Apuntes de Criminologia Clinica Jose Ma. Landecho

July 21, 2017 | Author: Beatriz Margarita Venegas Medina | Category: Criminology, Felony, Punishments, Psychology & Cognitive Science, Prison
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INSTITUTO DE CRIMINOLOGÍA

UNIVERSIDAD DE MADRID

APUNTES DE:

CLÍNICA CRIMINOLÓGICA

Biblioteca:

Alfonso Quiroz Cuarón Criminólogo

CARLOS MARÍA LANDECHO VELASCO, S. J.

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PRÓLOGO

Las presentes páginas pretenden tan solo facilitar a los alumnos del Curso Superior del Instituto de Criminología la preparación del examen. El texto fundamentalmente explicado, es la Criminología de JEAN PINATEL (Tomo III del TRATADO DE DERECHO PENAL Y CRIMINOLOGÍA, de Bouzart PierrePinatel Jean. Dallez. París 1963). Por ello se sigue en los presentes apuntes el esquema del mismo, aunque modificado por razones prácticas. En efecto, las lecciones introductorias (lección 1-2) responden al Chapitre Preliminaire (págs. 395-408) del texto de PINATEL. La Primera Parte (Teoría de la Personalidad Criminal) siguen fundamentalmente el Libro II (págs. 473-518) de la Criminología Clínica de dicho autor. Y la Segunda Parte de mi programa, y por lo tanto de los presentes Apuntes, responden al Libro I (págs. 409-471) de la obra citada. Aunque como indico, he respetado el esquema fundamental de PINATEL e incluso su núcleo doctrinal; he ido introduciendo dentro del mismo, numerosas variantes, adiciones y supresiones. Algunas de ellas de deben a la literatura sobre el tema, que ha ido apareciendo en estos últimos años; otras, al empeño pedagógico de establecer el puente con mis explicaciones sobre Psicología Criminal; otras varias, al deseo de exponer mas extensamente algunos de los puntos estudiados, o por el contrario de abreviar varios otros; en otros casos, a la acomodación de la doctrina de PINATEL, pensada especialmente para el área francesa, a nuestra nación y a su actual encrucijada criminológica, así como el deseo de recoger también el trabajo de otras naciones o áreas lingüísticas (italiana, germana, anglosajona) y finalmente en ocasiones, a diferencias de criterios o enfoque con mi querido y admirado amigo, el Profesor PINATEL.

Madrid, 8 de diciembre de 1967.

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INDICE

GENERAL

INTRODUCCIÓN

LECCIÓN 1: NOCIONES GENERALES I.- Concepto de criminología clínica II.- Fines III.- División IV.- Bibliografía

LECCIÓN 2: DESARROLLO HISTORICO I.- Nacimiento de la Criminología Clínica II.- Campo penitenciario: Argentina, Bélgica. Países Anglosajones, Realizaciones Actuales. III.- Campo Judicial IV.- La investigación Clínica

PRIMERA PARTE: TEORÍA DE LA PERSONALIDAD CRIMINAL

LECCIÓN 3: LA PERSONALIDAD CRIMINAL I.- Punto de Partida: No Especificidad del Delincuente. Diferenciación Específica. Diferenciación meramente Cuantitativa. II.- Estado Peligroso: Concepto. Componentes. Formas. Modos de Investigación del mismo. III.- La personalidad Criminal: Concepto Diferencial del Delincuente. Factores Integrantes de la Personalidad Criminal.

LECCIÓN 4: EL EGOCENTRISMO I.- Estudio Clínico General: Concepto. Clases. Teorías Etiológicas. II.- Manifestaciones Clínico-Criminológicas: Delincuentes Anormales. Delincuentes Normales. Resumen. III.- Paso al Acto del Egocéntrico: Respecto a sí mismo. Respecto a los demás.

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LECCIÓN 5: LA LABILIDAD AFECTIVA I.- Estudio Clínico General: Concepto. Denominaciones. Clases. Teorías Etiológicas. II.- Manifestaciones Clínico-Criminológicas: Delincuentes Anormales. Delincuentes Normales. Resumen. III.- Paso al Acto del Lábil.

LECCIÓN 6: LA AGRESIVIDAD I.- Estudio Clínico-Criminológico: Concepto. Clases. Teorías Etiológicas. II.- Manifestaciones Clínico-Criminológicas: Delincuentes Anormales. Delincuentes Normales. Resumen. III.- Paso al Acto del Agresivo

LECCIÓN 7: LA DIFERENCIA AFECTIVA I.- Estudio Clínico General: Concepto. Diferencia con el Sentido Moral. Clases. Teorías Etiológicas. II.- Manifestaciones Clínico-Criminológicas: Delincuentes Anormales. Delincuentes Normales. Resumen. III.- Paso al Acto del Indiferente Afectivo.

SEGUNDA PARTE: ESTUDIO CLÍNICO DEL DELINCUENTE

LECCIÓN 8: PRESUPUESTOS DE LA CLÍNICA I.- Resumen de los Resultados Obtenidos: Estudio Peligroso. Componentes del mismo. II.- Método de Trabajo: Observación. Interpretación. Actuación. Resumen. III.- El Equipo Criminológico: Necesidad. Composición del Equipo. IV.- Dirección del Equipo: Funcionamiento del Equipo.

LECCIÓN 9: EL EXAMEN CLÍNICO-CRIMINOLÓGICO I.- Métodos Fundamentales: Examen Médico. Examen Psicológico. Examen Psiquiátrico. Examen Social. Examen Jurídico. II.- Métodos Especializados: Examen Médico. Examen Psicológico. Examen Psiquiátrico. Examen Sociológico. Examen Jurídico.

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LECCIÓN 10: DIAGNÓSTICO CRIMINOLÓGICO I.- Resumen de los Resultados Obtenidos: Estado Peligroso. Componentes del mismo. II.- Diagnósticos Parciales: De la Capacidad Criminal. De la Adaptabilidad Social. III.- Diagnóstico del Estado Peligroso: Fenomenológico. Etiológico.

LECCIÓN 11: PRONÓSTICO COMPORTAMENTAL I.- Pronóstico Basado sobre el Diagnóstico: Pronostico del Sujeto Actual. Posibilidades de variación del probando. II.- Otros Métodos de Pronóstico: Área Germana. Área Anglosajona. Valoración final.

LECCIÓN 12: PROGRAMA DE PROFILAXIS I.- Consideraciones Generales: Posturas Doctrinales. Estructuras Jurídicas. El Predelincuente Adulto. Contenido de la Ley de Vagos y Maleantes. Categorías. Medidas Aplicables. Valoración.

LECCIÓN 13: PROGRAMA DE TRATAMIENTO DEL DELINCUENTE I.- Consideraciones Generales II.- Cuadro Externo: Condena Condicional. Tratamiento Institucional. Tratamiento en Semi-Libertad. Libertad Condicional. Resumen. III.- Contenido del Programa de Tratamiento: Quirúrgicos. Neoquirúrgicos. Médicos Pedagógicos. Psicoterapéuticos. Resumen. IV.- Práctica del Programa de Tratamiento: Generalidades. La Edad. Standardización de los resultados.

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INTRODUCCIÓN

LECCIÓN 1 NOCIONES GENERALES

Las dos primeras lecciones del programa intentan introducirnos en la Clínica Criminológica y especialmente hacer ver el entronque de la misma con el resto de las disciplinas, que forman lo que hoy se entiende por Criminología. Por ello vamos a exponer en la presente lección unas nociones generales sobre el concepto, fines y división de la Criminología Clínica (seguidas de una breve bibliografía); mientras que en la lección 2, intentaré explicar su desarrollo histórico, que nos ayudará a comprender genéticamente el entronque de la Clínica Criminológica en la Criminología.

I.

CONCEPTO DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA

Suelen dividir los autores el estudio de la Criminología en dos grandes secciones: la que llaman Criminología General y la Criminológica Clínica. La Criminología General es la que expone los conocimientos teóricos, que actualmente se poseen en nuestro campo. Dado que nos encontramos en una materia multidisciplinar, se estudian por lo mismo separadamente la Antropología (o Biopsicología), la Psiquiatría, la Sociología Criminal; así como la Penología en sentido amplio (incluido por tanto el tratamiento del predelincuente) y las Ciencias Criminalísticas. Todo ello sucede por tanto en abstracto y como en líneas paralelas y horizontales. Por el contrario de la Criminología Clínica se sitúa en otra perspectiva: pretende aplicar los conocimientos teóricos adquiridos en la Criminología General, a un caso concreto. Actúa por así decirlo, dando un corte vertical a todas las disciplinas de la Criminología General, para aplicar todos los conocimientos de las mismas a un individuo. Lo anterior nos indica, que la Criminología Clínica exige la colaboración de varios especialistas en las distintas ramas que forman la Criminología, colaboración que no puede limitarse a aportaciones aisladas de todos ellos, sino que ha de engranarse en un todo armónico. Por lo que es postulado imprescindible de la Clínica Criminológica el trabajo en equipo de dichos especialistas. Podríamos definir por tanto la Criminología Clínica como la ciencia que estudia al delincuente (o predelincuente) concreto en enfoque multidisciplinar, mediante un trabajo en equipo criminológico y en orden a su resocialización.

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II.

FINES

La primera meta que se propone todo equipo clínico-criminológico le viene impuesta por la definición, que acabamos de exponer; pretende ante todo solucionar un caso concreto, resocializar al delincuente (o predelincuente) sometido a estudio. Pero con ello no se termina su labor: un segundo paso, que da enseguida todo equipo criminológico netamente científico, es el de la investigación. El caso concreto estudiado sirve por una parte de contraste a las teorías generales manejadas y por otro abre nuevos horizontes teóricos, al aplicar técnicas nuevas o ver surgir resultados o datos con los que no se contaba. Luego la Clínica Criminológica persigue dos fines diversos: el de aplicación de los conocimientos anteriores y el de investigación de nuevas teorías y métodos. Todo ello sin embargo ligado al caso concreto, que estudia y analiza. Cierto que en un equipo clínico puede subrayar más el uno o el otro de dichos cometidos; por lo que en ocasiones se oye hablar de equipos de tratamiento y equipos de investigación. Pero en ambos casos el otro aspecto existe y se encuentra inseparablemente unido al que se acentué por el equipo en cuestión; ya que todo tratamiento amplía (confirma, niega o puntualiza) los conocimientos teóricos, y toda investigación clínica ha de hacerse alrededor de un caso concreto, que es por lo mismo sometido a tratamiento. El planteamiento de la Clínica Criminológica y los fines que la misma persigue, son por tanto semejantes a los que utiliza la Medicina Clínica: ya que también ésta se mueve alrededor del caso concreto, y en mayor o menor grado (según el enfoque) realiza los dos fines indicados: el tratamiento y la investigación del enfermo concreto. La diferencia fundamental con nuestra disciplina, es que en caso de la Clínica Médica el trabajo en equipo es más limitado, o al menos los especialistas que colaboran no proceden de campos tan diversos. Por ello el equipo criminológico encuentra en sus principios mayores dificultades en su trabajo: ha de formar un lenguaje y una mentalidad común, como indicaremos en la lección 8. Y en tal sentido, la Clínica Criminológica tiene un tercer fin, quizás menos trascendental que los dos más arriba indicados: el de conjuntar en equipo a los representantes de las diversas disciplinas, que integran la Criminología; y a través de su labor común, engranar los diversos enfoques no solo en un caso concreto, sino incluso en el campo de la Criminología General.

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Porque dichos especialistas comienzan a enfocar su materia teórica con nuestras perspectivas y con notable mayor abertura hacia las disciplinas restantes, dando una labor común con los representantes de las otras, les ha dado la perspectiva y los puntos vitales en que trabajan los especialistas indicados. Sólo así se van construyendo luego las diversas materias integrantes de la Criminología General, de modo que no sean meras aplicaciones aisladas de la disciplina correspondiente (Psicología, Sociología, Psiquiatría, Derecho, etc.) al criminal; sino que adquieran sustantividad propia, al ser enfocadas y desarrolladas con vistas a un programa de conjunto, a unos objetivos criminológicos de conseguir en unión con las disciplinas restantes.

III.

DIVISIÓN

La Criminología Clínica se propone el estudio de un delincuente concreto en orden a su resocialización como dejamos indicado; por lo que ha de seguir método semejante al que emplea por ejemplo: la Clínica Médica. Ante todo ha de realizarse un profundo examen del sujeto en cuestión y con ayuda de todas las técnicas (médicas, psicológicas, psiquiátricas, sociológicas, etc.) posibles. Sobre él se monta un diagnóstico del mismo. A éste seguirá un pronóstico sobre su futuro comportamiento. Y finalmente habrá que trazar un programa de tratamiento, para intentar resocializar al sujeto examinado. Luego el método de trabajo del equipo clínico-criminológico supone ineludiblemente los pasos dichos: examen, diagnóstico, pronóstico y programa de tratamiento. Lo anterior exige sin embargo una hipótesis de trabajo: cuando se realizan los pasos indicados, hay que saber con claridad, qué es lo que se examina, diagnostica, pronostica y se pretende tratar. En términos generales, la respuesta es clara: la criminalidad del individuo en cuestión, o dicho en términos más técnicos, la peligrosidad del sujeto examinado. Ahora bien ¿En qué consiste la misma? ¿Qué elementos la integran? ¿Cómo se comprueba su existencia? ¿Cuál es el modo de corregirlos? Es menester por lo tanto, desarrollar una teoría de la personalidad criminal, definir en cierto modo en qué consiste el serlo y qué factores influyen de modo más decisivo en ello. Sólo así tendremos una magnitud, que pueda ser comprobada, medida, sometida a experimentación, y a tratamiento por el equipo clínico-criminológico. Lo anterior nos pone de manifiesto las dos partes de que ha de constar el programa de nuestra clínica criminológica: por un lado, el conocimiento del modo de practicar un examen, diagnóstico, pronóstico y programa de tratamiento del caso concreto; por el otro, el estudio de una teoría sobre la personalidad criminal. Por razones pedagógicas he creído sin embargo, que era más conveniente comenzar por la exposición de la teoría sobre la personalidad criminal y hacer seguir a ésta el método del estudio clínico del delincuente; ya que en la segunda parte (método clínico) hemos de recurrir constantemente a nuestra hipótesis de trabajo (personalidad criminal). 10

IV.

BIBLIOGRAFÍA

El texto fundamental de la asignatura es el de JEAN PINATEL, como dejamos indicado más arriba. Vamos ahora a recoger algunos otros, que pueden ser útiles para complementar el indicado. COLIN, MARCEL. ETUDES DE CRIMINOLOGIE CLINIQUE. MASSON. PARÍS, FRANCIA. 1963. COLIN, MARCEL. EXAMEN DE PERSONALITÉ EN CRIMINOLOGIE. (Tomos I II) MASSON. PARÍS, FRANCIA. 1961. DI TULLIO, BENIGNO. PRINCIPIOS DE CRIMINOLOGÍA CLÍNICA. ESPASA CALPE. MADRID, ESPAÑA. 1965. V. HENTING, HANS. ESTUDIOS DE PSICOLOGÍA CRIMINAL. (Tomos I - IV) MADRID, ESPAÑA. 1961. HURWITZ, STEPHAN. CRIMINOLOGÍA. ARIEL, BARCELONA. 1965. MANNHEIM, HERMANN. COMPARATIVE CRIMINOLOGY (Tomos ROUTLEDGE AND KEGAN, LONDON, 1965.

I - II).

SEELIG, ERNST. TRATADO DE CRIMINOLOGÍA. INSTITUTO DE ESTUDIOS POLÍTICOS. MADRID, ESPAÑA. 1958. QUADERNI DI CRIMINOLOGÍA CLÍNICA. Revistas Editadas por el Centro de Observación de Rebibbia; en los que se recogen numerosos casos y monografías sobre el tema.

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LECCIÓN 2: DESARROLLO HISTÓRICO

Vamos a exponer por separado cuatro etapas o períodos, en los que se desarrolla la Criminología Clínica, a los que antepondremos la época en la que nace la misma. En líneas generales podemos afirmar que existe Criminología Clínica cuando se realiza un examen médico-psicológico-social del delincuente, en orden a diagnosticar su peligrosidad y a montar un tratamiento sobre el diagnóstico indicado. Pero la realización de tal examen tropieza con un doble género de dificultades: por un lado la de llegar al delincuente, lo que especialmente en los principios, no es fácil al criminólogo no adscrito al servicio penitenciario: por el otro, los reparos que se oponen por muchos a dicho examen, especialmente cuando no se trata de delincuentes sentenciados.

I.

NACIMIENTO DE LA CRIMINOLOGÍA CLÍNICA

La Criminología nace bajo el signo de la clínica. Cuando Cesar Lombroso marcha a Viena en octubre de 1855 a cursar el cuarto año de medicina, queda sorprendido por el sesgo que allí tienen los estudios médicos: en vez del tipo de enseñanza teórico de las universidades italianas, se encuentra con el pleno apogeo del método clínico. Día y noche se la pasa a la cabecera del enfermo, estudiando Medicina en el caso concreto. Porque el lema de la nueva corriente dice: “No hay enfermedades, sino enfermos”. Vuelto a Italia a continuar su carrera, aplica desde el primer momento éste nuevo método a la medicina en primer lugar, y de modo concreto a la psiquiatría en la que pronto se especializa. Todo lo quiere medir, pesar, controlar, en el caso concreto: por lo que sus colegas, admirados por la nueva dirección, le llaman con sorna “el médico de la balanza”. Cuando unos 15 años mas tarde de su evolución le lleva a través del alienado al delincuente, y especialmente cuando tras el descubrimiento de la fosita occipital mediana de VILLELIA se da de lleno al estudio del criminal y con ello funda la Criminología, su afán continua siendo el mismo: pesar, medir, cuantificar por el método positivo, todos los datos relativos al delincuente concreto. Por lo que a las abstracciones teóricas de la escuela clásica penal, opone el estudio concreto del delincuente.

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Esto le lleva a extremos como el de buscar por rincones y tabernas de Turín a los delincuentes, que convence se dejan examinar y estudiar con la promesa de una pequeña recompensa, cuando una serie de incomprensiones cierran a LOMBROSO todo acceso a las cárceles y establecimientos penitenciarios. Y así consigue presentar a sus alumnos casos prácticos, en los que conozcan al delincuente concreto y sobre el que realizan todo un verdadero estudio clínico. Por ello puede repetir LOMBROSO en el apogeo de su fama, que su aportación ha consistido en hacer ver en contra de la Escuela Clásica, que no hay que estudiar al delito, sino al delincuente; en lo que por tanto aplica el axioma de la Medicina Clínica, que dejamos recogido más arriba. Y por lo mismo exige en el Rapport, presentado al IV Congreso Internacional de San Petersburgo (1890) El Tratamiento Penitenciario Individual del Delincuente, lo que presupone el examen también individual del mismo, aunque tal examen lo concreta LOMBROSO en el aspecto médico. GAROFALO es sin duda el autor más equilibrado y práctico en la Escuela Positiva; por lo que sus directrices son las que han encontrado mayor acogida en el Derecho Penal moderno. En relación con la Criminología Clínica elabora ya en 1878, el concepto de temibilidad, como criterio de medición de la peligrosidad del delincuente; y con ello posibilita la investigación científica y cuantificada, base imprescindible de toda clínica criminológica. Pero además describe con precisión en su Criminología (1885) la necesidad de añadir al examen médico, postulado por Lombroso, el sociológico. Por el contrario FERRI desvía en este punto, como en tantos otros, la atención de la Escuela Positiva hacia cuestiones teóricas y hacia una estéril polémica de principios; del todo contraria a la orientación primitiva del lombrosianismo y a la esencia misma de una Criminología, que había nacido como clínica. Habían de pasar unos cuarenta años antes que la investigación criminológica se concentrase de nuevo en el caso concreto, en la clínica.

II.

CAMPO PENITENCIARIO

Es en el campo penitenciario donde se sigue manteniendo más pura la directriz primera del lombrosianismo y ello por dos razones diversas. La primera porque el penitenciario puede realizar con facilidad el examen del delincuente concreto, imprescindible para toda clínica criminológica; la segunda, porque es el que más de cerca experimenta la necesidad de dicho examen en orden a la clasificación y al tratamiento del preso.

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ARGENTINA El primer país en crear un centro penitenciario para el estudio del delincuente, es Argentina. Ya en 1907 se abre en el Penitenciario Nacional un Servicio de Observación de Alienados, que poco después se transforma en Instituto de Criminología, al frente del cual se pone a José Ingenieros. Las experiencias acumuladas en el mismo son las que publica el mismo autor años más tarde en su Criminología. El Instituto sufre diversas vicisitudes, que no es del caso a enumerar; pero sigue hasta la actualidad en su labor clínica, aunque con diversos nombres y sedes. A partir de Argentina, se propaga en varia Repúblicas sudamericanas un fuerte movimiento clínico penitenciario, que lleva a la creación de centros semejantes en Brasil, Chile, etc.

BÉLGICA Uno de los más destacados seguidores de LOMBROSO es el belga VERVAECK, que desde los comienzos de su carrera se consagra al estudio antropológico del delincuente en las prisiones. Su obra recibe un fuerte impulso a partir de 1909 año en que se crean los laboratorios de Antropología Penitenciaria en la prisión de Bruselas. Especialmente se hace oír su voz en el Congreso Internacional Penitenciario de Londres (1925), donde en su Rapport afirma taxativamente, que es imposible un tratamiento científico del delincuente sin un estudio concreto de cada caso. Estimulados por tal programa se lanzan a su realización otros países centroeuropeos. Destaquemos entre ellos el Centro de Observación de Straubing en Alemania (cerca de Munich), y el de la Prisión de Graz (Austria), del que había de surgir una de las más potentes Escuelas Criminológicas del período entre ambas guerras mundiales, la llamada Escuela Biológica o de Graz, en la que habían de contar criminólogos de la altura de GROSS, LEZ, SEELIG, etc.

PAISES ANGLOSAJONES Es en ellos donde se realiza el primer intento de tratamiento individualizado fuera de la prisión, por medio de la Institución llamada Probation. El delincuente sometido a tal procedimiento recibe la oferta de no ser condenado a prisión, si se compromete a ponerse bajo la dirección de un Probation-Officer, por un período de tiempo determinado. Este le va orientando en su vida, para evitar que vuelva a reincidir en el delito.

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Estamos por tanto ante un tratamiento individualizado del delincuente, que encaja de lleno dentro de los postulados de la Criminología Clínica. Sin embargo, durante años se ha dejado al buen sentido de los Probation-Officers la clasificación y diagnóstico del caso con que tenían que enfrentarse. Hoy en día disponen en muchos puntos de métodos más científicos de trabajo.

REALIZACIONES ACTUALES Con posterioridad a la segunda guerra mundial, la Criminología Clínica se encuentra en su pleno apogeo, como veremos mas adelante. Por lo mismo también ha recibido nuevo impulso en el campo penitenciario, que ha sido quizás el más constante en cultivarla. Hoy en día existen Centros de Observación de delincuentes en la mayoría de los países civilizados; aunque no en todos ello se trabaja ni con el mismo método ni a la misma profundidad. Destaquemos entre ellos las realizaciones de los Estados Unidos, concentradas especialmente en California; y en Europa, los Centros de Fresnes (junto a París), que trabaja más bien en extensión que en profundidad; y el de Rebibbia (junto a Roma), que por el contrario se ha especializado en el estudio fino de pocos casos concretos. Los resultados de éste último Centro se van recogiendo en los Cuadernos de Criminología Clínica. Entre nosotros comienza también un Centro de Observación en la Prisión de Carabanchel, al que se van a aplicar las técnicas más modernas, y al que auguramos todo género de prosperidad.

III.

CAMPO JUDICIAL

Es aquí donde el problema de la inserción del examen médico-psicológico y social ha encontrado mayores dificultades. Vamos a analizar brevemente el problema que se presenta, y enseguida haremos un breve recorrido histórico. A.

PROBLEMÁTICA

El presunto autor de un delito se encuentra en situación especial, que es la que condiciona la posibilidad de someterle a un examen del género indicado. 1. Necesidad Por un lado es evidente la conveniencia o incluso necesidad de un tal examen, como viene señalando desde antiguo la Criminología. Puesto que el Juez se enfrenta entre otro con los siguientes problemas, para cuya solución sería necesario, en muchos casos, la ayuda de un dictamen pericial clínico: 15

a)

Determinación de la imputabilidad del Reo

En este punto ciertamente se viene permitiendo y usando desde la antigüedad la ayuda de peritos; pero téngase en cuenta, que eso solo se hace cuando el reo ofrece clara sospecha de ser un anormal. Por el contrario no se realiza tal examen en los demás casos al presentar una serie de enfermedades mentales, pueden no mostrarse fácilmente al ojo profano: tales entre otras, síndromes paranoicos. Por otro lado, y como señalaba KINBERG, tal modo de proceder pone en evidencia situación de desigualdad ante la ley al rico y al pobre; puesto que mientras el primero puede buscarse fácilmente un perito, el segundo solo puede recurrir a tal medio en casos extremos. Finalmente, el estudio pericial se limita a la imputabilidad del presunto reo, sin poder entrar en otros detalles de su personalidad, en si de gran utilidad para la labor judicial. b)

Concesión de la condena condicional

Si no queremos limitarnos a un mecanismo objetivista, debería conocer el Juez muchos aspectos de la personalidad del reo, antes de pronunciarse por la condena condicional; tales por ejemplo, el arraigo de su tendencia criminal, el ambiente familiar de que procede, el medio al que ha de volver al ser puesto en libertad, la necesidad que puede tener el reo su familia, o por lo contrario, la conveniencia de separarlo al menos temporalmente de la misma, etc. c)

Duración de la Pena

Los limites fijados por la ley, a veces permiten una gran amplitud al arbitrio judicial; ya que no solo el mismo grado en que oscila, en ocasiones fuertemente (veinte a treinta años), sino que por ejemplo en el caso de apreciarse una atenuante muy cualificada, puede el Tribunal trabajar la pena en uno o hasta dos grados. Lo que supone que en algunos supuestos (por ejemplo un simple homicidio), quede al arbitrio del Tribunal en un margen (en el caso indicado, entre veinte años y seis meses y un día de cárcel); e incluso en muchas ocasiones suponen dejar al reos prácticamente en libertad, ya que por la condena condicional o por computársele el tiempo de prisión privativa, ciertas penas privativas de libertad desaparecen. d)

Decisión de Régimen Penitenciario

Nuestra Ley concede al Tribunal que en el caso de reos cuya edad oscila entre los 16 y 18 años, la potestad de aplicarles una medida de seguridad, (internamiento en un Reformatorio) o la pena, rebajada ésta considerablemente. Para que el Juez pueda decidirse con conocimiento de causa por uno de dichos extremos, necesita sin duda datos precisos sobre el delincuente juvenil, que tiene que juzgar, y sobre el grado de maduración de su personalidad. Precisamente la falta de dichos datos, es al menos en parte la responsable de que nuestros Tribunales opten por la aplicación de la pena en vez de la medida, y que por lo dicho no exista entre nosotros prácticamente un limite intermedio en la edad penal, como se da en la mayoría de los otros países. 16

2.

Dificultades

Dos órdenes de dificultades se ponen al examen dicho en sede judicial, que vamos a examinar sucesivamente. a)

Garantías Personales del Presunto Reo

Hasta el momento de la sentencia condenatoria, todo acusado es aún inocente ante la Ley; por lo que ésta no puede en modo alguno disminuir sus derechos ni forzar al acusado a dejar entrar a un desconocido en los repliegues más íntimos de su personalidad, el problema se hace de día en día más acuciante, por los métodos y sistemas que va descubriendo la Psicología, para penetrar en zonas de la personalidad no accesibles a veces ni al mismo sujeto; y por supuesto de modo que el interesado en nada se percate del sentido del examen a que se le somete. b)

Empeño del Acusado en Mostrarse Inocente

La natural actitud de defensa que toma todo acusado (no sólo el culpable, sino incluso el inocente), le lleva a tender a falsear el examen a que es sometido, en la dirección que crearás conveniente para probar su inocencia. Esta actitud es compartida por la familia del acusado (al menos por regla general) y frecuentemente por cuantas personas saben que lo se les pregunta, puede ser manejado en contra del reo. Todo lo anterior lleva a que tanto las respuestas del mismo a las baterías de test, a la entrevista, etc.; como las de sus familiares y amigos, a los encargados de verificar la encuesta social, sean fuertemente sospechosas, en tanto que el acusado no ha sido juzgado.

B. DESARROLLO HISTÓRICO Todo lo anterior hace, que el examen clínico del acusado haya tropezado en su desenvolvimiento histórico y en concreto, en los intentos de admisión por las varias legislaciones, con dificultades mayores, que las que vimos había encontrado en su camino el mismo examen, cuando se trata de reclusos en un establecimiento penitenciario. Veamos rápidamente los diversos intentos y soluciones, que se han ido dando a dicho problema. 1. Comienzos Ya en 1911 (VII Congreso Internacional de Antropología Criminal postulaba el gran criminólogo sueco Olof Kinberg el examen previo a la sentencia, no solo de los acusados que dieran signos claros de anormalidad, sino también de todos aquellos, a los que una recta política criminal exigiere que fueran sometidos a dicho examen.

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Entre ellos contaba Kinberg a los autores de los crímenes más graves (homicidios, delitos violentos contra la honestidad, incendios, los reincidentes, los delincuentes juveniles o seniles, y finalmente los que se muestran asociales -vagabundos- etc.). Es decir, de todo delincuente, en el que se pudiera sospechar una personalidad inmadura o defectuosa. También en otros países, especialmente en los centroeuropeos, se fueron oyendo voces semejantes; pero la primera guerra mundial paraliza tales intentos. 2. Expansión En los años que corren entre ambas guerras mundiales, comienzan a realizar algunos países algo de lo postulado por los criminólogos, aunque con grandes precauciones, provenientes del deseo de no violar con ellos los derechos de la personalidad. En tal sentido se inician clínicas de observación en Suecia, en Bélgica, y en algunos de los Estados Unidos de América; pero por regla general, el examen clínico pretende tan sólo dictaminar sobre la posible anormalidad del acusado, sin entrar en otros aspectos de su personalidad. El país mas avanzado es Suecia, que ya en 1929 ordena el examen de los acusados en los Centros Penitenciarios de Observación. También en Bélgica se utilizan dichos establecimientos para el examen de acusados, pero solo dentro del estrecho margen concedido por la Ley de Defensa Social de 1930; esto es, en ciertos casos de estado peligroso. Finalmente en los Estados Unidos, la legislación no es uniforme, por su sistema federal; pero en general solo permite el examen clínico del acusado en muy reducida escala, al menos de modo coactivo. Sin embargo, por el desarrollo considerable que en dicha Nación ha adquirido el trabajo del psicólogo y del sociólogo, no es raro que sean utilizados éstos en sede judicial. Conviene también indicar que en los países de sistema jurídico anglosajón, la inserción legal del examen clínico, es más fácil que en los de sistema continental. Porque en aquellos, entra la declaración de culpabilidad del acusado y la sentencia se da un lapso de tiempo, que puede ser muy prolongado. Y es en dicho periodo, cuando el juez puede ordenar fácilmente el examen clínico, sin tropezar con las dificultades a que aludimos más arriba. 3. El Ciclo Europeo de Bruselas Para ver la solución de los problemas expuestos, convocó la Organización Mundial de la Salud de la ONU, un ciclo de estudios, que se desarrolló en Bruselas del 3 al 15 de Diciembre del 1951. En él se constituyeron tres diversas potencias (científica, judicial y administrativa) y a fin de abarcar los complejos datos del problema que nos causa.

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El ciclo de Bruselas recomendó poner en marcha dos diversos procedimientos de examen clínico del acusado o pre-delincuente. El primer lugar el de observación en régimen de internado; para el que se aconsejó utilizar ciertos anexos a la prisión, pero con organización del todo independiente de la misma o incluso separados de ella. En segundo lugar, el Sistema de Observación en Libertad; donde se trataría de un servicio médico-psicológico-social estatal o privado, pero del todo independiente del servicio penitenciario; en el que se atendiese a todos lo que desearan a someterse a observación. Especial interés revistieron los trabajos de la sección judicial, que es la que se enfrentó con el problema de coordinar los derechos de la personalidad del acusado con la práctica del examen clínico. Se propusieron dos soluciones diversas para ello. La primera es la que se utiliza en los países anglosajones: separación entre veredicto de culpabilidad y la sentencia, momento en que se puede insertar por tanto el examen clínico. La segunda consistía en efectuarlo antes del mismo veredicto de culpabilidad, pero con garantías suficientes para la defensa y por lo tanto con independencia del Juez. 4. Evolución Posterior Muchas son las naciones que van intentando encontrar actualmente una solución legislativa al problema indicado; aunque los avances no son aún muy notables. El intento más reciente es el francés, que en 1959 modificaba a tal efecto su Código de Procedimiento Penal. Pero aunque en con ello se ha conseguido un notable avance respecto a la situación anterior, la solución vista de ser satisfactoria por lo complejo de la misma y por las restricciones que se han ido introduciendo por vía jurisprudencial (véase en detalle en PINATEL, Pág.406). Entre nosotros se ha hecho muy poco. El Juez puede ordenar ciertamente el examen clínico del acusado, pero sólo cuando se da sospecha de enfermedad mental y por lo mismo tan sólo para dilucidar este aspecto de la personalidad del detenido. Solución que por tanto es del todo insuficiente y que debería ser modificada al ejemplo de lo que va sucediendo en otros países. IV.

LA INVESTIGACIÓN CLÍNICA

En contraste con el panorama aún relativamente pobre del examen clínico del acusador y el tampoco excesivamente halagüeño del examen del preso, hay que registrar un auge notable de la Criminología Clínica en casi todos los países en el campo de la investigación. Como dejamos apuntado, fue éste el sentido de la Criminología desde sus comienzos; y si por circunstancias varias llegó a apartarse del mismo al principio de este siglo, especialmente desde los años treintas y aún más notablemente desde el final de la segunda guerra mundial el peso de la investigación criminológica se ha volcado hacia la clínica. 19

El país donde con más empeño y mayor despliegue de medios se trabaja en el sentido, es sin duda los Estado Unidos, a los que Radzinowicz calificó de gigantesco laboratorio. Pero no olvidemos las aportaciones crecientes de otros países (Japón, Escandinavia, Holanda, URSS, Canadá, Inglaterra, Francia, Italia, etc.). Algunos de estos Centros siguen siendo anexos a prisiones o establecimientos penitenciarios; pero cada día van proliferando más los estudios realizados con independencia de la administración penitenciaria, sea en Universidad o en Centros de Investigación Estatal o Privada. Particularmente se han multiplicado tales Centros de Investigación en relación al tipo de psicópata delincuente; o de tipos semejantes, intermedios entre el hombre normal y el anormal. No menos interesante son las investigaciones sobre áreas delincuenciales o sobre clases o grupos de vida social (mendigos, vagabundos, etc.), realizados con ritmo siempre creciente en nuestros días por buen número de investigadores y en el medio ambiente en que se mueven dichos grupos sociales. Finalmente recordemos los interesantes estudios llevados a cabo preferentemente en los Estados Unidos en relación a la White Collar Criminality (Criminalidad de Cuello Blanco) especialmente en la vertiente económica de la misma.

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PRIMERA PARTE TEORÍA DE LA PERSONALIDAD CRIMINAL

La Clínica Criminológica pretende el estudio del caso concreto; para lo que ha de efectuar un examen, diagnóstico, pronóstico y programa de tratamiento del sujeto en cuestión. Pero dichos pasos de toda clínica presuponen saber lo que se examina, diagnostica, pronostica o trata; lo que en nuestro caso significa que sabemos en qué consiste ser delincuente, que tenemos un concepto diferencial del mismo, que lo separa netamente del que no es criminal. Este concepto diferencial se expone en la que llamamos la teoría de la personalidad criminal. Pretende por tanto dicha teoría, darnos criterios para separar al delincuente del que no lo es; y dentro del grupo de los delincuente, para poder determinar el grado en que lo son y en el que parece que volverán a reincidir en su camino criminal. Por ello creemos conveniente comenzar por el estudio de la Teoría de la Personalidad Criminal, antes de exponer los métodos de examen, diagnóstico, pronóstico y tratamiento del delincuente; ya que dicha teoría constituye la hipótesis de trabajo previa, sobre la que se monta el estudio clínico-criminológico. Vamos por tanto a pretender determinar en qué consiste ser delincuente. Es más, parece necesario ampliar nuestro radio de acción y estudiar no sólo al que ya ha cometido un delito, sino también al que está a punto de cometerlo: al que se encuentra en estado peligroso. Puesto que desde el enfoque social y terapéutico, es mejor prevenir que curar. Luego estudiaremos en primer lugar en que consiste estar en estado peligroso y en segundo lugar que elementos de la personalidad contribuyen más a producirlo; este será el que tema de la lección 3. Luego expondremos en lecciones sucesivas (4 y 7) los elementos fundamentales de la llamada personalidad criminal.

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LECCIÓN 3 LA PERSONALIDAD CRIMINAL

Vamos a exponer el concepto de estado peligroso y los elementos que lo producen, según la Teoría de la Personalidad. Pero antes pondré unas breves consideraciones sobre las posibles posturas o puntos de partida de la Criminología Clínica, que ayudarán a comprender el sentido en que admitimos la teoría de la personalidad criminal y el valor metodológico que otorgamos a la misma.

I. PUNTOS DE PARTIDA Cuando un equipo clínico-criminológico se sienta alrededor de la mesa de trabajo, para estudiar un delincuente (o pre-delincuente) concreto, puede tomar una de las tres posturas que indicamos, respecto al criterio diferencial entre los delincuentes y el resto de la población. A.

