Apuntes Historia Económica UNED

July 27, 2017 | Author: oposeitor | Category: Europe, Industrial Revolution, Agriculture, Economic Growth, Economic History
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|José BERNARDOS SANZ, Mauro HERNANDEZ  BENITEZ, Miguel SANTAMARIA LANCHO

Apuntes de Historia Económica (ADE) UNED J.U.Bernardos, M.Hernández, M.Santamaría ____________________________________________________________________________

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GRADO 

APUNTES DE HISTORIA ECONÓMICA   

 

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Introducción. Las preguntas de la historia económica ____________________________________________________________________________

Presentación Estos Apuntes de Historia Económica son un texto concebido específicamente para los alumnos de esta asignatura en la UNED. Los hemos redactado tres profesores del área de Historia Económica como resultado de la experiencia de varias décadas –entre todos, ni que decir tiene— en la docencia universitaria a distancia, y como consecuencia también de cierta insatisfacción con los manuales que hasta ahora ofrecíamos a nuestros estudiantes. Muchos de ellos tenían grandes virtudes: estaban redactados por especialistas prestigiosos, contaban con una visión homogénea y coherente de la materia, cubrían bien los conocimientos más actualizados y se habían beneficiado de la prueba del tiempo, tras pasar por las manos de un buen número de estudiantes en muy diversos centros de España y del extranjero. Ni que decir tiene que existen asimismo en el mercado un buen puñado de manuales de Historia Económica que podrían servir de sobra –y lo hacen en otras universidades— para la enseñanza de la materia. Pero precisamente por estar concebidos para universidades presenciales –donde el manual es un elemento de apoyo para las clases del profesor, y los apuntes que de tales clases se derivan– creíamos que no acababan de cumplir las necesidades de nuestros estudiantes: o bien resultaban demasiado extensos, o requerían cierta actualización, o resultaban irregulares en el tratamiento de los distintos temas, o privilegiaban los temas más contemporáneos en detrimento del tratamiento de épocas más remotas, o pecaban de un enfoque excesivamente eurocéntrico, o no ofrecían suficientes elementos de apoyo (gráficos, mapas o tablas numéricas). Ninguno de ellos incorporaba además los elementos que se han revelado tan útiles en la enseñanza a distancia: objetivos de aprendizaje bien definidos, conceptos básicos y actividades de autoevaluación. Por este motivo, los autores nos atrevimos a lanzarnos a una piscina que ha resultado ser algo más agitada de lo que pensamos. Aprovechamos la experiencia docente acumulada, y también lo que creímos mejor de los manuales existentes, además de materiales propios elaborados anteriormente para la UNED. La puesta en marcha de los nuevos grados ajustados al Espacio Europeo de Educación Superior nos proporcionó la excusa y el acicate para la tarea. Estos son nuestros Apuntes, que no pretenden sentar cátedra sino convertirse en una herramienta útil para los estudiantes de la UNED y, ojalá, también para los de otras universidades. Hemos tratado de seleccionar un catálogo ajustado de temas, desarrollarlos con la extensión precisa (buscando más la brevedad que la exhaustividad), dotarlos de abundantes materiales de apoyo al texto y de herramientas para el aprendizaje a distancia. Al final del camino, tendrán que ser los estudiantes quienes nos digan si cumplimos objetivos. En todo caso, no se trata de un proyecto cerrado, sino que pretendemos ir puliendo y mejorando estos Apuntes a partir de la experiencia. El publicarlos en un formato electrónico –y no en papel—nos ofrece más flexibilidad para los cambios, y permite de paso ofrecerlos sin coste adicional a los estudiantes, como hace cualquier profesor con el contenido de sus lecciones. La prueba de fuego, como ya hemos dicho, vendrá del uso que de ellos hagan nuestros estudiantes y también los muchos profesores-tutores que guían su aprendizaje en los centros asociados. Por eso, al presentarlos, 0-3

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queremos pediros que nos hagáis llegar, a través de los cauces habituales del curso virtual, las encuestas o el correo electrónico cualquier comentario o sugerencia que nos ayude a mejorarlos: qué temas resultan más interesantes, qué pasajes no se entienden bien, qué cosas se dan por sabidas y no deberían o cuáles se han explicado ya demasiadas veces en otras asignaturas. Ojalá estos Apuntes os sirvan para estudiar mejor la Historia Económica. Si además consiguiéramos transmitiros aunque sea una parte de nuestra afición por sus asuntos y sus problemas nos daríamos por muy satisfechos.

José U. BERNARDOS SANZ Mauro HERNANDEZ Miguel SANTAMARIA

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Introducción. Las preguntas de la historia económica ____________________________________________________________________________

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Introducción. Las preguntas de la historia económica

3. Algunas preguntas iniciales

 1. Resultados de aprendizaje Como resultado del estudio de esta introducción, el estudiante podrá: 1. Conocer algunas de las preguntas que se plantea la Historia económica como disciplina. 2. Familiarizarse con las grandes líneas de la evolución económica de la humanidad. 3. Contextualizar el papel de Europa en la historia económica del mundo 4. Captar lo que aporta la historia económica a la formación de economista, enseñándole a:  Manejar la complejidad (explicaciones complejas para fenómenos complejos).  Ampliar la perspectiva (espacial y cronológica) al abordar problemas económicos.  Comprender los mecanismos del cambio económico e identificar los factores determinantes del crecimiento y el desarrollo  Conocer la existencia de lógicas y sistemas económicos distintos al capitalismo.

¿Se ha planteado alguna vez para qué le sirve a un economista el estudio de la historia?



¿A qué llamamos historia económica?



¿En qué consiste el éxito en la naturaleza? ¿Y para la especie humana?



¿Qué nos dice el aumento de la población humana a lo largo de los últimos doce mil años?



¿Cuáles son los hechos principales de la historia económica de la humanidad?



¿Por qué suele darse tanta importancia a Europa en el estudio de la evolución económica? Y esa importancia ¿está del todo justificada? ¿Qué problemas plantea la perspectiva eurocéntrica?

2. Índice 0.1. 0.2. 0.3. 0.4.

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El éxito de homo sapiens Plan de la asignatura El papel de Europa Las enseñanzas de la historia

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millones (entre 1 y 4, según las estimaciones, un número muy notable en cualquiera caso) en vísperas del descubrimiento de la agricultura, a algo menos de 1.000 millones en tiempos de la Revolucion Industrial, población que se ha más que sextuplicado en dos siglos. Figura 0.1. La estirpe de homo sapiens

4. Contenidos del tema 0.1. El éxito económico de homo sapiens La idea del éxito –el logro de los objetivos propuestos— es del todo ajena a la Naturaleza, pero a la especie humana (homo sapiens sapiens) sí parece preocuparle, y mucho. Por eso nos preguntamos cosas tales como la forma de medir el éxito biológico de una especie; básicamente hay tres parámetros:  El número de individuos: en este sentido, las cucarachas nos aventajan de largo, incluso si sumamos pesos totales.  La difusión en el espacio: de nuevo, las cucarachas nos sacan ventaja, aunque hay que reconocer que pocas especies como homo sapiens han colonizado una variedad de hábitats tan grande en el planeta (de las cercanías de los polos a las selvas tropicales), en un lapso de tiempo tan corto (unos y ninguna ha protagonizado excursiones al espacio exterior (aunque aún disten de ser una auténtica colonización).  La duración: podría ser, de hecho, el indicador fundamental de éxito, al que los otros dos (número y difusión) contribuyen haciendo posible una mayor variación genética y la adaptación a entornos diversos, lo que mejora las posibilidades de supervivencia de la especie a largo plazo. En lo tocante a duración a homo sapiens le queda aún mucho camino por recorrer: apenas llevamos en el planeta medio millón de años (o hasta quizá tres millones de años, si consideramos los primeros ejemplares del género homo), una minucia comparada con las cucarachas (unos 300 millones de años) o los cerca de 160 millones que duraron los dinosaurios, aunque hay que reconocer que para el poco tiempo que llevamos por aquí nos las hemos apañado bastante bien. Incluso hasta el punto de hacer lo que ninguna otra especie antes: causar daños –quizá irreversibles—al propio planeta. De acuerdo con estos tres parámetros, y algunos más que podrían añadirse, homo sapiens ha alcanzado un éxito bastante notable como especie. En términos de población, hemos pasado de unos cuantos cientos de individuos de las varias especies homo que han catalogado los prehistoriadores, a varios

Fuente: Fontana (1997: 45)

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Fuente: Livi-Bacci (1990:33) Cuadro 0.2. Densidad de población en Europa 1000-1850 (hb/km2)

Gráfico 0.1. Evolución de la población humana (10 000 adE-2000 dE)

Año 10000 1 1200 1500 1800 1990

Tasa Millones de de crecihabitantes miento 4 170 400 450 950 5.226

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0,0037 0,007 0,039 0,0249 0,9

Años

1000 1300 1400 1500 1550 1600 1650 1700 1750 1800 1850

Italia

23 17 41 27 30 38 44 38 45 51 60

Inglaterra +Gales Francia

5 11 35 14 15 20 27 35 34 38 59

9 11 29 20 30 35 36 40 39 45 53

España+ Portugal Holanda Bélgica

8 7 11 8 11 12 14 13 16 20 23

5 7 19 14 23 30 36 45 45 46 50

10 13 41 26 41 54 43 49 66 83 98

Escandin Total Alemania avia Europa

8 10 34 18 34 39 45 27 40 49 61

0 1 2 1 1 2 2 2 2 3 4

3 3 8 6 8 9 10 10 11 14 17

Fuente: Comín, Hernández y Llopis, eds. (2005: 75)

Fuente: Fontana, Josep (1997: 43-44). En términos de difusión espacial, también homo sapiensse las ha arreglado bastante bien. Partiendo de lo que creemos un único foco de hominización en África, la lenta difusión del género homo por el mundo llevó cientos de miles de años: la llegada del hombre a América se produjo hace uno 13.000 años y a Nueva Zelanda probablemente hacia el año 1000 de nuestra era (en adelante, dE).

Si le añadimos el fenómeno de la urbanización (al que habrá que prestar debida atención en el texto), las cifras de densidad acercan las ciudades del siglo XX a las colonias de insectos sociales en la naturaleza (mapa 0.1). Mapa 0.1. Densidades de población en 1994

Obviamente, no todos los habitats ofrecen las mismas condiciones para la supervivencia humana, y de ahí que las densidades de población (número de habitantes por kilómetro cuadrado) sean muy distintas, oscilando entre. En todo caso, siempre por debajo de 1 hb/km2 entre cazadores-recolectores (aunque las cifras de sociedades actuales de este tipo como las que refleja la tabla 0.1. pueden resultar engañosamente bajas, ya que ocupan por norma territorios marginales). En sociedades agrarias históricas, las densidades de población en regiones amplias –no en grandes ciudades— se mueven entre 1 y 50 hb/km2, con medias más cercanas a 10 (tabla 0.2.). Para las poblaciones actuales, con agriculturas modernizadas en mayor o menor grado, el rango es mucho más amplio Tabla 0.1. Densidad de población de cazadores-recolectores en diversos sistema ecológicos (area de captura 314 km2, radio 10 km) Sistema ecológico

Biomasa (kg/ m2)

Densidad Habitantes/ km2

Población total

Ártico Sabana subtropical Pradera Semidesértico

200 10.00 4.000 800

0,0086 0,43 0,17 0,035

3 136 54 11

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Fuente: Wikipedia (World Population) Semejantes logros –aunque aún queda por pasar la prueba decisiva de la duración— los ha obtenido además una especie en apariencia no especialmente dotada en términos de vigor o resistencia físicos, así que pensamos que son resultado ante todo del desarrollo del cerebro humano, que ha generado una habilidad a la que llamamos inteligencia (aunque no la sepamos definir bien), y ésta ha permitido desarrollar las herramientas (físicas) y otras habilidades (intelectuales), incluyendo en lugar de honor el lenguaje, UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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que han permitido el crecimiento del número de humanos y su difusión por el mundo. Unos logros que, es importante resaltarlo, vienen unidos al hecho de vivir en grupos más o menos complejos, de formar sociedades, lo que hace que el éxito sea en muy buena parte un logro colectivo más que individual. La importancia del lenguaje humano, y posteriormente de la escritura literal y numérica, son buena prueba de ese carácter colectivo. Así pues, homo sapiens es una especie de éxito. Pero precisamente el desarrollo de las sociedades y de la mente humana que lo hicieron posible hacen que no nos conformemos con ese éxito biológico, y aspiremos a otros objetivos, nos fijemos otras metas, que definamos el “éxito” en otros términos. Es decir, no sólo en más vida sino en una vida mejor. Pero ese “mejor” no significa lo mismo para un teólogo, para un ético, para un psicólogo que para un economista. Desde el punto de vista de la economía, el éxito se define en términos de crecimiento y desarrollo económicos (veremos las diferencias más adelante). Es decir, lo que se entiende por mejor es una mayor capacidad de producción de bienes y servicios con un uso más eficiente de los recursos disponibles (que son por definición limitados). En este sentido, la historia económica de la humanidad ha producido éxitos espectaculares en su capacidad de producción (y de destrucción, también), en el volumen de bienes y servicios: buena parte de esa historia es la que trataremos de exponer aquí. Pero también tiene una gran asignatura pendiente (¿un gran fracaso?) en lo tocante a la distribución de ese producto entre las personas. Por un lado, en función de dónde vivan: es la pregunta que David Landes, fino historiador económico norteamericano), formuló como ¿por qué algunas naciones son tan ricas y otras son tan pobres? Y dentro de cada país ¿por qué algunas personas (o grupos) son tan ricos y otros tan pobres?1 Esta es la otra parte de la historia que aborda la asignatura: cómo ha ido aumentando la capacidad de producción de homo sapiens, y cómo se ha ido distribuyendo entre los hombres (y mujeres) ese producto. Y también nos plantearemos el por qué de las formas de producción y distribución, con la convicción de que las respuestas a estas preguntas contribuyen a despejar el camino a la solución de dos de los mayores problemas actuales de homo sapiens: ¿cómo mejorar la distribución de la riqueza producida entre todos? y ¿cómo hacer posible un crecimiento de la producción eficiente en términos del uso de recursos imitados, especialmente en lo que se refiere a los recursos naturales? Obviamente, no tenemos –ni los autores de estas páginas ni los historiadores económicos, ni los economistas en general—las respuestas a las preguntas del millón. Son cuestiones sumamente complejas, en las que hay teorías enfrentadas, que se apoyan en argumentos sólidos y datos no siempre concluyentes. Pero es importante ofrecer estos datos y argumentos que nos permiten descartar algunas respuestas parciales que en tiempos se dieron por válidas, plantear otras que nos parecen mejores y en general aprender a razonar con datos y argumentos para analizar cuestiones complejas como lo

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son las del crecimiento y desarrollo económicos. Así es como funciona una disciplina que aspira a ser científica. Quizá la principal de estas cuestiones es la explicación de lo que los economistas han llamado el “crecimiento económico moderno”, es decir, el desencadenado con la Revolución Industrial en Inglaterra a fines del siglo XVIII y que se difundió por el mundo a lo largo de los siglos XIX y XX. Muchas de las características de la economía mundial de hoy –incluido por qué unos países son más pobres y otros más ricos-- se explican por cómo se produjeron los procesos de industrialización. Pero para entender la industrialización, por qué se produjo, por qué en Inglaterra (y en Europa) y no en otras zonas, por qué en el siglo XVIII y no tres siglos antes en China tendremos que remontarnos mucho más atrás. Empezando (casi) por la aparición de homo sapiens hace más o menos medio millón de años. Aunque, antes de que cunda el pánico, aclararé que pasaremos muy rápido – unas menciones en el tema Uno y algo más en el tema Dos-- por las primeras etapas. 0.2. El plan de la asignatura Para repasar sintéticamente el contenido de la asignatura hemos elaborado un esquema, que le permitirá asomarse a las grandes líneas el temario (figura 1.2). En el margen derecho figura la cronología de los procesos que se irán estudiando. Como se ve, los contenidos de la asignatura abarcan la evolución económica de Humanidad, a partir principalmente de la Revolución Agraria del Neolítico. Esta tuvo lugar hace unos 10.000 años y significó romper con un periodo de cientos de miles de años durante el cual los grupos humanos se limitaron a ser consumidores de alimentos, a través de actividades de caza y recolección. Con el descubrimiento de la agricultura los hombres pasaron a ser productores. Es decir, salimos del ámbito de la ecología para entrar en de la economía. El otro gran salto de la historia económico, debidamente resaltado, fue la Revolución Industrial, en torno a fines del siglo XVIII, cuando la utilización de combustibles minerales permitió un salto espectacular en la capacidad productiva de las sociedades que se embarcaron en la industrialización. Entre ambos saltos la humanidad vive a economías de base agraria, en las que la mayor parte los hombres, en torno a un 80%, eran agricultores-ganaderos. El primer bloque del temario (temas 2-6) está dedicado al estudio de estas economías agrarias. El tema Dos explica el “descubrimiento” de la agricultura y la ganadería y sus consecuencias en los casi 10.000 años que siguieron. La producción de excedentes, la división del trabajo y la especialización hicieron posible el desarrollo de grandes civilizaciones. Algunas se situaron en el Próximo Oriente y desde aquí se produjo la difusión de la agricultura a la cuenca del Mediterráneo. Las economías de estas civilizaciones tuvieron en común la utilización de la mano de obra esclava. Esto no impidió el establecimiento de complejos sistemas económicos como el Imperio Romano, que llegó a hacer de la cuenca del Mediterráneo una verdadera

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Aunque esta parte parece preocupar menos a Landes, que opina, como buena parte de los economistas de la corriente principal (mainstream), que la gran brecha de riqueza es la que separa a los países desarrollados de los subdesarrollados, y que si se supera el subdesarrollo la mejora de las rentas alcanzará a toda la población. Es decir, que basta con hacer crecer la tarta para que el reparto mejore. Los economistas críticos, en cambio, tienen sus dudas.

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Figura 0.2. Un esquema sintético de la historia económica mundial.

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unidad económica en la que existió una importante división provincial del trabajo y un activo comercio vertebrado a través de un red de populosas ciudades. La crisis del siglo III d.C., como se verá, llevó a la desarticulación de ese gran espacio económico. El tema Tres trata de las consecuencias de la disolución del estado romano y el final del mundo antiguo. En Europa significó a partir del siglo V la aparición de una nueva sociedad basada, no ya en el derecho, sino en relaciones personales de dependencia. El feudalismo como sistema social y económico tuvo una larga existencia. Los revolucionarios franceses del siglo XVIII reunidos en el "Juego de Pelota" juraron solemnemente acabar con el feudalismo. El feudalismo como sistema económico fue el telón de fondo sobre el que se produjo el desarrollo de las economías europeas hasta la revolución industrial y como veremos tuvo una gran influencia en la explicación de ese desarrollo. Sus fases de expansión y crisis y la lógica de la organización económica – basada en una agricultura de subsistencia, en la que el autoconsumo era el objetivo prioritario-- en esos largos 1.000 años de la Edad Media son el núcleo del tema Tres. El desarrollo de las economías urbanas se produce a partir del siglo XI en torno a la organización gremial de la producción de manufacturas y al desarrollo de circuitos comerciales de larga distancia. Dos grandes crisis, la del XIV y la del XVII interrumpieron esta evolución económica. Son el resultado de la ruptura del equilibrio entre población y recursos. El estancamiento tecnológico de la agricultura condenó a las sociedades preindustriales a enfrentarse periódicamente con esa ruptura del equilibrio población- recursos. Las grandes epidemias venían en cierto modo a restablecer el "equilibrio", al eliminar los "excedentes" demográficos. El funcionamiento de estos mecanismos se analiza en el tema Uno y se aplicará en los temas Tres y Cuatro. El modelo económico y demográfico de las sociedades agrarias se extendía por todo el mundo. No obstante, los ritmos de auge y crisis a veces seguían una cronología diferente, como lo muestra el fuerte desarrollo del Islam o la floreciente fase de algunas dinastías chinas en los momentos más oscuros de la Alta Edad Media europea. A pesar del escaso crecimiento general, la creciente integración de las economías del Viejo Mundo entre sí permitió la difusión de conocimientos y estimuló el movimiento de descubrimientos geográficos de los siglos XV y XVI que llevaron a la conexión de todas las zonas del mundo a través de la navegación interoceánica. Precisamente con las consecuencias de esa apertura de Europa hacia el mundo se inicia el tema Cuatro. La lógica de la expansión desde fines del siglo XVI –impulsada por unas transformaciones agrarias que sentaron las bases de una agricultura de mercado consiguieron romper el estancamiento de la productividad agraria—y la posterior crisis y divergencia entre diversas tipos de agricultura en Europa van a tener importantes consecuencias para el futuro. Junto con cambios institucionales (revoluciones inglesas del XVII), la aparición de nuevas formas de producción de manufacturas (protoindustria) y el desarrollo del comercio colonial prepararon el camino para la Revolución Industrial. De la importancia de estos cambios en el siglo XVIII se trata con detalle en el tema Cinco. La Revolución Industrial (tema Seis) modificó radicalmente las formas de producción, los hábitos de consumo y en general todos los aspectos de la vida social. Desde Inglaterra el fenómeno se difundió a una serie de países del 0-13

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rápido crecimiento (como Corea del Sur o Taiwan), la mayoría de lo que conocemos como Tercer Mundo mantiene elevados niveles de pobreza. Las últimas décadas del siglo XX ha venido salpicado de periodos de crisis, como la originada por la elevación de los precios del petróleo en la década de 1970 o de los efectos de las revoluciones tecnológicas en las comunicaciones que han conducido al fenómeno de la globalización, facilitado además por el hundimiento de la Unión Soviética y el bloque económico de los modelos de planificación centralizada. La caída del muro de Berlín en 1989 es todo un símbolo que ha permitido hablar del fin del siglo XX en este año, con el inicio de una nueva fase de relaciones internacionales, sobre la base de la nueva economía globalizada, en la que participan países aún nominalmente comunistas como el caso de la República Popular China.

continente europeo, a Estados Unidos y a Japón. La evolución que ha conducido desde la industrialización hasta la globalización de la economía constituye el segundo bloque del temario (temas Seis-Siete). En este bloque se abordan los diferentes modelos nacionales de industrialización sus semejanzas y diferencias. La industrialización consolidó la superioridad europea en el resto del mundo, aceleró la integración económica mundial y abrió una brecha con las regiones que no habían seguido sus pasos, proceso que se agudizó durante todo el siglo XX hasta la actualidad, contenidos del tercer bloque (temas Ocho a Diez). La puesta en cultivo de tierras en ultramar, la segunda revolución tecnológica y en general el aumento de la competencia en los mercados internacionales impulsaron los enfrentamientos y rivalidades entre las potencias europeas. Resultado en parte de estas tensiones fue la Primera Guerra Mundial (tema Ocho). Al periodo entre el final de la Primera Guerra Mundial (1918) y el estallido de la Segunda (1939) es conocido como época de entreguerras, y se estudia en el tema Nueve. La Gran Guerra encumbró a Estados Unidos al rango de potencia económica. Pero, la guerra lejos de resolver ningún problema agravó los desequilibrios en el reparto de la producción y la renta a escala mundial y creó graves problemas financieros y monetarios en Europa. Hasta 1924 la economía mundial no pudo recobrar las condiciones para una nueva etapa de desarrollo. La corta duración de la misma, apenas 4 años, refleja claramente la gravedad de los problemas de fondo. El hundimiento de la bolsa de Nueva York en 1929 inició una profunda recesión económica, que provocó una fuerte caída de los precios, el hundimiento de la producción y un incremento del paro que se midió por millones de personas en los principales países industrializados. Ciertos experimentos de política económica puestos en práctica en Estados Unidos, Alemania, Francia y en menor medida Inglaterra, permitieron a las economías industrializadas iniciar una lenta recuperación que se vería interrumpida en 1939 con el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Mientras tanto, el experimento socialista surgido en Rusia en 1917 se había consolidado con una rápida industrialización y se mostraba capaz de resistir el aislamiento y ganar la guerra. La economía planificada, sin embargo, era mucho más ineficaz para ganar la paz y elevar el nivel de vida de la población. El temario se cierra con un tema 10 dedicado a la segunda mitad del siglo XX, entre el trágico final de la Segunda Guerra Mundial (con las primeras explosiones atómicas lanzadas sobre Hiroshima y Nagasaki) y la quiebra del bloque comunista surgido tras la guerra. En 1945 existía el convencimiento de que sólo un decidido impulso en favor de la cooperación económica internacional podría sacar al mundo del abismo en que le había sumido la guerra. Los Estados Unidos asumieron finalmente el liderazgo de la economía mundial e impulsaron un nuevo orden económico basado en la cooperación para el desarrollo, el restablecimiento del comercio internacional y la creación de instituciones que canalizasen inversiones para el desarrollo en las zonas del planeta donde fuesen necesarias. Sobre estas bases se inició la recuperación de la economía europea entre 1945 y 1950 y con ella la que se ha llamado Edad de Oro del capitalismo. Sin embargo, la brecha iniciada con la industrialización entre países ricos y pobres no ha hecho más que agrandarse. Aunque algunos han conseguido alcanzar niveles de renta apoyados en un

Este esquema es un resumen bastante convencional de la historia económica que solemos llamar mundial y que en tiempos, más ambiciosa o disparatadamente, se llamaba en tiempo historia universal. En realidad, un examen somero muestra que es en muy buena parte una historia europea (o eurocéntrica) o de la cultura europea exportada a otras partes del mundo, sobre todo EE.UU. (o etnocéntrica). El término etnocéntrica alude a que se centra en la visión de una determinada etnia o cultura: la del hombre “blanco” de origen europeo occidental. Una parte de ésta orientación obedece al peso político y económico de los países europeos o de cultura europea en el mundo actual. Constituyen el grueso de las economías desarrolladas, son la mayoría de los países del G-8, dominan la nueva economía y son los miembros principales (aunque ya no solitarios) del club de las armas nucleares. Pero también es cierto que hay países emergentes –China y la India sobre todo, pero no únicamente—que están empezando a alterar esos equilibrios. Por otro lado, es también cierto que históricamente Europa ha desempeñado un papel protagonista en la historia mundial: desde fines del siglo XV en que se lanza a “descubrir” otras partes del mundo. Y descubre que algunas (China o la India) estaban tecnológica y políticamente más avanzadas y otras no (como en América, cuya población indígena es aniquilada en el choque de civilizaciones). Pero lo cierto es que fue sólo Europa la que inició ese movimiento de expansión que ya no se detuvo. Pero aún en el siglo XVIII la economía europea distaba mucho de dominar el mundo: la Revolución Industrial, sin embargo, cambió esto radicalmente, y sentó las bases del dominio del modo europeo de hacer las cosas en el mundo. Sin embargo, si contamos sólo esa parte de la historia corremos el peligro de perdernos cosas importantes, y por eso en estos apuntes trataremos de explicar una historia donde la mirada desde Europa y la cultura europea (sobre todo occidental o judeocristiana) no sea la única perspectiva. Por ejemplo, no dejaremos pasar en el olvido el hecho de que los primeros hombres evolucionaron de especies de homínidos en las sabanas de África. Y que la agricultura y la domesticación de animales se “descubrieron” de forma independiente (con miles de años de diferencia) en al menos cinco focos repartidos por el mundo, el más importante y temprano de los cuales fue el Creciente Fértil de oriente medio, en territorios de los actuales Irak, Irán y

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0.3.

Europa en el Mundo

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Turquía. Ninguno en Europa, a donde la agricultura llegó por imitación. O que entre los siglos VII y XIV los verdaderos depositarios de la herencia cultural – científica, filosófica, política—del mundo clásico griego y romano no fueron los atrasados y belicosos feudos europeos, sino los prósperos emiratos y califatos del Islam, al otro lado del mediterráneo. O que en 1405, mientras Europa salía de la devastación provocada por la crisis del siglo XIV, Peste Negra incluída, el almirante chino Zheng He, al mando de una escuadra de cientos de navíos –se habla de más de 1600 construidos entre 1404 y 1407--, algunos de nueve mástiles, iniciaba una serie de viajes de descubrimiento y exploración que llevarían hasta el Golfo Pérsico, y bordeando Africa hasta Mozambique. O que… Pero el tratar de buscar un enfoque que supere el etnocentrismo no se debe solo a que queramos hacer justicia a hechos importantes. Hay varias razones para hacer un esfuerzo –más costoso para nosotros, que formamos parte de esa civilización europea— para incorporar otros territorios (y la perspectiva de sus pobladores) al relato histórico. Desde luego, hay motivos de “justicia” o “equilibrio” en el relato: son motivos morales o políticos. Pero también hay razones muy importantes de cara a dar respuesta al problema central que se plantea la historia económica: cómo y por qué se producen las transformaciones económicas a largo plazo. Se se trata de:  Ampliar el catálogo de hechos y procesos relevantes para nuestros modelos de explicación del cambio histórico. La historia, como otras muchas disciplinas importantes –la biología evolutiva, la geología o la sociología— no puede hacer experimentos, así que debe conformarse con analizar los hechos del pasado y ni siquiera directamente, sino a través de las huellas que dejan estos hechos en forma de restos o documentos. Por eso no podemos permitirnos el lujo de ignorar ni siquiera una parte del catálogo de hechos relevantes para entender mejor y desde una perspectiva más amplia la evolución histórica. La comparación de épocas y territorios distantes es una poderosa herramienta de conocimiento. Sería como escribir una historia (como ésta) sólo con los libros que tenemos en casa, despreciando la riqueza de fuentes de información en otras bibliotecas o Internet.  No perder la perspectiva del conjunto. En historia, como en economia, las explicaciones a veces se deben dar a escala micro, pero para entender los procesos grandes debemos tener la escala macro, y si nos centramos sólo en Europa estaremos dejando de lado desarrollos que afectan a mucha más gente. A menudo, nuestra perspectiva local es muy limitada, y nos impide apreciar o conocer datos que no son visibles en nuestro entorno cercano (geográfico o cultural). Datos como que el producto agro-ganadero más importante en términos de valor no es el trigo ni el arroz, sino la leche de vaca. O que el país con las mayores reservas (probadas) de petróleo del mundo es Arabia Saudí…pero el segundo es Canadá. Que el idioma más hablado es el chino mandarín con cerca de 900 millones de hablantes 0-17

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(http://www.ethnologue.com) o que la canción que más derechos de autor genera es Happy birthday to you (aunque hay una discusión importante sobre ese copyright).  Por último, y no menos importante, para evitar un error del razonamiento (o falacia) muy frecuente en historia: los argumentos teleológicos o (por si el palabro no era bastante) del tipo post hoc ergo propter hoc (es decir: [ocurrió] después de esto, por tanto [ocurrió] por esto). En lenguaje más llano, la falacia del razonamiento a posteriori, o deducir que hay causalidad porque hay continuidad (o contigüidad) en el tiempo. En palabras de Carlo Cipolla (1991: 96-97): “Las reconstrucciones a posteriori ocultan, en vez de ilustrar, los procesos de toma de decisiones y resolución de problemas que son la constante de la trayectoria humana. Sabemos que César cruzó el Rubicón. Mas para César, el problema consistía en saber si debía pasarlo o no. Ver las cosas a posteriori puede deformar fácilmente nuestro juicio.(…) De manera similar, frente a los frecuentísimos casos en los que algunos grupos adoptaron con éxito una determinada innovación tecnológica, mientras que otros la despreciaron, conviene guardarse muy bien de emitir juicios fáciles, basados en la ventaja del a posteriori. Una innovación tecnológica no es más que una opción cuyos beneficios están muy lejos de resultar evidentes. Los primeros automóviles eran más lentos que los caballos. Y por cada innovación tecnológica que tuvo éxito, hubo muchísimas más que fracasaron. A priori existe siempre un problema de valoración y de juicio que no es de los más fáciles de resolver. El historiador que, con la ventaja del a posteriori, lo atribuyera todo a la astucia o la estupidez no daría en el blanco”. Más ejemplos de este tipo de argumentos. David Landes dedica los dos primeros capítulos de La riqueza y la pobreza de las naciones a demostrar que los condicionamientos del medio físico (el clima templado, que protege de enfermedades tropicales, y la abundancia de agua) colocó a Europa, y casi más en particular a Inglaterra, en una posición privilegiada para protagonizar el crecimiento económico moderno. Luego desarrolla una serie de argumentos que, partiendo de este “regalo de la naturaleza”, confirmaron y reforzaron esa ventaja europea frente a China, por ejemplo. Pero en buena parte esa explicación parte de que ya sabemos que Inglaterra protagonizó la Revolución Industrial, igual que otras muchas explicaciones que encuentran las “causas” o “requisitos” de la industrialización en lo que sabemos que eran rasgos diferenciales de Inglaterra en el siglo XVIII. Sin embargo, el estudio de otras regiones y otros periodos desmienten que ninguno de estos factores o requisitos por sí solos (ni siquiera combinados) puedan “explicar” las causas de la primera industrialización. Y uno no puede por menos de pensar ¿qué ocurriría si hubiera sido Holanda (o China) la protagonista de esa historia? Muy UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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probablemente, los historiadores se hubieran dedicado a rastrear en sus respectivos pasados aquellos rasgos que habrían hecho “inevitable” que la revolución industrial surgiera precisamente allí. Por cierto que a quienes sostienen que son las dotaciones iniciales de factores naturales (carbón, tierra fértil, la insularidad o un clima templado) las que determinan la prosperidad de un país o región determinada, hay que recordarles que el valor de los recursos depende totalmente del nivel de la técnica y del desarrollo económico. Los habitantes de Arabia llevaban milenios sentados sobre pozos de petróleo, pero hasta que no empezó a ponerse en uso a mediados del siglo XIX y sobre todo hasta la invención y popularización del coche siguieron siendo unos miserables (aunque valientes y orgullosos) pastores y guerreros nómadas en un desierto de arena. De un modo parecido, el clima extremo y la aridez de España, que durante siglos fue una maldición para los agricultores, se convirtió en la década de 1960, con el boom turístico fruto de la prosperidad de la posguerra mundial, en un activo económico importante.

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aC.” Sólo tras 1800, con la Revolución Industrial, pudo romperse la trampa maltusiana e incrementarse la renta per capita, aunque entonces el fenómeno afectó a un grupo selecto de naciones –los países industrializados o desarrollados— mientras que en otras incluso descendió (como resultado de un crecimiento de la población superior al de la renta). En realidad, muchos historiadores económicos se dedican exclusivamente a estudiar alguno de los dos grandes saltos –sobre todo el industrial y sus consecuencias—sin prestar apenas atención a lo anterior. Son los que sostienen que el tema de estudio de la historia económica, el único asunto en que la disciplina debe centrar su atención, es el llamado crecimiento económico moderno (es decir, el desencadenado por la revolución industrial). El argumento tiene peso, y es cierto que a veces los historiadores parecen más preocupados por datos eruditos que por entender mejor los grandes procesos de cambio económico, hay varios motivos para estudiar “todo lo demás”. Muy sintéticamente, se trata de: 

Un escritor inglés, L.P. Hartley, escribió: “El pasado es un país extranjero. Allí las cosas se hacen de otra manera”. Entender la lógica de esas formas distintas de hacer las cosas es uno de los objetivos fundamentales de la historia económica. Cuanto más variado sea el conocimiento de esas otras formas de hacer las cosas –en otros pasados y en otros países—más rico y preciso será nuestra comprensión de la lógica del cambio económico.

0.4. Las enseñanzas de la historia En el apretado resumen del esquema --12.000 años de historia económica en una página-- hemos resaltado, y se hará más hincapié en el tema Uno, que los dos grandes saltos de la humanidad, las dos grandes revoluciones Neolítica e Industrial (aunque aparecerán otras muchas: a los historiadores como a los publicistas les gusta llamar revolución a los cambios que consideran importantes) cuentan lo fundamental de la historia económica del mundo. Entonces ¿por qué estudiar lo que hubo en medio? ¿No deberíamos dedicarnos mejor a entender lo que pasó en esos dos grandes saltos, dejando el resto sólo para los muy curiosos? La objeción tiene bastante sentido. De hecho, Gregory Clark, afirma en “Una Historia Económica del mundo en dieciséis paginas” que todo podría reducirse a una sola gráfica (muy parecida a la de la población, aunque con matices): “Con anterioridad a 1800, la renta per capita –la cantidad de comida, vestido, calefacción, luz y vivienda disponibles por cabeza-- varió según las sociedades y las épocas. Pero no existía una tendencia ascendente. Un mecanismo sencillo pero potente […] la trampa malthusiana, garantizaba que cualquier aumento de renta a corto plazo obtenido mediante avances tecnológicos se perdiera de modo inexorable debido al crecimiento de la población. Así pues, el individuo medio en 1800 no vivía mejor que el individuo medio en el 100 000 0-19

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Entender las causas profundas que hay tras los grandes saltos, que siempre se remiten al pasado. La Revolución Industrial, por ejemplo. ¿Qué la provocó? Aceptemos que son fundamentalmente los cambios tecnológicos y organizativos. Y éstos, ¿qué los causó? Hay distintas explicaciones, pero supongamos que aceptamos la que nos dice (Robert C. Allen) que son los altos salarios de Inglaterra y la abundancia de carbón barato. Pero ¿por qué eran altos los salarios en Inglaterra y no en otros lugares? Esto nos lleva a los cambios en la agricultura y la manufactura (aparte de en la demografía) en un periodo de al menos doscientos años antes de la Revolución Industrial. Una de las lecciones de la Historia es que las pautas y cursos de acción mostradas por las sociedades humanas en el pasado condicionan las de los siguientes periodos. Es lo que Paul David ha denominado dependencia de la trayectoria (path dependence), aunque no debe confundirse con el determinismo histórico, que sostiene que los hechos del pasado determinan (inexorablemente) el futuro. Según David, la explicación de los cambios tecnológicos e institucionales no radica en leyes económicas de validez universal, sino de la misma trayectoria histórica, que hace que las distintas cadenas de acontecimientos, alguno incluso azarosos, limitan los posibles cursos de acción futuros, cerrando algunas vías y abriendo otras. Comprender los mecanismos del cambio económico e identificar los factores determinantes del crecimiento y el desarrollo. El cambio económico no se reduce a los grandes saltos: si lo creyéramos, deberíamos dedicar todos nuestros esfuerzos simplemente a obtener nuevas fuentes de energía y convertidores más eficaces. Daríamos una solución tecnológica a los problemas económicos. Pero las transformaciones económicas se componen también de cambios más pequeños, que condicionan el marco de los grandes saltos. Por ejemplo: el descubrimiento del fuego en el paleolítico (antes del Neolítico) permitió aumentar la energía disponible en tres modos: quemando leña para obtener calor, cocinando plantas o animales que de otro modo no hubieran sido comestibles y auxiliando a la caza. Otro ejemplo: la invención de la navegación a vela, con velas cuadradas (o latinas) documentadas antes

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de 3000 adE en Egipto, permitió mejorar enormemente la capacidad de transportar mercancías pesadas, aprovechando una energía hasta entonces inútil; pero es que la historia de la navegación a vela hasta el siglo XIX recoge sucesivas innovaciones técnicas –en los cascos, la forma de las velas y mástiles, uso de quillas y timones, cartografía y conocimiento de los vientos— que incrementaron enormemente la eficiencia técnica de los navíos. Por otro lado, recordemos que tampoco todas las innovaciones son de naturaleza técnica: los cambios institucionales, organizativos, sociales y culturales tienen mucho que ver con las transformaciones económicas. Por eso, el estudio de los procesos de cambio económico en el pasado, atendiendo no sólo a los casos de éxito, sino también a los procesos fallidos, resulta imprescindible para diseñar políticas de desarrollo eficaces. 

Manejar la complejidad. En historia, los procesos de cambio son complejos, incluyen muchas variables, a menudo interconectadas y que se retroalimentan, no sólo de forma estática, como suelen mostrarnos los modelos económicos, sino dinámica, variando en el tiempo. Un ejemplo típico de retroalimentación es la relación entre población y recursos en las sociedades preindustriales que analizaremos en el tema Uno. En realidad, los comportamientos demográficos son causa y a la vez consecuencia de las condiciones económicas (que a su vez se ven alteradas por los comportamientos demográficos).

Figura 0.3. Relación entre variables demográficas y agricultura en sociedades de base agraria.

Fuente: Fontana (1997:70) Este tipo de explicaciones –aplicables igual a las relaciones entre tecnología y crecimiento económico, entre cambios institucionales y económicos, entre educación y productividad y muchas más-- junto con la existencia de numerosos puntos de debate entre especialistas sobre las explicaciones de los fenómenos de la historia económica nos obligan a manejar datos, argumentos y modelos complejos, que no siempre nos permiten llegar a conclusiones definitivas. Aprender a manejar la complejidad y la incertidumbre forman también parte del aprendizaje de un economista.  Conocer la existencia de lógicas y sistemas económicos distintos al capitalismo. El “crecimiento económico moderno” ha tenido lugar en buena parte (aunque no todo) en el marco de sistemas económicos capitalistas. Sin embargo, ni los mercados ni la propiedad privada parecen haber tenido un papel ni siquiera mínimo en el primer gran salto neolítico. Y otras muchas transformaciones económicas importantes (incluido el desarrollo del capitalismo) se han iniciado o desarrollado en el marco de sistemas económicos marcados por lógicas diferentes a las de la propiedad privada y el mercado. Que el capitalismo haya mostrado ser el sistema más eficaz para generar crecimiento económico no quiere decir que sea el único: comprender las lógicas de otros sistemas económicos, sus limitaciones y sus logros nos permite abordar de otro modo el estudio de la economía.

De todo ello esperamos convencerte en los capítulos que siguen. No con meras declaraciones, sino con datos, argumentos e historias. Si además 0-21

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pudiéramos estimular tu curiosidad por saber más, los tres autores de estos apuntes nos daríamos por triplemente satisfechos. 5. Resumen

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LANDES, David S. (1999): La riqueza y la pobreza de las naciones. Por qué algunas son tan ricas y otras son tan pobres, Barcelona, Crítica. MARKS, Robert B. (2007): Los orígenes del mundo moderno. Una nueva visión, Barcelona, Crítica.

En estas páginas se ha tratado de: a) Presentar el tema central de la historia económica: el estudio de los mecanismos del cambio económico (crecimiento y desarrollo) a largo plazo. b) Subrayar la complejidad de los procesos de cambio económico. c) Mostrar la utilidad del conocimiento histórico en la formación de los economistas. d) Plantear en qué consiste el éxito económico en contraste con el “éxito biológico” de la especie humana. e) Sintetizar las grandes líneas de la evolución económica de la historia humana. f) Señalar la conveniencia de superar un enfoque etnocéntrico de la historia.

6. Conceptos básicos

Historia económica Crecimiento económico Cambio económico Éxito biológico y económico Eurocentrismo/etnocentrismo

Revolución Industrial Revolución Neolítica retroalimentación Homo sapiens

7. Referencias

CAMERON, Rondo y NEAL, Larry (2005): Historia Económica Mundial. Desde el paleolítico hasta el presente, Madrid, Alianza, 4ª ed. CIPOLLA, Carlo Maria (1991): Entre historia y economía. Introducción a la historia económica, Barcelona, Crítica. DIAMOND, Jared (1998): Armas, gérmenes y acero. Breve historia de la humanidad en los últimos 13.000 años, Barcelona, Random HouseMondadori FELIU, Garpar y SUDRIÀ, Carles ( 2007): Introducción a la historia económica mundial, Valencia, PUV. FONTANA, Josep (1997): Introducció a l’estudi de l’historia, Barcelona, Crítica.

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8. Textos Dos visiones del eurocentrismo Sobre “el ascenso de Occidente”

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en particular Asia y el Nuevo Mundo –y a cierta cantidad de suerte. Destino y suerte, en muchas partes del mundo, no sólo en Europa, deben incluirse en nuestro entendimiento del ascenso de Occidente. Robert Marks (2007:11-12)

¿Cómo llegó nuestro mundo –el mundo moderno—a ser como es? Por “moderno” entiendo un mundo estructurado por un capitalismo industrial cada vez más globalizado y políticamente ligado a las naciones-estado. Este mundo difiere dramáticamente de los imperios agrarios que habían dirigido el mundo en los milenios precedentes. Hasta tiempos muy recientes, la respuesta a la cuestión de los orígenes del mundo moderno ha girado en torno a lo que ocurrió en Europa, en una línea histórica centrada en “el ascenso de Occidente”. Durante gran parte del siglo pasado, los historiadores en Europa y en Estados Unidos han solido adscribir “el ascenso de Occidente” a varios modos en los que los europeos eran superiores al resto del mundo, ya sea a causa de una mejor genética, un clima más favorable, unas tradiciones históricas clásicas, una herencia religiosa protestante, unos patrones de matrimonio, una economía de mercado o un papel limitado del estado, entre otras razones. Sin embargo, estas explicaciones han llegado a ser cada vez más insostenibles durante las pasadas dos décadas a medida que los historiadores de otras partes del mundo, en particular de los países asiáticos (China, Japón e India especialmente) han demostrado que los rasgos característicos que una vez se pensaron únicos en la Europa occidental se hallaban también en Asia, y quizá, incluso, de forma más destacada: desde por lo menos 1400 hasta 1800, Asia fue la parte económicamente más avanzada del mundo. De este modo, si “el ascenso de Occidente” no puede ser atribuido a la superioridad geográfica, cultural, económica o política de Europa, ¿qué es lo que lo explica? Una de las ideas esenciales de este libro es que el mundo moderno es históricamente contingente. La razón por la que este concepto resulta importante es porque rebate la idea de que el mundo moderno y su creación y dominio por parte de los europeos occidentales (y des sus parientes americanos) era inevitable. Veámoslo de otro modo: si nos retrotraemos a 1400, parece extremadamente improbable que la historia del mundo siguiera el mismo camino otra vez –el presente es uno entre un vasto número de desarrollos que podrían haber surgido de formas distintas. Por tanto, si lo que ocurrió –el dominio occidental—no era inevitable ¿cómo y por qué ocurrió? El tema central de este libro es que surgió sujeto a lo que ocurrió en otras partes del mundo,

Hasta hace muy poco, a lo largo de este proceso de mil y más años que la gente considera progreso, el factor clave – la fuerza motriz—ha sido la civilización occidental y su propagación: el saber, las técnicas, las ideologías políticas y sociales, para bien o para mal. La difusión de este nuevo saber se debió en parte al ejemplo del imperio occidental, una lección de cómo los conocimientos y la pericia técnica dan poder, en parte a las enseñanzas de Occidente y en parte a la emulación. Su propagación ha sido desigual, y determinadas personas han querido restar importancia al valor ejemplar de Occidente, viendo en él a un agresor. Hoy en día, la mera exposición de estos hechos puede llegar a constituir una agresión. En un mundo caracterizado por unos valores relativisitas y la igualdad desde el punto de vista ético, la simple mención de una historia universal que tenga su eje en Occidente (o eurocéntrica) se tilda de arrogante y uno es acusado de seguirle el juego a la opresión. Su objetivo último sería, nos dicen, “justificar el dominio occidental sobre el Oriente destacando la superioridad europea” (Islamoglu-Inan, 1995: 222). En lugar de ello, deberíamos acercarnos a una historia multicultural, gobalista e igualitaria, que diga algo (preferiblemente algo bueno) acerca de todo el mundo. La contribución europea –ni más ni menos que la invención y la definición de la modernidad—debería considerarse accidental o, por usar el término en boga, contingente. Hemos visto manifestaciones recientes de esta eurofobia en estudios recientes sobre la era de los viajes y los descubrimientos. Se ha dicho que los chinos podrían (deberían) haber descubierto las Américas. O los japoneses, o los africanos. Quizás lo hicieran. Europa tuvo suerte, simplemente. Fueron perversos y depravados. Robaron la plata del Nuevo Mundo, la usaron para costear el imperio y el comercio en Asia, aniquilaron a pueblos más civilizados y luego se enorgullecieron de su prosperidad, sus adelantos técnicos, su misión civilizadora y su espiritualidad. Ante tod, dicen los globalistas, la supremacía europea no se explica “esencia”izándola", esto es, vinculándola a las instituciones y civilizacion europeas. No se explica en

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“Prefiero la verdad a lo políticamente correcto. Me siento más seguro del suelo que piso.”

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función de “presencias” europeas, sino de “ausencias”. Así, los apólogos niegan a priori la evidente falta de correspondencia entre la curiosidad sistemática de Europa acerca de las civilizaciones y culturas extranjeras y la relativa indiferencia de esos “otros”, reafirmando inconscientemente en contraste entre ambos bandos. Lo importante, dicen algunos globalistas, es que no hay nada que explicar. O, si se prefiere, puede “problematizarse” la historia europea y no europea incluyendo en ella lo que no ocurrió: “las derrotas, a idéntico título que las victorias, forman parte de la historia” (Islamoglu-Inan, 1995: 229). Naturalmente, al estudiar el fracaso dejamos la puerta abierta a una refutación sesgada: ¿quién dice que los no europeos hubieran perseguido metas idénticas a las occidentales? Esta línea de pensamiento antieurocéntrico es lisa y llanamente antiintelectual, además de que la contradicen los hechos. Pero muy popular, especialmente entre los occidentales supuestamente chovinistas. Los nuevos globalistas, disgustados con el mensaje, quieren matar al mensajero, tratando de negar la historia. La hegemonía europea es un hecho histórico. David Landes (1999: 468-469)

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APUNTES DE HISTORIA ECONÓMICA  GRADO 

Tema 1. Historia económica y desarrollo económico 

 

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Tema 1. Historia económica y desarrollo económico. ____________________________________________________________________________

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Tema 1. Historia económica y desarrollo económico

3. Algunas preguntas iniciales

1. Resultados de aprendizaje Con el estudio de este capítulo, esperamos que sea capaz de: 1. Utilizar los conceptos de energía disponible y volumen de población como indicadores primarios del nivel de crecimiento económico. 2. Definir, describir y situar cronológicamente las dos transformaciones clave de la historia económica humana: la Revolución agraria del Neolítico y la Revolución Industrial. 3. Valorar la contribución del cambio técnico al crecimiento económico. 4. Definir las nociones de demografía, régimen demográfico y transición demográfica, con sus variables principales: natalidad, mortalidad, nupcialidad, fecundidad, esperanza de vida, y crecimiento vegetativo. 5. Diferenciar los principales conceptos del cambio económico a largo plazo: crecimiento, desarrollo, progreso, producción, productividad, estructura económica y coyuntura (expansión, crisis, depresión). 6. Interpretar las tasas acumuladas de crecimiento. 7. Esquematizar las relaciones entre población y recursos en sociedades preindustriales y el papel del marco social/institucional a la hora de explicar el reparto/asignación de esos recursos. 8. Definir las nociones de economías orgánica frente a economías basadas en combustibles fósiles. 9. Definir sistema económico, caracterizando los tres más importantes históricamente: feudal, capitalista y comunista.

¿Se ha planteado alguna vez cuáles han sido los momentos más importantes de la historia económica de la Humanidad? ¿Y cuándo empieza la historia económica? Si tuviera que elegir un único factor que defina el cambio económico ¿cuál sería? ¿Qué tiene en común una mata de tomates y una turbina hidroeléctrica? ¿Por qué estudiamos los datos demográficos en historia económica? ¿Sabría definir eso que llamamos capitalismo? ¿Y algún otro sistema económico? Conocer las instituciones ¿forma parte del estudio de la economía? ¿Por qué? ¿Por qué cree que algunas naciones son tan ricas y otras tan pobres? ¿Saberlo ayudaría a solucionar el problema?

2. Índice 1.1. Población y energía disponible: una visión de muy largo plazo 1.2. Nociones de demografía: la dinámica población-recursos 1.2.1. Crecimiento de la población 1.2.2. Crecimiento de la producción 1.2.3. La trampa malthusiana 1.3. Crecimiento económico y otras nociones básicas 1.4. Los factores del desarrollo: el papel de la innovación y las instituciones 1.5. Sociedades humanas y sistemas económicos

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4. Contenidos del tema 1.1 Población y energía disponible: una visión a largo plazo La evolución de la población humana a muy largo plazo presenta, como ya señalamos (gráfico 0.1), dos pequeños saltos: el primero en torno al año 1500 antes de nuestra Era (adE) y el segundo entre el 1500-1800 de nuestra Era (dE). Pero el salto más formidable y definitivo, el que multiplicó la población de forma espectacular en 2000 años es el que arranca en torno al año 1800. El gráfico, de todos modos, oculta un gran salto muy anterior, que tuvo precisamente en torno al año 10000 adE (el punto en el que comienza el propio gráfico) y que permitió iniciar un largo proceso de crecimiento, lento, menos espectacular que el de 1800, con algunas oscilaciones, pero igualmente fundamental. Por eso debemos ampliar el rango temporal del gráfico hasta hace unos 70.000 años. Grafico 1.1. Crecimiento de la población humana (-70000-2010)

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de wikipedia (World population)

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Este primer salto, en torno al 1 000 adE viene marcado por el “descubrimiento” de la agricultura y la domesticación de animales (tan importante como la agricultura), que permitió a muchas poblaciones humanas pasar de una vida basada en la caza-recolección de los alimentos que ofrecía la naturaleza a la producción de esos mismos alimentos. El proceso —que se estudiará con más detalle en el tema siguiente—comenzó en fechas muy distintas y aparentemente en cinco focos diferentes (ver mapa 2.2), pero en todos los casos como resultado de la domesticación de una combinación de especies animales y vegetales (normalmente un cereal principal como fuente de hidratos de carbono, una o varias legumbres que proporcionan más minerales y proteínas y uno o varios animales que ofrecen proteínas y fuerza de trabajo). Como cazador recolector, homo sapiens, aunque mostraba ya rasgos que le distinguían mucho de otras especies animales —fabricaba herramientas y sobre todo hablaba— seguía moviéndose en el ámbito de la ecología: era una parte de un medio ambiente en el que ejercía poco control. Con el “descubrimiento” de la agricultura/ganadería, comenzó la era de la economía, la capacidad de producir recursos (sobre todo alimentos) en cantidades mucho mayores de lo que ofrecía la naturaleza, y por tanto la necesidad de resolver los problemas asociados a la producción de bienes y su distribución. La introducción de la agricultura y la ganadería desencadenó una serie de cambios fundamentales en las sociedades humanas,— sedentarización, división social del trabajo con la aparición de artesanos, guerreros o sacerdotes, aparición de ciudades, crecimiento de la población—que irían además haciendo posibles nuevos cambios —la invención de la escritura, de la tecnología de los metales, la navegación a vela, la moneda—, alterando finalmente de modo radical el modo de vida de homo sapiens. No en todo para mejor (parece que los primitivos agricultores vivían menos años y estaban peor nutridos que sus antepasados cazadores-recolectores) pero sí en la dirección del “éxito”: más individuos y más extendidos por la tierra. Por la importancia de las transformaciones, se ha bautizado este cambio como Revolución Neolítica (o del Neolítico, por el período en que se produjo, aunque sería seguramente mejor llamarla revolución agropecuaria). Casi 12.000 años después, otra serie de transformaciones, éstas mucho mejor conocidas y basadas en una serie de inventos entre los que destaca la máquina de vapor, más concentradas en el tiempo y en el espacio (Inglaterra y Europa, entre mediados del siglo XVIII y mediados del siglo XIX), van a desencadenar un proceso similar de crecimiento de la capacidad de producción de homo sapiens, que va a multiplicar de forma espectacular los recursos de los que puede disponer para organizar su existencia: alimentos, por descontado, pero también máquinas, telas, puentes de hierro, productos químicos... Como resultado, se produce ese segundo gran salto en el crecimiento de la población en torno a 1800. De nuevo, la magnitud y profundidad de los cambios nos lleva a hablar de una Revolución Industrial (por el sector principalmente afectado, aunque las transformaciones afectaron al conjunto de la economía y la sociedad). ¿Qué tienen en común esas dos revoluciones? Obviamente, sus efectos: el gran salto demográfico. Pero ¿qué hay detrás de esos saltos? Un historiador económico italiano, Carlo M. Cipolla, llamó la atención hace 50 años sobre el

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factor común: la energía2. Tanto la Revolución neolítica como la revolución industrial significaron un salto en la cantidad de energía disponible para los seres humanos, como consecuencia en ambos casos de innovaciones derivadas del ingenio humano. Veámoslo con más detalle. “El hombre —escribe Cipolla— tiene necesidades de diverso tipo: unas, las básicas, son de carácter fisiológico: comer y beber. Otras son elementales: vestirse y calentarse. Finalmente, tiene unas necesidades “de alto nivel”, por decirlo así: leer, escuchar música, viajar, divertirse. No hay un límite superior para las necesidades humanas, pero sí hay uno inferior, a saber, los alimentos mínimos que el hombre necesita para sobrevivir”. Pues bien, esas necesidades básicas — comer y beber—, las elementales - vestirse y calentarse—e incluso las “de alto nivel” pueden reducirse a flujos de energía —definida como la capacidad de hacer un trabajo. Estos flujos se miden en kilocalorías (kcal)3 o bien en unidades de potencia, normalmente kilowatios/hora (KW/h), que equivalen a 860 kcal. El origen de la gran mayoría de la energía disponible en la Tierra se encuentra en la radiación solar: es la energía que permite a las plantas crecer aprovechando los nutrientes del suelo y el agua, la que se transmite a los animales herbívoros y de estos a los carnívoros u omnívoros a través de la cadena alimentaria. Es decir, los alimentos son depósitos de energía. El agua dulce también es resultado de la aplicación de la energía solar, que al evaporar el agua permite que se desprenda de la sal y minerales que la hacen inadecuada para el consumo (y de paso genera cursos de agua cuya energía cinética utilizan los hombres para el transporte o mover molinos). Lo mismo cabe decir de los vestidos (resultado del crecimiento de fibras animales y vegetales, a las que se aplica además trabajo humano), y los combustibles. También a los combustibles fósiles (que en origen fueron vegetal y animal), y las corrientes de aire que movían veleros o molinos en las sociedades antiguas. Las necesidades básicas del hombre varían según diversos factores —el clima en el que habite, tamaño, sexo o actividad de la persona, etc.— pero se mueven en un mínimo de entre 2.000 y un máximo de 4.000 kcal/día (para un minero de carbón, por ejemplo). Esto en lo que se refiere a las necesidades básicas, para garantizar la subsistencia. Esa energía se emplea en diversas formas: calor desprendido, trabajo realizado, expulsión en forma de detritus,

proceso químico de los alimentos y actividad nerviosa y motora interna. ¿De dónde obtiene esa energía? Como hemos dicho, buena la energía disponible en la tierra se origina en el sol, que funciona como una especie de gigantesca central nuclear natural que convierte hidrógeno en helio y libera energía que llega a la Tierra en forma de radiación (luz/calor). Esa energía radiante se convierte energía química que hace que crezcan las plantas mediante fotosíntesis, y esas plantas son consumidas por animales que la convierten a su vez en energía térmica (calor corporal), mecánica (movimiento) y nuevamente química (proteínas). El motor de un coche convierte la energía del combustible fósil (gasolina) en movimiento y calor; y a su vez el alternador del coche convierte el movimiento en electricidad.

2

El libro de Cipolla (1982), aunque anticuado en los datos demográficos y arqueológicos concretos –la primera edición es de 1960, aunque la actualizó varias veces--, sigue siendo una joya de claridad de análisis y concisión, en apenas150 páginas.

3

La unidad de energía definida por el "Sistema Internacional de Unidades es el julio, que se define como el trabajo realizado por una fuerza de un newton en un desplazamiento de un metro en la dirección de la fuerza, es decir, equivale a multiplicar un newton por un metro. Existen muchas otras unidades de energía como la caloría (4,1855 julios) la kilocaloría (4,1855 kilojulios) y el Kilowatio hora (3.600.000 julios). La kilocaloría es la cantidad de calor necesaria para elevar en un grado centígrado la temperatura de un kilogramo de agua (1 julio=239kcal). No toda la energía se presenta en forma de calor: además de la térmica hay energía mecánica (cinética), química, radiante y eléctrica, y distintas unidades de medida. Para la potencia(o sea, cantidad de trabajo realizado por unidad de tiempo), la unidad de medida es el kilovatio (=1000 julios/segundo), del que se deriva el Kilovatio/hora (Kw/h), que es la medida de energía consumida/generada en una hora por un dispositivo cuya potencia efectiva sea de un kilowatio, o sea por un dispositivo capaz de consumir/generar 1 000 julios / segundo. Así pues un kilowatio hora equivale a 3.600.000 julios.

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Los procesos de conversión de la energía son fundamentales, y a los organismos o mecanismos que los realizan —las plantas verdes, el motor, el alternador— se les denomina convertidores. El problema es que cada proceso de conversión supone pérdidas de energía [en realidad, la energía no se pierde porque como es bien sabido ni se crea ni se destruye (primera ley de la termodinámica), pero sí que a lo largo del proceso de conversiones sucesivas la energía pierde la capacidad de realizar trabajo útil (segunda ley de la termodinámica). Así, hablamos de pérdidas cuando nosotros queremos generar movimiento y obtenemos calor que no podemos aprovechar, que es el problema de casi todos los motores, o buscamos electricidad y sólo conseguimos una parte mínima de la energía del combustible empleado. ]. La forma de medir estas pérdidas es la eficiencia técnica, que es la proporción entre la producción útil (es decir, en la forma deseada) y la energía consumida por el convertidor; la tabla 1.1. muestra la eficiencia técnica de los convertidores más comunes. Si además hay varios procesos sucesivos de conversión, la eficiencia técnica final viene dada por la de cada uno de los convertidores empleados, lo que genera “pérdidas” sucesivas. Por ejemplo, una caldera de una central térmica convierte en calor pongamos un 95 % de la energía química del petróleo empleado. Y a su vez el 45% de este calor se convierte en energía mecánica en una moderna turbina de vapor; pero aún debe pasar por otro convertidor (un generador eléctrico) con una eficiencia del 99%. Así, eficiencia conjunta del sistema para generar electricidad a partir de petróleo es aproximadamente de 95/100*45/100*99/100= aprox. 42%. Si le añadimos la baja eficiencia de convertir electricidad en luz de una bombilla ordinaria (2-5%), pasaremos a eficiencias de entre el 0,84 y el 2,1 %. Al problema de la eficiencia técnica debe añadirse en las sociedades avanzadas el de la eficiencia económica, que depende de los costes de los distintos convertidores y las materias primas empleadas, pero eso lo dejaremos para otro momento. El problema principal desde el punto de vista de la historia económica es que —como se ve en la tabla 1.1.— los convertidores que ofrece la naturaleza (fotosíntesis, animales de labor o trabajo humano, quemar leña o paja) son muy poco eficientes. Las plantas apenas convierten en alimento (eficiencia fotosintética) entre el 1-5% de la radiación solar; a su vez, los animales herbívoros convierten en biomasa animal sólo en torno al 10% de la energía

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Tabla 1.1. Eficiencia de conversiones de energía comunes (porcentajes)

Figura 1.1. Flujos de energía en el ecosistema.

Conversiones

Energías

Grandes generadores de electricidad Grandes calderas de una planta generadora Motores eléctricos grandes El mejor horno de gas doméstico Pilas secas Lactancia humana Molino hidráulico de noria Motores eléctricos pequeños Grandes turbinas de vapor Estufas de carbón mejoradas Grandes turbinas de gas Motores diesel Crecimiento postnatal de un mamífero Las mejores células fotovoltaicas Motores de combustión interna Lámparas de sodio de alta presión Músculos de un mamífero Estufas tradicionales Luces fluorescentes Locomotoras de vapor Máxima fotosíntesis de una cosecha Bombillas incandescentes Velas de parafina Los ecosistemas más productivos Fotosíntesis media global Tipos de energía: q — química, e- eléctrica, m (electromagnética, solar), t- térmica.

me qt em qt qe qq mm em tm qt qm qm qq re qm er qm qt

Eficiencia

98-99 90-98 90-97 90-96 85-95 85-95 60-85 60-75 40-45 25-45 35-40 30-35 30-35 20-30 15-25 15-20 15-20 10-15 10-12 qm 3-6 rq 4-5 er 2-5 qr 1-2 rq 1-2 rq 0,3 —mecánica (cinética), r —radiante

Fuente: Smil (2001:19)

La energía de la radiación solar (la parte que no es devuelta al espacio) sólo puede ser convertida en energía química por las plantas (R1), y transmitida a lo largo de la cadena trófica (R2, herbívoros; R3 carnívoros; R4 carnívoros que comen carnívoros). En cada escalón de la cadena, se pierde energía química en forma de calor y detritus, y los individuos disipan proporciones mayores de lo consumido en forma de calor o movimiento.

Fuente: Deléage (1993): Historia de la ecología, Barcelona, Icaria, en Fontana (1997: 17)

Gráfico 1.2. La densidad de población como indicador de la eficiencia energética de distintos sistemas de explotación del territorio

consumida (y los músculos de los mamíferos convierten en movimiento el 20% de la energía química). Cada eslabón de una cadena alimentaria supone, por término medio unas “pérdidas” de energía de en torno al 90%, lo que explica que no existan normalmente más de 5 niveles en las cadenas tróficas. También explica por qué el grueso de la alimentación humana se basa en los hidratos de carbono procedentes de los vegetales (cereales sobre todo), y en mucha menor medida en proteínas animales, y también que éstas provengan en su gran mayoría de animales herbívoros (u omnívoros, como el cerdo), y no de carnívoros. En estas condiciones, el incremento de la energía disponible en el Neolítico (y en la seguridad del suministro) generada por el “descubrimiento” de un nuevo tipo de convertidores más eficientes —animales domesticados y plantas cultivadas— puede parecer pequeño, pero fue de una importancia capital. Las especies domesticadas, tanto plantas como animales herbívoros, son mucho más eficientes energéticamente que las especies silvestres a disposición de los cazadores-recolectores, lo que permitió que un mismo territorio alimentase a un número mucho mayor de individuos. Fuente: Smil (2001: 213)

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Del mismo modo, la eficiencia de los primeros convertidores de carbón mineral de la revolución industrial — las primeras máquinas de vapor—puede parecer pobre: menos de un 0,5% la bomba de Newcomen de 1711, y menos del 5% las varias máquinas de James Watt (gráfico 1.3). Pero resultó fundamental porque permitió acceder a una fuente de energía que hasta entonces se utilizaba sólo como fuente de calor (y con usos limitados) para generar movimiento, es decir, trabajo. Y las innovaciones sucesivas multiplicaron por casi por 100 la eficiencia térmica entre 1700 y 1930 (aunque eso significó que las mejores turbinas de vapor no superaban el 45% de eficiencia). Del mismo modo, el motor de explosión y las centrales térmicas permitieron convertir desde fines del siglo XIX otras fuentes de energía fósil — el petróleo y el gas natural—en movimiento, electricidad, calor o iluminación. La energía a disposición de los seres humanos, especialmente en los países desarrollados, se multiplicó de forma exponencial (gráfico 1.4), sin un encarecimiento proporcional al aumento de la demanda (gráfico 1.5).

Gráfico 1.4. Producción mundial de energía, 1890-1999

Gráfico 1.3. Eficiencia técnica de las máquinas de vapor

Fuente: Lomborg (2003:189) Gráfico 1.5. Precios del petróleo en dólares constantes 1870-2020

Fuente: Cipolla (1978:70)

Nota: datos 2001-2020, predicciones de US Energy Information Agency

Fuente: Lomborg (2003:191) 1-11

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Un salto, dos saltos, tres saltos Podría argumentarse, siguiendo esta lógica, que en realidad el segundo gran salto se compone de tres distintos: el del carbón-vapor de fines del XVIII, el del petróleo-gas-electricidad de fines del XIX y el de la energía nuclear (basado en combustibles minerales no orgánicos, como el uranio y el plutonio) tras la Segunda Guerra Mundial (1945). Suele considerarse, sin embargo, que esos tres sistemas, aunque caracterizados por la aparición y difusión de convertidores adecuados para aprovechar nuevas fuentes de energía, son en realidad uno solo, centrado en el uso de combustibles minerales (todos ellos lo son) y la aplicación intensiva de la ciencia y la ingeniería a la invención y mejora de los convertidores.

Para resaltar la importancia del empleo de los combustibles fósiles, el historiador E.A. Wrigley ha hablado de dos grandes fases de la historia económica de la humanidad:  la de la economía orgánica, basada en fuentes de energía y convertidores biológicos (animales, plantas, hombres) cuyas posibilidades de crecimiento quedaban limitadas por la productividad de la tierra;  la de la economía basada en energía de origen mineral (para abreviar, inorgánica )4, que arranca del empleo masivo de carbón y otros combustibles fósiles en el siglo XVIII.  también habla de una economía orgánica avanzada, que corresponde al periodo previo a la industrialización (siglos XVI, XVII y buena parte del XVIII), caracterizado por la aparición de importantes cambios técnicos y organizativos que, aun sin romper el marco energético de las economías agrarias, promovieron las transformaciones que llevaron a la revolución industrial. Es una terminología distinta (pero equivalente) para referirse a una distinción muy tradicional en historia económica:  sociedades de base agraria (a menudo llamadas preindustriales, aunque estas incluirían también las de cazadores-recolectores), caracterizadas por el predominio (70-80%) de la agricultura en el PIB y el empleo de la población activa.  sociedades industriales o industrializadas: caracterizadas por el poco peso (inferior al 10-20%) de la agricultura en la estructura económica 4

Esta terminología tiene el problema de colisionar con la distinción que hace la química entre lo orgánico (aquella parte de las sustancias que contienen carbono formando enlaces covalentes, y por tanto ligadas a formas de vida) y lo inorgánico (en ausencia de carbono o con enlaces no covalentes, digamos mineral). Para los químicos, tan orgánico es una patata como el carbón, la biomasa como los combustibles fósiles (salvo los radiactivos). En este sentido, quizá sería mejor hablar de economías orgánico-recolectoras y economías orgánico-extractivas. Pero la terminología de Wrigley ya está acuñada y es de uso frecuente en historia económica.

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(aunque no necesariamente por el peso de la industria: por el contrario, el sector dominante suele ser el terciario).  en ocasiones se habla de las economías contemporáneas como postindustriales, debido al peso de los servicios, especialmente de nueva generación, como los de las Nuevas Tecnologías de Información y Comunicación (NTICs) y los especulativo-financieros. No obstante, a principal ventaja de la terminología de Wrigley es que se alude directamente a las fuentes de energía como elemento diferenciador entre estas grandes etapas, y dado que está acuñada ya podemos seguir usándola. Obviamente, los datos que tenemos sobre la energía disponible en épocas muy remotas de la prehistoria, e incluso en la edad moderna, son en buena parte conjeturas (también llamadas estimaciones). Sin embargo, nos permiten hacernos una idea aproximada de la magnitud de los dos grandes saltos de los que hablamos. Tabla 1.2. Consumo de Energía (y sus usos) en kcal/días/per capita Origen de la energía

Cazador Agricultor Inglaterra recolector neolítico 1700

Inglaterra 1800

Italia 1850

Combustibles

10 580

25 600

6 140

Alimento humano Forraje animales Viento y agua

2 500

2 500

2 500

2 000

2 000

3 500

550

650

440

15 630

30 750

12 580

TOTAL

4 000

12 000

EE.UU. 1990

África subsah ariana 1990

3 600

2 200

200 000

125000

Fuente: Malanima Tabla 3.2, p. 55; Beggs, Clive (2002): Energy, management, supply and conservation, Butterworth-Heinemann, Oxford, 7 ¿Por qué estas diferencias? Fundamentalmente porque hasta el segundo gran salto con la revolución industrial, los incrementos de la energía disponible (alimentos, sobre todo) se habían dirigido a aumentar el número de hombres (y mujeres) o de animales (más fuertes, pero también muy costosos en términos de alimentos), como forma de incrementar el trabajo (en el sentido físico del término), mientras que con el inicio de la era de los motores, una buena parte de la nueva energía disponible se dedicó a generar trabajo mecánico: a sustituir hombre por máquinas. Hasta la revolución industrial no existen realmente motores, salvo en su versiones más ineficientes: animales de tiro, velas, molinos hidráulicos o de viento. De hecho, todavía a fines del siglo XIX el 94 % del trabajo empleado en EE.UU. en la industria era trabajo humano, mientras que un siglo después era sólo el 8 % 5. Una vez que se pudo convertir la energía fósil en trabajo creció de forma espectacular la capacidad de producción, reduciendo además los costes, lo que aumentó y diversificó la gama de bienes y servicios disponibles —vehículos, lámparas, carreteras, viajes, internet, escuelas— todos ellos fabricados mediante insumos (inputs) 5

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energéticos y muchos necesitados de alguna forma de energía para su funcionamiento. De ahí que las diferencias en el consumo de energía per capita entre distintos países sean un indicador más que aproximado de los desequilibrios mundiales del desarrollo.

productivas—, en la ganadería —selección de especies—, en la fabricación de herramientas —arados de metal o cañones—, nuevos convertidores —molinos de viento y de agua—, en el rendimiento del trabajo animal —sillas de montar, herraduras, yunques, colleras— y otras muchas aumentaron, aunque fuera en pequeñas dosis, la disponibilidad de energía útil. Otras transformaciones organizativas —especialización laboral, aparición de formas de dirección o liderazgo— o culturales —la escritura, las religiones, el dinero, el cálculo y la geometría también influyeron en el modo en que se aprovechaba la energía disponible, mejorando su eficiencia económica. Sin embargo, antes del comienzo de la era de los combustibles fósiles (o era industrial, o de la economía inorgánica), los incrementos de la energía disponible eran casi en su totalidad absorbidos, y en cierto modo anulados, por el crecimiento de la población. Es hora de que prestemos atención al segundo término de la ecuación.

Tabla 1.3. Indicadores energéticos (en Toneladas Equivalentes de Petróleo y porcentajes) Consumo por

Mundo 1973 2000 África 1973 2000 Norteamérica 1973 2000 (EE UU) 1973 2000 Latinoamérica 1973 2000 Asia 1973 2000 (Japón) 1973 2000 Europa 1973 2000

Consumo

habitante

Petróleo (%)

1,36 1,55 0,24 0,34 7,88 5,41 (8,02) (7,73) 0,58 0,89 0,39 0,73 (2,67) (3,73) 3,67 3,09

46,3 35,1 43,6 36,3 45,4 38,7 (44,9) (36,5) 56,4 48,2 38,5 36,6 (76,9) (42,9) 39,2 36,0

Gas (%)

19,6 25,7 11,5 19,2 32,5 27,7 (33,0) (27,7) 22,1 28,6 9,1 18,7 (1,7) (15,2) 19,4 29,2

Producción/Consumo (% producción)

73 58 -11 -16 (-16) (-33) 11 41 11 14 (-1015) (-373) -14 -10

Fuente: ONU (1975 y 2002), citado en Segura, J. (2005) Antes y después de estos dos saltos, una multitud de cambios tecnológicos u organizativos incrementaron bien el volumen de energía disponible, bien la eficiencia de los convertidores. Por ejemplo: el control del fuego en el paleolítico (quizá 300.000 años antes del Neolítico) permitió aumentar la energía disponible en tres modos: quemando leña o excrementos para obtener calor, cocinando plantas o animales que de otro modo no hubieran sido comestibles y auxiliando a la caza. Del mismo modo, la fabricación de armas en piedra y la caza en grupo permitió añadir a la dieta a animales de mayor tamaño o fiereza. Otro ejemplo: la invención de la navegación a vela, con velas cuadradas —o latinas— documentadas antes de 3000 adE en Egipto, permitió mejorar enormemente la capacidad de transportar mercancías pesadas, aprovechando una energía hasta entonces inútil; pero es que hasta el siglo XV dE la vela fue en muchos casos un complemento para la fuerza humana o animal en la navegación (remos o tiro mediante caminos de sirga en los ríos), y de ahí hasta el siglo XIX la historia de la navegación a vela recoge un sinfín de sucesivas innovaciones técnicas —en los cascos, la forma de las velas y mástiles, uso de quillas y timones, cartografía y conocimiento de los vientos, medición de la latitud con el sextante y la longitud con el cronómetro— que incrementaron enormemente la eficiencia técnica de los navíos. Mejoras en la agricultura —difusión de especies o combinaciones de cultivos más 1-15

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1.2. Nociones de demografía: la dinámica población-recursos Empecemos por volver a las cifras de población global. La representación de una magnitud sobre una escala lineal (como en el gráfico 1.6) tiende a minimizar visualmente la importancia del crecimiento en las primeras etapas si las cifras son mucho mayores en las últimas etapas, como ocurre con los fenómenos de crecimiento acumulativo. Una forma de evitar ese enmascaramiento es calcular y comparar las tasas numéricas de crecimiento anual acumulado (ver la tercera columna de la tabla aneja al gráfico 0.1). Éstas permiten apreciar el salto, desde unas tasas en torno al 0,04% anual en las sociedades agro-ganaderas hasta tasas cercanas al 1% en el gran salto industrial. La población mundial creció a un 0,8% anual entre 1900 y 1949; pueden parecer cifras pequeñas, pero no lo son en absoluto: a 1% de crecimiento anual cualquier variable se duplica en 70 años (recordemos que es acumulado), pero al 2% lo hace en la mitad de tiempo. Cuando en la segunda mitad del siglo XX, la población de algunos de los países más poblados del mundo —India, China, — comenzaron a crecer, a tasas cercanas al 2%, y la media del la población mundial se situó en un 1,8% (1950-1989) con un pico de 2, en 1989, comenzó a hablarse con alarma de una “bomba demográfica”. Una bomba que parece empezar a desactivarse con la caída de las tasas a un 1,5% entre 1990 y 1999 y en torno al 1,14 en 2000. En 2006 la ONU declaró que las tasas comenzaban a disminuir, como resultado de la transición demográfica. Otra forma de evitar ese enmascaramiento de las tasas de crecimiento iniciales es representar la magnitud sobre una escala logarítmica o exponencial, donde cada intervalo representa un orden de magnitud (x10) más que el intervalo anterior del mismo tamaño. Es lo que hemos hecho en el gráfico 1.7.

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Gráfico 1.6. Crecimiento de la población humana en el mundo (70.000 adE-2000dE)

importantes a escala regional, y de ellos se hablará en las siguientes lecciones, pero la tendencia mayor de la historia es ésta. ¿Por qué esa diferencia de los ritmos de crecimiento de la población? Como hemos señalado, tiene que ver con la energía disponible. Y antes de la era de los combustibles fósiles, ésta dependía a su vez fundamentalmente de la superficie y calidad de la tierra disponible (el suelo, sobre todo el suelo capaz de producir plantas)6, el clima (insolación y precipitaciones) y la tecnología disponible para aprovechar los recursos. Estos factores determinan lo que en ecología se denomina capacidad de carga de un territorio, definida como el máximo de población de una especie (expresada en medidas de densidad: individuos/km2) que puede alimentar dado un determinado ecosistema, sin daños para la especie ni para el ecosistema7. Como ya vimos, cada salto en la cadena trófica supone unas pérdidas del 90% de energía, o lo que es lo mismo, hará falta un territorio 10 veces mayor si la dieta se basa en carne de animales herbívoros que si es fundamentalmente vegetal, y 10 veces mayor si se basa en carnívoros (una opción sumamente rara). De ahí que los cazadores-recolectores necesiten territorios muy superiores a los de los agricultores primitivos (ver tabla 0.1): 8 km2 por persona los pigmeos en la sabana subtropical, 30 km2 los aborígenes australianos o 200 km2 los esquimales (aunque es cierto que los cazadoresrecolectores actuales ocupan en general territorios marginales). Una estimación sitúa en 15 millones los cazadores-recolectores que podría alimentar el planeta: unas 100 veces menos que la población mundial —fundamentamente agraria— en 1900 y 450 veces menos que los actuales 6.700 millones.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de wikipedia (world population)

Si aplicamos la escala logarítmica a los dos ejes (población y tiempo), el resultado idealizado sería el gráfico 1.7.

Gráfico 1.7. Ciclos históricos de crecimiento demográfico

Fuente: Livi-Bacci (1990:34) Se mejora así la visión del gráfico 1.6, aunque la lectura básica sigue siendo la misma: a lo largo de su existencia, a la humanidad le ha costado bastante crecer en número, aunque lo ha hecho a un ritmo bajo pero estable durante buena parte de su historia, bastante más rápido (en torno al 0,03 por ciento) tras el descubrimiento de la agricultura y la ganadería y mucho más (cerca del 1% anual) tras la revolución industrial. Hay otros cambios de ritmo y episodios

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En cualquier circunstancia, la población humana tenderá a crecer hasta alcanzar el límite de la capacidad de carga. El primero en formular esta principio con precisión fue un clérigo inglés llamado Thomas R. Malthus (17661834), en su Ensayo sobre el principio de la población de 1798, Malthus afirmaba que la población crece en proporción geométrica (o exponencial), a falta de factores que lo impidan (“si no está controlada”). Los alimentos, en cambio, que dependen de la tierra disponible, sólo pueden crecen en proporción aritmética (o lineal). La razón es sencilla: la población humana crece en forma de pirámide invertida, ya que cada nueva generación incrementará la población una vez que el número de nacimientos supere la tasa de reemplazo (2 hijos por pareja, o un poco más para compensar los individuos sin hijos) y este incremento se reproducirá ampliado en cada nueva generación. La combinación de estos dos ritmos de crecimiento distintos (“la desigualdad natural de las dos fuerzas de la población y de la producción de la tierra”) forma lo que se ha dado en llamar “la trampa malthusiana”: el mecanismo que hacía que cualquier incremento de productividad de la tierra quedara absorbido por un incremento aun mayor de la población. También se habla en ocasiones del “techo malthusiano”, el tope máximo de habitantes que una economía, dadas sus disponibilidades de factores productivos y tecnología, puede alimentar (una especie de equivalente económico de la capacidad de carga en ecología). 6

En las poblaciones que habitaban zonas costeras, la riqueza de recursos marinos o fluviales introducía algunas mejoras, pero el esquema básicamente era el mismo. 7 El hombre preindustrial ya ocasionó seguramente daños al ecosistema –extinción de algunas especies animales, deforestación—pero éstos no alcanzan ni de lejos la capacidad destructiva de las sociedades industriales. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUACIÓN A DISTANCIA

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Malthus según Malthus Crecimiento de la población: "Puede afirmarse que la población, cuando no se le ponen obstáculos, se duplica cada 25 años, esto es, que aumenta en progresión geométrica” (10) Crecimiento de las subsistencias: “Si suponemos que, siguiendo el mejor de todos los sistemas y estimulando todo lo posible la agricultura, se pudiera doblar la producción de la isla (Inglaterra y Escocia) en los primeros 25 años, probablemente nuestra suposición excedería a lo que puede esperarse razonablemente” (11) Principio de la población: “Suponiendo la población actual igual a mil millones de habitantes, la especie humana crecería como la progresión de los números1, 2, 4, 8, 16, 32, 64, 128, 256, y las subsistencias lo harían como la de los números 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9. Al cabo de dos siglos, la proporción entre la población y los medios de subsistencia sería como las de los números 256 y 9; al cabo de tres siglos, como los números 4.096 y 13 y al cabo de dos mil años la diferencia sería casi incalculable” (12) Limitaciones del crecimiento de la población Frenos preventivos: “El obstáculo preventivo, mientras es voluntario, es peculiar del hombre y resulta de la superioridad característica de sus facultades razonadores que le permiten calcular las consecuencias lejanas. (…) ¿No rebajará el rango que ocupa en la vida y no se verá obligado a abandonar gran parte de sus antiguos hábitos? ¿Tiene probabilidades de encontrar un empleo con el cual pueda sostener una familia? ¿No se expondrá a tropezar con mayores dificultades, y no tendrá que trabajar más que cuando estaba soltero? ¿podrá transmitir a sus hijos las mismas ventajas de educación y de mejoramiento que él ha disfrutado? ¿Tiene la seguridad de que, en el caso de tener una familia numerosa, sus esfuerzos podrán librarla de la pobreza y de la consiguiente degradación en la comunidad? ¿No se verá obligado, bajo el imperio de la necesidad, a tener que renunciar a su independencia y a recurrir a la caridad para sostenerlos? Consideraciones de esta clase son as que, en todas las naciones civilizadas, se oponen al deseo natural de los jóvenes de contraer matrimonio. (13-14) Frenos positivos: “Los obstáculos positivos que se oponen al aumento de la población son muy diversos, y comprenden todo aquello que contribuye en mayor o menor grado a acortar la duración natural de la vida humana, ya provenga del vicio, ya de la miseria. En este grupo habrá, pues, que incluir las ocupaciones malsanas, el trabajo excesivamente fatigoso, y la exposición a las inclemencias del tiempo, la pobreza extrema, la mala crianza de los hijos, la vida de las grandes ciudades, los excesos de toda clase, toda la gama de enfermedades comunes y las epidemias, las guerras, las pestes y las hambres” (14) “Examinando estas restricciones del aumento de la población que he clasificado en los dos grandes grupos de preventivos y positivos, veremos que pueden agruparse en tres: abstinencia moral, vicio y miseria” (15)

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Crecimiento de la producción de alimentos (Rendimientos decrecientes de la tierra): “Cuando se han ido aumentando año tras año los terrenos dedicados al cultivo hasta llegar a ocupar todas las tierras fértiles, el aumento el aumento anual de la producción de alimentos tiene que depender del mejoramiento de las tierras ya cultivadas, y es ésta una reserva que, por la misma naturaleza del suelo, en lugar de aumentar, tiene que ir disminuyendo gradualmente” (10) Resultado (Trampa malthusiana): “Esta desigualdad natural de las dos fuerzas de la población y de la producción de la tierra y la gran ley de la naturaleza que debe mantener con constantemente iguales sus efectos, forman el gran obstáculo que me parece insuperable en la senda de la perfectibilidad humana” (72) Citas tomadas de Malthus, Th. R (1951): Ensayo sobre el principio de la población, México, Fondo de Cultura Económica, trad. Teodoro Ortiz de la 2ª edición (1803).

1.2.1. Crecimiento de la población Examinemos con más detalle los dos mecanismos. Comenzando por el del crecimiento de la población. Aunque es evidente que hay una tendencia creciente, hay una serie de límites: el envejecimiento físico, las enfermedades mortales, los alimentos (o en general los recursos) disponibles para garantizar la vida, la capacidad de reproducción de los humanos, etc. Estas a su vez dependen de muy diversos factores: el clima, la inmunización a las enfermedades, la herencia genética, etc. Lo más sencillo es descomponer los dos componentes del crecimiento de la población: Natalidad: medida mediante la tasa de natalidad, el número de nacidos por cada 1.000 habitantes (en un territorio, un país, un grupo humano) Mortalidad: su tasa expresa el número de muertes por 1.000 habitantes Crecimiento natural (o vegetativo): diferencia entre natalidad y mortalidad (en %). Crecimiento total = Natalidad-mortalidad-Emigración+Inmigración La natalidad por su parte, tiene dos tipos de límites: unos biológicos y otros sociales y culturales. Los límites biológicos vienen dados por el hecho de que sólo la mitad de la especie (mujeres) pueden tener hijos, sólo pueden hacerlo durante un periodo de su vida, por el número de embarazos malogrados (mortalidad intrauterina), por la duración del período de gestación (nueve meses) y del periodo entre nacimientos (periodo intergenésico) y por la duración del periodo vital fértil. El máximo teórico de descendientes que podría tener una mujer, en las condiciones óptimas, es de 16,7 hijos, y en condiciones más restrictivas en torno a 4,3. Dicho de otro modo, el potencial biológico para el crecimiento es grande. Por ello, tienen más importancia los límites sociales y culturales, mucho más complejos y variados. Tienen que ver con la cantidad de alimentos, la frecuencia y edad de los matrimonios, el tipo de trabajo desempeñado, la exposición a determinadas enfermedades, las prácticas anticonceptivas y un

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muy largo etcétera; todos ellos actúan recortando ese máximo teórico de 16,7 hijos por matrimonio. En sociedades agrarias tradicionales (aunque esta es una categoría demasiado amplia) el número de hijos podía variar entre 5-8 hijos por mujer, mientras que las sociedades industriales avanzadas con diversos mecanismos de control de natalidad puede situarse en torno a 1.

Países Bajos Rusia-URSS EE.UU. (blancos) Australia Japón España

Los principales determinantes de la natalidad conocidos históricamente son:  la tasa de fecundidad: el número de nacimientos en un lapso de tiempo dividido por el número de mujeres en edad fértil (entre 15 y 49).  la edad al matrimonio: el matrimonio es una institución sumamente extendida en muy diversas civilizaciones, y la edad de las mujeres al casarse marca el número de años fértiles y por tanto el número posible de hijos.  la tasa de celibato: el porcentaje de mujeres (el de los hombres interesa menos) que no llega a casarse nunca.  la anticoncepción: aunque la difusión de métodos anticonceptivos eficaces es reciente (esterilización quirúrgica o la difusión de la “píldora” a partir de 1960), éstos existieron siempre bajo diversas formas, aunque son mal conocidos. La mortalidad es también resultado de la programación biológica. Una de las formas de medirla es la esperanza de vida al nacer E0, definida como la media del número de años que un recién nacido puede esperar vivir (hallando la media aritmética de las edades a la que mueren los nacidos en un determinado período). No obstante el hecho de que la esperanza de vida haya evolucionado al alza en el curso de la historia no quiere decir que biológicamente las personas seamos más longevas. De hecho, se cree que la esperanza de vida de los agricultores neolíticos era inferior a la de sus antepasados cazadoresrecolectores. Lo que ocurre es que E0 es una medida estadística, una media de lo que puede esperar vivir una persona en el momento de nacer; lo que nos viene a decir, por ejemplo, es que de cada 1.000 nacidos antes de la industrialización, 250 morían antes de cumplir un año, otros 250 antes de llegar a 20, otros 250 antes de los 45 y otros 240 antes de los 60: sólo diez de cada mil llegaban a esa edad (pero había gente, pocos, que podían llegar a vivir 80 o 90 años). Si uno superaba la infancia —una etapa de la vida muy poco saludable, sobre todo en la antigüedad— su esperanza de vida mejoraba notablemente8.

32,2

36,8 41,7

41,7 27,7 47,2

49,9 32,4 50,8

64,6 42,9 61,7

71,8 64,0 69,4

76,4 68,0 74,7

49,0 35,1 33,7 (1870)

55,0 37,7

65,3 45,9

59,1

75,9 77,8

Fuente: Livi-Bacci (1990:115). Suelen distinguirse dos tipos básicos de mortalidad:  Mortalidad ordinaria: los fallecimientos debidos a causas habituales: envejecimiento, enfermedades ordinarias, accidentes, etc. Incluye como subtipo la mortalidad infantil (número de niños menores de un año fallecidos/número de nacimientos en ese periodo), que es en casi todas las sociedades de base agraria responsable de una parte importante de la mortalidad. Los recién nacidos, sobre todo, pero los niños en general, eran muy sensibles a las enfermedades y la mala alimentación. De hecho, era frecuente hasta el siglo XIX que la mitad de los nacidos no vivieran para cumplir 10 años (lo que obviamente reducía mucho E0).  Mortalidad extraordinaria o catastrófica: la resultante de episodios aislados (aunque repetidos) de mortandad derivados de grandes epidemias, hambrunas, guerras, catástrofes naturales. Básicamente, si representamos las tasas de mortalidad (o simplemente las cifras de fallecidos sacadas por ejemplo de registros parroquiales), son los grandes picos de defunciones que se salen de la tendencia. La mayoría de estos episodios tienen alcance local o regional, pero algunos otros — como la Peste Negra del 1348 en Europa, o la casi extinción de las poblaciones indígenas de América en los años posteriores a la conquista española—alcanzan a todo un continente. Gráfico

1.8.

Número

de

enterramientos/año

en

Sevres

(Francia).

Tabla 1.4 Esperanza de vida al nacer (años) en algunos países (1750-1985)

Inglaterra Francia Suecia Alemania Italia

17501799 36,9 27,9 37,3

18001809 37,3 33,9 36,5

18501859 40,0 39,8 43,3

1880

1900

1930

1950

1985

43,3 42,1 48,5 37,9 35,4

48,2 47,4 54,0 44,4 42,8

60,8 56,7 63,3 61,3 54,9

69,2 66,5 71,3 66,6 65,5

74,7 75,4 76,8 73,8 75,9

8

La esperanza de vida a distintas edades se mide como E20, E45, etc, donde el subíndice indica la edad para la que se calcula. Por desgracia, tenemos pocos datos de estas esperanzas de vida intermedias, más difíciles de calcular.

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Fuente: Thomas y Jacques Farges, http://jfarges.perso.neuf.fr

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1.2.2. Crecimiento de la producción. La ley de los rendimientos decrecientes Lo que Malthus señala es que en las condiciones de la economía de su tiempo, el límite físico de la producción venía dado por la cantidad de tierra (sobre todo agraria) disponible. La agricultura sólo podría mejorar su producción de dos formas: *crecimiento extensivo: más aportes de tierra, trabajo o capital: poniendo en cultivo tierras incultas (roturación), o añadiendo más brazos o herramientas a las tareas agrarias. Malthus consideraba que la tierra agraria estaba aprovechada en su totalidad en su época, tras muchos siglos dedicados a la agricultura, y que los aportes de más trabajo o capital se encontrarían con el límite de la propia riqueza mineral de la tierra. *crecimiento intensivo: cambios tecnológicos, en la organización del trabajo o los cultivos que permitieran incrementos de la productividad total. Este tipo de mejoras, generarían los aumentos en la cantidad de alimentos, pero sólo linealmente, es decir, a un ritmo muy inferior al del crecimiento de la población. En cualquiera de ambos casos, al final las limitaciones del propio factor tierra generarían la aparición de rendimientos decrecientes: la productividad (producción/unidad de factor de producción) marginal tendería a disminuir, lo que reduciría la productividad media, y por tanto haría aparición el techo malthusiano. Tanto Malthus como otro de los mas importantes economistas clásicos, David Ricardo, encontraban que en las limitaciones de disponibilidad y productividad del suelo la causa que limitaría cualquier crecimiento económico futuro: es la denominada la ley de los rendimientos decrecientes. Ley que se cumplía inexorablemente mientras el crecimiento dependiera de los aportes energéticos de las plantas y los animales (pero no contaban con los combustibles fósiles). 1.2.3. La trampa malthusiana. En estas condiciones (crecimiento lineal de la producción de alimentos+ crecimiento exponencial de la población), se alcanzará antes o después el techo malthusiano. Sin embargo, el propio Malthus, que no veía que la ecuación pudiera resolverse por el lado de los alimentos, entendía que se resolvería por el lado de la población. Y esto podía ocurrir de dos maneras: por las buenas o por las malas. Por las malas actuaban lo que Malthus llamó frenos positivos (positive checks) o represivos: hambres, epidemias (que actuan sobre una población debilitada o simplemente más densa) o guerras que diezman la población y reestablecen el equilibrio con los recursos, lo que da inicio a un nuevo ciclo de crecimiento lento, que acabará en nuevos episodios de mortandad catastrófica. Por las buenas, en cambio, funcionan los frenos preventivos (preventative checks), que limitan los nacimientos y por tanto el crecimiento de la población. En este sentido, Malthus (clérigo del siglo XVIII) descartaba cualquier tipo de control de natalidad salvo la limitación en el número de los matrimonios y el retraso de la edad al casarse. Y consideraba ambos poco compatibles con la naturaleza humana y por tanto ineficaces.

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Según un demógrafo contemporáneo: Massimo Livi-Bacci (1990:81-82) “Considérese una población, aislada en un valle profundo, que viva de la agricultura. La diferencia entre nacimientos y defunciones provoca un crecimiento lento que, hipotéticamente, provoca la duplicación de la población cada dos siglos. En una primera fase se cultivan los mejores terrenos de la llanura del fondo del valle, cercanos al río, más fértiles, fácilmente irrigables y más accesibles. A medida que la población aumenta, aumentando a su vez la necesidad de comida, las mejores tierras se pondrán en cultivo hasta que sea necesario cultivar las tierras más alejadas, situadas en las laderas menos escarpadas del valle, difícilmente irrigables y menos fértiles. Con el aumento continuo de la población se hará necesario cultivar terrenos situados aun más desfavorablemente, más elevados, más fácilmente erosionables y aún menos productivos. Cuando se agote toda la tierra disponible, se podrán obtener nuevos aumentos de producción intensificando el trabajo en los campos, aunque también estos logros tendrán un límite, porque llegará fatalmente el momento en que la producción adicional de un par de brazos adicionales se aproximará a cero. Se da la circunstancia de que el proceso de crecimiento demográfico en un ambiente fijo (y, es preciso especificar, con tecnología fija) que induzca al cultivo de tierras progresivamente menos fértiles y con inputs de trabajo progresivamente mayores, se acompaña de rendimientos decrecientes por unidad de trabajo o por unidad de tierra.” Según un economista clásico: John Stuart Mill. “Puesto que todos los materiales de la manufactura se extraen de la tierra, y muchos de ellos de la agricultura, que en particular abastece todas las materias de la industria textil, la ley general de los rendimientos decrecientes debe ser aplicable, en última instancia, a la historia de la manufactura como lo es a la historia de la agricultura. A medida que la población crece y se fuerza más y más la capacidad de la tierra para dar un mayor producto, cualquier oferta adicional de materias y de alimentos se debe obtener con una inversión de trabajo que aumenta de forma desproporcionada” John Stuart Mill, Principios de Economía (1843), citado en Wrigley (1993:36)

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Figura 1.2 El sistema malthusiano de frenos represivos y preventivos en una situación de expansión.

decisión de casarse o abstenerse de hacerlo se toma teniendo en cuenta las circunstancias y las perspectivas económicas (F2a), la población se hallará todavía más alejada todavía del borde del precipicio y se puede extender con amplitud una modesta prosperidad (P2a).” Figura 1.3.

Nota: El sentido de las flechas indica la dirección presunta de la causalidad; el signo + o — indica el signo, positivo o negativo, sobre el fenómeno sucesivo. La línea de trazos indica una relación más débil que la continua. En el recorrido 1 el papel de la nupcialidad es considerable, en el recorrido 2 es débil.

Fuente: Livi-Bacci (1990:85) La fecundidad como freno preventivo, según E.A.Wrigley “Quizá se comprenda con mayor facilidad la importancia de la distinción [en las pautas de fecundidad de distintas sociedades] presentándolo en un diagrama. En la parte superior de la figura, la línea que hemos denominado M muestra cómo la mortalidad se eleva desde un nivel de partida establecido por el entorno local de enfermedades. Cuando el tamaño de la población supera un determinado punto, se empieza a experimentar una presión sobre la oferta de alimentos. A partir de este momento, un crecimiento mayor de la población supone el aumento constante de la mortalidad (M). Si la fecundidad es alta e invariable (F1: caso chino), el crecimiento demográfico sólo se detendrá cuando las cifras hayan alcanzado su máximo. Las consecuencias de la existencia de una población numerosa para el nivel de vida quedan claras en la parte inferior del gráfico, en la que la población P1 originada por la elevada fecundidad y una alta mortalidad, debe por consiguiente enfrentarse con unos ingresos reales bajos. Si la fecundidad es inferior en términos generales (F2), el crecimiento demográfico, ceteris paribus, se detiene en un punto más bajo, con un beneficio considerable para el nivel de vida (P2). Esta situación puede ser el resultado, simplemente, de un matrimonio más tardío, y la menor fecundidad que acompaña a este, en las poblaciones que no practican la contracepción. Si en general la fecundidad es más baja y además es sensible al aumento de la presión sobre el nivel de vida, como ocurre cuando la

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Fuente: Wrigley (1993:32-33)

La explicación de Malthus ha sufrido muchas críticas, fundamentalmente de dos tipos: *sociales: la capacidad de producción de alimentos, en un nivel tecnológico dado, depende también de cómo se organice la producción —régimen de propiedad, distribución del producto, incentivos a la mejora de la producción— de tal forma que el techo malthusiano no es sólo técnico sino sobre todo social/económico. Del mismo modo, con una distribución de la renta menos desigual, el número de hijos por pareja disminuye, al dejar de ser considerados una fuente de trabajo/ingresos para la familia y como resultado de mejoras en la educación. *históricas: Malthus no consideró la posibilidad de romper la trampa de los rendimientos decrecientes mediante incrementos en la disponibilidad de energía en forma de combustibles fósiles, pese a vivir en plena revolución industrial inglesa. Las críticas tienen sentido, pero sólo matizan, no anulan, la validez del esquema de Malthus para las sociedades de base agraria. En este sentido,

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Gregory Clark ha considerado que la historia de la humanidad puede resumirse en una única gráfica (esquemática, y basada en datos en buena parte estimados), donde la evolución de las economías de base agraria se mediría en términos de renta per cápita, y esta habría evolucionado sin una tendencia de mejora, oscilando en dientes de sierra en torno al techo malthusiano, hasta la revolución industrial. Este gráfico no muestra ninguna tendencia al crecimiento hasta 1800, cosa que sí es visible, aunque sea modestamente, en los gráficos de población (gráficos 1.1 y 1.7). Lo que vendría a demostrar que los sucesivos crecimientos de la productividad derivados de mejoras técnicas u organizativas (representadas en este gráfico por las tamos de pendiente ascendente de la curva) quedaron antes o después absorbidos por el crecimiento de la población (tramos descendentes), en un ciclo que sólo se rompió con el comienzo de la era de los combustibles fósiles.

el siglo XVIII. Sus rasgos fundamentales son:  Tasas de natalidad elevada: en torno a 35-40 por 1.000, como resultado de matrimonios frecuentes, a edad joven (18 años o menos para las mujeres), y de la consideración de los hijos como un recurso potencial para la familia y el grupo.  Tasas de mortalidad también altas: en torno al 30-35 por 1.000 de mortalidad ordinaria, pero con frecuentes episodios de mortandad catastrófica.  Tasas de crecimiento muy modestas (un 5 por mil como máximo, un 0,5% al año), que además pueden quedar anuladas por uno o más catástrofes demográficas (lo que hace que el crecimiento demográfico presente una forma característica de dientes de sierra). La esperanza de vida al nacer es baja (inferior a 40 años).

Gráfico 1.9. Tres mil años de evolución de la renta per capita (1000 adE-2000 dE) Gráfico 1.10. Variables demográficas en una parroquia inglesa (Colyton, Devon) 1550-1690

Fuente: Clark, G. (2008): A Farewell to Alms: A Brief Economic History of the World, Princeton, Princeton University Press, 2.

Regímenes demográficos y transición demográfica Llamamos demografía a la ciencia que estudia la población. Las diversas combinaciones de las variables demográficas (tasas de distintos tipos de mortalidad, de fecundidad, nupcialidad, celibato, etc.) constituyen un régimen o sistema demográfico. Básicamente se distinguen dos: Régimen demográfico antiguo: propio de las sociedades de base agraria, o economías orgánicas, al menos hasta la difusión de la industrialización desde

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Fuente: Wrigley, E.A. (1966): An introduction to English Historical Demography, reproducido en Cardoso, F.S. y Pérez Brignoli, H. (1977): Los métodos de la historia, Barcelona, Crítica, 115 Régimen demográfico moderno: propio de las sociedades industriales, aunque algunas economías importantes —China o la India, por ejemplo— prácticamente acaban de llegar a él. Sus rasgos fundamentales son:  Tasas de mortalidad bajas: en torno al 8-10 por 1.000 de mortalidad ordinaria, con una gran reducción de la mortalidad infantil, sin apenas incidencia de la mortandad catastrófica. Todo ello fruto de mejoras ligadas al crecimiento económico: nutrición, higiene, vivienda y sanidad.  Tasas de natalidad bajas, hasta llegar a un 10-15 por 1.000, resultado UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUACIÓN A DISTANCIA

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de prácticas deliberadas de control de natalidad, ligadas también a cambios culturales que llevan a tener menos hijos a los que se dispensan mayores cuidados. Tasas de crecimiento muy modestas (incluso negativas circunstancialmente en algunos países). La esperanza de vida, en cambio, aumenta espectacularmente.

Transición demográfica: se conoce con este nombre al proceso de paso de un régimen demográfico antiguo a uno de tipo moderno. La transición se inició en los países más industrializados de Europa en el siglo XIX, pero su segunda fase se ha completado a menudo tras la Segunda Guerra Mundial. La duración del proceso oscila entre los 185 años de Francia o los 70 de China o Rusia. Mientras dura, la población total puede multiplicarse entre 2 y 7 veces.   

1ª fase: reducción paulatina de la mortalidad, sobre todo por minoración de la mortalidad catastrófica y la infantil. La natalidad se mantiene alta, por lo que el crecimiento de la población aumenta hasta tasas elevadas. 2ª fase: reducción paulatina de la natalidad, ligada a restricciones en el número de hijos por pareja. El crecimiento natural va disminuyendo. 3ª fase: final de la transición: bajas tasas de natalidad y mortalidad, baja tasa de crecimiento, aumento de la esperanza de vida.

Figura 1. 4. La transición demográfica

Fuente: Livi-Bacci (1990:110)

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Tabla 1.5 Inicio, final y duración de la transición demográfica Inicio y final de transición

Duración (años)

1785-1970 1810-1960 1876-1965 1876-1965 1896-1965 1920-2000 1930-2000 1920-1990

185 150 90 90 70 80 70 70

Francia Suecia Alemania Italia Rusia-URSS México China Taiwán

Multiplicador de la población inicial 1,62 3,83 2,11 2,26 2,05 7,02 2,46 4,35

Fuente: Livi-Bacci (1990:111) 1.3. Crecimiento económico y otras nociones básicas La visión de Clark nos recuerda que debemos detenernos a discutir algunas nociones básicas, fundamentalmente cómo definimos y medimos el crecimiento económico. Resulta particularmente importante porque precisamente es la explicación del crecimiento económico a largo plazo —sus ritmos, sus mecanismos, sus causas— el tema central de la historia económica. Muchos de los conceptos que se explican son nociones básicas desarrolladas con mucho más detalle (y desarrollo gráfico y matemático) en cualquier curso de introducción a la economía: para quien las tenga dominadas, las explicaciones que siguen estarán de más. Para quien no tiene las nociones claras, en cambio, es importante que se cerciore de haberlas entendido debidamente, pues aparecerán a menudo en el desarrollo del temario. En todo caso, siempre podrá volver a estas páginas en caso de duda. Empecemos por el principio: en cierto modo, el crecimiento de la población es nuestro primer indicador, especialmente para épocas en las que no contamos con estadísticas modernas de producción, productividad, exportaciones, precios, etc. En cambio, los gobernantes han demostrado desde muy antiguo un interés por saber cuántos súbditos tenían: básicamente para reclutarlos para la guerra o gravarlos con impuestos. Y si no tenemos censos o recuentos de población, los restos arqueológicos suelen permitirnos hacer estimaciones demográficas bastante precisas. Así pues, para buena parte de la historia económica (de hecho, hasta el siglo XX) nuestro primer indicador de crecimiento económico será el crecimiento demográfico. Pero aunque constituye una primera pista (no hay más gente si no hay más comida, y hay más bocas también habrá más brazos para trabajar), puede ser una pista engañosa. El segundo indicador de crecimiento económico sería el incremento de los bienes y servicios producidos, lo que se llama en economía el producto (y que equivale a la renta o ingreso de la población, o expresado en otros términos a la oferta agregada). Lo malo es que no tenemos cálculos fiables de producto o renta nacional hasta después de la Segunda Guerra Mundial (los datos anteriores se basan en estimaciones…o sea, en conjeturas más o menos razonables). El producto puede medirse en unidades físicas (toneladas de hierro, número de vacas o comidas servidas en un restaurante), pero para

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poder sumarlo y compararlo —con otros países o épocas—es más práctico medirlo en unidades monetarias (dólares, liras, rupias o lo que toque).

como indicador de crecimiento económico utilicemos el PIB per capita, una ratio que combina y compara el los crecimientos del producto y de la población.

