Angeles de Sirio - Libro 2

October 6, 2017 | Author: Selene Jade | Category: Tetragrammaton, Noah, Nephilim, Goliath, Abraham
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Agradecimientos

A mi hija por mostrarme el Amor Al Salvador por su salvación A los Ángeles por su Obra Al Señor por su Creación Al Uno por la Existencia

Gracias.

Nadie puede imaginarse una experiencia en su total magnitud, a menos que sea parte de la misma. Esta es una historia del origen de la humanidad, cuando los ángeles del Señor habitaban la tierra. Era una noche como cualquier otra, el cielo se encontraba despejado, la luna iluminaba la ciudad. Miré por la ventana como lo hacia habitualmente, sin embargo esa noche fue especial. Repentinamente aparece frente a mi vista un cúmulo de estrellas, nunca antes las había visto, estaban dispuestas de un modo singular, capte esa imagen en mi mente, preguntándome que constelación seria aquella. Quede fascinada por su brillo. Permití que su luz impregnara mi ser, aquella noche, fue única, inolvidable. Al cabo de un momento, que aun no puedo recordar si fue breve o extenso, cerré mis ojos recordando esa imagen y me dispuse a descansar. Sucedió en sueños que un Ángel se acercó y me dijo: Ven Y yo lo seguí. Y dijo: Mira. Y cuando me acerque, pude ver que en sus manos tenía un libro abierto, las páginas se sucedían unas a otras con rapidez, y del mismo emanaba una gran luz. Perpleja quede mirándolo y mi cuerpo se impregnó de aquella luz que el mismo irradiaba. Al día siguiente me desperté recordando ese momento del sueño, intentando deducir cual era su significado sucedió que en mi mente aparecía la imagen de ese libro como si el mismo fuera una recopilación de varios libros en uno. En ese momento comprendí que se trataba de los libros sagrados. Y recordé un momento anterior, un sueño de hacia tiempo atrás. En aquel entonces, me encontraba en un estado meditativo cuando cerré mis ojos y vi un Ángel, el me guió. Expresó un decreto que estaba próximo a cumplirse. En aquella meditación un Ángel se me acercó y me dijo: “He aquí la prueba”

Desperté. Abrí mis ojos, y un sin fin de emociones me invadieron. Pasó el tiempo, y finalmente, aquello que parecía imposible, se hizo realidad. Desde ese entonces comencé a tomar los mensajes con mayor credulidad. Sin embargo en mi interior siempre había una duda, la parte incrédula de mí que preguntaba: ¿Cómo es posible? Preguntas, preguntas, y más preguntas. Pronto llegaron las respuestas. Mi conclusión fue, que sea lo que fuere que estuviese intentando expresarse a través de mi ser, le daría un espacio, y así fue como me dispuse al servicio de esta enseñanza. La primera acción que tomé fue ir a la fuente, las sagradas escrituras. En ese entonces, las circunstancias de mi vida se acomodaron del modo de que disponía del tiempo para poder leer y un tiempo para escribir. Comencé por el antiguo testamento, también llamado el Pentateuco, o los cinco libros recibidos por Moisés. Noche tras noche me interné en sus relatos, viéndolos desde una perspectiva diferente, una forma según la cual, cada historia era un hecho real, y cuyos personajes eran, por decirlo de algún modo figurativo, de carne y hueso. Entonces fue cuando vi, cual si fuera una visión, una versión distinta de la letra escrita, del relato. Así fue como recorrí cada una de las escenas que sucedieron desde el origen de la humanidad hasta el presente. Y comprendí, que lo que ellos vivieron en ese momento histórico, podemos revivirlo hoy, y este libro es un medio por el cual, ahora en este momento preciso de la historia contemporánea podemos reinterpretarlo de modo tal que confirmamos su autenticidad tomando cada hecho como verídico. Con la capacidad que tenemos hoy de comprensión, de que los seres que en los textos aparecen nombrados como Elohim, o Ángeles, no es producto de la ilusión de unos cuantos personajes de la historia, o de un simple traductor de la escritura, sino con la convicción de que ellos son, al igual que nosotros y nuestros antepasados, parte de nuestra historia como civilización, y que con su ayuda pudimos recibir la enseñanza dictada de los cielos y su legado cultural para beneficio del ser humano. Sucedió así que buscando entre los libros que tenía guardados, encontré la Biblia, y comencé a leerla. Es cierto que no era la primera vez que me

acercaba a ella, mi necesidad de conocer, desde pequeña me inclinó a ser una buscadora de la verdad. Sin embargo, ahora tenía la posibilidad de tomar ese escrito, tan conocido por la humanidad, estudiado, e interpretado por grandes eruditos en el tema de distintas religiones, que solían discutir acerca de los detalles del texto, lo que da lugar a grandes diferencias, pero que todos coinciden en que el mismo es, ni más ni menos que un libro enviado desde las altas esferas, ¡por Dios mismo! Hay quienes creen que la Biblia, al ser escrita por el hombre, no es más que un relato como cualquier otro, una gran obra literaria, y ésta es la postura de la mayoría de quienes se consideran a sí mismos como científicos. El supuesto fundamental de la ciencia, como contrapuesta a la religión, parece ser en principio, partir de la investigación de modo tal en que la presencia de Dios no cuenta. Más allá de cualquier escepticismo, decidí tomar el libro en mis manos, cual si fuera la primera vez, como un niño que quiere aprender, y cada noche, durante un tiempo que no puedo contar, quedé fascinada al imaginar las escenas de cada capítulo. Es cierto que existen infinidad de escritos de diversas culturas que hablan de la llegada de Ángeles que vinieron del cielo a la tierra, sin embargo parece ser que tan sólo algunos pocos pudieron comprender la esencia de su mensaje. La Biblia es llamada también Pentateuco, una palabra que viene del griego, y significa "Las Cinco Cajas", viene de pente, "cinco" y téukhos, "caja", por los estuches cilíndricos donde se guardan, enrollados, los textos hebreos, el mismo es la recopilación formada por los cinco primeros libros de la Biblia, que la tradición atribuye al patriarca hebreo Moisés. Está compuesta por los textos sagrados que en tradición hebrea es llamada la Torá —La Ley—, el núcleo de la religión judía. El Pentateuco está compuesto por: 1) Génesis 2) Éxodo 3) Levítico 4) Números 5) Deuteronomio Allí se detallan una serie de narraciones donde se explica como El Eterno creó al hombre a su imagen y semejanza.

Mucho tiempo atrás, cuando el planeta se hallaba en formación, era muy distinto a como lo conocemos hoy. La humanidad aún no había sido creada y la tierra estaba habitada por los Elohim. Ellos emprendieron un largo viaje hacia un planeta distante y desconocido. Ellos fueron los primeros habitantes, los constructores, los creadores, los primeros colonizadores, los progenitores de la raza humana. Dejaron la tierra en condiciones para ser habitada por la humanidad, y se marcharon… Su legado se encuentra disperso en todo el planeta, y con él sus enseñanzas y secretos… Prometieron regresar….. Y así comienza el primer capítulo, el Génesis, el relato de la creación del mundo. •

Génesis

“Cuando El Eterno creó el cielo y la tierra dijo hágase y la creación existió.... En el principio El Eterno creó el cielo y la tierra. La tierra era caos y confusión y oscuridad por encima del abismo, y un viento del Eterno aleteaba por encima de las aguas. Dijo El Eterno: «Haya luz», y hubo luz. Vio El Eterno que la luz estaba bien, y apartó la luz de la oscuridad; Y llamó El Eterno a la luz «día», y a la oscuridad la llamó «noche». Y atardeció y amaneció: día primero. Dijo El Eterno: «Haya un firmamento por en medio de las aguas, que las aparte unas de otras.» E hizo El Eterno el firmamento; y apartó las aguas de por debajo del firmamento de las aguas de por encima del firmamento. Y así fue. Y llamó El Eterno al firmamento «cielo». Y atardeció y amaneció: día segundo. Dijo El Eterno: «Acumúlense las aguas de por debajo del firmamento en un solo conjunto, y déjese ver lo seco»; y así fue.

Y llamó El Eterno a lo seco «tierra», y al conjunto de las aguas lo llamó «mar»; y vio El Eterno que estaba bien. Dijo El Eterno: «Produzca la tierra vegetación: hierbas que den semillas y árboles frutales que den fruto según su especie, con su semilla dentro, sobre la tierra.» Y así fue. La tierra produjo vegetación: hiervas que dan semilla según sus especies, y árboles que dan fruto con la semilla dentro según sus especies; y vio El Eterno que estaban bien. Y atardeció y amaneció: día tercero. Dijo El Eterno: «Haya luceros en el firmamento celeste, para apartar el día de la noche, y sirvan de señales para solemnidades, días y años; y sirvan de luceros en el firmamento celeste para alumbrar sobre la tierra.» Y así fue. Hizo El Eterno los dos luceros mayores; el lucero grande para regir el día, y el lucero pequeño para regir la noche, y las estrellas; y los puso en el firmamento celeste para alumbrar la tierra, y para regir el día y la noche, y para apartar la luz de la oscuridad; y vio que estaba bien. Y atardeció y amaneció: día cuarto. Dijo El Eterno: «Bullan las aguas de animales vivientes, y aves revoloteen sobre la tierra frente al firmamento celeste.» Y creó El Eterno los grandes monstruos marinos y todo animal viviente que repta y que hacen bullir las aguas según sus especies, y todas las aves según sus especies; y vio que estaba bien; y los bendijo diciendo: «Sed fecundos y multiplicaos, y henchid las aguas de los mares, y las aves crezcan en la tierra.» Y atardeció y amaneció: día quinto. Dijo El Eterno: «Produzca la tierra animales vivientes según su especie: bestias, reptiles y alimañas terrestres según su especie.» Y así fue. Hizo Dios las alimañas terrestres según especie, y las bestias según especie, y los reptiles del suelo según su especie: y vio que estaba bien. Y dijo El Eterno:

«Hagámos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y manden en los peces del mar y en las aves del cielo, y en las bestias y en todas las alimañas terrestres, y en todos los reptiles que reptan por la tierra. Creó, pues, El Eterno al ser humano a imagen suya, a imagen del Eterno lo creó, macho y hembra los creó. Y los bendijo con estas palabras: «Sed fecundos y multiplicaos, y henchid la tierra y sometedla; mandad en los peces del mar y en las aves del cielo y en todo animal que repta sobre la tierra.» Dijo El Eterno: «Ved que os he dado toda hierba de semilla que existe sobre la faz de toda la tierra, así como todo árbol que lleva fruto de semilla; os servirá de alimento. «Y a todo animal terrestre, y a toda ave del cielo y a todos los reptiles de la tierra, a todo ser animado de vida, les doy la hierba verde como alimento.» Y así fue. Vio El Eterno cuanto había hecho, y todo estaba muy bien. Y atardeció y amaneció: día sexto. En el séptimo día, El Eterno dio por concluida la labor que había hecho, y cesó de toda la labor que hiciera. Y bendijo el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó de toda la obra creadora que había hecho. Ésos fueron los orígenes del cielo y la tierra, cuando fueron creados…” Y así es como se detalla en el Antiguo Testamento, o Libro de los Hechos, la Creación fue hecha en base a una serie de decretos formulados por El Eterno. El Eterno realizó la creación de este mundo por medio de la utilización de la Palabra Creadora, el Verbo Vivo. El mismo creó al hombre a su imagen y semejanza, pero en el relato, en vez de expresarlo en singular, como al principio, lo hace en plural, demostrando la presencia de otros seres creados a su imagen y semejanza, los elohim, y allí podemos entender la presencia de las distintas jerarquías espirituales en el acto de la creación. El Eterno se presenta en distintos momentos históricos, con distintos nombres, siendo el único y el mismo.

El es también quien habló directamente a Moisés en el monte Sinai, y guió al pueblo a la tierra prometida. Según expresa el relato bíblico el que se llama a sí mismo Yhvh, y se comunica con los seres humanos directamente o por intermedio de sus mensajeros.. Yahvé (en hebreo ‫יהוה‬, YHWH) y sus variantes Yahweh, Yahvé, Yavé, Jehovah y Jehová en su forma hebrea es según la Biblia, un nombre que El Eterno utiliza para referirse a sí mismo, tras la petición de Moisés en la visión de la zarza ardiente y en respuesta a su pregunta de qué les dirá a los israelitas sobre el que le ha enviado, le dice: •

"Yo soy el que soy"

Esta frase, "yo soy el que soy", es en hebreo "EHIEH", se refiere a las letras del alfabeto hebreo "Y-H-W-H". El sentido de los nombres Yahveh (Y H V H) o "Jehová" ha sido interpretado de formas muy diversas, al ser un nombre formado por cuatro consonantes hebreas –YUD, HEI, VAV, HEI– se denomina tetragrámaton, es decir, palabra compuesta de cuatro letras. Yahveh (YHVH) o Jehová, son las formas que la Biblia emplea como nombre propio de Dios en español; también aparece en la forma abreviada YAH, o JAH del español antiguo. En las sagradas escrituras se aplican distintos títulos y atributos para Dios, como ser: Adón, Señor El Señor, Mi señor Y las distintas formas El Elyón Eloah Elohim También se nombra a sí mismo por sus atributos: Yhvh-Tzva'ot (Yahveh de los ejércitos ) Yhvh-Shalom (Yahveh es mi paz)

Yhvh-RofaEl (Yahveh mi sanador)

Según se detalla en Éxodo 20:2 ‫א‬ • "Yo soy ‫ יהוה‬IaHVéH - Jehová tu Elohim quien los sacó de la tierra de Mitzrayim, fuera de la casa de esclavitud." Según la tradición hebrea, El Padre pone Nombre al Hijo, por lo tanto: De Ia H-véH se desprende Ia H-Shua Que significa Ia H Salva- Salvador. El significado del nombre de Jehová Elohim o •

“Yo Soy el que Yo Soy”

sería •

‘el que será, el que es y el que ha sido’.

