Amor Callejero

September 7, 2018 | Author: Lilibeth Kasrey | Category: Hair, Love, Woman
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AMOR CALLEJERO Eugenia Primera parte En las calles mas peligrosas de un barrio... una alta mujer morena, de ojos azules se encontraba rodeada por un multitud vitoreando. Un hombre musculoso y el doble de alto que ella se encontraba delante de la morena en posición de ataque, la morena enarqueo una ceja y con gran agilidad esquivó un puñetazo de aquel hombre, la morena combinó una serie de golpes en el hombre, varios puñetazos y patadas. El hombre sangraba por toda la cara pero no se rendiría, tras una sonrisa de burla de parte de la morena el hombre se abalanzó sobre ella, con un acertado puñetazo en la cara de la morena hizo que esta cayera de rodillas, el hombre le dio una patada en la cara haciéndola sangra por la nariz como nunca había sangrado. Una vez recuperada del golpe... giró en una de sus piernas dándole con la otra en la cara y dejándolo inconsciente. Un hombre salió de la multitud proclamando a la morena la ganadora, le dio un fajo de billetes como premio. - Otra vez la campeona... buen trabajo, nos veremos dentro de dos días. - Bien... (fue lo único que dijo). La morena se giró para irse de allí, sangraba por la nariz y tenía un ojo morado, ya estaba oscureciendo, aquella mujer tan misteriosa se metió por un callejón adentrándose entre las sombras. Un nuevo día comienza para una bella joven de ojos verdes y pelo dorado, su corto pelo la hacia aun mas hermosa, con una amplia sonrisa se dirigía al instituto, saludando a todos sus compañeros que se iba encontrando por el camino. Una vez llegó... a lo lejos vio al director acompañado por una estudiante, era mas alta que el, de cabello negro azabache y de largo hasta la cintura, llevaba unas gafas que la cubrían los ojos. La rubia se seguía acercando hasta donde estaba el director, el director avanzaba en dirección a ella, una vez estuvo lo suficientemente cerca... con una sonrisa le dio los buenos días, el director hizo lo mismo, la morena miraba al frente pero se dio cuenta de que aquella mujer rubia no la quitaba ojo de encima y de giró para mirarla, la rubia no pudo ver sus ojos pero sabía que detrás de esas gafas había una mirada fría, casi se podría decir de desprecio. El director siguió su camino seguido por la alta mujer. Será una nueva estudiante?, pensó la rubia. Una vez todos en clase ya... unos golpes a la puerta interrumpieron la clase. La puerta se abrió y dio paso al director acompañado por esa misteriosa chica, la profesora pidió silencio en la clase para que el director pudiera hablar. - Buenos días a todos, perdón por la interrupción, pero hoy a ingresado una nueva estudiante en nuestro instituto y ha sido asignada a esta clase, espero que todos la ayuden en lo que necesiten y se comporten como buenos compañeros. Bien ahora la señorita María le dirá donde se sentará, eso es todo, buenos días. Tras estas palabras el director salió de la clase. Aquella chica estaba delante de toda la clase de pie, con la cabeza bien alta y aun con las gafas puestas. La profesora María se puso a su lado nos empezó hablar. - Bueno... primero bienvenida, ahora te importaría decirnos cómo te llamas? - Sam (dijo secamente). - Bien Sam, teniendo en cuenta que eres nueva que dejaré a cargo de Ray. La rubia se sobresalto al escuchar su nombre, se puso de pie y asintió con la cabeza. - Bien Sam, hay algo qué quieras decir? - Si.

- Bien... te escuchamos. - Si alguien intenta vacilarme lo lamentará. - Bu... buenos pues ya queda todo dicho, ahora siéntate al lado de Ray. La morena se sentó al lado de Ray, no se babía molestado en mirarla, Ray la miraba de reojo, la morena se dio cuenta y giró para mirarla, con voz seca y fría la dijo... -

Tienes algún problema? No... ninguno. Y por qué me miras tanto? Curiosidad... supongo. Pues no seas tan curiosa, no me gusta que me miren. Perdona...

La profesora llamó la atención de la nueva joven. -

Sam... Si? Aquí no te haran falta las gafas. Siempre las llevo. Eres ciega? No. Entonces quítatelas.

Sam se quitó las gafas y dejó a la vista unos preciosos ojos azules. Ray la miró de reojo, no alcanzó a ver el color de sus ojos, pero si pudo ver un moratón alrededor del ojo, giró la cabeza con asombro para mirarla mejor, la morena que se percató de ello... giró la cabeza también para mirarla frente a frente. Sus ojos se encontraron por primera vez, unos ojos verdes se perdieron por esos ojos azules tan profundos, se miraron unos instantes hasta que la profesora las sacó de su silencio. -

Vaya Sam... cómo te has hecho eso? Eso no es asunto suyo. Lo se... pero me gustaría saber por qué una de mis alumnas viene con un ojo morado. Ya le he dicho que no es asunto suyo, por favor no insista mas. Esta bien, pero ya hablaremos de esto.

La clase continuo tranquila hasta la hora del patio, todos los alumnos fueron saliendo al patio, Sam no tenía prisa, así que espero a que salieran todos, una vez fuera se sentó en un árbol, no le gustaba la compañía de nadie, así que estaba hay sola contemplándolo todo. A lo lejos pudo ver a aquella chica rubia de ojos verdes. Vio que estaba sola también pero no por mucho, dos chicos se la acercaron y a ella no parecía agradarle. Vio como Ray se levantaba para alejarse de esos dos chicos pero ellos no dejaban de seguirla, ella se paró en seco y empezó una discusión. - Oye, por qué no me dejáis en paz? - Por que eres muy guapa y queremos que vengas con nosotros (dijo sonriendo y mirando a su compañero). - Lo siento pero no pienso ir a ningún lado. - Si no vienes por las buenas vendrás por las malas. - Ah si? Y qué vais a hacerme? Uno de los chicos la agarró de la muñeca y empezaron a forcejear, de repente sintió como el otro muchacho la agarraba de la otra muñeca, cuando ambos iban a iniciar la marcha para llevársela pero antes de que eso ocurriera... Ray pudo ver como una larga pierna pasaba por delante de ella y se

incrustaba en la cara de uno de los jóvenes, el chico cayó al suelo sangrando abundantemente de la nariz, el otro joven intentó golpearla pero un rápido puñetazo hizo que el chico cayera al lado de su amigo. Ray no creía lo que veía, con los ojos como platos se quedó mirando fijamente Sam... que con fría mirada y una voz segura amenazó a los chicos. - Si veo que la molestáis de nuevo... no respondo, esta claro? - Sss... si, si. Los jóvenes salieron corriendo con la mano en la nariz. Sam miró a Ray que aun no había salido de su asombro. Con una voz mas suave le preguntó... - Estás bien? - Yo... si, si... gracias por tu ayuda. - No ha sido nada. La morena se dio la vuelta y se dispuso a irse cuando Ray la agarró del brazo, la morena se giró y miró a la pequeña rubia. -

Pasa algo? No... es solo que... Qué? Que... si querías que pasáramos el patio juntas. Escucha... que te haya ayudado no significa que seamos amigas. Yo... lo se... perdona, no quería molestarte.

Ray se fue algo triste, quería conocer a aquella joven, pero sabia que no seria fácil, tenia un carácter muy fuerte. La morena vio como se iba la joven, en el fondo se sintió mal al decirle eso... pero no quería tener amistad con nadie, si se enterara de lo que es realmente... seguro que no querría ni hablarla, así que sería mejor no encariñarse con ella. Sonó la campana para indicar que ya habían terminado las clases, Ray estaba metiendo sus libros en la mochila cuando escuchó... - Hasta mañana. Acto seguido la morena agarró su mochila y se fue. Ray sabía que no la había tratado bien, pero solo con esas palabras se olvidó de lo anterior, una vez cogió todo salió corriendo para ver si podía alcanzar a la morena, la vio caminar a lo lejos, asi que corrió cuanto pudo para llegar hasta ella, una vez se puso a su altura la miró y dijo... - Hasta mañana Sam. Y le dio una de sus increíbles sonrisas, Sam en ese momento no fue consciente y le devolvió la sonrisa. Ray quedó muy sorprendida, tanto por que le devolviera la sonrisa y porque tenía una sonrisa increíble. Ray echó a correr feliz por lo que acababa de pasar, una vez que desapareció delante de Sam... los pensamientos de la morena empezaban a hablarla... - Vaya por que la habré sonreído?, seguro que ahora se ha hecho ilusiones y mañana intentará ser amiga mía... pero es que ella es tan distinta... no creo que deba pero... en parte me siento a gusto con ella. La morena se volvió a perder en las tinieblas de aquel callejón, pero antes de que se adentrara... el hombre que salió anteriormente de la multitud de la gente para entregarla el dinero apareció delante de ella.

-

Esta noche hay una pelea... y se juega bastante dinero, quieres participar? Quién es el luchador? Desde cuándo te interesa eso? Desde nunca. Participarás? Claro. Muy bien, en una hora donde siempre. Ahí estaré. Apostaré por ti... así que ya puedes ganar. Alguna vez he perdido? No. Pues entonces no te quejes. Suerte. No me hará falta. Jajaja... seguro que no.

Y el hombre se fue, Sam se fue para prepararse, hizo una serie de calentamientos y a la hora que le dijo el señor ella ya estaba allí. En señor hacia las apuestas entre la multitud, los que ya conocían a Sam apostaban por ella, pero los nuevos apostaban por la persona que pareciera mas fuete, en este caso apostaron por la contrincante de Sam, era una mujer de su misma estatura, de piel negra y sobre todo muy musculosa, en sus manos llevaba cadenas, estaba permitidas las armas pero Sam prefería usar sus manos para la lucha. Una vez que iniciaron el combate Sam le dio un puñetazo en el estómago pero la mujer ni parpadeo, al ver que no le hizo nada le dio una fuerte patada en un costado pero la mujer ni se movía, simplemente se reía. Sam estaba perdiendo la paciencia, no aguantaba que nadie se riera de ella, pensó en hacer un combinado de puño y patada que era lo que mejor se le daba, peor cuando se disponía a hacerlo... sintió como todas sus costillas se partían, la mujer le dio un fuerte golpe con las cadenas, Sam cayó de inmediato al suelo, la mujer se acercó hasta ella y la rodeo el cuello con las cadenas, una vez la tenía bien sujeta la levantó y la sostuvo en el aire con una mano mientras que con la otra le daba puñetazos en el estómago y en la cara, Sam no paraba de sangrar, por la nariz, por los ojos y echaba sangre por la boca. Una vez se cansó de golpearla la dejó caer al suelo, Sam se retorcía de dolor pero no se iba a rendir, se levantó con mucha dificultad, tenía un ojo cerrado y por el otro no veía mucho por que estaba bañado en sangre, a pesar de todas sus heridas sacó fuerzas y le dio con su talón en la rodilla de la mujer partiéndosela. La mujer gritaba en el suelo de dolor y no tenía intención de levantarse, así que Sam volvió a ser ganadora. El hombre que hacia las apuesta le dio el dinero y le ofreció su ayuda. -

Déjame que te ayude. No... no es necesario... Mírate, casi ni te tienes en pie. Estoy... bien, solo necesito un poco de agua y unas vendas. Iré a por ello, no te muevas. No podría...

El hombre fue a por lo que necesitaba Sam, una vez lo consiguió... la ayudó a limpiarse las heridas y le vendó las costillas, parte del pecho, una mano y un tobillo. El hombre sabía que eso no sería suficiente y le compró unos calmantes para el dolor. Sam no pasó una noche muy agradable, pero dentro de lo que cabía demasiado bien la pasó. Por otro lado... Ray se pasó la noche pensando en Sam, le parecía una mujer dura, fría... pero sabía que detrás de ese escudo había una chica dulce y amable. Deseaba verla de nuevo, necesitaba verla otra vez. El día siguiente llegó, Ray iba corriendo a clase porque tenía muchas ganas de ver a Sam, cuando llegó

allí no la vio por ningún lado, su cara ya no era la misma que cuando llegó. Antes de entrar en clase miró por los pasillos, por los baños y por el patio, pero ella no estaba, entró a clase bastante desanimada. Una vez comenzó la clase... ella estaba distraída mirando el pupitre de al lado, donde se sentaba ella... Sam, unos golpes a la puerta la sacaron de su pensamiento y miró al frente como los demás. Vio entrar a Sam, que se paró para hablar con la profesora pero no logró escuchar nada... hablaban muy bajo, de repente Sam se giró para ir a su asiento, su cara sostenía una sonrisa... una sonrisa que se borró de inmediato al ver su estado. Con una mano se agarraba las costillas, la otra la tenía vendada y con ella sostenía la mochila, andaba muy despacio y venia cojeando, no logró verle la cara porque tenía la cabeza agachada. Sam llegó hasta su pupitre y con mucho cuidado empezó a agacharse para sentarse, Ray pudo ver la cara de dolor que Sam tenía, justo antes de sentarse Sam soltó un pequeño gemido que solo alcanzó a oírlo Ray. La pequeña rubia estaba entrando en una angustia que nunca antes había experimentado, quería ayudarla, quería hacer algo para calmar su dolor. Sam se dio cuenta que Ray la estaba mirando, pero no quiso girar para que no le viera la cara, tenía un ojo cerrado por el hinchazón, una de sus mejillas estaba morada y tenía el labio partido. Con su pelo logró hacer un muro entre ella y Ray, asi no podría verle la cara. Sam apoyó su mano vendada encima de la mesa, con la otra aun se sujetaba las costillas y tenía una mueca de dolor en su cara. Ray observaba atentamente la mano que estaba encima de la mesa, pudo ver sus dedos, estaban morados por la presión de la venda. No sabe de donde salió ese impulso... pero no se negó a el, una de sus manos se posó cuidadosamente encima de la de Sam, al sentir el contacto la morena se giró para mirarla olvidándose de su cara, cuando sus ojos se volvieron a encontrar... los de Ray se humedecieron al ver la cara golpeada de Sam, se llevó una mano a la boca y movió su cabeza en forma de negación, Sam se dio cuenta del error que había cometido al mirarla, agachó su mirada y poco a poco giró su cabeza para mirar de frente otra vez, Sam apartó su mano de la de Ray, tras este acto a Ray le comenzó a caer una lágrima por su mejilla. Sam se dio cuenta y con dificultad sacó un cuaderno de su mochila, lo abrió por la mitad y escribió algo en é, después lo empujó hasta donde estaba Ray, la muchacha sorprendida bajo su vista para leer lo que había puesto. - Por qué lloras? Ray sacó un lápiz de su estuche para escribir en el cuaderno y después pasárselo a ella. -

Por ti. Por mi no te preocupes. Lo siento, no puedo evitarlo. Deja de llorar. Quiero ayudarte. No necesito ayuda, estoy bien. Eso no es verdad, estas herida. Eso no es problema tuyo. Lo se, pero quiero ayudarte... por favor. Ya te he dicho que no es necesario. No te dejaré en paz hasta que me dejes ayudarte. Siempre eres tan pesada? Si, y eso no es mas que el principio, lo puedo ser mucho mas. Dios me libre... Déjame ayudarte... y te librarás. Esta bien, a la hora del patio necesito apretarme mas unas vendas, podrás ayudarme. Gracias. A ti... por ofrecerte a ayudarme. Puedo hacerte una pregunta? Si, otra cosa es que la conteste... Qué te a pasado? Prefiero no contestar. Te maltratan tus padres?

-

Mis padres murieron hace años. ... lo siento Será mejor que atendamos en clase. Esta bien.

