Antonio Blay - Curso de Lectura Rápida - (tecnicas de estudio) - ( Emule Edition by xbepsd - june 2007) - ( o.c.r. Finereader 8pro)
November 30, 2016 | Author: Juan Collado | Category: N/A
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ANTONIO BLAY FONTCUBERTA
LECTURA
RÁPIDA PRINCIPIOS Y TÉCNICAS QUE PERMITEN MEJORAR ÍA RAPIDEZ, LA COMPRENSIÓN Y LA RETENCIÓN EN TODA CLASE DE LECTURAS
k EDITORIAL IBERIA, S.A Plato, 26 - 08006 Barcelona
El autor desea expresar su agradecimiento a todos sus colaboradores por su eficaz y cordial ayuda en la realización del libro, y en particular a Ana M. Cuevas y a José M. Goíii.
Diseño de la cubierta Celia Valles
Octava edición 1998
© Editorial Iberia, S.A., 1998 ISBN: 84-7082-0I4-I Depósito legal B. 25.405-1998 Printed in Spain A & M Gráfic, s.l.
INTRODUCaON
LEER: EXIGENCIA DE NUESTRO TIEMPO Y EFICACIA DE LAS TÉCNICAS ESPECIALIZADAS
Dentro de la vida moderna la lectura ocupa un lugar importantísimo. Las exigencias de la vida profesional, el deseo de una mayor información cultural o la necesidad de estar al tanto de las últimas novedades en el ámbito nacional o mundial, exigen de nosotros muchas horas de dedicación a la lectura en la prensa, libros, informes o documentos. Saber leer más y mejor es una de las habilidades más preciosas que puede adquirir el hombre moderno. Muchos no se dan cuenta hasta qué punto sus lecturas son deficientes y mal aprovechadas. Otros quizá nunca han pensado en la posibilidad que existe de mejorar realmente su capacidad como lectores. De hecho, nunca se nos ha hablado de lectura corno un arte a perfeccionar y sobre los modos de conseguirlo. Parece que se da por supuesto que por el mero hecho de ser adultos y de haber seguido algunos estudios ya estamos capacitados para leer bien y que no hay nada más a conseguir o mejorar. La experiencia demuestra que esto no es así. En países como Estados Unidos, Inglaterra o Francia han sido muchísimos los ingenieros, doctores, abogados y hombres políticos que han realizado cursos de lectura rápidat y han podido comprobar y admirarse de los progresos inesperados que han realizado en este punto.
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Nosotros mismos hemos podido constatar este mismo hecho en nuestros cursos prácticos de lectura. Esto no es producto de ningún truco o artificio especial Se funda en el estudio sistemático de los mecanismos que intervienen en la lectura, y en la aplicación práctica y metódica de las consecuencias que de ahí se derivan. En este libro presentamos una descripción detallada de los principios básicos y de todas las técnicas modernas que en relación con la lectura rápida se están practicando hoy día en los países más avanzados, técnica y económicamente. Estas técnicas han demostrado que, por sorprendente que ello parezca, una función tan usual como es la lectura es susceptible de ser mejorada tanto en calidad — nivel de comprensión, asimilación y atención — como en rapidez; y esto en proporción, verdaderamente extraordinaria. En efecto, llegar a doblar tan sólo la velocidad habitual representa reducir a la mitad el tiempo exigido por determinadas lecturas. Si tenemos presente el inmenso valor del tiempo en nuestra era de organización y de rendimientos óptimos, y por otra parte la ineludible necesidad de una constante y copiosa información en toda actividad profesional de cierta altura, se comprenderá fácilmente el enorme interés práctico que representan estas técnicas para todas las personas que se preocupan por mejorar su eficiencia. Los resultados de los cursos de lectura son realmente notables y plenamente comprobados por la experiencia. Por eso el esfuerzo relativo que supone el someterse al entrenamiento propio de un curso de lectura rápida, queda ampliamente compensado para la persona tanto desde el punto de vista económico, como
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profesional; e incluso por las nuevas posibilidades y horizontes que se le abren en orden a poder mejorar y acrecentar su propia formación cultural. Se trata de la adquisición de un nuevo hábito o habilidad de cuyas ventajas se beneficiará durante toda su vida. El aprovechamiento que se obtiene en los cursos de lectura se refieren a dos aspectos: la rapidez y la comprensión. Piensan algunas personas que la mejor comprensión de un escrito es proporcional a la lentitud con que se lee. Esto, como veremos a través del libro, no es así en modo alguno. De hecho las técnicas de lectura correctamente aplicadas producen paralelamente un doble incremento: en la comprensión y en la rapidez. Se han hecho abundantes estadísticas en todos los países en donde se desarrollan cursos de lectura sobre los resultados obtenidos. Estos resultados, directamente comprobados por nosotros en nuestros propios alumnos, manifiestan que el incremento de la velocidad oscila entre un 50 % y un 100 % con respecto a la velocidad inicial En cuanto a la comprensión, se nota una mejoría que va del 10 % al 20 %. La relación entre la velocidad de lectura y el nivel de comprensión es lo que determina la eficiencia real de un lector. Técnicamente se expresa mediante la fórmula: V X C E = 100 Es decir, que la eficiencia en la lectura se obtiene multiplicando la velocidad expresada en palabras por minuto, por la comprensión expresada en tanto por ciento, y dividiendo el producto por cien.
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Si nos atenemos al incremento de la eficiencia, que es lo que realmente indica el provecho sacado por los alumnos, los resultados obtenidos demuestran que es posible conseguir como término medio el doblar o triplicar la eficiencia inicial.
CONTENIDO Y PLAN DEL PRESENTE LIBRO
En este libro hacemos un estudio sistemático de tos principios en que se basa la lectura rápida y las técnicas más eficaces para conseguir un positivo incremento de su eficiencia. Según nuestro conocimiento no existe ningún libro — no ya en lengua española, sino incluso en la inglesa, que es casi la única lengua en que existe bibliografía sobre este tema — que haya hecho una recopilación de los procedimientos y experiencias que sobre las diversas facetas de la lectura rápida se han llevado a cabo hasta la fecha en Estados Unidos, Inglaterra, Francia e Hispanoamérica. Por todo ello, creemos que con el presente libro prestamos un servicio útil a todos los lectores de habla española. La obra está dividida en tres partes fundamentales. La primera se dedica al estudio de la percepción, las condiciones materiales y psicológicas que se requieren, los mecanismos de acuerdo con los cuales funciona, y finalmente los defectos y modos de corregirlos. La segunda parte trata de la comprensión. Se hace un estudio del modo como se organizan y estructuran las ideas dentro de un escrito y luego se dan las técnicas más adecuadas para lograr una comprensión óptima de lo que se lee. Además del estudio objetivo del texto en sí, se insiste en la actitud subjetiva del lector como factor importante para llegar a una comprensión
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plena, así como en la forma de desarrollar y perfeccionar su capacidad crítica. También se indican los medios para llegar a una mejor y más firme retención de lo leído. En la tercera parte se hace un estudio concreto sobre las técnicas más especializadas aplicables a escritos de índole diversa, corno textos de estudio, documentos, cartas, literatura. Con esto esperamos que el lector podrá formarse una idea clara y precisa de los fundamentos en que se basan las técnicas de lectura rápida y de su aptitud para lograr los notables resultados que se proponen. Sin embargo, debemos prevenir contra la ilusión de los que piensen que con una información superficial o con leer algo sobre el modo de mejorar la lectura puedan alcanzar resultados estables y positivos. La lectura rápida es un arte eminentemente práctico y por eso sólo un ejercitamiento y un entrenamiento sistemático pueden dar los resultados apetecidos. No obstante, el conocimiento claro de los principios y técnicas de lectura es de la máxima utilidad para poder realizar un entrenamiento inteligente. En este sentido creemos que la lectura de esta obra resultará para el lector de verdadera utilidad como una orientación teórica y práctica de gran valor. Se trata de comprender claramente este medio estupendo que se nos ofrece y de saber cómo utilizarlo, para luego poder aplicarlo conscientemente y con el máximo provecho a todas nuestras lecturas.
