Abu So Emo c Ional Digital

February 9, 2018 | Author: ahoogma33 | Category: Adults, Family, Adolescence, Mental Health, Child Abuse
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Descripción: abuso emocional...

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Abuso Emocional

Ese enemigo invisible… Al abuso emocional también se lo conoce como “maltrato psicológico o abuso invisible” porque sus heridas no dejan marcas físicamente visibles. En cambio, dejan marcas profundas e invisibles en nuestra propia imagen e identidad.

El enemigo invisible

Así, el abuso emocional es un proceso continuo que - con el tiempo - deteriora nuestra autoestima y nuestro sentido de valor personal.

Mariana Barrancos

Este libro describe algunas de las características generales de los diferentes tipos de abusos y sus consecuencias, las personas que participan en relaciones abusivas y las posibles soluciones o métodos de prevención. Conozca cómo funciona la mente de un manipulador y aprenda cómo puede establecer límites y desarrollar relaciones más saludables.

Mariana Barrancos es escritora y traductora independiente, con una extensa formación en los campos de la psicología y las relaciones humanas. Como asesora y consejera personal, ha dedicado los últimos quince años de su vida a tomar distintos cursos de desarrollo personal y ayudar a las personas a superar sus problemas emocionales. En 2008, creó Abusoemocional.com, un sitio de referencia bilingüe dónde ha publicado muchos de los artículos que tradujo al español.

90000

9 780557 078479

Mariana Barrancos

ISBN 978-0-557-07847-9

Abuso Emocional

Edición especial en formato digital. Prohibida su reproducción y publicación completa y gratuita en Internet. Para solicitar una muestra de las primeras 30 páginas a publicar con acceso gratuito al público general en la web, contacte a: [email protected] Muchas gracias.

Visite nuestro sitio: www.abusoemocional.com

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Abuso Emocional El enemigo invisible

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Barrancos, Mariana Beatriz Abuso Emocional – El enemigo invisible 1ra. Edición – Junio de 2009 - Versión Digital ISBN 978-0-557-07847-9

Queda prohibida la reproducción total o parcial de este libro, en forma idéntica o modificada y por cualquier medio o procedimiento, sea mecánico, informático, de grabación o fotocopiado, sin autorización previa y por escrito del autor y los editores. Si necesita una copia digital de las primeras 30 páginas de muestra para distribuir gratuitamente, contacte a [email protected]. © Por Mariana Barrancos, 2009 - Todos los Derechos Reservados Derechos de Autor - Registro Nacional de la Propiedad Intelectual de la República Argentina - No. 750269 - Hecho el Depósito que Marca la Ley 24 de abril de 2009, Buenos Aires, Argentina. 4

A mis hijos, Gonzalo y Florencia

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Prólogo Ante todo, quisiera hacer una aclaración importante: la decisión de escribir este libro surgió de la importancia que tiene para las personas, poder tomar decisiones basadas en una información sólida y relativamente amplia acerca de un tema determinado. En este caso, el abuso emocional. Muchas veces, no logramos tomar las decisiones “correctas” o más convenientes debido a que carecemos de cierta información clave. Actuamos guiados por nuestras experiencias pasadas y nuestros juicios subjetivos, en lugar de actuar de un modo más imparcial, sobre la base de criterios más certeros y realistas. Las consecuencias o los resultados de nuestras acciones son diferentes cuando tomamos decisiones informadas que cuando tomamos decisiones ignorando ciertos datos. Personalmente, me atrevería a decir que la mayoría de las personas cometen ciertos errores debido a que realmente carecen de conocimientos suficientes como para proceder de un modo diferente. Dentro de ese contexto, se me ocurrió escribir una guía de información clave acerca del abuso emocional. Tanto esa guía (escrita en agosto de 2008), como este libro, están redactados intencionalmente en un lenguaje sencillo, con el objeto de que la información le resulte accesible y útil a cualquier persona, independientemente de su nivel intelectual o sociocultural. No obstante, quiero destacar que la información compilada aquí, como mis propias reflexiones sobre este tema, conforman mi punto de vista personal. Estos conocimientos son el producto de muchos años de trabajo, análisis y estudio en este campo. Asimismo, lo que cada persona considere como “más conveniente” para sí misma, dependerá de cada uno y de la actitud que cada persona adopte frente a la vida. Por consiguiente, la interpretación de la información presentada en este libro, así como las decisiones que cada uno tome o considere “correctas” o “adecuadas”, serán responsabilidad de cada persona. Es muy posible que usted se sienta identificado con muchos de los ejemplos que le brindará este libro, ya que varios de ellos han sido tomados de casos de la vida real. Sin embargo, no todas las soluciones o sugerencias de prevención se aplicarán en su caso particular.

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Cada persona es única, como también lo son sus experiencias de vida. Por consiguiente, sus relaciones personales, laborales, sociales y familiares, también son únicas. Así, es importante que al leer la información contenida en estas páginas, comprenda que no siempre los ejemplos o las soluciones coincidirán plenamente con las diferentes situaciones de abuso emocional que enfrentan las personas, a lo largo de su vida. Hay situaciones más complejas y otras menos complejas, hay personas que tienen una actitud frente a la vida más positiva y otras que tienen una actitud menos positiva. Además, hay personas que tienen ciertos problemas de salud mental, como algunos trastornos de la personalidad (o “de carácter”, según algunos profesionales de salud mental) y requieren de ayuda profesional. En estos casos, a estas personas no les alcanzará con adquirir conocimientos e información sobre el abuso emocional para resolver sus problemas más complejos. Deberán recurrir a algún tipo de terapia u orientación. Espero que la información contenida en estas páginas le ayude a comprender mejor este problema y lo guíe para hallar las soluciones adecuadas.

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Agradecimientos Son muchas las personas, que a lo largo de mi vida me han enriquecido con sus experiencias personales y han hecho posible que diera a luz a este libro. En primer lugar, quiero agradecer profundamente a mis maravillosos hijos, Gonzalo Lucas Aizpún y Maria Florencia Aizpún, quienes me han dado muchísimas satisfacciones personales y se han convertido en adultos jóvenes, brillantes, saludables y humanitarios, y junto a quienes aprendí excelentes lecciones de vida. También, quiero agradecer muy especialmente a mi madre, Norma Platini, quién siempre me alentó y me brindó su apoyo incondicional y a mi prima, Graciela Ferreyra por su afecto sincero e incondicional. Agradezco igualmente a mi padre, Ricardo Barrancos Mooney y su esposa Alicia Hidalgo, y a mis hermanos, Nicolás Barrancos y Diego Barrancos y mi cuñada, Andrea Rolando, quienes siempre aportaron sus diferentes opiniones y particulares puntos de vista. Agradezco igualmente a mis queridos amigos Diego Aizpún, Adriana Rolando, Ilirka Stevanovic, Alejandra Maschio, Leonor Nieva, Mirta Chiavón, Paul Scialdone, Natasha Andrievsky, Lori Walls, Kristin Clausen, Courtney Donaldson, Anne Marie Picard, Robert Lehman, Tracy Oliver, Mark Grawemeyer y Silvia Hamer, quienes con sus propias vivencias y opiniones me permitieron comprender las distintas situaciones por las que atraviesan los seres humanos. Asimismo, quiero expresar mi agradecimiento a todos los profesionales del campo de la salud mental, en particular al Dr. Joseph Carver, psicólogo clínico de Ohio, Estados Unidos, como también al Dr. Greg Mulhauser, fundador de Counselling Resource del Reino Unido, al Dr. Stephen Karpman, analista transaccional y creador del triángulo dramático de las relaciones interpersonales que lleva su nombre, a la Dra. Nora Femenia, exitosa psicóloga y mediadora, presidente de “Creative Conflict Resolutions”, de Florida, Estados Unidos, y al Lic. Evan Hadkins, escritor, consejero y terapeuta, creador de “Wellbeing and Health” y autor de “Living Authentically”; como también a todos los terapeutas y profesores de los diferentes cursos que he tomado en los últimos veinte años, quienes siempre me aportaron datos vitales e información muy valiosa que se sumaron a mis conocimientos ya adquiridos. 8

Asimismo, agradezco a las agencias de traducción Language Learning Enterprises, Inc., Washington D.C., por asignarme la traducción de los documentos del Departamento del Menor y la Familia del Estado de Connecticut y a Docu-Trans LLC., de Cincinnati, Ohio, por encargarme la traducción de los documentos del programa "Guardianes de los Niños" de la organización “Darkness to Light”, fundadora del programa de prevención estadounidense sobre el abuso sexual infantil. Este libro no pretende reemplazar ningún tratamiento terapéutico que usted esté realizando. Simplemente, pretende brindarle información que le servirá para contar con mejores herramientas a la hora de tomar decisiones personales y resolver, prevenir o evitar los problemas relacionados con el abuso emocional.

Mariana Barrancos

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Contenidos Capítulo I Qué es el abuso emocional La familia disfuncional

13 23

Capítulo II Ámbitos dónde ocurre el abuso emocional Quiénes participan en una relación abusiva

35 61

Capítulo III El ciclo del abuso emocional Grados de reacción Cómo decir “No” El efecto dominó

82 85 87 89

Capítulo IV Causas probables Trastornos de la personalidad El abuso consciente Consecuencias típicas

94 95 104 108

Capítulo V Perfil del abusador Perfil de la víctima

113 130

Capítulo VI Indicadores, signos y síntomas Tres preguntas clave para detectar el abuso Factores que influyen El proceso de cambio

142 148 155 158

Capítulo VII Tipos de abuso y negligencia El abuso emocional ante la ley La dependencia emocional o codependencia

162 169 171

Capítulo VIII Técnicas de prevención Recursos disponibles

176 185

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Capítulo IX El abuso emocional en la pareja y la familia Relaciones saludables y relaciones no saludables Síndrome de Alienación Parental

188 190 196

Capítulo X Expectativas realistas Criterio certero Sólo sé que no sé nada

199 202 208

Capítulo XI Por dónde pasa la felicidad

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Bibliografía Bibliografía de referencia

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CAPÍTULO I

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QUÉ ES EL ABUSO EMOCIONAL Si bien no hay una definición “oficial” del abuso emocional, podemos identificarlo como el maltrato psicológico de una persona hacia otra. Es un proceso de maltrato emocional continuo que, con el tiempo, deteriora la autoestima de una persona (la víctima del abuso) porque, al igual que cualquier otro tipo de abuso, es una forma de agresión y violencia. Hay distintos niveles de abuso emocional. Algunos niveles son muy sutiles -como las manipulaciones o los juegos mentales- y otros son más evidentes, como la agresión verbal o la discriminación, por ejemplo. El abuso emocional es una manera inadecuada de relacionarse con otras personas. Puede ocurrir en diferentes ámbitos como el hogar, la escuela, el trabajo, un círculo social, un club deportivo, etc. y puede involucrar a una, dos o más personas. Ampliaremos más sobre este tema, más adelante. Abusar emocionalmente de una persona implicar minar su autoestima (lo que, con frecuencia, ocurre gradualmente) a fin de debilitar psicológicamente a la víctima con el propósito de hacerla sentir insegura, convencerla de que no tiene valor como persona y quebrantar paulatinamente, su equilibro emocional. Por consiguiente, el abuso emocional consiste en todas aquellas acciones, comentarios, gestos y actitudes que tienen por objeto descalificar a una persona, humillarla, degradarla, ignorarla, agredirla verbalmente (insultarla o desaprobar sus ideas y acciones), burlarse de ella y criticarla negativamente, entre otras cosas. Las distintas teorías Desde finales del siglo XIX hasta hoy, el campo de la salud mental ha ido evolucionando. Desde los tiempos de Freud y el nacimiento del psicoanálisis hasta las terapias más modernas de la actualidad, los conceptos y las ideas han ido cambiando. Los diferentes profesionales de salud mental como los psicólogos, psicoanalistas, psiquiatras, terapeutas, orientadores y consejeros, han seguido distintas líneas de pensamiento y apoyan diferentes ideas o teorías. En este libro abordaremos del tema de la salud mental desde el punto de vista del abuso emocional, pero sin profundizar en las diferentes teorías que apoyan los distintos profesionales del campo. Trataremos el tema desde una perspectiva general y amplia. 13

Como obsevaremos más adelante, cuando citemos los problemas psicológicos que padecen algunos abusadores, veremos que algunos profesionales de salud mental opinan que hay una diferencia importante entre los trastornos de la personalidad y los trastornos del carácter, mientras que otros opinan que tal clasificación no existe. De nuevo, aquí no discutiremos ese tema. Simplemente, citaremos y describiremos brevemente las características generales más importantes sobre los trastornos que padecen los abusadores o las víctimas de abuso emocional. ¿Para qué sirve informarse sobre el abuso emocional? Muchas veces, adquirir conocimientos e información sobre los diferentes patrones de conducta y sobre los diferentes trastornos de la personalidad (y/o del carácter), ayuda a las personas a comprender su manera de actuar y de relacionarse con los demás. Por consiguiente, esta información les aporta ciertas herramientas de cambio que pueden aplicar a su vida diaria para modificar aquellas conductas contraproducentes que les impiden establecer relaciones más saludables. Cabe destacar que, tanto los abusadores como las víctimas de abuso emocional, pueden ser –indistintamente – niños, adolescentes, mujeres y hombres adultos o personas mayores. A su vez, estas personas pueden pertenecer a distintos niveles socio-culturales, es decir: tener un título universitario o no, tener una posición económica de privilegio o no, practicar una religión determinada o no, pertenecer a determinada cultura, etc. El abuso emocional no diferencia entre lo cultural, lo social o lo económico. A veces, es un problema que está vinculado a patrones de conducta aprendidos y practicados durante toda la vida. Otras veces, es producto de factores externos. Los patrones de conducta citados anteriormente pueden modificarse, en ciertas circunstancias, como también es posible que sólo se eliminen algunas conductas; pero, en última instancia, dependerá de cada persona tomar la decisión de cambiar su propia manera de actuar. Por otro lado, también hay algunas personas que sufren ciertos problemas de salud mental y requieren de un tratamiento determinado para poder resolver sus problemas, adecuadamente. 14

¿Cómo actúan los abusadores? Además de lo citado en los primeros párrafos, los abusadores también pueden emplear tácticas como aislar a la víctima de sus familiares y sus amigos (su red de apoyo y contención), o bien pueden limitarla económicamente. El abusador necesita controlar a la víctima y para ello necesita confundirla y hacerle dudar de su propio criterio. Conforme vamos adquiriendo información y conocimientos, nuestro criterio se fortalece. Aprendemos a detectar las maniobras de control y los juegos de manipulación de los abusadores. Por esta razón, no es de sorprender que los abusadores intenten aislar a la víctima de cualquier fuente de información o de sentido común. Tenga en cuenta que algunos abusadores y algunas víctimas, como señalamos anteriormente, pueden tener problemas de salud mental importantes, más allá de los “niveles normales” de neurosis habituales que tienen las personas que no presentan problemas psicológicos graves. En muchos casos, las formas más sutiles de abuso emocional son difíciles de detectar y las personas no terminan de comprender por qué se sienten mal o no logran ser felices. Esto se debe a que las formas más sutiles de abuso emocional se llevan a cabo mediante métodos casi imperceptibles que logran deteriorar la autoestima de la persona sin que ésta se dé cuenta. A continuación analizaremos un ejemplo de un caso de abuso emocional que pareciera “no tener nada de malo”, pero que encierra mucho daño como consecuencia del abuso subliminal que es difícil de percibir a simple vista. Veamos un ejemplo de un caso de abuso emocional en la niñez: •

El padre gana mucho dinero y es un profesional reconocido, pero suele malgastar el dinero que gana y siempre deja cuentas sin pagar. El padre es emocionalmente inmaduro y minimiza la importancia de priorizar las necesidades básicas y económicas de la familia. No sólo no le provee una estructura saludable a su familia, sino que además les enseña a sus hijos un modelo de vida que consiste en: “divertirse hoy y pagar algún otro día” (como si nuestras acciones no tuvieran consecuencias o como si las consecuencias no fueran importantes). Como el padre nunca le deja suficiente dinero a la madre, ésta suele pedirle a alguno de sus hijos que vaya al almacén (dónde habitualmente hacen las compras), y “traiga” algunas cosas para preparar el almuerzo, con la promesa de que el padre o la madre pasarán luego a pagar (lo que se conoce como comprar o pedir fiado). 15

En este caso, tanto el padre como la madre están abusando emocionalmente del niño. No sólo no le proporcionan al niño una estructura saludable ni un modelo adecuado de conducta, o parámetros válidos sobre cómo conducirse correctamente en la vida, sino también, exponen al niño a una situación denigrante y humillante, ya que el dueño del almacén no siempre estará de buen humor para “venderle fiado” o tratar bien al niño. Este patrón de conducta de los padres, vale decir: “el no hacerse cargo de sus propias acciones”, denota la inmadurez y la cobardía de los padres, quienes no dudan en “mandar al frente” al niño, en una situación que no es positiva para la salud emocional del menor. El niño se siente mal, temeroso, ansioso, angustiado o humillado por tener que ir a “dar la cara” por sus padres y se verá expuesto a cualquier reacción que el dueño de la tienda pueda tener (una reacción que es impredecible). Consecuencias del abuso emocional en la niñez En primer lugar, el niño aprende que no es importante pagar las cuentas, ya que siempre se pueden pagar en algún otro momento y después de haber gastado el dinero en otras actividades que aportan diversión o brindan satisfacción. Aprende que las consecuencias de las acciones no son importantes, lo cuál es un error. Así, cuando llegue a la edad adulta, probablemente, el niño derrochará su dinero en salidas con sus amigos o en comprarse ropa cara o aparatos electrónicos sofisticados, en lugar de pagar el alquiler de su apartamento o la cuota de la hipoteca de su casa, el colegio de sus hijos, la obra social de la familia, el seguro del auto, las cuentas de luz, gas, teléfono, etc. Además, en la situación a la que fue expuesto cuando era niño, corrió el riesgo de ser receptor de la frustración o el descontento del dueño del almacén (ya fuere por no recibir el pago de los comestibles en el momento o porque el dueño de la tienda también se sintió insultado porque los padres enviaron a un niño a buscar comestibles sin pagar, en lugar de ir ellos mismos a tratar ese tema). Posiblemente este hombre se haya dirigido al niño con comentarios muy negativos, incluso delante de otras personas. Esa situación habrá causado que el niño se sintiera culpable o avergonzado por la actitud de sus padres y humillado ante personas desconocidas o vecinos. 16

También es posible que el niño se haya sentido confundido. Cualquiera haya sido la consecuencia, el niño creció con ese impacto y lo trasladó a su vida adulta. Un niño que es criado de esta manera, aprende a tolerar humillaciones y abusos injustos por parte de personas cercanas que, supuestamente, lo aman (como sus padres) y también por parte de otras personas (como el dueño de la tienda, en este caso). Posiblemente, en su vida adulta, el niño tienda a repetir este modelo de conducta con sus propios hijos o con sus amigos, abusando de ellos de la misma manera en que sus padres abusaron emocionalmente de él durante su niñez. Esto se debe a que la persona nunca logró comprender bien cómo ocurrió ese tipo de abuso, inicialmente. En su momento, él lo aceptó como una manera normal o habitual de crianza por parte de sus padres. Así, cuando era niño y regresaba al hogar, quejándose porque el dueño del almacén le había dicho “cosas feas”, es probable que sus padres hayan minimizado la situación y le hayan dicho al niño que era “demasiado susceptible”. Ni hablar de los comentarios negativos que le habrán dirigido al niño si volvió con las manos vacías. Seguramente habrán culpado al niño por no traer los comestibles que le encargaron, con lo cuál habrán reforzado eficazmente la imagen negativa que el niño comenzaba a construirse de sí mismo. Decirle a un niño cosas como: “Qué inútil eres” “No se te puede pedir un favor” “Así nunca lograrás conseguir nada en la vida” o “Eres demasiado susceptible” denota la falta control de los padres respecto de su propia frustración. Un adulto emocionalmente saludable que ama a sus hijos, los protege y se preocupa por la salud emocional de los niños -en lugar de exponerlos a situaciones no deseables o usarlos para que hagan lo que ellos mismos no se animan a hacer. No hacerse responsable de las propias acciones, distorsiona la realidad de una situación determinada Las personas emocionalmente inmaduras suelen evadir cualquier tipo de responsabilidad con respecto a sus propias acciones y buscan “poner la culpa afuera”, es decir, culpar a los demás por lo que ellos hacen. Cuando esto sucede con los niños más pequeños (por lo general, en edad escolar) y teniendo en cuenta que estos niños no cuentan con un criterio objetivo todavía - ellos suelen aceptar, inconscientemente, cosas como: “algo debe anda mal conmigo”. 17

Así, pueden llegar a creer que realmente son malos hijos, que son inútiles, que son demasiado susceptibles o demasiado débiles, cuando esto no es verdad. Además, también se suma el hecho de que, a veces, los padres tienen expectativas demasiado altas respecto de sus hijos. Esto hace que los niños se sientan muy exigidos, frustrados o deprimidos, o bien, que se rebelen desde los primeros años de su niñez, al no lograr satisfacer las expectativas de sus padres. Otro ejemplo: •

La madre tiene un temperamento fuerte y siempre descalifica al padre o le quita autoridad frente a los niños. Además, la madre suele ser excesivamente estricta y fría con los hijos, y al mismo tiempo, el padre no pone límites a los abusos que comete la madre porque carece de un carácter firme que le permita proteger a sus hijos. La madre no es afectuosa con sus hijos y con frecuencia les dice a los hijos varones: “los hombres no lloran” (sin tener en cuenta que tanto hombres como mujeres sí lloran y que sus hijos no son hombres aún, sino niños).

Los niños no nacen con un manual de instrucciones sobre la vida bajo el brazo. Aprenden a partir de lo que viven en el hogar, en la escuela, en la comunidad. Incluso los niños sin hogar, aprenden de lo que los adultos hacen, ya se trate de adultos que conocen en la calle o en un orfanato, un hogar sustituto, etc. De esta manera, los niños van construyendo sus propias ideas acerca del mundo que los rodea y de sí mismos. A medida que crecen, pueden llegar a pensar que el mundo es un lugar seguro o inseguro. Cuando un padre abusa emocionalmente de un hijo, también comete un abuso de autoridad. Cuando el otro padre permite que esto ocurra y no interviene en absoluto (“se lava las manos”), comete lo que se conoce como “negligencia emocional”. Negligencia emocional La negligencia emocional implica descuidar las necesidades emocionales de los demás. Cuando una persona ignora las necesidades emocionales de otra persona - que generalmente se siente atemorizada, desconsolada o desprotegida - está cometiendo negligencia emocional. Ignorar las necesidades emocionales de los demás, también deteriora la autoestima y el sentido de valor personal de la víctima de este tipo de negligencia. Así, en el ejemplo anterior, si el padre no protege a los hijos de las conductas abusivas de la madre, el padre también está ignorando las necesidades 18

emocionales de los niños. Con frecuencia, el abuso y la negligencia emocional suelen ir de la mano. Durante la vida adulta, los niños pensarán que no hay que llorar ni mostrar sus sentimientos o sus emociones genuinas porque eso demuestra vulnerabilidad o debilidad de su parte. O bien, es posible que se muestren extremadamente sensibles y temerosos ante cualquier tipo de situación de abuso o negligencia, siendo incapaces de poner límites saludables y de ejercer su derecho a ser respetados. Así comienzan los problemas y los bloqueos emocionales de los adolescentes y los adultos jóvenes. Si estos patrones de conducta no se corrigen, estas mismas conductas inadecuadas se perpetúan a lo largo de la vida adulta de esa persona. Ausencia de respeto por las necesidades emocionales de los demás Cuando no se respeta a un niño, se abusa emocionalmente de él. Y con esto también se le está enseñando a aceptar abusos y humillaciones, se le está enseñando que ese trato es “normal”, se le está enviando un mensaje muy poderoso: “Para que alguien te ame, tienes que tolerar el maltrato emocional", o bien “Para ser aceptado no puedes mostrarte tal cuál eres o ser tú mismo, sino que tienes que comportarte como los demás esperan que te comportes". Esto le quita al niño su poder personal. Es por esta razón que algunas personas adultas adoptan una actitud extraña, como si siempre estuvieran rindiendo examen con respecto a lo que hacen o dicen; como si siempre dependieran de la aprobación de los demás para corroborar si lo que han hecho está “bien” o está “mal”. O como si siempre tuvieran que justificarse. Por lo general, son personas que se sienten juzgadas o evaluadas, constantemente. Suelen mostrarse como personas excesivamente complacientes que se esfuerzan por agradar a los demás a cualquier precio o que están dispuestas a soportar cualquier tipo de abuso con tal de recibir algunas migajas de afecto. En el mejor de los casos, los niños que han sido víctimas de abuso emocional, pueden llegar a rebelarse y negarse a aceptar ese tipo de maltrato por parte de los adultos. Estos niños que intentan preservar su salud emocional, intuitivamente “saben” que “no es justo” o que “no está bien” que los adultos les falten el respeto, que los usen, que tengan expectativas muy altas sobre ellos, etc. Por consiguiente, estos niños “rebeldes”, a veces, suelen ser vistos como niños problemáticos y suelen ser identificados como “un dolor de cabeza”. 19

Es común oír a los padres decir cosas como: “Sólo te deseo que tengas un hijo como tú”, frase que normalmente es acompañada por un gesto de disgusto, rencor e impotencia personal. La idea es trasmitirle al niño que un hijo como él es un castigo para un padre, un mensaje hostil que distorsiona totalmente la realidad y daña profundamente la autoestima de un niño. No obstante, hay niños que tienen contacto con otros adultos (en la escuela, en un club deportivo, etc.) y pueden medir y evaluar cómo son tratados por otras personas que no abusan emocionalmente de ellos. Dependiendo del grado de control emocional que los padres tengan sobre sus hijos, los niños pueden darse cuenta cuándo un adulto los trata correctamente y cuándo no. O bien, pueden negar el hecho de que otros adultos los tratan bien o que los tratan de una manera respetuosa y saludable, porque eso no coincide con el patrón de relaciones, establecido en el hogar. Pero, también puede ocurrir lo contrario. Niños que son tratados con respeto en sus hogares, pueden ser acosados, intimidados o emocionalmente abusados fuera del hogar. Además, en la adolescencia, solemos ver que algunos niños (que provienen de familias educadas que respetaron siempre a sus hijos) se rebelan y piensan que es muy astuto de su parte convertirse en un trasgresor. Para identificarse con algunos de sus pares, sienten que deben violar las pautas de convivencia de una comunidad. Por ejemplo, la presión que ejercen los compañeros de escuela o amigos del adolescente, puede ser demasiado fuerte y difícil de resistir para un niño de 12 o 13 años. Para tener en cuenta No siempre las personas que son víctimas de abuso emocional han sufrido este tipo de abuso durante su infancia -ni todos los abusadores se rebelaron contra las reglas durante su adolescencia. A veces, son personas que tienen otros problemas de salud mental que pueden tener un origen biológico (o físico) independiente. No siempre se trata de un origen emocional o psicológico por una mala relación familiar. Es importante distinguir cuando un abusador abusa emocionalmente de otra persona debido a patrones de conducta inadecuados, (pero siendo consciente de sus actos), de cuando lo hace porque el abusador sufre algún problema de salud mental (problemas médicos, psicológicos o psiquiátricos, etc.) y no tiene conciencia de lo que hace. 20

No obstante, como veremos más adelante, algunas personas con problemas de salud mental sí tienen conciencia del daño que causan, como es el caso de los sociópatas o psicópatas que sufren del “trastorno de personalidad antisocial”. En otros casos, por ejemplo, los niños que padecen el trastorno de déficit de atención e hiperactividad, suelen agotar la paciencia de los padres, quienes se preguntan “¿Qué hicimos mal?”. En situaciones como éstas, los padres no han hecho nada mal. Los niños y los adolescentes (y también algunas personas adultas) que padecen este trastorno, sufren de un desequilibrio químico en su cerebro. El cerebro humano produce unas sustancias químicas llamadas neurotransmisores que requieren de un nivel óptimo (o rango normal) para que el niño, el adolescente, o el adulto funcione correctamente. Niveles bajos de serotonina, por ejemplo, producen depresión, fatiga, falta de apetito, trastornos del sueño, etc., mientras que niveles bajos de dopamina hacen que el control de las conductas impulsivas sea casi imposible. Las personas no siempre tienen conductas inadecuadas debido a problemas emocionales. A veces estos problemas tienen una causa fisiológica. Por esta razón, es fundamental informarse bien y consultar a un terapeuta o a un médico neurólogo o psiquiatra, según sea el caso. Problemas emocionales de los adolescentes La etapa de la adolescencia es una etapa plagada de cambios, tanto psicológicos como físicos. A veces ocurre que algunos niños que eran dóciles o sumisos durante la infancia, al entrar en la adolescencia se rebelan y muestran conductas desafiantes o de oposición. Cuando un niño ha acumulado mucha frustración emocional durante su infancia, no es de sorprender que se “desahogue” durante su adolescencia. Muchas veces, el adolescente no logra comprender de dónde vienen sus problemas de relación o sus frustraciones, pero –intuitivamente- sabe que algo no funciona bien. Por consiguiente, algunos adolescentes escapan de sus hogares o cometen actos de vandalismo, especialmente los que crecieron en el seno de una familia disfuncional o una familia muy restrictiva. Otras veces, intentan crecer más rápido, exhibiendo conductas propias de un adulto e inadecuadas para su edad.

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Asimismo, están aquellos niños que no maduran según su edad biológica y presentan conductas muy infantiles e irresponsables. Por lo general, no desean crecer, no desean dejar de depender emocionalmente de su familia de origen. Quizás porque sus padres les han creado dicha dependencia o los han sobreprotegido y los niños se sienten temerosos de funcionar de un modo independiente. Los adolescentes son personas que están haciendo una transición importante en su vida. Están probando los límites propios y ajenos, evaluando las diferentes opciones que la vida les ofrece y están aprendiendo acerca de cómo funcionar independientemente de sus progenitores. Por lo general, suelen canalizar sus frustraciones de muchas maneras diferentes. Cuando su conducta es positiva, suelen mostrar un lado artístico, creativo o intelectual muy marcado. Cuando su conducta es negativa suelen consumir drogas, cometer delitos menores, agredir a otras personas o tener problemas en su comunidad. Estas conductas nocivas desequilibran el funcionamiento de toda la familia. Los padres comienzan a perder el control sobre el hijo adolescente y debido a su propia impotencia, suelen actuar incorrectamente. En respuesta a esto, no es raro encontrar adolescentes problemáticos que son verbalmente violentos hacia sus padres o que se deprimen con mucha facilidad y tienen ideas suicidas. ¿Por qué algunos adolescentes atacan a sus padres? El abuso emocional por parte de los adolescentes hacia sus padres, a veces suele ser una forma de “castigarlos” por la manera en que fueron criados, o bien puede ser una manera de intentar independizarse o diferenciarse de ellos. A veces, sólo se trata de canalizar sus frustraciones y proyectar sus intenciones a través de patrones de conducta negativos que aprendieron durante su infancia. Esto es similar a lo que hacen los padres con sus hijos pequeños cuando canalizan sus frustraciones o proyectan en sus hijos sus necesidades o temores. Además, los adolescentes suelen tener mucha necesidad de pertenencia, quieren sentirse identificados con algún grupo social. De modo que algunos se unen a grupos que tienden a tener problemas con la ley: cometen delitos menores o consumen drogas, beben alcohol en exceso, etc. Otros adolescentes tienden a preocuparse excesivamente por la moda y el dinero. Otros son más complejos y analizan obsesivamente todo, toman las cosas de un modo muy personal y tienden a deprimirse con facilidad. 22

Cuando los padres intentan poner límites, los adolescentes reaccionan desde su inmadurez y su rebeldía. Por suerte, no todos los adolescentes son problemáticos. Algunos, a pesar de no haber recibido la mejor crianza que se pueda esperar de un padre o una madre, comienzan a analizar las relaciones familiares y las conductas de sus padres objetivamente, e intentan diferenciarse de ellos y romper el ciclo del abuso emocional familiar. Recuerde: Un adolescente es como un niño que ahora expresa sus ideas con la mente y la voz de un adulto.

LA FAMILIA DISFUNCIONAL En las familias disfuncionales el problema principal es que los miembros del grupo familiar no funcionan adecuadamente. Los roles se han cambiado. Alguno de los padres (o ambos) esperan que alguno de sus hijos (o todos) se comporten como adultos, o eligen a algún hijo en particular, al que designan como su aliado. En este tipo de familias, por ejemplo, uno de los padres “compromete emocionalmente” a uno de sus hijos, señalándolo como el hijo “preferido o favorito”. Este tipo de relación es sumamente dañina, tanto para el hijo preferido como para los demás hermanos, que han quedado relegados a un segundo plano. El hijo preferido se ve obligado a convertirse en cómplice del padre que lo absorbe y lo esclaviza emocionalmente, y actúa también como informante o vocero de ese padre. Este niño es moldeado y manipulado sutilmente por el padre demandante o castrador, quien espera que el hijo preferido se comporte como un adulto y satisfaga las necesidades emocionales que el verdadero cónyuge no logra satisfacer. Este tipo de desplazamiento emocional y reemplazo emocional que genera un intercambio de roles fue identificado por la Dra. Patricia Love1 como “Incesto Emocional”. La palabra “incesto”, si bien es una palabra muy fuerte, describe claramente “The Emotional Incest Syndrome” (Síndrome del Incesto Emocional), Dra. Patricia Love.

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el tipo de relación inadecuada entre el padre manipulador que abusa emocionalmente de su hijo y este hijo que ha señalado como su preferido. Las familias en las que se desarrolla una relación de incesto emocional presentan ciertas características comunes, por ejemplo: •







Los padres no muestran empatía ni tienen sentimientos genuinos de compasión por las necesidades emocionales de sus hijos. Tampoco les brindan a sus hijos contención. Uno de los padres no recibe apoyo emocional por parte de su cónyuge. Esto ocurre, generalmente, en los casos de padres divorciados, separados, viudos o solteros. Cuando uno de los padres se involucra de manera obsesiva con uno de los hijos, los otros niños se sienten excluidos. Por ende, se sienten heridos emocionalmente y desarrollan sentimientos de rencor y envidia contra el hermano favorito. También desarrollan una marcada necesidad de aprobación y aceptación por parte del padre manipulador. El padre manipulador es altamente dañino o tóxico porque suele mentir para negar la realidad acerca del tipo de relación patológica que establece con el hijo preferido.

A este tipo de padre (o madre) se lo conoce como el padre “emocionalmente castrador”, ya que le impide al hijo preferido establecer relaciones saludables fuera del vínculo que mantiene con dicho progenitor. Esto sucede porque este tipo de relación genera sentimientos de culpa y ansiedad, dónde el niño se siente responsable por el bienestar emocional del padre manipulador. Así, es común ver hombres adultos solteros que actúan como verdaderos sirvientes leales de sus madres dominantes. Aun cuando logran casarse o independizarse y vivir por su cuenta - lejos de la madre castradora fracasan reiteradamente en sus intentos por establecer relaciones con otras parejas y viven pendientes de las necesidades o exigencias de su madre. Hay muchas madres que les crean a sus hijos o hijas la responsabilidad de velar por ellas, mantenerlas al tanto de todo lo que sucede en la familia y postergar sus propias necesidades a fin de satisfacer las necesidades propias.

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Lo normal es que los hijos cuiden de sus padres cuando estos llegan a la vejez. Así, los hijos adultos suelen preocuparse y ocuparse de sus padres mayores, ya que los ancianos -muchas veces- dependen de otras personas para vivir y funcionar diariamente. Pero cuando un padre adulto (joven) compromete emocionalmente a un hijo menor (durante la infancia o adolescencia) y lo obliga (consciente o inconscientemente) a hacerse cargo de sus propias necesidades, entonces genera una relación familiar disfuncional. Esto se observa comúnmente, cuando en una familia hay niños que actúan como adultos. Las conductas adultas de los niños, así como las conductas excesivamente inmaduras, no son normales ni saludables. Para que un niño se desarrolle saludablemente (emocional y físicamente) necesita que sus padres cumplan la función de padres y le permitan al niño desarrollarse de acuerdo a su edad biológica real. Las mentiras cotidianas Otra de las características comunes de las familias disfuncionales son las mentiras rutinarias. Los adultos mienten como una manera de negar la realidad. Como si al mentir convirtieran a la familia disfuncional en una familia que funciona correctamente. La negación de la realidad a través de las mentiras periódicas se vuelve un hábito común y los miembros de la familia disfuncional se acostumbran a mentir o a aceptar las mentiras como parte de su interacción habitual. Los adultos y los niños de una familia disfuncional también mienten porque proyectan sus fantasías. A través de las mentiras expresan lo que les hubiera gustado decir o hacer, como si en realidad lo hubieran dicho o hecho. Este hábito de mentir, incluso acerca de las cosas más triviales, establece una estructura que respalda la noción de que “mentir no es tan grave” o “mentir no tiene nada de malo” o “decir la verdad no es tan importante”. Así, los niños aprenden a vivir fuera de la realidad, satisfaciendo la necesidad que tienen los padres de que sus hijos crean esas mentiras, lo cuál les evita cualquier tipo de responsabilidad por sus acciones futuras.

