Ambigüedades sexuales. Sexuación y psicosis - Geneviève Morel.pdf

September 27, 2017 | Author: Ma Consuelo Mardones | Category: Psychoanalysis, Jacques Lacan, Sigmund Freud, Science, Knowledge
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GENEVIEVE MOREL

Ambigüedades sexuales Sexuación y psicosis

MANANTIAL 'B uenos Aires

Título original: Ambiguités sexuel!es. Sexuation et psychose. © Ed. ANTHROPOS, 2000

Traducción: Horacio Pons

Diseño de tapa: Estudio R

155.3 MOR

More!, Genevieve Ambigüedades sexuales : sexuación y psicosis. l'. ed. - lra reimp. - Buenos Aires: Manantial, 2012. 280 p. : 24x15 cm. - (Estudios de psicoanálisis) Traducción de : Horacio Pons ISBN 987-500-070-1 l. Título. - 1. Psicoanálisis. 2. Psicología Sexual.

3. Psicosis

Hecho el depósito que marca la ley 11. 723 Impreso en la Argentina

© 2002, Ediciones Manantial SRL de la traducción y de la edición en castellno. Avda. de Mayo 1365, 6º piso, (1085) Buenos Aires, Argentina Telefax: 54 11 4383-7350/4383-6059 E-mail: [email protected] www.emanantial.com.ar ISBN: 987-500-070-1 Impresos 1000 ejemplares en octubre de 2012 en Talleres Gráficos Leograf SRL, Rucci 408, Valentín Alsina, Buenos Aires, Argentina Derechos reservados Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquier medio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes 11. 723 y 25.446.

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A raíz de su constitución bisexual y su herencia cruzada, todos los individuos humanos poseen a la vez rasgos masculinos y rasgos fem eninos, de manera que el contenido de la s construcciones teóricas de la masculinidad pura y la femineidad pura sigue siendo incierto. S. FREUD, "Algunas consecuencias psíquicas de la diferencia anatómica entre los sexos" (1925)

No hay nada más vago que la pertenencia a uno de estos dos lados [. .. ]. Es preciso, de todos modos, que me despegue de algo que es una [... ] suposición, la de que hay un sujeto masculino o femenino. Es una suposición que, con toda evidencia, la experiencia hace insostenible.

J. LACAN, Les non-dupes errent (15 de enero de 1974)

ÍNDICE

Introducción....................................................................................

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Primera parte EL PSICOANALISIS Y LO REAL

l. El sexo para la ciencia y para el psicoanálisis........... ...................

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No hay relación sexual.................................................................... ¿Quién es el padre de quién? .... ........ ................. ... .... ..... ...... ..... ... .. .. La sexualidad de los lagartos........................................................ ... El campo del goce............................................................................ El real biológico .............................................. :............. ........ .......... Lo real como imposible................................................................... Un mito de la detumescencia y del nacimiento del lenguaje.............. La ca usa y la máscara......................................................................

26 28 31 32 35 37 42 43

11. La reproducción y la muerte: el sujeto entre medicina y psicoanálisis . . .......... .. . . . .. .. . .... . ... .. ..... ... .. .... .. .. .......... ........ .. ... .. .

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El hijo como objeto a...................................................................... El hijo mártir y el hijo varón preferido....................................... Lo real, lo simbólico, lo imaginario y el "sínthoma" ............. La invención de una nueva relación: ser el hijo varón preferido de un padre............................................................ La reprodu cc ión y el inconsciente.................................................... Lo 011.·1•, 111111111r 1•1 (ii/Nit 11, P:1rís, O cli lc .facob, 1999 .

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EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL

EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS

una dificultad estructural para responder a la excitación y las sensaciones corporales que desbordan al sujeto desde la infancia. Sabemos también que el sexo llega al niño en la forma de preguntas acuciantes, en principio conscientes y luego inconscientes, para las que tendrá que encontrar respuestas. Ése es el núcleo de la neurosis infantil: ¿cómo se hacen los niños? ¿Cómo vine al mundo? ¿Cuál es la diferencia entre las chicas y los varones? Las impasses del sexo en el ser hablante provienen del hecho de que en el inconsciente el sexo sólo se aborda por medio del lenguaje, y no de la unión de los gametos sexuales. De tal modo, se pueden oponer muy simplemente la escritura de la relación sexual en el campo de la ciencia (biología y etología) y su no escritura en el campo del psicoanálisis como dos reales distintos; sólo el segundo tiene que tener en cuenta al primero, mientras que, por el momento, la recíproca no es verdadera .7