Estas unidades de valor pueden medirse de varias formas: *valores o precios nominales o corrientes: reflejan lo que valen o cuestan las cosas en un momento histórico concreto (el periódico en 1976: 100 pesetas) *valores o precios reales o constantes: son los precios nominales ajustados al coste de la vida de cada momento, es decir, la capacidad de compra de la unidad monetaria; suelen calcularse como ratio de precios/Índice de Precios al Consumo (u otro deflactor). Para series históricas, resulta sumamente importante usar precios constantes o reales. *valores o precios a PPP (paridad de poder adquisitivo): para tener en cuenta los diferentes costes de la vida en distintos lugares, se hacen IPCs equivalentes, no iguales (la de un país pobre, el peso de los alimentos en el IPC será mucho mayor, mientras que el coste de la telefonía móvil pesará mucho más en el IPC a PPP de un país rico). Gráfico 2009)

1.11

Precios

corrientes

y

constantes

del

petróleo

(1861-

Tabla 1.6. PIB/per capita en los cinco continentes (1950-2008) (dólares internacionales de 1990) África (media) Guinea Ecuatorial Rep.Sudafricana Marruecos Senegal Zaire

1950

1970

1990

889 540 2.535 1.455 1.259 570

1.335 1.309 4.045 1.616 1.435 768

1.425 1.780 1.552 22.049 3.834 4.793 2.591 3.465 1.254 1.456 510 249

2008

1970

1990

2008

Noruega Francia España URSS Albania

5.430 10.027 18.466 28.500 5.186 11.410 17.647 22.223 2.189 6.319 12.055 19.706 2.841 5.575 6.894 7.904 1.001 2.004 2.499 4.149

Oceanía

América Estados Unidos Chile Brasil Guatemala Haití

9.561 15.030 23.201 31.178 3.670 5.231 6.401 13.185 1.672 3.057 4.920 6.429 2.085 2.919 3.240 4.461 1.051 919 1.005 686

Asia (media)

715 1.528 2.783 5.611 2.218 5.695 17.541 31.704 1.921 9.714 18.789 22.816 30.387 32.573 7.343 17.311 619 868 1.309 2.975 645 709 604 869

Hong Kong Japón Qatar India Afganistán

1950 Europa

Australia 7.412 12.024 17.173 25.301 Nueva Zelanda 8.456 11.189 13.687 18.653

Mundial

2.111 3.729 5.150 7.614

Nota: El dato de la URSS es en 2008 la media de los antiguas Repúblicas de la URSS. Se ha seleccionado el dato más alto y más bajo de cada continente, y tres países sin criterio fijo, aunque oscilando en torno a la media. Fuente: Angus Maddison (2010), en www.ggdc.net/maddison

Fuente: Citadas en el gráfico, extraído de Forbes.com La magnitud utilizada habitualmente para medir el producto es el PIB (o GDP en inglés, Producto Interior Bruto), que es levemente diferente del PNB (Producto Nacional Bruto), que incluye el valor de bienes y servicios producidos por empresas nacionales en países extranjeros, o de la Renta Nacional, o el PIN, Producto Interior Neto (estas llamadas macromagnitudes, se explican en cualquier texto de economía básica). El problema de medir el crecimiento sólo en términos de PIB es —aparte de algunos problemas del indicador mismo, como el hecho de no incluir el trabajo doméstico no remunerado o los costes de los daños medioambientales— que los incrementos de producción pueden quedar absorbidos, anulados, por crecimientos paralelos de la población, como señalaba Malthus. De ahí que

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Así pues, el crecimiento económico se define como el incremento sostenido (en el tiempo) de la producción total de bienes y servicios en una sociedad determinada, formulado en tasas de crecimiento anual (en %) del PIB per capita. El crecimiento económico, como el de cualquier variable, es acumulativo, de tal modo que un 1% anual significa que el PIB/pc se duplicará en 70 años, al 2% en 35 años, etc. De ahí que tasas aparentemente modestas —en torno al 9% para China o el 3% de la economía española en los últimos años—reflejen procesos de enriquecimiento espectaculares. Al mismo tiempo, al tratarse de un valor relativo (un porcentaje) no refleja expresamente los niveles de partida y los incrementos en términos absolutos: un 0,5% del PIB de EE.UU. de 2008 serían unos 71.000 millones de dólares internacionales, que equivale a casi una cuarta parte del PIB de Nigeria (datos de PIB a PPP, del Banco Mundial). En este sentido, las tasas de crecimiento son potencial e históricamente mayores en economías más atrasadas, con márgenes mayores de aumentos de productividad, que en las más avanzadas, donde los aumentos de

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productividad son mucho más costosos. Así pues, no hay que olvidar que una tasa es siempre un dato relativo, que se refiere a un total absoluto que puede ser muy distinto. ¿Qué factores explican el crecimiento económico? Ya mencionamos antes que hay dos tipos distintos de crecimiento (intensivo y extensivo). En ambos intervienen distintas combinaciones (volúmenes y tipos) de factores de producción, que determinan el producto total. Los factores de producción, tal como los definieron los economistas clásicos del siglo XVIII son: son:  Tierra: entendida ahora en un sentido amplio, incluye los recursos naturales empleados en la producción de bienes y servicios. Se remunera a sus propietarios con la renta de la tierra.  Trabajo: se refiere exclusivamente a la labor desempeñada por la mano de obra humana (las máquinas o animales, aunque realicen trabajo por sí solas, son consideradas capital), y remunerada (en las sociedades actuales) con los salarios.  Capital: son bienes producidos por el hombre y que contribuyen a la producción: herramientas, máquinas, instalaciones, infraestructuras, dinero, etc. Se remunera con el beneficio o el interés. Una parte del capital, no invertido directamente en la producción pero igualmente importante es el llamado Capital Social Fijo, básicamente fruto de inversiones anteriores en educación infraestructuras públicas (vías, drenaje de tierras, regadíos, aeropuertos) que facilitan una mayor productividad de las inversiones empresariales.

albañiles en una obra, pero a partir de cierto punto cada par de brazos acabará estorbando casi tanto como ayuda; el típico problema escolar de matemáticas (Si 10 obreros tardan 300 días en construir una casa ¿cuánto tardarán 100 obreros?) es un sinsentido económico. Incluso el capital, y los costes de organización darán rendimientos decrecientes…salvo que se produzca una innovación o un cambio tecnológico que permitan otra forma de organización de la producción. Por eso, los saltos de producción importantes nacen de innovaciones (tecnológicas u organizativas) que dan como resultado ganancias de productividad. He aquí otro concepto importante: la productividad es la relación entre el valor del producto resultante y el de los factores de producción empleados. Rendimiento es otra forma de referirse a la productividad, aunque normalmente suele usarse sobre todo para la de la tierra.

Una rama de la economía habla de capital humano para referirse a las capacidades añadidas a la fuerza de trabajo del hombre como resultado de la educación o la pericia adquirida. Se considera que éstas son fruto de inversiones anteriores (de tiempo y recursos) en formación, y que por tanto constituyen un factor que tiene más de capital que de trabajo. A estos tres factores básicos, algunos economistas añaden un cuarto: 

Capacidad empresarial: entendida como la aportación que realiza el empresario que organiza la producción, obteniendo así una producción mayor de la que existiría sin este factor. Así, la ecuación habitual para definir el Producto sería. PIB= f (Tierra+Trabajo+Capital) que equivale a Renta Nacional= Renta de la Tierra+Salarios+Beneficios+Intereses

No obstante, las funciones de producción que manejan los economistas actuales incluyen, además de los incrementos en el volumen de los factores (crecimiento extensivo), otros que se derivan de mejoras técnicas o de organización de la producción, y que son difíciles de calcular directamente, pero se estiman mediante el cálculo del llamado residuo de Solow o Productividad Total de los Factores (PTF). El crecimiento de la producción de tipo extensivo está limitado siempre por los rendimientos decrecientes: se pueden poner más tierras en cultivo, pero estarán más alejadas o serán de peor calidad. Puede aumentarse el número de

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Productividad= Producción/ recursos La productividad, como el producto, puede medirse en unidades físicas o, mejor, en unidades monetarias. Para épocas remotas, en que no tenemos estadísticas, empleamos medidas físicas ( toneladas de grano/hectárea), pero las unidades monetarias facilitan la comparación (valor del producto/valor de la hora trabajada). Aunque la productividad puede calcularse para los tres factores productivos, suele considerarse que la fundamental es la del trabajo, y de hecho cuando no se especifica debemos entender nos referimos a ésta. No obstante, como decíamos antes hay otros factores que contribuyen a la productividad total, que es siempre superior a la suma de las productividades parciales de cada factor: es esa otra parte que se estima mediante cálculos y recibe el nombre de Productividad Total de los Factores. La PTF mide así la incidencia de los cambios tecnológicos, el capital humano, las economías de escala (ahorros derivados de la producción a gran escala) o el capital social fijo (inversiones sociales en infraestructuras o educación). Las cuatro fuentes del crecimiento económico El crecimiento económico, puede darse como resultado de cuatro procesos distintos: 1. Inversión (crecimiento soloviano, en honor a Robert Solow): la productividad del trabajo depende de la cantidad y calidad de los equipos con que cuenta el trabajador (lo que los economistas llaman relación capital-trabajo). Si mejora ésta, es decir, si cada trabajador cuenta con más o mejores equipos, aumenta la producción per capita. Los equipos significan inversión (capital), que nace del ahorro, es decir, de la abstención del consumo presente para poder consumir más en el futuro. 2. Expansión comercial (crecimiento smitheano, por Adam Smith): el aumento de la productividad nace en este caso de las mejoras derivadas de la división del trabajo (más especialización en las tareas y más capacitación de los trabajadores) vinculadas al aumento de los intercambios: son las ganancias del comercio desarrolladas por los clásicos. Para que los obreros de la fábrica de alfileres retratada por Adam Smith puedan especializarse, es necesario que otros obreros se

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especialicen en otros productos, los agricultores produzcan alimentos (y demanden alfileres en cantidad suficiente) y que haya comerciantes y transportistas encargados de agilizar los tráficos. 3. Efectos de escala (o tamaño): se deriva de la reducción de costes unitarios cuando se produce a mayor escala. Está obviamente relacionado con el anterior —el incremento de escala suele ir unido a la especialización y división del trabajo— aunque es distinto en su naturaleza. 4. Conocimientos (crecimiento schumpeteriano, por J.A. Schumpeter): el aumento del caudal de conocimientos (lo que incluye progreso tecnológico pero también cambios institucionales) es la última y más conocida de las fuentes de aumentos de productividad.

personales o profesionales (camareros, abogadas), al transporte, el sector financiero o el ocio. Aunque la asignación de los sectores es a veces problemática —el guión de una película es un servicio, su producción un producto industrial, aunque actores y directores prestan allí servicios, y su distribución y proyección de nuevo un servicio—, permite retratar las grandes etapas de la evolución de la economía, como hizo Colin Clark. *economías agrarias: dominantes a lo largo de la humanidad, caracterizadas con un sector primario dominante (emplea más del 80% de la población y genera una cuota análoga del PIB), un secundario pequeño y un terciario algo mayor, pero caracterizado por servicios sobre todo personales (criados). *economías industriales: tras la revolución industrial, reducción paulatina del sector primario hasta niveles inferiores al 20%, crecimiento del secundario en torno al 30-40%, y un sector servicios *economías postindustriales: el primario reduce su peso, casi debajo del 5%, la industria se mantiene y es el sector servicios el que crece, pero cambia además su naturaleza. Los diferentes equilibrios entre los sectores económicos reflejan formas de organización de la economía y niveles tecnológicos muy distintos: la reducción del peso del primario en el PIB y la población activa exige un incremento de la productividad de la agricultura que sólo fue posible en vísperas de la revolución industrial. A su vez, el crecimiento de la industria es un factor muy relevante en las primeras etapas del crecimiento económico moderno, pero según mejora la tecnología y la organización de la producción a lo largo del siglo XX, también el secundario experimenta unas mejoras de productividad que —como había hecho antes la agricultura— permitirán reducir su peso en el conjunto de la economía aunque siga produciendo un volumen incluso mayor de bienes. Por último, el crecimiento, diversificación y modernización del sector servicios (incluyendo los de información y comunicación en nuestros días), especialmente tras la Segunda Guerra Mundial, caracteriza unas economías industriales avanzadas, o incluso postindustriales. De ahí que el cambio estructural —del equilibrio entre los distintos sectores— sea un indicador básico de los procesos de desarrollo.

“Los cuatro tipos de crecimiento se refuerzan unos a otros de muchas y variadas formas. Por ejemplo, una opinión ampliamente aceptada sostiene que gran parte del cambio tecnológico se manifiesta como nuevos bienes de capital; por tanto, si no hubiera acumulación de capital el crecimiento económico sería lento. En la medida en que esta opinión sea correcta, el crecimiento soloviano y el schumpeteriano van de la mano. El crecimiento schumpeteriano puede compaginarse también con el crecimiento smitheano, como ocurrió, por ejemplo, cuando los avances técnicos de la navegación llevaron a incrementar las ganancias comerciales, como consecuencia del abaratamiento del transporte” Basado en Joel Mokyr (1993): La palanca de la riqueza. Creatividad tecnológica y progreso económico, Madrid, Alianza, 19-23 Con todo, el crecimiento económico no agota el examen de la evolución a largo plazo, fundamentalmente porque no nos dice casi nada sobre que procesos están produciendo los incrementos del producto. Tasas de crecimiento parecidas (pongamos del 1%) pueden significar un mínimo alejamiento de la miseria en una sociedad agraria y un salto en la producción importante en una sociedad industrial avanzada. Pero es que además el propio PIB constituye sólo un indicador parcial. De ahí que, al concepto de crecimiento, se añada el de desarrollo económico. Hablamos de desarrollo económico cuando en una sociedad determinada el proceso de crecimiento va acompañado en cambios importantes en la estructura de la economía. Definimos la estructura económica como el componente estable de la organización de una economía, con especial referencia a la pauta de distribución de la actividad y la renta en una sociedad entre los tres sectores económicos:  Sector primario: actividades que extraen productos de la naturaleza: agricultura, ganadería, pesca y explotación forestal. En algunos casos incluye también la minería (como actividad extractiva) que en otras clasificaciones se considera, por su fuerte capitalización, industrial.  Sector secundario o industrial: actividades que transforman o elaboran los productos de la naturaleza u otros bienes intermedios: la industria y la construcción, fundamentalmente.  Sector terciario o servicios: actividades que no producen bienes materiales sino servicios de muy diverso tipo: desde servicios

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Tabla 1.7. Distribución del PIB por sectores (1995) en varios países Países Primario Secundario Terciario De renta alta Estados Unidos Japón De renta media Bolivia Bielorrusia Costa Rica Indonesia De renta baja Chad China Etiopía Honduras

2 2

26 37

72 61

17 15 14 16

28 24 44 44

55 61 42 40

38 19 56 23

15 50 7 30

46 31 38 47

Fuente: Cameron y Neal (2005:23)

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Progreso y retroceso económico

La constatación de que el concepto de crecimiento económico es un indicador demasiado pobre de las transformaciones profundas de la economía, del desarrollo sobre todo, ha llevado a la creación de otro tipo de indicadores que recojan estos cambios de forma más precisa. Algunos incluyen costes medioambientales del desarrollo, o aspectos no recogidos en el PIB como el trabajo doméstico de las amas de casa (tampoco de los amos de casa, pero son más raros). El más usado de estos indicadores ha sido promovido por la ONU con el nombre de Índice de Desarrollo Humano (IDH) y recoge una serie de datos de distinto tipo que se cree más precisos: Se han hecho algunas estimaciones históricas del IDH, con resultados como los siguientes, que confirman la necesidad de seguir trabajando en el diseño y mejora de índices de desarrollo.  Esperanza de vida al nacer (E0), como indicador de salud y longevidad de la población.  Conocimiento y educación, medido por la tasa de alfabetización en adultos (2/3) y matriculación en estudios primarios, secundarios y superiores (1/3).  Nivel de vida, tomando como indicador el logaritmo natural del PIB/per capita a PPP.

El concepto de progreso, aunque muy utilizado por políticos y visionarios, es de poca utilidad para el análisis de la historia económica, porque implica una valoración cualitativa y no cuantitativa. El progreso quiere decir mejor, mientras que el crecimiento sólo quiere decir más. No son equivalentes, ni mucho menos: la potencia de las bombas nucleares claramente multiplica la de cualquier otra arma conocida históricamente; ha crecido nuestra capacidad de destrucción pero ¿qué ha mejorado? ¿hemos progresado? La noción de progreso implica juicios morales sobre lo que es mejor o peor —¿educación para todos, prolongar lo más posible la vida humana, garantizar una renta mínima a todas las personas, acabar con las guerras o con el sufrimiento de los animales?—, y dificulta la construcción de índices cuantitativos. Es difícil de medir. Lo cual no quiere decir que no sea una cuestión importante. Muchas cosas importantes no son fáciles de medir. Hay además otra cuestión relacionada con el progreso, y es la idea de que el crecimiento económico, sobre todo el característico de las sociedades industrializados (el llamado crecimiento económico moderno), es sostenido e irreversible a largo plazo. *Que el crecimiento económico sea sostenido quiere decir que la tendencia del crecimiento se mantiene en el tiempo, aunque no implica que no existan altibajos e incluso periodos de recesión (tasas de crecimiento negativas). Tampoco quiere decir que sea sostenible en el sentido en que utilizan esta palabra la ecología y la economía crítica: que pueda satisfacer las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las posibilidades de las futuras para atender sus propias necesidades. El hecho de que buena parte del crecimiento moderno se base en el uso de combustibles fósiles (no renovables) e implique en los países ricos niveles de consumo de energía que difícilmente podrían hacerse extensivos (con la tecnología y recursos actuales) a toda la población mundial lleva a muchos expertos a tachar de insostenible nuestro modelo de crecimiento. *Que el crecimiento económico haya sido, en sus grandes trazos, históricamente sostenido (aunque no en términos per capita), no significa que sea irreversible. Existen episodios de regresión e incluso de reversión del desarrollo económico, pero la economía no regresa a las formas anteriores, sino que se transforma en algo distinto, aunque con niveles de desarrollo menores. Los dos casos más notables (para Europa) son la quiebra de la economía mediterránea tras la crisis del Imperio Romano en el siglo III dE, que llevó a un auténtico retroceso en el comercio, las comunicaciones e incluso en técnicas agrarias (por no hablar de la cultura, el derecho o la organización del Estado) a todas las economías afectadas. Pero la Europa feudal que surge de ahí, aunque más estancada y atrasada en muchos sentidos que la dominada por Roma, no era sin embargo exactamente igual, ni siquiera parecida a la Europa atrasada que habían ido conquistando los romanos desde hacía seis siglos. Otro ejemplo son los procesos de recesión (y en cierto modo el desdesarrollo) de buena parte de las economías del bloque soviético tras la implosión de éste a partir de 1989. La situación era en muchos sentidos peor que antes de la crisis...pero muy distinta de la de 1945.

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Se han hecho algunas estimaciones históricas del IDH, con resultados como los siguientes, que confirman la necesidad de seguir trabajando en el diseño y mejora de índices de desarrollo. Tabla 1.8. IDH en varios países (1870, 1913, 1950 y 1999) Australia Suiza Dinamarca EE.UU. Reino Unido Canadá Holanda Suecia Bélgica Francia Alemania Noruega

1870 0.516 0.515 0.512 0.506 0.500 0.488 0.486 0.483 0.469 0.463 0.463 0.454

1913 0.696 0.643 0.660 0.643 0.644 0.646 0.649 0.641 0.590 0.607 0.614 0.631

1950 0.780 0.782 0.781 0.802 0.766 0.772 0.784 0.780 0.751 0.729 0.744 0.776

1999 0.936 0.924 0.921 0.934 0.923 0.936 0.931 0.936 0.935 0.924 0.921 0.939

España Italia Japón Finlandia Uruguay Rusia Brasil India Jamaica Sudáfrica Corea del Sur Zaire

1870 0.301 0.268 0.248 0.239

1913 0.421 0.485 0.466 0.529 0.345 0.249 0.143

1950 0.627 0.668 0.676 0.707 0.681 0.694 0.448 0.247 0.532 0.479 0.459 0.274

1999 0.908 0.909 0.928 0.925 0.828 0.775 0.750 0.571 0.738 0.702 0.875 0.429

Fuente: N.R. Crafts (2006): “The Human Development Index and changes in standards of living: Some historical comparisons”, European Review of Economic History,1(3)

Frente al concepto de estructura, que alude a las partes sólidas, estables en el tiempo —aunque pueden cambiar— de una economía, el concepto de coyuntura económica se refiere las variaciones a más corto plazo (unos meses, unos años) de la actividad económica, medida con sus principales variables: empleo, inversión, precios, importaciones, ahorro, gasto público o privado, etc. Aunque los historiadores suele considerar un tipo de coyunturas más largas, de lustros, décadas o incluso más, frente a trimestres o incluso semanas para los economistas (en mercados volátiles como las bolsas), la idea de coyuntura es la misma, y su duración depende del proceso a que nos refiramos.

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La actividad económica parece moverse, por razones en parte desconocidas y demasiado complicadas para examinar aquí, en ciclos, caracterizados por fases de expansión (crecimiento) seguidas de otras de recesión o depresión (o decrecimiento). Algunos de los ciclos identificados abarcan periodos de 50 años (ciclos Kondratiev) y otros duran meses. Figura 1.5. Fluctuaciones económicas en el siglo XIX

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Crisis: en sentido estricto, la crisis no se refiere a un periodo prologado de depresión o estancamiento, sino al momento concreto del cambio de tendencia (tanto en un sentido como en otro). No obstante, es cierto que normalmente se utiliza como sinónimo de depresión, así que hay que aceptarlo y entenderlo de ese modo.

1.4. Los factores del desarrollo: el papel de la innovación y las instituciones Ya hemos examinado los factores que causan el crecimiento económico (diversas combinaciones de factores productivos), aunque tampoco es tan sencillo: si lo fuera, tendríamos las recetas para evitar las crisis. Pero ¿qué factores explican el desarrollo? La cuestión es bastante más complicada. En realidad, buena parte de esta asignatura trata de estudiar los problemas del desarrollo desde una perspectiva histórica. Hemos señalado en todo caso que, más importante que los aportes de más factores de producción (crecimiento extensivo), la clave del crecimiento (y ulteriormente del desarrollo) reside en los incrementos de productividad (crecimiento intensivo). Estos provienen de varias fuentes: a) Nuevas fuentes de energía y nuevos convertidores: ya hemos explicado cómo funciona. b) Nuevas herramientas, máquinas o procesos que permiten aprovechar mejor recursos insuficientemente aprovechados (arados de hierro, rotación de cultivos, fabricación de plásticos a partir del petróleo, excavadoras). c) Nuevas formas de organizar la asignación o aprovechamiento de los recursos existentes (mano de obra esclava en las plantaciones americanas, cadena de montaje, especialización del comercio, contabilidad de costes en la empresa)

Fuente: Bénichi, Régis y Nouschi, Marc (1987): Histoire economique contemporaine. La croissance du XIXème au Xxème siécle, París, Ellipses, 39. Más que analizar los distintos tipos de ciclos, interesa definir claramente los tres tipos de términos utilizados para describir las coyunturas, porque se emplean a menudo y no siempre con claridad. 



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Expansión: periodo caracterizado por el incremento o mejoría de los principales indicadores: población, producción, empleo, productividad, inversión, etc. No todos tienen por qué evolucionar a la vez, así que suele considerase fundamental el crecimiento del PIBpc. Ocasionalmente, sin embargo, una fase de crecimiento de la población puede ocultar caídas de productividad que comprometen el crecimiento futuro. Depresión o recesión: periodo de caída de los indicadores de actividad o renta, sobre todo el PIBpc. En términos actuales, los economistas hablan de una recesión sólo cuando se ha producido un descenso de la tasa de crecimiento del PIB en dos trimestres seguidos. En historia económica, a falta de indicadores estadísticos fiables, se usa a veces en un sentido figurado, como sinónimo de depresión.

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Buena parte de estos factores (los convertidores, las herramientas y muchos de los cambios organizativos) tienen que ver con lo que denominamos tecnología o técnica, es decir, la aplicación del conocimiento a la transformación del entorno. El desarrollo técnico está relacionado en buena parte con la ciencia (el método para generar conocimiento a través de la observación, la experimentación y la deducción), pero no es exactamente lo mismo. De hecho, existe innovación técnica (la rueda, por ejemplo) en épocas en que la ciencia no era ni siquiera un proyecto. Buena parte de la tecnología más relevante para la economía (la rueda, el injerto de los frutales, el arado de hierro, las máquinas de hilar de la revolución industrial) no fueron obra de científicos, sino de artesanos inquietos, o agricultores ingeniosos; muchas de estas innovaciones o inventos ni siquiera tienen inventor conocido. En realidad, sólo bien avanzada la industrialización, en el curso de la llamada “segunda revolución industrial” de finales del siglo XIX, se produce la aplicación sistemática de conocimiento científico —química, física, matemática—a la economía. Es importante que cuando hablemos de innovaciones recordemos que se trata de cambios técnicos (máquinas, herramientas, procesos de fabricación) pero también de otro tipo de cambios que permiten nuevas oportunidades de

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negocio. Según la clasificación de J.A. Schumpeter (Schumpeter 1966:66) las innovaciones pueden ser de varios tipos:  Introducción de un nuevo bien o una nueva calidad en un bien (innovación de producto). La difusión del café o la patata en Europa en el siglo XVIII, por ejemplo.  Introducción de un nuevo método de producción (innovación de proceso). La producción de sosa con el método Leblanc en 1791.  Apertura de un nuevo mercado.  Conquista de una nueva fuente de oferta de materias primas o bienes semimanufacturados. Como la anterior, explica en parte el imperialismo de fines del siglo XIX.  Aparición de una nueva organización en cualquier sector productivo (innovación organizativa).

Algunos cambios organizativos han resultado fundamentales, como lo fue para la agricultura medieval el descubrimiento (o la invención) de la rotación trienal de los cultivos. El cultivo continuado de la tierra exige que el suelo recupere los nutrientes que las plantas han absorbido para crecer. A falta de modernos fertilizantes químicos, los agricultores (de secano, sobre todo) desde el Neolítico hasta casi nuestros días han abonado con estiércol para acelerar la recuperación, pero incluso así era necesario dejar descansar la tierra, el llamado periodo de barbecho (una de las palabras más importantes que debe aprenderse en historia económica, según Josep Fontana). En la agricultura primitiva o de rozas, el barbecho podía durar varios años antes de volver a cultivarlo, pero ya desde a Antigüedad el régimen habitual de los cultivos de cereal de secano era el llamado de “año y vez” o rotación bienal: un año de labor, y otro de descanso (barbecho). En algún momento de la Edad Media, en zonas más húmedas del norte de Europa se descubrió que podía organizarse el cultivo mediante la división en tres partes (hojas): una para cereal, otra en barbecho y una tercera con otro tipo de cultivo (heno para el ganado, leguminosas, etc.) que permitía a la vez obtener un rendimiento de ese tercio y la recuperación suficiente de la tierra para el cultivo básico del cereal.

La lógica de la innovación tecnológica (según Joel Mokyr) El progreso técnico se produce por la aparición de: Macroinventos: innovaciones radicales (o “revolucionarias”, si se quiere) , que afectan profundamente a las formas de producción, y cuya elevada rentabilidad estimula fuertes inversiones que difunden su uso (en la Revolución Industrial: la máquina de vapor de Watt, el ferrocarril de Stephenson), y a su vez generan un flujo de:

Figura 1.6. Rotación de cultivos: comparación de producción y renta

Microinventos: mejoras de detalle que se añaden a un macroinvento mejorando sus prestaciones o adaptándolo a otro sector productivo. La combinación de ambos genera un proceso de cambio técnico que en buena parte se autoalimenta, a través del mecanismo del cuello de botella: Una innovación en una parte del proceso productivo (congelación de patatas pre-fritas) permite obtener beneficios de economías de escala concentrando la elaboración en una fábrica, pero crea un cuello de botella en la fase de preparación de las patatas, lo que genera incentivos para resolver las fases anteriores: el pelado se resuelve (lijado mecánico) pero el proceso de corte de las patatas en una forma homogénea resulta difícil de mecanizar y por tanto mucho más costoso. Ese es el nuevo cuello de botella, que determina la capacidad de producción y los costes medios de todo el proceso. Se invierten esfuerzos para salvar los principales escollos, que se derivan de la forma irregular (vagamente oblonga) de las patatas y de su textura, que impide cortarlas en una prensa. Se ensayan distintos métodos hasta que alguien descubre un procedimiento (no un invento como tal, pero sí una innovación): lanzarlas a gran velocidad mediante mangueras de agua a gran presión contra unas cuchillas en forma de reja que les dan la forma adecuada. (Este proceso, narrado en Fast Food, tuvo mucho que ver con el éxito en EE.UU. y luego mundial de una famosa cadena de hamburgueserías). Fuente: Mokyr (1993); Schloser, Eric (2002): Fast food : el lado oscuro de la comida rápida, Barcelona, Grijalbo.

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Fuente: Feliu y Sudrià (2007:33) De este modo, sin cambios en las herramientas ni técnicas, se incrementaba la productividad de la tierra en un 30% al año (de aprovechar la mitad a aprovechar dos tercios). Un inventazo. La posibilidad de alimentar más bocas (y trabajo para esos brazos). Sin máquinas ni abonos químicos. Otro ejemplo de cambio organizativo es el de la división del trabajo en una fábrica de alfileres, descrito por Adam Smith en 1776 en La riqueza de las naciones. Según Smith, esta especialización era la fuente principal de crecimiento económico de su tiempo (se le pasó lo del carbón y el vapor), y de ahí que a veces se denomina “smitheano” a este tipo de crecimiento. Muchas veces no es tan fácil distinguir las innovaciones organizativas de las técnicas, porque van muy asociadas: la creación de la primera gran cadena de

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montaje de automóviles de Ford en Highland Park en 1910 es un apasionante relato de la combinación de mejoras técnicas (incluidas grúas y ascensores) y otras puramente organizativas (incluida la prohibición a los trabajadores de sindicarse). Entendemos, por tanto, que el cambio técnico desempeña un papel fundamental en el cambio económico, pero a su vez ¿de donde viene el cambio técnico? Esta es una de las preguntas del millón, porque es evidente que algunos cambios técnicos requieren conocimientos científicos que sólo se alcanzan en un momento histórico, es decir, que el cambio técnico es acumulativo y por tanto es fruto de la acumulación de innovaciones anteriores. Pero hay otras innovaciones (la rotación trienal, por ejemplo) que seguramente estuvieron al alcance de muchas sociedades durante cientos de años ¿por qué no se produjeron? Partimos del supuesto de que la capacidad inventiva está uniformemente distribuida entre las distintas poblaciones humanas, aunque también de que el cambio tecnológico es acumulativo, de modo que aquellas sociedades que tengan un historial y un stock de tecnología mayor tendrán más probabilidades de introducir innovaciones. O sea, tendrán ventaja. Pero la historia de la tecnología está llena de ejemplos de civilizaciones técnicamente avanzadas que se estancaron: los imperios hidráulicos de Oriente Próximo, la China de los Jang (pólvora, papel, burocracia ). Y también de otras retrasadas que dieron un salto (la Inglaterra del siglo XV). La respuesta, por tanto, tiene que ver con tres factores. a) La dotación de recursos (y muy especialmente población/trabajo) y sus precios relativos: allí donde la tierra sea escasa, es más probable que avancen las innovaciones que intensifican su explotación, mientras que donde el trabajo sea abundante (y barato) habrá pocos incentivos para la mecanización. Tener carbón abundante y de calidad sin duda no estorbó a la revolución industrial británica. b) El nivel tecnológico anterior. c) El marco institucional: es un factor que apenas hemos mencionado directamente hasta ahora, pero que resulta capital para entender el cambio tecnológico, porque es ese marco el que define las reglas del juego de la economía, y por tanto lo que puede y debe hacerse, lo que es rentable y lo que no. De hecho, una de las aportaciones sustanciales de la historia a la economía viene precisamente de iluminar las complejas relaciones entre las instituciones —que los modelo económicos suelen tomar como un dato, una constante—y el funcionamiento de la economía, y en especial el cambio económico.

se nos ocurra. Una parte de estas instituciones guarda una clara relación con la economía: ¿existe la moneda? ¿cómo funcionan los mercados de productos y de factores? ¿están prohibidas determinadas exportaciones? Y en otros casos la relación es más lejana (¿ejército voluntario, de recluta o inexistente?, ¿creencia en un alma inmortal? ¿se come con palilllos, con cubiertos o con las manos?) pero pueden acabar desempeñando un papel en las explicaciones del cambio histórico.

Entendemos por marco institucional el conjunto más o menos coherente (de ahí lo de marco) de normas, organizaciones y creencias que determinan el modo de funcionar (las reglas del juego) de una sociedad determinada. Esta es una noción muy amplia de instituciones (demasiado amplia, para algunos); abarca desde el código penal hasta los sistemas de herencia, la existencia de castas, estamentos o clases sociales, las creencias religiosas y sus tabúes (que no se debe comer cerdo o que el préstamo a interés es pecado), el papel de hombres y mujeres (¿quién cuida a los hijos? ¿pueden heredar ambos?), la consideración de los pintores como artistas o como meros artesanos, si se conduce por la izquierda o por la derecha y prácticamente cualquier cosa que

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Figura 1.7. Un abanico de reglas de juego

Fuente: Tello (2005:109), basado en Gustaffson (1998). Suelen distinguirse incluye básicamente dos tipos de instituciones: a) Instituciones formales: la familia, las leyes, la organización del Estado o régimen político (incluido hacienda, ejército y burocracia), el régimen de propiedad, los sistemas de herencia, las organizaciones sociales (sindicatos, sociedades secretas), la empresa, las iglesias, los bancos, etc. b) Instituciones informales: las costumbres (el matrimonio temprano o tardío, por ejemplo), las creencias religiosas o de otro tipo, los valores (el valor de la amistad o de la palabra dada), las tradiciones, el lenguaje y sus usos, etc. Es decir, en general todo aquello que tiene más que ver con la cultura que con organizaciones o reglas formalizadas9. 9 La definición de instituciones informales (tanto en North como en otros autores) dista mucho de estar clara . Básicamente, hay tres corrientes: a) la que considera que las instituciones informales son sinónimo de cultura o tradición (mientras que las formales son todo lo que llamamos instituciones y normas en sentido estricto); b) la que considera formales las derivadas del Estado, e informales las de la sociedad civil; y c) la que llaman normas (o instituciones) informales a aquellas que se aplican de forma general, sin necesidad de imponer su obediencia, mientras que las formales son aquellas que alguien (normalmente el Estado, pero no sólo) impone. Ver Gretchen Helmke y Steven Levitsky, eds. (2006): Informal

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¿Cómo afecta el marco institucional a la actividad económica y por tanto al cambio económico? De muchas maneras distintas, pero básicamente marcando las reglas del juego en las que los agentes económicos (individuos, familias, empresas, Estado) toman sus decisiones. Esas reglas definen lo que puede y no puede hacerse, o mejor dicho, los costes y beneficios y los riesgos que atañen a la actividad económica. Las reglas del juego forman un marco más o menos estable en el que puede desarrollarse la producción y el intercambio de bienes (sin esa estabilidad tenderíamos al autoconsumo: sólo produciríamos lo que pudiéramos consumir). También determinan cómo se reparten las tareas en una economía, y cómo se reparte el pastel (el producto total) entre los distintos agentes económicos, y al hacerlo establecen unos sistemas de incentivos que orientan la actividad económica (sin mercados o con mercados muy imperfectos no tiene sentido producir mucho más que para garantizar la subsistencia; si el trabajo es esclavo, lo que el amo ahorra en salarios lo tendrá que gastar en control y vigilancia). A lo largo de los siguientes temas aparecerán a menudo las instituciones sociales y su papel en la economía.

técnico o económico de un determinado sistema de explotación (esclavitud, servidumbre, trabajo asalariado) o bien por la acción de los trabajadores, que se rebelan contra el sistema de explotación y lo van modificando. Cuando se llega a un punto en que las transformaciones parciales hacen insostenible la viabilidad de un “modo de producción”, una revolución da paso a otro nuevo, que permite un desarrollo tecnológico superior.

Ya hemos definido los tres factores que gobiernan el cambio histórico (recursos, tecnología e instituciones), pero falta explicar cómo. Es otra de las preguntas del millón: y como de costumbre, tampoco tenemos respuesta. Mejor dicho, tenemos varias respuestas, ninguna de las cuales es claramente superior a las demás. Toca exponerlas muy sintéticamente10. *Escuela clásica (y neoclásica): los cambios económicos se imponen como resultado de su mayor eficiencia y racionalidad (fruto de las elecciones de agentes económicos maximizadores en un contexto de opciones y recursos dados por el mercado), en la medida que permitan ahorrar costes y obtener beneficios. Esto exige un marco institucional que garantice la seguridad de los negocios, la propiedad privada (individual) de los factores productivos, incluidas las innovaciones tecnológicas (patentes), y la libertad de acción de los agentes económicos. En estas condiciones, los cambios tecnológicos y organizativos surgirán como respuesta “natural” a cambios en los costes relativos de los factores y por tanto en la estructura de los incentivos. *Escuela marxista: El nivel tecnológico de una economía está condicionado por las formas de organizar la producción y repartir el producto (modo de producción), y éstas a su vez dependen de qué clase social tiene el poder social y económico (relaciones sociales de producción). La clase dirigente (propietarios) explota el trabajo de la clase oprimida (trabajadores). El cambio sólo se producirá impulsado por los propietarios, por el agotamiento institutions and democracy: lessons from Latin America, Baltimore, The Johns Hopkins University Press, 5. 10 Hay que subrayarlo, porque si hasta aquí se ha hecho un esfuerzo de resumir grandes ideas, ahora se intentará retratar en un par de párrafos intentos de explicación complejos, bien argumentados y a los que cientos de pensadores han dedicado decenas de miles de páginas.

No hay forma humana de hacerles justicia, así que, por favor, recuerden que es como es como si nos presentaran por teléfono a un extranjero cuyo idioma no hablamos: sabremos cómo se llama, pero a nadie en sus cabales se le ocurriría decir que lo conoce. 1-45

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*Escuela institucionalista: Sostiene que las elecciones económicas no son meramente fruto de decisiones maximizadoras de agentes individuales, sino que tanto las limitaciones del juego económico como las decisiones de los agentes económicos dependen de marco institucional en que se insertan, que define las reglas del juego. Esto significa, entre otras cosas, que los agentes económicos nos son meramente individuales (empresarios, trabajadores, consumidores) sino también colectivos ( empresas, gobiernos, instituciones). En segundo lugar, estas organizaciones (instituciones) generan “unas reglas del juego y unas rutinas que orientan la toma de decisiones en situaciones de incertidumbre, constriñendo el marco de posibilidades de elección pero reduciendo también el riesgo y el coste de obtener información, negociar contratos y asegurar su cumplimiento”, los llamados costes de transacción [Tello (2005: 109)]. En este sentido, hay que examinar las causas que determinan cambio en los marcos institucionales (juegos de reglas), causas que pueden ser de origen muy diverso: presiones sociales, cambios religiosos, innovaciones tecnológicas, transformaciones en los mercados, en el medio ambiente, aunque existe una tendencia (según Douglass North) hacia el desarrollo de marcos institucionales más eficientes, es decir, aquellos que generan un mayor crecimiento económico. Pero dentro de estas transformaciones, las instituciones tienen, por así decirlo, vida propia, y condicionan las posibilidades del cambio, ya que tienden a reproducirse o al menos a transformarse dentro de ciertos límites, lo que genera la dependencia de la trayectoria de la que ya hablamos. Las explicaciones que proponen estas escuelas —por supuesto en sus versiones más amplias y argumentadas—no son sin embargo del todo contradictorias (hay puntos en común) ni tampoco del todo convincentes. Buena parte de las que se desarrollen en estos apuntes oscilarán entre puntos de vista cercanos a las tres escuelas, pero intentaremos en lo posible introducir críticas o elementos de reflexión y referencias a puntos de vista alternativos. 1.5.

Sociedades humanas y sistemas económicos

El papel de las instituciones y su relación con la economía se entiende mejor si recurrimos al concepto de sistema económico: el conjunto de instituciones (relaciones y normas) que rigen la producción, distribución y consumo de los bienes y servicios de una economía. Tradicionalmente, los economistas clásicos (de Adam Smith a Karl Marx), y después los miembros de la Escuela Histórica Alemana a mediados del XX autores como W.W.Rostow o Colin Clark trataron de explicar la evolución de la humanidad a través de la caracterización de distintas etapas o fases de la

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Tema 1. Historia económica y desarrollo económico. ____________________________________________________________________________

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humanidad: fase cazadora, fase pastoril, fase agrícola, época comercial, época industrial. El concepto de sistema económico es heredero de esta tradición, y aunque ha caído en desuso entre la mayoría de los economistas e incluso muchos historiadores, tiene la utilidad de resumir bajo un solo término un conjunto de rasgos particulares que definen formas distintas de organizar la economía y la sociedad: actividad o sector económico predominante, nivel tecnológico y principales rasgos del marco institucional. Los sistemas económicos que presentaremos están basados en los de la escuela marxista (modos de producción), aunque la terminología es aceptada mucho más ampliamente. Los principales son:  Esclavismo: caracterizado por la esclavitud como forma dominante de trabajo (trabajo en masa), en sociedades agrarias atrasadas, aunque con cierto desarrollo tecnológico (agricultura de regadío) con poderes políticos centralizados y autoritarios(ciudades-estado o imperios), en manos de castas de sacerdotes y guerreros. Los recursos se apropian mediante requisa y se reparten de forma autoritaria. Es un sistema económico propio de la Antigüedad, pero probablemente el peor conocido y definido.  Feudalismo: propio de sociedades agrarias con escaso nivel tecnológico, autoridad política fragmentada (cada señor feudal es máxima autoridad en su territorio), mano de obra campesina libre o de siervos (no pueden abandonar las tierras sin permiso del señor feudal, ni ellos ni sus hijos), pero ligada a sus señores no por contratos sino por relaciones personales de dependencia. El régimen de propiedad (de la tierra, sobre todo) se caracteriza por dominios compartidos: señores y campesinos tienen derechos sobre las mismas tierras, el rey y el señor feudal son de modos distintos dueños del mismo territorio, en el patrimonio de la iglesia los sacerdotes sólo son usufructuarios, no dueños. Los tipos de explotación (de la tierra) oscilan entre grandes fincas señoriales (dominios) y explotaciones campesinas familiares. Existen cierto desarrollo de los mercados y las ciudades, pero el grueso de la población es rural y la producción se orienta al autoconsumo. La clase dominante es un estamento (hereditario) de guerreros y sacerdotes con privilegios legales diversos. Es la forma que dominó buena parte de la Edad Media y moderna en Europa, pero identificada también en Japón antes de la industrialización y en otras zonas y periodos.  Capitalismo: se caracteriza por el predominio del capital (frente a la tierra o el trabajo) en la producción. Por tanto, los dueños del capital (capitalistas o burgueses) son la clase dominante en la sociedad, que organizan la producción, retienen el grueso de los beneficios y detentan el poder. Frente a ellos, una clase de obreros (proletarios) que sólo poseen su fuerza de trabajo, que contratan en el mercado a cambio de un salario. Ninguno de estos dos grupos tiene privilegios legales y no existen barreras de nacimiento para pasar de uno a otros; todos son libres para contratar en los mercados, pero la posición dominante de los patronos les permite explotar a los obreros, pagando por su trabajo menos de lo que produce (plusvalía). La propiedad privada de los medios de producción (tierra y capital: instalaciones, tierras, maquinaria), así como la existencia de mercados “libres” son requisitos necesarios, pero no exclusivos del capitalismo. Existe

un Estado fuerte, aunque el régimen político puede ser muy distinto (de la dictadura a las democracias pasando por distintos sistemas representativos). Va asociado a un fuerte desarrollo tecnológico, en el que se incrementa la importancia de las inversiones del capital (máquinas, instalaciones e infraestructuras) y por tanto el poder de lo dueños del mismo. El capitalismo se ha ido imponiendo en el mundo, desde su origen en las ciudades medievales, a su ascenso en Holanda o Inglaterra en los siglo XVI y XVII, en toda Europa tras la revolución francesa de 1789 y en el mundo como resultado de las colonizaciones europeas. Socialismo o comunismo: es el sistema que Marx y otros pensadores revolucionarios concibieron como el estadio superior de la evolución. La propiedad privada sería sustituida por la colectiva (marxistas) o abolida (anarquistas). Mal definido por los teóricos, su versión histórica (llamado a menudo “socialismo real”) fue la organización económica de la URSS y el bloque soviético entre 1917 y 1989. Se caracteriza por la propiedad estatal de todos los bienes de capital, y el empleo de la planificación burocrática como sustituto del mercado en la asignación de factores y productos. La estructura social es igualitaria, aunque una casta de dirigentes políticos y militares (nomenklatura) gozan de claros privilegios. Las elevadas inversiones estatales permiten desarrollos acelerados de la industria pesada e incluso avances tecnológicos, pero la producción y distribución de bienes de consumo es muy ineficiente. Aunque conserva apariencias políticas democráticas —elecciones, sindicatos— en realidad funciona un sistema de partido único, fuertemente represivo y sin libertades públicas. El sistema socialista histórico (salvo en Cuba, Corea del Norte y en parte Vietnam) colapsó tras la caída del Muro de Berlín en 1989. Un país tan importante como China conserva un sistemas nominalmente socialista, aunque más en los aspectos políticos e ideológicos que en la organización de la economía, cada vez más abierta a la iniciativa privada y los mercados.

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Figura 1.8. Cartel de propaganda chino (años 1970)

Fuente: International Institute of Social History, http://www.iisg.nl/landsberger/

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Tema 1. Historia económica y desarrollo económico. ____________________________________________________________________________

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Esta descripción de los sistemas económicos es esquemática, y no exenta de debates. Sabemos por investigaciones recientes que los mercados—locales e internacionales— y la moneda tenían más importancia de la que creíamos en el feudalismo europeo de la Edad Media. El trabajo servil (ni esclavo ni libre) no siempre se dio en todos los sistemas feudales, y en Europa occidental desapareció en el siglo XV. Hay quien sostiene que el capitalismo en realidad se implantó en Europa a partir del siglo XV (fase del capitalismo comercial) y otros que consideran que el socialismo soviético fue en realidad un capitalismo de estado. Los modelos, y esta descripciones de los sistemas económicos lo son, sólo ofrecen representaciones simplificadas, idealizadas o estilizadas de la realidad. Los hechos históricos rara vez encajan del todo en los modelos.

6. Conceptos básicos

Estos modelos ¿significan estadios necesarios en el desarrollo de las distintas sociedades? ¿implican un progreso desde fases inferiores a otras superiores? Desde luego, así lo creía Marx y muchos de los economistas de la Escuela Histórica Alemana. Actualmente, en cambio, tendemos a considerar estos modelos como representaciones útiles de la realidad histórica, pero no como una sucesión lineal de etapas de desarrollo. Tampoco están claros los mecanismos que provocarían el paso de una forma de organización a otra, aunque en general se entiende que diversas razones llevaban al colapso de un sistema y permitían el desarrollo pleno de formas de organización que ya se venían desarrollando de forma embrionaria en el seno del sistema vigente (el capitalismo en las ciudades de la edad media, el feudalismo en las villas rurales de las últimas etapas del imperio romano). En todo caso, se nota mucho que fueron concebidos por pensadores europeos, porque se ajustan más o menos bien a la sucesión de etapas históricas en la Europa medieval, moderna o contemporánea, pero chirrían mucho más y encajan peor cuando se estudian otras partes del mundo. En todo caso, este tema ha estado dominado por los grandes esquemas y la aclaración de los conceptos básicos. Es hora de entrar ya en la exposición de los hechos y los procesos de la historia económica. 5. Resumen En estas páginas se ha tratado de: g) Presentar el tema central de la historia económica: el estudio de los mecanismos del cambio económico (crecimiento y desarrollo) a largo plazo. h) Subrayar la complejidad de los procesos de cambio económico. i)

Mostrar la utilidad del conocimiento histórico en la formación de los economistas.

j)

Plantear en qué consiste el éxito económico en contraste con el “éxito biológico” de la

Convertidores de energía Eficiencia energética Crecimiento económico Cambio económico Natalidad Fecundidad Trampa malthusiana Factores de producción Marco institucional

Revolución Industrial Revolución Neolítica Tecnología Producción/Productividad PIB per capita; IDH Cambio estructural Thomas Malthus Innovación (tipos) Economía orgánica/inorgánica Rendimientos decrecientes

7. Referencias CAMERON, Rondo y Neal, Larry (2005): Historia Económica Mundial. Desde el paleolítico hasta el presente, Madrid, Alianza, 4ª ed. CIPOLLA, Carlo Maria (1978): Historia económica de la población mundial, Barcelona, Crítica. DIAMOND, Jared (1998): Armas, gérmenes y acero. Breve historia de la humanidad en los últimos 13.000 años, Barcelona, Random HouseMondadori. LIVI-BACCI, Massimo (1990): Historia mínima de la población mundial, Barcelona, Ariel. LOMBORG, Bjorn (2003): El ecologista escéptico, Madrid, Espasa-Calpe. MALANIMA, Paolo (1995): Economia preindustriale. Mille anni: dal IX al XVIII secolo, Milán, Bruno Mondadori MALTHUS, Robert Th. (1798): Ensayo sobre el principio de la población, MARKS, Robert B. (2007): Los origenes del mundo moderno. Una nueva visión, Barcelona, Crítica. SMIL, Vaclav (2001): Energías. Una guía ilustrada de la biosfera y la civiliación, Barcelona, Crítica. TELLO, Enric (2005): La historia cuenta. Del crecimiento económico al desarrollo humana sostenible, Barcelona, El Viejo Topo. VILAR, Pierre (1980): Iniciación al vocabulario del análisis histórico, Barcelona, Crítica. WRIGLEY, E.A. (1993): Cambio, continuidad y azar. El carácter de la Revolución Industrial inglesa, Barcelona, Crítica.

especie humana. k) Sintetizar las grandes líneas de la evolución económica de la historia humana. l)

Señalar la conveniencia de superar un enfoque etnocéntrico de la historia.

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8. Textos

El comunismo o socialismo* según el Manifiesto Comunista (1848) ¿Crecimiento o progreso?

“Recientemente, escribió:

un

conocido

y

reputado

economista

no sabemos cuál es el propósito de la vida, pero si fuera la felicidad, entonces daría igual que la evolución se hubiese detenido hace mucho tiempo, ya que no hay ninguna razón para cree que los hombres sean más felices que los cerdos o los peces. Lo que distingue a los hombres de los cerdos es que aquellos gozan de un mayor control sobre el medio ambiente y no que sean más felices. Partiendo de esta base, el crecimiento económico es muy de desear (W.A. Lewis, The theory of economic growth, Londres,1955) La crítica fundamental que se hace en esta muestra de lógica la escribió Platón (Eutideos, siglo VI) hace siglos: “La riqueza no era una bendición por sí misma; si la guía la ignorancia, la riqueza es un mal peor que la pobreza, ya que tiene más fuerza para empujar las cosas hacia donde no deben ir. Si la dirigen la sabiduría y el conocimiento, la riqueza es una bendición”. El “control sobre el medio ambiente” puede ser utilizado como lo fue en Coventry e Hiroshima. Si este es el propósito de la vida humana, entonces yo, en lo que a mi respecta, preferiría ser cerdo. No sabemos en qué consiste la felicidad. Pero sí sabemos en qué no consiste. Sabemos que la felicidad humana no puede prosperar allí donde dominen la intolerancia y la brutalidad. Nada hay más peligroso que el conocimiento ténico cuando no va acompañado por el respeto a la vida y los valores humanos. La introducción de técnicas modernas en lugares que siguen dominados por la intolerancia y la agresividad constituye algo sumamente alarmante. Como escribí en otra parte: “adiestrar a un salvaje en las técnicas avanzadas no lo convierte en una persona civilizada. No hace más que transformarlo en un salvaje eficiente”. El progreso ético debe acompañar al desarrollo técnico y económico. Mientras enseñamos técnicas, debemos enseñar también el respeto a la dignidad, el valor y, de hecho, la santidad de la personalidad humana. Es necesario actuar con urgencia para que la última fase no resulte peor que la Primera” Carlo Maria Cipolla (1978:151-152)

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Ya dejamos dicho que el primer paso de la revolución obrera será la exaltación del proletariado al Poder, la conquista de la democracia . El proletariado se valdrá del Poder para ir despojando paulatinamente a la burguesía de todo el capital, de todos los instrumentos de la producción, centralizándolos en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase gobernante, y procurando fomentar por todos los medios y con la mayor rapidez posible las energías productivas. Claro está que, al principio, esto sólo podrá llevarse a cabo mediante una acción despótica sobre la propiedad y el régimen burgués de producción, por medio de medidas que, aunque de momento parezcan económicamente insuficientes e insostenibles, en el transcurso del movimiento serán un gran resorte propulsor y de las que no puede prescindiese como medio para transformar todo el régimen de producción vigente. Estas medidas no podrán ser las mismas, naturalmente, en todos los países. Para los más progresivos mencionaremos unas cuantas, susceptibles, sin duda, de ser aplicadas con carácter más o menos general, según los casos . 1.a Expropiación de la propiedad inmueble y aplicación de la renta del suelo a los gastos públicos. 2.a Fuerte impuesto progresivo. 3.a Abolición del derecho de herencia. 4.a Confiscación de la fortuna de los emigrados y rebeldes. 5.a Centralización del crédito en el Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y régimen de monopolio. 6.a Nacionalización de los transportes. 7.a Multiplicación de las fábricas nacionales y de los medios de producción, roturación y mejora de terrenos con arreglo a un plan colectivo. 8.a Proclamación del deber general de trabajar; creación de ejércitos industriales, principalmente en el campo. 9.a Articulación de las explotaciones agrícolas e industriales; tendencia a ir borrando gradualmente las diferencias entre el campo y la ciudad. 10.a Educación pública y gratuita de todos los niños. Prohibición del trabajo infantil en las fábricas bajo su forma actual. Régimen combinado de la educación con la producción material, etc. Tan pronto como, en el transcurso del tiempo, hayan desaparecido las diferencias de clase y toda la producción esté concentrada en manos de la sociedad, el Estado perderá

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todo carácter político. El Poder político no es, en rigor, más que el poder organizado de una clase para la opresión de la otra. El proletariado se ve forzado a organizarse como clase para luchar contra la burguesía; la revolución le lleva al Poder; mas tan pronto como desde él, como clase gobernante, derribe por la fuerza el régimen vigente de producción, con éste hará desaparecer las condiciones que determinan el antagonismo de clases, las clases mismas, y, por tanto, su propia soberanía como tal clase. Y a la vieja sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, sustituirá una asociación en que el libre desarrollo de cada uno condicione el libre desarrollo de todos.

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Dos formas de afrontar la supervivencia de la especie: estrategias K y r Figura 1.9.

Karl Marx y Friedrich Engels (1848): Manifiesto

comunista

*Nota: En el prólogo a la edición alemana de 1872, Marx y Engels señalan que “cuando este Manifiesto vio la luz, no pudimos bautizarlo de Manifiesto socialista”, de lo que se deduce que los dos términos les parecían equiparables.

Fuente: Livi-Bacci (1990:11)

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9. Actividades de autoevaluación

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4. ¿Por qué puede afirmarse que la historia económica comienza con la el descubrimiento de la agricultura y la ganadería en el Neolítico?

1. Defina los siguientes conceptos Crecimiento económico

5. Partiendo del gráfico de Livi-Bacci (Figura 1.2). ¿A qué se refiera la nota cuando dice que en el recorrido 1 el papel de la nupcialidad es considerable, en el recorrido 2 es débil?

Desarrollo económico Productividad Estructura económica

Trace el diagrama equivalente para una situación de recesión, teniendo en cuenta los posibles cambios en la tendencia de las variables, la dirección de las flechas y la intensidad de la relación causal.

Trampa malthusiana

2. Examine con atención la tabla 1.7. (Distribución del PIB por sectores (1995) en varios países ) y conteste a las preguntas a) ¿Qué tipo de actividades engloba cada sector?

b) En general, ¿los países más ricos presentan un sector primario grande o pequeño?

c) En general, ¿los países más pobres presentan un sector secundario grande o pequeño?

6. ¿Qué tienen en común la Revolución Neolítica y la Revolución Industrial?

d) En general, ¿los países más pobres presentan un sector secundario grande o pequeño?

e) ¿Cuál de los tres sectores nos indica de forma más fiable el grado desarrollo de un país?

3. ¿Cuál es la diferencia entre incremento de la producción e incremento de la productividad?

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7. ¿Por qué cree que se habla de una “trampa malthusiana” y qué tiene que ver los rendimientos decrecientes de la tierra?

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8. ¿Qué papel desempeñan las innovaciones tecnológicas en la explicación del desarrollo económico?

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Preguntas tipo test 1 La noción de sistema económico abarca: A. Las reglas de juego institucionales de una economía. B. Formas y tipos de producción predominantes. C. Las formas de reparto de la renta y la riqueza. D. Todas las anteriores.

¿Por qué es importante matizar que el crecimiento económico es un incremento sostenido de la producción total?: A. Porque lo importante es la tendencia a largo plazo (años, décadas), aunque haya oscilaciones más cortas. B. Porque es necesario que esté sustentado por una adecuado política económica. C. Porque debe medirse en términos de incremento per capita. D. Todas las anteriores. 10 La transición demográfica: A. Es un proceso que se prolonga durante décadas, aunque su duración varía de unos países a otras. B. Desemboca en una caida general de la mortalidad y la natalidad.sobre el bienestar o la dirección de la economía. C. Resultó fundamental para escapar a la trampa malthusiana . D. Todas las anteriores.

2 ¿Qué consecuencia que tienen en común las dos revoluciones económicas de la humanidad? A. El paso de la esfera de la ecología al de la economía. B. El empleo de nuevas técnicas (agrarias o industriales). C. Un incremento extraordinario en el número de habitantes. D. Todas las anteriores. 3 La forma más adecuada para medir el crecimiento económico es: A. En unidades físicas de producto, pues permite la comparación entre periodos y espacios distintos. B. A escala mundial, pues las estadísticas nacionales son insuficientes. C. En términos de producto per capita, pues sólo así se reflejan los aumentos de productividad. D. Todas las anteriores. 4 La noción de desarrollo económico incluye: A. Crecimiento económico y aumentos de productividad. B. Ausencia de innovaciones tecnológicas. C. Mejoras en el bienestar y las condiciones de vida de las personas. D. Crecimiento económico y cambio estructural. 5 Según la definición de Wrigley, las economías orgánicas se diferencian de las inorgánica en: A. Las distintas formas de organizar la producción. B. Las fuentes de energía disponibles. C. El marco institucional. D. Una combinación de los anteriores. 6 Entre las instituciones sociales que contribuyen a explicar el desarrollo económico figuran: A. La estructura social. B. La naturaleza del Estado o del régimen político. C. La religión y las ideologías dominantes. D. Todas las anteriores. 7 ¿A qué se denomina capital humano? A. Al conjunto de capacidades que la educación o la pericia añaden a la fuerza de trabajo. B. A la estructura de las relaciones familiares. C. Al volumen de la mano de obra en una economía dada. D. A los esclavos en aquellas economías donde existían. 8 El crecimiento económico de tipo extensivo es el originado por: A. Mejoras de productividad como resultado de innovaciones tecnológicas. B. La extensión o difusión de tecnologías ya conocidas. C. Incrementos en el volumen de factores empleados en la producción (inputs). D. Una combinación de los anteriores.

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APUNTES DE HISTORIA ECONÓMICA  GRADO 

Tema 2. La invención de la agricultura y las sociedades de la Antigüedad (10 000 adE‐ 450 dE) 

 

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Tema 2. La invención de la agricultura y las sociedades de la Antigüedad (10.000 adE-450dE) ____________________________________________________________________________

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Tema 2. La invención de la agricultura y las sociedades de la Antigüedad (10 000 adE-450 dE)

3. Algunas preguntas iniciales

 1. Resultados de aprendizaje Tras el estudio del tema, aspiramos a que sea capaz de: 1. Explicar por qué la mayor parte de la historia de la humanidad, hasta el Neolítico, es una etapa pre-económica. 2. Definir y situar cronológica y espacialmente la revolución neolítica en sus focos principales, ligados a distintos tipos de cultivos. 3. Argumentar la causalidad en la revolución neolítica: ¿de la población a la agricultura o de la agricultura a la población? 4. Caracterizar los principales componentes de la revolución neolítica (cultivo, domesticación) y sus principales consecuencias: sedentarización, inicio división social del trabajo. 5. Esquematizar las grandes etapas de la evolución socio-política de la antigüedad: *ciudades-estado; *imperios hidráulicos * ligas de ciudades; *imperio romano. 6. Situar cronológicamente los progresivos factores de enriquecimiento de la economías antiguas: aparición de la escritura, moneda, minería y metalurgia, comercio terrestre y marino, manufactura (y las marcadas diferencias tecnológicas entre las diversas regiones del mundo) 7. Identificar el papel de la esclavitud como rasgo común de las economías de la antigüedad, y las limitaciones que impone al crecimiento económico 8. Distinguir los tres principales modelos agrarios en este período: agricultura de secano con trigo en el Mediterráneo (intensiva en tierra/ganado); agricultura húmeda del mijo/trigo y luego arroz en China (intensiva en trabajo); cultivo del maíz/patata en América (carentes de fuerza animal). 9. Caracterizar la evolución del Imperio Romano como fase de auge de la economía esclavista en Europa, en comparación con el Imperio Han en China.

¿Se ha preguntado alguna vez por qué subsisten en la actualidad pueblos que no cultivan la tierra?



¿A qué llamamos revolución del Neolítico?



¿Cuál cree que ha sido el mayor invento de la humanidad?



¿Cualquier especie animal puede domesticarse? ¿Y cualquier planta cultivarse? ¿Qué significa exactamente domesticar?



Todos sabemos que hubo un gran imperio romano en la Antigüedad pero ¿y en otras partes del mundo? ¿Qué tenían en común los imperios?



¿Por qué los primeros hombres que dejaron de trabajar o cazar fueron guerreros o sacerdotes?



¿Cuándo se inventó la moneda?



¿Tiene alguna importancia la escritura para la historia económica?



Si era tan poderoso ¿por qué cayó el Imperio Romano?

2. Índice 2.1. 2.2.

Antes de la agricultura La domesticación de plantas y animales ¿cómo, cuándo, dónde y por qué? 2.3. El desarrollo de civilizaciones hidráulicas y las sociedades complejas 2.4. Tres modelos de desarrollo de la economía en la Antigüedad: civilizaciones comerciales, pueblos nómadas e imperios territoriales en el primer milenio adE 2.5. El apogeo de las civilizaciones del mundo antiguo: imperio romano e imperio Han 2.6. El peso de los pueblos nómadas en un mundo en transición (siglos III-VII dE).

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Tema 2. La invención de la agricultura y las sociedades de la Antigüedad (10.000 adE-450dE) ____________________________________________________________________________

4. Contenidos del tema 2.1. Antes de la agricultura La hominización, es decir, la evolución de las especies animales de primates y homínidos (australopithecus) hasta el género homo, y en especial homo sapiens sapiens, fue un proceso largo y no lineal que abarca unos siete millones de años, hasta unas fechas que los paleontólogos sitúan en torno a 1 000 000-500 000 adE (ver figura 0.1). Buena parte de este proceso tuvo lugar en el África oriental, donde se han encontrado los restos humanos y de homínidos más antiguos. Como otros procesos evolutivos, éste se conformó a base de una combinación de grandes saltos y pequeños cambios de los que perduraron aquellos que permitían una mejor adaptación al medio ambiente. Sin embargo, los resultados de la evolución humana, de la hominización, fueron excepcionales en comparación con otras especies animales: la capacidad de caminar erguido sobre dos piernas (bipedismo), la aparición de pulgares oponibles en las manos (que permitían agarrar objetos y manipularlos con más precisión) y sobre todo el crecimiento del cerebro y la aparición del lenguaje humanos son considerados hitos fundamentales en este largo proceso, todos ellos ligados entre sí pero cuyo desarrollo concreto no siempre es bien conocido, habida cuenta que deben deducirse a partir de restos materiales (huesos, sobre todo) escasos y fragmentarios. Lo cierto es que todos ellos dotaron a homo sapiens de una inteligencia y una capacidad de intervenir sobre el medio ambiente sumamente excepcionales en la naturaleza. Pero ni siquiera un animal tan evolucionado como homo sapiens se desprendió, a lo largo de la mayor parte de este proceso de su dependencia del entorno natural: como cazador-recolector dependía para su subsistencia de las especies vegetales o animales que podía recoger (semillas, frutos, bayas, tallos, mariscos o insectos) o cazar (mamíferos, aves). Es decir, hacía lo mismo que hacen otras especies de carnívoros u omnívoros: comer lo que le ofrecía la naturaleza, que le proporcionaba también las primitivas herramientas que empleaba (palos, piedras, huesos) o elementos para cobijarse (cuevas, ramas u hojas de árboles, pieles de animales) o calentarse (el propio fuego, antes de que adquiriera la capacidad de encenderlo, fue recogido del producido

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por rayos u otros fenómenos de combustión natural, y simplemente conservado). Tal dependencia de la naturaleza limitaba, como en cualquier otra especie animal:  sus posibilidades de supervivencia (esperanza de vida);  su número (que dependía del suministro natural, la biomasa);  su modo de vida (nómada, pues moviéndose continuamente a lo largo de territorios amplios disponía de más alimentos; un nomadismo que además limitaba el número de habitantes, pues dificultaba la crianza de los hijos, y el traslado de los ancianos o individuos más débiles);  su difusión geográfica, pues sólo podía instalarse en zonas (nichos ecológicos) donde las condiciones del suelo/clima/biomasa lo permitieran (aunque algunos inventos/descubrimientos previos al de la domesticación, como el fuego, le permitieron ampliar notablemente su difusión. Aunque puedan parecer insignificantes, en los primeros milenios de vida de homo sapiens (desde el 500 000 hasta el 10 000 adE, aproximadamente, dentro de la etapa que conocemos como Paleolítico), se produjeron ya importantes avances en materia de manejo de herramientas, conocimiento del medio ambiente y organización social que permitieron a la especie colonizar áreas cada vez más alejadas, mejorar su aprovechamiento del entorno (almacenando comida, por ejemplo o instalándose provisionalmente en alguna zona particularmente rica en recursos) y por tanto crecer en número. Desde África, donde tuvo su origen, homo sapiens se expandió hacia otros continentes, aprovechando en ocasiones los periodos glaciares que permitían recorrer y trasladarse por pasos ahora cerrados por los océanos, como ocurrió con el estrecho de Bering entre Siberia y Alaska, por donde llegaron a América en torno al 13 000 adE o la llegada a Australia mediante el uso de embarcaciones, en torno al 40 000 adE (ver mapa 2.1). La tecnología ligada a las actividades de caza, pesca y recolección de productos, a la vez que el uso de materiales como la piedra, huesos, pieles o el fuego, para evitar las inclemencias y rigores del clima, hicieron posible esta expansión. El modo de vida nómada incrementaba las posibilidades de crecimiento de la población en los pequeños grupos humanos que aprovechaban amplias extensiones de terreno, pero a la vez los traslados casi continuos las reducían al hacer más difícil y arriesgada la supervivencia de los individuos menos fuertes, como niños y ancianos. Este comportamiento, en las sociedades preneolíticas, supuso una especialización que se limitaba a las condiciones del hábitat de cada entorno, y estas condiciones forzosamente cambiaban con la oferta de productos (animales y vegetales) disponibles. En unas ocasiones fueron los propios seres humanos quienes pudieron contribuir a la extinción de determinados animales, como parece que resultó de los casos en Australia o América, y en otras pudo ser el efecto del cambio climático lo que obligó a ajustarse a nuevas pautas que regulaban la subsistencia. En definitiva, la vida de estas poblaciones escasas en número se ajustó a patrones de mera supervivencia. Pero en conjunto, comparada con otras especies animales, a homo sapiens no le fue tan mal en el Paleolítico. Se calcula que al final del periodo entre 6 y 10 millones de seres humanos habitaban el planeta. La historia de homo sapiens en el Paleolítico, sin embargo, pertenece al ámbito de la ecología: la explicación de los modos de vida, de la difusión y del

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crecimiento del número de hombres se rige por las mismas normas que para otras especies animales: las de la ecología, que estudia la relación entre cada especie y el conjunto del medio natural. Dependía por tanto del suministro de energía que le ofrecía el medio ambiente, y carecía de otros convertidores que los que le brindaba la naturaleza. Por excepcional que resultara homo sapiens (y hay que reconocer que apuntaba maneras), seguía siendo un animal más.

primitivos ya lo habían “descubierto” hacía mucho), la ley de la gravedad o el movimiento de traslación de la tierra alrededor del sol. Un invento, en cambio, implica el desarrollo de una técnica, un producto o una herramienta que no existía antes. Como los descubrimientos, pueden producirse en un momento concreto de la historia y deberse a una única persona (América por Colón y sus hombres o la bombilla incandescente de Thomas A. Edison), pero en muchos casos ambos son fruto de un proceso largo de acumulación de conocimientos o de perfeccionamiento de técnicas necesarias. Un descubrimiento puede requerir de uno o más inventos (como el telescopio o la geometría para el descubrimiento de la traslación de la Tierra), y a menudo las fronteras entre ambos son difusas. La agricultura y la domesticación de animales han sido descritos a menudo como un descubrimiento: al fin y al cabo, plantas y animales estaban en la naturaleza y los hombres se limitaron a “descubrir” que podían ser más productivas si se seleccionaban las semillas, se les proporcionaba agua y abono en determinadas épocas del año o se mantenía a algunos animales encerrados y se les daba de comer. Sin embargo, lo cierto es que, como resultado de procesos que llevaron cientos o miles de años, las especies cultivadas o domesticadas acabaron siendo tan distintas de las que la naturaleza producía como una vara de roble lo es de un taco de billar. El tipo de labores y cuidados que requerían las nuevas especies domesticadas resultaban también muy distintos a los que se daban en la naturaleza (aunque en cierto modo los imitaban para mejorarlos: el riego imita a la lluvia, la selección de los especímenes más grandes, o más mansos, o más productivos imita los procesos de selección natural, etc.). Así pues, preferimos considerar la agricultura y domesticación de animales como “invenciones”, en vez de cómo meros descubrimientos. Claro que podríamos equivocarnos ¿Usted qué opina?

Mapa 2.1 Expansión de homo sapiens por el mundo

Fuente: Fontana (1997:46)

2.2. La domesticación de plantas y animales ¿Cómo, cuándo, dónde y por qué? La “invención” de la agricultura marca la entrada de homo sapiens en la esfera de la economía: el nacimiento de homo oeconomicus (es una metáfora, no una especie real). Arranca de ahí un largo camino en el que los esfuerzos humanos se centran en la producción y la distribución de bienes y servicios: a ello se aplican conocimientos, se emplean herramientas y esfuerzos continuados, hasta acabar por organizar la vida humana en torno a la actividad económica. Habrá que preguntarse –como reza la máxima de los periodistas-por qué, cómo, cuando y dónde. Invención y descubrimiento Ya hemos examinado antes los procesos del progreso técnico, pero conviene detenerse en la diferencia entre inventos y descubrimientos. Suponemos que se ha fijado ya en que nos referimos a la aparición de la agricultura como una “invención”, pero entrecomillamos la palabra ¿por qué? En principio un descubrimiento significa que un hombre (o una mujer) percibe o capta por vez primera un fenómeno, un objeto o incluso una explicación de algo que ya existe en la naturaleza. Así, se descubre un yacimiento de plata, un continente como América (aunque sus pobladores 2-7

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Empecemos por cómo se “inventó” la agricultura (y la ganadería). Aunque hemos descrito a las sociedades cazadoras-recolectoras como una mera variante de las sociedades animales, regidas por normas similares de adaptación a las condiciones del entorno, lo cierto es que ya desde el Paleolítico homo sapiens introdujo cambios que modificaron sus relaciones con la naturaleza. La posibilidad de hacer fuego no sólo significó que podían calentarse artificialmente en regiones más frías, sino también la de aprovechar alimentos —cociéndolos o asándolos— que resultaban indigestibles en estado natural. Probablemente el fuego ayudó también a la invención de la agricultura, al descubrirse que entre las cenizas de un terreno quemado brotaban con más facilidad o abundancia plantas de las que venían alimentándose los hombres (o mejor dicho, las mujeres, pues parece que era la mitad más sedentaria de las sociedades cazadoras la que estaba en mejores condiciones para observar los fenómenos del entorno cercano). Del mismo modo, pudo observarse que en las zonas cubiertas de limo por las crecidas de los ríos o de excrementos animales las plantas parecían medrar con más facilidad. Tal vez alguno de aquellos grupos de recolectores descubrió que de los frutos o semillas que olvidaron en uno de sus asentamientos temporales un año brotaban nuevas plantas.

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Lo que tratamos de señalar es que la “invención” de la agricultura debió consistir en una larga serie de pequeños descubrimientos e innovaciones, muchos de ellos en épocas muy anteriores al cultivo sistemático, que seguramente convivieron durante mucho tiempo con las prácticas dominantes de caza y recolección. El contenido básico de este largo proceso fue la selección de las especies animales o vegetales que se daban en el medio natural, acelerando el proceso evolutivo de la naturaleza y dirigiéndolo a unos fines determinados: obtener plantas de mayor tamaño, animales más mansos o que dieran más leche o carne, seleccionar a los individuos a los que menos afectaban las enfermedades o los parásitos, etc. La base de este proceso es la selección (humana) de los especímenes que presentaban las características deseadas, empleándolos como simiente para nuevas generaciones que mantuvieran precisamente esos rasgos. La intervención humana aceleraba y dirigía el proceso de selección natural (que carece de otra finalidad que la supervivencia de la especie), pero ambos procesos se rigen por reglas parecidas: no en vano Charles Darwin iniciaba El origen de las especies (1859) con un capítulo dedicado a las prácticas selectivas de los ganaderos y agricultores británicos. Este proceso de selección dependía en todo caso de las condiciones de partida: las especies existentes en el entorno que pudieran ser candidatas al cultivo o la domesticación, un número sorprendentemente reducido, y distribuido de forma bastante irregular en el espacio.

combinación de los animales domesticados con la agricultura fue un estadio más avanzado, que permitió usar el abono animal enriquecedor del terreno; los animales se alimentaban de los restos de la cosecha (rastrojos), entrando a comer a las parcelas en barbecho, donde dejaban el estiércol que ayudaba a recobrar los nutrientes del suelo. Más tarde aún, el uso del arado (que sustituyó a los primitivos palos cavadores y luego a las azuelas o azadas), documentado en Egipto hacia el 1 200 adE, permitía remover la tierra antes de la siembra gracias a la fuerza de tiro animal (vacuno, sobre todo), mejorando los rendimientos. El proceso de difusión y mejora de las prácticas agrarias (incluida su combinación con la ganadería) fue largo, pero hacia el primer milenio adE incluía ya todos los componentes que caracterizaron a la actividad agraria hasta al menos el siglo XVIII: siembra combinada de cereales y leguminosas, instrumental básico (arados, hoces y recipientes para almacenamiento), barbecho y rotaciones de cultivos, combinación de cultivos y ganados (abonado), calendario agrario, así como técnicas de riego allí donde ran posibles.

Una vez iniciado el proceso de “invención”, éste se aceleró rápidamente, aunque tardó en difundirse, lo que demuestra de que las ventajas de la agricultura y la ganadería no eran, al menos en los primeros momentos, tan evidentes como pudiera pensarse. Un economista diría que ambos eran sectores con elevados costes de entrada. De ahí que durante miles de años, casi hasta nuestros días, convivieran sociedades cazadoras-recolectoras, con otras de pastores nómadas (que apenas cultivaban), o de agricultores itinerantes, con civilizaciones agrarias complejas y claramente sedentarias. En general, éstas últimas fueron desplazando, normalmente por la fuerza, a las formas menos productivas de aprovechamiento del suelo hacia zonas marginales. Las sociedades más avanzadas podían agrupar números mayores de individuos, lo que les daba superioridad militar sobre las más atrasadas; las más atrasadas debieron conformarse con ocupar tierras –montañas, desiertos, remotas regiones de selvas tropicales—menos aptas para la combinación de agricultura y ganadería. Una vez inventados, los sistemas agrarios fueron evolucionando lentamente. El cultivo de cereales necesita procedimientos que mantengan la fertilidad: básicamente el abonado (con excrementos animales o humanos) y el barbecho (periodos de descanso de la tierra entre cosecha y cosecha), pero estos métodos tardaron en aparecer. Como paso previo, los primeros agricultores desarrollan un cultivo itinerante, la llamada agricultura de rozas, que implica habitualmente despejar una franja de terreno, normalmente quemándolo (las cenizas funcionaban como abono), que se siembra durante varios años seguidos hasta que se agota; a continuación el poblado se traslada a otra zona, despeja otras tierras y vuelve a empezar el ciclo. Este sistema permitía cierto crecimiento de la población y el movimiento de las aldeas agrarias contribuyó a difundir el cultivo desde los focos iniciales. La

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Figura 2.1. Arado egipcio. Cámara sepulcral de Sennedjem (c. 1 200 adE)

Fuente: wikipedia (http://en.wikipedia.org/wiki/Plough) ¿Cuándo y dónde se inventaron? A diferencia del origen de la especie humana, que parte de un único foco en África, la agricultura y la ganadería tuvieron al menos cinco focos, cada uno de ello basado en un catálogo de especies (animales y vegetales) distintas, y con una cronología diferente. Estos cinco focos fueron (mapa 2.2):

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Mapa 2.2. Focos de origen de la agricultura en el mundo.

Mapa 2.3. Expansión de los cultivos del creciente fértil por Eurasia occidental

Fuente: (2009) Ciencias Sociales. 1º E.S.O, Edebé, 156 

Creciente fértil: una amplia zona en forma de media luna (de ahí su nombre) en el Mediterráneo oriental, la península de Anatolia y las regiones situadas entre el sur del mar Caspio y el golfo Pérsico. Se trata de zonas de relativa aridez que favorecían el crecimiento de cereales como el trigo y la cebada silvestres, que fueron los primeros seleccionados. Junto a estos cereales, había leguminosas (guisantes, lentejas) y una fauna de cabras, ovejas, vacas y cerdos que fueron progresivamente domesticados. Los restos arqueológicos sitúan las primeras prácticas agrarias y ganaderas en torno al 10 000 adE, en aldeas de la zona, prácticas que hacia el 7 000 adE se habían difundido, en dirección Este-Oeste hasta Grecia, y avanzan al noreste y el interior de Asia por el Kurdistán. La difusión de la agricultura desde el foco original fue progresiva y permitió adaptarla a cada entorno. La llegada a Europa occidental y hacia el norte estuvo condicionada por un clima más húmedo y frío, lo que llevó al predominio de la cebada y la domesticación del ganado vacuno y el cerdo, en tanto que hacia el sur, en toda la cuenca del Mediterráneo predominó el trigo y la crianza de ovejas y cabras. A estos productos se añadirán también el olivo y la vid, constituyendo entre todo el sistema alimentario de la cuenca mediterránea y el Próximo Oriente. En ocasiones serán los pueblos autóctonos los que adopten las especies y prácticas de cultivo o domesticación, como en Egipto, mientras que en otras, la difusión avanzó como resultado de invasiones y colonización de pueblos extranjeros.

Nota: Los símbolos muestran los primeros lugares fechados por radiocarbono donde se han encontrado restos de cultivos del Creciente Fértil (fechas calibradas). Fuente: Diamond (1998: 211) 

  

China: en las llanuras de loess (un tipo de suelo sedimentario muy fértil) del norte de China se desarrolló con la misma cronología (10 000-8 000 adE) una agricultura basada en variedades de mijo (otro cereal), inicialmente basado en sistemas de agricultura itinerante, que se difundió lentamente. Sólo mucho más tarde, en las llanuras aluviales del Huang-ho (río Amarillo), se implantaron cultivos permanentes. Las comunidades neolíticas en estas zonas también domesticaron el perro y el cerdo, y a partir del 3000 adE ya eran importantes la oveja y la vaca. Mesoamérica: hacia el 3 500 adE surge un foco basado en el maíz, los frijoles y las calabazas (y prácticamente sin animales domesticados, a excepción del pavo) Andes y Amazonia: hacia 3 500 adE, basado en la patata y la llama como animal doméstico (Mesoamérica), y en la mandioca (otro tubérculo) y los cobayas en la Amazonia. Este de Estados Unidos: el más tardío de los focos (hacia el 2 500 adE), muy pobre en las especies agrarias y carente de animales domesticados.

Por último, se habla de otros posibles focos independientes (ver tabla 2.1) en el valle del Indo (Megarth), varias zonas de África o en Nueva Guinea, con cronologías diversas, aunque sin suficientes pruebas que las confirmen.

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Tabla 2.1. Ejemplos de especies domesticadas en cada zona

kilos), no especialmente violentos y, sobre todo, capaces de reproducirse en cautividad (elefantes e hipopótamos quedan por ejemplo descartados por ese motivo). En cuanto a las plantas, deben ser comestibles (al menos sus frutos, semillas u hojas), no leñosas, y fáciles de cultivar y conservar (lo cual favorece a las plantas que se reproducen mediante semillas): de las 200 000 especies de plantas que conocemos, sólo unos miles son consumidas por el hombre o sus animales y sólo unos cientos han sido domesticadas. Los cereales, en particular, son especialmente aptos para ello, de ahí su importancia, junto con algunos tubérculos como la patata o la mandioca, en la historia de la agricultura.

Domesticados Zona Plantas Animales Origen independiente de la domesticación 1. Creciente fértil Trigo, guisante, Oveja, cabra aceituna 2. China Arroz, mijo Cerdo, gusano de seda 3. Mesoamérica Maíz, frijoles, calabazas Pavo 4. Andes y Amazonia Patata, mandioca Llama, cobaya 5. Este de EE.UU. Girasol, chenopodium ninguno Sorgo, arroz africano Gallina de Guinea ? Sahel Ñames, planta de aceite ninguno ? Africa occidental tropical Café, teff ? Etiopía Caña de azúcar, ? Nueva Guinea banana Domesticación local tras la llegada de cultivos fundadores desde otros lugares Ninguno 10. Europa occidental Amapola, avena Sésamo, berenjena Ganado con joroba 11. Valle del Indo Sicomoro, chufa Asno, gato 12. Egipto

Fecha comprobada de domesticación 8 500 adE antes de 7 500 adE Antes de 3 500 adE Antes de 3 500 adE Antes de 2 500 adE Antes de 5 000 adE Antes de 3 000 adE ? ? 7 500 adE

6 000- 3 500 adE 7 000 adE 6 000 adE

Fuente: Diamond (1998:115) Todos estos focos presentan grandes diferencias (en la cronología, las especies domesticadas, los sistemas de cultivo) lo que refuerza la idea de que la “invención” de la agricultura y la ganadería se produjeron de forma independiente, pero también algunos rasgos comunes. En primer lugar, son áreas en las que las condiciones climáticas permiten el cultivo (lo que excluye regiones extremadamente frías o áridas). En segundo lugar, en todas ellas existían en estado natural, aunque en diverso número, especies naturales (silvestres) susceptibles de domesticación o cultivo: básicamente cereales de distintos tipos o tubérculos (ñame, patata, mandioca), leguminosas o equivalentes y alguna especie animal. Es importante resaltar esta variedad, porque sólo la combinación de distintos cultivos y ganados podía garantizar el aporte de hidratos de carbono pero también los minerales y proteínas necesarios. Sólo cuando se daban todos los elementos, podían las sociedades dedicarse exclusivamente a la agricultura: de lo contrario, se verían forzadas a complementarlas con la recolección o la caza (incluyendo prácticas de canibalismo) como modo de garantizar los nutrientes imprescindibles. De hecho, las combinaciones y abundancia de las especies silvestres existentes en cada región explican las ventajas de unas sobre otras y la rapidez con las que se completó el tránsito a las sociedades agroganaderas. En este sentido, Eurasia (y en concreto el Creciente Fértil) contaba con una notable ventaja con respecto a otras zonas. Hay que aclarar, en primer lugar, que el número de especies aptas para la domesticación es mucho menor de lo que pueda parecer a primera vista: en el caso de los animales, deben ser herbívoros u omnívoros (los carnívoros son demasiado caros de mantener por su lugar en la cadena trófica), de buen tamaño (preferentemente más de 45

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Tabla 2.2. Distribución mundial de las especies silvestres candidatas al cultivo o domesticación Continente o región

Eurasia

Africa

Vegetales

Animales

Plantas Candidatos* (gramíneas silvestres de semilla grande) Asia Oriental Oriente Próximo, Europa+Norte de Africa Äfrica subsahariana

América Australia

Especies domesticadas %

39 6 33

72

13

18%

4 11 2

51 24 1

0 1 0

0% 4% 0%

*Se entiende por candidato una especie de mamífero salvaje terrestre, hervíboro u omnívoro, que pese de media más de 45 kilos Fuente: Basado en Diamond (1998), cuadros 8.1 y 9.2. En todo caso, éstas –clima y especies candidatas— son sólo las condiciones necesarias para la “invención” de la agricultura y la ganadería, que vienen dadas por el medio natural (aunque en algún caso, como en América y Australia parece que el hombre del Paleolítico contribuyó a conformarlas, por ejemplo cazando hasta la extinción a algunas especies de aves o mamíferos que podrían haber sido candidatas a la domesticación). Otra condición necesaria era cierta familiaridad con las especies aptas para la domesticación o el cultivo: sociedades protoneolíticas como la natufiense (Palestina), eran ya bastante sedentarias, y además de recolectar grano silvestre (gramíneas, como los cereales) lo conservaban en almacenes. También pudieron domar a algunas especies animales o acostumbrarlas a la presencia humana, para conservarlas como reserva de alimentos, aunque sin domesticarlas (es decir, sin que pudieran reproducirse en cautividad). En otras regiones, en vez de plantas de semilla, como las gramíneas, los pobladores pudieron familiarizarse con especies que se reproducían de forma vegetativa (vía raíces o esquejes de los tallos). En especial, fueron los tubérculos (un tipo de raíz grande) los que empezaron a conocerse gracias a sus propiedades alimenticias (abundancia en carbohidratos y minerales) y por no requerir almacenamiento, ya que podían UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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recogerse en diversos momentos del año. En zonas tropicales y subtropicales fueron el ñame (África y Asia), el taro (Asia), o la mandioca (América), mientras que la patata y la batata estaban adaptadas a las zonas altas y frías del altiplano sudamericano. Así pues el clima, la existencia de especies candidatas y cierto grado de conocimiento de las mismas eran las condiciones necesarias para el desarrollo de la agricultura y la ganadería. Pero no eran suficientes: queda aún por resolver la más peliaguda de las cuestiones ¿por qué? ¿Por qué unas sociedades que llevaban miles de años apañándoselas razonablemente bien con la caza y la recolección eligieron (o se vieron forzadas) a dedicarse a las tareas infinitamente más agotadoras y casi tan arriesgadas como la agricultura y la ganadería. Se sabe que las comunidades cazadoras-recolectoras disfrutaba de una dieta abundante y rica –de hecho, su esperanza de vida parece haber sido mayor que la de los primitivos agricultores--, aunque es cierto que estas actividades dejaban poco margen para el crecimiento de la población. Por otro lado, los cazadores-recolectores tenían que trabajar menos para garantizar su subsistencia, lo cual siempre es una ventaja importante. Y aunque dependían totalmente de la naturaleza para obtener alimentos, también los primitivos agricultores sufrían esta dependencia (de las lluvias, heladas o enfermedades de las especies domesticadas), que se agravaba cuanto más numerosa era su población. Además, la convivencia con los animales domesticados desencadenó una serie de transferencias de patógenos que acortaron y empeoraron la vida de los primitivos agricultores: buena parte de las enfermedades más graves que ha sufrido la humanidad a lo largo de su historia provienen de la mutación de patógenos animales, como resultado de su ingesta o de la convivencia con las especies domesticadas (tabla 2.3). Es lo que Jared Diamond ha llamado “el regalo mortal del ganado”.

la vida plácida del recolector en el fértil Edén y la dura existencia del agricultor (el pan, es decir, el trigo) y ganadero fuera del Jardín primigenio. La respuesta radica, como suele en historia económica, en los grandes números: no en las ventajas para los individuos aislados (que en realidad salieron perdiendo en su mayor parte) sino para el grupo. Las sociedades que adoptaron o inventaron la agricultura y la ganadería, al principio a tiempo parcial y cada vez más como actividad prioritaria, gozaban de un mayor potencial de crecimiento demográfico: disponían de más alimentos por hectárea, con convertidores energéticos más eficientes (plantas y animales domesticados), pero también debían trabajar más horas para producirlos, lo que suponía un incentivo para tener más hijos. La adopción de un modo de vida sedentario reducía los riesgos para las crías, y hacía posible sistemas colectivos de crianza. Así pues, su población tendió a crecer más que la de sus vecinos cazadores-recolectores. Su tamaño las hacía más frágiles, pero también más poderosas frente a otros vecinos y competidores agrupados en núcleos o tribus más pequeñas. Por un lado, la producción de excedentes permitía que una parte de la población pudiera abandonar las tareas de búsqueda o producción de alimentos, y especializarse en la guerra o la organización de las actividades colectivas. No es casual que fueran soldados y sacerdotes los primeros sectores especializados en las sociedades agrarias primitivas. Pero la especialización alcanzó también a los artesanos, fabricantes de herramientas, armas o sistemas de almacenaje (la cerámica es una dedicación que ha dejado numerosos restos, y su uso inicial fue la protección de las semillas o alimentos).

Tabla 2.3. Regalos mortíferos de nuestros amigos los animales Enfermedad humana Sarampión Tuberculosis Viruela

Animal con el patógeno relacionado Ganado vacuno (tifus bovino) Ganado vacuno Ganado vacuno (vacuna) u animales con virus relacionados Cerdos y patos Cerdos y perros Aves (¿gallinas y patos?)

Gripe Tosferina Malaria

más

otros

Fuente: Diamond (1998: 239) Así pues ¿qué ventajas había en adoptar unos sistemas de producción de alimentos que acortaban la vida, empobrecían la dieta, generaban nuevas enfermedades, creaban nuevas y más terribles fuentes de inseguridad para la población humana (epidemias, hambrunas) y además obligaban a homo sapiens a trabajar más de lo que lo había hecho nunca? “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” es la maldición que Yahvé lanza sobre Adán al expulsarle del Paraíso Terrenal. No es difícil ver en ella una alegoría de la transición entre

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El excedente, una noción clave Llamamos excedente a la parte del producto que queda una vez cubiertas las necesidades de reproducir el propio proceso de producción. En agricultura, eso significa la parte reservada para la semilla (aproximadamente un 20% de la cosecha), más la necesaria para la subsistencia y reproducción de la fuerza de trabajo (hombres, sobre todo, y ganado). Esta porción varía mucho, según los rendimientos de las cosechas, lo intensivas que sean en trabajo o los rigores del clima (en climas más fríos, los trabajadores necesitan más calorías), oscilando entre un 20 y un 60% de la cosecha. Pero dado que las cosechas varían mucho de un año a otro, casi todas las sociedades agrarias han desarrollado sistemas de almacenamiento de alimentos que permitan, como mínimo, mitigar las consecuencias de un mal año: esas reservas pueden cifrarse entre un 10-20%. El excedente agrario, por tanto, oscila entre un 50% y un 10% de la cosecha, y más frecuentemente entre el 10-20% de las lo cual nos señala un primer límite a la especialización productiva en las sociedades agrarias, puesto que sólo podrá alimentarse a una parte de la población que no se dedique directamente a la producción de alimentos equivalente a la proporción del excedente sobre la producción agraria: entre el 10-20% son cifras habituales a lo largo de la historia, obviamente mayores en sociedades con agriculturas más productivas (regadío, mejores rendimientos), y más bajas en las agriculturas de secano con menores rendimientos. Por otro lado, dado que habitualmente una parte de la población no agraria estaba constituida por grupos sociales “superiores” (guerreros y sacerdotes, sobre todo), que se creían con derecho a

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una dieta y a unos niveles de consumos mejores que los del resto, los porcentajes de población no agraria (incluso directamente improductiva) se hallan bastante por debajo del límite teórico del excedente. ¿Cuál era el destino de ese excedente? En primer lugar alimentar a las clases dirigentes (mediante tributos, diezmos o fórmulas parecidas), pero también a aquellos otros que no se dedicaban a la agricultura (artesanos sobre todo). A través del comercio o el trueque, los artesanos obtenían alimentos a cambio de herramientas, tejidos u otros productos. También era necesario alimentar a quienes se dedicaban a hacer obras colectivas: diques o canales, templos, murallas, etc. En todo caso, el volumen del excedente agrario, que dependía de la productividad agraria, marcaba y marca el límite a la división del trabajo.

necesitan preparación a otros que sí la necesitan, parecen avalar la tesis de Boserup. Resulta difícil resolver de momento la cuestión de si fue el éxito o las dificultades de las sociedades cazadoras-recolectoras lo que llevó a la invención de la agricultura. Si fue primero el crecimiento demográfico (que llevó a la agricultura) o la agricultura la que llevó al crecimiento demográfico (y por tanto al mayor poder de las sociedades de agricultores). Probablemente es como preguntarse si fue primero el huevo o la gallina. Es decir, que fue la agricultura, inventada más o menos casualmente, la que llevó al aumento de la población, y de ahí a su difusión. Es posible que hayan ocurrido las dos cosas, incluso que los distintos focos respondan a lógicas distintas, pero lo que sí sabemos es que durante algunos milenios agricultura sedentaria, agricultura itinerante, pastoreo y caza-recolección convivieron en zonas muy cercanas, aunque la agricultura (o mejor, una combinación de agricultura y ganadería sedentarias) tendían a desplazar al resto hacia zonas más alejadas, separadas por barreras naturales de clima u orografía o simplemente inadecuadas para el cultivo. No obstante, más que modelos puros convivían formas mixtas o mezcladas, con distintas dosis de una u otra actividad. También conocemos algunos casos (raros, pero documentados) de sociedades que durante un tiempo se dedicaron a la agricultura y retornaron a formas de caza recolección: así ocurrió en el sur de Suecia entre el 3 000 y el 2 700 adE A largo plazo, sin embargo, las sociedades agrícolas (no los agricultores individuales) tenían las de ganar. La dinámica de la población en las sociedades agrarias, con la sedentarización y la mayor disponibilidad de alimentos, supuso un enorme salto respecto a las sociedades cazadoras-recolectoras, aunque estaban expuestas a fuertes oscilaciones cíclicas derivadas de la pobre productividad general de la agricultura (escasos excedentes) y a las fluctuaciones anuales de las cosechas debidas al clima u otros factores. Las principales vías de crecimiento de la producción eran extensivas: dedicar más brazos o más terrenos al cultivo. De este modo, la población de las sociedades agrarias aumentó sensiblemente, y con ella la densidad en los territorios ocupados. También su capacidad militar para desplazar a los grupos que seguían dedicándose a la caza-recolección. A cambio, las sociedades agrarias también eran más frágiles. La sedentarización generaba mayor estabilidad para la elevación de la natalidad y la reducción de la mortalidad infantil, pero las mayores densidades de población y las precarias condiciones de higiene facilitaban el contagio de enfermedades, muchas de ellas originadas como se dijo por el contacto cotidiano con el ganado. Además, estas poblaciones más densas dependían más de las condiciones climáticas. Aunque en las zonas donde era posible la agricultura de inundación (crecidas anuales del Nilo) o riego (vales del Tigris y el Éufrates en Mesopotamia), la productividad era muy alta, en agriculturas de secano con menor dotación de abono, era fácil que aparecieran rendimientos decrecientes y altibajos bruscos de las cosechas debidas a las oscilaciones climáticas. En definitiva, la mayor disponibilidad de alimentos y el desarrollo de comunidades sedentarias permitieron elevar la densidad de la población, pero a cambio de una mayor creciente dependencia de la productividad del suelo y las condiciones climáticas y sanitarias. En consecuencia, el crecimiento de la población fue lento, con esperanzas de vida bajas y bruscas oscilaciones

En la medida en que eran más numerosos, más especializados en la guerra, mejor organizados y armados, los pueblos agricultores-ganaderos fueron imponiéndose a los ganaderos puros, a los agricultores itinerantes y a los cazadores-recolectores, expulsando a estos de las tierras mejores para el cultivo. No obstante, el proceso duró miles de años y en realidad nunca se completó del todo: hasta la actualidad subsisten pueblos cazadoresrecolectores, aunque en zonas muy marginales (como los Pila Nguru en el desierto Victoria de Australia), actividad que a veces combinan con la agricultura de rozas (como los pigmeos), y también pueblos ganaderos nómadas en regiones alejadas (como los masai) o no aptas para el cultivo (como los tuareg). De hecho, hasta al menos el siglo XVII ciertas tribus de pastores nómadas –como los mongoles, los tártaros o los cosacos— hicieron valer su habilidad para el combate a caballo para atacar civilizaciones agrarias mucho más avanzadas, a veces conquistándolas y sometiéndolas de modo permanente. En todo caso, estas ventajas a posteriori no estaban nada claras en los primeros pasos de la transición hacia las economías agrarias. Los costes, en cambio, debieron aflorar muy pronto. ¿Por qué se produjo entonces ese cambio? Tradicionalmente, se pensaba que la causa radicaba en cambios en las condiciones medioambientales. Territorios que en determinadas condiciones de temperatura o precipitaciones podían sustentar una determinado número de pobladores, habrían visto reducida su capacidad de carga por procesos de enfriamiento (glaciaciones), pérdida de humedad (por deforestación) o reducción de las poblaciones animales (caza excesiva). En esas condiciones, los grupos de cazadores-recolectores se habrían visto empujados a aprovechar mejor las posibilidades de cultivo que de modo primitivo ya venían practicando. Así, fueron los cambios medioambientales –las dificultades—las que empujaron a la “invención” de la agricultura. Ester Boserup, sin embargo, propuso en 1965 la explicación contraria, no aceptada por todos pero muy sugerente: que fue por el contrario el éxito de determinados grupos humanos, quizá en las regiones más fértiles, o como resultado de una primera sedentarización, lo que generó un crecimiento demográfico que generó los incentivos necesarios para la “invención” de la agricultura. Algunas evidencias arqueológicas, como los indicios de que algunos grupos más densos eran menos selectivos con los alimentos consumidos, pasaron de comer grandes mamíferos a pequeños mamíferos, o de alimentos que no

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cíclicas, agravadas por crisis de mortalidad catastrófica provocadas por hambrunas, epidemias o guerras.

ecuatorial húmedo, donde la vegetación natural se reinstala en un plazo breve en las zonas roturadas. Dependiendo de las especies cultivadas (tubérculos como el ñame, la mandioca o la patata, o cereales como el mijo o el sorgo) puede llegar incluso a producir más de una cosecha anual, por lo que el agotamiento del terreno llega al cabo de unos años.

Los excedentes agrarios y el carácter estacional de las labores agrícolas, con largos tiempos muertos en el calendario, alentaron la dedicación a otras tareas, como la elaboración de útiles y recipientes (empleando como materias primas mimbre, hueso, piel, cerámica o madera), a la construcción y el textil. Algunas de las plantas y animales domesticados proporcionaban materias primas textiles: es el caso de la lana en Asia occidental, el cáñamo y la seda en China, el algodón en el valle del Indo y Mesoamérica, o el lino en Africa nororiental. La mejora en la elaboración de la cerámica en hornos que permiten más temperatura prepara el salto a los procesos metalúrgicos, como la aleación que combinando el cobre con estaño permite la fabricación de útiles de bronce ( a partir del 3 000 adE) y posteriormente lleva también a la metalurgia del hierro (desde el 1 500 adE). La sedentarización facilitaba la innovación tecnológica y la convivencia con grupos nómadas de pastores o cazadores abría las puertas al comercio. En Eurasia, la geografía facilitaba unas conexiones y circulación de productos en una franja de latitudes y climas similares. En torno al fin del quinto milenio se domesticó el caballo, en la región de Ucrania. Un par de milenios después se domesticaron el asno africano, el dromedario en Arabia y el camello en Asia central: los medios para la expansión del comercio terrestre (y la guerra relámpago) estaban preparados. Sin embargo, las sociedades agrarias tenían escasas posibilidades de acumulación de capital. Los excedentes agrarios, bastante escasos, eran absorbidos por los grupos dirigentes –una de las consecuencias de la sedentarización fue una mayor jerarquización social—mediante tributos o requisas, y empleaba para financiar construcciones (templos, palacios, obras de riego, tumbas), gastos suntuarios y ejércitos. Los cultivadores directos se quedaban con escasas cantidades que servían apenas para su reproducción familiar y garantizar la siembra. Las dificultades del transporte, costoso y lento, así como las inclemencias del tiempo obligaban a acumular reservas de alimentos para prevenir hambrunas y carestías. Todo ello limitaba las oportunidades para acumular capital –herramientas, ganado, obras de regadío—que pudiera emplearse en mejorar las técnicas de producción, así que a cada periodo de crecimiento venían seguía una fase de crisis, en una dinámica que caracterizará a todas las sociedades agrarias hasta el siglo XVII.

2.3. El desarrollo de civilizaciones hidráulicas y sociedades complejas Ya se han apuntado tres tipos de sistemas agrarios (hay que insistir en que el término casi siempre implica algún tipo de combinación de cultivos y ganadería, con formas residuales de caza-recolección) que se desarrollaron a partir de la Revolución Neolítica:  Agricultura de rozas: implica desplazamientos periódicos, quema o tala de terrenos para la siembra, aprovechamiento intensivo durante unos años y después traslado del grupo a zonas cercanas. Se realiza con herramientas muy básicas (azadas, palos cavadores), sin animales de tiro, abonado ni riego, y suele centrarse en zonas de clima tropical o

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 Agricultura de secano: habitual en zonas de clima mediterráneo, se basa en el cultivo de cereal (trigo y cebada sobre todo), combinado a veces con legumbres como lentejas , guisantes o garbanzos. Como su nombre indica, no emplea sistemas de riego, sino que aprovecha las precipitaciones atmosféricas, y la calidad del terreno se repone con abono de animales o humano, y periodos de barbecho (alternando normalmente un año de siembra y uno de descanso, la llamada rotación bienal). El instrumental inicial es sencillo, pero la dureza de la tierra seca y las ventajas de hacer surcos profundos para proteger la semilla en sus primeras fases de crecimiento incentivan la introducción del arado, en ocasiones con tiro animal (vacuno). En el Mediterráneo se complementó desde épocas remotas con el cultivo de árboles o arbustos como la vid y el olivo. El descubrimiento de las técnicas de injerto, poco evidente, demoró la introducción de árboles frutales hasta el primer milenio adE.  Agricultura de regadío: la posibilidad de combinar climas cálidos con un suministro abundante de agua (y a menudo de limos, que hacen las veces de abono) generó los sistemas agrarios más productivos de la Antigüedad. En los valles de los grandes ríos (Nilo, Tigris-Éufrates, Indo o el Amarillo en China) las crecidas anuales dieron la posibilidad de construir presas y acequias con lo que surgieron las primeras civilizaciones importantes de la Antigüedad: sumerios en Mesopotamia, el Egipto faraónico y las redes urbanas del valle del Indo. La explotación de la tierra se realizaba en pequeños parcelas de terreno, y era común el uso del arado tirado por ganado vacuno; unas castas dirigentes (normalmente sacerdotales) proyectaban obras públicas y el aprovechamiento del agua. Las cosechas anuales de trigo, cebada y otros productos sostenían altas densidades de población Este último era el sistema más productivo, que dio lugar a lo que se han llamado civilizaciones hidráulicas, caracterizadas por la abundancia de excedentes agrarios que permitía una mayor división del trabajo, al tiempo que se invertían capitales en obras hidráulicas, ejércitos bien pertrechados o ciudades populosas. En la baja Mesopotamia (y un poco más tarde en Egipto), durante el IV milenio adE se produjo una intensa urbanización favorecida por los logros productivos de la agricultura de irrigación. A falta de piedra, las ciudades se construyeron en ladrillo, desarrollando un extenso sector de artesanos que también se dedicaban a la cerámica y los trabajos de metal, producto que llegaba a través del comercio. La planificación de la actividad económica consolidó una jerarquía social encabezada por un poder centralizado en manos de una casta sacerdotal que controlaba buena parte de la propiedad –ciudades templo independientes-. A sus órdenes surgieron grupos de burócratas que se encargaban de registrar los datos de producción y la recaudación de los impuestos. Por ello, no es de extrañar que la escritura

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surgiera en estas zonas, al servicio de las necesidades de una organización productiva y social cada vez más compleja. El primer tipo de escritura, la cuneiforme sumeria, surgió hacia el 3 300 adE de las anotaciones hechas con punzón sobre tabillas de arcilla(ver figura 2.2), que registraban el valor de las cosechas. Esta forma de escritura de extendió por el norte de Mesopotamia y áreas limítrofes. Poco después se desarrollaron otras formas, como la jeroglífica en Egipto. La invención de la escritura alfabética, con un signo para cada sonido, representó un avance espectacular, que se completa hacia el 1 000 adE en Fenicia. Antes de llegar ahí, sin embargo, la escritura en si misma constituía una importante innovación, que permitía la acumular de saberes de forma mucho más fiable que con la tradición oral, pero además funcionaba como poderosa herramienta de control y dominio, de ahí que quedara bajo el monopolio de castas de sacerdotes, escribas o funcionarios.

Incorporan el uso del caballo y de los carros de guerra como innovaciones principales. Pero en general todo este proceso se enmarca en la progresiva interconexión entre los territorios del Mediterráneo oriental, donde florece también la civilización cretense, y el Próximo Oriente, con redes de tráfico que se prolongaban hacia el Este por vía marítima a través del mar Rojo. En China, la dinastía Shang dominó buena parte del segundo milenio (1600-1050), aunque sin alcanzar la densidad urbana de Mesopotamia. Alrededor del centro palaciego y los templos se situaban barrios de los artesanos, que elaboraban cerámica, útiles de bronce y otras manufacturas. La tecnología agraria no había evolucionado pero sí se incorporaron novedades militares del Próximo Oriente como el armamento de metal o el carro de guerra tirado por caballos. La escritura que se desarrolla durante este periodo es un antecedente directo del sistema logográfico actual. Por otro lado, la potencia militar de las civilizaciones hidráulicas les permitió no sólo ocupar nuevas tierras –algo menos necesario, dado que ya ocupaban terrenos difícilmente mejorables— sino sobre todo capturar esclavos. El empleo de mano de obra esclava, normalmente perteneciente a pueblos vecinos o enemigos, es un rasgo distintivo de los sistemas agrarios de la Antigüedad en el Mediterráneo y Oriente próximo, pero también en China y la India. No obstante, la importancia económica de la esclavitud varía de una civilización a otra.

