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ANÍBAL FORD

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LA MARCA DE LA BESTIA

Identificación, desigualdades e injoentretenimiento en la sociedad contemporánea

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Grupo Editorial Norma lJoJ,'f)/tÍ Bmr:l'lol1a Bu~no.l Aire,s Camrn.< Gllal,mal" Lima Mhím P,mamÍ/. (!uilo San ¡mi San Jumr San SnhJ(ul/JI' Santiago S,mlll Oomíngo

ÍNDICE ;;.

9 Prólogo

17 Capítulo 1 LA NARRACIÓN DE LA AGENDA

O LAS MEDIACIONES DE LOS PROBLEMAS GLOBALES

En colaboración con Carolina Vinelli

93 Capítulo 2 LA SINERGIA DE LOS DISCURSOS

O LA CULTURA DEL INFOENTRETENIMIENTO

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p,'imera edición: Abril de 1999. 2001

©1999. DerechOB reservados por

Grupo Editorial Norma

Capítulo 3

MEMORIAS ABANDONADAS

O LAS BRECHAS INFOCOMUNlCACIONALES

En colaboración con Silvana Contreras

Diseño de tapa: ArianaJenik

Ilustración de tapa: Mariana Rodríguez Nemitz

Impreso por Cargraphics - Impre.sión digital

Impreso en Colombia - Prinled in Colombia

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Capítulo 4

TODOS SOMOS VIGILADOS

O LA SOCIEDAD DE LAS IDENTIDADES FORMALIZADAS

En colaboración con Laura Siri

cc:22214 ISBN: 9~4-6170-8

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio sin permiso escrito de la editorial



I 227 Capítulo 5

PRÓLOGO .:­

VARIA 231 CRÓNICAS DEL CYBERODIO: EL NAZISMO EN lA RED

En colaboración con Laura Siri

245

lA EXASPERACIÓN DEL CASO.

Algunos problemas que plantea el creciente proceso

de narrativización de la información

de interés público

En colaboración con Fernanda Longo

289 lA HONDA DE DAVID. Antropología, comunicología, culturología en el Tercer Mundo.

303 MIENTRAS HABLO HUYE EL TIEMPO.

Temporalidad: dispositivos cognitivos e historia

" ... e hizo que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y siervos, se les imprimiese una marca en la mano derecha y en la frente y que nadie pudiese comprar o vender sino el que tuviera la marca, el nombre de la bestia o el número de su nombre."

Apocalipsis, 13'.

Hace poco tiempo bajaba en un ascensor del MIT. De pronto, cuando éste se detuvo en un piso, ingresó un joven en bermudas, desarrapado, cargado de aparatos electrónicos en la cintura y con un complejo casco en la cabeza que le cubría hasta los ojos. Mien­ tras mi acompañante, Marina Umaschi, investigadora del Labora­ torio de Medios y ex integrante de mi cátedra en Ciencias Socia­ les, me decía "está transmitiendo a Internet todo lo que ve" yo ape­ naS pude. observar -porque no se me ocurrió decirle nada-, dos pe­ queños cilindros a cada lado de su casco. Eran microcámaras de video. En ese momento, me preocupaban otros temas y tomé el asunto como una anécdota o.un dato más sobre las múltiples ex­ ploraciones que en registro, formalización de las actividades hu­ manas, interactividad y virtualidad se desarrollan en el Media Lab. Pocos minutos antes, había visto una especie de habitación sin ven­ tanas donde dos chicos se movían interactuando con los diblyos

* "El número de su nombre" se refiere al 666. La traducción es la de Nacar Fuster y Colunga Cueto (Sagrada Biblia, 1977). 9

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animados que se proyectaban sobre las paredes. Según los mo­ vimientos de los chicos grandes. osos y otros animales les reir pondían, desde un bosque virtual, con movimientos y sonidos, risuelios o amenazantes. Bradbury puro, pero transfonnado en costumbrismo.