nocimiento" biológico legal y el reconocimiento-adopción que exige lapalabra del padre: la diferencia puede apreciarse en sus efectos sobre la descendencia. Le corresponde, a continuación, recordar que ninguna certeza biológica impedirá a un hijo seguir dudando inconscientemente de la identidad de su padre, ni frenará la invención de una novela familiar y hasta la construcción de un delirio de filiación. Encontramos la misma oposición entre certeza y duda, esta vez certeza de la percepción y duda del inconsciente, en lo que se refiere a la diferencia sexual: un niño puede ver p erfectamente que las mujeres no tienen pene y seguir suponiendo la existencia de un falo en su madre. O bien uno puede estar convencido de que "todos los hombres son mortales" y, no obstante, creerse inconscientemente inmortal, etc. La certeza en el campo de la ciencia, de la experiencia o de la percepción no siempre puede oponerse al inconsciente, para el cual la verdad se apoya sobre otra especie de prueba: la que afecta lo más íntimo de las razones de un sujeto. Para volver al problema del padre, ¿un psicoanalista responderá lo mismo a un integrante de una pareja estéril, según exista o no la técnica de la inseminación que pueda sacarlos del apuro? ¿Contestará, como me contaron una vez: "No tiene ninguna importancia que usted tenga un hijo con su marido o con otro hombre anónimo, porque el padre no es el progenitor y el que cuenta no es éste sino el padre simbólico"? 8 La anali zante podría reírse en la cara de quien se situara de manera tan intemporal frente a la ciencia. Los descubrimientos científicos tienen una incidencia real sobre el sujeto en análisis, y no habrá sino un diálogo de sordos entre quien diga : "lo que cuenta es el padre simbólico", y la mujer que responda, con su

¿QUIÉN ES EL PADRE DE QUIÉN?

El desfasaje entre esos dos reales se aprehende como límite en la práctica del psicoanalista . Pero también puede estimularlo, al enfrentarlo a descubrimientos científicos que no debe ignorar: desde hace años se puede saber, de manera científicamente segura, quién es el padre de quién. Así, la máxima latina pater semper incertus (el padre es siempre incierto), citada por Freud, se bate en retirada por obra de la ciencia. El caso Montand, a fines de 1997, lo demostró: se puede hacer "hablar" al genotipo de un muerto y "obligar" eventualmente a éste a un "reconocimiento" jurídico de paternidad póstuma. La antigua noción del reconocimiento por el padre, que era una especie de adopción e implicaba por lo tanto su palabra, es sustituida por un procedimiento en que ya no hace falta palabra alguna, cosa mucho más notoria cuando se trata de un muerto. Advertimos de tal modo la distancia con respecto a Freud, para quien el padre muerto era promovido a padre de la ley. Es cierto que, gracias a Lacan, desde entonces los psicoanalistas relativizaron e incluso criticaron esta concepción freudiana del padre, en beneficio de una noción más utilitarista (¿p ara qué sirve un pa dre?). El caso Montand no deja de ser por ello un signo de la pérdida de valor del "padre muerto" freudiano. Corresponde al psicoanálisis, sin embargo, afirmar en primer lugar la no equivalencia de un "reco-

7. Sobre la ambición del psicoanálisis en cuanto a la consideración científica, cf. J. Lacan, "La science et la vérité" (1966), en Écrits, París, Se uil , 1966, pág. 874 [traducción castellana: "La ciencia y la verdad" , en Es cril os 2, 1O" edició n, M éxico, Siglo XX I, 1984], y " N o te aux Ita liens" (1 973 ), en 0 1/l im rf 11 º 2.5, París, N:lva rin , 1982.

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8. "Padre simbólico" es una expresión de Lacan que designa al padre que sería el representante de la ley en el inconsciente, en oposición al progenitor o padre biológico. Como tal, el padre simbólico nunca se encarna y el concepto remite al mito del padre muerto en Tótem y tabú (1) (2). "Padre simbólico" se utiliza a veces como equivalente de "Nombre-del-Padre" o ele "significante del Nombre-del-Padre" (3) (4).

