ANALISIS INSTITUCIONAL

March 13, 2018 | Author: Nico Carrizo | Category: Psychoanalysis, Psyche (Psychology), Psychology & Cognitive Science, Institution, Jacques Lacan
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ESCUELA PSICOANALITICA DE PSICOLOGIA SOCIAL UN INSTRUMENTO PARA EL ABORDAJE DE LA REALIDAD INSTITUCIONAL El objetivo de este texto será esencialmente el de presentar una herramienta apta para aproximarnos a la vida dentro de las instituciones, es decir, un instrumento que nos permita considerar las distintas facetas que la integran para luego profundizar en la comprensión de los fenómenos que se desarrollan en ese ámbito. El creador de dicho instrumento, denominado “esquema triádico”, es el Lic. Ricardo Malfé; este “tetraedro” no tiene pretensiones explicativas sino que cubre las necesidades de ese primer paso obligado y sumamente delicado, de toda investigación, que es la aproximación descriptiva al objeto de estudio. De la pertinencia y fineza del instrumento con que se observe dependerá entonces la amplitud con la que podrá abordarse el objeto. Tener en cuenta la multiplicidad de elementos que intervienen en una determinada situación, como así también la complejidad de las relaciones que se establecen entre ellos, evitará que los profesionales insertos en instituciones, o llamados a intervenir en ellas, demos respuestas estereotipadas o reduccionistas a las problemáticas que se nos presentan. Antes de abocarme a la explicación del tetraedro me parece conveniente señalar cuál es la concepción de “institución” que propone el citado autor, de manera de comprender la naturaleza del objeto para el cual fue construido el instrumento de abordaje. R. Malfé distingue dos sentidos en el término “institución”. Un sentido amplio, según el cual se denomina institución a toda regularidad instaurada en la cultura por ley o por costumbre, y en este caso nos estamos refiriendo al nivel más universal del término, que incluye dentro de la definición tanto a la educación, la religión o la familia, como al té como institución típicamente inglesa, o al mate como institución rioplatense. Los argentinos, y más marcadamente los uruguayos, hemos creado alrededor del mate una cantidad de pautas que regulan el cuándo, el dónde y el cómo de esa práctica íntimamente asociada a nuestra identidad cultural. La segunda acepción del término institución es sinónimo de “organización”, y ese sentido restringido se refiere entonces al ámbito geográfico donde, de acuerdo a una determinada normativa, individuos ubicados en distintos niveles técnicos y

jerárquicos, llevan adelante un cierto tipo de producción. Producción eminentemente económica en el caso de la empresa o la fábrica, producción de saber si se trata de la escuela o la universidad, producción de salud en las diversas instituciones asistenciales. Una vez aclarado a qué objeto de estudio dirige Malfé su instrumento de indagación, KRÁTESIS

POLO LIBIDINAL

PHYSIS

SEMIOSIS

procedo a describirlo. Referencias: Kratesis: Polo del Poder Physis: Polo físico (recursos económicos y humanos, lo edilicio, el equipamiento, etc.) Semiosis: Signos, símbolos, imaginario Las instituciones -recuerda Malfé- son espacios socio-histórico-políticos, en los que se despliega una microcultura que determina la singularidad de dicho espacio. La vida institucional está guiada por un cierto sistema de significaciones, por mitos referidos a los orígenes de la organización, por rituales que evocan esos mitos. Encontramos también allí una jerga, un lenguaje, como también ciertos silencios que le son propios. Este polo del tetraedro es de gran interés para los psicólogos ya que está fuertemente atravesado por fantasías colectivas, por ideales compartidos que marcan el sentimiento de pertenencia, en fin, por elementos del orden de lo inconsciente que permiten comprender la modalidad de los vínculos y las diversas formas que adoptan las prácticas dentro de esa organización específica.

En los últimos años la cultura organizacional es un tema que ha captado la atención de los sociólogos organizacionales. En el mundo de la empresa las actuales condiciones de producción exigen conferir mayor discrecionalidad a la base. La dirección debe entonces compensar la impredecibilidad de las conductas individuales a partir de la construcción de una cultura organizacional que armonice los fines individuales con los objetivos de la cúpula. Desde esta perspectiva la cultura organizacional no es ya un producto colectivo espontáneo sino que deberá ser la creacion de una oficiana técnica, creación destinada a asegurar una cierta direccionalidad de las acciones. En el modelo de intervención propuesto por la Psicología Institucional, en cambio, de lo que se trata es de que el colectivo rescate los elementos concientes e inconscientes, de esa cultura, reflexione sobre ellos, y a partir de esa elaboración, pueda planificar e instrumentar las modificaciones que el colectivo considere necesarias para el logro de los objetivos y la obtención de mayor satisfacción en el trabajo. Ejemplo: En una intervención realizada en una escuela de recuperación, los directivos y docentes expresan el agotamiento y la impotencia que les genera el trabajo con niños con variadas patologías y serios problemas de conducta, resultado de conflictos sociales y familiares cada vez más graves. Las diversas técnicas pedagógicas intentadas no lograban aliviar la situación. Los docentes “comprometidos” con la tarea no podían delimitar los alcances de la misma lo que provocaba una sobrecarga de trabajo que los extenuaba e incrementaba la agresividad inconsciente que era desplazada a los vínculos con los compañeros de trabajo. En el curso de la consulta se pudo reflexionar acerca de la incidencia del mito social de “la maestra como segunda madre” y de “la escuela como segundo hogar” en la exigencia de ese “compromiso ilimitado”, presente en la cultura organizacional de esa escuela, que quitaba eficacia a las acciones y producía un intenso sufrimiento institucional. Cada polo del tetraedro está directamente ligado a subsistemas que establecen el enlace entre los diferentes polos. El polo de la Cultura se liga al polo de la Physis a través de los subsistemas epistémico y tecnológico. Situándonos en el primero indagaremos acerca de los “saberes” presentes en la institución abordada. Por un lado consideraremos los saberes profesionales y técnicos, y allí veremos que cada profesión, que cada oficio, es en sí mismo una institución desde el momento en que esa práctica se apoya en desarrollos teóricos específicos, en una cierta normativa en relación a la forma de desempeñar la tarea,

