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AL COLEGIO CON PERÓN Y EV ITA Por Dolores Pujol y Natalia Susevich
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Al colegio con Perón y Evita
El libro es portador de la palabra y la palabra es un símbolo. Precisamente tal ser simbólico es lo que permite a los hombres tener la llave primordial para abrir las puertas del mundo. De ahí, la importancia de cultivar el hábito de descubrir las realidades que portan las palabras que contienen los libros. Mucho más si estas palabras no van a ser sólo leídas, sino estudiadas. Mucho más si estos libros serán los primeros que se lean, si conformarán la base de nuestro futuro saber. Así como Freud sostiene que las experiencias vividas durante los primeros años de vida marcan nuestra estructura psíquica, y de algún modo el tipo de personas que seremos, los primeros conocimientos que adquirimos funcionan como cimientos sobre los cuales construiremos nuestro modo de concebir el mundo. El presidente Juan Domingo Perón lo tenía claro: “Que sepan los maestros y las maestras que el recuerdo que los niños tienen de sus maestros es imborrable; (….) Por eso nada hay para el Gobierno que pueda compararse con el maestro, porque nosotros sabemos que él tiene en sus manos la modelación del alma y la voluntad de la infancia, porque nuestra Doctrina Nacional reconoce en grado sumo el valor del niño para el futuro de la Patria. Porque nosotros 1 sabemos que en cada uno de esos niños, están los ciudadanos del mañana” .
No cabe duda que la escuela primaria es el ámbito, por excelencia, en el que todos damos los primeros pasos en el largo camino del saber. Por eso, las palabras que allí se escuchan, los textos que allí se estudian y los valores que allí se aprenden no son casuales. Los contenidos son programados, y a veces, también controlados. El primer cuento que leímos solos o la primera oración escrita con nuestra letra no son hechos que se olviden fácilmente. Generalmente son tesoros guardados para siempre en algún cofre de nuestra memoria. Pero si a la célebre frase “mi mamá me mima”, le sigue la de “Evita me ama”, las cosas cambian. El objetivo del presente trabajo es analizar cómo, entre 1947 y 19552 , la educación estuvo al servicio de la Doctrina del Partido Peronista, cómo se fue consolidando la pedagogía de ese gobierno en los libros didácticos y cómo se plasmó en las aulas la propaganda ideológica. En definitiva, cómo la escuela se convirtió en uno de los medios más eficaces de la peronización de la sociedad. Por eso, no debería asombrarnos que en 1954, los niños de primer grado superior llevaran a la escuela el libro Cajita de música y leyeran un cuento llamado “El patriota de la ciudad Luz Azul” 3 . Decía así: «Entre montañas y bosques, a orillas de un lago, se elevaba la hermosa ciudad de este cuento. Por las noches, cuando la luna y las estrellas se miraban en las quietas aguas,
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“El maestro en la formación espiritual”, discurso de Perón a los maestros de la provincia de Buenos Aires, 24 de abril de 1953. 2 Si bien Perón llegó a la presidencia en 1945, la presencia de una tendencia partidista en la educación comenzó a hacerse visible a partir de 1947. 3 Picollo, Nélida Lea, “El patriota de la ciudad Luz Azul” en: Cajita de música, Buenos Aires, Estrada, 1954.
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un resplandor azul la iluminaba extrañamente. Por eso llamaron a esa ciudad “Luz Azul”. Sus habitantes no eran felices. Mucho tiempo atrás, un hechicero los había condenado a trabajar sin descanso y a sufrir la injusticia. Cierta noche, mientras un soldado joven y patriota miraba el cielo recamado de estrellas, la más brillante de todas comenzó a caer. Siguiendo la vieja costumbre de pedir tres cosas a una estrella, mientras cae, replicó mirándola con fervor, por tres veces: -¡Haz que puede salvar a mi pueblo! Tiempo después, volvió a orillas del lago. Contemplando el cielo se sobresaltó al oír una voz: “Soldado, soy el alma de la estrella que viste caer. Porque eres patriota y amas a tu pueblo sinceramente, te concederé la gracia de salvarlo. Para ello serás presidente y lucharás contra la injusticia. Ordenarás con todo cuidado la labor que se deberá realizar durante cinco años. Si la cumples hasta el fin, triunfarás.” Pasaron cinco años. La ciudad Luz Azul no parecía la misma. Rostros alegres pronunciaban con devoción el nombre de su salvador. Agradecidos al que les había devuelto la felicidad, lo eligieron para que los gobernara nuevamente. Y el soldado, siguiendo el consejo de la estrella, volvió a ordenar con inteligencia y amor las obras que realizaría en el segundo quinquenio de su gobierno. Desde entonces, en la ciudad Luz Azul, reinaron la alegría y la felicidad. ¿Sabes quién es el soldado?»
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Acerca de cómo el soldado patriota llegó a la ciudad Luz Azul
La revolución del 4 de junio de 1943 llevó al poder al general Pedro P. Ramírez, ministro de guerra del derrocado gobierno de Ramón Castillo. Fue el GOU (Grupo de Oficiales Unidos4 ), una agrupación que había sido creada en marzo de ese año y que estaba formada por oficiales nacionalistas, el que puso en marcha este golpe militar que no tenía, en realidad, ni un programa ni un líder. El jefe militar de la revolución fue el general Rawson, quien, como tal, habría debido asumir la presidencia de facto, pero sus propios compañeros lo vetaron porque no estaban de acuerdo con algunos de los nombres que él proponía para ministros. El general Edelmiro J. Farrell fue designado ministro de guerra por el nuevo presidente y el coronel Juan Domingo Perón fue nombrado secretario de esa cartera. Ambos pertenecían al GOU. Para Peter Waldmann, “Perón se destacó como el oficial de mayor talento político entre los que competían por el poder y no tardó en convertirse en figura dominante dentro del gobierno militar” 5 . José Gabriel Vazeilles, por su parte, agrega que “el entonces coronel Perón manifestó dentro del nuevo gobierno una personalidad y un tipo de acción intenso, flexible, desprejuiciado e innovador muy apropiado tanto para superar las condiciones de vacío con las que los militares se hicieron cargo del mismo, como para canalizar las nuevas fuerzas insuficientemente expresadas en los partidos polít icos y dar un fuerte impulso al movimiento obrero”6 . En octubre de 1943 se produjeron cambios en el gobierno que indicaban modificaciones en la relación de fuerzas. Farrell ocupó la vicepresidencia. Perón se puso al frente de la Secretaría de Trabajo y Previsión y continuó como secretario de Guerra. Desde entonces, fue ganando poder y acumulando cargos. “En tributo obvio a su incorporeidad, los trabajadores conocían el Departamento Nacional de Trabajo, bajo el mote «cementerio de elefantes». Pronto, sin embargo, le daría a Perón un tesoro más precioso que el marfil: la llave de control del movimiento laboral argentino”.7 En marzo de 1944, Ramírez renunció y Farrell se convirtió en presidente. En poco tiempo, Perón reunió los cargos de vicepresidente, ministro de Guerra, secretario de Trabajo y Previsión y presidente del Consejo Nacional de Posguerra. Ese mismo año, Perón conoció a Eva Duarte. “Él apenas comenzaba a ser Perón y ella estaba aún muy lejos de ser Evita. Ninguno de los dos debía de imaginar el papel que ocuparía en nuestra vida política”.8
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“El GOU fue durante mucho tiempo tan secreto, que nadie podía decir con certeza lo que representaban las tres letras. Varias interpretaciones incluyen: Gobierno, Orden, Unidad; Grupo Obra de Unificación; Grupo Orgánico Unificado; y, finalmente, lo que ha sido aceptado como nombre oficial, Grupo de Oficiales Unidos”. Page, Joseph A., Perón, Una biografía. Primera Parte (1895-1952), Buenos Aires, Javier Vergara, 1984, pág. 61. 5 Waldmann, Peter, “Capítulo IV: Los principales factores de poder” en: El Peronismo 1943-1955, Buenos Aires, Sudamericana, 1974, Material de Cátedra, pág. 6. 6 Vazeilles, José Gabriel, Historia argentina. Etapas económicas y políticas. 1850-1983, Buenos Aires, Biblos, 1998, pág. 117. 7 Page, Joseph A., Perón, Una biografía. Primera Parte (1895-1952), Buenos Aires, Javier Vergara, 1984, pág. 80. 8 Sidicaro, Ricardo, Juan Domingo Perón, Colección Los nombres del poder, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 27.