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Quienes mienten compulsivamente tienen un problema psicológico importante. Estas personas, ya sea que mientan acerca de cosas importantes como acerca de cosas triviales, dañan a los demás integrantes de la familia y necesitan realizar algún tipo de terapia para tratar su problema particular. Las mentiras generan una disfunción importante en una familia. Intentar construir una relación (de amistad, de pareja, laboral, etc.) sobre la base de las mentiras rutinarias es sinónimo de desastre total. Por ejemplo: •

Si uno de los padres tiene un problema de adicción grave, como por ejemplo la adicción al juego, es posible que el hijo que haya elegido como su preferido intente justificar la adicción del padre ante el resto de la familia. Y mentirá todo lo que sea necesario para justificar al padre. Es probable que el hijo preferido defienda al padre jugador diciendo cosas como: “Pobre papá, es que está tan deprimido desde que perdió su empleo que necesita una distracción” – (aunque haya perdido su empleo hace años o no haya trabajado nunca); o bien, “Pobre mamá, está todo el día encerrada en casa, ocupándose de las tareas domésticas y necesita una distracción” – (aunque tenga personal de limpieza que haga todas las tareas por ella).

En las familias disfuncionales los hijos se ven obligados a mentir como un recurso habitual, a fin de justificar cualquier conducta inadecuada del padre. Estas mentiras también sirven para negar cualquier referencia a la disfunción familiar que existiera en la realidad. Consecuentemente, los miembros de la familia se adaptan para funcionar dentro de este contexto. Padres de sus propios padres Como explicamos antes, en teoría, los padres deberían cumplir el rol de padres, mientras que los niños y los adolescentes deberían cumplir el rol de hijos. Pero como hemos visto, a veces se observa que algunos hijos terminan desempeñando el rol “de padres de sus propios padres”, desde una edad muy temprana. También analizamos que en la vida, es natural que, cuando alcanzamos la adultez, nos preocupemos por nuestros padres, los cuidemos y los ayudemos en la última etapa de sus vidas. Esto es normal. Pero cuando un niño de 10 años o un adolescente de 14 empiezan a preocuparse excesivamente por cuestiones que les competen a los adultos del hogar, entonces esta conducta no es normal.

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Cuando los niños se sienten agobiados por estas responsabilidades o los adultos se sienten frustrados porque sus hijos no satisfacen sus necesidades y expectativas, comienzan a surgir los abusos emocionales de tipo verbal (maltrato, insultos, exigentes demandas, amenazas, etc.) que desintegran toda posibilidad de que la familia funcione correctamente. Las familias disfuncionales suelen caracterizarse por presentar episodios cíclicos de peleas y discusiones, dónde los padres se agreden delante de los niños y los niños se ven obligados a participar y tomar parte por alguno de los padres. Básicamente, una familia disfuncional es una familia que no funciona correctamente. Este malfuncionamiento constante se vuelve una norma o regla de oro y los integrantes de la familia disfuncional acaban por acostumbrarse y aceptar ese malfuncionamiento como una manera “normal” de relacionarse entre sí. En la familia disfuncional, los roles no están claramente definidos y la lógica y el sentido común suelen estar ausentes. Otros ejemplos: •

Una niña de trece años le explicó a su maestra que la razón por la cuál no podía completar las tareas escolares era porque tenía que ocuparse de cocinar, lavar, planchar, limpiar la casa y cuidar a sus hermanos menores. Era la mayor de siete hermanos. La maestra le preguntó por sus padres y la niña explicó que su padre tenía dos empleos para poder mantenerlos y trabajaba todo el día fuera del hogar. Pero al hablar acerca de su madre, dijo: “Mi madre es una mujer que necesita del amor que le da un bebé”, y agregó, “cuando mis hermanos ya comienzan a caminar y a los 3 o 4 años comienzan a ir al jardín de infantes y ya no necesitan tanto a mamá, mi madre se embaraza de nuevo y deja de ocuparse de los hijos que ya tiene”.

Con la excusa (real) de estar ocupada amamantando a un bebé y ocupándose todo el día de su nuevo bebé, la madre sostenía que “no tenía tiempo de ocuparse de las cosas de la casa o de criar a sus otros hijos”, con lo cuál, esas responsabilidades recaían sobre las dos hijas mayores (de 13 y 10 años de edad). •

Una madre de dos niños pequeños acababa de ser abandonada por el padre de los niños. El problema era que este hombre ya tenía una familia antes de conocer a esta mujer, con quien tuvo también dos hijos. Ante la presión de la mujer porque el hombre dejara a su esposa legítima y su familia original, el hombre no cedió y decidió no volver a tener más contacto con esta mujer ni con los niños. La mujer cayó en un profundo pozo depresivo y sus hijos, de apenas 27

2 y 5 años de edad habían quedado, en cierto modo, librados a su propia suerte. La madre estaba tan deprimida que apenas si se ocupaba de darles de comer a los niños, asearlos, etc. Pasaba la mayor parte del día durmiendo o sentada en el piso jugando con sus hijos. No se ocupaba de limpiar su casa, ni de tratar de conseguir un empleo, ya que recibía beneficios del asistencia social y con eso lograba sobrevivir. Lo que empeoraba la situación era que había desarrollado una relación altamente dependiente con su hijo mayor. Ella se refugiaba emocionalmente en el niño, de tan sólo 5 años, quien a esa edad, ya vivía preocupado por las necesidades emocionales de su madre. La situación habitual era que los niños veían a su madre llorar por los rincones o dormir todo el día, debido a su depresión. Esta madre estaba descuidando las necesidades de sus hijos (negligencia emocional y física) a la vez que estaba sobrecargándolos de responsabilidades que no le corresponden a un niño. Los niños, estaban funcionando como padres de su propia madre. Resumen de las características típicas: • • • • • • • • • • • • •



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La familia no logra definir, específicamente, los roles de cada miembro del grupo familiar. Los adultos "siempre tienen la razón” y los niños “deben aceptar esta regla”. Los miembros de la familia no se comprenden ni respetan mutuamente. Los miembros de la familia no confían entre sí. Los niños comienzan a preocuparse por temas que les competen a los adultos. Los niños se sienten perdidos y solos. Los padres no protegen a los hijos. Los padres se comportan como niños o como adolescentes inmaduros. Los valores familiares son muy rígidos o muy liberales o carecen de lógica. No existe un sentido de unidad familiar, aunque puede haber un sentido de posesión por parte de los padres hacia los hijos. Se descuidan las necesidades emocionales de los niños. Se espera que los hijos satisfagan las necesidades y expectativas de los padres. Se espera que el hijo preferido reemplace al cónyuge que no cubre las expectativas del padre que crea el vínculo de dependencia emocional con ese hijo. Se ignoran o se niegan los episodios de violencia doméstica o abuso verbal o físico.



Se minimizan las necesidades emocionales de los niños y el impacto que tienen las peleas y discusiones delante de a ellos. • Se espera que el hijo preferido asuma la obligación de satisfacer las necesidades del padre que lo ha elegido como favorito.

Lo siguiente es otro ejemplo tomado de la vida real: •

En un hogar de una madre soltera, la madre trabajaba desde muy temprano en la mañana y dejaba a su hija de 8 años que despertara a su hermano de 4, le diera el desayuno, la ayudara a vestirse y luego lo llevara a la escuela dónde también asistía la niña. Al regresar, la niña debía calentar la comida que su madre les dejaba preparada para el almuerzo y pasaba el resto de la tarde en su casa, a solas, con su hermano menor. Si cuando la madre llegaba, los platos del almuerzo no estaban lavados, la madre se enfadaba terriblemente con la niña, diciéndole: “No puedes hacer nada bien. Además eres muy desconsiderada conmigo, que trabajo todo el día para mantenerte a ti y a tu hermano”.

Esta madre no sólo abusaba emocionalmente de su hija de 8 años, al descalificarla por aquello que “no hacía bien” y exigirle que hiciera cosas propias de un adulto, sino también, descuidaba física y emocionalmente a ambos niños. Una niña de tan solo 8 años de edad, no puede cuidar de sí misma y tener la responsabilidad de cuidar a su hermano de 4. No le corresponde a una niña de 8 años levantar a su hermano por la mañana, ayudarle a vestirse, llevarlo a la escuela, darle de almorzar, etc. Ésas son tareas de un adulto. Además, dejar a los niños pequeños sin la supervisión de un adulto se considera negligencia física y emocional. Y tampoco debemos olvidar la serie de insultos y comentarios negativos que la madre le profería a la niña por no lavar los platos antes que ella llegara de trabajar. Estos son sólo algunos ejemplos de abuso y negligencia emocional. Otro caso: •

Un padre extremadamente exigente con su hijo esperaba que éste fuera “no menos que perfecto”. El niño expresaba la angustia y la ansiedad que le provocaba la exigencia de su padre a través de un trastorno alimenticio. El padre culpaba a la madre porque el niño no comía nada y la madre se agarra la cabeza y decía “¡Mi hijo no me come nada!”.

Si estos padres hubiesen sido emocionalmente saludables, hubieran buscado la raíz del problema. Los padres emocionalmente saludables 29

tratarían de averiguar por qué el niño no come, cuál es la causa por la cuál se siente tan mal que ha dejado de comer. Los padres egoístas esperan que sus hijos satisfagan sus propias necesidades y los presionan sin importar cuáles sean las consecuencias (en este caso, un trastorno alimenticio). Además, los padres posesivos que adoran ser el ombligo del mundo y se presentan como víctimas perfectas de cualquier problema familiar, son aquellos que dicen "mi hijo no me come". Como si el hecho de que el niño se alimentara fuera una obligación o un favor que debe hacerle a ese padre o como si el niño estuviera “castigando" a ese padre al negarse a comer. Los padres egoístas sólo tienen en cuentan sus propias necesidades y ven a sus hijos como meros instrumentos para satisfacer las mismas. El abuso emocional puede tomar muchas formas. Como dijimos antes, algunas son muy sutiles y otras son más obvias, pero en sí, cuando la salud emocional y la autoestima de un niño, o de un adolescente o un adulto, están en juego – y se está deteriorando lentamente, podemos tener la certeza de que se está cometiendo un abuso de tipo emocional. Actitudes típicas A continuación veremos ciertas actitudes típicas que se pueden observar en situaciones en que las que una familia disfuncional comete abuso y/o negligencia emocional:

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No prestarle atención a un hijo, ya sea cuando nos esté hablando o cuando lo veamos muy retraído, como “escondiendo un problema”.



Ignorar la necesidad de afecto y la necesidad de relación de los hijos o del otro cónyuge. Por ejemplo, cuando una persona se siente anímicamente mal, temerosa o deprimida y nosotros ignoramos su estado de ánimo. O bien, cuando una persona tiene necesidad de comunicarse y relacionarse e ignoramos su necesidad de comunicación.



Minimizar los acontecimientos o las reacciones de los niños u otras personas. Restarle importancia a aquellas cosas que, para la otra persona, sí tienen importancia.



Descalificar a la persona, ya sea agrediéndola verbalmente o mediante un gesto de desaprobación que la haga sentir mal. En

este caso, el lenguaje corporal es muy importante, a veces un gesto puede herir más que una palabra o un insulto. •

Humillar a un niño, u otra persona, exponiéndolos a situaciones denigrantes que los harán sentirse mal o les harán sentir vergüenza de sí mismos o de otros.



Rechazar, criticar, amenazar o intimidar a un niño o al cónyuge. Burlarse de una persona, o de sus ideas o sus tradiciones, o de su cultura.



Pedirle a un niño que mienta o que haga algo por nosotros, así nosotros no tenemos que hacerlo.



Aislar a un niño o al otro cónyuge, controlar todo lo que hace o cuestionar todo lo que dice, o perseguirlo o acosarlo, incansablemente.



Presionar o manipular a un niño o al cónyuge con un propósito determinado. La manipulación de una persona como si fuera un títere, no tiene nada que ver con amar a una persona. “Querer controlar o dominar a una persona no es amar”.



Exponer a una persona (por ejemplo a un niño) a que sea testigo de un incidente de violencia doméstica. Obligarlo a que tome partido por alguno de los padres. No proporcionarle una estructura o un ambiente doméstico seguro.



Manipular al cónyuge o a los hijos a través del dinero, especialmente cuando se les crea una dependencia económica.



Crear una dependencia afectiva o bien, promover las relaciones de tipo “simbiótico” entre los miembros de una familia.

Recuerde: el perpetrador del abuso emocional puede ser consciente de ello o no. Percepciones y puntos de vista Muchas veces, el abuso emocional ocurre de manera espontánea debido a los patrones de conducta heredados por generaciones. Los abusadores que no tienen conciencia del impacto negativo de sus acciones, comentarios o actitudes, normalmente “no ven nada de malo” en la manera 31

en que se relacionan con otras personas. Las víctimas, por el contrario, intuyen que una relación emocionalmente abusiva no es “normal”. Pero, lamentablemente, a veces, cuando las víctimas han sufrido el abuso emocional desde la infancia, crecen aceptando esa manera no saludable de relacionarse con los demás, como si fuera un patrón de conducta “normal“. Así, durante la vida adulta, las víctimas de abuso se sienten confundidas y no logran comprender cabalmente, qué es lo que no funciona en sus relaciones; ya sea en sus relaciones personales (de pareja), sus relaciones laborales (en el trabajo), sus relaciones sociales (con los amigos), etc. Cuando una persona siente que no goza de total libertad para expresar sus sentimientos o pensamientos, es probable que sienta temor por la reacción o respuesta que pueda suscitar en los demás. Esto se debe a que ha incorporado un tipo de patrón conducta de “adaptación” a las expectativas de los demás y un sentimiento de “deuda” hacia los demás. Son personas que piensan que necesitan de la aprobación de los demás para poder expresarse libremente o que las prioridades ajenas son más importantes que las suyas propias. El abuso emocional logra exactamente esto. Las víctimas de abuso suelen dudar de su propio criterio, pierden de vista que tienen los mismos derechos de expresar su opinión que los demás, olvidan que merecen ser respetadas al igual que cualquier otra persona y viven con la sensación de que deben pedir permiso para hablar, opinar, hacer algo, tomar una decisión, etc., o que necesitan la aprobación o aceptación de los demás. Recuerde: El abuso emocional es un proceso constante. El proceso del abuso emocional Con el tiempo, este tipo de abuso persistente va deteriorando la autoestima de la víctima y le va creando una dependencia emocional. Las víctimas se “acostumbran” a esta dinámica, la cuál terminan considerando como “normal” y ésta es una de las razones por las que les cuesta terminar con una relación abusiva. Es importante señalar que las víctimas “no” disfrutan del trato que reciben en una relación abusiva. “Tampoco tienen la culpa” de la conducta abusiva del abusador. 32

Pero para poder abandonar una relación abusiva y evitar establecer relaciones futuras con otros abusadores, las víctimas necesitan informarse bien para poder tomar decisiones convenientes, en primer lugar. Si la víctima no actúa y no hace algo para terminar una relación abusiva, lo más probable es que el abusador tampoco hará nada para “salvar o rescatar” a la víctima, a fin de que ésta no sufra el abuso constante. No olvide que algunos abusadores ni siquiera son conscientes del patrón de conducta abusivo que practican regularmente. Y los que sí son conscientes, son las últimas personas que harían algo para ayudar a una víctima o para solucionar el problema del abuso emocional. Los abusadores no son quienes “lo pasan mal” en una relación abusiva. Quien lleva la peor parte, es la víctima del abuso. Si usted es una víctima de una relación dónde ocurre un abuso emocional, no se sienta culpable ni inútil, no es su culpa. Establezca límites lo antes posible. Y si esto le resulta muy difícil, pida ayuda profesional. Y lo más importante: Usted no tiene obligación de satisfacer las necesidades de los demás. No tiene obligación de agradarle a todo el mundo. Ámese a usted mismo primero y podrá establecer límites sanos y desarrollar relaciones auténticas más saludables en el futuro. Recuerde que el abusador no hará esto por usted. Usted necesita protegerse. Ayúdese o permita que otros le ayuden.

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CAPÍTULO II

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ÁMBITOS DÓNDE OCURRE EL ABUSO EMOCIONAL El abuso emocional suele darse en la familia y en las relaciones de pareja, (como analizaremos más detenidamente en otros capítulos), pero también en el lugar de trabajo (algo que actualmente se conoce como “mobbing”) y en las instituciones académicas y otras organizaciones de una comunidad (sociales, deportivas, comunitarias, religiosas, políticas, etc.) Como dijimos, el abuso emocional en las relaciones interpersonales consiste principalmente en una maniobra de manipulación, a través de la cuál el abusador intenta controlar o dominar a la víctima. El abusador considera que él es quien “manda” y espera que la víctima “obedezca”. Esquema de los ámbitos de nuestras vidas: AMBITO UNIVERSAL O ESPIRITUAL AMBITO GLOBAL AMBITO CULTURAL AMBITO SOCIAL AMBITO FAMILIAR AMBITO PERSONAL En algunos casos, una persona también puede abusar de sí misma; algo que suele ocurrir con frecuencia cuando las personas padecen una profunda depresión. A veces, las personas no necesitan que otras personas les digan cosas negativas. Las personas que sufren una profunda depresión suelen abusar de sí mismas y no logran poner fin a sus pensamientos negativos. Los ámbitos de nuestra vida El esquema anterior esboza, de un modo general, los principales ámbitos de nuestra vida. En cada uno de ellos, establecemos relaciones interpersonales, como también, relaciones intrapersonales, es decir: con nosotros mismos (lo que se conoce como diálogo interno). Las relaciones abusivas pueden darse en cualquiera de estos ámbitos, incluso en el ámbito personal. Además, estos ámbitos no funcionan de manera totalmente independiente, sino que se interrelacionan y, muchas veces, los problemas emocionales que ocurren en un ámbito afectan a los otros.

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1. Abusar emocionalmente de uno mismo (ámbito personal: físico y emocional - YO) En primer lugar estamos nosotros mismos, nuestro ser, con nuestros valores personales, nuestros principios, nuestra esencia como seres humanos, nuestro espíritu, nuestra mente, nuestros sentimientos y emociones, nuestras habilidades o capacidades y nuestras creencias. Lo que nosotros decidamos creer acerca de nosotros mismos, no es algo que nos obliguen a creer los demás, es algo que -si bien los demás pueden sugerir- somos nosotros mismos quienes decidimos aceptar un determinado juicio de valor sobre nuestra propia persona. Así, cuando una persona está muy deprimida o ha crecido con una imagen muy pobre de sí misma, puede pensar que no vale nada. Puede decirse muchas cosas negativas, todo el tiempo. Esto sólo reforzará esa imagen pobre que tiene de sí y debilitará aún más su autoestima. Normalmente, las personas deprimidas suelen tener dificultades para dejar de tener esos pensamientos negativos. Es por eso que, a veces, las personas que sufren de depresión necesitan un tratamiento farmacológico, además de una buena terapia y un entorno social o familiar positivo. La persona deprimida ve todo desde un punto de vista pesimista y por eso le cuesta cambiar su manera negativa de pensar. Entre las cosas más comunes que se dicen a sí mismas las personas deprimidas o inseguras, podemos citar las siguientes: • • • • • • • • • • • • • •

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-“Cuando entro en un lugar, todos me miran y seguramente me juzgan en silencio, porque las personas siempre son muy prejuiciosas” -“El mundo estaría mejor sin mí” -“Jamás se fijarán en mí” -“Jamás podré bajar de peso” -“Las terapias (o el psicoanálisis) no sirven para nada” -“Mis amigos o mi familia estarían mejor sin mí” -“Nadie me comprende” -“Nadie me puede ayudar” -“No me darán ese empleo” -“No sirvo para estudiar una carrera universitaria” -“No sirvo para nada” -“No puedo guardar un secreto” -“No puedo dejar de fumar, beber, etc.” -“No tengo fuerza de voluntad”

• • • •

-“No tengo coraje para decir lo que pienso” -“No tengo paciencia con los niños” -“Nunca aprenderé a nadar/conducir/usar una computadora, etc.” -“Nunca puedo hacer nada bien”

Todas estas frases negativas suelen basarse en los propios temores de las personas. No obstante, la mayoría de las cosas que tememos sólo existen en nuestra imaginación y carecen de un fundamento real. Cuando las personas se dicen a sí mismas estas cosas, permiten que sus propios temores e inseguridades internos abusen emocionalmente de ellas. Algunas veces, estas personas buscan confirmar sus temores y piden consejo solamente a aquellas personas que coincidirán con su punto de vista. Si una persona piensa que no sirve para nada, lo más probable es que busque una corroboración de esta creencia. Así, le pedirán opinión a alguna persona que también tenga una imagen muy pobre de la persona deprimida. Esa opinión ajena (negativa) reforzará la idea propia de que la persona no sirve para nada, creando un círculo vicioso que se retroalimentará, una y otra vez. 2. El abuso en el ámbito familiar (la pareja, los hijos, los padres, los abuelos, los tíos y otros familiares o personas cercanas a la familia) Nacemos y nos criamos en el seno de un ámbito que llamamos “familia”. Puede tratarse de la familia biológica o una familia adoptiva, de un hogar (un orfanato, por ejemplo), una comunidad, un grupo social, una tribu, etc.; o, a veces, la carencia de estos (los niños que se crían en la calle, por ejemplo). A partir de estos primeros vínculos que establecemos con otras personas, desarrollamos nuestros sentimientos, nuestros afectos, nuestras preferencias, nuestros valores familiares, adoptamos ciertas tradiciones y/o creencias de nuestro grupo y recibimos determinados “mandatos” por parte de quienes nos ayudan a crecer. Estos mandatos influirán en nuestra personalidad y en la manera de relacionarnos con nosotros mismos y con los demás Un ejemplo común de abuso emocional familiar, incluye situaciones como éstas: •

Un marido descalificaba constantemente a su mujer diciéndole que nunca tenía la casa lo suficientemente limpia, que no era una buena pareja sexual, que no se vestía bien, que no era capaz de mantenerlo interesado en ella lo 37

suficiente, etc. Los hijos del matrimonio observaban al padre humillar a la madre y a la madre, recluirse y llorar, reclamando que el marido no la amaba (“a pesar de todo lo que ella hacía por él”). Ninguno de los dos padres tenía en cuenta el impacto emocional que estas discusiones tenían sobre sus hijos. Como consecuencia, los niños aprendían maneras negativas de actuar y de relacionarse con los demás. •

Una esposa descalificaba habitualmente a su marido, frente a otras personas, diciendo que su marido era un inútil en la casa, que no podía ni arreglar un enchufe, que era un hombre sumamente desorganizado, que no tenía buen manejo del dinero, que no lograba ponerles límites a sus hijos, que no ganaba suficiente, que nunca lo ascenderían en el empleo, etc. También, solía decir que consideraba a su marido como un hijo más. Los niños, normalmente, presenciaban esto y aprendían que era “normal” no respetar a su padre o hablar mal de él.

El abuso emocional va más allá de los comentarios hirientes que los integrantes de una familia pueden hacerse mutuamente, o ante otras personas. Implica una desvalorización permanente de la autoestima de una persona y de su confianza en sí misma. Lamentablemente, las víctimas de abuso emocional suelen reaccionar de dos maneras y ninguna de ellas es positiva: ¾ ¾

O se defienden agrediendo o contraatacando al abusador, lo que genera una pelea o una discusión feroz, O se deprimen intensamente y refuerzan su imagen de persona inútil, incapaz o no merecedora de nada mejor.

Recuerde: Ninguna de estas conductas soluciona el problema del abuso emocional

¿Y ahora, quién me salvará? La mayoría de las veces, casi todas las víctimas de abuso se lamentan y se quejan -por siglos- acerca de los abusos sufridos, pero les resulta muy difícil reconocer que necesitan “hacer algo” para terminar con una relación abusiva. Esto no intenta justificar en absoluto la conducta abusiva del abusador. De hecho, como explicamos antes, “la víctima no tiene la culpa de la conducta del abusador”. Pero, si la víctima no se “corre del lugar” o no deja de ocupar el lugar de víctima en una relación abusiva, el abusador no lo hará por ella.

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El abusador no “salvará” ni “rescatará” a la víctima del abuso. Tampoco abandonará a la víctima, ni terminará una relación abusiva, a menos que encuentre otra víctima mejor. De modo que es importante que las víctimas de abuso emocional comprendan que discutir, pelear, intentar hacerle comprender al abusador cómo funciona la relación abusiva, o bien, sumirse en un estado depresivo, no solucionará el problema del abuso emocional. Por consiguiente, si la víctima no se siente capaz de terminar una relación abusiva, es fundamental que pida ayuda profesional. Recuerde: el abusador no hará nada para que la víctima se sienta mejor.

Aprenda a negociar Las técnicas de negociación actuales explican claramente que estos dos enfoques no resuelven los problemas. Sin embargo, hay una tercera instancia que es la manera realmente eficaz de resolver este tipo de conflictos. Esta manera de resolver problemas se basa en aplicar un criterio objetivo y realista que evita que la víctima caiga en el autoengaño. Además, también le ayuda a comprender que puede poner límites y decir “No” de una manera asertiva. Sin peleas y sin martirizarse. Esto implica abandonar la posición personal y ocuparse del problema en sí. Por lo general, las víctimas están más centradas en sí mismas (y en lo infelices que son), que en el problema en cuestión (el abuso emocional). O bien, se centran en el abusador (y lo injusto que es). Pero la clave radica en enfocarse en el problema en sí, a fin de ponerle un límite adecuado al abuso emocional. Emplear una manera de pensar objetiva, les permite a las personas tratar los problemas independientemente de las personas que participan en él. Si bien esto parece casi imposible, se puede comprender con el siguiente ejemplo: •

La esposa propone ir a pasar Navidad a la casa de su familia de origen. El esposo ya ha hecho planes para que algunos familiares suyos vengan a pasar Navidad en su casa. Se origina una discusión importante dónde ambas partes se insultan y usan un tono irónico o sarcástico para destacar los defectos de la otra parte, además de echarse en cara otros problemas anteriores. Esto es algo bastante común. Luego, tanto el esposo como la esposa se encierran en su posición personal y juegan su rol de víctima y abusador a la perfección. 39

El problema es que ambas partes están muy ocupadas haciendo valer su punto de vista propio y tratando de ganar y de "tener la razón", en lugar de ver cómo pueden resolver el problema adultamente. Para resolver un problema como éste, no es necesario insultarse mutuamente, ni agredir a la otra parte, ni armar un berrinche o largarse a llorar desconsoladamente. Es necesario darse cuenta de las propias emociones y mantenerlas bajo control para que no afecten nuestra manera de pensar. Así, una de las partes podrá reconocer internamente: “Realmente me siento muy enfadado o enfadada por la decisión que tomó mi pareja sin consultarme”. En lugar de contra atacar a su pareja o de deprimirse, esta persona podría explicar sinceramente (y sin adoptar una postura de mártir), que realmente se siente muy molesta por la decisión que ha tomado la otra parte. Muchas veces, cuando una persona cambia su manera de abordar un tema, toda la situación cambia. Pero, este cambio no ocurre porque la otra parte haya comprendido qué es lo que no funciona en su relación, sino simplemente, porque se han roto las reglas del juego habitual. Cuando comenzamos a ver las cosas desde otro lugar y comenzamos a actuar de un modo diferente al habitual, se producen cambios visibles. A veces, son cambios positivos que les permiten a una pareja o a una familia iniciar un diálogo sincero y abierto. Otras veces, se trata de cambios que precipitan el fin de una relación. Y ésta última posibilidad es la razón por la cuál algunas personas temen cambiar. Temen que una relación termine, incluso si eso las beneficiaría. Pequeñas simulaciones En algunos casos, el abusador simplemente simulará un leve cambio para que la víctima crea que hay una posibilidad de mejora, pero esto es sólo una estrategia transitoria para perpetuar la relación abusiva. Es como darle un dulce a un niño que llora para que se calme y deje de llorar. Posiblemente, el niño deje de llorar por unos minutos, pero eso no solucionará el problema de fondo por el cuál el niño lloraba. Muchas víctimas de abuso suelen “auto engañarse” ante las hábiles maniobras del abusador. Esto es normal. Las víctimas suelen creer que el abusador cambiará o que ellas podrán cambiar al abusador. Esto se debe a que la víctima prefiere pensar que el 40

abusador aún tiene algún lado bueno, o un sentido humanitario, que le hará comprender que abusar de otras personas está mal. En estos casos, el abusador suele ser consciente de la necesidad de la víctima de que las cosas cambien y por eso finge un leve cambio de actitud en respuesta a los ruegos de ésta. En el capitulo siguiente hablaremos sobre el ciclo del abuso emocional. La última etapa del ciclo, llamada “luna de miel”, se refiere justamente a estas pequeñas estrategias que emplean los abusadores para “recomponer” una situación. Recuerde: Las personas cambian solamente si así lo deciden y no porque otros lo deseen.

¿El abusador puede cambiar? En circunstancias normales, el abusador cambia sólo si así lo decide. Nadie puede obligar a otra persona a cambiar, ni tampoco puede cambiar por esa persona. Como vimos, el autoengaño es muy común entre las víctimas de abuso, quienes viven con la esperanza de que – algún día — el abusador cambie, de tanto suplicarle que lo haga. Los abusadores son personas, al igual que las víctimas. Algunos pueden cambiar y otros no. Algunos abusadores toman conciencia de los abusos que cometieron y comprenden que existen maneras más saludables de relacionarse con los demás, entonces eligen cambiar. A veces lo logran, otras veces no. Lo importante es comprender que los procesos de cambio son complejos, incluso para las personas que no son ni abusadores ni víctimas de abuso emocional. También es importante destacar que en ciertas culturas (o países), hay personas que viven bajo ciertas religiones o sistemas políticos que son víctimas de distintos tipos de abuso. Estas personas “realmente no tienen muchas opciones” (o libertades, como la libertad de elección). De modo que en estos casos, no se trata de que la víctima quiera o no quiera cambiar, no se trata de que la víctima pueda elegir -o no- abandonar a un abusador, porque en estos casos, sus opciones están restringidas. Pero, fuera de estas circunstancias particulares, en la mayoría de las culturas, las víctimas tienen la opción de darle la espalda a una relación abusiva. Tienen la opción de abandonar a un abusador. Tienen la opción de buscar y conseguir ayuda (terapia, red de apoyo emocional, ayuda 41

económica, asesoramiento legal, etc.) y tienen la opción de comprender que hay abusadores que pueden cambiar y otros que no. 3. El ámbito social: el trabajo, los amigos, la pareja (noviazgos o parejas fuera de las familias ya establecidas), los compañeros de actividades recreativas o deportivas, los grupos sociales, etc. ¾ El abuso emocional en el lugar de trabajo: El abuso emocional en el trabajo es un tema que está de moda en estos tiempos. Se lo ha identificado con el término “mobbing” (“mob” significa turba o pandilla, en inglés). El abuso en el lugar de trabajo se distingue principalmente por la intimidación psicológica de un empleado por parte de un supervisor, un jefe u otro compañero de trabajo. Por ejemplo: •

Un jefe puede descalificar a un empleado por un error trivial, exagerando el problema, y señalándolo delante de otros empleados. O bien, un compañero de trabajo puede recargar de trabajo a otro, a fin de lograr terminar el propio a tiempo y dar una buena imagen de sí mismo. Por lo general, hay un propósito oculto detrás de las manipulaciones de este tipo. Probablemente, el compañero que recargó de trabajo al otro, quiera lograr una promoción o un ascenso laboral. Para ello, su táctica consiste en destruir la buena imagen de sus compañeros o hacerlos parecer incompetentes (a los ojos de los jefes), para poder destacarse y lograr su objetivo.

Cuando las personas se sienten insatisfechas con su trabajo, esto afecta su vida de relación en otros ámbitos de su vida. De igual manera, una persona que tiene problemas familiares o de pareja o con sus amistades, muchas veces, reflejará esos mismos problemas en su entorno laboral. Y una persona que tiene una autoestima baja será más vulnerable a cualquier comentario descalificativo que le haga otra persona, en el ámbito laboral. Una persona con un nivel saludable de autoestima, por el contrario, comprenderá que un comentario descalificativo sólo empobrece a quien lo hace. Si un supervisor le dice a un empleado que es un inútil porque cometió un simple error, el empleado con una autoestima baja coincidirá con el criterio y el comentario peyorativo del supervisor, mientras que un empleado con un nivel de autoestima normal o alto, comprenderá que el 42

supervisor se equivoca, porque un simple error no es un parámetro válido para medir el desempeño laboral o la capacidad de un empleado. Mucho menos para determinar su valor como persona. ¾ El abuso emocional en las instituciones académicas: En las instituciones académicas, es decir, en las escuelas y universidades, a veces, los profesores recurren a la ironía para ridiculizar a los alumnos. Se espera que los profesores y maestros sean facilitadores del aprendizaje, en lugar de actuar como jueces que critique y descalifiquen a sus alumnos. Los buenos profesores promueven el desarrollo personal e intelectual de los estudiantes, mientras que los malos suelen buscar los defectos de aprendizaje y puntualizarlos en medio de una clase. También, hay profesores que buscan los defectos personales de los estudiantes y se dedican a dar "sermones" sobre la moral o la conducta social de un alumno particular. No lo hacen de una manera objetiva, lo hacen con el fin de descalificar al alumno en cuestión y probar al resto de la clase quién tiene el control. Hay otros profesores, que debido a sus propios complejos de inferioridad, ven su posición amenazada ante un alumno que sabe mucho acerca de algún tema particular o quién, simplemente, ejerce su derecho de expresar libremente su opinión. Las personas inseguras, en este caso los profesores inseguros, temen que el alumno piense libremente y gane consenso, o el respeto de sus compañeros, en caso de decir algo interesante o inteligente. Por esta razón, algunos profesores prefieren tener a sus estudiantes “bajo la suela de su zapato” y vivirán subidos a su falso pedestal. Otros, en cambio, usan la táctica del miedo. Inspiran temor en lugar de respeto. Los profesores que hacen esto, se faltan el respeto a sí mismos en primer lugar. Cuando un profesor es realmente un buen profesor, sus alumnos le responden bien. Lo respetan, estudian, se sienten motivados y participan con gusto en sus clases. En las escuelas, también se dan muchos casos de abuso emocional entre los compañeros de clase. Muchos niños y adolescentes forman grupos (o pandillas) y buscan alguna víctima que puedan intimidar fácilmente. En general, se trata de una cuestión de control y de establecer cierta supremacía. Hay estudiantes agresivos que abusan emocional y 43

físicamente de otros estudiantes, golpeándolos, molestándolos, burlándose de ellos, insultándolos, amenazándolos, intimidándolos o ridiculizándolos, periódicamente. Los maestros, profesores y otras figuras de autoridad que permiten que un estudiante abuse de otro, son cómplices de ese abuso y comenten negligencia emocional. Este tipo de conducta también se observa -algunas veces- en equipos deportivos, en clubes sociales, en organizaciones comunitarias, o políticas o religiosas, y también en círculos de amistades. Para comprender mejor cómo funcionan las relaciones abusivas en los distintos ámbitos, hablaremos también acerca de quiénes son las personas que participan en el abuso emocional. ¾ El abuso emocional en otras organizaciones comunitarias: En casos más graves, hemos visto cómo algunas religiones o sectas -y también algunos sistemas políticos- manipulan a las personas que no son muy seguras de sí mismas. Su fin es lograr un control absoluto sobre estas personas. Normalmente, se aprovechan de la falta de conocimientos de las víctimas y/o de sus necesidades básicas. Por lo general, este tipo de abusadores promete soluciones mágicas y abstractas. Juegan con la necesidad de las personas, con su falta de sentido común, con sus carencias afectivas, o sus limitaciones intelectuales, etc. Así, suelen elaborar discursos del tipo “Créase esto o sea un tonto por el resto de su vida”. También, suelen generar una dependencia emocional importante, ya que el mensaje subliminal constante es: “Sin nosotros, usted no vale nada” o “Si no cree esto, nunca va a triunfar en la vida”, o cosas similares. Hay que tener muy en cuenta que nadie es el dueño de la verdad absoluta -en ningún ámbito- y que por eso, es importante desarrollar cierto “escepticismo saludable” mínimo, a la hora de dar crédito a una persona sobre su dominio absoluto respecto de algún tema. El que no sabe es como el que no ve. Cuando ignoramos cierta información, tenemos más posibilidades de creer que cualquier cosa que otra persona nos diga es verdad. O bien, podemos llegar a creer que si lo dice tal o cuál persona, seguramente será verdad, etc.