Figura 2.2 Tableta de arcilla con escritura cuneiforme. Contrato de esclavo

Fuente: http://commons.wikimedia.org/wiki/File:SarduriIII_Tablet02.jpg Otra de las ventajas de las civilizaciones hidráulicas venía dada por su capacidad de especializarse en la guerra a través de ejércitos numerosos y dotarse de armamento como la utilización de lanzas, escudos y posteriormente flechas con puntas de metal, (bronce primero, hierro después) otorgaban a los imperios mesopotámicos (sumerios, acadios, babilonios) y a Egipto cierta superioridad. No obstante, alrededor de éstos florecían culturas de orientación nómada, a veces pastoril y comercial pero a menudo también guerreros. Las relaciones entre los distintos pueblos podían ser pacíficas, regidas por el intercambio, pero también conflictivas, a través de la guerra y la conquista. Durante el segundo milenio adE, pueblos de pastores-guerreros como los casitas, hurritas, hicsos, y asirios situados en los límites de las grandes civilizaciones fluviales invaden éstas instaurando largas fases de dominio.

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En la segunda mitad del tercer milenio se observa la consolidación de instituciones políticas apoyadas en la expansión territorial bajo una autoridad centralizada tanto en Egipto como Mesopotamia. Sargón de Acad (2350-2300 adE) establece su autoridad por una extensa región que se extiende desde la desembocadura del Tigris y Eúfrates, siguiendo el curso de ambos ríos, hasta las proximidades de Anatolia y las costas del Mediterráneo oriental. La escritura sirvió para plasmar las primeras normas generales sobre la organización económica y social mesopotámica, como el código de Hammurabi, soberano del imperio babilónico en torno al año 1700 adE. En este código, grabado en piedra, se da cuenta de una sociedad con un alto grado de complejidad, donde se detallan las relaciones de propiedad, tipos de arrendamientos, el uso extendido del dinero y del crédito así como el papel del comercio y la existencia de diferentes grupos sociales, incluida la esclavitud (a la que se podía llegar por deudas, por ejemplo). En Egipto se produce la unificación en el Imperio antiguo (2850-2052 adE) época de construcción de las grandes pirámides. Los faraones se rodean de una casta de sacerdotes y escribas que aseguran el control de la recolección de tributos y la fijación de servicios en trabajo de los campesinos. Así, en un proceso lento pero que va acelerándose, se pasa de formas primitivas de agricultura –combinada aún con la caza o el pastoreo—a civilizaciones agrarias cada vez más complejas y productivas, con una marcada jerarquización social, formas de organización política más desarrolladas que permiten movilizar recursos para la guerra o la construcción de grandes ciudades y un marcado peso de la esclavitud, aunque también con la expansión de la manufactura, comercio terrestre y, cada vez más, también fluvial y marítimo.

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2.4. Tres modelos de desarrollo de la economía en la Antigüedad: civilizaciones comerciales, pueblos nómadas e imperios territoriales en el primer milenio adE

fabricación de metales o del tinte púrpura, elaborado con un molusco marino, muy apreciado en toda la región, para teñir las prendas de más alta calidad. Desarrollaron artesanías textiles y de objetos de vidrio. Aprovechando la madera de los bosques de cedros de las montañas limítrofes, construyeron flotas de navíos que pronto conectaron todo el Mediterráneo oriental, entre Egipto, Chipre, Anatolia y Grecia, que a su vez extendían los intercambios hacia Mesopotamia y otras regiones de Oriente Medio. Los fenicios se convirtieron en intermediarios de los cereales y objetos de vidrio de Egipto; el dominio de la navegación les llevó a fundar de colonias las costas del norte de África (Cartago), Sicilia occidental, Cerdeña y el sur de la Península Ibérica, llegando incluso a navegar el Atlántico en busca de metales, como el estaño de las islas Británicas, utilizado para la elaboración de útiles de bronce mediante la aleación con el cobre. Otra de sus innovaciones fue el desarrollo de un alfabeto fonémico que sería copiado después por griegos, etruscos y romanos. La decadencia de Fenicia llegó a partir del siglo VIII adE, cuando sufre la conquista de asirios, pero uno de los emporios fundados en el Mediterráneo occidental, Cartago, rivalizó con los griegos en el Mediterráneo occidental, asentó su dominio en la zona y terminó pugnando con Roma por la primacía territorial durante el siglo III aC. (guerras púnicas), siendo derrotado y dando paso al imperialismo romano.

El desarrollo de las civilizaciones en el mundo antiguo es una historia rica en acontecimientos en la que se suceden rápidamente innovaciones técnicas, el desarrollo de culturas de creciente riqueza (basadas ante todo en la religión, pero con el desarrollo de la escritura y ciencias como la astronomía y la geometría) y formas de organización política muy diversas: desde los imperios teocráticos, pasando por tribus pastoriles o guerreras casi asamblearias o la democracia de los ciudadanos (no de los esclavos) en la Grecia clásica. La escritura no sólo facilita el enriquecimiento de la cultura sino que nos lega un tipo de fuente de enorme utilidad para el conocimiento de estas culturas (de hecho, la línea que separa la prehistoria de la historia es la aparición de documentos escritos, y no meros restos materiales). Las relaciones entre los distintos pueblos oscilan entre los dos polos del intercambio pacífico de bienes e ideas y el conflictivo de la guerra y la conquista. La economía se beneficia de una creciente especialización regional –aunque la agricultura seguirá siendo la base de todo, hasta la Revolución Industrial del siglo XVIII--, basada en el desarrollo de la navegación y el comercio, con la invención de la moneda (crono) y el empleo de la escritura en los negocios (correspondencia, contabilidad, crédito, normativa) como grandes herramientas. La historia de la Antigüedad es un campo riquísimo y apasionante, pues es entonces cuando se sientan las bases de las grandes culturas de nuestro tiempo, pero no podemos examinarlo en detalle. Nos conformaremos con trazar los tres grandes modelos de organización social y económica del mundo antiguo, que ya hemos apuntado: por un lado, los grandes imperios territoriales (de Asiria al Imperio Romano o el Han en China); por otro, ciudades-estado con fuerte vocación comercial (aquí destacarán Fenicia y Grecia) y por último toda una serie de pueblos nómadas o seminómadas (los bárbaros, en terminología de la Grecia clásica) que rodean a las civilizaciones agrarias, con las que mantienen relaciones complejas. Civilizaciones comerciales: las diferentes dotaciones de recursos naturales – metales, sobre todo pero también cultivos— en las distintas regiones, la existencia de excedentes agrarios y la especialización de la producción artesanal –tejidos, tintes, metalurgia, cerámica, navegación— sentaron las bases para el desarrollo del comercio. La domesticación de animales de carga (équidos y camellos), el desarrollo de las técnicas de navegación, con el uso de velas (En Egipto hacia mediados del segundo milenio adE), y la invención de la moneda (hacia el siglo VII) proporcionaron los instrumentos necesarios. Los pueblos costeros, dado que el coste del transporte por agua era muy inferior, y los pastores nómadas que rodeaban a las civilizaciones agrarias fueron los agentes de la expansión de los intercambios. Las distintas combinaciones de estos elementos explican el desarrollo de civilizaciones comerciales, especialmente en el Mediterráneo y el Índico. En el Mediterráneo, a partir de fines del segundo milenio destacan los fenicios, un pueblo semita instalado al norte de Palestina en la franja costera limítrofe con Siria. Los fenicios se agrupaban en ciudades-estado (Biblos, Tiro, Sidón), unas veces aliadas, y otras rivales entre sí, que se especializaron en la

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Mapa 2.4 Colonización fenicia y griega en el mediterráneo

Fuente: Wikipedia Aunque la economía en la Grecia antigua se basaba en una agricultura explotada con mano de obra esclava, su geografía y escaso territorio les impulsa a especializarse en actividades artesanales, comerciales y de transporte marítimo, que pronto constituyen uno de los principales ejes de la expansión económica. La organización política del territorio se articula en torno a ciudades-estado independientes, polis, donde el gobierno adopta la forma de tiranías –regímenes personales- o repúblicas de ciudadanos libres como Atenas, que constituyen la minoría de la población. La población urbana estaba UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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compuesta por artesanos (libres y esclavos), comerciantes y propietarios dueños de las tierras, así como un grupo extenso de esclavos domésticos. El crecimiento demográfico de las distintas polis impulsará entre el siglo VIII y el siglo VI adE, primero por las costas de Asia Menor y posteriormente a lo largo del Mediterráneo y el mar Negro, la gran fase de la colonización helénica. Ya se tratara de asentamientos donde instalar emigrantes de una Grecia superpoblada al tiempo que servía para garantizar el abastecimiento de cereal en la metrópoli, o bien como enclaves comerciales, las colonias griegas se sitúan principalmente en el norte de la cuenca mediterránea, manteniendo una relación privilegiada con la metrópolis fundadora, al tiempo que extiende un sentimiento de comunidad helénica, basado en la lengua y la cultura. El comercio también fomentó las actividades financieras, con el desarrollo de la circulación monetaria con monedas acuñadas, tradición heredada de la innovación efectuada por primera vez en Lidia, reino de Asia menor, que acuñó el electro, una aleación natural de oro y plata por primera vez en el siglo VI adE. Las monedas atenienses, acuñadas con la plata de las minas de Laurión (figura 2.3), propiciarán el gran desarrollo de Atenas como principal emporio y cabeza de la alianza que establecerá el imperio marítimo en el siglo V adE.

desarrollada, pero a menudo se trataba de hordas de pastores nómadas que ocupaban en extensos espacios de pasto con rebaños de caballos, ovejas o bueyes, cuyos excedentes se vendían a los pueblos agrícolas sedentarios. Con unas densidades de población muy inferiores a las de las civilizaciones agrarias, también su organización social era más primitiva y más igualitaria: tribus aisladas sin grandes diferenciaciones sociales (al fin y al cabo, la riqueza de un hombre era sólo aquello que podía trasladar), muchas ignoraban la escritura y adaptaban sólo las innovaciones técnicas compatibles con su modo de vida (sobre todo en materia de armamento). Con todo, la dureza de la vida nómada y su conocimiento del caballo les convertía en guerreros temibles.

Figura 2.3 Moneda de plata ateniense del siglo V adE

Aparición de la moneda Hacia finales del mismo siglo el templo de Artemis en Éfeso, durante el reinado de Alyaittes (610-560 a.C.) nos deja constancia de las primeras piezas de metal que se pueden denominar monedas, en cuanto que responden a un patrón metrológico y están selladas con el nombre de quienes las había emitido garantizando su ley… De hecho, Heródoto (I, 94) entendía que los lidios fueron los primeros en acuñar “para el uso público”. La leyenda remonta su creación al reinado de Giges (687-653), pero su uso no comenzaría a extenderse de forma clara entre los griegos hasta el segundo cuarto del siglo siguiente, sobre todo entre 560 y 480, sustituyendo al uso de pesar la plata en cada operación. Hay que pensar que el uso de estas piezas marcadas por una sola cara, que como vemos no era sino un paso más en una larga tradición, se habría de ver favorecido tanto por las intensas relaciones de los griegos con una corte muy prestigiosa por su oro y plata, como por la peculiar manera de actuar de los intrépidos guerreros y comerciantes griegos, que eran impulsados por el hambre ajena y la codicia propia. Fuente: Chic García (2009: 303)

Fuente: wikipedia, Dracma

Los pueblos nómadas: Al margen y a veces en los márgenes de las civilizaciones agrarias y comerciales, en zonas menos aptas o menos productivas para el cultivo y más alejadas de los grandes circuitos comerciales, la economía se organizaba en formas más primitivas, pero no por ello menos importantes. Son los pueblos que conocemos como “bárbaros” (extranjeros, en griego), aunque buena parte de lo que sabemos sobre ellos proviene de los escritos de las sociedades “civilizadas”, que los contemplaban con desprecio pero también con temor. En ocasiones se trataba de pequeñas tribus de cazadores-recolectores, o que practicaban una agricultura itinerante poco

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Sus relaciones con las civilizaciones agrarias eran complejas. Unas veces llevaron a su asimilación y absorción, como el caso de las oleadas de pueblos indoeuropeos que desde el norte, desde el tercer milenio adE., se desparramaron por el Mediterráneo, Oriente Próximo y la India, cambiando sus hábitos de pastores y ganaderos por el de agricultores, y forman importantes imperios. Es el caso de la civilización minoica en Creta, los hititas en Asia Menor, o los arianos que llegan en torno a 1500 adE a la cuenca del Ganges. En otras ocasiones, los nómadas sufrían las acometidas de los imperios agrícolas en su expansión, y los convertían en esclavos e imponían tributos. A veces se les trataba como aliados, empleándolos como fuerza de choque en los conflictos entre las civilizaciones más avanzadas. También podía darse una coexistencia pacífica, en la que primaba el comercio: el nomadismo de los pueblos pastores les convertía en intermediarios en las rutas terrestres que atravesaban las estepas. Por último, cuando los rigores del clima afectaban a la disponibilidad de pastos y la hambruna amenazaba su subsistencia, o bien como respuesta a intentos de dominación por parte de los “civilizados”, podían llegar a organizarse en grandes hordas, compuestas de numerosas tribus, que atacaban e incluso llegaban a invadir las grandes civilizaciones antiguas.

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Entre los ejemplos más conocidos de este tipo de pueblos destacan los xiong-nu y los hunos (a veces considerados como el mismo pueblo), que se extienden por la estepa eurasiática entre los siglos III adE y IV de nuestra era. Dotados con una gran destreza en el manejo de la caballería y el uso del arco, eran combatientes temibles a los ojos de sus enemigos. Amenazaron reiteradamente las fronteras del imperio chino y posteriormente algunas comunidades se dirigieron al Oeste, presionando sobre otros pueblos bárbaros e incluso alcanzando el mismo centro del imperio romano, como hizo Atila en el siglo V. Imperios territoriales: Son la forma más conocida de organización política en la Antigüedad, entre otras cosas porque son las que han dejado un mayor número de testimonios escritos y restos arqueológicos. Aunque florecieron desde el tercer milenio adE (Babilonia, Egipto, Asiria, Persia), en los siglos más próximos a nuestra Era coincidieron dos grandes imperios al Este y Oeste de Eurasia: el Imperio Romano en el Mediterráneo y el Han en China. Ambos alcanzaron cifras similares de habitantes (entre 40 y 60 millones). En ambos casos la base económica era la agricultura, y ambos desplegaron una importante potencia militar para dominar territorios muy amplios, aunque presentan también diferencias en términos del tipo de expansión y su organización social. En el caso del imperio Romano, su expansión se articula en torno a un eje marítimo, el Mare Nostrum, que articula los intercambios y comunicaciones entre el centro del Imperio, Roma, y las distintas provincias. La expansión del imperio Han es principalmente continental, si bien cuenta con los principales centros económicos en el curso del río Amarillo, al norte, donde se situarán las capitales de la dinastía. Mapa 2.5. El Imperio Romano en su apogeo

Fuente: (2009) Ciencias Sociales. 1º E.S.O, Edebé, 237 2-27

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Roma El imperio romano se expandió por un extenso territorio que se configuró a fines del siglo I dE, tras las conquistas de Trajano y la posterior estabilización de la frontera en Oriente. Se organizaba a través de una administración descentralizada del territorio en ciudades y municipios, que funcionaban como centros de recaudación de tributos y residencia de los grandes terratenientes. Las bases de la economía del imperio se asentaban en las actividades agrarias. El territorio se hallaba repartido entre pequeñas propiedades campesinas, orientadas principalmente al autoabastecimiento y grandes explotaciones territoriales o latifundios, trabajadas por esclavos, donde se desarrollaba una agricultura más orientada al mercado, con productos como cereales, la vid o el olivo. La Pax Romana o fase de estabilidad durante los dos primeros siglos dE propició la expansión demográfica y garantizó la seguridad de los intercambios, apoyados en una gran circulación monetaria. La población llegó en el siglo I a unos 60 millones. La densidad demográfica era mayor en los territorios orientales, donde se encontraban las regiones agrarias más productivas, así como los centros comerciales más prósperos (Alejandría). Sin embargo, por todas las regiones, el aumento demográfico estimuló la roturación de nuevas tierras a través del asentamiento de colonos –muchos de los cuales eran soldados licenciados- y permitió el crecimiento de los ingresos fiscales, si bien la mayor parte de los cultivadores vivían al borde de la subsistencia. Las ciudades se abastecían sobre todo con el producto de las grandes propiedades y concentraban los excedentes para comercializar. El montante de los impuestos recaudados servía en parte para sostener los gastos municipales y también para contribuir al mantenimiento del ejército. El estado romano diseñó un aparato fiscal centralizado para hacer frente a los gastos originados por la defensa del imperio, el gasto suntuario de los patricios y el consumo del aparato imperial, la capital incluida a la que llegaban productos básicos subvencionados, como el trigo y el aceite. Roma, con casi un millón de habitantes, era la principal receptora de rentas y foco del comercio mediterráneo. La Pax Romana permitió la especialización regional de la producción: cereales en Egipto, el norte de África y Sicilia, aceite y salazones en el sur de España, ganado en las regiones interiores del Imperio, y manufacturas en las zonas orientales. El comercio mediterráneo hacia posible esta especialización, al tiempo que enlazaba con Oriente, a través de la afamada ruta de la Seda, que por vía terrestre alcanzaba hasta China, con el Índico o con el África subsahariana. Este comercio era para el imperio una fuente de salida de metal precioso, que empobrecía las arcas del Estado. La esclavitud era el otro pilar de la economía del imperio romano, presente en todos los sectores productivos, desde la agricultura a las manufacturas o el servicio doméstico. El mercado de esclavos se nutría con las guerras y el comercio, pero también de la reproducción de la población esclava. Aunque el imperio romano gozaba de un alto nivel tecnológico, visible por ejemplo en las obras públicas, apenas se destinaron inversiones a tecnologías productivas, puesto que la mano de obra esclava proporcionaba un input abundante y barato. El fin de la expansión territorial y las tendencias hacia la manumisión, junto con la expansión del cristianismo provocaron que hacia el siglo I dE el número de esclavos descendiera significativamente. En consecuencia, el modelo de crecimiento se debilitó ante los gastos crecientes (extensas

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fronteras con un aparato militar permanente) que exigían mayores impuestos y contraían la demanda de los grupos productivos, debilitando las posibilidades de incrementar el producto. La inestabilidad política originada durante el siglo III se unió a las dificultades económicas que mermaron la capacidad recaudatoria del Imperio; para compensar el creciente déficit se acudió a devaluar y alterar la ley de las monedas en circulación, lo que generó problemas en el sistema monetario. La escasez de productos básicos y el déficit se unieron para generar una inflación creciente que empobreció aún más a la población y debilitó los circuitos comerciales, agravados por ciclos de malas cosechas y epidemias. La economía urbana entró en decadencia, sobre todo en la zona occidental del Imperio. En el medio rural, muchos pequeños campesinos se endeudaron con la creciente presión fiscal y al final tuvieron que vender sus tierras y ponerse bajo la protección de los latifundistas, trabajando como campesinos dependientes. Es el auge de las villas o grandes dominios autosuficientes, cuyo señor se dota de un grupo de defensa que asegura la protección de los campesinos. Ante las dificultades, la presión de los pueblos bárbaros de las fronteras del imperio, sobre todo godos y germanos de Centroeuropa, antes aliados pagados con las arcas imperiales, empezó a hacerse sentirse cada vez más insistente en las fronteras. El comercio se vio sometido a crecientes dificultades, por la falta de seguridad y el encarecimiento de los productos. La llegada de pueblos desde el norte y el Este en sucesivas oleadas, acaban en el siglo V definitivamente con el Imperio Romano de Occidente.

de baja calidad hacían obligado el barbecho dos años de cada tres; en las de media calidad uno de cada dos, pero las mejores daban una cosecha anual, fundamentalmente de mijo, como principal cereal, y en menor medida de trigo y cebada. Como fibra textil destacaba el cáñamo, aunque la seda se fue extendiendo como producto comercial de gran valor, utilizado también como dinero, materia prima de una manufactura destinada a las clases superiores. Solo más al sur, aunque aun sin mucha importancia, el cultivo de arroz era el cereal dominante. Mapa 2.5. El imperio de la dinastía Han en China

El imperio Han en China El Imperio de la dinastía Han (206adE-220 dE) en China se extendió por un área de tamaño similar al de Europa y se mantuvo durante más de cuatro siglos. La base del imperio se hallaba en las regiones del norte, en los cursos de los ríos Amarillo y Wei donde se encuentran sus capitales (Chang’an y Luoyang); la agricultura constituía como en Roma la base económica del Imperio, con el desarrollo de un sistema fiscal que extrae ingresos de los campesinos a través de impuestos en especie sobre la propiedad, contribuciones personales en dinero, y prestaciones obligatorias de trabajo en distintas tareas colectivas. El Estado entregaba a los pequeños campesinos lotes de tierra de diferente extensión, dependiendo de la calidad del suelo, así como ganado y aperos de labranza. Al mismo tiempo, existían grandes explotaciones propiedad de terratenientes, cedidas en arrendamiento a los cultivadores. La agricultura conoció en este periodo un notable desarrollo técnico, que impulsó la producción y el crecimiento demográfico (unos 58 millones de habitantes según un censo del 2 dE). La extensión de arados, sembradoras y otros aperos, así como el uso de ganado de labor, bueyes principalmente, fue estimulado por el Estado, que controlaba la producción y los precios de los útiles de hierro para hacerlos asequibles. También se desarrollaron grandes obras de irrigación con la construcción de canales en los ríos Wei y Huai, así como la reconstrucción de la Gran Muralla (220-210 adE), que servía de protección ante los pueblos nómadas del norte, a base de los servicios en trabajo de los campesinos. El asno, procedente del Oeste e introducido por los hunos, se introdujo como animal de carga. Los sistemas de cultivo en tierras

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Fuente: GeorgesDuby (1997): Atlas histórico mundial, Madrid, Debate La expansión demográfica y territorial del nuevo imperio también se complementó con el desarrollo de actividades artesanales y comerciales, así como una urbanización creciente. La economía monetaria, fomentada por la acuñación en manos privadas, se introdujo entre los campesinos y también las operaciones de crédito. China había comenzado a tejer relaciones con sus vecinos a través de la venta de productos muy valiosos como la seda, que ya ha cobrado importancia desde siglos anteriores. Este artículo fomentó los intercambios exteriores habilitando una ruta que el gobierno chino intentó controlar mediante la expansión militar hacia el Oeste, estableciendo la primacía Han en territorios de Asia Central. La seda permitía la compra de productos más escasos, como cabezas de ganado a los pueblos de las estepas del norte, o el abastecimiento de metales preciosos.

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La inestabilidad en el norte por la amenaza de los pueblos Xiong-nu y posteriormente el exceso de población en las provincias del norte estimuló el éxodo de campesinos hacia el Sur, sobre todo durante los siglos I y II dE por las provincias situadas en la zona del Yang-tze, e incluso más al sur, fomentando la colonización y la expansión del imperio, con lo que se ampliaba su base fiscal. Pero el aumento de la población y el sistema de herencia hizo que la tierra fuera progresivamente más escasa, por tanto aumentó el minifundismo e impulsó la intensificación mediante el uso de fertilizantes, en particular estiércol humano y de cerdo. Ante los gastos crecientes, el Estado intervino en distintos sectores para obtener ingresos, como el control del comercio en productos como la sal y los cereales o haciéndose con el monopolio de la acuñación monetaria. El Estado también trató de limitar la creciente concentración de la propiedad en manos de los grandes propietarios, pero las dificultades de los campesinos en mantener sus explotaciones les obligaba al endeudamiento ante la voracidad fiscal de los recaudadores y en consecuencia se ponían bajo la protección de los terratenientes, a quienes vendían las tierras, pasando a convertirse en arrendatarios de los grandes señores. Esta tendencia se produjo a partir de mediados del siglo II dE, coincidiendo con la inestabilidad creciente en todo el territorio. A ello se añadieron los efectos de malas cosechas provocados por las plagas de langostas o el desbordamiento del río Amarillo (153 dE), en medio de una situación donde se extendieron las rebeliones sociales y fases de desgobierno. Esta situación agravó la crisis que terminaría por acabar con la dinastía a comienzos del siglo III, dando paso a una larga fase de fragmentación política en el territorio chino.

secano, combinación con la ganadería como fuentes de proteínas, tiro y transporte y abonado, casi todos los cultivos principales (trigo, cebada, arroz, maíz, legumbres, vid y olivo, frutales injertados) y buena parte de las técnicas de regadío. El desarrollo de las tecnologías básicas en la manufactura: el hilado y tejido de fibras animales o vegetales (lanas, linos, algodón), la cerámica y el curtido de los cueros, formas básicas de conservación de alimentos (salazones y ahumados), la extracción minera y la metalurgia, especialmente del hierro, a través de la fragua, la construcción en diversos materiales (piedra, adobe, ladrillo, mortero y cemento, cal por un lado, pero también madera y bambú) y con soluciones arquitectónicas básicas (la construcción de arcos y cúpulas) que permiten levantar grandes edificios singulares, murallas, puentes o calzadas empedradas. Al mismo tiempo, el desarrollo científico (con la astronomía y la geometría a la cabeza) permite incrementar la capacidad de entender la naturaleza y sus procesos. La división del trabajo, con la aparición de sectores y trabajadores especializados en el comercio y la manufactura, pero también una notable diferenciación entre las zonas rurales, mayoritariamente agrarias, y las ciudades, centros de poder político y religioso y focos de actividad comercial, manufacturera y financiera. Pese a la importancia de la división del trabajo, hay que recordar que estaba limitada por el volumen de los excedentes agrarios. Las bases del comercio: las formas básicas del transporte terrestre (carros tirados por bueyes, caballos y mulas) y acuático (embarcaciones a vela o a remo), que servirán de instrumentos tanto al comercio como a la guerra y el desarrollo de la moneda (especialmente de oro y plata) como medida de valor, medio de cambio y depósito de riqueza. Los marcos institucionales y sociales: derechos de propiedad y sistemas de herencia bien definidos, las leyes como forma de regulación de conflictos, sistemas políticos complejos (del Imperio a la democracia), burocracias especializadas y ejércitos organizados, los tributos e impuestos como modo de financiar los Estados, todo ello ligado a formas de diferenciación y jerarquización social, con clases o estamentos diferenciados: noblesguerreros, sacerdotes, burócratas, agricultores y artesanos, soldados, comerciantes, esclavos o extranjeros carentes de derechos. En el campo de las ideas, el desarrollo es también espectacular; la difusión de religiones complejas (del animismo al politeísmo o el monoteísmo), prácticamente todas las formas literarias que conocemos (empezando por las epopeyas y mitologías, y pasando por el teatro, la lírica o la poesía satírica hasta el ensayo o la retórica), el desarrollo de las ciencias (agronomía, astrología, química, medicina, matemáticas) o el pensamiento político. Estos diez mil años de historia antigua sientan las bases de las economías y sociedades que conocemos actualmente.

2.6. Civilización y barbarie en el mundo antiguo Hemos tratado de sintetizar en unas cuantas páginas las grandes líneas de la historia de la Humanidad desde la “invención” de la agricultura hasta la “invención” de la civilización. Obviamente, no hay modo de hacerle justicia a esos 10 000 años de evolución en tan breve espacio. El gran salto que supuso la agricultura resulta difícil de exagerar, aunque la población nos da una primera pista. Aunque se trata de meras estimaciones, basadas en testimonios arqueológicos dispersos aunque ya en primitivos censos y recuentos de población, frecuentes en los grandes imperios de la Antigüedad, se calcula que el número de habitantes del planeta pasó de entre 8 millones a cerca de 170 en el comienzo de la era cristiana. Buena parte de ellos se concentraban en las zonas agrícolas más ricas, pero a lo largo de este periodo continuó el proceso de expansión de homo sapiens por el planeta, iniciado en la prehistoria: en este periodo los hombres llegaron a Nueva Zelanda y poblaron las islas de la Polinesia en mitad del Pacífico, los últimos enclaves aún por ocupar. Al mismo tiempo, resulta difícil exagerar la importancia de las civilizaciones de la Antigüedad a la historia humana. Buena parte de los rasgos que dominarían la economía y la sociedad hasta al menos el siglo XVIII dE se daban ya en las grandes civilizaciones del primer milenio adE.  La importancia de la agricultura como base de todas las economías, con un arsenal tecnológico casi completo: arados para remover profundamente la tierra de labor, sistemas de barbecho y rotación de cultivos en las tierras de

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Con todo, importa resaltar también dos hechos que a veces tienden a quedar oscurecidos en el relato de la historia económica, que lógicamente se fija más en los elementos de cambio que en las continuidades, y en los sectores y territorios más avanzados que en el conjunto de las economías.

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La ley de Engel y la manufactura

El primero es que el proceso de desarrollo no es simultáneo: del mismo modo que sabemos que la agricultura y la ganadería se “inventan” en varios focos muy alejados en el espacio, también hay grandes diferencias temporales: desde el 10 000- 8 000 adE en el Creciente Fértil y en China al 3 500 adE en Mesoamérica. Lo mismo ocurre con otros desarrollos, como la construcción de grandes ciudades-estado, la navegación o la escritura. De hecho, es importante resaltar que algunas civilizaciones de la Antigüedad, por avanzadas que estuvieran en determinados aspectos, podían no estarlo tanto en otros: es llamativo, por ejemplo, el hecho de que en el continente americano no se conociera la rueda ni la escritura hasta la llegada de los europeos a fines del siglo XV, o que estas civilizaciones americanas carecieran de animales de tiro y transporte, por lo que debían emplear sobre todo “convertidores” humanos para estas tareas. En este sentido, las civilizaciones eurasiáticas contaron con la ventaja de unas comunicaciones mucho más fáciles en un territorio muy amplio y bien comunicado, lo que facilitó la difusión y adopción de innovaciones de muy diversa naturaleza. El segundo aspecto que debe resaltarse es que el carácter y las relaciones entre las diversas culturas es complejo. Lo hemos resaltado al hablar de los pueblos “bárbaros”, que lo mismo podían constituir tropas de choque al servicio de los Imperios territoriales, como invasores ocasionales (o incluso conquistadores que sustituían a las clases dominantes de las sociedades civilizadas), como intermediarios en el comercio entre diversas regiones. Del mismo modo, las propias culturas “civilizadas” mantenían entre sí relaciones complejas que iban desde la disputa territorial, al comercio y emigración pacíficas, la conquista o las alianzas contra terceros. Estas relaciones podían cambiar, como de hecho cambiaban, en el tiempo: pueblos pastores como los macedonios podían acabar constituyendo imperios territoriales como el de Alejandro Magno o civilizaciones comerciales como la fenicia acabaron desembocando en imperios marítimos desde la colonia norteafricana de Cartago, que disputó a Roma la supremacía en el Mediterráneo. Esta complejidad no debe perderse de vista a la hora de estudiar la historia de la Antigüedad.

Ernst Engel (no confundir con Friedrich Engels, el colaborador de Karl Marx) era un estadístico aleman que estudió en el siglo XIX una serie de presupuestos familiares de gasto, y llegó a la conclusión de que a medida que aumenta el nivel de renta de las familias, menor es el porcentaje del gasto dedicado a alimentación (o en general a los productos de primera necesidad) y mayor el porcentaje dedicado a otros bienes y servicios. Dicho de otro modo, que la elasticidad-renta de la demanda de alimentos es inferior a 1. Es lo que se conoce como la ley de Engel. Una de sus aplicaciones a la historia nos lleva a entender mejor el desarrollo de las manufacturas. En principio, dado que los excedentes agrarios eran escasos (y las rentas disponibles de los campesinos también), la mayor parte de los ingresos de la mayoría de las familias se destinaba a pagar alimentos básicos (las llamadas subsistencias: cereal (trigo, arroz, maíz según las distintas culturas) y sus derivados (pan, tortitas), legumbres, alguna forma de bebida alcohólica (vino en las culturas mediterráneas) que proporcionan calorías suplementarias especialmente necesarias en regiones frías y la fuente más barata de proteínas (carne de cerdo o cordero, pescado en zonas costeras, etc.). Una vez cubiertas las necesidades de alimentación, el vestido era la siguiente necesidad básica, por lo que la industria textil era tradicionalmente el principal sector de las manufacturas en la mayoría de las sociedades agrarias (junto con la cerámica para menaje de cocina y almacenamiento de alimentos, y el cuero para el calzado y arreos de los animales). También la vivienda era una necesidad básica, aunque en la mayoría de las sociedades buena parte de los trabajadores construían sus propias casas, con los materiales más abundantes en la zona. Por último, la metalurgia proporcionaba útiles de trabajo (arados, azadas, cuchillos) y armas, además de bienes suntuarios como joyas o vajillas: de ahí el peso de la minería y la metalurgia. Estos tres sectores –textil, construcción y metalurgia-- constituían el grueso de las manufacturas en las sociedades agrarias, junto con alguna industria de transformación de alimentos. Del mismo modo, subsistencias, tejidos y objetos metálicos sumaban la mayor parte de los bienes objetos de comercio, especialmente a corta distancia. Luego está la otra conclusión de la Ley de Engel, y es que a los ricos les quedaba mucha renta disponible para gastar en consumo de bienes suntuarios y servicios personales (criados, peluqueros, secretarios, etc.). Y dado que su demanda se dirigía a bienes de lujo, también habrá en las sociedades agrarias comerciantes y artesanos especializados en este tipo de productos, que constituirán durante mucho tiempo el grueso de los intercambios internacionales a larga distancia, puesto que eran sobre todo los bienes más caros (y de más valor en relación con su peso o volumen) los que permitían afrontar el sobrecoste que el transporte, especialmente por tierra, y el pago de los márgenes comerciales (muy elevados, como lo eran los riesgos de la actividad) añadían a cualquier producto.

5. Resumen En estas páginas se ha tratado de: a) Subrayar el carácter de invención humana de la agricultura y domesticación de animales. b) Explicar el significado de la Revolución Neolítica, sus focos, cronología, tipos de especies y los problemas ligados a su desarrollo. c) Señalar el comienzo de la producción de alimentos como momento de arranque de la historia económica. d) Trazar la línea que lleva de los excedentes agrarios a la sedentarización y la división social del trabajo como gran elemento explicativo de la evolución de las civilizaciones de la Antigüedad.

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e) Situar en el espacio y en el tiempo algunas innovaciones fundamentales para la historia económica: escritura, matemáticas, navegación o moneda. f) Analizar la lógica económica y política de los grandes imperios de la Antigüedad, comparándolos para extraer rasgos comunes y divergencias. g) Insertar los distintos tipos de economía de la Antigüedad en su contexto histórico. h) Subrayar algunos de los legados de las sociedades de la Antigüedad a la economía mundial.

6. Conceptos básicos Paleolítico Neolítico nómada sedentario glaciación barbecho Domesticación de especies

civilizaciones hidráulicas ciudades-templo Imperio ciudades-estado. colonia presión demográfica división del trabajo

7. Referencias BOSERUP, Ester (1984), Población y cambio tecnológico: estudio de las tendencias a largo plazo, Barcelona, Crítica (trad. de J. Beltrán). BRAY, Francesca (1986), Agriculture, en Needham, Joseph, dir., Science and civilisation in China, vol. 6.2, Londres, Cambridge University Press. CHIC GARCÍA, Genaro (2009), El comercio y el Mediterráneo en la Antigüedad, Madrid, Akal. COHEN, Mark Nathan (1987): La crisis alimentaria de la prehistoria: la superpoblación y los orígenes de la agricultura, Madrid, Alianza. DIAMOND, Jared (1998), Armas, gérmenes y acero, Madrid, Debate. GARNSEY, Peter y SALLER, Richard (1991), El imperio Romano. Economía, sociedad y cultura. Barcelona, Crítica. GRIGG, David B. (1984): The agricultural systems of the world: an evolutionary approach. Cambridge University Press, POUNDS, N.J.G. (2000): Geografía histórica de Europa, Barcelona, Crítica. ROUX, Georges (1998), Mesopotamia. Historia política, económica y cultural. Madrid, Akal.

8. Textos La regulacion de la economía en Mesopotamia (1760 adE) 45 Si un hombre arrienda su campo a un arrendatario y recibe la renta de su campo, si el divino Adad devasta el campo o se lo lleva una riada, los perjuicios serán sólo del arrendatario. 46 Si no hubiese recibido aún la renta de su campo tanto si se arrendó el campo a medias o a tercias , la cebada que haya quedado en el campo se la repartirán el arrendatario y el dueño del campo según la proporción pactada. 47 Si el arrendatario, al no ver compensado su trabajo, declara seguir cultivándolo, ue el dueño del campo no objete; su arrendatario seguirá cultivándolo, y luego al cosechar, que se quede con la cebada según contrato. 2-35

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48 Si un hombre contrae una deuda y el divino Adad devasta el campo o se lo lleva una riada, o por falta de agua, no se produce cebada en el campo, en ese año no le devolverá cebada a su acreedor; que moje su tablilla y no pague el interés de ese año. (tablilla mojada: se deshace el barro, como el “papel mojado”. El contrato desaparece). 49 Si un hombre toma dinero prestado de un mercader y le entrega al mercader un campo listo para el cultivo de cebada o de sésamo y le dice: “cultiva el campo, coséchalo y quédate con la cebada o el sésamo que se críen”, si luego un arrendatario cría en el campo cebada o sésamo que al cosechar, sea el dueño del campo quien se quede con la cebada o sésamo que se críen; pero la cebada debida por el dinero que haya tomado del mercader, con su interés más una indemnización por los gastos de cultivo, se los entregará al mercader. 50 Si entrega un campo sembrado (de cebada) o un campo sembrado de sésamo, será el dueño del campo quien se quede con la cebada o el sésamo nacidos en el campo, y luego le devolverá al mercader el dinero y su interés. 51 Si no tiene dinero para devolver, le dará al mercader (cebada o) sésamo, a precio de mercado por el dinero –y sus intereses que él tomó prestado del mercader, según la ley del rey. 52 Si el arrendatario no cría en el campo ni cebada ni sésamo, que no se modifique el contrato. 53 Si un hombre descuida reforzar el dique de su campo y no refuerza su dique y por ello se abre una brecha en la margen y deja que el agua se lleve el mantillo, el hombre en cuyo dique se ha abierto la brecha compensará por la cebada que haya echado a perder. 54 Si no puede compensar la cebada, que lo vendan a él y a sus bienes, y que, después, los que tenían las tierras cuya cebada se llevó el agua, se lo repartan. 55 Si un hombre abre su acequia para regar y luego se descuida y deja que el agua se lleve el campo de un vecino, pagará una indemnización en cebada según la cosecha de su vecino.…”

siempre en sus puestos, más siempre que se le presente la ocasión debe el dueño detenerse en su hacienda, con la condición de que no sea ésta una permanencia inactiva y ociosa, pues es deber de un propietario laborioso inspeccionar con cierta frecuencia en toda época del año todos los rincones de su campo, para poder observar con mayor propiedad la naturaleza del terreno a través de los frutos, estén en hojas e hierbas o ya maduros…. Por todo ello, lo primero que deben tener en cuenta tanto el que posee una finca heredada de sus mayores como el que vaya a comprar una es conocer qué tipo de zona es más recomendable, bien sea para que pueda desprenderse de una finca inútil o bien para que pueda comprar una de calidad. Si la fortuna ratifica con su ayuda nuestros deseos, tendremos una finca en un clima saludable, en una tierra fértil, en parte llana, en parte con colinas suavemente inclinadas hacia oriente o hacia mediodía, con zonas de tierra cultivable y con otras silvestres y rugosas, y no lejos del mar o de un río navegable por donde puedan ser exportados los frutos e importados los suministros. La llanura distribuida en prados, tierras de labor, saucedales y cañaverales, lindará con las edificaciones. Unas colinas estarán despobladas de árboles para destinarlas a la siembra exclusiva de cereales; éstos, sin embargo, crecen mejor en las llanuras medianamente secas y grasas que en los lugares en pendiente; por esta razón, hasta los campos de trigo más elevados deben ocupar zonas planas, y tener la menor pendiente posible y el mayor parecido con una llanura. Otras colinas serán vestidas de olivos y de viñas, así como de los futuros rodrigones para éstas últimas; ellas podrán suministrar madera y piedra, si la necesidad de edificar así lo exige, y también el pasto para el ganado menor; por último despeñarán desde sus cimas arroyos que bajen hasta los prados, huertos y saucedales, así como el agua corriente para la casa. Tampoco deben faltar los rebaños de ganado mayor y demás cuadrúpedos que ramoneen los terrenos cultivados y los matorrales, …”

Código de Hammurabi. Versión de la edición de Joaquín

Columela, De los trabajos del campo (edic. A. Holgado), 1988, Libro 1, cap. 2 .

Sanmartín, Barcelona, 1999

Una explotación agraria en el Imperio Romano “Soy partidario, pues, de que la finca que se compre esté situada en un lugar próximo a la ciudad, adonde pueda el dueño desplazarse con frecuencia y anunciar que ha de venir con más asiduidad de lo que realmente tenga pensado, pues con este temor el capataz y los esclavos estarán

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9. Preguntas de autoevaluación 1. Complete los espacios en blanco con los conceptos de la parte derecha. Consecuencias económicas de la aparición de la agricultura

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El descubrimiento de la agricultura aumentó ______1_________ de alimentos, lo que permitió incrementar el volumen de _____2____. En cuanto al poblamiento, ____3____fue sustituido por hábitos _____4_________. La producción de excedentes hizo posible la _______________5______________. Esto requirió el desarrollo de ________6________ lo que dio lugar a la aparición de las primeras formas de _____7___.

(a) dinero (b) sedentarios (c) división del trabajo y especialización (d) la producción (e) población (f) el nomadismo (g) los intercambios

4. Estaño 5. Cristal

3. Destaque tres ventajas de la adopción de la agricultura y al menos dos inconvenientes con respecto a las actividades de caza y recolección.

4. Verdadero o falso. Relacione el Neolítico con las siguientes actividades y recursos. V F V F Caza del mamut Azadas de silex Artesanía textil Domesticación de ovejas Recolección de Rotación trienal frutos Hábitat en aldeas Invención del fuego Pesca fluvial Pastoreo nómada Alfarería Piedra pulimentada Piedra tallada Metalurgia Imprenta Invención del arado

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D. Laurión-Atenas E. Cornualles.

la

2. Identifique la zona originaria con los siguientes productos, y con la especie a la que pertenece REGION ESPECIE PRODUCTO Oriente Medio Cereal Llama India Tubérculo Algodón América Textil Mijo China Leguminosa Ñame África Mamífero Lentejas

5. Relacione los siguientes productos en la Antigüedad con los lugares: 1. Tinte púrpura A. China. 2. Plata B. Egipto 3. Seda C. Fenicia

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6. Establezca algunas comparaciones y diferencias entre el imperio Romano y el imperio Han de la China, en torno al siglo I de nuestra era.

Preguntas tipo test 1. En términos de duración ¿cuál es la actividad que durante más tiempo ha desarrollado el ser humano? A. Agricultura. B. Ganadería. C. Caza. D. Artesanía. 2 ¿Cuál de estas actividades NO se inventa en el Neolítico? A. Agricultura. B. Ganadería. C. Pesca.

D. Metalurgia.

3. ¿Cuál de estos cereales NO aparece como cultivo originario en Eurasia durante el Neolítico? A. Trigo. B. Maíz. C. Cebada. D. Arroz. 4. Durante el Paleolítico, el ser humano: A. Ocupó todos los continentes (salvo la Antártida). B. Fomentó la domesticación de ovejas. C. Introdujo útiles de hierro en la caza. D. Las tres respuestas anteriores. 5. En el Imperio Romano, la principal vía de comercio a larga distancia era: A. La red de calzadas. B. El mar Mediterráneo. C. El sistema de canales fluviales. D. El circuito de senderos pastoriles. 6. Las primeras grandes civilizaciones se asociaron al curso de ríos porque A. La pesca era su principal actividad. B. Controlaron las inundaciones para irrigar y fertilizar los campos. C. Permitían un comercio muy beneficioso para sus habitantes. D. Encontraban metales preciosos sin desarrollar la minería. 7. El desarrollo de las civilizaciones mesopotámicas a partir del V milenio A.C. está relacionado con: A. La aparición de la escritura B. Una agricultura basada en la irrigación. C. Las dos respuestas anteriores D. El pastoreo nómada. 8. La base económica del Imperio Han en China radicaba en: A. El desarrollo técnico. B. La expansión agraria. C. La venta de la seda. D. El comercio en el mar Amarillo. 9. Las colonias griegas establecidas en el área mediterránea sirven a la metrópoli para: A. Aliviar la presión demográfica. B. Obtener productos agrarios. C. Vender manufacturas a las poblaciones vecinas. D. Las tres respuestas anteriores 10. Entre los rasgos del Imperio Romano en su época de expansión se citan: A. Una escasa división del trabajo B. Una excelente red comercial. C. Un moderado crecimiento urbano. D. Un gran desarrollo tecnológico agrario.

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GRADO 

APUNTES DE HISTORIA ECONÓMICA  Tema 3. La Edad Media: las bases de la expansión europea (c.450‐c.1450) 

   

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  2-41

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Tema 3. La Edad Media: las bases de la expansión europea (c.450-c.1450) Reconocimiento - NoComercial - CompartirIgual (by-nc-sa): No se permite un uso comercial de la obra original ni de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original.

1. Resultados de aprendizaje Tras el estudio del tema, aspiramos a que esté en condiciones de: 1. Contextualizar el concepto de Edad Media en una perspectiva no estrictamente europea. 2. Describir la expansión del Islam a partir del siglo VIII y su conversión en una nueva área comercial “integrada” desde el Al-Andalus y África hasta la India. 3. Definir el feudalismo como forma de organización social y económica dominante en Europa, describir sus principales características. 4. Caracterizar los rasgos principales de la agricultura en la Europa feudal: cereal de secano, bajos rendimientos, mano de obra servil, lógica de subsistencia, crecimiento extensivo, innovaciones tecnológicas en la agricultura. 5. Explicar el atraso relativo de Europa frente a otras civilizaciones asiáticas. 6. Distinguir las fases de expansión y crisis de la economía medieval. 7. Conocer las causas de la expansión mundial de los siglos XI-XIII. 8. Entender las interrelaciones entre los distintos espacios del Viejo Mundo. 9. Comprender los mecanismos de la crisis de los siglos XIV y XV y la influencia de la forma en que se resolvió sobre la evolución económica posterior. 10. Insertar la evolución de la Península Ibérica en el cruce de influencias entre las civilizaciones del mediterráneo medieval. 2. Índice 3.1. El mundo antes del año mil: la divergencia oriental 3.1.1. Progreso y expansión musulmana 3.1.2. La China de los Tang 3.1.3. La consolidación del feudalismo en Europa 3.2. La expansión tras el año mil. Siglos XI-XIII 3.2.1. La expansión europea cristiana. Rasgos principales 3.2.2. La repoblación en la Península Ibérica 3.2.3. La expansión económica en China durante la dinastía Song (960-1279) 3.2.4. La construcción de una red mercantil integrada en el siglo XIII a escala mundial y el auge de los mongoles 3.3. Las condiciones de la crisis mundial del siglo XIV 3.3.1. La crisis bajomedieval en la Península Ibérica

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3. Algunas preguntas iniciales 

¿Cómo valorar los efectos de la caída del Imperio romano en Occidente y la aparición del feudalismo en Europa?



¿Cómo se observa el escaso desarrollo europeo durante el medio milenio que va desde el año 500 al año 1000, en el momento que se produce el gran despegue de la civilización musulmana y el auge de la dinastía Tang en China?



¿Qué factores permiten la recuperación europea desde el año mil y su grado de desarrollo frente al resto de economías del Viejo Mundo?



¿Qué tipo de relaciones dominan entre las distintas civilizaciones a lo largo del periodo medieval?



¿Cómo se produjo la gran hecatombe demográfica a mediados del siglo XIV?

4. Contenidos del tema 3. 1. El mundo antes del año mil. La divergencia oriental La caída del Imperio romano en Occidente (476 aprox.) da paso a un largo periodo de estancamiento económico en Europa occidental, que coincide con una fase de transformaciones en distintas regiones del Viejo Mundo euarasiático, donde se observa el surgimiento y auge de la civilización musulmana, que se convierte en el pivote de la conexión con Oriente. El Mediterráneo queda fragmentado, sin un poder definido en la zona occidental y con un cambio de peso económico a favor del litoral oriental, dominado en principio por Bizancio, que se ha quedado como heredero del mundo clásico grecorromano, hasta la entrada de los musulmanes por el sur durante el siglo VII. Mientras, en Europa, el establecimiento de reinos independientes resultado de la simbiosis entre los habitantes del imperio y los inmigrantes germanos y godos, evoluciona lentamente hacia un espacio muy fragmentado y expuesto a nuevas invasiones, hacia Oriente se observa el primer impulso de la civilización musulmana, que se extiende por zonas de los tres continentes del Viejo Mundo. Más al Este, en China, se suceden las fases de crecimiento – dinastías Sui y Tang– con otras de inestabilidad. Hasta el año 1000, por tanto, el principal foco económico está en Asia y su influjo llega al Mediterráneo a través de los mercaderes y el desarrollo económico musulmán. Los primeros siglos tras la caída de Roma se observa en el Mediterráneo la transitoria influencia del mundo bizantino, heredero de la tradición helenística, que mantiene algunos de sus principales rasgos a través de la existencia de centros urbanos especializados y las conexiones comerciales, sobre todo en el Mediterráneo oriental y hacia Oriente. El Imperio Bizantino tiene un papel secundario y perderá paulatinamente importancia, aunque su legado se mantiene hasta la conquista de la capital, Bizancio, por los turcos en 1453. 3.1.1 Progreso y expansión musulmana Durante este primer periodo el hecho más destacable es la expansión y florecimiento de la civilización musulmana, que se extiende desde la península Arábiga a partir de mediados del siglo VII por el este y el oeste, alcanzando a mediados del siglo VIII un territorio comprendido entre la ribera del Indo y las costas atlánticas de la península Ibérica (ver mapa 3.1). La población árabe, en

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principio tribus de pastores y comerciantes caravaneros con algunos focos de agricultura de oasis, se desplazó desde las zonas desérticas y esteparias, ocupando rápidamente las llanuras aluviales de Mesopotamia y Oriente Medio. Los ocupantes se mezclaron con los habitantes de las zonas conquistadas, que admitieron la conversión al Islam y asimilaron la lengua árabe. Así ocurrió con muchos pueblos situados entre Oriente, el norte de África y el sur de Europa, como por ejemplo, los pastores bereberes del norte de África, que posteriormente transmitieron el Islam hacia el Sur. En principio el mundo musulmán fue una entidad política unificada bajo los Omeyas (661-750), que gobernaron desde Damasco. Tras 750, una revuelta da el poder a Abbas ibn Abd al-Muttalib, iniciador de la dinastía abasí, que traslada su capital a Bagdad. Con esta dinastía se independizan algunas regiones, como Al-Andalus. La dinastía abasí dura hasta 1258, fecha de la toma de Bagdad por los mongoles.

contaban por decenas de millares. Los trabajos en el textil, donde utilizan lana, lino, algodón y seda; el cuero, los metales y la construcción alcanzaron elevados grados de calidad, y además, el desarrollo económico fue acompañado del florecimiento cultural, donde la recepción del conocimiento desde Oriente se combinó con el legado cultural grecorromano, difundiendo conocimientos técnicos y científicos. La tecnología alcanzó un gran nivel, relacionada con el aprovechamiento de la energía hidráulica. También diseñaron instrumentos astronómicos y para medicina. Incorporaron importantes innovaciones en sectores industriales, como la fabricación de papel, el vidrio o la industria sedera. Buena parte de la población estaba alfabetizada, gracias a la extensión de escuelas y bibliotecas, con un gran volumen de libros favorecidos por la expansión de la industria papelera. Las rutas comerciales se extendieron tanto por vía terrestre como marítima. Los comerciantes árabes basaban el tráfico en caravanas, enlazando mediante puestos intermedios regiones muy alejadas que iban desde las costas atlánticas de Marruecos y los pasos en Asia Central que se dirigían a China, como el caso de la ruta de la seda. A pesar de que el centro político se desplazó con los Omeyas a Damasco y posteriormente a Bagdad, el peso religioso de la Meca como principal centro de peregrinación tuvo importantes efectos económicos en el desarrollo comercial de la península arábiga. En el tráfico marítimo los navegantes árabes y persas se hacen dueños de la navegación en el Mediterráneo y surcan el océano Índico, adecuándose a los ritmos estacionales de los monzones y estableciendo numerosos enclaves comerciales y zonas de influencia desde el mar Rojo y el golfo Pérsico (Adén, Omán, Basra, Ormuz) hasta el estrecho de Malaca, pasando por la India. Incluso desde el siglo VIII, los navíos árabes tenían contacto directo con Cantón, donde se aprovisionaban de las sedas y otras mercancías chinas. La base de ingresos del califato musulmán quedó en principio asociada al botín de las conquistas, extraído de los tesoros bizantinos, sasánidas y de las tumbas del Egipto faraónico, así como al sistema tributario ejercido sobre la población, discriminando a los fieles musulmanes del resto que tenía otras creencias religiosas, sometido a un régimen tributario más oneroso. Así se desarrolló una próspera economía monetaria, sobre la base de un sistema bimetálico –dinar de oro y dirham de plata– con la aplicación de técnicas de crédito, el uso de letras de cambio junto con el desarrollo de contabilidad con libros de partida doble y actividades comerciales a larga distancia, que mantenían abastecidos los canales de provisión de metales preciosos. El desarrollo del comercio favoreció la puesta en marcha de numerosas técnicas comerciales y de préstamo, así como la contabilidad por partida doble. La mano de obra incluía una amplia población rural campesina, aunque es de destacar el importante peso de la esclavitud, sobre todo en las regiones de cultivo intensivo, pero también como parte del servicio doméstico de personas acaudaladas, en el ejército y en la administración. La esclavitud fue un negocio comercial lucrativo que conectó diferentes rutas con Europa y África, de donde procedían la mayor parte. Se calcula que en el periodo 900-1100 se exportaron por la ruta que atravesaba el desierto del Sahara casi 1,8 millones de esclavos, además del tráfico que se establecía desde África oriental por el océano Índico.

Mapa 3.1 Expansión musulmana (siglos VII-VIII)

Fuente: Wikipedia (Expansión musulmana) Las bases agrarias de la economía musulmana descansaban en las fértiles llanuras aluviales del Tigris y Éufrates, así como en las del valle del Nilo, que eran los principales graneros de la región. Extendieron por el Mediterráneo las técnicas de la agricultura de irrigación, a la que fueron incorporando productos procedentes de Oriente. La posición intermedia de la civilización musulmana les permitió incorporar cereales como el arroz desde Asia oriental o el sorgo des África, y también hortalizas y frutales, así como otros cultivos como la caña de azúcar o el algodón. El otro pilar de la economía era en muchas regiones el pastoreo, fundamentalmente de ganado ovino aunque también se extendieron los rebaños de cabras, vacuno, equinos y camellos. El desarrollo agrario se basó en la cuidada selección de plantas, la rotación de cultivos y el aprovechamiento del agua a través de una sofisticada tecnología de regadío que se basaba en norias y canalizaciones (acequias). El mundo musulmán destacó en ciencias como la botánica y la agronomía. El desarrollo agrario y ganadero permitió la especialización artesanal y la emergencia de una civilización urbana con importantes centros como Damasco, Bagdad, El Cairo, Alejandría o Córdoba, cuyas poblaciones se UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUACIÓN A DISTANCIA

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En la Península Ibérica la presencia musulmana se mantiene durante casi ocho siglos (711-1492). Son los territorios de Al-Andalus, que cobraron un periodo de auge sobre todo entre el siglo VIII y el XI, cuando dominan la mayor parte de la península. El emirato de Córdoba (750-929), que se funda con Abderramán I logrando la autonomía del califato de Bagdad y posteriormente con Abderramán III (929-1039) se funda el califato de Córdoba, hasta el siglo XI en que se desintegra, estableciéndose los reinos de taifas. Estos dos siglos consolidan la fase de crecimiento económico de Al-Andalus, con el desarrollo de una economía agraria basada en la conjunción del secano y el regadío, el cultivo de cereales y productos hortofrutícolas, así como la crianza de ganado y la pesca de almadraba. La mercantilización de la agricultura se realiza a través de una densa red de mercados urbanos, donde se concentra la artesanía y se desarrolla la economía monetaria. Las principales ciudades son Córdoba, la capital, Sevilla, Toledo y Granada, aunque destacan otras en el litoral, como Valencia. El comercio se extiende al litoral y el norte de África. El auge musulmán en Al-Andalus se comprueba también con el gran desarrollo de la cultura y las ciencias, donde sobresalen la astronomía, la medicina y la filosofía.

Mapa 3.2. Canales navegables en China durante las dinastías Sui y Tang

3.1.2 La China de los Tang (618-907) La dinastía Tang sucede a la breve dinastía Sui (580-618), que había unificado el territorio chino tras siglos de división. La población china osciló durante este periodo entre los 50 y 60 millones de personas. Aunque todavía su área de mayor densidad era la zona septentrional, en torno al río Huang-ho, donde los principales cultivos son el trigo y el mijo, durante el siglo VII se produce un cambio de tendencia a favor de la zona sur, con el crecimiento del papel de la agricultura del arroz en la cuenca del Yang-tze. Las comunicaciones con el norte y el transporte de mercancías se facilitan a través del Gran Canal, construido entre los años 587 y 608, y ampliados durante esta dinastía, que enlaza las cuencas del Yang-tze y Wei con el Huang-ho, una serie de vías navegables que tienen más de 1.500 Km. de longitud. Estas vías están jalonadas por caminos de postas y almacenes de grano, con el fin de garantizar la provisión de las capitales del norte, Chang'an y Luoyang. Las infraestructuras permitieron el desarrollo económico durante los siglos VIII y IX a pesar de las fases de inestabilidad política y aceleraron los intercambios y el comercio entre el norte y el sur, región donde además de té y sal, destacan centros artesanales productores de seda y porcelana, artículos apreciados para el comercio internacional, y crecen urbes como Yangzhou, principal centro industrial, centro del monopolio de la sal, cercano al gran Canal y al río Yangtze y eje de enlace de comunicaciones entre el norte y el sur, y Guangzhou, la gran metrópolis y puerto del sur en la que los mercaderes extranjeros fueron muy numerosos entre los siglos VII y IX. El comercio internacional se desplegó tanto por la ruta terrestre como por un intenso tráfico marítimo que se estableció enlazando las costas del mar de China con el océano Índico hasta el golfo Pérsico y África oriental.

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Fuente: Wikipedia (Gran Canal de China)

3.1.3 El desarrollo en Europa entre los siglos V y X El sistema político romano en el Occidente europeo fue sustituido por reinos conformados por los pueblos bárbaros invasores de cada territorio, visigodos en España, francos en Francia, ostrogodos en Italia o anglos y sajones en Gran Bretaña, que aglutinaron tanto a los recién llegados como a la población establecida con anterioridad, que era mayoritaria. En principio, estos reinos contaban con una autoridad centralizada, aunque su poder descansaba en el apoyo de una casta de guerreros que elegía al rey en asambleas. Las bases de su autoridad, por tanto, quedaban diluidas y los reinos carecían de un auténtico poder centralizado. La población había abandonado las ciudades y se había puesto mayoritariamente bajo protección de señores poderosos que 3-10

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habían acaparado fuerza y autoridad en extensos territorios. A esta situación de fragmentación política se añadía el clima de inseguridad, con la sucesión de invasiones desde el sur (musulmanes), el norte (vikingos) y el este entre los siglos VIII y X que debilitaron aún más las posibilidades de recuperación. La herencia cultural quedaba en poder de la Iglesia, compuesta por un grupo privilegiado que detentaba la autoridad moral y una importante base económica. En este contexto, y con la herencia de la crisis del imperio romano, tiene su fase de formación el sistema feudal (feudalismo), que caracteriza la evolución económica del occidente europeo durante este periodo y algunos de sus rasgos se prolongarán hasta el siglo XVIII. Dichos rasgos se resumen en:

La práctica ausencia de mercados hacía inviable la economía monetaria y por tanto el intercambio se hacía en ocasiones a través del trueque. Figura 3.1. Mapa esquemático de un dominio señorial

1. La descentralización del poder político. 2. La conformación de un sistema social basado en relaciones personales de dependencia y estructurado en tres grupos principales: la nobleza, cuya función es la guerra, la protección y la capacidad de impartir justicia; la iglesia, con la misión de salvación de las almas, y los campesinos, con la función de promover la subsistencia y la producción de bienes para toda la población. El sistema social así dispuesto contaba con un aparato jurídico que diferenciaba a los distintos estamentos según su status, estableciéndose un sistema de privilegios para los grupos dominantes y un sector mayoritario sin privilegios. 3. El peso abrumador de la agricultura como principal actividad productiva. La escasez de intercambios y la práctica desaparición de la vida urbana redujo la actividad económica a una agricultura de subsistencia llevada a cabo por las distintas comunidades agrarias distribuidas en pequeñas aldeas, en el marco de una gran explotación, el señorío, donde la mano de obra campesina desarrollaba las tareas productivas bajo un estatus mayoritariamente servil que le vinculaba a la tierra que trabajaba. Un señorío tipo, sin que el modelo fuera exactamente igual en todas las regiones, se componía de los siguientes elementos (figura 3.1.): a. una reserva señorial, perteneciente al señor feudal y trabajada por los siervos a través de prestaciones en trabajo (corveas, jornadas que los siervos debían realizar forzosamente en las tierras del señor); b. las parcelas de los siervos, denominadas mansos, que trabajaban para su subsistencia y la de la familia; c. las zonas de aprovechamiento comunal, que eran espacios de pasto y monte reservados para la recogida de frutos, el pastoreo, provisión de leña y otros usos regulados por el señor, que imponía a veces derechos pagados por los siervos. La zona de la reserva incorporaba la mansión señorial, donde trabajaban algunos esclavos o siervos para labores de servicio doméstico. También había instalaciones comunes, como molinos, forjas, hornos, etc., que utilizaban los siervos a cambio del pago de derechos. En un principio el pago de los derechos de servidumbre de los campesinos al señor se realizaba en servicios en trabajo y en especie con una parte del producto recogido (grano, frutos estacionales, crías de animales, gallinas, etc.).

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Fuente: Adaptado de http://go.hrw.com/ Aunque había campesinos libres, éstos eran una minoría, así como los esclavos, que también persistían en los reinos cristianos. Los señoríos podían ser laicos o eclesiásticos, cuyos propietarios eran comunidades u obispos, que percibían también las rentas, además de los diezmos (una décima parte del producto agrario), un privilegio universalmente reconocido en la Cristiandad. La consolidación del feudalismo se produjo a la vez que se extendían las prácticas agrarias diferenciadas entre las dos grandes regiones que componen Europa, por un lado la zona noratlántica y por otro la más próxima al Mediterráneo. La agricultura de la Europa del área mediterránea continuó con las prácticas heredadas de la antigüedad clásica, con los cereales, la vid y el olivo como principales cultivos, así como el pastoreo de ganado ovino y cabrío. Para el laboreo de los campos se utilizaba un tipo de arado ligero que rozaba la parte superior del terreno (figura 3.2.) , ayudado por una yunta de bueyes siguiendo el sistema de rotación bienal (“año y vez”). La rotación bienal tiene como finalidad permitir la regeneración de los elementos nutrientes del suelo, ante la escasez de abono y de humedad. Para ello cada año se dejaba en reposo o barbecho la mitad del suelo cultivable.

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Figura 3.2. Tipos de arados en la Europa medieval

Fuente: Pounds, N.J.G. (1984): Historia económica de la Europa medieval, Barcelona, Crítica, p. 228. Los suelos más profundos de la Europa atlántica y central, con abundantes precipitaciones, requerían otro tipo de aperos. Tras la caída del Imperio, durante los primeros siglos de la Edad Media se fue extendiendo la utilización del llamado arado pesado o “carruca” (figura 3.2). Su aparición parece que tuvo lugar en las tierras eslavas de la vertiente Norte del Danubio y desde aquí se incorporó al Oeste. El arado pesado iba montado sobre un bastidor con ruedas

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y permitía remover la tierra en profundidad. Constaba de tres partes, la cuchilla que se hundía profundamente en el suelo, la reja perpendicular a la cuchilla y que permitía cortar la tierra a ras de suelo y la vertedera que volteaba la tierra así removida y formaba los surcos. El nuevo tipo de arado también produjo una modificación en la morfología de los campos de cultivo. La estructura cuadrangular y los surcos cruzados dieron paso a campos alargados con surcos en paralelo y trazados siguiendo la pendiente natural del suelo de tal forma que se facilitaba el drenaje del exceso de humedad producido por las abundantes precipitaciones. El clima de la Europa atlántica hizo posible la introducción de un nuevo sistema de rotación de cultivos más eficiente, la rotación trienal (figura 3.3). A diferencia, de la rotación bienal que requería dejar en reposo la mitad de la tierra cultivable, el nuevo sistema de cultivo dejaba improductivo solo una tercera parte de la tierra. Los campos cultivables eran divididos en tres sectores u “hojas”. El primero se sembraba en otro con cereal de ciclo largo (trigo, centeno). Una segunda hoja era sembrada en primavera, con cereales de ciclo corto, o leguminosas, y finalmente, la tercera se dejaba en barbecho o reposo. Este nuevo sistema al reducir de la mitad a un tercio el barbecho (tierra que permanecía sin cultivar) permitió diversificar la alimentación humana introduciendo legumbres y otros cultivos. Los sistemas de rotación imponían ciertas formas de organización comunitaria de la producción. Una vez levantadas las cosechas se dejaba pastar a todos los ganados de la aldea en las tierras recién segadas, se aprovechaba tanto el “rastrojo” (restos que quedaban en los campos tras la siega), como las hierbas que surgían espontáneamente en estas zonas a lo largo del período de reposo o barbecho. De esta forma, al tiempo que se resolvía el problema de la alimentación del ganado se lograba el abonado natural de las tierras en reposo. Con el fin de lograr un mejor aprovechamiento de los barbechos se permitía a los ganados deambular libremente por todas las parcelas de todos los propietarios, sin distinción. Esto requería que los campos permaneciesen “abiertos”, sin cercados y que todos los campesinos respetasen el mismo sistema de rotación, de ahí que el término de la aldea quedaba dividido en hojas donde se concentraban las parcelas de cultivo por una parte y las de barbecho por otra, para facilitar el pastoreo. También se produjeron Innovaciones para el mejor aprovechamiento de la fuerza motriz proporcionada por los animales. En este terreno destacan la herradura, la collera y el estribo. La introducción de la herradura con clavos permitió reducir el desgaste que sufrían los casos de las caballerías tanto en las tareas agrícolas como en el transporte y el combate. La collera sustituyó a los arreos utilizados en la antigüedad. La collera al no oprimir el pescuezo del animal facilitaba un mejor aprovechamiento de su fuerza de tracción, que se ha estimado en un 80% (figura 3.4). Finalmente, el estribo al mejorar el apoyo del jinete le permitía desenvolverse mejor especialmente en el combate contra hombres a pie. Esto mejoró notablemente la superioridad de los hombres armados a caballo.

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Figura 3.3. Innovaciones agrarias y rotación de cultivos en la Europa atlántica y mediterránea

Estas innovaciones estaban ya plenamente extendidas en el siglo XI. Sus repercusiones se dejaron sentir además en la mejora del transporte terrestre mediante la utilización de caballerías y carros. Mejoras en el aprovechamiento de la energía hidráulica. Hasta la llegada de los molinos de viento fue el aprovechamiento de las corrientes de agua lo que permitió llevar a cabo ciertas tareas como la molturación del cereal para la obtención la harina. Las mejoras de los molinos impulsados por el agua tuvieron que ver con la introducción de ruedas de corriente alta en las que al dejar caer el agua desde cierta la fuerza de la gravedad se sumaba a la fuerza de la corriente. Hubo también mejoras en los engranajes de las ruedas y la introducción de levas permitió transformar el movimiento circular en un movimiento alternativo, ampliando así las aplicaciones de la fuerza hidráulica. Hacia 1100 mediante la fuerza hidráulica se movían batanes, martinetes de fragua, fuelles, trituradoras de madera, aserraderos, etc. Figura 3.5. Ruedas hidráulicas medievales

Fuente: Elaboración propia

Figura 3.4. Innovaciones en los arreos del ganado de tiro

Fuente: J. Mokyr (1993): La palanca de la riqueza, Alianza Universidad, p. 56 En el ámbito del transporte marítimo las principales novedades además de las aportadas por los musulmanes y que comentaremos más adelante fue las introducidas por los vikingos, que construyeron embarcaciones dotadas de quillas y mástiles, aptas para largas travesías, si bien tenían una escasa capacidad de carga. Para usos comerciales fue la “Kogge” o “coca” derivada de las barcas celtas la que permitió transportar grandes cargamentos en las aguas del mar de Norte. (a), tipo de arreo utilizado en la antigüedad; (b) y (c) muestran arreos medievales: petral (b) y collera (c). Fuente: J. Mokyr (1993): La palanca de la riqueza, Alianza Universidad

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Como hemos comentado, durante este periodo (500-1000), la existencia de intercambios quedaba muy restringida a artículos muy concretos demandados por la gran aristocracia laica o eclesiástica, caso del incienso o de tejidos preciosos que se traían de Oriente, fundamentalmente a través de comunidades mercantiles judías o de algunos enclaves como Venecia, que tenía un puesto privilegiado como intermediario con el imperio bizantino y los

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musulmanes. En el norte, el comercio lo efectuaron frisones y también normandos, que establecieron rutas marítimas por el Atlántico hasta el Mediterráneo, y también terrestres a lo largo de la estepa rusa hacia Bizancio y Oriente medio. Los venecianos vendían pieles, armas y, sobre todo esclavos procedentes del norte y el Este de Europa, que servían para comprar las sedas y especies orientales, así como una vía de acumulación de metales preciosos para construir más barcos e invertir en bienes suntuarios.

una edad temprana, lo que propiciaba un incremento del periodo fértil de la mujer en el seno matrimonial, y con ello, las posibilidades para tener un mayor número de hijos. En los periodos de crecimiento de la producción agraria, el aumento de los recursos y la mejora de la alimentación aceleraba las tasas de crecimiento por la reducción de las tasas de mortalidad catastrófica debido a malas cosechas y epidemias. El resultado de este crecimiento se fue observando en el poblamiento más denso de los distintos territorios. Las aldeas de los señoríos crecen de tamaño y se fundan otras nuevas. Ello da lugar a una progresiva ocupación de nuevos terrenos, la desecación de zonas pantanosas, como en Flandes, y el desbroce de montes y terrenos baldíos, para acrecentar el espacio destinado a los cultivos. Pero también el crecimiento vino de la colonización hacia zonas situadas en la “frontera europea”: en el este, promovida por señores con el fin de ensanchar sus territorios, como las que organizan los caballeros teutones hacia el este de Europa y la cuenca del Báltico, con campesinos que llegaban de los Países Bajos o de distintas regiones alemanas occidentales. En el sur, concretamente en la Península Ibérica, a través de la progresiva repoblación de terrenos desocupados o ganados a los musulmanes, como veremos a continuación. Otra variante de expansión fuera de las fronteras fue la oleada de Cruzadas, que tenían como fin la ocupación de los Santos Lugares en Oriente Medio y que se produce entre fines del siglo XI y XIII. En buena medida son los señores feudales los promotores de la ocupación. No solo son laicos: los grandes monasterios, como los cistercienses, promueven una labor de colonización en territorios que se extienden desde la Península Ibérica a Polonia. En muchos casos, por tanto, esta colonización significaba la extensión del sistema señorial, aunque también existían iniciativas más individuales, donde la ocupación fue acompañada con privilegios que liberaban a los campesinos de su estatus servil. La ocupación de terrenos se complementó con la aplicación de las técnicas agrarias adoptadas en los siglos anteriores, caso del arado pesado en los suelos de la Europa del norte y el centro, así como la transferencia de cultivos procedentes de Oriente que arraigaron en el Mediterráneo, o la expansión de la ganadería. Esta gran adición de la superficie de terreno dispuesto para el cultivo provocó un gran aumento de la producción agraria y ganadera. Los excedentes obtenidos permitieron una progresiva reactivación de los intercambios, y al mismo tiempo una creciente especialización que facilitó el renacimiento urbano. Los duques de Flandes a partir del siglo XI, conscientes de lo que el comercio aportaba a sus territorios establecieron, en la encrucijadas de las principales rutas comerciales, pequeñas fortalezas con guarniciones que prestaban seguridad y cobijo a los mercaderes. En torno a ellas fueron surgieron “burgos” donde los comerciantes hacían noche y que fueron el embrión de una serie de ciudades. Mesones, almacenes, herrerías y más adelante todos aquellos servicios que requerían los comerciantes fueron engrosando el tamaño de estos “burgos”. El sufijo “burg” (incluido el de nuestra ciudad de Burgos) que aparece en el nombre de muchas ciudades europeas hace alusión a este origen. La economía monetaria penetró en el medio rural, y las rentas pagadas por los campesinos a los señores fueron progresivamente establecidas en dinero, reduciéndose los pagos en especie y los servicios en trabajo. Las ciudades reciben la población inmigrante procedente de los campos, concentran

3. 2. La expansión tras el año mil. Siglos XI-XIII A partir del año 1000 se observa por distintas zonas de África, Asia y Europa un movimiento sincrónico de crecimiento económico que se prolonga durante más de dos siglos y que tiene como primer factor dinámico un incremento notable de la población. Se calcula que entre el año 1000 y 1300 la población mundial aumentó en más de un 30% (tabla 3.1.). Europa fue una de las zonas con mayor crecimiento, superando el doble la cifra del año 1000. No obstante, la zona más poblada era Asia, donde China prácticamente alcanzó los 100 millones de habitantes y la India unos 75 millones. En esta larga fase de crecimiento no sólo se ensancharon las fronteras europeas, con un desarrollo económico general, sino que en Asia es la época del gran auge de la dinastía Song en China, o de la civilización de Angkor en Camboya. También el mundo musulmán incrementa su influencia, extendiendo su área hasta Extremo Oriente. Tabla 3.1. Estimación de la evolución de la población mundial por continentes (millones de habitantes), 1000-1500 1000 1200 1340 1400 1500 Asia Europa Antigua URSS

África América Oceanía Total Mundo

152 30 13

39 18 1 253

258 49 17

48 26 2 400

238 74 16

80 32 2 442

201 52 13

68 39 2 375

245 67 17

87 42 3 461

Fuente: Livi Bacci, M. (1990): Historia mínima de la población mundial, Barcelona, Ariel, 37 3.2.1 La expansión europea cristiana. Rasgos principales El primer elemento destacable de esta fase es el incremento de la población. Europa pasa durante esta fase de unos 30 a unos 74 millones de personas. La desaparición de las oleadas de invasiones que habían salpicado distintas zonas durante el periodo anterior dio paso a una fase de estabilidad que redujo la mortalidad catastrófica y aumentó la seguridad para la formación de familias a través de matrimonios monógamos, sancionados por las disposiciones de la Iglesia, como base del modelo reproductivo. En un contexto de gran disponibilidad de tierra, el casamiento de la pareja se hacía a

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población no agraria y se especializan en la producción artesanal, así como en la construcción y el sector de servicios, relacionado con el pequeño comercio o la servidumbre doméstica. Aunque todavía buena parte de las manufacturas se realiza en el marco de las aldeas, que cubren la demanda de los campesinos, en las ciudades surge un sector secundario que se escora hacia productos de más calidad demandados por los señores o que aprovecha la concentración de la demanda que supone la población urbana. Como prevé la ley de Engel (ver recuadro en tema 2), el principal sector artesanal era el textil, que se basaba en varias fibras: la lana de las ovejas que se extendían prácticamente por todo el continente, y también el lino, una fibra originaria del Mediterráneo que se cultivaba en zonas húmedas. Otras fibras, traídas desde Oriente, fueron el algodón y la seda, producidas por los musulmanes en diferentes zonas del Mediterráneo, aunque en buena parte también se importaban desde Oriente. El proceso textil quedaba organizado en diferentes estadios entre el hilado de la fibra, el tejido y las operaciones de acabado, abatanado y teñido. Cada estadio lo realizaban artesanos diferentes y en talleres separados.

demandado en cantidad y su utilización era múltiple, desde los usos agrícolas a los militares. Los principales yacimientos se encontraban en el centro de Europa y la zona de los Alpes, así como en Suecia, desde donde se distribuía a centros especializados como Milán. Tabla 3.2. Duración del aprendizaje en el siglo XIII (París y Génova) Años

Génova

4 5

Panadero, cordelero, carpintero Sombrerero de piel

6

Sombrerero, botones de cobre, albañil Sombrerero de fieltro

Pañero, hilandero Herrador, barbero, zapatero remendón, albañil Tintorero, hilador de oro, sastre

7 8 10

Mapa. 3.3. Centros textiles en la Europa del siglo XIII

Oficios París

11

Sombrero de oro, cerrajero, hilador de seda, encajero Tejedor de seda, tapicero, botonero, orfebre Talabartero

Tornero, herrero, carpintero, cardador, calderero de cobre Cerrajero, dorador, carnicero, cuchillero Platero, guarnicionero, espadero, tonelero Arconero

Fuente: Epstein, Steven A. (1991): Wage, Labor and Guilds in Medieval Europe, University of North Carolina Press, 142.

Fuente: Cipolla, Carlo Maria (2003): Historia económica de la Europa preindustrial, Barcelona, Crítica, 259 Otro importante sector era el metalúrgico, destinado principalmente al suministro de hierro, cobre, estaño, plata, etc. Las explotaciones mineras estaban diseminadas por muchas regiones, pero el mineral debía pasar por un proceso de refinado y preparación para la elaboración de útiles, objetos diversos o monedas, en forjas y talleres. El hierro era el mineral más

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La concentración de artesanos facilitaba la innovación y el aumento de calidad de los productos, aunque la novedad de este periodo estriba no tanto en el terreno tecnológico como en el organizativo. Los artesanos del textil, cuero, madera, metal, construcción, etc., se agrupan en corporaciones, los gremios, según el oficio que desempeñan. La producción de los talleres está dirigida por un maestro, del que dependen varios oficiales y aprendices. A través de los gremios, los maestros artesanos controlan la actividad fijando los precios, el mercado y establecían reglamentos sobre la calidad del producto. Impiden la competencia interna y la intromisión de productos de otros lugares. El régimen gremial también marca las condiciones de la formación y promoción profesional, el paso de oficial, normalmente un asalariado, a maestro. Los gremios también tenían funciones de solidaridad entre sus miembros, que garantizaban la cohesión e influencia en la vida urbana. El renacimiento de las ciudades, aunque fue general, se produjo con mayor ímpetu en dos regiones: Italia y los Países Bajos. Italia había sido durante el Imperio Romano el territorio más densamente urbanizado. Las grandes ciudades del Imperio no llegaron a desparecer, si bien su actividad y su población se redujeron de forma notable. Tras la caída del Imperio, el Sur de la península italiana siguió vinculado políticamente al Imperio bizantino. Tras la conquista musulmana, dos ciudades, Venecia y Génova, tomaron el relevo del comercio con Oriente. En la llanura lombarda al Norte, Milán y en la región central de la Toscana, Pisa y Florencia se desarrollaron como importantes núcleos urbanos vinculados a la industria textil, la metalurgia y el comercio. Florencia desempeñó un papel central como centro pañero, que se dedicaba tanto a la elaboración de tejidos de lana, con materia prima importada del norte de África, y al acabado de los paños procedentes de los Países Bajos. Otra ciudad, Luca, se especializó como principal centro de tejidos de seda. 3-20

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Tabla 3.3. Estimación de las grandes ciudades en el mundo 1000-1500 1000 1100 1200 1300 1400 1500 Ciudades de más de 40.000 hb 40.000 hb 40.000 hb 40.000 hb 45.000 hb 50.000 hb

Europa occidental 2 4 8 13 13 15 Europa oriental 6 5 1 2 3 2 Rusia 1 1 1 3 Mundo islámico 20 23 30 25 19 13 Asia central 3 1 1 2 1 India y Sri Lanka 11 9 7 8 8 14 China 22 22 21 16 18 16 Japón 1 1 2 2 1 Corea 1 1 Sudeste asiático 2 2 2 4 6 4 Africa occidental 2 2 3 Norteamerica 1 Centroamérica 2 1 1 1 2 2 Sudamérica 1 1 Mundo 70 70 73 75 75 75 Fuente: Edward B. Barbier (2011) Scarcity and Frontiers: How Economies Have Developed Through Natural Resource Exploitation, Cambridge UP, Cambridge, 160 Los Países Bajos fueron el otro territorio en el que se desarrolló una red de ciudades. Una agricultura muy productiva generó una diversificación y especialización que promovió centros artesanales orientados al textil y otros oficios. Los tejidos flamencos, elaborados con lana inglesa, adquirieron un gran prestigio en los mercados exteriores, destacando los denominados paños gruesos, muy tupidos. Destacan Brujas, Gante e Ypres, desde donde se extienden posteriormente a las regiones limítrofes de Brabante y Hainaut. Esta expansión urbana y artesanal, con el establecimiento de mercados regionales, tuvieron su enlace hacia el comercio a larga distancia, de la mano de una creciente expansión que comunicó dos importantes polos internacionales de intercambio. Uno se encontraba situado en el norte de Europa, caracterizado por el tráfico de productos voluminosos, donde confluían la lana inglesa, materia prima esencial para las ciudades flamencas productoras de paños de alta calidad, la sal del golfo de Vizcaya, los cereales madera, pieles y los salazones del Báltico y del mar del Norte, junto con los productos metalúrgicos de las ciudades alemanas. El segundo foco estaba centrado la zona sur, en la cuenca mediterránea, destacando las ciudades italianas. Los principales centros comerciales fueron Venecia y Génova, privilegiados en el comercio con Oriente que distribuían sedas, especias y otros productos de lujo hacia el norte, aunque también comerciaban con productos muy diversos, desde la sal, cereales o esclavos por todo el Mediterráneo. La república veneciana construyó un auténtico imperio comercial, con el dominio de parte de la costa dálmata en el mar Adriático y diferentes puntos y enclaves situados en el Mediterráneo oriental. Por toda Europa se extendieron ferias especializadas, aunque las que cobraron más fama fueron las de las localidades de Troyes, Provins, Bar-sur

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Aube y Lagny, en la región de Champaña (Champagne), situadas en la ruta entre Flandes y el norte de Italia, a las que los señores de la región dotaron de diversos privilegios de seguridad y exenciones fiscales para estimular la concentración de comerciantes, convirtiéndose en los principales centros europeos de contratación durante los siglos XII y XIII. En estas ferias, escalonadas a lo largo del año, se realizaban los intercambios y también se efectuaban operaciones de cambio de moneda y la negociación de letras de cambio. La introducción de la letra de cambio reducía los inconvenientes del transporte de moneda y permitía compensar los saldos del comercio, al tiempo que suponía una vía de crédito que salvaba las limitaciones de la legislación canónica, muy restrictiva hacia la usura. Desde la segunda mitad del siglo XIII tiene lugar el cambio de los ejes de tránsito entre el norte y el sur, con la apertura del estrecho de Gibraltar y la posibilidad de comunicación directa por vía marítima entre Italia y el Atlántico norte, originando la decadencia de las ferias de Champagne. Mapa. 3.4. Las ferias de Champaña

Fuente: Cipolla (2003: 262) Por otra parte, desde fines del siglo XIII cobra auge un circuito comercial en el mar Báltico, asociado a los efectos de la expansión agrícola alemana hacia el Este que establece un intercambio de productos entre las diferentes regiones del litoral, la costa rusa, Escandinavia, y se extiende hacia el mar del Norte. Los productos son muy variados, aunque predominan los cereales, madera, pieles, arenques, minerales y cera. Este circuito se consolida a través de la

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formación de una liga de ciudades en la denominada Hansa, que incluyó a mediados del siglo XIV entre 70 y 80 ciudades, de las cuales las más importantes eran Hamburgo, Bremen, Lübeck, Rostock, Danzig, o Riga. Esta asociación comercial contaba con centros de intercambio en Brujas, Londres, Novgorod y Bergen, en donde los comerciantes gozaban del privilegio de venta y residían en el mismo lugar. Esta liga tenía una asamblea o dieta, que servía para transmitir las ordenanzas. Las Cruzadas, movimiento religioso-militar de los reinos cristianos europeos en Oriente Medio con el fin de tener bajo su poder la Tierra Santa, entre fines del siglo XI y fines del XIII, fue el reflejo de la madurez de la expansión económica y del potencial acumulado en estos años, a la vez que era un intento por asentar los intereses comerciales de los principales emporios que intentaban aprovechar la debilidad de los reinos de Oriente medio.

hacia el sur. En los casi cinco siglos que duró el proceso repoblador, que siguió a las conquistas de los reinos cristianos, se sucedieron diferentes sistemas de ocupación del suelo que tuvieron gran influencia en la configuración de la estructura de la propiedad de la tierra en España. El avance fue más rápido en la parte occidental de la península debido a la menor densidad del poblamiento musulmán. Al este de la cordillera Ibérica existían fuertes concentraciones de población islámica en el valle del Ebro y en todo el litoral levantino por lo que el avance cristiano encontró una mayor resistencia (mapa 3.5). Las distintas fases del proceso, lento y plagado de avances y retrocesos, pueden sintetizarse esquemáticamente: a) Siglos VIII-IX: repoblación de los territorios situados al Norte del Duero y en el piedemonte pirenaico. La fórmula de ocupación fue la presura, en la que pequeños grupos de campesinos, bien por iniciativa propia, o bajo la protección de un monasterio o noble ocupaban y roturaban tierras obteniendo por esto último el reconocimiento de la propiedad de las mismas. b) Siglo XI-mediados del XII: valle medio del Ebro, la zona de Tarragona y los territorios comprendidos entre el Duero y los montes de Toledo. En esta fase de la repoblación los monarcas asumieron la dirección del proceso. Se delimitaron unidades administrativas –concejos– a cuyo frente se colocaba un representante del monarca con capacidad para entregar tierras a quienes deseasen adquirir la vecindad. El representante del monarca era asistido por un grupo de caballeros –milites– para la defensa del territorio concejil. De esta forma en estos territorios, el alfoz o la tierra, donde se ubicaban aldeas dependientes del concejo urbano, se instauró una propiedad de tipo medio y se delimitaron amplios espacios –montes, pastos– para aprovechamientos comunales. Estructuras agrarias que perdurarían hasta el siglo XIX. c) Mediados del XII-principios del siglo XIII: valle del Guadiana y las tierras del Maestrazgo entre Teruel y Castellón. El esfuerzo repoblador llevado a cabo en los territorios concejiles hacía difícil encontrar a nuevos pobladores decididos a instalarse en estas tierras. Por ello, su repoblación se encomendó a las Órdenes Militares (insituciones religioso-militares semejantes a las surgidas en las Cruzadas). De eeste a este se distribuyeron territorios entre las órdenes militares de Alcántara, Santiago, Calatrava y Montesa. La baja densidad de población en estas zonas orientó su explotación hacia usos ganaderos. Esto propició una estructura latifundista de la propiedad. d) 1220-1280: se repoblaron los territorios más ricos de la Península –litoral levantino hasta Murcia y Valle del Guadalquivir–. Estas zonas estaban densamente pobladas por musulmanes, por lo que debieron ser ocupadas tras duras campañas militares. Las tierras así conquistadas fueron distribuidas entre quienes participaron en su conquista mediante el sistema de repartimientos. Los oficiales reales inventariaban los bienes conquistados, formaban lotes conforme al rango social de los conquistadores y se los asignaban. Del reparto se excluían las tierras de aquellos musulmanes –moriscos, en adelante– que permanecieron en ellas tras la conquista. Los miembros de la alta nobleza recibieron grandes “donadíos” origen del latifundismo andaluz.

Los comerciantes, aunque muchas ocasiones trabajaban de forma aislada, a medida que los negocios se fueron haciendo cada vez más complejos y voluminosos, articularon formas de asociación que tenía como objetivo la disminución de los riesgos o la especialización en el desempeño de funciones. En algunos casos se formalizaban préstamos donde uno de los partícipes era transportista y el otro, comerciante, corría con el riesgo de aportar el producto o el dinero. A la vuelta el comerciante debía recibir el valor de la mercancía o bien el dinero que había prestado al transportista, más un interés. Esta fórmula derivó en la formación de la commenda o societas maris, la más utilizada por los comerciantes italianos, por la que dos socios ponían partes del capital en productos y uno de ellos se encargaba de su venta y la responsabilidad sobre el producto. A la vuelta repartían los beneficios según el capital aportado. También se generalizaron en el siglo XIII los instrumentos contables, como los libros por partida doble, donde se asentaban los cargos y datas de los negocios, así como las operaciones financieras en créditos y débitos. Las casas de préstamo florecieron sobre todo en Italia, con una estructura familiar, como los Peruzzi o los Bardi, que diversificaron sus actividades incluyendo el préstamo a las monarquías europeas. 3.2.2. La repoblación de la Península Ibérica En el año 711 se produjo el desembarco de un ejército musulmán en el Sur de la Península. Ello formaba parte de la expansión islámica a la que hemos hecho referencia. La debilidad de las estructuras políticas del reino visigodo y la sumisión a los musulmanes mediante pactos permitió el rápido control de la península por parte de los invasores. Estos iban a establecerse principalmente en las zonas agrarias más ricas: valle del Guadalquivir, valle del Ebro, litoral levantino y la región situada en torno a Toledo, antigua capital del reino visigodo. El valle del Duero sufrió un proceso de despoblación que facilitó posteriormente un avance más rápido de la repoblación en la parte occidental de la península. El dominio musulmán nunca alcanzó a las zonas montañosas del norte de la península. Allí surgieron, en la segunda mitad del siglo VIII, una serie de núcleos de resistencia que, con el tiempo, formarían los distintos reinos en que se dividiría la Península Ibérica a fines de la Edad Media. Desde el siglo VIII se inició un lento desplazamiento de pobladores desde las zonas montañosas

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Mapa 3.5. Fases de la reconquista y repoblación de la Península Ibérica (siglos VIII-XV)

En cuanto al aprovechamiento de las tierras repobladas, en las tierras altas del interior se impuso una agricultura cerealista combinada con la vid y el olivo cuando las condiciones climáticas lo permitían. En las tierras de cereal predominaban los sistemas de cultivo basados en sistemas extensivos de rotación –-año y vez–; la mitad de las tierras permanecían improductivas en barbecho. Esa agricultura se complementó perfectamente con los aprovechamientos ganaderos basados en la utilización comunal de los montes y de los barbechos. Las bajas densidades demográficas de las dos mesetas y Extremadura permitieron el desarrollo de un tipo especial de explotación ganadera ovina basada en la trashumancia. Se basaba en la adaptación de las necesidades de pasto del ganado a las condiciones climáticas. Durante el otoño los ganados se desplazaban a través de una red privilegiada de caminos –cañadas– hacia las tierras bajas de Extremadura, norte de Andalucía y norte de Murcia en búsqueda de pastos de invierno. Durante la primavera desandaban el camino para volver, a través de los puertos del Sistema Central, a los pastos de Montes de León, Asturias y Cordillera Ibérica. Esta forma de explotación ganadera recibió la protección de los monarcas castellanos con la constitución en 1273, por Alfonso X, del Honrado Concejo de la Mesta. La producción de lana de calidad de este tipo de ganados fue orientada en su mayor parte hacia la exportación a los mercados de los Países Bajos. Frente a este sistema agrario de las tierras del interior, en el valle del Guadalquivir y en Levante se mantuvieron tras la repoblación los sistemas intensivos de regadío, gracias a que la mayor parte de los hortelanos musulmanes se mantuvieron en sus tierras tras la conquista cristiana. Este tipo de agricultura alcanzó altas cotas de productividad. La aplicación de los sistemas de repoblación descritos explica en parte la existencia de una propiedad de tipo medio en el centro de la Península y de grandes propiedades en Extremadura, algunas zonas de Castilla-La Mancha y Andalucía.

3.2.3 La expansión económica en China durante la dinastía Sung (960-1279).

Fuente: Elaborado por Jesús Pereira (Tutor C.A. Madrid) a partir de García de Cortázar, J. Ángel (1983): La época medieval , Historia de España Alfaguara, Madrid, Alianza, 157 y otras fuentes. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUACIÓN A DISTANCIA

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En Asia, el crecimiento también supuso la ocupación de nuevas tierras, así como la incorporación de nuevas variedades de cultivos, como sucedió con la expansión de especies de arroz de crecimiento rápido en diferentes zonas de Asia Oriental y del sur, aumentando la productividad y permitiendo un importante incremento demográfico. Asia seguía siendo la zona de mayor productividad agraria y con un mayor desarrollo económico. En China, el ascenso de la dinastía Song se produjo a la vez que arreciaban las acometidas de pueblos nómadas del norte, lo que ocasionó grandes desplazamientos de población hacia el sur. La superficie ocupada por el territorio chino se redujo y consolidó la tendencia ya iniciada en la dinastía Tang, de cambio de centro económico desde las llanuras septentrionales a la zona del Yang-tze, con un notable incremento de la densidad de población. Para responder a estos problemas, el gobierno chino inició desde comienzos del siglo XI una política de desarrollo agrícola incentivando la introducción de variedades de arroz de rápido crecimiento procedentes de Champa, una región situada en la Península Indochina, en el actual Vietnam. El cultivo de estas variedades permitía obtener una doble cosecha de arroz, o bien en un mismo año una de arroz y

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otra de trigo. Esta política de difusión fue desarrollada a través de la publicación de manuales de agricultura que incluían nuevas herramientas, sistemas de abonado y métodos de irrigación, como la construcción de presas, o aljibes para almacenar agua de lluvia con la utilización de bombas y norias. Además se pusieron en marcha medidas fiscales y ayudas financieras destinadas a estimular la producción agraria. Todas estas medidas se acompañaron de una expansión a gran escala de la superficie cultivada, desecando zonas pantanosas y construyendo terrazas o bancales en las colinas, que se combinó con el levantamiento de infraestructuras de irrigación, como canales y diques. La expansión agraria, que se ha considerado una verdadera revolución, estuvo basada en una elevada productividad, permitió la especialización y los intercambios, así como la extensión de la industria rural. El arroz, como cereal básico se intercambiaba en los innumerables mercados locales con carbón vegetal, té, aceite, vino, etc. Un producto que extendió su cultivo fue el azúcar, que se hizo popular entre los agricultores de Fujian y Kwantung. En cuanto a las fibras textiles, la industria de la seda, hasta entonces principalmente localizada en ciudades y bajo control oficial, se extendió rápidamente en las provincias sudorientales con el cultivo de las moreras. La seda era tejida en los hogares campesinos, donde los intermediarios aportaban la materia prima, pagaban a las mujeres por su trabajo y comercializaban el tejido. La fibra más extendida entre la población era el cáñamo y también se extendió el uso de algodón, que se abarató gracias a la expansión de su cultivo. El desarrollo técnico agrario y la productividad creciente de las agriculturas basadas en el arroz están estrechamente vinculados a la pequeña producción de artículos de consumo. Pero también se experimentó un verdadero auge en otras industrias, como el hierro, que atendía a las demandas militares, pero también para aperos agrícolas y la acuñación de monedas. En esta época se alcanza un elevado de producción de hierro en hornos que se alimentan con carbón mineral, procedente de las regiones del norte. Otra novedad importante consistió en la invención de la imprenta, lo que incrementó la difusión de la literatura y del papel moneda, un recurso desconocido en Europa. La organización de la producción también estaba articulada en gremios, que se agrupaban según los oficios en espacios urbanos concretos, como en el caso europeo. Entre las técnicas utilizadas era común el uso de letras de cambio. Asimismo, durante este periodo se estimuló el comercio a larga distancia llevado a cabo por mercaderes chinos, que surcaron las rutas marítimas en dirección al océano Índico. Los gobernantes de la dinastía Song estimularon el comercio de los mercaderes chinos y así florecieron importantes ciudades costeras, como el caso de Huangzhou (Hangchow), que enviaban sus productos hacia el océano Índico. Este espacio marítimo se convirtió en el principal foco de intercambios, una vez que se habían conectado los productos procedentes de África oriental (esclavos, oro, marfil) con la obtención de incienso para el culto desde la Península Arábiga, o las especias de la India e Indochina. China exportaba porcelanas y seda como principales productos.

crecimiento rápido, permitiendo un notable incremento de la población y la especialización económica de estas regiones. Así florecieron la civilización Chola en el sur de la India, el imperio Pagan en Birmania o el reino khmer de Angkor en Camboya. El desarrollo económico en todas estas regiones favoreció los intercambios exteriores, donde la especialización animaba la producción artesanal y el tráfico de una variada gama de productos, que eran distribuidos desde focos de intermediación situados en los puertos situados a lo largo del océano Índico, principal ámbito del comercio.

En otras partes de Asia arraigó la agricultura del arroz a través de la extensión de los sistemas de irrigación que proporcionaban varias cosechas al año, combinadas con otros cultivos. Sistemas de canalización y control de las inundaciones de los ríos se combinaron con la adaptación de variedades de

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3.2.4. La construcción de una red mercantil integrada en el siglo XIII a escala mundial y el auge de los mongoles La fase de crecimiento en distintas zonas de Asia culmina a mediados del siglo XIII, coincidiendo con la irrupción de los mongoles, pueblos pastores de Asia nororiental que se extienden por todo el continente en varias oleadas de de invasiones iniciadas bajo el reinado de Gengis-Khan a comienzos del siglo XIII y continuadas por sus sucesores, que se reparten el imperio y extienden sus territorios hacia el sur y el Oeste de Asia, saqueando Bagdad en 1258 y acabando con la dinastía Song en China en 1279. También penetran en el este de Europa afianzando su poder en Rusia con los tártaros de la Horda de Oro. Aunque en parte la expansión de los mongoles tuvo una secuela de destrucción, supuso por otro lado la conformación de un gran espacio unificado que hizo posible la seguridad del comercio por grandes extensiones de Asia. La constitución de la dinastía Yuan en China por los mongoles a partir de mediados del siglo XIII supuso una nueva fase de crecimiento y estabilidad para el país, donde se revitalizó el comercio y la vida urbana, como reflejan los testimonios de Marco Polo. Durante el siglo XIII, a pesar de que la mayor parte de los intercambios se efectuaban a nivel local, con un predominio de los productos agrarios y ganaderos, así como manufacturas baratas para consumo cotidiano, el crecimiento demográfico y la especialización productiva, junto a la acumulación de la renta entre los grupos dirigentes de los distintos territorios, habían extendido las redes mercantiles, que alcanzaban buena parte del mundo conocido. El comercio convivía en ocasiones con la inestabilidad derivada de los ataques de piratas en el mar o de tribus nómadas que saqueaban las caravanas en los trayectos terrestres. Sin embargo, los estados trataban de proteger los circuitos comerciales y asegurar las rutas ya que eran importantes fuentes de ingresos. La historiadora Janet Abu-Lughod observó el funcionamiento de una economía-mundo, con la integración de los circuitos comerciales que se extendían por buena parte de Europa, Asia y África Oriental a través de tres canales principales de comunicación marítima: el Mediterráneo, el océano Índico y el mar de China y una “gran autopista” terrestre que iba del mar Negro y Oriente Medio hasta China oriental (ver mapa 3.6). En realidad, este circuito mundial se ampliaba hacia el Atlántico mediante el tráfico de las caravanas que desde el norte de África atravesaban el desierto del Sahara en busca de oro y esclavos, donde prosperaba el reino de Mali, enclavado entre el Atlántico, el desierto y el valle de Níger. En el siglo XIV Mali se convirtió en un estado musulmán. De igual modo, la penetración musulmana desde Egipto se

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extendió por Nubia y el actual Sudán, y sólo Etiopia resistió, como reino cristiano, la influencia islámica.

tenían interconexión los productos, sedas y porcelana, que desde China atravesaban el estrecho de Malaca hacia el golfo de Bengala, con los procedentes de las distintas regiones de India y el sudeste asiático, donde sobresalían tejidos, tintes y especias, y los que llegaban desde la costa arábiga y África Oriental. La gran masa continental de Asia Central fue un espacio transitado por diferentes pueblos que servían como intermediarios para articular el tráfico de productos entre el este y el oeste. Ganado, metales preciosos, sedas, eran desplazados por caravanas que se apoyaban en enclaves estratégicos de paso, o bien por los pueblos nómadas en sus desplazamientos. Los mongoles se convirtieron en el siglo XIII en los reguladores de este importante tráfico, aportando seguridad y garantías para el mantenimiento de los intercambios. Los viajeros europeos, como Marco Polo serán testigos de la vigencia y desarrollo de estos circuitos. Este sistema comercial era policéntrico, pues no había ninguna zona central o de dominio sobre el resto. Aunque en algunos casos existía una hegemonía regional, como los mongoles en Asia a fines del siglo XIII, no planteaban una dominación global. Cada circuito regional contaba con centros ricos desarrollados y periferias agrarias y productoras de materias primas, a su vez interconectadas en redes mercantiles de menor radio.

Mapa 3.6. La economía mundo a fines del siglo XIII

3.3 Las condiciones de la crisis mundial del siglo XIV Fuente: Marks (2007), basado en Abu-Lughod La debilidad del califato de Bagdad, y el ascenso de las potencias comerciales italianas en el Mediterráneo coincidió con la instalación de la dinastía fatimida en Egipto, que ejerció una influencia creciente en las nuevas rutas del comercio entre el Índico y el Mediterráneo en los siglos XI y XII, como lo muestran las actividades comerciales de los judíos de El Cairo, protagonistas de una red comercial que a través del mar Rojo comunicaba los puertos del norte de África con la India. El papel intermediario de Egipto se mantuvo durante las dinastías yyubida (1170-1260) y de los mamelucos (1260-1517), cuando Alejandría constituía un importante puerto para los mercaderes italianos que comerciaban con productos procedentes de Oriente. La búsqueda de oro en África suroriental, la actual Zimbawe, a través del enclave costero de Sofala también había impulsado la islamización desde el siglo XI, donde se observa la proliferación de mezquitas construidas a lo largo de la costa oriental hasta el sur del actual Mozambique. La evidencia más notable de esta expansión se observa en la constitución de una dinastía musulmana en Kilwa, que alcanza una gran prosperidad a comienzos del siglo XIV y llega a contar entre 10 y 20 mil personas. El crecimiento del comercio no se había quedado reducido al ámbito musulmán, ya que entre el siglo XI y el siglo XII las importaciones de productos africanos por China se multiplican por 10, principalmente oro, marfil y maderas, a la vez que han sido documentados diversos tipos de cerámica y porcelana chinas. Toda el área comercial del Índico fue cada vez más influenciada por los mercaderes musulmanes, que con más asiduidad surcaban los distintos trayectos. El Índico era el principal circuito mundial de intercambios, donde

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A fines del siglo XIII se observó en Europa una tendencia decreciente en el ritmo de expansión. Había finalizado el movimiento colonizador y, en un contexto de incremento demográfico, la producción agraria comenzó a dar signos de debilitamiento por el agotamiento progresivo de los terrenos de cultivo, derivado de la escasa dotación de abono y la explotación de zonas marginales, al mismo tiempo que se producía el alza los precios de los alimentos y de las rentas que debían pagar los campesinos a los señores. El aumento de la renta feudal presionó sobre las economías campesinas, que redujeron sus posibilidades de compra de manufacturas y por tanto la actividad artesanal. Además, el exceso de población empobrecida en el campo salía a las ciudades buscando alguna vía de ocupación, presionando a la baja los salarios urbanos. En consecuencia, la fragilidad de las economías campesinas se trasladaba a la esfera de los intercambios, provocando la inestabilidad de los circuitos comerciales internos, que además sufrían altos costes de transacción, como las tasas señoriales sobre el tráfico y el comercio, los arbitrios fiscales de las monarquías o las estrictas regulaciones urbanas, que dificultaban el avance de la integración mercantil. El esquema (figura 3.6) ayuda a comprender esta dinámica. Estas circunstancias empeoraban con coyunturas ocasionales provocadas por malas cosechas, como las que sucedieron en Europa entre 1315 y 1317, provocadas por inclemencias climáticas relacionadas con el inicio de una “pequeña edad de hielo”, que habría supuesto la reducción de las temperaturas y la desaparición de algunos cultivos en el norte de Europa, como el viñedo. En Asia el cambio de coyuntura a partir del siglo XIV se reflejó por ejemplo en zonas del Sudeste, y en particular la decadencia del imperio khmer en Camboya, y posteriormente la inestabilidad que atravesó China, con episodios

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de hambrunas, como las que tuvieron lugar en torno a 1325 y en la década de 1340. A estas condiciones económicas se añadía una extensa inestabilidad política, con el impacto de la guerra de los Cien Años entre Inglaterra y Francia, que se extendió principalmente por territorio francés, o las sublevaciones que en China acabaron con la dinastía Yuan en 1368, dando paso a la dinastía Ming. En el Mediterráneo oriental se consolida el poder de los turcos otomanos, que van ocupando una zona cada vez más extensa a costa de los emiratos árabes y los restos del imperio bizantino.

Mapa 3.7 Difusión de la peste Negra (1346-1353)

Figura 3.6. Límites de crecimiento en las economías preindustriales

Fuente: Byrne, Joseph Patrick ed. (2003): Encyclopedia of Pestilence, Pandemics, and Plagues, Greenwood Press, Westport (CT)

Fuente: Elaboración propia Un factor exógeno tuvo un impacto tremendo sobre las economías medievales: la propagación de la Peste Negra, una epidemia que desde Asia Oriental transitó por las vías comerciales terrestres que se dirigían hacia Occidente y alcanzó Europa entre 1347 y 1350 originando una terrible mortandad (mapa 3.7). La peste, con sus bacilos transportados por las ratas domésticas, tuvo sus principales fases de propagación en China durante la década de 1330 y se trasladó a Occidente por las vías comerciales controladas por los mongoles. Desde Caffa, enclave genovés del mar Negro famoso por su mercado de esclavos, fue transferida a Sicilia a través de navíos genoveses en la primavera de 1348 y desde aquí se fue extendiendo por Europa. Los principales centros urbanos facilitaron la expansión debido a las malas condiciones de salubridad. La crisis duró varios años y se produjeron episodios recurrentes en la segunda mitad del siglo.

