Afrontamiento e ideación suicida en adolescentes

December 22, 2018 | Author: feregodoc | Category: Suicide, Stress (Biology), Autosuperación, Depression (Mood), Adults
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 Artículo original original  Afrontamiento e ideación ideación suicida suicida en adolescentes adolescentes José Antonio Vírseda Heras1*, Gabriela Amado García2, Martha Patricia Bonilla Muñoz3, Gloria Margarita Gurrola Peña4

Resumen

Se realizó una investigación para determinar las estrategias de afrontamiento que utilizan adolescentes que tenían ideación suicida. La etapa de la adolescencia implica una gran cantidad de cambios y responsabilidades, lo que puede generar estrés dependiendo de los recursos y del grado de los factores estresantes. Las estrategias de afrontamiento son aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas e internas que son evaluadas como desbordantes de los recursos del individuo. La ideación suicida son aquellos pensamientos intrusivos sobre la muerte autoinfringida, sobre las formas deseadas de morir y sobre los objetos, circunstancias y condiciones en que se propone. Los instrumentos que se emplearon fueron el cuestionario COPE, la escala de desesperanza y la Escala de Suicidalidad. Algunos de los resultados fueron los siguientes: las estrategias más utilizadas fueron la religión, seguida de actividades distractoras, crecimiento personal, la aceptación y el abandono de esfuerzos. De acuerdo a las dos funciones principales del afrontamiento, las utilizados por los adolescentes están dirigidas a la emoción porque los procesos cognitivos están encargados de disminuir el grado de trastorno emocional, esos procesos cambian el significado de la situación estresante, no cambian, sin embargo, la realidad  y de allí que surja la autodecepción. En cuanto a la exploración del grado de suicidalidad de los adolescentes, se encontró que la mayoría de ellos están en un nivel medio de ideación suicida y de desesperanza. Los resultados del estudio pueden servir como una guía para dirigir los esfuerzos de prevención.

Recibido: 24/11/10 - Aceptado: 01/01/11 – Publicado: 21/07/11

* Correspondencia: [email protected] Universidad Autónoma del Estado de México

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 Adolescencia

Reuscher, (2003) considera que nuestro organismo, esta sujeto a cambios físicos, psicológicos y sociales, que van propiciando la madurez. En la etapa de la adolescencia estos cambios son continuos y entre más rápido se presenten es más difícil la adaptación a cada uno de ellos. Es por eso que Dolto, (2004) menciona que es una fase de mutación, en la que el adolescente, pasa por una transformación, que lo sitúa en estado de fragilidad, respecto de la cual nada puede decir y es, para los adultos, objeto de cuestionamiento. En Mier y Terán (2001) se indica que es un periodo vital que amplía el desprendimiento irreversible del cuerpo infantil y el desarrollo de una nueva imagen corporal. Es durante esta etapa que la disyuntiva entre progresión y regresión se presenta con mayor intensidad en virtud de que constituye un tránsito ente la niñez y la vida adulta (Enriquez, Lira, Balcàzar, Bonilla y Gurrola, 2009). Para Aberastury y Knobel (2000) el adolescente realiza tres duelos fundamentales (Garaigordobil, 2000): 1.

El duelo por el cuerpo infantil perdido

2.

El duelo por el rol y la identidad infantil que le obliga a la renuncia de la dependencia y la aceptación de responsabilidades que muchas veces desconoce.

3.

El duelo por los padres de la infancia a los que persistentemente trata de retener en su personalidad buscando el refugio y la protección que ellos significan.

