Antoni Domenech. El Eclipse de la Fraternidad. Una revisión republicana de la tradición socialista

November 12, 2017 | Author: jorge gonzalez | Category: Citizenship, Democracy, Republic, Woman, Machismo
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Un estudio histórico del surgimiento del concepto de Fraternidad en la teoría política...

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Antoni Doménech

El eclipse de la fraternidad Una revisión republicana de la tradición socialista

Crítica Barcelona

2004

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-bo, .lrc lleuan en el corazón la b ¿! :omienzo la idea de escribir .:lz¿ 40 sabría como agradecér-

Prólogo

. -ld:u:lpa Fernández, Elsa Gil, .¿- -i.:c!tu Kein y Siluia'Woods -^2.-'. ; JLe este libro tuuiera más

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x;-> ala plena condición de ciudadanos, es lo que desde 7790 se expresó en Europa y en la América que había heredado el tipo de sociedad viejoeuiopea de la colonización española y portuguesa con la metáfora de la "fraternidad».3 Que esa pretensión se sirviera de una metáforaconceptual procedente del ámbito de la vida famili4r es cosa que no puede sorprender, si se pondera debidamente el hecho de que ula familia era la célula de base de la sociedad del

Régime guíadenotando, ¡entesco, sino el Antiguo

se-

paqqa

vivir, dependían de un señorrentendido como p*ter familias. El medievalista ñermeyer, por ejemplo, ha llegado a recopilar no menos de nueve sentidos en que podía entenderse la palabra familia;todos sin excepción apuntan a [elaciones de dominación y dependendia, de subalternidad respecto de un señor

patriarcal.5

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3. Morelos, el insurgente antiabsolutista mexicano que no consiguió entusiasmarse con las reformas promovidas desde las Cortes de Cádiz, expresó con gran claridad su rechazo a las mismas sirviéndose precisamente de la metáfora fraternal; el lazo fraternal, la elevación a la dignidad civil de (casi) todos, que proponían las nuevas Cortes españolas, sólo mentidamente alcanzaba a los habitantes de las colonias: ol-as Cortes deCádiz han asentado más de una vez que los americanos eran iguales a los europeos, y parahalagarnos más nos han tratado de hermanos, pero si ellos hubieran procedido con sinceridad y buena fe, era consiguiente que al mismo tiempo que declararon su independencia hubieran declarado la nuestra y nos hubieran deiado en libertad para establecer nuestro gobierno, así como ellos establecieron el suyo. u Citado por Silvio Zavala, Apuntes de historia nacional: 1808-1974, F.C.E., México,7999, p.39. 4. Véase voz nFamilles" , en el Dictionaire de I'Ancien Régime, Lucien Bély, dir., PUF, París, 1996.

El7l, p. 125.

5. É,stos: 1) conjunto de siervos que dependen de un señor;2) conjunto de dependientes de diversas categorías que dependen de un señor; 3) conjunto de dependientes de diversas catego-

74

EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD

Y si se repara bien en el hecho, por ejemplo, de que bomo lleg6 a significar en el latín degenerado de la Edad Media 'dependiente', 'siervo', 'vasallo' (y de aquí 'homenaje': el que tributa el vasallo a su señor), se comprenderá también que los grandes ideales de humanidad de la Ilustración europea dieciochesca se expresaran igualmente con metáforas conceptuales procedentes de la vida ufamiliar". Que la Ilustración sea por encima de todo la aspiración al título de umayoría de edadr, según lo expresó con singular eficacia Kant, la exigencia, esto es, de "emanciparse" metáÍora de.la vida familiar!- de tutelas que -¡otra despóticamente mantienen en la minoría de edad, es algo que sólo cabalmente puede entenderse en todo su significado cuando se ha comprendido el por transplante, iberoacontexto histórico de ttn ancien régime europeo -y humilde mericane que mantenía al grueso de su población en variadas situaciones de dependencia patriarcal. Kant mismo, como Rousseau, como Fichte, como casi todos los grandes nombres de la Ilustración europea, han sido "familiares" ellos mismos en algún momento de sus vidas, es decir, dependientes, en calidad de preceptores, de algún señor europeo. El amor fruspor lo tanto, sujeta al- señor del que Hóltrado por Diotima, la hija del -y, derlin fue nfamilarr, llevó a la locura al poeta. Y el "familiap Hegel se sintió al punto hermano de la criada Marianne cuando leyó la homónima comedia de Marivaux. Pues ,.emanciparse" de la tutela paterna- es "hermanarse»: -librarse emancipado de la tutela de mi señor no sólo podré ser hermano de todos los «menores) que compartíanya cotidianidad conmigo bajo la misma tutela señorial; podré ser, además, hermano emancipado de todos aquellos que estaban bajo la tutela y la dominación viene de domus: de nuevo, -dominación ¡una metáfora familiar!- de otros patriarcas. La parcelación señorial de la vida social en el Antiguo Régimen impide el contacto con ellos; caído ese régimen, todas las oclases domésticasr, antes segmentadas verticalmente en jurisdicciones y protectorados señoriales y patriarcales, se unirían, se fundirían horizontalmente como hermanas emancipadas que sólo reconocerían un progenitor: la nación, l¿ «patria» (¡otra metáfora conceptual familiar!). Pero la ola de hermanamiento no se detiene aquí; es contagiosa. En el sueño ilustrado, caídos no sólo los señoríos, destruida no sólo la sociedad civil del Antiguo Régimen, sino también las despóticas monarquías absolutas

rías que se encuentran en un dominio señorial; 4) conjunto de tributarios de la Iglesia que gozan de un estatuto particular; 5) conjunto de ministeriales y dependientes de orden inferior que dependen de un señor; 6) vasallos libres, ministeriales y dependientes de orden inferior que dependen de un señor; 7) dependientes de orden inferior; 8) coniunto de habitantes de un monasterio, comprendidos los monjes; y 9) una única pareja de no libres. Véase Alain Guerreau, El feudalismo, J. Lorente, trad., CrÍtica, Barcelona, L984, p. 209.

