Aliverti, Omar E. - Historia y Ficción en El Siglo XVII. La Argentina (... ) (Art.)

December 1, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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H istoria y ficción ficción literaria literaria en el siglo siglo XV II: La Argen tina tina   de Ruy Díaz de Guzmán Ornar Efrai Efrainn Aliverti Las actuales investigaciones filosóficas en torno a las fronteras que separan el mundo narrado del mundo empírico -verdad, referencia, enunciación- han abierto el campo de reflexión teórica a una comprensión más flexible de las relaciones que tamizan las fronteras front eras hab ituales entre la escritura historiográfica y la literari literaria. a. Sabem S abem os q ue los uso s lingüísticos, como las producciones simbólicas, se configuran semióticamente en el intercambio inte rcambio q ue los miem bros de una com unidad de hablantes rrealizan ealizan en un universo de sentido sentido y conform e a reglas po r las que estos usos o artefactos artefactos simb ólicos se textualizan como constitutivos de la memoria cultural. Así, al histórico debate sobre qué se comu nica de la realidad realidad en la ficci ficción ón narrativa o qué reconstruye del pasa do la narración historiográfica debe agregarse otro en torno a los principios generales que rigen la producción discursiva, discursiva, en el que tanto tanto teóricos teóricos de la historia historia com o d e la literatura literatura se v en mutuamente implicados. Las crónicas, tratados, relaciones, cartas de viajeros, etc. sobre la Conquista de América pertenecen a un conjunto de textos vasto y heterogéneo cuyos modos de recepc ión han sido y siguen siendo diverso s. Un desafío pa ra la investiga ción actual es, por ejem plo, la reconstrucción d e metatextos1   historiográficos/literari historiográficos/literarios) os) qu e pu ed an explicar la inclusión o exclusión de textos textos significativos significativos p ara nue stra historia cultural. La dim ensión imaginativa, la invención invención o ficci ficcionali onalizaci zación ón de nuestras historias narrada s de finales finales del siglo siglo XVI hasta mediados del XV II han quedad o inmov ilizadas ilizadas p or las coartadas coart adas creadas por un m odo de lectura lectura «realista» «realista» que men oscaba el impu lso por la «fidelidad» «fidel idad» a los hech os. Sin emb argo , eess precisam ente la exigencia de fiabilidad   la que se vuelve para que el lector lerigen ctor actual, actual , a la hora de determinar su «laverdad ». A los problem criterios ática, generales la escritura historiográfica sobre Conquista, y por los que se legitima al sujeto sujeto que escribe escribe saber indirecto o doc um entado /saber p or experienciaa vivida), se sum a el pun to de vista ideológico peninsular/americanista) que experienci imprime a los relatos su configuración y construye una imagen de lo «real», nunca su certeza. En este contexto,  La Argentina 2   de Ru y Díaz de Gu zm án 155 155 8-1629) interesa, entre otras razone s, po rqu e se trata trata de la prim era crónica sobre la Con quista d el Río de la Plata

1 Mignolo, W., «El metatexto Historiográf Historiográfico ico y la Histor Historiogr iografí afíaa Indiana», Modern Language Notes, No tes, Vol. 96, 1981,358-402. 2 Guzmán, Ruy Díaz de, La Argentina Buenos Aires, Emecé Editores, 1998.