NO ESPECIFICIDAD DEL DELINCUENTE

Supone esta postura, que el delincuente es un hombre como todos los demás: por lo que en el grupo de delincuentes se darán los mismos tipos e incluso en semejantes proporciones, que en los grupos restantes de la población de que procede. Por lo tanto, la conducta antisocial, propia del delincuente, en nada sustancial difiere de otros módulos comportamentales en cuanto a su estructura, etc. La diferencia es la que una se mueve dentro de la ley y la otra al margen de ella. La ventaja de un tal punto de partida, es que permite sentar a la mesa redonda del equipo a los representantes de las diversas especialidades o ciencias necesarias (Psicología, Psiquiatría, Sociología, etc.) sin una mayor selección y sin compromiso previo. En realidad no se les exige más que un conocimiento profundo de su rama y la capacidad de trabajar en equipo, semejante a la de cualquier otro equipo clínico. Pero el gran inconveniente de dicha postura es, que al no buscar nada específico nada encuentra típico de la criminología; es más, que por tanto fácilmente puede dejar escapar lo característico del criminal y por lo mismo fracasar en su intento. Además parece que el progreso de la Criminología nos va demostrando que no se puede admitir una absoluta homogeneidad entre la población delincuencial y la que no la es, ni desde el punto de vista psicológico ni desde el psiquiátrico ni desde el sociológico. 22

B.

DIFERENCIACIÓN ESPECÍFICA

Enfoca el problema desde un ángulo del todo opuesto al anterior: para esta postura el delincuente difiere específicamente del que no lo es. La conducta antisocial es fundamentalmente diversa; y por lo mismo la etiología del delincuente ha de ser distinta de la de la población no delincuencial. La ventaja de esta postura es la de que al buscar un criterio diferencial entre el delincuente y el que no lo es, hará avanzar la Criminología al estudiar dicho criterio, descubrir otros o al ir perfilando su punto de partida. Por otro lado obligará a los diversos especialistas que forman el equipo, a conjuntar sus conocimientos y hacer así verdadera Criminología, y no limitarse a la mera aplicación de sus especialidades. Tiene sin embargo el inconveniente de radicalizar el enfoque; ya que una diferencia realmente específica entre el delincuente y el que no lo es (y menos entre todo delincuente y todo no delincuente), no parece posible de demostrar desde el punto de vista científico. C.

DIFERENCIACIÓN MERAMENTE CUANTITATIVA

Adopta una postura intermedia entre las dos anteriores: entre el delincuente y el que no lo es, no se da una diferencia específica (o cualitativa) propiamente dicha; pero tampoco puede afirmarse que no se de diferencia ninguna entre la población normal y la delincuencial. La diferencia es por lo tanto de orden cuantitativo: es diferencia de grado en los varios aspectos que componen una personalidad: en el psicológico, psiquiátrico, sociológico, etc. Es más, tales diferencias cuantitativas no son las mismas en todos los delincuentes, sino que varían según los diversos tipos: unos presentan más marcadas las anomalías psicológicas, otros las psiquiátricas, etc. Tal postura parece reunir las ventajas de los dos anteriores y evitar notablemente sus inconvenientes. Porque permite convocar en mesa redonda a los diversos especialistas necesarios, construir una hipótesis de trabajo sobre lo característico del criminal, y luego aplicarla con gran elasticidad al caso concreto. Además obliga a especializarse en el delincuente y en el pre-delincuente y en lo característico del mismo a los representantes de las diversas ramas indicadas; con lo que no sólo se contribuirá al avance genérico de cada una de dichas disciplinas, sino al específico de la Criminología. Lo que llevará finalmente a ir conociendo mejor los distintos aspectos del fenómeno criminal, a fijar sus cuadros, a buscar su etiología y a arbitrar procedimientos para el tratamiento de los mismos. 23

En una palabra, a cumplir plenamente los fines de la Criminología Clínica; por lo que parece que la presente postura es la más fructífera para nuestra disciplina. II. ESTADO PELIGROSO El primer paso hacia un concepto diferencial del delincuente es la determinación de qué entendemos bajo el nombre de “delincuente” es decir, que clases de personas incluimos en tal categoría. Es claro ante todo, que entran en dicho nombre los delincuentes propiamente dichos: los que han cometido o han sido condenados por un delito determinado. Pero cualquier observador superficial comprende que el grupo reducido de los condenados por un delito, en modo alguno agota el mundo de los que viven del delito y por lo tanto lo comenten con frecuencia, aunque tengan la habilidad de escapar por más o menos tiempo a la persecución de la policía. Es más, también se comprende fácilmente, que al clínico-criminológico no sólo le interesa el ya delincuente, sino el que según todas las apariencias está a punto de serlo: ya que en primer lugar constituye éste un peligro social incluso mayor que el mismo delincuente (ya que por carecer de antecedentes penales, puede el predelincuente obrar con más impunidad), y en segundo lugar ofrece mayores posibilidades de resocialización que el ya caído en el delito, por conservar el predelincuente su fama integra, su puesto de trabajo y una serie de valoraciones e inhibiciones, que el delincuente va perdiendo poco a poco. Por eso se ha arbitrado desde los comienzos de la Criminología el concepto de estado peligroso, del que vamos a ocuparnos. En él se quiere comprender tanto al delincuente como al pre-delincuente; y en el caso del primero, tanto al que ofrece fuerte probabilidad de seguir delinquiendo, como al que parece ser menos temible. A.

CONCEPTO

Por estado peligroso entendemos la situación en que se encuentra una persona, que esta a punto de cometer un delito; tanto en el caso de que ésta sea su primera trasgresión de la Ley (estado peligroso pre-delincuencial), como en el que ya haya cometido uno o muchos delitos (estado peligroso post-delincuencial). El nombre “estado peligroso” viene de la Psiquiatría, en donde se utiliza ya desde antes; es más, muchas legislaciones lo han manejado para indicar el estado en que se encuentra un enfermo, al que por el peligro que supone, se le puede e incluso debe obligar al internamiento en un Centro Psiquiátrico. Dicho concepto es trasladado a la Criminología por Garófalo, quien ya en 1878 habla del mismo, respecto al delincuente.

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Pero no expone dicho autor la doctrina sobre el estado peligroso completa desde un principio, sino que comienzan por distinguir la que llama temibilidad (que se corresponde con la que hemos de denominar capacidad criminal) y poco después nos habla también de la adaptabilidad social. Con ello deja perfecto, ya hace un siglo el concepto del estado peligroso y las dos magnitudes que determinan el mismo. Sin que desde entonces haya habido que modificar sustancialmente la exposición garofaliana, que por tanto vamos a seguir. B.

COMPONENTES

Los componentes del estado peligroso son: la capacidad criminal (temibilidad, en el lenguaje de GAROFALO) y la adaptabilidad social del delincuente. 1. Capacidad Criminal Según GAROFALO, la temibilidad es la perversidad constante y activa de un delincuente y la cantidad de mal que puede temerse del mismo. O dicho de otros modos la tensión interna delictiva, la potencia delincuencial, lo que es capaz de dar de sí su personalidad concreta en el campo delictivo. Tal capacidad depende por lo mismo de la personalidad del sujeto en cuestión, puesto que no consiste más que, por así decirlo, en la aplicación de la personalidad al delito. Lo anterior no prejuzga sin embargo en modo alguno la cuestión etiológica: si la capacidad indicada proviene más bien de la herencia o del medio social del delincuente. Porque lo único que afirmamos es que la capacidad criminal depende de la personalidad; pero queda sin responder ni tocar para nada la cuestión de qué factores influyeron en mayor medida en la formación de dicha personalidad. Cuestión que habrá que responder en cada caso de modo diverso. 2. Adaptabilidad Social El estado peligroso no sólo depende de la tensión interna delictiva a la que hemos llamado capacidad criminal, sino que también vienen condicionado por el medio en que dicho sujeto se mueve, en el que haya de expansionarse y realizarse dicha tensión interna. Puesto que según el medio social, puede suceder que una misma capacidad criminal encuentre empleo dentro de la ley o se lance por caminos extra legales a realizar sus fines. Esto nos indica que en nuestra concepción, la capacidad criminal no es específicamente delincuencial, sino que tan sólo dificulta en mayor o menor grado la vida dentro de la ley; punto de partida, que hemos adoptado anteriormente.

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Por ello defendemos ahora, que la peligrosidad de un sujeto no depende tan solo de la tensión interna del mismo, sino también del medio en el que ha de desenvolver su personalidad. Por lo tanto la adaptabilidad social habla del medio o ambiente, en que vive el delincuente, no ya como factor que modele su personalidad; en tal sentido se estudios anteriormente, al hablar de la etiología de la capacidad criminal. Ahora nos interesa el medio como campo de expansión de la personalidad, nos interesan las posibilidades que el mismo ofrece al sujeto para realizar los planes, sean legales o delictivos. En tal sentido definimos la adaptabilidad social como la idoneidad del delincuente para la vida social; como las posibilidades de adaptación de la actividad del delincuente al medio en que se inserta. Lo que ya nos indica que la mucha adaptabilidad social no siempre disminuye, sino que incluso puede aumentar fuertemente la peligrosidad del delincuente. Ya que si se haya dotado de fuerte capacidad criminal y fuerte adaptabilidad social, se lanzara fácilmente al delito, que encubrirá no menos fácilmente con formas socialmente admitidas y por lo tanto difícilmente desenmascarables. 3.

Relación Entre Ambos Aspectos.

Capacidad criminal y adaptabilidad social con dos incógnitas que varían independientemente y que por lo mismo pueden dar lugar a múltiples manifestaciones del estado peligroso, que estudiaremos más abajo (lección 10). Brevemente indiquemos ahora tan solo, que junto a la forma más arriba apuntada de fuerte capacidad criminal y fuerte adaptabilidad social, pueden aparecer también una fuerte capacidad criminal unida a poca adaptabilidad social (muchos de los pequeños delincuentes habituados), baja capacidad criminal y baja adaptabilidad social (los asociales), y finalmente baja capacidad criminal y fuerte adaptabilidad social (más bien, ocasionales). Esto es, todas las posibles combinaciones de dichos elementos. C.

FORMAS

El estado peligroso puede presentar dos formas fundamentales, que con uno u otro nombre han sido distinguidas desde los principios de los estudios criminológicos: la crónica y la aguda. 1.

Forma Crónica

Es la que se ha anclado en el carácter del delincuente y por tanto viene a ser nota constitutiva del mismo. Luego se trata de una estructura estable de la personalidad, que hace proclive al delito.

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Indiquemos de nuevo (como lo hicimos al tratar de la capacidad criminal), que lo anterior en nada prejuzga la cuestión etiológica; se limita a decir, que la tendencia al delito, la capacidad criminal, está fuerte y establemente arraigada en la personalidad con estado peligroso crónico. Pero nada dice si el arraigo ha sido debido a los factores hereditarios o a los mesológicos.

2.

Forma Aguda

Es el momento que precede inmediatamente en todo delincuente a la comisión de un delito: cuando se encuentra ya del todo decidido y dispuesto a cometerlo. El instante en que se va a dar el paso al acto. En el sentido indicado, también la forma crónica del estado peligroso desemboca en una crisis aguda antes de llegar al delito. Pero en el uso normal, solemos hablar de forma aguda del estado peligroso, cuando se trata de un individuo que no vive de forma crónica en dicho estado, sino que llega a él de modo ocasional. Pero no deja de ser cierto que la forma aguda del estado peligroso señalada (la del ocasional) puede convertirse paulatinamente en forma crónica, es más, que en algún modo todos los que poseen el estado peligroso en forma crónica han pasado diversas fases de la aguda, al cometer sus delitos. Aquí sin embargo hay que hacer una precisión desde el punto de vista etiológico, que nos llevará a distinguir dos tipos delincuenciales del todo diversos entre los crónicos: la forma crónica del estado peligroso puede deberse a una estructura de personalidad hereditaria (y en tal sentido podríamos decir que el individuo nace ya con la forma crónica del estado peligroso) o a una estructura adquirida por la repetición de actos, de fases agudas del estado peligroso (lo que vendría a ser la forma crónica con habitualidad). Ambos son los tipos que vienen señalándose desde el principio de la Criminología con uno u otro nombre, dentro del grupo de los delincuentes profesionales o crónicos: el que Lombroso llamó delincuente nato y el que llamó habitual. Anotemos de pasada que en el primero de los casos no habló jamás Lombroso de una fatal condena al delito, sino de fuerte tendencia congénita al mismo; y en el segundo se trata según dicho autor de un ocasional que llega a crónico por la repetición de actos; conclusiones ambas abonadas y confirmadas por la Criminología Contemporánea.

D.

MODOS DE INVESTIGACION

Para llegar a determinar el grado en que un individuo se encuentra en estado peligroso, es menester servirnos de ciertos índices, de determinados criterios diferenciales, que nos permitan por un lado separar a dicho individuo del normal y en segundo lugar apreciar la intensidad y características del estado peligroso en que se encuentra.

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Tales índices o criterios no han de diversificarse específicamente de los que se observan en la población no delincuente, sino solo de modo cuantitativo, según lo que indicamos al principio de esta lección. Pero han de ser tales, que se pueden investigar a fondo y en cierto modo medir, para poder determinar así la presencia y en su caso la gravedad del estado peligroso. 1. Índices legales Se trata en ellos de la gravedad del delito cometido por el sujeto que examinamos, gravedad que nos indica la pena impuesta al delito en cuestión. Pero tal índice no basta por sí solo para determinar el estado peligroso; y eso por varias causas. Ante todo, porque no solo nos hemos de enfrentar con delincuentes, sino también con pre-delincuentes, en los que nos fallan de modo absoluto los índices legales, ya que aún no han cometido delito alguno. Pero incluso en el caso de delincuentes sentenciados, los criterios legales no indican suficientemente la peligrosidad del sujeto. Por poner un ejemplo, los delitos contra la vida son legalmente los que se consideran como más graves (los que tiene mayor pena), mientras que el índice de reincidencia en ellos es muy pequeño. Por el contrario, el hurto de un carterista puede con frecuencia no llegar ni siquiera a ser delito (mera falta hasta las 2.500 pts.), mientras que dicho sujeto ha de reincidir constantemente en su actividad delictiva, en cuanto puede preverse humanamente. Es decir, que en el primer caso nos encontramos ante un estado peligroso agudo y que parece no pasará a crónico, y en el segundo, de un estado peligroso crónico y frecuentemente casi incapaz de tratamiento, al menos por los medios actuales. Mientras que los criterios legales (la pena conminada a ambos delitos), parecen indicar lo contrario: máxima importancia del primer caso y mínima del segundo. 2. Índices Psico-sociales Se funda en el estudio de la personalidad del sujeto en cuestión; trabajo que comprende los diversos aspectos de la misma, propios de la clínica que venimos señalando; psicológico, sociológico, jurídico, etc. Luego el presente enfoque engloba la anterior, puesto que incluye entre los elementos de juicio también los criterios legales; pero lo complementa con datos procedentes de todas las disciplinas que se ocupan del estudio de la conducta humana. Lo anterior nos indica que los criterios presentes son muchos más fiables y que por lo mismo son los que han de manejarse en la clínica criminológica. Conviene no olvidar sin embargo, especialmente a la hora del pronóstico de comportamiento, que tales criterios ofrecen sin duda una serie probabilidad de acierto; pero que en modo alguno están desprovistos de errores. 28

Por lo que no pueden manejarse como técnica totalmente fiable, sino tan solo como instrumento aproximado, con mayor o menor margen de error, según los casos y por lo mismo conviene complementarles con todos los medios al alcance de equipo clínico–criminológico, algunos de lo cuales recogeremos en la lección 11. Especialmente sería del todo improcedente lanzarse a la aplicación indiscriminada de medidas de seguridad a pre-delincuentes con alto índice de peligrosidad desde el punto de vista psico-sociológico. Porque nos expondríamos a graves errores, que mantuviesen altos y quizás de por vida sujetos a medidas de seguridad a verdaderos inocentes. Y no menos sería tal modo de proceder un grave riesgo para la seguridad jurídica del ciudadano normal, protegida por el principio de legalidad.

III. PERSONALIDAD CRIMINAL Hemos visto en qué consiste el estado peligroso; esto es, la situación en que se encuentra un hombre, que está a punto de cometer un delito. Pero por muy intensa que sea dicha situación, nadie es delincuente, por el mero hecho de encontrarse en la misma; es más, la experiencia nos enseña, que en situación idéntica unos se deciden por la situación delictiva, mientras otros no dan el salto al delito. Luego es menester avanzar más y procurar determinar, en que consiste la diferencia entre ambos grupos de personas que se encuentran en estado peligroso. O dicho de otro modo, cuál es el concepto diferencial del delincuente.

A.

CONCEPTO DIFERENCIAL DEL DELINCUENTE

De lo anterior podemos ya deducir una respuesta inicial: es delincuente el que desde el estado peligroso da el paso al acto delictivo. Adoptamos por tanto una consideración dinámica del delincuente; y por lo mismo Criminológica. Y seguimos en éste punto la teoría de Etienne de Greeff, que ha encontrado amplia aceptación entre los Criminólogos de todos los países. Según la indicada teoría del paso al acto (passage al acte; acting out), el criminal tiene una zona de tolerancia más baja que el no criminal, ante los estímulos criminógenos ambientales. Por ello precisamente pasa al acto delictivo; mientras el no delincuente se mantiene dentro de la Ley, sea por los motivos que sean, que actúan en el último de reductores o frenos ante el estímulo criminógeno. A esta zona de más baja tolerancia, se le llama también umbral delincuencial, con término tomado de la psicología de las sensaciones. Como es sabido, el que una sensación sea percibida por un sujeto no depende tan solo del estímulo externo, sino del llamado umbral absoluto inferior y el superior. 29

Así por ejemplo, nuestro ojo no es capaz de percibir ni por debajo de las vibraciones rojas (infrarrojas), ni por encima de las violetas (ultravioletas) igualmente en el oído, no percibimos un sonido con menos de 16 ciclos por segundo ni con más de 20.000. Desde el punto de vista criminógeno nuestro interés se centra en el umbral inferior; y paralelamente al mismo se ha montado la teoría del umbral delincuencial, luego este se medirá por la cantidad de estimulo criminógeno necesario para que un individuo concreto pase al acto delictivo. Tal umbral no es igual para todos los individuos, puesto que como acabamos de indicar (y es por demás obvio), no todos los hombres pasan al acto delictivo ante el mismo estímulo criminógeno. Es más, ni siquiera es el mismo en un individuo para toda clase de estímulos, ya que no todo delincuente comete toda clase de delitos, ni es igualmente proclive a todos los que comete. Lo que indica, que la teoría del umbral absoluto de la Psicología General sólo en parte se corresponde con la del umbral diferencial. El concepto de umbral delincuencial nos permite sin embargo determinar la relación en que se encuentren la situación externa la personalidad del delincuente en el momento del paso al acto. Es evidente que ambos concurren; puesto que si el estimulo permanece constante, dependerá del umbral el que un sujeto pase el acto y el otro se mantenga en la observancia de la Ley; y por el contrario, si el umbral permanece constante, será la fuerza del estimulo quien decidirá el paso al acto. Téngase en cuenta sin embargo, que la contraposición anterior no toca problema del influjo relativo de la herencia y el medio en el delito; ya que la personalidad del delincuente (y por tanto un umbral delincuencial) se debe en parte a factores hereditarios y en parte a los sociológicos. Lo dicho indica, que desde el punto de vista de la Criminología Clínica, nos interesa determinar los factores de la personalidad, que rebajan el umbral diferencial y los que lo eleva; puesto que solo así podremos diagnosticar el estado peligroso de un individuo, y consiguientemente intentar tratar su personalidad a fin de disminuir su tensión al acto delictivo. Vamos por tanto a intentar determinar, cuales son los factores que facilitan el paso el acto al rebajar el umbral delincuencial; o dicho de otro modo cuales son los factores que integran la llamada personalidad criminal. B.

FACTORES INTERGRANTES DE LA PERSONALIDAD CRIMINAL

Varios han sido los métodos utilizados en Psicología Criminal, para intentar determinar los factores que rebajan el umbral delincuencial y que por lo mismo favorecen el paso al acto delictivo. Aunque quedan enumerados en dicha asignatura, vamos a recordarlos de pasada. 30

1. Métodos de fijación empleados Veamos por orden cronológico de aparición; y recordemos ya desde el principio, que dependen estrechamente de las corrientes dominantes sucesivamente en la Psicología Diferencial, ya que la Criminal depende lógicamente de ella.

a)

Época de las Tipificaciones

Fundamentalmente en el período comprendido entre las dos guerras mundiales, es cuando se intenta en Psicología Criminal aplicar la vasta gama de tipificaciones estudiadas por los psicólogos, al campo de la criminología, apenas hay tipificación de importancia, que no encuentre su replica criminológica, por lo que HURWITZ llega a escribir con frase un tanto ponderativa, que cada criminólogo desarrolló la suya. El resultado de dichas investigaciones fue comprobar, que no exista un tipo psicológico, bajo el que se escondiese el delincuente; entre otras cosas, porque no existe el delincuente como tipo único, sino una variada gama de tipos delincuenciales. Por el contrario se pudieron fijar una serie de correlaciones entre los diversos tipos y su modo de actuar delincuencial: época de comienzo de la criminalidad, modo de desarrollarse la misma, reincidencia, etc. Finalmente se llegó a la conclusión, de que las tipificaciones trabajaban con macro unidades; y que si se quería llegar a resultados verdaderamente científicos en el estudio e la personalidad criminal, había que utilizar técnicas de investigación más aquilatada y unidades más finas.

b) El análisis factorial Dicho resultado coincidía con la corriente de la Psicología Diferencial, que al comprobar el éxito obtenido en la investigación del entendimiento por el análisis factorial, quiso trasladar técnica al campo de la personalidad. Existía para ello una dificultad notable: la de poder cuantificar los rasgos de la personalidad de modo que fueran susceptibles de tratamiento estadístico. Por ello se comenzó con métodos más amplios de investigación. Se procuró estudiar diversos grupo delincuenciales y con distintas técnicas (estudios de psicópatas, sociológicos, clínicos, etc.) pero en todos ellos se intentó fijar los rasgos fundamentales del grupo en cuestión. El resultado fue el de ir separando lentamente una serie de factores, que se consideraron característicos del grupo de probando sometido a examen. 31

Lo más interesante, es la comprobación que hicimos en Psicología Criminal, que los rasgos característicos fundamentales de todos los grupos delincuenciales indicados, coincidían notablemente; a pesar de la variedad de los investigadores que habían realizado los estudios, de la diversidad de métodos empleados, de las hipótesis de trabajo distintas, e incluso de los presuntos o puntos de partida, a veces totalmente encontrados. Y dichos rasgos eran bajo nombres diversos en ocasiones, fundamentales los mismos que vamos a exponer en nuestra teoría de la personalidad criminal: teoría que si su formulación actual se debe a HEIYER, tiene detrás de si todas las investigaciones indicadas. Por tanto se funda nuestra teoría en un análisis factorial de la personalidad criminal; aunque aún en estado algo intuitivo, puesto que no se ha comprobado suficientemente con métodos estadísticos.

2.- Resultados obtenidos Partimos del supuesto indicado más arriba, de que el no delincuente posee mecanismo inhibitorios suficientes ante el estímulo delincuencial; son los que le sirven de reductores o frenos ante la tentación y por los que mantiene dentro de la Ley. Estos frenos pueden actuar en dos momentos diversos: o bien al fomentarse la decisión delictiva, o bien cuando se intenta la realización de la misma. En el primer caso se presenta bajo el común denominador de temor ante las circunstancias del delito; en el segundo en forma de carencia de medios y cualidades para realizarlo. El negativo del cuadro anterior lo presenta el delincuente: este carece de mayor o menor grado de dichos reductores; por lo que su umbral delincuencial es más bajo. Cuando lo que le falta es el temor a las consecuencias del delito, habla de la inintimidabilidad; cuando posee los medios o cualidades para realizar un delito, hablamos de nocividad delincuencial. Analicemos ahora por separado una serie de factores criminógenos.

a) Inintimidabilidad Consiste en la falta de temor a las consecuencias del delito, como acabamos de indicar. Pero estas consecuencias desagradables pueden provenir de dos órdenes de factores: o del reproche social, o de la pena impuesta al delincuente. El reproche social ante el delito se debe a la valoración ética o moral imperante en un grupo social determinado. Por lo que el delincuente será tanto más insensible a la misma, cuanto más egocéntrico sea; es decir, cuanto sea intelectualmente más independiente del grupo social con el que convive.

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El temor a la pena que puede seguir al delito actúa más o menos en una persona (al igual que cualquier clase de premio o castigo futuro) según su estabilidad afectiva. Luego es la labilidad afectiva la que más contribuye a reducir este temor, ya que impide al delincuente dejar actuar sobre sí mismo la amenaza futura. Es claro que cuanto menor sean ambos temores indicados (o dicho de otro modo, cuanto más inintimidable sea el delincuente en cuestión), más bajo será su umbral delincuencial; puesto que tendrá menos dificultades internas, menos mecanismos inhibitorios para la resolución delictiva.

b) Nocividad Pero una vez decidido un delincuente a cometer un delito, puede ser aún detenido por las dificultades que prevé en su ejecución, si las considera insuperables para sus fuerzas. Por esta razón es por lo que no todo delincuente se lanza a todo delito; e incluso por la que algunos no delincuentes se mantienen dentro de la Ley; se consideran incapaces de cometer el delito dado con probabilidades de éxito. Lo que indica, que cuanto mayor sean las cualidades del delincuente en orden a la ejecución del plan delictivo, más fácilmente pasará del estado peligroso al acto criminal. Y dicho conjunto de cualidades es lo que llamamos la nocividad; por lo que vamos a examinar que factores psicológicos son los que lo facilitan. Ante todo supone todo delito una perseverancia en el camino emprendido, venciendo para ello todas las dificultades externas que puedan surgir. Es decir, una fuerte tensión interna hacia el fin delictivo unida a medios suficientes para salir adelante con el delito; lo que vamos a llamar agresividad. Pero además ha de contar el delincuente con dificultades afectivas internas al propio delincuente; la víctima despojada, la sangre, el dolor de los seres queridos, pueden frenar más de uno ante la ejecución del hecho, o llevarle a un delito de menor monta. Luego cuanta mayor indiferencia afectiva tenga el delincuente, mayor frialdad de ánimo, más peligroso es sin duda puesto que pasará con mayor facilidad al acto delictivo.

3. RESUMEN Y CONCLUSIONES Indiquemos para terminar que los cuatro factores psicológicos señalados, no son específicos de la personalidad criminal si se consideran aisladamente sino en cuanto forman constelación. Es su unidad dinámica la que rebaja fuertemente el umbral delincuencial y por lo mismo constituye la que llamamos personalidad criminal. Cierto sin embargo que no es menester que siempre se den todos en la misma proporción ni intensidad. Precisamente es su variedad la que constituye los diversos tipos criminológicos y la diferente peligrosidad de los mismos. 33

También conviene recordar que los rasgos indicados, no han sido obtenidos de modo deductivo, a pesar de que en la exposición de los mismos y por motivos pedagógicos se han seguido un plan lógico. Por el contrario son el fruto de diversas investigaciones, como señalamos más arriba. Por lo mismo hay que afirmar, que otros rasgos señalados por los investigadores, no constituyen el centro de la personalidad criminal, puesto que no facilitan el paso al acto delincuencial. Sino que tan solo hacen diversificarse los distintos delincuentes por el tipo de delito escogido, por las modalidades de ejecución del mismo, etc. Lo que explica además el poco éxito de las investigaciones sobre delincuentes con tipificaciones psicológicas, ya que éstas se fijan precisamente en dichos rasgos, que nos hablan sólo del modo con que se realiza el delito; pero no llegan a descubrir un criterio diferencial entre el delincuente y el que no lo es, ni tampoco puede construirse con ellas un esquema válido de personalidad criminal. Finalmente comprenderemos mejor dos cosas indicadas anteriormente: La primera que es la capacidad criminal la que fundamentalmente influye en la delincuencia. Mientras que la segunda que es la adaptabilidad social se limita a diversificar las modalidades de la misma. La segunda, muestra la postura inicial ante el problema de la personalidad criminal: ni nos decidimos por una diferenciación específica entre el delincuente y el que no lo es, ni tampoco por la negación de toda diferencia. La recta solución es afirmar que existe tan solo una diversidad cuantitativa, puesto que todo hombre posee los factores criminógenos indicados e incluso pueden formar constelación; pero el grado de los mismos y su combinación son los que dan la clave de arco para la intelección de la personalidad criminal.

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LECCIÓN 4 EL EGOCENTRISMO

Comenzamos el estudio de los factores que integran la personalidad criminal con la exposición del primero de ellos: el egocentrismo. A la vez es la primera de las notas que contribuyen a la inintimidabilidad del delincuente. En primer lugar nos ocuparemos con el estudio del egocentrismo en clínica general (esto es, fuera de la criminológica), para exponer seguidamente las manifestaciones clínico-criminológicas del mismo. Terminaremos con unas notas sobre la razón de por qué el egocentrismo facilita el paso al acto delincuencial.

I.

ESTUDIO CLÍNICO GENERAL

Tras un concepto descriptivo del egocentrismo, expongo sus clases y finalmente las diversas teorías sobre su etiología; pero siempre en el plano de la clínica general (no criminológica), por lo que los datos propiamente criminológicos del egocentrismo quedan para la segunda parte de esta lección.

A.

CONCEPTO

Suele entenderse por egocentrismo la tendencia a referir todo a sí, a convertir el YO en el centro del mundo, como la misma etimología (ego-centrismo) nos indica.

B.

CLASES

Aunque el egocentrismo suele considerarse especialmente en su vertiente intelectual, existen también otros aspectos (afectivos, social), del mismo, que vamos a exponer. Voy también a hacer referencia a los tipos caracterológicos de KRETSCHMER, con el mero objeto de aclarar más las formas de manifestación del egocentrismo en los distintos casos, y así facilitar el reconocimiento del mismo en clínica. 1.

Intelectual

Como acabo de indicar, es el que suele considerarse el egocentrismo por antonomasia. Consiste en valorar de tal modo los propios juicios, enfoques, posturas intelectuales, etc., que en nada se admitan los puntos de vista ajenos ni se modifique por los mismos al propio modo de ver las cosas. Un paso más en la misma línea, es el deseo de imponer a los demás nuestras ideas, especialmente de modo coactivo. 35

Tal factor de la personalidad se manifiesta de modo distinto según los diversos individuos: en el leptosomático suele limitarse a la autosuficiencia, que se niega a contrastar el parecer propio con el ajeno y que en nada se modifica por el ambiente cultural en que vive; el egocéntrico pícnico, mas bien tiende a hablar incesantemente de si y de sus cosas, que alaba también y considera perfectas con un cierto optimismo infantil; finalmente el atlético muestra su egocéntrico en la terquedad inflexible en continuar sus planes o ideas, por muy en disconformidad que estén con las del entorno.

2.

Afectivo

La vertiente afectiva, del egocentrismo consiste en querer acaparar para uno mismo la atención, cariño y mimos de los que le rodean. Por lo mismo es típica del egocéntrico afectivo la excesiva reacción ante la frustración, aunque el modo de reaccionar sea diverso según la personalidad del sujeto en cuestión. Así por ejemplo el leptosomático reacciona preferentemente a la frustración con susceptibilidad, y celos; el pícnico con envidias y celos también; y finalmente el atlético tiene normalmente un modo de reaccionar más fuerte: el despecho frío, que puede dar lugar a venganzas incluso crueles.

3.

Social

Desde el punto de vista social, el egocéntrico es el que procura ponerse en el papel central, en el que lleve la voz cantante. Lo que también sucede de modo diverso según la manera de ser del sujeto en cuestión. El leptosomático intenta dirigir, planear; aunque externamente se mete menos en la ejecución e incluso gusto de no aparecer ni figurar en la misma; el pícnico es absorbente y por ello quiere figurar en todo, estar siempre en el candelero; mientras que el atlético mas bien es el realizador, autoritario y duro en exigir y por lo mismo muy eficiente en el campo práctico.

C.

TEORIAS ETIOLÓGICAS

Dos explicaciones son las que fundamentales disputan en el campo de la etiología del egocentrismo: una que pone preferentemente el acento en lo contrario (en sentido amplio) y la otra en lo mesológico. Pero de nuevo en la última se subdivide en dos direcciones, según que busque especialmente la del egocentrismo en el grupo familiar (y conflictos de infancia) o en los restantes grupos sociales, en que vivió el egocéntrico.

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1.

Teorías constitucionales

Busca la causa del egocentrismo en la constitución del individuo: por lo que subraya el valor lo hereditario. Suelen tomar sin embargo el concepto de herencia en sentido muy amplio, por lo que no solo incluye en el mismo lo fijado genotipicamente en el sujeto en cuestión, sino también todo lo que nace con el individuo (lo congénito); e incluso se añade por algunos lo que el niño adquiere en los primeros días, meses, o años de su vida. Algunas teorías constitucionales suponen que el egocentrismo es un excuso del instinto de conservación: el individuo quiere afirmarse en exceso y sobresalir sobre todos los que le rodean. Pero no suele darse por los partidarios de tales teorías una explicación anterior sobre el por qué de tal exceso en el instinto de conservación, ni sobre la localización orgánica de los mismos o posibles métodos de tratamiento. Por lo que sus afirmaciones quedan notablemente en el aire y apenas pasan de explicar con un nombre nuevo el concepto de egocentrismo. Es más, ni siquiera parece demostrar que ese exceso de instinto de conservación se deba a factores hereditarios; porque si bien es claro que puede depender de los mismos, no lo es menos que podría deberse a un desarrollo excesivo, cuya explicación habría que buscarla en las teorías dinámicas. Por el contrario más valor tiene el grupo de teorías constitucionales, que sin fijarse específicamente en un instinto (el de conservación) ponen la raíz del egocentrismo en el temperamento del individuo. Así por ejemplo es patente que el esquizotímico-leptosomático presenta notable dificultad para el contacto social y una fuerte dosis del autismo o egocentrismo; mientras que el tipo del ciclotímicopícnico se encuentra normalmente en el polo contrario. Lo anterior muestra de modo patente que ciertas estructuras constitucionales de la personalidad facilitan o dificultan poderosamente el desarrollo egocéntrico de la personalidad. Sin embargo apenas se ha investigado aún sobre la última raíz o factor psicosomático, que condiciona o cause tal cuadro psicológico. 2.

Teorías Dinámicas

Supone que la causa del egocentrismo se encuentra en un desarrollo torcido de la personalidad; en una inmadurez afectiva o en una falsa postura en la vida, según los casos. Con lo que vemos que apuntan ya a dos diversas clases de egocentrismo: la afectiva y la intelectual. Suponen las teorías dinámicas, que la formación del niño se debe a dos figuras fundamentales: la paterna y la materna. El tema se enlaza por tanto con los de Psicología Profunda, que estudiamos en el curso pasado; por lo que resumiremos aquí muy brevemente los aspectos necesarios para el estudio etiológico del egocentrismo. 37

La figura paterna es la que comunica estabilidad a la personalidad en formación: la que le da enfoque y juicio de valor ante la vida, la que le educa a la decisión, la que el introduce en el entorno por la acción planeada. Por ello se comprende que la falta o deficiencias en tal figura paterna, lleven a una serie de defectos en la formación de la personalidad, de los que vamos a tocar los que tienen vertiente egocéntrica. Ante todo, la valoración moral o ética puede estar en discordancia con del mundo restante, debido a que el padre vivía también en un mundo de valores diversos al del entorno. Pero en tal caso más que egocentrismo, hay que hablar de diversidad de valoración, lo que en realidad es cuestión diversa; a que el sujeto en cuestión puede ser incluso del todo carente de egocentrismo y haber asimilado por ello una valoración diversa a la legal, precisamente porque era la del medio (padres, área criminal) en que se formó (contracultura criminal). Así mismo puede suceder que el sujeto examinado presente la llamada amoralidad: falta de valoración moral o ética del delito o de su comportamiento social. Pero de nuevo en tal caso podemos no hallarnos ante un egocéntrico, sino simplemente ante un individuo al que le faltó la figura paterna (y quedo por lo tanto carente de juicios de valor) o que aceptó la falta de valoración del padre. El verdadero egocéntrico es por tanto el que se cierra a la valoración del entorno: el que no es permeable a la misma, sino que sigue en su enfoque sin dejarse influir en él por nada ni por nadie. Tal postura puede efectivamente proceder de la figura paterna, por dos defectos de la misma, que parecen opuestos. El uno de ellos es obvio: la estructura intelectual del padre también fuertemente impermeable al entorno (egocéntrica) y el hijo la ha aceptado e introyectado totalmente. El otro modo de llegar el egocentrismo intelectual, es cuando el hijo careció de figura paterna (porque no existió o porque la rechazo desde el principio) y se cerró ya desde niño en su propio modo de enjuiciar y valorar las cosas, sin admitir para nada las valores, enfoques ajenos; postura especialmente frecuente en el segundo de los casos indicados (rechazo de la figura paterna), cuando el sujeto en cuestión posee fuerte energía y capacidad intelectual suficiente, para formarse su mundo de valores y prescindir del externo. Por ello suele darse más frecuentemente en el tipo leptosomático o incluso en el atlético. Es la figura materna la encargada de formar fundamentalmente la afectividad del niño; por lo que los defectos en la misma, suelen llevar preferentemente a inmadurez afectiva, y en nuestro caso al que hemos llamado egocentrismo afectivo. El fallo fundamental suele depender de la falta de frustración de la afectividad a su debido tiempo; lo que convierte al niño en manipuladores para que tales personas quieran luego seguir atrayendo sobre sí mismos la atracción afectiva de los otros a través de mil tretas, que fácilmente degenerar en rasgos histéricos.

38

Pero también puede deberse la inmadurez afectiva a lo contrario: la falta de figura materna o la insuficiencia de la misma, hacen que el niño quede replegado afectivamente en sí mismo. Lo que ciertamente puede dar lugar a la indiferencia afectiva, de la que hablaremos más abajo (lección 7); pero también al egoísta afectivo, que no sabe buscarse más que a sí mismo.

3. Teorías Sociológicas Coinciden con las dinámicas en poner el acento en el influjo del medio; difieren en señalar el grupo social que ha tenido el papel decisivo en replegar egocéntricamente al sujeto; pues mientras las teorías dinámicas creen que se debe fundamentalmente al familiar, las sociológicas dan mayor valor a otros grupo sociales, que han intervenido más tarde también en la formación del sujeto. En concreto son los grupos, que han dificultado la adaptación social del mismo y con ello le han replegado hacia sí. Creen las presentes teorías sociológicas, que el egocentrismo se debe a la falta del proceso de adaptación social: el sujeto en cuestión no sabe cooperar con los otros; y visto desde el sujeto mismo, el entorno se le vuelve hostil, no le da posibilidades de engranaje, por lo que el individuo se repliega sobre sí mismo y ve el mundo circundante como enemigo contra el que tiene que luchar. Fundamentalmente son las manifestaciones sociales del egocentrismo las que quedan explicadas por el presente grupo de teorías. Pero también ciertos aspectos de las afectivas (como por ejemplo la susceptibilidad ante el juicio ajeno) e incluso de las intelectuales, se deben sin duda al menos parcialmente al influjo de los grupos sociales, en los que ha intentado engranar el sujeto en cuestión, durante su vida.