Y así dejaron de escribir en el cuaderno. Ray estaba contenta por dentro porque Sam la había dejado ayudarla. Por otro lado Sam también estaba contenta porque Ray la iba a ayudar. Ambas tenían ganas de que llegara la hora del patio para estar la una con la otra. Por fin llegó la hora del patio, Ray se levantó rápidamente para ponerse al lado de Sam para ayudarla a levantarse, pasó una mano por la cintura de la alta morena pegándola a su cuerpo, Sam pasó su brazo por los hombros de la pequeña rubia, a ambas les gustaba sentir el cuerpo de la otra pegado al suyo, despacio fueron hacia el baño, de vez en cuando Sam soltaba un gemido de dolor y Ray trataba de calmarla con palabras amables, una vez que llegaron al baño Ray se disponía a ayudar a Sam. - Bueno... qué vendas son las que hay que apretar? - Estas... Sam se quitó la camisa quedándose solo en sujetador, tenía una venda que le tapaba las costillas y parte del pecho, Ray se acercó a ella y empezó a quitarle la venda para después ponérsela adecuadamente. Una vez se la quitó... Sam dejó de sentir la presión en ella y un fuerte dolor que la hizo caer de rodillas, inmediatamente Ray se agachó y vio la cara de sufrimiento de Sam, Ray no pudo evitar abrazarla con mucho cuidado, la alta morena hundió la cara en el cuello de Sam, no podía hacerse la dura... no con ella, Ray le acaricio el pelo tiernamente mientras le decía palabras de consuelo en su oído. -

Tranquila... verás como pronto te recuperarás. Si... (dijo casi en un susurro). Oye... esto no se te curará con un simple vendaje, qué te parece si vamos al médico? No, de ninguna manera, no pienso ir a ningún hospital. Pero.. He dicho que no. Está bien... entonces ven a mi casa, mi padre es médico, seguro que podrá ayudarte. Te lo agradezco pero no quiero ser una molestia. No lo serás, por favor... ven a mi casa después de clase. Serviría de algo qué me negara? No. Está bien... iré a tu casa. Estupendo, entonces déjame que te coloque el vendaje hasta entonces. Si...

Ray empezó a ponerle el vendaje cuidadosamente, las manos de Ray rozaban la piel de Sam, ambas sintieron algo especial con ese pequeño contacto, la pequeña rubia se pegó mas al cuerpo de Sam para pasarle la venda por detrás, con sus brazos rodeo la cintura de Sam, sus labios rozaron su clavícula, Sam no pudo evitar soltar un gemido, Ray levantó la cabeza muy despacio a escasos centímetros de sus labios preguntó... - Te... te hice daño? - No... tranquila. Se quedaron así por unos instantes, de repente se abrió la puerta del baño, ambas giraron la cabeza para ver quién era, dos chicas de su misma clase se las quedaron mirando, Sam estaba en sujetador y Ray estaba abrazada a ella, las chicas si miraron y salieron corriendo del baño, inmediatamente Ray y Sam se separaron, Ray ayudó a Sam a levantarse y a ponerse la camisa.

- Gracias. - De nada. - Esas dos chicas... - Si, son de nuestra clase y por cierto son los dos megáfonos de cotilleos de clase. - Entonces después de lo que han visto ya nos podemos preparar para las miradas y los cuchicheos. - Si... pero bueno, ya se les olvidarán cuando encuentren otro cotilleo. - Eso espero. - Aun quedan quince minutos de recreo, quieres que vayamos al patio? - No creo que sea muy buena idea que vayamos juntas a todos lados. - Te importa lo qué diga la gente? - No. - Pues ya está. - Ya está qué? - Que no te voy a dejar tal y como estas, casi ni te tienes en pie. - Puedo arreglármelas sola... gracias. - Siempre tienes qué hacerte la dura? - Yo no me hago la dura. - Claro que si. - No. - Si! - Qué no! - Sabes... así no llegaremos a ningún lado, será mejor que me dejes ayudarte o tendrás que aguantarme todo el día. - OH! Esta bien, esta bien. - Vamos. Ray pasó su brazo por la cintura de Sam y cogió su brazo poniéndolo encima de sus hombros. -

Es necesario qué vayamos así? Claro qué si!, si no de qué serviría que fuera contigo? Estoy contigo para ayudarte. Ah... pensé que estabas conmigo porque te gustaba mi compañía. Claro que me agrada tu compañía, a ti... te agrada la mía? Si.

Ambas se pararon en mitad del pasillo y se quedaron mirando, Sam ya no quitaba los ojos de los labios de Ray, y Ray a los de Sam, por un momento Ray se mordió el labio inferior y Sam abrió un poco sus labios para dejar pasar aire. - Sabes... será mejor que cojamos nuestras cosas y vayamos directamente a mi casa para que mi padre te mire eso ya. - Solo tenemos diez minutos para coger las cosas y salir de aquí sin que nos vean y al paso que yo voy... - Tienes razón... podrás bajar tu sola hasta la puerta? Yo mientras cogeré nuestras cosas, nos veremos abajo. - Vale, te espero abajo. Ray corrió a clase a coger las dos mochilas mientras Sam iba a la puerta para salir, Ray cogió su mochila y se la colocó en el hombro, cuando se disponía a meter un libro en la mochila de Sam pudo ver que en su interior babía una venda llena de sangre, prefirió dejarlo como estaba. Una vez lo tenía todo... salió corriendo para la puerta donde la estaba esperando Sam. Una vez que salieron del colegio y llegaron a casa de Ray... Sam esperaba sentada en el sofá mientras Ray hablaba con su padre. - Papá necesito tu ayuda.

-

Qué pasa hija? Tengo una amiga que esta muy mal herida, pero no quiere ir a ningún hospital, podrías mirarla tu? Esta bien, dónde esta? Esta en la sala esperando. Vamos a ver...

Ray y su padre se dirigieron a la sala donde estaba Sam, una vez allí el padre saludo a Sam. -

Hola, soy el padre de Ray. Hola señor. VAYA! Qué te ha pasado? He tenido un accidente... nada mas. A ver, déjame ver...

El padre de Ray empezó a examinarle las costillas, la cara, la muñeca y el tobillo. - Y que clase de accidente has tenido? - Esto... me... me caí por las escaleras. - Tienes cinco costillas rotas, esguince en muñeca y tobillo, un ojo que parece un molón y el labio partido, está claro que esto no ha sido una caída. - Entonces? (dijo Ray). - Estos golpes son señal de que te han dado una paliza... me equivoco? - ... no señor. - Vas a tener que guardar cama, si sigues andando por ahí te pondrás peor, en tu casa hay alguien qué te cuide? - No... vivo sola. - No tienes nada de familia? - No señor. - Deberías ir a un hospital, allí te cuidaran. - No hace falta, se cuidarme sola. - Eso esta bien, pero esas heridas tiene que curarlas alguien. - Papá... - Dime hija. - Podría quedarse aquí hasta qué se recupere? - No por favor, ya me han ayudado bastante, no quiero ser una molestia. - Por mi está bien hija, ahora debes convencer a tu amiga. - Sam sabes que no tienes nada que hacer discutiendo conmigo. - Lo se... pero de verdad... - Nada, te quedas y punto. - Yo que tu me rendiría cuando algo se le mete en la cabeza no hay quien se lo saque. - Desde luego... esta bien, me quedaré. - Muy bien, Ray hija, ven y prepara un baño de agua bien caliente. - Si papá - El agua caliente te sentará bien al cuerpo Sam. - Gracias señor. - Después te colocaré las vendas y te recetaré unos medicamentos. - Se lo agradezco mucho señor... de verdad. - Bien ahora me voy a acabar de hacer unas cosas, cuando estés listas dile a Ray que te lleve a mi despacho. - Bien. El hombre salió de allí al tiempo que entraba Ray y se sentaba al lado de la morena.

-

Ray no era necesario. Si que lo era Sam, quiero ayudarte. Ya me has ayudado mucho. Somos amigas no?

Amigas... esa era una palabra que Sam no había conocido hasta ahora, pero a pesar de que nunca le gustó... viniendo de la boca de Ray esa palabra le fascinaba. - Si... claro. A Ray se le iluminó la cara, por fin la había aceptado como amiga, eso ya era un paso mas, sabía que con el tiempo que pasara en su casa podría conocerla un poco mas... y finalmente poder llegar a ser buenas amigas...o algo mas? - El baño ya está listo, acompáñame te diré dónde esta. - Gracias. Ray ayudaba a Sam a llegar al cuarto de baño, la alta morena se apoyaba en la pequeña rubia. - Bueno, ahí tienes todo, si necesitas algo llámame. - Lo haré, gracias. Ray salió de la habitación y se fue a la de al lado por si Sam la llamaba, Sam con cuidado se empezó a quitar las vendas y la ropa, con cuidado se fue metiendo en el agua, su cuerpo se resentía por el agua caliente, estaba tan concentrada en el dolor de sus costillas que no se acordó del esguince de su pie, al apoyarlo sintió un fuerte dolor y no pudo mantener el peso sobre ese pie, cayó de golpe al agua a la vez que su garganta emitía un grito de dolor. Ray lo escuchó perfectamente y salió corriendo de la habitación de al lado para ver que le había pasado a su amiga. Cuando entró en el baño se encontró a su amiga de rodillas dentro de la bañera abrazándose a si misma, Ray corrió a su lado olvidando la desnudez de su amiga. -

Estás bien? S... si, solo pisé mal. Esto... quieres... quieres qué te ayude? No quiero incomodarte. Tranquila, no me incomoda.

Ray puso una de sus manos encima del hombro desnudo y mojado de Sam, la alta morena le respondió con una leve sonrisa. Ray cogió una esponja y con lentos movimientos empezó a frotar la espalda de Sam, la esponja se deslizaba suavemente por la piel de la alta morena, cuando llegó al costado... salió un gemido de la boca de Sam producido por el dolor. -

Lo siento... te hice daño? No, no tranquila. Si te hago daño... no dudes en decírmelo. Eres muy amable conmigo. No es nada. Por qué me ayudas? Porque te considero mi amiga. Gracias...

Se quedaron mirando fijamente a los ojos de la otra.

- Tienes unos ojos preciosos... - Tu también (dijo la morena suavizando su mirada). Ambas se quedaron mirando, la mano de Ray se elevó hasta la mejilla de Sam, posó su mano en la cara acariciándola suavemente. Sam cerró sus ojos y pegó su cara mas a la mano de la rubia y en un susurro dijo. - Nunca nadie había sido tan hable conmigo... - De verdad? - Si. - Lo cierto... es que intimidas, a lo mejor es por eso que no se te acerca la gente. - No lo se... pero mis padres tampoco me dieron cariño, por eso no estoy acostumbrada... gracias por serlo conmigo (aun apoyada en su mano). - No tienes que darlas... (dijo en un susurro). Sam subió la vista para encontrarse con esos preciosos ojos verdes, se miraron durante unos breves instantes que para ellas fueron una eternidad, Sam y Ray se fueron acercando...

Segunda parte Estaban a pocos centímetros la una de la otra, ambas se miraron durante unos instantes. -

Tu ojo... tiene muy... mala pinta (dijo la rubia). Si... Será mejor... que salgas ya del agua. Si, o me quedare como una pasa.

Ambas chicas sonrieron y poco a poco se fueron alejando la una de la otra. - Puedes ponerte de pie? - Creo que si. Sam intentó levantarse y con una visible mueca de dolor lo consiguió, Ray que volvió a contemplar su cuerpo magullado pero desnudo se ruborizo un poco. -

Si te incomoda puedes irte, pobre arreglármelas. No te preocupes, me quedo a ayudarte. Gracias. No hay por que.

Sam rodeo la toalla en su cuerpo y con ayuda de Ray, una vez estaba seca y con la ropa interior puesta, Ray llamó a su padre para que la empezara a curar. Ray espero fuera mientras su padre la curaba, de vez en cuando oía algún que otro grito de Sam, después de un rato su padre salió de la habitación. - Qué tal estas? (preguntaba la rubia preocupada). - Con lo que la he hecho de pondrá bien, necesitara tiempo y cuidados, pero se recuperara al cien por cien. - Gracias papá, puedo pasar a verla? - Ha perdido el conocimiento por el dolor, pero si quieres pasar puedes hacerlo, y ya que estas intenta averiguar quien le da tales palizas, esta vez a tenido suerte pero la próxima tal vez no pueda hacer nada.

- Lo intentaré, gracias. Ray le dio un beso en la mejilla y entró en la habitación. Sam estaba inconsciente tal como había dicho su padre, se acercó a ella despacio y la observó detenidamente, a pesar de los golpes era preciosa, cogió una silla y se sentó a su lado y se quedo largo rato mirándola. El tiempo fue pasando, Sam se quedaba en la cama mientras que ray iba a clase todos los días, pero siempre volvía pronto para estar con Sam, poco a poco se fue recuperando, ya había pasado un mes, Ray y Sam se conocían mucho mas, pero Sam se cerraba cuando Ray le preguntaba por sus golpes. Aun que aun no se habían dado cuenta... con el tiempo que paso ambas se cogieron mucho cariño. Sam se disponía a volver a clase otra vez, como ya estaba recuperada eso significaba que ya no hacia falta que se quedara en la casa de Ray, ese día Sam se despidió y agradeció a los padres de Ray todo lo que habían echo por ella, justo cuando Sam salía de la casa se encontró con Ray. -

Ya te vas? Si. Ah... Qué? Es que... Qué pasa? Que... te voy a echar de menos. Ah... esto... yo... yo también a ti. Seguro que si...

Dijo en tono sarcástico, Sam enarcó una ceja y la miro muy seria. -

Quiero decir... que si, claro, jejeje. Bueno... pues nos veremos mañana en clase. Si... Quería decirte que... Dime! Bueno que... gracias por todo. No tienes que darlas, somos amigas no? Claro... amigas. Quieres que te acompañe hasta tu casa? No no, gracias, no hace falta. Esta bien...

Sam pudo ver la expresión triste de Ray, ella la había ayudado mucho, no quería mentirle, pero no podía dejar que supiera como vivía ella. - Bueno, pues hasta mañana (dijo la morena). - Hasta mañana... Sam pasaba por su lado cuando se agachó y le dio un beso en la mejilla a Ray, la pequeña rubia se quedó mirando como Sam se iba y con una sonrisa en sus labios entró en casa. El día siguiente llegó, Ray salía de su casa cuando vio una alta morena en la puerta. - Sam... - Hola. - Qué haces aquí?

-

Bueno... pensé que no te importaría que fuéramos juntas a clase. Claro!, vamos. Qué tal pasaste la noche? Bien, y tu? Bien, aunque se me hizo raro no escucharte hablar por las noches. Jajaja, en el fondo me echas de menos. Puede ser, con tus historias me quedaba dormida en un momento, ahora tardo mas. Que graciosa. Démonos prosa o no llegaremos. Si, vamos.

Las clases acabaron, ellas estuvieron juntas en los patios y ahora, Sam iba a acompañar hasta casa a la joven rubia, hasta que nada mas salir del colegió una voz llamó a Sam. -

Sam. Qué haces aquí? Tengo información para ti. Habla. Será mejor que lo hagamos en privado. Está bien. Ray espérame aquí un momento quieres? Claro.

Sam se alejó un poco, lo suficiente para que Ray no lo oyera, hablaron durante unos instantes y después el hombre se fue, Sam se acercó hasta Ray. -

Va todo bien? Claro, no te preocupes, oye hoy no podré acompañarte a casa, espero que no te importe. Tranquila. Es que... tengo algo muy importante que hacer, mañana nos vemos? Vale... (dijo con expresión triste).