PARTE PRIMERA
PERCEPCIÓN
La lectura es un proceso que fundamentalmente abarca dos aspectos: la percepción visual y la comprensión mental de lo leído. j \ m b p s aspectos son susceptibles de un estudio detallado y existe la posibilidad de mejorarlos enormemente. La eficacia de la lectura depende de que estos dos aspectos estén suficientemente desarrollados. Los cursos de lectura son esencialmente un entrenamiento inteligente tanco para mejorar nuestra habilidad perceptiva como la capacidad y rapidez de comprensión. Algunos autores niegan curiosamente la posibilidad de mejorar nuestra percepción visual por medio de entrenamiento. Insisten en que la lectura es ante todo un proceso mental y según ellos los movimientos defectuosos de los ojos no son la causa, sino el efecto o el síntoma de una actitud mental deficiente mientras leemos. Es indudablemente cierto que una actitud mental correcta ejerce desde el inconsciente una eficaz dirección que dinamiza el proceso de percepción visual. Pero no se puede negar que, según lo confirma la experiencia, los resultados son todavía mejores cuando se dedica la debida atención al adiestramiento directo de los mecanismos visuales, como paso previo para una lectura completa e inteligente.
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En esta parte vamos a estudiar detenidamente todo lo que se refiere a la percepción, sus mecanismos y modo de mejorarlos. En relación con la lectura, la percepción significa la captación visual de las palabras escritas. En la medida que esta capacidad de captación sea más rápida y más segura, la percepción será más perfecta.
CAPITULO
PRIMERO
CONDICIONES
PREVIAS
Antes de entrar directamente en el tema de la percepción conviene recordar algunos factores circunstanciales, materiales o psicológicos, que son condiciones necesarias para una buena percepción.
a)
CONDICIONES MATERIALES
Las condiciones materiales se refieren a la adecuada iluminación, buen estado de los ojos y ausencia de fatiga en los mismos.
ILUMINACIÓN
La iluminación es algo muy importante. Si no es adecuada los ojos caen rápidamente en la fatiga y el rendimiento decrece inmediatamente. La luz natural es la más indicada y la que mejor soportan los ojos. Si se ha de leer con luz artificial se pueden obtener condiciones altamente satisfactorias procurando que
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haya en la habitación un doble foco de iluminación: uno general que sirve de iluminación de fondo, y otro local que ilumina directamente el trabajo o la lectura que estamos realizando. La iluminación general y la local no han de ser demasiado diferentes, aunque la general conviene que sea algo más débil que la local. El ojo tiene una tendencia refieja a mirar hacia la parte más iluminada, y si la luz local fuese más débil habría una tendencia a desviarse hacia afuera que produciría una tensión y en consecuencia una rápida fatiga. La simple luz local no es suficiente porque la retina del ojo se acomoda al grado de iluminación general. Hay que evitar también los contrastes fuertes de luz y sombra, para lo cual son más adecuadas las pantallas transparentes. Los focos deben colocarse de modo que los ojos no sufran los efectos directos de su resplandor. No creemos que sea práctico para el lector el que añadamos datos y cifras sobre el número de lumens o watios a aplicar. Las indicaciones que hemos dado inteligentemente combinadas pueden crear un ambiente muy confortable para cualquier trabajo serio y prolongado. Simplemente debemos observar que una vez alcanzado un buen grado de iluminación el rendimiento del trabajo no aumenta apreciablemente aunque se siga intensificando la iluminación. Este punto crítico de óptima iluminación puede variar de unas personas a otras, y la experiencia personal es el mejor indicador.
ESTADO DE LOS OJOS
Otra condición indispensable para la buena percepción es el estado de los ojos. Muchas personas
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creen que su vista es perfectamente normal, y no se dan cuenta de sus defectos cuando son ligeros. Si al leer los ojos se fatigan muy pronto, o se producen frecuentes dolores de cabeza, es aconsejable acudir al oculista. Lo más probable es que haya necesidad de corregir la vista. Aparte de estas molestias anormales que exigen la intervención del especialista, el hecho de leer produce una fatiga normal en los ojos. Sin embargo, podemos aprender a descansar y a relajarlos, lo cual hace posible una mayor duración y rendimiento en el trabajo. Para esto es aconsejable un procedimiento muy sencillo, llamado «palming». Cuando sentimos que los ojos están cansados conviene hacer una pausa. Quitar los ojos del libro y mirar otra cosa: el techo de la habitación, el cielo a través de la ventana, o cualquier otra cosa. Después se pone las palmas de las manos sobre los ojos, de modo que se haga una oscuridad total. No hay que oprimir nunca los globos oculares. En esta posición y gracias al calor de las manos los ojos se distienden y se relajan. Al principio es posible que observen algunos destellos luminosos; hay que esperar a que desaparezcan. Luego, pasados unos segundos más, se puede abrir de nuevo los ojos y nos encontraremos listos para reemprender la lectura. Esto se puede repetir varias veces a través de la lectura si sentimos necesidad de hacerlo. También puede ser útil hacer ligeros masajes alrededor de los ojos y especialmente en la región de los temporales. Para superar la posible fatiga también es muy recomendable hacer pequeñas pausas con relativa frecuencia. Bastan unos pocos segundos, un minuto quizá, durante los cuales permanecemos con los ojos cerrados.
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O mirando a lo lejos, procurando que nuestra mente se relaje plenamente. En cuanto al momento de hacer estas pausas el tiempo más indicado no es precisamente cuando aparece la fatiga, sino justamente un poco antes. De esta manera uno no llega a sentirse cansado, o al menos no se cansa tan rápidamente. Estas pausas, tratándose de la lectura, no deben ser muy prolongadas, pues de otro modo uno se desconecta demasiado del trabajo y luego se produce una pérdida de tiempo para ambientarse de nuevo en lo que estaba haciendo. Por otra parte, las pausas voluntarias son mejores que las que se hacen de un modo más o menos inconsciente o subrepticiamente.