(1) S. Freud, Totem et tabou (1912), París, Payot, 1995 [traducción castellana: T ótem y tabú, en OC, vol. 13, 1980]; (2) Cf. J. Lacan, Le Sém inaire. Livre IV. La rr•lation d'objet (1956-1957), París, Se uil, 1994, pág. 210 sq. [traducción castellana: l·:t Seminario de facques Lacan. Libro 4. La relación de objeto . 1956-1957, Buenos Aires, Pa idós, 1998]; (3) Cf. J. Lacan, "D'une question préliminaire a tout traitellH' n l r ossible de la psychose" (1958), en Écrits, op. cit., págs. 556-557 [traducción 1 · : 1~ t e ll a n a : "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible ele la psicosis", 1· 11 l·:scritos 2·1; (4) J. Laca n, " Subversion du sujet et dialectique clu désir dans l'inl o n ~c i c nt íreuclien" ( 1960) , en ibid. , págs. 812-813 [traducción castellana: "Subver~ 1 0 11 tkl suj cto y di :1I C-ct icn d1.: I deseo en el inconsci ente fr eudi ano", en Escritos 2].

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EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL

EL SEXO PARA LA CIENCIA Y PARA EL PSICOANÁLISIS

deseo de un hijo sostenido por la ciencia: "Hoy se p ueden inyectar directamente espermatozoides en un óvulo, sin ningún padre" o tal vez, muy pronto: "Me pueden clonar idéntica". En algunos países, se autorizan en nuestros días experiencias con los embriones de menos de catorce días. Se trata de estudiar la partenogénesis, vale decir, el desarrollo como huevos de óvulos no fecundados por un espermatozoide. Hay interés también en la sexualización [sexage], esto es, la elección del sexo del embrión e incluso su cambio eventual, por lo tanto en la selección inicial de varones y mujeres. El pretexto de estas investigaciones es terapéutico. Existen enfermedades genét icas ligadas al sexo que de ese modo podrían prevenirse mediante la elección del sexo de los hijos. Pero si esta práctica es posible con un objetivo terapéutico, también lo es sin éL ¿Los psicoanalistas deben indignarse? ¿Deben decir, como la Iglesia, que es as investigaciones son inmorales? ¿O bien, a la inversa, tienen que aplaudir ciegamente el progreso científico, aun cuando se perfila la posibilidad de una nueva segregación enmascarada por metas terapéuticas? Nada impide, por cierto, que un psicoanalista participe en un comité de ética o milite a favor o en contra de tal o cual ley de adopción .9 Pero parece más interesante, más "fecundo", que los psicoanalistas elaboren respuestas específicas de su campo, y transmitan su saber fuera de él, a los científicos, los médicos, los juristas, los trabajadores de la salud mental, a todos ... En 1967, Lacan 10 escribía que el psicoanalista no tiene "que vagar del humanismo al terror" y, por lo tanto, no debe atenerse a un discurso ideológico, humanista o profético. El humanismo consistiría aquí en denunciar la ciencia sin conciencia o el terrorismo científico. El psicoanálisis debe, más bien, responder a la ciencia con su s propios conceptos: por ejemplo el del sujeto, esencial. En otras palabras, debe elaborar una respuesta que implique la clínica del sujeto, que no es ni la de la general idad, ni la de la ana logía. El psicoanálisis parte de la verdad que determina a ese su jeto. Éste es un ser hablante y ya no únicamente un ser anima l que se reproduce. A partir de lo que sabe del sujeto como ser hablante, el psicoanálisis puede dar su opinión sobre la clonación humana. El deseo de ser clonado manifiesta la conjunción del narcisismo y la pulsión de muerte, concebidos respectivamente como amor a sí mismo y rechazo del otro (el don es lo mismo) y deseo o, mejor, fantasma de inmortalidad (reproducción de uno

mismo al infinito, más allá de la propia muerte, al precio eventual de la destrucción de la especie). Es Thanatos contra Eros, para re tomar los términos freudianos.

9. Cf. G. Delaisi y P. Verdier, Enfant de personne, París, Odi le .Ja co b, 1994 . 10 . .J. Lacan, "Proposition du 9 octobre 1967 sur le psyc ha nnlys tc de l'Éco le'', en Scilicet nº 1, París, Seuil , 1968, pá g. 29 [traducción cast"t ra preocupación que rivalizar con los dioses. La castración está inscripta 1•11 el mito como castigo por su prete nsión, pero es sobre tod o lo que los 1k1 ermina corno sexuados: tienen un sexo desd e que los cortaron en dos. 1.. 1 1eoría psicoanalítica lacaniana traduce ese mito lógicamente, escribiendo los dos sexos únicam ente con la función fálica, que es la función de la 36 Sin ese corte, sin esa función fá lica, no hay form a de orien1 ,1s1rac ión. 1ill'SI.: en la sexuación. O bien la hay, pero al precio de una invención peri'l'l ll a , corn o en la psicosis. El mito de Aristófanes nos indica que el signi-