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En ese entonces, la CGT estaba dividida en dos centrales. Perón se alió con una de ellas y desplazó a la otra. Por otra parte, persiguió a los dirigentes socialistas o comunistas y favoreció a quienes no lo eran, creó nuevos sindicatos, decretó nuevos estatutos para diversos gremios, estableció aumentos de sueldos y fijó salarios mínimos. Además, proyectó algunas normativas importantes aprobadas después como la justicia de trabajo, el pago de vacaciones y aguinaldo y el sistema de cajas jubilatorias. Creó la secretaría de Industria y Comercio para promover los intereses industriales, revocó la Ley de Asociaciones Profesionales, estableció el control de alquileres, determinó la fijación de precios máximos para los productos alimenticios y demás artículos de primera necesidad 9 . El seguro contra enfermedad y accidentes; la organización de servicios médicos, culturales y deportivos y la sanción del Estatuto del Peón Rural, completaron su labor. “Los centenares de disposiciones, resoluciones y dictámenes emitidos por la secretaria de Trabajo y Previsión entre 1943 y 1946, contenían ya todas las figuras jurídicas y los principios básicos de la política social peronista”.1 0 A medida que crecía la influencia de Perón se advertía que buscaba apoyarse simultáneamente en el ejército, el movimiento sindical y los empresarios. Los sectores obreros acogían con satisfacción la inusitada política laboral del gobierno que los favorecía y el alza de los salarios; pero subsistían en su seno muchas resistencias de quienes conocían la política laboral fascista. Los empresarios veían con buenos ojos las medidas de protección a la industria nacional y las promesas de creación y ampliación del mercado interno. En el ejército, por su parte, algunos grupos reconocían la capacidad de conducción de Perón y aprobaban su plan de atraer a los obreros con el ofrecimiento de algunas ventajas para sujetarlos a los planes del Estado Mayor; pero otros no tardaron en descubrir el peligro que entrañaba la organización de poder que Perón construía rápidamente en su beneficio, y opinaron que constituía una amenaza para las instituciones democráticas. Esta fue también la opinión de los partidos tradicionales y de los vastos sectores de clase media que formaron en la “Marcha de la Constitución y de la Libertad”, nutrida concentración con la que se quiso demostrar la impopularidad del gobierno y el repudio a sus planes. En vista de esa situación, la guarnición de Campo de Mayo solicitó al presidente Farrell que pidiese la renuncia a Perón. Si bien era la misma guarnición que había llevado adelante la revolución del ’43 y que había sido el apoyo militar de Perón, estaba ahora presionada por la opinión pública, la oposición, la embajada norteamericana y los intelectuales de las universidades. Perón renunció sin resistirse. Hubo unos días de gran caos, en los que la oposición no acertaba a llenar el vacío de poder que se produjo. Esto dio tiempo a que se organizaran los sectores ya definidamente peronistas, los que, con decidido apoyo militar y policial, se dispusieron a organizar un movimiento popular para lograr el retorno de Perón.
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Cfr. Waldmann, Peter, “Capítulo IV: Los principales factores de poder” en: El Peronismo 1943-1955, Buenos Aires, Sudamericana, 1974, Material de Cátedra, pág. 16. 10 Waldmann, Peter, “Capítulo IV: Los principales factores de poder” en: El Peronismo 1943-1955, Buenos Aires, Sudamericana, 1974, Material de Cátedra, pág. 14.
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El 17 de octubre nutridas columnas de sus partidarios emprendieron la marcha sobre el centro de Buenos Aires desde las zonas suburbanas y se concentraron en la Plaza de Mayo solicitando la libertad y el regreso de su jefe que, después de haber estado preso en la isla Martín García, se encontraba detenido en el Hospital Militar. Acaso sorprendida por el inesperado apoyo popular que éste había logrado, la oposición no se atrevió a obrar y el gobierno ofreció una suerte de transacción: Perón quedaría en libertad, abandonaría la función pública y afrontaría la lucha electoral en elecciones libres controladas por el ejército. Una vez en libertad, Perón apareció en el balcón de la Casa de Gobierno y consolidó su triunfo arengando a la muchedumbre en un verdadero alarde de demagogia. “Frente a la movilización popular, los sectores castrenses contrarios a Perón no supieron, no pudieron o no quisieron reprimir. Estos acontecimientos dieron lugar a muchas discusiones, pero lo cierto era que si sólo estaba en juego la libertad del controvertido coronel, aceptar la demanda multitudinaria y poner fin a un arresto que carecía de sustento legal debió parecer la alternativa menos costosa. La solución fue el problema; pues quedó instituida la presencia de un nuevo actor político: la multitud movilizada; de un espacio mítico: la plaza; y de un líder que instauró esa noche su relación carismática.” 1 1 Raúl Scalabrin i Ortiz destacó la presencia de la vieja y de la nueva clase obrera en el gentío que reclamó la libertad de Perón.1 2 Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero, en esta misma línea, analizaron la importancia que en el surgimiento del movimiento peronista tuvieron tanto los obreros “viejos” como los “nuevos”, en contra de teorías como la de Gino Germani que explicaban el apoyo de los trabajadores a Perón a partir del aprovechamiento que éste habría hecho de la falta de experiencia sindical de la nueva clase obrera para manipularla ideológicamente.1 3 El panorama político del país cambió, pues, desde el 17 de octubre. Hasta ese momento los partidos tradicionales habían estado convencidos de que el movimiento peronista era impopular y que la mayoría seguía aglutinándose alrededor del radicalismo; pero desde entonces comenzaron a convencerse del arraigo que la nueva política obrera había adquirido. La consecuencia fue la formación de la Unión Democrática, frente electoral en el que se unieron conservadores, radicales, demócratas progresistas, socialistas y comunistas para sostener, frente a la de Perón, la candidatura radical de José P. Tamborini. La campaña electoral fue agitada. Perón se lanzó a crear un frente político vertebrado por el recién creado Partido Laborista1 4 y logró atraer a ciertos sectores del radicalismo y del conservadorismo y fue a las elecciones en 11
Sidicaro, Ricardo, Juan Domingo Perón, Colección Los nombres del poder, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 33. 12 Cfr. Sidicaro, Ricardo, Juan Domingo Perón, Colección Los nombres del poder, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 34. 13 Cfr. Murmis, Miguel y Portantiero, Juan Carlos, Estudios sobre los orígenes del peronismo, Buenos Aires, Siglo XXI, 1995. (Material de Cátedra). 14 Los dirigentes sindicales que decidieron apoyar a Perón el 17 de octubre fundaron su decisión en “la razonable apreciación coyuntural pero decisiva de que la derrota de Perón en el seno del gobierno podría llevar a un retroceso en torno de las conquistas recién logradas y las que estaban por lograrse en los decretos que Perón había dejado astutamente firmados antes de su dimisión”. Pero, al mismo tiempo, conscientes de la necesidad de mantener la autonomía del movimiento obrero y habiendo comprobado su capacidad política, crearon el Partido Laborista. (Cfr. Vazeilles, José Gabriel, Historia argentina. Etapas económicas y políticas. 1850-1983, Buenos Aires, Biblos, 1998, págs. 121 y 122)
