Almada Selva - Chicas Muertas

September 20, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
Share Embed Donate


Short Description

Download Almada Selva - Chicas Muertas...

Description

 

1

 

2

 

Selva Almada Chicas muertas

3

 

4

 

 A la memoria de Andrea, Andrea, María Lu Luisa isa y Sarita

 

5

 

6

 

esa mujer ¿por queé grita?

andá a saber 

mirá que flores bonitas

¿por queé queé grita?

 jacintos

margarita margaritass

¿por queé queé ?

 ¿por qué qué? 

¿por queé queé grita esa mujer?

SUSANA THÉ THÉ NON

 

7

 

8

 

 1

 

La mañaña del 16 de ñoviembre de 1986 estaba limpia, siñ uña ñube, eñ Villa Élisa, el pueblo doñde ñacíé y me crieé crieé , eñ el ceñtro y al este de la proviñcia de Éñtre Ríéoos. s. Éra domiñgo y mi padre hacíéa el asado eñ el foñdo de la casa. Todavíé a ño teñíéamos amos churrasquera, pero se las arreglaba bieñ coñ uña chapa eñ el suelo, las brasas eñcima y eñcima de las brasas la parrilla. Ni siquiera coñ lluvia mi padre suspeñdíéa uñ asado: otra chapa cubrieñdo la carñe y las brasas era suicieñte. Cerca de la parrilla, acomodada eñtre las ramas de la morera, uña radio portaétil, a pilas, clavada siempre eñ LT26 Radio Nuevo Muñdo. Pasabañ cañcioñes folclo fol cloéé ric ricas as y a cad cadaa hor horaa uñ rotat rotativ ivoo de ño ñotic ticias ias,, pocas. pocas. Todavíé odavíéa ño habíéa comeñzado la eépoca de iñceñdios eñ el parque ñacioñal Él Palmar, a uños 50 kilooémet kil metro ros, s, que cada cada ve vera raño ño ar ardíé díéa y hacíéa soña soñarr la lass si sire reña ñass de tod odas as las las estacioñes de bomberos de la regioéñ. Fuera de alguéñ accideñte eñ la ruta, siempre alguéñ muchacho salieñdo de uñ baile, los iñes de semaña pasaba poco y ñada. A la tarde siñ fuétbol pues, por el calor, ya habíéa empezado el campeoñato ñocturño. Ésa madrugada me habíéa despertado el veñtarroéñ que hacíéa temblar el techo de la casa. Me habíéa estirado eñ la cama y habíéa tocado algo que hizo que me señtara de golpe, coñse el movieroñ corazoéñ eñcoñtra la boca. Él pierñas. colchoéñ estaba medotodavíé y uñasa formas babosas y tibias mis Coñ la hué cabeza abombada, abomb ada, tardeé tardeé uños seguñdos eñ comp compoñer oñer la esceñ esceña: a: mi gata habíé habíaé parido otra vez a los pies de la cama. A la luz de los relaémpagos que eñtrabañ por la veñtaña, la vi eñrollada, miraéñdome coñ sus ojos amarillos. Me hice uñ bollito, abrazaéñdome las rodillas, para ño volver a tocarlos. Éñ la cama de al lado, mi hermaña dormíéa. a. Los refucilos azules ilumiñabañ su cara, sus ojos eñtreabiertos, siempre dormíéa asíé, como las liebres, el pecho que bajaba y subíéaa,, ajeña a la tormeñta y a la lluvia que se habíéa largado coñ todo. Miraéé ñ Mira ñdola, dola, yo tambie tambieéé ñ me quede quedeéé dormida. Cuañdo me desperteé desperteé solameñte mi padre estaba levañtado. Mi madre y mis 9

 

hermaños seguíéaañ ñ durmieñdo. La gata y sus críéas as ño estabañ eñ la cama. Del ñacimieñto soélo quedaba uña mañcha amarilleñta coñ bordes oscuros eñ uñ extremo extre mo de la saé saé baña. baña. Salíé al patio y le coñteé a mi padre que la gata habíéa parido pero que ahora ño la eñcoñtraba ñi a ella ñi a sus cachorros. Éstaba señtado a la sombra de la morera, alejado la parrilla peroque cerca como usaba, para vigilar el asado. Éñ Él el vaso piso teñíéa el vaso de de acero iñoxidable siempre coñ viño y hielo. trañspiraba. Los habraé habraé escoñdido eñ el galpoñcito, galpoñcito, dijo. Mireé eñ esa direccioéñ, pero ño me decidíé a averiguar. Éñ el galpoñcito, uña perra loca que teñíéaamos mos habíéa eñterrado uña vez a sus críé as. as. A uña le habíéa arrañcado la cabeza. La copa de la morera era uñ cielo verde coñ los destellos dorados del sol que se colaba eñtre las hojas. Éñ alguñas semañas estaríéa lleña de frutos, las moscas se amoñtoñaríéaañ ñ zumbañdo, el lugar se lleñaríéa de ese olor agrio y dulzoéé ñ de las moras pasadas, ñadie teñdríéa gañas de señtarse a su sombra dulzo s ombra por uñ tiempo. Pero estaba hermosa esa mañaña. Soélo habíéa que cuidarse de las gatas pelu pe luda das, s, verde erdess y br bril illa lañt ñtes es como como gu guir irña ñald ldas as ña ñavi vide deñ ñas as,, qu quee a veces eces se despreñdíéañ añ de las hojas por su propio peso y allíé doñde tocabañ la piel, quemabañ coñ sus chispazos aéaé ccidos. idos. Éñtoñces dieroñ la ñoticia por la radio. No estaba prestañdo ateñcioéñ, siñ embargo la oíé tañ  tañ clarameñte. Ésa misma madrugada eñ Sañ Joseé, uñ pueblo a 20 kiloémetros, habíéañ añ asesiñado a uña adolesceñte, eñ su cama, mieñtras dormíéaa.. Mi padre y yo seguimos eñ sileñcio. Allíé parada vi coémo se levañtaba de la silla y acomodaba las brasas coñ uñ ierro, las emparejaba, golpeaba rompieñdo las maés grañdes, la cara se le cubríéa de gotitas por el calor del fuego, la carñe recieé recieé ñ puesta chillaba suavemeñte. suavemeñte. Paso Pasoéé uñ veciño y pegoé pegoé uñ grito. ÉÉ l giroé giroé la cabeza, todavíéa iñcliñado sobre la parrilla, y levañto leva ñtoéé la maño libre. Ai voy, voy, gritoé gritoé . Y empezo empezoéé a desarmar coñ el mismo ierro la cama de br brasas, asas, las corrioé corrioé hacia uñ extre extremo mo de la chapa, ma maéé s cerca de doñde ardíéaañ ñ los los tr troñ oñco coss de ñ añdu añduba bayy, dejo dejoéé apeñ apeñas as uñas uñas poca pocas, s, calc calcul ulañ añdo do qu quee alcañzarañ para mañteñer la parrilla calieñte hasta que eél regresara. Ai voy era pegarse uña disparada hasta el bar de la esquiña a tomarse uñas copas. Se calzoé 10

 

las ojotas que añdabañ perdidas eñ el pasto y mieñtras se fue poñieñdo la camisa que descolgoé descolgoé de uña rama de la morer morera. a. Si ves que se apaga, arrimale uñas brasas maé maé s que ya veñgo, me dijo y salioé salioé a la calle chañcleteañdo rapidito, rapidito, como esos chicos que veñ pasar al heladero. señt eé eñde suhielo silla lotaba y ag agarr arre eé el habíé habíéaLo dejado. metal helado.Me Uñseñte pedazo eñ la vaso borraque del viño. pesqueéÉlcoñ dosestaba dedos y empeceé a chuparlo. Al priñcipio teñíé a uñ lejaño gusto a alcohol, pero eñseguida solo agua. Cuañdo apeñas quedaba uñ pedacito, lo hice crujir eñtre mis muelas. Apoyeé la palma sobre el muslo que asomaba eñ el borde del short. Me sobresaltoé señtirla helada. Como la maño de uñ muerto, peñseé. Auñque ñuñca habíé a tocado a uño. Yo teñíéa trece años y esa mañaña, la ñoticia de la chica muerta, me llegoé como uña revelacioéñ. Mi casa, la casa de cualquier adolesceñte, ño era el lugar maés seguro del muñdo. Adeñtro de tu casa podíé aañ ñ matarte. Él horror podíéa vivir bajo el mismo techo que vos. Éñ los díéas as siguieñtes supe maé maé s detalles. La chica se llamaba Añdrea Daññe, teñíéa dieciñueve añ añ os, era rubia, liñda, de ojos claros, estaba de ñovia y estudiaba el profesorado de psicologíéa. a. La asesiñaroñ de uña puñ puñ alada eñ el corazo corazoéé ñ. Durañte maés de veiñte años Añdrea estuvo cerca. Volvíéa cada tañto coñ la ñoticia de otra mujer muerta. Los ñombres que, eñ cueñtagotas, llegabañ a la primera plaña de los diarios de circulacioéñ ñacioñal se ibañ sumañdo: Maríéa Soledad Morales, Gladys Mc Doñald, Éleña Arreche, Adriaña y Cecilia Barreda, Lilia Liliaña ña Tallarico, allar ico,ga,Aña Fuschiñi Fusc , aSañdr Sañdra aíéaRei Reitier , Caroliña Car Aloé Alo Natalia Nata Melm añ, Fabiaña abiaña Gañ Gañdia diaga , Mar Maríé íéa hiñi, Mart Marta Garc Garcíé Bels Betier, lsuñ uñce ce,, oliña Ma Mare rela la é ,Mart Ma rtíéíéñez, ñlia ez, Melmañ, Pa Pauliña uliña Lebbos, Nora Dalmasso, Rosaña Galliaño. Cada uña de ellas me hacíéa peñsar eñ Añdrea y su asesiñato impuñe. Uñ veraño, pasañdo uños díéaass eñ el Chaco, al ñoreste del paíés, s, me topeé coñ uñ recuadro eñ uñ diario local. Él tíéttulo ulo decíéa: a: A veiñticiñco años del crimeñ de Maríéa Luisa Quevedo. Uña chica de quiñce años asesiñada el 8 de diciembre de 1983, eñ la ciudad de Presideñcia Roque Saéeñz Peña. Maríéa Luisa habíéa estado desaparecida por uños díéas as y, iñalmeñte, iñalmeñte, su cuerpo violado y estrañgulado habíéa aparecido eñ uñ baldíéoo,, eñ las afueras de la ciudad. Nadie fue procesado por este asesiñato.

11

 

Al poco tiempo tambieéñ tuve ñoticia de Sarita Muñdíéñ ñ,, uña muchacha de veiñte años, desparecida el 12 de marzo de 1988, cuyos restos aparecieroñ el 29 de diciembre de ese año, a orillas del ríéo Tcalamochita, eñ la ciudad de Villa Nueva, eñ la proviñcia de Coérdoba. Otro caso siñ resolver. Tre ress adoles adolesceñ ceñtes tes de prov proviñc iñcia ia ase asesiñ siñada adass eñ los añ añ os ocheñt ocheñta, a, tr tres es muertes impuñes ocurridas cuañdo todavíé a, a, eñ ñuestro paíé ss,, descoñocíé aamos mos teérmiño femicidio. Aquella mañ aña yo tambieé ñ descoñocíé a el ñombre de Maríéela Luisa, que habíéa sido asesiñada dos años añtes, y el ñombre de Sarita Muñdíé ñ, ñ, que aué aué ñ estaba viva, ajeña a lo que le ocurriríéa dos añ añ os despue despueéé s. s. No sabíéa que a uña mujer podíéaañ ñ matarla por el solo hecho de ser mujer, pero habíéa escuchado historias que, coñ el tiempo, fui hilvañañdo. hilvañañdo. Añeé Añeé ccdotas dotas que ño habíéañ añ termiñado eñ la muerte de la mujer, pero que síé habíé añ añ hecho de ella objeto de la misogiñia, del abuso, del desprecio. Las habíéa oíédo do de boca de mi madre. Uña sobre todo me habíé a quedado grabada. Pasoé cuañdo mi mamaé era muy joveñcita. No recordaba el ñombre de la chica porque ño la coñocíéaa.. Síé que era uña muchacha que vivíéa eñ La Clarita, uña coloñia cerca de Villa Élisa. Éstaba a puñto de casarse y uña modista de mi pueblo le estaba hacieñdo el vestido de ñovia. Habíé a veñido a tomarse las medidas y a hacerse uñ par de pruebas siempre acompañada por su madre, eñ el auto de la familia. A la uéltima prueba viño sola, ñadie podíé a traerla asíé que se to tomo moéé uñ colect colectiv ivo. o. No est estaba aba aco acostu stumbr mbrada ada a añdar añdar sola, sola, se coñfuñ coñfuñdio dioéé de direccioéñ y cuañdo se quiso acordar estaba yeñdo por el camiño que va al cemeñterio. Uñ camiño que a ciertas horas se torñaba solitario. Cuañdo vio veñir uñ coc coche, he, peñ peñso soéé que lo mejor mejor era era pregu preguñta ñtarr añtes añtes de seg seguir uir dañ dañdo do vuelta vueltas, s, perdida. Adeñtro del vehíécculo ulo ibañ cuatro hombres y se la llevaroñ. Éstuvo secuestrada varios díéaas, s, desñuda, atada y amordazada eñ uñ lugar que parecíé a abañdoñado. dabañ de comer y de beber para mañteñerla violabañ cada Apeñas vez que le teñíé añ añ gañas. La muchacha soélo esperaba morirse.viva. TodoLa lo que podíéa ver por uña pequeña veñtaña, era cielo y campo. Uña ñoche escuchoé que los hombres se marchabañ eñ el auto. Juñto Juñtoéé valor, valor, logro logroéé desatarse y escapar por la veñtañita. Corrioé Corrioé a campo traviesa hasta que eñcoñtro eñcoñtroéé uña casa habitada. Allíé la auxiliaroñ. Nuñca pudo recoñocer el sitio doñde la tuvieroñ cautiva ñi a sus captores. captore s. Uños meses despueé despueé s se casoé casoé coñ su ñovio. Otra de las historias habíéa ocurrido hacíéa poco, uños dos o tres añ añ os añtes. Tres muchachos fueroñ a uñ baile uñ saébado. Uño estaba eñamorado de uña chica, hija de uña familia tradicioñal de Villa Élisa. Élla le daba calce y ño le daba. Él la buscaba, ella se dejaba eñcoñtrar y despueés se escurríé a. a. Éste jueguito 12

 

del gato y el ratoé ratoé ñ llevaba varios meses. La ñoche del baile, ño fue distiñta a otras. Bailaroñ, tomaroñ tomaroñ uña copa, hablaroñ pavadas pavadas y ella volvioé volvioé a darle el esquiñazo. Él buscoé coñsuelo eñ la cañtiña doñde sus dos amigos hacíéa rato que empiñabañ el codo. De ellos ellos fue la idea. Por que queéé ño la esp esper eraba abañ ñ a la salida salida del baile baile y le eñseñ abañ cuaé eñseñ cuaé ñ ñtos tos pares pares soñ tres tres botas. botas. Al eñamorado eñamorado le volvio volvioéé la sobriedad sobriedad apeñas apeñ as escucharlo escucharlos. s. Éstabañ Éstabañ locos, que queéé mier mierda da decíéaañ, ñ, mejor se iba a dormir. Cosas de mamados. Pero ero el ello loss habl hablab abañ añ eñ se seri rio. o. A esas esas cali calieñ eñta tabr brag ague ueta tass habr habríéíéa que eñseñarles. Éllos tambieéñ se fueroñ añtes. Y la esperaroñ eñ uñ baldíéoo,, al lado de su casa. Síé o  o síé, la muchacha debíéa pasar por allíé. Élla se fue del baile coñ uña amiga. Vivíéaañ ñ a uña cuadra de distañcia uña de la otra. otra. La amiga amiga se quedo quedoéé prim primera era,, ella siguio siguioéé , trañquil trañquila, a, el mismo camiño camiño que tod odas as las las ñoch ches es de bai aile le,, eñ uñ pueb ueblo do doñd ñdee ñuñ uñca ca pasa sab ba ñada ñada.. La iñterceptaroñ eñ la oscuridad, la golpearoñ, le eñtraroñ los dos, cada uño a su turño, varias veces. Y cuañdo hasta las vergas vergas se asquearoñ, la siguieroñ violañdo coñ uña botella.   2

 

Desde la mañaña tempraño, el sol caleñtaba las chapas del techo de la casa de los Quevedo, eñ el barrio Moñseñor de Carlo, de la ciudad de Presideñcia Roque Saéeñz Peña, Chaco. Los primeros díéaass de diciembre preludiabañ el aélgido veraño chaqueño, coñ temperaturas de 40 grados, habituales eñ esa zoña del paíés. s. Éñ el sopor de su pieza, Maríéa Luisa abrio abrioéé los ojos y se iñcorporo iñcorporoéé eñ la cama, lista para levañtarse y salir a su trabajo eñ lo de la familia Casucho. Hacíéa poco que trabajaba allíé, de mucama. Para Pa ra ve vesti stirse rse,, eli eligio gioéé preñd preñdas as fr fresc escas as pero pero boñita boñitas. s. Le gus gustab tabaa añdar añdar 13

 

arreglada eñ la calle, auñque, para trabajar, usara ropa de fajiña, uña remerita y uña pollera viejas, desteñidas por el sol y las salpicaduras de lavañdiña. De su ro rope pero ro de mu much chac acha ha po pobr bree el elig igio ioéé uñ uñaa musc muscul ulos osaa y uña uña fald faldaa de ba bamb mbul ula, a, adorñada coñ uñ ciñtito de cuero que se ajustaba rodeañdo la ciñtura. Se lavoé lavoé la cara, se peiñoé peiñoé los cabellos, ñi largos ñi cortos, lacios y oscuros. Agitoé Agitoé el tubito de desodorañte eñ aerosol y luego de aplicarlo eñ las axilas, lo rocioé por el resto del cuerpo. Aparecioé Aparecioé eñ la cociña, lotañdo eñ esa ñube perfumada y dulzoña. Tomo Tomoéé los tres o cuatro mates que le ceboé ceboé su madre y luego salioé salioé de la casa. Habíéa cumplido los quiñce hacíéa poco, el 19 de octubre que, ese año, habíé a coiñcidido coñ el díéa de la madre. Éra uña chica meñudita que todavíéa ño habíéa termiñado de echar cuerpo. Teñíéa quiñce, pero parecíéa de doce. La casa de los Casucho quedaba eñ el ceñtro de la ciudad de Saéeñz Peña y Maríéa Luisa hacíéa el trayecto, uñas veiñte cuadras, a pie. Ésa mañaña, 8 de diciembre dicie mbre,, era el díéa de la Virgeñ, uñ feriado a medias, pues alguños comercios abríéañ añ ñormalmeñte. Pero la ciudad añdaba a media maéquiña, asíé que se habraé cruzado coñ poca geñte. Éstaba coñteñta porque era su primer trabajo. Éñtraba tempraño, a eso de las siete, y se retiraba a las tres de la tarde, luego de lavar los platos del almuerzo. Si ese díéa peñsaba quedarse por ahíé, aprovechañdo el feriado, ño se lo coñio coñ ioéé a su madre madre,, A ñgela ñgela Cabra Cabral,l, que que,, al ve verr que ata atarde rdecíé cíéa y Maríéa Luisa, la Chiq Ch iqui ui co como mo le de decí cíééaañ ñ eñ la fa fami mili lia, a, ño regr regres esab abaa del del tr trab abaj ajo, o, empe empezo zoéé a preocuparse. Desde que se habíéa separado de su esposo y padre de sus seis hijos, A A ñgela vivíéa coñ las dos maés chicas y coñ Yogui, el varoéñ soltero de veiñtisiete años. Él era el hombre de la casa y fue a eeéé l a quieé quieé ñ primero recurrio recurrioéé su madre. Aprovechañdo la tarde libre, Yogui estaba eñ uña pileta puéblica coñ uños amigos. Allíé lo fue a buscar uñ primo para decirle que Añgela estaba llorañdo porque la Chiqui ño habíéa vuelto a la casa luego del trabajo. Él pri primer mer luga lugarr doñde doñde la busco buscoéé Yog ogui ui fue eñ la cas casaa de su pad padre re,, Oscar Oscar Quevedo, que vivíéa coñ su ñueva mujer, uña boliviaña coñ la que los hijos ño se llevabañ llevab añ bieñ. Pero Maríéa Luisa ño habíéa pasado por allíé. A partir de eñtoñces, la buéé sq bu sque ueda da fu fuee iñt iñteñsa eñsa y, a me medi dida da que que pa pasa saba bañ ñ las las ho horras as,, cada cada vez maé maé s desesperada. Ni testigos ñi la iñve iñvestigacio stigacioéé ñ policial pudieroñ determiñar ñuñca que queéé paso pasoéé 14

 

ñi doé doé ñde estuvo la chica eñtre las tres de la tarde que salioé salioé de su trabajo, el jueves 8 de diciembre de 1983, y la mañaña del domiñgo 11 cuañdo hallaroñ su cadaéver. Soé lo Norma Romero y Éleña Taborda, Soé Taborda, dos amigas recieñtes de Maríéa Luisa, declararoñ que la vieroñ a la salida del trabajo, camiñaroñ juñtas uñ par de cuadras, pero luego se separaroñ. La buésqueda por parte de la policíéa apeñas habíéa comeñzado cuañdo, la mañ aña del domiñgo 11 de diciembre, soñoé mañ soñoé el teleé teleé ffoño oño de la Comisaríéa Primera. Alguieñ, del otro lado, deñuñciaba que habíéa uñ cuerpo eñ uñ baldíéo eñtre las calles 51 y 28, eñ la periferia de la ciudad. De estos terreños, ahora abañdoñados, eñ uña eépoca se habíéa extraíédo do tierra para fabricar ladrillos y habíéa quedado uña excavacioéñ de poca profuñdidad y grañdes dimeñsioñes que, cuañdo llovíéaa,, se lleñaba de agua, formañdo uña laguña que eñ la zoña llamañ represa. Éñ esta represita coñ poca agua, abañdoñaroñ el cuerpo de la chica. La habíéañ añ ahorcado coñ el mismo ciñto de cuero que se habíéa puesto la mañ mañ aña que salio salioéé de su casa al trabajo. Ése domiñgo, eñ Bueños Aires, a 1107 kiloémetros, a esa hora recieéñ se apagabañ los ecos de las iestas populares por la asuñcioéñ de Rauél Alfoñsíé ñ ñ,, el primer presideñte coñstitucioñal de los argeñtiños despueés de siete años de dictadura. Los uéltimos eñ abañdoñar la iesta cabeceabañ eñ las paradas de colectivos, colectiv os, que pasabañ de largo, cargados hasta el estribo. Éñ Saé Saé eñz Pe Peñ ña, to todos dos hab habíéíéaañ ñ es esta tado do peñd peñdie ieñt ñtes es de la tele televi visi siooéñ que que durañte el saébado habíéa trañsmitido eñ directo, por Cadeña Nacioñal, los actos y festejos que habíéañ añ comeñzado a las ocho de la mañaña. Hacia la ñochecita tambieéé ñ habíéaañ tambie ñ salido a festejar a la plaza Sañ Martíéñ, ñ, la priñcipal. Los que teñíéaañ ñ autoo hab aut habíéíéañ añ armado uña caravaña por el ceñtro, coñ bañderitas argeñtiñas lameañdo añteñas, bociñazos, medio afuera las agit agitañ añdo do los loeñ s las braz br azos os y ca cañt ñtañ añdo do.. Auñq Auyñque ue elcuerpo go gobe berñ rñad ador or de elec electo to veñtañillas, del del Ch Chac aco, o, Floreñcio Teñev, era del opositor partido peroñista y el lamañte presideñte era del partido radical, la vuelta de la democracia era maés importañte que el color políético tico y ñadie queríéa quedarse afuera de la iesta. Mieñtrass todos celebrabañ, los Quevedo seguíéañ Mieñtra añ buscañdo a Maríéa Luisa. Él uéltimo díéa que vieroñ coñ vida a Sarita Muñdíé ñ, ñ, el 12 de marzo de 1988, tambieéñ fue bastañte habitual para la muchacha. Habíéa estado alguñas semañas fuera de Villa Maríéa, a, eñ la ciudad de Coérdoba, cuidañdo a su madre eñ el hospital. De vuelta se la habíéa traíéd doo al departameñtito de calle Sañ Martíé ñ ñ,, doñde vivíéa co coñ ñ Ge Germ rmaaéñ, su hiji hijitto de cu cuat atrro añ añ os y Mirt Mirta, a, su herm hermañ añaa de cat catorce orce,, 15

 

embarazada. La madre estaba recieéñ operada y ñecesitaba cuidados. Para las hermañas Muñdíéñ seríéa maés faécil ateñderla si vivíéañ añ eñ el mismo lugar. Se acomodaroñ como pudieroñ, el departameñt departameñtoo era muy pequeñ pequeñ o. Cuañdo su amañte, Dady Oliv Olivero, ero, la ayudo ayudoéé a alquilarlo estaba peñsado para que lo habitarañ soélo ella y Germaéñ y para que Dady pudiera visitarla coñ comodidad, siñ la iñdiscrecioéñrecoñocido. de los muebles  de lay ciudad, peligrosos para uñ hombre casado y empresario Olivero su familia erañ dueñ os del frigoríéico ico Él Mañgrullo. Éñtre los díéas as que habíéa pasado eñ Coérdoba y la preseñcia de la madre eñ el departameñto, hacíéa uñ tiempo que Sarita y Dady ño se eñcoñtrab eñcoñtrabañ. añ. Ése díéa eél le aviso avisoéé que pasaríéa a buscarla coñ su auto para ir a uñ lugar doñde pudierañ estar solos y trañquilos. Élla ño teñíéa gañas de salir coñ eél. La relacioéñ coñ el hombre, maés de diez años mayor y coñ familia, se habíéa ido apagañdo. Al parecer, eñ Coérdoba, habíéa coñocido a uñ muchacho y estaba eñtusiasmada. Siñ embargo, esa tarde cuañdo eé l pasoé pasoé a buscarla, pese a sus pocas gañas, Sarita agarro agarroéé uña toalla —iríéañ añ al ríéo —, uña carterita y bajoé bajoé el primer piso por escalera, yeñdo a su eñcueñtro. No se habíéa preparado como hacíéa añtes, cuañdo la relacioéñ todavíéa era prometedora y se preseñtaba como uña posibilidad de cambiar de vida. Bajoé vestida coñ uña pollera larga, uña remerita y uñas ojotas. Arreglada o ño, Sarita era uña mujer hermosa: delgada, coñ el cabello castaño, cortado eñ uña meleñita oñdulada, el cutis paé paé lido, lido, los ojos verdes. Mirta y Germaé Germaé ñ la acompañ acompañ aroñ hasta la vereda. Él ñeñe, cuañdo vio que la madre eñcaraba para el auto, estacioñado eñ el cordoéñ, quiso ir coñ ella. Pero, desde le dijo pucheros. que ño coñSarita tal seriedad el ñiñ refugioé é eñ las adeñtro, polleras el decoñductor su tíéa hacieñdo volvio volvioéé , que lo beso besoé é y oleseprometioé prometio que le traeríéa uñ regalo a la vuelta. Pero ñuñca maés regresoé de ese paseo. Éstuvo perdida casi uñ año. A iñes de diciembre, el tambero Ubaldo Peérez eñcoñtroé restos de uñ esqueleto humaño, eñgañchados eñ las ramas de uñ aérbol, a orillas del ríéo Tcalamochita, que separa la ciudad de Villa Maríé a de la de Villa Nueva. Éstabañ eñ las iñmediacioñes de uñ paraje coñocido como La Herradura, del lado de Villa Nueva. Por el estado de los restos, huesos pelados, es probable que haya sido asesiñada el mismo díéa que salio salioéé coñ su amañte, auñque ñuñca se pudo determiñar de queé queé mañera. 16

 

Cuañdo empeceé empeceé la facultad me fui a vivir coñ uña amiga a Paraña Parañaéé , la capital de la provi proviñcia, ñcia, a 200 kiloé kiloé metros de mi pueblo. Teñíé Teñíéaamos mos poca plata, vivíéamos amos eñ uña peñsioéñ, bastañte ajustadas. Para ahorrar, empezamos a irños a dedo, los iñes iñ es de semaña semaña cua cuañdo ñdo queríé queríéamos amos vis visita itarr a ñuestr ñuestras as famil familias ias.. Al pr priñc iñcip ipio io siempre buscaébamos alguéñ chico coñocido ñuestro, tambieéñ estudiañte, que ños acompañara. Despueés ños dimos cueñta de que ños llevabañ maés raépido si eéramos soélo chicas. De a dos o de a tres, señtíé aamos mos que ño habíéa peligro. Y eñ algué ñ momeñto, cuañdo gañamos coñiañza, cada uña empezoé algué empezoé a viajar sola si ño coñseguíéa compañera. A veces, por lo exaémeñes, ño coiñcidíéañ añ ñuestras visitas al pueblo. Nos subíéamos amos a autos, a camioñes, a camioñetas. No subíé amos amos si habíéa maés de uñ hombre adeñtro del vehíécculo, ulo, pero excepto eso ño teñíéamos amos muchos miramieñtos. Éñ ciñco añ añ os fui y viñe cieñtos de veces siñ pagar boleto. Hacer dedo era la mañera maés barata de trasladarse y a veces hasta era iñteresañte. Se coñocíé a geñte geñ te.. Se charla charlaba. ba. Se escuch escuchaba aba,, la mayo mayoríé ríéa de la lass veces eces:: sobr sobree tod odoo los los camioñ cam ioñer eros, os, cañsad cañsados os de la sol soleda edad d de su tr traba abajo, jo, ños coñia coñiaba bañ ñ sus vidas vidas eñteras mieñtras les cebaé cebaé b bamos amos mate. De vez eñ cuañdo habíéa alguéñ episodio iñcoémodo. Uña vez uñ camioñero meñd me ñdoc ociñ iñoo mieñ mieñtr tras as me coñt coñtab abaa sus sus cu cuit itas as me di dijo jo qu quee ha habí bíééa algu alguña ñass estudiañtes que se acostabañ coñ eél para hacerse uños pesos, que a eél ño le parecíéa mal, que asíé se pagabañ los estudios y ayudabañ a los padres. La cosa ño pasoéé de esa iñsiñuacioé paso iñsiñuacioé ñ, pero los kiloé kiloé metros que faltabañ para bajarme me señtíé bastañte iñquieta. Cada vez que me subíéa a uñ auto lo primero que miraba era doéñde estaba la traba de la puerta. Creo que ese díé a me corríé hasta pegarme a la veñtañilla y directameñte me agarreé a la mañija de la puerta por si debíé a pegar uñ salto. Otra vez uñ tipo joveñ, eñ uñ coche caro y que mañejaba a grañ velocidad, me dijo que era giñecoé giñecoé logo y empezo empezoéé a hablarme de los coñtroles que uñapescar mujer el debíé hacerse perioé icameñte, de la yo importañcia de detectar tumores, de ca caééañ ñcer cer a tiempo. tiem po. dMe pre preguñt guñto oé si me coñtrolaba coñtrolaba. . Le dije que síé, claro cla ro,, to todos dos los añ añ os, auñque auñque ño era era ve verda rdad. d. Y mieñtr mieñtras as siguio siguioéé hab hablañ lañdo do y mañejañdo estiroé estiroé uñ brazo y empezoé empezoé a toquetearme las tetas. Me quedeé quedeé dura, el ciñturoéñ de seguridad atravesaéñdome el pecho. Siñ apartar la vista de la ruta, el tipo me dijo: vos sola podeés detectar cualquier bultito sospechoso que teñgas, tocaéé ñdote asíé, ves. toca Siñ embargo, uña sola vez señtíé que realmeñte estaébamos eñ peligro. Veñíéaamos mos coñ uña amiga desde Villa Élisa a Parañaé, uñ domiñgo a la tarde. No habíéa sido uñ bueñ viaje, ños habíéaañ ñ ido llevañdo de a tramos. Subimos y bajamos de autos y camioñes varias veces. Él uéué ltimo ños habíéa dejado eñ uñ cruce de camiños, cerca de Viale, a uños 60 kiloémetros de Parañaé. Éstaba atardecieñdo 17

 

y ño añdaba uñ alma eñ la ruta. Al iñ vimos uñ coche acercaéñdose. Éra uñ auto añarañja añar añjado, do, ñi viejo viejo ñi ñue ñuevo. vo. Le hicimos señ señ a y el coñductor coñductor se echo echoéé sobr sobree la bañquiña. Corrimos uños metros hasta alcañzarlo. Iba a Parañaé, asíé que subimos, mi amiga juñto al hombre que coñducíé coñducíéaa,, uñ tipo de uños seseñta años; yo eñ el asieñto de atraés. Los primeros kiloémetros hablamos de lo mismo de siempre: el clima, de doé doé ñde eeéé ramos, ramos, lo que estudia estudiaéé bamos. Él hombre ños coñtoé coñtoé que volvíéa de uños campos que teñíéa eñ la zoña. Desde atraés ño escuchaba muy bieñ y como vi que mi amiga amiga mañe mañejaba jaba la coñv coñversac ersacio ioéé ñ, me reco recoste steéé eñ el asie asieñto ñto y me puse a mirar por la veñtañilla. No seé seé cuaé cuaé ñto ñto tiempo pasoé pasoé hasta que me di cueñta de que sucedíéa algo raro. Él tipo apartaba la vista del camiño e iñcliñaba la cabeza para hablarle a mi amiga, estaba maés risueño. Me iñcorporeé uñ poco. Éñtoñces vi su maño palmeañdo la rodilla de ella, la misma maño subieñdo y acariciaéñdole el brazo. Émpeceé a hablar de cualquier cosa: del estado de la ruta, de los exaémeñes que teñíéamos amos esa semaña. Pero el tipo ño me prestoé prestoé ateñcioé ateñcioé ñ. Seguíéa hablaéñdole a ella, iñvitaéñdola a tomar algo cuañdo llegaéramos. Élla ño perdíéa la calma ñi la soñrisa, pero yo sabíéa que eñ el foñdo estaba tañ asustada como yo. Que ño, gracias, teñgo ñovio. Y a míé queé me importa, yo ño soy celoso. Tu ñovio debe ser uñ peñdejo, queé puede eñseñarte de la vida. Uñ tipo maduro como yo es lo que ñecesita uña peñdejita como vos. Proteccioéñ. Solveñcia ecoñoémica. Éxperieñcia. Las frases me llegabañ eñtrecortadas. Afuera ya era de ñoche y ño se veíéaañ ñ ñi los campos al borde de la ruta. Mireé para todos lados: todo ñegro. Cuañdo me topeé coñ las armas acostadas acostadas eñ la luñeta luñeta del auto, auto, atraé atraé s de mi asieñto, asieñto, se me heloé heloé la sañgre. Érañ dos armas largas, escopetas o algo asíé. Mi amiga amiga seguíé seguíéa re recha chazañ zañdo do coñ ama amabil bilida idad d y compos compostur turaa to todas das las iñvitacioñes iñvitaci oñes que eé l iñsistíéa eñ hacerle, esquivañdo los mañotazos del hombre que queríéa agarrarle la muñeca. Yo seguíéa hablañdo siñ parar, auñque ñadie me prestara ateñcioéñ. Hablar, hablar y hablar, yo que ño hablo ñuñca, uñ acto de desesperacioéé ñ iñiñita. desesperacio Éñtoñces lo mismo que me habíéa hela helado do la sa sañg ñgre re,, me la de devvolvi olviooé al cuerpo. Yo estaba maés cerca que eél de las armas. Auñque ñuñca habíéa disparado uña. Por iñ las luces de la eñtrada a la ciudad. La YPF adoñde paraba el rojo que ños llevaba al ceñtro. Le pedimos que ños bajara allíé. Él tipo soñrioé soñrioé coñ desprecio, se corrioé corrioé del camiño y estacioño estacioñoéé : síé, mejor baé baé jjeñse, eñse, boluditas de mierda. Nos bajamos y camiñamos hasta la parada del colectivo. Él auto añarañjado arrañcoéé y se fue. Cuañdo estuvo lejos, tiramos los bolsos al piso, ños abrazamos y arrañco ños largamos a llorar.

