Adquisición y Desarrollo Del Lenguaje en La Infancia

September 25, 2017 | Author: Juan Yaksic | Category: Language Acquisition, Learning, Communication, Psychology & Cognitive Science
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Descripción: Cómo se adquiere e interpreta el lenguaje a lo largo de la primera edad....

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Adquisición y Desarrollo del Lenguaje en la Infancia De todos los seres vivos solo uno tiene la capacidad de comunicarse mediante la palabra, y ese es el bebé humano. De ahí que se diga que nacemos para hablar. Los dos primeros años son un viaje lleno de exploración y alegría, pero incluso antes de poder pronunciar una palabra, el bebé ya se entretiene a través de la experimentación que lleva a cabo con su comunicación, mediante ruidos, balbuceos, gestos... Es decir, escuchar e imitar hasta que por fin domine la capacidad de articular palabras completas. El proceso de aprendizaje de la adquisición del habla comienza mucho antes de que el bebé llegue al mundo. El feto experimenta todo tipo de sensaciones en el útero de la madre bajo un entorno idóneo en el cual desarrolla el sentido del oído. Esto le permite estar en contacto con la lengua a pesar de aún no estar en el mundo y por supuesto de no dominarla. A las 24 semanas el oído interno del feto se ha desarrollado y ya puede oír sonidos, como por ejemplo el sonido del latido del corazón de la madre y los sonidos del mundo exterior, incluso el más fuerte de todos y hasta la voz de la madre. En los meses siguientes el feto se familiariza con las voces de ambos progenitores y esto es el principio de una comunicación constante entre el bebé y el mundo exterior. El bebé llega al mundo preparado para comunicarse y al principio la mejor forma es llorar, y con ello obtiene una respuesta inmediata. Llorar es un acto involuntario que muestra angustia. El bebé todavía no puede emitir otros sonidos debido al tamaño tan pequeño de su boca, la lengua grande y a esta edad su laringe está muy arriba para evitar que se ahogue, pero aunque los lloros son involuntarios su madre responde. Es la primera forma para los bebés de saber que los sonidos que emiten son un medio de comunicación y que cuando lloran alguien les escucha. La voz de la madre les tranquiliza de inmediato. La investigación muestra que desde los primeros días de vida los bebés prefieren la voz humana a cualquier otro sonido, pero lo sorprendente es lo habituados que están al lenguaje. Se realizó un experimento a cargo de Darwin Muir llamado “cara inmóvil “en el que la madre se sienta frente a su hijo y le habla. El bebé atiende y sonríe pero cuando la madre deja su cara inmóvil el bebé emite todos los sonidos posibles en busca de comunicarse con la madre y cuando ve que no obtiene respuesta se siente frustrado. Se concluyó que la razón por la que el bebé se disgustaba era porque la madre había roto el canal de comunicación sin avisar. En el experimento llamado “cara al revés” en el cual el bebé se sienta delante de una televisión en la cual se proyecta la imagen de la madre. Mientras ésta mantiene comunicación con el bebé, éste sonríe, pero de repente la imagen se da la vuelta y queda boca abajo la cara de la madre, lo que provoca en el bebé que deje de sonreír y se impacienta, porque ya no reconoce la cara de la madre. Otro de los tres experimentos realizados se denomina “cara alegre-triste” y consiste en poner al bebé junto al televisor y proyectar una imagen alegre con voz alegre, lo que hace que el bebé sonría, después la cara que ve en la pantalla cambia y pasa a ser triste con una voz triste también, lo que hace al bebé dejar de sonreír. A continuación la cara que ve muestra alegría pero va acompañada por una voz triste, lo cual desconcierta al bebé. Se concluyó de que a una edad muy temprana las emociones se expresan con la cara y la voz y que ambas deben mostrar el mismo estado de ánimo.