En la sociedad de fin de siglo, los avances sobre los sistemas de control social son espectaculares y pueden funcionar dirigidos

por sistemas expertos que no requieren la intervención del hom­ bre, con lo cual envían al museo a la vieja utopía del panóptico Bentham, al Big Brother y a la '1aula de hierro" del Estado buro­ crático de Max Weber. "La marca de la Bestia" del Apocalipsis se está automatizando. O robotizando. Pero, si las concentraciones del poder, estatales o privadas, tienen cada vez más información acerca de la sociedad y los indi­ viduos, estos tienen cada vez más información sobre el mundo. Lo que sucede es que ambos son fenómenos densos y fuertes, pe­ ro asimétricos. Mientras la información acerca de la sociedad avanza sobre grandes masas de población mediante sofISticados y peligrosos sistemas de formalización -toda tipificación significa la amputación de variables-, la información sobre el mundo que se brinda a la ciudadanía es cada vez más caótica, sucia y turbulenta. Esto nos llevó a explorar otros fenómenos. Pero antes quiero hacer una acotación. El tema o la problemática de la sociedad de la vigilancia, del control, de la hiperidentificación es expansivo y cruzado. Intersec­ ta o incrusta series que durante etapas anteriores de la modernidad mantuvieron cierto nivel de autonomía. Me refiero, por ejemplo, a las formas en que un recurso de la comercialización como la taIjeta de crédito o un dispositivo de los sistemas de salud, como las historias clínicas, se transformaron en instrumentos de inva~ión y formalización de la privacidad y de control social. Este es un dato que alimenta la transformación epistemológica y transdisciplinaria que eJ.Cige la comprensión de. los fenómenos de nuestro tiempo. En esto comparto, aunque disiento en otras temas, con la crítica de Castells a las deficiencias de importantes sectores de la izquierda en el análisis de la sociocultura contemporánea (Castells,1997). Hay nuevas series, issues, como acontecimientos que van constnl­ yendo nuevas tendencias (Pasquier, 1994), nuevos macrorrelatos que si bien pueden ser parte del desarrollo actual de las matrices

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Sin embargo, después empecé a razonar y a hacenne preguntas sobre qué tipo de investigación y con qué fines estaba trabajando el joven del ascensor. Obviamente, no podía ser sólo un egocen­ trista que proyectaba su mirada, su subjetividad al mundo. Las ex­ plosiones yoicas sólo tienen· cabida si para los spon.SQTS cumplen otras funciones. Me imaginé entonces a un policía, recorriendo algún suburbio oscuro con ese casco y transmitiendo a la central todas sus observaciones y percepciones para que se procesaran en tiempo real en algún megarchivo. No me equivocaba: estaba ante una investigación que abastecía a las nuevas formas de control y vigilancia social. Y estaba también ante algo que no era sólo el desarrollo de esa pulsión exploradora y registradora que según Edgar Morin compartimos con nuestros hermanos mamíferos (Morin, 1988) sino ante uno de los tantos dispositivos, en desa­ rrollo o ya en funcionamiento, de la sociedad de la vigilancia. Los intentos en la Argentina de generar nuevos tipos de tar­ jetas identificatorias en los últimos años, con una fuerte carga de información, el avance en la aplicación de diversos dispositivos de vigilancia y control, la oferta de bancos de datos, los avances sobre la privacidad y la ignorancia sobre el habeas data se me cruza­ ron entonces con los trab.yos que había realizado sobre la fuerte y precursora tradición criminológica e identificatoria en la Argentina -que alimentó incluso los crímenes de la dictadura militar- y me llevaron a trabajar con la ayuda de Laura Siri esta temática, que es la que desarrollamos en el capítulo 4.