Sam le dio un beso en la mejilla y salió corriendo, Ray la vio como se iba, quería ir detrás de ella pero se contuvo y puso rumbo a casa. Pasó una semana y Ray no sabía nada de Sam, no iba a clase ni nada, Ray lloraba de desesperación por que no sabía si le había pasado algo o simplemente ya no quería saber mas de ella. No sabía donde vivía, pero lo preguntó en secretaria, allí tampoco conocían el domicilio exacto, solamente que vivía por los barrios bajos. Ray decidió ir por allí y preguntar. Las calles estaban desierta, y la poca gente que había eran pobres y borrachos por ahí tirados, a lo lejos pudo ver a un hombre que mas o menos parecía normal, se acercó a él y pudo ver que era aquel hombre que visitó a Sam en la escuela, ella había desaparecido desde la visita de aquel hombre. -

Perdone!, podría ayudarme? Qué quieres jovencita? Estoy buscando a una persona. No deberías andar sola por aquí, esto es muy peligroso. Por favor, estoy buscando a Sam. A Sam? Si. Para qué? Es mi amiga, hace una semana que no se de ella y estoy muy preocupada (sus ojos se humedecieron).

- Ven conmigo. La rubia siguió al hombre, tras un corto paseo se fueron acercando hasta un sitio que al parecer había mucho alboroto, un círculo de hombres parecían contemplar algo, el hombre se metió entre la multitud y la rubia tras el, cuando por fin quedaron en primera fila para ver el espectáculo. - Ahí la tienes... Sam estaba entre el círculo de todos esos hombres gritando, llevaba un top blanco pero que ahora estaba rojo por la sangre, un pantalón corto ajustado a sus piernas, llevaba las manos vendadas y los pies también, sería para no hacerse demasiado daño, estaba luchando con un hombre musculoso, Ray no creía lo que veía, Sam esquivaba los golpes como podía, pero una patada en su estómago la hizo volar hasta quedar a los pies de Ray, Sam no la vio, se levantó como pudo y vomitó un poco de sangre, Ray no pudo evitar las lágrimas, y cuando vio que el hombre la golpeaba con un bate en la espalda Ray gritó con todas sus fuerzas. - SAAAAAAMMMMM!!!!!!!!! Sam la oyó y sangrando mas que antes, giró la cabeza para el lado de donde venía su voz, y la vio, estaba realmente angustiada, estaba llorando como nunca la había visto llorar, el hombre que agredía a Sam vio la escena e iba directo con el bate hacia la rubia, inmediatamente Sam se puso de pie como pudo y antes de que pudiera tocarla de una patada le rompió una pierna, el hombre gritó y cayó al suelo, después Sam cayó de rodillas, se acercó hasta el y lo agarró por el cuello. -

Dilo! No! Dilo o morirás! Me... me rindo.

Sam lo soltó y se quedó ahí de rodillas, inmediatamente la nombraron ganadora y Ray corrió hasta donde estaba ella y la abrazó con cuidado de no hacerla daño. - Qué... haces aquí? - Estaba muy preocupada por ti! Dijo llorando en el cuello de la morena, ella la rodeo con sus brazos intentando calmarla -

Sshhh, tranquila, no pasa nada. Por qué haces esto Sam? Ya te lo explicaré mas adelante, ahora vete de aquí. No, no me iré sin ti! Vete, esto es peligroso, podrían intentar matarte solo por ser mi amiga. Ven a casa conmigo. No, vete ya. NO!

Y se aferró mas al cuerpo de la morena. -

Llévatela de aquí! (dijo Sam al hombre que la trajo). Sam no hagas esto, te mataran. Escucha... nos veremos en unos días vale? Te mataran! Te prometo que te iré a buscar, confía en mi.

-

No se te ocurra romper tu promesa. No lo haré... Te quiero... (dijo la rubia en un susurro). Qué has dicho? Que te quiero (le dijo mirándola a los ojos).

Los ojos azules se acumularon de lágrimas y no pudo contenerlas. -

Por qué lloras? Nunca... nadie me había dicho algo parecido. Pues me alegro de ser la primera. Y yo...

Ray se acercó lo suficiente y rozó sus labios con los de ella, después se miraron y el hombre agarró a la joven rubia para llevársela, mientras se alejaban ninguna dejó de mirar a la otra, de repente Ray vio como el hombre que había derribado Sam se levantó y se disponía a darle en la cabeza con el bate, Sam le dedicó una sonrisa justo antes de que la cara de Ray se volviera puro pánico y gritaba nuevamente su nombre...

Tercera parte - SAAAAMMMMM! El grito de Ray fue pánico total, el hombre que la iba a dar con el bate decidió mejor cogerla presa, pasó el bate por delante de ella y empezó a estrangularla con él, Sam intentaba soltarse pero no podía, la tenía bien cogida, Ray intentaba soltarse del hombre para ir a ayudarla pero este no la dejaba. -

No intentes ir, te mataran pequeña. No me importa!, tengo que ayudarla. Estará muerta igual si te ve en peligro. Suéltame!

Un grito de Sam les llamo la atención. - LLÉVATELA DE AQUÍ! - SAAAAMMMMM!!! - Tenemos que irnos, vamos! El hombre empezó a forcejear pero fue inútil, Ray consiguió soltarse y correr hacia donde estaba Sam y aquel hombre. - SUELTALA! - dijo Ray entre lágrimas. - Vaya, vaya, qué tenemos aquí?, ésta es tu novia? Le preguntó a Sam apretándola mas el cuello, por la presión esta vomitó sangre, casi sin respiración Sam consiguió decir: - Ve... vete... Estaba a punto de desmayarse por falta de aire.

- DEJALA!, COJÉEME A MI SI QUIERES, PERO DEJALA YA! - Acepto el cambio. El hombre soltó a la morena dejándola tirada en el suelo tosiendo, inmediatamente agarró a Ray. - Creo que tu y yo nos lo pasaremos bien... jajajaja. Sam levantó la vista y vio como ese hombre se la llevaba y ella le gritaba al hombre que la trajo hasta aquí. - Por favor, cuida de Sam!, no dejes que siga en esto! La rubia miró a Sam que estaba en el suelo sangrando mucho. - Te quiero Sam... no lo olvides. Las palabras y las lágrimas de la rubia fueron como puñales en el pecho para Sam, la rabia y el amor la hizo olvidarse de sus heridas, se levantó con gran agilidad y echó a correr hacia el hombre. - SUELTALAAAA!!!!!!! El hombre tiró a Ray a un lado para recibir la embestida de Sam, que se le echó encima, los dos cayeron al suelo y comenzaron a rodar mientras forcejeaban, el hombre acabó encima de Sam, empezó a golpearla en la cara sin piedad, no había sitio en la cara de Sam donde no hubiera sangre, los ojos se la estaban poniendo en blanco, Ray aterrorizada por ver asi a Sam, corrió hasta el hombre tirándose encima de el, pero este de un golpe en la cara se la quitó de encima, Sam lo vio como pudo, una serie de imágenes con todas las expresiones de Ray, de todo el tiempo que estuvieron juntas pasó por su mente, cuando reía, cuando se enfadaba, cuando lloraba, cuando ponía morritos, cuando veía un helado... esas imágenes quedaron grabadas en su mente y... en su corazón, vuelta a la realidad Sam le dio un tremendo puñetazo el hombre que hizo que este se quitara de encima, el hombre rodó hacia a un lado y sacó de su cintura una pistola, apuntando a Ray que estaba en el suelo el hombre hizo detenerse a Sam. -

Si te acercas la mataré. Suelta la pistola - dijo la morena. Y si no qué?, la vida de esta perra no vale nada - dijo mirando a Ray. Tal vez para ti no, peor para mi si, déjala irse. Despídete...

El hombre agarró con mas firmeza la pistola y apuntó directamente a la cabeza de Ray, estaba a punto de disparar cuando Sam sacó una pistola y le disparó directamente a la cabeza. El hombre cayó redondo al suelo sangrando de la cabeza, Ray estaba impactada por lo que acababa de ver, miró hacia la morena... miraba hacia abajo, sus brazos colgaban en forma de derrota total, en una de sus manos aun estaba la pistola, pero que en pocos segundos no tardó en caer el suelo, Sam cayó de rodillas al darse cuanta de lo que acababa de hacer, había matado a un hombre, eso significaba la cárcel. Ray sangraba del labio, con los ojos llenos de lágrimas se acercó corriendo hasta donde estaba Sam, se arrodilló delante de ella, Ray con una mano levantó por la barbilla la cara de Sam, sus ojos se encontraron, los ojos de Sam estaban nublados, había perdido ese brillo, parecían muertos. - Yo... no... yo... Ray no la dejó hablar, la abrazó con todas sus fuerzas, Sam la correspondió al abrazo, ambas estaban

llorando la una abrazada a la otra, Ray gimoteaba palabras en el pecho de Sam. - Lo siento tanto Sam... si no fuera por mi esto no... - No digas eso!, esto no ha sido culpa tuya entiendes?, es mi culpa, yo soy la que esta metida en estos líos. - Pero si yo no hubiera venido a buscarte... - Habría dado igual, no te sientas culpable, hice lo que hice por salvar tu vida, y por ello no me importa tener que hacerlo una y mil veces. Ray se separó lo justo para mirarla a los ojos, el brillo había vuelto, vio la sinceridad en ese azul mar, entre lágrimas Ray consiguió sonreír, tirándose nuevamente a sus brazos, ambas mujeres se quedaron a si por unos minutos, sintiendo la una a la otra. Sam se separó despacio de ella y la miró a los ojos. -

Debes irte ya - dijo la morena con tristeza. Irme?, por qué?, ven conmigo - suplicó Ray. No puedo... Cómo qué no puedes? Yo...

Las sirenas de la policía anunciaba que se estaban acercando. - No... por favor, dime que no vas a entregarte. - Tengo que pagar por lo que he hecho - dijo suavemente. - Pero no fue culpa tuya!, ven conmigo, te lo ruego! Sam le acaricio la cara, con su pulgar limpio sus lágrimas, Ray agarró su mano y apoyó su cara en la palma de la mano de la morena, las sirenas se oían cada vez mas cerca. - Ted llévatela de aquí - dijo Sam al hombre. - Vamos pequeña, será mejor que no te vean o te involucraran. El hombre la agarró y empezó a tirar de ella. - No, no, no, por favor Sam! Ray agarraba fuerte la mano de Sam pero poco a poco se fue soltando y Ray era alejada de ella por Ted. Ted y Ray ya estaban lo suficientemente lejos para que la policía no les implicara, estaban escondidos detrás de una columna para ver que pasaba. La policía llegó y apuntando a Sam con las pistolas la obligaron a tumbarse en el suelo con las manos en la cabeza, los agentes se acercaron y la esposaron con las manos en la espalda, Ray estaba llorando, no quería separarse de ella, o al menos demostrarle cuanto la quería. Ray hechó a correr con todas sus fuerzas para donde estaba Sam, los pasos de Ray le basta a Sam para saber que venía corriendo hacia ella, Sam se giró justo a tiempo para recibir los labios de Ray en los suyos propios, Ray la besaba apasionadamente, la abrazaba por el cuello, Sam no podía abrazarla pero la devolvió el beso con la misma pasión, Ray se apretó contra ella todo lo que pudo, quería grabar ese momento en su mente, paso a paso, quería recordar cada movimiento, cada tacto de sus lenguas, de sus labios, Sam quería lo mismo y por ello se entregó de lleno en ese beso, lo dio todo, su alma, su corazón, su cuerpo y sobre todo su amor, el amor que sentía por Ray, sabía que gracias a eso podría soportar lo que le tocaría pasar ahora.

- Has visto eso?, ni mi mujer me besa asi - dijo uno de los policías que lo estaba viendo todo. - La mía tampoco... - dijo su compañero. El beso fue acabando, Ray se separó muy despacio de Sam, aun se rozaban los labios, cada una había memorizado cada detalle de ese momento en su mente, los sabores de sus bocas ahora eran uno, no lo olvidarían jamás. Las dos se miraban fijamente, ninguna pudo decir nada, sus miradas lo decían todo, los ojos azules fueron arrebatados de los verdes cuando un agente tiró bruscamente de ella para llevársela, Sam miraba hacia atras, quería mirarla hasta el último momento, Ray tampoco dejó de mirarla. Sam ya estaba en el coche, miraba por la ventanilla para ver a su amor por última vez en mucho tiempo, Ray se acercó y pegó una sus manos a la ventanilla, Sam no podía ya que tenía las esposas por detrás de la espalda, solamente la sonrío, ella se la devolvió. El coche arrancó dejando a una Ray muerta de dolor y de alegría a la vez, por lo que acababa de suceder. Llegó el día del juicio, Ray estaba en la sala acompañada de su padre, Sam estaba adelante, estaban apunto de decir el veredicto, instantes antes ella miró hacia atrás para ver esos preciosos ojos verdes, los encontró y eso fue todo lo que necesitaba en estos momento, la voz del juez sonó clara y firme. - El jurado ha decidido que Sam es... culpable por asesinato, y la condena son tres años de cárcel y dos años de libertad bajo vigilancia policial. Tras oír esas palabras Sam cerró los ojos, tres años, podría aguantar tanto?, Ray lloraba sin poder evitarlo. Cuando el guardia cogió a Sam para llevársela le pidió que la dejara despedirse de una persona, el aceptó, se acercó todo lo que pudo hasta Ray, estaba llorando, esos ojos verdes que tanto le gustaban estaban tristes... y por su culpa, el padre de Ray estaba detrás mirándolas, Ray se acercó quedando solo a unos centímetros de ella, Sam tenía las esposas puestas, pero esta vez las tenía adelante, agarró una mano de Ray, esta levantó la vista para mirar esos ojos por última vez en tres años. - Te escribiré... - dijo Sam en un susurro. - Mas te vale - dijo del mismo modo. - Podrías hacerme un favor? - Claro. - Cuando salgas, podrís decirle a Ted que venga a hacerme una visita?, vive a cuatro manzanas de tu casa, es una casa vieja y pequeña. - Cuenta con ello - dijo sonriéndole. - Gracias... Sam se estaba muriendo por besarla, pero no sabía si sería lo correcto con su padre ahí. - Puedo... puedo abrazarte? - preguntó tímida la morena. La rubia solo pudo llorar mas fuerte y tirase al pecho de la morena para abrazarla, Sam levantó los brazos y los pasó por encima de la cabeza de la pequeña, con las esposas no podía abrazarla de otra manera. Cuanto echarían de menos ese contacto, ese cuerpo, ese calor, Ray hundió su cara en el cuello de la morena, besó su cuello tiernamente, Sam la apretó mas contra si. - Venga acaba de despedirte, tenemos que irnos - dijo el guardia. Sam y Ray se separaron, se miraron muy de cerca y Ray tenía claro una cosa, y es que era que amaba a esa mujer y que no le importaba nada mas, se acercó mas a Sam y la besó, la morena se lo devolvió mas que encantada, el padre de Ray quería hablar pero no le salían las palabras, tras separarse el agente se llevó a Sam, Ray se giró para mirar a su padre, no sabría que le parecería lo que acababa de hacer.

-

Serás capaz de esperar tres años? - preguntó el padre. Por ella... esperaré lo que haga falta. Entonces... cuenta con mi apoyo hija. Gracias....

Ray no pudo contener las lágrimas, su padre la abrazó y la acunó hasta que se calmo. Una semana después, Ray recibió una carta de Sam, era imposible expresar tanta felicidad, nerviosa la abrió y empezó a leer:

"hola Ray!, qué tal estas?, espero que estés bien, yo a pesar de todo estoy bien, aquí tratan bien a los presos, aunque son todas presas. Te echo mucho de menos pequeña, solo puedo pensar en ti, tu pensamiento es lo único que me ayuda a estar aquí, a sobrevivir, porque aunque los guardias tratan bien a las presas, aquí cada una de ellas tienes sus reglas y sus terrenos, quiera o no tendré que utilizar la fuerza si quiero sobrevivir aquí, pero no te preocupes, estaré bien, me porto lo mejor posible, me ha tocado una compañera de celda que por lo menos ella parece algo normal, es amable conmigo y poco a poco nos vamos haciendo amigas, la he hablado de ti, ella es la única que sabe mi razón para vivir, para salir de aquí... qué tal vas con las clases?, alguien se mete contigo?, cuídate mucho vale? Y sobre todo recuerda que... te quiero Ray, un beso." Sam. De inmediato Ray se puso a escribir una carta para contestarla.