En los antiguos textos hebreos sólo se escribían las consonantes, es decir, las vocales no figuraban. Cuando el lector llegaba a la palabra formada por el tetragrama "yhwh", no podía pronunciar "yahveh", porque según la tradición el nombre era impronunciable. Entonces, cuando el lector llegaba a "yhwh", pronunciaba "El Señor " que significa, mi Señor. Debido a que se ha utilizado predominantemente de manera escrita, por su grafía se lo denomina también tetragrámaton (del griego τετρα-γράμματον, tetra-grámmaton ‘cuatro letras’). En hebreo es usual también la expresión ‫השם‬ ( haShem, ‘el nombre’ ). En el texto bíblico aparece también la forma abreviada Yah especialmente en el Libro de los Salmos. Esta forma parte de la conocida expresión hebrea aleluya, que significa ‘¡alaben a Yah!’. De aquí en adelante lo llamaremos “El Eterno” respetando la tradición de no pronunciar su nombre, y en otras ocasiones lo llamaremos “El Señor”, o “El Señor de los Ejércitos”, elegimos estos nombre para referirnos, por la idea de que son los que mejor representan a la Jerarquía Espiritual, los Elohim. Y también para que el lector pueda diferenciar claramente, cuando nos referimos al plural, “Ángeles - Elohim”, y en singular, Yhvh Elohim, o lo que es

lo mismo decir, “El Señor de los Ejércitos”, en su forma representada por sus atributos: Yhvh-Tzva'ot

Elohim es una palabra hebrea ( ‫הים‬ ִ ׂ‫ )אֱל‬de la cual los eruditos judíos y eclesiásticos indican que sería el plural mayestático, o el superlativo de Dios (en hebreo El, ‫אל‬ ֵ , o Eloha, ּ‫)אֱלׂה‬. O simplemente como el plural de El, o de Eloah, significando "dioses". En el temprano hebreo, el singular de la palabra era El, y su forma plural Elohim. Y aquí comienzan las discusiones en cuanto a que el judaísmo como religión monoteísta, un solo Dios, no aceptaría la presencia de otros “Dioses” aunque fueran menores porque pasaría a ser politeísta, sin embargo la respuesta a esta discusión es que en los planos superiores, como se determina en el árbol sephirótico de la Kabalá (que significa “recibir”), una de las principales corrientes místicas judías, observamos que existen diversos planos, y por lo tanto existen jerarquías espirituales. Entendiendo a Dios como omnipresente, y omnisciente, es decir, presente en todo, y en todos, en sus diferentes grados o formas. Profundizando en la revelación dada a Moisés de este modo, comprendemos que la misma fue entregada directamente por Yahvé Elohim, el Supremo de la Jerarquía Espiritual, el cual se vale de sus Elohim, también llamados Ángeles, Mensajeros, o Enviados, para la transmisión de la enseñanza de la LEY. Entonces, podemos entender a los cinco libros de Moisés como la narración de los hechos que sucedieron en la creación de la tierra y del hombre, y es por esta razón es que el mismo debiera considerarse como “El Libro de los Hechos”. Tal y como se detalla en Génesis. El Eterno es quien se pasea por el jardín Edén (Edín) y tiene diálogos con Adán y Eva. En este contexto, los Elohim, también compartirían las características de los seres humanos, ya que ambos han sido creados a imagen y semejanza del Eterno. Cuenta el texto bíblico que en un principio el Ser Humano fue diseñado para una alimentación vegetariana, ya que el mismo dice que entrega al Ser Humano todas las hierbas y los árboles frutales para que sirvan de alimento. Cuando El Eterno creó al primer hombre y a la mujer, los coloca en el Jardín del Edén, un lugar físico ubicado en algún lugar de Oriente, tal y como se explica en la narración.

La localización del Edén se detalla por un río que se dividía en 4 brazos, cuenta el texto bíblico que Adán y Eva al desobedecer la orden de no comer del árbol del conocimiento del bien y del mal, y cubrirse sus partes intimas tomando conciencia de su desnudez, El Eterno los expulsa del Jardín del Edén, y coloca querubines para cerrar el camino al Ser Humano al Árbol de la vida.

Cuando el hombre y la mujer, comieron del árbol del conocimiento del Bien y del Mal, se convirtieron entonces, en seres con conciencia de si mismos, y seres mortales, y cuando se cierra el camino al Árbol de la vida, se cierra el camino de la llave de la inmortalidad… Entonces, a partir de que el Ser Humano es expulsado de Edén, recorre errático el Planeta Tierra y comienza a trabajar la tierra como modo de sustento, y es entonces cuando comienza a poblar la tierra a partir de su descendencia. El Paraíso El día en que hizo El Eterno la tierra y el cielo, no había aún en la tierra arbusto alguno del campo, y ninguna hierba del campo había germinado todavía, pues El Eterno no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre que labrara el suelo. Pero un manantial brotaba de la tierra y regaba toda la superficie del suelo. Entonces El Eterno formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente. Adán y Eva Luego plantó El Eterno un jardín en Edén, al oriente, donde colocó al hombre que había formado. El Eterno hizo brotar del suelo toda clase de árboles deleitosos a la vista y buenos para comer, y en medio del jardín, el árbol de la vida y el árbol de la ciencia del bien y del mal. De Edén salía un río que regaba el jardín, y desde allí se repartía en cuatro brazos…. El Jardín del Edén Uno se llama Pisón: es el que rodea todo el país de Javilá, donde hay oro. El oro de aquel país es fino. Allí se encuentra el bedelio y el ónice. El segundo río se llama Guijón: es el que rodea el país de Cus. El tercer río se llama Tigris: es el que corre al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates.

Tomó, pues, El Señor al hombre y lo dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. Y El Eterno impuso al hombre el primer mandamiento: «De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio.» Dijo luego: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.» Y El Eterno formó del suelo todos los animales del campo y todas las aves del cielo y los llevó ante el hombre para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso nombres a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, mas para el hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces El Etterno hizo caer un profundo sueño sobre el hombre, que se durmió. Y le quitó una de las costillas, rellenando el vacío con carne. De la costilla que El Eterno había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces éste exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Ésta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada.» Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne. Estaban ambos desnudos, el hombre y su mujer, pero no se avergonzaban uno del otro. Cuenta el relato de la creación que la serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que El Eterno había hecho. Y dijo la serpiente a la mujer: « ¿Cómo es que El Eterno os ha dicho: No comáis de ninguno de los árboles del jardín?» Respondió la mujer a la serpiente: «Podemos comer del fruto de los árboles del jardín.

Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho El Señor: No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte.» Replicó la serpiente a la mujer: «De ninguna manera moriréis. Es que El Señor sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal.» Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría, tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron a entrambos los ojos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y, cosiendo hojas de higuera, se hicieron unos ceñidores. Oyeron luego el ruido de los pasos del Eterno que se paseaba por el jardín a la hora de la brisa, y el hombre y su mujer se ocultaron de la vista dl Eterno por entre los árboles del jardín. El Eterno llamó al hombre y le dijo: « ¿Dónde estás?» Éste contestó: «Te he oído andar por el jardín y he tenido miedo, porque estoy desnudo; por eso me he escondido.» Él replicó: « ¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol del que te prohibí comer?» Dijo el hombre: «La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.» Dijo Eterno a la mujer: « ¿Por qué lo has hecho?» Contestó la mujer: «La serpiente me sedujo, y comí.» Entonces El Eterno dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto,

maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Sobre tu vientre caminarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. Enemistad pondré entre ti y la mujer, entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañal.»

A la mujer le dijo: «Tantas haré tus fatigas cuantos sean tus embarazos: con dolor parirás los hijos. Hacia tu marido irá tu apetencia, y él te dominará.» Al hombre le dijo: «Por haber escuchado la voz de tu mujer y comido del árbol del que yo te había prohibido comer, maldito sea el suelo por tu causa: con fatiga sacarás de él el alimento todos los días de tu vida. Espinas y abrojos te producirá, y comerás la hierba del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan, hasta que vuelvas al suelo, pues de él fuiste tomado. Porque eres polvo y al polvo tornarás.» El hombre llamó a su mujer «Eva», por ser ella la madre de todos los vivientes. El Eterno hizo para el hombre y su mujer túnicas de piel y los vistió. Y dijo El Eterno: « ¡Resulta que el hombre ha venido a ser como uno de nosotros, en cuanto a conocer el bien y el mal! Ahora, pues, cuidado, no alargue su mano y tome también del árbol de la vida y comiendo de él viva para siempre.» Y lo echó El Eterno del jardín de Edén, para que labrase el suelo de donde había sido tomado. Tras expulsar al hombre, puso delante del jardín de Edén querubines, y la llama de espada vibrante, para guardar el camino del árbol de la vida. Sucedió que cuando los hombres comenzaron a multiplicarse sobre la tierra engendraron hijas y estas eran tan bellas, que los Elohim vieron que las mujeres que habían sido creadas eran agradables y las desearon. Y de la unión entre los Elohim y las mujeres humanas nacieron los gigantes.

En aquel tiempo, comenzaron a habitar en la tierra los gigantes, junto con los humanos, y los Ángeles, generando una así una descendencia mixta, o híbrida. Angeles Humanos, la descendencia mixta La unión entre los Ángeles y las hijas de los hombres… Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la faz de la tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos del Señor que las hijas de los hombres eran deseables, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas.

Entonces dijo El Eterno: «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean ciento veinte años.» Los gigantes existían en la tierra por aquel entonces, cuando los hijos del Señor se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: éstos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos. Fue entonces, cuando El Eterno vio que la maldad de los hombres era mucha en la tierra y que todo designio de los pensamientos del corazón era de continuo solamente el mal y se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra y le dolió su corazón. Y El Eterno viendo el mundo lleno de maldad, se afligió en su corazón y dijo: «Me arrepiento de haberlos creado. » Según cuenta el relato bíblico, viendo que la maldad del hombre cundía en la tierra y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de continuo, le pesó al Señor de haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó en su corazón. Y dijo El Eterno: «Voy a exterminar de sobre la faz del suelo al hombre que he creado -desde el hombre hasta los ganados, los reptiles, y hasta las aves del cielo-, porque me pesa haberlos hecho.» Noé el elegido Pero Noé halló gracia a los ojos del Señor. Y he aquí que se aproximaba un gran diluvio, y todo aquel que habitara la tierra habría de perecer en el.

Más El Eterno tuvo compasión en su corazón y envió a sus Ángeles para que alertaran a Noé. Noé fue el varón más justo y cabal de su tiempo. Noé andaba con El Señor. Noé engendró tres hijos: Sem, Cam y Jafet. La tierra estaba corrompida en la presencia del Señor: la tierra se llenó de violencia. El Eterno miró a la tierra y vio que estaba viciada, porque toda carne tenía una conducta viciosa sobre la tierra. Noé fue el elegido para sobrevivir al Diluvio universal. Según el relato, Noé fue el único varón hallado justo de toda la generación contemporánea a él, puesto que los demás influenciados por los hijos de los ángeles caídos estaban sumidos en el pecado y por su culpa la tierra "se hallaba llena de violencia". Noé hijo de Lamec, hijo de Matusalén, conocido por ser el ser humano que muere con más edad de los citados en el Tanáj (969 años); el cual es hijo a su vez de Enoc, quien, según una tradición posterior, profetizó sobre la llegada del Mesías y escribió sus visiones. Dijo, pues, El Eterno a Noé: «He decidido acabar con todo viviente, porque la tierra está llena de violencia por culpa de ellos. Por eso, he decidido exterminarlos de la tierra. Hazte un arca de maderas resinosas. Haces el arca de cañizo y la calafateas por dentro y por fuera con betún. Así es como la harás: longitud del arca, trescientos codos; su anchura, cincuenta codos; y su altura, treinta codos. Haces al arca una cubierta y a un codo la rematarás por encima, pones la puerta del arca en su costado, y haces un primer piso, un segundo y un tercero”. «Por mi parte, voy a traer el diluvio, las aguas sobre la tierra, para exterminar todo viviente que tiene hálito de vida bajo el cielo: todo cuanto existe en la tierra perecerá. Pero contigo estableceré mi alianza:

Entrarás en el arca tú y tus hijos, tu mujer y las mujeres de tus hijos contigo. Y de todo ser viviente meterás en el arca una pareja para que sobrevivan contigo. Serán macho y hembra. De cada especie de aves, de cada especie de ganados, de cada especie de reptiles entrarán contigo sendas parejas para sobrevivir. Tú mismo procúrate toda suerte de víveres y hazte acopio para que os sirvan de comida a ti y a ellos.» Así lo hizo Noé y ejecutó todo lo que le había mandado El Señor. Y así fue como Noe guiado por el Señor, comenzó a construir un Arca. La misma fue hecha con las proporciones indicadas por El, y fue construida en tiempo y forma. El Antiguo Testamento dice que era un arca de madera resinosa con compartimentos, calafateada por dentro y por fuera. Los planos dados a Noé para la construcción del arca tenía dimensiones moderadas: 135 m de largo, por 22,5 m de ancho y 13,5 m de alto, que podrían resultar suficientes para la fauna conocida en la época pero que no bastarían para albergar a toda la auténtica biodiversidad del planeta, salvo que fuese conservada por medio de su ADN. En el texto se detalla escrupulosamente que hiciera un tragaluz a medio metro del remate, una puerta al costado y tres cubiertas superpuestas. Las medidas del arca figuran en el capítulo 6, versículo 15, del libro del Génesis: 300 codos de eslora, cincuenta codos de manga y treinta codos de puntal. Respetando las medidas mencionadas más arriba da el equivalente a un buque de carga de 14.450 toneladas de arqueo bruto, unos 41 mil metros cúbicos de espacio interior. Las tres cubiertas suministrarían una superficie total de 9.100 m². Casi todo el espacio disponible sería para la carga útil, pues era simplemente una caja destinada a flotar y no debían llevar más que el alimento y el agua necesarios. Las proporciones coinciden con la arquitectura naval moderna: 1 : 1/6 : 1/10. Esta caja no podría volcarse en ninguna condición de mar imaginable. Según el texto cuando Noé completó el arca, entraron él, su familia y también los animales.

