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September 16, 2020 | Author: Anonymous | Category: N/A
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ANTONIO JOSE MUSICO

DE

CASTILLA

JESUS BARRIU SO GUTIERREZ FERN AND O GARCIA ROMERO MI GU EL AN GE L PALAC IOS GARO Z

JESUS BARRI USO GUTIERREZ FERN ANDO GARCI A ROMERO MIG UEL ANGEL PALA CIO S GAROZ

ANTONIO JOSE MUSICO

DE

CASTILLA

UNION MUSICAL ESPAÑOLA MADRID

OBRA PATROCINADA POR EL EXCMO. AYUNTAMIENTO DE BURGOS Y LA DIRECCION GENERAL DE MUSICA

Di seño portada sob re dibu jo de Fortunato Ju lián (1924 ).

© 1980.

Jesús Barriuso . Fernando García . Miguel Angel Palacios Edita : Unión Musical Española, S. A. Carrera de San Jerónimo , 26 . Madr id -14 Imprime : Gráficas Agenjo, S. A. Adelfas, 4 . Madrid· 7 1. S. B. N. 84 - 300 - 2060 - 8 Depósito legal : M . 3866 - 1980

EL

ARTISTA

ANTONIO

Prólogo de JOSE SUBIRA

JOSE

Esta producción permite conocer a fondo la vida y la obra del inmortal mártir burgalés Antonio José, por lo que aquí me limitaré a evocar noticias personales merecedoras de divulgarse, si no me equivoc o. Entre las víctimas del ambien te bélico que traté con afecto él ocupa lugar preferente, pues siempre reconocí su espíritu humano y su bondad insuperable, además de sus méritos artísticos, y al conocer en Valencia, la primavera siguiente, su semioculto óbito, mi dolor espiritual apenas me dejó dormir. Me hallaba en la ciudad del Turia siguiendo al Gobierno legal como empleado del Ministerio de Trabajo, donde era redactor de temas internacionales en el Boletín Oficial, pasando luego a Barcelona como funcionario público. Al imponer su régimen los sublevados y forjarse la Ley de Responsabilidades Políticas, fui yo víctima de ello, y por adjudicarme varios delitos - e l principal era el de haber hecho crítica musical en el diari o «El Socialista» - fui trasladado como auxiliar a una Magistratura de Trabajo barcelonesa, quedando cesante, con pérdida de todos los derechos, año y medio más tarde. Pequeñez, en suma, la implacable cesantía, comparada con el trágico fi n del llorado amigo.

Mi relación personal con Antonio José brotó de súbito, inesperadamente. Al oír por primera vez a una orquesta madrileña una composición suya, la ensalcé con entusia smo en aquel diario político. Leída con júbilo por un intelectual burgalés, éste dio cuenta de ello al autor, quien me escribió una prolongada epístola, sincera y extensa en grado sumo, por comparar mi proceder con el de otros críticos madrileños idólatras de compositores elogiados con tenacidad desbordante. Llegaron a mi biblioteca personal otras composiciones impresas que fortificaban mi entusiasmo por Antonio José, y lo ensalcé, por añadidura, en revistas de Madrid y de Barcelona, mientras los turiferarios de la crítica guardaban silencio sobre el artista burgalés con manifiesta tenacidad. Nuestro músico era de los que hacían , y no de los que decían que hacían; y era de los que lo hacían bien, y no de quienes repetían que lo hacían bien sin que fuese cierto, pu .es el grosero materialismo de éstos contrastaba con la firme espiritualidad de aquél. Insistiendo yo posteriormente sobre esos temas musicales r eferidos ahora en los recortes de mi colaboración, lamenté que se guardara un silencio sospechoso en torno a su obra como compositor excelente. Entre tanto, él seguía publicando producciones admirad as más allá 7

de nuestras fronteras . Tras el silencio de más de cuarenta años impuesto por Superioridad, resurge aquella creación gloriosamente.

la

* * * Ateniéndome a lo meramente personal, presentaré aquí en tres tríos algunos rasgos que afectan a mi amistad con Antonio José, relacionándolos sucesivamente con lo geográfico, lo documental y lo crítico. Sólo en tres encuentros logré hablar con él en vez de escribirle, y cada vez en una ciudad distante de las otras. Estreché sus manos y le abracé cordialísimamente en Burgos, el mes de abril de 1932, pues fuí allí, por invitación expresa del comla tonadilla espositor y director del Orfeón local, para dar una conferencia sobre cénica, sus compositores y sus intérpret es más significati vos, tocando al piano varias transcripciones de ese antiguo repertorio, tras lo cual el Orfeón, en obsequio a mí, interpretó obras de Mozart, Haendel, Antonio José, Otaño, Beobide y otros, siendo inolvidable aquella fiesta sonora en el Teatro Principal. Nos encontramos en Madrid al correr el mes de noviembre de 1934, porque la Orquesta dirigida por el Maestro Arbós estrenó entonces, en el Monumental Cinema, el «Preludio» y la «Danza p o p u l a r » de la ópera que, con letra de Fernán dez Núñez y de Lope Mateo y con el título de «El mozo de mulas », había puesto música Antonio José. Esa producción fue muy aplaudida, pero no la pude comentar en «El Socialista », porque este diario dejó de publicarse muy poco antes de imponerlo así el Gobierno de la Ceda. El compositor pasó entonces largas horas en mi hogar chamberilero tocando en mi piano varias .producciones suyas. El tercer encuentro acaeció el mes de abril de 1936 en Barcelona, por celebrarse aquí un famoso Congreso Internacional de las Sociedades de Musicología y de Música Contemporánea. Allí se habían reunido altas personalidades de muy varia-

dos países y lo folklórico tuvo un relevante poder con especial júbilo de tan gran amigo, leyéndose comunicaciones de insignes participantes extranjeros y otras del Padre Otaño, Joaquín Turina, Comado del Campo y la que Antonio José llevaba escrita con el título «La canción popular burgalesa », trazada en bella acicalada prosa al mismo tiempo que viva y penetrante. Se lamentó de que, desde años atrás, siguiera inédita la obra suya premiada en el concurso nacional de 1932, y formularon el deseo de que las autoridades burgalesas diesen a la pública luz esa magnífica obra de tan consciente recopilador. El y yo fuimos unos amigos inseparables en jornadas pordonde las calles devenido mi ciudad y una detuvimos al natal antetanlagratas fachada del hogar había mundo casitarde medionos siglo antes. Pasando aquí de lo geográfico a lo documental, surge al punto la evocación Antonio José de tres aspectos inolvidables. Mi copiosa biblioteca musical cede a un lugar señalado, destacándose aquí el autógrafo de su «Himno a Castilla » en el 8

srcinal para seis voces y en su versión para una voz y el acompañamiento pianístico . Mi archivo epistolar, nutrido selectivamente desde hace unos sesenta años, conserva las cartas confidenciales de alto valor autobiográfico y psicológico que acumulan valiosos rasgos de su vida íntima. Aquella que inici ó nues tro diál ogo epistolar declaró textualmente: Yo so y muy tieso y jamás he pedido un favor de bombo a nadie ni he llamado «maestros» a los que no lo son. Tras el Congreso musicológico de Barcelona fue a las Baleares antes de regresar a Burgos, y una postal que me remitió desde Soller a mi domicilio de Madrid decía escuetamente: Ac ab o de visi tar e n Valldemosa la celda que habitó Chopin, y con la misma emoción que aún me dura le envía un abrazo cariñ osísi mo Antonio José. Recu erdo s a su esposa.

aspecto fotográfico poseo grupos de personas hechos en Burgos y en Cataluña, donde los dos estamo s bien visible s junto a personalidades y amigos. Una individual fotografía suya ocupa el centro de un cuadro, escoltándolo otras dedicadas a mí: la de Joaquín Turina y la de Julio Gómez, ambos consuegros, compositores, catedráticos del Conservatorio y académicos de Bellas Artes, cuya memoria conservo con cariño justificadamente. En el

Por otra parte, las dedicatorias de sus p roducciones tienen a veces una encantadora sencillez, lejana de la vanidad y de la adulación. Algu na, mu y extensa y provista de un tema musical, recoge datos de carácter histórico. cuanto a las declaraciones críticas, repro ducir é tres juici os que se pueden leer en letras de imprenta con las firmas autógrafas de sus autores. El amante de la música española Maurice Ravel declaró: Antonio José llegará a ser el gran músico español d e nuestro siglo. El gran folklo rista del sefardismo literario musical En

hoyya el Llorar es un deber degenio. todo esp Antonio Alberto Hemsi pérdida declaró:para Y año por la inmensa España mundoJosé musical de tan raro el fir-l mante de est e prólogo emotiva mente: Agrupa tres I la creación de Antonio José: un Idealismo que des deña todo lo vulgar, una Inspi ració n que asoc ió la juventud poética con el encanto sugestivo y una Independencia que rechazó las fáciles maestrías rutinarias y los frágiles modernismos pasaj eros.

*

* *

Finalizará este prólogo con unas consideraciones dignas de nota. En general amenguan el interés por las obras del músico burgalés diversas causas . Una, la el asesinato deplorable. Otra, por prohibición de interpretar obras trasde pila el hecho delegal figurar el autor con dossuyas nombres y sin apellidos familiares. El se llamaba Antonio José Martínez Palacios. Según las esquelas mortuorias que guarda mi archivo, su padre, don Rafael Martínez Calvo, falleció a los 57 años de edad, el 28 de noviembre de 1933, y su madre, doña Angela Palacios Berzosa, falleció a los 66 años, el 27 de febrero de 1936. Ese matrimonio, según aquellas es9

quelas, tenía dos hijos , a saber : el maestro nacional de escuela en P radoluengo, y el director del Orfeón Burgalés, llamados respectivamente Julio y Antonio José . Diccionarios, catálogos , historias y otras publicaciones dedicadas a la difusión de la música española suelen om itir el nombre del admirado An tonio José , y algunas lo mencionan a veces de un modo confuso o equ ívoco . Citaremos tan sólo algunas que bajo tal aspecto se preocuparon de él. El reciente volumen «Apéndice» publicado por el Archivo Sinfónico de la Sociedad General de Autores inserta las líneas que aquí se reproducen literalmente: «Martínez Palacio, Antonio -José . Evocaciones (Flautín) 1. 1. (c.i ), 2. (c.b .) , 2 .-4.3.3.1. Sinfonía Castellana (Flautín), 2.2. (c.i . ) , 2. (c.b.), 2 . (c.f.) , 4.3.3.1.-Timb ., Timbres , Perc., Cuerda. Suite ingenua «cuerda y piano». Esta mención figura en la Sección titulada «Obras del Archivo Sinfónico por orden alfabético de autores », lo cual de muestra que nuestro compositor aparecía destacado por el apellido , poniendo a continuación en tipo menor los nombres de pila con que se le conoce . r», ed itado en dos volúmenes , fue iniciado la colaboración de varios por Joaquín Pena y continuado por Higinio Anglés con musicólogos españoles (año 1954). Menciona a nuestro artista en la página 83, que dice así: «ANTONIO , A. José. Ver Martíne z, Antonio José ». Y la página 1485 alfabét icamente lo podr ía citar entre un Mart ínez Oyanguren y un Martínez de la Roca, pero se olvidó de poner el apellido a pesar de la referencia an terior, con lo cual siguió oculta su anunciada biograf ía. Hasta después de muerto seguía persiguiéndole la desgracia a tan gran músico . El «Diccionario de la Música Labo

En diarios , revistas y libros evocó Sub i rá los indiscutibles mér itos de nuestro artista . Se destaca su «H istoria de la música española e hispanoamericana » (año 1953), donde se lee: En su fecunda producción demostró un esp íritu elevado, una inspiración sostenida y una técnica depuradísima . Aparecen allí dos grabados: el de Antonio José con los intérpretes del Orfeón Burgalés y un facsímil autógrafo de su «Himno a Castillo». T raducido este libro al idioma alemán, se publicó en 1957, y como el traductor creía que José era el apellido y Antonio era el nombre de pila, el índ ice onomástico expone alterado el orden de esas dos palabras .

otra obra de Subirá una «Historia de la Música », la cual tuvo tres ediciones, en dos tomos las dos primeras y en cuatro la última , del año 1958. Menciónase aquí en varios lugares a nuestro artista y se puntualiza que su óbito acaeció antes de cumplir treintaitrés años su joven edad. En esas páginas se puede ver un magnífico retrato del compositor y un autógrafo suyo, comienzo de un romance mu sical cuyo primer verso dice Sagrada Virgen María. Es

Elaborado todo lo expuesto con devoción suma, aquí finaliz a este prólogo que rectifica errores y prodiga novedades cuyo autor es el antoniojoseísta . JO S E SUBIRA 10

PRESENTACION

Anto nio José es, ante todo, uno de los grandes desconocidos de la cultura de nuestro siglo. Y sin embargo, es el músico castellano que mejor ha sabido reco ger y recrear lo más granado, hermoso y esencial del folklore de su tierra burga lesa . Nacido al mismo tiempo que Rafael Alber ti, tres años ant es que Ernesto es el descubridor por antoHalffter y cuatro después que Federico García Lorca, nomasia de la canción popular para toda una generación ahogada y desperdigada por la guerra civil española. Se imponía su recuperación, la de su obra y la del hombre que la alumbrara y diera forma , más allá del certero aldabonazo , hace ya unos cuantos años , en las

páginas de un revista prestigiosa. Antonio José, músico folklorista , transmisor de tradiciones profundas de su pueblo, fue también compositor de vanguardia, creador de cultura en el tiempo histórico presidido por las ideas transformadoras de la República de 1931 . Doble vertiente la suya sumergida en el silencio desde el mo mento mismo de su muerte en la zona nacionalista las primeras se-fusilado manas del alzamiento militarcomo severa maldición contra en y contra él mismo las generaciones que han seguido a aquel trágico desmantelamiento . Presentamos este libro dividido en dos partes, por lo demás inseparables . Compuesto en base a una estructura sumamente asequible, prima de manera incuestionable la parte musical, como corresponde a la figura señera de su protagonista. La primera parte comprende una biografía suficiente, necesaria y nunca antes expuesta, « An to ni o José (902-1936), un castellano a recuperar con urgencia », a fin de contemplar al músico burgalés en sus reales dimensiones, como concreción

fruto humana, distinguido de una y un al igual que tantos otros, vivió, luchóépoca y pereció.

contexto social y político en el que,

Con la reproducción d el artículo «Coplas sefardíes», uno de los más significativos salidos de su pluma, le ofrecemos una nueva plataforma para que al cabo de los años nos siga mostrando a todos el filum o trama del devenir de la canción 13

popular y la nada gratuita riqueza de sus raíces, terreno éste en el que el autor del «Himno a Castilla » y de la óper a «El moz o de mulas» supo moverse como pez en el agua . «Palabras en un homenaje » es un texto capital para penetrar en sus concepciones artísticas. No sólo por los temas que en él desarrolla, sino también por estar construido para ser leido _co n motivo de un banquete _ un par de meses antes de la contienda civil y en un ambiente en el que algunos arrecian la hostilidad ha cia su persona y en él mismo la decepción y el desaliento . Distinguirá el lector en dicho texto dos partes o sentimientos bien diferenciados: por un lado, la soltura, el entusiasmo cuando habla de la belleza, del arte, de la canción popular, dibujando con ellos una filosofía sublime y alegre; por otro, la amarga queja ante la incomprensión de sus proyectos de elevación de las gentes mediante la cultura, que estrangula su trabajo, sus anhelos y su visión progresista de las cosas.

Un «Epílogo» nos aproxima en este primer volumen a esa concepción del mundo mediante una glosa de los temas de un manuscrito elaborado poco tiempo después de haberse hecho cargo de la dirección del Orfeón Burgalés. Nuestra aportación se complementa con fotografías - las que ilustran el Cancionero fueron realizadas por el propio Antoni o José - , facsímiles de documentos y cartas que clarifi can las circu nsta ncia s de su muert e, así como una sencilla si nopsis biográfica para facilitar una rápida consulta

.

La segunda parte es fundamentalmente musical, con la transcripción íntegra - música y texto - de la hasta ahora inédita «Colección de cantos populares burgaleses» (Premio Nacional de Música en 1932). Junto a nuestro análisis, «La obra folklorista de Antonio José», y respetando la función para la que fueron concebi das, incluimos también «La canción popular burgalesa» , comunicación presentada

por Antonio Jesé al III C ongreso de Musicolog ía (Barcelona, abril de 1936), así como una «Introducción» o recensión de la misma leida luego en Burgos ante un público no especialista, suficiente muestrario en suma de los afanes del ilustre castellano. Además, un mapa distributivo y un cuadro sistemático de las canciones recogidas en la provincia de Burgos, con el correspon diente comentario.

po r él

Por último , debemos manifestar nuestro agradecimiento a todas aquellas per sonas que nos han ayudado en la realización del libro que hoy presentamos : Angel Manuel Ruera, Emilia y Concha Sidar, José Subirá (*), Fernando Martínez-Burgos de conocer el excelente prólogo « El a rt ista Anton io J o José Sub irá, amigo perso nal del músico burgalés. comprenderá q ue nuestro agradecimiento sea , en este caso , po r doble motivo . José Subirá (1882-1980) es una de las grandes figuras de la musicologia de nuestro siglo , sin cuya aporta ción resultaría imposible conocer una parte fundamental de la cultura española contemporánea . Hasta sus últimos días -acaba de fallecer el pasado 7 d e enero, a los 97 años -. Subirá ha mantenido vivo el recuerdo de su entrañab le amigo . (* )

El lector . que habrá tenido oportunidad

sé», escrito a nuestro requerimiento po r el eminente y recientemente fallecido

14

ANTONIO JOSE

(1902-1936),

U N CASTELLANO

A RE CU PE RA R CON

URGENCIA

«I gual que el ballestero tahúr de la cantiga, tuviera una saeta el hombre ibero para el Señor que apedreó la espiga

y malogró los frutos otoñales, y un gloria a ti para el Señor que grana centenos y trigales que el pan bendito le darán mañan a (...)»

(Antonio Machado. «Campos de Castilla», «El Dios ibero».)

la luz hace cerca Una serie de dificultades han impedido que este libro viera de tres años , coincidiendo con el cuarenta aniversario de la muerte de Antonio José, acaecida en octubre de 1936. Estamos de acuerdo con el historiador francés Pierre Vilar en que esta c lase de conmemoraciones encierran al menos la ventaja de recordarnos que los hombres, las obras y los hechos sociales tienen una fecha y que no cobran todo su sentido más que en el corazón de la historia. En el caso de Antonio José concitan un momento crucial de la nuestra: la guerra civil.

Y sin embargo, tales dificultades han abier to un período suplementario de tiempo durante el cual, gozosamente, hemos tenido oportunidad de hacer acopio en definide nuevos materiales, algunos ciertamente insospechados, con los que tiva y de forma sustancial creemos haber mejorado el trabajo que hoy presentamos. Vaya, pues, lo uno por lo otro. la Derrumbados ya tantos pies forzados acerca de nuestro acontecer reciente, reivindicación que proponemos en torno a· la figura del insigne compositor burgalés, lejos de pretender una especie de ceremonia masoquista sobre su ejecución en el montecillo de Estépar, lejos también de una torpe e innecesaria propuesta de revancha, quiere ser por el contrario una operación de búsqueda de los datos del quehacer fundamental encarnado por Antonio José, por un período de nuestra historia y unos hombres que reconocemos nuestros. Que son nuestros . A fines de 1971, Santiago Rodríguez Santerbás publicaba un interesante artículo (1) en cuyo emocionado epílogo hacía votos por la pronta recuperación de este magnífico exponente de la cultura castellana y española, tan injustamente olvidado . Casi ocho años han transcurrido y todavía nos resentimos de la falta de una estrategia que

alcance ese objetivo. La pesada losa de silencio arrojada un día sobre Antonio José sigue esperando (1) Santiago Rodrí guez Santerb ás . « En busca de un músico perdido N. 482, pp . 24-29. 25 de diciembre de 1971.