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del capitalismo, como sucede con el efecto de la "convergencia" y la fusiones multimediáticas que analizo en el capítulo sobre el "iil­ foentretenimiento", constituyen nuevas densidades, cambios cualita­ tivos, cuyo efecto cultural, social e incluso cognitivo es muy fuerte y no puede ser analizado con las herramientas tradicionales. En este sentido, la esperada pero reciente fusión de TCI y AT&T (ver capí­ tulo 2) da una vuelta de tuerca sobre los problemas que nos plantea la convergencia en su impacto sobre la sociedad. Por otro lado, la sociedad de la vigilancia, aunque toque de diferente manera a las culturas nacionales, regionales o locales, es global en sus aplicaciones yen las discusiones que genera al tocar derechos fundamentales de la humanidad y poner en contradic­ ción los principios de las constituciones que no rigieron durante más de doscientos años. De ahí su relación con las agendas glo­ bales. Con los sistemas de análisis e información sobre lo que su­ cede en el mundo. Y también con lo que seÍlalamos antes: si el poder tiene cada vez más. información sobre la población, esta tiene también cada vez más información sobre el planeta, aunque, como lo señalamos, de manera caótica, asimétrica y desigual. El concepto de agendas globales y de sus sistemas de media­ ción y de comunicación, que analizamos con Carolina Vinelli en el primer capítulo muestra no sólo la dificultad de separar opinión pública e imaginario social sino el crecimiento, en una etapa de fuerte relación intercultural -debido a la economía y los flujos fi­ nancieros, al turismo, a las migraciones legales e ilegales, a los medios transfronteras o la expansión de las industrias infocultu­ rales- de nuevas retóricas en la información que alimentan a la ciudadanía yal debate público. La política económica neoliberal de esta etapa no sólo ha transformado las estructuras del trabajo, de la familia. de las ciudades, de la vida cotidiana sino también los sistemas clásicos de información. Ha permitido que hasta la publicidad se haga cargo inadecuadamente, en clave de impacto,

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de los problemas globales, ha favorecido lo que Robert Ferguson (1998) llama la "comercialización de los derechos humanos" o ha transformado los problemas críticos de la humanidad en comnzo­ di/ies de la industria cultural. La información global, pensada en la serie que va del análisis de su infraestructura técnica y econó­ mica hasta sus fonnas discursivas, imprescindible para comprender 10 que nos sucede "localmente", se está realizando bajo signos que ponen en crisis no sólo sistemas de información sino dispo­ sitivos fundamentales de la democracia y de la formación del ciu­ dadano. Que esto se tome como inevitable o fatal es una falacia que desconoce las transformaciones que la humanidad todavía puede producir en una historia que no terminó. Como también son falaces las utopías de la comunicación que piensan que el avan­ ce en la comunicación va a armonizar las desigualdades de una al­ dea global donde sólo en 1998, en pleno auge de Internet, hubo cuarenta y ocho conflictos bélicos; y también lo son las corrientes de pensamiento que intentan aplicar la teoría del caos}' las cien­ cias del desorden, y no la política y la economía, para explicar una crisis producida por el endiosamiento y la exacerbación de la filo­ sofía del mercado, especialmente en su expansión financiera .. Por eso pensé que no podíamos dejar de lado. ante tanta apología.y mitologización de la globalización, o mejor de las formas en que esta se produce, de poner en escena los diferentes tipos de desigualdades infocomunicacionales -tema del capítulo que trabajo con Silvana Contreras- que acompaiian a las diversas y crecientes brechas entre riqm;za y pobreza que se producen en la sociedad contemporánea. Ante un discurso hegemónico que habla como si todos los habitantes de la Tierra tuvieran una computa­ dora y estuviesen conectados con Internet -sólo un 2,7% de la población mundial- es importante recordar que gran parte de los habitantes del planeta carece de teléfonos, televisores. diarios y que, incluso. no ha tenido todavía acceso a la alfabetización. Pero