18

 

Tal vez Maríéa Luisa y Sarita llegaroñ a señtirse perdidas, momeñtos añtes de su muerte. Pero Añdrea Daññe estaba dormida cuañdo la apuñalaroñ, el 16 de ñoviembree de 1986. ñoviembr Ése saébado habíéa sido parecido a otros saébados desde hacíéa uñ añ o y medio, cuañdo se puso de ñovia coñ Éduardo. Habíéa termiñado bastañte maés tempraño, siñ ir a uñ baile ñi a uñ motel como otras veces. Él luñes siguieñte Añdrea teñdríéa su primer exameñ iñal eñ el profesorado de psicologíéa que habíéa comeñz com eñzado ado a cur cursar sar ese añ añ o. Ést Éstaba aba ñervio ñerviosa, sa, iñs iñsegu egura ra,, y pr prei eirio rioéé aco acosta starse rse tempraño y estudiar uñ rato eñ la cama eñ vez de salir coñ su ñovio. Siñ embargo embargo estu estuvier vieroñ oñ juñtos juñtos uñas horas, cuañdo eéeé l lleg llegooé eñ su moto moto a visitarla. Tomaroñ mate y charlaroñ señtados eñ la vereda, era uñ díéa de mucho calor y se añuñciaba tormeñta. Él sol habíéa desaparecido atraés de las casas bajas del barrio y los pocos faroles de la calle Ceñteñario se fueroñ eñceñdieñdo y lleñaé lleñaé ñdose ñdose de bichos. Paso Pasoéé el camioé camioé ñ regador, regador, aplastañdo el polv polvoo de la calle, levañt levañtañdo añdo uñ vapor que olíéa a lluvia. A eso de las ñueve fueroñ a la cociña, se prepararoñ uños saéñguches de milañesa, se sirvieroñ algo fresco y volvieroñ a la vereda. La casa era pequeña y cuañdo estabañ los padres y el hermaño, era maés faécil eñcoñtrar uñ poco de iñtimidad afuera que adeñtro. Mieñtras comíéañ, añ, llegoé llegoé Fabiañ Fabiaña, a, la hermaña de Añdrea y le pidioé pidioé que la ayudara a elegir ropa para el baile de la ñoche. Éñ el club Sañta Rosa se celebraba la Noche de las Quiñceañeras, que ya era uña tradicioéñ eñ la ciudad de Sañ Joseé: todas las chicas que habíéaañ ñ cumplido quiñce ese año, desilabañ coñ sus vestidos y se elegíéa a la ma maéé s boñita. Asíéé que las hermañ Así hermañas as se metier metieroñ oñ eñ la casa casa y Éduar Éduardo do se quedo quedoéé sol soloo termiñañdo el saé saé ñguche. ñguche. Los veciños fueroñ sacañdo las sillas y alguños girabañ los televisores televisores hacia la vereda, coñ el volumeñ bieñ alto para poder oíé r pese a los ruidos de la calle: pocos autos, maés que ñada bañdas de ñiños jugañdo a la mañcha o cazañdo bichitos de luz. No habíéa cable eñ esos años, la televisioéñ se captaba por añteña y a la zoña soélo llegabañ el cañal 7 de Bueños Aires y el cañal 3 de Paysañdué, asíé que se mirabañ maés o meños los mismos programas. Él olor de los espirales eñceñdidos para españtar a los mosquitos, lleñoé lleñoé el aire eñ poco rato. rato.

19

 

Maés tarde, Añdrea y Éduardo salieroñ a pasear eñ moto por el ceñtro. Al Alre rede dedo dorr de la pl plaz azaa priñ priñci cipa pal,l, el tr traaéico ico se poñí poñíééa pesa sado do co coñ ñ aut utos os y motocicletas dañdo la vuelta del perro, a baja velocidad, como eñ procesioéñ. Tomaroñ uñ helado y volvieroñ a lo de Añdrea. Los padres y el hermaño estabañ eñ la cama; Fabiaña se habíé a ido al baile. La casa estaba sileñciosa, apeñas se iltraba, a traveés de las paredes delgadas, el soñido del televisor eñceñdido eñ el dormitorio paterño. Los chicos estuvieroñ uñ rato besaé besaé ñdose ñdose y acariciaé acariciaé ñdose eñ la cociña. Éñ uñ momeñto escucharoñ uños ruidos rui dos eñ el patio. patio. Éduar Éduardo do sal salio ioéé a mir mirar ar y ño vi vioo ñada ñada ra raro ro,, pero pero el vie vieñt ñtoo movieñdo las copas de los aérboles, la ropa eñ el teñdedero de los veciños, le advirtioéé que el tiempo se estaba descompoñieñdo. Cuañdo volvio advirtio volvioéé a eñtrar, eñtrar, se lo comeñt com eñtooé a su ño ñovia via y decidi decidier eroñ oñ que seríéa mejor que se fuera para que la tormeñta ño lo pescara de camiño. No se fue eñseguida, siguieroñ besaéñdose, tocaéñdose por abajo de la ropa hasta que ella se puso irme: mejor que se marchara. Lo acompañ acompañ oé hasta la calle. calle. Él vieñto vieñto le albo alborot rotaba aba los cabellos cabellos largos, largos, rubios, y le pegaba las preñdas al cuerpo. Se besaroñ uña uéltima vez, eél arrañcoé y ella corrioé corrioé adeñtro de la casa. Dejoé abierta la veñtaña que daba al patio. Auñque habíé a bajado uñ poquito la temperatura, las paredes seguíéañ añ calieñtes, las saébañas tibias, como recieéñ plañchadas. Se tiroé tiroé eñ la cama, eñ musculosa y bombacha, y agarroé agarroé uños apuñtes, fotocopias abrochadas y subrayadas y coñ ñotas de su puño y letra eñ los maérgeñes. Siñ emb embarg argo, o, se habra habraéé dormid dormidoo eñs eñsegu eguida ida.. Segu Seguéñ el testi testimoñ moñio io de su madre, cuañdo el vieñto se hizo ma maéé s fuerte, eñtro eñtroéé a cerrar la veñtaña y Añdrea ya estaba ÉraFunción pasada Privada la mediañoche. Élla termiñoé termiño é dede verlosuña cula cula que esta es taba bañ ñdormida. dañd dañdoo eñ , uñ programa míético tico añpelíé os ocheñta, coñducido por Carlos Morelli y Roémulo Berruti. Preseñtabañ uña pelíé ccula ula y al iñalizar el ilm los dos coñductores la comeñtabañ tomañdo sus vasos d dee whisky. whisky. Ésa ñoche pasabañ Humo de marihuana, uña pelíéccula ula que teñíéa uños veiñte años, dirigida por Lucas Demare. La pelíécula cula ño le iñteresaba, pero como ño teñíéa sueñ su eñ o la vi vioo ha hast staa el i iña ñal.l. Éñ Éñttoñce oñcess apag apagooé el telev elevis isor or,, si siñ ñ espe esperrar los los comeñtarios de Morelli y Berruti, y logro logroéé dormirse. Al rato despertoé, salioé de la cama, fue a la habitacioéñ de las hijas y eñceñdioé la luz. Añdrea seguíéa acostada, pero teñíéa sañgre eñ la ñariz. Seguéñ dijo se quedoé paralizada, siñ moverse moverse del vaño de la puerta y llamoé llamoé a su esposo a los gritos, dos o tres veces. 20

 

Veñíé, algo le pasa a Añdrea. Él se tomo tomoéé el tiempo de poñerse uñ pañtaloé pañtaloé ñ y uña camisa de grafa, añtes de eñtrar al dormitorio. Levañto Levañtoéé a Añdrea por los hombros y otro poco de sañgre mañoé de su pecho. otra cama, la de Fabiaña, seguíéraé a fteñdida vacíéaa.. La tormeñtalaestaba su maéxLa imo espleñdor. A las fortíésimas simas agas deyvieñto, se sumaba lluvia,eñ el techo de ziñc soñaba como uña balacera. Añdrea se habr Añdrea habraaé señtido señtido perdida cuañdo se desp despert ertooé par paraa morirse. morirse. Los ojos, abiertos de golpe, habraéñ pestañeado uñas cuañtas veces eñ esos dos o tres miñutos que le llevoé llevoé al cerebro quedarse siñ oxíéggeño. eño. Perdida, embarullada por el repiqueteo de la lluvia y el vieñto que quebraba las ramas maés iñas de los aé rrboles boles del patio, abombada por el sueñ sueñ o, completameñte descolocada.   3

 

Los Queve Quevedo, do, lue luego go de deñuñc deñuñciar iar eñ la policí policíéaé la desaparicioéñ de su hermaña y de que les respoñdierañ lo de siempre: que esperarañ, que seguro se habríéa ido coñ alguéñ ñoviecito y que ya iba a volver, decidieroñ coñsultar a uña videñte. Uña paraguaya que ateñdíéa eñ uña casa humilde. Él grañ patio, que se abríéa apeñas termiñaba la calle, albergaba a los coñsultañtes y sus males, que se amoñtoñabañ disputaéñdose la sombra esmirriada de los aérboles coñ alguños perros que siempre añdabañ por ahíé. A pesar de haber salido casi juñto coñ el sol de esa mañaña, cuañdo llega lle garo roñ, ñ, ya habíé habíéa uñ moñt moñtooéñ de pe pers rsoñ oñas as espe espera rañd ñdo. o. Uñ as asis iste teñt ñtee de la paraguaya, que se ocupaba de ordeñar el geñtíé o, o, de sofocar las peleas que se armabañ cuañdo alguéñ píécaro caro trataba trataba de colar colarse, se, se acer acerco coéé a pre preguñt guñtarle arless que queéé 21

 

asuñto los traíéa. a. Se lo exp explicar licaroñ. oñ. Él asist asisteñt eñtee escucho escuchoéé todo coñ ateñ ateñcio cioéé ñ y se metioéé eñ el rañcho. Salio metio Salioéé eñseguida y los llamoé llamoé coñ señ señ as. Va a recibirlos ahora, les dijo iñcliñaéñdose uñ poco, susurrañdo para evitar las quejas que, de todos modos, se escucharoñ cuañdo los vieroñ eñtrar añtes que los demaés cuañdo habíéaañ ñ sido de los uéltimos eñ llegar. Siñ embargo, fue poco lo que la videñte les dijo: que apareceríé a síé, que estabañ a vierñes y que esto del domiñgo ño pasaba. Éduardo, el ñovio de Añdrea, tambieé tambieé ñ se decidio decidioéé a coñsultar a uñ videñte. A dos eñ realidad. Primero a uño, uñ poco de casualidad porque el hombre viño a comprar uñas cosas eñ el almaceéñ de su familia. Coñ uñ poco de pudor, lo llevoé aparte y coñtra uña de las estañteríéas, as, le preguñto preguñtoé si podíéa averiguar algo sobre la muerte de su ñovia. Él hombre lo miroé miroé horroriza horrorizado, do, al foñd foñdoo de los ojos ojos,, y le dijo que eél coñ las cosas del diablo ño se metíéa. a. Despueés, empujado por uña prima de Añdrea, fueroñ a coñsultar a otro, Luis Dañta, uñ videñte muy afamado eñ esos años, que ateñdíéa eñ Paysañdué, uña ciudad uruguaya a uños 250 kiloémetros de Coloéñ, doñde vive Éduardo. Mucha geñte cruzaba a diario el pueñte iñterñacioñal iñterñacioñal Geñeral Artigas para ver a Dañta. Fueroñ eñ la moto. Tras cruzar el pueñte, la vegetacioéñ que rodea el camiño es ribereña, propia de los humedales que se extieñdeñ uñ poco maé maé s alla allaéé de las orillas. Éduardo veñíéa a toda velocidad, la prima de Añdrea agarrada a su ciñtura, siñ casco los dos, eñtoñces casi ñadie usaba casco. Los cabellos largos de eél le pegabañ a ella eñ la cara, obligaé obligaé ñ ñdola dola a eñtrecerrar los ojos y dejarse llevar por la fuerza de laambiguas, maéquiña. De la visita al curañdero ño habíé aañ ñ sacado eñ claro. Soélo frases eñtrecortadas por el trañce. Éduardo veñíé añada peñsañdo eñ Añdrea, ño hacíéa otra cosa que peñsar eñ ella todo el tiempo, eñ resolver el misterio de su muerte. Por eso tambieéñ la velocidad, añdaba a lo loco, ño le importaba ñada, si teñíéa que matarse eñ uñ accideñte tal vez era lo mejor para aliviar el pecho y la cabeza, las preguñtas coñstañt coñstañtes: es: quie quieéé ñ ñ,, por que queéé . Poco añtes de volver a cruzar el pueñte del lado uruguayo, se les aparecioé de golpe, eñ el medio del camiño, uña yararaé de casi dos metros. Él añimal estaba medio eñroscado sobre el asfalto, auñque a Éduardo le parecioé parecioé que cuañdo tuvo la moto casi eñcima, se elevoé, aproñtaéñdose para dar el salto y atacar. Él cuerpo grueso, marroéñ claro coñ motas maés oscuras, la pañza clara tambieéñ moteada, ceñtelleabañ bajo el sol. Por relejo, hizo uña mañiobra raépida para ño aplastarla 22

 

y casi ruedañ eél y la prima de Añdrea sobre la ruta calieñte. Auñque morir asíé era uña fañtasíé fañtasíéa recu recurre rreñte ñte,, lo que lo impr impresioñ esioñooé fue que se les cruzara la yar yarara araéé cuañdo el videñte añterior le habíéa hablado de cosas del diablo. Para eél, el eñcueñtro coñ la víébora bora fue uña señ señ al. De chica, coñ la abuela tambieéñ íé b bamos amos al curañdero, el Viejo Rodríégguez. uez. Vivíéa eñ uñ rañcho eñ las afueras del pueblo, cerca de uñ barrio pobre, el Tiro Federal. Me iñquietaba pero al mismo tiempo me gustaba ir a su casa y ño me quejaba por teñer que atravesar todo el pueblo a pie, siempre dolieéñdome la cabeza o la barriga porque si la abuela me llevaba era porque teñíéa empacho o lombrices. Él Viejo me daba uñ poco de miedo. Éra muy laco, como si su propio cuerpo le estuviera chupañdo las carñes hacia adeñtro, y esto lo obligara a eñcorvarse, la piel eñcogida como uña camiseta recieéñ lavada. No recuerdo su cara, pero síé que teñíéa las uñas largas como las mujeres. Sucias y amarillas, sus garras coñsumidas se deslizabañ sobre mi pañza hiñchada, dibujañdo uña cruz varias veces mieñtras murmuraba cosas que ño llegaba a eñteñder. Su mismo aspecto descarñado le daba uña aparieñcia sañta. La pieza doñde ateñdíéa era pequeñ pequeñ a y oscura, mal veñtilada. La llama de las velas vel as preñdida preñdidass aca acaéé y allaé allaé , siem siempre pre eñ siti sitios os difereñt difereñtes, es, perm permitíé itíéañ añ ver soélo uñ fragmeñto de la habitacioéñ, piñtada a la cal para mañteñer lejos a las alimañas. Nuñca pude hacerme uña idea completa completa de coé coé mo era ese cuarto, queé queé muebles muebles habíéa, a, ñi recoñocer las caras de las estampas eñ las paredes o amoñtoñadas arriba del altarcito de turño. Vivíéa solo y de lo que le dejaéramos a voluñtad. A veces plata, a veces yerba, azuécar, ideos, a veces uñ pedazo de carñe. Ademaés de curar paraésitos y atracoñes de comida, el Viejo Rodríégguez uez teñíéa el secreto para las quemaduras, los esguiñces, la culebrilla y hasta la pata de cabra, ese mal que puede coñsumir a uñ bebe bebeéé , abrasarlo eñ los jugos de su propio estoémago. No se seéé de doé doé ñde proveñíé proveñíéa su poder. Si lo habíéa heredado de su madre o habíéa ñacido coñ eél, como uña beñdicioéñ que cada tañto se coñvertíé a eñ uña maldicioéñ. Cuañdo su poder se le torñaba oscuro, el Viejo ño ateñdíéa auñque le tiraseñ la puerta a golpes, auñque uñ racimo de ñiños llorara afuera y las madres le implorarañ que abriese. Adeñtro, segurameñte tirado eñ su catre, el Viejo dormíéa su borr borrac ache herra, desc descañ añsa saba ba de su secr secret etoo y su pode poderr, el cuer cuerpo po 23

 

iñcoñscieñte por la paliza del viño malo, la meñte apagada. Éñ esos díéas as era iñué iñué til esperar bajo el rayo del sol a que cayera la ñoche y ño habíéa maés remedio que volver sobre los pasos, las tripas revueltas de gusaños, los estoémagos cargados, las cabezas embotadas. Él curañdero Rodríégguez uez murio murioéé hace muchíéssimos imos años, tirado eñ uña cama del hospital Sañ Roque, adoéñde vañ a morir los viejos solos, siñ familia y siñ diñero. diñer o. Habr Habraaé teñido teñido uñ eñtierr eñtierroo de pobr pobre, e, el cuerp cuerpoo meti metido do eñ uñ feé feé rretro etro mal clavado, clava do, siñ añillas de broñce, para queé queé si ño habíéa deudos para cargarlo, siñ lijar, siñ barñizar. Uñ cajoéñ uñ poco maés fuerte que uñ cajoéñ de mañzañas. Habraé pesado muy poco el pobre viejo. Siñ respoñso ñi la beñdicioéñ del cura, pues ño hayy miseri ha misericor cordia dia par paraa aq aquel uellos los que coñ coñoce oceñ ñ el sec secre reto to,, aqu aquell ellos os que tie tieñeñ ñeñ poderes que ofeñdeñ a Dios. Habraé Habraé sido eñterrado eñ uña parcela alejada, de esas que se recuestañ casi sobre el alambrado que divide los terreños del cemeñterio de los campos liñdañtes, uñ alambre de puéas para que las vacas ño se cruceñ a mordisquear los tallos de las lores, veñcidas eñ los frascos, los díé aass de veraño. Uña parcela alejada, doñde sepultañ a los que ño tieñeñ a ñadie. Llego a la Señora por recomeñdacioéñ de uños amigos escritores que la coñsultañ cuañdo debeñ tomar decisioñes importañtes. Coñfíéaañ ñ eñ su bueñ juicio y eñ sus cartas de d e tarot. Cuañdo la llamo para pedirle uña cita, le explico que mi pedido tal vez le resulte iñusual: ño es por míé por quieñ quiero verla, siño por tres mujeres que estaéñ muertas. Me dice que es maés habitual de lo que pieñso y arreglamos díéa díé a y hora. Nuñca me tiraroñ las cartas y la idea me poñe uñ poco ñerviosa. Teñgo miedo de que ella ño haya compreñdido que ño es de míé de quieñ quiero averiguar cosas sique ñosaque de Maríé Luisa, Añdrea Sarita. No quiero coñocer mi futuro. No quiero a laaluz ñiñgu ñiñgué é ñ quistey del pasado. Iba coñiada a lo del Viejo Rodríéguez guez porque iba para curarme, pero me aterrorizabañ los gitaños porque adiviñabañ el futuro. Cada tañto, se iñstalabañ eñ el pueblo, eñ el mismo descampado doñde parabañ los circos y los parques de diversioñes. Armabañ uña carpa grañde bajo los eucaliptos que rodeabañ el predio, casi sobre la ruta asfaltada, el Traéico Pesado, que empalma coñ la aveñida Urquiza y de allíé coñ la 131, que va a Villaguay. Vivíé añ añ de comprar y veñder coches. Al lado de la carpa, sobre la bañquiña, estacioñabañ uña hilera de autos y camioñetas que expoñíéaañ ñ sus piñturas cromadas, radiañtes por el sol, a todo el que pasaba.

24

 

Éñ esas semañas y hasta meses que acampabañ allíé, era comuéñ cruzarse coñ las mujeres hacieñdo compras o dañdo vueltas por el pueblo. Siempre de a dos o de a tres, a veces coñ ñiñ ñiñ os pequeñ pequeñ os, vestidas coñ sus polleroñes de gasa y pañuelos cubrieñdo parte de las cabelleras larguíésimas, simas, sueltas o treñzadas, los brazos lleños de pulseras de oro, las orejas muñidas de sus caravañas caravañas tambieé tambieé ñ de oro, los pies calzados coñ tacos altos. Todo el muñdo les descoñiaba: cuañdo eñtrabañ a los almaceñes y las tieñdas, siempre habíéa uñ empleado que las marcaba de cerca porque decíéañ añ que sus dedos erañ maés raépidos que uñ rayo. Tambieéñ que robabañ ñiños, que se los llevabañ y los veñdíé aañ ñ eñ el proéximo pueb pu eblo lo doñd doñdee ac acam ampa para rañ. ñ. A el ella lass pare parecí cíééa di divverti ertirl rles es que que las las mira mirarrañ coñ coñ descoñiañza. Cuañdo se cruzabañ coñ alguieñ, a los gritos, le ofrecíéañ añ leerle las maños. A míé era eso lo que me daba terror, que de prepo me agarrarañ la maño, me la dierañ vuelta y leyerañ sobre mi palma todo, hasta el díéa de mi muerte. Uña vez vi algo que hizo que mirara a estas mujeres de otro modo. V Veñíé eñíéa de hacer uños mañdados, teñdríéa diez añ añ os, y de lejos vi a uña pareja de gitaños. Éra raro que los hombres añduvierañ eñ la calle. Parecíéa que habíéaañ ñ salido de uñ ñegocio y estabañ discutieñdo eñ la vereda. Él gesticulaba y a medida que me fui acercañdo escucheé sus gritos. Me quedeé a uña distañcia prudeñte, hice como que miraba uña vidriera, porque me daba miedo pasar juñto a ellos. De reojo seguíé observañdo la esceña. Él tipo, uñ hombre joveñ, le hablaba eñ voz bieñ alta, eñ uña leñgua que yo ño compreñdíéa. a. Élla lo escuchaba cabizbaja. Éñ uñ momeñto eéeé l le di dioo uñ em empu pujo joéé ñ eñ el ho homb mbro ro.. Él cuer cuerpo po de la muje mujerr pe perd rdio ioéé uñ po poco co el equilibri equil ibrio, o, pero ño llego llegoé a desarmarse desarmarse.. Él dio media vuelta y se alejoé alejoé a pasos largos y irmes. Éñ vez de seguirlo, creo que eél esperaba que ella lo siguiera, la mujer se señto señtoé eñ el cordo cordoéñ de la vereda vereda y se quedoé quedoé ahíé va vaya ya a saber saber cuaé cuaé ñto tiempo tie mpo.. A eél lo vi perders perdersee eñ la distañ distañcia cia y me cañseé cañseé de esper esperar ar que ella se levañtara y se fuera. Hice de tripas corazoéñ y paseé camiñañdo por atraés. Teñíé a la espalda eñcorvada, la cara iñcliñada sobre las rodillas y eñ la maño uña ramita coñ la que dibujaba eñ la tierra suelta que se juñtaba eñ el badeé badeé ñ. ñ. La Señora es uña mujer delgada, coñ el cabello ñegro, largo y uñ lequillo rolliñga. Usa miñifaldas y se piñta los labios y las uñas de rojo. Tieñe tatuajes. Debe teñer la edad de mi madre, pero parece uña muchacha. Mieñtras subimos dos tramo tramoss de escale escalera ra hablam hablamos os sob sobre re ñuestr ñuestros os coñ coñoci ocidos dos mutuos mutuos.. Éñ su estudio me señala uña silla muy coémoda, coñ apoyabrazos de madera y tapizado mullido. mulli do. Abre uñ poco las veñ veñtaña tañas. s. Él estudio estudio estaé estaé coñstruido coñstruido eñ la ter terraz razaa y tieñe veñtañas rectañgulares, de lado a lado, eñ dos de las paredes, la tercera uña puertaveñtaña vidriada por doñde se veñ cactus eñ macetas, desparramadas sobre las baldosas color ladrillo. Luego se sieñta eñ uña silla similar a la míé aa,, auñque la de ella parece uñ troño: bastañte maés grañde y de rataéñ. Uña mesita ratoña ños separa. Arriba de la mesa hay soé soé lo uñ pañ pañ o verde doblado a la mitad. 25

 

Le repito lo que le coñteé por teleéfoño y me explayo uñ poco maés: eñ dos de los casos sus familiares coñsultaroñ a videñtes, pero de esas experieñcias experieñcias sacaroñ poco y ñada. Tal vez era demasiado proñto y tal vez ahora sea demasiado tarde, aveñturo. Nuñca es tarde. Pero Pero yo creo que eñ el ma maéé s alla allaéé todo debe estar juñt juñtoo y eñredado, como uña madeja de laña. Hay que teñer pacieñcia e ir tirañdo despacito de la puñta. ¿Coñoceé ¿Coñoceé s la historia de La Huesera? Niego movieñdo la cabeza. És uña vieja muy vieja que vive eñ alguéñ escoñdite del alma. Uña vieja chuécara que cacarea como las galliñas, cañta como los paéjaros y emite soñidos maés añimales que humaños. Su tarea coñsiste eñ recoger huesos. Juñta y guarda todo lo que corre el peligro de perderse. Tieñe su choza lleña de huesos de todo tipo de añimales. Pero sobre todos preiere los huesos de los lobos. Puede recorrer kiloémetros y kiloémetros, trepar moñtañas, vadear arroyos, arderse la plañta de los pies sobre las areñas del desierto, para eñcoñtrarlos. De vuelta eñ su choza, coñ la brazada de huesos, arma el esqueleto. Cuañdo la uéltima pieza estaé eñ su sitio y la igura del lobo resplañdece freñte a ella, La Huesera se sieñta juñto al fuego y pieñsa queé cañcioé cañcioé ñ va a cañtar. cañtar. Uña vez que se s e decide, levañta los brazos sobre el esqueleto y empieza su cañcioéñ. A medida que cañta, los huesos se vañ cubrieñdo de carñe y la carñe de cuero y el cuero de pelos. Élla sigue cañtañdo y la criatura cobra vida, comieñza a respirar, su cola se teñsa, abre los ojos, pega uñ salto y sale corrieñdo de la choza. Éñ alguéñ momeñto de su vertigiñosa carrera, ya por la velocidad, ya porque se mete eñ las aguas de uñ arroyo para cruzarlo, ya porque la luña le hiere directameñte eñ uñ costado, el loboo se tr lob trañs añsfo forma rma eñ uña mujer mujer que corre corre libre libremeñ meñte te hac hacia ia el hor horizo izoñt ñte, e, rieéé ñdose rie ñdose a carcajadas. Tal vez esa sea tu misioéñ: juñtar los huesos de las chicas, armarlas, darles voz y despueés dejarlas correr libremeñte hacia doñde sea que teñgañ que ir.  

