Alejandro Magno El Destructor de Persepolis

August 6, 2017 | Author: Ana Valeria D | Category: Achaemenid Empire, Alexander The Great
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Descripción: Summa Arts. Alejandro Magno el destructor de Persépolis....

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EL DESTRUCTOR DE PERSEPOLIS

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FRANCISCO JAVIER GÓMEZ ESPELOSÍip PROFESOR TITULAR DE HISTORIA ANTIGUA DE LA UNIVERSIDAD DE ALCHiA DE HENARES

Alejandro, el triunfador

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Este óleo de Charles Le Brun (1665) recrea^ la entrada triunfal ~ de Alejandro Magno en Babilonia, poco f antes de conquistar Persépolis. Museo del Louvre, París.

El último rey de Persia Este famoso mosaico de Pompeya muestra a Darío III huyendo del campo de batalla tras la derrota de su ejército por las tropas de Alejandro, en Isos, en 333 a.C.

ras la resonante victoria que obtuvo en la llanura de Gaugamela, en octubre del año 331 a.C., Alejandro Magno vio cómo quedaba abierto el camino a las grandes capitales del Imperio persa. Su rey, Darío III, había huido hacia el norte de sus dominios para reclutar nuevos contingentes con los que enfrentarse a los invasores macedonios. La ruta hacia el sur, donde se hallaba el corazón político y simbólico del Imperio, quedaba, así, despejada y al alcance del invasor. Las capitales de Babilonia y Susa fueron entregadas por sus respectivos gobernadores sin apenas oponer resistencia; Alejandro pudo, de este modo, hacer su entrada triunfal en Babilonia en me dio de grandes fastos. Tampoco la ocupación de Pasargada y Ecbatana, las otras dos capitales imperiales, presentó excesivas complicaciones.

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EL FINAL DE UN IMPERIO ;

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La excepción a la regla fue Persépolis, tal vez la ciudad más emblemática del reino persa, que cada año acogía la espléndida ceremonia de homenaje y sumisión de todos los pueblos al Gran Rey. La imagen ideal del soberano se ha conservado en los impresionantes relieves que adornaban muros y escalinatas de la gran plataforma sobre la que se erigió el imponente complejo palacial. El camino más corto para alcanzar la ciudad discurría a través de los montes Zagros, límite geográfico oriental de la antigua Mesopotamia, y que constituían una barrera natural en el camino de Alejandro. El acceso a Persépolis se hallaba, por tanto, mucho más protegido que el de Babilonia o Susa. En el principal paso montañoso alo largo de la ruta, lás famosas Puertas de Susa, se había atrincherado un importante contingente militar persa dispuesto a resistir el avance de

Enero 3 3 0 a.C.

Finales enero 3 3 0 a.C.

Primavera 3 3 0 a.C.

A L E J A N D R O M A G N O marcha hacia Persépolis con su ejército. Atraviesa las Puertas de Susa, arrollando a una importante guarnición persa, y traspasa el río Araxes desoués de levantar un Duente.

T I E N E L U G A R la entrada de Alejandro en Persépolis, la capital del Imperio persa. El rey macedonio da vía libre a sus tropas para que saqueen ¡a ciudad, donde se producen todo tiDO de desmanes.

POR VEZ PRIMERA, el festival Año Nuevo que tenía lugar en P sépolis no se celebra. Posiblemei ello se deba a la negativa de los gos (sacerdotes persas) a recono la realeza de Alejandro.

La ciudad del Rey de Reyes En 512 a.C., Darío I fundó Persépolis (en la imagen) como capital-de su Imperio, y como espléndido ejemplo de la grandeza y el poder aqueménidas.

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Mayo 3 3 0 a.C EL M A G N Í F I C O palacio de Persépolis es destruido por un incendio provocado por Alejandro y sus tropas, tras una controvertida decisión de su estado mayor, en la que tal vez participó la cortesana ateniense Tais.

