Aira Cesar - De La Violencia La Traducción y La Inversión

December 9, 2016 | Author: gastonmieres | Category: N/A
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De la violencia, la traducción y la inversión. Autor: Cesar Aira La novela Sebregondi retrocede, (1973), el segundo de los tres libros publicados por Osvaldo Lamborghini estaba escrita originalmente en verso: el resultado total, esa suerte de efecto novelesco por cristalización de sentidos divergentes, no era más peculiar que en la versión publicada: creo que más bien lo era menos, y que la prosificación, que O.L. atribuía desdeñosamente a la deficiencia intelectual de los editores, enriqueció el libro. Aunque (a ganancia verdadera, como querría sugerirlo esta nota, esta en la operación misma del paso de verso a prosa, que hoy podemos percibir directamente gracias a la providencial conservación de una copia de la versión primitiva. "El niño proletario", que en el libro conforma . como único capítulo la tercera de las cuatro partes, es el único fragmento importante de Sebregondi... que no figura en su forma versificada, por lo que podría considerárselo el único que no fue objeto de una, digamos , "traducción". En realidad, ningún lector atento habría esperado que lo fuera. No seria en cambio tan fácil decidir por qué un lector podría esperar una cosa o la opuesta de O.L. En todo to que escribió, la diferencia entre prosa y verso es sutil, casi siempre mínima, pero real, y con frecuencia muy subrayada. Una vez, en un arrebato de inofensiva estupidez, te dije que el verso libre, sin medida ni rima, no era más que "prosa corlada" (es decir, cortada tipográficamente). Lo aceptó con entusiasmo, como tantas otras tonterías que llegaban a sus oídos, y se las incorporaba instantáneamente transmutadas. (Años después usó esa expresión como título de Ía primera parle de "Die Verneinung".) Pero Osvaldo no sólo invertía la calidad del pensamiento que tocaba, sino que lo destinaba a una forma invertida. Creo que de una oscilación semejante proviene ese enigmático nacarado definitivo que tiene lo suyo, esa modalidad de perfecto, que depende menos de su genio que de un doble pasaje entre prosa y verso, con inversiones mutuas, una traducción siempre virtual, y que obtiene de su falta de realidad tangible la violencia que hace viable sus resultados. La virtualidad está en el permanente doble sentido, o doble dirección, del proceso. Al decir "prosa cortada", por ejemplo, es ambiguo quién ha sufrido los cortes: si la prosa, o los versos resultantes. (Nada tan eficaz para producir malentendidos. es decir , literatura, como esta perversa ambivalencia. Una prueba entre tantas otras, el célebre juicio de Marocha! sobre El Fiord: "Es perfecto: una esfera. Lástima que sea una esfera de excremento".) La violencia impone el tiempo, crea un antes y un después, la vida y la muerte, la integridad y la mutilación. En el estilo de O.L. , ese estilo instantáneo, sin antes ni después, la violencia cumple el papel de trabajo, de las correcciones o tachaduras. Pero ella también ha sido traducida, del idioma o de la forma al del tema; e invertida como sadismo. Es posible concebir que este sistema de traducción sea objeto a su vez de una traducción generalizada. Et bien y el mal, esos adjetivos extraordinariamente difundidos, serían por supuesto los primeros afectados. No habría precedencia temporal entro ellos, y el triunfo de una implicaría su automática inversión. Esa sería una forma doméstica, manual, de la "transmutación de todos los valores" Ahora bien, los valores en la literatura no tienen otra forma que la de la representación. Asumirlo fue lo que hizo O.L. , el más argentino de los escritores argentinos. La Argentina, a la que solía llamar, con toda coherencia, "¡Albania, Albania!" es un país, según sus palabras, "que

sólo vale por su gran capacidad representativa". Previo a la traducción, entonces, está la representación (del mismo modo podría decirse que antes del lenguaje está el pensamiento, a condición de someter ambos términos al mecanismo de la traducción mutua y la inversión correlativa). Ese experimento de prosa original que es "El niño proletario" en el universo no original sino traductivo de Sebregondi retrocede, es por lo tanto un experimento en representación. Los niños imaginarios toman el papel de los adultos reales. como podrían hacerlo los animales en una fábula. Además se trata de "el" niño proletario, no de uno entre otros. De pronto advertimos que el método se ha generalizado . de veras, mucho más de lo que esperábamos. La ciase obrera argentina, la única dotada de cualidades de "rea!" para O.L., era en su sistema un objeto privilegiado de representación (creo que mas bien debería decir "sujeto"). Tanto que paradójicamente dejaba de existir tras la figura de su representante, el sindicalista. De ahí, incidentalmente, y por motivos del todo formales, la importancia central de Vandor (en cuya muerte veía "el asesinato simbólico de la clase obrera argentina") en toda su obra, desde El Fiord a sus últimos ' escritos agrupados en los siete tomos del bien llamado Teatro Proletario de Cámara.

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