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compañía de un radical, Hortensio J. Quijano. Lo respaldaba desembozadamente el aparato gubernamental y lo apoyaban los sectores fuertes del ejército y de la Iglesia, así como también algunos grupos industriales que esperaban una fuerte protección del Estado para sus actividades. Pero también lo apoyaba una masa popular muy numerosa. “La campaña electoral de un movimiento político sin pasado ni organización tenía por fuerza que basarse en el atractivo personal y en la capacidad de arbitraje del candidato a presidente. Su figura se agrandó en relación directa con la desvalorización de las precarias estructuras partidarias que lo respaldaban. Lo ayudó en forma notable el Departamento de Estado norteamericano, al plantear la alternativa Braden o Perón.”1 5 El 24 de febrero de 1946, en las primeras elecciones presidenciales sin fraude desde 1928, la fórmula Perón-Quijano triunfó en casi todo el país con 1.500.000 vo tos, lo que representaba el 55% de la totalidad de los electores. En mayo de 1946, Perón anunció en un discurso radial la unificación de todas las fuerzas que lo habían respaldado en un nuevo partido, el Partido Único de la Revolución, al cual poco después denominaría simplemente Partido Peronista. El Partido Laborista terminó por ser disuelto. Antes de entregar el gobierno, Farrell adoptó una serie de medidas para facilitar la obra de Perón, entre ellas la intervención a todas las universidades y la expuls ión de todos los profesores que habían tenido una militancia contra él. Cuando Perón ocupó la presidencia el 4 de junio de 1946, continuó la remoción de los cuadros administrativos y judiciales sin detenerse siquiera ante la Suprema Corte de Justicia. Gracias al incondicionalismo del Parlamento pudo revestir todos sus actos de una perfecta apariencia constitucional. Fuera de la legitimidad de su título constitucional, la fuerza del gobierno seguía consistiendo en el apoyo que le prestaban los grupos de poder: el ejército, la Iglesia y las organizaciones obreras. Para mantener ese apoyo, Perón trazó distintas líneas políticas y procuró mantener, el equilibrio entre los distintos sectores que lo sostenían. Pero el que más le preocupaba era el sector obrero, en el que sólo él tenía ascendiente y con cuya fuerza debía contrarrestar la de los otros dos, que sin duda poseían su propia política. De ahí la significación de su política laboral. Tres aspectos distintos tuvo ese política. En primer lugar, procuró acentuar los elementos emocionales de la adhesión que le prestaba la clase obrera. Tanto su oratoria como la acción y palabra de su esposa estaban destinadas a destacar la actitud paternal del presidente con respecto a los que vivían de su salario y a los necesitados. Una propaganda gigantesca y bien organizada llevaba a todos los rincones de la Argentina el testimonio de esa preocupación por el bienestar de los “descamisados”. Y cuando se convocaba a una concentración popular, los discursos del presidente y de Evita adquirían los matices de una verdadera explosión sentimental de amor por los humildes. En segundo lugar, se logró establecer una organización sindical rígida a través de la CGT. Estrechamente vigilada por Perón y Evita, la CGT respondía incondicionalm ente a los designios del gobierno y transmitía sus consignas
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Sidicaro, Ricardo, Juan Domingo Perón, Colección Los nombres del poder, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 35.
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hacia los sindicatos y los delegados de fábrica que, a su vez, las hacían llegar a la base. Finalmente, el gobierno mantuvo una política de salarios altos, a través de la gestión de convenios colectivos de trabajo. Los patrones trasladaban automáticamente esos aumentos de los salarios a los precios, con lo que se acentuó la tendencia inflacionista. En el ámbito económico, Perón redimensionó y recompuso la actividad intervencionista del Estado, que a sus funciones tradicionales agregó el papel de reformador de estructuras y de empresario en ciertas actividades básicas. Por otra parte, la modificación en la distribución global del ingreso –que continuó con un alza más marcada de los salarios reales durante los primeros años del peronismo– tenía que ver con “una política deliberada de ampliación del mercado interno para continuar con el avance de la industrialización sustitutiva, así como con la de transferir ingresos del sector agropecuario al industrial, el rescate de la deuda externa financiera y una casi eliminación de las remesas de las inversiones de capital” 1 6 . En octubre de 1946, el gobierno presentó el Primer Plan Quinquenal que rigió entre 1947 y 1951. Desde el punto de vista social, este plan siguió la orientación impuesta por Perón en la secretaría de Trabajo y Previsión. Proponía reformas en la esfera del Estado, en el de la defensa nacional y en el de la economía. “En lo político, se perseguía el desarrollo material y la elevación moral, el equilibrio y la defensa nacional. En lo social, se buscaba evitar la desocupación, elevar el nivel cultural y de vida de los trabajadores. En lo económico, aumentar la renta nacional, posibilitar la mejor distribución de la riqueza, absorber los excedentes de materias primas, estabilizar los precios, poner en actividad modernos y perfeccionados centros industriales. En lo financiero, la independencia y estabilidad monetaria, la inversión productiva del ahorro y el fortalecimiento y regulación de los recurso s del Estado”1 7 . De los 27 proyectos que comprendía, el Parlamento, que prolongó la discusión durante 1947-1948, sólo aprobó la mitad de ellos. Graciela Malgesini y Norberto Álvarez señalan que la política económica que quedó expresada en el plan implicaba “a) la transformación de la estructura económico -social por la expansión industrial; b) la reducción de la vulnerabilidad externa mediante el rescate de la deuda externa pública y privada y la nacionalización de los servicios públicos; c) la elevación del nivel de vida de la población mediante una redistribución de la riqueza y un plan general de obras y servicios públicos referidos a sanidad, educación y vivienda; d) el empleo de parte de las ganancias generadas por los términos de intercambio muy favorables de los que gozaba el país, junto con las reservas de oro y divisas acumuladas durante la guerra, para la financiación del programa; e) el mantenimiento de una política nacionalista frente a los organismos internacionales de la posguerra; f) amplia movilización de los recursos nacionales, aceleración de la capitalización industrial, fomento de la creación de un importante mercado de consumo interno y máxima utilización
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Vazeilles, José Gabriel, Historia argentina. Etapas económicas y políticas. 1850-1983, Buenos Aires, Biblos, 1998, págs. 87 y 88. 17 Santos Martínez, Pedro, La Nueva Argentina. 1946-1955, Tomo 1, Colección Memorial de la Patria, Buenos Aires, Ediciones La Bastilla, 1979, pág. 78.