b)
CONDICIONES PSICOLÓGICAS
Además de las condiciones materiales que acabamos de enumerar, hay otros requisitos psicológicos que influyen extraordinariamente en el rendimiento de la lectura. Estos requisitos influyen directamente no sólo en la simple percepción sino que tienen también gran importancia en el aspecto de la comprensión. Los requisitos psicológicos indispensables para lograr una lectura eficiente son: la tranquilidad, la distensión y la atención. TRANQUILIDAD
Por tranquilidad queremos indicar el conjunto de circunstancias que crean en nuestro alrededor un ambiente agradable y sereno, y que hacen que nos sinta-
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mos cómodos durante el trabajo. Una habitación que nos sea familiar es preferible a un local que nos resulte extraño aunque pudiera parecer más adecuado. La novedad puede ser causa de distracciones o de cierta especie de curiosidad o de inquietud interior. Cuanto más confortables nos sintamos en relación al ambiente, más fácilmente podremos prescindir de los estímulos externos para centrarnos totalmente en nuestro trabajo. También es importante que física y corporalmente nos sintamos con toda comodidad, con tal de que la excesiva comodidad no nos haga caer en la somnoliencia. DISTENSIÓN
La distensión se refiere a ese estado interior de relajamiento, libre de tensiones y de preocupaciones perturbadoras. Toda tensión exige un gasto de energía que es desviada de nuestra finalidad principal, disminuyendo así nuestra capacidad verdadera de trabajo, aparte de la perturbación y desasosiego que introduce en nuestra mente. Las tensiones pueden ser de dos clases: físicas y emotivas. Las tensiones físicas se manifiestan en ciertas contracciones de determinados músculos. Pueden localizarse en distintos puntos del cuerpo: piernas, diafragma, mandíbulas, frente. Aunque su efecto no aparezca muy perturbador siempre suponen un gasto inútil de energía y sobre todo impiden que la mente esté completamente tranquila y serena. Las tensiones emotivas son las producidas por las
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preocupaciones, por los problemas, por los disgustos y también por los deseos vehementes más o menos incontrolados. Éstas, sobre todo, son las que hacen imposible que la mente se mantenga serena, abierta y receptiva ante lo que leemos o ante cualquier trabajo que realicemos. Esta actitud de la mente es extraordinariamente importante si queremos llegar a ser realmente eficientes en nuestro trabajo. Por desgracia no se acostumbra a darle importancia que tiene, y todavía se olvida más el poner los medios y el esfiaerzo necesario para lograr este estado mental. Esencialmente este estado significa, no solamente ausencia de preocupaciones, sino un estar despierto, sereno, y al mismo tiempo totalmente abierto y receptivo para captar toda la información que pueda llegar a nuestra mente a través de los sentidos. En la medida que adoptamos profundamente esta actitud aumenta enormemente nuestra capacidad de percibir y de comprender rápidamente y al mismo tiempo de lograr una completa asimilación, de cuanto leemos. Es la actitud de quien estando de verdad interesado por algo, se mantiene totalmente sereno y tranquilo. Esta serenidad es precisamente lo que nos permite captar bien todo, ser conscientes de todo lo que perciben nuestros sentidos y al mismo tiempo nos garantiza una extraordinaria agilidad y flexibilidad para poder comprender e interpretar correctamente toda la información recibida. Los efectos de esta falta de serenidad mental interna los hemos podido comprobar en multitud de ocasiones. Uno busca muy afanosamente un objeto en una
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habitación o un dato en un libro, y pasa una y otra vez por delante del mismo sin llegar a descubrirlo. Existe la actitud de búsqueda, pero la falta de serenidad nos impide ver lo que tenemos delante. ATENCIÓN
El último de los requisitos psicológicos que hemos mencionado es la atención. En realidad, todas las demás condiciones que hemos mencionado, materiales y psicológicas, son una preparación indirecta, un quitar los estorbos, para poder aplicar libremente toda nuestra atención. La atención es la llave fundamental de la percepción y de la comprensión. Aún más, nuestro nivel de percepción, de comprensión y de retención están estrechamente ligados con nuestra capacidad de saber atender y concentrarnos en lo que hacemos.
MEDIOS PARA MEJORAR LA ATENCIÓN
Para mantener y mejorar nuestra atención podemos emplear varios recursos, además de cumplir todos los requisitos previos enumerados hasta aquí. En primer lugar, hay que advertir que la simple voluntad o propósito de poner atención a algo suele ser, en general, insuficiente para conseguir y mantener el grado de atención adecuado. Es importante la intención de concentrarse y constituye el primer paso para alejar de nuestra mente pensamientos ajenos al tema. Pero hay otros motivos
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que movilizan más aficazmente nuestra capacidad de concentración. Son el interés, la finalidad consciente, y la lectura activa. INTERÉS
El motivo más poderoso para despertar nuestra atención es el interés. Cuando algo tiene para nosotros un gran interés no tenemos que realizar ningún esfiaerzo para concentrarnos. Por el contrario, nuestra atención es más bien arrastrada de un modo irresistible hacia el objeto. Alguien podría pensar que, por muy cierto que sea esto, el problema está en que muchas de las cosas que tenemos que leer carecen de interés para uno. Aunque esto sucede así con fi-ecuencia, no hay que pensar que sea una dificultad insuperable. Es posible despertar y dirigir nuestro interés hacia campos y temas cada vez más amplios. De hecho, todo puede ser leído con interés. Los buenos lectores son precisamente los que han sabido ensanchar al máximo el área de sus intereses. Al encontrarse con un texto que parece aburrido y fastidioso el lector haría bien en recordar el consejo que nos da Frangois Richaudeau: «¿Ka intentado usted hacer que se abra su espíritu hacia otros campos diferentes de los temas que ordinariamente le agradan y entretienen? Esta es una facultad que los buenos lectores han sabido cultivar. Usted puede hacer lo mismo.» (F. RICHAUDEAU, "Cours de Lectura rapide".) Cuando nos enfrentamos con una lectura nueva, con un tema desconocido, con algo que quizás nos parece dificil y aun árido, no debemos ceder al desaliento. No pensar nunca que aquello es algo totalmente inaccesible para nosotros. En el peor de los casos podemos
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encontrarnos que nuestra actual preparación nos impide abordar con plena eficacia un tema determinado; pero de aquí no se puede deducir que lo que allí se dice carece de importancia o que nosotros nunca seremos capaces de comprenderlo. El secreto para movilizar nuestro interés es cultivar una sana curiosidad de espíritu. Hacerse a sí mismo algunas preguntas estimulantes puede significar el impulso necesario para saltar la barrera del miedo o de la indiferencia ante una lectura o un libro nuevo. El arte de saber despertar y ampliar nuestros intereses es algo que se puede aprender y mejorar progresivamente. Leer de esta manera es enriquecer el espíritu continuamente, abriéndose a todos los aspectos del saber y de la cultura. Si consideramos la lectura como un medio de enriquecimiento espiritual, y si sabemos dar a este deseo la máxima amplitud nunca tendremos problema por falta de interés. Esto no quiere decir, naturalmente, que todas nuetras lecturas hayan de ser serias o buscar un fin inmediato de formación o instrucción. Podemos leer, si queremos y cuando queramos, simplemente para distraernos. Lo que queremos decir es que un espíritu abierto a todos los aspectos del saber podrá abordar con plena dedicación y atención toda clase de lecturas, lo cual le permitirá adquirir una verdadera cultura en toda la extensión de la palabra. FINALIDAD CLARA
Otro medio para mantener constante la atención es leer con una finalidad clara y consciente. La persona que va leyendo cada cosa como va viniendo sin saber
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claramente por qué o para qué lee lo que está leyendo, con facilidad se despistará. Será una lectura desarticulada, sin solidez, carente de profundidad. Una finalidad concreta, un objetivo preciso, además del interés del que acabamos de hablar desde un punto de vista más general, dinamizará todas nuestras facultades concentrándolas en el punto que buscamos.
LECTURA ACnVA El leer activamente es también otro recurso muy eficaz para lograr una atención perfecta a lo que leemos. La lectura activa se realiza cuando el lector no se limita a seguir y comprender simplemente el pensamiento del autor, sino que es él mismo el que piensa también con su propio pensamiento. Hasta cierto punto este tipo de lectura se transforma en una especie de conversación entre lector y autor. «En realidad la concentración en la lectura debería hacerse de un modo tan activo y espontáneo como si se tratase de una discusión o conversación.» (ERic DE LEEUW, "Read better, read faster".) Es como si a través de la lectura el lector fuera expresando clara y conscientemente su postura ante las afirmaciones del escritor. Unas veces será de conformidad, otras de duda o de oposición, a veces una exigencia de una prueba o de una aclaración más extensa. No se trata de hacer un comentario o una crítica exhaustiva de lo que leemos. Esto en lugar de centrarnos nos apartaría del pensamiento del autor. Se trata de una actitud crítica dentro del mismo pensamiento del autor. Es un ver hasta qué punto el pensamiento, las afirmaciones, las pruebas y las conclusiones del
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autor me parecen justas y aceptables, o hasta que punto son insuficientes para mí, o necesitan una ulterior confirmación. Con esto dejamos expuestas las condiciones previas, tanto materiales como psicológicas para lograr el máximo de nuestras lecturas. Ahora podemos pasar al estudio del primer aspecto de la lectura: la percepción, o mecanismos visuales, y el modo de mejorarlos.
