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Santiago de la Torre Moral
Aproximación a la historia de la lengua española Departamento de lenguas modernas y clásicas Universidad de Jyväskylä 2012
Aproximación a la HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Presentación Índice completo Presentación 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11.
Introducción a esta historia Los cuándo y dónde del nacimiento del castellano/español Prehistoria Roma y la(s) lengua(s) de Roma Del latín al romance español (pasando por el latín vulgar) Alta Edad Media (V-X) Baja Edad Media (XI-XV) El español del Siglo de Oro (XVI-XVII) El español después del Siglo de Oro. XVIII y XIX El español en América El español actual. La unidad
Bibliografía
Aproximación a la HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Capítulo 1º — Introducción a esta historia Contenido 1. 2. 3. 4. 5. 6.
Historia Cronología ¿Por qué "español" y no "castellano"? ¿Hablamos de "lengua" o de "idioma"? ¿De quién es esta historia? ¿Para quién es esta historia?
1.1. La historia La Historia es una cronología limitada de eventos, cambios y evoluciones que nos puede ayudar a comprender el momento actual. Y decimos limitada porque nuestros conocimientos sólo empiezan en un determinado momento -aunque la realidad haya existido con anterioridad- y terminan en otro momento -el presente- aunque sabemos que tras nosotros no vendrá el diluvio y la crónica de la existencia humana, la Historia, seguirá avanzando. Como la Historia, la lengua ya existía antes del momento en el que los manuales nos dicen que se encontraron los primeros indicios de actividad humana o de producción lingüística; y aunque los manuales terminan las historias, sabemos que la lengua continuará cambiando, adquiriendo nuevas palabras, perdiendo otras, desarrollando nuevas estructuras gramaticales, etc. Pero a diferencia de la Historia, en la de la lengua no tenemos una respuesta clara a los interrogativos cuándo, dónde y quién aunque podemos aproximarnos al cómo y al por qué. Por eso, cuando mencionamos fechas, lugares y nombres, debemos entender éstos como simples puntos de referencia de una realidad temporal, geográfica y humana mucho más extensa.
1.2. Cronología Cuando hablamos de historia de la lengua, las fechas y los nombres coinciden con la realidad sólo de una manera referencial, por eso es conveniente demarcar por períodos las transformaciones habidas. Esta periodización podríamos realizarla teniendo en cuenta criterios internos de la lengua, es decir, organizaríamos esta historia siguiendo la cronología de las transformaciones fonéticas, morfológicas, etc. de la lengua, o teniendo en cuenta criterios externos, extralingüísticos, como pueden ser los sucesos históricos o las épocas literarias. La Escuela Española de Lingüística (Rafael Lapesa, Rafael Cano, etc.) establece una serie de capítulos en los que los temas de evolución interna se entremezclan con los que se refieren al contexto histórico o a la creación literaria. Nosotros seguiremos, aproximadamente, esta organización. * (-218 a.C.) Prehistoria. Lenguas de Iberia antes de la conquista de la Península por el imperio romano. * (218 a.C.- 411 d.C.) Roma y la (-s) lengua (-s) de Roma. Romanización de Hispania. * ( - ) Del latín al romance español. Breve resumen de cómo el latín hablado se transforma en romance español. * (411 - 711) Pueblos invasores. Con la debilitación y desaparición del imperio romano, otros pueblos invasores (visigodos y árabes) inician su aportación a la lengua y la cultura peninsular. * (1000) Edad Media. Las lenguas romances en la península Ibérica. Expansión del castellano. Alfonso X el Sabio. Características del español medieval. Incluimos también el siglo XV en este capítulo aunque estrictamente hablando este siglo no forma parte de la Edad Media. * (1500-1700) Siglo de Oro. Momento histórico de producción literaria febril tanto cuantitativa como cualitativamente. * (1700-1900) El español después del Siglo de Oro. XVIII y XIX. La transformación de la lengua se desacelera y los cambios ocurridos son principalmente léxicos. * El español en América. Capítulo que colocamos aparte por necesidades de simplificación, no porque el español en América pueda ser considerado variante uniforme diferenciada del español en África o del español en Europa. * El español actual. La unidad. Breve presentación de algunas características del español actual con especial atención a la de “unidad”. Romanización: Difusión y adopción de la civilización, leyes, costumbres y lengua de Roma.
1.3. ¿Por qué "español" y no "castellano"? Cuando en el siglo XVI los distintos territorios de la Península, salvo Portugal, empezaron a recorrer la historia bajo un mismo gobierno y dentro de una misma unidad política, la lengua adoptada fue la de Castilla, el castellano. Al convertirse en la lengua de la mayoría de los territorios peninsulares, empieza a llamársele "español". Los motivos para la elección del castellano son varios. Mencionaremos aquí
dos:
1) mayor número de hablantes de castellano en la nueva comunidad y 2) 500 años de uso previo como lengua franca de las comunidades lingüísticas peninsulares.
Es precisamente este español -que no castellano- el que los conquistadores castellanos, extremeños, vascos, etc. llevarán a América a partir de 1492. Estos conquistadores (aventureros, soldados, comerciantes, nobles) antes de poder embarcarse a la aventura de la travesía a América debían pasar largas temporadas en Sevilla esperando a que partiese un barco que los llevase al Nuevo Mundo. Esta estancia obligada en tierras andaluzas junto con la también obligada convivencia con los demás pacientes “viajeros” procedentes de todas las regiones hizo que la lengua que llevaban a América fuese una lengua compartida por todos ellos -el español- con algunas características propias de las variantes sevillana o andaluza debidas al prolongado contacto con los hablantes locales.
Nosotros hablaremos de castellano para referirnos al romance utilizado en Castilla durante la Edad Media y español para la lengua que durante el Siglo de Oro toma su casi definitiva forma hasta la actualidad. En la actualidad ambos términos, español y castellano, tienen igual validez entre los hispanohablantes. Para nosotros, castellano es la variante dialectal del español que se habla actualmente en Castilla, España; y español, esa lengua estándar que utilizan cerca de 500 millones de hispanohablantes para comunicarse entre sí y que aglutina miles de dialectos, cada cual con su nombre -murciano, porteño, spanglish, etc.- , y uno de los cuales es el castellano. De este castellano de la Castilla del siglo XXI podríamos mencionar varias diferencias con el español estándar; sólo mencionaremos dos, una de fonética y otra de morfología. El castellano pronuncia el grupo [kt] como [θt] en palabras como perfecto [perfécθto] donde el español estándar diría [perfékto]; y utiliza el condicional allí donde el español usaría el imperfecto de subjuntivo, como en Quería que vinieses/vinieras. (esp.) Quería que vendrías. (cast.).
1.4. ¿Hablamos de "lengua" o de "idioma"? De lengua... y de idioma. La lengua es una estructura, instrumento de expresión y comunicación de los individuos de una comunidad lingüística que puede coincidir o no con unos límites geográficos o políticos. El idioma es la lengua de una nación, de un pueblo, de una cultura con todas las características socioculturales que ello implica. Así, e intentando seguir los pasos de la Escuela Española de Lingüística, hablaremos de los dos. No se podría, por ejemplo, explicar la llamada "innovatividad" del castellano frente a sus vecinos leonés y aragonés sin recurrir a la historia político-social que nos dice que León y Aragón en sus orígenes son reinos que se consideran herederos de la tradición visigodo-romana por lo que se muestran reacios a cambios que podrían alejarles de esa tradición. Castilla, en cambio, recién creada en el siglo IX, no es heredera de nada, no se siente atada a ninguna estructura política, jurídica o lingüística, por lo que las innovaciones -también las lingüísticas- serán aceptadas más fácilmente.
1.5. ¿De quién es esta historia? La Historia, en principio, es del que la escribe, por eso los historiadores romanos, españoles o ingleses nos han legado una imagen muy poco positiva de los pueblos "bárbaros" que no querían dejarse conquistar. La historia del español, en este caso, no es del que la escribe, sino de todos los que le han precedido con su trabajo, sus investigaciones y sus enseñanzas. Esta historia del español es de ellos. Por eso, y aunque en las páginas de bibliografía se mencionarán los nombres de aquéllos a los que se deben estas páginas, queremos aquí mencionar a cinco de ellos, verdaderos autores -aunque no editores- de estas páginas: Ramón Menéndez Pidal, Rafael Lapesa, Vicente García de Diego, Rafael Cano Aguilar, Veikko Väänänen. También lo son: E. Alarcos Llorach, M. Alvar, A. Alonso, M. Ariza Viguera, K. Baldinguer, W. Bahner, J. Corominas, E. Coseriu, M. C. Díaz y Díaz, Mª T. Echenique, E. Gamillsheg, C. Lleal, E. López Estrada, S. Mariner Bigorra, R. Penny, G. Servat, H. Urrutia, M. Álvarez, R. Wright, etc.
1.6. ¿Para quién es esta historia? Estos textos han sido pensados para el estudiante de español/LE que ha realizado ya sus estudios elementales y empieza a estudiar la lengua y la cultura a través de temas diferenciados aunque relacionados entre sí: gramática, fonética, literatura, historia, geografía, etc. Sería conveniente que la lectura de estas páginas sobre la historia de la lengua se hiciera tras haber realizado los estudios correspondientes a los otros temas por implicar éste el conocimiento de los demás. El lector comprenderá más fácilmente los cambios fonéticos o morfosintácticos si ya conoce la fonética y la gramática. Igualmente, el conocimiento de la historia, la geografía o la literatura le permitirá moverse con mayor agilidad por estas páginas.
Aproximación a la HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Capítulo 2º — Los cuándo y dónde del nacimiento del castellano/español Contenido 1. 2.
¿Desde cuándo podemos hablar de "castellano"? ¿Dónde? Ubicación originaria y expansión
2.1. ¿Desde cuándo podemos hablar de "castellano"? Como decíamos antes, en historia de la lengua, las fechas sólo tienen un valor aproximativo. Cierto es que en un determinado momento histórico aparecen unos textos que podemos denominar "castellanos", pero también es cierto que con anterioridad a estos textos que nos han llegado, la lengua ya existía, aunque sólo fuera en forma hablada. Los primeros documentos con texto en castellano son las glosas de San Millán y de Silos y datan del siglo XI. El manuscrito de San Millán contiene homilías o sermones de San Agustín; y el de Silos, un listado de penitencias. Los manuscritos estaban escritos en latín y necesitaban aclaraciones. Alguien, monje o estudiante tal vez, no acababa de entender el texto latino o quería asegurarse de que lo comprendía o quería explicárselo (glosárselo) a otros y lo hizo en una lengua nueva, la que utilizaba en su vida cotidiana: el romance ¿"castellano"? Algunos lingüistas prefieren no utilizar todavía este adjetivo ya que estos fragmentos contienen elementos de otras variantes romances peninsulares contemporáneas limítrofes. Las Glosas Emilianenses y las Glosas Silenses tienen un marcado carácter dialectal riojano-navarro. Glosas emilianenses, pág.72 Con o aiutorio de nuestro dueno Christo, dueno salbatore, qual dueno get ena honore et qual duenno tienet ela mandatione con o patre con o spiritu sancto en os sieculos de lo siecu los. Facanos Deus omnipotes tal serbitio fere ke denante ela sua face gaudioso segamus. Amen
(español actual) Con la ayuda de nuestro Señor Don Cristo Don Salvador, Señor que está en el honor y Señor que tiene el mandato con el Padre con el Espíritu Santo en los siglos de los siglos. Háganos Dios omnipotente hacer tal servicio que delante de su faz gozosos seamos. Amén.
En los últimos años se ha hablado mucho de los "cartularios (o becerros) de Valpuesta" (Burgos). Son hojas sueltas, copias de documentos (178) de los siglos IX, X, XI. Los cartularios son dos: Gótico y Galicano. El primero utiliza grafía visigótica y el segundo, francesa o carolina. Están escritos en latín pero su redactor introduce sin querer palabras en romance pensando que son latinas. Los primeros (7) son del siglo IX, y por lo tanto anteriores a las glosas, pero se diferencian de éstas en que las glosas tienen frases enteras (no sólo palabras) en romance y su redactor era consciente de que estaba haciendo una traducción de una lengua (latín) a otra (el romance castellano).
Entre las características que pueden apreciarse en estos cartularios mencionamos las más diferenciadoras del castellano y las otras lenguas peninsulares de la época. Fonética 1. diptongación de e breve tónica : Flumencielo, fornniello, Moliniela, Penniellam, pielle..., que a veces se reduce ante palatal: Tovillas, novillo; también la diptongación de o breve tónica: Cueva, duen, duena, Eruelas, fuentes,
Fueracasas.
2. la confusión b/v en todas las posiciones (que ya se hacía en latín) 3.
pérdida
de f inicial:
Errando
(Fernando)
4. sonorización de oclusivas sordas latinas intervocálicas: Cabezas, entrada, exida, heredad, Pedro, Pinedo, semedero, Vida, Didago, Domingo... 5. pérdida de sonoras: Faiolas, Flaino, Leone, maestro 6. desarrollo de las palatales a partir de grupos con yod: calzata, azadon, palacio,
poço,
argenzos,
maguelo/maielo,
Sancio/Sangiz,
Pobalias,
conceio,
culiares,
Spelio/Spegio,
filios,
vingal/vineis
Morfología: 1. Apócope de artículo y preposición: del, al, conna, enna.
Pero los primeros textos propiamente "castellanos" aparecen a mediados del siglo XII. R. Menéndez Pidal sitúa hacia el 1140 la fecha de aparición del Cantar de Mio Cid, primer texto literario castellano. Glosa: Las glosas son anotaciones escritas al margen de manuscritos. Tónicas y átonas: Las vocales, o las sílabas, que en la palabra son pronunciadas con mayor intensidad son tónicas, las demás, átonas. En latín el acento dependía de la cantidad de la última sílaba. Sólo tenía palabras llanas (acento en la penúltima sílaba) o esdrújulas (en la antepenúltima. Este acento no tenía valor pertinente. Sonorización:
Una
consonante
sorda
se
transforma
en
su
sonora
correspondiente. petram > piedra. Cantar de Mio Cid: El Cantar de Mio Cid pertenece al género de los "cantares de gesta". Este tipo de creación literaria tenía el objetivo de crear héroes de acuerdo con los ideales políticos o religiosos del momento. Mio Cid nos cuenta, entre otras cosas, de las luchas de Castilla contra todos sus vecinos: leoneses y aragoneses por un lado, y almorávides, árabes, por otro. La figura central es Ruy Díaz, el Cid Campeador. (Véase apénd. 2).
2.2. ¿Dónde? Ubicación originaria y expansión Norte de la actual provincia de Burgos (Amaya, Villarcayo, Sedano, Villadiego, Briviesca y Miranda de Ebro) y sus entornos en las provincias de Palencia, Cantabria, Álava y La Rioja. Un territorio limitado al norte por el sistema montañoso Cantábrico y el País Vasco (vasc. amaya, "frontera"). Los minúsculos reinos cristianos del norte, permitidos por los conquistadores árabes terminada su conquista de la Península en el 711, se convierten a su vez en conquistadores o "reconquistadores" de los territorios árabes. Esta Reconquista, sobre todo en sus primeros 300 años, es un proceso lento y multidireccional. (Véase Mapa 1) La conquista de un nuevo territorio se iniciaba con el envío de destacamentos cuasi militares a las órdenes de un noble de la confianza del rey. Los individuos de estos destacamentos tenían la multifunción de colonos, soldados y, para nosotros importante, forjadores de nuevas lenguas. Estos aventureros tienen diversos orígenes y diversas lenguas, y conviven por imposición o pacto con individuos de otras culturas y otras lenguas. Así, los territorios conquistados se convierten en crisol de culturas y lenguas que dan origen a otras nuevas. En este territorio de Amaya se funden variantes leonesas, riojanas, navarras, mozárabes y, muy importante, vascas. El resultado será una lengua vehicular que sin ser la de nadie, pueda ser usada por todos. El rey concedía a los miembros de estas expediciones la propiedad de las tierras conquistadas y la obligación de defenderlas. Esto explica que en Castilla no llegase a existir un verdadero sistema feudal. Cuando surgen estas nuevas comunidades, uno de los elementos que garantizan la integración de sus miembros y la coherencia social es la lengua. Todos estás dispuestos a dejar aparcados los rasgos lingüísticos que les diferencian de los otros para así sentirse integrados. Algo similar ocurrirá cuando los españoles de diversos orígenes vayan a América: se abandonan los rasgos diferenciadores y se adoptan los compartidos.
Hacia el año 800 empieza a denominarse Castilla, «tierra de castillos», a este nuevo territorio conquistado-poblado por el reino de León en su proceso de expansión y reconquista. Fernán González, a mediados del s. X, recibe el título de conde de Castilla, y Fernando I, hijo de Sancho el Mayor, rey de Navarra, será quien lo transforme en reino durante el siglo siguiente (1035). Cuando se habla de "tierra de castillos" debemos olvidar aquí la imagen que tenemos de "castillo" feudal y pensar en pequeños campamentos Castella es el diminutivo de castrum,-tra, "campamento"-, torres de vigilancia, más bien, desde las que se podía controlar la llegada del enemigo. El territorio inicial era llamado Bardulia, tierra de los várdulos. A este territorio llevó Alfonso I de León en el siglo VIII gentes de colonización procedentes de la meseta, es decir, romanizadas y por lo tanto
"latinoparlantes" que se mezclan con las tribus del norte poco romanizadas y poco conocedoras del latín (el cristianismo no llegó a Bardulia hasta el siglo VII). De esta mezcla surge el rechazo de la organización política, la justicia y le lengua de León. El feudalismo de León se sustituye con concejos de hombres libres; el Fuero Juzgo utilizado por la justicia leonesa se abandona en favor de una justicia basada en el derecho consuetudinario primitivo heredado de los antiguos pobladores; y éstos mismos -várdulos, cántabros, autrigones y vascos- dejarán su impronta lingüística innovadora en la nueva lengua. A la muerte de Fernán González (970) el condado de Castilla comprendía la totalidad de las provincias de Burgos y Vizcaya, la mayor parte de Cantabria y Álava y pequeñas comarcas de las actuales provincias de Guipúzcoa, La Rioja, Soria y Palencia.
A lo largo de los cuatro siglos siguientes este pequeño reino fronterizo expande sus fronteras primero hasta Toledo (1085), luego a las regiones meridionales: Córdoba (1236), Jaén (1246), Sevilla (1248), Murcia (1244) y Cádiz (1250). A mediados del siglo XIII, el reino de Castilla se extendía desde el mar Cantábrico hasta el Mediterráneo y el océano Atlántico. (Véase Mapa 1) En este avance y expansión, Castilla no sólo lleva sus soldados y sus comerciantes que suplantan a los de los territorios conquistados, lleva también su lengua, el castellano, que desplaza de manera definitiva al mozárabe, en el sur, y de manera menos total al leonés y al aragonés, oeste y este, respectivamente. El vasco, hablado al norte de Castilla, no fue asimilado por el castellano, pero sí vio cómo se reducía su territorio. (Véase Mapa 2) La adopción del castellano por estos territorios no se debe únicamente al importante papel político militar que adquiere Castilla durante la Reconquista, sino también a que este "castellano drecho" del que habla Alfonso X es una koiné que ha asimilado elementos de las otras lenguas (Drecho, "derecho, correcto", es un aragonesismo, por ejemplo) y que además posee una extensa producción literaria. Estos textos -lengua de prestigio- funcionaban como referentes normativos que le daban a la lengua, y a sus hablantes, una seguridad de uso correcto de la que no disponían las otras lenguas aún vacilantes en algunos aspectos, principalmente de carácter fonético. Así pues, el castellano es inicialmente una lengua de frontera y de conquista. Este hecho explica, entre otros, la abundancia de elementos lingüísticos tomados de otras lenguas. (Véase Mapa 3) Lengua mozárabe: Lengua hispano-romance hablada en los territorios ocupados por los árabes durante la Edad Media. En la actualidad el leonés se habla en Asturias y la zona oeste de la provincia de León; y el aragonés, en la zona norte de Huesca.