 A estos duelos se une según Aberastury y Knobel (2000), el duelo por la bisexualidad infantil también perdida. Estos duelos pueden llevar al adolescente a la inestabilidad causada por las tensiones consigo mismo y con el exterior, producto de la propia situación evolutiva. Para Dolto (2004) en esta etapa de extrema fragilidad, los adolescentes se defienden contra los demás, bien mediante la depresión, o por medio de un estado de negativismo que agrava aún más su debilidad. De la misma manera Fize (2004) menciona que el adolescente sufre precisamente, porque no se siente valorado y porque no se encomiendan responsabilidades, así que manifiesta este malestar mediante una violencia íntima o dirigida hacia los demás. Hay que recalcar que no todos los adolescentes pasan por puna fase de turbulencia, muchos adolescentes la pasan sin grandes complicaciones, lo que nos indica que la adolescencia es una fase complicada y no homogènea (Muuss, 1999; Papalia, Olds y Fedmaan, 2001).

 Afrontamiento

Para empezar a hablar de este proceso es importante que se tenga conocimiento de lo que es el estrés ya estos dos procesos van sumamente relacionados. La definición sencilla del estrés la contempla Rowshan (1997) como una respuesta a las exigencias. Aunque la mayoría de las personas piensan que el estrés está causado por lo que sucede, en realidad es su propia respuesta ante situaciones aparentemente estresantes lo que provoca la sensación de tensión y ansiedad. Mientras que Miller (citado en Lazarus y Folkman, 1986, pg. 39), lo define como “cualquier estimulación vigorosa, externa o inusual que, representando una amenaza, cause algún cambio �

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significativo en la conducta”. Cuando estamos ansiosos o tensos nuestra conducta se altera, a  veces sin que nos demos cuenta de ello, las manifestaciones más frecuentes son: moverse constantemente, risa nerviosa, rechinar los dientes, tics nerviosos, problemas sexuales, comer en exceso o dejar de hacerlo, beber o fumar con mayor frecuencia, dormir en exceso o sufrir de insomnio, etc. Un estimulo es estresante cuando produce una conducta o respuesta fisiológica estresada y una respuesta se considera estresada cuando está producida por una demanda, una amenaza o una carga. Los efectos del estrés en el organismo son mùltiples proporcionales a la intensidad de la solicitación, asimismo a la duración de la misma; dependen igualmente de otros criterios, como la valoraciòn subjetiva de la situaciòn y de los recursos actuales y potenciales, personales y sociales (Bonilla y Balcàzar, 2009; Vìrseda y Bonilla, 2009; Vìrseda, Gurrola, Balcàzar y Bonilla, 2009). Una respuesta al estrés es definida por Lazarus y Folkman(1986) como una perturbación de la homeostasis, pero dado que todos los aspectos de la vida parecen o bien producir o bien reducir tal homeostasis, se hace difícil distinguir el estrés de cualquier otra cosa, excepto cuando el grado de trastorno originado sea mayor al habitual. Se subraya la necesidad de principios psicológicos sobre los que producir tal estimulación inusual y amenazadora, de modo que se produzca la reacción observada ante el estrés. Solís y Vidal (2006) indican que las reacciones del estrés se presentan agrupadas en tres  bloques: fisiológicas, emocionales y cognitivas. Para Lazarus y Folkman (1986) el afrontamiento no es un estilo de personalidad constante sino que, por el contrario, está formado por ciertas cogniciones y conductas que se ejecutan en respuesta a situaciones estresantes específicas. La relación entre estrés y afrontamiento es recíproca, debido a que las acciones que realiza una persona para afrontar un problema afectan la valoración del problema y el subsecuente afrontamiento.

Suicidio

En la mayoría de las culturas la muerte ha sido un tema de polémica, ya que mientras algunos la  veneran, considerándola como un acto de reencarnación y renacimiento, para otros es el final de la existencia y el término de la vida (Clemente y González, 1996; Gutiérrez, Contreras y Orozco, 2006; Jiménez y González-Forteza, 2003; Spirito y Overholzer, 2003). Szasz (2002, citado en Quintanar, 2007) refiere que en un principio el suicidio era considerado como un pecado, luego un crimen y posteriormente una enfermedad mental, sin embargo dados los acontecimientos contemporáneos, podemos percibir al suicidio como una forma de heroísmo, protesta o modelo de conducta. Por esta razón Ros Montalbán (1997) indica que el suicidio, es un fenómeno universal que ha estado presente en todas las épocas, pero las actitudes de la sociedad ante este acto han sido controvertidas y diferentes, a lo largo de la historia. Estas actitudes han estado condicionadas por las distintas valoraciones vigentes, a nivel religioso, filosófico, intelectual, social o popular.  Ante esta situación ha sido considerado como un acto alabado o banalizado, ha sido muestra inequívoca de valor y libertad o de cobardía y debilidad.