en un conjunto de pautas éticas inherentes a esa actividad en particular. Esos instituidos, incorporados a lo largo de la formación y reforzados a través del ejercicio profesional, condicionan en general nuestra mirada y nuestro juicio. Esto explica en cierta forma, y más allá de los narcisismos individuales, las dificultades que aparecen para el trabajo interdisciplinario, vemos que éste representa un esfuerzo de descentramiento respecto del propio sistema de referencia y la posibilidad de inclusión y comprensión de otras perspectivas. Pocos discutirían las ventajas del trabajo en equipo de trabajadores sociales, comunicadores y psicólogos para colaborar en la resolución de los problemas de cualquier tipo de institución. Sin embargo, es habitual que cada uno de esos profesionales, formado en la creencia de que su disciplina pueda dar una respuesta acabada a todo tipo de problemática, encuentre serios obstáculos para, sin renunciar a la especificidad de su propio saber profesional, aceptar la validez de los aportes teóricos y técnicos de sus compañeros de equipo. El subsistema tecnológico incluye justamente la consideración de los elementos técnicos más o menos sofisticados de que dispone la institución. Es interesante considerar cómo están distribuidas esas tecnologías en los diferentes sectores de la organización, cuáles son los efectos imaginarios y reales producidos por la introducción del nuevo equipamiento tecnológico. También tendremos en cuenta desde esta perspectiva los distintos dispositivos que funcionan en esa precisa organización del trabajo, es decir, qué recursos técnicos están en funcionamiento y cuál es su nivel de adecuación a los fines de la organización. Malfé ha asociado el polo de la physis, de lo material, al Sistema del Trabajo. Efectivamente, toda institución elabora un determinado producto. En la escuela, el taller, el hospital, el comité, se construye un producto que responde con diversos grados de eficacia a la demanda social. La institución intenta alcanzar ese objetivo implementando una determinada organización del trabajo (ritmos de trabajo, mecanismos de control y promoción, salarios, etc.). El medio ambiente donde se despliega ese sistema de trabajo es estudiado en el llamado subsistema ecológico. Allí prestaremos particular atención a lo espacial. En primer lugar el espacio geográfico en el que está inserta la institución (los supuestos básicos con los que nos acercamos a una escuela rural no son los mismos con los que nos aproximamos a una escuela urbana, como también difieren entre la escuela ubicada en un barrio residencial y una instalada en un barrio de emergencia).

Luego nos centraremos en la “geografía” interna de la institución y esto no sólo en relación a la funcionalidad y confort alcanzados por la distribución de los espacios sino también, y sobre todo, a las significaciones imaginarias atribuidas a esos espacios, al tipo de mobiliario, a la cualidad de los materiales utilizados en la conformación del hábitat que se adjudica a cada uno de los sectores de la organización. Ocupar oficinas instaladas en los pisos superiores, utilizar teléfonos modernos, caminar sobre pisos alfombrados, el prestigio, la retribución, que superan la simple evaluación acerca de lo adecuado o no del medio ambiente de trabajo. Desde el polo de la Krátesis observaremos los fenómenos de poder. Tanto la política organizacional y en ella los atravesamientos de la macro-política, como la depositación o circulación del poder entre los individuos o sectores de la organización. Trataremos de evaluar cuál es la posibilidad de los distintos colectivos de trabajo de obtener poder sobre sus propios actos, de recuperar poder sobre los efectos que sus actos parciales tienen en relación al producto global de la organización. Los subsistemas más directamente vinculados a ese polo son el subsistema económico y el nómico. Evidentemente la distribución de los recursos, las decisiones sobre temas salariales, pueden hacer variar las relaciones de fuerza dentro de una institución produciendo acumulación de poder en determinados cargos o sectores, favoreciendo su importancia relativa en relación al conjunto y por lo tanto, reforzando su capacidad de presión y de participación en las decisiones. Ejemplo: los aportes económicos y tecnológicos recibidos por los internos de una institución total, por parte de organismos internacionales, modificó las relaciones de fuerza entre ellos y sus guardias. El poder que estos últimos ejercían sobre los internos en virtud de atribuírseles el uso reconocido de la coerción, queda cuestionado a partir del momento en que los internos adquieren la posibilidad de guardar en las computadoras información que no puede ser requisada. En este ejemplo queda clara además la conexión directa entre saber y poder. El subsistema nómico pauta las relaciones jerárquicas dentro de la organización y las atribuciones de deberes de unos en relación a los otros. Es necesario recordar, no obstante, que el organigrama formal no siempre coincide con el real poder de los individuos ubicados en los distintos niveles de la escala jerárquica. Muchas veces el poder que posee el portero de una organización en función de la información que maneja o de su ascendiente sobre las bases es equivalente o mayor que el que detentan ciertos miembros del personal jerárquico.

