APDEBA, Diálogos clínicos con André Green

November 8, 2017 | Author: Bieszczady Viehmeister | Category: Jacques Lacan, Psychoanalysis, Incest, Psychological Trauma, Cognitive Science
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DIALOGOS CLINICOS CON ANDRE GREEN

Psicoanálisis Revista de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires

Psicoanálisis Editada por la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Sociedad Componente de la Asociación Psicoanalítica Internacional COMISION DE BIBLIOTECA Y PUBLICACIONES Director Interino Dr. Humberto Gobbi BIBLIOTECA Secretaria Interina Dra. Marcia Stigol de Nejamkis

PUBLICACIONES Secretaria Dra. Amalia Theodoro de Zirlinger

Vocales Dra. Celia Norma Faena de Sella Dra. Diana Liberman de Vannelli Dra. Mirta Najdorf Dra. Delia Saffoires

Programación Coordinadora Dra. Norma Slepoy

Indizadores Lic. Angela Teresa Devoto Dra. Celia Norma Faena de Sella Dra. Diana Liberman de Vannelli Dra. Mirta Najdorf Dra. Delia Saffoires Dra. Marcia Stigol de Nejamkis Bibliotecaria Lic. Sofía Zoltay

Vocales Dra. Susana Bidolsky de Bursten Dra. Claudia Bregazzi de Quiroga Dr. Andrés Fractman Dr. Pablo Grinfeld Dr. Norberto Helman Dra. Aminta Savarese Dr. Eliseo O. Storani Dr. Federico Urman Edición Co o r d i n a d o r a Dra. Zulema Verbitzky Vocal Dr. Enrique Alba

Corresponsales Dr. Newton Aronis Maltchik Dr. Eugenio Cornide Cheda Dr. Carlos R. Featherston Dra. Ana R. Chait de Trachtenberg Dr. Héctor Fernando Maffi Dr. Renato Trachtenberg Dr. Alberto Eiguer Dr. Rogelio Sosnik Dr. León Grinberg

Secretaria Administrativa Celina M. Torres

Cuidado de la edición: Ediciones Kargieman

ISSN 0325-819X Registro de la propiedad intelectual: 159.202 Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires Maure 1850 - (1426) Buenos Aires, Argentina - Teléfono: 775-7867 - Fax: 7757985 Email: [email protected]

Indice

Editorial

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Reggy Serebriany. André Green, semblanza y obra

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Sigmund Freud. Cita

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Alicia

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Andrea

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Bernardo

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Gregorio

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Katia

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Luisa

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Marcelo

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Pablo

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Continuando el diálogo con Green (Con introducción de Manuel Gálvez)

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Obras de André Green

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En la programación de esta revista intervinieron Norberto Helman, Norma Slepoy y Amalia Zirlinger. En la revisión del francés participaron Andrés Fractman, Juana Laniado de Cvik y Mónica Serebriany. La supervisión y el cuidado general de la traducción lo llevó a cabo Reggy Serebriany, quien además nos brindó su experiencia y colaboración en todo momento. Agradecemos a todos los analistas que generosamente nos cedieron el material clínico que hizo posible esta revista. Comisión de Publicaciones

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Editorial

En la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, casi todos los años se llevan a cabo jornadas de trabajo con psicoanalistas extranjeros. Así fue como en los años 1990 y 1994 André Green dictó conferencias y realizó seminarios teóricos y de supervisión. Siempre fue importante para Psicoanálisis reflejar esta tarea en sus páginas; muchas conferencias se han publicado en ellas. La tarea realizada en las supervisiones clínicas, allí donde se unen la teoría y la práctica, debió esperar un tiempo; diversas razones dificultaron su publicación. Sin embargo, es en la supervisión donde se puede captar la filigrana con que van tejiendo sus ideas los pensadores del psicoanálisis. Teniendo esto en cuenta, desde hace unos años, la revista ha incorporado la sección “Supervisiones”. Hoy, con este número dedicado especialmente al diálogo clínico con André Green, cumplimos con un viejo anhelo. Con Green se estableció un verdadero diálogo que él iniciaba con estas preguntas formuladas al analista luego de la presentación del paciente: ¿Qué pensaba Ud al inicio del tratamiento? ¿Cómo creía que se iba a desarrollar el análisis? ¿Cuál era su idea acerca del problema central del paciente? Luego dirigía estos mismos interrogantes a todos los asistentes y con algunos seguía dialogando a lo largo de toda la reunión clínica, contrastando ideas, polemizando también. En franco intercambio con los analistas que presentaron su material, más de una vez dijo: “Mire, yo lo hubiera dicho así...”, y expresaba su interpretación. Tampoco calló las razones por las que pensaba que el analista, en función de su contratransferencia, se ubicaba en tal o cual línea interpretativa. Como expresa Manuel Gálvez en su introducción a Conti-

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EDITORIAL

nuando el diálogo, este intercambio prosiguió con preguntas que se le hicieron a Green en 1991, luego de su primer viaje, que él generosamente respondió, y que hoy incluimos en esta publicación. En Bernardo, un paciente de veintitrés años, cuya madre maníaco depresiva se suicidó cuando él recibió su título, es donde Green insistió más en considerar “lo central” del problema del paciente, donde mostró el trabajo de lo negativo que éste realizó para no tener en cuenta que la madre estuvo siempre muerta. “Es imposible no ver que el niño no puede dejar de plantearse la pregunta que lo lleva a pensar que él es un objeto que no puede darle placer a la madre, no puede satisfacerla, no puede establecer ese lazo fundamental que hará que aquél que recibe la alegría, será también aquél que la da. Y naturalmente, como él no es psicoanalista, no sabe que la alegría que uno experimenta es el resultado del encuentro con el deseo de recibir esa alegría, pero implica, además, que se puede ser testigo de la alegría que uno da”. En Luisa, una paciente que llega al análisis por alcoholismo, plantea con claridad su postura epistemológica. Hace la distinción entre el formular hipótesis para ordenar las ideas en la propia mente y el querer explicar todo desde el comienzo. Señaló la extrema importancia de conservar una actitud en suspenso. Querer explicar todo yendo a lo más profundo, a lo más lejano, a lo más antiguo, piensa que es una utopía, y que no hace justicia a la complejidad de la vida psíquica. A propósito de Katia, Green nos habla del doble registro intra e intersubjetivo que se da en cada sesión; de “lo estático” (la falta de movimiento dentro de la sesión); y de “la doble saturación”: masoquista, en el vínculo objetal y la relación adictiva con drogas en la vertiente narcisista No aparecen indicios de actividad mental productora de fantasías. También se refirió a la posición transferencial paradojal, con impotentización de la analista (como era impotente la paciente, de niña, frente a los padres peleando) que al mismo tiempo es requerida como madre capaz de cuidar. A través de Pablo, un paciente adolescente, Green planteó el tema de la rememoración y la causalidad. Al considerar un recuerdo del joven : “Recuerdo cómo mi padre venía caminando hacia mí por el pasillo, se agachó y me dijo: ¡murió el abuelo!.. Sentí una onda expansiva...”. Señaló, como al pasar, que él

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EDITORIAL

trabaja siempre con los detalles. Tomó entonces la frase “se agachó, vino hacia mí y me dijo” señalando cómo, en un cuadro banal, se manifestó el deseo del niño de que sea el padre quien se acerque. Hizo una exposición teórica y dio una conmovedora visión del paciente, preguntándose además, si este final de sesión, tan esclarecedor, no nos plantea la necesidad de ser más prudentes y circunspectos y no caer en la seducción de los aspectos más crudos del material que pueden surgir inicialmente. Marcelo está acosado por un duelo interminable que subyace al consumo excesivo de drogas y conductas autodestructivas. Un cuadro hipocondríaco y una organización adolescente dan cuenta de la hipertrofia de su narcisismo. Podemos observar como André Green privilegia la escucha analítica para desarrollar tanto las hipótesis dinámicas como la construcción de la interpretación. Dice: “Si ustedes quieren hacerse una idea de lo que sucede es necesario escuchar lo que el paciente dice y no hacer construcciones que descansen sobre lo que él no dijo”. Alicia es una analizada de difícil acceso, que presenta un aplastamiento de su vida psíquica, precaria simbolización y tendencia a las actuaciones de características masoquistas y autocastradoras. Está afectada, en la opinión de Green, de un agotamiento libidinal (el eje económico de la metapsicología conserva vigencia en sus formulaciones). A partir de su enfoque clínico, fundamentado teóricamente y a la vez realista en su puesta en ejecución para nuestra práctica, conduce al rescate de lo libidinal a través de la trama edípica, como alternativa para enfrentar el congelamiento narcisista. Es el valor de una semiología psicoanalítica el que está implícito en estas palabras de Green referidas al material de Gregorio: “Si me permiten una broma diré que si no juega la función continente, ésto no cuesta caro y tiene muchos beneficios. La función continente ha sido descripta por Bion para pacientes más psicóticos que éste. [...] La contractura muscular muestra que el paciente es capaz de contenerse a sí mismo.” En esta supervisión, Green nos mostró su comprensión acerca de la posición contratransferencial del analista, ya que la disyuntiva “soy un hombre o una mujer” pone a prueba la tolerancia a la feminización del paciente; el analista responde introduciendo elementos fálicos activos, que no estaban en el espíritu del paciente. En Andrea, un caso de incesto actuado, nos señala el interjue-

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EDITORIAL

go de las fantasías de la paciente con las de su padre, quien, en una “transmisión intergeneracional” al confundir a su hija con su propia madre, la ubica en el lugar de la abuela. La proyección del padre y la renegación de la relación incestuosa por parte de la madre de la paciente, le impiden a ésta el desarrollo de su pensamiento. Se constituyen así en verdaderos factores traumáticos. Green no claudica en la concepción psicoanalítica de la sexualidad cuando señala la homosexualidad inconciente, la identificación fálica, al tiempo que considera a la falta de libidinización de la madre hacia Andrea, causa de su desvitalización. Asimismo previene acerca de no dejarnos llevar por el contenido manifiesto ni por hipótesis generales, como las referidas a los bebés que siempre aparecen en las sesiones; se trata de captar lo original de su aparición como ocurre en la sesión supervisada de este caso. Reggy Serebriany, en su trabajo André Green, semblanza y obra nos informa de su origen, del cosmopolitismo en el que creció y del pluralismo teórico que lo nutrió, jerarquizando sus aportes originales. Señala algunas de las características generales del pensamiento de Green y realiza un rápido recorrido por su obra que creemos constituirá una guía para el lector. Hemos incluido en este número la lista completa de sus trabajos. Recordamos que al iniciar las supervisiones en 1990, Green nos expresó dos deseos: que la discusión fuera lo más precisa posible y al mismo tiempo, sin piedad. Al final de sus respuestas en Continuando el diálogo dijo: ... “Yo hubiera podido, conociendo las tendencias que existen en esta Institución, decirles las cosas que ustedes esperan que yo les diga y nos separaríamos con grandes abrazos. ¡Qué maravilloso es esto! Hubiéramos estado en una situación de espejo ideal. Ustedes se reflejarían en mí y yo me reflejaría en ustedes. Así se mata el pensamiento.” Todos los miembros de la Comisión de Publicaciones de APdeBA esperamos contribuir con la edición de este número a mantener vivo el pensamiento. Comisión de Publicaciones

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André Green, semblanza y obra Reggy Serebriany

André Green es bien conocido en nuestro medio, y este número de la Revista evoca su paso por APdeBA, en las dos oportunidades en que vino a trabajar con nosotros. Un Psychanalyste Engage (Un psicoanalista comprometido) es el título de un libro fruto de un año de entrevistas (entre 1991 y 1992) entre A. Green y Manuel Macías. El calificativo de “comprometido” lo define bien; comprometido con todos los aspectos del psicoanálisis: con la teoría, la clínica y la técnica. En esta publicación nos cuenta, con el estilo directo y franco que le es característico, la historia de su vocación y su evolución como psicoanalista. Algunos datos biográficos: nació en el Cairo, en 1927, cuarto y último hijo de un matrimonio judío sefardita: padre de origen español, madre de origen portugués, emigrantes de larga data. La comunidad europea de Egipto estaba muy ligada a la cultura francesa, entonces “Nací en el cosmopolitismo”, nos dice. Así tuvo una temprana visión de un mundo pluralista: el medio judío sefardita, la cultura europea y árabe en Egipto, favoreció un pensamiento abierto a la heterogeneidad del mundo cultural, con una decidida integración a la cultura y el idioma francés. Terminado el bachillerato en el Liceo francés emigra “naturalmente” a París para seguir sus estudios y llega en 1946, plena post guerra. Desde joven sus inquietudes lo llevaban hacia temas humanísticos, sobre todo hacia la filosofía, pero decide ingresar a Medicina, para formarse como psiquiatra. Se recibe en 1952 y al año siguiente es nombrado “Interno” en el Hospital psiquiátrico Sainte-Anne. Esta experiencia fue muy importante para toda su evolución posterior: en Sainte-Anne reinaba una gran libertad de

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pensamiento. Henry Ey era la figura señera, estimulaba profundos debates, según la mejor tradición psiquiátrica francesa, en los que participaban no solamente psiquiatras sino representantes de otras disciplinas (neurólogos, psicoanalistas, por ejemplo). Abarcaban fuentes no solamente psiquiátricas sino también filosóficas, epistemológicas, estéticas, culturales, etc. “Esto marcó mi porvenir profesional –nos dice–. Es verdad que tengo la reputación de adoptar a veces posiciones polémicas. Esta reputación no es falsa, pero no me alienta el deseo de querellar. Yo creo en el debate, y aquellos autores cuyos trabajos o pensamiento discuto son interlocutores, que pueden hacer lo mismo conmigo” (pág. 42). Entonces, además de sus maestros H. Ey y Julián Ajuriaguerra, además de las grandes polémicas del momento en Francia (el existencialismo, el estructuralismo, la fenomenología), Jacques Lacan empieza a ser conocido y a tener una influencia cada vez mayor en psiquiatría y en psicoanálisis. En 1953 ocurre la primera escisión de la Sociedad Psicoanalítica de París y la fundación de una nueva Sociedad Francesa de Psicoanálisis. Es el comienzo del movimiento lacaniano, que adquirirá luego tanta importancia. Green participó en todo este clima turbulento, mientras seguía su carrera exitosa en Sainte-Anne, como discípulo favorito de Ey. Pero llegó el momento en que tuvo que decidir: o seguía su formación como psiquiatra o se formaba como psicoanalista. No podía ser ambas cosas a la vez, y renunció a su puesto en el Hospital. Comenzó su análisis con Maurice Bouvet (1956-1960) e inició la formación psicoanalítica en la SPP. Simultáneamente desde 1961 y durante 7 años asiste regularmente a los seminarios de Lacan (a pesar de que esto era mal visto en su Sociedad), cuyo pensamiento ejerció una gran influencia en él. En un primer período fue seducido por la personalidad carismática de Lacan. Luego comenzó a cuestionar aspectos esenciales de la teoría lacaniana: por ejemplo el papel de los afectos o la fórmula bien conocida “El Inc. está estructurado como un lenguaje”, postulación con la que difiere totalmente Green, ya que para él Inc. y lenguaje son heterogéneos y pertenecen a órdenes lógicos distintos. De todos modos Lacan es interlocutor válido para Green y en muchos de sus escritos puntualiza acuerdos y desacuerdos con él. Voy a citar solamente un párrafo, que me parece de importancia capital para los psicoa-

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SEMBLANZA Y OBRA

nalistas; (pág. 37) “Paso muy a menudo por ser un analista intransigente que no hace ningún compromiso cuando de cuestiones éticas se trata: éste es uno de los puntos esenciales de mi controversia con Lacan. El psicoanálisis es una situación que da poder considerable al analista, porque éste es objeto de transferencia. Todo el juego del análisis y toda la ética del analista deben rechazar este poder, y analizar y no hacer nada más que analizar. Utilizar este poder es criminal. Y utilizarlo por buenas razones es todavía más criminal”. Finalmente se alejó de Lacan para seguir un desarrollo personal. Al mismo tiempo que esto ocurría, y ya desde 1957, en ocasión del Congreso de París en el que conoció a W. Bion y D. Winnicott, se puso en contacto con las ideas predominantes de la escuela inglesa y trabajó con ambos durante varios años. Es decir, partiendo de un profundo estudio de Freud, y de un constante intercambio con sus colegas franceses, podemos decir que Lacan, Bion y Winnicott, son quienes ejercieron mayor influencia en su pensamiento, y así Green llega a una visión personal creativa de puntos de vista aparentemente tan dispares, sintetizando aspectos de la escuela inglesa y la francesa. Voy a señalar algunas características generales del pensamiento de Green, riguroso en su método y creativo en su exposición. La presentación de cada uno de los temas que le interesan, parten siempre de Freud haciendo el recorrido por las contribuciones ulteriores, señalando puntos contradictorios y/o débiles de la teoría, hasta proponer su propio aporte. Su pensamiento, siempre dialéctico, subraya la tensión entre los pares de opuestos, enfatizando aquello que está “entre ambos”. Por ejemplo: en cuanto al concepto de relación de objeto, señala que lo más importante es relación, lo que lo lleva a postular la necesidad de una lógica del par, y esto tiene importancia fundamental en la práctica en el par paciente-analista. Si bien muchos de sus trabajos tienen un alto vuelo teórico, el trasfondo es siempre la experiencia clínica, lo que le da profundidad psicoanalítica y tiene el poder de evocar en el lector su propia experiencia. Es una constante en su obra señalar que en Freud, el paso de la primera a la segunda tópica, es un verdadero cambio de paradigma: el Inc. de la primera es el espacio de la representación

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reprimida, pero el Ello es un verdadero reservorio caótico, organizado según los mecanismos del proceso primario, en el que predominan las fuerzas destructivas que se dirigen contra el proceso de representación y contra los vínculos que ligan representación y afectos. Pulsión de vida es conceptualizada como “objetalizante”, pulsión de muerte como “desobjetalizante”, ambas en conflicto permanente. Otra constante de su pensamiento es la importancia que adjudica al concepto de representación (“Para que haya insight tiene que haber representable”) pero ampliando el concepto a la representación de afectos. Un punto de vista importante para el pensamiento analítico es la controversia historia-estructura. Green logra una articulación entre ambos conceptos: la historia, dice, necesita una estructura para organizarse, e inversamente la estructura sólo se da a través de la constelación, cada vez única, de la historia. Por último cabe destacar la importancia que da al objeto en la constitución del sujeto, lo que lo lleva a plantear el trabajo de lo negativo. A modo de muy apretada síntesis, una somera enumeración de los temas más destacados en la obra de Green, temas siempre fundamentales, que transcurren a lo largo de su devenir como psicoanalista hasta plasmar en alguna publicación importante: a) la inclusión de una teoría de los afectos, para lograr un equilibrio entre un pensamiento psicoanalítico que se había inclinado, en la dialéctica representación-afecto, por el concepto de representación (Lacan sobre todo) y por otro lado, lo que para él es sobreinvestidura del afecto en la teoría kleiniana; b) la revisión del concepto de narcisismo: plantea el narcisismo primario (o narcisismo de muerte) como estructura (Nirvana, tendencia al cero) y diferenciándolo del narcisismo de vida; c) una teoría psicoanalítica del lenguaje, que adquiere toda su dimensión en la sesión psicoanalítica, ya que el encuadre, es el que dará un significado particular a este lenguaje entre dos; d) contribuye a la comprensión de los llamados casos límites, estructura diferenciada de la neurosis y la psicosis, en los que el problema del pensamiento y el ejercicio de la técnica adquieren particular importancia. En un artículo de “La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud”, la doble frontera completa una teoría del pensamiento, postulan-

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do que no basta la ausencia del objeto para generar la capacidad de pensar (Freud, Bion), sino que es necesaria la alucinación negativa de la representación materna, para que esto se ponga en marcha. Lo que nos lleva a: e) el estudio del trabajo de lo negativo en la estructuración de la mente (o en la patología severa) y a sus trabajos sobre “Psicosis blanca”, “duelo blanco”, que configuran la clínica del vacío. En este ámbito es muy importante la consideración de la alucinación negativa. Green dio siempre mucha importancia al psicoanálisis aplicado, y escribió varias obras dedicadas a la literatura. Entre sus autores favoritos, Shakespeare y sus obras de teatro ocupan un lugar privilegiado. “Entre el psicoanálisis y el teatro, dice, existe un vínculo misterioso”. Y por sus páginas desfilan Edipo, el rey Lear, Othello, Ifigenia, entre otros. Uno de sus últimos libros, dedicado a la literatura, La Déliaison, (La desligazón) 1992, termina con un artículo El progreso y el olvido dedicado a un poema de Borges, a quien conoció personalmente y a quien admira. Y así para terminar, un diálogo entre ambos a propósito de “tigres”. El poema “El otro tigre” termina así: Bien lo sé, pero algo me impone esta aventura indefinida insensata y antigua y persevero en buscar en el tiempo de la tarde El otro tigre, el que no está en el verso. Mientras escribía su artículo, Green nos dice que tenía frente a sí la foto de Borges, acariciando un tigre real, que aparece en Atlas (escrito en colaboración con María Kodama y profusamente ilustrado) donde Borges, poeta, dice en “Mi Ultimo tigre”: “Este último tigre es de carne y hueso... No diré que ese tigre que me asombró es más real que los otros, ya que una encina no es más real que las formas de un sueño, pero quiero agradecer aquí a nuestro amigo, ese tigre de carne y hueso que percibieron mis sentidos esa mañana y cuya imagen vuelve como vuelven los tigres de los libros” (pág. 48). Y Green, psicoanalista, contesta que “el otro tigre” no es el

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real que Borges acaricia sino “un tigre perdido, el de las pulsiones que asediaban sus pensamientos en la infancia” ... “Y porque se convirtió en poeta, el tigre de sus años de infancia, el que lleva los emblemas del padre y las suyas reunidas en un solo blasón, ese queda para siempre rechazado por el tigre de los tropos literarios. Tal vez toda literatura tenga como única finalidad intentar reencontrar la violencia originaria sin la cual no puede edificarse ningún trabajo literario, para que su sobreimpresión esconda y reprima el retorno de lo que es, a la vez, objeto de búsqueda y sujeto de temor”. (pág. 386-7)

BIBLIOGRAFIA G REEN , A. Un Psychanalyste Engagé. (Conversation avec Manuel Macías). Ed. Calman-Levy, 1994. ⎯ La Déliaison. Ed. Les belles lettres, 1992. B ORGES , J. L. Atlas. Ed. Sudamericana, 1984.

Descriptores: Biografía.

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“Como es natural, no he conservado ningún nombre que pudiera poner sobre la pista a un lector ajeno a los círculos médicos, por lo demás, la publicación en una revista especializada, estrictamente científica, servirá como protección frente a tales lectores no especializados. Desde luego no puedo impedir que la paciente misma sufra una impresión penosa si por casualidad le cae en las manos el historial de su propia enfermedad. Pero no se enterará de nada que no sepa ya, y podrá decirse a sí misma que muy difícilmente otro averigüe que se trata de su persona. Sé que hay –al menos en esta ciudad– muchos médicos que (cosa bastante repugnante) querrán leer un caso clínico de esta índole como una novela con clave destinada a su diversión y no como una contribución a la psicopatología de las neurosis. A esta clase de lectores les aseguro que todos los historiales clínicos que tal vez publique en lo sucesivo burlarán su sagacidad mediante similares garantías de secreto, aunque este propósito me obligue a restringirme enormemente en el uso de mi material.” Sigmund Freud Cita de las palabras preliminares al “Fragmento de análisis de un caso de histeria”. Pág. 8. Tomo VII de las Obras Completas. Ediciones Amorrortu.

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Andrea

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Andrea, consultó hace 3 años, en 1991. Tenía 27 años. Se sentía muy deprimida. Temía no poder salir de la casa para ir a su trabajo, ámbito muy valorado por ella. Relaciona su estado emocional con una situación reciente: su pareja la ha abandonado tras siete años de convivencia, aduciendo que ella no cumple sus expectativas. La verdad es que había comenzado, hace un tiempo, una nueva relación amorosa de la cual ella no se había percatado. Todo le resulta incomprensible e inesperado. Entre lágrimas me dice “por qué, si le di todo; no me di cuenta de que él no se sentía cómodo”. Antes de verme había consultado a varios especialistas con los cuales no logró establecer un vínculo terapéutico. Al final de la primera entrevista, dice: “Usted salvó a Marta (una ex-paciente) de la muerte y la locura, espero que lo logre también conmigo”. Los datos que comunicaré fueron obtenidos a lo largo del primer semestre del tratamiento ya que en un comienzo la paciente hacía referencia casi exclusiva a los hechos actuales. Andrea es alta, delgada, de tez oscura, ojos brillantes, cabello largo y ondulado. Tiene un andar lento y un hablar verborrágico. Viste con jeans y sin embargo su aspecto es el de una persona mayor y formal. El contraste parece marcar su estilo. Su infancia y adolescencia transcurrieron en los suburbios de Buenos Aires. Allí vivió con sus padres, hermanos y abuelos paternos; estos últimos fallecieron hace unos años. La familia se mudó en dos oportunidades, ambas relacionadas con el trabajo del padre. Este caso clínico fue supervisado también por la Dra. Joyce McDougall - En Psicoanálisis - Tomo XVI, N° 3. 1

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Su familia nuclear estaba integrada por los padres y tres hermanos. El padre, de 57 años, alemán, realizó estudios técnicos. Fue capataz en una fábrica automotriz hasta su jubilación. Sus hobbies eran la mecánica y la fotografía. La paciente se siente identificada con estas habilidades del padre; dice con orgullo “no necesito que nadie me ayude si tengo algún desperfecto en el auto, me arremango y lo resuelvo”. 2 La madre, de 56 años, chilena, es ama de casa. Andrea dice de ella: “nunca salió de casa, jamás se arregló; es una gorda chismosa que obedece ciegamente a papá”. Los hermanos: el mayor de 30 años es técnico mecánico. Recientemente casado, vive en un barrio alejado de la casa de sus padres. Los hermanos menores son mellizos, tienen 19 años. La hermana mujer estudia magisterio y el varón se dedica a la computación. Los mellizos están de novios y ambos trabajan, aunque la mujer no lo hace de un modo sistemático. Andrea recuerda muy poco su infancia. Siempre fue muy delgada; le daban inyecciones y vitaminas para mejorar su estado físico. En la actualidad se alimenta mal, teme engordar y puede pasarse el día con algunas tazas de café. Dice que desde muy chica fue muy responsable. Considera haber sido una alumna muy cumplidora “porque si no, me mataban en casa; aunque nunca me miraban los cuadernos”. Recuerda frecuentes castigos corporales del padre, por cualquier razón. No tenía amigos, sólo una vecinita con la que jugaba diariamente. Se sentía fascinada por la mamá de esa niña, y admiraba “lo compinches que eran, lo bien que se llevaban madre e hija”. Esa relación perduró hasta la adolescencia. Tuvo su menarca a los 15 años, momento en el cual se inició la relación incestuosa entre ella y su padre que continuó por el término de cinco años. Este hecho no constituyó para la paciente un motivo valedero de consulta. Ella decía que la experiencia “era su cruz y con ella debía cargar toda la vida”. Los encuentros entre padre e hija se producían en el baño de la casa; en un comienzo se trataba de manoseos por parte del padre, que se extendieron a fellatio y masturbación recíproca. 2 El padre falleció a causa de un cáncer de pulmón en el mes de agosto de 1992, después de tres meses de padecimiento.

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ANDREA

Hubo una única relación genital, fuera de la casa, cercana a un aniversario de bodas de los padres. Andrea refiere estas experiencias como aterradoras; sentía que quedaba paralizada ante las violentas amenazas del padre y que le era imposible pedir ayuda. Nunca se cuestionó estos hechos y su actitud ante los mismos. Ahora, en su análisis se pregunta cómo nadie de la familia, en particular la madre, percibieron lo que ocurría. ¿La madre favorecía esos encuentros incestuosos? –se interroga–. Andrea estudió mecánica en la escuela industrial que la empresa donde trabajaba su padre brindaba a los hijos de sus empleados. Cuando obtuvo el título fue becada, y pasó a integrar el plantel de empleados. Actualmente ocupa un lugar destacado en el área de personal. El gerente de este área es su ex-pareja. Durante la adolescencia salió muy poco. En general iba a fiestas familiares y alguna vez fue a bailar acompañada por su hermano. Salió con muchachos a escondidas de la familia; esas relaciones no prosperaban dada la prohibición paterna de salir. Al respecto dice: “Había un chico que me volvía loca, casi pierdo la cabeza por él, pero un día no vino más; me parece que mi miedo a papá los alejaba, es que yo salía muy asustada”. A los 20 años fue intervenida quirúrgicamente de una pelviperitonitis; después de ello se negó a proseguir la relación incestuosa con el padre y éste no insistió más. Ese mismo año comenzó la relación amorosa con su jefe, casado, dieciocho años mayor que ella. El tenía dos hijos adolescentes, de edades aproximadas a las de Andrea. Al cumplir los 21 años, deja la casa paterna sin aviso previo. Este proyecto fue llevado a cabo en soledad y en secreto. Ella consideraba que al ser mayor de edad (nuestra ley así lo establece) podía decidir respecto a su futuro. Lo cierto es que hubo un escándalo familiar ante su partida, aunque también cierto alivio. El padre la despidió con estas palabras: “Mejor que te vas, ahora la fruta podrida no perjudicará a los demás; te prohibo que vuelvas a casa”. Y Andrea cumplió por largo tiempo. La paciente se fue a vivir sola. Más tarde su jefe se divorció y comenzaron a vivir juntos hasta que la dejó a causa de otra mujer. Durante la convivencia abortó un embarazo debido a que él no deseaba tener más hijos; el miedo a ser dejada la llevó a aceptar esta situación pese a sus deseos de ser madre.