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mopolita. El genuino símbolo de la Ilustración europea que fue el Himno a la alegría de Schiller (1786), convertido por Beethoven en canto revolucionario, no podía expresarlo de un modo más feliz: ¡Alle Menschen uerden Brüder!, todos los seres humanos, todos, de cualquier raza, sexo, confesión religiosa o condición social, todos llegarán a se¡ hermanos, en la medida en que, adul^ tos, se emancipen de las tutelas señoriales y patriarcales. No era una efusión sentimental; Schiller y Beethoven pusieron letra y música al núcleo del programa emancipatorio ilustrado. De modo que con su exigencia de ufraternidad" el ala democrática glebeya de la Revolución francesa no hacía sino expresar políticamente en t79Q el ideario de la Ilustración europea dieciochesca: pues incoada en ese ideario estaba la pretensión de que el conjunto de las "clases domésticas, accediefan elamayoúa de edad. Robespierre y Marat exigían, ahora políticamente, que los miembros de esas clases se he¡manaran como ciudadanos de pleno de¡echo de una nación emancipa/a, para hermanarse luego con el resto de pgeflos emancipados de la Tieria. Y en eso fueron consecuentes hasta el final: a partido de la guerra y de las conquistas territodiferencia de la Gironda -el riales, el partido defensor de la esclavitud en las colonias-, nunca habría de concebir el Partido de la Montaña ala República francesa sino como una parte integrante y hermanada de la República cosmopolita. Por eso no quiere tampoco Robespierre en 1790 que la Guardia Nacional se constituya con propósitos de guerra en el extranjero: la defensa de la patria, en caso de agresión del despotismo monárquico extranjero,la quiere reservar a los ciudada-

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Algo parecido podría rica: pues allí fue trasplantada por los "conquistadores» españoles y portugueses una sociedad colonial bastante parecida en su configuración señorial a la viejoeuropea. Pero Norteamérica; como dijo urravez Mariátegui, no fue .tonquistada», sino "colonizada". Las colonias norteamericanas llegaron a conocer cómo!- la esclavitud en las grandes haciendas algodoneras del -¡y snr, pero no el inmenso gradiente de servidumbres, patronazgos y clientglismos granfamiliares característicos de la América española y portugupsa. De aquí, como ya sugerido, que la consigna de fraternidad no tuviera necesi{ad & anaigar en la tradición política republicana de EE. UU¿ Y talvez eso, su propia y distinta tradición, sirva en parte pera explicar no sólo el malentendido de Rawls, sino también otro malentendido que pro-

t6

EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD

cede de algunas autoras feministas norteamericanas o australianas para mí tan estimables como Carol Pateman, quien sostuvo en un artículo que ha hecho época que Ia fraternidad era una divisa machista, en la medida en que sólo pretendía una incorporación a la sociedad civil de los padres de familia y pobres-.6 Es cuando menos sorprendente que una filósofa de su ta-ricos lento y de su honradez científica cite nada menos que a Locke como el in-

ventor de esa nueva forma de patriarcalismo sofisticado que consistiría en hermanarse igualitariamente todos los hombres, manteniendo en cambio sujetas a las mujeres. Pues difícilmente podría ocurrírsele a Locke, teórico puro donde los haya de la vida "civil,,, una metáfora conceptual igualitaria que, partiendo del ámbito cognitivo doméstico desembocara en el dominio-término de la vida civil pública. Ese tipo de metáforas igualitarias sólo se le pueden ocurrir o a las mujeres o a los domésticos subalternos. Y en efecto, si se repasan los dos tratados de Locke invocados por Pateman como prueba principal de cargo contra el machismo de la "fraternidad", ¡la metáfora no se halla ni una sola vez! Fue precisamente una mujer, Aspasia, la gran dirigente del partido de los pobres en la democracia plebeya ática,la que por vez primera usó esta metáfora. Y las plebeyas de la extrema izquierda democrática agrupadas en los clubes jacobinos de mujeres republicanas --{omo la actriz Claire Lacombesiguieron esa tradición de la democracia antigua, y no pusieron menos ardor en la defensa de la "fraternidad» y de la abolición de toda loi de famille que los mismísimos Marat y Robespierre.T El movimiento popular democráticofraternal desencadenado en Francia a partit de 1,790 cumplió con creces las viejas aprensiones de Aristóteles, femeroso de que una democracia radical llevara a lá gynaicocratía, al predominio de las mujeres en la pólis y a la destrucción del nbuen" orden doméstico en el oiÉos. Yo no encuentro otra explicación al hecho de que dos filósofos políticos de la solvencia de Rawls y Pateman tengan malentendidos tan graves con la "fraternidad» que el hecho de que pertenecen a una tradición política muy distinta de la europea y la iberoamericana. Tampoco hay un claro paralelo norteamericano al gran movimiento preilustrado y postilustrado laicizante que, en Europa y en Iberoamérica, tuvo que construir la tolerancia y la neutralidad del Estado contemporáneo mediante una obra de destrucción del poder terrenal de las diversas iglesias,

6. Carole Pateman, nThe Fraternal Social Contract», reproducido en John Keane, comp., Ciuil Society and the State,Univ. of Westminster Press, Londres, 1998. 7. Pero no hubo que esperar al movimiento democrático plebeyo iacobino. Baste recordar, por ejemplo, que la logia f¡ancmasona más prestigiosa de París, fundada en 7776 por Lalande, se llamaba precisamente .Logia de las Nueve Hermanas", y sus igualitarios estatutos nfrater¡¿fgs", además de los noblemen, gentlemen and tuorkingmen prescritos por la Constitución masónica de Lond¡es en t723, admitían también a mujeres.