. Antonio José ».

«

Tri un fo»,

o

21

que algui en acuda a removerla. Hora es ya de hacerlo con el esfuerzo de todos aquellos que le necesitamos, como a tantos hombres y mujeres , sus vivencia s y enseñanzas todavía no aplicadas, su quehacer total , que nos ayuden en la cons trucción de un futuro colectivo . En la cosmogonía popula r, el maestro burgalés representa ante todo una de las numerosas víctimas de nuestra guerra civil. El respor el terrible to de su vida y toda su actividad creadora han quedado ahogadas impacto de su trágica muerte, formando un extraño amasijo de contenidos míticos y pretendidas realidades en ocasiones confusas. A su alrededor, estos cuarenta años largos han producido también oscuridad y referencia inconcreta. Cierto que el mito, en éste como en otros casos extremos, ha oficiado de recurso o expediente primario de defensa de los supervivientes de una calamidad histórica que, aun en nuestros días, siguen mostrándose temerosos a transpasar el umbral que separa la confidencia de la seria investigación. Silencio que nos ha hurtado el conocimiento verdadero del hombre y de su obra. Todo ello, para mayor desgracia , ha contribuido a alejarlo todavía más de quienes lo celebraron en vida, a la vez que ha condenado a las nuevas generaciones al casi total desconocimiento de la existencia misma del gran compositor y folklorista que, por derecho propio y sin retórica al uso , merece figurar entre los grandes creadores y difusores de cultura de nuestro siglo. I

Antonio José Martínez Palacios nace en Burgos el12 de diciembre de 1902 . Su padre, Rafael Martínez Calvo, excelente artesano, es maestro confitero de la Rojilla nombre con el que toda la ciudad conoce el establecimiento que la familia L astra posee en un pasaje de la Plaza Mayor. Su madre, Angela Palacios Berzosa, procede de una familia de agricu ltores de Ibeas de Juarr os, localidad próxima a la capital. Todos coinciden en asegurar que la sencillez , la cordialidad y la campechanía constituyen los rasgos humanos más sobresalientes de esta pareja que ha bita en el número 21 de la calle de Sombrerería , vieja rúa gremial que tiempo atrás lo fuera de los panaderos . Virtudes a su vez presentes en la vida del propio Antonio José y en la de su hermano Julio , nacido en 1899. Ambos orientarán su existencia hacia actividades bien distintas de las tradicionales en su casa: el primogé,

nito será maestro de escuela pública y periodista; Antonio José, desde mu y niño, mostrará un especial fervor por la música. Los dos , en fin, encontrarán un día la muerte en idénticas circunstancias. Antonio José acude a las Escuelas En 1909, no cumplidos aun los siete años, de San Lorenzo (2). Se imparte en ellas una educación tradicional; una educación (2) Las Escuelas de San Loren zo, junto a la parroqu ia del m ismo nombre , estaban instaladas en el viejo caserón en el que a lgú n ti empo después tendrá su sede precisamente el Orfeón Burgalés , del que se rá director Antonio José entre 1929 y 1936.

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con la que tantos se sint ieron luego insatisfechos al recordarla , como e l propio tiempo perdido . Apenas sabe Antonio José , con un comentario de protesta del mos de los éxitos escolares del pequeño, y no obstante, uno de aquellos instruc tores será decisivo en la vida del futuro Premio Nacional de Música . Se trata de Julián García Blanco, seminarista en San Jerónimo y destacado organi sta . Su amistad con la familia y las dotes que observa en el muchacho le inclinan a iniciar le en el solfeo , el piano y ' el órgano. Estos pr imeros pasos y su part icipación en algunas funciones parroquiales o en la escolanía del Círculo Catól ico acrecientan de tal manera su interés que, aun antes de haber abandonado la escuela, la mú sica ocupa ya la mayor parte del tiempo del hijo del maestro confitero .

Tan viva es la vocación que sus padres le proporcionan unas clases con José Ma ría Beobide , maestro organis ta, descubridor y protector de Antonio José , a quien años más tarde cons iderará su di scípulo aventajado . Con él cruza el umbral de la composición. A los doce años, en 1915 , crea su pr imera obra , « Cazadores de Chiclana»; obra menor sin duda , pero exponente de sus b ien aprovechados pri meros estudios. A partir de 1917 únicamente se dedica a la música . Su capacidad de asimilación y creación sorprende a todos y cuando cumple los dieciocho años pasa por ser un autor singular : más de setenta títulos - algunos de calidad , con sello propio , con ese sello tan característico de toda su producc ión poste r ior nos colocan ante un virtuoso que nos anuncia una gran promesa de la música . Como a tantos otros , los límites de una ciudad de pro vincia agot an pronto las expectativas del joven . Espíritu inquieto, precisa de mejores pagos , de hor izon tes más sugestivos y generosos que sus paisanos no están en condiciones de po der ofrecer. Antonio José comienza ahora una gran aventura , una ambiciosa búsqueda de instrumentos de cultura -la suya a través de la música - que llene esa inagotable disposición tan tempranamente mostrada y que ya no se detendrá . Sín embargo , no todo fue impotencia en aquella ciudad castellana de alrededor de 30 .000 habitantes . Reconocida por algunos su capacidad, la Diputación Pro vincial le concede una beca de estudios para un período de cuatro años en Ma drid . Entre los papeles conservados descubrimos una carta que el joven burgalés envía, en el otoño de 1920 , a Emilio Vega, director de la Banda de Alabarderos . Creo que den tro de poco tendré el honor de poderle llamar m i maestro, escribe anunciándole su próximo traslado . No parece haber sido el único contacto entre ambos y , si bien no poseemos demasiados datos sobre estos años de la vida del músico burgalés, es muy probable que nos hallemos ante el primer p rofesor de su estancia en Madrid, entre 1920 y 1924 (3) . (3) Emilio Vega ( 1877-1943) f ue u no de los más prest igiosos directores de la Banda de Alabarde r os. Tamb ién lo f ue Ba rtol omé Pérez Casas (1873-1956), luego director de la Orquesta Filarmónica y, desde 1939, de la Orquesta Nacio na l, f usi ó n de aquélla con la Sinfónica d ir igida has ta el fi nal de la guerra ci vil po r Enriqu e Fernánde z Ar b ó s (1863-1939 1. Am bos aparece n ligados var ias veces a la vida pr of esion al de A ntonio J o sé . 23

II En efecto, un primer acercamiento a la figura de Antonio José nos hizo convenir con nuestro amigo Santiago Rodríguez Santerbás en la dificultad de establecer una secuencia más o menos rigurosa en estos años iniciales de la década de los veinte. El hecho de no poder confirmar todavía el magisterio de Emilio Vega nos

indica que siguen ocultos ciertos eslabones que recompongan aquella andanza. Sabemos que en estos años combina sus estudios con trabajos que le proporcionan un suplemento a esa ayuda económica que le lleva a Madrid y que mu y interprepronto resultó corta. Le encontramos al frente de alguna orquesta lírica o tando pequeñas piezas frívolas, a veces creadas por él mismo, en las sesiones de un cinematógrafo todavía mudo . En ocasiones se le ve dedicado al oficio de copista. De esta época data, por ejemplo, un famoso incidente, absolutamente incruento, que llevó a enfrentarle, por mor de su celo profesional, nada más y nada menos que con el maestro Jacinto Guerrero, pontifex maximus de una música en la que hacía estragos la zarzuela, género calificado de ramplón y zafio por Antonio José, en un juicio a nuestro entender sumamente exagerado, y cuyo desenlace parece haberle dejado en mu y buen lugar ante sus compañeros de profesión. No hace mucho tiempo, en el programa de Radio Nacional de España «Episodios nacionales de café», Rafael Flórez dedicaba una sesión al músico burgalés introduciéndole en el ambiente cultural del Madrid de la época. Aunque los datos que aporta -salvo los que inequívocamente proceden de Rodríguez Santerbásson muy poco fiables , tienen al menos la verosimilitud suficiente como para imaginar que Antonio José bien pudo moverse en unos círculos casi tópicos. Por eso mismo quizá merezca la pena citar aquí algunos: el joven músico habría ocupado el cargo de director de orquesta —director concertador — en el Teatro Apolo; a buen seguro que asistiría a las tertu lias del Café Regina, donde se daban cita Valle-Inclán, Manuel Azaña , Rivas Cherif, Francisco Galicia y García Bilbao, y más esporád icamente Raf ael Alberti, Federico García Lorca, Gregorio Prieto y Salvador Dalí; también acudiría a aquellas otras de la Granja del Henar y del Café de San ta Bárbara, este último cerca de la Sociedad de Autores y actualmente convertido en pu b. Según Flórez, a muchos de estos intelectuales y artistas habría tenido ocasión de conocerlos en la Residencia de Estudiantes de la calle del Pinar, foco de cultura con el que Antonio José no fue nunca aje no. Buscador infatigabl e de libros, en las casetas de la Cuesta de Moyano, y siempre siguiendo al realizador de dicho programa radiofónico, habría conocido un día a Pío Baroja, al ser presentados por un librero de la zona. Antoni o José aprovecha bien estos años. En 1921 compone su «Sonata castellana», obra para piano que constituye la base de la «Sinfonía castellana » que culminará dos años después . Dedicada a sus padres, esta sinfonía consta de cuatro movimientos, «El campo», «Paisaje de atardecer», « Nocturno » y «Danza burgale25

sa», y en algunos de sus escritos y cartas el autor se queja de un posible extravío . Lo cierto es que actualmente hemos podido contemplar un ejemplo autógrafo de su «Sinfonía castellana» en el Archivo Sinfónico de la Sociedad General de Autores de España , junto a otros de la «Suite ingen ua» y de «Evocaciones» para or -

questa. Antonio También en ,1921 José, a sus diecinueve años , logra en un concurso el primer premio y único, con una composición que nadie parece conocer su títu lo, aunque mu y probablemente, a nuestro juicio , se trata de «Poema de la juventud», obra publicada dos años más tarde. De esta forma va dándose a conocer y ya es segura su presencia en aquellos círculos culturales y la amistad con artistas e intelectuales de prestigio : la casa de su paisano Regino Sáinz de la Maza también ha sido el lugar de encuentro con algunas grandes figuras , entre las cuales cabe destacar a García Lorca y al prestigio crítico Adolfo Salazar , con quien mantendrá

luego una continua relación. En

1924, al tiempo que compone su «Danza de bufones », comienza la publica-

ción de sus obras. Firma entonc es un contrato con Unión Musica l Española por el que vende para su publicación «Poema de la juventud » , las tres «Danzas burga lesas» para p iano y la «Danza burgalesa final» ya citada . . No por ello abandona sus que El servicio militar lo lleva de nuevo a Burgos haceres . En efecto , el 20 de noviembre de 1924 , fiesta de santa Cecilia, acude a la localidad santanderina de Comillas -con p ermiso especialísimo, según esc ribe luego a su amigo Emiliano Artiz - invitado a dirigir el estreno de su «Danza burgalesa númer o 3» . Una coral de más de cien voces , un órgano y dos pianos interpre tan con éxito una composición que se codea en cartelera con otras de Wagner , Haendel, Brahms y Rimsky -Korsakov. Todavía más, ese mismo día y a la misma hora , la Coral de Bilbao ejecuta esa composición de Antonio José ante el público del Bocho. Por todas partes llueven elogios para este delfín de la música española , como lo llamase Sáinz de la Maza, aquel para quien compondrá un día « Sonata para guitarra». Trabajador incan sable, asienta con firmeza su vocación por la música de raíz popular castellana, más concretame nte burgalesa. Prestigio bien ganado que mue ve al Ayuntamiento de Burgos a concederle una ayuda pecuniaria para residir en París durante los veranos de 1925 y 1926 - dos veranos, y no dos años completos como en alguna parte se ha dicho - , situándose de este modo en unas condiciones óptimas para captar en todo su sentido el gran florecimiento vanguardista de la música europea. Con una actitud sumamente abierta y receptiva , sin preju icios de ninguna clase, entre en un mundo nuevo y se hace con todos los planteam ientos y técnicas innovadoras del momento , tan magníficas y tan decisivas . Testigo excepcional, conoce las polémicas entre tonalismo y atonalismo , la evolución del nacionalismo musical (Bartok, Dvorak , el andaluz Falla) o los celebrados frutos del 26

impresionismo (Debussy, Ravel) y el politonalismo de Stravinsky. Un peculiar auto didactismo, una de las constantes de su vida , le permite operar como si de una esponja se tratara , aunque ello no constituya obstáculo para aplicar un riguroso filtro crítico, respetando ocas ionales magisterios sin convertirse nunca en alumno de nadie . A muchos admira; de todos extrae emoc ione s y enseñanzas . Fenómeno poco corriente , huye del prejuicio de escuela y , sobre todo , de la beatería. An to nio José define así su personalidad en una dimensión de apertura intelectual , de actitud crítica y progresista y de asimilación nada superficial de las cosas . Tampoco cae por eso en una fácil eclecticismo. Al contrario , su propio esfuerzo construye un estilo y un proyecto sumamente personales . Estamos en condiciones de poder afirmar que ha sido, sin duda, uno de los primeros españoles en conocer, de forma directa, todo lo que de novedoso circula ba entonces por Europa y que con tanta frecuencia llega luego tarde y desacom pasado a nuestro país. El joven burgalés aprovechó aquellos veranos busca ndo aquí y allá todo lo que pudiera interesarle . Son descubr imiento s que, desde su atalaya de Par ís, convierte a veces en artículos periodísticos en los que da cuenta de algunos de esos felices encuentros . «Un nuevo instrume nto musical», «El a rte de dirigi r» o «Bo rís Godunov» son ejemplos de tal vocación (4) : la de participar a los demás el valor de sus hallazgos. El mismo, enriquecido, se dispone luego a aplicar a su trabajo , a su propio método , lo que su inquie t ud y exigencia le dicen que habrá de contribuir a la obra bella y acabada. III En 1925, Antonio

José , a través de las gestiones realizadas por

su maestro

el ofrecimiento la plaza José Beobide , recibe debarrio ocupar profesode r de MúsicaMaría del Coleg io de San Estanislao, en el malagueño de de Miraflores El Palo. Centro famoso donde se educara a f ines del siglo pasado José Ortega y Gasset, y tantos otros miembros de las familias conservadoras de la época, es regentado por la Compañía de Jesús, que precisa enton ces reforzar su cuadro doce nte con una figura cuyos méritos son ya conoc idos, capaz de impart ir la cultura musical que siempre ha acompañado a ese tipo de élites. Indudable mente aquel trabajo le proporciona una cierta estabilidad económica, el desahogo suficiente para enfrentarse al estudio y la labor de creaci ón. Su etapa en Málaga no estará exenta, sin embargo, de incidentes y contratiempos de mayor o menor cuantía con quienes le han contr atad o ; Alfredo Mediavilla, uno de los amigos

más del maestro burgalés, y fallecido recientementese hubiera , hermano de algún Con suelo,allegados según algunos la mujer con la que probablemente casado día Antonio José, nos ha relatado anécdotas como aquella en la que el prestigioso profesor de El Palo rehusó formar parte de una cierta escenografía preparada (4)

Art ículos publicados en «Di ari o de Bur gos », respectivamente el 12 , 14 Y 16 de agosto de 1926. 27

Antonio José acompañado de su maestro JoséMaría Beobide, en un rincón del Pase o de la Isla, en Burgos . 28

en el colegio para las visitas ilustres. Así, con motivo de la presencia en San Estanislao de la reina Victoria Eugenia, Antonio José se retira a trabajar a su habitación, previo forcejeo verbal con la dirección del centro. Con tal fortuna que las simples nota s de su órgano muev en la curiosidad de tan dist ingu ida visi tante que no duda un instante en llevar hacia él el acostumbrado cortejo para felicitar a quien de este modo deleitaba sus oídos con algunas improvisadas melodías. Cuatro años permaneció en Málaga. Período de tiempo que va a permitirle concebir algunas de sus obras más significativas. Sin duda, la época más fecunda del músico burgalés. Allí escribe su «Danza burgalesa número 4», la última de la serie. En 1927 se presenta a un nuevo concurso, esta vez con «Sonata gallega», obra que le proporciona otro primero y único premio y que, sin embargo, como manifestará a su buen amigo José Subirá, es una de las que con más mala sombra ha venido al mundo .

El mismo cuenta cómo se había organizado en Galicia un concurso de sonatas a fin de lograr algo serio que corriera el universo pregonando la música de la tierra. Para dar mayor autoridad al fallo se nombró un tribunal en Madrid. Pero a la hora de descubrir la plica de la composición gana dora , ¡oh, desilusión!, relata An ton io José, se encuentran con un autor que no es gallego. Tras de eso se acumulan los agravantes. Antonio José es un chico joven, descon ocido cas i. Es burgalés; la Sonata está escrita en Málaga (1); no ha visto nunca Galicia; no hay en la sonata ni una mala muñe ira, y así lo mismo puede ser la obra gallega que tirolesa (".) . El ambiente se enfría rápidamente. Se comunica escuetamente el fallo, pasa e l tiempo y, a pesar de los requerimientos del autor, los organizadores del concurso se niegan una y otra vez a editar la obra . Sólo dos años desp ués, tras muchas hostilidades y penosas gestiones, Antonio José logrará su publicación en Unión

Musical Española. Al menos al principio, se adapta bastante bien al ambiente malagueño. Estima la tranquilidad paradisíaca de enton ces, y particu larmente esa luz medite rránea influyendo, confiesa, en mi ref lexión y que me dan una fue rza y una fijeza imaginativa enorme. Trabaja intensamente; a veces se da grandes atracones leyendo partituras, como si de novelas se tratara. No cree demasiado en otras inspiraciones que las que se deducen de la dedicación constante y ' la virtud puramente intelectual: ha y que estrujarse aquí, sentenciaba a menudo señalando la cabeza. Conferencia s, colabor aciones en la prensa local y regional, incluso en

la de su

en los primeros programas lejana tierra burgalesa, y alguna ocasional participación culturales de Radio Málaga constituyen el complemento de su labor creadora (5). (5) «De arte y de artistas » (dedicado a Beobidel y «Dos curiosa s noticias musicales» son algunas de estas colaboraciones publicadas en «Diario de Burgos», respectivamente el 4 y el 23 de noviembre de 1927.

29

Durante un o de sus viajes se hizo esta

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fotografía .

Pasa grandes temporadas encerrado en su estudio sin apenas recurrir a los largos paseos que tanto le gustar on siempre. Pero esos encierro s tien en como consecuencia frutos muchas veces maravillosos. Un día anuncia a unos amigos la termi-

nación de diez composicio nes nuevas para canto y piano con las que proyecta un libro de canciones para niños de alrededor de ochenta páginas de música . Sin duda nos hallamos ante uno de sus trabajos más hermosos y que mayor alegría pudieron darle. Sabemos que llegó a ilusio narse mucho con aquella idea . Dirá entonces: De esas diez composiciones, nueve son para el libro que preparo (...) Estoy contentísimo con mi trabajo, y creo que nunc a ha escrito cosa más la dificultad de hacer canlinda . Y tampoco me había percatado hasta ahora de ciones para niños con arte. No obstante , y aunque es cierto que todas estas piezas -«Verde verderol», «El piojo y la pulga», «Canción de fiesta» , etc.- las dará luego a conocer con el Orfeón Burgalés, incluso formando parte de otras obras más

amplias, nunca verá cumplido aquel magnífico proyecto. Al cabo de más de cincuenta años de la feliz idea de Antonio José, sigue faltando entre nosotros una colección de canciones de semejante hechura. Por regla general, si no úníca, escribe Antonio José , los niños cantan por primera vez vulgaridades del peor gusto; y es muy posible que su sentimiento musical (melódico-armónico-rítmico) se pervierta para siempre de ese modo. Su intención es que esas canciones eviten en parte ese grave riesgo , porque son

temas lógicos y amenos , escritos a dos voces , que habrán de resultar simpáticos a los pequeños cantorcillos. Son en fin , como él mismo subraya , cantos populares seleccionados por su belleza y claridad.

