adrienne rich - sangre pan y poesia prosa escogida 1979-1985

May 4, 2017 | Author: api-234989982 | Category: N/A
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fNDICE

Prefacio: La prosa de una poeta,

Maria Soledad Sdnchez Gomez 13

Agradecimientos Pr6logo I. II.

III.

v. VI.

(1979)

23

El problema de Lorraine Hansberry

(1979)

31

Heterosexualidad obligatoria y existencia

(1980)

41

Desobediencia y estudios de la mujer

(1981)

87

Hacia una critica mas feminista

(1981)

95

Partida de raiz: un ensayo sobre la identidad judia

VII.

15

�Que necesita saber una mujer?

lesbiana IV.

7

(1982)

107

La mirada marginal: Complete Poems,

1927-1979, de Elizabeth Bishop

(1983)

127

VIII.

IX. X. XI.

Resistiendose a la amnesia: historia y existencia individual

137

«Ir alli» y estar aqui

(1983)

La vision de runel norteamericana

(1983)

15 9

Sangre, pan y poesia: la posicion de quien es poeta

XII.

155

(1984)

165

El alma de un colegio universitario de mujeres

(1984)

183

(1984)

XIII.

Invisibilidad en la universidad

XIV.

Si no es con otros y con otras, �como?

(1985)

197

XV. Apuntes para una politica de la posicion (1984) 205

193

PREFACIO : LA PROSA DE UNA POETA Maria Soledad Sanchez G6mez

«Llevaba mi cuerpo a todas partes conmigo . I En la espesura de la abs­ tracci6n mi piel palpitaba con la sangre>> . Con estos versos, publicados en 1 99 5 , Rich iluminaba el titulo de esta colecci6n de ensayos, en la que con una prosa vfvida y clara, j amas dulce o sentimental, nos trans­ mite su convicci6n de que la poesfa es una parte esencial de nuestras vidas, no un arte contingente que ha suprimido el conflicto politico y facilitado el escapismo de la catastrofe social, sino un arma necesaria para luchar contra lo que ella denomina la «abstracci6n arrogante y pri­ vilegiada» que hist6ricamente ha invadido el pensamiento occidental, y para resistir la fragmentaci6n mental que produce el hecho de que otros -la cultura dominante- tengan el poder de crear las imagenes que mas tarde condicionaran nuestras vidas. Esta poesfa, como la sangre que nos configura o el pan que nos alimenta, ha sido siempre para esta aurora un la persona que habla esta tam­ bien en una posici6n peligrosa, «sola sobre las vias del tren>> , mienrras

1 30

el grito el sucio ermitaiio . A traves de la charca, un eco trataba una y otra vez de confirmarlo. �Que significa que el amor debe actuar, especialmente en soledad y en un mundo que no confirma ese imperativo? Asumirte como marginal, como «invertidan, en jerga antigua, e in­ tentar vivir y amar en dos mundos es sonar con un imposible Iugar se­ guro, con el parque y la fuente vueltos del reves de «Sleeping on the Ceiling>> o «Insomnia>> , ese mundo invertido donde la izquierda es siempre la derecha donde las sombras son en realidad el cuerpo donde estamos despiertos toda la noche, donde el cielo es tan llano como el mar es ahora profunda , y tu me amas. En «0 Breath>> -uno en la secuencia de los cuatro poemas de amor, cortos y tensamente atados- existe la evocacion todavia ambivalente de algo con lo que quizas y pactar por separado en su interior

pueda regatear por debajo aunque nunca con.

Hay perturbaciones y tension en estos «Four Poems>>, pero hay tam­ bien una ojeada, al menos, a algun tipo de liberacion erotica: Palida cara que intento resolver el rompecabezas de su prisi6n y hallo Ia solucion con un beso inesperado, cuyas pecosas e insospechadas manos se encendieron. El poema primero y que da titulo a A Cold Spring puede leerse como Ia historia de un desplegarse Iento , deliberado y erotico, que culmina

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con una imagen de «pastos en sombra» desde los cuales las luciernagas salen ccexactamente como las burbujas del champan•• · El poema final de esta colecci6n, . No habia absolutamente nada en el canon literario, a mi entender, que contra­ rrestara Ia segunda idea. La poesia feminista y antiesclavista de Elizabeth Barrett Browning, Ia poesia anti-belica e identificada con mujeres de H . D . , asi como I a obra radical -revolucionaria, si- de Langston Hughes y Muriel Rukeyser, estaban todavia enterradas por el canon literario academico. Pero Ia primera idea era extremadamente importante para m{: un poeta -uno que estuviera aparentemente aceptado como tal­ podia de hecho escribir sobre temas politicos, podia entretej er nombres de activistas politicos en un poema: MacDonagh y MacBride Y Connally y Pearce Ahora y en tiempos venideros, Dondequiera que ondee el verde, Seran distintos, completamente distintos: Una terrible belleza ha nacido. Como hacemos todos cuando somos j 6venes y andamos buscando lo que no podemos ni siquiera nombrar todavia, tome lo que podia ser­ virme donde pude encontrarlo. Cuando las ideas o las formas que nece­ sitamos estan proscritas, buscamos sus residuos dondequiera que pode­ mos rastrearlos. Pero habfa un gran problema con esto. Yo habfa nacido mujer, y estaba intentando pensar y actuar como si Ia poesia -y Ia posibilidad de hacer poemas- fuera un ambito universal, de genero neutro. En el universo del paradigma masculino, absorb£ de manera natural ideas acerca de las mujeres, Ia sexualidad, el poder, 4esde el punto de vista subjetivo de los poetas hombres -Yeats, especialmente, entre ellos. La disonancia entre estas imagenes y los acontecimientos diarios de mi propia vida exigian una constante habilidad por parte de Ia ima­ ginaci6n, una especie de traducci6n perpetua y una fragmentaci6n in­ consciente de Ia identidad entre ser mujer y ser poeta. Todos los grupos que viven baj o una cultura dominante que tiene el poder de nombrar y de crear imagenes corren el riesgo de sufrir esta fragmentaci6n mental y necesitan un arte que pueda resistirlo.

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Pero en Ia mitad de los afios cincuenta yo no tenia una idea muy clara de mi posicion en el mundo o incluso de que ello fuera un recurso importance para quien escribe. Sabia que el matrimonio y Ia materni­ dad, experiencias que se suponia eran autenticamente femeninas, me hadan sentir con frecuencia poco apta, carente de poder, a Ia deriva. Pero nunca tuve que pensar en el pan como un tema prioritario en sf mismo; y respecto a Ia sangre, sabia que Ia mia era blanca y que el blan­ co implicaba una mejor situacion economica. Mis padres se habian pre­ ocupado mucho de cuestiones como el perrenecer socialmente a un de­ terminado grupo o Ia aceptabilidad, pero yo nunca habia tenido que tragar rabia o humillacion para ganarme el sueldo. La literatura que lela sugerfa, solo muy de vez en cuando, que para mucha genre es un hecho normal y cotidiano en su vida el pasar hambre. Crefa que yo era una persona bien educada. En aquella atmosfera de Guerra Frfa que no ha terminado realmente, oiamos hablar mucho del
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