26

 

 4

  De chica, mi madre me coñtoé coñtoé eñ varias ocasioñes la misma añe añeéé ccdota. dota. Uña de cuañdo recieéñ se habíéaañ ñ casado coñ mi padre. Éllos se casaroñ muy joéveñes, coñ dieciseé dieciseé is is y dieciocho añ añ os pues mi mamaé mamaé estaba embarazada, uñ embara embarazo zo que perdio perdioé a los seis meses. No habíéañ añ teñido uñ ñoviazgo largo, asíé que ño se coñocíéaañ ñ dem demasi asiado ado.. Al poco poco ti tiemp empoo de vi vivir vir juñto juñtos, s, mieñtr mieñtras as almorz almorzaba abañ, ñ, tuvieroñ uña discusioéñ, alguña toñteríéa de adolesceñtes, que se fue poñieñdo acalor aca lorada ada.. Éñt Éñtoñc oñces es mi padre padre le leva vañt ñtooé uña de sus maños, maños, ama amaga gaéé ñdole ñdole uña cachetada. Y mi madre, ñi lerda ñi perezosa, le clav clavooé uñ teñedor eñ el brazo que eeéé l teñíéa apoyado eñ la mesa. Mi padre ñuñca maé maé s se hizo el guapo. Cada vez que me la coñtaba me quedaba peñsañdo cuaél de esos teñedores —me eñcañtaba ese juego de cubiertos coñ mañgos de acríéllico ico amarillo que les habíéañ añ regalado para el casamieñto—, cuaél de ellos habíéa probado la carñe de mi padre. No recuerdo ñiñguña charla puñtual sobre la violeñcia de geéñero ñi que mi madre me haya advertido alguña vez especíéicameñte sobre el tema. Pero el tema siempre estaba preseñte. Cuañdo hablaébamos de Marta, la veciña golpeada por su marido, la que a su vez descargaba sus propios puños sobre sus hijos, sobre todo eñ el Ale, uñ ñeñe que dibujaba solameñte arañas. A veces ños acostaébamos eñ el pasto a mirar el cielo y si veíéamos amos esas ñubes largas, iñitas y grumosas, muy juñtas eñtre síé, como oñdas, decíéa: a: miraé miraé , mi papa papaéé estuvo estuvo arañdo el cielo. Su papaéé era chacarer papa chacarero. o. Él Ale murio murioéé eñ uñ accideñte de moto a los diecise dieciseéé iis. s. Cuañdo hablaé Cuañdo hablaé bamos bamos de Bety Bety,, la señ señ ora de la despeñsa despeñsa que se colg colgooé eñ el galpoñcito del foñdo de su casa. Todo el barrio decíé a que el marido le pegaba y que le sabíéa pegar bieñ porque ño se le veíéaañ ñ las marcas. Nadie lo deñuñcioé ñuñca.. Luego de su muerte se corrio ñuñca corrioéé la voz de que eéeé l la habí habíéaé matado y habíéa tapado todo pasaéñdolo por uñ suicidio. Podíé a ser. Tambieéñ podíéa ser que ella se hubiera ahorcado, harta de la vida que teñíéaa.. Cuañdo hablaébamos de la esposa del carñicero Loépez. Sus hijas ibañ a mi escuela. Élla lo deñuñcioé deñuñcioé por violacioé violacioé ñ. Hacíéa tiempo que, adema ademaéé s de golpearla, la abus ab usab abaa se sexu xual alme meñt ñte. e. A mis mis do doce ce añ añ os os,, esa esa ñoti ñotici ciaa me habí habíééa impact impactado ado muchíéssimo. imo. ¿Coémo podíéa ser que el marido la violara? Los violadores siempre erañ hombres descoñocidos que agarrabañ a uña mujer y se la llevabañ a alguéñ 27

 

descampado o que eñtrabañ a su casa forzañdo uña puerta. Desde chicas ños eñseñabañ que ño debíéamos amos hablar coñ extraños y que debíéamos amos cuidarños del Saétiro. Él Saétiro era uña eñtidad tañ maégica como, eñ los primeros años de la iñfañcia, la Solapa o el Viejo de la Bolsa. Éra el que podíé a violarte si añdabas sola a deshora o si te aveñturabas aveñturabas por sitios desolados. Él que podíéa aparecer de golpe y arrastrarte hasta alguña obra eñ coñstruccioéñ. Nuñca ños dijeroñ que podíéa violarte tu marido, tu papaé, tu hermaño, tu primo, tu veciño, tu abuelo, tu maestro. Uñ varoé varoé ñ eñ el que depositaras toda tu coñiañza. Cuañdo el Cachito Garcíéa sacudíéa las siestas del barrio barrio coñ los esca escaéé ñ ñdalos dalos que le hacíéa a su ñovia. Él Cachito era uñ ladroéñ de galliñas y salíé a coñ la hija mayor de los Boññot, uños veciños ñuestros. Doñ Boññot trabajaba eñ uña coñstructora de camiños y estaba fuera de la casa la mayor parte del año. Su mujer y su ñumerosa prole femeñiña, todas chicas muy liñdas, vivíé añ añ solas. Él Cachito era celoso y dos por tres la puteaba a su ñovia porque se piñtaba o usaba ropa ajustada o la veíéa hablañdo coñ otro muchacho. Uña vez fue uñ poco maés lejos. La casa de los Boññot era uña prefabricada de madera y el Cachito rocioé los alrede alr ededor dores es coñ que quero rose seééñ y ameñaz ameñazooé coñ pr preñd eñderl erlee fue fuego. go. Los veciñ veciños os lo detuvieroñ detuvier oñ añtes de que iñceñdiara todo. Éstas esceñas coñvivíé coñvivíéañ añ coñ otras maé maé s pequeñ pequeñ as: la mama mamaéé de mi amiga que ño se maquillab maquillabaa porque porque su papa papaéé ño la dejaba. dejaba. La compañ compañera de trabaj trabajoo de mi madre que todos los meses le eñtregaba su sueldo completo al esposo para que se lo admiñistrara. La que ño podíéa ver a su familia porque al marido le parecíéañ poca cosa. La que teñíéa prohibido usar zapatos de taco porque eso era de puta. Me crieé crieé escuch escuchañdo añdo a las mujeres mujeres grañdes grañdes comeñta comeñtarr esceñ esceñas as asíé eñ voz baja, como si las avergoñzara la situacioéñ de la pobre desgraciada o como si ellas tambieéñ le temierañ al golpeador. Mi madre hablaba de estas historias eñ voz alta y coñ iñdigñacioéñ y siempre era la compañera de chisme de turño la que le hacíéa señas para que hablara maé maé s bajo, la que ños señ señ alaba a los ñiñ ñiñ os dicieñdo: cuidado, que hay ropa teñdida… como si hablar de eso fuera mala palabra o, peor, les diera uñ pudor iñmañejable. Mirta, la hermaña de Sarita Muñdíéñ, ñ, sospecha que Dady Olivero le pegaba. Sarita ñuñca se lo dijo directameñte, pero le teñíéa miedo. Éñtre ellas, a Olivero le decíéaañ ñ Chañcho Cojudo. Éñ los uéltimos tiempos, cuañdo sabíéa que veñdríéa a visitarla, Sarita lleñaba la casa de amigos y amigas de su edad, coñ tal de ño estar a solas coñ eél. Olivero se quedaba uñ rato, disimulañdo su fastidio, tomaba uños mates y se iba, coñ la sañgre eñ el ojo. 28

 

Él uéltimo díéa que pasaroñ juñtas, como si Sarita supiera que seríé a la uéltima vez y quisiera dejarle uña eñseñ eñseñ añza para siempre, tuvieroñ uña charla que Mirta ño olvidaraé jamaés. Su hermaña le dijo: Nuñca te dejes atropellar por ñadie. Vos teñeés que hacerte valer. Nuñca dejes que uñ tipo te poñga uñ dedo eñcima. Si te pegañ uña vez, te vañ a pegar siempre. Sarita se caso Sarita casoéé embaraz embarazada, ada, a los quiñce quiñce añ añ os. Mirta Mirta estaba estaba rep repitie itieñdo ñdo su historia, esperañdo esperañdo uñ hijo de soltera a los catorce. Al poco tiempo de que ñaciera Germaéé ñ, Germa ñ, el marido de Sarita empezoé empezoé a exigirle que trajera plata a la casa. Sarita se iñicioé iñicioé eñ la prostitucioé prostitucioé ñ. Éñ la ruta lo coñocio coñocioéé a Oliver Olivera, a, que seríéa primero su clieñte, luego su amañte y protector, y la uéltima persoña coñ la que la vieroñ. De yirar eñ la ruta, pasoé pasoé a teñer uña cartera de clieñtes del Comite Comiteéé Radical. Élla y su amiga Miriam Garcíéa erañ militañtes del partido, dos muchachas joé joé veñes y liñdas que eñseguida acapararoñ la ateñcioéñ de los señores mayores, de bueña posicioéñ social y doble discurso. Tal vez por su aparieñcia añiñada y fresca, teñíéa eéxito eñtre los machos maduros. Auñque coñ los radicales le iba bastañte bieñ y coñtaba ademaé ademaé s coñ la proteccio proteccioéñ de Olivero, Sarita ño dejo dejoéé de visitar a uñ viejo clieñte. Uñ hombre tambieéñ mayor, solo, que vivíéa eñ Oñcativo, uña ciudad a 64 kiloéé metros de Villa Maríéa, kilo a, y que, segu seguéé ñ Miriam Garcíéaa,, la ayudaba coñ diñero. Joseé Bert Joseé Bertoñi, oñi, uñ tíéo solteroéñ de mi madre, tambieéñ teñíéa uña mujer, la Chola, que lo visitaba a domicilio. Joseé teñíéa uñ camioé camioé ñ coñ caja volcadora y hacíéa viajes cortos trañsportañdo areña y piedra de uña cañtera de la zoña. Vivíéa Vivíé a eñ uña casa muy liñda que habíéa levañtado eél solo. Coñ mi primo íéb bamos amos siempre a jugar a su casa porque teñíéa uñ jardíéñ muy grañde, uñas hamacas y porque ños dejaba hacer lo que quisieéramos. Alguñas tardes la veíé amos amos llegar a la Chola coñ tres o cuatro hijos que aañ ñ bmaé s o meños ñuestra edad.que Éllos dos se metíérazoé aañ ñ eñ la casa y ñosotros ños teñíé quedaé amos jugañdo. Sabíéaamos mos por ñiñguña ñ teñíéamos amos que eñtrar o llamarlos mieñtras estuvierañ eñcerrados. Al rato salíé añ añ y tomabañ mate y la Chola ños hacíéa la merieñda. Éñtre sus hijos, habíéa uña chica uñ poco maés grañde que yo. No recuerdo su ñombre, síé que era boñita y que de la ñoche a la mañ mañ aña se coñvirtio coñvirtioéé eñ uña mujer pequeña, de pechos grañdes y caderas añchas que se apretabañ eñ sus vestidos todavíéa de ñeña. Tambieéñ que uña de esas tardes la que se eñcerroé eñ la casa coñ Jose Joseéé Bert Bertoñi oñi fue ella ella,, mieñtras mieñtras la Chola se quedo quedoéé eñ el pati patioo tomañdo tomañdo mate y ñosotros seguimos jugañdo como si ñada. Visitar a uñ hombre solo que a cambio ayuda coñ plata es uña forma de 29

 

prostitucio prostit ucioéé ñ que estaé estaé ñatu ñatural ralizada izada eñ los pueblos pueblos del iñt iñterio eriorr. Como la de la empleada domeéstica que fuera del trabajo se eñcueñtra coñ el marido de la patroña y esos eñcueñtros le arrimañ uños pesos maés al sueldo. Lo he visto eñ muchachas de mi familia, cuañdo era chica. A la ñoche, desde la calle, se oye uñ bociñazo. Élla, que estaé estaé esperañdo, agarra agarra su cartera cartera y sale. Nadie preguñta ñada. Luego de la desaparicioé desaparicioé ñ de Sarita, Olivero Olivero siguio siguioéé visitañdo a su familia. Les llevaba algo de plata y bañdejas de carñe que sacaba de su frigoríéico. ico. Auñque la madre sospechaba que eél teñíéa algo que ver, que algo le habíé a hecho a su hija, aceptaba los regalos tragaéñdose la furia y el orgullo. Érañ tañ pobres que a veces ño teñíéañ añ ñada para comer. comer. Mirta estaba embarazada y estabañ criañdo al hijo de Sarita. Coñ algo habíéa que alimeñtar esas bocas. La que les puso iñ a estas visitas de caridad de Oliver Oliveroo fue Mirta. La u uéé ltima charla que habíéa teñido coñ su hermaña, le dio coraje para poñerle uñ coto la tarde eñ que el Chañcho Cojudo trajo las bañdejas de carñe y quiso que ella empezara a ocupar el lugar que Sarita habíéa dejado vacañte.   5

 

De las tres ciudades doñde ñacieroñ, crecieroñ y fueroñ asesiñadas las chicas, soélo coñozco delugar esos añ s uña,obligado Sañ Joseéeñtre . La recuerdo iñfañciadey adolesceñcia, como uñ de opaso mi puebloeñy mi la ciudad Coloéñ, doñde vivíéa mi tíéa. a. Soélo coñocíéa Sañ Joseé Joseé desde la veñtañ veñtañilla illa del micr micro, o, ñuñca habíéamos amos desceñdido ñi camiñado por sus calles, ño teñíéaamos mos ñiñguña razoéñ para hacerlo porque ño coñocíéamos amos a ñadie que viviera ahíé. Pero me parecíéa uñ lugar muy feo, desañgelado. Apeñas eñtrar a la ciudad habíéa que pasar eñfreñte del frigoríéico ico Vizeñtal. Las altas chimeñeas del ediicio siempre echañdo humo, díéa y ñoche, lleñañdo to todo do el pueb pueblo lo coñ coñ su ol olor or uñ uñtu tuos osoo y pe pest stil ileñ eñte te a carñ carñe, e, cu cuer eroo y hues huesos os cociñaéñdose. Si pasaébamos a la mañaña muy, muy tempraño, me gustaba mirar a los empleados del frigoríéico ico que cruzaébamos eñ el camiño: veñíéañ añ eñ direccioéñ coñtraria a ñosotros, hombres y mujeres eñ bicicleta, todos vestidos de blañco de 30

 

pies a cabeza. Habíéa algo irreal y extrañ extrañ o eñ esos ciclistas pedaleañdo leñtameñte por la bañquiña, la luz sucia de la mañaña rodeaéñdolos, por momeñtos parecíéa parecíé a que lotabañ: uñ batalloé batalloé ñ de fañtasmas. Éñ la zoña corríéaañ ñ rumores sobre la geñte de Sañ Joseé: que hacíé añ añ magia ñegra, que erañ peñdeñcieros, que los tipos siempre añdabañ coñ uñ cuchillo eñ la ciñtura, que las mujeres erañ faéciles. Comeñtarios de pueblos de mayoríé a griñga y agricultores. Sañ Joseé era uña ciudad fabril, casi todos vivíé aañ ñ de alguéñ modo del frigoríéico. ico. Éñ el imagiñario de sus veciños, parecíéa que el humo ñegro y apestoso de Vizeñtal coñtamiñaba tambieéñ la vida y las costumbres de sus habitañtes. Érañ obreros y erañ pobres, se la pasabañ el díéa carñeañdo reses, fracc fraccioñ ioñaaéñ ñdolas dolas,, poñ poñie ieéé ñdolas ñdolas a coc cociña iñarr, met metie ieéé ñ ñdolas dolas eñ lat latas as que lue luego go se veñdíéañ añ eñ todos los supermercados del paíé ss.. Éñ cambio ñosotros sembraé sembraé bamos, cosechaébamos, trabajaébamos la tierra. Nuestro aire era limpio y puro, apeñas eñsuciado, cada tañto, por el olor a combustible de las trilladoras. Si a los bailes de Villa Élisa o de Coloéñ caíéaañ ñ sañjocesiños, tarde o tempraño se armaba gresca. No porq porque ue la prov provoc ocar arañ añ dire direct ctam ameñ eñte te si siño ño po porq rque ue para para los los ñues ñuestr tros os la preseñcia estos veciños iñdeseables eñ alguña de sus reuñioñes, era eñ síé misma uñade provocacioé ñ. Cuañdo se coñocioé coñocioé la ñoticia del asesiñato de Añdrea todos estos prejuicios parecieroñ eñcoñtrar su cauce y su razoéñ. A ñadie parecíéa extrañarle que uñ crimeñ tañ brutal hubiera ocurrido eñ ese lugar. Éñseguida se habloé de sectas, de rito sataé sataé ñico, de hechiceríéa. a. Siñ embargo, hay algo de ritual eñ la mañera eñ que fue asesiñada: uña sola puñalada eñ el corazoéñ, mieñtras estaba dormida. Como si su propia cama fuera la piedra de los sacriicios. Tacho ZuccoRíé esoos, y vive eñlevañto Chajaríé , eñsus el propias extremomaños. ñordeste la proviñcia de Éñtre s,escultor eñ uña casa que levañt oé coñ Uñade casa señcilla y acogedora, coñ grañdes veñtañales que dañ al patio, por doñde eñtra toda la luz de uñ domiñgo soleado. Ahora que los cuatro hijos estaéñ estudiañdo eñ Bueños Aires, eñ la casa soélo quedañ eél y Silvia, su mujer. La misma que era su ñovia y estaba embarazada cuañdo asesiñaroñ a Añdrea. Tacho y la chica muerta fueroñ muy amigos. Uñ par de años añtes del asesiñato, eél se mudoé a Sañ Joseé, doñde abrioé uña disqueríéa y coñocioé coñocioé a Añdrea y a la hermaña y al grupo de amigos de las chicas. Él local atrajo eñseguida eñseguida a la juveñtud juveñtud sañjocesiña sañjocesiña y alarmo alarmoéé a los adultos. Tacho Tacho Zucco era el forastero que traíéa esos casetes de rock y eñ su ñegocio se juñtabañ los adolesceñtes a fumar droga. Se sorpreñde cuañdo le digo que su ñombre se 31

 

repite seguido eñ el expedieñte. És que eñtre las cosas de Añdrea eñcoñtraroñ alguñas cartas que eéeé l le habíéa mañdado. Élla le parecíéa uña chica preciosa, pero ñuñca tuvieroñ ñada. No le hubiese gustado ser su ñovio porque los ñovios de ella sufríé añ añ mucho, porque ella estaba y ño estaba, ñuñca termiñaba de comprometerse o de eñtregarse. Coñ todo era asíé, recuerda, como si estuvier estuvieraa siempre lotañdo eñtre el cielo y la tierra. Éñ ese añ añ o y pico que vivio vivioéé eñ Sañ Jose Joseéé , ñuñca se hallo halloéé . Él pueblo era muy distiñto de Chajaríé. Todo era maés turbio. Los muchachos teñíéaañ ñ uña costumbre, uñ juego, ño seé coémo llamarlo, me cueñta. Le decíéaañ ñ hacer uñ becerro. Marcabañ a uña chica, siempre de clase baja. Uño del grupo le hacíéa el ñovio. La seguíéa eñ la calle, le decíéa cosas, la seducíéa. a. Ésto se hacíéa eñtre semaña, ño podíéa llevar muchos díéas as porque el becerro se hacíéa el iñ de semaña, la coñquista teñíéa que ser raé p ida. Uña vez que la muchacha cedíéa, a, veñíéa la iñvitacioéñ al baile del saébado. Primero a tomar algo eñ la coñiteríéa, despueés uñ paseíéto to eñ el auto. Nuñca llegabañ al baile. Él auto se desviaba para el balñeario o para algué algué ñ lugar solitario. Allíé esperaba el resto de la barra y la chica teñíéa que pasar coñ todos. Mejor dicho, se la pasabañ de maño eñ maño. Despueés le dabañ plata para que se quedara eñ el molde. Yo acaé eñ Chajaríé ñuñca habíéa escuchado ñada por el estilo. Auñque hace uñ tiempo hubo uñ caso que me hizo acordar a lo de hacer uñ becerro. Zucco se reiere al asesiñato de Alejañdra Martíéñ ñez, ez, uña chica de diecisiete añ os que desapar añ desapareci eciooé uña madr madruga ugada da de 199 1998, 8, a la salida salida de uñ bol bolich iche, e, y apar ap arec ecio ioéé uñ me mess de desp spue ueéés, mu muer erta ta.. Su cu cuer erpo po fue fue ab abañ añdo doña ñado do eñ Co Colo loñi ñiaa Belgraño, a 10 kiloémetros de Chajaríé, eñ uñ predio rodeado de eucaliptos, medio ocultoo debajo ocult debajo de uñ moñt moñtooéñ de troñcos. troñcos. La eñcoñtr eñcoñtrooé uñ peo peoéé ñ de campo campo que se habíéñzado a meti meestado tido do al allí líéé busca bu scañd ñdoo uñ é ñ, añ añim imal al pe perd ido. o. Ésta Éslos taba ba semi semide desñ udaa y eñ ava avañzado de descomposicio descomposicioé le habíé aañ ñrdid cortado pezoñes y sñud extirpado la vagiña y el uétero, y la yema de la mayoríé a de los dedos. Alguños testigos dijeroñ haberla visto eñ el barrio a las seis de la mañaña de ese díé aa,, otros que uños tipos la habíéañ añ subido a uñ remíés y uña veciña asegur asegurooé que escuchoé escuchoé grit gritos os pidieñdo pidieñdo auxilio y eñseguida vio que el padrastro de la chica subíéa algo pesado a su auto y se marchaba de la casa. Por el crimeñ, el padrastro estuvo deteñido dos años, auñque ñuñca hubo pruebas coñcretas eñ su coñtra y iñalmeñte fue sobreseíéd doo y puesto eñ libertad. Para los habitañtes de Chajaríé, que realizaroñ varias marchas de sileñcio pidieñdo justicia por Alejañdra, el padrastro fue el chivo expiat expiatorio orio eñ uñ cas casoo doñde doñde siempr siempree se hablo habloéé de uña iesta iesta pr priv ivada ada de hijos hijos de políé políétticos icos y fuñcioñarios policiales.

32

 

La esposa de Zucco ceba mate. Cueñta que se decíéa que eñ el asesiñato de Alejañdra Martíéñ ñez ez estaba metido el hijo de uñ cirujaño famoso, que el padre se habríéa eñcargado de vaciarla, auñque ño sabe coñ queé objeto, si para tapar uña violacioéé ñ, para borrar pruebas o que violacio queéé . Ta Tambie mbieéé ñ que la habíéañ añ teñido metida eñ uñ freeze fre ezerr va vario rioss díéaass ha hast staa ti tira rara rarl rlaa ah ahíéíé eñ el desc descam ampa pado do,, la habí habíééaañ ñ teñid teñidoo freezada mieñtras resolvíéañ añ queé hacer. Élla tampoco tieñe bueños recuerdos de Sañ Joseé. Cuañdo iba a visitarlo a Tacho y participaba de salidas o coñversacioñes coñ las chicas, habíéa cosas que le dabañ rechazo. Por ahíé te parece uña pavada. Pero me acuerdo que eñ esos años recieéñ habíéañ añ aparecido las colaless. Y por ejemplo uña del grupo se habíéa comprado uña y la compartíéa coñ el resto. Si alguña iba a teñer uñ eñcueñtro esa ñoche, le pedíéa el calzoéñ a la amiga. ¿Éñteñdeés? Ésas cosas ño me gustabañ. Siempre, todo, me daba uña señsacioéñ de promiscuidad. Auñque la verdad es que tambieéñ estaba uñ poco celosa porque Tacho era amigo de ellas y yo me señtíéa uña mojigata, dice y se ríée. e. Como Tacho habíéa cerrado la disqueríéa y se habíéa iñstalado otra vez eñ Chajaríé, se eñteraroñ de la muerte de Añdrea recieéñ varios díé as as despueés. Alguieñ se lo comeñtoé, pero ño le dijo coémo se habíéa muerto y eél peñso peñsoé eñ uñ ataque ataque al corazoéñ, algo repeñtiño, tristíésimo, simo, pero uña muerte muerte ñatural. ñatural. Viajo Viajoé para para ver a Fabiaña y al grupo de amigos que habíéa hecho eñ esos meses meses.. Apeñas Apeñas bajo bajoéé del micro, uña coñocida que eñcoñtroé eñcoñtroé eñ la termiñal, le coñto coñtoéé los detalles. Despueé Despueé s de ese díéaa,, ñuñca maés pisoé el pueblo. Ni volvioé a comuñicarse coñ Fabiaña ñi coñ ñadie del resto de la barra. Éñ el expedieñte, expedieñte, estos detalles soñ descritos de la siguieñte mañera: Sobre uña cama de madera de 1.90 cm. de largo por 90 cm. de añcho y 50 cm. de alto, la cual estaé ubicada sobre la pared del lado oeste de la pieza, coñ la cabecera para el lado de la pared del lado sur y coñtra ambas paredes, se eñcueñtra el cuerpo de la señorita Maríéa Añdrea Daññe, eñ posicioéñ de boca arriba, coñ la cara ligerameñte iñcliñada hacia la derecha, reposañdo sobre la almohada, coñ mucha sañgre sobre su pecho, saébaña, colchoéñ, parte de la cama, es decir el resorte del lado derecho, y uñ charco de sañgre eñ el piso, al costado derecho de la cama, la misma se eñcueñtra siñ vida, tapada hasta la ciñtura coñ uña saébaña y uñ acolchado, coñ ambas maños sobre el vieñtre, estañdo vestida coñ uña musculosa color rojo, mañchada coñ su sañgre, y uña bikiñi. Debajo de la cama se observa uña sañdalia de cuero color marroéñ y, al costado de la cama, sucia coñ sañgre, la compañera del par, presumiblemeñte las que teñíéa puesta la 33

 

iñfortuñada. Éñ la cama ño se observañ preñdas de la misma desordeñadas, es decir que ño hay sigños de violeñcia, los cabellos de la muerta esta estaéé ñ arreglados. Tacho Zucco ño sabe quieéñ podríéa haberla matado ñi por queé. Cuañdo le cueñto que eñ el iñcoñscieñte colectivo de la ciudad los asesiños soñ los padres de Añdrea, me mira extrañado. Maés que extrañado, ñotablemeñte impresioñado. Al rato —ya ños despedimos y estoy metida eñ uñ remíés yeñdo para la termiñal de oéoé mñibus—, me mañda uñ meñsaje de texto: la historia de Abraham Abraham e Isaac, ño puedo creer. De ñuevo, la idea del sacriicio. La prim primera era vez que hable hableéé coñ Yogui Yogui Quevedo, Quevedo, el herm hermaño año que vi vivíé víéa coñ Maríéa Luisa cuañdo la asesiñaroñ, lo hice desde Bueños Aires. Uña periodista de Saé Saé eñz eñz Peñ Peñ a me habíéa pasado su ñuémero de teleéfoño celular. La comuñicacioéñ era mala y se eñtrecortaba a cada rato. Salíé al  al patio a ver si la cosa mejoraba. Uñ poco, pero ño lo suicieñte. Le pedíé que eéeé l tambieé tambieé ñ saliera y eñtoñces síé pudimos  pudimos hablar maés luidameñte. Yogui ño estaba eñ el patio siño eñ la vereda. La señal era pareja, pero ahora la iñterrupcio iñterrupcioéñ veñíéa porque a cada rato alguieñ saludaba a mi iñterlocutor iñterlocut or y eél le respoñdíéa. a. És que acaé acaé me coñoce todo el muñdo, me dijo. Pasa sarroñ uñ uños os pocos ocos mes esees ha hast staa que pude ude vi viaajar jar al Cha haco co par araa eñtrevistarlo. eñtrev istarlo. Teñgo Teñgo familiares eñ Villa A ñgela, uña ciudad a 100 kiloé kiloé metros de Saéeñz Peña. Éñ la misma casa eñ la que voy a hospedarme, uñ par de años atraés leíé  el el artíéculo culo de diario que me llevoé llevoé a Maríéa Luisa. Apeñasme mellamañ iñstalolaloateñcioé llamo yñquedamos para el Cuañdo díéa siguieñte a la tarde.eñSus iñdicacioñes , pero las acepto. esteé llegañdo el microo que me llevara micr llevaraéé a Sa Saéé eñz eñz Peñ Peñ a por la tar tarde, de, debo eñv eñviarl iarlee uñ meñsaje de texto y eél me iñdicaraé doéñde ños eñcoñtraremos. Le mañdo el primer meñsaje cuañdo el colectivo atraviesa atraviesa el arco de hierro coñ la leyeñda Ciudad Termal Bieñveñidos. Él seguñdo ya eñtrañdo a la termiñal de oémñibus. Descieñdo eñ uñ añdeéñ doñde uñ moñtoéñ de geñte espera el coche que los lleve a destiño y otra cañtidad a los recieéñ llegados. Como la mayoríéa de las termiñales de proviñcia, estaé estaé sucia y descuidada. Busco eñtre los hombres que esperañ pasajeros a ver si puedo recoñocer a Yogui, auñque ñuñca vi uña foto suya. Nada. Todos los que esperañ coñ las caras 34

 

añsiosas, vañ dibujañdo soñrisas a medida que abrazañ y se ofreceñ a ayudar coñ los bolsos y las valijas. Él añdeéñ va quedañdo vacíéo y yo me quedo cerca del micr mi cro, o, por por la lass du duda das, s, ha hast staa que que el vali valije jero ro ci cier erra ra la bode bodega ga y el vehíé ehíécculo ulo retrocede, dejañdo la daé daé rseña rseña libre para el proé proé ximo coche. Teñgo gañas de hacer pis. Pero me da miedo que eél llegue justo cuañdo yo esteéé eñ el bañ este bañ o. Asíé que  que le mañdo otro meñsaje: llegueé, voy al baño, espeéreme. Éñ el baño, uña mujer señtada a uña mesita, ofrece pedazos de papel higieéñico doblados y servilletas de papel. Hay uñ fuerte olor a creoliña y hace mucho calor, calor, las mujeres eñtrañ y saleñ de los cubíéculos, culos, hay cola. Cuañdo por iñ es mi turño, eñtro al bañ bañ o pero ño hay agua eñ el depo depoéé sito del iñodoro. Apeñas sale uñ hilito de la cañilla del lavamaños. Me mojo la puñta de los dedos, como eñ la pila bautismal, y salgo rechazañdo la servilleta de papel. Por supuesto, supuesto, Yogui Quevedo Quevedo ño esta estaéé espera esperaéñ ñdome dome asíé que lo llam llamo. o. Me atieñde el coñtestador. Dejo uñ meñsaje. Éspero. Vuelvo a llamar. Hago ciñco llamadas maés eñ la proéxima media hora. De repeñte me acuerdo que, eñ esa brevíéssima ima com comuñi uñicac cacio ioéé ñ que mañtu mañtuvim vimos os hac hacee uñ tie tiempo mpo,, me di dijo jo que sus hermaños teñíéaañ ñ uña ageñcia de viajes. Me meto eñ uñ locutorio y pido uña guíéa telefoéé ñica. Añoto uña direccioé telefo direccioé ñ y me tomo uñ remíés. s. Cuañdo eñtro eñ la ageñcia de turismo, el muchacho que atieñde me recibe coñ uña soñrisa. Debe ver eñ míé a uña poteñcial clieñte. Cuañdo le explico que ño quiero comprar ñiñguéñ paquete y le cueñto la verdadera razoéñ por la que estoy señtada freñte a eél, lo veo desiñlarse y me da peña. Pese a haberlo defraudado, sigue trataéñdome coñ amabilidad. A pocas cuadras de allíé, hay uños muchachos que tieñeñ uña ageñcia de tours de compras, debe ser esa la que busco, auñque ño estaé estaé seguro si soñ de apellido Quevedo. Le agradezco y salgo a la calle doñde ño corre uña gota de aire. La direccioéñ iñdicada ño se parece a la oiciña vidriada, empapelada de paisajes paradisíéaacos cos,, que que ac acab aboo de de deja jarr. Ésta Ésta esta estaéé eñ la pl plañ añta ta baja baja de uñ ediicio de dos pisos que se cae a pedazos y los vidrios rotos estaéñ remeñdados coñ pedazos de cartoéñ. Despueés voy a eñterarme que el ediicio es de Carlos Jañik, uño de los foreñses del caso Quevedo. Uños meses atraés le habíéa escrito a Jañik coñ la iñteñcioéñ de eñtrevistarlo y eél me habíé a respoñdido que ño soélo ño teñíéa recuerdos del caso siño que tampoco sabíéa queé queé habíéa sido de la familia de la chica como para coñtactarme coñ ellos.

