Alma de Cristo JUAN CARRASCAL

June 13, 2019 | Author: escatolico | Category: Christ (Title), Eucharist, Prayer, Sin, Love
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Meditación sobre la oración: Alma de Cristo. Por el P. Juan Carrascal S.J....

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1992. Mensajeros de la Vida. Demetrio del Campo • Guarnízo.

JUAN CARRASCAL, S. J.

 ALM  ALMA DE CRISTO

 Impr  Impriimí potest potest::

GREGORIUS SZ. CESPEDES, CESPEDES, S. I. Praep. Prov. Legjón

N ihii hii ob obsta stat:

Dr. FRANCISCUS PAJARES Censor

P O R T I C O

 El  E l « A nim ni m a Christi». Christi».  He a q u í una de las las oracio ora ciones nes de más má s fe f e c u n d a ins in s  piració  pira ción n y de unció un ción n más má s suave. suave .  Es jaculato jacu latoria ria de a m o r , súplica del alma desterra da, efusión filial de redimido.  Ella es un d ev evo o tísi tí sim m o colo co loqu quio io para pa ra la acción acció n de gracias de la Comunión.

Padre a la cabecera de su lecho, la dulce figura de Cristo risto.. Creyendo que venía a llevar ya su alm a lma a, el Santo Padre continuó: «Y mándame ir a Ti». Pero  Jesú  Jesúss no venía venía a eso eso sino a conso consolarl larlee y a curar curarle. le. A l día siguiente, cuando en la prensa del mundo se te mía tener que dar la noticia de la muerte del Papa, se anunció su franca franc a mejoría. ( La prensa dio cuenta cu enta de este hecho el 21 y 22 de noviembre de 1955).

***

 No falta algu alguna na que otra otra paráfrasis paráfrasis del «Anim «A nima a

Casi cada frase es un hilo conductor que guía tu alma a adentrarse más. Tamb Ta mbién ién los predicador predic adores es encontrarán, diseminados, sugerentes temas de fácil desarrollo. Con ser comentario, notarás que aún te deja mu cho margen para el coloquio personal e íntimo con Cristo.  La  L a dens de nsida idad d de ideas y de afectos afec tos hace que qu e este este comentario no sea para leído, sino para saboreado en pequeñas dosis, seguro de que tanto más sabroso lo hallarás cuanto más trates de hacerlo vivencia  pers  pe rson onal al p o r la m edit ed itac ació ión n. Su lectura seguida te cansar cansaría ía pronto pro nto Para Para facilitar su meditación medita ción lo he

ALMA DE CRISTO

Alma de Cristo - santifícame. Cuerpo de Cristo - sálvame. Sangre de Cristo - embriágame. Agua del costado de Cristo - lávame. Pasión de Cristo - confórtame.

1 .-Alma

de Cristo, santifícame.

1 1. Alma santa, alma pura, alma noble de Cristo,

Alma de Cristo* que unida personalmente al Ver  bo desde tu prim pr imer er instant instante» e» estuviste sumer sum ergid gidaa en la visión beática, santifica esta mi alma desterrada. 2. 2. Alma de Cristo, triste por mí con tristezas de muerte en el huerto, santifica mis tristezas. Alma de Cristo, desamparada de tu Padre en la Cruz, por mí, santifica mis desamparos. Alma de Cristo, separada de tu cuerpo santísimo en la muerte, por mí, santifica mis separaciones y la última de todas ellas, mi muerte.

4. 4, Alma de Cristo, santifícame con tu gracia para que viva de ella  y sepa comunicarla a otras almas.

Santifica mi fe   para que sea viva, práctica. mi esperanza  para que sea firme. mi amor   para que sea puro, sacrificado. Alma de Cristo, Redentor mío, a quien recibo en mi Eucaristía, vete obrando en mi alma tu deseo y mi gran anhelo, tu obra de transformación en Tí, santifícame.