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aniquilando de ruíz la capacidad de éstas, como potencias feudales privadas, para disputar con éxito a los poderes públicos el derecho a definir el bien público. Los republicanos independentistas norteamericanos no tuvieron que expropiar a los monasterios católicos, como Eduardo VIII en la Inglaterra de finales del xvr; no tuvieron, como Cromwell en el xvII, que estabular sus caballos en las catedrales de las iglesias reformadas inglesas; no tuvieron que expulsar a los jesuitas, como Luis XIV en la Francia del siglo xvII y Carlos III en la España del xvItI; no tuvieron que expropiar y redistribuir las tierras señoriales de la Iglesia galicana, como los revolucionarios franceses del xvrrr; ni tuvieron tampoco, patalograr la tolerancia, que desamortizar y vender los bienes de la Iglesia católica, como Mendizábal y Jrárez en la España y en el México del siglo xx; ni tuvieron, como la República helvética en 1848, que convertir en precepto constitucional la prohibición del establecimiento de la Compañía de Jesús en su territorio. Y talvez por eso resulte hoy también, incluso entre personas cultas, más difícil de entender en Norteamérica que en Europa o en Iberoamérica el preciso significado político que el logro de la tolerancia tenía para un Locke o para un Voltaire: no la inacción, ño la no interferencia de los poderes públicos en las querellas y desencuentros de la sociedad civil, sino, al revés, una acque tenía como propósito la destrucdvísima interferencia -no arbitraliación de la ¡aíz económico-institucional de cualquier poder privado capaz de disputar con éxito a la república el derecho a definir el bien público. Pero el hecho de que las colonias norteamericanas no conocieran la propiedad señorial y el poder temporal de las Iglesias habían sido ya des-que ruidos tiempo ha en la metrópoli-; el hecho de que los revolucionarios independentistas del Norte no tuvieran que empeñarse en esa labor, aún pendiente en el continente europeo y en Iberoamérica, de activismo público destructor de las grandes esferas de poderes privados; el hecho de que a lo srmo se le planteara allí a la joven República septentrional el problema de respetar, y hacer que se respetaran entre sí, las diversas iglesias y sectas crisnrna5 procedentes del viejo continente de ellas, perseguidas en Eu-muchas ropa por heréticas-8 que en toda libertad se fueron estableciendo en ultramar; el hecho, en una palabra, de disponer de esa ventaja inicial, hizo del

iaicismo republicano norteamericano un instrumento de mucho menores momento y radicalidad que los que llegó a alcanzar la vigorosa olalaicizan- europea y aun iberoamericana. Y no es seguramente exagerado decir que la Europa del siglo xx -si no r-e. en buena medida,la del xx- debe al impulso del movimiento ilustrado birjzante, antipatriarcalista y fraternizador que viene del ala demócratico-reS.

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Una de ellas, los cuáqueros, fundó durante la época colonial la ciudad de Filadelfia, que

decir ofraternidad, en griego.

EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD

18

volucionaria de la Primera República francesa la desaparición en sus leyes civiles de cuando menos los más lacerantes vestigios del imperativo cristianopaulino de sujeción de la mujer alvarón.e No de todos, por supuesto. Pero ni en la República de México ni en ningún país democrático europeo habría sido posible que en la segunda mitad del siglo xx un alto tribunal de justicia sentenciara, como hizo la Corte Suprema del Estado de Ohio, todavía en 1,970, que la mujer es: «como mucho, un sirviente superior de su marido".10 Ni, dicho sea de paso, resultaría siquiera concebible en Europa -o en México- que asociaciones de padres cristianos fundamentalistas lograran, como en EE. UU., imponer en las escuelas públicas, sentencia judicial mediante, [a enseñanza de doctrinas creacionistas en pie de igualdad con la ensefanza de la teoría darwinista de la evolución biológica. Por motivos parecidos, y salvando, claro está, todas las distancias, resulta difícil imaginar a un filósofo europeo o iberoamericano que, disponiendo del talento analítico, de la cultura histórica y de la radicalidad y profundidad en la convicción democrático-republicana que sin duda hay que suponerle a Rawls, y queriendo iluminar el concepto de las personas en la posición original del contrato, hubiera procedido en 1.971. a servirse de la metáfora de los «padres de familia,." Mas no por diferencias graves de apreciación respecto del valor de la causa feminista, sino por una diferencia de tradición político-cultural: precisamente la dimensión antipatriarcalista de la fraternidad revolucionaria europea contribuyó lo suyo a limpiar la tradición democrática europea de imágenes y metáforas patriarcales. El demócrata revolucionario Jefferson -- :-: - ¡-d --i a \ < t'al