1927 es uno de los años claves en la vida del músico castellano. Además de la citada «Sonata gallega» y su controvert ido premio, nos topamos con sus esfuerzos para la publicación en Unión Musical Española de sus «Evocaciones » - tres cuadros de danza campesina que alguna vez pensó titular «Nuevas danzas burgalesas» -, de las que sólo la segunda será orquestada, en ' 1929, con motivo de la presentación en Bilbao, en el homenaje tributado al maestro director Vladimir

Golschmann y junto a obras de Rimsky -Korsak ov, Ravel, Mendelssohn, Beethoven y Wagner. La expectación con que fue recibida su composición se vio acom le escribe a El Palo pañada de un rotundo éxito de público y crítica. Hasta Guridi para felici tarle. Tras los elogios de la prensa vasca, Antonio José comenta: Naturalmente estoy contento y orgulloso de que una obra a

la que yo no doy una

. En gran importancia sido juzgada por crítisu ica como sem ejante a Falla efect o, tal es lahaya insistencia de algún co técn - buena i ntención pero poca información - al atribuir en «El Pueblo Vasco» al maestro Antonio José la pertenencia a la escuela de Manuel de Falla . El músico burgalés confesará entonces que la crítica no sabe que yo no he visto ninguna partitura orquestal del inmenso Falla y que sólo conozco de él las Danzas del «Amor Brujo» y alguna cosilla para piano . 31

Retornemos de nuevo a ese 1927 en la existencia de Antonio José, a ese año en torno al cual se hablará luego en España de la impronta de toda una generación intelectual, y a la que en todo caso pertenece el autor de «Evocaciones». Ya en las navidades de 1926, anuncia en una carta a su amigo Emiliano Artiz, que le sigue paseando recados por Madrid, la preparación de un libro para una ópera que, en principio, se la imagina en cinco actos y que, pasado el tiempo, deberá plasmarse en « El mozo de mulas ». De momento se trata sólo de mínimos esquemas y correcciones a un primer borrador . Sobre ella, desde luego, habremos de volver más adelante. Lo cierto es que a comienzos de 1927 pone manos a la obra sobre un proyecto fundamental en su vida, el más ambicioso de todos. Por contra, aquel ambiente feliz que creía haber encontrado en tierras malagueñas parece deteriorado últimamente. Ello resiente su sensibilidad y sus ánimos. A fines de 1928 precisa ya del aliento de sus amigos madrileños para procurarse dosis de optimismo en un medio que describe él mismo como majadero y pelotillero, donde cada día cuesta más mantenerse firme y puramente honesto. Sinsabores cuyas causas no conocemos con detalle, pero que vienen a coincidir con el examen de una oferta que la hace el cónsul general de Ecuador, tal vez reiterando otras anter iores, para que se traslade a aquella república latinoamericana para hacerse cargo de una cátedra en el Conservatorio de Quito, con viajes pagados y una muy sustanciosa retribución. Su maestro Beobide, que ya estuviera algún tiempo por aquellas tierras, le escribe animándole, alentando sus expectativas con la promesa de conciertos y clases abundantes y espléndidamente pagadas, y la posibilidad de investigar en el folklore indígena, tan rico y sugestivo. Esta y otras ofertas del mismo estilo fueron más de una vez el marco en el que Antonio José debatió consigo mismo sobre sus titubeos pesimistas, como en escribe luegosu esperanza sus cartas a losdonde amigos.el trabajo Titubeos y vacilaciones entre alargar en autocríticas tiempos mejores, alcance utilidad y

provecho -su deseo ferviente-, y dirigirse directamente a lo cómodo y menos transcendente. Fue siempre fiel a la esperanza. Por eso, y por no alejarse demadiado de sus padres, rechaza aquella oferta y opta por atrincherarse frente a la invasión de la mediocridad y el caciquismo de todo género que termina por rodear su existencia en Málaga. Sus últimos meses como profesor en El Palo coinciden también con su enorme protesta al verse defraudado esta vez por la concesión, de bobil is, bobil is, apostilla él, de la cátedra de Armonía del Conservatorio de la ciudad, a la que Antonio José aspiraba, a un jovenzuelo cuyo único mérito parece haber consistido en ser hijo del director y futuro yerno del presidente del centro. regalo de boda mejor y como los chi cos p iensan unirse en matr imon io, ningún Y se le escapa un estramboque esa plaza de maestro con pingües rendimientos. te: ¡¡¡Viva España!!! ¡¡¡Pumb ... !!! ¡¡¡Pumb .. . !! !

Con todo, no hay calamidad que interr umpa su trabajo. Terminada la danza «¡Ay , amant e mío», se dedica intensamente a una nueva composición para or32

questa de cuerda y piano, «Suite ingenua», que piensa presentar en breve a un concurso que se celebra en Cataluña. De nuevo, un primer premio destaca su labor . Y todo ello en 1929, junto a su triunfo en Bilbao y su comparación a Falla y, especialmente, en el momento en que so hace cargo del Orfeón Burgalés. La obra ahora premiada es una suite en tres tiempos, comparada por José Subirá con una habanera de '«La muer te de Carmen», de Ernesto Halffter, estrenada aquel mismo año por la Orquesta Filarmónica de Bartolomé Pérez Casas. Dice Subirá: Toda la gracia, distinción, espíritu y espo ntaneidad que se hace admir ar en la «Suite ingenua » (. .. ) los desearíamos encontr ar más abun dosa ment e en ese trozo operístico en donde, si algo sobresale, es su aparatosidad materialist a (...) Se diría que el seño r Halffter ha reco gido por modestia el trozo menos atractivo de su ópera, la cual, si en su totalidad fuese así como no esperamos ni deseamos, haría muy problemático su triunfo. Y contrasta luego el entusiasmo despertado por la obra de Antonio José con la frialdad glacial que produjo la de Ernesto Halffter (6). Cuando en octubre de 1931, la Orquesta Clásica de Saco del Valle la presenta en Burgos, como ya hiciera antes en Madrid, José N. Quesada escribe en «Diario de Burgos » sobre su éxito, destacando que la obra tiene por temas tres bellísimas canciones burgalesas recopiladas por Federico Olmeda. La Orquesta Clásica, tras una larga ovaci ón, hubo de repetir el final de la danza, último tiempo de la «Suite ingenua », y Antonio José -que intervino ejecutando la parte de piano- fue requerido varias veces al palco escénico a recibir el homenaje de sus paisanos. Es ya el tiempo en que se encuentra afincado en Burgos, la una vez que se hizo cargo de la labor de reconstrucción del antiguo Orfeón de

ciudad castellana. Porque un día, a principios de 1929, Antonio José recibe en Málaga una propuesta tentadora de su propia tierra. Efectivamente, el Orfeón Burgalés, masa coral que intenta rehacerse tras uneconómico prolongadodehundimiento, le ofrece batuta de la cuestión, director. Sesenta duros, aspecto apenas le ladicen nada. Más le convence la posibilidad de estar junto a sus padres y particularmente la de trabajar sobre la fecunda geografía que tantos temas le viene propo rciona ndo para sus compos icione s. De esta forma, su vocación folklo rista reencuentra las raíces del colec tivo que le van a permitir extraer nuevos recursos materiales y humanos.

IV febrero de 1929 tiene lugar en el Ateneo de Burgos una reunión histórica: la de la reconstitución del antiguo Orfeón . Ya en 1927, con motivo del concierto En

(6) «Revista Musical Catalana ».

Año XXVIII. N . 331, julio 1931, º

pá g .

271 .

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De izquierda a derecha , Eduardo de Ontañón, José Subirá, Anton io José y, sentado , Saturnino Calvo, en abril de 1932, con motivo de una conferencia que dio Subirá en Burgos , invitado por Antonio José y el Orfeón Burgalés .

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ofrecido por la Coral de Valladolid (7), se habían hecho timidas gestiones en tal sentid o. Fundado a final es del siglo XIX , el Orfeón Burgalés había atravesado pe ríodos mejores y peores . Como la ciudad misma. Su última crisis coinc ide con un mal endémico : la emigración. Así , en 1914, y según datos de un folleto publi cado entonces por el Consejo Provincial de Fomento, cerca de 2 .500 personas salieron de Burgos . La crisis afectó igualmente al Orfeón que en poco tiempo desapareció. Mas ahor a, una treintena de jóvenes entusi astas deciden crear la base para su resurgimiento . De la citada reunión salen quince socios protectores que animarán económicamente la idea. Según Luis Alberdi Elola, en menos de diez días se prue ban unas cien voces . Por su parte, el Ateneo solicita del Ayunta miento la creación de una Academia o Escuela de Música para dar consistencia y duració n a estos fervores, subraya aquella institución, cuyo funcionamiento esperan similar al de la ya existente Academia de Dibujo que sostiene la Dipu tación Provincial. Culminados estos trajines, sólo falta la designación de un directo r para ambas entidades (8). También en febrero, Antonio José escribe a sus amigos de Madrid:

¿No saben

director de la otra noticia? Pues que por aclamación unánime he sido nombrado futura coral d e Burg os; y además, el alcalde de la ciudad, sabiendo que estoy decidido a vivi r en m i tierra, quiere ampliar el proyecto y me ha enca rgado que piense y redacte la idea, bases y presupuesto para fundar una Escuela de Música dirigida también por mí, con vistas a que pronto pudiera conv erti rse en Conservatorio o ficial , como tantos otros (...)

Pero él tiene ya un candidato bien cualificado para ambos cargos : José María Beobide, y cuando éste se niegue una y otra vez en beneficio de su alumno aven tajado, Antonio José insistirá: Si es preci so, yo haré todo; pero que él sea el director oficialmente (... ) El n o quiere. Yo sí; y como yo so y muy terco y testarudo, lo conseguiré . No le valieron prendas y el propio Beobide tuvo que hacer presión para que su discípulo tomara a su cargo la batuta del Orfeón Burgalés (9). (7) La Coral de Valladolid venía dirigida precisamente por Julián ·García Blanco , el primer maestro de Antonio José , que años más tarde será también director del Conservatorio de Música de aquella ciudad . Cuando este libro se encuentra en imprenta. nos llega la t r iste noticia de su muerte, en t.ierras de Galicia, al la edad de 85 años . Jul ián García Blanco (1894-1979) mantuvo s ie mpr e vivo el recuerdo emo cionado de su amigo y tan temprano alumno . (8) Luis Alberdi Elola . «Monografías burgalesas : el Orfeón Burgalés )). Serie dominical publicada en «Diario de Burgos )), septiembre -diciembre de 1969. (9) José Mar ía Beobide (1882-1967), otro de los grandes deconocidos , nace en la villa guipuzcoa na de Zumaya , donde recibe las primeras leccione s , que le llevan al Conservator io de Madr id . En 1901 marcha a Qu ito como profesor del Conservato rio de Músi ca y del colegio de los jesuitas en aque lla capital. Vuelto a España, es nombrado profesor del Real Colegio de Alfonso XII , en El Escorial. Reside luego en Burgos; organista de la iglesia de la Merced, también de los jesu itas, inicia a Anton io José , como queda dicho , en el campo de la composición . En 1930, mediante oposici ón y con el número uno y la calificación nemine discrepante, obtiene la cátedra de Música de la Escuela Normal de Magisterio de la ciudad de Pamplona . En 1932 ingresa en la Academia de Bellas Artes de San

35

An ton io José infunde confianza, genera veneración en 36

lo s orfeonistas .

Antonio José toma posesión el 15 de mayo de aquel año . Pero ya el 1 de abril, en Bilbao, se presenta en Burgos dando a la vuelta de un frustrado concierto lectura a unas cuartillas improvisadas que más que un simple saludo encierran casi un programa de traba jo. Es una necesaria obligación nuestra -dirá entonces - el co nseguir que nues tra canción popular sea conocida en España . ¿No sienten ustedes un poquito

de envidia cuando los vascos, los gallegos

, los cata -

la elogian lanes, loslavalencianos , los anda cantan músoica, por encima de todas s demás? ¿Qué hace luces mos nosot ros su cuand nos yniegan la existencia indiscutible de nuestros hermosos cantos? Hasta hemos dudado de nuestro espíritu lírico , y cua ndo nos ha n dicho que Castilla no canta por no tener qué, nada hemos hechos para demostrar lo contrario . Castilla nunca fue muda, como nin guna región lo es. .Castilla tiene su música caracte rística y propi a . Las canciones populares burgalesas no deben nada a nadie, y si alguno discute a ustedes esta verdad, afirmen rotundamente que de estas cosas no entiende una palabra.

Quiere además que se pruebe en la práctica . Para lograrlo no hay secreto alguno . Sólo es cuestión de voluntad, trabajo, entusiasmo y fe. A cambio de la honra que le otorga la ciudad, ofrece: Cuando regrese a Burgos para no volver a salir de él, prometo: enseñar música a todos los orfeonistas, siquiera para que comprendan perfectamente sus papeles y no les olviden nunca; hablar de historia y estética de la música, para que gocen mejor de sus bellezas ; hablar de la vida y la obra de los grandes maestros. Y por medio de conciertos íntimos, aquí mismo, para nosotros solos, trataré de presentarles algunas de las obras más espléndidas de todos los tiempos y de todos los países. Su presencia y sus palabras fueron acogidas con vivas y aplausos (10). Algu nas semanas más tarde escribe a algún amigo : Me admiré del entusiasmo de todos por el Orfeón Burgalés (....) Me recibieron como al Mesías. Les hablé para saludarles y comunicarles mis proyectos. Y me aclamaron y me dieron vivas como a los arzobispos en los pueblos .

Tras finalizar el contrato que le retenía en El Palo, Antonio José se vuelca en su nueva labor. Su enorme personalidad gana la confianza de todos . Sus dotes son un prodigio . Sus rasgos adolescentes, gafas redondas , amplio lazo , perfil bondadoso - que tanto recuerdan a Rodríguez Santerbás la figura de Gustav Fernando. Desde 1940 figura como colaborador del Inst ituto Diego de Velázquez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas; u n año más tarde es elegido para la Institución Príncipe de Viana de la capital navarra . En 1948 es nombrado académico correspondiente de la Institución Fernán Gonzá· lez, de Burgos . En 1957, al crearse en Pamplona el Conservatorio de Música Pablo Sarasate, José María Beobide es designado subdirector, al tiempo que ocupa la dirección otro ilustre compos itor injustamente olvidado, Fernando Remacha . Sus obras, particular mente las de órgano , han sido recogidas en diversas antologías de Europa y, sobre todo , Estados Unidos. Editadas por la E.C. Schirmer boston iana, sus partituras han sido interpretadas en los Organ Recitals de Vale, Stanford y Greensboro College, yen la Annual Convention de la Indiana Music Teacher's Association y en el Carn egie Institute . (10) « Diario de Burgos». 2 de abril de 1929, pág . 1. 37

Un alto en el camino. Antonio José y Justo del río en el «Singer» de este último.

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él mismo Mahler - generan pronta la veneración . Es un auténtico fervor del que se contag ia. Más de una vez , comenta Angel Manu el Ruera , probablemente el más joven de sus d iscípulos y gran nostálgico de su figura , le vimos abandona r la

batuta, cruzar los braz os y escuchar emoci onado nuestros ensayos . Y ante los nervios de la víspera de cualquier concierto , siempre t enía un mañana, con la luz y el colorete, todo saldrá mejor.. .

Edad de oro del Orfeón Burgalés , transciende los límites de una s imple coral. Teoría e historia de la música, investigación y comunicación del folklore vernácu lo, con ello Antonio José recupera una función olvidada : la del estudio y la difusión de una de las r iquezas del pueblo , sus propias canciones , una de las fo r mas elementales y más autént icas de expresión del ser y el sent ir colect ivos. Es la conexión con el substrato telúr ico-folklór ico, tan necesaria por otra parte en la recompos ición total de eso que hoy llamamos señas de ident idad de una tierra y de sus gentes . Desde esa pr imavera de 1929, Antonio José - simplif icación de aquel Antonio J . Martínez Palacios con que firmara hasta 1924 - se convierte en una enseña . Según Alberdi Elola , la nueva masa coral quedó entonces integrada por 146 miembros . Organizada en cuerdas, se componía de 18 tenores primeros , 28 teno res segundo s, 38 barítonos , 26 bajos, 18 t iples pr imeras y 18 tiples segundas . y el maestro Anton io José . Se abre así un período de máx ima act ividad , únicamente interrumpido po r la guerra civ il. Fiestas de Castilla , homena jes a la canción burgalesa se intercalan a menudo con misiones musicales por la provincia (Aranda de Duero, Belorado , Covarrubias , Medina de Pomar, M iranda de Ebro , Pradoluengo , Qu intanar de la Sierra , Salas de los Infantes, Santo Doming o de Silos) , por otras tierras de la Meseta (Palencia, Sor ia, Valladolid) e incluso fuera la M ontañ a, el País Vasco, la Rioja) . Ya en el verano de aquel año , Antode nioella José( se sorprende de la lluvia de solicitudes para escuchar al Orfeón, y co mentará : Tengo cas i seguridad en que este Orfeón ha de ser una cosa seria . Ha comenzado a enseñar a todos solfeo y ya interpretan a cuatro y seis voces pe queñas lecciones improvisadas que les escribe en la pizarra pautada .

Día a día acrecienta el repertor io. La fuente no es otra que la impeni tente labor de A nton io J osé, el cual , en compañ ía a vec es de su amigo Justo del R ío - orfeo nista entonces y aún hoy perserverante en los temas folklóricos burgaleses - , recorre la provincia anotando cientos y cientos de coplas , tonadas y cancioncillas , acá de unas mozas, allá de un pastor , o esa otra del albañil impert inente que , al

otro lado de la calle, causa disturbios en con su pueblo , como tanto le gustaba .

su trabajo . Al tiempo que confraterniza

Provisto de un gran r igo r ci entífi co , elabo ra con todo ese mater ial la «Colección de cantos populares burgaleses» , con la que en 1932 obtendrá el Premio Nacio 39

nal de Música . Junto a la obra del presbítero Federico Olmeda (11), este nuevo Cancionero burgalés - eje de la segunda part e de nue stro tra bajo - cons tituy e un magnífico monumento que, sin duda alguna, convierte a la provincia de Buren canción popular. gos en una de las de mayor riqueza conocida Y sin embargo, lo más conocido de su amplia producción es el «Himno a Castilla». Concebido para la presentación oficial de la masa coral con motivo de las Fiestas de San Pedro y San Pablo, el 29 de junio de 1929, es una obra para coro el empaque y la consisa seis voces mixtas y, como su mismo autor indica, tiene

tencia de todo canto que puede ser interpretado sin acompañamiento instrumental alguno . Se estrenó, pues, el día de la fiesta mayor de la ciudad, dentro de una serie de tres conciertos del Orfeón junto a compos icion es de Beobide, Guridi y Grieg, la canción burgalesa «Yo sé cantar y bailar», también citada por Olmeda, y alguna otra (12), A pesar de ser una de sus creaciones más queridas, el «Himno a Castilla» no llegó a satisfacerle plenamente, a lo que parece, en lo referente a las dos posibles letras con que sucesivamente le dotó . En alguna parte su autor insiste en la necesidad de procurarle un texto mejor . Propósito que, como sabemos, no consiguió realizar. Por eso mism o, esta obra grandiosa en su concepción puede apa recer hoy para algunos con un carácter desfasado y démodé en lo que afecta a las variant es heredadas para el canto popular . Sabemos también que Antonio José pensó remodelarlo para su presentación, en 1931, a un concurso del que debiera salir el himno nacional de la joven República. Lo concibe como un himno puro, actual, brioso, solemne, de digna rudeza también y noble empaque. Como su tierra castellana. El concurso tuvo un desenlace mu y poco feliz . El propio Antonio José, que a lo que parece siguió de cer Estáraíces inspirado en un ca sus avatares alternativas, alguna arrog ante tema yde nuestros clarinse esquejó municipa les,vez pordeloello. tanto con castellanas ( ... ) -escribe por aquel entonces- . Es corto , de unos tr einta y tan tos com pases que se repiten . De tal modo escrito que no pierde vigor ni aunque se cante unisonalmente sin acompañamiento (dato importantísimo). Es solemne y noble, sin silencios intercalados (también importante), sencillo y natural en sus giros me(11 ) Federico Olmeda . « Folklore de Castilla o Cancionero popular de Burgos ». Obra premiada en los Jueg os Florales de 1902. Publicaciones de la Diputación Provincial. Burgos . 1902. Reeditada en la equi1975. De este modo. los Cancioneros de Olmeda y Antonio José destruyen definitivamente vocada idea que mantenian algunos por entonces sobre la ausencia de esta clase de tradiciones en la mano. tierras castellanas . La posterior labor de recuperación de canciones y danzas burgalesas de el entre otros. de Domingo Amoreti. Angel Juan Que sada, Jacinto Sarmiento o mencionado Justo del Rio bebe en estas dos maravillosas fuentes . (12) Con acompañamiento de la Banda del Regim iento Lealtad, interpretó también «Burgos» (música de Rafael Calleja y letra de Mariano Zurita) . obra seleccionada en un concurso promov ido en 1926 para la celebración de una Fiesta del Arbol . Más tarde se convertirá en el himno oficial de la ciudad . . 40

Un recuerdo clásico. Antonio José rodeado del Orfeón Burgalés.