El subsistema ideológico ubicado entre el polo de la Krátesis y el de la Semiosis nos informa acerca de los sistemas de valores y las creencias compartidas por los miembros de una organización. A veces esa ideología representa simplemente la ideología del grupo mayoritario o con mayor poder, otras veces advertimos que ciertos síntomas institucionales (imposibilidad de pensar, falta de interés en el trabajo, falta de cooperación, etc.) son el resultado de posturas ideológicas en pugna. Ejemplo: En una intervención realizada en un servicio hospitalario un grupo de profesionales decide abandonar la consulta. A lo largo de la misma se llega a comprender este hecho como un analizador que revela la existencia de dos grupos enfrentados por sus posturas opuestas en relación a la figura de la autoridad. Unos se proclamaban defensores de la misma mientras que los otros reivindicaban una posición principista de rechazo a la autoridad y de cuestionamiento sistemático al lugar del poder. Dado que la consulta había sido solicitada y era sostenida por la Jefa del Servicio, este último grupo decide renunciar a su posibilidad de participación para confirmar su enfrentamiento con la función de la jefatura. En el cuarto polo del tetraedro encontramos esa formación fantasmática que Freud describe en Psicología de las Masas que es la “estructura libidinal”. Formación fantasmática que cohesiona a los miembros de una institución alrededor de un Ideal, a veces encarnado en la figura de un líder. Éste se sostiene en la ilusión grupal de que se trata de un ser completo y capaz de otorgar igual amor y reconocimiento a todos los miembros de la institución. El líder encarna entonces los deseos y el ideal común, la estructura libidinal se ha constituido pero no permanecerá inalterable, atravesará por momentos de crisis, momentos en que por diversos motivos, la unidad se verá cuestionada, siendo los dos desenlaces extremos la disolución o la reorganización alrededor de una nueva idea, de un nuevo principio compartido. Cuando nos acercamos a una institución es importante recordar que nuestra observación corresponde a un corte sincrónico, y que, por lo tanto, lo que allí vemos deberá ser interpretado en función de una historia no sólo cronológica sino también libidinal. A través de los discursos recogidos entre los miembros de la organización, de las modalidades de trabajo que ellos adoptan, las formas que asumen los intercambios (en el interior de la organización y con el afuera), surgirán datos que, sistematizados a partir del “esquema triádico” propuesto por R. Malfé, permitirán al observador plantearse una serie de cuestiones que, aunque sólo sea a nivel hipotético, le permitirán ir construyendo un panorama de la institución que desea conocer.

ESCUELA PSICOANALITICA DE PSICOLOGIA SOCIAL PSICOANÁLISIS E INSTITUCIÓN Entre el porvenir de una ilusión y el malestar en la cultura José Luis Cao Encuentro de preocupaciones, que desde lo fáctico, se impone, entremezclando variables, para que por lo menos desde hace algunas décadas, produzcan múltiples efectos en esta parte del “Globo”. Miles de pacientes, terapeutas, estudiantes y docentes del psicoanálisis justifican que nos interesemos en comprender qué es lo que ocurre con todos ellos, cuando transcurren por esos lugares llamados Instituciones. Psicoanálisis e Institución configura una pareja de conflictivas relaciones, dan que hablar constantemente a los “otros”, entendiéndose por éstos a todos los que ocupando cualquier lugar de los anteriormente descriptos producen y manifiestan las consecuencias que tal relación entraña. De aquí en más se abren dos recorridos: que el discurso corra de boca en boca como chisme habilitador de actuaciones incomprensibles, o bien que además de este camino obligatorio, pueda haber quienes escuchen generando un sentido en ese espacio llamado Institución donde también pueda producirse el Psicoanálisis. Mis dieciocho años de pro-vocación psicoanalítica en Instituciones públicas y privadas desde distintos lugares y en los últimos años como Supervisor o analista institucional me enrolan entre los que, a pesar de las complicaciones, prosigue haciendo y pensando que esta relación rinde frutos imprescindiblemente ricos tanto para la investigación y la conceptualización teórica como para la práctica clínica. La pregunta acerca de si es posible el psicoanálisis en la Institución, circula constantemente en los últimos tiempos, provocando distintas respuestas algunas de las cuales agruparé a continuación: a) la de los que niegan la posibilidad de tal relación recluyéndose para la práctica del psicoanálisis a su consultorio privado; b) la de los que responde como el grupo anterior pero aceptan que la formación teórica sea de índole institucional; c) la de los que transitan sin conocer las implicancias ocultas de tal relación por las más variadas Instituciones; e) la de los que tratan de