LA REPRODUCCIÓN Y EL INCONSCIENTE

La repro ducción surge del inconsci ente corno una pregunta, formulada desde la in fancia y fuente de una búsqu eda epistémica intensa que conduce a la construcción de teorías sexua les infantiles. 31 Para Lacan, el rea l en entredicho en "no ha y relación sexual" hace emerger esta pregunta: "¿ Cómo se reproduce el hombre?"3 2 "Para hace rte hablar ", se ría la respuesta misma a llí donde el inconsciente existe como discurso . Volvemos a encontrar la tesis lacaniana del lazo ca usa l33 entre la no relación sexual en cuanto real y la palabra (aquí el diálo go), en cuanto simbólico. La construcción de la s teorías sexua les infantile s es un híbrido de simbólico (de inconsciente) e imaginario referido a ese real. La importancia de las escenas primitivas en el psicoaná lisis proviene de la neces idad de dar un contenido imaginario a ese real que es la ausencia de r elación sexual de los padres. El inconsciente es saber, un saber articulado por significantes, cuyo concepto se opone radicalmente a to-

\11. S. h eud , "Les théor ies sexuelles infanti les", op. cit. , pág. 19: "Aunque se .ivÍl' n de manera grotesca, cada una de ellas contiene, sin embargo, un frag1111 111 0 dl' pura verdad" . \~. l'l :u ó n, Le /J t1 1117111'I , 0 ¡1. ri l ., 190d , pág. 31. \(,, ( :(. i11(ro, c:1p í11il o 1v, p.i g. 1 1O.

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31. S. Freud, Trois essais ... , op. cit., pág. 123. 32. J. Lacan, "L'Étourdit", op. cit., pág. 12. 33. Cf supra, capítu lo 1, pág. 42.

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EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL

LA REPRODUCCIÓN Y LA MUERTE

ficante universal del goce sexual, para el ser humano, es el significante del corte, el falo. Sin él, la relación sexual existe {los partenaires se confunden en uno, están anudados con su mitad, cada cual arrobado/a con su pareja); con el falo (considerado como equiva lente del corte), ya no hay relación sexual, sino la nostalgia de una satisfacción y la búsqueda del objeto perdido. El mito, por consiguiente, artic ul a castración, sexuación y goce sexual. Según él, sin ese artificio fundamental que es la castración -artificio por oposición a la naturaleza, pero con un efecto real- ni siqu iera habría cópula. En la psicosis, en la que la castración no ha funcionado, la cóp ula y la relación con el otro sexo son a menudo objeto de una elaboración delirante, cuando no se las evita. Así, la erotomanía, en que una figura del Otro goza del sujeto, muestra una elaboración delirante del deseo y el amor.

mente notorio en el hombre, cuyo fantasma encubre la relación con el otro sexo. En el caso de las mujeres, si bien el fantasma desempeña un papel esencial en su deseo, no determina íntegramente su relación con el otro, que conserva una parte de alteridad y enigma irreductibles. Una película, Denise au télé¡Jhone [Denise al teléfono ], 41 presenta parejas que se forman por teléfono, sin verse jamás. No se encuentran nunca salvo una, la excepción, compuesta por una mujer inseminada artificia lmente, que logra encontrar a "su" donante anónimo de semen y desea hacer que pase de progenitor a padre, una vez nacido el niño. Ése es el aspecto "cuento de Navidad" de la película: esta mujer que había querido tener un hijo sola desea a continuación que tenga un padre, a quien antes conoció por teléfono (dejando a un lado el semen). Pero en el film asistimos a un idilio amoroso que se anuda en el teléfono y prosigue en él. El hombre y la mujer hacen el amor "con" el teléfono y experimentan orgasmos y goce al escuchar la voz del otro en el aparato, "conectados" uno con otro. No es indiferente señalar que es la mujer la primera en sentirse molesta por esta situación y quien se cansa de el la . Esta ficción cercana a la realidad moderna sustituye la relación corporal con el partenaire por la relación con un objeto parcial, un objeto a, la voz. En ella, el goce sexual se sos tiene del fantasma de cada uno, en ausencia de la cópula: es una rela·ión heterosexual sin eteros, sin Otro, reemplazado por un objeto singulariza do, la voz, separada del cuerpo del Otro gracias a un aparato, el teléfono . Es difícil confundir la pulsión del ser hablante vestida por el fantasma rn n un instinto animal cualquiera ajustado a la reproducción. ¿Qué empu¡.1 entonces a los humanos a reproducirse? Por el lado de la mujer, el deseo de un hijo arraigado en el deseo de pene (corno lo mostró Freud), y el pre'. i'lltimiento del goce al disponer del niño como de un objeto a (como lo 1ksracó Lacan). 42 Por el lado del varón, el complejo de castración que orilrn:i la idea de sucesión y empuja a los hombres a transmitir su apellido y 1 1 i:1r hijos (lo que por otra parte es compatible con la adopción, corriente