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lódicos. En fin, puede cantarse e n cualquier momento sin ayuda instrumental, co n voces ásperas y de tesi tura corriente, y creo (... ) que tiene ese difícil «quid » que han de tener esta clase de composiciones para ser lo que han de ser .

Frecuentemente, el Orfeón acude al Teatro Principal presentando obras espeen esta clase de radas con interés y emoción por un público siempre abundante convocatorias . Antonio José ofrece así un muestrario sumamente completo de su trabajo . Tan grande es el esfuerzo que el maestro se queja en ocasiones de lo absorbente de aquellos meses, sin tiempo apenas para otras ocupaciones. El 10 de octubre de 1932, Niceto Alcalá Zamora visita Burgos , y el Orfeón interviene en una función de gala que el Ayuntamiento de la ciudad ofrece en honor del Pres idente de la República española. Aquel mismo año, cuando recibe el Premio Nacional de Música , una nueva obra suya para coro es publicada en París por Max Exchig: «Tres Cantigas de Al fo ns o X», en versión del prestigioso hispanista Henri Collet. De este modo, no cumplidos aún los trein ta años, Antonio José es ya un autor celebrado en Europa. Por otro lado, algunas Universidades norteamericanas se interesan por sus obras, que son objet o de sem inarios y conferencias. No es raro encontrar su firma en publicaciones culturales de cualquier latitud, o ver cómo se le dedican reportajes destacando su esfuerzo artístico y su trayectoria ejemplar. Así, leemos en una revista de la época: El maestro Antonio José ha creado en Bu rgo s un orfe ón. Ha realizado esta obra lenta, persistente, conti nuad a, paci enzu da, de educac i ón musical y de disciplina social que un orfe ón rep resenta. Y el éxit o ha coro nado sus esfuerzos . El Orfe ón Burgalés es una insti tuci ón perfectamente lograda, un o de los más legítimos orgullos de una tierra donde los hombres, abrumado s por el peso de la gloria con quista da por sus antepasados, estaban demasiado tie mpo acog ido s a una lamentable ren unciaci ón (.. . ). Esa es una labor reservada a los j óvenes. Y Antonio José es un o de los pocos que se han dado cuenta de la responsabilidad de su misi ón en es ta ho ra. Que otros , cada un o en la esfera de sus acti vidades, realicen una obra que pueda igualarse a la que el maestro Antonio José puede mostrar con ufanía , y Castilla deja rá de ser sola mente tema de poema s de exaltaciones preté rit as para ocupar en el movimiento de regeneraci ón nacional el pu es to a que tiene derecho (13) .

Se elogian su trayectoria y las aproximadamente 150 obras que lleva escritas, algunas de las cuales están publicadas en París , Nueva York o Lisboa, además de Madrid y Barcelona , y a las que la crítica menciona cada día con mayor la Orquesta Sinfóni ca de ya figuran en losderepertorios insistencia.Obras Fernández Arbós ,que la Orquesta Clásica Madrid y dela Sinfónica de Bilbao, o de Angeles Otein, Arthur Rubinstein y el Cuarteto Aguilar , ejecutadas y radiadas (13) Andrés Hurtado . « B Orfeón Burgalés y la figura eminente de su director. el maestro Antonio José» . «Crónica )). 22 de junio de 1932 . 42

En su habitación de es tudio, en el número 17 de las Casas de la Prensa.

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por todas partes. Y se elogia tam bién a ese Orfeón resucitado en 1929 que ofrece un conjunto de hom bres y mujeres, alguno s de los cuales han ampliado estudios musicales , y unos cuantos tocan el piano; la amplitud de su reper torio, con más de ses enta títulos , en el que caben bellísimas canciones populares junto a creaciones de Bach , Mozart , Beethove n, Wagner, Boro din, Tschai kovsky, Ravel y tantos otros . Desde su vuelta a Burgos, Antonio José ocupa y comparte con su familia una espaciosa vivienda en el número 17 de las Casas de la Prensa (actual calle de Juan Albarellos), grupo de chalets construido en coope rativa por los perió distas locales en el barrio de los Vadillos, entr e los que figur a su hermano Ju lio. En ella organiz a su traba jo, cada vez más variado . Así , por ejemplo, a mediado s en 1934, meses después de la muerte de su padre, encabeza una fies ta en honor de Francisco de Salinas y Antonio de Cabezón, músicos burga le ses del siglo XVI . Ciegos los dos, el segundo es llamado el Bach españ ol , sien do el autor de variaciones o diferencias más antiguo que conocemos. Antonio José muestra ent onc es sus cono cimi ento s de gran estudio so y destaca la im munportancia de Francisco de Salinas como primer folklorista español y aun del do, al tiempo que se recrea con la calidad de las apor taciones de Antonio de Cabezón . Fue una gran noche espiritual , manifestará luego . El 11 de novie mbre de aque l mismo año , en el Teatro Monumental de Madrid, dirige personalm ente el estreno de « Preludio y danza popula r», dos fragmentos correspondientes a su ópera «El m oz o de mulas ». Se trata de la versión orquestal definitiva, a cargo de la Sinfónica del maestro Enrique Fernández Arbós. Volvió a acompañarle el éxito y el elogio de la crítica. Joaquí n Turina , sumamente complacido , desea que Madr id pueda cono cer más obras de aut ore s residentes en provincias, pues las orquestas no incluyen en sus programas otras obras que las de compositores residentes en la Villa de l Oso y el Madroño . Adol fo Salazar, el mejor de los críticos musicales españoles en lo que va de siglo , califica por su parte : Agradable músi ca , llana y eficaz , como corresponde a su

designio escénico, terreno en el que no se suele escribir mejor ni co n más conci enci a que como lo ha hecho Antonio José . En sentido parecido, en fin, se pronuncian Rodolfo Halffter , Pittaluga, Ruiz de la Serna y Jacopetti .

Tras un breve viaje a Tol edo y una cena con Sáinz de la Maza y Migue l Pérez Ferrero, Antonio José regresa a Burgos . Contento y con nuevas energías para continuar su trabajo . Viene dispue sto a adel antar en la orquestación m oz o de mulas ». El horizonte que se le ofrece le conv ier te ya en una de «Elsolicitada figura que algunos se duelen de tener que ver en su retiro castellano , que le resta posibilidades para parti cipar más activa mente en la vida cul tur al y obtener de este modo mayores satisf accion es y beneficios . El mismo Antonio 44

José ha sido sensible en ocasiones a esta situa ción . Es -

Uno de los últimos retratos del maestro burgalés.

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pecialmente en los momentos de crisis . Porque hay que recordar que aque llas ilusiones con que acoge en 1929 la empresa del Orfeó n Burgalés han atrave sado por fases delicadas, que han ido resquebrajando paula tiname nte su esperanza. En la primavera de 1935, a punto casi de culminar la tragedia que supone la muerte en muy poco tiempo de su madre y de una tía sentimentalmente muy allegada, escribe a Subirá : Los únicos afectos que me quedan los vaya perder (...) . Añ ad a a esto mis escasas posi bili dade s econ ómic as . Con unas 6.000 pese tas anuales, ¿qué puedo hacer? Ni viajar, ni comprar libros, ni descansar un mes en el verano. .. iN i nada! Progresivamente , nos consta , y sobre todo tras la desaparición de sus padres, va madurando , no sin vacilaciones , la idea de trasladarse a otros pagos , como hiciera en 1920. Parece tambié n que ha venido recib iend o diversas invita cione s en ese sentido. La última ha debido de ser en la primavera de 1936, tras su participa ción en el Congreso de

Musicologia de Barcelona . efecto, a principios de 1936 Recibe una muy amable carta de Higini Anglés en la que le invita a tomar parte en el III C ongreso de la Sociedad InterEn

nacional de Musicología, a celebrar en Barcelona coincid iendo con el quinto aniversario de la República . Pese a los desasosiegos familiares - tengo a m i madre dese sper adam ente grave , comentará en el mes de enero-, ha decidido participar utilizando para su intervención parte del estudio sobre la canción popular que realizara como pról ogo a su « Cole cción de cant os pop ula res burga leses». No sólo tiene que rescatar el srcinal , medio extraviado, medio secues trado en Madrid ; también tiene que enfrentarse con el grave problema de su falta de recursos econ ómico s para acud ir a Barcelona, cuestión que finalmen te supera gracias a una subvención del Ayuntamiento y la Diputación Provincial. Pau Casals, Conrado del Campo, H igini Anglé s , Oscar Esplá, Nemesio ata -

ño, José Subirá, Manuel de Falla , Francesc Pujol , Jordi Rubió, Joaquín Tu rina, Robert Gerhard, Macario Santiago Kastner , Curt Sachs , Khup Jeppesen , Fernando Liuzzi , Marius Schneide r, Heinrich Besseler , Alfred Einstein , Ernst Krenek, etc. , son algunas de las grandes figuras que acuden a un Congreso que tiene como presidente de su comit é de honor al de la Generalitat, L1uís Companys. El 23 de abril, en el Institut d'Estudis Catalans, Antonio José da lectura a su ponencia (14). Tras explicar la difícil tarea que supone recoger canciones populares, mayor cuando se trata de la tierra de uno mismo, donde propios y extraños se empeñan en negar con frecuencia la existencia misma de un genuino cancio nero, se propone controvertir, sin pasio nes ni prejuicios, la falno canta sa sequedad lírica que se atribuye a Castilla. ¿Cómo será posible que ra -subraya-

un pue blo que dio al mundo esplendorosos genios de la talla

(14) « La canción popular burgalesa », Que así se titula su po nencia , y una «Introducción» a la mis ma , leída el 24 de junio siguiente en el burgalés Teatro Princ ipal, la s encontrarán nuestros lectore s en la segunda parte .

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colos al de aquellos divino s ciegos Francisco de Salinas y Antonio de Cabezón? la que analiza a conciencia bellas y deEs la suya una intervención brillante en

puradas melodías que ilustran sus propias palabras y demuestran una realidad no por desconocida hasta entonces menos evidente . A juicio de muchos, aquella legítima obsesión del maestro burgalés contagió a todos convir tiénd ole en la atracción del Congreso. La prensa del momento, al hacer el comentario de las jornadas, dedicó elogiosos calificativos a Antonio José destacan do la preraro gesencia de Castilla de la mano de este hombre de treinta y tres años, ese nio de la música, como habría de sentenciar luego el eminente compositor ju dío Albert Hemsi. En las semanas que siguen se vuelca en la terminación de su ópera «El mozo de mulas», gran proyecto de 1927 que quiere ver concluido de una vez. Poco a poco ha ido viendo la luz en la reducción de algunas de sus partes, como e.1 estreno de una danza del segundo acto en un concierto ínti mo, también en 1927, en el Coliseo Castilla de su ciudad natal, o la orquestación de otras, coen 1934. En el año 1930 mo en el ya citado triunfo del Monumental de Madrid

había presen tado, esta vez sin éxito, una reducción para canto y piano al concurso del Infantado. Cercano ya el verano de 1936, tiene casi terminada la obra. Formulada en tres actos, se basa en un famoso episodio de «El Quijote» (15). No obstante, la muerte va a impedirle la orquestación total. La reducción para piano y voz (201 páginas de música) está completa . Los actos primero y ter- el t ercero desd e 1930 cero se encuentran asimismo orquestados mientras que el segundo quedará sin encuadernar, faltá ndole, tal como hoy le conoc emos, exactamente 20 páginas del manuscrito (de la 41 a la 61). Sin duda Antonio José llegó a orquestarlas, aunque desgraciadamente se han perdido. Aparte, aproxim adamen te la mitad de dicho acto quedó sin orquestar. Lo que supone, en fin, algo menos de la cuarta parte de la ópera completa . ,

decir, «El mozo de mulas» es una obra a la que el músico castellano dedicó sus más inteli gentes y afanosos esfu erzos. Durante cerca de ' diez años, más o menos, logró aportar nuevos y sust anciales elementos . Finalmente, su muerte en los primeros meses de la guerra civil impidió culminar su precioso trabajo. E impidió, por supuesto, que se conociera, lo que le hubiera encumbr ado definitivamente a los !reinta y tres años como primerísima figura de la música contemporánea . Dicen algunos que Rubinstein, al conocer su trágica muer te, lamentaba la pérdida de un nuevo Falla . Es

(15) Miguel de Cervantes Saavedra . «El ingenioso hidalgo Don Q uijote de la Manch a », Primera parte, Capítulo XLIII: «Donde se cuenta la agradable historia del mozo de mulas con otros extraños acaecimientos en la venta sucedidos », y siguientes . El libreto , que toma como base ese episodio , es obra conjunta del poeta y abogado lope Mateo y Manuel F . Fernández Núñez , redactor de la época fun dacional de la prestigiosa revista «Ritmo» ,

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v La muerte de l maestro burg alés nos reduce a la reflexión inicial : la del impacto que ha resonado durante tantos años en quienes le conocieron y celebraal hombre y a su magnífica obra en el más ron y que, sin embargo, ha sumido ominoso de los silencios . Por ello mismo cabría dirigir una mirada atenta a sus inclina ciones , vinculacio nes o compromisos políticos , sociales y culturales , a su concepción del mundo . Y, en definitiva , a las simpatías y antipatías que su presencia levantaba en la vieja ciudad castellana . En nuestra infancia de posgue rra, en conversaci ones y confidencias familia res, tuvimos las primeras noticias de Antonio José, casi todas relativas a su trágico final.

Confieso sincera mente que de política no entiendo una palabra, escribe en los días en que se hace cargo del Orfeón . Y también . Estoy desori entado entre tanto proyec to, tant o sistema y tanto partido; y a fuerza de desengaños en la real idad vivida y palpable, he lleg ado a desconf iar de todo lo que huel e a política. Sin embargo, no puede sernas indiferente, a los jóven es, la organización del Es tado y el gobi ern o de los pueblos, a pesa r del desco ntento que sent imo s ante este estilo de vida política (16).

tarde del 15 de abril de 1931 se proclama en Burgos la República. Antonio José manifiesta entonces su deseo de arrojar un gran piano desde el tejado de la casa más alta para, con su magnífico estruendo, celebrar el nacimiento del nuevo régimen . Semanas después participa en la fundación del Centro de Estudios Castellanos, entidad que surgía en la ciudad emulando las ya existentes en otras regiones y que pretendía activar los recursos materiales y humanos de la tierra . Como tantos otros proyectos, tuvo una vida efímera. Estoy En la

encariñad ísimo con España y su República, dirá más tárde , cuando presenta al concurso nacional su « Himno a Castilla» . En alguna de sus cartas leemos el siguiente lema : Salud y República. O lo que es igual, « bonhomie et euphorie». Síntesis de su concepción del mundo , le hace soñar con un sistema en el que .el gobierno de hombres y cosas se base . Es la suen la tolerancia y el contento de todos, sin manejos ni complicaciones ya una visión humanista y bondadosa, feliz mente utópica e idealista, admirable y optimista . Para él, la razón omnipotente y libre de cada individuo sólo puede dirigir su acción en pos de un orde n justo . Homb re culto y preocupado por las desigualdades de su tiempo, Antonio José encarna de algún modo al liberal pro-

gresista de la mejor tradición democrática europea que aspira a modelos supe riores de sociedad . Me interesan de veras las cuesti ones sociales y deseo veheAnton io José , redac (16) A manera de epílogo glosamos en esta primera parte un manuscrito de tado en 1929 , con temas como la vida , la polít ica, la pat r ia , el amor, la ética, el traba jo, etc ., para mejor comprender su visión del mundo . 48

En la playa santanderina de l Sardine ro, en compañía de

su madre .

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mentemente

trabajar por la mejora de la comunidad humana , escribe tambi én

en 1929. Pero nunca fue militante de ninguna organizaclon política . También en esto supo imprim ir su independencia y peculiar talante . Lo que , por otro la'do , no le impidió fundir sus esperanzas con las de los débiles y opri mido s y mostra r , allí por donde pasó , una activa sol idaridad frent e a la injusticia , la mediocridad y el estrangu lamiento de la verdad . Semeja nte vocaci ón , sus éxitos y su juven tu d produjeron el recelo y el encono en unos, y el cariño y la veneración en otros . Cariño y venerac ión que , desde luego , no fueron exclusivos de las gentes se n cillas - aunque , por supuesto, el trág ico final vin cul ó aún más su figura a las clases populares , a la izquierda perdedora de la contien da civil - , sino que hallaron también acomodo en sectores conservadores, de tan fuert e predicamen to en la ciudad . Posiblemente por ello, su muerte, tras la conmoción que supu so al conocerse, generó hasta nuestros días alguna dosis de mala conciencia en ciertos grupos de la sociedad burgalesa . Al cariño y el aplauso correspondió Antonio José cultivando, no .

en fin, una exquisita amistad, típica en

el

hombre bue-

Colaboró en diversas publicaciones de la época , como «Trabajo» órgano socialista -ugetista , y «Burgos Gráfico», revista independiente progresista de la que será gran anima dor. Buen escritor y mejor charli sta, acude a los at eneos popu lares a dar la batalla de las ideas . De esta forma contribuye a adelantar ese bello y depura do ideal de superación que cree poder hallar en un socialism o bien entendido y bien diri gido.

.