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Es normal que encontremos personas que sean realmente “entendidas en la materia", con respecto a algún tema particular (son los verdaderos expertos). Por ejemplo, un médico, un experto en finanzas, un ingeniero, etc., pueden destacarse, ser eminencias, o saber mucho sobre su profesión y es muy posible que lo que digan sea cierto y tenga lógica, pero eso solo, de por sí, no los habilita para ser considerados como “sabios perfectos e infalibles”. Ante todo, son seres humanos y pueden equivocarse. Más allá de sus genuinas capacidades, son seres imperfectos, al igual que cualquiera de nosotros. Su nivel de competencia profesional sólo es un indicador de sus conocimientos, de su capacidad intelectual y/o de su trayectoria académica o profesional, pero no es un indicador de su estabilidad emocional. De hecho, hay muchos abusadores que gozan de un excelente prestigio social y/o profesional y, sin embargo, son personas altamente inmaduras que abusan emocionalmente de otras, periódicamente. Algunos son como pequeños déspotas en su vida familiar, mientras que se muestran como profesionales modelo, en su entorno laboral. ¾ Los que se autoproclaman “gurúes cibernéticos” y manipulan a los demás •

Uno de los casos más sorprendentes fue el de una mujer que lideraba un grupo en Internet dónde aconsejaba a las víctimas de abuso emocional desde su punto de vista particular. El problema era que esta mujer no admitía una sola opinión diferente a la suya y cuando alguien disentía con ella, no dudaba en burlarse irónicamente de esa persona y degradarla y humillarla en público, además de prohibirle el acceso a su foro nuevamente. Un auténtico caso de abuso emocional. ¡Menos mal que lideraba un grupo de autoayuda para personas emocionalmente abusadas! Esta mujer era un vivo ejemplo de lo que significa ser un abusador. Reunía todas las características de un abusador y actuaba de la misma manera. Con el tiempo, su grupo se convirtió en un foro de personas que presentaban sus relatos interminables. Los miembros regulares eran apenas unas pocas personas que usaban ese medio para expresar sus quejas y lamentarse incansablemente. Lejos de cumplir con el propósito de un grupo de ayuda, este grupo no promovía una autoayuda saludable, sino que ofrecía un lugar dónde la gente podía continuar lamentándose indefinidamente – siempre que a nadie se le ocurriera contradecir a la mujer que lideraba dicho grupo.

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¾ El abuso en algunos grupos religiosos y/o políticos Con las sectas religiosas pasa lo mismo, y también incluso con algunas plataformas políticas. Los sistemas absolutistas donde prima el autoritarismo y no se respetan las diferentes opiniones de las personas, son sistemas altamente nocivos que no ayudan a las personas a resolver ningún problema porque sólo sirven el propósito egoísta de alimentar la propia popularidad o imagen de dicho grupo o sistema. En el caso de la mujer que lideraba el grupo de “ayuda” a personas abusadas y que no admitía una sola opinión diferente de la suya, el trastorno de personalidad (narcisista) que exhibía era muy claro. También era evidente que las pocas personas que se habían convertido en sus seguidores fanáticos, no contaban con suficiente información sobre los distintos tipos de trastornos de la personalidad y carecían del nivel de habilidades intelectuales necesario que les permitía comprender que, la mujer que dirigía el grupo los manipulaba sutilmente. Hay personas que dan por sentado que otra persona “debe tener razón” sólo porque esa persona es hábil para manipular a los demás, les dice exactamente lo que quieren oír, les hace creer que es una persona experta en determinado tema, les genera una dependencia social o emocional, etc. A lo largo de la historia de la humanidad, muchos tiranos, déspotas, dictadores, demagogos y hábiles manipuladores de todo tipo, han sometido a grandes masas que los admiraban y les rendían pleitesía incondicionalmente. Cabe recordar el caso del reverendo Jim Jones y la masacre de Guyana2, por ejemplo. Algunos líderes de la historia sufrieron de ciertos trastornos de personalidad y otros, simplemente, estaban ávidos de poder y fama. Por esta razón, es importante aprender a pensar objetivamente. Es importante aprender a respetar y comprender las diferencias culturales que existen entre las personas. Cada persona tiene su propio conjunto de valores, tradiciones, pautas éticas y morales. Porque sean distintos de los nuestros, no significan que sean peores o mejores, ni significa que sean inferiores o superiores. Simplemente, pueden ser -tan sólo- “distintos".

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La tragedia de Jonestown, ciudad de Guyana, 18 de noviembre de 1978, incluyó los asesinatos y suicidios de más de 900 miembros del llamado Templo del Pueblo, liderado por el reverendo Jim Jones.

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¿Por qué a las personas les cuesta denunciar una situación abusiva? En general se debe al miedo a las represalias. Esto es bastante común en las instituciones académicas o en ciertas organizaciones sociales, y también sucede en el trabajo. Denunciar el maltrato psicológico de un profesor, por ejemplo, podría tener consecuencias negativas para el estudiante. Hay muchos países dónde las instituciones académicas defienden a los profesores, en lugar de defender el derecho que tienen los estudiantes a ser tratados con dignidad y respeto. Quizás, porque en algunos países o regiones geográficas sea difícil conseguir maestros o profesores y las instituciones académicas temen tomar medidas contra un profesor, que abusó emocionalmente de un alumno, por miedo a perder a ese profesor y no conseguir un reemplazo. Igualmente, hay estudiantes que no denuncian el maltrato emocional porque temen que el profesor no los apruebe en el próximo examen o los obligue a repetir el curso. Esto es algo bastante común. Hay profesores que son conscientes de estas “vulnerabilidades” por parte de los alumnos y de las necesidades de las instituciones académicas y aprovechan las circunstancias para actuar con total impunidad. Pero, como señalamos antes, las personas justas, correctas, emocionalmente estables y con una autoestima saludable, no necesitan degradar ni burlarse de otras. El profesor que maltrata psicológicamente a un alumno, ya sea atormentándolo o burlándose de él delante de sus compañeros de clase, deja mucho que desear como persona y también como profesor. Este tipo de profesores o maestros son los que pierden el respeto de sus alumnos a partir del preciso instante en que se burlan de ellos. ¿Por qué cuesta tanto terminar con una situación abusiva? A veces, las víctimas de las relaciones abusivas (en cualquier ámbito), tienen dificultad para romper el ciclo del abuso porque – emocionalmente – han invertido mucho en esa relación. Para muchas víctimas, terminar una relación abusiva o abandonar a un abusador, es sinónimo de fracaso o de debilidad; cuando en realidad, poner fin a una relación abusiva o abandonar a un abusador es un logro importante y habla muy bien de los límites que es capaz de poner una víctima para cuidar su salud emocional. 47

Las personas seguras de sí mismas, o que tienen una autoestima estable y sana, no suelen ser víctimas de abuso emocional porque saben poner límites a tiempo. Las personas que son emocionalmente saludables tampoco se interesan por establecer relaciones disfuncionales con otras personas que han vivido su vida desempeñando el rol de víctima, en distintas relaciones abusivas. Es como si hablaran idiomas diferentes. Algunas tácticas y estrategias que emplean los abusadores A veces, los abusadores tienen la virtud de manipular muy sutilmente a las víctimas. Suelen decir tres o cuatro verdades irrefutables para luego decir cualquier cosa que les plazca y lograr que las víctimas acepten lo último que dijeron, como si el abusador estuviera en lo correcto. Empleada con ética, ésta suele ser una técnica de ventas y mercadotecnia eficaz. Por supuesto que la mayoría de los expertos en ventas y mercadotecnia no emplean esta táctica para "abusar" de sus clientes o potenciales compradores, sino para vender sus productos. El abuso ocurre cuando la víctima tiene una imagen propia muy pobre y tiende a dar por sentado que “cualquier cosa” que le diga otra persona es cierta. Y por otro lado, cuando el abusador emplea estas técnicas para manipular y controlar a la víctima. Algunas personas comprenden que, en cualquier relación (personal, laboral, comercial, social, etc.), la ética es un valor que nos lleva a una situación sincera dónde todos ganan. Pero aquellas personas que carecen de ética, eligen hacer lo que sea necesario para lograr sus propósitos. Las personas inescrupulosas suelen guiarse por el dicho “el fin justifica los medios”. En todos los ámbitos de nuestras vidas, y a lo largo de los diversos niveles socio-culturales, encontraremos personas éticas y personas inescrupulosas. Lo importante es prestar atención a la actitud de las personas para poder comprender cómo piensan o si tienen intenciones ocultas. Veamos otros casos comunes en los ámbitos sociales habituales •

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Un hombre muy inseguro va a comprar un automóvil. No conoce mucho sobre el tema, de modo que cualquier persona que le hable con convicción será alguien que capturará toda su atención, independientemente de que esa persona (el vendedor de autos, por ejemplo) realmente sea un experto en el tema o no. La víctima,

ingenuamente, le explica al vendedor que quisiera comprar un vehículo por valor de 100 pesos. El hábil vendedor le muestra un vehículo de 70 pesos y le dice que ése vehículo cuesta 100 pesos. Pero también agrega, que a su criterio, ese vehículo económico empobrece la "excelente imagen" del comprador. Así, el vendedor le muestra un vehículo de 180 pesos y le dice que aunque ese vehículo cuesta 200 pesos, ése es el automóvil que “está a la altura de la imagen del comprador”. Y explica que hablará con el dueño del lugar para que le dejen el vehículo a 180 pesos (su valor real), en lugar de 200. Aquí la manipulación es clara. El vendedor ha detectado que el comprador ha sido honesto y que, sinceramente, le ha dicho cuál era su presupuesto. El vendedor decide aprovecharse de la sinceridad y la ingenuidad del comprador. Lo toma por “tonto” (lo descalifica en sus pensamientos, aunque no lo exprese verbalmente). Así, el vendedor decide engañar al comprador y le muestra el peor vehículo que tiene, diciéndole que “eso” es lo que puede comprar por 100 pesos (aunque en realidad, el vehículo vale menos). Pero, a la vez, “adula” (falsamente) al comprador diciéndole que ese vehículo económico “no va con su imagen” y que -con ayuda de un plan de financiación, por ejemplo, el comprador podrá adquirir un vehículo más caro, que “sí va con su imagen”. Aunque esto no parezca un abuso emocional, el abuso se ha producido en el momento en que el vendedor da por sentado que el comprador es “tonto” y lo trata como tal. Hay muchos casos de manipulación como estos. Muchas veces, las víctimas sienten que no valen mucho como persona y cualquier adulación, por más falsa que sea, las hace sentir un poco mejor. Así es como acaban mordiendo el señuelo (junto con el afilado anzuelo) y caen en la trampa del abusador. Hay víctimas de abuso que suelen tener una autoestima tan baja que idealizan a cualquier persona, sobre todo si la otra persona se muestra segura de sí misma, como ocurre con los hábiles manipuladores. Los abusadores detectan rápidamente los puntos débiles de las víctimas y no dudan en aprovecharlos. Hay abusadores que son sumamente dominantes (por ejemplo, los jefes que inspiran miedo en lugar de respeto) y otros que son sumamente encantadores (como el vendedor de automóviles que adula al comprador). Es más, como acabamos de ver en este ejemplo, hay abusadores que -de hecho- suelen hacernos sentir muy bien con palabras aduladoras y nos muestran su mejor sonrisa. Son los astutos lobos bajo de la piel del cordero. 49

El abuso emocional disfrazado o encubierto En este caso particular, el abuso emocional no ha sido expresado abiertamente o bajo la forma de un insulto, sino todo lo contrario. La adulación deshonesta, junto con la actitud deshonesta de mostrar los distintos vehículos (tergiversando sus respectivos precios de venta), son una forma deshonesta de manipular al comprador. Como explicamos antes, ésta es una forma de abuso emocional porque el vendedor da por sentado (subliminalmente) que el comprar es un “tonto”. Y no sólo lo toma por tonto, sino que también lo trata como tal. Un buen vendedor sabe que no hay mejor relación comercial que aquella que se basa en una situación o relación de tipo "ganar-ganar", dónde tanto el vendedor como el comprador salen ganando. El buen vendedor no necesita descalificar ni estafar al comprador, no necesita abrir juicios de valor sobre la imagen del comprador, ni tampoco necesita adularlo falsamente o engañarlo con los precios. El buen vendedor destacará las virtudes más convenientes de sus productos y realizará transacciones honestas, lo que además le hará ganar un cliente fiel. Nuestra fiel amiga, la duda Un refrán popular nos dice: “Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía”. Como señalamos anteriormente, es bueno desarrollar un sano escepticismo, aunque esto no quiere decir que nos volvamos paranoicos y pensemos que cualquier persona que nos abre los brazos o nos tiende una mano, nos adula o nos regala una sonrisa, es un abusador en potencia. Simplemente, conviene aprender a leer entre líneas. Para lograr desarrollar esta habilidad es muy buena idea informarse bien sobre las relaciones humanas y tomarse tiempo para observar y evaluar las distintas perspectivas y actitudes de las personas, como también, su manera de relacionarse con los demás. Las personas emplean distintos patrones de pensamiento, perciben las cosas y razonan de distinta manera, por lo que es importante aprender a tomar cierta distancia prudente con relación a lo que dice una persona y aprender a interpretar correctamente “qué” es lo que en realidad nos está diciendo.

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4. El abuso en el ámbito global o mundial En el ámbito global, muchas veces los mandatarios de algunos países engañan a sus ciudadanos a fin de justificar guerras que sólo sirven a sus propios propósitos. Así, convencen a las personas para que se enlisten en las fuerzas armadas y den la vida para defender a su patria o nación. Las personas más altruistas defenderán una buena causa sin sospechar, siquiera, los motivos ocultos que llevan a sus países a participar en una guerra. Muchas personas que, de buena fe, creyeron que su nación los necesitaba para proteger a otros compatriotas, acaban perdiendo la vida mientras que, quienes en verdad controlan y manejan la guerra, suman y restan beneficios en sus propios bolsillos. La intimidación como herramienta de control En las últimas décadas, hemos visto como se emplea el miedo extremo (terror) para controlar una nación o un grupo de países alineados. En el campo emocional también sucede algo similar. Así, hay naciones que manipulan a sus habitantes o a otras naciones mediante el miedo o la intimidación. De una manera directa o subliminal sugieren que “algo malo” les podría pasar a quienes se les ocurra desobedecer u oponerse al gobierno o quienes ejercen el control. La intimidación y el juego de la culpa o crearles a los ciudadanos un sentido de deuda o deber, suelen ir de la mano. Confiar en la intuición A menudo, tenemos una voz interior que de alguna manera nos alerta acerca de los potenciales abusadores. Para poder oír mejor esta voz interior es necesario eliminar ciertos “ruidos” o interferencias externas, como el auto engaño, la necesidad de creer en falsas promesas, la falta de claridad o la falta de especificación (ambigüedad) del discurso de un abusador. Las víctimas pueden aprender a pensar libremente, desarrollando un criterio propio y certero. Esto aumentará su autoestima y su confianza personal. Para lograr esto, las personas necesitan buscar información y estudiar acerca de las distintas maneras de pensar y razonar. Esto les brindará la posibilidad de aprender a desarrollar un pensamiento propio, en lugar de pensar a través de la perspectiva de los demás o de tomar como verdadera, cualquier cosa que diga un abusador. 51

En resumen, el abuso emocional tiene formas obvias y formas más sutiles. Puede darse en distintos ámbitos: la familia, la pareja, el empleo, entre amigos, en las organizaciones comunitarias o en ciertos círculos sociales, etc. Pueden participar una, dos o más personas en una relación abusiva (abusador-víctima-testigo). Si desarrollamos un criterio propio y un mínimo escepticismo saludable, aprenderemos a leer entre líneas y a detectar el abuso emocional, más rápido. Y como también explicamos antes, lo esencial es informarse bien, darse tiempo para conocer mejor a las personas, observarlas y estudiarlas detenidamente. Así, podremos comprender cómo funcionan, y sobre todo, aprenderemos a reforzar nuestra autoestima y nuestra imagen personal, confiaremos más en nosotros mismos y esto nos ayudará a evitar que alguien “de afuera” decida cómo tenemos que sentirnos con respecto a nuestra propia persona y con respecto a los demás.

Recuerde: Cada persona tiene valor. Usted tiene valor.

El valor personal Cada persona tiene valor como ser humano. Cada persona tiene el poder de decidir si las opiniones y actitudes de los demás son adecuadas o no. Cada persona tiene su propio poder personal. Y cada persona puede decidir si va a permitir que la opinión de los demás afecte su estado emocional o no. Si le permitimos a otra persona que nos falte el respeto, le estamos cediendo nuestro poder personal. Hay que recordar siempre que nadie puede decidir por nosotros cuánto valemos. La autoestima es algo personal. Los juicios que las otras personas hacen acerca de nosotros son subjetivos y, como tales, tienen que “tomarse con pinzas”. Aquellas personas que intentan culparnos por algo que hicieron o que tratan de destacar nuestros errores o de manipularnos para lograr sus propios propósitos, son personas nocivas o tóxicas que suelen tener una muy baja autoestima y, por eso, necesitan degradar a otras personas. Lo hacen para sentirse superiores. Las personas saludables no necesitan degradar a nadie. No necesitan usar a los demás para sobresalir o alcanzar sus propias metas en la vida. No necesitan estafar, ni adular falsamente, ni burlarse o humillar a otros. 52

Tampoco necesitan un club de admiradores que les diga lo maravillosas que son. Las personas que tienen una autoestima saludable, simplemente viven su vida plenamente, ayudan a los demás cuando pueden y tienen una actitud positiva, sin necesidad de ser el centro de atención en ningún ámbito particular. Y usted, ¿a quién le debe algo? Una de las características más comunes de las víctimas de abuso emocional es que sienten, por alguna razón, que están en deuda con el abusador. Muchas víctimas informaron que sentían que le debían algo a su abusador. A pesar de los abusos sufridos, las víctimas sentían que debían estar agradecidas porque el abusador había sido “bueno” con ellas en algún momento. Los abusadores emocionales, y sobre todo los que son muy hábiles y sutiles, saben cómo eliminar cualquier vestigio de dignidad que la víctima tenga. Saben cómo hacer sentir a la víctima como si tuviera que estar agradecida al abusador, por el resto de su vida, por cualquier cosa que el abusador haga o haya hecho (por mantener económicamente a la víctima, por prestarle atención, etc.) Este tipo de abusadores, que a los ojos de los demás aparecen como personas encantadoras, en realidad son personas sumamente egoístas que dan algo insignificante a cambio de “hipotecar” la salud emocional de la victima - de por vida. ¾ Nota importante: Si ve que alguien lo trata de “pobrecito", abra bien los ojos y sintonice bien sus antenas. Es posible que esté frente a este tipo de abusador. Suelen ser los que le palmean la espalda o los que estarán allí para oír todas sus quejas, pero toda esa “bondad” tiene un precio: usted deberá admirarlos y agradecerles que le hayan prestado atención, eternamente. Ellos encontrarán la manera de cobrarle. Recuerde que estos abusadores suelen “hipotecar emocionalmente” la vida de las víctimas. Hay personas que promueven la “auto lástima” de las víctimas, reforzando así su rol. Las víctimas sienten que han encontrado un hombro en el cuál llorar o una persona compasiva que está dispuesta a escuchar todos sus problemas.

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Por lo general, las víctimas tienen mucha necesidad de contarle a alguien sus problemas y poder descargarse. Los abusadores carismáticos saben esto y ofrecen su hombro, mostrando su rostro más amable. Y hasta escuchan a la víctima como si fueran verdaderos confesores religiosos. Tenga cuidado con el tipo de información que les proporciona a estos abusadores. Recuerde los famosos derechos “Miranda” que dicen: “Tiene derecho a guardar silencio... Cualquier cosa que diga podrá ser usada en su contra…” Sea cauto al brindar información personal. El abusador compilará información detallada sobre su persona y, tarde o temprano, le cobrará por la ayuda que le ofreció originalmente. Las personas altruistas, en cambio, no lo ayudarán con la intención de obtener algo a cambio. Lo ayudarán de buena fe y desinteresadamente. Se alegrarán cuando usted supere sus problemas. El abusador, hará lo que sea posible para ayudarlo a “no” superar sus problemas nunca y para que usted “no” abandone su rol de víctima. Aprenda a diferenciarlos. Usted no necesita rendir examen Otro de los comentarios más comunes que hacen las víctimas de abuso emocional, es que sienten como si siempre tuvieran que rendir examen o pasar por diversas pruebas para satisfacer al abusador. Esto va de la mano de una importante necesidad de aprobación de aquellas personas que tienen una baja autoestima. Usted no necesita rendir ningún examen ni pasar por ninguna prueba para ser aceptado tal cuál es. Los demás no son jueces que tienen el poder de decidir cuánto vale usted o de aprobarlo como ser humano. Como dijimos una y otra vez: Cada persona tiene valor. Usted vale mucho. Valórese. Hay personas, que debido a un nivel de autoestima muy bajo, necesitan complacer a los demás constantemente. Necesitan esforzarse todo el tiempo haciendo cosas que generen la admiración de los demás, se esfuerzan por agradar, esperan que los demás valoren sus sacrificios, necesitan hacer todo lo posible para que los demás noten su existencia. En lugar de aceptarse y centrarse en sentirse bien consigo misma, la víctima busca “en las demás personas” esa falta de valoración personal - que no encuentra dentro de sí misma.

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Así, vemos hombres que no saben qué más hacer para dejar contenta a su pareja. Le compran alhajas costosas, una casa más grande, la llevan de viaje, le regalan ropa carísima, gastan fortunas en ella y, aún así, nada parece ser suficientemente bueno para su exigente compañera. Valórese aún más. Acepte que es más saludable que los demás le amen por quién es usted y no por lo que usted les puede dar. Hágase respetar, usted no vale menos que los demás. Vale igual. Recuerde que si usted no se valora, los demás difícilmente lo valorarán, pero si usted se valora, entonces los demás aprenderán a valorarlo y respetarlo como persona. El hombre que es víctima de abuso Los casos de hombres que sufren de abuso emocional por parte de las mujeres o de sus parejas del mismo sexo, son tan comunes como los casos de las mujeres que están involucradas con un hombre abusador. A veces, debido a creencias o mitos sociales o culturales, se cree que es el hombre quien tiende a someter a su pareja. Se habla más de hombres golpeadores, que de hombres golpeados, de hombres dominantes y mujeres sumisas, que lo contrario. Pero, lo cierto es que hay muchos hombres que sufren en silencio el mismo tipo de maltrato, humillaciones y abusos (emocionales o físicos) que sufren las mujeres. Y, normalmente, no suelen hablar del tema debido a que la mayoría de las personas no les creería o se burlarían de ellos. En muchas sociedades machistas, se supone que un hombre “sabe cómo controlar a su mujer”. Por esta razón, un hombre que es víctima de abuso emocional por parte de su mujer es blanco de burlas, ya que no cumple con los parámetros de esa sociedad. Pero, también hay hombres que sufren abusos emocionales por parte de sus padres, de sus parejas homosexuales, de sus compañeros de trabajo o de estudios, de sus profesores, de sus jefes, o de sus amigos, etc. Por lo general, no suelen denunciar este tipo de abuso, ni suelen compartirlo con otras personas, debido a otros mitos como: “los hombres no lloran”, “los hombres que se quejan son unos debiluchos”, etc. El temor a la burla basada en ciertos prejuicios sociales o el temor a hacer el ridículo, les impiden compartir sus experiencias, abiertamente. Por ejemplo: •

¿Imaginaría usted a un hombre haciendo una denuncia en el departamento de policía, alegando que su esposa le causa un sufrimiento 55

emocional importante porque le grita, lo insulta, lo ignora, no le permite tener control sobre las finanzas del hogar o lo humilla delante de los niños y, además, lo golpea? Si suena un poco ridículo, póngase en los zapatos del hombre. En su lugar, usted seguramente, tampoco haría una denuncia así. Pero si fuera mujer, quizá no dudaría en hacerla. Aprobación, aceptación y autoexigencia Quizá, los casos más comunes sean los de las esposas que hacen cualquier sacrificio con tal de obtener la aprobación y aceptación de su marido o de sus hijos. Cuanto más se esfuerce por buscar esa aprobación y aceptación de su familia, más exigencias le impondrán ellos y, generalmente, menos valorarán sus esfuerzos. Una cosa es hacer algo para complacer a los demás por el mero hecho de demostrar cuánto nos importa una persona, como una muestra de afecto sincero o simplemente, porque nos sentimos bien haciéndolo, y otra muy distinta es hacer todo lo posible para que los demás nos acepten, nos aprueben o nos amen por lo que les damos (esto es amar condicionalmente). Si amamos a alguien por lo que podemos obtener de esa persona, en lugar de amarla por quién es, estamos amando por las razones equivocadas y estamos participando en una relación no saludable. Si damos y hacemos todo lo que podemos para que nos acepten y nos amen, estamos equivocando igualmente el camino. Cabe destacar, que muchas personas prefieren estar en una relación que no es saludable, antes que estar solas. Involucrarse con otra persona en una relación abusiva o permanecer en ella, es un precio muy alto a pagar con tal de no estar solos. Recuerde: La aceptación está dentro de su propia persona, si usted no se acepta y no se valora, los demás rara vez lo harán por usted, o lo que es más factible, la mayoría de las veces, simplemente, no lo harán.

Analicemos dos casos simples para comprender qué cosas debemos tener en cuenta durante una simple conversación con otra persona: 56

Caso A: •

Un hombre invita a una mujer a tomar un café. Es la primera vez que salen y están comenzando a conocerse. Entre las primeras cosas que dice el hombre hay frases como: “Mi ex mujer era muy egoísta y nunca comprendía mis necesidades, no se preocupaba por mí, siempre gastaba mucho dinero y nunca planchaba mis camisas.”

¾ Consejo saludable: Huya de inmediato de un hombre que apenas conoce y ya le habló mal de su pareja anterior. Y no sólo habló mal de ella, sino que también le echó la culpa de todo. Los primeros relatos y comentarios, las primeras palabras que dice una persona cuando la conocemos, ya nos están aportando información valiosa sobre esa persona. Nos presentan a la persona tal cuál es, antes que nos involucremos afectivamente con ella, o establezcamos algún vínculo de una manera más profunda. Pero tampoco debemos apresurarnos a emitir juicios de valor superficiales sobre una persona que recién conocemos. Quizá, cuando la conocemos por primera vez, esa persona ha tenido un mal día y podemos cometer el error de pensar que es una persona negativa, hostil o depresiva. Si conocemos a alguien, por primera vez, el mismo día en que perdió su empleo, tendremos delante de nuestras narices a una persona malhumorada, irritada, susceptible y/o quejosa. Quizá, si conversamos con esta persona una semana o un mes después, cuando ya se haya calmado, encontraremos que no es una persona negativa o que, habitualmente, sea un cascarrabias. Quizás sea una persona optimista, que adoptó una actitud positiva y que ya consiguió un empleo nuevo, incluso, un empleo mejor. Por eso es importante no perder de vista el contexto en que conocemos a las personas. Asimismo, los aspectos culturales también tienen mucha importancia, como explicamos anteriormente y como veremos con más detalle, después. Caso B:



Un hombre conoce a una mujer por primera vez y ella no duda en hablar sobre sus relaciones anteriores y lo mal que la trató su ex marido o novio. En lugar de interesarse por el hombre que acaba de conocer, ella no duda en explayarse sobre sus relaciones anteriores con otros hombres, 57

normalmente destacando que "eran muy celosos". Además, agrega que sus ex novios o su ex marido, no la dejaban ir sola a ningún lugar, también por una cuestión de celos. ¾

Consejo saludable: Huya de inmediato de una mujer que sigue “enganchada” con sus relaciones anteriores y hace mención a los celos. Los celos no son saludables.

A veces, algunas personas confunden “celos con amor” o con afecto. En el ejemplo anterior, la mujer que ha establecido varias relaciones con hombres celosos es una mujer muy insegura, una mujer que necesita llamar la atención, sentirse amada y deseada, sin importar qué tipo de relación establezca ni con quién. Los cellos, normalmente, denotan inmadurez, debilidad, necesidad de posesión y de control. Definitivamente, los celos no son saludables. No se engañe. Los celos no hablan bien de la salud mental de una persona. Incluso hay muchas personas que le temen a la soledad y prefieren aceptar una pareja celosa antes que no tener pareja alguna. Hay mujeres y hombres que se sienten valorados si su pareja es celosa. Esto es típico de las relaciones de pareja disfuncionales. Los celos no forman parte de las relaciones de pareja saludables. ¿Conoció a alguien por Internet? Un curioso estudio, cuyos resultados comenzaron a circular por Internet a modo de broma, fue un estudio en que se analizaron los avisos personales de hombres y mujeres que se anunciaban en los sitios de Internet para conseguir pareja. Si una fotografía vale más que mil palabras, una breve presentación personal puede significar un completo e interesante análisis psicológico de los rasgos principales de la personalidad humana. Así, quienes llevaron a cabo este estudio señalaron que la mayoría de las personas hace lo posible por mostrar la mejor imagen de sí misma. No se sorprenda. Esto es normal. Pero en sí, sus breves presentaciones solían ocultar (y también revelar entre líneas) aquellas cosas que, normalmente, nadie dice ni admite. En el caso del estudio sobre los perfiles de las personas que buscaban pareja por 58

Internet, se encontró que el mensaje oculto era algo similar a lo que detallamos a continuación. Un toque de humor… Éstas son algunas de las cosas que las personas tienden a omitir, o no suelen admitir abiertamente cuando se presentan ante otras, por primera vez: (tenga en cuenta que esto es una parodia de los perfiles verdaderos) • • • • • • • • • • •



Soy una mujer madura y desesperada por encontrar a un hombre que me mantenga. Soy un hombre machista y sólo quiero una mujer joven para que mis amigos me admiren. Soy un bohemio, tengo varios hijos, mi mujer me abandonó y no tengo empleo. Soy joven, bella, frívola, no tengo interés en una relación formal y tengo gustos muy caros. Soy homosexual (hombre o mujer), pero no quiero decirlo ni reconocerlo abiertamente. Soy casado (o casada) y sólo busco un (o una) amante para divertirme ocasionalmente. Soy una persona altamente posesiva y controladora y necesito alguien que se someta a mi voluntad y que no tenga vida propia. Soy una persona muy insegura y necesito que alguien me diga lo que debo hacer, todo el tiempo. Soy una persona insegura y necesito que las personas me necesiten y no me abandonen nunca. Odio hacerme responsable de mis propias acciones y necesito alguien que ponga “cara de perro” por mí. No soporto vivir solo (o sola) y quiero una pareja (no importar quién sea), de lo contrario tendré que comprarme una mascota o una planta nueva. Vivo del esfuerzo ajeno, no me gusta trabajar y me gustan los negocios fáciles, como estafar a las personas.

Ahora bien, imagine si las personas realmente se presentaran de esta manera… Si se presentaran así, difícilmente podrían establecer una relación de pareja, una relación laboral o una simple relación de amistad, con otras personas. Esconder o negar ese lado “no tan positivo” de nuestra personalidad es algo bastante habitual y normal. 59

Por lo general, a los seres humanos nos gusta causar una buena impresión. Siempre hay excepciones, claro. Hay algunas personas (como algunos adolescentes o adultos inmaduros) que prefieren presentarse como verdaderos rebeldes o trasgresores y muestran su peor rostro. Los ejemplos citados son casos sumamente extremos y son ficticios, por supuesto, pero a veces, nos cruzamos con este tipo de personas en algún momento de nuestra vida. Por otro lado, las personas saludables son aquellas que han hecho las paces con su lado “no tan positivo” y han aceptado que los seres humanos tenemos virtudes, como también tenemos defectos. Han aceptado sus fallas y han encontrado un punto de equilibrio que les permite reconocer cuándo se ha roto dicho equilibrio. Por lo general esto ocurre debido a que ha surgido alguna emoción o actitud que no es, precisamente, la deseada. En estos casos, estas personas hacen algo al respecto para recomponer ese equilibrio que les permitirá funcionar bien. Sin embargo, las personas con problemas psicológicos o emocionales, importantes, no logran admitir que todos tenemos un lado “no tan positivo” y lo niegan enfáticamente e intentan taparlo o disimularlo. La mala o buena noticia (dependiendo cómo se mire) es que, en algún momento, sus defectos saldrán a la luz. Todos sabemos que los seres humanos no somos perfectos, de modo que esperar que –algún día- llegue el príncipe azul (o la princesa azul), o que algún día encontremos el trabajo “perfecto” o vivamos una vida “perfecta”, no es algo realista. Y recuerde: a “perfecto” se lo llevaron preso, hace mucho tiempo ya. Pero hay una diferencia entre las personas que intentan mostrar su mejor lado, siendo conscientes de sus defectos y las personas que mienten por omisión para ocultar su lado negativo, con el que les cuesta mucho lidiar. Por eso, repetimos una vez más, es muy importante tomarse tiempo para conocer a las personas. Y no sólo a las personas por lo que refiere a una relación de pareja, sino también a otras personas dentro de nuestra comunidad. Por ejemplo, a los nuevos compañeros de trabajo o un socio comercial, a un compañero de alguna actividad deportiva o social, etc.

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Tomarnos tiempo para conocer a alguien nos permite aprender cómo funciona esa persona, si podemos confiar en ella, qué virtudes y defectos tiene, etc. Nos permite aprender a ver a las personas en su “real dimensión” y esto es algo que sólo logramos con el tiempo. A veces, la primera impresión que tuvimos de esa persona se confirma, mientras que otras veces, llegamos a la conclusión de que esa primera impresión no tenía nada que ver con la persona que llegamos a conocer después. Tómese tiempo para conocer a la gente. Aprenda a leer en entre líneas. ¿Lo que dice la persona es coherente con lo que hace? ¿Sus ideas son liberales o conservadoras? ¿Sus acciones son altruistas o egoístas? ¿Sus valores coinciden o difieren con respecto a los míos? Analice a las personas, estúdielas, aprenda a confiar en aquellas personas que merecen su confianza y le han demostrado que usted puede confiar en ellas también. Recuerde: No regale su confianza porque sí.