"Hola Sam!, yo estoy bien... bueno, echándote mucho de menos, cada día noto mas tu ausencia... me alegro de que al menos tengas una amiga, si pensar en mi te ayuda a sobrevivir no dejes de hacerlo, te quiero de nuevo conmigo y esta vez para siempre, prométeme que volverás, que no te meterás en líos?, Sam... si te pasara algo yo... por favor, vuelve conmigo, te necesito. Las clases me van bien y tranquila que nadie se mete conmigo, puedes estar tranquila. Te quiero Sam, un beso." Sam estaba feliz después de a ver leído la carta, de inmediato ella escribió otra para mandársela, pero esta vez no obtuvo respuesta, volvió a escribirle pero nada, no entendía lo que pasaba, por que Ray no contestaba a sus cartas, la angustia se fue apoderando de ella, ya habían pasado dos meses y no sabia nada de Ray, las ganas de vivir se fueron esfumando y con ellas todas sus ilusiones. Un día Sam recibió una visita, era Ted, les dejaron hablar a solas en una sala - Ted!, cuanto me alegro de verte. - Y yo a ti, oye... - Dime. - Qué pasa contigo? - Como que, qué pasa conmigo?, a qué te refieres? - Ray no deja de llorar, dice que ya no la escribes, que no contestas a sus cartas y que no quieres recibir sus visitas. - QUEEEEEEEEE??????????? Sam no creía lo que oía, no entendía nada de lo que estaba pasando, necesitaba saber que era lo que sucedía. - Pareces sorprendida - dijo Ted. - Claro que lo estoy!, llevo meses escribiendo a Ray, pero nunca me devolvió la carta, cada uno de los

putos días que llevo aquí me los he pasado pensando en ella!, pensé que ya no quería saber nada de mi las lágrimas comenzaron a caer de sus ojos. - Claro que si!, ella esta igual de mal que tu, en tu carta la dijistes que te habías hechado una amiga, pensó que como la tenías a ella ya no la necesitabas - dijo apenado Ted. - Oh dios mío!, algo esta pasando, alguien no quiere que sepamos nada la una de la otra. - Eso parece... - Ted, hazme un favor. - Dime. - Dile a Ray lo que está pasando, dile que la necesito mas de lo que se imagina, que la hecho muchísimo de menos, que quiero verla y que la quiero. - Se lo diré. - Otra cosa, dile que venga, pero ven tu con ella, si no le mentirán, yo siempre estaré dispuesta a verla. - Muy bien, yo te la traeré. - Muchas gracias por todo Ted. Con un abrazo se despidieron, ahora Sam tenía que averiguar quien era la persona que les estaba haciendo eso, pero si algo tenía claro... es que era alguien de ahí dentro. Ted fue a ver a Ray, tenía que contarle todo. - Ted!, que sorpresa. - Hola pequeña - Dime, querías algo? - Tengo algo que decirte. - Dime. - He ido a ver a Sam. - Qué?!, la has visto?, qué tal esta?, por qué no responde a mis cartas ni nada? - Tranquila, tranquila, Ray... ella esta igual de mal que tu, me a dicho que te ha estado escribiendo pero que tu no la contestabas ni nada, ella no a recibido tus cartas, ni la han avisado de sus visitas ni nada. - Pero como... - Sam me ha dicho que te diga que te hecha muchísimo de menos, que quiere verte, que te necesitas mas de lo que imaginas y que te quiere... Ray no pudo aguantar las lágrimas, lloraba de felicidad y de tristeza, quería verla cuanto antes. - Podemos ir mañana a verla? - Claro, mañana mismo iremos. Ray abrazó a Ted y lloraba de felicidad porque mañana por fin la vería. Sam estaba paseando por al patio de la prisión, iba con su compañera de celda Carla, de repente un grupo de mujeres se puso delante de ellas, estaba claro quien era la líder, era una mujer que pasaba los dos metros de alturas, estaba cuadrada miraras por donde la miraras, era puro músculo, tenía alguna cicatriz que otra, pero a pesar de todo eso no consiguió intimidar a Sam. -

Quieres algo? - preguntó la morena con voz firme. Si, quiero matarte - dijo aquella mujer. Y que es lo que te he hecho yo para que quieras hacer eso? Solo llevas dos meses aquí y te crees que puedes hacer lo que te da la gana? Apártate. Tengo algo que podría interesarte.

Se metió la mano en el bolsillo y sacó unas cartas. - Ésta que te escribe... debe ser tu novia no?, la pobrecita no entiende porque ya no le escribes - se empezó a reír y todas las mujeres que estaban con ella también. - Dame eso... ahora. - Y si no quiero? La morena estaba perdiendo la paciencia, quería esas cartas y las quería ya. - Por qué me las has robado? - Porque sabía que esto era importante para ti, y se que harás lo que sea por ello. - Cierto, haría lo que fuera por ello, lo que no entiendo es como has hecho para que no reciba visitas. - Eso es muy fácil nena, coges a algún policía novato, le pagas, lo amenazas y hace lo que le mandas dijo riéndose. Sam se acercó hasta ella hasta encararla. -

Pues mas vale que no vuelvas a meterte en mis cosas o te arrepentirás. Quieres las cartitas de tu novia? Si. Pues pelea. No. Por qué no?, de qué tienes miedo? No voy a luchar, dame las cartas ya. Ya te he dicho lo que tendrás que hacer para conseguirlas. Muy bien...

Sam hizo amago de irse, pero de repente se giró y le dio una patada en el estómago haciendola caer de rodillas, Sam se acercó y cogió las cartas y se dio la vuelta para irse. - Esto... no quedará asi... créeme. Sam se fue a su celda para leer esas cartas que tanto había esperado...

Cuarta parte Sam estaba tumbada en su cama, con una sonrisa miraba las cartas, las había leído una y otra vez, en ella podía ver el amor de Ray, la angustia, la necesidad, estaba deseando verla, hablarle, abrazarla. Cerró los ojos y lo primero que vió en su mente fue la sonrisa y esos ojos verdes, con una amplia sonrisa se quedó dormida abrazada a las cartas. Por fin llegó el día, Ray estaba muy nerviosa, salió de casa para irse con Ted que la estaba esperando fuera, había estado toda la noche pensando que la diría a Sam, deseaba abrazarla, eso era lo que mas claro tenía. - Hola Ted, qué tal? - Hola pequeña, bien, nerviosa? - Mucho!

-

Jajaja, Sam está deseando verte. Y yo a ella - dijo tímidamente. Venga, vamos. Si.

Ambos se pudieron en camino con destino a la prisión donde estaba Sam. Una morena de ojos azules estaba en su celda haciendo abdominales como hacia cada mañana, de repente sintió una gran presión en el estómago, la misma mujer que le había robado las cartas ahora estaba presionando su estómago con el pie. - Dejemos las cosas claras, no quiero que esa rubita se acerque por aquí, no quiero que te que llame, ni que te escriba, asi que mas vale que te despidas de ella si no quieres que... sufra un accidente. - No... te... atrevas ha... hacerle daño... - Pues si no quieres que nada malo le pase despídete de ella, que no vuelva mas por aquí, que no te llame, que no te escriba, esta claro? Sam solo la miraba con odio, sabía que tendría que hacerlo si no quería que nada malo la pasara. - Está claro? - Si... - Asi me gusta... jajajaja. La mujer le golpeó el estómago dejando a Sam si aire, una vez que salió de la celda, Sam se levantó con una mano en el estómago y se tumbó en la cama, se puso a pensar en lo que acababa de pasar, pero cómo la diría a Ray que no quería verla mas?, le haría mucho daño, pero si no lo hacía podría pasarle algo, y lo primero de todo era su seguridad, de repente un guardia entró en la celda. - Vamos Sam, tienes visita. - Quién es? - Lo verás cuando este allí. Extrañada Sam siguió al guardia hasta la sala de visitas, una vez que entró en la habitación sus ojos chocaron con unos ojos verdes, humedecidos por las lágrimas a punto de salir, pero muy intenso, Ray la miraba a la vez que empezaba a dar pasos, Sam empezó a andar, pero sus pasos tranquilos se volvió en una carrera desesperada, ambas se abrazaron con todas sus fuerzas, la rubia hundió la cara en el pecho de Sam y comenzó a llorar. - Sam... Dios, te he echado tanto de menos!!! - Ray... - la morena la apretó mas contra ella - perdóname por no contestar a tus cartas, alguien ha estado manipulando todo esto y no las llegué a recibir. - No pasa nada Sam, lo importante es que ahora estamos juntas... otra vez. - Ray, hay algo que tengo que decirte - dijo la morena separándose de ella. - El qué? - No... no quiero que vengas mas... - Qué estas diciendo? - preguntó confundida. - Que no quiero que vengas mas aquí, no me escribas y tampoco me llames. - Pero... por qué?, qué pasa?, he hecho algo mal?, vamos dímelo! - dijo llorando. - No, no has hecho nada - la morena le dió la espalda para que no viera sus lágrimas - simplemente ya no siento lo mismo por ti, quería verte una vez mas para darte las gracias por todo... nada mas... - No te creo. - Eso... es problema tuyo.

- Mírame, mírame y dime lo que me acabas de decir mirándome a los ojos. La morena no se giró, limpio sus lágrimas antes de que fueran vistas y endureció su rostro, tenía que aguantar, era por el bien de Ray. - Sam! Ray la giró y se la quedó mirando a los ojos, la mirada de la morena era fría, Ray no aguantó mas y la cogió de la cara con las dos manos y la besó profundamente, con fuerza, una vez que se separó volvió a mirarla. - Mírame y dime que no ha significado nada para ti. - ... lo siento. - Que sientes qué!?, maldita sea, cuando nos hemos visto me has abrazado con el mismo amor con el que te he abrazado yo. - Será mejor que te vayas ya. - Yo no me iré a ninguna parte hasta que me mires y me digas que ya no me quieres, que el beso que te he dado no significa nada para ti! Sam la miró directamente a los ojos y a la vez que habló una mano estrujó su corazón como si de una naranja se tratara. - Ya... no te quiero... Ray empezó a llorar tal vez como nunca lo había hecho, le habían roto el corazón por segunda vez, y se lo había roto la misma persona, Sam se moría por abrazarla y decirle que todo era mentira, que la quería mas que nunca, pero no podía. Sin decir mas Ray se fue girando para irse, Sam aun tenía la duda de si estaba haciendo lo correcto, cuando Ray se disponía a salir de allí, Sam tiró se su brazo y la besó apasionadamente a la vez que la abrazaba, sus lenguas chocaban una y otra vez, cada vez con mas fuerza, ambas gemían en cada movimiento, Ray enredó sus dedos en la oscura cabellera y presionó mas, quería estar todo lo posible dentro de ella, se besaron hasta no tener aliento, aun lamían los labios de la otra, cuando se separaron Sam la dijo: - Perdóname... tal vez algún día pueda explicártelo, adiós Ray... La morena salió de allí dejando a una rubia totalmente confundida, no sabía que pensar, por qué le dijo eso?, y por qué la besó de aquella manera?, si no la quería como pudo sentir tanto amor con aquel beso?, la duda seguiría existiendo en su corazón. Sam estaba en su celda, tumbada en su cama, las lágrimas caían de sus ojos, quería a Ray con todas sus fuerzas y la idea de estar tanto tiempo sin saber nada de ella, sin decirle que la quiere... era doloroso, pero mas doloroso era pensar que ella rehaga su vida con otra persona, eso le destrozaba el alma, siempre guardaría la esperanza da estar con ella otra vez. El tiempo fue pasando, Sam tuvo el suficiente para entrenarse, para pensar, para estudiar y sobre todo para amar, habían pasado dos años, y seguía amando a Ray, no había pasado ni un día sin que pensara en ella, ahora era una mujer mas fuerte, tanto física, como mentalmente, aunque también se había vuelto mas tierna, mas amble, mas romántica, hoy le daban la libertad, por fin... después de tanto tiempo, Sam había tenido muchos problemas con aquella mujer, antes de salir de allí ella le juró que

cuando saliera iría por ella. Sam ya estaba fuera, con una amplia sonrisa se dirigió al que antes era su hogar, aunque aquel sitió no le traía buenos recuerdos, seguramente Ted estaría por allí aun con los luchadores haciendo apuestas. Una vez que llegó tal y como pensaba allí esta su viejo amigo. -

Ted... Sam!, que sorpresa, por fin te soltaron? Tu qué crees? Jajaja - ambos se dieron un abrazo. Qué tal te ha ido? No me puedo quejar, aunque aun no he encontrado un luchador tan bueno como tu. No hay un luchador mejor que yo - dijo guiñándole un ojo - por cierto... sabes algo de... La vi hace poco, esta hermosa, sigue viviendo en el mismo sítio, ve a verla. No se... no creo que quiera verme. No pierdes nadada por intentarlo. Tal ve... tienes razón, iré a verla. Entonces buena suerte. Gracias... la necesitaré.

La morena se fue a casa de Ray, estaba muy nerviosa, no sabía que reacción podría tener, pero ella la amaba, y estaba dispuesta hacer lo que fuera por recuperarla. De camino a casa de Ray vio una heladería en la que se decía que se necesitaba personal, Sam entró para ver si podía conseguir trabajo, afortunadamente la señora de allí era una mujer muy amable y la dió el puesto. Sam ya estaba algo mas animada, ya tenía trabajo y ahora solo esperaba que Ray aun la amara. Una vez que llegó se paró delante de la casa, le temblaban las piernas, pero pensó que era ahora o nunca, con mano temblorosa llamó a la puerta, no tardaron en abrir, el padre de Ray ya estaba frente a ella. -

Hola señor... Sam... será mejor que te vayas de aquí. Por favor, permítame hablar con Ray un momento. Ya le hiciste bastante daño en su día, vete y no vuelvas. Entiendo... al menos dígame si ella esta bien. Si, ahora esta mejor. Gracias, perdone las molestias. Adiós Sam.