CAPITULO II
MECANISMOS VISUALES La lectura pone simultáneamente en juego dos mecanismos inseparables: la vista y la comprensión mental. Si uno de ellos falla, en cualquier sentido, de inmediato se reflejará este defecto en la eflciencia total de la lectura. Dejando para más adelante el estudio y el modo de mejorar la comprensión, vamos a tratar ahora detalladamente sobre los mecanismos de la percepción visual. PERCIBIMOS CONJUNTOS
En primer lugar hay que destacar que los experimentos realizados sobre la lectura demuestran que la percepción es un fenómeno global de integración. Esta tendencia se va haciendo cada vez más clara e intensa conforme la persona va madurando psicológicamente. Esto quiere decir que la lectura va evolucionando desde el punto de vista de la percepción, hacia la captación de conjuntos cada vez más amplios.
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El primer paso, el más elemental, es la lectura letra por letra. Es la etapa del niño que aprende a leer. Este modo de leer es luego superado al descubrir la existencia de un conjunto, muy simple todavía, al que damos el nombre de sílaba. En esta etapa aún no puede decirse que exista una lectura verdadera, pues en realidad no hay una auténtica actividad mental de interpretación. Las sílabas no tienen en sí significado alguno. La lectura por sílabas es todavía un proceso demasiado mecánico. El paso siguiente tiene lugar cuando el niño descubre la palabra entera como una unidad global con un significado propio. Aquí ya tenemos una verdadera lectura, aunque muy elemental todavía. Este es un hecho fundamental que ha sido puesto de relieve por los modernos estudios psicológicos. No leemos las letras, ni las sílabas: lo que leemos son las palabras directamente, consideradas como un conjunto total. Por eso los más recientes métodos de enseñanza de lectura para los niños en vez de comenzar por el aprendizaje de las letras y sílabas, presentan directamente al alumno palabras enteras, acompañadas de su imagen o dibujo correspondiente. Desde el punto de vista lógico parece que el orden a seguir debería ser: letras, sílabas y palabras. Pero si tenemos en cuenta el funcionamiento psicológico de la percepción, el orden correcto es el inverso: primero la palabra como algo que tiene en sí un sentido completo, y sólo después es cuando podemos comprender el porqué y el para *qué de las letras. Podemos realizar un experimento sencillo que nos convencerá fácilmente de que al leer son las palabras lo que leemos como conjuntos y no las letras o las sílabas por separado.
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A continuación encontrará usted dos páginas con un grupo de palabras distribuidas en columnas. Lea las palabras de la primera página de arriba abajo, columna tras columna, a la mayor velocidad posible. Para poder realizar bien este ejercicio conviene que se ayude con una cartulina, o una hoja de papel, en donde haya practicado una ranura de Vi cm. de alto por 3 cm. de ancho. A través de la ranura usted sólo podrá ver una única palabra. Cuando esté preparado vaya deslizando la cartulina sobre las tres columnas de palabras sucesivamente. Deslice la cartulina lo más rápidamente posible no deteniéndose más que el tiempo justo para poder captar el significado de cada palabra. Al terminar de leer la primera página anote los segundos que haya tardado en hacerlo. Haga lo mismo con las tres columnas de la página siguiente, anotando también los segundos que tarde en leerla:
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lentitud
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rapidez
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riqueza
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velocidad
gimnasia
conducta
secreto
facilidad
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cualidad
lectura
plenitud
ventana
desarrollo
interés
siempre
serenidad
máximo
preocupación
carácter
estudiar
realidad
dominio
profundo
persona
condición
poderoso
entonces
experiencia
externo
protestar
despierto
pobreza
negocio
difícil
impulso
consulta
cantidad
interior
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Las palabras contenidas en la primera página son más bien cortas (de 3 ó 4 letras). En total suman 201 letras. Las palabras de la página siguiente son más largas y totalizan 471 letras, es decir, 2 y Vi veces más. Si usted compara el tiempo que ha invertido en leer cada una de las páginas observará que para leer la segunda no ha empleado un tiempo 2 y Vi veces mayor. Esto le prueba claramente que su lectura no ha sido letra por letra, ni siquiera sílaba por sílaba. Este mecanismo es muy importante y ofrece una base segura para poder aumentar nuestra rapidez de lectura. Es muy posible que el tiempo que usted ha invertido en leer la segunda página haya sido superior al de la primera, a pesar de que el número de palabras es el mismo. Esto indica que su habilidad para leer las palabras como conjuntos puede ser perfeccionada. Éste es precisamente uno de los primeros objetivos, aunque no el más importante, de los cursos de lectura. Hacer que se desarrolle plenamente su capacidad de leer cada palabra, como un conjunto global de un solo golpe de vista. Esto requiere que usted se familiarice con las palabras, con su forma o silueta. Que cada palabra se convierta para usted en , un símbolo de significado pleno. Del mismo modo que al ver un caballo pintado inmediatamente, de un golpe de vista, nos viene la imagen y la idea del animal, así cada palabra en su conjunto, por su «silueta», debe ser capaz de evocar en usted, inmediatamente, la idea correspondiente. Pero, como vamos a ver, este no es más que el primer paso en el mejoramiento de nuestra percepción.
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CAMPO VISUAL
Acabamos de ver cómo la lectura tiende a ser un proceso de integración, de interpretación de conjuntos más que de análisis. Esto lo hemos visto por lo que se refiere a las palabras aisladas, en sí mismas. Por nuestra capacidad de percepción puede extenderse mucho más allá de una simple palabra. A pesar de que el estado actual de muchos lectores apenas llega a ser de una lectura palabra por palabra, la realidad es que existe la posibilidad de leer a través de conjuntos más amplios. Los experimentos y los estudios realizados por el gran oftalmólogo Emilio Javal sobre el movimiento de los ojos al leer, le permitieron llegar a la conclusión de que un lector hábilmente entrenado puede llegar a abarcar en un solo golpe de vista de 15 a 20 signos, es decir, unas tres o cuatro palabras. Inmediatamente se comprende la enorme diferencia que hay entre un lector «palabra por palabra» y otro que sea capaz de leer de una sola vez grupos de varias palabras. El desarrollo de esta habilidad se logra en los cursos de lectura mediante ejercicios o textos especialmente preparados de modo que la distribución de las palabras en grupos cada vez más amplios va estimulando la capacidad latente del alumno hasta lograr una notable amplitud de su campo de visión. Para poder leer captando de una sola vez un grupo de varias palabras es necesario estar atento y concentrado en la lectura. Algunos autores afirman que esto es lo único que habría que desarrollar. Según ellos los ojos no nece-
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sitan ni pueden ser entrenados porque de por sí ya tienen una gran capacidad y amplitud de visión. Nosotros creemos que hay que distinguir entre la capacidad de visión que tienen nuestros ojos, y el uso real que hacemos de ella. Evidentemente la mayor parte de personas no suelen hacer uso, o mejor dicho, no saben hacer uso de esa capacidad. Los ejercicios prácticos a que antes nos referíamos tienen por objeto hacernos ver cuáles son nuestras posibilidades y estimularnos y enseñarnos a adoptar la actitud mental apropiada para poder leer a través de estos conjuntos más amplios de varias palabras.
FIJACIONES
El movimiento de los ojos mientras leemos está directamente relacionado con la rapidez de percepción y sobre todo con la amplitud de visión, o con el campo visual, que hayamos conseguido desarrollar. Tenemos la impresión de que al leer los ojos se van deslizando de un modo continuo a lo largo de cada línea. Pero en realidad no es así. Nuestros ojos recorren cada línea dando pequeños saltos y haciendo pequeñas paradas en diversos puntos de la línea. Es en estas paradas cuando el ojo ve el texto escrito; cuando se mueve, cuando hace el salto de un punto a otro, no puede ver nada. Cada una de las paradas que realiza el ojo al recorrer la línea escrita es lo que se llama fijación. Los estudios y experimentos realizados sobre el movimiento de los ojos han demostrado que en estas paradas o fijaciones se invierte el 90 % del tiempo empleado en la lectura.