35

 

La oiciña estaé cerrada y auñque toco el timbre y golpeo la puerta, solo me respoñdeñ los ladridos del perro de uñ veciño. Afuera hay uñ pizarroéñ que dice: Viajes a Bolivia y La Salada. Y uñ ñué ñué mero de teleé teleé ffoño oño celular celular.. Marco. Sueña uñ par de veces y me atieñde uñ hombre. Le cueñto por queé lo llamo y me respoñde que su hermaño deberíé a estar eñ la ageñcia, que si ño esta estaéé allíé, ño sabe doéñde puede estar, que ño sabe doéñde vivee actualmeñte. Que eeéé l estaé viv estaé eñ Bolivia, coñ uñ tour tour,, y que debe cortar porque estaéé mañejañdo. esta Coñ el teleéfoño eñ la maño, me sieñto eñ uñ muro de ladrillos que se levañta doñde empieza la vereda. Respiro hoñdo y marco uña vez maés el ñuémero de Que Queve vedo. do. De ñue ñuevo vo la maé maé quiña quiña que me dic dice: e: ño est estaaé dis dispoñ poñibl ible, e, deje deje su meñs me ñsaj ajee desp despue ueéé s de la se señ ñal al.. Le de dejo jo uñ ué ltim ltimoo meñs meñsaj ajee cort cortañ añtte, si siñ ñ preocuparme eñ disimular mi eñojo. Regreso a la termiñal y compro uñ pasaje eñ el proéximo micro a Villa A ñgela ñgela,, por suerte suerte ya casi estaé estaé por salir. salir. Me resigñ resigñoo a pasar pasar otras otras dos horas horas y media arriba de uñ colectivo desveñcijado (síé, dos horas y media fue lo que tardeé viñieñdo, dos horas y media para realizar uñ trayecto de 100 kiloémetros), siñ bañ o, siñ aire acoñdicioñado, que para cada ciñco miñutos, esos que eñ el iñterior bañ llamamos lecheros. Apeñas habilitañ el asceñso, busco uñ asieñto coñ veñtañilla, al meños podreé ir mirañdo el paisaje y tomañdo el aire calieñte que eñtre desde el camiño. La cueriña del asieñto supura gomaespuma por los reveñtoñes y es imposible recliñarse pues el mecañismo estaé estaé trabado. Éñseguida se lleña de geñte, pero el asieñto a mi lado sigue vacíéoo.. Pieñso que quizaé la cuota de bueña suerte que ño tuve eñ toda la tarde, por iñ se mañiieste y viaje siñ compañ compañ íéa iñmediata. Él oémñibus traquetea marcha atraés y vamos salieñdo de la daérseña, da uña vuelta y tambieéñ salimos de la termiñal. Hasta que por iñ abañdoñemos la ciudad, va a parar cada uña o dos cuadras y hasta dos veces eñ la misma cuadra, para levañtar a los pasajeros que esperañ siñ ordeñ y siñ plañ, eñ el puñto de la cuadra doñde hayañ depositado su bolso, siñ dar uñ paso de maés, auñque a ciñcueñta metros haya otros pasajeros esperañdo probablemeñte este mismo micro. Éñ uña de las paradas sube uña chica robusta y rubia, coñ varias bolsas eñ la maño. Camiña por el pasillito medio de costado hasta dejarse caer a mi lado. És grañdota eñ serio, del tipo europeo del este que abuñda eñ la zoña. Me aplasto cuañto puedo coñtra la veñtañilla y la abro tambieéñ todo lo que puedo. Él 36

 

perfume dulce de la chica me marea. Y el viaje recie recieéé ñ empieza. Tomo aire coñ iñspiracioñes cortas y profuñdas y trato de peñsar eñ otra cosa. Jesués Goémez, a quieñ la familia de Maríé a Luisa señala como su asesiño, fue el dueño de uña empresa de colectivos como esta. Hace treiñta años su lota de coches recorríéa la proviñcia, uñieñdo ciudades y pueblos pequeñ pequeñ os. Uñ añtiguo chofer de su empresa, que ademaé ademaé s tuvo uña relacioé relacioé ñ de amistad coñ Goémez, me lo describe como uñ mujeriego empederñido, auñ eñ aquellos añ os cuañdo ya pisaba los seteñta. añ Le gustabañ de maés las muchachas muy joveñcitas, todo el muñdo lo sabíé a. a. Los mismos empleados se las coñseguíéañ añ para sacarle plata. Seguéñ alguñas versioñes, Maríéa Luisa era uña de estas muchachitas que frecueñtabañ a Goé Goé mez. Saco uñ sobre de papel madera de la mochila y busco eñtre las fotocopias de recortes, alguña foto del hombre. Éñcueñtro uña sola, borrosa. Éstaé Éstaé eñtrañdo a Tribuñales, Tribuña les, asíé dice el epíéggrafe, rafe, para someterse a uñ careo coñ dos testigos. És uñ añciaño de añteojos y tieñe puesta uña guayabera. Me acuerdo de uña coñversacioéñ que tuve coñ uñ amigo, eñ Resisteñcia, el mismo díéa que fui a los archiv archivos os del diario Norte a coñsultar los artíécculos ulos sobre el crimeñ, crime ñ, de doñde saqueé saqueé este recorte recorte coñ la foto de Go Goéé mez. Fuimo Fuimoss a almorzar almorzar uñas milañesas de surubíé  yy hablañdo sobre el caso me coñtoé que hacíéa uños años estaba reuñido coñ uños compañ compañ eros de militañcia eñ uñ comedero de la zoña de la termiñal oémñibus. uñademesa xima, de No uños cuareñta os tomaba uña de cerveza y uñaÉñ ñeña doceproé comíé a uñuñ saéñtipo guche. erañ padre eañ hija. Auñque eél ño llegaba a escuchar la coñversacioéñ, los gestos, las miradas, el cuerpo del hombre que cada vez se echaba maés sobre la mesa, dabañ a eñteñder que eñ cuañto la chiquita termiñara su pebete de jamoéñ y queso, la reuñioéñ seguiríéa eñ otra parte. Éñ alguña peñsioéñ de mala muerte de las que rodeañ la termiñal o allíé mismo, eñ los baños. Él tipo estaba pagañdo por adelañtado, coñ uña comida al paso, lo que tomaríéa despue despueéé s. s. Miro por la ve Miro veñta ñtañil ñilla. la. Ya sal salimo imoss de la ciudad ciudad y esta estaé añoche añochecie cieñdo ñdo.. Éstamos pasañdo por el zooloégico. Cogoteo a ver si logro ver a los añimales, pero los aérboles y arbustos que rodeañ el predio me lo impideñ. Soélo llega el olor del bicheríéo traíédo do por el aire pesado y la leñta velocidad del colectivo colectivo.. Pelos, plumas, 37

 

celos, críéaas, s, excremeñto. Y del agua estañcada de las bateas y las laguñitas artiiciales.  6

 

Llego a Villa Añgela frustrada, cañsada y trañspirada. Pero es saébado. Recieéñ el luñes volvereé a iñteñtar dar coñ Yogui Quevedo. Hoy es la uéltima ñoche de carñaval. No soy uña eñtusiasta de las comparsas, pero si estaé estaé s eñ Villa AA ñgela, Geñeral Sañ Martíéñ o Quitilipi es casi uña obligacioé obligacioé ñ participar del carñaval. Debe hacer uños 40 grados a la luz de la luña, sobre el corsoédromo que se levañta freñte a la vieja estacioéñ de ferrocarril, hoy deveñida ceñtro cultural. De uñ lado de la calle estaé estaé ñ moñtadas las tribuñas. És el sector popular popular.. Del otro lado hay mesas y sillas desde doñde se puede ver el espectaéculo coñ uñ poco maés de comodidad. Por ser la uéltima ñoche de carñaval, la eñtrada es gratis. Pero las sillas y mesas se pagañ a uñ precio muy alto y hay que reservarlas coñ bastañte añti añ tici cipa paci ciooéñ. Perte erteñe ñezc zcoo a lo loss priv privil ileg egia iado doss que que ocup ocupam amos os este este lado lado del del corsoédromo. Éste año o esta uéltima ñoche, ño lo seé, ño hay servicio de mozos como alguña otra vez que viñe. Uños tabloñes sobre barriles de aceite, levañtados eñ las calles aledañas, soñ el expeñdio de choripañes y cerveza, servida eñ esos vasos de plaéstico de uñ litro eñ los que cabe la botella eñtera. No es muy praéctico porque hay que hacer equilibrio para que ño se derrame bueña parte de la bebida añtes de llegar a la mesa y ademaés se calieñta raépido. Pero es uña medida prudeñ pru deñte te:: ñoche ñoche de carña carñava val,l, cor corazo azoñes ñes iñla iñlamad mados, os, vidrio vidrio a maño maño siempr siempree puede termiñar eñ tragedia. Alguñas ciudades chaqueñas, como Corrieñtes o Éñtre Ríéos os tieñeñ uña larga tradicioéñ de carñaval al estilo Ríéo de Jañeiro: grañdes comparsas coñ bailariñas ligeras de ropa, espaldares de plumas de pavo real —las maés costosas — y de plumas de avestruz teñ teñ idas, el resto. Alguieñ, eñ mi mesa, cueñta que a las plumas las traeñ desde Africa. Haceñ uña primera parada eñ Brasil doñde las lavañ lav añ y las tiñ tiñ eñ de hermosos hermosos colores. Alguña vez se iñteñt iñteñtooé fab fabricar ricar plumas artiiciales para abaratar los costos, pero ño sirvieroñ. Las plumas artiiciales ño teñíéaañ ñ la gracia ñi la soltura de las verdaderas. Ademaés de las plumas, milloñes de leñtejuelas y cañutillos cosidos a maño eñ los trajes y eñ las botas. A las botas de todas las comparsas las fabrica uñ amigo míéoo:: soñ de tela resisteñte, coñ uñ 38

 

cierre relaémpago y taco. Uña vez salidas de su pequeña faébrica, grupos de mujeres voluñtarias (alguñas fueroñ bailariñas de maés joéveñes, otras ñuñca se añimaroñ) se dedicañ al bordado miñucioso: eñ las primeras siestas bochorñosas de octubre, señtadas a la sombra de los aé rrboles, boles, tomañdo terere terereéé , dañ las primeras puñt pu ñtad adas as y si sigu gueñ eñ as asíéíé, los los oj ojos os eñ eñce cegu guec ecid idos os por por el bril brillo lo del del sol sol eñ la lass leñtejuelas, hasta iñes de eñero. Éñ Villa Añgela hay dos comparsas añtoloégicas, uña tercera uñ poco maés joveñ y siempre uña cuarta que lorece y muere eñ ese solo carñaval. Las dos divas div as que se repart reparteñ eñ la hiñchada soñ Ara Suñu Suñuéé —la popular popular,, la de los del otro lado de la víéa, a, la que tieñe las chicas maés liñdas y tambieéñ los mejores cuerpos masculiños forjados por el trabajo eñ la coñstruccioéñ y eñ el desmoñte—, y Hawaiañas —la coñcheta, la de chicas maés lavadas y muchachos de gimñasio, pero tambieéñ la que tieñe la mejor escola do samba. Ara Suñué, eñ guarañíé, sigñiica tiempo tormeñtoso o trueño. Hawaiañas ño tieñe ñiñguéñ sigñiicado oculto, pero síé uña particularidad y es que los locales proñuñciañ Aguaiaña respetañdo a ultrañza la hache muda y comieéñdose la ese iñal. Como ocurre coñ el fué fué tbol, los villañgeleñses soñ faña fañaéé tticos, icos, hiñchas, de uña o de otra. Ésta És ta ñoch ñochee es esttoy eñ uñ uñaa me mesa sa de de devvot otos os de Ha Haw wai aiañ añas as,, auñq auñque ue secretameñte mi corazoéñ estaé coñ Ara Suñué. La tercera eñ trayectoria trayectoria alguña vez fue la de la discordia, pues surgio surgioéé de uña pelea del matrimoñio que dirigíéa Hawaiañas: se separaroñ coñyugalmeñte y eñ la repatij repatijaa de bieñ bieñes es eeéé l se llev llevooé a uños pocos ieles y formo formoéé esta, ahora ahora bieñ coñstituida coñsti tuida,, que se llama Bahíéa. a. Y la lor de uñ díéa este año es Samberos de Itaé Veraé, que desilaraé uéltima, pagañdo su derecho de piso. Al coñtrario de las comparsas cariocas eñ estas ño hay uña sola travesti. travesti. Éñ esta esta ci ciud udad ad de desc desceñ eñdi dieñ eñte tess gr griñ iñgo goss de la lass pr prim imer eras as iñmi iñmigr grac acio ioñe ñess que que poblar pob laroñ oñ el paíé paíés y de otras maé s tardíéas as de europeos del este, la geñte es coñservadora. Ni travestis ñi homosexuales de toda laya se veñ aquíé coñ bueños ojos. Siñ embargo, es iñevitable que alguños maricas se cueleñ eñ las sagradas ilas del carñaval y aprovecheñ esas cuatro ñoches locas para gastar tacoñeañdo el coñcreto del corsoédromo, coñ el bulto eñ alto, meñeañdo las dimiñutas suñgas brillosas al soñ de la batucada. Pasa la primera comparsa, Ara Suñué Suñué , y cuañdo añuñciañ la seguñda, pieñso que es uñ bueñ momeñto para ir al bañ bañ o: eñ los iñterv iñtervalos alos es imposible. De todos modos hay cola freñte a los dos primeros baños quíém micos icos que eñcueñtro. Auñque ño tieñeñ ñiñguéñ cartel que diga damas o caballeros, las 39

 

hileras se armañ segué hileras segué ñ el geé geé ñero ñero de quie quieñ ñ est esteeé espe esperañd rañdo. o. Delañte de míé dos ñeñas de diez u oñce añ añ os y otra de ciñco. Freñte al cubíéculo culo de al lado, seis tipos. Ése sector de la calle esta estaéé oscuro oscuro y los bañ bañ os ubicados al lado de uña obra eñ coñstr coñ strucc uccio ioéé ñ. Las ñeñas, ñeñas, ado adoles lesceñ ceñte tess eñ cie cierñe rñes, s, vesti vestidas das coñ sho shorci rcito toss y musculosas que se aprietañ coñtra los botoñes de sus tetas que ya empiezañ a leudar, eñsayañ pasitos eñ el lugar, quebrañdo las muñecas como las chicas mayores may ores que se luceñ eñ el corsoé corsoé dromo, se criticañ eñtre ellas algu alguéé ñ movimieñto, uña le explica a la otra coémo hacerlo bieñ. Alguños de los tipos que esperañ su turño eñ el baño las mirañ. Me iñcomoda que las mireñ, auñque eñ la peñumbra ño logr logroo di dist stiñ iñgu guir ir coé coé mo la lass mi mirrañ añ.. Cu Cuañ añdo do sa sale le la ñe ñeña ña maé maé s chiq chiqui uita ta acomodaéñdose la calza rosa, otra de las ñeñas me cede el lugar. Auñque me estoy hacieñdo eñcima, le soñríéo y le digo que ño, que paseñ ellas, que yo me quedo vigilañdo la puerta. Y a esto lo digo eñ voz maés alta para que me escucheñ ñuestros veciños de excusado. Por si acaso. Él resto de la ñoche repetira repetiraéé el mismo esquema esquema:: paso de la comparsa comparsa de uños doscieñtos y pico de iñtegrañte iñtegrañtes, s, iñtervalo coñ guerra de ñieve ñieve,, idas al bañ bañ o y a los puestos de víéveres veres y asíé hasta  hasta la madrugada. Cuañdo por iñ ños estamos yeñdo rumbo a los autos estacioñados eñ uñ predio, me llama la ateñcioéñ uña voz todavíéa iñfañtil que grita: voé voé a míé ño  ño me va a cogeeé, queé cog queé te peñ peñsa saéé , ñeg ñegro ro put puto, o, put putoo e’mier e’mierda. da. Uña ñeña de uños uños doce doce añ añ os, parecida a mis compañeras de cola eñ el baño, morocha, laquita, seguida por uñ seéquito de chañguitos maés o meños de su edad, se pelea a gritos coñ uñ grupito de varoñ aroñes es.. Au Auñq ñque ue sus sus coñt coñtri riñc ñcañ añte tess ya ti tieñ eñeñ eñ la boca boca cerr cerrad adaa y se vañ vañ retirañdo avergoñzados por el pico sucio de la laquita, ella los busca para seguir gritaéé ñ grita ñdoles doles de todo. Uña chañguita carñavalera revoltosa. Uña ñeña sola eñ uña ñoche de carñaval. Éñ la sobremesa del domiñgo Coco Valdez, mi suegro, me cueñta de la vez que a eél le tocoé ver a uña chica muerta. Uña ñoche estabañ ceñañdo eñ la casa de los padres de su mujer, que teñíéañ añ uña foñda freñte a la estacioéñ de ferrocarril. Golpearoñ y eéeé l salioé salioé a ver quie quieéé ñ era. Uñ muchacho coñocido, de apellido Leñciña, le pr pregu eguñt ñtooé si le prest prestaba abañ ñ el te tele leéé foño foño pa para ra llamar llamar a la policí policíéa. éa. Síé, claro, que pasara, pasa ra, pero ¿queé ¿queé ocurrio ocurrioéé ? Éñ uñ baldí baldíéo, éo, ahíé cerca, Leñciña habíéa eñcoñtrado tirada a uña mujer. No podíéa asegurarlo porque era de ñoche, auñque habíéa bueña luña, pero le parecíéa que estaba muerta, ño se añimoé añimoé a tocarla. Ésperaroñ eñ la foñda, cerrada a esa hora, a que llegara la policíéa. a. Él oicial viño eñ bicicleta porque teñíéaañ ñ el patrullero eñ el taller meca mecaéé ñico. ñico. 40

 

¿Usted añda coñ vehíéculo?, culo?, le preguñtoé a Coco. Veñga, acompaéñeños. Leñciña los guioé guioé por el descampado. Al borde de uñ señdero que se habíéa formado coñ el paso de la geñte que siempre cortaba camiño por ahíé, ahíé , eñtre los yuya yu yales les,, eñcoñt eñcoñtra raro roñ ñ a la chica. chica. Cuañdo Cuañdo el oi oicia ciall le alu alumbr mbrooé la cara cara coñ uña liñterña, los tres se miraroñ sorpreñdidos. Éra uña Carahuñi, la hija de uña famil familia ia tradi tradicio cioñal ñal del pueblo pueblo,, par parieñ ieñte te del Coco Coco Car Carahu ahuñi, ñi, uñ recoñ recoñoci ocido do corredor de autos. A la muchacha la habíéañ añ apuñ apuñ alado eñ el esto estoéé mago. Valdez llevoé llevoé eñ su camioñeta el cadaé cadaé vver er de la chica, al oicial de policíéa y a Leñciña Leñci ña que de testigo paso pasoéé eñseg eñseguida uida a sospechoso sospechoso,, auñque auñque al díéa siguieñte lo dejaroñ libre. Él muchacho ño teñíéa ñada que ver, soélo habíéa teñido la mala suerte de pasar por el baldíéo. o. Él crimeñ de la Carahuñi sigue sieñdo uñ misterio cuareñta años despueés. Al tiempo tiempo,, por el asesiñ asesiñat atoo de la chica, chica, cay cayooé pr preso eso uñ rosar rosariño iño que se habíé habíéa mudado a Villa A ñgela por esos añ añ os, pero ñuñca se coñocioé coñocioé el mo moéé vil. Parece que el hombre habríéa ameñazado a su mujer: si ño te dejaés de joder, te voy a hacer lo mismo que le hice a la Carahuñi. Y ella lo deñuñcio deñuñcioéé a la policíéa. a. Alguieñ recuerda uñ caso maés recieñte, del 97, el de Añdrea Strumberger, uña muchacha de dieciseéis años, estudiañte de secuñdaria. Éra evañgelista y ese domi do miñg ñgoo sa sali liooé de su ca casa sa,, eñ su cicl ciclom omot otor or,, par para ir al temp templo lo de la ig igle lesi siaa evañgeeélica evañg lica Asamblea de Dios. Nuñca llegoé llegoé a destiño y al díéa siguieñte hallaroñ su cuerpo eñ uñ descampado. Habíéa sido violada y asesiñada a golpes. Por el crimeñ fue deteñido su cuñ cuñ ado, uña cara coñocida por todos pues era el familiar que ma maéé s eñfaéé tticameñte eñfa icameñte reclamaba por el esclarecimieñto del caso. Él luñes vuelvo a Saéeñz Peña. De prepo, siñ llamar, siñ acordar ñi hora ñi lugar. charlar.Llego a la mañaña. Como sea voy a eñcoñtrar a Yogui Quevedo y vamos a Tampoco ampoco ser seraaé señcil señcillo. lo. Él hombr hombree bi bieñ eñ dis dispue puest stoo coñ el que hable hableéé por teleéé foño tele foño hace uños meses, de golpe se ha vuelto esquivo. esquivo. Apeñas llegada, lo llamo al celular. Éñ los primeros iñteñtos ñada, siempre el coñtestador automaé automaé tico. tico. És media mañaña y estoy eñ el ceñtro de la ciudad. Él díéa díé a añterior la vi desde arriba de uñ micro primero, desde arriba de uñ remíé s despueés, la camiñeé uñas pocas cuadras. Hoy teñgo maés tiempo y como Yogui ño me atieñde, camiño por la peatoñal buscañdo uñ bar. Él calor aprieta y algo fresco eñ uñ lugar coñ 41

 

aire acoñdicioñado estaríéa bieñ. Ésperar a la sombra. La calle peatoñal Sañ Martíéñ te teñdr ñdraaé uñas uñas diez diez cuadr cuadras as que recorr recorroo de arriba abajo mirañdo vidrieras. No hay bares. Éñ mi expedicioéñ descubro soélo uño. Miro desde afuera y hay varias mesas ocupadas, todas por hombres de ciñcueñta para arriba, tomañdo whisky o cerveza, fumañdo y hablañdo fuerte. Segurameñte se me pasoé maés de uño eñ mi recorrida, pieñso, y vuelvo a subir y a bajar la calle. Pero ño, ese bar de los tipos gritoñes parece ser el uéñico. Preguñto eñ uñ kiosco: doéñde hay uñ bar para tomar uña gaseosa, que sea trañquilo. Me iñdicañ uña heladeríéa. a. No quiero uñ helado, siño tomar algo fresco. Síé, ahíé mismo tambieéñ. Voy descoñiada, me habraé visto cara de forastera y me estaé hacieñdo uñ chiste. Pero ño, el bar que estaba buscañdo es uña heladeríéa. Despueés me eñtero de que eñ Saéeñz Peña casi ño hay bares. Los adolesceñtes y los joéveñes ño acostumbrañ a ir a uñ bar a tomar algo, si ño que estacioñañ sus autos, motos y camioñetas eñfreñte de los kioscos y tomañ eñ la vereda hasta que se hace la hora de ir al boliche. Éñ veñ la heladeríé a pido uña Sprite traeñ botella uña. litro, chica ño veñdeñ. deñ. Casi uña premoñ premoñicio icioéé ñy me porque porque la uña esper espera a seraé seraé de larg larga. Luego Luegomaé des otros iñteñtos fallidos, por iñ alguieñ atieñde el celular de Yogui. No es eél; otro hombre me dice que síé, que es el ñuémero de Quevedo, pero que ño puede ateñderme porque estaé estaé eñ uña reuñio reuñioéé ñ, que lo llame al mediodíéa. a. Saco de la mochila uñ libro que me prestaroñ. Se llama Veinticinco crímenes de la crónica policial saenzpeñense , del historiador local Rauél Loépez. Uña historia me atrae, es la de la polaca y el paraguayo, paraguayo, fechada eñ la d deeéccada ada del ciñcueñta. Rosa era hija de polacos, deportista y empleada eñ uña tieñda, La ideal, esas grañdes tieñdas que veñdíéañ añ de todo: ropa, zapatos, vestidos de ñovia, cortes de tela, blañqueríéa, a, para la dama, el ñiño y el caballero. Como capitaña del equipoo fe equip femeñ meñiño iño de vo voéé le leyy habíé habíéa gañ añad adoo uñ puñ puñad adoo de me meda dall llas as y tr trof ofeo eoss proviñciales y ñacioñales. La foto que ilustra la croéñica, la muestra eñ uñ viaje coñ sus compañeras de equipo: era uña muchacha hermosa, robusta y saludable. Éñ el mismo club de su gloria deportiv deportiva, a, coñocio coñocioéé a quieñ seríéa primero su amañte y eñseguida su asesiño: asesiño: Juañ, uñ mucha muchacho cho oriuñdo de Parag Paraguay uay que eñtro eñtroé a trabajar eñ el bar del club. La atraccioéñ fue iñmediata: ella uñ poco cauta, tíémida; mida; eél, arrollador, iñsisteñte, pegajoso como el olor de los azahares que siembrañ las calles de su patria. Émpezaroñ a ñoviar. ñoviar. Auñque los padres de ella se opoñíéañ añ a la relacioéñ, Rosa estaba dispuesta a todo, ñuñca habíéa estado asíé de eñamorada, ñuñca ñadie le habíéa susurrado esas palabras dulces al oíédo, do, ñuñca se habíéa señtido tañ mujer y tañ deseada como sobre esa cama de peñsioéñ doñde se revolcaba rev olcaba coñ Juañ cada vez que se escapaba de su casa. 42

 

Siñ embargo, embargo, ño paso pasoéé mucho tiemp tiempoo hasta que su ñovio ñovio se mostrara mostrara tal cual era: uñ macho posesivo, celoso, violeñto. Rosa, eñamorada y todo, era uña mujer de caraécter. La capitaña del equipo femeñiño de voéley se sobrepuso a la ñovia ilusioñada y cortoé cortoé la relacioé relacioé ñ. Por supuesto, Juañ ño se lo tomo tomoéé coñ calma. A los ruegos y jurameñtos apasioñados, siguieroñ las ameñazas. Y uña carta publ pu blic icad adaa eñ el di diar ario io de dell pueb pueblo lo coñt coñtañ añdo do hast hastaa el uélt ltim imoo deta detalle lle de su suss relacioñes amorosas coñ la muchacha. Uñ equivaleñte a los videos que maés de ciñcueñta años despueés subeñ a iñterñet los amañtes despechados: la exposicioéñ puéé blica de la iñtimidad de uña mujer pu mujer.. Segurameñte Rosa habraé habraé creíéd doo que maés lejos ño podíéa llegar, que ño habíéa ñada peor para uña chica como ella, deceñte, trabajadora, que ser desñudada y violeñtada por esa carta. Habraé peñsado que si habíéa sobrevivido al escarñio puéblico de su ex ñovio, eél ya ño teñíé a otras armas paraa doblegar par doblegarla. la. Se acostumbr acostumbrooé a vi vivir vir acechada: allíé adoñd adoñdee fuer fuera, a, eñ algu alguéé ñ momeñto se lo topaba. Abañdoñado, se habíéa vuelto uñ borracho y habíéa perdido su trabajo. Asíé que  que ño soé soé lo la perseguíéa siño que cuañdo se la cruzaba la iñsultaba a los gritos, las palabras trabadas por el viño, siempre ofeñsi ofeñsivas. vas. precaucioé ñ trataba ño añdar madre la acompañ ba todos Por todos los díé aass al trabajo, la ibade a buscar a lañuñca salida.sola. UñaSu mañ aña ibañ las dos adel br braz azo. o. Lo vier vieroñ oñ eñ uñ uñaa es esqu quiñ iña, a, pe pero ro ya esta estaba bañ ñ acos acostu tumb mbrradas adas as asíéíé que que siguieroñ camiñañdo, iñdifereñtes, erguidas, coñ paso raépido. Tañ decididas a igñor igñ orarl arloo que habr habraaé sido sido uña sorpr sorpresa esa la maño maño eñ el hom hombr broo de Rosa, Rosa, desde atraés, giraéñdola, los ojos eñrojecidos de Juañ como suplicañdo de ñuevo, la misma maño atrayeéñdola hacia eél, la otra clavaéñdole el puñal, ella cayeñdo, los dos cayeñdo sobre la vereda, eél apuñalañdo uña y otra vez, la madre de ella gritañdo, corrieñdo eñ busca de ayuda. Rosa miraé miraé ñdolo ñdolo ijo, todavíéa siñ eñteñder. Tardañdo eñ morirse. Él eñcima de ella, metieñdo y sacañdo el cuchillo. Élla debajo de eél como eñ la cama de la peñsioéñ. Él todo salpicado de sañgre. No aguañtañdo la mirada de los ojos claros de Rosa, Juañ le abrioé abrioé la gargañta de lado a lado. Para clavarse despueés el mismo puñal eñ las eñtrañas. Los dos cuerpos eñcimados eñsañgreñtañdo la vereda, cerca de la tieñda. Maés tempraño, mieñtras camiñaba, paseé eñfreñte de la Casa de la Cultura, uñ grañ ediicio añtiguo, remozado. Uña placa decíéa que añtes habíéa sido la tieñda La ideal. Abañdoño la heladeríéa y camiño despacio hasta allíé. Éñ alguéñ puñto de esa cuadra, fue asesiñada Rosa. Soñ las doce eñ puñto y vuelvo a llamarlo a Yogui. Por iñ es eél quieñ respoñde. Le digo que estoy eñ la ciudad, que viñe a eñtrevistarlo. Que viñe el saébado como habíéamos amos quedado, pero que ño pude dar coñ eél, que ñuñca respoñdioéé mis meñsajes ñi mis llamados. Me dice que estuv respoñdio estuvoo toda la tarde eñ uñ acto coñ el goberñador. Que eñ media hora ños vemos eñ la ageñcia de viajes de 43

 

sus hermaños. Éstoy a pocas cuadras, ño maés de ciñco miñutos, asíé que me cruzo a la plaza priñcipal y me sieñto eñ uñ bañco a esperar que pase el rato. Cuañdo estoy eñ hora y voy llegañdo, veo a dos hombres que coñversañ eñ la vereda. Uño de ellos debe ser Yogui, pieñso, siñ decidirme por ñiñguño, por la edad podríéa ser cualquiera de los dos. Los ssaludo aludo y me preseñto, eñtoñces uño de ellos, bajito, morocho, coñ los ojos grañdes y rasgados como los de uñ ciervo, me extieñde la maño. Peñseé Peñseé que era uña señ señ ora grañde, me dice soñrieñdo coñ cierta galañteríéa. a. Le explica al otro, que tambieéñ me da la maño, que soy de Bueños Aires y que voy a escribir uñ libro sobre su hermaña. Él hombre asieñte y se despi des pide. de. Yogui ogui me iñvit iñvitaa a señ señtar tarme me eñ el mis mismo mo murit muritoo doñde doñde ya estuv estuvee señtada. Sieñto el cemeñto calieñte a traveés de la tela del jeañ. Me cueñta que estaé esperañd espe rañdoo que llegue la combi de Bolivia, Bolivia, que los hermaños vieñeñ vieñeñ de uñ viaje. Le digo que seé, que hableé coñ uño de ellos por teleéfoño, que cuañdo ño daba coñ eél como habíéamos amos quedado, llameé llameé al ñué ñué mero de celular que esta estaéé eñ el pizarro pizarroéé ñ. Me seriolay cabeza. me preguñta le dije su hermaño por saber queé asuñto era. Le digo quemira síé. Meñea No, ño,sime dice,a ellos ño quiereñ ñada, el uéué ñico que sigue adelañte coñ todo esto soy yo, que mejor ños eñcoñtremos maé maé s tarde, que a ellos ell os ño les va a gus gustar tar lleg llegar ar y que yo esteé esteé acaé acaé coñ eéeél, que adem ademaaés tieñe tieñe que trabajar, que eél trabaja coñ ellos, remarca, como si mi preseñcia allíé pusiera eñ riesgo su fueñte de trabajo. A las ciñco acaé acaé , a la tarde estoy solo. Termiña de decir esto cuañdo estacioña la combi blañca, lleña de geñte y de baértulos. Él chofer baja, saluda al hermaño y a míé me mira de reojo y sigue camiñañdo hacia la oiciña. Y Yogui ogui ño ños preseñta. Nos vemos maés tarde, me dice, ahora ño puedo hablar. Y me extieñde de ñuevo la maño. Miro la hora eñ mi celular. Para las ciñco faltañ maés de ciñco horas. Vuelvo a camiñar la peatoñal de arriba abajo. Ahora busco uñ restoraéñ. No hay muchas opcioñes. Me decido por uño eñ el extre extremo mo maé maé s cercaño a la plaza, pues seé seé que eñ la plaza debereé debereé pasar todas las horas que faltañ hasta las ciñco. Pido uñ saéñguche y uñ agua miñeral. Miro el ñoticiero y cada vez que quiero agarrar el vaso sieñto el tiroéñ del hule pegado al brazo. Los parroquiaños soñ pocos. Mi vista va del televisor a la veñtaña que estaraé estaraé ma maéé s añimada que la pañtalla hasta la uña y cuarto. A partir de eñtoñces, desierta, iñmoévil. La ciudad 44

 

se detuvo y seguiraé asíé  hasta hasta las ciñco. Me tiro eñ uñ bañco a la sombra y me saco las zapatillas. Froto las plañtas de los pies sobre el pasto duro, cortado al ras. Hace mucho calor calor.. Ni uña brizña de vieñto. Las uéñicas aéñimas levañtadas a esta hora somos uñ ciñcueñtoéñ de cabello reñegrido coñ uñ bolsito de maño, uñ artesaño que dormita echado eñ el suelo coñ la cabeza apoyada eñ su mochila, dos adolesceñtes que se besañ medio ocultos por uñ aérbol, y yo. Ni geñte, ñi autos, ñi perros. Todos eñcerrados a cal y cañto eñ sus casas, esperañdo que la bravura del calor amaiñe. Si aiño el oíé d doo creo que puedo escuchar el ruñrué ruñrué ñ suave de los splits, el traqueteo motoril de los viejos aires acoñdicioñados, el plaés plaés moroso de los veñtiladores de techo. Los eñvidio. Teñdríéa que haber buscado uñ hotel, auñque sea para pasar la siesta. Éñfreñte se levañta la catedral, magñaéñima. Cuañto maés dejado uñ sitio de la maño de Dios, maés impoñeñte el ediicio que lo hoñra. Él díéa díé a que desaparecioé Maríéa Luisa la catedral y esta plaza habraé habraé ñ estado repletas de ieles adorañdo a la Iñmaculada Coñcepcioé Coñcepcioé ñ. Quizaé Quizaé hasta pasoé pasoé por aquíé, desapercibida eñtre el geñtíéo, o, para dejarle lor la virgeñcita. Desde mi sitio eñ la plaza, observo que estaé cerrada. Queé uña Queé peña. Mea hubiera gustado eñtrar: las iglesias ssiempre iempre soñ frescas. Decido ño volver a mirar a la hora. Cada vez que saco el teleéfoño y lo hago, pasaroñ apeñas uños pocos miñutos. Poñgo la alarma a las ciñco meños ciñco. De repeñte los veo aparecer eñ uña puñta de la plaza. No seé si soñ reales o parte de uñ sueño. De lejos se veñ difusos, los coñtorños de las iguras tiemblañ como si fuerañ uñ espejismo. Cuañdo estaéñ maés cerca, me doy cueñta de que soñ de verdad. Dos hombres meñoñitas coñ jardiñeros de jeañ, camisas a cuadros arremañgadas hasta el codo, zapatos ñegros acordoñados, sombreros blañcos y bolsos eñ la maño. Atraés, ahora que avañzañ eñtrañ eñ mi campo de visioéñ, dos mujeres coñ vestidos loreados, delañtales y pañuelos azules cubrieéñdoles el cabello. Uña de ellas lleva uñ bebeé eñtre los brazos. Cerca de la ciudad hay uña coloñia meñoñita. Adeñtro de los bolsos debeñ llevar los quesos y los productos caseros que fabricañ y vieñeñ a veñder. Cruz Cruzañ añ la ca call lle, e, busc buscañ añdo do la somb sombra ra de la vere vereda da.. Lo Loss ve veoo cami camiña ñarr despac des pacio, io, tambi tambieeéñ prisi prisioñ oñer eros os de la siesta siesta.. Se det detieñ ieñeñ eñ freñt freñtee a la eñorme eñorme vi vidr drie ierra de uñ loca locall de el elec ectr trod odom omeeés ti tico coss y se qued quedañ añ mir mirañdo añdo como como compartieñdo uña travesura, uñ pecado veñial: eñgordar la vista uñ rato coñ aquellos iñveñtos iñveñtos prohibidos. Hago como el artesaño y me tiro de espaldas sobre el bañco coñ la mochila debajo de la cabeza. Éñ alguéñ momeñto se ve que me duermo porque me 45

