Análisis Esa mujer

February 20, 2019 | Author: Daniel de Mármol | Category: Short Stories
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Análisis del cuento Esa mujer  de Rodolfo Walsh por Julieta Caamaño – Caamaño – Universidad del Salvador - 2008

Una alegoría política En Esa mujer , de 1965, Walsh resume todas las disyuntivas estéticas e ideológicas. ideológicas. El narrador intenta averiguar dónde está el cadáver de una mujer y para ello confronta con un coronel que ha sido parte en el ocultamiento del cadáver. Ideológicamente, el cuento simboliza las búsquedas políticas de Walsh: para hacer la revolución el atajo es el peronismo. El cuerpo de Evita, de alto contenido simbólico, representa el camino que lleva del peronismo a la revolución. Intelectualmente, el narrador está mucho más cerca de su interlocutor militar que del pueblo al que hay que llegar para que la revolución sea posible. Tanto para el coronel como para el narrador las masas populares son lo otro. Walsh fue un marxista pasado, como tantos, a los dominios del peronismo para ejercer la búsqueda revolucionaria. Al momento de escribir Esa mujer estaba mujer  estaba en su búsqueda, como revolucionario, de lo popular . El cuento puede ser leído como una alegoría que anticipa su elección del peronismo como coartada hacia la revolución . Si Evita viviera sería Montonera. Y Walsh pasó a formar parte de Montoneros. En Esa mujer Eva mujer Eva simboliza lo que es en el imaginario popular: la santa de los pobres, la diosa de los grasas: “Llamé a unos obreros que había por ahí (...) Para ellos era una diosa.” El hallazgo del cadáver de esa diosa acercaría al narrador a esos obreros, al pueblo. Evita es lo lejano, lo inalcanzable, el amor popular. Quizá es tan lejano como un posible triunfo de la revolución. Escribió, Walsh: “Me paso al campo del pueblo pero no creo que va mos a ganar, en vida mía, por lo menos.” ¡En vida mía! Al finalizar el cuento, el coronel dice: “Esa mujer es mía. Este país es mío.” El símbolo de lo popular, por la fuerza, es mío: Santa Evita, muerta y desnuda, una versión femenina de Cristo. Surgen los aspectos más extremos de la necrofilia argentina: Estaba enamorado del cadáver, la tocaba. Una alta carga de erotismo centrada en un cadáver: la pulsión de muerte, el no ser de ser  de la sociedad argentina. Una diosa desnuda y muerta. La necrofilia nacional, las luchas por el poder - que incluye el manejo de los cuerpos y de las mentes y de la sexualidad - simbolizadas por la posesión de un cadáver - símbolo de lo popular, es decir: sobre aquellos sobre los cuales el poder se ejerce, manipulando sus mentes y sus cuerpos. Los obreros se desmayan cuando deben dar sepultura a su reina. Para ellos es una diosa inalcanzable. El autoritarismo de la ausencia El cuento está escrito en primera persona, abunda en diálogos y descripciones, y en pocas frases enunciativas. Sin conocer el contexto histórico en el que fue escrito es difícil comprenderlo o se perdería prácticamente todo su sentido. En el prólogo del libro se indica que la conversación realmente existió…

Podemos decir que el texto de Walsh gravita

sobre las ausencias: de un nombre  –aunque  –aunque son varios-, de un lugar, de un cuerpo, etc. Sobre estos vacíos se teje una serie de silencios y eufemismos, los cuales enredados a la atmósfera lúgubre y el hecho histórico al que se refiere, dan como resultado un texto sobrio, condensado, plagado por momentos de una violencia latente. latente . El cuerpo de Eva Perón ha sido hurtado a los suyos y descansa -¿descansa?- en un lugar “donde todo se pudre”. Esa mujer es el relato de una investigación, investigación , entre un coronel de la Revolución Libertadora y un periodista-investigador, un