Mapa 1
Mapa 2
Mapa 3
Aproximación a la HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Capítulo 3º — Prehistoria Contenido 1. 2. 3. 4. 5.
Las lenguas de la Hispania prerromana Lenguas no-indoeuropeas Lenguas no-indoeuropeas: el vasco Lenguas indoeuropeas: el celta Lenguas de colonización
3.1. Las lenguas de la Hispania prerromana Como no disponemos de una imagen clara y precisa de la situación lingüística prelatina en la Península por haber desaparecido todas las lenguas salvo el vasco, el principal interés que tienen para nosotros estas lenguas paleohispánicas es su función de posible sustrato de la nueva lengua. Los romanos invasores (soldados, colonos, comerciantes, magistrados, etc.) impusieron el latín a todos los hispanos, lo cual se logró tras una larga etapa de bilingüismo. Latín y lengua prerromana se utilizan paralelamente durante esta etapa lo suficientemente larga como para que penetraran en el habla latina, triunfante al final, muchos de esos rasgos prerromanos. El grado de influencia que tuvo el sustrato en la formación de la nueva lengua dependió de varios factores: 1. la mayor o menor prontitud con que las distintas zonas se integran en el mundo romano: a mayor prontitud de integración, menor influencia del sustrato; 2. el tipo de latín que se difunde debido al tipo de gentes romanas que se instalan en cada zona: un habla más vulgarizante o coloquial estará más abierta a influencias de las lenguas indígenas (el sustrato) que otra de carácter más culto; y 3. el nivel social y cultural de las poblaciones romanizadas: la latinización fue mucho más intensa en las provincias que tenían un alto grado de desarrollo cultural, mientras que sería sólo superficial en las menos desarrolladas (que coincidían, por cierto, con las más tarde conquistadas, es decir, con las que más tardaron en integrarse a la cultura romana). Para facilitar la visualización de la distribución territorial de estas lenguas, dividiremos la Península en dos grandes zonas más o menos compactas: una no-indoeuropea y otra indoeuropea. (Véase Mapa 4) Lenguas de la Hispania prerromana: Incluimos en este grupo tanto las lenguas paleohispánicas, lenguas más o menos autóctonas habladas en la Península a la llegada de los romanos, y las lenguas prerromanas, término que incluye las anteriores y las lenguas de los colonizadores fenicios y griegos. Sustrato: Por sustrato se entiende la lengua hablada en un territorio sobre la cual se implanta otra lengua que provoca la desaparición de la primera. Ésta suele legar algunos rasgos a la nueva lengua. Lo más importante de este legado suele ser el léxico y tal vez algunos hábitos articulatorios. Recuérdese cómo algunas características fonéticas del vasco pasan al latín de Castilla, al castellano. Latinización: Difusión y adopción del latín y la cultura latina. Lenguas indoeuropeas: Con este nombre se conoce a la mayor familia de lenguas del mundo que incluye la práctica totalidad de las lenguas europeas y las del Asia occidental. Las semejanzas en la estructura gramatical y en el léxico han hecho pensar que proceden de una lengua común. Esta posible lengua "madre" empezó a difundirse por Europa procedente del Asia occidental hacia el año 3000 a.n.e. Esta familia está formada por las siguientes subfamilias: albanesa, armenia, báltica, céltica, eslava, germánica, griega,
indoirania
e
itálica
(que
incluye
las
lenguas
románicas
y
el
latín).
Lenguas no-indoeuropeas actualmente habladas en Europa son: el vasco, el finés, el estonio y el turco
Mapa 4
3.2. Lenguas no-indoeuropeas El ibérico, el tartesio y el ligur Toda la franja del Sureste, desde Andalucía hasta Cataluña (desde Málaga hasta más allá de los Pirineos de Lérida), penetrando por el Valle del Ebro, constituía la zona ibérica, de cultura elevada, como muestran sus abundantes inscripciones y las referencias que de esta cultura nos hacen los historiadores antiguos. Aunque a la lengua utilizada en esta franja la llamamos hoy ibérico, no sabemos si era realmente una sola lengua o si se trataba de varias que compartían algunas características. Puede ser que el ibérico fuese sólo una lengua vehicular, una lengua franca utilizada por todos los pueblos sin ser exclusiva de ninguno de ellos. El ibérico disponía de un sistema de escritura de procedencia fenicia. De esta lengua conocemos hoy en día los signos que utilizaba, pero seguimos ignorando el significado de ellos. Al Sur, aproximadamente en el Bajo Guadalquivir, encontramos el tartesio, lengua de los tartesios (llamados también túrdulos o turdetanos), que no se cree que fuera de tipo ibérico, pero tampoco indoeuropeo. De los tartesios sabemos que eran un pueblo rico y bien organizado que hizo que fuesen objetivo de conquista interesante para las potencias militares y económicas de la época: fenicios y griegos. Algunos investigadores relacionan a estos tartesos con los tirrenos del Asia Menor. Sobre el ligur, al igual que sobre las otras lenguas paleohispánicas, no disponemos de mucha información. Tal es la situación que sólo hace unas décadas dejó de ser considerada indoeuropea para pasar al grupo de las no-indoeuropeas. Se utilizaba en el norte y oeste de la Península. De procedencia ligur es el sufijo -sco, frecuente en la toponimia del Norte peninsular (Amusco, Velasco, Biosca, Benasque, etc.). También se consideran de origen ligur: *borb- *borm- *born- en: Borbén, Bormate, Bormela (Portugal), Bormujos, Bornos; *karau- (piedra) en Carabanzo, Carabanchel, Caravantes, Caravia. El sufijo –ona que podemos encontrar en Barcelona, Tarazona, etc. parece ser igualmente de origen ligur. Prueba de la presencia ligur en la Península podrían ser también las semejanzas entre los Langa, Berganza y Toledo españoles, y los Langa, Bergenza y Toleto italianos. *: El asterisco ante la palabra indica que no ha sido encontrada en ningún documento, pero por deducción, se supone la existencia de la misma.
3.2.1 Lenguas no-indoeuropeas: el vasco De los demás grupos lingüísticos el más importante es el vasco. El vasco se hablaba a ambos lados de los Pirineos. Parece que era propio no sólo de los vascones (habitantes de la actual Navarra) sino también de otros pueblos más occidentales, situados en los actuales País Vasco, Cantabria y norte de Castilla-León, así como en la franja suroeste de la Francia actual. ¿Era una lengua ibérica? ¿Era "la" lengua ibérica? Por mucho que algunos han intentado responder a esas preguntas, nada puede afirmarse al respecto. Pero podemos constatar muchos rasgos comunes entre ambos grupos, vasco e ibérico, (tanto de tipo fónico como morfológico o léxico), tal vez debidos a una base común primitiva a la que se añadieron elementos posteriores muy diferentes. Parece ser que el mismo término ibero puede tener raíz vasca, si se admite que se les dio tal nombre por el río Iberus (> Ebro), del vasco ibai, ibar 'río' (¿pero era esta palabra originariamente vasca?). Las reliquias de las lenguas paleohispánicas no-indoeuropeas conservadas en castellano son pocas: algunas palabras y algún que otro sufijo. Entre las primeras, predominan, como es usual, los topónimos. Los topónimos, por su fijeza, han sido utilizados para delimitar las áreas étnico-lingüísticas; sin embargo, se ha de recordar que no necesariamente reflejan la lengua hablada en esa zona (pueden responder, por ejemplo, a estratos anteriores o posteriores). En las obras de varios escritores romanos encontramos que nos hablan de palabras ibéricas, hispánicas, pero en realidad son palabras latinas que ellos desconocen: sería el caso de cusculus > «coscojo», cuniculus > «conejo», gurdus'necio, estúpido' > «gordo», plumbus > «plomo», etc. El motivo de que desconozcan estas palabras se debe a que el latín llega a la Península en el 218 a.n.e. y es, por lo tanto un latín, un vocabulario, que ha dejado de utilizarse y que los escritores clásicos desconocen. Pocos son los elementos léxicos procedentes "directamente" del vasco, y menos aún aquellos que puedan considerarse primitivos. Entre el léxico de origen vasco más antiguo en español suelen citarse: izquierda, cencerro y pizarra. Vocabulario no-indoeuropeo accidentes geográficos: barranco, alud, barro, arroyo, charco, balsa plantas: chaparro 'mata de encina o roble', mata 'conjunto de árboles o arbustos' animales: sapo,
becerro
otras: abarca, cama, legaña, sarna y, quizá, sobaco
Se ha escrito también que algunas de las palabras del recuadro anterior proceden del vasco, al existir también en el vasco actual. Pero ¿cómo diferenciar ahora los vasquismos primitivos, los que entraron en el latín peninsular en la época romana, de aquéllos que entraron en el castellano durante los siglos de bilingüismo vascorrománico (800-1200), al comienzo de la Reconquista y la formación de Castilla, cuando aquella zona de Amaya se encontraba en parte en zona vascoparlante y en
cuya construcción y expansión participaron activamente soldados, agricultores y artesanos vascos? ¿Cómo diferenciar los vasquismos primitivos de los vasquismos medievales? En cambio, la toponimia peninsular explicable a través del vasco es abundantísima. Así no sólo hallamos abundante toponimia de tipo vasco a lo largo de todo el Pirineo hasta el Mediterráneo y comarcas francesas vecinas, sino también por todo el Centro y Sur de la Península. Naturalmente esto no indica que el vasco se hablara en todos estos lugares, pero si nos dice que el vasco tenía elementos comunes con las demás lenguas ibéricas, ya fuere por préstamos recíprocos o por haber tenido todos ellos sustratos previos comunes: noreste: Arán ('valle'), Esterri> ('lugar cercado') o Segarra (< sagar 'manzana') centro: Aranz ('espino'): Aranjuez, Aranzueque, etc.; oeste del actual País Vasco: Selaya, en Cantabria, Iria Flavia, en Galicia. Un sufijo muy abundante en casi toda la toponimia peninsular, sobre todo en el Levante, Sur y Portugal es -én, -ena, quizá ibérico y casi idéntico al actual derivativo vasco de posesión. Suele aparecer unido a nombres latinos,
indicando
lugar: Leciñena (de
probablemente
el
Licinius), Villena (de
primer
poseedor
del
Bellius), Lucainena (de
Lucanius), Mairenah> (de Marius), Galiena (de Gallius), etc. Otro sufijo, éste ya más claramente vasco, también muy vivo en época latina, es -urri, uri ('ciudad'): Gracchurris (Rioja), Crescenturi (Cataluña), etc. Topónimo: Nombre propio de un lugar o realidad geográfica. Préstamo: Palabras o expresiones tomadas de otra lengua y que han sido aceptadas por las instituciones oficiales de la lengua: maravedí, fútbol, sauna.
3.3. Lenguas indoeuropeas: el celta El celta se utilizaba en toda la zona central y occidental al Norte de los ríos Guadiana y Tajo. Los celtas del borde oriental de la Meseta, muy relacionados con la cultura ibérica (utilizaron la escritura ibérica para sus inscripciones), recibieron la denominación de celtíberos. Del léxico celta peninsular parecen proceder unas pocas palabras: álamo,huelga 'huerta a la orilla de un río' (hoy sólo subsiste en el topónimo Las Huelgas), colmena y gancho. La toponimia céltica es abundante, y delimita bastante bien la zona indoeuropea peninsular: así, los nombres con -briga ('fortaleza') abundan en todo el oeste (aún llegaron a formarse en época romana: Juliobriga, Flaviobriga, etc., todos en el área occidental); los nombres con Seg- ('victoria') se hallan también en el Centro y oeste: Segovia, Sigüenza. Algunos celtismos pasaron al castellano a través del latín: abedul, camisa, carpintero, carro, cerveza, legua, salmón, etc. (Véase Mapa 5)
Mapa 5
3.4. Lenguas de colonización Por último, no hay que olvidar las lenguas de las colonias orientales establecidas en las costas mediterráneas de la Península. Las más antiguas son las fenicias, en general factorías comerciales; del mismo tipo lingüístico, aunque ya de carácter militar, son los enclaves púnicos o cartagineses. A éstas se han de añadir las colonias griegas, dedicadas principalmente al comercio con los indígenas Las colonias fenicias y griegas dejaron sólo unos pocos topónimos. De origen fenicio parece ser el primer nombre de la Península, el adoptado por los romanos (frente a la Iberia de los griegos): Hispania procede de *isephan-im 'isla (costa) de conejos'; tienen la misma procedencia fenicia: Cádiz (fuerte, recinto amurallado), Málaga (factoría), Medina Sidonia (como el Sidón fenicio), etc. La cultura fenicia deja su huella también a través de Cartago, territorio en el norte de África donde se instalan los fenicios que han sido expulsados de
Tiro
por
Nabuconodosor
en
el 587. De
origen
cartaginés
son Cartagena(con el ¿ibérico? ¿vasco? -ena añadido), Mahón e Ibiza (isla de los pinos).
De los nombres que los griegos dieron a sus enclaves costeros quedaron: Alicante, Ampurias, Rosas, etc. Los helenismos del español actual no pertenecen a este primer contacto del mundo griego con la Península. Ciertamente, el vocabulario español de origen griego es mucho más amplio, pero nos ha llegado principalmente a través del latín en épocas posteriores. -A través del latín inicial: bodega, cesta, cuchara, lámpara, sábana, saco, etc. -A través del latín eclesiástico: apóstol, bautismo, católico, cementerio, Biblia, etc. -Antes del 1300: ballena, búfalo, cocodrilo, dragón, elefante, etc. -Siglo XV: academia, alfabeto, biblioteca, diptongo, ortografía, sintaxis, etc. -Siglos XVI-XVII: anarquía, aristocracia, democracia, déspota, monarca, etc. -Siglo XVIII: autonomía, base, crisis, dinastía, etc. -Siglos XIX-XX: anemia, anestesia, clínico, neumonía, psiquiatría, quirófano, etc.
Aproximación a la HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Capítulo 4º — Roma y la(s) lengua(s) de Roma Contenido 1. 2. 3.
La romanización El latín de Hispania El «latín vulgar»
A finales del siglo III a.C., Roma y Cartago, luchan por hacerse con el control militar y económico de la mitad occidental del Mediterráneo (Córcega, Cerdeña, sur de Francia y este de España). En estas guerras Hispania es un simple campo de batalla de intereses expansionistas ajenos. Dentro de este proceso de formación de lo que después será el Imperio Romano, Cneo Escipión desembarca con sus ejércitos en la costa de Tarragona el año 218 a.C. y con él y tras él, además de los soldados y jefes militares, desembarcan agricultores, artesanos, artistas, burócratas, jueces, ricos jubilados, etc. Todos ellos usan una misma lengua: el latín. Inicialmente, este desembarco romano debería haber sido pasajero. Se trataba de ayudar militarmente a los pueblos indígenas de la costa de Levante enfrentados con los cartagineses. No obstante, una vez expulsados los cartagineses de las costas españolas, los ejércitos romanos no volvieron a Roma sino que continuaron avanzando hacia el interior por el sur, centro y norte.
4.1. La romanización La llegada de Escipión señala el comienzo de la romanización de la península Ibérica. El Levante (la zona ibérica) y el Sur (la zona tartesia) son rápidamente sometidos al poderío romano. Tras la rebelión del 197, estas provincias (la Hispania Citerior y la Hispania Ulterior) quedarán integradas de forma definitiva en el mundo cultural y lingüístico de Roma. Durante el siglo II a.C. se produce la conquista de las zonas céntricas de lengua indoeuropea, mucho más pobres y más reticentes a aceptar ser dominadas por los invasores romanos. Como mencionábamos en el capítulo I (Esta historia), los libros de historia, normalmente, definen como belicosos y violentos a los que no se dejan conquistar fácilmente, y así definen los historiadores romanos a estos pueblos celtas peninsulares
Entre el 29 y 19 a.C. los ejércitos romanos consiguen conquistar a cántabros, astures y galaicos, es decir, toda la franja norte paralela al mar Cantábrico. Tras esta conquista, Hispania será ya una provincia pacata ('provincia pacificada'). (Véanse mapas Mapa 6
y Mapa 7) Al mismo tiempo que la conquista militar avanza, el territorio peninsular se va romanizando cultural y políticamente. En este proceso intervienen de manera determinante las clases dominantes indígenas, la aristocracia local, que obtienen favores y privilegios de los conquistadores a cambio de la reeducación del pueblo, pero allí donde la aristocracia como estrato social no era fuerte -centro y norte- tampoco pudo ser fuerte la romanización.
La latinización de Hispania, paralela al proceso de romanización política y cultural, tardó 200 años en realizarse y no tuvo la misma intensidad en toda la Península: en el sur la romanización y la latinización fueron totales, la provincia Bética se convirtió rápidamente en una provincia romana latinoparlante; en cambio, las regiones montañosas del norte -País Vasco y Cantabria- tuvieron un contacto mucho menor con el pueblo invasor y por lo tanto no asimilaron tan profundamente la nueva cultura y la nueva lengua. La diferencia en la intensidad de la latinización y la romanización puede verse también en que incluso en plena época imperial, en las zonas centro y norte sobrevivían la organización social, las costumbres, las creencias, los nombres personales e incluso las lenguas de los pueblos del centro y del norte. Las inscripciones se seguían haciendo en celta o utilizan el alfabeto ibérico. En cambio, en el sur, en la Bética, parece ser que se adoptó rápidamente la nueva cultura y la nueva lengua hasta tal punto que el gramático Varrón (s. I a.C.) cita a Córdoba entre las varias ciudades "italianas" que conservan elementos latinos antiguos. Pero aunque la Bética fuese considerada “italiana” Cicerón nos recuerda en su Pro Archia
Poeta que los poetas cordobeses tienen un acento particular (... ut etiam Cordubae natis poëtis, pingue quiddam sonantibus atque peregrinum, tamen aures suas dederet.); también sabemos que el emperador Adriano (s. II d.C.), de origen hispano, despertó las risas de los senadores romanos por su acento dialectal. Recordemos también que en la zona andaluza, la Bética, habían habitado los tartesios, los fenicios, los griegos y los cartagineses. Es decir: estaba acostumbrada a organizaciones y sistematizaciones, ya fueren éstas militares, políticas, comerciales o lingüísticas; por eso, la adquisición de una nueva cultura y su lengua no presentaría para ellos gran dificultad. Para mejor visualizar la diferencia en la intensidad de la conquista en el sur y en el centro-norte, haga memoria el lector de cuántos monumentos de la época romana recuerda ubicados en Sevilla o Córdoba y cuántos en Palencia o Burgos, por ejemplo.