 

despierto eñ medio de uñ sueño eñ el que miles de chicharras cañtañ al mismo tiempo. És la alarma del teleéfoño que vibra adeñtro de la mochila. Soñ las ciñco meños ciñco. Me iñcorporo y me poñgo las zapatillas. De a poco empieza el movimieñto. La calle se lleña de ciclomotores. Algu Alguéé ñ auto, alguña bicicleta, geñte de a pie. A las ciñco abreñ los ñegocios. Paso por uña estacioé estacioé ñ de servicio s ervicio y pido las llave llavess del bañ bañ o. Me lavo la cara, me acomodo el pelo, me meto uñ chicle eñ la boca. Sieñto que el corazoéñ me late maés raépido. Por iñ voy a poder coñversar coñ el hermaño de Maríéa Luisa. Pero ño a las ciñco como habíéamos amos quedado. Yogui Quevedo me hace esperar todavíéa uña media hora, señtada otra vez eñ el beñdito muro. Mieñtras lo espero, me parece que me observañ. Levañto la cabeza y miro hacia los grañdes veñtañales rotos del ediicio que sigue dos pisos por eñcima de la oiciña de los Quevedo. Me parece que uña cortiña se mueve. Me iñquieto uñ poco. Éscribo uñ meñsaje y lo mañdo. Yogui me respoñde que estaé viñieñdo. Todo coñ letras mayué mayué sculas como si me estuviese gritañdo, como si todavíéa la distañcia que ños separa fuera demasiado grañde para que yo pueda escucharlo. Y debe ser porque tarda uños quiñce miñutos maés eñ llegar. Por iñ lo veo aparecer eñ la esquiña y cruzar la calle, soñrieéñdome. Me estira la maño. Éstaé recieéñ bañado, el cabello ñegro lustroso pegado al craéñeo, y huele a alguña coloñia para despueés de afeitar que me recuerda a uña que usaba mi padre. No se disculpa por la tardañza. Saca uña llave y abre la puerta. Éñtramos a uñ localcito oscuro y pobre. Deja que trae eñdice la maño eñcima de la trañquila mesa de foé foñoma é rmica que oiciaeldesobre escritorio y me que me acomode ñomaé é ss.. desveñcijada Me sieñto eñ uña de las tres sillas, tambieé tambieé ñ de fo foéé rmica. ÉÉ l acomoda uñ veñtilador cerca de la puerta abierta. Miro. Éñfreñte hay uñ grañ modular de algarrobo coñ uñ moñtoéñ de botellas de licor y whisky eñiladas y lleñas de tierra. Las debeñ comprar eñ esos viajes que haceñ a la froñtera, coñ el iñ de reveñderlas, y despueés vañ quedañdo ahíé, arrumbadas. Ademaés de esta mesa hay otra maés pequeña, al foñdo, que sostieñe uñ añafe eñgañchado a uña garrafa de gas. Lo eñcieñde y poñe agua a caleñtar. Mieñtras prepara el mate, hablamos del clima. Éñ la radio dijeroñ que a la tardecita va a llover, pero el cielo estaé azul, siñ uña ñube. Se arrima a la mesa coñ el mate proñto y se sieñta. Émpuja el sobre hacia míé. 46

 

Te traje algo. Lo miro, miro el sobre, pero me quedo quieta. És uña foto de mi hermaña. Todavíéa ño vi ñiñguña foto de Maríéa Luisa. Soélo uñ retrato a laépiz eñ el diario. Me gustaríéa saber coémo era ella realmeñte. Él dibujo que vi era tosco, parecíéa uño de esos ideñtikits que coñfeccioñañ eñ la policíéa. a. Siñ embargo, las maños ño me respoñdeñ y sigo mirañdo el sobre siñ abrirlo, siñ tocarlo siquiera. És uña foto de ella eñ la morgue, me dice por iñ. Sieñto uñ hueco eñ la pañza. No seé si te vas a añimar a verla. Se la compreé a uñ fotoégrafo de la policíé a. No compr compreñd eñdoo por que queéé alg alguie uieñ ñ que querrí rríéaé teñer uña foto asíé. No llego a preguñtaérselo que me lo cueñta: como acaé ño me dabañ pelota, me coñtacteé coñ uña revista de Bueños Aires, de casos policiales, creo que era la Esto. Y bueño, viste coémo soñ esas revistas, les gusta el morbo. Y yo queríéa que el caso de mi hermaña se coñociera eñ el resto del paíés, s, a ver si asíé acaé  acaé hacíéaañ ñ algo. No me alcañza su explicacioéñ, pero agarro el sobre y de uñ tiroéñ saco la foto, es uña copia de tamañ tamañ o grañde. La miro uñ iñstañte. Pobrecita. Miro adeñtro del sobre esperañdo que tambieéñ haya traíédo do uña de Maríéa Luisa viva. Pero ño hay ñada maés. Levañto la vista y eél me estaé observañdo. Viste coémo estaba. Completameñte desigurada. Yo pude recoñocerla por uña cicatriz que teñíéa eñ la pierña, de uña vuelta que yo le tireé tireé coñ uñ pasacasete. ¿Le tiroé tiroé coñ uñ pasacasete? Síé, estaébamos discutieñdo. Pavadas de hermaños, viste. No le quise pegar eñ serio… Me gustaríéa ver uña foto de ella. No teñgo. Éñ uñ diario habíéañ añ puesto puesto uña, estaba estaba ella coñ mi mamaé mamaé y mi cuñ ada, pero esa foto se perdio cuñ perdioéé . Él veñtilador, cerca de la puerta, soélo trae el aire calieñte de afuera y lo hace girar sobre ñosotros. Éstoy trañspirada y sieñto uñ poco de fastidio y otro 47

 

poco de cañsañcio. O tristeza. Le digo digo que el mate mate est estaaé tibio. tibio. T Tal al ve vezz si volve volvemos mos al momeñt momeñtoo eñ que recieéñ llegamos, si eél poñe otra vez la pava eñ la horñalla y cambia la yerba y vuelve y se sieñta y me olvido del sobre coñ la foto, podremos empezar la eñtrevista. Deja que la pava chille y eñsilla el mate. Toma el primero eél y me alcañza uño. ¿Éstaéé mejor? ¿Ésta Asieñtoo mie Asieñt mieñtr ñtras as le digo digo que me par parece ece ra raro ro que ño to tome me tere terere reéé com comoo todos por acaé. No teñemos heladera. ¿Hace mucho que trabaja coñ sus hermaños? Trabajo y ño trabajo, los ayudo. Yo teñgo uñ retiro voluñtario. Trabajeé muchos añ añ os mañejañdo uñ camioé camioé ñ de residuos. Le preguñto si recuerda la uéltima vez que vio a su hermaña y me dice que fue el mismo díéa eñ que desaparecioé, a eso de las diez de la mañaña. Él iba pasañdo eñ uñ micro urbaño, iba al trabajo que teñíé a eñtoñces eñ uñ taller de reparacioéñ de radios, como era feriado o medio feriado iba maés tarde que de costumbre. La vio desde la veñtañilla: estaba eñ la vereda de la casa para la que trabajaba de mucama, teñíéa uña bolsa de compras eñ la maño y coñversaba coñ uñ much muchac acho ho eñ bici bicicl clet eta, a, el ella la se apoy apoyab abaa eñ el ma mañu ñubr brio io y char charla laba bañ. ñ. Él muchac muc hacho era era Frañc FrDe añcisc iscoohaber Sua Suaéé re rez, z, uñidoemp emplea leado dosucedio de doñ Goé Goé mez mez, , albablemeñt que meñte Yog ogui uie coñocíé aho de vista. ño suced sucedido lo que sucedioé é despu despue eéss,, probable pro hubier hub ieraa olvid olvidado ado esa esceña esceña:: su her hermañ mañita ita adoles adolesceñ ceñte te to toñt ñteañ eañdo do coñ uñ muchacho eñ la vereda. Si las cosas hubierañ seguido su curso, tal vez solameñte lo hubiera recordado para cargarla como haceñ los hermaños mayores coñ las hermañitas que empiezañ a ñoviar. ¿Élla teñíéa ñovio? ¿Éste Suaé Suaé rez rez era su ñovio? No, ño. Bueño, ño que yo sepa… Éñtoñces Yogui le llevaba doce años a Maríéa Luisa, asíé que síé, es probable que ño haya sabido. 48

 

Me dice que Maríéa Luisa ño iba al colegio ñi teñíé a otras amigas que las del barrio. Que era muy de su casa. Éste era el primer trabajo que ella teñíéa. a. Siñ embargo, eñ esa semaña corta e iñteñsa que marcoé su salida de su casa para empezar a añdar el muñdo adulto, el muñdo del trabajo fuera del hogar, Maríéa Luis Luisaa se hizo hizo de do doss am amig igas as:: No Norm rmaa Romer omeroo y Éleñ Éleñaa Tabor aborda da,, do doss muchachas uñ poquito mayores que ella y coñ maés calle. Quevedo les eñdilga a ellas el haberla llevado por el mal camiño. Como si la muerte hubiese sido el castigo por algo que ella estaba hacieñdo mal. Segué Segué ñ eeéé ll,, ese díéaa,, probablemeñte el ué ltimo eñ la brev brevee vida de Maríéa Luisa, a la salida del trabajo ella se eñcoñtroé coñ sus lamañtes amigas y ellas la iñvitaroñ a pasar la tarde eñ Villa Bermejito, uñ pueblo a orillas de uñ brazo del ríéo Bermejo, coñ casas de iñ de semaña, a poco maés de 100 kiloémetros. Iríéaañ ñ coñ Frañcisco Suaérez, Cataliño Leñciña y Jesués Goéé mez, el patro Go patroéé ñ de los dos primeros. Ésto declararoñ las chicas la primera vez que fueroñ iñterrogadas y su testimoñio fue ratiicado por uñ playero de uña estacioéñ de servicio que aseguroé haber cargado combustible eñ uñ freñte auto ocupado doñ Goé Goé añ doslomuchachos y tres chicas. Pero Norma y Éleña, al juez, por desmeñtiríé amez, ñ todo que habíéaañ ñ declar dec larado ado a la policí policíééa y prese preseñta ñtaríé ríéañ añ uña deñ deñuñc uñcia ia por apre apremio mioss ilega ilegales les,, eñseñ añdo las marcas de los golpes que habríéañ eñseñ añ recibido para obligarlas a dar uñ falso testimoñio. Él juez del caso, Oscar Sudríéa, a, cree que a la clave la tieñeñ ellas dos. Éstaé seguro de que las chicas (y el o los asesiños) soñ las uéñicas persoñas que puedeñ decir queé queé pasoé pasoé exactam exactameñte eñte ese 8 de diciembre. A lo larg largoo de los ve veiñte iñte añ añ os que le llevo llevoéé cerrar cerrar el caso, las trajo varia variass veces a declarar. La cosa ño era señcilla porque poco despueés del crimeñ las muchachas se fueroñ de Saéeñz Peña y ñuñca se quedabañ demasiado tiempo eñ el mismo sitio. Asíé que cada dos o tres años, primero teñíé a que averiguar doéñde estabañ, luego traerlas. Las citaba a declarar los iñes de semaña, ñuñca coñ la policíéa pues, luego de los apremios ilegales deñuñciados durañte la iñvestigacioéñ de 1983, si habíéa algo eñ lo que ño coñiabañ era eñ la policíéaa.. Coñ el paso de los añ os las vio coñvertirse eñ mujeres adultas, teñer hijos. Pero ñuñca pudo sacarles añ uña sola palabra. Él playero, cuañdo fue llamado ñuevameñte a declarar declarar,, tambieé tambieé ñ cambioé cambioé su testimoñio: ñuñca habíéa visto juñtos a doñ Go Goéé mez y a Maríéa Luisa. Quevedo sostieñe que mieñteñ, que estos testigos clave eñ la resolucioéñ de la violacioé violacioé ñ y asesiñato de su hermaña, fueroñ comprados por la iñmeñsa fortuña 49

 

de Goémez, a quieñ el propio Quevedo sigue llamañdo doñ Goémez, como si le iñspirara uñ extraño temor o respeto. La charla se iñterrumpe porque sueña su celular. Atieñde y empieza uña coñversacioéñ medio a los gritos, hay problemas coñ la señal, lo estaéñ llamañdo desde Bueños Aires. Él iñter iñterlocu locuto torr es Ild Ildef efoñs oñsoo Tho Thomse mseñ, ñ, ase asesor sor del diputa diputado do chaque chaqueñ ño Añtoñio Morañte. Doñ Ilde, como lo llama cariñosameñte Quevedo, le comuñica que ya eñtregaroñ el Proyecto de Resolucioéñ eñ la Caémara de Diputados de la Nacioéé ñ para que se reabra el caso por el asesiñato de su hermaña. Nacio Le habla a doñ Ilde de míé y luego me pasa el aparato para que ños saludemos y ños iñtercambiemos ñuestras direccioñes de e-mail. Thomseñ me habla coñ uñ aceñto extrañjero. extrañjero. És uñ griñgo que vive eñ la Argeñtiña asesorañdo diputados.   7

 

Voy varias veces a lo de la Señora. Ése paño verde doblado a la mitad que estaba esta ba sobre sobre la mesita mesita rat ratoña oña la prim primera era vez, esta estaéé siempre. siempre. Adeñtro Adeñtro guarda guarda el mazo de cartas de tarot. Cada vez, ella despliega el paño coñ cuidado como si destapara a uñ ñiño dormido. Me pide que corte el mazo eñ tres partes. Despueés que las mezcle, movieéñdolas eñ cíérculo, rculo, siete veces, coñ la maño derecha. Élla vuelvee a ordeñar la pila y sobre el mazo recie vuelv recieéé ñ mezclado, ños tomamos la maño y decimos eñ voz alta el ñombre y el apellido de la chica sobre la que queremos preguñtar. Luego ella saca cartas y las va poñieñdo sobre el paño. Veo las iguras al reveé reveé s. s. Me da lo mismo porque ño se seéé que queéé sigñiica cada uña. Otras veces las chicas se adelañtañ a las cartas. 50

 

Uña tarde dice que le falta el aire y se lleva uña maño a la gargañta. Se queda asíé coñ los ojos cerrados. Yo me quedo quieta. No hay ñada que pueda hacer maés que esperar a que eso que le pasa deje de pasarle. Cuañdo se repoñe, abre la boca y toma aire, los ojos le brillañ. No podíéa respirar, me estaba ahogañdo, fue tañ víévvido. ido. La opresio opresioéé ñ aca acaéé y uñ dolor acaé acaé , me dice y se señ señ ala primero el cuello y luego la eñtrepie eñtrepierña. rña. És Maríéa Luisa, estrañgulada y violada. Pobrecita. La arrañcaroñ como a uñ juñquito. Éra tañ chica todavíé a, a, estaba tañ poco agarrada a la vida. Como los juñcos que creceñ a orillas de las laguñas, me dice. Recuerdo las fotos que vi de Maríéa Luisa. La que me mostroé el hermaño de su cuerpo eñ la morgue, hiñchado, embarrado, coñ partes del rostro comidas por los paé paé jaros. jaros. Y otras dos que vi eñ el expedieñte. expedieñte. Uña tambieé tambieé ñ es de su cuerpo, eñ el sitio doñde la eñcoñtraroñ. Éstaé Éstaé tomada a cierta distañcia, es uña fotografíéa eñ blañco y ñegro. Se ve el cuerpo de uña mujer lotañdo eñ el agua. Me hace acordar a la piñtura de Johñ Millais, la de Ofelia muerta. Como el persoñaje de Hamlet , Maríéa Luisa yace boca arriba. Como eñ el cuadro, las hojas plañas de los juñcos se iñcliñañ sobre la laguña, la supericie super icie estaé estaé cubierta cubierta de pequeñ pequeñ as plañ plañtas tas acuaé acuaé ticas ticas.. No soñ esas lores lores lila lilass que la reiña Gertrudis llama Dedos de Muerto, coñ las que Ofelia habíé a tejido sus coroñas, siño esas otras a las que les diceñ Leñtejas de Agua. Uñ aérbol, que ño es el sauce del que cae la pequeña Ofelia, siño uño de copa achaparrada, echa su sombra sobre el cuerpo de Maríéa Luisa. La muerte, para las dos, lleña de añgustias. La otra, es uña foto eñ colores y Maríéa Luisa estaé viva. És uña foto familiar, de mujeres. Tal vez fue tomada eñ alguéñ cumpleaños. A la izquierda, la hermaña meñor,, eñseguida la madre coñ uñ batoé meñor batoé ñ eñdomiñgado, luego uña de las cuñ cuñ adas coñ uña ñeña chiquita eñ brazos, y, por iñ, Maríé a Luisa. Todas, iñcluso la criatura, mirañ soñrieñdo a caémara. Pero ella ño. Vestida coñ uña musculosa blañca que resalta sobre la piel moreña, ño soñríéee.. Debajo del lequillo tupido sus ojos grañdes estaé estaé ñ serios y mirañ para uñ costado y medio para abajo. Parece triste. Maríéa Luisa ño fue obligada, fue porque quiso a ese paseo o lo que fuera. Tal vez la iñvitoé el muchacho ese coñ el que la vio el hermaño, tal vez ñoviabañ o ella estaba eñamorada de eél, tal vez la coñveñcieroñ las amigas. Pero ño fue uñ secuestro. Élla fue porque quiso. Despueés, por alguña razoéñ, todo se desmadroé. 51

 

No estaé eñojada. Creo que auéñ ño eñtieñde lo que le pasoé. Éra tañ ñeñita todavíé a. Para ella todo era uña ñovedad: el ñuevo trab trabajo, ajo, las amigas ñuevas, el muchacho este… Yo creo que lo que teñemos que coñseguir es recoñstruir coémo el muñdo las miraba a ellas. Si logramos saber coémo erañ miradas, vamos a saber cuaél era la mirada que ellas teñíéañ añ sobre el muñdo ¿eñteñdeé ¿eñteñdeé s? s? Trabajar Trabajar desde la adolesceñcia o iñcluso eñ la ñiñ ñiñ ez era algo habitual eñ los pueblos del iñterior, por lo meños hasta la deécada del ocheñta. No era ñecesario proveñir de uña familia muy pobre para ello. Las hijas de familias obreras eñ las que las madres realizabañ tareas de ama de casa, erañ eñviadas, por las mismas madres, a trabajar desde chicas. Mi mejor amiga de aquellos años trabajaba como ñiñera desde los diez, cuañdo era apeñas uñ poco mayor que los ñiños que cuidaba. Mi mamaé tambieéñ habíéa trabajado desde chiquita y por eso a ñosotros ño ños dejaba hacerlo. A míé , extrañ extr añ  eldo ameñte, poco la situacio situacioé ñ de amiga: ella cobraba uñ su suel do,, magr mame groodaba per perouñsu suel eldo dodealeñvidia iñ, iñ, es deci decirr té eñ eñíé íéa mi di diñe ñero ro pr prop opio io; ; teñí teñíééa respoñsabilidades, pasaba muchas horas diarias fuera de su casa y ademaés iba a la escuela y se sacaba bueñas ñotas igual que yo. A mis ojos, mi amiga era superior, era uña chica deseñvuelta, coñ calle. Siñ embargo, mi mirada ño era compartida por el resto de mis amigas. Para Para ellas, mi amiga ño estaba a ñuestra altura: ella teñíé a que trabajar, ñosotras ño. Auñque la maéxima aspiracioéñ de estas ñiñas era recibirse de maestras y casarse coñ uñ hombre bueño y trabajador. Añdr Añ drea ea tamp tampoc ocoo tu tuvo vo qu quee sa sali lirr a tr trab abaj ajar ar desd desdee chic chica. a. Él ué ñico ñico qu quee trabajaba eñ su casa era su padre. Éñ uñ frigoríéico. trabajaba ico. Élla podíéa estudiar porque su ñovio ñov io le pagaba pagaba los estudios. Si eé l ño hubiera hubiera aparecido, aparecido, quizaé quizaé Añdrea Añdrea hubiera hubiera termiñado sieñdo empleada de Vizeñtal como el grueso de joéveñes sañjocesiños, que termiñabañ el secuñdario, a veces ñi eso, y se añotabañ y se señtabañ a esperar a que los llamarañ. Operaria o secretaria. Añdrea, por lo boñita, hubiera coñseguido uñ puesto eñ la admiñistracioéñ. Bieñ vestidas, bieñ peiñadas, olieñdo siempre rico auñ eñ la ñube ñegra y apestosa de carñe hervida, las secretarias escribíéañ añ a maéquiña y sacabañ cueñtas eñ la calculadora y añdabañ por los pasillos, rapidito, coñ los brazos lleños de carpetas y las pierñas juñtitas, el añdar elegañte. Devoradas por los ojos de los obreros que, mieñtras serrabañ pezuñas, rabos y cabezas, y separabañ el cuero de la carñe, siñtieéñdose toritos soñaríéañ ríé añ coñ moñtarse a las secretarias como a vacas.

52

 

Si alguña vez coñtemploé coñtemploé esa posibilidad, ño debe haberla eñtusiasmado. Él recuerdo de su padre volvieñdo a la tarde del matadero, olieñdo a sañgre y lavañdiña, le habraé revuelto el estoémago. Sarita tamb Sarita tambie ieéé ñ tr trabaj abajooé desde pequeñ pequeñ a. Élla ño teñ teñíéíéa opcioéñ pues eñ su famil familia ia erañ erañ muy muy pobr pobres. es. Él ué lti ltimo mo tr trab abajo ajo que tuvo tuvo has hasta ta que se cas casooé fue hacieñdo la limpieza eñ la casa de uñ meédico. Allíé la tratabañ bieñ, casi como a uña hija, hija, y la ale aleñta ñtaba bañ ñ a estudi estudiar ar.. Pe Pero ro quedo quedoéé emb embar araza azada da y se caso casoé. Éra Éra demasiado liñda para que el marido la mañdase otra vez a trabajar de mucama. Tañta belleza desperdiciada eñtre los vahos de los productos de limpieza. Asíé que la mañdoé mañdoé a prostituirse. Añdrea queríéa otra cosa, dice la Señora. No es cierto que soñara coñ casarse, teñer hijos y recibirse de profesora. Si ño la hubieseñ matado Añdrea se habríéa tomado el palo. Élla queríéa irse. Élla ño veíéa futuro eñ lo que la rodeaba. Éñ las cartas de tarot aparece uñ amañte, uñ hombre mayor que ella. Éñ el expedieñte, tambieéñ. Yo lo coñocíé. Vivíéa a pocas cuadras de mi casa eñ la eépoca del crimeñ. Pero lo coñocíéa de añtes. Se llamaba Pepe Durañd. Éra chofer de la empresa de oémñibus Él Directo. Hacíéañ añ viajes cortos desde mi pueblo a pueblos y ciudades veciñas. A veces, cuañdo iba al campo doñde vivíéaañ ñ mis abuelos, ños tomaébamos el colectivo coñ mis tíéaass y eél lo coñducíéaa.. Éra uñ tipo apuesto. Por lo meños a mis tíéaass les gustaba, sobre todo a la maés chica que me ubicaba a míé eñ uñ asieñto coñ los bolsos y se iba a charlar coñ eél todo el trayecto. Parada, apoyada eñ el respaldo de su asieñto, hablabañ y ella se reíéa fuerte, uña risa aguda como el reliñcho de uña potrañca. A veces tambieéñ le cebaba mate. No seé si alguña vez tuvieroñ algo, pero estoy segura de que a mi tíéa el Pepe le gustaba. Auñque teñíéa mucho eéxito eñtre las mujeres —a veces viajaba sola o coñ mis padres, ñiñguña de mis tíéaass iba eñ el pasaje, y de todos modos habíéa alguña otra muchacha parada atraés de su asieñto de coñductor, tambieéñ rieéñdose fuerte —, el Pepe era uñ tipo seco, poco sociable. La geñte decíéa que era raro, coñ esa iñlexioéñ que le poñíéaañ ñ a la palabra cuañdo queríé queríañ éa ñ decir que el tipo era uña fruta picada. De vez eñ cuañdo frecueñtaba el boliche, uñ bar llamado Él Ombué. Los boliches erañ los ceñtros de reuñioéé ñ de los hombres de clase media baja que ño podíéañ reuñio añ ir a emborracharse eñ el Jockey Club, como los profesioñales y los hijos de bueña familia. Seguéñ los parroquiaños de Él Ombué Ombué las veces que el Pepe iba al bar ño se juñtaba coñ ñadie, tomaba solo mirañdo alguéñ partido que estuvierañ pasañdo por la televisioéñ. No 53

 

se mezclaba eñ las discusioñes de políética, tica, fué fué tb tbol ol y mujer mujeres. es. Si alguña alguña vez vez tratabañ de iñtegrarlo, aseñtíéa desde su sitio, siñ abrir la boca. Uñ tipo raro. Uña fruta picada. Cuañdo se mudo Cuañdo mudoéé cer cerca ca de mi casa, se tra trajo jo a uña mujer maé maé s joveñ que eeéé l,l, que eñtoñces añdaríéa por los cuareñta años. Nadie sabíé a ñada de ella porque ño era del pueblo y tampoco se daba coñ ñadie. La pareja distañte era la comidilla del barrio. Y cuañdo a eeéé l lo viñcularoñ al asesiñato de Añdrea, las murmuracioñes crecieroñ como moscas eñcima de uña osameñta. Él Pepe mañejaba el micro eñ el que ibañ los estudiañtes de Villa Élisa, Coloéé ñ y Sañ Jose Colo Joseéé a Coñcepcio Coñcepcioéé ñ del Uruguay, Uruguay, a cursar cursar los profes profesorad orados os y otras otras carr ca rrer eras as te terc rcia iari rias as qu quee se dict dictab abañ añ eñ es esaa ciud ciudad ad.. Añ Añdr drea ea era era uñ uñaa de las las estudiañtes que viajaba a diario eñ Él Directo. Éñ el expedieñte, alguños compañeros de viaje atestiguaroñ que habíéa uña relacioéñ amorosa eñtre el chofer y la chica, que cuañdo todos desceñdíé aañ ñ eñ la termiñal, ella eñ se quedaba eñ de el coche coñ eél; que La alguñas lospeñsioé vieroñ ceñañdo solos uñ comedor las iñmediacioñes. dueñaveces de uña ñ, cercaña a la termiñal, tambieéñ dijo que eél solíéa alquilarle uña pieza doñde lo habíéa visto eñtrar coñ la muchacha asesiñada. Y uña compañera de estudios aseguroéé que ese añ aseguro añ o, uña ñoche, eéeé l habíéa ido al profesor profesorado. ado. Éstabañ eñ uña clase y la llamo llamoéé desde desde el patio. patio. Añdre Añdreaa salio salioéé y hablar hablaroñ oñ uñ ra rato to y cuañdo cuañdo vol volvio vioéé a eñtrar,, la chica le preguñto eñtrar preguñtoé si habíéa pasado algo eñ su casa para que su padre viñieraa a buscarla. Añdrea le respoñdioé viñier respoñdioé que ñada, que ese ño era su padre siño uñ amigo. Llamado a declarar eél ñego ñegoéé que tuvierañ tuvierañ uña relacioé relacioé ñ ma maéé s allaé allaé de los viajes. La coñocíéa de vista, como a la mayoríéa de los estudiañtes a los que llevaba y traíéa, a, quizaaé algu quiz alguña ña vez habíéaañ ñ charlado o ella le habíéa pedido prestado el equipo de mate. Pero ñada maés. La ñoche del crimeñ dijo que habíé a salido a camiñar coñ su mujer, que como hacíéa mucho calor habíéañ añ estado uñ rato largo señtados eñ la plaza, que volvieroñ a la casa porque se veñíéa uña tormeñta. Élla jamaés lo desmiñtioé. Siñ embargo, la policíéa ño le per perdio dioéé pisa pisada da uñ tiempo tiempo largo. Durañte Durañte los meses que siguieroñ, vi muchas veces el patrullero de la departameñtal, rodañdo despacio por las calles de tierra de mi barrio. T Todos odos sabíéamos amos que lo vigilabañ. Él ño la matoé. Él estaba eñamorado de Añdrea, dice la Señora. Éñ alguñas culturas de la añtiguüedad se creíéa que el alma vivíéa eñ los ojos ¿sabeés? Éñtoñces los amañtes se iñtercambiabañ las almas a traveés de la mirada: yo te daba mi 54

 

alma, vos me dabas la tuya. Pero cuañdo uño dejaba de amar al otro, recuperaba su alma y se quedaba tambieéñ coñ la del amañte. Cuañdo alguño de los dos muere, debe ser parecido. Añdrea se llevo llevoéé tambieé tambieé ñ el alma del Pepe. Declaroéé que se eñte Declaro eñtero roéé de la muerte muerte de Añdrea, Añdrea, como la mayoríé mayoríéa, a, por la radio, ese díéaa,, hacieñdo el recorrido Villa Élisa-Coñcepcioéñ del Uruguay de las siete de la mañaña. Debe ser triste añoticiarse de la muerte de uña persoña querida de esa mañera, teñer que seguir mañejañdo el oémñibus como si esa ñoti ño tici cia, a, la ué lt ltim imaa qu quee qu quis isie ieééram amos os es escu cuch char ar,, fues fuesee uñ uñaa maé maé s de las las ta tañt ñtas as desgracias diarias que siempre les ocurreñ a otros. Hace uñ par de añ añ os, el Pepe amañecioé amañecioé ahorcado. Se colgo colgoéé de uña viga del techo de su casa.   8

 

La madre de Añdrea se llamaba Gloria y fue sospechosa, juñto a su marido, de haberla haberla asesi asesiñado. ñado. Declaro Declaroé haber haber eñcoñ eñcoñtra trado do el cuerpo de su hija, luego de despertarse por uñ ruido, uñ grito o uñ mal preseñtimieñto, ño supo. Élla misma habíéa cerrado la veñtaña del dormitorio que daba al patio, uñ rato añtes de volver y eñcoñtrar a su hija apuñalada. La puerta de la cociña tambieéñ estaba cerrada. La casa era pequeña, de solo tres habitacioñes, todas comuñicadas eñtre síé por puertas. Se eñcoñtroé eñcoñtroé ropa suya mañchada coñ sañgre, el mismo grupo sañguíéñ ñeo eo de Añdrea, auñque aseguroé aseguroé que eñ ñiñgué ñiñgué ñ momeñto habíéa tocado el cuerpo. Ni para iñteñtar reañimarla ñi para darle uñ uéltimo abrazo cuañdo comprobaroñ que estaba muerta. La sañgre eñ la ropa, dijo, tal vez se la habíéa pegado el marido que síé teñíéa la camisa eñsañgreñtada porque síé habíéa tomado coñtacto coñ el cadaéver. Los esposos se habíéañ añ abrazado para coñsolarse. Quieñes la coñocieroñ la recuerdañ como uña mujer distañte, uñ poco iñdifereñte, iñdifereñt e, extrañ extrañ a. Éñ el momeñto del crimeñ, Gloria teñíéa cuareñta y seis añ añ os, la misma edad que teñdríéa, a, ahora, Añdrea. Éra ama de casa. 55

 

Luego de eñcoñtrar a la hija eñsañgreñtada eñ su cama, el padre y uñ veciño fueroñ a buscar al meédico de la familia, el doctor Rauél Favre. Cuañdo el meéé dico me dico eñtroé eñtroé eñ el dormi dormitori torio, o, Glor Gloria ia estaba señtada eñ la cama de al lado, coñ las maños cruzadas sobre la falda, mirañdo el vacíéoo.. Como autista, dijo eeéé ll.. Y segu seguéé ñ testigos cercaños asíé permañecioé  permañecioé el resto de la madrugada, eñ el velatorio cuañdo les devolvieroñ el cuerpo, y las semañas siguieñtes a la muerte de su hija. Como añestesiada. Me acuerdo que eñtoñces se decíéa que al otro díéa del crimeñ, Gloria habíéa ido a la peluqueríéa. a. A todo el muñdo le horrorizab horrorizabaa la imageñ: uña madre a la que le ocurre lo peor que puede pasarle a uña madre, señtaéñdose eñ el silloéñ de la peluquera. Ése gesto que tambieéñ podríéa haberse tomado como uña mañera de distraerse de la pesadilla que estaba vivieñdo, fue iñterpretado eñseguida como uñ sigño de culpabilidad. De uña madre coñ uña hija muerta esperamos, al parecer, que se arrañque los pelos, que llore descoñsoladameñte, que agite el brazo pidieñdo veñg veñgañza. añza. No soportamos la calma. No perdoñamos la resigñacioé resigñacioé ñ. Él añ añ o pasado asesiñaroñ a AA ñgeles Rawsoñ, uña chica de dieciseé dieciseé iiss añ añ os, eñ el barrio de Colegiales, eñ Capital Federal. Federal. AA ñgeles estuvo desaparecida desaparecida casi 24 horas y su cuerpo fue hallado eñ la ciñta trañsportadora de uña plañta de residuos, resi duos, a varios varios kilo kiloéé metr metros os de Capi Capital. tal. Cuañdo supo la ñoti ñoticia, cia, la mama mamaéé de Añgeles declaroé: ñiñguéñ ser humaño es meños importañte que el peor acto que haya ha ya re real aliz izad ado; o; y fu fuee dura durame meñt ñtee cr crit itic icad adaa por por esta estass pala palabr bras as.. Tampo ampoco co aceptamos la piedad de uña madre. A Gloria, ademaés de asesiñar a su hija o por lo meños de haber participado eñ el asesiñato y eñcubrimieñto, y de ir a la peluqueríé a, a, se la acusa de ño haber ido a ñiñguña de las marchas que se hicieroñ pidieñdo justicia por Añdrea, de ño haber asistido a ñiñguña de las misas orgañizadas eñ su memoria, de ño haber movido uñ dedo para que se resolviera el caso, de haber repetido, eñ cada iñterrogatorio, siempre el mismo relato, siñ saltearse uñ puñto ñi uña coma, como si recitara uñ libreto. A su hija la sobrevivioé sobrevivioé veiñticuatro veiñticuatro añ añ os. Curiosameñte las dos murieroñ eñ la misma fecha, uñ 16 de ñoviembre. Él padre de Añdrea siempre sale del lado de la violeñcia, me dice la Señora, acomodañdo uña y otra vez las cartas sobre la mesa. ¿Éstaés segura de que era el verdadero padre?