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las desigualdades no sólo SOn visibles en los niveles de equipamien­ to. También se dan en los flujos y las calidades de información .~Ia­ boradas por las viejas y nuevas tecnologías, en la precariedad de la información sobre los países pobres, en la ausencia de adecuación de la "información socialmente necesaria", como la denomina Her­ bert Schiller (1996), para los receptores de los países o culturas "periféticas" globales, nacionales o regionales Estos son los temas centrales que este libro propone como aporte e información, discusión, elaboración de hipótesis atinen­ tes a la comprensión de algunos ejes centrales de la sociocultura contemporánea. También, como propuesta de que su presencia sea mayor en el campo intelectual muchas veces anclado en visio­ nes nostálgicas, en, como diría Rodolfo Walsh, las "ensoi'iaciones de los ideólogos" (Walsh, 1957); lejano al análisis concreto de la realidad concreta que hoy nos acosa. Pero no está escrito. sólo pa­ ra aquellos que se especializan en los problemas de comunicación y cultura. Los temas que tocamos cortan transversalmente todos los campos de las prácticas sociales. Además, y en pocos años, como ya lo ha señalado Richeri, "el sector de la comunicación se encuentra en el centro del debate económico industrial intemacional y es ob­ jeto de iniciativas y proyectos de grandes dimensiones financieras, geográficas y temporales" (Richeri, 1995). En otros términos, si sumamos las telecomunicaciones, la informática y el sector audio­ visual estamos ante uno de los primeros rubros en el producto bruto de los países desarrollados. Imposible olvidar esto si discu­ timos la sociocultura de nuestro tiempo. y también la política, la justicia social, la democracia, la reconstrucción de lo social. He agregado, en el capítulo quinto, algunos trabajos que pre­ cedieron, pero que alimentaron este libro como el realizado con Fernanda Longo sobre el caso y la casuística en la información contemporánea y el realizado sobre el cyberodio con Laura Sirio También otros dos trabajos míos que ilustran tanto los avatares

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de las investigaciones en estos campos como la revisión continua de tiempos largos, que subyace en cualquier trabajo que quiera enfrentar el análisis político de lo que sucede en nuestra época. Me remito aquí a las "aclaraciones preliminares" de ese capítulo. Quiero dar testimonio del duro trabajo de edición que reali­ zaron conmigo Silvana Contreras y Carolina VineIli. También la colaboración de Laura Siri en muchos trabajos que lo precedieron. También, agradecer las lecturas críticas, totales o parciales, de Jorge Elbaum, de Guillermo Alisó, de Stella Martini, adjunta de mis cátedras de Teoría de la Comunicación y Teorías del Peliodis­ mo, de Fabiola Ferro y Maria Eugenia Contursi, de Sergio Wolf, de Miguel Salemo, Jorge Gobbi, de Carlos Masotta, quien me acompañó en el dictado de un seminario sobre "Socioantropolo­ gía de la comunicación" que me ayudó a razonar hipótesis bási­ cas de este libro, y por fin de mi compañera, Nora Mazziotti que me aportó datos básicos sobre la indusuia cultural internacional y sobre los géneros de la TV verdad. A esto quiero sumar otros intercambios o trabajos que subya­ cen en este libro que arrancó de una ponencia en Río de Janeiro sobre la "Globalización fragmentada", pedida por mi amigo y colega Muniz Soclré. Por ejemplo, el trabajo que precede a éste sobre Mer­ cosur e Intemet para el grupo del Most (Unesco) que coordina Elizabeth Jelin. También los intercambios con Alejandro Piscitelli, en los tiempos en que compartíamos el dictado de Teoría de la Co­ municación, con Altjandro Grimson, con Rossana Reguillo. con Renato Ortiz, con Rafael Ron~agliolo, con Javier Protzel, con José Luis Etcheverry, con Ricardo Piglia, con Eliseo Verón. Por último, también quiero dejar sentado mi agradecimiento a aquellos editores que publicaron los primeros esbozos de estos trabajos en periódicos y revistas y, fundamentalmente, a Fernando Fagnani, editor de Norma, por su comprensión y apoyo en la rea­ lización de este libro.

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CAPÍTULO 1

BIBLIOGRAFÍA :;.

Castells, Manuel (1997) "La izquierda tiene una actitud reu'ógrada res­ pecto de las tecnologías de la infonnación". Enu'evista realizada por Luis Fernández Hennana en la revista electrónica de Barcelona Em-e­ ddndo, 21 de octubre. (Las diferencias que señalo con Castells son de grado en la aplicación de conceptos de las ciencias del desorden a los fhyos financieros, a su.subvaloración del Estado e hipervaloración de la sociedad civil, a la excesiva fe en la intervención en Internet.)

* LA NARRACIÓN DE LA AGENDA

O LAS MEDIACIONES DE

Ferguson, Robert (1998) "El interculturalismo global y los dilemas del universalismo: educando en medios después del 2000". En Diálogos de la comunicación, NI! 52, agosto.

LOS PROBLEMAS GLOBALES

Morin, Edgar (1988) El Método. JIL El conocimiento del conocimiento, Madrid: Cátedra.

*

Pasquier, Dominique (1994) "Vingt ans de recherches sur télévision: une sociologie post lazarsfeldienne? En Sociologie du T,.auail, NI! l. Richeri, Giuseppe (1995) "Las dimensiones económicas en un mundo globalizado". En Barrios, Alicia (ed.): Los medios de comunicación y sus públicos: los desafios de la globalización, Santiago: Fundación para la in­ novación. Reproducido por el Programa Cepal/Clades sobre Ges­ tión de la Infonnación. Sagmdd Biblia (1977) Versión de Eloino Nacar Fuster y Alberto Colunga

Cueto, Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 3D edición. Schiller, Herbert (1996) Info1'lnation inequality, Nueva York y Londres: Rou­ dedge. Walsh, Rodolfo (1957) operación Masac,.,t. Un proceso que no Ita sido clau­ surado, Buenos Aires: Sigla. (Esta es la primera edición de Operación Masam; después corregida por Walsh y se corresponde con los artícu­ los publicados en Mayuria del 27 de mayo al 29 de julio de 1957).

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Índices de sufrimiento e industria cultural Violaciones, homicidios, accidentes, diferencias entre ricos y po­ bres, desocupación, delincuencia juvenil, delitos relacionados con las drogas, suicidios. No se está describiendo la agenda del periodis­ . mo sensacionalista, ni la de las secciones policiales de los diados, ni los temas de la cartelera masiva del cine o los estantes de los nego­ cios de video, sino algunas de las valÍables que utiliza o utilizó una de las fuentes básicas para el análisis del estado de la población mun­ dial: el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en su Informe sobre Desarrollo Humano en los cuadros referidos al "Per­ fil del sufdmiento humano" y al "Debilitamiento de la trama social"l. Esta apadción del sufrimiento o de lo trágico como dato duro, fuera del pietismo, de la beneficencia o la filantropía, del amari­ llismo periodístico o de las abstracciones del ingreso per cápita, marca nuestra época. La crisis de los sueños de la modernidad, a raíz del endiosamiento del mercado realizado por el neoliberalismo 1. lnfonne soln-e DesarlVllo Humano 1996. publicado para el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Madrid: MUlldi Prensa, 1996. A partir de aquÍ, los informes de los distintos años se ci­ tarán como PNUD, año. Los Ítems citados, pertenecientes al "Perfil del sufrimiento humano" yal "Debilitamiento de la trama social" son del PNUD, 1996. Este, en 1997 y 1998 los absorbió en los indicadores del cuadro "Tensión social y cambio social".

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del New Order. A los "medidores de la contaminación" hubo que agregar, aparte de los mencionados, otros "medidores": de l­ el o el a:: r:1 o t"'" >­ -:l

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La "Datavigilancia" Pese a que esta época se considera caótica, híbrida, fragmentada y rica en disensos, nunca hasta ahora se había llegado a similares niveles reales o potenciales de formalización y control social. Este impulso controlador o formalizador se ve reforzado, entre otros factores, por el avance creciente de diversos sistemas informáticos de recolección, análisis y cmce de información sen­ sible sobre cada individuo. El resultado es lo que Roger Clarke (1994) llamó "datavigilancia"; "El uso sistemático de bases de da­ tos personales en la investigación o monitoreo de las acciones o comunicaciones de una o más personas". Muchas veces, el que los propios datos figuren en uno o más fi­ cheros informatizados favorece la inclusión en determinada catego­ ría deseable (como la de ser elegible para obtener un crédito), o bien facilita la realización de ~eterminadas transacciones (por ejemplo, las que aprovechan l~ comodidad del uso de los distintos tipos de taIjetas de compras). Sin embargo, los actuales sistemas de bases de datos permiten que este tipo de información se cmce con la proveniente de archivos de diferente origen. El registro histórico de adquisiciones con tarjeta podría cmzarse con la base del padrón electoral, con la historia clínica, con ficheros policiales o impositivos, con registros de antecedentes laborales, con datos provenientes de