Gramma –  Mayo 2008 –  Universidad del Salvador –  Buenos Aires - Argentina  clásico papel walshiano, a modo de conversación, sobre el lugar donde se ha depositado el cuerpo de la abanderada de los humildes, del personaje peronista más odiado por sus detractores. La enterré parada, como Facundo, porque era un macho grita el coronel en un ataque de furia intempestiva; si la mujer genéricamente es la que acata, la que sirve, la que avisa –acciones que realiza la mujer del coronel durante la entrevista- , Eva que es “esa mujer” a la que él declara suya, la que despierta esa extraña desesperación posesiva, no puede ser concebida en su imaginario como icono de su género: Eva es un macho. El coronel fascinado por el cuerpo de esa mujer  –reina, virgen, diosa así se refiere a ella- sostiene y afirma lo que en realidad pretende borrar: el mito de Eva. ¿Qué inexplicables mecanismos lo dominan? Eva muerta es tan temible para el régimen anti-peronista como Eva viva; aniquilar el cuerpo muerto (acción paradójica si las hay) constituyen una verdadera afirmación sobre la vitalidad que irradia él mismo  –recordemos que el doctor Ara embalsamó a Eva quitando los signos de la muerte- como la promesa de que Eva resucite. Lo que asusta, fascina, mistifica es lo que hay de vida en Eva muerta; como dice el cor onel: Parecía que iba a hablar, que iba a.... En tanto, el narrador no duda, Eva es …una muerta, un lugar en el mapa. Esa mujer no puede volver a la vida, “el misterio de su muerte” es el motivo que lo conduce a esta investigación. Y sobre todo la posibilidad latente del retorno del cuerpo de Eva como una bandera; si vuelve  –aunque sea sólo su cuerpo- se encenderá una llama, la posibilidad política de un retorno: “Si la encuentro, frescas altas olas de cólera, miedo y frustrado amor se alz arán, poderosas ven gativas olas,…”. Si por ejemplo en un país con poca memoria o con muchos interesados en que no se tenga memoria, un país donde se dice que “pocos resisten un archivo”; si un adolescente lee este cuento o un adulto sin demasiada idea de la historia que inspira este cuento, podría sacar solo pocos datos. Uno ya sabe antes de leerlo que el cuerpo es el del Eva Perón — o Evita para los muchos que la recuerdan con afecto —. El coronel es un tal Eugenio Moori Koenig que —según un suplemento que editó el diario Clarín de Buenos Aires, el domingo 15 de abril del 2007 —significa “”rey de la ciénaga””—tiene por lo visto un apellido acorde a sus hechos…En ningún momento del escrito se cuenta que ese cuerpo es el de Evita. Sólo se nombra lo del título: Esa mujer. Como se la mencionaba después del derrocamiento de Perón, y como tampoco se podía decir el nombre de Perón. Se lo llamaba “el tirano prófugo” o el “dictador depuesto”. Por lo tanto si no se conoce el real nombre de “esa mujer”, quien era en realidad, la historia que rodea el escrito, se pierde todo.

El coronel que tuvo el cadáver de “esa mujer” y lo mostraba a sus conocidos, tenía por lo visto incluso cierta

parafilia sexual con el cuerpo, como se relata en un diálogo que lo hacía el gallego que lo embalsamó. El cuento relata estas palabras del coronel, oculta que él era igual: —se le tiró encima, ese gallego asqueroso. Estaba enamorado del cadáver, la tocaba, la manoseaba los pezones. Le di una trompada, mire —el coronel se mira los nudillos–   , que lo tiré contra la pared. Está todo podrido, no respetan ni la muerte. Se cuenta además de ciertos accidentes que tuvieron otros que tuvieron el cuerpo. Uno de estos militares llegó a matar a su mujer embarazada. Se perseguía con que la resistencia peronista lo seguía, y confundió a su mujer en la oscuridad. Otro tuvo un accidente. El coronel cuenta que le tiraron una bomba, que su hija quedó mal…La resistencia

