Análisis de Tabaré
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Presentación de la naturaleza edénica El sello existente en Tabaré Tabaré inspirado en el medio ambiente, por la naturaleza magnífica y por sentimientos, versiones y formas que se combinan con elementos de la sensibilidad americana. En la introducción el yo lírico l írico se prepara para revivir tiempos ti empos lejanos y olvidados donde se encuentra “una raza muerta” ello se muestra claramente en la primer estrofa de la introducción. La expresión “internándome en ella” muestra una actitud de compenetración total con esta raza autóctona de nuestra tierra, además de develar la clara visión nacionalista y patriota del poeta.En la última estrofa de la introducción el yo lírico por qué le escribe a la raza charrúa “ah no, no pasarán como la l a nube...como esos sueños de la media noche que en la mañana ya no se recuerdan” el ofreciendo sus versos para inmortalizarla. La naturaleza edénica se observa por medio de la descripción que el yo lírico presenta en la primer parte del canto uno, una visión panteísta que ve en la naturaleza virgen y salvaje la presencia de Dios. José María delgado realiza un paralelismo entre la vida de Juan Zorrilla de San Martín y y el personaje de la obra -T - Tabaré- justificando la fuerte presencia cristiana que engloba a la obra por su formación católica, “la obra contempla a una figura que sin ese perfil cristiano nos hubiera parecido mutilada o imperfecta. Esa descripción de la naturaleza edénica característica del Uruguay nativo aparece en expresiones como: “El Uruguay y el plata vivían su salvaje primavera” se presenta a esta exuberante primavera con el recurso literario de la hipérbole exagerando la idea de la primavera como algo bello por ser primitiva, virgen y prolifera. Dentro de este paisaje edénico se nombra mucha de la vegetación nativa de nuestra tierra (el mburucuyá, ceibo, ombú, la flor del cardo, los camalotes, entre otros). Otro recurso literario que se presenta para describir el paisaje natural es la metáfora de la “serpiente azul” para describir cómo el Río Uruguay se extiende por todo el territorio “Serpiente azul de escamas luminosas que, sin dejar sus ignoradas cuevas se enrosca entre las islas, y se arrastra sobre el regazo virgen de la América”. Se presenta una personificación de la naturaleza “y al grito temeroso que lanzan el los aires sus tormentas contesta el grito de una raza humana que anda desnuda en las riberas” y al mismo tiempo se muestra a la raza charrúa mimetizada con esa naturaleza que evidencia una armonía hombre-naturaleza, esta relación es armónica porque el hombre se asemeja a los seres de su entorno, logrando un equilibrio perfecto. La expresión “el Uruguay arranca a las montañas los troncos de sus ceibas que, entre
espumas de inmensos camelotes al río como mar, al río como mar y al mar entrega” atestigua la personificación del territorio como recurso literario, además se compara al Río de la Plata con el mar por su gran tamaño y trabaja cómo este desemboca, se “entrega” a al océano atlántico “al mar entrega”. De este modo es que se presenta a la naturaleza edénica virgen, perfecta, idealizada, prolífera, armónica y equilibrada. Naturaleza que frente a la mirada de los españoles se caracteriza por ser exótica, exuberante y magestuosa.
Ruptura y pérdida del paraíso. Encuentro de dos mundos Durante el segundo tramo del poema -luego de la introducción-se muestra una ruptura del ambiente descrito anteriormente; un ambiente natural, virgen, armónico y exótico, donde la raza indígena se mimetiza formando parte de este equilibrio, con una visión panteísta donde se advierte la presencia de Dios en cada elemento de la naturaleza primitiva.
En el canto primero se registra al comienzo de las estrofas 2, 3 y 4 la repetición del vocablo “Aún”; “Aun palpita en las aguas y en las selvas…Aun viste el espinillo su amarillo típoy …Aun dibuja misterios en el mburucuyá de las riberas…Aun alienta en el viento que
cimbra blandamente las palmeras…En esa raza, en su excelso origen aun el vestigio queda…”. Este recurso (anáfora) es utilizado para dar la idea de que ese paisaje de calma y equilibrio no va a permanecer constante, además genera la idea de suspenso para el lector.
En el apartado 4 estrofa dos describe el desembarco de los españoles en las tierras pertenecientes a los charrúas, y cómo estos los observan extrañados “los ojos de los indios fosforecen, al ver sobre la arena como descienden de la extraña nave los hombres de la raza nueva”. Los indios miran con curiosidad a la “nueva raza” pues le llama la atención su color “a los rayos del sol nada recelan”. Mediante la personificación del territorio (las lomas, barrancas y el Uruguay todo) se busca transmitir el asombro que provoca la llegada de esos “¡Extraños seres!”.
En el apartado siete luego de la presentación del primer encuentro se da la ruptura de ese paraíso edénico. Un cambio rotundo entre la tranquilidad de ese lugar exótico a la turbulencia que produjo ese enfrentamiento entre españoles y charrúas. De estos últimos brota un instinto animal por defender su territorio. La insurrección de los indígenas se produce cuando los españoles “clavando su bandera” provocan esta reacción, pues este acto lleva consigo una gran carga simbólica de invasión al territorio. La ruptura y pérdida de esa tranquilidad se manifiesta en la expresión que muestra a los españoles como perturbadores de esa tranquilidad “y con sus voces la sorprendida soledad atruenan”.
El equilibrio entre el hombre nativo y la naturaleza primitiva se rompe con la llegada de la “nueva raza” ajena a la dinámica natural. En el verso “una lluvia rabiosa de saetas” se destaca el uso de la hipérbole como recurso literario para dar una visión exagerada y desproporcionada de la realidad, recargándola
para dejar ver la gran cantidad de flechas, suplantando las flechas por el vocablo “lluvia”. En la misma también es manejada la personificación de las flechas con un sentimiento que sólo puede ser experimentado por el hombre (r abia). Este recurso también ayuda a comprender la carga de violencia con la que se produjo este enfrentamiento y reafirma la idea del instinto animal presente en la sangre charrúa.
Otro de los recursos utilizados para resaltar la violencia con la que atacan los charrúas es la hipérbaton; invirtiendo el orden sintáctico para que el término dispuesto en primer lugar destaque su importancia “silba y choca del blanco en la cabeza”. Se representa una imagen simbólica en la expresión “parece flor de sangre...pálida como un lirio” mediante esta imagen de palabras se trabaja el contraste de colores (blanco-rojo). A la vez se realiza una comparación entre el color de la piel de la mujer con el blanco característico del lirio: “pálida como un lirio”.
Se evidencia la presencia de un leitmotiv lírico “cayó la flor al río” “ha brotado un lirio amarillento” que se va enriqueciendo a lo largo de la obra, mediante un tema dominante y recurrente en la composición. Podremos identificar esa flor caída con Magdalena que muere y “al lirio amarillento” con Tabaré, cuyo origen es misterioso tanto como “las grietas del sepulcro”. Desde las tres estrofas donde se identifica el leitmotiv se declara que es un “himno”. “Así el himno sonaba, de los lejanos ecos” es un canto tan vago como delicado y sugerente son sus versos. Se anima a la naturaleza para que lo cante. El primer verso del “himno” supone un movimiento melancólico y un sonido que concluirá “en el silencio del juncal”. La lentitud parece pautar esta estrofa primera, cuando la flor ha caído se alude a los círculos que conforma en el agua. El resultado final del canto segundo es la muerte Magdalena y el nacimiento de Tabaré “ha brotado...amarillento” como consecuencia del encuentro de dos mundos.
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