Esta diferencia de intensidad en la latinización puede constatarse en el hecho de que el latín suplantó a todas las lenguas paleohispánicas salvo al vasco, en la zona norte
Mapa 6
Mapa 7
4.2. El latín de Hispania El latín que llega a Hispania es un latín anterior a la lengua de la época clásica latina, un latín antiguo, por lo que muchas de las formas utilizadas en Hispania desaparecerán o caerán en desuso en el latín de la metrópoli, en Roma, en el latín clásico. Aunque el territorio hispánico estaba en constante contacto con la metrópoli, Roma, los cambios e innovaciones que se producían en el latín metropolitano no siempre llegaban hasta Hispania o, si lo hacían, no conseguían suplantar a las formas en uso. Estas formas anteriores, arcaísmos, subsistirán en los romances hispánicos. Este carácter arcaico está relacionado con el hecho de que Hispania era una zona alejada, «lateral», e incluso «marginal», del Imperio. Según la "teoría de las ondas" la intensidad de las ondas producidas por una palabra nueva al caer sobre el agua-territorio es menor cuanto más alejada del centro esté la onda. Esto puede explicar las numerosas coincidencias, de orden léxico sobre todo, entre los romances hispánicos y el rumano. Los elementos arcaicos de la península Ibérica guardan cierta semejanza con los del rumano, los del sur de Italia, y los de las islas del Mediterráneo occidental, mientras el francés y el italiano, más cercanos al "centro" se caracterizan por un carácter más innovador. Algunos
de
estos
arcaísmos
se
remontan
a
la
época
de
la
conquista: rostrum 'pico, hocico' > «rostro», capitia (decapitium 'capucha, orificio superior de la túnica') > «cabeza», perna 'pernil, jamón' > «pierna», aptare > «atar»,cova > «cueva», cuius/a/um > «cuyo/a», y quizá los indefinidos "ninguno" y "nada". Recordemos, no obstante, que cuando hablamos de este aspecto arcaizante, estamos hablando del léxico únicamente. En lo que a la evolución fonética o morfosintáctica, el romance castellano es innovador. Entre esas innovaciones podemos mencionar el desarrollo de a (< ad) ante ciertos complementos objeto directo (CoD) para evitar confusiones con los sujetos: El cerdo muerde al perro.
El latín instalado en Hispania debió de presentar, según hemos visto, particularidades notables debidas a causas diversas (lenguas antiguas, tiempo de difusión, intensidad de los contactos con la metrópoli, etc.). No obstante, era la misma lengua del resto del Imperio, la que Roma, su cuna, había difundido por casi todo el mundo entonces conocido. La latinización de Hispania fue, en líneas generales, completa. Son pruebas clásicas de esta romanización y latinización profundas los autores latinos de origen peninsular, la existencia de grandes focos de latinidad en la Península, y el origen hispano de algunos emperadores romanos. Pero la mayor prueba es que con el tiempo el latín se convirtió en la única lengua empleada hasta en los escritos más humildes. Y es de ese latín hablado por todos, el «popular» o «vulgar» (frente a la modalidad literaria más fija), de donde surgieron las lenguas romances y, entre ellas, el castellano.
Autores de origen hispano: Séneca, Marcial, Columela, Lucano, etc. Ciudades hispanas famosas en Roma: Hispalis, Corduba, Emerita, Tarraco, etc. Emperadores de origen hispano: Trajano, Adriano, Marco Aurelio, Teodosio
Arcaísmo: Elemento léxico o gramatical utilizado en épocas pasadas pero que en el momento desde el que se habla ya ha caído en desuso.
4.3. El «latín vulgar» El latín, como cualquier otra lengua, tenía diferentes expresiones, unas cultas y literarias utilizadas por las clases altas, senadores, escritores, etc. en situaciones oficiales o en sus escritos; y otras más populares usadas por las clases altas en situaciones relajadas o familiares, y por todas las demás clases, medias, bajas, artesanos, labradores, soldados y esclavos. Para resumirlas de alguna manera "podemos" hablar de "latín clásico" y "latín vulgar", pero recordando que no se trataba de códigos lingüísticos separados o conceptos que se excluyeran mutuamente. Aunque cada variante tenía sus propias particularidades, todas compartían un mismo vocabulario, una misma morfología y una misma sintaxis. Por "latín clásico" se entiende la lengua escrita, no hablada, y por "latín vulgar" casi el resto de la totalidad de variantes. Por lo tanto, los criterios que caracterizan esta lengua, el "latín vulgar", son de tipo estilístico (diafásicos), histórico (diacrónicos) , social (diastráticos) y dialectal (diatópicos). Para entendernos en esta diferenciación, piénsese en las diferencias existentes entre el español académico, el que se enseña, por ejemplo, en las universidades; y el español hablado en cualquier barrio de Madrid, rico o pobre, o de Nueva York o de Fernando Poo (Guinea Ecuatorial) y tendremos una idea de las diferentes realizaciones que el latín tenía a lo largo de los territorios conquistados por Roma. Si los territorios hispanohablantes actuales quedasen incomunicados entre sí, como les pasó a los latinoparlantes, cada cual desarrollaría su propia lengua a partir de la variante "vulgar", no de la académica. No debe confundirse este latín vulgar con el latín que se escribía en la decadencia del Imperio, ni tampoco con el bajo latín usado durante la Edad Media. El latín vulgar, podríamos decir, es más antiguo que el clásico, y, por lo que al español se refiere, empezó a existir desde el primer momento de la conquista de Hispania en el siglo III antes de Cristo. Sobre el tema de la unidad o diversidad de este latín vulgar o, en general, la del habla latina, se ha escrito mucho. Para algunos la diversidad empieza en la época misma cuando el latín se implanta en un nuevo territorio y empieza a mezclarse con las lenguas sustrato locales. Así casi podríamos decir que las lenguas romances ya existen incluso en el s. I (o II) a.C. Otros, por el contrario, han llegado a afirmar que la unidad lingüística latina llega hasta el s. VIII. ¿Hasta cuándo latín «clásico» y «vulgar» son variantes de una única lengua? ¿Desde cuándo hay «varias» lenguas romances
Para conocer este latín no disponemos de "textos en latín vulgar", pero podemos encontrar textos con características morfológicas, sintácticas, léxicas y fonéticas que no concuerdan con lo que sabemos del latín clásico, del latín estándar. Estos "errores" cometidos en textos escritos por personas cultas y no totalmente cultas nos revelan cómo era la lengua coloquial, el "vulgar"; también son de gran ayuda los gramáticos latinos que horrorizados ante los errores generalizados escribían tratados como
el Appendix Probi en los que condenaban algunas palabras y expresiones y que, de esta manera, han transmitido una excelente recopilación de vulgarismos en determinadas épocas. Los textos que han servido para conocer este latín vulgar: 1. Obras de gramáticos latinos criticando determinados usos lingüísticos. El primero fue escrito ya hacia el 300 d.C por Apio Claudio. El más conocido es el Appendix Probi. El Appendix Probi fue probablemente compilado en África -posiblementeen el siglo III (o IV o posteriormente) d.C., no por Probo, sino por algún gramático posterior y cuyo texto fue añadido al manuscrito de la obra de Probo como "apéndice". En el Apéndice se nos dice (por el sistema "A no B") que se debe decir: "calida non calda, masculus non masclus, tabula non tabla, oculus non oclu s" (caldo, macho, tabla, ojo), lo cual significa que en el s. III el acento de intensidad
había
empezado
a
minar
la
estabilidad
de
la
vocales postónicas (y pretónicas); - "vinea non vinia, lancea non lancia" nos indica que la vocal e en contacto con a se estaba transformando en [semi]consonante y [j] que resultaría en la palatalización de la consonante con la que estaba en contacto (viña, lanza); - "auris non oricla" nos dice que se habían reducido los diptongos (au > o) y que el vulgar prefería los diminutivos (-cl) (oreja); - "rivus non rius", las fricativas interiores estaban desapareciendo; - "pridem non pride", la -m final no se pronunciaba, etc. etc. 2. Glosarios latinos. Son vocabularios breves y rudimentarios en los que se explica (se glosa) palabras o expresiones que se han vuelto difíciles de comprender. Para el español son importantes: Isidoro de Sevilla (hacia 570-636), autor de Origines sive etymologiae, donde aparece mucha información sobre el latín tardío y popular, tanto de España como de otros lugares. También pertenecen a este tipo de textos las famosas Glosas Emilianenses (La Rioja ¿mitad del S. X?) y las Glosas de Silos (Burgos, S. X). 3. Inscripciones en las lápidas de las tumbas o los grafitis de las paredes de Pompeya y Herculano. 4. Autores latinos que de forma intencionada utilizaban en sus obras estilos descuidados o familiares. Por ejemplo, Cicerón en sus cartas se
servía de la expresión mi vetule (mi viejo). Otros, como Plauto, ofrecen en sus obras diálogos propios de la gente de la calle. Merece una especial atención El satiricón (60 a. C.) de Petronio, novela picaresca repleta de charlatanes vulgares y obscenos. 5. Escritos técnicos con una finalidad práctica, no literaria, como pueden ser los libros de cocina, agricultura, construcción, etc. 6. Textos cristianos con intención propagandística de la religión con un lenguaje sencillo, para que pudieran tener una mayor difusión, o textos escritos por cristianos no excesivamente cultos. 7. Textos de escritores cultos posteriores al siglo III cuando el nivel cultural de Roma y de sus dirigentes e intelectuales era inferior al de los siglos precedentes; 8. Préstamos de vocabulario realizados del latín o al latín en los que se refleja la sincronía fonética.
Pero estos documentos informantes son escasos y la fuente principal para el conocimiento del latín vulgar es la comparación entre las diversas lenguas romances. Sabemos, por ejemplo, que ferus (en el conocido latín clásico) dio en español y en italiano "fiero" y en francés "fier"; sabemos también que pedem dio esp. "pie", fr. "pied", it. "piede". Estos y otros ejemplos no permiten llegar a la conclusión de que la e breve acentuada se pronunciaba en latín vulgar como un sonido abierto que posteriormente se diptongaba en ie ya que en la mayor parte de la Romania así ocurre.
Vulgarismo: Elemento léxico o gramatical no aceptado por la forma culta de una lengua, (vulgar/culta): me se prohibió/se me prohibió; cuála/cuál; menistro/ministro. Pretónica: Que va antes de la sílaba tónica. Postónica: Que va después de la sílaba tónica. Véase la nota 3 sobre tónicas y átonas. Palatalización: Cambio del punto de articulación de un sonido (dental, alveolar, velar) a la región del paladar duro. cervum > ciervo / damnum > daño / clavem > llave. Sonidos abiertos y cerrados: El carácter abierto o cerrado de una vocal depende de la distancia existente entre la lengua y el paladar: a mayor distancia, mayor abertura. Romania: Conjunto de territorios donde se habla una lengua romance producto de la latinización llevada a cabo por Roma.
Aproximación a la HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Capítulo 5º — Del latín al romance español (pasando por el latín vulgar) Contenido 1. 2. 3.
Fonética Morfosintaxis Léxico
Resumen de la evolución fonética, morfológica y léxica del latín al castellano: fonética
morfología
léxico
vocales
- las diez vocales del latín, cuatro anteriores (ī, ĭ, ē, ě), cuatro posteriores (ō, ŏ, ū, ŭ), y dos centrales (ā, ă) se reducen a 5 en español (a, e, i, o, u) - aparecen dos nuevos diptongos (ie, ue) procedentes de ě y ŏ acentuadas.
consonantes
- se sonorizan las oclusivas sordas - se crean los sonidos palatales
sustantivos
- las declinaciones quedan reducidas a la diferenciación de género (masculino y femenino) y número (singular y plural)
verbos
- simplificación de los modelos de conjugación - aparición de las formas analíticas - entre el 70 y el 80% del léxico español procede del latín vulgar - los cultismos empiezan a introducirse a partir del siglo XV
Declinación: En las lenguas flexivas, se entiende por declinación el paradigma o los paradigmas de flexión nominal de un nombre o pronombre. Cultismo: Palabra procedente de una lengua clásica que entra en una lengua moderna sin pasar por las transformaciones fonéticas regulares de las palabras patrimoniales: cathedram < cátedra, denarium < denario, clavem < clave.
5.1. Fonética 1. 2. 3. cambio fonético
Vocales Consonantes Grafías de los sonidos ejemplos en latín
vocales tónicas ĕ, ŏ
pĕtram, pŏrtam
oclusivas sordas intervocálicas -p-, -t-, -k-
evolución
resultado en español
diptongan en ie, ue
«piedra», «puerta»
apiculam, capram, maturum, totum, amicum fŏcum, locum
se sonorizan en /b/, /d/, /g/
«abeja», «cabra», «maduro», «todo», «amigo», «fuego», «luego»
f- inicial latina
fageam, ferrarium, filium, ficum
desaparece la f- después de un período de aspiración ʰ
«haya», «herrero», «hijo», «higo»
grupos int. -ct- -ult-
noctem, cultellum
palatalizan en [c]
«noche», «cuchillo»
grupos int. lj+voc., c’l-, -g’l-, -t’l-
mulierem, filium, oculum > oclum, tegulam > teglam, vetula > vetla
velarizan en [x]
«mujer», «hijo», «ojo», «teja», «vieja»
grupos inic. pl-, cl-,fl-
pluviam, clavem, flammam
palatalizan en [ʎ]
«lluvia», «llave», «llama»
5.1.1. Vocales 1. 2.
Tónicas Átonas
El sistema vocálico del latín clásico se basaba en la oposición de cantidad larga/cantidad breve de las vocales. Estaba formado por diez vocales: cinco largas y cinco breves. Por su punto de articulación en la cavidad bucal, cuatro eran anteriores (ī, ĭ, ē, ĕ), cuatro posteriores (ō, ŏ, ū, ŭ), y dos, centrales (ā, ă). Según la aproximación de la lengua al paladar, disponía de cuatro vocales altas (ī, ĭ, ū, ŭ), cuatro medias (ē, ĕ, ō, ŏ) y dos bajas (ā, ă). La estructura del sistema vocálico latino equivale a la del español actual con la diferencia, importante, de que en el español actual la duración vocálica carece de pertinencia. Las vocales españolas son, salvo raras excepciones, todas breves.
La duración del sonido vocálico era pertinente en el latín clásico y puede verse en ejemplos como mălum «mal»/mālum «manzana», vĕnit «él viene»/ vēnit «él vino», hĭc «este»/ hīc «aquí», lĭber «libro»/ līber «libre», nŏta «señal»/nōta «conocida», ō s > «boca»/ ŏs > «hueso». Esta duración, probablemente, implicaba una pronunciación cerrada de las vocales largas y una mayor abertura en la pronunciación de las breves. Este hecho facilitaría posteriormente su evolución de manera que en el latín vulgar las vocales largas se convirtieron en cerradas y las breves, en abiertas. La diferencia de cantidad, breves y largas, del latín clásico, la sustituyó el latín vulgar por una diferencia de calidad, timbre, según sonidos abiertos y sonidos cerrados. La diferencia de timbre ya existía en el clásico, pero con valor redundante; no así en el latín vulgar cuyo valor se fonologizó y convirtió en pertinente. Esta variación en el timbre, en la abertura de la boca durante la pronunciación de la vocal, ocurre únicamente en aquellas vocales en las que tal variación es posible (i, u, e, o), aquéllas en cuya pronunciación la lengua puede elevarse o descender más o menos (en el punto de máxima abertura de la cavidad bucal, la /a/, la oposición "abierta/ cerrada" no se dio; pero si se hubiera dado, al estar la /a/ en el punto de máxima abertura, la variante "cerrada" habría sido tan inestable que pronto se habría transformado en su precedente anterior /e/ (abierta) o posterior /ɔ/ (abierta), con lo que habría desaparecido igualmente la oposición).
latín clásico
latín vulgar
ā
ă
a
ē
ĕ
e
ɛ
ī
ĭ
i
I
ō
ŏ
o
ɔ
ū
ŭ
u
ʋ
A esta pertinencia del timbre de las vocales (abiertas o cerradas) del latín vulgar se ha de añadir la aparición del acento de intensidad. A partir del siglo III el acento de intensidad es el que, podra decirse, lleva el "alma" de las palabras. Los elementos fonéticos de la palabra se ordenan en torno a la vocal / sílaba acentuada, lo cual provocar cambios como la reducción en el número de sílabas, los cambios en la posición del acento, el nacimiento de diptongos, etc. El resultado de la aparición del acento de intensidad fue una nueva reestructuración del sistema vocálico en vocales tónicas y vocales átonas.
tónicas
átonas
/i/ /u/
/i/ /u/
/e/ /o/
/e/ /o/
([je]) ([we]) /a/
/a/
Cantidad: Mayor o menor duración de un sonido. El latín tenía cinco vocales largas (a, e, ī, o, u) y cinco breves (a, e, ĭ, o, u).
5.1.1.1.
Tónicas
Como puede verse en el esquema a continuación, las vocales tónicas largas permanecen sin cambios; las tónicas breves cambian, excepto la a. Las diez vocales tónicas latinas resultan en cinco vocales en español, más dos diptongos. vocales tónicas
Anteriores
medias
posteriores
latín
/ī/
/ĭ/ /ē/
/ĕ/
/ā/ /ă/
/ō/
/ŏ/ /ū/
/ŭ/
latín vulgar hispano
/i/
/e/
/ɛ/
/a/
/ɔ/
/o/
/u/
español
/i/
/e/
[je]
/a/
[we]
/o/
/u/
ī > i — scrīptum > «escrito», fīlium > «hijo», fīcum > «higo», vīttam > «vida», venīre > «venir», dīco > «digo». ĭ > e — consĭlium > «consejo», cĭstam > «cesta», pĭlum > «pelo», sĭgnas > «señas», sĭtim > «sed», tĭmet > «teme», nĭgrum > «negro». ē > e — plēnum > «lleno», aliēnum > «ajeno», tēlam > «tela». ĕ
>
ie
— pĕtram >
«piedra», mĕtum >
«miedo», sĕptem >
«siete», sĕrram > «sierra», tĕnet > «tiene», bĕne > «bien». ā > a — aetātem > «edad», cārum > «caro», prātum > «prado», ālam > «ala». ă > a — mănum > «mano», pătrem > «padre», făcis > «haces». ŏ
>
ue
— rŏtam >
«rueda», nŏvem >
«nueve», nŏvum >
«nuevo», pŏrtam > «puerta», fŏrum > «fuero». ō > o — tōtum > «todo», flōrem > «flor», hōram > «hora». ŭ > o — cŭbitum > «codo», cŭppam > «copa», lŭtum > «lodo», lŭpum > «lobo». ū
>
u
— fūmum >
«humo», cūpam >
«agudo», mūlam > «mula», secūrum > «seguro».
«cuba», acūtum >
Excepciones a la norma anterior: — El diptongo [ie] a veces monoptonga > i: sĕlla > siella > «silla» / castĕllum > castiello > «castillo» — El diptongo [ue] a veces monoptonga > e: frontem > fruente > «frente» — La ŭ a veces se mantiene > u: mŭltum>mucho / acŭculam > «aguja»
5.1.1.2.
a. b. c.
Átonas Átonas iniciales de palabra Átonas finales de palabra Átonas interiores
Al no llevar la intensidad del acento, las átonas sufren más cambios que las tónicas.
5.1.1.2.