«Aquel día fueron rotas todas las fuentes, y las cataratas del cielo se abrieron, y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches». El diluvio cubrió hasta las montañas más altas y todas las criaturas de la Tierra murieron; salvo Noé y los que estaban con él en el arca. Finalmente, después de muchos días, el arca se asentó en el monte Ararat, y las aguas retrocedieron por algunos días hasta que emergieron las cimas de las montañas. Entonces Noé envió a un cuervo que «salió, y estuvo yendo y volviendo hasta que las aguas se secaron sobre la tierra». Luego Noé envió una paloma, que regresó porque no tuvo donde posarse. Noé envió de nuevo a la paloma y regresó con una hoja de olivo en su pico, y entonces supo que las aguas se habían retirado. Noé esperó siete días más y envió a la paloma una vez más, y esta vez el ave no regresó. Pero tuvo que esperar unos días mas, entonces él y su familia y los animales salieron del Arca, y Noé ofreció un sacrificio al Señor, y éste decidió que nunca volvería a maldecir a la Tierra debido al hombre, y que no volvería a destruir toda la vida en ella. Para recordar esta promesa, El Eterno puso un arcoiris en las nubes y dijo, “Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre El Señor y todo ser viviente, de todo tipo sobre la Tierra". Según una interpretación posterior Noé pasó 120 años advirtiendo a sus contemporáneos del peligro que los amenazaba, pero no le hicieron caso. Este añadido a la historia se debe a una lectura del texto de Génesis 6:3, el cual dice textualmente: Dijo El Eterno al ver estas cosas: “con el hombre mi soplo para siempre no habitará, siendo éste solo carne. Así que sus días vendrán a ser 120 años". Y preservando la simiente de cada ser viviente por especies se dispuso a estar listo junto con su familia para ser los primeros habitantes de la nueva tierra. Y el diluvio se presentó tal como lo había predicho El Señor. Y habitaron el Arca Noe junto con su familia, y la simiente de cada una de las especies durante el tiempo que duró el diluvio. El diluvio comenzó el año 600 de la vida de Noé, y tuvo una duración de cuarenta días con sus noches respectivas, durante los cuales toda la Tierra llegó a estar bajo las aguas, destruyendo todo rastro de vida animal,

exceptuando a los animales que junto a Noé, pero Noé no se daba por vencido, así que envió una paloma, "a la hora de la tarde", con lo que Noé entendió que el proceso de retiro de aguas de la tierra estaba avanzando. Siete días después el patriarca volvió a enviar la paloma, la cual no regreso, dando a entender, que la inundación cesó. En el año 601 de la vida de Noé la Tierra se secó, y no obstante su deseo por abandonar el arca, Noé y su familia esperaron un mes más, hasta que el Señor les ordenó salir.. Y una vez que el diluvio cesó y la tierra se secó, llegaron a tierra firme, y fueron los primeros habitantes de la nueva tierra. Entonces se cumplió el pacto que hizo El Señor con Noé y su familia. Y así fue que se dispersaron, y tuvieron hijos. Y los hijos de sus hijos tuvieron hijos, y una nueva tierra fue habitada por ellos. Los hijos de Sem, Cam y Jafet repoblaron el mundo. La historia del Arca contada en el Génesis tiene paralelos en el mito sumerio de Utnapishtim, que cuenta cómo un antiguo rey fue advertido por su dios personal de que construyera una embarcación en la que escaparía de un diluvio enviado por el consejo superior de los dioses. Se han hallado paralelismos en diversas culturas alrededor del mundo. Los Gigantes La Epopeya de Gilgamesh o el Poema de Jilgamech es una narración de la Mesopotamia de origen sumerio, considerada como la narración escrita más antigua de la historia. Se emplearon tablillas de arcilla y escritura cuneiforme, lo cual favoreció su preservación. La versión más completa preservada hasta la actualidad consta de doce tablillas. El poema trata sobre las aventuras del rey Gilgamesh de Uruk, también conocido como Istubar, y su amigo Enkidu. Una de las tablillas relata un episodio similar al de la Biblia sobre el diluvio. Las aventuras para matar al gigante Khumbaba, el descenso a los infiernos y la relación entre dioses, semidioses (como el propio Gilgamesh) y mortales. El núcleo se encuentra en el duelo tras la muerte de Enkidu. Las primeras seis tablillas describen la búsqueda de la gloria y las restantes la búsqueda de la inmortalidad.

Tablilla I Aquel que vio todo hasta los confines de la tierra, Que todas las cosas experimentó, consideró todo. [...] juntamente [...], [...] de sabiduría, que todas las cosas.[..]. Lo oculto vio, desveló lo velado. Informó antes del Diluvio, Llevó a cabo un largo viaje, cansado y derrengado. Todo su afán grabó en una estela de piedra..... El diluvio universal, y como consecuencia la destrucción de toda la humanidad fue provocada por los Gigantes, estos seres, que no habrían sido creados según los planes dell Señor. Según otras versiones se trata de la descendencia de los ángeles caídos y las hijas de Adán, de donde surgió esta raza con el fin de sabotear los planes del Señor cruzándose y contaminando la descendencia de Adán. La palabra utilizada es: Ne-phil'-im, que significa “los caídos”. La palabra Refaim se interpreta también como fallecido o muerto De acuerdo a la tradición rabínica, los Anakim (anaquitas), Refaim (refaitas), Gibborim, Zamzummim, y Emim (emitas), son de la misma raza Nefilim, y todos son nombres que se traducen por "gigantes”. El texto bíblico relata que en el diluvio la mayor parte de ellos pereció porque no fueron alertados cuando éste se aproximaba. Según la visión judía tradicional, derivada o que derivo en el Libro de Enoc, los progenitores de los Nefilim fueron una clase particular de ángeles - los Grigori (Observadores) También se ha dicho que, uno de los propósitos de era deshacerse de los Nefilim y repoblar la tierra con un linaje puro, descendiente de la creación original, Adán y Eva. La referencia acerca de Noé: "perfecto en sus generaciones" hace referencia al no contenido Nefilim en su linaje (o sea 100% Humano descendiente de Adán); de lo cual se infiere que según el texto Génesis, que no habría "hibridación " Nefilim en Noé y este seria 100% Humano. Noé, al ser hijo de Lamec, es descendiente del tercer hijo de Adán, Set. Lamec, a su vez, al ser hijo de Matusalén, es descendiente de Enoc. Por lo tanto, su linaje sería puro, descendiente de Adán.

En el Libro de Enoc al hacer referencia a los Grigori (los padres de los Nefilim según la visión judía tradicional), los describe como ángeles, y no como descendientes del linaje de Set. Como consecuencia, la Tierra se llenó de maldad, decidiendo darle fin a esa sociedad en un plazo de 120 años, conservando con vida al linaje perfecto de Adán. La descendencia de Noe Pero no solo en el libro de Génesis se hace referencia a este hecho, sino que en las cartas de los apóstoles de Pedro y Judas se menciona a estos seres con algunos detalles adicionales. El apóstol Pedro menciona en 2 Pedro 2:4,5 que "El Señor no se contuvo en castigar a los ángeles que pecaron" Al encerrarlos en el Tártaro en espera de ser enjuiciados y a la civilización de aquella época la condenó a ser destruida en el Diluvio. En su carta, el discípulo Judas (Judas 6) menciona que tales ángeles (con cargos de alta jerarquía en el mundo espiritual) "abandonaron su propio y debido lugar de habitación" por lo que El Señor los encerró con "cadenas" para "el juicio del gran día". Tanto las citas de 2 Pedro, como Judas corresponden al apócrifo Libro de Enoc. El término además del Génesis, vuelve a utilizarse para designar a una raza de gigantes en: Números: "Cuando Moisés envió a los espías a la tierra de Canaán, regresaron con la noticia de que allí habitaban gigantes" (Num. 13:33). Eclesiástico: "¿Acaso, siendo joven (David), no mató a un gigante y extirpó el oprobio del pueblo, cuando lanzó una piedra con la honda y abatió la arrogancia de Goliat?" (Eclesiástico. 47:4) Baruc: "Allí nacieron los famosos gigantes de los primeros tiempos, de gran estatura y expertos en la guerra. Pero no fue a ellos a quienes Jehová eligió y les dio el camino de la ciencia; ellos perecieron por su falta de discernimiento, perecieron por su insensatez". (Baruc 3:26, 3:27 ,3:28)

Deuteronomio: "Los emitas habitaron en ella antes, pueblo grande y numeroso, y alto como los hijos de Anac. Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos de Anac; y los moabitas los llaman emitas. Porque únicamente Og rey de Basán había quedado del resto de los gigantes. Su cama, una cama de hierro, ¿no está en Rabá de los hijos de Amón? La longitud de ella es de nueve codos, y su anchura de cuatro codos, según el codo de un hombre". (Deuteronomio 2:10, 2:11, 3:11) Libro de la Sabiduría, un libro Deuterocanónico de la Biblia "Así también, al comienzo, cuando murieron los orgullosos gigantes, la esperanza del mundo se refugió en una balsa (Arca de Noé) que, conducida por tu mano (Yahvé), dejó al mundo la semilla de una nueva humanidad". (Sabiduría 4:6) Y la Biblia, por su parte, se refiere a los gigantes, específicamente en la historia de David y Goliat. Goliat, fue un guerrero filisteo que, según la Biblia, combatió contra el rey David en el siglo XI a. C. Era un gigante oriundo de la ciudad de Gath y miembro del ejército de los filisteos. Goliat era descendiente de Anak, el cual provenía la raza conocida como Anakim o Nephilim, los gigantes. Según cuenta el relato bíblico, este hombre tenía una estatura de 3 metros, 9 pies y 6 pulgadas aprox. (seis codos y un palmo de altura), llevaba en la cabeza un casco de bronce, e iba revestido de una coraza de escamas que pesaba 55 kilos. Unas polainas de bronce le protegían las piernas y una jabalina reposaba en su hombro. La punta de hierro de su lanza pesaba 7 kilos, Muchas personas afirmaban que Goliat padecía de gigantismo. Según nos cuenta el Primer libro de Samuel en el capítulo 17, este guerrero imponente estaba tan confiado de su fuerza descomunal que cuando estuvo frente al ejército de Israel, encabezados por el Rey Saúl, Goliat se detuvo ante los soldados enemigos y desafió a Israel para que presentara a un hombre que luchase con él en un combate. El perdedor haría de su nación esclava de la otra. Y así, durante cuarenta días, Goliat desafió al aterrorizado ejército de Israel cada mañana y cada atardecer. No obstante, ningún soldado israelita tuvo suficiente valor como para aceptar el reto. El relato nos describe las circunstancias en que el pequeño David llega al campo de batalla: Los 3 hermanos de David habían marchado a la guerra junto a Saúl. Un día, Jesé, el padre de los muchachos, le pide al niño que se dirija al campamento

de los soldados para llevarles alimentos y enterarse de su condición, por lo que a la mañana siguiente, David se pone en marcha. David y Goliat Cuando Goliat salió de entre las filas para repetir su desafío David lo oyó. "Y dijo David a Saúl: No desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo." (1 Samuel 17:32) Pero como David era un niño, Saúl estaba incrédulo. Entonces David le dijo: "A mí me toca cuidar el rebaño de mi padre. Cuando un león o un oso viene y se lleva una oveja del rebaño, yo lo persigo y lo golpeo hasta que suelta la presa. Y si el animal me ataca, lo sigo golpeando hasta matarlo. Si este siervo de Su Majestad ha matado leones y osos, lo mismo puede hacer con ese filisteo pagano, porque está desafiando al ejército del Dios viviente. El Señor, que me libró de las garras del león y del oso, también me librará del poder de ese filisteo." (1 Samuel 17:34-37) Y entonces el rey Saúl le permitió luchar. Vistieron al muchacho con el uniforme de campaña, un casco de bronce, una armadura y una espada. Luego, como no podía moverse, se quitó todo, tomó su honda y recogió 5 piedras. Cuando Goliat se dio cuenta del espectáculo se enfureció porque era sólo un niño y lo amenazó de muerte. Entonces dijo David al filisteo: "Tú vienes a mí con espada, lanza y jabalina; mas, yo vengo a ti en el nombre de El Señor de los ejércitos... a quien tú has provocado. El Señor te entregará hoy en mi mano, y yo te venceré, y te cortaré la cabeza... y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel. Y sabrá toda esta congregación que El Señor no salva con espada y con lanza; porque de El Señor es la batalla, y él os entregará en nuestras manos.". (1 Samuel 17:45-47) En cuanto terminó de hablar, Goliat avanzó para atacar a David, pero el niño rápidamente corrió para hacerle frente: sacó una de sus piedras y con la honda se la lanzó hiriéndolo de muerte en la frente. Con la piedra incrustada, Goliat cayó muerto al suelo, y entonces David corrió a él, le quitó la espada y le cortó la cabeza. Y a esto le siguió una gran derrota de los filisteos Los Sumerios exponen en sus Tabillas que los dioses controlaban el pasado y el futuro, y que los dioses les revelaban las habilidades que poseían,

incluyendo la escritura, que los dioses les proporcionaban todo lo que necesitaban saber. Según la tradición sumeria, los dioses crearon el ser humano a partir del barro con el propósito que fueran servidos por sus nuevas criaturas. Cuando estaban enojados o frustrados, los dioses expresaban sus sentimientos a través de terremotos o catástrofes naturales: la esencia primordial de la religión sumerio se basaba, por lo tanto, en la creencia de que toda la humanidad estaba a merced de los dioses. Entre las principales figuras mitológicas adoradas por los sumerios, es posible citar: An (o Anu), dios del cielo; Nammu, la diosa-madre; Inanna, la diosa del amor y de la guerra (equivalente a la diosa Ishtar de los acadios); Enki en el templo de Erido, dios de la beneficencia, controlador del agua dulce de las profundidades debajo de la tierra; Utu en Sippar, el dios sol; Inanna, la deificación de Venus, en Uruk; Nanna, el dios luna en Ur; Enlil, el dios del viento. Según los sumerios, Nammu había creado el cielo y la tierra. El cielo se había separado de la tierra, dando nacimiento al dios masculino An y la tierra, una diosa llamada Ki. Las tablas sumerias detallan que Ki y An habían procreado un hijo llamado Enlil, que era la atmósfera, el viento y la tormenta. Explican que el separó el día de la noche y que había abierto una concha invisible dejando caer agua desde el cielo. Creían que junto con su madre y Ki, Enlil sentó las bases de la creación de las plantas, los humanos y otras criaturas, que hacía germinar las semillas y que había dado forma a la humanidad a partir de la arcilla, impregnándola A esta raza se le llama Anunnaki o Abbennakki, (o Nefilim) y según su traducción, los de "cabeza negra" de Sumeria fueron creados por esos seres,

al mezclar las esencias de vida del hombre y las bestias, dibujando a una criatura parecida al mono como la bestia. Por tanto, la gente de "cabeza oscura" fue considerada como esclavos en la jerarquía sumeria. Las tablillas sumerias se refieren a la gente de cabeza oscura, que fueron creados en una región geográfica llamada 'AB.ZU.', la cual dice que corresponde a África del oeste. Según las Tabillas Sumerias, los Anunnaki o Nefilim son 23 dioses incluyendo a Enlil (señor de los vientos) y Enki (señor de la tierra). A estos dioses solares se les llamaba 'Sir', o Dragones, en Babilónico. Así mismo, la palabra, 'Sir', aparentemente significa 'gran serpiente' que es relativa en Sánscrito con la palabra 'Sarpa', que también describe a los "dioses dragones", quienes crearon y regían a la cultura drávida. En Génesis 1:26 dice: «Entonces El Eterno dijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, a nuestra semejanza”» Y en Génesis 3:22: «Miren, el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo lo bueno y lo malo». Durante la descripción de la Torre de Babel (Génesis 11:7), los Elohim dicen: «Ahora pues, descendamos y confundamos sus lenguas». Ellos habrían bajado a la Tierra porque habrían sido enviaron para enseñar a la humanidad la verdad del reino de los Cielos. Igualmente, según los midrashim de Yalqut Simón, Shemhazai y Azael, dos ángeles que gozaban de la confianza de los Elohim (‘Señores’), preguntaron: «Señores del Universo, ¿no les advertimos el día de la Creación que el hombre demostraría ser indigno de Vuestro mundo?». Los Elohim replicaron: «Pero si destruimos al hombre, ¿qué será de Nuestro mundo?». Contestaron: «Nosotros lo habitaremos».