rEN.\ID.{D

DEMoFoBTA, DESPUÉs DE 1848

27

:rll:z:d¿ destruidas y eclipsadas

es

no

lulo y de las bellas letras, iconoclasta declarado, verdugo de Venus y de Apolo ... ¡Machaca religiosamente los omoplatos del anarquista!7

e\

de las ciudades-República

¡ D¿mr del siglo xv trajo consii de resrr-iscencia de las formas e dei -\ledirerráneo antiguo, y paic{^.3\-r on de los p op olari a la parerñ,J.¡nva resistencia de los op_ cÉ ia

irmpción de los pobres

=¿:*. ie las monarquías absolutas m:e nodernas: con la Revolu-

o{r-:ores inglesas del siglo xvrr, ¡gi X\-III. con las revolucior .jcl :rrner rercio del siglo xx y srr.-as de 1830 y, sobre todo, .-r::: ¡ululadora de las honduras j- \--: que e[ celador, distraído, se ¿ :: :. :.-ras. \. los feroces animales - \: , : : :.¿mor. Abiertas las jaulas, se -.:_-:.

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_-- ._ - t] --)d.

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recatadas,

París-, arrancan varios motivos que habrán

sus manos:

El primer remedio sería acabar con el sufragio universal, el escarnio del espíritu humano. Por su misma factura, consigue que un elemento prevalezca en detrimento de todos los demás: el número domina al espíritu, a la instrucción, a la casta y hasta al dinero, todos los cuales valen más que el número.1a

otro grande,

-.: -- n:»tunards insurrectos del t-*:.. :3sra en algún que otro de_ J= . : :-;gres \-otantes del Frente ,- :::- rst-:.iJo. los chiflados, los

do_

,, los descontenros, los des_

=_..,-.

. - :=.--rda que, de esa época,y =::-- -::usranay la comuna de

t: .-

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. =_: T-zbleaux du Siége, paris ' : -': -: - . ,;:rprensión cabal del texto, :i ¿ -: :: : iistraído, que se ha deja_ ': -,- -:_-.:-r.e al gobierno republicano =*-.; : -l .r::¡erio de Napoleón III. Así :: :-' : .::-. Ia política no ha muerto, :!f _: . -: -: -tna cuestión puramente es_ - :. .':--: --:. -\f arhilde caen ahora en la -:¡.-: : :. .¿ existencia del II Imperio.

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de tener una influencia durade-

ra en la determinación política del ambiente intelectual del siglo xx. Uno de esos motivos, muy evidente, es Ia exaltación de la (propia) exceIencia y la condena de la mediocridad: de los "tristss,, de los "feos" -particularmente, de las "mujerzuelas feas,r-, de los ,.incapaces"; en suma, de la nhez de los fracasos», mezquina, egoísta, celosa como la democracia, envidiosa como el socialismo,l3 y presumiblemente incapaz de gozar con "los perfumes y las rosas», con los cuadros de'Watteau y de Rafael, «enemiga encarnizada del lujo y de las bellas letras". La bohéme dorée empezó su andadura romántica precisamente condenando la vulgaridad, el utilitarismo y la estrechez de miras espirituales de los burgueses;1848 y, sobre todo,1871 le enseñaron a respetar al buen burgués y a buscar a los enemigos de la excelencia más bien en los "siniestros pululadores de las honduras de las tinieblas subterráneas», en el "mundo inferior y terrible». Y a buscarlos de modo completamente político. Menos de cinco años después de declarar a la política tan muerta como la reología, ahora, en 1871., Flaubert tienta remedios de todo punto políticos para negar deruíz la pretensión de existencia política de quienes viven por

É

:..

29

Otro motivo, emparentado con el anterior, pero de mucho interés por sí :ropio, es la tendencia a negar existencia civil al pueblo bajo. Al inequívoco ,:snificado político de 1848 y 187l-la pretensión de las clases trabajadoras :rbanas de ganar existencia política-, se responde con la negación ideal de .-l existencia civil. Por un lado, junto con el sufragio universal que hace que cualquief ga:-.ipán pueda tener el mismo peso político que Flaubert (cuando é1, con indu:.ible modestia que le hace descender por una vez a las cantidades y al vil es::riru de los números, dice nvaler por veinte electores»),15 se abre camino la lea de abolir también la instrucción pública obligatoria y gratuita. De nada .:len las pías protestas epistolares de George Sand, quien no ha rendido aún f

.i.

Renan, nDialogues philosophiques», op. cit., p. 6t6, apunta a los celos como fuente de

-: ::mocracia; a la envidia, como fuente del socialismo.

1-{. Carta a George Sand, 8 de septiembre de 7871. Y a modo de justificación doctrinal:

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que la turbamulta, la muchedumbre será siempre odiosa. Sólo es importante un pequei:-Jpo de espíritus, siempre los mismos, y que éstos se pasen el testigor.

-::o '-

i

.

Ibid.

EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD

30

DE-I

...Ia instrucción gratuita y obligatoria no hará sino aumentar el número de imbéciles ... Lo más urgente es instruir a los ricos, que, en definitiva, son los más fuertes. Ilústrese al burgués, por lo pronto, pues no sabe nada, absolutamente nada. Todo el sueño de la democracia consiste en elevar al proletario al nivel de necedad burgués.16

't'e \-í.--rtr: H':: '.:-¡d : Co:nun¡. -.< re -=- ¡ Il¡ -::ir:Lr dei r='.' := P-s¡¡-- i-r3lt-r r On -\f tr-:i= -::, CIU '.-:::.¡ilc 9al: :--:-,:¡: ¡ l¡ , \ >r-\1 :i:S::! s::: -Jd le- 3l=:-..-15i'S,ie

Por otro lado, los que «no poseen, no trabajan bien y no sabenr, es decir, los trabajadores urbanos, la base social de la "democracia" de inspira-

i - \lrn:c-r ai =co D IEL I-IBELl:li\1u- DG

la esperanza de redimir a la masa de su bellaca ignorancia mediante la educación y la ilustración generales; la réplica de Flaubert es fulminante:

ción socialista de'1.871., no forman propiamente parte de la nación, y son potencialmente traidores a la patria. Se repetirá mil veces que la amenaza de los nbárbaros" no acecha sólo allende las fronteras, sino que éstos se hallan ya tardío de la idea del tory en los suburbios de las ciudades industriales -¿eco Disraeli sobre las ndos nacionss» eue vivían en suelo inglés?-.17 La pretensólo "política"- a la clase sión de excluir de la misma vida "civil" -no obrera puede llegar tan lejos, que ni siquiera un escritor relativamente moderado como Renan puede evitar la comparación con la esclavitud: Patria, honor, deber, son cosas creadas y conservadas por unos pocos en el seno de una masa que, abandonada a sí misma, las deia caer. ¿Qué habría sido de Atenas si se hubiese concedido el sufragio a sus doscientos mil esclavos y ahogado balo este número a la pequeña aristocracia de hombres libres que habían hecho de ella lo que era? También Francia había sido creada por el rey, la nobleza, el clero y el tercer estado. El pueblo propiamente dicho y los campesinos, hoy dueños absolutos de la casa, son, en realidad, unos intrusos en dicha casa, unos zánganos (¡sic!) introducidos en una colmena que no han construido.l8

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La República democrática de Atenas apenas conoció formas sociales de dependencia civil de los libres pobres respecto de los magnates. O las conoció, al menos, sólo en el modo políticamente inocuo del uso en los banquetes por parte de los ricos áticos de bufones-parásitos y de hetairas, tan explotados como personajes motivo de hilaridad en la comedia Media y Nueva, a partir de Menandro. Roma, sí. Después del gran triunfo de los plebeyos sobre los patricios que llevó a las reformas constitucionales de signo democrático del ano 287 antes de nuestra era, la recomposición de la dominación por parte de los ricos y los grandes latifundistas en la República romana aconteció en buena medida por la vía del vaciamiento de las formas populares o plebeyas del gobierno republicano, entre otros expedientes, mediante la institucionalización de relaciones de pafior,.azgo y clientelismo. Es lo que expresa el gran discurso de Catilina (año 63 antes de nuestra era), recogido -y verosímilmente retorcido- por Salustio: Pues desde que la República cay6 bajo la jurisdicción y el dominio de unos pocos poderosos ... todos los demás, hombres valerosos, honrados, nobles o de

humilde origen, hemos sido una masa sin crédito ni auroridad, sometidos a aquellos a los que infundiríamos miedo si la República valiera algo ... ¿No es preferible morir dignamente que perder en la ignominia una vida mísera y deshonrada convertida en juguete de la arrogancia ajena?z4

23. Constitución de Atenas, II.2. Suele t¡aducirse pelátai por oclienteso (así Rackham en su reconocida traducción para la Loeb's Classical Library de Harvard). No acepto esa traducción por los motivos que enseguida se verán. 24. Salustio, La conjuración de Catilina,20 (cito según la traducción de Mercedes Montero, Alianza, Madrid, 1988, p. 51).

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Y si hav qLlr

P¡rtr;u-:: RErUBLTcANA

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V IrfI-\IDAD

LIBERTAD REPUBLICANA, DEMOCRACIA Y PROPIEDAD

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en

moderada preephiáltica -Sor propiedad de la tierra, deshacer b esclarización por deudas, aca:el oliÉrquica, y con ella, con la por lo ranro, de ilibertad cir

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rÉ.1¡¡ión

v el dominio de unos pocs r¿hrosos. honrados, nobles o de r crálro ni autoridad, sometidos a b Rcpriblica valiera algo ... ¿No es b ¡rcmrnia una vida mísera y desele¡a?r{

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¡CE: ñrr .clienres» (así Rackham en r¡,i tl¿n'ard). No acepto esa traduc-;



rraducción de Mercedes Mon-

59

Y si hay que creer a su difamador Cicerón, en ese mismo discurso del año 63, Catilina advirtió de que los que son débiles y pobres deben guardarse de confiar en las promesas de los ricos y prósperosr y gue sólo uno que sea pobre puede ser un dirigente fiable.2s Eso era tanto como advertir de que los tri bunos de la plebe y las instituciones tribunicias (el elemento más democrático de la constitución republicana) estaban corrompidos por el sistema uclienromano de patronazgo, que convertía a tantos ciudadanos pobres -los tes, de los grandes paffoni políticos y empresariales, y entre éstos, los tribunos de Ia plebe- en instrumento y «iuguete de la arrogancia ajena", dependientes siempre civilmente del arbitrio de los magnates. El mismo Salustio, al que tan espantable le resulta el aludido discurso de Catilina, es capaz, unas páginas más adelante, de contar como la cosa más natural del mundo que el grueso de los senadores romanos eran clientes del riquísimo Crasso: Pero cuando Tarquinio nombró (como potencial apoyo de los conspiradores) a Crasso, hombre noble, extraordinariamente rico e influyente, unos porque pensaban que era algo increíble, otros, porque, aun creyéndolo cierto, dadas las circunstancias les parecía más acertado calmar que exacerbar a un hombre tan poderoso, y la mayoría dependientes de Crasso por intereses particulares, claman todos al unísono que el delator es un mentiroso...26

