Alejandro Rodriguez - Como Emprender Un Proyecto de Fe Sin Morir en El Intento

April 29, 2017 | Author: Juan Hildmann | Category: N/A
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Cómo

emprender

un proyecto

de fe sin.

morir en el intento nLE~nnDRO RODRíGUEZ Prólogo de Alberto mottesl

via

HACIA UN NUEVO MILENIO

La misión de Editorial Vida es proporcionar los recursos necesarios a fin de alcanzar a las personas para Jesucristo y ayudarlas a crecer en su fe.

DEDICATORIA

A mi abuelita Maria, a mis padres y a mis hermanos, quienes abrieron el camino del Reino de Dios para mi vida. A mi amada Martita y a mis preciosos hijos Diego y Paula, quienes me enseñan diariamente a amar al Señor con todo el corazón. A la gran cantidad de siervos de Dios que invirtieron parte de su vida en mi crecimiento espiritual.

EX LIBRIS ELTROPICAL ©1999 EDITORIAL VIDA

Miami, Florida 33166-4665

Y, por supuesto, a toda la familia "jucumera" de alrededor del mundo.

Diseño interior: Art Services Diseño de cubierta: O Design

Alejandro Rodríguez

ReselVados todos los derechos ISBN 0-8297-1687-4 Categorfa: Ministerio cristiano Printed in the United States of America 99 00 01

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CONTENIDO

Prólogo

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Introducción

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1. Soñar los sueños de Dios

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2. Mirar con los ojos de Dios

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3. Adorar primero, trabajar luego

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4. Tomar decisiones

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5. Definir una visión

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6. Cómo trabajar en equipo

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7. Cooperación

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8. El poder espiritual del dinero

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9. La muerte de una visión

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10. Un proyecto que involucra a todos

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PROLOGO

Por momentos no pude contener las lágrimas. No supe si mi emoción era por recordar al niño, por descubrir la madurez del joven o por el material que tenía delante de mis ojos. Me emocioné. Es que todavía puedo verlo: chiquillo inquieto, de una sonrisa cautivadora, sentado en las bancas de la congregación que fundamos en Haedo, Argentina. ¡Cuántas pizzas compartimos con él y su familia en Buenos Aires, en aquellos días de tantos sueños! Así era "Alejandrito"... precioso y marcado por Dios para buenas obras. El Alejandro de hoy, no obstante, me revela a un joven de una madurez no muy común en estos días. Su trabajo literario, que hoy tenemos en nuestras manos, muestra la mente y el corazón de alguien que es cabalmente un hombre de Dios. Algunas de las experiencias que vivió y relató en este trabajo nos confirman que el libro de los Hechos aún no se ha terminado de escribir y que el Espíritu Santo sigue actuando con poder sin pedirle permiso a nadie. No existe chaleco de fuerza que pueda maniatarlo dentro de nuestras tradiciones y esquemas materialistas. Este libro no es uno más de entretenimiento religioso ni ciencia ficción evangélica. No procura acariciar la epidermis de nadie ni excitar emocionalismos. Lo que más me alienta de esta obra, que considero uno de los mejores libros que he leído, es que se basa en principios. Nuestro Dios y su Reino operan de acuerdo a principios inalterables. ¿Qué hará fuerte a la iglesia del siglo veintiuno? ¿Estrategias brillantes? ¿Ministerios rutilantes al estilo 7

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Cómo realizar un proyecto de fe

"Supermán" O hollywoodense? ¿Presupuestos abultados? Este libro nos prueba que la clave para nuestra victoria está en regresar a los sencillos y eternos principios del Reino de Dios, a una total dependencia de su soberanía, y a dejarle ser lo que es: Dios. Un querido compañero de nuestro equipo siempre repite la misma frase: "Vamos a una ciudad para celebrar una cruzada y no tenemos nada, pero lo tenemos todo." Es lo que Alejandro nos quiere hacer entender: tenemos que aprender a verlo todo con los ojos de Dios. La iglesia en América Latina no tiene muchas posesiones materiales. Hasta hace poco fue la iglesia de los pobres. Sin embargo, es una iglesia rica. Es rica en preciosas vidas redimidas por la sangre del Cordero. Rica en vidas que lo han dejado todo por el Señor. Rica en fe, en entrega, en la oración. Ahora nos están trasladando a una nueva dimensión: Dios está poniendo en ella el corazón de madre y padre de multitudes. Engendrará hijos por millones en el mundo, despojará al maligno de lo que pertenece al Reino de Dios. Ocupará ciudades clave, alcanzará a personas clave. Estamos a punto de vivir los días más grandes de la historia del cristianismo, y nuestros ojos van a ver el impacto más grande del Reino de Dios en la historia de la Iglesia. Gracias Alejandro por este libro. Gracias por tu compromiso radical con el Señor. Gracias por mostramos que Dios está vivo, que el evangelio tiene razón y que hay esperanza en Jesucristo. Alberto Mottesi

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INTRODUCCION

Nunca olvidaré aquel viaje de 1988 a Moscú, en pleno inicio de la perestroika. Bajo una copiosa nevada y diecisiete grados bajo cero, apareció ante mis ojos, sobre la céntrica avenida Gorky, una gran multitud alineada a lo largo de cuadras y cuadras. Había cientos de personas que esperaban ansiosas la apertura del restaurante McDonald's para saborear por primera vez algo con gusto occidental. Lo asombroso no era que estas personas estuvieran ahí, sino que a tan pocos días del colapso de la Unión Soviética, McDonald's hubiera inaugurado un establecimiento. ¿Cómo hicieron para estar allí tan rápido? La respuesta era sencilla: hacía más de diez años que el "Proyecto Moscú" estaba en carpeta, a la espera de la gran oportunidad que, tarde o temprano, llegaría en algún momento. Nunca antes como en estos últimos años la historia de la humanidad-había experimentado cambios tan diversos y vertiginosos que transformaran la vida del hombre. Lo que era.l ya no es más; y lo que ahora es, antes no existía. ¿Qué tiempos estamos viviendo? Nuestro mundo se ha reducido. La política, la economía, el transporte, las comunicaciones se están globalizando. En los últimos años también observamos un resurgimiento insospechado y fortalecido de sentimientos étnicos de considerable atención. Contamos con una población mundial de seis mil millones de habitantes, de los cuales setenta por ciento se concentra en las ciudades, en tanto que la mitad de la población mundial tiene menos de dieciocho años de edad. 9

Cómo emprender un proyecto de fe

Introducción

El reconocido lugar que ocupaban las instituciones políticas, religiosas y educativas se está desmoronando para dar paso al reinado de un materialismo e individualismo salvaje, que podría traducirse en un "¡sálvese quien pueda!" Todo esto bajo una poderosa influencia humanista, que induce a los habitantes del mundo a vivir solo para su satisfacción. A pesar de esta perspectiva desconcertante, observamos el crecimiento acelerado y sin precedentes de la iglesia en Latinoamérica y en los demás países C1elllamado Tercer Mundo. La cooperación de todo el cuerpo de Cristo en completar la tarea de evangelización mundial, en un espíritu de unidad creciente y a pesar de las divisiones y diferencias, es una realidad palpable. Todo ello bajo el reconocimiento de que el Espíritu Santo nunca le dio ni le dará el monopolio de su poder a ninguna denominación u organización en particular, sino que su manifestación se produce en la expresión corporativa de su pue~lo. ¡Aleluya! Sin embargo, muchas veces me pregunto si como iglesia de Cristo sabemos distinguir los tiempos en que vivimos; si sabemos reconocer qué está sucediendo en el mundo; si somos capaces de vislumbrar, de alguna manera, hacia dónde vamos. Jesús decía a la multitud: "Cuando veis la nube que sale del poniente, luego decís: Agua viene; y así sucede. Y cuando sopla el viento del sur, decís: Hará calor; y lo hace. ¡Hipócritas! Sabéis distinguir el aspecto del cielo y de la tierra; ¿y cómo no distinguís este tiempo?" (Lucas 12:54-56). Volviendo a mi viaje a Moscú ... ¡Por cuántos años los cristianos clamamos a Dios, oramos y lloramos al leer libros, revistas y escuchar noticias de la iglesia sufrida y perseguida en la desaparecida Unión Soviética y en los países detrás de la llamada Corti: na de Hierro! ¡Cuántas cadenas de ayuno y oración realizamos para que estas situaciones cambiaran! ¡Cuánto dinero invertimos para enviar Biblias a esos pueblos cuando esto estaba prohibido! y tantas otras cosas. Sin embargo, ¿qué hicimos cuando el mundo comunista comenzó a desmoronarse y las puertas se abrieron? ¿Cuántos de nosotros estuvimos listos para establecemos en estos países como lo hizo la mencionada empresa comercial estadounidense? A la verdad, no muchos. Y hay otra pregunta que

surge de inmediato: ¿Qué hacemos ahora, después de casi diez años? Creo firmemente que como cuerpo de Cristo aquí en la tierra somos una comunidad profética que debe entender, vivir y declar~ la verdad de Dios a su generación, en todo lugar, como expreSlOn del amor de Dios al mundo y para testimonio de su justicia. A usted y a mí nos llevaron al Reino de Dios en una hora como esta con un propósito celestial. Nos pasa lo mismo que a Ester, cuando Mardoqueo le dice: "Porque si callas absolutamente en este tiempo, respiro y liberación vendrá de alguna otra parte para los judios; mas tú y la casa de tu padre pereceréis. ¿Y quién sabe si para esta hora has llegado al reino?" (Ester 4.14). No para ser únicamente buenos cristianos y esperar que la vida desfile delante de nuestros ojos hasta que "allá se pase lista", sino que tenemos el llamado de realizar los sueños y las metas que Dios tiene para nosotros, a fin de conocer las expectativas y los anhelos que tiene para su pueblo en una hora como esta. Mi anhelo y oración es que este libro nos ayude a entender y responder a los proyectos que Dios tiene para estos tiempos que nos tocan vivir.