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El primer efecto de la epidemia fue la tremenda mortalidad que generó, lo que llevó a un hundimiento de la actividad económica, tanto de la producción como del consumo, la actividad industrial o las transacciones mercantiles, afectando a las bases del sistema feudal. Los cálculos más moderados estiman en una caída de un 25% en la fuerza de trabajo disponible, convirtiendo la mano de obra en un factor escaso. Ello afectó a las bases de la renta feudal, anclada en los ingresos generados en la tierra, ya que la brusca caída de campesinos hundió los ingresos de los señores feudales. Pero también repercutió en una reordenación del espacio agrario, con el abandono de las tierras de menores rendimientos. La caída de la demanda también afectó a los precios, originándose una rebaja continuada de los mismos. El impacto de la crisis demográfica afectó a la estructura social. La nobleza, sector dominante, vio descender sus fuentes de renta e intentó mantener sus privilegios frente a los campesinos que, a su vez, se encontraban en una posición ventajosa debido a su mayor poder de negociación: el trabajo se había convertido en el factor escaso. Los intentos de mantener los privilegios feudales fueron contrarrestados por revueltas y episodios de resistencia campesina, como la revuelta inglesa de 1381, que terminaron en muchos casos con la mejora de sus condiciones, que se refleja por ejemplo en la abolición de antiguas cargas serviles y la mejora de sus rentas. Por otro

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lado, la crisis de la nobleza supone una oportunidad para que las monarquías fortalezcan su posición aprovechando las rivalidades señoriales. Las explicaciones de la crisis son diversas, y no hay acuerdo entre los historiadores sobre cuáles fueran exactamente sus causas. Todas ellas tienen en cuenta que tanto la difusión del bacilo de la peste bubónica (yersinia pestis, endémico en las estepas de Asia Central) o bien factores climatológicos (el comienzo de la pequeña edad de hielo, que se prolongó hasta el XIX) pueden explicar la mortandad. El contagio de la peste bubónica, bien a través de las pulgas o por vía aérea es muy fácil, y la mortandad causada por el bacilo oscila en torno al 75% de los afectados (llegando al 100% cuando el contagio es a través de saliva). Igualmente, el descenso de las temperaturas podría explicar caidas muy importantes en la producción agraria. De hecho, la peste de mediados del XIV fue una pandemia, que afectó también de forma visible a amplias zonas de China y la India unos años antes que a Europa (mapa 3.7; tabla 3.1.). Pero lo cierto es que tanto la peste como el enfriamiento siguieron afectando a Europa varios siglos, sin que se produjera una mortandad comparable a la de la Peste Negra. Por ello, hay que buscar explicaciones que permitan entender por qué se produjo tal mortandad. Básicamente, hay tres tipo de explicaciones: a) Explicación malthusiana: según ésta, se trataría de un problema de bloqueo de la economía europea entre una población creciente y unos recursos que no podían crecer al mismo ritmo que lo hacía la población. Tras la expansión medieval, la economía europea, con una tecnología estancada y ocupando ya las tierras menos productivas, se encontraría en el límite de sus posibilidades de producción, es decir, co los rendimientos decrecientes. Actuarían entonces los “frenos positivos” de la mortalidad catastrófica, desencadenados por la peste o el clima. b) Crisis del sistema feudal: otros autores, entre ellos Guy Bois, señalan que las caídas en los rendimientos agrarios habían generado una presión de los grupos dominantes de la sociedad feudal (señores y eclesiásticos), que reforzaron la presión sobre los campesinos, lo que colocó a estos en el límite de la subsistencia. En esta situación, las economías campesinas se hallaban muy debilitadas ante el avance de la epidemia o las inclemencias del clima. c) Crisis de integración. Según la intepretación de Stephen Epstein, en realidad la crisis fue fruto de la expansión anterior. Con el avance del comercio y los mercados a partir del siglo XI, aumentaron las presiones para reducir los costes de transacción (los derivados del establecimiento de una relación económica entre dos agentes, como la búsqueda de información, la negociación del precio, la distribución de la mercancía, las garantías legales, etc.). Para ello, resultaba muy conveniente que el fortalecimiento de los estados, que podían garantizar la estabilidad de las normas, el mantenimiento del orden y de la seguridad en territorios más amplios, frente a la fragmentación política del feudalismo. Este proceso, desencadenado con anterioridad, se vió acelerado por los efectos de la Peste Negra, y convirtió una crisis demográfica en una crisis general.

convirtiéndose en arrendatarios de las explotaciones que cultivaban, la nobleza reordenó su estrategia de obtención de renta, acercándose a las nuevas fuentes proporcionadas por la consolidación de monarquías centralizadas que ponían en marcha un aparato fiscal del que podían obtener jugosas vías de ingresos. Por otra parte, la caída de la población rural permitió a los señores controlar la tierra abandonada para dedicarla a actividades como la ganadería, que requería menos mano de obra. Pero en cualquier caso, los campesinos y trabajadores de muchas zonas de Europa occidental conocieron una fase de elevación de los ingresos reales. En Europa oriental, sin embargo, la crisis no supuso la mejora de los campesinos, sino que fortaleció las condiciones de servidumbre. En otras zonas del mundo el impacto también fue importante, como en Egipto, donde la escasez de mano de obra desarticuló el sistema agrario basado en el trabajo intensivo y el mantenimiento de los sistemas de irrigación, originando una caída de productividad que repercutió negativamente sobre los ingresos campesinos, que llevó a un paralelo reforzamiento del poder de los terratenientes, apoyados por el Estado mameluco.

Lo cirto es que la crisis del siglo XIV supuso una reorganización del sistema feudal. Aunque los campesinos de Europa occidental habían mejorado sensiblemente su situación, logrando que desapareciera la servidumbre, y

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En consecuencia, las transformaciones que se produjeron en el siglo XIV concluyen en Europa occidental con un importante cambio en el sistema feudal, afirmándose el sistema de monarquías nacionales que se consolidan a partir del siglo XV, en tanto que en Asia se consolidan imperios centralizados con una amplia base territorial, como el caso de la dinastía Ming en China, el imperio Otomano en el Mediterráneo oriental o el imperio Mughal en la India, que establecen las pautas de su economía durante los siglos siguientes. Paralelamente, en la América aún no conectada con el resto del mundo se habían consolidado importantes civilizaciones que habían dado lugar a imperios extensos, como el azteca en la zona de Mesoamérica y el inca en el altiplano. Europa se volcaba hacia el exterior por vía marítima, mientras que China, hasta entonces primera potencia en la expansión naval, concluyó su expansión ultramarina en la década de 1430. Estos factores serían cruciales para la historia mundial y el desarrollo económico en los siglos venideros.

3.3.1. La crisis bajomedieval en la Península Ibérica. La Península Ibérica no quedó al margen de las dificultades que atravesaron otros territorios europeos en el siglo XIV. Malas cosechas, carestías y hambres han quedado reflejadas en las crónicas de los diferentes reinos peninsulares. En el 1348 se detectaron los primeros casos de peste en Palma de Mallorca, desde allí la epidemia se extendió a los puertos de Barcelona y Valencia penetrando posteriormente hacia el interior. Las investigaciones realizadas hasta el momento muestran como la peste afectó con mayor intensidad a los territorios de la Corona de Aragón en especial a los territorios litorales. Con la crisis del siglo XIV se inició la decadencia del comercio catalán en el Mediterráneo. Los enfrentamientos con Génova se hicieron más frecuentes y, finalmente, la escuadra catalano-aragonesa sufrió una seria derrota en la batalla de Ponza (1435). La decadencia del comercio catalano-aragonés en el

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Mediterráneo tras la crisis del siglo XIV es un fenómeno muy complejo, en el que intervinieron múltiples factores. Desde ese momento los europeos se lanzaron a la búsqueda de rutas alternativas: exploraciones portuguesas en la costa africana, en busca de una ruta por el Sur, y, finalmente, el descubrimiento de América en la búsqueda de una ruta por el Oeste. El comercio de la Corona de Aragón se vio afectado por estos cambios. Barcelona quedó relegada al papel de centro financiero y de aseguramiento de buques, mientras que Palma de Mallorca y Valencia se convertían en las plazas activas. Ambas ocupaban una buena posición en la ruta de los navíos italianos que se dirigían hacia los Países Bajos por la ruta del Estrecho. Además, durante el siglo XV comenzaron a penetrar en el Mediterráneo marinos y comerciantes procedentes de la Corona de Castilla vascos, gallegos, andaluces-, que buscaban colocar la lana castellana en los puertos italianos. En la depresión también tuvieron un lugar importante las dificultades que atravesó la Hacienda Real en la Corona de Aragón y, en concreto, la emisión de deuda pública vitalicia (violaris) a un interés del 14 por cien y de deuda perpetua (censals) a un interés del 7 por cien. Para gestionar estas emisiones de deuda se crearon una serie de bancos públicos denominados Taulas de Canvi. Ello supuso la monopolización del negocio bancario por estas instituciones públicas poniéndolo al servicio de la financiación de la deuda. Esto aumentó las dificultades de artesanos y mercaderes para acceder al crédito. Las emisiones de deuda, que ofrecían una inversión sin riesgo y esa monopolización del negocio bancario contribuyeron a transformar un país de empresarios y comerciantes en un país de rentistas. Los territorios de la Corona de Castilla sufrieron con menor intensidad las epidemias de la segunda mitad del siglo XIV. El proceso de recuperación se inició a comienzos del siglo XV. El descenso de población y la consiguiente disminución de la oferta de mano de obra agrícola contribuyeron a mejorar la condición de los campesinos no propietarios, ya que los señores se vieron obligados a mejorar las condiciones de los contratos. Se generalizaron los contratos de larga duración –censos enfitéuticos–, en los que la renta permanecía fija por largos períodos de tiempo. En muchos casos estas rentas estaban expresadas en maravedíes; la devaluación del maravedí a lo largo del siglo XV permitió a los campesinos mejorar su situación. Las pérdidas sufridas por los señores como consecuencia del establecimiento de este tipo de contratos, quedó compensada en parte por la extensión en la Corona de Castilla de cesiones de señoríos jurisdiccionales; así como amplias cesiones llevadas a cabo por los monarcas de rentas e impuestos pertenecientes a la Hacienda Real. El reforzamiento de la aristocracia castellana sobre estos dos pilares es uno de los rasgos característicos de la evolución castellana en el siglo XV. Los señoríos jurisdiccionales suponían la cesión del poder del rey sobre un determinado territorio en beneficio de un noble. Esta cesión comportaba la capacidad para ejercer justicia y recaudar tributos. En Castilla aparecieron así grandes estados señoriales que prolongarían su existencia a lo largo del Antiguo Régimen. La cesión de rentas de la Hacienda en beneficio de la nobleza fue posible gracias a que la Corona Castellana contaba en el siglo XV con una Hacienda bastante saneada.

Se creó un sistema impositivo, que junto con antiguos tributos de carácter feudal, contaba con importantes impuestos sobre el comercio. Así comenzó a recaudarse impuestos sobre el tráfico de mercancías como las aduanas, los diezmos de la mar o los almojarifazgos; también en este siglo comenzaron a cobrarse las "sisas" impuestos que gravaban el consumo de artículos de consumo como la carne, pan, vino, etc. En el siglo XIV se generalizó el cobro de la alcabala, impuesto de origen musulmán que aparece ya en algunas ciudades castellanas en el siglo XIII, pero que fue implantado, con carácter extraordinario primero y ordinario después, por Alfonso XI a partir de 1345. La Alcabala era un impuesto que gravaba las transacciones comerciales con un 5 por cien al principio y un 10 por cien a partir del siglo XV. Otro impuesto importante aparecido en el siglo XIII fue el "Servicio de los ganados" impuesto que pagaban los ganaderos pertenecientes a la Mesta, desde 1343 este impuesto quedo fundido con el Montazgo, derecho de tránsito pagado por los ganados trashumantes en sus desplazamientos, pasando a denominarse "Servicio y Montazgo". Todos estos impuestos de cobro ordinario sobre el comercio se completaban con la recaudación extraordinaria, cuando las necesidades lo exigiesen, de "servicios" concedidos por las Cortes. La renovación del sistema impositivo castellano en los siglos XIII-XIV, además de permitir la transferencia de rentas a la nobleza retrasó hasta fines del XV el recurso sistemático al endeudamiento de la Hacienda.

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A fines de la Edad Media la situación de la Península se caracterizaba por la lenta recuperación de los países de la Corona de Aragón, junto a una Corona de Castilla en expansión, abierta a los cambios que estaban teniendo lugar en el Atlántico. Una economía que se debatía entre dos alternativas: la de consolidarse como una economía dependiente de sus exportaciones de lana; o una economía con un fuerte sector manufacturero con predominio del textil. Este enfrentamiento quedó claramente reflejado en la demanda presentada por los fabricantes de paños en las Cortes de 1438 de que se restringiese la importación de paños extranjeros y se prohibiese la exportación de lana. Esta petición iba contra los intereses de los grandes ganaderos y comerciantes dedicados a la exportación de lana. Hubo que esperar a 1462 para que Enrique IV obligase a reservar un tercio de la producción de lana para atender a la industria textil castellana. Con el matrimonio en 1469 de Isabel I de Castilla (1476-1504) y Fernando V de Aragón (1479-1516) tuvo lugar la unificación de las coronas castellana y catalano-aragonesa. En 1512 se produjo la anexión del Reino de Navarra. Estos procesos no condujeron a la aparición de un Estado uniforme, sino que cada uno de los territorios mantuvo, leyes, instituciones y sistemas fiscales propios. 5. Resumen A lo largo de este tema hemos considerado: a) La evolución económica de un extenso marco geográfico dominado por las actividades agrarias y ganaderas. b) La existencia de algunas regiones de agricultura muy productiva basada en el cultivo de arroz (algunas zonas de China y regiones ribereñas del océano Índico), que permite mayores

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densidades de población, mientras Europa se basa en una agricultura en buena parte de subsistencia dominada por el cultivo de secano de trigo y otros cereales. c) La aparición en Europa del sistema feudal, con un largo periodo de estancamiento al que sigue otro de crecimiento económico que le permite integrarse en el circuito mundial de intercambios. d) El papel del mundo musulmán como intermediario privilegiado en estos circuitos, al dominar las principales rutas de los intercambios, los circuitos marítimos que conectan el Mediterráneo, el océano Índico y el Extremo oriente. e) La existencia de un proceso de expansión en Europa entre los siglos XI y XIV, ligada a la ocupación de nuevas tierras, la aparición de ciudades epecializadas en el comercio y la manufactura y el crecimiento del comercio. f) El papel de la crisis de mediados del siglo XIV como gran catástrofe demográfica y social que cierra el ciclo de expansión, emblematizada en la Peste Negra de 1347-1352. g) La reorganización del sistema feudal en la salida de la gran depresión bajomedieval, y el fortalecimiento de monarquías nacionales que anuncian una nueva fase, donde la apertura hacia otros continentes será el rasgo más novedoso. h) La trayectoria opuesta de China, la gran civilización oriental, que se articula políticamente en forma de un gran imperio aunque cerrado hacia el exterior.

6. Conceptos básicos relaciones personales de dependencia sociedad estamental gran dominio manso corvea diezmo barbecho propiedad parcela bienes comunales burgos gremio letra de cambio

jurisdicción privilegio economías autárquicas reserva señorial rotación bienal (año y vez) hoja de cultivo rotación trienal Mesta Mortalidad catastrófica rendimientos decrecientes feria comercial commenda costes de transacción

7. Referencias ABU LUGHOD, Janet L. (1989), Before European hegemony: the world system A. D. 1250-1350, Londres, Oxford University Press. BOIS, Guy (2001): La gran depresión medieval, siglos XIV-XV. El precedente de una crisis sistémica, Madrid, Editorial Biblioteca Nueva. CIPOLLA, Carlo M. (2003): Historia económica de la Europa preindustrial, Barcelona, Crítica. DUBY, Georges (1979): Guerreros y campesinos. Desarrollo inicial de la economía europea, Madrid, Siglo XXI. JONES, Eric L. (1997): Crecimiento recurrente: el cambio económico en la historia mundial, Madrid, Alianza. MAC CORMICK, Michael (2005), Orígenes de la economía europea: viajeros y comerciantes en la Alta Edad Media, Barcelona, Crítica. MARKS, Robert M. (2007): Los orígenes del mundo moderno. Una nueva visión. Barcelona, Crítica. MOKYR, Joel (1993): La palanca de la riqueza. Creatividad tecnológica y progreso económico, Alianza Universidad, Madrid. POUNDS, N.J.G. (1981): Historia económica de la Europa medieval, Barcelona, Barcelona, Crítica. SEBASTIÁN AMARILLA, José Antonio (2005), “La Edad Media (c. 1100-c. 1450). Configuración y primer despegue de la economía europea”, en Comin, F, Hernández, M. Llopis, E. (eds). (2005): Historia Económica Mundial (ss. X-XX), ed. Crítica, Barcelona pp. 15-65. SLICHER VAN BATH, B.H. (1978), Historia Agraria de Europa Occidental (5001850), Barcelona, Península.

8. Textos

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Fragmento del políptico* del abad Irmión, comienzos del siglo IX La [abadía] tiene en Palaiseau un manso con una casa y otras dependencias agrícolas en número suficiente. En este mismo manso [la abadía] tiene 6 piezas de labor, con una superficie total de 287 bunuarias, en las que pueden sembrarse 1300 modios de trigo; y además 127 arpendes de viña, donde pueden recolectarse 800 modios de vino. Tiene 100 arpendes de prado donde pueden recolectarse 150 carretas de heno. Tiene alli un bosque, cuya circunferencia total se estima de una legua, donde pueden ser alimentados 50 puercos. Tiene allí tres molinos de cereales que producen un censo de 154 modios de grano.” …………………….. “Walafredo, colono y mayordomo, y su mujer, también colona… hombres de Saint Germain, tienen consigo 2 niños… Walafredo tiene 2 mansos de condición ingenua, que comprenden 7 bunuaria de tierra de labor, 6 arpendes de viña y 4 arpendes de prado. Paga por cada manso, un año una ternera y el otro, un lechón; 4 dineros por el derecho de usar el bosque, 2 modios de vino por el pastoreo y una oveja madre con un carnero. Labra 4 pérticas para las siembras de invierno y 2 pérticas para las siembras de mazo; cuando se le manda, presta corveas, servicios de acarreo; servicios de albañilería y servicios de tala. Debe además 3 pollos y 15 huevos. (*Los polípticos eran inventarios de bienes y rentas de las abadías. Este corresponde a la abadía de Saint Germain-des-Prés en las afueras de Paris) Riu, M, Batlle, C. et al (1982): Textos comentados época medieval (ss. V-XIII), Barcelona, Teide, p.305

de

   

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estrechas. Una pequeña, a la cual le da el valor de la mitad de un sueldo; otra mayor, que vale un sueldo; otra de medio ducado de Venecia, y otra de dos ducados, y otra de cinco, y otra de diez. Otra hay que vale un bizancio, y otra de tres bizancios, y así hasta diez bizancios. Todos estos papeles o tarjetas son sellados con el signo del Gran Khan. Hace fabricar tal número de ellos, que puede comprar fácilmente todos los tesoros de la tierra. Y una vez estampillados, los hace repartir por todas las provincias, reinos y señoríos y paga con ellos todas sus cuentas. Nadie puede desechar esta moneda, so pena de muerte. Y todos los mercaderes toman esos papeles en pago de sus mercancías y con ellos se pagan las perlas, las joyas, el oro y la plata. Y el papel que vale diez bizancios no pesa ni uno. Y mientras varías veces al año llegan los mercaderes con perlas, piedras finas, oro y plata, el gran señor llama a 12 sabios que son los elegidos para estas cosas y son muy duchos en la materia, les manda que examinen las cosas que traen los mercaderes y que las justiprecien y les paguen lo que valen. Y estos 12 barones les pagan el precio en esa moneda de papel. Los comerciantes lo aceptan con gran placer, porque con ellas pueden a su vez comprar cuanto quieran. Y así el Gran Khan hace pagar con esas tarjetas mercancías que valen sus 400.000 bizancios. Y una vez al año se publica un bando diciendo que todos los que posean oro, piedras y plata lo lleven a la Ceca y le serán trocados por ese papel moneda. De esta manera el gran señor acumula tesoros incalculables de plata, oro y piedras finas. Cuando estos papeles se rompen, o ensucian, o deterioran, se los llevan a la Ceca, donde los cambian por nuevos con una disminución del 3 por 100. Y cuando un hombre quiere adquirir un cinturón de oro, una vajilla de plata o joyas y preseas se va a la Ceca del Gran Khan y le lleva los papeles en pago del oro y plata que compra al barón que dirige la Ceca. Marco Polo,

Viajes,

p. 120. 

De cómo el gran señor acuña moneda   También es Cambaluc la Ceca del gran señor. Arreglolo de tal manera que el Gran Khan posee el secreto del alquimista más avisado. Hace acuñar monedas del modo siguiente: toman la corteza de los árboles (moreras por lo general, de las que el gusano de seda devora la copa), y de la membrana que hay entre la corteza y el tronco suelen hacer una pasta como la del papiro, de color muy moreno, casi negro. A estos papeles o tarjetas las hace cortar de varios tamaños, por lo general como tarjetas largas y

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6. Características de la civilización Song en China. 9. Actividades de autoevaluación 1. Rasgos más destacados de la economía mundial entre los siglos VI y X.

7. Complete el siguiente esquema de la crisis bajomedieval 2. ¿Qué diferencias existieron entre el comercio que se desarrolló en el Mediterráneo y el del Mar de Norte-Báltico en la Europa medieval? CRECMIENTO CICLICO EN LAS ECONOMIAS AGRARIAS PREINDUSTRIALES Crecimiento demográfico

3. El siguiente cuadro agrupe por categorías los mecanismos que utilizaron los gremios para bloquear la competencia. Coloque cada una de los siguientes mecanismos en el apartado correspondiente del cuadro: Mecanismos: 1. Calidad estipulada en las ordenanzas y reglamentos de fabricación.; 2. Necesidad de la autorización del gremio para el uso nuevas técnicas; 3.Los gremios fijaban precios mínimos de venta; 4.Control del sistema de formación. ; 5.Necesidad de licencia para ejercer el oficio. Elementos de los que depende la competencia El número de profesionales que ejerzan el oficio Calidad

Mecanismos impuestos por los gremios que anulan la competencia. a)

Innovación técnica

c)

Reducción. de pastos y __4____.

Uso de tierras _____3_____.

Reinicio del ciclo

Rendimientos ___5___.

RUPTURA EQUILIBRIO POBLACION/__6______

RESTABLECIM. EQUILIBRIO ___10____/ RECURSOS

b) ____8____

Precio

Ampliación de la __2__ cultivada.

Necesidad de aumentar _____1_____

___7__ precio de alimentos.

____9____

d) Hambre

4. ¿En que consistieron y que papel desempeñaron las ferias de Champagne el en comercio medieval? ¿Qué razones explican su retroceso en la segunda mitad del siglo XIV?

(a) epidemias - (b) recursos - (c) decrecientes - (d) población (e) producción de alimentos - (f) marginales - (g) superficie- (h) abono (i) subida (j) caída de natalidad

Preguntas tipo test 5. ¿Cómo se configuran las distintas fases de la repoblación cristiana en la Península Ibérica?

1. Entre el siglo VII y el siglo X se destacan, entre otros hechos: A. El florecimiento de la civilización musulmana. B. El auge de la Mesta. C. La expansión de los mongoles en Asia. D. La caída de Bizancio. 2. En los siglos VIII y IX nos encontramos en el mundo musulmán con el: A. Dominio de la agricultura itinerante. B. Uso masivo del arado pesado. C. Cultivo en Occidente de la caña de azúcar D. Maíz, como principal cereal panificable.

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Tema 3. La Edad Media: las bases de la expansión europea (c.450 - c.1450) ____________________________________________________________________________ 3. Durante los siglos VII al X Europa occidental conoce: A. La amenaza de los vikingos al Norte. B. La influencia del Islam al Sur. B. La fragmentación del poder político. C. Las tres respuestas anteriores. 4. En la zona oriental del Mediterráneo, tras el fin del Imperio romano siguió: A. El dominio de los mongoles. B. La llegada de los turcos. B. El imperio bizantino. D. El reino de Venecia. 5. Entre los siglos V y X se desarrolla en China: A. Un amplio sector textil lanero. B. Una extensa red de canales. C. La ganadería trashumante. D. Una economía autárquica, sin ciudades. 6. Entre los siglos V y X la zona de la península más desarrollada económicamente fue: A. El reino de Galicia. B. El País Vasco. C. La costa catalana. D. Al Andalus. 7. Entre los rasgos de un señorío altomedieval (siglos VII-X) se incluye: A. El pago de rentas en especie. B. La comercialización de todo el producto. B. El uso de esclavos como mano de obra. D. El uso de letras de cambio. 8. Entre las novedades de la agricultura medieval en el Norte de Europa en el siglo XI se citan: A. La desaparición del barbecho. B. La aclimatación del arroz. B. La difusión del arado pesado. D. La ausencia de servidumbre. 9. La agricultura Song en el siglo XI en China estaba basada en: A. El uso extensivo de la tierra. B. La explotación intensiva del arroz. C. La crianza de ganado ovino. D. Las dos respuestas anteriores. 10. La agricultura Song en el siglo XI incluía, además del arroz, cultivos como: A. Caña de azúcar. B. Té C. Moreras. D. Las tres anteriores.

GRADO 

APUNTES DE HISTORIA ECONÓMICA  Tema 4. Expansión y crisis en la Europa Moderna  (1450‐c.1650)   

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUACIÓN A DISTANCIA

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Tema 4. Expansión y crisis en la Europa Moderna (c.1450-c.1650)

3. Algunas preguntas iniciales



¿Se ha planteado alguna vez por qué son las naciones europeas (y las colonias pobladas mayoritariamente por europeos) las que han

1. Resultados de aprendizaje Pretendemos que el estudio de este tema enseñe a: 1. Describir las transformaciones de Europa en este periodo: expansión por el globo, nacimiento de Estados nacionales, nacimiento del capitalismo, secularización del conocimiento y la técnica. 2. Comparar con la situación de China y la India en este periodo, y explicar los flujos de metales-mercancías entre Asia y Europa en el periodo. 3. Caracterizar la influencia de los Estados nacionales en la economía, a través de la guerra, la fiscalidad y la creación de un marco institucional estable. 4. Definir el concepto de mercantilismo y describir los elementos comunes de las políticas mercantilistas. 5. Identificar los factores que contribuyen a la fase de expansión general en Europa en los siglos XV y XVI, y los de la crisis de mediados del siglo XVII. 6. Describir las distintas respuestas a la crisis del siglo XVII como factor de divergencia entre las economías europeas, y el traslado del foco de dinamismo económico del Mediterráneo al Atlántico Norte. 7. Identificar la orientación de las economías (especialmente la agricultura) hacia los mercados como el factor clave de esta divergencia. 8. Explicar las principales innovaciones en el comercio internacional: nuevas rutas, nuevos productos, nuevos modelos de empresa, con referencia al papel de África, Asia y los imperios coloniales en América. 9. Caracterizar los principales sectores industriales y los tres modelos de organización –gremios urbanos, industria rural, reales fábricas-- en Europa en este periodo. 10. Discutir la contribución de la explotación colonial al crecimiento de las economías europeas, y el concepto de “revolución de los precios”. 11. Identificar los nombres de distintos autores con explicaciones de los cambios en este periodo: Marx y el ascenso del capitalismo, Weber y el espíritu del capitalismo, Hamilton y la revolución de los precios, North y el cambio institucional, Jones y el milagro europeo.

dominado la economía mundial en los dos últimos siglos? 

¿Fueron los caballos los que ayudaron a los españoles a conquistar América o hubo otras especies más importantes?



Si Europa era ya más rica en la Edad Moderna ¿por qué el dinero del mundo acababa recalando en Asia?



¿Qué tiene que ver el tipo de Estado con la economía?



El mundo de la edad moderna ¿era ya capitalista? ¿Y Europa lo era?



¿Qué pintan las guerras en “el ascenso de Occidente”?



¿Qué es eso que llamamos capitalismo comercial?



¿Por qué eran los europeos los que traían especias de Asia, y no los propios asiáticos los que las traían a los mercados europeos?



¿Cuáles fueron los grandes avances tecnológicos de la edad moderna?



¿Tiene todo esto alguna importancia?

2. Índice 4.1. Introducción. Todos los mundos, el Mundo 4.2. Armas y gérmenes en América (y África) 4.3. Estados modernos: hacienda y guerra. 4.4. Asia y Europa en la expansión del siglo XVI. 4.5. La crisis del siglo XVII y la divergencia europea. 4.6. El crecimiento del comercio de Ultramar 4.7. La transición al capitalismo.

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Mapa 4.1. Los tráficos de Europa en el mundo (1500-1755)

4. Contenidos del tema 4.1. Introducción. Todos los mundos, el Mundo Un vistazo a los mapas que concibió el gran historiador francés Fernand Braudel (mapa 4.1.) permite hacerse idea de cómo había cambiado el mundo en los dos siglos y medio que van de 1500 a 1750. Un cambio que resulta aún más notable si lo comparamos con el que representa los grandes circuitos del comercio en el siglo XIII (ver mapa 3.5). Entonces, hacia 1250, la Europa feudal recogía una parte mínima de las corrientes de los tráficos internacionales. Apenas era un apéndice lejano y mal conectado de la gran columna vertebral asiática de las caravanas de ruta de la Seda. Europa se encontraba al margen de los grandes flujos comerciales del Índico y el Mar del la China. Pero, además, incluso para esa mínima conexión dependía de los lazos que podía trabar con un Islam hostil (al menos sobre el pape, aunque eso no excluía del todo el comercio) que dominaba lo que durante siglos había sido el Mare Nostrum (Mediterráneo) del Imperio Romano. El comercio europeo estaba constreñida por unos transportes terrestres caros y peligrosos, y una navegación de cabotaje modesta e igualmente insegura. Sin embargo, hacia 1500 Europa ya se había embarcado, de la mano de los navegantes de la península Ibérica, en rutas de largo recorrido. En primer lugar hacia el Atlántico. América fue “descubierta” (desde la perspectiva europea) en 1492; y en pocos años las Antillas se convirtieron en la primera pieza del Imperio Español en América. Por esos mismos años, en 1498, el navegante portugués Vasco de Gama alcanzaba la India circunnavegando África. En el Mediterráneo los italianos (venecianos y genoveses, sobre todo) tenían una fuerte presencia en plazas como Creta, Chipre y Malta, si bien se enfrentaban al poder emergente de los otomanos que en 1453 habían tomado Constantinopla (en adelante, Estambul). No hay acuerdo sobre cuando acaba la Edad Media. Por convención suele fecharse en la caída de Constantinopla, y con ella el fin del Imperio Bizantino, sucesor del Imperio Romano de Oriente. Sin embargo, otros historiadores prefieren situar esa cesura en el primer viaje de Colón, del que regresó en 1493. En cualquier caso, no parece que esta cronología (Edad Media, Edad Moderna) tenga mucho sentido en otras partes del mundo.

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Fuente: Braudel (1987: III, 12-13) Pero hacia 1750 la situación era del todo distinta. No solo se había multiplicado el volumen de los tráficos hasta constituir una red comercial que alcanzaba las economías de los cinco continentes –aunque desde luego aún no las integraba, faltaba mucho para eso–. Sobre todo, había cambiado el significado de ese comercio: en gran medida Europa había dejado de ser una región periférica para colocarse en el centro de los flujos, el gran nodo o intercambiador del comercio mundial. El mapa de Braudel presenta algunas carencias que impiden captar la naturaleza exacta de este cambio. En primer lugar, no recoge los tráficos internos –por tierra o cabotaje– en el seno de cada uno de los continentes. En el caso de Europa, pero también en Asia, estos se habían hecho más densos y regulares, constituyendo una malla tupida por la que fluían hombres (ejércitos en ocasiones), ganado, mercancías y metales. Y también ideas, gracias en parte al gran descubrimiento de Gutenberg, la imprenta de tipos móviles (1455), una innovación difundida solo en Europa y sus colonias. Además, el mapa ignora qué circulaba, de dónde y hacia dónde lo hacía, y cuál era la dirección del dinero. Solo traza las líneas del comercio, no los contenidos. Del mismo modo que un mapa actual del comercio del petróleo en el mundo sólo es significativo si sabemos la dirección de los flujos (qué países son productores, y cuáles consumidores), y somos conscientes de que una corriente de dinero recorre las rutas en sentido contrario, es preciso saber qué circulaba por las rutas trazadas en el mapa de Braudel. En este sentido, André Gunder Frank nos ofrece un mapa más completo (mapa 4.2). Básicamente, Europa actuaba como intermediaria en unos casos, y como explotadora en otros; en los dos casos por una misma razón: apenas producía nada que demandaran otras regiones. De América venía la plata extraída de las minas de las posesiones españolas (Potosí en Perú desde 1545 y Zacatecas en México tras 1546), gracias al trabajo forzado de los indígenas. Llegaba a Europa a través de Sevilla –la parte legal– o directamente a Amsterdam –lo que los piratas y comerciantes ingleses u holandeses lograban captar, que era mucho–. También, ya en 1750, arribaban a los puertos europeos cantidades crecientes de nuevos productos coloniales: azúcar y ron, de las Antillas, algodón y tabaco de Estados Unidos, chocolate de Suramérica, pieles de Canadá… etc. Como la obtención de muchos de estos productos UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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(sobre todo, la caña de azúcar) requería abundante mano de obra, y dado que la población indígena de América había sido diezmada por los conquistadores y los gérmenes que les acompañaron, el trabajo lo ponían centenares de miles de esclavos negros. Estos eran traídos en condiciones inhumanas por traficantes europeos que los obtenían de otros traficantes en África, a cambio de productos metálicos, armas, tejidos asiáticos reimportados o sal.

rondaban los 700.000, y no muy lejos de los 500.000 de Calcuta o los 450.000 de El Cairo (en África, pero dentro del ámbito “oriental”) [Frank (1998:12)]. En sociedades de base agraria, la existencia de grandes ciudades y las tasas de urbanización (el porcentaje de la población que habitaba en ellas) son un indicador de la productividad agraria. Sólo aquellas sociedades con agriculturas relativamente productivas podían permitirse alimentar a un gran número de gente que no se dedicaba personalmente a producir alimentos. Las cifras de producción –estimaciones retrospectivas del PIB, sumamente aproximadas– señalan que el 80% del producto mundial en 1775 se concentraba en Asia (la quinta parte restante se repartía entre los otros cuatro continentes, incluida obviamente Europa).

Mapa 4.2. Principales rutas del comercio global, 1400-1800

Tabla 4.1 Evolución de la población mundial por continentes (millones de personas, cifras redondeadas) 1000 1200 1300 1400 1500 1600 1650 1700 1750 Europa 42 62 73 45 69 89 100 115 140 Asia 168 203 216 224 254 292 319 402 508 India China

África América Total Mundo

48 70

50 13 275

51 89

61 23 348

50 99

67 28 384

46 112

74 30 373

54 125

82 41 446

68 140

90 15 486

80 150

90 9 518

100 205

90 10 617

130 270

90 11 749

Nota: Se advertirá que hay discrepancias (entre 5-15 %) entre estas cifras y las de la tabla 4.4. Esto se debe a que son estimaciones complejas, a falta de datos estadísticos precisos hasta 1800 para Europa y 1950 tarde para otras zonas del mundo. Fuente: Frank (1998:168), basada en Bennet (1954).

Fuente: Frank (1998: 65) Estos tráficos conforman que se llamó comercio triangular del océano Atlántico. De Oriente, la fábrica del mundo por entonces, llegaban a Europa grandes cantidades de textiles –seda y algodón, sobre todo–, especias, té y café, salitre, loza (la famosa porcelana china)… etc. Estas mercancías gozaban de gran aceptación en Europa, pero además resultaban bastante baratas para los europeos si las pagaban en plata, de modo que el déficit comercial se saldaba en dinero. Cerca del 75 por 100 de toda la plata americana acabó en Asia, necesitada de volúmenes cada vez mayores para alimentar un sistema monetario que crecía al ritmo que lo hacían la agricultura y la industria. Así pues, la región más avanzada del mundo, hacia donde fluía el dinero, la “locomotora” económica en terminología actual, era Asia. Las cifras de población –tanto absolutas como de densidades– son un buen indicador (tabla 4.1). Entre 1500 y 1800, el 60% de la población mundial vivía en Asia, un porcentaje que incluso creció algo en el siglo XVIII (teniendo en cuenta que las estimaciones de población para esta época son muy aproximadas). También destacaban os niveles de urbanización de Asia, donde se hallaban la mayoría de las grandes ciudades del mundo: si hacia 1500 París contaba con 125.000 habitantes, Estambul o Pekín, las ciudades más populosas del mundo

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Tabla 4.2 Evolución de PIB mundial por continentes (millones $ internacionales de 1990, cifras redondeadas) 1000 1500 1600 1700 1820 Europa 13 200 44 800 80 400 102 150 205 700 Asia 82 200 161 300 217 600 229 500 411 200 India China

África América Total Mundo

26 500 33 800

13 700 4 600 116 800

60 500 61 800

18 400 8 100 247 100

74 250 96 000

22 000 4 400 329 400

90 750 82 800

24 400 6 900 371 400

111 400 228 600

31 000 26 700 694 400

Fuente: Maddison, tabla B-10. Nota: Se ha recalculado a partir de las categorías de Maddison: las cifras de Europa se han calculado sumando las cifras originales de Europa Occidental y Oriental, más 1/2 de la correspondiente a la antigua URSS; las de América, sumando América Latina con la cifra de Estados Unidos. En todo caso, como se imaginará, se trata de estimaciones muy aproximadas (aunque elaboradas con abundancia de fuentes).

¿Por qué fluye la plata hacia Asia?

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El hecho de que la plata de las minas americanas acabara en buena parte llegando a Asia exige una explicación. El comercio asiático seguía siendo deficitario para los europeos, pero también muy lucrativo. Y los déficit se saldaban en plata. ¿Por qué? Se ha aducido a menudo que los asiáticos tenían una tendencia a atesorar la plata (tenían preferencia por la liquidez, en términos económicos actuales). Sin embargo, ésta no era menor en Europa, como en todo sistema monetario de base metálica. También se argumenta que poco de lo que Europa producía interesaba a chinos e indios, más avanzados en manufacturas, con una tradición alimentaria basada en el arroz y con un clima cálido que reducía la demanda de prendas de lana. Pero lo mismo podría argumentarse para la penetración de los tejidos asiáticos de algodón en Europa. K.N.Chaudhuri cree que la respuesta está en los distintos niveles de precios relativos del oro y la plata en Europa y Asia. Ambos continentes tenían sistemas monetarios bimetálicos (basados en oro y plata), pero las cantidades existentes (stocks) de cada uno eran muy diferentes. En Asia el oro era mucho más abundante (lo que hacía que la plata fuera más cara en relación a él), mientras que en Europa, tras el descubrimiento de las minas americanas, ocurría lo contrario. En consecuencia, la plata fluía allí donde obtenía una mejor remuneración, abandonando Europa donde su precio relativo era más bajo. De ahí que las manufacturas europeas resultaran caras para los asiáticos, pero no a la inversa. Con el tiempo los flujos de plata deberían haber tendido a equilibrar los stocks, reduciendo el diferencial oro-plata. Esto no ocurrió, según Chaudhuri, debido a que el tamaño de las economías asiáticas era muy superior a las de Europa, por lo que los efectos de los flujos de metal no lograron nunca equilibrar los niveles de precios, ni siquiera tras tres siglos de intercambios, a fines del XVIII. Un mecanismo similar (diferenciales en los niveles de precios, gráfico 4.5) permitiría explicar también por qué la plata que llegaba a Castilla acababa en manos de los holandeses y posteriormente ingleses, siendo una de las causas de la “decadencia de España” en el XVII. Mapa 4.3. Plata. Producción mundial, flujos y remesas.

Fuente: Frank (1998:198)

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Pese al enorme peso de la economía asiática, Europa había conseguido mejorar su situación sustancialmente. No sólo su población, aunque menor que la asiática, crecía a un ritmo sostenido, sino que había conseguido drenar riquezas inmensas de América y África. Asimismo, había adquirido el protagonismo en el comercio mundial: eran las naves europeas las que llegaban a los puertos asiáticos, no al revés. Y como fruto de esos flujos, la población europea estaba accediendo masivamente al consumo de nuevos bienes –tejidos de algodón y té indios, sedas y loza chinas, chocolate, azúcar, tabaco y ron de América–, lo que alimentaba el deseo de mayor cantidad y variedad de estos bienes (una auténtica revolución del consumo). Se creaban así los incentivos para trabajar más y mejor. Era lo que se ha venido a llamar “revolución industriosa” que precedió a la “industrial”. Sólo de este modo los europeos podían costearse esos “lujos” recién adquiridos. De una parte de esta evolución, la que corresponde al siglo XVIII, se tratará en el tema siguiente. Pero ahora toca preguntarse cómo empezó todo. ¿Cómo pudo Europa ascender en el mundo de la edad moderna?

4.2. Armas y gérmenes en América (y África) La Europa moderna no inventó ningún convertidor que permitiera explotar nuevas fuentes de energía: seguía siendo una economía de base orgánica, en terminología de Wrigley, aunque hubo un ligero aumento del uso de carbón mineral (como combustible para producir calor en hogares o en la fabricación de ladrillos o cervezas), algunas mejoras en los molinos de viento, y otras muy destacadas en la navegación (volveremos a ellas). Asimismo hubo innovaciones agrarias de importancia (nuevos sistemas de rotación de cultivos, más complejos y productivos). Y aparecieron algunos inventos importantes en la industria, entre los que habría que destacar la imprenta. Con todo, cuando los historiadores económicos buscan en la tecnología las causas del crecimiento económico de Europa en esta época tienen que reconocer, como lo hizo Rondo Cameron, que “al igual que en la agricultura, tampoco se produjo en la industria un corte brusco entre la Edad Media y la Era Moderna; sin embargo, a diferencia de aquella, en ésta las innovaciones tuvieron lugar más o menos de forma continua, aunque a un ritmo muy lento” [Cameron y Neal (2005: 135)]. En otras palabras, resulta difícil encontrar innovaciones que justifiquen aumentos sustanciales de la productividad en la agricultura o la industria europeas a comienzos de la edad moderna. Sin embargo, sí hubo innovaciones tecnológicas en dos campos fundamentales –el armamento y la navegación– unidas a innovaciones institucionales ligadas al nacimiento de un tipo nuevo de organización política: el Estado moderno, o Estado nacional, o Estado absolutista. Y todas ellas enfocadas hacia un sector que resultó fundamental: la guerra. Lo que hizo posible la expansión europea por el mundo, y le permitió hacerse un hueco en la economía mundial fue su capacidad para la guerra. Por supuesto, también los imperios asiáticos y americanos demostraron una eficacia militar sobrada y un largo historial de conflictos. Pero los europeos hacían la guerra de un modo distinto, que les permitía extender su dominio sin implicar a enormes ejércitos de tierra

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(infantería o caballería) que habían dominado el “arte” de la guerra desde la Antigüedad (y aún lo hacían en Asia). Enviaban pequeñas expediciones bien armadas transportadas en navíos muy marineros y artillados. Cañones y velas, como reza el título de un libro de Carlo Cipolla, serían la clave. En el siglo y pico que transcurrió entre la caída de Constantinopla a manos de los turcos (1453) y la victoria de la armada europea sobre éstos en Lepanto (1571), una batalla dominada aún por las galeras a remo, los europeos habían dado un salto de gigante en su capacidad militar. En palabras de David Landes “Europa podía imponer ahora su presencia en cualquier parte de la superficie del globo que se encontrara al alcance de un cañón naval” [Landes (1999:95)].

navegación y el armamento. La imprecisión de los métodos e instrumentos de navegación (necesarios para determinar la posición, el rumbo y la velocidad en alta mar) hacían que buena parte de la navegación en la antigüedad y la edad media se realizara sin perder de vista las costas (el llamado al cabotaje). Ya en la edad media se habían ido adoptando innovaciones importantes para la navegación: la brújula (c. 1100) que permitía determinar el rumbo, lo que unido al astrolabio (conocido desde la antigüedad) que permitía conocer la latitud (siempre que se pudiera ver el sol a mediodía) hacía viable la llamada navegación por estima, es decir, acanzar la latitud buscada y luego tratar de navegar hacia el Este o el Oeste, según conviniera. La determinación de la longitud en cambio siguió siendo muy problemática hasta el siglo XVIII, con la invención del cronometro de John Harrison. Existía además el problema de la tracción: buena parte de la navegación en el Mediterráneo desde la antigüedad (y también los barcos chinos) se basaban en combinación de la tracción humana (remo), mucha más precisa para la maniobra o en ausencia de viento, y velas triangulares (latinas). En general, la navegación a remo predominaba, incluso en la edad moderna, en los buques militares, mientras que las naves e pesca o comerciales solían depender de la vela. El problema es que este tipo de naves no eran aptas para la navegación en el Atlántico. A partir del siglo XIII, la confluencia de los métodos de navegación del norte de Europa con la del mediterráneo dio lugar a nuevos tipos de naves, que combinaban: *timones de codaste (en popa) *varios mástiles, con velas cuadradas o latinas *navios de casco redondo, de mayor capacidad de carga, como la carraca, la coca o la carabela. A ello se sumaron los desarrollos del armamento: el uso del acero en espadas, picas, y corazas, y especialmente la construcción de cañones en bronce o hierro, cada vez más ligeros, que empezaron a montarse en las naves a partir del siglo XIV.

Claro que en la labor de conquistar América (la clave de todo), Europa gozaría de dos aliados biológicos inesperados y de inestimable utilidad. El más conocido son los caballos (y también los perros adiestrados para la guerra) que infundieron primero asombro y después terror en aztecas e incas, y allanaron el camino a Hernán Cortés y Francisco Pizarro. El otro, un enemigo sutil e invisible, se demostró mucho más eficaz: los gérmenes que acompañaban a los conquistadores. La viruela, sobre todo, el sarampión, la gripe, el tifus y otros patógenos con los que los eurasiáticos y africanos llevaban milenios conviviendo, hasta el punto de haberse convertido en enfermedades de la infancia para las que estaban relativamente inmunizados, diezmaron literalmente la población indígena. El empleo de indígenas como trabajadores forzados en minas y plantaciones remató la catástrofe. Se calcula que entre 1492 y 1650 la población amerindia se redujo entre un 50 y un 90 por 100. Por ejemplo, se estima que en 1532 México contaba con más de 16 millones de habitantes, de los que en 1602 sólo quedaban poco más de un millón. A cambio, América sólo exportó un patógeno que complicaría la vida a los europeos hasta el siglo XX: la sífilis. La eficacia de estas involuntarias “armas biológicas de destrucción masiva” en América obedecía a una razón histórica azarosa, que se remonta a la llegada de los primeros seres humanos al continente. Como se recordará, el ser humano (el género homo) nació en África, y se extendió por Asia y Europa lentamente. Su llegada a América se produjo en torno al 13 000 adE, a través del Estrecho de Bering (entre Alaska y Rusia), coincidiendo con una glaciación que lo hizo transitable. Todavía tardaría más en llegar a algunas islas del Pacífico. Hablamos de una etapa previa a la revolución neolítica, y por tanto a la domesticación de los animales. Andando el tiempo, los pobladores de América llegaron a domesticar algunas especies animales hacia 3.000 adE (principalmente camélidos, como la llama y la alpaca); pero no contaban con el catálogo disponible de animales domesticables como los equinos (o si los había, los cazadores los exterminaron antes de descubrir que era mejor domesticarlos). A su vez, los patógenos que portaban los conquistadores habían evolucionado precisamente a partir de enfermedades animales, que mutaron, afectaron (y eventualmente inmunizaron) a los europeos como resultado de su convivencia con especies domesticadas. Caballos y gérmenes venían de la misma época, y llegaron a América en el mismo paquete. Pero esa es sólo una parte de la historia. Antes de llegar a La Española, y sobre todo al continente americano en las décadas de 1510, los europeos llevaban décadas explorando el mundo, gracias a los avances en la 4-11

Figura 4.1. Batalla naval.

Fuente: Smil (2001:250) Los avances de la navegación y el armamento son los que explican el éxito de los europeos. Gracias a ellos desde mediados del siglo XV los portugueses abrieron nuevas rutas marítimas hacia el Índico circunnavegando África. También fueron esos avances los que posteriormente permitieron la incorporación de América tras los viajes de Colón. Y fueron esos lograron los que sentaron las bases del doble circuito Atlántico y de los lazos estables con

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Asia, en el que tuvieron un papel protagónico holandeses e ingleses. Fueron los avances en la guerra naval los que marcan la diferencia entre la Europa medieval –incapaz de resistir las sucesivas embestidas de los pueblos nómadas de las estepas– y la Europa moderna. Muy escuetamente (la historia está recogida en cualquier manual de historia general) podemos seguir las expediciones portuguesas hacia el Índico. El impulso inicial fue proporcionado por el infante Enrique (1394-1460), llamado justamente el Navegante (nunca llegó a reinar, pero aprovechó su peso en la familia real portuguesa para promover empresas de exploración). Desde finales de la Edad Media Portugal era una nación dedicada a la pesca de altura y el comercio con el norte de Europa; e incapaz de competir en el Mediterráneo, el gran eje tradicional del comercio europeo, cuyo dominio se disputaban navegantes italianos (tras desbancar a los catalanes) y otomanos. De ahí que aprovechara su situación periférica para buscar rutas alternativas en el Atlántico. Sobre todo lo que buscaba eran especias de Oriente y oro de África; especialmente de Ghana. Éste se había encarecido debido a que el crecimiento económico exigía alimentar un sistema monetario basado en ese metal, y sólo subsidiariamente en la plata. Las principales unidades monetarias del momento –dinares árabes, ducados venecianos, florines florentinos– eran monedas de oro, algo que sólo se alteraría con la explotación de las minas americanas. Las especias asiáticas (pimienta, clavo… etc. así como algunos tintes para tejidos) habían alimentado las ramas más prósperas del comercio ultramarino en la Edad Media. Esos productos tenían una gran demanda para acondicionar alimentos en una época con limitados sistemas de conservación, la ventaja de su fácil conservación. Pero, sobre todo, resultaban atractivas por su elevado valor por unidad de peso. La búsqueda de una ruta directa hacia el Océano Índico –abierta finalmente con la expedición de Vasco de Gama– permitía desbancar a los competidores italianos y ahorrar intermediarios. Los beneficios potenciales eran por tanto considerables, y de ahí el apoyo de la corona portuguesa –de Enrique el Navegante a Juan II (1481-1495)– a los viajes de descubrimiento. Este apoyo se concretó de varias formas: desde 1415, con la conquista de Ceuta por Juan I, hubo expediciones casi anuales a la costa africana. En Sagres se estableció una escuela de navegación en cuyo haber se encuentran avances importantes en el diseño de las naves, cartas náuticas, en el conocimiento del régimen de los vientos y la difusión de instrumentos de localización como el astrolabio. Se constituyeron colonias o factorías en las rutas marítimas; especialmente tras la conquista de las islas de Madeira y Cabo Verde. En fin, fue un esfuerzo continuado y nada casual, que redundó en un buen conocimiento de la navegación del Atlántico. Precisamente esto explica porque los monarcas portugueses (como más tarde los franceses e ingleses) descartaron apoyar los planes de Colón para llegar a Asia por el Oeste. Conocían demasiado el océano, y el tamaño del planeta, para no juzgarlos como descabellados. Tras un parón a mediados del siglo XV, Juan II volvió a impulsar las expediciones que buscaban llegar a la India rodeando África. En 1488 Bartolomé Dias descubrió y superó el cabo de Buena Esperanza (o de las Tormentas) con lo que quedaba abierta la ruta hacia la India. Diez años más tarde Vasco de Gama finalmente alcanzaba Calicut (India). Nuevas expediciones posibilitaron llegar a Cantón (China, en 1518), y establecieron

bases comerciales (factorías) a lo largo de la costa africana y el Índico: Mozambique, Madagascar, Zanzíbar, Adén o Goa. El dominio de esta ruta por los portugueses aún duraría unas décadas. Para su explotación se estableció en Lisboa una institución, la Casa de India ( ), a la que se otorgó el monopolio del comercio con Oriente, la supervisión de la navegación y el cobro de los impuestos. Sin embargo, desde finales del siglo XVI, holandeses e ingleses fueron ganando a Portugal la pugna por el control de estos tráficos. El pionero fue perdiendo peso frente a los competidores recién llegados, pero más eficaces en la navegación y la guerra.

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Mapa 4.4. Descubrimientos portugueses en África

Fuente: Cipolla (2003:224)

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Mucha mejor fortuna tuvieron los castellanos, incorporados más tarde a las expediciones atlánticas (la segunda mitad del siglo XIV estuvo dominada por guerras de distinto tipo en Castilla), pero a quienes les salió bien la apuesta de Isabel la Católica por Colón. El viaje resultó tan arriesgado que el mismo Colón tuvo que ocultar a su tripulación los datos reales de navegación. In extremis, la expedición tocó tierra el 1 de octubre de 1492, y tras un breve periplo por La Española y Cuba, regreso a Lisboa en marzo de 1493. Por supuesto, Colón buscaba el oro y las especies de Catay y Cipango (resulta significativo que la palabra “oro” sea la que más veces se repite en sus Diarios). En su lugar, encontró unas islas hermosas pero que en nada hacía pensar que formaran parte de los dominios del khan. Sólo en las dos últimas expediciones Colón llegó a ver la parte continental de América, las costas Venezuela y Centroamérica, territorios en los que, obviamente, tampoco halló las populosas ciudades descritas por Marco Polo. En realidad, Colón murió sin reconocer que no había llegado a Asia. Y sin advertir las enormes fuentes de riqueza que América traería a la Corona española. Con todo, no puede afirmarse que la incorporación de Castilla a esta carrera atlántica fuera meramente casual; ya desde fines del XV venían promoviéndose expediciones de pesca o comercio hacia las costas africanas. La conquista de las islas Canarias formaban parte del mismo proyecto, impulsado por la corona.

Francisco de Pizarro le bastaron algo más de un centenar de soldados para capturar al inca Atahualpa y dar un golpe de muerte al imperio. En los dos casos los españoles aprovecharon la existencia de enemistades abiertas entre la población indígena; e hicieron valer su superioridad militar (corazas y armas de acero, caballos y perros domesticados, arcabuces y artillería), la ignorancia de los indios sobre quiénes eran aquellos extraños forasteros. A medio plazo, se beneficiaron de la mortandad provocada por los gérmenes que acompañaban a los conquistadores. También es verdad que otras campañas resultaron menos afortunadas que las de Cortés y Pizarro, y que la resistencia indígena aún se prolongó durante décadas en Perú, la Amazonia, o el Río de la Plata. Con todo, resulta pasmosa la facilidad de la conquista y colonización castellana de América, que anuncia de algún modo el comienzo del dominio europeo en el mundo.

Mapa 4.5. Los cuatro viajes de Colón (1492-1504)

Fuente: Wikipedia (Cristóbal Colón) La historia de esta conquista y colonización tiene mucho de sorprendente, dado que el número de los conquistadores y su capacidad militar era casi ridículo en comparación con las fuerzas a que se enfrentaron. Hernán Cortés estuvo acompañado de unos 400 españoles cuando conquistó el imperio azteca en 1521 (aunque reclutó miles de indígenas contra los aztecas). A 4-15

Imperios americanos: Incas y Aztecas No, no es el viejo chiste que divide a los funcionarios en tres tribus: mayas (“¿m’ha-llamado alguien?”), aztecas (“hazte-cargo tú de esto”) e incas (“los que hincan el codo”). Los imperios americanos antes de la llegada de los españoles eran una cosa muy seria, aunque de reciente aparición. Los aztecas, dirigidos por un rey-sumo sacerdote (Moctezuma a la llegada de Cortés) eran un pueblo guerrero que dominó mediante el terror el valle de México desde 1428, y desde esa base una buena parte de Centroamérica. Los pueblos sometidos al imperio azteca pagaban tributos en especie (alimentos, oro y piedras preciosas, cueros) y en hombres, muchos de los cuales eran destinados a sacrificios rituales. Disponían de una agricultura de irrigación muy productiva (heredada de los toltecas y otros pobladores anteriores), basada en el maíz. Habían sido capaces de construir una gran capital (Tenochitlán), con cerca de cuarto de millón de habitantes, y acumular grandes tesoros de oro y plata. Carecían de animales de tiro y su escritura jeroglífica era bastante tosca, tenían ciertos conocimientos astronómicos y, sobre todo, una notable especialización militar. Por su parte, el imperio Inca había alcanzado una gran extensión –unos 4.000 kilómetros de largo, desde Quito a Santiago– basado en la asimilación de los pueblos conquistados, que eran obligados a adoptar el idioma quechua y el culto al Sol. Desconocían la rueda y la navegación de cabotaje, la escritura (que sustituían con un sistema de anotación mediante nudos) y, como los aztecas, tampoco disponían de animales domésticos de tiro (sólo llamas y alpacas, para lana y transporte). Tampoco tenían propiedad privada ni practicaban el comercio (por lo que carecían de moneda). Al igual que los aztecas, eran un pueblo guerrero, dirigido por un rey-sacerdote, que habían conseguido sojuzgar a numerosos pueblos indígenas que les pagaban tributos. El imperio estaba comunicado por una densa red de caminos empedrados recorridos de forma continua por mensajeros imperiales a pie. Como los aztecas, habían logrado construir ciudades monumentales de piedra (Cuzco, Cajamarca, Callao), con grandes templos, murallas y edificios públicos, incluso en lugares tan inaccesibles como Machu-Pichu. Cuando arribó Pizarro, salían de una cruenta guerra civil.

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A diferencia de las expediciones portuguesas hacia África y Asia, que se basaban en el establecimiento de fortalezas y colonias comerciales con escasa penetración territorial, Castilla (no España, ya que inicialmente la corona de Aragón quedó excluida de la empresa) optó por una política de conquista y ocupación de los territorios. Para ello estableció su dominio territorial con fuerzas y fortalezas militares, nuevos núcleos urbanos, y una política de conversión religiosa y, más adelante, castellanización de la población indígena. Se crearon nuevas instituciones de gobierno, como los virreinatos; inicialmente dos, el de Nueva España al Norte del istmo centroamericano, y el de Perú al sur. Asimismo se aprobó una legislación específica para los nuevos territorios, las Leyes de Indias. La explotación de las tierras recién conquistadas resultó difícil, dado el escaso número de conquistadores, la tremenda mortandad de la población indígena, y los problemas derivados de la enormidad de los territorios y la diversidad cultural de los pobladores indígenas. Por ello, la economía de la América española se basó en tres pilares: una agricultura de subsistencia llevada a cabo por los indígenas, basada en los aprovechamientos tradicionales (maíz, batata); una ganadería extensiva de las especies introducidas por los europeos (equinos y bóvidos, sobre todo); y la minería de la plata. Ésta última fue la clave de la economía colonial. En una primera etapa los españoles pudieron apropiarse de los tesoros acumulados por los Estados indígenas, básicamente formados por objetos de oro. Obviamente, tras el oportuno saqueo esta “fuente” de oro se secó. Los españoles también pusieron en explotación algunos yacimientos áureos en las Antillas; que también se agotaron pronto. En realidad, la verdadera arribada de metales preciosos llegó con la minería propiamente dicha. En particular, a partir de 1545 con el descubrimiento y explotación de las minas de plata de Potosí (Bolivia), y poco después, Zacatecas (México). La producción total de estas minas (y sobre todo la primera) significó una auténtica riada de plata sobre Europa; aunque buena parte de ella acabó marchando hacia Asia para saldar los déficits comerciales.

porque la obtención de la plata se empleaba un procedimiento muy insalubre, la amalgama, que requería el uso de mercurio. Casualmente, los españoles contaban con una provisión abundante de este metal. En Almadén, Ciudad Real, estaban las principales minas de mercurio de Europa; y, además, encontraron otras en Huancavelica, Perú. La peligrosidad e insalubridad del proceso de extracción de mineral de plata, y de la misma plata, llevó a los españoles a imponer una sistema de reclutamiento forzoso de trabajo, los repartimientos, que tenían sus orígenes en una institución inca, la mita. Básicamente consistía en que cada pueblo era obligado a aportar un determinado número de jóvenes, y durante cierto tiempo, para el trabajo en las minas. Por lo demás, los repartimientos también fueron empleados en otras actividades económicas. Un problema semejante de falta de mano de obra se planteó en las plantaciones, pero se le dio una solución distinta: se recurrió a mano de obra esclava procedente de África (abriendo así otra vía de beneficio en el comercio colonial). De todos modos, la economía de plantación no fue característica de la América española hasta el siglo XVIII (no así en el Brasil portugués o del Haití francés). La estructura de explotación agrícola característica de los virreinatos españoles fue la encomienda, que venía a reproducir en América el modelo feudal europeo. El encomendero, un conquistador español o su descendiente, asumía un papel equivalente al del señor feudal, aunque con ciertos matices. A cambio de su protección y del adoctrinamiento religioso, los indígenas debían entregarle una renta en especie o, con mucha más frecuencia, realizar trabajos para él. En definitiva, la encomienda venía a ser otra forma de trabajo forzoso en beneficio de los conquistadores, justificada por la Iglesia como instrumento de evangelización de los indígenas. En Castilla la explotación económica de América se organizó mediante el monopolio de la Casa de Contratación de Sevilla, establecida en 1503 sobre el modelo de la portuguesa Casa de Indias. El doble monopolio –sólo Sevilla y sólo los súbditos castellanos podían comerciar con Indias– perduró hasta el siglo XVIII, aunque puesto en solfa por el fraude, el contrabando y la piratería. La Casa organizaba los convoyes anuales a América (flotas y galeones), cobraba la parte correspondiente al rey de las remesas de metales (un quinto de todo lo producido; el llamado Quinto Real) y otros aranceles y derechos sobre las mercancías. También se ocupaba de la formación de los pilotos y el registro de cartas náuticas y mapas. Sin embargo, desde muy pronto se fue reduciendo la proporción de productos castellanos exportados a las Indias en favor de los procedentes de otras naciones de Europa, sobre todo del Norte. En todo esto, el contrabando, ampliamente tolerado por las autoridades locales americanas, jugó un papel fundamental. En suma, a comienzos de la Edad Moderna se produjeron en Europa una serie de innovaciones que le permitieron situarse, aunque aún en una posición de cierto retraso con respecto a Asia, en el centro de la economía mundial, sentando así las bases del “ascenso de Europa”. Sin embargo, contrariamente a lo que a menudo se cuenta, estas innovaciones en realidad tenían relativamente poco que ver con el cambio tecnológico, lo que se refleja en el estancamiento de la productividad en la agricultura y la manufactura (aunque creciera el producto total por vías sobre todo extensivas), y en el hecho de que fue el comercio, sobre todo internacional, el protagonista de los cambios. No en vano se habla de esta época como la del capitalismo comercial.

Tabla 4.3. Remesas de metales preciosos americanos llegados a Sevilla (15001660). Totales en miles de pesos de 450 maravedís (valores corrientes). Plata 1501-10 1511-20 1521-30 1531-40 1541-50 1551-60 1561-70 1571-80

0 0 35 4.890 8.893 15.185 24.588 28.575

Oro Totales 1.187 1.187 2.189 2.189 1.137 1.173 699 5.588 1.569 10.463 2.680 17.865 760 25.349 583 29.159

1581-90 1591-1600 1601-10 1611-20 1621-30 1631-40 1641-50 1651-60

Plata Oro Totales 52.276 931 53.207 68.569 1.044 69.613 55.066 742 55.809 53.958 683 54.641 51.498 468 51.965 33.158 267 33.425 25.330 204 25.534 10.570 85 10.655

Fuente: Hamilton, Earl J. (1975): El tesoro americano y la revolución de los precios en España, 1501-1650, Barcelona, Ariel. (1ª ed. 1934) La minería de la plata era muy intensiva en mano de obra. Entre otros motivos, porque la supervivencia de los mineros era reducida. El trabajo en la mina era duro y arriesgado; no sólo por la propia excavación, sino también 4-17

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En esencia, las innovaciones que alteraron la vida europea fueron: a) innovaciones tecnológicas parciales, relativas sobre todo a la navegación y el armamento (que explican el protagonismo de la conquista y el comercio). b) ligadas a los anteriores, apertura de nuevos mercados y acceso a materias primas (aunque buena parte de éstas se basaban en el poder militar, y no en la competitividad productiva). c) cambios institucionales sustanciales, no siempre fáciles de concretar, centrados en empresas de nuevo tipo (compañías comerciales por acciones), ejércitos de nuevo tipo (armadas de las compañías privilegiadas y la piratería) y, sobre todo, la difusión de la propiedad privada y los mercados que son requisitos del capitalismo. Ligado a éste, el ascenso de un nuevo tipo de Estado constituye quizá la mayor innovación europea del periodo.

¿Y los cambios culturales?

4.3. Estados modernos: Hacienda y guerra. Hemos subrayado el papel de las innovaciones tecnológicas en la navegación el armamento –cañones y velas– pero el otro gran invento moderno fue un tipo peculiar de Estado. Lo llamamos Estado “moderno”, “absolutista” o “nacional” para resaltar uno u otro de sus rasgos principales. A diferencia de lo que ocurría en Asia, dominada aún por cinco grandes imperios, Europa partía hacia finales de la Edad Media de una extrema fragmentación política característica del feudalismo europeo. Pero la situación fue cambiando a partir de finales del siglo XV. De las 1.000 unidades políticas existente en el siglo XIV se pasó a unas 500 en el XVII (y sólo 25 hacia 1900). Con la posible excepción de Rusia (a caballo entre Europa y Asia) ninguna de ellas era un verdadero imperio territorial. Los Estados europeos pasaron desde mediados del siglo XV a controlar territorios cada vez más amplios; a menudo, pero no siempre, unificados bajo una misma lengua y una sola religión. Esos Estados se dotaron de burocracias permanentes, ejércitos potentes, sistemas fiscales capaces, y leyes escritas que proporcionaba “reglas de juego” estables para los agentes; y muy especialmente para el desarrollo de la actividad económica. Con semejantes atributos, los Estados se convirtieron en fieros competidores hacia fuera, y también hacia dentro frente a poderes como los de la nobleza y el clero. Según algunos autores, también fueron motores del crecimiento económico. Así pues, parece que al menos una parte de la clave estaba en el tamaño. Los reinos feudales medievales estaban demasiado fragmentados y eran demasiado pequeños para generar la suficiente capacidad militar y los incentivos adecuados al crecimiento económico (caso de que fuera uno de sus objetivos, y no parece claro que lo fuera). Los imperios asiáticos, por su parte tenían capacidad militar sobrada, lo que les permitió pacificar gran parte de sus dominios durante largos periodos de tiempo, sin resultar demasiado gravosos (en términos de tributos o destrucción), para sus súbditos. Este era al menos el caso de China, aunque quizá no tanto de otros territorios. De este modo, generaron incentivos para el crecimiento de la producción y la productividad. Pero precisamente por su éxito en territorios extensos, carecían de incentivos para ampliar sus dominios por mar (o en todo caso, renunciaron a hacerlo).

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Diversos autores han defendido que los cambios que consagraron la superioridad de los europeos en el mundo no son de naturaleza política, tecnológica, económica o militar. Lo que explica el “ascenso de Occidente” son cambios culturales (ideológicos, religiosos, de actitud ante la ciencia, etc.). David Landes es quizá el historiador económico contemporáneo que con más argumentos y convicción ha defendido esta tesis. En La pobreza y riqueza de las naciones, Landes sostiene (capítulo XV) que, partiendo de ciertas ventajas iniciales (climas templados, evolución intelectual y política), lo que contribuyó al ascenso de Europa fue: 1. La autonomía de la actividad intelectual (desligada de la religión). 2. La aceptación del método científico como vía de conocimiento. 3. La rutinización de la investigación y su difusión. Estos valores prosperaron inicialmente en los países protestantes, donde la crítica individual de las enseñanzas de la religión, la necesidad de justificar racionalmente la fe y la tolerancia religiosa (en ausencia de instituciones represoras como la Inquisición) facilitaron su difusión. Los argumentos de Landes enlazan con las tesis de Max Weber en su clásico La ética protestante y el espíritu del capitalismo (1905), donde defendía que la reforma protestante desencadenada por Martin Lutero a partir de 1517 y difundida por toda la Europa central y septentrional había contribuido mediante una serie de valores nuevos a fomentar el avance del capitalismo. Weber se fijaba especialmente en los valores del calvinismo (difundido en Inglaterra, Suiza u Holanda), que desarrolló la doctrina de la predestinación, según la cual los cristianos no podían hacer nada (ni fe ni buenas obras) para salvarse, ya que todo estaba escrito. Aunque semejante doctrina podía haber desembocado en cierta pasividad, en realidad se concretó en: *exaltar la frugalidad, el trabajo, el orden y la seriedad. *considerar el éxito en los negocios como una bendición de Dios (no como algo sospechoso). *la idea de que la vida es limitada y no debe malgastarse en frivolidades. *fomentar la alfabetización para la lectura individual de la Biblia. *el carácter estrictamente personal de la salvación (individualismo). Tales valores conformaban una ética cuya finalidad no era el éxito en los negocios (sino la salvación del alma), pero que a menudo conducía a ello. El problema de las interpretaciones culturales es que resisten mal el análisis comparativo: en otras partes del mundo y en otras épocas hay movimientos religiosos ascéticos o individualistas (el budismo zen), o curiosidad por las ciencias o laicización del pensamiento (la Grecia antigua, por ejemplo). Por otro lado, ningún cambio cultural (el afán de lucro calvinista, o la determinación de los europeos) bastaría para explicar determinados desarrollos si no es como causa a su vez de innovaciones (en la navegación, en las instituciones económicas) que dotan a ciertos pueblos o naciones de los medios materiales necesarios para el cambio económico. Los historiadores económicos siempre han tratado de incorporar factores culturales, sociales o políticos en sus explicaciones de los cambios a largo plazo. Otra cosa es ponerse de acuerdo en la importancia de estos factores, dada la dificultad de convertirlos en variables variables cuantificables e integrarlas en el razonamiento económico.

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En cambio, el contexto europeo de fines de la Edad Media era un caldo de cultivo peculiar. Políticamente Europa era un continente muy fragmentado y sumido en continuas guerras (civiles, de religión), entre naciones y príncipes, de estos con los nobles, etc.). Existían ventajas evidentes para los que crecieran más deprisa; de ahí la reducción del número de unidades políticas. Pero también había una limitación importante a la hegemonía de una sola de entidades: la existencia de las demás. De este modo, los estados modernos europeos (grandes y pequeños) tenían importantes incentivos tanto para fomentar un crecimiento económico que significaría más hombres y más impuestos con los que financiar las guerras, como para ampliar su dominio fuera del continente. Como ocurre a menudo en la naturaleza, las especies más pequeñas prosperan en los nichos ecológicos que las grandes desprecian.

llevó más lejos el argumento de North, señalando que la competencia entre Estados, análoga a la de los agentes económicos, les empujó a generar y captar recursos, lo que llevó a mejorar los servicios que prestaban: especialmente la prevención de catástrofes, el reforzamiento de los sistemas legales, y la mejora de las comunicaciones y de la eficiencia de los mercados. De este modo, el crecimiento de los Estados se convirtió en uno de los pilares del milagro europeo, la hegemonía del continente en el mundo. En todo caso, las dos corrientes subrayan la conexión entre el ascenso de este nuevo tipo de Estado y el avance del capitalismo. Merece la pena examinar la cuestión con más detalle. La base de todo, como dijimos, era la guerra. El XV, el XVI y el XVII fueron tres siglos de guerras casi continuas entre unidades políticas relativamente pequeñas y pobres comparadas con los imperios asiáticos. De la mano de la guerra, el capitalismo, que había comenzado a surgir en las ciudades medievales, comenzó a ganar posiciones en algunos de estos nuevos estados. ¿Cuáles fueron las grandes líneas de esta evolución? El nervio de la guerra era el dinero: cuando en 1499, Luis XII de Francia preguntó al condottiero Gian Giacomo de Trivulzio qué necesitaba para conquistar Milán, éste respondió: “Tres cosas: dinero, dinero y dinero”. La guerra en la Europa de los siglos XV y XVI resultaba cada vez más cara, tanto en tierra (fortificaciones capaces de resistir la artillería, cañones capaces de derribar las fortificaciones, arcabuces, etc.) como en el mar (muchos navíos, cada vez más artillados: en Lepanto participaron unas 200 galeras cristianas, con 1.300 cañones, casi el doble que los otomanos, con un número parecido de naves), y en ambos casos soldados. Muchos soldados, como muestra la tabla 4.4. La gran mayoría de ellos eran mercenarios, ya que el ejército de recluta obligatoria solo se universalizaría tras la revolución francesa de 1789. Los soldados profesionales requieren sus pagas en moneda oro o plata; y a tiempo. De lo contrario, se sublevan (como ocurrió con las tropas de Carlos V que saquearon Roma en 1527, o las de Felipe II que saquearon Amberes en 1575. Llegado el caso, aún quedaba otra opción: pasarse al enemigo. En fin, la única forma de hacer la guerra en condiciones era disponer de cantidades ingentes de dinero.

¿De dónde salieron estos estados de nuevo tipo? Tenemos básicamente dos interpretaciones distintas de cómo ocurrió. Para Marx y los historiadores marxistas, la crisis del feudalismo en el siglo XIV, incluida la mortandad de la Peste Negra, reforzó el poder de negociación de los campesinos. Esa libertad no se ganó en los mercados, sino que fue fruto principalmente de una serie de revueltas extendidas por toda Europa, guerras campesinas contra los señores feudales. Se movilizaron auténticos ejércitos con líderes y reivindicaciones propias; fundamentalmente la abolición de la servidumbre, el fin de los monopolios señoriales, y la moderación de los tributos. Para enfrentarse a estas revueltas, los nobles debieron reforzar su poder, y lo hicieron delegando una parte creciente del mismo en príncipes y monarcas. De este modo, los reyes medievales (simplemente uno más entre los nobles, un primus inter pares) se convirtieron en gobernantes más poderosos. Las ciudades, elementos dinámicos de la sociedad medieval, inicialmente dudaron a qué bando sumarse; pero al final se adhirieron a la monarquía, obteniendo en muchos casos contrapartidas políticas en forma de instituciones parlamentarias y leyes favorables a sus intereses comerciales y fabriles. El resultado de estas luchas no fue en todas partes el mismo; por ejemplo, en Europa del Este la servidumbre perviviría hasta la segunda mitad del siglo XIX. Pero en general mejoraron las condiciones de los campesinos, se recortó el poder la nobleza, y se dio paso al Estado moderno. Una explicación alternativa, que suele denominarse institucionalista, es la de Douglass North. En su opinión, los Estados proporcionaban un marco institucional estable, con leyes y tribunales que respaldaban los derechos de propiedad y la seguridad de los contratos. Los Estados desempeñaban estas funciones más eficazmente que los señores feudales: al controlar territorios mayores obtenían economías de escala, y al acumular más poder les resultaba más fácil obligar a todos los beneficiarios a pagar, vía impuestos, su parte del coste de estos servicios. De este modo, los Estados se reforzaban sobre todo como resultado de su eficiencia para gestionar la economía y reducir los costes de transacción (aquellos derivados del establecimiento de una relación económica entre dos agentes, como la búsqueda de información, la negociación del precio, la distribución de la mercancía, las garantías legales… etc.). De entre todos los Estados, afirma North, los más eficaces fueron aquellos que desarrollaron instituciones parlamentarias que limitaban el poder de los monarcas, especialmente en materia fiscal. Esto explicaría la supremacía de Holanda y de Inglaterra tras la revolución de 1688. Eric Jones 4-21

Tabla 4.4. Tamaño de los ejércitos de algunos estados europeos (1470-1710)

1470 1550 1590 1630 1650 1670 1700

España Holanda Francia Inglaterra Suecia Rusia 20.000 40.000 25.000 50.000 20.000 150.000 200.000 20.000 80.000 30.000 15.000 300.000 50.000 150.000 45.000 35.000 100.000 100.000 70.000 70.000 70.000 110.000 120.000 63.000 130.000 100.000 400.000 87.000 100.000 170.000 50.000

Fuente: Malanima ( 1995: 584). Basado en Parker y Smith

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Figura 4.2. Participación de los estados europeos en las grandes guerras del poder (1496-1514 y 1656-1674)

¿De donde sacaban el dinero los Estados europeos? Pues de donde lo sacan todos los Estados: de su patrimonio (si lo tienen), de impuestos (si pueden) y de préstamos (si alguien les presta). Patrimonio: las propiedades de los monarcas (o el Papa o el Gran Duque de turno) habían sido la fuente principal de sustento de los estados en la Edad Media, pero no alcanzaban para cubrir los gastos de la guerra moderna. Así que en algunos casos recurrieron a otras formas de patrimonio, como las regalías (derechos exclusivos del monarca), la acuñación de moneda, la cesión de la propiedad del subsuelo, o el derecho a nombrar oficios públicos (que se vendieron masivamente en Francia o Castilla). En casos de urgencia, podían vender parte de este patrimonio, bien fueran tierras (como hizo Enrique VIII de Inglaterra con las de la Iglesia católica en 1536; o los baldíos que vendieron Felipe II y sus sucesores en Castilla), títulos de nobleza o derechos mineros. Con todo, el patrimonio no alcanzaba para sufragar los gastos ordinarios, y venderlo era renunciar a las rentas futuras a cambio de ingresos presentes. Ni siquiera los más ricos de los monarcas de la Europa moderna –los Austrias y Borbones españoles, a quienes correspondía un 20% de todo lo extraído de las minas de plata americanas– podían pagar con su patrimonio el coste de los ejércitos, la burocracia y la Corte. Impuestos: era la fuente principal de ingresos. Desde una perspectiva estrictamente lógica, lo razonable hubiera sido que los Estados gravasen la principal fuente de riqueza; es decir, los impuestos sobre la propiedad y sobre la producción agraria. Pero en la mayoría de los países aquella estaba en manos de los nobles y la Iglesia, las clases dominantes de la sociedad feudal, que se resistían a la imposición y gozaban de privilegios fiscales. Por otro lado, en agriculturas atrasadas como eran buena parte de las europeas, siempre en el margen de la subsistencia, cualquier incremento de la fiscalidad sobre el producto agrario habría afectado indirectamente a los terratenientes, que habrían tenido que renunciar a una parte de sus ingresos. En consecuencia, sólo admitieron este tipo de imposición en casos excepcionales, como los catastros de algunas ciudades italianas o la taille francesa sobre la propiedad de la tierra (de la que estaban exentos nobles y eclesiásticos en algunas regiones). Además, muchas veces la cesión de estos impuestos se realizaba a cambio del reforzamiento de las instituciones que mayoritariamente les representaban – parlamentos, estados generales, asambleas de la nobleza, o Cortes–, las cuales tenían cierta capacidad para controlar la recaudación y el gasto. En definitiva, no quedaba más remedio que establecer impuestos indirectos sobre el comercio o el consumo. Esta fue la solución adoptada por buena parte de los Estados. Impuestos como la alcabala en Castilla ( impuesto del 10 por 100 sobre las compra-ventas), las aides (sobre el vino, licores, velas, jabón) y gabelas (sobre la sal) en Francia desde fines del XIV, o los derechos de aduanas, base de la hacienda inglesa, fueron fórmulas habituales en casi todos los Estados europeos.

Fuente: Charles Tilly (1990:176-177), reproducido en Marks (2007:128)

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Deuda: aunque los impuestos ordinarios fueron creciendo desde fines del siglo XV, a menudo no alcanzaban para cubrir el gasto, o no producían los ingresos necesarios en el momento en que se precisaban. De ahí que de

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forma creciente se recurriera al endeudamiento, bien a través de préstamos a corto plazo de banqueros, bien a través de deuda consolidada. Los préstamos de los banqueros internacionales eran fundamentales para pagar las guerras en territorios alejados, como las que sostuvieron los Austrias españoles por toda Europa en los siglos XVI y XVII. Los banqueros proporcionaban anticipos urgentes, y además, movían el dinero a plazas alejadas, en una época de comunicaciones difíciles y peligrosas. No obstante, el crédito era caro. Cuando no lograban cobrar a tiempo los banqueros internacionales –grandes fortunas comerciales de origen veneciano, genovés o judío– se cobraban en tierras, minas o plata de América. Aunque también había un riesgo real de quiebra cuando los monarcas no hacían honor a sus compromisos. La alternativa a los préstamos a corto plazo fue la deuda consolidada, otro invento de las ciudades medievales adoptado por los Estados. Se trataba de títulos parecidos a la actual deuda pública, que devengaban un interés anual, y que tenían unos plazos de amortización muy largos o indefinidos. El pago de los intereses se garantizaba con lo que se recaudaba de impuestos. En sus inicios, siglos XV y XVI, estos títulos – como los juros castellanos o las rentes en Francia– gozaron de buena acogida; sólo Inglaterra demoró su introducción hasta fines del siglo XVII. Pero a medida que los apuros financieros demoraban el pago de intereses, se fue haciendo más difícil su colocación en los mercados, de forma que desde mediados del XVI sus tipos de interés crecieron (gráfico 4.2); aunque quizá menos de lo que cabría esperar.

siglas en holandés, 1602) o la East India Company (EIC, 1599) inglesa. Tales medidas son el núcleo del llamado mercantilismo (ver recuadro). Los préstamos de los banqueros otorgaron a éstos primeros representantes de la burguesía un poder de negociación que aprovecharon para impulsar la penetración de las reglas de juego capitalista (propiedad privada, mercados, garantías jurídicas a los negocios). El crecimiento de la deuda consolidada tuvo efectos diversos. Los Estados no podían zafarse del pago de intereses y amortización de capital porque los tenedores de deuda pertenecían a los sectores sociales más poderosos (comerciantes y financieros, pero también nobles e instituciones eclesiásticas). De ahí que, por un lado, se generará un mecanismo de redistribución inversa por el que los impuestos que pagaban los pobres acababan en las bolsas de los ricos, y drenó capitales que podrían haberse invertido en la producción. Pero por otro lado también promovió un mayor control del presupuesto, bien por la vía de la representación política (como ocurrirá con el Parlamento en Inglaterra sobre todo tras la revolución de 1640), o bien mediante el establecimiento de instancias técnicas (consejos o funcionarios especializados). El mismo desarrollo de los Estados modernos generó nuevas oportunidades de negocio. Financieros, contratistas navales o de pertrechos, arrendadores de impuestos, o comerciantes de compañías monopolistas constituyeron el sector más rico de las burguesías nacionales. Los Fugger, Welser o Spínola sólo fueron la cúspide de un nutrido grupo de hombres de negocios que prosperaron a la sombra de los Estados. En ocasiones acabaron arruinados; otras veces abandonaron los negocios y, merced al patrimonio acumulado, se integraron en la aristocracia.

Todas estas novedades en materia fiscal y hacendística fueron desarrollándose en los Estados europeos desde finales del siglo XV hasta el siglo XVIII. Y más allá de sus efecto contributivo, tuvieron importantes repercusiones sobre las economías europeas:  Los impuestos contribuyeron a la monetización de la economía y la extensión de los mercados. A diferencia de lo que sucedía con gran parte de la imposición señorial de la Edad Media, las cargas fiscales de los Estados Modernos debía pagarse en metálico. Esto forzó a los campesinos, a menudo anclados en el autoconsumo, a comercializar sus excedentes o a emplearse como asalariados, contribuyendo así a la extensión de los mercados.  Como muchos de estos impuestos recaían sobre el comercio y el consumo los Estados encontraron fuertes incentivos para fomentar y proteger estas actividades. De este modo, los Estados se preocuparon en ofrecer privilegios a los mercados y ferias, seguridad en los tráficos, garantías a la propiedad privada, sistemas unificados de pesos y medidas y, en general, dictando legislación protectora al comercio y la industria.  Los Estados también tuvieron un fuerte incentivo para promover la explotación colonial, pues los derechos de aduanas, y la misma colonización, constituían otra fuente importante de ingresos. Los monarcas financiaron las expediciones de descubrimiento y conquista (como hizo la reina Isabel de Castilla con las de Colón). También establecieron instituciones para el monopolio del comercio colonial, como la la Casa de Contratación española de Sevilla en 1503 o, más adelante, compañías privilegiadas como la Holandesa de las Indias Orientales (VOC, por sus 4-25







De este modo, el fortalecimiento del Estado moderno en Europa contribuyó por diversas vías al avance del capitalismo en una sociedad que aún era predominantemente feudal. Con todo, hay que hacer algunos matices.  En primer lugar, el poder los nuevos estados no era tan grande ni igual en todas partes de Europa. Para empezar, los Estados nacientes aún debían negociar con diversas instancias intermedias (nobles, municipios, iglesias, gremios o parlamentos), ya que carecían de capacidad para imponer sus decisiones. En determinadas áreas del continente, como Italia o Europa del Este, la formación del Estado nacional encontró obstáculos insalvables en el vigor de las ciudades-estado o de la nobleza feudal, incluso en pleno siglo XVI. Polonia, por ejemplo se convirtió en monarquía electiva en 1572, con un rey elegido por los nobles.  En segundo lugar, la fiscalidad estatal también tuvo consecuencias negativas: podía frenar el crecimiento y castigar precisamente a las actividades (comercio y manufacturas) y zonas más dinámicas (las ciudades y los puertos, más fáciles de controlar, solían pagar más impuestos). Y no sólo hubo efectos económicos negativos, también políticos. La presión fiscal, siempre desigualmente repartida, desencadenó revueltas contra los impuestos, en ocasiones de gran virulencia y difusión, como las de los croquants franceses en 1636; las cuestiones fiscales también contribuyeron al estallido de las revoluciones inglesas de 16421689. A menudo se ha hecho responsable a la presión fiscal estatal, especialmente en la cuenca mediterránea, de las dificultades que llevaron a

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la crisis del XVII. Aunque la recaudación de las haciendas, no sólo estatales, creció notablemente en este período, no está claro que significara siempre una mayor presión fiscal, ya que también lo hizo la población y la renta. Las estimaciones para Francia indican que la presión fiscal aumentó a lo largo del XVI, se moderó temporalmente a comienzos del siglo siguiente, y volvió a remontar abruptamente hasta 1650 (gráfico 4.1).

Gráfico 4.1 Impuestos reales per capita en Francia (1560-1690) (en libras tornesas, hectolitros de trigo y jornales)

Fuente: Hoffman (1994).

Gráfico 4.2. Tipos de interés (en %) de la deuda pública a largo plazo y estructura constitucional, 1300-1750.

Fuente: Epstein (2000:19)

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Mercantilismo Además del crecimiento del gasto y de los impuestos, los Estados modernos intervinieron a través de otras políticas económicas, englobadas bajo la etiqueta de mercantilismo. Éste no es propiamente un programa teórico coherente, sino más bien un conjunto de medidas diversas, ideas y autores que tratan de dar respuesta a problemas concretos de cada nación y época. El objetivo común era el reforzamiento del poder estatal a través de la intervención pública sobre la economía. Muchas de estas medidas no eran sino la aplicación a escala nacional de las que habían adoptado en las ciudades medievales para regular la producción o los intercambios, las relaciones con otros territorios o la política de subsistencias. Habitualmente eran respuestas a situaciones coyunturales, aunque también había rasgos comunes, como la protección de las manufacturas locales, el fomento del comercio exterior y el logro de una balanza comercial favorable o la obtención de metales preciosos. Aunque los mercantilistas también plantearon medidas para la regulación de los intercambios y la producción interior (tasas de precios agrarios y salarios), el fomento de la población o la mejora de la agricultura, entre otras, el grueso de sus preocupaciones se orientó hacia el comercio exterior. De ahí el nombre de “sistema mercantil” que le dio Adam Smith, del que derivó mercantilismo. Estos esbozos de política económica influyeron en los programas y desarrollos legislativos más elaborados que a partir de la segunda mitad del siglo XVII se pusieron en marcha en Inglaterra o en la Francia de Colbert. La obsesión de los mercantilistas por acumular metales preciosos, llamada en ocasiones “bullonismo” (del inglés bullion, lingote) estaba ligada a la necesidad de afrontar los gastos de guerra, buena parte de los cuales (sobre todo los pagos a mercenarios) debía efectuarse en oro o plata. La fórmula para conseguirlo, a falta de colonias productoras (monopolio de los españoles) era procurar que los flujos de metales americanos recalaran en el país, y no salieran de él. Para conseguirlo era prioritario que la balanza comercial favorable (aportación de Thomas Mun) lo que debía conseguirse fomentando el comercio, especialmente la exportación de manufacturas y procurando que los beneficios de éste no saliesen al exterior. Como resultado, algunas políticas mercantilistas concretas fueron: *Altos aranceles para las importaciones de manufacturas (salvo de bienes intermedios), leyes contra el lujo (que era por definición importado) o prohibición de exportaciones de productos semielaborados o materias primas. *Actas de Navegación: aprobadas en Inglaterra tras la revolución parlamentaria, reservan a los navíos ingleses el tráfico desde puertos ingleses. Otros países adoptan medidas similares. *Manufacturas reales: grandes fábricas financiadas por el Estado, centradas en bienes de lujo o pertrechos militares, para evitar tener que importarlos. *Compañías Comerciales Privilegiadas: con monopolio para comerciar con una determinada región o producto, especialmente la importación de materias primas coloniales o productos que luego pudieran reexportarse con beneficio. *Prohibición de salidas de oro y plata del país (ineficaces), con la excepción del comercio con Asia, en el que las exportaciones de plata resultaban muy rentables (esa fue la política de las compañías de Indias inglesa y holandesa).

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Figura 4.3. Objetivos, medios y políticas mercantilistas. Sin embargo, dos países escaparán a la depresión por causas que analizaremos más adelante: las Provincias Unidas de los Países Bajos (Holanda para abreviar) y Gran Bretaña. Los datos de población (tabla 4.5), como siempre, nos proporcionan un primer indicador, grosero tal vez pero significativo. Asia, por su parte, muestra una evolución en cierto modo paralela. Afectada también seriamente por una crisis en el siglo XIV (ligada a la Peste Negra y techos malthusianos), en los siglos XV y XVI experimenta un fuerte crecimiento, que sin embargo se salda con una crisis que afecta duramente a China; pero de la que Japón y la India, por razones distintas, salen mejor libradas. La comparación de estas evoluciones aparentemente paralelas (aunque distintas en sus causas) ofrece algunas lecciones de interés. Tabla 4.5. Evolución de la población europea y asiática (1000-1750) en miles de habitantes (estimaciones) 1300

1400

1500

Fuente: Elaboración propia. Las líneas punteadas reflejan una conexión más débil

Inglaterra Reino Unido e Irlanda Bélgica Holanda Alemania Francia Italia España Portugal

1000 1,70 2,00 0,40 0,30 3,50 6,00 5,20 3,50 0,60

5,20 6,50 1,25 0,80 12,00 16,00 12,50 5,10 1,25

2,10 3,10 0,80 0,60 6,50 11,00 8,00 3,80 0,90

2,30 3,01 3,90 4,81 1,25 1,65 0,95 1,25 12,00 14,00 16,40 19,00 9,00 11,50 5,50 6,00 1,00 1,40

4.4. Asia y Europa en la expansión del XVI (c.1450-c.1600)

Europa sin Rusia Europa hasta Urales

30,9 34,9

70,0 79,0

52,0 61,0

68,4 80,4

China India Japón

59,0 75,0 7,5

100,0 91,0 10,5

72,0 97,0 12,7

Mundo

268,3

360,0

350,0

Hasta aquí hemos hecho un repaso rápido, sin prestar la debida atención al orden cronológico, de los cambios ocurridos en la economía internacional y las innovaciones tecnológicas e institucionales que los impulsaron. Conviene ahora examinar los grandes movimientos de la coyuntura, y comparar lo que estaba ocurriendo en Asia y en Europa. Los primeros siglos de la Edad Moderna en Europa tienen dos grandes periodos: uno de expansión económica, que arranca desde mediados del siglo XIV, tras la gran crisis bajomedieval, y llega hasta la última década del siglo XVII. Entre esas fechas y 1620-1650 (la cronología varía mucho según las distintas regiones) se produce un período de crisis –demográfica y económica, pero también con origen en la guerra– que se traducirá en una depresión que se prolongará en la mayor parte de Europa hasta las primeras décadas del siglo XVIII11. 11 Las fechas, como se ve, no son todo lo precisas que nos gustaría. Por un lado, carecemos de datos económicos fiables para este periodo, lo que hace que ni siquiera los expertos se pongan de acuerdo. Por otro, las economías europeas distaban mucho de estar integradas; incluso dentro de un mismo país se producían notables diferencias de coyuntura de unas regiones a otras (dependiendo de las distintas especializaciones productivas, los efectos directos de las guerras o factores particulares). Por último, se advierte también que las cronologías de la historia económica no coinciden exactamente con la de la historia política. Por último, hay que señalar que la edad moderna comienza o bien con la caída de Constantinopla en 1453, o bien en 1492 según otros autores.

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1550

1700

1750

4,11 5,23 6,11 7,50 1,30 1,50 1,50 1,87 16,20 9,50 20,00 22,00 13,27 11,54 6,81 6,00 1,50 1,50

5,06 8,01 2,00 1,90 14,10 21,47 13,48 7,70 2,00

5,77 10,22 2,53 1,93 17,50 24,60 15,50 9,36 2,41

90,5 85,7 105,5 102,7

97,4 116,2 117,4 142,2

103,0 110,0 15,4

160,0 135,0 18,5

138,0 165,0 27,0

438,4

556,2

603,5

81,1 94,1

1600

1650

Fuente: Sebastián Amarilla, J.A. (2005): “La Edad Media (c.1000-c.1450). Configuración y primer despegue de la economía europea”, en COMIN, F., HERNÁNDEZ, M. y LLOPIS, E.eds. (2005): Historia económica mundial. Siglos X-XX, Barcelona, Crítica, 15-66 ,tabla y fuentes en p.17 La expansión europea arranca, como siempre en las economías de base agraria, en los campos, como resultado de la recuperación de la crisis bajomedieval. Aunque las fechas varían según las zonas, en la segunda mitad del siglo XV, la población volvía a crecer en buena parte de Europa, otra vez por debajo del techo malthusiano, y con ella la producción y el consumo. La crisis, además, había dejado como herencia la abolición de la servidumbre, la forma de trabajo prototípica del feudalismo, en casi toda la Europa occidental, así como un mayor peso político de los Estados y las ciudades. En los campos, buena parte de la producción no se obtenía de los dominios feudales, como en la Edad Media, sino de un nuevo tipo de organización que solemos denominar economías campesinas (ver recuadro).

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Economía campesina

Importa aclarar el concepto de economía campesina (formulado por A. Chayanov), que no es sinónimo de economía agraria, sino un tipo específico de ésta. Sus características:  la familia campesina es la unidad básica de producción, reproducción y consumo.  la explotación campesina: tierras en propiedad o arrendadas –en variadísimas modalidades de cesión– son casi siempre trabajadas sólo por la propia familia y por tanto de extensión limitada  estas explotaciones y familias generan el grueso del producto agrario.  su objetivo prioritario es garantizar la subsistencia. Eso no significa que se orienten exclusivamente hacia el autoconsumo; existen contactos con el mercado pero no siempre bastan para condicionar los comportamientos.  muchas tienen un fuerte componente comunitario: tierras de uso común (pastos y bosques comunales sobre todo), que sirven para alimentar el ganado y obtener recursos alimentarios complementarios, leña o tierras cultivables cuando la población crece y forman un colchón de seguridad en las épocas de crisis. También hay normas comunitarias que rigen las tareas agrarias –cuándo y dónde cultivar o recoger, como organizar el trabajo para tareas comunes de mantenimiento de caminos o ayuda mutua, cómo aprovechar la leña o la caza de los comunales– e instituciones de autogobierno: consejos, asambleas de vecinos o concejos que dictan y supervisan estas normas y representan a los vecinos ante al señor feudal o el Estado de turno. A este tipo de organización, mayoritario aunque no único en la Europa moderna, es al que aludiremos en adelante al hablar de explotaciones, familias o comunidades campesinas. Basado en Malanima (1995:126-145).

Este es el contexto general de la expansión del siglo XVI. A falta de innovaciones tecnológicas sustanciales, las vías de crecimiento en el mundo rural fueron fundamentalmente tres: un crecimiento extensivo mediante el incremento de los inputs de factores de producción (tierra, trabajo, capital); un crecimiento de tipo smithiano basado en la especialización mediante la introducción de cultivos comercializables; y por último la diversificación de actividades, aprovechando las oportunidades que brindaban unos mercados en expansión. Veámoslos: 1. Crecimiento extensivo. Roturación (rompimiento de tierras incultas para labrarlas) es la palabra clave. Con más población, la extensión de los cultivos fue el principal factor de la expansión. Aunque con ritmos diferentes, afectó a todos los territorios: en Alemania se repoblaron aldeas abandonadas tras la crisis bajomedieval, se sembraron de nuevo terrenos en desuso, y las zonas de pasto alimentaron una cabaña ganadera creciente. En las costas holandesas se drenaron tierras anegadas y se levantaron diques de contención (dam) para ganar tierras al mar (polder). Los bosques se convirtieron en campos de cultivo;

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por ejemplo, el bosque de Orleáns en Francia pasó de 60.000 hectáreas originales a 20.000 en 1533. En un primer momento las roturaciones no afectaron a los pastos que sustentaban al ganado. Su importancia en la economía campesina fue considerable porque proporcionaba la fuerza de tiro y el abonado esenciales para la agricultura. Fue el ganado, mucho más que los aperos y que las comparativamente modestas inversiones en mejoras y regadío, el principal factor de capitalización de las explotaciones campesinas. Creció por último la fuerza de trabajo, el más importante factor de todos, lo que se tradujo en aumentos generales de la densidad de población, con casos notables como Holanda, que en 1600 superaba los 50 habitantes por km2 ( tabla 4.6). Además, dado que aún se disponía de buenas tierras en abundancia, no sólo no aparecieron los rendimientos decrecientes (ver tema 1), sino que incluso crecieron. En Polonia 3 por 1 (3 granos cosechados por cada uno sembrado) a 5,5; o cerca de 6 por 1 hasta la segunda mitad del siglo XVI en el norte y centro de Italia; 9 por 1 en Inglaterra, e incluso superiores en Flandes. Tabla 4.6. Densidad de población en Europa 1000-1850 (hab/km2) Años

1000 1300 1400 1500 1550 1600 1650 1700

Inglaterra+ Gales

Italia

23 17 41 27 30 38 44 38

5 11 35 14 15 20 27 35

Francia

España+ Portugal

9 11 29 20 30 35 36 40

8 7 11 8 11 12 14 13

Holanda

Bélgica

5 7 19 14 23 30 36 45

Alemani a

10 13 41 26 41 54 43 49

Escandi navia

8 10 34 18 34 39 45 27

0 1 2 1 1 2 2 2

Total Europa

3 3 8 6 8 9 10 10

Fuentes: Las mismas de tabla 4.1.

Tabla 4.7. Rendimientos medios por unidad de simiente (cereales) Periodo Inglaterra Francia 1200-1249 2,9 1250-1299 4,2 4,3 1300-1349 3,9 6,3 1387 1565-1574 1612 12,9 1700 Nota: *Arezzo; ** Florencia Fuente: Cipolla (2003:126-128)

Alemania

Italia

Italia

4,2 11* 6* 9,4** 6**

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2. La segunda vía de crecimiento fue la diversificación de cultivos inducida desde los mercados urbanos e internacionales. En realidad, se trata de un claro ejemplo de retroalimentación, pues la división del trabajo exigía avances de los mercados, que a su vez se beneficiaban del avance en la división del trabajo. La especialización arrancó de forma modesta, a medida que se producía suficiente cereal, que dejó margen para otros cultivos. Luego fue creciendo por el tirón de la demanda urbana y la búsqueda de ingresos, pues los propietarios cobraban con más frecuencia la renta en dinero, así como los Estados exigían los impuestos. La difusión de mercados locales activó los intercambios cotidianos, mientras que las ferias, protegidas los señores o los monarcas, albergaron un comercio más especializado e internacional. Las ferias ganaderas, por ejemplo, fomentaron la integración de zonas complementarias, como ocurrió entre los campos cerealistas del sur de Alemania y las comarcas ganaderas de Suiza, o entre distintas regiones inglesas. Los cultivos especializados eran muy diversos. En la cuenca mediterránea ese papel era típicamente desempeñado por el olivo y viñedo. Pero también las vides eran un cultivo especializado mucho más al Norte, en las tierras frías del Rhin, el norte de Francia, y en Hungría. Aún más al norte, desde Inglaterra hasta Escandinavia, se expandió el cultivo de la cebada y el lúpulo para fabricación de cerveza. Los cultivos de plantas empleadas en la industria textil (lino y cáñamo, tintes como el pastel y la granza, morera para los gusanos de seda en Italia o Valencia). En las cercanías de las ciudades, la demanda y las inversiones de los propietarios urbanos fomentaron cierta especialización. Por ejemplo, el arroz cultivado ya por los árabes en Sicilia y Valencia, entró a fines del siglo XV en el valle del Po, difundiéndose durante el XVI por Lombardía, Piamonte y el Véneto. La demanda de lana y los precios en alza propiciaron el crecimiento de las cabañas ovinas en muchas regiones, como los Midlands y Lincolnshire de Inglaterra, o Castilla donde medraron los rebaños estantes y trashumantes. Fue en los Países Bajos donde más se intensificó la agricultura mediante la siembra de forrajeras y leguminosas, así como con la producción de hortalizas y productos lácteos para los mercados urbanos. Mejoraron los rendimientos empleando fertilizantes y combinando distintos cultivos para acortar el barbecho, al tiempo que mantenían la producción de cereal. Los pastos artificiales alimentaban al ganado estabulado. Las buenas condiciones del transporte terrestre y fluvial abarataron los tráficos, tanto como para poder emplear el estiércol de los muladares urbanos como fertilizante.

Mapa 4.6 Comercio e industria en la Europa del siglo XVI Fuente: Barraclough, G. ed. (1985): El Mundo. Gran atlas de historia, Ebrisa, Barcelona, t. IV-V

4-33

3. Por último, el crecimiento rural del siglo XVI se alimentó de la diversificación de actividades. Sobre todo de la extensión de la industria rural, especialmente la textil; el sector más importante, puesto el vestido era, tras la alimentación, la necesidad más básica. El modo de organización dominante era el llamado sistema de trabajo a domicilio (también llamado verlagssystem o putting-out system), con varias modalidades, que combinaban el trabajo de los artesanos rurales –dueños o no de las herramientas y la materia prima– con la actividad empresarial de un comerciante-fabricante, que encargaba o compraba la producción a los artesanos (a los que podía prestar o vender a plazos herramientas y materiales) para revenderla luego.

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La principal razón de ser de este sistema era que permitía eludir las reglamentaciones gremiales de las ciudades y producir con menor coste, y también menor calidad. Para los campesinos, este trabajo les permitía rentabilizar los tiempos muertos del calendario agrario, y aprovechar la mano de obra de mujeres y niños en tareas menos exigentes físicamente, como el hilado. Miles de tejedores trabajaron a domicilio en el suroeste inglés, cuya producción de paños se multiplicó por 10 entre la década de 1460 y 1590. En Flandes, Sajonia, Silesia o Bohemia se extendió también la industria rural de lino, mientras que la fabricación de fustanes (mezcla de lino y algodón) estaba muy extendida en Alemania. En ocasiones se combinaban las tareas: por ejemplo, hilado y tejido en el campo, y blanqueado y tinte en la ciudad. Fórmulas semejantes surgieron en muchas regiones con resultados parecidos: diversificar la actividad rural e incrementar la renta de los campesinos.

de carne, y una presencia notable de lácteos y pescado. En las regiones mediterráneas el vino reemplazaba a la cerveza, pero la carne era igualmente habitual. Las clases populares europeas no volvieron a disfrutar de una dieta de tal calidad y variedad hasta el siglo XIX.

Otras actividades que crecieron fueron la minería y la metalurgia (la demanda de hierro para hoces, guadañas y otros aperos impulsó multitud de explotaciones dispersas por el continente, entre las que sobresalió el Bajo Rhin). También los servicios de transporte (arrieros y carreteros) ocupaban a un buen número de hombres y bestias, ya fuera estacionalmente o de modo permanente. En zonas costeras, la pesca se vio impulsada por la mejora de los procesos de conservación (curación, salazón o ahumado), que permitían vender el pescado a mercados del interior. En el norte de Europa fue sobre todo la pesca del arenque, dominada desde fines del XV por los holandeses, gracias al perfeccionamiento del herring bus, un buque factoría que permitía embarcar entre 18 y 30 tripulantes, faenar durante semanas en alta mar, y salar el producto en las bodegas para conservarlo hasta llegar a puerto (figura 4.4). La flota arenquera holandesa pasó de 250 naves en 1476 a más de 700 en 1560. En el sur de Europa el producto estrella fue el bacalao, que los católicos consumían en los días en los que la Iglesia ordenaba no comer carne. Su pesca atrajo a franceses, ingleses, españoles y portugueses a bancos del Atlántico norte cada vez lejanos, acercándose ya habitualmente a Terranova a fines del siglo XV, aunque fueron finalmente los ingleses quienes dominaron los caladeros, con más de 200 barcos en 1620. La pesca, además de dar variedad a la dieta, arrastró a otros sectores, como la construcción naval y el comercio, y fomentó la preparación de tripulaciones y la organización empresarial necesarias para la exploración en ultramar. No es casual que las dos carabelas aportadas por Palos a la empresa de Colón tuvieran como origen, según se cree, una sanción impuesta a sus pescadores por faenar en bancos prohibidos. De estas tres vías, la fundamental fue la extensiva; pero las otras dos iban a demostrar más potencial de cara al futuro. En todo caso, la expansión de las economías rurales, pese a ir acompañada de crecimiento demográfico, se tradujo aún a fines del siglo XV en mejoras de los niveles de vida. La escasez de mano de obra propició alzas de salarios, tanto rurales como urbanos, que se tradujeron en mejoras de la dieta; esto ha llevado a hablar de “una edad de oro para los jornaleros”. En Inglaterra, por ejemplo, aumentó el consumo per capita de pan de trigo frente a cereales inferiores, y se hizo frecuente el de cerveza y carne, además de incorporar pescado, queso y otros productos. En Suecia o Polonia, algunos trabajadores rurales ingerían hacia 1575 más de 4.000 calorías/día, con un consumo de cereales –pan, cerveza–, equiparable al 4-35

Figura 4.4. Herring-bus holandés hacia 1480

Fuente: Science Museum, Londres Sobre este modelo general se dan variaciones. En Europa occidental la fuerza de las comunidades campesinas les permitió conservar buena parte de los excedentes agrarios, de modo que la penetración de los intercambios en las áreas rurales fue general. Aunque no todo el campesinado salió igual de beneficiado: frente a una gran mayoría de pequeños campesinos, que seguían viviendo en el límite de la subsistencia y debían emplearse en la industria rural o como jornaleros, surgieron capas de labradores acomodados –yeomen en Inglaterra, fermiers en Francia, masovers en Cataluña o labradores en Castilla– que sí lograron retener parte del fruto de la expansión. Aún así muchos de los beneficios eran absorbidos por la nobleza o los diezmos eclesiásticos. En algunos lugares, como Holanda, predominaron medianas propiedades muy capitalizadas y con escaso peso de la nobleza terrateniente. En cambio, en la Europa del Este se amplió la gran propiedad nobiliaria y se reforzó (o incluso se introdujo) la servidumbre, lo que permitió a los terratenientes ofrecer

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cereales (Polonia, Lituania) o ganado (Hungría) a precios competitivos en los mercados internacionales. Fue, sin embargo, un proceso gradual: en esta fase, las comunidades, aunque integradas por siervos, lograron hacer respetar derechos colectivos y mitigar la opresión señorial, como reflejan los niveles de vida campesinos. Las variaciones regionales, y a veces locales son grandes, dependiendo de multitud de factores (peso o estrategias de la nobleza, clima, cercanía a ciudades o vías de comunicación, disponibilidad de bosques u otros muchos), pero éstos son básicamente los dos modelos. La expansión de las economías rurales avanzó en paralelo a la de las economías urbanas, mucho más interconectadas de lo que pueda pensarse. Los campesinos alimentaban y repoblaban las ciudades (al ser mucho mayor la mortalidad en las ciudades, su crecimiento natural era siempre negativo), y los ciudadanos invertían y comerciaban con los campos (aunque también prestaban y extraían rentas señoriales e impuestos). En última instancia, la variable dependiente era la ciudad, que no podía sobrevivir sin el entorno rural. Pero también era el elemento más dinámico, por cuanto la productividad del trabajo urbano era siempre superior a la del agrario. Aunque no todo era dinamización: en las ciudades residían los terratenientes, las instituciones políticas y eclesiásticas, que ejercían su dominio político y drenaban la renta agraria. Las tasas de urbanización, bastante estables( tabla 4.8), no permiten detectar grandes diferencias entre el siglo XVI y el XVII, pese a que este último suele considerarse una época de contracción. Sí muestran en cambio algunas pautas geográficas interesantes. A finales del siglo XV, las áreas más urbanizadas de Europa eran Holanda y sobre todo el norte de Italia. En 1500 nueve ciudades italianas superaban los 50.000 habitantes y otras tres (Nápoles, Milán y Venecia) los 100.000, cifra que en el resto del continente sólo alcanzaba París, con más de 200.000. En el curso del XVI y sobre todo tras la crisis del XVII, el eje de la Europa urbana se desplazó hacia el norte: aunque Italia seguía estando muy urbanizada, sólo Nápoles sobrepasó los 200.000 habitantes, lejos del más de medio millón de Londres y París, aunque por encima de Ámsterdam.