Cuerpo de Cristo, engendrado de la purísima Virgen María, sálvame a mí que tengo también por madre  a la Virgen. Cuerpo el más inocente y el más triturado por el dolor, sálvame. Cuerpo de Cristo, alimentado por la Santísima Virgen para víctima de nuestra redención, sálvame. Cuerpo delicadísimo de Cristo, que tuviste por cuna un pesebre y por lecho de muerte una cruz, 7. 3 .

«Que no quiero más luz que sus destellos,  Ni más má s vida vi da,, más má s d ich ic h a , m ás a m ores or es.. Que los que, con mirarme, me dan ellos». Ojos de Cristo, miradme como mirasteis a Pedro,  pa  p a ra hace ha cerl rlee llo ll o rar ra r su p eca ec a do. do . Como mirasteis a Juan, para darle por madre a la Virgen. Ojos purísimos de Cristo, curad mis inmodestias. Ojos de Cristo, enseñadme a mirar al mundo

Labios de Cristo, secos de tanto desamor mío, que no sea yo más ingrato a vuestro amor. Labios de Cristo, abiertos para bendecirme.  para  pa ra alen al enta tarm rme, e,  para  pa ra perd pe rdon onar arm m e,  para  pa ra ense en seña ñarm rme, e, enseñadme palabras: de edificación al prójimo, de resignación en la prueba, de consuelo en la desgracia ajena, de alabanza a Dios en todo.

Manos de Cristo, clavadas en la cruz para interce der siempre por mí, salvadme. 12. 8. Pies  sagrados de mi Redentor, cansados de  busc  bu scar arm m e, tra tr a e d m e a buen bu en cam ca m ino in o y salv sa lvad adm m e.

Pies de Cristo, clavados en la cruz para pagar la ligereza y libertad de mis pasos pecaminosos, sal vadme. Cuerpo de Cristo, hecho víctima por mí, sálva me.

amor amor amor amor

desinteresado, sacrificado, delicado, siempre actual.

Enséñame a sentir  tu   tu amor, a vivir   de tu amor, a corresponder  a   a tu amor. Enséñame a reparar   tu amor  desconocido, olvidado, ofendido.

3 -Sangre -Sangre de Cristo, embri embriágame ágame.. inoce ntísima, a, derra de rram m ada ad a 14. 1. Sangre de Cristo inocentísim hasta la última gota en tu Pasión, hecha  prec  pr ecio io de mi rescate, embriágame. Sangre de Cristo, con la que nos dejaste rubrica do el Testamento de tu  pe  p e rdó rd ó n   para siempre, em  briá  br iága gam m e. Sangre de Cristo que clama,  con más fuerza que la de Abel, no venganza sino misericordia,   embriá

Sangre de Cristo, que haces germinar  pure  pu reza za en las Vírgenes, embriágame de tu santidad para «siempre ser tu azucena humilde y pura, conservando entre espinas mi blancura  por tu Madre a tu pecho tras tr aspla planta ntada da». ». Sangre fecunda del costado de Cristo, de donde  brotó una Iglesia Iglesia santa sa nta,, embri em briág ágam ame. e. Sangre de Cristo, oculta en el cáliz de mi misa, embriágame. 16.  3. Sangre de Cristo, que enciendes  el celo de tu

Agua que, como de escondida  fue  fu e n te , brotaste de tu corazón golpeado y herido con la lanza, lávame. Agua hecha vivo y perenne reflejo  de un amor que no muere, lávame. Agua representada todos los días en las gotas que el sacerdote echa en el cáliz de mi misa, lávame. 18.  2. Lávame de mi iniquidad, de mis innumera  bles peca pe cado doss y ofen of ensa sass y negli ne glige genc ncias ias c o n tra tr a Ti.