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Soñar los sueños de Dios y después de esto derramaré mi Espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas; vuestros ancianos soñarán sueños, y vuestros jóvenes verán visiones. (Joel2:28)

Hace algunos años, más específicamente en 1989, estando en Madrid, me encontré con la familia Quilapan, con quienes había trabajado por varios años en nuestro centro de Juventud con una Misión (JuCUM), en Buenos Aires. Se estaban encaminando como misioneros en el centro de África y yo regresaba de Marruecos, esperando en Madrid mi vuelo de conexión a Buenos Aires. Me sentía doblemente feliz. Tenía gran alegría por haberme encontrado con esta familia tan querida en un lugar desconocido para ambos y, además, disfrutaba con la idea de que mis veinticinco largos días de viaje estaban a punto de concluir. Pronto estaría de regreso en Argentina y con trescientos sesenta y tres dólares en mis bolsillos. Dinero que, por supuesto, ya había invertido en mi mente, una vez que llegara a casa. En medio de una afectuosa conversación con mis amigos, les pregunté por cuánto tiempo se quedarían en Madrid . .~Hasta que el Señor nos provea el dinero que nos falta para los boletos -me contestaron. Ante esto repliqué: -Quiero irme a Argentina con la tranquilidad de saber que ustedes tienen el dinero suficiente para sus pasajes al África. 13

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Cómo emprender un proyecto de fe

Ayunemos, oremos, hagamos guerra espiritual, pidamos ayuda a algún pastor amigo aquí en España, hagamos algo -y continué-: ¿Cuánto dinero les falta? Inmediatamente hicieron unos cálculos rápidos y, para mi sorpresa, dijeron: -Necesitamos trescientos sesenta dólares para llegar a nuestra tierra prometida. Pronto recordé el dinero que tenía en el bolsillo. "¡Oh no!", pensé. Después de vacilar unos segundos, comencé a reír, y les dije: -No tenemos que ayunar, ni hacer guerra espiritual, ni hablar con nadie. Ahora entiendo por qué tengo estos trescientos sesenta y tres dólares. Dios quería honrar la fe de la familia Quilapan. Se habían esforzado mucho en Argentina para reunir el dinero para su proyecto misionero, pero aun así no fue suficiente. De todos modos, no se desanimaron. Con lo que tenían en sus manos, con sus panes y peces, se embarcaron para España. ¡Creyeron que este era un "sueño de Dios" para sus vidas, y ellos también lo soñaron! Hoy siguen trabajando como misioneros en el centro de África y han iniciado lugares de formación cristiana, comedores infantiles, una escuela primaria, etc. ¡Debería utilizar varios capítulos de este libro para contarles más acerca de estos "soñadores"! Al llegar a Buenos Aires, con los últimos tres pesos de mi larga travesía en el bolsillo, me esperaba en el aeropuerto mi querida esposa Martita. Tan grande era su alegría por mi llegada, que no tuvo la precaución de traer su billetera. "Mi amor", me dijo. "No traje dinero y tenemos que pagar tres pesos por el estacionamiento del auto. ¿Qué vamos a hacer?" Recordé de nuevo el dinero que había en mi bolsillo y, sonriendo, contesté: "No te preocupes, mi amor, ¡el Señor tiene todo bajo control! Aquí están los últimos tres dólares." Así es nuestro Dios: detallista, perfecto. ¡Nunca llega tarde! Sin duda, algunas personas criticaron a la familia Quilapan por haber salido de Argentina sin tener todos los recursos necesarios, por ser imprudentes o impacientes, por no haber esperado que las circunstancias fueran favorables para el viaje. Pero la

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diferencia estuvo en que se pararon y fundamentaron sus decisiones en la Palabra de Dios y no en una presunción personal. Los sueños se prueban a través de "procesos de tiempo". José, el personaje bíblico, pasó por diversas pruebas durante muchos años de su vida, antes que lo nombraran gobernador en Egipto. S,!s hermanos lo menospreciaron, rechazaron y tiraron a un pozo para que muriera. Los mercaderes lo compraron y lo vendieron a Potifar, quien lo mandó a encarcelar injustamente a pesar de que le sirvió por varios años. Experimentó peligros de muerte, sufrimientos, aflicciones y otras pruebas antes de llegar al trono. A todo aquel que sueña los "sueños de Dios" lo criticarán. Al igual que José con sus.hermanos: "Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños" (Génesis 37:19-20). Cuando vivimos en los sueños de Dios, no solo nos critican, sino que es el mismo diablo el que quiere destruimos. Incluso pareciera a veces como que algunas personas también desearan hacerlo. Están a la expectativa de nuestro fracaso, de nuestros errores, esperando que nos vaya mal, que nos endeudemos.

Los sueños de Dios implican ir más allá de lo que entendemos José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. (Mateo 1:19-20)

Fue muy difícil para José aceptar la situación de María, la mujer que amaba profundamente. Estaban comprometidos, pero ella estaba embarazada de un hijo que no era suyo. ¿Cómo entenderlo, cómo explicarlo? ¡No había precedentes! ¡Nunca en la historia de la humanidad había sucedido algo semejante y nunca más pasó! Era una situación extraordinaria. José había sido invadido por el temor al futuro, el temor al qué dirán; su reputación

Cómo emprender un proyecto de fe

Soñar los sueños de Dios

sería seriamente cuestionada, al igual que la de su prometida. Sin embargo, y más allá de todas sus dudas, cuestionamientos, temores e inseguridades, fue el ángel el que trajo paz a su corazón. Aunque "no siempre entendamos los sueños que provienen de Dios para nuestras vidas y aunque los confrontemos con nuestros temores y argumentos, siempre tendrán en el borde ese sello que dice "Paz". ¿Nunca le pasó haber recibido una visión en su corazón de parte del Espíritu Santo y, por causa de las presiones que esta visión implicaba, haber querido abandonarla en secreto? A menudo parece como si los sueños que recibimos del Señor para hacer algo en su obra entraran en corto circuito con toda nuestra lógica, tradición y razón humana. Lo mismo sucedió a Ananías con Saulo de Tarso, perseguidor de la iglesia. Leemos en Hechos 9:10-15 que Ananías nunca hubiera decidido ir a visitar a Saulo por iniciativa propia. ¡Era un suicidio! Es posible que algunos líderes hasta le hicieran al discípulo algunas recomendaciones para que no. tentara al diablo. Escucharíamos frases como: Qué necesidad hay de exponerte tanto, AnaTÚas... Ya tenemos bastantes problemas con la persecución

va mostrando que debemos dar, aun sin ver con completa claridad todo el cuadro de la visión. Por lo general, cuanto menos entendemos la visión, más alcance tiene y más cambios produce. Por eso, aunque no entienda todo lo que el Espíritu Santo pone en su corazón, no lo deseche, ¡hágalo! Esto no significa dar lugar a la carne en nuestras decisiones, ni que nos movamos al azar. Por el contrario, se sentirá como armando un rompecabezas, poco a poco, con paciencia y, por sobre todo, con la guía de Dios. A veces le parecerá que las piezas no tienen sentido. Le costará ubicarlas en el lugar exacto, pero quédese tranquilo que cada una de ellas tiene su lugar.

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como para que debamos lamentar otra pérdida... Por favor, AnaTúas, ¡no lo hagas! . Ananías tenía sobrados argumentos para quedarse donde estaba y continuar normalmente su ministerio. No entendía muy bien lo que Dios le estaba pidiendo, y argumentó: "Señor, he oído de muchos acerca de este hombre, cuántos males ha hecho a tus santos en Jerusalén; y aun aquí tiene autoridad de los principales sacerdotes para prender a todos los que invocan tu nombre." Sin embargo, y a pesar de todas las evidencias que indicaban que esa visita no debería hacerse, Ananías se sometió a la visión de Dios. A partir de este momento el Espíritu Santo le usó con poder para cambiar el destino de la vida de Saulo de Thrso, quien luego se convirtió en el siervo ungido por Dios: el apóstol Pablo. No siempre es necesario que entendamos de antemano toda la visión de Dios para nuestras vidas y ministerios. De lo contrario, preguntémosle a Abraham cómo salió de su tierra y de su parentela sin saber a dónde iba. Debemos ser fieles en responder al Señor en los pasos que nos

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Los sueños de Dios producen cambios Esto sucedió a la iglesia en Jerusalén, a través de los ministerios de hombres, entre otros, como Pedro y Pablo: ¡Cambios! Si bien los discípulos habían escuchado de los mismos labios de Jesús que el evangelio era para todos y para ser oído hasta los confines de la tierra, sus tradiciones culturales y estructuras de pensamiento les impidieron ponerlo por obra. Fue necesario que Dios le comunicara sus sueños a Pedro para que sucedieran algunos cambios. En Hechos 10: 11-16 leemos: "Y vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo." Es interesante observar que Pedro recibió la visión mientras oraba y, aun así, no la entendió y se resistió a ella. Nunca había visto la manifestación de la voluntad de Dios con respecto a los gentiles y, aunque era Dios mismo el que le mostraba que comiera de los animales, Pedro persistió en sus criterios y dijo no una y otra vez. Evidentemente, y muy a pesar de Pedro, Dios estaba decidido a producir cambios fundamentales en el desarrollo de su Iglesia,