Átonas
a) Átonas iniciales de palabra
De las átonas iniclales de palabra se conservan en español cinco vocales. V. ÁTONAS INICIALES
anteriores
medias
posteriores
latín
/ī/
/ĭ/ /ē/ /ĕ/
/ā/ /ă/
/ŏ/ /ō/ /ŭ/
/ū/
español
/i/
/e/
/a/
/o/
/u/
ī > i — rīpāriam > «ribera», fīcariam > «higuera» ĭ > e — mĭnutum > «menudo», plĭcare > «llegar» ē > e — sēcūrum > «seguro», vēlōcem > «veloz» ĕ > e — sĕniōrem > «señor», tĕrrēnum > «terreno», rēcitare > «rezar» ā > a — amicum > «amigo», caballum > «caballo», pānāria > «panera» (metátesis) ă > a — căpistrum > «cabestro», ărātrum > «arado» ŏ > o — cŏllōcare > «colgar», cŏrticeam > «corteza», dŏlōrem > «dolor» ō > o — nōmināre > «nombrar», sōlanum > «solano» ŭ > o — sŭperbiam > «soberbia», sŭspectam > «sospecha», lŭcrare > «lograr» ū > u — cūrāre > «curar», dūrĭtiam > «dureza», mūtare > «mudar»
Metátesis: Cambio de posición de algunos sonidos dentro de una palabra: inter > entre ; semper > siempre ; quattuor > cuatro ; integrare > intregare > entregar. Es frecuente el intercambio de posición de r y l: periculum > periglo > peligro ; miraculum > miraglo
>
milagro
;
parabolam
>
parabla
>
palabr,
crocodylum
>
cocodrilo.
Es casi general la metátsis en el sufijo –arium: -arium > -airum (metátesis) > airo (pérdida de m y apertura de u en o) > ero (monoptongación del ai): solitarium > soltairum > soltairo > soltero.
5.1.1.2.
Átonas
b) Átonas finales de palabra De las átonas finales de palabra se conservan en español tres vocales. V. ÁTONAS FINALES
anteriores medias
posteriores
latín
/ī/ /ĭ/ /ē /ĕ/
/ā/ /ă/
/ŏ/ /ō/ /ŭ/ /ū/
español
/e/
/a/
/o/
ī > e — vēnī > «(yo) vine», dixī > «(yo) dije» ĭ > e — iovĭ s > «jueves», legīt > «(él) lee» ē > e — patrēs > «padres» ĕ > e — *de undĕ > «donde», patrĕm > «padre» ā > a — cantās > «tú cantas» ă > a — causăm > «cosa» ŏ > o — arbŏr > «árbol», marŏr > «mármol» (esp. ant.) ō > o — cantō > «(yo) canto», sĕrvōs > «siervos» ŭ > o — vinŭm > «(el) vino», sĕrvŭm > «siervo» ū > o — lac > «(los) lagos», manūs > «manos»
El acento de intensidad provocó una disminución de la fuerza de las vocales finales, de forma que éstas quedaron reducidas a tres: a, e, o. Las palabras que en el español actual terminan en i o u son cultismos o extranjerismos. De estas tres, la e final desaparece, con frecuencia, cuando le precede una consonante dental (t, d), alveolar (l, n, s, r) o interdental ([ɵ])
como
en parietem >
«merced»,fidelem >
«pared», virtutem >
«fiel», finem >
«virtud», mercedem >
«fin», mensem >
«mar», movere > «mover», lucem > «luz».
«mes», mare >
5.1.1.2.
Átonas
c) Átonas interiores De las átonas interiores se conserva en español la a. cantharum >
«cántaro», cŏphanum >
«cuévano», paradisum >
«paraíso», raphanum > «rábano», catenatum > «candado»
La mayoría de las vocales átonas interiores desaparece tanto en posición pretónica como postónica. verecundiam >
«vergüenza», animam >
«alma», manicam >
«manga», septimānam > «semana», solitarium > «soltero»; consuturam > «costura», honorare > «honrar». Como en el último ejemplo, cuando se dan dos vocales protónicas, se pierde la más cercana a la sílaba acentuada: vicinitate > «vecindad». A veces ē y ĕ > i : scribĕre > «escribir»; regĕre > «regir»; lucēre > «lucir».
5.1. Fonética 5.1.2. Consonantes 1. 2. 3. 4. 5.
Palatalización Iniciales. Consonantes simples Interiores Consonantes finales Grupos consonánticos
En el sistema consonántico, los fenómenos más significativos que tienen lugar son la formación de los sonidos palatales [θ] (z,c), [ ] (y), [x] (j), [ʎ] (ll) y [ɲ] (ñ) y la sonorización de las oclusivas sordas interiores: p > b; t > d; c,k,q > g, capram > «cabra» datum > «dado», acutam > «aguda», aquam > «agua».
5.1. Fonética 5.1.2. Consonantes 5.1.2.1.
Palatalización
La palatalización es el proceso de transformación de un sonido por influencia de otro sonido, palatal: la yod [y] en este caso. La yod es un sonido palatal semivocal o semiconsonante (en el español actual las i de viene [bjéne] y caigo [káigo] son semiconsonante y semivocal, respectivamente.) articulado en la parte superior de la cavidad bucal, el paladar -sonido palatal- cuya diferencia con el sonido vocálico /i/ es el mayor grado de cierre de la yod.[y que nunca puede recibir el acento] La yod la representaremos con el signo [y]. Este sonido puede producirse: 1) Al vocalizarse (transformarse en vocal) una consonante en posición implosiva (al final de una sílaba): factum > [fayto] > «hecho», lactem > [leyte] > «leche». 2) Por ruptura de un hiato (por ruptura de hiato entendemos que las dos vocales
pasan
a
pronunciarse
en
la
misma
sílaba).
Cuando la vocal tónica iba precedida en hiato por una vocal cerrada (i, u), ésta se cerraba aún más hasta transformarse en semiconsonante [j], anterior, o [w], posterior. Esta transformación dio origen, en latín vulgar, a diptongos crecientes que desconocía el latín clásico: Hiato
Diptongo
mu-li-e-rem >
mu-lye-re > [muljer] > «mujer»
fi-li-um >
fi-lyu [filjo] > «hijo»
ti-ne-am >
ti-nea > ti-nya, [tinja] > «tiña»
vi-ne-am >
vi-nea, vi-nya, [vinja] > «viña»
His-pa-ni-am >
His-pa-nya > «España»
3) Por metátesis de una vocal (i, e) que pasa a formar diptongo con la vocal de la sílaba anterior: basium > bayso > «beso», primarium > primayro > «primero» 4) Por pérdida de consonante intervocálica como en amavi > amay > «amé»
La yod modifica las consonantes que le preceden de forma que el punto de articulación de éstas se acerca al de la yod, es decir, al paladar. A este proceso de modificación de un sonido por influencia de otro sonido palatal se le denomina palatalización, independientemente de si el resultado final del proceso es un sonido palatal como [ʎ] (ll) o [ɲ] (ñ), u otro como el interdental [ɵ] (c, z). En contacto con consonantes como p, s, r , la yod no las palataliza; en cambio, hay metátesis de la yod que pasa a la sílaba anterior influyendo en
la
evolución
de
la
vocal
de
ésta.
/p/+/j/ > /jp/ > (-ep-) capiam > [cipa] > «quepa», sapiat > [sipa] > «sepa» /s/+/j/ > /js/ > (-es-) caseum > [kisu] > «queso», basium > [biso] > «beso»
La yod influye tanto sobre las consonantes que se articulan en la parte anterior al paladar como en la posterior al mismo: dentales [t], [d] y alveolares [l], [n] por una parte, y velares [k], [g] por otra. Como resultado de la palatalización, surgen los sonidos [θ], [ ], [x] y [ɲ]. [tj], [kj] > /θ/ (z,c) mattiana > «manzana», bracchium > «brazo» [dj], [gj] > / / (y) podium > [pódjo] > [pójjo] > «poyo», radiāre > «rayar» La palatización no se produce cuando [dj], [gj] van precedidos de vocal palatal: navigium > «navío», fastidium > «hastío».
[lj] > /x/ (j) filium > [filjo] >]«hijo», folia > «hoja» [nj] > /ɲ/ (ñ) arāneam > [aránja] > «araña». 1.Dentales y velares sordas resultan en un sonido interdental: [tj], [kj] > / θ / (z,c) /θ/
martium > [mártjo] > [mártso] > «marzo», puteu >
«pozo» /θ/
mattiana > «manzana»
/θ/
*captiāre > «cazar»
/θ/
*ad directiāre > «aderezar»
/θ/
calceam > [kálkja] > [káltssa] «calza», ērīciu >
«erizo» /θ/
bracchium > «brazo»
/θ/
asciolam > «azuela»
Aunque el resultado final es una interdental /θ/ [tj], [kj] tuvieron una pronunciacin palatal hasta el siglo XVII. 2. Dentales y velares sonoras resultan en un sonido palatal: [dj], [gj] > / / (y) / /
podium > [pódjo] > [pójjo] > «poyo, radiāre >
«rayar» / /
exagium > «ensayo», fāgeam > «haya»
3. Alveolares [lj] > /x/ (j), [nj] > /ɲ/ (ñ) /x/
alium > [áljo] > [áʎo] > «ajo», filium > «hijo», folia > «hoja»,
molliāre > «mojar», mulierem > «mujer», meliōre > «mejor». /ɲ/
arāneam > [aránja] > [aranna] > «araña»,
Hispaniam > «España», seniōrem > «señor», tineam > «tiña», vineam > «viña». Nótese el ejemplo de alium > [áljo] > [áʎo] > «ajo». En otras lenguas romances, como catalán, italiano y francés, se conserva este sonido palatal /ʎ/ que aún evolucionaría a /x/ en español. Esta evolución del español podría explicarse por haber sido ocupada ya esta posición articulatoria palatal 1) por la evolución de la doble ele -ll- que daría en español / ʎ / como en gal-lo >
gallo, fol-le >
fuelle
y
2) por el resultado del grupo inicial formado por una consonante sorda + l como en flamma > «llama», pluvia > «lluvia», plenu > «lleno» y clamare > «llamar». Hiato: Encuentro de dos vocales que se pronuncian en sílabas distintas.
5.1. Fonética 5.1.2. Consonantes 5.1.2.2.
Iniciales. Consonantes simples
Al recibir una mayor tensión articulatoria, la consonantes iniciales se conservan en su mayoría: causam > «cosa»,taurum > «toro, manum > «mano», quaerit > «quiere», signas > «señas», rota > «rueda», nominare > «nombar»,verēcundiam > «vergüenza», digitum > «dedo», gaudium > «gozo», gurdum > «gordo». Excepción: La f latina se pronunció en un principio como h aspirada [ʰ]. Posteriormente, esta aspiración desapareció totalmente:facere > «hacer», factum > «hecho», fumum > «humo», filium > «hijo», folia > «hoja», fageam > «haya», ferrarium > «herrero». Pero la f se conserva cuando va seguida de los diptongos ue o ie: focum > «fuego», ferum > «fiero», fontem > «fuente», fortem > «fuerte». Es probable que esta pérdida de la f se deba a la influencia del sustrato vasco. Las lenguas orientales (catalán, valenciano y mallorquín), así como las occidentales (gallego y portugués) que tuvieron un menor contacto con el sustrato vasco, la han conservado. También la conservan el aragonés y el bable, dialectos limítrofes entre el castellano central y las otras lenguas peninsulares. El gascón, en territorio francés y en contacto directo con el vasco, como el castellano, también pierde este sonido. Todavía en el 1500 la f se realizaba como un sonido aspirado [ʰ]. En la actualidad algunas partes de Hispanoamérica y algunas regiones meridionales españolas conservan esta aspiración. Restos de esta aspiración pueden verse enfamelicum > «jamelgo», follicare > «holgar»/ «huelga» / «juerga» / «jolgorio» donde la aspiración [ʰ] se ha transformado en [x]. Otras excepciones a la general conservación de las conosonantes iniciales: - El sonido [g] ante e o i puede perderse tras un periodo de palatalizacion (germanus > iermanus > «hermano») o quedarse palatalizado (generum > «yerno»); -
La
s
inicial
dio
en
algunas
palabras
(velarizacion): sepiam > -
El
sonido
[s]
«escudo»; speculum >
el
sonido
[χ],
(j)
«jibia». inicial
desarrolla
una e (prótesis): scutum > «espejo»
- El sonido [k] ante e o i sufre una asibilación, pasa a pronunciarse [θ]: certum > «cierto».
5.1.2. Consonantes 5.1.2.3.
Interiores
Dos características principales: 1) las oclusivas sordas se convierten en 2) las oclusivas sonoras se fricativizan o, con frecuencia, desaparecen.
sonoras;
y
Las consonantes oclusivas dobles interiores se habían simplificado independientemente de si la geminación (doble consonante, pp [p:], tt [t:]) venía desde antiguo o de si era resultado de la desaparición de una vocal átona. Al simplificarse las dobles, pasaron a ocupar el lugar de las simples. Al quedar desplazadas las simples, se vuelven sonoras las sordas. Al sonorizarse las sordas se produce un desplazamiento de las sonoras que cambian su modo de articulación de oclusivas a fricativas, o desaparecen, cuando van en posición intervocálica. / Esquema de esta concatenación de cambios en el caso de las bilabiales.
sordas [p:] →
sordas [p] →
[p]
[b]
sonoras [b] → [β]/[Ø]
opprimo ➔ pauper ➔
oprimir ➔
probare ➔ probar,
pobre ➔
sabucum ➔ saúco
OCLUSIVAS SORDAS -p-
>
-b-
apiculam >
«abeja», capram >
«pueblo», ripariam > -t-
>
-d-
delicatum >
«cabra», pŏpulum >
«ribera», sapere >
«saber»
«delgado», mataxam >
«madeja», latum >
«lado», maturum > «maduro», totum > «todo»,litigare > «lidiar -k- > -gamicum > «amigo», fŏcum > «fuego», locum > «luego», pacare > «pagar» OCLUSIVAS SONORAS -b-
>
-b-/
Ø
probare >
«probar», lavare >
«lavar», bibere >
«beber», novum > «nuevo» sabucum > «saúco»,rivum > «río», vacīvum > «vacío», aestīvum > «estío», gĭngīvam > «encía» Incluimos aquí los ejemplos de la fricativa labiodental sonora [v] por confundirse ya en el latín vulgar con la fricativa bilabial sonora [ß] y tener ambas una evolución similar. Recuérdese que la fricativa labiodental
sonora [v] nunca existió en el romance castellano ni existe en el español actual. -d-
>
-d-/
«oír», crudelem >
Ø
nidum >
«nido», sudare >
«cruel», foedus >
«sudar», audire >
«feo», fidem >
«fe», limpidum >
«limpio», pedes > «pies», vīdere > «ver», frigidum > «frío» Y
demás
terminados
«rucio», turbĭdum >
en -ĭdum (tĕpĭdum >
«tibio», rāscĭdum >
«turbio», lūcĭdum >
«lucio»,sūcĭdum >
«sucio», rancĭdum > «rancio», etc.). Compárese la desaparición de esta d intervocálica con la de la terminación de los participios del español actual,
la
cual
también
desaparece
en
la
pronunciación
no
cuidada:cansao, despistao, etc. -g- > -g-/ Ø castīgare > «castigar», fustigare > «hostigar», negare > «negar», legumen > (legumine>) «legumbre», plagam > «llaga», acutam > «aguda» litigare > «lidiar», frigidum > «frío», ligare > «liar», rēgīnam > reína «reina» La combinación de oclusiva interior y consonante liquida (l y r) puede producir
metátesis,
como
en periculum >
periglo
>
«peligro»; miraculum > miraglo > «milagro» ; parabolam > parabla > «palabr», crocodylum > «cocodrilo».
5.1.2. Consonantes 5.1.2.4.
Consonantes finales
En posición final, las consonantes latinas suelen desaparecer, con algunas excepciones como la de las consonantes s y lque se mantuvieron: minus > «menos», mel > «miel». La m final del latín casi siempre se apocopa (iam > «ya»); en algunos casos, pasa de nasal bilabial a nasal alveolar (alveolarización): tam > «tan», quem >
«quien»;
El sonido liquido vibrante (representado por la r) pasa de la posición final al interior de la sílaba, por metátesis: inter > «entre», quattuor > «cuatro».
Algunas consonantes finales del castellano no provienen directamente de consonantes finales latinas, sino que son el resultado de una pérdida de consonante final (m) y una posterior apócope de la e. Tras la pérdida de la e final, generalmente, las consonantes n, l y s se mantienen: consulem > consule > «cónsul», regionem > regione > «región». Es frecuente también que, tras la pérdida de la e, la t se sonorice en d (como en el caso de retem > rete > «red») o que [k] se asibile en [θ] (crucem >
cruce
>
«cruz»);
El sonido líquido vibrante [r] puede mantenerse (amorem > amore > «amor») o puede transformarse por disimilación en el lateral liquido [l], como puede apreciarse en arborem > arbore > «árbol». Apócope: Pérdida o supresión de la vocal o sílaba final de una palabra. quomodo > quomo > como; bueno > buen. Disimilación: Fenómeno contrario a la asimilación. Se sustituye algún fonema por otro diferente para evitar la repetición de un mismo o similar sonido en sílabas inmediatas: roborem > robre > roble / marmorem > marmor > mármol / arborem > árbol / animam > anma > alma / sanguinem > sangne > sangre / quinque > cinque > cinco.
5.1.2. Consonantes 5.1.2.5.
Grupos consonánticos
Posición inicial 1. Consonante + [r] (vibrante) suelen mantenerse: credere > «creer», frontem > «frente», gregem > «grey». Pero
el
grupo cr puede
ofrecer
variantes: cremare >
«quemar»
(asimilación), o crassum > «graso» (sonorización).
2. Consonante + [l] (lateral) pueden - palatalizarse [ʎ]: pl (pluviam > «lluvia»), fl (flammam > «llama») y cl (clavem > «llave»). - o conservarse como en plateam > «plaza», blandum > «blando» o gladiatorem > «gladiador» 3. [s]
+ consonante añadió una una e (prótesis): spiritum > «espíritu».
vocal
inicial,
generalmente
Posición interior 1. Cuando van precedidos de vocal, los grupos compuestos por oclusiva sorda + [r] (pr, tr y cr) se comportan como las oclusivas sordas intervocálicas que veíamos en el apartado anterior y se produce su sonorización:apricare > «abrigar», latronem > «ladrón», lacrima > «lágrima». 2. El grupo ct produce en castellano, por palatalizacion, el sonido [c]: noctem > noche; otro tanto ocurre con el grupo lt si va precedido de u: cultellum > «cuchillo». 3.
Los grupos cl, gl y tl, resultantes en latin vulgar de la síncopa de una u postónica, pasan, por velarización, a [χ]:oculum > oclum > «ojo», tegulam > teglam > «teja», vetula > vetla > «vieja».
4. Los grupos mn, nn, y gn se palatalizan y se origina en castellano el sonido [ɲ]: damnum > «daño», annum > «año», lignum > «leño». - Las consonantes geminadas tienden a la simplificación: flammam > «llama». Excepto ll, que mantiene la grafía aunque cambia el sonido (vallem > «valle»), y de rr, que mantiene grafía y sonido (terram > «tierra») - En algunos grupos se da un doble proceso de asimilación y simplificación sucesivas (mensa > messa > «mesa», ruptum > ruttum > «roto») o de asimilación y palatalización (somnum > sonnum > «sueño»); - La letra x se considera grupo consonántico a efectos fonéticos [ks] y su velarización genera
en
castellano
el
sonido
[χ]: exercitum >
«ejército».
