Análisis Narrativo de El Lazarillo de Tormes.

September 12, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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Objetivo: Contrastar el IVº tratado distópico de la novela española El Lazarillo de Tormes   con Sodom Sodoma a de Frédéric  Frédéric  Martel.

LA INICIACIÓN DE LÁZARO: ¿HETEROSEXUAL? ¿HOMOSEXU ¿HOMOSEXUAL?  AL?  “Los Zapatos Rotos del Lazarillo de Tormes” José Manuel Pedrosa.  

Mucha Muchass hipót hipótesis esis y cconjet onjeturas uras hhan an he hecho, cho, des desde de hac hacee much muchoo tiemp tiempo, o, los llectores ectores y los ccríticos ríticos del La Lazaril zarillo lo de

Tormes  acerca del significado del brevísimo TRATADO CUARTO. Cómo Lázaro se asentó con un raile de la Merced, y de lo que acaesció con él. Hube de buscar el cuarto [amo], y éste ue un raile de la Merced, que las mujercillas que digo me encaminaron, al cual cual ellas le llamaban pariente. Gran enemigo del coro y  de comer en el convent convento, o, perdido por andar uera uera,, amicísimo de negocio negocioss seglares y  visitar: tanto, que pienso que rompía él más zapatos que todo el convento. convento. Éste me dio los primeros zapatos que rompí en mi vvida; ida; mas no me duraron ocho días, días, ni yo pude con su trote durar más. Y por esto y por otras cosillas que no digo, salí dél.   Mi opinión opinión per personal sonal,, que en ensegu seguida ida int intentar entaréé apoy apoyar ar sobr sobree datos ssacad acados os mayorment mayormentee de la tra tradició diciónn oral de entonces y de ahora, es que el tratado IV del Lazarillo no puede tener una lectura literal ni inocente (es decir, que los  zapatos no ueron un simple y prosaico pago en especie del raile a su criado), y que esconde connotaciones e insinuaciones de tipo sexual. sexual. El énasis que pone en que el raile era amigo de no estarse quieto y de ir y venir de un lado a otro era ya marca inconundibl inconundiblee de su hiperactividad sexual. Recuérdese la advertencia de Gonzalo Correas: «[...] la mujer y el raile mal parecen en la calle. Porque deben estar recogidos, la mujer en su casa, y el raile en su celda, y no andar callejeros». Sobre lo que no soy capaz de pronunciarme es sobre si los tratos aludidos ueron homosexuales (de Lázaro con el raile) o heterosexuales (del raile y de Lázaro con las mujercillas).   En seguid seguidaa aportaré pruebas ddee que el romper zapatos eran expresiones mar marcadas cadas por un simb simbolismo olismo sexu sexual al muy  subido, que el autor, el personaje y el lector no podían dejar de tener muy presente, y más en el marco de un relato  protagonizado por un un raile desenvuel desenvuelto to y andariego. Pero, antes, conviene recalcar que los lectores de tantos siglos después no estamos en condiciones de deducir, a  partir de las pocas e intencionadamente ambiguas y elípticas palabras del autor de la novela, si las relaciones sexuales las mantuvo Lázaro con el raile o si le unieron a las mujercillas con las que acaso trató el criado por encargo de su amo, o cuya intimidad quizás recuentó, hasta la extenuación, en complicidad y hasta por deerencia, consejo o mandato de su amo. Un lector mínimamente perspicaz del siglo XVI, bien avisado e implicado en la cotidianidad, en las costumbres, en el olclore, en el imaginario colectivo, contaría, posiblemente, con pistas mejores para deducir de qué modo y con quién “rompería Lázaro sus primeros zapatos”. Pero, para nosotros, reconstruir lo que un lector de entonces uese capaz de deducir no es tarea tan sencilla.  

La pos posibili ibilidad dad ddee una inici iniciación ación heter heterosexu osexual al est estaría aría aavala valada da po porr el he hecho cho de qque ue el raile raile de la M Merced erced es

enáticamente eecto, como y pariente queque solía con la acepción de amante, de mantenedorpresentado, e incluso deenproxeneta) deamigo mujercillas. Y es (palabra bien sabido unutilizarse rito perectamente iniciático en las vidas sexuales de muchos varones, de entonces y de ahora, en la realidad y en la acción, ha sido el de la visita al   prostíbulo, de la mano de algún otro varón mayor y más experto (pariente o amigo, responsable o tutor muchas veces del joven). No hay que descartar, por tanto, que el avezado raile se hiciese acompañar de Lázaro en sus posibles excursiones prostibularias prostibularias (sobre todo si tenía amiliaridad y trato de avor entre sus parientes emeninas), que el   joven e inexperto criado se viese incapaz de igualar el «trote» ornicador de su amo con ellas, y que, por agotamiento o por vergüenza, prefiriese buscar horizontes menos atigosos. Cierto es que la lógica sugiere que un joven ha de ser  más potente que un hombre más maduro, pero cuando ese hombre maduro es un raile desenvuelto tal lógica no tiene  por qué cumplirse. La posibilidad de una iniciación homosexual, y de lo que hoy consideraríamos un caso de violación pederasta, es también una posibilidad que deja abierta el discurso calculadamente ambiguo y elíptico del tratado cuarto del  Lazarillo. Una posibilidad que el público de la época (acaso perectamente al tanto de experiencias rumoreadas o relatadas de ese tipo, que serían seguramente comunes en el nivel de lo cotidiano) estaría en mejores condiciones de interpretar que nosotros, pues en el siglo XXI vivimos en una época en que no dejan de producirse tales agresiones, aunque con mayores repudio, control y represión social y legal. Dicho de modo más crudo: es posible que, en el siglo  XVI, las agresiones de adultos clérigosque sobre todo) adel sirvientes a sirvientas)  jóvenes y desvalidospederastas (o desvalidas) ueran(clérigos sucesos incluidos, tan poco quizás excepcionales el lector Lazarillo(ono necesitase mayores explicaciones para interpretar lo que el autor había querido dar a entender en el episodio. Y peor aún: puede que tales agresiones ueran sucesos no sólo comunes, sino que quedasen también mayormente en la impunidad, y que a quien dejasen marcado por la vergüenza y por la deshonra uese más a la víctima que al agresor.

 

  Ese sentim sentimiento iento de vergüenza ante la viol violación ación pedera pederasta sta podría ser (como han in interpretado terpretado mu muchos chos críticos) una explicación perectamente sólida y coherente del mutismo súbito de Lázaro, de su brusco apartamiento del raile y de sus prisas por pasar la página del suceso.

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