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m9tivo por el cual envía a Pedro un taxi a domicilio para ir en su busca. Sin embargo, cuando Pedr9 llega a la casa de Comelio, su "diplomacia" se destaca y expresa en el versículo 28 del mismo capítulo: "Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo." Alguien podría inquirir cómo fue posible que Dios usara a una persona tan ruda como Pedro. ¡Qué desubicado! ¡Qué impertinente! Nuestro Dios es soberano y usa a quien quiere, cuando quiere y como quiere, para revelar su gloria y llevar adelante su obra. Pedro inició su discurso (un poco largo, por cierto) y en medio del sermón el Espíritu sánto descéndió sobre todos los presentes, y aunque parezca inverosímil, Pedro y sus acompañantes resultaron ser los más sorprendidos. ¿Cómo explicarían todo lo sucedido a los líderes de Jerusalén? No tenían ni la más mínima idea. Finalmente, la obediencia de Pedro a la visión de Dios produjo cambios trascendentales en la vida de la Iglesia y en el mundo. Los sueños que Dios nos da no son para que las situaciones permanezcan iguales o mejoren 'un poquito. Tampoco Dios nos los da para alimentar nuestro ego y sentimos más espirituales que otros. Todo lo contrario. ¡Son para producir cambios radicales! Cambios en nuestra escala de valores, en la forma de percibir el mundo, en el rumbo que le damos a nuestras vidas. Son para llevar a la Iglesia a un mayor compromiso en la extensión del Reino de Dios en la tierra, y para que nuestras sociedades atadas por la corrupción y el humanismo sean bendecidas y transformadas a través nuestro.

Los sueños de Dios hacen posible lo imposible Algunos años atrás Sonia, una de nuestras obreras en JuCUM, se disponía a viajar como misionera a la India. Hasta ese momento, muchos milagros habían ocurrido en su vida. Hacía algunos años que había llegado sola desde el norte de Argentina y se encontraba viviendo en la tumultuosa ciudad de Buenos Aires, lejos de su familia. Hacía pocos meses había finalizado sus estudios en nuestra Escuela de Misiones y los líderes de su iglesia estaban plenamente de acuerdo en apoyarla en

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este nuevo desafío hacia la India. Todo parecía marchar sobre ruedas. Mientras Sonia anunciaba la fecha de su partida en todas las iglesias que visitaba, algunos amigos le preparaban una fiesta de despedida. Todo iba viento en popa, hasta que un cierto día, todo se derrumbó de repente. Faltando poco más de un mes para su viaje, una terrible crisis le sobrevino a su iglesia. El pastor se retiró, los líderes quedaron enfrentados, una triste división afectó a la iglesia y, como lamentablemente suele suceder en muchas de nuestras denominaciones, el factor dinero también ocupó su lugar. En medio de este conflicto y faltando solo treinta y tres días para su viaje, Sonia me dijo muy desanimada: -Alejandro, estuve hablando con los líderes que quedaron provisionalmente a cargo de mi iglesia. Me dijeron que me aman mucho y reconocen mi llamado a la India pero que, a pesar de su compromiso en pagar mi boleto de avión y de apoyarme en mi estancia eh la India, ahora solo me apoyarían espiritualmente. Dadas las difíciles circunstancias, nadie tocará un peso de la tesorería. En otras palabras: ¡No hay plata! -exclamó desesperadaY ahora, ¿qué hago?, Alejandro. No tengo un peso, y II)Í familia tampoco. En la India me esperan y muchos aquí creen que me voy para esa fecha y que no tengo ninguna necesidad para hacer el viaje. ¿Qué hago? En ese momento sentí una gran pena. No solo porque Sonia se quedó sin protección para su viaje misionero, sino también por la división en su iglesia. Oramos por unos instantes y luego le pregunté: -Sonia, ¿quién te está llamando para ir a la India? Me miró fijamente con sus ojos llorosos reflejando desconcierto y desánimo. Por un momento mi pregunta parecía carecer de sentido para ella, pero luego de unos segundos contestó con profunda convicción: -¡Dios! ¡Dios es el que me está llamando! En ese instante fue como si "el manto de la dificultad" fuera quitado y aunque todas las circunstancias decían "Imposible", algo cambió en su actitud. Entonces le dije: -Tenemos treinta y tres días para ver la manifestación de la gloria de Dios sobre tu viaje.

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Soñar los sueños de Dios

La fecha del viaje se acercaba con rapidez y Sonia comenzó a recibir correspondencia de todo tipo con ofrendas de todos los tamaños, de personas de diferentes lugares que ahora tenían el privilegio de ser parte de la obra misionera en la India. Los milagros comenzaron a llegar con la misma velocidad que se aproximaba la fecha del vuelo. Y el día clave llegó. Ese día fuimos al aeropuerto a despedir a Sonia. Fue muy emocionante verla. Parecía una princesa. Estaba impecable con su maleta nueva y una hermosa cámara fotográfica. Apenas me vio, me llamó aparte y dijo: -Alejandro, todavía me cuesta creerlo. ¡El Señor no solo proveyó los dos mil cien dólares para el pasaje, sino que también llevo más de tres mil dólares en ofrendas! ¡Y todo lo recibí en estos últimos treinta y tres días! Mi emoción era muy profunda. Sonia tuvo la oportunidad de constatar la fidelidad de Dios en medio de lo imposible. Conoció al Dios que hace todas las cosas posibles. ¡Ah!, y como si esto fuera poco, aquel día en el aeropuerto Sonia puso en mis manos una ofrenda de cien dólares. Estas son algunas de las hermosas "locuras" del Reino de Dios: la misionera que se iba para la India me da una ofrenda. ¡Oh, Señor mío, tú sí que eres especialista en lo imposible! Los sueños de Dios vienen para hacer realidad lo que no existe.

eventualidad. ¿Cómo iban a ser padres de naciones si ni siquiera podían ser padres de un hijo?

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La fe no me muestra dónde estoy, sino a dónde voy La fe de Abraham, el cual es padre de todos nosotros (como

está escrito: 'le he puesto por padre de muchas gentes) delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen. (Romanos 4: 16-17)

Abraham recibió una visión que parecía imposible. Ni Sara ni él tenían capacidad ni posibilidad alguna de realizarla. En este caso, la visión contradecía toda ley natural. Nadie con dos dedos de frente hubiera creído que ellos, a su edad, podrían ser padres. Tanto es así que hasta la misma Sara se rió de semejante

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Noemí es una abuelita muy jovial que me conoce desde hace varios años. En realidad, desde los tiempos en que asistía a la Escuela Dominical. Incluso, debo admitir que hasta tuvo ocasión de presenciar algunas de mis travesuras de niño. Desde entonces, venía atesorando un sueño en su corazón: quería ser misionera en el continente africano. Noemí se casó, tuvo tres maravillosos hijos y continuó sirviendo al Señor. Los años pasaron, sus hijos crecieron y formaron sus propias familias. Cierto día -mientras comenzaba a desempeñarme como director nacional de JuCUM. en Argentina y ella transitaba esa etapa de la vida llamada la tercera edad, donde, al parecer no existe posibilidad de experimentar nuevos desafíosse acercó a hablar conmigo y en confianza me dijo: "Alejandro, ahora estoy sola de nuevo ... mis hijos tienen ya sus familias y yo no he podido olvidar aquel sueño de mi juventud. ¿Será muy tarde para ser misionera?" Un rotundo "no" surgió de lo más profundo de mi ser. "Los años", le dije, "no han podido ni podrán apagar este ,sueño que Dios puso en tu corazón hace tanto tiempo." En la actualidad, Noemí lleva varios años trabajando como misionera en África. Mientras estaba en Argentina viVÍa de enfermedad en enfermedad. Muchas veces me preguntaba si era prudente animarla a salir al campo misionero en su estado de salud, pero fue maravilloso observar cómo, al pisar tierra africana, Noemí se sanó de sus dolencias. Si cree que el tiempo se le fue de las manos y perdió la oportunidad de realizar alguna visión que Dios ha colocado hace ya varios años en su corazón, hoy le digo: ¡Anímese, hermano! ¡Anímese, hermana! ¡Fl Señor todaVÍa puede hacerlo realidad! Aunque sienta que ya no tiene las fuerzas de antes -como Moisés en la zarza, después de cuarenta años-, aunque parezca que aquella visión se ha muerto, recuerde las palabras en Habacuc 2:3: "Aunque la visión tardará aún por un tiemDo~ inas se apresura hacia el fin, Yno mentirá; aunque tardare espéral01 porque sin duda vendrá, no tardará. ,.