Los Elohim preguntaron: «Pero si descendéis a la Tierra, ¿no pecaréis incluso más que el hombre?». Ellos suplicaron: « ¡Déjennos vivir allí durante un tiempo y santificaremos Vuestro nombre!». El Señor les permitió descender, pero enseguida los ángeles se unieron a las hijas de Adán. Los descendientes de Noé ISAAC – Hijo de Abraham En el Libro del Génesis, Isaac (en hebreo ‫חק‬ ָ ְ‫יִצ‬Yitzhak o Yiāq en árabe Ish'aq) es uno de los patriarcas del pueblo de Israel; hijo de Abraham y Sara, su nombre significa "hara reír", y se debe a la hilaridad que causó a su madre el anuncio de un viajero al que había hospedado de que daría luz a un hijo, pues dada su edad, no podía creer estar embarazada (Génesis 17:16-17). Según el relato bíblico, Sara contaba 90 años en ese momento. Génesis 17:16-17 Yo la bendeciré, y también te daré un hijo de ella. Sí, la bendeciré y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos nacerán de ella. Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió y dijo en su corazón: « ¿A un hombre de cien años habrá de nacerle un hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, habrá de concebir?» Génesis 18

ABRAHAM – Hijo de Sem – Hijo de Noé Abraham (en hebreo ‫הם‬ ָ ָ‫אבְר‬, Avraham; en árabe, Ibrāhīm), es según la Religión judía, cristiana e islámica uno de los patriarcas del pueblo de Israel. Abraham significa «padre/dirigente de muchos/errantes», nombre que se le da en la tradición porque se cree que fue él el que inició la colonización progresiva de tribus hebreas en Canaán. Según la Biblia este nombre se lo puso El Señor. La historia de Abraham está relatada en el libro del Génesis (11,26 a 25,18).

Hijo de Taré (que en hebreo se escribe ‫תרח‬, Téraj). Era descendiente de Sem, uno de los tres hijos de Noé. Relata el Génesis que fue el mismo Señor quien le ordenó salir de su tierra para establecerse en Canaán. Emigró desde Jarán (actualmente Harrán, en la Siria mesopotámica) hacia Canaán. Salió con su mujer y su sobrino Lot. Abraham tuvo dos hijos: Ismael e Isaac Ismael, de su esclava Agar. Considerado el padre de los ismaelitas, (beduinos nómadas). Isaac, de su esposa Sara, estéril hasta avanzada edad, el cual es considerado el único heredero (Cf. Gén. 17,19; 21,10-12), el cual fue padre de Esaú y Jacob (Israel). JACOB Jacob tuvo 12 hijos que fundaron las Doce Tribus de Israel, uno de los cuales fue Judá. Los israelitas consideraban descendientes de Judá al Rey David y el Rey Salomón. Aparte de estos 2 famosos hijos, la Biblia dice que Abraham tuvo otros 6 hijos de su concubina Qturá ( ‫רה‬ ָ ‫קטו‬ ְ = Cétura): Zimrán, Yocshán, Mdan, Midyán, Yishbac y Shúaj (Cf. Génesis 25:2). Promesa del nacimiento de Isaac El Señor se le apareció a Abraham en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda, a la hora de más calor. Alzó los ojos y vio a tres varones que estaban junto a él. Al verlos salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, se postró en tierra y dijo: --Señor, si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de largo junto a tu siervo. Haré traer ahora un poco de agua para que lavéis vuestros pies, y luego os recostaréis debajo de un árbol. Traeré también un bocado de pan para que repongáis vuestras fuerzas antes de seguir, pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Ellos dijeron: --Haz como has dicho.

Entonces Abraham fue de prisa a la tienda donde estaba Sara, y le dijo: --Toma enseguida tres medidas de flor de harina, amásala y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Corrió luego Abraham a donde estaban las vacas, tomó un becerro tierno y bueno, lo dio al criado y este se dio prisa a prepararlo. Después tomó mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos. Él se quedó con ellos debajo del árbol, y comieron. Después le preguntaron: --¿Dónde está Sara, tu mujer? Él respondió: --Aquí, en la tienda. Entonces dijo: --De cierto volveré a ti el próximo año, y para entonces Sara, tu mujer, tendrá un hijo. Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada, y a Sara ya le había cesado el período de las mujeres. Y se rió Sara para sus adentros, pensando: « ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?» Entonces El Eterno dijo a Abraham: --¿Por qué se ha reído Sara diciendo: "Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja"? ¿Acaso hay alguna cosa difícil para El Señor? Al tiempo señalado volveré a ti, y para entonces Sara tendrá un hijo. Entonces Sara tuvo miedo y negó, diciendo: --No me reí. Y él dijo: --No es así, sino que te has reído.

....Y El Señor se le apareció a Isaac y en atención a Abraham lo bendijo y multiplicó su descendencia.

Jacob y Esaú Jacob o Ya'akov, en hebreo ‫קב‬ ֹ ֲ‫" יּע‬sostenido por el talón" o en árabe Yaqūb, conocido después como Israel hebreo ‫אל‬ ֵ ָ‫" יִשְר‬El que Pelea con Dios", árabe Isrāīl) es uno de los patriarcas en la Biblia. Su historia es contada en el libro del Génesis Cuenta el relato que Jacob compró la primogenitura de su hermano Esaú por un plato de lentejas, y a su esposa, Raquel, la compró de su tío Labán a cambio de catorce años de trabajo. Después de los siete primeros Labán lo engañó, entregándole a su hija Lea. Siete años más tarde le entregaría recién a Raquel. El Señor renombró a Jacob como Israel después que este luchó contra un ángel (Génesis 32:23-30), y llegaría a ser el padre de los israelitas. Al igual que su padre, Jacob era de disposición tranquila, porque, según el relato, el era un ish tam, traducido como sencillo o puro, en el sentido de la perfecta sencillez. También dice que yacía en la tienda lo cual, interpretado por muchos eruditos bíblicos, es una señal de ser alguien muy estudioso. Era el segundo nacido de los hijos mellizos de Isaac y Rebeca. Durante el embarazo, los niños "luchaban" dentro de ella (Génesis 25:22). Cuando Rebeca le consultó a Dios el porqué de la lucha, recibió el mensaje de parte de Él, que dos naciones, muy distintas entre ellas, estaban formándose en su vientre, y que el mayor serviría al menor. Rebeca siempre recordó estas palabras. De hecho, ella siempre favoreció a Jacob. Entretanto, su padre, Isaac, siempre favoreció a Esaú, el otro hijo mellizo, quien era un hombre de campo, y un gran cazador. La Biblia dice que cuando los muchachos estaban creciendo, Esaú, el cazador, un día vino hambriento, y le pidió a su hermano Jacob el plato de lentejas que estaba comiendo. Jacob, por consejo de su madre, le pidió que le vendiera la primogenitura como hijo mayor, a cambio del alimento. Esaú, viendo que este derecho era inservible para él si llegaba a morir, accedió, y así, en palabras bíblicas "despreció su primogenitura". Este derecho no sólo incluía el tradicional rito bíblico de los primogénitos, el cual garantizaba un rango superior en la familia (Génesis 49:3), sino también, una doble porción de la herencia paternal (Deuteronomio 21:17).

Cuando Isaac envejeció, y había perdido bastante su vista al punto de quedar casi ciego, envió a Esaú a los campos, diciéndole que cazara algo para una última comida antes de recibir su bendición. Rebeca escuchó, y le dijo a Jacob que degollara dos cabritos, y se los trajera a su padre, para que recibiera de él la bendición de su hermano. Jacob objetó que su padre, aunque estaba casi ciego, podría notar la sustitución sólo con tocarlo, ya que Esaú era bastante velludo, y él era lampiño. Rebeca le dijo que no se preocupara, y le colocó a modo de fundas las pieles de los cabritos sobre cuello y manos. Jacob, así vestido, fue a la presencia de su padre clamando ser su hermano, entonces Isaac, sospechando de su voz, pidió que se acercara para palparlo. Una vez que se "aseguró" que era "Esaú", le dio la bendición. Tan pronto como Jacob recibió dicha bendición y se marchó, Esaú llegó, cayendo en gran cólera por lo que había ocurrido. Isaac, quien ya se había dado cuenta del error, le dijo que lo único que podía darle era una bendición menor. Esaú, en cambio, juró que iba a matar a su hermano, una vez que su padre muriese Rebeca, su madre, dándose cuenta de antemano de las intenciones asesinas de Esaú, le llamó y lo hizo huir, enviándolo donde su hermano, Labán, hasta que la furia de Esaú disminuyera. También, le aconsejó que buscara una esposa mientras viviera allí. En el camino a Harán, experimentó una extraña visión, en la que sostenía una escalera que llegaba hasta el cielo, una visión que es comúnmente referida en las Escrituras como La Escalera de Jacob. Desde la cima de la escalera, escuchó la voz de Dios, que repetía muchas bendiciones hacia Jacob. Continuando su camino, llegó a Harán. Paró allí, y encontró a la hija más joven de su tío Laban, su prima Raquel. Después de que Jacob había vivido un mes con sus familiares, Laban le ofreció paga por la ayuda que le había dado. Jacob indicó que le serviría por siete años a cambio de la mano de Raquel en matrimonio, a lo cual Laban accedió. Estos siete años le parecieron a Jacob "unos pocos días, por el amor que le tenía a ella". Pero una vez que se completó el tiempo establecido, Laban le dio a su hija mayor, Lea, en su lugar. En la mañana, cuando Jacob descubrió el cambio, se quejó, a lo que Laban dijo que en su país era inaceptable dar en matrimonio a la hija menor antes que la hija mayor. Entonces ofreció a Jacob darle a Raquel también, aunque sólo si permanecía con Lea. Él cumplió con la luna de miel y trabajó otros siete años. Una vez que se casó con ambas, "Jacob amó a Raquel y despreció a Lea". Dios, viendo esto, hizo que Lea procreara muchos hijos. Ella le dio a luz a Rubén, Simeón, Leví, y a Judá antes de partir al desierto. Raquel, viendo que era incapaz de procrear un hijo, se puso celosa de su hermana, entonces pidió a Jacob que tuviera hijos con su criada, Bilha, para que ella pudiera tener un hijo a través de ella. Jacob hizo así, y Bilha le dio a luz a Dan y Neftalí. Así, Lea también entró en celos, y le pidió a Jacob que tuviera hijos también con su criada, Zilpa. Ella a su vez, le dio a Gad y Aser. Entonces, Lea volvió a ser fértil nuevamente, y le dio a luz a Isacar y Zabulón. También tuvo a la única hija de

Jacob, Dina. Entonces Dios se acordó de Raquel y al fin, le dio un hijo, al que llamó José. Para el tiempo en que nació José, Jacob deseaba volver a casa, pero Laban notó que Dios le había bendecido en gran manera mientras Jacob estuvo allí, por lo que le rogó que se quedara. Laban ofreció pagarle, entonces Jacob mencionó, como posible pago, parte del hato de ganado de Laban, el cual había aumentado grandemente. Laban accedió, e inmediatamente le dio todas las reses que Jacob había solicitado. Conforme el tiempo pasaba, los hijos de Laban se dieron cuenta de que Jacob tomaba la mejor parte de sus rebaños, además de que la actitud amistosa de Laban hacia Jacob había cambiado. Entonces, Dios le advirtió a Jacob salir del pueblo, y después de una rápida consulta a sus esposas, el partió sin dar aviso a Laban. Antes de partir, Raquel robó los íconos de la casa de su padre. Laban en gran ira, persiguió a Jacob durante siete días, pero la noche antes de que lo lograra alcanzar, El Señor le habló en sueños y le dijo: "Debes tener cuidado de no hablar mal a Jacob" (Génesis 31:24). El día que se encontraron, en el monte Gilead, Laban acusó a Jacob de escabullirse con sus hijas, como si fueran cautivos, y le cuestionó por qué no le había avisado de su partida con anticipación. Le menciono a Jacob que pudo herirlo, pero el mensaje de Dios la noche anterior lo detuvo de hacer esto. Finalmente preguntó por qué los íconos habían sido robados. Jacob no sabía que Raquel había robado los iconos. Por tanto, le dijo a Laban que quienquiera que los haya robado debe ser muerto, a lo cual le solicitó permitirle buscar. Laban lo hizo así, mas cuando buscó en la tienda de Raquel, ella los escondió sentándose sobre ellos. Una vez que terminó su búsqueda, y vino sin nada, Jacob, molesto, lo reprendió por haberlos perseguido e insistir en revisar sus cosas, recordándole todo el tiempo que habían perdido mientras revisaban las tiendas. Ambos hicieron la paz, y Laban regresó a casa, y Jacob siguió su camino. "Y Jacob siguió su camino, y los Ángeles del Señor lo encontraron" Según el texto bíblico Jacob seguía su camino cuando se encontró con unos mensajeros del Señor, y ellos fueron con la noticia de que se acercaron a su hermano Esau y que iba a su encuentro con 400 hombres. El Señor se le apareció a Jacob y le dijo que hiciera un altar al Dios que se había aparecido a su hermano Esaú. El Señor se le apareció de nuevo, lo bendijo y le dijo que su nombre no sería más Jacob, sino Israel y le dijo: “Yo Soy el Dios Todopoderoso”, crece y multiplícate.