El último experimento se llama “mirada fija”, el cual consiste en mantener la mirada fija con el bebé, pero después cambia la mirada únicamente. El bebé hace todo por llamar la atención de la madre pero al ver que no es así se enfada. Se concluyó que algo tan pequeño como los ojos juega un papel fundamental. Hay que tener en cuenta que el bebé tiene una capacidad innata asombrosa para aprender cualquier idioma, de hecho se convierten en especialistas en un idioma vinculado a una cultura concreta. Para conocer el motivo de ello, se llevó a cabo un experimento con un bebé de 6 meses a manos de Janet Werken denominado “ba-dá”. Consiste en colocar al bebé delante de un juguete colorido para llamar su atención mientras de fondo se escucha dos sonidos en una cinta, uno es “ba” y el otro es “da”. Cuando suena el segundo, aparece un conejito iluminado y cuando suena el primero desaparece. Posteriormente cuando vuelve a sonar el segundo, incluso antes de que se ilumine el conejito, el bebé ya gira la mirada hacia donde está situado. Esto significa que empieza a asociar los sonidos con los objetos que le rodean y a distinguirlos, de ahí que se diga que a esta edad de 6 meses sea un oyente universal. Este mismo experimento se realiza con un bebé de 10 meses el cual nunca ha oído hablar en el idioma que ponen los sonidos “ba-da”. De ahí que al escucharlos muestre más interés por el juguete que por ellos. Esto llevó a la conclusión de que a los 10 meses el bebé deja de ser el oyente universal y ya no diferencia todos los sonidos que se le muestran. No es que pierda su capacidad de distinguir sonidos de otro idioma, sino que el cerebro va clasificando el caótico mundo de los sonidos y selecciona los de su idioma, comienza a filtrar sonidos que el bebé no escucha en su entorno. Esto hace que el bebé sea incapaz de distinguir sonidos de otros idiomas. Según un experimento que realiza Patricia Kuhl llamado “exposición al mandarín”, se leen a niños entre 9 y 10 meses cuentos en Mandarín, y aunque nunca haya escuchado este idioma, se mantiene atento sin perder detalle. Unas sesiones después realiza de nuevo el experimento y permite ver que al haber escuchado Mandarín durante el período sensible del bebé, que es cuando la mayoría de los cerebros de los niños empieza a filtrar sonidos que forman parte de su lengua materna, un niño que crece con más de un idioma puede aprender los sonidos de ambas lenguas, pero es la capacidad para producir sonidos lo que estimula la siguiente etapa hasta llegar al habla. Se habla también sobre la manera y tono que tenemos los adultos para comunicarnos con los bebés. Esto es lo que se conoce como “habla infantil o idioma infantil”. Se caracteriza fundamentalmente por el uso de un tono cantarín, la voz más aguda y también por el uso de oraciones reducidas a frases cortas. Al exagerar su madre las palabras alargando las vocales, el bebé de 5 meses va haciéndose un mapa acústico de su idioma materno y, repitiendo las palabras, su madre ayuda al bebé a aprenderlas enfatizando las más importantes que tienen significado. A los 9 meses se produce el balbuceo, en el cual tiene lugar la asociación de sonidos y boca, que es cuando la madre pronuncia su nombre y el bebé escucha y comprende. La imitación y la repetición son la clave para aprender un idioma. Señalar representa un gran paso mental para el bebé, y sobre todo para los niños con problemas de audición, el acto de señalar va estrechamente unido a la comunicación. Esto se conoce como “lenguaje de signos”. A los 12 meses han aprendido a interpretar expresiones faciales y gestos. Y después del año se lleva a cabo la pronunciación de palabras completas. Alrededor de los 18 meses el niño cuenta con un

vocabulario activo entre 50 y 100 palabras pero entienden mucho más de lo que saben decir. Casi el 70% de las palabras son nombres de cosas que conocen de su vida diaria. Asocian sonidos con palabras y luego con significados. Después tiene lugar la explosión del lenguaje, que es la forma decisiva para aprender los nombres que tienen las cosas. Luego, mencionan mini frases de dos palabras aisladas. La imaginación florece cuando el lenguaje llega a los juegos, su mundo interior se vuelve visible. Por último, a los 24 meses suelen usar unas 300 palabras aproximadamente y entienden unas 1000. Se da el momento crítico para aprender un idioma y a la hora de acostarse es cuando los niños ponen en práctica lo aprendido durante el día repitiéndolo antes de dormir. Aquí se da la relación Sonido –Balbucear –Articular.

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