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Luego que Andrea se fuera de su casa, le aparecieron tumores benignos en uno de los pechos; fue intervenida quirúrgicamente en tres oportunidades y debe controlarse periódicamente. En el momento de la consulta acababa de mudarse a un departamento en el que vive con su gata siamesa, su única compañía y razón de vida. Este relato debería finalizar aquí. Sin embargo lo continuaré, reseñando algunas circunstancias traumáticas de la vida del padre de Andrea. Lo considero un complemento importante de esta historia y una posible vía de acceso para entender esta relación incestuosa. Estos datos históricos fueron relatados por la paciente estando en análisis. El papá de Andrea, a quien llamaremos Adolfo, nació en Alemania en 1933; era hijo único. Cuando tenía 5 años, se desencadenó la segunda guerra mundial. El padre de Adolfo, que era piloto de aviación, pasó al servicio activo por el término de tres años, luego de los cuales fue dado de baja a raíz de graves heridas sufridas en combate. Todo ese tiempo Adolfo estuvo junto a su madre. Cuenta Andrea, que su padre le decía que ella era un calco, tanto físicamente como en el carácter, de su abuela (paterna). Ella rechazaba esta afirmación indirectamente diciendo: “Yo nunca vi una foto de ella”. Adolfo le relataba que la madre de él recibía hombres con asiduidad en el tiempo que su marido estaba en el frente. Estos testimonios eran esgrimidos por el padre como una verdad inapelable que confirmaba la prostitución de su madre, así como la de Andrea (dada la identificación que Adolfo establecía entre ambas). Demás está decir que Andrea no podía pronunciar o escuchar decir la palabra “puta” sin entender que era una clara alusión a su persona. Al regresar el padre al hogar, Adolfo le contó lo que observó en su ausencia; este relato (según piensa Andrea) determinó que la madre de Adolfo fuese echada del hogar y que nunca más se la nombrase, “como si se hubiese muerto”. Esto ocurrió alrededor del año 1943. Adolfo mencionaba a la madre en momentos especiales: en los encuentros eróticos con Andrea, en los cuales le decía “sos una puta igual que mi mamá”. Cuando finalizó la guerra, Adolfo y su padre fueron a vivir a

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“una especie de campo de concentración para alemanes que no tenían vivienda”. Allí el padre de Adolfo conoció a una mujer soltera, que cumplía funciones de enfermera y se unió a ella. Esta mujer fue considerada la abuela y era llamada mamá por Adolfo. En 1949 migran a Argentina, Adolfo tenía 16 años. En el barco se establece una ligazón muy fuerte entre los inmigrantes que se autodefinen como “hermanos de travesía”. Esta hermandad se ha mantenido hasta ahora. Adolfo conoce a la que luego será su esposa, por una presentación que le hace uno de “los parientes de barco”, a los que Andrea llama tíos. En relación a estos vínculos, la paciente dice: “para mí son mis tíos; entonces papá y mamá son primos hermanos e igual se casaron, aunque no debían”. Se refiere a que su madre era sobrina de un hermano de travesía de su abuelo, por lo tanto, sobrina también de éste. Green: Le voy a preguntar qué impresión tuvo usted después de las primeras entrevistas, de qué manera usted tomó contacto con el conflicto central, y cuál fue su idea de cómo iba a ser el desarrollo general del análisis. Analista: Para mí fue bastante sorpresivo lo que Andrea relata al mes de iniciado el tratamiento, en relación a lo manifestado en las primeras entrevistas. Formaba parte de lo no esperado. Escuchar y compartir el relato de lo que fueron sus experiencias de incesto consumado con su padre fue muy fuerte, y tuve que vencer mi propio terror frente a lo que estaba escuchando. En un comienzo creí contar con una paciente que atravesaba una situación de duelo puntual: ser dejada por su pareja, lo cual implicaba también la reactivación de otros duelos, como por ejemplo el haber dejado su casa paterna. Posteriormente, con lo relatado surgió para mí otra paciente, imprevisible, que es la que intento presentar a través de las sesiones elegidas para esta supervisión. Green: ¿Qué quiere decir cuando dice: “lo cierto es que hubo un escándalo familiar frente a su partida”?.

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Analista: Ella mantuvo totalmente en secreto su decisión y cuando se aproximó la fecha de la partida dijo: “me voy”. Green: Hay algo que no entiendo, cuando ella tenía 21 años... a los 27 decía que hacía 7 años que estaba en pareja. Analista: Ella conoció al Sr. E. a los 20 años, a esa edad empezó a salir con él, pero recién a los 21 años se va de la casa. Ella utilizó la formalidad de nuestras leyes para tomar esa decisión. El Dr. Green se dirige al auditorio ofreciendo un espacio para intervenir. Participante: Ella utilizó la formalidad para irse de la casa, en una casa donde se violó la ley y compensatoriamente recurrió a la ley. Participante: La relación con este padre y esta madre perdida es axial, es el eje de la vida de esta chica. Analista: Aquí se acaba de mencionar una madre perdida y yo diría que es una madre ausente en lo que va de este análisis. Green: ¿Qué es una madre ausente para Ud.? Analista: En el caso de mi paciente alguien que aparece como “una gorda chismosa” pero que no está para ella, ni para hablarle, ni para cuidarla, ni para darse cuenta de lo que ocurría entre su hija y su esposo, entre otras cosas. Participante: A mí me llamó la atención que ella concurre haciendo referencia a otra paciente a quien la Dra. “salvó de la muerte y la locura”; luego me llamó la atención que el padre se dedicara a la fotografía. Pensé que no tiene simbolizado qué es una mamá, qué es un papá, cuáles son sus roles. El relato que ella hace de la historia muestra que esta familia repite modelos como fotografías; entonces me pregunté qué tipo de transferencia podría establecer la paciente. Participante: ¿Cuáles serían las teorías sexuales de Andrea?

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Pensé que sus estudios de mecánica eran una identificación con el padre; me pregunté acerca de las enfermedades y todas las operaciones a que fue sometida en sus zonas erógenas. ¿Cómo están significadas por la relación incestuosa? Posiblemente ella tendrá que ir discriminando lo femenino de lo masculino; es difícil, hay pérdidas reales y morales. Green: Esta paciente me parece plantear tres tipos de problemas de complejidad creciente. Primero: el pasaje al acto, su ida de la casa paterna y el poco cuestionamiento relativo a esto. Pensamos que el trauma de su vida actual, el abandono de su pareja, podría haber sido un medio de abordar a la vez su universo interior y su modo de relación con la vida de una manera menos caliente, menos quemante que la historia de la relación incestuosa con su padre. Segundo: la aparición de enfermedades somáticas en momentos importantes de cambio, como si en esos momentos se diera una especie de cerramiento de la vida psíquica y un pasaje a un modo de expresión corporal doloroso. Nos encontramos con una paciente que efectúa una simbolización concreta. Es importante destacar que los dos traumas corporales sucedieron en la región del bajo vientre: la pelvi-peritonitis y el aborto. El aborto fue provocado pero es una especie de condición para no ser abandonada, una mutilación de su femineidad para conservar el objeto y con la aceptación de que debía hacer callar el deseo de ser madre. Tercero: nosotros podríamos desconocer lo que finalmente la analista estimó que era importante comunicar: el problema de la transmisión intergeneracional. Este problema se desdobla: a) en una situación que es casi como el negativo de una fotografía, en el que la madre es una puta y b) el otro aspecto de la transmisión intergeneracional es la transmisión de la estructura paterna, que consiste en que el padre se sustrae totalmente de esta situación de deseo, creando una situación totalmente loca en la que él tiene la necesidad de repetir con la hija, la situación en la cual se

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identifica con el agresor, y en la que no se ve sometido a la influencia que lo convierte en el testigo excluido, en un niño traicionado, mancillado en su situación de hijo del padre, por el simple hecho que va a ser suficiente con castigar a la madre. Pero, lo que es mucho más importante es esta situación proyectiva del padre, en la que él va a hacer que la madre sea responsable de todo y él de nada, en la cual ella como hija va a separar todo lo que es del orden de la proyección en el padre y va a quedarse simplemente con la renegación. ¿Qué es lo que la paciente va a tomar del padre y qué va a permanecer totalmente inconciente en ella? La homosexualidad. Como vemos en esta paciente la repetición acontece siempre en dos tiempos. Hay un tiempo en que el pasaje al acto concierne al objetivo enceguecedor, que se repite. Así detiene la relación con el padre, para empezar una relación con el jefe. Pero su padre es su jefe en mecánica. Abandona a su padre por otro hombre. Se trata de repeticiones masivas, muy idénticas entre sí, dadas sus endebles capacidades de desplazamiento en relación con el trauma. Esta repetición no funciona, porque las satisfacciones perversas y omnipotentes que podemos atribuirle a la relación incestuosa, no la han llevado a tomar conciencia de lo que ella es como mujer; por otra parte es lo que siempre sucede en un caso de incesto padre-hija. El incesto es vivido como un triunfo compartido por los dos partenaires; en el caso del padre éste sabe o cree saber sobre qué triunfa. Y ella sobre quién triunfa, sobre la madre chimentera, incompetente y sucia. Entonces deberíamos pensar que hay algo más, por ejemplo; ¿cómo interpretar la alusión a Marta, la paciente que la recomendó? En primer lugar dice esto fuera de la sesión, en el momento de irse, como un comentario sin importancia. Podemos preguntarnos si hay una alusión a angustias muy primitivas y arcaicas, como si ella misma también se sintiera amenazada por la locura y por la muerte. Lo menos que se puede decir es que en la entrevista no

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manifestó ningún indicio de esto; eso no significa que no exista, significa que no debemos precipitarnos a considerarlo una hipótesis ideológica. En cambio, nos dio una información extremadamente importante: que en su infancia ella tenía una amiguita, la cual tenía una madre y que ella se sentía fascinada por esa madre. Podemos pensar en efecto, que el motivo de la consulta es reencontrar una madre fascinante, que le hará conocer el secreto de su propia femineidad. Pero dentro de ella, esto está totalmente disociado del incesto porque lo que está reprimido a causa del incesto, como en todos los casos de incesto padre-hija, es el rencor que la niña le tiene a su madre, porque en la mayoría de los casos la madre muestra la misma actitud de renegación. Extremando el ejemplo, si el padre tiene que tener amantes mejor que quede en familia. Voy a agregar dos cosas más para terminar. La primera es que el padre reacciona frente al abandono diciéndole: “esto es mejor así porque la fruta podrida no va a arruinar las otras”. Nos encontramos aquí frente a uno de los problemas más difíciles del análisis. Freud era realmente muy ingenuo cuando pensaba que poniendo en evidencia el trauma de seducción, éste se iba a esclarecer e iba a permitir el retorno a la normal circulación de los procesos psíquicos. La situación más difícil de obtener en este tipo de casos es llegar a través del análisis a que una niñita que fue objeto de la seducción por un adulto, reconozca que la misma fue por lo menos compartida. Por ejemplo: se podrá reconocer que hubo placer, pero no se reconocerá jamás la asociación de ese placer con las figuras simbólicas, es decir que será muy difícil, si se trata de una seducción por un adulto, que se reconozca que ese adulto tiene rasgos en común con el padre y en consecuencia que esta situación no puede deberse solamente al azar. Pero es cierto que, en estos casos, el conjunto de la situación no puede ser objeto de ninguna clarificación, porque cada uno tiene razones para querer ignorar el rol que juega en este esce-

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nario. Entonces, el analista corre el riesgo de aparecer solamente como el que repite esta seducción. En ese momento, el reconocimiento del carácter de la seducción, da una imagen de sí mismo al analizando que es totalmente inaceptable. El segundo punto sobre el que quiero llamar la atención es el carácter un poco bizarro de lo que ella comunica a la analista acerca del abandono que le hace su pareja. Ella se pregunta: “si le he entregado todo, cómo no me di cuenta que él no se encontraba cómodo”. Encuentro esta frase extraña y hay un por qué. Me llama la atención que entre los dos términos de la oración no hay desde el punto de vista del lenguaje conciente, consecuencias lógicas. No está dicho que cuando se le da todo a alguien, uno está en buenas condiciones para darse cuenta de que el otro se siente cómodo; en cambio lo que uno escucha es ¡¿Cómo, después que le di todo, pudo sacarme todo?! O se puede decir: “esperaba tanto, todo de él, que ni me di cuenta que él no se sentía cómodo”. En ese momento ya no hay preguntas para el inconciente. De hecho, lo que la paciente quiere decir es: “le di todo y sin embargo no era lo que él quería”. Podríamos comprender esta frase de dos maneras: por el lado del padre, desgraciadamente ella no podía ser su madre (la del padre). Y del lado de la paciente algo le faltaba, algo que no la hacía sentir totalmente cómoda “porque era nada más que mi padre, no era mi madre”. Lo que tenemos en común en las dos situaciones es la madre. La madre se presenta como factor de investidura explícita de su maldad y putañería y, desde el punto de vista de la paciente, la madre es vivenciada como un objeto por el cual ella no se siente investida. En ese momento surge el pedido a la analista. Lo que impacta, aún antes de haber escuchado la sesión, es la rapidez en el cambio del análisis. En la apariencia exterior ella reencuentra su delgadez, dicho de otra manera, reencuentra bajo otra forma, a la niñita anoréxica que fue cuando era pequeña. Manifiestamente la paciente

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espera algo, pero su problema principal es el de su economía psíquica y el cortocircuito. Entonces vamos a ver la sesión. Relato de la sesión - Sesión de octubre del 92. Llega en hora; la puntualidad es un rasgo habitual. Me da la mano, sonriente y dice: “!Cómo le va Dra.!”. Esto no es habitual. Se acuesta con una pierna bien estirada en el diván y la otra apoyada en el piso. Esta modalidad persiste desde hace un tiempo, cuando la paciente me pide permanecer sentada y yo le sugiero que el diván es lo más adecuado, y coincide temporalmente con el momento en que el padre de Andrea estaba muy grave y ella deprimida; casi tres meses. Andrea permanece unos minutos en silencio. En el interín golpea rítmicamente el cierre de su pantalón y luego se queda quieta. Transcurrieron unos 3' de sesión. Paciente: Escucho un bebé... (su hablar es tierno); pobrecito... debe ser chiquito. (Este comentario me permite percibir un sollozo casi imperceptible de un bebé). Al lado de mi departamento vive un matrimonio; el caño maestro de mi departamento daba a su cocina y se rompió y así los conocí. Ella tuvo familia y lo trae al bebé a la cocina, seguro para que el marido durmiera; ¡cómo llora ese bebé, en un grito!. Pienso en los departamentos donde viví; lo silencioso de los dos anteriores y todo el quilombo que es éste. En éste estoy más, en los otros no paraba. Si me mudo me voy a quedar en esta zona (la del consultorio), hasta Belgrano como mucho. Yo me quiero ir, dos años más en el mismo departamento no me atrae (estos comentarios se relacionan con la finalización de su contrato de alquiler). Me fascina conocer departamentos, la mudanza, cambiar de departamentos, cambiar los muebles... Con cada mudanza fui progresando, cada vez mejor. Primero fue un solo ambiente, después un contrafrente y éste, un lateral. Quisiera tener un balcón, desayunar ahí; estar ahí con el sol y una reposera; viviría en el balcón. No importa si es un contrafrente; el de ahora tiene un cerramiento. (El balcón ha tenido diferentes significados en el

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curso de este análisis. Hace unos meses atrás representaba el lugar del peligro, y el mejor exponente de sus fantasías suicidas. Decía: “Me aproximo, es atractivo, un momento y ya está”). Analista: Me está contando de sus mudanzas de ánimo; de pronto se siente un balcón abierto, con esperanzas, y de pronto como un bebé lloroso porque está sola y no sabe si hay una analista que la escuche, y se siente un balcón cerrado, con cerramiento. Paciente: Suspira. Ahora Eduardo (su ex-pareja y jefe actual) se casa, soy un globo desinflado, una pasa de uva. Se va a casar, no lo puedo mirar, no; él tiene un compromiso, aunque igual podría tener alguna esperanza... Ahora no tengo más acceso a él, no tiene que ver, pero pierdo una parte de él; la debe querer mucho como para casarse, y por un montón de cosas, ¿no? Analista: Pese a que habló de un balcón abierto, se le hace peligroso mirar otros horizontes. (Desde mi contratransferencia, estoy alerta ante el peligro de suicidio. Por eso introduje la palabra “peligro” –pese al contenido nuevo de balcón– dado que en nuestro código se sabe que el sentirse abandonada por Eduardo – ex-pareja, sustituto del padre–, representa una amenaza que reaviva sus fantasías suicidas latentes en relación al episodio incestuoso. Intenté de ese modo corregir la interpretación anterior). Paciente: Siento ganas de estar con alguien, con alguien al lado mío. Luego digo que no, tengo miedo. No sé cómo empezar, qué hacer... no sé... En el gimnasio me siento desubicada, son chicos, están en la huevada de hacer músculos y los mayores no sé a qué hora irán... No sé qué hacer. En el trabajo no miro a nadie, no le encuentro la vuelta, no me animo. Hay lugares: un partido de tennis, de polo, pero ahí van los que tienen plata. Salir a la búsqueda a ver qué pasa, tengo miedo al verso, no sé cómo reaccionar. Así como estoy es una posición cómoda, es embolante por momentos, pero no es difícil de soportar, no es tan terrible; pero para vestir santos no me gustaría quedar. Alguien que me llame, con quien salir; alguien a quien decirle que hoy no nos vemos porque tengo un compromiso.

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Analista: Ahora sí que no entiendo: ¿alguien con quien estar o alguien a quien echar? (Entre nosotras, a veces como en esta intervención, yo asumo el rol de confundida para que ella entienda su confusión). Paciente: Ahora me acuerdo que anoche soñé: la cabeza de mi viejo rodaba en la cama. Yo estaba tapada y rodaba por mi cama. Siento que se mueve la cama y me tocan la espalda.Yo miro para ver si es Silea (su gata siamesa), pero no era ella. Como en la foto, él estaba todo pelado. Analista: ¿De qué cabeza me hablará? Paciente: No, no, de esa no... de la de arriba nada más (muy angustiada). Estaba con la boca abierta, los ojos abiertos como en las películas de terror... Me senté en la cama, me dolía la cabeza, ¡qué cagazo! Todo el día no me saqué esa cara de encima. Seguro que está separando o yo estoy separando las partes de él. Primero por la cabeza, desarmar, despedazar... como desmenuzar un tema con usted, parte por parte. Lo que me dominaba, la cabeza, se le desprendía y así no me va a dominar. El resto no tiene dominio, nada sirve de él si no tiene cabeza... La cabeza de enfermo era ésta, la de la foto. (Se refiere a la última foto que le sacaron al padre, en el casamiento de su hermano). En la foto no estaba así, pero parecido... (Silencio prolongado)... Sentí que se acercaba a mí y por eso yo me tapaba. (Hace gestos como para defenderse de un posible ataque). Analista: ¿Usted sugiere que él deseaba hacerle algo? (La paciente le da a su sueño un contenido de realidad, el cual la lleva a realizar el referido acto motor. Durante el primer período de análisis, el trabajo se centró en parte, en la discriminación de un sueño soñado de una alucinación vivida durante la noche. Los sueños la llenaban de terror y una forma de testear la eficacia analítica estuvo puesta en ver si Andrea podía discriminar entre sueño y alucinación. Aquí intento colocarme en el lenguaje de ella, de que el sueño le trae un mensaje y me incluyo como analista develadora de su inconciente y ello en varias

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oportunidades). Paciente: Y claro, para que no se venga encima mío, que pasara por la cama y no por mí... que no pasara la cabeza por encima mío; porque si yo lo estoy despedazando... (asustada)... Silencio... ¿Se estará pudriendo? Seguro que los bichos se lo comen, ¡que se desarme! Qué impresión cuando uno en el cementerio va a tierra y se lo comen los bichos, las ratas y todo eso. Vi cuevas de ratas ahí, se lo comen a uno ahí. ¿Para qué alimentar ratas? Mejor enterrar las cenizas para que no se lo coman a nadie. Analista: Por el miedo que sintió, parecía que él venía a comérsela. Paciente: Son advertencias de que no tengo que hablar.... Yo hablo demasiado de él, cosas que no debo... Porque si usted dice algo de él... yo no lo voy a jorobar más; me asusto. Y el fin de semana se molesta y se enoja y me hundo en la cama. ¿Y si vuelvo a soñar que me va a tapar la boca y los agujeros? (Se refiere a un sueño de tiempo atrás en el que su padre le tapaba los agujeros del cuerpo, colocando en estos carne picada. En este momento de la sesión ocurre que ella, al recordar este sueño, ya no lo considera como tal, sino como un hecho vivido). Mejor lo dejo tranquilo, no hablo más mal de él para que no venga; no quiero seguir contando lo que me hizo, me da miedo que se enfurezca porque abro la boca, porque él decía que no le debo contar nada a nadie... no puede hacerme nada, no me puede matar con un cuchillo o un arma (se aterroriza). La venganza de él es sentir que en la espalda tengo a alguien, ver su cabeza, son las apariciones de él para que me calle de una vez. El seguro que dice que para qué le cuento a usted, quién es usted para que yo lo haga. Me da un cagazo, me dan unos soretes... Me parecía que me llamaba, que dice mi nombre. Oigo ruidos en el dormitorio y después está silencioso y no me animo a abrir la puerta del departamento, porque voy a encontrar a alguien, que no estoy sola. Me digo que es Silea, que son ruidos de la calle; me siento muy mal, que me mira, que me observa; nuestros secretos no son nuestros porque él nos escucha. Analista: Si él está aquí entre nosotras, también me puede hacer

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algo a mí. Paciente: (Interrumpiéndome). No lo diga que me hace asustar y me lo creo (llora). Cuando él vivía yo tenía miedo de que venga a mi casa y ahora que está muerto tengo el mismo miedo. Analista: ¿No será que prefiere tener miedo antes que extrañarlo? Paciente: Extrañarlo no quiero, porque quiere decir que yo lo quiero. Sí, él viene ahora para actualizarse por los siete años que no me vio. Si yo lo dejo en paz, por qué viene y me perturba si yo no quiero nada de lo de él. Yo no quiero la plata del seguro, ni quiero manejar su auto; porque si uso lo de él estoy ocupando su lugar; seguro, si le dejo un hueco él enseguida va a estar sobre mí y yo no quiero. Analista: Usted siente que tener algo de papá es como mantener una relación sexual con él y soñó que él venía a tener una relación sexual con usted. Paciente: Qué suerte que no lo dejé, porque si era la cabeza... (del pene). Si él se me cae en pedazos, será para mí más fácil digerirlo que si lo veo completo. ¿Usted se imagina cuando me caiga el “topi”? (La paciente habla al revés, en lunfardo, se refiere a la manera infantil de nombrar al pene, o sea pito). Analista: Parece que la tarea que tiene por delante es ver cómo se lo traga. Me pregunto si ésa puede ser la razón por la cual dejó de comer. Bueno, dejemos por hoy. Green: ¿Qué piensan ustedes de la sesión? Participante: Es sorprendente el escándalo que se arma cuando la paciente decide irse de la casa, sobre todo si hubo una relación incestuosa de larga data respecto de la cual la propia paciente estaba sorprendida de que nadie la hubiera notado. Esto me hace pensar que se rompió un equilibrio, y que toda la familia hubiera percibido que ese equilibrio se había roto. Cuando se produce la repetición en la relación que tiene con su jefe (como dice el Dr. Green, una repetición masiva), ella es la dejada; no sé cómo

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funcionó el dejar al padre en el inconciente de esta paciente. En el transcurso del tratamiento se produce la misma ruptura de este extraño equilibrio y aparece la parte más francamente psicótica. Se me ocurrió que la descripción que hace de los departamentos es como un viaje por su aparato psíquico en el que intenta delinear espacios, diferenciar imágenes, con todas las dificultades que aparecen generadas por el padre que amenaza con bloquear las entradas y salidas, y donde ella queda finalmente atrapada. Green: La sesión psicoanalítica, en general ofrece una paradoja que puede ser fuente de confusiones. La sesión se desarrolla y por supuesto cuanto más se desarrolla, más chances tenemos de suponer que nos acercamos a una situación transferencial crítica. Podríamos decir que el riesgo cuando llegamos a los momentos más calientes de la transferencia, es que participemos en un estado de excitación compartida. Pero queremos mantener la cabeza tranquila para poder retroceder y comprender lo que está sucediendo, y entonces la tentación es considerar que los momentos preliminares a este punto de tensión crítica cuando existen, hacen que lo sucedido antes no tenga importancia, y allí reside el error. Es decir, que la fascinación del instante –en el momento de esta gran intensidad–, nos hace olvidar el mecanismo freudiano del “après-coup”. En lo que me concierne pienso que en estos momentos muy ardientes de la sesión, se puede suponer que una parte del analizando le da al analista lo que éste quiere, lo que no significa que no se dé a sí mismo también lo que él quiere; y es la relación con estas dos cosas lo que nos obliga quizás a rever nuestra posición en el comienzo de la sesión, y a preguntarnos acerca de cómo hemos intervenido orientando las cosas. Pienso que en esta sesión hay un momento en el que la analista orientó las cosas. Todo lo que acabo de decir lo traduzco a mi lenguaje personal diciendo que, para mí, lo que es importante en una sesión es prestar menos atención al momento de tensión crítica que al movimiento de la sesión. Es decir, la mente del analizando y lo que comunica se encuentra habitada en estos diferentes

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momentos por algo que yo no llamaría directamente la fantasía inconciente, pero sí las tentativas de acercamiento para intentar crear una. Si tomamos la sesión en detalle, ésta se anuncia en principio como cómoda, sin tensión. Luego, la paciente le dice a la analista: “¿Cómo está doctora?”. Sabemos que este tipo de comentarios aparecen cuando el paciente tiene necesidad de llamar la atención sobre otra cosa, sobre su propia angustia, para ponerle una etiqueta a la relación a fin de ubicar que se trata de una relación terapéutica. Luego tiene un modo característico de acostarse sobre el diván, a medias. La paciente se quiere levantar, y la analista le dice, no... mejor se queda allí. Y antes de comenzar a hablar golpea sobre el cierre de su pantalón. La analista se da cuenta pero no lo recordará. Luego llega con la fantasía del bebé ligado a un recuerdo y la analista se pone muy contenta, le traen el bebé en bandeja. ¡Dios sabe que hablamos de bebés en todos los trabajos! Pero a fuerza de estar contenta, se termina por ocultar quizás lo más original en la introducción de este bebé. La paciente puntualiza ciertas cosas: es porque se rompió un caño de agua que ella conoció al bebé; como se dice “hubo un escape”; alude a una especie de toma de conciencia, que crea una ruptura con un estado anterior. En ese momento dice lo que es esencial hablando de la madre del bebé: ella tuvo ese bebé y lo lleva a la cocina, seguramente para que el marido duerma ; es decir que la función del bebé es la de callarse , porque no hay nada más importante que los sueños del padre. Reencontramos aquí lo que dijo de su propia madre, que ésta obedecía en todo al padre. Lo que se transmite en esta comunicación, es que el dormir del padre es más importante que los gritos del bebé. Entonces dos segundos después, habla de los departamentos silenciosos y de todo el “quilombo que es esto”. He aquí la ruptura del caño de agua; lo que permanecía silencioso y el quilombo que es éste –el quilombo que había en su propia casa, en el baño con el padre–. Vemos cómo la utilización de este lenguaje

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relajado tiene de hecho una meta muy precisa: sabemos que todo el ruido que hay allí tiene para ella un valor de desorganización, y vamos a observar cómo este ruido se va a transmitir durante la sesión. Entonces nos cuenta qué es lo que ella hace y cómo lo hace . Ella se encuentra reducida a la impotencia pero, rápidamente va a poner de manifiesto una escena en la cual ella hace mover a los objetos, ella se muda, ella genera la posibilidad de poner a un lado las situaciones asustantes o desorganizantes. Se ha dicho que esto podría parecerse a la descripción de su propio aparato psíquico. Esto podríamos pensarlo, pero aquí lo importante es la oposición entre el balcón de adelante y el de atrás, lo que ella muestra y lo que sucede detrás, lo que los padres muestran y lo que pasa detrás. La ilusión que ella pudo tener de agotar todo lo que está escondido, aceptando las sugerencias del padre de realizar sus fantasías. Entonces la analista interviene sobre el balcón y es ahí pienso, que todo cambia durante la sesión. La analista le habla del balcón con esperanza y de golpe, como un bebé lloroso, porque se siente sola; pero esto es lo que la analista ha inventado. Teníamos una situación mucho más rica, de la cual nosotros podíamos saber que la madre en lugar de jugar su rol consolador, le pide al bebé que se calle, y es ella quien agrega “seguramente para que el padre duerma”. Quiere decir que esto corresponde a una certeza dentro de la paciente, ya que no hay nada de este orden en la situación referida. Y así comprendemos mucho mejor la situación del incesto: si lo único que cuenta para la madre es el padre, el único modo de movilizarla es instalándose con el padre. Creo que hubiera sido interesante explorar más esta hipótesis. La paciente cambia la asociación, y habla de su antigua pareja que la dejó por otra mujer. Esta es verdaderamente la prueba de que el bebé no se encuentra solo, y que efectivamente ahí es el contrafrente, es decir que el padre está con la madre, y la niñita no es tenida en cuenta; demasiado pequeña todavía, para ser considerada objeto sexual.