4. Resumen En realidad las explicaciones sociológicas no excluyen las dinámicas, sino las complementan. Porque con gran frecuencia, lo que se inició en un ambiente familiar adverso, se continúa luego y multiplica por virtud de los grupos sociales sucesivos. Es más, incluso los elementos constitucionales de los egocentrismos consistentes fundamentales en un esquema de instintos o cualidades, que dificulten la abertura hacia el mundo y aumenten la tendencia a replegarse sobre sí mismo (como sucede por ejemplo en el temperamento esquizotímico), no excluyan sino interaccionan con los dinámicos y sociológicos. Por lo que en cada caso concreto lo interesante es tratar de ver, cuál de los factores etiológicos indicados han tenido papel predominante en la formación del cuadro egocéntrico sin pretender por ello proceder con exclusivismo ni dejar de lado por lo mismo a los restantes factores etiológicos posibles. 39

II.

MANIFESTACIONES CLINICO-CRIMINOLOGICAS

Vamos a separar para su estudio a los delincuentes que presentan síntomas más o menos claros de anormalidad, de los que podemos considerar normales desde el punto de vista psicopatológico. Sin embargo, conviene no olvidar, que la línea divisoria no es fácil de trazar, especialmente respecto a las anormalidades de tipo neurológico o psicopático. A.

DELINCUENTES ANORMALES

Dividiremos este grupo a su vez en tres diversos: psicóticos (o verdaderos enfermos mentales), neuróticos y psicópatas. La clasificación indicada tampoco esta del todo fija, ni siquiera tiene los mismos límites en todos los tratadistas de psiquiatría; pero en grandes líneas basta para nuestro intento actual. 1.

Psicóticos

Entre los enfermos mentales, el tipo con caracteres egocéntricos mas acusados es el esquizofrénico, cuya nota central es el encerramiento en si mismo y consiguiente del entorno; lo que le hace estar dominado por el autismo, versión con otro nombre del egocentrismo intelectual. También el paranoico al que algunos autores incluyen como subespecie del esquizofrénico y otros prefieren considerar por separado, presenta una fuerte dosis de egocentrismo en sus delirios sistematizados. No es raro en ellos, que el centro esté constituido por la referencia a la propia persona, por lo que son suspicaces. En varios casos son fuertemente peligrosos, ya que no raras veces pasan al ataque de la persona que piensa que les persigue, como medio único de librarse, a lo que creen, de la persecución de que son objeto. En otros casos se ponen el servicio de una idea más o menos descabellada y constituyen un tipo extremamente peligroso del delincuente por convicción de SEELIG, al que más abajo aludiremos. 2.

Neuróticos

Con gran frecuencia la neurosis presente notas egocéntricas, ya que en uno u otro modo supone un desarrollo defectuoso de la personalidad, que impedida a establecer contacto normal con el entorno, se repliega en sí mima. Así sucede por ejemplo en las obsesiones, que suelen tener por contenido ideas o imágenes egocéntricas; en las neurastenias, en que el paciente su angustia por la propia salud; en las neurosis de terror, donde surge potente el instinto de conservación que se cree amenazado; y especialmente en las llamadas neurosis de conversión (histerias), donde es la afectividad la que revierte sobre el neurótico y producen diversos trastornos funcionales. 40

Desde el punto de vista criminógeno son las neurosis de conversión las dan lugar a más desviaciones; ya que el paciente quiere atraer la atención afectiva hacia sí por todos los medios. Por ello no duda en lanzarse a falsas acusaciones, a simulaciones de delitos, etc. En los casos restantes, el neurótico suele estar demasiado ocupado en su problema, para poder ocuparse del externo, no perturbarlo con un delito.

3. Psicópatas Sin entrar en la cuestión de fondo de la validez del concepto mismo de psicopatía y de su extensión (tema del que hablamos el curso pasado), nos limitaremos ahora a señalar cuales son los tipos mas dominados por el egocentrismo; para ello seguiremos las clasificación de K. SCHNEIDER, que es la más manejada en España. En dichos tipos existen varios, que vienen a ser la versión de una psicosis en pequeño: tal por ejemplo el psicópata fanático, que viene a reproducirnos el paranoide; y que por lo mismo tiene muy destacada la nota de egocentrismo. También encontramos reproducido un tipo neurótico: el psicópata necesitado de estimación; al que solo la mayor raíz constitucional, postulada por SCHNEIDER, es lo que le separa del histérico. Por lo mismo reproduce también en su estructura la nota egocéntrica, particularmente anclada en su afectividad, característica de aquél. Finalmente el psicópata desalmado tiene también una fuerte dosis de egocentrismo, aunque lo más característico en él sea la indiferencia afectiva.

B.

DELINCUENTES NORMALES

De lo anterior se desprende que los tipos anormales con mayor proyección criminal tiene notablemente subrayada la nota egocéntrico. Pero aunque los tipos indicados sean sin duda fuertemente peligrosos, no dejan de ser estadísticamente raros entre los delincuentes, si se exceptúan tal vez los psicópatas; los que a su vez son muy difíciles de separar del llamado delincuente normal. Vamos por tanto a estudiar los delincuentes normales, en que mas claramente brilla el egocentrismo, para ello adoptaremos (meramente como esquema de trabajo) la tipificación de SEELIG, que de nuevo es la que más popularidad goza entre nosotros. 1.

El delincuente profesional refractario al trabajo

Es el que constituye el núcleo mismo de la criminalidad multirreincidente, puesto que escoge una forma asocial de vida como modo de subsistencia. 41

La descripción que del mismo nos hace SEELIG, nos habla claramente de su fuerte egocentrismo: desde niño se muestra refractario al trabajo (escolar de otro género) y a toda disciplina; pronto muestra tendencia al vagabundo a huir de la casa paterna y se siente imposibilitado para adaptarse a toda forma de profesión estable y subordinada a otros.

2.

El delincuente por convicción

Como su nombre indica, pasa al delito porque está persuadido ideológicamente, que debe proceder así. Es por tanto el tipo de delincuencial que mayor contingente de egocentrismo intelectual manifiesta; es más, en sus casos más extremos reza o incluso entra de lleno en el tipo paranoide, o claramente paranoico.

3.

Otros tipos de SEELIG

Dosis acusadas de egocentrismo se muestran por lo demás en el delincuente por agresividad (aunque sea esta la que constituya la nota central del tipo), en el falto de dominio sexual, en el delincuente por crisis y en el falto de disciplina social. Pero especialmente los dos tipos que hemos separado y que constituyen el contingente más peligroso, el uno de la delincuencia profesional, y el otro de la política, están fuertemente dominados por un egocentrismo, que les cierra al mundo de los valores de aquellos con quienes conviven.

C.

RESUMEN

Lo dicho hasta aquí nos muestra suficientemente, que el delincuente egocéntrico, tanto en su vertiente normal como en la anormal desde el punto de vista psicopatológico, constituye uno de los tipos más peligrosos. En efecto, sus formas más extremas son afortunadamente abundantes numéricamente; pero forman los tipos de delincuente-jefe, cuando trabajan asociados; y de delincuente con técnica refinada en la realización en todo caso. Por lo mismo son tipos que no caen fácilmente en las mallas de la policía, puesto que no solo preparan sus hechos cuidadosamente, sino que suelen desaparecen sin dejar huellas. Y especialmente desde el punto de vista de la resocialización, presentan no leves dificultades. Porque por la impermeabilidad a todo lo que sea influjo ajeno, consecuencia de su egocentrismo, no son fácilmente susceptibles de una psicoterapia, ni menos se muestran dispuestos a alterar sus valoraciones sociales. Por lo tanto es el egocentrismo la nota que contribuye más notablemente a constituir el delincuente peligroso, al menos desde el punto de vista de la inintimidabilidad. 42

III. PASO AL ACTO DEL EGOCENTRICO Al intentar comprender por qué el egocentrismo facilita notablemente el paso al acto, hemos de partir del supuesto de que el egocéntrico, especialmente el de tipo, intelectual, no es capaz de enjuiciar objetivamente las cosas, sino tan sólo desde su ángulo de enfoque. Pero vemos por separado dos aspecto de la cuestión.

A.

RESPECTO A SI MISMO

El delincuente egocéntrico trata de justificar su conducta ante sus propios ojos, para ello utiliza una serie de raciocinios (el llamado en psicología profunda mecanismo de nacionalización), que tienden a desvalorizar los argumentos o enfoques de los otros, los valores reinantes en la sociedad en que convive. Con ello quita posibles inhibiciones para su conducta presente y futura, por lo que volverá a obrar de nuevo del mismo modo. Lo que nos indica que una de las labores fundamentales de todo intento de resocialización de un egocentrismo, es la de procurar cambiar su cuadro, especialmente en el sector delictivo al que se entrega; tarea nada fácil por la fuerte cerrazón de un tipo verdaderamente egocéntrico ante influjos externos. Conviene diferenciar del cuadro anterior, el caso del delincuente que acepta la valoración del medio en que nace (la llamada subcultura criminal). Este es sin duda más accesible al influjo psicoterapéutico, puesto que su postura no esta cerrada ante el entorno, sino tan solo ha asimilado una tabla de valores diversos de la sociedad no criminal. En este último caso no se trata por tanto de un egocéntrico, sino de un delincuente producto del ambiente en que ha vivido, al menos respecto a su cuadro de valoración ética.

B.

RESPETO A LOS DEMÁS

El egocéntrico adopta ante los que le rodean una postura fuertemente incapaz, crítica y acusadora. Es en el fondo una prolongación de mecanismo de racionalización al que aludimos mas arriba: al no sentirse culpable de sus delitos, acusa al entorno como medio de liberación. Tales acusaciones pueden revertirse modalidades diversas: la de hipocresía ante los que según el, solo aparentemente practican el bien; la de culpabilidad de la sociedad por su estado; la de injusticias recibidas de parte de su familia, camaradas y demás grupos sociales en que convivió, etc. De lo que se desprende que tal estado de aniño no solo facilita e paso al acto, sino que puede degenerar en caso mas extremos a verdaderos delirios de tinte paranoide (persecución, acusación, etc.)

43

También se muestra tarea imprescindible de todo tratamiento de un egocéntrico, romper esta postura; ya que es la defensa más fuerte ante todo intento de influjo desde el exterior. Por lo mismo suele ser becario comenzar aquí acción psicoterapéutica, lo que ciertamente tampoco es labor fácil. Pero una vez rota esta coraza, no suele ser raro ver que la que parece en un principio valoración diversa de la del entorno, se cambia o hunde repentinamente. Especialmente es frecuente tal cosa en los casos de egocentrismo y acusación del entorno como mecanismo de defensa (súper compensación) ante un complejo de culpabilidad.

44

LECCIÓN 5 LA LABILIDAD AFECTIVA

Vamos a estudiar en la presente Lección la segunda de las notas que integran la inintimidabilidad del delincuente; y que por lo mismo es parte de la que venimos llamando personalidad criminal.

I. ESTUDIO CLINICO GENERAL La labilidad afectiva es uno de los factores que más han sido estudiadas por psicólogos y criminólogos; lo que hace que se den diversos nombres a la misma e incluso que los puntos de enfoque no sean de todo idénticos. Por ello es menester definir lo que entendemos bajo el nombre de labilidad afectiva; tratar de exponer las varias denominaciones, con la que se habla de ella por otros psicólogos; y finalmente indicar las teorías que intentan explicar desde el punto de vista etiológico, la razón de ser la labilidad.

A.

CONCEPTO

No pretendemos definir estrictamente lo que se entiende por labilidad afectiva, sino tan solo describir de un modo suficiente sus características fundamentales. La labilidad es la forma de ser de la afectividad, que esta sometida a fluctuaciones muy notables; por lo que en breve tiempo y por estímulos ambientales relativamente desproporcionados, pasa el lábil de un estado de ánimo a otro, que de nuevo desaparece para dejar lugar a un tercero. El sujeto lábil es por tanto caprichoso y voluble. Se deja influir fuertemente por el entorno y especialmente por los estímulos afectivos del mismo, y en tal sentido es fácilmente, aunque la sugestión puede dejar de actuar con la misma rapidez con que comenzó. Todo lo anterior lleva al lábil a vivir fundamentalmente en el momento presente, sin dejarse aleccionar por experiencias pasadas, por consejos de otros, ni por el porvenir; lo que de otro modo, le hace notablemente imprevisor. Pero la impresión del lábil nada tiene que ver con la del que solemos llamar “distraído” precisamente porque vive concentrado con exceso en un aspecto, que le hace olvidar los restantes y entre ellos el futuro. El lábil imprevisor sabe lo que ha de suceder, pero no es capaz de actuar conforme su conocimiento: lo ve todo como vaporoso, o espera “salir del paso” cuando se presenten las dificultades que prevé o que le anuncian.

45

Por lo mismo el lábil suele ser desordenado, impuntual, arrollador, dicharachero. Su estado de ánimo sufre grandes altibajos, por lo que podemos encontrarlo en fase alegre, comunicativa, simpática optimista; o sumido en fuerte melancolía, que le lleva al silencio, a la depresión, a la inacción y pesimismo. No olvidaremos sin embargo, que el temperamento lábil puede ejercer un extraordinario influjo sobre el grupo que lo rodea, especialmente en situaciones de emergencia social. Por ello encontraremos entre los lábiles a grandes órdenes y artistas, que captan mejor que ninguno las tenciones afectivas ambientales y saben ser el resonador de las mismas. El tipo presente se encuentra frecuentemente entre los ciclotímicos de KRETTCHMER o viscerotómicos de SHELDON. Pero también puede encontrarse la labilidad en los otros tipos (normalmente en las formas mixtas de los anteriores), y entonces sus manifestaciones no son tan esteriotipadas como lo que se indica anteriormente, sino que recibe la tonalidad correspondiente.

B.

DENOMINACIONES

Como se deja indicado, la labilidad afectiva ha recibido muy diversos nombres en las distintas Escuelas o corrientes de la psicología; denominaciones, que a veces nos están indicando la orientación de la Escuela, o el enfoque etiológico que dan a la labilidad.

1.

Falta de Voluntad

En la psicología clásica solía hablarse de falta de fuerza de voluntad puesto que en los albores de la misma, se concebía a la voluntad como una fuerza o impulso, capaz de imponerse a los impulsos diversos, que surgía el hombre. Cuando la voluntad no lograba imponerse, se suponía que era débil enteca (sin fuerza). Pero el progreso de la psicología se ha ido descubriendo el modo de actuación de la voluntad y de la estructura superior de la personalidad sobre el fondo endotímico; de ello hablamos el curso pasado, baste ahora recordar, que en una concepción mas dinámica de la voluntad y de su manera de actuación sobre los impulsos, se habla hoy de falta de reductores, esto es de frenos que sean capaces de contraponer el impulso que intenta triunfar. A ellos se les llama también mecanismos de inhibición; e incluso ya en una orientación psicoanalítica, se habla de mecanismos de defensa, por los que en Súper-Yo consigue controlar de modo u otro los impulsos procedentes del Ello.

46

Por lo tanto, todas las denominaciones anteriores (y la concepción psicológica que presuponen) parten del hecho, de que la voluntad no actúa a modo de fuerza sino desencadenando fuerzas antagónicas (mecanismo de defensa) o al menos frenando la fuerza de los impulsos par varios procedimientos (reductores, inhibidores, etc.) Por lo mismo suelen afirmar muchos psicólogos, incluso clásicos, que el problema de la fuerza de la voluntad radica en la capacidad de motivación (LINDWORSKY, etc.).

2.

Afectividad Fluctuante

Desde otra perspectiva diversa, la escuela constitucionalista sueca, que tanto influjo ejerció en KINBERG, nos habla del temperamento subsólido. En la nomenclatura de SJOBRING, principal representante de la escuela sueca, la solidez es el radical de la personalidad que regula la conservación de los procesos encefalíticos; por lo que cuanto mas solidó sea un individuo, mas constante será en sus decisiones y mas estabilizado en su afectividad. Por el contrario la falta de solidez (el subsólido) se caracteriza por la inestabilidad emocional, la inconsistencia e incoherencia, por lo que el tal se identifica fuertemente con la situación presente, y hace caso omiso de la pasada o la futura. Esto lleva al subsolado a ser capaz de ejercer una fuerte influencia sugestiva en los que lee rodean, dada la vehemencia de su afecto y de su intuición. En la tipificación de HEYMANS.- LE SENHE, tan extendida en Francia, es la primariedad el rasgo que produce lo que nosotros hemos llamado labilidad efectiva. Se da tal carácter, cuando toda impresión tiene resonancia inmediata y directa en el ánimo, y luego desaparece sin huella: el hombre que es injuriado, pega a su ofensor; pero poco después olvida todo. La característica del primario, es el vivir en y para el presente. Por eso son móviles, impulsivos, fácilmente consolables, reconciliables con facilidad y fáciles de convencer (pasado el capricho, que puede revertir formas de terquedad), cambiantes en su profesión y amistades, etc. Y actúan tan solo por móviles inmediatos. Rasgos semejantes a los anteriores nos presenta lo que KRETSCHMER llama la ciclotimia, raíz del temperamento ciclotímico, que dicho autor hace correlacionar con el tipo somático pícnico. Su perfil afectivo es inestable, tan a la alegría desbordante y comunicativa como a la tristeza depresiva e inmotivada también. Todos los tipos anteriores conviven por tanto en su manifestación, aunque lleven nombres diversos y tengan en cada autor algunos rasgos distintos. En su conjunto nos recuerda en esta forma de afectividad lábil, al mar encrespado en el que las olas se suceden rápidamente, sin que la siguiente de ni rastro de la situación anterior, sin embargo al cabo se cierto tiempo vuelve a reproducirse la forma primera y luego la siguiente. Por lo que aunque la primera impresión sea la de un todo en constante cambio, una observación más reposada enseña a distinguir tan solo dos o tres formas fundamentales, que se repiten y combinan.

47

3.

Afectividad impulsiva

Otros grupos de psicólogos se fijan en una forma de afectividad, que aunque sin duda es lábil, se manifiesta con modos y formas diversas de la afectividad fluctuante. Así por ejemplo sucede en le llamado tipo impulsivo, que ante un estimulo relativamente pequeño, estalla de pronto en un acceso de solera o de pasión. Lo que más admira en tales casos al espectador extremo, es el comprobar que con frecuencia el impulsivo ha aguantado durante un buen rato (a veces horas y aun días) el bombardeo de estímulos incluso mayores, sin acusar al menos aparentemente su efecto. Y que de pronto se produce un estallido vioprovocario. Es mas, en tales ocasiones, el impulsivo pierde totalmente la cabeza se lanza a actos sin objeto ninguno, si no es el de desahogar su cólera, procede que contrata mas con su conducta normal, puesto que esta suele ser frecuentemente reposada y hasta metódica en grado sumo. El tipo descrito es el que recoge KRETSCHMER bajo el nombre de viscoso y el que hace correlacionar con el tipo somático del atlético. El nombre mismo de viscoso nos da el perfil central de temperatura indicando: el soportar presiones fuertes con la consistencia y tenacidad de la goma se estira, hasta que de pronto estalla y da un fuerte latigazo al que la sujeta. Tipo temperamental que KRETSCHMER bajo el signo de la epilepsia y sus estallidos afectivos, que describiremos más adelante (al hablar de los delincuentes anormales). Semejante al tipo anterior son los llamados pasionales por varios autores: sujetos que de pronto y sin saber ellos mismos exactamente porque “lo ven todo rojo” y pasan al acto violento; no raras veces carente de sentido e incluso inepto para conseguir los que en realidad pretende. Todas las denominaciones anteriores y los cuadros que indican nos ponen ante una manifestación de la afectividad, que es del todo diversos (al menos externamente) de la fluctuante. La impulsiva nos recuerda más a la caldera que va almacenado presión. Hasta que de pronto explota; o a la tempestad de verano, que se a cargando indeciblemente, hasta que de modo repentino estalla en truenos, relámpagos y torrentes de agua.

C.

CLASES

Lo visto hasta aquí nos lleva a un problema de fondo para el estudio de la labilidad afectiva. Hemos visto en efecto que los autores suelen incluir a tal respecto dos cuadros diversos, a lo que hemos llamado afectividad fluctuantemente y afectividad impulsiva.

48

Ambos modos de manifestación caben abajo del nombre de labilidad afectiva y del radical que HEUYER Y PINATEL estudia bajo tal denominación. Por que aunque quizás es el primero de ambos aspectos el que se encuentra mas patente en sus exposiciones, también el segundo aparece en varios momentos de las mismas. Lo que quizás hubiera convenido era una distinción entre ambos. Pero se trata en realidad de dos radicaciones diversas La respuesta no es fácil y quizás de esperarse al estudio del análisis factorial de la personalidad (que se esta realizando en psicología general) para poder contestar con certeza. Por la afirmativa parece estar el hecho de que fenomenologicamente se manifiestan ambas formas se modo del todo diverso; argumento que sin embargo no es excesivamente, porque es sabido que el mismo radical aparece a veces de forma distinta, y por el contrario radicales diversos pueden dar forma de manifestaciones análoga. Mas de peso parece el hecho de que KRETSHCMER (y que el otros varios psicólogos y psiquiátricos hacen ambas formas de afectividad lábil el centro de tipos temperamentales diversos. Es mas, dicho autor pretende ver en ellas una correlación con dos mentales diversas con la chic ofrecía en el caso de la afectividad fluctuante; con la epilepsia en el de la explosiva. Sin embargo creería mas probable que ambas formas de manifestación de la afectividad responde a un mismo radical de a personalidad. Lo que a mi juicio sucede, es que las restantes cualidades de la personalidad, condicionan la forma de aparición de la labilidad; pero en su raíz estamos siempre ante el mismo factor. Se trataría por tanto a mi entender de una falta de estabilización de la afectividad (en la línea del tipo subsolado) de SJOBRING), que por lo mismo se escapa del control de la personalidad en cierto momentos. Pero el modo de escaparse no es el mismo en los diversos tipos psicológicos por la interacción de los restantes elementos de la personalidad. Por ello en el ciclotímico de KRETSHCMER, la afectividad lábil fluctúa constantemente: ya que dicho tipo es rico en contacto social lo que le lleva a que en modo alguno reprima su afectividad. Y por lo mismo, si esta es poco estable, se manifiestas en continuo vaivén. Por lo contrario el tipo viscoso es constante en los restantes aspectos de su personalidad y acostumbrado al trabajo metódico. Lo que le lleva a que en el caso de un afectividad lábil, pueda hacerse con ella en circunstancias normales, pero no sin ir enojado (aunque no se trasluzca al exterior) los diversos estímulos ambientales. Y por ello es una “ultima gota”, la que hace rebosar de pronto el vaso en forma aparatosa y tremenda.

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D. TEORIAS ETIOLOGICAS

De modo semejante a lo vimos al tratar del egocentrismo, son tres grupos principales de teorías que pretender explicar la razón de la labilidad afectiva: las que la buscan en lo constitucional, las que se inclinan por lo dinámico, y las que hacen responsable al medio ambiente.

1.

Teorías Constitucionales

Ponen el acento en el aspecto orgánico, y por lo tanto en lo hereditario, en el sentido amplio de la palabra, que reseñamos mas arriba; donde incluimos también lo innato e incluso lo somático, proveniente de los primeros meses de la vida del niño. Para FREEMANN y WATTS la labilidad afectiva tiene una raíz claramente constitucional. Dichos autores distinguen en el cerebro dos zonas diversas, separadas por la figura de rolando; en la posterior a dicha figura, se localizara las impresiones del pasado, y en la anterior, las del futuro. Luego el sustrato orgánico de la labilidad se encontraría en los lóbulos frentales del cerebro: la falta de fijación sufriente en los mismos de la previsible en el futuro, llevaría a falta de actuación de lo porvenir sobre la vida psíquica consciente y por lo tanto a imprevisión y a labilidad afectiva. Cercana a esta teoría se encuentra la que expusimos el curso pasado al hablar del delincuente pasional: según entonces indicamos, parece que la razón de la falta de inhibiciones, que se observan en dicho tipo delincuencial, es una especie de cortocircuito en el hipotálamo, en virtud del cual ciertos estímulos no son enviados a la corteza cerebral, para ser elaborados (ponte ciados o inhibidos) en la misma, sino que vuelve directamente al exterior, a través de los nervios motores. También se encuentran cercana la teoría de RESTEN, que supone a la primariedad una raíz orgánica: consistiría dicha cualidad en la rapidez con que las células nerviosas de la corteza cerebral vuelven a cargarse. Cuando el período de carga es muy corto, a un estado emocional le puede suceder otro también muy rápidamente, lo que es la característica de la primariedad. Recordaremos que fundamentalmente es ésta la explicación de SJOBRING, el que como dijimos supone que la solidez depende de la conservación de los procesos encefalíticos. Por lo tanto las explicaciones somáticas de la labilidad afectiva coinciden en situar su raíz etiológica en el cerebro; aunque luego se diversifiquen en la localización de la misma y en el modo de producirse la anomalía, que unos suponen funcional y otras orgánicas.

50

2.

Teorías Dinámicas

Buscan la razón de la labilidad afectiva en la falsa formación de la personalidad. Especialmente se fija en la época de la niñez, donde señala diversos modos de desviación en la educación, que son los que llevan a defectos dinámicos en el desarrollo de la afectividad. Suelen hablar los partidarios de esta teoría, de una falta de sustitución del principio de placer; característico de la infancia, por el de la realidad, que es el que rige la vida del hombre maduro. Es decir, que el hombre con afectividad lábil, no es capaz de renunciare si placer momentáneo por otra satisfacción quizás mayor, pero futura. Esto se debe por un lado al poder de los impulsos (del Ello), a los que faltan un súper-Yo suficientemente evolucionado, para contrarrestarlos o dirigirlos. Otros prefieren destacar en el mismo sentido la falta de frustración del niño, que es la que debió hacerla renunciar al principio del placer (el egoísmo) para abrirle el amor altruista. Dicho en términos más vulgares, la frustración es la que evita la pervivencia del niño mimado, al obligarle a renunciar a sus caprichos por la realidad de la vida. La razón de estas deficiencias suelen colocarla a su vez en la falta de una figura paterna suficiente en los años de la niñez; falta que puede deberse a que la tal figura no existiese, o a que no fuera aceptada por el hijo, por circunstancias diversas. Entre ellas pueden jugar su papel los complejos, de que hablamos al exponer la teoría psicoanalítica en Psicología General. Algunos autores hablan en tales casos de inmadurez de la personalidad o de inmadurez afectiva; pero aunque suelen entender bajo tal termino lo que nosotros hemos expresado bajo el nombre de labilidad afectiva, las expresiones indicadas tienen el inconveniente, de que determinan menos que la nuestra raíz o radical a que refieren. Por lo que bajo el nombre de inmadurez de la personalidad puede entender y de hecho lo entiende no pocos psicólogos, la agresividad el egocentrismo, la indiferencia afectiva, etc. Y en efecto en todos los casos dichos, la personalidad e incluso la efectividad carece de una maduración suficiente.

3. Teorías Sociológicas Parte del supuesto, de que es el ambiente sociológico (de los grupos sociales más amplios que el estrictamente familiar) el que condiciona la labilidad afectiva. Es innegable que un ambiente sociológico inestable contribuye poderosamente a la labilidad afectiva de las generaciones, que se forman durante dichas épocas. Así por ejemplo existen estudios en varios países, que prueban que las circunstancias de guerra, de grandes catástrofes económicas o sociales (revoluciones, etc.) dan como consecuencia generaciones en las que la inestabilidad afectiva surge potente. 51

Pero lo que no queda claro en tales estudios, es si dicha labilidad es consecuencia directa de la inestabilidad social, o de la falta de la figura paterna que suele acompañar a tales circunstancias de emergencia (movilización, etc.); es más, un reciente estudio en las Estados Unidos sobre las generaciones formadas durante la segunda guerra mundial, parece indicar claramente que son las que carecieron de padre durante los años de la infancia (de los siete a los nueve años concretamente), las que más acusan la labilidad afectiva, a pesar de ser las que tuvieron menos contacto directo con el ambiente social externo; mientras que las generaciones un poco mayores (que por lo tanto toman un contacto mayor con el entorno inestable) no acusan tan marcadamente dicha labilidad. También ha sido estudiado el influjo de la inestabilidad cultural y de la movilidad económica en la formación de generaciones lábiles; en concreto existe un interesante estudio KINBERG sobre la influencia de la sociedad americana (muy móvil desde el punto de vista cultural y económico por la expansión industrial y por la emigración), en la criminalidad de dicho país.

4. Resumen Como señalamos más arriba al tratar del egocentrismo y volveremos a indicar más abajo respecto a las otras notas integrantes de a personalidad criminal, no puede decirse que desde el punto de vista etiológico se conozca perfectamente el proceso de formación de la labilidad afectiva. Es más, parece muy probable, que todas las causas indicadas influyan en los diversos casos, e incluso más o menos en cada caso concreto. Por lo que de nuevo nos encontramos ante el imperativo indeclinable del estudio individual (clínico) de cada caso; y por otro lado ante el no menos evidente, de no cerrarnos en esquemas preconcebidos, que intentan explicarlo todo solo desde un ángulo. II.

MANIFESTACIONES CLINICO-CRIMINOLOGICAS

De nuevo vamos a distinguir los delincuentes anormales desde el punto de vista psicopatológico, de los que suelen considerarse como normales. Aunque también aquí vale la observación, que hicimos al estudiar el egocentrismo: la dificultad para trazar una frontera entre ambos grupos especialmente cuando se trata de delincuentes. Por lo tanto en el caso presente tropezamos con otra dificultad: la de que bajo la denominación de labilidad afectiva se comprenden dos radicales no del todo iguales en la teoría de la personalidad de HEUYER , que venimos exponiendo; la que a nuestro juicio podría llamarse labilidad fluctuante y la que más bien hay que calificar de labilidad impulsiva. Lo que siempre presenta diferencias, es aún más de notar al tratar de los tipos anormales desde el punto de vista psicológico. 52

A.

DELINCUENTES ANORMALES

Dividiremos también aquí los delincuentes anormales en los tres grupos indicados más arriba: psicóticos, neuróticos y psicópatas. A ellos añadiremos algunas consideraciones sobre las débiles mentales, puesto que revisten, un particular interés desde el punto de vista de la labilidad afectiva.

1.

Psicóticos

Tropezamos en ello el estudiar el primer tipo de labilidad afectiva (es fluctuante) ante todo con el grupo de los maníaco-depresivos, caracterizados por sus fases (optimismo y depresión). Estas pueden darse sucesivamente en el mismo sujeto, pero en ocasiones solo se manifiestan (al menos de modo claramente perceptible) una de ellas. En la fase maníaca (de exaltación y actividad incontrolada y poco productiva) tiende tales enfermos a delitos de injurias, pequeños altercados o lesiones, así como a la prodigalidad, por su afán de colmar de regalos y atenciones a cuantos les rodean. En la fase de depresión endógena pueden presentar el llamado suicidio ampliado, en el que matan a los seres queridos y se matan a si mismos después. La vertiente impulsiva de la labilidad afectiva se manifiesta especialmente en los epilépticos. Característico del temperamento de los mismos es el estallido violento de cólera, que parece del todo inmotivado desde el punto de vista externo al sujeto, pero que en ocasiones es la coronación de una tensión siempre creciente, a la que se ha visto sometido el enfermo (de ahí el nombre de “viscoso”, que da KRETSCHMER al tipo psicológico correspondiente). Tales estallidos violentos pueden presentarse como pródromos de un ataque del gran mal (el conocido ataque epiléptico); pero también se dan con no menor frecuencia en los llamados equivalentes epilépticos, especialmente en forma de distimias. Desde el punto de vista crimino genético, tales ataques son profundamente peligrosos, ya que en ellos puede verse lanzado el enfermo a delitos de una violencia inusitada, y característicos en la forma externa de su ejecución, por la crueldad y riesgo innecesarios, así como por lo primitivo de los medios empleados y por la falta de ocultamiento de delito por parte del enfermo.

2.

Neuróticos

La primera vertiente de la labilidad afectiva (la fluctuante) se manifiesta de modo peculiar en el histérico; neurosis debida fundamentalmente a falta de estabilización de la afectividad, que lleva a la conversación de la misma hacia el sujeto que la padece. Criminogenéticamente se manifiestan los histéricos como falsos acusadores propios o ajenos, con el fin de atraer sobre si mismo la atención de los otros.

53

El aspecto impulsivo de la labilidad afectiva se manifiesta en las neurosis de tipo obsesivo-compulsivo; que en realidad no suelen dar gran contingente a la criminalidad, puesto que más bien suponen tan solo un fuerte sufrimiento para el que la padece. Solo en circunstancias excepcionales suele pasar el compulsivo al delito propiamente dicho.

3.

Psicópatas

En la dimensión fluctuante de la labilidad afectiva encontramos un tipo dentro de la clasificación de K. SCHNEIDER, que precisamente se denomina lábil y se caracteriza por la instabilidad de su afectividad. Pero en varios de los tipos restantes (especialmente en los abúlicos e incluso en los desalmados) se echa de ver también la labilidad en el sentido propio del término. El aspecto impulsivo de la labilidad también se recoge en un tipo independiente dentro de los K. SCHNEIDER: el explosivo. Pero de nuevo encontramos vestigios de la impulsividad en varios tipos restantes. Señalemos para terminar, que la labilidad afectiva en sus dos vertientes (fluctuante e impulsiva) Suele ser señalada por numerosos autores de los que estudian la personalidad criminal; y de modo peculiar por los que se ocupan de los delincuentes psicópatas.

4.

Débiles mentales

El oligofrénico se caracteriza precisamente por su retraso mantel, lo que intelectualmente le asimila al niño. Por ello suele guardarse la oligofrenia según el desarrollo intelectual (edad mantel) del individuo en cuestión. Pero dicho retraso no solo se manifiesta por el lado intelectual; también tiene su vertiente afectiva. Y en esta vertiente de la personalidad el retardo del desarrollo significa labilidad afectiva: el oligofrénico reproduce aquí también las estructuras de la infancia. Lo anterior hace comprender la afectividad que solemos caracterizar de infantil, en el oligofrénico: sus estallidos de rabia, que por otro lado ceden rápidamente, su paso de la risa al llanto y viceversa; sus caprichos de niño. También suele manifestarse la impulsividad en falta más o menos acusada de toda inhibición ante los impulsos o deseos de la naturaleza, incluso los menos confesables. Por lo que el oligofrénico puede ser presa de delitos sexuales, no solo porque no sabe defenderse o no comprende la necesidad de ello; sino también porque su impulso al placer (y concretamente a la sexualidad) se ha desarrollado sin suficiente contrapeso de inhibiciones.

54

B.

DELICUENTES NORMALES

Sin duda que los delincuentes anormales pueden ser autores de crímenes más atroces y que por el mismo atraigan sobre sí la atención de la prensa y del gran público; pero desde el punto de vista estadístico no dejan de ser un porcentaje muy escaso de la criminalidad. Especialmente si omitimos las frecuentes formas de transición entre el anormal y el normal, y de modo más particular, los llamados psicópatas. Por ello nos interesa peculiarmente el estudio de los llamados delincuentes normales. Para exponer la importancia de la labilidad afectiva en los mismos, utilizaremos aquí el esquema tipológico de SEELIG.

1. El delincuente profesional refractario al trabajo. Como indicamos el curso pasado, el presente tipo criminológico de SEELIG carece de unidad interna desde el punto de vista psicológico. Y por ello no es de extrañar, que también lo encontremos representado entre los delincuentes lábiles; aunque los tipos que cuenta aquí no suelen ser precisamente los mismos que recogimos al hablar de egocentrismo. En efecto, fundamentalmente encaja entre los delincuentes lábiles, los vagabundos, las prostitutas y tipos semejantes de marginales; que por tanto se diferencian (al menos en varios aspectos) del egocéntrico. Aunque hay veces en las que ambas notas se unen en un mismo tipo, que son las que dan precisamente las personalidades mas peligrosas desde el punto de vista criminológico. 2. El delincuente patrimonial por falta de resistencia. Se trata en este tipo de SEELIG del profesional, que encuentra precisamente en su ocupación habitual la tentación al delito; es el médico o la comadrona, que practican el aborto; el cajero infiel o el empleado que sustrae géneros del lugar en que trabaja; el funcionario penal, etc. Estamos por tanto fundamentalmente ante tipos que carecen de fuerza de voluntad suficiente para resistir a una cierta tentación delictiva. Esto es, que como indicamos más arriba, no poseen reductores, inhibidores, etc., para contrarrestar el estímulo criminógeno inherente a su profesión. 3. El Delincuente por falta de disciplina social. Es de nuevo un tipo carente de reductores adecuados ante las exigencias de la convivencia social. Tipo que se ha hecho especialmente peligroso en la sociedad moderna por los accidentes de circulación, ocasionados en gran medida por falta de la indicada disciplina social.