generar a partir de ese encuentro, a mi parecer inevitable, nuevas concepciones teóricas y técnicas. En principio creo que cualquiera de las diferentes respuestas no son sino distintas actitudes adoptadas frente a una problemática común que necesita esclarecimiento. Para lo que recurriremos a algunas reflexiones que el propio psicoanálisis y en especial su fundador nos aportan acerca de la noción de Institución.

LA INSTITUCIÓN Y SU SIGNIFICACIÓN PSICOANALÍTICA Freud nos plantea que existen “tres fuentes del humano sufrimiento: la supremacía de la Naturaleza, la caducidad de nuestro propio cuerpo, y la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, el Estado y la sociedad”. Naturaleza y Cultura dos órdenes en cuya encrucijada se asienta el hombre, siempre menesteroso de sentido y a la vez entusiasta por borrar las sujeciones a éstos; tratando de trascender mediante sus organizaciones el límite que le impone su caducidad y la presencia de otros. Sufrimiento que procura bajo la forma de angustia despertar en el aparato psíquico, distintos mecanismos tendientes a mitigarlo. El equilibrio trata de imponerse sobre la magnitud de la tensión a través de la producción de un aparato cada vez más completo. La evitación de dicho sufrimiento entraña empero la posibilidad de que el andamiaje que se constituye para su freno, esté cada vez más expuesto a su fracaso. En la dialéctica interior-exterior del individuo con su entorno se reproducen distintas instancias que replican tal situación ya irreversiblemente transformada en conflicto. Triunfar por sobre la Naturaleza conlleva el mismo deseo de éxito sobre el control de la “propia Naturaleza”. “La cultura humana, repetimos, muestra como es sabido, al observador dos distintos aspectos. Por un lado, comprende todo el saber y el poder conquistado por los hombres para llegar a dominar las fuerzas de la naturaleza y extraer los bienes naturales con que satisfacer las necesidades humanas, y por otro, todas las organizaciones necesarias para regular las relaciones de los hombres entre sí, muy especialmente la distribución de los bienes naturales alcanzables. Estas dos direcciones de la cultura no son independientes una de otra, en primer lugar, porque la medida en que los bienes existentes consienten la satisfacción de los instintos ejerce profunda influencia sobre las relaciones de los hombres entre sí, en segundo, porque también el hombre mismo individualmente considerado puede representar un bien natural para otro en cuanto éste utiliza su capacidad de trabajo o hace de él

su objeto sexual. Pero además, porque cada individuo es virtualmente un enemigo de la civilización, a pesar de tener que reconocer su general interés humano. Se da, en efecto el hecho singular de que los hombres, no obstante serles imposible existir en el aislamiento, sienten como un peso intolerable los sacrificios que la civilización les impone para hacer posible la vida en común. Así pues la cultura ha de ser defendida contra el individuo, y a esta defensa responden todos sus mandamientos, organizaciones e Instituciones los cuales no tienen tan sólo por objeto efectuar una determinada distribución de los bienes naturales, sino también mantenerla e incluso defenderla contra los impulsos hostiles de los hombres. Los medios para el dominio de la naturaleza y la producción de bienes, las creaciones de los hombres, son fáciles de destruir y la ciencia y la técnica por ellos edificada, pueden también ser utilizadas para su destrucción”. En este escrito de 1927 Freud como en otras partes de su obra deja entrever su escepticismo pero también su esperanza en las Instituciones. Sin embargo, hay que precisar que en realidad, toda Institución no deja de ser en última instancia más que un intento humano por generar un espacio donde se pueda ordenar el caótico mundo pulsional. Ilusión que si bien permite el desarrollo de lo que llamamos civilización, encubre en su seno el magma pulsional expresado de modo encubierto por el repertorio deseante. Las instituciones son creadas para “resolver” el sufrimiento a partir de una promesa: de borrar las diferencias de trascender triunfando sobre la muerte y su correlato psíquico, la angustia de castración. Fabricadas para burlar el Destino impuesto (ulterior representación del padre) procuran crear otro más acorde con nuestros deseos. Sin embargo esos otros a los cuales necesariamente hay que recurrir para producirla, transforman en paradoja tal finalidad, al imponer a través de sus propios aparatos deseantes un límite a nuestras aspiraciones narcisistas.