Sam se fue de allí abatida, tenía tantas ganas de volver a verla, por un momento alzó la vista y miró la ventana de la habitación de Ray, en ese momento la rubia miraba por la ventan, sus ojos se abrieron como platos al ver aquella figura, no logró reconocerla, pero a primera impresión parecía ella, Sam no logró verla, asi que se dio la vuelta y se fue, Ray miraba atentamente a aquella mujer, se parecía tanto a ella... se había puesto nerviosa, el corazón la latía muy deprisa, después de tanto tiempo, volvió a tener esa sensación que solo sentía cuando estaba con ella. Ya era de noche, Sam se esta preparando para luchar, tenía que sacar algo de dinero, ya que no tenía ni para comer, Ted lo organizó todo, una vez que llegó la hora de la pelea Sam vestía con sus prendas mas cómodas, un top, pantalón corto, y unas vendas en las manos y en los pies, se ve que los años en la

cárcel no le habían hecho perder su forma, ahora tenía los músculos algo mas marcados, tampoco exagerado, pero se veía mucho mas en forma que antes. El otro luchador era un hombre con bastante músculo, pero a Sam no le costó nada derribarlo, con solo dos patadas lo dejó en el suelo, Ted se había sorprendido, se nota que había estado entrenando. Ted le dió su dinero y ambos se despidieron, a Sam no le quedaba otra que pasar la noche como en los viejos tiempo, entre cartones. Un día nuevo llegó y con él, el primer día de trabajo, a Sam no se le daba mal del todo servir helados, le costaba un poco coger bien una bola, pero poco a poco le iba saliendo, ya había pasado una semana, hoy Sam le tocaba trabajar turno completo, tras una dura mañana Sam se sentó un rato para descansar, de repente las puertas se abrieron y una risa muy familiar entró por los oídos de la morena, su corazón se agitó y su respiración se hizo mas profunda, alzó la vista y pudo ver una rubia de pelo corto y ojos verdes, unos ojos que no fue capaz de olvidar en todo este tiempo, estaba preciosa, mas que antes, ahora parecía mas mujer. Sam miró a su lado y pudo ver que iba de la mano de un chico, ambos sonreían, parecían felices..., Sam tenía muchas ganas de llorar, pero se tuvo que contener, carraspeando un poco para aclararse la voz Sam les preguntó: - Qué les pongo? Aquella voz... la rubia sintió que se mareaba, su corazón se paró por unos instantes, le pareció tan increíble que tuvo que alzar la vista para verlo con sus propios ojos, después de tantos años sus miradas se volvieron a entrelazar como si fuera la primera vez, ninguna podía hablar en es momento. El chico que iba de la mano de Ray dejó de sonreír y se fijó como Ray y aquella chica se miraban. Tras mirarse unos instantes la rubia fue la primera en hablar. -

Sam... Hola... Ray. La conoces? - preguntó el chico. Si... Nos conocemos - dijeron ambas a la vez. Pues encantado, yo soy Armando, el novio de Ray.

Tras decir eso Ray apartó la mirada y agachó la cabeza, soltó la mano de su compañero y ese gesto no pasó desapercibido para Sam. - Qué os pongo? - preguntó la morena en un tono frío, pero abatido. - Yo quiero un cucurucho de chocolate, y tu cariño? Dios como le dolía a Sam todo aquello, que la llamara cariño, que la cogiera de la mano... - Yo... quiero uno de limón. Sam preparó los helados, primero le dio el suyo a Armando y después le ofreció a Ray el suyo, ésta estiró su mano para cogerlo, sus dedos se rozaron por primera vez, y sus miradas se juntaron nuevamente, el contacto permaneció unos instantes, Ray cogió el helado y la apartó. -

Cuánto te debo? - preguntó el joven. Nada... os invito yo. Vaya!, gracias - dijo el chico sonriente - bueno nos vamos, adiós Sam - dijo Armando. Adiós... - dijo la rubia sin dejar de mirarla.

Sam solo le contestó con una sonrisa amarga, Ray y Armando fueron hasta la puerta para salir, justo antes de cruzarla Ray se giró y miró a Sam una vez mas, una vez que se fue Sam se sentó para tranquilizarse, estaba feliz, triste, cabreada, estaba de mil maneras, cuánto le habría gustado abrazarla, pero las cosas habían cambiado, ya nada volvería a ser como antes. Ya era de noche, Ray estaba tumbada en su cama, no podía dejar de pensar en Sam, después de tanto tiempo los sentimientos que pensó que habían desaparecido han vuelto y con mucha fuerza, necesitaba hablar con ella, pero no sabía dónde podría encontrarla, solo se le ocurrió un lugar. Un lugar que no le gustaba, pero si quería hablar con ella tendría que ir. Ray ya estaba por aquellos callejones que no le gustaban nada, se dirigió de donde venia todo el bullicio, metiéndose entre la gente para ver el espectáculo allí la pudo ver nuevamente, con su traje de lucha, ahora tenía mejor cuerpo que antes, Sam daba un combo de patadas y puñetazos a su rival, hasta dejarlo en el suelo, Ted salió al centro y la proclamó campeona de la pelea, la gente se fue yendo, dejando a una rubia cruzada de brazos por el frío, Ted y Sam la miraron, la mirada de Sam no duró mucho, la apartó enseguida, Ted se acercó para hablar con ella. - Hola pequeña. - Hola Ted, qué tal? - Pues bien, ahora que vuelvo a tener a mi luchadora. - Ted... por qué sigue luchando. - Bueno, se ha buscado un trabajo honrado, pero necesita mas dinero para alquilarse un piso o algo, dormir todas las noche en un cartón no es muy cómodo - dijo riendo. - Duerme en un cartón?. No tiene casa, ni una habitación ni nada? - No, desde que la conozco siempre a vivido entre cartones, ahora esta ahorrando para alquilar aunque sea una habitación. - Dios mío..., Ted si no te importa voy hablar con ella. - Claro que no, ve. Ray se acercó hasta Sam, que se estaba quitando las venda de las manos, Ray se paró delante de ella, buscaba su mirada desesperadamente y por fin la encontró, azul y verde se mezclaron. - Sam... Quinta parte La morena la miró atentamente, había extrañado tanto esos ojos verdes... -

Ray... hola. Hola. Querías algo? Bueno... yo quería explicarte lo de Armando y... No tienes que explicarme nada... es tu vida. Asi es. Eres feliz? Si... Pues es lo único importante.

La morena acabó de quitarse las vendas, sus nudillos estaban algo morados, la morena se levantó con la intención de irse.

- A dónde vas? - dijo la rubia. - Tengo que ir a hacer unas cosas. - No puedes esperar a que terminemos de hablar? La morena la miró, quería salir de allí cuanto antes, pero tampoco podía negarle nada, de repente Ted se acercó hasta Sam. - Perdona Sam... me han dado esto para ti - dijo ofreciéndola una carta. - Quién? - No lo se, no la conocía. La morena abrió la carta y leyó su contenido. "Pensabas que te ibas a librar de mi?, lo siento, pero ya me han soltado y se dónde estas... por cierto, también se dónde esta tu amiguita..." La morena estrujó el papel en su mano llena de rabia, es que nunca la iba a dejar en paz? - Ted... esta carta te la dio una mujer... grandota y muy musculosa? - Si, asi es. - Mierda! - la morena dio un puñetazo a la pared. La rubia no entendía lo que pasaba, estaba preocupada por la morena y quería saber que era lo que pasaba. -

Sam, qué es lo que pasa? Nada - dijo fríamente. Nada?, y por eso vas pegando puñetazos a las paredes? Ya te he dicho que no pasa nada, será mejor que te vayas!

El tono de su voz se había alzado, la rubia no creía que la estuviera tratando asi, con los ojos humedecidos la miró y le habló - Está bien, si es lo que quieres me iré, pero no esperes verme nunca mas! Dijo a la vez que rompía a llorar y salía corriendo. - Ray! La morena hecho a correr detrás de ella, cuando por fin la alcanzó la agarró del brazo. - Espera! - Qué quieres?, no querías que me fuera?, pues eso hago!, una vez me pediste que me fuera y lo hice, pero volví, pero ésta vez no!, no volveré mas, no dejaré que me rompas mas el corazón entiendes? La morena la hizo callar cuando la rodeo con sus brazos y la abrazó con todas sus fuerzas, apretándola contra si, había esperado tanto para sentir ese contacto... - Perdóname, lo siento, es que... no quiero que vengas aquí, este sitio es muy peligroso, y mas a estas horas. La rubia lloraba desconsoladamente en el pecho de la morena, empezó a rodearle la cintura y la abrazó con todas sus fuerzas.

-

Por qué quieres alejarme de ti? Porque estar conmigo es peligroso. Pero yo quiero estar contigo! - dijo llorando. Pero tu ya tienes un compromiso... - dijo con mucha tristeza. Y no podemos ser amigas? Yo... Por qué lo dudas?, el día que fui a verte a la cárcel dijiste que ya no me querías. ... menti. Qué? - la rubia se separó un poco de ella para mirarla a los ojos. Que te mentí... - dijo agachando la mirada. Por qué?... Porque... me amenazaron con que si no te dejaba de ver te harían daño. No... - la rubia comenzaba a llorar otra vez. Por favor, no llores, lo siento, no quería que te hicieran daño.

Sam volvió a abrazarla y apretarla mas contra ella. - Perdóname por esto que te voy a decir pero... te quiero mas de lo que podía imaginar, no he dejado de quererte ningún día de mi vida. La morena se fue separando muy despacio y se fue acercando a su rostro, los ojos de Ray estaban humedecidos, Sam la miró unos instantes antes de rozar sus labios con los de Ray, poco a poco fuero presionando sus labios, hasta que sus bocas se abrieron y dejaron paso a sus lenguas que tanto se habían extrañado, en ese beso se dieron todo el amor que en estos años no pudieron, sus labios ardían de pasión al igual que sus lenguas. A Ray le vino la imagen de Armando por un momento y sin pensarlo se separó rápidamente, miró a Sam y se puso a llorar. - Dios... no me hagas esto Sam, yo... yo ya no puedo estar contigo, estoy con Armando y no quiero engañarlo. - Le quieres? - Si... le quiero. Sam dejó caer los brazos en forma de derrota, las lágrimas luchaban por salir, pero Sam no lo permitiría. - Entonces... te deseo todo lo mejor, que seas muy feliz Ray... adiós. La morena se dió la vuelta y empezó a caminar, Ray no pudo moverse, se quedó mirando como se iba, ella quería a Armando, pero no lo amaba, deseaba con todas sus fuerzas estar con Sam, pero algo la decía que no iba a ser posible, con el corazón roto ambas se fueron pos caminos separados. Había pasado una semana, Ray seguía con Armando, aunque no pudo olvidarse de Sam, ambos paseaban tranquilamente. - Oye Ray, que te parece si vamos a por un helado y de paso vemos a tu amiga? - No, no me apetece ninguna helado. - Pero a mi si!, anda acompáñame. - No tengo ganas Armando, ve tu si quieres. - Joder solo te estoy pidiendo que me acompañes a por un helado, no creo que sea pedir mucho! - dijo alzando la voz.

- No vuelvas a gritarme! Armando la agarró por los brazos con fuerza y se acercó mas a su rostro. - Escucha, si te digo que vamos a por un helado es que vamos a por un helado, y si te levanto la voz es por que me obligas estúpida. - Serás cabrón!, suéltame! - Ya me has cansado. Armando la soltó y la dio una bofetada, a Ray se le quedó todo el papo rojo, le ardía toda la mejilla, quería llorar, pero no sabía por qué no podía. - Y ahora vamos! - dijo mientras la tiraba del abrazo. Una vez llegaron a la heladería ambos entraron, Ray no quiso mirar, asi que estaba con la cabeza agachada, en el mostrador esta vez no estaba Sam, la señora parecía la dueña de la heladería, una vez le sirvió lo que quiso les dijo que esperaran un momento que tenía que ir a por cambio, ambos esperaban totalmente en silencio, de repente la puerta se abrió dejando ver a una Sam con bastante prisa, entró corriendo casi sin mirar. - Perdona por la tardanza Carol!... Cuando la morena vio quien estaba allí se paró en seco y se les quedó mirando, Armando se dió la vuelta y la saludo. - Ah!, hola Sam, que tal estas. - Hola, bien, gracias - dijo fríamente. - Oye Ray, no vas a saludar a tu amiga? La rubia ni le contestó ni se movió de su posición. - Te estoy hablando Ray! - dijo alzando un poco la voz. - Ya te dije que no me gritaras. - Y yo qué te dije?! Dijo él perdiendo los nervios ya, la agarró de los brazos nuevamente y la empezó a batuquear. - Qué te dije? Vamos contesta! - Me haces daño! En ese momento Ray vió como el agarre de Armando se rompía y el estaba siendo sostenido en el aire, levantó la vista y vio a la morena levantándolo por el cuello. - Si le vuelves a poner un dedo encima... te mato - dijo la morena a pocos centímetros de su rostro. - Bájame!, es... túpida - dijo casi sin poder respirar. La morena lo soltó, Armando se puso a toser, cuando se recuperó encaró a la morena. -

No vuelvas a tocarme estúpida. No lo haré si tu no la tocas a ella. Lo que yo haga no es asunto tuyo. Ella es asunto mío, por tu bien... ten cuidado. Ya basta por favor! - dijo la rubia - vámonos ya.

- Si, vamos! Armando salió primero de la heladería, Ray se iba a ir pero Sam la agarró del brazo, la rubia olvidó por completo el golpe que había recibido en la mejilla y aun se notaba, levantó la cabeza para mirarla a los ojos, Sam los abrió mas al ver la mejilla de la rubia, soltándola del brazo subió su mano hasta acariciarla la mejilla golpeada, a Ray se le humedecieron los ojos, antes de que Sam se acercara mas Ray salió corriendo de allí, la morena quería ir detrás de ella, pero sabía que no debía hacerlo. Ya había pasado un mes, Sam entre su trabajo y las peleas consiguió dinero suficiente para alquilarse un piso, no era gran cosa, pero se podía vivir bien en él. No había conseguido saber nada de Ray, fue varias veces hasta su casa para ver si la veía salir o algo, pero no logró verla, estaba preocupada pensando que podía haberla pasado algo. Ray estaba tumbada en su cama, no podía dejar de pensar en Sam, durante este último mes había sufrido las agresiones de Armando, quería alejarse de él, pero no podía, le había amenazado, hoy iba a pasar a por ella, quedaban diez minutos pero aun no se había arreglado, no tenía intención de salir, tenía el cuerpo dolorido y la cara amoratada. El timbre de la puerta empezó a sonar, pero Ray no tenía intención de abrirla, el timbre dejó de sonar, de repente sonó el teléfono de su habitación, Ray lo cogió sin pensar con la ilusión de que fuera otra persona. -

Si? Se puede saber por qué no me abres? Ah... no oí el timbre. Pues sal y abre la puerta. Es que... estoy en la cama, hoy no podré salir. Claro que saldrás, vamos! No... adiós. Ahora verás!

Armando colgó y Ray empezó a oír como alguien golpeaba la puerta, parecía que intentaran derribarla. Sam iba de camino a casa de Ray para ver si la veía, pero para su sorpresa vió la Armando dándole una patada a la puerta consiguiendo asi abrirla, cuando vió que entraba en la casa sin pensarlo dos veces hecho a correr. Ray estaba muy asustada en su habitación, oía como subian las escaleras, era un paso firme y fuerte, cada vez estaba mas cerca, hasta que por fin entró en su cuarto, Armando tenía cara de pocos amigos, se paró en el marco de la puerta y acto seguido se acercó hasta donde estaba ella. - Vamos levántate! - Ya te he dicho que no! Armando la dió una bofetada y la dejó tirada en la cama, Ray sangraba por la nariz. - Si no vienes te haré daño! Ray no podía dejar de llorar, consiguió levantarse, cuando vio la cara de Armando intento huir pero no lo consiguió, Armando la cogió y la tiró al suelo, se sentó encima de sus caderas, la volvió a golpear en la cara y después le arrancó la camisa dejándola en sujetador. - Si no quieres venir... nos lo pasaremos bien aquí! - Noooooo!, déjame!, por favor!.