Lava la vestidura blanca que recibí en el bautis

Agua del Costado de Cristo, apaga  en mí la sed de las cosas de este mundo vano y corrompido. Agua del Costado de Cristo, sacia  mi sed de feli cidad para que no vaya a beber en las cisternas agrietadas y cenagosas del mundo. Agua del Costado de Cristo, extingue  en mí el fuego de la ira, el fuego de la envidia, el fuego de todo mal deseo. Agua del Costado de Cristo, que riegas el paraíso de tu Iglesia con los canales de los sacramentos, rie

5.-Pasión de Cristo, confórtame. do lorosís sísim ima, a, inocentísim inocen tísima, a, 21. 1. Pasión de Cristo doloro santísima, confórtame. Pasión de Cristo, obra de un exceso de amor  en Ti, y de un exceso de maldad en nosotros, confórta me. Pasión de Cristo, que hizo llorar   a los ángeles de  paz,  paz , a rr rraa n c a de mis ojo oj o s lágrim lág rimas as de com co m pasi pa sió ó n, de contrición, de amor.

Padecer penitentemente, como pecador,  pacien  pac ientem temente ente como cristi cri stian ano, o, amorosamente como redimido, corre dentor e hijo. Pasión de Cristo, confórtame contra los enemigos de tu gloria; contra los enemigos de tu Iglesia; con tra los enemigos de tu cruz. 23. 3. Pasión de Cristo, confórtame en los asaltos del enemigo, en las luchas de la vida, en mis dolores y en mi pasión.

Pasión de Cristo, confórtame.

ó.-Oh Buen Jesús, escúchame. 1. Oh buen bu en Jesús Jes ús,, sólo Tú  bueno, sólo Tú todo 24 . 1.  bu  b u e n o, sólo sól o T ú siempre bueno; pues, oh buen Jesús, escúchame. Oh buen Jesús, que hasta mi misma maldad vista  por  po r Ti la m e jora jo rass , escú es cúch cham ame. e. Oh Jesús, bueno con todos:  con los pecadores, con los enfermos, con los discípulos, con los pobres

En medio de las voces que resuenan en mi cora zón: Voces del  pasado  que me remuerde e inquieta, voces del  presente  presente  que me entristece y turba, voces del futu  fu turo ro   que me intimida y asusta,  pues, oh buen Jesús, en medio med io de esas voces, escú es cú  chame: 26. 3. Cuando mi corazón clame a Ti en la angustia; cuando mis labios te invoquen en la tentación;

tonces, oh buen Jesús, tu bondad, sola la bondad de tu divino Corazón, único apoyo en mis súplicas, te mueva a escucharme.

27. 4. Tú, que escuchaste al buen ladrón entre los insultos del populacho. Tú, que escuchaste a la mujer cananea entre el desaire de tus apóstoles. Tú, que escuchaste al ciego de Jericó entre el al  bo  b o roto ro to de la m u c h e d u m b r e p a ra a b r i r sus ojos oj os

28. SOLILOQUIO.-Jesús, los hombres somos co municativos; buscamos un corazón amigo que nos quiera escuchar. Necesitamos expansión. Expan sión en la alegría, expansión en el dolor, expansión sobre todo, en el amor.

Pero un egoísmo  frío, indiferente, Tú, Jesús, lo sabes, nos hace cerrar los oídos a las voces de los demás y nos hace sentir y ver que, a su vez, hay muy pocos que quieran escucharnos. Todos quere mos ser oídos, hablar, pero muy pocos escuchar. Tener un amigo que está siempre  dispuesto, no

Escuchar es además inclinar la voluntad a decir que sí. Por eso, apoyado en tu bondad, te digo una vez más, oh buen Jesús, escúchame. Tú sabes escuchar. Tú quieres escucharme pues ves que: tengo razón en mis quejas, porque sufro; tengo razón en mis súplicas, porque soy pobre; tengo razón en mis desahogos, porque soy hom  bre.  br e.