55

4. Tipos impulsivos. También la segunda dimensión que venimos señalando en la labilidad afectiva, se manifiesta en los tipos delincuenciales de SEELIG. Especialmente estamos ante el delincuente por falta e dominio sexual, el delincuente por crisis y el delincuente por reacciones primitivas. En todos ellos es un impulso el que de pronto estalla violentamente, bien sea ante una crisis biológica o económica de la vida, bien por una contextura de la personalidad que hace a la misma propone a las reacciones en cortocircuito. C. RESUMEN Si comparamos lo dicho hasta el presente con lo que vimos al tratar del egocentrismo, comprenderemos que el delincuente lábil afectivo es incluso numéricamente mas abundante que el egocéntrico; pero también normalmente hablando una menor peligrosidad social. El tipo de lábil afectivo no suele ser el delincuente-jefe: el hombre inteligente capaz de dirigir un grupo o planear un delito refinado; sino más bien los lábiles constituyen los soldados de tropa de la criminalidad: son los abúlicos, los pasivos, los asociales, que no cometen por sí mismos grandes delitos (contentos con vegetar al margen de la sociedad); pero que en cualquier momento pueden ser manejados por delincuentes de más empuje y agresividad. Finalmente y desde el punto de vista del tratamiento, el delincuente lábil constituye un problema de no fácil solución: porque por su modo de ser no es raro que parezcan resocializados en el ambiente del Centro en que se les interna; pero al salir del mismo suelen perder lo adquirido con la misma facilidad y rapidez con la que lo aceptaron en el ambiente anterior. III. PASO AL ACTO DEL LABIL La labilidad afectiva tiene como consecuencia, el que la amenaza penal no actué o ejerza sólo un influjo muy moderado en el delincuente. Por ello subraya GRISPICNI en el I Congreso Europeo de Criminología de Roma (1952), que unas de las notas características del delincuente residen en su incapacidad de inhibición ante la amenaza penal. Ello se debe, a que como dejamos indicado, toda motivación futura tiene poca fuerza sobre un temperamento con labilidad afectiva; es tan solo el momento presente el que tiene la virtud de actuar con toda intensidad. Por ello el delincuente con afectividad lábil no es intimidado por la idea del castigo, pues la considera improbable y lejana; puesto que por una parte, se promete escapar fácilmente a la persecución de la justicia, y por otra tampoco lo asustan excesivamente los riesgos de la pena.

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Esto último se debe, no sólo, a que el lábil ve la pena muy lejana y difuminada, sino también al hecho; de que el temperamento lábil se adapta mas fácilmente que otros a cualquier genero de vida, al que rápidamente sabe encontrar sus ventajas y los posibles modos de evadir su rigor. Por lo mismo no es raro que el lábil observe buena conducta durante su reclusión, típica de casi todos los delincuentes habituales hecho que es interpretado a veces como nota de valor pronóstico e incluso como signo de su actual resocialización. Pero por desgracia esta no suele durar mucho más que la permanencia en el establecimiento penitenciario, puesto que como dejamos indicado, el lábil se adopta rápidamente a todos los ambientes, y por ello al volverse a encontrar con su medio habitual al salir de la cárcel, vuelve rápidamente a las andadas. Lo que, por lo tanto, indica que cuanto mayor sea la labilidad afectiva menores serán las posibilidades de una resocialización autentica. Y que ésta, solo podrá conseguirse si se llega a modificar la estructura de la personalidad del lábil por medio de un tratamiento que no es fácil ni tampoco es corto y en la mayoría de los casos tendrá que ser fundamentalmente psicoterapéutico. Finalmente, será casi imprescindible conseguir que la salida del establecimiento penitenciario cambie al lábil radicalmente de ambiente, si no, será extremadamente difícil que no reincida en su camino delincuencial.

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LECCIÓN 6 LA AGRESIVIDAD

Vistas las dos notas fundamentales, que constituyen según HEUYER la base de la inintimidabilidad del delincuente, vamos a comenzar el estudio de las que integran la nocividad del mismo. Y comenzaremos por la agresividad. Como de costumbre, realizaremos por separado el estudio general de la agresividad y sus manifestaciones clínico-criminológicas, para terminar con notas sobre la razón por la que la agresividad facilita el paso al acto delincuencial.

I. ESTUDIO CLINICO GENERAL. Veamos el concepto, clases y las diversas teorías etiológicas de la agresividad.

A.

CONCEPTO.

Como subraya POROT entre otros autores, existe una doble concepción de la agresividad, que se entrecruza en los estudios psicológicos de la misma. Nos hablan varios autores de la agresividad como de cualidad fundamentalmente positiva, que viene a ser el conjunto de tendencias activas del individuo, afirmativas de sí mismo y dirigidas hacia el exterior con el fin de construirlo y dominarlo en beneficio del sujeto en cuestión; en este sentido positivo se trata por tanto de la capacidad que tiene un individuo de realizar exteriormente sus planes. Por el contrario es incluso más frecuente en Psicología hablar de la agresividad en un sentido negativo como la cualidad que desencadena actos o actitudes de carácter hostil, destructor, malévolo. En realidad ambas acepciones no están tan profundamente separadas como pudiera creerse con visión superficial. La agresividad en la capacidad del individuo para enfrentarse con el entorno y tratar de dominarlo; lo que sucede es que tal capacidad (como todas las restantes cualidades psicológicas) puede dirigirse rectamente y entonces estamos ante el aspecto positivo de la agresividad, o de modo patológico y entonces nos encontramos ante la cara negativa de la misma. Y si en psicología suele hablarse más frecuentemente de la agresividad en el último de los aspectos indicados, es porque no es raro estudiar más extensamente la dimensión antológica de cualquier cualidad, que es la que está más necesitada de tratamiento.

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Pero no olvidemos que como subraya LOPEZ IBOR, en la vida práctica también suele hacerse mayor hincapié en el aspecto negativo de la agresividad, que en el positivo. Por lo que se alaba como ideal la desaparición o disminución de toda tendencia agresiva, aún en su aspecto positivo; el hijo dócil, el subordinado sin asperezas, etc.; con lo que se busca no raras veces en la educación quebrar cualquier brote de agresividad. Con ello se olvida la dimensión positiva de dicha cualidad, que es la que ha llegado fundamentalmente al hombre a realizar hazañas notables; es más, se ignora también que, como sucede por lo demás en otras cualidades psicológicas, no es raro el aspecto positivo se entremezcle con el negativo; y que una recta educación consiste por tanto en suavizar al máximo el aspecto negativo por su transformación en positivo, lo que se consigue señalándole metas adecuadas y no intentando tan sólo anularlo con una agresividad mayor.

B.

CLASES.

Podemos distinguir varias clases de agresividad conforme a su modo de manifestación, su grado, su dirección y el resultado que obtiene en orden a conseguir su objeto: la transformación del mundo externo.

1.

Por el modo de manifestación

Suele distinguirse una agresividad intermitente u ondulante, que procede por ráfagas en el desarrollo de sus planes. Aunque frecuentemente va unido tal modo de agresividad a la labilidad afectiva, no siempre se identifican ambas cualidades; ya que cabe una agresividad intermitente, que sin embargo realice sus planes, al modo con que trabajan ciertas máquinas o instrumentos, dando pasadas sucesivas. Este tipo de agresividad intermitente suele ser característico del temperamento ciclotímico. Cabe también un tipo de agresividad explosiva o impulsiva, que se caracteriza por los estallidos a que da lugar, como su nombre indica. Quiere entonces vencer en un momento y de golpe las dificultades que se oponen a la realización de su plan, por lo que suele ser violenta, destructiva y frecuentemente por lo mismo poco productiva. No es raro que tales estallidos vengan repentinamente después de una fase de tenaz aplicación de la actividad propia a la consecución de un fin y en personas en sí tranquilas; por lo que dejan mas sorprendidos aún a los espectadores. Y en ambos casos son patrimonio de un temperamento viscoso e incluso epileptoide. Finalmente se da una agresividad continuada o constante, que se caracteriza, según indica su nombre, por la aplicación igual y tenaz de la capacidad de actividad externa, a la realización de un plan determinado.

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Suele ser típica del temperamento esquizotímico y también presentar (como en los casos anteriores) su vertiste patológica; en este último caso se caracteriza por la obstinación irreducible en la realización de un plan, que incluso puede ser del todo descabellado en su planteamiento o en el fin que pretende.

2.

Por el Grado

Se distingue en tal sentido entre una agresividad normal, que se da en cualquiera de las tres formas indicadas dentro de ciertos límites; y una agresividad anormal o patológica, en la que dichas fronteras quedan ampliamente rebasadas. Como siempre que hablamos de normalidad, hay que tener en cuenta en primer lugar, que en psicología suele aplicarse un criterio meramente estadístico para determinar dónde se encuentra la frontera; aunque luego no se suele motejar de anormal el exceso positivo desde el punto de vista social. Por lo que a pesar de la afirmación de psicólogos y psiquiatras, de que con dichas denominaciones no pretenden valorar, lo hacen a fin de cuentas. También conviene recordar lo que hemos dejado indicado más arriba, al tratar de otras cualidades psicológicas, que la frontera entre lo normal y anormal ni es clara, ni puede por lo mismo señalarse siempre con precisión. Pero en líneas generales es suficiente para poder separar en la mayoría de los casos entre conductas normales y patológicas.

3.

Por la dirección

Suelen distinguir los autores entre la llamada autoagresividad, que se dirige contra sí mismo; y heteroagresividad que se orienta hacia el exterior (cosas o personas del entorno). Se comprende que la autoagresividad entra fundamentalmente en el terreno de lo patológico. Es más, podría discutirse hasta qué punto le conviene la definición general de agresividad, que hemos adoptado. Creemos sin embargo, que encaja dentro de dicho concepto, aunque ciertamente como manifestación patológica de la agresividad; ya que a pesar de que el ángulo de ataque de dirija hacia el sujeto en cuestión, se pretende con ello dominar el entorno (caso de la conversión histérica) o auto punirse a sí mismo, por la falta de éxito en el dominio del mundo. 4.

Por su resultado

Conforme al presente criterio podemos distinguir una agresividad adaptada y otra inadaptada. Como su nombre indica, se refieren ambas a la capacidad de inserción de la actividad propia en el entorno. 60

Pero no hemos de crecer que el criterio diferencial entre ambas formas de agresividad se encuentra en el éxito del plan realizado (el conseguir lo que se pretende), ya que esto puede depender de la suerte, y por otro loado incluso una agresividad inadaptada puede imponerse por ciertas circunstancias (violencia, etc.). La diferencia entre ambos tipos de agresividad se encuentra en la capacidad del plan en sí (y por tanto de los medios que se prevén en el mismo) para conseguir el fin pretendido; y simultáneamente en la capacidad del sujeto para realizar el plan trazado.

C.

TEORÍAS ETIOLÓGICAS

Como en lecciones anteriores, las dividiremos en tres grupos, las constitucionales, las dinámicas y las sociológicas. Y también aquí hemos de indicar, que tomamos los nombres dichos con las reservas y salvedades hechas mas arriba. Y además, que no pretendemos con la separación de las tres teorías dichas, dar la razón de modo absoluto a ninguna de ellas; sino tan sólo analizar sus enfoques y ver en qué caso y tipos de agresividad tienen mayor aplicabilidad.

1.

Teorías Constitucionales

Ponen la raíz de la agresividad en el instinto de conservación, que presenta una dimensión doble: la defensa de la propia unidad, que tiene sus manifestaciones en el hambre, sed, etc.; y la defensa ante el mundo externo. Y dentro de esta última modalidad del instinto de conversación distinguen aún los partidarios de la presente teoría (LOPEZ IBOR entre otros) una actitud meramente defensiva, que es a la que suele llamarse instinto de defensa en sentido propio; y otra ofensiva, que pretende dominar el entorno y es la que venimos llamando agresividad. Por lo mismo la presente teoría deja ver más claramente el enlace entre las dos maneras de concebir la agresividad por los psicólogos, de que hablamos más arriba (la positiva y la negativa): ambas son reacciones del instituto de conservación ante el entorno, que según las circunstancias y posibilidades del sujeto, toma un colorido positivo o negativo. Respecto a la localización biológica de la agresividad, parecen ser concluyentes varios hechos sobre animales. Así CANNON en 1927 comprueba, que los perros descerebrados siguen manifestando todos los síntomas de furor. Igualmente la supresión del tálamo no influye en la reacciones de agresividad, como demuestra BARD; pero desaparece ésta con la sección del hipotálamo. Es más, años después consigue RANSON reproducir todo el síndrome del furor el estimar eléctricamente el hipotálamo.

61

Lo anterior confirma por tanto lo expuesto el curso pasado sobre la localización orgánica del mecanismo que desencadena la delincuencia pasional. Y nos explica en primer lugar los casos extremos de agresividad explosiva o en cortocircuito; pero en segundo lugar nos demuestra que el hipotálamo juega un papel importante en la regulación de la agresividad, papel que no puede quedar reducido a los casos de explosión patológica. Por lo que parece que el tratamiento orgánico de la agresividad, especialmente en sus formas más o menos patológicas, ha de dirigirse al hipotálamo. También parece obedecer a base orgánica similar, las agresividades de etiología tóxica, y las postepidémicas (postencefalíticas especiales) así como las que surgen a consecuencia de traumas craneanos. Recordemos también de pasada, que hoy en día existe una serie de medicamentos para disminuir la tensión de la agresividad, cuando ésta presenta un grado patológico; pero que no suelen atajar su raíz orgánica sino meramente disminuir su intensidad mientras dura el afecto del fármaco. Resumiendo, la teoría constitucional parece explicar al menos cierto caso de agresividad patológica e indicar el sustrato orgánico de la agresividad en general. Por el contrario no parece indicar la etiología de todas las formas de agresividad, especialmente de las no patológicas; puesto que sólo nos dice, que en tales casos el control es ejercitado en algún modo por el hipotálamo, sin precisar más. Pero el hecho de que un individuo tenga una agresividad adaptada y otro no, al de que en uno la agresividad sea fundamentalmente positiva y en otra negativa, etc., no parece quedar explicado por la teoría constitucional.

2.

Teorías dinámicas.

Coinciden en colocar el origen de la agresividad y especialmente la modelación de la misma, en la formación dinámica de la personalidad. Lo que supone que fundamentalmente influye en la misma, los primeros años de la vida de individuo y el grupo familiar. Para FREUD existen dos instintos fundamentales en el hombre: la libido que es de la que más frecuentemente suele hablarse al exponer el psicoanálisis; y la agresividad. El primero es el instituto de la vida, el segundo es el de la muerte, la destrucción. Esto no quiere decir sin embargo, que ambos instintos se opongan, sino que con frecuencia se complemente. En nuestro caso concreto, la agresividad es utilizada frecuentemente para la vida: al destruir los obstáculos que se oponen en el mundo externo, hace triunfar al individuo; estamos por tanto ante la versión positiva de la agresividad.

62

Pero puede suceder también que la agresividad se complazca especialmente en destruir, en ser el instinto de la muerte; estamos entonces ante la vertiente negativa de la misma. Puede observarse por tanto, que la presente concepción de la agresividad y su entronque entre las fuerzas instintivas no difieren fundamentalmente de la que nos ofrecían las teorías constitucionales. El punto fundamental de diferenciación se encuentra en el papel que forma en la modelación de la agresividad (hacia lo positivo o negativo) el grupo familiar. Suponen los psicoanalistas, que el niño intenta asegurar su vida por sus instintos agresivos, mientras que la familia con sus fuerzas de agresión organizadas, intenta modelar la vida del niño. Se trata por tanto de la oposición de dos agresividades, y según se dirija la agresividad familiar, puede moldear de uno u otro modo la agresividad del niño. La agresividad positiva y adaptada es consecuencia de un clima de compresión y calor en el hogar; donde ciertamente se frustra en ocasiones al niño, pero se le enseña a desarrollar su actividad en el entorno a semejanza a lo que hacen sus padres (especialmente la figura paterna) y con el resultado satisfactorio de poder dominarlo. Es decir que la agresividad se ha modelado fundamentalmente de un proceso de imitación, de identificación con la figura paterna. Cuando el clima familiar no es conveniente pueden surgir múltiples desviaciones en la formación de la agresividad. Ante todo es posible que al niño no se le someta a frustración ninguna, no se le haga enfrentarse con dificultades e incluso fracasar moderadamente ante las mismas. Tal sucede por ejemplo en el caso de niños mimados o en el que los ingleses llaman de madre superprotectora (overprotective mutter), que pretender solucionar todas las dificultades y evitar hasta los peligros insignificantes para su hijo. Entonces la agresividad no se desarrolla convenientemente o no es adaptada, por lo que el niño no será capaz en el futuro de enfrentarse con la vida y sus problemas; es más, fácilmente se refugiará luego en el mundo del ensueño irreal, para huir de la vida que le resulta impracticable. Es también posible el fallo contrario en la educación de la efectividad: el exceso de frustración y de exigencias por parte de los padres, y que suscitan en el niño la reacción de oposición; ésta lleva a su ves a aptitudes agresivas en sentido negativo, de las más variadas: rencores, resentimiento, huidas, amenazas, represiones. Y de todas las posturas indicadas pueden surgir y surgen normalmente neurosis, que pueden desembocar también en lo delincuencial. Cuando la agresividad inadaptada o patológica procede de una falsa formación dinámica de la personalidad, el remedio está en una psicoterapia profunda que solucione la estructura defectuosa. Pero en ella no debe pretenderse anular la agresividad con una contra-agresividad aún más fuerte, como anota acertadamente Anna FREUD; sino en moldear debidamente la agresividad, para que encuentre un empleo fundamentalmente positivo. Lo que no raras veces se consigue más fácilmente por medio de la psicoterapia de grupo.

63

Resumiendo, observamos que la teoría dinámica explica casos en sí diversos de agresividad; y que nos da el procedimiento de corregir muchas desviaciones de la misma, cuando no son de origen claramente orgánico. Y en todo caso conviene no olvidar, que con frecuencia se superponen o entremezclan ambas series de causas indicadas; por lo que normalmente habrá que atajar en lo posible la raíz orgánica de la agresividad patológica, a la vez que se pretende con una psicoterapia adecuada moldear y dirigir lo positivo de la misma.

3.

Teorías sociológicas

Como en otras ocasiones indicamos, no se diferencian esencialmente de las dinámicas, sino tan sólo colocan la malformación de las tendencias agresivas en una época más tardía del desarrollo del individuo. Y por lo mismo el papel principal en dicha desviación no lo juega el grupo familiar sino diversos grupos sociales posteriores. En conjunto suponen que es el clima conveniente en lo grupos sociales en los que ha de engranar el individuo, el que modela su agresividad. Por lo que cuando tal clima se da, tenemos un individuo adaptado, y en caso contrario un inadaptado desde el punto de vista de la dirección y grado de la agresividad. Por lo demás, las posibles posturas del grupo social y las reacciones del individuo ante el mismo, no son fundamentalmente diversas de las descritas al hablar de las teorías dinámicas. Es interesante sin embargo, el estudio que hacen los partidarios de las teorías sociológicas de los sustitutivos simbológicos de la agresividad. Tales son las acciones, en las que un ser normal. Puede descargar simbólicamente su agresividad (entendida aquí negativamente) y así liberarse de la misma. Por ejemplo ciertos espectáculos violentos (toros, boxeo, fútbol) en los espectadores se identifican con los protagonistas y descargan su agresividad negativa en los adversarios. Esta es también la causa de que precisamente sean atraídas por tales diversiones, personas que carecen de facultades físicas para desarrollar la actividad indicada e incluso los que normalmente trabajan en ocupaciones, donde apenas pueden dar cauce a su agresividad positiva (puestos subordinados sin iniciativa propia). Y por lo mismo no es raro el caso del que muestra caras del todo diversas en los grupos sociales en que convive (familia, profesión, amigos); por lo que es duro en casa el cordero fuera de ella o viceversa. Todo lo anterior nos indica (y esta es la conclusión que saca de lo dicho la teoría sociológica) que la cultura posee una gran capacidad moderada de la agresividad; ya que puede hacer descargar la misma en acciones simbólicas o encauzarla en una actividad proporcionada a las propias cualidades.

64

Y por tanto nos avisa también del peligro social que pueden suponer individuos con agresividad latente o reprimida; lo que puede deberse a una mal formación consistente a un ambiente poco propicio e incluso al ejercicio de una profesión en la que la personalidad no se realiza. Tales individuos pueden manifestar una increíble capacidad agresiva en el aspecto más negativo de la misma, cuando una crisis social o individual quite las represiones que la frenaba. Igualmente nos indica lo anterior, que un ambiente social adecuado (en el que hay que incluir el ejercicio de una profesión, que de cauce a la agresividad) puede salvar a muchos individuos de caer en la delincuencia. Son los que llamaba FERRI con frase gráfica sustitutivos penales, y los que por tanto pueden constituir la meta en la educación de un niño o en la reeducación de un reo con agresividad un tanto patológica o negativa.

III.

MANIFESTACIONES CLÍNICO-CRIMINOLÓGICAS

Como en lecciones anteriores, vamos a hablar primero de los que suelen llamarse delincuentes anormales y enseguida de los normales.

A. DELINCUENTES ANORMALES También aquí distinguiremos los tres grupos de psicóticos o verdaderos enfermos mentales, de neuróticos y de psicópatas.

1. Psicóticos Existe una forma de agresividad lúcida y fría, propia del paranoico, que han sido especialmente realzadas por POROT. Tiene la continuidad propia del tipo indicado, su metódica y constancia, lo que le lleva a ser fuertemente peligroso cuando toma el camino delincuencial. También es de destacar la agresividad del depresivo, que adquiere en ocasiones formas auto y heteroagresivas en el tantas veces citado suicidio ampliado. Pero quizás la forma más conocida de agresividad es la impulsiva del epiléptico; que lleva a delitos violentos y brutales, faltos de sentido y medida en su realización y consecuencias. No olvidemos que tales ataques impulsivos pueden darse no sólo las formas manifiestas de la epilepsia, sino no menos en los equivalentes, especialmente en los periodos distímicos. 2. Neuróticos La agresividad del neurótico suele ser consecuencia de un conflicto profundo de personalidad, por lo que presenta modos de manifestarse diversos que los indicados. 65

No es raro que tome formas autoagresivas, especialmente en las neurosis de angustia, de terror y en las obsesivas. Pero también puede ser heteroagresivas, bien de modo directo (compulsiones), bien de modo a veces indirecto (conversiones psicógenas para atraer la atención). Es de observar por tanto, que aunque la agresividad es uno de los caracteres más destacados de toda neurosis, y no suele revestir con tanta frecuencia formas criminales. 3. Psicópatas Es curioso observar K. SCHNEIDER no subraya no frecuentemente como lo hacen otros autores, el componente de la agresividad del psicópata. Cierto que se muestra en varios de los tipos de su clasificación (así por ejemplo lo que son la reducción de un psicosis, como los explosivos, los fanáticos, etc.), y de modo notable también en el desalmado, que viene hacerlo producción del psicópata de la escuelas psiquiatrita americana; pero no hace SCHNEIDER, la agresividad de carácter central de un tipo concreto. Por el contrario todos los autores que indicamos en el curso pasado, y que han estudiado delincuentes psicópatas suelen destacar el papel de la agresividad en el mismo. Así especialmente en los esposos GLUECK y los McCORD.

B. DELINCUENTES NORMALES Vamos a reunir los delincuentes normales en dos grupo, conforme al siglo de la agresividad sea más bien positivo o negativo. 1.

Agresividad Negativa

Se manifiesta en tipos delincuenciales normales que sin embargo se encuentran cerca de los anormales, con los que se confunden frecuentemente sin aclarar soluciones de continuidad. Así en el caso del delincuente por agresividad de SEELIG, caracterizado precisamente con dos fuertes descargas agresivas de tipo impulsivo; y el delincuente por reacciones primitivas, en el que la descarga pasional escapa al control de la personalidad por una especie de cortocircuito, que a lo que dijimos el curso pasado, parece localizado en el hipotálamo. 2.

Agresividad Positiva

Encontramos ante todo entre los delincuentes los que suelen llamarse activos y pasivos; que no son en el fondo más que una versión de lo que hemos denominado agresividad adaptada e inadaptada.

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También podemos hallar delincuentes con agresividad impulsiva (como dejamos indicados más arriba), intermitente y continuada; que en esto no se diferencian de la población normal.

C. RESUMEN Lo anterior nos indica que la agresividad negativa da lugar a delitos violentos y brutales; pero por lo mismo menos adaptados a su fin delincuencial. Y esto tanto en su vertiente patológica (anormal), como en los que hemos considerado delincuentes normales aunque especialmente en el campo de la agresividad negativa se hace difícil la distinción. Por lo mismo el delincuente con agresividad negativa comete delitos más espeluznantes y más aptos para despertar la sensación y el horror del ciudadano medio; pero en realidad son menos peligrosos desde el punto de vista criminológico, por proceder de individuos menos expuestos a anclar en una carrera criminal. Por el contrario es la agresividad positiva la que es índice de peligrosidad del delincuente; ya que en definitiva es la que permite desarrollar con mayor o menor constancia y perfección su plan delincuencial. Y por lo mismo es la que nos clasifica a los delincuentes en los dos grandes grupos de activos y pasivos; y dentro de los primeros, la que escalona a los delincuentes en tipos variados, según su capacidad de realizar el plan delictivo o nocividad. Lo anterior confirma el fenómeno que pudo parecer curioso al tratar de los delincuentes anormales: que los neuróticos, que son los dotados de un coeficiente mayor de agresividad en el sentido vulgar de la palabra (agresividad negativa por tanto), no son fundamentalmente peligrosos; mientras que los paranoicos dentro de los psicóticos y los psicópatas agresivos de la escuela americana presentan un índice mayor de peligrosidad: precisamente porque en ambos casos estamos ante una acepción mas positiva de la agresividad. Comparando la nota presente con la de las dos estudiadas anteriormente, comprendemos que la agresividad positiva se asocia fácilmente al egocentrismo para construir el tipo de delincuentes más peligroso, bien sea que trabaje en solitario, bien que dirija un grupo delincuencial. Por el contrario no se une tan fácilmente a la labilidad, por el mismo hecho de que el lábil es un ser carente de fuerza de voluntad, lo que le impide realizar con precisión sus planes o deseos delincuenciales; el lábil se encuentra mas bien entre los tipos de delincuentes inadaptados y pasivos.

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III. PASO AL ACTO DEL AGRESIVO Un delincuente inintimidable por su egocentrismo y labilidad afectiva, puede aun detenerse en el camino emprendido por no considerarse capaz de vencer las dificultades y problemas de todo genero que le van a salir al paso. En este momento es cuando actúa la agresividad y le comunica un nuevo impulso en el paso al acto delincuencial. Pero como dicha agresividad ejerce su influjo de modo diverso según se trate de la que hemos llamado posición o negativa, vamos a estudiar ambas por separado. La agresividad negativa más bien actúa en el hecho de decidir al delincuente a pasar al acto: su postura de resentimiento contra la sociedad, su impulsividad que estalla, pueden de pronto romper con las últimas barreras o inhibiciones que aun quedaban y lanzar al delincuente a la ejecución del delito. Por el contrario la agresividad positiva, actúa en un momento posterior y de un modo diverso: en primer lugar es la que anima al delincuente al acto, haciéndole ver que los obstáculos son superables; en segundo lugar, es la que le da constancia para vencer las dificultades de todo genero que se va acumulando durante la ejecución misma del propósito delictivo. Lo anterior nos indica que la agresividad tiene importancia notable en la dinámica del paso al acto. Y que en términos generales es claro, que cuanto mayor sea la agresividad de un delincuente, tanto mas peligroso se nos presenta.

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LECCIÓN 7 INDIFERENCIA AFECTIVA

Comenzamos el estudio de la última de las notas fundamentales de la personalidad criminal, en la teoría de HEUYER; que a la vez constituye también el último componente de la nocividad. Siguiendo el esquema de las lecciones anteriores, comenzaremos por exponer unas notas sobre el aspecto clínico general de la indiferencia afectiva (esto es, en los no delincuentes), para aplicarlas luego al delincuente en su aspecto clínico criminológico.

I.

ESTUDIO CLINICO GENERAL

Veamos sucesivamente el concepto de indiferencia afectiva, su distinción respecto a la insensibilidad moral, y las clases diversas de indiferencia afectiva, que suelen señalarse en clínica general.

A. CONCEPTO Vimos el curso pasado, al estudiar el fondo endotímico, que en psicología general se utilizan nombres diversos para la que ahora llamamos afectividad. Optamos entonces por designar como “emoción” la forma pasajera de la misma y como “temple” la más estable. Pero ya indicamos, que en la nomenclatura de otros autores, se llama afectividad o también sensibilidad a lo que nosotros denominamos emociones, por seguir la terminología de LERCH. La afectividad en la terminología de HEUYER es por tanto la resonancia que encuentra en el fondo endotímico un objeto del mundo externo capaz de saciar alguna necesidad del sujeto. Y recordemos, que entendemos en la tal definición por “objeto” todo aquello que pertenece al entorno (lo mismo personas, que cosas o que acontecimientos), ya que todo ello se opone al sujeto, en la bipolaridad esencial a toda psicología y que también el concepto de “necesidad” en la definición indicada hay que tomarlo en sentido muy amplio: toda falta de algo en el sujeto, que puede obtener en el dialogo vital con el entorno; y por lo tanto puede tratarse de necesidades materiales, morales, estéticas, intelectuales, etc. Partiendo de la definición anterior, la indiferencia afectiva será por tanto la falta de resonancia en el fondo endotímico del sujeto, de los objetos (cosas, personas, sucesos, etc.) del entorno. Por la diversidad de nomenclaturas de que hemos hablado, suelen preferir otros autores llamar a la indiferencia afectiva, insensibilidad, falta de emotividad, apatía, etc.

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B. DIFERENCIA CON EL SENTIDO MORAL Nos interesa sin embargo, insistir en un aspecto de la nomenclatura indicada, porque detrás del mimo se oculta una cuestión de fondo. Nos referimos a la diferencia entre la insensibilidad moral y la indiferencia afectiva. Ante todo hay que advertir que bajo el nombre genérico de insensibilidad moral se agrupan no raras veces por muchos autores, dos conceptos del todo diversos en su fenomenología y en su localización. Veámoslo por separado. El sentido moral es la capacidad de valorar rectamente una conducta desde el punto de vista ético o moral. Se trata por tanto de una función intelectual (valorativa), de un juicio de valor; aunque no este desprovista de elementos emocionales, como sucede por lo demás con cualquier acontecer psicológico. Por el contrario la sensibilidad moral es la resonancia que dicho mundo de valores morales encuentra en un individuo concreto. Estamos por tanto ante un campo concreto de la afectividad; ya que la sensibilidad moral es tan solo la afectividad en cuanto que se ocupa del acontecer moral. La diferencia entre ambos conceptos es por tanto clara: el uno esta localizado fundamentalmente en la estructura superior de la personalidad, puesto que es un juicio de valor, mientras que la sensibilidad moral pertenece fundamentalmente al fondo endotímico, como todo el resto de la vida afectiva. Y hemos dicho en ambos casos “fundamentalmente” porque como subrayamos el pasado curso, la persona no tiene comportamientos estancos, sino que forma un todo integrado.

C. CLASES Para el fin que pretendemos en la presente lección, vamos a distinguir la afectividad según su dirección, según su grado y según su duración.

1. Por la dirección. En este aspecto diferenciamos una afectividad egocéntrica, que es la que resuena tan solo ante los temas del yo (y consiguientemente la indiferencia afectiva egocéntrica, cuando falta al interés afectivo por los temas del yo); y una afectividad altruista, que es la que vibra ante los demás transitivos (y consiguientemente la indiferencia afectiva, que no resuena ante los intereses de los demás). La indiferencia afectiva que nos interesa de manera peculiar desde el aspecto criminológico es la altruista; ya que la indiferencia egocéntrica no suele producir perturbaciones de tipo criminal, si se exceptúa tal vez el suicidio.

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2. Por el grado. Distinguiremos aquí la indiferencia propiamente dicha de la perversión de la afectividad. La indiferencia se mantiene en el plano meramente pasivo: no hay resonancia en el sujeto ante el acaecer del entorno. Por el contrario la perversión supone una aversión de la afectividad: el sujeto se goza ante el dolor ajeno e incluso llega a producirlo para gozar del mismo. El tema de las perversiones instintivas fue magistralmente expuesto por DURRE y constituye la base de las teorías sobre el perverso constitucional, de que tratamos el curso pasado. Cierto que ambos grados de indiferencia nos interesan desde el punto de vista criminológico; pero cuando en la presente teoría de la personalidad criminal hablamos de la indiferencia afectiva, nos referimos de modo mas concreto a la primera: la indiferencia propiamente dicha. Sin embargo no dejara de surgir el grado mas intenso de la misma en nuestras consideraciones clínicocriminológicas, especialmente al tratar de los delincuentes anormales, ya que tal perversión constituye sin duda una anormalidad psicológica.

3. Por la duración. Bajo el presente punto de vista conviene diferenciar la indiferencia afectiva crónica de la aguda. La crónica se encuentra incorporada en la personalidad del individuo (lo que no quiere decir que sea constitucional), y constituye los tipos fríos y apáticos de las clasificaciones psicológicas, tales como el superestable de SJOBRING; los no emotivos (sanguíneo, flemático, amorfo y apático) de la de HEYMANS-LE SENNE; el esquizotímico y el viscoso de la de KRETSCHMER; y sus paralelos (cerebrotónico y prasotónico) en la de SHELDON. Por el contrario la indiferencia afectiva aguda se debe a un estadio transitorio, cuyas raíces pueden encontrarse en una enfermedad psíquica (esquizofrenia, etc.), meramente somática (procesos postinfectivos) o en un proceso psicológico de inhibición o abstención afectiva. Es claro que tales estados agudos pueden fácilmente degenerar en crónicos; especialmente cuando se deben a enfermedades que arraigan en el sujeto. Ambas formas de indiferencia afectiva indicadas tienen su vertiente criminológica, que estudiaremos mas adelante.

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D. TEORÍAS ETIOLÓGICAS Expondremos por separado como en lecciones anteriores las constitucionales, las dinámicas y las sociológicas; pero teniendo en cuenta también aquí las salvedades hechas anteriormente a dicha tripartición.

1. Teorías Constitucionales Supone que la raíz de la indiferencia afectiva tiene su razón de ser en el correlato fisiológico de las emociones. Cuando tal sustrato somático se encuentra alterado, sea de modo permanente (indiferencia crónica) o pasajero (indiferencia aguda), la afectividad no tendrá ni la intensidad ni las características normales; esto es, nos encontramos ante la indiferencia afectiva. Parece cosa comprobada el influjo del hipotálamo en la vida afectiva; cuestión que tocamos ya anteriormente el hablar de la labilidad afectiva y en el curso pasado al estudiar al delincuente pasional. Pero conviene ahora precisar dichos conceptos y referirlos a la indiferencia afectiva. En tiempos no muy lejanos se supuso que el hipotálamo era el gran colector de las emociones. Así creyó probarlo BARD con sus experimentos sobre personas y gatos descerebrados, en los que a pesar de ello se presentaba la reacción de rabia aparente (shame-rage). Igualmente parecía confirmarse la hipótesis con los estudios de HESS, que al estimular el diencéfalo, provoca accesos de cólera. Y finalmente, mientras FULTON e INGRID consiguen provocar reacciones coléricas después de seccionar la parte anterior del cerebro; desaparecen éstas en los experimentos de BEATTIE y sus colaboradores, que seccionaron la parte posterior del mismo. Pero como observa LOPEZ IBOR al hacer el análisis critico de tales experiencias, tales reacciones no son de autentica rabia, sino de rabia aparente (shame-rage), como las denominaba el mismo BRAD. Lo que indica que no prueban que el hipotálamo sea la sede de las emociones, sino tan solo el gran receptor de los efectos periféricos de las mismas (afluencia de sangre, erizado de los pelos, forma del hocico, agresividad, etc.). Es mas, MASSERMAN demuestra mas tarde, que los efectos periféricos indicados difieren de la verdadera emoción, como lo prueba el hecho de tratarse de reacciones estereotipas, de su desaparición repentina al cesar el estimulo, etc. Lo que parece indicar, que el hipotálamo no es el centro de la vida afectiva, sino tan solo el órgano que interviene en los mecanismos de expresión de la misma. Es lo que indicábamos al hablar del delincuente pasional: que por un corto circuito en el hipotálamo, llega a reacciones agresivas, puesto que en dicho centro es donde se regulan los efectos periféricos de las emociones.

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Por el contrario no se conoce aun con exactitud la localización de la afectividad propiamente dicha (en cuanto contrapuesta a sus manifestaciones periféricas). Parece sin embargo que el sistema de glándulas endocrinas juega un papel notable en las mismas; como lo indican entre otras cosas el papel que la adrenalina desempeña en la cólera, etc. Pero tampoco son ellas el dato unido de la afectividad, ya que la inyección de adrenalina produce solo ciertos aspectos del síndrome colérico, pero no todos ellos. Destaca LOPEZ IBOR el papel de la corteza cerebral en la afectividad, pero indica asimismo que tampoco se trata de una localización exclusiva. Por lo que en conclusión parece deducirse, que la afectividad, como todo el resto de la vida psicológica, compromete a la persona humana total. 2. Teorías dinámicas. Suelen atribuir la indiferencia afectiva a la falta de una figura materna suficiente, que es la encargada de desarrollar en el niño los sentimientos altruistas y abrirle así a través del amor materno el amor del prójimo. Como en otras ocasiones hemos indicado, el proceso se desenvuelve del modo siguiente: el niño al nacer esta afectivamente encerrado en si mismo, tiene una afectividad fundamentalmente egoísta, ya que no conoce a un objeto ninguno del entorno, en el que depositarla. Entonces interviene normalmente la figura materna, que atrae su afectividad y hace trascender su amor. Esto lleva a una lucha en el niño entre los sentimientos egoístas (el amor a si mismo y su comodidad) y los altruistas, concentrados fundamentalmente aun alrededor de la figura materna. En el caso de una educación normal, los sentimientos altruistas se van desarrollando suficientemente y hacen salir al niño del egoísmo primitivo hasta convertirlo en hombre maduro en el aspecto afectivo. Para ello es necesario también que entre en juego la frustración, como vimos el curso pasado. Pero cuando la figura materna falta (lo que puede suceder porque no exista, o porque sea fría, o no muestre cariño, o incluso porque la manifestación del mismo no sea en forma que la capte el pequeño), el niño no desarrolla su afectividad, especialmente en su dimensión altruista: va quedando encerrado en si mismo, con sentimiento de que nadie se interesa por el, y por lo mismo tampoco tiene ligazón afectiva con el entorno. Estamos ante la indiferencia afectiva. Un interesante estudio de BOWLBY sobre un grupo de ladrones juveniles subraya el influjo de la falta de la figura materna en la indiferencia afectiva de los mismos y concretamente en su dedicación al delito de hurto. Según dicho autor, al faltar la ligazón afectiva hacia la madre, el niño queda sin puente para establecerla con persona alguna, y por ello vuelca su afectividad hacia las cosas. Esto le lleva al deseo desmedido de apoderarse de las mismas, y condiciona su futura carrera delincuencial contra la propiedad.