Armando se disponía a quitarle el sujetador cuando sintió una fuerte patada en la cara, cayó a un lado de Ray incosciente, la rubia aun no había abierto aun los ojos, de repente unos brazos fuertes la rodearon, unos brazos que Ray ya conocía, abrió los ojos como platos y se encontró con esos ojos azules que tanto deseaba ver. - Sam! - Tranquila, ya ha pasado todo. Ambas se abrazaron fuertemente, Ray no podía dejar de llorar, Sam la acunaba en sus brazos hasta que consiguió calmarla. - Estas bien? - preguntó la morena. - Ahora si - dijo acariciando una de las manos de Sam - como sabías que estaba en peligro? - He venido cada día para ver si te veía, y justo vi al desgraciado ese dando una patada a la puerta de tu casa. - Sam... Las lágrimas se volvían a asomar, Sam la dio un beso en la mejilla y la siguió acunando entre sus brazos. - Tranquila, no dejaré que te hagan mas daño. - No me dejes... - dijo llorando en el pecho de la morena. - Jamás. Tras conseguir calmarla Sam la cogió en brazos y la puso encima de la cama. - Espérame aquí vale?, ahora vengo. - Dónde vas? - Tengo que sacar la basura - dijo con una sonrisa. Sam se acercó hasta el cuerpo de Armando, lo agarró de un brazo y lo fue arrastrando hasta fuera de la casa, lo dejó en la mitad de la calle, cuando volvió a la casa vió a la rubia tal y como la había dejado, se acercó hasta ella y se sentó a su lado. -

Ray, será mejor que nos vayamos de aquí. Y dónde vamos a ir. A mi piso, he conseguido alquilarme uno. Es que... no quiero salir asi... mírame..

Sam se acercó lo suficiente a ella como para pegar su frente con la de la rubia. - Ray eres preciosa, por muchos moratones que tengas nadie podrá quitarte tu belleza - la acaricio la cara. - Sam abrázame. La morena obedeció y la abrazó durante un rato, después ambas fueron hasta el piso de Sam que no estaba muy lejos, una vez llegaron Ray se sentó en el sofá del salón y a su lado Sam. -

Dime, dónde mas te duele? Me duele todo el cuerpo. Tienes mas moratones quitando los de la cara? Si... - la rubia se subió un poco la camisa. Dios...

Sam quedó aterrorizada por como estaba Ray, en ese momento pensó en ir y matar a ese desgraciado, pero no podía dejar sola a Ray. - Prepararé agua caliente, eso te ayudará. - Gracias por todo Sam... no se que haría sin ti. La morena se agachó y la dió un beso en la frente. - No tienes que agradecerme nada, espera, ahora vengo. - Vale. La morena fue a llenar la bañera, sabía que esto le iba a doler mucho, ya que ella ya había pasado por ello, pero no la dejaría sola, una vez se llenó la bañera Sam sacó ropa suya limpia para que se la pusiera Ray. -

Ray, el baño ya esta listo. Gracias. Si necesitas algo avísame. Lo hare - ambas se dedicaron una sonrisa.

Ray se fue quitando la ropa, lágrimas caían por sus mejillas al ver como estaba su cuerpo, una vez se quitó la ropa se quedó frente al espejo, no podía seguir mirándose, cerró los ojos llenos de lágrimas y se abrazo a si misma, le dolían todas sus heridas y no sabía si sería capaz de hacerlo sola. Un cuerpo cálido se pegó al suyo por detrás, unos brazos fuertes la rodearon y unos labios suaves acariciaron sus hombros, Ray se dejó llevar y apoyó su cuerpo en el que tenia detrás, ambas estaban desnudas, sintiendo la calidez de la otra, un susurro llegó hasta los oídos de Ray. - Estaré contigo... hasta el final. La morena la cogió en brazos y con mucho cuidado se fue adentrando en la bañera, el agua cada vez cubría mas sus cuerpos y algún quejido que otro salía de la garganta de Ray. - Tranquila... ya casi estamos. La morena la calmaba con sus palabras, una vez el agua cubrió sus cuerpos Sam acomodó a Ray entre sus piernas y sus brazos, ésta se apoyó de lleno en su cuerpo. - Estas bien? - Escuece un poco. - Lo se... Sam empezó a masajear sus brazos para que se le fueran relajando los músculos, subió hasta los hombros, Ray cada vez se relajaba mas, sus manos acariciaban sus costados y su vientre, Ray subió sus brazos y los pasó por detrás del cuello de la morena haciendo que sus mejillas se juntaran. - Sam... te quiero - dijo casi en un suspiro cuando la morena rozó uno de sus pezones. - Yo también te quiero Ray. La rubia giró la cabeza para mirar a los ojos a Sam, tras mirarse unos instantes Sam acercó su rostro al de Ray juntando sus labios en un suave beso, Sam rodeo a Ray como si fuera un cinturón de seguridad, un brazo por su cintura y el otro entre sus pechos hasta que su mano quedo sobre su hombro, ambas se mordisqueaban los labios, aun sus lenguas no habían entrado en contacto, poco a poco la lengua de Ray

fue pidiendo permiso para entrar, gustosamente la morena dejó paso para que sus lenguas de fuego se juntaran y formaran una gran llama, la llama de la pasión. Sexta parte Ray estaba tumbada en la cama de Sam, recordando el mágico momento que acababan de vivir, la ropa que la había dejado le quedaba grande, pero le daba igual, olía a Sam y le encantaba. Sus pensamientos fueron interrumpidos por una alta morena que entraba con una bandeja. - Aquí te traigo la cena - dijo con una sonrisa. Ray sonreía ampliamente, la morena le puso la bandeja sobre las piernas y después se tumbo a su lado. - Mmm, me encanta el chocolate. - Yo hago el mejor chocolate del mundo - dijo riéndose. - A ver si es verdad... La rubia bebió un poco de chocolate, el sabor era exquisito, tras mirar a la morena que sonreía volvió a beber un poco mas de chocolate, tras saborearlo miró con los ojos brillando a Sam. - Ésto esta delicioso! - Jajaja, lo se, qué tal te sentó el baño? La rubia se ruborizó y con una sonrisa tímida la contestó. -

Mucho mejor de lo que me esperaba. Ray... qué vas hacer con Armando? No quiero saber nada mas de él, por mi todo esta acabado. Entonces... te... te gustaría...

La rubia dejó la bandeja a un lado y se tiró a los brazos de Sam. - Claro que me gustaría Sam... es lo que mas deseo. - No sabes lo feliz que me haces... he esperado tanto esto... - Yo también, pero por fin lo conseguimos, y esta vez nada ni nadie nos separará. - Así es. - Sam. - Dime. - Me gustaría que... dejaras las peleas, no quiero correr el riesgo de que te pase algo. - Ray... necesito el dinero para seguir pagando el alquiler. - Yo puedo ayudarte con eso. - No, no quiero que me andes pagando nada, buscaré otro empleo, si encuentro uno con un buen sueldo lo dejaré. - Sam... yo no puedo estar sufriendo cada día, pensando en que te pueden matar, no quiero darte a elegir pero... es necesario Sam. - Quieres decir que si no dejo de luchar... no estarás conmigo? - Así es... - dijo agachando la mirada. La morena lo pensó por unos momentos, en parte si que la gustaría dejar de luchar, pero sabía que dentro de poco tendría que enfrentarse contra alguien... y que para vencer se tendría que preparar, pero lo que mas le importaba ahora es que no le pasara nada a Ray, y la única manera de controlar eso es tenerla siempre a su lado.

- Dejaré la lucha con una condición. - Cuál? - Que vengas a vivir conmigo. Sam la miraba seriamente, pero al ver como se dibujaba una sonrisa en el rostro de Ray en el suyo se dibujo una mas grande. - Eso es un si? - Jajaja, claro que si! Ambas se abrazaron muy fuerte, Ray estaba tumbada encima de Sam, muy despacio la rubia fue acariciando la mejilla de Sam con la suya, lo que sentían en ese momento no se podía describir, sus labios se rozaban una y otra vez, parecía danzaban los unos para los otros, Ray apoyó su frente en la de Sam, las dos tenían los ojos cerrados. - Te prometo que te voy hacer muy feliz - dijo la morena. - Se que lo harás, espero poder hacerte yo igual de feliz. - Ya lo haces... solo con saber que existes me haces la persona mas feliz del mundo Ray. La rubia se rió y besó apasionadamente a Sam, abrazadas y en un pasional beso continuaron a si durante toda la noche, entregándose todo su amor. Ya había pasado un mes, Ray ya estaba instalada en el piso de Sam, la noticia a su padre no la hizo mucha gracia, pero no le quedó mas remedio que aceptarlo, Ray y Sam eran muy felices, la morena ya no luchaba, de vez en cuando las dos juntas iban a visitar a Ted, cada una trabajaba en sitios diferentes, pero siempre encontraban tiempo para ellas. Como cualquier día, Sam volvía para casa, al torcer una esquina un tremendo golpe la hizo caer el suelo, empezó a echar sangre por la boca, una mujer bastante musculosa se agachó a su lado. - Te dije que no te librarías de mi, por lo que veo no estas muy en forma, tienes una semana, para prepararte, después lucharás conmigo, si no asistes a la pelea... la rubita lo pagará, y si pierdes... lo pagará de todas formas jajajaja! - Como... la toques... te... - Qué?, te vas a tirar al suelo y te pondrás a patalear?, jajajaja, recuerda una semana, la pelea será donde las organiza tu amigo, a media noche, no faltes. La mujer se levantó y le dió la espalda a Sam, pero justo antes de irse dijo en alto. - Que ganas tengo de hacer disfrutar a la rubia... no dejará de gritar jajajajajaja. Tras decir eso se fue, Sam estaba bastante mal, pero la rabia y el odio la hicieron sacar fuerzas para ponerse en pie he ir a buscar a Ted. Ya eran pasadas las diez, Ray no paraba de dar vueltas por la casa, estaba muy preocupada por Sam, nunca llegaba tan tarde, el sonido de la puerta la hizo correr hasta ella, su corazón empezó a tranquilizarse cuando vio a la morena entrar por la puerta, sin pensarlo corrió hasta ella y se le enganchó del cuello. - Ey!, que le pasa al amor de mi vida - dijo abrazándola. - Me tenías preocupada, por qué has llegado tan tarde?

- Lo siento, es que a partir de ahora voy a tener que hacer mas turnos, y llegaré algo mas tarde. - La próxima vez me lo dices, ya me estaba pensando lo peor - dijo apretándose mas a ella. - Estoy bien cariño, pero tranquila yo te aviso si vuelve a pasar. La rubia se apartó para mirarla con una sonrisa y después la besó. - Mmm, cuanto estaba hechando de menos esos labios - dijo sonriente la morena. - A si?, pues esta noche mis labios rodaran por todo tu cuerpo... - dijo rozando el cuello de Sam con sus labios. - Oh... lo siento pero no puedo esperar. La morena la cogió en brazos y la llevó a la habitación, ambas iban riéndose, una vez llegaron la morena la tumbó en la cama muy despacio, ella se tumbó encima, la mirada estaba clavada la una en la otra, Sam acariciaba el pelo de Ray, con su otra mano acariciaba el vientre de Ray por debajo de la camisa, su piel era muy suave, Ray acariciaba la cara de Sam y poco a poco la fue atrayendo hacia si para besarla, era un beso lento, suave pero muy intenso, la mano de Sam fue subiendo hasta acariciar un pecho de Ray, ésta gimió en su boca, poco a poco se fueron quitando la ropa, sus cuerpos ya estaban unidos, como tantas veces lo habían estado ya, ahora era Ray quien estaba encima de Sam, estaba sentada sobre uno de los muslos de la morena, su lengua jugaba con el vientre de Sam, la morena le acariciaba la cabeza, sus ojos brillaban, Ray aspiró con fuerza en el vientre de Sam para llenarse de ella, era algo que la encantaba, siempre que hacia eso la morena no podía evitar sonreír, la pierna de Sam y las caderas de Ray se movían al compás, cada vez era mas acelerado, Ray introdujo dos dedos en Sam, ambas gemían de placer, se acariciaban, se besaban una y otra vez, se lamían la una a la otra, se succionaban... los movimientos de cada una fueron al mismo ritmo, ambas llegaron al extásis juntas, Ray quedó tumbada encima de Sam, estaban fatigadas, pero felices, siempre se abrazaban después de hacer el amor y para dormir igual, desde que viven juntas nunca han dormido separadas. - Te quiero Ray - dijo la morena acariciándole la espalda. - Yo también te quiero Sam. Se acurrucaron mas la una en la otra, con una gran sonrisa en sus rostros se quedaron en silencio, disfrutando del contacto. -

Sam, cuántos días tendrás que llegar tarde? Durante una semana, después volveré a mi horario normal. Te voy a echar de menos - dijo apretándose mas a ella. Y yo a ti cariño - la morena le dio un beso en la cabeza. Pasaré a verte.

La morena sabía que si hacia eso la descubriría, bastante tenía con mentirle, su conciencia no la dejaría tranquila, pero era la única manera de protegerla. -

No, Ray no quiero que vayas sola, y mucho menos a esas horas. Lo se, pero yo tampoco quiero que vengas sola - dijo con morritos. Por mi no te preocupes, yo se defenderme. También es verdad... - dijo con un suspiro - pero prométeme que tendrás cuidado. Te lo prometo.

La morena la besó durante pequeñas eternidades, hasta que el sueño las venció y quedaron dormidas. El día empezó como el de cada mañana, un agradable despertar, un desayuno rápido, un beso, una acaricia y un te quiero. El día trascurrió rápido, Ray ya había llegado a casa, normalmente Sam no

tardaría mas de media hora en reunirse con ella, pero sabía que hoy seria distinto, ya la estaba echando de menos, decidió hacerle su postre favorito, asi se distraería un rato. Sam ya estaba en el duro entrenamiento que Ted la había preparado, carreras, abdominales, combos de patadas y puños en saco, pesas, flexiones y muchas cosas mas, después de eso tendría que luchar, como en los viejos tiempos, pero no sería una pelea y para casa, tendría que luchar contra dos como mínimo, y a si lo hizo, a pesar de la falta de entrenamiento consiguió vencerles casi sin problemas, algún que otro golpe si se llevó, pero no dejarían marca. -

Has estado increíble para el tiempo que llevas sin hacerlo - dijo Ted. Eso nunca se olvida, y mas si pienso quién lo puede pagar si no lo hago bien. Te entiendo. Ted, si el día de la pelea... pierdo, prométeme que te llevarás a Ray de aquí. Tienes mi palabra. Gracias. No me las des, se cuánto significa ella para ti. Bueno, será mejor que vuelva ya a casa. Vale, nos vemos mañana. Si, hasta mañana. Hasta mañana Sam.

La morena se fue hacia la casa, estaba muy cansada, sus músculos estaban resentidos, los sentía pesados, pero tenía que aguantar y no quejarse para que Ray no se diera cuenta de nada. Una vez entró en la casa, se dirigió hacia el salón, hay pudo ver a una rubia acurrucada en el sofá dormida, y encima de la mesa una tarta de chocolate, sin poder evitarlo Sam se dirigió hacia el sofá, acercando su rostro al de Ray le dió un tierno beso en los labios, Ray fue abriendo los ojos muy despacio, hasta que su vista se aclaró y pudo ver los ojos azules... sus ojos azules. - Hola... - dijo Ray con la voz risueña. - Hola mi amor... Sam la besó mas profundamente, Ray la rodeó con los brazos hasta tumbarla encima suya, se besaron durante un largo rato. - Mmm, te he hechado tanto de menos... - Y yo a ti, pero ya estoy con mi niña - dijo sonriente la morena - que además me a hecho mi postre favorito mmm. La morena empezó besarla por el cuello, Ray no podía parar de reír. -

Ese es tu postre favorito? Tu eres mi postre favorito. Jajaja, yo no tengo chocolate. A no?

La morena cogió un poco de chocolate de la tarta con un dedo y se lo extendió por el cuello, Ray se empezó a reír, Sam lamía, y chupaba todo el chocolate en el cuello de la rubia. -

Yo diría que si que tienes chocolate - dijo sonriente Sam. Jajaja, te quiero - dijo muy feliz a la vez que la besaba. Mmm, que tal si vamos a la cama y sigo disfrutando de mis dos postres favoritos? Me parece una idea estupenda - dijo riéndose.