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Los movimientos intermedios son muy rápidos y sólo ocupan un 10 % del tiempo total. Este mecanismo ofi'ece la posibilidad de acelerar enormemente la velocidad de la lectura. Esto podría realizarse en dos sentidos. Por una parte disminuyendo el tiempo dedicado a cada fijación, y por otra haciendo que el número de fijaciones por línea sea más pequeño. Si nos atenemos al simple hecho de la percepción, visual se ha comprobado que en sólo 1/100 de segundo es posible ver un grupo de palabras que totalicen hasta 20 letras-espacio. Pero en la lectura nunca se alcanza este ritmo porque además de la percepción visual el cerebro necesita un tiempo para interpretar los signos y captar su significado. Esto exige alrededor de 1/5 de segundo. Esta debería ser aproximadamente la duración de cada fijación. Pero sólo los buenas lectores reducen al mínimo el tiempo de cada fijación. Sin embargo hay que reconocer que el ahorro de tiempo que puede hacerse al disminuir la duración de cada fijación no suele ser en general muy grande, aunque puede suponer un tercio, o más, del tiempo empleado. Es sobre todo en el segundo aspecto, en lo referente al número de fijaciones por línea, donde el ahorro de tiempo puede ser verdaderamente considerable. El lector deficiente hace las fijaciones más largas, pero sobre todo hace muchas más fijaciones que las necesarias. Teniendo en cuenta que el campo visual puede llegar a abarcar unas cuatro palabras se deduce que el número de fijaciones puede y debe reducirse a tres o dos por cada línea, en vez de las seis o siete que suelen hacer los lectores no entrenados.
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A modo de ejemplo le ponemos a continuación un texto distribuido en fijaciones. El punto indica el lugar donde el ojo se detiene, y la raya la amplitud del campo visual. El mismo texto está repetido tres veces. El ejemplo a) contiene tantas fijaciones como palabras. Así lee la persona poco acostumbrada a leer. En el ejemplo b) el mismo texto se lee en cuatro fijaciones en vez de siete. Así es como suele leer la persona que tiene costumbre de leer, pero sin entreno en las técnicas de lectura rápida. El ejemplo c) es el modo habitual de leer que puede conseguir una persona entrenada. Ejemplo: a)
La lectura rápida es un logro apasionante.
El éxito es una cuestión de trabajo.
b)
La lectura rápida es un logro apasionante.
El éxito es una cuestión de trabajo.
c)
La lectura rápida es un logro apasionante.
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El éxito es una cuestión de trabajo.
Vea el ahorro tan grande de tiempo que supone el modo de leer según el ejemplo c) comparado con el a). Sin tener en cuenta que las fijaciones que hace c) pueden ser más breves que las de a), y atendiendo simplemente al número de fijaciones realizadas, vemos que c) lee casi cuatro veces más aprisa que a). Ya se ve de inmediato las enormes posiblilidades que esto significa en orden a la rapidez y al ahorro de tiempo en la lectura. Pero para conseguir este ritmo de dos o tres fijaciones por línea no basta la simple habilidad perceptiva. Es preciso una buena concentración mental a fin de poder captar los conjuntos de palabras como algo que tiene un significado, como algo a través de lo cual se nos comunica un pensamiento. De hecho siempre que la actitud mental es defiente al campo visual se estrecha. La amplitud mental es condición indispensable para poder hacer uso de toda nuestra capacidad de visión y de percepción. Pero este es un tema que lo trataremos más detenidamente al hablar de la comprensión y de la actitud mental correcta.
CAPITULO
III
DEFECTOS EN LA PERCEPCIÓN Y DEL APRENDIZAJE LAS REGRESIONES
Uno de los defectos que más perjudican a la rapidez de la lectura es el hábito de volver atrás para ver de nuevo lo ya leído. Esto es lo que se llaman las regresiones. Hay ciertamente algún tipo de regresiones que están justificadas, pero hay muchos casos en que el regresar no está justificado aunque lo pudiera parecer. Estas son las regresiones que hay que evitar a toda costa. Examinaremos en primer lugar cuáles son los motivos por los que uno siente la tendencia a regresar. En general se pueden agrupar en tres clases: a) b) c) a)
no haber captado la idea no haber captado bien alguna palabra hábito de regresar. Si se trata de querer volver atrás porque no
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hemos captado la idea hay que precisar más a qué se debe esta falta de comprensión. Puede ser que se trate de un texto difícil, o cuyo estilo es muy complejo y oscuro. Aquí, realmente estaría justificado el volver atrás. Sin embargo aun puede ser más aconsejable seguir adelante hasta completar por lo menos el párrafo entero. Esto proporcionará, en la mayoría de los casos, una visión de conjunto que es quizá lo que necesitábamos para una comprensión más completa. De modo que lo más eficaz sería completar la lectura de todo el párrafo y volver luego sobre el pasaje que había quedado oscuro; o incluso a veces volver a leer todo el párrafo. Esto resultará más práctico que hacer una o varias regresiones esporádicas que nos harían perder más tiempo y que no acabarían de aclararnos la idea de un modo total. Otras veces la razón por la que no captamos algunas ideas se debe simplemente a falta de atención. Es preciso recordar, en este caso sobre todo, que la lectura debe ser siempre algo activo. Leer activamente significa leer con un propósito determinado, tener nuestro interés movilizado hacia algo y enfrentarse con el texto escrito con la actitud de quien busca o quiere algo. Si lio lo hacemos así no debe sorprendernos que nuestra atención se ausente con frecuencia. b) Algunas veces puede ocurrimos que no percibimos bien una palabra o, a causa de su grafismo, la confundimos con otra parecida. Si a través del contexto nó podemos deducir cuál era la verdadera identidad de la palabra confundida la única alternativa será el volver atrás y asegurarnos de qué se trata. Pero el verdadero remedio es hacer desaparecer la causa de estas confusiones. Supuesto que no haya problema de
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atención, se trata de un defecto de rapidez y precisión en la percepción. Los ojos pueden adiestrarse a ver con más rapidez y precisión. Para esto existen diversos tipos de ejercicios que agilizan la visión y mejoran notablemente la capacidad de percepción. Algunos autores muestran gran desconfianza frente a cualquier clase de entrenamiento de los mecanismos de la visión. Sin embargo, aunque es cierto que la lectura es sobre todo un proceso mental, también hay que reconocer que los mecanismos visuales pueden ser perfeccionados y agilizados, como lo demuestran los resultados obtenidos en los cursos prácticos de lectura, y no hay por qué despreciar esta posibilidad real. c) Finalmente, otra de las causas de las regresiones es el hábito o costumbre de volver atrás. Esta costumbre suele venir enmascarada y falsamente justificada por una excesiva preocupación de no perder nada, de asegurarse que hemos entendido bien todo lo anterior y por el deseo de grabarlo y retenerlo mejor. Pero esto es una equivocación. Aparte del tiempo enorme que se pierde, estas repetidas regresiones no son garantía, en modo alguno, de una mejor comprensión y retención. En realidad ocurre todo lo contrario. Cada vez que se vuelve atrás se rompe el hilo del pensamiento y al interrumpir su desarrollo normal se pierde de vista la finalidad última y su estructura global, para quedar enredados en uno u otro de sus aspectos parciales. Por eso no es nada extraño que los lectores excesivamente cuidadosos, que vuelven continuamente atrás para no dejar escapar nada, sean los que más se quejan y los que más dificultad encuentran en llegar a una comprensión total de lo leído.