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Aunque DEBUYST ha negado validez a tal raciocinio y en su estudio sobre los valores vividos por los delincuentes subraya que en su grupo de probandos la falta de figura materna no se mostró como factor crimino genético fundamental ni tampoco como causa clara, de indiferencia afectiva; conviene no olvidar que dicho autor tuvo un grupo muy reducido de delincuentes carentes de figura materna entre sus probandos, por lo que sus conclusiones no pueden considerarse como definitivas. De lo anterior parece desprenderse que las teorías dinámicas explican ciertos casos de indiferencia afectiva y a través de la misma, de propensión a la criminalidad; pero que como vimos en lecciones anteriores respecto a las otras cualidades de la personalidad delincuencial, ni ellas solas explican todos los supuestos, ni tampoco las restantes. De nuevo se impone una cierta prudencia en generalizar conclusiones y un sano eclecticismo en la admisión de posibles influjos de varios factores en la etiología de la indiferencia afectiva. 3. Teorías sociológicas. Subrayan estas el influjo de los ambientes posteriores a la niñez (y por lo mismo diversos del grupo familiar) en la etiología de la indiferencia afectiva. Ha sido DE GREEFF quien quizás ha realizado uno de los estudios más interesantes a este respecto; se concreta para ello en el grupo de los homicidas y asesinos y distingue tres diversos modos de llegar a la indiferencia afectiva por un proceso dinámico posterior a la infancia. En primer lugar hay casos en los que claramente el delincuente se impone el proceso de insensibilización, para poder realizar mas libremente el delito; así sucede por ejemplo en ciertos asesinos, que para poder superar lo odioso del delito que proyectan, se imponen a si mismos un proceso consciente de envilecimiento y embotamiento afectivo. Hay otro grupo en el que la intervención consciente del individuo en el proceso de insensibilización no es tan pronunciada. Más bien se trata en estos casos de una pasión dominante, que se va apoderando poco a poco de la personalidad y que por lo mismo seca paulatinamente todo sentimiento que pueda oponerse a su triunfo. Este proceso dinámico ha sido también estudiado por JOLY. Finalmente existe un tercer grupo, en el que el proceso de desecación afectiva es del todo inconsciente al individuo en cuestión; o en el que al menos se experimenta por el en grado muy tenue. Tal es el caso por ejemplo de ciertos delitos familiares, como el parricidio del cónyuge que atormenta a la familia. En los tres grupos anteriores se da por tanto un influjo del medio en el proceso de insensibilización, pero también existe una participación (consciente o inconsciente) del propio sujeto.

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Su interés desde el punto de vista etiológico radica en el hecho de que no solo nos muestran ciertos caminos hacia la indiferencia afectiva, sino que simultáneamente nos hacen ver como en ellos mismos interaccionan diversos factores, no totalmente sociológicos; tales la voluntad del individuo (en el primer grupo), la estructura dinámica de su personalidad (en el segundo especialmente) y también el influjo de los grupos diversos en que vive y a los que difícilmente puede sustraerse (mas particularmente en el tercer grupo). Lo que confirma nuestro punto de vista sistemático, de que en la etiología de la indiferencia afectiva (como por lo demás sucedía en la de las restantes cualidades de la personalidad criminal), no puede procederse con exclusividades, sino a lo mas hablar del predominio del uno o el otro factor en cada caso concreto.

II. MANIFESTACIONES CLÍNICO - CRIMINOLÓGICAS Igual que en las lecciones precedentes y con las mismas reservas hechas al respecto en ellas, voy a dividir al estudio de los delincuentes en dos grandes grupos; los que podemos considerar anormales desde el punto de vista psicopatológico y los normales.

A. DELINCUENTES ANORMALES. De nuevo examinaré por separado los psicóticos, neuróticos y psicópatas, para ver de fijar el influjo de la indiferencia afectiva en cada uno de los grupos indicados.

1. Psicóticos. La indiferencia afectiva es característica de la esquizofrenia en todas las formas: el llamado autismo, una de las notas más típicas de la misma, consiste en un retraimiento afectivo de todo contacto con el exterior y en el refugio del mundo interno del enfermo. Ello no significa sin embargo que éste carezca de afectividad, incluso puede ser hipersensible a los comportamientos ajenos en relacion con su persona, sino que es capaz de exteriorizarla y particularmente que carece de ligazón afectiva-altruista con el entorno. Por ello el delincuente esquizofrénico es particularmente frió en la reducción del delito, y parece carecer en absoluto de sensibilidad, de compasión ante el dolor ajeno. Esto le hace especialmente peligroso, puesto que por un lado no retrocede ante nada en el desarrollo de su plan delincuencial, y por otro hecho de mantener la cabeza fría, le permite realizar el delito sin cometer fallos en la ejecución ni dejar huellas que puedan delatarlo.

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Un tipo particular dentro del delincuente esquizofrénico es el que EYRICH caracterizó como asesino de la amada y que describimos en el curso pasado. Se trata el caso en el que el enfermo (incluso en grados menos pronunciados, el temperamento esquizoide) ha conseguido abrir un puente hacia el entorno a través de una persona amada, de la novia normalmente. Pero esta termina por cansarse de ser un poco tan afectivo y tan lejano, por lo que se produce el rompimiento. Entonces el esquizofrénico siente de pronto roto el único puente de comunicación afectiva con el mundo y a la vez se encuentra profundamente humillado al comprender que fracasa a su intento. Esto le llevaría a una situación desesperada, en la que no es raro que mate a su amada, como única vía de terminar con el conflicto interno que le supone la separación de la misma. Finalmente conviene recordar que en todos los procesos de demenciación representa en mayor o menor grado (y normalmente en grado bastante pronunciado) la indiferencia o embotamiento afectivo; es mas, dicho embotamiento constituye unos de los primeros síntomas de la demencia precoz. También se da normalmente en los estados confusionales y en ciertos estados depresivos, en los que domina la inhibición afectiva.

2. Neuróticos En ellos tienen su máxima aplicación los puntos de vista de las teorias dinámicas y de los procesos de la insensibilización de la sociología, que expusimos al tratar de la etiología de la indiferencia afectiva. Muchos de los síntomas neuróticos van acompañados de la insensibilidad afectiva y más especialmente de la falta de sentimientos altruistas. En parte se debe a la concentración y repliegue sobre si mismo a que obliga la neurosis, aun en los casos de afectividad en si suficientemente; y en parte de la falta de desarrollo de la afectividad por conflictos en la formación dinámica de la personalidad. Pero incluso en las neurosis de conversión se nos presenta la indiferencia afectiva en su carencia de tendencias altruistas. Porque tal enfermo posee ciertamente una buena dosis de afectividad e incluso un exceso de la misma; lo que sucede es que no se han desarrollado las tendencias altruistas que es lo que precisamente produce la conversión de la afectividad sobre el paciente. El cuadro esta dominado por tanto una afectividad fuertemente egoísta que a toda costa pretende atraer el cariño de los demás, sin saber en realidad el modo de dar el propio, por la falta de una educación hacia el altruismo. Ya indicamos sin embargo, que el neurótico no es por lo general un delincuente terrible; ya que en la mayoría de los casos el conflicto en que vive, le impide intervenir en el mundo externo, puede sin embargo darse paso al delito en algunos casos como el que BOWLBY supone que acontece en el ladrón carente de figura materna.

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3. Psicópatas Resalta MC CORD entre otros autores, que una de las notas más característica del psicópata, quizás la central, es la incapacidad de ligarse afectivamente a los que le rodean; y que por lo mismo es difícil un tratamiento psicoterapéutico del psicópata, ya que resulta casi imposible la transferencia hacia el psicoterapeuta. Tal observación viene repitiéndose desde antiguo en los síndromes que han precedido a los que actualmente calificamos de psicópatas: así en el loco moral y en el perverso instintivo, que estudiamos el curso pasado. Por ello no es de extrañar que uno de los tipos fundamentales de K. SCHNEIDER sea psicópata desalmado, que nos describe dicho autor como caracterizado por un gran embotamiento afectivo: carece de compasión, de vergüenza, de honor y de la menor preocupación por los sentimientos de los demás, y especialmente por el dolor ajeno. Como ya vimos el pasado curso es precisamente este tipo de psicópata el que se identifica con lo que en el siglo XIX se llamo el loco moral y con el único tipo de psicópata que distingue la psiquiatría americana. Su importancia criminológica queda subrayada por el hecho de que el loco moral se identifica en LOMBROSO con el delincuente nato, esto es con el tipo central del delincuente. Y prescindiendo de nomenclaturas, apenas hay un criminólogo que no señale en los psicópatas delincuentes el rasgo de la indiferencia afectiva como fuertemente pronunciado e incluso el central de los mismos.

B. DELINCUENTES NORMALES No distingue SELLIG entre los tipos delincuenciales a ninguno cuya característica criminal sea la indiferencia afectiva; pero el hecho se debe sin duda que el criterio clasificatorio de dicho autor no es psicológico sino criminológico. Por el contrario encontramos en varios de los tipos de SELLIG la nota de indiferencia afectiva como parte integrante del mismo y en diversas versiones. Así se nos muestra en su vertiente de insensibilidad, en el delincuente profesional refractario, al trabajo que es fundamentalmente un asocial, carente de contactos afectivos con el entorno; en el aspecto de perversión, en los delincuentes por falta de dominio sexual; en el egoísmo, en varios de los delincuentes por crisis, que prefieren por ejemplo sacrificar y hasta asesinar al ser querido, antes que arrastrar las consecuencias. Especialmente son de considerar el delincuente por convicción, que por ser versión dentro de lo normal del esquizoide, presente como el anterior una fuerte dosis de inhibición afectiva.

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Y también es interesante el proceso de la insensibilización mas o menos consciente que se manifiesta en el delincuente por falta de disciplina social; puesto que una costumbre se va arraigando (no raras veces a causa de una pasión dominante) le hace despreciar las mas elementales regla de prudencia en el trafico, prefiriendo su fin egoísta al dolor o desgracias ajenas. Recordemos también que casi no hay criminólogos desde LOMBROSO hasta nuestros días que no señala la indiferencia afectiva como una de las notas constitutivas de la personalidad criminal, especialmente en los delincuentes más peligrosos y multireinsidentes. Y no olvidemos para terminar, que sin embargo el embotamiento afectivo puede ser solo una manifestación pasajera en la vida del delincuente, cuando se encuentre encarcelado. Porque según ha observado agudamente MANKOWSKI, todo detenido muestra una apatía pronunciada, consecuencia del encerramiento y de la vida falta de estímulos de la prisión. Pero tal insensibilidad puede ser solo pasajera y terminar el día en el que el preso sea puesto en libertad. Por lo que un estudio basado en un grupo de presos, corre el riesgo de acentuar esta nota. C. RESUMEN Todo lo anterior nos viene diciendo que la indiferencia afectiva es nota constitutiva de la personalidad criminal y en proporción realmente considerable. Es más, se manifiesta precisamente con mayor intensidad en los delincuentes más peligroso, tanto por su anormalidad como por su arraigo en la vida delincuencial. En realidad con las notas anteriores es de advertir que la indiferencia afectiva puede combinarse fácilmente con el egocentrismo, que expresa de cierto modo la vertiente intelectual de la misma y con agresividad positiva la que presenta notables servicios, al permitir al delincuente planear y ejecutar su intento delictivo con serenidad y sangre fría. Podría pensarse que sin embargo la indiferencia afectiva no es fácil de conjugar con la labilidad, ya que esta parece presuponer un fuerte coeficiente de afectividad, que falta en la indiferencia. Pero tal punto de vista reposa en dos falsos enfoque., El primero de pensar que la labilidad afectiva supone siempre una afectividad intensa lo que puede suceder incluso se da frecuentemente, pero no siempre ocurre así; lo que caracteriza al lábil, es la falta de dominio sobre su afectividad, el segundo es olvidar la indiferencia afectiva no supone carencia de toda afectividad, lo que también sucede en ocasiones; sino lo característico de la misma es la falta de afectividad altruista, que puede muy bien hacerse unida a una abundante afectividad egocéntrica.

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Por lo tanto son posibles y se dan de hecho combinaciones de la labilidad e indiferencia afectiva dentro de alguno de los esquemas siguientes: O bien una cierta pobreza afectiva, sin frenos proporcionados, (unida por tanto a la labilidad); o bien una cierta e inclusa intensa afectividad sin frenos (lábil) y a la vez con orientación del todo egocéntrica (indiferencia afectiva altruista). Finalmente recordemos que las cuatro notas de la personalidad criminal no se dan siempre juntas ni menos siempre en igual intensidad; lo que intentamos con el estudio de estos cuatro radicales es poner de manifiesto su influjo criminológico, especialmente cuando se mezclan en ciertas proporciones pero precisamente las posibles combinaciones de los puntos, (en intensidad y en cualidad) son las que nos han de servir mas adelante (al hablar del diagnostico del estado peligroso) para diferenciar las posibles formas de manifestación de la personalidad criminal y así fundamentalmente sobre ellas un tratamiento del delincuente. III. PASO AL ACTO DEL INDIFERENTE AFECTIVO. Es claro que la indiferencia afectiva facilita al acto del delincuente, en el estadio aun anterior ala comisión del delito; porque le permite decidirse al mismo sin freno a que pudieran venir de la consideración del sufrimiento o estado en que ha de situar a la victima o a sus familiares. Toda barrera de tipo afectivo (compasión, etc.) que puede frenar a un hombre dotado de una dosis suficiente de sentimientos altruistas, deja influir sobre el delincuente con falta de los mismos. Mas fuerte es la atención delictiva que en el caso de que la indiferencia ha ya llegado al estadio de perversión de los instintos; porque entonces la perspectiva del sufrimiento ajeno no solo deja de frenar sino que puede convertirse incluso en estimulo delictivo. Pero tales casos no dejan de ser raros, al menos que sus formas extremas, hasta en los delincuentes mas avanzados: la tesitura normal es la de perfecta indiferencia afectiva hacia las consecuencias del delito; la perversión pertenece más bien a casos verdaderamente patológicos. Finalmente, una vez que el delincuente ha pasado al acto, también es afiliado por su indiferencia afectiva para la realización del delito y para salir airoso en el mismo. Porque como dejamos apuntado mas arriba, el hecho que conserve el delincuente la sangre fría durante la ejecución, es evidente ventaja para el mismo, ya que no solo le posibilita mejor ejecución del plan preconcebido, sino que le permite solucionar los problemas imprevistos que se presentan sobre la marcha. Y por lo mismo no descartara entre las posibles soluciones las más crueles, con tal que le hagan salir del paso sin complicaciones.

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CLÍNICA

CRIMINOLÓGICA

SEGUNDA

PARTE

ESTUDIO CLÍNICO DEL DELINCUENTE

Terminado el estudio de la teoría sobre la personalidad criminal, poseemos una base sobre la cual montar el estudio clínico del delincuente; es lo que vamos a intentar en la segunda parte de nuestro programa. No olvidemos sin embargo, que la teoría de la personalidad criminal no pasa de ser una hipótesis de trabajo; por lo que no podemos manejarla con plena certeza. Esto nos lleva a que en la exposición de los métodos de estudio clínico del delincuente no nos ciñamos tan solo a ella, sino que con frecuencia abramos el horizonte hacia otras posibilidades o modos de trabajo empleados por otras direcciones criminológicas. También por ello hemos de guardarnos de dar las conclusiones que obtengamos con nuestra teoría, carácter de resultados ciertos. Estas consideraciones un tanto restrictivas nos indican que la clínica criminológica, al igual que gran parte de la criminología, se encuentra aún en un estadio relativamente inicial, lo que se debe fundamentalmente a dos causas. La primera al poco tiempo de existencia de nuestra disciplina, puesto que no existe criminología propiamente dicha más que escasamente un siglo, lo que para una ciencia es la niñez. La segunda, la estrecha dependencia en que se encuentra la criminología general y la clínica en particular, de las ciencias que estudian al hombre (psicología, sociología, psiquiatría, etc.): por lo que el relativamente escaso avance de las mismas, condiciona la marcha de nuestra disciplina: tampoco ellas han llegado en muchos puntos más que a hipótesis de trabajo, que solo el tiempo y una asidua labor de investigación puede confirmar, modificar o sustituir por otras nuevas. Todo lo anterior lejos de descorazonarnos, debe impulsarnos a un más al trabajo científico en nuestra materia; porque el suele permitirnos buscar una solución al problema que nos toca resolver: La resocialización del delincuente.

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LECCIÓN 8 PRESUPUESTO DE LA CLÍNICA

Después de un resumen de los resultados obtenidos en la primera parte de nuestro programa, vamos a exponer ciertos presupuestos necesarios para que se pueda dar un serio trabajo científico de clínica criminológica tales como el método de trabajo y el equipo que lo practique. 1.

RESUMEN DE LOS RESULTADOS OBTENIDOS.

El estudio de la teoría sobre la personalidad criminal nos ha conducido a varias conclusiones, que vamos a sintetizar ahora en pocas líneas. A.

ESTADO PELIGROSO.

Partimos del concepto de estado peligroso como magnitud que intentamos medir en lo posible, a fin de tratar de resolver en problema concreto que aqueja al individuo sometido a examen. Entendemos por estado peligroso la situación en que se encuentra un individuo, que está a punto de cometer un delito. Por ello distinguimos dos clases diversas: el pre delictual, que es el que aqueja a un sujeto que no a cometido delito ninguno con anterioridad; y el post delictual, que es el que presenta un individuo ya penado por la ley. Para distinguir ambos grupos nos valemos del concepto de delito usual en derecho penal; pero recordemos que al criminólogo le interesan no menos otras formas de vida social, que sin entrar en conflicto directo con la ley (al menos con la ley penal), revelan una actitud hostil a la convivencia social en el individuo. B.

COMPONETE DEL MISMO.

También hemos fijado los componentes del estado peligroso, que según la teoría de la personalidad criminal son la capacidad criminal y la adaptabilidad social del individuo. 1. Capacidad criminal. Concretamos la capacidad criminal a la ves en dos grupos de factores: los que contribuyen a la inintimidabilidad del posible delincuente y los que favorecen su nocividad. La primera consiste en la falta de temor ante el delito y sus consecuencias; la segunda es la capacidad de un sujeto para superar las dificultades que puedan presentarse en el desarrollo de su propósito delictivo. A la inintimidabilidad de un posible delincuente contribuye según nuestra teoría fundamentalmente el egocentrismo o cerrazón del individuo en su propio mundo de valores; y la labilidad o falta de influjo de las motivaciones futuras. 81

Mientras que en las nocividad pensamos que influyen la agresividad o capacidad de superar las dificultades de la ejecución; y la indiferencia afectiva o capacidad de pasar por encima de dificultades de orden afectivo (dolor de la víctima, etc.). Los cuatro radicales de la personalidad criminal, que acabamos de enunciar, contribuyen en modo diverso a la formación de la misma. Vimos así que el egocentrismo suele llevar al tipo del delincuente jefe; menos numeroso desde el punto de vista estadístico, pero fuertemente peligroso y difícil de resocializar, precisamente por su cerrazón a todo influjo externo, que pretenda modificar su cuadro de valores. La labilidad afectiva lleva más bien hacia el delincuente de tropa; más numeroso estadísticamente y aparentemente muy fácil de resocializar, ya que en seguida acepta el tratamiento y se acomoda al ambiente socializante del mismo. Pero no es raro que con su salida del establecimiento y vuelta al ambiente antiguo, se pierda rápidamente lo que parecía conseguido en orden hacia su resocialización. El delincuente agresivo es hábil en el desarrollo de su plan y por ello fuertemente peligroso; por lo mismo no abunda tanto desde el punto de vista estadístico y en si en muy capaz de resocialización, puesto que también triunfará fácilmente en una profesión honrada. Finalmente la indiferencia afectiva lleva al delincuente sin barreras sentimentales ni reparos de ningún género en la comisión del delito; estadísticamente se presenta en gran número de delincuentes profesionales y es fuerte óbice para el trabajo psicoterapéutico de resocialización, porque no se establece fácilmente el rapport con el psicoterapeuta. Recordemos también que es el conjunto de las cualidades anteriores el que da como resultado la personalidad criminal; aunque es lógico que predominen unas o otras. Y por ello la combinación de las mismas en una u otra proporción lleva a tipos diversos de delincuentes. Pero es menester en lo posible conocer por separado su presencia e intensidad, ya que al atender de ello, habrá que dirigir en uno u otro sentido la labor de resocialización del delincuente.

2. Adaptabilidad Social. No nos hemos detenido especialmente en su estudio, porque en realidad depende su fijación de factores ajenos a la personalidad criminal, tales como las aptitudes físicas, intelectuales, sociales, etc.

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Por ello indicaremos mas adelante (en especial en la lección 10) los métodos de fijación de dichas cualidades y a través de ellos de la determinación conjunta de la adaptabilidad social de un sujeto. Conviene sin embargo indicar ahora brevemente el influjo de los cuatro radicales de la personalidad criminal en dicha adaptabilidad social. En líneas generales puede decirse, que el egocentrismo dificulta la adaptabilidad social del individuo, puesto que se encierra en si mismo y en su mundo de valores como el mismo nombre lo indica. Por el contrario la labilidad afectiva hace al sujeto incluso excesivamente permeable a los influjos ambientales y por ello le permite adaptarse fácilmente al ambiente; luego según sea éste (social o asocial) llevará el individuo en cuestión una vida socialmente arreglada o viceversa. Igualmente la agresividad contribuye ala adaptabilidad social, ya que concede al sujeto la capacidad de desarrollar un plan, de engranarse activamente en el entorno. Lo que indica que así como facilita al delincuente la ejecución del delito, igualmente le da la posibilidad de desarrollar cualquier otra actividad honrada. Finalmente la indiferencia afectiva cierra al sujeto uno de los caminos de intercambio con el mundo circundante. Al hacerlo del todo desinteresado e impermeable ante las alegrías o sufrimientos de los que con el conviven. Recordemos sin embargo, que la indiferencia afectiva puede ser absoluta pero que no raras veces se dan tan solo ante una clase de estímulos afectivos o ante un grupo de personas (la víctima, el mundo honrado, etc.) en este último caso cabe llegar al delincuente por los sectores aún permeables de su afectividad e interesarlo así por estos aspectos del entorno que han de contribuir notablemente a su adaptación social.

II. MÉTODO DE TRABAJO. El método que emplea la clínica criminológica, es paralelo al que se utiliza en la médica, en la psicológica o en la psiquiátrica. Consiste en líneas generales, a la observación del individuo concreto, y a la interpretación de lo que en el se observa, a fin de actuar sobre el mismo en orden a sus resocialización. Veamos estos pasos por separado.

A.

OBSERVACIÓN

Pretende acoplar el menor número de datos posible sobre el sujeto en que se quiere estudiar. Para ello se les somete a un examen, que suele abarcar los aspectos médicos, psicológicos, psiquiátricos, sociológicos y jurídicos. Y en cada uno de dichos puntos se manejan las técnicas usuales al mismo.

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Pero el examen constituye no solo el primer paso, sino la base en que se va fundar todo el proceso posterior; lo que nos indica la importancia del mismo y la necesidad de que sea practicado de acuerdo con las técnicas más apuradas y por especialistas en la materia. Proceder de otro modo es no solo quedarse corto, sino comprometer el resultado de la investigación y las posibilidades de resocialización de un ser humano. B. INTERPRETACIÓN Terminado el examen, es menester interpretar los datos acopiados, lo que sucede en dos etapas diversas. Una interpretación del primer grado nos lleva al diagnóstico del estado peligroso, en que se encuentra el individuo sometido a examen. Diagnostico que no puede limitarse a la intensidad del mismo (aspecto fenomenológico), si no que debe intentar fijar también las causas de que procede (aspecto etiológico). Pero a continuación se impone una interpretación de segundo grado, ya que normalmente hay que fundamentarla sobre la anterior: el pronóstico comportamental del individuo sometido a examen. Trata este de predecir la conducta futura del sujeto en cuestión, lo que solo puede hacerse de modo hipotético y aproximado. Es más, conviene no olvidar que tal conducta esta en función de medio social, en que haya de vivir el individuo, que no siempre necesariamente será el mismo del que procede y el que por tanto a sido sometido a examen. C. ACTUACIÓN Sobre los datos aportados al examen y elaborados por la doble interpretación que suponen diagnostico y pronostico, se a de montar el tratamiento del individuo estudiado. Normalmente se dirige la actuación hacia un tratamiento individual, ya que la clínica criminológica se ocupa fundamentalmente con el caso concreto. Por ello suele entenderse este tratamiento individual del sujeto sometido a examen, cuando se habla en clínica de “tratamiento” en términos generales. Pero cabe también a base de los datos obtenidos en la clínica, intentar modificar el ambiente en que a de moverse el individuo examinado (familiar, etc.) o incluso pretender una labor mas amplia de saneamiento de una ambiente determinado para evitar que sirvan del caldo de cultivo a la delincuencia. Estaríamos entonces ante una programa de profilaxis social; que aunque en si muy interesante e incluso en ocasiones mas fructíferos que el individual (puesto que evita la caída en la delincuencia en todo un grupo social), se sale de los limites de la clínica criminológica, para servir en los de la política criminal. Daremos sin embargo unas ideas sobre dichas profilaxis más bien a modo de complemento.

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D. RESUMEN Luego los estadios fundamentales de la clínica criminológica, el método que vamos a emplear en la misma, son los siguientes: Examen médico, psicológico, psiquiátrico, sociológico y jurídico, diagnostico del estado peligroso, pronóstico comportamental, y programa individual de tratamiento. Conviene indicar finalmente, que todos ellos pueden dirigirse a dos fines en si distintos: al directamente práctico de resocialización del individuo sometido a un examen, y al directamente científico o de investigación de la personalidad criminal. Ambos fines sin embargo no están disociados, sino que siempre que exista verdadera clínica criminológica, tendrán que darse los dos, aunque predominen el uno o el otro. La razón es que ni pueden trabajarse con fine prácticos sin hacer avanzar la ciencia, al comprobar, retocar o rechazar las hipótesis formuladas; ni puede investigarse en clínica criminológica sino a base del caso concreto, al que por tanto ayudará en orden de resocialización práctica. III. EL EQUIPO CRIMINOLOGICO. Lo dicho hasta aquí nos está indicando ya, que el examen clínico de un individuo exige la colaboración de varios investigadores, procedentes de campos también diversos. Lo mismo podría decirse del diagnóstico, del pronóstico y con mayor razón, aún del programa del tratamiento. Pero no basta que dicho especialistas trabajen por separados, sino que es del todo necesario que se conjunten en equipo; por lo que pasamos a exponer las características del mismo. A.

NECESIDAD.

Queda indicado que es menester en clínica criminológica poseer especialistas de diversas disciplinas, pero como también dijimos, es necesario que se conjunten en equipo. Veamos la razón. Ante todo es menester el equipo a partir del diagnóstico, ya que no se pretende redactar peritajes aislados, sino un diagnóstico conjunto, sobre el estado peligroso del sujeto sometido a examen. Y lo mismo se diga del pronóstico y a aun más del programa del tratamiento. Pero incluso en el examen conviene que cada especialista vaya orientado por un plan de conjunto: necesita saber que es lo que se intenta buscar, para manejar sus técnicas de acuerdo con el fin que se pretende. Luego a de conocer lo que es el estado peligroso y más en concreto, qué aspectos o radicales del mismo son los que interesan más vivamente desde el punto de vista criminológico. Y todo ello no solo en teoría, sino en concreto, de acuerdo con la orientación común de su equipo. 85

Lo anterior nos dice elocuentemente, que los componentes del equipo han de ser criminólogos. Por que aunque sean eminentes en su técnica concreta, poco o nada podrán contribuir al trabajo de un equipo clínico, sino tienen la visión del conjunto de sus objetivos, y conforme ala misma orientan su trabajo. Luego no basta de modo alguno que uno de los miembros del equipo sea criminólogo, sino que todos ellos han de serlo aunque cada uno esté especializado en una de las técnicas especiales. Lo que supone por un lado que han de proceder de caminos diversos, como enseguida indicaremos, y por otro lado, que han de conocer suficientemente los restantes por la visión de conjunto que les da la criminología. Solo así se podrá formar un verdadero equipo clínico criminológico, ya que en caso contrario cada uno hablará el lenguaje de su especialidad, sin que en el fondo lleguen a entenderse ni por lo mismo a ser capaces de trabajar conjuntamente en el examen, diagnóstico, pronóstico y programa de tratamiento. Todo lo anterior nos indica, que el equipo criminológico es del todo indispensable en la clínica, hasta tal punto que sin el se imposibilita la misma.

B. COMPOSICIÓN DEL EQUIPO. Suele estar formado al menos por un médico, un psicólogo, un psiquiatra, un sociólogo y un jurista, aunque no es raro especialmente en equipos con medios económicos abundantes, que exista más de un representante de dichas especialidades. Veamos ahora brevemente el papel que toca desempeñar a cada uno de dichos especialistas, y algunas dificultades prácticas que se presentan en el ejercicio de sus funciones.

1.

El médico

Tiene por función el reconocimiento anatómico y fisiológico del sujeto sometido a examen. Por lo mismo suele tratarse de un médico general. Sin embargo hay que tener en cuenta, que en ocasiones puede presentar un individuo problemas de tipo médico, que exceden la competencia de un médico general. En tal caso se requiere la intervención del medico especializado. Como no es de suponer que un equipo clínico cuente con el mismo, (entre otras causas por razones económicas) lo más usual es estar en contacto con una serie de médicos especialistas, que sin pertenecer directamente al equipo estudian en el caso concreto al sujeto en cuestión. No se crea, sin embargo, que puede prescindirse de tales especialistas sobre en todo en casos difíciles. Porque no es raro que un trastorno en la salud, especialmente en ciertos campos de enfermedades pueda estar a la base del trastorno comportamental, o al menos incluir notablemente en el mismo. 86

2.

El psicólogo.

Su misión consiste en explorar al individuo sujeto a examen a base de test y demás técnicas psicológicas. En dicha exploración no puede limitarse a fijar la estructura de la personalidad de dicho sujeto, sino que en orden a un futuro tratamiento a de intentar determinar las causas que han llevado a la estructuración defectuosa de la personalidad, en caso de que ésta exista. La elección del psicólogo plantea sin embargo con frecuencia un no pequeño problema: dadas las diferentes tendencias que actualmente se dan en psicología y la gran diversidad de enfoques y del mismo lenguaje que es la consecuencia de ello, escoger un psicólogo supone en muchas ocasiones, llegarse a una dirección determinada y por lo mismo cerrarse casi por completo a otras, supongamos por ejemplo el caso de un psicoanalista ortodoxo o del psicólogo clásico y enemigo de la psicología profunda, por señalar dos casos extremos. Por otro lado dicha dirección puede estar en conformidad o en posición con la postura del psiquiatra, con la del psicólogo, etc. Por ello parece que la elección del psicólogo debe hacerse de modo maduro y en función de los constantes miembros del equipo. Lo que ciertamente vale en su grado para la elección de los miembros restantes, pero por las razones dichas adquiere su máxima virulencia en el caso del psicólogo. De ser posible, convendría por lo mismo la presencia de más de un psicólogo en el equipo para contrarrestar así el excesivo influjo de la afiliación del mismo. Lo que además llevaría consigo el que uno de ello pudiera especializarse en la práctica de los test o de los de un tipo determinado y el otro en los aspectos restantes del examen psicológico. También es problemática la elección de los test, que se van a manejar en el equipo y ello por una razón diversa. El sujeto sometido a observación por un psicólogo normal no tiene casi nunca empeño en falsificar los resultados del examen; mientras que casi podría decirse que en criminología la regla es lo contrario. Por lo tanto no es suficiente escoger los test en si mejores, sino que han de tenerse en cuenta la posibilidad de falsificación de los mismos, en general puede decirse que por ello son los test proyectivos los mas utilizables por el criminólogo; pero aún dentro de estos existen una serie de posibilidades que deben analizarse también en orden a lo que pretende investigar en cada caso.

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3.

El psiquiatra

No solo es necesaria la presencia del psiquiatra en el equipo criminológico para la atención del delincuente anormal, sino que su misión es más amplia. En primer lugar es el que tiene que determinar hasta que punto el sujeto queda examinado es normal, lo que no siempre es fácil de ver a un profano; especialmente por la tenue frontera que ocurre entre lo normal y lo anormal sobre todo en el campo criminológico. Pero además y aun en el caso de un individuo considerado normal desde el punto de vista psicopatológico, los trastornos de conducta que presenta o puede presentar (por hipótesis, se trata de individuos al menos en estado peligroso), ha sido necesaria la presencia del psiquiatra. En su elección se presenta un problema análogo al indicado al tratar del psicólogo, puesto que también aquí la diferencia de orientaciones y escuelas es notable. Por lo mismo es menester escogerlo en función del equipo y de la orientación general del mismo. Y también aquí en lo posible, es aconsejable la presencia de representantes de diversas orientaciones, siempre que sepan coordinarse para el trabajo en equipo.

4.

El sociólogo

Muchos son los aspectos que presenta la misión que debe desempeñar, por lo que no es raro que este puesto se encuentre cubierto por varios especialistas y funciones diversas, aunque complementarias.

Funciones del sociólogo Ante todo debe realizar una labor de observación del sujeto sometido a examen, lo que se consigue por la conversación con el mismo y por el estudio de su comportamiento actual. Pero además tiene que recoger los datos sociológicos de los grupos en que se han insertado con anterioridad (familia, escuela, amigos, trabajo, etc.); lo que en consecuencia no podrá hacerse desde el centro en que trabaja el equipo criminológico ya que dichos grupos sociales se pueden encontrar radicados a gran distancia del centro indicado. Por ello parece necesaria al menos la presencia de dos sociólogos: al que suele llamarse interno, anexo al equipo en cuestión; y el que se denomina exterior encargado de ponerse en contacto con los ambientes o grupos sociales indicados.

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El sociólogo interno es por lo tanto el que se entrevista con el sujeto sometido a examen y a la vez el que observa su comportamiento en el grupo social actual, en el centro de observación. Como ambas funciones son diversas, pueden ser desempeñadas por personas distintas y con frecuencia sucede así, como enseguida dictamos. El sociólogo externo debe vivir en lo posible en el ambiente y cerca de los grupos sociales, que trata de investigar. Porque incluso, aún cuando se dispusiera de los medios económicos suficientes para desplazar en cada caso al externo al lugar donde radican dichos grupos, no siempre un extraño podría hacerse cargo en el un breve tiempo que necesariamente dura su visita, por los múltiples factores necesarios para la observación única. Esto indica, que más que pertenecer al equipo de modo estable (sería imposible en la práctica que cada equipo tuviera una red de tales sociólogos externos extendida por todo el territorio nacional), es más factible valerse de algunas de las redes de sociólogos ya existentes como enseguida indicaremos.

Personal utilizable. Distingamos los dos grupos de sociólogos (internos o externos) indicados a fin de exponer a quien parece mas apto para desempeñar la función que les encomienda. a) Vimos que el sociólogo interno le tocan dos diversas misiones: la entrevista con el sujeto sometido a examen, y la observación de su comportamiento. b) Para la entrevista suele preferirse una asistente social, especialmente cuando el individuo examinado es varón, la razón es que conviene contrastar sus reacciones ante el sexo contrario, lo que aun es más indicado cuando se trata de reclusos, que llevan meses o años sin tratar con una mujer. En efecto, la práctica muestra que cierta parte de sujetos son mas propensos a abrirse a la confidencia ante una mujer que ante un hombre, y viceversa, lo que de nuevo suministra ciertos datos, esto lleva a que de uno u otro modo sea necesario que en el equipo criminológico existan mujeres, y es el puesto de sociólogo entrevistador el que mas lugar da a su utilización, ya que en el caso de los otros componentes del equipo (medico, psicólogo, etc.), apenas interviene o al menos en grado muy interior al hecho de que se trata de una mujer. Por otro lado, los aspectos de la entrevista que logra un representante del mismo sexo, suelen estar recomendados al psiquiatra. Lo que nos indica que la mejor solución es que el psiquiatra y sociólogo entrevistador sean del sexo contrario. Y como hemos dicho, lo normal suele ser que el psiquiatra sea hombre y el sociólogo entrevistador una asistente social.

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Finalmente la misma formación de la asistente social, y la labor de beneficencia a que suele dedicarse y a la que ya anteriormente ha encontrado al examinador no raras veces a otras asistentes sociales, hacen mas fácil su admisión por parte del mismo y el derivar en la conversación hacia temas familiares; lo que es el mejor método de llegar a formarse una idea de cómo enjuicia al examinado los grupos sociales en que ha vivido, materia que constituye el centro de los datos que se pretenden obtener. c) Por el contrario los sociólogos que observan el comportamiento del examinado suele ser del mismo sexo que dicho sujeto y la causa radica en el modo de hacer la observación. Como dijimos anteriormente de pasada, se le suele dar el nombre de educador. Con tal denominación y oficio convive con los sujetos sometidos a examen. Organiza o ayuda a que ellos mismo organicen sus deportes y diversiones, etc. Todo ello le proporciona ocasión propicia para observar sin ser notado el puesto que cada uno de los examinados toma en el grupo la dinámica del mismo, etc. Es mas, no es raro que el tal educador sea en realidad un funcionario de prisiones, que de este modo es a la vez responsable de la disciplina interna del centro de observación. Pero es menester que a la vez tenga una sólida formación sociológica, lo que prácticamente lleva a que solo pueda ser cubierto dicho puesto por un graduado social; que a la vez puede y suelen ser funcionarios de prisiones, cuando el centro de observación es un establecimiento penitenciario. La cuestión del uniforme en el caso de que el educador sea funcionario de prisiones, suele ser tema controvertido. En general se inclinan los equipos por suprimirlo, a fin de que el recluso vea en el educador una figura diversa a la del vigilante; método en que si parece el mas recomendable. Sin embargo esto no siempre es posible por razones derivadas del régimen interno del establecimiento. Lo fundamental parece que en el uno o en el otro caso, el educador sepa subrayar su puesto, hacer valer su papel de especialista social y su independencia respecto al servicio de vigilancia; lo que ciertamente conseguirá en cualquier hipótesis (sin duda y con mayor dificultad si viste el uniforme) si es el hombre apropiado, y lo dicho respecto al educador vale en su tanto respecto a los restantes componentes del equipo criminológico. d) Finalmente recordaremos que en el caso de ser mujeres las sometidas a observación sigue en pie lo dicho pero con el consiguiente cambio de papeles: entonces parece que el graduado social es quien debe asumir la entrevista y la asistente social la observación directa bajo el nombre de educadora u otro similar. El sociólogo externo exige más que un sujeto dedicado a ello una red nacional, con la que esté en conexión el equipo por las razones indicadas más arriba.