Por eso la idea de que quien depende ciuilmente de otro, de que quien necesita del permiso de otro para poder vivir y navegar por la vida civil está realmente falto de libertad y no puede participar en la vida política -porque fácilmente es juguete o instrumento en manos de poderosos- es una idea que florece particularmente entre los escritores republicanos romanos, mienrras que anda más apagada en los escritores griegos cuyo punto de referencia básico fue la democracia ateniense. Cicerón y los escritores latinos posteriores nostálgicos de la República presentarán a la posteridad la imagen de un Julio César populista que se ha servido de una inmensa clientela plebeya -la tbiecta plebecula- y soldadesca para acabar con la libertad pública republicAnay para amordazar al Senado.

§8 Rspúeuce Y DEMocRAcIA

EN

AuÉruce

En contra de un prejuicio muy extendido, el mundo político contemporáneo no se inicia en ruptura con los ideales de la Antigüedad mediteránea, siglos de error obscurantista», según sino enlazando precisamente

-«tras

25. 26.

Cicerón, Pro Mur.,50-5t. Salustio, Coni. Cat.,48. (El énfasis añadido es mío.)

LIBERT.{D

EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD

60

clamó el pintor David en plena Revolución Francesa- con los problemas y con los esquemas políticos con que los clásicos entendieron las experiencias de la República democrático-radical de Atenas y de la República oligárquicosenatorial de Roma. Y eso en los dos lados del Atlántico. Tanto los conventuales franceses como los founders norteamericanos han entendido el mundo contemporáneo y han comprendido su propia obra revolucionaria como palingénesis de la libertad republicana antigta.2T En obras de mayor fama y difusión que mérito científico se ha sostenido repetidamente la idea de que el propósito de los revolucionarios norteamericanos difeúa esencialmente del de los franceses por la devoción de aquéllos a unos ideales de libertad, supuestamente puros en tanto que abstemios de preocupaciones sociales.2s Si eso fuera verdad, la relación de los Founders con el republicanismo clásico sería verdaderamente curiosa, pues jamás la tradición republicana greco-romana se privó de comprender la vida política a partir de su arraigo en las escisiones sociales de la vida civil. Tampoco los founders, claro está. Pero sí es verdad que el hecho de partir de una sociedad colonial mucho más libre de las restricciones de Ia sociedad civil señorial-patriarcal del viejo régimen europeo dio a la obra política y al modo de ver las cosas de los revolucionarios norteamericanos un carácter indiscutiblemente distinto del de los revolucionarios franceses o iberoamericanos, según habrá ocasión de ver en el próximo capítulo. El republicanismo de los americanos septentrionales es más .-::iri . con sus jurisdici :-:. :;medando a Cervan:-. :- sus propias obras, y (--i :- >l:to que hartaban co-

77

segundo el alto clero). Y efectivamente, ya se ha visto, tenían muchas cosas políticamente en común. ¿Cómo no iban a interesarles en principio a todos ellos, lo mismo que a los revolucionarios norteamericanos, las promesas de la libertad republicana antigua?

Figurémonos: El respeto absoluto, hacia dentro y hacia fuera, de la voluntad de los libres, es decir, la autodeterminación individual, y tan cumplidamente concebida, que ni los vínculos con otras personas, ni con los objetos jurídicos sometidos a su voluntad la pueden afectar o modificar. Eso significaba, por lo pronto, y entre muchas otras cosas, la tolerancia r la laicización de la nación, la admisión, por ejemplo, de judíos y protestantes como miembros de la vida civil, el final del terrible poder temporal de las iglesias.T La indiuisibilidad de la personalidad jurídica. Eso significaba: ser uno mismo, no parte o miembro de alguna otra personalidad, por ejemplo, ^parcero adscrito hereditariamente a un señorío, o campesino acasillado en un dominio, o aprendiz u oficial adscrito a un gremio. Y significaba potencialmente el fin de todas las diferencias de capacidad jurídica entre los individuos Iibres.

La inalienabilidad de la personalidad libre. Eso significaba: la erradicación de la subalternidad civil voluntaria, y por lo tanto, y por lo pronto, la disolución inmediata de todos los vínculos hereditarios fundados en alguna ancestral Selbstergebwng) como se decía en las zonas germánicas, o en una do¡ation de soi méme en seruatge, como se decía en Francia, es decir, en una remota autoentrega originada en «contratos» feudales de vasallaje a cambio de protección señorial.8 Y por si esos tres rasgos iusprivados de la libertad republicana antigua tueran pocos, todavía quedaba un cuarto, de naturaleza iuspública. Y es que y poco técnico como derecho el derecho republicano romanoe -incipiente nEstado" público- no podía concebir al sino mediante una enorme fictio iuris, merced a la cual el aparato administrativo de la República el ;i564s_ se construía jurídicamente como un individuo libre más-incluido de la socieJad civil, completamente despojado de cualquier majestad. El magistrado, el

t.

