una forma definida y a organizarse, y el derecho es sólo esta organización misma en lo que tiene de más estable y preciso [...] Podemos, pues, estar seguros de encontrar reflejadas en el derecho todas las variedades esenciales de la solidaridad social ”. Con la clasificación de los distintos tipos de derecho se encontrarán los tipos de solidaridad que les corresponden. Existe una clase de cohesión social, causada por las similitudes existentes entre los segmentos sociales, que se expresa en lo que Durkheim denomina conciencia colectiva o común, constituida por las creencias, las tradiciones y las practicas colectivas. La sociedad define como criminal, y lo reprime con una pena, a cualquier acto que “ofende los estados fuertes y definidos de la conciencia colectiva”. Es por esto que afirma que el derecho represivo o penal expresa la solidaridad que, “nacida de las semejanzas, une directamente el individuo con la sociedad”. La función del castigo penal es mantener la cohesión social, al resguardar la conciencia común de posibles desviaciones: Hay que tener en cuenta que el derecho represivo expresa a asociación, pero no la cooperación. En otras palabras, asegura la existencia del cuerpo social, pero no regula las relaciones entre las distintas funciones del mismo. En resumen, existen sólo dos clases de solidaridad positiva:
La mecánica, que une directamente el individuo a la sociedad. La orgánica, producto de la diferenciación funcional, en la que el individuo depende de la sociedad porque depende de las partes que la componen.
Desde esta perspectiva, Durkheim establece la ley de la relación inversa entre solidaridad mecánica y solidaridad orgánica, verificable experimentalmente, demostrando que cuanto más primitivas son las sociedades más predominan el derecho represivo y, a la inversa, cuanto más desarrollada se encuentra la división del trabajo, el derecho represivo pierde importancia en relación con el derecho cooperativo. Estos cambio en la forma de solidaridad se reflejan en los cambios en la estructura de las sociedades. En otras palabras, hay dos tipos sociales que corresponden a los dos tipos de solidaridad: el primero se caracteriza por estar formado por un conjunto de segmentos homogéneos y parecidos, en el que los individuos se agrupan, fundamentalmente, por relaciones de descendencia. El otro se presenta como un conjunto de elementos, diferenciados y coordinados funcionalmente, en el que los individuos se agrupan según su actividad social, de acuerdo con la función que cumplen. En los tipos sociales más desarrollados, el derecho, el aparato por el cual se ejerce en principio la acción social —es decir, las obligaciones que la sociedad impone a los individuos— define y regula las relaciones de cooperación entre las funciones sociales. El Estado es, para Durkheim, una institución social cuya función es esencialmente la de coordinar el organismo social en su conjunto, definiendo y regulando de modo general las formas de cooperación necesarias entre las diferentes funciones especializadas.
Las formas anormales (Libro Tercero) Hemos señalado una y otra vez que la hipótesis durkheimiana que relaciona la división del trabajo con la solidaridad orgánica tiene una condición que es la normalidad. En términos más específicos se puede afirmar que la solidaridad orgánica es el resultado normal de la división del trabajo. De esta manera se van a ir conformando dos pares de conceptos opuestos que, a nuestro entender, son esenciales para la comprensión del pensamiento teórico de Durkheim: normalidad-solidaridad y patologíadesintegración. El estudio de las patologías, de las condiciones en las que la división de trabajo no genera solidaridad social, es para Durkheim indispensable puesto que permitiría establecer dos hechos fundamentales para su teoría:
Que la división del trabajo no implica lógicamente a estas formas patológicas (anomia, conflicto, desintegración). Conocer con precisión los elementos y las condiciones necesarias para la existencia del estado normal. La división anómica del trabajo
Las crisis industriales y comerciales y el antagonismo entre el capital y el trabajo no son para Durkheim más que indicadores de la ruptura parcial de la solidaridad orgánica. El problema consiste, entonces, en descubrir cuales son las causas de estos fenómenos que impiden el funcionamiento equilibrado y normal de las sociedades. Con el advenimiento de la gran industria, la separación entre capital y trabajo alcanza su máxima intensidad: “al mismo tiempo que la especialización se vuelve mayor, las rebeliones se hacen más frecuentes [...] este estado de hostilidad permanente es totalmente particular del mundo industrial”. A partir de este argumento, establece una diferencia básica para su explicación: no es en toda la industria donde se producen estos fenómenos de ruptura de la