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Como también indicamos, es difícil pensar que cada equipo pueda disponer de una red semejante para su servicio exclusivo; por lo que debe apoyarse en algunas de las existentes. Lo más hacedero es por tanto utilizar los servicios de asistencia social extendidos por el territorio nacional. Pero en tal caso es del todo imprescindible que sea un técnico de la encuesta social (asistente o graduado) quien realice la entrevista con la familia e investigue los diversos grupos sociales, en que estuvo inserto el sujeto sometido a examen. Porque solo así podrán obtener datos valederos para un trabajo científico; mientras que cuando es un sujeto de buena voluntad sin duda pero sin la preparación técnica necesaria el que desempeña tal misión, más que ayudar puede dificultar la labor del equipo con datos inexactos o con intervenciones o pasos inoportunos. Suele ser también práctica encomendar tal labor a un asistente o graduado social que más fácilmente saben introducirse en dichos ambientes; especialmente cuando vive de antiguo en la zona y por lo mismo se mueve en ella con conocimiento de causa y sin levantar sospechas. El punto más difícil es el modo de presentarse dicha asistente o graduado social ante la familia y además grupos que trata de estudiar; especialmente cuando normalmente viene actuando como representante de una organización caritativa o benéfica (caritas, parroquia, etc.) y el problema surge dentro de los límites del secreto profesional. Moralmente dicho especialista no puede utilizar lo que se le diga en secreto profesional y creyéndole entroncada en una organización benéfica (y menos si esta de uno u otro modo eclesiástica), para comunicarlo sin previo aviso del interesado del equipo clínico especialmente cuando este sea añejo al servicio del interesado y cuando dichos datos se manejen en perjuicio del individuo, por ejemplo para denegarle la libertad condicional, como se ha tratado en algún país porque la razón precisa porque ha conseguido el especialista que los interesados hablen con sinceridad, es precisamente la de creer a la asistente o graduado social ajenos al servicio de prisiones. Por otro lado y desde el punto de vista meramente táctico será contraproducente de tal modo de proceder; ya que a la larga no dejaría de traducirse, con la consecuencia de cerrar por un lado a la asistente o graduado social el acceso al ambiente en que trabaja y por otro lado la de levantar un fuerte muro entre el sujeto examinado y el equipo criminológico, al comprender aquel que se le juega por la espalda. Por ello es totalmente necesario postular desde el punto de vista de ética profesional e incluso desde el meramente práctico, que caso de utilizarse de tales organizaciones se exponga con claridad, aunque con la delicadeza y preparación debida el fin al que se destinan los informes solicitados.

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Lo que puede conseguir ciertamente un asistente o graduado social haciendo ver que aunque su misión es otra (la benéfica) recibe una solicitud de informes del equipo criminológico, y que es el interés de la familia ayudar a éste para que resocialice al miembro de la misma que se encuentra en situación tan difícil. Si a pesar de todo subsiste la dificultad por parte de los interrogados y se cierran total o parcialmente a suministrar informes o a conocer el fin a que se destinan, estamos ante uno de los casos en los que el equipo clínico tiene que renunciar a ciertos métodos por respeto a la ética profesional, de los derechos del hombre de la personalidad ajena puesto que en estos casos ninguno puede justificarse en un medio en si malo (como serían la violación del secreto profesional) por el fin bueno que se pretende, y ya veremos otros casos semejantes, cuando analicemos ciertas técnicas de examen, especialmente la de proyección. La solución mejor es por ello la creación de un servicio de asistencia a escala nacional, que se encarga no solo de suministrar los datos indicados sino de una serie de labores no menos necesarias y de las que iremos hablando a lo largo de estos apuntes. Así por ejemplo, la de mantener el contacto entre la familia y el recluso, durante el tratamiento; la de preparar el ambiente familiar e incluso de los grupos sociales restantes, para acoger al recluso cuando obtenga la libertad de ayudar a éste en los primeros pasos de su inserción social. Con tal red se llega fácilmente a los grupos indicados que no ven en ella un servicio de prisiones, sino una organización benéfica que es pronto conocida en su labor de auxiliar a los detenidos. Y que por lo mismo pueda preguntar por la conducta de ellos, etc.; y hacer plausible el fin a que se destinan sus interrogatorios. Cierto que tal organización supone gastos considerables; pero si se recuerda el daño, e incluso meramente económico, que produce un delincuente a una nación, no parecerán tan elevados. Y especialmente si se piensa en la problemática de una familia con un miembro delincuente, se comprende que están del todo justificados. El verdadero especialista en sociología (lic., doctor) no es en modo alguno incompatible con la presencia en del equipo del asistente o del graduado social, del que hemos venido hablando. Cierto que por razones de economía, no es raro que los equipos criminológicos se limiten a los sociólogos indicados (asistente o graduado) con las funciones que les asignamos. Pero no es menos cierto, especialmente cuando se trata de un equipo de investigación e igualmente cuando se presenta un sujeto con un problema difícil de tipo social, es menester un autentico especialista en ciencias sociales y luego que en equipos menos científicos o en casos mas sencillos se prescinde del especialista o solo se acude a él solo en ciertos casos sin embargo, y precisamente para que forme equipo con nosotros, parece que su presencia es del todo necesario especialmente en el campo de la investigación científica. 92

En tal caso no debe prescindirse sin embargo de los anteriores (asistente o graduado), sino que actúan de auxiliares del especialista; del mismo modo que los demás componentes del equipo tienen su personal auxiliar. 5.

El jurista.

No olvidemos que el delito es un concepto jurídico, aunque tenga ciertamente un fondo social, psicológico, etc. Por ello es menester la presencia del jurista en el equipo criminológico. Su misión consiste por tanto en acortar los datos legales del problema, interpretar las sentencias, hacer accesibles a los demás especialistas el sentido y las propuestas de la responsabilidad penal, etc. El mismo jurista o en ocasiones un funcionario de prisiones (que de ser posible debería ser entonces jurista) tiene la misión de explorar el marco legal en que ha de moverse el tratamiento del sujeto sometido a examen. Más necesaria es aun la presencia del jurista en el equipo criminológico de investigación, lo que en ocasiones parece olvidarse por ciertos equipos, orientados preferentemente en sentido médico, psicológico, etc. Porque como dejamos indicado dada la estrecha dependencia del concepto de delito, (o de estado peligroso) de la ley, por el vigente principio de la legalidad así como las implicaciones procesales y penitenciarias del delito, no puede construirse verdadera criminología sin su presencia, y menos aún criminología clínica. Lo que vale también el sentido inverso a esto es cuando quiera montarse, la criminología meramente a base de juristas. C. DIRECCIÓN DEL EQUIPO Mucho se ha escrito y discutido a este respecto en los últimos años; y el problema no deja de tener su trascendencia, particularmente porque el director del equipo puede influir más que ninguno de los miembros restantes en la orientación del mismo. Dado el enfoque multidisciplinario que exige la criminología, un director excesivamente orientado en un sentido dentro de su especialidad, o deseoso de convertir la criminología en un anexo de la misma, puede inutilizar uno de los frutos fundamentales del equipo mismo: la creación de auténtica criminología que comienza precisamente cuando se superan visiones unilaterales (procedentes de la una o la otra, de las especialidades que la integran) y se busca la orientación unitaria típica de una ciencia. Por ello el ideal en materia de director es el hombre capaz no solo de superar sus enfoques particulares sino de ayudar a que los demás consigan dicho objetivo. Lo que ya nos indica que es indiferente en último término a la especialidad a que pertenezca; lo fundamental es que posea la cualidad señalada. 93

A veces viene dado el director por circunstancias externas: por ejemplo el haber fundado el equipo, o de ser el director del establecimiento en que radica, en tales casos habrá que aceptar su presidencia, pero a veces es menester que él mismo renuncie de hecho a la misma, sobre todo si se encuentra carente de dichas cualidades o de los conocimientos criminológicos necesarios. En equipos que han conseguido grandes éxitos se han utilizado en ocasiones un procedimiento funcional: comenzar a trabajar hasta lograr el clima necesario, por el modo que enseguida indicaremos; y dejar que la dinámica del equipo mismo vaya señalado quien es el que desempeña realmente el puesto de director, para lo que entre tanto sea ha utilizado en ciertos casos el sistema de turno en la presidencia, entre los diversos especialistas que integran el equipo. Este sistema tiene sin duda la ventaja de establecer entre ellos una verdadera situación de igualdad y contribuir por tanto a desarrollar la conciencia de equipo. Pero a la larga no parece conveniente, porque con los diagnósticos, pronósticos, etc., es menester un cerebro coordinador del grupo, que asuma la tarea de síntesis. D. FUNCIONAMIENTO DEL EQUIPO Si se quiere llegar a los resultados indicados, es menester sin duda una serie de atenciones en la puesta en marcha y funcionamiento del equipo, que constituya el nervio de la clínica criminológica y en cierto modo de la criminología misma. Especialmente merece atención al problema, puesto que al pasado se han cultivado con frecuencia (incluso en la clínica) criminologías parciales: sociológica, psicológica, jurídica, etc. Lo que no raras veces se han debido a la adscripción del equipo a un centro determinado, (facultad concreta, presiones, etc.) o la personalidad respectivamente destacada del director y a los colaboradores que se han buscado para su obra (preferente o exclusivamente de una de las especialidades indicadas). Suele pensarse hoy que por ello la puesta en marcha de n equipo criminológico supone dos etapas diversas, que vamos a exponer brevemente. Siguiendo fundamentalmente la concepción de H. KAUFMANN. 1. Estado previo. Es el que pretende formar el equipo, y para ello pasar del enfoque unilateral de cada uno de los especialistas a una postura multidisciplinar; o más exactamente criminológica. Cuando los miembros que integran el equipo no solo han cultivado su especialidad respectiva, sino que además han tenido todos ellos una formación criminológica general en la labor se simplifica notablemente. Por eso insistimos mas arriba que el ideal es que todos los componentes del equipo sean criminólogos. 94

Esto nos indica sin embargo que carezcan de una especialización determinada; por el contrario es la opinión dominante en clínica criminológica, que debe cada una de ellas seguir trabajando en la misma (incluso fuera del equipo), para estar al tanto de lo que se va avanzando en su campo peculiar y poder incorporarlo enseguida a la criminología. Pero cuando los miembros del equipo no han tenido una formación directamente criminológica es menester comenzar por formar en ellos la mentalidad o enfoque común: el verdaderamente criminológico. Para ello se ha subrayado recientemente (H. KAUFMANN) la necesidad de comenzar en tales casos por reuniones en que se vaya formando el lenguaje y mentalidad común al equipo, en el que el psiquiatra haga accesibles al sociólogo, y lo mismo los restantes miembros a los otros sus enfoques, el sentido de los términos que maneja y viceversa. Con lo que todos los miembros del equipo podrán luego no solo entender el lenguaje ajeno sino acopiar los datos necesarios a los otros especialistas. Superada ésta primera frase se impone en seguida un estudio previo y determinado de los procedimientos y técnicas que van a emplearse: baterías de test, plantillas o esquemas de la encuesta social, etc. Porque solo así se podrán adoptar no solo los sistemas o técnicas que en sí serían mejores sino que por un lado sean aplicables a la peculiar situación del delincuente, y por otro lado suministren los datos necesarios a todos los miembros del equipo. No es raro que para conseguir tanto el lenguaje común, como para determinar las técnicas manejables, se vaya al estudio en equipos de trabajos realizaos por otros equipos criminológicos. Esto es, se lleva a las reuniones de equipo un caso elaborado por otro, para sustituirlo como si se tratara ya de un caso real y así poder ir haciendo funcionar al equipo propio. Lo que a la vez suministra información sobre los métodos y técnicas empleadas por otros y sobre las posibles deficiencias u obstáculos que se les hayan presentado. 2. Estadío Normal. Cuando la labor anterior ha dado por resultado la existencia de un verdadero equipo, es el momento de pasar al trabajo directo de estudio clínico criminológico sobre individuos concretos. En las lecciones posteriores veremos detenidamente y en acción, como funciona en tales casos el equipo. Hasta ahora podemos decir desde el punto de vista externo, que el trabajo se desarrolla en cada caso en dos etapas sucesivas: El acopio de materiales para cada especialista en particular y en segundo el material para el equipo criminológico en general.

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LECCIÓN 9 EL EXAMEN CLÍNICO CRIMINOLÓGICO

El primer paso en el estudio de un caso concreto por un equipo clínico criminológico es el examen del individuo en cuestión, examen que como dejamos dicho se realiza por cada uno de los especialistas por separado. Constituye dicho examen la base del estudio clínico puesto que sobre los datos que nos suministra han de montarse luego el diagnostico y a su vez sobre estos últimos el programa de tratamiento lo que nos indica la importancia del examen la necesidad de que sea realizado por verdaderos especialistas y con ayuda de las técnicas apropiadas. Los métodos que se emplean en dicho examen se diferencian en primer lugar por su naturaleza o dicho de otro modo por la especialidad a la que pertenece. En tal sentido se habla de examen medico psicológico, psiquiátrico, sociológico y jurídico del individuo en cuestión. Pero también existe diferencia en dichos métodos por la profundidad con que se realiza el examen, esto es por la capa de la personalidad, a que se llega con los mismos en este aspecto podemos distinguir dos grandes grupos: los exámenes o métodos fundamentales, y los especializados. Vamos por tanto a exponer brevemente en la presente elección cuales son dichos métodos. A fin de abrir a cada uno de los estudiantes, precedentes también de campos diversos de la criminología, el sentido de las técnicas que se manejan en los otros campos para profundizar en los mismos para manejarlos adecuadamente es obra en primer lugar de la disciplina correspondiente y en segundo lugar de la misma, practica en un equipo clínico o al menos en un seminario de investigación. METODOS FUNDAMENTALES Son los que se tratan de recoger los datos necesarios para la clínica criminología a un nivel normal y que por tanto pueden servir para resolver casos poco complicados. Por ello son el tipo de examen indicado en todo caso en un primer reconocimiento del individuo en cuestión; precisamente con el objeto de comprobar donde se encuentran los problemas del mismo, así poder profundizar solo en dicho sector, lo que ahorra tiempo y energías. Además es prácticamente el único examen posible cuando el equipo clínico tiene ante si gran número de sujetos que tratar. Por ello es lo que se emplea para su clasificación sumaria en servicios de prisioneros y casos análogos. 96

E incluso con este tipo de exámenes puede aislarse en un grupo numeroso con un poco de práctica, aquellos individuos que están necesitados de un examen mas profundo. Recorramos brevemente las diversas clases de examen que pueden practicarse conforme a las especialidades que intervienen en la clínica criminológica. EXAMEN MÉDICO Se limita en este estadio a un reconocimiento general de cada individuo sometido a un examen, que no varían en grandes líneas del que suele usarse en otras clínicas médicas (escolar, militar, etc.). Parece sin embargo que debe orientarse preferentemente hacia las enfermedades que pueden influir en el aspecto delincuencial. Por ello merecen especial atención las hereditarias, y más las que llevan anexas taras, tales como la sífilis, alcoholismo, etc., no convendría olvidar las enfermedades no hereditarias padecidas por el sujeto que pueden ocasionar trastornos comportamentales (encefalitis epidémica, etc.) también ofrecen peculiar interés los trastornos endocrinos. En algunos suele practicarse aun la clasificación antropométrica de los sujetos examinados, de acuerdo con algunos de los módulos existentes (PENTA, RRETSCHLLER, SHELDON, ETC.) como vimos en el curso pasado, tales clasificaciones se encuentran hoy superadas y son de escaso valor practico; por lo que se va abandonando su estudio por lo que las manejaban; y ningún equipo moderno verdaderamente científico se preocupa de ellas a no ser de un modo muy marginal. Lo que se impone hoy en DIA es continuar al estudio de correlaciones psico somáticas con módulos mas preciosos y reducidos, como indicamos también el curso pasado; ya que la correlación total psique-soma se ha manifestado como excesivamente amplia para poder llegar a resultados verdaderamente científicos. En la línea de manejar microunidades para la correlación, en vez de las macro unidades indicadas, (soma-psique), se mueve la corriente moderna inglesa de establecer relaciones entre los genes (o las variantes de los mismos) y el comportamiento; línea que también aparece cada vez con mas vigor en otros países. Pero hasta que se puedan dar resultados utilizables, ha de pasar sin duda largo tiempo; y por otro lado, las técnicas que exige manejar superan por mucho la de los métodos fundamentales, exponemos. EXAMEN PSICOLÓGICO Suele utilizarse para el mismo los test, y mas concretamente los administrados en grupo, ya que nos encontramos ante un examen fundamental de la personalidad. Indicaremos los mas usuales, aunque el estudio detenido del mismo pertenece a la psicología diferencial, para ello los agrupamos conforme a lo que pretenden médicamente.

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1. TEST DE LA INTELIGENCIA Según el área lingüística predomina uno u otro de los usuales en psicología diferencial. Entre ellos recordaremos en BINET. SIMON en su versión moderna IERMA, que más bien domina en el área francesa; el WESHSLERN-BELLEVUE, que se utiliza mucho en el área inglesa y en la italiana ;etc. Entre nosotros suele manejarse el IERMA o también una versión española AMPE. Todos ellos son relativamente fáciles de falsificar, por un sujeto interesado en ello; lo que nos indica que solo pueden ser aplicados con reservas al delincuente especialmente si este no tiene verdadero interés en colaborar. Por otro lado aun en sujetos no delincuentes, es conocido el hecho de que dichos casos son viables en el conjunto de un grupo, no lo son ante un caso concreto, ya que dejan un porcentaje de individuos (a veces el 20% aun mas) en los que por diversas causas no se consigue medir realmente la inteligencia.

2. TEST DE LA PERSONALIDAD La denominación fundamental del carácter suele hacerse también por diversas baterías de test según los países concretos. Todas ellas consiguen generalmente en presentar de test que pueden ser administrados en grandes grupos, o algunos casos no exigen un técnico para su interpretación. En el área inglesa se manejan el WOODWORTH-MATTHEWS, y más recientemente CORNELL-INDEX en Italia el C.O.I. etc., entre nosotros es utilizado el CEPT entre otros. Pero todos estos test valen lo dicho anteriormente al hablar de los de la inteligencia: no es difícil que un sujeto con interés no este sujeto a ello, pueda falsificar los resultados. Por otro lado; tampoco dan certeza de la personalidad de un individuo concreto, sino solo en grandes números (del grupo) de fiabilidad no excesivamente elevado de la administración colectiva.

3. TEST DE ORIENTACIÓN PROFESIONAL. Pretenden fijar las cualidades o aptitudes del individuo sometido a un examen para el aprendizaje de un oficio o incluso para la selección de un tipo de estudio según los casos y países, se utilizan uno u otros procedimientos; que no es del caso de enseñar en detalle, ya que varían según casi hasta el infinito. Su fiabilidad no es mayor que en los grupos anteriormente indicados; pero suele ser más corriente que el delincuente se interese por la técnica, especialmente cuando tiene positivo interés de aprender un oficio.

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EXAMEN PSIQUIÁTRICO. En el estadio fundamental, que nos encontramos, pretende principalmente seleccionar los casos verdaderamente anormales desde el punto de vista psicopatológico. Tarea que como mas arriba indicamos, no puede ser realizada por un profano en la materia; puesto que el comportamiento externo (sujeto raro) a modo alguno sirve en muchas ocasiones para determinar si nos encontramos en alguno anormal o no, ni siquiera en los casos de verdaderas enfermedades mentales (psicosis) presenta siempre el enfermo un comportamiento chocante. Suele realizarse el estudio psiquiátrico por la entrevista, que en el caso del examen fundamental no puede ser prolongada. Ciertos indicios de anormalidad han podido aparecer en el examen psicológico, lo que en cierto modo constitutivo por tanto una primera criba, que ahorra tiempo al psiquiatra. La entrevista sirve por el contrario para completar, datos que el examen psicológico, arroja. Puesto que nos suministra nuevos materiales sobre la personalidad del individuo examinado.

EXAMEN SOCIAL. Trata de construir la historia externa del delincuente, para lo que se haga en el medio que se a vivido en los distintos grupos sociales de que ha participado. En el caso del examen fundamental, no puede pasar una encuesta sumaria; en que se realice principalmente a base de una charla con el sujeto examinado, en las que se recogen los datos indicados. Por lo tanto apenas se pasa de la función señalada al sociólogo interno en la lección anterior, y aun esto a un nivel muy superficial. Los datos que suministra el sujeto examinado pueden y deben ser completados por medio de informes del personal de prisiones que le ha tenido a su cargo, charlas con la familia en visitas ocasionales, etc. Pero si el grupo pero si el grupo exagerado es relativamente grande, apenas puede llegarse a un verdadero estudio social de la personalidad del sujeto examinado.

EXAMEN JURÍDICO. Se ha hecho ya práctica muchos equipos a partir de la sentencia condenatoria en el caso de que se trabaje con sobre reclusos. Cierto que esto no suministra los datos parciales sobre el cuadro total de la vida del sujeto examinado, pero mas o menos cierto, que especialmente los hechos probados de la sentencia (incluso el sumario, en caso de poseerse), puede abrir horizontes sobre el comportamiento del individuo durante la ejecución del delito, lo que no es materia probable en el estudio de su personalidad. 99

Igualmente es conveniente recoger los informes policiales y penitenciarios el sujeto sometido a examen, que de nuevo suministran datos sobre su comportamiento. Finalmente toca al jurista estudiar el tenor de la sentencia que es la que el marco legal irrechazable, en el que a de moverse el tratamiento. MÉTODOS ESPECIALIZADOS. Intentan profundizar en el estudio de la personalidad y del ambiente de un determinado, para llegar en un examen hasta el límite máximo que permite la técnica moderna. Su empleo esta indicado por tanto en primer lugar en el caso de un estudio científico exhaustivo en un orden de investigación y en segundo lugar en casos o problemas mas difíciles, que han resultado en el examen fundamental. Exigen los presentes métodos no solo un personal totalmente especializado y en lo posible de primera categoría; si no también el empleo de mucho mas tiempo y la aplicación de las técnicas más modernas, de esto mismo se desprende, que no es posible aplicar los métodos especializados conjunto de proveídos sino que se requiere del examen individual del método a cada uno de los casos estudiados. Muchos de los métodos o técnicas que vamos a reseñar implican además un problema de orden ético: como la capa de personalidad a que llega, en mucho mas profunda; y como no raras veces revelan actitudes , aptitudes o convictos no solo desconocidos para el sujeto sino incluso por el equipo y como por otra parte se les llega como dichos secretos sin que al sujeto examinado sea parte de ello; se presenta la cuestión, de hasta el punto se le puede obligar a un dicho reconocimiento, especialmente cuando se trata de individuos a un no condenados por la ley. El tema quedó analizado mas arriba (lección 2) al exponer el desarrollo histórico de la clínica criminológica y los reparos que se oponen en sede judicial hasta de remitirlos a lo dicho allí pero tener en cuenta que la que la dificultad oculta se presenta precisamente del modo mas agudo en el presente estadio del trabajo clínico. Para la exposición seguir el mismo orden utilizado en el epígrafe anterior. Por ello agruparemos las técnicas a emplear, según ala especialidad a que pertenecen. EXAMEN MÉDICO. No difieren tampoco en este estadio (como vimos sucedía en el anterior) de los que se utilizan en cualquier clínica médica, por lo tanto y de modo breve se puede decir que se manejan los análisis y métodos de investigación de la medicina general o especializada, dirigidos naturalmente al aspecto criminológico . 100

Esto es lo que se pretende explorar sobre todas las posibles raíces orgánicas del comportamiento delictivo o peligroso. Según la orientación del equipo, suele insistirse más o menos en los análisis dichos. Durante una época adquirió peculiar importancia en el estudio del sistema endocrino; tema al que se parece de nuevo por algunos sectores de investigadores, aunque con ciertas modificaciones. También hemos indicado, que se intenta hoy relacionar los genes con el comportamiento delincuencial, lo que naturalmente no es obra directa del equipo clínico criminológico; pero el estudio realizado por el mismo sobre una serie de sujetos de modo individual, puede suministrar materiales con los que hace avanzar también este aspecto de la investigación.

EXAMEN PSICOLÓGICO. Suelen centrarse en test de aplicación individual y normalmente en los test llamados test proyectivos. Especialmente en estos últimos es donde mas agudo se presenta el problema tocado mas arriba, sobre el empleo de métodos susceptibles de violar la intimidad del sujeto. Como vimos en psicología diferencial, los test proyectivos más empleados son el ROCCHACH, el SZONDI el TAT el MACHHOVER (dibujar dos personas), etc. Recordemos también, que el manejo de tales tests requieren un verdadero especialista en los mismos, lo que a la vez supone no un mero estudio, sino el algún modo de cierta cualidades innatas. Por lo que no basta contar con un buen psicólogo en el equipo sino conoce a fondo las técnicas indicadas. Insistamos también, que los presentes tests tienen la gran ventaja para la clínica criminológica, de lo difícil de ser falsificados por el sujeto examinado; se requiere prácticamente un técnico de los mismos, para poder falsear las respuestas de modo que comprometan el resultado del tests. La única posibilidad de un profano, es la de callar obstinadamente; pero en tal caso es que no quiere colaborar en el examen, y por lo mismo no lleva al equipo a conclusiones falsas. Otros tests utilizados, aunque con menor peligro de violar la intimidad del sujeto y con mayor riesgo de falsificación por parte del mismo, son el MMPI el de MIRA Y LOPEZ (PIK) este especialmente apto para medir la agresividad, etc.

EXAMEN PSIQUIÁTRICO. Cuando el examen fundamental ha engendrado la seria sospecha, del que l sujeto examinado pueda ser un anormal desde el punto de vista psicopatológico, es menester profundizar el mismo; para llegar a fijar no solo el mismo cuadro sino también la etiología de le anormalidad que se acusa.

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Los métodos especializados no difieren aquí sustancialmente, de los que emplean un psiquiatra ordinario; pero conviene no olvidar el especial peligro a que están expuestos por parte del sujeto examinado, ya que como es fácilmente comprensible, tiene este tanto en sede judicial como aun durante su reclusión en un establecimiento penitenciario, un decidido empeño en mostrarse como anormal. En el primer caso no pretende raras veces; para conseguir su declaración de in imputabilidad o al menos cierta atenuación a la pena; en el segundo, por que conoce el mejor tratamiento que ordinariamente a de recibir un servicio psiquiátrico-penitenciario. Cierto que a un psiquiatra un poco avezado no le es difícil de discernir estos intentos de simulación; especialmente con los métodos y técnicas modernas de investigación, que tiene su alcance. Recordemos también que especialmente en orden al diagnostico etiológico puede ser menester el empleo de dos tipos de psiquiatras: el que pudiéramos llamar de corte clásico y el de orientación dinámica o profunda. Aunque en teoría es cierto que pueden ambos coincidir en un mismo especialista, lo cierto es que en la actualidad no es raro que la radical diferenciación de punto de enfoque en ambos, no sea fácil encontrar un solo especialista que domine a fondo las orientaciones. Aparte del empleo de ciertos instrumentos de diagnóstico, (EEG, análisis del líquido cefalorraquídeo, etc.) suelen ser la entrevista uno de los métodos mas reales. No olvidemos sin embargo la enorme ayuda que pueden prestar los test de proyección (especialmente el ROHRSCHACH y el SZONDI) para fijar la anormalidad del sujeto examinado; y en casos de conflictos neuróticos, para descubrir la etimología del mismo (conflicto, choque, etc.).

EXAMEN SOCIOLÓGICO. Aunque llevado por un especialista, no difiere sustancialmente de que he descrito a tratar de la encuesta social en su nivel menos profundo. La diversidad está por tanto en la exactitud con la que se ha de llevar a cabo, lo que se ha de exigir (sobre todo cuando se trata de un equipo de investigador) un verdadero equipo colaborador. Es aquí por tanto donde tiene plena aplicación en el desdoblamiento del sociólogo en varios individuos, a fin de que estos puedan aplicar las diversas en cuestas, que dejamos indicadas en la selección procedente, aunque naturalmente que no todas ellas requieren un especialista; pero suele ser menester, que los auxiliares que las practiquen trabajan como colaboradores y en equipo con el.

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En ocasiones puede y debe ayudarse en tal equipo o el especialista, de ciertos estudios realizados ya por otros investigadores, pero que le facilitaran notablemente su labor. Por ejemplo, en el caso de querer penetrar en el medio valorativo de un área delincuencial, lo mucho que se ha trabajado sobre la llamada “contracultura criminal” tema que abordamos mas adelante, al exponer el tratamiento (lección 13). Por la obtención de los datos directos sobre el examinado, se vale el sociólogo entre otros medios de la entrevista con el mismo a este respecto es interesante observar, que aunque la entrevista, es también el método que utiliza el psiquiatra, en ambos especialistas difiere en muchos aspectos, tanto en la forma , como en los datos a que se llegan. Es de interés en tal sentido un estudio hecho por dos especialistas americanos: SEELING (psiquiatra) y RECKLESS (sociólogo). Ambos estudiaron por separado y mediante la entrevista a un mismo grupo se concentraba mas en la personalidad del delincuente y las anormalidades de la misma tal y como actualmente se da (aspecto fenomenológico); mientras que el sociólogo busca con mayor empeño los antecedentes sociales de la situación actual (en sentido etiológico). Diferencia que sin duda hubiera sido menor, caso de tratarse de un psiquiatra de orientación dinámica o profunda; ya que este se hubiera dirigido también preferentemente al estudio de los conflictos del probando, resultantes de la falta de inserción del mismo en los grupos sociales en que convivió.

EXAMEN JURÍDICO. También el examen jurídico de un individuo es susceptible de ser profundizado, y en ocasiones es menester darse uno tal tarea. El caso mas frecuente es aquel en el que el examen de los restantes especialistas llevan a la conclusión, del delito imputado al reo de tal modo, ajeno a su personalidad, que parece muy difícil (en ocasiones casi imposibles) que haya podido cometer.- Problema que se plantea no raras veces a los equipos clínicos, especialmente cuando uno de sus especialistas están excesivamente enfocados a su orientación peculiar y desconocer otros aspectos o técnicas criminológicas. También puede presentarse el caso, de que un examen profundo del sujeto es situado lleve a la conclusión de que se trata de un inimputable, al que faltó un peritaje conveniente en sede judicial. Estos hechos reales merecen investigación jurídica especial, no solo posible subsaneamiento del error judicial (muy fácil en el segundo caso, muy difícil en el primero); Sino por que mientras el sujeto examinado no admita su responsabilidad (lo que habrá muchos mas difícilmente, si llega a sus oídos el juicio del equipo), apenas habrá posibilidades de un tratamiento con éxito.

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Pero la investigación jurídica profunda de tales casos se recomienda además por otra causa. No es raro (al principio del funcionamiento de un equipo y más aún cuando se trata de especialistas no habituados a tratar con el delincuentes), que los no juristas tiendan fácilmente a admitir la presencia de uno de los casos indicados. Para que el equipo siga funcionando en armonía y para ir llevando a la realidad del delincuente y de sus posibles posturas simuladas, a dichos miembros del equipo, no suelen bastar entonces la mera afirmación de juristas ; se requiere estudio detenido, que lleve a la convicción de los especialistas restantes, que no a sido la sentencia la que se ha equivocado radicalmente, sino que se trata de errores que se producen al emplear las técnicas pensadas para no delincuentes, en un grupo de probandos diversos del hombre normal, como son los delincuentes. En tales casos conviene que el jurista estudie no solo la sentencia, si no incluso los datos suministrados por los otros miembros del equipo (especialmente la encuesta social, etc.) y que intenta ampliar sus conocimientos sobre los que se dan como hechos probados. Labor sin duda laboriosa pero que se puede mostrar del todo imprescindible por las dos razones indicadas (actitud del sujeto examinado; y actitud del resto del equipo).

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LECCIÓN 10 DIAGNÓSTICO CLÍNICO

Terminando el examen de un sujeto determinado por cada uno de componentes del equipo clínico-criminológico, llega el momento de que miembros del mismo se reúnen en mesa redonda, a fin de confrontar resultados parciales obtenidos y en orden a establecer un estudio conjunto individuo en cuestión.

los los los del

Para ello han de intentar el primer lugar un diagnostico del estado peligroso en que se encuentra dicho sujeto; diagnóstico que a su vez a de tener 2 vertientes: la fenomenológica (modo de aparición de dicho estado peligroso y gravedad del mismo) y la etiológica (causas de tal estado). Pero como según la teoría de la personalidad criminal que venimos manejando como hipótesis de trabajo, el estado peligroso consta de dos componentes (capacidad criminal y adaptabilidad social) es menester establecer primero los días diagnósticos parciales de ambos componentes dichos, para llegar al diagnostico total del estado peligroso. Vamos a exponer por tanto el modo de llegar en primer lugar a los dos diagnósticos parciales de la capacidad criminal y de la adaptabilidad social de un sujeto, enseguida explicaremos el modo de engarzarlos en un diagnostico conjunto del estado peligroso, en que se encuentra el probando.

I.

DIAGNOSTICOS PARCIALES.

Como acabamos de indicar, separaremos para su estudio los dos elementos del estado peligroso que distinga la teoría de la personalidad criminal: la capacidad criminal y la adaptabilidad social.

A.

DIAGNOSTICO DE LA CAPACIDAD CRIMINAL.

Ha de construirse a base de las cuatro notas, que hemos estudiado lentamente en la primera parte del programa; las que contribuye inintimidabilidad del delincuente (egocentrismo y labilidad) y las que influyen en su actividad, (agresividad en indiferencia afectiva.) Recordemos también, que la capacidad criminal no se constituye por dichas notas separadas, sino que precisamente surge de la conjunción de ellas. Aunque por otro lado no es menester tampoco que todas presten el mismo grado, ni siquiera que se den todas ellas, (al menos de modo muy destacado) en un mismo individuo. 105

1.

Diagnóstico fenomenológico.

Para el diagnostico fenomenológico de la capacidad criminal, son de utilidad las técnicas expuestas en la lección precedente, cada una en su modo. La sentencia judicial y la encuesta social externa nos manifiestan el comportamiento del probando, tanto en su vida ordinaria, como en su actividad delincuencial. Un estudio detenido de las mismas puede ya darnos un diagnostico del grado en que se manifiestan los radicales de la personalidad criminal. Así por ejemplo, la impermeabilidad del delincuente ante los valores ambientales, es signo de grado de su egocentrismo; la labilidad vendrá dada por la reincidencia en el delito (aunque no aya condenas) y por la constancia de su voluntad; la agresividad por el examen de los obstáculos materiales, que se opusieron ala ejecución del delito, así como el planeamiento y realización del mismo, y la indiferencia afectiva, tanto por la odiosidad de la ejecución del crimen concreto como también por las ligazones afectivas y el sentido de ellas ( egocéntrico o altruista). Pero como la capacidad criminal esta constituida por el engarce de los radicales indicados, es menester fijar la estructura de la personalidad del probando. Lo que aun es más necesario cuando nos encontramos ante probandos jóvenes, que por ello puede no haber manifestado aun toda su potencialidad en la vida ordinaria; o ante neuróticos, en los que el conflicto interno hace querencias cualidades estén represadas o entrecruzadas. Para este cometido ay que acudir al examen psiquiátrico y al psicológico; y de modo peculiar y a los tests de proyección que revelan dicha estructura, tales como el RORSCHACH o el SZONDI. Ambos pasos reseñados nos darán un diagnostico fenomenológico fundido: ya que por un lado habremos determinado el grado en que se manifiestan los radicales de la personalidad criminal en un sujeto; y por otro fijaremos la estructura interna actual de dicha personalidad (el engarce de dichos radicales). Tendremos por lo tanto un cuadro lo más exacto posible de su capacidad criminal actual.

2.

Diagnóstico etiológico.

Pero como el estudio clínico criminológico pretende remediar dicho cuadro, el diagnóstico a de intentar ir más allá y fijar las causas por las que el sujeto examinado a llegado a una estructuración criminógena en su personalidad. Es lo que pretende el diagnostico etiológico. Según lo que nos haya dicho el diagnostico fenomenológico, la búsqueda proseguirá en uno u otro sentido y por lo mismo habrá de apoyarse preferentemente en uno u otro de los exámenes realizados sobre el sujeto.

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Para el caso de conflictos profundos de la personalidad se impone ante todo buscar su contenido; lo que puede lograrse por algunos de los tests de proyección (especialmente TAT, MAPS, etc.). Pero no es menos necesario ver enseguida, quien los originó, tarea en la que pueden ser de gran utilidad los datos de la encuesta social y de la entrevista psiquiátrica, especialmente los que se refieren a la relación dinámica del probando con su familia y con los grupos sociales posteriores. Cuando el cuadro fenomenológico (especialmente el estructural) hagan sospechar, que una enfermedad somática o mental pueda ser la que se encuentra en la base del trastorno comportamental o de la estructura deficiente de la personalidad, son especialmente el médico general, el especializado y el psiquiatra los que tienen la palabra. Naturalmente que en todos los casos anteriores, las técnicas restantes complementan y corroboran los resultados obtenidos por las otras; y precisamente es esta extraña concordancia entre especialistas de diversas ramas, que hasta entonces han trabajado separadamente en el examen, la que más sorprende al que por vez primera asiste a una mesa redonda de equipo criminológico. Suele ser buen sistema, para no perderse en el diagnostico etiológico, el procurar fijar primero las raíces del radical de la personalidad (o a lo más de 2 de ellos), que parece ser el más perturbador. A medida que se avanza en su estudio, se ve aparecer luego una serie de datos, que no sólo dan la explicación de los radicales dejados del lado de momento, sino también del entrecruzamiento de los mismos; que es lo que en realidad constituye en la capacidad criminal.