Sus viajes o los encargos que deposita en los amigos

le mantienen en con -

tacto con los ,círculos culturales delrealizado país , particularmente los de Madr id. que Un trse a -bajo costoso necesario y aún no , es el de reconstruir la trama guramente le un ió con aquella vanguardia intelectual que venimos a situar .entre 1920 y 1936 . Por otra parte , el hecho de que el año 1927 constituya en gran medida , también para él, el tiempo -eje de su obra , nos mueve a incluirlo sin re servas en la tópica generación musical que tanto s frutos ofreciera. Su tray ec toria , su deseo de renovación y su proximidad al conjunto de preo cupacion es hacen de Antonio José un miembro más de aquel movimiento. El retiro caste llano que algunos llegaron a criticarle le restó sin duda opor tuni dade s y popu laridad, y así su tímida figura aparece poco en los archivos de aquellas monu mentales fotografías de grupo, más frecue ntes enton ces que en nuestro s días,

en las que, con el pretexto de un homenaje, una fiesta cívico -cultural o cualquier otro evento, se reunían cada tres por cuatro decenas de artistas , poetas y escri tores cuyos rostros reconocemos fácilmente hoy . Es notorio que casi ninguna historia de la música ofre ce una mínima referencia siquiera a su existencia. Y es que , en realidad, aquella generación musi50

cal, salvo dos o tres figuras, ha salido en su conjunto igualmente malparada. Ciertamen te apenas ha sido luego recogida por las corrientes actuales, encon trándonos así ante un per fec to div orc io, ante una plena ruptura entre amb os movimientos incluso sin haberse llegado nunca a conocer. Tal es la paradoja y así de cruda es la realidad y la suerte corrida por aquellos hombres como consecuencia de la guerra civil. Porque hacia la mitad de los años veinte, una joven promo c i on musical se dispone a recoger el relevo de las anteriores . Su línea se basaba en la continui dad de los logros del gran Falla, asimilando a la vez las principales corri entes triunfantes entonces en Europa. Si la generac ión anter ior, la del nacionalis mo musical, aparecía culturalmente afín a los escritores de la llamada generación de 1898 y los ismos pictóricos de su tiempo, la nueva - la del maestro burgalésva a sentirse vinculada a las inclinaciones de la generación literaria de 1927 . Mo derna ment e, y como consecuencia de ello, este grupo musical ha recibido el nombre de generación de 1927, aunque también ha sido reconocido con otros, como el de generación de la República, si bien en todo caso su aparición y algunas de sus obras fundamen tales son, desde luego, anteriores al gran suceso histórico. El grupo no pudo llevar a cabo totalmente su proyecto de renovación: la guerra civil malogró a unos - y A ntonio José no fue el único que pereció en ella-, d ispersó y condenó al exilio a otros , y en cualquier caso, hoy es el día en que aún no ha sido posible recuperar para la cultura el formidable esfuerzo de aquellos hombres, vanguardia por tantas razones (17). Tomás Marco corrobora esa ruptura brutal en orden a las directrices musi cales y artíst ic as en general , aumentada luego por los efectos del exilio , la segunda guerra mundial y el aislamiento del régimen del general Franco. Todo esto tiene por consecuencia , dice Marco , el barrer materialmente todos los intentos (17) Veamos algunos casos de esta frustración . Ernesto Halffter (Madrid . 1905). vivió largos años en Portugal. Rodolfo Halfft er (Madrid . 1900). marchó a Méjico. donde fue profesor del Conservato rio y académico de Bellas Artes . Julián Baut ista (Madrid . 1901 - Buenos Aires . 1961), se instaló en Argentina en 1940. Salvador Bacar isse (Madrid . 1898 - París . 1963), se exilió a Francia al terminar la guerra civil. Jaime Pahissa (Barcelona , 1880-1969), se exilió a Argentina en 1937. Robert Gerhard (Valls, 1896 - Cambr idge , 1970). en 1938 marchó a Francia y luego a Gran Bretaña. El úníco que ha logrado una posición internac ional indiscutible , según manif iesta Tomás Marco . Fernando Remacha (Tudela, 1898), el caso más llamativo , posiblemente el autor mejor dotado de todo el grupo de 1927. La guerra civil destrozó su carrera. Durante muchos años ha vivido olvidado en su pueblo navarro natal, detrás del mostrador de una ferretería . Al cabo de los añ os ha vuelto a dar muestras de su extraordinario talento con su « Concie rto para guita rra » y su «Jesucr isto en la Cruz ». Desde 1957,

tamb ién como director del Conservatorio de Mús de Pamplona . Recientemente , Ramón Bar ce finalizaba un ica artículo period ístico en torno a la f igura de Robert Gerhard con las s iguientes palabras : Como tant os otros músicos - Ba carisse, Pittaluga , Salazar, An to nio José , Casal Chap í, Bal y Gay, Mart ínez Torner , Salas Vi ú, Baltasar Samper , Julián Ba utista y un largo y doloroso etcétera - , Gerhard ha sido una víctima más de una ruptura política que nunca debió producirse . (Ramón Barce. « Descubrir a Gerhard ». «La Calle». N.º 32 , 31 de octubre de

1978.) 51

de continuidad de una línea a nivel europeo en nuestra m úsica (... ). Au to re s como Rodolfo Halffte r, Julián Bautista, Fernando Remacha, Robe rto Gerh ard .. . hacían una música que se iba desligando de lo que hasta entonce s había sido línea subsiguiente a la gran revolución de Felipe Pedrell, Isaac Albé niz y Manuel de Falla, línea que, con vertida en tópic o y minimizada , volvería con fuerza inmediatamente después de la guerra en una serie mayoritaria de autores y que aún colea en los últimos estertores de una muerte natural inevitable

(18).

Para Antonio José y todos aquellos que vivían el último minuto de la actua lidad musical en el mundo , Stravinsky, Bart ok y la Escuela de Viena les resul-

taban totalment e familiares , como también las polémicas que sobre los gran des innovadores circulaban universalm ente . La guerra, continúa Tomás Marco , pulverizó la labor de la generaci ón de la República y dispersó a sus miembros a todos los vientos . A decir verdad , incluso acabó musicalmente con ellos. Sólo Gerhard se salvó de ello, a costa de abandonar su patria para siempre, y en me no r medida Rodolfo Halffter y Juli án Bautista . Dispersión que alcanzó inclu so

a Manuel de Falla, fallecido en 1946 en su exilio argentino, y a su continuador, Ernesto Halffter . Amigo de reuniones y festejos, Antonio José fue habitual de una muy famosa tertulia burgalesa, práctica tan común entre la pequeña burguesía, que tenía lugar en el desaparecido Café Candelas, situado en el paseo de El Espolón . Creada en 1932, es cita obligada la noche de los jueves para un grupo de intelectuales, profe sionales y artistas. La Peña de l Ciprés, que así se llamaba por referencia al existente en el monasterio de Santo Domingo de Silos, acoge la charla informal, no exenta de un cierto academicis mo cuando toca, de unos asi stentes fijos y menos fijos , algunos de los cuales habían participado también en la fundación del Centro de Estudios Castellanos. Allí se sentaron en torno a una misma mesa el albiñanista Gonzalo Díez de la Lastra, profesor del Instituto, y la muy conservadora María Cruz Ebro, junto al radical-socialista, luego diputado del Frente Popular, Moisés Barrio Duque - acta que igualmen te consiguió el socialista Luis Labín, presidente del Ateneo Popular - , al impresor Sáiz y al funcionario de Correos Angel Arroyo , ejecutados ambos en las pr imeras semanas del levantamiento militar . Según el contertulio Próspero García Gallardo, en ocasiones habría acudido el también socialista José Prat, años más tar de subsecretario en el Gobierno del doctor Juan Negrín y vuelto hace poco tiempo de su exilio americano. es Eduardo Para muchos, no obsta nte, el personaje más notable y brillante de Onta ñón. Fundador de la Peña del Ciprés, era propietario de una librería en El Espolón, colaborado r de prestigiosas publi cacio nes marcadamente progresis tas y amigo íntimo de Antonio José, con el que llevará en común algunos pro-

( 18) Tomás Marco . « Música española de vanguard i a». Guadarrama. Madr id. 1970. 52

En la Plaza de Castilla,en Burgos , con superro «Bruco», en uno de sushabituales paseos. 53

yectos artísti cos (19). Contertul ios son también Florentino Martínez Mata, inge niero de montes, y José Luis Gutiérrez Martínez, arquitecto municipal, falangistas notorios en vísperas de la guerra, siendo el primero su jefe en la ciudad. Como no podía faltar, Antonio José compuso un himno festivo para la reunión. Por su parte, Palmero, profe sor de Dibujo, llegó a prep arar un lienzo sela tertulia del madrileño Café de Pamba mejante que inmortalizara . El propio Ramón al Gómez de la Serna habría visita do alguna vez a estos animados cipre ses, entre los que se cuenta igualmente el escultor Alonso y en cuya algazara no faltó nunca el humor y el desparpajo del orfeb re Saturnino Calvo . Próspero García Gal lardo, uno de los ya escasos supervivientes de aquella cita nocturna, recuerda que en cierta ocasión acudió Federico García Larca (20) .

Conoc emos anécdotas de la tertulia. Desde ella, por ejemplo, se organizaron audiciones musicales íntimas en los estudios de la naciente Radio Castilla . Sabemos que Antonio José se refugiaba en la Peña del Ciprés cuando alguna des gracia familiar o contratiempo profesional herían su sensibilidad . Pero al acercarse el verano de 1936 , aquella conviven cia dejó paso a preocupacione s mucho más

graves.

Como la pesadumbre y la protesta del maestro ante el recelo y la latente hostilidad hacia su persona que observa en ciertos medios tradicionales de su ciudad . Antonio José se quejó muchas veces de que el Orfeón Burgalés, aunqu e elogíado, jamás había contado con grandes ayudas; mucho menos otros proyectos del autor de la «Colección de cantos popul ares burgaleses» . Se le nota desanimado, cansado del escaso interés que por las manifest aciones artísticas y de promoción cultural muestra la vida oficiosa y burguesa, impermeable como en pocos lugares al proceso de renovación republicano . Esto es atroz - escribía en mayo de 1935 - . Me gustaría un ambi ente mejor. Por lo menos más amplio de espíritu . Aquí no hay más que cretinos y cavernícolas y pobret es miserables . ¡ Si pudiera yo vivir en Madri d. .. ! Estaría mejor y ganaría más. En honra y provech o. Pero .. . ¿y dónd e me incr ust o yo en Madr id? Pero ahora, en los últimos meses de su vida, madura la idea de trasladarse a Barcelona, movido por el éxito que acaban de obtener allí sus propuestas folkloristas. También la de viajar a diversos lugares para enriquecer sus conocimientos. A Roma, a Berlín, a Moscú, y conocer así cosas nuevas y siempre atractiv as para él. Creo que me pondría nuev o para volv er al trabajo con la energía que

(19) Eduardo de Ontañón era hijo del creador del semanario satirico «El P apamoscas », que apa reció en la ciudad poco después de la Restauración borbónica y mantuvo su presencia hasta poco antes de la Dictadura de Primo de Rivera . (201 Véase igualmente la reciente obra de Próspero García Gallardo « Bajo el cielo de la gárgo la». Burgos . 1978. En part icular . su articulo « La sombra de un invitado poeta». 54

siempre he tenido. Veremos si tengo suerte, confesaba en cierta ocasión a sus amigas Emilia y Concha Sidar. y si no, a hundirme un poco más en el hastío que ahora me está ahogando.

Seguramente recuerda las palabras de su amigo Adolfo Salazar cuando, años atrás , subraya la presencia en la Cabeza de Castilla del autor de la «Suite inge nua». ¿Quién hay hoy en su región -decía el eminente crítico y compositor que pueda superar en abundancia de conocimiento y en espontaneidad de ideas a este joven? Luego recriminaba que se ganase la vida entregado a deberes sub alternos para su talento . Antonio José, por su parte, fue generoso y sacrificó

muchas veces unas aspiraciones profesionales y económicas a cambio de otras compensaciones. Si no dinero, pensó alguna vez, su trabajo merecía cuando menos reconocimiento y apoyo de quienes estaban en mejor s ituación de hacer lo . También un ambiente de tolerancia y apertura intelectual. En el momento en que se convence de que todo eso es imposible, decide marchar. Me ahogo en esta ciu dad, habría di cho tamb ién a las hermanas Sidar. Así pues, en 1936 encuentra ya vano el motivo que le trajo a Burgos siete años atrás. Ya no son suficientes el aplauso y el cariño de las gentes amigas . Desaparecidos sus padres, no encuentra razones impo rtan tes para seguir por más tiempo en semejante situación . Los más intolerantes, conv enci dos de que nunca sería de los suyos, terminaron en fin por rechazarlo. Hay un episodio famoso que contribuyó al enrare cimiento de estas relacio nes. En 1935, Ontañón y el joven Pardo Casas fundan una revista mensual, «Burgo s Gráfico», en torno a la cual un grupo de burgaleses intentaba paliar la penuria de ideas frescas y pensam iento libre . A pesar de su corta vida , jamás co noció la ciudad una publicación de aquella altura . En la empresa participó activamente el director del Orfeón, convirti éndose muy pronto en uno de los más asiduos colaboradores. En sus páginas dará a conoc er, entre otro s, su famoso artículo «Coplas sefardíes», fruto de su relación con el compositor Albert Hemsi (21). El caso es que un párroco rural había sido protagonista de un condenable suceso de violación de unas niñas, que provocó el escándalo en Burgos y aun fuera de la provincia. Ahog ado por medios infl uyen tes de la ciudad, dio lugar a que circulasen en cambio mil y un rumores y versiones .

Unicamente «Burgos Gráfico» se atrevió a la vista de que, incluso , aquel silencio había dado lugar a unas anónimas e insultantes coplilla. En un artículo mesurado, la revista pretendía poner las cosas en su sitio . Si un militar incurre en traición, decía, no por eso vamos a calificar a la noble institución de traidora. De (21) Antonio Jo sé. «C oplas sefardíes». « Burgos Gráfico». ca pieza q ue incluimos más adelante .

N.º

3. noviembr e de 1935. Magnífi -

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Probablemente , ésta es la última fotografía de su vida . El mismo la fechó de 1936 en los mol inos de Báscones del Agua, cerca de Lerma . ,

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al dorso en julio

igual manera , cuando un párroco comete una vileza , que nadie se rompa las ves tiduras s i se hace pública , porque la Iglesia quedará a salvo dando a conocer el de li to y condena ndo al infame . Qu ienes deberian haber tomado en consideración tales reflexiones se sintie ron escandalizados y recrud eciero n su asedio a una publica ción cuyo nacimien -

to habia sido contemplado con alarma . Algunos llegaron incluso a atribu ir la pa ternidad de aquel artículo a Antonio José . En poco tiempo, desasistida de anun ciantes y lectores , «Burgos G ráfico » terminó por desaparecer . La muerte de su tía Carmen , el 19 de febrero de 1936, y la de su madre , nueve días después, co inciden con la victoria del Frente Popular . M is desgracias - dirá en aquellas fechas Antonio José - me han a margad o la alegría de nuestro triunf o electoral. En otra ocasión , cuánto hubiese gozado y gritado . Tras acudir al Congreso de Barcelona , algunos le ofrecen un banquete de homenaje, el 17 de mayo, en el Restaurante Arriaga . Allí se lamentará de nuevo de la penosa situa ción por la que atraviesa su labor en Burgos (22) . Ni siquiera ya el más popular

que se le tributa en el Teatro Principal, el 24 de junio, le apartan del proyecto de abandonar su tierra. Aquella alegría desb ordante y contagiosa de la primavera de 1929 ha desaparec ido. En un ambiente enrarecido , el 18 de julio tiene lugar todavía otro acto folkló rico en el Teatro Principal. Organizado esta vez por la sociedad cultural Amigos de la Escuela, un coro de ochenta niñas de los colegios munic ipales, bajo la direc ción de Angel Juan Quesada, interp reta obras de diversos autores . Entre ellas , dos del prop io Antonio José . «Verde verderol», que recoge y en parte glosa una de las « Baladas de primavera » que Juan Ramón Jiménez escribiera en 1907 (23), y « La mañana », bellísima pieza con letra de Eduardo de antañón , que es por otro lado uno de los temas de «El m ozo de mulas ». Ambas pertenecen al grupo de canciones para niños concebidas en 1926. Fueron las últimas composicio nes interpretadas en Burgos en vida de su autor.

VI

Cuando el domingo 19 de julio se levanta la guarnición de Burgos alcanzando en pocas horas una de las victorias más cómodas de todo el movimiento militar, Antonio José se sintió muy preocupado por lo que estaba sucedi endo. Algunos esdías más tarde ve cómo se detiene a su hermano Julio, ugetista, maestro de (22 1 " Palabras en un homenaje ". Con est e tí tulo recogemos en pág inas sigu ientes la intervención de An ton io J o sé . (231 J uan Ra món J iménez. " Segunda an to lo jía poét i ca ". Casa Calpe. Madrid , 1922.

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cuela en Pradoluengo y dura nte algún tiempo redactor-jefe de «Diario de Burgos» . Pero no por ello tomó especiales precauciones .

Hubo amigos que le recomendaron que lo hiciera, a la vista de algunos comentarios que sobre su persona circulaban ya por la ciudad . Tampoco hizo caso a quienes le aconsejaban que intentase abandonarla, ahora que quizás se lo permitía una situación todavía confusa . De no vivirse entonces todas aquellas tribu lacion es, nadie echaría en falta sus acostu mbrado s paseos por los par ajes de los alre dedores. Según otros, aún sigue convencido de que su admirada República no tardará mucho en hacerse de nuevo con las riendas de la situación (24).

No obstante, el 28 de julio imparte la última de las lecciones particulares con las que, desde tiempo atrás, se ayudaba en su precaria economía. Movido entonces por una prisa extraña y aparentemente impropia del momento, se dedica a la orquestación del segundo acto de «El m ozo de mulas»; muy probable«El m olinero» (uno de los mente también, en la de otra de sus grandes obras, «Cinco coros castellanos» que publicara en Unión Musical Española el año 1933). Su estancia en Barce lona parece haberle dado nuevas energías para la labor ar-

tística, con nuevas reflexiones y planteamientos. Una partitura tota lment e en blanco, aunque ya titulada en limpio, nos da cuenta de su deseo de acometer la orquestación de la «Marcha para soldado s se le agolpan al final de su vida. de plomo» . Trágicamente, las obras importantes Esta es, sin luga r a duda s, una de ellas. Se trata de un poema humorí stico, escrito en principio para piano, en 1931, y dedica do a la colecció n de soldad itos de plomo de su amigo Eduardo de Ontañón. A fines de 1935 había decidido su orquestación haciendo de su creación un ballet. El propio Ontañón le había cons truido un escenario a fin de poder producir en él las imaginarias evoluciones de los bailarines. Las desgracias familiar es y los prepara tivos de su viaje al Congreso de Musicología le habían apartado una temporada de su proyecto (25). (24) El paseo , la fotografía , la bibliografía , tal como dice en acertado juício Rodríguez Santerbás . complementan su vocación folklorista , elementos capitales de su talante de observador de la natura leza y de los hombres . Ya desde Málaga gustaba de los paseos , incluso en bicicleta, cosa que le entusiasmó siempre . Amante del automóvil , vio cumplido su deseo de viajar en aeroplano , a mediados del mes de agosto de 1934 . (25) Sin duda, Edua rdo de antañón y Antonio José , como tantos otros en la época, se sentían atraidos por el éxito que años atrás habían obtenido en Europa , y particularmente en París, los mag níficos ballets rusos . Recuérdese que ya en 1919, Manuel de Falla habia estren ado « El sombrero de tres picos » con la compañia de ballets de Serguéi Diaghilev . Otro tanto habían venido haciendo Debussy , Stravinsky , Rimsky -Korsakov , Prokofiev , e tc . El proyecto de ballet quedará para síempre como testigo de sus inclinaciones artísticas , conec tando con la idea de que coreografía y música pueden convertirs e en vehiculo cultura l con arraigo