Lo que nos atrae sexualmente hacia otro

En la neurosis o la perversión, el goce sexual se articula con la castración,37 pero también se apoya sobre un rasgo de perversión inscripto en el fantasma, que causa el deseo y preside la elección de la pareja. El origen de ese rasgo se encuentra en una fijación libidinal precoz, inductora de la repetición. Se trata de algo singular que denominarnos objeto a, cierta mirada , una tonalidad de la voz, una sonrisa enigmática, etc., lo que Nabokov lla maba "los divinos detalles". 38 El sujeto busca ese detalle en sus compañeros sexuales. Freud da un ejemp lo célebre de ello en su artículo "Fetichismo'', con el caso del "joven que había erigido como condición de fetiche cierto brillo en la nariz". Agrega que ese sujeto "podía otorgar a voluntad ese brillo que los demás no podían percibir" .39 Por lo tanto, sin la castración por una parte y el objeto a por la otra, ambos inscriptos en un argumento fantasmático propio del sujeto, no habría atracción de un sexo por el otro (o el mismo) , y ni siquiera relación libidinal con ningún otro. 40 Esto es especial-

37. De una manera diferente. Freud caracterizó la perversión por un desmentido ( Verleugnung) de la castración en su artículo "Le fétichisme" (1927), en La Vie sexuelle, op. cit. [traducción castellana: "Fetichismo'', en OC, vol. 21, 1979). El neurótico teme la castración, lo que lo obliga a la represión. Por lo tanto, cree en ella. 38. Cf. V. Nabokov, Littératures 1, traducción de H. Pasquier, París, Fayard, 1983 [traducción castell ana: Curso de literatura europea, Barcelona, Ediciones B, 1997), a l que se refiere J.-A. Miller en su curso del 1ºde marzo de 1989 de L'Orientation lacanienne, inédito, que lleva ese título. Cf. "Bons lecteurs et bon s écri · vains", en Littératures 1, op. cit., pág. 39, donde Nabokov valoriza, en efccro, la función del detalle. 39. S. Freucl, "Le fétichi sme" , op. cit., pág. ·133 .

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10. Lacan escribió el fantasma como una relación del sujeto con el objeto a:

f¡ O 11. El rombo o punzón, O, significa una relación compleja: exclusión (uno o el 111 111), co njunción (uno y el otro), desvanecimiento, fading del sujeto ante el objeto ,, 11 1 1~ 11orancia del objeto por el sujeto. La castración puede situarse del lado del su¡1 11 1 11 del lado del objeto, de manera reversible. Cf. J. Lacan, "S ubversion du sujet 11 il1 11 k c1i que du désir. .. ", op. cit., págs. 815-816 y 825. 11 . /\ la que J.-A. Miller se refirió en su curso del 21 de febrero de 1996, "La l11i11 • d11 st 11 s", Départern cnt de Psychana lyse, Université de Paris Vil!. J .1 • .J . I.n ca n, "Deux norl·s sur l'cnfant" (1969), en Omicar? 11º 37, París, Na11111, V\'1:11lO d 1.: 1986, p :ÍI'.,' · 1J - 1'l .

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EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL

LA REPRODUCCIÓN Y LA MUERTE

en la antigüedad romana). Sin esas razones muy poco naturales, el dominio actual de los medios de contracepción dejaría a la naturaleza muy pocas posibilidades de propagación de la especie humana. El deseo de un hijo es "desnatura lizado" por la función fálica. Y el goce sexual, aun cuando empuje hacia otro cuerpo, sólo lo hace por med io de un fantasma.

cuerpo, la vida, la muerte y la reproducción. Busca en el biólogo Weismann, que luego de Go::tte teorizó la diferencia soma-germen, la idea de que la vida entraíia en sí misma la muerte. El cuerpo, soma, es lo que muere, mientras que sus células reproductivas, el germen, inmortales, están destinadas a sobrevivirle. En realidad, Weismann no dice lo que Freud busca: hace de la muerte una adquisición tardía de la vida y no una necesidad fundada en la esencia misma de ésta. Según Weismann, en efecto, la vida sería un lujo inútil, una vez asegurada la supervivencia de la especie. Por consiguiente, Freud se ve obligado a renunciar al apoyo científico de la biología y a fabricar una especie de mito, la pulsión de muerte. Y para explica rla apela a Aristófanes y el mito. 49 De modo que la pulsión de muerte ya no tiene para él ningún carácter natural. No es posible interpretarla como una tendencia a retornar a la muerte orgánica.