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La solución acertada consiste en seguir siempre adelante aunque nos parezca que no hemos captado plenamente la idea. Si lo hacemos así, además de contrarrestar el mal hábito de regresar, descubriremos con asombro que habíamos entendido más de lo que pensábamos. De hecho, nuestros ojos y nuestro cerebro captan más cosas de las que somos conscientes, y lo único que necesitan es seguir todo el desarrollo del pensamiento para que cada aspecto particular cobre de nuevo relieve y se estructure orgánicamente en el conjunto. Este modo de leer activo y dinámico, que va directa y rápidamente hacia la visión global del conjunto, es la forma más adecuada para llegar a una comprensión más plena del todo y de los detalles, así como el medio más fácil de asegurar su retención. Para aquellos lectores que son excesivamente escrupulosos con el texto, que están pendientes de cada una de las palabras a fin de que nada se les escape, y que en todo momento están dispuestos a volver atrás para asegurarse de que han cogido bien las ideas, conviene recordarles unas observaciones que nos hacen los profesores de la Universidad de Columbia en su «Reading Improvement Programm»: «Durante muchos años se creyó que los lectores rápidos eran descuidados y superficiales. Se suponía que leyendo rápidamente no se podría captar el significado tan bien como a través de una lectura lenta. Se pensaba que leer con lentitud era necesario para leer con seguridad. Cuando se hicieron las experiencias estas suposiciones se vinieron abajo. Entonces se comprobó que el era casi desconocido.» Después de una enumeración en la que el autor pasa revista al desarrollo de las vías navegables, la última frase es un verdadero resumen de todas las consideraciones precedentes. Otras veces la frase principal puede ir en medio del párrafo. Aquí el pensamiento estará desarrollado, en general, a manera de un movimiento pendular. La primera parte del párrafo será un preámbulo o una preparación que culminará con la aparición de la idea central. La segunda parte será una prolongación de esta idea a modo de aclaraciones, confirmaciones o consecuencias. Observe cómo se va desarrollando el pensamiento en el párrafo siguiente: «El hombre, por sus sentimientos y sus costumbres, tiende a considerar como carente de toda trascendencia su capacidad para modificar la estructuración de la tierra en comparación con las fuerzas naturales. Se suele hablar con complacencia de la debilidad del hombre, que lucha como un enano frente a la gigantesca naturaleza. Esta subestimación estaba justificada en tiempos pretéritos, pero ya ha sido superada y no es válida hoy en día. Por intrascendente que sea la potencia física del hombre aislado, su fuerza es enorme por la asociación y por las directo-
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ees del ingenio humano. Estas fuerzas han modificado radicalmente la faz de la tierra en amplias regiones. El proceso que han seguido desde los principios de la humanidad, hasta bien adentrados los tiempos históricos, apenas tiene interés. Sin embargo, se incrementó de manera ingente desde que, a partir de 1300, hizo su aparición la era de la máquina y el poder del hombre empezó a multiplicarse bajo el signo de la técnica mecánica que florecía. Hoy día se ejercen acciones sobre la naturaleza con un vigor antes insospechado.»
Después de unas frases introductorias en las que el autor va desechando las posibles objeciones llegamos a la mitad del párrafo donde encontramos claramente formulada la idea central: «Por intrascendente que sea la potencia física del hombre aislado, su fuerza es enorme por la asociación y por las directrices del ingenio humano.» A partir de este punto las demás frases no hacen más que explicar el alcance y el modo como se ejerce la fuerza del hombre sobre la naturaleza.
LOCALIZACION DE LA FRASE PRINCIPAL
Cuanto acabamos de exponer es de suma importancia para que el lector sepa qué actitud mental debe adoptar cuando empieza la lectura de cualquier párrafo. Esta actitud mental es la que le permitirá sintonizar rápidamente con el movimiento del pensamiento dentro del mismo párrafo, y la que le hará capaz de descubrir con seguridad el momento en que el pensa-
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miento llega a su punto culminante, es decir: la frase central. No obstante en orden a localizar con más facilidad la frase principal podemos señalar otra técnica suplementaria que puede ser de gran utilidad. Hemos partido del supuesto de que cada párrafo contiene una idea principal, y solamente una. Esto es lo normal, aunque, como ya hemos observado, puede haber excepciones. Lo primero que debemos hacer, en consecuencia, es observar cuál es la palabra que más se repite y que domina todo el párrafo. Esta palabra representará un objeto, una persona, una cualidad, algo, en fin, en torno a lo cual gira toda la exposición. No es preciso que sea la misma palabra la que se repita. A veces veremos que el autor emplea sinónimos, o que en algunas frases emplea un pronombre. Lo importante es darse cuenta de que en todos estos casos se está refiriendo siempre a la misma idea, al mismo objeto. Una vez que hemos localizado e identificado esta palabra, estamos ya en condiciones de poder encontrar la frase central del párrafo. En general todas las frases tendrán alguna relación con la palabra clave, pues todo el párrafo gira alrededor de la misma. Pero la cualidad básica de la frase principal es siempre su carácter global o de inclusividad. En cierto modo ella encierra en sí todo lo que se expone en las demás frases. La frase prmcipal será, pues, aquella donde se establece la afirmación más amplia, más general, y que puede considerarse como el resumen de todas las demás.
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COMPROBACIÓN DE LA FRASE PRINCIPAL
Para asegurarse de que la elección ha sido correcta hay dos medios que pueden ayudarle. En primer lugar si usted suprime la frase principal notará que el párrafo queda como truncado o incompleto. No aparece claro el significado de] párrafo como conjunto. Mientras que si suprime una frase secundaria apenas si varía el sentido general del párrafo. El otro medio de comprobación consiste en ir leyendo una por una las restantes frases del párrafo, y antes o después de cada una, repetir de nuevo la frase principal. Si la elección fue realmente acertada veremos cómo cada una de las frases se relaciona de un modo natural con la frase central formando ambas un todo bien lógico y coherente. IDEAS O FRASES SECUNDARLAS
Aunque pueden encontrarse a veces párrafos que no contienen más que una idea y una sola frase, lo más frecuente es que cada párrafo esté compuesto por un conjunto de diversas frases. Una de ellas suele expresar la idea del autor de un modo más claro y más total que el resto: es lo que llamábamos la frase principal. Ella contiene la idea central del párrafo. Las demás frases le sirven al autor para explanar de un modo más detallado todos los aspectos e implicaciones, que él tenía en la mente, cuando escribió la frase principal. Ya hemos visto la importancia que tiene el saber localizar rápidamente la frase principal. Esto nos pone
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directamente en posesión del núcleo central del párrafo. Descubrir la frase principal es captar de inmediato la esencia misma del párrafo. Esta habilidad, abre enormes posibilidades para el lector. Leer pendiente de las ideas es introducir un valioso elemento de dinamismo en la lectura. Saber, captar y comprender con rapidez la idea central es iluminar de golpe todo el conjunto del párrafo poniéndonos en situación de poder recorrer rápidamente todo su contenido. La correcta comprensión de la idea principal nos da la posibilidad de comprender acertadamente el valor y alcance de las diversas partes complementarias que integran el párrafo. En el capítulo anterior expusimos el modo de llegar a descubrir con seguridad y rapidez la idea central de cada párrafo. Pero para perfeccionar el modo de leer cada párrafo es muy útil también que tengamos una idea clara del modo como las demás frases del párrafo, las frases secundarias, pueden ir ampliando, desarrollando o matizando la idea expuesta en la frase principal. Esto es lo que vamos a ver ahora. En general, hay cuatro formas o maneras de explanar la idea central a través de las frases secundarias: — — — —
por repetición por contraste por ejemplificación por justificación
Por repetición: cuando se mantiene exactamente el mismo contenido de la frase principal, variando simplemente las palabras. Muchos de los párrafos que comienzan estableciendo la idea central en su primera
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frase, suelen terminar con otra frase, semejante a la primera en la que a modo de conclusión se vuelve a repetir la idea fundamental. Pero también pueden encontrarse este tipo de frases en cualquier otra parte del párrafo. Por contraste: estas frases son muy eficaces para hacer resaltar la idea principal. El autor quiere impresionarnos y dejar bien claro cuál es su verdadero pensamiento, indicando y rechazando de plano lo que no es su pensamiento. Por ejemplificación: los ejemplos sirven para hacernos comprender el alcance de la idea principal a través de casos y aplicaciones concretas. Una verdadera comprensión de la idea central haría superfluos los ejemplos, de modo que pueden, muy bien, ser pasados por alto cuando existe esa comprensión. Pero en la práctica los ejemplos suelen ser una de las mejores ayudas para llegar a comprender de verdad lo que iba implicado en la afirmación general. Por justificación: este tipo de frases contienen razones o argumentos que apoyan la afirmación establecida en la frase principal. Ayudan a su mejor comprensión en el sentido de que una idea se entiende más profundamente en la medida que conocemos mejor cuáles son los fundamentos lógicos o racionales que la sostienen y apoyan. Estos son los diversos modos cómo las frases subordinadas contribuyen a aclarar y desarrollar el contenido de la idea principal. A modo de ejemplo vamos a transcribir un párrafo