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Gramma –  Mayo 2008 –  Universidad del Salvador –  Buenos Aires - Argentina  peronista dejaba flores donde creía que estaba el cuerpo de Evita desaparecido. Se leen varias menciones en el cuento sobre la forma de beber del coronel: El bebe con vigor, con salud, con entusiasmo, con alegría, con superioridad, con desprecio. Su cara cambia y cambia, mientras sus manos gordas hacen girar el vaso lentamente. Más adelante se lee: El coronel bebe, con ardor, con orgullo, con fiereza, con elocuencia, con método. Más adelante sigue: El coronel está de pie y bebe con coraje, con exasperación… Y otra vez: El coronel bebe, con ira, con tristeza, con miedo, con remordimiento. El alcohol parece todo un medio que tienen los protagonistas para destaparse, para hablar. Una forma de tener tranquilidad en medio de tanta locura. Una forma de compartir aunque no parezcan tener mucho en común. Se habla de un cuerpo que fue manoseado, que se habló de destruir, que lo rodea mucho odio y afecto, que divide a todo un país en dos. Los protagonistas parecen recurrir al alcohol para sacarse toda la tensión que tienen por ese cadáver, por “esa mujer”. Toda una forma de destacar además un rasgo de un militar que terminó alcohólico. Y una guerra que parece rodearlo todo. A todo esto se leen descripciones del departamento. Cuenta que se ve el río, que hay un cartel de una publicidad de coca cola. Los ruidos, los olores. Se encuentran otras frases patéticas sobre lo que querían hacer con el cadáver, y una conclusión del coronel. – ¿Qué querían hacer? — El coronel responde: – Fondearla en el río, tirarla de un avión, quemarla y arrojar los restos por el inodoro, diluirla en ácido. ¡Cuánta basura tiene que oír uno! Y luego llega su casi tan vigente conclusión sobre buena parte de la historia argentina, desde el pasado hasta el presente: Este país está cubierto de basura, uno no sabe de dónde sale tanta basura, pero estamos todos hasta el cogote. Luego el cuento tiene una serie de descripciones sobre el cuerpo de Evita, como estaba, como la vieron. El coronel cuenta: —Esa mujer —le oigo murmurar —. Estaba desnuda en el ataúd y parecía una virgen. La piel se le había vuelto transparente. Se veían las metástasis del cáncer, como esos dibujitos que uno hace en una ventanilla mojada. Más adelante:

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Gramma –  Mayo 2008 –  Universidad del Salvador –  Buenos Aires - Argentina  –…ya le dije que esa mujer estaba desnuda. Una diosa, y desnuda y muerta. Con toda la muerte al air e, ¿sabe?.. Con todo, con todo… Y más abajo: – Para mí no es nada—dice el coronel —Yo estoy acostumbrado a ver mujeres desnudas. Muchas en mi vida. Y hombres muertos. Muchos en Polonia, el 39. Yo era agregado militar, dése cuenta. Luego cuenta que le cortaron un dedo para identificar las huellas digitales, se lee: —La impresión digital no agarra si el dedo está muerto. Hay que hidratarlo. Más tarde se lo  pegamos. – ¿Y?  – Era ella. Esa mujer era ella. – ¿Muy cambiada?  – No, usted no me entiende. Igualita. Parecía que iba a hablar… Contextos posibles de climas de locura, entre dictaduras y gobiernos populares poco democráticos, represores que tampoco se destacan por respetar el pluralismo, como el militar que se emborracha en el relato. Que maldice. Que esconde datos. Que pide algunos papeles del entrevistador. Todo es oscuro, todo es simulado, hipocresía —el entrevistador le pregunta por familiares perturbados del militar porque le tiraron una bomba, el entrevistador piensa: “me importa un carajo”. El clima de odio escondido o no, la paranoia en gran parte real, el militar tiene un arma y cuando percibe un ruido, sale al pasillo de su departamento armado, y comenta que ya no lo van a sorprender. Todo tiene el clima de lo totalitario : la locura, la paranoia en gran parte real, varios tiempos del desprecio. Entonces se entiende que ni el cadáver de la mujer de la que hablan tenga nombre, y mucho menos el entrevistador y su entrevistado militar. El coronel espera quedar limpio, dice haber leído a Hegel, tener perspectiva histórica, haber estudiado filosofía y letras, estar interesado por el arte. La limpieza le será negada pues la historia siempre pasa facturas. La desaparición del cadáver de Eva es, como dijimos, el preanuncio de la desaparición de los cuerpos que inundarán al país desde 1976 teniendo como una de las víctimas  justamente a Walsh… Sin cuerpo no hay delito: vejaciones incomprobables. Pero la historia hizo justicia, con Eva y con los 30 mil.

Bibliografía Camino, A., Borges y Walsh: peronismo y antiperonismo, Bs.As., Ed. del Plata. 2006 Martínez, T.E., Santa Evita, Bs. As., Planeta, 1992 Rayud, C., Perlongher y Walsh, Bs. As., Biblos, 2005 Walsh, R., Los oficios terrestres, Bs.As., Ed. de la Flor, 2002

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