- Los grupos mr, nr o mn, resultantes de una síncopa de vocal postónica: humerum > humrum, cinera > cinra ofemina > femna, reciben,
por epéntesis, otra consonante que facilita la pronunciación: humrum > «hombro», cinra > «cendra» o femna > «hembra».
Asimilación: un sonido se transforma para acercarse o igualarse a otro contiguo o cercano. Muchos de los cambios fonéticos son producto de asimilaciones, como la simplificación de consonantes geminadas: -st- > -ss- > -s- / -pt- > -tt- > -t- / -xs- > - x-: postpositum > possposito > pospuesto / rupturam > ruttura > rotura / exspirare > expirar. Síncopa: Pérdida de una vocal breve en posición interior entre consonantes. calidum > caldo. Epéntesis: Aparición de un sonido nuevo en interior de palabra, para tratar de solucionar algún problema de pronunciación. Por ejemplo, si después de una síncopa (pérdida de una vocal) entran en contacto varias consonantes. En este caso suele darse la simplificación, pero también puede desarrollarse una nueva consonante. humĕrum > humru > homro > hombro.
5.1.3. Grafías de los sonidos Hasta el siglo XIII -y en menor medida después- la representación gráfica del romance hispano vacilaba entre varias formas. Esta duda sobre cómo transcribir gráficamente los sonidos es más visible en los nuevos sonidos del romance y que el latín desconocía: los diptongos ie, ue en las vocales, y los sonidos palatales en las consonantes. Variantes
gráficas
de
los
homine,
en
nuevos
sonidos:
Glosas
Emilianenses)
-[je]: ie, ia (tiarra) -[we]: ue, ua, uo (uamme
<
las
-la palatal lateral [ʎ] (que en muchos casos evolucionaría a [x]) tenía hasta el
siglo
XIII
las
siguientes
transcripciones
gráficas: li relias (rejas), filio (hijo); il pareilatas (parejas), lg amilgoramiento (amejoramiento); glmegloranza (mejoranza), lig meligor (mejor), ll Kastell a (Castilla) balle (valle), l kabalo (caballo), ill taillatu(tejado), lli mellior (mej or), llg obellgas (ovejas)
5.2. Morfosintaxis Contenido 1. 2. 3. 4.
El sustantivo La gradación del adjetivo El artículo La conjugación
5.2.1. El sustantivo 1. 2. 3.
Declinación Número Género
5.2.1. El sustantivo 5.2.1.1.
Declinación
Las distintas funciones sintácticas que un sustantivo puede tener se indicaban en latín a través de los casos, y se marcaban añadiendo al sustantivo terminaciones o desinencias que distinguían unos casos de otros. Por ejemplo, endominus venit («el señor viene»), dominus es sujeto de la oración; en video dominum («veo al señor»), dominum es complemento objeto directo del verbo: esta diferencia de función se señalaba con las terminaciones, en estos ejemplos concretos -us y -um, respectivamente. Los
casos
que
el
latín
distinguía
con
eran: nominativo (sujeto), vocativo (para exclamar), genitivo (relación pertenencia), acusativo (complemento
desinencias llamar
de
propiedad
especiales o o
directo), dativo(complemento
indirecto) y ablativo (complemento circunstancial).
En la evolución fonética que iría del latín al español, las diferencias de función de los sustantivos que indicaban las desinencias se fueron oscureciendo. Por ejemplo, la diferencia entre el nominativo rosa, el ablativo rosa y el acusativo rosam, desapareció al perderse la -m final en la pronunciación del latín vulgar y el romance castellano, quedando así tres casos unificados. La pérdida de la -m y el cambio de u final en o igualó el acusativo dominum con el dativo y el ablativo domino. Así resultaba que muchos casos se confundían, y poco a poco -por necesidades de claridad comunicativa- el uso de los casos se fue sustituyendo por el uso de preposiciones, que expresaban sin ambigüedades las funciones gramaticales del sustantivo. Entre los casos de la declinación latina subsistió (si de subsistencia puede hablarse) sólo el acusativo, del cual se formaron los sustantivos castellanos, casi en su totalidad. Por esto en los libros de gramática histórica y en los diccionarios etimológicos se suele partir del acusativo, quitándosele la -m desinencial, que se pierde siempre en romance.
5.2.1. El sustantivo 5.2.1.2.
Número
Al desaparecer los casos latinos, la -s del acusativo de plural se convirtió en desinencia única para todos los plurales españoles.
5.2.1. El sustantivo 5.2.1.3.
Género
Había en latín tres géneros: masculino, femenino y neutro. El romance perdió el género neutro, salvo en el pronombre (lo, esto, eso, aquello) y el artículo (lo). Todos los sustantivos españoles son, pues, o masculinos o femeninos. El género de los sustantivos latinos no iba necesariamente unido a la terminación. Es decir había nombres masculinos y femeninos en todas las declinaciones. Sin embargo, predominaban los femeninos entre los terminados en -a, y los masculinos entre los terminados en -us (>o). El español generalizó por analogía este predominio y tendió a hacer femeninos o masculinos los sustantivos según acabarán en a o en o (
«templo», vinum >
«vino», lignum> «leño»; pero algunos plurales de estos neutros, que en latín hacían el acusativo en -a, pasaron a ser femeninos por su terminación: ligna > «leña» (conjunto de leños), nomina > «nómina» (lista de nombres), bracchia > «braza», debita > «deuda», fortia > «fuerza», etc. Por esto la terminación en -a conserva a menudo el significado colectivo que corresponde a su origen plural, como la hoja, la vestimenta (conjunto de hojas y de prendas de vestir).
Los masculinos en -a (cometa, idioma, sistema, programa, telegrama, ...) no son populares, sino de origen culto. Analogía: relación de semejanza entre varios elementos que puede provocar transformaciones para así lograr una mayor uniformidad formal. Por ejemplo, socrus y nurus deberían haber resultado en español "suegra" y *"nora" pero la u de nurus se diptongó por analogía, resultando en "nuera"; la terminación -s de "lunes" y "miércoles" no es etimológica (dies lunae, dies mercurii) sino analógica, para mantener uniformidad con los demás días de la semana: "martes" (dies martis), "jueves" (dies jovis), "viernes" (dies veneris). También los pretéritos "tuve", "estuve", "anduve" se formaron por analogía con "hube". La formación de nuevas formas por analogía es actividad frecuente en las personas iletradas: "rompido" dicen los niños; "destornillarse" dicen los que no conocen la palabra "ternilla", pero sí, "tornillo", cuando quieren decir "desternillarse". Dado el bajo nivel de alfabetización que había en España durante el primer milenio y la Edad Media, podemos imaginarnos hasta qué punto la analogía influyó en los cambios habidos del latín al español.
5.2. Morfosintaxis 5.2.2. La gradación del adjetivo La misma tendencia "analítica" que hemos podido ver con los sustantivos y el uso de las preposiciones puede verse también en la comparación. El latín formaba el comparativo añadiendo a los adjetivos la terminación -ior, p. ej., brevior de brevis (breve). Los superlativos terminaban en -issimus (p. ej. brevissimus), y en ciertos casos -errimus (p. ej. celeberrimus) o -limus (p. ej.facillimus). El latín vulgar generalizó la práctica, ya conocida en latín clásico, de anteponer al adjetivo el adverbio magis para formar el comparativo diciendo magis grandis en vez de grandior. El romance castellano generalizó esta construcción analítica: más grande, más alto, más poderoso, etc. Conservamos algunos comparativos en -or llamados sintéticos porque llevan en sí mismos la idea de la comparación: mejor, peor, mayor, menor. Los cultos inferior, superior, ulterior, exterior, anterior y posterior han perdido en parte su carácter comparativo y no se construyen con que, como los comparativos, sino con a. El agua es mejor que la leche. Este problema es anterior al que tú presentas.
El superlativo relativo (también llamado comparativo de excelencia) se expresa en romance por medio del comparativo precedido del artículo: el más alto de los hermanos, la mejor casa de la ciudad. Para el superlativo absoluto se emplea el adverbio muy: muy buena, muy dulce. Estas son las formas primitivas y verdaderamente populares del superlativo español. La terminación en -ísimo es un cultismo raramente usado en los primeros siglos del idioma; se propagó en la lengua literaria a partir del Renacimiento por influencia italiana. En la actualidad es de uso común: guapísimo, grandísima. En ciertos adjetivos, -ísimo no se añade a la forma romance, sino a la latina, como bueno > bonísimo, sagrado > sacratísimo, fiel > fidelísimo, antiguo
>
antiquísimo,
fuerte
>
fortísimo.
Menos frecuente es la terminación -érrimo: célebre > celebérrimo, pobre > paupérrimo,
negro
>
nigérrimo.
Piense el lector cuántas veces se ha encontrado con bonísimo y nigérrimo, y cuántas con buenísimo y negrísimo y se hará una idea de los años de vida que les quedan a estas excepciones. Analítica es la estructuración de un todo en partes: más grande es forma analítica, mayor, sintética. Por sintética entendemos la estructuración de partes en un todo. Lenguas sintéticas y analíticas: Sintéticas son aquéllas en las que, como en latín o en finés, buena parte de los elementos que expresan las relaciones gramaticales aparecen unidos a la raíz. Compárese rosam con «a la rosa», sanoneensa con «que él/ella/ellos/ellas había/habían ha/han dicho». Analíticas, aquéllas que, como el español o el inglés, utilizan elementos morfológicos libres, como las preposiciones, las conjunciones, los artículos o los verbos auxiliares.
5.2. Morfosintaxis 5.2.3. El artículo En latín no existía la categoría gramatical que conocemos como artículo: definido (el, la, lo, los, las), cuando hablamos de un sustantivo conocido, e indefinido (un, una, unos, unas) que precede a los sustantivos que aparecen por primera vez en el discurso o de los que se quiere indicar la cantidad, uno o algunos (la forma plural). El latín coloquial utilizaba profusamente los demostrativos tanto con valor deíctico como anafórico. Este uso anafórico de los demostrativos latinos ille, illa, illud fue paulatinamente desdibujándose hasta convertirse en presentador general de sustantivos conocidos: en artículo definido . El artículo indefinido procede del numeral unus, una. En latín se utilizaba con valor de indefinido, como en el español actual alguno. Este valor indefinido pasó a utilizarse con los sustantivos no mencionados anteriormente en el discurso, tal y como se usa en el español actual: Quiero un libro. Este proceso se dio tanto en castellano como en las otras lenguas románicas, con resultados ligeramente diferentes (no se utiliza el artículo de la misma manera en castellano que en francés, por ejemplo). Valor deíctico: señalar la distancia espacial o temporal de un sustantivo con respecto al hablante o al presente: Ese libro (que está cerca de ti), aquel accidente (que ocurrió hace mucho tiempo). Valor anafórico: indicar que se trataba de un sustantivo conocido porque se ha mencionado con anterioridad en el discurso: Antonio tiene un trabajo bien pagado. El (trabajo) de Luis no lo es. Este uso profuso de los demostrativos con valor anafórico no es sólo exclusivo del latín; otras lenguas, como el finés actual, también les dan el mismo uso, en el habla coloquial: Mies tuli eilen tapaamaan sinua. Se mies oli pitkä ja vaalea. (Ayer vino a verte un hombre. El /(aquel) hombre era alto y rubio).
5.2. Morfosintaxis 5.2.4. La conjugación 1. 2.
Tiempos verbales La voz pasiva
Podríamos decir que el sistema verbal del latín pasó al español sin grandes cambios profundos, aunque se dieron algunos cambios formales. Los conceptos de persona (yo, tú, él, ...) y tiempo verbal (presente, pasado
y futuro), se
conservaron. Se
conservaron
también
los
modos: indicativo, subjuntivo (e imperativo). Las diferencias aspectuales de acción terminada (perfecto) o no terminada (imperfecto) también se conservan aunque esta diferenciación lleva una forma diferente a la latina. Igualmente se conservan las voces activa y pasiva, aunque esta última cambie de forma.
En el caso de los modelos de conjugación, la reducción no fue tan drástica como en el caso de las declinaciones. Se redujo la cantidad de modelos de conjugaciones: de 5 se pasó a 3.
Latín:
1ª -a,
Español: 1ª -ar
2ª -e, 3ª -u(o consonante), 4ª -i, 5ª (mixta) -i 2ª -er,
3ª –ir
Los de la primera latina pasaron a la primera española; los cuatro modelos de conjugación latinos restantes se distribuyeron asistemáticamente entre la segunda y la tercera conjugación españolas.
5.2. Morfosintaxis 5.2.4. La conjugación 5.2.4.1.
Tiempos verbales
a.
Cambios en la conjugación
INFECTUM/ imperfecto/ acción no terminada imp. de presente (presente)
imperfecto de pasado (pretérito imperfecto)
imp. de futuro (futuro imperfecto)
indicativo
AMO
AMABAM
AMABO
subjuntivo
AMEM
AMAREM
----------
ESPAÑOL
imp. de presente (presente)
imperfecto de pasado (pretérito imperfecto)
imp. de futuro (futuro imperfecto) (condicional simple)
indicativo
amo
amaba
amaré amaría
subjuntivo
ame
amase/amara
amare
LATÍN
PERFECTUM/ perfecto/ acción terminada prefecto de presente (pretérito perfecto)
perfecto de pasado (pretérito pluscuamperfecto)
perfecto de futuro (futuro perfecto)
indicativo
AMAVI
AMAVERAM
AMAVERO
subjuntivo
AMAVERIM
AMAVISSEM
----------
ESPAÑOL
prefecto de presente (pretérito indefinido, pretérito perfecto)
perfecto de pasado (pr. pluscuamperfecto) (pretérito anterior)
perfecto de futuro (futuro perfecto) (condicional compuesto
indicativo
amé he amado
había amado hube amado
habré amado habría amado
subjuntivo
haya amado
hubiese/hubiera amado
hubiere amado
LATÍN
5.2. Morfosintaxis 5.2.4. La conjugación 5.2.4.1.
Tiempos verbales
a) Cambios en la conjugación De este esquema podríamos sacar las siguientes conclusiones sobre la evolución de la conjugación latina a la española. 1. La mayoría de los tiempos verbales se conserva. 2. Los tiempos perfectos que en latín tenían forma sintética (AMAVERO) toman en español forma analítica (habré amado). 3. Creación de nuevos tiempos verbales. El latín conocía el futuro, pero sólo el futuro de presente indicativo, imperfecto y perfecto (AMABO, AMAVERO, amaré, habré amado; acciones que ocurren en un momento posterior, futuro, al presente). En español se forman cuatro nuevos tiempos de futuro, además de los dos latinos: futuro del pasado en indicativo (los llamados condicional simple y compuesto; amaría, habría amado. Me dijo que me amaría. Me dijo que me habría amado. Las dos acciones son posteriores, futuras, a un momento pasado, dijo) y el futuro de subjuntivo (imperfecto y perfecto; amare, hubiere amado). 4.
Algunas formas cambian de valor temporal: a) el pluscuamperfecto de indicativo (AMAVERAM) y el pluscuamperfecto de subjuntivo (AMAVISSEM) se transforman en imperfecto de subjuntivo (amara/amase). b) El futuro de subjuntivo (amare) proviene de la fusión del futuro perfecto de indicativo latino (AMAVERO) y el pretérito perfecto (AMAVERIM), tiempos que formalmente sólo se distinguían en la primera persona. Los futuros latinos en -bo y en -am (AMABO, DICAM) desaparecieron y fueron sustituidos, ya en latín vulgar, por formas analíticas (perífrasis) construidas con el infinitivo seguido del presente de HABERE (también DEBERE y VELLE, que tenían aspecto obligativo): cantare habeo, dicere habeo > «he de cantar/ cantar he», «tengo que decir/ decir he» > «cantaré», «diré». amar + he
amaré
amar + has
amarás
amar + ha
amará
amar + hemos
amaremos
amar + hedes > heis
amaredes > amaréis
amar + han
amarán
De igual manera, el condicional se ha formado por soldadura del infinitivo con las formas contractas del imperfecto de haber: amar + había > hía
amaría
amar + habías > hías
amarías
amar + había > hía
amarías
amar + habíamos > híamos
amaríamos
amar + habíais > híais
amaríais
amar + habían > hían
amarían
5.2. Morfosintaxis 5.2.4. La conjugación 5.2.4.2.
La voz pasiva
La voz pasiva se expresa en latin con formas sintéticas (AMOR, soy amado) en los tiempos simples y con formas analíticas en los tiempos perfectos (AMATUS SUM, he sido amado). El español adopta esta última forma para todos los tiempos: soy amado, era amado, fui amado, ..., he sido amado, habría sido amado, hubiese sido amado, ... Según hemos visto anteriormente, el español tiende a expresar por medio de una perífrasis lo que el latín expresaba con una sola palabra: hominis > «del hombre», grandiores > «más grandes», amabatur > «era amado». Esta tendencia analítica del español se halla también en las demás lenguas romances, y también en todas las lenguas modernas, en relación con sus orígenes indoeuropeos, p. ej., el inglés y el alemán modernos frente a su tronco germánico común; el griego actual comparado con el griego clásico, etc. Piénsese, como ejemplo de este frecuente recurso a las formas analíticas, en las estructuras participiales del finés como sanoneensa, lähteväni, y la posibilidad frecuente de recurrir a sus equivalente analíticas että hän / he on / oli / ovat / olivat sanonut / sanoneet, että minä lähden (que él / ella / ellos / ellas ha / han / había / habían dicho, que yo me voy).