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Soñar los sueños de Dios

Recuerdo aquellos días del mes de marzo de 1989 cuando el Señor comenzó a instarme para que viajara al mes siguiente a Portugal y España. Mi realidad financiera, los compromisos establecidos y ciertos problemas sin resolver hacían que ese viaje sonara a mis oídos como algo muy lejano. Estaba convencido de que Dios podía enviar a otros, pero ... ¿enviarme a mí? Eso era otra cosa. El anhelo de mi corazón era llegar a estos países y establecer contactos y relaciones para que futuros misioneros latinoamericanos pudieran establecerse en pueblos y ciudades no alcanzadas por el evangelio y pudieran trabajar plantando iglesias. A pesar de mi incredulidad, recuerdo cómo Dios comenzó a confirmar este sentir de realizar el viaje, una y otra vez, por medio de diferentes personas y palabras. Sin embargo, continuaba luchando cón mis dudas y temores: "¿Será de Dios? .. Quizás es muy pronto ... No tengo los contactos suficientes... Me falta dinero ... ¿Y si todo sale mal?" Si bien el Señor seguía confirmando el deseo de que fuera en abril a Portugal y España, mis luchas no cesaban. Estaban allí, presentes, haciéndome dudar. Fue a estas alturas de las circunstancias, cuando ya me sentía demasiado presionado por la decisión que debía tomar, que sucedió lo inesperado. Cierta mañana, mientras me trasladaba por mi ciudad en un ómnibus local y estando sentado del lado de la ventanilla, le pregunté al Señor: "¿Qué hago? Dame una confirmación más. ¡No puedo seguir en esta incertidumbre! Una palabra más, ¡por favor!" En ese instante el ómnibus se detuvo en un semáforo en rojo y, mientras seguía balbuceando dichas palabras, asomé mi rostro por la ventanilla y quedé petrificado de la emoción al ver un enorme letrero luminoso de un comercio que anunciaba: "Abril en Portugal." Se encendía y apagaba sin cesar. El semáforo cambió a la luz verde, el ómnibus comenzó a moverse y yo trataba de mantener mis ojos fijos en el cartel luminoso que Dios utilizaba para aplastar de una vez por todas mi incredulidad. y así fue como en ese mes de abril el Señor, en otra demostración de su poder, me llevó a Portugal y a España, respaldándome en una forma poderosa. Hoy puedo decir que ese viaje no solo tuvo un gran impacto

en mi vida, sino también en la de muchos misioneros que en la actualidad sirven al Señor en dichos países.

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Los sueños de Dios requieren de mi compromiso En cierta ocasión escuché a mi querido hermano Ricardo decir: "La visión sin compromiso es igual a ilusión, y el compromiso sin visión es igual a frustración." La clave para llevar adelante los sueños que Dios pone en el corazón es: visión más compromiso. Reconozco que hay muchos preciosos líderes cristianos que viven soñando, que están llenos de ilusiones y buenas intenciones. Hablan y hablan de aquello que van a lograr: la iglesia más grande de la ciudad, programas de radio y televisión de alcance internacional, enviar misioneros a todas partes del lJlundo, publicar libros, una universidad cristiana, un equipo evangelística itinerante por todo el mundo, etc. Pero, lamentablemente, con el correr del tiempo nos damos cuenta de que algunos de esos sueños son ni más ni menos que un globo lleno de aire, pura vanidad. Responden a las ansias de poder, reconocimiento y satisfacción personal de cada uno de estos líderes. También están los hermanos en la fe que poseen otro tipo de sueños, los genuinos, que provienen de Dios, pero que siempre siguen siendo sueños. Nunca se concretan porque estos líderes no tienen ni asumen el compromiso suficiente en sus vidas como para llevarlos a cabo. Con sinceridad, no quiero que los sueños de Dios para mi vida queden en una simple ilusión. ¿Y usted? Y por último, déjenme hacer mención de los siervos de Dios muy comprometidos en el servicio de la obra. 'll:abajan, trabajan y trabajan. No paran jamás. Algunos parecerían adictos al ministerio. Postergan permanentemente a sus familias, su propio estado de salud y aun su relación con Dios por "amor a la obra". ¡Qué confusión! En este sentido debo afirmar que no hay estado más desgastante en nuestro servicio al Señor que cuando hacemos su obra poniendo nuestro máximo esfuerzo, pero desconociendo con exactitud hacia dónde nos dirigimos, sin tener una meta específica, dada por la revelaCIón del Espíritu Santo para nuestras vidas.

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Soñar los sueños de Dios

Es en medio de estas circunstancias donde la "señora frustración" aparece en todo su esplendor. Los resultados manipulan mi vida. Para aplastar mi cabeza solo hace falta que algunas cosas no resulten como esperaba o que ciertas personas no actúen de acuerdo a mis expectativas. Nuestros estados de ánimo suben y bajan según las circunstancias que nos rodean porque vivimos corriendo detrás de los agujeros que tenemos que tapar Oas actividades que "hay" que hacer) y no de lo trascendental adonde Dios nos qUlere llevar. Necesitamos repetirnos y creer este concepto: Aunque no veamos toda la visión con claridad, debemos comprometernos a hacer "todo lo que esté a nuestro alcance" con los recursos que tenemos disponibles y Dios hará lo que para nosotros es imposible. Es muy importante mantener este equilibrio entre buscar la visión de Dios y al mismo tiempo comprometernos con ella. ¡Señor, no quiero soñar únicamente, ni correr hada ningún

asombrada, casi se desmaya de la emoción. Se había esforzado al máximo y su Dios hizo lo imposible a través del medio que Él eligió.

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lado en tu obrar! ¡Enséñame tus caminos y andaré en tus sendas!

Esto no significa que el obrar de Dios y su provisión necesariamente serán conforme a nuestro esfuerzo o trabajo. Para ilustrarlo, perrnítanme hablarles acerca de Silvia, una preciosa hija de Dios, quien para ahorrar lo suficiente y poder realizar el seminario de capacitación misionera, consiguió dos empleos. Faltando pocas semanas para comenzar las clases, Argentina atravesó una importante devaluación de la moneda, la cual repercutió indefectiblemente en los ahorros de todos sus ciudadanos, incluso en los de Silvia. De la noche a la mañana todos sus ahorros se esfumaron. ¡Qué frustración! Thvo la visión y el compromiso y, aun así, todo parecía en vano. Al parecer, tantos meses de esfuerzo y trabajo no cumplieron con su cometido. Sin embargo, nuestro Dios es fiel y no está limitado a obrar de acuerdo a nuestros esfuerzos individuales. Por eso es Dios. Por lo tanto, es muy posible que aunque nos movamos en la v~luntad de Dios, los resultados no aparezcan de acuerdo a lo que esperamos. En la misma fecha en que comenzaba el seminario de capacitación misionera, una persona se comprometió ron Silvia en pagarle el costo total de su seminario. Silvia estaba más que

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Mirar con los ojos de Dios No sé cuántas veces le habrá sucedido a usted, pero a mí, muchas. Me refiero a tener un concepto preconcebido de alguna persona o situación y que, después de un tiempo, cuando uno se involucra en esa circunstancia o tiene oportunidad de profundizar la relación con esa persona, se da cuenta de que estaba equivocado. Por lo tanto, a partir de este momento, la perspectiva cambia de manera rotunda. El ser humano por lo general evalúa conforme a las cosas que ve y luego actúa en consecuencia. La de veces que llegamos al punto de reconocer nuestros desaciertos: "No me daba cuenta." "Estaba ciego." O expresiones similares que simplemente afirman un cambio en nuestra manera de percibir las cosas. Es evidente que actuamos de acuerdo a lo que pensamos, según el criterio y la visión que tenemos de las cosas y las personas. Si algún día un hermano de su congregación, que sabe les debe dinero a varios hermanos y a los que siempre promete que se lo devolverá la semana entrante, viene a pedirle un préstamo, lo más probable es que se niegue a hacerlo. ¿Por qué? Porque ya tiene un concepto formado acerca de su responsabilidad en cuanto al dinero y va a actuar de acuerdo a la visión que tenga de esa persona o de la situación. Hasta aquí esto suena muy lógico y razonable. Sin embargo, el peligro radica en que, así como podemos acertar en algunas percepciones y situaciones que afectan a nuestra vida, estamos de 27

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igual manera expuestos a cometer grandes errores si nos guiamos exclusivamente por nuestros propios criterios. Recuerdo cuando hace algunos años, junto a otros líderes del ministerio, tuvimos que tomar algunas decisiones clave para nuestro futuro desenvolvimiento como misión. A tal efecto, una noche convocamos a una reunión especial de liderazgo en la casa de uno de nosotros. Era imperioso que todos estuviéramos presentes. Sabíamos que cada uno de los líderes había cancelado sus compromisos anteriores para participar en la reunión. Pero, a la hora de comenzar, faltaban varios. Media hora más tarde de lo acordado muchos de nosotros mirábamos con insistencia los relojes. 'Itanscurrido unos cuarenta y cinco minutos, r.¿arcel~, uno de los líderes, se impacientó sobremanera Y comenzo a deCIr con mucho fastidio: -Así no se puede trabajar en equipo. Esto es una vergüenza. Una falta de respeto a los demás. Hice un gran esfuerzo para llegar a la hora y ellos llegan tarde... Los que estábamos con él, al escuchar esto, intentamos superar nuestra propia impaciencia y le aseveramos que no debíamos enojarnos con ellos hasta no saber con exactitud qué les había pasado. Marcelo en seguida replicó: -¿Qué les puede haber pasado? Nada. ¡Seguro que se quedaron haciendo otras cosas por alú!" -Cuidado, Marcelo -le dijimos-, no sea que después debamos arrepentirnos de nuestras palabras. Dicho y hecho. En ese mismo instante la puerta se abrió y todos los demás líderes llegaron juntos. La cara de Marcelo estaba endurecida, esperando explicaciones; mientras que uno de los recién llegados comenzó a relatar lo sucedido. -¿No saben lo que nos pasó? ¡Sucedió un gran accidente en el camino y estábamos estancados sin posibilidad de avisarles! Pero, gracias al Señor que nos libró, pudimos llegar para estar con ustedes. FJ. silencio era sepulcral. FJ. ambiente parecía que se había petrificado. Miré a Marcelo de reojo y, con un gesto expresivo en mi rostro. le pregunté: _¿Y... ? ¿Ahora qué vas a hacer con todo lo dicho acerca de