EL SUJETO Y LA MUERTE

Que el sujeto se sepa mortal no tiene nada de evidente. Para Freud, el deseo inconsciente es indestructible 43 y no conoce la muerte. En cuanto a la angustia de muerte, la reduce a la angustia de castración. 44 Pero el punto esencial para la historia del psicoanálisis y la clínica fue la introducción de la pulsión de muerte en "Más allá del principio de placer", de 1920. Freud partía de un problema clínico y una crisis del psicoanálisis: los síntomas se resistían a la interpretación analítica y los análisis se alargaban. Freud advertía que ciertos fenómenos clínicos no obedecían al principio de placer, que es un principio de homeostasis: el fort-da 45 del niño de dieciocho meses, triste por la partida de su madre y que juega a renovar el dolor de la separación; la neurosis traumática del accidentado o el soldado, en la que el trauma se repite en un sueño y objeta la teoría de éste corno una realización de deseo; por último, la Wiederholungszwang, la compulsión de repetición en la neurosis de fracaso . Freud también había comprobado que, en la cura analítica, el sujeto repite en la transferencia lo que no logra rememorar. Ahora bien, lo que el sujeto repite de tal modo no son acontecimientos agradables sino "experiencias del pasado que no entrañan pos ibilidad alguna de placer". 46 El sujeto conmemora el fracaso doloroso de sus a·spiraciones sexuales infantiles. Freud procura dar cuenta de esos fenómenos clínicos introduciendo algo radicalmente distinto de la libido y el principio de placer: la pulsión de muerte . Con ella plantea que "la meta de toda vida sería la muerte" 47 o que "el principio de placer está al servicio de las pulsiones de muerte". 4 8 Ahora bien, su ambición es ante todo justificar biológicamente la pulsión de muerte. Se refiere a los debates de los biólogos contemporáneos sobre el

43. S. Freud, L'Interprétation des réves (1900), París, PUF, 1971, pág. 527 ltT:l· ducción castellana: La interpretación de los sueíios, en OC, vols. 4 y 5, 1979·¡. 44. S. Freud, Inhibitioll, symptóme .. ., op. cit., pág. 53. 45 . S. Freud, "Au-dela du principe de plaisir", op. cit., págs. 51-57. 46. !bid., pág. 60. 4 7. !bid., pág. 82. 4 8. lbid., pág. ] ] 4.

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fü punto supremo del goce Lacan no dejó de releer ese texto enigmático. Muchos posfreudianos se 11cga ron a admitir la pulsión de muerte. Melanie Klein, al contrario, mos1ró su incidencia precoz, particularmente en la clínica del niño. El Seminario 2 de La can es una relectura de "Más allá del principio de ph ce r". En él, Lacan id entifica el principio de placer,50 el yo y la libido ro n lo imaginario, mientras que hace del más allá del principio de placer 1111 más allá de lo imaginario que sería el orden simbólico. La Wiederhof1111gszwang, retraducida como " insistencia repetitiva" o "insistencia signil1 c:1tiva" ,51 manifiesta la insistencia de lo simbólico y de la cadena signifi' .111t c, que es también la insistencia del deseo como falta pura, deseo de 11 ,1da, que nunca es deseo de un objeto. 52 La pulsión de muerte es la maniln: la ción del orden simbólico que gobierna al sujeto. Así, Lacan puede de' 1r que la muerte está debajo de la vida,53 no corno naturaleza o programa ¡\1· 11( 1ico eventual, sino como símbolo insistente en el deseo. La pulsión de

19. !bid., pág. 106. Laca n, Le Séminaire. Livre 11. Le moi dans la théorie de Freud et dans la l11 l111ir¡11e de la psychanalyse (1954-1955), París, Seuil, 1978, pág. 375: "Aquí de' 11ilim;:1111os en el orden simbólico, que no es el orden libidinal en que se inscriben 1 111111 l'i yo como todas las pulsiones. Aquel orden tiende más allá del principio de ¡d 111·1, fuera de los límites de la vida, y por eso Freud lo identifica con el instinto il1 11111t·n c" !tra ducción castellana: El Seminario de jacques Lacan. Libro 2. E_l yo 11 f,1 t1 •uría de Freud y en la técnica psicoanalítica. 1954-1955, Buenos Aires, Pai111 ~ , l 1>8 l ]. 1 1 l/Jid., póg. 24 l. '11 lf1id., p::íg. 263. •; 1 Jflirl.' 11:íg. 2 7 1.

rn. J.