LA ESTRUCTURA INSTITUCIONAL Estructura que requiere de un tercero, incluido en el proyecto y a la vez excluido del par, especular, replicará con el agregado de nuevos integrantes el conflicto básico: por un lado la aspiración a la satisfacción pulsional basada en la organización narcisista del sujeto y por el otro “el anhelo de fundirse con los demás en una comunidad que llamaremos ‘altruista’”. A partir del placer de que sus intereses trascienda. Contradicción que se enmarca irremediablemente en la encrucijada Edípica, productora de los múltiples efectos que denominamos civilización, y que en

su forma básica actual remite a la Familia (básica pero no por ello más simple), pues su estructura está compuesta de innumerables personajes, mandatos e interdicciones formadores de mitos que trascienden la mera pareja parental y sus hijos). Según Freud, Eros y Ananké (La Necesidad) son los pro-genitores de la cultura humana. Figuras mitológicas que ilustran cómo la creación institucional se instala entre la Necesidad y el Deseo. Necesarias para evitar el sufrimiento las instituciones hacen sufrir, lugar donde se depositan las ansiedades más primordiales, generan nuevas formas de inquietud, por las que hay que fundar nuevas organizaciones más complejas, y así se van construyendo y destruyendo de modo tal que de sus fragmentos se producen nuevos modelos ideológicos. Frustran con su movimiento y su estructura las aspiraciones de sus integrantes que tras el afán de zafarse de sus redes (Destino como imposición paternal) organizarán otras formas de sujeción. Como los hombres presentan épocas de crecimiento, auge y decadencia, que no siempre coinciden con el tiempo de vida de sus dirigentes, se tornan autónomas de éstos y luchan por su supervivencia provocando la ambivalencia de sus creadores conscientemente deseosos que prosiga y temerosos de que no les pertenezca. Freud expone en Tótem y Tabú un modelo con el que se puede aproximar a la comprensión del comienzo y las derivaciones posteriores de toda organización humana: El clan fraterno expresión de reunión de todos los que llegarán después que “otro” ya generara una forma de organización con “otra” en una relación que excluía los nuevos, se reúne organizándose bajo el propósito de terminar con la injusticia de esa Ley que pesa sobre sí coartándoles el deseo. Con el lema de libertad, igualdad y solidaridad entre sus integrantes pares, provocan la exclusión abrupta de ese otro que llegó primero (padre primordial), mediante el parricidio, los hijos al triunfar sobre el padre habían descubierto que una Asociación puede ser más poderosa que el individuo aislado, y para consolidar este sistema impusieron el tabú. Sumatoria de actos complejos que luego como culpa, castigo y redención se expresará ritualmente, aunque fueran “olvidadas” sus motivaciones primarias. Este modelo va más allá del nacimiento de la sociedad totémica, lugar al que se lo pretende reducir, escapa al dominio de la producción material de los hechos (realidad material) para tener validez universal en la concepción de la historia psíquica (realidad psíquica) estructura del Orden Cultural. Modelo que nos explica que la génesis de todo proyecto institucional se organiza a partir de la exclusión de un tercero (parricidio-fraticidio-filicidio) no importa el orden sucesorio son un trasfondo

encubierto del Pecado de Origen que constituye la piedra fundamental de toda fundación que imprimirá improntas indelebles e inconscientes al desarrollo futuro de cada Institución. No en vano los nuevos directivos (generacionales) denunciarán el contrato fundacional anterior como corrupto, fruto de alianzas indebidas (léase incestuosas). Las instituciones tienen como Jano, dos caras: la que mira al incesto y parricidio sostén de la endogamia, y la que mira hacia el desarrollo exogámico. Carga latente de preocupación frente a la cual se adoptarán innumerables mecanismos defensivos contra alguna o varias tendencias en pugna (hacia el parricidio, el filicidio, la culpa, el castigo, la redención, etc.) y que darán lugar a los distintos tipos de instituciones humanas que conocemos y de las que Freud estudiara extensamente: la Iglesia y el Ejército. “Es de suponer que al parricidio le sucedió una prolongada época en la cual los hermanos se disputaron la sucesión paterna: que cada uno pretendía retener para sí, llegaron por fin a conciliarse, a establecer una especie de contrato social, comprendiendo los riesgos y la futilidad de esta lucha, recordando la hazaña libertadora que habían cumplido en común, dejándose llevar por los lazos afectivos anudados donde la época de su proscripción. Surgió así la primera forma de organización social, basada en la renuncia a los Instintos, en el reconocimiento de “Obligaciones Mutuas en la implantación de las determinadas instituciones proclamadas como inviolables (sagradas), en suma, los orígenes de la Moral y del Derecho”. Pero como se sabe cada hermano se arrogó a poco andar la atractiva función paterna y la distribución de las mujeres, con lo cual a pesar del tabú se precipita por distintas vías el retorno de lo reprimido. En toda institución se manifiestan tres aspectos: el relacionado con el complejo paterno, el relacionado con el complejo fraterno y el relacionado con el complejo filial. El primero basado en la rebelión contra el padre como subrogado de Destino se refiere al tema de la injusticia; el segundo se relaciona con el litigio, dando lugar a lo que Freud denomina la “lucha por el narcisismo de las pequeñas diferencias”, o sea la discusión por nada, es decir por todo: por la posesión del imaginario (falo); el tercero manifiesta la desconfianza hacia los nuevos (futuros derrocadores del padre).