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estos hermanos? ¿No hubiera sido mejor darles un voto de confianza y esperar a que llegaran para preguntarles. en lugar de establecer de antemano un juicio en su contra? Marcelo no sabía dónde meterse y no sabía cómo ocultar su vergüenza. Creo que aquel día aprendió una gran lección para su preciosa vida. La Palabra de Dios nos enseña una y otra vez acerca de otras perspectivas. Nos muestra que el Señor no necesariamente mira la vida con nuestros ojos. Hebreos 11: 1 dice: "Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que TW se ve" (cursivas del autor). En el versículo 3, leemos: "Lo que se ve fue hecho de lo que no se veía." Y en el versículo 6: "Pero sin fe es imposible agradar a Dios." ¿Qué me quieren decir? ¿Que una vida de fe es mirar lo que no se ve? ¡Por favor, hay que ser realistas! ¿Y lo que yo pienso, mis criterios y lo que siento? ¿Qué lugar ocupan mis sentimientos en todo esto? Para aclarar esto un poco más, vamos a ir a otros pasajes de las Escrituras, que dicen: "No mirando nosotros las cosas que se ven. sino las que no se ven" (2 Corintios 4:18). "Porque por fe andamos, no por vista" (2 Corintios 5:7). Parecería que hay un enfrentamiento constante de posiciones: fe o vista; los criterios de Dios o los míos; su perspectiva de la vida o la mía; sus caminos o los míos. Por eso en Isaías 55:8-9 leemos: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos. y mis pensamientos más que vuestros pensamientos." Este último pasaje nos habla claramente acerca de pensamientos (criteriOS) y caminos 00 que hacemos). Por lo tanto, podemos deducir que una vida de fe es, ni más ni menos, mirar la vida no con nuestros ojos, sino con los ojos de Dios, como Dios la ve. Y, por consiguiente, obrar como Él obra. En realidad. Él no nos deja alternativa porque de otra forma es imposible agradarlo. FJ. profeta Isaías declaró acerca de Jesús: "No juzgará según la vista de sus ojos" (Isaías 11:3). Sin embargo, no sabemos cómo vivir de acuerdo a lo que no podemos ver con nuestros ojos. Quizás diga: "¡Esto es una

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locura! ¡Es imposible vivir de acuerdo a algo que no puedo medir, no puedo controlar o no puedo gobernar! ¡Qué inseguridad! Para algo el Señor nos dio la materia gris, para pensar." ¡Es cierto! Pero de esto se trata la vida, de fe; de someter nuestros criterios a los de Dios, para mirar con sus ojos. No hay otro camino tan glorioso para nosotros como este, porque "el justo vivirá por fe" (Hebreos 10:38). Quizás al leer este libro, si es una persona sensible en sus emociones, comente: "Esto siempre digo del tesorero de mi iglesia o de algún otro líder; son muy racionales, solo se guían por el presupuesto; son muy calculadores para tomar decisiones, necesitan del fuego del Espíritu ... " Pero si es de una clase de persona opuesta a la anterior, cuando observa a alguien muy emotivo y sensible, quizás diga: "Este es un soñador, siempre está volando. Si no es que recibió un sueño, fue una revelación o un fuego que sintió en el pecho o un frío que le corrió por las manos; siempre está sintiendo cosas. ¡Es un emotivo!" Una vez escuché a mi hermano Ricardo decir en uno de sus mensajes al pueblo de Dios: "Un cristiano maduro no vive por emociones, ¡vive por la Palabra de Dios!" Esto no significa que las emociones sean malas o estén teñidas de un concepto negativo. De ninguna manera. Nuestro Dios es un Dios que tiene emociones y nosotros, hechos a su imagen y semejanza, también tenemos emociones que nos permiten reír, llorar, expresar y recibir afecto, disfrutar, etc. Son un regalo de Dios hacia la naturaleza humana. El problema surge cuando estas emociones gobiernan nuestras decisiones. Cuando esto sucede solo nos guiamos por lo que sentimos, por las sensaciones, por lo que tenemos ganas de hacer, por los impulsos propios del momento. Creo firmemente en el principio mencionado con anterioridad de que no debemos vivir basados en nuestras emociones, sino por el contrario, fundamentados en la Palabra de Dios para nosotros. Sin embargo, para ser justos, debemos agregar que un cristiano maduro no vive por razones, vive por la Palabra de Dios. Debemos hacer uso de nuestras emociones y nuestro razonamiento en su justa medida y en su debido lugar. ¡Cuántos

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dolores de cabeza nos hubiéramos evitado si también hubiéramos evitado que tanto las emociones comolos razonamientos -incluso nuestra fuerza de voluntad-, gobernaran nuestra vida! Que sea la Palabra de Dios, escrita y revelada a nuestras vidas, la que gobierne todos nuestros pasos. Como dice el Salmo 119:105: "Lámpara es a mis pies tu palabra, y lumbrera a mi camino." Para ofrecer estos conceptos de manera más contundente, permítame repetirlos de esta forma: UN CRISTIANO MADURO NO VIVE BASADO EN SUS EMOCIONES NI EN SUS RAZONES, SINO QUE VIVE BASADO EN LA PALABRA DE DIOS. Esferas en las que necesitamos mirar con los ojos de Dios Las acciones en nuestra vida serían muy distintas si en vez de mirar con los ojos de nuestras emociones o razones, miráramos con los ojos de Dios. Quisiera mencionar algunas esferas prácticas y específicas en las que necesitamos mirar con los ojos de Dios. En nuestra lucha contra el enemigo Me gustaría que recorriéramos juntos una parte de la historia del pueblo de Israel hasta llegar a la vida del profeta Eliseo, relatada en 2 Reyes 6:8-18. El rey de Siria estaba en guerra contra Israel y siempre procuraba emboscarlo y destruirlo. Pero, una y otra vez, el profeta Eliseo avisaba al rey de Israel acerca de las estrategias del enemigo. Un día el rey de Siria se turbó, creyendo que en medio de sus siervos había un espía. Hasta que uno de ellos le dijo:

No, rey, señor mío, sino que el profeta Eliseo está en Israel, el cual declara al rey de Israel las palabras que tú hablas en tu cámara más secreta. (Versículo 12)

El rey de Siria envió un regimiento a la ciudad de Dotán, donde vivía el profeta, para matarlo. ¡Qué situación tan difícil! Un ejército armado sitiando con carros la ciudad contra un solo hombre. ¿Puede imaginarse la situación? Una mañana muy

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temprano el criado de Eliseo se levanta para prepara: un cafecito con tostadas para él y su jefe, y al deslizar las cortinas que cubrían las ventanas de la cocina, observa un batallón especializado de "SWAT" apuntando toda su artillería contra ellos. ¿Y qué tal si a eso le agregamos helicópteros sobrevolando la zona y algunos tanques cerrando las calles para evitar cualquier intento de fuga? Sinceramente, ¿qué haría? . No sé usted, ¡pero yo trataría de hacer un pozo en la tierra para ocultarme dentro y no ver mi triste final! Y no creo que el criado de Eliseo pensara muy diferente a mí. Sabía que algún día esto iba a suceder, habrá pensado para sí mismo. Por qué habré deddido permanecer alZado de este profeta, aniesgmulo así mi vida, cuando podría haber conseguido un empleo mejor, seguramente murmuró. Imagínese la desesperación del criado despertando a Eliseo y preguntándole: ¿Y alwra qué hacerrws? ¡Nos destruirán! ¡Sorrws solamente dos contra un gran ejército!

Tampoco me es difícil imaginar a Eliseo despertando y asomándose por la ventana, ¡reconodendo a los enemigos! Y, con pasmosa serenidad, diciéndole a su criado: "No tengas miedo, porque más son los que están con nosotros que los que están con ellos" (versículo 16). Es notable observar que Eliseo no negaba el poder del enemigo; no lo subestimaba, no le temía y al mismo tiempo lo reconocía. Sin embargo, él estaba más deslumbrado por el poder de su Dios, observando los carros de fuego que estaban por miles. Qué interesante: ¡Dos fwmbres en la misma situación, en el mismo lngar y al misrrw tiempo, pero con reacciones tan disímiles el uno del otro!