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de la fluidez dotada al sistema bancario para independizarse de las fluctuaciones de la balanza de pagos”1 8 . En febrero de 1948 el gobierno firmó el Pacto Andes por el cual los ferrocarriles fueron comprados a Inglaterra “con parte de la moneda bloqueada en Londres y otra parte a cuenta de las exportaciones argentinas de carne a Gran Bretaña durante 1948 y 1949”1 9 . La explotación de los servicios públicos pasó progresivamente a manos del Estado, creándose en cada caso un nuevo ente descentralizado encargado de su dirección. Se creó la Dirección Nacional de Gas del Estado. Una de las principales tareas del organismo fue tratar de sustituir el carbón importado por el gas nacional, para lo cual se construyó un enorme gasoducto desde Comodoro Rivadavia. También se formó la Dirección Nacional de Energía que incluía a YPF. Otros organismo del Estado empresario, en materia de servicios públicos, fueron: la Flota Mercante y Aerolíneas Argentinas, creada en 1950 y consolidada a partir de la construcción de nuevos aeropuertos, entre los que sobresalió el de Ezeiza. En lo relativo al papel estatal en la industria, se crearon una serie de unidades, destacándose el conjunto de Fabricaciones Militares y, entre las sociedades de capital mixto, SOMISA e Industrias Químicas ATANOR. De esta manera, el Estado pasó a controlar un complejo industrial compuesto por empresas químicas, farmacéuticas, metalúrgicas, eléctricas, constructoras y textiles. Entre enero y abril de 1949 se realizó la Convención Constituyente. A pesar de que se hicieron agregados de tipo retórico, no se tocó la base misma del texto de 1853. Lo que se incorporó, porque en última instancia era el propósito de la reforma, fue la posibilidad de reelegir indefinidamente al presidente. Además, se suprimió el sistema de electores y se estableció la elección presidencial en forma directa por el voto popular. De modo que la Constitución de 1949 estableció un nuevo esquema de poder y la posibilidad de que Perón pudiera presentarse nuevamente como candidato a presidente en las próximas elecciones. En 1948 comenzaron las actividades de la Fundación de Ayuda Social Eva Perón, que sin duda alguna, fue una institución poderosa tanto en el sentido político como en el social. Esta institución se dedicó a la construcción de hogares de tránsito, escuelas de enfermeras, colonias de vacaciones, proveedurías, comedores escolares, hogares para ancianos y clínicas de recuperación para niños. Además, dio origen a la Ciudad Infantil, una minúscula ciudad que los niños podían visitar, y que se complementó, luego, con la Ciudad Estudiantil, que era un establecimiento dedicado a los estudiantes de los hogares-escuelas. “Las inversiones que recibió Evita fueron canalizadas hacia la edificación de mil escuelas en todo el país y la habilitación de modernas policlínicas en el Gran Buenos Aires y las provincias del norte y del litoral. Pero su éxito más espectacular lo constituyó la organización y financiación de los Campeonatos
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Malgesini, Graciela y Álvarez, Norberto, El Estado y la economía. 1930-1955 (II), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, Material de Cátedra, pág. 52. 19 Malgesini, Graciela y Álvarez, Norberto, El Estado y la economía. 1930-1955 (II), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1983, Material de Cátedra, pág. 53.
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Infantiles Evita, que permitieron a millares de niños calzarse medias y zapatos por primera vez y ser revisados por un médico”2 0 . Por otra parte, la Fundación se ocupó de distribuir enormes cantidades de pan dulce y sidra para Navidad y Año Nuevo, y entregó numerosísimos juguetes a los niños en la fecha de Reyes. “La ayuda se prestaba con un gran despliegue publicitario y no parecía hacerse por pura generosidad, sino por un afán electoralista y como factor de dominación sobre los sectores necesitados. La Fundación perseguía fines políticos con miras a mantener viva la adhesión al gobierno de Perón” 2 1 . La popularidad de Eva Perón había crecido en forma vertiginosa ya desde 1946. Por su voz se expresó, a la vez, un peronismo de valores femeninos y otro de beligerancia jacobina. En un interesante desdoblamiento, el pueblo de Perón encontró en ella a la madre de los descamisados y a la agitadora más belicosa. En los momentos de las mayores presiones políticas, Perón parecía moderado en comparación con su esposa. Sería difícil discernir si fueron sus gestos de ruptura o sus desplazamientos en suntuosos salones lo que le ganó la animadversión de quienes vieron en “esa mujer” el más insoportable símbolo de los nuevos tiempos o, quizás, el objeto predilecto de su envidia. En un momento, Evita pareció muy próxima a alcanzar la vicepresidencia y consagrar de jure su autoridad de hecho. Sin embargo, la resistencia militar contribuyó a bloquear ese proyecto; el episodio mostró los límites del poder del peronismo. La muerte de Evita, ocurrida el 26 de julio de 1952, sirvió para marcar un hito divisorio entre dos etapas. Cuando media Argentina lloraba por ella, el proyecto de 1946 llegaba a su fin. La situación económica había cambiado cuando Perón asumió la segunda presidencia el 4 de junio de 19522 2 . “Hacia 1950 los límites insitos en la mecánica de relación entre la subestructura agroexportadora y la subestructura industrial sustitutiva se pusieron de manifiesto –cuya expresión más importante fue la comprometida situación del balance de pagos–”2 3 . Para dar cuenta de la coyuntura, el Gobierno debió formular un Plan de Emergencia para 1952, que constituyó una etapa intermedia entre los dos Planes Quinquenales. Los objetivos del nuevo plan eran acrecentar la producción agropecuaria, orientar el comercio exterior hacia una reducción de las importaciones, estimular las exportaciones de los productos con saldos disponibles y promover la austeridad de los consumos, para facilitar el incremento del ahorro. A partir del 1º de enero de 1953 comenzó a regir el Segundo Plan Quinquenal. Establecía preeminencia para la agricultura y ganadería y “fue el primer síntoma del agotamiento de los avances que significó para la Argentina el proceso de industrialización sustitutiva y del impulso adicional que le dio el
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Gambini, Hugo, Historia del peronismo. El poder total (1943-1951), Buenos Aires, Planeta, 1999, pág. 182. 21 Santos Martínez, Pedro, La Nueva Argentina. 1946-1955, Tomo 1, Colección Memorial de la Patria, Buenos Aires, Ediciones La Bastilla, 1979, pág. 113. 22 Había triunfado en las elecciones con alrededor de las dos terceras partes de los votos. Hay que recordar que el patrón electoral se había ampliado con la incorporación del voto femenino. 23 Vazeilles, José Gabriel, Historia argentina. Etapas económicas y políticas. 1850-1983, Buenos Aires, Biblos, 1998, pág. 89.
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peronismo en su primera época”2 4 . “La doctrina peronista o justicialismo fue difundida como Doctrina Nacional. Se afirmaba que el máximo objetivo de este sistema era alcanzar la grandeza de la Nación, armonizando los valores materiales con los espirituales, y los derechos del individuo con los de la sociedad”2 5 . En su esencia, el Segundo Plan Quinquenal “significó una reorientación de los estímulos oficiales hacia la producción agropecuaria para impulsar las exportaciones del sector, con modificación de la política cambiaria, un agudo plan de austeridad para el gasto público, una intensa propaganda destinada a revertir en parte la redistribución del ingreso a favor del sector asalariado (con magro efecto) y un fuerte cambio en la actitud hacia el capital extranjero, con la sanción de la Ley 14.222 en 1953, que flexibilizó los términos de repatriación de ganancias y otras ventajas sobre la situación anterior” 2 6 . Las nuevas orientaciones económicas producían satisfacción en los Estados Unidos, el nacionalismo económico había cedido el paso a la búsqueda de inversiones extranjeras, en especial en el rubro petrolero. En 1951 un grupo militar de tendencia nacionalista encabezado por el general Menéndez había intentado derrocar al gobierno, pero había fracasado. Los hilos de la conspiración pasaron a otras manos, que consiguieron conservarlos a la espera de una ocasión propicia. A partir de 1954, las medidas gubernamentales que afectaban material o espiritualmente a la Iglesia Católica se multiplicaron y la oposición debilitada y disgregada encontró un inesperado eje de movilización y de unificación. Repentinamente, la vieja conspiración militar comenzó a prosperar y se preparó para dar un golpe que estalló el 16 de junio de 1955. La Casa de Gobierno fue bombardeada por los aviones de la Armada, pero los cuerpos militares que debían sublevarse no lo hicieron y el movimiento fracasó. Sin embargo, la amenaza golpista adquirió nuevo vuelo bajo la dirección del general Eduardo Lonardi y estalló en Córdoba el 16 de septiembre. Hubo allí acciones violentas, pero la sublevación general de la marina, que concentró sus barcos en el Río de la Plata y amenazó con bombardear la Capital, enfrió el escaso entusiasmo de los jefes aún adictos a Perón. Pocos días después, Perón entregó su renuncia y marchó hacia el exilio, en espera de la vuelta. Lonardi se hizo cargo del poder.