...Un grupo de pueblos nacerá de ti, reyes saldrán de tus entrañas...... El Señor le dijo que la tierra que le había dado a Abraham y a Isaac se la daría a él, y a su descendencia. Después de esto, El Señor se marchó del lugar donde había hablado con el, el cual lo llamo Betel. Tan pronto se acercó a la Tierra Prometida, Jacob envió un mensaje a su hermano, Esaú. Sus sirvientes volvieron con la noticia de que Esaú estaba aproximándose, a encontrarse con Jacob con un ejército de 400 hombres. En gran agonía, Jacob se preparó para lo peor. Sintió que ahora debía encomendarse a Dios, a quien oró. Entonces, Jacob envió un magnífico presente a Esaú, "un regalo a mi señor Esaú, de tu sirviente Jacob". Jacob entonces llevó a su familia y sus rebaños a través de la montaña, y cruzó en dirección a Esaú, pasando la noche a solas con El Señor. Así, mientras estaba en oración, un hombre misterioso se le apareció a Jacob y luchó con él hasta el amanecer, cuando el hombre pidió ser liberado. Jacob se negó, hasta tanto el hombre no lo bendijera. El hombre, después de preguntar por su nombre, lo bendijo, y le cambió su nombre por el de Israel (‫ישראל‬, del hebreo "uno que ha luchado con Dios"). Entonces, Jacob le preguntó al hombre por su nombre, pero él se negó a contestar. Después de esto, Jacob llamó al lugar Penei-Él (‫אל‬-‫פני‬, en hebreo "la cara de Dios", diciendo: "He visto al Señor cara a cara, y he sobrevivido" (Génesis 32:30). Después de la noche de lucha con el ángel, Jacob ve que Esaú se aproxima. Entonces sienta a sus esposas e hijos en orden, con su amada Raquel y su hijo José detrás de él (Génesis 33:3). Esaú vino y lo encontró, pero su espíritu de venganza había sido apaciguado por el gran poder y riqueza que él había alcanzado. Aun así, Jacob se negó a viajar con Esaú o permitir que cualquier hombre de Esaú le acompañase. Entonces, Esaú siguió con toda su familia y pertenencias lejos hacia el sur de la Tierra Prometida. Jacob se estableció en Sucot por un tiempo. Mientras viajaba posteriormente a Efrata, camino de Belén, Raquel murió dando a luz a su segundo hijo, Benjamín, seis años después del nacimiento de José (Génesis 35:16-20). Isaac murió a la edad de 180 años, 44 después de que bendijera a Jacob y lo enviara a Harán a buscar esposa. En este tiempo también, José, quien contaba con 30 años, había sido liberado de prisión en Egipto y había sido nombrado Gobernador de esas tierras, sólo por debajo del Faraón.

Tiempo antes de esto, Jacob había sido profundamente "herido en su alma" con la desaparición de su hijo amado, José, quien había sido vendido a unos mercaderes por sus hermanos a causa de los celos que le guardaban (Génesis 37:33). El resto del Génesis sigue la historia del hambre y de las idas sucesivas hacia Egipto para comprar grano (Génesis 42), que llevó al descubrimiento del José perdido. El patriarca fue a Egipto con toda su casa a pedido de su hijo José. Las escrituras dicen que Jacob llegó a residir en la tierra de Gosen, con su familia que sumaban “setenta almas” (Éxodo 1:5); (Deuteronomio 10:22). Llegando al fin de su vida, convocó a sus hijos al lado de su lecho y los bendijo. Junto con sus últimas palabras repitió la historia de la muerte de Raquel, aunque habían pasado ya 51 años desde su deceso, "como si hubiera sucedido ayer". Entonces, "él hizo un último pedido a sus hijos, recogió sus pies en el lecho, y expiró su alma" (Génesis 49:33), a la edad de 147 años (Génesis 47:28). El cuerpo de Jacob fue embalsamado y llevado a la tierra de Canaán, donde fue enterrado con su esposa Lea, en la Cueva de Macpelá, de acuerdo a su solicitud antes de morir.

Los Hijos de Jacob Jacob tuvo doce hijos, de ellos nacen las 12 tribus de Israel. De su primera esposa Lea tuvo a Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón. También tuvo a su única hija Dina. De Bilha, sierva de Raquel, tuvo a Dan y Neftalí. De Zilpa, sierva de Lea, tuvo a Gad y Aser. Por último, de su esposa favorita, Raquel, tuvo a José y Benjamín. Estos comprendían las doce Tribus de Israel. Sin embargo, con Leví y José el asunto fue más complicado. Los descendientes de Leví, llamados levitas, fueron sacerdotes, y por lo tanto, no tenían tierras. Con el fin de hacer que el número de tribus fueran doce, ya que no se mencionaba a Leví, y no existía Tribu de José, se nombraron a los hijos de este último, que tuvo en Egipto con Asenat, como sustitutos: Efraím y Manasés. José

Según el relato del libro del Génesis, José fue uno de los doce hijos de Jacob. Su madre fue Raquel. José es el undécimo hijo de los doce hijos de Jacob (y, por ende, ancestro de una de las doce tribus de Israel). Su madre Raquel era la mujer amada por Jacob, por esta razón era el más querido por su padre lo que produjo la envidia de sus hermanos. Además, tenía sueños en los que aparecía alzado por encima de éstos, prediciendo lo que iba a suceder en el futuro. Por ser el favorito y quien quería Jacob que fuese su sucesor, le elaboró una túnica de colores que lo distinguía, lo que enfureció aun más a sus hermanos, que buscaban la ocasión para vengarse. Un día sus hermanos llevaron a sus animales a pastar en un lugar lejano a sus tiendas, al pasar los días y ver que no regresaban, Jacob envió a José a buscarlos y ver que se encontrasen bien. Sus hermanos al ver desde lejos que venía José planearon matarlo, cuando llegó lo tiraron a un pozo de agua vacío y lo tuvieron hasta decidir qué hacer con él, al otro día pasó por esos lugares una caravana de mercenarios que se dirigían a Egipto y sus hermanos lo vendieron como esclavo y de regreso con Jacob le mintieron diciendo que habían encontrado su túnica la cual habían mojado con sangre de cordero para hacer creer a Jacob que fue atacado por una bestia del bosque que lo mató. Jacob lloró la muerte de su hijo querido sin consuelo. De esta manera José sale de Canaán (Israel) y llega a Egipto. Allí fue vendido y llevado a la casa de Potifar. Éste, al ver que José sabía leer y manejaba los números (enseñado por su padre), le confió la administración de su casa y se convirtió en la mano derecha de Potifar. En sus tiempos como esclavo trabajaba mucho y siempre confiando en Dios que algún día iba a regresarlo a sus tierras con sus padres y sus hermanos. Con el trabajo de esclavo José se convirtió en un joven fornido, y la esposa de Potifar, que se quedaba en la casa cuando este salía, se fijó en él e intentó seducirle. Un día llamó a José a su habitación y trató de tener relaciones con él, pero él se resistió recordando las enseñanzas de rectitud que su padre siempre le enseñó, además de estar conciente que sería una falta ante Dios y salió de la habitación dejando en las manos de la señora su manto. Al no lograr su objetivo, y sabiendo que José podría denunciar su adulterio, la esposa de Potifar lo acusó de intentar aprovecharse de ella, mostrando su manto como prueba.

Potifar dudó de esto, pues conocía a José y sabía que era incapaz de ello, pero por otro lado su esposa insistía en que lo matase, así que Potifar decide enviar a José a la cárcel. Interpretación de los sueños del copero y del panadero En la cárcel José se encontró con el copero y el panadero del Faraón, quienes fueron a parar allí acusados de robar una copa de oro perteneciente al Faraón. Ambos habían tenido sueños muy misteriosos, y José les pidió que se los contasen porque él podía descifrar qué significaban. El copero le contó: "Soñé que tenía ante mí una vid con tres sarmientos, que estaban como echando brotes, subían y florecían y maduraban sus racimos. Tenía en mis manos la copa del faraón, y tomando los racimos, los exprimía en la copa del Faraón y la puse en sus manos". José le respondió que los tres sarmientos representaban tres días, y que al cabo de ese tiempo el copero sería declarado inocente y volvería a servir al Faraón. José le pidió además al copero que le hablase de él al Faraón para que fuese liberado y pudiese volver a su patria. Viendo el panadero que José había dado una respuesta favorable al copero, le pidió que también le interpretara su sueño y le dijo: "En mi sueño voy caminando con tres canastillas llenas de pan blanco. En el canastillo de encima había toda clase de pastas de las que hacen para el Faraón los reposteros, y las aves se las comían del canastillo que llevaba sobre mi cabeza". José contestó que las tres canastillas simbolizaban tres días, al cabo de los cuales el Faraón decapitaría al panadero, lo colgaría de un árbol y los pájaros picotearían su cuerpo. Todo se cumplió según lo predicho por José, al tercer día, que era el del cumpleaños del Faraón, dio éste un banquete a todos sus servidores; se acordó entonces del copero y del panadero, y decidió restablecer al primero en su puesto y condenar a muerte al segundo. Sin embargo, al verse libre, el copero se olvidó de José. Después de dos años completos el Faraón tuvo un sueño: José interpreta el sueño del faraón He aquí que él estaba de pie y del Nilo subían siete vacas de hermoso aspecto y gordas de carne, y pacían entre los juncos

Pero he aquí que otras siete vacas salían del Nilo, detrás de ellas, de mal aspecto y flacas de carne. Estas se pusieron junto a las otras vacas a la orilla del Nilo. Se durmió de nuevo y soñó por segunda vez; y he aquí que siete espigas subieron de un solo tallo, gruesas y hermosas. Pero he aquí que detrás de ellas brotaron otras siete espigas delgadas y quemadas por el viento del oriente. Entonces las espigas delgadas devoraron a las siete espigas gruesas y llenas. El faraón se despertó, y he aquí que había sido un sueño. Sucedió que por la mañana su espíritu estaba perturbado, por lo que mandó llamar a todos los magos de Egipto y a todos sus sabios. El faraón les contó sus sueños, pero no había quien se los interpretase al faraón. El copero se acordó entonces de José y le contó al Faraón lo ocurrido en la cárcel. Entonces el faraón mandó llamar a José, y le hicieron salir apresuradamente de la cárcel, alguien le había dicho que José interpretaba los sueños. Entonces el faraón dijo a José: —He tenido un sueño, y no hay quien me lo interprete. Pero he oído hablar de ti, que escuchas sueños y los interpretas. José respondió al faraón diciendo: —No está en mí. El Señor responderá para el bienestar del faraón. Entonces el faraón dijo a José: —En mi sueño yo estaba de pie a la orilla del Nilo. Y he aquí que del Nilo salían siete vacas gordas de carne y de hermoso aspecto, y pacían entre los juncos. Pero he aquí que otras siete vacas subían detrás de ellas, delgadas, de muy feo aspecto y flacas de carne. Jamás he visto otras tan feas como aquéllas en toda la tierra de Egipto. Entonces las vacas flacas y feas devoraron a las siete primeras vacas gordas. Estas entraron en su interior, pero no parecía que hubiesen entrado en ellas, porque su apariencia seguía siendo tan mala como al comienzo. Y me desperté.

Vi también en mi sueño siete espigas que subieron de un solo tallo, llenas y hermosas. Pero he aquí que detrás de ellas brotaron otras siete espigas, secas, delgadas y quemadas por el viento del oriente. Entonces las espigas delgadas devoraron a las siete espigas hermosas. Se lo he contado a los magos, pero no hay quien me lo interprete. Entonces José respondió al faraón: —El sueño del faraón es uno solo. El Señor ha mostrado al faraón lo que va a hacer: Las siete vacas hermosas son siete años; y las siete espigas hermosas también son siete años. Se trata de un mismo sueño. Las siete vacas flacas y feas que salían detrás de las primeras son siete años, y las siete espigas delgadas y quemadas por el viento del oriente son siete años de hambre. Como dije al faraón, El Señor ha mostrado al faraón lo que va a hacer. He aquí que vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto, pero después de ellos vendrán siete años de hambre. Toda la abundancia anterior será olvidada en la tierra de Egipto. El hambre consumirá la tierra,y aquella abundancia pasará desapercibida en la tierra, debido al hambre que vendrá después, porque será muy grave. El hecho de que el sueño del faraón haya sucedido dos veces significa que la cosa está firmemente decidida de parte dl Señor, y que se apresura a ejecutarla. Por tanto, provéase el faraón de un hombre entendido y sabio y póngalo a cargo de la tierra de Egipto. Haga esto el faraón: Ponga funcionarios a cargo del país que recauden la quinta parte del producto de la tierra de Egipto durante los siete años de abundancia. Que ellos acumulen todos los alimentos de estos años buenos que vienen, que almacenen el trigo bajo la supervisión del faraón, y que los guarden en las ciudades para sustento. Sean guardados los alimentos como reserva para el país, para los siete años de hambre que vendrán sobre la tierra de Egipto. Así el país no será arruinado por el hambre. El plan le pareció bien al faraón y a todos sus servidores. Entonces el faraón dijo a sus servidores:

— ¿Podremos hallar otro hombre como éste, en quien esté el espíritu del Señor?