Se diferenciaban en que Eliseo podía mirar con los ojos de Dios, mientras que el criado solamente lo hacía con sus ojos. ¡Qué diferencia! Esto se parece a las antiguas series norteamericanas donde los indios (siempre eran los malos) atacaban despiadadamente a la caballería de blancos (siempre eran los buenos) y, cuando estos últimos estaban rodeados con sus carretas incendiadas, defendiéndose como podían y todo parecía llegar a un desastroso final para los sobrevivientes, se lograba oír el sonido de un clarín

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a lo lejos: "Tu-tu-ru-ru-tu-tuu". Al instante, se veía a Rin Tin Tin, el perro maravilla, que llegaba junto al teniente Crosty con toda la caballería para salvarlos. En esos momentos los pocos soldados que resistían sacaban fuerzas de sus propias flaquezas y con una sola bala mataban a veinte indios para así llegar a la victoria final. Supongo que alguna que otra vez ha visto películas similares a esta. Así me he sentido en muchas oportunidades. He estado a punto de que el diablo me venza, sin ánimo, sin fuerzas, cuestionándome muchas cosas, bombardeado por las mentiras del enemigo. Pero cuando he llegado a ese punto límite, he clamado a Dios diciendo: "¡Señor, por favor, abre mis ojos para ver esta crisis como tú la ves, con tus ojos! Yen ese instante, todo comenzaba a ser diferente. ¿Cómo? Proclamando la gloria de Dios, declarando su verdad, reprendiendo al enemigo y dando, en consecuencia, pasos de fe. Lo que parecía una derrota humillante se transformaba en una victoria gloriosa.

Los motivos del corazón Si bien más adelante vamos a retomar este tema, me gustaría hacer un especial énfasis en el relato de 1 Samuel16, donde se narra la elección de David como rey de Israel. Es muy interesante recordar que Samuel era el canal que Dios usaba para hablar a su pueblo. Un hombre espiritual y con mucha experiencia ministerial. A Samuel se le encomendó que fuera hasta la casa de Isaí para ungir a un nuevo rey sobre Israel y allí le presentaron a Eliab, el primogénito. Y aconteció que cuando ellos vinieron, él vio a Eliab, y dijo: De cierto delante de Jehová está su ungido. (Versículo 6) Samuel supuso, dio por sentado, que la bendición era para el hijo mayor. Así lo decía la tradición cultural y por qué habría de cambiar ahora. Su lógica y su religiosidad lo estaban traicionando. En el versículo 7 leemos: "Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el

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hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón." ¡Qué principios tan gloriosos y cuán poco los consideramos para nuestras vidas y ministerios! Si tan solo Nabucodonosor hubiera decidido vivir sobre estas verdades antes que envanecerse por su trabajo en Babilonia, seguramente no hubiera perdido la razón. ¿Y nosotros? ¡Cuántas heridas nos hubiésemos ahorrado! ¡Cuánta tristeza podríamos haber evitado dentro del cuerpo de Cristo! ¿De qué forma?

juzgarlas o criticarlas por sus equivocaciones, errores, falta de madurez o por el perjuicio que pudieran ocasionarnos P~diendo a Dios que, más allá de toda apariencia, podamos visualizar su ~bra en la vi?a de nuestros hermanos, para que valoremos sus VIdas como Ello hace. ~~~a olvidaré la reunión de obreros donde el Espíritu Santo abno IDl mente y mi corazón para que comprendiera algo más en este aspecto. Había un líder entre nosotros a quien venía exhortando hacía ya bast~te tiempo respecto a tres puntos específicos en su vida qu.e debla cambIar. El tiempo transcurría y los cambios no eran e~de~~es. En p~cular m~ sentía bastante decepcionado por la sl~~clOn. Ese día, en medio de la reunión, el Señor comenzó a IDlms~arnos con su presencia en todos los Participantes. Lo hizo ~ traves, ~e un h~rmano en Cristo que tiene un precioso ministeno profetico (qmen, por supuesto, no sabía absolutamente nada acerca de las situaciones que atravesaba dicho líder). Cuando se acercó al líder, comenzó a declararle con todo denuedo las tres c~acterísticas que debía cambiar. Estaba cerca de ellos y lo escuche todo, y dentro de mi corazón asentía con un silencioso amén Era lo mismo que venía diciéndole desde hacía ya bastante tiem~ po. ¡Qué increíble! "Dios está de acuerdo conmigo", pensaba. Pero ~ le~ci?~ ?e ese día comenzó cuando este hermano profeta ~ontínuo dlClen?ole de parte de Dios: "También puedo ver que tienes un corazon precioso. En el momento en que pasaste por la prueba de fuego, permaneciste fiel y fuiste generoso ... " E~ ese instante mis pensamientos se turbaron dentro de mí. Habla algo que no comprendía. Las palabras que escuchaba deshicieron todos mis argumentos y criterios. Dios no desechaba a este líder como yo lo había hecho. El Señor no solo miraba sus tres puntos débiles que debía cambiar, sino que además observaba su vida entera desde una perspectiva mucho más amP?a que l~ mía. Con s~ ojos apreciaba todo lo hermoso que habla en la VIda de este líder, cosas que yo había pasado por alto. El mismo apóstol Pablo despidió a Juan Marcos. llegó un momento en que no quiso que trabajara más junto a su equipo ministerial. Ya le había fallado una vez y ahora Pablo estaba muy ocupado con su ministerio como para darle otras oportunidades.

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l. Revisemos las motivaciones de nuestro corazón, en especial dentro del liderazgo cristiano Cuando otros son más reconocidos que yo, cuando pierdo alguna posición jerárquica dentro de la iglesia. ¿Qué prevalece? ¿Qué me interesa más? ¿Las apariencias, el poder, la reputación? ¿Qué motiva mi labor? Las motivaciones son como un "motorcito" que impulsa nuestros actos. Estos pueden ser muy loables en sí mismos, dignos de aplausos, pero la diferencia delante de la presencia del Señor radica en las motivaciones, lo que me mueve a actuar y pensar de determinada manera. Los problemas acontecen, por lo general, cuando tomamos nuestras decisiones para agradar a las personas antes que a Dios o por temor o por una particular necesidad de que otros nos acepten. Precisamente esto era lo que hacían los fariseos. Se trataban de personas muy respetables, conocían al pie de la letra la Palabra de Dios, la repetían una y otra vez, oraban, ayunaban, diezmaban y hacían lo que las Escrituras les pedían. Sin embargo, Jesús rechazaba sus motivaciones. Es a este espíritu de fariseísmo contra el que nos enfrentamos diariamente los que estamos involucrados en la obra del Reino, en medio de nuestras decisiones, de nuestro liderazgo, en cada proyecto que desarrollamos. 2. Pidnmos a Dios que nos muestre el corazón de las personas

Debemos conocer el corazón de las personas con las que trabajamos, así como el de nuestros hermanos, antes de

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Sin embargo, Bemabé -parece que tema un corazón más mis: ricordioso- no perdió sus esperanzas con Juan Marcos y deCl.dió llevarlo consigo. Después de un tiempo de trabajo, maduración y crecimiento, Juan Marcos se transformó en un obrero reconocido, aun por el apóstol Pablo. Debemos tener una visión profética en cuanto a cada persona. Quizás a nuestros ojos algunos no estén preparados para la obra, mas Dios cuenta con ellos y visualiza aspectos que nosotros no estimamos.

3. Consideremos cómo elegimos a nuestros colaboradores para trabajar en la obra de Dios

¡Qué diferentes serían nuestros ministerios si tomáramos el ejemplo de Samuel cuando finalmente eligió a quien Dios había designado: un varón conforme a su corazón! Quisiera que miráramos este otro lado de la moneda cuando seleccionamos a nuestros colaboradores, a los que nos rodearán y nos ayudarán a concretar un proyecto. ¿Cómo los elegimos? ¿Qué criterios usamos? ¿Sobre la base de qué tipo de cualidades los nombramos? Los pastores, los líderes de ministerios, todos los que tenemos algún tipo de responsabilidad en la obra, estamos prestos a rodearnos de colaboradores responsables, comprometidos, leales, íntegros, capaces. Queremos que tengan gran número de cualidades pues necesitamos logros rápidos. Entonces nos olvidamos que la formación de líderes es un proceso gradual, que entre otras cosas requiere tiempo. Por lo general, la presión es muy grande. ¡Queremos resultados inmediatos! Asimismo queremos tener ministerios prósperos y de éxito. De modo que elegimos a personas que se destacan. Algunos por su dinero, otros por sus influencias, por sus conocimientos y aun quizás los preferimOS por su apoyo incondicional hacia nosotros, hagamos lo que hagamos. ¡Qué gran peligro! Una vez escuché a un predicador declarar: "Si alguien busca autoridad, no se la des; le estarás haciendo un mal; pero si alguien busca responsabilidad, dale la autoridad necesaria para hacer la obra." Si designamos mal a nuestros colaboradores, vamos rumbo a la destrucción de la visión, del ministerio y de nuestras vidas.

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Pero si en cambio miramos con los ojos de Dios, nos rodearemos de obreros que, en primer lugar, amen profundamente al Señor y a su pueblo. Buscaremos personas transparentes, serviciales, que prioricen su relación con Dios antes que su posición ministerial. ¿Por qué? Porque para el Señor nuestro carácter, lo que somos, prima por sobre nuestras habilidades. Anhelemos trabajar con personas que tengan un corazón como el que tenía David. Permaneció durante mucho tiempo en el anonimato, desconocido y olvidado por muchos, pero bien conocido y apreciado a los ojos de Dios. "Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; porque de él mana la vida" (Proverbios 4:23).