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Vazeilles, José Gabriel, Historia argentina. Etapas económicas y políticas. 1850-1983, Buenos Aires, Biblos, 1998, pág. 91. 25 Santos Martínez, Pedro, La Nueva Argentina. 1946-1955, Tomo 1, Colección Memorial de la Patria, Buenos Aires, Ediciones La Bastilla, 1979, págs. 82 y 83. 26 Vazeilles, José Gabriel, Historia argentina. Etapas económicas y políticas. 1850-1983, Buenos Aires, Biblos, 1998, pág. 91.
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Titulares y micrófonos bajo control del soldado patriota “... Evita se había muerto antes de verme campeón. Yo la conocía por sus fotos de rubia y por los noticieros de cine.” 27
“El general nos envolvía con su voz de mago lejano. Yo vivía a mil kilómetros de Buenos Aires y la radio de onda corta traía su tono ronco y un poco melancólico.” 28
El peronismo se consideraba “un nuevo movimiento histórico” de tipo fundacional, por lo tanto le resultaba esencial la difusión de la nueva doctrina. Para ello apeló a formas de propaganda, puso en marcha todos los canales del nuevo sistema circulatorio que permitieran explicar, disuadir o imponer su propuesta ideológica. Estableció las relaciones estrechas entre el Estado y la sociedad. En el espacio de la doctrina combinó el Estado, el Partido Peronista y los sectores de la sociedad civil. Y, como se verá después, la pedagogía educativa no quedó fuera de ese esquema. “La mentalidad militar de Perón asignaba los mismos objetivos estratégicos de la guerra a la política: era necesario derrotar o neutralizar al enemigo”2 9 . Pablo Sirvén sostiene que Perón basó su estrategia en relación con la prensa en algunos hechos: suspensiones y clausuras de variada naturaleza a diarios y revistas contrarios a la línea oficial; establecimiento de oficinas de prensa que terminaron instituyendo como única clase de información posible la religión de la gacetilla; acoso legislativo a empresas; creciente influencia y protagonismo de la Subsecretaría de Informaciones; compra y neutralización de editoriales; instauración de una verdadera cadena de diarios y revistas adeptos.3 0 Perón hizo adquirir algunos periódicos ya existentes, fundar otros y agrupar a la mayoría en un imperio periodístico que al final de su régimen estaba integrado por 13 editoriales, 17 diarios, 10 revistas y 4 agencias informativas, todos ellos favorecidos con una onerosa publicidad oficial y alimentados por el material que se fabricaba en la Secretaría de Prensa y Difusión de la Presidencia de la Nación dirigida por Raúl Apold. Cuando Perón llegó a la presidencia en 1946, sólo contaba con un diario claramente identificado con su línea partidista: La Época. Cuando lo militares lo derrocaron manejaba una cadena (la sociedad ALEA) integrada por La Razón, Democracia, El Laborista, La Época y Noticias Gráficas, además de cinco diario s del interior. Como diarios adeptos, aunque sin formar parte de la cadena, pertenecían a la vereda peronista los medios de la editorial Haynes (El Mundo y numerosas revistas), Crítica y El Líder.
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Soriano, Osvaldo, “Otoño del 53” en: Cuentos de los años felices, Buenos Aires, Sudamericana, 1993, pág. 16. 28 Soriano, Osvaldo, “Aquel peronismo de juguete” en: Cuentos de los años felices, Buenos Aires, Sudamericana, 1993, pág. 22. 29 Page, Joseph A., Perón, Una biografía. Primera Parte (1895-1952), Buenos Aires, Javier Vergara, 1984, pág. 246. 30 Cfr. Ulanovsky, Carlos, Paren las rotativas. Historia de los grandes diarios, revistas y periodistas argentinos, Buenos Aires, Espasa, 1997.
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Hacia 1949 ya estaba montado el aparato periodístico del peronismo y definido y delimitado el territorio independiente. Clarín, La Nación y La Prensa quedaron fuera del cerrojo comunicacional. Sin embargo, esta última fue expropiada en 1951. No se fabricaba papel de diario en la Argentina, había que importarlo, y tanto las divisas necesarias para pagarlo (sometidas al control de cambio establecido por el Banco Central) como la distribución de sus existencias (fijada por decreto) permitían a Perón reducir al mínimo el grosor de las ediciones de los periódicos desafectos y limitar su tirada. En octubre de 1948, un decreto fijó en 16 páginas las ediciones de La Prensa y La Nación; en marzo de 1949 este número fue reducido a 12 páginas3 1 . “El manejo del papel del diario fue una soga cuyo nudo corredizo apretó el régimen peronista a lo largo de los primeros años de gobierno, contra la prensa opositora o independiente”3 2 . El adelgazamiento de los diarios opositores o independientes fue solo uno de los varios métodos usados por el Perón para borrar las voces periodísticas disidentes. La prohibición de enviar por correo los diarios opositores fue un arma usada habitualmente, así como también las agresiones contra sus redacciones. Los dueños de los “broadcastings” estaban en una situación aun más vulnerable que los de los diario s: eran propietarios de las instalaciones físicas de sus emisoras, pero no del elemento imprescindible para difundir su programación. Si los dueños de los diarios dependían angustiosamente del papel, los “broadcasters” dependían de una onda de emisión de la que eran concesionarios, no dueños. El papel de diario estaba regulado por el gobierno; el aire, lo otorgaba o lo quitaba el Poder Ejecutivo. Además, la radio era el medio de comunicación masiva por excelencia. Gente que no leía diarios, en el campo o en la ciudad, estaba al tanto de lo que ocurría en el mundo gracias a ella. Era un formidable instrumento de modelación de la mentalidad colectiva que tampoco escapó a la estructura propagandística del régimen peronista. Pues fue Perón quien descubrió la utilidad política de la radio: con anterioridad, los hombres públicos habían usado muy excepcionalmente el micrófono. Perón, en cambio, ya desde 1943 se había valido de este medio para cada uno de sus discursos, con la novedad de hacerlo casi siempre a través de la totalidad de las emisoras del país obligadas a transmitir “en cadena” con Radio del Estado –después, Radio Nacional-.3 3 El proceso encabezado por Perón estaba vinculado con otros similares de la posguerra, cuando estallaron las luchas por la liberación nacional y los procesos de descolonización, en África, Asia y América Latina. En todos los
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Esta situación hace comprensible un sombrío chiste que dijo Macedonio Fernández poco antes de morir. Una amiga advierte que debajo de la cama del enfermo había un insecto. Le pide un diario para aplastarlo. Macedonio pregunta: El bicho, ¿es grande o chico? ¿Para qué quiere saberlo? Para darte, según sea el tamaño, un diario del gobierno o de la oposición… 32 Luna, Félix, Perón y su tiempo. I. La Argentina era una fiesta, Buenos Aires, Sudamericana, 1984, pág. 121. 33 Luna, Félix, Perón y su tiempo. I. La Argentina era una fiesta, Buenos Aires, Sudamericana, 1984, pág. 136.
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países se produjeron grandes movimientos y explosiones sociales de tipo nacionalistas, desde Corea a Vietnam. El control total de la información, la propaganda oficial y el culto personalista en la cartilla escolar –objeto de análisis del presenta trabajo- no puede simplemente ser equiparado únicamente con las formas de propaganda de los regímenes nazifascistas europeos, incluidos los sistemas autoritario conservadores de España y Portugal. La propaganda carismática no fue patrimonio exclusivo del nazifascismo. La Rusia soviética, especialmente durante el período estalinista, se caracterizó por un personalismo exaltado y provocador. Además, si se miran los textos escolares de la época del New Deal estadounidense, después de la depresión de 1929, se encontrará que las reformas del presidente Franklin Delano Roosevelt alcanzaron también los textos estudiantiles. “La concentración del poder a disposición del estado, una de las premisas básicas del peronismo, haría imposible la supervivencia de la oposición. La tentación de usar y abusar de la autoridad para suprimir las divergencias se convirtió en algo irresistible”3 4 . Mientras que, al mismo tiempo, los ojos y los oídos de la gente recibían los mensajes continuos del aparato oficial de difusión. Planes y proyectos, realizaciones y declaraciones, lemas y loas alimentaban diariamente la necesidad de información de la opinión. Y, sobre todo, la imagen de Perón y Evita, a cuyo culto se volcaba todo el poder del Estado. Un culto que comenzaba en la escuela primaria.
34
Page, Joseph A., Perón, Una biografía. Primera Parte (1895-1952), Buenos Aires, Javier Vergara, 1984, pág. 246.
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En las aulas de Luz Azul “El general Perón era sabio, sonreía siempre y tenía ideas geniales. Así nos lo habían enseñado en el colegio y lo decía la radio: ¡qué nos importaban las otras cosas!”35
El vendaval peronista llevó la propaganda partidista y política a los libros escolares. Para Félix Luna, “la escuela había sido siempre en nuestro país un territorio neutral, donde no se ejercía ningún tipo de discriminación política, racial o religiosa (...) El régimen peronista, rompiendo esta tradición, intentó convertir las aulas en centros de adoctrinamiento.(…) La instrumentación política de la escuela primaria fue una monstruosidad que ningún argumento puede justificar” 3 6 . En 1948, por ejemplo, Adolfo Díez Gómez produjo para editoriales de textos escolares una serie de libritos comerciales con títulos como La Argentina milagrosa, Una mujer argentina y otros, que constituían una abierta propaganda de Perón y Evita en el nivel de la escuela primaria.3 7 Sin embargo, el gobierno no sólo se preocupó por producir un material escolar que respondiera a sus objetivos propagandísticos, sino que también se ocupó de modelar la labor de los maestros en las aulas.
Al maestro con cariño… A partir de 1947 se obligó a los docentes a comentar en clase los discursos más importantes del presidente y algunos aspectos del gobierno, como el Plan Quinquenal, el discurso exponiendo la Tercera Posición o la Declaración de la Independencia Económica3 8 . Además se hizo obligatorio el uso de La razón de mi vida, el libro de Eva Perón. Lo exigido a los maestros –como puede verse en los fragmentos de registro de inspección precedentes–, también constaba en los cuadernillos que la Secretaría de Informaciones del Estado se encargaba de publicar: “A través de la enseñanza, el 2º Plan Quinquenal impone que los maestros y los programas enseñen con sentido nacionalista, y que en la formación de todos los alumnos esté presente este sentido básico de la Educación.(…) Apoyando al 2º Plan Quinquenal cumple usted, ciudadano, su deber de argentino”. 3 9 Además, Perón se dirigió a los docentes en múltiples oportunidades, tanto en actos públicos como a través de material impreso especialmente elaborado, para marcar las pautas según las cuales los maestros debían transmitir la “Doctrina Nacional Peronista”.
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Soriano, Osvaldo, “Otoño del 53” en: Cuentos de los años felices, Buenos Aires, Sudamericana, 1993, pág. 16. 36 Luna, Félix, Perón y su tiempo. I. La Argentina era una fiesta , Buenos Aires, Sudamericana, 1984, págs. 385 y 386. 37 Cfr. Luna, Félix, Perón y su tiempo. I. La Argentina era una fiesta, Buenos Aires, Sudamericana, 1984, pág. 386. 38 Ver Anexo. 39 “La educación en el Segundo Plan Quinquenal”, Secretaría de Prensa y Difusión, Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 1953.
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Es decir, el gobierno daba forma a los contenidos y “guiaba” la manera en que ellos debían ser impartidos en clase. “Señoras y señores: no sé si en todos estos años en que nosotros hemos trabajado buscando llevar al pueblo estas ideas habremos cumplido con nuestros deseos. Pero la tarea de adoctrinar a la Nación, es una tarea lenta, persistente, de abnegación y de sacrificio permanente, porque adoctrinar no presupone solamente enseñar sino también inculcar. Vale decir, no es sólo ilustrar el conocimiento; es también modelar el alma. Pero para modelar el alma no es suficiente mostrar, es necesario persuadir; es preciso convencer. Por eso nosotros al crear una doctrina nacional, hemos pretendido dar al pueblo argentino un alma colectiva, y por la persuasión, que ha de ser lenta y perseverante, llevar al espíritu de cada uno de nuestros hombres la necesidad de luchar por valores que suelen ser superiores al poder, a la riqueza o a cualquier otra superficialidad. Pensamos que en esa inmensa tarea de adoctrinar al pueblo argentino, para formar sus virtudes, y para establecer los objetivos de conjunto de nuestra acción y para elevar y enaltecer los valores que la comunidad impone que se valoren y que se enaltezcan, es menester luchar para formar esa alma colectiva; tarea que debemos esquematizar en forma de doctrina, a la que, como digo, es necesario conocer, penetrar y sentir, y alrededor de eso ir creando un espíritu natural que, consubstanciado con cada individuo y con la colectividad, llegue a formar una mística alrededor de esa doctrina, mística que indica la necesidad de que esa doctrina sea respetada y llevada adelante” 40. “El Gobierno de la Provincia tiene entre sus deberes la orientación del maestro y de la educación pública, y el Gobierno de la Provincia, siguiendo las indicaciones y directivas del Conductor de la Nación, pone todo su respaldo moral en apoyo del maestro, y sepan ustedes que cada vez que entran al aula están hablando y accionando por delegación de la familia argentina, por profunda fe que el Estado, de esa familia y de ese pueblo le tiene a sus maestros. Y en representación de ese Estado, de esa familia y de ese pueblo ustedes están representando en ese momento al más grande de los argentinos, al general Perón”.41 “En materia de educación, el objetivo fundamental de la Nación será realizar la formación moral, espiritual y física del pueblo, sobre la base de los principios fundamentales de la Doctrina Nacional Peronista, que tiene como finalidad suprema alcanzar la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación, mediante la justicia social, la independencia económica y la soberanía política, armonizando los valores materiales con los valores espirituales y los derechos del individuo con los derechos de la sociedad”.42
Páginas del hada buena y el soldado patriota Es importante aclarar que no ha resultado fácil reunir los textos de lectura utilizados durante las dos primeras presidencias de Perón porque en su mayoría han sido destruidos masivamente por los gobiernos militares posteriores. Además, no figuran en la Biblioteca Nacional ni en la especializada Biblioteca del Maestro. Por lo tanto para poder llevar a cabo este trabajo debimos primero realizar una ardua tarea de investigación para rastrear el material y recurrir a colecciones privadas.