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algo extenso sacado de la obra La incógnita del hombre, de Alexis Carrel. «Cualesquiera que sean nuestras penas o nuestras alegrías, y la agitación del mundo, nuestros órganos apenas si varían su ritmo interior. Los cambios químicos de las células y de los humores continúan imperturbables. La sangre late en las arterias y corre a una velocidad casi constante por los innumerables capilares de los tejidos. Existe una notable diferencia entre la regularidad de los fenómenos que se producen dentro de nuestro cuerpo y la extraordinaria variabilidad de nuestro medio ambiente. Nuestros estados orgánicos son muy estables. Pero su estabilidad no equivale a un estado de reposo o de equilibrio. Se debe, por el contrario, a la incesante actividad de todo el organismo. Para mantener la constancia de la composición de la sangre y la regularidad de su circulación se requiere un número inmenso de procesos fisiológicos. La tranquilidad de los tejidos está asegurada por medio de los esfuerzos convergentes de todos los sistemas funcionales. Y cuanto más violenta e irregular es nuestra vida, mayores son estos esfuerzos. Porque la brutalidad de nuestras relaciones con el mundo cósmico no debe nunca turbar la paz de las células y de los humores de nuestro mundo interior.» En este párrafo no existe una palabra única que se repita a lo largo de las distintas frases; pero sí podemos observar la presencia de varias palabras semejantes que desempeñan el papel de palabra domi-
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nante y que apuntan a un mismo objeto o tema fundamental: ritmo, imperturbables, constante, regularidad, estables, estabilidad, reposo, equilibrio, constancia, tranquilidad. ¿Cuál es la frase en que el autor hace la afirmación más general sobre la palabra o tema dominante? Quizás usted ya la haya descubierto. Es la primera: «Cualesquiera que sean nuestras penas y nuestras alegrías, y la agitación del mundo, nuestros órganos apenas si varían su ritmo interior.» Observe como las demás frases no son más que un desarrollo o explanación de la frase principal. Cada una aporta un matiz particular o aclara una faceta especial del tema fundamental. Unas repiten la misma idea principal: «Los cambios químicos de las células y de los humores continúan imperturbables.» Otras son ejemplos: «La sangre late en las arterias y corre a una velocidad casi constante por los innumerables capilares de los tejidos.» O contienen una comparación: «Existe una notable diferencia entre la regularidad de los fenómenos que se producen dentro de nuestro cuerpo y la extraordinaria variabilidad de nuestro medio ambiente.» O insisten de nuevo en la idea principal:
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«Nuestros estados orgánicos son muy estables.» O rechazan una falsa idea de lo que es el ritmo interior: «Pero su estabilidad no equivale a un estado de reposo o de equilibrio.» O exponen su verdadera causa: «Se debe por el contrario, a la incesante actividad de todo el organismo.» O indican los medios que aseguran la tranquilidad del ritmo: «Para mantener la constancia de la composición de la sangre y la regularidad de su circulación se requiere un número inmenso de procesos fisiológicos.» «La tranquilidad de los* tejidos está asegurada por medio de los esfuerzos convergentes de todos los sistemas funcionales.» O hacen una comparación: «Y cuanto más violenta e irregular es nuestra vida, mayores son estos esfuerzos.» O exponen de nuevo la idea principal haciendo resaltar su .carácter básico dentro de la vida orgánica: «Porqua la brutalidad de nuestras relaciones con el mundo cósmico no debe nunca turbar la*
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paz de las células y de los humores de nuestro mundo interior.» IMPORTANCIA DE LEER POR LA IDEA
El lector que haya desarrollado su habilidad para descubrir con rapidez la idea central de cada párrafo, y que al mismo tiempo tenga una idea clara de los diversos modos como puede ser ampliada y comentada a través de las distantas frases del párrafo, está en posesión de una de las técnicas más eficaces para realizar el mejor tipo de lectura. Por una parte tendrá asegurada una perfecta comprensión del pensamiento exacto del autor, gracias a su habilidad en reconocer las frases principales. Por otra parte su lectura podrá ganar en agilidad y en velocidad según sus deseos y la finalidad que pretenda. En efecto, su destreza en advertir el papel que cada frase subordinada desempeña en relación a la idea central le hará comprender con facilidad cuando puede* acelerar la rapidez en la lectura de estas frases conformándose con una simple ojeada superficial. Esto lo podrá hacer cada vez con más eficacia en la medida que capte con mayor rapidez la idea central, y que le baste una simple mirada para adivinar en qué sentido amplía esta idea central cada una de las frases secundarias. Esto, desde luego, exige un entrenamiento metódico y constante. Es preciso ejercitarse en el examen de muchos y diversos párrafos para dominar perfectamente esta técnica. Precisamente una parte muy importante de nuestros cursos orales de lectura está destinada a desarrollar en los alumnos la capacidad de leer y manejar con perfección toda clase de párrafos.
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No hay que desanimarse por el pequeño esfuerzo inicial que esto supone, pues queda ampliamente compensado por el ahorro de tiempo y por el extraordinario aumento de comprensión que este entrenamiento trae consigo.
b)
PÁRRAFOS-EXCEPCIÓN
Hasta aquí hemos hablado en el supuesto de que cada párrafo tiere una sola idea central, es decir, de los párrafos normales. Ahora examinaremos los párrafos-excepción que no se ajustan a este patrón general. En principio podemos afirmar que el lector que se ha entrenado en buscar en cada párrafo la idea central sabrá reconocer y manejar con facilidad los párrafos anormales que se vaya encontrando.
PÁRRAFOS CON MAS DE UNA IDEA
Una primera clase de párrafos que se apartan de la regla general son los que contienen más de una idea importante, esto es, dos frases distintas que es necesario tener en cuenta si no se quiere perder nada de lo esencial del párrafo. Aquí podría tratarse de un párrafo que es realmente uno, o de un párrafo que sólo en apariencia es uno, es decir, que de hecho hay dos párrafos q dos unidades diferentes de pensamiento, aunque externamente vayan unidos a modo de un solo párrafo. En este casO; si a mitad de párrafo hiciéramos punto y aparte, nos resultarían dos párrafos completos de tipo normal. Cuando se trata de un párrafo único pero con dos
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frases principales, el lector deberá integrar el contenido de ambas en una sola frase, que será la que representará la verdadera idea central del párrafo. En este caso la idea resultante suele ser compleja, es decir, que abarca dos o más aspectos sustanciales de la misma cosa. Si el autor ha usado dos frases, en vez de una, para expresar la idea central, el motivo suele ser un deseo de mayor claridad en su exposición. A veces es más fácil darse a entender con dos frases más cortas que una larga. Pero el lector ha de estar sobre aviso y comprender que las dos son igualmente importantes en orden a una comprensión total del párrafo. Es precisamente esta unidad la que él debe recalcar al tratar de enlazar en una sola las dos frases del texto. Veamos un ejemplo de esta clase de párrafos: «Luis Pasteur, hijo de un curtidor que había luchado en las tropas de Napoleón, trabajó infatigamente para convertirse en químico. En Lille estudió las fermentaciones en la fabricación de alcohol, descubriendo que no las motivaba, según se creía, un cambio químico, sino la acción de las bacterias, nombre dado recientemente a los microorganismos descubiertos con el microscopio. Tras muchas controversias, sus teorías fueron aceptadas y así se fundó la bacteriología. Pasteur aplicó su estudio de la bacteria a las enfermedades, primero de animales y plantas y luego del hombre. Descubrió que la epidemia que hacía estragos entre los gusanos de seda arruinando una importante industria de Francia, debíase a una bacteria y mostró el modo de combatirla. Luego estudió el mortal ántrax del ganado, también debido a bacilos, aplicó el método de vacunación
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usado por Jenner para la viruela e inoculó con éxito al ganado un cultivo de bacilos del ántrax. Asimismo aplicó el principio inoculativo al tratamiento de la hidrofobia. Habiendo descubierto tras muchos trabajos que los perros se inmunizaban mediante la vacuna, inoculó a un ser humano y, como el remedio tuviera éxito, su tratamiento, paulatinamente, fue aceptado en todo el mundo.» (R. FLENLEY, Historia del Mundo, pág. 223.) Aquí se destacan dos aspectos fundamentales de los trabajos de Pasteur que deben aparecer en la frase que sirva de resumen a todo el párrafo: a) el descubrimiento de la acción de las bacterias; b) la aplicación de su estudio a los animales y al hombre. Así, pues, la idea central del párrafo podría expresarse con esta frase: «Pasteur descubrió la acción de las bacterias en las fermentaciones, y aplicó su estudio a las enfermedades de animales, plantas y luego del hombre.»