Entender sus planes y su obra Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día. Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a reconvenirle, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera esto te acontezca. Pero él, volviéndose, dijo a Pedro: ¡Quítate de delante de mí, Satanás!; me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de DiJJs, sino en las de los lwmbres. (Mateo 16:21-23, cursivas del autor)

Para ilustrar mejor este aspecto, adentrémonos en esta situación tan asombrosa y singular. Pedro acababa de vivir una de las experiencias más impactantes de su vida: ¡El Padre le había revelado, ante el asombro de todos los discípulos y de él mismo, quién era Jesús! El Señor mismo lo bendijo con declaraciones respecto a las llaves del reino de los cielos y a que todo lo que atare o desatare en la tierra, de igual forma se haría en los cielos. ¿Puede imaginarse ese cuadro? Me pregunto: ¿Qué sucedió en Pedro después de esto? ¿Cómo seguiría siendo su relación con el resto de sus compañeros? ¿Y su relación con Jesús? Es en este contexto cuando Jesús comienza a declarar que le era necesario padecer en Jerusalén y morir. Entonces Pedro, llevándole aparte. comienza a reconvenirle.

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Muchos de nosotros criticamos o hemos criticado la actitud de Pedro. Pensamos: ¡Qué caradura! ¿Quién creyó que era? Suponemos que mientras Jesús caminaba, Pedro iría a su lado, bien cerquita del Maestro, y un poco más atrás los demás discípulos. Quizás Pedro consideraba que a partir de lo que Jesús le había dicho, tenía algo que los demás no tenían, que estaba en otro nivel espiritual. y por todo esto, creo yo, se atrevió a llevar a Jesús aparte. Quizás consideraba que lo que tenía que decirle era de suma importancia, tanto que los demás discípulos no tenían la madurez necesaria como para escuchar la conversación. Es aquí donde me siento muy identificado con la reacción de Pedro. Le hubiera dicho a Jesús: "¿Cómo Maestro? ¿Vas a morir ahora que nuestro ministerio está creciendo, extendiéndose en varios lugares con anexos y filiales nuevas? ¿Ahora que tenemos la estación de radio y el canal de televisión vía satélite? ¿Ahora que las autoridades del país nos reconocen y que tenemos organizadas las campañas evangelísticas para los próximos cinco años? ¿Y qué acerca de la construcción de nuestra escuela cristiana? ¿Precisamente ahora? ¡Señor, por favor, espera un poco!" Sin embargo, vemos que Jesús entendía los planes y propósitos del Padre. Sabía hacia dónde iba. Entendía que era necesario morir para dar vida. Miró más allá de las circunstancias que lo rodeaban, de la opinión de los otros y ni siquiera consideró las palabras de sus amigos más íntimos. Sabía que perdiendo encontraría el camino para vencer al reino de las tinieblas. Miraba la derrota como la gran victoria del Padre. Por eso fue que a ese mismo Pedro que bendijo y llenó de promesas le dijo un tiempo después: "¡Quítate de delante de mí, Satanás!" Porque le era de tropiezo. En ocasiones pienso en la cantidad de veces que el Señor debe haberme dicho estas mismas palabras por haberme movido en su obra basado en mis criterios y "carnalidad religiosa", por no poner la mirada en las cosas de Dios, sino en las de los hombres. No siempre las "cosas de Dios" tienen que ver con lo que entendemos por "la obra y las actividades cristianas". ¿Me explico? Las cosas de Dios tienen que ver con el Reino de Dios, a la manera de Dios y con el corazón de Dios. Sus principios, sus tiempos y

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sus prioridades. Las cosas de Dios no implican activismo cristiano, ni legalismo religioso. Significan discernir la voluntad de Dios para su obra más allá de la relación personal con el ministerio y más allá de algo que nos convenga para la tarea que realizamos. ¿Alguna vez pensó qué pasaría si el Señor le pidiera que ofrendara propiedades de su organización a otro ministerio cristiano? ¿Qué haría? O si el Señor le pidiera que diera un paso al costado en el liderazgo para promover a nuevos obreros, ¿soltaría el mando? Y si Dios le pide que ofrezca a su equipo de colaboradores para que ayude en la realización del proyecto de otro ministerio, ¿qué haría? Nuestra espiritualidad en el ministerio depende de cuál es el lugar en que coloquemos la mirada, si en las cosas de Dios o en las cosas de los hombres. Entonces, que nuestra oración sea: "Señor, ayúdame a mirar con tus ojos."

Mirar más allá de nuestras paredes Durante mis primeros años de casado trabajaba en la oficina de bienes raíces de una empresa alemana ubicada en la ciudad porteña. Recibía como sueldo un salario fijo y además las comisiones por las ventas y contratos. 1tabajé allí durante varios años y si bien no siempre fue fácil, estoy muy agradecido al Señor por todo lo aprendido en ese lugar. Mis ingresos y el horario de trabajo eran más que convenientes porque me permitían vivir cómodamente y al mismo tiempo dedicar un muy buen período de la semana para la obra del Señor. Podría decirse que todo marchaba viento en popa. Hasta que cierto día algo inquietó mi vida. Sentí que era tiempo de renunciar a mi trabajo para comenzar a vivir en un plano de mayor dedicación ministerial. Mi hijo Dieguito acababa de cumplir tan solo tres meses de vida y era difícil, tanto para mí como para mi esposa Marta, tomar una decisión de este tipo. Nos preguntábamos: "¿Señor, ahora, cuando más necesitamos el seguro médico y un ingreso de dinero fijo?" Todo era demasiado nuevo para nosotros. ¡Nos sentíamos tan vulnerables y frágiles! La pregunta que surgía una y otra vez era cómo haríamos para sobrellevar este desafío tan grande al dedicar todo nuestro tiempo a la obra de Dios.

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Me costó muchos desvelos e incertidumbres mirar más allá de mi realidad, de mi presupuesto económico y de los logros personales que había alcanzado en ese trabajo. Reconozco que no fue fácil tomar esa decisión. En ese momento el ánimo y el compromiso de mi esposa con el Señor fueron fundamentales para mí. Pese a nuestras dudas e incertidumbres, el Señor seguía confirmando en nuestros corazones que ese era el tiempo de renunciar y que Él abriría nuevas puertas para nosotros. y así fue. En medio de la mayor inseguridad Y debilidad renuncié a mi trabajo y, con algunos ahorros que teníamos, nos fuimos a Chile durante un período de casi dos meses. Nuestros recursos financieros se evaporaban día a día y sabíamos que ya no habría un salario que nos esperara a fin de ~es. La pregunta surgió: Señor, ¿y ahora? En esos días ya planeabamos nuestro viaje a Buenos Aires. Cuando decidimos llamar por teléfono para avisar la fecha de regreso, el Señor nos sorprendió una vez más como solo Él puede hacerlo: "Hay un regalo esperando para ustedes aquí", dijo un amigo desde el otro lado de la línea. "El contrato de venta del edificio industrial en el que trabajabas antes de renunciar, se firmó hace unos días y, si bien ya no laboras en la empresa, tus antiguos jefes decidieron otorgarte el porcentaje de tu comisión por haber llevado adelante la gestión. Eso significa que hay dos mil quinientos dólares esperándote aquí en Buenos Aires", concluyó con alegría José María, quien es en la actualidad uno de los líderes de Juventud con una misión. Esa fue la comisión más alta que cobré en los cinco años que trabajé en la empresa, y la recibí después de haber renunciado. ¡Así es nuestro Dios! En Juan 4:35 leemos: "¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: ALZAD VUESTROS OJOS Y MIRAD los campos, porque ya están blancos para la siega" (mayúsculas del autor). Muchas veces Dios nos llama a nuevos desafíos, nos impulsa a dar nuevos pasos de fe, pero estamos tan encerrados y ensimismados en nuestro "mundo cristiano" que no logramos reconocer los cambios que Dios quiere realizar en nuestras vidas y ministerios.

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En otras ocasiones sucede que entendemos claramente la voluntad de Dios y los próximos pasos que debemos dar, pero al mismo tiempo pensamos que las circunstancias todavía no están dadas como para hacerlo, y también decimos: "Faltan cuatro meses." Cierta vez un pastor, que tiene una gran trayectoria ministerial, me dijo que la razón de algunos de sus fracasos en el ministerio había sido no haber "cambiado a tiempo y haberse empecinado en seguir haciendo lo que venía realizando por años". No siempre es una cuestión de tiempo. A menudo puede ser que no estemos levantando nuestra mirada ni alzando nuestros ojos. Solo nos limitamos a prestar atención a las personas y situaciones que nos rodean. Pero el Señor quiere transformarnos en cristianos que tengan una visión mundial, una visión global, término que escuchamos últimamente con cierta frecuencia en los medios de comunicación. Dios quiere que tengamos un corazón y una mentalidad más amplia de la que tenemos en la actualidad. Busca cristianos que hagan un fuerte énfasis evangelístico para ganar su barrio, ciudad y país. Y no solo eso, sino también que posean una poderosa visión misionera para llevar el evangelio de Jesucristo hasta lo último de la tierra. En otras palabras, el anhelo del corazón de Dios es que los cristianos seamos un fiel reflejo de las palabras que leemos en Juan 3:16 y que además las vivamos en carne propia: "Porque de tal manera amó Dios al MUNDO" (mayúsculas del autor). Son muchos los hijos de Dios que al alzar la mirada desean tomar decisiones que los conduzcan más allá de sus cuatro paredes, pero al hacerlo se encuentran con ofrecimientos irresistibles, y algunos lucen como imposibles de rechazar. Esto le sucedió a Nancy, una joven que estaba haciendo una carrera laboral brillante en uno de los bancos más importantes de Argentina. Hacía ya bastante tiempo que Nancy había decidido inscribirse en una larga lista de espera para solicitar un crédito que el banco otorgaba a sus empleados para comprar una vivienda. Aunque era bastante improbable que se lo dieran con prontitud, debido a que había otros postulantes que contaban con más años de antigüedad en el banco y que además estaban casados y tenían niños,