LA MARCA FUNDACIONAL Las Instituciones se fundan en nombre de un padre que las legitima, el fundador se propone como Mediador de aquel que no está pero que sin embargo ejerce el

tutelaje, método que pretende alejar de sí la hostilidad de los nuevos (así como el Papa es un intermediario del Dios en la tierra en la estructura de la Iglesia). Freud o Lacan, sostendrían el lugar de la dirección, o de la Jefatura (o si se quiere en una forma más sutil de encubrir el sustento del poder: “la coordinación”). A su vez el líder y su función identificatoria largamente estudiada en Psicología de las Masas, en vez de proveer los placeres prometidos en el encuentro inicial (como en las campañas preelectorales) solo ofrecerá (“sangre, sudor y lágrimas”) es decir El Sacrificio y la Obligación del Trabajo, colocando restricciones al libre ejercicio pulsional. El mandato paterno conlleva el imperativo categórico “ganarás el pan con el sudor de tu rostro”. Sus seguidores mientras aceptan el sacrificio que remite a saldar la pretérita deuda de sometimiento al Protopadre a través de distintos ritos iniciáticos que toda Institución les impone van pergeñando inconscientemente el lugar donde se practique la desmentida de tal mandato, situación que encubre el deseo de generar la propia palabra colocándose en su lugar. Los nuevos no están tan dispuestos como parecen a pagar un precio que los obligue a renunciar al goce, para encontrar en ese lugar la recreación de las relaciones familiares, provocando la desesperación de los líderes por no encontrar secuaces que los prolonguen narcisísticamente tras su desaparición. Los nuevos integrantes evidenciarán su deseo de no haser “eso que se les pide” sino sólo pretenderán pertenecer (en el vínculo familiar puente original de amparo frente a lo otro amenazante (la contingencia exterior) mera proyección en la exterioridad del Yo de las tempestades pulsionales interiores). De ese conflicto surgen numerosas transacciones que peculiarizan el transcurrir institucional. Los psicoanalistas tampoco podemos escapar de esta trama de significaciones anteriormente expuestas, ni siquiera aquellos que trabajan “fuera” de las Instituciones a fin de evitar los conflictos que éstas presentan pues lo institucional a través de sus múltiples derivados (constitución del Yo y Super Yo) forma parte indivisible de la interioridad del sujeto construido a partir de lo otro dentro de sí que constituye su universo simbólico. Querer refugiarse en el micro-mundo Edénico de su consultorio privado es en algunos casos ni más ni menos que pretender la identificación fusionante consigo mismo (donde “él” es la Institución), ilusión que se rompería en el mejor de los casos a partir de su análisis personal o supervisión. Maud Mannoni expresa esa necesidad del otro con quien compartir la difícil tarea del psicoanálisis mostrando la relevancia de la relación de Freud con Fliess con quien “esbozó otro movimiento por el cual Freud envió un mensaje más allá de él, para que

más allá del otro imaginario, desde el campo en el que se ha hecho posible una articulación simbólica (el campo que Lacan llama el “Lugar del Otro”) le fuera acordado un sentido. Ejercer el psicoanálisis en una Institución Pública o Privada, no es más ni menos azaroso que la de su práctica en la soledad más conspicua pues si bien el nivel de complejidad provoca incomodidad e incertidumbre también aumenta la riqueza conceptual. La Institución de pretendida completud resolutoria de la angustia “nos habla” por las fallas que en sí misma se producen y siempre a través de las personas que en ella participan, por las fracturas en el orden del discurso, los equívocos en el logro de sus objetivos, por la burla de sus leyes, las pasiones de amor y odio desencadenadas entre sus integrantes, las formas que adoptan en la distribución y ocupación del espacio físico y psíquico, por la “Historia Oficial” y sus diferencias con los chismes del pasillo, las intrigas por el poder, los malentendidos del y con el personal administrativo, las deserciones de pacientes, etc., a través del entrecruzamiento de las redes institucionales se va tejiendo la estructura del mito que dotará “de sentido” racional la práctica cotidiana. Y así la explicación racional que cada uno dará de los acontecimientos develará la historicidad ritualizada y ocultará las motivaciones significativas del misterio del origen, de los pactos fundacionales, de los objetivos acordados más allá del deseo de los integrantes, de los lugares prefijados en los que se acomodará o no en los que recién se incorporan, del modo en que la sexualidad circula anudando alianzas y ejerciendo traiciones, formando sus grupos que se atenderán a rituales sacralizados por ceremonias y contratos sin siquiera saberlo. Todas estas actitudes conflictivas y contradictorias son una usina productora de síntomas, que circulan y se manifiestan de alguna manera en todos los que forman parte de ella, ya sean terapeutas, pacientes, directivos, etc. Sintomatología que en su repetición se va coagulando hacia la consolidación de una estructura que perturba del buen “funcionamiento” institucional más allá de las actitudes de buena voluntad o prescindencia de muchos terapeutas que se encierran en los consultorios institucionales negando que las vicisitudes por las que atravesará su tarea no dependerán sólo de él, facilitando de ese modo la producción de actuaciones importantes de los equipos terapéuticos (expresión de patología somática o psíquica) o bien la disolución de equipos enteros que luego de tensiones internas insoportables por períodos largos de tiempo desertan sin comprender las motivaciones latentes de una decisión a la que fueron empujados.