7.-Dentro de tus llogas, escóndeme. Den tro de tus llaga llagas, s, abiertas abiert as como puer pu erta tass 29. 1. Dentro  por las las que entre en tre al misterio de tu amor am or y predi p redileclección, escóndeme. Dentro de tus llagas, abiertas para herir   de amor mi corazón, escóndeme. D entro tro de las llagas llagas de tus manos, clavadas 30. 2. Den  para que no puedan pue dan castigarm casti garme, e, escón esc óndem deme. e. Dentro de las llagas de tus sagrados pies  pie s escónde

Dentro de tu Corazón, escóndeme. que quiero perderme en Ti; quiero abismarme en Ti; quiero vivir en Ti; morir en Ti... 32.  4. Escóndeme para que no me encuentre la ira de tu justicia.

Escóndeme para que no me encuentre mi enemi go y que me está siempre buscando.

34.  6. Escóndeme:

como se esconde el barro  en el horno, para que se ennoblezca; como se esconde la semilla  en la tierra, para que fructifique; como se esconde lo frágil  en sitio seguro, para que no se rompa; como se esconde una cosa preciosa, para que no se pierda.

Así quiero esconderme y vivir escondido en Ti, Jesús; en esas llagas que, como las paredes de un museo, están llenas de cuadros y de lecciones para mí; lección de sacrificio, lección de amor, lección de perdón. *** Pero no soy yo, Jesús, eres Tú quien me ha de esconder; para que sepas que ahí estoy, que soy tuyo, que has tomado como propia mi defensa y que eres Tú quien me has escondido para ser Tú mi

quiero abrazártelas, quiero besártelas, quiero ungírtelas, quiero curártelas; que allí a solas quiero vivir siempre escondido y siempre amado; perderme en Ti, Jesús y no encon trarme. «¿Será, Jesús, tan grande mi pecado, que pues Tú cabes en mi angosto pecho, no quepa yo en tu llaga del Costado?». Dentro de tus llagas, escóndeme.

De Ti, que eres mi sostén, mi esperanza  y mi pre  pr e m io , y sin quien todo pesa, todo cansa, nada llena. 37. 37.  2. No permitas que me aparte de Ti: de tu gracia,  por el pecado; de tu amistad , por la tibieza; de tu  fam  fa m ilia il iari rid d a d , por mis consentidas im  perf  pe rfec ecci cion ones es..

 No  N o p erm er m ita it a s q u e me a p a r te de T i, q u e e res re s  Maestr  Ma estro o  que enseña,

 No permitas perm itas que me apar ap arte te de Ti, en el h u e rto rt o , ni en el camino doloroso, ni en el Calvario, ni en la Cruz.  No permitas, permit as, porque por que si lo perm pe rmite itess me e n con co n tra tr a rá solo mi enemigo y me vencerá.  No lo permitas, perm itas, porque por que si lo perm pe rmite itess me sep se p a ra ra  ré para siempre. Pues, oh buen Jesús, Tú que tantas veces me atrajiste cuando estaba alejado y me buscaste y ha llaste cuando estaba perdido, no permitas que me

Si he caído, ha sido, ya lo sé y lo confieso, por mi culpa...; pero si no he caído más abajo ha sido  porq  po rque ue T ú , oh buen bu en Jesú Je sús, s, no lo has ha s p e rmit rm itid ido o, p o r que de mí soy la misma debilidad, inconstancia y miseria. Por eso yo, rico sólo con tu bondad y misericor dia, me acojo a ella y te pido que sigas conmigo en tu plan misericordioso de no permitir que me aparte de Ti. ***

dad, y te suplico con la mayor sinceridad de mi co razón, oh buen Jesús, que permitas venga sobre mí la humillación, el dolor, el olvido, la muerte... pero que no permitas, no permitas jamás que me aparte de Ti. *

*

*

Señor, yo sé que voluntariamente  me puedo ir alejando de Vos, no lo permitas. Sé que locamente, obstinadamente, puedo caer en el abismo del pecado... no lo permitas.

9 -Del maligno enemigo, defiéndeme 41. 1. Del enemigo que me busca, como león que ruge, para devorarme y perderme, defiéndeme, como la gallina defiende del gavilán sus polluelos  bajo  ba jo sus alas. ala s.