La Asamblea reconoce los derechos ciudadanos a los protestantes (¡y a los comedian-

::j:) el 23 de diciembre deL789; a los judíos, el 28 de enero de 1790. S. En la Francia de los siglos x, xr, xII y xrII hubo por lo visto una gran

ola de servidum-

ú :- i.. ¡ueblo

r:e voluntaria, de donation de soi méme en seruage. Véase March Bloch, Rols et serfs et autres !---lts sur le seruage, La boutique de l'Histoire, París,7996, p. 46 y ss. 9. Aunque Ios iuristas romanos se burlaban de la supuesta impericia jurídica del derecho .--ego (lzs inconditum ac paene ridiculum), hay que decir al menos que buena parte de la con-:¡rualización iurídica romana era deudo¡a de la filsofía práctica griega. De aquí el supuesto

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-

«propiamente .pueblo", y estaban tr.r--;rr-, era la noblezary el

ii:-ir-r

-:.'.. pp. L26-1,27.

: ie estamos haciendo en este contexto --€n otros sería inadmisible- de que el derecho romae\presa el éthos general de la libertad republicana del mediterráneo clásico.

7B

EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD

alto funcionario, no era visto como ncabeza, justificada por sí misma, del cuerpo social" (como, según Gierke, veía el antiguo derecho germánico al monarca),r'' sino como un servidor público, como un mero agente fiduciario de los ciudadanos libres, entendidos éstos en calidad de fideicomitentes, y por lo mismo, capaces, como todos los fideicomitentes, de pedir cuentas y exigir a voluntad resultados tangibles a sus fideicomisos.l' Eso planteaba potencialmente la necesidad de no constituir aparatos de Estado independientes y separados de la sociedad civil, separación que era vista como Ia esencia del .monarquismo», como la cumplida expresión del ndespotismo del ejecutivo". Todos los funcionarios públicos han de ser revocables, dice Robespierre, «si¡1 otro motivo que el derecho imprescriptible que tiene el pueblo de revocar a sus mandatarios". Pero es comprensible que esos cuatro rasgos de la antigua libertad republicana no interesaran del mismo modo ¿l "pueblo llano" y al "pueblo burgués,. Para el pueblo llano eran la promesa de la plena incorporación de todos a :una nueva sociedad civil de libres e iguales (recíprocamente libres) y de una vida social sin dominación ni interferencias patriarcales. Mientras que para los burgueses eran la esperanza de sal incorporación a una nueva sociedad civil de libres e iguales que disolviera las rigideces, las segmentaciones, los privilegios y las barreras arancelarias del viejo régimen, así como de una vida política nlleva, en la que el poder estuviera sujeto a su control fiduciario, en uno u otro grado. La escisión del «tercer estado" se hizo palpable desde el primer momento, el enérgico voto en concuando en 1789 la Asamblea Nacional aprobó -con .activ65" (ricos, con deretra de Robespierre- la división entre ciudadanos cho a sufragio) y ciudad¿¡es npasives, (los pobres, privados de sufragio). Eso era incompatible con la indiuisibilidad de [a personalidad libre, porque establecía diferencias de grado en la capacidad jurídica de los ciudadanos. La otra diferencia importante, estrechamente relacionada con la primera, tenía que yer con el derecho de propiedad. En la primera Declaración de Derechos Humanos y Ciudadanos de 1789 se establecía (artículo 2) que la "propiedad, era un derecho «natural» e "imprescriptibler, y por lo tanto, nsagrado,. Esto era una originalidad respecto de la tradición iusnaturalista revolucionaria (ni Locke en el siglo xvII, ni Kant en el xvrrI, por ejemplo, consideraron nunca la propiedad como un "derecho natural,). Ahora bien,

10. Gierke, Geschichte des dewtschen Kórperschaftsbegriffs, op. cit., p. 55. 11. Incluso la institución de la dictadura está concebida por el republicanismo

romano como una ucomisión": en condiciones extremas de guerra civil el Senado dgl "pueb[o romano» (que es el fideicomitente) proclama por seis meses en calidad de fideicomiso a tn dictator para que se haga cargo de la situación. Sobre la diferencia entre las dictaduras republicanas "comisa¡ias, y las modernas dictaduras absolutistas «soberanas», véase Carl Schmitt, Die Diktatur, Dunker & Humblot, Berlín, 1928, particularmente los capítulos 1 y 4.

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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA

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79

declarar a la propiedad privada un derecho natural imprescriptible (es decir, políticamente intocable) generó inmediatamente dos tipos de problemas: uno que, ciertamente, afectaba al conjunto del tercer estado (burgueses y pueblo llano), y otro que afectaba exclusivamente al pueblo llano. El primer problema tiene que ver con el hecho de que ese artículo hacía imposible remodelar la vieja sociedad civil del Antiguo Régimen, fundada en buena medida en instituciones de propiedad privada, como los dominios y las jurisdicciones señoriales o los asentamientos, los cargos burocráticos hereditarios, las patentes y los monopolios concedidos arbitrariamente por la monarquía absolutista, instituciones, todas ellas, no sólo anacrónicas, digamos, desde el punto de vista del rendimiento económico y de la nriqueza de Ia nación" (muy visiblemente, en la agricultura, las propiedades "vinculadas" y las "amortizadasrr), sino incompatibles con una sociedad civil de libres e iguales. Precisamente, los burgueses revolucionarios ingleses del siglo xvII pudieron imponerse políticamente atacando sin miramientos buena parte de esos arcaicos institutos de propiedad privada. Y Locke no hizo sino expresar esa realidad histórica cuando se negó atratat de la propiedad privada como un oderecho natural» políticamente intocable, cualesquiera que fueran las circunstancias.