Cada Institución (Hospital Psiquiátrico, Servicio de Psicopatología, Sociedad Científica, Centro de Salud, Consultorio Privado), presentará peculiaridades propias y a su vez cada grupo humano conformará aspectos sólo pasibles de ser analizados a través de su singular discurso acotado en el tiempo y el espacio.

ENTRE LA DEMANDA Y EL GOCE La Institución obedeciendo al sentido para el que fue creada y ayudada por la publicidad de sus miembros, genera una propuesta utópica (ningún lugar), la de que allí se realizará el deseo individual, la atención de sus favores opera como promesa estimulante para los que estando fuera aspiran a ingresar. Mediante la idealización identificatoria (parangón del Ideal del Yo) se opera el pasaje que conllevará a una serie de ritos iniciáticos que impondrán distinto tipo de sacrificio al novicio. Una vez en su interior y pasado el momento inicial de absorción de lo expuesto y acatamiento de lo que se le pide, comenzará a exigir lo prometido en relación directamente proporcional a ese ideal. El reclamo se hará hacia la Institución o bien a alguno de sus encumbrados miembros a quienes se les exigirá el cumplimiento del pacto fáustico inconsciente. Estos, preocupados por sostener su lugar no sólo no cumplirán tal promesa sino que impondrán nuevas obligaciones, la Institución igual a sí misma se sustrae desplazándose del deseo de sus integrantes, sus objetivos los trasciende, lo que formula un sentimiento unánime de frustración, tras el que comienza a desarrollarse la demanda; ésta generalmente se retroalimenta siendo a su vez fuente de nuevas ansiedades y exigencias imposibles de cumplimentar. Apareciendo con características desbordantes en las Instituciones Públicas y entre éstas en las que asisten a pacientes psicóticos ya que allí el entrecruzamiento de demanda entre los familiares, los pacientes y los constantes cambios de rumbo desde la macro institución a través de sus directivos junto a la participación de profesionales jóvenes “demandantes” produce una serie de rebotes, que como reacción en cadena incrementan dicha ansiedad e impiden a la vez la formación de un encuadre estable tras el que se contenga la angustia y se pueda organizar el proceso de cura. El crecimiento de la demanda insatisfecha provoca generalmente la búsqueda de equilibrio placentero compensatorio en lo que se siente como contrapartida de la frustración que ella genera, momento en que se instala el goce, intento de procurar

la satisfacción independientemente de la Institución con la que se establecerá un vínculo de demandas entrecruzadas, pues ésta se tornará más exigente, reclamando el cumplimiento de los contratos oficiales (horarios, vacaciones, uso de los consultorios, confección de la historia clínica, respeto por la ideología institucional, etc.). Esta instalación en el goce logra que el terapeuta viva a la Institución como un obstáculo a la realización de sus deseos planteándose su alejamiento de la misma a partir del cual organizará el prejuicio de que la práctica del psicoanálisis en las Instituciones es imposible dirigiéndose hacia su práctica privada camino para el cual lamentablemente por sí y por el sistema ha sido adiestrada, o bien procurará instalar dicho goce en la Institución negándose al lugar en que se halla ubicado y armando su propio código en la relación con ésta (por ejemplo instituyendo sus horarios en función de sus comodidades extra institucionales). Mientras en las Instituciones Públicas a esta problemática se agrega el entrechocar constante de las diferencias entre las concepciones teóricas y técnicas del psicoanálisis y las que se sustenta el Estado. En la Institución Psicoanalítica los conflictos se remiten a la oculta lucha por el poder y el control de la misma, por la figuración dentro de su status con su correlato de réditos económicos y/o fama.

OBSTÁCULOS Y PROPUESTAS Vicisitudes de celos, envidia, odio y amor, van configurando construcciones ideológicas que se expresan a través de mitos y ritos encubiertos tras el pretendido discurso científico, la queja de poca productividad del mismo (cuando no es simple demanda) se produce por el agotamiento libidinal de las luchas intestinas. Sus integrantes a quienes los directivos piden creatividad en sus propuestas se niegan a producir el esfuerzo que ello significa, ocultando su verdadero deseo de sólo pertenecer a un lugar, de constituir lazos de amistad y si es posible de parentesco réplica del modelo familiar. Constituyendo un espacio paralelo al del accionar institucional, demanda a sus directivos técnicas y teorías que les allanen el camino de la práctica clínica y que eliminen los obstáculos siempre numerosos que aportan las variables en juego en una Institución. Pero la génesis de dichos obstáculos se encuentra la más de las veces en su propia estructura. La Institución fascina porque es propuesta especular de sus integrantes, formada así como el doble omnipotente de cada uno, protege de las ansiedades internas que