58

Según su discípulo Ortega Mone dero, nos hallamos an te una obr a que , de haber seguido con vida su autor , habría marcad o un nuevo estilo en sus com posiciones . Dotada de una concepción suma ment e moderna, se puede obser var en ella la influencia de Maurice Ravel, pero sobre todo la de Igor Stravinsky . Con ella, Antonio José abandona finalmente la línea posnaciona lista seguida en la mayor parte de sus composiciones e inicia un ·nuevo y esperanzador camino . Dificil resulta vaticina r dónd e hubiera llegado el maestro burgalés de no haber encontrado la muerte, o de haber tenido la oportunidad del exilio . A juzgar por esta obra, estiman do también la trayectoria global de toda su producción musical, es fácil suponer que no habría seguido a la generació n de Joaqu ín Rodrigo - bautizada por Tomá s Marco como generación perdida - . Por el contrario , habría evolucionado hacia posici ones cada vez más vanguardistas , sirviendo además de guía para las generaciones más jóvenes de la posguerra. Hipótesis que proponemos no sólo en virtu d de esa trayectoria, y par ticularmente la marcada en sus últim as obras, concebidas siempre en plena ju ventud, como la que nos ocupa, sino tamb ién teniendo muy en cuenta su alto aprecio por el arte moderno y la auténtica labor de creación . Actitud que puso de manifiesto muchas veces , como en aquel artículo publicado en 1927, cuan do dice : A nuestra sensibilidad actual es necesario sacudirla con distintos pro cedimientos que en tiempo de Monteverdi, por eje mplo, porque si siempre em please el Ar te los mismos procedimientos moriría por estancamient o (.. . ) y desde que se notó el raro po de r expresivo de la disonancia , viene predominando cada ve z má s ese recurso en la composición musical (26). al tiempo Cierto día es llamado a declarar sobre algunos personajes locales, que las nuevas autoridades le dan seguridades de que nadie le molestará . Sin embargo, el 6 de agosto es detenido en su domicilio por un grupo armado de falangistas . Sin trámite alguno, es conducido al penal próximo a la capital. Su detención , al conocerse, produjo un gran efecto. Tanto que se ha dicho siem pre que incluso hubo gestiones para evitar su ejecución entre los mismos parti darios del levantamiento (27). popular y de masas . Muchos de sus compañeros de generación cuentan en su producción con algu · na obra de estas características . (2 6 ) «Una de tanta s opinio nes : la mía ». «Diario de Burgos », 25 de noviembre de 1927 . Con él comentaba ampliamente otro de José N. Quesada, «Música ... ratonera », del 17 del mismo mes . Al t ie mpo que manifestaba su posición ante el arte modern o, Antonio José hace una defensa de la buena música contemporánea, objeto de una polémica que cerró José N. Quesada, los días 7 y 9 de diciembre , con el artículo titulado «Dad a Dios lo que es de Dios , y al César lo que es de l César». El que suscribe Antonio José está fechado en Málaga . (27) Anton io Ruiz Vilaplana , el que fuera Secretario del Juzgado de Instrucción de Burgos desde 1935 hasta junio de 1937, momento en el que huyó de la zona nacionalista , describe el ambiente bélico burgalés en su obra « Do y fe . Un año de actuación en la España nacionalista ». Epidauro Edicio nes. Barcelona , 1977. Las primeras ediciones de este libro se realizaron en Barcelona y París el año 1937. El capitulo X es el dedicado a « La ejecución de Anton io José , el músico poeta ». La obra con -

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Rubén Hermosa, palentino, diecisiet e años , militante socialista, es capturado la guerra civil; su destino es el penal de en su tierra en las primeras semanas de Burgos. Allí, a la espera de una ejecución luego conmuta da , conocerá los últim os días de Antonio José. Y cuand o éste desaparezca, ocup ará su jergó n de paja y noches de sobrecogimiento. Casi nadie en aquella brigada sabía nada de los demás . Nos traían de muchos lugares. Pero muy pronto comencé yo a sim pat iza r con aquel hombre. Rubén Hermosa no es, desde luego, un intelectual; su trabajo, además, ha sido considerado siempre como marginal: barraquero de feria. En el poco tiempo que vivimos jun tos, y sin que yo tuviera de él la menor noticia, prosigue, me demostró una humanid ad exce pcio nal . En el trato, en la comprensión, sob re todo en las esperanzas que deseaba infundir a todos .. . Probablemente, a él el primero . Informado al cabo de los años ha dicho más de una vez que quisiera conservarlo en su memoria como un mundo de armonía. El 11 de septiemb re, Antonio José recibe, escrito en un trozo de papel amarillo, un amenazador anónimo (28). Ese mismo día, consternado y triste, se apresura a escribir a su buen amigo Matías Martínez -Burgos (29). La misiva decía

textualmente. Viernes, 11 septiembre 1936 Sr . D . Matí as Martínez-Burgos Disti nguid o señor y ami go: El asombro y la tristeza no sé si me dejarán escribir . Por si fuera poca la angustia de este injusto encierro a donde me trajeron hace 36 días sin saber quién, ni por qué, ni para qué, ahora mism o acabo de recibir esta venenosa carta que le incluyo y que apenas he terminado de leer.

t iene errores diversos ; particu larmente el capítulo d e ref erencia . Aunque ya advierte que conoció a Antonio José de una forma muy superficial, dado el escaso t iempo que llevaba en la ciudad cuando ocurren los trágicos sucesos de los que da fe . Por otra parte , los medios cultura les de la zona republi cana ded icaron atención a la figura del mú sico desaparecido . Así, el citado cap ítulo aparecía reproducido en el N. 1 de la revista mensual « Mú sica» (Barcelona , enero de 1938) , editada por la Dirección General de Bellas Artes durante el primer semestre de aquel año . En dicho número . junto a «L a ejecució n de Antonio José , el músico poeta », se inclu ia tamb ié n. por indicación expresa de José Subirá , una reseña t itulada « Algunas obras de Anton i o José ». º

(28) En el facsímil del anónimo que ofrecemos en estas mismas páginas comprobará el lector. junto con el pobretón estilo de su redacción , que de los conocidos personajes que c ita este legion ario de España, únicamente Pedro Muñoz Seca muere fusilado , en efecto , en 1936. Pero sólo dos años después desaparecerá Serafín Alvarez Quint ero . Los restantes mur ieron una vez finalizada la guerra civil , y m uy recientemente Ricardo Zamora , el famoso guardameta . (29) Por su interés testimon íal : incluimos tambie n el facsímil. Es intención de la familia Martínez Burgos donar un día los srcinales del anónimo y la carta a los sobr inos del mús ico burgalés .

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Ah or a me explico much as cosas odiosas que he sufrid o: Pero, casi loco de dolor me pregunto, ¿es posibl e que exista en Burgos un hombr e bie n nac ido que sea capaz inv ent ar y atr ibu irm e tan tremendas calumnias como las que se han vertido en est a carta rez uman te de odio? ¿Es posible que mi vida consagrada exclusivamente al estudi o y a la exaltación de Burg os mer ezca ahora este odio, este despr ecio y este esp antoso trato? Quiero que Vd ., o su hijo Fernando, a quien tanto quiero, se entere n de quié n ha sido el autor de esa carta vilísima y mentirosa. Pero que no se pierda . Quiero conservarla yo (si es que vivo) cuando salga de aquí, o que la guarde mi familia para pr ueba y eje mp lo de hasta qué punto puede llegar una inimaginable infamia . Yo le rue go que esa carta amarilla como Burgos, y el Sr . Jefe de Falange (que creo Mata), y el director del «Diario de Burgos» y que me conocen lo suficiente para avalar mi

la envidia la lea el Sr. Alcalde de es mi amigo Florentino Martí nez todas aquel las pers onas honradas conducta de intac hable ciud adanía

y sepan y quieran desmentir tan indignos embustes

.

Jamás pude sospechar el horrible daño de una calumnia

.

Malo, muy malo es el autor de esa carta . Ni siquiera ha tenid o el valor de firmarla con su nombre . Si es católico, como supon go, que tenga la seguri dad de que Dios le ha de cast i gar con la más tremenda pena; a él, a quien le haya inspirado y a cuant os me atribuyan un sentimiento tan canalla como el escupido en esta carta que nunca ya olvidaré en lo que me queda de vida. Haga Vd . lo que le pido y con tés teme con el consuelo de decirme que me cree un hom bre hon rad o incapaz de lo que ahí se me atrib uye, incapaz de un sentimiento innoble, inca paz de la más mínima ale gría ante un dolor . No pierda un minuto y haga el uso que quiera de esta carta y de la otra, no me la pierda ... Un abrazo a su hij o Fernando y a mi querido amigo Monteverde podré ab razarlos de verdad?) y disponga de su acongojadísimo servidor

pero

(¿cuándo y amigo

An to ni o José

Aquél anónimo entristece sus últimos días. Si hay algo que le preocupa en la carta que escribe a sus amigos es precisamente el daño moral de una calumnia que le atribuye sentimien tos tan alejados de su sentido de la vida . El, que tan disgustado estaba, a raiz de sus recientes pérdidas familiares, porque Dios no haya hecho un mundo en que triunfe siempre la alegría sobre la miseria yel dolor . 66

Matías Martíne z-Burgos, gran erudito local , era persona influyente en las filas del carlismo y creia poder hacer vale r sus relaciones en el Burgos insurgente. Ya antes de aquella carta había procura do interesarse por Antonio José ante el general Fidel Dávila, católic o monár quico y hombre de confianza de Emilio Mola , con funciones de gobernador civil en aquellas fechas . Dávila llegó a ase gurarle que , al menos mient ras él estuviese allí , el músico burgalés no sería tocado . Pero ocurre que cuando surge el anónimo, ocupa aquel cargo el falangista Francisco Fermoso Blanco . Martínez -Burgos le hace una visita expo nién dole el caso. El nuevo gobernador c ivil le propone que ponga por escrito todas las alegaciones. Así lo hará , pero habrá de pasar el tiempo sin que nadie conteste a sus reclama ciones en favor de un hombre prestigia do en Europa - dice en el escrito- y que con su mue rte pod ría last imar los nobles id eales de l glorioso movimiento. Petición de clemencia que el prominente carlista hacía no sólo por imperativo de just icia , sino por celo de nuestro Movimiento Nacional menester que su muerte no la envuelva un misterio peligroso .

( ...) Es

Indepe ndiente mente de la buena vol unt ad de sus amigos, su suerte se encuentra trágicamente atrapada - nivel de lo meramente cotidiano , tiempo corto de Fernand Braudel- por el fuego cruzado de las diversas fracciones del bando nacionalista , pues de todos es sabido, comenta Fernando Martí nez-B urgo s González , el enfrenta miento palp able aque llos días entre falangistas y carlistas . Al decir de algunos, en múltiple s aspectos son semejantes los entorn os inme diatos de Federico García Larca y Antonio José. A mayor abundamiento, el 12 de octubr e, tan solo unas horas después de la ejecución de Antonio José , se produce un nuevo relevo en el Gobierno Civil. Es ahora Antonio Almagro y Méndez quien sustituye a aquel feroz falan gista vallisoletano, según palabras del hijo del erudito carlista . Tal sustit ución , de haber con tin uad o vivo el autor de «El m ozo de mulas », habría supuesto siquiera sobre el papel - especulación arriesgada la nuestra - .una esperanza nueva para quienes hacían esfuerzos por salvarlo. Toda vez , cabe insistir en ello, que a partir de aquella fecha cesaron en buena medida aquellas indiscri minadas sacas de excepc ión, v el procedimiento impuesto, aunque sumarísimo, abría posibilidades nuevas. Quizás quienes deseaban la desaparición de Antonio José se apresuraron a actuar antes de que se implantasen aquellos cambios. he hecho esta tierra lo queJosé yoque ella. Al porpronto menos los primeros Antonio díasAs deí paga su encierro, comenta tendrá queenreconocerse la grave equivocación que se está com eti endo y que no tardará en salir en libertad . Poco a poco, sin embargo, se ha hecho con el sereno convencimiento — actitud estoica y mesurada siempre la suya — de que algo irreparable se ha fraguado cont ra él. A sus amigos les pide que no vayan a vis itarle . Tampoco 67

quiero de ningún modo que se haga ninguna gestión en mi favor, ni procurando mi libertad. No sé ordenar las cosas que quisie ra decirte . Salud y abrazos... Tal es la forma en que se expresa en la última de sus cartas .

Aquel libelo infamante le llevará incluso a desear poder salir de allí, huir de la España trág ica y volver a París para obten er cuanto antes una nueva nacion alídad. Mariano Ortega Monedero y Fernando Martínez -Burgos González, sus jóvenes discípu los, transgredieron en ocasiones la prohibició n que les hiciera Antonio José. Serán mu y probablemente los últimos amigos en visitarle, como los últimos habían sido en contemplar su quehacer artístico a finales del mes de julio. Acudían al penal llevándole la esperanza y las noticias de la calle . De este modo conocería, por ejemplo, la triste suerte de García Larca, muerto en agosto. El hijo del intelectual trad icionalista cuenta

por su parte que bajó a

la cárcel a

En aquella ocasión , Antonio José se mostró preoc upad o finales septiembre. por el de destino de los presos que cada maña na abandona ban el recinto. El atribulado muchacho sólo supo responderle con una media verdad : Dicen que los trasladan.. . Pero no vuelve a saberse nada de ellos. Recuerda a su maestro camino de la total certidumbre; pero sobre todo sumamente dolido por el grave daño causado a su integridad moral y a su alto concepto de la ciudadanía. El anónimo le lleva un tormento y una tristeza incalculablemente mayores que la idea de su cercana muerte (30). Fue la última visita que le hizo .

A la hora de dete ctar al posible auto r del anó nimo , una serie de dat os y testimonios nos acerc aron enseguida a aquel embos cado legionario de España . la sección de choque Es decir , a un miembro o cuando menos simpatizante de del grupo fundado en 1930 por José María Albiñana , primer ensayo de fascismo español (31) . Se trataba de un personaje ciertamente intranscendente en la vid a lo (30) La volunt ad de Antoni o José de que se localizara el srcen del anónimo , causa de su tortura espiritual. fue cumplida en su momento por los receptores de su carta del 11 de septiembre . Por nuestro lado, a lo largo de la investigación . hemos proce dido a ratificar las pesquisas de sus amigos . En las páginas que siguen encontrará el lector una descripción del individuo en cues t ión . A los datos que aportamos hay que añadir aqui que dir igió una banda de música de albiñ an istas durante la guerra. que fue autor de la música de algún himno de localidades de la provincia I que falleció algunos años después de finalizada la contienda . En cualquier caso . un elemento irrele lante en la sociedad burgalesa . Esa intranscendencia personal del titulado legionario de España , pero espeéialmente el espín :u de reconciliación y paz civil que nos anima , han aconsejado om itir su nombre . No diría nada a la gran mayoría de nuest ros lectores . Lo cual , en fin, no obst ruye por otra parte la comprensión d e la verdad histórica de Antonio José . (31) El Partido Nacionalista Español, creación del doctor Alb iñana en visperas de la República, contó con una avanzadilla o sección de choque cuyo objetivo declarado era la lucha activa contr a

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Antonio José con su abrigo de cuero paseando juntoal Teatro Principal,en Burgos.

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cal. Hombre tosco y bravucón, a lo que parece hacía sonar orquesta de la ciudad.

el contrabajo en alguna

Por lo que hemos podid o saber, aborrecía prof unda ment e a Antonio José . ese sentim iento bullían pautas de diversa naturaleza. Claramente políticas unas, mu y personales otras, estas últimas procedían en buena medida de un al director del Orfeón. fracaso profesional del que hizo injustamente responsable Se había convocado en cierta ocasión una oposición para cubrir una plaza de músico en el ámbito municip al. A ella se presentó este albiñanista, con más osadía que conocimientos . Formaba parte del tribunal nuestro joven compositor, el cual, llegado el turno del examinando, debió de estimar que no merecía pasar de simple aspirante a la plaza al observar la frágil consistencia de su preparación musical. Le convendría a usted repasar el «Eslava», fue su comentario ante el desolador panorama (32). En

Aquello , en un hom bre que además doblaba la edad a quien se hiciera famoso por su rigor profesional, suscitó el rencor y le enemistó para siempre con Antonio José. Con frecuencia se le oía despotricar contra él, no faltando las acost umbra das alusiones a sus vínculos masónicos y marxistas. Pero, en realidad, muy pocos podían sentirse a salvo de sus improperios. Sobre todo, su profesión. Ni siquiera José Maria cualquiera que hubiera logrado algo digno en Beobide, nada sospechoso de querencias izquierdistas, quedó libre en su época de Burgos de las persecuciones ' de aquel hombre insignificante y envidioso : Ese Beobi de, ese vasco, espetaba al primero que la hacía caso, que se largue a Bilbao , que es donde tiene que estar, y que deje de molestarnos con e l órgano. . . En los cafés de la ciudad sólo tenía dos temas : el cirujano de hierro frente al liberalismo de la República y el repaso a los musiqui ll os suficientes. Pertenecía a esa clase de individuos que descubren que su elemento es el activismo del miedo y el terror que desencadena toda guerra civil. Con él descarel judaísmo. la masonería. el marx ismo y el separatismo. la Instituc ión Libre de Enseñanza y la Universidad . Se denominó Legionarios de España : sus miembros fueron reclutados preferentemente entre las capas más conservadoras de la pequeña y mediana burguesia urbana y agraria , utilizando como atizador de las organizaciones sindicales afectas a las Casas del Pueblo los estratos prole taríos más atrasádos . En sus desfiles lucian camisa azul celeste y gorro militar . Si bien el grupo de Albiñana pasó a un muy discreto segundo plano a partir de 1934. en beneficio de falangistas y nacionalsindicalistas. se mantuvo con cierta incidencia en algunos lugares . compar tiendo un espacio politico con otras organizaciones ultra derec.histas . Tal fue en buena medida el caso de Burgos . al amparo del acta de diputado que por esta provincia obtuvo su jefe indiscutible

en las elecciones generales de 1933. y una propicia compo sición social de la sociedad burgalesa de la época . De cualquier forma . algunos. como Ruiz Vilaplana . exageran su papel en los aconte cimientos del verano de 1936. en perjuicio de los falangistas . Tesis ésta con la que no podemos

estar enteramente de acuerdo . «Método completo de solfeo », srcinal de Hilarión Eslava (1807- 1878). Obra muy utilizada tradicionalmente en los estudios musicales. cuyo autor ejerció la docencia y fue compositor de óperas y obras religiosas . Maestro de la Real Capilla. fundó la prestigiosa «Gaceta Musical».

(32)

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gan sus frustraciones y proceden a liquidar sus contenciosos personales . Eligen sus vícti mas . Para estos pequeños insur gentes , ese inesperado protagonismo su fidelidad al ideario triunfante. les permite además disipar cualquier duda sobre y la mejor prueba se la garant i za una víctima de alta sign ificación . Luego, destruidas las naves, se sienten devorados ellos mismos por el miedo y el terror que siembran a diario; miedo y terror ante una posible vuelta atrás de la situación, y miedo y terror a no algunos poder probar suficientemente inquebrantables , en su pasado en particular cuando no pueden ocultar actitudes ambiguasadhesiones inmediato . Semejant e radiografía —aplicable sin duda a otro s cont extos — bien puede explicar la vocación de torturador de aquel individu o al enviar el anónimo que tanto acongojó a Antonio José. Pero tuvo poca participación , si es que tuvo alguna, en la tragedia final. No por falt a de ansia de venganza, s ino porque su grupo no gozaba entonces de los privilegios que estaban al alcance de otros . Martín ez-Bur gos, hijo, nos aclara: Los albiñanis tas hicier on sus barbaridades, como si dijéramos, al margen de la ley . Pero otros tenían más bula ant e las

nuev as autorid ades y logra ban fáci lment e una sanció n favorable para sus listas de ejec ució n. Y concluye: La muerte del mae str o estaba programada. Yo lo supe después p or un falangista, íntimo amigo mío, que posteriorme n te fue muert o combatiendo en el frente de Teruel . El domingo 11 de octub re de 1936 , en la última lista de la jornada, queda incluido el nombre de Antonio José Martínez Palacios . Al oir que era citado , se peinó y se arregló la ropa . Se despidió de todos . Ya en el patio, un o f icial de la cárcel cumplimenta la lista visada en el Gobierno Civ il y que le tiende quien manda la milicia de turno. Este funcionario , Isaías Vergara , conocía y estimaba a Antonio José desde hacía tiempo . El mismo había realizado estudios ' de violín y, aun no destacando en tales menesteres, era ten ido por todos como un ejecutor digno, habiendo sido también profesor del hijo de Matias Martínez-Burgos. Persona sensible y de ancho corazó n, relató más tarde aquellos momentos. Las actu acio nes que venía contempland o en los últimos meses le contrariaban en sumo grado . Por eso, no pudo por menos que es tremecerse cuando leyó en el oficio el nombre de su buen amigo. Este, sobrep oniénd ose al desasosiego y la incertidumbre, consiguió acercarse y preg untarle por aquella salida de la cárcel. Póngase usted, ami go mío, en lo peor, consiguió articula r el oficial Vergara, mientras un mie mbr o de la Compañía de Jesús, que ejercía la capellanía del penal, dirigía una piadosa plática a los alli reunidos . Habia también un muchacho, casi un niño, el cual, ciertamente asustado, casualidad o decisión propia, vino a colocarse al lado de Antonio José. Era uno de los aprendices del taller donde un dia se confeccionara «Burgos Gráfico ». Fueron esposados juntos . Para remediar el rigor de las noches burgalesas, Antonio José y aquel muchacho llevaban sendos abrigos de cuero , prendas mu y apreciadas en aquella época; el 71

La soledad del montecillo de Estépar .