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En cuanto a la madre, podemos seguir diciendo que le falta la investidura hacia su hija. En este momento de la sesión creo que la reacción de la analista se debió al miedo que sintió cuando la paciente puso en evidencia la estructura de su conflicto fundamental, porque le presentó un Edipo grande como una montaña, y la analista se dijo que no era así; y tenía razón, pero no es porque el Edipo se presente de este modo que no está ligado a una situación triangular primitiva. Porque así se explica lo que la preocupó “soy una pelota desinflada, soy una pasa de uva”; es decir “me sacaron mi sangre y todo lo vivo que hay dentro de mí”. Yo pienso que una niñita que no está investida por su madre, y que tiene la impresión que lo único importante es el padre, puede sentirse vaciada de toda vida. Es por eso que la analista nos da una explicación de seis líneas sobre su contratransferencia respecto al peligro de suicidio de la paciente; yo no niego que haya un peligro, pero en ese momento la interpretación que se dio está exactamente en la transferencia de defensa: “a pesar de haber hablado de un balcón abierto, le parece peligroso mirar otros horizontes”, esto es el contenido manifiesto de lo que la paciente dice cuando no puede salir. Hubiera sido interesante que la analista se situara en la transferencia, en relación a la situación traumática que acaba de transmitir en el presente. Entonces la paciente continúa en la transferencia de defensa, habla de toda la gente que está a su alrededor, que son demasiado jóvenes y en resumen explica que va a permanecer sola, que va a seguir solterona. En ese momento la analista le dice que se hace cargo del rol de la confusión en la transferencia para que ella misma conozca su propia confusión. Considero que la confusión no se encuentra en el momento en el cual ella habla, sino que estaba en el momento en que ella habló de Eduardo en su nueva relación, y de lo que ella quiere que ocurra en esa relación. Y en ese momento la paciente habla del sueño; habla del sueño para ayudar a su analista y para explicar con qué vino

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a la sesión desde el comienzo. Pero tuvo necesidad de todo este rodeo, para abordar su universo interno. Desde este aspecto, la analista ha llevado muy bien el rol de la confusión cuando le dice: “alguien con quien se quiere estar o alguien a quien uno quiere echar”: el padre diría yo. Por eso en este momento ella habla del sueño. Todo lo que sigue es de una gran importancia y de una gran riqueza. Es claro que detrás de esto hay afectos de terror, aunque lo más importante, volviendo al detalle del sueño, es que el modo de conjugar este terror consiste en una identificación fálica con el padre. Identificación fálica con el padre no significa identificación en un nivel edípico o con un personaje, sino una identificación fálica con un padre mecánico, porque hay ahí contenidos que revelan ese aspecto mecánico. Pienso que también hay algo auténtico: una relación con un objeto despedazado que nos lleva probablemente a comprender lo que sucede dentro de la paciente cuando pierde su identificación fálica con el padre. Como si en este momento efectivamente, se encontrara también con una madre, para la cual ella no llega a existir de un modo entero. Llamo la atención sobre el hecho que el sueño es un equivalente en el mundo interno, de lo que ella relata que hace en el mundo externo, por ej., de cómo se mueve; vemos una hiperactividad (moverse, mudarse, etc.) que tiene el valor de impedir el pensamiento. Es decir, impedir que la fantasía se desarrolle; lo contradictorio es que la fantasía continúa existiendo pero no puede llegar a organizarse. Otra manera de decirlo es que las fantasías que están relacionadas con ese cuerpo despedazado, ¡oh paradoja!, no llevarán jamás a la imagen del padre, todo lo contrario de lo que ocurre en lo real. Por supuesto que podemos interpretar todo lo que la paciente relata como maniobras sádicas, pero creo que en este sueño hay algo que explica el carácter masivo del delirio. Lo que le interesa a la paciente no es tener un padre para jugar al toqueteo con él, sino que lo que le intere-

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sa es tener un objeto al que ella pueda despedazar, pasar por encima y por debajo, desplazar y ella ... continuar, seguir viva. Incluso algo más, obtener de este objeto que ella tritura en todos los sentidos, una especie de coherencia de la investidura, lo que explicaría la aparición de la analidad en el material. Ella dice: “soy una mierda...”. Son evidentemente fantasías pregenitales, pero lo que hay que comprender por el modo en que son vividas, no pueden ser interpretadas como cualquier otra fantasía de despedazamiento, porque son vividas además, con la connotación de la identificación fálica con el padre y con toda la fuerza sádica fascinante del padre. Son vividas con una connotación muy excitante. Entonces, ¿qué espera la paciente? Espera una palabra de su analista pero se da cuenta de que se arriesga. Ella dice: “son advertencias de que no debo hablar, digo demasiadas cosas”, y en ese momento aparece la fantasía de la pérdida de la madre. Es muy notable la ausencia de la madre durante toda la sesión. Como aquí se dijo, es cierto que llama la atención la mención de la foto. Sin embargo estoy más impactado aún por la relación que hay con la foto como totalidad inerte, es decir, como figura identificable, y toda la actividad mental de la paciente gira alrededor de: “yo estoy separando los fragmentos de él, primero la cabeza, desmontar, despedazar parte por parte, como desmenuzar un tema con usted por pedazos. Lo que me dominaba, la cabeza, se desprendía. El no va a dominarme más; el resto no tiene poder; nada de él sirve si no tiene cabeza”. Hubiera sido mucho mejor si hubiera tenido la cabeza de otro, de aquella justamente que tampoco ha manifestado deseo de amarla. Pienso que es esta identificación con el padre como objeto parcial, lo que impide el análisis de su relación con la madre. Habría otro modo de comprender la sesión; para ello la analista debería tener un poco de atrevimiento y decirle: vamos a tener que remontar todo esto y no sabemos para nada qué va a pasar, pero usted va a

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tener que remontarlo. Participante: De acuerdo con lo que usted explicó: ¿qué posibilidades tiene esta paciente de que la analista sea para ella una madre que no tenga “el caño roto” y que haya una comunicación, sin que la paciente se confunda? Participante: Quisiera pedirle al Dr. Green que se explaye sobre esta identificación fálica con el padre. Green: Ningún análisis se juega de antemano, ni uno puede predecir cómo se va a desarrollar. Voy a analizar el momento en el cual nos encontramos y no me planteo la cuestión de hasta dónde va a llegar. La aparición de este sueño muestra que ella rompió la consigna de guardar silencio y que en consecuencia, este sueño va a tener un lugar en el análisis y no podrá no tener ese lugar. Hubiera podido desarrollar todo este seminario alrededor de la identificación fálica con el padre, con el objeto parcial del padre. Esto puede comprenderse, no sólo en relación con la imagen que ella se ha hecho de él, sino también con el elemento de realidad en el padre que nos remite a su propio ocultamiento del amor por su madre. Por otro lado, no podemos dejar de interpretar esta identificación fálica con el padre, como lo inverso de su situación masoquística al haberse sometido a la relación incestuosa con él. Al invertir así la cosa, ella muestra a la analista todo lo que estaba allí pero no pudo suceder y esto también es el trabajo de lo negativo. Lo que no pudo ser y que está también completamente oculto es, efectivamente, todo lo que ella dijo en las primeras entrevistas acerca de su fascinación por la madre de su amiguita. En cierto modo, ella comunica acá hechos que provienen de la regresión y al mismo tiempo algo vital y esencial, que se refiere a la posibilidad de fantasear acerca de poner a prueba el cuerpo de la madre. Es esto lo que la lleva a su identificación con la mujer, porque esta identificación y hay que

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decirlo alguna vez, es una identificación sobre algo que está implícito, es decir que la niñita ve a la madre comportarse con ella y ve a la madre con el padre. Pero para que esta identificación suceda, es sobre la base de lo que no fue vivido, pero de lo cual proviene. Todo sucede de esta manera: se tiene la impresión que esta especie de excitación secundaria con el padre, hace que suceda con él lo que no sucedió con la madre. Pero de otra manera, con la posibilidad de vivir toda la bronca, la decepción, el deseo de hacer daño tocando, y todo esto que implica una estructura de relación que Traducción realizada ensila reunión clínica: podría desarrollar conociera más cómo siguió el análisis. Porque vemos cómo todo esto bloquea el otro Estela Mordo de Rosenfeld lado de la identificación, es decir la identificación con las semejantes, las otras niñitas, las otras mujeres. Entonces, cuando me preguntan sobre el trauma: ¿qué encuentro? Entre las diversas hipótesis concernientes Descriptores: Caso clínico. de Edipo. Incesto. al trauma existiría, pienso, Complejo ese sentimiento de comprobar que la madre poseería algo Supervisión. que no le quiere dar, Sexualidad femenina. fingiendo que lo que acontece entre el padre y la hija es banal y en consecuencia lo que considero un factor traumático, es la actitud de renegación y de proyección del padre, que impide a la hija el funcionamiento de su propio pensamiento. Supongamos que el padre le hubiera dicho: “querés irte, entonces no me querés más”; esto hubiera sido una cosa. “Y bien hija mía, ahora podés irte porque yo te preparé bien para la vida y nadie te habrá dado lo que yo te di”; es otra cosa, es diferente. El le dice a la hija, confundiendo t o t a l m e n t e su madre y su hija, “por lo menos ahora el fruto podrido no contaminará a los otros”, es decir, “vas a contaminar a tus hermanos”. Esto juega un rol muy importante en la posibilidad de asumir su propio deseo. Quizás no se pueda pedir algo imposible a los padres, pero por lo menos se les puede pedir que se callen la boca.

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Analista: Se trata de un joven de 23 años, derivado por un colega que atendía a una de sus hermanas mayores. Yo conocía a toda su familia excepto a él, debido a que ocho o nueve años antes su madre había estado internada en una institución psiquiátrica donde yo trabajaba. Tuve suficiente contacto con la familia como para saber de la existencia de Bernardo, quien por aquel entonces tenía quince o dieciséis años y vivía solo en París. Al decir de todos ellos: “alejado del sufrimiento.” Así había sido dispuesto por el padre y suscripto por el resto de la familia, aunque también quedó explícito en aquella época que era el padre quien tenía el proyecto de ir a vivir definitivamente a aquella ciudad. Aún hoy lo mantiene. Bernardo es el menor de cuatro hermanos, con una diferencia de catorce años con el que le antecede, A., que tiene actualmente 37 años, es profesional, está casado y tiene dos pequeñas hijas. Con sus hermanas mujeres hay más de veinte años de diferencia. Una de ellas, soltera, es escritora. La otra es separada, profesional y tiene hijos adolescentes. Los tres se mostraban muy preocupados por Bernardo en aquella época. Sus padres habían tenido una mala relación y se habían separado varias veces. Bernardo nació luego de una de esas separaciones. No supe nada de ellos hasta hace un año y medio en que me enteré que su madre se había suicidado arrojándose a la calle desde un piso diecinueve, donde vivía. Eran las vísperas de Navidad y Bernardo recién había llegado de Boston con su flamante título de Licenciado en Artes. Descriptivamente, su madre presentaba un sindrome maníaco

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depresivo. Había estado varias veces internada. Atendida por prestigiosos psiquiatras, recibió múltiples tratamientos, desde psicoterapia hasta electroshocks, pasando por todo el espectro psicofarmacológico. Todo este material acerca de la historia familiar casi no apareció en el transcurso de las entrevistas con Bernardo. No sé si fue porque él sabía que yo lo conocía de aquellos años o por alguna otra razón, como por ejemplo, una disociación propia de las características de su personalidad. Concertamos dos entrevistas cuyo contenido es más o menos el que transcribiré a continuación. Al cabo de las mismas le propuse comenzar un tratamiento psicoanalítico de tres sesiones semanales, que él aceptó , poniendo reparos sólo en el aspecto económico, tema muy conflictivo para él , dado que era el padre quien pagaba el tratamiento. Bernardo llegó puntual a la primera entrevista. Entró y echó una exhaustiva mirada al consultorio mientras caminaba lentamente hasta el sillón donde lo había invitado a sentarse. Me impresionó frío y distante, como frente a una experiencia extraña. A continuación comentó que hacía más de media hora que estaba esperando en la plaza de enfrente. Dijo que prefería esperar y no llegar tarde. Por lo particular de su entrada cabía la posibilidad de pensar que estuvo también inspeccionando el consultorio por fuera. Planteó enseguida sus dificultades para “formar pareja”. Esto le preocupaba mucho. Se consideraba un muchacho “lindo” , con muchas condiciones, sexualmente muy apto y no entendía bien cómo no encontraba una “chica linda” que quisiera estar con él. Muchos de sus problemas serían distintos si tuviera novia. Hizo referencia a que otros chicos ni eran tan “lindos”, ni parecían tan preparados. El era “alto y buen mozo”, había estudiado en París y en Boston, pintaba, tocaba la batería, era fotógrafo, hablaba varios idiomas... No se explicaba bien qué pasaba. Había “estúpidos” que tenían “novias muy lindas”. Era particularmente despreciativo y soberbio al hacer estos comentarios. Su única relación más o menos duradera había sido con una adolescente francesa, Stefanie, que conoció durante unas vacaciones en Suiza. Cuando ella regresó a su casa, en el sur de Francia, Bernardo la siguió y logró instalarse allí, con cierto beneplácito de los padres de la muchacha. Luego hicieron un viaje

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juntos en auto y tuvieron relaciones sexuales. Ella era virgen y muy tímida. El se había iniciado con una prostituta a los quince años, antes de viajar a París. Desde entonces no había vuelto a tener relaciones sexuales. Cuando regresó a Boston, donde estaba estudiando, fue ella quien lo siguió. Convivieron unos meses hasta que en un viaje de sus padres, una violenta reacción de su madre contra Stefanie al verla salir del cuarto de su hijo, terminó prácticamente la relación. Pocos días después ella regresó a Francia y nunca más se vieron. Relató esta situación con un leve fastidio, como si no le hubiera importado demasiado. Más tarde tuvo otras relaciones pasajeras con “chicas no muy lindas”, como “descarga sexual”. Habían pasado más de siete meses y él consideraba esto como algo muy anormal. Algunas chicas parecían tener interés en él, pero una se parecía a Fito Páez, a otra se le veían los dientes feos cuando se reía, finalmente una tercera parecía no entender cómo él no trabajaba. Algunas, con las que él había estado, lo desilusionaban cuando les descubría imperfecciones en la piel o en sus cuerpos. De modo que el panorama era bastante sombrío. A esta altura yo pensaba que si bien era una persona de rasgos armónicos y podía decirse que formalmente era buen mozo, la falta de matices emocionales, lo estereotipado de sus gestos, su expresión rígida, lo hacían poco bello. Las escasas veces en que esbozó una sonrisa me impresionó como algo cercano a una mueca. Esto era complementario con la frialdad, casi mecánica, con la que hablaba de sus vínculos. Sin embargo, al finalizar la primera entrevista, cuando lo despedía en la puerta del consultorio, me sorprendió con un comentario elogioso respecto del mismo y la pregunta de si todavía habría unidades en venta (era notorio que se trataba de un edificio recién estrenado). Me sorprendió porque pareció más próximo. Pensé que querer vivir allí podría significar querer instalarse en el tratamiento. Intuí un aspecto más tierno. Pero, al mismo tiempo, esta necesidad de continencia, poco reconocida por él, que tal vez estaba desplazada a la preocupación por tener novia o al menos relaciones sexuales, surgía como “transformación inmobiliaria”. Esto era quizás, un producto de la desafectivización y, en parte, expresión de posesividad. El otro problema que lo aquejaba era su imposibilidad de trabajar. Se sentía un mantenido del padre. Hacía intentos aisla-

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dos con sus conocimientos de fotografía, pero llegado el momento no parecía tener interés en concretar las oportunidades. Pensaba que en este país a nadie le interesaba el arte y un artista era alguien a quien se desvalorizaba porque no ganaba dinero y al que siempre se le preguntaba de qué trabajaba. El decía admirar a su padre, quién, con esfuerzo, había hecho una respetable fortuna fabricando bolsas de arpillera. Al mismo tiempo se sentía como su madre, una abogada que nunca pudo trabajar, pusilánime e inútil, al punto de pensar que podía terminar como ella. El no quería vivir en este país, en esta ciudad, pero sus hermanos insistían en que debía quedarse y él se reconocía muy influenciable. Siempre estaba en la duda entre establecerse definitivamente en Buenos Aires o irse a vivir a Francia o Inglaterra donde tenía algunos amigos y algunos contactos. Esta ciudad estaba muy sucia y contaminada, no se podía respirar. El no merecía llenarse los pulmones con este aire tóxico. Odiaba a las personas, a nadie parecía importarle nada y cuando él se quejaba de estas “catástrofes” no era tomado demasiado en cuenta, ni siquiera por su familia. Por último y ante mi requerimiento contó cosas referidas a su historia, siempre en aquel clima predominante de fría queja. Cursó el ciclo primario en el Liceo Francés, en Buenos Aires. Era buen alumno, pero muy tímido. No le gustaban los deportes y sus compañeros lo burlaban, lo excluían y frecuentemente le pegaban. Iba asustado. No podía defenderse. Sólo lloraba y corría. El segundo año lo hizo en otro colegio, pero volvieron a pasarle las mismas cosas. A mediados del segundo año viajó a París con su padre para seguir estudiando allá. Respecto de su madre no tenía muchos recuerdos. Siempre estaba enferma. A veces sentía que la odiaba, aún hoy. El padre iba y venía de París según el estado de salud de ella. Green: ¿Qué es lo que quiere decir con esto? Analista: Cuando la mamá de Bernardo estaba mejor, el papá viajaba a París; cuando empeoraba, el papá volvía a Buenos Aires. Green: ¿Por qué el padre estaba en París, era un profesional?

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Analista: No, aparentemente era un lugar donde él aspiraba vivir permanentemente. Bernardo vivía solo durante algunos períodos de tiempo. El departamento que alquilaban era lo suficientemente cómodo y confortable para alojarlos a todos cuando viajaban. La única relación familiar cuando no estaban los padres era una tía paterna que vivía desde joven en París, y que tampoco parecía próxima. Ella trabajaba con artistas plásticos y pintaba. Bernardo tenía pocos amigos, parecidos a él. No salían, no frecuentaban lugares de jóvenes, no iban a bailar. Leían, escuchaban rock sinfónico o iban al cine. En las vacaciones viajaba por Europa con alguno de ellos o con sus hermanos y pasaba algún tiempo en Buenos Aires. Al finalizar el ciclo secundario entre todos decidieron que lo mejor era que siguiera estudiando en USA. Bernardo mejoró su inglés en las vacaciones previas e ingresó a una universidad en Boston. Luego de un intento fallido en arquitectura, estudió la licenciatura en arte y terminó su carrera en tres años. Tenía la intención y la ilusión de irse a trabajar a Francia, pero fue “engañado” por personal de la Universidad que le prometió contactos que nunca le consiguieron. Green: ¿Personal de qué Universidad? Analista: De Boston. Este episodio es contemporáneo al suicidio de su madre, al que no se refirió específicamente y sólo lo mencionó desde un punto de vista cronológico. En 1993 se instaló en Buenos Aires en un pequeño departamento céntrico, propiedad que le correspondió tras la muerte de su madre. Durante 1993 comenzó una psicoterapia que rápidamente fue descalificada al no obtener cambios. Concurrió también a distintos grupos de autoayuda a los que calificó de “basura”. Concurre a un taller de pintura, estudia cine y toca la batería, pero ninguna de estas actividades parece satisfacerlo. Pasa bastante tiempo con su padre al que le cuenta todas sus frustraciones y por quien se siente muy influenciado Green: ¿Qué explicación da Bernardo de haber renunciado a vivir en USA y en Europa, y de su regreso a Buenos Aires?

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Analista: La explicación fue que sus hermanos insisten mucho en que se quede a vivir aquí, en el seno de la familia, que aquí ellos lo pueden ayudar a encontrar trabajo y a desenvolverse. De todos modos él está pensando permanentemente en volver a vivir en Europa. Hubo una tercera entrevista donde convinimos el contrato de trabajo, tres sesiones y los días que pudimos arreglar fueron martes, miércoles y viernes. La última entrevista cuando arreglamos la manera de trabajar fue un miércoles. Yo le ofrecí comenzar la semana siguiente pero él me pidió empezar esa misma semana, el viernes. Green: ¿Cuál es su impresión al cabo de las tres entrevistas? Puede decir algo sobre la necesidad que Ud. sintió de tener tres entrevistas o es su manera habitual. ¿Cuál fue la visión que Ud. tuvo del modo que el análisis se presentaría y hacia dónde pensaba que el análisis iba a dirigirse? Analista: Habitualmente yo tomo dos entrevistas y una tercera donde convengo la manera de trabajar. Mi impresión con él era que a mí me iba a resultar muy difícil satisfacerlo. Me impresionó como una persona muy urgida, con una demanda de cambios frente a situaciones que para él eran muy acuciantes, muy urgentes, como por ejemplo tener novia o tener un trabajo, a punto tal que yo me encontré alguna vez pensando que podría decirle esto, aunque no se lo dije nunca: por qué una persona de 23 años estaba tan urgida en trabajar o tener novia, cuando en realidad, en nuestro medio, lo habitual es que a esa edad estén estudiando o se estén formando. Sobre todo en una persona de su nivel socio económico y cultural. Tenía particular urgencia, transmitía una sensación de inutilidad, se sentía vacío e inútil en la vida. Me impresionó como una persona deprimida, deprimido narcisísticamente. También como muy susceptible, poniendo mucha distancia. Por eso me sorprendió cuando al cabo de la primera entrevista, con casi una sonrisa elogió el consultorio y me preguntó si había algún departamento en venta. En ese momento me despertó cierta ternura, me impresionó como un aspecto más tierno o más próximo de él. Green: ¿Alguien quiere efectuar alguna pregunta o

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expresar una opinión sobre lo que el analista expuso? Participante: Me impresiona el tema de vivir en París, en relación al padre. Me preguntaba si no habría en la historia del padre un problema de inmigración, de alguna situación traumática en la historia familiar, sobre todo en relación al problema del cambio inmobiliario. Mobiliario tiene que ver con nobiliario en el sentido de tradición. Me pregunto también qué efecto tendrá esto sobre la transferencia, relacionado con el cambio inmobiliario del analista. Green: Encuentro interesante lo que Ud. dice. ¿Pero no cree que no hace más que desplazar el problema al pensar que tal vez haya alguna relación con la inmigración? ¿No piensa que tenemos otros elementos en el material para tomar en consideración algo que esté más directamente ligado al mundo interior del paciente? Participante: Creo que es parte del mundo interior del paciente. Es el elemento que más me llamó la atención. No el único, pero está planteado de entrada: un chico de quince años que vivió solo en París. Green: Por favor, no retroceda. Si usted sacó a la luz este elemento es que en su mente éste juega un papel central. No me diga ahora que también hay otros elementos. Cuando tomamos un problema central sabemos que hay otros elementos, pero eso no quita nada a la centralidad del problema. Participante: Yo pensé “inmobiliario” como lo inmóvil, como la búsqueda de cosas que no se muevan, como la fotografía y el dibujo, donde se retiene la imagen fugitiva. Pensé que este chico nació entre las separaciones de los padres y que la vuelta de él a Buenos Aires está ligada a su dificultad de formar pareja. Participante: Quisiera que el Dr. Green nos diga unas palabras sobre dos cosas que se juntan en este caso. Una se refiere al problema del espacio; la vez anterior él habló de los pacientes que

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entran y se fijan en el espacio. La otra es la conectada con la sublimación. Green: Yo creo que antes de abordar cuestiones de detalles hay algo aquí muy revelador. El analista experimenta la necesidad de dar un cierto número de elementos que supone van a aclarar el trabajo analítico que él va a hacer y que va a exponer. Lo que se dice en las entrevistas preliminares (sabemos perfectamente que no estamos todavía en el análisis), pero tenemos, sin embargo, la impresión que lo que ocurre en ellas, permite sacar a luz algo que va a construirse en nuestra mente como una constelación, en la que nosotros situamos al paciente, su problema y su demanda. Podemos compararla con una especie de trabajo preconciente sobre los datos que el paciente trae. Nosotros estamos aquí, ustedes y yo en una situación de igualdad absoluta. No estamos como el analista, ya que él conoce lo que va a seguir. En cuanto a mí, me rehuso siempre a tener una comunicación previa del material; entonces tenemos aquí una situación muy experimental y muy reveladora. Lo que me sorprende es que no sean las mismas cosas las que los sorprenden a ustedes y a mí. Por ejemplo, si yo me vuelvo hacia el analista, puedo estar de acuerdo con su manera general de enfocar las cosas. Pero me parece que él está atrasado en relación a todo lo que él nos dijo. Tengo un poco la impresión que, en lugar de buscar desde las entrevistas preliminares aquello que contradice su visión conciente, y que debería despertar nuestra atención, vamos en el mismo sentido que su visión conciente, es decir que nos arriesgamos a ir en el mismo sentido que una transferencia de defensa. ¿Cómo se puede decir que tenemos que tratar con un joven apurado y que está tan deseoso de formar una pareja, cuando nos enteramos que después de haber tenido una relación s e x u a l , detuvo su actividad sexual? ¿Es realmente esto mostrar que uno está apurado? ¿Cómo comprender a este muchacho que también quiere tener éxito desde el punto de vista profesional?