ALEJANDRO, UN DEMONIO PARA LOS MAGOS PERSAS LA LUCHA ENTRE MACEDONIOS y persas tuvo un componente de guerra de religión. Los persas eran adeptos de la religión zoroastriana, regida por una casta sacerdotal, los magos. Éstos orquestaron una propaganda hostil contra los macedonios, a los que consideraban «demonios con el pelo alborotado del día de la cólera». Rechazaban totalmente la pretensión de Alejandro Magno de erigirse en nuevo rey de los persas, algo que constituía para ellos una auténtica apostasía, un abandono de la verdadera religión y de la verdadera realeza. ' * Persépolis era para ellos la ciudad sagrada, allí donde el monarca reinante era confirmado como el representante directo de Ahura Mazda sobre la tierra en el curso de la P celebración del Año Nuevo. Su destrucción e incendio hizo que, en la tradición irania, Alejandro Magno se convirtiera en una figura verdaderamente diabólica. P E N D I E N T E D E O R O CON RELIEVE QUE REPRESENTA AL DIOS AHURA

MAZDA. PERÍODO AQUEMÉNIDA. SIGLOS Vl-IV A.C. LOUVRE. PARÍS.

Alejandro e impedir a toda costa su entrada en la capital. El primer ataque macedonio contra las defensas persas en el paso concluyó en un rotundo fracaso y se saldó con fuertes bajas. Era casi la primera contrariedad seria que sufría Alejandro en su arrolladora y victoriosa campaña por tierras de Oriente. El soberano macedonio se vio obligado a dividir sus fuerzas para intentar rodear al enemigo por ambos flancos y pudo sortear el obstáculo gracias a la ayuda de un pastor local que indicó a los macedonios una ruta alternativa, no exenta, sin embargo, de complicaciones y dificultades, y que exigía, además, una gran rapidez de movimientos. Las tropas persas fueron finalmente derrotadas y se retiraron a Persépolis, pero cuando llegaron ante las puertas de la ciudad vieron cómo les impidió la entrada el gobernador, que, al parecer, ya había pactado con Alejandro la entrega de la capital persa y le había advertido del peligro del saqueo de sus tesoros.

La crueldad de la conquista Alejandro hizo su entrada en Persépolis a finales de enero de 330 a.C. A diferencia de lo sucedido en Babilonia o Susa, el conquistador macedonio permitió a sus soldados que procedieran al saqueo indiscriminado de la ciudad. Algunos testimonios describen con espanto las atrocidades cometidas por los soldados contra la población civil. En su desmesurada ansia de rapiña, los macedonios se HISTORIA NATIONAL GEOGRAPHIC 54

Los tributos imperiales Centro de un vasto y poderoso reino, a Persépolis llegaban los tributos de los pueblos sometidos, como muestra este relieve de la Apadana, la sala de audiencias.

disputaban entre sí el sustancioso botín con tal ardor que destrozaban piezas muy valiosas para compartirlas, o seccionaban las manos de los rivales que se les habían anticipado en esta furibunda carrera por conseguir el mayor número de riquezas posible. Los habitantes de Persépolis sufrieron toda clase de desmanes y muchos optaron por el suicidio. La consigna de los invasores era no hacer prisioneros. La decisión de Alejandro de permitir el brutal saqueo de Persépolis se ha explicado como una impulsiva y airada reacción ante la resistencia ofrecida por el enemigo, que había provocado considerables bajas en su ejército en el ataque inicial a las Puertas de Susa. De hecho, Alejandro ya había actuado del mismo modo antes, en Tiro o en Gaza. Por otra parte, desde un punto de vista estratégico y psicológico, era necesario conceder a las tropas un botín que se les había negado en los casos de Babilonia y Susa, ciudades que fueron respetadas y cuyos tesoros pasaron directamente a manos de Alejandro, sin que sus hombres participaran en el reparto. El saqueo no afectó inicialmente a la zona de los palacios reales de Persépolis. Allí se hallaban las residencias construidas por Darío I y Jerjes, la imponente sala de audiencias de las cien columnas (la famosa Apadana) y el impresionante tesoro real que acumulaba en sus depósitos la enorme fortuna de 120.000 talentos, que equivalía a los