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jefe de la milicia falangista encargada de la expedición -labrador con algún jornalero a su servicio - conv ino con su gente mien tras arrebataba aquellos abrigos: Este, para mí, señalando al que vestía el compositor ; el otro, para mi criado ... (33) .

Luego , por la carretera de Portugal,

la

comitiva se aleja en dirección a

la derecha hacia un cercano Estépar. A la altura del pequeño pueblo, tuerce a montecillo de carrascas. El ensueño de que se han valido sus amigos para el recuerdo feliz del gran compositor castellano ha querido fijar la postrera instan tánea de un Antonio Jose en el paisaje de Estépar gritando un ¡ Viva la Música! Realidad o mito , poco importa ahora. En todo caso, es la antinomia perfecta de aquel otro ¡Mueran l os intelectuale s! i Viva la muerte! que escuchase el paraninfo de la Un iversidad de Salamanca , apenas unas horas más tarde .

Sobre el piano de su casa de los Vadillos - mito o realidad de nuevo - quedó para siempre la partitura de una obra compuesta a los veinte años . Su tí · tulo, «La m uñec a rota», dibuja la premonic ión de aquella fría mañana de octubre. Hoy, ante el necesario encuentro con Antonio José -siquiera en su semblanza humana y en su extraord inaria obra - , hoy que necesitamos recuperar nuestra pro pia historia , queremos traer aquí , a modo de colofón o corolario posible , las pala bras de un musicólogo de nuestros dias , Angel Sagardía, estudioso de la obra de Manuel de Falla , de Guridi y en general de la música vasca, y uno de los que más han profundizado en el conocimiento y significado de la zarzuela. No conoció al músico burgalés . Hace más de un cuarto de siglo, definía mu y acertadamente el papel reservado para él en la historia de la música. Dice Sagardía (34): Al inolv idable Antonio José le caben los calificativos de educador musical del p ueblo, y también el de composi tor del pueb lo , lo cual no es igual que músico popular. El músico o compositor del pueblo, tal Antonio Jos é, es el que siente una atrac ción por lo humilde, lo sencillo, que es tam bién , casi siempre, lo puro . Estudia y profundiza en las canciones populares, sobre todo en aquellas que tararean .en ocultos lugares las personas más ancianas, para llevarlas al pentagrama y trazar obras , principalmente corales.

(33) Ju lio Martínez Palacios . hermano del músico burgalés , fue fus ilado al día siguiente, 12 de octub re. Según algunos , la ejecución de ambos estaba prev ista para una m isma mañana . Enfermo y destrozado a l saber la suerte de Anton io José , fue dejado para una poster ior exped ición . (34 ) Angel Sagard ía. «En torno a los compos i tores burgaleses Santamaría , Olmeda, An t onio José y Calleja». « Bole tín de la Inst i tución Fernán González ». Burgos , febrero 1953. 73

CERTIF( CO: rt ntl

,

Partida de defunción de Antonio José . 74

Así las ha tomado de labios del pueblo; las hace correctas y armoniza a cuatro, coral. Antonio José, a la que él fundó, seis y ocho voces; las entrega a una masa integrad a princip alment e por gente modesta, obrera, y las interpreta para el pueblo, para las masas. En ocasiones, para aquellas personas que se las dieron a conocer. Este es, señores, el educador del pueblo, el músico del p ueblo; que es bie n distinto al músico popular, sobre todo al que se entiende por tal desde época reciente. Est e, en la mayor parte de los caso s y espe cia lme nte en los últi mos tie mpo s, y también en la actuali dad, suele ser un «f abricante» de melodías, vacías, carentes de sentido a rtístico, desenfad adas, llevan do palabras del peor gusto e incluso inmorales, en cuyas melodías, indignas de tal nombre , rebaja y hasta embrutece los oídos y los gustos de las masas . La diferencia es bien notoria . El músico, el com po sito r del pueb lo, eleva y enno blece a éste ; el músi co popu lar, por mejor deci r populachero, pervierte el gusto que puede tener la colectividad. Anto nio Jo sé un e un exce pciona l te mperamen to musi ca l co n esa se nsibilid ad artística que sólo poseen los grandes talentos (...).

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«COPLAS SEFARDIES»(*)

Artículo de Antonio José public ado en la revista mensual «Burgos Gráfico», N. 3, noviembre de 1935. Ruíz Vilaplana lo data erróneamente en marzo de 1936 cuando, en su «Doy fe. .. » , lo menciona como el delito que algunos le atribuyeron para enviarle a la muerte . Agradecemos a Angel Manuel Ruera y a la familia Rodríguez Berasategui las facilidades dadas a fin de insertar el presente trabajo del músico burgalés. (* )

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Hace unos tres años el jóven y fecundo compositor judío caballero Alberto Hemsi tuvo la atención de enviarme dedicada desde Alejandría la primera serie de coplas sefardíes que la «Edition Orientale de Musique» de Egipto (de la cual es director) acababa de publicar. El estudio de aquella música sefardita fue un asombro para mí; así lo escribí en algunas críticas. De entonces acá Hemsi me ha mandado sucesivamente cuatro series de ramansas judías, —la última de ellas me acaba de llegar-, y cada cuaderno recibido era un certero saetazo al viejo refrán que dice «nunca segun das parte s fueron buenas»; por lo menos en las publicaciones de Hemsi falla, pues si el primer cuaderno era bueno, el segundo fue mejor, y el tercero superó a ambos, y el cuarto parece ya insuperable y sin duda lo será... hasta que salga el quinto. Pero es preciso para mejor valorar la magnífica labor de ,este maestro folklorista algunos datos sobre lo que son y lo que hoy significan estas coplas sefardíes.

la

Ya en la portada, como una invitación a la expectante y ávida curiosidad, está noticia escueta de dos países y dos fechas que, con relación al contenido de los

es todo cuadernos, un poema de nostalgia y ternura; aunque para nosotros repreasí tan sente un suave reproche por diversas razones ... Dice solo: «España 1492 - Rodi y Salónica 1932». El autor en una breve nota escribe que estas melodías populares, conocidas con el nombre genérico de coplas o ramansas, han sido recogidas por él en Rodas, capital del Dodecaneso italiano y en Salónica, el antiguo pueblo de la Macedonia griega, entre la población judía denominada sefardí por su srcen español, y que esas canciones representan un evidente interés histórico. Y así es. La música popular española fue enriquecida por la sucesiva concatenación de diversos dominadores y de civilizaciones disímiles y después emprendió viajes de

en todas direcciones. Los moriscos y los judíos sacaron estas cancio exportación nes de España «cuando una política regia -como dice mi buen amigo el erudito musicólogo José Subirá en un prólogo- deseosa de afianzar la unidad nacional en lo religioso y en lo étnico, tras la conquista de Granada y el descubrimiento de América, les impuso el abandono de una tierra donde ellos y sus antepasados habían vivido éomo en su propia patria» . Los judíos expulsados en 1492 de España 79

se expandieron por el mundo llevando en el bagaje de sus recuerdos la canción popular aprendida en nuestro suelo, y nuestra canción vernácula expresó fuera de España el íntimo sentir de los judíos desterrados . Tras cinco siglos de exilio los judíos españoles han conservado puro el tesoro musical que sacaron de España , sin quererse desprender de esa bella reliquia, que no otra cosa representa para ellos

en general , y tan hermoso espiritual. Los judíoscon delfidelidad próximoasombrosa Oriente, no solamente los de Rodas patrimonio en particular, han conservado el idioma de la antigua Castilla, sus usos y costumbres, sino también numerosos poemas populares que actualmente forman parte de su vida cotidiana. Hemsi nos dice en su obra que el judaismo de Salónica constituye un factor considerable en la vida y el pasado de la colectividad sefardita, no sólo desde el punto de vista hebraico, sino desde el de las tradiciones españolas. Su importancia se debe, en primer término, a las notables cualidades de sus miembros, que en 1912 sumaban unos cien mil sobre una población total de 150.000 habitantes. Distintas vicisitudes y emigraciones que siguieron a la guerra europea redujeron aquélla cifra a unos 40.000. La comunidad de Salón ica poseía desde antiguo una fuerza numéri ca y

además relieveycaracterístico como entidad del judaísmo universal enungeneral dentro del sefardismo particular.dentro en espiritual Este último, especialmente, se complacía en considerar a Salónica como una capital espiritual judea-española. Según ciertos escritores, la colectividad judía de Salónica tiene una historia muy antigua . Sin embargo, es indudable que, en su mayor parte, esta colectividad procede de los desterrados de España y Portugal en el año 1492. Otro detalle no menos importante es la supervivencia del idioma español al orar los fieles en los templos, y hecho notable de apego perseverante a la tradición es también que los sefarditas de Salónica canten todavía en ladino o lengua castellana medieval algunas oraciones durante los oficios de ciertas solemnidades puramente rituales . Enormes han tenido que ser las dificultades que Alberto Hemsi ha encontrado al fijar con precisión las líneas y las formas de un texto literario transmitido oral mente desde hace cinco siglos. Le ha sido preciso observar ahincada mente las manifestaciones privadas y públicas de la vida de los sefarditas de Rodas celebradas en diversas épocas del año en los barrios medievales que antiguamente fueron habitados por los Caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén, de cuyas costumbres parece desprenderse el efluvio de una arcaica poesía. Y antes de publicar estos cuatro cuadernos de coplas sefardíes ha tenido que comparar con paciente escrupulosidad las diversas versiones literarias y musicales de un mismo poema solicitando el concurso de gran número de personas de todas las clases y de la más variada condición social; así ha empleado Hemsi quince años de estudios folklóricos, hasta lograr la forma que parecía acomodarse más justamente a la tradi ción probable y a la lógica. Para la apreciación de esta labor penosa hay que añadir que algunos poemas fueron transcritos en caracteres hebreos denominados rachi, los cuales forman una escritura usada entre los judíos de Oriente, y a esta transposición gráfica atribuye el autor determinadas anomalías fonéticas que con pre80

cisión sobresaliente señala en el breve introito de su obra admirable; obra que para nosotros los españoles debe ser ejemplo folklórico, po r su belleza, por su interés, por el minucioso esmero de su exposición y por el discreto modernismo de su tratamient o armónico . Labor delicada de enamorado y de orfebre que prueba, como pocas, la sapiencia de un maestro. Ejemplo, digo, para los músico s esp añoles porque es casi general ·entre nuestros compositores el tranquilo usufructo de una por tonada popular, apuntada con más o menos precisión (más menos que más) cualquier folklorista dilettante, a la cual se suele empaquetar anacrónicamente entre acordes etiquetados de tónica y dominante, sin estudiar antes la intención de su forma, de su ritmo, de su melodía, de su tonalidad... El resultado es esa baraúnda de canciones, de danzas y de coros seudopopulares que nos dan por buenos los más ineptos músicos de hoy, completamente horros de técnica y hasta de lírica sensibilidad . Que si la canción popular requiere fino instinto para su degustación, también necesita por parte de quien ha de trabajarla especialísimas cualidades imposibles de repentizar. Y de un modo singular la canción popular española por los distintos componentes que nutrieron la raíz de su lejano abolengo en el constante devenir de tantas civilizaciones como pasaron por España y que fueron dejando formar aquí un sedimento lírico srcinalmente abigarrado, que más tarde había de la riquísima solera de nuestra canción campesina.

Nosotros, por descuido, por desaliño, hemos ido quitando las curvas amplias, las pequeñas aristas de la melodia popular hasta dejarla monótona y fría, insípida en la mayoría de los casos, y así la vemos ahora sin aquella pátina arcaica que era su mayor encanto. Advierto de nuevo que la visión de nuestro vastísimo campo folklórico no es tan pesimista en su totalidad, y si mucho malo se ha recogido, también hemos enmotivos deespañola. contrado tan subido valor que riqueza lírico-popular

por sí solos demuestran la inagotable

Pero es que en estas coplas sefardies que comento veo a Hemsi trabajando con un crite rio, una precisión y un talento casi único s por poco corrientes . Tanto el poema como el motivo popular melódico están tratados, repito, con verdadero mimo. y la parte pianística que acompaña estas canciones es suelta de escritura, libre, de gracioso desenfado. En ella fluye el ritmo espontáneamente, con independiente holgura. Todas o casi todas las canciones populares que por aquí vemos adobadas sin la menor idea rítmica, van violentadas, como el agua aprisionada en tubos. En estas romansas de Hemsi, de exuberante armonía y magnífica riqueza la melodía discurre libre y feliz, a plena luz, el rítmica, de lluvia entre hierbas y flores. Quizás, aquilatando con un poco de como rigor, esaagua libertad risueña de la parte pianística desdibuje algo la sencillez de la línea melódica, pero es un momento : el buen sentido del autor clarifica y ordena todo al punto. Todas y cada una de estas coplas sefardíes invitan a un más amplio comentario; pero ese estudio no cabe aquí.

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«PALABRAS

(0 )

EN UN

HOMENAJE» (*)

Con ocasión de su éx ito en el Congreso de Musicología de Barcelona . se la tributa un banquete

de homenaje en el Restaurante Arriaga de la capital burgalesa , el 17 de mayo de 1936. En la mesa de honor, junto a Antonio José, figuran sus amígos Manuel Ruera (alcalde accidental de la ciudad). Eloy García de Quevedo presidente del Orfeón Burgalés) , Maria Cruz Ebro y, como miembros de la comisión organizadora del acto, José Luis Monteverde , Félix Alonso González, Luis Sáiz Barrón y Gonzalo Díez de la Lastra. A los postres, Antonio José dió lectura al discurso que ofrece mos . «Diario de Burgos » lo recogía en primera plana en su edición del martes 19 de mayo.

Mucho más que preparar mi trabajo sobre el folklore burgalés en el pasado Congreso Internacional de Musicología, me costará soltar este obligado colofón .

Sobre todo después de este opíparo almuerzo . Pensando en lo que tendría que decir al final -esta costumbre es endémica en los banquetes - no he comido a gusto, y ahora para hilvanar esto que voy diciendo, he pasado y estoy pasando unos apuros que van a comprometer la buena marcha de mi digestión. Porque yo soy un epicúreo. Un epicúreo modest o, claro está ... Me gusta gozar de todo apacibleme nte. Y hoy el placer de la comida me lo han chafado ustedes . De todos modos, muchas gracias por el agasajo . He comido bien , y además gratis . Esto es lo mejor que puede encontrar un epicúreo sin pretensiones. ¡Si no fuera por esta papeleta de tener que decir algo

... !

La verdad es que me parece excesivo este homenaje, porque no hay

relación entre lo que yo he hecho y lo que ustedes me elogian . Fui a Barcelona con dinero que generosamente me dieron la Diputac ión y el Ayuntamiento. Las canciones que llevé y expuse me proporc iona ron un lucimie nto inesperado; un lucimiento a todos asequible y fácil, puesto que recoger canciones no cuesta más trabajo que arrancar al campo azulinas y amapolas. Yo, en todo caso, no he puesto nada más que el acarreo. Tanta ponde ración y tanto aplauso y tanto homenaje quien se lo merece es la canción popular; no yo. Y es que en nuestro modo de vivir se repiten graciosas paradojas : en las exposiciones caninas, por ejemplo, se premia a un perro guapo. por eso: por guapo; cualidad entera y exclusivamente suya. Sin embargo, no es el perro sino el amo quien cobra y disfruta del premio. En las carreras de caballos es el caballo el que realiza un esfuerzo extensamente; pero el momio . Pues es para el amo. Aquí pasa igual. ¿Son mías las canciones burgalesas? No 85

bien, yo las estoy cob ran do con creces, en aquellos momentos de Barcelona ye n éstos .

A pesar de todo, yo deseo aprovechar esta ocasión de alabanza y cordialidad, tan rara en nuestra vida local. Porque mañana habrán olvidado ustedes esto de hoy . Y yo , mañana, volveré a luchar por Burgos , en soledad de náufrago; con mis paisanos abúlicos y criticones a quienes cualquier cosa de fuera parece mejor; con mi Orfeón Burgalés, labor abrum adora milagrosamente sostenida por sólo dos o tres centenares de socios protectores de peseta mensual, en un pueblo con más de 40.000 habitantes ... Con mis obras que aqui nadie oye ... Yo quisiera sugerir algo serio aprovechando estos raros momentos de fervor por nuestra canción burgalesa. Quisiera disponer de un enérgico poder persuasivo que levantara nuestro espíritu y lo acompasara al ritmo del instante actual. Nuestro pueblo se durmió llorando al Cid. ¡Dormido sigue toda vía! Y su modorra le hace apático por pereza; indiferente , pesimista, y hasta hosco con todo aquel ledegusta, que quiere hacerolvidando algo. A nuestro pueblo y realizar susesperando sueños, sino soñarrear toda preocupación vida no. soñar Estamos siempre tumbados el milagro que nos impulse. Y repetimos una y mil veces que aquí nada se puede hacer, lamentando la falta de capacida d, de energía, de dinero ... En nuestra ciudad ha nacido como .una inmensa seta un gran tópico: que aquí no hay ambiente para nada. Esta bobada es como decir que aquí no hay ni clima. El ambiente , esa impresión moral de alegría o pesimismo, lo llevamos cada uno de nosotros dentro . Es un sentimi ento que va de dent ro a fuera. Y es

inútil esperar galvanismos externos de favor. Nosotros necesitamos cohesión recia; nos hace falta despertar y poner nuestro entusiasmo y nuestra fe en algo en en latente: si es preciso nuestro sea . ¡Pero nuestro en algo! porven ir, ... Dondepaisaje,

en el fútbol,

¡o en

los toros!

Primer arranque de estos propósitos? Por ejemplo : el culto de nuestra canción popular . ¿

La

canc ión popular es el germen de toda belleza.

canción popu lar es como la alegre carga de color y polvo de oro de las mariposas, como el vuelo blanco de la paloma entre cielo y mar, como el bulli cioso velo de la aurora que traen en el pico los pájaros al romper el día, La

como el gozoso frescor de la mañana en torno del molino... Y la canción popular es también el hada buena que nos inspira a la música . A la MUSICA, con letras mayúsculas . Esa verdadera música que es mucho más que la combinación de sonidos y tiempo . Esa música que es principio de bondad y de filosofía. Que es arte y es ciencia, y es idea y es espíritu . 86

música es una lengua universal que refiere armonios amen te todas las sensaciones de la vida . La lengua es de esencia divina , porque el canto es tan natural al hombre como la palabra y como el grito . Y la música es la lengua del universo . La

La música es un arte sutilísimo e inmaterial.