El grado de urbanización de Holanda e Italia fue la excepción. Más habituales fueron las redes urbanas integradas por núcleos de tamaño mediano, una ciudad grande dominante, y los sistemas de comunicación que los unían. Tales redes se fueron tejiendo desde la Edad Media y actuaron como sistemas dinamizadores. Normalmente, el dominio del nodo central no fue sólo comercial y económico sino también político: de las doce ciudades con más de 100.000 habitantes en 1700, sólo Ámsterdam y Palermo no eran capitales estatales y unas pocas (Viena, Madrid, Moscú) eran casi sólo Corte, lo que nos recuerda de nuevo la importancia del desarrollo estatal. Entre las funciones económicas urbanas, destacaban dos: su papel como centro manufacturero y como mercado. Toda ciudad moderna era antes que nada mercado: desde plazas de abastos, como la de Rialto que surtía diariamente a los venecianos, mercados tan especializados como la Bolsa de Ámsterdam, donde desde 1602 se negociaban acciones, hasta talleres artesanales que eran a la vez tiendas. En este período la función comercial cambió notablemente: aumentó el volumen de los intercambios, se ampliaron las áreas geográficas y aparecieron nuevos sectores y formas de organización. Salvo algunas capitales, la mayoría de las grandes ciudades estaban vinculadas al comercio marítimo. Como la población, la geografía urbana de Europa se adensaba en las costas (mapa 4.6). Aparte de Estambul, la metrópoli del Mediterráneo con más de medio millón de habitantes en el siglo XVI, destacaban una Venecia aún pujante; Sevilla y Lisboa, que protagonizaron la expansión atlántica. Más al norte, Londres, Amberes o Ámsterdam. Y en el Báltico Hamburgo y Danzig. La primacía a lo largo del XVI fue de Amberes, que se constituyó en nodo central de diversas redes comerciales, que incluían desde la venta de textiles ingleses hasta la metalurgia alemana, pasando por las especias y el azúcar traídos por los portugueses.

Tabla 4.8. Tasas de urbanización en varios países de Europa occidental, 15001750 (porcentaje de población en ciudades de más de 5.000 habitantes)

Austria-Hungría-Checoslovaquia Inglaterra y Gales Francia Alemania Italia Países Bajos Portugal España Suecia Media de Europa occidental

1500 1600 1700 1750 4,8 4,9 4,9 7,3 7,9 10,8 16,9 27,7 8,8 10,8 12,3 12,7 8,2 8,5 7,7 8,8 22,1 22,6 22,6 22,5 29,5 34,7 38,9 36,3 15 16,7 18,5 17,5 18,4 21,3 20,3 21,4 1,7 1,2 3,8 4,6 12,3 13,9 14,4 16,0

Fuente: Epstein ed. (2001:10)

4-37

Junto a los marítimos, crecieron también los tráficos interiores. Pese a la lentitud y precariedad de los medios de transporte, muchas veces a lomo de mula o caballo, y a los obstáculos naturales, hubo una mejora notable del comercio impulsada por el aumento de la seguridad y el descenso de los costes de transacción. Los tráficos se multiplicaron, desde los omnipresentes buhoneros hasta caravanas organizadas de las grandes compañías. El traslado de inmensos rebaños bovinos para abastecer urbes como Viena, de minerales centroeuropeos para la metalurgia de Lieja, Nuremberg o Cracovia, o la llegada de algodón a Augsburgo o Ulm para fabricar fustanes, fueron sólo algunas muestras de esos flujos. Ferias y mercados se extendieron por Europa acercando productos y potenciando las corrientes de especialización regional. Abundaban, por ejemplo, las ferias ganaderas que reunían a tratantes y ganaderos de decenas de kilómetros a la redonda: en Inglaterra y Gales las hubo dispersas por varias regiones, especializadas en ovino y caballar, y sobre todo, bovino. Unas pocas ferias internacionales, en zonas estratégicas, traspasaron las fronteras, y reunieron a negociantes especializados en cambios de monedas, libranza de letras de cambio y ajustes de pagos: fueron las ferias de cambios de Lyon, Ginebra, Piacenza o Medina del Campo, que funcionaban coordinadamente, constituyendo la espina dorsal de las finanzas europeas. Aunque la figura dominante siguió siendo el mercader individual, a menudo asociado a parientes que eran a veces socios o aprendices, se difundieron las compañías de responsabilidad limitada. La commenda, en la que algunos

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socios capitalistas participaban en los beneficios sin arriesgarse personalmente en la expedición, fue dejando paso a la compagnia, más estable aunque de responsabilidad ilimitada y posteriormente a compañías por acciones negociables de responsabilidad limitada, como las inglesas de Moscú (1553) o de Levante (1581). Éstas compañías surgieron para explotar concesiones de monopolio en el comercio a larga distancia, y permitieron movilizar capitales en un volumen impensable hasta entonces para financiar expediciones lejanas de navíos de mayor tonelaje. La otra gran función económica de la ciudad fue la manufacturera. En este ámbito no hubo innovaciones notables en cuanto a formas de organización, producción o tecnología. Pero sí en la especialización regional –con la decadencia de sectores como la pañería flamenca y el ascenso de otros– y un crecimiento general de la producción. La innovación tecnológica fue escasa, con las importantes excepciones de la construcción naval, las armas de fuego, la relojería y la imprenta. Tampoco había nuevas fuentes de energía, pues sólo en Holanda cobró algún peso la turba (para elaborar cerveza o materiales de construcción), y el carbón fósil era aún más raro. Es cierto que aunque escasa, la innovación existente tuvo alguna importancia, no siempre fácil de valorar: las repercusiones económicas de la imprenta de tipos móviles, por ejemplo, no se reducen al valor de su producción. Las mejoras en la técnica del vidrio permitió fabricar catalejos, cristales para ventanas o gafas (que comenzaron a producirse en grandes cantidades hacia el siglo XV, permitiendo prologar la vida activa de artesanos muy cualificados); la aplicación de la mecánica a la construcción de relojes (o de los ingenios azucareros en el Caribe) significó un notable avance con respecto a la época medieval. También hay innovaciones de producto, incorporando las materias primas americanas (el ron es un buen ejemplo) o simplemente por cambios en los gustos y las formas de producción: el éxito de los paños ligeros (llamados new draperies) explican la prosperidad de la industria textil inglesa y holandesa en el XVI y XVII. Con todo, parece que las fuentes del crecimiento de las manufacturas, al igual que en la agricultura, tenían más que ver con ganancias derivadas de la especialización y el comercio (crecimiento smitheano) que con la innovación (crecimiento schumpeteriano). En cuanto a las formas de organización, la familia y el gremio, íntimamente ligadas, seguían siendo las bases de la manufactura urbana. Es cierto que existían grandes instalaciones industriales, autenticas fábricas muy capitalizadas y con gran número de trabajadores en la minería, la metalurgia (en especial los arsenales) y los astilleros, pero familia y gremio seguían siendo las institucions clave. La familia era el ámbito habitual de trabajo, aprendizaje y perpetuación de los talleres. Los gremios conocieron en este período su edad de oro, y en muchas zonas mantuvieron su predominio hasta el siglo XVIII. Aunque considerados habitualmente instituciones que estorbaban a la competencia, cumplían funciones que explican su pervivencia. Al agrupar a todos los miembros de un determinado oficio, ejerciendo de hecho un monopolio local, el gremio controlaba las prácticas de fabricación y aseguraba la calidad (pero dificultaban la innovación). Al fijar requisitos restrictivos para acceder al oficio –aprendizajes de hasta doce años, una etapa como oficial, exámenes para ingresar como maestro, exigencia de determinado capital para abrir un nuevo taller– limitaban la oferta y sostenían los precios. Al regular el

aprendizaje, frenaban la difusión de secretos artesanales, lo que les defendía de competidores foráneos. Por otro lado, desplegaban funciones asistenciales o representativas que contribuían a la cohesión y la paz social urbanas. Tampoco existieron innovaciones sustanciales en los bienes fabricados. La elaboración de alimentos y los artículos de vestido y calzado seguían dominando la manufactura ( tabla 4.9). La industria cervecera floreció el norte y centro de Europa, con auténticas fábricas en Gouda, Bruselas, Amberes y otras dispersas por el norte de Alemania. La importancia de la construcción se pone de manifiesto en el elevado número de albañiles, peones, canteros o carpinteros de obra que poblaron las ciudades. Aunque fue una actividad eminentemente urbana, que movilizaba cuantiosos capitales y de la cual dependía la imagen de la ciudad, no es aún suficientemente conocida. Por último, herramientas y menaje se fabricaban empleando materiales (plomo, madera, hierro, arcilla) conocidos desde la Antigüedad, aunque los metales iban desplazando progresivamente al resto.

4-39

Tabla 4.9. Distribución de los oficios artesanales en Dijon y Frankfurt en el siglo XVI (porcentajes)

Oficios Alimentación y bebida Paños bastos Paños de lujo Confección Cuero y pieles Libros, arte y bienes suntuarios Metalurgia y armamento Construcción Madera Otros oficios

Dijon (Francia) 1556 910 hombres + 40 mujeres 16,2 11,8 1,4 12,7 15,1 4,7 10,0 15.3 8,9 3,9

Frankfurt (Alemania) 1587 1.247 hombres 10,7 4,7 19,2 8,0 10,7 12,6 6,4 11,1 12,2 4,4

Fuente: Friedrichs (1995:150) En cuanto a la distribución geográfica, las zonas textiles tradicionales de Flandes y el norte de Italia (Florencia o Venecia) mantuvieron su preeminencia durante buena parte del siglo XVI (mapa 4.6). A ellas se agregaron centros fabriles de Castilla o las Provincias Unidas de Holanda. El cambio más importante vino de la difusión de los nuevos paños (new draperies) flamencos, variedades de lana de calidad inferior pero baratas, para consumo popular. Se fabricaban en núcleos como Lille, que multiplicó por diez su producción de tejidos entre 1530 y 1550, o Hondschoote, que en 1560 producía más de cien mil piezas. La crisis política en los Países Bajos forzó la emigración de tejedores hacia otras regiones, donde contribuyeron a difundir los nuevos paños. No obstante, las transformaciones no eran lineales. Desde fines del siglo XVI la nueva pañería atravesó diversas dificultades y algunos de los centros decayeron mientras otros volvieron a especializarse en paños finos. Así ocurrió en Leiden, que recobró en el segundo cuarto del siglo XVII su condición de gran núcleo textil gracias a los lakens, paños finos de lana merina.

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La metalurgia floreció en distintos centros europeos, asociada al crecimiento de la extracción minera. Lieja se especializó en la fundición y elaboración de utillaje de hierro. Nuremberg contó con diversos gremios especializados en objetos de hierro y cobre, y también importantes arsenales. A fines del siglo XVI el agotamiento de muchos filones y la caída de la demanda llevaron al estancamiento a muchas de estas industrias. El relevo lo tomó Suecia, cuyas ricas minas de hierro y cobre (Falun) la convirtieron en primer exportador europeo. A falta de grandes innovaciones tecnológicas, el auge de las manufacturas urbanas debe explicarse por el crecimiento de la demanda, en parte debido a los tráficos fuera de Europa pero fundamentalmente por el aumento general de la población y la renta, el descenso de los costes de transacción y las economías de escala al incrementarse la producción. Hablamos de nuevo de un crecimiento de tipo smitheano. De ahí que la manufactura fuera la primera víctima del descenso de la renta por habitante perceptible ya en las últimas décadas del siglo XVI. El círculo virtuoso que había encadenado el aumento de la productividad agraria con un crecimiento más que proporcional de la demanda de servicios y manufacturas, se convirtió a raíz de la crisis en un círculo vicioso que llevó la ruina a muchos núcleos industriales.

urbanización (cercanas al 10%) y contaba con grandes ciudades que superaban el medio millón de habitantes, como Calcuta y Agra. Pero estas urbes no eran tanto focos de dinamización económica como devoradoras de rentas. En muchos sentidos –nobleza guerrera parasitaria, economía básicamente agraria basada en aldeas autónomas, estructura social rígida, dominio de los gremios en las manufacturas, enormes desigualdades de renta– la India mogol podría describirse como un sistema feudal. El éxito del crecimiento de la población y las ciudades es quizá un indicio engañoso, ya que se movía dentro de la trampa malthusiana (con fuertes crisis tanto en el siglo XIV como en el XVII), sin que mejorara la productividad general ni el dinamismo económico. Hacia 1400, la China Ming se hallaba en una inmejorable situación para emprender una expansión mundial. La superioridad técnica, económica y demográfica del imperio, con cerca de 100 millones de habitantes, se reflejaba en la variedad de los intercambios en el mar de la China, y en el establecimiento de colonias comerciales en diferentes puntos del sudeste asiático. Las expediciones chinas hacia el Índico, como las del almirante Cheng Ho, contaban con flotas muy superiores, en navíos y tripulación, a las de los navegantes ibéricos de fines del siglo XV. Sin embargo, desde la década de 1430 se produjo un giro radical de la política imperial, que se orientó a consolidar su dominio continental, abandonando la navegación durante más de un siglo. El giro a la economía china impuesto por los Ming, retornando a bases predominantemente agrarias, cerrándose al exterior (hasta el punto de abandonar en el arte de la navegación justo cuando Europa más se esforzaba en desarrollarlo), y frenando las corrientes de desarrollo tecnológico que habían caracterizado su historia anterior, constituyen a fecha de hoy un misterio (que es lo mismo que decir que no entendemos sus causas). Pese a todo, este extenso imperio conoció un fuerte crecimiento agrario (basado en la extensión del arroz, un cereal mucho más productivo que los europeos, manufacturero (con muy elevadas cifras de producción de hierro) y urbano, con ciudades como Nanjing, de un millón de habitantes hacia 1600. Europa se encaminaba a China en busca de mercancías (y no a la inversa), pero era Europa (y no China) quien enviaba las naves: ambos hechos son igualmente significativos. Eric Jones ha buscado las causas del estancamiento chino en el siglo XV precisamente en el mismo terreno político que justifican el milagro europeo. El Estado chino, aunque dotado de fuertes mecanismos de control interno (ejércitos, una casta burocrática eficiente y el dominio de una religión de Estado), no resultaba demasiado gravoso para la enorme economía china. Los tipos de los impuestos estatales eran bajos, aunque las dimensiones del país hacían que los montos totales fueran enormes. El emperador podía beneficiarse además de ingresos exteriores como los derivados del sistema tributario de comercio, que obligaba a pueblos limítrofes (Vietnam, Corea y Java al este, además de etnias diversas en las fronteras norte y oeste) a enviar expediciones con tributos y mercancías. De este modo, a falta de competidores políticos y de necesidades de extraer impuestos, el Imperio chino carecía de incentivos para fomentar la actividad económicas, y por tanto tampoco adoptaba medidas (inversión en infraestructuras, protección frente a catástrofes, aranceles o legislación de fomento económico) que caracterizaron a los Estado europeos.

Al igual que nuestro conocimiento de las reservas de petróleo del mundo depende de las prospecciones realizadas (y éstas se limitaban hasta la década de 1970 a una pequeña parte del planeta), nuestro conocimiento de la historia dependen del número de trabajos de investigación, y en este aspecto las “prospecciones” en los territorios de la historia han sido mucho mayores en Europa y América que en otras regiones del mundo (el símil es de Eric Jones). Sin embargo, en las últimas décadas nuestro conocimiento sobre estas áreas está aumentando rápidamente; aunque aún no lo bastante como para elaborar síntesis bien documentadas de la historia económica de Asia y África. Lo que viene a decir que conocemos ésta mucho peor, y sin datos cuantitativos que permitan la comparación. Lo que sabemos de Asia es que, a diferencia de Europa, seguía dominada en la Edad Moderna por cinco imperios territoriales: el imperio otomano en Oriente próximo, el imperio saváfida en Irán, el mogol en la India (los tres dominados por dinastías islámicas), el ruso en el Norte de Asia, y finalmente el Imperio Ming (1368-1644) en China. Los más importantes en términos de población y pujanza económica fueron los imperios chino e indio (más propiamente llamado mogol), aunque por su relación directa con Europa no debe olvidarse la importancia de los otomanos en el Mediterráneo. La India mogol, unificada aunque sometida a continuas guerras, alcanzó la cumbre de su poder en el reinado de Aurangzeb (m. 1707). Este imperio contaba con una agricultura muy productiva (con la posibilidad de dos cosechas anuales gracias a los monzones, sistemas de regadío y una amplia explotación de la tierra disponible), unas capas comerciales activas, y una industria pujante. Sin embargo, adolecía de graves problemas de comunicaciones y, en este periodo, de cierto estancamiento tecnológico. Aunque no conocemos bien los procesos, parece que la rigidez de la sociedad de castas con sus desincentivos a la iniciativa individual y el peso de la nobleza mogol (que absorbía cerca del 20% de la renta de la tierra) constituyeron serios obstáculos para su desarrollo. El imperio mogol tenía elevadas tasas de 4-41

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4.5. La crisis del siglo XVII y la divergencia europea Hemos comparado hasta aquí la situación de Europa y Asia en los primeros siglos de la Edad Moderna, digamos entre 1450 y 1600. A partir de esta fecha, en Europa se va a producir un agotamiento del modelo de crecimiento extensivo que desembocará en la llamada crisis general del siglo XVII, en un período que va de 1620 a 1650 y que afecta a toda Europa, aunque de modo muy distinto según las regiones. Los mecanismos de la crisis son los habituales en las sociedades de base agraria. Las vías extensivas de crecimiento se habían agotado y los rendimientos decrecientes aparecieron en muchas áreas. En economías campesinas frágiles, la especialización del período anterior (fuente del llamado crecimiento “smitheano”) podía resultar contraproducente, de forma que se retornó a formas de actividad y producción de subsistencia. El cereal recuperó a los cultivos comerciales, y con ello cayo la capacidad adquisitiva del campesinado. Las rentas de la tierra que habían crecido en le periodo de expansión se resistían a bjar en época de crisis; lo mismo sucedía con los impuestos por el ascenso de los Estados. Consecuentemente, el excedente en manos de las familias apenas alcanzaba a cubrir su subsistencia, y se resentía la demanda de productos no imprescindibles. De este modo, la crisis agraria se trasladó a la actividad comercial y manufacturera, básicamente del campo a las ciudades. Pero no en todas partes del mismo modo ni con la misma intensidad. Las manifestaciones de la crisis pueden resumirse en: -Guerras continuas entre distintos países (la Guerra de los Treinta Años, guerras anglo-holandesas), guerras internas de religión, a veces con tintes sociales o de guerra civil (aunque venían del siglo XVI) una primera revolución burguesa en Inglaterra (con la decapitación de Carlos I en 1649 y la instauración de la República (Commonwealth) de Cromwell, y en Holanda, propiciada en la lucha contra los Austrias españoles. -Catástrofes y estancamiento demográficos: ligadas a epidemias de peste, a las consecuencias de las guerras, y a hambrunas provocadas por la aparición de techos malthusianos (tabla 4.5), que afectó especialmente a las ciudades (aunque más tardíamente), y a algunas zonas, como Alemania, cuya población se redujo en un 40 por 100 de 1600 a 1650. -El comercio, sin embargo, y especialmente el comercio de ultramar, no parecieron especialmente afectados por la crisis. Precisamente por la diferencia en las repercusiones de la crisis no existe acuerdo entre los historiadores económicos sobre su naturaleza, causas e importancia. El debate se remonta a más de 50 años, desde que Eric Hobsbawm planteó en 1954 una interpretación que veía en ella las raíces del capitalismo moderno y el antecedente imprescindible de la revolución industrial. La crisis expropió al campesinado a favor de los terratenientes, fortaleció a las burguesías mercantiles, y generó acumulación de capitales, asegurando a Inglaterra las condiciones para el crecimiento posterior, aunque sus efectos en otras economías fueran más negativos. La diferencia, sostenía Hobsbawm, es que sólo en Inglaterra y Holanda las burguesías mercantiles y manufactureras tuvieron fuerza suficiente para promover un cambio de régimen político y de 4-43

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sistema económico. Sólo allí estallaron revoluciones burguesas que dieron paso al capitalismo. En el resto de Europa siguió imperando el feudalismo y la hegemonía nobiliaria. Otros autores han negado la importancia de tales revoluciones, o en general de la crisis. El debate sigue abierto, pero tiende a imponerse la visión de la crisis del XVII como una reconversión que se saldó con una divergencia entre una minoría de economías que encontró soluciones intensivas al estancamiento y una mayoría que se hundió en él. Esa divergencia se traduce en tres modelos:  El estancamiento o depresión de las economías del sur de Europa (Portugal, Castilla, Italia), donde retrocedió la especialización y la nobleza terrateniente se reforzó. La causa fue sobre todo la ruina de las economías campesinas (sobre todo las familias más pobres), que en tiempos de crisis retornaron a agriculturas de subsistencia, menos lucrativas pero también menos arriesgadas que la especialización y diversificación del período de expansión.  El retroceso de las economías del Este de Europa (al Este del Elba) a formas tradicionales del feudalismo, basadas en la servidumbre, lo que redundó en la pérdida de importancia de los mercados y el retorno a economías agrarias de subsistencia poco urbanizadas. La clave aquí fue la respuesta de los terratenientes feudales a la crisis, que consistió en incrementar la presión sobre los campesinos; fue la llamada segunda servidumbre.  El ascenso económico de las zonas en torno al Mar del Norte, especialmente las Provincias Unidas de Holanda e Inglaterra, que fueron hacía una senda de crecimiento “smithiana”, basada en la división del trabajo, la difusión de los mercados, un marco económico cada vez más capitalista, y el aprovechamiento de las oportunidades del comercio internacional. Allí, las ganancias de productividad agraria, el auge del comercio a larga distancia y la pujanza de las ciudades mantuvieron abierta la senda del crecimiento. La vía holandesa consistió en especializar su sector primario en productos de alto valor añadido para los mercados urbanos, tanto agrarios (hortalizas, lácteos, carne, flores), como pesqueros (gráfico 4.4.) y surtirse de cereal importado, abundante y barato gracias al dominio de Holanda en el comercio internacional. Algo distinto fue el caso de Inglaterra, que se convirtió en la segunda mitad del siglo XVII en una importante exportadora de cereales gracias a sistemas de explotación que combinaban mejor agricultura y ganadería, con abonado abundante y ciclos de rotación más productivos. Eso permitió, ya desde la segunda mitad del XVI, ampliar la superficie cultivada y la productividad (gracias al abono animal). De esto modo Gran Bretaña pudo garantizar el suministro de alimentos a su población; así como el de materias primas (lana sobre todo) para una industria rural en expansión. El papel de los grandes terratenientes y de los labradores enriquecidos fue crucial en este proceso, y los cercamientos de tierras (enclosures) su manifestación más visible. Los perjudicados, como en otras partes, fueron las comunidades campesinas y las prácticas comunales, lo que en Inglaterra se tradujo en mayor número de jornaleros sin tierra, asalariados rurales. Ligado a ello, la

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penetración de las relaciones mercantiles elevó el porcentaje de población activa no agraria en el medio rural, así como la población urbana. Como resultado de lo anterior, se produjo un cambio sustancial de los equilibrios económicos dentro de Europa. Los países de la cuenca mediterránea perdieron protagonismo y dinamismo frente a las “locomotoras” del crecimiento: Holanda e Inglaterra. Estas naciones se convirtieron en los centros manufactureros de Europa, volcados hacia los mercados internacionales, y cada vez más escorados hacia el tráfico ultramarino. Inglaterra importaba volúmenes crecientes de materias primas, como seda en bruto, con las que diversificar su producción. El consumo de carbón mineral para uso doméstico y diversos procesos industriales se incrementó notablemente, anunciando futuros cambios en el modelo energético. Holanda seguía estando en el centro de los distintos circuitos comerciales, de la mano del desarrollo de los servicios de transporte y financieros. Ello impulsaba a su vez unas manufacturas muy diversificadas, entre las que destacaban los procesos de acabado textil, refinado de azúcar o labores del tabaco. Amsterdam, capital financiera de Europa, y Londres, su competidora en el comercio lejano, fueron las metrópolis de esta nueva fase.

si ésta se hubiera producido, supongamos, en Suecia, estaríamos contando otra historia distinta y buscando causas en las peculiaridades suecas. El hecho de que Holanda, con una agricultura más intensificada y mercantilizada que la inglesa, y con un predominio del capitalismo mercantil, quedara rezagada en la industrialización debería servirnos de recordatorio al respecto. Y también de que no conviene mirar la historia como una fábula moral con ganadorespioneros y perdedores-imitadores.

Estos son los grandes modelos, aunque dejan sin resolver demasiados interrogantes, demasiadas regiones que no encajan bien en el esquema; como Cataluña, que siendo “mediterránea” persevera en las vías de crecimiento smithiano. O incluso países enteros: una Italia “decadente” pero aún muy densamente poblada, una Suecia que es una potencia militar. Así que hay que tomar estos modelos como lo que son: una estilización (o deformación útil) de la realidad histórica. ¿Cuáles fueron las causas de la crisis del XVII? En primer lugar, hubo un evidente componente malthusiano: la población creció por encima de los recursos y el ajuste acabó produciéndose mediante el retroceso demográfico (los llamados frenos positivos de Malthus, ver capitulo 1). La recurrencia de malas cosechas y epidemias avalan este argumento. Pero la explicación malthusiana no está completa si no se tienen en cuenta los contextos que enmarcan las respuestas a la crisis. Si no, ¿por qué unos países y regiones persistieron en el camino de la especialización y otros retornaron a lógicas feudales o de subsistencia? Desde el punto de vista técnico, existían soluciones que permitían mantener la productividad agraria, las aplicadas en Inglaterra y Holanda, fundamentalmente mediante una combinación más eficiente de agricultura y ganadería, con estabulación del ganado y ciclos de rotación más complejos que incluyeran pastos artificiales y leguminosas. Lo que no está claro es que esta solución pudiera funcionar en climas áridos, como los del Mediterráneo, donde hubieran exigido costosas inversiones en regadío. Así pues, la divergencia en los modos en que se gestó y se gestionó la crisis del XVII debe tener explicaciones institucionales y sociales. Las más convincentes tienen que ver con la distribución social del poder y de la riqueza; el ascenso de la burguesía en Holanda e Inglaterra frente al predominio de la nobleza terrateniente (el feudalismo) en el resto. O quizá debamos admitir que no hay una sola respuesta, y sólo nos estemos esforzando, como a veces hacen los economistas, en predecir hechos pasados. Sabemos qué ocurrió; y creemos que sentó las bases para la Revolución Industrial en Inglaterra. Pero 4-45

Gráfico 4.3. Evolución de salarios reales y precios en Italia, Inglaterra y Holanda (Índices, media 1540-1550=100)

Fuente: Citadas en Bernardos y Hernández (2005: 100)

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Tabla 4.10 Efectos diferenciales de las cosechas sobre el campesinado Campesino rico

Campesino pobre

Cosecha normal

Cosecha normal

Constantes a. Cosecha b. Semilla (1/5 cosecha) c. Consumo d. Diezmo (1/10 cosecha) e. Censo (cantidad fija de grano) f. Precio de agosto g. Precio de abril Un año h. Disponible para la venta a– ( b+c+d+e) i. Venta agosto j. Venta (+) o compra (-) abril k. valor Conjunto de dos años Dos cosechas normales Una cosecha normal y una mala Dos cosechas malas

Mala cosecha

Mala cosecha

100 20 20 10 10 10 15

60 20 20 6 6 15 25

40 8 15 4 4 10 15

24 8 15 2,4 2,4 15 25

40

8

9

-3,8

40 l =j*f 600

8 m =j*g 200

9

(l+l) 1200 (l+m) 800 (m+m) 400

n =i*f 90

-3.8 o =j*g -95

(n+n) 180 (n+o) -5 (o+o) -190

Fuente: Feliu y Sudrià (2007:38)

Gráfico 4.4. Recuperación de terrenos y tráfico de arenques efectuados por las Provincias Unidas (1550-1675)

De nuevo toca abrir el foco, abandonando Europa y contemplando su papel en el mundo en la segunda mitad del XVII. Superada la crisis, el foco más dinámico de la economía europea se instala en torno al Mar del Norte, desde donde Holanda e Inglaterra se proyectan hacia el Atlántico y el Índico, con una papel importante reservado a España por su relación con América, y a Francia, potencia territorial en el continente, que también trata de abrirse un hueco en el dominio de los mares. Porque será ahí, en el comercio de ultramar donde se hará más presente el avance del capitalismo. Entonces alcanzó su madurez un complejo sistema de intercambios internacionales estrechamente interconectados. La plata americana servía para saldar el déficit crónico del comercio con Asia. Por su parte, la explotación de las plantaciones americanas, ante la escasez de mano de obra indígena, recurrió cada vez más a esclavos africanos. A su vez, exportaban productos primarios que Europa pagaba con manufacturas y alimentos elaborados. A mediados del siglo XVII, a la espera del gran auge del comercio mundial que se consolidaría en el XVIII, se habían sentado los cimientos de unas relaciones nuevas de Europa con el mundo. Aunque la minería del oro y de la plata ha oscurecido el resto de las actividades económicas desarrolladas en la América española, desde el primer momento abundaron los intercambios. Desde Europa se introdujeron cereales y ganado, que pronto generaron productos de exportación, como los cueros. Y sobre todo el azúcar, el producto estrella de la economía colonial, introducido por los españoles en el Caribe, del que hacia 1580 se remitían a Sevilla 370 toneladas anuales. Los portugueses introdujeron la caña en Brasil a mediados del siglo XVI, y las exportaciones crecieron de 2.000 toneladas anuales en la década de 1560 hasta superar las 8.000 hacia 1610. La demanda de azúcar, limitada inicialmente a los grupos de rentas elevadas, creció con rapidez en Europa durante el siglo XVII, estimulando la expansión inglesa y francesa en el Caribe. Las plantaciones azucareras comenzaron a emplear esclavos africanos. Los portugueses dominaron este siniestro y lucrativo tráfico, mediante el llamado asiento de negros, un monopolio concedido por la corona con bases en el golfo de Guinea (Elmina) y Angola (Luanda). Sin embargo, en el segundo tercio del siglo XVII, holandeses e ingleses comenzaron a romper este monopolio ( tabla 4.11). En sentido inverso, la aclimatación de productos americanos en Europa, y muy especialmente el maíz, un cereal con mayores rendimientos por hectárea que los tradicionales, tuvo repercusiones de importancia en algunas regiones europeas ya a fines del XVI. Tabla 4.11 “Exportaciones” de esclavos desde África negra, por destinos (6501900), en miles 650-1500 1500-1800 1800-1900 Totales América 81 7 766 3 314 11 159 Norte de África 4 270 1 950 1 200 7 420 Asia 2 200 1 000 934 4 134 Total

Fuente: Vries y Woude (1997: 32, 249). 4.6. El crecimiento del comercio de Ultramar 4-47

6551

2950

2134

22 713

Fuente: Angus Maddison (2010), en www.ggdc.net/maddison. Las comillas son nuestras.

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Figura 4.5 Productos y flujos de los tráficos internacionales en la edad moderna

ceder frente a la competencia de Holanda y Gran Bretaña, apoyadas en su potencial marítimo y manufacturero.

Bienes/servicios a Europa

a África

a América templada

a América a Asia tropical

Europa

Servicios administrativos y comerciales Transporte Manufacturas

Servicios administrativos y comerciales Transporte Manufacturas Hombres

Servicios administrativos y comerciales Transporte Manufacturas Hombres Hombres

África América templada América Tropical

Asia

Oro Productos tropicales Pieles Cereales Madera Pescado Productos coloniales Plata Madera Tintes Manufacturas Especias Madera

Cereales Cuero Pescado Tabaco Alcohol

Manufacturas Especias

Servicios administrativos y comerciales Transporte Manufacturas Plata Comunicaciones

Cereales Cuero Pescado Madera Alcohol Tintes Azúcar Tabaco

Tabla 4.12 Tonelaje de la flota mercante holandesa (1500-1850) Años

Tm

Años

1500 1532 1567 1636 1670

38 000 38 000 160 000 310 000* 400 000

1750 1780 1824 1850

Tm

365 000* 400 000 131 000 390 000

* Excluidas las naves de las Compañías Holandesas de las Indias Orientales y Occidentales Plata

Manufacturas Especias Madera

Fuente: Malanima (1985:408), basado en ZANDEN, J.L van ( ) The dutch economy in the very long run.

Formas de trabajo no capitalistas en el mundo moderno Aunque el trabajo en la Europa occidental se desenvolvía de forma cada vez más frecuente bajo relaciones contractuales (capitalistas), otros sectores importantes de la economía, tanto en el continente como en las colonias, mostraban fórmulas de trabajo forzoso o semilibre muy diferentes. Entre otras. Esclavitud: el trabajo en las plantaciones de las Antillas y Norteamérica, así como en varias regiones de América del Sur corría en buena parte a manos de esclavos, sobre todo de origen africano. Las cifras de las “importaciones” de la “trata de negros” ( tabla 4.10) hablan de casi 23 millones de africanos capturados y vendidos como mano de obra, un tráfico en el que participaban por igual portugueses, holandeses, franceses e ingleses. Las condiciones de trabajo en las explotaciones eran de gran dureza, lo que explica que pese a los esfuerzos de los propietarios en que sus trabajadores se reprodujeran (el símil con el ganado no sería desafortunado), fuera necesario reemplazarlos periódicamente en las subastas que celebraban los tratantes. Especialmente importante fue la mano de obra esclava en las plantaciones de azúcar de las Antillas y Brasil, y en mucha menor medida en las de algodón y tabaco de Norteamérica y, aunque su empleo en otras muchas tareas, especialmente el servicio doméstico, estaba extendido por todo el continente.

Fuente: Mauro (1961: I, 37), en IRWIN ed. (1996)

Castellanos y portugueses dominaron la primera fase la exploración y colonización, hasta aproximadamente 1570; a partir de entonces comenzaron a 4-49

Servidumbre de la gleba: el régimen feudal de trabajo servil fue el dominante de buena parte de Europa del Este, e incluso se reforzó tras la crisis del XVII (segunda servidumbre). Los campesinos eran adscritos de forma hereditaria a la tierra, que no podían abandonar, y obligados a dedicar un determinado número de jornadas al año a trabajar las tierras señoriales. En palabras de un tratadista de la época, era “costumbre casi común comerciar con los siervos como si fueran caballos o vacas”. En el distrito de Koczyn (Polonia), las jornadas de trabajo en la reserva señorial, en su mayoría no remuneradas, se incrementaron en un 50 por 100 entre comienzos del siglo XVII y 1660.

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Trabajo forzado en minas y explotaciones agrarias de la América hispana. Ya se han mencionado las encomiendas, por las que un encomendero (español), propietario de las tierras, tenía a su cargo un cierto número de indígenas (encomendados), que debían pagarle tributos en dinero o especie o trabajar en sus tierras. Un sistema semejante funcionaba para el trabajo de las minas, bajo el nombre de mita en Perú o repartimiento de minas en Nueva España que obligaba a los indígeneas a trabajar en las minas (inicialmente en Potosí) un año de cada siete; aunque cobraban un salario, no podían elegir si trabajaban o no. Servidumbre por deudas: una parte importante de los primeros colonos ingleses en las colonias de Virginia (Estados Unidos) eran artesanos o campesinos que habían contraído deudas y elegían saldarlas trabajando para un terrateniente o una compañía durante un determinado número de años, sin percibir un salario por ello. (indentured servants).

Figura 4.6. Esclavos en un ingenio azucarero, según un grabado de

Fuente: Girolamo Benzoni, ilustrador de De Bry, Theodore (1595); Historia del mondo nuovo, reproducido en Wallerstein,I. (1991): El moderno sistema mundial. I, Madrid, Siglo XXI.

Los holandeses se introdujeron en el comercio colonial aprovechando la decadencia de Amberes. En el Atlántico, la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales (no confudir con la de las Indias orientales) amenazaba los intereses ibéricos. Su objetivo era hacerse con los cargamentos de metales preciosos y establecer colonias permanentes en el Caribe y Sudamérica, incorporándose además al tráfico de esclavos. Para ello disputó militarmente a los portugueses varios enclaves en Brasil y África. La penetración en el Índico avanzó tras la constitución de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales 4-51

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(VOC) en 1602, que reunió los capitales y apoyos políticos necesarios. La conquista del puerto estratégico de Batavia (actual Yakarta) en 1619 permitió a los holandeses consolidar una fuerte posición en Asia, y eliminar la competencia portuguesa en el tráfico de especias –la tabla 4.12 muestra que la pimienta era el principal renglón de las importaciones–. Asimismo, ello le permitió imbricarse cada vez más en el comercio intrasiático. De este modo, podía maximizar el beneficio con un mínimo de metales preciosos (los asiáticos exigían el pago en plata). Se vendían tejidos de algodón indios en el Sudeste asiático a cambio de cargamentos de especias, sedas, índigo y otros productos del comercio con China y Japón. La combinación de la fuerza militar y ciertas ventajas mercantiles convirtieron a los holandeses, como ya lo eran en Europa, en intermediarios de una compleja red de circuitos. Gracias a ello, las acciones de la VOC doblaron su cotización en la década de 1630.

Mapa 4.7. Colonias y principales centros de comercio en Asia

Tabla 4.13. Distribución por productos de las importaciones de la Compañía Holandesa de las Indias Orientales (VOC) desde Asia (1619-1740). Porcentaje sobre el valor total de las compras. Pimienta Otras especias Azúcar Té y café Droguería y tintes Salitre Metales Textiles y seda Otros Total

1619-1621 56,45 17,55

1648-1650 50,34 17,85 6,39

1668-1670 30,53 12,05 4,24

9,84

8,52 2,07 0,5 14,16 0,17 100

5,84 5,08 5,74 36,46 0,06 100

0,1 16,06 100

1698-1700 11,23 11,7 0,24 4,24 8,29 3,92 5,26 54,73 0,39 100

1738-1740 8,1 6,1 3,7 32,2 2,8 2,6 1,1 41,1 2,3 100

Tabla 4.14. Distribución por productos de las importaciones de la Compañía inglesa de las Indias Orientales (EIC) desde Asia (1664-1740). (Porcentaje del valor de las compras)

Pimienta Té Café Ïndigo ( tinte) Salitre Textiles Seda Otros Total

1664-1670

1696-1705

1731-1740

20,01 0,02 0,63 3,98 5,07 65,59 0,48 7,22 100

6,14 1,55 1,24 1,87 2,24 64,53 13,56 8,87 100

4,30 9,26 5,35 2,43 65,35 11,06 2,25 100

Fuente: Steensgaard, (1990:118 y tabla 3.5), en IRWIN (1996: I, 404-405)

4-53

Fuente: Malanima (1995:409)

Piratas (pero casi nunca del Caribe) La imagen que de los piratas nos ha transmitido el cine de aventuras resulta muy engañosa. Ésta se ha construido sobre historia reales, como la de Drake (posteriormente Sir Francis Drake) o de Morgan (luego sir Henry); pero que no siempre son las más representativas. En ellas se habla de grandes barcos artillados que rondan el Caribe durante el siglo XVI, con base en la mítica isla de la Tortuga, y que buscan sus presas entre los cargueros españoles repletos de oro y plata, capitaneados por un oficial que es tonto, afectado, o las dos cosas. La realidad de la piratería fue bien distinta, incluso cuando se refiere al modelo oficial. Por ejemplo, es cierto que el gran golpe de Drake se produjo en el siglo XVI (1573) y en el Caribe (Veracruz); pero no el mar, sino a unos 30 kilómetros en el interior. Obtuvo un botín ascendió a 762.000 pesos, unos 20 millones de euros de 1995. *Zonas de actividad: en realidad, no fue el Caribe sino las costas de África, en torno a Madagascar o en el golfo de Guinea donde se desarrolló la gran piratería de la Edad Moderna. Eran zonas mucho menos vigiladas, pues no existía una potencia colonial claramente dominante. Las flotas y galeones españolas, que transportaban los metales preciosos hacia Sevilla o entre el continente y el Caribe, eran convoyes fuertemente custodiados. Sólo ocasionalmente los piratas se atrevían a enfrentarse a naves que viajaban solas o quedaban rezagadas. El sistema español de convoyes fue una

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estrategia eficaz para defender los tesoros americanos; de hecho, se perdió mucha más plata por tormentas, huracanes o bajíos. *Especialización: La mayoría de los piratas no lo eran a tiempo completo. Dado que muchas de las capturas incluían buques mercantes, a menudo alternaban la piratería con el comercio (las mismas naves y tripulaciones). Vendían su botín –esclavos, ron, pescado o telas– en mercados americanos o africanos, siendo indistinguible lo obtenido por un medio u otro. La frontera entre piratas, corsarios, comerciantes, contrabandistas y marinos es difusa. *Medios: Tampoco el tipo de nave predominante eran los galeones o goletas fuertemente artillados y equipados. La mayoría eran barcos pequeños (de tipo sloop, en torno a 12 metros de eslora y un solo mástil, o goletas de dos mástiles), con poco calado, y equipadas con numerosas piezas de artillería (20-30 o más). Con tales medios difícilmente podían enfrentarse a las armadas de los monarcas europeos (con más de 60 bocas de fuego), y ni siquiera a las naves más grandes de las compañías de las Indias. Su superioridad dependía del tamaño de la tripulación (entre 150 y 200 hombres) para el manejo de las numerosas de piezas de artillería y el abordaje; y, obviamente, de la maniobrabilidad y rapidez de la nave. *Cronología: La gran época de la piratería no es el XVI, sino el período situado entre finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. *Presas: Los metales preciosos eran el bien más preciado, pero también el mejor defendido. De ahí que los piratas prefirieran presas más modestas (cargamentos de tela, pesca, sal o azúcar) aunque también lucrativas. *Nacionalidad: Tampoco los ingleses se llevan la palma. Holandeses, franceses, españoles, así como asiáticos y africanos, nutrían las tripulaciones. De hecho, el triunfo de las armadas inglesas sobre los piratas en torno a 1720 se relaciona con su victoria sobre la marina holandesa y francesas tras el tratado de Utretch (1713).

del 10 por 100 de las importaciones totales. Pero lo que impulsó la colonización en la América del norte no sólo fueron el oro y la plata, sino cada vez más otros productos, como pieles y pesca. Los inicios de esas colonias fueron muy difíciles, lo que explica que se poblaran con perseguidos por razones religiosas y reclusos. La introducción de la planta de tabaco supuso un cambio importante. Tras la fundación de la Virginia en 1607, se introdujo su cultivo, lo que propició la rápida expansión de la colonia y la llegada de más colonos. De 10.000 habitantes de 1629 Virginia pasó a cerca de 100.000 a mediados de siglo, crecimiento que fue paralelo al de la exportación de tabaco: 50.000 libras en 1618, diez veces más en 1628, y más de 1,8 millones hacia 1640. Aunque a corto plazo esta expansión amenazó los precios, a la larga abrió enormes expectativas: el tabaco, como el azúcar y más tarde el té, se convirtió en un artículo de consumo masivo. En otras zonas de América del norte, como en Nueva Inglaterra, surgieron enclaves dedicados a la pesca, la explotación forestal y la construcción naval, dirigidos a veces hacia los mercados de España y las Indias Occidentales. En Asia, la Compañía de las Indias Orientales (1599) protagonizó la penetración inglesa, con un papel menor frente a los holandeses, que lograron excluirles, no sin conflictos, del comercio de especias. Los ingleses se centraron en importar mercancías de la India, como tejidos de algodón (calicós) y especialmente índigo y salitre. Como sus competidores, trataron también de introducirse en los circuitos del comercio asiático para reducir al mínimo las importaciones de metales preciosos. Para terminar, debe plantearse la importancia de la expansión colonial para el desarrollo capitalista en Europa. Durante años se ha sostenido que la explotación de las colonias fue esencial en la acumulación de capitales, sobre la base de unos intercambios muy desiguales. Más recientemente, autores como Patrick O’Brien lo han cuestionado, señalando que los ingresos coloniales representaban un porcentaje pequeño del producto europeo antes de 1750. Con todo, y aún reconociendo que las transformaciones europeas tienen raíces en en su mayor parte internas, no es menos cierto que la expansión ultramarina supuso importantes incrementos de los inputs, modificó pautas de consumo y abrió sectores de negocio (economías de plantación, minería colonial, comercio asiático) con posibilidades de acumulación a una escala desconocida hasta entonces. El auge de núcleos como Sevilla, Lisboa o Ámsterdam no podría entenderse sin esta apertura de Europa al mundo. La historia del éxito europeo no se entiende sin considerar su comercio con Asia, y éste a su vez tiene su clave en la explotación de las minas y las plantaciones americanas, con el trabajo forzado de esclavos africanos o indígenas sometidos.

Estimación del 1720 1723 1726

número de piratas en asaltos piratas activo 2.000 40-50 1.000 200 10

*Modales: Ni qué decir que la caballerosidad y galanura de los piratas (de Errol Flynn a Johnny Depp) es cosa del cine. Los marinos más curtidos no querían toparse con ellos; y muchos temblaban –con razón– al avistar la bandera de las tibias y las calaveras. Por cierto, aunque pocas, hubo también cierto número de mujeres en el negocio Extraído de Cordingly, David (1995): Under the black flag, Londres, Harvest Books.

Los ingleses también pugnaron por su parte en el pastel del comercio ultramarino. En las últimas décadas del siglo XVI la rivalidad con españoles y portugueses fomentó una piratería oficialmente amparada, que suponía cerca 4-55

4.7. La transición al capitalismo Vemos de este modo que, por diversas vías, van ganando lugar en Europa unas nuevas reglas de juego económicas que identificamos con el ascenso del capitalismo. Recordemos que éste se caracteriza por:  predominio del capital (frente a la tierra o el trabajo) en la producción.  la clase dueña del capital (capitalistas o burgueses) es la clase dominante en la sociedad

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 crecimiento del número de obreros (proletarios) que sólo poseen su fuerza de trabajo.  propiedad privada de los medios de producción (tierra y capital: instalaciones, tierras, maquinaria), y mercados “libres”

con los datos de Hamilton, que empleaba cifras oficiales: M. Morineau demostró que Hamilton subestimó la plata arribada tras 1580, parte de la cual entraba de contrabando. Debe considerarse además el conjunto de la masa monetaria en Europa: aunque las estimaciones son difíciles, parece que las remesas llegadas a Sevilla durante el siglo XVI (unas 150 toneladas de oro y 7.400 de plata) incrementaron el stock europeo a una tasa cercana al 0,3 por 100 anual. Y queda por determinar cuánto de este metal permaneció en Europa, ya que sabemos que enormes cantidades se destinaron a pagar el comercio deficitario con Asia. Por último, existen más factores monetarios que las remesas: manipulaciones del contenido o la ley de las monedas, difusión de medios de pago no metálicos y también cambios en la velocidad de circulación del dinero.

Hemos examinado muchos indicios de este ascenso: la importancia que cobra el comercio internacional (básicamente, capital), el peso de los grandes banqueros internacionales, el avance de las relaciones de producción capitalistas en la agricultura (sustitución de comunales por enclosures, de trabajo campesino por trabajo asalariado) y en la industria (verlagsystem), el ascenso de las burguesías al poder en Holanda e Inglaterra. Si se piensa bien, incluso los ejércitos de la Europa moderna, a diferencia de los medievales, responden al modelo capitalista no feudal: están basados en soldados de infantería, bien armados (capital), bien artillados (capital) y que cobran por su trabajo, algo que hubiera sido impensable para los guerreros feudales (una elite selecta de caballeros) o incluso los jinetes mongoles o los hunos de Atila. Las causas de la expansión del capitalismo son debatidas: factores religiosos/intelectuales para Landes, las presiones introducidas por el desarrollo de un nuevo arte de la guerra, el papel de los Estados como promotores de la reducción de costes de transacción (North), el ascenso económico y político de la burguesía comercial (Marx), el “milagro” inducido por la competencia entre Estados europeos (Jones). La complejidad de la cuestión hace que el debate esté lejos de resolverse. Para terminar, introduciremos una interpretación más, la de Earl J. Hamilton sobre las repercusiones de la llegada de plata de América, expuestas en un artículo de 1929 ("El florecimiento del capitalismo y la revolución de los precios") aunque luego no la recogió en sus libros sobre el tema. La revolución de los precios a la que se refiere Hamilton fue el alza general de precios en la Europa del siglo XVI, que afectó a todo tipo de productos y a todas las regiones. Hasta entonces habían sido habituales las bruscas oscilaciones anuales o estacionales, fruto de las variaciones de las cosechas. Lo nuevo era una inflación sostenida. Aunque muy pequeña si se mide con parámetros actuales (un 1,4 por 100 anual acumulado), a los coetáneos les pareció catastrófica. De ahí lo de “revolución de los precios”. Hamilton trató de demostrar lo que los autores del XVI ya habían señalado: que la inflación se debía a las llegadas de metales preciosos desde América. Para ello aplicó la teoría cuantitativa del dinero, según la cual, los aumentos de la masa monetaria o de la velocidad de circulación, sin incrementos equiparables en la oferta, deben producir inflación. Hamilton sostenía además que ésta permitió a mercaderes y fabricantes acumular unos beneficios cruciales para el nacimiento del capitalismo, ya que el diferencial entre precios y salarios fue mucho mayor en Inglaterra que en otras partes. Actualmente, suelen considerarse insuficientes las explicaciones puramente monetarias, que no valoran debidamente la expansión de la demanda. Se argumenta, por ejemplo, que la evolución de los precios no coincidió en el tiempo con la de las remesas de metales: la inflación arrancó antes del descubrimiento, fue más aguda en la primera mitad del siglo XVI, cuando las llegadas de metales eran menores, y más lenta en la segunda, cuando mayores eran las remesas (gráfico 4.5). Éstas además crecieron también en el XVII, momento en que los precios tendían a la baja. También hay problemas 4-57

Gráfico 4.5. Llegadas de metales y evolución de los precios agrarios e industriales (1450-1750)

Fuentes: Eje izquierdo: Aportes de metales preciosos al stock monetario en Europa: en toneladas equivalentes de plata (medias anuales), Morineau (1985: 578); las cifras de 15001530, repartidas por estimación basada en Munro (2003). Eje derecho: Precios de productos agrarios y no agrarios en la Italia centro-septentrional, índices, 1420-1440=100, Malanima (2002: tabla a. 44)

La insuficiencia de las explicaciones de Hamilton ha conducido a que se planteen otras explicaciones, basadas en factores de demanda. El desfase entre el crecimiento de la producción, que era lento por el escaso avance de la productividad, y el de la población, más rápido, habrían empujado los precios al alza. El hecho de que el cereal (de demanda más inelástica) se encareciera más que otros alimentos y que las manufacturas parece confirmarlo (gráfico 4.5). Se impone por tanto una explicación que tenga en cuenta tanto los factores monetarios como los reales (evolución de la población, la demanda agregada y la actividad comercial). En todo caso, la revolución de los precios

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es otro indicador del ascenso del capitalismo del que venimos hablando, puesto que nos habla de la difusión de los mercados y los medios de pago.

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Empresarios en la Europa Moderna Aunque el concepto de empresario puede tomarse en un sentido amplio, e incluir a los cabezas de familia campesinos, los terratenientes, los abades de los conventos, los piratas y hasta el capitán de una compañía de mercenarios (¿será casual que se llame compañía?), en general se tiende a considerar que el término “empresario” debe limitarse a aquellos hombres de negocios que invertían capitales en actividades comerciales o manufactureras, y asumían riesgos en busca del máximo beneficio. En este sentido, los empresarios de la Europa moderna comparten varias características:  Invierten sobre todo capitales propios o de familiares y amigos, pues los mercados formales de capitales (banca, bolsas) aún están muy poco desarrollados.  Aprovechan redes de paisanos (como los burgaleses en Flandes), parientes o correligionarios (judíos en Europa y el Islam). Los lazos personales en comunidades pequeñas mejoran la información y reducen los riesgos, minorando los costes de transacción.  Actúan sobre todo en la manufactura, el comercio y las finanzas, sectores en las que las reglas del juego capitalistas están más avanzadas.  Asumen personalmente la dirección de los negocios, delegando rara vez en gestores o administradores profesionales.  La estructura dominante es el “escritorio de comercio”, formado por el empresario, y uno o más secretarios y contables que asumen las tareas de control de la correspondencia (el medio básico de información) y llevan una tosca contabilidad por partida doble (debe y haber, o gastos e ingresos).  La especialización en una rama de negocios es escasa: lo mismo arriendan el cobro de impuestos, que hacen préstamos, dirigen expediciones comerciales, organizan la producción de manufacturas o explotan una mina.  La forma jurídica de las empresas sigue las fórmulas desarrolladas en la edad media: compañías de responsabilidad ilimitada, de tipo commenda o compagnia. No obstante, surgen las primeras compañías por acciones, con responsabilidad limitada de los accionistas: la pionera es la Compañía de las Indias Orientales Holandesas, cuyas acciones se cotizan en la bolsa de Amsterdam. Fuente: Valdaliso y López (2000:146-175) Hasta aquí la recapitulación de los indicios del ascenso del capitalismo, pero no debemos olvidar que éste era aún minoritario incluso a escala europea. Aunque avanzaba en todos los países, la crisis del XVII lo hizo retroceder en amplias regiones del Mediterráneo y muy claramente en el Este de Europa. El sistema económico dominante en Europa seguía siendo el feudalismo. De ahí que este período se describa a veces como de transición al capitalismo. Veamos algunos datos al respecto: 4-59





 



pese al ascenso del comercio y las ciudades, la agricultura (especialmente campesina) seguía siendo el sector dominante en la mayor parte de Europa, en el que trabajaba cerca del 80% de la población activa, y que generaba una parte equivalente de la renta. Es decir, seguía siendo la tierra (y no el capital) el principal factor de producción. pese al ascenso de la burguesía en muchas zonas, la nobleza terrateniente y la aristocracia eclesiástica seguían siendo las clases dominantes en la mayor parte de los países. Copaban los altos cargos estatales, recibían una parte sustancial de las rentas agrarias, gozaban de privilegios legales (como los mayorazgos que les impedían perder sus posesiones aunque se endeudasen, privilegios fiscales, derechos políticos), y sobre todo imponían sus valores. Estos se basaban en virtudes heredadas por la sangre, en el desprecio del trabajo manual, y en el gasto ostentoso. De ahí que en muchos países, incluidas Inglaterra y Holanda, los burgueses ennoblecidos a menudo abandonaran los negocios, y compraran tierras e incluso títulos de nobleza. pese al aumento de trabajadores asalariados, predominaban en Europa los propietarios campesinos (con derechos de propiedad compartidos con los señores feudales), los artesanos autónomos de los gremios o incluso los siervos de la gleba. pese a la difusión de los mercados y el crédito, buena parte de la economía seguía moviéndose en lógicas de subsistencia, y no de mercado. pese a la difusión de la propiedad privada, seguían predominando formas de propiedad no capitalistas: derechos compartidos sobre la tierra, propiedad amortizada (que no podía salir al mercado) de los fideicomisos de la nobleza (mayorazgo en Castilla, strict-settlement inglés) y las manos muertas de la Iglesia, pervivencia de amplias propiedades y derechos comunales. pese al ascenso de los mecanismos económicos (mercados) en la distribución de renta, los mecanismos “políticos” (derivados del poder) de extracción de renta –desde la servidumbre a los diezmos– seguían imperando en muchas partes de Europa, e implicaban no sólo unos flujos al margen de los mercados, sino una factor clave de la extrema desigualdad de la riqueza.

En estas circunstancias, difícilmente la división del trabajo y los mercados (el crecimiento smithiano que sentara las bases para la innovación tecnológica) podrían avanzar más allá de ciertos límites. Superarlos exigía avances técnicos, pero también cambios institucionales y sociales. Quienes ostentaban el poder social lograron en la mayoría de las regiones impedir que estos cambios, que comenzaron a vislumbrarse en el XVI, llegasen a fructificar. En ese sentido, el núcleo de la explicación de Hobsbawm –que era la de Karl Marx– se tiene aún en pie. Sin cambios revolucionarios del sistema político no podían producirse las transformaciones institucionales que interesaban a comerciantes y fabricantes, contra los intereses de la aristocracia. Esos cambios se produjeron en Inglaterra y Holanda, y estas dos economías hallaron una respuesta más eficaz a la crisis del XVII. Más adelante Holanda

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encontraría obstáculos que la apartarían de la senda del crecimiento ininterrumpido que siguió Inglaterra. Pero esa ya es otra historia.

6. Conceptos básicos

5. Resumen En estas páginas se ha tratado de: i)

Mostrar los procesos económicos y políticos y los cambios tecnológicos en los que se basó la apertura de Europa al mundo desde fines de la Edad Media.

j)

Analizar las fuentes del crecimiento económico en la Europa moderna.

k) Discutir la contribución de la guerra al nacimiento de los Estados europeo, y el papel de éstos en el desarrollo del capitalismo. l)

Feudalismo Mercantilismo /bullonismo Crisis del siglo XVII segunda servidumbre agricultura de subsistencia Economía campesina Crecimiento extensivo China Ming Agricultura de plantación Capitalismo comercial

exploración/descubrimiento/colonización revolución de los precios mercader-fabricante Verlagssystem / putting-out system compañías comerciales privilegiadas comercio triangular Casa de Contratación Imperios precolombinos (incas, aztecas) India mogol esclavitud

Mostrar los grandes flujos del comercio internacional en la época moderna, y explicar la

7. Referencias

lógica que los guía.

BERNARDOS, José U. y HERNANDEZ, Mauro (2005): “Europa se abre al mundo. Crecimiento, crisis y divergencia en la Edad Moderna 1450-1650”, en COMIN, F., HERNÁNDEZ, M. y LLOPIS, E. eds. (2005): Historia económica mundial. Siglos X-XX, Barcelona, Crítica, 67-114. CIPOLLA, C.M. (2003): Historia económica de la Europa preindustrial, Barcelona, Crítica (4ª ed. Revisada) (trad. de Esther Benítez). CIPOLLA, Carlo M. (1999): Las máquinas del tiempo y de la guerra, Barcelona, Crítica. DEYON, Pierre (1970): Los orígenes de la Europa moderna: el mercantilismo, Barcelona, Península, DUPLESSIS, R. (1997), Transiciones al capitalismo en Europa durante la Edad Moderna, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza. EPSTEIN, S.R. (2009): Libertad y crecimiento. El desarrollo de los estados y de los mercados en Europa, 1300-1750, Valencia, PUV. FELIU, Gaspar y SUDRIÀ, Carles (2007): Introducción a la historia económica mundial, Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia. FRANK, André Gunder (1998): Re-Orient. Global economy in the Asian Age, Berkeley, U of California Press. IRWIN, Douglas A. ed. (1996): Trade in the Pre-Modern Era, 1400-1700, Cheltenham (RU), Edward Elgar, 2 vols. JONES, E. L. (1990), El milagro europeo: entorno, economía y geopolítica en la historia de Europa y Asia, Madrid, Alianza. MALANIMA, Paolo (1995): Economia preindustriale. Mille anni: dal IX al XVIII secolo, Milán, Bruno Mondadori MARKS, Robert B. (2007): Los origenes del mundo moderno. Una nueva visión, Barcelona, Crítica. NORTH, D.C. Y THOMAS, P. (1978): El nacimiento del mundo occidental: una nueva historia económica (900-1700), Madrid, Siglo XXI. PARKER, Geoffrey y SMITH, L.M. eds. (1997): The general crisis of the Seventeenth Century, Londres, Routledge. VRIES, J. DE (1987), La urbanización de Europa, 1500-1800, Barcelona, Crítica. YUN CASALILLA, B. (2004), Marte contra Minerva. El precio del imperio español, c. 1450-1600, Barcelona, Crítica.

m) Analizar el papel particular de la plata en estos flujos internacionales. n) Describir las ideas y políticas mercantilistas, y explicar su lógica. o) Entender el papel de la crisis del siglo XVII en la aparición de dos tipos de economía distintas en Europa. p) Mostrar la situación de las economías no europeas y cómo esta influyó en el papel que desempeñaban en los flujos internacionales. q) Definir el capitalismo comercial y explicar su desarrollo en un mundo aún feudal.

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8. Textos

D. DOUGLAS,ed. English historical documents, Londres, vol. VIII, p. 533 y ss., traducido en DEYON, Pierre (1970): Los orígenes de la Europa moderna: el mercantilismo, Barcelona, Península, pp.131-134)

El Acta inglesa de Navegación, de 1660 Para el progreso de la armada marítima y de la navegación, que bajo la buena providencia y protección divina interesan tanto a la prosperidad, la seguridad y el poder de este reino…ninguna mercancía será importada o exportada del país, islas, plantaciones o territorios pertenecientes a Su Majestad en Asia, América y África, en otros navíos que los pertenecientes, sin fraude, a individuos ingleses, irlandeses o galeses, o también pertenecientes a habitantes de estos países, islas, plantaciones y territorios, pero que sean capitaneados por un capitán inglés y compuestos por una tripulación inglesa en sus tres cuartas partes… …ningún extranjero nacido fuera de la soberanía de nuestro señor el Rey, o no naturalizado, podría ejercer el oficio de mercader o fabricante en cualquiera de los lugares citados, bajo pena de confiscación de todos sus bienes y mercancías… …ninguna mercancía producida o fabricada en África, Asia y América podrás ser importada a Inglaterra, Irlanda o en el País de Gales, islas de Jersey y Guernesey y ciudades de Berwick en otros navíos que los pertenecientes a individuos ingleses, irlandeses o galos, o que estén capitaneados por capitanes ingleses y su tripulación sea inglesa en sus tres cuartas partes… …ninguna mercancía producida o fabricada en el extranjero y que deba importarse a Inglaterra, Irlanda, País de Gales, islas de Jersey y Guernesey (…) no podrá ser embarcada en otros puertos distintos al del país de origen... …de ahora en adelante, no será lícito cargar un navío cuyo propietario o propietarios sean extranjeros y cuya tripulación no sea inglesa, por lo menos en sus tres cuartas partes, con mercancía, pescado y avituallamiento enviados desde un puerto de Inglaterra, de Irlanda o del País de Gales con destino a otro puerto de Inglaterra, Irlanda y País de Gales, bajo pena de confiscación de mercancías y del navío.. Todas estas disposiciones no se aplican a las especies monetarias ni a las presas de los corsarios… …ningún azúcar, tabaco, algodón, jenjibre, índigo u otras maderas tintóreas, producidos o fabricados en las plantaciones inglesas de América, de Asia o de África no podrá ser exportado más que a otra colonia inglesa o Inglaterra, Irlanda, País de Gales…

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El comercio entre Europa y Asia I. Habrá una paz buena, firme y duradera; amistad, unión y confianza [ ...]. III. El Rey de Cochin reconoce haber sido restablecido por la Compañía en su Reino y acepta a la Compañía como su protectora. IV. El Rey de Cochin asegura a la Compañía que toda la pimienta y canela salvaje que crece en su país, comprendido Porca y Granganor, será entregada solo a la Compañía, y que toda la dicha pimienta será entregada en Cochin a los barcos de la Compañía, sin que ninguna otra nación pueda tener parte. V. El Rey de Cochin da poder a la Compañía para impedir entrar a todas las naves y otros barcos que vengan del mar cargados de opio, y a no darles entrada más que con el consentimiento de los Contratantes, a fin de que no sean disminuidos en su derecho. VI. El Rey de Cochin promete dar todo tipo de ayuda y asistencia, en toda la extensión de su poder, para la ejecución del artículo IV y los demás precedentes, y requiere a la Compañía a hacer tres fuertes más, uno para la seguridad del río Porca, otro en los lugares más fáciles de Gerea, y un tercero en Baypin, frente a la ciudad, y otros en otros lugares, si hubiera necesidad. VII. El Almirante promete, en nombre de la Compañía, poner una guarnición para la seguridad del Rey y del Contrato, en la ciudad de Cochin, en Castella de Suna, en Paleport, Baypin y Parca, si fuera necesario. VIII. Item que el Rey de Cochin percibirá los derechos e imposiciones, que se le acostumbraba a pagar antes, o que se puedan estipular de ahora en adelante. IX. Todos los cristianos que desde siempre son del distrito de la ciudad de Cochin y que permanezcan a lo largo del borde del mar, serán sujetos a la jurisdicción de los jueces que la Compañía establecerá en Cochin, bajo la autoridad del Gobernador de Cey1án. X. Si un pagano, súbdito del Rey de Cochin, y un cristiano, súbdito de la Compañía, tienen diferencias, cada uno hará justicia a su hombre, según costumbre; y si uno de los dos muere, o le mata el otro, el asesino será castigado con la muerte, sin ninguna remisión. XI. Las monedas serán acuñadas por el Oficial de Moneda del Rey, fuera de la ciudad, en el Palacio del Rey, y el Rey gozará de los beneficios, decididos en los costes; con

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una condición expresa, que la Compañía tendrá un administrador o dos. Y si se coge a un falso monedero en alguna parte, será castigado con la muerte, de cualquier raza o casta que sea. XII. El Rey promete que impedirá que la pimienta y la canela sean transportadas por tierra. XIII. La llanura, que tiene actualmente talados todos sus árboles de cocos, en torno a la ciudad, no podrá ser replantada sin consentimiento de la Compañía. XIV. No se consentirá en el país de Cochín, ni en su distrito, a personas que profesen la Religión Católica Romana, más que con el consentimiento expreso de la Compañía, y quedarán todos los demás sacerdotes proscritos a perpetuidad de este país. XV. Todos los deudores de la Compañía, de cualquier tipo que sean, podrán ser convictos y presos en cualquier parte, y si huyesen, el Rey hará todas las diligencias posibles para atraparles y ponerlos en manos de la Compañía. Se hará de la misma manera si huyesen holandeses o esclavos. XVI. Los mercaderes del país, que hacen su comercio con la Compañía, no podrán ser recargados de impuestos extraordinarios, contrarios a la costumbre, sin el consentimiento de la Compañía, que les protegerá. XVII. Este contrato será enteramente escrito sobre una lámina de plata y dos veces en papel en lengua Malabar y en Flamenco, y será firmado por ambas partes. Así fue acordado, concluido y firmado en el Palacio del Rey de Cochin de Suna, en la ciudad de Cochin, el 20 de marzo de 1663.

2. Entre las innovaciones en la manufactura en los siglos XVI y XVII figuran innovaciones de proceso (nuevas formas de fabricar las cosas) y otras de producto (tipos de producto nuevos). Ponga ejemplos de cada una.

3. La importancia del comercio a larga distancia era mayor según algunos autores que la de los intercambios locales, pese a que éstos representaban la mayor parte de los intercambios en número y valor. ¿Por qué?

4. ¿Por qué se dice que el comercio del Atlántico en la Edad Moderna era de tipo triangular?

5. Anote en esta tabla los rasgos distintivos de las diferentes modalidades de la organización de las empresas comerciales en la edad moderna. Sociedades Compañías Compañías por Gremios privilegiadas acciones

(“Contrato y alianza perpetua entre la Compañía de las Indias Orientales de las Provincias Unidas de los Países Bajos y el Rey de Conchin, hecho el 20 de marzo de 1663”, en DUMONT, vol. VI, 2.ª y 3.ª partes, pp. 454-455.)

9. Preguntas de autoevaluación 1. ¿Qué elementos distinguen una agricultura de subsistencia y de una de mercado?

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6. ¿Qué relación puede establecerse entre la aparición de los Estados nacionales en Europa y el desarrollo del mercantilismo?

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7. ¿En qué aspectos fundamentales se diferenciaba la política económica de los Países Bajos y Holanda de las medidas nacionalistas adoptadas por otros países europeos? ¿Qué causas explican esta diferencia?

B. Su dominio del comercio del Báltico, especializado en mercancías de mucho volumen en relación con su precio. C. La sustitución de los portugueses en el comercio de las especias con el lejano oriente. D. Todas las anteriores. 10. En la primera mitad del siglo XVII, el principal centro comercial y financiero europeo fue: A. Londres, gracias a la poderosa marina mercante y a las manufacturas inglesas. B. Amsterdam, gracias a su Bolsa y a su Banco de Cambios. C. Sevilla, gracias a la llegada de los metales preciosos. D. París, gracias a las medidas mercantilistas de Colbert.

Preguntas tipo test 1. La clave del crecimiento de la agricultura holandesa en los siglo XVI y XVII radica en: A. Las innovaciones técnicas. B. La especialización de la producción. C. La producción de cereal. D. Todas las anteriores. 2. El protagonismo de la exploración europea hacia la India por África correspondió a: A. Inglaterra B. Castilla. C. Génova y Venecia. D. Portugal. 3. Ante el crecimiento demográfico del XVI las agriculturas de la mayoría de los países europeos: A. Redujeron el espacio dedicado al barbecho. B. Aumentaron la producción de cereales sacrificando cultivos especializados. C. Iniciaron el tránsito hacia una agricultura de mercado. D. Optimizaron la utilización del suelo mejorando los sistemas de rotación. 4. Entre los indicadores demográficos de prosperidad en las economías preindustriales figuran: A. Una mayor densidad de población. B. Mayor tasa de urbanización (porcentaje de población que habita en ciudades). C. Las dos anteriores. D. La emigración. 5. Entre los incentivos de la expansión europea atlántica en el siglo XV se citan: A. El crecimiento de la población europea. B. Los beneficios que ofrecía el comercio de especias. C. Las dos respuestas anteriores. D. La búsqueda de cultivos más productivos. 6. La solución que mayoritariamente se da en los Países Bajos al aumento de la demanda de cereales durante el siglo XVI fue: A. La importación de cereales del Báltico. B. El aumento del cultivo de cereal en tierras marginales. C. La reducción de las zonas de pastos. D. Las dos anteriores. 7. Entre los obstáculos a las innovaciones técnicas en las manufacturas en la Europa moderna figura: A. La desconfianza de las autoridades políticas, que temían que generasen desempleo. B. La oposición de los comerciantes. C. La resistencia de los consumidores. D. Todas las anteriores. 8. El sistema de organización de la mayoría de las industrias textiles en la edad moderna caracterizaba por: A. La producción se efectúa en áreas rurales. B. Un mercader-fabricante proporciona materia prima y compra la producción. C. El trabajo se realiza en los domicilios de los artesanos, a menudo compatible con tareas agrarias. D. Todas las anteriores.

se

9. La hegemonía comercial holandesa en el siglo XVII se apoyó, entre otros factores, en: A. El desarrollo de navíos más capaces y con menos tripulantes. 4-67

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GRADO 

APUNTES DE HISTORIA ECONÓMICA  Tema 5. El mundo en vísperas de la revolución industrial (1650 1780) 

 

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  4-69

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Tema 5. El mundo en vísperas de la revolución industrial (1650 1780)

3. Algunas preguntas iniciales

1. Resultados de aprendizaje Con el estudio de este tema esperamos que el estudiante sea capaz de: 1. Describir el estado del mundo en el siglo XVIII, en vísperas de la revolución industrial, mediante indicadores básicos de población, producción, urbanización y estructura económica. 2. Caracterizar los avances de los Estados europeos, ligados a las innovaciones militares. 3. Definir y valorar los componentes del cambio agrario en Gran Bretaña y su relación con el cambio demográfico. 4. Discutir la contribución de la explotación colonial al crecimiento de las economías europeas (colonias, comercio, piratería). 5. Definir los conceptos de protoindustrialización y revolución industriosa y discutir su importancia de cara a la industrialización. 6. Analizar el papel de Asia en los intercambios comerciales mundiales y estudiar su evolución en torno a la noción de Gran divergencia. 7. Identificar el papel del África subsahariana como proveedora de esclavos y materias primas. 8. Analizar los cambios en las pautas de consumo en algunas regiones de Europa en torno a la noción de revolución del consumo.

 ¿Qué tienen que ver el té, el café y el azúcar con los cambios en la economía mundial? El siglo XVIII, ¿qué más cambios trajo aparte de las pelucas empolvadas, los filósofos ilustrados y la Revolución Francesa? ¿Cómo puede medirse el tamaño del mundo en un momento dado? Asia y Europa ¿seguían caminos distintos? ¿desde cuándo? ¿Cómo se beneficiaban las potencias europeas de sus colonias? ¿Por qué las plantaciones americanas se poblaron de esclavos negros, y no asiáticos, por ejemplo? ¿Siguió siendo Asia en el XVIII el cementerio de la plata americana? ¿Quién partía el bacalao en la Europa del XVIII? Los hombres (y mujeres) del XVIII ¿trabajaban más o menos que sus antepasados? ¿En todas partes del mundo?

2. Índice 5.1. Introducción. El mundo al borde de la gran transformación 5.2. La demografía en una agricultura mundial en expansión 5.3. Población e industria. La expansión de la protoindustrialización europea 5.4. El comercio mundial 5.4.1 Economía atlántica y comercio triangular: Plantaciones, protoindustrialización, esclavismo 5.4.2 El comercio asiático 5.5. Niveles de vida y revolución del consumo. Sobre la revolución industriosa 5.6. La tesis de la Divergencia ¿Por qué Inglaterra y no China? 5.7. La evolución económica en España durante el siglo XVIII

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4. Contenidos del tema

5.1. Introducción. El mundo al borde de la gran transformación El siglo XVIII marca una nueva fase cíclica de crecimiento general en casi todo el mundo, dentro del antiguo régimen biológico o de las economías de base orgánica. Ya desde las últimas décadas del siglo XVII se observa por doquier un ambiente de recuperación, al que también puede haber contribuido la mejora del clima, recuperándose las temperaturas de la pequeña edad de hielo que domina en la etapa anterior. En Europa, la paz de Westfalia en 1648 había puesto término a un largo periodo de campañas militares que había sacudido Europa central, configurando el equilibrio de poder entre los distintos estados. Rusia creció extraordinariamente, de la mano de las políticas modernizadoras de Pedro I y Catalina II, extendiéndose hacia el Báltico, el mar Negro y Siberia. En Europa central se consolidan nuevas potencias, como Prusia. En Asia persistían grandes imperios, aunque con dinámicas muy diferentes: en la parte occidental, el Imperio Otomano que también se extendía por los Balcanes y el norte de África, conoció una fase de estabilidad que permitió recuperar el crecimiento económico y el aumento de intercambios entre las distintas zonas del territorio. En la India, el imperio mughal sufrió un progresivo debilitamiento tras la muerte de Aurangzeb (1707) que redundó en la fragmentación territorial y la progresiva influencia de Inglaterra en el subcontinente. En China, el ascenso de la dinastía Qing (1644 1911), de origen manchú, había supuesto el fin de un largo periodo de convulsiones y crisis que acabó con la dinastía Ming. Por otra parte, América, bajo el dominio europeo, estaba en plena expansión de la mano de diferentes economías regionales y de la llegada de personas de otros continentes. Los indicadores demográficos resaltan este impulso. Como en fases anteriores, la mayor parte de este crecimiento se debe a factores extensivos: hay una relación favorable entre tierra y población que se traduce en ampliación de roturaciones y la extensión de la ganadería como elementos principales del despegue. El incremento de la población y de la producción genera un efecto de arrastre sobre la demanda en el resto de los sectores, favorecida por el proceso de integración de mercados, tanto domésticos como exteriores, que fomenta la especialización. Los estados, con crecientes necesidades sobre todo debido a los gastos militares, también promueven la mercantilización a través del aparato fiscal, que obliga a los campesinos a convertir las cosechas en moneda, y la dotación de bienes públicos que favorecen el comercio (astilleros, arsenales, barcos, canales). La integración de

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los distintos espacios económicos reduce los costes e impulsa los intercambios a larga distancia, como se refleja en la fase de culminación de la economía atlántica, con la combinación del tráfico entre Europa, América y África, donde Europa saca enorme partido, y el progresivo control sobre territorios asiáticos. Los estados mantienen políticas mercantilistas que se plasman en la promoción industrial interna con el estímulo a las exportaciones, el desarrollo del comercio exterior y el control colonial. La rivalidad entre los estados europeos incrementará el gasto militar y la política de alianzas permitirá adquirir la supremacía británica en los mares y el ascenso de Prusia como potencia europea, que se consolida bajo el reinado de Federico el Grande (1740 1786). Pero Europa también se halla inmersa en un proceso de renovación intelectual que comienza a sacudir las antiguas estructuras de dominio feudal, muy vinculadas a la Iglesia y a la aristocracia terrateniente. Desde la Reforma de Lutero, la ortodoxia teológica quedó sometida a discusión, y el pensamiento científico se abre camino a través de métodos de de reflexión y observación sobre el mundo alejados del pensamiento religioso. La física newtoniana dio paso a una era de experimentación y desarrollo de nuevos métodos que pronto fueron aplicados a la práctica cotidiana en forma de pequeñas innovaciones que se difundían y discutían a través de publicaciones y reuniones entre personas interesadas. El ambiente que iba formándose en distintos países se plasmó en movimientos como la Ilustración, que se extendió como una mancha de aceite por círculos intelectuales europeos. Sus efectos se hicieron notar en las políticas estatales, que aspiran a crear condiciones favorables para la instrucción de los súbditos, el desarrollo y difusión de nuevas técnicas aplicadas a la producción y el fomento de las actividades artesanales. Pero estos movimientos no sólo se limitaban al desarrollo técnico y al progreso material, sino que a partir de la segunda mitad del siglo comienzan a oirse voces que reclaman reformas sustanciales de la sociedad y la política, con alternativas radicales al orden feudal aun dominante en buena parte de Europa. En Inglaterra, las ideas económicas que anunciaban una ruptura con el antiguo orden feudal quedaron plasmadas en los escritos de A.Smith, que publicó en 1776 su gran obra La riqueza de las naciones, un alegato contra los principios que habían guiado la política mercantilista de los Estados, a la vez que anuncia los beneficios de la división del trabajo y de la libertad de los empresarios en el manejo de sus negocios. También son clave para el desarrollo económico los trabajos de Thomas R.Malthus, que en su Ensayo sobre el principio de la población (1798) establece las pautas y modelo demográfico seguido por las sociedades preindustriales y los límites a su crecimiento. Los grupos mercantiles y manufactureros cobraban un peso creciente, y aspiran a intervenir en las decisiones de gobierno. Por todo ello, si la máquina de vapor de Watt anunciaba una nueva era en la actividad económica, la Revolución Francesa sentaba las bases de las transformaciones sociales que se extenderían durante el siglo XIX. En resumen, se puede considerar el XVIII como una especie de siglo bisagra entre una época, la del mundo preindustrial, que tiende a dar sus últimos coletazos y una nueva fase de la historia marcada por la transformación de la economía y la sociedad. Este mismo carácter de bisagra se plasma en el cambio fundamental de los polos de crecimiento, pues anuncia el ascenso de Europa como principal región industrial, hecho que se da en el siglo siguiente, relegando el papel de Asia, que había sido durante siglos el taller manufacturero del mundo. Con ello, Europa de la mano de Inglaterra como pionera, sentaría en este siglo las bases de la divergencia frente a Asia, como región más dinámica del mundo. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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5.2 La demografía en una agricultura mundial en expansión

descontrolado: el modelo familiar tendía a controlar los nacimientos, por lo que el número de hijos por pareja estaba en niveles similares a los europeos. La India contaba también con una fase de crecimiento donde se distinguía la zona norte y occidental, donde el cultivo básico es el trigo, de la costa oriental, orientada principalmente al cultivo de arroz. No obstante, la agricultura asiática también dedicaba una extensa área para cultivos comerciales, como el té, el algodón, la morera, o la caña de azúcar, junto a las tradicionales especias de las áreas del sureste. América creció globalmente, tanto por el rápido crecimiento natural, como por la llegada de inmigración, tanto libre como forzada (principalmente debida al tráfico de esclavos africanos), y por ello África se resiente durante este siglo de la actividad generada por el comercio triangular, que estima en más de seis millones de personas las que llegaron a América durante el Setecientos. En la mayor parte de Europa, que comprendía buena parte de las regiones mediterráneas, del centro y el este, regía el modelo extensivo de crecimiento agrario. La recuperación de tierras baldías y campos abandonados durante la crisis el siglo XVII, o la desecación de marismas permitieron la extensión de los sembrados. La introducción de cultivos americanos, como el maíz primero y más tarde la patata, ayudaron al alza de la producción agraria, gracias a sus mayores rendimientos por hectárea. En Flandes, los nuevos cultivos acaparaban el 40% a fines del siglo XVIII. El aumento de la población animó la demanda de alimentos y estimuló la tendencia alcista de la renta agraria, que beneficiaba a los propietarios de la tierra. Estos se vieron beneficiados por la mayor orientación comercial de la agricultura y la reducción de controles al comercio interior de cereales que se produce en los distintos estados. Sin embargo no hay una tendencia generalizada hacia el aumento de productividad. En la mayor parte de Europa, la escasa disponibilidad de renta de los cultivadores directos (familias campesinas), que deben dedicar una parte importante del producto agrario a las rentas pagadas al propietario, los derechos feudales (incluido el diezmo) y los impuestos estatales impedían mejoras en las técnicas y métodos de cultivo, que tampoco resolvían los propietarios por su escasa orientación empresarial. Tampoco ayudaba la escasa dotación de ganado en las explotaciones, que reducía las posibilidades de un laboreo adecuado y el empleo de abono en cantidad suficiente. En muchas zonas, sobre todo en las regiones mediterráneas, los condicionantes ecológicos y climáticos eran otra limitación importante: la escasez de lluvias y la aridez de los suelos impedía reducir el periodo de barbecho sin poner en peligro la recuperación del terreno. En Europa del Este, el modelo feudal de explotación agraria, que mantenía las relaciones de servidumbre, arrojaba muy bajos índices de productividad. Las grandes extensiones se cultivaban con escasos medios técnicos, y a través de prestaciones personales de los siervos, o se dejaban para el pasto de una ganadería extensiva orientada a la exportación. Sin embargo, hay algunas islas de progreso agrario. En Europa noroccidental y algunos focos del centro y el sur se siguen observando cambios apreciables, caracterizados por su creciente orientación hacia el mercado. La demanda de productos agrícolas y ganaderos generaba importantes incentivos para animar la

El mundo asiste a un incremento notable de la población. Se calcula que se pasó de algo más de 600 millones en 1700 a 1.041 en 1820 (Maddison). Por continentes, Asia sigue siendo el más poblado, pues concentra entre el 60 y 65% de la humanidad en su territorio, la mayor parte en China. Europa, que pasó de 113 a 214 millones se mantiene en torno al 20% y África pierde una parte de su papel relativo al pasar del 10 al 7% del total, aunque en términos absolutos su población no merma. América y los nuevos territorios coloniales, por el contrario, conocieron un aumento demográfico explosivo apoyado en la masiva llegada de inmigrantes (y esclavos). En Europa el crecimiento vino dado por la reducción de las tasas de mortalidad derivadas de la práctica desaparición de la peste y de la progresiva reducción de las hambrunas, propiciadas por una mejor dotación de alimentos (mejora de la productividad agraria y aumento del comercio de subsistencias). También se observa un aumento de la natalidad, sobre todo en zonas vinculadas con la actividad protoindustrial (de la que se hablará más adelante). De este modo, creció el tamaño de las familias pero también la esperanza de vida. Tabla 5.1 Evolución de población y PIB mundial por continentes (población: millones de habitantes; PIB: millones $ internacionales de 1990; cifras redondeadas) 1600 Europa Asia India China

África América Total Mundo

Pobl 99,2 388 135 160

55 10,1 555,8

1700

PIB 80 400 217 600 74 250 96 000

22 000 4 400 329 400

Pobl 113,6 415,1 165 138

61 13,1 603,4

1820

PIB 102 150 229 500 90 750 82 800

24 400 6 900 371 400

Pobl 196,7 737,7 381 209

74,2 31,2 1041,1

PIB 205 700 411 200 111 400 228 600

31 000 26 700 694 400

Fuente: Maddison, tablas B 10 y B 18 En Asia, las zonas de agricultura más productiva, es decir, las tierras irrigadas que producen arroz, con el principal foco en el valle del Yang tze o el noreste de India, seguían siendo las que presentaban mayores densidades de población, apoyadas en la alta productividad de los cultivos y en la intensificación del trabajo campesino. China se encontraba en el primer lugar de la expansión, con un régimen político, la dinastía manchú (Qing), que estabilizó el país y amplió notablemente su territorio, poniendo o intensificando para el cultivo un área equivalente a la extensión de México. La adopción de cultivos americanos como el maíz y la patata incrementó la base productiva. Además, las políticas de control del comercio y abastecimiento mejoraron la seguridad alimentaria. Todo ello propició el espectacular salto de la población china, que según distintas estimaciones pudo multiplicarse a lo largo del siglo entre tres y cinco veces12. Sin embargo, no se trataba de un crecimiento 12 Son cifras de Kent G. DENG (2003): "Fact or Fiction? Re examination of Chinese Premodern Population Statistics" Working Paper London School of Economics No.

76/03, que partiendo de una revisión de los censos fiscales y expone distintos criterios para contrastar sus cifras (aumento superficie, cultivos, coyunturas, etc.).En el apéndice, da unas cifras de partida muy inferiores a las de Maddison: 56 millones de habitantes en 1701, y 67,6 en 1711, para llegar a fines de siglo a cifras más parecidas (361,7 millones en 1812). UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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producción. En Inglaterra, la aplicación de técnicas procedentes de los Países Bajos con los sistemas de drenaje y ocupación de nuevos terrenos se combinaban con los métodos de cultivo convertibles (que combinan rotaciones más complejas de alimentos, forrajes y pastos), que permitían en las fincas sustentar un mayor número de cabezas de ganado, lo que aportaba una mayor cantidad de fertilizante, haciendo posible la reducción o eliminación del barbecho. Esto se producía, además, por la incorporación de plantas forrajeras y leguminosas que fijaban el nitrógeno y permitían mantener la fertilidad del terreno. El sistema Norfolk, difundido a partir de fines del siglo XVII en aquella región británica, consistía en aplicar una rotación cuatrienal, eliminando el barbecho y permitiendo la incorporación, además de los cereales, de plantas forrajeras como el nabo, y de leguminosas y trébol que fijaban el nitrógeno, lo que ayudaba a fijar el nitrógeno y recuperar la fertilidad en la tierra. Todo ello, además de acrecentar la producción de cereales, conseguía una producción de alimento para el ganado que permitía su estabulación y una ganancia sustancial de peso (figura 5.1) Figura 5.1. El sistema Norfolk

Fuente: basado en http://www.claseshistoria.com/ A la vez se producía un proceso de concentración de las explotaciones hacia unidades de mayores dimensiones, lo que permitió aumentar la extensión de la zona de cultivo, así como la productividad y por tanto la producción total. También se produjo una especialización regional, en función de las condiciones del terreno entre fincas dedicadas prioritariamente a la explotación ganadera, con las orientadas al cultivo de distintos productos, que atendían las distintas necesidades de la demanda. Este proceso permitió abastecer de alimentos a la población, incluso con excedentes para la exportación de cereal, y al mismo tiempo suministrar crecientes cantidades de lana a una manufactura textil en plena expansión. Inglaterra consiguió pasar de unas exportaciones netas de cereales, harina y cebada para cerveza de 2,4 millones de bushels (1 bushel: 35,24 litros) en promedio a comienzos del siglo a más de 7,2 millones en 1754. Asimismo se llevaron a cabo reformas estructurales como la extensión de enclosures (cercamiento de fincas), que propician la explotación individual, no sujeta a las tradicionales restricciones de tipo comunitario, como el UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA 5-9

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pasto en las zonas colectivas o las regulaciones sobre la rotación de los cultivos en los campos abiertos. Este proceso de mercantilización y extensión de la propiedad privada acentuó las diferencias en las comunidades rurales, con un empobrecimiento del pequeño campesinado que dependía de los usos comunitarios para la subsistencia. Ello provocó el abandono de muchas pequeñas tenencias, que pasaron a engrosar el patrimonio de los grandes propietarios y la proletarización de los pequeños campesinos, convertidos en jornaleros. Parte de la mano de obra rural se dedicó a otras actividades, como la manufactura, y los beneficios derivados de la mercantilización de la agricultura pasaron a ser invertidos en otros sectores. El balance general a escala europea fue bastante desigual, ya que el crecimiento demográfico a lo largo del siglo superó el ritmo de la producción y en consecuencia el producto bruto agrario por habitante descendió durante el siglo XVIII un 2,5%. Esto supuso a fines del siglo un periodo caracterizado por elevados precios de las subsistencias en muchas zonas, que llevaron a crisis y alzas de la mortalidad. Todo ello incidía en el resto de la economía, ya que la mayor parte de la población quedaba asociada a una agricultura de subsistencia, con escasas posibilidades de fomentar la demanda en el resto de los sectores y liberar mano de obra para actividades artesanales. La población urbana siguió una tendencia creciente durante todo este periodo. A pesar de que el saldo vegetativo era negativo en las ciudades, ya que las tasas de mortalidad superaban a las de natalidad, la llegada de emigrantes desde el mundo rural nutrió de efectivos las actividades artesanales y comerciales que se concentraban en estos núcleos, cuando no se empleaban como criados domésticos. El porcentaje de la población europea en ciudades de más de 5.000 habitantes creció del 11,4 al 13% entre 1650 y 1800. El crecimiento más notable se plasma en los puertos, donde se producían los movimientos más dinámicos asociados al crecimiento mercantil. Y de entre ellos, destacaban los relacionados con los tráfico intercontinentales atlánticos.

propietarios y luego vivían en aldeas explotando pequeños terrenos para su subsistencia. En el noreste del continente destaca, junto a la producción agraria, la explotación forestal. En las costas de Terranova y Nueva Inglaterra también se desarrolla una floreciente actividad pesquera. La producción minera volvió a recuperarse con la extracción de plata en México y la aparición de oro en Brasil. Aunque buena parte de la economía tenía una orientación hacia el comercio exterior, que impulsaba el crecimiento urbano de puertos como Nueva York, Nueva Orleans, La Habana, Veracruz, Acapulco, Salvador de Bahía, Montevideo o Buenos Aires, durante el siglo XVIII comenzaron a articularse, sobre todo en el Sur, espacios económicos interiores donde florecían los intercambios entre zonas complementarias, que permitió el desarrollo de mercados y centros urbanos interiores, como Salta o Córdoba en el interior del continente sudamericano. El crecimiento demográfico africano que sostuvo el tráfico de esclavos y que se calcula en todo el continente que pasó de unos 61 a 74 millones de personas, se apoyó, en el área subsahariana, en la extensión de una agricultura basada en el cultivo de plantas domésticas como el ñame, el mijo, arroz, y otras de origen americano, como el maíz y especialmente la mandioca, raíz que utilizaban los portugueses para alimentar los esclavos en sus travesías y que aclimataron en África porque permitía su cultivo en las zonas tropicales sin grandes trabajos de preparación y con un cómodo sistema de recolección que evitaba los gastos de almacenamiento. Aparte de los cargamentos humanos, África quedaba como mercado para los productos de los comerciantes europeos y como enclave para facilitar las travesías ultramarinas, caso de la colonia agraria del Cabo en Sudáfrica, establecida por la compañía holandesa de las Indias Orientales en 1652 como punto de abastecimiento para las flotas que hacían el trayecto en dirección al Océano Índico.

5.3 Población e industria. La expansión de la protoindustrialización europea Tabla 5.2. Urbanización de Europa Población total en ciudades de más de 50 000 hb. (miles hb.) Número de ciudades de más de 20 000 hb. Porcentaje de población urbana (ciudades de más de 5000 hb)

1500 5.922 55 9,7

1600 8.434 95 10,8

1700 9.716 107 11,9

1800 15.917 158 13,0

Fuente: De Vries, J. (1987): la urbanización de Europa, 1500 1800, Barcelona, Crítica, 433 En América, las colonias del Norte aumentan desde 1,2 millones en 1700 a 10,8 en 1820, mientras que en Latinoamérica el número de habitantes pasa de 13 a 23 millones en el mismo periodo. La oferta de mano de obra se dirige a distintas regiones que entraron en una progresiva especialización: en el Caribe y áreas tropicales florecen las plantaciones esclavistas, con una dedicación prioritaria al cultivo de la caña de azúcar, aunque también se extiende en este siglo el café, el tabaco, el cacao y el algodón, hacia el sur de los Estados Unidos. Las plantaciones estaban dotadas de grandes extensiones de terreno trabajadas por esclavos bajo las órdenes de capataces. Disponían también de instalaciones, como los ingenios azucareros, para realizar las primeras tareas de elaboración, una vez se cortaba la caña. Las fincas pertenecían a comerciantes privados o sociedades que destinaban el producto a la exportación. En las planicies y zonas templadas y semiáridas la forma de propiedad más extendida es la gran hacienda dedicada a una explotación agroganadera. En estas haciendas los campesinos trabajaban para los grandes

Hasta el siglo XVII buena parte de las manufacturas, que tenían como destino preferente los mercados internos y en menor medida el comercio internacional, se desarrollaban bajo el esquema productivo de la organización gremial de la producción, basada en talleres artesanales urbanos. Todavía en el siglo XVIII los gremios cuentan con alguna fuerza en sectores concretos, como la fabricación de objetos de lujo, o con oficios muy especializados, e incluso disponen del apoyo de las autoridades en algunos territorios, como en Alemania o el imperio Otomano. No obstante, la mayoría de los sectores también van cayendo progresivamente en la órbita del capital comercial (es decir, serán los comerciantes y no los maestros gremiales los que controlen las empresas manufactureras). Por otra parte, en muchos países el estado se implicó directamente en la actividad industrial, desarrollando instalaciones (como las manufacturas reales en Francia o España) con objeto de fortalecer su ejército y armada mediante el establecimiento de astilleros navales y fábricas de armamento, que concentraban un gran número de trabajadores. Pero también se dedicó a la promoción de manufacturas, como en el caso de la de paños en Linz, en el imperio austrohúngaro, las que promovió el estado prusiano o las fábricas reales de porcelana, tejidos o cristales, establecidas en distintas ciudades por los Borbones españoles. Pero por encima de los gremios o las manufacturas reales, el rasgo más notable de este periodo es el desarrollo de la protoindustrialización, denominada también UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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verlagssystem, putting out system o producción rural de manufacturas, financiada y organizada por comerciantes con objeto de cubrir las demandas crecientes de los mercados lejanos y que se extiende por numerosas regiones europeas a partir de mediados del siglo XVII. Aprovechando que en muchos sectores la dotación de capital fijo (maquinaria, instalaciones) era escasa, algunos comerciantes (verleger) contratan con los campesinos y sus familias la realización de tareas artesanales (textiles principalmente), proporcionándoles la materia prima y pagándoles por tarea acabada, eludiendo así los reglamentos y restricciones que establecían los gremios. Esto supuso, en muchos casos, la incorporación de la familia campesina a la elaboración de productos manufacturados, con la inclusión de mujeres y niños en distintas fases del proceso. Para estos hogares, esto supuso una entrada de ingresos en el hogar que complementaban las rentas agrarias, aunque bastante inferiores a los percibidos por los artesanos urbanos. En definitiva, el capital comercial aprovechaba las situaciones de baja actividad en el medio rural (con muchos tiempos muertos entre las faenas del campo) para emplear a los campesinos como mano de obra flexible y barata. El aumento consiguiente de los ingresos de los hogares campesinos proporcionó un estímulo para el aumento de la natalidad, con la rebaja de la edad del matrimonio de las mujeres y el consiguiente incremento de la fertilidad marital (más hijos por familia). Sin embargo, en zonas de Inglaterra y otros países las actividades protoindustriales afectaron a una población rural que se estaba proletarizando progresivamente como resultado de las transformaciones agrarias, que habían obligado a vender las tierras a muchos pequeños campesinos. Por ello, una parte de la población rural quedó fuera de las actividades agrarias, insertándose en estas manufacturas como asalariados. En torno a 1800 la población no agraria de los núcleos rurales era del 36% en Inglaterra, 29% en Alemania y Bélgica, 28% en Francia o 25% en Holanda. La ruralización de la industria se observa en numerosas regiones, desde las aldeas de Irlanda, centradas en la producción de prendas de lino, los condados laneros ingleses, las campiñas holandesas, los distritos suecos dedicados en la fabricación de útiles de hierro, o las regiones alemanas de Sajonia o Silesia, especializadas en una gran variedad de productos textiles y metálicos. La oferta de trabajo flexible y a bajo coste era un incentivo para los comerciantes empresarios que compensaban así la inferior calidad y homogeneidad del producto con relación al que salía de los talleres urbanos. En ocasiones, este proceso llevaba al desarrollo de focos de aglomeración en torno a un centro urbano, centrados en los estadios intermedios de la producción de manufacturas, caso los devanadores de seda que se empleaban en las comunidades rurales próximas a Milán, o los hilanderos de las proximidades de Lille, al margen de las regulaciones gremiales de la producción urbana. En definitiva se trataba de hacer frente a un sensible crecimiento de la demanda de productos baratos impulsados por el crecimiento global de la demanda y la expansión de los mercados internacionales. Por ejemplo, las exportaciones inglesas de manufacturas aumentaron nueve veces entre 1699-1701 y 1772-74. Francia multiplica por ocho sus envíos a sus colonias antillanas y norteamericanas durante todo el siglo. Buena parte de esa producción sale de los núcleos de la protoindustria. La importancia de la protoidustrialización en Europa tiene varias facetas. Aunque la existencia de manufacturas rurales impulsadas por comerciantes se remonta incluso a épocas medievales, lo novedoso desde mediados del XVII a fines del XVIII es la dimensión del fenómeno, que afecta a gran número de regiones, trabajadores y productos. Al mismo tiempo, facilita la penetración de los mercados y la actividad

asalariada en el mundo rural (la penetración del capitalismo, en suma), y genera en él un aumento de rentas que tuvo dos consecuencias importantes. Por un lado, permite como se ha dicho un aumento del tamaño de las familias, y por tanto de la población total. Por otro, los nuevos ingresos facilitarán el acceso de muchas familias campesinas, que recordemos que constituían el grueso de las economías preindustriales, al consumo de nuevos tipos de productos (textiles, pero también porcelanas, te y azúcar, etc.), generando así incentivos para nuevas ganancias de productividad. Gráfico 5.1 El papel de la industria rural, 1500 1800. Porcentajes de la población europea en cuatro categorías

Fuente: Tello, E. Coord (2005): Guía práctica de historia económica mundial, Barcelona, Universidad de Barcelona, 22, basado en De Vries (1987:310) No está nada clara, sin embargo, la vinculación directa que algunos de sus primeros estudiosos establecían entre protoindustria e industrialización, que incluso va implícita en el mismo término “protoindustrialización”. De hecho, las regiones más penetradas por la protoindustria no siempre fueron pioneras en la revolución industrial; el caso de Irlanda o de algunas zonas del norte de Italia son prueba de ello. En otras, incluso pudo haber empobrecido a las familias afectadas, que pasaron a depender exclusivamente de salarios bajos e irregulares. No obstante, puede considerarse que contribuyó a la posterior industrialización por varias vías indirectas: la penetración del capital y las prácticas mercantiles en el mundo rural, la formación de la mano de obra, el incremento de los niveles de consumo de las familias rurales, la aceleración del crecimiento demográfico o el incremento y diversificación del consumo en el mundo rural. 5.4 El comercio mundial. En el siglo XVIII se produce el estadio maduro del capitalismo comercial, que se ha ido configurando paulatinamente desde que en el siglo XVI se abren los océanos a la expansión europea. Europa se convierte en el pivote de una economía mundial en formación: por una parte actúa como eje de la economía atlántica, y como tal UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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explota los territorios y mares sin más oposición que la competencia entre los propios europeos; asimismo se introduce cada vez más en el comercio asiático, que drenaba un importante flujo hacia Europa y para cerrar el círculo, las manufacturas asiáticas también llegaban directamente a América a través del Pacífico mediante el galeón de Manila. Esta competencia aceleró las políticas de poder y la dedicación hacia los gastos militares para financiar las continuas guerras que, tanto en tierra como en mar, se producen a lo largo del siglo. Estas políticas a su vez obligaron a la consolidación de estados dotados de recursos suficientes para sobrellevar el peso del esfuerzo bélico, de modo que muchas de las medidas económicas tendían a facilitar el crecimiento de las distintas actividades con el fin de obtener ingresos. Hay que tener en cuenta el progreso continuo de la navegación desde el siglo XVI, con un mayor conocimiento del régimen de los vientos (desde los alisios del Atlántico a los monzones asiáticos), los métodos de navegación astronómica, la mejora de los cascos y los aparejos. El cuadrante de Davis sustituyó en 1590 al astrolabio para determinar la latitud, hasta que fue sustituido por el sextante (1757), aún mas preciso. La fabricación de un cronómetro marino, culminada por John Harrison entre 1737 y 1764, permitió determinar la longitud a bordo, resolviendo un problema de siglos. El resultado de todas estas innovaciones fue el acortamiento de las travesías, la mejora de su seguridad y el aumento de capacidad de carga de los navíos. Entre 1670 y 1780 se triplicó la capacidad de la marina mercante europea, de 1,3 a casi 3,4 millones de toneladas. La inicial demanda de metales preciosos y especias que había sido el determinante de la interconexión de América y Asia a través de Europa fue reemplazada progresivamente por una mayor variedad de productos y una articulación de distintos espacios configurados por las condiciones del tráfico europeo. El progresivo incremento del comercio interoceánico se asentó sobre unas relaciones en las que Europa aprovechaba los recursos mineros y territoriales americanos, junto a una extensa dotación de factor trabajo proporcionada tanto desde América como desde África. La minería americana dotó a Europa de instrumentos monetarios que compensaron el déficit comercial permanente de los intercambios con Asia y permitió acumular capital, sobre todo en manos de comerciantes, que invertirían progresivamente en empresas coloniales orientadas a satisfacer las demandas de la población europea. Pero Asia también se convirtió en un campo de operaciones para los propios europeos, ya que la tendencia de las compañías privilegiadas fue participar en el comercio entre las distintas zonas de Asia, pues era la región con más volumen de comercio del mundo. De cualquier manera, el incremento del comercio intercontinental tiene su reflejo en el crecimiento de las importaciones hacia Europa ya que si a mediados del siglo XVII se estimaban en unos 24 millones de florines, un siglo después habían aumentado a 140 millones, y en 1780 alcanzaban 234 millones, observándose que las importaciones crecían sobre todo desde el área atlántica. Mapa 5.1 El sistema de comercio mundial en el siglo XVIII

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Fuente: Barraclough, G. ed. (1985): El Mundo. Gran atlas de historia, Ebrisa, Barcelona, t. IV V, 199

5.4.1 Economía atlántica y comercio triangular: Plantaciones, protoindustrialización, esclavismo. Desde el siglo XVI se había producido un crecimiento notable de la presencia de los europeos a lo largo de las dos riberas continentales del Atlántico. En el norte sobresalían los recursos pesqueros y forestales, así como la posibilidad de cultivo en las inmensas extensiones de las colonias americanas. Las pieles, la madera para la construcción naval y el pescado (principalmente bacalao) de Terranova, para incrementar la dotación de proteínas de los europeos, fueron importantes elementos para la explotación económica de las tierras y costas septentrionales. El sur de Estados Unidos también fue incorporando zonas de cultivos de plantación como el tabaco y posteriormente el algodón. La explotación minera, que había sido el primer renglón del comercio americano en los siglos anteriores fue dejando paso a diferentes productos, derivados de la explotación progresiva del territorio. En zonas continentales como México se crearon enormes fincas ganaderas y uno de los primeros productos de exportación fue el cuero. En el Caribe y Brasil se había instalado una economía de plantación heredada de Europa, donde el cultivo más importante fue el azúcar. Es la economía de las plantaciones la que marca un sello UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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distintivo al comercio atlántico durante este periodo, base del denominado comercio triangular, cuyo esquema básico consistía en la circulación de manufacturas de Europa a África (también hacia América), esclavos de África hacia América y productos coloniales y otras mercancías de América hacia Europa.

con 125 y 106 mil toneladas respectivamente. En la década de 1780 el Caribe suministraba el 90% de las exportaciones mundiales. Las importaciones inglesas de este producto se multiplicaron por 10 entre la década de 1660 y la de 1780 y en mayor medida todavía crecieron las de Francia. El sistema de explotación y la articulación de los mercados a través de mejoras en los transportes y la organización comercial permitieron reducir sensiblemente los precios y convertir al azúcar en uno de los productos más consumidos.