5.3. Léxico 1. 2. 3.
El léxico patrimonial El léxico culto Los préstamos
Por léxico entendemos el conjunto de términos o palabras que posee una lengua. Este conjunto es un inventario abierto que está en constante evolución. En este inventario deberíamos diferenciar tres subconjuntos: el léxico patrimonial , el léxico culto y los préstamos. Patrimonial: Dícese de las palabras o vocablos que existen en el latín peninsular desde los primeros siglos y que en los posteriores ha estado sujeta a las leyes fonéticas de evolución regulares: clavem > llave, annum > año, novum > nuevo, nostrum > nuestro, fumum > humo. Algunas
palabras
patromoniales
no
tienen
su
origen
en
el
como izquierda (vasquismo), cerveza (celtismo), sopa (germanismo), baño (helenismo).
latín,
5.3. Léxico 5.3.1. El léxico patrimonial El léxico patrimonial está compuesto por palabras que existen en el latín peninsular desde los primeros siglos. La formación del inventario del léxico patrimonial estar determinada por diversos factores históricos y socioculturales de entre los que podemos destacar: 1. el contacto del latín con las lenguas prerromanas que le transmiten a éste el vocabulario necesario en el nuevo contexto geográfico cultural que es Hispania (véase cap. 3); 2. el tipo de personas que de Roma traen la lengua a Hispania (soldados, obreros y un muy reducido número de personas letradas) que por una parte transmite un latín coloquial a los nativos, y que por otra parte está abierto a asimilar el vocabulario de los conquistados cuando es necesario; 3. el surgimiento de esa nueva religión que es el cristianismo, los valores que introduce y su necesidad de constante recurso a la metáfora para poder expresar con palabras cotidianas los nuevos significados; 4. la ruptura de contactos con Roma y el resto de la Romania en el Bajo Imperio que provoca el aislamiento de las regiones y la consecuente definición de las hablas coloquiales como norma de la comunidad. Todos estos factores, independientemente de su cronología, crearon en el sistema léxico una confusión e inseguridad similares y paralelas a las ocurridas en la morfosintaxis o la fonética. Si antes veíamos en la morfología la necesidad de recurrir al uso de las preposiciones para un significado antes expresado por los casos, en el léxico se prefieren las palabras expresivas que, aunque a veces pueden ser "vulgares", se consideran más cargadas de significado o más seguras cuando existe confusión e inseguridad en el sistema léxico. El latín vulgar prefiere la forma ...
que significaba ...
y que dio en español ...
a la forma "clásica" ...
que significaba ...
aprehendere
(agarrar, coger) >
«aprender»
discere
(aprender)
clamare
(gritar) >
«llamar»
vocare
(llamar)
fabulare
(contar cuentos) >
«hablar»
loqui
(hablar)
comparare
(comparar, cotejar precios y calidad) >
«comprar»
emere
(comprar)
caballu
(caballode carga) >
«caballo»
equu
(caballo)
jocu
(burla) >
«juego»
ludu
(juego)
casa>
(cabaña, choza) >
«casa»
domu
(casa)
Esta expresividad tomaba a veces carácter humorístico como en perna
(jamón, pata de cerdo) >
«pierna»
crure
(pierna)
La preferencia por formas expresivas llevó al olvido de otras variantes, generalmente cultas, con lo que se reducen o anulan las diferencias de matiz posibles. Así: de
que significaban
se conservó sólo ... con ambos significados
grandis y magnus
tamaño físico y tamaño moral
grandis > «grande»
alius y alter
otro, diferente y otro entre dos, el otro
alter > «otro»
niger y ater
negro brillante y negro mate
niger > «negro»
Los diminutivos eran tan frecuentes que muchas palabras derivaron de ellos, no de la forma básica: forma en diminutivo
en español
(forma básica)
vetulu > vetlu > veclu >
«viejo»
(vetus)
auricula > oricla >
«oreja»
(auris)
apicula > apicla >
«abeja»
(apis)
Desde una perspectiva formal (la que las distingue del léxico culto) las palabras patrimoniales tuvieron una evolución espontánea y fueron transformándose hasta convertirse en las hoy existentes. Entre los rasgos más característicos de la evolución de estas palabras podemos recordar lo ya visto en el apartado sobre los cambios fonéticos (5.1.). - Pérdida de f inicial latina: facere > «hacer», filium > «hijo», folia > «hoja» - Pérdida de g o j iniciales ante e, i: germanus > «hermano», gingiva > «encía» - Conversión del grupo ct en ch: noctem > «noche», lactem > «leche» -
Diptongación
de
las
vocales
tónicas e en ie y o en ue: pĕtram >
«piedra», mĕtum > «miedo», sĕptem > «siete»,sĕrram > «sierra», tĕnet >
«tiene», bĕne >
«bien», rŏtam >
«nuevo», pŏrtam> -
Palatalización
«rueda», nŏvem >
«puerta», fŏrum > de
los
grupos
iniciales pl,
«nueve», nŏvum > «fuero».
cl,
fl en ll: pluviam >
«lluvia», flammam > «llama», clavem > «llave». Metáfora: Figura consistente en usar una palabra o frase por otra, que se evoca, sin establecer entre ellas una comparación (el oro de su cabello; oro = color rubio). Si hiciésemos la comparación, estaríamos hablando de simil (Su cabello era rubio como el oro).
5.3. Léxico 5.3.2 El léxico culto Aunque el latín vulgar es la principal fuente de donde nace el español (léxico patrimonial) no se debe olvidar la influencia que el latín clásico ha tenido en la formación del léxico de nuestra lengua (y de todas las demás) tanto en los primeros siglos de formación como en los posteriores (Edad Media, Renacimiento, ..., siglo XXI). Ejemplos de la cronología de los cultismos. Primeros siglos: virgen, ángel, obispo, mártir, notario. Siglo XIII: argumento, condición, criatura, diluvio, crucificado, alba, autoridad, ascensión. Siglo XIV: adversario, apellido, cotidiano, defender, herencia, patrimonio. Siglo XV: húmedo, ínclita, ingente. Siglo XVI: ambición, decoro, objeto, purpúreo, superstición. Siglo XVII: aplauso, cándido, capacidad, cólera, crepúsculo, ejecución, erigir, evidencia, fábrica, funesto, inmóvil, mísero, nocturno, prodigio, rústico. Siglo XVIII: amputación, conmiseración, excavación, proyección. La mayoría de los préstamos tomados del latín durante los siglos XIX, XX y XXI han entrado en el español a través de otras lenguas, por lo que tal vez deberían ser considerados anglicismos, germanismos, etc. De los mencionados, los siglos de mayor aportación de cultismos son los últimos de la Baja Edad Media, el Renacimiento y el Barroco. Esta especial influencia es debida a las numerosas traducciones que en estos siglos se hacen de los textos clásicos en los que el traductor, a veces por gusto y a veces por obligación, utiliza en la traducción una palabra clásica a la que le da una mínima adaptación al romance. También son importantes como vehículo de introducción de nuevos cultismos: el gusto de poetas y dramaturgos por el léxico de origen clásico; las nuevas necesidades de vocabulario para nombrar los nuevos descubrimientos de las ciencias, las características de los nuevos sistemas políticos, etc. etc.
Estas voces tomadas del latín clásico son las llamadas voces cultas o cultismos. La evolución y desarrollo de éstas son muy distintos al de las voces populares del latín vulgar. En general, estos cultismos no participan de la evolución que hubieran tenido si hubiesen sido introducidas a través del uso popular. Los hispanorromanos, por ejemplo, utilizaban articulus referido a las «articulaciones dactilares» y según las normas de evolución fonética del español, dio «artejo» (articulus > articlus > arteclo > «artejo»). Cuando posteriormente se volvió a tomar la palabra, esta vez fue leída, no hablada; se conservó la i breve (que normalmente se hubiera transformado en e), también se conservó la u breve postónica (que hubiera debido transformarse en o); en fin, se conservó tal y como se encontró > «artículo». Mientras ésta última, «artículo», se incorporó al español a través de la vista, «artejo» lo hizo por el oído. Los casos similares de doblete, forma culta y forma popular de un mismo étimo, son múltiples.
latín
esp. evol. popular
español cultismo
latín
esp. evol. popular
español cultismo
attonitus
«atuendo»
«atónito»
fingere
«heñir»
«fingir»
auricula
«oreja»
«aurícula»
frigidus
«frío»
«frígido»
calidus
«caldo»
«cálido»
gemma
«yema»
«gema»
capitalis
«caudal»
«capital»
integrum
«entero»
«íntegro»
captare
«catar»
«captar»
laborare
«labrar»
«laborar»
cathedra
«cadera»
«cátedra»
legalis
«leal»
«legal»
clavicula
«clavija»
«clavícula»
litigare
«lidiar»
«litigar»
collocare
«colgar»
«colocar»
minutus
«menudo»
«minuto»
delicatus
«delgado»
«delicado»
pellicula
«pelleja»
«película»
spatula
«espalda»
«espátula»
plenus
«lleno»
«pleno»
strictus
«estrecho»
«estricto»
sexta
«siesta»
«sexta»
famélicus
«jamelgo»
«famélico»
speculus
«espejo»
«espéculo»
fibra
«hebra»
«fibra»
summarius
«somero»
«sumario»
Como puede verse en estos casos, el paso del latín a la forma culta en español no es completamente directo, sino que el cultismo también sufre pequeñas variaciones de adaptación a las características fonéticas del español, como es el caso de la vocal epentética (e) de «espéculo» o «espátula».
Doblete: Dos palabras, una patrimonial y una culta, que derivan de la misma latina: clavem > llave y clave, clamare > llamar y clamar, cathedram > cadera y cátedra, denarium > dinero y denario.
5.3. Léxico 5.3.3. Los préstamos El préstamo léxico se define como el término o palabra que una lengua toma de otra porque carece de un equivalente para describir una realidad. Los cultismos son una forma de préstamo de la propia lengua materna, el latín. El castellano, a lo largo de su historia, ha entrado en contacto con otras lenguas de las que ha tomado numerosas palabras. 1. Helenismos (griego). Los primeros se introducen a través del latín, posteriormente, se han incorporado numerosos helenismos referidos al ámbito de la cultura, de la política y la ciencia: democracia, monarquía, tirano, alfabeto, ortografía, etc. (Véase cap. 2) 2. Germanismos (lenguas germánicas). Se introducen en el siglo V (Invasiones Germánicas y desmembración del Imperio Romano). Son frecuentes los topónimos y antroponónimos: Álvaro, Fernando, Alfonso, Eduardo, Elisa, Elvira, etc. (Véase cap. 6) 3. Arabismos. Después del latín, el árabe es la lengua que mayor influencia ha tenido en nuestro léxico. Numerosos términos pertenecientes a todos los ámbitos de la realidad y bastantes topónimos son de origen árabe: algodón, alcachofa o alcalde, Benalup, Alcalá, Medina, Guadiana, Guadalquivir, Guadalete, etc. (Véase cap. 6) 4. Galicismos (francés). La mayor entrada de galicismos en el español tuvo lugar en los siglos XI y XII (Camino de Santiago, Orden de Cluny) y en el siglo XVIII (francés, lengua de moda): chaqueta, pantalón, chófer, garaje, etc. 5. Italianismos. La mayor influencia tuvo lugar en el Renacimiento: novela, soneto.
En
la
época
moderna:
melodrama,
partitura,
canelones,
macarrones, etc. 6. Americanismos o indigenismos procedentes de las lenguas indígenas durante la conquista de América en el siglo XVI: patata, maíz, chocolate, cacao, tomate, cacique, tiburón, canoa, etc. 7. Anglicismos. La llegada de términos procedentes del inglés comienza en el siglo XVIII y se acrecienta en el siglo XX con el liderazgo económico y militar del mundo anglosajón (Estados Unidos, Canadá, Gran Bretaña) hasta el punto de que podemos hablar de auténtica invasión: líder, fútbol, gol, corner, penalty, sandwich, pantys,etc. Antropónimo: Nombre de persona.
Aproximación a la HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Capítulo 6º — Alta Edad Media (V-X) Contenido 1. 2. 3.
Introducción: Invasiones bárbaras/ Grandes migraciones Pueblos invasores: Los visigodos Pueblos invasores: Los árabes
La Edad Media es el período histórico europeo comprendido entre los siglos V y XV. Se suele situar el comienzo de este período en el año 476 con la caída del Imperio Romano de Occidente y su fin, en el 1492 con el descubrimiento de América. Estos 1000 años tradicionalmente se dividen en dos períodos: Alta Edad Media (s.V-X) y Baja Edad Media (s.XI-XV). Ésta será la división que nosotros seguiremos. Esta cronología no es la única que se le da a la Edad Media pero es la que más se aproxima a las fechas clave de la historia de España y del español (en 1492 se publica la primera gramática del español). Algunos historiadores prefieren hablar también de Antigüedad Tardía para el período comprendido entre los siglos III y VIII ya que tiene características que lo diferencian del período anterior: aparición del feudalismo, dispersión del poder en múltiples centros, sustitución del politeismo cultural romano por las culturas teocéntricas cristiana o islámica, etc. También aquí habríamos podido servirnos de este concepto, Antigüedad Tardía, ya que este período coincide con la llegada a la Península de dos invasiones: los pueblos germánicos (s. IV) y los árabes (s. VIII).
6.1. Introducción: Invasiones bárbaras/ Grandes migraciones Como todos los imperios basados únicamente en el poder militar y no en el económico, el imperio romano empezó a desmoronarse cuando sus ejércitos -por motivos económicos- fueron incapaces de realizar las misiones que tenían encomendadas: mantener el orden interno (guerras civiles, rapiña de los mismos soldados) y defender las fronteras del imperio de los pueblos y tribus que desde el norte y el este querían ser partícipes del "bienestar romano". Estas migraciones de pueblos hacia el Mediterráneo tienen dos fases: 1. Siglos III-VI: francos, suevos, burgundios, anglos, sajones, jutos, vándalos, frisones, alanos, alamanes, ostrogodos y visigodos; 2. Siglos VI-VIII: vikingos, magiares y árabes. Para la historia del español dos son los pueblos importantes: los visigodos en la primera fase y los árabes en la segunda.
6.2. Pueblos invasores: Los visigodos 1. 2.
Los pueblos germánicos. Los visigodos La herencia germánica del castellano
6.2. Pueblos invasores: Los visigodos 6.2.1. Los pueblos germánicos. Los visigodos Durante el siglo III, el poder militar, político y económico de Roma se debilita. Esta debilidad permitió la aparición y establecimiento en los territorios septentrionales y laterales del Imperio de pueblos de diversos orígenes. Por lo que a España se refiere, se considera que los pueblos germánicos llegaron a la península entre el 409 y el 416. (Véase Mapa 8) Naturalmente, no es el primer contacto entre los pueblos centroeuropeos y los hispanos. Uno de estos "contactos" tiene lugar en el siglo III, entre 264 y 272: las provincias hispánicas fueron devastadas por suevos y francos.
De estos pueblos el más importante son los visigodos. Numéricamente, de cien mil a doscientos mil, superan a los demás pueblos germánicos que llegan a la Península, pero lo que realmente les distingue es que llegaron a España "romanizados", es decir, ya estaban familiarizados con la lengua y la cultura romanas. Hacía ya dos siglos que "convivían" con Roma, a veces como aliados, a veces como enemigos, ya fuese en la Dacia, en la Galia o incluso en la misma Italia. También llegan a España otros pueblos germánicos invasores como los suevos que se establecieron en el noroeste, Galicia. De los alanos sabemos que cruzaron los Pirineos (Puerto del Alan, Huesca) y que llegaron a ocupar los territorios centrales de la Península (Villalán, Valadolid). Los vándalos se establecieron principalmente en la España occidental para pasar luego a las tierras del valle del Guadalquivir (Andalucía < vándalos; vandalismo, hacer el vándalo). Estas tierras, las más ricas, las más romanizadas, recibieron ayuda de Roma que envió las huestes visigodas establecidas en el sur de Francia, en Tolosa para defender la Bética y expulsar a los vándalos. Como no podía controlarlos, Roma decidió utilizar a los visigodos como "policía antidisturbios": allí donde surgía un conflicto se los enviaba para realizar las tareas que los ejércitos romanos ya no eran capaces de llevar a cabo. Este envío de tropas a la Bética y no a Galicia, por ejemplo, nos indica hasta qué punto el sur peninsular estaba romanizado y la importancia y la influencia que los hispanorromanos béticos tenían en Roma. La colaboración de los visigodos con Roma era tal que en la batalla de los Campos Catalaúnicos (451), en la que combatieron junto a las legiones romanas contra los hunos, y donde murió su propio rey, combatieron uniformados y con sus legiones organizadas a la romana. Paulatinamente los visigodos fueron estableciéndose por todo el territorio peninsular; arrinconaron a los suevos en Galicia y expulsaron, dominaron o asimilaron a los demás grupos. El afincamiento de los visigodos sucede principalmente tras su expulsión de Francia por los bárbaros francos, después de la derrota que sufrieron en Vouillé, en el 507.
Los vándalos expulsados de Hispania pasaron al norte de África, desde cuyas costas se dedicaron a la práctica del vandalismo marítimo o piratería.
Los pueblos germánicos sienten admiración por la cultura de Roma (la misma admiración que Roma sentía por la de Grecia a la que había conquistado), y por la lengua romana, el latín. Por este motivo adoptaron desde muy pronto el latín para sus documentos oficiales. De su propia lengua, el visigodo, podríamos decir que para el siglo VII ya se había extinguido. Tras la conversión al cristianismo de Recaredo (589) se quemaron todos los
libros
religiosos
escritos
en
germánico.
También hay que recordar que, a la llegada de los visigodos, en Hispania había entre 7 y 12 millones de latino hablantes que difícilmente habrían podido adoptar la nueva lengua.
6.2. Pueblos invasores: Los visigodos 6.2.2. La herencia germánica del castellano 1. 2.
Toponimia germánica Antropónimos
Dadas las circunstancias anteriores, la huella lingüística propia que los pueblos germánicos dejaron en España es mínima, limitándose ésta principalmente a nombres propios de persona y de lugar. Son pocos los elementos góticos que como ataviar, escanciar, esquilar, frasco, gana, ganso, gavilán, tascar y triscar entraron en el español.
Los elementos germánicos del español no tienen su origen en estas invasiones o en el contacto con los visigodos durante 300 años hasta la llegada de los invasores árabes. El vocabulario germánico del español es común a las demás lenguas de la Romania y fue introducido a través del latín, por lo que su evolución hasta el español sigue de cerca las normas fonéticas que siguió el latín vulgar. 1. Se pierde la /h/ como venía haciendo ya el latín vulgar hispano desde el siglo I a.C.: helm > «yelmo», *spaiha > «espía», harpa > «arpa», *hrapôn > «rapar», haribergo > «albergue». 2. El sonido inicial [w] es sustituido por [gw]: wardôn > «guardar» (esta sustitución se sigue haciendo en el español moderno con los extranjerismos w- (güisqui, sangüich). 3. El sonido /θ/ de los germanismos se transformó en /t/: thriskan > «triscar» (El sonido /θ/ no aparece en el español antes del Siglo de Oro (1550-1650). 4. En cambio, la oclusiva sorda no se sonoriza *hrapôn > «rapar», spitus > «espeto», reiks > «rico». Esta particularidad se debe probablemente a que las oclusivas sordas góticas eran aspiradas, por lo que se equipararon a las geminadas latinas. (Véase 5.1.2.3)
Las demás voces germánicas que entraron en el español pero no a través del latín, lo hicieron a través del francés u otras lenguas. Este vocabulario lo compone una cantidad importante de términos militares o bélicos y otros muchos de índole diversa. Militares o bélicos como alabarda, arenga, banda, bandera, bandido, bramar, brida, dardo, esgrimir, espía, espiar, espuela, estaca, estoque, estandarte, estribo, flecha, grupo, guadañar, guarda, guardia, guardar, guarecer, guarnecer, guerra, guiar, heraldo, mariscal, sable, tramar, tregua, yelmo.
Otros
relacionados
con
la vida
doméstica,
personal,
social etc.
como agasajar, adobar, afanar, albergue, arenque, arpa, ataviar, bala, banco, banda, bando, barón, blandir, botar, brasa, brote, bruñir, buque, burgo, cofia, desmayarse, embajador, escanciar, escarnecer, escarnio, esgrimir, esmalte, esquila, esquina, falda, fango, feudal, fieltro, iltro, flete, fresco, fruncir, galardón, gallardo, ganso, guadaña, guante, giunda, guisa, guisar, hato, hucha, jabón, jardín, loba, ozano, marta, orgullo, parra, rapar, robar, ropa, rostir, rueca, sala, sayón, tapa, tejón, toalla, toldo. Se han de mencionar también, como de origen germánico, los adjetivos blanco, fresco, listo, gris y rico.