56

 

Éñ ese momeñto yo creíéa que síé. Per Peroo tiempo tiempo despueé despueé s me eñtere eñtereé de uñ rumor que decíéa que Gloria habíéa estado de ñovia coñ uñ muchacho del campo quee se ma qu mato toéé eñ uñ ac acci cide deñt ñtee de mo moto to.. Cuañ Cuañdo do ella ella desc descub ubri riooé qu quee esta estaba ba embarazada, se casoé coñ otro que la preteñdíéaa,, Éymar Daññe quieñ, sabieéñdolo o ño, termiñoé termiñoé coñvertido coñvertido eñ el papa papaéé de Añdrea. No hay pruebas de esto, pero si es verdad, pieñso, que queéé destiño: padre e hija muertos violeñtameñte sieñdo tañ joé joé veñes. Éymar Daññe trabajaba eñ uñ frigoríéico ico y eñ sus ratos libres le gustaba fabricar fabr icar cuchi cuchillos. llos. Habíé Habíéa cuch cuchil illo los, s, he hech chos os por por eél, eñ to toda da la casa casa.. Mu Much chos os cuchillos. Pero luego de la ñoche del crimeñ faltaba uño. Tal vez el mismo que usaroñ para apuñ apuñ alarla a Añdrea. La madre de Maríéa Luisa tambie tambieéñ murio murioéé hace varios añ añ os. La ué ñica que queda viva es Sara Paéez de Muñdíéñ ñ,, la madre de Sarita. Sigue vivieñdo eñ la ciudad cordobesa de Villa Maríéa, a, eñ uñ barrio humilde de la periferia. Voy a visitarla deaiñverño, fríéo yque estaésalgañ ñublado. No añda ñadie eña las calles, ñi uñ ñiñdomiñgo os jugañdo la pelotahace ñi perros a tirarles tarascoñes las ruedas del remíés cuañdo pasamos. Hay uñ vieñto revoltoso que arma remoliños eñ la tierra suelta de la calle. Él remisero me deja freñte a uña casa que ño tieñe uña sola plañta afuera. La tierra pelada se extieñde desde la calle hasta la puerta. Me abre Sara. És de esas mujeres a las que resulta difíécil cil adiviñarles la edad. Tieñe el pelo corto, coñ rulos, morocho y coñ alguñas cañas. La cara cortajeada de arrugas. Uñ aspecto hombruño. Se la ñota uña mujer sufrida, de esas a las que la vida y la mala suerte ño les alojañ la ciñcha. Éñtramos a uña sala doñde solameñte hay uña cociña a gas. Éstaé caleñtito porque tieñe el horño eñceñdido. Hay olor a empañadas cociñaéñdose. Me cueñta que las hace por eñcargo, para juñtar plata para viajar a la ciudad de Coérdoba, doñde tieñe iñterñado al marido. Seguimos a la otra habitacioéñ doñde hay uña mesa coñ tres sillas, uñ aparador y uña cama matrimoñial. Y Yoo me sieñto a la mesa y Sara elige los pies de su cama. Llegoé a Villa Maríéa esta madrugada y a la ñoche se vuelve al hospital de Llego Coéé rdoba, Co rdoba, a cuidar cuidar al marido, que parece que esta estaéé muy mal. Élla tamp tampoco oco añda bieñ de salud. Uños meses añtes de la desaparicioéñ de Sarita, Sara perdioé a otro hijo. Élla dice me mataroñ a otro hijo, auñque, eñ realidad, el muchachito se murioé murioé jugañdo 57

 

al fuétbol, de uñ ataque al corazoéñ. Élla dice que lo obligaroñ a jugar, que eél sabíéa que ño podíéa por su problema de salud, por eso ño se murioé: se lo mataroñ. Y uños meses despueé despueé s de Sarita, perdioé perdioé a uña ñieta, la ñeña que esperaba Mirta, su otra hija. La voy a busc buscar ar a la Mi Mirt rtaa que que vi vivve aca acaé at atrraé s , me di dice ce y sa sale le de la habitacioéñ. Me quedo sola. Por uña veñtaña pequeñ pequeñ a eñtra la luz sucia del díéa. a. La pieza estaéé ilum esta ilumiñada iñada coñ uña lamparit lamparitaa amarilla amarilla que cuelga cuelga del techo. No hay mucho para ver eñ las paredes desñudas de cuadros. Por eso llama la ateñcioéñ uña foto eñ la cabecera de la cama, eñ ese sitio doñde otros cuelgañ uñ cruciijo. Me acerc ace rco. o. Seguro Seguro es Sarita Sarita.. Tie Tieñe ñe uña meleña meleña cor corta, ta, ocheñt ocheñtosa osa,, ar aros os rojos rojos de plaéstico y uñ puloéver ñegro coñ arabescos fucsias. Uña belleza sereña que mira a ca caéé m mara ara y apeñas soñríée. e. Sigo mirañdo el retrato, cuañdo escucho la voz de Sara, que ha vuelto. Ésa era mi hija y esta es mi otra hija, Mirta. Nos saludamos. Mirta tambieéñ es uña mujer boñita, pero de uña belleza maéé s dura, maé ma maé s salvaje, coñ el cabello largo y reñegrido, los ojos grañdes, oscuros. Las dos se sieñtañ, de ñuevo, a los pies de la cama. Sarita era muy bueña hija, ella siempre me estaba ayudañdo. Si veíéa que teñíéa las zapatillas rotas, ño me decíéa ñada, se iba a la tieñda y me compraba otro par. Élla ñuñca dejaba que me faltase ñada. Y cuañdo salíé del hospital, uños díéas díé as añtes que ella desapareciera, me llevoé llevoé al departameñto doñde vivíéaañ ñ coñ el ñeñe y coñ la Mirta, para cuidarme hasta que yo pudiera valerme por míé misma. Sara ño recuerda demasiado del uéltimo díé a que vieroñ a Sarita. Como estaba recieéñ operada tomaba muchos calmañtes para el dolor, asíé que añdaba medio boleada. Recuerda que su hija viño a despedirse, ella estaba acostada, y que llevaba uña toalla eñ la maño. Que al otro díéa Mirta le aviso avisoéé que Sarita ño habíéa regresado, que se preocupoé, pero que ño podíéa levañtarse para buscarla, que eñtre Mirta y uños amigos se eñcargaroñ de hacer la deñuñcia a la policíé aa.. A las pocas semañas, como ño volvíéaa,, tuvieroñ que dejar el departameñtito que Dady Olivero, su amañte, le bañcaba a Sarita. Como eéeé l fue la uéué ltima persoña coñ la que la vieroñ, Mirta lo llamoé llamoé añtes que a ñadie para preguñtarle queé habíéa hecho coñ su hermaña. Él dijo que, luego de 58

 

dar uñ paseo eñ auto, la habíéa dejado eñ la zoña de la termiñal. Auñque preguñtaroñ eñ todas las boleteríéaas, s, a los maleteros y a los taxistas, ñadie la habíéa visto. Nueve meses despueés, a iñes de diciembre de 1988, aparecieroñ uños restos de mujer a orillas del ríéo Tcalamochita. Mirta fue a recoñocerlos eñ la morgue. Me dijeroñ que esos huesos erañ de Sarita, uñ moñtoéñ de huesos blañcos. Agarrabañ Agarraba ñ uño y me lo mostrabañ. Mira Miraéé : huesos largos, de mujer alta. De uña caja sacaroñ uña calavera coñ uños pocos pelos pegados a la coroñilla. Le abrieroñ la mañdíébula bula y me mostraroñ las muelas coñ emplomadura. Sarita teñíéa alguños arreglos eñ los dieñtes, pero yo queé seé, podíéa ser ella como podíéa ser otra mujer. Para míé  eso eso que me mostrabañ ño era maé maé s que uña pila de huesos. Éñ el expedieñte, el hallazgo se describe de la siguieñte mañer mañera: a: esqueleto se eñcoñtroé por eñ uña puñta de ladel isla, eñ eldel paraje Herradura, eñ uñaÉleñramada producida la crecieñte lecho ríéo La Tcalamochita, coñformada por uñ aérbol caíéd doo e iñcrustacioñes de palos y troñcos, como asíé de desechos arrastrados por el agua (frascos, tergopol). Los restos se eñcoñtrabañ eñ posicioéñ trañsversal coñ respecto al lecho del ríéo, o, cuébito dorsalmeñte, coñ su part pa rtee iñ iñfe feri rior or eñ eñfr freñ eñta tada da ha haci ciaa la cost costa; a; su part partee dere derech chaa eñ coñt coñtrra de la correñtada y el lañco izquierdo a favor de la misma. Él esqueleto se eñcoñtraba maéé s desmeñuzado eñ su ma s u parte derecha que izquierda y su cra craéé ñeo maé maé s eñ su parte posterior post erior que añt añterio eriorr. Pre Preseñta señtaba ba preñdas preñdas fem femeñiña eñiñas: s: bombacha, bombacha, corpi corpiñ ño, pollera y restos de uña chomba. Los restos de ropas que me mostraroñ erañ pedazos de trapos podridos, recuerda Mirta, coñ eso solo yo ño podíéa decir si erañ o ño erañ las ropas que Sarita teñíéa esa tarde. Tambieéñ ahíé cerca eñcoñtraroñ uña cadeñita parecida a la que teñíéa mi hermaña. Al iñal, uñ deñtista que dijo que la habíéa ateñdido, hizo el recoñocimieñtoo por las piezas deñtales. recoñocimieñt Sara ñuñca crey Sara creyooé que ese esque esqueleto leto fuera de su hija. Siem Siempre pre peñsoé peñsoé que Dady Da dy Oli Olivero ero era era el re resp spoñ oñsa sabl blee de la de desa sapa pari rici ciooéñ de Sari Sarita ta.. Cuañ Cuañdo do se eñcoñtraroñ esos restos, Olivero fue preso uños meses. Coñtradicieñdo a Mirta, declaro decla roéé que ño habí habíééa estado coñ Sarita el díéa que desaparecioé, que ño la habíéa llevado llev ado a ñiñgu ñiñguéñ paseo, paseo, que su rela relacio cioéé ñ coñ la mucha muchacha cha habíéa termiñado uños meses añtes y que alguña vez ella le habíéa dicho: Negro, me he metido eñ cada líéo que a veces me dañ gañas de irme a la mierda. Aseguroé Aseguroé que eñtre marzo y abril de ese año, habíéa estado coñ su familia eñ la ciudad de Salta, doéñde su esposa 59

 

tieñe parieñtes. Él peñsaba iñstalar uñas carñiceríéaass alla allaéé y fue para para armar armar el ñegocio. La mujer de Olivero Olivero coñirmo coñirmoéé su coartada. Como ñuñca se pudo determiñar determiñar de queé queé mañe mañera ra habíéa muerto Sarita, el ué ñico sospechoso de su desaparicio desaparicioéé ñ iñalmeñte fue sobreseíéd do. o. Diez añ Diez añ os des despue pueéé s, s, Sara Sara se eñter eñterooé de uñ ñue ñuevo vo estudi estudioo que pe permi rmitíé tíéa recoñocer la ideñtidad de restos humaños, auñque fuerañ soélo huesos: el ADN. Movio Mov ioéé cielo y tierra tierra hasta que coñsiguio coñsiguioé que la justi justicia cia exhumara exhumara el cuerpo cuerpo de Sarita, eñterrado eñ uñ ñicho del cemeñterio juñto a su hermaño y a la sobriñita, y lo sometierañ al estudio. A ella le sacaroñ sañgre. Él resultado dio ñegativo. Lo repitieroñ y ñuevameñte el resultado fue ñegativo. Al poco tiempo, uñ llam llamado ado mist misterio erioso so que recibioé recibioé su cuñ cuñ ado le adv advirti irtiooé que Sarita estaba eñ uñ prostíéb bulo ulo de Valladolid, Éspaña. Yo creo creo que Oli Olive vero ro se la ve veñdi ñdiooé a uña red de tr trata ata,, para para saca sacaérse rsela la de eñcima, dice Sara. Éñ cambio, Mirta mueve la cabeza ñegañdo. Si mi hermaña estuviera viva, hubiese vuelto. No seé coémo, pero auñque la tuvierañ secuestrada, ella se las hubiera arreglado para escaparse y volver. No ños hubiera hubiera abañdoñad abañdoñado. o. No lo hubier hubieraa dejad dejadoo a su hijo. Ésos huesos ño soñ de ella, pero mi hermaña tambieé tambieé ñ estaé estaé muerta. Mirta dice también y eñtoñces caigo eñ la cueñta de que hay otra mujer muerta por la que ñadie reclama o a la que todavíéa su familia la sigue buscañdo: ese atadito de huesos que eñterraroñ coñ el ñombre de Sarita. Germaé ñ, el hijo de Sarita Muñdíéñ Germaé ñ,, ya es uñ hombre y tuvo sus propios hijos. La abuela y la tíéa estaéñ orgullosas de eél, de haberlo hecho estudiar y termiñar el secu secuñd ñdar ario io.. Auñq Auñque ue ño tu tuvvo suer suerte te y se ca caso soéé coñ coñ uñ uñaa vag aga, a, di dice ce Sara Sara,, uña uña muchacha mucha cha que lo dejoé dejoé por otro hombr hombre. e. ÉÉ l ñuñca preguñt preguñtaa por su madre ñi la ñombra. Éñ eso salioé salioé a míé, dice Mirta. Somos reservados. Éñ mi trabajo ñadie sabe que ella es mi hermaña. Cada tañto sale algo, uñ recordatorio eñ el diario, el de ella es uñ caso muy coñocido, del que se ha hablado mucho. Si alguieñ me preguñta si es familiar míéoo,, le digo que ño. No quiero que se sepa que es mi hermaña, ño quiero que me preguñteñ. Mi dolor es míé o y ño quiero compartirlo. La uéué ñica que siempre se sigue ocupañdo es ella, mi mama mamaéé . 60

 

Dos añ añ os despue despueés de esta coñversaci coñversaciooéñ, me eñt eñtere ereéé de que Germaé Germaé ñ esta estaéé preso, eñ el Éstablecimieñto Peñiteñciario N° 5 de Villa Maríéa, a, por posesioéñ de drogas. Éñ el tarot ñuñca aparece rastro de Sarita, viva o muerta. És la uéñica de las tres que ñuñca habla. La Señora dice que sieñte que Sarita estaé viva o, al meños, lo estuvo hasta hace poco tiempo. Ademaés del resultado ñegativo del estudio de ADN, su madre tambieéñ apela a uña razoéñ casi esoteérica para decir que Sarita vive: ñuñca la he podido soñ ar. soñ ar. Me hubiera gustado volver volver a tocarla, escucharle la voz que ya ño recuerdo, auñque maés ño sea eñ sueños. Pero por otro lado, yo digo que si ñuñca la soñeé es porque sigue viva. Si estuviera muerta, hubiese vuelto eñ sueños a despedirse. Cuañdo me voy de lo de Sara, la tarde sigue fríé a, a, oscura y desierta. Él remisero me estaé esperañdo estacioñado eñfreñte de la casa. Éscucha uñ partido porr la rad po adio io.. La tr trañ añsm smis isio ioéé ñ se iñte iñterr rrum umpe pe a cada cada ra rato to por por la frit fritur uraa del del radiollamado, la voz de la chica que, desde la ceñtralita, repite direccioñes y ñombres de clieñtes. Éñ Villa Maríéa, a, desd desdee 1977 1977,, se coñt coñtab abil iliz izaa uña uña veiñ veiñte teña ña de críé críém meñes eñes impuñes. Éñ el año 2002, a raíéz del femicidio de Mariela la Coñdorito Loépez, se formoéé la Asociacioé formo Asociacioé ñ Ver Verdad dad y Justicia que, maé maé s adelañte, se llamoé llamoé Verdad Real, Justicia Para Todos. La Coñdorito era uña prostituta coñ discapacidad meñtal que aparecioé degollada y eñvuelta eñ uña mañta, eñ uñ baldíéo de la ciudad. Éstaba viñculada a la coñgregacioéñ de las Hermañas Adoratrices que teñíéañ añ uñ programa para sacar a las chicas de las calles y eñseñ eñseñ arles uñ oicio. Las moñjas les dabañ proteccio proteccioéé ñ y la Coñdorito era uña vieja coñocida del coñveñto. Cuañdo fue asesiñada, las hermañ her mañas as Bea Beatri trizz y Alb Albeañ eañaa decidi decidier eroñ oñ que habíé habíéa que hacer algo, que su coñgregacioéñ y toda la comuñidad de Villa Maríéa debíéañ añ tomar cartas eñ el asuñto. Fuñdaroñ la asociacioéñ para formar coñcieñcia y para que las familias de las víécctimas timas tuvierañ apoyo. Añtes de la Coñ Añtes Coñdor dorit ito, o, la re remis miser eraa Moé Moé ñica ñica Leocat Leocatoo ap apar areci eciooé vio violad ladaa y estrañgulada eñ su auto, eñ uñ camiño rural, apareñtemeñte por uñ clieñte. Uñ crimeñ brutal que sigue impuñe. Y uños años despueés, eñ 2005, desaparecioé Mariela Bessoñart. La uéltima persoña que la vio y el uéñico sospechoso de su desaparicioéé ñ es el ex marido y padre de sus hijos. desaparicio   61

 

 9

 

Él doc docto torr Ra Rau uél Fav avre re era el meé meé dico dico de la famil familia ia Daññe Daññe.. No le lla llamo moéé la ateñcioéñ que golpearañ a su puerta a la uña y pico de la mañaña. Los meédicos de pueblo estaéñ acostumbrados a que sus pacieñtes los vayañ a buscar a su casa a cualquier hora. Cuañdo abrioé abrioé se eñcoñtroé eñcoñtroé coñ Éymar Daññe y coñ otro hombre que le fue preseñtado como uñ veciño. Daññe le dijo que algo le pasaba a su hija Añdrea, teñíépor a que a verla. Comoal todavíé a llovíéoaa,, hacer Favre decidioé decidio ir eñ suque auto si veñir habíéaeñseguida que llevar a la chica hospital alguñaé diligeñcia. Cuañdo eñtroé eñtroé al dormitorio, vio a la muchacha acostada eñ su cama, coñ uñ grañ coaégulo de sañgre eñ el pecho y sañgre al costado de la cama, eñ el piso. La madre estaba señtada eñ la cama de al lado, como suspeñdida, y apeñas parecioé ñotarr su lleg ñota llegada. ada. Éñ cambio, cambio, Daññe esta estaba ba muy excitado excitado y le preguñt preguñtooé varias varias veces si su hija estaba muerta. ¿Éstaéé muerta? ¿Éstaé ¿Ésta ¿Éstaé muerta? ¿Éstaé ¿Éstaé muerta? Síé, esta estaéé muerta. Bueño, estaé bieñ, ahora estaé muerta, ahora ño hay ñada que hacer; declaroé el meé meé d dico ico que le escucho escuchoéé decir al padre. Vieñdo que eél tampoco podíéa hacer ñada por la chica, el doctor se ofrecioé a ir a buscar a la policíéaa.. Éñ la casa ño teñíéañ añ teleéfoño. Aquella fue uña larga madrugada eñ la que parieñtes, amigos y curiosos desilaroñ por el cuarto de Añdrea vie vieéé ñdola ñdola teñdida y eñsañgreñtada eñ su cama. Él baile del club Sañta Rosa fue el foco desde doñde se propagoé propagoé la ñoticia. Allíé estaba Fabiaña Daññe coñ uñas amigas. Allíé fue a buscarla su hermaño para decirle que volviera a la casa, que Añdrea habíéa teñido uñ accideñte. Coñ Fabiaña 62

 

llegaroñ alguños amigos y atraés de ellos alguños coñocidos. Y familiares que vivíéañ añ eñ la misma cuadra como la abuela, uña tíéa, a, uños primos. Uñ poco despueé despueé s el ñovio y los padres del ñovio. Todos eñtrañdo y salieñdo de ese dormitorio. Los maés impresioñables, vichañdo desde la puerta. Uñ asesiñato ocurrido eñ la iñtimidad de uña casa de familia, que tuvo la misma exposicioé exposicioé ñ que uña muerte callejera. Éñ uñ momeñto hubo tañta geñte adeñtro de la casa que la policíé a decidioé sacar el cuerpo y trasladarlo a la morgue siñ esperar a que llegara Él Leoé Leoé ñ Gris, el uéñico fotoégrafo del pueblo que, ademaés de sociales, hacíé a el registro fotograéico de siñiestros, accideñtes, y, de vez eñ cuañdo, cadaéveres. No hay fotos de Añdrea Daññe eñ el expedieñte. Soélo imaégeñes de la esceña vacíéaa,, siñ su cuerpo, de las mañchas de sañgre eñ el piso y eñ el colcho colchoéé ñ. Él iñforme de la autopsia dice: La mu muer ertte se prod produj ujoo a la 1 hor hora apr aproxi xima mada dame meñt ñtee de dell dí díéaé 16 de ñoviembree de 1986. ñoviembr Él deceso fue por añemia aguda por hemorragia masiva por herida de auríéccula ula derecha. La herida fue ocasioñada por arma blañca u objeto de caracteríéssticas ticas similares, iño, de uños 3 cm. de hoja y de por lo meños 8 a 10 cm. de largo y se iñtrodujo estañdo el ilo hacia la parte distal del cuerpo. Éñ el momeñto del hecho, la señorita Daññe estaríéa dormida, eñ posicioé ñ decuébito dorsal y el atacañte probablemeñte a su derecha, empuñañdo el arma coñ su maño diestra. No se coñstatañ otras lesioñes ñi sigños de violeñcia exterña. exterña. Éñ sus maños ño se observañ elemeñtos ñi restos de elemeñtos que pudieseñ iñdicar que hubo lucha o defeñsa al ser atacada. Él heridor pudo ser uña persoña adulta o may mayor or que proyectoé proyectoé el arma coñ cierta fuerza y velocidad. Él doctor Favre estuvo eñtre las primeras persoñas eñ ver el cuerpo de Añdrea acostado boca arriba, coñ las maños a los costados del cuerpo, totalmeñt totalmeñtee limpias, los brazos exteñdidos apoyados por eñcima del cubrecama, que la tapaba 63

 

hasta la ciñtura. Preseñtaba uñ grañ coaégulo eñ el pecho, sañgre coagulada eñtre el brazo y el cuerpo, y sañgre eñ el piso. La muerte fue casi iñstañtaéñea, habraé sobreveñido sobrev eñido eñ el tiempo que duroé duroé la hemorragia, uños dos miñutos. Cuañdo lo llamaroñ a declarar, le leyeroñ el iñforme de la autopsia y le preguñtaroñ si la posicioéñ eñ la que eñcoñtroé el cuerpo de la chica era cohereñte coñ la mañera eñ que fue asesiñada. Él doctor dijo que ño. La puñ puñ alada mortal, tal como se describe eñ el iñforme del foreñse, lesioñoé lesioñoé los grañdes vasos y la auríéccula ula derecha del corazoéñ, pero es uña lesioéñ de escasa magñitud, eñ uña zoña de baja presioéñ sañguíé ñea, ñea, por lo que la hemorragia que resulta de esta herida ño es masiva. La víé ctima ctima tarda uños dos miñutos eñ morir. Tiempo suicieñte para que realice movimieñtos, pues la sañgre sigue llegañdo al cerebro por los vasos que ño fueroñ lesioñados. Movimieñtos voluñtarios al priñcipio e iñvoluñtarios luego, cuañdo la presioéñ sañguíéñ ñea ea bajo bajoéé a causa de la hemorrag hemor ragia. ia. Él cuerp cuerpoo teñ teñdríé dríéa que que habe haberr es esta tado do semi semi ar arro roll llad adoo y la cama cama desor des ordeñ deñada ada.. Cr Creo eo que alg alguie uieñ ñ aco acomod modooé el cue cuerpo rpo añtes añtes de que yo llega llegara ra,, declaroé. Éñ la deé deécada de dell oche ocheñt ñtaa mi mama mamaéé tr trab abaj ajooé como como eñ eñfe ferm rmer eraa eñ uñ sañatorio de mi pueblo. Él doctor Favre era del equipo meédico. Éñ los tiempos muertos de las guardias, muchas veces hablaroñ sobre el crimeñ de Añdrea. Para el doctor era uña preguñta siñ respuesta, que volvíéa uña y otra vez: ¿coémo pudo el asesiño eñtrar a la casa, matar a la chica, tomarse el tiempo de acomodar su cuerpo al puñto de que pareciera dormida, volver a salir y que ñi la madre ñi el padre ñi el hermañito que dormíéaañ ñ eñ la otra habitacioéñ, pegada, coñ uña puerta que comuñicaba ambas piezas, ño hayañ escuchado absolutameñte ñada? Favre murioé hace alguños años. Su eterña preguñta, siñ respuesta. Éñtre los allegados y curiosos que estuvieroñ eñ el dormitorio de Añdrea ño estuvo Aldo Cettour, Cettour, el muchachito de dieciseé dieciseé iiss añ añ os, veciño y primo lejaño de la víéctima ctima que, maé maé s tarde, se coñvertiríé coñvertiríéa eñ otro sospechoso. Aldo, esa ñoche, llegoé llegoé tarde tarde a tod todas as partes: al baile del club Sañt Sañtaa Rosa Rosa cuañdo Fabiaña y los demaés se estabañ yeñdo coñ la ñoticia de que Añdrea habíé a teñido uñ accideñte; y tarde para ver el cadaéver de su veciña. Cuañdo volvioé volvioé del baile del club, esa madrugada, sus padres y su hermaña todavíéa estabañ levañtados. Los tres habíéaañ ñ estado eñ casa de los Daññe y le coñtaroñ lo que habíéañ añ vi vist sto. o. Al Aldo do rumb rumbeo eoéé para para la puer puerta ta de call callee coñ coñ la iñteñcioéñ de ir eél tambieéñ, de ño perderse esa esceña de la que seguiríé aañ ñ 64

 

hablañdo durañte añ añ os. Pero su madre lo detuvo. Le dijo que ya se habíéañ añ llevado a la muchacha, que ño teñíéa señtido ir, que ya ño habíéa ñada que ver. Ni siquiera sañgre porque luego de que los de la morgue se llevarañ el cuerpo, Fabiaña se habíéa puesto puesto a limp limpiar iar.. Saco Sacoéé var varios ios baldes coñ agua y sañgre sañgre y los arrojo arrojoéé eñ el patio. Uños meses añtes, Aldo y uños amigos se metieroñ al patio de los Daññe por uñ camiñito que comuñicaba el foñdo de su casa coñ el de sus veciños, y espi espiar aroñ oñ a Añ Añdr drea ea y a Fab abia iaña ña po porr la veñta eñtaña ña de dell do dorm rmit itor orio io mi mieñ eñtr tras as se preparabañ para acostarse. Éñ esa oportuñidad las chicas los descubrieroñ y se armo armoéé uña uña pequ pequeñ eñ a ba bata taho hola la.. Adem Ademaaés les les habí habíééa falt faltad adoo ropa opa iñt iñterio eriorr del del teñdedero. Éñ mi pueb pueblo lo habí habíééa uñ i isg sgooéñ iñco iñcorr rreg egib ible le,, el Bo Boch chit itaa Agui Aguile lera ra,, uñ ciñcue ciñ cueñt ñtooéñ petisi petisito to,, de bigot bigote, e, que vi vivíé víéa solo solo coñ coñ su ma madr dre. e. Éra Éra ma maes estr troo pañadero y eñ la ñoche, camiño de su trabajo, se metíéa eñ los patios abiertos de las casas a espiar a las muchachas a traveés de esas cortiñas iñitas que se usabañ añtes. Éra iñofeñsivo. Soéloañ gustaba eñgordar lapreparaé vista coñ esospara cuerpos veñes y hermosos que se movíé añleeñ los dormitorios, ñdose ir a joé dormir. Cada tañto, el perro de la casa o alguña de las muchachas lo sorpreñdíéa in  ragantti  y el Bochita salíéa corrieñdo, añtes de que el padre de la ultrajada le diera alcañce. La ñoche del crimeñ Aldo estuvo coñ uñ amigo jugañdo al pool eñ la ciudad veciña de Coloéñ. Pasada la mediañoche y vieñdo que se veñíéa uña tormeñta decidioéé regresar decidio regresar a Sañ Joseé Joseé , a dedo. Él vieñto y la lluvia lo agarraroñ eñ el camiño y a la iñtempe iñtemperie. rie. Uñ auto lo leva levañto ñtoéé , pero ya estaba hecho sopa. Llegoé Llegoé a su casa y se cambioé cambioé de ropa. Todavíé Todavíéa era tempraño para acostarse, asíé que salio salioéé de ñuevo paraa el baile del club, a pocas cuadr par cuadras. as. Llegañ Llegañdo do se cruzo cruzoéé coñ Fab Fabiaña iaña y uñas amigas que salíéañ añ como españtada españtadas. s. A uña la escuchoé escuchoé decir decir:: ño puede ser, ser, ño puede ser. ser. Recieéñ adeñtro del baile, que seguíéa mieñtras el rumor de la muerte de Añdrea empezaba a correr, eñtre la muésica, el humo de los cigarrillos, los vasos de cerveza, recieéñ uñ rato despueés, alguieñ le dijo que a su veciña la habíéañ añ apuñalado. Ademaés de espiar a las muchachas, Aldo habíéa ido alguños meses al psicoélogo. Hace tres deécadas, eñ uñ pueblo como Sañ Joseé, hacer terapia era casi, casi siñoéñimo de estar loco. Habíéa recibido uñ tratamieñto porque, seguéñ declaroé eñ el expedieñte, se señtíéa raro y le gustaba eñcerrarse. Despue Despueéé s ñuñca volvio volvioéé a señtirse de esa mañera. 65

 

La tra traves esur uraa adol adoles esce ceñt ñtee de Al Aldo do y su suss comp compiñ iñch ches es ño pa pare rece ce uñ argumeñto soélido como para sospecharlo de asesiñar a ñadie. Pero eñ uñ caso doñde la iñvestigacioéñ daba vueltas eñ cíérculos, rculos, siñ pruebas que coñdujerañ a ñiñguña parte, todos erañ, eñ cierto modo, sospechosos. ¿Te acordaés del que les robaba los calzoñes?, dice Paula y suelta uña carcajada. Éduardo soñríée apeñas. Tal vez ño le causa gracia o tal vez ño lo recuerde. Éstamos señtados eñ uña galeríéa vidriada, lleña de plañtas, que da a uñ jardíéñ coñ uñ pasto verde y tierño auñque todavíéa estemos eñ agosto. És uña tarde soleada. Paula es la madre de Éduardo Germañier, el ñovio que teñíéa Añdrea cuañdo la mataroñ. És uña mujer verborraégica, eñeérgica y de risa faécil. Cada vez que se ríée se le levañtañ los poémulos y los ojitos celestes se le huñdeñ detraés de los añteojos. Va a dejarños a solas el tiempo que le lleve ir a buscar el mate a la casa de al lado,y doñde viveñ coñ su marido.eñLaelcasa de esta galeríé a doñde estamosa señtados las otras casas coñstruidas mismo terreño, soñ para alquilar los turistas que eligeñ Coloéñ como destiño de vacacioñes o iñes de semaña largos, el ríéo y las termas. Como madre solo de hijos varoñes, Paula es uña especie de mamaé galliña y a veces se adelañta a las respuestas de Éduardo o me murmura cosas por lo bajo. Probablemeñte sea sobreprotectora coñ todos sus hijos, pero lo es particularmeñte coñ eél que hace diez años trata de recuperarse de uñ accide accideñte ñte cereb cerebro rova vascu scular lar que casi lo mata. mata. Él AC ACV V se llevo llevoéé alguño alguñoss fragmeñtos de su memoria. Auñque Paula iñsiste eñ dejarme claro que eél se acuerda muy bieñ de todo lo que paso pasoéé coñ Añdrea, se ñota que hay añe añeéé cdotas cdotas que repasaroñ juñtos añtes que yo llegara. Élla se queda cerca para auxiliarlo cuañdo la memoria le falle, cuañdo se quede callado coñ la vista perdida eñ el jardíé ñ, ñ, tratañdo de hilar los recuerdos o buscañdo las palabras precisas porque el ACV tamb tambie ieééñ le dejo dejoéé uñ uñaa li lige gera ra di dii icu cult ltad ad eñ el habl habla. a. Por mo mome meñt ñtos os la madr madree voluñtariosa voluñtario sa lo aturde y eé l le pide que espere, que lo deje eñcoñtrar lo que quiere decir, que ya vamos a llegar a ese puñto. La familia Germañier vivioé vivioé uños cuañtos añ añ os eñ el coñurbaño boñaereñ boñaereñse. se. No hacíéa mucho tiempo que habíéañ añ vuelto a iñstalarse eñ Coloéñ, de doñde erañ oriuñd ori uñdos, os, cuañdo cuañdo Éduar Éduardo do la coñoci coñociooé a Añd Añdre reaa eñ la cas casaa de uños uños amigos amigos eñ comuéñ. Él teñíéa el pelo largo y añdaba eñ moto. Siempre fue uñ fañaético de las motos, auñque tuvo varios accideñtes graves. graves. Despueé Despueé s del ACV ya ño pudo volver volver a moñtar uña, pero todavíéa las extrañ extraña. Dice que ahora solo las mira por iñterñet. Vos me ves asíé ahora, pero ño sabeés lo que era yo. 66

 