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EL PSICOANÁLISIS Y LO REAL

LA REPRODUCCIÓN Y LA MUERTE

muerte se revela en su esencia como deseo del sujeto, su verdad última. Es lo que ilustra la lectura de Edipo en Colono: 54 el me phynai, "mejor no nacer", sería una palabra plena que enuncia la verdad asumida por el sujeto, de la muerte que lo habita, efecto del lenguaje. En La ética del psicoanálisis 55 se retoma ese comentario, con una referencia a Heidegger: al final del análisis, el sujeto debe asumir su "ser para la muerte". Se aprehende entonces como un ser ya muerto, por ser sujeto del lenguaje. Esta lectura es contemporánea de la de un sueño freudiano, "él no sabía que él estaba muerto", 5 6 como verdad que sostiene al sujeto de la enunciación. En ese momento de la enseñanza de Lacan (1960) aparece algo heterogéneo en el registro de lo simbólico: la cosa, das Ding. Ésta es real: lo que el sujeto vela mediante el fantasma, como insoportable. El cadáver de Edipo en Colono, que es la apuesta de la obra de Sófocles, porque su posesión garantizará la paz al reino que le dé refugio, es a la vez precioso e insostenible para la mirada del rey; por otra parte, un Dios se lo lleva en una especie de nube. Ese cadáver es una de las encarnaciones de la cosa que, en los seminarios siguientes, será precisada mediante la invención lacaniana del objeto a. Por una parte, el sujeto puede hacer de la muerte un significante amo 57 de su vida, como lo vernos en la neurosis obsesiva. Tal corno dice Freud de su "hombre de las ratas", 58 éste recurre a la muerte (del otro) para resolver cualquier situación en que la duda lo oprime, es decir, constantemente. El obsesivo vive en la espera de la muerte de los otros, por ejemplo la del padre, o la del amo que, por otra parte, puede ser su Dama, sin darse cuenta de que en esa misma espera está embalsamado, petrificado, ya muerto. Si para el obsesivo la muerte puede aparecer entonces como un ac-

to fallido, 59 esto es, la expresión de un deseo reprimido, el suicidio sería un acto fallido ... exitoso, pues en él la muerte se asumiría como un acto. Lo cual no le impediría ser sintomático, porque la verdadera apuesta de su relación con la muerte y el amo en general· se le escapa. Así, Lacan pudo decir, curiosamente, que la muerte dd hombre de las ratas en la guerra era una conclusión sintomática de su análisis con Freud,60 en la medida en que su relación con la muerte y la mujer no se había dilucidado por completo. Pero, por otra parte, como lo enuncia en 1964 "la dialéctica de la alienación y la separación", 61 el sujeto puede proponerse a sí mismo como ofrenda, como un objeto, frente al vacío del deseo del Otro, a fin de poner a prueba su valor en este Otro en un "¿puede perderme?". Si ese objeto puede ser su propia vida -y muchos pasajes al acto son respuestas a esta pregunta-, el sujeto también puede sustituir este lugar por otros objetos a, ap uestas de su existencia misma. 62 Así, la muerte se presenta mediante su ca ra de significante de lenguaje, "insistencia significativa", muerte en la vida, pero también por un medio más opaco, real anudado a lo simbólico pero imposible de subsumir exclusivamente en el significante. La pulsión de muerte ya no puede, entonces, identificarse con la instancia de lo simbólico en el sujeto: hay que introducir el concepto del goce como real y el objeto a como parte de ese goce convertido en objeto en el fantasma y en lo que está en juego en la vida del sujeto. Lacan ilustró este aspecto del objeto a con la puesta, la postura de la vida terrestre y libertina que se arroja sobre la mesa de juego en el célebre "os habéis embarcado" de la Apuesta de Pascal. 63 En ella, Pascal propone jugar esa "nada" que es la vida redu76, p;J g. 6. SS. J. l .:i(golpear). Volvemos a encontrar el doble valor, positivo, de goce, y negativo, de castración, de la función (_).