Del enemigo que tantas veces me engañó , que tantas me venció, defiéndeme. Del enemigo que me acecha  siempre, porque siempre tiene esperanza de perderme, defiéndeme,

en el recreo y descanso para que me entibie y disipe. Del maligno enemigo, todo él maligno  y engaña dor y homicida, defiéndeme. Del maligno enemigo que conoce  mis flaquezas y mi debilidad, defiéndeme. Del maligno enemigo que se me transfigura en ángel de luz, defiéndeme con la luz de tus inspira ciones, con la verdad de tu palabra.

10,-En la hora de mi muerte, llámame. 44.  1. Cuando mis  pie  p iess  terminen su carrera en este mundo, llámame.

Cuando mis manos  quieran estrechar tu crucifijo como para que me lleves a Ti, llámame. Cuando mis ojos  fijen en Ti su mirada lánguida y moribunda, llámame. Cuando mis labios, llamándote, pronuncien por última vez tu adorable nombre, Tú, oh buen Jesús,

Cuando abandonado a mi enfermedad, no pueda ya soportar el peso de mi flaqueza y baje lentamen te hasta la muerte, como navio que zozobra, que entonces me seas Tú el práctico a bordo y tu bon dad el áncora final de mi salvación. Cuando mi alma, abandonada de todos, dejando el cuerpo pálido, frío y sin vida, emprenda el viaje de la misteriosa y temible eternidad y se encuentre sola ante Ti, su Juez, entonces, oh buen Jesús, llá mame. 46. 3. En la hora de mi muerte:

47.  Llámame con voz de perdón y misericordia; con voz que trueque: en visión  mi fe, en  pose  po sesi sión ón   mi esperanza, y en abrazo   eterno mi amor de desterrado.

Llámame como llamaste a María, que lloraba a su hermano Lázaro y te lloraba a Ti en tu sepulcro vacío. Llámame, Tú que conoces mi nombre. Tú que tantas veces me has llamado en vida.

gua se desborda en jubilosa gratitud. No nos senti mos solos; ya tenemos un guía a nuestros pasos indecisos. Cuando en medio de una tempestad de odios, de rostros ceñudos, de actitudes amenazadoras, una voz conocida y amiga pronuncia cariñosa nuestro nombre, una inmensa gratitud se apodera de nues tro corazón. Una voz así no puede ser sino el testi monio de una amistad inquebrantable.

con su justicia incorruptible, con su santidad sin mancha, con su pureza sin soborno, me sobrecoge y llena de espanto «porque pobre y miserable soy yo». Muy alto tiene que sonar la voz de nuestra miseri cordia para que ahogue las voces de mis culpas, que  pide  pi den n veng ve ngan anza za;; las voce vo cess d e mis infi in fid d elid el idad ades es,, que qu e  pide  pi den n castigo cas tigo.. Pues, Señor, que en medio de la voz de vuestra  justic  jus ticia ia sobr so bres esal alga ga la voz de v u e s tra tr a m iser is eric ico o rdia rd ia

Como mandaste a Zaqueo bajar a hospedarte y  bendeci  ben decirle, rle, para pa ra ser yo hos h ospe peda dado do en las mansi ma nsion ones es de tu Gloria. Como mandaste a la hija de Jairo y al joven di funto v a Lázaro sepultado resucitar. 50. 2. Mándame ir a Ti, porque éste ha sido el anhe lo constante de mi corazón, tantas veces alucinado y vacilante.

Mándame, porque si no me mandas no me atre

Ir a Ti, ya desde ahora, sin detenerme a «coger las flores» del camino, sin volver la vista atrás, sin desviarme de la senda que más má s  me lleva a Ti. 52. 4.  Ir a Ti como el río  a la mar, con un anhelo siempre antiguo y siempre nuevo;

como el ciervo  a las fuentes de las aguas, con una sed irresistible; como el hijo pródigo  a su padre, acogedor y mise ricordioso, con una esperanza nunca defraudada y fallida.