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El último día de la capital Un terrible incendio, ordenado por Alejandro Magno y tal vez sugerido por la cortesana Tais, arrasó la capital persa, como muestra la ilustración de la Izquierda.

ingresos del antiguo Imperio ateniense durante casi trescientos años. Alejandro ordenó trasladar todas estas riquezas a Susa, trayendo desde las llanuras de Mesopotamia las numerosas bestias de carga, camellos incluidos, que se necesitaban para transportarlas. Estaba claro que no tenía ninguna intención de mantener la posición preeminente de Persépolis como capital de la dinastía persa aqueménida, ya que prefería Babilonia como centro de sus dominios orientales. Los conquistadores permanecieron en la ciudad al menos cuatro meses más, hasta bien entrada la primavera, a la espera de continuar la lucha contra el rey persa, que había huido a las denominadas satrapías superiores (Bactria y Sogdiana). En ese tiempo, Alejandro llevó a cabo una campaña contra los mardos, un pueblo que vivía en las montañas en torno a Persépolis y que todavía no se había sometido a su dominio.

Persépolis, pasto de las llamas Por fin llegó el momento de dejar la ciudad para emprender la persecución de Darío. Fue justo antes de partir cuando Alejandro tomó la decisión de arrasar con un incendio todo el complejo palacial de Persépolis. Seguramente existió un cierto debate dentro de su propio estado mayor a la hora de adoptar tal medida. Al parecer, su viejo general Parmenión mostró abiertamente su disconformidad, argumentando, con cierta lógica, HISTORIA NATIONAL GEOGRAPHIC 56

que aquello sería destruir unos palacios reales que ahora eran de su propiedad, e instándole a no aparecer ante los persas como un simple y violento conquistador en lugar de como su nuevo rey. Según una tradición recogida por historiadores como Plutarco y Diodoro Sículo, la destrucción de los palacios de Persépolis fue una decisión impulsiva e irreflexiva. Una noche, después de realizar un solemne sacrificio en honor de Zeus, Alejandro y sus generales celebraban un banquete en el palacio de Jerjes.Enél también estaba presente una mujer, la cortesana ateniense Tais (o Taíde), amante de Ptolomeo —el general de Alejandro que se convertiría en el primer rey macedonio de Egipto y fundador de la dinastía ptolemaica o lágidas - . En medio de latelebración, cuando el vino ya había nublado la mente de muchos comensales, Tais propuso incendiar los palacios para de esta forma vengar a los griegos por una acción similar perpetrada por Jerjes en Atenas ciento cincuenta años antes: la destrucción de la Acrópolis de Atenas, durante la segunda guerra médica. La propuesta fue secundada con entusiasmo por el propio Alejandro, que junto a Tais encabezó una especie de cortejo báquico que al son de las flautas y los címbalos, y provisto de antorchas, recorrió los palacios y les fue prendiendo fuego. Los soldados macedonios, que vieron de lejos el resplandor del incendio, acudieron de inmediato con el propósito de apagarlo, llevando

Puerta de Todas las Naciones En 475 a.C., Jerjes erigió la entrada occidental a la capital; en ella, el rey proclama: «Gracias a Ahura Mazda yo he hecho este pórtico de todos los pueblos».

PERSÉPOLIS, ORGULLO La gran capital fue el centro administrativo y político del poderoso Imperio persa

Fortificaciones. Se erigieron en 509 a.C. Cerca se ha hallado un archivo con 30.000 tablillas.

Sala de las 32 columnas. Se

sitúa cerca de la cancillería y los despachos.

Puerta inacabada. Desemboca

.

, en un patio situado frente al í>il
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