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Guibert (2002) destaca que es un proceso patológico que va desde la aparición del sentimiento de desesperanza hasta la realización del acto, constituyendo un fenómeno multidimensional donde coexisten aspectos sanos y patológicos del funcionamiento de la personalidad y que generan la conclusión de que estamos ante un proceso por etapas, complejo y multicausal.

Ideación suicida

El comportamiento suicida es un continuo que va desde la ideación en sus diferentes expresiones, pasando por las amenazas, los gestos e intentos, hasta el suicidio propiamente dicho. La presencia de cualquiera de estos indicadores (ideas, amenazas, gestos e intentos) debe considerarse como un signo de alto riesgo en el individuo que los presenta (Beck, Sheer, y Ranieri, 1988; González, Díaz, Ortiz, González-Forteza y González, 2000; Serrano y Flores, 2005). Como menciona Eguiluz (1995; 2003), cuando se habla de conductas suicidas no solo se refiere al suicidio consumado, sino también a la ideación suicida, a las amenazas o a las tentativas. La mayoría de autores coinciden en considerar estas conductas como un continuo. Desde esta perspectiva jerárquica, la ideación suicida constituye el primer eslabón o nivel de menor gravedad. A continuación, y por orden de severidad, le siguen las amenazas, las tentativas de suicidio, diferenciando entre leves y graves, y finalmente el suicidio consumado. No obstante, a pesar de que generalmente los deseos de morir y las amenazas anteceden a las tentativas y estas a su vez preceden en muchos casos a los suicidios consumados. La ideación suicida ha sido definida como pensamientos de autodestrucción. Se considera que la ideación suicida antecede tanto al intento suicida como al suicidio mismo (Osornio, 1999; citado por Eguiluz, 2003), por consiguiente el estudio de la ideación suicida se ha convertido en la actualidad es una forma tanto de diagnóstico como de prevención del suicidio. Las amenazas suicidas son expresiones verbales o escritas del deseo de matarse y deben tenerse en cuenta, pues es un error frecuente pensar:"El que lo dice, no lo hace" o "El que se mata, no avisa que lo va a hacer". Cuando la amenaza ocurre teniendo los medios disponibles para su realización, pero sin llevarla a cabo, se considera por algunos como gesto suicida (tener las pastillas en la mano sin tomarlas) y nunca debe ser minimizado ni valorado despectivamente como “un alarde".  Varios autores coinciden en que la ideación suicida puede variar en tipos y grados, desde simplemente el deseo de morir, pero sin una planeación específica de cómo lograrlo, hasta el deseo de morir de una forma particular, con cierto instrumento, en determinado lugar, esta última manifestación como puede observarse está orientada por acciones muy concretas (Eguiluz; 2003). Por otra parte, la ideación suicida es un fenómeno muy habitual durante la infancia y la adolescencia. Tal es la magnitud de su prevalencia en niños y adolescentes, que en algunos países, como por ejemplo Estados Unidos, ya empiezan a considerarla como algo normal (Canino, 1999; citado por Eguiluz, 2003). Y es que ciertamente las cifras que se aportan son muy elevadas. Según una revisión realizada por Diekstra, Kienhorst y Wilde (1995; citado por Eguiluz; 2003) entre el 15% y el 53% de los adolescentes habrían deseado alguna vez morir (González-Forteza, Velàzquez y Escalera, 2002; Spirito y Overholzer, 2003). Para muchos adolescentes que intentan suicidarse, un factor mediador clave que diferencia la ideación del comportamiento suicida parece ser el grado de desesperanza resultante de �

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acontecimientos crónicos. (Elster y Kuztnets, 1995). Así mismo Clum y cols (citado por Gonzalez-Forteza, Borges, Gómez y Jimenez, 1996) proponen que la ideación y el riesgo suicida se incrementa cuando una persona con baja capacidad de enfrentamiento o rigidez cognoscitiva,  vive situaciones estresantes que le producen sentimientos de depresión, desesperanza y conductas suicidas. Taylor (2006), considera que el hecho de preguntar a un adolescente sobre sus pensamientos suicidas, no desencadena una conducta suicida, ya que la mayoría de los adolescentes se sienten aliviados al comprobar, que alguien se preocupa lo bastante de ellos como para preguntarles, además de que escucha su súplica silenciosa en la que pide ayuda. En cuanto a la medición de la ideación suicida, Mondragón, Borges y Gutiérrez (2001) mencionan que en aún más compleja y diversa en lo que respecta a instrumentos, a su temporalidad y a los puntos de corte utilizados por los investigadores para designar los casos de ideación suicida. González-Forteza, García, Medina-Mora y Sánchez (1998) analizaron la ideación suicida en 1890 estudiantes universitarios de la ciudad de México, para identificar variables tanto predictoras como de riesgo de la ideación suicida. Los resultados de éste estudio muestra que los síntomas de ideación suicida oscilaron entre 27% y 30% de los universitarios. La autoestima resultó ser la variable predictora de protección, las variables predictoras de riesgo fueron el estrés psicosocial y sus consecuencias emocionales. En otro estudio Mondragón, Saltijeral, Bimbela y Borges (1998) mostraron que la ideación suicida es un síntoma que refleja un conflicto interno relacionado con la desesperanza y la depresión, al igual que con el consumo de drogas y alcohol, lo que demuestra la necesidad de crear programas de prevención para el suicidio y más específicamente para la ideación suicida. Mondragón, Borges y Gutiérrez (2001) con el fin de obtener datos más precisos sobre el intento  y la ideación suicida en la población mexicana, elaboraron un análisis de los resultados de varios estudios en diferentes poblaciones de México en los que se utilizaron diferentes metodologías e instrumentos, mediante encuestas representativas de muestras de hogares y escuelas, así como estudios en escenarios clínicos. Encontrando que la prevalencia de ideación suicida es similar a las observadas en otros países, por ejemplo, las prevalencias internacionales de la ideación suicida va desde 3.4% hasta 52.9% en los adolescentes y en los adultos, mientras que en México el rango es de 1% a 40% en los mismos grupos, siendo más elevadas en la población adolescente que en la edad adulta.

Método

El objetivo es describir las estrategias de afrontamiento que utilizan los adolescentes y su ideación suicida. Es un estudio descriptivo (Hernández, Fernández y Baptista, 2003) La etapa de la adolescencia implica una gran cantidad de cambios y responsabilidades que pueden generar conflictos, contradicciones y crisis, que pueden se percibidos como estrés. Los estilos de afrontamiento dependerán entre otras variables de sus recursos personales y sociales. Habitualmente los adolescentes, son considerados como inmaduros e impulsivos, por actuar de forma irreflexiva, en la toma de decisiones que tendrán un valor determinante en sus vidas.