iusnaturalista-, de ver eso es Otra forma, menos metafísica -menos darse cuenta de que Locke (siguiendo aquí la tradición del republicanismo antiguo) no aceptó nunca una distinción entre "sociedad civil" y nsociedad política" o Estado.l2 Pero los reunidos en la Asamblea de 1.789 tenían el precedente de Montesquieu, quien por vez primera había hecho una distinción entre loi ciuile y loi politique.13 El significado político meramente defensivo de esa distinción, rcalizada bajo una monarquía absolutista sin fisuras apa-

esta-

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ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA

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93

loi politique in-civil mediante la instauración de la República; sufragio universal masculino; derecho universal a la existencia; f,nulación de todas las leyes marciales; potencial superación de una loi de fa,nille in-civtl (lo que incluyó la efectiva abolición de la esclavitud y el incipiente reconocimiento cívico-fraternal de las mujeres); renuncia completa a ,as guerras ofensivas de conquista. Todo eso fue barrido. La llamada libertad económica y un derecho ilimitado de propiedad (que o mismo impedía, por ejemplo, interferir legislativamente en la actividad saboteadora de los acaparadores de grano que regular jurídicamente las condiriones en que prestaban su trabajo los que se veían obligados a mendigarlo a .s5 «propietarios» ) fueron establecidos el24 de diciembre de L794. Y el ministro del interior, Roland, que acababa de aplaudir un decreto rebajando en un cuarenta por 100 los salarios, no se privaba de declarar: elesa y superación de una

Todo lo que un gobierno sabio puede y debe hacer en materia económica

es

afirmar que no intervendrá jamás.33

La Constitución de L795 abolió el sufragio universal. Y no se limitó a :eintroducir el sufragio modestamente censitario de L789, que sólo exigía -r los ciudadarros dctiuos un aporte fiscal equivalente a tres jornadas de tra:ajo. Boissy d'Anglas propuso elevarlo a cincuenta jornadas. Pero, al final, la Convención termidoriana decidió elevarlo a doscientas. ¡Con la seguridad de -os propietarios no se juega! La gterra revolucionaria defensiva fue transformada en guerra expansronista de conquista. Y precisamente a la vuelta de su expedición conquistajora a Egipto dio Napoleón el golpe de Estado el 18 de Brumario (2 de di:rembre de 1799) que acabó con el Directorio termidoriano, inaugurando un

consulado,, todavía nominalmente republicano. La esclavitud fue reestablecida en 1802 por el «cónsul» Napoleón en las :olonias. Regresó una monarquía, más o menos constitucional, en 1804, cuando «emperador». =i "cónsul» se proclamó Y por último, derrotado militarmente Napoleón en 1815,Ias potencias :-ronárquicas europeas impusieron de nuevo a Francia la monarquía bortonlca. Sin embargo de todo eso, y a pesar incluso del regreso de las fuerzas so:rales del Antiguo Régimen con la restauración absolutista de Luis XVIII y Jarlos X, pervivió firmemente, como eco lejano y pervertido de la democra::a fraternal, la .nueva, igualdad civil que habían moldeado los codes napo.:ónicos. En un sentido que más adelante se verá, nadie podía ya echar de la

i3.

Citado por H. Guillemit, Silence aux pauures, Arléa, París' 1'996, p. 7Ot.

94

\a-

EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD

sociedad civil a los descendientes de las viejas clases "domésticas" del Ancien Régime. La nueva sociedad civil burguesa, que llevaba la impronta de los racionalizadores códigos napoleónicos, estaba aquí para quedarse. El nuevo orden posnapoleónico puede, para lo que aquí interesa, caracterizarse con dos trazos: 1) Restauró, con una peculiar redefinición que salvaba Ias apariencias republicanas, la diferencia entre loi ciuil y loi de famille. Y 2) restauró, con una peculiar redefinición de todo punto incompatible con

la tradición histórica republicana, la diferencia entre loi ciuil y loi politiqwe. Por ahora, sólo nos entretendrá el primer punto. Lo primero que hay que tener en cuenta es la enorme transformación que había experimentado el npueblo llano", le menu peuple, con la revolución. Gracias a las expropiaciones de las tierras "vinculadas" de la nobleza y de las propiedades «amortizadas" de la Iglesia, llevadas a cabo por el ala democrático-plebeya de la revolución,34 una buena parte de los antiguos campesinos acasillados, jornaleros y aparceros se conviertieron en métayewrs, en propietarios rústicos pequeños y medios: éstos quedaron incorporados "fraternalmente» a la nueva sociedad civil posrevolucionaria por su condición de propietarios. Y Napoleón los mantuvo en esa condición, y aun la aÍirmó y la hizo irreversible. (Por eso acabaron siendo una de las bases de sostén social más firmes del bonapartismo.) Pero a comienzos del siglo xlx, naturalmente, seguía habiendo en Francia "desposeídos" que, por repetir la formulación de Dupont de Nemours, necesitaban npedir permiso, cada día a los propie¡¿¡i6s «para conseguir alojamiento y manutenciónr. Y su número crecía imparable, a lomos de Ia incipiente revolución industrial.35 Pues bien, central en la rearticulación napoleónica de loi ciuily loi de famille fue la ficción jurídica, de acuerdo con la que los desposeídos varones eran también «propietarios libres": propietarios, por lo pronto, de su fuerza de trabajo, y habilitados, como todos los demás propietarios, con una igual capacidad jurídica una igual «libertad»- para

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