El escult or necesita piedra y

la naturaleza cinceles; el pintor, lienzo y colores, y ambos tienen los modelos que brinda. Solo la música trabaja en el vacío y con el vacío; no dispone sino de sonoridad es, tan pronto percibidas como extinguidas, de las que únic amen te queda la impresión íntima del recuerdo; y con elementos tan fugaces, la música cautiva el oído, interesa la imaginación y exalta el alma. La música es una ciencia exuberante cuyas posibilidades de equilibrio expresivo no tienen fin. La música es la arquitectura de los sonidos : una sinfonía de Beethoven o un coral de Bach son edif icios sonoros, del mism o modo que son magní ficas muestr as de armonía arquitec tónica la Catedral de Burgos o el Partenón de Atenas.

música es la palabra del alma sensible, como la palabra es el lenguaje del alma intel ectua l. Unos cuantos siglos ant es de Jesucri sto ya dijo Platón que no se había de juzgar la música por el placer, ni pref erir aqu ella que sólo tenga a éste por objeto, sino la que contiene en sí misma el reflejo, el crisma y la semejanza de lo hermoso . La

es la facultad de crear. El arte es El arte es para el hombre lo que para Dios un resumen de la naturaleza hecho por la imaginación. Por todo eso, la música

es también una religión. Una religión limpia y gozosa sin limit acion es de horror ni de amenaza. Por eso también , de toda s las clases de la sociedad, la de los artistas puros es la más rica en almas bien templadas y en sentimientos nobles . Dispútase mucho acerca de los artistas y sus procedim ientos ; se comentan los oficiantes del culto y sus ritos . Pero, ¿y la Diosa en sí misma y por sí misma? Se ha dicho tantas veces que la música exige ciencia, que los que sólo saben adorarla ingenuamente apenas se atreven a hablar sino para sus adentros, como creyentes desdeñados por los teólogos. Pero , sin fe, es vana toda teología , y el acto de adoración del más humilde de los fieles es el único pretext o legí timo de todas las pompas litúrgicas. La crítica artística más sabia, si no inspira el amor a la belleza, no es más que vana y pesada retórica; es el fracaso de los que razonan ante los que sienten . La música no es el conjun to de las partituras que se han escrito. Es un elemento eterno al que aquéllas hacen alusión, y este elemento es el que reve renciamos a través de ellas. La crítica habla demasiado de ese elemento como de un arte que hemos inventado . Y ese elemento, ese algo impalpable que nos

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sugiere la música, que es la MUSICA misma, no lo hemos inventado los hombres, como no hemos inventado tampoco la luz. Es un inefable misterio que llena todo el éter; que crea en nosotros un estado maravilloso, ins óli to y soberano de conciencia hiperfísica; que existía antes que nosotros, y que nos sobrevivirá... Vean cómo la música es buen impul sor para nuestros prop ósito s optimista s de super ación burgalesa. Cualquier pretexto sería bueno para ese resurgir. Yo indico ho y el culto por nuestro folklore vernáculo.

iA trabajar con amor por Burgos! Sin prisa, pero sin descanso: como la estrella... Y también con fuerza inexorable, viviendo cada momento con mayor intensidad, en plenitud inacabable y grandiosa; a veces destrozando impetuos amente, pero avanzando y fertilizand o siempre: como el río ... Nada más.

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HUBO

(* )

UN

DIA

EN

CASTIL LA UN HOMB RE BUENO (*)

Epílogo sobre un manuscr ito de Antonio José a los veintiséis años.

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... y Castilla lo des ama todaví a. Hubo una vez -pues hay que decir que se nos mur ió como de vie nto , como de siega, como de alien to contenidoun hombre bueno en el más puro y estricto sentido de la palabra bueno , que creía, que sabía que la vida es buena y bella para el hombr e sencillo y sensato; que proclamaba que el optimismo lo suaviza todo y que a él se llega a través de la voluntad, ya que todo está en saber y querer gozar de un ambi ente preparado y conse guido por nosotros mismos. Este hombre bueno día a día su ausencia, entregar todo nuest ro — ¡qué lejos de pensar

al que hubo que mata r a golpes de silencio, para sent ir concebía la vida como una misión a la que habíamos de entusiasmo y nuestro esfuerzo, e imaginaba el porvenir en todo odio acumulado ... !— como un bello y depurado

ideal de superación.

Este hombre nació, creció y muri ó en, por, desde y pese a Burgos, una añosa ciudad del páramo que malama profundamente a sus hijos cuando vivos, cuando creen que ese esfuerzo por salir de lo viejo y lo car comido ya es un motivo creador, jamás un momento de fatiga. A Antonio José, ya para siempre joven, le entusiasmaba el avance decidido y arrollador de la juventud en cátedras, talleres y negocio s, en tanto que le producía un jovial alborozo el gesto de asombro de los hombres calvos y barbudos ante la pericia y el entusiasmo contag ioso de estos jóvene s maestros. Antonio José Martínez Palacios, este hombre hundido en la áspera meseta que lo alumbrara, creía que la comprensión flexible, la activid ad crea dora y el odio al tópico distinguían, y aún dist inguen, al homb re moderno del antiguo, a la par que proclama ba que la juvent ud debía de poner en tensión todo su esfuerzo para lograr definitivamente un inmutable abrazo universal. Este hombre, Antonio José, músi co, folklor ista , mesetario por def inición y vocac ión, estu dió allá donde viv ió - Burgos, Madrid, París, Málaga ... - , amaba 91

el saber y pensaba que

la enseñanza mejoraría, más que con buenos libros, con

bueno s profesores que enseñaran con claridad y amenidad, y sin libro s cuando niño s, para que fue ran apetecido s de mayore s. Este hombre al que taparon la boca junto a la de un pueblo que él resumiera en un pentagrama rimado, amaba la literatura y en ella, decía, a Unamu no, Dostoievsky, Valle Inclán, Pérez de Ayala, Benavente, Pío Baraja, Gabriel Mir ó, Pirandello, Fernández Flórez.. . En música prefería las obras escritas con emoción, con arte y con ciencia . Antonio José, un hombre singularmente dotado, se guiaba por su propio criterio más que por el del crítico del día: «M e asombra Bach, me encanta Scarla tti, Corell;, Couperin, Rameau, Haydn y Moza rt; me admiran casi sie mpre Beethoven y Wagner; me sorprenden Schumann, Schu bert y Chopin ; me deleitan Grieg y Debussy; me entusiasman Bórod in, Rimsky -Korsa kov (a veces), Musor gsky, y más que ninguno Stra vins ky; Scriabin y Falla me atraen, me inquietan como las alturas grandiosas y los abismos; en Prokofiev hallo un infantilismo delicioso, y nadie me emociona tanto como Ravel». Para Antonio José, los espectáculos favoritos eran los conciertos y la comedia, y sabemos que le atraía, casi como a los niños, el cinematógrafo.

Encontraba bastante estrecho el criterio moral de la época que le tocó vivir . Para él, el concepto de honor y otras cosas semejantes eran de un primitivismo inexplicable, pues está forzo samen te en lucha con la verdad racional, y cuya consec uencia era - y sigue siendo- el repu gna nte culto a la hipocresía que respira la sociedad. Antonio José, nacido casi con el siglo, que sorbió ávidamente el aire de los años veinte, para morir en los treinta , concebía la religión como un anhelo de pureza en el que debiera estar ausente toda clase de mixtificaciones; pero enco ntra ba absurda y odiosa esa fe de carbonero, semillero de faná tico s cretinos. Amaba el andar ligero , el juego de la pelota y la natación; le gustaba el automó vil y la velocidad, y sentía un vehemente deseo de volar. Le molestaba que

en su tiempo no se abordara con decidida franqueza un sentimiento tan natural como el amor y la sexualidad; pensaba que la educación que había recibido, un falso pudor atávi co y la sociedad aherrojada con tant os lastres inútiles, constit uyen obstác ulos medro sos que empañan la claridad del problema: «Bueno y bello es poet iza r los medios par a llegar al fin biológ ico; pero convertir en suplicio lo que pudiera ser sencillo y hermoso - fuente de vida- es cosa inhum ana .. ,» Y creía que la mujer debe aspirar a su independencia económica como su mejor misión y su mayor feminismo: «Una mujer económica mente indep endie nte puede mandar en su vida, sin necesidad de angu stio sa espera matrimonial ; sin necesi dad de sacri fici os afectuosos o psico lóg icos ; sin teme r el imperativo de su naturaleza. Quizás fuera esa indepen den92

cia eco nómica un dato más pa ra plan tear mejor el problema sexual». la educación recibida .

An to nio

José no podía estar satisfecho de

Antoni o José , infatigable profesional que a los veintiséis años había producido más de un centenar de obras , amén de multitud de artículos , conferencia s y conciertos , aborrece el regalo de la crítica y la crítica regalada . Tenía un profundo

conocimiento de su traba jo y de su impor tancia; tenía fe en su propia valía. Y pese a todo , se debatía en la eterna duda del trabajador intelectual : «Todos lo s trabajos dejan algo bene fici oso para la sociedad. ¿Por qué, entonces, no ha de ser útil m i actividad? » Y se justificaba añadiendo: «Además, he formado y dirijo un Orfeón de más de ciento cin cue nta voces, en su casi totalidad de obreros . Labor de cultura es, y la cultura hace al hombre bueno » . Creía que el hombre su activida d en una no podía dar un máximo rendimiento porque no proyecta sola dirección, en esa sola dirección que le traza su afición y sus posibilidades, porque , por lo general, hemo s de gana r dinero para vivir con otra cosa qu e no es de nue stro agr ado, de sencillo cumpl imie nto y d e injustificada r emuneración comparable; así, no entiendo que se pague más a Uzcudun por un match que a Ramón y Cajal por una conferencia».

Este hombre , lleno de entusiasmo y juventud combativa contra toda mediocridad , pensaba que una colectividad siempre adquiere fuerzas y prestigio optando por la seguridad y la defensa de sus componentes , pues de otra forma difícilmente lograrían nada por sí mismos. Sobre la Historia española tuvo una clarivide nte premonición: «La Historia de España que apre ndimos siendo niños de Patria bastan te estr echo , por n o decir equiv ocado ». El recurso militarista que ojea desde su tiempo es la pond eraci ón exaltada y ferviente de los grandes guerrer os que provoca un culto a las guer ras apa sionado y atávico , fomentador de fron teras renco rosas y odios sociales . Y con ese espíritu tan suyo, prosigue : «Hacemos mal jalo nand o la Historia con aquellos model os feroces, en perju i cio de la importa ncia real y beneficiosa debida a los sabios, a los arti stas , a los insignes hom bres de Estado y a los descubridores . Es preciso - y s igue siendo uno de los objetivos de nuestr o tiempo - inculcar ahindadam ente en el puro despertar del alma infantil un prof undo amor filial, una firm e persuasión de sol idarida d frat erna y una int ensa fe en que la naci ón ha de realizarse todavía .. . ». nos dio un concepto

un patriotismo m u y diferentes a como lo habían entendid o las genera ciones anteriores. iY qué iguales las cosas que habrían de seguirle.. . ! «Se han creído muy patriotas - dice Antonio José solo por d eci r que nue stro cielo, Era

nuest ras muj eres, nuest ras flo res, nuestras costumbr es, nuestra valentía, nuestra nobleza y todo lo nuestro, en fin, es mejor y más bonito que lo de l vecino: es lo más interesante del mundo ». Y se extiende: «Naturalmente, este chauvinismo es ingen uo y hasta ridículo en ocasiones. La cul tura y la mode rna expansiva activid ad ha cen cono cer más y mejor a los hom bres todos; y si bien es cierto 93

que el clima y las costu mbres forman los caracteres, no es menos cierto que la diferencia no equivale a superación ejempl ar . La geografía crea las variantes de raza y cultura, de pai sajes y cantos, de leyendas y costumbres, de deberes cívicos y de comunidad de derech os . Alterar este orden natural en la creencia de ser cada punto del pla neta ombl igo del mundo , es idea equivocada ; si una región da hierro, por ejemplo, otra da trigo, y otra carbón, y otra buen as car nes; en una habrá también un médico eminente, y en otra un ingeniero ilu stre, un químico, un filósofo o un artista genial. No insisto». Y de nueve sus reflexiones de oráculo certero : «Las nuevas corrie ntes nacionalistas seguidas por una part e de la juventud actual (como la «Acción Francesa», «Casco de Acero» alemana y «Giovenezza Fascista» italiana) marcan una tendencia nadá tranquilizadora hacia la enem ista d dentro y fuera del p aís donde tales corrientes de separación unitari a se efectúan». En cambio, para An tonio José, la expansión y el cult ivo del bie n orientado internacionalismo y de l cosmo pol iti smo comprensivo y franco pasan por ser las más eficaces el hermanamiento el amenaza patria armas acercamiey nto que unapara humanidad sin fronteras y de con universal. un mundo «¿Qué entero mejor para ale gría,

enseñanza y propiedad suya? ». Pese a pregonar su ignorancia sobre

la política, Antonio José, joven a quien

no debía de serie indife rente nada de lo que aconteciera , deseaba - más bien soñaba - otro sist ema, superior y perfeccion ado, aunque no pudiera precisar cuál habría de ser su organización . «Desde luego, no quiero reyes, ni d ictadores, ni ni nguna de estas costosísimas e inút iles figuras decorativas ». La solución del maestro burgalés apunta más bien hacia un consejo de hombres inteligentes, rectos y buenos encargados de la alta administración del país; sin soberbia y sin empeños tercos de amor propio injustificado; encargados tenazmente de la cultura y el bien estar del puebl o; un consejo que suprimiera totalm ente el ejér cito y la mari na de guerra; que fomentara la agricu ltu ra; que estableciera centros de mundo estudiara, desterrando enseñanza numerosos y completos donde todo el así esa cruel y perniciosa dist inci ón de educ ació n de pobre y de rico; que protegiera la industria , el comerci o y las artes; que evita ra nuestro agobian te pape leo, rompien do ese círculo absu rdo de tantos empleados dependientes del Estado, ocupados afan osam ente en cobrar los tributos y los mismos tributos reca udados, precisamente, para pagar a aquellos empleados... Esa consejo imaginario debiera caracterizarse por la ausencia de gestos forza dos de exhibicionismo, a cambio de una permanente muestra de ampl io y tolerante crite rio; allí no habría lugar

para el medro personal sino para la prosperidad y el contento del pueblo que le entregó su confianza . «Un consejo así, liberal y demócrata, sin más manejos ni complicaciones, digo yo que sería fácil y benefici oso para la Naci ó n».

deseo largamente puesto de manifiesto por Antonio José - con ese interés tan personal por la cuestió n social - trabajar vehemen te en la mejora Es

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de la comunidad humana y arr imar su contr ibución en el proyecto de sociedad futu ra de las gentes de su siglo . «El socialismo bien entendido y bien dirigido es cosa perfecta ». Y asevera luego : «El movimiento actual en favor de la pa z perpetua entre las naciones, aunque vacilante y lento y desconfiado , es verdaderamente consolador. Cada vez es menos probable - dice y se equivoc a con su prop ia vi da y la dé qu ienes quizás aspiran a entregar su confianza a ese consejo soñado - una guerra tan horrenda como la pasada europea. Induda blemente, si todos los j efes de Estado qu isieran, las guerr as serían en absol uto imposibles; pero no quieren . ¿Por qué?

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AUTOGRAFO DEL «HIMNO A CASTILLA» (*)

1*) Antonio José compu so esta obra dotándola de dos su cesivos textos . Uno de ellos, aquel que comienza : «Gloria y honor eter no, a ti , simpar matrona ... », es el que habitualmente esc uchamos en las intervenciones del Orfeón Burgalés. El otro , que se inicia con un «Madre Castilla, guíanos tú . Será éste siempre nuestro grito ... », es el que, por su escasa difusión , ofrecemos aquí. Modernamente , siguiendo tal vez el deseo expresado un día por el propio creador, el poeta burgalés Rafael Núñez Rosáenz ha suger ido un tercer texto, movido sin duda por su afán de revitalizar esta hermosa composición basada , como queda dicho, en dos marchas para timbales y clarines de la ciudad de Burgos . 97

SINOPSIS

BIOGRAFICA

1902 12 de diciemb re . Nace en Burgos Antonio José Martínez Palacios. 1909 Acude a las Escuelas de San Lorenzo. Primeros pasos musicales con Julián García Blanco y José María Beobide. 1915 Compone su primera obra , «Cazadores de Chiclana». Amplia labor de aprendizaje y creación de cerca de setenta y cinco títulos.

1920 Estudios musicales en Madrid, becado por la Diputación Provincial de Burgos.

1922 Prime r pre mio en un concurso de compo sicione s. 1923 Escribe « Sinfonía castellana». 1924 Publicación de «Poema de la juventud» y «Danzas burgalesas números 1, 2 y 3» en Unión Musical Española . Amistad con Regino Sáinz de la Maza , Federico García Larca, Adolfo Salazar y otros artistas e intelectuales . 1925 Inicia la docencia en Miraflores de El Palo . El Ayuntamiento de Burgos le concede una beca para estudiar dos veranos en París. 1927 Su «Sonata gallega» es premiada en un concurso. Publicación de «Evocaciones» en Unión Musical Española . Comienza a tra bajar en su ópera «El m ozo de mulas» . 1928 Escribe «Danza burgalesa número 4» . 1929

«Suite ingenua» obtiene un nuevo primer premio

en un concurso convoca-

do en Cataluña. Publicación de «Sonata gallega» en Unión Musical Española . Se hace cargo de la dirección del Orfeón Burgalés y de la Escuela Municipal

de Música.y estreno de «Himno a Castilla». Creación Estreno en Bilbao de «Evocación número II para orquesta» . 1931 Publica ción de

«Cuatro canciones popular es burgal esas» en Unión Musical

Española . Participa en la fundación del Centro de Estudios Castellanos

. 103

1932 Obtiene el Premio Nacional de Música

por su «Colección de cantos popula-

res burgaleses».

Publicación por Max Eschig, de París, de «Tres Cantigas de Alfons o X» . 1933 Publica en Unión Musical Española sus «Cinco coros castellanos» . Compone «Sonata para guitarra», dedicada a su paisano Regino Sáinz de 1934

la Maza. La Orquesta Sinfónica de Enrique Fernández Arbós estrena en Madrid «Preludio y danza popular», dos fragmentos de «El mozo de mulas» .

1936 Participa en el III Congreso de la Sociedad Internacional de Musicología, celebrado en Barcelona, con su ponencia «La canción popular burgalesa». Últimos esfuerzos para terminar la orquestación de su ópera «E! mozo de mulas».

Trabaja en la orquestación del ballet «Marcha para soldad os de plomo» . 6 de agosto. Es detenido por un grupo de falangistas y confinado en el penal de Burgos. 11 de octubre. Antonio José es fusilado en el monte de Estépar, a veinte kilómetros de la capital.

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INDICES

INDICE

DE

ILUSTRACIONES

1. A partir de 1917, A ntonio José únicamente se dedica a la música ... 2. Anton io José acompañado de su maestro José María Beobide, en en un rincón del Paseo de la Isla, en Burgos . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . 3. Durante uno de su s viajes se hizo esta fotografía . . . . . . . .. . . . . . . . . 4. De izquierda a derecha , Eduardo de Ontañón, José Subirá, Antonio José y, sentado , Saturnino Calvo, en abril de 1932, con motivo de una conferencia que dio Subirá en Burgos, invitado por Ant onio José y el Orfeón Burgalés . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 5. Antonio José infunde confianza, genera veneración en los orfeonistas . 6 . Un alto en el camino. Antonio José y Justo del Río junto al « Singer» de este último . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7. Un recuerdo clásico. Antonio José rodeado del Orfeón Burgalés . . . 8. En su habitación de estudio , en el núm ero 17 de las Casas de la

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Prensa . últimos . . retrato s del. maestro burgalés . Uno de.los . . . .. .. . . . .. . . .. . . ... . En la playa santanderina del Sardinero, en compañía de su madre . . En la Plaza de Castilla, en Burgos, con su perro «Bruco», en uno de su s habitua les paseo s . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Probablemente, ésta es la última fotografía de su vida. El mismo la fechó al do rso en julio de 1936, en los molinos de Báscone s del Agua, cerca de Lerma. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Facsími l del anóni mo que recibi era en el pena l el 11 de septiembre de 1936 .. ..... . .. . ...... . ... . ........ .. .. .. .. .. .... . ...... . Facsím il de la carta que Anto nio José envió a su amigo Matías

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Martínez -Burgos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Prin 15 . Antonio José con. su abrigo de cuero paseando junto al Teatro cipal, en Burgos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 16 . La soledad del montecillo de Estépar. . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 17. Partida de defunc ión de Ant oni o José . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18. Autó gra fo del «Himno a Castilla» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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I N DICE

GENERAL

El artista Antonio José . Prólogo de José Subirá . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Presentación de la obra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Antonio José (1902-1936), un castellano a recuperar con urgencia .. .. . .

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«Coplas sefardíes» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . «Palabras en un homenaje

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Hubo una vez en Castilla un hombre bueno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Autógrafo del « Himno a Castilla». . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Sinopsis biográfica . .. . . . . .. . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Indice de ilustraciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . Indice general. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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