SIN FRASE PRINCIPAL Otras veces, por el contrario, nos podemos encontrar con párrafos en los que no existe ninguna frase que podamos considerar lo suficientemente amplia o representativa como para encarnar la idea central del mismo. Esto ouede ser debido a dos causas: o bien el párrafo no contiene ninguna idea central; o bien la idea central está diluida a través de todo el párrafo. El primer caso: falta de idea central se puede dar principalmente en los llamados párrafos de transición. Estos párrafos son una especie de puente que unen dos.
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párrafos con ideas más bien dispares. El autor se sirve de ellos cuando quiere llevarnos de un modo suave de una a otra idea justificando, o simplemente preparando, el cambio de rumbo en su pensamiento. En el segundo caso la idea central se encuentra, como hemos dicho, diluida a través de todo el párrafo. En general suele tratarse de frases de carácter narrativo o enumerativo, todas con afirmaciones de una importancia semejante y en todo caso parcial. Aquí es el mismo lector el que ha de saber extraer la idea central. Para ello debe identificar, en primer lugar, la palabra clave sobre la cual giran todas las afirmaciones parciales. Después, considerando todo lo que se ha dicho de la palabra clave, componer una frase suficientemente amplia y general que englobe todas las afirmaciones particulares. La capacidad de realizar esta síntesis, por medio de una frase única, sería el refiejo de nuestra auténtica capacidad de comprensión. El siguiente párrafo es un ejemplo de esta clase: «Los remadores eran expertos, pero la embarcación estaba sobrecargada, y comenzó a llenarse de agua cuando se hallaron a la mitad del estrecho. Se hicieron frenéticos esfuerzos para sacarla de allí, pero sin resultado. La barca se hundió, y desapareció, y algunas de las cajas que transportaba se hudieron con ella, mientras otras quedaron flotando. Sus dos tripulantes hubieron de nadar en aquella rapidísima corriente, entre rocas salvajes.» (WILLARD PRICE. El maravilloso Amazonas, pág. 69.) Este párrafo puede resumirse así: «A pesar de los esfuerzos y pericia de los remadores, la barca.
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que estaba sobrecargada, se hundió, y los dos tripulantes tuvieron que nadar en aquella rapidísima corriente.» CAUSAS DE LOS PÁRRAFOS-EXCEPCIÓN
La aparición de los párrafos anormales puede tener varias causas. En primer lugar, no todos los escritores tienen la misma claridad de pensamiento, ni poseen el mismo grado de habilidad para expresarse y darse a entender con facilidad. Esto puede reflejarse en la existencia de párrafos truncados o en los que la unidad lógica interna no aparece muy clara. Otras veces la división de los párrafos obedece a razones convencionales más que a leyes lógicas. Así, la costumbre de escribir con párrafos muy cortos, imitando el estilo de los artículos y reportajes periodísticos, suele dar lugar a grupos de párrafos que muy bien podrían ir incluidos como frases de un párrafo conjunto, pues entre todos ellos no se hace más que desarrollar una sola idea básica. Lo importante es que el lector se dé cuenta de la unidad lógica que forman a pesar de su aparente división externa. También existen los párrafos de «apariencia». Aquí el autor se guía principalmente por el aspecto externo del texto escrito. Una página en que aparezcan pocos puntos y apartes se presenta siempre como algo demasiado sólido y ya de entrada da la impresión de dificultad y pesadez. Para salvaí esta apariencia de agilidad el autor puede decidir la introducción de un punto y aparte si cree que un párrafo se está alargando demasiado, aunque su pensamiento no haya llegado a su completo desarrollo. Una vez más, será el lector el que
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descubrirá las verdaderas unidades lógicas de pensamiento, a pesar de las apariencias externas. Por suerte la existencia de párrafos anormales no suele ser excesiva y sobre todo no es difícil descubrirlos y manejarlos con acierto, siempre que haya precedido, como ya hemos dicho, el estudio y la práctica con los párrafos normales. Si el lector está bien adiestrado en la práctica de leer cada párrafo en función de su idea central, considerándolos como una unidad de pensamiento, nunca se sentirá desorientado cuando tenga que enfrentarse con un caso de estos.
CAPITULO VI
CURSO DEL PENSAMIENTO En el capítulo anterior hemos visto cómo cada uno de los párrafos ha de ser considerado como una unidad de pensamiento. Lo fundamental de la lectura es descubrir esa idea, ese pensamiento central que se nos comunica. Pero el pensamiento no es algo estático dentro del párrafo, sino algo dinámico, algo que sigue un movimiento, un proceso a lo largo de las distintas frases del párrafo. La frase principal establece con claridad el pensamiento central y marca la dirección básica del movimiento. Las demás frases, al mismo tiempo que van desarrollando el contenido de la idea central, son también como otros tantos estadios o períodos en la evolución y movimiento del pensamiento. A este despliegue progresivo de la idea central es a lo que llamamos curso del pensamiento. Lo característico de este movimiento consiste en que no siempre es estrictamente progresivo o de dirección única. A lo largo del párrafo podemos observar que a veces se detiene, que retrocede, o que reacciona para ponerse de
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nuevo en la misma dirección y sentido de la frase principal. Son detenciones en el desarrollo del pensamiento las aclaraciones marginales que hace el autor, las reflexiones incidentales, o las dudas que se plantea y que una vez resueltas, le permiten proseguir su exposición inicial. Otras veces, no sólo se detiene, sino que, en cierta forma, retrocede en la exposición de su idea, quizá para buscar unos antecedentes, o quizá para proponer unas objeciones que inmediatamente él mismo nos solucionará. Estas variaciones en el curso del pensamiento, esta diversidad de frases y de funciones, son otros tantos' medios que emplea el autor para ir aclarando su pensamiento y para lograr un mayor impacto y fuerza de impresión en la mente del lector. La finalidad es siempre la misma, hacer resaltar el contenido y la dirección de la idea central.
a) EXPRESIÓN GRÁFICA
Gráficamente se puede expresar el curso del pensamiento subrayando con una flecha hacia la derecha aquellas frases que siguen un movimiento progresivo en la misma dirección de la idea principal. Las frases en que el pensamiento retrocede o se opone a la idea principal pueden indicarse con una flecha hacia la izquierda. Finalmente un línea de trazos discontinuos puede servir para señalar los sitios en que el curso del pensamiento se detiene por unos momentos. El siguiente ejemplo le servirá para ver esto con claridad: Al principio de cada frase, o de cada período
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importante, se indica, por medio de las flechas convencionales, el papel que desempeña en el desarrollo del curso del pensamiento. «El lector atento podrá reconocer, cómo, a pesar de la agitación y de la prisa de la vida moder<
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