QUIÉNES PARTICIPAN EN UNA RELACIÓN ABUSIVA “Sin dos no hay pelea”, dice otro refrán. Pero en el caso del abuso emocional, el rol que desempeñan las personas involucradas, o su participación, puede ser más complejo. La víctima, el abusador y el testigo Normalmente, hace falta que haya un abusador y una víctima para que ocurra una situación de abuso emocional, pero muchas veces, también suele haber “testigos” que presencian el abuso. Estos “testigos” pueden adoptar distintas actitudes frente a una situación de abuso. Puede tomar partido por la víctima y tratar de “salvarla”, o pueden “aliarse” con el abusador y reforzar el abuso. También pueden adoptar una actitud neutral (porque no es asunto de ellos), o actuar como "jueces" y dar su opinión. Cuando un testigo intenta “salvar” o “rescatar” a una víctima de abuso, lo hace desde su mejor intención de proteger a quién está siendo injustamente atacado o humillado. Pero, a veces, esto suele empeorar las cosas, aún más. 61

Si volvemos al ejemplo del supervisor (abusador) que degrada y humilla al empleado (víctima), delante de otros empleados; cuando una tercera parte o “testigo” defiende a la víctima, atacando al abusador, lo que también está haciendo es reforzar la noción o la imagen de que la víctima es débil o inútil y no puede defenderse sola. Por esta razón, es importante que las personas que presencian una situación de abuso, sepan cómo intervenir de un modo positivo. Hay intervenciones con son adecuadas y otras que no lo son. Las víctimas de abuso emocional no piden ser abusadas, como tampoco disfrutan del abuso. Si una persona adulta sufre un abuso emocional por parte de otra persona, lo más saludable sería que confrontara a su abusador haciéndole ver el trato peyorativo éste que le dio. Si la víctima no responsabiliza al abusador por el abuso cometido, corre el riesgo de entrar en un círculo o ciclo de abuso emocional, que no le ayudará a abandonar su rol de víctima en esa relación. La reacción más normal de cualquier víctima, en cualquier situación, es la de quejarse por el abuso inmerecido o la de reaccionar contraatacando al abusador. Como vimos antes, ninguna de estas respuestas corregirá la situación o evitará que el abuso suceda de nuevo. Es importante recordar, una vez más, que las víctimas de abuso emocional “no tienen la culpa” de las conductas abusivas y las manipulaciones psicológicas de los abusadores. Pero, sí es importante que las víctimas comprendan que “necesitan poner un límite firme” para que el abuso no vuelva a ocurrir. Como dijimos antes, lamentarse, contraatacar o ser defendidos por terceras partes, no solucionará el problema. Si usted no logra poner un límite firme, entonces pida ayuda profesional. También es importante que la víctima comprenda tiene que tomar la decisión de “abandonar el rol de víctima y protegerse a sí misma”. Es por esta razón que la víctima deberá establecer límites, deberá evitar involucrarse en relaciones que no son saludables y no deberá permitirle al abusador que le falte el respeto. Respétese y hágase respetar.

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El respeto empieza por uno mismo Si nosotros no nos respetamos a nosotros mismos, les enviaremos un mensaje subliminal a los abusadores quienes interpretarán que les estamos dando permiso para abusar de nuestra persona. Por supuesto, que esto ocurre inconscientemente. Salvo que una persona sea muy masoquista, a nadie le agrada que abusen de uno. Por ejemplo, en situaciones normales, a nadie se le ocurriría quedarse a vivir en nuestra casa sin permiso, a menos que nosotros seamos incapaces de establecer límites (físicos, en este caso). Las personas normales tienen un saludable sentido de la ubicación. Respetan los límites ajenos, como también, establecen los propios y los hacen respetar. Asimismo, un abusador no podrá abusar de personas que no se lo permitan, por lo que intentará encontrar otras personas que sean sumamente condescendientes o que tengan una autoestima muy baja para poder abusar emocionalmente de ellas. Como explicamos antes, en una relación abusiva, son muy pocos los abusadores que realmente se sienten mal por abusar emocionalmente de una víctima. La mayoría de ellos no se siente mal al respecto, como tampoco sienten que tengan algo que perder en una relación abusiva. Y ésta es una de las principales razones por las cuáles, en la mayoría de los casos, son las víctimas quienes deciden poner límites o poner fin a una relación. Son las víctimas quienes “lo pasan mal” en una relación abusiva y quienes pierden mucho por el camino (familiares, amigos, posesiones y lo más importante: su autoestima). También hay abusadores que abusan de otras personas porque no conocen otras maneras más saludables de establecer vínculos interpersonales, incluso cuando no se sientan a gusto con el modo en que se relacionan con los demás. Hay abusadores que no logran comprender qué tiene de malo gritarle a un empleado o a sus hijos o a su esposa, ya que eso es exactamente lo que aprendieron durante toda su vida. Pero esto no significa, necesariamente, que disfruten gritándoles a los demás. Hay abusadores que quisieran cambiar, pero no cuentan con las habilidades necesarias para lidiar con sus problemas adecuadamente y resolverlos sin recurrir a los abusos.

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Un caso frecuente de patrones aprendidos o heredados: •

Una madre dejaba a su bebé llorar toda la noche para que aprendiera a no pedir comida y se acostumbrara a dormir 8 horas seguidas. En la estrecha mente de esta madre (quien no se veía a sí misma como una mala madre, sino todo lo contrario), dejar a un bebé llorando toda la noche era la mejor manera de criar a un hijo. Esta madre consideraba que si levantaba al bebé de la cuna en la mitad de la noche para darle de comer, lo estaba “malcriando”. Esto era lo que había aprendido y heredado de su propia familia. Cuando ella misma era bebé, su madre la dejaba llorar de hambre por las noches. Y ya siendo una persona adulta, ella solía decir al respecto: “no por eso salí mal”.

Aunque suene monstruoso, en algunas culturas, aún hoy, hay personas que piensan que esto es adecuado o saludable, y que no tiene nada de malo dejar llorar de hambre a un bebé durante toda la noche, para “no malcriarlo”. Cuando un padre permite que una madre deje llorar a un bebé toda la noche, o está de acuerdo con eso, también es cómplice de ese abuso. Un bebé es un ser humano pequeñito e indefenso que depende de sus padres o cuidadores para sobrevivir. Al negarle atención y alimento por la noche, e ignorar sus necesidades básicas, los padres le envían a su bebé dos mensajes muy potentes: •

Vivirás si yo lo decido (si te presto atención y si te doy de comer)



Te amaremos si dejas de llorar y duermes toda la noche (nosotros controlamos tus necesidades y te amaremos bajo ciertas condiciones).

Amar “condicionalmente”, no es la manera correcta o saludable de amar a alguien. En este caso particular de abuso emocional y físico, el bebé vive una experiencia sumamente destructiva y traumática. Su autoestima bajará estrepitosamente (al deducir que su existencia no es tan importante para los padres) y los vínculos afectivos que establecerá, los fundará sobre una base de afecto condicional: “Mis padres me amarán si dejo de llorar aunque tenga hambre o me sienta mal”. Este bebé aprenderá a satisfacer las expectativas de sus padres a costa de su propio bienestar físico y emocional.

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Terceras partes involucradas o afectadas Si hubiera más personas en la casa, como otros adultos -por ejemplo- que decidieran no intervenir, ellos también serán cómplices del abuso. En muchos casos si estos adultos deciden intervenir, lo más probable es que se desencadene una discusión. Y por supuesto, los padres abusadores culparán al bebé por ello. Dirán que el bebé ha aprendido a manipular a los demás con su llanto o cosas similares. Lo cierto, es que cuando un bebé llora (aún más fuerte) para que alguien se ocupe de él, se trata de una respuesta espontánea y natural que forma parte de su mecanismo de supervivencia. Cuando hay otros niños en el hogar, el llanto de un bebé que no es atendido durante varias horas de la noche, causa estragos en las mentes y los sentimientos de los hermanos. Estos sufren un daño colateral. Emocionalmente, el llanto de un bebé despierta compasión humana y también se hace insoportablemente angustiante después de algunos minutos. Los padres que deciden ignorar al bebé que llora por la noche pidiendo alimento, también están abusando emocionalmente de sus otros hijos que oyen llorar al bebé. Es una situación que causa mucha angustia y estrés a todos los que (voluntaria o involuntariamente) participan en esta situación de abuso emocional y físico. Los hermanos del bebé sentirán mucha angustia, ansiedad, temor, estrés y preocupación, como resultado de la falta de atención del bebé. Las intervenciones de terceras partes “deberían” ser firmes, neutrales, eficaces y positivas. Pero, esto es lo ideal. En la vida real, pocas intervenciones espontáneas lo son. Veamos algunos ejemplos de intervenciones positivas (espontáneas o no espontáneas): •

En el ámbito profesional, hay abogados que actúan como mediadores para resolver conflictos antes de iniciar un juicio.



En los deportes suele haber árbitros que regulan el juego.



En las escuelas y otras instituciones, suele haber consejeros o un centro de estudiantes, que defiende los derechos de los alumnos.

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En las empresas u otras organizaciones, muchas veces hay alguna línea de ayuda que el empleado puede utilizar para presentar una queja laboral o de otro tipo.



Ante un peligro inminente, un padre rescatará a su hijo o a otra persona como pueda.

Una intervención saludable requiere claridad acerca de los hechos, calma, determinación y asertividad. Lamentablemente, en situaciones cotidianas, son pocas las personas que exhiben estas cualidades ante un problema y que pueden intervenir eficazmente. La mayoría de las veces, los testigos de una relación abusiva tienden a defender a la víctima, o a no hacer nada y sufrir en silencio el abuso dirigido hacia la otra persona. En el caso de los hermanos que presencian abusos contra otros integrantes de la familia, son niños que se convierten en víctimas indirectas o pasivas de ese abuso. El hecho de que los padres dejen llorar a un bebé todas las noches, también les envía un mensaje sumamente negativo a los otros niños del hogar. Estos niños, son testigos involuntarios y víctimas pasivas de los abusos que comenten los padres contra el bebé y también sienten que su propia autoestima es afectada, incluso cuando sus padres consideran que lo que hacen es correcto. Por consiguiente, es importante tener en cuenta que no todos los abusadores son conscientes de que están cometiendo un abuso emocional. Pero, como ya mencionamos, también hay abusadores que sufren ciertos trastornos de personalidad o carácter y que manipulan a las víctimas empleando diferentes métodos. Quizás la principal diferencia sea que algunos abusadores no tengan cabal conciencia de lo que hacen (pero, no por ello vamos a justificar su manera de actuar), mientras que otros abusadores sí saben lo que están haciendo. Esto último es algo que tiene que ver más con la ética y con la moral de cada persona, que con la falta de conocimientos acerca de lo que constituye un abuso de tipo emocional. Si bien este tipo de abusador puede actuar espontáneamente (manipula a los demás como hábito), suele ser totalmente consciente de lo que está haciendo y podría elegir no hacerlo. 66

¿Dónde está el límite? Este límite, entre tener conciencia y no tener conciencia de lo que se hace es algo muy difícil de definir con absoluta claridad. También constituye uno de los parámetros que se usan -a veces- para decidir si una persona “está demente” y necesita ayuda psiquiátrica, o si una persona “es mala o perversa” y tiene que ir a la cárcel. Es un tema muy complicado, pero ampliaremos más sobre este tema en los próximos capítulos. Las víctimas de abuso emocional suelen tener muchas dificultades para diferenciar si una persona no comprende o no es consciente de lo que hace, o si se trata de una persona perversa y manipuladora que sí comprende lo que está haciendo. Es normal que a las víctimas de abuso emocional les resulte difícil establecer estas diferencias. Éste es un problema que también enfrentan muchos abogados, jueces, jurados, psicólogos, psiquiatras y otros terapeutas y profesionales. Y esto se debe a que hay abusadores que son muy hábiles a la hora de engañar a los demás. Entre los métodos más comunes de manipulación detectables, podemos citar: •

Las mujeres que hacen escándalos o que apelan al llanto para conseguir lo que quieren.



Los hombres que limitan económicamente a una mujer o a una familia entera.



Las personas que parecen encantadoras en público, pero que en su vida familiar son controladoras y manipulan a los miembros de la familia de diversas maneras.



Las personas que inspiran miedo en lugar de respeto.



Las personas que aíslan a los demás de sus seres queridos (familiares o amigos) y/o les impiden desarrollarse profesionalmente.



Los abusadores adictos al juego de la culpa, que invariablemente aparecen como verdaderas víctimas a los ojos de los demás, cuando en realidad nunca se hacen responsables de sus propias 67

acciones y buscan culpar a los demás por cualquier error que ellos mismos cometen. Así, en este contexto, algunas frases típicas de los abusadores son: •

Tú me obligaste a hacerlo



Sin mí, tú no eres nadie



Si me dejas, me suicido



Siempre hacemos lo que tú quieres (cuando en realidad siempre terminan haciendo lo que el abusador quiere)



No puedes hacer nada bien.



Te amo, pero necesito una relación abierta, sin compromiso (cuando la relación ya lleva mucho tiempo como una relación formal), etc.



¡Yo, que me sacrifico tanto por ti! (y tú, que nunca valoras todo lo que hago por ti)



No has hecho nada más que cumplir con tu deber (un padre exigente que espera que su hijo sea un estudiante perfecto, siempre)



¿Eres tonta? Siempre te cobran de más.



No creo que esto sea para ti, es muy complejo (tú no tienes capacidad para comprender esto)

Mientras que, algunas frases típicas de las víctimas son las siguientes:

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Lo dejaría si tuviera cómo mantenerme económicamente.



Me separaría, pero nuestros hijos son muy pequeños.



Temo decir lo que pienso y/o siento porque cualquier cosa que diga iniciará una pelea.



Siempre me promete que me llamará, pero no lo hace.



Siempre critica a mi familia o a mis amigos.



No me permite trabajar.



Quisiera encontrar la forma de arreglar nuestra relación, etc.



Si me quedo en esta relación, no seré totalmente feliz, pero al menos tengo a la persona amada, (aunque sea de a ratos, o aunque esa persona no me ame como yo necesito).



No sé si vale la pena separarme. Ya me he acostumbrado a su manera de ser.



No sé si vale la pena buscar otro empleo, en todos pagan muy poco y tratan mal a los empleados.

Muchas veces, las familias y los amigos de una víctima (incluso hasta sus compañeros de trabajo o de actividades recreativas) suelen detectar una relación abusiva antes que la propia víctima se dé cuenta. Generalmente, vemos los problemas ajenos con mayor facilidad que los problemas propios. Esto se debe a que, en el caso de los problemas ajenos, nosotros no estamos involucrados emocionalmente de la misma manera que como lo estamos en el caso de los problemas personales. No obstante, cuanto más traten los familiares y amigos de convencer a una víctima de abuso emocional que abandone una relación abusiva, la víctima intentará aferrarse más a esa relación. Por eso, es importante que los familiares y amigos respeten el tiempo que necesita la víctima para comprender cuál es su situación y por qué es conveniente que termine su relación con el abusador. “Sé que me hace mal, pero no logro dejar esta relación” Esta frase es muy común. Es un sentimiento muy común. Esto ocurre, por un lado, porque las víctimas tienden a engañarse a sí mismas, inconscientemente. Piensan que podrán cambiar al abusador, que su relación mejorará, o que quizás ellas tengan la culpa de que el abusador sea como es. Y por otro lado, porque las víctimas de abuso suelen sentir mucha vergüenza de admitir que han sido (o son) víctimas de un 69

abusador. Y además, porque seguramente, ya han invertido demasiado en la relación – al menos, desde el punto de vista emocional – como para renunciar a una inversión tan importante. Cada vez que un familiar o un amigo de la víctima tratan de hablar con ella y hacerle comprender que esa relación no es saludable, la víctima se esforzará por evitar hablar del tema o se alejará de aquellas personas que le recuerden que su relación con el abusador no es saludable. Y otra de las reacciones más comunes de las víctimas es que tienden a justificar al abusador. Tratarán de verle el “lado bueno”, o esa única característica del abusador que puedan percibir (erróneamente) como positiva. Esto es algo que suele exasperar o irritar a los familiares y amigos de la víctima, quienes no comprenden por qué la víctima – aparentemente – elige continuar formando parte de una relación abusiva. El problema es que las víctimas, normalmente, han aprendido a relacionarse con las demás personas desde su lugar de víctimas de abuso emocional y romper con ese patrón de conducta (aprendido y practicado durante toda la vida) no es tan sencillo como parece. No obstante, cuanto más tiempo permanece una víctima en una relación abusiva, más “normal” le parece el tipo de abuso que sufre. Con el tiempo, las víctimas se acostumbran a vivir dentro de una relación abusiva y van perdiendo su sentido de valor personal y su capacidad para pensar con criterio. Hay víctimas que realmente llegan a pensar que no valen nada y que no podrán sobrevivir si el abusador las deja, o bien, que el abusador no podrá sobrevivir si ellas lo dejan. El abuso emocional crea una dependencia afectiva no saludable. Condiciona a las personas, especialmente a las víctimas, quienes aprenden a funcionar de una manera determinada y no logran ver que tienen muchas otras opciones para vivir mejor. El intercambio de roles El intercambio de roles es una dinámica común que refleja la relación de dependencia emocional que se genera en las relaciones disfuncionales. Analicemos un ejemplo sobre cómo rotan los roles de los participantes de una relación.

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Por ejemplo: Un niño le pide permiso a su madre para arreglar una radio y acaba rompiéndola del todo. A) El padre (abusador) le dice a su hijo (víctima) “Eres un perfecto inútil. Nunca haces nada bien”. La madre (testigo) le dice al niño “Ven aquí, pobrecito, ya no llores”. - El niño apela al llanto como una manera de atraer la atención de la madre, quien necesita que otros dependan afectivamente de ella y correrá a socorrer a su hijo. Pero ella también acaba descalificándolo mediante la palabra “pobrecito”. B) Luego, el niño descalifica a la madre diciéndole “Papá siempre se enfada conmigo por tu culpa y tú nunca haces nada cuando papá se enfada conmigo. Tú me dijiste que podía arreglar la radio”, (el niño pasa de víctima del padre a abusador de la madre), la madre pasa a ocupar el lugar de víctima de las acusaciones del niño y el padre le dice al niño “No le faltes el respeto a tu madre” (convirtiéndose en un testigo que se alía con la madre, en contra del niño). El triángulo dramático de Karpman*3 El triángulo dramático de Karpman, explica claramente el intercambio de roles, en los que las personas involucradas reciben los nombres de “Perseguidor”, “Víctima" y “Salvador” o “Rescatador”. Analicemos un ejemplo del intercambio de roles en el triángulo dramático de Karpman: •

Alberto (perseguidor) le grita a Bárbara (víctima), exigiéndole una explicación acerca de por qué compró una computadora tan cara para la oficina.



Bárbara (víctima) dice: "Discúlpeme, pensé que ésta era la computadora que quería, parece que no logro hacer nada bien, últimamente"



Claudia (salvadora) interviene y le dice a Alberto: "Alberto, creo que no necesitas gritarle así a Bárbara, ella hizo lo que creyó mejor". - Pero, de pronto, Claudia cambia su tono de voz, y de un modo más sarcástico le dice a Alberto, “¡Si mal no recuerdo, tú mismo autorizaste esa compra, un mes

Stephen Karpman, http://www.karpmandramatriangle.com/, psicólogo estadounidense, discípulo del Dr. Eric Berne y creador del Triángulo Dramático.

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atrás!” (Asume el rol de perseguidora). Claudia se va, dejando solos a Alberto y a Bárbara. •

Alberto se dice a sí mismo, "¡Por mucho que intente hacer mi trabajo bien, Claudia siempre me descalifica delante de mis empleados!" (Alberto asume el rol de víctima)



Bárbara intuye que Alberto se siente mal al respecto y le dice: "No se sienta mal por lo que dijo Claudia. Recuerdo que usted estaba muy ocupado cuando autorizó la compra y quizás por eso no lo recuerda". (Asume el rol de salvadora)



A su vez, Bárbara va a la oficina de Claudia y le dice a ésta: "Claudia, la verdad es que fuiste muy dura con Alberto. Además, siempre aprovechas cualquier oportunidad para criticarlo." (Bárbara asume el rol de perseguidora)



Claudia se ofende y exclama: "¡No puedo creerlo, Bárbara! Yo sólo trataba de ayudarte y ¿me sales con esto?" (Asume el rol de víctima).



Alberto irrumpe, entonces, en la oficina de Claudia y dice: "Olvidemos lo que ha pasado aquí. Claudia ha estado trabajando mucho y bajo mucha presión últimamente y necesitaba descargarse con alguien." (Asume el rol de salvador)



Bárbara se siente desorientada, confundida y en cierta medida, traicionada. Vuelve a su escritorio y piensa: "Ya no soporto más este empleo. Pero como no tengo muchas habilidades, ¿dónde conseguiré otro?" (Asume el rol de víctima, nuevamente)

Teniendo en cuenta este tipo de dinámica, que es muy común en las relaciones interpersonales, no es de sorprender que muchos abusadores aparezcan como víctimas y que, a veces, sea difícil comprender quién desempeña un determinado rol, en una relación que no funciona correctamente. Otros casos habituales: •

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La “mosquita muerta”. Hay mujeres que muestran una cara socialmente encantadora, pero que tienen una personalidad “agresivopasiva” (o de agresión encubierta). Por lo general, suelen aprovechar su buena imagen social para manipular al marido o al novio, a través de la culpa o el llanto. Si el marido o el novio se queja, las demás personas pensarán que está loco o que es un desconsiderado, ya que la “mosquita muerta” se muestra sumamente vulnerable y sumisa en público. En realidad, detrás de bambalinas, esta “mosquita muerta” es una hábil manipuladora que maneja al marido o al novio como si fuera una marioneta. Generalmente, cuando el hombre recién

conoce a la mosquita muerta, ella parece dulce, tímida y dócil. Más tarde, cuando se ha consolidado la relación, y cuando la mosquita muerta desea lograr algo particular, recurrirá a historias trágicas del pasado (reales o inventadas), cuyo único propósito es hacer sentir mal o culpable a la verdadera víctima, quién tenderá a rescatar a la mosquita muerta. •

El “marido perfecto”. Lo mismo ocurre con algunos hombres. A veces, hay personas que felicitan a la mujer por haber conseguido un hombre tan maravilloso y encantador, pero a puertas cerradas, el hombre es cualquier cosa menos encantador. Si la mujer se queja y cuenta la verdad, lo más probable es nadie le crea. Si un hombre es un exitoso profesional, goza de buen prestigio profesional y social, y es sumamente educado y cordial con las demás personas, nada hará pensar que en su casa trata a su mujer despectivamente, la humilla o ignora sus necesidades.



Los “padres dedicados”. Normalmente, se trata de padres sumamente exigentes con sus hijos, que además les “pasan la cuenta” a los hijos por la dedicación y la crianza que les han dado. Los hijos de estos padres exigentes, que además le hacen sentir a los niños que están en deuda permanentemente con ellos, suelen ser niños retraídos, con problemas de ansiedad social (suelen ser muy tímidos o mostrarse deprimidos), padecen trastornos alimenticios (por lo general no comen casi nada) y sienten que le deben todo a todo el mundo (no sólo a sus padres) y que no son merecedores de nada. Los padres sumamente exigentes esperan que sus hijos sean los mejores en la escuela, consigan novio o novia rápido, tengan éxito en el mundo de los negocios o en sus carreras profesionales y se destaquen en los deportes o las artes, etc. Un hijo que vive una vida normal y tiene un rendimiento promedio (o por encima del promedio) no es suficiente. Estos padres quieren que sus hijos sean “casi” perfectos. Si un niño saca una calificación de 9 sobre 10, entonces no será suficientemente bueno y si saca una calificación de 10 sobre 10, sólo habrá cumplido con su deber. Por lo general, este tipo de padres le hacen sentir a los hijos que tienen que estar agradecidos porque les han dado un techo, comida, educación, vestimenta, etc. Cuando en realidad, no se traen hijos al mundo para "cobrarles" o "pasarles la cuenta" por cubrir sus necesidades básicas. Éstas son las obligaciones mínimas fundamentales que contraen los padres cuando traen hijos al mundo. Pero, desafortunadamente, ésta es la clase de padres que suelen decir: “Mira todo lo que he hecho por ti y tú nunca lo has valorado”. 73

Como podemos ver, a veces las apariencias engañan. Lleva tiempo conocer a las personas y es saludable tomarse todo el tiempo necesario antes de comprometerse afectivamente con alguien, o casarse, irse a vivir juntos, tener hijos, establecer una sociedad comercial, etc. Ahora bien, también puede ocurrir que algunas personas que se llevan bien entre sí en un ambiente determinado, acaben llevándose una sorpresa no muy grata cuando cambian de ambiente. Por ejemplo: •

Un grupo de compañeros de trabajo que tienen una muy buena relación en la oficina, deciden pasar juntos unas vacaciones. Durante las dos semanas de convivencia en el lugar de vacaciones, libres de cualquier norma corporativa o pauta laboral, las personas se muestran tal cuál son y quizás no sean exactamente como se mostraban en el trabajo. Aflora su verdadera personalidad y surgen conflictos menores que pueden significar mucho para algunos de ellos. Por ejemplo, pueden surgir actitudes egoístas que no aparecían en la oficina: discriminación, favoritismo, hábitos y costumbres que se desconocían, etc.

De nuevo, lleva tiempo conocer a las personas. Además, muchas veces, las expectativas que tenemos sobre una persona pueden no ser realistas. Quizás idealizamos a una persona porque hace su trabajo eficientemente y tiene su escritorio ordenado, es cortés con los demás, o llega puntualmente a trabajar. Y luego, cuando nos vamos de vacaciones con esa misma persona, o la encontramos en otro ambiente diferente, descubrimos que nunca hace la cama, no ayuda a poner la mesa, deja todo tirado por cualquier lugar, no es considerada con los demás, se emborracha, habla a los gritos, insulta, etc. Hay personas que, definitivamente, muestran una faceta de su personalidad en un ambiente dado y otra muy distinta en otro ambiente diferente. Y algunos abusadores recurren a ciertas maniobras de manipulación muy sutiles para tapar u ocultar esta faceta, durante el mayor tiempo posible. Si bien puede ser difícil detectar ciertos patrones de conducta, con el tiempo las personas muestran alguna señal de su verdadera personalidad o de sus propósitos ocultos. En otras palabras, “acaban mostrando la hilacha”, o su verdadero rostro.

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Propósito de las manipulaciones y otras técnicas de control Los abusadores buscan controlar a otras personas principalmente para satisfacer sus propósitos personales. A continuación mencionaremos algunos de los propósitos de sus maniobras manipuladoras y algunas técnicas de control, frecuentes. •

Le crean a la víctima un sentimiento de culpa, por algo de lo que la víctima no es responsable o culpable.



Le hacen creer a los demás que ellos son las víctimas, cuando en realidad son los abusadores.



Le hacen sentir a la víctima que está “emocionalmente en deuda” con el abusador.



Le hacen sentir a la víctima que tiene que pasar por ciertas pruebas (como si tuviera que rendir examen) para lograr su aceptación o aprobación.



Pretenden que no comprende de qué se queja la víctima o minimizan las acusaciones de la víctima o las ignoran por completo.



Le hacen creer a los demás que la víctima no está en su sano juicio.



Mienten abiertamente o por omisión y pretenden tener razón.



Recurren al chantaje emocional para que la víctima no los delate.



Amenazan o intimidan veladamente a la víctima para que ésta no actúe en su contra.



Presionan psicológicamente a la víctima mediante un patrón repetitivo de recordatorios sobre las terribles consecuencias que podría sufrir.

Ante estas tácticas de control, ¿qué puede hacer una víctima? La víctima puede hacer varias cosas. Entre ellas, puede tomarse unos minutos para pensar antes de actuar o antes de responderle a un abusador. Cuando las víctimas adquieren el hábito a darse tiempo para analizar un 75

poco lo que un abusador hace o dice, tiene mayores posibilidades de comprender lo que en verdad está ocurriendo. A continuación mencionaremos algunas de las preguntas que las víctimas pueden hacerse para aclarar una situación. Preguntas útiles para las víctimas de abuso: -

¿Cuál es el verdadero problema de fondo u origen de esta discusión?

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¿Se está discutiendo el problema actual o se mezclan las ideas, se reprochan actitudes pasadas y se cuestiona a la persona, en lugar de centrarse en el problema en sí?

-

¿Quién saldrá beneficiado con el resultado?

-

¿A quién le debo algo? (En realidad, nadie le debe nada a nadie, desde el punto de vista emocional)

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¿Realmente el abusador no comprende lo que le estoy diciendo, o sólo pretende no comprender?

-

¿Qué conocimientos profesionales tiene el abusador para emitir un juicio de valor sobre mi persona y decidir si estoy o no en mi sano juicio?

-

¿Acuso justamente al abusador o exagero mis acusaciones?

-

¿Necesito la aceptación o la aprobación del abusador para seguir viviendo? (La única aprobación que realmente tiene valor es la propia)

-

¿Cuál es el propósito de mentir abiertamente u ocultar información?

-

¿Por qué me está amenazando o intimidando?

-

¿Siento que me están chantajeando?

-

¿Es necesario tolerar que me presione de esta manera?

-

¿Siento que debo justificar lo que hago, digo o pienso?

-

¿Siento que debo complacer al abusador en todo momento?

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-

¿Temo hablar abiertamente?

-

¿Cómo se vería la situación si me pusiese por unos minutos en el lugar de la otra persona? ¿Qué estaría tratando de lograr o de conseguir?

-

Y ¿si pudiera ver la situación desde afuera, como un observador neutro? ¿Qué vería?

Y, ¿qué pasaría si el abusador expresara sinceramente lo que desea? Recuerde que el abusador siempre empleará alguna estrategia para lograr sus objetivos. El abusador suele manipular a las personas y las situaciones porque si pidiera directa y abiertamente lo que necesitara, de alguna manera sabe o intuyen que no lo conseguirá, que no obtendría lo que quiere o que “quedará mal delante de los demás”. Por consiguiente, recurre a maniobras de manipulación que, no sólo le permitirán conseguir su propósito, sino también, le permitirán tener el control total sobre la víctima y la situación. Otras veces, puede ser simplemente, porque el abusador no quiere hacerse cargo del resultado final. Y, a veces, enturbia tanto una situación que finalmente obtiene lo que quiere y a la vez puede exclamar: “Tú me obligaste a hacerlo” o “No me dejaste otra opción"... aparentemente, la culpa no es de él, sino de la víctima. Cuando los abusadores encuentran obstáculos o dificultades para conseguir lo que desean, suelen recurrir a otras maniobras conocidas que se asemejan a pequeñas concesiones o pequeños cambios o mejoras. En realidad, estas concesiones o estos cambios son breves y superficiales, pero el abusador suele ser consciente de que estos pequeños cambios o mejoran representan mucho para la víctima y son eficaces a la hora de “ablandar” la voluntad de ésta o “descomprimir” la tensión de una situación determinada. Estos cambios sólo se producen temporalmente con el fin de lograr un propósito ulterior: “que la víctima ceda”. En pocas palabras, el abusador manipula a las personas y las situaciones para lograr lo que desea. En un lenguaje coloquial diríamos: "El abusador no suele dar puntada sin hilo". Es importante que las víctimas de abuso emocional comprendan que “ser cauto” no significa dejar de confiar en las personas. Pero, si la víctima no se protege a sí misma, el abusador no lo hará por ella. Por eso, es importante actuar y protegerse. 77

Otros ejemplos habituales: •

En una empresa multinacional, con un ritmo diario de trabajo muy agitado, una secretaria le hacía la vida imposible a otra, de una manera muy sutil. Cualquier acto encubierto de agresión parecía cometerlo “sin darse cuenta”. Así, la secretaria agresiva, “sin darse cuenta” borraba algunos archivos clave de la computadora de la otra secretaria, derramaba “accidentalmente” el café sobre unos documentos que se acaban de imprimir, etc. Cuando la víctima de estas “torpezas accidentales" se quejaba, la secretaria abusadora no dudaba en informarle a su jefe que no se podía trabajar con una compañera que permanentemente se quejaba por todo y que no sabía perdonar “pequeños accidentes” de trabajo. La secretaria abusadora continuaba cometiendo sus maldades “accidentales” porque su objetivo era hacerle perder la calma a la otra secretaria (la víctima que experimentaba las consecuencias de dichos accidentes), y así lograr que la víctima la atacara en público. De esta manera, la secretaria abusadora lograba que todos vieran cuán irritable era la víctima, cuán agresiva era y cuán intolerante era, la verdadera víctima de sus abusos.



Una enfermera maltrataba emocionalmente a los ancianos que cuidaba en un hogar para abuelos. Solía gritarles y descuidar sus necesidades emocionales o físicas (si tenían frío no los abrigaba, si necesitaban hablar con alguien, no les prestaba atención). Pero al mismo tiempo, los consentía en otros aspectos que (en teoría) no debía hacerlo. Les permitía “no tomar su medicación” si así lo deseaban, o comer cosas que “no podían comer”. Luego, si los ancianos querían elevar una queja contra esta enfermera porque ella les gritaba, la enfermera les recordaba, explícitamente, lo “buena” que era con ellos cuando les permitía hacer cosas que otras enfermeras no les permitían (no tomar la medicación, comer cosas que no debían comer, etc.)



Un padre se mostraba como un hombre muy generoso. Le regaló a su hijo mayor un automóvil cuando éste cumplió 18 años. Pero, unos años después, cuando el muchacho quiso cambiar el vehículo por un modelo más nuevo, el padre se quedó con el dinero del vehículo porque dijo que ése era el segundo vehículo de la familia. A los ojos de los demás, era un padre magnánimo que siempre "regalaba" cosas a los miembros de su familia, pero en realidad, sólo se las daba en préstamo temporal, ya que al cabo de un corto tiempo encontraba alguna excusa para quitarles nuevamente lo que les había dado. Una madre competía mucho con su hija adolescente como resultado de su particular trastorno de personalidad (histrionismo). Era una mujer muy insegura que necesitaba llamar la atención todo el tiempo y necesitaba que todas las personas la admiraran. Así, cada vez que la hija presentaba un novio nuevo, la madre no dudaba en tratar de seducirlo sutilmente, algo que



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incomodaba mucho tanto a la hija como al novio de ésta. Con frecuencia, el novio terminaba su relación con la hija, quien se quedaba sin comprender bien qué había pasado. Esta madre tenía tal necesidad de ser el centro de atención en todo momento, que realmente no se daba cuenta cuando hacía el ridículo ante otras personas diciendo o haciendo cosas fuera de lugar que avergonzaban a sus hijos. Esta madre vivía exponiendo a sus hijos a situaciones sumamente bizarras e incómodas. La presión y la angustia que les causaba eran una constante. •

Un adolescente imitaba a su amigo en todo. Si su amigo hablaba de determinada manera, el adolescente usaba los mismos términos, si el amigo sufría de dolor de espalda, el adolescente también iba al médico para ver qué problema tenía con su espalda, si el amigo oía cierto tipo de música, el adolescente oía a la misma banda y así sucesivamente. El adolescente copiaba a su amigo todo el tiempo. Esta total falta de identidad propia irritaba mucho al amigo del adolescente, quién llegado a cierto punto, no soportó más y se distanció de su amigo copión. El adolescente sufrió mucho por la pérdida de esa amistad y no lograba comprender por qué su amigo se había molestado tanto con él, ya que él sólo copiaba todo lo que el otro hacía, como una muestra de respeto y admiración. En realidad no se trataba de admiración, sino de una fuerte dependencia emocional.



Un deportista muy inseguro necesitaba siempre la aprobación de su entrenador. El entrenador era muy estricto y brutalmente honesto. Si tenía que llamarle la atención a uno de los miembros del equipo deportivo, no dudaba en hacerlo delante de todo el equipo completo. Debido a su propia inseguridad y necesidad de aprobación, el deportista inseguro solía hacer preguntas realmente irrelevantes que irritaban al entrenador. También solía cometer errores tontos dentro del campo de juego, perjudicando a todo el equipo. Esto molestaba mucho a los demás jugadores que integraban el equipo, como también al entrenador, quién siempre terminaba llamándole la atención al deportista inseguro. Así, las duras críticas del entrenador y el fastidio que sentían los demás miembros del equipo ante la presencia o la participación de éste, sólo alimentaban la inseguridad de dicho deportista. Se había creado de este modo un círculo vicioso. Cuando más trataba de agradar a los demás, más fastidiaba a su entrenador y a sus compañeros de equipo - quienes a su vez - más lo discriminaban. Normalmente, las víctimas de abuso que tienen una autoestima muy baja y una importante necesidad de aprobación externa, suelen potenciar, inconscientemente, el ciclo del abuso emocional. Lo que este deportista hacía, al tratar de agradar a los demás, era incrementar la tensión en el ambiente hasta que el entrenador o sus compañeros estallaban y le gritaban o lo reprendían o humillaban en público. Después de cierto periodo de tiempo, se restablecía la calma, se pedían disculpas o se justificaban los hechos y todo volvía a comenzar. 79



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Una viuda mayor se había acostumbrado a abusar de la confianza ajena. Siempre demandaba ayuda indirectamente. No la pedía explícitamente. No decía, “por favor, necesito que me ayuden con esto” o “por favor, podrían explicarme cómo puedo resolver este problema". En cambio, iba por la vida inspirando lástima y esperando que los demás la ayudaran espontáneamente. Sus “pedidos” de ayuda siempre eran indirectos y su modo de actuar no dejaba lugar a duda, que a las demás personas les convenía ayudarla o serían culpables de que ella no pudiera salir adelante, resolver sus problemas, se enfermara, etc. Este tipo de abusador suele crear una dependencia emocional obligada mediante un sentimiento de culpa indirecto. Así, las verdaderas víctimas llegan a sentir que son personas desconsideradas si no se ocupan de resolverle los problemas a la “pobre señora mayor”, quien –en realidad- estuvo toda la vida acostumbrada a conseguir lo que quería por medio de la lástima.