Tras amarse profundamente como cada noche se rindieron a los brazos de Morfeo. Eran las ocho de la mañana, Sam apenas podía moverse, aparte de que Ray estaba encima de ella le dolía mucho el cuerpo, tenía que levantarse para ir a trabajar ya, muy despacio fue saliendo de debajo del cuerpo de la rubia, casi lo había conseguido pero la voz de la rubia la hizo saber que no fue asi. -

Ya te vas? Si, tengo que ir ya a trabajar, tu hoy entras mas tarde no? Si, una hora mas tarde. Pues entonces sigue durmiendo, pero no te quedes dormida. Prefiero no correr el riesgo, te vas a duchar ahora? Si, solo tengo quince minutos, acaso quieres venir? - preguntó divertida. Que pregunta...

La rubia se puso de pie y arrastró a la morena hasta el baño, entre besos y risas se quitaron la ropa la una a la otra y se ducharon, casi les habría venido mejor una ducha de agua fría, una vez salieron y se vistieron Sam hecho a correr porque no llegaba. - Me voy ya que todavía no llego! La morena se paró donde Ray y la besó apasionadamente, al ver que no se separaba la rubia empezó a reirse en sus labios y a intentar separarse de ella. - Sam, mmmm, Sam que... mmmm. Ray no podía hablar ya que los labios de Sam tapaba los suyos, cuando por fin consiguió apartarse lo suficiente para hablar vio la sonrisa juguetona de Sam. -

Vas a llegar tarde! La culpa es tuya! Mia????????? Claro que si!, tienes unos labios perfectos, normal que no pueda dejar de besarlos!

La morena la dió una rápido beso y salió corriendo con una gran sonrisa, cuando Ray pensó que ya se había ido vió como la cabecita de Sam asomaba por la puerta. - Y no olvides que te quiero! Tras un guiño de ojo Sam se fue ya a toda carrera, esto también la serviría para su entrenamiento. Ray rió para si misma y susurró. - Te acabas de ir y ya te hecho de menos... esta noche iré a verte... Tras decir eso cogió sus cosas para ir al trabajo, cada día mas feliz, estar con Sam era lo mejor que la había pasado en la vida. Ray de lo que si estaba muy segura era de que no podía estar tanto tiempo separada de Sam, y por eso esta noche iría a hacerle una visita. Séptima parte

Ray ya estaba casi en la tienda, solo tenía que doblar la esquina, iba feliz y contenta porque iba a ver a Sam, lo malo es que la reñiría por ir sola, pero ya sabía como hacer para que la perdonara, una vez torció la esquina la expresión de su cara cambio de golpe al ver la tienda cerrada, supuestamente a Sam aun le quedaban dos horas de trabajo, la rubia se acercó hasta la tienda para ver el horario, vió que era el de siempre, a Ray se le empezaron a pasar un montón de ideas por la cabeza, la primera que Sam la estuviera engañando con alguien y la segunda que... que estuviera metida en algún lío, tras pensar un rato decidió ir a ver a Ted, a lo mejor el sabía algo, fue aquel callejón donde solía estar siempre, estaba muy oscuro y no se veía muy bien, pero vió la sombra de un hombre y en el suelo otra que parecía estar haciendo abdominales a gran velocidad, el hombre le estaba gritando para que lo hiciera mas rápido, la voz sonaba a la de Ted, pero no estaba segura asi que decidió acercarse un poco mas para asegurarse, unos cuantos paso mas dejaron las dos siluetas a la luz de una farola, el hombre era Ted y la persona que estaba en el suelo era... era Sam, llevaba su antiguo traje de lucha, estaba sudando, parecía muy cansada, Ray estaba muy dolida por que la había mentido, pero no entendía por qué, siguió mirando y vió como Sam se ponía de pie, intento escuchar lo que decían. -

Bien Sam, tengo un nuevo entrenamiento para ti. De qué... se trata? - preguntó fatigada. De correr. Correr? SOLTADLOS! - gritó Ted.

Sam miró hacia donde había gritado Ted, pudo ver como dos hombres soltaban a dos perros, y corrían directamente hacia ella. - Yo que tu empezaba a correr, esos perros están muertos de hambre y tu eres su próxima comida. - Ésto me lo vas a pagar! La morena hecho a correr con todas sus fuerzas, los perros la empezaron a seguir, Ray lo vió todo, y la idea de soltar perros hambrientos no le pareció buena, estaba muy preocupada, las lágrimas se le saltaron de los ojos, no quería pensar en que le pasaría a Sam si los perros la alcanzaran, salió corriendo donde estaba Ted. - TED! - Ah!... oh... estó... hola pequeña. - Qué es todo ésto? - preguntó llorando. - Pues verás.... es que Sam quería que la entrenara para no perder el físico y eso... ya sabes. - Hay algo mas!, me dijo que estaría durante una semana haciendo horas extras en el trabajo, me ha mentido, por qué? - Ray... eso es algo que tienes que hablar con ella, yo no puedo decírtelo, pero lo que si te digo es que... a Sam esto no le hace mucha gracia, se esta viendo obligada a hacerlo. - Obligada?, pero está metida en algún lío?, tiene problemas?, por favor, dime qué pasa!, quiero ayudarla. - Se que quieres ayudarla, pero la ayudaras haciendo como que no sabes anda de esto, solo será una semana, después todo abra acabado. - Pero el que tiene que acabar?! - preguntó con desesperación. - Solo te pido eso, dale una semana. Ray solo podía llorar, sin decir mas salió corriendo de allí. - Ray espera! La rubia no se paró se fue, no quería que Sam la viera, no sabía que pensar, aun estaba preocupada por los perros que seguían a Sam.

Tras estar media hora corriendo perseguida por los perros volvió donde estaba Ted, había conseguido despistarlos. -

Te... voy... a... matar - dijo la morena sin aliento mientras se ponía de rodillas. A la que van a matar es a ti - dijo Ted serio. Por qué... lo dices? Ray a estado aquí... Qué????????!!!!!!!!!!!!

Sin esperar la morena salió corriendo, cogió su bolsa y se cambio antes de llegar a casa. Una vez llegó a casa vio que todas las luces estaban apagadas menos la de la mesilla de noche de la habitación, Sam se temía lo peor, había mentido a Ray, a la persona que mas amaba, una vez entró en la habitación por primera vez el silencio de aquélla habitación la dió miedo, Ray estaba tumbada en la cama de espaldas a la puerta, pudo ver que justo al entrar la rubia se estaba moviendo, asi que estaba despierta, poco a poco se acercó por detrás de ella, con una de sus manos la tocó el hombro. - Ray... - No me toques! - dijo rápidamente apartándose. - Ray... puedo explicártelo. - No hay nada que explicar!, me has mentido! - Lo siento, por favor perdóname, no podía decírtelo. - Por qué no?! - dijo casi en un grito encarándola. - Porque... - Sam se quedó sin palabras al ver el rostro de la rubia. - Sam, te quiero y lo sabes, pero yo no puedo seguir con alguien que me oculta cosas, que me hace promesas y luego las rompe. - Qué quieres decir? - preguntó muy asustada. - Quiero decir que... no puedo seguir contigo - dijo con lágrimas en los ojos - mañana... recogeré mis cosas y me iré. Sam sintió mil puñaladas en el corazón, le dolieron tanto aquellas palabras que no le salían ni las lágrimas, la morena cayó de rodillas al suelo, en ningún momento dejó de mirar a la rubia que aun estaba llorando y la miraba de igual forma, la morena se acercó al rostro de Ray, acariciando su cara con una de sus manos pegó sus labios a los de Ray, la rubia cerró los ojos lloró mas fuerte porque no estaba respondiendo a su beso y era lo que mas deseaba, Sam al notarlo se separó y por fin dejó que las lágrimas cayeran libremente. - Pasaré... la noche en el sofá. Sam se levantó y salió de la habitación, Ray la siguió con la mirada hasta que dejó de verla, no podía creer que todo hubiera acabado, sentía como si se le hubiera escapado toda su vida, volvió a tumbarse en la cama llena de lágrimas, se tumbó justo donde solía hacerlo Sam, se lleno de su olor, estaban pensando en ir a buscar a Sam pero le dolió tanto lo que le había hecho... no podía, y entre dolor y lágrimas se quedó dormida. Ya había amanecido, pero ésta mañana no era igual que todas las demás, ésta mañana estaba vacía, Ray sentía la tristeza en su corazón, se levantó con cuidado dirigiéndose al salón para ver si Sam se había levantado ya, cuando se asomó por el marco de la puerta no la vió, lo único que vió fue una nota encima de la mesa, Ray se acercó y la cogió.

"No hace falta que te vayas Ray, me voy yo, yo soy la que te he hecho daño, perdóname... te quiero."

Ray se pusó a llorar nada mas leer la nota, en la casa se notaba su ausencia, sabía que lo que Sam había hecho estaba mal pero ella sabía que no podría estar sin Sam. Una vez se vistió se fue a ver si la veía, o a ver si veía a Ted. Cuando llegó lo único que encontró fue a Ted, estaba contando un buen fajo de billetes. - Ted... - Aaahhh, hola Ray. - Dónde está Sam? - No lo se, supongo que estará entrenándose. - Entrenándose para qué? - No te lo dijo ayer? - No... bueno, lo cierto es que no la deje explicarse, tu la has visto esta mañana. - Si, la vi hace un par de horas, ahora entiendo su lo que le pasa... - Necesito que me digas dónde esta - dijo la rubia preocupada. - Sam me hizo prometer que no te lo diría, y que si venías te acompañara hasta casa. - Por qué?! - la rubia no entendía nada. - Porque Sam te ama, y vela por tu seguridad, tu sabes que este lugar es muy peligroso, Sam no quiere que vengas aquí. - Yo tampoco quiero que ella venga! - dijo casi en un grito casi con las lágrimas fuera. Unos gritos y abucheos les llamó la atención, algo estaba pasando a pocos metros suyos. - Qué demonios pasa ahí? - preguntó Ted. Ted se levantó y empezó a caminar, Ray le siguió, el jaleo estaba armado donde siempre hacían las luchas, un coro de hombres gritaban y abucheaban a los que estaban dentro del círculo, Ted y Ray se colaron entre la gente para ver lo que estaba pasando, aquella mujer musculosa que tantas veces había amenazado a Sam estaba luchando, había un luchador en el suelo, al parecer tenía el cuello partido, esa mujer tenía a otro luchador levantado por encima de su cabeza, lo dejó caer en su rodilla partiéndole la espalda, Ted la reconoció y antes de que viera a Ray se giró para donde estaba Ray. - Ray, rápido!, vete detrás de aquella columna - dijo señalándosela. - Qué pasa?! - No discutas conmigo y haz lo que te he dicho, luego te lo explicaré. Ray se puso donde le había dicho Ted, desde allí podía ver bien y oír también, una vez la mujer acabó con los luchadores la dieron su dinero, esta se iba a ir, pero cuando vió a Ted se acercó hasta él. - VAYA, VAYA!, PERO SI TEGO AQUÍ AL REPRESENTARTE DE LA QUE DENTRO DE UNOS DÍAS SE ARRASTRARA A MIS PIES. Su voz era lo suficientemente fuerte para que Ray lo oyera. - Dudo que eso vaya a pasar - dijo Ted con total calma. - CREES QUE ESA ESTÚPIDA PODRA CONMIGO?, SE NOTA QUE NO TE HA CONTADO LO QUE LA HICE MIENTRAS ESTUVO EN PRISIÓN VERDAD? Ray cayó en que estaban hablando de Sam, ella nunca la dijo lo que había pasado mientras estuvo allí, estaba muy preocupada y quería saber lo que estaba pasando. - Será mejor que te vayas - dijo Ted. - CLARO QUE ME VOY, PERO DILE QUE LA MATARÉ ANTES DE QUE PUEDA DAR UN SOLO PUÑETAZO,

QUE RENUNCIE A LA LUCHA Y A ESA RUBITA SI QUIERE SEGUIR VIVIENDO. Sin decir mas la mujer se giró y se fue de allí, a medida que estaba mas lejos Ray salió de su escondite con los ojos llenos de lágrimas y se acercó a Ted. - Vas... a decirme quién era esa mujer?, y qué es lo que esta pasando. - Bueno... vayamos a otro lugar y te lo contaré con mas calma. Ted llevó a Ray a una cafetería, los dos pidieron algo para beber y Ted se disponía a contarle lo que pasaba. - Verás Ray, esa mujer al parecer estuvo presa con Sam, era la que manipulaba vuestras cartas, tus visitas y todo eso. - Fue ella? - preguntó Ray. - Si, cuando Sam te dijo que no volvieras por allí fue por ella, la amenazó con que te haría daño, y digamos que lo que pasa es algo parecido. - Qué quieres decir? - Al parecer hace unos días Sam se encontró con ella y la golpeó, le dijo que quería luchar con ella dentro de una semana o sino tu lo pagarías. - Dios... - las lágrimas comenzaron a salir de los ojos verdes. - Por eso Sam vino a mi y me pidió que la entrenara, necesitaba ponerse en forma nuevamente para poder tener alguna posibilidad contra ella. - Ted la va a matar! - dijo llorando Ray. - Tranquila, para evitar eso se esta entrenando, ella sabía que no te gustaría que volviera a luchar y por eso te mintió, pero lo hizo sin mala intención Ray, ella te ama y solo intentaba protegerte. Ray se tapó la cara con las manos y lloró con todas sus ganas al recordar la noche anterior, cuando ella le negó su beso, su amor... -

Ted, tengo que encontrarla, tu sabes donde está. Si pero... Por favor!, no le diré nada si no quieres, solo quiero verla. Está bien, pero no tiene que vernos. Vale.

Ted llevó a Ray donde se estaba entrenando, no tenían que verles, asi que tendrían que ir con cuidado. Sam estaba en un viejo gimnasio abandonado, lo único que quedaba allí era un saco de boxeo y unas pesas, ambos entraron con cuidado de que no les viera, desde fuera se podían oír los gritos de Sam, Ted se asomó un poco por la puerta, vió que la morena estaba golpeando el saco. - Ven, mira - le dijo a Ray. La rubia se asomó, y hay vio a su morena golpeando con fuerza el saco, en su cara se notaba el cansancio y... la tristeza, en cada golpe el saco iba hacia atrás y volvía para adelante, en uno de los golpes el saco dio de lleno en la morena que la derribó al instante, Ray al verlo quiso ir pero Ted no la dejó, ambos siguieron mirando, Sam se levantó y dió una patada al saco, haciendo asi que volviera hacia atrás, Sam se dejaba golpear, al parecer quería aumentar su resistencia, caía una y otra vez al suelo, a Ray se le saltaban las lágrimas al ver el sufrimiento de Sam, se estaba esforzando por protegerla, Ted la miró y apoyó su mano en el hombro de la rubia. - Tranquila, Sam es fuerte, lo único que me preocupa es que la afecte el que tu la hayas dejado. - Si me lo hubiera dicho yo... - Lo se.

-

Ted yo la amo mas que a nada en esta vida. Ella te ama de la misma forma. Lo se - dijo entre lágrimas. Escucha, por ahora no la digas nada, yo la estaré observando, si veo que esta mal te lo diré. Ted si la pierdo habré estado separada de ella y... No la perderás, confía en mi y en ella, yo la entrenaré bien. Cuídala mucho. No te preocupes.