No se lo coñieso todavíéa, a, pero recuerdo que era uñ muchacho muy guapo, auéñ lo es. Teñgo el recuerdo borroso de uña foto suya eñ el diario, eñ uña de las marchas que se orgañizaroñ eñ esos años pidieñdo justicia por Añdrea. Me acuerdo del cabello largo y rizado y de que decíé aañ ñ que habíéa prometido ño cortaéé rselo hasta que se resolviera el asesiñato de su chica. corta Apeñas la vio, le gustoé. Éra preciosa. Y a las dos o tres semañas de coñocerla se le tiroé, como se decíéa eñ esa eépoca. Se pusieroñ de ñovios. Dice que teñíéañ añ uña liñda relacioé relacioé ñ, que se llevabañ bieñ, que eeéé l la queríéa mucho. La ñoche del crimeñ salieroñ a dar uñas vueltas eñ la moto y cuañdo volvieroñ se quedaroñ ñoviañdo eñ la cociña. Ya todos estabañ acostados. Éñ uñ momeñto momeñ to escuchar escucharoñ oñ uños ruido ruidoss afuera afuera y eéeé l salio salioéé . Miro Miroé eñ el patio patio y hacia el galpoñcito doñde el suegro guardaba el auto, pero ño vio ñada. Tuvo uñ poco de miedo. mie do. Coñ el tiemp tiempo, o, peñ peñso soéé que esos rui ruidos dos que esc escuch uchooé erañ erañ la madre madre de Añdrea que los estaba espiañdo. Uña vez ya habíé a pasado: la habíéaañ ñ pescado espiaéñdolos por la veñtaña de la cociña. Él dormitorio de sus suegros teñíéa dos puertas, uña comuñicaba coñpodíé la pieza lasallíé hijas y la otra daba al foñdos freñte de casa, al exterior. Asíé que ella a salirde por y teñer acceso a los de la la casa, rodeaé rodeaé ñdola ñdola por afuera. A esto mismo eéeé l me lo coñtoé coñtoé varias veces, corrobora Paula. Permañecieroñ uñ rato eñ sileñcio, aiñañdo el oíéd doo y como ño volvieroñ a escuchar ñada, siguieroñ besaéñdose, alargañdo la despedida que esa ñoche seríéa maéé s tempraño que lo habitual pues Añdrea teñíéa que estudiar. ma Éduardo volvio volvioé a su casa coñ la tormeñta pisaé pisaé ñdole ñdole los taloñes. Los ué ltimos kiloéé metros se largo kilo largoéé vieñto y parecíéa que iba a arrañcarlo de la moto. Llegoé Llegoé coñ las primeras gotas y se acosto acostoéé eñseguida. Érañ las 23.50, me acuerdo bieñ porque señtíé la puerta y mireé la hora, dice Paula. Yo estaba despierta. Habíéa estado todo el díéa eñ cama, coñ dolores por esos problemas que teñemos las mujeres, y ño podíéa dormirme. Lo escucheé eñtrar y meterse eñ su pieza. Uñas horas despueés oíé que golpeabañ. La tormeñta habíéa amaiñado, pero seguíéa llovieñdo. Los golpes eñ la puerta y uña voz de mujer que decíéaa:: Éduardo, Éduardo, abríé por favor. Peñseé que era Añdrea, que se habíéa peleado coñ mi hijo y eél la habíé a dejado por ahíé. No seé, ño eñteñdíéa. a. Desde la cama le griteé: ya va, Añdrea, ya voy. Pero queé pasoé, por Dios, Éduardo te dejoé afuera… Cuañdo abríé, ño era ella. Vi ahíé parada  parada a uña chica que ñuñca habíéa visto. Soy hermaña Añdrea, ella tambieé tuvo uññ accideñte, tieñe paralami casa. Ade todo esto, me mi dijo, marido estaba eñÉduardo la puerta, se que habíéira 67

 

levañtado coñ todo el alboroto. Yo levañtado Yo eñtreé eñtreé a despertarlo a Éduardo, a decirle que se vistiera que teñíéamos amos que ir a Sañ Joseé Joseé . Ahíé mi marido marido se quedoé quedoé habl hablañdo añdo coñ Fabiaña Fab iaña y ella le coñtoé coñtoé que a Añdrea la habíéaañ ñ matado. Pero ñosotros, Éduardo y yo, ño teñíéaamos mos ñi idea. Cuañdo llegamos, afuera, ños esperaba Daññe. Ahíé lo coñocimos, mi marido y yo ño ños coñocíé amos amos coñ los padres de ella. Él se preseñtooé y ños alumbroé preseñt alumbroé el camiñito a la casa coñ uña liñterña porque habíéa agua y barro por todas partes. Recieéñ cuañdo eñtramos a la pieza ños desayuñamos que estaba muerta. La coñmocioéñ de Éduardo cuañdo vio el cuerpo de su ñovia, siñ vida, y la habitacioéé ñ eñsañgreñtada, fue tremeñda. Émpezoé habitacio Émpezoé a gritar y a pegar trompadas eñ las paredes. Éñtre varios lograroñ coñteñerlo y llevarlo a rastras a la cociña, para que se calmara. Me agarr agarrooé uñ ataque ataque de ñervio ñervios, s, dice dice eél y mir miraa lejos. lejos. Here Heredo doéé los ojos celestes de su madre. Siñ embargo, eñ la cociña siguio siguioéé llorañdo y gritañdo. Habíéa varias mujeres ahíé, recuerda Paula. Yo trataba de coñteñerlo, pero tambieéñ peñsaba eñ Añdrea y eñ la madre. Peñsaba eñ esa pobre mujer, lo que estaríéa sufrieñdo. Acordate que ñuñca ños habíéaamos mos visto. Me imagiñaba que se la habíéaañ ñ llevado a lo de uñ veciño o algo. Las mujeres que estabañ ahíé estabañ todas tañ calmadas. Hasta que uña se acerca a Éduardo y le dice que se callara, por favor, que dejara de gritar, que estaba perturbañdo a la abuela de Añdrea, que era uña mujer mayor. mayor. Ahíé a míé me subio subioéé la mostaza. Quieéñ era esta para hablarle asíé a mi hijo que estaba sufrieñdo. ¿Y esta quieé quieé ñ es?, preguñteé preguñteé al aire. Y otra de las mujeres mujer es me dijo: es Gloria, es la mama mamaéé de Añdrea. Y Yoo me quedeé quedeé hela helada: da: la hija muerta y ella preocupaé preocupaé ñdose por la abuelita… ¡pero por favor! Ése es el primer recuerdo que Paula tieñe de la coñsuegra y desde ese momeñto ño pudo tragarla. No era asíé, le parece a ella, como debíéa verse uña madre a la que le mataroñ la hija. A esa calma, Paula ño se la perdoña. La relacioéñ que Éduardo teñíéa coñ sus suegros era maés bieñ iñdifereñte. Él mutism mut ismoo de Gloria Gloria se rompi rompiooé pocas pocas ve veces ces:: esa ñoche, ñoche, cua cuañdo ñdo le pidio pidioéé que se calmara, y alguña vez añterior cuañdo le pidioé pidioé explicacioñe explicacioñess acerca de su trabajo, si estaba eñ relacioéñ de depeñdeñcia, si le hacíéañ añ los aportes. Éduardo ñuñca eñteñdioéé a que eñteñdio queéé veñíéañ añ esas preguñtas y tampoco le dio mucha importañcia. Coñ el suegro hablaba uñ poco maé maé s, pero soé soé lo lo justo y ñecesario. Érañ otras eépocas. No habíéa la relacioéñ de coñiañza que por ahíé tieñeñ 68

 

ahora los chicos joé joé veñes, dice. Éñ cambio, la relacioéñ de Añdrea coñ la familia de Éduardo era muy bueña. Paula la queríéa mucho y aprobaba el ñoviazgo. Cuañdo ella veñíé a a visitarlos, los ayudaba eñ el almaceéñ que teñíéañ; añ; si habíéa muchos clieñtes, ella se poñíéa a ateñderlos siñ que ñadie se lo pidiera. Éllos la ayudabañ a pagar sus estudios. Y tambieéé ñ colaboraroñ coñ los gastos del sepelio. tambie Él recuerdo que Paula y Éduardo tieñeñ de esa ñoche y de la esceña del crimeñ ño es el mismo que dejaroñ por escrito los peritos eñ el expedieñte ñi el que tieñeñ otros testigos. Éllos me describeñ la cociña como uña carñiceríé a: a: mañchas de sañgre eñ las paredes, eñ las puertas, la mesa cambiada de lugar, el cajoéñ abierto, todos los cuchillos que se usabañ eñ la cociña desparramados. desparramados. Y tambieé tambieé ñ maé maé s sañgre eñ las parede par edess y puerta puertass del dor dormit mitori orio. o. Com Comoo si eñt eñtre re estas estas dos habita habitacio cioñes ñes se hubiera librado uña pelea feroz. Éllos creeñ que esta pelea se dio eñtre madre e hija y que, eñ uñ rapto de locura, Gloria apuñ apuñ alo aloéé a Añdrea. Cuañdo les digo que, segué segué ñ el iñforme de la autopsia, Añdrea fue apuñ apuñ alada eñ su cama cama,, mi mieñ eñtr tras as es esta taba ba dorm dormid ida, a, qu quee ño ha habí bíééa ñiñguéñ otro sigño de violeñcia eñ su cuerpo ñi rastros de haberse defeñdido de su agresor, Paula mueve la cabeza, coñtraria coñtrariada. da. No, eso ño puede ser. ser. No puede ser ser.. A Añdrea la matoé matoé la madre. Éñtoñces ño puede ser como vos decíés. s. ¿Por queé ño? Porque uña madre, querida, ño podríéa matar asíé a  a su hija. Éduard Édua rdoo ta tamb mbie ieééñ fu fuee so sosp spec echo hoso so de as ases esiñ iñar ar a su ño ñovi via. a. Él pr prim imer er sospechoso. La hermaña de Añdrea admite, eñ su testimoñio judicial, que cuañdo supo que la habíéaañ ñ matado eñseguida peñso peñsoéé que habíéa sido Éduardo porque era celoso y posesivo. Por eso fue a buscarlo ella misma a su casa. Siñ embargo, cuañdo vio su reaccioéñ freñte al cadaév er de su hermaña se dio cueñta de que estaba equivocada. Paula tambieéñ se dio cueñta, esa misma ñoche, de que iñteñtaríé aañ ñ culpar a su hijo. Al díéa de hoy iñsiste eñ que todo estaba armado como para echarle la culp cu lpaa a Édua Éduard rdo. o. Por es esoo coñt coñtac acta taro roñ ñ a su abog abogad adoo apeñ apeñas as pudi pudier eroñ oñ.. Po Porr 69

 

supuesto ella ñuñca dudoé supuesto dudoé de su iñoc iñoceñcia eñcia.. Éñ cambio, el papaé papaé de Éduardo síé. Huboo uña va Hub vacil cilaci aciooéñ, uñ momeñt momeñtoo de dud dudaa que Éduar Éduardo do advir advirtio tioéé cuañdo cuañdo su padree fue a mir padr mirar ar la moto, moto, busca buscañdo ñdo ño sabe que queéé rastro. rastro. Pero Pero dudoé dudoé y, auñque auñque hayañ pasado maés de veiñte años y auñque haya cosas que Éduardo ño recuerde luego de su ACV, de eso ño se olvida. Y todavíéa le duele. É l siempre se quedo quedoéé coñ eso aca acaéé , me dice Paula como si hiciera falta. Ademaés de teñer al mejor abogado de la ciudad, la familia de Éduardo coñtratoé a uñ detective privado. Éstabañ coñveñcidos de que la policíéa buscaríéa la vuelta para eñcarcelarlo y cerrar el caso raépidameñte. Pero el detective ñuñca pudo aportar ñi datos ñi pistas irmes. La policíéa y el juez roñdaroñ a Éduardo varios meses, pero iñalmeñte lo dejaroñ eñ paz. Él caso se fue diluyeñdo, diluyeñdo, a pesar de las marchas de sileñcio, orgañizadas por eél y por los amigos de Añdrea, a las que ño asistíéa la familia de la chica muerta. Le cueñto que teñgo el recuerdo medio vago de uña foto de eéeé l eñ uña de esas marchas y que decíéaañ ñ que ño se iba a cortar el pelo hasta eñcoñtrar al asesiño de su ñovia. Le digo que yo era uña adolesceñte y me habíéa eñamorado de esa declaracio declaracioéé ñ y de eél, claro. Se ríée. e. Dice que ño se acuerda, que capaz que síé , que habíéa hecho esa promesa, pero que ya puedo ver que ño la cumplioé. Uños seis añ añ os despueé despueé s coñocioé coñocioé a la mujer que es su esposa y la madre de sus hijos. De alguña mañera eñteñdioé eñteñdioé que la vida seguíéa su curso. Cuañdo le cueñto que estuve eñ la tumba de Añdrea, me preguñta si todavíéa esta estaéé la plaquita que eeéé l le puso. Síé, esta estaéé . És uña placa señcilla y dice: Mi amor por vos es eterño.

Tu ñovio. Éduardo. 10

 

70

 

  La muerte violeñta de uña persoña joveñ, eñ uña comuñidad pequeña, siempre es uña coñmocioéñ. La ñoticia del crimeñ de Maríéa Luisa Quevedo Quevedo estuvo estuvo tratada, casi desde el priñcipio, coñ pluma ñovelesca por la preñsa local. Tardo ardoéé uñ par de díéas as eñ apa apare recer cer,, eñ uñ re recua cuadro dro chiq chiquit uitoo eñ el dia diario rio Norte, el maés importañte de la proviñcia de Chaco. Titulada: Misteriosa muerte de uña meñor, compartíéa sitio coñ otra: Meñor buscado. Al priñcipi priñcipio, o, el llamado llamado Caso Queved Quevedo, o, debioé debioé competir competir coñ los temas que ocupab ocu pabañ añ la ageñda ageñda del la lamañ mañte te gobier gobierño ño dem democr ocraaéttico ico y el iñt iñter ereeés de los ciudadaños: la apropiacioéñ ilegal de bebeés y ñiños eñ la dictadura, el hallazgo de cada ca daéév er eres es ño ideñ ideñti tii ica cado doss eñ el ce ceme meñt ñter erio io de Saé Saé eñz eñz Peñ Peña, las las pr prim imer eras as citacioñes a jerarcas militares para que declaraseñ eñ causas de secuestros y desaparicioñes durañte el períéodo odo 1976-1982. Peroo ra Per raéé pidameñte pidameñte gañ gañooé espacio espacio y protago protagoñismo ñismo,, trañsfo trañsforma rmaéé ñ ñdose dose eñ la serie de horror misterio del testimoñio veraño chaqueñ de 1984. relato iñtrigas, sospechas, pistasy falsas y falso que laogeñte seguíéUñ a por los de diarios y la radio como si fuera uñ culebroé culebroé ñ o uñ folletíéñ por eñtregas. eñtregas. La falta de resultados iñmediatos eñ la resolucioéñ del caso, la feria judicial eñ cierñes, uñ juez de iñstruccioéñ de turño, el doctor Díé aazz Colodrer Colodrero, o, juez comercial siñ experieñcia peñal, y uña policíéa coñ los vicios de la dictadura empañtañaroñ el caso todo ese veraño y fueroñ la comidilla de la preñsa que, a falta de ñovedades, acababa basaé basaé ñdose ñdose eñ rumores, chismes, presuñcioñes de los veciños. La muerte de Maríéa Luisa Luisa se coñvir coñvirtio tioéé eñ uña caza de brujas brujas y la geñt geñtee eñtr eñ trab abaa y sa salí líééa de Tribuña Tribuñales, les, preseñta preseñtaéé ñdose ñdose espo espoñta ñtaéé ñeam ñeameñte eñte a declarar declarar,, señ ala señ alañdo ñdo cul culpa pable bless a die diestr straa y siñies siñiestr tra. a. Cada Cada díéa estas estas acusac acusacioñ ioñes es erañ erañ levañtadas por la preñsa y tomadas como pistas irmes que, al díé a siguieñte, se desmoroñabañ por falta de pruebas coñcretas. Dos empleados de doñ Goémez, el septuageñario dueño de la lota de oémñibus al que la familia sigue iñdicañdo como el uéñico respoñsable del crimeñ. Él propio Goémez. Las dos amigas de Maríéa Luisa, uña de ellas, eñcima, apodada La Gata. Dos muchachos hijos de familias eñcumbradas de la ciudad. Uñ joveñ que vivíéa eñ el mismo barrio que la víé cctima. tima. Uñ aborigeñ de apellido Vega que, seguéñ el diario, es eñcoñtrado eñ uñ estado deplorable vagañdo eñ el mismo baldíé o doñde el cuerpo deero la de chica y muereeñuños díéas as periodíé despueésstico. stico. eñ el hospital. Todosarrojaroñ ellos tuvieroñ su ñuém caracteres el relato 71

 

Hubo díéaass eñ que el asesiñato de Maríéa Luisa aparecíéa como uñ pequeño artíéculo culo suelto eñtre otras ñoticias maés importañtes, otros ocupañdo uñ cuarto de paégiña y otros hasta uña paégiña eñtera coñ foto y todo. Y cuañdo ño hay foto, uñ dibujo a laépiz del sospechoso y hasta de la misma Maríéa Luisa. A esta galeríéa de presuñtos asesiños y coémplices, se sumañ los policíéaass acusados de coñseguir declaracioñes falsas a fuerza de golpes, oiciales que erañ raépidameñte eñviados de vacacioñes hasta que la cosa se calmara. Los familiares de Maríéa Luisa tieñeñ uñ papel permañeñte y protagoéñico. Él padre auseñte, ex boxeador, exigieñdo el esclarecimieñto iñmediato de la muerte de su hija. Uñ joveñcíésimo simo Yogui Yogui Quevedo que mira a caé caé mara, apoyado eñ uña estañteríéa lleña de televisores; probablemeñt probablemeñtee la fotogr fotografíé afíéa haya sido tomada eñ el taller de reparacioé reparacioé ñ de aparatos aparatos eleé eleé cctricos tricos doñde trabajaba eñtoñces. Éñ alguños artíéculos culos se aseguraba que el esceñario del crimeñ fue el mismo baldíéo doñde eñcoñtraroñ el cuerpo de la muchacha. Éñ otros que la arrastraroñ hasta allíé y que habíéa marcas eñ el suelo. Éñ otro que la asesiñaroñ eñ el rañcho del Vega: estesuerte caso, su despueé s delque crimeñ, por padecer malaborigeñ de Chagas, seríéeñ a uña demuerte castigopoco diviño. Éñ otro fue estrañgulada, pero ño violada. Éñ otro que la arrojaroñ viva a la represa y murioé murioé ahogada. Éñ otro que ño fue violada, pero que ya teñíé a uña vida sexual activa. Y ño falta el capíéttulo ulo romaéñtico doñde se asegura que Maríéa Luisa salíéa coñ uñ hombre casado, que ese díéa eél habríéa roto la relacioéñ y que la chica, dolida por la ruptura, habríéa vagado por las calles ceéñtricas de Saéeñz Peña, quedañdo asíé a merced de sus captores. La trasceñde trasceñdeñcia ñcia mediaé mediaé tica tica que tuv tuvoo el caso coñtagio coñtagioé de parañoia parañoia a los padres de muchachas adolesceñtes. Éñ uñ recuadro publicado a casi uñ mes del crimeñ, crime ñ, el diari diarioo Norte se preguñta: ¿És que ño hay coñcieñcia de padres eñ uña comuñidad que pregoña ser orgañizada? La del o los asesiños por lo actuado estaé estaé deiñida. ¿Pero los distiñtos sectores de la poblacioéñ ño soñ capaces de levañtar la voz de protesta eñ procura de uña accioé accioé ñ ma maéé s eicaz? ¿És que ñuestros hijos ño podraéé ñ trañsitar de ahora eñ maé podra maé s las calles de la ciudad por falta de trañquilidad? Tambieéñ el relato de Yogui Quevedo, hermaño y portavoz de Maríéa Luisa, trañsita, de a ratos, ratos, fragmeñt fragmeñtos os de teleñov teleñovela. ela. Su asesiño perfecto seraé seraé siempre Jesués Goémez, el hombre rico y poderoso que orgañizaba iestas para atraer a muchachas joveñcitas, a las que seducíéa coñ su diñero. Su hermaña, la chica trabajadora y hoñesta, mucama, hija del barrio Moñseñor de Carlo, uñ barrio humild hum ildee de Saé Saé eñz Peñ Peñ a, que se ñego ñegoé a los escar escarceo ceoss amo amoro rosos sos de Go Goéé mez y termiño termiñoé é muerta, el ricacho ricachoéé ñdelujurioso. É É l, elGoé justiciero, el hombre iñcorruptible quemañcillada desprecioé por desprecioé los maletiñes billetes que Go é mez le eñviaba coñ 72

 

sus meñsajeros. Despueés de la muerte de mi hermaña yo añduve uñ tiempo como uñ loco, todo el tiempo coñ uñ revoélver eñ la ciñtura, le habíéa jurado a mi hermañita, a la memoria de mi hermañita, que le iba a pegar uñ tiro a doñ Goémez. A uña coñcubiña que yo teñíéa eñ ese momeñto se le habíéa ocurrido uñ plañ. Élla era uña chica muy liñda y como se sabíéa que al viejo le gustabañ las muchachas, ella se lo iba a levañtar al viejo, lo iba a llevar a uñ motel y cuañdo los dos estuvieseñ eñ la cama, ahíé yo podríéa vola volarle rle los sesos coñ toda trañ trañquil quilidad. idad. Pero ñuñca se hizo. Éstuve asíé de hacerlo. Parecíéa tañ faécil. Éra la uéñica mañera que veíéa de hacer justicia porque, mieñtras, doñ Goémez seguíéa tapañdo todo coñ plata, comprañdo testigos, abogados… La que me freñoé a míé fue la doña, aquella videñte paraguaya que fuimos fuimos a ve verr cuañdo cuañdo des desapa apare recio cioéé mi her hermañ maña. a. A ella ella yo la seg seguíé uíé vi vieñd eñdoo desp de spue ueéé s , co coñs ñsul ulta taéé ñ dola dola por por tod odas as la lass cosa cosass refer eferid idas as a la muer muertte de mi hermañita, empeceé a creer mucho eñ ella porque de algo teñíéa que agarrarme. Y ella me coñveñ coñveñcio cioéé de dejar la idea de matar a alguieñ. alguieñ. Me coñv coñveñcio eñcioéé de que el uéñico que iba a salir perdieñdo iba a ser yo porque me iba a pudrir eñ la caércel. De que ñoA valíé a la peña eñsuciarme las maños, los culpables ibañyasolo, pagar. Y pagaroñ. la iñal, dos termiñar termiñaroñ oñ pagañdo. Doñque Goé Goé mez murioé murioé pobre toda su familia lo dejoé dejoé de lado despue despueéé s de lo que paso pasoéé y perdioé perdioé todo lo que teñíéaa,, los abogados se llevaroñ todo. Y el otro que yo creo que es respoñsable, el que la eñgatusoéé a mi hermañita, Frañcisco Sua eñgatuso Suaéé rez, ese coñ el que ella estaba hablañdo eñ la vereda la uéltima vez que la vi coñ vida, ese tambieéñ se murioé. Éñ uñ accideñte. Ibañ varias persoñas eñ uña camioñeta que volcoé volcoé y el u uéé ñico muerto fue eé ll.. Por lo meños la justicia diviña a míé me  me cumplioé cumplioé . Auñquee aba Auñqu abañdo ñdoño ñoéé el re revo voéé lv lver er,, coñve coñveñci ñcido do por la par paragu aguay aya, a, a eél síé lo balearoñ eñ uña pierña. Dice que uña madrugada volvíéa a su casa y que uñ auto todo desmañtelado, puro chasis ñomaés, lo cruzoé eñ uña esquiña y le tiraroñ uños tiros. Uño lo hirioé hirioé eñ la pierña. Añ Añ os despueé despueé ss,, ya trabajañdo como recolector de residuos, vio el mismo auto, arrumbado eñ uñ galpoéñ. Éstaé seguro de que era el mismo, pero ño teñíéa pruebas y por maé maé s que lo deñuñcio deñuñcioéé a la policíé policíéaa,, ño pasoé ñada. Pero los sucesos ñove ñovelescos lescos eñ la ñarracioé ñarracioé ñ de Yogui Quevedo ño termiñañ aquíé. Luego del ateñtado, las ameñazas, las extorsioñes, sus plañes para liquidar a Goémez, hay uña añeécdota maés. Ésta que me cueñta podríé a ser alguña esceña escritos por Raymoñd Chañdler. Uñ mediodíéa llega a su casa, doñde seguíéa vivieñdo coñ su madre y su hermaña uña hermosa que pide por l. Épolicíé l se asoma a la puerta y Se la mujer le meñor, dice que esmujer uña ageñte eñcubierta, de eéla a de Resisteñcia. 73

 

preseñtaa coñ el ñombre preseñt ñombre de Leo. Dice que uñ taxi la estaé estaé espe esperañ rañdo do y, eñ efecto, efecto, hay uñ taxi eñ la calle. Dice que quiere hablar coñ eél, que tieñe iñformacioéñ para pasarle sobre el crimeñ de Maríéa Luisa, pero que ya se tieñe que volver a Resisteñcia, Resisteñci a, que si s i puede veñir al díéa siguieñte. Arreglañ para verse a la tardecita. Élla pasaraé pasaraé a buscarlo. Al otro díéaa,, Leo aparece tal y como habíéañ añ quedado. Le pide si puedeñ ir a su pieza para estar maés trañquilos. Se eñcierrañ eñ la habitacioéñ. Hace mucho calor,, asíé que la mujer calor mujer le dice que estaé estaé toda toda tra trañspir ñspirada, ada, que si le molesta si se cambia de ropa. Éñ la cartera, traíé a otra muda. Él le dice que ño, que faltaba maés, que si quiere le iñdica doéñde queda el baño. Élla le dice que ño hace falta, que se cambia ahíé mismo mieñtras sigueñ charlañdo. Se queda desñuda freñte a eél. Dice que teñíéa uñ cuerpo hermoso. Toda ella era hermosa. Él la deja hacer. Sacarse to toda da la ro ropa pa,, quedar quedar des desñud ñuda, a, comple completam tameñt eñtee desñud desñuda, a, me acl aclar ara, a, volv volver er a vestirse. Despueé Despueé s le propoñe ir al ciñe. Ir al ciñe es parte de otro plañ. Uñ plañ de Yogui para frustrar el plañ de la mujer. Despueéé s de la primera visita de Leo, Yogui Despue Yogui ño se queda trañquilo asíé que va coñ la policíéa local y les cueñta a los oiciales que trabajabañ eñ el caso de su hermañ her maña, a, que lo visit visitooé esta esta muj mujer er dic dicieñ ieñdo do que es uña polic policíéíéa de iñcoégñito. Averiguañ coñ la policíéa de Resisteñcia, pero ño hay ñiñguña oicial coñ su ñombre. Leo es uña impostora. Les comeñta que se citoé citoé coñ ella al díéa siguieñte. Éñtoñces urdeñ su captura. Yogui Yogui la llevara llevaraé al ciñe, la policíéa los iñterceptaraé, se los llevaraé a cada uño eñ uñ patrullero difereñte coñ la excusa de la averiguacioéñ de añtecedeñtes. A eél lo vañ a soltar, pero a ella se la vañ a llevar a la comisaríé aa,, para iñterrogarla. Y asíé se hace. Luego de teñerla desñuda eñ su pieza, Yogui la lleva al ciñe y allíé eñtra eñ accioé accioé ñ la policíéa. a. Al iñal se supo que era la secretaria de uñ estudio de abogados muy importañte de Resisteñcia. La mañdaroñ para averiguar cuaéñto sabíéa yo, porque erañ erañ los los ab abog ogad ados os de doñ doñ Go Goéé me mez. z. Al ti tiem empo po,, uñ uñaa vez ez,, llam llameeé al estu estudi dioo preguñtañdo por ella. Me hice pasar por uñ primo. Pero me dijeroñ que ño trabajabaa maé trabajab maé s ahíé, me cueñta. Éñ el cr crim imeñ eñ de Añ Añdr drea ea Daññ Daññe, e, ta tamb mbie ieéé ñ ha hayy uñ segu seguñd ñdoo capí capíééttulo ulo ñeta ñe tame meñt ñtee de icc iccio ioéé ñ. Uñ ep epis isod odio io que que ha hace ce que, que, di diez ez añ añ os de desp spue ueéés de su asesiñato, se reabra el caso. 74

 

Éñ agosto de 1995, eñ Coñcepcioéñ del Uruguay, uña ciudad veciña al pueblo de Añdrea, es deteñida uña muchacha de dieciocho años, Maríéa Laura Voef fray, eñ uña causa por drogas. Éñ esta situacioéñ la chica declara que sabe quieéñ matoé a Añdrea Daññe. Y cueñta esta historia. Éñ el momeñto del crimeñ, ella era uña ñiña de diez años. Vivíéa Vivíé a eñ uña casilla pobre, eñ Él Brillañte, uñ pueblo pequeñ pequeñ o pegado a Sañ Joseé Joseé , casi uñ barrio de la ciudad. Ésa ñoche, cuañdo sus padres se duermeñ, Maríéa Laura se escapa de su casa por uña veñtaña, agarra la bicicleta y se va coñ tres amigos de su edad a dar vueltas por el ceñtro de Sañ Joseé. Éñ uñ momeñto piñcha uña rueda de su bicicleta, por lo que decide dejarla d ejarla eñ uña estacio estacioéé ñ de servicio, eñ el sector doñde se echa aire a las gomas, la deja allíé, apoyada coñtra uña pared y abañdoña al grupo, quedaéñdose sola. Sigue dañdo vueltas y su añdar siñ rumbo la lleva a la casa de Añdrea, justo cuañdo comieñza la tormeñta. Llegañdo a la vereda de la casa de los Daññe, ve estacioñado uñ coche grañde, cuadrado, color borraviño. Hay las uñ luces hombre eñ el lugar coñductor, coñductor el coche esta coñ y eladeñtro, motor apagados. Pordel algué ñ motivo,, pero ese auto le da estaé malaé deteñido, espiña y se escoñde eñtre uños arbustos que creceñ eñ el freñte de la casa. Desde su escoñdite y pese a la lluvia y al vieñto, escucha uñ ruido como de cartoéñ rompieéñdose o de cartoéñ rasgado por uñ cuchillo, uñ grito ahogado, uñ gemido. Éñseguida ve salir desde el foñdo de la casa, por uñ pasillo que la separa de la casa veciña, a dos hombres. Uño de traje oscuro. És uña ñoche clara, dice, a pesar de la tormeñta. Recoñoce al hombre de traje, es Jim Shaw, uñ comerciañte de origeñ chiño, muy coñocido eñ la ciudad. Atraés de eél vieñe uñ joveñ rubio, de uños veiñte años, al que ño coñoce. Jim Shaw y el rubio se detieñeñ uñ momeñto a uños ciñco metros de su escoñdite. Éñtoñces ve clarameñte que el chiño le eñtrega al rubio uñ puñal eñsañgreñtado, recuerda que era uñ puñal iñito y largo, como uña daga. Él rubio eñvuelve el arma eñ uñ pañuelo. Dale, dale, dice Jim Shaw subieñdo al auto del lado del acompañañte. Él rubio busca uña rama y vuelve sobre sus pasos. Coñ la rama barre el suelo, borrañdo sus huellas. Abre la puerta trasera del auto, se sube y tambieé tambieé ñ borra las huellas que acaba de dejar dejar.. Él auto arrañca y desapareceñ. Maríéa La Laur uraa sa sale le de eñ eñtr tree lo loss ar arbu bust stos os.. Toda oda la si situ tuac acio ioéé ñ le pr prov ovoc ocaa curiosidad y tal vez cierta iñquietud. Rodea la casa y se mete por los foñdos. La veñtaña que da al patio tieñe los postigos eñtreabiertos, asíé que se asoma y ve a Añdrea Daññe teñdida eñ su cama, coñ las maños sobre el pecho, eñsañgreñtada ella y mañchas de sañgre eñ las saébañas y el piso. No hay luces eñceñdidas eñ la casa, embargo logra ver coñ detalle porque, repit es uña ñoche clara siñ a pesar de laella tormeñta. Éñlauñesceña momeñto, advierte que eñrepite, otrae,habitacioé ñ se 75

 

eñcieñde uña luz, eñtoñces sale corrieñdo, asustada, y ño para de correr hasta llegar lleg ar a su casa y meterse ñuev ñuevameñt ameñtee por la veñtaña veñtaña por doñde huyo huyoé varias varias horas añtes. Nuñca se lo coñtoé coñtoé a ñadie porque estaba aterrada. aterrada. Éñ realidad, síé lo coñtoé coñtoé hace poco a uños amigos policíéas as que le acoñsejaroñ que se preseñtara a dar te test stim imoñ oñio io,, auñq auñque ue ta tamp mpoc ocoo se añim añimooé. Ad Admi mite te habe haberr teñi teñido do uñ uñaa rela relaci ciooéñ señtimeñtal coñ Jim Shaw, uñ par de años atraés. Añte la sorpresa del juez, coémo pudo teñer uña relacioéñ coñ alguieñ a quieñ sospecha asesiño, Maríé a Laura se justiica dicieñdo que es madre soltera y que Jim le daba plata, que otras veces, añtes, añt es, tambie tambieéé ñ salioé salioé coñ hombre hombress a cambio de diñero, que otra ño le queda. Éñ alguéñ momeñto de esta relacioéñ, que duroé poco, le dijo a Jim que por ahíé se decíé a que eél habíéa matado a la chica Daññe. Se lo dijo para probarlo, para ver coémo reaccioñaba. Seguéñ ella, el chiño se sorpreñdioé y le dijo que eso les pasa a los que hablañ demasiado. Maríéa Laura, imperturbable, le respoñdio respoñdioéé que uño, añdañdo, se eñter eñteraa de cosas. cosas. Y Jim Shaw te termi rmiño ñoéé la coñve coñversa rsacio cioéé ñ dic dicieñ ieñdo do que uño es esclavo de las palabras que dice y dueño de las que calla, que queé iba a saber ella quieéé ñ la matoé quie matoé a la Daññe. Él caso se reabrioé reabrioé luego de la declaracioé declaracioé ñ de esta muchacha. Jim Shaw fue citado, iñterrogado, iñvestigado y sobreseíédo. do. Él crimeñ que, eñ 1986, ño habíéa tr trasc asceñd eñdido ido la pr preñs eñsaa local, local, llamo llamoéé la ateñcioéé ñ de diarios de circulacioé ateñcio circulacioé ñ ñacioñal como Crónica y Clarín. Coñ su estilo caracteríé caracteríéstico, stico, Crónica titula: Cae uñ chiño a ñueve años de uñ asesiñato. Y cuañdo Shaw queda eñ libertad: Chiño fue víé cctima tima de uña joveñ despechada. Éñriqu Éñr iquee Sdrech Sdrech,, fa famos mosoo period periodist istaa de polici policiale ales, s, via viajo joéé a Éñtre Éñtre Ríéooss y escribioé uña ñota de paé escribioé paé giña completa eñ la edicioé edicioé ñ documeñtal del diario Clarín. Éñ esa ñota, Sdrech desliza que el moévil del asesiñato seríé a que Jim Shaw distribuíéa drogas eñ la zoña y que Añdrea, al tañto de la situacioéñ, lo habríé a ameñazado coñ deñuñciarlo. Dice tambieéñ que el comerciañte chiño teñíéa fama de hombre violeñto, que los veciños comeñtabañ que uña vez, eñojado coñ su hija de catorce años, la habíéa arrojado por la veñtaña de su dormitorio, desde el primer piso. Se reavivoé la memoria. Siñiñveñtada embargo, la historia de Maríé a Laura Voeffray ño era maésoé s que eso: uña historia por uña chica fabuladora y meñtirosa que lo iñteñtaba 76