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Esto nos plantea el problema de la sublimación ya que sus estudios y sus intereses oficiales están del lado del arte, y lo único que parece interesarle es el rock y el cine, actividades en las que la mayor parte del tiempo está en una situación pasiva y se hace inyectar en las orejas y en los ojos datos que están en contradicción con sus intereses sublimatorios. Es cierto que él también hace un poco de música, pero ¿acaso tenemos la impresión que está verdaderamente comprometido con la música? No tenemos esa impresión. Entonces, ... ¿por qué volvió a Buenos Aires? Porque los hermanos insistieron, dice. ¿Uds. creen eso? En el momento que él quiso partir, también se hicieron trámites para que se quede. Entonces me dicen que esto tiene relación con el padre. Estoy de acuerdo que hay allí una identificación superficial, idealizada, en relación a la imagen de su padre. Solamente que es un padre que no vacila en aceptar dejar a su hijo de 16 años en una ciudad totalmente extranjera. Realmente nos preguntamos qué idea tiene el padre sobre la adolescencia. La razón por la cual volvió a Buenos Aires es que desde que su madre murió, Buenos Aires ya no apesta. Estoy igualmente sorprendido que toda la discusión no tome en consideración la psicosis maníaco depresiva de la madre. Tal vez ustedes crean que lo único que nos interesa es el mundo interior del paciente. Pero la cuestión que se plantea es saber si tenemos el mismo mundo interior cuando tenemos una madre maníaco depresiva que cuando tenemos una madre que no lo es. Estoy muy sorprendido, aunque usted lo dice, encontramos en su boca exactamente lo que la madre decía de ella misma: que ella se sentía inútil, que hizo estudios pero nunca ejerció su profesión de abogada, pero, que por otro lado tiene una hija que hizo los mismos estudios y que llegó a ser abogada. El paciente no está lejos de encontrarse en la misma situación que su madre. Estoy igualmente sorprendido de que usted no parezca darle una importancia simbólica al hecho que el muchacho llegue muy orgulloso con su diploma y que sea precisamente ese momento el que la madre

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elige para tirarse por la ventana. Por otro lado se dice que todas las informaciones que tenemos sobre la madre (y tenemos buenas razones para saber que él sabe que el analista las conoce), él no las aborda. Es decir que entre él y el analista hay, desde un comienzo, lo que llamamos un “no dicho”. No conocemos la naturaleza de ese “no dicho”, pero eso quiere decir que en una relación que va a establecer con un objeto que tiene una cierta importancia en la proximidad, hay algo que no puede ser abordado; es decir que hacemos como si eso no existiese. El analista lo interpreta en relación con su frialdad, pero creo que hay que ir un poco más lejos. Tenemos todas las razones para pensar que, en efecto, este paciente se organizó de un modo narcisístico muy marcado. (Podemos pensar que afrontó una situación con una madre, de la cual tenemos todo tipo de razones para imaginar que tuvo períodos en que no estaba disponible, concentrada en su propia depresión), lo que se llama todavía en el vocabulario freudiano una neurosis narcisista. Toda una organización interna que consistió en dejar de lado lo que es importante desde el punto de vista afectivo, todo lo que concierne al deseo de amar y de ser amado, y por supuesto, la manera en que buscó una salida entre sus deseos y sus frustraciones, al dejar de lado todo esto, para privilegiar la noción de bello o no bello y en relación a eso, oponerles lo que no es bello, lo que es deforme, lo que comporta imperfección, lo que es feo y eso es todo. Esto explica, naturalmente, su orientación hacia el arte que reposa sobre fisuras enormes, y es también allí que yo diré que las investiduras de base no están aseguradas. No es para nada que yo piense que los artistas deben ser como nosotros, casados, formar una familia, tener niños y en conformidad con los otros. No pienso eso, pienso que cuando la investidura de base está allí, la orientación hacia una actividad artística llega a ser el objeto de un compromiso, que puede llegar hasta la muerte. El contexto debiera haberles hecho comprender en el mismo sentido que yo. Efectivamente, porque para lo burgueses que nosotros

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somos, es difícil admitir que comprometerse a muerte con el camino del arte sea una manera de vivir muy interesante. Esto quiere decir que tal vez nosotros no estemos dispuestos a hacer el mismo sacrificio, pero justamente en él lo que comprobamos es que el arte aparece como un tipo de actividad que tiene por meta consolidar una cierta imagen de él mismo, y que le hace rechazar hacia el exterior todo lo que de esta imagen de él mismo reprime. Es él quien se siente feo o deformado, es él el que se siente habitado, en realidad, por un odio hacia la madre; él de hecho lo siente, pero no basta sentirlo. Lo que hace falta es saber por qué. Es para esto que sirve el análisis y es esto también lo que explica los aspectos contradictorios entre sus aspiraciones ideales y lo que efectivamente es capaz de realizar. Entonces, dos cosas: la primera para volver a la pregunta que me han hecho. Es efectivamente un comportamiento bastante típico de pacientes que presentan estructuras no neuróticas. No quiere decir que encontremos siempre este comportamiento, pero cuando se lo comprueba hay ocho chances sobre diez de que se trate de una estructura no neurótica. Este comportamiento consiste en acordar su interés al entorno en el cual vive el analista, antes que interesarse en el analista mismo, aquél de quien esperamos algo. En efecto, hay varias razones para este comportamiento; la primera es probar la familiaridad o no familiaridad del espacio en el cual acabamos de entrar. Es decir que detrás de eso hay una actitud de temor en relación a todo lo que se anticipa como nuevo, y una necesidad de hacerse una idea del objeto que es el analista, llevando su curiosidad no por sobre el analista, porque sería una investidura demasiado peligrosa, sino sobre el entorno. Lo que quiere decir es que corresponde a una cierta imagen del objeto que sería tolerable para él. Otra manera de considerar las cosas, pone menos el acento sobre lo desconocido y el temor, y más sobre una especie de relación mágica de captación de este entorno. Son hechos de este orden los que me llevaron a hacer una distinción entre el espacio

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y el objeto, y a considerar que la organización que imagino de la construcción del psiquismo, es que lo que está proyectado sobre y en el espacio, precede a lo que se proyecta sobre el objeto. Aquellos entre ustedes que han hecho psiquiatría saben muy bien que en el momento de la instalación de un delirio, el fenómeno que se comprueba en primer lugar, es lo que llamamos el sentimiento xenopático del ambiente. Es decir que lo real deja de ser familiar, todo es objeto de desconfianza y esto aún antes de la designación del perseguidor. Bien entendido, no estamos en este contexto, pero hay algo ahí que consiste en hacer como si la relación entre su analista y su entorno pudiera sustituir la relación entre el analista y él mismo. Pero cuando el paciente le dice: “¿hay un departamento libre en el edificio”?, para mí es un muy mal signo. Es un signo de captación inmediata, de posesión mágica de los atributos del analista y de algo que, si queremos ponerlo en la cuenta de la identificación, no es en absoluto del orden de una identificación evolucionada, sino de una identificación primaria; en realidad, sin una distinción entre el objeto y el sujeto. Pero, evidentemente, en un sujeto que ha vivido esos períodos de separación de la madre, esos viajes y esas migraciones, esto adquiere valor pero lo adquiere justamente como contrapunto de las defensas superficiales que ha elaborado: la frialdad, la distancia. Esto muestra que estos mecanismos de frialdad y de distancia son una defensa contra un modo de identificación oral canibalística. Precisamente, la que encontramos en la depresión melancólica. Esto no quiere decir que el paciente tenga los mismos mecanismos de la madre, sino que ha elaborado esos mecanismos sobre un modelo en correspondencia al modelo maternal. El papá, a todo esto, da otra versión de las cosas. El papá está harto de esa mujer, con la cual él no se entiende, que está siempre enferma, que hay que llevar y sacar del hospital, ir a ver a los médicos, etc. El padre es el que ha querido alejarse del sufrimiento. No conocemos los detalles de las razones por las cuales él ama París, pero creo que

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el padre soporta mal el haber hecho muy buenos negocios con las bolsas de papas. Entonces, el papá también trata de salir de ahí restableciendo una cierta imagen y yendo de nuevo a vivir a Europa, tal vez con una fantasía ancestral. Pero en realidad, vemos que esto no da lugar a una materialización tal que su vida tome otro rumbo. No crean que estoy en contra de los fabricantes de bolsas de yute. Es su negocio, no el mío. Pero cuando uno es fabricante de sacos de arpillera y uno ha hecho una fortuna con los sacos de yute, no se escupe en la sopa. Se puede negar, se dice: “Usted sabe, yo... Las bolsas de yute, yo.... Pero mi verdadero interés es por Rembrandt...” (risas) Muy bien, cada cual hace como puede. Pero justamente, aquí hay algo que no funciona así. Yo querría, antes de escuchar las sesiones, atraer vuestra atención sobre algo que nos ha sido dicho y que me parece extremadamente importante. Bernardo ha encontrado a Stefanie; la conoció; la siguió a su ciudad; después es ella quién vino a buscarlo. Lo menos que podemos decir es que hay ahí una situación de espera y de expectativa mutua. No parece haberlo movilizado mucho sobre el plano profesional, pero no estemos tan apurados, esperemos. La madre desembarca, se las toma violentamente con Stefanie. Stefanie ve que su amiguito no se mueve, y que frente a ese torrente agresivo se encuentra desamparada. ¡Ella se va! Lo que es importante en este asunto es que él ha hecho sufrir la violencia loca de la madre al otro. Y él volvió al punto de partida. Eso es un hecho central. Es por eso que estoy obligado a decir que manifiestamente no son las mismas cosas las que los impresionan a ustedes y a mí. No haré mas que un último comentario: es el problema de la fantasía de su nacimiento accidental, porque hay catorce años de diferencia entre él y su último hermano. Tenemos razones para suponer que, en relación al estado de la madre (que no se ha arreglado con el paso de los años), ha tenido que vérselas con una madre mucho más perturbada que sus hermanos, y que igualmente tuvo que arreglárselas

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con una situación familiar mucho peor que sus hermanos y da la impresión de haber cargado con todo eso sobre sus hombros, prácticamente en un estado de soledad. Lo que llama la atención en su caso es el carácter de las quejas totalmente banales: “quiero casarme y trabajar”. No hay otros motivos para el análisis que ésos. Pero tiene una total inconciencia, o en todo caso quiere hacerle notar al analista cómo estos objetivos explícitos son un reflejo de la manera en la cual él se estructuró enteramente, en la negación banalizante y con un apoyo sobre una realidad exterior: “hay parejas que andan bien y parejas que no andan bien”, “hay gente que tiene éxito y gente que no”; pero que están muy lejos de su conflicto. Y el medio por el cual él evita ese conflicto, esta imagen idealizada de él mismo por la cual él piensa su manera de situarse en la realidad, de hecho es debida a un sentimiento de una gran impotencia interior. Entonces, en efecto, la cuestión va a ser, frente a una estructura narcisística que tiene tantas razones para existir, ¿qué es lo que el análisis va a revelar de sus posibilidades de entrar en contacto con él mismo y con el objeto? No soy profeta, planteo los problemas y espero. ¿Alguien quiere agregar algo? Participante: Si bien usted espera, ¿el suicidio de la madre le preocuparía como un ingrediente a pensar en el comienzo del análisis? Green: Veo mal cómo yo podría fundir ese hecho en el medio de los otros, cuando es evidente que el paciente despliega tal sistema de lucha contra la depresión. Hay aquí como un malentendido que hay que disipar. El suicidio de la madre no es un hecho de la realidad. Es un elemento que viene a poner nuevamente en cuestión todo un equilibrio personal en la organización psíquica, con todo ese trabajo de lo negativo que el paciente ha llegado a hacer y que viene, tal vez, a recordar que la madre ha estado siempre muerta y

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todo el sistema que construyó para no tenerlo en cuenta, porque realmente, si la madre está ya muerta, ¿a qué se debió? Es imposible ver que el niño no puede no plantearse la pregunta que lo lleve a pensar que él es un objeto que no puede darle placer a la madre, no puede satisfacerla, no puede establecer ese lazo fundamental que podría ser que aquél que recibe la alegría, debe ser también él, aquél que la da. Y naturalmente, como él no es psicoanalista, no sabe que la alegría que uno experimenta es el resultado del encuentro con el deseo de recibir esa alegría, pero que implica que se puede ser testigo de la alegría que uno da. En consecuencia, es una especie de retorno. Cuando la madre muere, y sobre todo, el día que uno llega con el diploma, es una reactivación absolutamente significativa. Puedo decirles algo antes de continuar: yo pasé una semana muy interesante en Buenos Aires, hemos tenido muchos intercambios, muchos diálogos pero manifiestamente diferimos sobre algo que es la concepción de base: no tenemos ustedes y yo, la misma idea de lo que es importante en la existencia. No tenemos la misma idea que permita explicar el encuadre que tenemos en la cabeza y que explica ¿por qué todo esto? ¿Por qué somos como somos? ¿Por qué hacemos lo que hacemos? ¿Por qué estamos contentos o no? Hay ahí parámetros esenciales. Es lo que trato de incluir en las conferencias, pero son cosas de las cuales no podemos estar convencidos fácilmente porque toca a los fundamentos mismos de vuestra concepción de la vida y de la mía. Para dar tres ejemplos: podemos pensar que la guía esencial de la vida es la búsqueda de la seguridad; podemos pensar también que la guía esencial de la vida es reparar el mal que hemos hecho a nuestros objetos. No estoy de acuerdo con la primera concepción ni con la segunda, porque son concepciones que nos interesan como negativo. En la primera concepción no hay angustia, no hay historia. ¿Es eso lo que explica, lo que me impulsa a vivir? La segunda concepción, la reparación del daño a los objetos inter-

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nos: ¿es lo que explica la alegría de vivir? Pongo en primer plano como buen francés que soy, una concepción que pone en primer término al deseo. Es decir, qué es lo que nos empuja, qué es lo que nos interesa, qué es lo que nos cautiva, qué es lo que nos captura. Entiendo por supuesto que la respuesta no es unívoca porque la propiedad esencial de lo humano es la diversidad y toda la cuestión es saber si podemos gozar de esta diversidad y encontrar su lugar en un sistema que nos dé esa libertad. Cuando usted plantea la cuestión de la muerte de la madre, no es que no me interese la cuestión de que la fantasía se convierte en una realidad y naturalmente que yo creo que eso cuenta. En tanto que hecho, viene forzosamente a sobreinvestir uno de los puntos de una estructura psíquica en red, pero donde no podemos decir que el problema de la muerte es un problema como otros; en realidad, todo esto se aclara por el conflicto mayor entre la creación y la destrucción. Primera sesión del tratamiento: Llega puntualmente. Paciente: Hoy de nuevo llegué media hora tarde... temprano. Nunca sé cuánto se tarda. Analista: Tuvo temor de llegar tarde, o tal vez la impresión de que llegaba tarde. Paciente: Si, tengo... No tendría justificativo llegar tarde acá, es preferible hacer tiempo por acá media hora, a llegar tarde. Ayer estaba contento porque estoy por terminar un cuadro... le dije al maestro si valdría la pena ir tres en vez de dos veces por semana al taller. Me dijo que no era necesario y que depende de lo que uno trabaje ahí, o pueda trabajar en casa. Me quedo prácticamente todo el día, los martes y los jueves y a veces los sábados, desde la una, una y media, hasta las ocho de la noche. El maestro llega a las once, no hay problemas de espacio,... y porque él es así... Una vez fui a lo de J. D. (otro pintor) que tiene el taller por

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Paternal. Está lleno de gente, es algo más comercial, a la hora de irse hay que irse. Me siento mucho más cómodo acá, lo aprecio mucho más a Carlos, tiene mucha paciencia. Hay una chica que es insoportable. Pierde las cosas, no puede hacer nada sola, yo igual cuando pinto no le doy bolilla, estoy en otro cuarto. Y ayer cuando salí del taller pensaba que una cosa que resolvería mis problemas sería dedicarme de lleno a la pintura, es más fácil que trabajar en fotografía... en la pintura uno es su propio jefe. Eso me interesó. Analista: Parece que está describiendo un lugar confortable, con un buen maestro, con mucha paciencia (pensando en sus fantasías respecto del análisis, sus expectativas, y en aquella pregunta al irse después de la primera entrevista). Paciente: (interrumpiendo al analista) Sí, y al mismo tiempo me parece que estoy perdiendo el tiempo ahí... Por ahí me falta paciencia... toda la gente está tranquila, yo estoy siempre insatisfecho. Analista: Le decía algo referido a un lugar confortable, pero de golpe se puso un poco impaciente y aquel lugar confortable ya no parecía tan bueno. Pero quizás también esté expresando una expectativa respecto de mí: usted se declara sin paciencia y yo voy a tener que tenerla por los dos, como Carlos. Paciente: Yo admiro a Carlos, él está tres veces por semana ahí y no pinta ahí..., no creo que pinte cuatro veces por semana, debe pintar tres veces, y él es un pintor en serio; pensaba que no necesitaba pintar todos los días. Un trabajo, un oficio, uno tiene que hacerlo todos los días. A mí me molesta ser un mantenido... Un obrero ahora está ahí golpeando (referencia a una obra en construcción al lado del consultorio y el ruido de golpes que proviene de la misma), trabaja todo el día... yo me siento menos que un obrero. Hoy a la mañana iba a ir a la revista “Lugares” a llevar las diapositivas de Tandil, EE.UU. y Francia, pero ayer me acosté tarde y hoy me demoré con otras cosas y no fui porque no terminé de seleccionarlas. Me hice de comer, estuve leyendo no sé cuántas horas la revista “Segunda mano” y quedé con los ojos bastante cansados..., y una

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cosa que me quedó en la cabeza... es que hace rato que quiero un perro para que me haga compañía. En la “Segunda mano” regalaban un cachorro mezcla de doberman y manto negro, llamé por teléfono y no contestaba nadie. En mi familia nunca querían tener un perro, una vez tuve una gata, pero después mi papá la echó. Yo tengo problemas con el lugar que es chico y queda en el centro; pero lo podría sacar, llevarlo a pasear y pasearía yo también. Después si crece mucho se lo puedo dar a mi hermano que tiene casa con jardín. Lo podría llevar al taller. En casa si salgo lo tendría que dejar encerrado en la cocina, puede ser cruel, pero no creo que le haga mal... Podría ser un cachorro... no es el ambiente ideal, tampoco es para mí el ambiente ideal. Analista: Carlos es un pintor en serio; al lado hay obreros trabajando; de hecho yo estoy aquí trabajando y Ud. se siente entonces disminuido, perdiendo el tiempo con la “Segunda mano”, buscando algo de compañía (me impactó la imagen de su soledad. Como un bebito solo mirando sus manitos). Paciente: Ese cuadro lo vi antes..., ¿es original? Analista: Tal vez lo que le dije le sonó familiar, y quiere saber si es genuino, si es algo dedicado para Ud. o se lo digo a todos los pacientes. Paciente: No me disgusta... A mí no me gusta la persona humana, pero cuando no pongo la persona humana en un cuadro me parece que falta algo. (Se trata de una serigrafía de un ombú, no hay ninguna persona, es solamente un árbol y un campo). Analista: ¿Por qué cree que no le gusta la persona humana? (había estado hablando de perritos y de compañía) Paciente: Pienso que es la ciudad que me hace detestar realmente a los hombres... El hecho de que haya tantos no me deja apreciar a ninguno, por eso me siento más cómodo en un lugar apartado, como el taller, pero al mismo tiempo tengo la sensación que no estoy haciendo nada productivo; quisiera que ya esté todo resuelto, que ya tenga pareja, casa, hijos, pero me parece que todo eso está muy lejos.

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Analista: Tal vez esté sintiendo que no estamos siendo muy productivos ahora o que con la paciencia de Carlos o la mía no va a alcanzar, no vamos a poder con su impaciencia y esto lo hace sentir desesperanzado. Paciente: Carlos tiene paciencia con él y con los demás, yo no tendría esa paciencia. El algo le tiene que decir a los alumnos y algo acertado, él se da cuenta lo que le falta al cuadro. A veces me molesta, pero si sigo la recomendación de él la cosa cambia. Eso me molesta porque me digo que me gustaría darme cuenta yo solo. Ayer pintaba un cuadro de una chica desnuda con las piernas flexionadas y los brazos tomando las piernas, no se le ve nada, en rosa y rojo, él la miró un rato y me dijo que le ponga naranja porque la iluminación venía de una lámpara en el cabezal de la cama y cambió totalmente. Analista: Usted ahora me aclara algo más, si lo que necesita no sale de Ud., le molesta; tal vez porque lo haga sentir disminuido, pero al mismo tiempo admira eso y entonces se le arma un lío. Paciente: Y otra cosa que siento es que me respetan, que me valoran, y otra cosa que no me gusta decir, pero... mi pintura me gusta más que la de los otros, me parece que soy mejor que los demás y eso me hace sentir bien, no desvalorizado. El otro día mi papá me destruyó bastante con la música. Me dijo que por qué tocaba batería y no otro instrumento más fácil de transportar o tocar entre amigos, la guitarra por ejemplo. Yo le dije que ya intenté con la guitarra y no tuve más ganas y abandoné. Batería aprendí yo solo, escuchando, viendo, creo que soy bueno, no leo partituras, podría aprender... en el grupo donde toco están satisfechos conmigo. Mi papá me dijo que la música que hacemos es una porquería. El vino el otro día a un pub en Palermo a escuchar; yo le pregunté por la batería y me dijo que lo mío estaba bien pero que la música era una porquería. Analista: Le aviso que se terminó la sesión y me dice que al final le resultó larga, que pensaba que se iba a terminar más rápido. Green: ¿Qué es lo que piensa de la sesión?

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Analista: Puedo tratar de reproducir de algunas manera mis sentimientos contratransferenciales. Me sentí apretado. Pensé que él estaba hablando del consultorio, del espacio, del tratamiento, haciendo un parangón con el taller y el maestro, pero que al mismo tiempo que él planteaba una cierta confortabilidad en estos lugares, se me ocurría que le resultaba molesto necesitar un maestro o un analista, y me surgió muy espontáneamente esto de que se le arma un lío, porque por una lado él necesita algo que al necesitarlo o recibirlo tiene la paradoja de hacerlo sentir mal. Green: ¿Alguna opinión? Participante: A mí me llamó la atención cuando él, al hablar del arte menciona el taller de pintura y su incomodidad con esa compañera, a la que tiene que dejar en otro cuarto. Pienso que es un aspecto femenino de él mismo que tiene que dejar afuera porque podría traerle conflicto ya que, probablemente haya algo del orden de un deseo en relación al analista. Green: Hace un momento, traté de adoptar un perfil bajo, hasta que la importancia central que yo daba a la muerte de la madre vino a obligarme a explicar los paradigmas esenciales que son diferentes entre nosotros y que hacen que nuestro entendimiento, es decir no solamente la escucha, sino la organización de la mente, tiene como resultado que nuestros referentes sean diferentes. Dejé de lado algo que yo pensaba porque me dije: “si yo digo esto antes de la sesión, van a decir: esto es psiquiatría, no es psicoanálisis”. Pienso que hoy en 1994, junto a las grandes opciones de las que he hablado, se plantea la cuestión de saber cómo pensamos la organización del psiquismo, de las personas que nos consultan. La gente que nos consulta hoy casi nunca presenta los rasgos característicos que se observan en las neurosis y no presenta tampoco los rasgos característicos que se observan en la psicosis. Esto nos ha llevado a desinteresarnos por toda referencia a las estructuras. Es decir que no hemos adoptado la actitud correcta en cuanto a estas estructuras:

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considerarlas como modelos ideales que tienen valor porque cuando se las examina se tiene la impresión de una cierta lógica y una cierta coherencia en la relación entre la teoría y esas organizaciones clínicas. En vez de adoptar la posibilidad de utilizar esos modelos de referencias y hacerlos jugar en los casos individuales para tratar de explicar las diferencias con el modelo ideal, hemos decidido: ¡Ya no más estructuras! Creo que esto pone al analista en la desorientación más total. Entendámonos, no son esas estructuras las que permiten escuchar el material en su singularidad, pero no es inútil tener también un mínimo de encuadre, que permite ver los ejes que intervienen en esas estructuras, y cómo van a jugar en el individuo bajo la presión de la reactivación por la transferencia. Desde 1924 –hace ya 70 años–, gracias a Abraham sabemos que los episodios intercríticos de la melancolía, en la enfermedad maníaco depresiva, son de naturaleza aproximada a estructuras obsesivas. Abraham no dio todas las aclaraciones que permiten pasar de una a otra. De todas maneras, sabemos que tenemos que ver aquí una prevalencia de la relación de objeto narcisístico. Sabemos, al contrario, que en la neurosis obsesiva existe un anudamiento particularmente importante con la realidad. Sabemos también que en la neurosis obsesiva, me disculpo de recordarles cosas tan elementales, tenemos que vérnosla con la regresión sádico anal. ¿Cuál es la particularidad de este paciente? Este paciente tiene un objeto materno atacado de psicosis maníaco depresiva, en consecuencia con episodios intercríticos obsesivos. Tenemos razones para pensar que la relación fundamental de objeto, cuando éste estaba bien, es con una madre que emplea mecanismos obsesivos. Pero de vez en cuando la madre desaparecía. La cuestión es saber cómo, un tal sujeto puede arreglarse con esto. Si ahora nos dirigimos al paciente tal como aparece, veremos que hay dos sectores esenciales: un sector totalmente mayor e importante que es su organización narcisística con una idealización de su propia imagen. En relación al otro

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sector, cuando él entra en relación con un objeto y más particularmente con un objeto femenino, vemos reaparecer la analidad mayor. El objeto es feo, imperfecto, deformado, etc. La diferencia con la estructura anal, es que hay en él otro aspecto en su relación con el objeto que está vinculado con su madre. Para comprenderlo hay que recordar una frase de Freud: fuerte fijación, débil investidura del objeto. Es decir que la fijación es oral, es anal, pero lo que importa es que cuando el objeto decepciona, queda desinvestido, vuelta al narcisismo. El narcisismo será el encargado de administrar los aspectos conflictivos de la relación de objeto. El narcisismo es quien tiene que resolver, a su nivel, el conflicto inconsciente con el objeto. Es en ese momento que el objeto puede ser amenazado, y aquí, es el Dr. Green que lo dice, lo que se pone en juego es la relación entre narcisismo positivo y narcisismo negativo. Vemos la manera como él se las arregló: fue por la sublimación a través de la pintura. No tengo necesidad de recordarle los lazos que hay entre la pintura y la analidad. Sólo que, en el paciente no está en relación únicamente con la sublimación de la analidad, sino también con el condicionamiento narcisístico. En la medida en que efectivamente la cuestión del encuadre nos permite reencontrar la problemática del espacio a la que aludimos, cuando uno lo escucha el paciente dice cosas fabulosas: dice que desde que él sale del cuadro, falta algo . Aquí verdaderamente es necesario tener imaginación psicoanalítica. Es como si el paciente dijese que el objeto más vivo y más completo está en el cuadro. Pero está solo y si sale del cuadro y tiene que vérselas con objetos vivos, no según él, sino según los otros, falta algo . Esa falta de algo se dirige tanto a su imagen narcisística como a su relación con el objeto. Es decir que el objeto está siempre en “amenaza de pérdida”, en posición de ser “capaz de faltar”. Lo que es interesante, es que no comprende que la pintura es el medio que él encontró para tener el sentimiento de que así no podría faltarle nada. Pero naturalmente, esto no se sostiene porque en relación a

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las identificaciones hay también un padre. Ustedes ven qué maravilloso es el psicoanálisis. Cuando desemboca al final de la sesión y aborda la cuestión de la música y la búsqueda del contacto libidinal con el objeto parental, su padre le dice: “por qué no tocás un instrumento que puedas transportar a París”. Le dice: “lo que hacés no está mal, pero tu música es una mierda”. Ustedes ven bien que el paciente sabe de lo que habla. Pero si ustedes se dejan atrapar por un juego estrictamente interpersonal, yo creo que arriesgan equivocarse en todas las etapas. Yo voy a tratar de demostrarles que, efectivamente, en la clínica de la sesión, no hay jamás mojones seguros y únicos. Siempre tendrán que elegir entre lo que les parece significativo, entre tres o cuatro significaciones mayores. El analista nos ha dado su versión y yo voy a tratar de darles la mía. Pero mientras les doy la mía, tienen que mantener en algún lugar de la mente, sin pensarlo, que todo esté ahí. El paciente comienza la sesión hablando de “llegar tarde”, “llegar por anticipado”. El analista (no sé si lo pensó en ese momento, o después de lo que yo dije) reacciona diciendo que efectivamente llegó tarde. Pero el hecho que dijera que estaba llegando temprano, nos hace comprender que en relación a la transferencia, esa pareja de opuestos nos muestra que, en realidad, está en una gran espera, pero que no puede admitirla porque eso sería anudar una proximidad demasiado importante desde la primera frase. Explica enseguida que no quiere dañar al analista, no se hace eso de llegar tarde, es poco cortés, es agresivo. Y después habla del cuadro y queda completamente claro que esa asociación en él, tiene el valor de encontrar el medio de hablar a la vez de su mundo interior y del cuadro que va a construirse en el setting. La prueba evidente es que hay que ir ¿tres o dos veces por semana? Y hace una referencia que permite pensar que en el comienzo de la sesión, la transferencia paterna superficial domina. Pero en relación con esta historia de ir dos o tres veces por semana, en realidad, él explica que está allí

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prácticamente todo el día. Es decir que vamos a ver con la continuación de la sesión que esto va a comprobarse con todos los pensamientos concernientes al perro (“¿qué hacemos con el perro?”), y él explica su deseo de estar allí con el analista todo el tiempo. En ese momento, existe una microbáscula del lado de la madre, cambió la asociación. En ese momento lo que se presenta a la mente es, al contrario, el carácter de limitación de los intercambios analíticos: cuando es la hora es la hora y hay que irse. En relación con lo que acabo de decir, una relación mucho más prolongada, se introduce la noción de que hay mucha gente; esa es la gente que introduce entre el analista y él. Es una manera de decirle al analista: ¿puedo tenerle confianza o es que esto es solamente una historia comercial? Dicho en otros términos: Usted, ¿no es también comerciante de yute? Entonces, habla de Carlos. Quiero subrayar que dice: “yo estoy más cómodo, me gusta Carlos, tiene paciencia”. En realidad, de lo que el paciente habla no es de la paciencia, es de la posibilidad de retrasar, en relación a un vínculo muy vivo, demasiado vivo: mecanismo obsesivo. Pero inmediatamente él habla de la chica: ustedes piensan que es su aspecto femenino. Es posible, pero lo que me sorprende es sobre todo el aspecto insoportable, desordenado, que pierde sus cosas, que no puede hacer nada sola. Es decir que ahí está el niño que hay en él, más que la chica. Es justamente todo lo que el comienzo de la sesión no ha dejado aparecer inmediatamente y que sale únicamente en relación a la vecindad. Ahora, ¿entiende qué clase de vecino habría sido para usted? En este momento lo que él hace es mostrar cómo tuvo éxito en aislar eso; es decir: en el consultorio analítico la chica no está, pero podría estar. Podría entrometerse para sacarle sus cosas, etc., etc. Lo que es interesante es que hace eco con la frase del maestro que le dice: “Ud. puede venir dos veces, puede venir tres veces; lo importante es si Ud. hace mucho trabajo en casa”, ahora bien, él explica que en realidad en casa él va a ser perseguido por la chica. Pero explica que con la

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pintura, a Dios gracias, uno se puede encerrar en los límites de la tela. La interpretación del analista entra directamente en la transferencia, pero insiste todavía sobre la paciencia. Después de todo lo que acabo de decir, ustedes comprenderán que la paciencia sólo tiene sentido en relación a su contrario. Y su contrario no es estar apurado, sino es ser insoportable, requerir atención, perder sus cosas, tener ganas de tomar las cosas de los otros, etc. Entonces, después de su intervención, que yo me permito denominar caritativa, él le contesta: “sí, pero yo tengo la impresión de que pierdo el tiempo”. Es decir que él le explica que, en lo que a él le concierne, toda la agitación de la chica está en su interior y le da la impresión de sabotear lo que él quiere hacer. Y usted se colocó enseguida en la transferencia, y entonces todo lo que él dijo sobre llegar temprano o llegar tarde queda anulado por la tercera proposición, es decir que el problema no es llegar temprano o tarde, el problema es el sentimiento de que de todas maneras pierde su tiempo. Y ahí él pronuncia la primera frase verdaderamente significativa: “todo el mundo está siempre tranquilo y yo estoy siempre insatisfecho”. ¿Qué podemos pensar? Podemos pensar que si no tiene acceso a la tranquilidad es porque de hecho la imagen de la tranquilidad para él es una imagen de muerte y que la agitación sirve para conjurar esta imagen de muerte. Entonces usted interpreta la manera en que él respondió a su interpretación. Usted dice que ese lugar ya no es confortable, usted comprueba el cambio pero no se pregunta si es su interpretación que la ha vuelto inconfortable. Ahí tenemos cierta posición que conocemos en el psicoanálisis donde uno tiene la sensación que los cambios no tienen que ver con la respuesta del objeto analista. A tal punto que, ciertos analistas totalmente geniales o que se consideran tales, piden que se les exponga el material sin las intervenciones del analista. Espero que sepan de quién yo hablo. Ahora bien, el analista retoma y dice que es él quien tiene que tener la paciencia por los dos. Yo creo que eso es cierto. Solamente

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que hablando como Carlos usted orienta la transferencia hacia la transferencia de defensa, porque Carlos no nos interesa sino como representante de una imagen parental que es capaz de aportar apaciguamiento. El le dice: “sí, sí, a mí me gusta mucho Carlos. Carlos va tres veces por semana al taller. De otra manera, es como decir que él le responde, “¡Ah, usted hubiera preferido tener a Carlos como paciente más que tenerme a mí. El, al menos es capaz de pintar en su casa!”. Y finalmente hace aparecer un nuevo aspecto significativo que no había aparecido hasta ahora: “no me gusta ser mantenido”. Podemos considerar que es efectivamente la transferencia paterna que despierta en él el miedo a la posición homosexual pasiva. Inversión de la imagen lateral: no es ya la niñita insoportable, es el obrero que golpea al lado. Y ahí vemos bien que él está atormentado por la actividad fálica del padre; es decir que le dice “tengo miedo de hacerme penetrar por mi padre”. Usted le interpreta en términos de valorización o desvalorización. Nueva agitación. A continuación, vemos el lado pulsional que apareció y que se orienta hacia estos aspectos sublimados que le permiten escaparse. Es decir que piensa que, evitando la relación homosexual estructurante con el padre va a poder restablecer su imagen de sí mismo. Entonces él fue a la revista con las diapositivas, pero se acostó tarde y no terminó de arreglarlas. He aquí la pequeña niña insoportable que reaparece y el tiempo que pierde en hacer y deshacer. Dice que comió y que después se puso a leer una revista que se llama Segunda mano. Si se toma el trabajo de decirlo es que algo significa. Eso nos lleva a pensar que, o bien todo lo que dijo hasta ahora es de segunda mano o bien que va a situarse en relación a lo que dirá, como alguien que viene en segundo lugar. Finalmente, todas estas vueltas lo llevan a decir, después de haber evocado al obrero penetrante: “yo quiero un bebé”. Ahora, ¿por qué segunda mano? “Ahora sé porqué el primer bebé que yo quise tener, la gata, mi padre la tiró afuera”. Y ahí él imagina el bebé ideal. El bebé al cual le dará un espacio y es

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tan generoso con ese bebé que es capaz de cederlo a su hermano para que goce del espacio. Si no, hay que dejarlo encerrado en la cocina. Es su propio encierro del cual les he hablado , con esa madre indisponible y eso está subrayado. Y es ahí que dice una cosa importante: “es cruel pero no va a hacerle mal”. Son frases como éstas las que deben hacer pensar. Quiere decir que si uno tiene placer tocando la batería con una fantasía de golpear, hay cosas que son todavía más crueles, sin que se toque físicamente a la persona: lo que él sufrió, cuando sentía que la madre no estaba ahí; y dice: “no es lo ideal”. El analista interpreta en el sentido del narcisismo y el paciente cambia la asociación, mira el cuadro y pregunta si es original. ¿Se tiene una verdadera madre cuando esa madre desaparece? Aún cuando ella está ahí, desaparece. Es por eso que interroga al analista: “¿es usted un verdadero padre o bien es una copia de padre?”. Y ahí entra aún más profundamente en su conflicto: “yo no quiero al ser humano”. Cuando usted ve las cosas desarrollarse una tras otra, en ese momento usted comprende el sentido de lo que el paciente dice como el resultado de una serie de movimientos y contramovimientos y de desplazamientos que tienen un enorme valor revelador. Cuando decimos que cambia de tema, para nosotros no quiere decir que es una simple resistencia. Quiere decir que para continuar diciendo lo que tiene Traducción realizada en la reunión clínica: que decir, necesita tomar el camino que le permita Graciela Siciliano decirlo, aún de una manera un poco deformada. Pero a usted le toca comprenderlo. Y es ahí que él dice, para mí, esta frase, capital: “yo pongo a la persona fuera Descriptores: Casoleclínico. Madre Esa muerta. del cuadro y Supervisión. me parece que falta algo”. seráMala soquismo. frase clave de todo el análisis, porque poner a una persona fuera del cuadro, corresponde a su arreglo narcisista, y en éste, falta algo. Como ya les dije, él sabe que odia a la madre, pero no sabe por qué. El muestra que en ese momento se siente improductivo y es eso lo que espera del analista: que la persona que pone fuera del cuadro siga viva. Hay un juego en la sublimación, es decir que mientras él habla de cuando él saca la persona del cuadro, va aparecer la cuestión de qué es lo que falta en el cuadro . En ese momento habla de un cuadro que hizo, de una mujer desnuda con las piernas flexionadas y 8los 5 brazos alrededor de las piernas; no se ve nada . Está pintado en rosa y rojo; en ese momento es bien clara la impresión que provoca en él la visión del sexo femenino, lo perturba. Después el profesor llega y le dice: “no fijes la atención en el sexo femenino rosa y rojo, pon un poco de naranja porque la luz viene de allá”. Dicho de otra forma, un cambio de iluminación convierte al cuadro en algo menos traumático, porque la luz no está enteramente concentrada sobre ese sexo femenino. Pero sobre todo esta posición

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Katia tiene 35 años; es extranjera, casada; ha cursado el secundario; es pintora y diseñadora de modas. Consulta porque tiene problemas en la relación con su marido. Dice: “tengo peleas muy fuertes con mi marido. Me ha pegado mucho y él me dice que vaya a alguien que me ayude. Nos queremos mucho, somos felices, tenemos peleas con demasiada violencia”. La paciente es alta, delgada y muy atractiva. Tiene un aire distraído y alejado. Transmite sensación de debilidad, inseguridad y fragilidad. A una de las entrevistas llega muy deprimida. Llora describiendo las escenas de insultos y peleas con su marido y dice: “Cada vez que me golpea siento como si me destrozara, quedando totalmente desequilibrada, ya no sé ni quién soy”. Durante las entrevistas y al comienzo del tratamiento pude inferir que este tipo de situaciones se daba cada vez que el marido tenía actitudes y conductas independientes de ella, esto es, donde ella no tenía cabida. Se originaban así situaciones violentas como un intento de encontrar algún tipo de afecto aunque esto implicara ser golpeada violentamente. Interrogada en las entrevistas sobre el consumo de droga –tema que mencionó al pasar– confiesa humillada que consume grandes cantidades de cocaína y marihuana y que hace años consumía otras drogas: ácido lisérgico, hachich, opio, etc. Dice al respecto: “vivo en un estado de tensión. Necesito tomar cocaína, porque si no me deprimo mucho, me siento vacía, pero cada vez estoy más irritable. Si yo viviera sola con mi mundo de tranquilidad no usaría drogas”. Katia tiene dos hermanos, el mayor es arquitecto y reside en

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Europa. La hermana menor, casada y con tres hijos, vive en América del Norte. Su padre, director de cine, se desempeña desde hace muchos años como profesor en una universidad europea. La relación con él la describe así: “Es una persona que vivió pendiente de sí mismo y de sus éxitos. Cuando se separó de mi mamá se casó con una chica 2 años menor que yo y se fue a vivir a Europa. Yo siempre quise estar con él, pero era muy poco demostrativo con sus afectos”. Su madre es actriz de teatro y televisión en el extranjero. Dice “es una actriz con mucho prestigio y ha tenido grandes éxitos en su profesión”. “Mi relación con ella siempre fue conflictiva. Yo sentí que me rechazaba desde siempre. Cuando estaba en público ni siquiera quería que dijéramos que éramos sus hijos por temor a que infirieran su edad. Recuerdo que cuando ella iba al teatro, lloraba y le pedía que me llevara. Nunca me llevó, decía que en el camerín sólo están los artistas. Pese a todo lo difícil que fue mi relación con ella, yo la quiero mucho y sé que ella a mí también”. Los padres se separaron cuando Katia tenía 8 años; fue una situación muy traumática para ella a consecuencia de la cual abandonó el colegio durante un año y se inclinó hacia la religión. Relata: “yo mantenía largas conversaciones con Dios, durante horas (3 o 4) inclusive creo que un día Dios me habló, fue toda una revelación para mí”. A los 16 años fue expulsada de la casa de la madre a raíz de una discusión donde ella tomó partido por el padre. Vivió un corto tiempo con él y luego se vio obligada a pedir a la madre que la recibiera nuevamente, ya que su padre no le prestaba la atención y el cuidado que ella necesitaba: “a él no le importaba si comía, si salía; él estaba ocupado con sus cosas, de noche trabajaba y de día dormía”. A los 18 años inicia su carrera de modelo y comienza a ganar dinero para mantenerse, conoce a su primer marido con quien decide casarse a los 12 días de haberlo conocido. Lo explica así: “Era en el 73, me dio ácido y tuve una experiencia mística muy grande, donde me di cuenta de que lo único importante que tenía en el mundo era él. Fue un despertar para mí”. Me dijo: “ven, vamos a vivir esta vida juntos”. Comienza a viajar por distintos países del mundo. Al poco tiempo integran un grupo esotérico con un maestro Lama y viajan con él a la India, al Tibet, etc. La muerte del maestro fue una gran pérdida para Katia, “me sentí en banda”.

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Al poco tiempo se disuelve la pareja, debido a “que él tenía otros intereses en la vida; proponía una pareja abierta, donde cada uno tuviera la posibilidad de estar con otras mujeres y hombres”. Ella lo tolera un tiempo pero luego decide separarse. Más tarde intenta establecer nuevos vínculos con personas muy especiales: actores y pintores poco estables emocionalmente. Se mantenía adherida a ellos hasta que la relación se disolvía. Después de este período que fue bastante largo y con muchas desilusiones amorosas, decide viajar a Europa. Su ex marido le da una suma importante de dinero para el viaje. Visita a su padre con la ilusión de que éste facilite su entrada a la Universidad y se ocupe de ella. El padre no se muestra interesado, no puede ocuparse de Katia ya que debe atender asuntos personales. Regresa a la Argentina, conoce a su actual marido y a la semana de estar con él queda embarazada. Con sus parejas anteriores había quedado embarazada y abortado varias veces. Esta vez decide tener a su hijo y se casa durante el 8° mes de embarazo. En estos dos años la paciente ha oscilado permanentemente entre momentos de depresión y profunda angustia, acompañados de sentimientos de vacío, de no sentirse real, con las emociones embotadas, y momentos en que se ha sentido “más armada”. Su vida emocional se orienta fundamentalmente hacia la búsqueda de reconocimiento, valorización por parte de los objetos que la rodean, incluyéndome a mí. Esto ocupa el primer plano en su mente y de esto dependen sus estados de ánimo. Con su esposo ha establecido un vínculo simbiótico, donde cada gesto que implique cierta diferenciación o autonomía le provoca mucha angustia. Katia habla de sentimientos y deseos que generalmente no son los propios sino que corresponden a su marido. De ellos depende el comportamiento de ambos. Realiza sus tareas sin entusiasmo, todo se transforma para ella en una rutina insoportable. En otros momentos, cuando logra ser escuchada, admirada o reconocida y tiene la fantasía de ser lo central en la mente del otro, ya sea en la transferencia o en su vínculo con otra persona, comienza a sentirse viva, con entusiasmo y deseos de realizar cosas que la gratifiquen, como pintar, exponer, etc... Las dolencias antedichas implican para Katia un agotamiento enorme, por tener que defenderse (como se pudo inferir en todo

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este tiempo) de los reclamos no realistas de un self grandioso arcaico, o contra la intensa necesidad de un poderoso proveedor externo de autoestima. Como es de suponer la fantasía de ser lo más importante, lo central en la vida de otra persona, no puede realizarse permanentemente; podrá darse sólo por momentos. Cuando esto ocurre lo vivencia como un gran descuido, como ausencia de la aprobación esperada y como falta de interés del medio, lo que provoca en muy corto tiempo un estado de angustia acompañado de sentimientos muy profundos de “no existencia”. Green: Lo poco que se ha dicho sobre la madre, nos muestra cuál ha sido el modelo de sus identificaciones histéricas. Pero, ¿dónde está la diferencia? No conozco a la madre. Sólo puedo hablar de ella de la manera en que me fue presentada. Puede ser que todo lo que diga sea totalmente falso. No tiene importancia porque es la lógica de la presentación lo que cuenta. Lo que vemos es que la madre es una histérica no conflictuada, mientras que la hija es una histérica conflictuada, que no se satisface en su histeria. Vemos un fracaso de sus mecanismos histéricos. Es de esta manera que podemos comprender el sentido de síntomas como: vacío, angustia, etc., y toda la patología narcisista. Tengo que hacerles notar que el padre llega un poco tarde a todo esto. Lo que se nos presenta, es que es ella quien ha sido echada de la casa de su madre por una discusión donde había tomado partido por su padre. Acá quiero llamarles la atención sobre el funcionamiento en el pensar del analista, que se basa en lo implícito. Si se dijo que la hija fue echada de la casa por haber tomado partido por el padre, pueden entonces imaginar qué festival debía hacerse cuando el padre y la madre discutían directamente. En este punto comprendemos la necesidad de repetir esta “puesta en escena” familiar. No digo que sea la última palabra. A lo largo del análisis podremos descubrir fantasías masoquistas de la niña extremadamente ricas. Pero hay allí un relevo, una formación significativa, que atraerá hacia sí misma las investiduras. Es decir que la significación

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preconciente servirá de carnada para satisfacer un deseo inconciente que pertenece a otro contexto. Allí, todavía, podría equilibrarse de ese modo. No vamos a analizar todas las parejas que tienen problemas matrimoniales. Lo que debemos buscar, justamente, es el fracaso de esas formaciones intermedias . ¿Dónde las vemos? Las vemos cuando nos explicamos el sentimiento de vacío y de angustia. No solamente como se dice demasiado rápidamente “...por la pérdida del amor maternal...” por ejemplo, sino por el apoyo insuficiente que encuentra en ella de una imagen combinada omnipotente de ambos padres. “Dios Padre, con quien tiene conversaciones”, y donde a través de la droga puede reencontrar algo, justamente cuando las palabras ya no alcanzan. Evidentemente, hay alguien a quien dejé de lado: el hermano mayor. Quizás por razones de discreción no vemos muy bien la situación ya que se dice que ella es extranjera. Trató de ver al padre pero está en el extranjero. Pero acá es donde se ve la estructura histérica de ese deseo; en la incapacidad en que esta paciente se encuentra de elegir entre padre y madre. Más aún, cuando ella elige al padre, le reprocha no ser una madre. ¿Qué dice de su padre? Que él no se interesaba por saber si comía. ¿Y qué dice de su madre? No que ella no se interesaba por saber si comía, sino que la excluía para estar con profesionales. Si no ven todo esto, ¿cómo pueden interpretar el material en todo lo que les va a contar? De otra manera van a hacer interpretaciones generales y tendrán entonces, un resultado “general”. El resultado “general” es: “La paciente hizo progresos”. Y, ¿dónde está el análisis? Veremos. Analista: Es la segunda sesión de la semana. En la primera vino golpeada por su marido. Paciente: “Bueno, me siento muy mal. No sé cómo manejar todo esto. Anoche hablé con Daniel pero no sirve para nada todo lo que hablamos.

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Hablamos de separarnos. Yo le dije que ya lo había pensado, pero tengo miedo. Pienso que deberíamos tomar distancia por un tiempo. El me dijo que ahora sería distinto, que trataría que las cosas fueran mejor. A mí me parece muy dramático todo esto. Me sentía muy mal y me fui a acostar. Yo le dije que quería dormir sola y él me dijo que felizmente tenía dónde ir, que iba a la casa de un amigo a dormir. Yo le dije que por qué no se quedaba en el living. Me contestó mal y me dijo que a mí no me tenía que importar lo que él hiciera a partir de ahora. A mí lo que me preocupa es que en la casa de ese amigo, lo único que va a encontrar es droga. Le insistí que fuera al living, que allí se duerme bien, entonces él me dijo que dormía muy mal allí, que prefería ir a la casa de su amigo. Allí no aguanté más y le dije: “¿Contento no, de ir a la casa de tu amigo?”. Cuando llamó por teléfono y el amigo le dijo que estaba con su novia, aceptó quedarse a dormir en el living. Le dije que no creía que la cama de esa casa fuera más cómoda que dormir en el living. Analista: Obviamente usted tenía mucho miedo a que él se fuera y a quedarse sola. Paciente: No, no quería que se fuera, la verdad. Analista: Además le debe haber resultado muy doloroso que él resolviera tan rápidamente adónde ir a dormir. Tal vez usted hubiera deseado que él le rogara no separarse y que le dijera que usted era lo más importante en su vida. Paciente: No, él estaba feliz de irse. No le importaba nada, y con ese tipo es cualquier cosa, lo único que iban a hacer era drogarse. Con todo esto siento que se me mueve el piso. No sé ni dónde estoy parada. Ahora se me hace todo muy duro. Hoy es la primera reunión del colegio de mi hijo y no puedo ir, y me siento mal, me siento desequilibrada, me siento como si me hubiera hecho pedazos. (Llora). Además a esa reunión van a asistir muchos amigos que me van a ver así. En casa, si no es por mí, todo se viene abajo. Cada vez más abajo. Si no estoy allí poniendo mi alma y mi espíritu, todo está desordenado, todo está tirado, todo está revuelto.

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Analista: Probablemente así es como se siente usted... desordenada, tirada a un costado, sin saber ni siquiera dónde está parada frente a la idea de la separación... Paciente: Sí, concretamente es así. Mi casa está desordenada como yo. La mucama está loca. Hoy estaba tirada en la cama, la mucama me trajo el desayuno, y vio que había una tira de Lexotanil en la mesita de luz. Vacía. Me dice: “¿Señora, usted se tomó todos esos comprimidos?”. “No –le dije–, quedaban sólo dos, y ayer por la tarde me tomé uno y de noche el otro”. Porque la verdad es que ayer me sentía muy mal, y era capaz de cualquier cosa en el estado en que estaba. Ella me dice: “No señora, usted se debe haber tomado más de dos. En esta casa me van a volver loca. Un día de estos va a pasar cualquier cosa. Bueno. ¿Van a almorzar? Voy a preparar todo”. Y sabe, ahora me llama Daniel y me dice: “No voy a almorzar, me comí un sandwich en la oficina”. Y me dejó plantada con la comida hecha. Analista: Entiendo que esto debe haber sido muy terrible para usted. Usted siempre es la que ofrece cosas, que Daniel no sabe valorar y se debe sentir sumamente humillada. Paciente: Con todo me siento mal. Pero es cierto, lo que más me duele es como él está. ¿Sabe cómo está?: ... “a ver, ¿me pongo este traje o este otro? ¿Con qué corbata me queda mejor?, ¿con ésta o con ésta? ...” El se borra, y hace de cuenta que nada ha pasado. Como cuando tomábamos cocaína. Yo era la que me ocupaba de reparar todo el daño que sentía que nos habíamos hecho, ordenando, arreglando, y ahora como me siento mal y no me ocupo, él tampoco se ocupa. El no se ocupa de ordenar, ni de arreglar nada de lo que está destruido en la casa. Sigue su línea de evasión, se va a su escritorio, charla con sus amigos porque total, él no tiene nada en su casa. El me cuenta que su analista le dice que todo está bien con él. Como que se cagan de risa de lo estúpida que soy. Yo soy la loca. ¡No lo soporto más! (Llora). No soporto más su tacañería. Yo le dije que quería irme a alguna parte sola y me dice: ...“lo que vos quieras, a mí no me importa”. Me enfurece. Yo le dije: “Vos te tenés que hacer cargo de lo que vos hiciste. Vos me rompiste, me lastimaste mucho”.

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Si él me pudiera matar, me mataría. Me odia. Yo no doy más. (Llora). Yo siento que no tengo ningún poder, me siento vacía. No tengo a nadie más que a usted. Analista: Pero no es suficiente, ¿no? Cincuenta minutos por día, 4 veces por semana, no es suficiente. Porque en los momentos en que no estoy con usted, que son muchos, yo debo ser también como Daniel que no se interesa, que está con su mente en otra cosa. Paciente: (Hace una pausa). Lo que pasa es que yo me siento muy sola y cuando me peleo con él, siento que nada tiene sentido para mí. Siento como si no existiera, que no le importo a nadie. Hoy me llama por teléfono, yo estaba destruida, y me pregunta: “¿Qué tipo de ladrillos te parece que podemos poner en la chimenea? ¡Qué ladrillos ni ladrillos, si yo estoy destruida! No quiero estar en esa casa encerrada, metida en la cama, no quiero verlo. Me violenta, me siento tan mal, no estoy nada bien. El daño es muy fuerte. No creo que esto se pueda reparar. Lo que me ha lastimado, lo que me ha hecho ver... ¿Se da cuenta cómo quedo anulada? Sin posibilidad de nada. No puedo salir. Analista: Probablemente se está refiriendo al daño físico, pero también se está refiriendo fundamentalmente a que cuando Daniel decide separarse y empieza a ser de alguna manera autónomo, usted siente que ya no sabe quién es Ud., ni dónde está parada. A esto se refiere diciendo que queda anulada. Es como si sintiera que, de golpe, se rompe esta unidad que forma con Daniel, donde se siente sostenida y armada, y dejara de tener existencia propia. Paciente: Sí, es eso. Es lo que me pasa. El además siente que no ha pasado nada. Anoche me decía: “dale, dejame dormir en la cama con vos, no te voy a molestar, sólo voy a ocupar un rinconcito, no seas pesada”. Yo le decía: “No, no quiero, quiero estar sola, quiero tranquilidad”. Y en cierta forma y en otro momento me hubiera gustado dormir con él y abrazarlo, pero en ese momento no. El no está para nada deprimido, yo me siento exprimida por él, como si me hubiera chupado toda mi energía.

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Analista: A eso me refería. Daniel no está y usted se siente sin energía propia. La energía, los sentimientos, los pensamientos, las emociones, están presentes sólo con la presencia de Daniel. Sin él usted queda vacía y por esto probablemente está terriblemente angustiada. Paciente: Lo que pasa, es que él compite conmigo, todo el tiempo. Busca joderme, busca todo el tiempo algo que me duela, y entonces me lo refriega: “Ah, ¿no tenés plata? Entonces no te doy”. (Hace una pausa). No sé que hacer con él. Si se va a la casa del amigo, se va a drogar todo el día, y eso no sé si me conviene. No sé qué hacer. Por mí que tome todo lo que quiera, pero no me va a convenir. Analista: Probablemente lo que más le debe preocupar, más que si se droga o no, es que él se una a la cocaína y se olvide totalmente de usted. Que se arme un mundo distinto, donde usted no tenga cabida. Paciente: Lo que más me preocupa es que yo no tengo nada, ni un peso. Todo el dinero lo tiene él en la financiera, yo no tengo nada. El me dice: “Yo te voy a dar techo y comida, como dice la libreta de matrimonio”. Y no es así. Porque él me tiene que dar para vivir, para analizarme. Yo, de todas formas, voy a buscar un abogado. Hoy, cuando venía para acá, pensaba ...“yo tengo que volver a tranquilizarme, tener energías para enfrentar la vida, y por eso necesito irme este fin de semana a algún lugar, tomar sol...”. Yo creo que me tengo que separar. Yo no puedo estar así. Yo sé que a mí me duele mucho todo esto, tal como usted me dice. Y que a Daniel también le duele. El me decía: “yo no puedo hacerme la valija e irme, yo no puedo andar hecho un indio por ahí. Además yo no me puedo desprender de mis afectos así nomás. Así que voy a venir todos los días aquí”. Es como si quisiera utilizarme a mí y a la casa para lo que a él le conviene. Este fin de semana me voy a ir. No sé adónde, pero me voy. Quedarme aquí y sin análisis es terrible. Probablemente me vaya a un hotel en Colonia. No sé, de repente pienso que adonde me iría es a Chile, a estar con mi mamá. Pero con este ojo así, no puedo hacer nada. Analista: Veo que lo que intenta decirme, es que no sólo se siente

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abandonada por Daniel cuando él no se interesa como usted necesita que lo haga, sino que también se siente abandonada por mí, cuando nos tenemos que separar durante el fin de semana, e intenta encontrar en su mamá todo aquello que yo y Daniel le negamos. Paciente: Yo lo que quiero es estar sola y recuperar fuerzas. Yo no tengo amigos con los que pueda ir al campo así como estoy. De repente me preocupa mi nene. ¿Cómo lo voy a dejar solo con su padre? Pero también pienso que yo me refugio mucho en mi hijo, porque cuando él no está me siento mucho más sola. El único que me distrae es él. El me acompaña y creo que lo termino usando para no sentirme tan sola y tan vacía. A Daniel no le importa nada de lo que me pasa. Analista: Así también debe sentir que le pasa conmigo, que yo en lugar de hacerme cargo de su aspecto más necesitado llevándomela conmigo durante el fin de semana la abandono, no me importa lo que le pasa. Paciente: Lo que yo siento es que cuando con Daniel logramos tener cierta armonía y todo funciona bien y logro tener cierto equilibrio, viene él y me lo rompe, y todo es un despelote de nuevo. Analista: Es decir que cuando usted logra tranquilizarse a lo largo de la sesión y logra cierto equilibrio, vengo yo y se lo rompo diciéndole que se terminó la sesión. Esto es muy doloroso para usted, esto es lo que hace que todo se torne un despelote de nuevo. Analista: (dirigiéndose al Dr. Green y a la audiencia) Esta es una sesión del año pasado. Este tipo de sesiones sucedían muy a menudo. No es una sesión inusual. Muchas veces me pregunté, ¿qué era lo que hacía que esta mujer fuera tan maltratada por ese hombre? ¿Qué era lo que pasaba en la relación, por lo que ella era tan maltratada? Me despertó y me sigue despertando en general, muchas ganas de ayudarla. Me siento muy cerca de las cosas que ella siente y padece. Me pregunto por la necesidad de esta paciente de mantenerse adherida a los objetos y la dificultad que tiene para separarse y tener cierta autonomía. Me gustaría saber qué piensa usted.

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Green: ¿Qué piensan ustedes de la sesión? Participante: Se refiere a los límites del análisis para poder entender a estos pacientes. Participante: Tengo la impresión de que lo que la analista interpreta es cierto, pero al mismo tiempo no hay contacto con la paciente. Otra cosa es pensar en la demanda. ¿Qué es lo que ella realmente ha demandado a la analista, que la castigue o lo contrario? Cómo satisfacer esa demanda es la cosa más compleja. Participante: Yo quiero preguntarle, ¿no sería necesario relacionar un poco más lo que la paciente vive en la sesión con la historia de su vida? ¿Qué es lo que ella está repitiendo en la sesión de su historia personal? Más que estar pendiente de qué tipo de relaciones entabla en este momento de la sesión con el analista, me interesa saber qué puede expresar el analista para ayudarla a ver, lo que de alguna manera está recordando en esas actuaciones que tiene con su esposo. Pensar en la historia sería pensar en el festival de las peleas de los padres que ella está repitiendo, o recordando sin poder recordar. Green: Sí, ustedes lo saben bien. Una sesión es algo que debemos poder considerar en sí misma. Una sesión es una muestra, una especie de relevamiento que muestra a la vez, la relación intersubjetiva y la relación intrapsíquica. Si leen literatura psicoanalítica actual verán que estamos constantemente divididos entre dos ópticas: cada vez que alguien habla de los procesos intersubjetivos, alguien dirá: “¡Ah, pero está lo intrapsíquico!”; y cuando alguien hable de lo intrapsíquico otro dirá: “Ah, pero está la intersubjetividad y la relación de objeto!”. La especificidad del análisis es que esos dos movimientos están fundidos en uno solo. Es decir que se trata de un proceso que podrá ser considerado sobre una faz o sobre la otra, pero es el mismo. Lo que no impide que dentro de una sesión pueda haber m o m e n t o s de acentuación de lo intrapsíquico o de lo intersubjetivo.