6.2. Pueblos invasores: Los visigodos 6.2.2. La herencia germánica del castellano 6.2.2.1.
Toponimia germánica
En toda la Península se encuentran unos 2.400 topónimos de origen germánico. Casi todos los topónimos visigodos proceden de un término germánico que sufre una evolución fonética romance. Pueden ser de dos tipos: 1. Nombre genérico latino (castrum, villa) combinado con un nombre propio germánico: castrum Sigerici > Castrogeriz, villa Favila > Villafáfila, palatium Frugildi > Palafrugell, Valderrodrigo, Villabermudo, etc. 2.
Derivados de un nombre germánico con evolución romance: -reiks > -ricus > -rigo > -ris > -riz: Aldariz, Gandariz, Mondariz -gild > -gildus > -gild > -gil: Arbegil, Frogil, Fuentearmegil Adaufa, Adaufe, Cachoufe (-wulfs); Adamonte, Aldemunde, Rexmondo, Baamonde (-*munda > -mundus) y Gondomar, Guimar (- marhs > -mar). La presencia de los otros pueblos germánicos queda reflejada en algunos topónimos: suevos: Puerto del Sueve (Asturias), Suevos (La Coruña), Suegos (Lugo) alanos:
Villalán
(Valladolid),
Puerto
del
Alano
(Huesca)
vándalos: Andalucía < al-Andalus, Bandaliés (Huesca) y Campdevanol (Gerona). Durante el primer siglo de convivencia entre hispanorromanos y visigodos, las
dos
etnias
se
mantenían
separadas
(cristianos
eran
los
hispanorromanos, arrianos, los visigodos). No podían contraer matrimonio ni podían residir en la misma población; de ahí topónimos como: Godos, Gudillos, Godones, Godojos, Vitigudino, etc. frente a Romanos, Romanillos, Romanones, etc.
6.2. Pueblos invasores: Los visigodos 6.2.2. La herencia germánica del castellano 6.2.2.2.
Antropónimos
Los antropónimos germánicos suelen estar formados por dos nombres cuyos significados diferentes se combinan para formar uno nuevo: Alfonso (hathus, 'combate' + funs, 'dispuesto' = «dispuesto a todo»), Fernando (frithus, 'paz' + nanths, 'intrépido' = «aliado audaz»), y otros muchos como: Guzmán («hombre bueno»), Elvira («alegre y fiel»), Rodrigo («afamado y poderoso»), Adolfo (adal, 'noble'; wolf, 'lobo', 'guerrero'), Alberto, contracción de Adalberto (adal, 'noble'; berht, 'brillo'), Alfredo (aelf, 'elfo'; read, 'consejo', o adal, 'noble'; fred, 'protección'), Álvaro (all, 'todo'; wars, 'prudente'), Carlos (karl, 'hombre libre'), Eduardo (od, 'felicidad'; ward, 'guardián'), Enrique (heim, 'casa'; rik, 'poderoso'), Federico (frid, 'paz'; rik, 'poderoso'), Guillermo (will, 'proteger'; helm, 'yelmo'), Gustavo (gund, 'batalla'; staf, 'bastón'), Ricardo (rik, 'poderoso'; hard, 'fuerte'), Rodolfo (hlod, 'gloria'; wolf, 'lobo', 'guerrero'), Rodrigo (hlod, 'gloria'; rik, 'poderoso'), Bermudo, Manrique, Ramiro, Ramón, Rosendo, etc.
Relacionada también con la onomástica, podemos recordar la difusión que tuvieron los sufijos -ez, -iz, característicos de los patronímicos, durante la época visigoda. De ellos derivan apellidos actuales como González, Sánchez, Rodríguez, Ruiz, Fernández, etc. Por lo que a la historia interna de la lengua se refiere, la presencia de los pueblos germánicos no tuvo una gran importancia ya que, como hemos visto, su legado está compuesto de una pocas palabras. En cambio, para la historia externa, la época visigoda marcó dos pautas esenciales: 1. durante estos siglos posteriores a las invasiones bárbaras -entre ellas las de los visigodos- las comunicaciones, tanto internacionales como interregionales, quedaron interrumpidas. Al desaparecer los contactos entre Hispania y las demás provincias romanas, en la Península el latín tuvo un desarrollo diferente. Igualmente, las diversas regiones peninsulares perdieron contacto entre sí y empezaron a desarrollar la diversidad de lenguas que aún hoy podemos encontrar. 2. los visigodos consiguieron crear un concepto unitario de España (una lengua, una religión, un sistema jurídico y un ejército común a todo el territorio). Este concepto será de especial importancia tanto durante la Reconquista, que cronológicamente les sigue, como durante los demás siglos hasta la actualidad, con todas las implicaciones que este concepto de unidad nacional ha tenido para la lengua. Onomástica: Ciencia que trata de la catalogación y estudio de los nombres propios. Patronímico: Nombre colocado tras el nombre individual y formado por derivación del nombre del padre: Fernández (hijo de Fernando).
6.3. Pueblos invasores: Los árabes 1. 2.
La invasión árabe. 800 años de convivencia La influencia lingüística del árabe
6.3. Pueblos invasores: Los árabes 6.3.1. La invasión árabe. 800 años de convivencia 1. 2.
La franja norte Al-Andalus
La entrada de los musulmanes (árabes, sirios y bereberes) en la Península el año 711 significó la ruptura con todo el desarrollo histórico anterior. Su presencia inicia una nueva etapa en la historia peninsular. Su llegada a la Península no es casual, sino simple continuación del expansionismo islámico que había comenzado a principios del siglo VII en la península Arábiga y que en el VIII se extendía desde el Afganistán actual hasta Líbano en el este, desde Arabia Saudita hasta Marruecos en el sur, y toda la península Ibérica en el oeste. (Véase Mapa 9)
Si Roma y los visigodos habían, mantenido una cierta unidad militar, política, jurídica, religiosa y lingüística en toda la Península, la llegada de los musulmanes significó la fragmentación cultural, lingüística y social de todo el territorio. Rota la estructura de la sociedad hispanogoda, heredera de la hispanorromana, los hablantes románicos se aislaron y evolucionaron -y no sólo por lo que a la lengua se refiere- de maneras muy distintas dependiendo de su situación geográfica y de los avatares históricos por los que pasaron. La conquista de España por los árabes fue sorprendentemente rápida (menos de ocho años) y total: sólo los territorios montañosos septentrionales caracterizados por sus escasos recursos económicos quedaron fuera del interés de conquista de los árabes (Véase Mapa 10). Así España quedó dividida en dos partes: una cristiana y otra
musulmana.
Mapa 9
Mapa 10
6.3. Pueblos invasores: Los árabes 6.3.1. La invasión árabe. 800 años de convivencia 6.3.1.1.
La franja norte
En la franja norte, cristiana, convivían los antiguos habitantes de la zona más aquéllos que no habían querido permanecer en territorio dominado por los árabes y parte de la clase dominante visigoda, aristocracia, que había encontrado refugio en estos territorios montañosos. Paulatinamente, esta clase dominante se repartirá toda la franja y se formarán numerosos territorios, condados, (véanse mapas 10 y 11) independientes entre sí, y deseosos de aumentar la extensión de sus dominios con la conquista de los territorios vecinos, cristianos o árabes. Este proceso (800 años, hasta 1492 con la conquista de Granada) es lo que se conoce con el nombre de Reconquista. Los argumentos utilizados para justificar la conquista de los territorios vecinos son los habituales en todas las guerras del mundo a lo largo de la historia. Naturalmente, si el territorio vecino conquistado no profesaba la misma religión -léase musulmanes-, no hacía falta motivo alguno más. A este motivo utilizado en la conquista de los territorios al sur, hay que añadir que esta clase dominante, aristocracia, se consideraba heredera directa de la monarquía visigoda y, por lo tanto, autorizada a recuperar los territorios que habían pertenecido a sus antepasados.
Para la historia externa de la lengua, esta fragmentación territorial significó que las que inicialmente eran sólo variantes de la unidad lingüística (relativa) del latín vulgar de la época visigoda se convirtiesen en lenguas diferenciadas entre sí, e incluso que surgiese una nueva (el castellano) formada con elementos de muchas de ellas.
Mapa 11
6.3. Pueblos invasores: Los árabes 6.3.1. La invasión árabe. 800 años de convivencia 6.3.1.2.
al-Ándalus
Con este nombre se conoce el territorio de la península Ibérica bajo poder musulmán entre los años 711 y 1492. Terminada la conquista musulmana de la Península, Al-Ándalus se integró inicialmente en la provincia norteafricana del Califato Omeya. Más tarde se convertiría en emirato y, posteriormente, en califato independiente. Con la disolución del califato en 1031, el territorio quedó fragmentado en varios reinos Taifa, que a su vez posibilitaron dos invasiones bereberes: la almorávide y la almohade.
Con el avance de la Reconquista iniciada por los cristianos refugiados en las montañas de la franja norte peninsular el 718, el territorio de al-Ándalus se fue reduciendo paulatinamente hasta su desaparición definitiva con la toma de Granada por los Reyes Católicos en 1492. El árabe era la lengua oficial de este territorio, al-Ándalus, pero desde Huelva hasta Tarragona o desde Almería hasta Galicia, la lengua hablada seguía siendo romance: el mozárabe, utilizado tanto por los mozárabes como por los muladíes y en parte también por parte de la población conquistadora. Esta lengua fue desapareciendo con el avance de la reconquista cristiana y para el siglo XII ya no quedaban comunidades que la hablasen. Nuestros conocimientos del mozárabe son limitados y se limitan a las interferencias léxicas que podemos observar en algunos documentos y composiciones árabes debidas a la situación de bilingüismo, mozárabe y árabe, que la sociedad de alÁndalus vivía. Estos documentos son glosarios latino-árabes, hispano-árabes y tratados de medicina y botánica. Entre las composiciones literarias árabes que incluyen palabras del mozárabe podemos mencionar las moaxajas, las jarchas y los zégeles. De estas tres últimas composiciones las más conocidas son las jarchas. Jarcha es palabra árabe que significa salida. Las jarchas son pequeñas canciones, estribillos, en lengua romance, tal vez los más antiguos vestigios de la lírica popular europea. Estas cancioncillas están situadas al final de unos poemas árabes llamados moaxajas; género inventado en la Andalucía musulmana entre finales del IX y comienzos del X.
Jarcha en mozárabe
(español actual)
Garīdboš, ay yermanēllaš kómkontenēr-hémewmā´lē, sīnal-ḥabībnon bibrē´yo: ¿ad obl' iréydemandā´re?
Decidme, ay hermanitas, ¿cómo contener mi mal? Sin el amado no viviré: ¿adónde iré a buscarlo?
bay-šemioqorasonde mib Yārabbīšišetornarad țanmal miodoler al-habīb Enfermo Ϋedquanšanarad
Mi corazón se me va de mí. Oh Dios, ¿acaso se me tornará? ¡Tan fuerte mi dolor por el amado! Enfermo está, ¿cuándo sanará?
Mozárabe: Individuo de la población hispánica que permanece en territorio conquistado por los árabes conservando su lengua y su religión. Muladí: Cristiano que tras la ocupación del territorio español por los árabes abraza la religión musulmana. Glosario: Anexo al final de libros o enciclopedias, donde se definen y comentan algunos términos utilizados en el texto, para así ayudar al lector a comprender mejor los significados de algunas palabras.
6.3. Pueblos invasores: Los árabes 6.3.2. La influencia lingüística del árabe 1. 2.
Léxico Toponimias
La huella árabe es bien patente en la península Ibérica: espléndidas construcciones, palacios, jardines, prácticos sistemas de riego, nuevos productos agrícolas, filosofía, recetas culinarias, etc. Los territorios cristianos, aunque fragmentados, se impregnaron profundamente de los valores árabes. Naturalmente, en la lengua también es perceptible esa huella. El árabe actuó como superestrato (lengua dominante) del romance andalusí, y como adstrato (lengua vecina) de los romances peninsulares septentrionales. Aunque fueron muchos años de convivencia, contacto y bilingüismo -en algunos casos, la influencia mutua de ambas lenguas fue sólo léxica. Al tratarse de mundos lingüísticos tan diferentes, las estructuras internas de las lenguas (fonética y morfosintaxis), totalmente diferentes, siguieron sus respectivos procesos históricos con casi total independencia. Queremos recordar aquí que, al igual que pasó con las palabras que se tomaron de las lenguas germánicas, el léxico que se tomó del árabe sufrió los mismos cambios que habían ocurrido o estaban teniendo lugar en el post-latín vulgar o pre-romance castellano. Por ejemplo: 1. Las aspiradas árabes se asimilaron con la única aspirada romance, la «h» aspirada [h] o [h], alófono de / f / -que estaba en vías de desaparición- y produjeron diferentes resultados: o se representaron por «h», o fueron reemplazadas por «f». De ahí las alternancias en algunas formas: rahal /rafal, Alhambra / Alfambra, alholí / alfolí. 2. En algunos préstamos del árabe se sonorizaron las oclusivas sordas intervocálicas al igual que ocurría con las palabras latinas: al-qutun > algodón. 3. Palatalización de «nn»: an-nil > añil, al-bannā' > albañí > albañil. 4. En este romance castellano no se conocen las palabras terminadas en vocal acentuada (salvo algunas terminaciones verbales: canté, salí) por lo que transformó los nombres árabes con
esa vocal final acentuada añadiéndoles una
consonante paragógica posible en castellano: al-kirā' > ant. alquilé > alquiler, albannā' > albañí > albañil. Superestrato: Lengua que se extiende por otro dominio lingüístico (gótico, árabe, por ejemplo) y que es abandonada por sus hablantes en favor de la lengua originaria (lengua romance), sobre la que, sin embargo, ejerce algún influjo. Adstrato: Lengua (el árabe, por ej.) cuyo territorio es contiguo al de otra (los romances peninsulares del norte durante la Reconquista), sobre la cual influye. Paragoge: Adición de un sonido al final de una palabra: fraque por frac. Paragógico. Adj.
6.3. Pueblos invasores: Los árabes 6.3.2. La influencia lingüística del árabe 6.3.2.1.
Léxico
El léxico español de procedencia árabe constituye, aproximadamente, un 8% del vocabulario total. Puede decirse que casi todos los campos de la actividad humana cuentan en español con arabismos. Los adjetivos de origen árabe, son escasos; entre ellos se cuentan: asesino, baldío, carmesí, garrido, mezquino y zalamero. Entre los verbos se encuentran: halagar, recamar, acicalar. Partículas de origen árabe son: hasta, ojalá. Sin embargo, la gran mayoría de las palabras de origen árabe son sustantivos. Muchos de éstos, como puede verse en los siguientes ejemplos, comienzan por al-, el artículo definido árabe, que quedó incorporado al sustantivo. Algunos tienen la forma que el árabe les dio, pero proceden de otra lengua. 1) administración: «aduana», «albacea», «albarán», «alcalde», «alguacil», «alquiler», «arancel», «tarifa»; 2) hogar: «alacena», «albóndiga», «albornoz», «alfiler», «alfombra», «almíbar», «almirez», «almohada», «alhaja», «jarra», «taza»; 3) agricultura: «aceituna», «acelga», «acequia», «acerola», «albaricoque» (lat. praecoquis), «albérchigo» (tomado originalmente del latín malum persicum, 'melocotón', y modificado por el árabe), «alcachofa», «alfalfa», «algarroba», «algodón», «aljibe», «altramuz», «alubia», «arroz» (del persa), «azafrán», «azú¬car» (del lat.sucrum,] «azucena», «berenjena», «espinaca», «naranja»(persa), «noria», «sandía», «zanahoria»; 4) arquitectura, arte y música: «alcantarilla», «alcoba», «almacén», «azotea», «zaguán», «laúd», «tambor», «zoco»; 5) militar: «algarada», «alarde», «alcaide», «alférez», «almena», «atalaya», «adarga», «azote», «barbacana», «faca», «rebato», «zaga»; 6) medidas: «arroba», «azumbre», «fanega», «quintal»; 7) oficios: «albañil», «alfarero»; 8) científico: «algoritmo», «guarismo» en Geometría; «cifra» y «álgebra» en Matemáticas; «alcohol», «álcali», «alambique», «alquitrán», «azufre» en Química (o Alquimia), «cenit» en Astronomía, «nuca» o «jarabe» en Medicina, etc. En el vocabulario científico los arabismos no son exclusivos del español: todas las lenguas europeas occidentales los conocen, en mayor o menor
grado, gracias, en parte a la labor desarrollada en la Península durante la época medieval por la Escuela de Traductores de Toledo.
Como puede verse en la lista anterior, el vocabulario de origen árabe podemos encontrarlo en todo tipo de actividades de la vida cotidiana. Eso nos indica hasta qué punto ambos mundos se entremezclaron y la importancia que los cristianos daban a todo aquello que venía de la cultura musulmana, por la que sentían admiración.
6.3. Pueblos invasores: Los árabes 6.3.2. La influencia lingüística del árabe 6.3.2.2.
Toponimia
En el apartado de los topónimos, la influencia arábiga en España es también considerable. Los topónimos árabes suelen ser de dos tipos: descriptivos o formas compuestas. Descriptivos: Alarba ('el miércoles', porque era el lugar donde se celebraba el 'miércoles de mercado'), Albacete ('el llano'), Alcalá ('el castillo'), Alcolea, ('el castillito'), Alcántara (en tres provincias, 'el puente'), Alcudia ('el cerro'), Algeciras ('las islas'), Algarbe ('el oeste, el poniente'), Alhambra ('la roja'), Albaida ('la blanca'), Rábida y Rápita (convento militar), Medina ('la ciudad'), Medinilla ('la ciudad pequeña').
Formas compuestas: 1. árabe + árabe: Wadi, 'río' aparece en Guadalajara ('río de lecho rocoso'), Guadalquivir ('gran río'), Guadalaviar ('río blanco'), Guadarrama ('río de lecho arenoso') 2. árabe + nombre de persona: Medinaceli «ciudad de Selim», Calatayud «castillo de Ayub» o los muchos Beni-( [ɹ] Tengo tres carros [téngo tɹés káɹos]
-
Léxico indígena arahuaco-taíno (poroto 'alubia', choclo 'mazorca').
(ají,
papaya)
y
quechua
10.3. Zonas dialectales de América 10.3.3. Español del Caribe -
Debilitamiento y asimilación de -r. [komé] 'comer', [kággo] 'cargo' - Uso de pronombre delante del verbo en interrogativas: ¿qué tú quieres?
-
Abundancia de anglicismos: aplicar 'solicitar' (to apply), cambiar de mente 'cambiar de opinión' (to change one's mind), llamar patrás 'volver a llamar' (to call back), estar lei 'llegar tarde' (to be late), tener fon 'divertirse' (to have fun), chopear 'ir de compras' (to shop).
10.3. Zonas dialectales de América 10.3.4. Español de México y Centroamérica - Aspiración de j-g: [káha] - Uso de ustedes con valor de segunda persona del plural. (Véase 10.1.3 Morfosintaxis, 1) - Léxico indígena náhuatl: cuate 'mellizo', elote 'maíz verde'.
Aproximación a la HISTORIA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Capítulo 11º — El español actual. La unidad Contenido 1. 2.