Ray volvió a mirar a Sam, que ahora estaba tumbada en el suelo, solo oía su respiración agitada, sus ojos estaban cerrados, y su cuerpo estaba bañado en sudor. - Será mejor que nos vayamos - dijo Ted. - Esta bien. Los dos salieron de allí, Ray preocupada por su amor y deseando de estar entre sus brazos otra vez, estaba tan arrepentida de lo que pasó la noche anterior... si a Sam le pasaba algo no se lo perdonaría jamás. Ted la acompañó hasta casa, estuvieron un rato hablando, bueno, mas bien Ted intentando calmar a Ray. Los días iban pasando, Ray no la había vuelto a ver desde ese día, y ya habían pasado tres días, siempre que podía iba a buscar a Ted para preguntarle por ella, siempre le decía que seguía igual, aunque de ánimo estaba bastante mal, la morena no hacia más que pensar en Ray, la hechaba tanto de menos... y sentía tanto dolor por el beso no correspondido de Ray, cuando pensaba en ello se hundía y no quería, tenía que estar preparada, pasado mañana todo acabaría. Sam había mejorado mucho, estaba mas ágil y mas fuerte, estaba contenta con su progreso y seguiría entrenando hasta mañana, el día de la pelea no era hasta medianoche asi que estaría descansando todo el día. Al día siguiente Sam lo pasó tal y como lo había pensado, entrenando duramente. Por fin llegó el día de la pelea, donde acabaría todo, a pesar de que Sam pensó en descansar por el día ya se había vuelto costumbre correr por las mañanas, eran las ocho de la mañana cuando iba por las calles desiertas, había empezado a correr a las siete, ya estaba algo cansada, curiosamente aparecio delante del que antes era su piso, en el que vivían Ray y ella, se paró delante de él y miró la ventana que daba a su habitación, recuerdos salían de ella, recuerdos de lo mas felices, una sonrisa apareció en sus labios. Un suave toque en el hombro la hizo girarse, sus miradas chocaron tan fuerte que incluso dolió, Ray estaba delante de ella, Sam pudo ver ese brillo en sus ojos, el mismo brillo que cuando estaban juntas. -

Ho... hola - dijo Ray titubeando. Hola... Qué... tal te va? Pues... me va bien... bien... y.... a ti? Ah pu... pues bien también...

Ambas sonrieron, pero las dos se dieron cuenta de que no eran verdaderas. -

Qué... haces por aquí? Bueno yo... estaba corriendo y... sin darme cuenta he venido a parar aquí... Ah... - por un momento Ray se ilusionó, pensó que había venido a verla a ella. Será mejor que... me vaya.

La morena iba a ponerse a andar pero sintió un cuerpo cálido que se abalanzó sobre el suyo, Ray se abrazó a su cintura y apoyó su cabeza en el cuerpo de la morena.

- Te he hechado tanto de menos... - Ray no pudo evitar que le temblara la voz y que se le salieran las lágrimas. - Ray... - Perdóname Sam, he sido una tonta, Ted me lo ha contado todo. - Te... lo ha contado? - Si, y ahora me he dado cuenta de lo egoísta que he sido, tu sacrificándote para protegerme y yo... y yo te lo pago asi - dijo llorando - por favor Sam, abrázamebr> Sin pensarlo un instante Sam la abrazó con todas sus fuerzas, los nervios se hicieron un nudo en sus estómagos, el tener ese cuerpo tan deseado por fin pegado al suyo era una sensación increíble, se abrazaron todo lo que pudieron, Ray por fin sentía ese bienestar, esa protección entre esos brazos fuertes, ese calor y... ese amor, Sam no podía estar mejor, en plena forma y con la persona que mas amaba en sus brazos. - Ray perdóname, debí decirte lo que estaba pasando yo... - Sam ya no importa, ahora solo quiero estar contigo, quieres... volver a casa? - preguntó mirándola a los ojos con los suyos humedecidos. - Claro que quiero volver, no hay nada que mas desee. Sonriéndose ambas entraron al piso abrazadas, Sam había hechado de menos tanto ese olor que se colaba por su nariz al entrar en la casa..., cuando entró cerró los ojos y aspiró con fuerza, Ray la miraba sonriente, cuando sus ojos se encontraron... - Te he hechado mucho de menos - dijo la morena. - Bienvenida a casa Sam. Ambas sonrieron y se besaron con todo su amor, por fin sus labios se volvieron a unir, después de un rato de besos y caricias Sam fue a ducharse mientras Ray preparaba el desayuno. Una vez acabó de ducharse la morena fue a la cocina, nada mas entrar fue recibida por unos brazos y unos labios, Ray la besó muy despacio, eran uno de los besos mas tiernos que se habían dado. - El desayuno está listo - dijo Ray rozando sus labios. - Perfecto... me muero de hambre - dijo la morena sonriéndole. Las dos se sentaron a desayunar, Ray estaba muy callada y Sam lo notó, la rubia apenas la miraba. - Ray, te pasa algo?, estas muy callada - preguntó la morena preocupada. - No... es que... ésta noche tendrás que ir a la pelea y... - No te preocupes - Sam estiró su brazo por encima de la mesa y posó su mano encima de la de la rubia - todo saldrá bien. - Sam la he visto, es una asesina... tengo miedo. - Escucha, no tienes nada que temer, he mejorado mucho, ahora estoy a su altura. - Dime que es lo que te hizo en la cárcel - dijo la rubia algo tímida. - Ray... - Por favor... - pidió en súplica. - Mas que en prisión estuve en la enfermería, yo entrenaba como podía para defenderme, pero no era suficiente, nunca conseguía derrotarla... - dijo avergonzada la morena mientras agachaba la vista averiguó que yo tenía a alguien fuera, o sea tu y ahí empezó a manipularlo todo y a amenazarme con que te haría algo si no hacía lo que me decía... La rubia apretó mas su mano y se puso de pie sin soltarla, rodeó la mesa hasta llegar a Sam, se sentó en sus piernas y rodeó a la morena con sus brazos por el cuello, las dos se quedaron en silencio, solo abrazadas, a las dos les encantaba esa sensación, Sam tenía su cabeza apoyada en el pecho de la rubia,

su latido era tranquilo, Sam sonreía al oírlo. -

Sam, qué... qué pasa si no vas a la pelea? Te buscará y... a saber lo que te haría. Y si nos vamos de aquí? Ray, huir no es la solución. Morir tampoco - dijo con la voz temblorosa. Ray... si algo me pasara Ted me ha prometido que te sacará de aquí. No digas eso! - la rubia se aferró a ella con todas sus fuerzas - no soportaría que algo te pasara.

Sam la apretó mas contra ella y la acunó en sus brazos para tratar de calmar a Ray, estuvieron asi un rato, después Sam separó a la rubia para mirarla a los ojos y después besarla. - Sam quiero amarte - dijo la rubia acariciando su cara. Sin decir nada la morena la besó y cogiéndola en brazos se fueron a la habitación a amarse una y otra vez y a entregarse todo su amor como si fuera la última vez. Ya era casi medianoche, Sam iba al callejón donde se celebraría la pelea, no pudo conseguir convencer a Ray para que se quedara en casa, asi que iban juntas agarradas de la mano, la morena pudo notar que Ray estaba temblando, apretando mas su mano hizo que la rubia la mirara, Sam la calmó con una de sus sonrisas que tanto fascinaban a Ray, enseguida se la devolvió, siguieron caminando. Ted ya estaba recogiendo las apuestas, aquella mujer ya estaba allí calentando, a su alrededor la multitud de siempre, en sus movimientos de calentamiento esa mujer pudo ver que Sam y Ray se acercaban. - VAYA!, HAY LLEGA MI VÍCTIMA Y MI TROFEO! Ted miró hacia atrás, vió a sus dos amigas cogidas de la mano, una vez llegaron, Sam empezó a sacar los protectores de los guantes y los pies, Ted se acercó hasta ellas. -

Me alegro de que ya estéis bien chicas. Gracias - dijo Ray sonriendo Sam, estás preparada? Si, lo estoy. Me alegro, y tu Ray qué tal estás? Nerviosa... preocupada... pffff. Tranquila, Sam es mi mejor luchadora - dijo guiñándole un ojo.

La morena ya había acabado de ponerse las protecciones. - Bueno, pues ya estoy lista - dijo Sam. Ray se puso delante de ella y apoyó sus manos en la cintura desnuda de la morena, en su cara se veía la angustia. - Sam... - Todo saldrá bien - le dijo la morena con una sonrisa - te amo con toda el alma. La morena se abalanzó sobre sus labios, la rubia la respondió con la misma pasión y el mismo amor, tras besarse nuevamente y un abrazo, Sam entró al círculo.

- POR LO QUE VEO YA TE HAS DESPEDIDO DE MI CHICA. - No es tu chica, y jamás lo será. - ESO YA LO VEREMOS. Ted se acercó hasta ellas y se puso en el centro. - Bien, ya conoceis las reglas, no las hay, es un combate a muerte. Que gane la mejor. Ted salió de allí y se puso al lado de Ray para presenciar el combate, Sam se puso en posición de combate al igual que la otra mujer. - EMPEZAD! - gritó Ted. Sin sabes como Sam le dio una doble patada en la cara a la mujer, fue tan rápido que no pudo ver sus largas piernas, la mujer quedó de espaldas a la morena, había empezado a sangrar del labio, empezó a reirse y se limpió la sangre con el pulgar. - NO HA ESTADO MAL, VEAMOS QUE HACES AHORA! Una patada en forma de coz en el estómago hizo que Sam se doblara, la mujer se giró y cogiéndola de la cabeza con las dos manos estampó su rodillas en la cara de Sam, la morena cayó de espaldas pero se levantó enseguida, sangre chorreaba de su nariz, la morena saltó y le dió una patada de bicicleta, después hizo un combo de puñetazos y patadas, la última patada la mujer la paró y sin soltarla la pierna le dio una fuerte patada en la entrepierna, Sam cayó al suelo del dolor, con dificultad se fue poniendo en pie. Ray estaba sufriendo mucho al ver a Sam sufrir tanto, tenía el corazón en un puño, sabía que Sam lo estaba haciendo bien, pero no estaba segura de si sería suficiente. A Sam le temblaba la pierna donde le había dado la patada, no conseguía apoyarla bien, en un descuido la mujer la agarró del cuello y la lanzó contra una columna, Sam había sufrido daños en la espalda, quería levantarse del suelo pero no podía, la mujer se acercó hasta ella y agarrándola del pelo le levantó la cabeza. - SABES POR QUÉ EMPECE A HACERTE LA VIDA IMPOSIBLE?, PORQUE YO TE CONOZCO, SI... TE CONOZCO MUY BIEN, Y A QUE NO SABES POR QUÉ? - la morena solo la miraba llena de odio - POR QUE YO MATÉ A TUS PADRES!!!!!!, JAJAJAJA! Sam se quedó paralizada, no creía lo que acababa de oír, ella sabía que su padre y su madre murieron a manos de una mujer, pero jamás pensó que fuera ella, su vista se nubló, la rabia y el odio se estaban apoderando de ella, una serie de recuerdos de su infancia empezó a pasar por su mente, en esos recuerdos reconoció la misma risa que estaba oyendo ahora. - Tu... tu eres...Snub? - SI, ESA SOY YO! Ted cerró los ojos al oír ese nombre, Ray lo miró con mas preocupación que antes. - Qué pasa Ted? - Snub... asesinó brutalmente a los padres de Sam, los golpeó, les cortó todos los dedos en vivo, uno a uno, les partió las piernas y los brazos, tras horas de estar agonizando aun conscientes... los quemó vivos y todo eso... lo hizo en presencia de Sam, cuando ella solo tenia cinco años...

- Dios mío... Ray quedó tan impresionada que no sabía cómo reaccionar, no se dió cuenta cuando las lágrimas recorrian por sus mejillas, la rubia volvió su vista a Sam, que seguía tirada en el suelo. - Ahora necesita tu apoyo Ray... mas que nunca - dijo Ted. - Tienes razón, VAMOS SAM!, TU PUEDES HACERLO, LEVÁNTATE! - gritó Ray llorando. Sam al oír la voz de Ray reaccionó, se levantó rápido pillando por sorpresa a Snub, llena de furia le golpeó la cara y el estómago, Sam gritaba en cada golpe que le daba, Snub sangraba por toda la cara, casi estaba perdiendo el conocimiento, Sam iba a darle el golpe de gracía para derribarla, la morena iba darle un tremendo puñetazo en la cara cuando Snub se agachó lo suficiente para que el puño de Sam diera en su cráneo, Sam gritó al sentir todos los huesos de su mano romperse, Snub se reía. - QUÉ TE A PARECIDO ESO EH!, JAJAJA, YO QUE TU ME RENDIRÍA, NO PODRÁS HACER MUCHO CON UNA MANO ROTA. - SAAAAAAAMMMMMM!!!! - gritó Ray desesperada. Sam aguantando el dolor dio una fuerte patada a Snub en la cabeza haciendo que se estrellara contra la columna, la mujer quedó tirada en el suelo con los ojos en blanco, no se movía, Ted se acercó para comprobar si estaba viva. - SIGUE VIVA! Ted se acercó hasta Sam. - Sam, quieres dejarlo asi o quieres acabar con ella? La morena tardó en contestar, antes de hacerlo miró hacia donde estaba Ray, estaba llorando, llena de angustia, asustada... la morena volvió la vista a Ted. - La pelea ha terminado. Ted le sonrió, cogió el brazo que tenía bien y lo levantó por encima de sus cabezas proclamándola vencedora, inmediatamente Ray salió corriendo entre lágrimas para abrazar a Sam, a pesar de estar herida Sam la abrazó con todas sus fuerzas. -

Sam... Ya acabó todo mi amor - Sam solo la abrazaba con un brazo. Vámonos a casa - dijo la rubia sonriéndole. Vamos.

Antes de ponerse a caminar Ray besó a Sam, la rubia ayudaba a caminar a Sam. -

Mejor vamos a un hospital primero, tienen que verte esa mano. Bueno ver no la tienen que ver mucho, está rota la mires por donde la mires. ESPERAD! - Ted las llamó. Qué pasa? - preguntó la morena. Esto es vuestro - Ted sacó una montaña de billetes. No lo quiero - dijo Sam. No lo quieres? - preguntó sorprendido. No, yo he luchado por defender a la persona que amo, no por un puñado de billetes.

Ray se llenó de felicidad al oír eso y se abrazo mas fuerte a Sam, las dos sonrientes empezaron a andar dejando a Ted con todo el dinero, feliz por sus amigas y por tener todo ese dinero se fue a celebrarlo. Sam y Ray acababan de salir del hospital, Sam ya tenía la mano escayolada y tendría para rato, las heridas de su cara también se las habían curado. - Ray quiero que vengas conmigo, quiero enseñarte algo. - Claro! - dijo sonriente la rubia. Sam la llevó hasta un rascacielos, arriba de todo, se podía ver toda la ciudad desde allí arriba, la luna brillaba mas que nunca y las estrellas a su alrededor. - Es precioso - dijo fascinada Ray. - Mira allí. La morena le señaló una avioneta que pasaba haciendo acrobacias, en cada una de ellas aparecían letras escritas en el cielo, eran brillantes y de colores chillones, cuando la avioneta acabó Ray pudo leer.

QUIERES CASARTE CONMIGO? Ray miró hacia atrás, quería ver a los ojos a Sam, cuando miró vió a la morena con una sonrisa ofreciéndole un anillo, Ray se tapó la boca de la emoción y comenzó a llorar, la rubia se acercó con paso tembloroso, se paró delante de Sam y cogió el anillo, cuando se lo puso volvió a mirar a Sam llena de lágrimas y con una sonrisa en sus labios le hizo saber su respuesta. - Si quiero!, quiero casarme contigo Sam! Las dos se besaron y se abrazaron llenas de felicidad, ya no habría nada que las separara, por fin todo su sufrimiento había acabo, ahora solo les quedaba tiempo para amarse y para hacer de su amor una vida completa y entregada, entregadas totalmente la una para la otra. Fin

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