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“El maestro en la formación espiritual”, discurso de Perón a los maestros de la provincia de Buenos Aires, 24 de abril de 1953. 41 “El maestro en la formación espiritual”, discurso de Perón a los maestros de la provincia de Buenos Aires, 24 de abril de 1953. 42 “La educación en el Segundo Plan Quinquenal”, Secretaría de Prensa y Difusión, Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 1953.
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Esta dificultad para obtener los textos originales, tal vez explique en gran medida por qué todavía el estudio del proceso educativo durante el período peronista, es una materia pendiente. Por qué hasta el momento no se han editado demasiados libros que se dediquen seriamente a analizar lo que ocurrió con la educación en esa época. Por razones de espacio y pertinencia al objetivo de este trabajo del relevamiento total de libros de texto que hemos realizado, fue necesario hacer una selección. Los libros que compondrán nuestro corpus de análisis son los siguientes: •
Alfaro, Eugenio, Bichitos de luz (para segundo grado), Buenos Aires, Kapelusz, 1953.
•
Arena, Luis, Senda Fragosa (para sexto grado), Buenos Aires, Estrada, 1955.
•
Benarós, León, Alma de América (para quinto grado), Buenos Aires, Kapelusz, 1955.
•
García, Luisa F. de, Obreritos (para segundo grado), Buenos Aires, Kapelusz, 1953.
•
Gutiérrez Bueno, Ángela, Comienza el día (para segundo grado), Buenos Aires, Estrada, 1954.
•
Picollo, Nélida Lea, Cajita de música (para primer grado superior), Buenos Aires, Estrada, 1954.
•
Raggi, Ángela E., Pueblo Feliz (para segundo grado), Buenos Aires, Luis Lasserre, 1953.
•
Robert, Raquel R., Mamá (libro de lectura inicial), Buenos Aires, Kapelusz, 1953.
El peronismo significó una ruptura en la sociedad argentina y la educación no estuvo ajena al fenómeno sociopolítico. Sin embargo, la cartilla escolar no sufrió cambios con respecto a la orientación positivista anterior. Lo que el peronismo hizo fue sumarle la propaganda de la nueva ideología. Lo principal de esta nueva pedagogía fue el panegírico de los símbolos y paradigmas propios: Perón, Evita, las empresas públicas nacionalizadas, el ahorro popular, el desarrollo industrial, las realizaciones en salud y seguridad social, el movimiento obrero y los sindicatos. Además, aparecieron de manera sistemática el obrero industrial, los trabajadores del campo, los empleados y las clases populares que habían sido ignorados en el imaginario liberal anterior. En síntesis, y en palabras del periodista, historiador y abogado Emilio J. Corbière, “los libros de lectura mantuvieron los mismos temas que tenían antes, sólo que co n el agregado de los tópicos peronistas (...) y la propaganda, no sólo exaltadora de Perón y Evita, sino también de los Planes
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Quinquenales, la Constitución del 1949 y la denominada independencia económica, entre otros”4 3 . Por otra parte, las figuras de la madre, el padre, los abuelos y la familia se mantuvieron presentes. También se veneraba el rol de la maestra. De todas formas, la imagen de Evita superaba a los dos paradigmas tradicionales de la mujer (la madre y la maestra). A partir de lo señalado anteriormente, consideramos que en los libros de texto escolares existen 4 áreas de énfasis y repetición. Esquemáticamente, podemos señalar que ellas son: a) Exaltación y culto a las figuras de Perón y Evita. La veneración a Perón y Evita se dio a partir de que se les atribuyeron determinados valores. El trabajo, el sacrificio por el pueblo, la valentía, la bondad, entre otros, los hacían merecedores de admiración y respeto. Además, como señala Corbière, “la propaganda del peronismo en los textos escolares fue bochornosa especialmente después del fallecimiento de Eva Perón. El culto a la personalidad se acrecentó a medida que las contradicciones entre el gobierno y la oposición se generalizaban” 4 4 .
Senda Fragosa – Luis Arena – pág. 125
43
Corbière, Emilio J., Sudamericana, 1999, 44 Corbière, Emilio J., Sudamericana, 1999,
Mamá me mima, Evita me ama, La educación argentina en la encrucijada, Barcelona, pág. 78. Mamá me mima, Evita me ama, La educación argentina en la encrucijada, Barcelona, pág. 87.
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Obreritos Luisa F. de García – págs. 24-26
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Pueblo Feliz – Ángela E. Raggi – págs. 42 y 43
Perón no era un trabajador más, era el “primer trabajador argentino”, se levantaba antes que nadie para “atender de lleno todos los problemas del gobierno” y trabajar “sin descanso”. Era digno de ser imitado. Debía ser imitado. Y los libros no se olvidaban de remarcarlo. Además, era valiente y no dudaba en luchar contra el “enemigo exterior” que coartaba nuestra libertad económica. Tampoco vacilaba en administrar con justicia y dar a cada uno lo que le correspondía, enfrentándose a los oligárquicos intereses mezquinos. Así, es el creador de la “Nueva Argentina”, donde todos eran “felices”. Perón es presentado no sólo como “el líder de un movimiento político, sino también como el abanderado de una cruzada, como un hacedor de milagros, como un profeta de una religión vernácula y como un ser sobrenatural”.4 5 Él encarnaba el paradigma de hombre y padre: fuerte, protector, valiente, honrado, justo y trabajador. Por su parte, Evita representaba el ideal de mujer y madre: bella, delicada, elegante, buena, sincera, sensible... una madre dispuesta a todo por sus hijos. Incluso, hasta “sacrificar su propia vida”. Por eso se destacaba su valentía, su fuerza, aunque obviamente como toda mujer, manteniendo siempre su lugar de compañera sumisa, fiel y subordinada a su marido.
45
Sidicaro, Ricardo, Juan Domingo Perón, Colección Los nombres del poder, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996, pág. 85
20
Asimismo, hay en los textos una gran insistencia en presentarla como una princesa salida de un cuento, como un hada benefactora. Y como toda princesa, como todo hada, debía ser rubia, algo que resaltaban caprichosamente las ilustraciones y los relatos. Como si el halo de santidad y pureza que irradiaban sus cabellos ahora dorados, hubiese borrado el recuerdo de su pasado. Los libros “olvidaban” sistemáticamente que esta mujer había sido, alguna vez, “una joven actriz de pelo castaño”4 6 .
Mamá - Raquel R. Robert – págs. 8 y 9
Alma de América – León Benarós – págs. 22-23
46
Page, Joseph A., Perón, Una biografía. Primera Parte (1895-1952), Buenos Aires, Javier Vergara, 1984, pág. 102.
21
Obreritos Luisa F. de García – págs. 34-36
22
Pueblo Feliz Ángela E. Raggi - pág. 12-14
23
Tanto Perón como Evita representaban ideales y, por lo tanto, eran inalcanzables, eran héroes porque se habían consagrado a su pueblo. Habían puesto su individualidad en beneficio del alma colectiva. b) La enumeración de la obra política, económica y social del gobierno en todos los aspectos de la realidad nacional.