CAPÍTULO III

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EL CICLO DEL ABUSO EMOCIONAL Normalmente, el abuso emocional cumple un ciclo que se repite indefinidamente hasta que uno de los participantes decide romperlo. Los episodios de agresión o abuso verbal, emocional y/o físico se producen después de acumular tensiones durante un periodo de tiempo determinado. El factor detonante de un episodio de abuso puede ser cualquier cosa, desde algo importante hasta algo intrascendente. Una vez cometido el abuso, se aflojan las tensiones y se piden disculpas o se justifica la conducta del abusador y las personas regresan a la etapa inicial. Etapas del ciclo del abuso 1. Primera etapa: Acumulación de tensiones En esta etapa, la víctima siente que tiene que tener extremo cuidado con lo que dice o hace, ya que podría desencadenar un episodio de abuso. 2. Segunda etapa: Incidente o episodio de abuso Esta es la etapa en que ocurre el abuso, propiamente dicho. El grado de intensidad del abuso como también el tipo de abuso cometido, pueden variar. Grados de Intensidad: a) sin violencia física, como: - abuso verbal (insultos), - ignorar a la víctima - actuar indebidamente en público para hacer sentir mal a la víctima - amenazas explícitas o implícitas (contra la víctima u otras personas) - comentarios negativos, - cortar el suministro de dinero - criticar abiertamente a la víctima en público - gestos de desaprobación - incurrir en gastos excesivos que la víctima tendrá que pagar

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- intimidar, humillar, descalificar, burlarse irónicamente de la víctima - hacer comentarios fuera de lugar para hacer sentir mal a la víctima - minimizar las necesidades o los problemas de la víctima b) con violencia física, como: - arrojar objetos - destruir efectos personales de la víctima - encerrar a la víctima con llave para que no pueda salir a pedir ayuda - empujar, tomar por los brazos, restringir la libertad de movimiento de la víctima - patear objetos, muebles, paredes - pegar patadas, dar golpes, abofetear - tirar del cabello o arrastrar a una persona por el suelo - tomar por el cuello En los casos más graves, el abuso físico puede escalar hasta terminar con la víctima en el hospital o, peor aún, con la muerte de la víctima. 3. Tercera etapa: Reconciliación o luna de miel En esta etapa la tensión acumulada ya ha sido canalizada a través del incidente de abuso, por lo que el abusador puede minimizar el episodio y luego disculparse y prometer que nunca más lo hará. O bien, el abusador puede culpar de su conducta a sus nervios, sus problemas laborales, sus presiones internas o al alcohol o las drogas, etc., y también puede negar lo que ha sucedido; y la víctima, puede justificar al abusador con tal de no perderlo. O puede callar por vergüenza o por temor a que la próxima vez sea peor. Además, durante esta etapa, es normal que el abusador se vuelva amable y gentil con la víctima, intente demostrarle cariño mediante pequeños gestos o regalos (flores, chocolates, etc.), y haga promesas que pueden incluir, desde hacer algún viaje juntos, comprar una casa más grande, hasta tener

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más hijos, etc. Cualquier cosa que le asegure al abusador que la víctima no lo abandonará y que la relación continuará. Si la víctima logra evitar el autoengaño de creer en las falsas promesas del abusador y lo abandona, es muy posible que el abusador recurra a todo lo que esté a su alcance para retener o recuperar a la víctima. En otros casos, el abusador puede adoptar el rol de víctima y decirle a quién quiera oír: "Mi pareja me fue infiel y por suerte ahora me libré de ella". Normalmente, los abusadores son cobardes y tienen muy poca dignidad, por lo que harán y dirán cualquier cosa con tal de echarle la culpa de sus acciones a alguien más y evitar asumir cualquier responsabilidad. Un hombre o una mujer que necesitan enlodar el nombre de otra persona para “quedar bien” ante la sociedad, carecen de dignidad y suelen ser percibidos como personas cobardes con valores personales muy pobres. Resumen de las etapas o fases del ciclo Como ya explicamos anteriormente, hay una etapa inicial en la que se van acumulando tensiones durante cierto periodo de tiempo. Este periodo de tiempo puede durar días u horas, o pueden constituir periodos más breves o más extensos. Todo depende del tipo de relación y de los patrones de conducta de cada persona. Pero también, depende del tipo de abuso y de su grado de intensidad. Luego se desencadena un incidente o episodio de abuso específico, dónde la víctima es agredida. La agresión puede ser activa o pasiva, puede ser gestual, verbal o física. Puede tener distintos grados de intensidad. Puede ser sutil o evidente. Puede haber testigos que presencien el abuso, o puede ocurrir sin testigos. Por último, una vez liberada la energía negativa de la ira o de la frustración, se piden disculpas o se justifica la agresión (o al abusador) y el incidente de abuso emocional se “olvida”. Luego, se hacen las paces, seguidas de un periodo de tranquilidad, conocido como “la calma que antecede a la tormenta” o simplemente, “la luna de miel”. Al no solucionar el problema de fondo, el ciclo del abuso continuará mientras los participantes no modifiquen sus patrones de conducta.

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Aquí presentamos un ejemplo muy sencillo: •

Se trata de una mujer de clase media, que depende económicamente de su marido y tiene una adicción bastante común: Hablar constantemente por teléfono con sus amigas, todos los días. Al no tener una carrera, o hijos a los que atender y como su esposo trabaja fuera de casa todo el día, ella se aburre y lo único que hace son "visitas telefónicas" a sus amigas para hablar de cosas triviales. Todos los meses, cuando llega fin de mes, reciben la cuenta del teléfono y el marido se enoja mucho por lo que tiene que pagar. Se desencadena, entonces, un episodio de abuso emocional y una vez liberadas las tensiones, todo vuelve a la “normalidad”.

GRADOS DE REACCIÓN Dependiendo del grado de reacción y la situación en ese momento, puede surgir una discusión importante, donde el marido le echa la culpa a la esposa por el gasto desmedido, y puede agredirla verbalmente, o bien, puede llegar, incluso, hasta agredirla físicamente. A su vez, la esposa también puede reaccionar de distintas maneras. Puede discutir aún más enfáticamente, defendiendo su derecho de hablar por teléfono o justificando el gasto desmedido del teléfono. O bien, puede sentirse culpable y aceptar la humillación y la agresión, tratando de aplacar al abusador. ¾ Niveles de intensidad: (Leve – Moderado – Severo) Leve: discusiones, agresión verbal sutil, descalificación o degradación de la víctima (ya sea cuando están a solas o frente a otras personas) Moderado: acciones (como suspender el servicio telefónico, en este caso), limitar el acceso que la víctima tiene a ciertos elementos de confort (por ejemplo, cancelar la tarjeta de crédito de la víctima), amenazar a la víctima, agresión verbal pronunciada con insultos y/o gritos, etc. Severo: el abusador pasa del abuso verbal al abuso físico. En el ejemplo anterior, es importante destacar, que la víctima también está abusando emocionalmente de su esposo al incurrir en gastos excesivos 85

que éste deberá afrontar. La falta de consideración de la mujer hacia su esposo, que es el único que trabaja y mantiene económicamente el hogar, también se considera un abuso emocional. ¿Cómo reaccionamos? No todas las personas reaccionan de la misma manera ante una situación determinada. Incluso, una misma persona puede reaccionar de diferentes maneras frente a situaciones similares, dependiendo de su estado de ánimo en ese momento. Por ejemplo: •

Si una madre ve que su hijo pequeño está por meter los dedos en un tomacorriente, lo más común es que le grite: ¡NO! Otras madres quizás no solo griten ¡NO!, sino que además es posible que le peguen al niño en la mano. También hay madres que además de gritar o pegarle en la mano, quizás le den un sermón al niño haciéndolo sentir un inútil o un estúpido.

Pero también hay madres que contienen la respiración, se acercan muy rápidamente al niño, lo alejan inmediatamente del peligro y le explican que si mete los dedos en el tomacorriente se lastimará de una manera importante, poniendo énfasis en que no debe hacerlo de nuevo. Ninguna de estas madres, independientemente de cómo reaccionen, tienen la intención de abusar emocionalmente de su hijo. Simplemente, no desean que su hijo se haga daño. Las reacciones suelen ser espontáneas. Con el tiempo, aprendemos a controlar algunas de ellas calibrando su intensidad o su grado de sensibilidad emocional, pero no siempre podemos controlar la manera en que reaccionamos espontáneamente. De modo que, no se desespere, usted no es un mal padre si alguna vez le gritó a su hijo ¡NO!, cuando éste estaba por meter los dedos en un tomacorriente. En casos menos extremos, por ejemplo cuando negociamos en la vida diaria, podemos decir “no” de una manera educada y firme a la vez. Como veremos más adelante, es importante aprender a establecer límites saludables para asegurar nuestra propia salud emocional.

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CÓMO DECIR “NO” Como dijimos antes, hay maneras constructivas y maneras destructivas, o bien, maneras positivas y maneras negativas de decir que no. El abuso emocional cae dentro de las maneras destructivas o negativas de poner límites o de decir “no”. Los grados de reacción varían desde no darle importancia a un incidente hasta sobre reaccionar o reaccionar exageradamente acerca de éste. Y estos distintos grados de reacción también dependen de la situación por la que está atravesando una persona. Cuando una persona está muy estresada, es probable que no reaccione “bien” o con calma, al enfrentar situaciones de peligro; como vimos en el ejemplo del niño que está por meter los dedos en el tomacorriente. El grado de reacción, posiblemente, será más intenso o violento, en este caso. Los patrones de conducta aprendidos también desempeñan un rol importante. Si una persona aprendió que cuando un niño está por poner los dedos en un tomacorriente, hay que pegarle muy fuerte en la mano para que nunca más haga algo así, probablemente reaccione de esa manera y considere que pegarle al un niño muy fuerte en la mano no tiene nada de malo, ya que es “por su propio bien”. Golpear a los niños no es correcto. Hay métodos disciplinarios que no recurren al castigo físico. Castigar físicamente es humillante para quién recibe el castigo, e implica un abuso de poder. Por favor, infórmese bien a fin de evitar causarle al niño, un daño emocional adicional. Grados extremos En los dos extremos de los distintos grados de reacción encontramos a las personas que minimizan cualquier incidente y aquellas que reaccionan exageradamente ante un incidente dado. Así, algunos padres pueden reírse del hijo adolescente que acaba de chocar el automóvil de la familia, diciéndole: “Ja, ja, eres tan alocado, apuesto a que les ganaste la carrera a tus amigos”, mientras que otros podrían decirle:

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“Eres el idiota más grande del mundo, nunca más volverás a conducir nuestro auto, ahora vete a tu cuarto y no podrás salir en todo el fin de semana”. Un padre (o una madre) normal, reaccionan adultamente. Querrán saber en primer lugar si su hijo está bien o si se lastimó, si lastimó a otras personas en el accidente, querrán conocer los detalles del accidente para saber cómo proceder adecuadamente (ante el seguro, por ejemplo). Y se ocuparán de disciplinar al adolescente (si corresponde) de una manera adulta, poniendo énfasis en la conducta incorrecta (si el accidente hubiera ocurrido por su culpa), pero sin degradar ni humillar ni insultar a su hijo. Las personas reaccionamos de distintas maneras ante distintas situaciones, a veces lo hacemos de un modo impredecible, a veces logramos comprender nuestras emociones -que aparecen espontáneamente- y otras veces, controlar nuestro grado de reacción, es decir, logramos controlar nuestra respuesta. Emociones espontáneas Nuestras emociones surgen espontáneamente y fluyen naturalmente en respuesta a un estímulo interno o externo. No podemos evitar que surjan, pero sí podemos controlar nuestra respuesta o la manera en que reaccionamos. Para ello, es importante ser conscientes de nuestras emociones y comprender en qué grado nos afectan y qué tipo de respuesta generan. Si alguien nos dice algo que nos hace sentir mal o incómodos, es importante entrar en contacto con esa emoción que despertó el comentario de la otra persona. Una vez que tomamos conciencia de la emoción que surgió, podemos controlar nuestra reacción.

Recuerde: El que pierde en una relación, es el que no logra controlar sus reacciones. Hay abusadores que tienen la virtud de hacernos perder la paciencia rápidamente. Ellos saben qué tienen que decir o hacer para que nos disgustemos. Tenga en cuenta que el abusador suele tener un propósito oculto y si usted pierde el control de sus propias emociones, estará jugando el juego que el abusador quiere que usted juegue. Un juego en el que usted saldrá perdiendo.

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La finalidad de la conducta de un abusador es confundir a la víctima y apoderarse de su poder personal. De esta manera, al abusador le resulta más fácil controlar a la víctima y dominarla para lograr lo que se propone. La idea es debilitar el criterio de la víctima, hacerla dudar de sí misma, para mantenerla bajo control. No permita que otros se apoderen de su poder personal. No dude de su propio criterio. Usted vale mucho como persona y nadie puede decirle cuánto vale o cómo debe pensar. Más casos comunes que ocurren con frecuencia en la vida real: Los siguientes ejemplos pretenden ilustrar algunos de los casos más comunes de abuso emocional que informan las personas en diferentes circunstancias y ámbitos de sus vidas. Por lo general se refieren al ámbito familiar, a la pareja y al trabajo. Como explicamos antes, también hay un tipo de abuso emocional personal, que es cuando la propia víctima abusa psicológicamente de sí misma. Esto se ve mucho en los casos de depresión, o de consumo de drogas o alcoholismo, etc. Como vimos al comienzo, en el ámbito personal, las personas que se encuentran sumamente deprimidas, suelen repetirse –incansablementeque “no valen nada”. Estas víctimas que sufren de una depresión profunda, suelen ser sus propios abusadores emocionales. Lamentablemente, no necesitan un abusador externo que les diga que no valen nada. Ellas mismas destruyen su propia autoestima, día tras día, con pensamientos negativos como: “Soy un inútil”, “Nunca lograré salir adelante en la vida” “El mundo estaría mejor sin mí", etc. EL EFECTO DOMINÓ El abuso emocional, también puede surgir como respuesta a un sentimiento de injusticia o una frustración personal. Una víctima de abuso puede, a su vez, abusar de otros para canalizar dicha frustración personal, o de abusos recibidos de otras personas.

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Por ejemplo: •

Si un estudiante está reprobando cursos en la universidad y le va mal en un examen más, y para colmo de males, el profesor le dice en tono irónico “Vuelva cuando haya estudiado”. Es muy probable que el estudiante insulte al profesor, si siente que el profesor se está burlando injustamente de él. O también, es posible que descargue su frustración en su casa (tratando mal a sus padres), en su entorno social (tratando mal a sus amigos o a su novia), etc. Es como si alguien tuviera que pagar por las experiencias negativas que él está viviendo.



En el caso del hombre cuya esposa era adicta a las "visitas telefónicas", es posible que cuando suene el despertador por la mañana para ir a trabajar, lo arroje contra la pared en lugar de apagar la campanilla, o empuje a su esposa fuera de la cama y le “ordene” que le sirva el desayuno rápido.

Cuando una persona se siente frustrada, por lo general siente ira y necesita canalizar esta energía negativa de alguna manera. Pero también, cuando una persona se siente frustrada a veces no siente ira, sino un marcado sentimiento de depresión o de apatía y acaba castigándose o abusando de sí misma. Por ejemplo: •

La esposa que hablaba todo el tiempo por teléfono, puede sentirse humillada por las agresiones de su marido y deprimirse profundamente. Puede sentirse sin ganas ni fuerza de voluntad para hacer las cosas de la casa o para cuidar de su apariencia personal, buscar un empleo, seguir una carrera, hacer algo por sí misma, etc.

A veces, algunas víctimas de abuso se sienten tan deprimidas que cometen otros tipos de abuso emocional, por ejemplo con sus hijos. Puede suceder que no los atiendan ni se ocupen de ellos, dejándolos “hacer lo que quieran” debido a que ellas (las víctimas de abuso) no se sienten capaces de poner límites o de hacerse cargo de las tareas que le competen respecto de la crianza de sus hijos. Así, en el ejemplo del principio, el empleado que es humillado por el jefe en su trabajo, puede sentirse incapaz de poner límites en su casa. O puede sentirse muy frustrado profesionalmente o sentir que no vale nada como persona. Al llegar a su hogar, quizás le haga pagar el precio a su pareja, o su esposa, o a sus hijos, ya sea agrediéndolos o ignorándolos. Ignorar a alguien, también puede ser una manera de agredir

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Ignorar a alguien o ignorar las necesidades de una persona, también constituye una forma de abuso emocional. Quizás sea la manera más dolorosa de agredir a otros. Es por esto que, a veces, algunas personas prefieren soportan el abuso emocional explícito (verbal o físico, etc.) antes que ser ignoradas. Prefieren recibir caricias de lástima o migajas de afecto antes que indiferencia, y es por eso que permiten que el abuso tenga lugar. No conocen otras maneras saludables de relacionarse con los demás. Esto es similar a aquellas victimas de relaciones abusivas que prefieren vivir con un abusador antes que vivir solas. (No me ignores, existo, te necesito para que mi existencia tenga valor). Hay otra manera de ignorar que se usa como medida de protección, por ejemplo, cuando una persona es víctima de acoso. Lo ideal es confrontar al acosador y ponerle un límite claro, pero a veces, algunas víctimas prefieren ignorar la existencia del acosador, ya que en algunas situaciones, el acosador se aburre al no encontrar una respuesta y deja a la víctima en paz. Algunas personas piensan que ignorar a otra persona es inocuo, es decir, que no causa ningún daño, pero la verdad es que a veces, ignorar a otra persona puede causar un daño emocional importante, y en el caso de las víctimas que ignoran a un acosador, puede ser contraproducente ya que, a veces, éste insistirá en saber “qué pasó", o si la víctima aún “vive”. El tratamiento del silencio es otra de las maneras de ignorar a una persona. Consiste en no dirigirle la palabra. Es algo bastante infantil, pero muchas personas recurren a esto. Las dos caras de una misma moneda Hay otro tipo de personas, (tanto abusadores como víctimas), que logran mantener el control de sus emociones en público, pero dan rienda suelta a sus emociones más intensas en privado. •

Hubo un caso en que un odontólogo que vivía con su esposa, su hija y su suegra, aparentaba ser un hombre sumiso y callado. Nadie hubiera podido imaginar que un día, cansado del maltrato emocional que recibía en su casa, tomó un arma y asesinó a las tres mujeres que vivían burlándose de él: la esposa, la hija y la suegra.

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A veces las personas “embotellan” sus emociones durante largo tiempo, hasta que un día “estallan” en una reacción desmedida o exagerada. Son como aquellas personas que por cualquier cosa arman un escándalo y uno nunca sabe en qué minuto van a hacer una escena en público que nos avergonzará. Cuando la reacción de una persona no es coherente con respecto a un problema o a una situación dada, ya sea porque exagera o minimiza (o ignora) el impacto de su reacción, es probable que estemos frente a una persona que acostumbra a manipular de diferentes maneras. Distintos tipos de manipulación Algunas personas manipulan a otras intimidándolas sutilmente, otras manipulan a través de la lástima, otras apelan al (falso) sentido común, etc. y otras son más agresivas y usan la intimidación. La esencia de la manipulación es esconder u ocultar su objetivo final, el que será alcanzado mediante el ejercicio del control sobre los demás. Por eso es muy importante prestar atención a lo que dice y hace una persona. Con un poco de práctica, aprendemos a leer entre líneas y a detectar acciones y reacciones que no parecen ajustarse a lo normal. Aprendemos a interpretar aquello que no se dice, aquello que permanece esencialmente oculto. Los hábiles manipuladores suelen tardar un poco más de tiempo en mostrar señales más claras o evidentes de sus manipulaciones, pero tarde o temprano, sus acciones o palabras delatan sus propósitos. Como veremos más adelante, el lenguaje verbal y el lenguaje corporal suelen dar algunos indicios que permiten detectar a los manipuladores más sutiles. A veces, las personas que no son sinceras o no quieren que se revelen sus verdaderos propósitos, suelen hablar ambiguamente u omitiendo cierta información, o bien suelen emplear términos generales que no especifican mucho, pero que obligan a los demás a sacar sus propias conclusiones. Por lo que refiere a lo corporal, algunos gestos como taparse o tocarse la boca con los dedos o con algún objeto que sostengan en sus manos (un lápiz, por ejemplo), puede ser un indicador de que algo se está omitiendo o tergiversando. Preste atención. Estudie los códigos y las señales del lenguaje no verbal.

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CAPÍTULO III

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CAUSAS PROBABLES Como mencionamos anteriormente, la frustración es una de las principales causas que llevan a una persona a canalizar sus emociones negativas abusando de otras. Pero también, hay personas que pueden mostrar una conducta abusiva debido a problemas de salud mental específicos. Analicemos un poco las frustraciones de las personas y sus posibles trastornos psicológicos. ¿De dónde surgen las frustraciones? Con frecuencia nacen de expectativas muy altas o no realistas. De las idealizaciones. De la falta de un criterio certero. Y también de una comunicación deficiente. Con frecuencia, las personas tienden a tolerar incidentes menores y acumulan tensiones que luego se traducen en un acto de abuso emocional hacia otra persona. Vivir en contacto con la realidad es crucial para evitar caer en una situación de abuso emocional. Al hablar de “la realidad” nos referimos a la realidad objetiva, la realidad concreta, la realidad tal cuál es, a los hechos tangibles. Aun cuando cada persona tenga una percepción propia de la realidad, hay una realidad objetiva que existe por sí misma e independientemente de cómo la perciba cada persona. Un ejemplo simple: •

Si coloco un termómetro en una habitación y marca 20 grados Celsius, la realidad es ésa. Yo puedo sentir mucho calor y pensar que hay una temperatura de 25 o 30 grados, mientras que otra persona puede sentir frío y pensar que hay menos de 20 grados en la misma habitación. Cada uno percibe una sensación térmica diferente, pero la realidad es que el termómetro (si funciona correctamente) marca 20º C y ése es un hecho concreto, real y tangible.

Del mismo modo, podemos idealizar a una persona y creer que nos ayudará a solucionar todos nuestros problemas. Nos auto engañamos según nuestras propias necesidades, hasta que finalmente, la realidad nos golpea y nos demuestra que esa persona no era como aquella que idealizamos. Y, ciertamente, esa persona no nos va a ayudar a resolver ningún problema. La falta de contacto con la realidad y el auto engaño son fuentes importantes de continua frustración. No obstante, es importante recordar que, más allá de que nosotros idealicemos o juzguemos erróneamente a una persona, los abusadores 94

suelen abusar de los demás independientemente de la imagen que nosotros nos hayamos creado de ellos. El hecho de que un abusador abuse de una víctima no se debe a algo que la víctima haya hecho o dejado de hacer. El abusador existe y abusa de otras personas, independientemente de la existencia de la víctima. Entre las causas que originan el abuso emocional, vimos que la frustración era una de ellas, mientras que otra causa posible son los diferentes trastornos psicológicos que puede sufrir un abusador. Asimismo, hablamos de la diferencia entre la “maldad” y la “enfermedad mental”. Para algunos profesionales de salud mental, la persona que abusa de otra siendo totalmente consciente de lo que hace, presenta un problema de valores morales, integridad, ética, etc., mientras que las personas que no son totalmente conscientes del daño que causan, presentan problemas de salud mental. Pero aún así, algunos psicólogos y psiquiatras (y otros profesionales) consideran que la “maldad” es una forma de “enfermedad mental”. En los capítulos anteriores explicamos brevemente, que hasta los jueces y abogados, a veces enfrentan el problema de tener que decidir si un delincuente irá a la cárcel o a una institución mental. Ya sea que el hecho de tener conciencia del abuso que se comete se clasifique o no como un trastorno de personalidad, aquí explicaremos de un modo amplio y general, las clasificaciones habituales de los diferentes trastornos de la personalidad. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Aquí presentamos una de las clasificaciones generales más usadas por los profesionales del campo de la salud mental: I.

Trastornos psicológicos (clasificación general) 1. Trastornos depresivos (como el trastorno bipolar o trastorno maníaco-depresivo, la depresión) 2. Trastornos de ansiedad (como las fobias, el trastorno obsesivocompulsivo, la agorafobia, las crisis de angustia, o el trastorno por estrés postraumático, trastorno de ansiedad generalizada) 3. Trastornos somatoformes (hipocondría, trastorno de somatización) 95

4. Trastornos disociativos (trastorno de personalidad múltiple, amnesia, trastorno de despersonalización, trance y posesión) 5. Trastornos sexuales: por ejemplo, exhibicionismo, fetichismo, masoquismo, sadismo, travestismo, voyeurismo o las disfunciones sexuales (deseo inhibido, aversión al sexo, anorgasmia, impotencia, eyaculación precoz, etc.) 6. Trastornos del sueño (insomnio, pesadillas nocturnas, sonambulismo) 7. Trastornos facticios (como el síndrome de Münchhausen) 8. Trastornos del control de impulsos (cleptomanía, trastorno explosivo intermitente, piromanía) 9. Trastornos de adaptación (con ansiedad, con estado de ánimo deprimido, mixto, etc.) 10. Factores psicológicos que afectan al estado físico 11. Trastornos de la personalidad (analizaremos algunos de ellos, más adelante) 12. Códigos V (simulación, problemas interpersonales, duelo patológico, problemas funcionales, rol de enfermo, etc.) Además de la clasificación estándar general, el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, cuarta edición (DSM-IV) señala una clasificación específica de los trastornos de la personalidad, clasificándolos en tres grupos llamados A, B y C. II. Trastornos de la Personalidad

¾ • • •

¾ • •

Grupo A (trastornos raros o excéntricos) Trastorno paranoide de la personalidad, personalidad paranoide. Trastorno esquizoide de la personalidad, personalidad esquizoide. Trastorno esquizotípico de la personalidad.

Grupo B (trastornos dramáticos, emocionales o erráticos) Trastorno antisocial de la personalidad, personalidad antisocial (también considerado como carácter sociópata o psicópata).4 Trastorno límite de la personalidad, personalidad límite o Borderline.

4 Algunos profesionales de la salud mental diferencian los trastornos de la personalidad de los llamados “trastornos de carácter”. A los sociópatas o psicópatas, por ejemplo, los ubican dentro de los trastornos de carácter, en lugar de considerarlos dentro del grupo del trastorno de la personalidad antisocial.

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• •

¾

Trastorno histriónico de la personalidad, personalidad histriónica o histrionismo. Trastorno narcisista de la personalidad, personalidad narcisista.

Grupo C (trastornos de ansiedad o temor) • • •

Trastorno de la personalidad por evitación, personalidad fóbica. Trastorno de la personalidad por dependencia, personalidad dependiente. Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad, trastorno anancástico de la personalidad o personalidad obsesivacompulsiva.

Los abusadores que padecen algún trastorno de la personalidad, por lo general suelen exhibir trastornos del grupo B, o bien, una variedad del trastorno obsesivo-compulsivo del grupo C. Por otro lado, las víctimas suelen presentar características muy similares a aquellas que presentan las personas que padecen el “trastorno de la personalidad por dependencia o personalidad dependiente”. (Ampliaremos más sobre este trastorno, más adelante). Otras causas comunes del abuso emocional Ahora bien, a continuación citaremos algunas otras causas probables que llevan a una persona (el abusador) a cometer actos de abuso emocional, y a otra persona (la víctima) a permitirlos, inconscientemente: • • •

• •

Complejo de inferioridad del abusador o de la víctima. Baja autoestima. Sentimientos de frustración, ira, u otras emociones negativas que no se logran procesar adecuadamente. Malos modelos de referencia durante la niñez. Un abusador puede haber sido víctima de abuso emocional o haber sido testigo de una relación abusiva. Problemas propios no resueltos que llevan a la depresión o a la agresión. Incapacidad intelectual o evolutiva (o inmadurez emocional) que le impiden comprender y emplear maneras diferentes de relacionarse con los demás, de un modo saludable.

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• • • •



Necesidad de ejercer el control sobre otras personas o de ser controlados (inseguridad propia inconsciente). Inseguridad o falta de confianza en uno mismo (consciente). Falta de control de las emociones y reacciones propias. Falta de aceptación de una actitud poco ética, y trastornos morales o de carácter que llevan a un abusador a ejercer un control permanente Falta de conocimiento de información clave sobre el abuso emocional.

También hay que tener en cuenta otros factores igualmente importantes, como las presiones sociales o al impacto debido a las diferencias entre los distintos valores culturales, las diferentes creencias religiosas y/o políticas, las tradiciones, el entorno social, el contexto familiar, y la personalidad de cada persona, forjada por las experiencias de vida que ha tenido. Cada persona es única Típicamente, un niño que se cría en el seno de una familia tradicional (de mentalidad muy conservadora), crecerá con valores muy diferentes a los de un niño que se cría en una familia menos convencional (con una mentalidad más liberal). Además, hay países, dónde culturalmente, es “incorrecto” que dos mujeres se sienten juntas a tomar un café en una cafetería o un restaurante, sin estar acompañadas por un hombre. En ese tipo de países, el hecho de que un hombre no le permita a una mujer salir a tomar un café con una amiga, no se considera un abuso restrictivo, ya que según sus propias tradiciones culturales, “no es correcto que dos mujeres salgan solas”. En otros países, si un hombre no le permite a una mujer salir a encontrarse con una amiga para conversar y tomar un café, se considera que el hombre está restringiendo y violando los derechos y la libertad de la mujer. Por esta razón, el aspecto cultural es muy importante. E igualmente lo es el nivel intelectual o el grado de desarrollo cognitivo de las personas. Si una madre o un padre viven exigiéndole demasiado a un hijo, que sufre un leve retraso evolutivo o mental, entonces están abusando emocionalmente del niño. Debido a su retraso, el niño no podría nunca (ni aunque quisiera) satisfacer las expectativas de sus padres. 98

Son numerosos los casos donde las víctimas tienden a vivir fuera de la realidad, al punto de creer que la vida es un cuento de hadas. Muchas mujeres suelen pensar que si provocan los celos de su pareja, su pareja hará lo que sea necesario con tal de recuperarlas. En la mayoría de los casos, su pareja no sólo no hará nada por recuperarlas, sino que encontrará una magnífica excusa para terminar la relación. La necesidad de afecto de algunas personas puede llevarlas a perder a quienes son sus parejas o a las personas con las que desearían tener una relación de pareja. Errores de criterio De igual manera, hay hombres que para llamar la atención de su pareja tienen un “affaire” con otra persona, pensando que así su pareja los valorará más y le prestará más atención. Lo que esto hace es que la relación ya no sea la misma, ya no habrá confianza. Además, es muy posible que a la pareja de ese hombre no le interese tener una relación abierta o compartir a su compañero con otras personas. Otros errores de criterio comunes tienen que ver con la falta de aceptación personal. Hay personas que piensan que para ser aceptadas por sus amigos, o por la sociedad, deben satisfacer determinado perfil social. Así, del mismo modo que ocurre con muchos adolescentes, hay adultos que tienen una imperiosa necesidad de aprobación y aceptación externa y por consiguiente, necesitan pertenecer a determinado círculo social. Esto tiene un precio, claro. Para ser aceptados dentro de dicho círculo deberán cumplir con determinadas pautas. Por ejemplo, si una pareja ve que sus vecinos se van a esquiar a Suiza, ellos no querrán ser menos y se endeudarán o harán lo que sea para ir a esquiar allí, también. En el afán de no ser menos que sus vecinos, es posible que la pareja descuide las necesidades de sus hijos. No importa si los niños tienen celebran algún evento familiar en la escuela, o incluso si es el cumpleaños de alguno de ellos; los padres priorizarán su viaje para poder estar a la altura de sus vecinos, en lugar de emplear un criterio sensato y decidir si vale la pena o no incurrir en ese gasto monstruoso o cuán importante es para sus hijos que ellos acudan al evento familiar de la escuela. Es común ver padres adultos que se comportan como adolescentes y compiten con sus vecinos, descuidando las necesidades emocionales o 99

económicas de sus hijos. Los padres emplean un criterio erróneo que desvirtúa la realidad. Sus prioridades se centran en sus necesidades personales, en lugar de pensar a favor del mejor interés de sus hijos o de la familia, en general. Esto es similar a cuando uno de los padres sale corriendo detrás de un amante y abandona las necesidades de su familia original. Lamentablemente, suele ser bastante común encontrar padres que limitan económicamente a su esposa e hijos para poder satisfacer las demandas económicas de su amante. Del mismo modo, algunas madres no dudan en dejar a sus niños solos, con el propósito de poder pasar la mayor cantidad de tiempo posible con su amante. Son muchas las personas adultas que abusan de los niños debido a un criterio totalmente erróneo. Luego, más tarde en la vida, no comprenden por qué los hijos les “pasan la cuenta”. ¿Qué esperaba? •

Una agencia de servicios sociales gubernamental le quitó a una madre la tenencia de sus hijos debido a que no logró protegerlos contra un padre abusivo. El padre no golpeaba a los niños ni a la madre, no había agredido físicamente a nadie, no se trataba de un caso de violencia familiar. Pero, a veces, el padre consumía drogas delante de los niños y les vendía drogas a otras personas conocidas o que vivían en el vecindario. El padre fue arrestado por la policía y sentenciado a un año de cárcel por posesión, consumo y tráfico de drogas. La madre envió a sus hijos a vivir temporalmente con un familiar para poder ahorrar hasta el dinero de la comida de los niños y así pagar la fianza para que su marido saliera de la cárcel anticipadamente. Por estas razones, la agencia de servicios sociales le quitó la tenencia de los niños a la madre. Pero también, le ofrecieron a la madre ingresar en un programa gratuito de educación para padres y le impusieron ciertas condiciones para asegurar la protección de sus hijos. Una de estas condiciones era que no debía volver a vivir bajo el mismo techo con el padre que consumía y vendía drogas. Sin embargo, en una de las entrevistas, la madre reveló que acababa de pagar la fianza y ahora que su marido sería liberado, volverían a vivir juntos bajo el mismo techo. Cuando la agencia de servicios sociales le explicó a la madre que, bajo esas circunstancias, no podían restituirle la tenencia de sus hijos, la madre se enfureció.

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Pero, esta mujer ¿qué esperaba? Esta madre priorizaba las necesidades de su marido delincuente a las prioridades básicas de sus propios hijos. ¿Cómo podía esperar que le restituyeran la custodia de sus hijos si se los habían quitado, precisamente por no lograr protegerlos de un padre abusador? De nuevo, son muchas las personas que “en lugar de pensar con la cabeza, piensan con los pies”. Lo peor es que después, culpan a los demás por las malas decisiones que ellas mismas toman. ¿Cuándo se debe pedir ayuda a un profesional? Cualquiera sea la causa del abuso emocional, es importante comprender que no siempre un abusador es capaz de cambiar su patrón de conducta, y que muchas veces la necesidad que tiene la víctima de creer que el abusador puede llegar a cambiar y que la relación podría mejorar, hace que la relación abusiva continúe indefinidamente, cumpliendo el típico ciclo del abuso emocional, una y otra vez. En estos casos, es importante que la víctima solicite ayuda profesional. Además, para conocer con precisión las causas del abuso emocional no basta con estudiar detalladamente los distintos tipos de personalidad y trastornos de personalidad, es necesario consultar a un profesional de salud mental, quién podrá darnos un diagnóstico preciso, basado en entrevistas y/o evaluaciones psicológicas que realice. Los profesionales de salud mental cuentan con amplios conocimientos y una extensa trayectoria clínica que les brinda la objetividad y el enfoque profesional necesarios, que las personas comunes carecen. Un buen terapeuta podrá diferenciar entre un abusador que realmente no es consciente del abuso que comete, de un abusador que es un sociópata; es decir, que comete actos de maldad y niega sus acciones. De este modo, el terapeuta podrá recomendar el tipo de tratamiento más eficaz, según el caso. A veces, los problemas de abuso emocional son mucho más leves y las personas pueden resolverlos conversando abierta y honestamente. Pero se debe tener mucha claridad de pensamiento y mucha objetividad, como también, se debe contar con mucha información de alta calidad para poder resolver estos problemas sin ayuda profesional.