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y, en segundo lugar, porq ue la empresa de escribir sobre estas estas tierras tierras es asum ida por po r un mestizo. sido prácticame nte descono d escono cida desde de sde 16 1612, en que se concluyó de La A rgenti rgentina na   ha sido escribir, escribi r, hasta 1836. En ese año el erudito, erudito, hi historiador storiador y bibliófi bibliófilo lo Ped ro d e Ang elis d a a cono cer la prim era edición en el prim er tomo de la la   Colección Colección de obras y documentos relativos a llaa historia antigua y mod erna de las Prov incias del Río d e la Plata:   «Cuando se compilen los anales lilitera terarios rios -d ic e D e An ge lis- de esta esta parte del globo, no dejará de extrañarse el olvido olvido en que ha quedado p or mas de dos siglos un a obra impo rtante...» rtante...» Ciertam Cierta m ente, el texto ni siquiera figuraba figuraba en el catálogo del valenciano valencia no D . Justo P astor Fustes Biblioteca Biblioteca Valenciana) de las obras inéditas inéditas recogidas por Juan Bautista M uñ oz cuando éste éste se propuso escribir escribir la la Historia Historia del Nu evo M undo 1793 ), siendo siendo que la del mestizo era «la histori historiaa más com pleta que nos qu eda del descubrimiento y de la conq uista del Río de la Plata», continúa el primer editor en las páginas de su «Discurso Preliminar». El Corpus de la Historiografía Indiana denuncia numerosas exclusiones de textos que no han podido sortear la mirada censora de los preceptistas y que, por razones varias, no han ingresado a la consideración de los estudiosos sobre la Conquista y Descu brimiento de América. Uno d e esos textos, textos, por ejemplo, es   Los Coloquios de la Verdad   de Pedro de Quiroga, escrito, presumiblemente, a mediados del siglo XVI y editado en Sevilla en   19213 .  Como ya observara en el estudio que oportunamente dedicara a esta esta obra, la principal objeción que qu e recayó sobre sob re ellos ellos es el estigm a de no ser fíeles a la «verdad» de los hechos que se narran. En 1847, cuando Félix de Azara publica su  Descripción e histor historia ia del Paraguay y del Rio de la Plata   dedica un com entario entario crítico crítico a la historia historia de Ru y D íaz de Gu zm án en la la dirección dirección ya apuntada imp imp ugnando particularmente «cuentos ridículos») la falta falta de historicidad de los relatos, presumiblemente de transmisión oral, incluidos en los capítulos capítul os V II, X I y XIII del primer libro y que corresponden a las historias de Lucía M iranda y la Maldonad a. Todavía en 1914 Paul Groussac se refi refiere ere a la historia historia d e R uy 4 Díaz como «el novelón inventado inventado por Ruy D íaz de Guzman» . Los roles dellashistoriador y delespoeta son intercambiables, son intercamb iables reconstrucciones reconstruccion sobre no el pasad o que diferentes diferentes mcomo odos od os tampoco de esc rituras producen para enunciar la «verdad» de los hechos. El mismo De Angelis, en la ya me ncionada presentación a la la edición edición de La Argentina, subraya la distancia que separa el extenso  poema Argentina y Conquista del Rí Ríoo de la Plata  1602 ), de M artín del Barco Centenera con la histori historiaa de Díaz de Guzm án: «... «...Centenera, Centenera, qu e se prop uso cantar es e grande gran de episodio episod io de la conquista del Rio de la la Plata, Plata, lo matiza con todo s los colores que

3 Aliverti, O., ««Verdad Verdad y ficc ficción ión eenn el discur discurso so historiogr historiográfico áfico:: un caso de dell siglo siglo XVI», XV I», en Entre-Textos. Estudios de  liter tur española Buenos Aires, A ires, Ed. Biblos, 1996. 1996. 4 Groussac, Paul, «Ruy Díaz Díaz de Guzmán. Guzmán. La Argentina. Argentina. Histori Historiaa de las provincias del Río de la la Plata», Anales de la Biblioteca, Buenos Aires, T.IX, 1914, 1914, n.52, 264.

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Historia y ficción literaria en el siglo  XVII... 

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le m inistraba su fantasía, fantasía, sin sujetar sujetarse se a las las trabas trabas que qu e debe enfrentarse e nfrentarse la plum plu m a de un un 5 historiador» . Sin embargo, en el siglo XVI y XVII, los narradores que relatan la conquista y describen descri ben el escenario de los acontecimientos d iri irimen men algo más qu e la fideli fidelidad dad sobre lo que relatan, relatan, ponen, ad em ás, a prueb a su legiti legitimidad midad pa ra enun ciar la «verdad ». Las dificultades para definir el rol de historiador eran mayores que las que debía afrontar el escritor de ficciones pero, en el marco de la Conquista, las restricciones con las que un cronista de Indias debía enfrent enfrentars arsee eran todavía todavía m ás rigurosas que las impuestas al cronista peninsular. Ser testigo ocular o no, haber participado o no en los acontecimientos relatados o pertenecer a la condición de soldado e iletrado frente a la de sabio erudito, inducen a pens ar que  La Argentina   de Ruy Díaz, como m ucho s otros, han encontrado obstáculos má s que justificados justificados p ara su acceso a una recep ción me nos obliterada obliter ada po r el olvido. Sin emb argo , al m argen de d e los criterios criterios de legitimación sobre la figura figura del d el historiador, convendría bordear o tro tro aspecto también impo rtante de esta esta historia historia para explicar lo que me parece su doble «borramiento». El primero corresponde al de su ubicación respecto de las condiciones de posibilidad posibilidad ofrecidas ofrecidas p or la formación formación historiográfica. historiográfica. A este respecto, una historia de la historiografía debiera dar cuenta del pensamiento sobre la historia cuyo tema ha sido la Conq uista y Descu brimien to d e Indias antes q ue su conocim iento propiam ente dicho. La obli oblicua cua mirada de las las exclusiones dem andaría hoy prestar atención a la distancia temporal  que separa los los hechos de quien los relata. relata. Precisame nte la «dud osa veracidad» que se atribuye atribuye a la la historia de Ruy Díaz prov iene del pretendido des-distancimiento des-distancimiento de un saber que siem pre obliga a la verdad según la conocida lógica del parecido. Podría comprenderse desde ahora un segundo borramiento que emerge del texto recubriendo y a no al texto históri histórico co entendido como unidad p ara una mem oria reco nstructiva de los los orígenes cu lturales sino el inscripto en la instancia instanc ia discursiva discu rsiva qu e recu bre la propia escritura, escritura, en el espacio de un relato relato en que se dejan dejan leer intencio intencio nes, deseos y creencias; cree ncias; el otro lugar desde el cual el autor-narrador m uestra su másc máscara. ara. L eído desd e este pun to de vista, vista, Ruy D íaz de Guzm án traiciona traiciona ex pectativas propias y ajenas pero para dibujar, dibujar, por primera ve z, la gran «gesta» de los conq uistadores sobre el Río de la Plata. En el  Prólogo   se enuncia la intención de ofrecer esta relación para llenar un vacío y arrancar del olvido hecho s, acciones, personajes y circunstancias del d escubrim iento y conquista que con tri tribuyeron buyeron a fundar fundar la «patria»: «patria»: ... no quedando de ellos mas memoria que una fama común y confusa confu sa de su lamentable tradición, sin sin que hasta ahora haya habido quien por po r sus escritos escritos dejase dejase alguna noticia de las cosas sucedidas suced idas en 82 años que hace que comenzó esta esta conquista - de que recibí ttan an 5