El faraón dijo a José: —Puesto que El Señor te ha hecho saber todo esto, no hay nadie tan entendido ni sabio como tú. Tú estarás a cargo de mi casa, y todo mi pueblo será gobernado bajo tus órdenes. Solamente en el trono seré yo superior a ti. El faraón dijo además a José — He aquí, yo te pongo a cargo de toda la tierra de Egipto. Entonces el faraón se quitó el anillo de su mano y lo puso en la mano de José. Le vistió con vestiduras de lino fino y puso un collar de oro en su cuello, y ordenó que, cuando José montase sobre el segundo de los carros del Faraón, se gritase ante él la expresión de reverencia Abrek y que se le llamase Zafnat Paneaj, que significa aproximadamente "Dios habló y él vino a la vida". Finalmente, el Faraón le entregó por esposa a Asenat, hija de Potifar. Así lo puso a cargo de toda la tierra de Egipto, y el faraón dijo a José: —Yo soy el faraón, y sin tu autorización ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. José tenía 30 años cuando empezó a servir al faraón, rey de Egipto. Saliendo José de la presencia del faraón, recorrió toda la tierra de Egipto. La tierra produjo a montones en aquellos siete años de abundancia. Pasó el tiempo, y antes de que llegasen los años de escasez José tuvo dos hijos varones con su esposa Asenet. Llamó al mayor Manasés, pues se dijo "Dios me ha hecho olvidar todas mis penas y toda la casa de mi padre", y al menor Efraín, pues decía: "Dios me ha dado fruto en la tierra de mi aflicción", pero jamás olvidó a su padre y hermanos, y nunca perdió la esperanza de volver a verlos. El juntó todas las provisiones de aquellos siete años en la tierra de Egipto y almacenó los alimentos en las ciudades, llevando a cada ciudad las provisiones de los campos cercanos. Se terminaron los siete años de abundancia que hubo en la tierra de Egipto,

Comenzaron a llegar los siete años de hambre, tal como José había anunciado. Había hambre en todos los países, pero en toda la tierra de Egipto había qué comer. Pero cuando el hambre se sentía en toda la tierra de Egipto, el pueblo clamaba al faraón por alimentos. Entonces el faraón dijo a todos los egipcios: “Id a José y haced lo que él os diga.” El hambre se extendió a todos los rincones del país. Entonces José abrió todos los depósitos de grano y vendía provisiones a los egipcios, porque el hambre se había intensificado en la tierra de Egipto. También de todos los países venían a Egipto para comprar provisiones a José, porque el hambre se había intensificado en toda la tierra. Y José era el gobernador de la tierra, el que vendía provisiones a todos los pueblos de la tierra. Entonces llegaron los hermanos de José y se postraron ante él con el rostro a tierra. El hambre también golpeó las tierras de Canaán, donde estaba Jacob con su gente. Enterados de que en Egipto había trigo, envió a sus diez hijos mayores a Egipto dejando a Benjamín, el menor de todos, a su lado. Los diez hermanos llegaron hasta la corte del Faraón para pedir ayuda, y se presentaron ante José, al que no reconocieron porque estaba muy cambiado y además vestía a la moda egipcia. Y al ver José a sus hermanos los reconoció, pero simuló serles extraño y les habló con dureza. Luego les preguntó: — ¿De dónde habéis venido? Ellos le respondieron: —De la tierra de Canaán, para comprar alimentos. José reconoció a sus hermanos, pero ellos no le reconocieron a él. Entonces José se acordó de los sueños que había tenido acerca de ellos y les dijo: — ¡Sois espías! Para ver los lugares desprotegidos del país habéis venido. Consternados le contestaron que son todos hermanos, hijos de Jacob.

José le dijo: “como un hombre puede ser tan ricos en hijos” Y ellos le dijeron que en realidad eran 11 y no 10, pero su hijo menor quedó junto a su padre, José le dijo que se llevarían alimento pero para probar lo que ellos decían tenían que volver y traer al hijo menor, Benjamín, con ellos y mientras tanto hizo quedar a uno de ellos Cuando regresaron con Jacob, este se puso muy triste por el hijo que quedó en Egipto pero les dijo que no iban a volver con Benjamín porque ya había perdido a José y no soportaría perder a Benjamín, el único hijo de Raquel que le quedaba (Raquel murió al tener a Benjamín por eso eran los dos únicos hijos de ella). Pero la sequía y escasez continuó y tuvieron que volver a Egipto pero esta vez con Benjamín, caso contrario iban a morir todos, pero de hambre. Al llegar, José se alegró porque iba a ver a su hermano menor después de mucho tiempo, entonces ordenó que los hicieran pasar a un comedor y los acomodó de mayor a menor. Cuando ellos observaron que estaban ordenados se sorprendieron y José sin darse a conocer aun, les dijo que pudo adivinar gracias a su copa que tenía poderes. Ellos comieron y bebieron todos contentos y cuando llego la hora de irse saludaron y ya tenían sus animales cargados de comida, entonces saludaron y se fueron, pero José había colocado la copa en la bolsa que pertenecía a Benjamín para probarlos si habían cambiado, cuando estaban saliendo de la ciudad los soldados alcanzaron a estos y le dijeron según había ordenado José: “¿Así devuelven los favores del gobernador? Robando su copa”, Ellos sorprendidos le dijeron: “Si alguno de nosotros tiene la copa, puede apresarlo y quedarse con él, pues ninguno de nosotros es un ladrón” Y al revisar las bolsas encontraron la copa en la que pertenecía a Benjamín, entonces los soldados le dijeron: "pueden los demás irse, solo se quedará el ladrón de la copa” Ninguno de sus hermanos quiso aceptar esto y tuvieron que llevarlos a todos frente a José, estando él al frente de ellos les dijo: “Porque defienden a su hermano ladrón, déjenlo aquí en la cárcel y vuelvan con su padre”

Inmediatamente los hermanos forzaron con los soldados que estaban a su lado y les quitaron las lanzas y apuntando contra ellos y contra José le dijeron: “Preferimos morir que ver sufrir nuevamente a nuestro padre, ya le ocasionamos el dolor de la pérdida de su hijo querido como para soportar otra vez ese dolor y culpa”. Entonces José viendo que ya habían cambiado y que estaban dispuestos a dar la vida por su hermano les dijo rompiendo en llanto: “¡¡Hermanos!! ¿Acaso no me reconocen? Soy su hermano José, a quien vendieron como esclavo” Sus hermanos se alegraron pero a la vez se entristecieron porque pensaban que no los iba a perdonar, entonces José le dijo: “No se preocupen que todo fue obra del Señor, era necesario que yo venga a Egipto para que nuestro pueblo Israel sobreviva en este tiempo de escasez y hambruna”. Al enterarse el Faraón de lo sucedido mandó a decir a José: “has de traer a tu padre y su pueblo que yo les daré tierras para que vivan en Egipto en agradecimiento por lo que has hecho por nosotros”. Volvieron sus hermanos y contaron todo a Jacob y colmado de alegría partieron a Egipto. Al encontrase Jacob le dijo: “agradezco infinitamente al Señor porque me ha dado por segunda vez a mi hijo querido, Él obra de manera misteriosa”. José le dijo que se quedara a vivir sus últimos años con ellos y también todo su pueblo. Él aceptó con la condición de que sus restos fuesen llevados nuevamente cuando el pueblo regrese a “Canaán, La tierra prometida”. Y así fue, muchos años después cuando salió de Egipto el pueblo de Israel guiados por Moisés, llevaron sus restos y los de José.

Enoc Enoc dejó constancia no sólo de las instrucciones que recibió del Señor, sino también de su posterior caída antes del fin. Según los textos, Shemhazai engendró dos hijos monstruosos llamados Hiwa e Hiya, cada uno de los cuales comía diariamente mil camellos, mil caballos y mil bueyes. Y Azael inventó los adornos y cosméticos empleados por las mujeres. En consecuencia, los Elohim les advirtieron que liberarían las Aguas de Arriba y así destruirían a todos los hombres y todas las bestias. Shemhazai lloró amargamente, pues temía que sus hijos, aunque bastante altos para no ahogarse, murieran de hambre. En aquellos días sólo la virgen Ishtahar permaneció casta. Cuando Shemhazai le hizo proposiciones lascivas, ella se dirigió a los hijos de los Elohim: « ¡Préstenme sus alas!». Ellos accedieron y ella voló hasta el Cielo, donde se acogió en el Trono de los Elohim, quienes la transformó en la constelación Virgo, o según otros, las Pléyades. Según esta versión los ángeles caídos quedaron abandonados en la Tierra durante muchas generaciones hasta que ascendieron por la escalera de Jacob y así regresaron a su lugar de origen. Shemhazai se arrepintió y se situó en el firmamento meridional, entre el Cielo y la Tierra —cabeza abajo y con los pies hacia arriba—, donde permanece colgado hasta nuestros días, formando la constelación llamada Orión por los griegos. Según las Homilías clementinas (opúsculo cristiano de principios del siglo III, Siria): Ciertos ángeles acusadores pidieron permiso a El Señor para reunir pruebas fidedignas de la iniquidad, perlas, tinte purpúreo, oro y otros tesoros, que

fueron robados inmediatamente por los codiciosos hombres. Entonces los ángeles adoptaron forma humana con la esperanza de enseñar rectitud a la humanidad. Pero esa asunción de carne humana les hizo someterse a los apetitos humanos: seducidos por las hijas de los hombres, se encontraron encadenados a la Tierra y fueron incapaces de recuperar sus formas espirituales. Los Caídos tenían unos apetitos tan grandes que El Señor hizo llover sobre ellos maná de muchos sabores diferentes para que no sintieran la tentación de comer carne, alimento prohibido, y excusaran su flaqueza alegando escasez de cereal y hortalizas. No obstante, los Caídos rechazaron el maná del Señor, mataron animales para comerlos y hasta probaron carne humana, contaminando así el aire con vapores nauseabundos. Fue entonces cuando El Señor decidió alertarle únicamente a Noé de la destrucción del mundo por medio del Diluvio. En los Capítulos 1 al 5 del Libro del Juicio de Enoc, trata las palabras de bendición de Enoc a los justos, que vivirán cuando los impíos sean condenados. El Libro de los Vigilantes Capítulos 6 a 36, se centra en el tema de los Vigilantes (ángeles) que interpretando Génesis 6:1-5, dice que estos ángeles tuvieron relaciones sexuales con mujeres y engendraron gigantes, quienes desataron la violencia sobre la tierra y pervirtieron a la humanidad. Además, el Libro de los Vigilantes se caracteriza por unir y complementar las historias de los Vigilantes con la historia del Diluvio universal presentes en el génesis; y hace una descripción detallada del infierno, el purgatorio y el paraíso: “Ellos devoraron todo el trabajo de los hombres hasta que estos ya no alcanzaron alimentarlos más. Entonces los gigantes se volvieron contra los hombres y empezaron a devorarlos y empezaron a pecar contra los pájaros, y contra las bestias y los peces y a devorar unos la carne de los otros y se bebieron la sangre. Entonces la tierra acusó a los violentos por todo lo que se había hecho en ella”. Se acusa a los ángeles guardianes por haber desviado su misión y encarnado la explotación, la opresión, la destrucción de los ecosistemas, la guerra, el oro, la vanidad, la brujería, la fornicación y el engaño (8:1-3). «Y como parte de la humanidad era aniquilada, su clamor subió al cielo» (8: 4). Los arcángeles Miguel, Sariel (Uriel), Rafael y Gabriel, al ver la sangre derramada y la injusticia se dijeron que:

«la tierra desolada grita hasta las puertas del cielo por la destrucción de sus hijos». El Señor los envía entonces a encadenar a los Vigilantes y a destruir a los gigantes «pues han oprimido a los humanos». Los ángeles caídos rogaron a Enoc que intercediese por ellos ante El Señor Luego el libro describe la visita de Enoc al cielo en forma de una visión, y sus revelaciones. Una parte significativa del texto se dedica a describir los movimientos de los cuerpos celestes, en relación con el viaje de Enoc al cielo, con el objetivo de detallar el calendario base de las fiestas de la Ley.

Segundo libro de Enoc El libro comienza con el relato de Enoc, en primera persona, de un viaje a través de los diez Cielos que culmina en un encuentro con El Señor. Continúa con el relato de la creación del mundo, y las instrucciones de Dios a Enoc para que regrese a la Tierra y difunda lo que ha aprendido. Las enseñanzas de Enoc duran treinta días; a su término Enoc regresa al Cielo y se transforma en el ángel Metatrón. A partir de este momento, la narración pasa a la tercera persona y cuenta las historias de Matusalén, Nir (el hermano pequeño de Noé) y Melquisedec. Ascensión de Enoc al Cielo En el Libro de Enoc se detalla que las visiones le fueron reveladas a Enoc por medio de los Elohim, especialmente en lo que se refiere a la profecía del juicio. Al final del libro se detalla que Enoc no murió, sino que fue arrebatado y llevado a los cielos por un carro de fuego. "Condujeron me entonces a los cielos. Yo entré hasta detenerme frente a un muro, que parecía hecho de sillares de cristal y estaba rodeado de lenguas de fuego. Al verlo sentí temor, pero atravesé las lenguas de fuego y me vi ante un gran palacio hecho de cristal labrado. Las paredes de aquel palacio semejaban un suelo embaldosado de placas de vidrio y el piso era también de cristal. El techo era como el firmamento de las estrellas y los rayos, habitado por querubines de fuego, y la cubierta parecía como de agua. Un océano de fuego rodeaba las paredes, y las puertas también ardían de resplandor. Luego llegué a otro palacio o morada, más grande que el anterior. Todas sus puertas estaban cubiertas de par en par. Era algo nunca visto en magnificencia, lujo y

grandeza. El suelo era de fuego, los cielos rasos de rayos y círculos de estrellas, y el techo de vivas llamaradas. Allí divisé un trono muy alto Parecía como constelado de rocío y relucía todo alrededor como el sol a mediodía. Por debajo del trono brotaban torrentes llamas, y no se podía mirar de frente. En el trono estaba sentada la gran Majestad; sus ropas relucían más que el sol y eran más blancas que la nieve pura. Diez mil veces diez mil consignatarios la rodean, y tienen poder para hacer todo cuanto le place. Y los que se hallan a su lado no se apartan de ella ni de día ni de noche, no se alejan un punto. Entonces me sacaron de allí y me condujeron a otro lugar. Vi los parajes de las luces y los pañoles que guardan los rayos y los truenos. Vi el nacimiento de todas las aguas de la tierra y el nacimiento de los abismos. Vi el sillar fundamental de la Tierra, y vi los cuatro vientos que sustentan la Tierra y la fortaleza del firmamento. Vi los vientos del cielo que sustentan y mueven el disco del Sol y todas las estrellas. Vi los vientos que arrastran las nubes sobre la Tierra; vi los caminos de los ángeles, y en el confín de la Tierra vi la fortaleza del firmamento sobre ella. Vi un abismo insondable con columnas de fuego celestial, y vi que las columnas de fuego caían hacia abajo y no podía sondearse su profundidad ni su altura. Después de este abismo vi un lugar donde no existía la fortaleza del firmamento, ni la tierra firme abajo, ni el océano. Allí no alentaba ni siquiera un pájaro; era un lugar desierto y temeroso. Allí vi siete estrellas como siete montañas terribles. Cuando pregunté qué era aquel lugar, el ángel me dijo: "Éste es el confín donde terminan el cielo y la Tierra". Y pasé adelante hasta llegar a un lugar donde no había nada. Y había en él un fuego que llameaba, inextinguible, y aparecía cortado por abismos sin fondo en donde se precipitaban grandes columnas de llamas...". Según el Sefer Hejalot el sabio y virtuoso Enoc ascendió al Cielo, donde se convirtió en el principal consejero del Señor y desde entonces fue llamado Metatrón. El Señor puso su propia corona sobre la cabeza de Enoc y le dio setenta y dos alas y numerosos ojos. La carne de Enoc se transformó en llama, los tendones en fuego, los huesos en ascuas, los ojos en antorchas, el cabello en rayos de luz, y lo envolvió la tormenta, el torbellino, el trueno y el rayo Según el Génesis 5.22-24, Enoc era un hombre justo que «caminó con El Señor», vivió 365 años, y desapareció, porque El Señor se lo llevó sin que muriera. En el Corán, el profeta Enoc es conocido como Idris, y se le describe como sigue: ¡Verdaderamente! Es un hombre de verdad y un profeta. Le elevamos a un alto puesto. Según los mormones, Enoc fundó la ciudad justa de Sión en un mundo pecaminoso. Él y los habitantes de toda la ciudad fueron «trasladados» y se esfumaron de la superficie de la Tierra antes del Gran Diluvio.