Es impresionante un cariño que se transforma en mandato. ¿Y te íbamos a negar a Ti, oh Jesús, esta forma tan humana del amor..?  No puede p uede habe ha berr m anda an dato to más lleno lle no de cariñ ca riño o que qu e el que en la hora de la muerte me mandes, oh Jesús, ir a Ti. Señor, yo que he recalcitrado tantas veces contra vuestros mandamientos.

Pues, oh Jesús, en la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a Ti. Para que mi vida en el Cielo sea el cumplimiento eterno de un mandato tuyo. Para que mi cielo sea el desquite eterno de tantas infracciones a tus mandamientos. Para que a cuantos pudieran echarme en rostro mi presencia entre ángeles, yo tan manchado; entre apóstoles, yo tan perezoso y tibio;

Para que con lo mejor del mundo, con los que lavaron sus almas en tu sangre de Cordero Inmacu lado, con tus Santos te alabe. Te alabe con los que te siguieron por el camino de la cruz. Con los que permanecieron contigo en la tribula ción. Para que con el ejército de Mártires, con la pléyade de Confesores, con la muchedumbre de Vírgenes te ala

Con tus Santos a los que: escogiste desde la eternidad, segregaste del mundo y sus engaños, llamaste a tu seguimiento, atrajiste con suavidad, guiaste por pruebas y tentaciones,  pr  p r e m ias ia s te con co n la p e rse rs e v e ran ra n c ia y coronaste con la gloria.

57. 3. Para que con tus Santos; tuyos y también míos, porqu po rquee con tu gracia somos todos de la misma misma

Alabe tu bondad, alabe tu providencia, alabe tu misericordia, y tu gran  misericordia.

13.-Por los siglos de los siglos. Sin cansancio cansanc io ya, sin sin deca de caim imie ient nto, o, sin inte in te  58. 1. Sin rrupción. Por los siglos de los siglos. Sin que la contingencia de lo temporal, ni lo efímero de lo caduco y mortal,

 peca  pe cado doss y tibie tib ieza zas; s; de tan ta n tos to s p rop ro p ó sito si toss mil veces fallidos. Por los siglos de los siglos,  pa  p a ra que qu e sea se a ya p o r fin mi vida vi da un himno eterno a tu amor y una conquista definitiva de tu Corazón: Corazón de Dios, Corazón de Padre, Corazón de Redentor, Corazón de Amigo.

14.-Amén. As í sea. Porq Po rque ue este es y ha sido sido el el anhelo anh elo 61 1. Así

Vivo atontado por una algarabía de deseos y una locura de ambiciones, víctima siempre de mis anto jos tornadizos tornad izos e inconstan incon stantes. tes. Encuentro en todo, menos en mis deseos, la limi tación, como marco esencialmente humano de toda  belleza, de toda to da dicha, de todo to do amor. am or. Es sin duda lo que, ya para siempre, dijo vuestro siervo Agustín: que nuestro corazón, hecho para Vos, no podrá ya descansar hasta encontraros y po seeros.

Y así mi corazón se cansa de todo. Hay en la vida de todo hombre días grises. Oigo decir que los  pasan  pas an tod to d as las alm al m as, as , a u n las más má s jóv jó v e n e s , y h asta as ta se afirma que el fondo de las almas grandes es la melancolía. Y lo peor es que tu misma posesión en esta vida no se sustrae a esta ley. La fe es oscura y el poseerte  po  p o r fe es un m o d o imp im p e rf rfee c to q u e n o saci sa ciaa el alma alm a que aspira a tus eternas claridades. Por eso, por los resquicios más incontenibles de mi corazón, se me escapan aquellas quejas amorosas de vuestro siervo Tomás de Aquino: «Oro fiat illud quod tan sitio».

 pr ogra ram m a  de santidad, aceptación de Como en  prog todo   lo que tu voluntad santa me envíe, me pida, quiera de mí.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén, Amén, Amén.

Si esta oración te ha hecho bien y piensas que se lo  pu  p u e d e hacer hac er a o tro tr o s, dala a conocer ,  pr  p r o p á g a la. la .

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