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Es por esto que los adolescentes son un grupo muy vulnerable, para cometer el suicidio, porque tanto la presión social como su temor a crecer facilitan el hecho de desarrollar conductas desadaptadas, más aún si en su entorno perciben un ambiente hostil y rechazante. Son estos factores los factores de riesgo que estimulan la conducta suicida, pero ésta puede ser prevenida si se detecta a tiempo, ya que el suicidio sigue un proceso, en el que la persona normalmente manifiesta sus intenciones, proporcionando diversas claves antes de la ejecución del plan suicida. Guibert, (2002) considera que la desesperanza es el mejor predictor del suicidio, ya que muchas personas son capaces de soportar el dolor psicológico, si esperan algo importante en el futuro, pero los suicidas potenciales son los que tienen sentimientos de desesperanza e impotencia (Frydenberg, 2002).  Así mismo Beck (citado, en Ros Montalbán, 1999), menciona que las ideas de suicidio también pueden interpretarse como una expresión extrema de un deseo de escapar a aquellos problemas o situaciones que parecen intolerables, además de no tener solución. Por último cabe mencionar, lo que opina Quintanar, (2007) al respecto, ya que dice que en México la distribución demográfica pone de manifiesto la necesidad de orientar la investigación  y las estrategias de prevención, hacia los problemas propios de niños y adolescentes. Teniendo en cuenta lo anterior se formulan las preguntas de investigación: ¿Cuáles son las estrategias de afrontamiento que más utilizan los adolescentes del Albergue Temporal Infantil? ¿Cuál es el nivel de ideación suicida en los adolescentes del Albergue Temporal Infantil?

Definición de variables

 Estrategias de afrontamiento  son aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las demandas específicas externas e internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo. (Lazarus y Folkman, 1986)  Ideación suicida: son aquellos pensamientos intrusivos y repetitivos sobre la muerte autoinfringida, sobre las formas deseadas de morir y sobre los objetos, circunstancias y condiciones en que se propone morir. (Eguiluz, 1995a)

Muestra La presente investigación se llevará a cabo en el Albergue Temporal Infantil (ATI) en la ciudad de Toluca. Se utilizo una muestra no probabilística de tipo intencional, que estuvo conformada por 36 sujetos. Los adolescentes tuvieron un rango de edad de 12 a 17 años. Las casas-hogar son refugio para infantes víctimas de abandono, vejación y maltrato por parte de sus propios familiares; son hijos de padre o madre solteros, adictos, alcohólicos, prostitutas o porque sus padres se están separando o trabajan hasta diez horas diarias y no los pueden atender. Las casas-hogar, orfanatos o albergues infantiles son instituciones que tienen, en �

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teoría, la encomienda de brindar asistencia y protección a los menores de edad que se encuentran en situación de abandono, conflicto, daño o peligro

Instrumentos - la Escala Multidimensional de Evaluación de las Respuestas Generales de Afrontamiento

COPE, desarrollada por Carver, Scheier y Weintraub (1989) para valorar las respuestas de afrontamiento ante situaciones de éstres, una evaluación situacional de las estrategias de afrontamiento. Se calculó la confiabilidad del test de dos formas, el coeficiente alpha de Cronbach y el procedimiento test-retest. Por el primero, encontraron coeficientes que varían entre 0.45 y 0.92;  y por el segundo, con un intervalo de 8 semanas entre ambas aplicaciones, hallaron valores que  van de 0.46 a 0.86. Las subescalas explican un 53% de la varianza. El alpha de Cronbach de los factores oscila entre el .60 y .93. El cuestionario COPE consta de 60 ítems, el puntaje por ítem oscila entre 1 (Nunca) y 4 (Siempre) puntos. Por escala, el puntaje fluctúa entre 4 y 16 puntos. Se asume que las estrategias de afrontamiento utilizadas serían aquellas en las que se obtienen los puntajes más altos (Bonilla y Balcàzar, 2009).

- Escala de desesperanza de Córdova, Rosales y Eguiluz (2005) para medir el grado de desesperanza, también puede servir como predictor de suicidio. Se llevó a cabo el cálculo de la validez de criterio. El criterio empleado fue la Escala de Desesperanza de Beck. El cálculo de la validez de criterio se llevó a cabo mediante el coeficiente de correlación de Pearson encontrando que fue significativa (r= o.44, p
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