3.

Diagnóstico conjunto.

Estudiados por separados los elementos anteriores, es fácil redactar ya un diagnostico conjunto de la capacidad criminal de un individuo. Es claro, que cada delincuente presentara un diagnostico diverso, pero en orden a valorar los mismos en cuanto ala capacidad criminal del individuo, pueden señalarse ciertas reglas. De modo general ay que afirmar, que cuando mas intenso se presentan los radicales de la capacidad criminal en un sujeto determinado, mayor será esta. Pero no es menos importante considerar el modo de su estructuración ya que en ocasiones pueden compensarse unos con otros o por el contrario reforzarse, aunque el ordinario sea el caso contrario.

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Axial por ejemplo la labilidad afectiva (con su característica de hacer vivir en el presente), puede en ciertos casos frenar la agresividad pasiva al impedir planear o prevenir; mientras que por el contrario, egocentrismo y agresividad positiva o agresividad con indiferencia afectiva se unen bien y aumenta notablemente la capacidad criminal del sujeto. Igualmente es interesante determinar cual es el radical predominante en le probando; alo que puede ayudar el método que indicamos, ala hablar de diagnostico etiológico. Por que es claro, que normalmente es en dichos sentidos, en el que ay que orientar el futuro. B.

DIAGNOSTICO DE LA ADAPTABILIDAD SOCIAL.

Como hemos visto, la adaptabilidad social no influye en que el delincuente pase al acto; pero cuando a dado el paso delictivo, configura el delito, como cualquier otra actividad humana. Por ello la adaptabilidad social no es diversa entre los delincuentes y los que lo son (contra lo que sucede con la capacidad criminal), sino que por el contrario sirve para diversificar mas matizadamente los diversos tipos delincuenciales, y para orientar el trabajo de su resocialización. Vemos aquí también por separado el diagnostico fenomenológico y el etiológico, para llegar así a uno conjunto, sobre la adaptabilidad social del sujeto. 1.

Diagnóstico fenomenológico.

Ante todo ay que fijar el cuadro de las capacidades y aptitudes del sujeto de lo que el probando es capas de rendir, si aplicase sus cualidades al medico. Ello se consigue por medio de ciertos esquemas, sustancialmente los mismos que se utilizan en cualquier centro de orientación profesional, y que varia en su forma concreta. Es mas, mientras que unos autores prefieren mantener por separado los resultados de los diversos tests o exámenes; prefieren otros intentar un esquema conjunto (estrella de cualidades de la personalidad, etc.). Con lo anterior conseguiremos averiguar, cual es el campo o los campos en que debe ser aplicado probando, para conseguir el máximo rendimiento social. 2.- Diagnóstico etiológico. La encuesta social nos a permitido conocer el campo de aplicación social del probando en el pasado y el rendimiento que a dado en el mismo. Al comparar ahora lo que el diagnostico fenomenológico indicaba, con lo que nos dice el examen del pasado del sujeto en cuestión, podemos fácilmente establecer, si se encontraba en el puesto que corresponde a sus cualidades y si esta rendían aceptablemente. 108

Especialmente en los casos en que faltase notablemente el rendimiento debido, es menester pasar al diagnostico etiológico: buscar la causa de esa falta de rendimiento. Con frecuencia puede este encontrarse en que el oficio desempeñado no era el que encaja en las aptitudes del probando; en otras ocasiones también, en que a pesar estar dentro del marco de las mismas, el sujeto no se encontraba a gusto en el mismo; finalmente puede deberse la falta de rendimiento a un conflicto de personalidad. Y en todo caso interesa averiguar, hacia donde se inclina los deseos del probando, para procurar luego orientar en lo posible en dicha dirección, ya que el rendimiento esta en función del interés con que se aplique el sujeto al trabajo.

2.

Diagnóstico conjunto

Los diagnósticos parciales indicados nos permite ya el ensamblase, formarnos una idea de las aptitudes y capacidades del sujeto y del modo d llevar a estas a un pleno rendimiento. También aquí conviene con frecuencia elabora el esquema a base de la que parezca mas sobresaliente, o del grupo de las mismas, que puedan determinar con mayor adaptabilidad, social ya que es obvio que en ningún caso se puede pretender desarrollarlas todas. Pero téngase en cuenta, que contra lo que decíamos al tratar de demostrar el conjunto de la capacidad criminal, aquí no se concibe la mayor adaptabilidad social cuanto mayores son las capacidades del individuo; sino que al hablar de adaptabilidad suelen presentarlo los sujetos, que las poseen en su grado medio. Dicho de otro modo, que tanto un exceso en una o algunas cualidades a defecto de las mismas, pueden dificultar la adaptabilidad social. Por ello es cierto, que la mayoría de los delincuentes profesionales pertenecen a uno de los dos siguientes tipos extremos, o bien al grupo de los agresivos, con grandes actitudes físicas, intelectuales y profesionales, y con aspectos fuertes y poco determinados (que forman el tipo mas peligros), o bien de los pasivos, faltos de grandes cualidades físicas e intelectuales dos en sus instintos (el tipo mas bien parasito). Lo que nos dice en orden al diagnostico, que el que promete mayor adaptabilidad social es el tipo intermedio entre ambos extremos; que por lo mismo da presentar una personalidad mas equilibrada. Dato que hay que tener también en cuenta al efectuar el pronostico y mas especialmente a la hora de fijar el programa de tratamiento.

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II.

DIAGNÓSTICO DEL ESTADO PELIGROSO

Establecidos por separado el diagnostico de la capacidad criminal de un individuo y el de su adaptabilidad social, llega el momento de establecer el pronostico definitivo sobre el estado peligroso en que se encuentra el sujeto determinado. Y de nuevo no solo ha de interesarse en determinar la intensidad o la misma de aparición de dicho estado peligroso (diagnostico fenomenológico), sin que hay de dar también el paso de procurar quitar las causas del mismo en origen de su tratamiento (diagnóstico etiológico).

A.

DIAGNÓSTICO FENOMENOLÓGICO.

Los elementos que constituyen el estado peligroso pueden cambiarse en proporciones muy diversas. Vamos a exponer en esquema las cuatro fundamentales, hacia una de las cuales ha de converger más cada caso concreto.

1.

Capacidad criminal alta y adaptabilidad elevada.

Es la forma mas grave del estado peligroso, puesto que se encuadra en ella de un tipo de delincuentes, que tienen fuerte tendencia al delito y grandes posibilidades de realizarlo. Le pertenece a este grupo la white collar criminality tan afondo estudiada en los estados unidos (especialmente por SUTHERLAND) y que preocupa actualmente en casi todos los países; ya que particularmente la dedicada al delito económico (que en uno u otro modo constituye la mayoría del grupo) produce graves daños a la nación. Entre nosotros es forma de criminalidad que merece muy especial atención dado el periodo de expansión económica, que vivimos, sobre todo, porque a ellos se une, el que nuestros esquemas legales de persecución de la misma (los delitos contra la propiedad del código penal y códigos penales y leyes especiales) datan del Código Penal de 1848, época en que es prácticamente desconocida tal forma de criminalidad. Pero también hemos de encuadrar en el grupo presente al delincuente de grandes cualidades, que bien opera en unión de otros en los que dirige (delincuente, jefe) o bien solitario; pero en ambos casos sabe desplegar un fuerte potencial en la realización de sus planes delictivos.

2.

Capacidad criminal alta y adaptabilidad escasa.

Los dos elementos enunciados nos indican, que los componentes del presente grupo tienden por un lado con fuerza al delito, pero por otro no saben ejecutarlo ni ocultarlo bien, dada su escasa adaptabilidad social. 110

Por tanto constituye un fuerte porcentaje de los delincuentes, encontramos en las prisiones: Ya que delinquen continuamente, Pero son fácilmente encubiertos, lo que quiere decir también, que se trata de un grupo mucho mas estudiado en sus características, desde el punto de vista criminológico, ya que es fácil de localizar y someter a examen. Pertenecen al mismo la mayoría de los profesionales del delito, que ni se encuadran entre los delincuentes de cualidades extraordinarias descritos mas arriba; ni entre los parásitos y asociales, de que nos ocuparemos en seguida.

3.

Capacidad criminal baja y adaptabilidad escasa.

Estamos ante el otro gran grupo de delincuentes conocidos: de los que han sido estudiado a fondo en criminología, precisamente porque son también clientela habitual de las prisiones. Su falta de gran atención criminal los hace conformarse con pequeños delincuentes: lo suficiente para vivir sin trabajar; y de escasa adaptabilidad social les priva también de poder realizar grandes planes delictivos. Son por tanto, los marginales, asociales, vagos; que normalmente se conforman con vegetar parásitamente a costa de una actividad delictiva poco complicada. Pero que pueden ser manejados por otros delincuentes más habituales y ambiciosos de todo momento, aunque normalmente no pasa de desempeñar papeles poco complicados.

4.

Capacidad criminal baja y adaptabilidad elevada.

Finalmente un grupo presente de sujetos peligrosos, es el que podemos denominar ocasionales del delito: Individuos que viven en una profesión honrada, que solo bajo la presión de las circunstancias escojan el camino delictivo, y que por lo mismo abandonan pronto. Recordemos sin embargo, que el ocasionar pueda derivar hacia el profesional por la repetición de ocasiones, y especialmente cuando se ve animado por el éxito del primer delito, al que precisamente su condición anterior del ciudadano honorable permite más fácilmente que quede oculto. En este caso se cambian paulatinamente el diagnostico, ya que lo que sucede es que el habito hace aumentar su capacidad criminal, mientras que permanece constante su gran adaptabilidad social. Es decir, que va derivando lentamente el sujeto, del grupo presente al primero de los que hemos reseñado.

111

Circunstancia en el que en modo alguno puede hacharse en saco roto; ya que un buen numero de la llamada white collar criminality esta integrado precisamente por dicho tipo de delincuentes: hombres que vivían en una profesión honrada que limitados por el afán de lucro (incluso por una fuerte crisis económica) cometen el primer delito; al ver la facilidad con que este queda oculto, o al repetirse las circunstancias de crisis, o finalmente tentados por los beneficios que represento, se lanzan de modo decidido a la criminalidad económica oculta. B.

DIAGNÓSTICO ETIOLÓGICO.

Pretende determinar el factor, que ha influido más decisivamente en el cuadro fenomenológico presente en cada caso. Cierto que no se trata con este diagnostico de decidirse solo por uno de los extremos posibles (hereditario, ambiental); en primer lugar, porque difícilmente podríamos hacerlo, dados los medios de investigación presentes; y en segundo lugar porque normalmente hablando han influido ambos en la desviación del sujeto examinado. Lo que por tanto se pretende, es fijar la causa predominante en un orden a su tratamiento. Y por hablar con más exactitud, los diversos géneros, de causas que han podido influir en el problema. El procedimiento ordinario puede ser el indicado mas arriba, en orden a fijar los anteriores diagnósticos; tratar de fijar el tratamiento etiológico del radical de la personalidad criminal, que parezca mas destacado, al que a su vez nos llevara a los restantes y al entrecruzamiento de los mismos. Solo en orden a una cierta orientación, transcribimos a continuación la clasificación que hace PINATELL a este respecto. 1.

Factor biológico y sociológico muy acusados.

Es el que lleva normalmente el estado peligroso crónico y el que por tanto resulta más necesario de tratamiento. Esto debe por lo mismo dirigirse en ambas direcciones; y hacer posible, de modo simultáneo, ya que si no los esfuerzos se servirán para muy poco. Luego no es suficiente un tratamiento biológico o incluso una nueva restauración de la personalidad, sino se consigue que el sujeto cambie el ambiente en que vivía; ya que este volverá en caso contrario a destruir casi totalmente lo conseguido durante el tratamiento. Y lo mismo vale de la hipótesis contraria. 2.

Factor biológico acusado y sociológico leve o viceversa.

Suele tener como resultado un estado peligroso marginal, que por lo mismo es más fácil de ser sometido a tratamiento. Este debe dirigirse por tanto al factor predominante, aunque no puede olvidar totalmente el contrario.

112

Especialmente es de tener en cuenta, que el factor acusado ha tenido que interrelacionar normalmente en el leve; por lo que por ejemplo, el sujeto que presenta fuerte tendencia biológica al delito, se ha ido buscando paulatinamente el ambiente adecuado para el mismo. Es mas, no es raro que un sujeto aparentemente presenta ambos factores de a modo acusado (y que por tanto se creería que pertenece al primer grupo) tan solo uno de ellos de modo relevante, el otro se presenta fuerte solamente por la interacción indicada. 3.

Factor biológico y sociológico leves

Suele tan solo engendrar un estado peligroso episódico, propio del que hemos llamado delincuente ocasional. Por lo mismo es el mas fácil de tratar. Es mas, en muchas ocasiones no requiere un tratamiento, al menos de carácter complicado. Basta tan solo en dichos casos, con procurar, evitar que las circunstancias indicadas vuelvan a repetirse. Para tales casos es para que los varios sistemas penales vayan admitiendo una pena condicionada en uno u otro modo (condena condicional, etc.), que sirve como de toque de atención a dicho tipo de delincuentes, sin que les dificulte o imposibilite su engranaje social y profesional.

113

LECCIÓN 11 PRONÓSTICO COMPORTAMENTAL

En la lección anterior hemos examinado el modo de establecer el estado peligroso de un probando concreto, y a la vez dejar que se trata de una interpretación del primer grado, de los datos que ha suministrado el examen de dicho sujeto. Pero en clínica es menester pasar adelante y tratar de pronosticar el comportamiento de dicho sujeto al salir del establecimiento penitenciario como otro cualquiera, en que sea sometido a tratamiento. Dicho pronóstico se suele fundar en los datos suministrados y sistematizados en el diagnóstico, y aquí precisamente radica uno de los mismos. Porque si el diagnóstico era ya una interpretación de primer grado, el pronóstico (que utiliza los resultados del pronóstico) se convierte en una interpretación de segundo grado. Lo que significa que un error inicial en el diagnostico aunque no sea considerable, puede llevara una notable desviación en la hora del pronóstico. Esto es tanto más real, cuanto que ya el diagnóstico ya manejaba dos variedades (capacidad criminal y adaptabilidad social, cada una de las cuales conectaban a su vez de otras varias), cuatro en el caso de la capacidad criminal y unas cinco en el de la adaptabilidad social. Por otro lado, no vasta con saber como se comportaría el probando si volviese al medio de que salió; porque en el plano del pronóstico hay que tomar en cuenta la posibilidad de que se inserte en un medio social diverso. Luego la conducta social futura del sujeto no es tan fácil de pronosticar en el estadio en el que nos encontramos. Esto ha llevado a los criminólogos a intentar técnicas diversas de pronósticos comportamental. Incluso fuera de la clínica criminológica propiamente dicha, y a veces por necesidades de orden práctico; así por ejemplo para la concentración de la condena (probation) o libertad (parole) condicionales.

A. PRONÓSTICO BASADO SOBRE EL DIAGNÓSTICO. Como acabamos de indicar, el presente método de pronóstico parte del diagnóstico sobre el estado peligroso, expuesto en la lección anterior y trata del procedimiento y comportamiento del probando en el futuro. Para esto hemos de partir ante todo de los ambientes en que ha vivido el probando: Familia, escuela, area criminal, grupo social o profesional etc., es claro que para la mayor importancia los unos y los otros según la edad o inclinaciones delictivas. 114

Pero enseguida ay que procurar averiguar el grupo social en el que se insertara el probando al quedar libre de movimientos. Para ello son útiles con frecuencia los informes de la encuesta social y de la entrevista del psiquiatra; que por un lado nos pueden indicar los planes del sujeto examinado, y por el otro la postura que han tomado los grupos sociales en que vivía (familiar, profesional, etc.) relacionados directamente con dicho sujeto. Conociendo debidamente los datos anteriores habremos obtenido el dato que nos faltaba; el medio de probable inserción del probando. Al proyectar su diagnostico de estado peligroso sobre dicho informe podremos aventurar un pronostico comportamental sobre el sujeto estudiado antes de que este no sea sometido a tratamiento.

C.

POSIBILIDADES DE VARIACION DEL PROBANDO.

Naturalmente que el pronostico expuesto no es el definitivo para un equipo criminológico y clínico, ya que intento de este es el de someter al sujeto a un tratamiento adecuado. Permitiendo los medios económicos e incluso el tiempo de que dispone el equipo clínico, interesa desde el principio pronosticar las probabilidades de éxito de un tratamiento o de los posibles, a fin de escoger alguno o incluso prescindir del tratamiento, si se piensa que no va a conducir a nada, positivando a os medios reales de tratamiento con que cuenta el equipo. Resultado de éste ultimo sin duda confortante, pero que se impone en ocasiones, especialmente a equipos clínicos con finalidad practica de tratamiento y medios limitados; aunque sin duda que en un equipo clínico meramente investigador puede y debe en tales casos arriesgar un tratamiento o intentar nuevas vías, de encontrar una solución a casos hasta ahora dejados por imposibles. El modo de establecer el presente pronostico sobre las posibilidades de variación de un probando, es el de comparar el pronostico anteriormente expuesto, al (el que hemos llamado pronóstico del sujeto actual) posibilidades de influjo en el probando a base de los medios con que cuenta el equipo, lo que supone a su vez a analizar por separado las posibilidades de variación de la capacidad criminal y de la adaptabilidad social y del medio en que ha de insertarse el sujeto examinado.

1.

Variaciones en la capacidad criminal.

Para ello es menester sopesar las posibilidades de modificación de la estructura de la personalidad en el estudio, a fin de conseguir una nueva estructuración, que disminuye la capacidad criminal del sujeto.

115

Como indicamos mas arriba, suele ser útil en estos casos concentrarse de modo peculiar en uno u otro de los radicales de dicha capacidad criminal del sujeto (precisamente el central) y ver la resistencia que han de oponer al tratamiento. De nuevo conviene insistir que no puede concentrarse el equipo con posibilidades técnicas, sino confrontar la resistencia con los métodos de tratamiento de que de hecho disponen. 2.

Variaciones en la adaptabilidad social.

El procedimiento a seguir es del todo análogo al que acabamos de indicar estudiar la adaptabilidad del sujeto, y comparar sus deficiencias con los recursos de que dispone el equipo para tratarlo. No olvidemos sin embargo lo dicho en la lección anterior, al tratar del diagnostico de la adaptabilidad social: que el aumento de la misma no siempre contribuye a disminuir la peligrosidad del sujeto, es mas en ocasiones puede llevar a aumentarla. Por ello en el intento de variar la adaptabilidad social en un delincuente que se puede tener como única meta el aumento de la misma. Sino que ha de interesarse, de interpretar los aspectos de ella que le faciliten una vida honrada, y así en cuanto a este aspecto se englobe en un tratamiento conjunto, que lleve al sujeto a poner sus nuevas posibilidades de adaptación social al servicio de su regeneración. 3.

Variaciones en el medio.

Es claro que sobre pasa el sometido criminológico el intentar modificar un ambiente social, especialmente cuando se trata del que vive en un medio social amplio. Pero puede y debe intentar el equipo (especialmente en ciertos casos en que el diagnostico indique el estado peligroso se debe al medio) o bien modificar el ambiente de un grupo social reducido (la familia del probando, etc.) o bien que el sujeto cambie de ambiente. Lo primero (modificar el grupo social) puede a veces intentarse por medio de la asistente social externa, que establece el contacto con la familia o con el grupo profesional en que vivía el probando. Y según la empresa parezca más o menos difícil, será el pronóstico del equipo sobre las posibilidades de variación del grupo indicado. Lo segundo (cambio del ambiente futuro) suele quedar claro en la entrevista psiquiátrica y en la labor del sociólogo interno, descrita mas arriba, porque son ellas las que nos suelen decir claramente, la postura del probando ante el tratamiento y las probabilidades que presenta de seguir un consejo en el sentido indicado. 116

C. OTROS MÉTODOS DE PRONÓSTICO. Especialmente a partir de los años 30’s se han venido desarrollando en diversos países una serie de técnicas de pronostico comportamental, que vamos a reseñar brevemente. Por ello las agrupaciones en las dos grandes áreas lingüísticas, en las que principalmente se han cultivado. La germana y la anglosajona. Tales intentos se deben con frecuencia a necesidades de tipo practico, particularmente a la de conceder la condena (probation) o libertad (parole) condicional a un delincuente o la de predecir su posible reincidencia en un orden a las medidas de seguridad. Intentan la mayoría de ellas seleccionar criterios claros y de rápido manejo fines indicados. A ello les lleva la necesidad también practica de examinar un numeroso grupo de delincuentes, a los que por tanto no se podían someter fácilmente a un examen clínico individual, recordemos además, que la creación de equipos clínico criminológicos ha sido en gran parte muy reciente. Por lo mismo en muchos de los casos, que vamos a exponer no se presupone el proceso clínico-criminológico como el que dejamos descrito sino que se comienza directamente por la tabla de pronostico. Dichas tablas exigen sin embargo la contestación a una serie de datos que nos han sido suministrados por el examen y diagnóstico descritos en lecciones anteriores; por la que pueden ser manejadas por un equipo clínico. Especialmente son útiles para ayudar a valorar la influencia criminógena de una serie de factores hereditarios o ambientales, que aparecen en el examen del delincuente ya que parte de los investigadores que expondremos, han dedicado su esfuerzo a fijar dicho influjo. Por lo tanto son sin duda una ayuda apreciable a todo equipo clínico criminológico. Adelantemos desde ahora que no podemos esperar de ellas un pronóstico irregrabable por dos ordenes de causas: en primer lugar porque aunque las mismas técnicas se han ido depurando y perfeccionando, distan de haber llegado a resultados definitivos, y en segundo lugar, porque no es posible que una técnica pronostica cualquiera pueda dar certeza absoluta sobre la conducta de un ser humano en particular, ya que por ser este libre puede variar en uno u otro sentido. Lo que podemos y debemos esperar por tanto de las presentes técnicas es una ayuda en la difícil tarea del pronóstico, que unida a otras técnicas y recursos, no de un cierto grado de probabilidad (en ocasiones muy fuerte) sobre el futuro comportamiento del probando. Lo que ya es en si una ayuda considerable en orden a orientar su resocialización.

117

Esto es, que todo pronóstico puede fallar en el caso individual y fallará de hecho de vez en cuando. Pero cuanto más depurados sean los métodos empleados, mayor probabilidad de acierto tendrá el pronóstico, especialmente para los grandes números el aumento vegetativo de la población o el número de matrimonios o defunciones; o la vida media, aunque en cada caso particular no podamos tener más probabilidad de que así suceda, del mismo modo una técnica pronostica que se pueda documentar puede orientarnos sobre lo que ocurrirá en un grupo de probandos y es con mayor o menor exactitud según la fiabilidad y validez de la técnica; aunque siempre quede la incertidumbre de lo que ha de suceder con un individuo dando inseguridad que será mayor o menor (e incluso puede llegar a ser mínima) según el caso concreto. A.

AREA GERMANA

Por la ley de 24.11.1933 se introduce el código penal alemán una agravante contra la delincuencia habitual (parágrafo 20a) así como una serie de medidas de seguridad (parágrafo 42a-1). Esto lleva a los penalistas y criminólogos a un serio estudio de las mismas y de sus presupuestos, así como del difícil concepto del delincuente habitual. Entre otros trabajos EXNER en el asunto y dirige en tal sentido una serie de tesis doctorales, de las que expondremos algunas. Pero más tarde se continúan los esfuerzos y la investigación, que prosigue en nuestros días. Expondremos algunos de los jalones fundamentales en el camino que se recorre en el área germana, porque todos desbordarían las posibilidades de unos apuntes. Por ello voy a pretender fundamentalmente señalar las técnicas empleadas, que en su progreso nos abren horizontes muy interesantes. 1.

factores prognósticos equivalentes.

En el primer estadío de fijación de técnicas de pronóstico comportamental se limitan los investigadores a seleccionar una serie de factores prognósticos, a todos los cuales atribuyen el mismo valor. Tal es el sistema bastante homogéneo de los doctorados de EXNER, que estudian historias de delincuentes reincidentes, seleccionadas en el registro central criminológico de Munich. El primero de ellos es SCHIEDT que analiza 500 probandos para los que escoge las 500 primeras fichas del registro correspondientes a 1931 (aunque su trabajo se publica en 1936); el segundo doctorando es SCHWAAB, que selecciona 400 delincuentes contra la propiedad en el año 1932-33 (aunque su trabajo en 1939). Método semejante emplea MEYWERK en Hamburgo, al someter a análisis a un grupo de 200 delincuentes. El procedimiento que sigue es bastante simple: en primer lugar seleccionan un cierto número de factores que creen de positivo influjo criminológico, selección que no suelen hacer todos los investigadores, tan solo fiados en su buen sentido. 118

Enseguida analizan la historia de cada probando para ver cuantos de dichos factores presenta para lo que dan a cada factor el mismo valor (un punto por factor). Finalmente ordenan los probandos según el número de puntos obtenidos, y así obtienen un pronóstico de reincidencia en el delito de los mismos. Sin duda que el método descrito tiene el honor de ser el primero que se intenta en el área germana; y por lo mismo no es de extrañar, que incida en defectos y errores técnicos no despreciables. Vamos a señalar algunos, aunque sean dignos de la compresión de todo intento primerizo. Ante todo, no se manejan por los autores indicados técnicos de muestreo prácticamente ninguno, por lo que la muestra queda expuesta a toda clase de errores de sesgo. Especialmente es claro, que la reincidencia que intentaba medir no se refiere a los delincuentes en general, sino al grupo de delincuentes que sirvió de muestra. Además hay que observar, que la selección de los factores se deja meramente al buen sentido del investigador, con lo que surge la fuerte sospecha de hasta que punto serán los mas significativos, o quedarán otros sin examinar. Tanto más cuanto que al estudiarlos, incluso superficialmente se nota el predominio de los biológicos y hereditarios en consonancia con la orientación criminológica germana de por entonces. Finalmente se da el mismo valor pronóstico a cada factor (un punto) lo que sin duda no es acertado. Puesto que incluso a simple vista se comprende al recorrer la lista de los autores que examinamos, que no puede tener el mismo valor el que la criminalidad se haya ejercido en diversas ciudades, que las malas condiciones educativas, o la reincidencia rápida. A pesar de ello obtienen los presentes autores con sus tablas imperfectas algunos resultados dignos de consideración. Puesto que mientras el coeficiente de reincidencia es mínimo (15%) en los probandos que no presentan más de tres factores; de los que pasa de tres factores (sobre un total de 15) supera ya el 90%.

2. Valoración de los factores prognósticos. A corregir una de las fallas técnicas indicadas se dirigen los esfuerzos de GERECKE. Comienza este por dar a cada factor un coeficiente del 1 al 10 según el peso criminógeno del mismo; y añade enseguida un nuevo coeficiente del 1 al 4, según la intensidad de cada factor en el individuo concreto. Así por ejemplo, la indiferencia afectiva obtiene el máximo coeficiente criminógeno (10), pero puede presentarse más o menos intensa en el sujeto en cuestión, lo que se gradúa del 1 al 4, como queda dicho, al multiplicar el coeficiente criminógeno de cada factor, por el grado de intensidad en que se presenta en el individuo concreto, se obtiene una puntuación para dicho factor, que sumada a la de los restantes factores, nos da la puntuación del sujeto examinado en la tabla de pronóstico de reincidencia. 119

El presentimiento da sin duda mucho mayor juego que el anteriormente señalado y permite por lo mismo una matización mas fina de cada caso concreto. Sin embargo la fijación del coeficiente criminógeno, al igual que la selección de los factores, se sigue siendo de modo empírico. Y también de índice GERECKE en defectos técnicos semejantes a los señalados en los autores anteriormente señalados. Método semejante en el empleado por FREY en Brasilia, aunque varía en la selección de los factores, en los coeficientes de los mismos (que ahora van del 10 al 50%) y en otros detalles. Por lo anterior se ve que los dos presentes autores no superan gran parte de las dificultades técnicas indicadas al hablar de los anteriores.

3. Las jornadas de estudio de Bad Godesberg. Después de la segunda guerra mundial vuelve a comenzar en el área germana con intentos de tablas de pronósticos de reincidencia, aunque tardan estos algunos años por varias circunstancias, no es la ultima en influir, el notable cambio que se observa en las orientaciones criminológicas germanas, que tienen en su principio e incluso excesivamente a la dirección sociológica, y que actualmente van situándose en una zona de equilibrio entre ambas direcciones. En vez de analizar en detalle de los diversos intento, que especialmente al principio suelen incidir en varias de las deficiencias técnicas indicadas voy a sumar brevemente la actual orientación en las tablas de pronósticos para ello utilizaré lo expuesto y discutido en el verano de 1967 en Bad Godesberg, en una jornada de estudios que aunque en si se orientaban al pronostico del delincuente juvenil, se ocuparon del problema en toda su amplitud.

a)

Selección de los factores de la tabla.

Ante todo se insiste actualmente en la necesidad de confeccionar unas tablas de pronósticos con factores que no se dejan al azar de cada investigador. De todo lo contrario en cada caso dependeremos de la sagacidad del mismo; y además no serán manejables por el siguiente investigador los resultados obtenidos por el anterior. Por otro lado es menester que dichos factores no respondan tan solo a una de las técnicas y orientaciones clínico-criminológicas, ya de lo que contrario en primer lugar limitadas en un aspecto de problemas y serian en segundo lugar inaprovechables por los aspectos de campos diversos.

120

Actualmente se trabaja por ello en la confección de una tabla conjunta, en la que colaboran diversos especialistas. Lo que posibilitará además, que cualquier doctorado de una facultad determinada, pueda trabajar una muestra con resultados manejables por lo de otras facultades, y que actualmente los investigadores profesionales puedan conjuntar su labor y comparar sus resultados. b)

Preparación de la muestra.

Puesto que no todo investigador en criminología está al corriente de las técnicas de muestreo, especialmente necesarias cuando se intenta elaborar más tarde los resultados por medios electrónicos (computador) intenta la comisión indicada redactar unas instrucciones inteligibles también para el no técnico en estadística o sociología, que les posibiliten la selección de la muestra de modo científico. c)

Grupo de control.

Para que los resultados obtenidos sobre un grupo delincuencial puedan adquirir verdaderas dimensiones es menester compararlos con los de un grupo de control, esto debe ser en lo posible del todo homogéneo al grupo delincuencial en sus cualidades, exceptuada naturalmente la delincuencia. d)

Ponderación de los factores de la tabla

Ante todo es menester fijar el modo científico el que hemos llamado anteriormente coeficiente criminológico en cada factor, lo que solo puede ser hecho por especialistas y con ayuda de técnicas modernas. Pero aún establecido éste, la valoración de la intensidad del mismo en cada probado (el que hemos llamado grado de intensidad) suele quedar en la actualidad confiado a cada investigador, lo que sin duda presenta graves inconvenientes por que la ecuación personal del investigador juega un fuerte papel en dicha valoración. Por ello se pretende ante todo escoger factores lo más objetivos posibles, además de intentar dar mas normas en lo subjetivo, para que la valoración se haga en lo posible con cierta uniformidad. Establecidas dichas normas, quedará sin duda un resto de diversificación valorativa por la indicada ecuación personal; pero habrá disminuido notablemente. Y cuando se cuente además con cierto numero de investigaciones paralelas, parece que el dicho error de se verá notablemente compensado hasta que pueda ser despreciable. e)

Diversificación de las tablas.

Actualmente se duda que en una misma tabla pueda servir de pronóstico comportamental para toda clase de delincuentes, dada la diversidad de edades de tipos criminológicos de humanos y de arraigos en el camino delictivo del delincuente. 121

Por ello se intenta también construir tablas diversas para grupos más o menos homogéneos de probandos, que nos acercarán más a la realidad. f)

Resumen

El cuadro anterior nos indica el mucho camino que aún queda por recorrer hasta que podamos contar con tablas de pronósticos comportamental, fiables y válidas. Lo que de nuevo nos dice elocuentemente, que en criminología (como por lo de muchas ciencias del hombre) estamos aún en los comienzos; lo que lejos de desalentarnos, debe espolearnos más a continuar el trabajo iniciado por otros.

B.

AREA ANGLOSAJONA.

También se viene trabajando intensamente en esta área lingüística en tablas de predicción, especialmente por la necesidad práctica de la concesión de la probation y de la parole. Veamos también algunos intentos realizados que agrupemos según las técnicas empleadas y el proceso de la misma. 1. Factores pronósticos equivalentes. BURGEES estudia unos tres mil delincuentes en los tres presididos principales del estado de Illinois a fin de establecer una tabla de reincidencia. Por ello selecciona una serie de factores sociológicos, a los que concede el mismo valor predictivo; y luego observa su presencia en los individuos que fallan en la parole. La técnica es en el fondo la misma, que la estudiada en el área germana a este respecto; y por lo tanto presenta también las mismas dificultades metodológicas. La diferencia tal vez única que es BURGESS escoge sus factores en el campo sociológico predominante en USA. . 2. Valoración de factores prognósticos. ARGOW la intenta en el área anglosajona y para ello utiliza un cierto aparato matemático, del que vamos a dar una ligera idea. En primer lugar estudia los antecedentes de 563 presos de Conecticut, y así compone una tabla de 31 factores criminógenos. Enseguida trata de averiguar la importancia criminogenética de cada uno (el que hemos llamado coeficiente criminogenético), para lo que calcula la proporción de delincuentes primarios y reincidentes en cada uno de dichos factores se presenta. 122

Así obtiene en seguida una puntuación para cada delincuente y de acuerdo con los mismos coeficientes de acuerdo de cada uno de los factores criminológicos que presenta. Luego estudia la reincidencia de cada delincuente y de acuerdo con la misma, establece diversos grupos de reincidencia. A continuación calcula la puntuación de cada este grupo, para lo que se vale de cada uno de los delincuentes que pertenecen al mismo. Cuando ahora quiere pronosticar el comportamiento de un nuevo delincuente, lo examina la tabla de factores que le indica obtiene su puntuación y coloca en el grupo de reincidencia correspondiente.

3. Selección de los factores prognósticos. LAUNE trató de poner en juego el conocimiento que el delincuente habitual tiene de sus medios y de sus compañeros para la selección de factores prognósticos. Para ello pidió a dos presos de Joliet (USA) que clasificasen por separado la probabilidad de reincidencia de 150 reclusos de dicho establecimiento penitenciario a los que se había concedido en el beneficio de la Parole. En seguida comparó las listas suministradas por los delincuentes y vio que presentaban una correlación muy alta. Esto indica, que los criterios, más o menos consistentes, por lo que se había guiado al establecerlas, deberían ser muy semejantes. Por ello se reunió con ellos y discutió con ambos delincuentes cada uno de los factores o criterios en que fundamentaba su pronóstico. Finalmente formó una tabla de predicción con dichos factores, que mas tarde aplico en el pronóstico de reincidencia. La presencia de los factores indicados en un probando la establecía LAUNE a base de un interrogatorio del mismo. El método resulta un poco empírico, pero tiene la ventaja de investigar la valoración y los criterios de los propios delincuentes, que precisamente por vivir en el mundo de valores delincuencial, pueden apreciar con mas exactitud de un no delincuente, lo que sucede en dicho medio. 4. Grupos de control. La investigación del WEEKS para fijar los factores prognósticos de reincidencia maneja ya no solo un grupo delincuencial, sino que lo compara con otro semejante de no delincuentes. Estableció nuestro autor una de las listas de 14 factores prognósticos a base de estudiar un grupo de 440 delincuentes y otro análogo de 412 no delincuentes. 123

El método presenta por tanto la ventaja, de que se eliminan ciertos factores, que a pesar de sus apariencias no tienen influjo alguno o escaso en la reincidencia, al verlos desparecer en el grupo no delincuencial. Pero sigue empírico y sometido por lo mismo una serie de fuentes de errores. 5. Investigación de los esposos Glueck. Es sin duda uno de los estudios más completos de los que se han realizado en el presente, aunque no deje de presentar flanco a las críticas. A él nos hemos referido ya en otras ocasiones, especialmente en el grupo pasado. Seleccionaron dichos autores un grupo de 500 delincuentes juveniles al que opusieron un grupo de control de otros 500 juveniles no delincuentes que fueron la replica más exacta de los anteriores, en cuanto a edad, sexo, raza, cultura, delito, familia, religión, etc. Luego sometieron a los probandos a tres exámenes diversos que vamos a revisar brevemente a la vez que indicamos los factores que pretendieron fijar en cada uno de ellos.

a)

Examen psicológico

Por medio del test de proyección de RORSCHACH se estudiaron la afirmación social, el desprecio, la suspicacia, el negativismo y la inestabilidad de cada probando.

b)

Examen psiquiátrico

La entrevista intentó determinar el espíritu aventurero, la expresividad, en la acción, la sugestibilidad, la obstinación y la inconstancia de los sujetos estudiados.

c)

Examen social

Por la encuesta social fijaron la severidad del padre y de la madre, la afectibilidad de los mismos y la cohesión de la familia. Con los datos anteriores establecieron tres escalas pronósticas (psicológica, psiquiátrica y social) en las cuales colocaron cada uno de los de los probandos por orden de puntuación. Este ordenamiento se hizo de modo independiente para que cada escala se formarse sin conocer los resultados de la otra. Al comparar las tres escalas y las posiciones obtenidas por cada probando en cada una de ellas, se llego una correlación del 70% es más las discrepancias notables no pasaron del 13%. 124

6.

Directrices actuales.