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Lo que caracteriza esta sesión, es lo estático. Lo que es importante en una sesión, es lo que en Francia llamamos “el movimiento”. No “los movimientos pulsionales”, sino el movimiento en el seno de la sesión. Es decir que un paciente puede abordar la sesión desde un cierto enfoque, y luego ese enfoque cambia. Puede pasarse de un nivel a otro, se puede pasar del presente al pasado, de la relación en el interior de la sesión a la relación al exterior de la sesión, etc. Eso es la especificidad del funcionamiento psíquico analítico. Tenemos dos cosas de qué ocuparnos: lo estático y la saturación. Veremos que hay pequeños esbozos de movimiento, pero la cuestión que se plantea es: ¿Cuál es el valor económico? Es decir: ¿Cambia el curso de la sesión? La segunda característica es la s a t u r a c i ó n . Esta saturación, en este caso, es doble, sobre dos planos. El primer aspecto es el de las satisfacciones masoquistas, que son provistas por el marido. La segunda faz de la saturación es la referencia a la droga. Es decir que allí, el tipo de satisfacción es probablemente un estado en el que es muy difícil distinguir la satisfacción narcisista de la satisfacción objetal, porque se trata de una satisfacción que fusiona ambos aspectos. Noten que cuando se juntan estos dos tipos de satisfacción, tienen un sistema perfectamente cerrado. ¿Por qué? Porque justamente en las satisfacciones masoquistas, dicha satisfacción se relaciona con el objeto. Es en relación al otro. Mientras que la referencia a la droga, es la satisfacción consigo mismo, sin objeto. Si el sistema fuera perfecto, no estaría en análisis. Hay algo que hace que este sistema no sea perfecto, pero puede estar bastante a punto como para impedir el trabajo analítico. ¿De qué manera vemos que el trabajo analítico está impedido? De dos maneras. Gracias a este sistema, la paciente no deja filtrar ninguno o muy pocos indicios en que se pueda discernir una actividad de la fantasía. De sue-

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ños no se habla, y otro punto, justamente como lo hicieron notar: no hay demandas explícitas en la transferencia. A causa de esta saturación y a causa de esta organización enquistada, es muy claro para mí que hay que hacer una elección: o bien consideramos que nos equivocamos tomando esta paciente en análisis, y no quiero decir que hagamos una psicoterapia acostada, pero renunciamos a una actitud interpretativa; o bien tratamos igualmente de movilizar lo inconciente en la transferencia. Y en ese momento tenemos que sortear la saturación. Porque puedo garantizarles que esta paciente llega con su discurso preparado para la sesión, y se instala en lo que yo llamo: “discurso narrativo-recitativo”. Ella cuenta, cuenta... y podemos pensar que concientemente busca un apoyo de parte del analista. Pero yo no le creo y pienso que hay una posición que sí es transferencial. Pero esta posición transferencial no es fácil de definir: es paradojal. Puede concernir tanto al objeto, como al yo en la transferencia. Desde el punto de vista del objeto, se trata de poner a la analista en la posición de la madre que se desentiende. Pero, de una manera más sutil todavía, se trata a través de un mecanismo de identificación proyectiva, de poner a la analista en estado de impotencia, que es el estado de ella como niña frente a los padres que se pelean. Si tomamos estos puntos como referencias, el resto va a aclararse con respecto a ellos. Pero no se aclarará como una situación que vaya a aparecer con un sentido total. Va a aclararse porque van a haber chispazos que iluminarán momentáneamente la sesión. Si una paciente me dice: “Bueno, yo me siento muy mal”; yo escucho: “Bueno”. Y no creo que sea un tic del idioma. No lo voy a interpretar, porque la paciente tiene tales defensas que, si le interpreto esto no voy a poder derribarlas nunca. Pero yo la escucho. Y su estructura me escucha también. Y cuando la paciente dice en la frase siguiente, “... Ayer a la noche hablé con Daniel pero eso no sirve para nada”. Yo escucho que es ahora, hablando conmigo, que no sirve para nada.

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Cuando dice más adelante: “yo pienso que deberíamos tomar distancia por un tiempo”, creo que en este momento está tratando de establecer una distancia conmigo. Es una elección decisiva comprender esto. O bien, escuchan de la paciente lo que ella quiere hacer escuchar. Les digo entonces, que lo que dice aquí la paciente, no difiere en nada de lo que vuestra mejor amiga va a venir a contarles a la hora del aperitivo, porque se peleó la noche anterior con su marido, ...o usted a su amiga. Si queremos salir de esta lógica, estamos obligados, a causa de la saturación, a buscar las marcas inconcientes, muy discretas, como éstas que señalé. Miren la lógica paradojal de esta paciente. Acaba de decir: “yo pienso que tendríamos que tomar distancia por un tiempo” y tres frases después él le dice que va a dormir a la casa de un amigo. Ella responde: “no, dormí acá en el living, es mucho mejor el living”. Una vez más, debemos escuchar el discurso sobre planos diferentes. Está lo manifiesto, está lo que pasa de eso manifiesto en la transferencia preconciente, están los movimientos de adaptación hacia el objeto en términos del proceso. Porque la lógica psicológica, justamente funciona en la cabeza del analista. Usted piensa: “Y sí, por supuesto, ella no quiere que él se vaya, entonces quiere que se quede”. Pero no es esto. Y por otra parte usted lo comprendió, sólo que lo interpretó media hora más tarde. Es que, para ella, el hecho de que él tome distancia cuando va a lo de su amigo, no quiere decir que él tome distancia de ella. Eso quiere decir que va a establecer una relación fusional con alguien que no es ella: la droga. Y es allí, en su propia exclusión de esa relación fusional donde está el elemento significativo. Y acá, la situación se complica. Porque está claro, que esto que es el trasfondo de la situación está mediatizado por otras capas que la analista no escucha, vinculadas con las fantasías homosexuales. De eso se trata cuando dice que él va a lo del amigo; después cuando dice que no puede ir por-

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que el amigo está con una mujer y entonces se queda. Pero lo que aquí es interesante son sus propias fantasías homosexuales. Si yo quisiera hacer una reconstrucción en mi cabeza, diría que ella consiguió que su padre le pegara; el placer que eso le provocó le hace temer por la pérdida del amor de su madre. Entonces trata de dejar todo para reencontrar el amor de la madre. Si hubiera habido algo para interpretar, yo lo hubiera interpretado en la transferencia. Le hubiera dicho: “Sí, por supuesto, todo esto pasó ayer, pero ahora es a mí a quien usted lo cuenta, y parece que tiene miedo de que yo esté enojada con usted por toda esta agitación con su marido. Usted tiene necesidad de asegurarse que yo esté acá”. De otra manera, ¿qué es lo que muestra la táctica interpretativa? Que la analista se dejó seducir por la intensidad masoquista de las posiciones de la paciente, en un movimiento de identificación con su paciente. Pero de identificación con las defensas de la paciente, porque es la identificación con la postura de víctima de ella. Entonces, queremos “hacerle bien”. Pero desconocemos, a través de todo esto, el rol que el deseo inconciente de la paciente puede jugar. Acá voy a precisar algo. Puede parecerles no pertinente que yo hable todavía del deseo inconciente en una paciente como ésta, que está tan perturbada. Les puede parecer que hablar de deseo inconciente es hacer referencia a la neurosis, cuando acá tenemos que hacer referencia a una problemática caracterológica perversa muy cargada. No están equivocados. Pero el rol de todas estas posiciones caracterológicas perversas, toda esta saturación, es para tapar el deseo inconciente. Acá, tapar, tiene que ser tomado en un doble sentido, no sólo esconder, sino también garantizar en el sentido de que Traducción realizada en.laGarantizar reunión clínica: esto es lo importante, por lo tanto, vamos a dejar el Jenny Nehmad de Szuman resto de lado. Lo que trato de mostrarles es que, cuando podemos Descriptores: Supervisión. Caso clínico. Adicciones. Masodesplegar un poco esta saturación, vemos aparecer quismo. elementos significativos que aclaran el sentido. Por ejemplo: ella dirá, fantaseando la partida del marido, fantaseando la escena primaria de las drogas, describiendo su desesperanza, 1su 1 5 soledad y su vacío, que llega el hijo. Acá está el elemento significativo. Acá está lo que podría satisfacerla, no el ser la madre de este chico, pero sí ser este chico para otra madre. Es eso lo que está oculto en la transferencia. Entonces, es claro que la dificultad está en: ¿cómo hacer que la paciente entienda un poco de todo esto que yo puedo explicarles acá, porque tengo tiempo? Esto es un problema de técnica analítica. Espero que al finalizar la semana sepan un poco más sobre eso.

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Analista: Marcelo, de veintisiete años, acudió al tratamiento en estado de desesperación. Refería su angustia a su cuerpo, al que sentía hipocondríacamente dañado, tanto por su adicción como por otras conductas de riesgo con tendencia a la traumatofilia. Imaginaba en todo esto una suerte de fatalidad, un destino que lo conduciría a una muerte prematura como su madre; ella había fallecido sorpresivamente cuando él tenía 6 años. Al mismo tiempo, en una actitud opuesta, cuidaba su físico con dietas higiénicas, gimnasia y deportes, mostrando la existencia de un vínculo narcisista positivo que consideré podría ser base del impulso reparatorio. También manifestaba cierta conciencia de su insatisfactoria situación vital. Vivía con su padre viudo quien lo mantenía. No trabajaba; había iniciado y abandonado varias carreras. No tenía pareja y su vida sexual se limitaba a relaciones esporádicas con prostitutas. Consumía cocaína y marihuana en gran cantidad desde la adolescencia presentando un alto grado de tolerancia. Actuaba en grupos y lugares donde abunda la droga. Marcelo es el segundo hijo. Tiene una hermana cinco años mayor. El padre es un empresario mediano que proporcionó un buen nivel de vida a la familia; es descripto por Marcelo como muy trabajador, deportista, volcado a la familia, con rasgos obsesivos y en ocasiones violento. Tiene una llamativa ausencia de recuerdos de la madre, una verdadera laguna mnémica. La hermana le contó (él no recuerda) que era “muy nerviosa”, con estallidos de rabia cuando se enojaba, que la asustaban mucho. Tiene una versión idealizada de una infancia feliz, que se

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interrumpe con la muerte sorpresiva de la madre por un derrame cerebral (era hipertensa), cuando Marcelo tenía 6 años. El padre parece haber hecho un duelo patológico; llevó a los hijos a la cama matrimonial durante dos años. Más tarde la hermana tuvo su cuarto pero Marcelo siguió compartiendo el dormitorio, si bien en camas separadas, hasta que se casó la hermana cuando él tenía 15 años. Marcelo reaccionó a la pérdida materna con un desplazamiento en el ámbito escolar; desarrolló una capacidad de relacionarse de modo tal que se convirtió en el amigo favorito de las madres de sus compañeros, quienes prácticamente lo adoptaban en las vacaciones, durante la etapa del primario. En el secundario se convirtió en el buen compañero, líder del grupo en deportes, reuniones, etc. Terminado el colegio inició estudios en diversas facultades, que abandonó al poco tiempo. En esa época comenzó la adicción. Green: Una pregunta: ¿qué pensaba Ud. después de las entrevistas preliminares?, ¿cuál era su apreciación del conflicto central de este paciente?, y ¿qué creía que pudiera esperarse del análisis? Analista: Desde el primer momento pude percibir que su demanda de ayuda era la habitual del adicto: no aspiraba a dejar la droga sino a controlar su consumo. Pero aquí me planteé una pregunta: ¿es que acaso puede ser otra la demanda de análisis de una personalidad dominada por la adicción? La alternativa es proponerse la abstinencia, demanda que sólo puede venir de otro aspecto del self, o aún de afuera del mismo. Por eso, después de un prolongado estudio con entrevistas, a razón de dos por semana (en cierta forma un tratamiento de prueba), decidí intentar el psicoanálisis en las condiciones que se planteaban como las únicas posibles. Quedaba claro que ni él ni la familia aceptarían la internación que, en este caso, parecía la única forma de lograr un control. Por otra parte, en las entrevistas pude comprobar la presencia de factores positivos en su personalidad: clara inteligencia, capacidad de establecer vínculos afectivos, componentes histéricos y sobre todo un cierto grado de autopreservación que lo salvaba del caos incontrolable. Green: ¿Qué es lo que dijo que lo protegía de las

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situaciones más caóticas? Analista: Por ejemplo, podía pasar con la cocaína, o estar en un grupo en una situación orgiástica, y en determinado momento conseguía interrumpir y se retiraba. También podía, cada tanto, cuando se descontrolaba en el consumo, volver a tener un cierto control. Asimismo lograba salir de situaciones grupales que podían ser riesgosas, los “dealers”, por ejemplo. Green: ¿Alguien quiere opinar? Participante: ¿Qué situación determinó la consulta en ese momento? Analista: No había una situación aguda en ese momento. Consultó por la adicción, que llevaba ya varios años, a instancia de la familia, de la hermana y el padre. Había tenido, además, varios accidentes. Participante: ¿En qué consiste la traumatofilia y por qué la relaciona con el destino de muerte? Analista: La idea de fatalidad es la de seguir el destino de la madre; la madre era hipertensa y el hermano de la madre (persona muy ligada a él) había muerto uno o dos años antes que ella (también por un problema cardiovascular). El se siente a sí mismo perteneciente a esa línea de la familia y por lo tanto pasible de padecer problemas vasculares. El relacionaba varias fracturas y accidentes que había tenido, con impulsos autodestructivos. Algunos de estos accidentes habían ocurrido en la práctica de deportes, pero él los relacionaba con su destino de muerte y no con su competitividad que lo hacía dañarse. Green: El caso que nos es presentado, presenta una complejidad particular. Yo los he invitado a buscar alguna cosa por el lado del conflicto central. La dificultad en llegar a una opinión sobre este caso, proviene de la necesidad de apreciar lo que es del orden de la problemática de las identificaciones. Es decir que, el problema esencial remite a delimitar por un lado un

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duelo interminable en relación con la pérdida de la madre, y un lazo que es mantenido con ella, y por otro la constitución de un sistema de defensa particularmente complicado que hace de pantalla a una fijación homosexual al padre. Es decir que ahí donde se entrecruzan estos dos problemas se encuentra el problema de la femineidad del paciente. Hay toda una serie de síntomas que son de interpretación difícil como, por ejemplo, su actitud hipocondríaca. Acaso permite sospechar la existencia de un objeto narcisístico incorporado, teniendo en cuenta que, el carácter de esta angustia es el de una angustia relacionada con el propio cuerpo. O todo esto está incluido en un sistema fantaseado relacionado con la idea de esta fatalidad –a la que hizo alusión– y que le hace pensar que él es de la línea familiar de su madre, lo cual querría decir que lo que está en relación con las identificaciones con el padre (como por ejemplo sus actividades deportivas), queda eclipsado. Como el analista dijo, habría una negación del aspecto competitivo con esta racionalización de ese juego con la muerte. Lo que sabemos, por otro lado, nos muestra que efectivamente este paciente sufre de una inhibición general: no se ha comprometido en una vida profesional, cualquiera que ésta fuera; no tiene vida sexual, más allá de algo con algunas prostitutas. Quedan por evaluar sus actividades de grupo. Sabemos que las actividades grupales son la cosa más común en los adolescentes. Pero este muchacho de 27 años tiene, quizás, o empieza a tener conciencia de que su vida adolescente no puede durar para siempre. En esta vida prolongada en grupo, lo privilegiado es lo que podríamos llamar las identificaciones de los “yoes entre ellos”, más que las identificaciones con figuras simbólicas de tipo paternal. Pero, hay una manera de tener una idea acerca de sus actividades de grupo: no conoce la intimidad más que en grupo. Es decir que se trata de perpetuar el recuerdo de aquello que siguió a la muerte de la madre: el dormitorio común. En esta

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situación, se trata de privilegiar la dimensión grupal, la situación en la que él está con su padre y con su hermana, para conjurar lo máximo posible el hecho de que él está allí cerca del padre, para reemplazar a la madre. Es decir que vemos que esta pérdida de la madre a los seis años no solamente dio un giro dramático a su conflicto edípico reactivando su culpabilidad y teniendo que hacer su duelo, sino que, además, tuvo que luchar en dos frentes: por un lado, el de la pérdida de la madre, y por el otro, la invasión por el duelo del padre. Ser invadido por el duelo del padre es lo que le impidió hacer su propio duelo. De allí el carácter tan complejo de la sintomatología. Comparto totalmente el sentimiento del analista, quien también subraya los aspectos positivos que hay en este muchacho, a punto tal que se plantea la pregunta de saber si todo este conjunto no está destinado a enmascarar una estructura histérica. Después de todo, podemos recordar que la histeria que florecía en los tiempos de Freud, tenía un carácter altamente contaminante, hasta el punto que se acusó a Charcot de hacer una cultura de la histeria en la Salpetrière. La cuestión que se plantea hoy podría llevarnos a preguntar si no hay en la generalización de la toxicomanía un fenómeno de ese tipo. Es decir que, la población toxicomaníaca comporta una proporción indiscutible de personas que tienen una estructura por la cual necesitan, efectivamente, este juego con la muerte y la producción en ellos de un estado por el cual es posible que se desprendan totalmente del conflicto psíquico por un cierto tiempo. Lo hacen de una manera tal que los que no somos toxicómanos no lo podemos imaginar. Todas las personas que trabajan la toxicomanía hasta hoy, dicen que nosotros no entendemos nada, porque tratamos de aplicar modelos exteriores a la toxicomanía para intentar comprender lo que pasa. Los toxicómanos están muy alejados de la manera en que nosotros mismos pensamos y sentimos, y también de las personas de las que nos ocupamos, en las cuales se puede identificar un conflicto psíquico con organi-

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zaciones de sentido, con construcciones, represiones, etc. Pienso que, efectivamente, la toxicomanía representa un desafío a la concepción del psiquismo. Pero pienso que seguramente hay, en la difusión, una respuesta a las frustraciones y al malestar de vivir en general que tiene el mismo poder de atracción que tenía la histeria en otras épocas. Toda la cuestión, entonces, es saber acerca de lo que ustedes me permitirán llamar “la parte no toxicomaníaca de este paciente”. La interpretación que nosotros le damos sería vinculable a un contexto de tipo psicótico, o más bien, entraría en ese modo de “ser otro”, como lo era la histeria, y que aquí se manifiesta por todo lo que ha construido alrededor de una angustia que produce síntomas. Nosotros podemos llegar a interpretarlo como una perturbación de la economía narcisística, pero nos preguntamos si implica una verdadera regresión narcisísticas, o bien, es un desplazamiento sobre el cuerpo de angustias ligadas a fantasías inconcientes que son mantenidas bajo una represión muy poderosa. Personalmente –pero no tomen esto más que a título de indicación–, yo tendería a optar por la segunda hipótesis; porque precisamente el analista comprobó que el paciente tenía la capacidad de establecer relaciones afectivas con los objetos. Un verdadero toxicómano pierde esa capacidad porque la única relación posible, significativa, es con la droga. No es para nada lo que se da en este caso. El paciente dice: “No quiero renunciar a esto”, pero si él viene al tratamiento es que, aún cuando no quiere renunciar a eso, quiere otra cosa. Solamente: ¿qué es lo que quiere? Ese es el problema del análisis. Participante: ¿Qué valor da usted a la pulsión oral, en tanto las prácticas toxicómanas están ligadas a la aspiración, sobre todo la marihuana, la cocaína? Green: Es seguro que seré llevado a atribuir una gran importancia a la pulsión oral, pero lo que aquí falta

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son las posibilidades de figurarse de qué manera esta pulsión es importante, porque entre la aspiración a tomar droga y los efectos inmediatos que produce, y el pasaje a nivel del lenguaje (lo que testimonia el deseo del paciente), nos encontramos frente a un agujero. Por un lado tenemos lo que podemos entender como sentido (sabemos lo que concierne a la expresión de la palabra), pero en el otro extremo de esta misma pulsión oral estamos frente a lo que no tiene sentido y frente a lo irrepresentable. A Dios gracias, no estamos condenados a quedarnos en ese hueco porque tenemos elementos para pensar. Desde el punto de vista de lo que es intermediario entre esos dos extremos, tenemos estructuras significativas: el control que este paciente intenta ejercer en relación a sus introyecciones, los regímenes físicos que se impone, la necesidad de eliminar físicamente lo que él considera como un exceso envenenador de la carga corporal. Finalmente, del lado de la sexualidad, el no poder acercarse a algo que él desea capturar, el placer sexual, más que con objetos no personalizados, las prostitutas. Y, como decía ayer en otro grupo, el que ama a prostitutas, no busca solamente a la mujer anónima, la mujer que puede ser todas las otras mujeres, y entre todas esas mujeres, la que está obligado a esconder. Lo que él busca en esa mujer son las huellas de todos los penes de todos los hombres que la han penetrado. Observamos que es una introyección de algo que ya ha sido introyectado. Así que frente a un paciente como éste, vemos que, lo que lo hace incapaz de controlar, no lo encontramos solamente en el orden de la palabra, sino también en el orden de la cadena de transformaciones que van desde la pulsión hasta la palabra, y que nos obliga a construir una imagen de su realidad psíquica interna. Analista: Bueno, el Dr. Green ha predicho mucho de la situación como yo la voy a desarrollar. Este paciente empezó el análisis hace seis años. Comenzó con tres sesiones semanales con compromiso de una cuarta cuando ésta fuera posible (el padre pagaba el tratamiento). Al año se hizo

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cargo él mismo del pago y pasó a cuatro sesiones. Luego de dos años volvió a tres sesiones por problemas económicos. Decía que ha predicho, porque a este paciente, efectivamente, yo lo he pensado con una parte no toxicómana escindida de la parte adicta. Tengo la impresión de que hice el análisis de la parte no toxicómana, y que no sé nada de la adicción en sí misma. Desde este punto de vista hizo un avance muy grande integrando aspectos disociados, superando inhibiciones. Logró la independencia y un relativo éxito económico –es un empresario gastronómico–. En cuanto a las relaciones afectivas estableció una relación de pareja con una mujer, bastante lograda. Tuvo una primera relación con otra adicta que me permitió analizar la relación simbiótica. Luego, hizo una nueva pareja y se casó. Con su mujer tenía realmente una relación de objeto con reconocimiento de la alteridad. Me lo describió muy claramente. Relató que él estaba haciendo un asado y ella estaba sentada, mirando el horizonte. Me dijo así: “yo la veía y pensaba: en qué estará pensando. Si fuera fulana (la novia anterior) yo sabría, estaría pensando en mí, pero ella vaya a saber en qué estará pensando.” Es decir que era capaz de respetar una ensoñación, incluso proyectada. Por eso digo que progresó en la relación de objeto. Sin embargo, la adicción persistió todo este tiempo, si bien más controlada. Abandonó la cocaína, aunque siguió con la marihuana. Recién en el año al que corresponde el material que presento tuvo la idea de dejar la marihuana por primera vez. A raíz de esto le propuse volver a la cuarta sesión porque pensé, de acuerdo a mi forma de trabajar, que cuatro sesiones me permitirían analizar más las angustias de separación y el duelo por la madre que yo pensaba que estaba detrás de la adicción. Green: Está satisfecha sobre lo que hay que pensar de la pulsión oral con lo de la gastronomía? (se dirige a una persona que anteriormente realizó una pregunta) Analista: Faltó a cuatro sesiones avisándome que tenía un curso de gastronomía. Luego siguió esta sesión, a la que llega puntualmente. Paciente: Hoy pude venir porque falté al curso... Ibamos con Jorge (su socio). Me enteré el mismo martes. Jorge me dijo: Yo

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me anoté... yo no sabía que se había anotado porque era para mozos, pero es gastronomía en general (habla del curso y dice entre otras cosas: “como hay un diplomita había que ir todos los días”). Y yo falté acá miércoles, viernes, lunes y miércoles... Y bueno... fueron días muy buenos. Sentía que tenía muy ágil la cabeza. Y el martes estaba en el restaurante y me llama el actor extranjero para decirme que había tenido una hija y que estaba de acuerdo en hacer el hotel en Jamaica; que fuera, que tenía la plata... Me dejó la cabeza medio tumbada y estos días estuve recibiendo información de Jamaica, fotos. Mi casa está tapizada con fotos de lugares paradisíacos... No sé en qué momento voy a ir porque tengo cenas y casamientos muy importantes, muy importantes... Entonces, en estos días, todo lo que ha sucedido... ha sucedido mucho más alrededor mío que alrededor de Jorge... No solo lo de X sino el casamiento de M que yo cobré, mientras él tiene problemas con Visa... Entonces Jorge ve como me creen a mí y los inconvenientes que tiene él para lograr sus objetivos. Le cuesta ubicarse. El otro día me tiró como que quisiera ser mi representante. Entonces en este momento de nuestra pulseada yo estaría con una diferencia a mi favor... Cosa que para mí es muy importante. Siempre es una seguridad que viene bien que esté adentro (silencio). Esto es anecdótico... pero realmente van cambiando muchas cosas en mi relación con él. Yo he notado como que en estos días... en esa pulseada pasé a este lado. Jorge me está consultando y he pasado a ser el eje y el protagonista de todo lo que estamos haciendo... que siempre era Jorge, quería ser él, él, él (silencio). Analista: En esa pulseada interna parece ser muy importante tener seguridad adentro. Tal vez el curso le sirvió para afirmarse cuando tuvo miedo acá, en el análisis, en esta pulseada en la que siente que está dependiendo. Paciente: Y... es probable... Porque como el director del curso me escuchaba con mucha atención lo que yo decía. Jorge me dijo: “Vos sabés que es muy lindo escucharte hablar. A mí me encanta escucharte. Parecés tan inteligente”. No me dijo que parecía inteligente sino: “Se escuchan tan inteligentes tus comentarios...”. Entonces ya ahí empecé a sentir esta cuestión. Ya me lo había dicho cuando fue al curso en Francia... Pero, esto sienta un

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precedente. Yo he venido escalando posiciones. Hoy es indudable que los ejes de las sociedades somos Jorge y yo... El lo interpreta así... 50 y 50... y ya me está molestando... Porque cuando cobré la plata de la fiesta, me molestó darle su parte... Por primera vez sentí eso... darle la mitad, porque sentí que yo hacía mucho más... La organicé yo, invité yo... Claro que, en la infraestructura que tenemos él cumple su parte. Pero por primera vez experimenté eso... Antes no era mitad y mitad, yo era un diez por ciento (Pausa). Ahora, en estos días, yo me doy cuenta que a la gente la convenzo de muchas cosas. Es increíble los argumentos e ideas que expongo y eso también me levantó la seguridad. Analista: Creo que siente que también usted puede escuchar mejor y entenderme más. Eso, por una parte le da más seguridad interna, pero despierta la pulseada y competencia conmigo. Usted transforma el sentirse dependiente en un estar muy convencido de lo que hace. Por eso luego que hablamos de la cuarta sesión, faltó a cuatro sesiones por el curso. Paciente: Y bueno... pero mire... este curso por ejemplo. Hoy ya nos tenía repodridos... ir todos los días... y ayer se hizo una experiencia (describe un rol-playing sobre una dificultad laboral) y una persona filmaba para después reconocer los errores... Y vi y rescaté errores que cometía yo... miles de defectos y vicios que tengo... como que no había que fumar, etc. Bueno, en una sesión como ayer, me pudrí un poco... esas pelotudeces... pero me ayudó a verme en distintas situaciones. Ahora, mientras hablaba, me dio lástima faltar... porque en realidad aprendí bastante. Pero por más interesante que fuera yo... cinco días es imposible hacerlo compatible con los restaurantes... no podía organizar los horarios... Cuando uno está en muchas cosas es difícil tomarse todos los días una obligación... si no es sufriendo... Yo no estaría en desacuerdo en tomar la cuarta sesión por utilidad... pero lo haría sufriendo porque estaría dejando esto otro... la dificultad que tendría para combinar una reunión con alguien porque siempre estoy cortado en el medio. Analista: Creo que “sufriéndolo” quiere decir necesitándolo, sintiéndolo. Pero, en este momento no es así, porque cuando empieza a aprender, a verse, también empieza la pulseada y

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entonces plantea todos sus otros compromisos, como el curso. Paciente: Entonces yo no tendría que haber hecho el curso... u otro proyecto. Analista: Bueno, me doy cuenta que si usted está lleno de proyectos: estancias, cenas, jet-sky, me siente a mí como alguien competitivo que le dice: “deje todo eso y venga acá”. Tendría sentido si lo sintiera, si lo necesitara. Paciente: No, yo dije que venir y tener que contar tantas cosas... Porque a mucha gente no le es fácil cortar una hora en la mitad del día (y repasa sus horarios) y esta es la hora en que se generan las cosas. Analista: Y el análisis interfiere en lo que usted genera. Paciente: Seguro. Primero porque me saca de contexto. Es bueno, pero me corta. ¿Y a quién no? Para mí el objetivo del día no es analizarme sino ser feliz. Si para eso, para crecer y madurar necesito esto, bien; pero yo prefiero navegar que venir a análisis, o jugar al paddle. No, no podría arreglar reunión ni lunes, martes, miércoles y jueves porque: “no, tengo análisis...”. Claro que interfiere... No, no estoy dispuesto, porque lo haría sufriendo... Esto es un complemento y una ayuda para salir a la actividad. No creo que nadie tenga como objetivo el análisis. El objetivo es que sirva para salir a la vida... ¿o no? (silencio) Analista: Con ese planteo, ¿qué puedo hacer yo? Si le digo que no es así usted oye que afirmo que el análisis es el centro de su vida. Si le digo lo otro, se va a hacer el curso. De las dos formas queda distorsionada la situación, que es de competencia: a mayor entendimiento hay más competencia. Usted como Jorge, afirma lo que hace: en vez de plantearse cuatro sesiones, falta cuatro sesiones. Paciente: (Pausa). Es que si no pudiera faltar a ninguna sesión, no podría progresar en nada en la vida... Cuando fui al curso en Francia falté... si no, no estaría donde estoy... Estaría como las primeras sesiones, o culpándome del problema laboral... Estaría mejor del cigarrillo, del fumo, pero no estaría hablando de la