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Veamos algunos ejemplos: •

Si una persona es víctima de abuso verbal y acoso emocional en el lugar de trabajo, lo más probable es que esa persona renuncie a su empleo y busque un empleo dónde se sienta valorada y respetada. Es probable que esta persona no haya recurrido a una terapia para tomar la decisión de cambiar de empleo. También tiene la opción de elevar el problema al Departamento de Recursos Humanos y, seguramente, no habrá ninguna necesidad de consultar a un terapeuta profesional.



Un adolescente que es víctima de burlas y de abuso emocional constante dentro de cierto grupo social, posiblemente deje de formar parte de ese grupo dónde es descalificado permanentemente. O bien, cuando un adolescente vive en el seno de una familia disfuncional, dónde el abuso emocional es moneda corriente, no es de sorprender que huya del hogar a una temprana edad, sin haber pedido ayuda a un terapeuta profesional. A veces, los adolescentes se apoyan en el consejo de otros adultos. Por ejemplo, pueden pedirle ayuda a un consejero escolar, un mentor o un clérigo. Cuando un adolescente no encuentra un ambiente positivo, protector y de contención en su propio hogar, es posible que busque ayuda en su comunidad. Algunas terapias suelen ser económicamente inaccesibles para un adolescente, por lo que éste buscará encontrar una solución empleando otros recursos válidos.



En el caso de una mujer que es maltratada física y/o psicológicamente por su pareja, la mujer puede decidir terminar esa relación, sin que se lo tenga que sugerir un psicólogo. A veces, el simple consejo de una persona amiga que tenga muy buen sentido común, puede ser suficiente para comprender que la relación no era saludable y que lo mejor era terminar con ella.

Es decir, la ayuda profesional es importante, pero algunas veces, las personas son capaces de tomar las decisiones correctas o más adecuadas, al detectar indicios de una situación de abuso emocional, sin necesidad de hacer una terapia. El ser humano tiende a buscar su bienestar emocional. Cuando no nos sentimos valorados o respetados en un lugar, lo más natural es que nos inclinemos por alejarnos ese lugar o terminar una relación con una persona (o varias) que no nos tratan bien. Esto es normal y no siempre requiere que la víctima haga una terapia para poner un límite saludable que le ayuda a preservar su salud emocional. Cuando los casos son más graves, entonces conviene consultar a un profesional (psicólogo, consejero matrimonial, terapeuta de familia, etc.)

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Cuando las cosas no son tan simples como parecen Lamentablemente, hay abusadores muy hábiles que logran confundir y desorientar a sus víctimas de modo tal, que las víctimas tienden a creer que ellas son las culpables de la conducta abusiva del abusador. Recuerde que los abusadores evitan todo tipo de responsabilidad por sus propios actos de abuso. Y la situación puede empeorar más cuando la víctima busca justificar la conducta del abusador. Muchas veces, las víctimas sólo están buscando una explicación ante la conducta del abusador porque es doloroso admitir que una persona pueda causar tanto daño como lo hace un abusador. Los abusadores más agresivos culparán a la víctima y tergiversarán los hechos, con el propósito de obligar a la víctima a aceptar una culpabilidad que no le compete. O bien, negarán cualquier acción dañina que lleven a cabo. Los más sutiles, pretenderán desentenderse del tema, minimizarán las reacciones de la víctima, le restarán importancia o ignorarán sus sentimientos, y lo que es peor aún, pretenderán no comprender de qué está hablando la víctima. Este tipo de abusadores suele “tirar la piedra y esconder la mano”. Son los que invariablemente juegan a “tonto” y acaban clavándole el puñal por la espalda a la verdadera víctima del abuso. En este caso sus frases preferidas son: • • • • •

Realmente no sé de qué estás hablando Realmente no logro comprender qué te pasa No entiendo por qué te sientes así No entiendo a qué viene tu reclamo Realmente creo que estás exagerando

En el caso de los abusadores que son conscientes del daño causan, las frases (o excusas) que citamos anteriormente podrían traducirse de la siguiente manera: • • • •

Realmente sí sé de lo que estás hablando, pero me niego a reconocer que tienes razón Realmente comprendo cómo te sientes y ése es el objetivo de mi manipulación Entiendo cómo te sientes, pero no pienso aceptar ninguna responsabilidad por ello Entiendo lo que reclamas y sé que tienes razón, pero no lo admitiré 103



Realmente sé que no exageras, pero no pienso admitir que estás en lo cierto

Nota: Las personas que sufren algunos problemas de salud mental, pueden no tener conciencia de lo que hacen o dicen. Por eso, es importante tener presente que algunas personas abusan de otras inconscientemente, mientras que otras abusan de los demás siendo totalmente conscientes de sus manipulaciones. EL ABUSO CONSCIENTE ¿Qué diferencia hay entre un abuso emocional consciente y uno inconsciente? Quizás, ésta sea una de las preguntas más frecuentes que se hacen las víctimas de abuso emocional. Normalmente, las personas que no padecen ninguna enfermedad mental, suelen ser capaces de distinguir entre el bien y el mal, o lo correcto y lo incorrecto en su vida diaria. Cuando una persona que no está mentalmente enferma y puede distinguir entre el bien y el mal, comete un acto reprochable, guiada por sentimientos de venganza, podemos afirmar que esa persona está cometiendo un abuso emocional consciente. Está causando un daño a otra persona con el sólo fin de lograr un resarcimiento personal de algún tipo. Veamos el siguiente ejemplo: •

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Un hombre había engañado a su esposa durante muchos años con distintas mujeres. Un día la esposa se hartó de la situación, pero en lugar de terminar la relación matrimonial, decidió pagarle con la misma moneda y se buscó un amante. El esposo se enteró y decidió vengarse. Grabó las conversaciones telefónicas entre su esposa y el amante de ella y le envió las grabaciones a la familia del amante. El amante de la esposa era un hombre casado, con hijos pequeños. El hombre que originalmente engañaba a su esposa (y terminó siendo engañado) causó muchísimo daño a la familia del amante de la esposa con las grabaciones que envió. Por supuesto que la responsabilidad del daño inicial lo originaba el propio amante al mantener una relación clandestina con la esposa del hombre abusador, pero la venganza de este último, devastó emocionalmente a los hijos del amante de la esposa, como también a los propios hijos de la pareja que se engañaba mutuamente. El daño colateral con el sólo fin de satisfacer una venganza personal, fue enorme. Tanto el esposo engañado y engañador, la esposa

incapaz de terminar con un matrimonio menos que deseable y que optó por pagarle al marido con la misma moneda, como el amante casado y con hijos, a quién no le importó mantener una relación con una mujer que también era casada y tenía hijos, mostraron tres tipos de abusadores altamente egoístas, que sólo pensaron en satisfacer sus propios deseos y necesidades, y quienes buscaron vengarse de otra persona, sin tener en cuenta a cuántas personas más dañaban por el camino. El ejemplo anterior quizás sea una de las maneras más enfermizas que tienen las personas de establecer relaciones. El marido que engañaba a la esposa y acabó siendo engañado, no pudo soportar que su esposa le pagar con la misma moneda y decidió vengarse. Esta venganza no fue un acto “inconsciente”. El marido engañado sabía perfectamente lo que estaba haciendo al grabar las conversaciones entre su esposa y el amante, como también, al enviarle a la familia del amante esas grabaciones. Los actos de venganza, como el hecho de pagar con la misma moneda (una respuesta altamente perjudicial) como la venganza del marido engañado, son actos conscientes. Las personas saben que lo que están haciendo no es lo correcto, no es adecuado y no es saludable. Sin embargo, eligen libremente proceder de esa manera. La justificación del abuso No obstante, muchos abusadores, prefieren cometer este tipo de bajezas y actos de maldad, y esperan que los demás acepten los hechos, ya que siempre tendrán una justificación para actuar o proceder mal, sin importar a quién dañan como consecuencia de sus acciones y sus errores de criterio. Así, la esposa engañada justifica su infidelidad diciendo que su marido la había engañado también durante mucho tiempo y con distintas mujeres, mientras que ella “sólo tuvo un (1) amante” (como si esto justificara su manera de actuar). Pagar con la misma moneda no conduce a nada, sólo suma problemas a un matrimonio que nunca funcionó. Además, hiere a los hijos y destruye una familia. Por otro lado, le dio motivos al marido para contraatacar y vengarse lastimando a la familia del amante de su esposa. También le dio al marido la excusa perfecta para terminar con su matrimonio adoptando el rol de víctima (el del “pobre” esposo engañado) cuando, en realidad, durante la mayor parte de su vida, este hombre había sido un verdadero abusador emocional. 105

El amante de la esposa acusará al marido engañado de causar un profundo dolor en su familia debido a las grabaciones que envió. Si bien esto es cierto, nadie obligó a este amante a involucrarse con otra mujer, lo que ayudó a destruir su propia familia. Por mucho que el amante quiera echarles la culpa a los demás, este hombre nunca respetó a su familia, ni le preocupó proteger el bienestar emocional de sus hijos. Tampoco respetó a la familia de la mujer casada no le importó el daño colateral que sufrieron los hijos de ella. El marido engañado justificó todas sus acciones como lo había hecho siempre. En el pasado, había justificado sus reiteradas infidelidades alegando que su esposa era frígida. En el presente, justificaba el acto de maldad (enviar las grabaciones a la familia del amante de su esposa), asumiendo el rol de víctima... "el pobre marido engañado". Y lo peor de esto, es que para grabar las conversaciones entre su esposa y el amante de ella, le pidió ayuda a uno de sus hijos mayores. Involucrar así a los hijos es uno de los actos de cobardía más bajos y nocivos que un padre puede cometer contra sus propios hijos. Esto es similar a cuando los padres delincuentes, hacen partícipes a sus hijos de ciertos actos delictivos. Un padre mentalmente saludable no involucra a los demás en este tipo de actividades. ¿Relaciones abiertas o cerradas? Algunos países del mundo admiten la poligamia, otros no. Pero incluso aquellos países que aceptan la poligamia, sólo la aceptan en una sola dirección: un hombre puede casarse con muchas esposas, pero no sucede al revés. Más allá de las diferencias culturales entre las sociedades polígamas y las monógamas, las relaciones entre las personas pueden ser abiertas o cerradas según las pautas que establezcan de común acuerdo los integrantes de dichas relaciones. En una relación monógama, dónde ambas partes se comprometen sinceramente a forman una relación y son libres de continuar formando parte de dicha relación o no, cuando quieran, las pautas se establecen de un modo adulto y honesto. Las personas no se sienten comprometidas o endeudadas emocionalmente porque han firmado una libreta de 106

matrimonio, o porque han comprado una vivienda en común, o porque celebraron su compromiso a través de alguna reunión familiar o con amigos, dónde intercambiaron anillos o votos de fidelidad. Las relaciones de pareja auténticas, al igual que las amistades, las relaciones de negocios, etc. se basan en la buena fe y la integridad de sus participantes. Cuando los integrantes de una relación son honestos y expresan libremente las pautas sobre las que se va a establecer esa relación y están de acuerdo con las mismas, entonces es difícil que se corra el riesgo de sufrir un abuso, un engaño o una estafa, ya sea emocional, monetario, etc. Las personas que consienten, de mutuo acuerdo, establecer una relación abierta, saben cuáles son las pautas de esa relación o las “reglas del juego”, y son libres de aceptar o rechazar esas pautas pactadas de mutuo acuerdo. Independientemente de que se trate de relaciones heterosexuales u homosexuales, en condiciones normales, las personas deberían ser libres de elegir el tipo de relación que desean para sí mismas en su vida, sin supeditar sus relaciones personales a las expectativas de otras personas. Cabe tener en cuenta lo que citamos anteriormente: no todas las culturas aceptan la libre elección de las personas. Ahora bien, cuando las relaciones se establecen sobre la base del engaño y la mentira, entonces se produce un desequilibrio y surgen situaciones abusivas profundas que, normalmente, causan mucho daño emocional. Si en una pareja, uno de los integrantes expresa que su intención es la de establecer una relación monógama y cerrada (sin participación de terceras partes) y el otro integrante simula estar de acuerdo, pero en realidad no lo está, es muy probable que el integrante que no fue honesto acabe buscando a otra persona fuera de esa relación. Las mentiras no tienen mucho sentido. Tarde o temprano se descubren. La fidelidad en una pareja puede ser muy importante, poco importante o nada importante para las distintas personas, pero lo que sí es importante es proceder de un modo genuino y no tergiversar el tipo de relación que se busca o se desea. Ser honestos con respecto al tipo de relación que queremos establecer, implica un profundo sentido de respeto por uno mismo y de respeto por los demás.

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Engañar a otra persona es una verdadera pérdida de tiempo. Normalmente, las personas que engañan a otras son personas débiles con tienen suficiente confianza en sí mismas para expresar el tipo de relación que desean, o bien personas que presentan un determinado grado de cinismo y quieren “cumplir con la sociedad”, manteniendo una fachada y haciendo lo contrario a espaldas de los demás; o bien, personas que carecen de cualquier tipo de sentimiento de empatía o consideración por los demás y no sólo no se respetan a sí mismas, sino que tampoco respetan a los demás. Lo que “está bien o mal” en una relación, es algo que lo determinarán los integrantes de la misma. Por supuesto que todos comprendemos que hay cosas que –decididamente- están mal, como por ejemplo: matar, robar, estafar, engañar, mentir, atacar físicamente a alguien o abusar emocionalmente de otra persona. Pero la decisión de mantener una relación abierta o cerrada, es propia de cada persona y si está “bien o mal” dependerá de los valores personales y el criterio de cada uno. Algunas personas estarán de acuerdo con las relaciones abiertas (o cerradas), mientras que otras no lo están. Las elecciones dependen de cada persona, quienes tomarán sus decisiones basadas en sus propios valores personales. Lo que sí daña una relación es la deshonestidad. Forzar a una persona a mantener un tipo de relación (de pareja, comercial, etc.) que no es la que la otra persona desea, equivale a abusar emocionalmente de esa persona. Recuerde: Sus derechos terminan allí dónde empiezan los de los demás.

CONSECUENCIAS TÍPICAS Las consecuencias del abuso emocional son muy diversas. Pueden ir desde la depresión y el síndrome de estrés post-traumático, hasta conductas agresivas y/o adictivas, como el consumo de drogas o alcohol, el abuso emocional o físico y la agresión verbal y física hacia otras personas; e incluso, hasta conductas extremas como el suicidio. Entre las consecuencias más comunes podemos citar: • •

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Sentimiento de vacío emocional o afectivo Sentimiento de no merecer nada mejor en la vida

• • • • • • • • • • • • • • •

• • • •

Sentimiento de fracaso personal Agresión hacia otras personas debido a la frustración propia Apego al abusador, sentimientos de opresión o falta de libertad Asumir las críticas negativas y los comentarios de descalificación como si fueran ciertos Auto engaño, necesidad de creer en el abusador, temor a ser abandonado Depresión e inseguridad Deterioro gradual de la autoestima Fallas en la manera de pensar Falta de confianza en sí mismo o en los demás, paranoia. Pérdida de la identidad Trastornos de ansiedad, pesadillas, fobias, dudas persistentes Problemas para funcionar correctamente en la familia, en la sociedad o en el trabajo Sentimientos de culpa, tristeza, soledad. Temor a hablar con otras personas acerca del abuso emocional Tendencia a repetir los patrones de conducta aprendidos, en sus relaciones futuras, ya sea asumiendo el rol de víctima o el del abusador. Trastornos alimenticios (bulimia o anorexia). Trastornos del sueño (insomnio o necesidad de dormir excesivamente) Úlceras, ataque cardíaco, otras somatizaciones. Adicciones (drogas, alcohol, tabaco, juego, compras compulsivas)

Como ya vimos, las consecuencias del abuso emocional, a veces no afectan a una sola persona (la víctima), sino que pueden tener un efecto dominó porque pueden afectar a otras personas que dependen de la víctima. Otros ejemplos del “efecto dominó” o daño colateral: •

En un ambiente laboral, el abuso emocional de un sólo empleado puede afectar el funcionamiento de un equipo de trabajo, o los resultados de un proyecto o la productividad de una empresa. Los recursos humanos son, quizás, los recursos más valiosos de una empresa o de un negocio. Normalmente, los empleados trabajan en equipos o en grupos que se interrelacionan entre sí o dependen el uno del otro. Por eso, cuando un empleado es víctima de abuso emocional (o mobbing, acoso o maltrato psicológico en el ámbito laboral) su rendimiento disminuye y su relación con los demás se deteriora. 109

Actualmente, las empresas hacen todo lo posible por hacer sentir bien a sus empleados. Aunque en el pasado, el concepto era completamente diferente, hoy son muchas menos las empresas que se rigen por la “ley del rigor” y son muchas más las empresas que buscan proteger la salud emocional de los trabajadores. Estas empresas se basan en la idea de que un empleado contento trabaja mejor, produce mejores resultados y es un mejor recurso para el negocio. •

En un ambiente académico, por ejemplo, un director o rector que es muy severo o injusto con los profesores, hará que estos se sientan menospreciados injustamente. Así, los profesores no tendrán ganas de enseñar sus lecciones. Esa negatividad y falta de motivación será transmitida a los estudiantes, quienes a su vez, se formarán una imagen negativa de los profesores y/o de la institución académica.



En una familia, una madre que es incapaz de poner límites saludables a sus hijos y que vive amenazándolos, diciéndoles “Ya verán cuando regrese su padre de trabajar”, no sólo consigue que sus hijos le pierdan el respeto por la amenaza de contarle al padre los problemas diarios, sino que también promueve una relación negativa entre los hijos y el padre. Esto genera desconfianza, malestar, ansiedad, depresión, angustia y una muy mala relación entre los miembros de una familia.

Uno de los mayores peligros con respecto a las consecuencias del abuso emocional, es que algunas personas no tienen real conciencia de que están siendo abusadas emocionalmente. Este tipo de violencia invisible va deteriorando su autoestima y su manera de pensar. Deteriora su manera de funcionar, de relacionarse con los demás, de comprender qué es lo que está sintiendo y qué es lo que funciona mal o cuál es el impacto que el abuso tiene en su vida de relación, etc. En general, a ninguna persona le gusta ser víctima de abuso. Diríamos que prácticamente nadie disfruta de una relación abusiva. La mayoría de las víctimas de abuso emocional continúan vinculadas a un abusador porque, por lo general, no comprenden qué es lo que constituye una relación saludable y qué constituye una relación abusiva o no saludable. Tolerancia al abuso Muchas veces, cuando las víctimas de abuso emocional comienzan a sufrir las consecuencias de un abuso constante, llegan a alcanzar un punto en el que "ya no pueden soportar más". El nivel de tolerancia al abuso varía de una persona a otra y de una situación a otra. Ese punto de no poder soportar más es similar al punto de “tocar fondo” de los alcohólicos o los 110

drogadictos. Cuando dicen que ya no pueden “caer más bajo” o que ya no pueden tolerar más una situación como la que están atravesando. Algunas personas toman conciencia de esto y salen adelante, mientras que otras se hunden y acaban con una profunda depresión, o -en casos extremos- acaban suicidándose. La depresión, el consumo de drogas y el consumo de alcohol se encuentran entre las consecuencias más comunes que sufren de las víctimas de abuso emocional. Además de las adicciones, las víctimas van sumergiéndose en una lenta depresión crónica que les impide funcionar correctamente en su vida diaria. Así, con el tiempo, la tolerancia al abuso aumenta hasta convertirse en algo habitual. De alguna manera, las víctimas de abuso se acostumbran a tolerar el abuso emocional.

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CAPÍTULO IV

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PERFIL DEL ABUSADOR Existen diferentes tipos de abusadores y diferentes tipos y grados de abuso emocional. Hay abusadores que no son conscientes del daño que causan y que no abusan de otras personas intencionalmente. Un ejemplo de este tipo de abusador podrían ser las víctimas de abuso emocional, que debido a su inestabilidad emocional (y como consecuencia de sufrir un abuso constante) descuidan las necesidades emocionales de otras personas que dependen de ellas -como los propios hijos, por ejemplo- o canalizan sus frustraciones, maltratándolos. Por lo general, se trata de personas que tienen una marcada inmadurez psicológica o emocional y, probablemente, también hayan sido víctimas de abuso durante su niñez, o hayan sido testigos de relaciones abusivas, y no han logrado aprender maneras más adecuadas y saludables de relacionarse con los demás. Abusadores con trastornos psicológicos Como explicamos antes, hay abusadores que exhiben ciertas características típicas de determinados trastornos de la personalidad. Además, hay otros que sufren de algún problema muy serio de salud mental de origen físico u orgánico. Estos abusadores dañan a los demás como consecuencia de sus propios problemas de salud mental, independientemente de que, alguna vez, lleguen a tomar conciencia -o nodel daño que han causado o del grado de seriedad de sus propios problemas. Pero, también hay personas que no sufren de ninguna “enfermedad mental” y son totalmente conscientes del daño que causan. Estos abusadores operan desde la maldad o la perversión y son los que algunos profesionales de salud mental clasifican como personas con “trastornos de carácter”. Según algunos profesionales de salud mental, los trastornos de carácter se caracterizan, principalmente, porque el abusador tiene plena conciencia de sus propias manipulaciones y espera que los demás crean que “lo hizo sin querer” o que “no sabía lo que hacía”. No obstante, otros profesionales consideran que los trastornos de carácter también son un tipo de “enfermedad mental” y los clasifican así, como el caso del trastorno de la personalidad antisocial. 113

Como explicamos, en la práctica, suele ser difícil establecer un límite entre la maldad y la enfermedad. De modo que a veces, tanto los profesionales de salud mental como los abogados y jueces o un jurado, durante un juicio penal, tienen dificultades para establecer si una persona actuó consciente o inconscientemente y si se la debe clasificar como una persona con un trastorno de la personalidad o como una persona con un trastorno de carácter. Sociópatas o psicópatas El caso más grave, dentro de quienes sufren los llamados trastornos de carácter, es el del sociópata o psicópata. No todos los psicópatas o sociópatas son asesinos seriales. De hecho, muchos sociópatas que causan muchísimo daño emocional, no cometen delitos o crímenes que la justicia penal pueda condenar, y como jamás “cometen un delito penal” (un asesinato, por ejemplo), entonces nunca son juzgados ni enviados a la cárcel. Los sociópatas presentan características muy particulares. Principalmente, aparecen a los ojos de los demás, como personas sumamente encantadoras, cultas, educadas, correctas y amables. Parecen personas incapaces de dañar a nadie. Y hasta podríamos juzgarlos como posibles víctimas de abuso emocional por parte de otras personas. Pero, en realidad, son manipuladores muy peligrosos que causan mucho daño a los demás y siempre justifican su manera nociva de actuar. A veces, estas características también son comunes a las personas que sufren trastornos de personalidad, pero según muchos profesionales de salud mental, la principal diferencia es que el sociópata es consciente del daño que causa, mientras que el individuo con un trastorno de personalidad no siempre llega a comprender o a tomar conciencia del daño emocional que ha causado. Normalmente, cuando una persona que sufre un trastorno de la personalidad comprende que ha causado un daño, pide perdón, se arrepiente, siente dolor por el daño causado y deja de abusar emocionalmente de otras personas. Tiene sentimiento de culpa. El sociópata, por el contrario, no siente ningún remordimiento por sus acciones y no tiene intención alguna de corregir su actitud abusiva. Además, siempre justificará su manera de actuar.

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De hecho, en el caso de los sociópatas que sí hayan cometido algún delito, si fueran enviados a la cárcel por la estafa cometida, al ser liberados, no dudan en volver a estafar a otras víctimas nuevamente. Es importante agudizar los sentidos para poder detectar qué tipo de abusador enfrentamos. Los abusadores que sufren trastornos de personalidad pueden llegar a cambiar, pero los sociópatas no tienen intención o interés en cambiar. Un rasgo distintivo común de los abusadores emocionales es su necesidad de tener el control absoluto sobre la víctima y/o sobre una situación dada. Incluso en las relaciones en las que el abusador aparece como una muy buena persona, o una persona tranquila, de buen temperamento, encantadora, el verdadero abusador, siempre buscará dominar o controlar a otras personas en diferentes situaciones o ámbitos. No obstante, con frecuencia suele ser su propia baja autoestima, su inseguridad y su frustración lo que lleva a una persona a necesitar ejercer cierto control sobre otras personas, o bien, a descalificarlas o agredirlas emocionalmente de una manera constante. Recordemos que el abuso emocional es un “proceso constante y persistente”, más que un hecho aislado de agresión verbal o de descalificación emocional. La descalificación constante es lo que acaba por destruir la autoestima de una persona. Es como vivir en un estado de guerra permanente, es una presión constante, un estrés persistente, que hace que las víctimas sientan como que viven en un callejón sin salida. Los abusadores buscan “desactivar” cualquier respuesta, por parte de la víctima, que tienda a proteger su salud emocional. Entre las características más comunes de los abusadores, podemos citar las siguientes: o o o

Algunos abusadores tienen un bajo nivel de tolerancia, un temperamento explosivo y cualquier incidente menor desata su agresión. A menudo, mantienen varias relaciones superficiales con diferentes personas, al mismo tiempo. Culpan a los demás por sus propios problemas, o culpan al mundo, a la vida o a una situación particular. 115

o o o o o o o o o o o

Limitan a la víctima económicamente. Necesitan de personas sumisas que se sometan a su voluntad. No se comprometen afectivamente. No se hacen cargo del daño que causan. No tienen consideración ni sienten ni demuestran empatía por otros. Pueden parecer amables, educados y compasivos en público, pero se crueles, sarcásticos e irónicos en privado. Se obsesionan por revisar las pertenencias de las víctimas o invadir su privacidad. Son demandantes. Ordenan o exigen, no piden ni toleran que sus necesidades no sean satisfechas. Son muy inseguros, excesivamente posesivos y celosos. Tienen una fuerte necesidad de controlar a los demás o de restringir los derechos y la libertad de otras personas. Tienen expectativas que no son realistas. Viven fuera de la realidad Tratan de aislar a la víctima de todo tipo de contacto humano, con sus familiares, sus amigos, sus compañeros de trabajo u otras fuentes de información.

Lo citado anteriormente son características bastante generales. Recordemos, nuevamente, lo que ya hemos citado antes: cada persona es única, como también lo son sus experiencias de vida, y un abusador puede presentar algunas características particulares, que no tenga otro abusador. Los abusadores pueden ser tanto hombres como mujeres. Pueden ser padres, empleadores, profesores, figuras de autoridad, hijos o amigos, etc. Asimismo, pueden tener diferentes niveles culturales o intelectuales y pertenecer a distintas clases sociales. El abuso emocional no discrimina social o culturalmente, ocurre en distintos ámbitos y en distintos niveles intelectuales y socioeconómicos. Normalmente, los abusadores internalizan tanto sus técnicas de manipulación que acaban convirtiéndose en un hábito que practican espontáneamente. Algunas de las tácticas de manipulación son las siguientes: • •

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Culpan a los demás por lo que ellos hacen (niegan su propia responsabilidad) Fingen ignorancia o inocencia (pretenden que no saben de qué está hablando la víctima)



Minimizan los hechos (para que los reclamos de la víctima parezcan ridículos) Exageran otros hechos (para justificar sus acciones) Niegan la realidad (para confundir a la víctima o a los testigos) “Pasan la cuenta” u obligan a las víctimas a agradecerles por los “servicios prestados” o la “devoción o atención dispensada”. (Algo muy frecuente entre las personas posesivas) Mienten impulsiva e indiscriminadamente (incluso mienten acerca de cosas muy simples, sobre las que no tiene sentido mentir) Tergiversan los roles a fin de hacer aparecer a la víctima (verdadera) como si fuera el abusador y aparecer ellos (los verdaderos abusadores) como si fueran las víctimas.

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Veamos ahora las características de los sociópatas (las personas que constituyen los tipos de abusadores más peligrosos) Cabe recordar que muchos profesionales de salud mental consideran que los sociópatas son individuos que sufren un tipo de trastorno de personalidad particular: el “Trastorno de Personalidad Antisocial”, mientras que otros los clasifican como personas con trastornos de carácter. A los efectos de no confundir a los lectores, analizaremos las características de los sociópatas desde el punto de vista del trastorno de la personalidad antisocial. •

La personalidad antisocial (descrita también como sociópata) - Son personas que no respetan los derechos de los demás ni las reglas de la sociedad. Suelen ser personas irresponsables, embaucadoras o estafadoras, no tiene cargo de conciencia alguno y presentan un egoísmo casi absoluto. Suelen ser personas totalmente desconsideradas y altamente mentirosas. Presentan un tipo de personalidad cuyo lema podría ser "el fin justifica los medios”, ya que no sienten remordimiento alguno por su conducta y siempre tienen una justificación. Muestran desprecio e insensibilidad por los derechos y los sentimientos de los demás. Viven a expensas del sacrifico de otras personas, explotan a otros para obtener un beneficio material o una gratificación personal. No toleran la frustración y suelen reaccionar de manera hostil cuando sus necesidades no son satisfechas. Justifican su conducta y suelen ser personas muy cínicas, no dudan en culpar a los demás por su conducta. No reconocen el daño que causan, no dudan en usar a otras personas. 117

Sus características más comunes son las siguientes: • • • •

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Buscan víctimas constantemente (las víctimas le dan sentido a su existencia) Carecen de un plan de vida realista (fabuladores, soñadores fantasiosos) Consideran que no hacen nada malo Cuando una víctima ya no les sirve para sus propósitos, la descartan y buscan otra víctima nueva (no la consideran un ser humano sino una “cosa”) Desprecian a quienes tratan de analizarlos o comprenderlos Ejercen un control despótico sobre cada aspecto de la vida de la víctima Exhiben emociones superficiales Exhiben características narcisistas (ver el trastorno de personalidad narcisista) Exhiben una total falta de arrepentimiento, vergüenza o sentido de culpa Exhiben frialdad, falta de empatía o consideración por los demás Son incapaces de amar Presentan una marcada irresponsabilidad. No se puede confiar en ellos. Son hábiles manipuladores y estafadores Son mentirosos patológicos Llevan un modo de vida parasitario o simbiótico (vive a expensas de los demás) Necesitan estimulación (drogas, alcohol, sexo, otras adicciones) No tienen control sobre su conducta impulsiva Parecen personas normales Pueden presentar problemas de conducta a temprana edad (delincuencia juvenil, promiscuidad sexual, etc.) Muestran un sentimiento de superioridad Siempre están iniciando nuevos negocios (que nunca terminan o que terminan mal) Son autoritarios Son deshonestos por naturaleza, mienten aún en las pequeñas cosas de la vida diaria. No miden las consecuencias de sus mentiras o de sus estafas, mienten o estafan a la gente sólo para obtener una ganancia en ese momento. No comprenden que pueden acabar en la cárcel, por ejemplo.



Son incapaces de desarrollar un vínculo afectivo saludable con otras personas • Suelen mostrarse como personas seguras de sí mismas y como idóneas acerca de temas específicos. • Tienen facilidad de palabra y encanto superficial. • Sufren de paranoia (creen ser el ombligo del mundo y que todo el mundo está pendiente de ellos).

La principal característica del sociópata es su egoísmo y su inagotable capacidad de embaucar, engañar, estafar y mentirle a los demás. Su propósito es el de “salirse con la suya” en el momento presente. No miden las consecuencias a largo plazo. Por ejemplo, un hombre estafa a otras personas como su modo de vida habitual. No le importa el daño que causa a quienes estafa porque carece de escrúpulos, de moral, de sentido de la ética, de dignidad y por supuesto, no respeta la dignidad de sus víctimas. Tarde o temprano, este abusador acaba en la cárcel y pierde todo: su familia, sus amigos, sus posesiones, su libertad, etc. Como es de esperar, el sociópata culpará a cualquier otra persona por haber terminado en la cárcel, pero jamás se hará responsable por las estafas que cometió. Culpará al sistema judicial (abogados, jueces o a la policía), a la sociedad (o a la situación económica de su país), a su familia que no lo apoyó, etc. Al sociópata sólo le importa obtener lo que desea, no le importa a quién perjudica por el camino, no le importa cuáles puedan ser las consecuencias, y siempre negará que tuvo la culpa por lo que le sucedió. Ahora, analicemos otros trastornos de personalidad típicos que presentan algunos abusadores emocionales. Es importante destacar que lo que describiremos a continuación son los “trastornos” de las distintas personalidades. Una cosa es el tipo de personalidad común (histriónica, narcisista, etc.) y otra cosa es su forma patológica o “trastorno” (su anormalidad o enfermedad): Trastornos de personalidad • Trastorno de la personalidad histriónica: Son las personas que tienen una necesidad de atención muy importante. Son personas sumamente dramáticas o teatrales, verdaderos divos y divas cuya vida es un drama constante. Son sumamente emocionales y se destacan por que no pasan desapercibidas. Por lo general, se las arreglan para ser el centro de atención en cualquier situación. Suelen ser exageradamente seductores y muy manipuladores en sus relaciones. No dudan inadecuadamente en actuar o en hacer comentarios desubicados frente 119

a otras personas, sin importar si tales acciones o comentarios humillan o avergüenzan a la víctima. Estos abusadores necesitan tener público constantemente, son personas muy conversadoras y suelen vivir metiéndose en los asuntos ajenos haciéndolos propios e invadiendo la privacidad de los demás. • Trastorno de la personalidad narcisista: Se trata de individuos excesivamente egocéntricos y tienen una preocupación excesiva por la imagen que los demás tienen de ellos. Son personas que no sienten compasión ni empatía por los demás, se creen el “ombligo del mundo” exageran sus logros o talentos, creen tener derecho a hacer o decir cualquier cosa que les plazca, exigen un trato especial, se creen superiores a los demás, creen que siempre tienen la razón, no respetan las opiniones ajenas, pero al mismo tiempo, son altamente sensibles a la envidia y a los celos. Siempre se trata de ellos… “Yo, yo, yo…” La persona narcisista suele ser muy seductora y egocéntrica, son personas que suelen centrarse en sí mismas y sus propósitos y necesidades siempre tienen prioridad. Además, normalmente sólo aceptan a quienes se comportan como sus fieles seguidores y les rinden pleitesía, permanentemente. Detestan y rechazan a cualquier persona que no les profesen una profunda admiración. • Trastorno de la personalidad paranoide: Este personas sospechan de casi todo el mundo. Piensan que los demás tienen malas intenciones o intenciones ocultas. Por lo general el individuo paranoide se siente rechazado y juzgado o discriminado por todos, aún cuando los demás ignoran su existencia. Estas personas proyectan sus propios temores en otras personas. Suelen tener un trato desconfiado y distante en sus relaciones y sus sentimientos son fríos y sus acciones son calculadas. Son personas que tienden a recluirse, que no se sienten a gusto mostrándose tal cuál son. Normalmente, se sienten vulnerables y no logran comprender el rol que desempeñan en una relación. Son personas propensas a ofenderse con facilidad, ya que se consideran personalmente agraviadas por cualquier cosa que digan o hagan otras personas, incluso si estas acciones no están dirigidas hacia ellas, en particular. Creen que los demás guardan secretos, hablan a sus espaldas o sólo buscan acercarse a ellas para obtener un beneficio personal o perjudicarle. • Trastorno de personalidad limítrofe o trastorno límite de la personalidad: Se trata de personas altamente inestables. No logran controlar su conducta impulsiva o exhiben un control de sus impulsos muy pobre. Son sumamente impredecibles. Cambian de humor 120

constantemente. Pueden tener ataques de pánico o bien, mostrar un exacerbado apego a otras personas por temor a ser abandonadas. Quienes tratan de mantener una relación estable o equilibrada con una persona que sufre este tipo de trastorno explican que es algo casi imposible. Algunas personas que presentan una personalidad limítrofe pueden llegar a ser muy promiscuas o presentar fuertes adicciones (como las drogas o el alcohol), mientras que en otros momentos pueden sumirse en una profunda depresión o tener intentos de suicidio, sentir un terrible vacío emocional y exhibir todo tipo de emociones intensas e inadecuadas, en cualquier momento, en cualquier lugar y por cualquier razón. • Trastorno de personalidad evitadora: En cierta medida, estas personas comparten algunas características con aquellas que sufren el trastorno de personalidad paranoide, siendo muy sensibles al rechazo. Si bien son personas con una fuerte necesidad de aceptación, por parte de los demás, temen iniciar nuevas relaciones por temor a ser defraudadas, no queridas o rechazadas. También desarrollan un importante grado de “fobia social” mostrándose como personas tímidas y retraídas. Tienen verdaderos problemas de relación y evitan a otras personas, aislándose de los demás. Por lo general, se suele ver con claridad durante la niñez. Los niños tienden a entablar amistad con sus pares de manera espontánea y natural. Pero el niño que sufre de este trastorno particular, rara vez tiene amigos, y si los tiene suelen ser otros niños solitarios, con problemas emocionales o de relación. • Trastorno de personalidad dependiente (la personalidad más común entre las víctimas de abuso): Las personas con este tipo de trastorno evitan tomar decisiones propias o importantes y esperan que los demás asuman sus responsabilidades así, ellas no tienen que hacerse cargo de las mismas. Priorizan las necesidades de los demás y relegan las suyas. Tienen una autoestima notablemente pobre. Carecen de auto confianza y se muestran como personas sumamente inseguras. Su comportamiento, sin importar qué edad tengan, suele ser similar al de un niño pequeño y consentido. Siempre buscan que alguien “les saque las papas del fuego”. Ponen mucho cuidado en satisfacer las exigencias de los demás, adoptando una actitud de mártir y temen ofender a otras personas con sus ideas. Por esta razón, suelen pedir disculpas todo el tiempo, tratan de estar de acuerdo con cualquier cosa que digan o hagan los demás. No tienen un sentido realista del valor de cada persona y suelen idealizar a cualquiera, sin importar si esa persona sabe lo que está diciendo o haciendo o no.