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estudios de audiencias o con listados de clientes prospectivos para campailas de marketing directo. Estos cruces, imposibles de l;)acer cuando los datos se consignaban en papel o bien eran procesados con sistemas informáticos más precarios, se realizan cada vez más, tanto en organismos públicos como en empresas privadas. Y su evi­ dente impacto en la estructura social, en las legislaciones y hasta en las conductas individuales y colectivas está produciendo serias dis­ cusiones a escala mundial, relativas al modo en que los megarchi­ vos avanzan sobre los derechos a la intimidad ya la vida privada de las personas, consagrados en casi todas las constituciones modernas. "El sueño de la TaZÓn produce monstruos", se titula el "Capricho 43", de Goya. Similarmente, Freud enunció la aparente Jaradoja de que la cultura, supuestamente deseable para la constitución del ser social, puede producir intenso malestar (Freud, 1976). En forma análoga, el control y la vigilancia tecnológica, en principio nacidos para optimizar la eficiencia, la comodidad y la racionali­ zación de los recursos, al mismo tiempo atentan no sólo contra la privacidad individual sino también contra la creatividad y la crítica social. Esto es así porque, como se dijo en otra parte (Ford y Siri, 1997), la nueva vigilancia tiene como objetivo -tal como lo tenía la antigua criminología- observar, tipificar y controlar no sólo individuos, sino movimientos y procesos sociales. Los sistemas inteli­ gentes -que rastrean por sí mismos individuos "sospechosos"­ construyen perfiles, tipificaciones (muchas veces hipersimplifi­ cadas), reducciones algorítmicas,. digitalizaciones, "data-imágenes" de las personas, que así pueden resultar excluidas de algún bener.. cio (o sea, condenadas sinjuicio previo) por poseer determinadas características "típicas" (como, por ejemplo, los señalados como po­ sibles morosos por un s'?flware de scoring bancario). Por lo tanto, mientras que, por un lado, la "datavigilancia" facilita el acceso a bienes, servicios y espacios, también genera nuevas formas de dis­ criminación y diferenciación social.

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Las tendencias esbozadas aquí ya no son débiles e incipientes. Como se verá en lo que sigue, están plenamente en marcha y suelen presentarse como una forma de progreso, ocultando su potencialidad negativa. Este capítulo se dedicará, por lo tanto, a describir y analizar los aspectos críticos de los procesos mencio­ nados. Se ejemplificarán los dispositivos y herramientas de los sistemas de control, vigilancia e identificación, lo que incluye su oferta pública y su distribución no regulada. Se dará cuenta de los efectos y sentidos de la pulsión formalizadora sobre la privaci­ dad y la subjetividad. y, finalmente, se tratarán las discusiones y problemas que genera en lo legal y en lo ético su naturalización, mediante mitos o falacias consecuentes con los objetivos del ca­ pitalismo de esta etapa.