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pulseada, porque estaría tan derrotado... No estaría hablando de proyectos sino de sueños. Si los proyectos van naciendo es porque, aparte del análisis, hay cursos que estoy haciendo. Reconozco que si no hago más esfuerzos es porque me gusta fumar. Si no me gustara le estaría pidiendo diez sesiones. (Dramatiza) “Por favor, Dr., no lo aguanto más, sáqueme de esto, me quiero morir... me está haciendo muchos problemas en la cabeza”. Evidentemente como yo los problemitas los voy purgando acá... nunca llego a esa situación. Pero hay una evidente resistencia a dejar de fumar... Pero al lado de eso hay ganas de seguir prosperando en la vida... que es lo que más cuesta cuando uno fuma. La marihuana es para mí como el ajo, o el jamón crudo, que me gustan tanto. Analista: Le señalo que trata de hacerla pasar como hábito, no una adicción. Paciente: La marihuana es el compañero que va a mi lado y me da seguridad y tranquilidad. Analista: Le interpreto en la transferencia que la marihuana va en mi lugar. A la sesión siguiente faltó sin aviso. Green: ¿Qué piensa Ud. de la sesión? Analista: Lo que puedo pensar es que me sentía medio entrampado en el planteo que él me hacía. Es decir que las interpretaciones transferenciales eran tomadas como exigencias de sometimiento. Quiero aclarar que esta situación es reiterada: siempre trató de ejercer un control de las interpretaciones sobre la necesidad del análisis a través de las ausencias a sesión. También recuerdo que me pareció importante cuando él planteó el cambio que se estaba produciendo, acerca del cincuenta por ciento y cincuenta por ciento, o acerca de que él sentía (creo que era proyectado e invertido) una modificación en el vínculo. Green: ¿Podría aclarar lo de la inversión? Analista: Pienso que, muchas veces, cuando está hablando de él,

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en realidad está hablando de mí, del analista. En ese sentido. Green: Y entonces, ¿qué pensamos de la sesión...? Participante: Creo que lo importante es el pequeño diploma de mozo por la similitud de mozo con joven, muchacho. Creo que está negociando con el analista si es tan hombre como él o es el diez por ciento nada más. Green: ¿Y qué otra cosa? Participante: Me parece una sesión muy importante. En especial porque se juegan todas las identificaciones con la figura paterna y toda la posibilidad de poder contar con la tolerancia de un padre que permita crecer. Participante: Tomando en cuenta lo que dijo el Dr. Green –con quien estoy de acuerdo– yo veo varios planos. En un plano aparece el nivel competitivo, pero me parece que lo que está en juego es la posibilidad de que aparezca un espacio donde pueda salir de la repetición del vínculo con el padre. La idea de que se puede aprender algo sobre gastronomía y las menciones al fumar me parece que son alusiones al espacio donde puede aparecer el duelo por la madre. Porque esa pulseada sobre qué es más importante, si el crecimiento o el análisis, al mismo tiempo reproduce, para la parte defensiva del paciente, el sentir que siempre hay un padre que quiere tenerlo con él. Entonces no hay ausencia, ni dolor, ni competitividad, ni tampoco se lo plantea; niega la adicción, porque el padre pasa a ser un adicto de él. No hay diferencia. Y hay muchos otros planos... Participante: Yo me preguntaba si el tema que presenta el paciente no es como el hilo de Ariadna, engañoso. Pregunto si no se trata de un hilo de Ariadna que nos conduzca falsamente, y si no hay una escisión entre la droga encubriendo el duelo por la madre y otro plano, y lo que dijo al principio de esos lugares paradisíacos de Jamaica, como una regresión muy profunda, oculta tras la ausencia a la sesión. Green: En todos los momentos de la transferencia sabemos que nos encontramos con ese problema. Pero

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según el tipo de estructura con la cual uno tiene que operar, la imagen interna del conflicto puede despejarse del fondo de la transferencia y atraer la atención del analista que trabaja ese aspecto de la transferencia, en ese momento del análisis. El trabajo que se hace sobre ese aspecto de la transferencia, no toma en consideración los otros aspectos, pero se infiere que la elucidación de ese problema, en ese momento particular, va a influir sobre los otros aspectos que no están en cuestión en ese momento. En otras estructuras, como en este paciente, el problema que puede aparecer en la transferencia no puede ser abordado porque el paciente tiene en la cabeza, en su preconciente, todas las influencias de los otros aspectos, de manera tal que el peligro está menos localizado, de modo que no hay riesgo que arrastre por extensión y ponga en peligro todo aquello a lo cual el paciente llegó por medio del análisis. Es muy importante ver que en este momento, la transferencia toma un aspecto de lucha, y que hay un cambio en la consideración del mundo interno y de la manera en que los objetos habitan ese mundo interno con su traducción en su relación con el analista. Es decir que, en ese momento, el análisis de la relación con el analista no puede tener repercusión por ausencia de espacio interno, y entonces ahí se puede asistir a transformaciones del orden del juego. Y es por esto que, al final de la sesión, el paciente opone los juegos que él podría tener en lugar de la sesión porque él no puede jugar en ella, en el sentido de Winnicott. Si ustedes quieren hacerse una idea de lo que sucede es necesario escuchar lo que el paciente dice y no hacer construcciones que no descansan sobre lo que él dijo. Por supuesto, sabemos que los pacientes dicen muchas cosas y que tenemos tendencia a considerar que muchas de las cosas que dicen no tienen importancia. Pero yo les puedo decir que, con un paciente de este tipo, cada palabra cuenta. Porque precisamente es ahí donde se ve que Lacan se equivocó pesadamente

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al oponer una palabra llena y una palabra vacía; en estos casos la palabra más vacía tiene una función de plenitud, sólo que el paciente no está ahí para subrayarlo en rojo. Ustedes deben hacer los vínculos que el paciente no puede hacer. El paciente termina la sesión, con esta frase muy bella: “La marihuana es el camarada que camina conmigo, que me da confianza y tranquilidad.” Si él dice eso al analista, es para hacerle comprender que son tres en este asunto, y que él no está dispuesto a abandonar el lugar de este camarada. Entonces, les he dicho hace un momento la importancia de las identificaciones de los “yoes entre ellos”, y es exactamente lo que dice este paciente: la marihuana es el camarada.... Es decir que la marihuana aparece como un símbolo indiferenciado, que puede ser efectivamente interpretado como “el camarada”, que es una referencia retrospectiva a la sesión con Jorge. Por otra parte, puede ser interpretado como un doble. Y finalmente, vemos la marihuana como un objeto idealizado, que le da confianza y tranquilidad y que le evita todos los conflictos psíquicos. Conflictos psíquicos, que hemos visto en su versión externalizada, en la discusión que no pudo ser evitada en la sesión. La discusión con el paciente es la trampa en la cual todos caemos en un momento o en otro, por dos razones: o bien por nuestra dificultad en tolerar al paciente, o bien por el hecho de que no alcanzamos a imaginar lo que sucede. Y para poner coto a la frustración de no poder imaginar realmente lo que le pasa al paciente y transformarlo en una comunicación, nos portamos entonces como la madre de una anoréxica: “¡Abrí la boca! ¡Comé!”. Cuando digo que hay que escuchar al paciente, he aquí cómo se presenta la situación: el paciente llega a la sesión con Jorge, su camarada, su socio, su doble. Es allí que él va hablar del problema de la oposición de la gastronomía y la sesión con el analista. Es muy interesante verla cuando el paciente hace la comparación entre las dos. Después se vuelve hacia el analista

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–tengo ganas de decir como se dice en Francia “los días con, y los días sin”–, es interesante ver que él califica los días con el analista como días muy buenos; como si se comiera. Y expresa el sentimiento de euforia que le da la sesión. Dice que su espíritu era ágil. Y hay allí un cambio asociativo y la aparición de un tercero, X. X le dice que tuvo una hija y que retoma el proyecto de instalar hoteles en Jamaica. Entonces pasamos de significantes de la oralidad con el pequeño mozo, a un personaje que quiere incluirlo en un proyecto y ahí salimos de la gastronomía para ir a la creación de un hotel. ¿Un burdel? ¿Dormitorios? Sabemos que es a partir de ahí que las asociaciones del paciente van a cambiar. Ustedes comprueban escuchando, que a partir de allí aparece la representación, las fotos, las fotos de los lugares paradisíacos. De modo que él está capturado por la realización del deseo, la realización del deseo de crear un lugar supuestamente paradisíaco que incluye –bien entendido– la referencia al paraíso de su infancia, que no está disponible más que a propósito de su fantasía sobre las representaciones fotográficas. Por la significación que adquiere para el paciente la renuncia a sus sueños diurnos paradisíacos para realizar un proyecto que esté en relación con esa fantasía, es que se instala la regresión. La regresión se instala, de alguna manera, cuando él empieza por decir: “Yo tengo cenas, y casamientos muy importantes.” Cena-casamiento nos reenvía allí, a la gastronomía, a los restaurantes, al tema de la oralidad; y el casamiento nos reenvía a X que llama para decirle que tuvo una hija (una hija hay que hacerla con una esposa). Vamos a ver, entonces, cómo esto justamente va a habitar la sesión. Entendiendo que X es padre y que dice que ha tenido una hija encontramos algo que tiene relación con la propuesta que hizo el analista de la cuarta sesión. Que el paciente después de esto haya faltado a cuatro sesiones no es de ninguna manera indiferente. El faltó a las cuatro sesiones que son precisamente las que hubiera podido tener con el cam-

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bio. Exactamente faltó a tantas sesiones como las que había propuesto el analista. Es esto una dimensión negativa. Es decir, realizar un deseo bajo la forma negativa, para no tomar conciencia de lo que significa una sesión más. El ahí anuncia que alguien más ha llegado: el niño. Entonces, dice que tiene que hacer cosas muy importantes. Es decir que, en ese momento de la sesión, ilustra la diferencia que hay entre identificación e imitación. Un niño que toma el diario – teniendo en cuenta que no entiende las letras– y hace como que estuviera leyendo el diario, imita a su padre. Un niño que se identifica con su padre, aprende a leer. Así que esto es lo que hace: imita a su padre. “Soy un hombre muy ocupado etc. etc...”. Y hace alusión, todavía más, a un matrimonio. Les haré notar que en todas las intervenciones de ustedes no hubo una sola alusión al casamiento. Parece que a ustedes no les interesa saber; no sólo es importante saber lo que pasa con el padre o lo que pasa con la madre, sino que, saber lo que pasa entre ellos es lo más importante, porque de eso es de lo que no se tiene ninguna idea. Porque durante el día es así, pero ¿qué sucede por la noche en el dormitorio del cual el niño está excluido? Entonces, frente a estas ideas de casamiento, concebidas bajo una forma no dicha, porque él dijo: “Fue necesario que yo cobre el casamiento de M”, ¿pero qué es lo que él tenía que aguantarse? 1 Parece que ahí sintió que alguien había hecho algo que por ahora él no puede hacer. Entonces vuelve a algo más reasegurador para él, vuelve a Jorge. Es decir que en relación a la problemática del casamiento y de la paternidad, él vuelve a un objeto que es un objeto igual a él. Entonces, dice: “Yo tengo dificultad en seguir los ofrecimientos de X para hacer el hotel” y vuelve a la situación de Jorge como si quisiera persuadirse que él no tiene necesidad de eso porque Jorge quiere ser su representante. Allí se lanza a una larga explicación de cuán importante es él para Jorge, que lo quiere, cómo lo admira, cómo lo 1

N. del T.: encaisser: cobrar; aguantar.

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encuentra maravilloso. ¿A qué corresponde esta vuelta a Jorge? Estamos obligados a plantearnos la cuestión del pasaje al status de doble. ¿A qué otra imagen en ese contexto parental (ése era el punto del cual hablábamos) puede Jorge representar? ¿Puede ser una imagen paternal? Yo no lo creo. No tenemos ningún indicio para pensarlo. Lo más probable es imaginar que ahí, en ese momento, la función de Jorge es una función narcisística, la de un eco que viene del exterior y le dice qué niño maravilloso es él. Entonces, niño maravilloso; estamos siendo enviados allí de manera aceptable, a los lugares paradisíacos. Entendemos que el doble juega, probablemente, el rol de un objeto de sustitución de la madre perdida. Sólo que no podemos olvidar que todo lo que ha hecho revivir esto es la sensación de fracaso frente al proyecto de X. Vemos que en ese momento reaparecen en el material las ideas de competición y, en consecuencia, la idea de ser el ganador. Es ahí que él va a decir una cosa muy importante. Va a decir: “Jorge y yo somos el centro de las sociedades”. Es decir que eliminó al tercero. Dice: fifty, fifty. Sólo que cuando es mitad y mitad, hay una mitad que no quiere dar la mitad al otro, como en los mejores Westerns. De modo que esta imagen narcisística, cuya función es restablecer su autoestima, no es más que un jalón intermediario hacia la toma de conciencia de una avidez oral que quiere tomar todo para sí. Pero en este momento no es; “Nosotros somos el centro de las sociedades”, sino: “Soy yo que hice todo”. Es decir que, en este punto, podemos pensar que hay una especie de identificación con un padre omnipotente que sirve para explicar que él siente el derecho de tener a la madre totalmente para sí, descartando completamente cualquier tercero. Ahora bien, el analista es sensible a lo que acaba de escuchar y le habla de la contradicción entre la confianza y el desafío y la rivalidad; orienta la interpretación sobre el temor a la dependencia o sea que piensa siempre en esa cuarta sesión. El analista no se equivoca. Sin embargo, pienso

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que en ese momento se acentuó su sensibilidad al conflicto, puesto que hemos visto cómo se debatía para hacer compatibles en su cabeza el deseo de mantener las fantasías paradisíacas, el deseo de ser admirado y el deseo de tomar todo para sí mismo. Es lo que dije cuando analicé el comienzo de la exposición. Dije que este paciente nos ponía frente al problema de su relación simultánea con la imago paterna y la imago materna. Pero la imago materna se presenta esencialmente en el sentido de la valoración narcisista, y lo que podemos considerar como la regresión que se produjo después de la muerte de la madre. Para poder salir de esta situación, tomando en cuenta las excitaciones pulsionales que vienen del padre, tiene la necesidad absoluta de instalar en él un objeto narcisístico que le diga: “Eres tú el más bello, el mejor, el más fuerte”. Y es ahí que el paciente habla por vez primera, volviendo sobre el conflicto que había dejado en suspenso: venir a la sesión o ausentarse. Dice la frase: “La dificultad que tendría yo para realizar una reunión con alguien ya que estoy siempre cortado al medio”. Acá se ve hasta qué punto la vuelta de este paciente a la situación anterior a la muerte de la madre es difícil para él; como si él estuviera apresado entre el fantasma de una madre desaparecida y la necesidad de defenderse de todo lo que la imagen paterna tiene de excitante y de esclavizante. Es por eso que no podemos continuar diciéndole: es aquí donde usted tiene que estar. Y el analista comprendió el doble vínculo en que lo pone el paciente cuando le habla casi como planteándole un problema psicoanalítico (como me lo plantearía a mí): “Si yo no digo nada sobre el rechazo de la cuarta sesión, favorezco la negación; si yo le digo que es necesario que esté acá, lo estoy castrando”. Hay que encontrar otro camino. Entonces, el paciente lo resuelve pasándose a la realidad: “Usted sabe, es difícil, para muchas personas”. El paciente dice: “Sobre todo porque me saca de contexto. Es bueno, pero me corta”. Es decir, lo corta

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de todos los medios que vimos, de todos los soportes y apoyos que obtenía de las situaciones grupales en las cuales la identificación de los “yoes entre ellos” le impedía ver el conflicto de la identificación con las figuras parentales. Ahí empieza a racionalizar de manera impecable, entonces dice: está el análisis y está la vida; si el análisis lo invade todo, ya no se puede vivir; entonces ¿para qué sirve el análisis? Razonamiento irrebatible. Es por eso que hay que pasar a otro lugar. Es allí que el analista expresa su desconcierto, y el paciente dice: “Si yo no pudiera faltar a ninguna sesión, no podría progresar en nada en la vida.” La interpretación que hay que darle al paciente es decirle que estamos encerrados hablando de las ventajas y las desventajas que tiene el estar o no estar ahí, mientras que quizás estamos tratando de evitar la cuestión principal que es saber cómo él, el paciente, puede guardar al analista dentro suyo cuando no está en sesión. Hablando de la ausencia, evidentemente en ese momento, el paciente que se refería al contexto de sus ocupaciones, etc., dice: “Yo reconozco que si no hago más esfuerzos, es porque me gusta fumar”. Yo le hubiera dicho: “Sí, porque un cigarrillo está siempre a mano, y nunca se puede perder, ni uno se atormenta cuando está ausente”. Es entonces que adopta esa actitud irónica, diciendo: “Doctor, por favor, ya no lo soporto, sálveme de esto, quiero morir. Me trae muchos dolores de cabeza”. Yo le hubiera contestado: “Sí, sin duda usted imagina que es muy difícil vivir esta situación, pero aún hay otra peor: si yo muero y usted no tiene nadie más a quien quejarse”. De esta manera llega a integrar a la vez, la defensa frente a la transferencia paterna –de la que sospechábamos que era homosexual– y el miedo a revivir la catástrofe de la pérdida de la madre. Tanto más cuando vemos que toda su elaboración conflictiva, o por lo menos gran parte de ésta, está ligada a angustias en cuanto al vínculo que mantiene, en su propio cuerpo, con el cuerpo enfermo de la madre. Entonces, hay que

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escuchar. Vamos a escuchar la segunda sesión sin comentarios. Llega veinte minutos tarde; a la sesión anterior faltó sin avisar. Paciente: Estoy con fiebre desde hace cuatro, cinco días... que no se me curó porque no me cuidé nada. Me agarró el viernes. Me dolía la columna... fiebre. Empecé a tomar antibióticos. Pero el domingo era la carrera de jet-sky... y tuve que ir... estar afuera todo el día. Y trabajé a la noche. El lunes tuve el curso y me levanté nada más que para ir y a la noche trabajé. Ayer tuve jazz... y la garganta está de color violeta. Anoche no me dejó dormir para nada. Pero muy dolorido (Pausa). Y salió muy bien la cena de anoche. Terminó el curso. Y este viernes es la cena de X, el de relaciones públicas de Buenos Aires, que me tiene el sueño un poco trucho... con la vajilla, los cubiertos... yo no soy puntilloso para eso. Pero hay que hacer todo, todo porque es un maricón... es muy puntilloso. Y va a salir en notas. Un montón de preocupaciones... Analista: Hay dos tipos de preocupaciones: unas que tiene usted como empresario y otras que me confía a mi, que debo tener yo, de su garganta y de su fiebre porque no las acepta, como si fueran una debilidad de maricón, infantil. Paciente: En realidad yo usé la palabra maricón para el que cumplía años. Es que yo no sé qué vuelta darle. Lo único que puedo analizar es que hice todo... que no le di importancia a la enfermedad y la enfermedad era importante. Y en este momento me duele todo: los oídos, la garganta. No lo soporto. Igual me tuve que levantar. Tal vez fue el maldito Jorge que me dijo: “El pibe va a venir a las tres”. Me levanté y después me dice: “Iba a llamar a las tres, no iba a ir”. Y no me curo. Analista: Porque no se cuida. Y parece que se lo impide Jorge, la pulseada. Paciente: Bueno, anoche siempre había algo (relata lo que no podía dejar de hacer). Pero mi garganta está mal. Tal es el foco

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infeccioso que tengo adentro que escucho con dificultad. Todo me pica. Pasé muy malas noches y no veo cómo hacer para no quedarme. (Silencio). Analista: Me parece que no sabe cómo hacer porque registra el reclamo desde afuera mientras que a su necesidad no le da lugar. Sobre todo acá: cuando le hablé de sus necesidades en la última sesión lo registró más su cuerpo que su mente. Paciente: (Pausa). Ud. debe haber venido a trabajar enfermo, porque nunca me dijo que no me atendió porque estaba enfermo. Así, que no sé... Es la primera vez que tengo fiebre en el año. No es una angina cualquiera. De todos modos cuando le dije “no sé qué hacer” me refería a como vienen encadenados los eventos. Me resulta muy difícil faltar... no sé. Porque Jorge encima se peleó con todos... o sea ¿quién me reemplaza? Me encargo de muchas cosas, así como otros se encargan de otras (silencio). De todos modos hubo una utilidad: yo venía bastante alejado de María por el trabajo... o por h o por b... Siempre poco tiempo... y el sábado me quedé estilo enfermo todo el día en casa. Estuvimos más juntos que nunca. Pasé por los estados de pelearme y amigarme. Y recuperé el cariño que sentí que estaba perdiendo un poco por ella. Solamente por haber estado. Así que acá hubo un reclamo también de quedarme en casa. La enfermedad sirvió para eso. Siempre entro y salgo. Nunca estoy en un lugar relajado y tranquilo. Uno se da cuenta cuando le sucede. Analista: Tanto le cuesta darse cuenta del reclamo que solamente enfermándose lo logra; pero aún así lo puede sentir más fácilmente en su casa que acá. También en la sesión del lunes recuperó lo que había perdido por sus ausencias; pero parece que lo vive como una debilidad o como algo peligroso; por eso usted me habla de su empresa y yo le hablo de sus necesidades. Paciente: (silencio) En cierta forma usted me quiere decir que yo me enfermé porque en la sesión del viernes yo sentí debilidad porque sentí dependencia al análisis ¿o me equivoco? ¿eh? ¿no me quiere responder? Analista: ¿Usted qué piensa?

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Paciente: (Pausa) Yo pienso que la semana pasada corrí de aquí para allá todo el tiempo. Y en medio de todo eso no había habido posibilidad de evacuar... o descomprimir algunas cosas... que me dejaron el sueño mal y stressado de más... por no haber podido sacar preocupaciones. Pero sí, todos los días cambio de tema, de todo. De pastelería al curso, un porro; del curso a la fiesta, un porro; del psiquiatra al trabajo, un porro. Entonces entre actividad Traducción realizada en la reunión clínica: y actividad hubo poca descarga. La descarga estuvo quien sabe Mónica dada porSerebriany la garganta, que fumo más. Analista: la descarga a través del porro, en lugar del análisis.

Descriptores: Adicciones. Caso clínico. Duelo. Identificación. Paciente: (Pausa) Digamos que el porro está siempre. Pero Supervisión. puede ser que haciendo tantas cosas fumo el doble.

Analista: Le faltó esto para evacuar, como dijo en la sesión pasada: “purgando problemitas”. Paciente: Evacuando preocupaciones. Las cosas que, cuando doy vueltas en la cama, me imagino que debo estar pensando... que me tengo que ocupar de tales y tales cosas... tal vez no haberlas anotado... Tengo papeles sueltos en el coche... pero cada papel suelto es importantísimo... todos tirados dentro del coche. Trato de arreglarlos en cada semáforo... Organizar la fiesta, el menú, toda gente linda, toda gente conocida... me causó eso... Y salió bárbara, pero yo transpiré “sangre, sudor y lágrimas”... Hubo 170 personas, gente por todas partes, parecía que el restaurant estallaba... Yo estaba muy contento. Contento pero con dolor de garganta, con tos, hecho mierda. (Termina la sesión)

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OBRAS DE ANDRE GREEN

Libros 1969

Un oeil en trop. Le complexe d’Oedipe dans la tragédie, Paris, Ed. Minuit, 288 pag. (trad. inglesa bajo el título The tragic effect, Cambridge University Press). Edición castell.: El complejo de Edipo en la tragedia. Ed. Tiempo Contemporáneo, 1976.

1973

L’Enfant de Ça. Psychanalyse d’un entretien: la psychose blanche, en colaboración con Jean-Luc Donnet, Paris, Ed. Minuit, 350 pag. Le Discours vivant,. La conception psychanalytique de l’affect, Paris PUF, coll. “Le Fil rouge”, 365 pag. (trad. italiana). Edición castell.: La concepción psicoanalítica del afecto. Buenos Aires Ed. Siglo XXI, 1975.

1982

Hamlet et Hamlet. Une interprétation psychanalytique de la représentation, Paris, Ed. Balland, 269 pag.

1983

Narcissisme de vie, narcissisme de mort, Paris, Ed. Minuit, 280 pag. (trad. italiana). Edición castell.: Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1986.

1984

"Le langage dans la psychanalyse”, en Langages, Paris, Les Belles-Lettres, coll. “Confluents psychanalytiques”, pp. 19-250.

1986

On Private Madness, Londres, Hogarth Press, 380 pag.

1989

La pulsión de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1989.

1990

Le complexe de castration, P.U.F., colección “Que saisje?”, 1990.

Psicoanálisis APdeBA - Vol. XVII - Nº 1 - 1995

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ANDRE GREEN

Edición italiana, Il complesso di castrazione, Roma, Borla Edizioni, 1991 Edición portuguesa, O complexo de castraçao, Río de Janeiro, Imago Editora, 1991 Edición castell.: El complejo de castración, Buenos Aires. Paidós, 1992. Edición turca, Kastrasyon Kompleksi, Iletisium Yainlari, 1992. La folie privée. Psychanalyse des cas limites, Paris, Editions Gallimard, 1990. Edición italiana, Psicoanalsi degli stati limite. La follia privata, Raffaello Cortina Editore, 1991. Edición castell.: De locuras privadas. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1990. Conferencias brasileiras de André Green bajo la dirección de Jayme Salomao, Rio de Janeiro, Imago Editora, 1990. 1991

Amleto e Amleto, Roma, Edizioni Borda, 1991. Edición italiana de Hamlet et Hamlet.

1992

Un oeil en trop. Le complexe d’Oedipe dans la tragédie, Paris, Editions de Minuit, 1992. Le discours vivant. La conception psychanalytique de l’affect, P.U.F., 1992. La déliaison, Paris, Edición Les Belles Lettres, 1992. Edición portuguesa,O desligamento, Rio de Janeiro, Imago Editora Ltda. 1994. Edición italiana, Slegare, Psicoanalisi, antropologia et letteratura, Roma, Edizioni Borla, 1994. Révélations de l’inachèvement, A propos du carton de Londres de Léonard de Vinci, Editions Flammarion, 1992. Edición portuguesa, Revelaçoes do inacabado, Rio de Janeiro, Imago Editora Ltda. 1994. Diálogo psicoanalítico sobre psicosomática, Luis Chiozza,

202

OBRAS DE ANDRE GREEN

André Green. Buenos Aires, Alianza Editorial, 1992. La psicosa bianca, con Jean-Luc Donnet, Roma, Borla Edizioni, 1992. Edición italiana de La psychose blanche. 1993

Le travail du négatif, Paris, Editions de Minuit, 1993. Edición castell.: El trabajo de lo negativo. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1995. La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud, aspectos fundamentales de la locura privada. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1993.

1994

Un psychanalyste engagé. Conversations avec manuel Macias, Paris, Editions Calmann-Lévy, 1994.

1995

La casualité psychique. Entre nature et culture, Odile Jacob, 1995. Edition italienne, I lavveneire della psicoanalisi e la casualita psichica, Roma, Gius. Laterza & Figli Spa, 1995. Une théorie vivante. L’oeuvre d’André Green, André Green et al. bajo la dirección de F. Dupare, F. Quartier Frings, M. Vermorel et coll. Collection Textes de Base, Paris, Editions Delachaux et Niestlé, 1995. Propédeutique. La Métapsychologie revisitée, Paris, Editions Champvallon, 1995. El lenguaje en psicoanálisis. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1995.

Artículos

203

ANDRE GREEN

1955

Délire et imaginaire, Entretiens psychiatriques, coll. “Nouvelle recherche”, Paris, P.U.F., 1955. pp. 145-186.

1958

(a) Le deuil maniaque (à propos d’un cas) (en colaboración con B.Schmitz), L’évolution psychiatrique, 1, pp. 105-121. (b) Les préschizophrénies de l’adolescence (en colaboración con P. Mâle), L’evolution psychiatrique, 2, pp. 323-375.

1960

(a) Le milieu familial des schizophrènes (en colaboración con J. Delay et P. Deniker. Première partie: Position du problème, L’Encéphale, vol.46, 1957, pp. 189-232. Deuxième partie: Méthodes d’approche, L’Encé-phale, vol.49, 1960, pp. 1-21. Troisième partie: Résultats et hypothèses, L’Encéphale, vol.51, 1962, pp. 5-71. (b) L’oeuvre de Maurice Bouvet. Revue française de psychanalyse, 24, 1, 1960, pp. 685-702.

1961

(a) Le rôle: contribution à l’étude des mécanismes d’identification. L’évolution psychiatrique, 1, pp. 132. (b) Chimiothérapies et psychothérapies. L’Encéphale, 50, 1961, pp. 29-101.

1962

(a) Les méthodes en psychopathologie. Encyclopédie de psychologie, Paris, F. Nathan. (b) L’inconscient freudien et la psychanalyse française contemporaine. Les Temps modernes, 195, pp. 365379. Edición castell.: El inconsciente freudiano y el psicoanálisis francés contemporáneo. Buenos Aires. Nueva Visión, 1969.

204

OBRAS DE ANDRE GREEN

(c) Note sur le corps imaginaire. Revue Française de Psychanalyse, XXVI, pp. 67-83. (d) Obsessions et psychonévrose obsessionnelle. Encyclopédie médico-chirurgicale, 37. 1963

(a) La psychanalyse devant l’opposition de l’histoire et de la structure. Critique, 194, pp. 649-662. Edición castell.: El psicoanálisis ante la oposición de la historia y la estructura. Buenos Aires. Nueva Visión, 1971. (b) Une variante de la position phallique-narcissique. Revue Française de Psychanalyse, XXVII, pp. 117184.

1964

(a) Du comportement à la chair. Intinéraire de MerleauPonty. Critique, 211, pp. 1017-1046. (b) Névrose obsessionnelle et hystérie. Leurs relations chez Freud et depuis. Revue Française de Psychanalyse, XXXVIII, pp. 679-716 Edición castell.: Neurosis obsesiva e histeria, en Las Histerias, comp. J. Sauri. Buenos Aires. Nueva Visión, 1979. (c) Propos élémentaires sur l’inconscient. L’Évolution médicale, pp. 431-438. (d) Fonction du rêve dans l’Orestie. Les Temps modernes, 215, pp. 1869-1893.