Características del español actual "La" característica del español actual: la unidad
El español es hoy la lengua de 500 millones de personas (2012) distribuidas por cuatro continentes. Ordenados por cantidad de hablantes, son países hispanohablantes: México (108 mill.), EE.UU., España Colombia, Argentina, Venezuela, Perú, Chile, Cuba, Ecuador, República Dominicana, Guatemala, Bolivia, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Puerto Rico, Costa Rica, Uruguay, Panamá y Guinea Ecuatorial (400.000). De ellos, sólo Puerto Rico y EE.UU. no tienen el español como lengua oficial. A estos habría que añadir los que siguen hablando español en territorios históricamente ligados a España, como Marruecos y Filipinas. Mención aparte merece el judeoespañol, la lengua hoy hablada por los judíos que fueron expulsados de España en 1492. Esta lengua es un español congelado en su forma y sonidos en las características del español del siglo XVI.
11.1. Características del español actual 1. 2.
Nueva gramática de la lengua española Algunas características
Para conocer cómo es el español actual, ya disponemos de excelentes obras como la Nueva gramática de la lengua española publicada por la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española (2009); laGramática descriptiva de la lengua española, de Ignacio Bosque y Violeta Demonte (1999); el Diccionario de la Real Academia (2010); el Diccionario del español actual, de Manuel Seco, Olimpia Andrés y Gabino RamOs (1999); y muchas más. No obstante, además de una breve descripción de la Nueva gramática de la lengua española, mencionaremos en este capítulo algunos detalles sobre la gramática y el léxico del español actual.
11.1. Características del español actual 11.1.1. Nueva gramática de la lengua española Queremos mencionar esta Nueva gramática porque es la cumbre o el punto del camino donde nos encontramos, a donde hemos llegado, en la historia de la lengua española. Es la más extensa gramática del español que se haya publicado jamás. En ella culminan casi 20 años de trabajo de varios centenares de colaboradores dirigidos por Ignacio Bosque. En sus 4000 páginas han conseguido lo que parecía imposible: describir la diversidad del español dentro la unidad que la lengua conserva. Los mismos editores la describen con seis adjetivos: colectiva, panhispánica, descriptiva, normativa, sintética y práctica. Colectiva. Lejos quedan los tiempos cuando las gramáticas del español venían marcadas únicamente por la Academia Española. En la elaboración de ésta han participado las 22 Academias de la Lengua existentes, lo cual ha permitido reflejar el español en todas sus variantes geográficas. Panhispánica. También es una gramática panhispánica orque no se limita a describir el español de una zona, sino que abarca todas las zonas hispanohablantes, sin entrar en valoraciones de mejor o peor español de cada una de esas zonas. Descriptiva. La NGLE es una gramática descriptiva porque presenta las pautas que conforman la estructura del español y analiza de forma detallada las características de cada construcción. Normativa. Pero esta gramática no es sólo descriptiva sino normativa también ya que aunque no habla de correctos e incorrectos, recomienda unos usos mientras que otros, los desaconseja. Sintética. Es una publicación sintética porque aúna tradición y novedad y tiene en cuenta tanto los estudios clásicos como los últimos estudios sobre la gramática de la lengua española. Práctica. Es práctica porque puede servirles de punto de referencia a estudiantes, profesores y todos aquéllos que quieran conocer mejor esta lengua.
11.1. Características del español actual 11.1.2. Algunas características del español actual 1. 2. 3. 4.
Léxico Fonética Morfosintaxis Ortografía
En las publicaciones antes mencionadas encontraremos una descripción detallada de la fonética, la morfología, la sintaxis y el léxico del español actual. No obstante queremos presentar algunas de estas características y algunos cambios habidos últimamente. Fuera del léxico, el español de hoy es muy similar al del siglo XIX y XX. Los cambios habidos en la fonética y la morfosintaxis no son muy significativos y en la mayoría de los casos eran características que en mayor o menor medida ya existían.
11.1.2. Algunas características del español actual 11.1.2.1.
Léxico
Es en el plano léxico donde el español ha sufrido mayores transformaciones en las últimas décadas. Es fácil comprender que las nuevas tecnologías, las nuevas formas de relaciones sociales y el fácil acceso que la mayoría tiene a la información a través de radio, televisión e internet han comportado la aparición y difusión de una gran cantidad de lexías como ordenador, enrutador, servidor, escáner, módem, banda ancha, móvil, celular, teletrabajo, cibercafé, pantalla táctil, repositorio digital, pago por visión, USB, SMS, euro, decretazo, contrato basura, mileurista, movida, chatear, botellón, litrona, bomba lapa, zona cero, patera, balcanización, talibán, etc. Naturalmente, la llegada de nuevas palabras ha significado la desaparición de otras, como siempre. En 2002 nació el euro y desapareció la peseta, que de paso se llevó consigo la rubia (1 pts) y el duro (5 pts). Ya antes, en el XX, habían desaparecido la perra chica (0,05 pts) y la perra gorda (0.10 pts). .
11.1.2. Algunas características del español actual 11.1.2.2.
Fonética
Seseo y yeísmo. El seseo y el yeísmo existen desde hace siglos, pero en la actualidad han ganado en extensión y número de hablantes. No obstante, ello no ha significado cambios en la estructura fonética del español. Pérdida de -d- intervocálica. Como los fenómenos anteriores, la pérdida de la –dintervocálica de los participios se ha extendido. Ya no sólo concierne a los de la conjugación –ar, sino a los de las otras dos conjugaciones: trabajao, comío, vivío. Esta pronunciación también ha pasado a los adjetivos y sustantivos con terminaciones similares a las de los particpios: cansao (cansado), o sustantivos como estao (estado), abogao (abogado).
11.1.2. Algunas características del español actual 11.1.2.3.
Morfosintaxis
Inseguridad en los referentes pronominales. Inseguridad en los referentes pronominales. Como puede verse en el apartado 10.2.3 (el voseo americano) no existe uniformidad en lo que se refiere a la 2ª persona del singular, ni en el caso del pronombre, ni en el de la terminación verbal. Lo mismo ocurre con el pronombre ustedes que tanto puede tener un referente coloquial (ustedes pensáis) como formal (ustedes piensan). Leísmo , laísmo y loísmo son tres casos más de esa inseguridad. Leísmo: sustitución de los pronombres COD lo/la por le, CI. Le vi ayer. Laísmo: sustitución de los pronombres CI le/les por la, COD. La voy a enviar
flores.
Loísmo: sustitución del pronombre CI le por lo, COD. Lo han dado un premio.
Género. Variación en el género de sustantivos de profesiones desempeñadas por mujeres: jefa, jueza, abogada, médica, etc. Adjetivos con valor adverbial. No es algo nuevo, pero el uso de adjetivos con valor adverbial se ha extendido:pronuncia claro, trabaja duro, se mueve rápido. Sustantivos en aposición. Es frecuente la formación de nuevas lexías por sustantivos en aposición:: bomba lapa, contrato basura, palabra clave, etc. Construcciones condicionales. Hay una marcada preferencia por el uso de las condicionales reales (si + pres. ind., pres. ind. Si me lo pides, yo voy.) a las condicionales posibles (si + pres. ind., fut. imp. Si me lo pides, yo iré.). Relativos. Ha habido un retroceso en el uso de los relativos quien y el/la/los/las/ lo cual a favor de que y el/la/los/las/lo que. Queísmo y dequeísmo. Son frecuentes los casos de queísmo (supresión de la preposición de) y dequeísmo (uso de la preposición de allí donde no es posible): Estoy seguro que vendrá mañana. Pienso de que eso es imposible.
11.1.2. Algunas características del español actual 11.1.2.4.
-
Ha
Ortografía desaparecido
la
tilde
de
la
preposición a y
de
la
conjunción o.
- También han dejado de llevar tilde los demostrativos este, ese, aquel, etc. y palabras como solo y guion. - Los prefijos ex- y anti- deben escribirse junto al nombre al que acompañan: exesposa, antidepresivo. - Los bígrafos ch y ll han dejado de ser letras independientes en los diccionarios y se han integrado en la C y la L, respectivamente.
Contenido 1. 2.
Tres factores en contra de la unidad El español, lengua vehicular
Si echamos una mirada a las lenguas que en algún momento fueron lenguas de colonización, podremos fácilmente observar que el inglés que habla un habitante de la ciudad inglesa de Liverpool es difícilmente comprensible para un anglófono de la ciudad australiana de Camberra; lo mismo pasa con el francés: un francés de Marsella tendrá dificultades para entenderse con un ciudadano de Quebec aunque los dos hablan la misma lengua. No es éste el caso del español. Los habitantes de Santiago de Chile pueden comprender sin problemas a los de Santiago de Cuba o a los de Santiago de Compostela (España).
11.2 "La" característica del español actual:la unidad 11.2.1.
Tres factores en contra de la unidad
Esta unidad sorprende aún más si tenemos en cuenta tres factores: cuándo, cómo y qué. Cuándo. El español comenzó difundirse por el mundo mucho antes de que lo hiciesen las otras lenguas antes mencionadas. Ese hecho debería haber significado una mayor diferenciación de las formas ya que el paso del tiempo suele dejar huella en forma de cambios semánticos, sintácticos y fonéticos. Un ejemplo claro lo tenemos en el latín: tras la caída del imperio romano, la lengua hablada en los diferentes territorios empieza a diferenciarse hasta tal punto que en el siglo X un hablante de Hispania y otro de Dacia no habrían podido entenderse. Dentro de la misma Hispania, un hablante de Cádiz difícilmente habría podido entenderse con otro de Asturias.
Cómo. La colonización española estaba organizada en virreinatos con sus correspondientes centros urbanos, ciudades, desde donde se administraban las relaciones comerciales, la justicia, la educación, etc. Los asentamientos ingleses, portugueses o franceses eran eso: asentamientos; lugares de intercambio comercial, factorías, como denominamos a los asentamientos griegos y fenicios en las costas meridionales españolas durante los siglos anteriores a la llegada definitiva de los romanos. Las organizaciones urbanas, tanto a lo largo de la historia como en la actualidad, tienden a introducir en la lengua innovaciones, léxicas y fonéticas principalmente, porque la comunicación no corre riesgo. Los habitantes de las ciudades están en constante contacto y cualquier novedad se difunde rápidamente. La comunicación entre los habitantes de las zonas rurales, en cambio, es más esporádica e individual; por lo tanto éstos intentan conservar lo conocido de manera que la comunicación con los demás sea posible. Nótese que estos dos aspectos, conservadurismo e innovatividad, no sólo existen en el campo lingüístico cuando comparamos los valores del campo con los de la ciudad.
Qué. Como ya se mencionaba en 8.4.2, la política lingüística colonial española no estaba interesada en la difusión de la lengua española, sino de la religión católica. Para conseguir ese objetivo proselitista, divulgativo, las escuelas que se fundaban en las colonias utilizaban la lengua amerindia con mayor número de hablantes en la zona de manera que hubiese en cada territorio una lengua común a los indios y fuese más fácil para los religiosos difundir su religión. Las congregaciones de religiosos exigían que los miembros que eran enviados a las colonias conociesen una de las lenguas amerindias para que así éstos pudiesen llevar a cabo más fácilmente su labor proselitista.
11.2 "La" característica del español actual:la unidad 11.2.2.
El español, lengua vehicular
¿Cómo es posible, entonces, que el español tenga en la actualidad este carácter unitario? Los motivos podemos resumirlos en uno: el español fue, en el momento de su nacimiento, ha sido desde entonces y sigue siendo en la actualidad una lengua vehicular, utilizada por todos los hablantes de distintas diversidades para comunicarse entre sí, pero que ninguno habla como lengua materna. Las otras lenguas romances, incluidas las peninsulares, son el resultado de transformaciones que el latín tiene a lo largo de los siglos en determinados territorios. Cuando en el siglo IX aparece lo que podría ser un ejemplo de español -las glosas emilianenses-, el catalán, el gallego, el aragonés, el leonés, el occitano, etc. llevaban ya mucho tiempo existiendo como lenguas romances diferenciadas del latín. En el siglo VIII el español no existía todavía aunque es una lengua derivada del latín. Su nacimiento es artificial. En el siglo VIII los árabes habían conquistado prácticamente todo el territorio peninsular; sólo en los territorios montañosos del norte se conservaban comunidades cristianas más o menos independientes del poder musulmán. A lo largo de los 800 años siguientes estos territorios se convertirían en reinos y, no obstante las guerras y demás enfrentamientos que mantuvieron entre sí, consiguieron hacerse con todo el territorio peninsular. La conquista de los territorios árabes fue lenta. Los territorios cristianos enviaban soldados-agricultores a los territorios fronterizos para hacerse con el control de los mismos. Estos proyectos de conquista estaban abiertos a todos los interesados, por lo que los soldados-agricultores no procedían de una única región, ni compartían una misma lengua. Cuando el reino de León empezó la conquista de los territorios del norte de la actual provincia de Burgos y zonas limítrofes, acudieron a la conquista leoneses, aragoneses, vascones, riojanos, navarros, franceses occitanos y mozárabes. Pronto surgió entre ellos una lengua que les permitía entenderse conservando rasgos de la propia lengua y adaptando rasgos de la de los demás. Como el territorio recibió el nombre de Castilla, esta lengua artificial, vehicular, este esperanto de los soldadosagricultores fue llamado castellano, primera forma del actual español. Posteriormente Castilla se convertiría en una potencia militar y llevaría su lengua a los territorios conquistados. Algo similar –necesidad de una lengua vehicular- ocurrió tras la independencia de las colonias americanas. Como arriba mencionábamos, España, durante la época colonial, se había preocupado de la difusión de las lenguas amerindias en escuelas y universidades, pero había descuidado la enseñanza del español. Cuando las colonias se independizan, los habitantes de estas nuevas repúblicas no comparten la misma lengua porque son varias las utilizadas en esos territorios. Para conseguir una cierta homogeneidad cultural nacional, los nuevos gobiernos independientes establecen ya desde el principio de la independencia que sea el español la lengua vehicular de todos los habitantes de manera que todos puedan conservar su lengua pero puedan comunicarse con los demás con una lengua común. Este hecho histórico es importante y debe ser recordado: la difusión del español no se debe a la labor realizada por España
–salvo la labor realizada por el Instituto Cervantes desde hace una veintena de años-; el español se difunde y se conserva porque las jóvenes repúblicas americanas deciden que sea su lengua oficial. Si en el XIX estas repúblicas se hubieran decantado por el caribe, el quechua o cualquiera de las otras lenguas de las 123 familias lingüísticas americanas, el español tendría hoy una posición totalmente diferente. A los ejemplos de la reconquista española y la independencia americana hay que añadir un ejemplo más de este carácter vehicular del español: los judíos sefardíes siguen hablando español. Desde Israel pasando por Tesalónica y los Balcanes hasta Marruecos hay una población que independientemente del paso del tiempo y la distancia geográfica existente entre los hablantes, sigue hablando español. Cuando a finales del siglo XV la corona española (que incluye también Portugal en ese momento) decide la expulsión de toda la población judía de sus territorios, el español pasa a ser la lengua de nuevos territorios. Los judíos españoles de Bilbao, Barcelona, Valencia, Salamanca, Lisboa, etc. se llevan, además de los objetos personales más indispensables, dos lenguas: la que hablaban en su territorio, portugués, valenciano, vasco, etc. y la lengua que le permitía a toda la comunidad judía peninsular mantener los lazos de unión y la comunicación: el español. Las nuevas comunidades que se forman a lo largo de la costa mediterránea incluyen miembros de distintos orígenes peninsulares pero que tienen en el español su lengua vehicular y a la que se han aferrado hasta hoy en día como forma de conservar su identidad. Cierto es que el español actual tiene multitud de variantes pero bajo todas ellas existe la unidad. Cada variante tiene una parte del léxico que es particular, característico de la región donde se habla, pero el 85 por ciento del léxico del español sigue siendo un léxico compartido por todos. Chavo, chaval, chamito, pibe, cuate, chiguito, etc. son palabras que pueden resultar desconocidas para algunos hispanohablantes, pero todos ellos conocen joven, chico, muchacho y pueden recurrir a ellas. Los habitantes de Las Palmas de Gran Canaria o de Santiago de Cuba, cogerán la guagua para ir al centro, pero probablemente conocerán o reconocerán autobús aunque no sea la única forma de llamarlo (bus, micro, camión, colectivo, microbús, pesero, combi, omnibús, etc.) en otros territorios hispanohablantes. También ha habido cambios en la pronunciación pero éstos no han significado el nacimiento de una nueva fonología en una determinada zona; el sistema fonológico del español no ha cambiado aunque han surgido alófonos, realizaciones particulares de determinados sonidos. El fonema /ʎ/ de caballo se realiza [ʎ] en algunas partes pero como [ ] o como [ʤ] en otras. Con el fonema /c/ de muchacho pasa lo mismo, puede realizarse [c], o [ʧ] o incluso [ʃ]. Es característico del español que el fonema /s/ se sonorice en [z] ante consonante sonora, como en mismo, rasgo; esta sonorización puede ser apical [z] (en muchas partes de España y también en los Andes centrales) o laminar [z]: musgo[múzɣo], [múzɣo]. Los castellanos pronuncian como interdental [θ] lo que el español define como dental [d]/[δ] cuando se encuentra al final de palabra [maδríθ], [maδríδ]. Pero éstas y otras muchas variantes no impiden que un castellano pueda entenderse sin problemas con un guatemalteco.
Hace ya tiempo que del castellano septentrional desapareció el imperfecto de subjuntivo: Me gustaría que vinieses/vinieras (español)/ Me gustaría que vendrías (castellano). Los sistemas pronominales de algunas partes de Argentina, México, Ecuador y España no coinciden: tú tienes, tú tenés, vos tenés, vos tienes. En el español de León, Asturias y Galicia (España), como en el de muchas partes de Hispanoamérica, el tiempo pasado y su relación con el presente no se entienden de la misma manera que en el español vehicular: ¿Ya desayunaste?,¿Ya has desayunado? Pero estas variantes no afectan a la estructura morfosintáctica del español. Distinta sería la situación si hubiese cambiado el morfema de persona de los verbos y tuviésemos Vos tenemos o Tú tiene_. Pero no, las formas pronominales cambian, pero la terminación verbal en –s, la que lleva la información de segunda persona singular en español se conserva. La estructura básica del español es compartida por todas las variantes. Las diferencias léxicas, fonéticas o morfosintácticas que existen a lo largo del mundo hispanohablante no han minado el carácter vehicular de la lengua. Los mexicanos, con su diversidad de lenguas, saben que tienen una compartida por todos, el español. Los españoles, con su diversidad de lenguas, saben que tienen una compartida por todos, el español. Los bolivianos, …; los paraguayos, … En la mayoría de los países hispanohablantes se hablan varias lenguas (en España, el gallego, el leonés, el bable, el vasco, el aragonés, el aranés, el catalán; en México la lista sería extensa por lo que mencionaremos aquí sólo las familias, cada una con varias lenguas: mayense oriental, mayense occidental, yucatecano, huasteco, totonacano, mixe-zoqueano, otomangue oriental, lenguas algonquianas, tequistlateco-chontales, yumano-cochimíes y yuco-aztecas; en Perú: aymará, resígaro, yine, axininca, bora, ocaina, etc.; en Argentina: quechua, guaraní, aymará, guaycurú, etc.). Además de estas lenguas, en cada país hispanohablante hay varios dialectos (En España: el castellano, el andaluz, el murciano, el riojano, etc.). Todos estos hispanos, independientemente de su origen, bilingües o monolingües dialectales disponen de un vehículo con el que comunicarse con “los otros”: el español.
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