Caja de herramientas Los sistemas, dispositivos y procedimientos informáticos de recolección y procesamiento para identificar, mOllitorcar, rastrear y analizar simultáneamente un número formidable de individuos han crecido en forma notable. No sería posible enumerarlos todos. "Costos, escala, tamaño, ubicación y distancia ya no son problema", se decía en el Congreso sobre Advanced SuroeiUance Technologies (Tecnologías Avanzadas de Vigilancia), 'realizado en Copenhagen en 1996 1• Los hay para uso gubernamental, pero otros están al alcance de cualquier particular. Algunos apuntan a la recolección de grandes masas de información. Otros, a conti­ nuación, se encargan de hacer los cruces pertinentes que permitan encontrar determinados patrones de conducta. Unos son simples I

1. Este congreso sobre "Advanced Surveillance Technologies" se realizó el 4 de setiembre de 1995 en Copenhagen, Dinamarca y fue patrocinado por Pilvacy International y EPIC. La información sobre el mismo y los abstracts de las ponencias pueden encontrarse en; http://www.plÍvacy.org/pi!conference/copenhagen/report.html

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productos. Otros, en cambio, constituyen procesos. Todos, detrás de su utilidad, comodidad o racionalidad dedarada sirven en fQrma oportunista al control, la vigilancia, la identificación y la extrac­ ción de datos sensibles de las personas. Básicamell te, se pueden clasificar en sistemas de identificación, de vigilancia de las comu­ nicaciones y de vigilancia territorial, o video-vigilancia (Banisar, Davies et al, 1998). A continuación, se explicarán y ejemplificarán cada uno de estos tipos de herramientas.

De la biometria al ADN

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Documentos de identidad En la Argentina, como en Alemania, Francia, Bélgica, Grecia, Luxemburgo, Portugal y España, entre otros países, la población está habituada al documento de identidad obligatorio. No sucede. lo mismo en naciones como los Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, Reino Unido, Irlanda y los países Nórdicos (Banisar y Davies, 1998). Donde es requerido, hay una tendencia creciente a utilizar el mismo número del documento de identidad para otros fines. En la Argentina, por ejemplo, esta cifra forma parte del Código Único de Identificación Laboral o Tributaria. Además, el país se encuentra en un proceso de informatización de los documentos de identidad nevado a cabo por la empresa Siemens, que tiene como objetivo principal acentuar el control de fronteras (Polack, 1996). Los sistemas varían de país en país, pero, cuando se utiliza alg..:ín

tipo de taIjeta inteligente como documento identificatorio, como

en Espaila, Portug-.tI, Tailandia y Singapur, ésta se suele usar tam­

bién para acceder a diversos servicios gubernamentales (Banisar

y Davies, 1998). De este modo, el plástico con un "chip" adosado no sólo es un medio de identificación (que la policía puede exigir en cualquier momento), sino también una tecnología de acceso a determinados bienes o de entrada en determinados lugares. Más adelante, se volverá a hablar sobre otros usos de estas smart c.ards.

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Otras tecnologías cada vez más usadas para identificación personal son los sistemas biométricos. Son todos aquellos dispo­ sitivos que establecen o verifican la identidad de una persona a través de un rasgo corporal único. Es decir que, en lugar de iden­ tificarla por algo que tiene (tatjeta), o algo que recuerda (palabra chive o PIN) o algo que hace (como una firma), los bioméuicos la identifican por algo que es (Davies, 1994). Los sistemas modernos incluyen: archivos digitalizados de huellas dactilares o imágenes en video de las personas (en una manifestación, por ejemplo), sistemas de identificación automática de la voz o la geometría de la mano o la retina. Se usan, entre otros, en lugares de trabajo, agencias gubernamentales, aeropuertos y cajeros automáticos. Con respecto a la identificación de huellas digitales,actual­ mente hay sistemas llamados AFIS (Automatic FingerjJrint Identification System) que pueden recuperar cualquier imagen scanneada de una impresión dactilar de modo rápido y eficaz 2 • Un sistema que se está haciendo cada vez más popular es el de identificación por medio de la geometría de la mano y de los dedos. Un scannerregistra noventa medidas diferentes de la misma y genera un patrón digital de llueve bytes de la imagen tlidimen­ sional de S\.l contorno. Luego se transfiere la información a una base de datos para ubicar a la persona que está siendo identificada. A este patrón puede agregársele un PIN secreto para mayor segu­ ridad. Este tipo de dispositivos no registra huellas digitales, sino solamente rasgos morfo13gicos ~istintivos de la mano de cada indi­ viduo. En consecuencia, podría haber dos personas con el mismo patrón de geometría de la mano. Este hecho puede conducir a que, en ocasiones, el sistema rechaze o acepte por error el ingreso 2. Ver, entre otros artículos de divulgación, "Impresiones digitales. Sistemas de identificación automática", 1995 e "Individuación criminal. Registros computarizados", 1996.