1965

(a) Remarques méthodologiques sur l’interprétation des modes d’expression de certaines drogues psychotropes. La Relation médecin-malade au cours des chimiothérapies psychiatriques (P.A. Lambert éd.), Masson, pp. 131-138. (b) Enseignement de la psychiatrie et formation du psychiatre, en: Livre blanc de la psychiatrie française.

205

ANDRE GREEN

L’Évolution psychiatrique, 30, supplément au nº3, pp. 17-74. 1966

(a) La psychopharmacologie: ouverture, impasses, perspectives. L’Évolution psychiatrique, 31, pp. 681705. (b) L’objet (a) de J. Lacan, sa logique et la théorie freudienne. Cahiers pour l’analyse, 3, pp. 15-37 (traducido al inglés en Lacan. Ed. J. H. Smith et W. Kerrigan, New Haven, Yale UP, 1983, pp. 161-191). Edición castell.: El objeto (a) de Lacan y la teoría freudiana, en Objeto, castración y fantasía en psicoanálisis. Ed. Siglo XXI, 1972. (c) Les portes de l’Inconscient. L’Inconscient, VI colloque de Bonneval, Paris, Desclée de Brouwer, pp. 17-44. (d) L’Inconscient et la psychopathologie, ibid., pp. 331335.

1967

(a) Métapsychologie de la névrose obsesionnelle. Revue Française de Psychanalyse, XXXI, 1967, pp. 629-644. Edición castell.: en Las obsesiones, comp. J. Sauri. Buenos Aires. Nueva Visión, 1983. (b) La diachronie dans le freudisme. Critique, 238, pp. 359-385. Edición castell.: La diacronía en el freudismo, en Estructuralismo y psicoanálisis. Buenos Aires. Nueva Visión, 1971. (c) Le psychanalyste, interprète. À la mémoire de P. Blanchet. Interprétation, 1, pp. 8-20. (d) Shakespeare, Freud et le parricide. La Nef, 31, pp. 64-82. (e) Les fondements différenciateurs des images parenta-

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OBRAS DE ANDRE GREEN

les. L’hallucination négative de la mère et l’identification primordiale au père. Revue Française de Psychanalyse, XXXI, pp. 896-906. (f)

L’enjeu des options en présence sur la formation des psychiatres. L’Évolution psychiatrique, 32, pp. 847864.

(g) Le narcissisme primaire: structure ou ètat, en L’Inconscient (1) y (2). Edición castell.: El narcisismo primario: estructura o estado, en Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1987. 1968

(a) Sur la mère phallique. Revue Française de Psychanalyse, 32, 1968. Edición castell.: Sobre la madre fálica, en Prácticas psicoanalíticas comparadas en las neurosis, comp. L. Grinberg. Ed. Paidós, 1977. (b) Oedipe: mythe et vérité. L’Arc, 34, pp. 15-26 (c) Réponses au questionnaire: du thérapeute au médicament. Perspectives psychiatriques, 21, pp. 35-42. (d) Mai 1968: le mouvement étudiant devant la psychiatrie. L’Évolution psychiatrique, 33, pp. 551-560.

1969

(a) Sexualité et idéologie chez Marx et Freud. Études freudiennes, 1969, pp. 188-217. (b) La nosographie psychanalytique des psychoses. Problématique de la psychose, Excerpta Medica Foundation, vol. I, pp. 79-96. (c) Le narcissisme moral. Revue Française de Psychanalyse, 33. Edición castell.: En Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1987.

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ANDRE GREEN

1970

(a) L’interprétation psychanalytique des productions et des æuvres d’art. Bruxelles, Critique sociologique et critique psychanalytique, pp. 19-36. (b) Répétition, différence, réplication. En relisant Audelà du principe de plaisir. Revue Française de Psychanalyse, 34, 1970. (c) Formation et enseignement des psychiatres. Année 1970. L’Évolution psychiatrique, 35, pp. 675-684.

1971

(a) De la bisexualité au gynocentrisme, in Bruno Bettelheim, Les Blessures symboliques, Paris, Gallimard, pp. 213-234. (b) Lear ou les voi(es)x de la nature. Critique, 284, pp. 319. In La Déliaison, loc. cit. (c) L’état d’esprit des conceptions européennes sur la psychose. Problématique de la psychose, Excerpta Medica Foundation, vol. II. (d) La déliaison. Littérature, 3, pp. 33-52. (e) La magie d’Héphaïstos. Critique, 293, pp. 860-878. Repris en préface de Marie Delcourt, Héphaïstos ou la légende du magicien, Paris, Les Belles-Lettres, 1972, pp. 7-23. (f)

1972

L’illusoir ou la dame en jeu. Nouvelle revue de psychanalyse, 4, 1971, pp. 95-128. En La Déliaison, loc. cit.

(g) La projection: de l’identification au projet. Revue Française de Psychanalyse, XXXV, pp. 939-960. (a) De l’“Esquisse” à l’“Interprétation des rêves”: coupure et clôture. Nouvelle revue de psychanalyse, V, pp. 155-180. (b) Pulsion. Encyclopedia Universalis, tome XIII, pp.

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OBRAS DE ANDRE GREEN

808-811. (c) Note sur les processus tertiaires. Revue Française de Psychanalyse, 36, pp. 407-411. (d) Antipsychiatrie: une discussion des travaux anglais. Traitements au long cours des états psychotiques. Privat, pp. 184-190. (e) Cannibalisme: réalité ou fantasme agi? Revue Française de Psychanalyse, VI, pp. 27-52. (f)

1973

Agression, feminity, paranoia and reality. Int. J. Psycho-Anal.: 53.

(a) Le genre neutre. Nouvelle revue de psychanalyse, VII, pp. 251-262. Edición castell.: En Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1987. (b) Le double et l’absent. Critique, 312, pp. 391-412.

1974

(a) L’analyste, la symbolisation et l’absence dans le cadre analytique: à propos des changements dans la pratique et l’expérience analytiques. Nouvelle revue de psychanalyse, 10, 1974 pp. 225-252. Edición castell.: Revista de Psicoanálisis, XXX(1). b)

1975

Quelques considerations sur les problèmes psychanalytiques de la mémoire. L’Évolution psychiatrique, pp. 257-264.

(a) Die Hysterie. Die Psychologie des 20 Jahrhunderts, Zurich, Kindler Verlag, pp. 623-650. (b) Orestes and Oedipus. International Review of PsychoAnalysis, pp. 355-364. (c) La psychanalyse, son objet, son avenir. Revue Française de Psychanalyse, XXXIX (1-2), pp. 103-

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ANDRE GREEN

134. (d) La sexualisation et son économie. Revue Française de Psychanalyse, XXXIX (5-6), pp. 905-918. (e) Les temps mort. Nouvelle revue de psychanalyse, 11, 1975, pp. 103-110. (f) 1976

Signification, structure, économie du rêve. Gazette médicale de France.

(a) Atome de parenté et relations edipiennes. L’Identifié, Paris, Grasset, pp. 81-99. (b) Pour un institut des sciences humaines cliniques. Psychanalyse à l’université, 2, pp. 177-180. (c) Otello au Othello. Shakespeare plus ou moins. Lyrica. (d) Le nouveau malaise dans la civilisation. Critique, 348, pp. 473-497. (e) Un, autre, neutre, valeurs narcissiques du Même. Nouvelle revue de psychanalyse, 13. Edición castell.: En Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1987. (f)

1977

La realeza pertenece al niño, en Donald Winnicott. Buenos Aires. Trieb, 1978.

(a) L’hallucination négative. L’Évolution psychiatrique, 42, pp. 645-656. (b) Transcription d’origine inconnue. L’écriture du psychanalyste: critique du témoignage. Nouvelle revue de psychanalyse, XVI, pp. 26-63.

1978

(a) Le credo du psychanalyste (incroyable mais vrai). Nouvelle revue de psychanalyse, XVIII, pp. 262-272.

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OBRAS DE ANDRE GREEN

(b) L’intellectuel et le désir de vérité. L’Arc, 70, pp. 3343. 1979

(a) L’enfant modèle. Nouvelle revue de psychanalyse, XIX, pp. 27-47. (b) Psychoanalytische Theorien über den Affekt. Psyche, 33, pp. 681-732. (c) L’angoisse et le narcissisme, Revue Française de Psychanalyse, 43. Edición castell.: La angustia y el narcisismo, en Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores. También en Psicoanálisis (APdeBA), vol. II (1), 1980.

1980

(a) Passions et destins des passions: sur les rapports entre folie et psychose. Nouvelle revue de psychanalyse, XXI, pp. 5-41. Edición castell.: Pasiones y destinos de las pasiones. Revista de Psicoanálisis, 38, 1981, pp. 450488. (b) Artefacts et artifices en psychanalyse. Connexions, 30, pp. 69-76. (c) Thésée et Oedipe. Une interprétation psychana-lytique de la Théséide. Psychanalyse et culture grecque, Paris, Les Belles-Lettres, pp. 109-158. (d) Le silence du psychanalyste. Topique, 23, pp. 5-25. (e) Le mythe: un objet transitionnel collectif. Abord critique et perspectives psychanalytiques. Les Temps de la réflexion, I, pp. 99-131. (f)

Le double fantôme. À propos du Coin plaisant d’Henry James. Corps Création: entre lettres et psy-chanalyse, Presses Universitaires de Lyon, pp. 139-154.

211

ANDRE GREEN

(g) La mère morte. Edición castell.: Narcisismo de vida, narcisismo de muerte. Buenos Aires. Amorrortu Editores, 1987. 1982

(a) La réserve de l’incréable, in N. Nicolaïdis et E. Schmid-Kitsikis. Créativité et/ou symptômes, Paris, Clancier-Guenaud, pp. 163-198. (b) La Chose. Hamlet, éd. D. Mesguet, TPG, Papiers, pp. 47-51. (c) La double limite. Nouvelle revue de psychanalyse, XXV, Paris, Gallimard, 1982. En La Folie privée, loc. cit. pp. 293-316. (d) Après coup, l’archaïque. N o u v e l l e r e v u e d e psychanalyse, XXVI, pp. 195-215. Edición castell.: A posteriori, lo arcaico. Revista de Psicoanálisis, 43, 1986, pp. 729-751.

1983

(a) L’idéal: mesure et désmesure. Nouvelle revue de psychanalyse, XXVII, pp. 8-33. Edición castell.: El ideal: mesura y desmesura. Revista de Psicoanálisis, 45, 1988, pp. 9-39. (b) Le deuil impossible. L’Arc, 89: Henry James, pp. 7479. (c) L’Homme machinal. Les Temps de la réflexion, 4, Paris, Gallimard, 1983.

1984

(a) Early trauma, bodily experiences and denial: their mutual influences in dream formation. Psychology of Dreaming, ed. M. Bosinelli and P. Cicogna, Bologna, pp. 83-91. (b) Entre réalité et vérité. Les Temps de la réflexion, V, pp. 125-145.

212

OBRAS DE ANDRE GREEN

1985

(a) Les temps en question. Psychanalyse à l’université, 10, pp. 195-201. (b) Trop, c’est trop. Melanie Klein aujourd’hui, Cesura Lyon Édition, pp. 93-102. (c) Réflexions libres sur la représentation de l’affect. Revue Française de Psychanalyse, III, pp. 773-788. (d) Des mouches aux mots. La Déliaison, loc. cit.

1986

(a) L’aventure négative. Nouvelle revue de psych-analyse, XXXIV, pp. 197-224. (b) On Hamlet’s Madnesses and the Unsaid. Studies in literatures and the arts, Hebrew University of Jerusalem, 1986, vol. XIV, pp. 18-39. (c) Les pensées d’Oedipe. L’Écrit du temps, 12, pp. 105123. (d) Réponses à des questions inconcevables. Topique, 37, pp. 11-30. (e) Rendez-vous dans un quart de siécle. Théâtre public, 70-71, pp. 39-42. (f)

Pulsion de mort, narcissisme négatif, fonction désobjectalisante. La Pulsion de mort (premier Symposium de la fédération européenne de psychanalyse, Marseille, 1984), Paris, PUF, pp. 4959. Traducción al portugués por Edición Escuta, 1988. (g) Le travail du négatif. Revue Française de Psychanalyse, I, pp. 489-493. (h) Den döda modern. Teman i fransk psykoanalys sous la direction d’Iréne Matthis, Natur och Kultur, Boras, Suède, 1986, in Gräns och Rörelse.

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ANDRE GREEN

(i)

1987

L’originaire et la pensée des origines. Topique, 37, Dunod, 1986.

(a) La représentation de chose entre pulsion et langage. Psychanalyse à l’université, 12, pp. 357-372. (b) La capacité de rêverie et le mythe étiologique. Revue Française de Psychanalyse, V, pp. 1299-1315. (c) Instinct in the late work of Freud. On Freud’s Analysis terminable and interminable, Int. Psy. Ass., Educational Monographs, 1, pp. 149-170.

1988

(a) La vie privée: identités alternatives et identité privée. L’art de la fiction: Henry James, éd. M. Zéraffa, Paris, Klincksieck, pp. 223-253. (b) Voir et penser dans le carton de Londres de Léonard de Vinci. C.E.S.P.R., 4, pp. 65-80. (c) Pourquoi le mal? Nouvelle revue de psychanalyse, XXXVIII, pp. 239-264. (d) La pratique fondamentale de la psychanalyse. Vue de la Société psychanalytique de Paris: une conception de la pratique. Revue Française de Psychanalyse, III, pp. 569-593. (e) Pulsion, psyché, langage, pensée. Revue Française de Psychanalyse, II, 1988. (f)

1989

El ideal: mesura y desmesura. Revista de psicoanálisis, XLV, 1, enero-febrero, 1988. (a) La mort du Moi et le destin des objets (Objet de la perversion, objet de la quiétude. Revue Française de Psychanalyse, 1, 1989. (b) Introduction aux journées: Du tiers. Conclusion et perspectives: De la tiercéité. Monographies de la Revue Française de Psychanalyse, La psychanalyse

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OBRAS DE ANDRE GREEN

questions pour demain. Colloque de la S.P.P. Unesco, 14 et 15 janvier 1989, P.U.F., 1990. 1990

(a) La remémoration: effet de mémoire ou temporalité à l’oeuvre? Revue Française de Psychanalyse, 4, 1990. (b) Penser l’epistémologie de la pratique. Revue Française de Psychanalyse, 6, 1990. (c) Point de vue du psychanalyste sur les psychoses à l’adolescence. Psychose et adolescence, bajo la dirección de F. Ladane et al. Editions Masson, 1990. (d) De la rememoración al insight, en Teoría, Clínica. Revista de Psicoanálisis de Madrid, vol. II, mayo 1990. (e) La question des rêves en psychanalyse: du modèle freudin à nos jours. Psychiatric Française, 1, 1990. (f)

1991

Temps et mémoire. In L’épreuve du temps. Nouvelle revue de psychanalyse, XLI, 1990.

(a) Instinct in the late works of Freud. In On Freud’s Analysis terminable and interminable, bajo la dirección de Joseph Sandler, International Psychoanalytical Association, Yale University Press, 1991. (b) Lettre ouvertes à W. R. Bion. W. R. Bion, une théorie pour l’avenir coloquio organizado por l’Association Française de Psychiatric, Editions Métailié, 1991. (c) Interview with André Green, Susan Rosbrow-Reich et Laurie Raymond. Psychologist, Psychoanalyst, XI, 4, 1991. (d) L’originario nella psicoanalisi. La narrazione delle origini, bajo la dirección de Lorena Preta, Sagittari, Laterza, Gius. Laterza & Figli, Rome, 1991.

215

ANDRE GREEN

(e) Entretien, L’honneur et le narcissisme. L’honneur, image de soi ou don de soi: un idéal équivoque, Editions Autrement, Série Morales, 3, 1991. (f)

Le progès et l'obuli. La Déliaison, loc. cit.

(g) Macbeth: engendrement et déracinement, La Déliaison, loc. cit. 1992

(a) Préalables à une discussion sur la fonction de la théorie dans la formation psychanalytique. Revue Française de Psychanalyse, 2, 1992. (b) Entretien sur la supervision avec Thalia Vergopoulo. Bulletin Société Suisse de Psychanalyse, 33, 1992. (c) Transcriçao da origem desconhecida a escrita do psicanalista: critica do testemunho. Escrita psicanalitica, Revista Brasileira de Psicanalise, 26, 1-2, Sao Paulo, 1992. (d) The Oedipus Complex as mutterkomplex. Shooting the sun, ritual and meaning in west sepik, bajo la dirección de Bernard Juillerat, Smitsonian Institution Press, 1992. (e) El doble límite. Trópicos, Revista de Psicoanálisis, Fondo Editorial Sociedad Psicoanalítica de Caracas, año 2, volume 1, 1992. f)

Compte rendu du texte de Bion Cogitations, Int. J. Psycho-Anal. (1992) 73, pp. 585-589. (g) A propos de l'observation des bébés. Entretien avec Pierre Geissmann, Journal de la psychanalyse de l'enfant, n 12. L'observation du bébé. Points de vue psychanalytiques, Paris, Bayard, 1992. 1993

(a) Avatars de la pensée en psychanalyse et ailleurs. Naissance de la pensée, processus de pensée, coloquio de Monaco, Journal de la psychanalyse de

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OBRAS DE ANDRE GREEN

l’enfant, 14, 1993. (b) L’adolescent dans l’adulte. La fonction paternelle, Journal de la psychanalyse de l’enfant, 11, 1993. Edición castell.: En Niñez y Adolescencia, Psicoanálisis, Revista de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, Vol. XV, nº1, 1993. (c) Diálogo entre analistas: cuestiones del psicoanálisis. Revista de Psicoanálisis, 1993. (d) ¿Una sesión interactiva? Revista de Psicoanálisis, 1993. (e) Culture(s) et civilisation(s), malaise ou maladie? Revue Française de Psychanalyse, 4, 1993. (f)

Desconocimiento del inconciente (ciencia y psicoanálisis). El inconciente y la ciencia, bajo la dirección de R. Dorey. Buenos Aires, Amorrortu Editores, 1993.

(g) Two discussions of the inner experiences of the analyst and a response from Theodore Jacobs, I. André Green. International Journal of Psycho-analysis, 74, 1993. (h) L a s c è n e , u n e î l e d é s e r t e . S h a k e s p e a r e , Cosmopolitisme et insularité, Actes du Congrès 1993 de la Société Française Shakespeare, bajo la dirección de M. T. Jones-Davles, Editions Les BellesLettres, 1994. (i) Détournement. Bulletin de la Société Psy-chanalytique de Paris, Hommage à Jean Favreau, dossier: l’Ethique, nº 30, décembre 1993. (j)

Die tote Mutter. Aus der Klinik der Psychoanalyse, Psyche, 3, 47, 1993.

(k) Culture(s) et civilisation(s), malaise ou maladie. Revue

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ANDRE GREEN

Française de Psychanalyse, 57, 1993. (l)

L’analité primaire dans la relation anale. Monographies de la Revue Française de Psy-chanalyse. La névrose obsessionnelle, bajo la dirección de Bernard Brusset y Catherine Couvreur, P.U.F., 1993.

(m) Quelle théorie pour les états limites. Les états limites, bajo la dirección de Hervé Pbokobza, XXII Journée Nationales de l’Association des Psychiatres Privés, A.F.P.E.P., 1993. (n) L’art, connaissance de la réalité psychique. L’art est il une connaissance? textos reunidos por Roger-Pol Droit, Le Monde Editions, 1993. (ñ) Entretien avec Pierre Bayard et Jean Bellemin-Noël. Littérature et psychanalyse: nouvelles perspectives, Littérature, nº 90, 1993. 1994

(a) Etre psychanalyse aujourd’hui, pour quoi faire? Revue Française de Psychanalyse, 4, 1994. (b) Die Grenzen der Psychoanalyse und ihre inneren Aufgliederungen. Wege und Irrwege zur Psychoanalyse, Standpunt und Streitpunkte der Gegenwart, Deutsche Psychoanalyse Vereinigung, Mai 1994. (c) Die Logik des Genozids, Die disobjektalisierende Funktion. Aggression und Krieg, bajo la dirección de Inge Scholz-Strasser, Verlag Turia & Kant, Vienne, 1994. (d) The functions of writing: transmission between generations and role assignment within the family, en Henry James and his family. International Journal of Psychoanalysis, 75, 1994. (e) Fondements du psychisme chez Thom, Freud et

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OBRAS DE ANDRE GREEN

Aristote. Passion des formes, à René Thom, bajo la responsabilidad de Michèle Porte, collection Theoria, E.N.S. Editions Fontenay. Saint Cloud, 1994. (f)

Vie et mort dans Pinachèvement. Nouvelle revue de psychanalyse, Editions Gallimard, 50, 1994.

(g) Le Moi et la théorie du contact. Les voies de la psyché, homenaje a Didier Anzieu, textos reunidos por René Kaës, collection Psychismes, Editions Dunod, 1994. (h) Etre psychanalyste aujourd’hui, pour quoi faire? Revue Française de Psychanalyse, tome LVIII, P.U.F., octobre-décembre 1994. (i)

Psychique, somatique et psychosomatique. Somatisation, psychanalyse et sciences du vivant, Editions Eshel, 1994.

(j)

Interview. Case discussion. Psychoanalysts talk, Virginia Hunter, The Guilford Press, New York, London, 1994.

(k) La pulsion dans les écrits terminaux de Freud. L’analyse avec fin et l’analyse sans fin, bajo la dirección de Joseph Sandler, Monographie A.P.I., Bayard Editions, 1994. (l)

On Hamlet’s Madnesses and the Unsaid. Freud and forbidden knowledge, bajo la dirección de Peter L. Rudnytsky et Ellen Handler Spitz, New York University Press, 1994.

(m) Entrevista a André Green. Psicoanálisis, vol. XVI, 3, 1994. 1995

(a) Une rencontre inattendue: Henry James et Sigmund Freud contemplant le “Moïse” de Michel-Ange. Revue Française de Psychanalyse, 2, 1995.

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ANDRE GREEN

(b) Has sexuality anything to do with psychoanalysis? International Journal of Psychoanalysis, 76, 1995. (c) D i s k u s s i o n d e s “ I n n e r e ( n ) E r f a h r u n g e n d e s Analytikers: ihr Beitrag zum analytischen Prozess” von Theodore J. Jacobs. Jahrbuch der Psychoanalyse, vol. 32, Fromman Holzboog, 1995.

Artículos para diarios

1972

(a) Faux et vrais problèmes de la psychiatrie. Le Monde du 4 mars. (b) À quoi ça sert. Une discussion de l’Anti-Edipe, par G. Deleuze et F. Guattari. Le Monde du 28 avril. (c) Idealization and Catharsis. Times Literary Supplement du 29 septembre.

1973

Un tournant dans la psychanalyse? Le Monde du 3 août.

1978

La psychiatrie retrouvée (coloquio sobre el pensamiento de Henry Ey). Le Monde du 27 décembre.

1981

Une figure messianique (necrología de Jacques Lacan). Le Monde du 11 septembre.

1984

Une fragilité féconde, débat du Monde d’aujourd’hui du 1920 août.

1992

(a) La psychanalyse et la science; conférence Julliard Revillod à la Société médicale de Genève, 21 novembre 1991. Médicine et Hygiène, nº 1947, Genève, 23 septembre 1992. (b) Analyse d’une vie tourmentée; propos recueillis par

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OBRAS DE ANDRE GREEN

Catherine Clèment. Le Magazine Littéraire, 304, novembre 1992. (c) Un psychanalyste face aux neurosciences. La Recherche, 247, octobre 1992. 1993

(a) Pensée grecque et pensée inconsciente; à propos de La petite maison de l’âme, Laurence Kahn collection Connaissance de l’inconscient, Editions Gallimard, 1993. Le Monde, novembre 1993. (b) Explorations culturelles psychanalytiques; à propos de Pour une psychanalyse exploratrice de la culture, de Guy Rosolato, P.U.F. Le Monde. (c) Le petir dragon, sur Françoise Dolto. Le Monde. (d) Retour de l’âme; à propos de Les nouvelles maladies de l’âme de Julia Kristeva. Le Monde, janvier 1993. (e) Le père omnipotent; interview avec Catherine Clément. Le Magazine Littéraire, 315, novembre 1993.

1995

La vieja herida. Fragmento de la entrevista publicada en Psicoanálisis, vol. XVI, 3, 1994.

Intervenciones 1965

(a) Intervención sobre la conferencia de M. de M’Uzan, “Aperçus sur le processus de la creation littéraire”, presentada a la SPP (21 avril 1964), en Revue Française de Psychanalyse, XXIX, 1, pp. 68-70. (b) Intervención sobre la conferencia de J. McDougall, “Introduction à un colloque sur l’homosexualité féminine”, presentada a la SPP (16 juin 1964), en Revue Française de Psychanalyse, XXIX, 4, pp. 374375.

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ANDRE GREEN

(c) Intervención sobre la exposición de J. ChasseguetSmirgel, “De certains aspects spécifiques de l’Edipe féminin”, en Revue Française de Psychanalyse, XXIX, 4, pp. 393-396. 1966

(a) Intervención sobre la conferencia de Ch. David, “Réflexions métapsychologiques concernant l’état amoureux”, presentada a la SPP (16 février 1965), en Revue Française de Psychanalyse, XXX, 3, pp. 222223. (b) Intervención sobre la conferencia de F. Fornari, “La psychanalyse de la guerre”, presentada al XXV Congrès des psychanalystes de langues romanes (Milan, mai 1964). Revue Française de Psychanalyse, XXX, 2, pp. 266-268.

1968

(a) Intervención sobre la conferencia de B. Schmitz, “Les états limites. Introduction pour une discussion”. Revue Française de Psychanalyse, XXXI, 2, pp. 261262. (b) Intervención sobre la conferencia de S. Viderman, “Narcissisme et relation d’objet dans la situation analytique”, presentada a la SPP (15 février), en Revue Française de Psychanalyse, XXXII, 1, pp. 123124. (c) Intervención sobre el informe de O. Flournoy et J. Rouart, “L’acting (in/out) et le processus analytique”, presentada al XXVIII Congrès des psychanalystes de langues romanes (octobre 1967). Revue Française de Psychanalyse, XXXII, 5-6, pp. 1071-1076.

1976

"Voies nouvelles de la psychanalyse”, Dialogues francoallemands, France Culture-Goethe Institut, pp. 161-188.

1978

"Le regard extérieur d’un membre fondateur. Entretien avec André Green”. La Psychiatrie française, 5, pp. 1327.

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OBRAS DE ANDRE GREEN

1984

"L’exercice de la psychanalyse aujourd’hui”. Le Débat, 32, pp. 126-133.

1986

(a) ”La psychanalyse, une science? Discusión del informe de P. Ricoeur”. La Psychiatrie française, pp. 25.33. (b) ”Féminité et masculinité. À propos de la conférence de F. Bégoin”. Bulletin de la SPP, 9, pp. 21-30.

Análisis de libros

1958

"Problèmes géneraux sur le développement de l’enfant”, in La Psychiatrie de l’enfant, 1, 2, pp. 491-501.

1959

Existence, par M. Rollo, E. Angel, F. Ellenberger, New York, Basic Book, in L’Évolution psychiatrique, 3, pp. 471-506.

1964

Our adult world and other essays par W. Heinemann, Medical Book Ltd., 1963, in Revue Française de Psychanalyse, XXVIII, 5-6, pp. 816-819.

1971

(a) À propos de La Connaisssance de l’enfant par la psychanalyse de S. Lebovoci et M. Soulé, in L’Évolution psychiatrique, 36, pp. 635-644. (b) L’Anti-Edipe, in Revue Française de Psychanalyse, XXXVI, pp. 491-499.

1973

"On negative capability. A critical review of W. R. Bion’s Attention and Interpretation”, in International Journal of Psychoanalysis, 54, pp. 115-119.

1983

"L’homme machinal” (à propos de L’Homme neuronal de J. P. Changeux), Le Temps de la réflexion, IV, pp. 345-

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ANDRE GREEN

369.

Prefacios

1976

"L’autre et l’expérience du Soi”, prefacio a Masud Khan, Le Soi caché, Gallimard, pp. 9-26.

1980

(a) ”Au-delà? en deçà? de la théorie”, prefacio a W. R. Bion, Entretiens psychanalytiques, Gallimard, pp. 921. (b) ”Le Double double. Ceci et Cela”, prefacio a F. Dostoïevsky, Le Double, coll. Folio 1227, pp. 7-24.

1982

"La magie d’Héphaïstos”, prefacio a M. Delcourt, Héphaïstos ou la légende du magicien, Paris, Les BellesLettres, coll. Confluents psychanalytiques, pp. 7-23.

1988

"La pulsion et l’objet”, prefacio a B. Brusset, Psychanalyse du lien: la relation d’objet, Paris, Le Centurion, pp. 1-20.

1994

"Promenade”, in Martine Baranes, Eparpillées dans les jours, Les éditions de l’amateur, 1994.

1995

(a) ”Une écriture sereine”, in Catherine Parat, L’affect partagé, P.U.F., 1995. (b) ”L’ancien et le nouveau”, in René Roussillon, Loqiques et archéologiques du cadre psychanalytique, Collection Le fil rouge, P.U.F., 1995.

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