entonces son derivadas al exterior, cuida de esas ansiedades mediante el pago de un peaje que consiste en la debida obediencia a las leyes que impone. Para mantener fuera de sí las pulsiones (“desagradables”), se proyectan en otras instituciones similares a quienes se sienten adversarias o enemigas. Para poder dejar sentadas las diferencias se recurre a la sectarización y politización encubierta del discurso científico, los “otros” pasarán a amenazar la existencia institucional al mismo tiempo que justifican la razón del ser. Sin embargo el papel del alter-ego-adversario es imprescindible para la producción científica, baste recordar que Freud y Lacan elaboran sus discursos en relación a un otro “del que es menester diferenciarse”. Ese Otro que “aparece” afuera también suele “aparecer” en otros momentos del juego intrainstitucional dentro del propio equipo haciéndose cargo de portar lo reprimido o repudiado, a partir de allí la Institución: proyección en el espacio psíquico y material de lo “Heimlich” (familiar y hogareño), puede mediante transformaciones inconscientes devenir en “Unheimlich” (lo siniestro) amenazante del Yo. Todo proyecto institucional se inicia como “Porvenir de una ilusión” y a poco andar deviene el “Malestar en la Cultura”, situación dialéctica que forma parte de su misma esencia, de ahí que sus integrantes se puedan instalar desde dos lugares de participación posibles: desde la perversión o desde la neurosis. Ya sea estructurando una Weltanchaung que obture toda comprensión y productividad a fin de sostener el goce y evitar la imposición de límites y el reconocimiento de las diferencias, o bien la aceptación de éstos a partir de reflexionar y revisar lo actuado. Sin embargo más allá de ser idealizadas o sufridas también pueden ser útiles en el aprendizaje de la práctica y conceptualización del Psicoanálisis, posibilidad a partir de la apertura de los espacios pertinentes. Al descubrir las modalidades perversas dentro de cada Institución aparecen sus objetivos encubiertos a modo de ejemplo: el de algunas Instituciones Públicas al servicio de elaborar estadísticas formales para cumplimentar burocráticos intereses de valoración política; en algunas instituciones privadas el de generar un negocio basado en la explotación económica e intelectual de los terapeutas; en algunas sociedades científicas el de sostener el narcisismo y la fama de sus directivos, etc. Las instituciones resuelven necesidades y realizan deseos, pero más allá de esta necesidad (de enseñar, de aprender, de retribución económica, de compartir afectos, de curarse, etc.) convendría que fueran válidas, posibilidad que no deviene naturalmente con el ejercicio de roles sino que se tiene que producir como todo acto psicoanalítico a partir de comprender lo que transcurre por ella pues las

instituciones contienen tanto la posibilidad de curar o enfermar ya se trate de pacientes o terapeutas. Frente a los obstáculos que la Institución presenta, sus integrantes apelan a pedir más recursos (en las Instituciones Públicas) a solicitar la supresión de los mismos a través de quejas largamente demandantes pues (desean aunque no se confiesa abiertamente) proveerse de técnicas que hagan más tranquilo su “trabajo” psicoanalítico y que los aproxime al territorio más conocido, de la práctica con pacientes neuróticos en consultorios privados, tratan de evitar estos obstáculos como “situaciones” difíciles e incomprensibles, o bien recurren a otros conocimientos o técnicas no psicoanalíticas que supuestamente les allanen el camino a fin de resolver “los casos problemáticos”, “fronterizos”, “los pacientes psicóticos”, las familias, “los trastornos orgánicos”, etc. Pareciera olvidarse que Freud y Lacan laboraban “contra” los obstáculos, esperando encontrarse con ellos a fin de investigar su estructura subyacente, descubriendo el discurso fundante de la realidad psíquica y agregando a la comprensión significante en muchas oportunidades la utilización de estrategias y técnicas ad hoc válidas para el análisis de esos obstáculos únicos e irrepetibles que fundamenta la razón de ser del acto-psicoanalítico, sabiendo que sus propias técnicas derivarían en nuevas complicaciones y que la tarea emprendida circularía de resistencia en resistencia. La práctica psicoanalítica en las instituciones debiera estar constantemente sujeta a revisión y a exponer sus equívocos, a través de reuniones de Equipo y Ateneos Clínicos de presentación y posterior discusión de casos. Desde mi experiencia como supervisor he observado que la participación de un psicoanalista ajeno a la pertenencia institucional para la tarea de supervisión clínicoinstitucional posibilita además la aparición de un tercero no comprometido con la ideología de esa Institución y permite el análisis en el ámbito del quehacer, de la forma peculiar que adopta el discurso de las Redes y de los enredos institucionales. Dejando traslucir las formas que adoptan los mecanismos transferenciales y las claves edípicas en las relaciones interpersonales y develando los mitos y ritos institucionales que se portan sin saberlo, es posible rescatar a la Institución (en realidad a sus integrantes) de los engaños que ésta produce. Dar cuenta de lo que se hace y darse cuenta de lo que se hizo son premisas básicas sobre las que hay acuerdo más allá de las diferencias y partidismos en los que estamos enrolados los Psicoanalistas, pues, de lo que se trata es de aspirar a la sencillez tan difícil de hacer consciente lo inconsciente.

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