Ang elis, P. de,  Discur citada, tada, 16.  Discurso so preliminar  reproduc ido en la edición ci

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afectuoso sentimiento afectuoso sentimiento como era razón, por aquella obligación que qu e 6 cada uno debe a su misma patria. patria. La intención intención respond e, claramente, a la voluntad de inscribir en la m em oria d e sus contem poráneo s los méritos y fama fama de los fundadores fundadores de la la «patria» «patria» que G uzm án asocia a la cadena de un linaje en relación al cual él mismo se exhibe como encarnación, consum ación y , por lo mismo, autoridad sobre lo lo que relata: ...... tomando relaci relación ón de algunos antiguos conquistadores conquistadores y personas de crédito con otras de que yo fui testigo, hallándome en ellas en continuación continuaci ón de lo que mis padres y abuelos hicieron en acrecentamiento del Real Corona.7 Su condición de soldado y mestizo acrecienta la imagen de la autoridad sobre la «verda d», la que de algún mod o percibe como su «hereda d». Se trata trata de un saber q ue se expand e a lo largo largo de la obra para sobredim ensionar los antepasad os y el linaje linaje de los Guzmán y los Irala, las dos ramas, paterna y materna. Ese saber se ordena a la ma nerahistoria. de unaa. pseudo-genealogía sobre sí mism o, en rigor imp imp ropia parauna el propó de una histori Esta intención, intención, po r ejemplo, se sobrepone al deseo d e decir «verd sito ad» objetiva objeti va ya en las primera lílíneas neas del Capítulo Capítulo I del Libro I: «Despu és q ue el Ad elantado Pedro de Vera, mi  rebisabuelo por orden de los Reyes Católi Católicos cos D . Fernando y Dña. Isabel, conquistó las islas de la Gran Canaria...» En la Dedicatoria Dedicatoria a Don Alonso Pérez de Gúzman, D uque de M edina-Sidonia, se insiste en el m ismo tóp ico: Aunq ue el discurso Aunque discurso de largos años suele causar las mas veces vec es en la memoria de los hombres, hom bres, mudanzas, y olvidos olvidos de las obligaciones pasadas, no se podrá decir semejante semejante razón de Alonso Riquelme de Guzmán, mi m i padre, hijo hijo de Rui Diaz de Guzmán, G uzmán, mi abuelo, ab uelo, vecino de Xeréz Xeréz de la Frontera,... Fronte ra,... quedando mi m i padre en esta provinci provincia, a, donde fue forzoso fue for casa,hija tja omando estado de Domingo matrimonio con D a. Úrsula dezoso Irala, Irala,asentar mi madre, m adre, hitomando del Gobernador Dom ingo MartíM artínez de Irala.8 La selección selección de citas citas abona la impresión, entonces, de qu e  La Argentina   no sólo sólo no satisf sat isface, ace, como decíamos, a sus comentadores po steriores por su escasa rigurosidad sino porq ue tampoco entre entre sus contemporáneos contemporáneos del siglo siglo XVII podía interpretars interpretarsee conven iente el formato pseudo-autobiográfíco de una crónica histórica. Ni los argumentos por incrustaciones de leyendas, inventadas o pertenecientes a la tradición tradición oral, ni el dato n o docum entado o erróneo, que circunstancialmente circunstancialmente le atribuyen atribuyen algun os de sus com entadoentad o6 Guzmán, Ruy Díaz de, op . cit. 2 3 .  op. cit. 3 . 78 Guzmán, Guzmán, Ruy Ruy Díaz Díaz de, de,  op. cit. 2Dedicat Dedicatori oria, a, 2 1.