Dejaron a Matusalén y su familia (incluido Noé) para que las gentes justas siguieran poblando la Tierra. En el capítulo 23 del segundo Enoc, el Enoc eslavo, dice que El Señor le dictó su conocimiento cósmico, después designó a los ángeles Samuil y Raguil o Semil y Rasuil para que acompañaran a Enoc en su regreso a la Tierra y ordenó a éste que legara esos libros a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Tal sería el origen del Libro de Raziel, que fue entregado, según la tradición judía, por el ángel Raziel a Adán, del cual pasó a Noé, Abraham, Jacob, Leví, Moisés y Josué antes de llegar al rey Salomón. Según el Tárgum sobre el Eclesiastés: Cada día el ángel Raziel, erguido sobre el monte Horeb, proclama los secretos de los hombres a toda la humanidad y su voz resuena alrededor del mundo... El Libro de los Jubileos, Testamento de Moisés, Libro de las Divisiones de los Tiempos según sus Jubileos y Semanas, Jubileos o Libro de la Distribución de los Días de la Ley, es un texto apócrifo o de los pseudoepígrafos escrito en torno al año 100 a. C que complementa la historia presentada en el Libro de Enoc Entre los Manuscritos del Mar Muerto, descubiertos en 1947 en Qumrán, se han encontrado 14 fragmentos hebreos de varias copias de este libro. Anteriormente se conocían manuscritos en lengua ge'ez procedentes de los Beta Israel, uno de ellos completo, y fragmentos en siríaco, griego y latín. El propio título original del libro sugiere su objetivo, defender un calendario antiguo, diferente al que fue adoptado tardíamente por el judaísmo oficial y en particular por los fariseos. Es clara la influencia del Libro de los Jubileos en la Comunidad de Qumrán, que explícitamente adoptó su calendario y lo cito en varios de los más importantes Manuscritos del Mar Muerto, entre los cuales se destaca el Documento de Damasco. También el Libro de Enoc sigue el mismo calendario. Posteriormente los caraítas de la Edad Media consideraron inspirado este libro y siguieron su calendario. Moisés En ese entonces los Ángeles tenían contacto directo con los descendientes, tal y como lo habían tenido en los tiempos de Noe. Más ellos reconocieron que no habrían de mezclarse como lo hicieron en el inicio.

Los contactos se sucedían de forma tal que los Ángeles instruyeron a la nueva humanidad y así fue creada la nueva tierra. Sus construcciones no tardaron en hacerse presentes en todo el mundo, y grandes monumentos fueron creados. Las instrucciones eran dadas de un lado a otro de los continentes, de norte a sur, y de este a oeste. Mas las lenguas fueron mezcladas en Babel, y fueron perdiendo contacto los unos y los otros. Los Ángeles enseñaron las artes y las ciencias, y se dispersaron de tal forma que dieron origen a las distintas culturas, y la convivencia de unos y otros fue posible. Sucedió entonces que los sistemas políticos y religiosos llenaron de orgullo al hombre, y este no tardo en endurecer su corazón, y dominar a sus hermanos, sometiéndolos, esclavizándolos, asesinándolos. Y he aquí que el hombre se llenó de maldad para con los suyos, y sometió a pueblos enteros a su dominio. Fue entonces cuando El Señor recordó su pacto con Noe y su progenie, e intervino para liberar a los esclavos. El se presentó a Moisés, como lo había hecho con sus antepasados… El Señor le habla a Moisés Fue así que cuando Moisés pastoreaba el rebaño por el desierto hasta llegar al Monte del Señor, el monte Horeb, El Señor se le apareció en una llamarada entre las zarzas y viendo que Moisés se acercaba le dijo: No te acerques, quítate las sandalias de los pies, porque la tierra que pisas es tierra santa, y añadió: “Yo Soy El Dios de tu padre, de Abraham, Isaac, Jacob”, Así fue como lo envió al faraón para sacar de Egipto a su pueblo, los israelitas, y le dijo: “Yo estoy contigo, esta es la señal de que Yo te envío y cuando saques al pueblo de Egipto dareis culto a Dios en esta montaña”. Cuando Moisés le pregunta por su nombre, le responde: “Yo Soy el que Yo Soy” Y Moisés insistió al Señor y le dijo que el era torpe de palabra. Y le respondió:

“Yo estaré en tu boca y te enseñaré lo que tienes que decir” Moisés obedeció y regresó a Egipto, donde fue recibido por Aarón, su hermano mayor, y organizó una reunión para avisar a su pueblo de lo que debían hacer. Al principio, Moisés no fue muy bien recibido; pero la opresión era grande y Moisés realizó señales para que su pueblo lo siguiera como un enviado del Señor. Sin embargo lo más difícil fue persuadir al faraón para que dejase marchar a los hebreos. De hecho, estos no obtuvieron el permiso para partir hasta que El Señor envió diez plagas sobre los egipcios. Estas plagas (en el hebreo bíblico se llaman «señales»), culminaron con la matanza de los primogénitos egipcios, lo cual causó tal terror entre los egipcios que ordenaron a los hebreos que se fueran. Éste es el relato de cómo Moisés fiel siervo del Señor, hizo lo que le había mandado y liberó al pueblo de la esclavitud de Egipto.

Las plagas de Egipto Las 10 plagas de Egipto, o Makot Mitzrayim, son una serie de calamidades que, según el Antiguo Testamento, Yahvé infligió a los egipcios para que el faraón dejara partir a los hebreos de Egipto. La narración aparece en el segundo libro del Antiguo Testamento y el Éxodo (Shemot). Este libro describe como Moisés y Aarón le dicen al faraón que, de no liberar a su pueblo de la esclavitud, El Señor les castigaría, de manera sucesiva, con diez grandes males que caerían sobre Egipto. Conforme al relato, sólo después de los enormes padecimientos, el faraón autorizó que los israelitas abandonaran Egipto. El comienzo de las maldiciones Moisés y Aarón se acercaron al Faraón, y le entregaron la demanda del Señor que exigía que los esclavos israelitas pudieran salir de Egipto a fin de que puedan adorar al Señor libremente. Tras una primera negativa del Faraón, El Señor envió a Moisés y a Aarón de nuevo a mostrarle un milagroso signo de advertencia, la vara de Aarón se convirtió en una serpiente. Los Brujos del Faraón también pudieron convertir una vara en serpiente, Aarón decidió irse pero antes irse, su serpiente trago a la de los brujos.

Y Moisés se presento una y otra vez ante el Faraón tal y como le había dicho el Señor, más este en su testarudez, se arrepentía, para caer nuevamente en su orgullo, dejando al pueblo en la esclavitud. Y los Israelitas siguieron a Moisés, tal y como fue predicho, y el fue su guía y líder durante los años que deambularon en el desierto. 1 - La primera plaga fue la de la sangre. El Señor dio instrucciones a Moisés para que le diga a Aarón que levante su báculo sobre el río Nilo, toda el agua se convirtió en sangre. Como resultado de la sangre, los peces del Nilo murieron, Egipto se lleno de un olor nauseabundo. Otros recursos de agua utilizados por los egipcios se convirtieron así como el agua en sangre. Los hechiceros de Faraón demostraron que ellos también podían convertir el agua en sangre, y el faraón, por lo tanto, no cedió ante las demandas de Moisés. 2 - La segunda plaga de Egipto ranas. El Señor dio instrucciones a Moisés para que le diga a Aarón que estire vara sobre el agua, y hordas de ranas invadieron Egipto. Los hechiceros de Faraón fueron capaces de duplicar esta plaga con su magia. Sin embargo, dado que no pudieron eliminar la Plaga de las ranas, el Faraón se vio obligado a conceder el permiso de salir a los israelitas a Moisés, pero que el estaría de acuerdo para eliminar las ranas. Para demostrar que la plaga fue en realidad un castigo divino, Moisés dejo que el Faraón elija el tiempo en que terminaría esta plaga. El Faraón eligió el día siguiente, y todas las ranas murieron al día siguiente. Sin embargo, el Faraón revocó su autorización, y los Israelitas permanecieron en Egipto. 3 - La tercera plaga de Egipto fueron los insectos (mosquitos, Piojos o Pulgas que son las traducciones posibles de la palabra del idioma hebreo que se refiere a esta plaga Kinim). El Señor le dio instrucciones a Moisés de que le diga a Aarón que tome su vara y golpee el polvo, el cual se convirtió en una masa de insectos de la cual los Egipcios no podían deshacerse. Los Hechiceros Egipcios declararon que este acto fue el "Dedo del Señor " y fueron incapaces de reproducir sus efectos con su magia. 4 - La cuarta plaga de Egipto fueron los animales salvajes, capaces de dañar personas y ganado. La Tora subraya que el enjambre de animales (arov) sólo vinieron contra los Egipcios, y que no afecto a la Tierra donde los Israelitas vivían (Gosén). El Faraón le pidió a Moisés que eliminase esa plaga y prometió permitir a los

israelitas la libertad. Sin embargo, después de que la plaga desapareciera, el Faraón "endureció su corazón" y se negó nuevamente a mantener su promesa. 5 - La quinta plaga de Egipto fueron unas enfermedades epidémicas que exterminaron a los ganados Egipcios (caballos, burros, camellos, vacas, ovejas, cabras.) El ganado israelita resulto ileso. Una vez más, el Faraón no hizo concesiones. 6 - La sexta plaga de Egipto fue una enfermedad de la piel, que suele traducirse como "Ulcera" o "Sarpullido" traducciones de la palabra del hebreo original, shkhin. El Señor les dijo a Moisés y Aarón que cada uno tomase dos puñados de hollín de un horno, que Moisés dispersó en el cielo en presencia del Faraón. El hollín provocó un sarpullido en el pueblo y ganado Egipcio. Los hechiceros Egipcios fueron afectados junto con todos los demás y fueron incapaces de sanarse, mucho menos el resto de Egipto. 7 - La séptima plaga de Egipto fue una destructiva tormenta. El Señor le dijo a Moisés que estirase su vara hacia el cielo, punto en el cual la tormenta comenzó. Era incluso más sobrenatural que la plaga anterior, una poderosa ducha de granizo mezclada con fuego. La tormenta dañó gravemente a los huertos y cultivos egipcios, así como personas y ganado. La tormenta azotó todo Egipto excepto por la Tierra de los israelitas, Gosén. El Faraón le pidió a Moisés eliminar esta plaga y prometió permitir a los Israelitas adorar al Señor en el desierto, diciendo que "este tiempo he pecado; El Señor es justo, yo y mi pueblo somos malvados.". Como una demostración de dominio del Señor sobre el mundo, la lluvia se detuvo tan pronto como Moisés comenzó a orar al Señor. Sin embargo, después de la tormenta cesó, el Faraón de nuevo "endureció su corazón" y se negó a mantener su promesa. 8 - La octava plaga de Egipto fueron las langostas. Antes de la plaga, Moisés llegó al faraón y le advirtió de la inminente plaga de langostas y los funcionarios del Faraón le suplicaron que permitiera que los Israelitas fueran libres, ya que iban a sufrir los efectos devastadores de una plaga de langostas, pero aún era renuente a ceder.

El orador del Faraón propone un compromiso, que los hombres Israelitas serían autorizados a marchar, mientras que las mujeres, niños y ganado se quedarían en Egipto. Moisés demandó que cada persona y animal debía irse, pero el Faraón se negó. El Señor entonces le dijo a Moisés que estirase su vara sobre Egipto y recogió un viento del este. El viento se mantuvo hasta el día siguiente, cuando se trajo un enjambre de langostas. La nube cubrió el cielo, arrojó sombras sobre Egipto, y consumió el resto de los cultivos egipcios, dejando ningún árbol o planta. El Faraón volvió a pedirle a Moisés que eliminase esta plaga y se comprometió a permitir que todos los israelitas a adorar al Señor en el desierto. La plaga desapareció pero el Faraón no permitió a los israelitas salir. 9 - La novena plaga de Egipto fue la oscuridad En la novena plaga, El Señor le dijo a Moisés que estirase sus manos al cielo, para que la oscuridad caiga sobre Egipto.

Esta oscuridad era tan pesada que un egipcio podía físicamente sentirlo. Duró tres días, tiempo durante el cual no hubo luz, solo en las casas de los israelitas. El Faraón entonces llamó a Moisés y dijo que dejaría salir a todos los Israelitas, si las tinieblas eran retiradas de su tierra. Sin embargo, exigió que las ovejas y vacas se quedasen; Moisés lo negó y dijo que en poco tiempo el Faraón ofrecería a proporcionar animales para el sacrificio. El Faraón, indignado, amenazó con ejecutarlo si volvía a aparecer. Moisés contestó que no visitaría al Faraón nuevamente. Esta plaga era un ataque directamente al Faraón, ya que Ra, era el dios Egipcio del Sol. La introducción de la plaga de oscuridad hizo a Moisés demostrar que El Eterno era más poderoso.