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Nancy de todas maneras decidió inscribirse porque el crédito era una oportunidad única para adquirir una casa a muy bajo costo y eso hacía que la espera valiera la pena. Fue en esa misma época cuando Nancy comenzó a experimentar el llamado del Espíritu Santo para capacitarse como misionera e ir a predicar a los pueblos musulmanes del norte de África. No dudó ni por un instante y se inscribió en la Escuela de Misiones que comenzaba en Buenos Aires en los primeros días del mes siguiente. El banco, para alegría de Nancy, le otorgó sin ningún inconveniente una licencia de trabajo. ¡Todo marchaba sobre ruedas! Grande fue su sorpresa, no obstante, cuando faltando muy pocos días para que comenzara la escuela, el banco le notificó que le habían otorgado el crédito subsidiado por veinte mil dólares, lo que era más que suficiente para comprarse una hermosa casa. Sin embargo, una parte de los requisitos para hacerse acreedor de ese dinero era que debía renunciar a su licencia y permanecer trabajando en el banco durante cinco años como mínimo. En otras palabras, esto significaba que debía suspender su llamado misionero a los musulmanes. En ese momento me desempeñaba como director de la Escuela de Misiones y tuve entonces varias oportunidades de conversar con Nancy al respecto. Un día vino a verme para consultarme acerca de mi parecer. Debo confesarles que no es fácil aconsejar en una situación como esta, y menos aun cuando hay dinero de por medio. Además, no era mi intención tomar una decisión por ella, de ahí que le sugiriera que orara junto a sus padres, que son pastores, para ver más allá de las circunstancias y de la situación "real", qué era exactamente lo que el Espíritu Santo tenía para ella. Unos días más tarde Nancy regresó y me dijo muy convencida: "Estuve orando junto con mi familia y la decisión que tomamos es que quiero entregarle este subsidio al Señor como una ofrenda de amor por tener el privilegio de ir al mundo musulmán a predicar el evangelio." ¿Qué puedo decirles? ¡Gloria a Dios! Gracias a Dios por todos los hermanos en Cristo que para adquirir una visión mayor están dispuestos a renunciar a lo que tienen e, incluso, a despojarse de las cosas que Dios les ha dado.

Como dicen las Escrituras: "Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas" (Mateo 6:33).

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Caminar sobre las aguas Disfruto mucho de este pasaje en Mateo 14:22-33, que nos relata acerca de Jesús caminando sobre el mar y el posterior encuentro con sus discípulos. El viento estaba embravecido, las olas azotaban la barca y cuando los discípulos vieron a Jesús sin reconocerle, se turbaron aun más, hasta que el mismo Jesús les dijo: "¡Tened ánimo; yo soy, no temáis!" (versículo 27). De esta manera nos sucede a los hijos de Dios cuando estamos en medio de una tormenta y, al no ser capaces de reconocer la presencia de Jesús, la situación se agrava mucho más. Por supuesto que también nos turbamos mucho. Es sencillo encontrar algunas similitudes en nuestros días: cuando estamos de lleno en el ministerio y las cosas se complican con problemas entre obreros, escasez de dinero, crisis en el liderazgo, pecados inconfesados, heridas que no pueden sanar, etc. A pesar de todo, preferimos seguir aferrándonos a nuestros "barquitos de madera" y a nuestros "remos carnales" sin reconocer la presencia de Jesús. Sin embargo, Pedro, de quien hicimos referencia anteriormente, tuvo una actitud diferente: "Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo; y comenzando a hundirse, dio voces, diciendo: ¡Señor, sálvame! Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?" (versículos 28-31, cursivas del autor). Aunque le resulte inverosímil, las tormentas son el ambiente más propicio para ver los milagros de Dios. A todos nos gusta hacer mención y hablar de cuán importante es "vencer a nuestros Goliat". Pero consideremos que para ver la gloria de la victoria primero hace falta tener a un Goliat enfrente que nos desafíe cada día.

Cómo emprender un proyecto de fe

Miror con los ojos de Dios

Como en el milagro del Mar Rojo. Cuanto mayor es el peligro y el riesgo, mayor es la manifestación del poder de Dios. La diferencia entre cruzar el mar en seco o ahogarse, caminar sobre las aguas o hundirse, está condicionada a si somos capaces o no de reconocer la presencia poderosa del Señor en medio de la adversidad, poniendo nuestros ojos en el autor y consumador de nuestra fe. Así fue cómo Pedro comenzó a caminar sobre las aguas y es así cómo se producen los milagros en nuestras vidas y ministerios cuando estamos expectantes de ver la presencia de Jesús antes que dejarnos asombrar por las circunstancias. Todo iba de maravillas con Pedro. Pero por un momento dejó de mirar a Jesús y comenzó a observar el fuerte viento que los presionaba y, por consiguiente, pasó ni más ni menos lo que debía pasar: tuvo miedo. No siempre es el diablo el que interviene en situaciones difíciles. No siempre es nuestro pecado el causante de las crisis y problemas circunstanciales que enfrentamos. Dios tiene un propósito soberano sobre todo lo que nos acontece y usa las situaciones difíciles, incomprensibles e inauditas de la vida para enseñamos a caminar en la fe y para moldeamos de acuerdo a su gloria (de esto hablaremos en el próximo punto). y luego que tuvo miedo, sucedió lo que Pedro más temía: comenzó a hundirse. Eso es lo que nos acontece a muchos líderes cristianos: cuando dejamos de caminar sobre las aguas y permanecemos mirando únicamente las dificultades, nos hundimos en el desánimo, en el fracaso, en la condenación y en todas aquellas cosas que usted quiera agregar a su lista. Para concluir este punto, mencionaré que entre las personas que sirven al Señor encontramos al menos tres clases de obreros cristianos: l. Los obreros que permanecen en su barca. Estos aman al Señor, pero no están dispuestos a correr ningún tipo de riesgo. Todas sus actividades están fundamentadas en lo que consideran seguro. Poseen la virtud de admirar a los que caminan sobre las aguas y tienen éxito al hacerlo. Sin embargo, luego terminan criticando a quienes comenzaron caminando sobre las aguas y que por diversas circunstancias no pudieron permanecer y se

hundieron. Por lo tanto, prefieren la seguridad de sus barcas antes que el riesgo de fracasar. Los fracasos de otros tienen demasiado peso sobre sus decisiones. Mayor aun que la inspiración de los que lo han logrado. 2. Los obreros que caminan sobre las aguas, pero luego se hunden. Son aquellos que comenzaron a caminar en un desafío d~ fe, pero que al experimentar oposición, crítica o algún fracaso aI~lado o P?stergación en la concreción del proyecto, dejan de ffilrar a Jesus y todo se derrumba. Se apropian de las críticas que otros líderes manifiestan en su contra y escuchan frases como: "Me imaginaba que esto le iba a pasar algún día." Esto les produce un daño mayor. Se quedan en el camino, heridos. Aunque la visión venía del corazón de Dios, después de un fracaso les resulta bastante difícil volver a levantarse y emprender otra vez el camino de fe. 3. Los obreros que después de escuchar la voz de Dios descienden de sus barcas -llamémosle seguridad, jerarquía, reputación, poder, estabilidad económica, educación, etc. _ y aceptan el desafío de caminar mirando solo a Jesús, atravesando los sinsabores de la crítica, el juicio, el rechazo, el desánimo; superando las tormentas de los fracasos sufridos, los desiertos plenos de falta de recursos y la ausencia de resultados inmediatos, y tantos otros vientos imaginables que encuentran en el camino. Estos obreros no necesitan que la tormenta se detenga para llegar a tierra firme y comenzar a adorar, como lo hacen aquellos que estaban en la barca. Estos tienen el tremendo privilegio de entrar en íntima adoración a Dios, incluso cuando parece que todo se hunde.

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Señor, ayúdarws a caminar cada día sobre las aguas y descubrir que el Dios de los milagros sigue obrundo hoy.

Conocer a Dios y entender sus propósitos para nuestras vidas Alguna vez se preguntó: ¿Quién es el mejor creyente en todo el mundo? ¿Dónde vive la persona más madura espiritualmente? ¿Quién conoce al creyente de estos últimos tiempos más consagrado al Señor?

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Cómo emprender un proyecto de fe Mirar con los ojos de Dios

Son preguntas un poco inusuales, extrañas y difíciles de responder. Sin embargo, hace miles de años estas preguntas enc~n­ traron respuestas en la vida de un hombre llamado Job, de qUIen Dios dijo: "No hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto temeroso de Dios y apartado del mal" (Job 1:8). Job era el cristiano número uno del mundo. Era el mejor. Sin embargo,.en el libro de Job leemos que Dios quería seguir moldeando su VIda y derramar sobre él una mayor dimensión de su gloria y de su amor de Padre. La mayoría de nosotros conoce por lo menos algo de la vida de Job. Todas las situaciones que vivió: enferm~dades, muertes, crisis de todos los colores, económica, matrimomal, c~n sus amigos, con sus hijos. No es mi intención hacer ~ ,estudio bíblico acerca del libro de Job, pero sí destacar que .re~len en el capítulo cuarenta y dos es cuando Job llega al COnOCImIento pleno de adónde Dios quería llevarlo. Por tanto, yo hablaba lo que no entendía;
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