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Historia y ficción literaria e n el siglo  XVII... 

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res, si  sirven rven como exp licación para su exclusión del corpus corpu s historiográfico historiográfico indiano . Habrá Ha brá que recordar el criteri criterioo sob re el que sustentan sustentan los valores de ve rdad de la historiografía historiografía desde principios del siglo XVI y la responsabilidad ético-pragmática, no lógicosemántica, que el historiador historiador de Indias debía observar para que sus narracion es resultaran convince ntes. En primer lugar, lugar, la historiogr historiografí afíaa adopta, al men os en los dos prim eros siglos sigl os de la Conquista, un m anua l de preceptiva preceptiva que sirve de referencia referencia m etatextual; éste es la Retórica aristotélica, no la Poética. Del énfasis que desde la Retórica se da a la productividad del di discurso scurso depen de la imagen del sujet sujetoo de la escritura escritura del mism o m odo en que se retiene retiene la concepción pragm ático-platónica, ático-platónica, expuesta en  El Cratilo sobre los valores de verdad. Desde esta perspectiva dichos valores se legitiman por la causa eficient efi cientee quién escribe) escribe) y por la la causa final final para qu é se escribe). U n precep tista com o Luis Cabrera de Córdoba resume en una frase de   De Historia par paraa entenderla y escribirla   1611) estos estos mismos conceptos: «Es la la historia historia narración de verdades p or hombre sabio para enseñar a buen vivir». Si retomamos el «enigma» que hemos tratado de introducir en este trabajo para interpretar los «borramientos» operados sobre textos de la Historiografía Indiana, notam os que las disti distinciones nciones de los preceptistas preceptistas ya anotadas no alcanzan p or sí solas solas a

justificar exclusiones significativas para el conocimiento de la Historia de América. Debe rían atenderse las variables variables introducidas en el proceso h istórico istórico de la co lonización que han impedido la escritura de crónicas en sentido estricto. Probablemente deba interpret inte rpretarse arse la circunstancia circunstancia de que m uchos d e nuestros primeros historiadores no sólo han sido testigos testigos afectados afectados po r los m ismos aco ntecimientos, com o el del ya me nciona do de los  Coloquios de la  Verdad sino también com o, en el el caso caso que com entam os, han sido participantes partici pantes interesados en la escena de un d rama qu e introduc introduc e, en la representación de hombres que luchan po r su supervivencia, supervivencia, el espacio espacio po lítico. lítico. Ruy Díaz de Guzmán adscribe a una concepción de la historia entendida como mem oria de los hechos notables aunq ue con la curiosa curiosa inclusión de un tipo d iscursivo: la biografía. biografía. Francisco López de Gom ara, para quien la historia consistí consistíaa esencialmente en la biografía de los grandes hombres, puede haber servido de modelo a una parte sustancial su relato. en proceso de transformación delservicio pensamiento históri histórico, co, eldenarrador d e  LaSituado A rgenti rgentina na   un adopta modelos ya constituidos constituidos al servi cio de una intención según seg ún la cual el sujeto sujeto que qu e cuenta se siente, por decirlo de algún mo do , «du eño de la historia». Leída sobre este recorte, recorte, la la historia historia de Ruy D íaz cuenta cuenta los sucesos y pade cimien tos de dos varones ilustres: ilustres: Do ming o de Irala, Irala, su su abuelo, y Alonso R iquelm e de Gu zm án, su padre. Ciertamente, no se cuenta el intermedio de esos sucesos que implica el fr fragmento agmento impo rtante de su propia historia: el de su mestizaje. mestizaje. E s sobre las aventuras de estos dos protago pro tago nistas que q ue se estructura el relato épico . La figura de los fundadores se completa y se proyecta en la del «sabio» historiador que puede dar testimonio fidedigno, ser a la vez testigo y destinatario de un pasado heroico que exige de los mortales la deuda d ebida a la mem oria de sus mu ertos ilustres. ilustres. D e otro mo do , la imagen del biografiado biografiado se revierte sobre el yo n arrador en un jue go metoním ico p ara decir la

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«heredad » del mismo m odo en qu e, por extensión, son las tierras tierras conqu istadas con el Reino de Castilla para decir la «patria». Es la figura figura cread a por el relato y el significado significado atribuido sobre el pasad o vivido viv ido o contado el que sirve sirve plenamen te a la constituci constitución ón de la identidad. Tal vez, de no haber mediado aquel último borramiento, del que es exclusivo respon sable nuestro narrador, el imaginario sobre la Conqu ista ista no hu biera repetido el punto de vista de la figura del conquistador. Creo que de este modo debemos interpretar la sutil combinación que vincula la historia con la ficción para poder comprender-construir el drama de una identidad siempre «borrada».

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