solidaridad, sino en sectores específicos de ella: “[...] la pequeña industria, donde el trabajo está menos dividido, da un espectáculo de una armonía relativa entre el patrón y el obrero; sólo en la gran industria estas perturbaciones están en estado agudo . Por lo tanto, dependen, en parte, de otra causa”. A este nivel, utiliza en su análisis la idea del Estado o Gobierno como coordinador general de la vida social, cuya función especifica es mantener la unidad de l organismo social en su conjunto, con el fin d e evitar la dispersión de las partes diferenciadas y generar la solidaridad social. La clave del problema: se trata de la falta de reglamentación de e stas actividades o, en otras palabras, de que no se han presentado las condiciones indispensables para que la solidaridad orgánica alcance toda la fuerza y la extensión necesarias. La causa de las crisis y del conflicto no es la división del trabajo, sino la falta de reglamentación suficiente y necesaria en relación con el desarrollo de la división del trabajo; no existen normas para controlar el número de empresas, ni los niveles de producción; y las relaciones entre capital y trabajo están jurídicamente indeterminadas. Según Durkheim esto es lo que ocurrió con el advenimiento de la gran industria. Los cambios que ésta produjo en el medio social han sido demasiado rápidos, lo cual explica que —esto es lo que le confiere un carácter extraordinarios y, por lo tanto, anormal— no se encuentra aún desarrollada la normatividad que de hecho le debe corresponder. Pero desde la perspectiva durkheimiana, esta situación es circunstancial, producto de un desequilibrio momentáneo. Cuando las actividades de la gran industria estén reglamentadas y normativamente controladas, los intereses en conflicto se equilibrarán; la solidaridad orgánica habrá alcanzado la intensidad y la extensión adecuadas a las nuevas circunstancias, pues “[...] el estado de anomia es imposible allí donde los órganos solidarios están en contacto suficiente y suficientemente prolongado”. La coacción en la división del trabajo Si bien la ausencia de normas y reglamentaciones tiende a producir crisis y conflicto, en determinadas circunstancias son esas mismas normas las que promueven la generación de desequilibrios y tensiones. La idea que aquí desarrolla Durkheim está basada en el concepto de un orden natural en el sentido de que el cuerpo normativo debe adecuarse a la naturaleza de las cosas y de las situaciones sociales sobre las que actúa.
La sociedad, por medio de la división del trabajo, les exige a los individuos el cumplimiento adecuado de una función, lo que en condiciones normales genera solidaridad. Esas condiciones normales se dan cuando la distribución de las funciones sociales está de acuerdo con la distribución de los gustos y las aptitudes de los individuos. Cuando esto no ocurre, la institución “clases sociales” no sólo no generará solidaridad social, sino que da lugar a conflictos y desequilibrios, cuya causa es la utilización de la coacción para mantener a los individuos en el cumplimiento de la función social que les es asignada por la ley o las reglamentaciones vigentes. En oposición a Marx, no visualiza el sistema de clases como un sistema de relaciones de dominación material, sino como una organización de la división del trabajo, en la cual la coacción es un elemento anormal “pues si nada entorpece o favorece indebidamente a los competidores que se disputan las tareas , es inevitable que sólo la logren los que son más aptos para cada índole de actividad. Entonces, la única causa que determina la manera como se divide el trabajo, es la diversidad de las capacidades [...] Normalmente, el hombre encuentra la felicidad al cumplir con su naturaleza; sus necesidades están en relación con sus medios”. Debe observarse que, para Durkheim, la lucha de clases es un conflicto por las tareas y no por la forma de producción, distribución y apropiación del excedente socialmente producido. La coacción surge cuando ésta se mantiene en forma forzada, en contra de la naturaleza de las cosas. Las desigualdades en las condiciones exteriores tienen dos efectos nocivos fundamentales: entorpecen las iniciativas individuales y no permiten que la división del trabajo se realice sobre la base de las aptitudes. La solución a este problema central remite una vez más a la sociedad como elemento superior; se trata, nos dice Durkheim, de “la subordinación de las fuerzas exteriores a las fuerzas sociales [...,de] poner cada vez más equidad en nuestras relaciones sociales con el objeto de asegurar el libre desarrollo de todas las fuerzas socialmente útiles”. Cuando las condiciones exteriores de la lucha sean igualitarias, la distribución de funciones que de ella resulta —la estratificación social— será justa; cada individuo cumplirá entonces, libre y adecuadamente, la función