Pueblo Feliz – Ángela E. Raggi - págs. 7 / 27 / 62 y 63
24
Bichitos de luz – Eugenio Alfaro – págs. 6 y 7 / 12 y 13
25
Bichitos de luz – Eugenio Alfaro – págs. 41 y 42
Obreritos – Luisa F. de García – págs. 62 y 63
26
Obreritos – Luisa F. de García – págs. 68 y 69 / 108 y 109
27
Obreritos – Luisa F. de García – págs. 119 y 120
Cajita de Música Nélida Lea Picollo – pág. 48
28
Mamá – Raquel E. Robert – págs. 55 / 78
29
Como se observa hay una especial preocupación por enumerar todos los logros del gobierno, sobre todo en materia económica y social, así como también en resaltar las obras llevadas a cabo por la Fundación Eva Perón.
Cajita de Música – Nélida Lea Picollo – págs. 20 y 21 / 23 y 24
30
Cajita de Música – Nélida Lea Picollo – págs. 26 y 27
Mamá – Raquel E. Robert – pág. 19
31
Comienza el día Ángela Gutiérrez Bueno págs. 113 y 114 / 43
32
Obreritos – Luisa F. de García – págs. 54 y 55 / 65
33
c) El deber de cada uno de los habitantes de la “Nueva Argentina”. Perón no se cansaba de repetir que “solamente el trabajo en todas sus manifestaciones nos va a hacer grandes y dichosos. En consecuencia, lo que tenemos que formar son hombres y mujeres trabajadores en todas las actividades de la vida.”4 7 Ese era el primer deber de cada argentino: trabajar. Pero para que la ecuación fuera perfecta, también había que ahorrar. Así, trabajo más ahorro daban como resultado la felicidad. No se debe olvidar que este énfasis en el ahorro fue uno de los puntos centrales del Segundo Plan Quinquenal.
Cajita de Música
Pueblo Feliz
Nélida Lea Picollo – pág. 56
Ángela E. Raggi – pág. 39
47
“Dijo Perón”, discurso de Juan Domingo Perón, Secretaría de Prensa y Difusión, Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 1954.
34
Pueblo Feliz – Ángela E. Raggi – págs. 18 / 29 /78 / 86
35
Mamá – Raquel R. Robert – pág. 64
Comienza el día – Ángela Gutiérrez Bueno – págs. 22 y 23
36
Obreritos – Luisa F. de García – págs. 1 y 2
De estos ejemplos se desprende que “la principal tarea del maestro es la formación de un hombre útil a la Sociedad y a sí mismo; su principal tarea es la de educar más que la de instruir. Su sagrada misión consiste en fin, en el sacrificio de ir transmitiendo lenta y paulatinamente, día a día, al alumno toda la bondad, toda la ternura que alberga su alma, para que los niños forjen en las lecciones cotidianas las bases que harán de ellos mañana, hombres probos y ciudadanos útiles para la Patria”.4 8 Es decir, había que formar “obreritos”. d) El paralelismo trazado entre el peronismo (y muchas veces el mismo Perón) y los personajes y episodios de la cultura argentina. En primer lugar hay que destacar la incorporación de las fechas importantes para el movimiento peronista –como el 17 de octubre y el 26 de julio – al calendario patrio.
48
“El maestro en la formación espiritual”, discurso de Perón a los maestros de la provincia de Buenos Aires, 24 de abril de 1953.
37
Mamá – Raquel E. Robert – pág. 84
Comienza el día Ángela Gutiérrez Bueno – pág. 79
38
Cajita de Música – Nélida Lea Picollo – págs. 44 y 45
Perón elegía con quien compararse. No lo hacía con Rosas, ni con los caudillos federales, ni con Yrigoyen. Sus paradigmas eran San Martín, Belgrano, Sarmiento, Mitre y Rivadavia.
Alma de América – León Benarós – págs. 10 y 11
39
Debe destacarse la forma didáctica en que temas más abstractos o difíciles de comprender, como la definición de justicialismo, el alcance del Segundo Plan Quinquenal o la Reforma de la Constitución, eran presentados consistentemente a los alumnos de la primaria. Algunos recursos utilizados para esto eran las metáforas, las comparaciones y la narrativización.
Comienza el día – Ángela Gutiérrez Bueno – págs. 26 y 27 / 30 y 31
40
Comienza el día – Ángela Gutiérrez Bueno – págs. 69 y 70
Obreritos – Luisa F. de García – págs. 93 y 94
41
Alma de América – León Benaró s – págs. 20 y 21 / 148 y 149
42
Alma de América – León Benarós – págs. 180 y 181
Senda Fragosa – Luis Arena – págs. 131 y 132
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Conclusión “El general llegaba lejos, más allá de los ríos y los desiertos. Los chicos lo sentíamos poderoso y amigo. «En la Argentina de Evita y de Perón los únicos privilegiados son los niños», decían los carteles que colgaban en las paredes de la escuela. ¿Cómo imaginar, entonces, que eso era puro populismo demagógico?”49
A lo largo de este trabajo se intentó analizar cómo la peronización que sufrió la sociedad argentina durante las dos primeras presidencias de Juan Domingo Perón, alcanzó e invadió las aulas. Mientras los grandes acontecimientos agitaban la superficie política, más allá y debajo de ella, el hombre común seguía lidiando con sus problemas, apasionándose con sus radioteatros favoritos, concurriendo a los cines o a los teatros, llevando sus hijos al colegio. En estas prácticas, otra historia, la de todos los días, discurría silenciosamente, pero sin interrupciones, mientras los dirigentes de los partidos, los militares, los intelectuales, los intereses empresariales, ocupaban el foro principal de la escena. Sin embargo, justamente allí, en esa historia de la cotidianeidad, es donde el adoctrinamiento fue sutil pero significativamente eficaz. Moldear a la fundamental de Perón tenía una todos los frentes
sociedad, modelar las mentes y los corazones es tarea quien pretende abarcarlo todo, poseer la hegemonía total. concepción militar de la política, por lo tanto, el control de era imprescindible. Uno de esos frentes era la escuela.
“Hemos tratado de dar bienestar a la familia argentina para que todos sus hijos estén posibilitados de ir a la escuela. Hemos dado el bienestar para que esos niños vivan en su casa en mejores condiciones; para que cuando ustedes, maestros, reciban un niño alegre, sin dolor, sin miseria, sin necesidades, tengan ante sí una materia prima más pura y más hermosa para modelar” 50.
Un conductor precisa un pueblo al que conducir. Mejor aún si éste último está educado para venerarlo y obedecerlo. Niños formados por el peronismo a través de nociones como las de “comunidad organizada” y “doctrina nacional”, responderían a ese único modo de pensar que proponían los libros esco lares. Esa era la idea. Y en gran medida se logró. Con su gobierno, Perón se granjeó la adhesión de una parte de la población y el rechazo de la otra. O se lo amaba (y junto con él a Evita) o se lo odiaba: muy pocos pudieron permanecer indiferentes. ¿Cómo ser indiferentes si todos los recuerdos de la infancia -los dibujos, las lecturas, los juguetes- estaban ligados a sus figuras? ¿Cómo, si la primer frase leída fue “Mi mamá me mima, Evita me ama”?
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Soriano, Osvaldo, “Aquel peronismo de juguete” en: Cuentos de los años felices, Buenos Aires, Sudamericana, 1993, p. 23. 50 El maestro en la formación espiritual”, discurso del Gobernador de Buenos Aires, Carlos Aloé a los maestros, 16 de julio de 1953.
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