76

 

salvar el pellejo. Maríéa Luisa lo queríéa mucho a este hermaño, me dice la Señora. Élla estaé coñteñta de que eéeé l sea su vocero. vocero. Éstaé Éstaé coñteñta del lugar que eéeé l coñsiguioé coñsiguioé luego de su asesiñato. Te digo maés, ella ño quiere que se resuelva. Si alguéñ díéa se resolviera, eél ya ño teñdríéa ñada maés para decir. Los hermaños, eñ estos tres casos, tieñeñ uñ papel fuñdameñtal. Yogui Quevedo es el portavoz de su hermañita asesiñada, se ha coñvertido eñ uña igura puéblica tras la muerte de Maríéa Luisa y se lo coñsulta cada vez que ocurre uñ caso parecido eñ la proviñcia del Chaco. Mirta Muñdíéñ fue la coñideñte de Sarita, Sarit a, su proteg protegida, ida, la que termiño termiñoé de criar al hijo de la hermaña hermaña despare desparecida. cida. Élla preiere ño hablar eñ puéblico, ño expoñer su dolor que es soélo de ella, uñ acto íéñtimo ñtimo que deieñde coñ uñas y dieñtes. Y Fabiaña, la hermaña de Añdrea Daññe, ahora preiere callar. Éñ aquella ñota que escribe escribe Éñrique Sdrech Sdrech para el diario diario Clarín, el 10 de se sept ptie iemb mbre re ladehermaña. 19 1995 95,, ha hay uñ re recu cuad adro ro espe especi cial al para para Fab abia iaña ña.. Se ti titu tula la:: La promesa de Y ydice: Cuañdo hace ñueve años fue asesiñada Maríéa Añdrea Daññe, las versioñes maés eñcoñtradas circularoñ por Sañ Joseé. Muchos vieroñ detraés del crimeñ la maño ñegra de alguña secta, de la droga, de la prostitucioéñ, y las sospechas salpicaroñ hasta al propio padre de la víéctima, ctima, Éymar Pablo Daññe. Durañtee mucho tiempo se comeñto Durañt comeñtoéé como “extr “extrañ añ a” la actitud actitud de Marí Maríééa Fabiaña, hermaña de Maríéa Añdrea, que a las pocas horas del crimeñ lavo lavoéé el piso y las ropas coñ mañchas de sañgre. “Lo que la geñte igñora es que fui autorizada a hacer ese lavado por el policíéa que estaba de coñsigña eñ mi casa. Yo siempre soñ eé coñ estudi soñ estudiar ar Derech Derecho, o, re recib cibirm irmee de aboga abogada da y dedica dedicarme rme a revis revisar ar el expedieñte del asesiñato de mi hermaña. Ya Ya me recibíé y coñozco el expedieñt expedieñtee de memoria memor ia y ño descañsare descañsareéé hasta que el caso se esclarezc esclarezca” a”,, dijo a Clarín  Maríéa Fabiaña, Fabia ña, que acaba de cumplir veiñtiseé veiñtiseé is is añ añ os. Fabiaña ñuñca accedioé Fabiaña accedioé a darme uña eñtrevista. Apeñas a respoñderme uñ breve cuestioñario por e-mail, hace uños tres años, cuañdo recieéñ empezaba coñ el trabajo de campo. Luego de ese, todos mis correos y mis llamados a su estudio de abogada quedaroñ siñ respuesta. Ésto fue lo que me dijo eñtoñces: Nuestra relacioéñ coñ Añdrea era muy bueña, eéramos bastañte coñideñtes, auñque desde ella erdo añdaba de ñovia ya ño compartíé amos amos las salidas ñi todas las amistad amistades. es. que No recu recuerdo mucho lo que pasoé paso é el díéa de su muerte, lo recordeé

77

 

iñteñsameñte durañte muchos años, miñuto a miñuto, pero ñuñca eñcoñtreé ñada fuera de lo comuéñ. Auñque yo estaba orgañizañdo el baile de promocioéñ y segurameñte habreé estado ocupada todo el díéa, a, quizaé si hubiese habido algo raro tampoco lo hubiera ñotado. Pero ño me imagiño que ella hubiese teñido uñ problema y ño me lo hubiese dicho. No se lo hubiese coñiado a mis padres, seguro, porque erañ estrictos y cerrados. Nuñca ños pegaroñ, pero uña mirada o uñ simple ño, erañ suicieñtes. No queríéaañ ñ que tuvieésemos ñovio. A Añdrea esto ño le importaba, pero yo ñuñca me atrevíé a preseñtarles a ñiñguño. Supe lo que habíéa pasado porque viño mi hermaño de doce coñ uñ veciño a buscarme a uñ baile doñde yo estaba, a dos cuadras de mi casa. Añdrea tuvo uñ accideñte, me dijeroñ. Llovíéa y corrimos los tres hasta mi casa. Yo todo el tiempo peñsaba que habíéa teñido uñ accideñte eñ moto, coñ el ñovio, estaba muy asustada. Preseñtíé que era grave, grave, pero pero ñuñca imagi imagiñe ñeéé lo que siguio siguioéé . Cuañdo Cuañdo lleg llegue ueéé , mi mama mamaéé me to tomo moéé por por los hombros hombros y me dij dijoo que Añdrea Añdrea est estaba aba muert muerta. a. No recue recuerd rdoo las palabras textuales, pero síé su  su cara de desesperacioé desesperacioé ñ. No puedo seguir recordañdo porque por que me destr destroza oza lo que pasoé pasoé esa ñoche ñoche,, auñ a la dis distañ tañcia cia.. Éñ uñ pri primer mer mome omeñto ñto peñse ñseé que que pod odrí ríééa haberla matado el ñovio, porque era extremadameñte celoso, por eso quise ser yo quieñ fuera a buscarlo e iñcluso lo culpeéé . Pero cuañdo vi su reaccio culpe reaccioéé ñ freñte al cuerpo, dudeé de que podríéa haber sido eél. Nuñca maés tuvimos coñtacto coñ eél ñi coñ su familia. Hace uños años ños saludamos, pero ño hablamos de ñada coñ refereñcia refereñcia al tema. Mi vida despueés de la muerte de mi hermaña ñuñca maés fue igual. Mis padres quedaroñ destruidos: mi mamaé mamaé deprimida y mi papa papaéé muy eñtregado. eñtregado. Mi hermaño, coñ doce años, a cargo de los dos porque yo eñseguida me fui a estudiar a Bueños Aires. Creo que soélo dos veces maés dormíé eñ esa casa y de la maño de mi mamaé. Despueés ñuñca maés. Cuañdo iba de visita los iñes de semaña seguíéa de largo hasta la mañaña siguieñte o dormíéa eñ casa de amigas del barrio. Creo que lo míéo fue uña mañera de escapar.  

78

 

 11

 

De chica me eñcañtaba ir al cemeñterio. Las tardes soleadas, los domiñgos de iñvierño, coñ bolsas de crisañtemos o dalias, lores que plañtaba la abuela eñ su jardíéñ coñ el solo objeto de adorñar las tumbas de ñuestros muertos. Tambieéñ los domiñgos de veraño, pero a la mañaña tempraño, añtes de que el sol picara sobre ñuestras cabezas, a esa hora eñ que los cipreses que crecíéaañ ñ eñ el camiño priñcipal priñ cipal toda todavíé víéa desped despedíéíéaañ ñ uñ ol oloor fr freesco sco y los ñic ñichos hos y los pa pañt ñteo eoñ ñes pr proy oyect ectaba abañ ñ su som sombr braa sob sobre re las tumbas tumbas eñ tierr tierra. a. Lleva Llevaba ba otras otras lore loress de estacioéñ eñ las bolsas y siempre claveles y claveliñas que durañ maés, que ño se dejañ veñcer tañ faécilmeñte, tañ doécilmeñte por el calor. Y hojas de helecho serrucho, que tambieé tambieé ñ aguañtañ. Sobre todo dos tumbas me causabañ fasciñacioéñ y españto, uñ señtimieñto romaéñtico, oscuro, que uña ñeña de siete u ocho años ño podíéa explicarse. Érañ dos tumbas, eñ ñichos eñfreñtados, que se mirabañ. Éñ uña, uña muchacha muy joveñ que habíéa muerto de uña eñfermedad. Éñ la de eñfreñte, uñ muchacho apeñas mayor que ella, muerto eñ uñ accideñte. La foto de ella era uña foto de estudio, de esas que eñ la deécada del cuareñta o del ciñcueñta se hacíé aañ ñ las mujeres alguña vez eñ su vida, añtes de la de casamieñto. La de eél, de libreta de eñrolamieñto, serio y coñ el cabello muy corto pues segurameñte coiñcidíé a coñ su eéeé poca poca de coñscripto. No seé si me lo coñtaroñ o me lo iñveñteé, pero recuerdo que me gustaba verlos porque añtes de morir ellos dos habíéaañ ñ sido ñovios. La muerte se la llevoé llevoé a ella primero. Y poco despueés viño por eél. Asíé decíéaañ ñ las fechas eñ las plaquitas de broñce. Creo que tambieéñ de los epitaios habreé sacado lo de la eñfermedad y lo del accideñte. Nuñca me iba del cemeñterio siñ pasar a verlos. Me paraba eñ el medio, pero alejada uños cuañtos pasos, de mañera que mi ubicacioéñ me daba uña perspectiva eñ la que parecíéa que las dos fotos se estabañ mirañdo. Y señtíéa que ño habíéa amor maés grañde que el de esos dos que hacíéa rato ño seríéañ añ maés que polvo eñamorado. Creo que mi relacioéñ coñ la muerte era mucho maés ñatural eñ la iñfañcia. Quizaé porquemellizo, ños habíéhabíé añ añ dicho que eñ el padre de mi primo, ademaé s era como mi hermaño a muerto uñ accideñte añtes que de que ñacieé ramos. O

79

 

porque muchos de ñuestros perros y gatos habíé añ añ muerto prematurameñte, cruzañ cru zañdo do la rut ruta, a, atrope atropella llados dos por uñ cam camio ioéé ñ. O porque porque así asíéé tam tambie bieéé ñ hab habíéíéa muerto el hijito de uñ veciño; y uña chica que iba a mi escuela; y otro veciño, uñ muchacho, el Buey Martíéñ ñ,, eñ su moto, a la salida de uñ baile. Éñtoñces la muerte ño era soélo cosa de viejos o de eñfermos. Éscuchaba decir que tal habíé a muerto eñ la lor de la vida y me parecíéa uña imageñ hermosa. Despueés mi percepcioéñ cambioé. No seé eñ queé momeñto ñi a cueñto de queé, empeceé a teñer miedo. Dejeé de ir al cemeñterio porque a la ñoche soñaba que ellos veñíéañ añ a buscarme. De alg algué ñ mo modo do,, mi miss eñc ñcue ueñ ñtr tros os coñ coñ la Se Señ ñora ora camb cambia iarroñ esos sos señtimieñtos. Las tardes que pasamos juñtas fueroñ parecidas a esas tardes de excursiooéñ al cemeñterio. Uña especie de recoñciliacio excursi recoñciliacioéé ñ. Uñ remisero aceptoé aceptoé traerme traerme,, de poca gaña, hasta las afueras de Sa Saéé eñz eñz Peñ Peñ a. És mediodíéa y el sol se parte sobre ñosotros como uñ queso maduro. Él tipo tieñe maé s gañas de motitos estar ya que eñ su casa que atravesañdo la ciudad, el escuadroé ñ de zumba ocupañdo las calles de ladoesquivañdo a lado. Éñ el trayecto trato de coñveñcerlo de que me espere uñ rato, que ño seraéñ maés que uños quiñce miñutos, pero se ñiega: ño, doñita, ya estoy fuera de servicio, si quiere despueés le mañdo uñ auto. Le digo que síé, auñque sospecho que ño va a mañdar a ñadie, que ñadie querraé querraé veñir a esta hora eñ que todos se vañ a dormir, dormir, eñ que la ciudad se muere hasta las ciñco. ¿Doéé ñde la dejo?, me dice cuañdo estamos llegañdo. ¿Do Por acaé acaé ñoma ñomaéé s. Freña casi eñ la iñterseccioéñ de las calles 51 y 28. Mieñtras me cobra, lo iñteñto de ñuevo. ¿Seguro ño puede esperarme uñ ratito? No, señora, ya le dije que estoy fuera de servicio. Ni teñdríé a que haberla arrimado hasta acaé acaé , mire lo que le digo. No te termi rmiño ño de cerra cerrarr la pue puerta rta que ya estaé estaé girañd girañdoo eñ u, leva levañta ñtañdo ñdo polvareda polv areda y desaparecieñdo a toda velocidad. A uñ costado se levañta uñ barrio de casitas del gobierño. Todas iguales, todas piñtadas de blañco, eñceguecedoras bajo el relejo del sol. Todas coñ el mismo depoé depoé sito de agua eñ el techo.

80

 

Al otro otro cost costad ado, o, uñ ba basur sural al.. Uñ te temb mbla lade dera rall az azul ul y verde erde de mosc moscas as.. Alguños perros, cada tañto, husmeañdo las pilas de desechos. Él olor es iñmuñdo. Las otras dos mañzañas estaé estaé ñ baldíéaas, s, cubiertas de yuyos. ¿Éñ cuaé cuaé l de estos cuatro terreños habraé habraé ñ arrojado el cuerpo de Maríéa Luisa Quevedo? Miro a todos lados medio desorieñtada. No añda ñadie. Éñ alguños lugares, la hora del mediodíéa me da maés miedo que la pura ñoche. Por hacer algo, saco uñas fotos coñ uña camarita que traigo eñ la mochila. No seé seé para que queéé , el paisaje es horrib hor rible le y des desola olado. do. Me dig digoo que para recor recordar darlo lo ma maéé s tarde, tarde, auñque auñque se seéé que ñuñca voy a bajar las fotos, que probablemeñte las borre o se pierdañ. Éstoy eñ eso cuañdo escucho uña voz a mi espalda. Dele, saéquele, saéquele, que el goberñador se eñtere de la mugre eñ la que ños tieñe vivieñdo. Uña mujer estaé llegañdo a su casa, justo la de la esquiña, y trae su bicicleta de tiro. Parece que me coñfuñdioé coñfuñdioé coñ uña periodista. Me acerco y la saludo. És É s uña mujer joveñ, delgada y eñe eñeéé rgica. rgica. ¿Éstaéé sacañdo fotos para el diario? ¿Ésta No. Pero tal vez me puede ayudar. Éstoy buscañdo el sitio doñde tiraroñ el cuerpo de uña chica, hace uños cuañtos años, ño seé si acuerda. ¿Fue acaé, eñ el basural? ¿La Maira Teévez? Síé, síé, ahíé  mismo, mismo, eñ ese basural la tirar tiraroñ. oñ. Él asesiñato de Maira Teévez es maés recieñte, auñque tambieéñ los diarios lo relacioñaroñ eñseguida coñ el de Maríéa Luisa Quevedo. Maira era uña estudiañte del profesorado de iñgleés, de veiñtiuéñ años. Éñ 2010, su ñovio Heéctor Poñce, la matooé de uñ disparo mat disparo eñ la cabeza y luego luego seccioño seccioñoéé el cuerpo eñ var varias ias partes, partes, sembradas eñ distiñtos lugares: los brazos y las pierñas eñ la caémara seéptica del departameñto que ocupaba la chica; la cabeza, que habríé a sido arrojada eñ uñ descampado y llevada por uños perros hasta el patio de la veciña que hizo la deñuñcia; el torso, eñcoñtrado eñ este basural. No, le preguñto por otra chica: Maríéa Luisa Quevedo. ¿Tambieéñ arrojaroñ su cuerpo acaé?

81

 

Ah, ño. A la Quevedo Quevedo la dejaroñ por allaé allaé . Me señ señ ala uño de los yuyales. Mi marido la eñcoñtroé eñcoñtroé … ¿Su marido eñcoñtro eñcoñtroéé el cuerpo? Síé, mi suegra siempre se acuerda de esa historia. ¿Y eéeé l estaraé estaraé eñ casa? Me gustaríéa hablar coñ eéeé l.l. Síé, estaé. A ver, espeérese uñ ratito que le preguñto. ¿És para el diario? No, estoy escribieñdo uñ libro… La mujer asieñte y se mete por uña puerta a lo que parece uñ patio de cemeñto. Sale eñseguida y me iñvita a pasar. estaé mueve estaé eñ peñumbras, de pieLa quecasa apeñas el aire. coñ todos los postigos cerrados y uñ veñtilador Coñ esto de las moscas hay que teñer todo cerrado, me dice. Cuañdo mis ojos se acostumbrañ, distiñgo al hombre señtado a la mesa, coñ uña ñeñita sobre la falda, a la que le estaé dañdo de comer. Nos saludamos y le cueñto por que queéé estoy allíé. No quiero problemas, me dice. Si preiere ño uso su ñombre. Mejor. La mujer estaé a su lado, de pie. Dale, coñtale, lo apura. Coñ uñ amigo veñíéamos amos siempre acaé acaé eñfreñte. eñfreñte. Cuañdo llovíéa se lleñaba la represa y siempre habíéa pesca. Como era playito se pescaba coñ garrote ñomaés. Coñ uñ palo ¿eñtieñde? Y bueño, caíém mos os esa mañaña y la vimos a la Quevedo abajo de uñ aérbol que habíéa eñ la orilla. Éramos chicos. Nos pegamos uñ susto baérbaro y salimos corrieñdo a buscar a uñ mayor.

82

 

Se queda callado y sigue cargañdo la cuchara de papilla y buscaéñdole la boca a la ñeñita que me mira coñ los ojos grañdes. Y coñtale lo que siempre cueñta tu mamaé mamaé , dice la mujer a la que parece que el relato de su marido le resulta escaso. Despueéés ños tu Despue tuvie viero roñ ñ a mal maltr traer aer,, yeñdo yeñdo y vi viñie ñieñdo ñdo al juzga juzgado, do, met metaa preguñtas. Por eso le decíéa que ño quiero problemas. Y Yaa bastañte pasamos eñ esa eépoca. Cuañdo salgo, la mujer va atraé atraé s míéo y asoma la cabeza por la puerta. A ver si puede hacer algo coñ el asuñto de las moscas, me pide: ñi tomar mate afuera se puede del mosqueríéo que hay. A ver si eñ el diario puedeñ deñuñciar, eh. Y cierra raé raé pido pido para que ño se cuele el eñjambre. eñjambre. Camiño despacio Camiño despacio hasta el baldíé baldío. éo. Los yuyos debeñ llegarme a las rodillas, asíé que me quedo eñ la calle, por miedo a las víé b boras. oras. No quedañ rastros de la represi rep resita, ta, el lecho acua acuaéé ttico ico que acuñoé acuñoé a Maríé Maríaé Luisa añtes de ir a parar a la mesada de la morgue y de allíé al cemeñterio muñicipal. Pieñso eñ el hombre coñ el que acabo de hablar. Pieñso eñ las iroñíé as as del destiño. Él barrio doñde vive parece bastañte ñuevo, ño ha de teñer maés de diez años. Ésas casas se adjudicañ por sorteo. Veñir a tocarle uña justo eñfreñte del lugarr doñde habr luga habraaé teñido teñido la visio visioéñ maé maé s españ españtosa tosa de su vida: vida: la adolesceñt adolesceñtee hiñchada, coñ el rostro y uñ ojo comidos por los paé paé jjaros. aros. Ésos huesos que reposañ eñ uñ ñicho juñto a los del muchachito que murio murioéé joveñ, de uñ ataque al corazoéñ, y a la beba que recieéñ empezaba a vivir, ño soñ los restos de Sarita Muñdíéñ. ñ. ¿Doé ¿Doé ñde esta estaéé s, s, Sarita? ¿Quieé ¿Quieé ñ es la otra chica muerta? Uñ cartel eñ la eñtrada del cemeñterio de Sañ Joseé dice que los domiñgos cierrañ a las 18 horas. Faltañ quiñce miñutos. Éñtro y empiezo a buscar al eñcargado para preguñtarle preguñtarle do doéé ñde estaé estaé la tumba de Añdrea. Él tipo ño esta estaéé por ñiñguéñ lado, asíé que empiezo a buscar sola. Me decido por ir directameñte a los ñichos. Voy a los del foñdo, pero las fechas soñ muy añteriores. Me voy a uño de los costados, soñ maés recieñtes. Miro raépido, arriba, abajo. Nada. ¿Doéñde se metioé el tipo? No voy a llegar. Voy a teñer que irme siñ visitarla. Éscucho uñas risas, apagadas por las paredes de los pañteoñes. Voy eñ esa direccioéñ. Soñ dos chicas adolesceñtes que vieñeñ camiñañdo hacia la salida. Se

83

 

ríéeeñ, ñ, vaya a saber de queé. Las iñtercepto. Éstoy buscañdo uñ ñicho. Capaz que oyeroñ hablar de Añdrea Daññe, uña chica… Síé, la que mataroñ eñ la casa. Ajaé. Me parece que estaé por allaé, me dice uña. Cuañdo era chica veñíé a siempre, pero ahora hace mucho que ño voy. Creo que era por allaé. Camiño raépido hacia doñde me iñdicañ. Leo ñombres, arriba, abajo, fechas, veo fotos. Hasta que, por iñ, Añdrea. Él freñte del ñicho es de maérmol color teé coñ leche. Ademaé Ademaé s de la placa que le dedico dedicoéé su ñovio, hay otra de su familia y otra de los compañeros de la Promocioéñ 85. Uña cruz señcilla y uña foto eñ la que ella soñríéee,, tieñe el cabello suelto, rubio, largo, coñ oñdas y uñas treñcitas de colores. Éñ dos loreros, margaritas moradas, rosas ñarañjas y uñas varitas de fresias blañcas. Soñ las mismas lores que adorñañ, uña ila ma maéé s abajo, el ñicho de su padre —siñ freñte de maérmol, el cemeñto pelado y el ñombre escrito coñ tiza—, y el de su madre, tambieéñ siñ termiñar y coñ uñ letrero pegado, hecho eñ computadora, que dice su ñombre y la fecha de su muerte. Salgo a las seis eñ puñto. Apeñas atravieso el portoéñ de la eñtrada, escucho uños ruidos tras de míé. Debe ser el eñcargado, pieñso, pero ño me doy vuelta para comprobarlo. Diceñ que cuañdo uño se va del cemeñterio, por ñiñguña razoéñ debe mirar para atraés.  

84

 

 Épíélogo logo

 

Hace uñ mes que comeñzo comeñzoéé el añ añ o. Al meños diez mujeres fueroñ asesiñadas por ser mujeres. Digo al meños porque estos soñ los ñombres que salieroñ eñ los diarios, las que fueroñ ñoticia. Mariela Bustos asesiñada de 22 puñaladas eñ Las Caleras, Coérdoba. Mariña Soledad Da Silva,dea uñ golpes y arrojada a uñ pozo, eñ Nemesio Parma, Misioñes. Zulma Brochero, puñtazo eñ la freñte, y Arñulfa Ríéos, os, de uñ disparo, ambas eñ Ríéo Seguñdo, Coérdoba. Paola Tomeé, estrañgulada, eñ Juñíéñ, ñ, Bueños Aires. Priscila Lafueñte, a golpes, medio quemada eñ uña parrilla y luego arrojada a uñ arroyo, eñ Berazategui. Caroliña Arcos, de uñ golpe eñ la cabeza, eñ uña obra eñ coñstruccioéñ, eñ Rafaela, Sañta Fe. Nañci Moliña, apuñalada, eñ Presideñcia de la Plaza, Pla za, Chaco. Chaco. Luciañ Luciañaa Ro Rodrí dríéégguez uez,, a go golp lpes es,, eñ Me Meñd ñdoz ozaa capi capita tal.l. Qu Quer erli liñd ñdaa Vaésquez, estrañgulada, eñ Las Heras, Sañta Cruz. Éstamos eñ veraño y hace calor, casi como aquella mañaña del 16 de ñovie ño viembr mbree de 198 1986 6 cua cuañdo ñdo,, eñ cie ciert rtoo modo, modo, emp empezo ezoéé a escrib escribirs irsee est estee lib libro ro,, cuañdo la chica muerta se cruzoé cruzoé eñ mi camiño. camiño. Ahora teñgo cuareñta cuareñta añ añ os y, a difereñcia de ella y de las miles de mujeres asesiñadas eñ ñuestro paíé s desde eñtoñces, sigo viva. Soé Soé lo uña cuestioé cuestioé ñ de suerte. Ayer me despedíé de la Señora. Él mazo de tarot estaba, como siempre, sobre sob re el pañ pañ o ve verde rde,, pe pero ro ño lo desarm desarmamo amos, s, ño gir gireeé las car cartas tas coñ la maño maño derecha, ño hice preguñtas. Me dijo que ya es hora de soltar, que ño es bueño añdar mucho tiempo vagañdo de uñ lado al otro, de la vida a la muerte. Que las chicas debeñ volver volver allíé adoñde perteñeceñ ahora. Me lo dijo tomaéñdome la maño por eñcima de la mesita que ños separaba. Apre Ap reta taéé ñ ñdom domel ela, a, ca cada da uña uña se señt ñtad adaa eñ el si siti tioo que que ocup ocupam amos os eñ to todo doss los los eñcueñtros. Yopoco, tambieé tambie aprete apreteéé suma maño y eñtoñces empezoé soltarme Me agarreé uñYo agarreé uñé ñmomeñto maé é s, todavíé a podíéaempezo señtir aé alas chicas adespacito. trave traveés de

85

 

ella. Me miroé. O ellas me miraroñ y compreñdíé y tambieéñ empeceé a soltar. Tress velas blañcas. Mi adioé Tre adioé s a las chicas. Uña vela blañca para Añdrea. Uña vela blañca para Maríéa Luisa. Uña vela blañca para Sarita y si Sarita estaé estaé viva, viva, ojala ojalaéé que síé, eñtoñces esta vela es para esa chic ch icaa si siñ ñ ñomb ñombre re que que apar aparec ecio ioéé hace hace ma maéé s de veiñt eiñtee añ añ os a oril orilla lass del del rí ríééo Tcalamochita. Uñ mismo deseo para todas: que descañseñ. Él veraño añterior añterior al asesiñato de Añdrea lo paseé paseé eñ el campo, eñ la casa de mis abuelos. Éra el uéltimo veraño que pasaríéa allíé, coñ mi tíéa Liliaña que estaba por casarse y mudarse al pueblo, a su ñueva casa. Uña siesta íébamos bamos para lo de la Teya, uña veciña y coñideñte suya, uña mujer coñ hijos ya grañdes. Habíé a uños ciñco kiloémetros de distañcia eñtre la grañja de la Teya y la del abuelo. Ése año yo habíéa pegad egadoo uñ es esttiro iroéñ y est staaba tañ alt ltaa como como la tíéaa,, que que era era peti petisa sa.. Camiñaébamos despacio auñque el sol pelaba. Ibamos del brazo. Sabíé a que mi tíéa ño seríéa la misma cuañdo se casara, que esta iñtimidad que compartíéamos desde que yo eratampoco chiquitaseríé y aque se habíéÉñ a hecho maéella s estrecha a medida que iba crecieñdo, la misma. adelañte, viviríéa coñ uñ hombre, su esposo esp oso.. Nuñca Nuñca maé maé s dor dormir miríéíéamos amos ju juñt ñtas as ñi po podr dríéíéamos amos quedar quedarños ños hab hablañ lañdo do pavadas pav adas hasta cualquier hora. Ése paseo era especial. No se lo dije porque ño queríéa que ños pusieéramos tristes. Pero creo que a ella le pasaba pasaba algo parecido. parecido. Éñtoñce Éñtoñcess me coñto coñtoéé uña histori historiaa que yo siemp siempre re habíéa oíéd doo fragmeñtada, como escuchañ los ñiños coñversacioñes que ño debeñ. No seé seé si me la coñto coñtoéé por pura casualidad casualidad o por porque que para ella tambie tambieéé ñ ese paseo porr el ca po camp mpoo te teñí ñíéaé el sabor del ué l timo y queríéa coñtarme algo que fuera importañte para ella. Uños años atraés añdaba sola por ese mismo camiño de tierra. Tambieéñ iba para lo de la Teya, a la hora de la siesta, a escuchar la radio debajo de los aérboles, tomar mate y coñtarse chismes. A mitad del trayecto, trayecto, de eñtre los sembrados que crecíéañ añ a los costados de la callecita callecita de tierra, tierra, se le apar aparecio ecioéé el Ta Tatu tuéé , uñ primo cuareñtoéé ñ que hacíéa tiempo se la veñíéa comieñdo coñ los ojos. Él Tatu cuareñto atuéé era soltero y ñuñca se le habíéa coñocido uña ñovia ñi habíéa ido a uñ baile. Queé haceés, chamboéñ, me asustaste, le dijo la tíé a amagañdo seguir su ruta. Peroo eé l ño le coñtesto Per coñtestoéé ñada y le mañoteo mañoteoéé uñ brazo, brazo, se lo agarro agarroéé tañ fuerte que parecíéa que se lo iba a arrañcar de cuajo. La tíé a empezoé empezoé a tiroñear para soltarse y ahíé eéeé l le agarr agarrooé el otro brazo. brazo. Por uñ iñstañt iñstañtee lo tuvo tañ cerca que le siñtioé siñtioé el alieñto a viñoSe y alacigarrillo. Teñíéadeñtro a los ojos dos tizoñes eñceñdidos. Émpezoé a arrastrarla. queríéa llevar delcomo maizal.

86

 

Peñseé que si me metíéa eñ el maizal primero me iba a violar y despueés me iba a matar, me dijo coñ la voz temblorosa. Éstoy segura de que me mataba. Él Tatué era uñ hombre fuerte, pero tambieéñ estaba borracho y mareado por la caleñtura. La tíéa era uña muchacha meñuda. Nuñca ssee explico explicoéé de do doéé ñde saco sacoéé la fuerza ñecesaria zafarse de darle las maños toscas quelosehizo cerrabañ sobreeñtre sus brazos. Pero pudopara soltarse y hasta uñ empujo empujoé é ñ que trastabillar los cascotes de la cuñeta seca. Corrioé tañto que peñsoé que iba a reveñtar, como lo caballos. Nuñca tuve tañto miedo y ñuñca tuve tañto valor como esa vez, me dijo. Los ojos le brillabañ, pero tal vez era el sol que estaba tañ fuerte que dibujaba espejismos a lo lejos. Despueé s el abuelo le dio uña paliza al T Despueé Tatu atuéé y eeéé l ñuñca volvioé volvioé a acercarse a la tíéa y ojala ojalaéé que a ñiñguña otra muchacha. Seguimos camiñañdo, maés apretadas la uña coñtra la otra, los brazos pegajosos por el calor. Él vieñto ñorte frotaba eñtre síé las hojas aésperas de las plañtas de maíé zz,, cimbreaba las cañas maduras, sacaéñdoles uñ soñido ameñazador que, si aiñabas el oíédo, do, podíéa ser tambieé tambieé ñ la mué mué sica de uña pequeñ pequeñ a victoria. Bueños Aires, 30 de eñero de 2014

 

87

 

 Agradecimieñtos

A Silvia Promeslavsky, por ser mi baquiaña eñ la  zona indefinida. A los familiares y amigos de Añdrea, Maríéa Luisa y Sarita que prestaroñ su testimoñio para el libro. A la jueza Cristiña Calveyra, a los jueces Oscar Sudríéa y Mariaño Miño, y al iscal Rodolfo Liñeras. A Mary Amaya y a Moéñica Forñero de la Asociacioéñ Verdad Real, Justicia Para Todos. A los periodistas Maríéa Dora Flores, Gustavo Saldaña y Sergio Vaudagñotto. Al Foñdo Nacioñal de las Artes.  

88

 

 

89

 

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF