AMÉRICA MESTIZA
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¿Cómo fue que empezó todo? Por
Dato Datos s esta estadís dísti tico cos s mues muestr tran an que que Colo Colomb mbia ia es uno uno de los los país países es más más violentos del mundo. Estos datos incluyen otros países latinoamericanos. ¿Por ¿Por qué qué somo somos s tan tan viol violen ento tos? s? ¿Qué ¿Qué hay hay en nues nuestr tros os gene genes s que que nos nos predisponen a la violencia, a la desidia, al subdesarrollo? ¿Qué tuvieron que ver España, Francia e Inglaterra con el proceso cultural de Latinoamérica y su futuro? William Ospina, el escritor de moda, nos viene con esta “ América Mestiza”, Mestiza”, un libro que se pasea por nuestra historia, de una manera lineal desde desde poco poco antes antes de ser ser “descu “descubie bierto rtos” s” por la potenc potencia ia españo española la hasta hasta soslayar un futuro, de alguna manera, incierto. El título es lo bastante claro como para entender a qué se va enfrentar uno como lector. Hablar de mestizaje implica hablar de toda nuestra historia, desde la llegada de los descubridores hasta nuestros días. Sólo así podremos entender por qué los latinoamericanos somos mestizos y no los norteamericanos que comparten nuestro territorio americano. Pero este proceso no se queda con la historia oficial; más bien explora las verdaderas razones para que los españoles llegaran a estas tierras, para que hubiera esa amalgama de razas y para que al final nuestras naciones sean lo que hoy son: desunidas, violentas y a veces con una doble moral a flor de piel. Aquí podemos “ver” cuál era la procedencia de los “héroes” que llegaron a estas tierras: hombres sin dinero, sin futuro; muchos de ellos presidiarios que no tenían gran cosa qué perder en esa aventura y sí mucho qué ganar. Y ganaron. Dinero, fama y posteridad. A cambio trajeron enfermedades, devastación y, de paso, aniquilaron las más opulentas comunidades que habitaban este territorio como fueron los Aztecas, Chibchas e Incas. Todo, en nombre de una Corona que jamás pisó territorio americano o de un Cristo de bondad y amor. Desde el comienzo, el libro plantea que lo nuestro fue un equívoco histórico: Colón Colón jamás jamás supo supo que había había descub descubier ierto to un conti continen nente, te, siempr siempre e pensó pensó haber llegado a las Indias para así ampliar el comercio de España, bastante necesitado de dinero para “sostener” la monarquía y las guerras por el poder que tenía contra Francia, Inglaterra y Alemania. Ese equívoco se transformó en regocijo al encontrar, casi que a flor de tierra, oro. Oro por todas partes, oro que no era causa de conflictos sino de adoración a dioses y otras deidades, oro que era más prenda de vestir que
sinónimo de poder. Eso llevó a los españoles a “saquear” y eliminar dos civilizaciones comparables con la egipcia y la griega. El lenguaje que utiliza William Ospina tiene tintes poéticos (porque esa es la mejor manera de describir el horror, la tristeza o lo maravilloso que esos hombres provocaron o percibieron al llegar a estas tierras). Aun hoy, siglo21, podemos maravillarnos de los paisajes, de las selvas, de las inmensas llanuras (Colombia y Venezuela) y pampas (Argentina), de las inconmensurables montañas. Nos maravillamos de pueblos escondidos entre montañas y nos preguntamos ¿cómo llegaron hasta allí? Uno de los apartes dice que Europa es un continente donde cualquier lugar no está más allá de tres horas de un pueblo, una ciudad o una villa; en América la inmensidad, aun hoy, sigue siendo causa del aislamiento de pueblos, comunidades enteras. Este aislamiento nos ha llevado a una forma de retraso y, de paso, una forma de ver la justicia como algo particular. A lo largo de nuestra historia colombiana, vemos cómo en 200 años (celebramos nuestra independencia en julio de 2010) no hemos dejado de “pelear”, es decir, 200 años de luchas internas que todavía no terminan. Al principio Santanderistas y Bolivaristas, luego Conservadores y Liberales, actualmente Paramilitares y Guerrilleros. Y si miramos a nuestro rededor podemos apreciar las historias de otros países, llenas de violencia, de golpes de estado y de pobreza. Jaime Garzón1 habla de que nosotros los colombianos no tenemos sentido histórico porque no tenemos conciencia de nuestro pasado violento que trajo la conquista española y luego la colonia. Esa violencia, combinada con el despojo y la violación trajo consigo el mestizaje. A diferencia de los ingleses, que llegaron con sus familias, se apropiaron de los campos y “trasplantaron” su cultura; los españoles llegaron solos y encontraron oro y mujeres para su solaz. Esto hizo que muchos hombres se ayuntaran con las mujeres indígenas para así poblar estos territorios de mestizos, muchos de ellos sin conocer al padre (hay que recordar que como en toda guerra, las mujeres se convierten en botín de guerra). Ospina mira cómo el proceso emancipador colombiano (y de la mayoría de los países latinoamericanos no es exactamente un proceso libertario de cadenas de opresión sino de búsqueda de oportunidades para comerciar con otros países, que, entonces era Gran Bretaña, Alemania y Francia. Así que nuestros héroes no lo fueron tanto porque lo que querían “esos comerciantes” era apertura económica y no liberarse de la metrópoli. Prueba de eso fueron los focos de “resistencia” criollos en contra de la liberación. Y esas ansias de comerciar también están unidas a las ansias de poder de los grupos políticos (herencia netamente hispánica) que llevaron a la desunión, y, de paso, a la desintegración de la Gran Colombia hasta 1
Conferencia dictada en la Corporación Universitaria Autónoma de Occidente en Cali el 14 de febrero de 1997.
convertirla en lo que hoy es: tres países casi que diametralmente opuestos y que buscan la forma de volver a juntarse sin que las creencias políticas, todas procedentes de los mismo caudillos (Bolívar y Santander) logren unirlos. Esta podría ser la razón (o el origen) de por qué no se ha podido hacer una integración latinoamericana, como sí lo lograron Europa y su Mercado Común y Norteamérica con su TLC con Canadá y Méjico. Hasta ahora todo se ha ido en pulsos entre mandatarios a ver quién tiene más poder, hay que ver los casos de Cháves, Calderón, Lula, Morales, Uribe… todos quieren dejar por sentado ser los más poderosos aun en detrimento del bienestar de la región. Desde hace poco mas de 20 años los países suramericanos vienen intentando la creación de una entidad económica que les permita el desarrollo de sus economías, hasta ahora no ha sido posible porque cada país quiere sus ventajas. Al finalizar el libro, el autor propone una búsqueda de nuestras raíces y apropiarnos de ellas para construir un futuro mejor sin tantos rencores, sin tantos deseos de continuar con el esquema del conquistador español que se basó en aprovecharse de cualquier descuido de los otros para tomar ventaja (fue así como Pizarro abatió el imperio Inca, fue así como Cortés acabó con el imperio Azteca), de ver la tierra como algo de posesión personal: es así como se despojaron (y aún hoy día)inmensos territorios para solaz de un solo propietario y no para mejoramiento de los otros. Propone retomar las cosas buenas de nuestra cultura ancestral: el amor por la vida, por la tierra, por el aire, la ecología porque esta tierra nuestra es lo único que tenemos no sólo para nosotros sino para los que vienen detrás nuestro. Si hacemos caso de Ospina y de Garzón y de tantos otros que han hablado de buscarnos dentro para dejar de lado esas “enseñanzas” ancestrales de sacar provecho de todo en detrimento de los otros (consiga plata mijo, como sea, pero consiga plata es una frase que nos han repetido hasta la saciedad nuestros padres y los padres de nuestros padres y así, sucesivamente). Al final es necesario sacar lo bueno que trajo la metrópolis: el lenguaje, el amor por el trabajo, la cultura y juntarlo con tantas cosas buenas que tenían nuestros antepasados: el amor por la vida, por la tierra, por la comunidad; actualmente la medicina integra los conocimientos indígenas para la cura de enfermedades. Un libro muy interesante que lo que busca es que tomemos conciencia de que no todo lo que nos cuentan puede ser cierto. La historia latinoamericana está llega de genocidios que nadie castigó, de saqueo que ni la misma España reconoció. El mismo libro dice que si el rey de España de la época hubiera llegado a visitar las tierras que le dieron poderío alguna vez, Latinoamérica seguiría siendo española… pero nunca lo quiso hacer. Sólo 500 años después para inaugurar una Biblioteca en Medellín.
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