El caso Maria: un destino, una frase68 Si permite escribir el destino del sujeto a través de distintas vicisitudes de su vida, la frase con agujeros es entonces una escritura del sínthoma y una función síntoma en el sentido en que lo definimos anteriormente. Damos aquí un ejemplo particularmente sobrecogedor, tomado de una presentación clínica en el hospital. En esas presentaciones, la vida del sujeto se describe de cabo a rabo, en un tiempo bastante breve y un único encuentro con el psicoanalista. De ello se deduce un efecto de precipitado, de condensación, de relieve muy peculiar de este ejercicio, que favorece una formalización espontánea del discurso del paciente. Maria, una mujer joven de alrededor de treinta y cinco años, estaba internada desde hacía una semana, con alucinaciones verbales y una angustia aguda, sin que se entendiera bien la razón de esa crisis. Era su segunda internación; la primera se remontaba a diez años antes. Reconstruimos así el hilo de los acontecimientos y de su historia.

La expoliación originaria La entrevista con Maria puso muy pronto en evidencia que "tener una casa" era algo esencial para ella. La historia comienza a ntes de su nacimiento. Sus abuelos, tanto los paternos como los maternos, eran ricos propietarios de tierras. Sus padres, que eran hijos menores, fu eron privados, por razones diferentes, de la herencia que les correspondía, en beneficio de sus hermanos y hermanas mayores. De tal modo, tanto uno como la otra quedaron despojados de su herencia legítima y fueron, por lo tanto, pobres. Por otra parte, sometidos a su destino, no protestaron nunca contra esa expoliación; al contrario, vivieron en armonía con la parte rica ele su familia. La madrina ele Maria fue la hermana mayor de su madre, que había heredado la propiedad familiar. Desde su más tierna infancia, Maria fue consciente de esa injusticia fundamental de la que sus padres eran víctimas pasivas y consintientes. Dedujo de ello que en la vida no había nada más importante que tener casa propia y bienes. Sus padres, desde luego, trabajaban como agricultores en las tierras de los otros. Eran "pobres y honrados".

68. Tomado de una ponencia presentada en las "Journées d' Automn e el e l'ECF", en noviembre ele 1997. Cf G. More!, "Le symptome en une phra se '', en La Cause freudienne nº 39, París, Seuil, 1998, págs. 102-107.

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Ferocidad A los trece años, Maria deja la escuela porque la mandan a trabajar como criada con la parte rica de la familia: "Soy de una familia pobre pero honrada. Papá nos crió para que fuéramos útiles a todo el mundo", dice. En este caso, por un efecto de redoblamiento, la entregan corno sirvienta a quienes ya habían despojado a sus padres y toma así el lugar de un bien, un objeto sustraído por segunda vez a ellos. Se convierte entonces en la deuda viviente del Otro expoliador con respecto a sus progenitores. Pero así como sus padres afectados no se quejan del abuso, ese Otro expoliador tampoco quiere saber nada de él: negativa recíproca de saber, del orden de la forclusión. Maria es a la vez su· memoria y su prueba encarnadas. En ese momento, se vuelve "feroz". Es la pubertad y empiezan a circular chismes sobre ella, cuando en real idad sólo piensa en el trabajo. Maria interpreta las miradas, los silencios, entiende las alusiones, sospecha de los gestos equívocos de los varones, los hombres. Los basurea, trata de matar a uno con una horca, se pelea con otro. La invade entonces esa "ferocidad" que no va a abandonarla.

Su matrimonio con el "señor" De joven, conoce a su futuro marido, que la seduce con una apariencia de holgura, incluso financiera. La pasea en taxi, se jacta del lugar donde vive. Se casan y ella lo sig ue. Termina como una inmigrante, en un inquilinato obrero [courée] en que se amontonan sin disponer de una verdadera intimidad. Las cosas no le van muy bien y sólo tiene una idea: trabajar y ahorrar para comprar una casa. Decide lograrlo a cualquier precio pero ser a la vez "irreprochable", como su padre. Tiene dos hijos, una mujer y un varón. La entristece tener una hija. En efecto, para ella "varón = felicidad= tener", mientras que "niña =desdicha= privación". Talcomo dice, "no hay que mezclar el agua y el aceite".,_ En efecto, vive en un mundo clasificado por oposiciones binarias significantes no dialectizadas: el agua y el aceite; los señores y las señoras; los ricos y los pobres; los desho nestos y los irreprochables; los dichosos y los desdichados, etc. Para dialectizar estas oposiciones, sería necesario que por ellas circulara una fa lta que las hiciera ambiguas, una falta que hiciese que una niña pudiera se r en parte un varón, que un pobre se transformara en deshonesto a causa de su misma pobreza, que un mantel sirviera de repasador en caso de neces idad ... Una falta semejante sólo puede funcionar en el sujeto si cir-

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