Tabla 5.3. Estimaciones de capacidad y distribución regional de la flota mercante europea, 1500 1780 Tamaño total Capacidad Participación regional en la capacidad de de la flota de carga carga de la flota europea (miles de toneladas)

1500 1600 1670

200 250 600 700 1000 1100

1780

3372

por cada 1.000 habitantes (toneladas)

3,2 4 7,7 9 12,8 14,1 30,7

Sur de Europa

Holanda Gran Bretaña

Francia

Hansa

40 25 20

16 33 40

10 12 10 12

? 12 8 14

20 15 10

15

12

26

22

4

Fuente: Aldcroft, D.H. y Sutcliffe,A (1999): Europe in the international economy 1500 to 2000, Cheltenham, Edward Elgar, 36. La agricultura de plantación requería una importante aportación de trabajo. En el siglo XVI, ante la imposibilidad de utilizar los nativos americanos debido a su alta mortalidad, las plantaciones fueron nutridas con esclavos africanos. Las cifras fueron creciendo progresivamente y se calcula que llegaron a América más de 6 millones de esclavos africanos entre 1700 y 1810, multiplicando por más de 3 las cifras del siglo anterior. Teniendo en cuenta las altísimas tasas de mortalidad en las travesías, no es extraño que el volumen de movilización durante el siglo XVIII hubiera alcanzado unos 10 millones de seres humanos, una media de unos 100 mil al año. La trata era una actividad ya tradicional en el comercio africano, que se había extendido durante la expansión musulmana, incorporando esclavos a la agricultura del norte de África y Oriente Medio, y fue continuada por los europeos en las plantaciones que se establecieron a fines del medievo en las islas atlánticas (Madeira, Canarias). El tráfico de esclavos se originaba en zonas interiores del continente donde comerciantes locales encargaban las expediciones de captura a las tribus locales y los vendían a tratantes europeos en los puertos de embarque. Los comerciantes europeos pagaban muchas veces en especie, con productos manufacturados en Europa, o que procedían del comercio exterior europeo: armas de fuego y metálicas, telas ligeras de algodón (indianas), lino o lana europeas, instrumentos de metal, bebidas, o las apreciadas conchas de caorí de las Maldivas. El auge del tráfico acrecentó el precio de los esclavos, que se multiplicó por 4 entre fines del siglo XVII y fines del siglo XVIII. Desde África, los navíos recalaban en los puertos americanos. La monarquía española regulaba el tráfico a través del sistema de asiento de negros, un monopolio concedido a los comerciantes para introducir los esclavos pagando a cambio unos sustanciosos derechos a la Corona. Al margen del asiento, sin embargo, un extenso contrabando eludía los controles gubernamentales. La producción de las plantaciones esclavistas alteró significativamente el volumen e impacto de los productos consumidos en Europa, destacando entre todos el azúcar. La producción azucarera evolucionó desde casi 60.000 toneladas en 1700 hasta las más de 280.000 en 1787, destacando las Antillas francesas y británicas

El ingenio El ingenio típico del siglo XVIII tenía un cierto sabor de industria doméstica rural. Las tareas agrícolas se llevaban a cabo con técnicas rudimentarias, utilizando el jan (estaca puntiaguda para abrir hoyos en la tierra) en la siembra de caña o, en el mejor de los casos, empleando el arado criollo, de iguales características que el ancestral arado chino. Se sembraba una sola variedad cañera: la criolla. El corte y alza eran, lógicamente, tareas manuales, y el transporte de la caña al trapiche se efectuaba en pequeñas carretas de dos ruedas y una sola yunta, con una carga promedio de 80 arrobas (920 kgs). Los molinos o trapiches eran de madera, con tres mazas verticales entre las cuales se comprimían las cañas. El movimiento se impartía mediante palancas que en número par eran accionadas por bueyes. En realidad mantenían casi el mismo diseño y características técnicas de los instalados en Brasil desde fines del siglo XVII. El jugo extraído a las cañas, llamado guarapo, pasaba a grandes ollas de cobre donde se le cocía hasta lograr por evaporación el grado óptimo de concentración. El combustible usado era la leña y cada paila tenía su fuego individual. El punto de concentración se calculaba empíricamente y una vez obtenido se vaciaba en una resfriadera la masa cocida contenida en la paila. Eran las resfriaderas –barbarismo cubano por enfriadera tableros cóncavos donde se batía la masa cocida utilizando grandes palas de madera hasta lograr su cristalización. Como por su constitución físico química estas mieles concentradas sólo cristalizan parcialmente, quedaban formando una masa espesa los cristales del azúcar y las mieles no cristalizables. La última operación fabril consistía en separar el azúcar cristalizada de las mieles y fue conocida con el nombre de purgar el azúcar. M. Moreno Fraginals, (1978) El ingenio. Complejo económico social cubano del azúcar. La Habana, Ed. de Ciencias Sociales. Vol I, pp. 78 9

Al margen de esta economía interoceánica, se establecieron dentro del continente americano varios circuitos regionales que impulsaron el crecimiento en ciertas regiones. Por ejemplo, las colonias británicas norteamericanas, que posteriormente constituirían los Estados Unidos, tenían un comercio creciente con el Caribe donde a cambio de azúcar, enviaban cereales, productos ganaderos y pesqueros. De igual forma, en el sur de América se estaba desarrollando una economía agroganadera que enlazaba el Atlántico con el Pacífico, a través de rutas y mercados terrestres. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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5.4.2 El comercio asiático El espacio del comercio asiático suponía el mayor volumen y diversidad del comercio mundial. Comprendía el área tradicional del Índico, desde la costa oriental africana y el mar Rojo pasando por el subcontinente indio llegar al estrecho de Malaca y acceder a las islas de las Especias, Filipinas y el mar de China hasta el Pacífico. Los europeos habían sido tradicionalmente demandantes de especias, textiles, tintes, sedas y porcelanas como principales productos. Pero el incremento de los viajes y las actividades comerciales europeas llevó a diversificar los productos de comercio, alentado por el incremento y diversificación de la demanda. El comercio de productos asiáticos hacia Europa siguió creciendo notablemente durante todo este siglo. El monopolio holandés de la Compañía de las Indias Orientales (VOC), exportaba en 1698-1700 productos a Europa por valor de 15 millones de florines, pero en 1778-80 eran ya 20,8 millones. Como se observa en el gráfico 5.2, mantienen como principales capítulos los textiles, aunque hay un cambio pues el porcentaje reservado a la pimienta y especias que era el segundo capítulo a comienzos del XVII es ampliamente superado por nuevos géneros, como té y café, que experimentan un crecimiento notable durante todo este siglo Los holandeses habían comenzado a cultivar café en la isla de Java y su producción se incrementó rápidamente. Los ingleses también aumentan las exportaciones de productos asiáticos hacia Europa. También eran los textiles y seda en bruto el primer capítulo, aunque casi todo el tejido asiático se destinaba a su reexportación, nutriendo en buena medida el comercio triangular atlántico, ya que las medidas proteccionistas habían prohibido su consumo en la metrópoli. El déficit comercial de este tráfico, se saldaba hasta mediados del siglo XVIII con el envío de metales preciosos, en una media que superaba el 70% de las exportaciones totales. Sin embargo, a fines del siglo XVIII se reduce sustancialmente las necesidades de numerario procedente de Europa, debido a los efectos de la ocupación británica de la India y el nuevo régimen fiscal que establece. Las compañías privilegiadas europeas se habían introducido progresivamente en el circuito intrasiático, debido a las oportunidades de beneficio que representaba sus enormes mercados. La compañía holandesa, la única potencia que comerciaba con Japón a través del puerto de Nagasaki, activó una corriente provechosa con la India suministrando cobre japonés para las acuñaciones de las monedas de uso corriente, a cambio de seda en bruto y textiles indios. Otro producto con un comercio creciente es el opio, que se comercializa principalmente entre la India como centro proveedor y China e Indonesia como clientes. Los ingleses comenzarán a introducir cobre en la India a partir de la década de 1730 y a partir de 1773 la compañía inglesa de las Indias Orientales convierte en monopolio el comercio de opio, que se utilizará para comerciar con China y así compensar el saldo de las importaciones de té y otros productos comprados en Cantón. Gráfico 5.2. Composición de las exportaciones de la VOC de Asia a Europa

Fuente: Prakash (1998:116 17) Tabla 5.4 Importaciones de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales hacia Europa (1668 1760) (en porcentaje de valor) 1668 70 1698 1700 1738 40 1758 60 Pimienta 25,25 7,02 3,37 4,37 Textiles 56,61 73,98 69,58 53,51 Seda en bruto 0,6 7,09 10,89 12,27 Té 0,03 1,13 10,22 25,23 Café 0,44 1,93 2,65 Índigo 4,25 2,82 Salitre 7,67 1,51 1,85 2,97 Varios 5,15 4,52 1,44 1,65 Total 100 100 100 100 Fuente: Findlay, R y O’Rourke, K. (2003): “Commodity Market Integration, 1500–2000”. En BORDO, D., TAYLOR Alan M. and WILLIAMSON Jeffrey G., eds, Globalization in Historical Perspective. University of Chicago Press, pp. 13 64, 18.

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La India es en este siglo la gran productora de textiles para los mercados exteriores. Sus bajos costes de producción eliminaban cualquier competencia y constituía el primer capítulo de las compañías comerciales europeas. Los principales focos eran Gujarat en la costa oeste, especializada en la fabricación de prendas de algodón, y tejidos de seda de alta calidad, y Coromandel y Bengala en el este. La producción de Bengala estaba especializada en tejidos de seda, aunque también se exportaba seda en bruto y salitre. El opio se cultiva primordialmente en la región limítrofe de Bihar y su producción crecerá notablemente con destino al resto de los mercados asiáticos, China principalmente. El subcontinente indio, más abierto a los intercambios que China, era el primer socio comercial con las compañías europeas durante todo este periodo. Los enclaves europeos en distintos puntos de la costa india, constituían los focos del intercambio de los productos domésticos con destino a Europa o al comercio con otras regiones de Asia. La India entró a comienzos del siglo XVIII en una crisis política derivada de la debilidad y fragmentación del imperio mughal surgida a la muerte Aurangzeb, que debilitó el poder centralizado en el subcontinente y provocó una fase de inestabilidad en muchas regiones. Esta situación fue aprovechada por los estados europeos para incrementar su influencia. Primero fue Holanda y posteriormente Gran Bretaña, que desde mediados del siglo XVIII, sobre todo tras la batalla de Plassey (1757), elimina la rivalidad francesa en el continente, desplaza progresivamente a los holandeses y promueve su dominio directo en las regiones más ricas, entre ellas Bengala, de la mano de la administración de la Compañía Inglesa de las Indias Orientales. . Holanda mantendrá su dominio en el mercado asiático de las especias, derivado de su ocupación en las principales zonas productoras, las islas Molucas (conocidas desde el XVI como Islas de las Especias), Batavia y otros puntos del archipiélago indonesio. Los británicos también controlan en el sudeste asiático algunas de las zonas productoras. El primer producto comercial chino hacia Europa era el té, cuyas ventas crecieron espectacularmente en el siglo XVIII. El café también había extendido los mercados de consumo propiciando su cultivo en la isla de Java. La VOC holandesa participa de este comercio y las exportaciones hacia Holanda se multiplican por 10 en la primera mitad del siglo XVIII, pero el té debe pagarlo principalmente con metales preciosos, en tanto que los ingleses irán sustituyendo sus pagos en dinero por el creciente comercio de opio procedente de la India.

empeoramiento de los salarios reales. Eso ocurría en zonas con estructuras agrarias muy rígidas, donde la baja productividad había comprimido la demanda, y el aumento de la población se había traducido en una caída de los niveles de vida. El aumento de las rentas agrarias beneficiaba solo a los propietarios, nobleza y clero principalmente, y en las ciudades la estructura gremial dominante dejaba escaso margen para la innovación y el aumento de la productividad. El resultado en estas zonas fue un escaso crecimiento y un creciente índice de desigualdad. En algunas regiones, esta situación llevó a una precariedad notable y un aumento del número de pobres entre familias dedicadas a la industria doméstica o a pequeños campesinos y jornaleros agrícolas y urbanos. Sin embargo, en otras zonas, principalmente en las economías urbanas de Europa noroccidental (Inglaterra, Países Bajos, norte de Francia, oeste de Alemania), los datos muestran una mejora de los niveles salariales que se refleja en una mejora de la dotación de bienes de consumo en los hogares familiares que afectan tanto a los bienes perecederos como a los bienes semiduraderos y duraderos.

5.5

Gráfico 5.3. Evolución comparativa de salarios reales en distintas ciudades respecto a una ratio de bienestar*

Niveles de vida y revolución del consumo. Sobre la revolución industriosa

Ya vimos en un apartado anterior como había aumentado sensiblemente a lo largo del siglo XVIII: más tierras en cultivo, más cantidad de productores, y más tiempo dedicado a labores, tanto agrarias como artesanales. Los datos del comercio nos revelan a la vez que estaban teniendo lugar cambios importantes en las pautas de consumo, con la incorporación cada vez mayor de productos coloniales a la dieta (te, azúcar, café) pero también de productos locales o europeos. Pero en el siglo XVIII, la tendencia alcista de los precios tenía un fuerte impacto sobre los niveles de vida de la población. Esta tendencia alcista afectaba más a los precios de los alimentos que a los productos manufacturados, debido al diferencial de productividad de ambos sectores. La protoindustrialización, además, aceleró el crecimiento demográfico superando el ritmo de la producción agraria. Las familias que contaban con una sola fuente de renta tuvieron que enfrentarse a una tendencia secular de

*Nota: Ratio=1 significa que un trabajador no cualificado trabajando a tiempo completo gana sólo lo justo para mantener a su familia al nivel de subsistencia Fuente: Allen, R.C., Bassino, J. P., Ma, D., Moll Murata, C., van Zanden, J.L.(2009), "Wages, Prices, and Living Standards in China, 1738–1925: in Comparison with Europe, Japan and India”, Working Paper No. 123/09. LSE Economic History Department , 58. Aunque es verdad que del incremento del producto resultaban más beneficiados unas clases sociales (comerciantes, propietarios) que otras, las tendencias de UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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mejora fue también difundiéndose a las escalas más bajas de la sociedad. La estructura productiva de muchas economías no se basaba en el trabajo del cabeza de familia, sino en la del hogar en su conjunto, ya que se contaba con la incorporación a la actividad de muchos de sus miembros. En consecuencia, aunque el salario individual fuera inferior, globalmente los ingresos del hogar eran mayores. Estos ingresos fomentaban nuevas pautas de consumo, que se dirigía tanto a nuevos productos alimenticios como vestidos y otros bienes de consumo que comenzaban a incorporarse en la vivienda (loza para la vajilla, instrumentos de metal en la cocina, adornos domésticos, etc.), así como al acceso a servicios como el café o la taberna. Es en este sentido en que algunos autores hablan de una revolución del consumo en la Europa del siglo XVIII. Pero el acceso a nuevas pautas de consumo exigía aumentar los ingresos de la unidad familiar, y ello era posible (aunque no en todas partes de Europa) por nuevas vías: bien especializando la producción agraria para dirigirla a los productos que demandaban los mercados, bien aprovechando las oportunidades que ofrecía el verlagsystem para aprovechar los tiempos muertos de las tareas agrícolas, bien aumentando el número de miembros de la unidad familiar que contribuían a su sustento (el trabajo de niños o mujeres). Todas estas soluciones exigían trabajar más: más días, más horas, más personas. Las nuevas rotaciones de cultivos exigían más tareas (drenado de tierras, abonado, labor, mejora de la tierra con la adición de margas), y el trabajo doméstico en la manufactura permitía aprovechar las horas de oscuridad (aunque exigía gastar en iluminación y calefacción). Es a estos cambios, ligados a actividades más intensivas en trabajo, a los que Jan de Vries ha denominado “revolución industriosa”. La orientación de la actividad hacia los mercados abría la puerta a mayores niveles de consumo, y creaba claros incentivos para intensificar la actividad de los hogares. Así, la revolución industriosa desbroza el camino hacia la revolución industrial, creando un nuevo tipo de hogares, con nuevos tipos de trabajadores y consumidores. La expansión, por ejemplo, del consumo de nuevos productos coloniales fue de la mano de la inserción de la economía mercantil a todos los niveles, facilitados por la reducción progresiva de los precios de los productos, y la mejora en los sistemas de distribución –buhoneros, pero también tiendas especializadas o almacenes de ultramarinos– con una gran expansión del comercio minorista y las prácticas de crédito. Productos como el azúcar, el té o el café experimentan una difusión extraordinaria durante este siglo, alcanzando a extensos grupos de trabajadores, como es el caso de Inglaterra u Holanda.

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Tabla 5.5 Distribución del azúcar, té café y tabaco en Europa. Consumo per cápita hacia la década de 1780 (cantidades en Kgs) Europa Gran Países Resto de Báltico Bretaña Bajos Europa Azúcar 2,00 9,0 4,0 5,0 0,8 1,0 Té 0,12 0,7 0,5 0,05 Café 0,42 0,05 2,8 0,4 0,37 Tabaco 0,50 0,7 2,0 3,0 0,4 0,16 0,48 Fuente: De Vries (2009:196)

La tesis de la Gran Divergencia ¿Por qué Inglaterra y no China?

En los últimos años, los trabajos sobre historia económica de China han descartado las visiones de un territorio caracterizado por el estancamiento tecnológico, un crecimiento demográfico descontrolado, pobreza extrema y la inexistencia de relaciones de mercado que pudieran preparar la economía para el crecimiento. En realidad en muchas zonas existía una economía especializada apoyada en una agricultura muy productiva y el desarrollo de actividades manufactureras con una gran orientación mercantil. El comportamiento demográfico de las familias se orientaba a controlar la natalidad, limitando el número de hijos. Comparando los niveles de vida con los existentes en Europa, se observa que todavía durante el siglo XVIII no hay excesivas diferencias en los niveles de consumo de la población. Y con respecto a la preparación técnica, los niveles de China eran comparables a los de Europa. Por otra parte Asia seguía siendo en la primera mitad del siglo XVIII el taller del mundo, la región con el producto industrial más elevado. ¿Por qué entonces fue en Europa, concretamente en Inglaterra y no en China donde se inició el crecimiento que llevaría a la revolución industrial? Kenneth Pomeranz es el autor del término Gran Divergencia para referirse a este alteración radical de los equilibrios entre Asia y Europa (representados por China e Inglaterra) a partir de 1800. Hasta entonces, como hemos repetido a menudo, era Asia el continente más rico, más poblado (en número y densidad), más productivo y a menudo más avanzado técnológicamente. La tesis de Pomeranz, que compara la situación de China e Inglaterra, sostiene que hubo dos mecanismos que permitieron a Inglaterra dar la vuelta a la tortilla: en primer lugar, a través del dominio colonial, con el control de una extensa superficie (bancos pesqueros, plantaciones) que le proporcionaba una mayor flexibilidad en la disponibilidad de alimentos (pescado, azúcar, etc.) y materias primas (algodón), así como una gran oferta de trabajo a costes muy bajos (esclavos, trabajadores forzados). El notable aumento de la superficie dedicada al cultivo de algodón en Asia y las colonias de América sentó una de las bases para el despegue del sector textil. Hasta aquí se trataría de un crecimiento de tipo extensivo. El segundo mecanismo, en cambio, era de tipo intensivo, al incorporar el uso creciente de un recurso energético que superaba las limitaciones impuestas por el combustible vegetal: la disponibilidad de carbón mineral en grandes cantidades permitía aplicar con éxito las innovaciones tecnológicas desarrolladas en distintos sectores productivos y que preparaba el paso a la economía de tipo inorgánico, en la terminología de E.A. Wrigley. En 1810 el carbón mineral que se extraía en Inglaterra y Gales equivalía a la energía que de haberse tenido que producir con madera hubiera requerido una superficie forestal equivalente al total de ambas regiones. Colonias y carbón permitían superar las limitaciones de la economía orgánica inglesa para dar el salto hacia la industrialización. La explicación de Pomeranz enlaza con las tesis de E.A. Wrigley, que sostiene que en vísperas de la revolución industrial Inglaterra había alcanzado un estadio que ha denominado de economía orgánica avanzada mediante la mejora en la productividad agraria interior. Pero este estadio chocaba con las limitaciones de la superficie agraria disponible. Como sucedía en China, las mejoras de productividad podían alimentar más población, pero ello chocaba con la disponibilidad de tierra para el suministro creciente de alimentos, materias primas y combustible. La salida del atolladero se encontraba en el carbón mineral y el paso a una economía de tipo orgánico.

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Los datos de Paolo Malanima sobre el consumo de energía confirman también esta idea. Malanima ha observado que la economía china era mucho menos intensiva en el consumo de energía que la europea. En 1750, Europa gastaba unas 14.000 calorías per capita, en tanto que China a fines del siglo XVIII no alcanzaba las 5.000. De éstas, el trabajo humano era el principal capítulo de aportación energética en China, en tanto que en Europa una mayor cabaña ganadera y unos recursos forestales más amplios habían diversificado las fuentes de energía, a lo que se suma un incremento sustancial de la navegación a vela o los molinos hidráulicos o de viento. El resultado fue reducir la aportación (en porcentaje) de la fuerza de trabajo humano en el total. La evolución de la economía china a fines del siglo XVIII nos ofrece la visión de un territorio que estaba alcanzando los techos en la economía orgánica: un crecimiento demográfico apoyado en la producción de alimentos y la explotación de combustible vegetal, recursos que competían además entre sí por la disponibilidad un mismo recurso: la tierra. Además, la producción de textiles (cáñamo, algodón), o productos comerciales (caso del té) se basaba también en la utilización de los campos sin recurrir a importaciones. La agricultura china había alcanzado impresionantes cotas de productividad con la utilización de técnicas de cultivo muy depuradas y la intensificación del trabajo en las explotaciones que habían tendido a ser cada vez más pequeñas. En algunas zonas del bajo Yang tze y el río de la Perla en el sur, las densidades de población eran las mayores del mundo. Pero los efectos se advertían por doquier: deforestación extrema para conseguir combustible, minifundismo agudo que exponía a las explotaciones campesinas a los riesgos de las malas cosechas y rentas en descenso que llevaron a una creciente inestabilidad con varias revueltas a fines del siglo XVIII. Otros autores, como Van Zanden, explican la divergencia en relación con las diferencias de productividad y los salarios reales. En Inglaterra durante el siglo XVIII, a pesar de que la agricultura era bastante productiva, las mayores ganancias de productividad se estaban dando en la industria y el comercio, donde se concentraban los salarios más altos, hecho que hacía posible trasvases de mano de obra desde la agricultura y con ello el cambio estructural en la economía. Sin embargo, en China la agricultura seguía siendo el sector más productivo, manteniendo a la población activa en dicho sector, mientras que no había modificaciones que alteraran la productividad en el resto de sectores.

desarrollando otros sectores como el de la cerámica y loza o instrumentos metálicos. La incorporación de carbón mineral en los procesos productivos generó unas inmensas posibilidades de energía barata debido a la gran riqueza de la minería. Esta creciente mercantilización fue facilitada por la mejora de los sistemas de transporte y comercio. Inglaterra era un país donde el desplazamiento de mercancías se hacía principalmente por vía acuática, favorecido por su condición insular y su escasa masa continental. El sistema de cabotaje entre puertos de la costa se combinaba con los cursos fluviales que resultaban fácilmente navegables gracias a las favorables condiciones orográficas. Ello impulsó además su conexión a través de canales de navegación, de modo que el grueso del transporte de las mercancías más voluminosas podía ser desplazado sin los grandes costes del desplazamiento terrestre. Por otra parte, la red terrestre había mejorado sustancialmente de la mano de la expansión de las carreteras de peaje y el tráfico de pasajeros se triplicó a lo largo del siglo. Las ciudades portuarias se vieron beneficiadas con tales conexiones interiores y exteriores. Puertos como Bristol, Liverpool y en especial Londres conocen un fuerte crecimiento, creando nudos de actividad en sus alrededores con el fomento de diferentes industrias de transformación orientadas al comercio exterior: refinerías, destilerías, astilleros, etc. así como actividades orientadas a la especialización en seguros marítimos e intermediación mercantil. El sistema colonial inglés había logrado, durante el siglo XVIII, crear para su propio beneficio un enorme mercado mundial. En ningún caso este modelo se construye sobre las bases de la especialización y el libre comercio, sino sobre un aparato de medidas proteccionistas que, como en otros países europeos, se habían ido estableciendo siglos atrás, con el fin de consolidar su dominio frente a sus rivales. Si las Leyes de Navegación habían sido el baluarte para fortalecer la marina británica durante el siglo XVII, durante las primeras décadas del siglo XVIII se añadieron a ellas varias medidas sobre promoción y subvención para las exportaciones británicas (venta al exterior de textiles de lana), el aumento de los derechos sobre importaciones de manufacturas extranjeras, o el estímulo para la importación de materias primas. Las leyes de los calicós, promulgadas entre fines del siglo XVII y 1721 no impedían comerciar con los textiles de algodón indios, con enormes beneficios para los comerciantes ingleses e ingresos fiscales para la Corona, sino introducirlos en la metrópoli. Los distintos conflictos bélicos ayudan a consolidar el dominio del comercio colonial inglés. Las guerras navales con Holanda, propiciadas por los efectos de las Leyes de Navegación en la segunda mitad del siglo XVII terminaron con el agotamiento del poder naval holandés y el aumento espectacular del tonelaje de la marina inglesa, que se triplica entre 1686 y 1788 (tabla 5.1). Tras la guerra de Sucesión española (1701 1713), el tratado de Utrecht concede a Inglaterra la soberanía sobre Terranova, un privilegiado caladero para las flotas pesqueras, y concesiones de monopolio en el comercio de esclavos –asiento de negros– en el imperio español. Además, el tratado de Methuen de 1703 le abre los mercados portugués y brasileño. Tras la guerra de los Siete años, a mediados del siglo XVIII, se consolida el control británico sobre Canadá, territorios del Caribe y posteriormente sobre la India, en detrimento de las aspiraciones francesas. A fines del siglo XVIII comenzaría la explotación de Australia. La excepción a su predominio será la independencia de las trece colonias norteamericanas, origen de los Estados Unidos, aunque seguirá manteniendo importantes relaciones comerciales. En la India, el régimen fiscal de la Compañía Inglesa en sus dominios y el monopolio del comercio asiático de opio invirtió los saldos de la balanza comercial: ahora ya no se importaba numerario de Europa para compensar el déficit. La monarquía británica

La vitalidad económica británica, asentada en unas sólidas bases agrarias, se completaba con la expansión de las manufacturas y el comercio, combinando políticas mercantilistas de defensa del mercado interior para los productos ingleses con la conquista de mercados exteriores. Históricamente, Inglaterra había consolidado, a partir de una materia prima de excelente calidad, la lana, y de medidas proteccionistas de la Corona, una manufactura que pronto tuvo una creciente demanda exterior apoyada en la producción, a partir de mediados del siglo XVI, de nuevos tipos de tejido (new draperies) difundidos por tejedores flamencos emigrados, más baratos debido también a la reducción de costes que suponía su producción mayoritariamente en el ámbito rural. Los comerciantes empresarios encargaban a los hogares campesinos el hilado y la elaboración de paños, dándoles la materia prima y algún adelanto a cuenta de la obra terminada. Aunque menos homogéneos y de inferior calidad que los paños realizados en los talleres gremiales, contaban con la ventaja de una mano de obra abundante y flexible de acuerdo con las fluctuaciones de la demanda. Además de los tejidos de lana, se comenzaron a extender las manufacturas textiles de lino, seda y algodón y también se fueron

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invirtió cantidades crecientes en apoyar este dominio militar, negociando el esfuerzo fiscal con el Parlamento y dando lugar a una mayor eficiencia en la gestión de los recursos públicos, buena parte de los cuales procedían de impuestos indirectos sobre el comercio. En este sentido, Gran Bretaña obtenía muchos ingresos fiscales de gravámenes sobre los productos comerciales, parte de los cuales reexportaba. Por ejemplo, a fines del siglo XVIII una décima parte de los ingresos del Estado procedía de los derechos que gravaba la importación de té.

Estos rasgos indican ya que la mayor parte de los españoles viven en el medio rural, dedicado a actividades agrarias y ganaderas. El crecimiento de la población dependía por tanto en las posibilidades de la agricultura, en su mayor parte estaba orientada a la producción cerealista en un territorio condicionado por un régimen climático mediterráneo de gran aridez, lo que obligaba a mantener amplias zonas de cultivo en barbecho para mantener la fertilidad. La distribución del terrazgo se había configurado en los siglos medievales con el proceso de repoblación, y generaba distintos sistemas de explotación, que en el norte se caracterizaba por el dominio de las parcelas de pequeña y mediana extensión, cultivadas por campesinos arrendatarios, mientras que en el sur eran más abundantes las grandes explotaciones trabajadas por jornaleros agrarios. Los productos típicos de la agricultura mediterránea (cereales, viñedo y olivar) se mezclaban con la crianza de ganado, vacuno y mular para la labor y ovino para la producción de lana. El ganado también aportaba otros productos y estiércol para los campos, aunque en volumen insuficiente para mantener la fertilidad de las tierras. De ahí que los campos mayoritariamente siguieran una rotación bienal de año y vez, lo que significaba que la mitad del terreno quedaba cada año sin cultivar. La mayor parte de la propiedad quedaba en manos de los grupos privilegiados, la nobleza y el clero, que obtenían buena parte de los ingresos a través de las rentas de la tierra, los diezmos y otros derechos. En estas circunstancias, el aumento de la población empujaba hacia el aumento de la superficie cultivada, sin que aumentaran los rendimientos de los cultivos. Con ello se podía alimentar a la población con los productos básicos (sobre todo el pan de tirgo), pero a costa de terrenos de pasto y monte que dificultaban el crecimiento de la ganadería. Durante la primera mitad del siglo XVIII la abundancia de terreno disponible por la caida de la población el siglo anterior permitió el aumento del producto agrario y también de la cabaña ganadera, con un importante incremento del ganado de las explotaciones de ovejas trashumantes, que proporcionaban lana merina para la exportación. Durante la segunda mitad de siglo, sin embargo, la agricultura chocó con dificultades para crecer al ritmo de la población, y la roturación de pastos, montes y espacios poco fértiles pronto tuvieron efectos negativos sobre los rendimientos y el pastoreo. El aumento de la demanda se tradujo en una tendencia creciente de los precios del cereal y también de las rentas que tenían que pagar los campesinos a los propietarios de la tierra. Esto condujo al empobrecimiento de los pequeños cultivadores y una disminución del salario real en los trabajadores no agrícolas. Los gobiernos ilustrados acometieron una serie de reformas con las que trataban de impulsar el crecimiento agrario, tales como el reparto de tierras concejiles, o la libertad del comercio de cereales (hasta 1765 estaba intervenido y existían precios tasados) para animar el comercio interior. Sin embargo no abordaron los principales problemas derivados de las estructuras de propiedad existentes, con una gran extensión de tierras bajo formas vinculadas, como los mayorazgos, o manos muertas, que impedían su venta en el mercado. La industria estaba principalmente orientada hacia el mercado interior. El principal sector era el textil, centrado en los productos de lana, principal materia textil en la península, que se elaboraba en el marco de pequeños talleres artesanales ubicados en las ciudades, a cargo de gremios, donde se hacían los productos de más calidad, o bien en comarcas rurales, donde se tejían paños bastos. En Cataluña, una región que crece durante el siglo XVIII como resultado de los beneficios de su actividad agraria y de la liberalización del tráfico con América, se produce desde mediados de siglo un importante florecimiento industrial. Además de los paños de lana se

Inglaterra, en definitiva, había sentado algunas condiciones para llevar a cabo el salto como primer país con una economía moderna. En 1800 el peso de la agricultura en el producto interior bruto solo representaba un 26% del total. Y estas condiciones se combinaron con otras de carácter institucional que permitieron iniciar el desarrollo industrial.

5.7. La evolución económica en España durante el siglo XVIII A comienzos del siglo XVIII se produce, tras la guerra de Sucesión, el cambio de dinastía gobernante en España. Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia es entronizado como primer soberano de la casa Borbón. Este hecho tiene a su vez importantes implicaciones internacionales, ya que la monarquía española pierde la soberanía de todos los territorios europeos fuera de la península Ibérica, aunque mantiene el grueso de su imperio en América (y más tarde recuperaría algunas posesiones en Italia). La dinastía borbónica intentó durante el siglo XVIII aplicar una política de fortalecimiento del estado a través de la aplicación de medidas de racionalización administrativa y fiscal, o políticas mercantilistas, como el desarrollo del comercio con América, la construcción de una flota o la promoción de actividades económicas de diferente índole. Algunas de ellas tuvieron efectos positivos, como el incremento de los intercambios, o la promoción de determinadas manufacturas. Otras sin embargo fueron insuficientes para reformar las estructuras existentes. También en España el siglo XVIII es una fase de crecimiento demográfico: la población pasó de 7,7 millones en 1700 a unos 9,5 millones a mediados de siglo y a casi 11 en los años finales. Este crecimiento fue más rápido en la primera mitad de siglo, debido en parte a que muchas zonas se venían recuperando de la depresión del siglo anterior, aunque no es una pauta general para todas las regiones. Como corresponde a un régimen demográfico de tipo antiguo, las altas tasas de natalidad venían acompañadas de tasas de mortalidad también elevadas. El aumento de población se produce en buena medida por la reducción de episodios de mortalidad catastrófica derivados de pestes y epidemias, a la vez que también se reducen las mortandades debido a malas cosechas. Hay además un cambio de pauta regional en el crecimiento, ya que desde mediados del siglo XVII las regiones litorales crecen más rápidamente que las zonas interiores (al contrario de lo que ocurría desde el siglo XV). En unos casos por los efectos de cambios agrarios, como la difusión del maíz, que aumenta la productividad y la posibilidad de alimentar más bocas, y en otros por el desarrollo del comercio. En suma, durante este periodo el peso de la periferia aumenta frente al l interior. Otro rasgo notable es la escasa urbanización, ya que a fines del siglo XVIII la población que habitaba en poblaciones de más de 10 mil habitantes era de un 14%, aproximadamente la misma tasa de dos siglos atrás.

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comienzan a elaborar tejidos de algodón, en principio limitadas al estampado, una vez que se restringen las importaciones de prendas de Asia, y desde la segunda mitad de siglo aparece una incipiente mecanización. Al margen del textil, otras industrias estaban relacionadas con el cuero, la elaboración de alimentos, o la producción de hierro y otros metales. Se trataba de una manufactura muy dispersa, en forjas y ferrerías locales aprovechando fuentes de energía tradicionales. Con el fin de promocionar las manufacturas, los gobiernos borbónicos adoptaron diferentes medidas, tales como el establecimiento de Fábricas Reales, con la contratación de técnicos extranjeros que aplicaban las innovaciones más recientes. Es el caso de las reales Fábrica de paños de Guadalajara, Brihuega o San Fernando. En otras ocasiones se establecieron Reales Fabricas para atender a demandas específicas de productos de lujo, con el fin de evitar costosas importaciones, caso de la Real Fábrica de Porcelana del Retiro, o la de Cristal de la Granja, o para hacer frente a la demanda del ejército y la Armada, como los arsenales de Ferrol, Cádiz y Cartagena. También se alentó la actividad industrial de empresarios privados, otorgándoles el estatuto de fábrica real y la concesión de privilegios y exenciones diversas. En general, la experiencia borbónica en la promoción industrial supuso enormes gastos para la Hacienda sin lograr un tejido fabril de importancia.

menos del 40%. La creciente demanda de productos agrarios, lana, vino, aguardiente, etc., constituían más del 90% de todas las exportaciones, dirigidas principalmente hacia Europa noroccidental. Las manufacturas eran muy poco significativas. Por el contrario las importaciones desde Europa se centraban en manufacturas, con casi un 60% del total, principalmente textiles, aunque también se recibían alimentos –bacalao y trigo, principalmente– y otras materias primas. España por tanto adquiría un perfil de país con escaso desarrollo industrial y bajo el dominio de las redes mercantiles foráneas, contando con un papel más dinámico en las zonas litorales que en las regiones del interior.

El incremento de la población y la producción estimuló el comercio interior. La mayor parte de la red de caminos era bastante deficiente y el régimen fluvial dificultaban seriamente la navegación interior. Se hicieron algunas mejoras en las principales rutas, mejorando los accesos entre Castilla y el Norte, o algunas de las conexiones con Levante y el sur. También se programaron proyectos de navegación interior, algunos de ellos parcialmente concluidos como el Canal de Castilla o el Canal Imperial de Aragón. Todo ello permitió incrementar la capacidad de carga y reducir los costes, aunque todavía eran muy elevados, encareciendo los productos en el mercado. También se eliminaron algunos obstáculos interiores, como las aduanas entre Castilla y Aragón. No obstante, la mayor parte del tráfico se hacía a pequeñas distancias y con escasos medios. Salvo Madrid, que concentraba casi 200.000 habitantes a fines de siglo, el resto de centros urbanos eran de muy escasa dimensión. Había compañías privilegiadas, como los Cinco Gremios Mayores, que se encargaban del comercio de productos de lujo para la Corte, y también intervinieron en negocios con el gobierno, pero no una auténtica burguesía comercial y manufacturera en el interior, a diferencia de lo que ocurría en algunos puertos mediterráneos (con Barcelona a la cabeza) o atlánticos, como Cádiz que había reemplazado a Sevilla en el comercio con la América hispana. El comercio exterior se benefició del fuerte impulso de la economía atlántica a escala europea, y conoció un importante crecimiento. Los Borbones intentaron aplicar medidas mercantilistas para proteger el mercado colonial y estimular el comercio de los nacionales, autorizando la creación de compañías comerciales y liberalizando desde 1765 los intercambios directos con nueve puertos peninsulares, eliminando los anteriores monopolios de Sevilla y posteriormente de Cádiz. Aunque Cádiz siguió siendo el puerto más importante en el tráfico con América, cobraron importancia Barcelona, Málaga, Santander y la Coruña. De América los principales productos seguían siendo los metales preciosos, aunque crecieron las importaciones de tabaco, cacao y azúcar. Desde España se enviaban tejidos, aguardientes y vinos, así como manufacturas de hierro. Con todo, el comercio exterior más importante no se hacía con América sino con Europa, ya que en las dos últimas décadas de siglo las ventas desde España suponían más del 60% mientras que hacia América eran

La orientación de la política borbónica hacia el imperio colonial determinó el gasto del Estado, principalmente en defensa y estímulo a la Armada. El creciente ritmo de gasto superaba los recursos habituales, obtenidos por los sistemas de recaudación heredados en Castilla de la dinastía anterior y la imposición de un sistema recaudatorio en la corona de Aragón, los denominados “equivalentes”. A mediados de silgo se produjo un intento de reforma tributaria en Castilla que sustituiría las antiguas rentas provinciales por una “Única contribución”, de carácter proporcional a las rentas de los súbditos, entre los que se incluiría a la nobleza y el clero; la reforma quedó sin embargo en el estadio inicial –la elaboración del famoso Catastro del marqués de la Ensenada–, sin llevarse nunca a la práctica. Las reformas se limitaron a algunos monopolios y medidas concretas, y no lograron el objetivo de acercarse a aliviar las crecientes deudas originadas por los gastos ordinarios y los extraordinarios de los conflictos militares. Estos gastos obligaron a recursos extraordinarios, como la emisión de Vales Reales en 1780, títulos de deuda con plazo de amortización de 20 años, pero podían ser utilizados como instrumento de pago de determinadas operaciones. Una nueva emisión se realizó en 1781 y no sirvieron para enjugar la deuda. La cotización cayó. Un mecanismo complementario fue la creación del Banco nacional de San Carlos en 1782, que debía servir para amortizar los vales y obtener ingresos para atender a gastos del Estado. Ahí están los antecedentes lejanos del papel moneda y un banco central en España. La crisis financiera de la monarquía a fines del siglo XVIII estaba relacionada con las dificultades económicas por las que atravesaba España y los bloqueos para llevar a cabo las reformas necesarias para dar un nuevo impulso a la economía. El crecimiento agrario alcanzó su techo a fines del siglo y las necesidades crecientes de alimentos se solucionaron a través de importaciones de cereales. La subida de precios redujo el nivel de consumo de buena parte de la población, con un empobrecimiento creciente que derivó en la fuerte mortalidad de los primeros años del siglo XIX, momento en que se produce una de las crisis agrarias más agudas (1801 1805). Además se unieron los problemas derivados de la crisis internacional que alteró el comercio exterior y originó nuevos gastos para la Hacienda. La incapacidad del gobierno para resolver la situación financiera y preparar un marco de recuperación acabaría en los años siguientes con todo el sistema del Antiguo Régimen. España, en todo caso, se mantenía en su conjunto atrasada, al margen de las corrientes más dinámicas de la economía europea. De este panorama sólo se salvaban Cataluña y algunos focos aislados conectados con las corrientes del comercio atlántico.

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5. Resumen

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6. Conceptos básicos

En estas páginas se ha tratado de: m) Presentar los grandes rasgos de la evolución de la economía mundial desde la salida de la crisis del XVII hasta las vísperas de la industrialización. n) Caracterizar el siglo XVIII como una etapa de transformaciones importantes –aunque no revolucionarias– en la economía mundial. o) Explicar las transformaciones en los sectores más dinámicos de la agricultura y la manufactura europeas. p) Introducir los conceptos de protoindustrialización, revolución industriosa y revolución del consumo. q) Mostrar el papel del comercio internacional en el impulso de las transformaciones económicas mas amplias. r) Exponer los cambios en el equilibrio mundial entre Asia y Europa, y ofrecer un intento de explicarlos a través de la tesis de la Gran Divergencia. s) Ofrecer un panorama de la economía española a lo largo del siglo XVIII, como ejemplo de atraso que contrasta con zonas más dinámicas.

Protoindustrialización Verlagssystem/verleger plantación sistema Norfolk Gran Divergencia Revolución industriosa Revolución del consumo

VOC (Compañía Orientales, Holanda) Calicó asiento de negros enclosures Única Contribución Vales reales

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Indias

7. Referencias DE VRIES, Jan (2009): La Revolución Industriosa, Barcelona, Crítica DUPLESSIS, Robert (2001): Transiciones al capitalismo en Europa durante la Edad Moderna. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza KRIEDTE, Peter (1987): Feudalismo tardío y capital mercantil, Barcelona, Crítica LLOPIS, Enrique, (2005): “Europa entre Westfalia y Waterloo”; en COMÍN, F., HERNÁNDEZ, M. y LLOPIS, E. (eds.): Historia económica mundial, Barcelona, Crítica, pp. 115 154 MALANIMA, Paolo (1995): Economia preindustriale. Mille anni: dal IX al XVIII secolo, Milán, Bruno Mondadori MARKS, Robert (2007): Los orígenes del mundo moderno. Una nueva visión.,Barcelona, Crítica PRAKASH, Om (1998): “European Commercial Enterprise in Pre colonial India”, en The New Cambrigde History of India, Cambrige, Cambrige UP WRIGLEY, E. Anthony (1992) : Gentes, ciudades y riqueza, Barcelona, Crítica

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8. Textos Tratado del asiento de negros concluido en Madrid el 26 de marzo de 1713 entre España e Inglaterra (fragmento) 1. Primeramente : que para procurar por este medio una mutua y recíproca utilidad á las dos Majestades y vasallos de ambas coronas, ofrece y se obliga su Majestad británica por las personas que nombrará y señalará para que corran y se encarguen de introducir en las Indias occidentales de la América pertenecientes á su Majestad católica en el tiempo de los dichos treinta años, que darán principio en 1.° de mayo de 1713 y cumplirán en otro tal dia del que vendrá de 743, es á saber, ciento cuarenta y cuatro mil negros, piezas de Indias de ambos, sexos y de todas edades, á razón cu cada uno de los dichos treinta años de cuatro mil y ocho cientos negros, piezas de Indias ; con la calidad que las personas que pasaren á las Indias á cuidar de las dependencias del asiento eviten todo escándalo, porque si lo dieren, serán procesados y castigados en la misma forma que lo serían en España, si los tales delitos se cometiesen aquí 2. Que por cada negro, pieza de Indias, de la medida regular de siete cuartas, no siendo viejos ni con defectos, según lo practicado y establecido hasta aquí en las Indias. pagarán los asentistas treinta y tres pesos escudos de plata y un tercio de otro, en cuya cantidad se han de y serán comprendidos todos y cualesquier derechos, así de alcabala , sisa, unión de armas, boquerón, como otros cualesquiera de entrada y regalía que estuviesen impuestos, ó en adelante se impusieren, pertenecientes á su Majestad católica, sin que se pueda pedir otra cosa : y que si algunos se cobrasen por los gobernadores, oficiales reales, ú otros ministros, se hayan de abonar á los asentistas en cuenta de los derechos que hubieren de pagar á su Majestad católica de los dichos treinta y tres pesos escudos de plata y un tercio de otro, en virtud de testimonio auténtico, el cual no ha de poder negar ningún escribano á quien se pida por parte de los asentistas , á cuyo fin se ha de espedir cédula general en la mas amplia forma. 3. Que los dichos asentistas anticiparán á su Majestad católica para ocurrir á las urjencias de su corona doscientos mil pesos escudos en dos i iguales , á razón de cien mil pesos cada una, la primera dos meses después que su Majestad haya aprobado y firmado este asiento, y la segunda cumplidos otros dos meses después de la primera; cuya cantidad asi anticipada , no han de poder reembolsar hasta que se hayan cumplido los veinte años primeros de este asiento ; cuando podrán hacerlo prorrateadamente en los diez restantes y últimos, á razón de veinte mil pesos en cada uno, del producto del derecho de las piezas que debieren satisfacer en dichos años.

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4. Que ha de ser de la obligación de los asentistas pagar la anticipación espresada de doscientos mil pesos escudos en esta corte, como también el importe de los derechos, de seis en seis meses, de la mitad de las piezas de esclavos que se capitulan en cada año. 5. que las pagas de los derechos se han de ejecutar en la forma espresada en la condición antecedente, sin atraso, disputa ni otra interpretación alguna ; aunque con la declaración de que los dichos asentistas no han de estar obligados á satisfacer mas de los que tocaren al número de las cuatro mil piezas de Indias en cada un año y no de las ochocientas restantes; de las cuales en todos los treinta años de este asiento le ha de hacer su Majestad (como se la hace ) gracia y donación en la mejor vía y forma que pueda decirse , en atención á los intereses y riesgos que debían bonificarse á los dichos asentistas por la paga y anticipación en esta corte de los derechos que corresponden á las cuatro mil piezas. 6. Que los dichos asentistas han de tener la facultad , después de introducidos los cuatro mil y ochocientos negros de su obligación en cada año, que si reconociesen ser necesario para el beneficio de su Majestad católica y de sus vasallos el introducir mas número de negros, lo han de poder ejecutar durante los veinte y cinco años primeros de este contrato; porque en los cinco últimos no lo han de poder hacer de mas que los cuatro mil y ochocientos capitulados; con la calidad que tan solamente hayan de pagar diez y seis pesos escudos y dos tercios de otro , de todos derechos por cada pieza de Indias que introdujeren ademas de los cuatro mil y ochocientos referidos, que es la mitad de los treinta y tres pesos escudos y un tercio arriba espresados; y la paga de ellos habrá de ser también en esta corte. 7. Que los dichos asentistas han de tener la libertad de emplear en este tráfico para la conducción de sus armazones, los navios propios de su Majestad británica y de sus vasallos ó de otros que pertenezcan á los de su Majestad católica , pagándoles sus fletes y con la voluntad de sus dueños, tripulados de marinería inglesa ó española á su elección; siendo visto que los comandantes de los tales navios, empleados por los asentistas, ni tampoco los marineros han de causar ofensa ni escándalo al ejercicio de la religión católica romana , debajo de la pena y por las reglas impuestas en la condición 1ª de este asiento. Y asimismo ha de ser lícito y han de poder los dichos asentistas introducir los esclavos negros de su obligación en todos los puertos de los mares del Norte y de Buenos Aires, en cualquiera de los referidos navios, en la misma forma que se ha concedido á otros asentistas anteriores, aunque siempre debajo de la seguridad de que asi los comandantes como los marineros no han de dar escándalo á la religión católica romana, debajo de las penas ya espresadas. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Fuente: Tratados de paz y de comercio que han hecho con las

6. ¿Cuáles son los principales rasgos del comercio asiático hacia Europa durante el siglo XVIII y las diferencias más reseñables respecto a los siglos anteriores?

potencias extranjeras los monarcas españoles de la casa de Borbón desde el año 1700 hasta el día. Madrid, 1843, págs 58

60.

9. Actividades de autoevaluación 1. ¿Cuáles son las principales innovaciones en la agricultura europea y dónde se producen?

7. ¿En qué se basa la supremacía comercial británica en el siglo XVIII?

8. ¿Por qué Asia se queda rezagada frente a Europa durante el siglo XVIII? 2. ¿Qué relación guarda el aumento de la natalidad y las regiones con actividades protoindustriales?

Preguntas tipo test 3. Características principales de la industria rural, frente a la de los gremios

4. ¿Por qué se dispara el tráfico de esclavos en el siglo XVIII?

1. Durante el siglo XVIII la población africana: A. Decrece en número debido al masivo tráfico de esclavos. B. Aumenta, apoyándose en la expansión de cultivos como la mandioca. C. Disminuye por las grandes crisis de mortalidad. D. Aumenta gracias al desarrollo de la protoindustrialización. 2. La población en China durante el siglo XVIII: A. Crece muy poco debido a la escasa productividad de su agricultura. B. Disminuye por el impacto de grandes epidemias. C. Crece rápidamente debido a la puesta en cultivo de grandes extensiones. D. Crece rápidamente por la incorporación del sistema Norfolk. 3. El sistema Norfolk revoluciona la agricultura inglesa porque: A. Reduce a la mitad las tierras en barbecho. B. Elimina el barbecho. C. Establece cuatro rotaciones con la incorporación de cereal y forraje. D. Las dos respuestas anteriores.

5. ¿Cómo se articula el denominado comercio triangular, y qué productos comprende?

4. El sistema Norfolk, en Inglaterra aumenta el producto agrario, pero: A. Elimina el ganado de la explotación. B. Necesita el empleo de mano de obra esclava. C. Requiere la siembra de plantas que fijan el nitrógeno (trébol, leguminosas). D. No puede sembrarse más de 20 años seguidos. 5. ¿Qué continentes forman parte del “comercio triangular”? A. África, Asia y Europa, a través del Mediterráneo. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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B. Asia, América y Oceanía, a través del Pacífico. C. Europa, África y Asia a través del cabo de Buena Esperanza. D. Europa, África y América a través del Atlántico. 6. La protoindustrialización se caracteriza principalmente porque: A. Los trabajadores se concentran en grandes protofactorías. B. La mano de obra es de artesanos especializados. C. Se desarrolla en distritos rurales. D. Principalmente está orientada a la fabricación de objetos de lujo. 7. A comienzos del siglo XVIII, el continente con mayor producción industrial total era: A. Europa. B. Asia: C. América D. África. 8. En el siglo XVIII, el principal producto de exportación desde la India a Europa por las compañías comerciales holandesas y británicas es: A.Té B. Azúcar C. Opio D. Textiles. 9. La producción de la protoindustria europea se dispara debido a que sus productos: A. Tienen una elevada calidad. B. Son baratos. C. Inundan los mercados asiáticos. D. Las tres respuestas anteriores. 10. Entre los productos importados de Asia que se consumen masivamente por la población inglesa durante el siglo XVIII destacan: A. Calicós. B. Té. C. Azúcar. D. Opio.

APUNTES DE HISTORIA ECONÓMICA  GRADO 

Tema 6. La Revolución Industrial y el crecimiento económico moderno 

 

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  5-37

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Tema 6. La Revolución Industrial y el crecimiento económico moderno

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Tema 6. La Revolución Industrial y el crecimiento económico moderno 1. Resultados de aprendizaje Reconocimiento - NoComercial - CompartirIgual (by-nc-sa): No se permite un uso comercial de la obra original ni de las posibles obras derivadas, la distribución de las cuales se debe hacer con una licencia igual a la que regula la obra original.

Este es un tema central (junto con la revolución neolítica) en cualquier temario de Historia Económica. Es particularmente importante por tanto que el estudiante pueda: 1. Discutir el alcance y los problemas de las nociones de Revolución Industrial e industrialización. 2. Situar espacial y cronológicamente la RI entre 1760 y 1860 y en algunas regiones de Inglaterra, Gales y el continente europeo (Bélgica, Cataluña) 3. Explicar la industrialización como un proceso complejo en que confluyen dos corrientes de cambio económico (orgánico avanzado e inorgánico), con componentes demográficos, mejoras de productividad agraria e innovaciones en la industria y el transporte. 4. Enumerar, jerarquizar y describir el funcionamiento de distintos factores causales de la industrialización: dotación de recursos naturales, marco institucional, ampliación de mercados, e innovación tecnológica. 5. Identificar los tres sectores pioneros de la RI –textil algodonero, siderurgia y ferrocarril– y explicar su evolución en relación con el conjunto de las manufacturas. 6. Discutir el papel del cambio tecnológico en la RI (en torno a la noción de cuello de botella) e innovaciones en racimo. 7. Valorar la importancia de la difusión del uso de fuentes de energía fósiles (carbón) y nuevos convertidores (máquinaria textil, máquina de vapor). 8. Caracterizar a los nuevos agentes económicos de la industrialización: empresarios industriales y proletarios. 9. Esquematizar las transformaciones estructurales introducidas por la industrialización (dualidad económica/dualismo) 10. Argumentar algunos de los principales debates sobre la RI: ¿tuvo que ser en Inglaterra?¿escala nacional o regional?¿cómo intervino el Estado? ¿sólo ocurrió en las industrias pioneras?¿cómo afectó a los niveles de vida de los trabajadores? 11. Analizar las repercusiones de la Revolución Industrial de cara al peso de Inglaterra en Europa y Europa en el Mundo. 2. Índice 6.1. El qué, el dónde, el cuándo y el cómo de la Revolución Industrial. 6.2. Los porqués ¿qué tenia Gran Bretaña de especial? 6.3. El nacimiento de la nueva industria en Gran Bretaña 6.3.1. El textil algodonero 6.3.2. La siderurgia 6.3.3 La máquina de vapor 6.3.4. La fábrica 6.4. Industrialización sin mecanizacion: sectores “tradicionales” 6.4.1. Agricultura 6.4.2 Las manufacturas tradicionales UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Tema 6. La Revolución Industrial y el crecimiento económico moderno

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6.4.3. Urbanización 6.5. Factores clave, sectores clave: tecnología, carbón y mercados 6.5.1. Factores productivos 6.5.2. Las instituciones: propiedad, Estado y mercados 6.5.3. Los mecanismos de la innovación técnica 6.6. Empresarios y trabajadores (burgueses y proletarios). 6.7. La nueva economía de base fósil.

3. Algunas preguntas iniciales 4. Contenidos del tema 

¿Qué es la Revolución Industrial? ¿Nos afecta incluso a los que no la

6.1. El qué, el dónde, el cuándo y el cómo de la Revolución Industrial.

hemos vivido? 

Y si le decimos que la Revolución Industrial empezó en la agricultura ¿cómo se come?



La Revolución Industrial ¿no iba de máquinas de vapor y telares mecánicos?



Y si hay una revolución ¿quiénes eran los revolucionarios? ¿inventores? ¿empresarios? ¿obreras?



¿Por qué asociamos la industrialización con altas chimeneas y humo negro?



¿Por qué todo ocurrió en Inglaterra? ¿Por qué en el siglo XVIII?



¿Qué tenía Inglaterra que no tuvieran los demás?



¿Qué tiene que ver Lancashire con Alabama (EE.UU.)?



¿Y la estatura de los quintos con el nivel de los salarios?



¿Por qué la mecanización de la producción empieza por los textiles?



¿Qué hacían los demás sectores mientras algunos se revolucionaban?



La Revolución Industrial ¿fue positiva? ¿para quién? ¿para todos igual?

Si examinamos la evolución de la población mundial en una escala de miles de años (el muy largo plazo), puede apreciarse en torno a 1800 un cambio de tendencia en el largo movimiento de lento y accidentando ascenso en el número de hombres (y mujeres): el crecimiento se acelera y sobre todo se torna sostenido. En adelante, no volverán a producirse desplomes brutales de la población como el que se produjo en el siglo XIV. Al menos, no hasta ahora. Si desglosamos las cifras por continentes, se observa que ese movimiento arranca de Europa, y se irá difundiendo por el continente a lo largo del siglo XIX, y después a otras zonas del mundo, especialmente a partir de mediados del siglo XX. Si añadimos otro indicador del peso de la humanidad en el planeta, como son las series de emisiones de CO2 a la atmósfera –obtenidas a través del registro químico de los hielos polares–, encontramos el mismo salto, en torno a las mismas fechas. Otros indicadores –volumen de producción de bienes diversos (acero, cemento, cereales, etc.) de consumo de energía, vendrían a decirnos lo mismo. Gráfico 6.1 Concentración de CO2 en la atmósfera (partes por millón) (9002005)

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Tema 6. La Revolución Industrial y el crecimiento económico moderno

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Fuente: David JC Mackay (2009): Sustainable Energy – without the hot air, UIT Cambridge, Cambridge, 6. Como vimos en los dos primeros temas, el primer gran salto económico de la humanidad –la revolución agraria del Neolítico, hacia el 10 000 adE–había permitido, gracias a la domesticación de animales y la difusión de los cultivos, incrementar la energía a disposición del hombre, y por tanto el crecimiento de la población y de los recursos. Las consecuencias del segundo gran salto –la Revolución Industrial, en torno a 1760-1830 dE– fueron mucho mayores en sus dimensiones y en la aceleración que introdujeron en el crecimiento económico. Pero además transformaron para siempre la estructura de la economía: lo que denominamos desarrollo económico. En apenas doscientos años se multiplicó la capacidad de producción –y también de destrucción– de las sociedades humanas, el número de hombres y mujeres, el mundo “encogió” gracias al avance de los transportes y comunicaciones; con la ciencia y la técnica al servicio de la producción de bienes y servicios, el mundo que arranca de la Revolución Industrial permitió costear el lujo de una humanidad más numerosa, más longeva, más próspera, mejor alimentada y educada y, muy a menudo, más libre políticamente. Claro que también creó un mundo más desigual, más rapaz con los recursos naturales, más interdependiente y más frágil. Es precisamente la dimensión de las transformaciones la que justifica el término de “revolución” aplicado a este proceso; el adjetivo “industrial” procede del papel que las manufacturas, y especialmente un nuevo estilo de industrias mecanizadas, organizadas en fábricas y que recurrían a la energía fósil del carbón mineral, desempeñarán en el proceso. A muchos historiadores no les agrada el término Revolución Industrial, básicamente por dos razones:  los cambios arrancan en varios sectores y afectan al conjunto de la economía, y no exclusivamente a la industria (de hecho, según muchos autores empezaron por la agricultura).  el término revolución sugiere un cambio brusco, súbito, flanqueado por fases estáticas, que casa mal con un proceso prolongado, que suele situarse (dependiendo de los expertos) entre la década de 1730 y la de 1850, cuyos antecedentes son lejanos, y que desencadenará cambios aún mayores tras esas fechas.

Fuente: Bairoch, P. (1976): Commerce exterieur et development , citado en Di Vittorio, coord. (2003): Historia económica de Europa, siglos XV-XX, Barcelona, Crítica, 232.

Tabla 6.1. Cuatro indicadores del desarrollo económico europeo, 1800-1913 Años

1800 1830 1840 1850 1860 1870 1880 1890 1900 1910 1913

Producción de Consumo de Producción hierro y fundición algodón carbón miles de toneladas métricas (0,6) (0,04) (12,9) 1,5 0,17 29,3 2,6 0,31 45,1 3,9 0,47 67,2 6,5 0,73 114,6 10,5 0,86 180,2 13,9 1,14 216,7 17,5 1,56 328,3 25,5 1,99 437,8 36,9 2,49 573,9 45,9 2,79 646,8

de Red (km)

ferroviaria

175 2.925 23.500 51.850 104.900 169.100 225.200 292.200 351.000 362.200

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Las consecuencias de la Revolución Industrial “No se discute que el resultado acumulativo del gigantesco cambio económico haya sido alterar las formas de vida y las preocupaciones de la gente en todo el mundo. El campo y sus ritmos afectaban relativamente poco a la vida de la mayoría de las personas de los países desarrollados. Incluso la pequeña minoría que continúa una vida agrícola lo hace en circunstancias que les separan de sus predecesores de modo casi tan profundo como quienes viven en ciudades y trabajan en oficinas o fábricas están aejados de su pasado agrario. Las trabas que en un tiempo limitaron y moldearon los modos de vida y de trabajo se han reducido considerablemente. Un hombre puede tener una conversación con un amigo en Australia con tanta facilidad como puede charlar con su vecino en un bar local. Todas las trabas impuestas por los sistemas de transporte y comunicación se han reducido radicalmente. La gente disfruta de un dominio despreocupado de la energía en una escala que hubiera envidiado un faraón. Puede no haberse eliminado la pobreza, pero su presencia permanente no refleja ineluctables necesidades de una economía en que la renta per capita era necesariamente baja y fluctuaba de forma alarmante de un año a otro, sino las características de los sistemas sociales, económicos y políticos particulares. Las primeras décadas de la vida no se encuentran ya ensombrecidas por la probabilidad de la muerte por enferemedades infecciosas. Más de nueve décimas parte de todos los niños nacidos hoy en los países industrializados pueden esperar pasar su decimoquinto cumpleaños, mientras que hace dos siglos la cifra habría sido menos de cuatro décimas partes. Afirmar que el progreso material ha sido inmenso no es pretender que el mundo moderno es “mejor” que el mundo tradicional. El coste de los cambios ha sido y sigue siendo pesado. El viejo mundo, con todos sus defectos, era duradero; el nuevo puede resultar inestable hasta la autodestrucción. Sin embargo, la incertidumbre sobre el resultado final de los cambios acrecienta el interés por su génesis, porque así como la comprensión de un fenómeno depende del conocimiento de su desarrollo, la historia de los cambios no sólo es fascinante en sí misma, sino esencial para cualquier valoración de la situación actual de la sociedad.” E.A.Wrigley (1992): Gentes, ciudades, riqueza, Barcelona, Crítica, 12-13. Sin embargo, la profundidad y dimensiones de los cambios económicos, y su influencia, realmente revolucionaria, sobre la economía mundial justifican el empleo del término Revolución Industrial; que por otra parte está tan arraigado que no tiene mucho sentido buscar otro. Sin embargo conviene advertir que a veces nos encontramos el término empleado en un sentido amplio, para hablar de este tipo de cambios a escala mundial; así, hay quien habla de Revolución Industrial en Japón, o de su fracaso en España. O incluso de una Revolución UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Tema 6. La Revolución Industrial y el crecimiento económico moderno

Industrial en la Edad Media, basada en el uso del carbón. En un sentido más estricto debería limitarse su uso –como haremos nosotros– a: [Qué: una definición] El proceso de transformaciones económicas pioneras que tienen lugar en algunas regiones de Gran Bretaña y del continente europeo entre mediados del siglo XVIII y mediados del XIX, ligadas a la introducción de nuevas técnicas y formas de organización en la manufactura, especialmente basadas en el empleo masivo de carbón mineral como fuente de energía, que tendrán como resultado cambios profundos de la estructura económica y la organización social y política. Según Joel Mokyr, las explicaciones de la Revolución Industrial pueden agruparse en cuatro escuelas: 1. La escuela del cambio social: según ésta, “la Revolución Industrial fue ante todo un cambio en el modo en que se realizaban las transacciones económicas entre las personas”, fundamentalmente “la aparición de mercados de bienes y factores de producción establecidos, competitivos e impersonales”. 2. La escuela de la organización industrial: hace hincapié en el tamaño y la estructura de la empresa, es decir, en el nacimiento del sistema fabril, más capitalizado, y que emplea mano de obra asalariada sujeta a una disciplina estricta y a controles de calidad. 3. La escuela macroeconómica: destaca la importancia de variables agregadas tales como el crecimiento del PIB, la formación de capital o la estructura de la economía. 4. La escuela tecnológica: considera que son los cambios tecnológicos, con una lógica propia, los que determinan los demás cambios “y se centra, por lo tanto, en la invención y la difusión de los nuevos conocimientos tecnológicos.” De hecho, todos estos cambios tuvieron lugar en la Revolución Industrial: de ahí que resulte tan difícil encontrar una definción que satisfaga a todos, puesto que cada autor tiende a resaltar lo que le resulta fundamental.

Una definición clásica de Revolución Industrial “En el siglo XVIII, una serie de invenciones transformaron la industria algodonera británica y alumbraron un nuevo modo de producción, el sistema fabril. Al propio tiempo, otros sectores industriales registraban progresos similares y a menudo relacionados. Este proceso conjunto, que se alimentaba mutuamente, generó nuevas ganancias en un terreno cada vez más amplio. La abundancia y variedad de estas innovaciones hacen interminable su enumeración, pero se acomodan a tres principios: 1) la sustitución de la pericia y el esfuerzo humanos por las máquinas – rápidas, regulares, precisas, incansables; 2) la sustitución de fuentes animadas de energía por fuentes inanimadas, y en particular, la invención de motores capaces de transformar el calor en trabajo, propiciando así un suministro prácticamente ilimitado de energía; y 3) el uso de materias primas nuevas y mucho más abundantes, y en concreto la sustitución de las sustancias vegetales o animales por

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minerales y, a la larga, por materiales artificiales. Estas sustituciones crearon la Revolución Industrial. Generaron un rápido aumento de la productividad y, simultáneamente, de la renta per cápita. Este crecimiento, además, se autoalimentaba. En épocas pretéritas, la mejora de la calidad de vida siempre había provocado un aumento de la población que, con el tiempo, neutralizaba las posibles ganancias. Ahora, por vez primera en la historia, la economía y el saber crecían a un ritmo suficiente para generar una corriente continua de progresos. Se olvidaron los controles positivos malthusianos del crecimiento demográfico e ignoraron las predicciones de estancamiento de la ‘ciencia lúgubre’; se abría una nueva era, llena de promesas y expectativas. La Revolución Industrial trastocó también el equilibrio del poder político; en el interior de las naciones, entre ellas y entre civilizaciones; revolucionó el orden social y transformó en la misma medida las formas de pensar y obrar.” David S. Landes (1999): La riqueza y la pobreza de las naciones. Barcelona, Crítica, 179. Conviene por último distinguir entre Revolución Industrial e industrialización. Con ésta nos referimos los procesos de difusión de estas innovaciones a otras regiones o países, a través de la imitación o la importación directa de las técnicas y formas de organización, que produzcan cambios estructurales del mismo tipo que en Gran Bretaña. En este sentido, podríamos hablar de industrialización en España en el siglo XIX, aunque no de industrialización (ni menos Revolución Industrial) en la Edad Media. Demos un repaso a los componente de la definición para aclarar la importancia de los distintos factores. [Cómo: las transformaciones de la Revolución Industrial]  Transformaciones económicas: estamos hablando de una gama muy amplia de cambios que afectan al conjunto de la economía, y cuyo resultado será una transformación profunda de la estructura económica. En este sentido, suele decirse que, en realidad, la Revolución Industrial comenzó en la agricultura, pues sólo fue posible gracias a aumentos sustanciales de productividad agraria. Pero también se producen cambios demográficos (un crecimiento de la población y un avance de la urbanización notables), que afectarán a la oferta de fuerza de trabajo pero también a la demanda de bienes (industriales o no). Transformaciones en el comercio y los transportes, en el sector financiero. El resultado final sería la pérdida de peso del sector primario a favor del secundario y terciario, que es a la que habitualmente se denomina desarrollo económico (véase Tema Uno). Tabla 6.2. Porcentajes de distribución de la mano de obra británica estimados para el periodo 1811-1911 PRI MARIO Agricultura silvicultura pesca

1811

33,0

SECUNDARIO Manufactura industria

30,2

TERCIARIO

Sector minería Comercio y Servicio transporte doméstico y publico personal profesionales y otros

11,6

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11,8

13,3 6-10

Tema 6. La Revolución Industrial y el crecimiento económico moderno

1821 28,4 1851 21,7 1881 12,6 1911 8,3 Fuente: Rule (1987:22)

38,4 42,9 43,5 46,4

12,1 15,8 21,3 21,5

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12,7 13,0 15,4 13,9

8,5 6,7 7,3 9,9

 Cambios en la organización social y política: Históricamente la Revolución Industrial va unida al avance del capitalismo. Como vimos, éste se define como un sistema económico basado en la propiedad privada y la división social entre una burguesía propietaria de los medios de producción y un proletariado que vende su fuerza de trabajo. Asimismo, la Revolución Industrial aparece vinculada a las formas del Estado liberal (constitucional y parlamentario), que venían surgiendo de forma esporádica en algunas zonas de Europa desde el siglo XVI. Aunque el capitalismo acabaría imponiéndose en el mundo entre los siglos XIX y XX, existieron procesos de industrialización en sociedades no capitalistas (como la Unión Soviética desde la década de 1920) y otros que no fueron acompañados de transformaciones políticas de tipo liberal o democrático.  Nuevas técnicas y formas de organización en la manufactura: Tradicionalmente –ver la definición de Landes, más arriba– se ha venido explicando la Revolución Industrial como un fenómeno desencadenado por diversas innovaciones tecnológicas (hiladoras y telares mecánicos, bombas y finalmente máquinas de vapor, técnicas de purificación del carbón y el hierro), en varios sectores clave (textil algodonero, siderurgia, minería y finalmente ferrocarril). Estos cambios van a incrementar enormemente la productividad industrial, pero para su aplicación exigirán cambios en la organización del trabajo: la fábrica centralizada en torno a las máquinas y sus motores (hidráulicos o de vapor), dirigida por un empresario-patrón que emplea a un número creciente de obreros cada vez menos cualificados. Pese a la innegable importancia de la tecnología en esta historia (y la prueba es que la industrialización se produce cuando ésta se introduce en otros países o sectores), una parte importante de los cambios en la manufactura tuvieron lugar en sectores –cuchillería, alfarería, confección– en los que no se produjo la entrada de nuevas tecnologías hasta mucho más tarde, en los que las fábricas tardaron en imponerse, en los que la energía hidráulica o animal siguió proporcionando fuerza motriz, o en los que las ganancias de productividad provenían de otras fuentes. Como han señalado los trabajos de Maxine Berg, la división del trabajo, la especialización en distintos productos, y la mejora de la distribución (abaratamiento del transporte y ampliación de los mercados) redundaba en una producción más abundante, barata y de mejor calidad. Lo mismo puede decirse de otros sectores económicos (comercio, transportes, agricultura), que venían mostrando mejoras de productividad mucho antes de la mecanización. Veremos más adelante una explicación a este fenómeno de dualismo económico (coexistencia de dos tipos de economía distintos en un mismo país o sector).  Especialmente basadas en el empleo de carbón mineral: En nuestras definiciones de Revolución Industrial e industrialización se hacía mucho hincapié en el papel de las fuentes de energía fósil: primero el carbón mineral y posteriormente, a partir de finales del siglo XIX, del petróleo. De

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hecho, según el esquema expuesto en el tema Uno, será el empleo de los combustibles fósiles y el desarrollo de máquinas adecuadas (convertidores) que lo transforman en trabajo (la máquina de vapor, la turbina, el motor de explosión y después los motores eléctricos) lo que marque la diferencia entre las sociedades agrarias, con limitadas disponibilidades de energía, y las industriales, donde la energía disponible es mucho mayor. En este línea, hay que retomar la distinción planteada por Wrigley entre economías orgánicas –aquellas que obtienen su energía fundamentalmente de organismos vivos (plantas, animales, hombres)– y economías inorgánicas, basadas en los combustibles fósiles. La disponibilidad de carbón mineral abundante y barato fue un factor determinante en la Revolución Industrial que explica, entre otras cosas, qué sectores y qué regiones obtuvieron mejores resultados. Al menos en un primer momento, la cercanía a los yacimientos de carbón resultó crucial. Más adelante, la mejora de los sistemas de transportes –primero a través de canales, luego con barcos de vapor y ferrocarriles– abarató el suministro; y las mejoras de eficiencia técnica de las máquinas de vapor redujeron la cantidad de combustible necesaria para generar el mismo trabajo. Ambos fenómenos –reducción de costes de transporte y de combustible– acabaron haciendo posible la industrialización de regiones que no contaban con acceso económico al carbón. ¿Podría haber habido una Revolución Industrial sin carbón? Históricamente es cierto que la energía hidráulica desempeñó un papel importante, un salto en la disponibilidad de energía como el de la Revolución Industrial no habría sido posible sin combustibles fósiles. El carbón mineral no era ningún desconocido: venía usándose como combustible, incluso industrial, desde hacía siglos (en la fabricación de cerveza y ladrillos, por ejemplo), especialmente allí dónde existían reservas de hulla fácilmente accesibles. Así que la explicación de la Revolución Industrial debería empezar por inquirir por qué se empezó a emplear de forma masiva el carbón en determinadas industrias de determinados lugares. Tipos de carbón La primera distinción importante es entre carbón mineral (o de roca), que se extrae de las minas y el carbón vegetal, que se obtiene por una combustión parcial de leña (carboneo). El vegetal, el más utilizado hasta la revolución industrial, tiene un poder calorífico adecuado para la mayoría de los procesos industriales: su problema fundamental es el coste. El carbón mineral es una roca originada por la descomposición y sedimentación de materiales vegetales, de la que existen varios tipos (de menor a mayor poder calorífico). Turba: es el resultado de la primera fase de carbonificación. Se halla en la superficie, como una capa esponjosa resultado de la acumulación y putrefacción de materia vegetal, normalmente en medio húmedo, por lo que es necesario secarla para poder usarla como combustible. Lignito: es el resultado de la compresión de capas de turba, lo que elimina humedad y aumenta la concentración de carbono (y el poder calorífico). Por ello es un combustible de mediana calidad.

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Hulla: es un tipo de carbón bituminoso, producto de la compresión del lignito en procesos geológicos, principalmente en el periodo carbonífero, y se encuentra a mayor profundidad que el lignito, lo que exige su extracción en galerías. Antracita: el carbón más antiguo, como resultado de la metamorfización de hullas, y aunque es el de mayor contenido en carbono resulta más difícil de encender. A estos tipos de carbón natural, hay que sumar el coque, que es en realidad un combustible artificial obtenido de la destilación de la hulla, que es calentada en hornos cerrados (en ausencia de oxígeno) a altas temperaturas. Con ello se consigue un combustible mucho más apto para su empleo en los hornos altos (siderurgia).

[ Dónde: ¿países o regiones?]  Algunas regiones de Gran Bretaña y del continente europeo: aunque es habitual que los estudios de industrialización se realicen a escala nacional (la única para la que solemos tener información estadística sobre producción de determinados bienes, exportaciones o importaciones, niveles de precios o estimaciones de PIB), lo cierto es que el proceso tuvo lugar a una escala más pequeña, regional, y que perdemos detalles importantes si lo olvidamos. En el caso de España, la perspectiva nacional –con una industrialización tardía y accidentada– hace que perdamos de vista que en el caso de Cataluña, y en particular en el área de Barcelona, se produjo una industrialización temprana, basada en la mecanización del textil del algodón por empresarios autóctonos con resultados equiparables a las regiones británicas pioneras. Son varios los factores que justifican la perspectiva regional (en sentido económico) de la Revolución Industrial y la posterior industrialización. En primer lugar la existencia de tradiciones técnicas (con intercambio de ideas y personas) propias de cada región. También una demanda de manufacturas diferenciada regionalmente. Así como instituciones económicas propias (desde sistemas de herencia a normas sobre pago de salarios), las peculiaridades de los mercados de capitales, la fiscalidad, etc. En este sentido, más que de la Revolución Industrial británica habría que hablar del sector algodonero en Lancashire y las East Midlands (Derbyshire y Nottinghamshire), de la minería del carbón en Gales (en torno a Cardiff), el Black Country o el Shropsire, de la siderurgia en las mismas zonas y en Yorkshire (Sheffield sobre todo) y Newcastle, o de la industria lanera del West Riding. Y a escala europea sería necesario añadir la región del Sambre-Mosa y el valle del Scheldt en Bélgica con las cercanos departamentos de Nord y Pas-de-Calais en el norte de Francia, Sajonia y la Alta Silesia en Alemania, algunas regiones suizas y Cataluña, con su industria textil (sobre todo en Barcelona)13.

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[ Cuándo: cronología]  Entre mediados del siglo XVIII y mediados del XIX: la cuestión de la cronología de la Revolución Industrial es debatida, y en parte depende de qué definición que empleemos. o si elegimos el cambio tecnológico: entonces arranca más bien de 1780, ya que es a partir de esas fechas cuando se producen las innovaciones fundamentales en la hilatura del algodón, la máquina de vapor y la siderurgia (ver. Aunque hay que notar que los cambios tecnológicos también son de largo recorrido: la máquina de vapor tardó casi 200 años en pasar de la bomba patentada por Thomas Savery en 1698 hasta las turbinas a vapor de Charles Parsons (1884), capaces de mover buques o centrales eléctricas. o si elegimos el crecimiento sustancial del PIB per capita (crecimiento económico), en realidad éste es muy lento en el siglo XVIII (probablemente inferior al de Francia), y sólo se consolida después de 1850 (ver tabla 6.3). Tabla 6.3. Crecimiento del PIB y PIB/per capita en Gran Bretaña 1760-1830 (en %), según dos estudios distintos Deane-Cole PIB PIB per capita PIB 1760-1800 1,3 0,52 1 1800-1830 3 1,61 1,97 Fuente: Floud y Johnson (2004), citados en Escudero (2005:192 )

Cratfs PIB per capita 0,17 0,52

si elegimos el cambio estructural, tenemos que tomar algún criterio. Por ejemplo si la Revolución Industrial comienza cuando el descenso del peso de la agricultura en la economía se sitúa por debajo del 50%, habría que ir mucho más atrás. Pero si consideramos que comienza cuando el crecimiento de empleo industrial se sitúa por encima del 30% de la población activa, sólo se produce tras las guerras napoleónicas (1815). Tabla 6.4. Estructura económica en Inglaterra 1688-1841 (porcentajes estimados de la renta nacional) PRIMARIO Agricultura

1688 1770 1801 1811 1821 1831 1841

40 45 32,5 35,7 26,1 23,4 22,1

SECUNDARIO Manufactura minería construcción 21 24 23,6 20,8 31,9 34,4 34,4

TERCIARIO Comercio y Servicio transporte doméstico/ profesional 12 15 13 11 17,5 11,3 16,6 10,4 15,9 5,7 17,3 5,7 18,4 6,0

Gobierno y defensa

Vivienda

7 4 9,8 10,8 13,1 11,6 9,6

5 3 5,3 5,7 6,2 6,5 8,2

Fuente: Berg (1990:54): 13

Una explicación más detallada y una descripción de las distintas regiones fuera de las islas británicas en el capítulo 3 de Pollard (1991), especialmente el epígrafe “El papel de la región en la industrialización”, 141-155. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA 6-13

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En todo caso, convencionalmente se aceptada que el período 1760-1830 como aquél en el que comenzó la Revolución Industrial; aunque también se señala que hubo una serie de transformaciones anteriores en el marco económico (especialmente en la agricultura) e institucional que arrancan de hasta dos o tres siglos antes. Probablemente una de las razones por las que es difícil ponerse de acuerdo en una definición, una cronología, y más aún en una explicación, de la Revolución Industrial es porque en Gran Bretaña confluían dos corrientes de cambio distintas, responsable cada una de parte del crecimiento económico total.  La primera, ligada a cambios ocurridos en la economía tradicional (orgánica), que conformaron lo que Wrigley denominó economía orgánica avanzada.  La segunda, que resultaría a largo plazo la más importante, estaba ligada a las innovaciones en materia de fuentes de energía fósil (carbón) y los nuevos convertidores (máquinas, máquina de vapor), que abriría camino a un nuevo tipo de economía basada en combustibles fósiles (o energía inorgánica, en terminología de Wrigley). De ella nos ocuparemos en el siguiente apartado.

permitió un crecimiento de la población y la urbanización (% de la población que vive en ciudades), compatibles con el incremento de los niveles de vida, que generó una demanda solvente para los productos industriales. El crecimiento de la economía orgánica avanzada sienta así las bases para el crecimiento de la economía basada en combustibles fósiles: por un lado, una agricultura más productiva alimenta a una población mayor que puede dedicarse a otras actividades. Además, la mejora de productividad agraria permite incrementar los salarios, lo que a su vez genera las rentas con las que la necesidad de bienes y servicios puede convertirse en demanda efectiva. En tercer lugar, la explotación del carbón, aunque fuera para usos limitados de calefacción y en algunas manufacturas, genera incentivos para la explotación de nuevos yacimientos, lo que conduce a reducciones en su precio y su aplicación a nuevos procesos. Así pues, el crecimiento económico en la Inglaterra de la Revolución Industrial tuvo dos fuentes: las mejoras de la economía orgánica y la introducción de la inorgánica, siguiendo la terminología de Wrigley. Dicho de otro modo, tiene dos caras, lo que ha llevado a señalar el dualismo de la economía británica, es decir, su segmentación en dos “economías” distintas. Por un lado, la tradicional, que incluía la agricultura, la construcción, la industria a domicilio y buena parte de los oficios tradicionales. El crecimiento de la productividad de esta “economía” era más lento, pero eran apreciables mejoras y también aumentos de la capitalización (ratio del capital con respecto al trabajo invertido). Por otro lado, estaba la “economía” moderna, que incorporaba avances tecnológicos y el uso de carbón mineral como combustible, lo que generaba una mayor capitalización, pero también espectaculares aumentos de productividad. De hecho, el dualismo no sólo se daba entre estas dos economías, sino también en el interior de los mismos sectores (había una siderurgia moderna que convivía con las fraguas tradicionales, por ejemplo). También había un dualismo geográfico (entre regiones industrializadas y no industrializadas) muy típico en los procesos de industrialización (en España, por ejemplo). El concepto de dualismo se ha aplicado en ocasiones a la teoría del desarrollo económico, defendiendo que las etapas iniciales tienen siempre un marcado carácter dual (ya sea sectorial, geográfico, o ambos), que ralentiza las tasas de crecimiento generales (si el sector tradicional supone el 80% de la economía, será su crecimiento medio el que determine el total); pero que finalmente los sectores modernos acaban “tirando” del conjunto de la economía. De ahí que algunos autores, especialmente Maxine Berg, hayan hecho hincapié en la importancia de los cambios, más lentos y menores, en los sectores tradicionales, que seguían representando a comienzos del XIX la mayor parte de la economía británica. Cambios que arrancan ya de comienzos del siglo XVIII, que incluyen novedades técnicas en todas las industrias; pero no sólo ligadas a la mecanización, sino, más bien, en técnicas manuales, innovaciones de producto y nuevas divisiones del trabajo. En consecuencia, cambios que no sólo se concretan en las fábricas (la innovación también nacía de los talleres “tradicionales”).

Las transformaciones de la economía orgánica en Gran Bretaña arrancan, como no podía ser de otro modo en una economía de base agraria, del sector primario. Las mejoras de productividad agraria (la base de todo) parecen ligadas al mayor tamaño de la cabaña ganadera, lo que significaba mucho más abono disponible para los campos de labor y más fuerza de tiro. La disponibilidad de animales tenía dos ventajas adicionales: mitigaba las oscilaciones anuales de las cosechas (puesto que los años malos para el cereal podían ser buenos para el forraje) y permitía transportar abonos minerales (marga y cal, sobre todo) en mayor cantidad. Todos estos avances parecen haberse producido en Gran Bretaña desde finales del siglo XVII. Tabla 6.5. Estimaciones del tamaño de la cabaña ganadera en Gran Bretaña (1695-1870) (millones de cabezas) Fechas c. 1695 1779 1812 1855

Caballos 1,2*

Vacas 4,9 3,37 3,04 4,4

1,09 1,49

Ovejas 12 25,6 21,78 24,37

Cerdos 3 2,08 2,04 2,51

Territorio Inglaterra y Gales Inglaterra GB GB

Nota: *incluye asnos.

Fuente: Wrigley (1993:52) También la incorporación creciente del uso de carbón mineral a la economía británica (aunque sólo fuera como fuente de calor doméstico y en algunas manufacturas, en especial la fabricación de vidrio y ladrillos) sustituyendo a la leña, significó un incremento importante de la energía disponible: en 1700 se calcula que la producción británica de carbón se situaba entre 2,5 y 3 millones de toneladas, que eran unas cinco veces más que la producción del resto del mundo. Ambos factores (incremento del ganado y del uso de carbón) bastan para explicar los incrementos de productividad agraria en Gran Bretaña, que

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El crecimiento dual

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“Los modelos de crecimiento bisectoriales suponen que los cambios bruscos en la economía, en su conjunto, son una imposibilidad matemática. Aun cuando las transformaciones en el mismo sector moderno fueran discontinuas, su participación en la economía solo se incrementaría gradualmente, en tanto que el sector tradicional perdería terreno muy lentamente. Con el tiempo, la fuerza de las tasas acumuladas de crecimiento fue tal que el sector moderno engulló a la economía entera ¿Cuánto tiempo duró este periodo? Un ejemplo numérico resulta ilustrativo. Consideremos dos sectores en una economía hipotética, uno de los cuales (el sector moderno) crece a una tasa anual de un 4 por 100, mientras que el otro (el sector tradicional) lo hace a un ritmo de un 1 por 100 al año. Supongamos que, inicialmente, el sector moderno representa el 10 por 100 de la producción total. Transcurridos treinta años de ‘crecimiento dual’ la participación del sector moderno se habrá incrementado hasta un 21 por 100, y después de cincuenta años hasta un tercio. Sólo al cabo de setenta y cuatro años los dos sectores seríand el mismo tamaño, y un siglo después del punto inicial el sector tradicional se habría reducido alrededor de un 31 por 100 de la economía. La economía británica, en su conjunto, cambió mucho m´s lentamente que sus partes más dinámicas, ya que los sectores con un crecimiento más lento atenuaron su desarrollo. Estas cifras cuadran bien con la documentación que poseemos, e indican que es poco sorprendente que se tuviera que llegar hasta 1830 o 1840 para que se sintieran los efectos de la Revolución Industrial en el conjunto de la economía”

desarrollo de unas instituciones sociales y mentalidades que la situaron en el camino de la industrialización.  La insularidad: mantuvo a Gran Bretaña al margen de las consecuencias más destructivas de las guerras en el continente, haciendo posible una menor presión fiscal. Al mismo tiempo, abarató el transporte nacional (por cabotaje), e incentivó la orientación comercial y la apertura exterior de su economía.

Mokyr (1987:210) Esta explicación del carácter dual del crecimiento económico en la Revolución Industrial permite entender por qué en otros países también estaban experimentando a finales del siglo XVIII importantes crecimientos en las manufacturas; pero también por qué, una vez que quedaron claras las ventajas del crecimiento moderno, todos imitaron a Inglaterra, importando máquinas, fábricas y motores de vapor. 6.2. Los porqués ¿qué tenía Gran Bretaña de especial? Dado que Gran Bretaña –o mejor dicho, como señala Sidney Pollard, algunas regiones de Gran Bretaña– fue la cuna de la Revolución Industrial, los historiadores han buscado durante años identificar los rasgos (sociales, de organización industrial, macroeconómicos o tecnológicos) peculiares de la sociedad o la economía británicas que explicaban el fenómeno: las causas, los requisitos o, en su versión más light, los factores concomitantes de la Revolución Industrial. En muchos casos, el objetivo no era sólo explicar el proceso histórico, sino también ofrecer recetas de política económica para los procesos de desarrollo en el mundo actual. Entre estos requisitos, diversos autores destacado: Geografía:  La riqueza mineral (carbón y hierro, sobre todo) de Gran Bretaña ha sido considerada un factor clave.  El clima: la ubicación de Inglaterra en las regiones templadas pero frías del planeta han llevado a algunos autores (Landes especialmente) a considerar que el tipo de agricultura y organización social a que dio lugar explican el

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Economía:  Demografía: el crecimiento de la población británica, debido sobre todo a descensos en la mortalidad tras la desaparición de las pestes y a las consecuencias del cambio agrario, ofreció mano de obra abundante y barata para la industria (aunque veremos que no era tan barata).  Agricultura: cambios previos –se solía hablar incluso de una revolución agrícola– con mejoras de productividad asociadas a nuevos cultivos o sistemas de rotación que permitieron acumular capitales y liberar mano de obra necesaria para la industria, además de proporcionar rentas a los campesinos para demandar los nuevos productos manufactureros.  Transportes: la construcción de miles de kilómetros de canales y carreteras de peaje en la Inglaterra en el siglo XVIII mejoraban una red de puertos y ríos navegables ya muy densa, gracias a la insularidad del país.  Comercio: acumulación de capitales en el comercio (especialmente el colonial) que permitieron financiar las innovaciones.  Sistema financiero y monetario: la creación de un banco central (el banco de Inglaterra en 1694) con capacidad de emitir papel moneda y una red de bancos locales que financiarían el comercio y las fábricas.  Manufacturas: la potencia de una sector manufacturero basado en la industria a domicilio (verlagssystem) generó la demanda, la mano de obra cualificada, los capitales y la experiencia empresarial que sirvieron de base a la Revolución Industrial. Instituciones:  La propiedad privada de la tierra: mejor definida en Inglaterra, que además había conocido una desamortización de tierras de la Iglesia en tiempos de Enrique VIII (siglo XVI) y un proceso de cercamientos (enclosures) de las parcelas. Esto último permitió a los propietarios introducir nuevos sistemas de cultivo sin preocuparse de los usos comunales tradicionales y creó una amplia capa de campesinos sin tierra que se empleaban como asalariados agrícolas.  Sistema parlamentario: tras la Revolución Gloriosa de 1688, que concedió a un Parlamento inglés con fuerte presencia de comerciantes el control de los impuestos y el gasto público, la defensa de la actividad privada, la promoción del comercio y la manufactura, y una orientación menos intervencionista de la política económica (laissez-faire).  Un sistema de patentes: que garantizaba a los inventores los beneficios económicos de sus innovaciones, fomentando su actividad.  La beneficencia: a diferencia de los sistemas de asistencia de los países católicos, que contribuían a mantener la pobreza como un rasgos estructural del sistema, las Leyes de Pobres británicas permitían a la vez mantener con vida a la población menos afortunada y obligarla a trabajar (en asilos, orfanatos o casas de beneficencia) para sostenerse.

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 La descentralización del poder político, con gran peso de las autoridades locales en toda clase de materias, y la ausencia de una capital meramente política (como Madrid, Viena o San Petersburgo) que drenara rentas de todo el país.

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Mapa 6.1. Industria y carbón en Europa hacia 1875

Ciencia y tecnología:  Una actitud favorable a las innovaciones científicas o técnicas resultado de la “revolución científica” del siglo XVII (con Newton como figura principal), que también impregnó por diversas vías la cultura popular.  Una educación científica más desarrollada que en otros países, como resultado de mayores tasas de alfabetización y la superación de la intervención de la Iglesia Católica tras la reforma protestante. Sociedad y la cultura (mentalidades):  Capitalismo: la mentalidad protestante era mucho más favorable al beneficio y la responsabilidad individuales que el catolicismo dominante en buena parte de Europa (la tesis de Max Weber).  Trabajo: la mentalidad aristocrática dominante en otras partes de Europa –basada en el rechazo del trabajo, sobre todo manual, y la transmisión de las virtudes por la herencia de la sangre– tenía en Inglaterra un fuerte contrapeso en los prósperos grupos de comerciantes que, además habían conquistado importantes cuotas de poder tras las revoluciones del siglo XVII. o Como se ve, la nómina de factores causales o requisitos barajados es muy larga. Sin embargo, un análisis detallado de cada uno de ellos, comparándolo con lo ocurrido en otros países, permitió concluir que ninguno de ellos desempeñó el papel de requisito necesario. Empezando por la población, el crecimiento demográfico por sí sólo debería dar lugar

Fuente: Pollard (1991:9) UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA 6-19

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a niveles salariales moderados, lo que debería haber frenado más que incentivado la sustitución de mano de obra por máquinas. En cuanto al nivel de desarrollo científico y tecnológico, el de Francia a fines del XVIII era equivalente o incluso superior al británico. Holanda contaba con una agricultura tanto o más productiva que la británica y era una sociedad igualmente orientada hacia los mercados, pero se rezagó en la industrialización. Suiza, donde se produjeron tempranos procesos de innovación tecnológica, no tuvo una legislación de patentes en todo el siglo XIX (y tenía una tradición religiosa calvinista aún más clara que Inglaterra). El Banco de Inglaterra y en general el sistema financiero desempeñaron un papel muy menor en la financiación de la industria, y la legislación sobre sociedades anónimas era mucho mas restrictiva que en Francia. Y así sucesivamente. Así pues, es muy posible de que la pregunta “¿por qué la Revolución Industrial ocurrió en Inglaterra?” sea más engañosa que útil. Sin duda, una combinación de distintos factores –muchos de los mencionados– influyó en su éxito; pero también es cierto que si la industrialización hubiera comenzado en otros lugares, nos estaríamos fijando en los factores “especiales” que allí se dieron, y contando por tanto la historia de otro modo. El riesgo del razonamiento a posteriori es muy alto cuando se narra la historia del “triunfo” de Gran Bretaña, una historia en la que quizá hubiera un cierto componente de azar. Pero la obligación de los historiadores es buscar explicaciones –aunque no sean del todo convincentes, y generen debates largos y complejos– y en historia económica deben ser explicaciones basadas en razonamientos económicos. En ese sentido, la mayoría de ellas, ya estén basadas en factores político-institucionales, tecnológicos, culturales o científicos presentan el mismo problema, y es qué explican condiciones que pudieran ser necesarias para el desencadenamiento de la Revolución Industrial, pero no fueron suficientes. Nos explican el tipo de factores que podrían explicar la aparición de una serie de innovaciones tecnológicas (la oferta de tecnología), pero no por qué en un momento dado se adoptaron. Y eso debe explicarse desde el lado de la demanda de esas tecnologías. Ésta es la gran virtud de la explicación de Robert Allen, quien sostiene que fue la carestía del factor trabajo en Gran Bretaña, junto con la abundancia (y bajo precio) del carbón mineral y de los capitales necesarios para adoptar las innovaciones técnicas necesarias para aprovechar ese carbón, lo que explica la rentabilidad de las innovaciones ahorradoras de trabajo, y por tanto su demanda. Volveremos a esta explicación más adelante, pero antes conviene repasar los hechos fundamentales de la Revolución Industrial.

trata de la explotación de combustibles fósiles (carbón) y la invención de convertidores de energía más eficientes (máquinas textiles y máquina de vapor). A ello se suma una innovación organizativa importante aunque no del todo nueva: la fábrica. De forma muy resumida, va más o menos así.

6.3. El nacimiento de la nueva industria en Gran Bretaña. Pese a lo que advertimos antes sobre la naturaleza dual del crecimiento económico en la Inglaterra del siglo XVIII, el relato habitual de la Revolución Industrial suele ceñirse a una serie de sectores clave: la industria textil (y en particular el subsector algodonero), la siderurgia, la máquina de vapor y por fin el ferrocarril a partir de 1825. Es un relato que se desarrolla, por ejemplo, en los libros clásicos de Trevor Asthon o Phyllis Deane, y que sintetizan todos los manuales de historia económica. En líneas generales, podríamos decir que

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6.3.1. El textil algodonero En toda Europa, el sector textil se basaba tradicionalmente en la lana de las muy abundantes ovejas (no en vano el carnero era, junto con el cerdo, la base de la dieta cárnica). Se trata de una fibra dura, cálida y cuyo trabajo se conocía desde la Antigüedad. La pañería de lana cubría una gama amplia de calidades y precios. Comparativamente, las industrias basadas en la elaboración de la seda, extraída de los capullos de gusanos aclimatados en algunas regiones del Mediterráneo, y el lino (o hilo), procedente de fibras vegetales, estaban mucho menos difundidas. Desde comienzos del siglo XVII las fibras de lana tuvieron que hacer frente a la competencia de un nuevo tipo de telas: los percales o calicós de algodón (llamados así por su origen indio). Eran telas ligeras, que admitían estampados novedosos y llamativos, fáciles de lavar y además mucho más baratas que los equivalentes de lana. El principal problema era que la materia prima, el algodón en rama, requería para su crecimiento climas más cálidos que el británico. Así que durante casi un siglo ingleses y holandeses importaron las telas acabadas desde la India y sólo a comienzos del XVIII se plantearon importar el hilo, o incluso el algodón en rama, para realizar las fases de hilado, tejido y acabado a escala local. En el caso inglés, fueron fundamentales en este cambio las políticas mercantilistas de prohibición de las importaciones de calicós (leyes de 1700 y 1721), similares a las que a finales de siglo fomentaron el crecimiento del sector algodonero en Cataluña. La idea era proteger de la competencia a los fabricantes de paños y tejidos de hilo, pero dado que los consumidores seguían demandando tejidos de algodón, la prohibición sirvió para proteger a la naciente industria algodonera inglesa. Por tanto, había grandes beneficios esperando a quienes consiguieran aumentar la producción de hilo por trabajador a través de innovaciones técnicas; aunque pasó más de un siglo entre las primeras mejoras en el hilado y la difusión de los telares mecánicos.

Tabla 6.6. Importaciones de tejidos de algodón indios a Europa (piezas/año) Cía. Holandesa de las Cía. Inglesa de las Indias Orientales Indias Orientales 1619-1621 12.000 1625 221.500 1660 200.000 1670 578.000 1680 707.000 Fuente: Landes (1991:150), basado en Steensgaard (1990), cuadro 3.8, página 123-126 El proceso de las innovaciones en la fabricación de telas de algodón en Inglaterra puede seguirse en la tabla 6.7. Comienza en 1733 con la lanzadera UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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volante: una pieza puntiaguda que “lanzaba” el hilo de la trama entre la urdimbre. John Kay le añadió unas ruedecillas y un cordel que la movía sobre una guía, lo que permitía que la pieza tejida fuera mucho más ancha, sólo limitada por la longitud de los brazos del tejedor. De este modo, aumentaba la producción de los telares, y por tanto la necesidad de hilo (harían falta 8 o 10 hiladores para cada telar). Se creaba así un “cuello de botella” en la fase de hilado, que fue resuelto años más tarde con varias innovaciones en las técnicas de hilado. La primera de éstas fue la spinning-jenny de Heargraves (1768) que permitía hilar 8 husos a la vez (que a finales del siglo serían hasta 120). Pero para mover la nueva hiladora mecánica había que sustituir la fuerza y habilidad del hilador tradicional con un solo huso, y aquí entra la water-frame de Arkwright, una máquina movida con energía hidráulica. En 1785 fue combinada con la jenny por Samuel Crompton para dar lugar a una máquina híbrida, llamada por ello mule (o mula). Estas máquinas de gran tamaño requerían un tipo de energía no humana (hidráulica o de vapor), por lo que se hizo necesario instalarlas en fábricas, donde se ubicaban tanto ellas como sus motores. En 1825 Richard Roberts automatizó la mule, de modo que no se requería un tejedor experto, sino sólo un trabajador (o trabajadora) menos fuerte y cualificado14.

desplegando “en racimos” (como una uva tira de otra en un racimo), y afrontando cuellos de botella, lo que explica que suelan concentrarse en una misma región (especializada en un tipo de proceso) y un mismo sector de actividad (aunque luego pasen a otros), y también en el tiempo. De esto modo, se alimenta el proceso de cambio técnico acumulativo. Como resultado, la fabricación de telas de algodón creció en Inglaterra de forma espectacular. A falta de datos de producción, se utilizan los de importaciones de la materia prima, que se multiplicaron casi por 1.000 entre 1700 y 1860 (tabla 6.8). Al mismo tiempo, los tejidos se abarataron como resultado de la mecanización y las economías de escala, lo que le permitió coquistar nuevos mercados. Cerca del 55% de los tejidos de algodón producidos entre 1760 y 1840 se exportaban; hacia 1800 estas exportaciones superaban en valor a las de lana, y entre ambas constituían el grueso de las exportaciones británicas. Tabla 6.7. Primeras etapas de la mecanización de la producción textil

Año 1733

¿Qué es una máquina? La máquina es simplemente un artefacto articulado que puede mover una herramienta (o varias) sustituyendo el trabajo de la mano. Puede utilizarse para aumentar la fuerza y la velocidad del operador, como en una prensa de imprenta, una taladradora, o un torno de hilar (a mano). O puede utilizar la herramienta para realizar movimientos uniformes y repetitivos, como en un reloj. O se puede alinear una batería de herramientas con objeto de multiplicar el trabajo realizado en un movimiento único. Cuando las máquinas funcionan a mano, es muy sencillo resolver los parones y deficiencias inevitables: basta con que el trabajador detenga el movimiento dejando de dar vueltas a la manivela o arrancando la palanca. La transmisión mecánica de la energía es completamente diferente.

1764

1769

1775 1779

Landes (1999:182-183)

Estas innovaciones se ajustan a la división de Mokyr (véase tema Uno) entre macroinventos y microinventos. Cada una de ellas (en especial los macroinventos) genera un “cuello de botella” en las fases anteriores o posteriores de la fabricación textil, que incentivan los esfuerzos para resolver las limitaciones surgidas. En el caso del algodón, en el tejido o hilado, en la oferta de la materia prima (desmotadora de algodón, 1791), en el blanqueado de las telas (sosa o cloro). Las innovaciones incrementan las necesidades de capital y reducen las de mano de obra cualificadas, al sustituir el factor trabajo por capital (máquinas y motores). Macroinventos y microinventos se van 14

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1787

1791

1793

Fase del proceso H: Hilado T : Tejido A: Acabado (lavado, blanqueado, tinte) Características Consecuencias (T ) Reduce de 2 a 1 el número de Aumenta la demanda de Lanzadera volante tejedores por telar hilo (J.Kay) Crea cuello de botella en la fase de hilado Máquina sencilla y barata. (H) Permitía que un trabajador Spinning jenny manejara varios husos a la vez. (J. Hargreaves) Uso en las casas de los hiladores. Produce hilo fino pero quebradizo Permite hasta 80 husos a la vez -Máquina compleja. -Requiere el concurso de (H) -Movida por energía hidráulica. un empresario capitalista. Water-frame -Requería una fuerte inversión -Fuerza el paso del (A. Arkwright) para construir una fábrica y debía sistema de trabajo a ser instalada junto a un río. domicilio al sistema fabril. - Hilo fuerte pero basto. Primera máquina de -Permite emplear energía del Elimina las restricciones carbón para mover máquinas de localización. vapor de John Watt Mezcla de las dos anteriores de Multiplica producción de (H) ahí su nombre (mula) hilo. Genera cuello de Mule-jenny botella sobre la fase del (S. Crompton) tejido. El telar movido primero por la Cuello de botella sobre los (T) fuerza del caballo y más adelante procesos de acabado. Telar mecánico por el agua o el vapor. Mayor demanda de (E. Cartwright) algodón en rama (materia prima) Utilizaba sal y ácido sulfúrico. (A) Método para obtener La sosa se utilizaba para el lavado previo al blanqueado. sosa. (N. Leblanc) (Recogida de Permite separar las semillas de la Cambio de proveedores de algodón) fibra de algodón americano (más materia prima. Desmotadora corta). mecánica.

Feliú y Sudrià (207:104-105). UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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1799

(E.Whitney) Ácido clorhídrico más potasa. (A) Polvo blanqueador a partir del cloro (Ch. Tennant)

¿Por qué fue el algodón el protagonista de este proceso? A diferencia de la lana, el inconveniente del algodón en rama –la materia prima básica– es que debía importarse en su totalidad: en principio de la India, luego se introdujo a finales del XVII en algunas colonias americanas o se traía de Egipto y desde el siglo XVIII, también en las plantaciones esclavistas del sur de Estados Unidos. Sin embargo, su principal ventaja es que era una fibra resistente y flexible a la vez, que se prestaba al hilado mecánico mucho mejor que los vellones de lana (cuyos hilos se rompían fácilmente con los movimientos de las primeras máquinas). Además, al ser un sector nuevo era más fácil vencer las reticencias de los artesanos o gremios a los cambios, y por último sabemos que los tejidos de algodón gozaban de una gran demanda. Tabla 6.8. Importaciones de algodón en rama de Gran Bretaña (toneladas) Importaciones Reexportaciones % 1700 633 142 22 1750 1051 29 3 1780 3119 147 5 1800 25406 2004 8 1819 67921 7540 11 Fuente: Mitchell, B.R.(1988): British Historical Statistics, Londres; CUP, 331

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antes, pero también ahora, consumía mucho más carbón que hierro, lo que hacía que los hornos se ubicaran normalmente en las proximidades de las minas de carbón. El resultado de estas ventajas e innovaciones fue un incremento espectacular de la producción de hierro, que permitió no sólo atender a una demanda creciente (especialmente tras la construcción del ferrocarril) con precios más bajos sino también exportar una parte significativa de la producción.

El hierro se utiliza de dos maneras principalmente: hierro fundido o colado y hierro forjado o dulce. El hierro colado se obtiene directamente del alto horno en estado líquido y permite obtener las formas deseadas simplemente vertiéndolo en moldes adecuados, Al contener un porcentaje de carbón y otros minerales relativamente alto, resulta muy duro aunque muy frágil. Se utiliza para obtener formas complejas sin necesidad de estar sometido a tensiones ni torsiones, como por ejemplo las ollas, estufas, cañones, bastidores de máquinas, etc. El hierro forjado se obtiene volviendo a encandecer el hierro colado para extraer impurezas por oxidación (exposición al aire) y compresión. Las ventajas del hierro forjado son la maleabilidad y la tenacidad, es decir, al rojo vivo puede ser trabajado fácilmente y es muy resistente a la tensión y a la torsión. El uso de este tipo es mucho más extenso que el del hierro colado: rejas, clavos, herramientas, vigas o partes móviles de las máquinas son algunos ejemplos. Feliu y Sudrià (2007:106)

6.3.2. La siderurgia Las innovaciones en la siderurgia comenzaron algo antes que en el textil, aunque sus repercusiones fueran más lentas y más indirectas: la fabricación de hierro o acero no iba destinada al consumo, pero resultó clave para la construcción de máquinas, fábricas y más tarde infraestructuras de transporte (puentes de hierro y vías férreas). Las principales novedades vinieron de la mejora de:  El combustible: la sustitución del carbón vegetal tradicional por carbón mineral, fundamentalmente hulla (Darby, 1709), que en Gran Bretaña tenía un bajo precio debido a la riqueza de sus yacimientos. Además, desde su invención en 1767 también se empleó coque, un combustible elaborado a partir del calentamiento y reducción del carbón que se adaptaba mejor a la producción de hierro en hornos altos (al fijar el oxígeno del óxido de hierro).  Los hornos: la sustitución de las forjas tradicionales por altos hornos, en los que la circulación de aire permitía obtener temperaturas más altas.  Los procesos: procedimientos mecánicos para batir el hierro y librarlo de impurezas (como el pudelado), o laminarlo (mediante rodillos). Henry Cort, 1784.

Figura 6.1. Horno de pudelado de Cort (sección)

La ventaja competitiva de Gran Bretaña en la siderurgia radicaba en la disponibilidad de mineral de hierro (aunque este de peor calidad) y sobre todo de carbón, que es el input más abundante en la producción de hierro. todo UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA 6-25

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 eficiencia térmica: las primeras máquinas de vapor consumían mucho combustible, lo que sólo hacía rentable su instalación en las cercanías de las fuentes de carbón (como las minas). La causa principal eran las pérdidas de energía derivadas de la necesidad de enfriar el vapor después de calentarlo; pero también los escapes de la propia máquina, ya que las piezas no ajustaban debidamente. Mejorando la eficiencia de la máquina podría reducirse su tamaño (una máquina más pequeña produciría la misma energía) y también la necesidad de combustible.  movimiento rotatorio: inicialmente, las máquinas de vapor sólo producían un movimiento vertical (un émbolo que subía dentro de un cilindro o pistón empujado por la fuerza de vapor), pero era necesario convertirlo en un movimiento de rotación, continuo para reproducir el que imprimía la mano del hombre sobre una manivela.

Fuente: Wikipedia (Puddling)

Tabla 6.9 Producción británica de hierro en cada período) 1720 22.000 1760 25.000 1788 69.000 1791-1800 127.000

colado (1720-1850) (Toneladas medias 1801-1820 1821-1830 1831-1840 1841-1850

289.000 543 .000 921.000 1.624.000

Fuente: Mitchell, B.R.(1978): European Historical Statistics. Macmillan.