10 - La décima y última plaga fue la muerte de todos los primogénitos de Egipto Nadie escapaba, desde el más bajo funcionario hasta el primer hijo del Faraón incluyendo los primogénitos del ganado. Antes de dicha plaga, El Señor mandó a Moisés a informar a todos los israelitas de la marca del cordero que deberían poner en sus puertas, en cuyo caso El Señor pasará sobre ellos, por lo tanto, evitar que todos los primeros nacidos israelitas murieran. Este fue el más duro golpe a Egipto y la plaga que finalmente convenció al Faraón de liberar a los israelitas. Después de esto, el Faraón, ordenó a los israelitas desaparecer, tomando lo que querían. Todos estos hechos habían sido profetizados antes de que sucedieran, en el texto bíblico cuando El Señor le ordena a Moisés en Madián que vuelva a Egipto, le dice también que el ha puesto a su disposición prodigios que deberá hacer delante del Faraón, y que éste se pondría terco, que no dejaría salir al pueblo, pero que cuando todo esto suceda, Moisés debería decirle al Faraón que El Señor dice que Israel es su hijo primigenio y que le ordena salir para que lo sirva y que si se negara a soltarlo, él mismo daría muerte a su hijo primigenio. Entonces, Moisés como fiel servidor del Señor hace lo que le ordena y es así como El Señor hizo que los Israelitas se ganaran el favor de los egipcios, que les dieron lo que pedían. Cuenta el texto bíblico que ese mismo día salieron junto con los israelitas los escuadrones del Señor para sacarlos de Egipto.

Cuando los Israelitas salen de Egipto, El Señor en vez de guiarlos por el camino corto, hace que el pueblo de un rodeo por el desierto hacia el Mar Rojo. El Señor caminaba delante de ellos de día en una columna de nubes para guiarlos, y de noche en una columna de fuego para alumbrarlos, de este modo los israelitas podían caminar de día y de noche. ...y los ejércitos de los Egipcios que los perseguían con caballos, carros y jinetes, les dieron alcance....... ....y fue entonces cuando El Eterno le dijo a Moisés que se cubriría de gloria derrotando al Faraón y a su ejército para que los Egipcios supiesen que El es el Señor y así lo hizo.

Le dio instrucciones a Moisés de que tomara el bastón y que extendiera la mano sobre el mar, le dijo que el mar se abriría en dos, de modo que los Israelitas pudieran atravesarlo a pie y Moisés así lo hizo..... Con un fuerte viento que sopló toda la noche, el mar quedó seco, y las aguas se dividieron en dos. Apertura del Mar Rojo En el texto bíblico se detalla cómo un Ángel del Señor, que caminaba delante del campamento de los israelitas, se levantó y pasó a la retaguardia. La Columna de nubes La columna de nubes que estaba delante de ellos, se puso detrás de ellos, metiéndose entre el campamento Egipcio y el campamento Israelita, la nube se oscureció y la noche también, de modo que no pudieron acercarse unos a otros en toda la noche. En la madrugada bajó El Señor desde la columna de fuego y nubes y desbarató al ejército egipcio. Trabó las ruedas de los carros, haciéndolos arrancar pesadamente. Los egipcios huyeron de los israelitas porque entendieron que el Señor combatía por los Israelitas contra Egipto. Moisés tendió su mano sobre el Mar Rojo y el mar recobró su estado ordinario, y las aguas al reunirse cubrieron los carros, jinetes y todo el ejército del Faraón. Aquel día libro El Señor a los Israelitas de los Egipcios, y ellos respetaron al Señor y a Moisés, su siervo. Cuando la comunidad de israelitas estaba en el desierto sintió hambre y protestaron contra Moisés y entonces, El Señor le dijo que el mismo haría llover pan del cielo para que el pueblo pudiera recoger su ración cada día, de este modo sería puesto a prueba para ver si el pueblo guardaba su ley o no. Entonces los israelitas vieron la gloria del Señor que aparecía en una nube. Así fue como El Eterno guió al pueblo de Israel para que habitare la nueva tierra, tal y como lo había hecho con sus antepasados frente al diluvio. Los Ángeles se presentaban al pueblo de modo que los guiaban de día, y los protegían mientras descansaban por las noches.

Sin ellos no hubiese sido posible el traslado de los Israelitas de una tierra a otra. Su alimento principal durante los años en el desierto, fue el alimento emanado del cielo llamado Maná. Más sólo los consumidores de éste alimento estaban preparados para recibir la instrucción, que habría de transmitirse de generación en generación, hasta nuestros días. Composición del maná: Sustancia de color blancuzco, de gran valor energético y proteico generada especialmente para nutrir el cuerpo físico de modo tal que su resistencia sea incrementada para el desarrollo de su buena salud, y vitalidad para recorrer grandes distancias a pie. Y fue en el momento culmine de su recorrido cuando fueron entregadas de la mano directa del Señor las Tablas que contenían la ley, la instrucción de los cielos y la tierra. Según el texto bíblico Moisés recibió directamente de manos del Señor las tablas de la Ley, "escritas con su dedo", una lista de mandamientos que los israelitas debían respetar. Según se detalla en el texto, Moisés estuvo en el monte cuarenta días y cuarenta noches y en ellos le dio El Señor escritos en dos tablas de piedra los diez Mandamientos. En el rito de la Alianza se describe cómo El Eterno le dice a Moisés “sube a mí”.

El Señor desde la nube le dice a Moisés: Sube a Mi Cuando bajaba, vio al pueblo que estaba adorando un becerro de oro y fue entonces cuando Moisés se enfadó y rompió las tablas que había recibido. Posteriormente, volvió a subir al monte y le pidió al Señor que perdonase al pueblo y sellase con él la alianza.

Se detalla en el texto bíblico que cuando Moisés subió al monte, una nube lo cubría mientras la “gloria del Señor” descansaba allí. La nube lo cubrió durante 6 días, y al 7mo día El Señor llamó a Moisés desde la nube. El Señor le ordenó que hiciese un área donde debería guardar el documento de la Alianza. Entonces, Moisés le pidió que le enseñara su Gloria, pero El Señor le respondió que el se compadece de quien quiere y favorece a quien quiere. El Señor le dijo a Moisés que su rostro no lo podría ver, porque nadie puede verlo y quedar con vida. Le dijo que junto a la roca había un sitio donde ubicarse y que cuando pasara su gloria lo metería en una hendidura de la roca y lo cubriría con su palma hasta que haya pasado, y que cuando retirara su mano, podría ver su espalda, pero no su rostro. Le dio instrucciones de que subiera al monte Sinai al amanecer y que lo esperase allí en la cima del monte, que nadie subiese con el, ni se asomara, que labrara dos losas de piedra como las primeras y que allí escribiría los mandamientos que había en las primeras, los que el había roto. Y habló El Señor todas estas palabras, diciendo: Yo soy Jehová tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que he visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos. No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano. Acuérdate del día del sábado para santificarlo Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas.

Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó. Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

No matarás.

No cometerás adulterio.

No hurtarás.

No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.

No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.

Así fue que en este segundo encuentro en el Monte Sinai, El Señor le ordena escribir una alianza que contiene algunas otras cláusulas que se agregan a las anteriores (Éxodo 34:10-28): Y él contestó:

“He aquí, yo hago pacto delante de todo tu pueblo; haré maravillas que no han sido hechas en toda la tierra, ni en nación alguna, y verá todo el pueblo en medio del cual estás tú, la obra de Jehová; porque será cosa tremenda la que yo haré contigo. Guarda lo que yo te mando hoy; he aquí que yo echo de delante de tu presencia al amorreo, al cananeo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo. Guárdate de hacer alianza con los moradores de la tierra donde has de entrar, para que no sean tropezadero en medio de ti. Derribaréis sus altares, y quebraréis sus estatuas, y cortaréis sus imágenes de Acera. Porque no te has de inclinar a ningún otro dios, pues Jehová, cuyo nombre es Celoso, Dios celoso es. Por tanto, no harás alianza con los moradores de aquella tierra; porque fornicarán en pos de sus dioses, y ofrecerán sacrificios a sus dioses, y te invitarán, y comerás de sus sacrificios; o tomando de sus hijas para tus hijos, y fornicando sus hijas en pos de sus dioses, harán fornicar también a tus hijos en pos de los dioses de ellas. No te harás dioses de fundición. La fiesta de los panes sin levadura guardarás; siete días comerás pan sin levadura, según te he mandado, en el tiempo señalado del mes de Abib; porque en el mes de Abib saliste de Egipto. Todo primer nacido, mío es; y de tu ganado todo primogénito de vaca o de oveja, que sea macho. Pero redimirás con cordero el primogénito del asno; y si no lo redimieres, quebrarás su cerviz. Redimirás todo primogénito de tus hijos; y ninguno se presentará delante de mí con las manos vacías. Seis días trabajarás, mas en el séptimo día descansarás; aun en la arada y en la siega, descansarás. También celebrarás la fiesta de las semanas, la de las primicias de la siega del trigo, y la fiesta de la cosecha a la salida del año. Tres veces en el año se presentará todo varón tuyo delante del Señor, Dios de Israel. Porque yo arrojaré a las naciones de tu presencia, y ensancharé tu territorio; y ninguno codiciará tu tierra, cuando subas para presentarte delante de Jehová tu Dios tres veces en el año.

No ofrecerás cosa leudada junto con la sangre de mi sacrificio, ni se dejará hasta la mañana nada del sacrificio de la fiesta de la pascua. Las primicias de los primeros frutos de tu tierra llevarás a la casa de Jehová tu Dios. No cocerás el cabrito en la leche de su madre.

Y El Eterno dijo a Moisés: Escribe tú estas palabras; porque conforme a estas palabras he hecho pacto contigo y con Israel. Y él estuvo allí con El Señor cuarenta días y cuarenta noches; no comió pan, ni bebió agua; y escribió en tablas las palabras del pacto, los diez mandamientos. Cuando Moisés bajó del Monte Sinai llevaba las 2 losas de la Alianza en la mano y no sabía que tenía radiante la cara de haber hablado con El Señor. Cuando se acercaron todos los israelitas, Moisés les comunicó las órdenes que el Señor le había dado en el Sinai y cuando terminó de hablar con ellos se echó un velo en la cara. Los israelitas veían la cara radiante y Moisés se volvía a echar el velo en la cara hasta que volvía a hablar con El Señor. La construcción y consagración del Santuario El Señor habló a Moisés y le dio instrucciones con respecto a la construcción y consagración del santuario en su nombre. Mandato del Señor “El día uno del mes primero instalarás el santuario de la tienda del encuentro, pondrás en el arca de la alianza y la taparás con la cortina...” Ejecución de las órdenes Moisés hizo todo ajustándose a lo que El Señor le había mandado. Entonces la nube cubrió la tienda del encuentro y la gloria del Señor llenó el santuario. Moisés no pudo entrar en la tienda del encuentro porque la nube se había apostado sobre ella y la gloria del Señor llenaba el santuario. Cuando la nube se alzaba del santuario, los israelitas levantaban el campamento en todas las etapas.

Cuando la nube se posaba sobre el santuario, y de noche el fuego, a la vista de toda la casa de Israel….. A lo largo de todo el relato bíblico de los hechos sucedidos desde la creación del primer hombre hasta el momento en que El Señor se presenta a los israelitas en el monte Sinai, vemos como éste tiene la capacidad de comunicarse con sus elegidos en forma directa, pero además de este hecho que se puede confirmar tanto en el encuentro del Señor con los primeros seres creados, Adán y Eva, en el jardín del edén, así como también en sus posteriores encuentros que se fueron desarrollando a lo largo de distintas épocas históricas de la humanidad, con diversos personajes históricos quienes viven un antes y un después desde ese momento. Por tanto si podemos nosotros ahora, en los días que vivimos, pese a ser muy lejanos a aquellos días, comprender que las escrituras han sido reveladas por El Señor, entendemos que ningún hombre, y ninguna escritura de manos de un hombre puede asemejársele en modo alguno, salvo en circunstancias en las cuales es la palabra viva de la presencia Divina que se expresa a través de la expresión humana, y allí radica toda la diferencia. La ciencia en nuestros días ha hecho grandes avances, más no se corresponden con el avance espiritual, y por tanto sus efectos, si bien han permitido incluso salvar vidas humanas, son impedimentos a la hora de encontrarse con la presencia Divina, ya que sus razonamientos lógicos y racionales, impiden el contacto con la verdadera esencia de las cosas. Nos remitimos a la letra originaria, a la palabra viva del espíritu del Señor que se encuentra detallada en sus sagradas escrituras. No tienes más que ir a la fuente, y comenzar a impregnarte con la luz de sus enseñanzas. Ellas mismas harán que tu vida se convierta en un caudal de conocimiento del Señor, de la vida, y de las jerarquías espirituales. Es cierto que muchas religiones de la actualidad intentan confundir, y esto se produjo por la confusión de las lenguas, el intelecto humano y su creación. Pero para entender el misterio de la Unicicidad del Nombre Divino, y Su Reino, no tienes más que tomar las escrituras por ti mismo e impregnarte con Su Sabiduría, ellas mismas te revelarán sus secretos, y la forma de vivir en este mundo. Más si ello no fuere suficiente por sí mismo, entonces, deberás recurrir a sus intermediarios, teniendo en cuenta siempre, que puedes distinguir dentro de los millones de mundos creados, al menos dos creaciones divergentes: La Creación Humana La Creación Divina

Al seguir el texto en su forma original, preferentemente en su lenguaje original, verás que es un manual de instrucciones para la vida diaria. En él está detallado todo cuanto haz de saber acerca de la vida en este mundo, y la forma de vivirla con Santidad.Tienes que saber que tu vida es un efímero período de tiempo dentro de la eternidad de la existencia, por tanto haz que tu obra sea colmada de bendición y sabiduría. Haz que tu obra sea colmada de alegría en el corazón, y de amor a la creación. Haz que tu obra sea colmada de conocimiento del Señor y sus enseñanzas. Haz que así sea.

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