Aparte de una multitud de intentos en orden a establecer en tablas de pronostico de reincidencia con fines prácticos (probation y parole), de las que no podemos cooperarnos en detalle se esta trabajando intensamente en la actualidad en los Estados Unidos en la confección de unas tablas de pronóstico verdaderamente científicos, especialmente merecen toda confianza los trabajos emprendidos en California en dicho sentido. Para ello se han puesto a contribución los métodos y técnicas científicas a que aludimos más arriba al hablar del área germana. Es más, el trabajo se lleva también en equipo, a fin de conseguir que se integren a una criminología fundida las diversas especialidades que concurren a la misma. VALORACIÓN FINAL Como al principio de este apartado indicamos, el mero hecho de intentar predecir una conducta futura por medios estadísticos encierre serias dificultades. Puesto que si bien nos va siendo posible predecirlo e grandes números (como en el caso de nacimientos, defunciones etc.) todo intento de conseguir seguridad en un caso concreto, está abocado fracaso. Esto no solo resulta del hecho empírico de que a un las mejores técnicas empleadas dejan siempre un resto de probandos imprescindibles; sino que tiene ultimo fundamento en libertad humana, por la que el delincuente, como cualquier ser humano puede reaccionar en ciertos casos contra todas las previsiones y contra las tendencias más arraigadas. Pero lo anterior no impide que las técnicas de pronóstico ofrezcan datos y métodos que no puedan ser ignoradas en la práctica. Porque el hecho de que un fuerte porcentaje de los sujetos examinados responda a la predicción, nos hace ciertamente no poder afirmar con seguridad lo que sucederá en un caso concreto; pero no basta para seleccionar los más necesitados de tratamiento o de una medida de seguridad determinada.

125

LECCIÓN 12 PROGRAMA DE PROFILAXIS CONSIDERACIONES GENERALES

El diagnostico y el pronóstico pueden ir de enderezados del delincuente o al que todavía no lo es; en el primer caso para apartarlo del delito, o en el segundo para que no llegue a caer en él. Por lo mismo en el primer caso suele hablarse de profilaxis y en el segundo del tratamiento; en el primero de predelincuentes y en el segundo delincuentes. Vamos a estudiar ahora las medidas profilácticas, que conviene emplear con el predelincuente y en la lección próxima nos ocuparemos del tratamiento del delincuente. Directamente trataremos de la profilaxis de cada predelincuente en concreto, ya que la clínica criminológica estudia el caso particular; pero es claro que muchas de las cosas que indican, son verdaderas para una profilaxis general el delito. Estudiaremos primero como se ha ido desarrollando la cuestión desde el punto de vista teórico; para fijarnos luego en el marco externo que nos ofrece nuestra ley de vagos y maleantes.

PLANO PANORÁMICO DE LA PROBLEMÁTICA Vamos a estudiar por separado las posturas doctrinales y las estructuras jurídicas para fijarnos finalmente en el problema legal que plantea el predelincuente adulto.

POSTURAS DOCTRINALES

1. El antiguo régimen El derecho penal, durante todo el periodo anterior a la ilustración domina el arbitrio judicial: como no existen cuerpos legales suficientemente desarrollados, tiene el juez que decidir en muchos casos sobre la pena a aplicar sobre la magnitud de la misma. Tal situación da gran flexibilidad al juez para castigar el que cree culpable pero a la vez puede llevar fácilmente a abusos cuando el juez no es como debe.

126

2. La ilustración. Por ello las corrientes ilustracionistas se pronuncian por la separación de poderes (MONTESQUIEU formula la idea): el poder legislativo ha de promulgar la ley penal, de la que el juez no puede apartarse en lo más mínimo. Dice BECCARIA que no hay error mas perjudicial que el que enseña que el juez puede interpretar la ley. Esta mentalidad encuentra su expresión en el principio de la legalidad de los delitos y de las penas, que formula FEUERBACH: Nullum crimen nulla poena sine previa leges; esto es, que no se puede castigar por ningún delito ni imponer por el mismo pena distinta que la que ya este contenida en una ley anterior a la comisión del delito. Tal principio suele aparecer en casi todas las constituciones o códigos penales del siglo XIX y es una de las garantías o derechos del hombre contra el excesivo poder del estado. Su formulación más solemne la ha encontrado en la declaración universal de derechos del hombre, aprobada en la asamblea general de la ONU de 1948 (art. 7), a la que se han adherido la mayoría de los países. En España se encuentra el principio su molde legal en el Código Penal de 1848, que es el núcleo fundamental de todos los posteriores; por ello se corta hasta el máximo el árbitro judicial. 3. Positivismo cronológico. La escuela positiva presenta como postulado central el estudio del delincuente concreto y no del delito; por lo tanto en el campo de la pena, debe acomodarse esta al caso concreto. Esto supone que el juez ha de tener gran libertad de movimientos para imponer una pena u otra, y para medir la magnitud de la misma. Es mas, el pedir que el juez señale una pena que en todo caso deba cumplirse, equivaldría (nos dicen) a exigir un médico que señale el tiempo exacto que un paciente va a estar en tratamiento o en el sanatorio, en el momento de ingresar. Por otra parte el principio de legalidad no les parece una defensa del ciudadano normal, sino del delincuente. Con frase grafica dice Von Liszt (aunque solo en cierto aspecto admite la corriente positiva) que al principio de legalidad es la Magna Carta del delincuente; porque al saber éste, cuándo y por qué le pueden condenar, prepara mas fácilmente la evasión de las mallas de la ley. 4. Lucha de escuelas y solución intermedia. La polémica se desarrolla con gran ardor y dura hasta nuestros días, aunque los extremistas se han ido mitigando. Actualmente en la mayoría de las legislaciones se utiliza el sistema llamado de “doble via”: se admiten las penas tasadas por el juez, aunque con mayor amplitud en el árbitro de este, y a la vez las medidas de seguridad, cuya razón no es la culpabilidad, sino la peligrosidad del reo. 127

Pero aún existen muchos puntos poco definidos sobre las medidas de seguridad: se discute su naturaleza (penal o administrativa), la autoridad que debe imponerlas, sus presupuestos y la amplitud discrecional que ha de tener no solo el que las imponga, sino el que las aplique. El problema más polémico es el del predelincuente adulto, que mas adelante examinaremos.

B.

ESTRUCTURAS JURIDICAS.

En las legislaciones contemporáneas suele dominar el principio de legalidad, aunque con grandes concesiones a la individualización de la pena, postura por el positivismo. 1.

El principio de legalidad.

Encuentra pronta acogida en las Constituciones y Códigos Penales, porque estos responden a la mentalidad ilustracionistas y a la exigencia de garantías constitucionales de las revoluciones decimonónicas. En su primera época los códigos se muestran excesivamente rígidos en la aplicación del principio de legalidad, siguiendo por ejemplo el código de napoleón, 1810: la pena viene tasada exactamente y apenas se deja al juez labor ninguna individualizadora. Pero pronto se va suavizando el rigorismo indicado y concediendo mayor amplitud al arbitrio judicial de un modo o de otro. Es mas, no tardaran en irse introduciendo ciertas medidas, que procedan de la mentalidad positivista y de su exigencia de la individualización de la pena. 2. Individualización de la pena. Brevemente indiquemos que ante todo se van distinguiendo lentamente al derecho penal de adultos y el de menores; mas tarde se ira creando en casi todos los países una tercera categoría: los delincuentes semi-adultos. Además se van introduciendo junto a las penas, las medidas de seguridad para los delincuentes peligrosos. Según los países, se adopta el sistema de cumplir las dos sucesivamente, o alternativamente; en este último caso hay países que optan aplicar primero la medida de seguridad y luego decide el tribunal de la autoridad administrativa, si es menester aun la pena. La fijación de la pena se deja mas al arbitrio del juez, bien sea por el procedimiento de atenuantes y agravantes, bien por el de señalar tan solo una pena mínima; bien por el de fijar dos penas paralelas. El tránsito a la libertad se suaviza de diversos modos por la libertad condicional, que suele colocarse como ultimo estadio del régimen progresivo. 128

Igualmente se cambia el régimen penitenciario, bien sea por el trabajo, bien por la diversidad de apertura del establecimiento en que se cumple la condena. Finalmente se sustituyen las penas cortas privativas de libertad (que maten a un ocasional con frecuencia en un ambiente delictivo que no podrá emerger) por condena condicional, multas, etc.

C.

EL PREDELINCUENTE ADULTO.

Como los delincuentes juveniles son sometidos fundamentalmente a medidas que tienden a su preeducación, no suele objetarse en nombre de las libertades ciudadanas, a que incluso los que aun no han llegado al delito, sean también sometidas a medidas de seguridad cuando son claramente peligrosos. Pero en el caso de los adultos la cosa se presenta de modo diverso, porque hay criminólogos y juristas que temen que las medidas de seguridad comprometan las garantías constitucionales y den pie al abuso. La polémica se presenta sobre todo en el caso del predelincuente adulto, esto es, del que aun no ha caído en el delito, del que se teme que caiga. Por un lado se objeta que no se le puede dejar abandonado, ya que constituye un peligro serio para la sociedad; por el otro se dice, que si se permite al estado intervenir en tal caso, peligraría la seguridad del ciudadano normal, pues como no es claro que se entiende por estado peligroso, puede el estado abusar de las medidas de seguridad para atacar a sus enemigos. Suele por ello postularse que tales medidas de seguridad estén definidas en la ley del modo mas exacto posible; y además que sea el juez quien las imponga, ya que hoy DIA se tiene mas confianza en el que en el poder ejecutivo. Con tales mutaciones no parece que en realidad sufran mucho las garantías constitucionales, especialmente si se prevé un recurso de alzada. De hecho muchos países han ido admitiendo las medidas de seguridad incluso para los predelincuentes adultos bajo una u otra formula. Pero quizás España quien tiene una ley mas avanzada en este aspecto (ley de vagos y maleantes de 1933), cuyos precedentes hay que buscarlos especialmente en la belga de defensa social. Su origen fue del todo ocasional: al advenimiento de la republica se dio un indulto muy amplio, incluso para los delincuentes comunes, por lo que de pronto una ola delincuencial ocurrió en España, más difícil aun de reprimir por los disturbios políticos. Para atajar los delitos que menudeaban, se llevo al parlamento y paso casi sin discusión la ley de vagos y maleantes, que aun hoy esta en vigor, aunque con varios complementos posteriores.

129

II.

CONTENIDO DE LA LEY DE VAGOS Y MALEANTES.

CATEGORIAS (ART. 2). Se comprenden en la ley no solo los delincuentes, sino también los predelincuentes, que por los indicios que a continuación se enumeran, dan señales de encontrarse en estado peligroso. 1. Vagos habituales (1º.) Son los que tienen desinterés por medrar o cansancio habitual hacia el trabajo. Etiológicamente puede deberse tal tesitura a un carácter pasivo; pero suele estar motivada por psicosis (hebefrenia, esquizofrenia, imbecilidad, demencia) o por neurosis (desinterés por la vida). En general favorecen el presente tipo la falta de sociabilidad o de adaptabilidad; mientras que no suelen presentar una capacidad criminal elevada. 2. Ocupados en profesiones no admisibles. Forman un grupo abigarrado, en los que se encuentran los mendigos habituales (4º), proxenetas y rufianes (2º), explotadores de juegos prohibidos (5º). Son por lo tanto individuos con adaptabilidad social elevada e incluso muy elevada y con mayor capacidad criminal. Pero no forman un grupo definido desde el punto de vista criminológico, ya que existen grados muy diversos entre ellos. 3. Ebrios y toxicómanos habituales (6º). Etiológicamente puede deberse tal estado a causas muy diversas; no son raros los tipos neuróticos con fuerte desencaje mental. Por lo mismo con la cura de deshabituación no termina, sino que empieza la tarea que hay que realizar con ellos, aunque sin solucionar el problema que les llevo a la toxicomanía, fácilmente volverán a recaer. 4. Sospechosos de varios géneros. Un grupo de ellos hace sospechar que ya han cometido delitos, bien sea por lo que ocultan (3º), bien por ocultarse ellos mismos (8º), bien por permanecer ilegalmente en España (9º). Otro grupo demuestra una tendencia al delito (10º), pero esta se describe tan solo con criterios sociológicos un tanto abigarrados e imprecisos. 5. Otros. Finalmente se formaron posteriormente varias categorías de peligrosos sociales, que en realidad presentan tipos diversos de los anteriores. Tales son los políticos (11º) los sospechosos de delitos económicos (12º) y los gamberros (13º). 130

Estas últimas categorías parecen del todo desencajadas dentro de una ley de vagos y maleantes y se deben a motivos ocasionales. B.

MEDIDAS APLICABLES (ART. 4).

Según los casos son el establecimiento de trabajo, el de custodia, las casas de templanza, la expulsión del territorio nacional (a extranjeros), la vigilancia de la autoridad, la prohibición de residir en un lugar o territorio, la multa y la incautación de dinero o efectos. La duración de las medidas puede llegar hasta los cinco años en el caso del establecimiento de custodia. 1. Valoración. El marco legal es apto en sus líneas generales, pero necesita de reforma. Ante todo, las categorías deberían perfeccionarse y delimitarse mas a exactamente para no comprometer la seguridad jurídica. Pero especialmente se exigiría que la aplicación de las medidas llevase consigo a un examen medico, psicológico y social previo; y que existiesen posibilidades técnicas de un autentico programa de tratamiento.

131

LECCIÓN 13 PROGRAMA DE TRATAMIENTO DEL DELINCUENTE

A partir del diagnostico criminológico y del pronóstico conjuntamental, montando sobre el mismo, se elabora un programa de tratamiento del delincuente concreto, que es el del que nos vamos a ocupar. En realidad lo que se diga ahora, sirve en gran escala para el caso del predelincuente, del que nos ocupamos en la lección anterior, por eso en ella tan solo hemos tratado los aspectos diferenciales del problema (especialmente del marco externo) reservando para esta el estudio de los métodos concretos de tratamiento. I.

CONSIDERACIONES GENERALES.

La palabra tratamiento tiene dos sentidos en tanto diversos, según se considera desde el punto de vista del jurista o del criminólogo clínico. En sentido jurídico hablamos de tratamiento como del modo de comportarse con el delincuente que se deriva de la sentencia judicial. Se concreta en el régimen legal y administrativo de la prisión o de la aplicación de las otras penas, que pueden ser impuestas por el juez, incluso debe incluirse el régimen jurídico y administrativo de las medidas de seguridad. Pero en sentido criminológico-clínico entendemos por tratamiento la acción individual sobre el delincuente para intentar modelar su personalidad con el fin de apartarle el delito. Esta clase de tratamiento supone la colaboración del delincuente, ya que se intenta en el fondo y en la mayoría de los casos de una acción sobre su conducta, que quedara prácticamente sin eficacia, mientras no se comprometa el mismo delincuente en el tratamiento. Pero tal colaboración es difícil de conseguir en el ambiente de la prisión por la postura peculiar de cerrazón que suele adoptar el recluso hacia el personal penitenciario mejor dispuesto, incluso a los que se aproximan, por mucho que le aseguren que nada tienen que ver con el funcionario de prisiones. Más fácil se hace la tarea en ambientes más abiertos y orientados a la reeducación, porque el delincuente cambia frecuentemente de tesitura, ya que palpa el interés propio en el éxito de la prueba. Vamos a examinar por ello en primer lugar el cuadro externo en que puede desarrollarse el tratamiento; para analizar mas tarde los diversos métodos individuales que pueden aplicarse a cada caso concreto; terminaremos con algunas consideraciones sobre la práctica del programa de tratamiento. 132

II.

CUADRO EXTERNO.

Así como en la medicina se ha ido ampliando el tratamiento de cura libre, como método de higiene social, de igual modo la clínica criminológica ha tendido ha abrir los esquemas de ejecución de la pena, para poder actuar mas eficientemente sobre el delincuente. Esto ha llevado a sustituir el método antiguo de prisión cerrada en que se cumplía toda la pena, por una serie de instituciones intermedias, que vamos a enumerar. Solo lo haremos de modo muy sintético, pues su estudio detenido es propio de la ciencia penitenciaria, ahora nos basta trazar el cuadro externo en que va a desarrollarse el tratamiento clínico del recluso.

A. CONDENA CONDICIONAL. Trata de evitar que el delincuente ocasional llegue a la cárcel; por que se piensa que en tales casos el contacto con los delincuentes profesionales haría imposible o dificultaría muy seriamente la vuelta a engranar en la sociedad de dicho delincuente ocasional. Por otra parte, su familia quedaría privada innecesariamente del apoyo moral y económico del miembro que se le arranca. Todo ello presupone que se trata de un delincuente ocasional o al que se supone tal. Por lo mismo es necesario en este caso poseer criterios claros para distinguir entre los delincuentes primarios a los ocasionales (o pasionales) de los profesionales que son capturados por primera vez. Una vez más se echa de ver aquí la urgente necesidad de permitir el examen médico, psicológico y social antes de la sentencia o al menos, antes de la aplicación de la misma. Los métodos de condena condicional pueden reducirse esquemáticamente a dos: el sursis de origen belga y que se ha extendido por los países de derecho continental, y la probation de origen americano y que solo se aplica en los países anglosajones. La distinción no es hoy sin embargo tan neta, porque casi todos los países romanistas van admitiendo elementos del sistema de probation que sin duda es más perfecto. El sursis se implanta en Bélgica en 1888, de donde pasa a Francia en 1891; entre nosotros comienza a aplicarse desde 1908. Lo esencial consiste en que el reo es juzgado y condenado; pero en vez de cumplir la sentencia es puesta en libertad. Si durante espacio de tiempo, que varía en cada país, no vuelve a delinquir, la pena suspendida queda remitida. Caso contrario, cumple la pena anterior. Entre nosotros, la condena condicional puede aplicarse a todas las penas privativas de libertad de hasta un año (art. 92) y en caso de una atenuante muy cualificada, hasta de dos años (art. 93). De lo anterior se sigue, que el método de sursis no se cuida para nada del reo sometido a condena condicional: le deja abandonado a su suerte, por lo que se comprende que es fácil que vuelva a delinquir.

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Esto es lo que trata de evitar el método de probation, implantado en Inglaterra desde 1907, pero originario de los estados unidos, donde se empezó a aplicar en Boston desde 1836, desde donde ha pasado a todos los países anglosajones y actualmente a la mayoría de los restantes. Por la probation no se llega a pronunciar la sentencia (con lo que se evitan los antecedentes penales) sino que después del veredicto de culpabilidad, se propone al reo someterse a un régimen de libertad bajo la dirección de un probation officer, que le ayude a orientar su vida. Si durante un periodo de tiempo, que señala el juez, se comporta bien y sigue en su vida las indicaciones del officer, queda libre de toda condena, en caso contrario, se pronuncia entonces la sentencia y se cumple. Los probation officer no pertenecen ni al cuerpo de prisiones ni al judicial; en estados unidos son con frecuencias universitarias o profesionales especialmente preparados. Los resultados son altamente esperanzadores. Sin duda que la condena condicional es el sistema que mejor se presta al tratamiento individual del delincuente concreto, sobre todo en su forma de probation. Pero insistimos en que no es una panacea, sino que únicamente puede presentar garantías de éxito cuando se conceda solamente a delincuentes seleccionados que por tanto muestren temperamento adecuado para la misma; concederla de modo automático casi (como prácticamente viene sucediendo en España, siempre que se dan los requisitos del art. 92) es condenarla al fracaso en gran numero de casos, sobre todo en nuestro sistema de sursis.

B. TRATAMIENTO INSTITUCIONAL. Es el procedimiento mas antiguo y en el que fundamentalmente se busca tener en seguridad al delincuente; para los delincuentes mas peligrosos tendrá que seguir siendo (con todas las modificaciones que se quiera) el método obligado, mientras el avance de la criminología no encuentre medio eficaz de corregirlo. Porque seria engañarnos el no reconocer que actualmente (esto es, según los métodos que poseemos) hay un núcleo de delincuentes que resulta incorregible. Sin duda que tal método presenta graves inconvenientes: contagio criminal, formación de bandas y amistades criminó genas para el futuro, homosexualismo cerrazón a un tratamiento eficaz por el ambiente peculiar de suspicacia hacia todo no delincuente, etc.

Para atenuarlas se fueron pensando y ensayando varios procedimientos, el de Pensilvania (aislamiento absoluto día y noche), el de Auburn (celda individual de noche y trabajo en común de día en silencio), etc., pero su estudio detallado queda para la ciencia penitenciaria. Hoy día suele adoptarse un sistema progresivo combinado con el de libertad condicional.

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Ciertamente que contribuye al orden interno de la prisión por el interés de avanzar hacia la libertad que tiene el recluso; pero como se subrayo, fuertemente en el congreso penal y penitenciario de Berlín, hay que dejar de pensar que produce la enmienda del delincuente. Por ello la administración penitenciaria de los diversos países se han lanzado hoy por la vía de la reforma, que se traduce en escuelas de aprendizaje de artes y oficios, colonias agrícolas, etc. En estos nuevos centros se suelen evitar con frecuencia las dificultades indicadas mas arriba, en parte al menos por el interés que tiene el recluso de no volver a la prisión normal; pero de nuevo hay que distinguir entre estos éxitos momentáneos y la transformación sería del delincuente: esta no se produce, al menos por si sola. No es poco sin embargo el conseguir quitar el ambiente de recelo, y por lo mismo posibilitar la aplicación de los sistemas de tratamiento, de que hablaremos mas adelante. C. TRATAMIENTO EN SEMI-LIBERTAD. Suele presentarse de dos modos diversos: separado del todo de la institución penitenciaria y en contacto con la misma. 1. Separado de la institución penitenciaria. Uno de los modos empleados, especialmente con los juveniles o semi adultos, es el de insertarlo en una familia, que se comprometa a reeducarlo. Los éxitos obtenidos son notables, pero se comprende que en gran parte depende del conseguir familias aptas, lo que no es empresa fácil. Sobre todo resulta, en el caso de chicos provenientes de medios rurales, pero no suele ser tan fácil para los de medio urbano. Para estos se ha ensayado la creación de hogares especiales, donde vivan con personal especializado en trata de crear ambiente familiar y los conceder régimen de semi-libertad. Otras veces se ha intentado incluirlos en residencias juveniles de no delincuentes. Pero como se ve, dichos procedimientos se aplican casi exclusivamente a los delincuentes juveniles, sin que se haya encontrado aún fórmula eficaz para los adultos. 2. Unido a la institución penitenciaria. Supone el contacto con la prisión o al menos con los servicios penitenciarios. Suele usarse especialmente para las penas privativas de libertad corta y presenta diversas formas, que pueden resumirse a las siguientes: Trabajo en la prisión durante el día y vida restante en el hogar. Es el sistema utilizado en URSS bajo el nombre de trabajos correccionales sin privación de la libertad. 135

Trabajo en el exterior y vida restante en la prisión. Es el método utilizado en muchos países actualmente, entre otros en España. Prisión de fin de semana o de tiempo libre. Es el sistema adoptado en Alemania en ciertos casos; el reo vive su vida normal, pero tiene que ir a la prisión en sus días libres (fin de semana, etc.). A veces se utilizan también estos sistemas para las penas privativas de libertad larga, pero solo para una de las fases del sistema progresivo del transito a la libertad.

3. Libertad condicional. Cada vez se ha ido imponiendo más a la idea de que no puede existir un tránsito brusco de la vida de prisión a la de libertad; lo que ha llevado a la gradación en la concesión de esta. Esta fase favorece sin duda ya no al tratamiento (en realidad debería haberse practicado ha estas alturas), si no la eficacia del mismo al permitir un apoyo el las primera dificultades de encaje y los retoque necesarios al plan concebido y puesto en practica fuera de la realidad de la vida, ante el contacto de la misma. Pero por lo mismo la libertad condicional sólo puede surtir efecto cuando ha precedido un tratamiento y cuando no se aplica automáticamente o fiados tan solo en la buena conducta dentro del régimen progresivo; hacerlo así es condenarlo al fracaso y dejar libre al delincuente profesional antes del tiempo merecido con la casi completa seguridad de que reincidirá a las pocas horas aunque no se le atrape. En Estados Unidos se han aplicado diversos métodos de predicción a los futuros candidatos al régimen de Parole con resultados del todo positivo: han llegado a predecir hasta con un 90% de aciertos, la reincidencia o no del candidato.

RESUMEN El cuadro externo de las instituciones y métodos donde se ha de desarrollar el tratamiento del delincuente, ofrece hoy en día suficiente amplitud para poder permitir una atención seria al mismo. Lo importante es mantener un mecanismo de selección, que permita utilizar las posibilidades suministradas por el cuadro externo. Esto es, que de modo científico se verifique la clasificación de los delincuentes y que se les destine a uno u otro establecimiento de acuerdo con los datos obtenidos.

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Pero aún con esto no hemos dado más que el primer paso; porque aunque el ambiente externo sea del todo propicio y perfectamente acomodado al delincuente concreto, de nada servirá si no se le aplica un tratamiento individualizado, lo contrario equivaldría a pesar que vamos a curar un enfermo por el sólo hecho de que ingrese en el Sanatorio adecuado a su enfermedad. III.

CONTENIDO DEL PROGRAMA DE TRATAMIENTO

Para Conseguir un cambio en el delincuente, que le permita adaptarse a la vida social, hay que emplear una serie de medios, que en seguida examinaremos. Con ellos se pretende de modo general: Mejorar sus tendencias reactivas (médico, quirúrgicos y neuroquirúrgicos). Perfeccionar sus aptitudes (medios pedagógicos). Renovar sus motivaciones (medios psicoterapéuticos racionales o analíticos). Modificar sus actitudes (psicoterapia de grupo y psicodrama). Naturalmente que no se puede hablar con exclusividad, como lo acabamos de hacer en esta enumeración, para simplificar el esquema; por lo que es claro que los medios de un género no se limitan a atacar sólo la capacidad criminal o la adaptabilidad social, sino que pueden ser empleados para el otro elemento del estado peligroso. Vamos a dar una idea rápida de los medios indicados. QUIRÚRGICOS La castración se ha empleado con el objeto de combatir las tendencias sexuales anormales, que llevan a delitos contra la honestidad. En las mujeres consiste en la extracción de los ovarios, lo que lleva a una menopausia anticipada y en el 50% de los casos a la extinción del instinto sexual, mientras que en el resto lo disminuye tan sólo ligeramente. Mejoran también las anormalidades psíquicas o nerviosas, mientras que las modificaciones corporales son insuficientes. En los hombres supone la extirpación de los testículos, lo que produce una importante modificación de la morfología y del carácter que hacen dudar a muchos de la conveniencia de tal procedimiento. Morfológicamente disminuye la fuerza muscular; psicológicamente las tendencias impulsivas, entre ellas las sexuales. La castración de delincuentes sexuales peligrosos se viene practicando e Dinamarca desde 1929; pero exige la libre aceptación del delincuente. También se practicó en la Alemania nazi, aunque con fines eugenésicos y punitivos, por lo que desapareció en éste país al cambiar el régimen. Desde el punto de vista moral, es admisible si es el único medio de que se cure una enfermedad psíquica, pero nunca como medida eugenésica. Sin embargo, desde el punto de vista médico se le oponen grandes reparos, por la profunda transformación de la personalidad que lleva consigo. 137

Se ha intentado por algunos autores, que la castración no sólo disminuía la delincuencia sexual, sino también otras tendencias delictivas del mismo delincuente, especialmente los delitos contra la propiedad. La práctica danesa nos enseña que tal afirmación no puede sostenerse, al menos en lo que se refiere a dichos delitos contra la propiedad. Muchos autores se oponen también a la “validez” del consentimiento dado por el delincuente para la castración; ya que se trata de un consentimiento muy limitado. En caso contrario se le obliga a continuar años, quizá durante toda su vida a una seguridad privativa de su libertad, lo que hace que el consentimiento diste de ser libre.

NEUROQUIRÚRGICOS Como la psique maneja el cerebro para sus operaciones cognoscitivas y afectivas, tratan en general de ominar una neurosis y enfermedad mental al atacar su base orgánica. Por ejemplo, una serie de ellas intenta curar las neurosis obsesivas, al romper las conexiones existentes en el cerebro y obligar a éste a crear otras nuevas. Un grupo pretende cortar la comunicación entre la corteza de los lóbulos cerebrales y los núcleos de base. El corte se hace entre ambos por la “lobotomía” o quitando una cierta cantidad de corteza por la “topectomía”; o por electrocoagulación de los núcleos de base a los que llegan las fibras nerviosas por la talamotomía. Todas estas operaciones se han ido practicando; desde que se utilizó la lobotomía (1933) por primera vez. Su resultado momentáneo es bueno, pero al cabo de algunos años suele el paciente recaer en sus obsesiones. La técnica de la anastomosis carótida-yugular, que consiste en producir una congestión permanente en el cerebro al impedir que la sangre vuelva al corazón por la yugular. Todas estas técnicas se han aplicado a los delincuentes, especialmente en Francia, sin resultados serios. Pero la impresión dominante en el campo de la Psiquiatría y de la Criminología, es que por este camino (intervenciones neuroquirúrgicas) se habrá de llegar a notables avances en ambas ciencias. MÉDICOS El electroshock durante una época gozó de popularidad y se aplicó a toda clase de enfermos mentales, en la actualidad suele limitarse a los pacientes con depresión endógena y procura sustituirse por fármacos y aún en éstos, casos con el deterioro de la personalidad que lleva aparejado. 138

En el campo criminológico han defendido su empleo Di Tullio y Leggeri. Pensaban que al crear un estado de obnubilación en un delincuente, y mantenerlo por un período de tiempo por medio del electroshock se conseguiría hacerle olvidar sus tendencias y hábitos delincuenciales. Pero en contra se han levantado numerosos Psiquiatras, especialmente Barux, por las profundas perturbaciones de la personalidad, que llevaría aparejado tal método. Los neurolépticos aplicados a la agresividad consiguen al menos una remisión temporal, lo que permite abordar con éxito una psicoterapia, u otros métodos reeducativos. Pero solos no consiguen una modificación duradera de la personalidad, por lo que sirven tan sólo como medicación de apoyo. Algo semejante se puede decir del antabus en el tratamiento del alcoholismo: de momento consigue hacer cortar, con la costumbre adquirida, pero si no se aprovecha éste tiempo de remisión, para atacar la verdadera causa del alcoholismo (disgustos, desadaptación social, debilidad de voluntad, etc.) el paciente volverá a recaer al cabo de una temporada más o menos larga. PEDAGÓGICOS Este sistema inicia en el siglo XIX con PESTALOZZI, FROEBEL (creadores de los primeros Kindergarten en 1840) para el tratamiento de niños difíciles. Todos ellos tienen por base la idea de que hay que utilizar las tendencias del niño, concretamente al juego, en vez de contrariarlas. En el mismo sentido van MONTESSORI en Italia y ANDRÉS MANJON entre nosotros. Se aplican éstos métodos a los niños, y con ciertas transformaciones a los juveniles; también e el campo de la delincuencia han dado resultados estimables. Pero es claro que no son aptos para la aplicación al delincuente adulto, al menos en sus fórmulas actuales.

PSICOTERAPÉUTICOS Muchos Son los procedimientos empleados, que varían según sus presupuestos y según el modo externo. La diferencia mayor se da entre la psicoterapia racional y las restantes. Pues las últimas tienen al menos un presupuesto común: la psicología profunda. Pero están también lejos de coincidir, ya que la psicología profunda presenta hoy día una serie de escuelas e interpretaciones (aún dentro del psicoanálisis) que suponen concepciones y métodos diversos. Psicoterapia racional Es la empleada por Janet y pretende conseguir el control de sí mismo por medio del análisis psicológico, de la sugestión y de la persuasión. Trata de actuar por medio del razonamiento sobre los mecanismos psicológicos del sujeto y ha conseguido éxitos tanto en Psiquiatría como en Criminología. 139

Psicoterapia profunda Pretende buscar en el inconsciente la causa de los conflictos del sujeto y de las neurosis que de los mismos resultan, incluido el comportamiento criminal. No podemos detenernos en su descripción detallada, que por otra parte hicimos el curso pasado (Psicología General, Profunda y Psicoterapia). La aplicación a la Criminología ha dado notables resultados y tiene sin duda ante sí un gran porvenir, pero no olvidemos que aquí quizás más que en ningún campo, no se pueden dar reglas cerradas, ni comparar los resultados estadísticamente, porque en gran parte dependen éstos de la pericia del que dirija la psicoterapia.

Psicoterapia de grupo Pretende abreviar el tratamiento psicoterapéutico, al hacer participar en él a un grupo hasta de ocho pacientes. Además presenta la ventaja de poder estudiar las reacciones ante un grupo y elaborarlas, lo que no permite una psicoterapia individual. Por el contrario presenta el inconveniente de que la acción del psicoterapeuta sobre cada paciente es menos intensa. Con frecuencia se combina por ello la psicoterapia de grupo con la individual. En Criminología se han venido haciendo experimentos de psicoterapia de grupo de diversas prisiones, sobre todo de los Estados Unidos, con resultados en conjunto favorables. Pero aquí vale también lo dicho para la psicoterapia individual: que en gran parte vienen coordinados por la pericia del psicoterapeuta, por lo que es difícil valorarles estadísticamente.

Psicodrama Lo aplica Moreno y en el fondo es un método más semejante a la psicoterapia individual que a la de grupo, ya que el grupo se utiliza fundamentalmente para actuar sobre el sujeto central de la psicoterapia. Esquemáticamente consiste en hacer vivir al paciente una situación en que sea protagonista; para lo que los otros componentes del grupo han de desempeñar los papeles de “yo auxiliar”, que ayuden al desarrollo del problema. Puede existir también un grupo participante, que sin embargo, no es el principal beneficiario de la psicoterapia. Con éste método se consigue hacer vivir al protagonista el papel que ha pretendido ocupar y con ello liberarle de las tensiones reprimidas por el fracaso. En su aplicación Criminológica aún no se puede hablar de resultados, ya que se encuentra en estado de extensión y en general alrededor de la Escuela de Moreno, localizada en la New York University.

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RESUMEN Todo el éxito de un programa de tratamiento consiste en haber localizado el problema de un sujeto, para poder atacarlo debidamente. En líneas generales se puede decir que los medios que tratan de mejorar las aptitudes del sujeto, facilitan su adaptabilidad social; mientras que los que se enderezan a cambiar sus motivaciones y actitudes influyen más directamente sobre su capacidad criminal; y finalmente que los que modifican sus tendencias reactivas pueden ser empleados para disminuir su capacidad criminal y aumentar la adaptabilidad social. En concreto, parece que los métodos que tratan las tendencias reactivas sirven para remodelar la agresividad y la labilidad; mientras que los empleados para modificar las motivaciones, operan sobre la indiferencia afectiva; y los que cambian las actitudes sobre el egocentrismo. Es claro, sin embargo, que todo lo anterior sólo vale en líneas generales ya que como insistimos repetidamente el curso pasado, la personalidad forma un todo, por lo que existen numerosas interacciones entre las partes que la integran. Finalmente conviene tener muy presente, que un tratamiento eficaz debe ser etiológico y no quedarse en lo esquemático. Por ello hay que añadir en general que parece que las tendencias reactivas (labilidad y agresividad) presentan una base orgánica más amplia; las motivaciones (indiferencia afectiva) tienen su raíz sobre todo en lo psicológico y las actitudes (egocentrismo) en lo psicosocial. Pero de nuevo, tales directrices tienen tan solo un sentido generalizador, por lo que en cada caso concreto hay que enfrentarse con el problema individual. Sólo así tendremos verdadera Clínica Criminológica, para la que no hay delitos, sino delincuentes; a tomar del antiguo adagio médico, de que no existen enfermedades sino pacientes. Lo que tampoco quiere decir que declinemos hacia un empirismo acientífico, pues sin los cuadros generales es imposible abordar el caso concreto. Lo que significa es que el estudio general no nos excusa de enfrentarnos con el caso individual; lo que la Criminología necesita ineludiblemente de la Clínica Criminológica.

IV.

PRÁCTICA DEL PROGRAMA DE TRATAMIENTO

Vamos a dar algunas indicaciones finales, que ayuden a la práctica de un programa de tratamiento.

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GENERALIDADES La mayor dificultad consiste en captar al delincuente para que colabore con los que han de llevar a efecto el proceso de tratamiento; ya que en mayor o menor grado habrá que emplear los métodos psicoterapéuticos, que son del todo ineficaces ante un delincuente cerrado. Por ello la primera tarea es buscar métodos de colaboración según la edad del delincuente. En los juveniles se consiguen buenos resultados por los juegos y el scouvismo. En los adultos se intentan con éxito los grupos de autogobierno, que les hacen tomar sobre sí la responsabilidad. De modo general se puede decir también que cuanto más abierto es el sistema penitenciario y por lo mismo más cercano a la vida real, más fácil es captar la confianza del delincuente y llevarle a la colaboración. Pero otra dificultad consiste en anudar el diálogo, en que el delincuente se abra y se identifique con el psicoterapeuta, para que éste pueda ayudarle a modificar sus enfoques y resolver sus problemas. Cada escuela y cada psicoterapeuta tienen sus métodos, que además son aquí, más que en ningún otro campo, intransferibles. Por ejemplo, nos dice Debuyst, que conviene por atacar el delito por el que el sujeto se encuentra en prisión; ya que si reconoce el delincuente que obró mal, se puede tomar este punto de partida para rehacer su valoración y así atacar su egocentrismo. LA EDAD Sin duda alguna la edad es un factor fundamental a considerar en la práctica del programa de tratamiento. No sólo por los métodos a emplear sino tambien para valorar los resultados, ya que en líneas generales, el delincuente se hace tanto más incorregible, cuanto más encallecido se encuentra. Suele señalarse algún período más criminogenético, como vimos el curso pasado: Así la eclosión de la pubertad y el climaterio masculino y femenino. Es también interesante la línea de los 35 años, en la que disminuye la agresividad pero aumentan las dificultades de adaptación social; por lo que en el programa de tratamiento habrá que orientarlo no sólo mirando al pasado (agresividad demostrada), sino al futuro (edad del delincuente) para no atacar un problema que va a desaparecer por sí mismo, ni dejar sin tratamiento otro que va a manifestarse más fuertemente. ESTANDARIZACIÓN DE LOS RESULTADOS Aunque se han hecho varios intentos de estandarización de los métodos de tratamiento del delincuente, no se ha llegado aún a una valoración de los resultados obtenidos. 142

Los sistema de valoración empleados siguen dos líneas diversas: la horizontal, que consiste en seguir a un delincuente durante varios años después del tratamiento (Follow - Up Study), y la vertical, que intenta comparar por medio de un corte transversal, los resultados estadísticos de los diversos sistemas. La valoración es muy difícil como indicamos, no sólo por la enorme diversidad de procedimientos empleados; sino también por la diferencia de los probandos en cuanto a la edad; tipo delincuencial, tipo psicológico, etc. Finalmente viene a agravar la dificultad el gran papel que en el tratamiento juega la pericia del psicoterapeuta; lo que hace que no comparemos métodos, sino experimentadores.

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