6.3.3 La máquina de vapor Las mejoras en la producción siderúrgica fueron necesarias para la construcción del último gran invento de la Revolución Industrial: la máquina de vapor. Aunque las bombas de vapor, que empleaban la potencia del agua evaporada quemando carbón, se empleaban desde fines del XVII en las minas para achicar agua, era necesario superar dos grandes obstáculos para emplear esa energía en un motor capaz de mover máquinas fijas o, más aún, móviles (la locomotora):

Ambos problemas fueron resueltos (en parte) en torno a 1769 por James Watt, un mecánico del laboratorio de la universidad de Glasgow, asociado pronto con el fabricante Mathew Boulton, que consiguió mejorar la eficiencia térmica de la bomba de Newcomen incorporándole un condensador separado donde se enfriaba el vapor (sin necesidad de enfriar todo el cilindro), mejorando la estanqueidad de los cilindros e incorporando –quince años después– un sistema rotatorio a la máquina. Con todo, Watt-Boulton sólo habían conseguido instalar unas 500 máquinas en Inglaterra hasta 1800, cuando expiró su patente. Y aún seguían siendo poco eficaces térmicamente (producían menos del 5% del trabajo equivalente a la energía consumida), de escasa potencia (sólo unos 15 CV) y tamaño aún demasiado grande. Con todo, el proceso de innovaciones en los materiales, la mecánica y el conocimiento de la energía permitieron a lo largo del siglo superar estos problemas. El resultado más espectacular de estos avances fue la incorporación de la máquina de vapor al transporte, con la invención del ferrocarril primero y más tarde de la navegación a vapor. Curiosamente, los primeros intentos de aplicar la máquina de vapor al transporte se vieron frenados por Watt, que consideraba demasiado peligrosas las máquinas de alta presión y se negó a autorizar el uso de sus patentes. Tras los intentos de Richard Trevithick a comienzos del siglo XIX en Gales, primero con locomotoras autónomas y luego con otras que se desplazaban sobre raíles de hierro, no sería hasta la década de 1820 con George Stephenson cuando el ferrocarril estuvo en condiciones de dar el salto: en 1825 la línea minera Stockton-Darlington (1825) susituyó los caballos inicialmente previstos por una máquina de vapor, y en 1830 el trayecto Liverpool-Manchester se convirtió en la primera línea ferroviaria diseñada como tal, atendida por la locomotora Rocket de Stepenshon. La fiebre del ferrocarril arrancó en Gran Bretaña con apoyo parlamentario y grandes movilizaciones de capitales que se tradujeron en la puesta en servicio de casi 3.000 kilómetros de red en 1840. Figura 6.2. La locomotora Rocket, de Stephenson.

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Fuente: Wikipedia (Stephenson’s rocket) Tabla 6.10. Crecimiento del ferrocarril (longitud de líneas abiertas, en km) País 1840 1870 1914 Austria-Hungría 144 6.122 22 981 a Bélgica 334 2.897 4 676 a Dinamarca 770 3.951 Finlandia 483 3.683 Francia 410 15.544 37.400 Alemania 469 18.876 61.749 Italia 20 6.429 19.125 Países Bajos 17 1.419 3.339 Rusia 27 10.731 62.300 España 5.295 15.256 Suecia 1.727 14.360 Gran Bretaña 2.390 21.558b 32.623 Estados Unidos 4.510 84.765 410.475 Notas: a 1913; b 1871 Fuente: Cameron y Neal (2005:230) 6.3.4. La fábrica La última de las grandes novedades de la Revolución Industrial, su icono, es la fábrica. Curiosamente, no se trata de una innovación en sí misma: existían grandes instalaciones industriales incluso en la Edad Media. En el siglo XVII las manufacturas reales mercantilistas, sobre todo en Francia, ya utilizaban el sistema fabril de concentración de un gran número de trabajadores, especializados en distintas tareas, y con maquinaria e instalaciones muy

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costosas. Tampoco es un verdadero cambio tecnológico, sino de naturaleza organizativa La fábrica es “un establecimiento donde se concentra la mano de obra, organizada sobre la base de una división del trabajo, donde el proceso productivo está mecanizado con maquinaria accionada por fuentes de energía no animal, todo ello bajo la autoridad de un empresario” [Valdaliso y López (2000:178)]. La innovación fundamental de la fábrica durante la Revolución Industrial frente a otras manufacturas concentradas fue la mecanización completa de la producción y su transformación en un proceso de flujo continuo, lo que permitía emplear mano de obra menos cualificada y peor pagada (mujeres y niños entre otros), estandarizar la producción y producir bienes en masa con bajos costes unitarios. Hay dos visiones básicas sobre las ventajas de la fábrica para el empresario. Una es la tecnológica, que hace hincapié en la necesidad de concentrar las máquinas y motores para obtener economías de escala, ahorrar costes de transporte de materias primas o aumentar la división del trabajo y garantizar la seguridad de unas inversiones costosas. La otra es laboral, y resalta la importancia del control de la mano de obra: vigilancia del trabajo, trabajadores, control de los tiempos, persecución del fraude. De hecho, uno de los logros del sistema fabril fue regular las jornadas (aunque no necesariamente alargarlas), eliminar los días festivos y suprimir tiempos muertos. Todo ello permitió aumentar el número de horas trabajadas en comparación con las de los trabajadores a domicilio, que a menudo compatibilizaban sus tareas con las del campo y organizaban los tiempos a su conveniencia. El potencial de aumento de productividad del trabajo era considerable, lo que permitía rentabilizar las fuertes inversiones de capital y, si era preciso, pagar mejores salarios. Los trabajadores, en cambio, veían la otra cara de la moneda: pérdida de poder de negociación de los trabajadores cualificados, de autonomía sobre su trabajo, disciplina... De ahí que muchas de las luchas iniciales de los trabajadores se enfocaran a la destrucción de máquinas (el movimiento ludita de 1811-1812) y se saldaran con asedios e incendios de fábricas mecanizadas. Pese a sus ventajas, la fábrica tardó en imponerse, incluso en Inglaterra, y convivió en muchos casos con talleres artesanales a los que subcontrataban parte de las tareas. Esta estrategia las dotaba de mucha más flexibilidad para afrontar las fluctuaciones de la demanda, y les permitía reducir la inversión inicial. Hacia 1840, la fábrica sólo predominaba en los sectores pioneros –textil algodonero, siderurgia y construcción mecánica–, mientras que los talleres más pequeños predominaban en la confección, la industria alimentaria, el calzado o la cerámica, dependiendo de lo avanzada que estuviera la mecanización (la del textil lanero se retrasó por problemas técnicos), el potencial de economías de escala (mayor en sectores de demanda mayor y más homogénea) y la capacidad de resistencia de los artesanos (organizados o no).

6.4. Industrialización sin mecanizacion: sectores “tradicionales” Junto a los sectores modernos, subsistían en Inglaterra en el siglo XVIII otra serie de sectores “tradicionales”, fundamentalmente la agricultura y las manufacturas tradicionales, que sin embargo tienen gran importancia para explicar el desarrollo de la Revolución Industrial, por dos motivos: UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Su propia existencia y su tamaño marcan los ritmos del crecimiento macroeconómico, ralentizándolo, como vimos al hablar del dualismo de la economía británica. Sus relaciones con los sectores “modernos” son mucho más complejas de lo parece a primera vista; no eran simplemente sectores “obsoletos”, destinados a desaparecer ante el avance arrollador de los modernos. De hecho, la industria lanera seguía siendo en 1820 el principal subsector del textil en Gran Bretaña, por encima del algodón. Había muchos sectores con un peso considerable en la economía británica, y la inmensa mayoría obtuvo ganancias de productividad, más modestas que las de los sectores clave, pero igualmente importantes (en torno al 0,65% al año, frente al 1% de los modernos entre 1780 y 1860). Además, los sectores tradicionales contribuían en muchas maneras al avance de los modernos: facilitando mano de obra cualificada, encargándose de algunos procesos difícilmente mecanizables, generando rentas para la demanda efectiva de los productos de la industria moderna, acumulando capitales que podían trasvasarse al sector moderno y, lo más importante, proporcionando alimentos y materias primas que marcaban la estructura de costes de todo la economía. 6.4.1. Agricultura Anteriormente se ha subrayado que este sector constituye la clave del cambio económico en cualquier economía preindustrial. La agricultura británica había incrementado de forma notable su productividad, lo que hizo posible que en 1800 cada trabajador agrario pudiera alimentar a casi 3 personas, mientras que hacia 1500 el excedente apenas daba para mantener a 1,35 (lo que significa que sólo una de cada 4 podía permitirse no producir su propio sustento). La diferencia es abismal. Las fuentes de la mejora de la productividad agraria fueron varias:  Nuevos sistemas de rotación: cualquier mejora en los sistemas de rotación de cultivos significaba mejoras inmediatas en la productividad de la tierra, al reducir el barbecho y por tanto incrementar la superficie explotada cada año. Durante el siglo XVIII se difundieron por Gran Bretaña estos nuevos sistemas, que habitualmente implicaban además una combinación más eficiente de cultivos y ganadería. Uno de los más difundidos fue la rotación cuatrienal, que al incorporar tubérculos y forraje no sólo permitían eliminar el barbecho (ya que éstos fertilizaban la tierra. Además, se obtenían alimentos para el ganado, ya fuera de labor (bueyes, caballos) o como fuente de carne y lana (ovinos). Además, una parte de los aprovechamientos mejoraban la producción de subsistencias (patatas) y otros estaban destinados a los mercados (lúpulo, legumbres, ganado) y no a la subsistencia, lo que incrementaba la actuación de los incentivos económicos sobre los campesinos. Estas mejoras vinieron de la mano de un mejor conocimiento agronómico, que incluía también mejoras en las semillas a través de la selección. Figura 6.3 Ejemplo de rotación cuatrienal de cultivos.

 

nuevos aperos de labranza: en particular arados tirados por caballos que permitían labrar más rápidamente, con una fuerza de tiro que podía aprovecharse además para labores de transporte. como ya se ha apuntado, el incremento de la cabaña ganadera fue fundamental, y se hizo posible gracias al cultivo de forrajeras, sin necesidad de aumentar los terrenos dedicados a pasto. Más ganado significaba ante todo más abono, más fuerza de tiro para las tareas agrícolas (incluidos el acarreo de cal o margas como abono, o el traslado de la producción a los mercados), y por tanto más renta para los campesinos. Pero no sólo aumentó el número, sino que también mejoró la calidad del ganado, a través de técnicas de selección que permitieron criar animales más adecuados para las distintas tareas: vacas lecheras más productivas (de 100 galones al año por cabeza a 380 en 1800), bueyes y ovejas que producían más carne, y caballos más rápidos y fuertes.

Todos estos cambios están interconectados mediante circuitos de retroalimentación, y tienen en común un incremento de las horas de trabajo y el volumen de capital invertidos en la agricultura. Hay que preguntarse por tanto qué llevó a los campesinos ingleses a trabajar y a invertir más en sus explotaciones. Y las respuestas están en parte en el marco institucional:



La explicación más tradicional se basa en el incremento de los cercamientos de tierras (enclosures) puso fin al sistema de campos abiertos (open fields) predominante en la agricultura inglesa en la época medieval y moderna. Los campos abiertos iban unidos a prácticas comunales UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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(aprovechamiento de barbechos para pastos, mantenimiento de superficies arboladas) que impedían la introducción de los nuevos sistemas de rotación. Los enclosures aprobados por el Parlamento permitían a los propietarios cercar sus explotaciones, impidiendo así la entrada del ganado de los vecinos, e invertir con más seguridad en la mejora de cultivos. También conducían al empobrecimiento de los campesinos más pobres. Esto llevó a explotaciones de mayor tamaño que podían ser trabajadas con mano de obra asalariada. No obstante, no está claro los cercamientos sean un fenómeno tan importante. Aunque cronológicamente el incremento de los enclosures coincide con las mejoras de la productividad agraria a partir de 1750, no está claro que fueran la causa. Allen argumenta, por ejemplo, que fueron los incentivos del mercado (procedentes del comercio internacional y la industria rural, así como el mayor tamaño de las ciudades) los que hicieron rentables las inversiones que exigían los cercados, y por tanto impulsaron explotaciones más grandes, capitalizadas y con más trabajadores asalariados. Pero también que en muchos casos las innovaciones técnicas fueron adoptadas igual de rápido por los campesinos de los campos abiertos.



El otro cambio institucional fue la penetración de los mercados en el mundo rural, tanto en el acceso de los campesinos a mayores niveles de consumo (revolución del consumo) como en las repercusiones de la demanda urbana y manufacturera. Este proceso, que venía caracterizando a la agricultura inglesa (y holandesa) desde la salida de la crisis del siglo XVII, se agudizó en la siguiente centuria. Las respuestas a los elevados precios de los productos agrarios y las ganancias derivadas de mejoras de la productividad afectaron por igual a todos los campesinos, aunque es cierto que las explotaciones más capitalizadas respondieron mejor a estos incentivos. Debemos examinar por tanto qué factores de demanda estaban provocando el aumento de precios agrarios: fundamentalmente el crecimiento de las ciudades (con Londres a la cabeza), y de la industria, tanto moderna como tradicional.

6.4.2 Las manufacturas tradicionales A lo largo del siglo XVIII, e incluso hasta las primeras décadas del XIX, en la industria británica siguieron predominando los sectores tradicionales: sin motores, relativamente poco mecanizados, ubicados en talleres rurales o urbanos (incluso bajo la disciplina de los gremios), basados en la habilidad de los artesanos y centrados en productos tradicionales. La tabla 6.11 Muestra cómo en 1770 la fabricación de la lana representaba el grueso del sector textil. En 1801 aún superaba en valor y número de trabajadores al algodón. Y todavía en 1831 el sector de la construcción era el primero en valor añadido. La historia de la prodigiosa ascensión de los sectores modernos (del triunfo del algodón, por ejemplo) y el hundimiento de los “tradicionales” debe matizarse a la luz de estos datos.

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Tabla 6.11 Contribución sectorial al valor añadido de la industria británica en 1770 y 1831 (en millones de libras esterlinas corrientes y porcentajes) 1770 1801 1831 millones £

%

Lana 7,0 30,7 10,1 Piel 5,1 22,4 8,4 Construcción 2,4 10,5 9,3 Hierro 1,5 6,6 4,0 Cerveza 1,3 5,7 2,5 Lino 1,9 8,3 2,6 Seda 1,0 4,4 2,0 Carbón 0,9 3,9 2,7 Algodón 0,6 2,6 9,2 Velas 0,5 2,2 1,0 Jabón 0,3 1,3 1,8 Cobre 0,2 0,9 0,9 Papel 0,1 0,4 0,6 Total 22,8 100 55,1 Fuente: Crafts (1983:180), citado en Berg (1985:48)

millones £

18,3 15,2 16,9 7,3 4,5 4,7 3,6 4,9 16,7 1,8 3,3 1,6 1,1 100

%

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15,9 9,8 26,5 7,6 5,2 5,0 5,8 7,9 25,3 1,2 1,2 0,8 0,8 113

%

14,1 8,7 23,5 6,7 4,6 4,4 5,1 7,0 22,4 1,1 1,1 0,7 0,7 100

La diversidad del sector manufacturero era enorme, igual que su dispersión geográfica, especialización y modos de organización del trabajo (combinando industria doméstica y urbana, con distintos grados de división del trabajo). Maxine Berg ha mostrado en su libro La era de las manufacturas 1700-1820 cómo las manufacturas “tradicionales” también estaban inmersas en un proceso de cambios –de ubicación, de modos de trabajo, de especialización, en los modelos de comercialización– que en muchos casos redundaban en aumentos de productividad. La fabricación de artículos de metal (cuchillos, tijeras, hoces y guadañas) en Sheffield había experimentado una expansión importante basada en la pericia de los artesanos, la especialización (los fabricantes de cuchillos se separaron de los de tijeras) y la división del trabajo (los trabajos de forja y afilado se realizaban en instalaciones distintas), en buena parte sujeta a las restricciones de los gremios. En otros casos, el papel de los mercaderes-fabricantes (verleger) y el trabajo a domicilio, a menudo de mujeres a tiempo parcial, era fundamental, como en la fabricación de lana en el Yorkshire. En Birmingham se desarrolló a lo largo del XVIII una potente industria de bibelots (artículos menudos: hebillas, botones, juguetes, cajas lacadas), orientados a los mercados coloniales, que es un buen ejemplo de la complejidad de los cambios. Por un lado, coexistían grandes fábricas, algunas con cientos de trabajadores, con pequeños talleres urbanos y una extensa red de trabajadores a domicilio en las zonas rurales cercanas. Por otro, está asociado a la metalurgia del bronce –materia prima de los bibelots– con 71 fundiciones en la ciudad en 1791. Al mismo tiempo, existían numerosos artesanos con talleres pequeños o medianos que realizan algunas de las tareas más cualificadas del proceso. Pero también trabajaban muchas mujeres y niños. Las ganancias de productividad podían venir de la aplicación de UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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millones £

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capitales a la producción, pero también de la especialización y la división del trabajo. Como escribía en 1766 Lord Shelbourne: Allí, cada botón pasa por cincuenta manos y por cada mano pasan quizá más de mil al día; igualmente, el trabajo se facilita tanto que de cada seis veces, cinco está realizado por niños de entre seis y ocho años, que ganan de diez peniques a ocho chelines por semana. Las conexiones entre lo tradicional y lo moderno son mucho mas comunes de lo que a veces se ha dicho, permitiendo formas de organización más flexibles, el trasvase de trabajadores y el desarrollo y la difusión de nuevas técnicas. Un dato significativo de estas conexiones: Mathew Boulton, el socio de Watt en la fabricación de máquinas de vapor, se enriqueció precisamente con la fabricación de bibelots.

Alemania 8% Francia 9% Austria-Hungría 5% Polonia 6% Cambios pequeños en el período Italia 22% España 19%

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18% 18% 19% 19%

73% 73% 76% 75%

9% 13% 8% 5%

29% 28% 35% 39%

62% 59% 57% 56%

16% 16%

62% 65%

22% 20%

20% 16%

58% 64%

Fuente: Allen (2009:17) A estas alturas, debería haber quedado claro que la Revolución Industrial no fue sólo un asunto de inventores, fábricas, ciudades y nuevos productos. Es hora de pasar a preguntarse de nuevo por los factores clave que la hicieron posible.

6.5. Factores clave: factores productivos, instituciones y tecnología 6.4.3. Urbanización La existencia de núcleos urbanos importantes era a la vez un síntoma y un factor de desarrollo. Síntoma porque su subsistencia exigía mecanismos económicos (flujos de rentas y abastecimiento de alimentos) que permitían sustentar a poblaciones de decenas de miles de personas que no producían sus propios alimentos; y factor de desarrollo porque tal aglomeración de personas justificaba su existencia proporcionando al resto servicios o productos de un tipo u otro, como manufacturas o servicios comerciales, financieros y políticos. En 1700 Londres ya era la principal capital europea y en 1801, la única que se situaba por encima del millón de habitantes. La banca –presidida por el Banco de Inglaterra–, una Hacienda gobernada por el Parlamento o el pujante sector comercial, orientado al exterior, son buenos ejemplos de estos servicios, que contribuyeron de modo importante a la industrialización. El proceso de urbanización en Inglaterra, y sobre todo el protagonismo de Londres, son una de las claves del crecimiento del siglo XVIII; pero no debe olvidarse que desde el siglo XVI existían en Europa sociedades con tasas de urbanización muy elevadas, en un época en que Inglaterra era una sociedad fundamentalmente agraria: en los Países Bajos e Italia, sobre todo, pero también en España. Sin embargo, la urbanización no trajo aparejada una Revolución Industrial. La diferencia fundamental parece radicar en que en Inglaterra, igual que antes en los Países Bajos, se produjo un gran incremento de la población rural dedicada a tareas no agrarias: manufactura, transporte, comercio y servicios de distinto tipo. Tabla 6.12 Distribución porcentual de la población, 1500-1800 1500 1800 Urbana

Mayor éxito en el periodo Inglaterra 7% Éxito moderado en el periodo Países Bajos 30% Bélgica 28% Éxito modesto en el periodo

Rural no agraria

Agraria

Urbana

Rural no agraria

Agraria

18%

74%

29%

36%

35%

14% 14%

56% 58%

34% 22%

25% 29%

41% 49%

Conocidos ya los hechos fundamentales, volvamos a la explicación de las causas de la Revolución Industrial. Como ya dijimos, nos parece particularmente convincente la explicación de Robert Allen, que hace hincapié en los factores que explican la demanda de innovaciones tecnológicas en Inglaterra, ligada fundamentalmente a la oferta y precios relativos de los distintos factores productivos (tierra, capital, trabajo). Con todo, examinaremos también algunas cuestiones relativas al marco institucional y a la dinámica de la propia innovación tecnológica. 6.5.1. Factores productivos Al examinar las diversas explicaciones de la Revolución Industrial, la oferta de factores productivos (tierra, trabajo y capital), su volumen y precios relativos y su flexibilidad para responder a cambios en los niveles de demanda y precios (ligada al marco institucional) pueden ilustrarnos sobre los incentivos existentes para la innovación tecnológica. Tierra (recursos naturales): a este respecto, parece que el factor fundamental fue el carbón mineral. De hecho, otros recursos fundamentales en la industrialización no abundaban tanto (mineral de hierro) o simplemente eran inexistentes (algodón en rama), por lo que debieron importarse masivamente. En el caso del hierro fundamentalmente de Suecia, y más avanzado el siglo XIX de Vizcaya y Cantabria. La abundancia de carbón en Gran Bretaña –especialmente en Gales y las cuencas mineras de los condados del centro de Inglaterra– vino acompañada de un uso relativamente temprano en la industria (cervecera, ladrillos, cerámica) y como combustible doméstico. Esta demanda fomentó un sector minero potente, en el que se aplicaban importantes capitales para la extracción en vetas profundas, lo que incrementó la producción y permitió reducir los precios. La producción y el consumo de carbón mineral cobraron importancia en Gran Bretaña frente a otros países, que sólo a medida que se fueron industrializando aumentaron de manera significativa su consumo de carbón. Con todo, aún a finales del siglo XIX el de Gran Bretaña venía a representar UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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cerca de la mitad del total del continente europeo. La cercanía de los focos industriales –en especial de los sectores modernizados– a las cuencas mineras, o a canales y puertos que pudieran asegurar el suministro, también pone de relieve la importancia de este recurso. Además, como señala Mokyr, “la minería del carbón generó más innovaciones tecnológicas que cualquier otra industria con anterioridad a la Revolución Industrial”: las primeras máquinas de vapor, como la de Savery o Newcomen, eran bombas para drenar agua de las minas, y las vagonetas sobre raíles de hierro se emplearon también por primera vez en el sector15. En el caso de Bélgica, otro foco pionero, la minería del carbón también había cobrado importancia a finales del siglo XVIII. No obstante, es cierto que hubo procesos de industrialización importantes en zonas con escasa abundancia de carbón, como Suiza o Cataluña. Con todo, más importante que la abundancia o cercanía del carbón mineral –aunque estrechamente relacionada con ambas– es su precio. En Gran Bretaña, su tendencia a largo plazo fue la de un muy lento incremento entre 1600 y 1700 (mientras los precios reales de la leña se multiplicaban por cuatro), y de cierta estabilidad entre 1700 y 1830 (gráfico 6.2 ), pero sobre todo contrasta con el precio creciente de la leña, que era el combustible alternativo. En casi todos los países europeos, la demanda de leña y carbón vegetal condujo la deforestación de las regiones más cercanas a los centros de consumo, y al encarecimiento de ambos productos. Holanda logró escapar al problema con el uso de turba desde el siglo XVII, pero este combustible era inadecuado para la siderurgia y resultaba más caro que la hulla.

Nota: BTU: British Thermal Unit, medida de energía equivalente a 1.055 julios

Gráfico 6.2 Precios reales de la leña y el carbón en Londres (1400-1830)

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Fuente: Allen (2009:87) Trabajo: la oferta de trabajo viene determinada fundamentalmente por el volumen de la población. Pero también son relevantes los cambios en la dedicación de los habitantes (paso de pasivos a activos –incluidos cambios en la edad de incorporación al trabajo– o de un sector a otro). Además, hay que tener en cuenta los cambios en la duración de la jornada laboral. La Revolución Industrial vino acompañada de un fuerte crecimiento de la población británica, que se duplicó entre 1761 y 1831. Pero por diversas razones sería más correcto considerar este proceso como una consecuencia antes que como un requisito previo de la industrialización. En primer lugar, las tasas de crecimiento demográfico sólo se aceleraron cuando el proceso estaba en marcha: entre 1700 y 1760, la tasa de crecimiento anual fue del 0,3%, alta, pero no insólita en sociedades preindustriales. Pero aumentó al 1,2% entre 1770 y 1840. En segundo lugar, el crecimiento se debió tanto a un descenso de la mortalidad como a un aumento de la natalidad. Los dos procesos están relacionados con una mayor prosperidad. La mortalidad cayó sobre todo como consecuencia de mejoras en la higiene (incluido un mayor consumo de jabón, ropa interior de algodón más barata y obras de alcantarillado), así como una alimentación mejor. La mayor natalidad se explica por el aumento de la oferta de empleos, que redundó en mayores tasas de nupcialidad y matrimonios más tempranos; y por tanto más hijos por pareja. Este crecimiento fue compatible con una fuerte emigración, sobre todo a EE.UU; y no sólo desde una Irlanda agraria atrasada, sino también desde la Inglaterra avanzada e industrial. Esto pone de relieve que la abundante oferta de mano de obra no era un requisito fundamental para la industrialización. Tabla 6.13. Población de Inglaterra, Gales y Escocia (1701-1851) Año

Millones de habitantes 1701 6,8 1751 7,3 1761 7,9 1801 10,8 1821 14,1 1831 16,3 1841 18,5 1851 20,8 Fuente: Mitchell, B.R.(1978): European (2005:168)

Números índice (100=1761) 86 92 100 136 178 206 234 263 Historical Statistics, Macmillan. Citado en Escudero

Tabla 6.14. Inglaterra. Natalidad, mortalidad y crecimiento vegetativo Períodos

15

1701-1751 1761-1801

Tasa natalidad (tantos por mil) (1)

32.3 36

Tasa mortalidad tantos por mil) (2)

(

28.4 26.8

Crecimiento vegetativo (1-2)

3.9 9.2

Mokyr ( 1987: 215) UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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1811-1841 37.8 23.3 Fuente: Wrigley y Schofield (1981). Citado en Escudero (2005:168)

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14.5

Al contrario, pese al crecimiento demográfico los salarios ingleses resultaban comparativamente elevados en el siglo XVIII (gráfico 6.3), y además crecieron en términos reales (es decir, en términos de lo que podía comprarse con ellos). Esto hacía que fuera rentable la introducción de una maquinaria.

Gráfico 6.3 Salarios reales en varias ciudades del mundo (1375-1825) (equivalentes en plata)

Fuente: Allen (2009:40) Los salarios “altos” se daban tanto en el sector manufacturero tradicional como en el sector agrario, y redundaban en unos niveles de bienestar material poco habituales (la llamada “revolución del consumo”, ya explicada). Además, los salarios británicos convergían (se iban equiparando: gráfico 6.4) en distintas zonas, lo que indica la existencia de un mercado laboral bastante flexible. Por último, eran altos tanto en relación con el coste del carbón, como con el del capital, los factores que podían sustituirlo. Gráfico 6.4 Convergencia de salarios urbanos en Inglaterra (1500-1850)

Fuente: Allen (2009: 43) Pero la pregunta sigue siendo ¿por qué eran tan altos? La respuesta se encuentra, sobre todo, en las mejoras de productividad en la agricultura (tanto por hectárea como por hora trabajada) y en la manufactura de los sectores tradicionales. Con una productividad mayor los empleadores podían pagar mejores salarios; y los trabajadores obtenían incentivos –en una sociedad crecientemente consumista– para trabajar más y mejor. Así, tanto la “revolución industriosa” como la del consumo contribuyeron a alimentar el proceso que llevó a la industrialización. También lo hizo el crecimiento de las ciudades: en ellas era mayor el coste de la vida y el porcentaje de la población que dependía de un salario. Para pagar salarios más elevados las economías urbanas tenían que generar mayores incrementos de productividad. Así pues, no sólo es que los salarios medios en Londres fueran, como en otras ciudades del mundo, más elevados que en las zonas rurales cercanas. La diferencia crítica de Gran Bretaña estriba en que el crecimiento de las ciudades –y sobre todo de Londres– contribuyó a mantener altos los salarios medios de todo el país. Durante la Revolución Industrial los salarios se mantuvieron altos porque hubo restricciones a la oferta de mano de obra. Una parte considerable de los trabajadores rurales no emigraban a la ciudad porque encontraba empleo en sus propias aldeas. De hecho, aunque la participación del sector primario en la población activa se redujo suavemente, el número total de personas empleadas en la agricultura y ganadería siguió creciendo hasta finales del siglo XIX. Por otro lado, los servicios y manufacturas tradicionales, cuya producción aumentaba, siguieron dando empleo a una parte considerable de los trabajadores. En resumen, los sectores industriales más dinámicos no pudieron aprovecharse de unos salarios bajos, por lo que tuvieron que invertir en tecnologías ahorradoras de trabajo. Tabla 6.15. Población total y población agraria en Gran Bretaña* (millones de personas) UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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1700 1820 1900

Población total 8,4 21,2 41,2

Población agraria 4,70 (56 %) 8,50 (40 %) 6,6 (16 %)

*Incluye Irlanda, que no figura en las cifras de tabla 6.9 Fuente: Feliu y Sudrià (2007:114), con datos de Maddison. Sólo cuando la difusión de las innovaciones ahorradoras de trabajo se hubo consolidado la agricultura empezó a expulsar mano de obra, la incorporación de mujeres y niños a las fábricas y la ruina de los sectores tradicionales (incluida la agricultura y la industria a domicilio en Irlanda) incrementaron la oferta de trabajo, se estabilizaron/comenzaron a bajar los salarios. Aunque para entonces ya estaban claros los beneficios (para los empresarios) de la introducción de maquinaria. El último aspecto a tener en cuenta en la oferta de trabajo en la Revolución Industrial es el número de horas efectivas trabajadas. Parece claro que, ya antes de la difusión de las fábricas, las formas de trabajo habían ido cambiando. Los atractivos del consumo de bienes –azúcar, té, nuevos tejidos o accesorios, ajuar doméstico– habían incentivado estos cambios, alterando la ecuación tradicional de los usos del tiempo: teniendo que elegir entre tiempo libre o más consumo, los trabajadores ingleses empezaban a inclinarse por el consumo. Capital: Que Inglaterra disponía de abundantes capitales, acumulados sobre todo en el comercio exterior, se demuestra con los bajos tipos de interés (en torno al 3% anual), por otro lado comunes en otros países en la época. Pero el capital fue el menos importante de los factores productivos, ya que las inversiones requeridas por los nuevos procedimientos de producción no eran excesivos –las máquinas y fábricas eran relativamente baratas–, y se financiaron por los medios habituales hasta entonces: la reinversión de los beneficios, sobre todo, los ahorros de los empresarios y sus familias, y las redes de crédito informal (descuento comercial, letras de cambio) dominantes en las economías preindustriales. Es decir, que ni los capitales acumulados en la agricultura ni en el comercio exterior se invirtieron, salvo excepciones contadas, directamente en la industria –los terratenientes y ricos mercaderes preferían gastar en tierras, palacios y un tren de vida lujoso–, ni tampoco indirectamente a través de una banca aún poco desarrollada. Más que el origen del capital industrial o las tasas de inversión (que lógicamente aumentaron), lo que sí cambió fue la proporción entre el capital fijo (instalaciones, maquinaria) y el circulante (salarios, materias primas y otros proveedores). El capital fijo se incrementó notablemente, sobre todo en los sectores modernos, y hacia 1830 ya superaba al capital circulante. También se incrementó notablemente el capital social acumulado (infraestructuras de transporte, escuelas, hospitales) como resultado de la industrialización. Pero en general los incrementos de la productividad en la industria vinieron mucho más de mejoras en el uso del factor trabajo que del de capital.

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En todo caso, ni la abundancia de capitales ni su precio (indicado por los tipos de interés) distinguían a Gran Bretaña de otros países europeos que, sin embargo, no llevaron a cabo una Revolución Industrial. En suma, son sobre todo los precios relativos de los distintos factores productivos (trabajo por un lado, y sus sustitutos, maquinaria (capital) y carbón, por otro) los que explican la introducción de innovaciones en los nuevos sectores industriales en Inglaterra. Este es el núcleo de la explicación de Allen a por qué fue en Inglaterra y no en otros países donde se produjo la Revolución Industrial: simplemente era allí el único lugar dónde el trabajo era tan caro y el carbón tan barato (el capital, aproximadamente, tenía el mismo precio). Eso fue lo que introdujo a Inglaterra en la senda de las innovaciones tecnológicas que sustituían trabajo por carbón. Y también explica porqué otros países sólo adoptaron masivamente esas innovaciones a partir de 1850 cuando se produjo: a) una acumulación de avances técnicos que hacía más eficientes las máquinas, y por tanto las hacía rentables incluso allí donde el carbón todavía era caro. Entre 1720 y 1840 las máquinas de vapor pasaron de necesitar 45 libras de carbón por caballo de vapor/hora producido a tan solo 2 libras. b) una evolución de los salarios reales que hizo rentable la sustitución masiva de trabajo por capital (incluido el carbón). Pero además de la dotación relativa de los factores de producción –que fue cambiando a medida que se desarrollaba la Revolución Industrial– influyeron y mucho las condiciones en las que estos factores podían asignarse, condiciones que vienen definidas por el marco institucional. 6.5.2. Las instituciones: propiedad, Estado y mercados En este sentido, la orientación de la economía inglesa –como la holandesa– hacia los mercados venía de atrás, como ya hemos visto, y ha sido considerada por distintos autores –desde Karl Marx a Douglass North– como un factor clave. La penetración del capitalismo y el papel del Estado marcarían la diferencia. La tesis de North, ganador junto con Robert Fogel del primer Nobel de Economía para un historiador, sostiene que fue la definición de los derechos de propiedad –individual y con libertad de acción para el titular– lo que permitió asignar más eficientemente los recursos. A diferencia de otras sociedades europeas, que sólo empezaron a avanzar hacia este tipo de propiedad tras abolirse el feudalismo tras la Revolución Francesa de 1789, en Inglaterra las revoluciones del siglo XVII garantizaron una adecuada definición de los derechos del propietario, con el apoyo de los tribunales y la ausencia de una fiscalidad real confiscatoria. Todo ello creó el marco adecuado para garantizar la estabilidad de las inversiones, ampliar el ámbito de los mercados (de factores productivos y de bienes), y reducir sustancialmente los costes de transacción (los costes ligados al establecimiento y obediencia de los contratos, los de la información, etc.). Sumado a ello, una legislación sobre propiedad intelectual (derecho de patentes) que garantizaba a los inventores recibir los beneficios de sus ideas, fomentó la innovación y dotó a Inglaterra de una ventaja decisiva de cara a la industrialización. La explicación de North tiene algunos problemas: en primer lugar, no está nada claro que la situación inglesa en materia de régimen de derechos de UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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propiedad fuera mucho más avanzada que en la de Francia o China. La presión fiscal era más alta que en el resto de Europa; tampoco el sistema de patentes era muy distinto al de otros países europeos (con Francia o España), y de hecho generaba algunos problemas para la difusión de la innovación (como vimos en el caso de las resistencia de Watt a permitir la fabricación de máquinas de vapor de alta presión. De hecho, si algo parece distinguir al gobierno parlamentario es una mayor intervención en la economía –impuestos más altos, expropiaciones para construcción de infraestructuras, regulación restrictiva de las sociedades anónimas, altos aranceles, leyes de pobres, compañías privilegiadas– más que el supuesto laissez-faire (del francés “dejar hacer”: la política de no intervención del Estado). No obstante, parece claro que la penetración del capitalismo –basada en la libertad de mercado y en la propiedad privada– creaba un marco más adecuado para la asignación de los factores productivos. Y en este sentido Inglaterra estaba muy avanzada (aunque no tanto como para explicar por sí solo la diferencia con el resto del mundo). Pero tanto o más fundamental que la intervención directa del Estado fue la penetración de los mercados en la economía inglesa, un hecho que venía de atrás (desde al menos la salida a la crisis del siglo XVII) y que resulta tan básico que a veces pasa inadvertido a muchos autores, que dan por supuesta su existencia y buen funcionamiento. Los mercados y sus reglas de funcionamiento son una institución económica fundamental. Y más aún las del mercado de factores productivos que las de bienes.

manufactura circulaban de una actividad a otra sin mayores restricciones. Si, acaso, Inglaterra se caracterizó por una legislación restrictiva de las sociedades de responsabilidad limitada, bien sea por acciones o de otro tipo, debido a las experiencias especulativas de comienzos del siglo XVIII, como la llamada South Sea bubble, una burbuja especulativa generada por la venta masiva de acciones de una compañía privilegiada (la South Sea Company), que llevó al Parlamento a aprobar en 1720 la Bubble Act (Ley de la burbuja), que exigía la aprobación parlamentaria expresa para cada nueva sociedad por acciones. Por último, y fundamental, tampoco en el mercado de trabajo había las restricciones que en otros lugares –gremios poderosos o servidumbre–que impidieran a los trabajadores emplearse allí donde les pagaran mejor. La libertad de los ciudadanos garantizaba la movilidad y la flexibilidad de la oferta de trabajo. La difusión de la industria doméstica y rural (protoindustrialización) desde el siglo XVII había incorporado al mercado de trabajo a amplios sectores de la población al margen de las regulaciones de los gremios. Por otro lado, las Leyes de Pobres, de origen medieval, pero renovadas a lo largo de la Edad Moderna, conformaban un sistema de beneficencia financiado por los municipios, sin igual en Europa. Estas leyes tenían una triple función:  asegurar la subsistencia de las familias con menores ingresos, mediante subsidios.  Organizar el trabajo forzoso de los pobres, mediante instituciones de internamiento (asilos de pobres, a menudo ligados a fábricas)  Impedir la emigración de los pobres, al obligar a los ayuntamientos a mantener a sus vecinos pobres (Leyes de Asentamiento). Los efectos de estas leyes pueden ser contradictorios y han sido muy debatidos. Por un lado, al garantizar unos ingresos mínimos podían contribuir, como sostenía Malthus, a que los pobres siguieran teniendo más hijos de los que podían mantener. Aunque esto podría haber contribuido a una mayor oferta de mano de obra, y por tanto a moderar los salarios (aunque no tanto en términos reales, al presionar al alza el precio de los alimentos). Por otro lado, al garantizar unos ingresos mínimos podrían haber desincentivado la búsqueda de empleo y haber creado un suelo salarial que mantendría elevado el coste de la mano de obra. En todo caso, aunque las consecuencias de las Leyes de Pobres aún siguen sin estar del todo claras, no parece que la movilidad de la mano de obra se viese muy afectada, y la convergencia salarial es una prueba bastante sólida. Además, la derogación en 1795 de la vieja ley de Pobres eliminó las restricciones a la movilidad de la mano de obra, cuyo cumplimiento parece además no haber sido nunca muy estricto.

Mercados de factores En buena parte de Europa existían graves limitaciones a su funcionamiento. El mercado de la tierra estaba en muchos otros países, limitado por la existencia de instituciones hereditarias, como los mayorazgos, los fideicomisos o las manos muertas eclesiásticas (propiedades de la Iglesia que no podían venderse) o la existencia de extensas propiedades públicas (estatales o comunales) que impedían la libre circulación de la tierra. Aunque algunas de éstas instituciones funcionaban también en Inglaterra (amplios terrenos comunales, el strict-settlement de la nobleza, equivalente al mayorazgo), en general parece haber existido un mercado activo y fluido para la tierra, que permitía que circularan de manos de los propietarios menos eficientes a los cultivadores que lo eran más. El movimiento de enclosures fue en buena parte un modo de privatización de tierras. Ligado al problema de la tierra, el sistema de propiedad del subsuelo (recursos minerales) fue en Inglaterra mucho más flexible que en otros países, donde todo él era por norma patrimonio de los reyes, y en los que las reglas para las concesiones mineras eran rígidas, arbitrarias y limitadas temporalmente. También los mercados de capitales eran relativamente libres, aunque en esto Inglaterra no se diferenciaba gran cosa de otros países europeos: los tipos de interés, indicador básico del precio del dinero, eran muy similares y relativamente bajos (en torno al 3%) en la mayor parte de Europa. Por otro lado, los capitales acumulados en la agricultura, el comercio exterior o la

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Mercados de bienes También los mercados de bienes experimentaron cambios en la Inglaterra del siglo XVIII, en el sentido de una mayor penetración en la sociedad. Frente al modelo medieval de mercados semanales y ferias anuales, surgen, incluso en los medios rurales, las tiendas. Estos eran establecimientos permanentes y separados de los gremios de fabricantes que normalmente tenían una oferta muy variada de productos (de tipo colmado o tienda de ultramarinos), aunque en las ciudades estaban más especializados. Las redes de comercialización – mayoristas, almacenistas, viajantes de comercio, tenderos– crecieron y UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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penetraron en el territorio, poniendo a disposición de los consumidores una oferta creciente y variada de bienes, como vimos al hablar de la “revolución del consumo”. Por otro lado, el crecimiento del comercio internacional en el siglo XVIII en Inglaterra fue espectacular, y los comerciantes de Londres desempeñaron un papel clave en el crecimiento de la ciudad. Sin embargo, el mercado interior siguió siendo clave para las manufacturas, absorbiendo en torno al 90-95% de la producción, al menos hasta 1780. De ahí en adelante, el comercio exterior pasó a representar una parte creciente del producto nacional de Inglaterra, hasta el 40% hacia mediados del siglo XIX. El desarrollo de los transportes –infraestructuras e intermediarios– fue un requisito básico para el crecimiento y penetración de los mercados, que en Inglaterra fue muy anterior al despliegue de la red ferroviaria. La construcción o mejora de los puertos marítimos, así como una densa red de caminos pavimentados, fue financiada a través de sistemas de peajes. Igualmente se construyó una red de canales que unían los principales ríos. El apoyo del Estado a estas iniciativas fue muy visible desde comienzos del siglo XVIII, y especialmente a partir de 1750. Desde esa fecha y hasta 1820 se construyeron 4.500 kilómetros de vías navegables (frente a los 1.500 que ya existían). La red de carreteras, por su parte, creció hasta 22.500 km en 1770, con una densidad absolutamente excepcional para cualquier país de la época (mapa 6.2.¿ Como resultado e indicador de la integración de los mercados locales en un mercado nacional unido, los precios de las mercancías tendieron a unificarse (converger) en toda Inglaterra. De nuevo, estamos ante una cadena de retroalimentación que liga el aumento de la población y la renta al crecimiento de la demanda, que a su vez arrastra la producción (que genera mayores rentas y por tanto más consumo), lo que hace posibles las inversiones necesarias para incrementar la circulación de mercancías. Todos estos procesos podían ocurrir, y de hecho ocurrieron, al margen de la innovación técnica (al menos de la innovación del carbón y el vapor).

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Mapa 6.2. Red de carreteras en Inglaterra en 1786

Fuente: Historical Library of Australia

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6.5.3 Los mecanismos de la innovación técnica Aunque hemos intentado dejar claro que la Revolución Industrial no fue meramente un proceso de innovación tecnológica, es indudable que ésta tuvo un papel clave en el proceso. Habrá que preguntarse por qué. Como acabamos de ver, una parte de la respuesta tiene que ver con la estructura de costes de los factores productivos: los elevados salarios y el carbón barato creaban los incentivos adecuados para la introducción de innovaciones que permitían ahorrar el factor caro (trabajo), sustituyéndolo con otros más baratos (carbón y capital en forma de máquinas y fábricas). Otra parte está ligada al cambio institucional: un sistema de propiedad (incluida la propiedad intelectual de las patentes) que permitía a los agentes económicos dirigir sus recursos a los sectores donde obtienen mejor remuneración, y unos mercados de factores productivos que garantizaban la flexibilidad de la oferta, al permitir a esos agentes actuar con notable libertad. Además, la dimensión de los mercados de bienes creaba incentivos para abordar cambios dirigidos a la producción en masa. Las economías de escala (ahorros de costes derivados del volumen de producción) mejoraban los beneficios en los sectores modernizados; pero sólo eran posibles si la demanda crecía y si los costes de transacción y transporte se reducían. Con todo, hay un tercer factor, que tiene que ver con la lógica autónoma de la innovación. ¿Era Inglaterra, como sostiene David Landes, una nación de inventores? Es evidente que existen factores culturales que influyeron:  La secularización del pensamiento (liberado de los corsés de la religión): pero fue un movimiento general en el siglo XVIII, igualmente visible en la Ilustración francesa (y en otras partes de Europa)  La difusión de la ciencia: aunque la penetración de la Revolución Científica del XVII fuera mayor en Inglaterra, no parece que las innovaciones de la industria estuvieran directamente ligadas a la labor de los científicos, sino que fueron en buena parte obra de artesanos o técnicos (relojeros o técnicos de laboratorio como Watt) con conocimientos prácticos de los procesos productivos.  La alfabetización, ligada a la reforma protestante (que exigía a los fieles la lectura individual de la Biblia) es otro factor que suele aducirse, al haber permitido una acumulación de capital humano ausente en otros países. Tabla 6.16 Alfabetización en Inglaterra, según ocupación (en porcentajes) Porcentaje del grupo que está alfabetizado (capaz de firmar) 1560 1700 Varones Aristócratas, nobleza media, clérigos 100 100 Mercaderes, abogados, funcionarios 100 100 Tenderos, artesanos (Londres) 60 90 Tenderos y artesanos (rurales) 30 60 Labradores (yeomen) 50 75 Jornaleros y criados en la ganadería 15 15 Pequeños campesinos 20 20

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Total varones 20 45 Mujeres Total mujeres 5 25 Fuente: Allen (2009:261) En general, las tasas de alfabetización eran mayores en las ciudades que en los pueblos, así que el crecimiento de la población urbana debería redundar en un aumento del número de quienes sabían leer y escribir. Estudios basados en la capacidad de firmar documentos, como indicador de la alfabetización, demuestran que hubo un notable crecimiento de ésta; y sobre todo entre las mujeres y las capas sociales más bajas en Inglaterra antes de 1700. Con todo, no está tan claro que Gran Bretaña fuera una sociedad mucho más alfabetizada que Holanda, Francia o Suecia. De hecho, el intento de medir la incidencia de la variable alfabetización en modelos de crecimiento económico para el siglo XVIII suelen dar resultados indicar que es un factor muy poco significativo. En todo caso, ninguno de estos aspectos demuestra, a priori, que la Inglaterra del XVIII tuviera una mejor dotación de “materia prima” tecnológica. De hecho, las comparaciones con Francia (la otra potencia científica del período) suelen señalar que no deben buscarse aquí los factores causales de la Revolución Industrial. Porque incluso aunque éste fuera el caso, y justificara una mayor oferta de innovaciones, no explicaría por qué la economía inglesa demandaba esas innovaciones (es decir, estaba dispuesta a dedicar esfuerzos y recursos en su aplicación). Las razones de la demanda deben buscarse, como bien señala Allen, en la estructura de costes y beneficios, es decir, en los incentivos que ofrecía la economía inglesa en su conjunto. Otra cosa es que, una vez desencadenado el proceso de innovaciones, y bajo las condiciones expuestas (dotación de factores y marco institucional), el proceso acabara autoalimentándose, y los macroiventos (en la expresión de Joel Mokyr) abrieran camino a una serie de microinventos que los perfeccionaban o aplicaban a nuevas ramas o procesos. La rueda del progreso tecnológico (el círculo virtuoso de la innovación) podía echar a rodar.

6.6. Empresarios y trabajadores (burgueses y proletarios). Los cambios económicos también promovieron cambios en la sociedad. El mundo de los campesinos y terratenientes aristócratas, de los artesanos cualificados, criados y pequeños comerciantes no desaparecerá de un plumazo de toda Europa (por ejemplo, la servidumbre se mantuvo en Rusia hasta 1861). En cierto modo el Antiguo Régimen –como denominaron los revolucionarios franceses de 1789 al orden anterior– pervivirá de forma cada vez más residual hasta comienzos del siglo XX, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Karl Marx sostenía, sin embargo, que la industrialización había creado dos tipos de agentes nuevos en la escena económica:

 los empresarios capitalistas (industriales, comerciantes, financieros) cuyo objetivo era la acumulación de beneficios en un mundo donde la libertad económica era un derecho fundamental, la propiedad privada era sagrada, y el estatus venía marcado por la riqueza, no por la cuna. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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 los trabajadores, cada vez menos cualificados y menos autónomos (menos dueños de su tiempo y de sus espacios), cada vez más urbanos, que vendían “libremente” su fuerza de trabajo a cambio de un salario que siempre valía menos que ese trabajo. Éstas eran según Marx las dos clases sociales surgidas de la industrialización, que bautizó como burgueses y proletarios, condenados según él a un enfrentamiento cada vez más agudo que sólo podía desembocar en una revolución proletaria que acabara con el mundo capitalista. Que se equivocara en el pronóstico no quiere decir que el diagnóstico fuera erróneo.

¿Qué hacen los jefes? El título de una artículo de David Landes (What do bosses really do?) nos da pie para analizar el papel de los empresarios y por tanto el origen del beneficio empresarial. La economía clásica no incluía su papel entre los factores productivos, pero cada vez con más frecuencia se considera un aspecto clave en la introducción de las innovaciones técnicas o de otro tipo que conducen a las ganancias de productividad que no se explican sólo por la productividad pura de los otros factores (recursos, trabajo y capital). Básicamente, hay tres concepciones al respecto. La primera considera que el beneficio empresarial es sencillamente el resultado de la apropiación (indebida) por parte del empresario de las ganancias derivadas del trabajo, los recursos o el capital. Así, salvo que el empresario sea el propietario del capital invertido (cosa que no siempre ocurre: de hecho, el empresario moderno rara vez es el dueño de la empresa), en cuyo caso su ganancia corresponde a los rendimientos de éste, el beneficio no está justificado económicamente. Ésta sería la interpretación del empresario como villano o parásito; la de Karl Marx, Leon Walras o S. Marglin. Una segunda visión, ligada en cierto modo a la anterior, señala que en realidad no existe beneficio empresarial, sino que las ganancias le corresponden o bien como dueño del capital, si lo es, o bien como trabajador cualificado: aquí confluyen economistas como Adam Smith, o con matices Marshall y Keynes (el empresario como capitalista o gestor). En tercer lugar, otros sostienen que el beneficio es el pago a la capacidad del empresario de anticipar la existencia de un beneficio (en una innovación, sobre todo) y asumir el riesgo: esta visión del empresario como héroe creador de riquieza, la postura de Jean Baptiste Say, pero sobre todo Johan .A. Schumpeter y F.H. Knight. En John Stuart Mill –el responsable de popularizar el término francés entrepreneur en Inglaterra– se mezclan la idea de la remuneración del trabajo, el capital y el riesgo. Adaptado de Valdaliso y López (2000:11-27)

Los empresarios de la Revolución Industrial encarnan el ideal de Schumpeter del empresario como gestor de la incertidumbre y promotor de la innovación. En la Inglaterra de la época, la incertidumbre y el riesgo en los negocios eran máximos, lo que convertía a esos empresarios industriales

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pioneros en héroes de una historia con tintes épicos: un avispado Mathew Boulton asociado con Watt para fabricar máquinas de vapor, un Richard Arkwright que hizo de la hiladora mecánica de su invención la base de un emporio textil en los Midlands, o un William Cartwright capaz de defender a sangre y fuego su fábrica contra los asaltantes luditas en 1812. Sabemos bastantes cosas de estos emprendedores pioneros:

 La mayoría provenían de familias con tradición empresarial (los terratenientes o los profesionales liberales desconocían los negocios y se mantuvieron al margen), con padres que dirigían sus propios negocios: empresarios, comerciantes, incluso tenderos o labradores.  La mayoría partían de cierto nivel de riqueza familiar: sólo una pequeña minoría habían sido obreros, jornaleros o artesanos pobres. El sueño americano, el mito del empresario hecho a sí mismo (self-made man), aún quedaba muy lejos.  Pocos eran inventores: más bien eran artesanos o prácticos (precisamente Akrwright fue uno de los pocos inventores que hicieron fortuna). Normalmente los empresarios eran los que invertían anticipando las oportunidades de negocio.  Su formación era eminentemente práctica: no existían apenas escuelas de negocios.  En su mayoría, las empresas eran familiares, gestionadas por sus propietarios y financiadas con la reinversión de beneficios y capital propio y de amigos y parientes. Esto permite reducir los riesgos para el capital, reduciendo sus costes. Tabla 6.17. Origen socio-profesional de los industriales británicos. 1750-1850 (en porcentaje) Industrias textiles

Ocupación

Padres Fundadores

Padres Fundadores

Aristocracia Profesiones liberales y clero Comerciantes Industriales, empleados y artesanos Agricultores y mineros (propietarios) Obreros Otros Primera ocupación

5,2 10,3 25,8 26,8 25,8 4,1 2,1

11 4,9 18,3 32,9 17,1 9,8 6,1

1,6 0,8 23,4 50,8 1,6 1,6 0,8 19,4

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2,7 3,6 12,6 43,2 8,1 17,1 4,5 8,1

Fuente: Valdaliso y López (2000:203), basado en Crouzet (1985). De los trabajadores sabemos muchas más cosas, debido sobre todo a una larga tradición de estudios ligada al movimiento obrero. En historia económica, los debates se ha centrado en averiguar hasta qué punto la industrialización afectó al nivel de vida de los trabajadores, lo que explicaría o justificaría el nacimiento de ese movimiento obrero. Los primeros análisis sobre las repercusiones de la Revolución Industrial para los trabajadores (los pobres en general) arrancan de las denuncias de UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Industrias mecánicas

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comienzos del XIX sobre el hacinamiento en las ciudades, la brutalidad de la disciplina en las fábricas o el empleo de mujeres y niños en fábricas o minas. La obra La situación de la clase obrera en Inglaterra (1845), de Friedrich Engels (más tarde colaborador y mecenas de Marx), empresario industrial él mismo, es un clásico (lo cual, según algunas definiciones significa que ya no lo lee nadie)16. Con el tiempo, el debate entre los economistas se ha centrado en la cuestión de si el nivel de vida de los trabajadores mejoró o empeoró con la Revolución Industrial. A largo plazo (a finales del siglo XIX) hay acuerdo en que las condiciones habían mejorado: las jornadas laborales se habían reducido de 12 a 9 horas, la esperanza de vida había aumentado a 40, los salarios reales eran más altos, así como los niveles de consumo y la calidad de la vivienda obrera. En realidad, el debate se centra en lo que ocurrió en el curso de la industrialización. ¿Creció o se redujo el nivel de vida de los trabajadores? Y, si hubo un empeoramiento ¿éste fue uno de los factores de la acumulación de capital en manos de los empresarios? Para contestar a estas cuestiones se emplean diversos indicadores económicos, referidos fundamentalmente a los salarios reales, la esperanza de vida, y medidas antropométricos (básicamente la talla en cm). El problema es que un indicador negativo como la reducción de la estatura media (medida normalmente para el reclutamiento militar), que señalaría un empeoramiento en la dieta y la salubridad del entorno puede ser resultado de una menor mortalidad infantil (la “selección natural” de los más débiles es menos fuerte), que a su vez determina una mayor esperanza de vida, que se considera un indicador positivo. Otro problema nace de que Inglaterra no era una sociedad uniforme: así, mejoras generales de las condiciones de vida del conjunto de la población, serían compatibles con el empeoramiento de las condiciones de vida de importantes grupos (los campesinos, o las mujeres urbanas, por ejemplo). Por estas y otras razones, el debate sobre el nivel de vida lleva arrastrándose más de 70 años sin que parezca llegar aún a una conclusión. Los datos de salarios no son coincidentes debido a problemas de medición (¿qué categorías de trabajadores se tienen en cuenta? ¿Cambia la duración de las jornadas de trabajo?). Además, los salarios nominales (sin descontar la inflación, véase tema Uno) son engañosos, porque ocultan la capacidad de compra de los salarios. Sin embargo, los cómputos de inflación necesarios para calcular salarios reales son complejos y no siempre fiables (hablamos de épocas en que no hay estadísticas oficiales) El gráfico 6.5 presenta dos series de cálculos distintos. Gráfico 6.5. Salarios reales (1783-1852). Índices (1783=100)

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Fuente: Feinstein (1998:643), citado en Escudero (2005:195). La diferencia es notable, sobre todo a partir de 1813. La serie de Feinstein es mucho más “pesimista” (práctica estabilidad de salarios reales hasta 1830), derivada sobre todo de las caídas generales de precios, mientras que la de Lindert y Williamson, aunque registra una caída importante hacia 1800, muestra una mejora clara tras el final de las guerras napoleónicas, y la duplicación del salario real hacia mediados de siglo. En cuanto a la esperanza de vida, aumentó (en término medio) desde la segunda mitad del XVIII hasta 1800, pero luego se estanca claramente. Además, las cifras son notablemente inferiores en las ciudades más pobladas (lo que coincide con las críticas al hacinamiento de la vivienda) y sin tendencia a mejorar hasta 1840. Tabla 6.18. Esperanza de vida al nacer en Inglaterra y Gales, 1761-1850 Años

1761-1799 1800 1810 1820 1830 1840 1850

Media de Inglaterra-Gales

Ciudades con más de 100.000 habitantes

35,5 40 41 41 41 41 41

30 35 29 30 34

Fuente: Szreter y Mooney (1998: 614), citado en Escudero (2005: 170).

16

Aunque no menos clásico y aún muy leido es Charles Dickens, cuyas obras reflejan vívidamente la situación social de los pobres en esta época y puden recomendarse con garantía para casi cualquier lector.

Los datos de estatura media, aunque existen ciertas objeciones sobre su utilidad, muestran una caída de 2-3 centímetros entre 1760 y 1850 (lo que indicaría un deterioro de las condiciones de vida y salubridad), que además UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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afecta más a los obreros urbanos (menos altos que los trabajadores de “cuello blanco” y agrícolas) y menos a las clases acomodadas.

perseguidas por la ley (Combination Acts de 1799-1800), lo que constituye en sí mismo un reconocimiento de su importancia. En el siglo XVIII las revueltas populares seguían adoptando formas tradicionales, en particular los llamados motines de subsistencias, en los que las multitudes –a veces locales, pero a veces procedentes de pueblos distantes o condados enteros– fuerzan a bajar los precios de los alimentos, requisan harina o cereal u obligan a las autoridades a intervenir las reservas de cereal. Aunque se trata de una forma de protesta típica de sociedades agrarias en momentos de carestía, legitimadas por una economía moral (la creencia de que el bien común debía prevalecer ante el beneficio privado) compartida a menudo por las autoridades, estos motines revelan la creciente dependencia de las clases populares con respecto a los salarios (y de hecho, los mineros de Cornualles fueron asiduos participantes en este tipo de motines entre 1725 y 1800). A esto se suman las protestas de los braceros/jornaleros agrarios, más raras y locales, aunque conocieron un gran estallido en 1830-1831 en las revueltas del capitán Swing, extendidas por veinte condados, con miles de participantes, dirigidas a mejorar los salarios y destruir trilladoras mecánicas, que se saldaron con más de 2.000 detenciones, 500 encarcelados y 19 ejecutados. Ligadas a ellas, las primeras formas de protesta propiamente obreras fueron las revueltas luditas (nada que ver con la diversión, sino con un mítico Ned Ludd, capitán Ludd o General Ludd que las simbolizaba) dirigidas a la destrucción de maquinaria por parte de obreros y artesanos que consideraban que la mecanización atentaba contra sus intereses, al abaratar los precios y reducir salarios. Las primeras surgieron en los años de las guerras napoleónicas: estallaron en 1811 y se extendieron al año siguioente por tres importantes distritos textiles: los de Notingham, Leicester y Derby (tejidos de punto), West Riding (laneros) y Lancashire (algodón). Estas revueltas combinaban la acción política (peticiones al Parlamento), la sindical (sociedades de socorro mutuo, negociación con los patronos), y la acción violenta con asaltos a fábricas y almacenes, y la destrucción de maquinaria: telares llamados anchos para calcetería, tijeras mecánicas para el tundido, etc. Las destrucciones alcanzaron a unos 1.000 telares y llevaron al gobierno a movilizar tropas (2.000 soldados enviados a Nottingham, en plena guerra con Napoleón) y castigar la destrucción de maquinaria con pena de muerte. Aunque los movimientos luditas se han contemplado a menudo como una revuelta desesperada contra el “progreso” que representaban las máquinas y las fábricas, de hecho tenían una racionalidad mucho mayor de lo que pueda parecer. Para empezar, formaban parte de movimientos de negociación salarial (o de precios, pues muchos artesanos trabajaban a destajo para fabricantes o comerciantes). En ocasiones estaban conectados a movimientos revolucionarios clandestinos (jacobinismo, inspirados en las ideas de la revolución francesa), o bien de corte democrático más reformista, como los que desembocaron en el cartismo. Tras la revocación de los Combination Acts en 1825, se abrió el camino para la formación de sindicatos parecidos a los que conocemos hoy, que en 1834 llevaron a la formación de la primera confederación sindical nacional (Grand National Consolidated Trade Unions), dirigida por Robert Owen.

Gráfico 6.6. Estatura media de los reclutas de 18 años, 1750-1916

Fuente: Floud,R. Watcher,K y Gregory, A. (1990): Height, health and history: nutritional status in the United Kingdom, 1750-1980, Cambridge, CUP, 136 A lo largo del siglo XIX, las condiciones de vida y trabajo de los obreros británicos mejoraron visiblemente. Es necesario preguntarse si esta mejora se debió a la evolución “natural” de los mercados, que permitió a los asalariados hacerse con una parte del pastel de las ganancias de productividad, o eran fruto de los movimientos de protesta que arrancan casi en paralelo a la Revolución Industrial y que culminarían en el nacimiento de un fuerte movimiento sindical, de inspiración socialista y anarquista. Como vimos, los datos no permiten cerrar el debatedel nivel de vida. Pero es que además no está en absoluto claro que fueran las condiciones objetivas de vida, ni siquiera la percepción de las mismas por parte de los trabajadores, las que expliquen el nacimiento el movimiento obrero. Por el contrario, la obra de E.P. Thompson indican que en la formación de la clase obrera y sus movimientos organizados influyeron tradiciones de muy diverso origen –luchas de jornaleros agrarios, movimientos políticos radicales, disidencia religiosa, asociaciones de artesanos, espacios propios de sociabilidad– que fueron conformando una conciencia de unidad y unas formas de acción colectiva que darían nacimiento al movimiento sindical de las Trade Unions y las organizaciones socialistas. Las luchas obreras habrían permitido a los trabajadores hacerse con una parte mayor del pastel generado por el crecimiento económico moderno, en buena parte gracias a la productividad de su trabajo. Aunque la forma prototípica de organización obrera, los sindicatos (trade unions en inglés) no aparecieron hasta la década de 1830, y con ellos la huelga como forma característica de lucha, ya desde mucho antes se produjeron movimientos de protesta y formas de asociación que en absoluto eran bien vistos por patronos y autoridades. De hecho, las asociaciones fueron

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6.7. La nueva economía de base fósil

c) Analizar las principales explicaciones sobre los factores causales de la Revolución Industrial.

Sintetizar brevemente lo expuesto en este tema (que a su vez es un intento de síntesis de muchas páginas escritas sobre el asunto) resulta una tarea compleja. Con todo, nos daríamos por satisfechos si hubiéramos conseguido transmitir unas cuantas ideas clave sobre la Revolución Industrial:  Que no fue un mero asunto de inventos e innovaciones (aunque tuvieron mucha importancia).  Que aunque se estudie a escala nacional, se desenvolvió en buena parte a escala regional  Que implicó también transformaciones importantes en los sectores “tradicionales”  Que vino precedida de cambios importantes y relacionados en la agricultura, la demografía, el transporte, el comercio y las propias manufacturas.  Que no existe un único requisito imprescindible, sino la combinación de muchas transformaciones en la economía y también en el marco institucional.  Que aunque finalmente redundó en un crecimiento económico sostenido, sus consecuencias no fueron igual de beneficiosas para todos los sectores sociales.  Que los precios relativos del carbón (barato) y el trabajo (caro) parecen haber sido determinantes en la adopción a gran escala de innovaciones tecnológicas. Por otro lado, el análisis de la Revolución Industrial que se ha realizado en estas páginas se ha centrado mucho en lo que ocurría en Gran Bretaña, y muy poco en sus relaciones con el resto del mundo. El papel del comercio exterior, tanto con sus colonias como con el resto del mundo, apenas se ha examinado (aunque recibió más atención en el Tema Cinco). Sin embargo, si algo importa de esta historia es que acabó cambiando los modos de producir y consumir en todo el planeta, y sentó las bases para la supremacía de Europa primero, y después de las naciones industrializadas, en el mundo. En los siguientes temas veremos cómo se produjo la difusión de la industrialización, y cómo afectó a todos los países, tanto los que se industrializaron como los que tardaron más en hacerlo o no llegaron a lograrlo; así como a las relaciones económicas internacionales. En buena parte es la historia de cómo la economía orgánica, que había regido la vida de la Humanidad desde la revolución del neolítico, fue cediendo paso a una economía inorgánica, basada en combustibles fósiles, cuya productividad, desconocida hasta entonces, permitió crecimientos inauditos de la población, la producción y el bienestar de la humanidad.

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d) Subrayar el carácter dual del crecimiento económico en el curso de la Revolución Industrial. e) Subrayar el carácter regional de los procesos. f)

Explicar el papel de las innovaciones tecnológicas, pero no con una lógica propia, sino ligadas a los niveles relativos de precios de los factores de producción.

g) Destacar y explicar la importancia del empleo de carbón mineral. h) Analizar el significado de las fábricas como innovación de tipo organizativo. i)

Mostrar los rasgos fundamentales y los intereses contrapuestos de los dos grupos protagonistas de la Revolución Industrial: empresarios y obreros.

5. Resumen En este tema se ha tratado de: a) Presentar el concepto de Revolución Industrial y discutir los problemas que plantea. b) Diferencias los conceptos de Revolución Industrial e industrialización. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA 6-55

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Apéndice. Principales innovaciones tecnológicas (1700-1850)

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6. Conceptos básicos

Agricultura

Energía

Textil

Minería

Siderurgia

1700-1830: Generalización en Gran Bretaña de sistemas de rotación de cultivos sin barbecho. Arados de hierro más perfeccionados tirados por caballos. Máquinas sembradoras tiradas por caballos. 1830-1840: Fertilizantes químicos. 1842: Comienzan las importaciones de guano de Perú para abonar.

1711:Máquina de vapor atmosférica de Newcomen. 1775: Máquina de vapor (Watt Boulton). 1827: Turbina hidráulica. 1827: Caldera de vapor de alta presión. 1829: Motor electromagnético. 1831: Dinamo y transformador.

1701: Estampado del algodón. 1733: Lanzadera volante. 1738:Hiladora de husos mecánicos. 1764: Máquina de hilar spinningjenny. 1769: Máquina de hilar water frame. 1779: Máquina de hilar mule-jenny. 1786: Telar mecánico. 1793: Máquina desmotadora de algodón. 1801: Telar mecánico para seda. 1841: Nueva lanzadera para telar mecánico.

1720-1790: Desagüe con máquinas de vapor atmosféricas. 1755: Raíles de hierro para vagonetas movidas con fuerza de sangre. 1813: Lámpara de seguridad contra gases explosivos. 1800-1850: Empleo de máquinas de vapor para ventilación y transporte en vertical y horizontal. 1830-1850: Nuevos explosivos.

1709: Carbón mineral para la producción de arrabio. 1740: Acero al crisol. 1767: Destilación de la hulla (coque). 1776: Máquinas de vapor en los fuelles de los altos hornos. 1784: Pudelación del arrabio para obtener hierro dulce. 1790: Sustitución de la energía hidráulica por el vapor en forja y laminación. 1830: Inyección de aire caliente en altos hornos. 1839: Acero al manganeso.

Transportes Comunicación

Química

Construcción

Metalmecánica

Papel

1755: Raíles para vagones (industria minera). 1773: Primer puente de hierro. 1783: Globo atmosférico. 1793: Primer telégrafo (Chappe). 1801: Locomotora de Trevithick y primer ferrocarril en una fábrica siderúrgica de Gales. 1814: Locomotora de Stephenson. 1821: Buque de hierro a vapor. 1825: Ferrocarril Stockton-Darlington. 1829: Locomotora Rocket. 1836: Hélice para buques. 1837: Telégrafo Morse.

1740: Producción de ácido sulfúrico mediante el método de campana. 1785: Blanqueado con cloro. 1791: Sosa cáustica Leblanc. 1792: Alumbrado con gas. 1830: Vulcanización del caucho. 1832: Cerillas.

1756: Cemento. 1800-1850: Estructuras de hierro.

1761: Fuelles de cilindro. 1774: Taladro hidráulico. 1797: Torneado mecánico. 1839 : Martillo a vapor.

1798: máquina de hojas continuas (Robert). 1800:Máquina de Foudrinnier.

Fuente: Escudero (2005:157)

Revolución Industrial industrialización carbón mineral coque ferrocarril fábricas luditas/ludismo patrones/empresarios inventores proletarios máquinas

Pudelado (horno de Cort) siderurgia algodón jenny Sistema fabril. urbanización máquina de vapor (John Watt) salario real nivel de vida antropometría

7. Referencias ALLEN, Robert C. (2009): The industrial revolution in global perspective, Londres, Cambridge University Press ASHTON, Trevor (1968): La Revolución Industrial, 1760-1830, México, Fondo de Cultura Económica BERG, Maxine (1987): La era de las manufacturas, 1700-1820. Una nueva historia de la Revolución Industrial británica, Barcelona, Crítica DEANE, Phyllis (1968): La Primera Revolución Industrial, Barcelona, Península. ESCUDERO, Antonio (2005): “La Revolución Industrial en Gran Bretaña (17601840)”, en COMIN, F., HERNÁNDEZ, M. y LLOPIS, E. eds. (2005): Historia económica mundial. Siglos X-XX, Barcelona, Crítica, 155-197. FELIU, Gaspar y SUDRIÀ, Carles (2007): Introducción a la historia económica mundial, Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia LANDES, David S. (1999): La riqueza y la pobreza de las naciones. Por qué algunas naciones son tan ricas y otras tan pobres, Barcelona, Crítica MOKYR, Joel (1987): “La Revolución Industrial y la Nueva Historia Económica”, Revista de Historia Económica, V, 2 (203-241) y 3 (441-482) MOKYR, Joel (1993): La palanca de la riqueza: creatividad tecnológica y progreso económico, Madrid, Alianza POLLARD, Sidney (1991): La conquista pacífica. La industrialización de Europa, 1760-1970, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza RULE, John (1990): Clase obrera e industrialización. Historia social de la Revolución Industrial británica, 1750-1850, Barcelona, Crítica THOMPSON, Edward P. (1977): La formación histórica de la clase obrera inglesa, Barcelona, Laia, 3 vols. (hay una edición más reciente, con el título La formación histórica de la clase obrera en Inglaterra, Barcelona, Crítica) VALDALISO, Jesús y LÓPEZ, Santiago (2000): Historia económica de la empresa, Barcelona, Crítica WRIGLEY, E.A. (1992): “Introducción: ¿en qué consistió la Revolución Industrial?”, en Gentes, ciudades y riqueza. La transformación de la sociedad tradicional, Barcelona, Crítica, 11-33 (trad. de Enrique Gavilán) WRIGLEY, E.A. (1993): Cambio, continuidad y azar. El carácter de la Revolución Industrial inglesa, Barcelona, Crítica. UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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8. Textos

elevado precio del trabajo, con la ayuda conveniente de la invención mecánica…Nottingham, Leicester, Birmingham, Shefield &c. deberían ha tiempo abandonado toda esperanza de comercio con el exterior, si no hubieran estado constantemente contrapesando el creciente precio del trabajo manual, con la adopción de cualesquiera mejoras ingeniosas que la menta humana fura capaz de inventar.

Carta de Boulton a Watt (1769) 7 de febrero de 1769 Dos son los motivos que me han impulsado a ofreceros mi apoyo: mi afecto hacia Usted y el que tengo hacia un proyecto tan rentable y genial. He pensado que vuestra máquina, para producir del modo más ventajoso posible, requeriría dinero, una adecuada realización y una amplia publicidad, y que el mejor modo de que Vuestro invento sea tenido en la debida consideración y para que se le haga justicia, sería el de sustraer la parte ejecutiva del proyecto de las manos de esa multitud de ingenieros empíricos que, por ignorancia, falta de experiencia y de los necesarios incentivos, serían responsables de un trabajo malo y descuidado: y todos ellos son fallos que afectarían a la reputación del invento. Para obviarlo y obtener el máximo beneficio, mi idea es la de instalar una manufactura cerca de la mía, a orillas de nuestro canal, en donde podría poner todo lo necesario para la realización de las máquinas. Con esta fábrica, podremos suministrar a todo el mundo máquinas de cualquier tamaño. Con estos medios y con Vuestra asistencia podremos contratar y enseñar a algún buen obrero (dándole instrumentos mucho mejores que los que cualquier otro, para producir una sola máquina, le entregaría) y podremos poner a punto vuestro invento con un costo inferior en un veinte por ciento al de cualquier otro sistema y con una diferencia en cuanto a la precisión similar a la que existe entre el producto de un herrero y el de un constructor de instrumentos matemáticos. Y así las cosas, no tendría sentido producir solo para tres condados, sino que sería mucho más conveniente producir para todo el mundo. L.T.C. ROLT, James Watt, pp.47-48, traducido en MORI, Giorgio (1983): La Revolución Industrial, Barcelona, Crítica, pp.173-174)

Los factores de la mecanización

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T. Bentley (1780): Letters to the Utility…of… Machines to Shorten Labour, citado en Allen (2009:1), traducción

propia.

9. Actividades de autoevaluación 1. Teniendo en cuenta los contenidos de este tema intente dar su propia definición de Revolución Industrial, identificando los elementos más relevantes.

2. ¿Cuáles son las dos principales objeciones al término “Revolución Industrial”?

3. ¿Por qué resultaba más importante la cercanía a las minas de carbón en los comienzos de la Revolución Industrial que en etapas posteriores?

4. ¿Qué aporta el modelo del crecimiento dual de la economía en la Revolución Industrial?

La regla general es infalible, que, cuando por el incremento del dinero, los hábitos de vida caros, y los impuestos, el precio del trabajo alcanza a aumentar en una

nación comercial e industrial, más que en sus competidores en el comercio, entonces la tal nación cara perderá su comercio, e irá en declive, si no es que compensa el

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5. ¿Por qué no son convincentes las explicaciones de la Revolución Industrial basadas en los requisitos previos presentes en Inglaterra?

6. ¿Qué factores explican que la mecanización en el sector textil empezara en la fabricación de algodón?

7. ¿Qué tienen en común los factores que provocaron los aumentos de productividad en la agricultura inglesa en el curso de la Revolución Industrial?

Preguntas tipo test 1. El concepto ”Revolución Industrial” se diferencia del de”industrialización” en que: A. Afecta sólo a la industria y no al conjunto de la economía. B. Se refiere a cambios tecnológicos súbitos, mientras que la industrialización es más lenta. C. Se refiere a una época concreta (1760-1830, aproximadamente) y un país concreto: Gran Bretaña. D. Todas las anteriores. 2. Las dos corrientes de cambio económico que confluyen en la Revolución Industrial británica están ligadas a: A. Una a transformaciones en la agricultura y otra a los cambios demográficos. B. Una a los cambio en la industria y otra a las transformaciones políticas. C. Una al comercio exterior y otra al mercado interno. D. Una a los avances de la economía tradicional y otra a las innovaciones tecnológicas y uso del carbón. 3. Los límites cronológicos de la Revolución Industrial pueden variar según se tome como criterio: A. El cambio tecnológico. B. El crecimiento del PIB. C. El cambio estructural de la economía. D. Todos los anteriores.

8. Razone por qué la introducción de las hiladoras denominadas water frame forzaron el paso del sistema de trabajo a domicilio al llamado sistema fabril.

4. Como resultado de la Revolución Industrial, crecieron especialmente el peso en la producción y el empleo del sector: A. Primario. B. Secundario. C. Terciario. D. De todos por igual. 5. La escuela del cambio social considera que la Revolución Industrial británica fue ante todo un proceso de transformaciones en: A. Las relaciones económicas, a través de los mercados de factores y productos. B. La tecnología empleada en la industria. C. Las variables macroeconómicas. D. La organización del trabajo y las empresas. 6. ¿En cuál de los siguientes sectores se inició el empleo de la energía del vapor? A. Industria textil. B. Siderurgia. C. Ferrocarril. D. Minería del carbón.

9. ¿Eran lás fábricas un “invento” de la revolución industrial?

10. ¿Cómo afectan los salarios al desencadenamiento de la revolución industrial según la explcación de Robert Allen?

7. Entre los requisitos previos que según algunos autores prepararon a Iglaterra para la Revolución Industrial se han manejado factores culturales como: A. El grado de alfabetización. B. Menor influencia de la cultura nobiliaria que despreciaba el trabajo manual y el comercio. C. Una mejor educación científica. D. Todas las anteriores. 8. La Revolución Industrial en el sector textil consiguió: A. Aumentar la producción y reducir los precios. B. Reducir los precios y la productividad. C. Aumentar la producción y reducir la productividad. D. Mantener precios y aumentar la productividad. 9. Entre los sectores no mecanizados de la economía inglesa en la época de la Revolución Industrial el más importante era: UNIVERSIDAD NACIONAL DE EDUCACIÓN A DISTANCIA

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Tema 6. La Revolución Industrial y el crecimiento económico moderno

A. La manufactura textil. B. La agricultura. C. El comercio ultramarino. D. La construcción. 10. La discusión sobre los niveles de vida en Inglaterra en el proceso de industrialización se centra en: A. Los niveles salariales de los empleados de las fábricas. B. La participación de mujeres y niños como mano de obra fabril. C. Las condiciones de vida y salubridad en las ciudades industriales. D. Todas las anteriores.

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Tema 7. La difusión de la industrialización (1815‐1913) 

 

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  6-63

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Tema 7. La difusión de la industrialización (1815-1913)

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Tema 7. La difusión de la industrialización (1815-1913)

3. Algunas preguntas iniciales

1. Resultados de aprendizaje El estudio de este tema debe capacitarle para: 1. Discutir la industrialización como proceso de imitación/difusión y las ventajas del seguidor. 2. Situar cronológicamente a partir de 1815 los procesos de industrialización en el continente, empleando como indicador principal los datos de estructura económica (y otros indicadores: potencia de vapor, consumo de carbón, producción de hierro). 3. Debatir las relaciones entre cambio político y trasformaciones económicas en torno a las revoluciones liberales. 4. Caracterizar distintos modelos/pautas de industrialización en Europa: primeros seguidores, rezagados y descolgados, ilustrados con los casos de Bélgica, España y Rusia. 5. Analizar los rasgos principales de la industrialización francesa como contramodelo a la británica. 6. Identificar los problemas de financiación la industrialización y las distintas soluciones adoptadas (autofinanciación, banca de inversión, financiación pública). 7. Establecer las relaciones entre agricultura e industrialización. 8. Diferenciar las políticas comerciales entre el proteccionismo y librecambismo. 9. Definir los principales rasgos de la intervención del Estado en los distintos procesos de industrialización. 10. Valorar los avances en la formación de capital humano y su relación con el crecimiento económico en este periodo. 11. Describir los rasgos principales del primer proceso de industrialización fuera de Europa: EE.UU.y Japón

  ¿Era la industrialización una carrera en la que hay quien entra en cabeza y quien queda para el pelotón de cola?  ¿Quiénes son los corredores? ¿Países, empresas, regiones, personas?  ¿Por qué algunos países no llegaron ni siquiera a empezar a correr?  ¿Qué tenía Francia que aun sin industrializarse seguía siendo una potencia en Europa? ¿O es que sí se industrializó?  En el club industrial ¿sólo admitían blancos?  ¿Alguien sabe qué es lo que hay que tener para ser una potencia industrial? ¿Banca? ¿Universidades? ¿Inventores? ¿Obreros? ¿Todo junto?  ¿Cuándo se considera que un país está industrializado?  Los factores productivos, ¿importan?  En la industrialización ¿manda la oferta o la demanda?

2. Índice 7.1 Introducción: tras los pasos de Albión 7.2 Los países seguidores 7.2.1 Bélgica, el primer seguidor. 7.2.2 Francia, la excepción a las reglas 7.2.3 Alemania: un largo proceso de industrialización. 7.2.4 La industrialización temprana fuera de Europa: Estados Unidos. 7.3 Los atrasados en la industrialización. 7.3.1 La periferia europea. 7.3.2 El crecimiento económico en Rusia durante el siglo XIX. 7.3.3 El atraso español 7.3.4 El pionero asiático: Japón 7.4 Conclusiones.

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lógico, en la creciente distancia entre un pequeño grupo de países que se industrializaron, más o menos rápida o parcialmente, y otros muchos que no lo hicieron en absoluto. Conviene recordar la distinción entre:  revolución industrial: como proceso de fenómeno único, que se dio en ciertas zonas de Gran Bretaña a partir del siglo XVIII, marcado por el paso a una economía basada en combustibles fósiles y el empleo de maquinaria.  Industrialización: como proceso de difusión de estas innovaciones a otras regiones o países, a través de la imitación que resulten en cambios estructurales del mismo tipo que en Gran Bretaña. 4. Contenidos del tema

7.1. Introducción. Tras los pasos de Albión Durante muchos años, los estudios sobre la difusión de la industrialización se han dedicado a analizar las condiciones o requisitos previos (dotación de recursos, transformaciones agrarias, innovaciones científico-técnicas, institucionales, financieras, etc.) que debían cumplirse en cada país para alcanzar el estadio como nación industrial. Estas condiciones estaban relacionadas con los estadios que todo país, siguiendo el modelo británico, debía ir superando para lograr el despegue, o take-off, que llevaba al crecimiento sostenido, según la expresión de W. Rostow. Sin embargo, esta visión resultó doblemente fallida: no funcionaba para explicar los procesos de industrialización en los distintos países, y tampoco servía para extraer recetas para los países en desarrollo de nuestro tiempo. Sabemos, por ejemplo, que la difusión de la industrialización se produjo a través de adaptaciones, principalmente enmarcadas en contextos regionales, a las condiciones de cada país. Sidney Pollard ha mostrado cómo el marco regional resulta más adecuado que el nacional a la hora de observar los procesos de modernización. Según su análisis, las regiones económicas son entidades más homogéneas, no sólo en la dotación de recursos y tecnología, sino también en la organización de la producción. La visión regional enfoca con más precisión las diferencias e interacciones entre distintas zonas. No obstante, seguimos dependiendo de una visión de la industrialización a escala nacional, en parte por razones prácticas (muchas de las fuentes, sobre todo estadísticas, para estudiar la economía son agregados nacionales), pero también hay justificaciones teóricas. Simon Kuznets defendió la perspectiva estatal, argumentando que a través del marco institucional común, los estados influyen notablemente con sus políticas en el modelo de crecimiento general. Desde este ángulo, aunque ampliándolo a las relaciones internacionales, Nuestra visión también está deformada por las metáforas que empleados para describir el proceso de difusión de la industrialización, como ha señalado D. McCloskey. Es frecuente aludir al proceso con términos que evocan una carrera (rezagados, descolgados, pioneros o first-comers en inglés), que subrayan las diferencias, cambiantes en el tiempo y más bien de matiz, entre los países que participaban del proceso, en vez de hacerlo, como parece más

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En este sentido, parece claro que los “imitadores” (o emuladores, o adaptadores) de la revolución industrial británica podrían tener algunas ventajas, empezando por la posibilidad de importar las innovaciones ya aplicadas allí (como se hizo habitualmente), aprovechar la cualificación de sus técnicos pero también aprender de sus errores. En este sentido, Alexander Gerschenkron desarrolló una interpretación sobre la industrialización tardía (estudiando sobre todo los casos de Rusia y Alemania), que señalaba que el atraso económico podía ser en ciertas circunstancias una ventaja, que acortaría la duración y reduciría los costes de la industrialización a través de varios mecanismos:  adoptando las técnicas más novedosas de los países avanzados, ahorrándose los costes de las soluciones técnicas intermedias (Gerschenkron hablaba de la industria química, pero un ejemplo actual es el de los países en desarrollo que carecían de buenas redes de telefonía fija, pero ya no las construirán nunca, al ser más baratas las de telefonía móvil);  estableciendo de entrada unidades productivas más grandes con las consiguientes economías de escala;  gracias a una intervención más activa del estado o la banca, una vez que era ya conocido el camino a seguir. De hecho, según Gerschenkron debería haber una pauta muy distinta entre los primeros países industrializados y los más rezagados. Lo cierto es que una y otra vez, los análisis se encuentran con pocos factores comunes, menos requisitos imprescindibles, muy pocas recetas para la industrialización y muchas excepciones a casi cualquier regla que se detecte. Francia, como veremos, es la principal, pero ni mucho menos la única.

Lo cierto es que a partir de 1815 (el fin de las guerras napoleónicas que afectaron a prácticamente toda Europa), las experiencias de la revolución industrial inglesa se combinaron con las transformaciones de la revolución francesa, que contribuyeron decisivamente a desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen. Se establecieron así nuevas instituciones y nuevas relaciones entre los grupos sociales que repercutieron positivamente en el crecimiento económico. La difusión del Código Civil napoleónico, que consagraba el carácter sagrado de la propiedad individual, supuso una radical alteración de las formas heredadas del sistema feudal. Estas modificaciones afectaron principalmente al sector agrario, preponderante en todos los países, pero también al fin de los reglamentos gremiales, que permitieron

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la libertad de empresa. Un nuevo marco institucional fue configurándose en el continente, paralelamente a la adopción de los nuevos métodos de producción, muchos de ellos importados directamente de Inglaterra. Como resultado, al igual que había ocurrido en Inglaterra, fue produciéndose un cambio estructural en la economía de diversos países, en ocasiones con pleno éxito y en otras de forma incompleta o insuficiente.

crecimiento a fines del siglo XIX, hasta convertirse en el primer país industrializado en Asia. Gráfico 7.1. Participación en el producto industrial mundial (1750-1900)

Tabla 7.1. Progreso de la industrialización en Europa (cifras per cápita)1860 Algodón en bruto kgs

Reino Unido Alemania Bélgica Francia Suiza Austria-Hungría Rusia

15,1 1,5 2,9 2,5 5,6 1,2 0,5

Hierro en lingote kgs

130 13 69 26 6 9 4

Carbón kgs

2.480 400 1.310 390 50 190 50

Vapor fijo Instalado (cv)

24 5 21 5 3 2 1

Línea de ferrocarril kms

44 21 30 18 28 10 1

Fuente: S. Pollard (1991: 138). El primer apartado del tema se refiere a los tres casos de industrialización de los seguidores europeos (Bélgica, Francia y Alemania) y también se analizan los rasgos principales de la industrialización de los Estados Unidos. A continuación observaremos las condiciones de los países rezagados en la industrialización y las diferentes pautas en cuanto a resultados, distinguiendo los países nórdicos de los mediterráneos, con el caso español como ejemplo. Veremos también con detalle el caso ruso, como ejemplo de la industrialización en el este europeo, para concluir con la industrialización de Japón. Como se observa en la tabla 7.1, en 1860 Gran Bretaña había tomado una importante ventaja en el desarrollo industrial, que la colocaba muy por delante de sus seguidores. Pero la difusión de la industrialización alteró también el peso de Europa en el mundo, abriendo la brecha con Asia, que hasta entonces había dominado la producción industrial: en 1860, Europa supera la mitad del producto industrial total (gráfico 7.1). Su población aumentó más del doble entre 1800 y 1900, pasando de 208 a 430 millones de personas, lo que suponía pasar de representar algo más de un quinto de la población mundial a superar una cuarta parte, y eso sin tener en cuenta los emigrantes europeos que desembarcaron en otros continentes. Mientras tanto, Asia y África redujeron su peso demográfico del 64,4 al 56,1% y del 10,9 al 8,1% respectivamente, La industrialización consolidó el poder económico europeo y afirmó su influencia en todos los continentes. También afirmó el poder y la ideología de la expansión del mercado como motor del crecimiento por todo el mundo. No resulta extraño que en 1860 las naciones con un alto índice de industrialización, incluyendo a los Estados Unidos, fueran capaces de imponer sus condiciones a China y Japón con la firma de tratados desiguales para abrir el comercio a los países occidentales. Mientras que China se quedó a merced de las condiciones impuestas por los extranjeros, Japón inició una vía de modernización para contrarrestar el poder occidental, logrando altos índices de

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Fuente: Marks (2007: 181) 7.2. Los países seguidores 7.2.1 Bélgica, el primer seguidor Tradicionalmente se ha considerado a Bélgica como el alumno aventajado de Gran Bretaña en la difusión de la industrialización. Sus pautas de crecimiento en los sectores modernos –principalmente siderurgia–, la transformación del sector agrario y de los transportes y su apertura comercial guardan muchas similitudes con el modelo inglés. Pero también presentaba grandes diferencias, como el papel que desempeñó el estado en el proceso (mucho más activo que en Gran Bretaña), o la evolución del territorio como entidad política hasta su independencia en 1830. La modernización de la economía en los territorios belgas era un hecho en las últimas décadas del siglo XVIII. La producción de carbón mineral en la zona de Chaleroi, la de textil de algodón en Gante o de lana en Verviers estaban adoptando rápidamente las innovaciones británicas. Uno de los técnicos más famosos que llegó de Gran Bretaña fue William Cockerill, que fabricó maquinaria textil en Verviers y posteriormente se desplazó a Lieja donde instaló una factoría de maquinaria textil en 1807. Sin embargo, el otro gran sector, el del lino, se encontraba vinculado a la tradición protoindustrial, sobre todo en la zona de Flandes, cuya producción se generaba en el medio rural a pequeña escala.

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Por entonces, Bélgica no era un país independiente: hasta 1795 era un conglomerado de territorios con muchas herencias feudales. Entre 1795 y 1815 quedó incorporado a Francia, lo que le permitió beneficiarse de las transformaciones introducidas por legislación revolucionaria y napoleónica, y de paso del bloqueo continental (el intento de Napoleón de aislar económicamente a Inglaterra, que favoreció a quienes competían con los productores ingleses). Entre 1815 y 1830 pasó a formar parte del reino de los Países Bajos, hasta la independencia definitiva en 1830. De este modo, la demanda creciente de los mercados exteriores permitió una primera fase de crecimiento a finales del XVIII, que se truncó tras 1815 y sobre todo en 1830, perdiendo los mercados exteriores que había tenido bajo la soberanía francesa y posteriormente holandesa. Rápidamente, el crecimiento belga se apoyó en la producción de bienes intermedios asociados al rápido crecimiento de la siderurgia. Los altos hornos introdujeron las técnicas de pudelado y laminado, así como las máquinas de vapor. Las ricas cuencas de carbón mineral suministraron combustible barato a los centros siderúrgicos enclavados en la zona de Chaleroi, donde funcionaban los altos hornos con coque desde los años 20, así como en la región de Lieja, donde John Cockerill, hijo de William, instala un gran centro siderúrgico y de construcción de maquinaria en Seraing. En 1840 este centro contaba con 16 grandes máquinas de vapor y una plantilla de más de 3.000 trabajadores. Será el sector siderúrgico el pilar de apoyo tras la crisis de la industria que, sobre todo en el textil algodonero, se produce en la década de 1830, ya que pierde los mercados exteriores y no puede con la competencia inglesa. La siderurgia se verá favorecida por la expansión ferroviaria, y la instalación de Seraing construye su primera locomotora en 1835, sólo 10 años después de la de Stephenson. Las transformaciones institucionales y la iniciativa del Estado desempeñaron un importante papel en el modelo belga. En primer lugar permitieron la reestructuración del sector agrario, con medidas desamortizadoras de las propiedades de la Iglesia y de las tierras comunales, que pasaron a manos privadas. De un paisaje compuesto por multitud de pequeñas parcelas explotadas por campesinos intensivamente, la nueva situación consolidó la formación de grandes explotaciones agrarias a cargo de grandes arrendatarios que empleaban a jornaleros, quedando como residuales las pequeñas explotaciones campesinas. El resultado, si bien no permitió cambios revolucionarios, pues el aumento de población generó crecientes necesidades de alimento, sí se tradujo en una liberación de mano de obra desde el sector agrario que pasó a engrosar las nuevas industrias urbanas. Bajo la dominación francesa también se abolieron definitivamente las reglamentaciones gremiales que afectaban a la industria. Así comenzaron a formarse empresas de base familiar y comanditaria, pero también se permitieron las sociedades por acciones. El estado intervino decisivamente en la inversión directa en la industria a través de la creación de la Société Génerale, sociedad bancaria fundada en la década de 1820, pero que se consolidó tras la independencia como la punta de lanza de las iniciativas en la industrialización. Uno de los principales destinos de la inversión fue la mejora de la infraestructura, en canales navegables y sobre todo el ferrocarril, que cobró un primer impulso entre 1834 y 1843 de la mano de la iniciativa pública, dotando a Bélgica de una red principal que era la más densa del continente.

Otro banco público que también intervino en inversiones industriales fue la Banque de Belgique (1835). El crecimiento industrial de Bélgica no puede entenderse sin su orientación a los mercados exteriores. La pequeña dimensión del país, a pesar de la gran densidad de población, limitaba su crecimiento. Su favorable situación geográfica le permitía acceder a los principales mercados europeos. Por ello desde un principio optó por una política librecambista con sus vecinos, que le llevó a firmar acuerdos con Francia y el Zollverein en la década de 1840. Su crecimiento también está muy vinculado a la llegada de técnicos y trabajadores británicos, que habían aplicado las nuevas máquinas en los centros industriales, así como las inversiones francesas en empresas mineras.

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Las funciones de la agricultura en la industrialización La industrialización siempre empìeza en la agricultura. Dicho así, parece un disparate (o una paradoja), pero si concebimos los procesos de industrialización como cambios estructurales que periten el paso de una economía agraria a una industrial, es lógico que las transformaciones primeras, y más importantes, arranquen del sector mayoritario en la economía de partida. El requisito fundamental era un incremento de la productividad agraria, que permitiría derivar parte de los factores productivos (tierra, trabajo y capital)antes empleados en la agricultura a los otros dos sectores. Rondo Cameron ha resumido las aportaciones del aumento de productividad de la agricultura al proceso de industrialización (y en general al desarrollo económico) en cinco aspectos: El sector agrario puede aportar un excedente de población (mano de obra) para dedicarse a ocupaciones no agrículos. El sector agrario puede abastecer de materias primas industriales y alimentos para la población no agraria. La población agraria puede servir de mercado para la producción de las industrias y los servicios. El sector agrario puede suministrar capital para invertir en otros sectores, bien sea de forma voluntaria (directa) o involuntaria/indirecta a través de los impuestos. A través de las exportaciones, el sector agrario puede proporcionar divisas que permitan a otros sectores importar bienes de equipo o materias primas no disponibles en el páis.

Basado en Cameron y Neal (2005:305-306) 7.2.2 Francia, la excepción a las reglas El modelo francés ha sido una anomalía a la hora de aplicar las pautas seguidas por la industrialización anglosajona. Por una parte, su ritmo de crecimiento nunca fue muy rápido, ni tuvo sectores directores o piloto tan claramente definidos como Gran Bretaña. Representa para muchos historiadores una vía alternativa que llega prácticamente a los mismos

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resultados desde el punto de vista del producto per cápita, y con ventajas en términos de bienestar social. En primer lugar resalta, a diferencia del caso inglés, el lento crecimiento demográfico durante todo el siglo, con tasas de natalidad muy inferiores a las británicas. Entre 1800 y 1913 la población francesa se incrementa de los 30 a los 41 millones, es decir, apenas un 30% en tanto que Inglaterra había cuadruplicado sus efectivos (de los 9 a 36,5 millones). Las tendencias de la población se trasladaron también a su distribución espacial, donde el peso de la urbanización fue relativamente bajo a lo largo de todo el siglo. El escaso aumento de la población está relacionado con el modelo agrario, que consolidó unas estructuras de propiedad en donde la falta de capital suficiente para aumentar la productividad tendía a limitar el tamaño de las familias y ello impedía liberar mano de obra para otros sectores. Francia cuenta a lo largo de todo el siglo con un importante componente rural, rasgo característico de su crecimiento. En 1851 el 65% de la población activa corresponde a la agricultura, frente al 22% en Gran Bretaña. Todavía en 1906, Francia registraba más de un 40% de la población activa en tareas agrícolas. El bajo índice de crecimiento demográfico condujo a un elevado nivel de empleo, que se tradujo en una progresiva incorporación de la mujer al trabajo en el curso del siglo XIX. El peso rural de la economía francesa deriva en buena medida de la evolución de las estructuras agrarias desde fines del siglo XVIII y sobre todo de las transformaciones que tuvieron lugar con la Revolución. Con la abolición de los derechos feudales, los antiguos explotadores directos (arrendatarios o colonos) de la tierra se convirtieron en propietarios. Aunque había grandes variedades regionales, como el importante peso de las grandes explotaciones en zonas del norte, en general se consolidó una estructura en la que dominaban las explotaciones de pequeña y mediana dimensión, cultivadas por los campesinos propietarios (mapa 7.1). Carecían de recursos suficientes para llevar a cabo una agricultura con los nuevos métodos de cultivo, de ahí que el crecimiento de la productividad fue muy leve durante todo el siglo. Sin embargo, la agricultura francesa mantuvo hasta la década de 1860 un relativo grado de prosperidad, amparada en los precios altos que garantizaba una política proteccionista que cerraba el mercado exterior a los productos extranjeros. Otro importante elemento que influye en su crecimiento es el de la dotación de recursos energéticos. Si hemos hablado de que las transformaciones industriales vienen de la mano de la creciente utilización del carbón mineral en procesos como la siderurgia o las máquinas de vapor, en Francia, la producción de carbón resultará insuficiente para las necesidades interiores, aparte de sus mayores costes de extracción y transporte frente al carbón británico o belga. Existen algunas cuencas carboníferas importantes –Pas de Calais, Normandía– que se explotan desde el siglo XVIII, pero el consumo de energía durante las primeras fases está vinculado a recursos tradicionales, como el carbón vegetal o la energía hidráulica. El aumento de la producción industrial incrementó las necesidades de carbón mineral importado, que suponía entre el 25 y 45% de las necesidades totales. En todo caso, el consumo siguió siendo bastante inferior a Bélgica o Gran Bretaña (tabla 7.1).

Mapa 7.1 La explotación directa de la tierra en Francia, 1882

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Fuente: Braudel, F. y Labrousse, E. Dirs. (1976): Histoire economique et sociale de la France, Paris, PUF, tomo III. L’avenement de l’ere industrielle (1789-années 1880),656

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Otra característica de la evolución industrial francesa es la ausencia de un sector claramente líder o rector de la industrialización. En Francia primaban las industrias de bienes de consumo, y destacaba el textil. El textil de algodón crece notablemente ya a fines del siglo XVIII, por encima del resto de los sectores. Los centros más importantes se encontraban en Alsacia (Mulhouse),donde la hilatura se apoyaba en máquinas movidas por fuerza hidráulica, y también en Normandía. Al abrirse los mercados exteriores en la década de 1860 le hizo perder competitividad y en consecuencia se estancó. Sin embargo, el sector más dinámico fue el de la seda, apoyado en innovaciones técnicas que resultaron decisivas para conquistar mercados exteriores. Las exportaciones de seda se convirtieron en el primer renglón por ingresos en el sector exterior. En la siderurgia, la industrialización francesa tiene, además de los problemas asociados con la dotación de carbón mineral, unos rasgos marcados por la dispersión geográfica y la pequeña dimensión de las instalaciones. Las instalaciones de Le Creusot, que a fines del siglo XVIII habían incorporado altos hornos que consumían carbón mineral, eran una isla en el mapa de la siderurgia francesa, dominadas por las forjas y hornos que utilizan carbón vegetal como combustible.

Tabla 7.2 Productividad del trabajo en la agricultura y la industria en Francia y GB, (1781-90 a 1905-13). (libras esterlinas/activo) Productividad en la agricultura en la industria Períodos Gran Francia Gran Francia Bretaña Bretaña (a) 77,3 22,3 25,6 24,7 1781-90 111,2 38,4 44,8 52,2 1803-12 56,8 38,4 32,9 45,6 1815-24 54,6 39,2 34,2 44,3 1825-34 61,6 44,5 29,9 50,3 1835-44 64,8 44,3 29,7 53,0 1845-54 71,2 50,7 36,7 58,4 1855-64 96,5 62,3 41,9 67,0 1865-74 85,1 68,5 33,4 67,0 1875-84 82,6 75,0 31,5 68,8 1885-94 70,0 83,7 27,3 64,6 1894-1904 85,2 90,4 41,6 64,3 1905-13

Mapa 7.2. Potencia instalada de máquinas de vapor en Francia, 1841

Fuente: O'Brien,P. y Keyder, C. (1978): Two paths to the 20th century: Economic growth in Britain and France, 1780 to 1914, Londres, Alien & Unwin, 91

Fuente: Cipolla, C.M. ed. (1982): Historia económica de Europa, Barcelona, Ariel, vol. 4

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La década de 1850 marca el gran periodo del crecimiento agrario, que se basa junto a la extensión del área de cultivo –con una reducción del espacio de barbecho– en la especialización regional, con el aumento de las explotaciones que combinan el cultivo de cereal y plantas forrajeras para la cría de ganado, la expansión del viñedo, la remolacha azucarera o el desarrollo de las plantaciones de moreras. Parte de los cultivos tiene su extensión hacia la industria, y supone una mejora de las rentas que impulsa el crecimiento de la demanda, apoyado en los efectos que tiene la expansión ferroviaria en la economía, como elemento de arrastre de sectores diversos y de articulación e integración de las distintas regiones. La extensión de la red pasa de 2.915 km a más de 15.500 en 1870, culminando el grueso de los principales enlaces, con un importante descenso de los costes del transporte, que pasa de 11,4 céntimos por tm (media de 1826-46) a 6,1 en 1870. Estas mejoras de las infraestructuras, con una participación parcial del Estado, repercuten en el sector industrial, donde los sectores de bienes de producción tienen un papel preponderante. El crecimiento de la red ferroviaria alimenta la demanda de productos siderúrgicos –el convertidor Bessemer se introduce en 1858– y la construcción de locomotoras alcanza su máximo en 1857. Mientras que la mayor parte de las locomotoras en la década de 1840 son importadas, en 1860 el 40% de la producción de los principales fabricantes se destina a la exportación. La demanda interior tira de las manufacturas, donde se observa un fuerte crecimiento en ramas como el algodón, cuya productividad se incrementa un 50% en el decenio de 1850. La dotación de máquinas de vapor alcanza su mayor ritmo de crecimiento. Es en esta fase cuando se observa una importante tasa de inversiones, debido también a la implicación del sector financiero, sobre todo la actividad del Crédit Mobilier por los hermanos Pereire, fundado en 1852, un banco de negocios que tiene como uno de sus principales objetivos las inversiones a largo plazo, especialmente en la inversión

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ferroviaria, así como el desarrollo de inversiones en el extranjero. De todas formas la financiación queda en buena medida vinculada a la inversión de los propios beneficios de las empresas. La legislación es aún muy restrictiva para la expansión de sociedades anónimas. La modernización industrial se hará en las zonas donde hay recursos favorables, como dotación de carbón mineral, caso de las cuencas del norte. El proceso quedaba por tanto vinculado a patrones regionales, donde los ritmos de crecimiento son muy desiguales. Hay un fuerte dualismo entre las regiones dotadas de recursos y que inician un temprano proceso de modernización cojn adopción de nuevas técnicas, como en el Norte, o Alsacia, frente a las regiones del Oeste y el Sur, dominadas todavía por técnicas tradicionales de producción y un peso abrumador del sector agrario. Pero el cambio más importante se opera en el comercio exterior, con una orientación hacia el librecambismo tras la firma del tratado con Gran Bretaña, denominado Cobden-Chevalier, en 1860, por el que se rebajaban los derechos arancelarios de las manufacturas inglesas, principalmente textiles, así como de la hulla y el hierro. Inglaterra por su parte recibiría sin tasas artículos de seda, moda, frutas y otros productos; y rebajaría los aranceles de los vinos franceses. Además se aplicaría la cláusula de nación más favorecida. Tratados similares se firmaron en los años siguientes con Bélgica, el Zollverein, Suiza, España, Países Bajos y Portugal. Los efectos fueron inmediatos, ya que el comercio exterior, que representaba el 29% del producto bruto en 1860 pasó al 41% en 1870 y la balanza comercial resultó excedentaria entre 1851 y 1876, salvo algún año como 1869.

periodos claramente delimitados: un primero que se extiende hasta los años 90, caracterizado por los efectos de la depresión de 1873 y de la liberalización arancelaria, con un descenso en el ritmo de crecimiento económico y la acentuación de problemas en el sector agrario (plagas en los gusanos de seda, importaciones de cereales, crisis de la filoxera en el viñedo), que lleva a una depresión del sector durante la década de 1880 y parte de 1890, que se traduce en la merma de la renta de un gran número de pequeños agricultores. Esta situación repercute sobre el crecimiento demográfico, que se frena aún más, ya que cae a menos del 0,1% a fines de los años 80 y en 1891 se registra un mayor número de defunciones que de nacimientos. La atonía resultante en la demanda interna se asociaba a la escasez y los altos costes del carbón, otro elemento añadido a los problemas de la industria, que se importaba hasta en una tercera parte del consumo total, principalmente de Bélgica y Gran Bretaña. El capital se dirigía más hacia el exterior que al fomento de la industria interna. Un efecto compensador, sin embargo, vendrá de la mano de los planes del Estado en obras públicas (plan Freycinet de 1879), que supone un aumento del gasto público y frena la caída de la demanda industrial, al estimular la construcción de nuevas vías férreas, sobre todo redes secundarias. Sin embargo, este panorama se transforma durante las dos décadas anteriores a la Primera Guerra Mundial, cuando la política proteccionista animada a partir de 1892 por el arancel Céline ayuda a recobrar parte del vigor del sector agrario y del mundo rural, donde todavía habita aún la mitad de la población. Esta nueva fase, aún contando con los problemas estructurales como el elevado coste energético en la producción industrial, está caracterizada por una orientación hacia el crecimiento en nuevos sectores derivados de la denominada segunda revolución industrial, con una fuerte base en la innovación, como el eléctrico, químico o el de la automoción, que unido al sector metalúrgico permiten una mayor concentración fabril y productividad. El desarrollo de la energía hidroeléctrica permite alterar el mapa de localización industrial, con la posibilidad de llevar la nueva energía a grandes distancias, y aparecen empresas encargadas de la construcción de cableado, transformadores, o maquinaria eléctrica. Este nuevo crecimiento se apoya en un elevado ritmo de la inversión industrial, que supera el 43% entre 1880 y 1913. Aunque hay progresos en la concentración fabril no se puede olvidar que buena parte de la producción queda asociada a pequeñas unidades de menos de 10 trabajadores. A pesar del rebrote del proteccionismo, durante este periodo se observa una mayor integración en la economía internacional. Francia conoce durante este último periodo un sensible aumento del comercio exterior, basado en las exportaciones industriales y el crecimiento notable de las importaciones de materias primas. Es curioso el caso de las relaciones franco británicas ya que, a pesar del proteccionismo, cobran una mayor interconexión, donde Francia consigue un excedente comercial derivado de las exportaciones de manufacturas y productos orientados a una demanda de calidad, mientras que Gran Bretaña exporta materias primas (principalmente carbón) y bienes semiacabados.