que le sea asignada y para la cual estará capacitado: las causas del conflicto se habrán extinguido. La tercera forma anormal grave La ultima forma anormal que estudia Durkheim está vinculada con su aspecto importante respecto del análisis funcional. Se trata de las condiciones en que se produce la incoordinación de las funciones especializadas y de sus consecuencias negativas. El análisis se debe realizar tomando en cuenta la actividad funcional, elemento clave en esta problemática; no basta con que las funciones se especialicen sino que además es necesario que se relacionen activamente de modo adecuado, ya que la incoordinación funcional genera incoherencia, desorden y, por lo tanto, tiende a disminuir el grado de solidaridad del sistema. Si la actividad funcional no es suficiente o se vuelve discontinua, la solidaridad se resiente; por el contrario, si la actividad funcional aumenta, la solidaridad crece automáticamente. Desde esta perspectiva realiza el análisis del proceso industrial: el trabajo suministrado por el empresario debe ser suficiente como para que la actividad de los obreros no decaiga por debajo de lo normal. Por su parte, los obreros deben mantener las condiciones de esa actividad; y aquí Durkheim señala el efecto negativo de las huelgas, que al detener la producción disminuyen la actividad funcional. Pero estas circunstancias, nos recuerda, son excepcionales, ya que por lo general la división del trabajo se desarrolla concomitantemente con la actividad funcional y, de esta manera, se convierte en la fuente de la cohesión social: “no sólo vuelve solidarios a los individuos, como dijimos hasta ahora, porque limita la actividad de cada uno, sino además porque la aumenta. Con respecto a este punto las conclusiones más importantes son:
Las sociedades superiores sólo pueden mantenerse en equilibrio y en orden por la división del trabajo mediante la especialización funcional normativamente reglamentada. La división del trabajo tiene un valor moral fundamental que consiste en generar solidaridad social: por lo tanto, es posible afirmar que la división del trabajo es la base del orden moral de la sociedad. El hombre sólo es un ser moral porque vive en sociedad, bajo la influencia de un sistema de derechos y deberes que lo unen con los otros individuos de manera durable. La moral de las sociedades complejas, en comparación con la de las sociedades simples, es más humana y, por lo tanto, mas racional. Los conflictos que se presentan no son resultado de la división del trabajo, sino del inadecuado desarrollo del sistema normativo indispensable para coordinar las funciones sociales diferenciadas.
El papel de los grupos profesionales y del sistema corporativo en el mantenimiento del orden social En el prólogo de la segunda edición de De la división del trabajo social Durkheim analiza la situación conflictiva que se manifestaba en el proceso productivo capitalista en expansión. Los efectos de esta situación anómica influyen en la totalidad social debido a que las funciones económicas se han convertido en las más inclusivas: la mayoría d e los individuos están absorbidos por aquéllas. El problema estriba sobre todo en la inexistencia de grupos profesionales organizados, lo que no permite la constitución del sistema normativo indispensable para reglamentar la actividad de las funciones económicas. El único grupo que está en condiciones de generar esa reglamentación es el de profesional, la unión de todos los agentes de una misma industria, la corporación. El argumento de Durkheim contiene dos elementos destacables; el primero, que las corporaciones no son instituciones especiales que corresponden a las características socio-económicas propias de la Edad Media, sino que su origen se remonta a las ciudades romanas; el segundo, que responden a necesidades permanentes de los organismos sociales. Es por esto, señala, que a pesar de haber perdido influencia en varias épocas históricas, las corporaciones siempre reaparecen y se constituyen en un elemento necesario para la organización social. Su propuesta no es volver a las corporaciones medievales; sino que los grupos profesionales pueden y deben cumplir en las sociedades modernas, en las que impera la gran industria, las funciones que aquéllas cumplían en estructuras sociales ya superadas. El elemento quizá más importante que visualiza en los grupos profesionales es que éstos son los únicos con el suficiente poder moral como para posibilitar el surgimiento del cuerpo de reglas necesarias para subordinar el interés particular al interés general: “la corporación es el medio natural en cuyo seno deben elaborarse la moral y el derecho profesionales”.
La corporación debe ser pensada como uno de los elementos esenciales para la organización política de las sociedades modernas.
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