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Normalmente, este tipo de persona no se atreve a cuestionar lo que hacen o dicen los demás y, mucho menos, a expresar su propia opinión aunque ésta difiera de la de otras personas. Necesitan agradar a los demás de un modo exagerado que llega a resultar molesto porque viven recordándonos que están allí, siempre listas y dispuestas a ayudar. Como veremos más adelante, es muy difícil poder mantener una relación normal con este tipo de personas, ya que oscilan entre querer participar completamente (100%) en nuestras vidas, sin respetar nuestra privacidad, por un lado, y mostrándose como personas que necesitan que los demás piensen y decidan por ellas, a cada instante de sus vidas. ¿Cómo actúan las personas controladoras? Las personas que exhibe este tipo de personalidad suelen demandar atención constante. No respetan la individualidad de las demás personas, meten sus narices en todo lo que los demás hacen, no confían en nadie, son egoístas e individualistas, siempre tienen la razón, necesitan estar encima de los demás (tener control de todo, todo el tiempo). También, suelen mostrar ciertas características obsesivas y compulsivas. Por ejemplo, pueden revisar sistemáticamente su correspondencia o los mensajes del contestador telefónico, someter a otras personas a interrogatorios periódicos, necesitan saber con lujo de detalle dónde van los demás, qué hacen, con quién se encuentran, etc. Además, suelen llevar un registro mental exageradamente detallado y preciso sobre lo que hacen o dicen los demás. No pierden de vista ningún detalle de la vida de otras personas, una característica típica de su obsesión. Las mentiras comunes de los abusadores Cuando las personas se sienten profundamente insatisfechas con sus vidas, a veces recurren a las mentiras para poder proyectar así sus deseos acerca del tipo de vida que quisieran vivir. De esta manera logran fabricar un mundo irreal, que habitan en un intento por escapar del mundo real, el cuál les resulta muy doloroso. Por ejemplo, las personas casadas que mantienen relaciones extramatrimoniales, o las personas que no tienen intención alguna en formalizar una relación romántica o en llevar a cabo algún proyecto comercial, suelen construir su vida diaria alrededor de las mentiras. Estas fantasías les permiten a estas personas negar la realidad tal cuál es y evitar las verdaderas responsabilidades. Las personas que mienten compulsivamente, lo hacen de un modo tan natural y espontáneo que es difícil detectar si están mintiendo o no. Esto se debe a que estas personas mienten como una manera “habitual y normal” de vivir la vida, por lo que llegan a creer sus mentiras de tanto repetirlas. Así, es 122

común que prometan cosas que no tienen la menor intención de cumplir o hacen planes que no tienen la menor intención de llevar a cabo en la vida real. El “beneficio” de sus mentiras es que les permite a estas personas eludir sus responsabilidades auténticas y les evita tener que enfrentar la vida real, tal como es. Vivir en la mentira causa estragos, tanto emocionales como físicos. Mentir produce mucho estrés y este estrés altera la conducta y el estado de ánimo de quien miente y de quienes le rodean, además de alterar el funcionamiento normal de su organismo. Las personas que mienten compulsivamente tienen serios problemas para dejar de mentir, es como una adicción muy fuerte a una droga, por ejemplo. Para el mentiroso, enfrentar el mundo real y que se descubra que ha mentido, equivale a una tragedia. Sin embargo, muchas personas mienten porque ya se han acostumbrado a vivir así, y ni siquiera se dan cuenta cuándo están mintiendo y cuándo no, a menos que se vean confrontados con la realidad. Resumen de las características más comunes de los abusadores: • • •

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Amenaza a la víctima o amenaza a sus seres queridos. Es egoísta y sólo busca satisfacer sus propias necesidades. Se cree con derechos especiales. El abusador hace que la víctima se sienta responsable por sus sentimientos, en lugar de hacerse responsable él mismo por sus propios sentimientos. Huye de cualquier contacto con la realidad o confrontación con sus emociones reales o las necesidades de los demás. Invade la privacidad de la víctima. No respeta los derechos de los demás. Incurre en deudas que la víctima tendrá que afrontar. Justifica cada una de sus acciones (aunque sean injustificables). Juzga o rechaza lo que víctima piensa, dice o hace. La insulta, la humilla o la ataca verbal o físicamente. La hace sentir culpable de sus acciones y decisiones para justificar sus actos de abuso. Necesita dominar las conversaciones y las ideas, y necesita ser el centro de atención en todo momento. No duda en usar a los demás para que den la cara por él o ella. Se escuda detrás de los demás. 123

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Se rehúsa a disculparse, siempre tiene la razón. No se hace cargo de su propia conducta. Subestima a la víctima, minimiza sus necesidades y sentimientos, o la ignora. Trata a los demás como si le debieran respeto o como si tuvieran que rendirle admiración Tiene emociones superficiales. Usa castigos y recompensas para manipular emocionalmente a la víctima.

Los abusadores suelen tener una aguda percepción natural, por lo general no consciente, sobre los “puntos débiles” de la víctima. Pero también, el abuso emocional ocurre cuando una persona permite que ocurra. Esto no quiere decir que la víctima permite “conscientemente” que un abusador abuse de ella, simplemente, quiere decir que cuando las víctimas comienzan a adquirir más y más información sobre el abuso emocional, empiezan a establecer límites que antes no lograban establecer. Con esto tampoco queremos justificar al abusador (el verdadero culpable), pero es importante comprender que la víctima también desempeña un rol dentro de una relación abusiva, aunque no se dé cuenta de ello. Muchas víctimas de abuso logran terminar una relación con un abusador, pero después, al no modificar sus propios patrones de conducta, vuelven a establecer relaciones futuras con otros abusadores. Estas víctimas suelen preguntarse por qué siempre “encuentran o se involucran” con abusadores como compañeros (románicos, de trabajo, etc.). Esto ocurre porque hasta que la víctima no cambie su conducta personal y comprenda por qué tiende a jugar el rol de víctima en una relación, no logrará establecer relaciones más saludables con personas emocionalmente sanas que no abusan de los demás. Una vez que la víctima logra comprender qué es lo que la lleva a ocupar inconscientemente el rol de víctima en una relación, entonces le resulta más fácil resolver sus problemas personales y dejar de participar en relaciones abusivas. El abusador y sus tácticas de compromiso (emocional, económico y social) Los abusadores emocionales suelen emplear ciertas tácticas que, rutinariamente, presentan algunas de las siguientes características: 124

¾ Compromete emocionalmente a la víctima: Esto incluye maniobras de manipulación emocional como el juego de la culpa (hacer sentir culpable a la víctima), el juego de la deuda (hacer sentir a la víctima en deuda con el abusador), y el juego del examen (hacer sentir a la víctima que necesita la aprobación constante del abusador). Cuando el abusador logra comprometer emocionalmente a la víctima, ésta siente que ya han invertido mucho en esa relación: sentimientos, esperanzas, tiempo, dinero, etc., y que han apostado a esa relación. Así, la víctima teme ser abandonada debido a la dependencia emocional que el abusador logró crear. La víctima llega a sentir que no podrá sobrevivir sin el abusador, que necesita su aprobación constante para reafirmar su identidad, no logra establecer un juicio saludable y pensar por sí misma. El abusador logra que la víctima dude de su propio criterio, dude de sus preferencias, de sus gustos de sus propias opiniones y de sus propios sentimientos y valores personales. El abusador consciente tiene un perfecto control de sus manipulaciones, sabe muy bien hasta dónde llegar para que la víctima no logre detectar con claridad en qué consiste la manipulación o qué intenta lograr el abusador. El abusador conoce las necesidades de la víctima (como su necesidad de afecto o de aceptación) y le crea un vínculo sólido de dependencia emocional, aprovechando esa necesidad. Normalmente, los abusadores envían mensajes dobles y subliminales, (como: “te amo, te odio”) que son muy poderosos y confunden a la víctima. Así, el abusador suele adular a la víctima para captar su atención y luego poder atestar el golpe de gracia con un comentario muy hiriente. Esto deja a la víctima totalmente confundida. Él abusador usa esta táctica para desestabilizar emocionalmente a la víctima y poder someterla a su voluntad en el futuro. Los abusadores, normalmente, necesitan confundir a las víctimas para poder actuar. Por ejemplo: •

Una mujer puede decirle a un hombre que ella no puede vivir sin él, y al mismo tiempo decirle que todo lo que él le brinda no es suficiente y que si no puede darle algo mejor, ella se “verá obligada” a terminar la relación.

Este tipo de amenazas intimidantes surte más efecto cuando va acompañada de lágrimas (una de las tácticas preferidas de muchas 125

mujeres) o de pequeñísimas muestras de afecto (táctica más comúnmente usada por los hombres). Algunos abusadores suelen privar de gestos de afecto a sus víctimas. La idea es mostrar sólo unos indicios de cariño para recordarle a la víctima que el abusador puede darle afecto, pero que se reserva el derecho de decidir cuándo y cuánto. El mensaje subliminal, que el abusador envía permanentemente, es: “Yo tengo el control”. • Un abusador se pone en contacto con una víctima, sólo cuando él necesita algo de ella o cuando le sobra tiempo y está aburrido. Así, programará una cita con la víctima sólo cuando le convenga al él. El abusador espera que la víctima se acomode siempre a sus horarios, ya que él tiene cosas importantes que hacer que no puede posponer o reprogramar, mientras que cualquier actividad de la víctima no es tan importante como para no poder cancelarla y adaptarse a las exigencias del abusador. Entre las distintas agresiones emocionales que ponen en práctica los abusadores, hay una muy habitual: En una relación formal, que ya lleva algún tiempo, suelen decirle a la víctima que la necesitan, pero que también necesitan una relación “abierta”. En un empleo, pueden despedir a un empleado y decirle al mismo tiempo que lo necesitan, pero que no lo pueden seguir contratando “oficialmente” y que lo llamarán, de vez en cuando, para completar algún trabajo ocasional. En una familia, los padres pueden decirle a un hijo adolescente que le permitirán elegir el cuarto que desee como dormitorio en la nueva casa, pero luego decorarán el cuarto como a ellos les parece mejor (y por lo general suelen decorarlo en algún estilo que el adolescente especialmente detesta). La idea del abusador es mostrar quién manda, quién tiene el control. Es como un juego de “tira y afloja”, dónde aparentemente ceden, pero en realidad siguen manteniendo el control. • En una pareja, el abusador puede decirle a la víctima que sería bueno que planearan juntos un viaje, y terminar haciendo el viaje el abusador solo, o con su mejor amigo (en lugar de viajar con su pareja como lo planeó). El objetivo es tener a la víctima entretenida y engañada buscando información para el viaje que le será de utilidad solamente al abusador. Son maniobras de distracción que le permiten al abusador ocultar su verdadero propósito. Los abusadores suelen crear ilusiones sobre la base de lo que víctima más desea. Su único fin es el ganar tiempo y evitar que la víctima descubra que la verdadera intención del abusador no es pasar tiempo con ella, sino solo o con otras personas.

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Recuerde: Los abusadores no dudan a la hora de usar a las víctimas para su propio beneficio.

¾ Compromete económicamente a la víctima: En estos casos, el abusador no le permite a la víctima tener acceso a las finanzas o lograr la independencia económica. A veces, el abusador se endeuda y la víctima se ve obligada a pagar esas deudas, o bien, el abusador vive abiertamente de los ingresos de la víctima, sin intención alguna de independizarse económicamente él mismo. Este tipo de abuso también es muy común en el caso de los padres que manejan a sus hijos adolescentes a través del dinero, o en distintos empleos dónde se manipula a los empleados a través de los salarios y los beneficios, sobre una base discriminatoria. En una pareja en la que el control de las finanzas lo tiene una sola de las partes, la otra se ve obligada a “pedir” o “agradecer”, etc. En otros casos, quizás, la víctima “decida sacrificarse” con el propósito de que sus hijos (o ella misma) no tengan que renunciar a una posición económica privilegiada. Recuerde:”Las cuentas claras conservan las amistades”

No pague un alto precio Continuar formando parte de una relación abusiva debido a un compromiso financiero o por una inversión económica, implica pagar un precio demasiado alto a cambio de no ser abusados. Y, realmente, es un precio que no vale la pena pagar. No hay precio material que valga la pena pagar a cambio de nuestra salud emocional. Otro ejemplo: •

Un hombre le dice a su pareja que no logra conseguir empleo y simula intentarlo. Mientras tanto, el tiempo pasa y su pareja lo mantiene. El propósito del hombre no es el de conseguir empleo y tener una fuente de ingresos propia, su propósito es el de simular que busca empleo todo el tiempo, mientras no trabaja y vive gracias a los ingresos de su pareja. Aceptar esta situación es doloroso para la víctima, ya que a nadie le gusta pensar o admitir que la persona que uno ama nos está usando. Por esta razón, muchas víctimas de abuso emocional, no logran poner un límite y terminar una relación, ya que viven con la esperanza de que el abusador cambie. Algo que ocurre en muy pocas ocasiones.

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Este tipo de abusador suele ser dulce y sabe apelar a los buenos sentimientos de su pareja. Sabe que ésta trabajará por los dos y vivirá con la esperanza de que alguna vez el hombre realmente consiga un empleo y le ayude a afrontar los gastos de vida, cosa que nunca sucederá. Si este abusador consiguiera un empleo, será más que temporal… Será fugaz. Y el abusador encontrará la justificación perfecta para explicar por qué lo despidieron o por qué “tuvo que” dejar ese empleo. Esto también ocurre en algunas familias dónde uno de los miembros trabaja para mantener a los demás (una hermana que mantiene a otra que vive de un modo parasitario y dependiente). Con respecto al tema del dinero, muchas personas se engañan a sí mismas pensando que no pueden dejar a un abusador porque: 1) ¿Cómo va a sobrevivir el abusador si la víctima no lo mantiene? o 2) ¿Cómo va a sobrevivir la víctima si l abusador no la mantiene? La respuesta a la primera pregunta es simple: El abusador buscará otra víctima que lo mantenga, y mucho más rápido de lo que usted imagina. Este tipo de abusador (el vividor) está acostumbrado a usar a las personas. Sabe que apelando al buen corazón de los demás, alguien le ayudará a sobrevivir y le permitirá convertirse en un parásito de su nueva víctima. Su especialidad son las relaciones parasitarias o dependientes, y como tal, sobrevivirá a costillas de los demás sin ningún pudor. La respuesta a la segunda pregunta es más compleja: Por lo general, hay mucho en juego cuando se depende económicamente de otra persona. Hay muchas cosas materiales que perder, como el estilo de vida. Cuanto más tiempo pasa una víctima en una relación abusiva con un abusador que controla todas las finanzas, más le cuesta tomar la decisión de abandonar al abusador. A veces, las víctimas prefieren sacrificar su bienestar emocional, su salud mental y -en muchos casos- la de sus hijos, con tal de no perder su bienestar material. Para este tipo de víctima, dejar a un abusador implica tener que salir a trabajar, hacer algunos sacrificios y modificaciones en su estilo de vida que no está dispuesta a hacer. Incluso algunas víctimas encuentran esta dependencia económica como la excusa perfecta para no terminar su relación con el abusador (independientemente de que sean conscientes de esto o no). Casos de la vida real: •

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Una mujer consultó a un terapeuta porque quería que le ayudara a recomponer su matrimonio y tener una vida de familia positiva, a pesar de que ella “ya no amaba más a su esposo” y que el tenía una amante. Ella no

pretendía que su esposo dejara a su amante, pero quería que fuera más discreto y guardara mejor las apariencias. Para ella, divorciarse no era una opción porque perdería el 50% de los bienes materiales y se vería obligada a vivir una calidad de vida inferior, además tendría que conseguir un empleo y no estaba dispuesta a trabajar. El hecho de que ella “ya no amaba más a su esposo” no significaba nada importante para ella, tampoco. Hay muchos casos dónde la hipocresía y la pérdida de la dignidad de una persona, pesan mucho más que el “sacrificio” que deben realizar para vivir una vida digna y libre de cinismo. Este “sacrificio”, normalmente implica tomar la decisión de hacerse responsable de su propia vida. Es decir, salir a trabajar para pagar sus cuentas, aprender a no depender económica ni emocionalmente de nadie y poder vivir solos, sin que la soledad se sienta como un castigo o una tortura. Tanto hombres como mujeres que realmente deseen terminar con una relación abusiva de la que dependen económicamente, pueden recurrir a las agencias de bienestar social de su comunidad, a sus amigos, a sus familiares o a quién sea necesario, para conseguir un medio de subsistencia propio y no tener que tolerar más un abuso restrictivo. Nadie tiene por qué tolerar que otra persona le restrinja el acceso a las finanzas y a la independencia económica. Cada país cuenta con un Departamento de Asistencia Social o de Servicios de Protección o Preservación Familiar. Pida ayuda y podrá librarse de un abusador. Los asistentes sociales suelen guiarle respecto de este tipo de servicios. Averigüe y asesórese bien.

Recuerde: El auto engaño es uno de los principales obstáculos que les impide a las víctimas dejar a un abusador o terminar con una relación abusiva.

Lo que ve el abusador Los abusadores comprenden y manejan muy bien lo que la víctima ha invertido en una relación. Como vimos antes, puede ser tiempo (años), puede ser afecto u otras emociones (la víctima ya ha sufrido mucho y considera que el abusador tiene que cambiar y recompensar su sufrimiento) y también, puede haber invertido dinero o haber comprometido su imagen social.

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Los abusadores cuentan con las falsas esperanzas y las necesidades reales de las víctimas, cuentan con sus deseos y sus carencias, y elaboran un plan para mantener viva una relación abusiva. ¾ Compromete socialmente a la víctima: Para algunas personas, su imagen social es de primordial importancia. Ya sea por pautas sociales, religiosas, políticas o culturales. Algunas víctimas comprenden que se han involucrado con un abusador, pero aun así, no abandonarán la relación porque eso sería “mal visto" en su círculo social. Algunas empresas, por ejemplo, no desean tener a hombres o mujeres, solteros o divorciados, en puestos gerenciales clave porque eso “no va con la imagen de la empresa”. Por consiguiente, hay hombres y mujeres que prefieren continuar con una relación abusiva para cuidar las apariencias y no perder su empleo. Algunos adolescentes rebeldes se fugan de sus hogares y se van a vivir con una pareja que resulta ser muy abusiva, pero se niegan a terminar la relación con tal de no demostrarles a sus padres que cometieron un error al abandonar el hogar familiar. Hay casos de abuso emocional que se caracterizan por la extorsión, como ocurre con los secretos y el espionaje industrial, cuando se amenaza a un empleado de una compañía con revelar sus secretos más íntimos a su familia si no se presta para realizar algunas tareas especiales (como robar información de otra empresa, etc.) Normalmente, el abusador consciente carece de escrúpulos, carece de conciencia, carece de ética y es una persona altamente egoísta que simula ser otra persona, completamente diferente. PERFIL DE LA VÍCTIMA Al igual que los abusadores, las víctimas suelen permitir el abuso (inconscientemente), porque desconocen otras formas saludables de relacionarse con los demás. Además, como explicamos en el caso de los abusadores, es posible que las víctimas de abuso emocional hayan sido víctimas de abuso durante su infancia o testigos de relaciones abusivas. Las víctimas de abuso emocional suelen sentirse incapaces de poner límites o de hacerse cargo de su vida. Suelen ser dependientes afectiva, 130

emocional o económicamente y, por lo general, no tienen un criterio certero y realista que les permita comprender o ver con claridad y objetividad qué es adecuado y qué no lo es. Que una víctima se sienta incapaz de dejar a un abusador no significa, necesariamente, que la víctima sea una persona débil. Puede que esté pasando por un momento de confusión, dónde emocionalmente tiene un bloqueo y no logra tomar la decisión más conveniente. Éstas son algunas características generales de las víctimas de abuso emocional: • • • • • • • • • • • • • • • • •

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Suelen ser personas inseguras o muy ansiosas. El abusador ha debilitado el carácter de la víctima y le ha hecho dudar de su criterio o juicio personal. Las víctimas suelen sentirse inferiores a los demás. Suelen ser muy dependientes afectiva, emocional y económicamente. No sienten que merezcan ser respetadas como seres humanos. No hacen valer sus derechos. No son conscientes del hecho de que permiten que el abuso suceda. No creen ser capaces de triunfar por sí mismas. No imaginan la vida sin depender de los demás. Piensan que pueden cambiar al abusador. Planifican su vida en torno a otras personas, no la planifican de un modo independiente. Tienen expectativas que no son realistas. Tienen una personalidad sumisa o son personas sobre protectoras. Sienten la necesidad de ser controladas (o “protegidas”) por otros. Son excesivamente tolerantes y condescendientes. Se engañan a sí mismas pensando que –algún día- “mágicamente”, el abusador cambiará. Se culpan a sí mismas por los problemas ajenos, o culpan al mundo, o a la vida, o a una situación particular, acerca de lo que les sucede en el presente. Suelen tener una baja autoestima o una autoestima muy deteriorada. Suelen tener problemas para poner límites y decir "No”. Dan por sentado que lo que dicen los demás es “ley”

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Por lo general son personas que, psicológicamente, han quedado debilitadas. Aunque no sean personas débiles, su autoestima se ha ido debilitando paulatinamente con el tiempo, a partir del momento en que iniciaron una relación abusiva. Como el abuso emocional suele ser un proceso gradual, la víctima no se ha dado cuenta de cuánto le ha afectado. Esta misma víctima, quizás fuera de dicha relación, no sea una persona débil de carácter en absoluto. A veces, es como si su temperamento estuviera simplemente adormecido. Es muy posible, que fuera de la relación abusiva, la víctima funcione correctamente, siendo capaz de establecer límites saludables. Aquí es dónde los sentimientos personales juegan un rol importante. Solemos ser más vulnerables cuando están en juego nuestros afectos. ¿Qué lleva a una persona a convertirse en víctima de una relación abusiva? En muchos casos, suelen ser personas que han aprendido a conformarse con “migajas de afecto” y prefieren recibir “caricias de lástima” antes que ser ignoradas. Temen quedarse solas o sin empleo, creen que no conseguirán algo mejor que lo que tienen en el presente. Piensan que deben rendir cuentas de lo que hacen, cada minuto de su vida, o en qué gastan cada centavo que ganan, etc. En otros casos, hay víctimas que están dispuestas a pagar el precio del maltrato psicológico de otras personas, con tal de no perder a su pareja o de no perder su puesto de trabajo, o una beca de estudios, o dejar de pertenecer a un grupo social determinado, o dejar de ser miembro de un equipo deportivo, etc. Hay mucho en juego, por lo que refiere al orgullo y a la reputación o “prestigio social” de la víctima, a la opinión de su círculo social, a la imagen que otros tienen de la víctima y esto es algo que la víctima no está dispuesta a sacrificar. Por esta razón, también decimos que hay cierto grado de “comodidad” por parte de la víctima de abuso emocional, ya que la víctima elige (de algún modo) “soportar” una relación abusiva con tal de no madurar y hacerse cargo de su propia vida. La víctima permite que otros tomen decisiones por ella o que la mantengan económicamente, etc. En cierto sentido, la víctima elige (consciente o inconscientemente) pagar un precio por ese nivel de comodidad que, a su vez, le permite no cambiar, no crecer, no tomar sus propias decisiones, no poner límites, no progresar en la vida, no renunciar a un empleo, no dejar de ser miembro de un grupo, etc.

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Al mismo tiempo, estas víctimas suelen vivir entre la depresión, por la falta de realización personal, y la frustración por el control al que se someten y la descalificación continua del abusador, quién les recuerda el alto precio que decidieron pagar por tolerar una relación abusiva. En otros casos, las víctimas de abuso emocional permiten el abuso porque sienten que ya no tienen por qué vivir. Esto ocurre con algunos ancianos cuyas familias los confinaron a un hogar de ancianos donde los maltratan psicológicamente y sus familiares no lo van a visitar y/o descuidan sus necesidades emocionales. No obstante, y contrariamente a algunas creencias populares, las víctimas de abuso no son siempre personas débiles. Tampoco tienen la "culpa" de la conducta del abusador. Las víctimas no son responsables de los trastornos de la personalidad del abusador o de sus malos sentimientos. Los abusadores son personas con problemas de salud mental o con problemas morales, que exhiben ciertas conductas inadecuadas, dañinas o abusivas, “independientemente” de la presencia (o ausencia) de la víctima. En las páginas anteriores, citamos brevemente el trastorno de personalidad más común que sufren las víctimas de abuso emocional. Se trata del trastorno dependiente o de dependencia. Como ya explicamos, el trastorno dependiente de la personalidad es un tipo de trastorno de la personalidad que pertenece a la categoría del grupo C (desórdenes ansiosos o temerosos) del Manual Diagnóstico y Estadístico de Trastornos Mentales (cuarta edición). Normalmente, las personas que sufren este trastorno muestran una excesiva necesidad de ocuparse de los asuntos ajenos (conducta sobre protectora) y – al mismo tiempo – de que los demás se ocupen de sus asuntos, tomen decisiones por ellas, etc. (conducta sumisa). También sienten un gran temor a la soledad y experimentan ansiedad a la hora de separarse de otras personas (trastorno de ansiedad por separación). Muchas veces, cuando se habla de codependencia, se refiere a la dependencia que tiene una persona con una adicción. Puede tratarse de una persona adicta a las drogas, al alcohol, a los gastos excesivos e innecesarios (compradores compulsivos), al juego o a la presencia o la comunicación con otras personas. La persona codependiente, o que depende de otra, emocionalmente, no planifica su vida de manera independiente. Necesita planificarla en función de los demás. Si bien, los seres humanos somos más gregarios 133

(por naturaleza) que ermitaños, un grado excesivo de apego a otras personas no es saludable. Por ejemplo: •

Una familia no logra separar la vida individual de sus miembros. Así, la madre, viuda, vive con una de sus hijas, quién a su vez está casada y tiene familia. Otro de los hijos de la viuda se divorcia y también se va a vivir con la madre y su hermana casada. La hermana casada, su esposo y sus hijos no tienen ninguna privacidad debido a que viven todos juntos y todos dependen económicamente del marido de la hermana casada. Además, tampoco tienen límites definidos sobre los bienes materiales. En apariencia, cada cuál tiene sus propias pertenencias, pero en la práctica, todo es de todos y nada es suficientemente claro.

Es frecuente ver, en algunas familias, que uno de los hijos se hace cargo de las necesidades emocionales y materiales de sus hermanos o de sus padres. Esto ocurre porque ese hijo no pone límites saludables para preservar su intimidad familiar o su privacidad personal. También es posible que no le interese preservar la intimidad familiar. Así, en el ejemplo anterior, quizás la hija casada no tiene una buena relación con su esposo y le cuesta criar a sus hijos adecuadamente. El hecho de que le permita a su madre y a su hermano vivir con ellos, también le permite a ella evitar la intimidad familiar y hacerse cargo de solucionar sus propios problemas emocionales, su temor a criar a sus hijos adecuadamente, su necesidad de poner límites, etc. A veces, las personas permiten que otras dependan emocionalmente de ellas porque esto les permite evadir ciertas responsabilidades propias. Las dinámicas de las relaciones de dependencia emocional son muy complejas. Características de las personas emocionalmente dependientes: •



• •

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No se hacen responsables por sus propias decisiones, siempre piden consejo, buscan que otras personas tomen decisiones por ellas, carecen de criterio propio No se atreven a dar su opinión, especialmente si su punto de vista difiere del de los demás. Temen ofender a otras personas con sus ideas o pensamientos diferentes Necesitan aprobación y aceptación de los demás, permanentemente. Se los puede identificar con los “bomberos voluntarios” ya que no dudarán en estar allí para cualquiera que los necesite, en cualquier momento. Tienen una necesidad imperiosa de agradar y complacer a los demás.

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Intentan solucionarle la vida a todo el mundo. Necesitan que los demás los tengan siempre presentes, no logran comprender que las demás personas tienen una vida propia e independiente. Sufren mucho cuando se sienten solos, no soportan la soledad, no toleran la idea de vivir y funcionar de un modo independiente, sin la presencia permanente de otras personas en su vida. No comprenden por qué los demás no viven pendientes de ellas, Se toman todo de un modo personal. Sus emociones suelen ser muy intensas, especialmente cuando las otras personas actúan independientemente. A veces, no esperan que una relación termina y buscan otra de reemplazo, inmediatamente. Lo importante es tener a alguien en sus vidas, la soledad les aterra.

Las personas codependientes o emocionalmente dependientes suelen poner a prueba la paciencia de los demás con sus demandas y exigencias. Son personas que realmente no comprenden que otras personas tengan una vida independiente de la persona codependiente. También, suelen poner a prueba la paciencia de los demás, ya que no dejan de meterse en la vida ajena. En su afán por agradar a los demás, debido a su baja autoestima y falta de aceptación propia, exageran sus acciones e intensifican su necesidad de estar comunicadas con otras personas, permanentemente. Las personas emocionalmente saludables, por el contrario, saben que para gozar de un equilibrio emocional saludable, hay un momento para compartir con otras personas (trabajo, amigos, familia, pasatiempos, deportes, diversión, etc.) y un tiempo para estar a solas, consigo mismas. Todos necesitamos unas horas del día, o unos días por semana (o a veces, un par de meses en el año) en que necesitamos estar con nosotros mismos y disfrutar de nuestra propia compañía. Aunque no hagamos nada especial, en particular. Quizás sólo nos dediquemos a leer un libro frente a un hogar de leños, salir a caminar debajo de los árboles, dar un paseo por a playa o simplemente contemplar el mar, quedarnos en casa oyendo o tocando o grabando música, navegando por Internet, escribiendo cartas, mirando una película por TV, practicando un deporte o haciendo ejercicios en un gimnasio, nadando, cantando, bailando, etc. Hay muchas cosas que podemos disfrutar sin necesidad de compartirlas con otras personas. Pero las personas codependientes no pueden comprender que a una persona le resulte placentera la soledad. 135

Víctimas involuntarias versus víctimas voluntarias Al estudiar las reacciones de las víctimas, podríamos decir que identificamos a dos tipos de víctimas diferentes: Las que llamaremos “víctimas inconscientes o involuntarias”, como los niños, los ancianos, las personas incapacitadas, o aquellas personas adultas que desconocen formas más saludables y adecuadas de relacionarse con los demás. Y las llamadas “víctimas voluntarias o conscientes”. Muchos de los problemas de relación entre las víctimas y los abusadores provienen de patrones de conducta y formas de relacionarse e interactuar que no son saludables o adecuados, y que por lo general fueron aprendidos y practicados a lo largo de sus vidas. En otras palabras, nadie establece una relación de víctima-abusador “conscientemente” o porque le guste "sufrir". Simplemente, las víctimas de abuso emocional, al igual que los abusadores, no conocen otras maneras saludables de establecer relaciones, o bien porque tienen problemas de salud mental o problemas éticos o morales. Una vez que las víctimas de abuso toman conciencia del tipo de relación en la que están involucradas, o de los tipos de relaciones que tienden a establecer con otras personas, necesitan informarse mejor sobre las relaciones interpersonales y sobre los distintos tipos de personalidades y sus trastornos a fin de poder identificar a un abusador. Aún así, hay víctimas que adquieren una comprensión cabal del tipo de relación tóxica que mantienen con un abusador y, aun así, deciden seguir adelante con esa relación. Por esta razón, hemos definido el segundo tipo de víctima: La víctima "consciente o voluntaria". Lamentablemente, hay algunos casos en que una persona que es víctima de un abusador emocional y físico, perdona a su abusador y vuelve a establecer una relación con él, y por consiguiente, vuelve a sufrir todo tipo de abusos físicos y emocionales (golpes, insultos, etc.) Cuando la víctima toma conciencia del abuso, entonces la llamamos una “víctima consciente”. Estas víctimas ya saben qué es lo que les espera si continúan manteniendo una relación con un abusador o si lo perdonan y aun así, reanudan la relación con el abusador.

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Un ejemplo simple: •

Si cambiáramos de empleo y tuviéramos que recorrer un camino diferente al habitual para ir a nuestro nuevo trabajo, seguramente elegiremos el camino más cómodo o más conveniente. Si al recorrer este nuevo camino para ir a trabajar, el primer día, y un grupo de delincuentes nos asalta, queda claro que no es culpa nuestra que existan delincuentes en el mundo. Tampoco tenemos la culpa de que ese día nos hayan asaltado cuando nos dirigíamos al nuevo empleo. Y tampoco disfrutamos que nos asalten… Tampoco vamos por la vida pensando -todos los días- que nos van a asaltar y por eso ocurre. No. Simplemente fue un hecho fortuito que ocurrió y nosotros no tuvimos la culpa. Pero, si al día siguiente, volvemos a recorrer el mismo camino y nos vuelven a asaltar…, y luego, al tercer día pasa lo mismo - y así sucesivamente, durante una semana - entonces queda claro que, aunque no sea culpa nuestra que existan delincuentes en el mundo, si nosotros no decidimos cambiar de camino y no elegimos otra ruta diferente para llegar a nuestro nuevo empleo, es casi seguro que los delincuentes continuarán asaltándonos. Los delincuentes no se mudarán a otro camino para dejar de asaltarnos y evitarnos el mal rato que pasamos cada vez que nos asaltan.

Del mismo modo, los abusadores difícilmente cambien su manera de actuar para dejar de abusar de nosotros y evitarnos el sufrimiento. Por eso, es importante que las víctimas de abuso emocional comprendan que continuar insistiendo con una misma relación, es muy posible que no solucione el problema. Así, lo más aconsejable para una víctima que toma conciencia de su condición de víctima de un abuso, es que establezca un límite sano para evitar que el abusador siga abusando de ella. Retomando el ejemplo anterior, esto equivale a que la víctima del asalto decida recorrer otro camino para ir a trabajar, con el fin de evitar que la sigan asaltando. La víctima decide cambiar su situación personal. Entonces… ¿qué significa, exactamente, ser una víctima “voluntaria”? Ser una víctima voluntaria sólo significa que la víctima ha comenzado a tomar conciencia de que es víctima de una relación abusiva y de que le resulta muy difícil dejar esa relación. No significa que la víctima acepta gustosamente ser maltratada por el abusador. Tampoco quiere decir que la víctima "disfruta" su rol de víctima o que tiene la culpa de que el 137

abusador abuse de ella, sino que una vez que comienza a comprender el tipo de relación en la que se encuentra (o los tipos de relaciones que tiende a establecer), es importante que comience a tomar conciencia, también, del hecho de que puede elegir abandonar esa relación y cambiar su propia situación. Cuando una víctima se convence de que necesita poner fin a una relación, pero no logra encontrar la manera de hacerlo, entonces es importante que tenga en cuenta que puede pedir ayuda a sus amigos, sus familiares o buscar ayuda en su comunidad (grupos de apoyo, asistencia social, terapeutas, abogados, policía, etc.) De nuevo, la víctima no tiene la culpa de la conducta abusiva del abusador, pero si la víctima no hace algo para evitar que sigan abusando de ella, el abusador no lo hará. La víctima tiene la posibilidad de pedir ayuda en su comunidad a fin de cambiar su situación. Es muy común que algunas personas confundan “responsabilidad personal” con “culpa”. La responsabilidad personal de la víctima significa que sólo la víctima podrá hacer algo por ella misma. Pero, desafortunadamente, muchas víctimas se centran en ayudar al abusador. Otro ejemplo: •

Si tengo un dolor de muela, la culpa de la caries es de un microorganismo (por lo general el estreptococo mutans). Queda claro, nuevamente, que no es “mi” culpa. Pero si yo no voy al dentista y le pido que cure mi caries, estaré permitiendo que la bacteria que produjo la caries continúe actuando y cause aún más daño. Así, conforme pase el tiempo, y si yo no tomo ninguna medida al respecto, la bacteria seguirá causando estragos, hasta que yo decida ponerle fin a ese dolor. Dependiendo el tiempo que haya dejado transcurrir, podré necesitar un tratamiento de conducto o la extracción completa de la pieza dental.