Gráfico 7.2 Desarrollo del ferrocarril en Francia, Alemania y Rusia (1840-1910).

Fuente: A. Di Vittorio (2003: 271) La fase que comienza en 1870 está marcada por los efectos de la guerra francoprusiana que acaba con la derrota francesa y la pérdida de Alsacia y Lorena, dos de los polos industriales más avanzados que pasan a ser territorio del Reich, junto con el pago de una cuantiosa indemnización. Cuenta con dos

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7.2.3 Alemania: un largo proceso de industrialización El papel del estado Alemania se suele considerar bien como el último caso de la primera oleada industrializadora europea. En realidad, esta apreciación deriva en parte de las condiciones en que se enmarca su proceso. Alemania no fue un país unificado hasta 1870, ya que todavía a comienzos del siglo XIX su territorio era un conglomerado de jurisdicciones independientes donde destacaba el reino de Prusia como entidad más importante. El proceso de unificación culminó por tanto en el último tercio del siglo con la constitución del Imperio alemán, cuando ya el crecimiento económico industrial era ya un hecho. Por este motivo, aunque las transformaciones económicas se estaban dando ya desde el siglo anterior, la inexistencia de un mercado interior condicionó el desarrollo en la primera mitad del siglo XIX. Junto con esta falta de integración, que incidía en la existencia de aranceles y monedas propias para cada territorio, había otras diferencias importantes entre los territorios alemanes, como era por ejemplo la estructura agraria entre las zonas del Oeste y del Este, o la vigencia de una extensa tradición manufacturera en algunos territorios, que se distinguía entre aquellos donde pervivían reglamentaciones gremiales y en otros en los que dominaba la industria rural, asociados a la producción de prendas de lana o lino, o la industria siderúrgica dispersa, como en Sajonia, Silesia o Westfalia. El inicio del proceso de modernización, por tanto, fue de la mano de la eliminación de los antiguos vestigios del Antiguo Régimen. Con la invasión francesa se aplicaron en Prusia los decretos de 1807 y 1811 que sancionaban el fin de de la servidumbre, que existía principalmente en la zona del este, y permitían el acceso a la propiedad agraria de los campesinos. Estos decretos permitieron a los antiguos señores –junkers– consolidar sus propiedades y abrir al mercado la actividad agraria, aplicando sistemas modernos de gestión y la introducción de nuevos cultivos, como la patata, o la remolacha azucarera. La combinación de plantas forrajeras y cereales permitió reducir los barbechos e incrementar la cabaña ganadera. En Prusia estos cambios hacen que en la década de 1880 el barbecho solo afecte a una quinta parte de las fincas, cuando a comienzos de siglo cubría la mitad. También se produjo una importante ampliación de la superficie cultivada con la privatización de terrenos comunales. En el Oeste sin embargo predominaba una agricultura de pequeña y mediana explotación que consolidó un amplio sector de pequeño y mediano campesino propietario. Las mejoras de productividad y los nuevos métodos de explotación permitieron un importante aumento del producto agrario, que contribuyó a proveer de alimentos a una población creciente e incluso obtuvo un margen para la exportación de productos agropecuarios (cereales, lana, etc.) que mejoraron la balanza comercial para acceder a la importación de tecnología y maquinaria moderna. El verdadero impulso de la industrialización viene ligado a la formación de un gran mercado interior, que se produce entre las décadas de 1830 y 1850. Y en este sentido, la integración del mercado se realizará a través de la unificación arancelaria, que implicaba la eliminación de los aranceles interiores entre los territorios alemanes, con el establecimiento del Zollverein a partir de 1834, de la unificación monetaria y del desarrollo de la red de transportes. La creación del Zollverein se llevará a cabo a iniciativa de Prusia, que desde 1818 elimina los aranceles interiores entre sus territorios y favorece la integra-

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Las primeras historias de la industrialización resaltaban, apoyándose en un supuesto modelo británico, que lo más beneficioso para el éxito del proceso era que el estado interviniera poco o nada: laissez-faire, laissez-passer, le monde va de lui même, era la máxima que amparaba ese no-intervencionismo. Lo cierto es que casi nadie sostenía esa postura extrema: ni siquiera Adam Smith, de quien se suele decir erroneamente que limitaba el papel de las autoridades públicas a garantizar la propiedad privada, y la seguridad interior y exterior (defensa, policía y justicia). Con el tiempo y más estudios, resultó que ni la actitud de las autoridades británicas había sido tan abstencionista (regularon el comercio exterior e interior, el mercado financero, promovieron infraestructuras, vigilaron las condiciones sanitarias y laborales, etc.), ni la intervención del estado en otras industrializaciones había sido siempre negativa. Explicaciones como las de Gerschenkron justifican su eficacia para impulsar la industrialización en países atrasados, y más tarde las tesis de los autores institucionalistas, como Douglass North, nos han recordado la importancia de un marco institucional estable para la buena marcha de la economía. La intervención estatal en los procesos de industrialización se centró en:  la creación de un marco jurídico estable y favorable a los negocios y la iniciativa privada. En este sentido, las reformas agrarias liberales emprendidas en muchos países son una pieza clave de la industrialización.  actividades de fomento: inversiones en infraestructuras o educación, regulación del comercio exterior mediante aranceles (que favorecen a algunos sectores), subvenciones o beneficios fiscales a ciertos sectores , regiones o empresas, pedidos públicos a determinadas empresas, etc.  regulación de actividades económicas o mercados de bienes o factores; es muy habitual la legislación laboral, fijando a veces topes salariales, pero también límites de edad o de horas semanales. También la regulación de los mercados de alimentos (con precios máxmos y prohibiciones de exportar, por ejemplo) eran muy habituales.  Intervención directa en actividades productivas, creando empresas o nacionalizando otras, como medio de crear industrias consideradas estrátégicas o que se quieren que funcionen como modelo para un sector. Dependiendo de cómo se ejerciesen, estas funciones podían resultar beneficiosas o dañinas, o incluso ser positivas a corto plazo (un arancel protector para una industria naciente) y dañinas a largo plazo (si se prolongan en el tiempo). Por otro lado, otras actividades del estado, y muy especialmente la guerra, podían tener efectos muy directos sobre la economía. Por último, a la hora de considerar el papel del estado debemos tener en cuenta los medios. Cuando contaban con una hacienda saneada, podían invertir directamente en actividades de fomento, creación de industrias o promoción de las exportaciones. Sin embargo, si la situación hacendística no era tan sanead, como solía ocurrir, la intervención estatal se producía más por la vía de la legislación, que no siempre surtía los efectos deseados. Los déficit prolongados de los estados, además, podían tener efectos muy negativos, impidiendo rebajas y racionalizaciones de los impuestos, encareciendo los capitales y recortando la capacidad de inversión pública.

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ción de los Estados vecinos, aplicando aranceles moderados. Este proceso termina agrupando a la mayor parte de los territorios alemanes en 1834, si bien se mantienen posiciones encontradas. Unos Estados eran favorables la adopción de aranceles elevados proteccionistas, caso de Baviera, o Sajonia, que intentaban defender sus industrias locales, o bien como estipulaba Friedrich List, servían para impulsar la industrialización en los primeros momentos, mientras que otros eran partidarios delos aranceles moderados, que favorecían una mayor apertura, como deseaba Prusia y los Estados marítimos del norte. Al final Prusia impone su posición y marca una política de apertura hacia el comercio exterior.

primer impulso entre 1835 y 1845 le permite poner en funcionamiento más de 2.000 km que enlazan importantes centros urbanos: Dresde y Leipzig, Augsburgo y Munich, o Colonia y Amberes. El Estado prusiano toma la iniciativa para acelerar el ritmo de expansión de la red garantizando a las compañías un interés mínimo de los títulos que emiten y desde 1847 es el mismo Estado quien financia directamente líneas menos rentables. En 1850 ya están puestos en funcionamiento 5.800 km de red ferroviaria, mientras que en Francia disponían sólo de 3.000. Las primeras líneas se equipan todavía con raíles británicos, más baratos que los alemanes. Junto a ello también se impulsa la navegación fluvial, y las obras de canalización que permiten el crecimiento de la navegación interior. En estas fechas las principales ciudades quedan enlazadas bien por canales fluviales o bien por ferrocarril.

Mapa 7.2. El Zollverein alemán (1834-1871)

Gráfico 7.3 Producción agraria y población ocupada en la agricultura alemana

Fuente: Elaboración propia con datos de Pierenkemper ( 2001:26)

Fuente: Wikipedia (Zollverein) Alemania contaba con varios sistemas monetarios que quedaron reducidos progresivamente a dos principales, la zona del gulden que agrupaba a los Estados del sur, y la del tálero de los del norte. En 1838 se reconocía el cambio fijo entre el gulden y el tálero, de modo que se daba un paso decisivo hacia una moneda única, con la cesión de la soberanía monetaria de los distintos Estados a una disciplina supranacional, si bien no se materializará hasta 1871 con el establecimiento del marco. Hasta ese momento el tálero se convierte en la moneda dominante de las transacciones en todo el Zollverein. Estos procesos se complementaron con el rápido desarrollo de las infraestructuras de transporte que vinieron de la mano del ferrocarril, cuyo

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Los principales factores de la formación de un gran mercado interior están en el descenso de los precios del transporte, que facilitará los intercambios regionales y el impulso de la demanda para los productos industriales. El ferrocarril, aunque en un principio cuenta con gran parte de los materiales importados, tiene un efecto de arrastre sobre el sector minero-siderúrgico doméstico, como demandante de combustible y productos de hierro, así como máquinas de vapor. Ello supone un importante estímulo para la expansión de la minería de carbón, no sólo en las regiones tradicionales de producción, caso de Silesia, o el Sarre, y el Rhur, sobre todo esta última, que contaba con una gran reserva de carbón de excelente calidad en yacimientos más profundos, hasta entonces no explotados por problemas técnicos relacionados con el bombeo de agua. La introducción de máquinas de vapor más eficientes y la inversión de capitales incrementó rápidamente la producción de carbón y asimismo comenzó a instalarse una moderna siderurgia, con firmas como Krupp, orientada principalmente a satisfacer la demanda ferroviaria, que tendrá su

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mayor crecimiento con la aplicación del proceso Bessemer de fabricación de acero desde la década de 1850. Relacionado también con la expansión ferroviaria es de destacar el crecimiento de la industria mecánica, que se desarrolla en centros urbanos, como Berlín, donde irrumpen empresas especializadas en la construcción de locomotoras, por ejemplo Borsig, que imitando un modelo americano, supera pronto a las máquinas británicas y se convierte en el primer proveedor de los ferrocarriles prusianos, ocupando en sus talleres más de 1.000 trabajadores. Otro importante centro productor de máquinas-herramientas se instala en Chemnitz. El crecimiento de este sector pasó de las 434 empresas y 13.200 trabajadores en 1846 a 715, con un empleo de más de 37.000 personas. Este primer esfuerzo industrial, centrado en el ferrocarril y los sectores de bienes de producción habían requerido desde el comienzo importantes dotaciones de capital. Para ello fue muy útil la constitución de sociedades financieras y bancos orientados a la inversión industrial que se establecieron desde la década de 1840 adoptando la forma de sociedades anónimas. Es el comienzo del desarrollo de la “banca universal”, llamada así por su polivalencia a la hora combinar la función de crédito en los negocios comerciales a corto plazo y la financiación a largo plazo de proyectos industriales. Es el caso por ejemplo del Berliner Diskonto-Geselleschaft, fundado en 1851 o el Darmstadter Bank en 1853. Esta vinculación entre banca e industria permitirá un mejor acceso al ahorro que contribuirá al aumento de la tasa de inversión industrial. A partir de mediados del siglo se inicia una fase de rápido crecimiento, donde el proceso de sustitución de importaciones se une a la modernización creciente de los distintos sectores productivos. El sector agrario conoce un notable aumento de productividad. Mientras que el índice de producción agraria entre 1850 y 1870 crece casi un 30%, la población activa en el sector se reduce desde los casi 11,5 millones a 9,7, y la población total pasa de 33 a casi 40 millones de habitantes. Ello significa que al tiempo que crece el producto agrario per cápita, se produce un importante excedente de mano de obra que aprovechará el despegue industrial que tiene lugar en este periodo. El aumento de las rentas y la capitalización de las explotaciones convierten al sector agrario en un importante mercado para los productos industriales. De igual modo, el excedente agrario en la balanza comercial sirve para obtener mercancías. En 1846 la población activa agraria era del 56,8% mientras que en la industria se empleaba el 23,6%. En 1871 la relación era del 49,3% en la agricultura y el 28,9 en la industria. Es el momento en que comienza a expandirse el sector de arrastre por antonomasia de la industria alemana: el minerosiderúrgico con la creciente extracción de carbón mineral de la cuenca del Rhur, que aglutina en su territorio la formación del mayor complejo industrial siderúrgico alemán. Este crecimiento viene de la mano de la constitución de sociedades como Krupp o Siemens, y un movimiento inversor que tiene como principal destino el sector ferroviario y la industria de maquinaria. La aplicación del proceso Bessemer para la obtención de acero se realizará al mismo tiempo que en Gran Bretaña, La extensión de las líneas crece de los más de 5.800 km construidos en 1850 a superar los 11.000 en 1860 y alcanzar casi 19.000 diez años después. En este último periodo, casi la totalidad del material utilizado es del interior. El número de fabricantes de máquinas pasa en Prusia de 180 en 1852 a 1.196 en 1875, donde se concentra aproximadamente la mitad del total.

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Siderurgia y proceso Bessemer Hierro y acero son materias primas básicas en cualquier proceso de industrialización: comparado con el hierro colado, el acero, una aleación de hierro y pequeñas proporciones de carbono, es más duro, aunque menos dúctil resiste mejor la corrosión y se presta mejor a la soldadura. Como suele ocurrir en economía, también es más difíicl y caro de obtener. La importancia del invento de Henry Bessemer (el segundo de una saga de inventores ingleses, que lo patentó en 1855) es que fue el primer proceso que abarató la obtención de acero a partir del arrabio (pig iron: el hierro fundido que sale del alto horno). El convertidor consistía basícamente en un enorme horno en forma de pera, forrado de una capa de arcilla, que podía inclinarse para cargar la materia prima y verter el acero, y dotado de una serie de conductos que permitían que se inyectase aire en grandes cantidades. Esto producía la oxidación a gran escala del hierro fundido, eliminando impurezas y obteniendo así el acero. El proceso tenía alguna complejidad química y no se adaptaba igual de bien a todos los tipos de hierro, lo que hacía necesario agregar a la fundición algún otro mineral. Estos problemas hicieron que las primeras fundiciones que emplearon la patente de Bessemer no dieran buenos resultados. Así que el inventor mismo construyó una fundición, y en unos años comenzó a producir cantidades importantes, a un coste inferior al de la competencia: de unas 40 £ por tonelada a 7£. De este modo, el acero comenzó a emplearse masivamente en la construcción, las industrias metal-mecánicas y el transporte. Figura 7.1. Un antiguo convertidor Bessemer en Pittsburgh (EE.UU.)

Posteriormente se introdujeron otras mejoras en la fabricación de acero: Gilchrist Thomas (1878) permitía eliminar el fósforo en el proceso Bessemer, lo que permitió emplear mineral de hierro rico en fósforo (que era el más abundante en la Europa continental) Siemens-Martin (1865): es un procedimiento basado en un tipo de horno distinto, de reverbero, con mucha mayor capacidad (de 50 a 100 toneladas, pero pueden ser mayores), lo que permitía coladas de acero más grandes.

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En la década de 1850 se han conformado las bases del despegue industrial alemán, caracterizado por el peso de los sectores de bienes de capital en la estructura industrial, apoyados en la abundante dotación de carbón mineral que ha favorecido el desarrollo de la siderurgia y las construcciones mecánicas. Los sectores de bienes de consumo, comenzando por el textil quedan más rezagados en su crecimiento: a pesar de su modernización, el sector algodonero no tiene apenas un peso significativo, y está muy expuesto a la competencia británica. Es el sector lanero, mucho más extendido, el que mantiene una posición de privilegio apoyado en la modernización del hilado y el tejido. Los centros más importantes se encuentran en Lausitz y Aachen, y es la rama más dinámica del textil en las ventas al exterior. La consolidación del crecimiento industrial (1871-1914). Varios rasgos caracterizan la nueva fase de crecimiento: en primer lugar el peso de la innovación y el desarrollo técnico. Los territorios alemanes habían desarrollado desde el siglo XVIII un sistema educativo que primaba la extensión de la educación primaria gratuita y el establecimiento de centros de educación secundaria orientados a la formación técnica y profesional. Al mismo tiempo se había producido una transformación de la educación superior, donde destacaban los establecimientos orientados a ramas de tecnología. Estas condiciones permitieron contar con una mano de obra alfabetizada y preparada para desempeñar funciones diversas en los distintos sectores productivos, así como su adecuación a las crecientes necesidades de personal altamente cualificado en los nuevos sectores que estaban adquiriendo una importancia creciente, como el de las construcciones mecánicas, la química y la electricidad. Gráfico 7.4 Evolución del Producto Nacional Bruto alemán (1850-1910)

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Esta base de capital humano sirvió para acelerar el impulso industrial alemán, no sólo en los sectores que ya tenían un gran desarrollo, caso de la siderurgia, sino en los más novedosos, la electricidad y la química, resultado de los avances de la Segunda revolución industrial, con sinergias y efectos de arrastre que facilitaron un rápido crecimiento, como se observa en el gráfico. Es por ejemplo, el caso de la aplicación del proceso Gilchrist-Thomas de producción de acero barato, que permitió utilizar las menas de hierro con fósforo, abundantes en la cuenca de Lorena, recientemente adquiridas por Alemania y que incrementaron rápidamente la producción. Pero enseguida despega también el sector metalúrgico, asociado a los procesos de innovación en química (abonos, tintes) e ingeniería. Al mismo tiempo la electricidad cobra auge y se crean empresas como AEG. Tabla 7.3 Indicadores económicos y población. 1911

Países

Gran Bretaña Francia (a) Alemania Imperio Austro-Húngaro Italia Rusia Estados Unidos Japón

Población (millones)

Acero (millones Tm)

Energía eléctrica (miles milones.kWh)

41 39 65 65 35 122 98 52

7,8 4,7 17,6 2,6 0,9 4,9 30 s.d.

3 2,1 8,8 1 2,2 2 43,4 1,5

Ácido sulfúrico (miles Tm.)

1082 900 1500 350 596 275 2500 s.d

(a) Sin Alsacia y Lorena; datos de ácido sulfúrico para GB y Francia, de 1913

Fuente: Di Vittorio (ed.), (2003: 254)

El aumento de las necesidades de financiación de los nuevos sectores estrecha los lazos entre banca e industria y favorece las formas de concentración empresarial, como los cárteles, que se extienden en el sector minero y siderúrgico, con fórmulas de integración horizontal que facilitan el control del mercado interior, para evitar la caída de precios. Al mismo tiempo, esta concentración permite economías de escala y aumentos de productividad que facilitan la venta de los productos en el exterior, de modo que la venta de productos manufacturados supera a la de materias primas y alimentos. Alemania se había convertido en la segunda nación industrial por detrás de los Estados Unidos y conseguía hacerse con importantes mercados exteriores para sus manufacturas. 7.2.4. La industrialización temprana fuera de Europa: Estados Unidos

Fuente: N.J.G. Pounds (2000: 475)

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El primer país situado fuera de Europa en dar el salto industrializador fue Estados Unidos, apoyado en una gran dotación de recursos naturales y la gran extensión de su territorio, escasamente poblado (inicialmente). El país conoció a la largo del siglo XIX una gran expansión demográfica resultado fundamentalmente de un impresionante crecimiento vegetativo (natalidad superior a la mortalidad). De hecho, la población negra, inicialmente llegada como esclavos desde Africa para trabajar en las plantaciones del Sur, siguió creciendo como resultado del crecimiento vegetativo –la ley determinaba que

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también los hijos de esclavos eran propiedad de su amo–aún después de que en 1808 se prohibiera la trata internacional de esclavos. Al crecimiento se sumaba la inmigración europea, que empezó a cobrar importancia sobre todo a partir de mediados de siglo, con el paréntesis de la guerra de Secesión. En 1850 la población apenas superaba los 23 millones de habitantes, pero durante la segunda mitad del siglo se triplicó, por encima de 75 millones, y una década después casi llegaba a 92 millones. Los negros suponían en la primera mitad del siglo más de un 15% de la población, un 90% de ellos esclavos. En los Estados del Sur la esclavitud superó el 30% de la población total entre 1790 y 1860. La población indígena autóctona ya era prácticamente insignificante.

El contingente migratorio se hizo cada vez más importante, sobre todo a partir del último cuarto del siglo, cuando se intensificaron las llegadas desde Europa. De los 92 millones de habitantes con que contaba en 1910, unos 27 eran inmigrantes. En la década antes de la Primera Guerra Mundial, la inmigración superó anualmente el millón de personas. El espectacular crecimiento de la población no servía sin embargo para colmar las necesidades de mano de obra en las distintas actividades económicas. La escasez del factor trabajo incentivó la búsqueda de sistemas de ahorro de mano de obra a través de innovaciones técnicas y maquinaria, lo que significaba a aumentar las inversiones de capital (es decir, se produjo un proceso de sustitución de trabajo por capital). Por otra parte, la escasez de trabajadores incrementó los salarios medios, contribuyendo al elevado poder adquisitivo de la población. Por ello, buena parte del crecimiento se orienta a la satisfacción de un mercado interno en plena expansión, que adquiría los bienes agrícolas e industriales domésticos.

Gráfico 7. 5 Población norteamericana nacida fuera de los EE.UU. (1850-2000)

El crecimiento económico hasta 1860 Las bases del crecimiento económico de Estados Unidos desde la independencia hasta la Guerra de Secesión se encuentran en la expansión agraria que resulta de la ocupación del territorio situado al Este de los ríos Mississipi-Missouri, junto a la especialización productiva, que fue posible gracias al desarrollo de los sistemas de transporte. En este periodo la agricultura es el sector predominante: proporciona materias primas y alimentos, así como es el primer sector en ocupación y en ingresos por exportaciones. Mapa 7. 4. Crecimiento agrario y extensión de la red ferroviaria en EE.UU. Fuente: Oficina Presupuestaria del Congreso (2004): A description of the inmigrant population Tabla 7.4 Evolución demográfica de Estados Unidos (miles de habitantes) Total

Año Mliles hb 1790 3.929 1800 5.308 1810 7.240 1820 9.638 1830 12.861 1840 17.063 1850 23.192 1860 31.443 1870 38.558 1880 50.156 1890 62.948 1900 75.995 1910 91.972

Blancos

Negros Mliles hb

Mliles hb %

3.172 4.306 5.862 7.867 10.532 14.190 19.553 26.923 33.589 43.403 55.101 66.809 81.732

80,7 81,1 81,0 81,6 81,9 83,2 84,3 85,6 87,1 86,5 87,5 87,9 88,9

757 1.002 1.378 1.772 2.329 2.874 3.639 4.442 4.880 6.581 7.489 8.834 9.828

Indígenas Otros %

19,3 18,9 19,0 18,4 18,1 16,8 15,7 14,1 12,7 13,1 11,9 11,6 10,7

Mliles hb.

s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. 44 26 66 248 237 266

s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. 35 63 106 110 114 147

Fuente: Oficina del Censo de Estados Unidos. s.d., sin datos.

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%

s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. s.d. 0,2 0,1 0,2 0,5 0,4 0,3 Fuente:Barraclough,G. ed.(1985): El Mundo. Gran atlas de historia, Ebrisa, Barcelona, t. 4-5, 222

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El noreste, con pequeñas y medianas granjas, se combina la explotación agraria con la actividad forestal. Hacia el Medio Oeste las fincas aumentan de tamaño, unas dedicadas a la agricultura cerealista extensiva –trigo, maíz– y otras a la ganadería. En el Sur se desarrolla una agricultura de plantación (arroz, tabaco, algodón), basada en trabajo esclavo, que sobre todo se orientará hacia el cultivo del algodón. El estímulo de la creciente industria textil (nacional y británica, sobre todo), y las innovaciones técnicas como la desmotadora de E. Whitney que permitieron mecanizar tareas intermedias abaratando sustancialmente el producto, convirtieron al algodón en rama en el principal producto de exportación norteamericano ( 50% del valor total) y a Estados Unidos en primer productor mundial en 1660, con dos tercios del total.

El crecimiento económico permitía combinar el impulso del mercado interior, (una población creciente y con altas rentas) con un mercado exterior donde exportaba productos primarios e importaba tecnología y maquinaria. La política comercial, influida por los escritos de Alexander Hamilton, adoptó un proteccionismo extremo para eludir la competencia de las manufacturas británicas. Así, la industria naciente norteamericana adoptó las innovaciones que permitieron ensanchar progresivamente el sector secundario de su economía, volcándose hacia el mercado interior.

Gráfico 7.6 Producción de algodón en Estados Unidos (1790-1860) en Tm

Fuente: Economic History Net (eh.net/encyclopedia/article/phillips.cottongin) La expansión hacia el oeste, hasta el río Mississipi, y la integración de las diferentes regiones del país fue posible gracias a la mejora de los sistemas de transporte. Partiendo de la base de una buena red fluvial, la construcción de carreteras de peaje y de los canales que enlazan la zona de los Grandes Lagos con la costa Este permitieron la salida de los productos agrarios del interior por vía navegable (la más barata). El ferrocarril comienza a extenderse a fines de la década de 1830, de la mano de la iniciativa privada a través de inversiones británicas. En el sector industrial, las regiones del norte se estaban especializando en sectores de bienes de consumo, como la industria textil, el calzado o la madera, así como el de la construcción naval, adaptando rápidamente las técnicas más adelantadas y el sistema fabril. En esta fase la generación de energía se obtiene principalmente de los importantes recursos hidráulicos, que sirven para mover los nuevos telares mecánicos, como el que construye F. C. Lowell en 1813.

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El auge económico de los Estados Unidos (1865-1913) Tras la guerra de Secesión (1860-65) los Estados Unidos se convierten en una potencia económica mundial, apoyándose de nuevo en las ventajas de un territorio extenso que fue siendo colonizado y puesto en explotación, con la masiva llegada de inmigrantes y el paralelo desarrollo del ferrocarril, verdadero eje de crecimiento de este periodo. La red férrea contaba que contaba en 1860 con 49.000 kilómetros, se multiplica por 5 en 1890 llegando casi a los 250000, más que todo el tendido ferroviario europeo en conjunto. El desarrollo del ferrocarril tuvo múltiples efectos sobre el resto de la economía: aparte de abaratar los precios del transporte de las mercancías así como reducir sustancialmente los tiempos de trayecto, supuso un notable estímulo para sectores como el de la minería del carbón y el siderúrgico, y también contribuyó a la evolución de la empresa moderna a través de las nuevas formas de organización y gestión que introdujo. R. Fogel consideró sin embargo que su contribución al crecimiento no fue tan intensa, ya que calcula que el ahorro social que produjo estaba en torno al 1,2% del producto nacional bruto. Uno de los sectores que también se ven beneficiados por el desarrollo ferroviario es la agricultura. La expansión territorial hacia el Oeste se lleva a cabo con la puesta en cultivo de grandes extensiones y los ranchos para la ganadería. La Homestead Act, firmada en 1862 garantizaba la distribución de tierras públicas para la explotación agraria y fue un importante estímulo para el movimiento de gran número de colonos. En el Sur, la principal novedad tras la guerra es la abolición de la esclavitud y la transformación de las explotaciones esclavistas en fincas que trabajan los negros bajo un sistema de aparcería. El algodón crece en las nuevas extensiones que se cultivan al Oeste. Tabla 7.5 Producción de carbón en los Estados Unidos, 1829-1899 Año

1829 1839 1849 1859 1869 1879 1889 1899 Fuente:

Producción de carbón mineral (Miles de Tm) Antracita Bituminoso

138 1.008 3.995 9.620 17.083 30.208 45.547 60.418

% incremento Tm per por década capita

102 552 2.453 6.013 15.821 37.898 95.683 193.323

550 313 142 110 107 107 80

0.02 0.09 0.28 0.50 0.85 1.36 2.24 3.34

http://eh.net/encyclopedia/article/adams.industry.coal.us

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La industria va adoptando los nuevos sistemas de organización apoyados en el sistema fabril y el aumento del tamaño de las fábricas, que tratan de aprovechar las economías de escala que brindan la instalación de maquinaria estandarizada. El mayor crecimiento procede de las industrias de bienes de producción, caso del acero, que atiende a la demanda del ferrocarril y construcción de maquinaria. La región del noreste y los Grandes Lagos se convierte en el principal polo industrial favorecido por los yacimientos de hierro y la abundancia del carbón de los Apalaches (Pennsylvania). La expansión de la minería de carbón permite el cambio estructural del consumo de energía, ya que el carbón pasó de representar el 40% en 1880 a alcanzar a fines de siglo el 70% de todo el consumo de energía. También se desarrollan nuevos sectores como el eléctrico y el químico, donde el papel de la educación superior en la formación de ingenieros cobra una importancia crucial. La industria norteamericana se benefició de las innovaciones de la denominada “segunda revolución industrial”, a través de la adopción de sistemas de comunicación como el telégrafo y el teléfono, o la puesta en marcha de ramas industriales como el sector eléctrico, químico, petróleo o el automóvil. La industria va concentrando a la población en grandes ciudades y las fábricas adquieren grandes dimensiones. Las empresas adoptan los nuevos sistemas de organización y forman conglomerados que abarcan las diferentes fases del proceso productivo, con fórmulas de integración vertical y horizontal. Es la fase de los grandes trusts donde aparecen magnates como Vanderbilt en el acero y Rockefeller en el petróleo. También se forman grandes bancos de inversión, como J.P. Morgan que participan también en sociedades industriales y compañías ferroviarias. Se introducen mejoras en la organización industrial como las piezas estandarizadas que permitirán dar el salto a la producción en cadena y la adopción del modelo fordista de producción. H. Ford consigue en su cadena de montaje de automóviles desarrollar el modelo T, el primero diseñado con todas las piezas intercambiables. Otro ingeniero, W.W. Taylor, desarrollará los sistemas de ahorro de tiempos para aumentar la productividad. Antes de terminar el siglo XIX, Estados Unidos se convierte en el primer país industrial del mundo.

los países industriales, que llevan a la promoción de empresas extractivas, industrias de transformación, redes de transporte y servicios públicos.

7.3. Los atrasados en la industrialización 7.3.1 La periferia europea Durante la segunda mitad del siglo XIX el crecimiento industrial en los países más adelantados tiene un efecto de arrastre sobre el resto de Europa a través de varios mecanismos. El pimero es el comercio internacional, que entre 1820 y 1880 ve multiplicarse su volumen por nueve, dos terceras partes del cual corresponden al comercio intraeuropeo. Este crecimiento se debe en buena medida a la especialización (división internacional del trabajo): la demanda creciente de alimentos y materias primas de los países industrializados favorece las exportaciones y la entrada de divisas en los países más atrasados; los países industriales a su vez venden manufacturas y maquinaria, lo que permite a los atrasados acceder a nuevas tecnologías de producción. Además, se produce una creciente exportación de capitales desde

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Mapa 7.5. Europa: crecimiento del PIB (tasa anual acumulada 1830-1910)

Fuente: Pounds (2000: 473) En este proceso se advierten varios modelos de crecimiento industrial: por una parte el de aquellos países, como Noruega, Suecia, o Dinamarca, y Holanda, que aprovechan su situación geográfica y/o la disponibilidad de recursos primarios demandados por los países industriales –avena, madera y hierro en el caso de Suecia, recursos forestales y pesqueros en Noruega, alimentos en Dinamarca y Holanda–, que les permiten obtener recursos para invertir en industrias de transformación. El ritmo de crecimiento de estos países se apoya en cambios institucionales, que favorecen las transformaciones agrarias en beneficio de una capa de pequeños y medianos agricultores que orientan su producción hacia el mercado. Se trata en la mayoría de los casos de países pequeños en términos de población (aunque no en densidad, en el caso de Holanda), lo que podría generar más incentivos para abrirse a mercados exteriores. Otro importante factor común a estos países es la existencia de un alto nivel de alfabetización entre la población, lo que facilita la transmisión de conocimientos y la oferta de trabajadores especializados. El crecimiento se acelera desde mediados del siglo y mejora sensiblemente el nivel de renta per cápita de sus poblaciones, hecho que contribuye a

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incrementar el mercado interno, y a fomentar el sector secundario con el apoyo del capital extranjero (tabla 7.6). Tabla 7.6. Crecimiento del PNB per cápita en las diferentes regiones europeas (en dólares de 1960) Regiones

Europa occidental Escandinavia Europa Mediterránea Europa oriental Austria-Hungría

1860

384 273 309 180 288

Indice*

100 71 80 47 75

1910

638 604 355 287 469

Indice*

100 95 55 44 73

* media Europa occidental=100

Fuente: Berend y Ranki (1988: 356) Frente a este modelo se encuentra un grupo formado por los países mediterráneos y del Este de Europa, caracterizados por:  estructuras agrarias atrasadas (pese a las reformas agrarias)y agriculturas poco productivas;  mercados internos a menudo amplios (por volumen de población), pero compuestos en buena parte por campesinos pobres que generan una escasa demanda efectiva de bienes y servicios.  pobre formación de capital a nivel interno, lo que lleva a recurrir a inversiones extranjeras.  fuerte atraso tecnológico y carencias de capital humano.  comercio exterior propio de países atrasados: exportan bienes de poco valor añadido (productos agrarios o materias primas) e importan los de alto valor añadido (maquinaria, manufacturas) y capitales. En estas condiciones, un rasgo común a todos estos proceso de industrialización fue, como señaló Gerschenkron, el papel del estado como sustituto de la iniciativa privada en la promoción industrial. El problema era que la capacidad de intervención del Estados en estos países se veía minada por la pobreza de la base fiscal, especialmente si, como era habitual, la pervivencia de clases muy poderosas de terratenientes, a menudo nobles, impedía reformas fiscales que gravasen de forma eficaz la principal forma de riqueza: la tierra. El estado, entonces, deseoso de promover la industrialización pero privado de recursos económicos, a menudo intervenía más por la vía de la legislación (se cumpliera o no) que la de la inversión. Quizás por eso también fue habitual en estos países una fuerte orientación proteccionista, que pretendía favorecer un proceso de sustitución de importaciones. Otro rasgo muy marcado en estos países fue el dualismo económico, con economías dominadas por agriculturas muy atrasadas, que siguen creciendo por vías extensivas (cuando crecen), con unas actividades industriales reducidas a pequeños enclaves, favorecidos por la dotación de recursos mineros, los lazos con otras economías o la protección del estado. La principal diferencia entre los modelos de la Europa del Este con respecto al mediterráneo radican en el grado de atraso de sus agriculturas. En la Europa Oriental, donde pervivió la servidumbre hasta fechas muy tardías (empezó a abolirse a comienzos del XIX, pero Rusia no lo hizo hasta 1861), la transformación de los campos se demoró más, con ella la industrialización. En 7-31

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El ferrocarril: ¿héroe de la industrialización? La locomotora, una máquina de vapor sobre ruedas que se desplaza sobre railes fabricados en los nuevos hornos altos, parece representar allí donde llega el espíritu y la fuerza motriz de la industrialización. A su paso, el mundo cambia. Y es cierto en muchos sentidos, pero la evaluación de sus efectos económicos es algo más compleja. Entre otras cosas porque sabemos que muchas de las compañías ferroviarias acabaron generando pérdidas en muchos paises (pues los beneficios de explotación no justificaban los enormes costes de construcción) y que muchas líneas mejoraron la velocidad pero no el volumen de las mercancías transportadas (bien porque resultaba caro, bien porque no había suficientes mercancías que transportar). Los efectos del ferrocarril sobre la economía, como los de otros sectores, pueden dividirse en: Encadenamientos hacia atrás (backward linkages) que representan los efectos que la construcción y explotación del ferrocarril ejercía como demandante de bienes y servicios: hierro para la construcción de railes y maquinaria, madera para traviesas, trabajo para desmontes y mantenimiento de las líneas, etc. Estos efectos son los más fáciles de valorar, a partir de las cuentas de las compañías. Encadenamientos hacia adelante (forward linkages), los efectos sobre los sectores que se benefician de los servicios que el ferrocarril oferta, son más difíciles de valorar. Los ahorros en tiempo de transporte, ganancias en seguridad, ahorros en el coste del transporte (que deben tener en cuenta las tarifas), los efectos de la rapidez de las noticias sobre los costes de transacción, los beneficios para los consumidores de un acceso a alimnetos más baratos, etc. son mucho más difíciles de cuantificar. Uno de los intentos más serios de valorar esos encadenamientos hacia delate de los ferrocarriles fue el cálculo del ahorro social, aplicado inicialmente a Estados Unidos por el que luego fuera premio Noble, Robert Fogel. La idea era medir la diferencia de costes un año suponiendo que no existiese el ferrocarril, y que las mercancías transportadas por tren lo hicieran por los medios alternativos más eficientes existentes en el momento (canales, caminos, ríos o cabotaje). La diferencia, comparada luego al PNB, era lo que denominaba ahorro social. Las conclusiones iniciales de Fogel fueron que el ahorro social en EE.UU. (donde las distancias eran enormes y por tanto cabia presuponer que las ventajas del ferrocarril serían importantes) resultaba muy modesto, en torno al 4,9% del PNB para 1890. Dado que esas eran entonces las tasas de crecimiento, supuestamente lo que Fogel concluía era que, sin ferrocarril el crecimiento económico apenas se habría retrasado un año. Los cálculos de ahorro social se repitieron luego para otros países (España entre ellos), dando lugar siempre a un fuerte debate, tanto por la complejidad de las estimaciones y supuestos necesarios para alcanzar la cifra, como por sus mismas conclusiones. La principal ventaja de estos debates radica en avivar el debate sobre el papel de ferrocarril, que probablemente no fue el héroe aún vive en la imaginación popular.

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la Europa mediterránea, en cambio, las reformas agrarias del XIX fueron algo más tempranas y afectaban a campesinos libres (aunque a menudo igual de pobres que los siervos). En estas circunstancias, buena parte de la población sigue siendo rural, ya que el raquítico sector industrial no ofrece oportunidades para emigrar a las ciudades, y la alternativa en épocas de penuria (como las que vendrán a partir de fines del XIX) será la emigración, como lo refleja la gran masa de emigrantes que llegan a América desde estas regiones europeas en las últimas décadas del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Si los flujos de capital revelan dónde se halla la riqueza, los flujos de hombres no son menos significativos.

Las primeras reformas importantes se produjeron en 1861 con el edicto de Emancipación de la servidumbre del zar Alejandro II y la posibilidad del acceso a la propiedad de la tierra por parte de los campesinos. Pero estas reformas beneficiaban sobre todo a los antiguos señores, a los que además de reservarse un buen porcentaje de las tierras, se les asegura unos pagos en concpeto de derechos de redención. La tierra que se queda en manos de los campesinos se vincula al sistema comunitario de la aldea, el mir, que se responsabiliza colectivamente de los pagos de redención y por tanto impide ya no legalmente pero sí de hecho la movilidad de los campesinos. El mir redistribuye periódicamente las tierras en función del tamaño de las familias, y la explotación se realiza con métodos tradicionales.

7.3.2 El crecimiento económico en Rusia durante el siglo XIX

Las tierras de la nobleza, sobre todo en las regiones meridionales –tierras negras– se convirtieron en grandes explotaciones destinadas a la producción de cereales, principal producto de exportación. Esta se vio facilitada por la construcción de la red ferroviaria, que enlazab las zonas productoras con los puertos. En una primera etapa (1866-75) se ponen en funcionamiento casi 18.000 km de red; la mayoría del trazado lo construyen compañías privadas con capital extranjero y el material debe ser importado, amparado en una legislación librecambista que elimina los aranceles. A partir de la década de 1870 se produce un periodo de estancamiento debido a la entrada en Europa de cereales desde ultramar, que provoca el hundimiento de los precios y la merma de ingresos del comercio exterior. En estos momentos es el estado quien toma la iniciativa para promover la actividad industrial, mediante contratos y subsidios que efectúa con una política de emisión de deuda pública que suscriben los financieros extranjeros. La política emprendida por el ministro de Hacienda, S. Witte desde 1891 se centró en estabilizar el presupuesto para atraer capital exterior y a la vez continuar el fomento de la industria pesada. En este caso, el ferrocarril se convierte en el principal elemento que promueve la demanda interna de la industria y fomenta el crecimiento de la siderurgia en las décadas de 1880 y 1890, con la puesta en funcionamiento del centro industrial del Donbass en Ucrania, una rica cuenca carbonífera, aprovechando el mineral de hierro de los yacimientos de KrivoiRog, donde también es importante la aportación de capitales extranjeros. Baku, junto al mar Caspio, es otro centro industrial que comienza a destacar, asociado al petróleo, Hacia 1900 un 60% del capital de las compañías por acciones estaba en manos extranjeras. Los sectores de bienes de consumo siguen mayoritariamente vinculados a la producción artesanal, aunque hay empresas con maquinaria moderna en el sector algodonero, situadas en torno a Moscú y San Petersburgo, donde se instalan fábricas de grandes dimensiones, pero que evolucionan precariamente, debido al escaso tirón de la demanda interna. El sector bancario comenzó a desarrollarse durante la segunda mitad del siglo XIX con la formación de bancos comerciales. El banco del estado ruso en principio aglutinaba las inversiones, aunque desde la década de 1890 la banca privada va cobrando cada vez más importancia. En 1906 los bancos de San Petersburgo intermedian en los empréstitos extranjeros que financian las inversiones industriales. El número de bancos, inicialmente muy numerosos, fue reduciéndose hacia fines del siglo XIX a través de un proceso de

Rusia es el país más extenso y poblado de Europa a comienzos del siglo XIX. Hasta 1861 sus estructuras económicas y políticas eran típicamente feudales. La población era abrumadoramente agraria y rural, la mitad sometida a servidumbre, con un peso minúsculo de la vida urbana y la industria. Las grandes distancias y los deficientes sistemas de transporte hacían caros los intercambios, de ahí la escasa integración del mercado interior, compuesto además por una población de bajo nivel de renta, ligado a economías de subsistencia. Las actividades artesanales quedaban reducidas principalmente al marco de las aldeas y satisfacían la demanda de los campesinos. Desde el siglo XVII, la consolidación del Estado ruso fue acompañada de un proceso de expansión territorial hacia el sur y el este con la formación de colonias en Siberia y Asia Central. Intentos de modernización se produjeron bajo el reinado de Pedro I y Catalina II, que incorporaron técnicos extranjeros para establecer manufacturas con las que dotar al Estado de productos para la Corte y para el ejército, aplicando políticas mercantilistas de promoción industrial. Durante el siglo XIX la población conoció un extraordinario impulso a lo que contribuía la abundancia relativa de tierra y la dedicación de la familia campesina a actividades artesanales complementarias, en el marco de industria rural difusa (kustar). El modelo familiar se caracterizaba por una muy temprana edad del matrimonio de la mujer (16 años), lo que redundaba en un largo periodo de fecundidad marital y altas tasas de fertilidad (7,6 hijos por mujer, cuando en el resto de Europa rondaba los 5). La elevada mortalidad, sobre todo infantil, se compensaba con las altísimas tasas de natalidad resultantes, generando un crecimiento vegetativo que permitió a Rusia multiplicar por más de cuatro su población entre 1800 y 1913 (desde 35 a 170 millones). Hasta 1861, las relaciones sociales estaban dominadas por la existencia de la servidumbre, que mantenía atados a los campesinos a la tierra, sin posibilidad de movilidad, condenando así a la pobreza a la mayor parte de la población. Esta situación bloqueaba los intentos de modernización, tanto por el bajo nivel de productividad agraria, como por la imposibilidad de incrementar la demanda de productos industriales. Solo existían algunos islotes de actividad industrial, como la siderurgia de los Urales, que aprovechaba la dotación de mineral y los abundantes recursos hidráulicos. Otro foco lo constituían las nuevas industrias algodoneras situadas en Moscú y San Petersburgo, donde también destacaban las actividades vinculadas a la construcción naval.

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concentración; en 1914 cuatro entidades controlaban más de la mitad del capital y con ello buena parte de las inversiones industriales. En 1905 la crisis agraria que se extiende por Rusia se une a los efectos de la derrota en la guerra contra Japón. Todo ello produce revueltas de hambre y escasez que obligan al gobierno a tomar medidas políticas y económicas. El primer ministro Stolypin completó la reforma agraria, decretando en 1906 la abolición del mir y abriendo a los campesinos la posibilidad de comprar sus tierras. Su propósito era modernizar la actividad agraria para lograr mayores excedentes para el mercado y estimular el crecimiento de la clase de campesinos acomodados –kulaks– que evitara los estallidos revolucionarios. Estos kulaks habían surgido de la creciente diferenciación social en el campo, y se hicieron con buena parte de las tierras de las comunas. Las reformas, sin embargo, aunque permitieron incrementar la producción, no acabaron con la pobreza de la mayoría de los campesinos. Todavía en 1913 quedaba en el campo el 72% de la población activa, concentrando el 44% del ingreso total. El crecimiento agrario a fines del siglo XIX se basó en la ampliación de los sembrados y la expansión de cultivos como patatas y remolacha azucarera. El comercio exterior siguió creciendo y mantenía superávit a base de exportar productos agrarios y forestales, de los que un 50% eran cereales, y a cambio se importaban bienes de capital y manufacturas diversas. El perfil del comercio exterior era otro reflejo del atraso y las deficiencias que mantenía la economía rusa en su industrialización.

Tabla 7.7. Indicadores del atraso de la economía española hasta 1910

7. 3.3 El atraso español Hace más de 40 años, Jordi Nadal escribió un libro que se haría famoso: El fracaso de la revolución industrial en España. Sus conclusiones mostraban cómo a lo largo del siglo XIX la economía española había quedado claramente rezagada: las reformas agrarias de los liberales no habían servido para satisfacer las aspiraciones de los campesinos ni tampoco para aumentar significativamente la productividad, con lo que la agricultura no ejerció sus funciones de cara a la industrialización; el ferrocarril se había proyectado según prioridades políticas (red radial), en vez de atender a las necesidades de integrar el mercado interior, y además no había ejercido apenas efectos de arrastre sobre la siderurgia nacional; la minería, por falta de técnicas e inversiones, se había convertido en un enclave del capital exterior, que exportaba el mineral en bruto (con menos valor añadido) y luego los beneficios; y hasta el moderno sector textil catalán, pionero en el siglo XVIII, había quedado casi condenado a una política proteccionista para salvaguardar el mercado interior. Estudios posteriores han matizado esta visión del fracaso industrial, observando distintos rasgos del crecimiento. No obstante, es cierto que España en 1913 seguía muy rezagada frente a las naciones industrializadas: en PIB/ per capita, en producción y consumo de energía, en tecnología. La estructura de la población activa, con casi dos tercios de la mano de obra en el sector primario, revelaba que la industrialización podía haber empezado, pero aún distaba de concluirse. Por ello, ante las dificultades de la crisis agraria de fin de siglo, la respuesta fue, como en otros países atrasado, la masiva emigración a América.

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1797

Distribución sectorial de la población activa Agricultura Industria Servicios Tasa de actividad (% activos sobre población total) Tasa de analfabetismo (% sobre > de 10 años) Hombres Mujeres Productividad por activo en agricultura (índice 1882=100) Productividad por activo industria (1882=100) Esperanza de vida al nacer (años) *=1890 Tasa de urbanización (población en núcleos > 5.000 hb) **=1787

1860

1887

1900

1910

61,3 63,5 64,7 66,3 66,0 15,3 17,3 17,1 16,0 15,8 23,4 19,2 18,1 17,7 18,4

74

39,8 40,0 37,8 63 57 50

60 88

50 76

45 68

39 59

83,0 94,0 146 150 29,7 29,1* 34,8 41,7 24** 30,3 37,7 39,2 42,0

Fuente: Llopis (2005:147), Pascual y Sudriá (2005:205), Maluquer (2005:245-246, 262), todos en Comín, Hernández, Llopis (eds.) (2005): Historia económica de España, Barcelona, Crítica; Carreras, A. y Tafunell,X. (eds) (2005) Estadísticas históricas de España, siglos XIX-XX, Madrid, BBVA. El periodo que transcurre entre 1800 y 1913 en España se puede dividir en distintas fases, según se atienda a factores de tipo político, o social. Desde el punto de vista económico, sin embargo, podemos distinguir tres fases (las fechas indicadas son aproximativas):  1800-1840: época marcada por la crisis del Antiguo Régimen y las consecuencias de la guerra de la Independencia, caracterizada por los fuertes cambios del marco institucional.  1840-1880: fase de arranque de la industrialización y de la modernización económica, aunque marcada también por los vaivenes políticos y los problemas de crecimiento.  1880-1913: Arranca, en un contexto de estabilidad política que permite por ejemplo sanear las cuentas de la Hacienda, y tras los efectos de la gran crisis agraria de fin de siglo, un proceso muy lento pero ya sostenido de modernización económica también en la agricultura. El primer periodo (1800 y 1840), está marcado por la crisis del sistema feudal, visible desde fines del siglo XVIII, y sobre todo por las consecuencias de la guerra de la Independencia (1808-1814). Entre los efectos inmediatos de la guerra, figuran los daños a la agricultura, la cabaña ganadera y las manufacturas, lo que redundó en un estancamiento de la población en torno a los 11,5 millones de habitantes. Pero la guerra desencadenó también la difusión de las ideas liberales, que iban a plantear la abolición del sistema feudal, promoviendo el fin de la monarquía absoluta, la implantación de una sociedad de ciudadanos iguales ante la ley (sociedad de clases) y la consagración de la propiedad privada y el mercado como bases de la libertad económica. Tales ideas había calado ya durante la guerra, y quedan

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manifiestas en la obra de las Cortes de Cádiz, pero tardarán en imponerse con la vuelta al trono de Fernando VII. Por cierto que como consecuencia indirecta de la guerra y la difusión del liberalismo también debe tenerse en cuenta la pérdida hacia 1824 de la mayor parte del imperio colonial español en América, a raíz de una serie de movimientos independentistas en los que destacó la figura de Simón Bolívar. Los años 1815-1840 son, de nuevo, una época de fuerte inestabilidad política, que perdura en los años de minoría de edad de Isabel II. En las fases en que los liberales acceden al poder –Trienio 18201823, algunas fase de la Regencia de Maria Cristina y Espartero (1836-1843) – avanzan las reformas insitucionales de corte liberal, las más importantes de las cuales constituyen lo que se ha denominado la reforma agraria liberal, un conjunto de medidas de distinto tipo, adaptadas o modificadas en distintos periodos, con un mismo fin: eliminar los vestigios feudales en el campo (especialmente en el régimen de propiedad) e impulsar el avance de los mercados. En otras palabras, abrir paso al capitalismo. Entre las medidas más importantes de la reforma agraria liberal figuran:  desamortizaciones: expropiación y venta en subasta de las propiedades del clero regular (Trienio liberal, desamortización de Mendizábal en 1836) y el clero secular (Espartero 1841).  abolición de instituciones feudales: señoríos, mayorazgos, privilegios de la Mesta y diezmos (todas afectaban a la propiedad de la tierra).  libertad para comerciar con productos agrarios y a los propietarios para disponer de sus fincas y cercarlas.

hornos altos creados en Marbella y Málaga por el empresario riojano Manuel Agustín Heredia funcionaban con carbón vegetal, lo que impidió fabricar finalmente a precios competitivos. En todo caso, la industria moderna en esta fase era aun un reducto mínimo en medio de una España atrasada y agraria. Las bajas tasas de urbanización (tabla 7.7) son reveladoras. Otro factor que contribuyó al estancamiento durante este periodo fue el comercio exterior, principalmente derivado de la pérdida del mercado colonial americano. La independencia de la mayoría de las colonias contrajo los intercambios ultramarinos y España escoró todavía más sus tráficos hacia Europa noroccidental, exportando aceite y vino. La pérdida de las colonias también tuvo un fuerte impacto sobre los ingresos de la Hacienda. El déficit crónico incrementó la deuda y junto a ello una escasez de numerario que obligó a una política comercial prohibicionista, para reservar el mercado nacional a los productores interiores y evitar al máximo las importaciones.

Las reformas alteraron el marco institucional de la agricultura, pero no lograron mejoras generales de productividad: éstas hubieran exigido inversiones, y sin embargo ni los campesinos podían (la mayoría eran pequeños propietarios o jornaleros) ni los grandes propietarios querían (con tierra escasa y mano de obra abundante, el sistema les iba bien). No obstante, hay un buen número de excepciones regionales, en Cataluña y Valencia sobre la base del viñedo o la huerta, por ejemplo, donde las reformas consolidaron grupos de labradores acomodados que sí comenzarían a buscar ganancias de productividad. Para buena parte de la agricultura del interior, sin embargo, el fuerte crecimiento de este periodo es sobre todo de naturaleza extensiva: fuerte impulso a las roturaciones, como respuesta a una caida general de precios agrarios, y rápido crecimiento de la mano de obra (por el aumento general de la población), en el contexto de una agricultura tradicional (basada en el cereal de secano), sin apenas innovaciones y poco capitalizada. De ahí que la mayor parte de la población siguiera dedicada a las actividades agrarias. En cuanto a la industria siguió organizada de forma tradicional, aunque también le afectan los cambios institucionales como la abolición de los gremios (incialmente en 1813, y definitiva en 1834). La excepción principal a este panorama fue e sector textil catalán, ya pionero en el siglo XVIII, que avanzaba hacía por el camino del modelo inglés: especialización en el algodón, mecanización, creación de fábricas y el uso de la energía del vapor. No es casual que la primera fábrica accionada vapor fuera la de Bonaplata en Barcelona (1833). Sin embargo, diversos problemas frenaban el impulso: la pobreza del mercado interior, sobre todo, pero también la pérdida de los mercados coloniales, el atraso técnico y la carestía del carbón. Esta última también afectó a los primeros pasos de siderurgia moderna: los primeros

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El periodo que va de 1840 a 1880 se caracteriza por un crecimiento moderado pero sostenido. La inestabilidad política ni mucho menos ha desaparecido (aún quedan dos guerras carlistas y una revolución en 1868 que desembocó en la I República), pero los cambios institucionales liberales no tienen ya vuelta atrás. Algunas se completan, como la desmortización de Madoz en 1855 que amplía la subasta a propiedades comunales y de los ayuntamientos, o la Ley de Minas de 1868 que estabiliza las concesiones y abre paso a inversiones exteriores. En general, los dos períodos de mayores reformas corresponden con el llamado Bienio progresista 1855-56 y el Sexenio Revolucionario, de 1868 a 1874. Aunque la población creció (de 15,5 millones de 1850 a 17,5 en 1887), siguen siendo visibles los rasgos de atraso (tabla 7.7), incluyendo la persistencia de crisis de mortalidad catástrófica, la última de las cuales sería la epidemias de cólera de 1885 que causó unos 120.000 muertos. La agricultura crece de forma considerable, pero todavía sobre patrones extensivos. La desamortización de Madoz, al poner en venta terrenos que servían de colchón de seguridad para las comunidades campesinas, agravó la desigualdad social en el campo, incrementando el número de arrendatarios o de jornaleros sin tierra. La abundancia de mano de obra, ligada a los efectos del proteccionismo (precios altos) creaban muy pocos incentivos para la introducción de máquinas ahorradoras de trabajo, y en general para las inversiones en mejoras de productividad. No obstante, en algunas zonas de la periferia prosigue la especialización agraria, orientada a los mercados exteriores, ya sea con los cítricos en la huerta valenciana, el ganado vacuno en Galicia o el viñedo en muchas zonas de España. Con todo, a partir de la década de 1870, la llegada de cereales baratos de ultramar desencadenará una crisis general de las agriculturas europeas que en la España cerealista se saldará con fuertes tasas de emigración, mayor empobrecimiento del campesinado y nuevas oleadas de protesta social. El sector industrial creció de la mano de la ampliación del mercado interior : el crecimiento de población, los aranceles proteccionistas y la mejora de las infraestructuras de transporte contribuyeron a crear un mercado suficiente para mantener un sector industrial reducido y no competitivo, pero próspero. La construcción ferroviaria, iniciada en 1848, se aceleró tras la aprobación en 1855 de una Ley que alentaba la entrada de inversores extranjeros, con

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beneficios garantizados, importantes subvenciones y franquicias arancelarias para importar materiales de construcción. Aunque la extensión de la red, que pasó de 455 km en 1855 a 4.800 kms en 1865 y 6.000 diez años después, supuso una importante rebaja de los costes del transporte, que se reflejó en la convergencia regional de los precios, el tráfico existente era insuficiente para para generar beneficios a las compañías, que atravesaron serias dificultadas a partir de la década de 1860. Las principales (MZA y Norte) eran de origen francés, como lo era el 60% de las inversiones. La construcción de la red ejerció además escasos efectos de arrastre sobre la siderurgia española, debido a las franquicias para importar el material. El sector secundario seguía dominado por los bienes de consumo, con el alimentario y el textil como subsectores predominantes. La molienda de trigo había generado industrias transformadoras en Castilla con destino al mercado interior y a los restos del mercado colonial (Cuba y Puerto Rico). Las fábricas de aceite orientadas a la exportación se localizaban en Cataluña. Esta región seguía siendo además el foco más moderno del sector textil, tanto lanero como algodonero, cuya producción se multiplicó por siete al tiempo que reducía sus precios, lo que le permitió ampliar sus mercados, desplazando a las manufacturas más tradicionales. Aunque subsistieron centros laneros secundarios en Alcoy, Béjar, Antequera y Palencia, Cataluña concentraba en 1880, además de todo el textil algodonero, el 63% de la producción de paños de lana . En cuanto a la industria pesada, vinculada a la siderurgia, apenas lograba despegar. Tras el fracaso de la siderurgia andaluza –forzado por la carestía del combustible– , surgen nuevos establecimientos en las cercanías de las minas de carbón, que constituía el input principal (siete toneladas de carbón por tres de mineral de hierro para cada tonelada de arrabio). Así surge en la década de 1850, de nuevo de la mano de capitales extranjeros, una siderurgia en Asturias con núcleos en Mieres y La Felguera. El nacimiento de la siderurgia vasca, en cambio, se basaba en la existencia de ricas minas de hierro, aunque su prosperidad corresponde sobre todo a la fase posterior a 1880. La minería conoció a partir de la decada de 1860 un fuerte auge, especialmente tras la Ley de Minas de 1868. De nuevo, resultaron clave las inversiones y la llegada de técnicos extranjeros: los ingleses explotan las piritas de Huelva (Tharsis Suplhur Co. y Río Tinto Co.), franceses e ingleses en el plomo de Jaén, los Rotschild las minas de mercurio en Almadén y desde 1870 capitales belgas, alemanes, franceses y británicos desembarcan para la explotación de las minas de hierro vizcainas. Estos metales eran materias primas básicas en los desarrollos de la industria química y mecánica de la segunda revolución industrial, por lo que su demanda venía de los países más industrializados. El problema es que en buena parte se exportaban en bruto, sin apenas valor añadido, y dejando pocos beneficios en el país. Con todo, cabe preguntarse si en ausencia de las inversiones extranjeras hubieran podido surgir empresas nacionales con capitales y técnicas para impulsar este desarrollo. El caso de la industria textil catalana demuestra que en algunos lugares ocurrió así, pero las dimensiones y características del negocio minero, siderúrgico o químico eran muy distintas de las del textil. Vemos en todo caso como la economía española experimenta estímulos que vienen del exterior. El incremento del comercio exterior –a una media del 4,5% anual entre 1840 y 1880– fue muy superior al del PIB, un 1,7%. La balanza comercial, sin embargo, es típica de un país atrasado: un saldo siempre

negativo, en el que destacan las importaciones de manufacturas y maquinaria, mientras se exportan productos primarios: alimentos (a veces elaborados, como el vino o aceite), minerales (plomo, hierro, mercurio) sobre todo a finales de siglo. Es cierto que mejoraron las relaciones reales de intercambio (terms of trade, es decir la ratio entre el precio medio de las exportaciones y el de las importaciones, o dicho de otro modo, la capacidad adquisitiva de las exportaciones con respecto a las importaciones), pero la estructura del comercio exterior seguía revelando el atraso de la economía española. En cuanto a la política comercial, siguió siendo prioritariamente proteccionista, garantizando el mercado interior a los productores cerealistas y los industriales textiles, aunque avanzaba la opinión librecambista como en toda Europa. Ligado a ella, el arancel Figuerola de 1869, planteaba una desarme arancelario gradual y la eliminación de prohibiciones de importación, se enfrentó a una fuerte oposición de grupos de interés partidarios de la protección, y no llegó a aplicarse nunca en su totalidad.

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Tabla 7.8 Evolución del comercio exterior español (1840-1880) (medias anuales, en millones de pesetas corrientes)

1840-44 1845-49 1850-54 1855-59 1860-64 1865-69 1870-74 1875-79

Exportaciones 135,7 156,4 152,9 286,7 287,8 352,3 473 527,9

Importaciones 143,9 162,3 187 332,4 485,1 418,1 478,9 501

Saldo -8,2 -5,9 -34,1 -45,7 -197,3 -65,8 -5,9 26,9

Relación real de intercambio (184549=100)

100 147 226 185 191 184 210

Fuente: Pascual y Sudrià (2002: 228) En este contexto, el estado podría haber actuado (como apuntaba Gerschenkron) como sustituto del sector privado, en la promoción de la industria, o bien estimulándola indirectamente mediante inversiones en educación o infraestructura. De hecho, la construcción del ferrocarril es un ejemplo de ello, pero en general el estado fue más una fuente de problemas que de soluciones. La política económica estuvo condicionada por las deficiencias del sistema fiscal, cuya reforma –Mon-Santillan en 1845– fue obstaculizada por los grandes propietarios, especialmente en la aplicación de los impuestos directos sobre la propiedad de la tierra. De este modo, la recaudación siguió dependiendo de impuestos indirectos (sobre el consumo, básicamente), y resultó insuficiente para las necesidades de gasto. Como consecuencia, el estado emitía titulos de deuda pública cuyos intereses no siempre podía pagar; la renegociación de esta deuda debilitó la posición española en los mercados exteriores, recortando sus posibilidades de recurrir a préstamos para financiar las inversiones. Al mismo tiempo, para atraer compradores para la deuda ofrecía altos tipos de interés, con lo que encarecía

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las inversiones en el conjunto de la economía. Los déficit y la deuda pública condicionaron muchas importantes medidas de política económica: las desamortizaciones se hiceron mediante subasta al mejor postor, aunque podría haber sido mejor garantizar el acceso de los campesinos a la propiedad de sus tierras; también la construcción del ferrocaril (financiada en buena parte con la desamortización de Madoz) se abrió en condiciones muy favorables a la inversión exterior; del mismo modo las concesiones mineras a inversores extranjeros tras 1868 estuvieron condicionadas por debilidad de la hacienda, como la concesión a los Rotschild en 1870 de la explotación del mercurio de Almadén por treinta ños, que les convirtió en prácticos monopolistas de ese metal en el mundo. El último periodo se sitúa entre la década de 1880 y 1913. Está marcado en primer término por los efectos de la depresión agraria, que hunde los precios y la actividad económica, y por el fin del imperio colonial en América y Filipinas en 1898. Aunque en muchos aspectos significa una prolongación de los rasgos del periodo anterior –peso abrumador del sector agrario, atraso industrial, balanza comercial deficitaria y propia de país atrasado, problemas hacendístcos, etc. – lo cierto es que supone el inicio de un avance sostenido de modernización que sólo se romperá, parcialmente, con la Guerra Civil de 193639. En muchos sentidos, las cosas ya no irán a peor. Demográficamente la mortalidad comienza un rápido descenso, y ya no volverán las mortandades catastróficas. Las tasas de alfabetización y la fomración de capital humana mejora también lentamente, y la urbanización comienza a despegar. La agricultura, tras el shock de la crisis de fin de siglo, se reajusta, bien sea expulsando trabajadores hacia la emigración o profundizando en la especialización en productos de exportación: en ambos casos crece aunque sea lentamente la productividad. La industria es sin embargo, la que sigue tirando del crecimiento, gracias a la inversión privada, en ocasiones alimentada por capitales repatriados desde las colonias. A la ampliación y diversificación del núcleo catalán, se suma un fuerte foco de industria pesada en el País Vasco, en torno a los altos hornos de Vizcaya; y aunque hay presencia de capital extranjero, el capital local supone la mitad de las inversiones. La entrada de tecnología y capitales extranjeros alentaron también el desarrollo de algunos sectores nuevos, como la industria eléctrica o química, y servicios de red (aguas, electricidad, telefonía). Alimentados por los sectores industriales y comerciales, comienzan a surgir a finales de siglo los primeros bancos modernos, al tiempo que la circulación de papel moneda y las cuentas bancarias empiezan a desplazar al papel del dinero metálico en la circulación monetaria. Aunque el estado sigue arrastrando déficit, una serie de reformas inauguradas por Raimundo Fernández Villaverde en 1899-1900 permitieron sanear los ingresos y reducir los déficit. El dualismo económico seguía siendo muy marcado, pero surgían núcleos nuevos de modernización económica: elPaís Vasco, Madrid, Valencia. Aunque con resultados muy inferiores a los pioneros y sus imitadores, o incluso frente a otros rezagados como Italia o Portugal, España parecía haber avanzar con paso lento, pero seguro, en la senda de la industrialización

7. 3. 4. El pionero asiático: Japón

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Antes de 1850 Japón era un país todavía anclado en un pasado de profundos rasgos feudales. La mayor parte de la población vivía en el medio rural, con una agricultura basada en el cultivo del arroz en la que los campesinos eran en su mayoría arrendatarios o colonos de los los daimios. Estos eran la vez grandes propietarios u señores feudales que impartían justicia en los territorios de su jurisdicción, disponían de ejercitos propios y cobraban tributos en especie, que suponían un alto porcentaje de la cosecha. La autoridad central estaba encarnada por el shogun, un gobernador o valido que era el más poderoso de los señores feudales, mientras que el emperadorquedaba reducido a funciones meramente ceremoniales. La familia Tokugawa ejercía el shogunato desde 1603, gobernando Japón a través de una administración central situada en Edo (Tokio), donde los daimios o señores feudales quedaban a sus órdenes. Los daimios contaban a su servicio con un tropas de samurais, caballeros formados para la guerra pero que con el fin de los conflictos internos habían quedado sin función militar, muchos de ellos empobrecidos y obligados a buscar medios de vida alternativos. En el siglo XVII el crecimiento económico incentivó la especialización agraria, con una creciente importancia de cultivos como el té, el algodón, la caña de azúcar o la cría de gusanos de seda. Se extendió la economía monetaria y la dedicación al comercio de sectores intermedios tanto procedentes del mundo rural como de los samurais. La elevación de la renta produjo una creciente diferenciación social. Una característica peculliar de la economía japonesa venía de su cierre al exterior. Tras unos primeros contactos con los europeos en el siglo XVI, cuando mantuvieron relaciones comerciales con portugueses y holandeses, y permitieron la entrada de misioneros ctólicos para propagar el cristianismo, entre 1600 y 1630 la política del shogun cambió, prohiendo el cristianismo y restringiendo al máximo el comercio con el exterior. Este quedó durante más de dos siglos reducido a los intercambios con algunos juncos chinos y con una colonia holandesa a través de un único puerte, Deshima en Nagasaki. Los japoneses tenían prohibido salir del país bajo pena de muerte. Esta situación se fue suavizando desde mediados del siglo XVIII, aunque no se cambió la política de cierre, hasta mediados del siglo XIX. La llegada del comodoro Perry al mando de una flota estadounidense, a Japón en 1853-54 abre la nueva fase de relaciones con las potencias occidentales. Los “barcos negros” de Perry fuerzan la apertura comercial, que , culminan en 1858 con la firma del tratado Harris, uno de aquellos “tratados desiguales” que las potencias europeas y Estados Unidos impusieron en Asia. A cambio de protección frente a franceses o británicos, el tratado obligaba a Japón a abrir nuevos puertos al comercio con EE.UU., les permitía traficar con cualquier tipo de producto (incluida la exportación de plata y oro, aunque no el opio), concedía a los comerciantes privilegios de extraterritorialidad y establecía unos aranceles muy moderados. Ya antes de los tratados, sin embargo, algunos japoneses habían comenzado a considerar la posibilidad de una apertura al exterior. Sakuma Shozan (1811-1864), un funcionario hijo de samurai, encargado de la defensa costera, se mostraba partidario de adoptar armamento occidental así como de la construcción de una flota, sobre todo tras las noticias de la derrota de China

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en las guerras del Opio y acuñó el principio de “ética oriental, ciencia occidental”. Otro partidario de la modernización y formado con las innovaciones occidentales fue Sato Nobuhiro (1769-1850), creador de un proyecto mercantilista que incluía también la expansión colonial. Ambos influyeron en las políticas de modernización bajo la dinastía Meiji. La situación tras los tratados era vivida como una imposición humillante por muchos japoneses, aunque de hecho era el reconocimiento de la inferioridad militar de Japón. Los acuerdos agudizaron las tensiones internas entre grupos y sectores rivales, con revueltas y atentados tanto a los extranjeros como a miembros del gobierno. Buena parte del sector de samuráis demostraba una abierta oposición a la política gubernamental y las potencias extranjeras presionaban para evitar la revocación de los tratados. Durante el periodo entre 1860 y 1868 se fue fraguando un ambiente que pasó de las revueltas y estallidos aislados, a la convicción de la necesidad de establecer un gobierno fuerte y próspero que pudiera contrarrestar la amenaza exterior. Esta nueva postura aglutinó sobre todo a los samurais que terminaron por deponer a la dinastía Tokugawa.

que emplea en sus inversiones industriales. Además, desde el sector primario se producen los principales artículos para la exportación (té y seda). Por este motivo las medidas del gobierno tendieron a incrementar la producción a través de la extensión de la formación técnica de los campesinos en nuevos métodos de cultivo, fertilización y lucha contra las plagas. Se crearon escuelas técnicas de agronomía para la mejora de semillas y selección. Las reformas agrarias no alterarán sin embargo el sistema de explotaciones, que quedarán en su mayoría bajo formas de agricultura intensiva en pequeñas parcelas con trabajo familiar. La producción se incrementó por la puesta en cultivo de nuevas superficies, un 10% más entre 1880 y 1900, pero sobre todo por una mejora de productividad, un 30% entre ambas fechas, que permite liberar mano de obra para la industria. El Estado es consciente de que el único recurso para no caer bajo la dependencia colonial occidental es imitar sus sistemas productivos y modernizar el país. Varias misiones viajan al extranjero en la década de 1870 para copiar sus instituciones y tecnología, así como sistemas de armamento y construcción naval. Y al mismo tiempo se emprende un plan de iniciativas económicas que promueven la industrialización y orientan el comercio exterior para obtener recursos financieros para compensar la compra de maquinaria. Uno de los sectores que rápidamente se modernizó fue el transporte, a través de la iniciativa estatal en la construcción de líneas ferroviarias, que luego serán completadas por la iniciativa privada. También se desarrolló el comercio marítimo de cabotaje entre los principales puertos, con empresas navieras que cuentan con subsidios estatales. El comercio exterior, que se basa en la venta de seda y té a cambio de manufacturas y maquinaria, era deficitario en la década de 1870. Para resolverlo, como no se puede alterar la política arancelaria según los tratados desiguales, el estado mejora los criterios de calidad de los productos de exportación a través de la difusión de nuevas técnicas en la hilatura de seda, y la creación de fábricas con maquinaria occidental. Estas medidas incrementarán la producción, pero sobre todo incrementan el valor de las exportaciones (que pasan de ser seda en bruto o artículos elaborados), principalmente a Estados Unidos (Tabla 7.9).

La restauración Meiji (1868-1912) La restauración Meiji de 1868 coloca al emperador (que toma ese nombre, Meiji, por el que se conoce al periodo) como cabeza del nuevo Estado, trasladándose al castillo de Edo, que cambia su nombre a Tokio, donde se ejerce el gobierno a través de una administración que toma modelos legislativos e institucionales de Occidente: la abolición del sistema feudal, decretada en 1871, elaboración de una constitución y leyes modernizadoras, así como una reorganización territorial en prefecturas donde los representantes quedan bajo las órdenes del gobierno central. En el nuevo régimen, aparte de miembros de la antigua nobleza, cobran gran importancia los samurais, convertidos a tareas administrativas y burocráticas. Entre las reformas más importantes emprendidas por la nueva administración destaca la reforma fiscal/agraria que se lleva a cabo en 1871-73 con el fin de extraer recursos de la agricultura para emplearlos en la modernización del país, a la vez que se suprimen los derechos feudales de los daimios a cambio de una compensación. La reforma educativa, a partir de 1872, extiende una red de escuelas primarias y secundarias dirigidas a difundir entre la población los conocimientos y prácticas tomados de Occidente. En la educación superior este sistema tiende a establecer en los puestos principales a profesores formados en Occidente, así como la contratación de técnicos y profesores occidentales para impartir clases en las universidades niponas, especialmente en materias científicas y técnicas. Otro de los objetivos modernizadores era el ejército. En sus inicios fue supervisado por una misión francesa. Se adoptó un sistema de reclutamiento que permitía la movilizar a un importante contingente y una escala de mando inspirada en el ejército prusiano. En 1894, en vísperas de la guerra con China, el ejército japonés se encontraba dotado con material moderno, la mayor parte de fabricación nacional. El papel de la agricultura, como en cualquier proceso de industrialización, es fundamental, ya que es el sector predominante tanto en empleo como en producto, y por tanto como la principal fuente de ingresos fiscales del Estado,

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Cuadro 7.9 Participación de los textiles en las exportaciones totales de Japón (% en valor) Algodón Seda Hilo Tejidos En Tejidos bruto 1890-4 0.2 0.9 38.0 4.7 1895-9 8.4 1.7 31.7 7.2 1900-4 9.3 2.4 29.2 10.6 1905-9 7.7 3.8 28.8 8.0 1910-14 10.9 5.1 30.8 6.4 Fuente: Y.Andō (1975):Kindai Nihon Keizai Shi Yōran,Tokio, Tokyo University Press, 118 Durante la década de 1870 el gasto público creciente por la política de subvenciones, junto al derivado de los gastos de la sublevación Satsuma y la emisión de bonos para el pago de pensiones provoca un movimiento inflacionista que es contrarrestado por las medidas fiscales de Matsukata, de

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control del gasto y la obtención de ingresos estableciendo impuestos en el tabaco y el sake, a la vez que establece una reforma del sistema bancario con la creación del banco de Japón, tomando el modelo belga de banco de negocios, y el Banco de Fondos efectivos de Yokohama para regular el cambio de divisas. El equilibrio fiscal lleva a la estabilidad presupuestaria y una deflación que prepara el terreno del crecimiento posterior. A partir de la década de 1880 el Estado cambia la política de estímulo directo a la industria por la privatización de activos industriales, que pasan a los zaibatsu, grandes conglomerados de empresas, en tanto que el gobierno se centra en potenciar la educación y estímulos indirectos como los contratos para fabricación de armamento. El sector privado cobra la iniciativa en la inversión y comienza a controlar el sector del comercio exterior, hasta entonces en manos de extranjeros. Por sectores industriales, el textil es el que aporta mayor valor añadido y un peso creciente en las exportaciones. Aunque buena parte todavía se rige por métodos tradicionales, se produce la progresiva concentración de la hilatura en fábricas, con el uso de maquinaria, sustituyendo progresivamente al trabajo en el medio rural, que producía bienes de menos calidad. La demanda internacional de seda fue en aumento, lo que alimentó el crecimiento de la producción progresivamente hacia fábricas más grandes. Un proceso similar se dio en el algodón, producto orientado a la sustitución de importaciones, con un rápido aumento entre 1886 y 1890, y que posteriormente fue ocupando un papel creciente en la exportación. El posterior acceso privilegiado a los mercados chino y coreano, junto con las rebajas en los aranceles a la importación de materia prima, supuso un poderoso impulso que hizo pasar de las 382 mil hilanderías en 1893 a 2,4 millones en 1913 y 6,6 millones en 1929, y una progresiva concentración empresarial. La producción de hilaza se multiplicó por 6 entre fines del siglo XIX y 1925-29, y su destino se orientaba cada vez más a las fábricas de tejido que servían tanto al mercado interior como exterior. El sector siderometalúrgico tuvo una tasa de crecimiento más rápido, debido a factores como el tirón del gasto en armamento –guerras contra China en 1894-5 y contra Rusia 1904-5– que obligó a disponer de un sector militar mucho más fuerte. El aumento del presupuesto en armamento e industrias relacionadas supuso un tirón que afectó a toda la economía. Este tirón incrementó notablemente la producción de carbón, que se explotó con métodos modernos. El crecimiento industrial de Japón se basaba en un modelo intensivo en trabajo, ya que éste era abundante y barato. También mostraba un marcado dualismo, donde al tiempo que se mantenía un extenso sector de pequeñas empresas, relacionadas principalmente con bienes de consumo (elaboración de alimentos, textil, cerámica, etc.) se incrementaba el papel de los grandes conglomerados industriales, zaibatsu, que controlaban varios sectores económicos, como el caso de Mitsui, o Mitsubishi, con grandes intereses en el comercio exterior, sector naviero además de empresas industriales textiles, siderúrgicas, etc. Estos conglomerados disponían a su vez de bancos para ordenar sus inversiones y controlar otras empresas.

Figura 7. 2 Estructura de un zaibatsu

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Fuente: Bénichi y Nouschi (1987: 159) La apertura japonesa al exterior fue inmediata desde comienzos de la década de 1870 y con resultados notables. En un principio las exportaciones consistían en productos primarios y semiacabados, entre los que destacaba el hilo de seda, a cambio de manufacturas y bienes de equipo. Posteriormente Japón comenzó a exportar bienes semiacabados y manufacturas –tejidos bastos de algodón- aunque mantuvo parte de las importaciones de bienes de equipo a la vez que se convirtió en importadora de alimentos y materias primas industriales, principalmente algodón en rama, carbón y hierro. El crecimiento del comercio exterior obligó a Japón a buscar mercados y zonas de provisión, lo que derivó en una política imperialista en Asia que terminó con la guerra chino-japonesa de 1894-95 y la rus-ojaponesa de 1904-5, ambas con victoria nipona. La primera le concedió la soberanía sobre Taiwan, y la segunda el protectorado sobre Corea, así como una zona de influencia en el norte de China.

7. 4 Conclusiones A comienzos del siglo XX sólo un puñado de países, la mayor parte en Europa, había logrado elevados índices de industrialización, lo que suponía una transformación estructural de sus economías y una sensible elevación de la renta per cápita. Fuera de Europa, sólo Estados Unidos y Japón, por caminos bien diferentes, conocieron esas transformaciones. Dentro de Europa, tras la fase de supremacía británica hasta el último cuarto del siglo XIX, el desarrollo de la segunda revolución industrial permitirá el rápido crecimiento de Alemania y aún con más vigor el de los Estados Unidos. Los países más atrasados de Europa inician el proceso con diferentes velocidades, según el grado de preparación o la aptitud de las instituciones para adoptar los cambios. Mientras que en el norte de Europa se aprovecha el tirón de la demanda para iniciar vías de modernización, en el Este y el Sur los procesos serán más lentos

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y desiguales. Rusia, a pesar de sus avances, todavía en 1914 es un gran país con un pesado lastre agrario. La superioridad económica que confiere el desarrollo industrial pone el resto del mundo a merced de los intereses de las naciones más adelantadas, que exigen materias primas y acceso a los mercados para obtenerlas y vender sus productos. Los capitales circulan desde el centro a la periferia para fundar empresas y redes de transporte que permiten una mayor integración. A mediados del siglo XIX se firman acuerdos para facilitar la expansión del comercio internacional, o se imponen a las naciones que se niegan, caso de China o Japón. La industrialización ya afecta a todo el mundo, sea como partícipe, como aspirante, como afectado o como víctima.

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6. Conceptos básicos Zollverein Cártel Relación real de intercambio Banca de negocios trust

Código Civil Société Genérale dualismo mir aparcería. Zaibatsu

7. Referencias 5. Resumen En estas páginas se ha tratado de: t)

Presentar el concepto y las grandes etapas de la industrialización en el siglo XIX.

u) Subrayar los factores comunes en los procesos de industrialización, especialmente en el papel de la agricultura, el Estado y las instituciones y las influencias exteriores. v) Mostrar los hechos y rasgos principales de una serie de procesos de industrialización, tanto en Europa como fuera de ella. w) Exponer los principales indicadores cuantitativos del progreso o atraso en la industrialización. x) Buscar elementos comunes en los distintos procesos que permitan establecer unas pautas o modelos diferenciados de industrialización. y) Introducir razonamientos económicos sobre la escasez y abundancia relativa de determinados factores de producción a la hora de explicar algunas de estas pautas. z)

BEASLEY, W.G. (1990): Historia contemporánea de Japón, Madrid, Alianza. BEREND, Ivan, T. y RANKI, G. (1988), “Una industrialización sin revolución industrial. La periferia europea en el siglo XIX”. En VV.AA. La Revolución industrial, Barcelona, Crítica DI VITTORIO, Antonio, coord. (2003): Historia económica de Europa. Siglos XV-XX, Barcelona, Crítica ESCUDERO, Antonio (2005): “La Revolución Industrial en Gran Bretaña (17601840)”, en COMIN, F., HERNÁNDEZ, M. y LLOPIS, E. eds. (2005): Historia económica mundial. Siglos X-XX, Barcelona, Crítica, 155-197 FELIU, Gaspar y SUDRIÀ, Carles (2007): Introducción a la historia económica mundial, Valencia, Publicaciones de la Universidad de Valencia. GERSCHENKRON, Alexander (1973): Atraso económico e industrialización. Barcelona, Ariel. NADAL, Jordi (1973), El fracaso de la revolución industrial en España, Barcelona, Ariel. PIERENKEMPER, Toni (2001), La industrialización en el siglo XIX, Madrid, Siglo XXI POLLARD, Sidney (1991): La conquista pacífica. La industrialización de Europa, 1760-1970, Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza POUNDS, N.J.G. (2000): Geografía histórica de Europa,Barcelona, Crítica

Discutir las ventajas e inconvenientes que los paises rezagados tenían frente a los pioneros en la industrialización.

aa) Ofrecer un marco de evoluciones nacionales que permita entender el gran cambio de los mercados mundiales a partir de 1870.

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8. Textos

López Cordón, M. V. y Martínez Carreras, J.U. (1978) Análisis y comentarios de textos históricos, Madrid, Alhambra, v. 2 v. 2, 243-44.

Ley de ferrocarriles francesa, 1842 Luis Felipe, Rey de los franceses, a todos, Saludos. Nos hemos propuesto, las Cámaras han adoptado, Nos hemos ordenado y ordenamos lo que sigue: Artículo 1. Será establecido un sistema de ferrocarriles con estas direcciones: […] [fija el trazado de las seis grandes líneas ferroviarias en estrella alrededor de París y dos transversales]. Artículo 2. La ejecución de las grandes líneas ferroviarias definidas en el artículo precedente tendrá lugar con el concurso del Estado, de los Departamentos que recorran y de los municipios interesados, de la industria privada, en las proporciones y siguiendo las normas establecidas en los artículos que siguen. Sin embargo, estas líneas podrán ser concedidas en su totalidad o en parte a la industria privada en virtud de leyes especiales y con las condiciones que sean entonces determinadas. Artículo 3. Las indemnizaciones debidas por los terrenos y edificios cuya ocupación sea necesaria para el establecimiento de los caminos de hierro y de sus dependencias serán adelantadas por el Estado, y reembolsadas al Estado, hasta la aportación de dos tercios por los Departamentos y los municipios. Artículo 4. En cada Departamento, el Consejo General deliberará [ ... ]. La deliberación será sometida a la aprobación del Rey. Artículo 5. El tercio restante de las indemnizaciones de terrenos y edificios, los desmontes, las obras de acondicionamiento y las estaciones serán pagadas por los fondos del Estado. Artículo 6. La vía férrea, comprendiendo en ella la provisión de arena, el material y los gastos de explotación, los gastos de mantenimiento y de reparación de las vías, de sus dependencias, de su material, quedarán a cargo de las compañías a las que la explotación del ferrocarril sea concedida por contrato. Este contrato reglamentará la duración y las condiciones de la explotación, así como la tarifa de los derechos a percibir sobre los recorridos. Artículo 7. A la expiración del contrato, el valor de la vía férrea y del material será reembolsado, según la valoración de los expertos, a la compañía por la que le suceda o por el Estado. Hecho en el Palacio de Neuilly el 11 de junio de 1842. Luis F

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La unidad alemana: Unión Aduanera S.M. el Rey de Prusia, S.A. el Príncipe electoral y coregente de Hesse-Cassel y S.A.R. el Gran Duque de HesseDarmstadt, de una parte y S.M. el Rey de Baviera y S.M. el Rey de Wurtemberg, de otra, de acuerdo en su deseo de favorecer la libertad de comercio y las relaciones comerciales entre sus Estados y toda Alemania en general (…) han abierto negociaciones para las cuales han dado plenos poderes. Por estos plenipotenciarios, la Convención ha llegado a las conclusiones siguientes: 1. Las uniones de aduanas, existentes actualmente entre los Estados nombrados más arriba, formarán en el futuro una unión general, ligada por un sistema común de aduanas y de comercio, y que abarcará a todos los Estados aquí comprendidos. 4. En los territorios de los Estados contratantes serán establecidas leyes uniformes sobre los derechos de entrada, de salida y de tránsito, salvo las modificaciones que, sin perjudicar al fin común, resulten necesariamente ya de la legislación particular que rige cada Estado contratante, ya de intereses locales. 14. Los gobiernos contratantes convienen en unir sus esfuerzos para introducir en sus Estados un sistema uniforme de monedas, pesas y medidas [ ... ]. Desde el presente, las monedas de oro y de plata de todos los Estados contratantes, con excepción de la pequeña moneda, serán recibidas en todas las oficinas de percepción de la asociación, y serán publicadas a este efecto tablas de evaluación. 18. Desde la fecha de la puesta en vigor del presente contrato, los individuos de uno de los Estados contratantes que hagan el comercio o busquen trabajo en el territorio de otro de estos Estados, no estarán sujetos a ningún impuesto que no pese igualmente sobre el originario del propio Estado que se encuentre en el mismo caso. 19. Los puertos de mar prusianos estarán abiertos al comercio de los individuos de todos los Estados de la unión mediante el pago de derechos totalmente iguales a los que pagan los propios prusianos. 33. Habrá todos los años, en los primeros días de junio, una asamblea de plenipotenciarios de los gobiernos de la unión encargados de deliberar en común, y cada Estado podrá enviar un apoderado.

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35. Si en el curso del año, fuera del tiempo de la reunión de los plenipotenciarios, sobrevinieran sucesos extraordinarios que hiciesen necesarias medidas y disposiciones rápidas por parte de los Estados de la unión, las partes contratantes se concertarán a este respecto por la vía diplomática o provocarán una asamblea extraordinaria de sus plenipotenciarios. 38. En el caso de que otros Estados alemanes manifestaran el deseo de ser recibidos en la unión formada por el presente tratado, las altas partes contratantes se declaran prestas a acceder a este deseo por tratados especiales, en tanto, sin embargo, que este acceso se conciliara con los intereses particulares de los miembros de la unión. 41. El término de este tratado, que será puesto en ejecución el Ide enero de 1834, se fija provisionalmente en 1 de enero de 1842. Si no es denunciado durante este lapso de tiempo, y lo más tarde dos años antes de su expiración, será considerado como prolongado por la duración de doce años, y así en lo sucesivo, de doce en doce años. en López Cordón, M. V. y Martínez Carreras, J.U. (1978) Análisis y comentarios de textos históricos, Madrid, Alhambra,v. 2, 261-62

Apuntes de Historia Económica (ADE) UNED J.U.Bernardos, M.Hernández, M.Santamaría ____________________________________________________________________________

4.¿Qué significa la creación del mercado interior alemán durante el siglo XIX?

5. ¿Cómo contribuye el algodón a la economía norteamericana durante la primera fase de la industrialización?

6. Exponga algunos factores que contribuyen al rápido crecimiento en los países escandinavos durante el siglo XIX

7.¿Qué efectos tuvo la emancipación de la servidumbre en Rusia en 1861?

9. Actividades de autoevaluación. 1. ¿Qué función o funciones de las enumeradas cumple cada país? Funciones de la agricultura para la industrializacion País 1. Proporciona alimentos para la población creciente. A. Bélgica 2.Tira de la demanda de productos industriales. B. Francia 3.Exporta productos que compensan la balanza comercial. C. Alemania 4. Libera mano de obra para otros sectores industriales. D. Rusia 5. Proporciona ingresos fiscales para invertir en la industria. E. EE. UU. 6. Aporta materias primas para la industria F.Japón 2.Defina entre estos aspectos de la relación entre el Estado y la industrialización, cuáles se manifiestan en Bélgica, Japón y Estados Unidos. Bélgica EE.UU. Japón 1. Contratos de productos industriales. 2. Banca estatal orientada a inversiones. 3. Sistema educativo público dirigido. 4. Sistema ferroviario público. 5. Formación de empresas. 6. Política comercial proteccionista 3. ¿Qué carácterística distinguen el modelo de industrialización francés en comparación con el británico?

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8.¿Cómo influye el ferrocarril en la industrialización española?

Preguntas tipo test.

1. En la industrialización belga, el sector impulsor de la modernización es: A.La industria del lino. B.La siderurgia. C.El textil de seda D.El cuero. 2.Para estimular el desarrollo industrial en Bélgica, el estado: A.Intervino activamente, con la fundación de bancos para canalizar inversiones. B.Dejó exclusivamente a la iniciativa privada el desarrollo industrial. C.Solo intervino a través de una política comercial librecambista. D.Estableció medidas proteccionistas para evitar la competencia inglesa. 3. Entre los rasgos de la industrialización francesa en el siglo XIX, se incluyen: A. El importante peso de las industrias de bienes de consumo.

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Tema 7. La difusión de la industrialización (1815-1913)

B. El mantenimiento de un alto porcentaje de población rural. C.El aprovechamiento de la energía hidráulica. D.Las tres respuestas anteriores.

4. La agricultura francesa durante buena parte del siglo XIX, A. Superó en productividad a la agricultura inglesa. B. Exportó cereales hacia Rusia y Estados Unidos. C. Concentró la producción en grandes explotaciones. D. Mantuvo un importante sector de la población activa. 5. La “banca universal” que se establece en Alemania durante el siglo XIX era: A. Un tipo de banca pública para recaudar impuestos. B. Bancos privados que atienden a negocios comerciales e inversión industrial. C. Bancos que sólo se ocupaban del comercio exterior. D. Bancos de ayuda a la población sin recursos. 6.La industria alemana basa su crecimiento en la segunda mitad del XIX en: A. Acero y carbón. B. Algodón y lino. C. Petróleo y automóvil D. Lana y algodón. 7.R hur y Donbass son dos regiones asociadas a: A. La unificación aduanera alemana B.El tratado CobdenChevalier. C. La minería del carbón. D.La exportación de cereales. 8. La economía sureña de los Estados Unidos hasta 1860 se encontraba asociada a: A. Plantaciones esclavistas de azúcar. B. Plantaciones esclavistas de algodón. C. Manufacturas de algodón hechas por esclavos. D. Las dos respuestas anteriores.

APUNTES DE HISTORIA ECONÓMICA  GRADO 

Tema 8. La segunda revolución industrial y la primera globalización (1870‐1914) 

 

9. El estancamiento del mercado interno español en el siglo XIX está asociado a A. La baja productividad de la agricultura B. La escasez de población. C. La inexistencia de ferrocarriles. D. Las tres respuestas anteriores. 10. La expansión industrial japonesa a fines del siglo XIX requirió del exterior: A.Materias primas para la industria B.Alimentos para la población. C.Las dos respuestas anteriores. D. Mano de obra.

2010-2011

|Bernardos Sanz, José U.; Hernández, Mauro y Santamaría Lancho, Miguel  GRADO EN ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS  7-53

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Tema 8. La segunda revolución industrial y la primera globalización (1870-1914)

Apuntes de Historia Económica (ADE) UNED

Tema 8. La segunda revolución industrial y la primera globalización (1870-1914)

8.4. La economía española de la Restauración a la Primera Guerra Mundial 8.4.1. La revolución de los transportes y la depresión finisecular 8.4.2. Proteccionismo agrario y proteccionismo industrial 8.4.3 La pérdida de las colonias y la hacienda pública 8.4.4 El auge de principios del siglo XX y el arranque de la segunda revolución industrial 8.4.5 Balance del período

1. Resultados de aprendizaje

J.U.Bernardos, M.Hernández, M.Santamaría

Esperamos que el estudio del tema le permita: 1. Definir el concepto segunda revolución industrial y establecer las diferencias respecto a la primera industrialización. 2. Caracterizar la denominada primera globalización de la economía mundial. 3. Definir y explicar con ejemplos los conceptos de librecambio y proteccionismo, exponiendo los argumentos e intereses que subyacen. 4. Analizar los factores que explican la oleada de políticas proteccionistas a partir de la década de 1870. 5. Esquematizar el funcionamiento del patrón oro y explicar su contribución al crecimiento del comercio. 6. Establecer los rasgos más notables de la intervención del Estado en las distintas economías europeas. 7. Definir el concepto de imperialismo, y explicar los factores de su aparición en este momento histórico. 8. Analizar los efectos que la crisis de 1873 y la pérdida de las colonias tuvo sobre la economía española

2. Índice 8.1. La segunda industrialización 8.1.1. La base científica del cambio tecnológico 8.1.2 El nuevo papel del capital humano 8.1.3 La revolución de los transportes y las comunicaciones: la vuelta al mundo en ochenta días 8.1.4 La renovación de la industria pesada: siderurgia, química, eléctrica 8.1.5. Del carbón al petróleo 8.1.6. La aportación del marco institucional 8.2. La internacionalización de la economía: avances en la integración de mercados y movilidad de factores 8.2.1 El desarrollo y transformaciones del comercio internacional 8.2.2. Los flujos migratorios: dimensiones y sus efectos sobre la distribución de la renta 8.2.3 Integración de los mercados de capital 8.3. La “Gran Depresión” y el nacionalismo económico 8.3.1. Consecuencias de la internacionalización de la economía a fines del XIX 8.3.2. Reacciones: el nuevo papel de los estados

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3. Algunas preguntas iniciales  ¿Es la globalización un fenómeno de nuestros días? Y si no lo es ¿cuándo empezó?  ¿Qué semejanzas y diferencias tienen la globalización del último cuarto del siglo XIX con la del siglo XX?  ¿Son tan evidentes las ventajas del libre comercio? ¿Y sus inconvenientes?  ¿El comercio mundial es un juego de suma (donde tiene que haber ganadores y perdedores) o de suma superior a cero (donde puede ocurrir que todos ganen?  ¿Por qué algunas potencias industriales muy exitosas no practicaron políticas de librecambio?  ¿En qué se diferencia el proteccionismo de último cuarto del siglo XIX de las políticas mercantilistas de siglos anteriores?  ¿Por qué el hundimiento de los precios de fines del XIX (Gran Depresión) coincidó con un crecimiento de los salarios reales y mejoras del nivel de vida?

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Tema 8. La segunda revolución industrial y la primera globalización (1870-1914)

Apuntes de Historia Económica (ADE) UNED

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fronteras. Los flujos de capitales (inversiones) y personas (migraciones) irán en cambio encontrándose con barreras cada vez más altas a medida que avance el período, pero eso no impedirá que se multipliquen. Por último, otra parte de la historia tiene que ver con la apertura forzosa de fronteras –como hicieron los norteamericanos y europeos en Asia—e incluso con la creación de fronteras allí donde no existían antes (como refleja el mapa de África) que sale del Conferencia de Berlín de 1884. Es la cara menos pacífica pero igualmente real de la primera globalización. Este tema complementa con una óptica transversal y global el análisis de la industrialización desde el punto de vista nacional llevado a cabo en los temas anteriores. Por ello, en algún momento se hace referencia a procesos y fenómenos ya destacados, pero poniéndolos en un contexto internacional y comparativo.

4. Contenidos del tema

8.1 La segunda industrialización.

Cuando hablamos hoy de la globalización –un proceso que no sólo afecta a la economía—, tal vez no seamos conscientes de que constituye la fase más avanzada de un proceso de progresiva ampliación de los circuitos de circulación de ideas, personas, mercancías, capitales (y por supuesto armas) que arranca desde épocas muy remotas, incluso prehistóricas. Con todo, en este proceso hay momentos que marcan un antes y un después, hitos históricos de la globalización. El más temprano correspondería a los comienzos de la edad moderna, en torno al siglo XVI. Desde la perspectiva de Europa se produce entonces la conexión con los territorios americanos recién conquistados, con Asia que absorbe las reservas de plata que proporcionan las minas mexicanas y peruanas y con África que surtirá de esclavos a las plantaciones americanas, unos flujos que caracterizarán el llamado “comercio triangular”. Pero es también, en Asia, el momento de gran crecimiento y apertura de la economía china y su conexión con la otra potencia del continente, la India: ambas protagonizarán un incremento del comercio que afectará a buena parte de Oriente (próximo y lejano) en este período. Con todo, si un período merece el nombre de primera globalización es el que corresponde a la segunda mitad del siglo XIX, prolongado hasta la víspera de la Primera Guerra Mundial. A lo largo de estas décadas se produce el espectacular aumento de los flujos de mercancías, de capitales y de personas. Las fuerzas que lo impulsan proceden de las naciones industrializadas o en proceso de industrialización, con particular protagonismo de Gran Bretaña, como pionera. Los distintos fenómenos de esta primera globalización tienen que ver todos, en alguna medida, con las fronteras nacionales. Lo cual resulta lógico pues hablamos precisamente de procesos que superan esas fronteras. De hecho, a lo largo de buena parte de este periodo 1850-1914 las fronteras eran –en Europa desde luego-- mucho más impenetrables para las mercancías que para los hombres o los capitales. De hecho, buena parte de la historia de los avances y retrocesos del librecambio nacen del intento de reducir la densidad de esas fronteras en forma de aranceles, contingentes o derechos diferenciales de bandera. Desde el punto de vista monetario, el patrón oro puede entenderse como un mecanismo para crear una moneda universal; es decir, sin

La expresión “segunda revolución industrial” (o segunda revolución tecnológica, en otros autores) se ha utilizado para caracterizar los avances científicos y técnicos que tuvieron lugar en el último tercio del siglo XIX. Sus características y sobre todo los factores que influyeron en la innovación técnica la diferencian claramente de la primera revolución industrial iniciada en el siglo XVIII. La segunda revolución industrial marca también un cambio en el liderazgo tecnológico en favor de Alemania y Estados Unidos y en detrimento de Gran Bretaña, que había protagonizado la primera revolución industrial. En cuanto a la denominación, las mismas razones que hacen considerar inadecuado hablar de “revolución industrial” para referirnos a las transformaciones estructurales fuera de Inglaterra, nos hacen preferir el término de segunda industrialización para hablar de un proceso que se prolongó en el tiempo y afectó de modo distinto a muy diversos países y sectores.

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8.1.1. La base científica del cambio tecnológico Los avances técnicos de la primera etapa de la revolución industrial, que se inició en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XVIII fueron obra de artesanos hábiles y apenas guardaron relación con avances científicos. Podríamos decir que primero se inventó la máquina de vapor y posteriormente se formularon las leyes de la termodinámica, que explicaban por qué, a veces, esas máquinas de vapor no explotaban. La segunda revolución industrial en cambio fue el resultado directo de la aplicación de una serie de avances científicos a la tecnología y a la organización de la producción. La investigación y el desarrollo científico precedieron y fueron condición necesaria para las innovaciones tecnológicas. 8.1.2 El nuevo papel del capital humano En este contexto, el capital humano vio revalorizada su importancia. Por un lado era necesario disponer de una masa crítica de científicos capaces de hacer avanzar la investigación básica. Asimismo, se necesitaban ingenieros capaces de aplicar los avances científicos al desarrollo tecnológico; muchos de

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Tema 8. La segunda revolución industrial y la primera globalización (1870-1914)

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ellos engrosarían las filas de un grupo de empresarios de nuevo tipo, que ya no eran los propietarios de las empresas sino gestores profesionales. Por último era necesario disponer de una base de trabajadores con un sólida formación técnica capaces de manejar las nuevas máquinas e intervenir en los nuevos procesos de producción. La disponibilidad de ese capital humano dependía básicamente del sistema educativo del país. En este sentido Alemania y Estados Unidos estuvieron a la cabeza. Autores como David Landes han señalado que esta es una de las causas que explican la pérdida del liderazgo industrial británico en el último cuarto del siglo XIX. El sistema educativo británico tenía como objetivo proporcionar a una gran masa de población unos conocimientos elementales que facilitasen su integración en la sociedad. Las universidades británicas estaban más orientadas a la formación de las élites y cuadros pero olvidando o relegando a un segundo plano la formación científico-técnica. Poco o nada había en el sistema británico parecido a una formación profesional. Frente a esto Estados Unidos y, especialmente, Alemania contaron con un sistema educativo capaz de proporcionar formación básica a amplia capas de la población, así como de una red escuelas técnicas en las que formar a trabajadores especializados y por último de un sistema universitario en el que la formación científica y técnica recibía una atención preferente. Este sistema educativo permitió a ambos países contar con capacidad de innovación tecnológica y mano de obra especializada capaz de desarrollar las nuevas industrias siderúrgicas, químicas y eléctricas.

Tabla 8.1 Extensión de la red ferroviaria mundial (miles de km)

8.1.3 La revolución de los transportes y las comunicaciones: la vuelta al mundo en ochenta días Si los primeros navegantes portugueses y castellanos que circunvalaron el globo en el siglo XVI emplearon más de dos años en su viaje, el título de la obra de Julio Verne resume claramente los avances logrados durante el siglo XIX en este ámbito. Si en el siglo XX la revolución de los transportes ha estado protagonizada por el automóvil y el avión, en el siglo XIX tal protagonismo correspondió al ferrocarril, el telégrafo y a la navegación a vapor. Por lo que respecta al ferrocarril, el factor determinante fue la extensión de las redes ferroviarias dentro de cada uno de los países y posteriormente la interconexión de dichas redes, que tuvo lugar entre 1850 y 1870. En el período que abarca este tema se desarrollaron redes secundarias nacionales; se llevó a cabo la apertura de los túneles transalpinos, que mejoraron notablemente las comunicaciones norte/sur dentro del continente europeo; al otro lado del Atlántico se construyeron líneas transcontinentales en Estados Unidos (18831893) y, finalmente, en el Imperio ruso se construyó el transiberiano entre 1891 y 1913. La construcción de estas líneas que conectaban el interior del continente con los puertos tuvo un impacto mayor sobre el desarrollo de los intercambios que los propios avances del transporte marítimo. Al tiempo que las redes se ampliaban se produjeron mejoras en la eficiencia de las locomotoras, especialmente en Francia y en Alemania, que permitieron aumentar la capacidad de transporte, reducir el consumo energético por tonelada transportada y en consecuencia reducir el precio del transporte terrestre.

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Europa Gran Bretaña Alemania Francia Rusia América del Norte América del Sur y Centro Asia África Oceanía

1850 23,5 10,5 6,0 3,0 1,0 14,8 ---0,04

J.U.Bernardos, M.Hernández, M.Santamaría

1870 104,0 24,5 19,5 17,5 10,5 90,0 3,0 8,4 1,8 1,8

1900 282,0 33,0 43,0 36,5 50 357,0 42,0 60,0 20,0 24,0

1913 359,0 38,0 61,0 49,5 65,0 457,0 107,0 108,0 44,0 35,0

Fuente: Ocampo Suárez -Valdés, J. (2007): Historia Económica Mundial y de España, Oviedo, Universidad de Oviedo, 129, basado en Rioux (1971): La revolution industrielle, 1780-1880 Los orígenes de la navegación a vapor se remontan a las primeras décadas del siglo XIX. La navegación fluvial, ya fuera en ríos o en canales, fue su primer ámbito de aplicación, ya que en estos entornos la navegación a vela era prácticamente imposible y era necesario recurrir a la tracción animal tanto en los canales como para remontar el curso de los ríos. Las primeras embarcaciones a vapor empleaban grandes ruedas de palas conectadas a una máquina de vapor para impulsarse. La navegación marítima y oceánica a vapor se enfrentaba a problemas derivados de la fiabilidad de las máquinas y la necesidad de transportar grandes cantidades de carbón para hacer frente a las largas travesías, no obstante en 1838, la embarcación británica “Sirius” hizo la primera travesía del Atlántico, estos primeros vapores estaban dotados de velas que permitieran hacer frente a posibles averías, con lo que reducían las posibilidades de carga al tener que llevar tripulación suplementaria con sus correspondientes pertrechos y vituallas. Por todo ello, los principios de la navegación en las grandes rutas oceánicas fueron complejos y la competencia con la navegación a vela fue dura, máxime teniendo en cuenta la notable mejora de la eficiencia de esta última con la introducción de los clippers de cuatro mástiles una capacidad de carga de 3.000 a 5.000 toneladas, pero capaces de hacer 300 millas por día (de 12 a 14 días en atravesar el Atlántico y unos 80 días de Inglaterra a Australia o de Nueva York a Cantón en China). Hasta 1875 los vapores no representaron competencia para los “clippers”. La imposición de los vapores fue el resultado de una serie de innovaciones técnicas que mejoraron su fiabilidad, eficiencia y rentabilidad económica. Entre ellos hay que mencionar la sustitución de la rueda de palas por hélices a partir de 1843. La construcción de cascos de hierro primero y de acero (desde 1883) y la introducción de máquinas compuestas de doble y triple expansión que requerían de menos combustible con lo que se aumentaba la capacidad de carga para personas y mercancías. Por otro lado, la apertura de canal de Suez, de 162 Km, en 1869, obra del ingeniero francés Ferdinand Lesseps, resultó decisiva para que se impusieran los vapores en las largas rutas. La nueva ruta de comunicación con el Extremo Oriente reducía drásticamente la

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Tema 8. La segunda revolución industrial y la primera globalización (1870-1914)

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distancia al evitar la circunvalación de África y transitaba por mares interiores como el Mediterráneo y el Mar Rojo donde los vientos eran menos favorables para la navegación a vela.

Fuente: Comín (2005:247) Buena parte del negocio de la construcción naval, los fletes y los seguros estuvieron en manos de empresas británicas, que dominaron ampliamente este sector al menos hasta la Primera Guerra Mundial. En 1890 el 73% del tonelaje que representaban los vapores estaba integrado por barcos de bandera británica. La otra consecuencia fue el acor