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o egreso de una persona a un lugar. Es lo que se llama "falsa acep­ tación" o "falso rechazo". Actualmente, los sistemas implementados tienen, según los fabrican tes, un índice de falsa aceptación o re­ chazo del orden de uno en mil. En la Argentina, en la cárcel de Devoto, se usa un dispositivo de estas características para controlar acceso y egreso de personas '. El biométrico que más preocupación causa, por su potencial discriminatolio, es el monitoreo y almecenamiento en taIjetas inte­ ligentes de datos relativos al ADN, ya que tecnologías del tipo PCR (reacción en cadena de la polimerasa) permiten detectar genes "fallados", que codifican proteínas mal constmidas, mucho tiempo antes de que den lugar a la enfermedad que dicha falla pudiese 4 ocasionar • Por otra parte, el análisis del ácido desoxirribonudeico permite distinguir a una persona en siete mil millones (Febre, 1998). Para eso alcanza una muestra del orden de la milmillonésima parte de un gramo. Los restos de saliva en una estampilla, por ~jem­ pIo, son suficientes para identificar a una persona. En Estados Uni­ dos ya hay entre 400 mil y 500 mil climillales registrados, clasificados por el tipo de crimen que cometieron (violación, homicidio, robo agravado, lesiones graves, secuestro y robo de autos). Estos proce­ dimientos podrían dar pie a que se discrimine a prioli a aquellos en cuyos genes se supong-a el origen de una determinada tendencia delictiva, aunque jamás se haya hecho manifiesta (Nelkin, 1995). Hay que agregar que los datos biométlicos pueden ser parte de las taIjetas de identificación obligatorias (inteligentes o no).

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En los Estados Unidos, por ejemplo, la congresista Barbara Jor­ dan propuso en 1996 una "National Employment Verification Carel" (TaIjeta Nacional de Verificación Laboral) que sería requerida para tener cualquier empleo en ese país. El objetivo era poder discriminar a los individuos según características de comporta­ miento u orientación sexual, sobre la base de la información genética almacenada en dicha tarjeta magnética (Ostman, 1995).

3. Esta información fue vertida por David D'Angelis, gerente co­ mercial de WestCorp Argentina, en su presentación para la mesa redonda NHacia dónde va el futuro de la taIjeta inteligente" en el Segundo Salón Anual Internacional sobre Producción, Tecnología, Seguridad y uso de la TaIjeta Plástica e Inteligente, realizado en Buenos Aires del 8 al 10 de setiembre de 1998. 4. Puede consultarse un artículo de divulgación sobre esta~ técnicas con ADN en "¿Nuestro destino está en los genes?", Clat'Ín 14 dejulio de

Dispositivos de espionaje La vigilancia total de las comunicaciones interpersonales es el suei'io dorado de todas las instituciones de control del mundo. En casi todos los países hay alguna forma de intercepción de te­ léfonos, faxes y comunicaciones vía telex. A veces, esta actividad se hace con el aval de la legislación vigente. Otras, constituye un a1>uso destinado a inhibir la actividad de opositores políticos, lí­ deres gremiales o defensores de los derechos humanos. Este tipo de invasión de la privacidad no se da sólo en países con un pobre historial en el respeto a las garantías civiles. Los Es­ tados Unidos, por ejemplo, están llevando a cabo una campaíla mundial para mejorar la capacidad de los servicios de inteligencia y la policía para espiar conversaciones privadas. Por un lado, se exige que todas las tecnologías de comunicaciórr; como teléfonos co­ munes, celulares y satelitales se diseílen con una "puerta trasera" que facilite su intercepción. Por otra parte, se busca extender hacia otros países las limitaciones norteamericanas a la difusión del software de encriptación de
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