Es por esta razón que hacemos esta referencia a las víctimas “voluntarias”. Como explicamos antes, esto no significa que a las víctimas de abuso les guste sufrir, no se trata de ser “masoquista”, se trata de tomar conciencia de que si la víctima de abuso no toma alguna medida, el abusador no lo hará. Recuerde que no se trata de buscar "culpables", sino de comprender cómo funciona una relación abusiva y aprender que 138

existen mejores maneras de relacionarnos con los demás. Se trata de comprender cómo opera un abusador y qué responsabilidad le compete a cada persona que participa en una relación abusiva. Se trata de comprender cómo actúan y piensan las personas con problemas psicológicos o éticos y qué podemos hacer para no establecer relaciones que no son saludables. La idea de la víctima consciente o voluntaria surgió a partir de algunos casos de víctimas de abuso emocional y físico, que aún siendo conscientes del tipo de relación en la que estaban involucradas, siguieron esperando que el abusador cambiara. Este tipo de víctimas pensaba (erróneamente) que si ellas cambiaban, entonces -quizás- el abusador también cambiaba. Si bien, a veces, pueden producirse cambios temporales, la esencia de la personalidad de un abusador no cambia. Y esto es algo sobre lo que la víctima no tiene control. Independientemente de la víctima modifique su conducta, el abusador no cambiará ni solucionará su problema de abuso. Pero, sí es posible que muestre algunos cambios menores y superficiales que la víctima podrá interpretar con señales de un cambio mayor. No se engañe. Los cambios profundos llevan tiempo, no ocurren de la noche a la mañana. Es igualmente importante tener en cuenta qué cosas están bajo nuestro control y qué cosas no. La personalidad de un abusador, ciertamente no está bajo el control de la víctima, como tampoco lo están las decisiones que el abusador toma. Las víctimas de abuso emocional pueden controlar sus propias emociones, pero no las del abusador. Pueden tomar sus propias decisiones de cambio, pero no pueden obligar al abusador a tomar la decisión de cambiar. Hay víctimas de abuso emocional que, por diversas razones, deciden permanecer en una relación abusiva, incluso cuando ya conocen los problemas psicológicos del abusador y el tipo de relación abusiva que mantienen con él o ella. No obstante, algunos abusadores pueden cambiar. Con una terapia que trate sus problemas de salud mental y un profundo trabajo psicológico sobre su persona, algunos abusadores logran cambiar y dejan de establecer relaciones abusivas con otras víctimas. Pero esto requiere un compromiso importante, por parte del abusador, del mismo modo que la víctima necesita comprometerse con resolver sus problemas acerca de la tendencia a establecer relaciones abusivas con distintos tipos de abusadores.

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Una reacción muy normal Muchas víctimas se sienten ofendidas cuando se les explica que ellas también tienen cierta responsabilidad dentro de una relación abusiva. Esta reacción es perfectamente normal y comprensible. La víctima se siente ofendida principalmente porque la conducta abusiva de un abusador no es culpa suya. Lo cuál es verdad. Pero es importante que las víctimas recuerden, siempre, que el abusador no va a poner fin a una relación abusiva (aunque amenace con hacerlo), ni tampoco va a remover a la víctima de una relación abusiva para evitarle el sufrimiento. El abusador no se va a deshacer de la víctima, a menos que se aburra de ella y encuentre una víctima mejor. Cualquiera sea la situación, los abusadores necesitan establecer relaciones abusivas, parasitarias o patológicas con sus víctimas. Necesitan una víctima en su vida para que ésta tenga sentido. Usted, en cambio, no necesita a un abusador en su vida. Usted vale mucho más que eso y merece una calidad de vida mucho mejor. Déle la espalda al abuso emocional. Aléjese de los abusadores. Usted merece relacionarse con personas que valoren y respeten la persona que usted es. Comience por respetarse usted mismo y no permita que nadie dañe su autoestima o le haga dudar de su intuición. Usted puede recuperar la persona que era, usted puede recuperar su autoestima y su poder personal, en cualquier momento. Recuerde: Nunca es tarde para cambiar. Elija darle la espalda al abuso emocional.

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CAPÍTULO V

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INDICADORES, SIGNOS Y SÍNTOMAS Cuando nos relacionamos con las demás personas, es importante que aprendamos a prestar atención a la “actitud” que éstas tienen frente a la vida, más allá de sus palabras. Cuando aprendemos a leer entre líneas, notamos que existen ciertas señales de alerta, o signos o síntomas que nos permiten reconocer a un abusador o una potencial relación de abuso emocional. Algunos síntomas son más evidentes, pero otros son mucho más sutiles. Empecemos por analizar un ejemplo obvio: •

Una persona que es desmedidamente ambiciosa, inescrupulosa, egoísta, desconsiderada con los demás, y que tiende a descalificar a otras, a menudo proyectará esta actitud en todos los aspectos de su vida (laboral, afectivo, social, etc.) Su capacidad de abusar emocionalmente la transmitirá a través de mensajes verbales o no verbales, sutiles o evidentes. A veces, hasta podemos darnos cuenta de cómo funciona este tipo de abusador por la manera en que trata a una camarera en un restaurante. Los abusadores suelen tratar despectivamente a otras personas, para sentirse superiores a alguien. O bien, pueden minimizar la importancia que tiene el tiempo de otras personas, llegando tarde a las reuniones de trabajo o faltando a las citas médicas sin avisar, etc.

Observar la conducta de una persona, su actitud en distintas situaciones y ámbitos, o cómo interactúa con otros, nos dice mucho acerca de esa persona, nos brinda información importante sobre la clase de persona que es. Si una persona trata con desprecio a una camarera, podemos esperar que el futuro también nos trate igual, porque se trata de una persona que no respeta a los demás. Si una persona olvida sus citas personales o llega siempre tarde a las reuniones de trabajo, estamos frente a una persona en la que no se puede confiar mucho, ya que nunca sabemos si podremos contar con su presencia o si se le presentarán problemas (continuamente) que le impidan cumplir con sus obligaciones. Cuando esto ocurre esporádicamente, no es algo grave, pero cuando se convierte en una regla o en una norma habitual, entonces desestabiliza emocionalmente a las demás personas que trabajan con este sutil e irresponsable abusador. Además, su actitud nos habla de una persona egoísta que no tiene consideración por los demás. Por lo general, las personas que no tienen control sobre su vida, acaban entorpeciendo y desequilibrando la vida de los demás. Un jefe que es 142

incapaz de poner límites y acepta compromisos en nombre de un equipo de trabajo, puede perjudicar a los integrantes de dicho equipo, aceptando tareas que no les corresponde hacer o que afectarán el rendimiento personal de los integrantes de ese equipo. También es importante tener en cuenta cómo nos sentimos nosotros mismos frente a determinadas personas:

¾ ¿Nos sentimos a gusto o nos sentimos incómodos? ¾ ¿Sentimos que debemos tener mucho cuidado con lo que hacemos y decimos a fin de no ofender a esta persona?

¾ ¿Podemos ser nosotros mismos, o tenemos que fingir ser alguien diferente para complacer a la otra persona o lograr su aceptación?

¾ ¿Nos sentimos presionados por alguna razón y no comprendemos bien por qué? ¿O nos sentimos relajados, sin presiones y sin necesidad de esforzarnos por agradar a la otra persona?

¾ ¿Compartimos los mismos códigos morales o los mismos valores? ¾ ¿Toleraríamos que un total desconocido nos tratara de esa manera? Además, algunos síntomas de abuso emocional, o de una relación abusiva, pueden incluir los siguientes: • La otra persona critica, humilla, se burla, o juzga permanentemente a los demás en nuestra presencia. • La otra persona nos ridiculiza cuando expresamos lo que sentimos o lo que necesitamos. • Interfiere constantemente en nuestra relación con los demás diciéndonos qué es lo que debemos hacer (cómo criar a nuestros hijos, cómo hablar con nuestro jefe, con qué amistades podemos relacionarnos, etc.) • La otra persona nos hace sentir en deuda. • La otra persona sólo nos tiene en cuenta cuando necesita algo de nosotros.

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• La otra persona nos aísla de los demás, invade nuestra privacidad, tiende a ejercer un control desmedido sobre nosotros o es posesiva. • Nos limita nuestro acceso al dinero, la independencia laboral, profesional o vocacional, o incurre en deudas que uno tiene que terminar pagando. • Nos sentimos “atrapados” en una relación. • No nos sentimos valorados, aceptados, ni respetados. • Nos sentimos obligados a hacer cosas que los demás nos exigen. • Sentimos que necesitamos el permiso o la aprobación de la otra persona para tomar decisiones o hacer lo que queremos hacer. • Sentimos que no podemos hablar abiertamente con la otra persona acerca de las cosas que nos molestan. • Sentimos temor a no encontrar algo mejor. • Pensamos que la otra persona no podrá vivir sin nosotros • Pensamos que nosotros no podremos vivir sin ella. • Tememos cuál pueda ser la reacción de la otra persona si queremos hacer valer nuestros derechos. Éstos son algunos síntomas que nos indican que estamos viviendo bajo una situación o relación de abuso emocional. Pero hay otros indicadores que podemos tener en cuenta también, como los que explicaremos a continuación. El condicional hipotético Otra señal importante, al escuchar atentamente cuando las personas hablan, es prestar atención cuando utilizan el tiempo verbal condicional o lo que llamamos el "condicional hipotético", algo que también se conoce como el "ía". Cuando una persona habla siempre en tiempo condicional: “Si tuviera… Yo haría… Si tú no hubieras... Yo habría podido...”, estamos en presencia de una persona que vive en un mundo de fantasía y usa juegos psicológicos para distraernos, con el fin de que no nos demos cuenta de lo que en realidad está haciendo: nos está manipulando para alcanzar su propósito oculto. Y como hemos visto, la manipulación es una característica propia del abuso emocional. Este tipo de abusador suele ser adicto al “juego de la culpa”. Nunca se responsabilizará por lo que hace, siempre tendrá una excusa y buscará alguna manera de justificar que la culpa es de otra persona y no de ella.

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También habla de personas que viven en un mundo irreal, en lugar de vivir aquí y ahora, en tiempo presente, en la realidad o, como decimos coloquialmente, “con los pies en la tierra”. Por eso, como dijimos antes, reiteradas veces, es muy importante ser realistas. Para detectar a este tipo de personas, lo mejor es confrontar sus discursos (lo que dicen) con la realidad (lo que hacen). De esta manera, su mundo de fantasía se desvanece y nos permite ver en qué medida podemos confiar en esa persona y en qué medida nos está engañando. La confrontación con la realidad es un buen parámetro para detectar a un abusador. Lo que sucede en la vida real: ¾ ¿Se cumplen las “promesas” (o los “deseos en voz alta") que expresa la otra persona? ¿O se trata simplemente de una maniobra de distracción? ¾ ¿Realmente la otra persona es una víctima de los acontecimientos y no tiene culpa alguna de lo que le sale mal? ¿O tenía otras opciones y podría haber evitado las consecuencias? ¾ ¿Se trata de una persona que permanente piensa que el mundo está en su contra o tiene una actitud positiva la mayor parte del tiempo? Son muchas las preguntas que podemos hacernos para detectar las maniobras de los manipuladores. Pero es importante recordar, una vez más, que no hay que volverse paranoico y sospechar que todo el mundo nos quiere perjudicar. Busque un equilibrio saludable entre la sana confianza y el sano escepticismo. Sí, pero… El “Sí, pero”… es otro indicador que podemos tener en cuenta. “Sí, pero”, por lo general, equivale a NO. Por ejemplo, si alguien dice: “Sí, podemos hacer esto que te gustaría hacer, pero…” - Esto equivale a decir, NO, (“No haremos lo que te gustaría hacer, haremos lo que yo decida”).

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A continuación citaremos algunos ejemplos de la vida real: • Al intentar usar su tarjeta de crédito en un supermercado, una mujer se entera que ha sido dada de baja. Al llegar a su casa le pregunta al esposo y éste le contesta: “Sí, ya sé que es importante tener dos tarjetas de crédito diferentes, pero consideré que era un gasto excesivo y le di de baja. Olvidé avisarte”. • Un grupo de personas acordó reunirse en un lugar determinado, a una hora determinada. Uno de los integrantes llega al lugar acordado, a la hora indicada y no encuentra a nadie. Al cabo de unos minutos decide llamar al celular de otro de los integrantes del grupo, quién le dice: “Sí, es verdad, habíamos quedado en reunirnos allí, pero decidimos cambiar de lugar. Pensamos que ya lo sabías”. • Un hombre le propone a su novia hacer juntos un viaje. Planifican todo el viaje (las ilusiones crecen) y llegado el momento del sacar los pasajes, el hombre le explica a su novia: “Yo pensé que podías venir conmigo y con mi hermano, pero mi hermano alquiló un departamento de un solo ambiente y no hay lugar para ti. Lo siento, otra vez será”. • Una madre no se ha ocupado de preparar el uniforme de sus hijos cuando faltan sólo dos días para comenzar las clases. Así, el primer día del año escolar, los niños deben asistir con el uniforme del año anterior que hora les queda muy chico y que, además, no se ha mandado a limpiar. Sus compañeros se burlan de ellos y los niños le reclaman a la madre, quien responde: “Sí, tienes razón, ese pantalón y esa falda están demasiado cortos para ustedes, han crecido mucho desde el año pasado a éste, pero la verdad es que no he tenido tiempo de ocuparme de sus uniformes escolares porque tuve cosas más importantes que hacer”. (Normalmente, entre un año escolar y otro hay mucho tiempo como para que la madre pueda encontrar un minuto y ocuparse de los uniformes del año siguiente). En resumen, esto refleja el egoísmo y egocentrismo de un abusador, que se debe principalmente a su falta de empatía y consideración por los demás, y en última instancia, a su propia inseguridad y su baja autoestima, negada y luego proyectada hacia la víctima. Recuerde: Una persona que es segura de sí misma y que tiene un nivel de autoestima saludable, no necesita degradar ni humillar, ni controlar a otras. Además, buscará relacionarse con otras personas "emocionalmente sanas", que tampoco necesiten ser humilladas ni controladas.

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A veces, cuando un abusador toma conocimiento de este tipo de información sobre aquellas cosas que constituyen una situación de abuso emocional, puede llegar a comprender que está relacionándose de un modo inadecuado con las demás personas, y puede llegar a cambiar, pero ésa es una decisión personal. La víctima no puede obligar al abusador a cambiar. Del mismo modo, las víctimas de abuso también pueden tomar la decisión de abandonar una relación abusiva (o de continuar formando parte de ella). Pueden elegir buscar ayuda para solucionar su problema o, simplemente engañarse, pensando que ese tipo de relación mejorará con el tiempo o que el abusador cambiará, etc. No olvidemos que si el abuso emocional puede considerarse una “enfermedad” (por decirlo de alguna manera), podríamos también decir que tanto el abusador como la víctima, son personas “emocionalmente enfermas": es decir, no son personas emocionalmente saludables. Y por consiguiente, en la mayoría de los casos, necesitan ayuda profesional para comprender cómo pueden hallar otras formas más saludables de relacionarse entre sí y con los demás. “Si termino una relación, ¿habré solucionado todos mis problemas?” Cabe destacar también, que si bien a veces es necesario romper con una relación no saludable, esta ruptura de por sí, no cura a la víctima ni al abusador. Sólo cuando comprendemos nuestros propios patrones de comportamiento y tomamos conciencia de nuestra manera de relacionarnos con los demás, empezamos a resolver nuestros propios problemas de fondo y tenemos la posibilidad de cambiar, definitivamente. De este modo, ya no continuaremos estableciendo relaciones de abuso emocional con diferentes abusadores. Los cambios Los procesos de cambio y aprendizaje no suelen ser procesos lineales. Esto se debe a que mientras recorremos el “camino” del cambio o del aprendizaje, podemos encontrarnos con diferentes obstáculos, que no siempre dependen de nosotros o están bajo nuestro control. Estos obstáculos se presentan como desafíos que nos obligan a tomar una decisión. Cada persona tiene sus propios tiempos. Algunas personas 147

tomarán una decisión de inmediato, mientras que otras demorarán un tiempo. Estos obstáculos que nos impiden avanzar en nuestro proceso de cambio o aprendizaje, equivalen a encontrar una roca de gran tamaño que nos obstruye el camino. Esto nos obliga a detenernos un instante y pensar cómo vamos a superar ese obstáculo. Algunas personas decidirán remover la piedra del camino con ayuda de alguna herramienta, otras optarán por rodearla y pasar por el costado, otras decidirán trepar y pasar la roca por encima. Al continuar nuestro camino para alcanzar la meta de cambio deseada, podremos volver la cabeza y mirar hacia atrás. Allí veremos que la roca que nos obstruyó el camino en el pasado, ha quedado estancada en ese mismo lugar. No se ha movido, no ha evolucionado, mientras que nosotros, por el contrario, hemos logrado salir adelante. Lo mismo pasa con algunas relaciones. A veces, pensamos que no podemos dejar esa relación, o que no podemos dejar atrás el recuerdo de una relación o de una persona. Pero, si realmente deseamos cambiar por nuestro bien, encontraremos la forma de sortear esa dificultad y de salir adelante. Con el tiempo, esa relación o esa persona (al igual que la roca del ejemplo) habrán quedado estancadas en el pasado. Ya no pertenecerán a nuestro presente. Nosotros habremos evolucionado y ya no necesitaremos esa relación o esa persona abusiva en nuestras vidas. TRES PREGUNTAS CLAVE PARA DETECTAR EL ABUSO Mientras nos relacionamos o “interactuamos” con otras personas, podemos practicar el siguiente ejercicio. Es simple y nos ayudará a aprender a “leer entre líneas” y comprender más allá de las palabras o de aquello que se presenta como evidente a nuestros sentidos. No sólo debemos prestar atención a la coherencia del discurso de la otra persona, sino también a sus mensajes no verbales. Muchas veces, un simple gesto, o una pequeña actitud pueden determinar cuál es la intención que tiene esa persona al establecer una relación con otra. Aprender a decodificar el lenguaje corporal es una estrategia muy valiosa a la hora de comprender cómo funcionan las personas. Veamos cuáles son estas tres preguntas útiles que nos podemos hacer:

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1. ¿Qué se dice? Con esta pregunta queremos centrarnos en los mensajes subliminales que se esconden detrás de las palabras obvias. Por ejemplo: • Si un hombre va a comprar una propiedad de valor promedio y el vendedor le muestra una más lujosa y le dice: “Ésta es la mejor propiedad que tenemos en el mercado hoy, PERO, me temo que quizás sea demasiado cara para usted... AUNQUE el precio se podría llegar a conversar un poco...", el vendedor está claramente apuntando a despertar ese deseo y esa ambición de alcanzar lo mejor, que todos llevamos dentro. El vendedor no tiene ningún interés en venderle al cliente el tipo de propiedad que el cliente quiere comprar. Puede incluso, seguir “distrayendo” sutilmente al cliente mediante frases engañosas como: “usted merece tener una casa que esté a su nivel” (recurre a la falsa adulación, como vimos antes en el ejemplo del vendedor de automóviles). Piense por un momento, ¿quién es el vendedor para suponer que esa propiedad “es demasiado cara para usted”? o bien, ¿quién es el vendedor para decidir qué propiedad está a su nivel?, etc. En realidad, el vendedor está manipulando (de manera sutil y emocionalmente) al potencial comprador, de una manera muy sutil. Su único propósito es el de venderle la propiedad que a él le conviene. No la propiedad que el comprador está buscando o que realmente puede pagar. También podríamos decir que el vendedor está “abusando emocionalmente” del comprador porque, de cierta manera, está dando por sentando que el comprador es un tonto que permite que los demás manipulen su voluntad. Este vendedor particular está sondeando los puntos débiles de la autoestima del comprador para poder lograr su propósito. El vendedor busca controlar la situación. Nota: Este ejemplo, al igual que el del vendedor de automóviles, sólo se brinda a modo de “práctica” para utilizar en la vida diaria, pero no tienen la intención de implicar que todos los vendedores son abusadores por naturaleza. Sólo pretende ilustrar cómo algunas personas manipulan a otras, sutilmente. Como dijimos antes, los buenos vendedores, buscan situaciones dónde ambas partes ganen. De un modo similar al ejemplo del automóvil, si el comprador es una persona segura de sí misma, comprará la propiedad que él desea comprar, 149

a un precio justo, sin sentirse “inferior" por no poder comprar una propiedad más cara. Y ciertamente, no comprará la propiedad que el vendedor le quiere vender. Si el comprador tiene un perfil de víctima de abuso, incurrirá en gastos que le costará afrontar más adelante, solicitará un préstamo hipotecario, se endeudará o se privará de otras cosas, con tal de comprar la propiedad "que está a su nivel" (según el criterio adulador del vendedor). Cuando decimos que cada persona tiene su propio nivel de comodidad con el que se siente a gusto o a disgusto, nos referimos también a este tipo de situaciones. Son situaciones en las que hay que tomar decisiones propias, en lugar de permitir que otros las tomen por nosotros. Y aquí radica un poco la diferencia entre las personas que se hacen cargo de su propia vida y toman sus propias decisiones, aun teniendo en cuenta que algunas decisiones no son las más atractivas, pero también teniendo en cuenta las sugerencias de los demás. La diferencia está en que se basarán en lo que les conviene a ellas y no en lo que les conviene a otras personas. Y como suele suceder, por otro lado también están aquellas personas que dejan que los demás decidan por ellas (dependencia emocional). Los mensajes subliminales En algunas publicidades comerciales, los mensajes subliminales suelen ser muy sutiles. En general apelan al sentido de superación de las personas, y algunas publicidades ofrecen productos que prometen soluciones mágicas o inmediatas a problemas complejos. Al igual que los abusadores inescrupulosos, los creadores de ciertas publicidades y productos no dudan a la hora de “explotar” las necesidades de la gente para obtener una ganancia más que redituable. Así vemos cómo ciertos productos se promocionan bajo el mensaje subliminal de “créase esto o sea un tonto por el resto de su vida", lo que suele ser muy eficaz en personas que tienen necesidades importantes y/o niveles culturales bajos, y/o una alto grado de ingenuidad o credulidad.

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Por ejemplo: •

Muchos productos ofrecen soluciones mágicas e instantáneas para perder mucho peso en muy poco tiempo, o para hacerse rico con sólo desearlo. La promoción publicitaria de este tipo de productos suele apuntar a la manipulación del deseo de superación natural de las personas y la explotación de sus necesidades reales mediante frases ambiguas, pero bien conocidas, que les resultarán familiares a los futuros consumidores. También respaldan dichos productos con falsos fundamentos científicos adaptados especialmente para que respondan a la necesidad de justificar dicho producto ante algún consumidor curioso que haga demasiadas preguntas, etc.

De la misma manera, los abusadores emocionales suelen emplear estas antiguas técnicas para persuadir y controlar a las víctimas. Cuando un abusador defiende su postura, recurrirá a evidencias que, posiblemente, habrá creado con antelación, con el sólo propósito de sostener su argumento. Si el abusador logra obtener tres o más respuestas positivas por parte de la víctima, podrá hacerle creer a ella que él está en lo cierto y que la víctima está equivocada, (cuando en realidad es al revés). Preste mucha atención a lo que dice una persona cuando habla, piense en qué se basa para decir lo que dice, qué evidencias reales pueden apoyar lo que esa persona dice, y cuál es el mensaje oculto dentro del mensaje evidente. Por lo general, el abusador hace o dice algo con el propósito de lograr satisfacer un objetivo ulterior. Haga valer su criterio propio, usted piensa, tiene un cerebro al igual que cualquier otra persona, úselo a su favor. 2. ¿Cómo se dice? Cuando hablamos, acompañamos nuestras palabras con gestos corporales o inflexiones en el tono de la voz, ya sea consciente o inconscientemente. Algunas de estas señales pueden ser más sutiles y otras más evidentes. Pero si desarrolla el hábito de observar, aprenderá a decodificarlos mejor. Otras veces, ni siquiera hace falta decir algo. Se puede "actuar" una idea o un concepto, como lo hacen los actores o los mimos. También, se puede detectar cuál es el “grado de coherencia” entre lo que dice el abusador y algún gesto que acompañe su discurso. Hay mucho material 151

interesante sobre el lenguaje corporal que está disponible en formatos impresos o electrónicos, algunos gratuitos y otros no. Aquí no vamos a ampliar sobre este tema, pero siempre es útil buscar información al respecto. Por ejemplo: •

Si una madre le “grita” a su hijo, diciéndole a viva voz: “¡¿Por qué no dejas de gritar?!”, la incoherencia es muy clara. No podemos pedirle a alguien que no grite, gritándole para que se calle.



Si un hombre observa cómo se ha vestido su mujer y le dice: "hmm... sí, no te queda mal...", pero al mismo tiempo hace un gesto o una mueca de desaprobación, ya ni siquiera hace falta que le diga si el vestido le queda bien o mal. Está claro que a él no le gusta. Pero esto no quiere decir que realmente el vestido le quede mal a la mujer. Ese gesto sólo refleja la opinión del hombre. Dependiendo de la solidez de la autoestima de la mujer, ella se cambiará el vestido o no. Se sentirá mal consigo misma o no, pensará que su esposo no la ama, etc.

A veces, las personas les piden opinión a otras, sólo para tener una segunda opinión, pero otras veces, piden opinión a los demás en busca de aprobación o aceptación. No siempre estaremos absolutamente seguros o convencidos de algo, por lo que pedir una opinión a otra persona para conocer un punto de vista es bueno. Pero cuando lo hacemos para buscar su aprobación, entonces no es saludable. En general, la persona con perfil de víctima de abuso emocional, tiende a buscar aprobación constantemente, o bien, miente acerca de sus gustos e intereses y esconde sus verdaderos gustos o deseos para no ser rechazado. Asimismo, el abusador casi siempre dará su opinión (por lo general negativa), sin importar si se la pidan o no. Hay abusadores que tienen una actitud “invasora” y toman cosas que no les pertenecen u ocupan lugares que no deberían ocupar, o revisan las pertenencias de otras personas sin permiso. Este tipo de personas invade el espacio y la privacidad de los demás porque suele creer que tiene derecho a hacerlo o que no tiene nada de malo invadir la vida ajena.

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Por ejemplo: •

Actitudes egoístas, como cuando un hombre pasa primero al abrirse una puerta, sin tener en cuenta si hay una mujer o una persona mayor a quién podría cederle el paso, o cuando un adolescente o adulto joven no se molesta en ayudar a su madre o a su padre a acarrear paquetes o bolsas de supermercado; o bien, cuando una madre estrena ropa o algún accesorio que se compró su hija, antes que ella lo use por primera vez, son gestos que hablan de personas egocéntricas que tiene muy poca consideración por los demás y que demuestran muy poco respeto. Recuerde el ejemplo del hombre que trataba despectivamente a la camarera. Lo más factible, es que termine tratándole así a usted también.

Observe la actitud de las personas, descubrirá mucha información útil a través de sus conductas. 3. ¿Para qué se dice? Normalmente, casi siempre hay una intención o un propósito oculto detrás de las palabras. En algunos casos, una persona puede exponer su punto de vista desinteresada u objetivamente. Todos tenemos derecho a expresar nuestro punto de vista, independientemente de que éste coincida o difiera con el de los demás. Pero en el caso del abusador emocional, su “discurso” (lo que dice con palabras) suele actuar como una “distracción” para engañar a la víctima y para que ésta no perciba la verdadera intención que yace detrás de esas palabras. Algunas veces, el abusador puede adoptar un rol de víctima para hacer sentir mal a la verdadera víctima del abuso. En estos casos, el mensaje verbal puede ser “tú no me comprendes” o “tú no me amas (o valoras, etc.)”, pero el verdadero mensaje es “te echaré la culpa de todo y tendrás que obedecerme o te haré sentir responsable por ello”. Cuando los padres son sobre protectores y se refieren a la víctima del abuso como "pobrecito” o “pobrecita”… no están teniendo en cuenta el mejor interés de la víctima. Por el contrario, están subestimándola y deteriorando su autoestima, aún más. Asimismo, le están enseñando que para recibir afecto o atención, necesita actuar como un "pobrecito" o como alguien incapaz de hacer algo por sí mismo. 153

Cuando oímos frases “aduladoras” como: • • • • • • • • •

Qué buena persona eres, no sé qué haría sin ti. Apuesto a que no me decepcionarás jamás. Sabes que siempre te lo digo por tu bien. Sólo intentaba ayudarte, ya que nunca nadie te ayuda. Te regalé ese celular para que puedas comunicarte conmigo en todo momento. Gasta lo que quieras, mi crédito no tiene límite. Cómprelo ya mismo, nunca más tendrá otra oportunidad como ésta. Todas las personas se sienten muy a gusto contigo, siempre. Esta manera de hacer las cosas es la única que funciona.

Podemos interpretarlas literalmente o podemos interpretarlas de la siguiente manera: • • • • •

• • • •

Qué buena persona eres, no sé qué haría sin ti. (Más te vale no abandonarme nunca) Apuesto a que no me decepcionarás jamás. (Más te vale satisfacer mis expectativas) Sabes que siempre te lo digo por tu bien. (Cualquier daño que te cause estará justificado) Sólo intentaba ayudarte, ya que nunca nadie te ayuda. (Eres un perfecto inútil y sin mí no eres nadie) Te regalé ese celular para que puedas comunicarte conmigo en todo momento. (Será mejor que mantengas informado acerca de dónde y con quién estás, todo el tiempo) Gasta lo que quieras, mi crédito no tiene límite. (Pero no se te ocurra nunca cuestionarme lo que hago a tus espaldas) Cómprelo ya mismo, nunca más tendrá otra oportunidad como ésta. (Sé que usted es lo suficientemente tonto como para comprar cualquier cosa) Todas las personas se sienten muy a gusto contigo, siempre. (Espero que me retribuyas la adulación cuando lo necesite) Esta manera de hacer las cosas es la única que funciona. (Ni se te ocurra opinar de un modo diferente)

Al oír estas frases en determinados contextos, podemos estar ante la presencia de personas que suelen esconder un propósito claro: adular a la víctima para confundirla y crearle un sentimiento de deuda o compromiso emocional. A través de la falsa adulación, el abusador logra confundir a la víctima, quien pensará lo siguiente: “Si me dijo algo bueno, no puede estar

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intentando lastimarme o aprovecharse de mi”, “Siempre tendré que agradecerle lo bien que me hizo sentir…”, “Tendré que hacer lo mismo que él o ella hizo por mí", etc. Es importante tomarse tiempo para conocer si realmente lo que dice y hace una persona es sin un interés particular, o si esperan algo a cambio. No todas las personas que nos dicen algo positivo son abusadores en potencia, pero conviene no enamorarse a primera vista de lo primero que nos dicen. Investigue un poco antes de dar su visto bueno. FACTORES QUE INFLUYEN Destaquemos una vez más algunos factores importantes que suelen influir sobre el abuso emocional. •

A menudo el abuso se comete, y también se permite, debido a la falta de conocimientos o de información clave. Algunas personas simplemente ignoran o desconocen que existen formas más saludables de relacionarse con otras. Otras veces, los abusadores padecen ciertos trastornos de la personalidad y requieren asistencia profesional para resolver sus problemas de abuso.



También es importante tener en cuenta el contexto cultural, el nivel intelectual y el grado de desarrollo emocional del abusador y de la víctima del abuso. Hay personas que pueden tener ciertas limitaciones intelectuales y no comprender, realmente, que están abusando de otras o que están permitiendo que otras personas abusen de ellas. Otras veces, hay pautas culturales, religiosas, tradiciones familiares, etc. que influyen mucho en los patrones de conducta de los abusadores y las víctimas.



Cabe recordar que hay distintos puntos de vista, y que la perspectiva de cada persona es única. Cada persona ha vivido experiencias únicas y tiene su propio conjunto de valores. Pueden existir personas que hayan vivido experiencias muy similares, pero aun así, su actitud frente a esas experiencias puede ser diferente. Es preferible decir que hay puntos de vista diferentes, en lugar de afirmar que hay puntos de vista correctos e incorrectos, o puntos de vista buenos o malos. Todos tenemos derecho a expresar nuestra opinión genuinamente.

Una vez más, queremos poner énfasis en el hecho de que los factores a tener en cuenta en una situación de abuso emocional son muchos y de naturalezas muy diversas. 155

Lo que dentro de una cultura podría considerarse como un abuso emocional, puede no serlo en otra. También el lenguaje corporal varía de una cultura a otra, desde un simple saludo. En algunas culturas, una persona que no mira a otra a los ojos cuando hablan, es una persona que “esconde” algo, o es “tímida” o no es de “fiar”, mientras que en otras culturas, si una persona mira a otra directamente a los ojos es un signo de mala educación o de falta de respeto. Por eso el aspecto cultural es muy importante. Otro error que a veces cometemos es el de “generalizar”. Si bien solemos generalizar cuando damos un ejemplo, no debemos olvidar que generalizar es algo simplista de hacer y que el mundo es mucho más amplio y complejo que eso. Incluso en algunas ocasiones, las excepciones pueden ser más numerosas que las reglas. Además, cuando generalizamos, podemos cometer el error de caer en lugar comunes, como las creencias, los juicios de valor heredados (prejuicios, preconceptos, etc.), que nos quitarán objetividad. También dijimos que el nivel de tolerancia al abuso es inherente a cada persona. Y debemos comprender que la decisión de cambiar o de no abusar de otros (o bien, de no permitir el abuso), es una decisión personal que no puede ser forzada, ni ocurrirá “mágicamente” de la noche a la mañana. Lo más importante es hallar un equilibro y evitar las relaciones “todo o nada". Las relaciones son como avenidas de doble sentido y es vital aprender a compartir saludablemente y aceptar los distintos puntos de vista. Las relaciones extremistas o “polarizadas”, dónde una persona “manda” y la otra “se somete”, no son relaciones saludables y es muy posible que sean relaciones en las que el abuso emocional pase al abuso físico, y que esto se considere como una dinámica común. Por lo general, las víctimas de abusos muy sutiles no logran comprender qué es lo que funciona mal, pero sí comprenden que no se sienten cómodas en una relación. Cuando una persona siente que no tiene la libertad de mostrarse tal cuál es, lo más probable es que esté siendo controlada por un abusador. Nadie nace con la obligación de tener que agradar a los demás. Pero los abusadores tienen bien presente la necesidad de relacionarnos que tenemos todos los seres humanos y suelen ejercer su poder desde esa necesidad.

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Algunas circunstancias especiales en la vida de personas que no solían ser abusadoras, pueden modificar la conducta de esa persona y “sacar lo peor de ella”. Por ejemplo: •

Una persona que normalmente no era egoísta y que valoraba a las personas que le rodeaban, puede volverse egoísta y dejar de valorar a los demás, ante una crisis económica grave, o una pérdida personal muy importante. Es posible que esto le genere desconfianza, inseguridad o resentimiento. Ante una crisis financiera mundial o una guerra, o ante la muerte trágica de un ser querido, una persona que era amable y considerada con los demás, puede volverse hosca y mostrar desprecio hacia otras personas como una manera inconsciente de canalizar sus frustraciones, su dolor, su ira, etc.



Un empleado eficiente, responsable y respetuoso, puede llegar a perder sus buenos modales si le asignan un jefe nuevo que le marca sus errores constantemente y, todos los días, le recuerda cuántos errores ha cometido en los últimos meses, etc. Esa descalificación persistente hace que el empleado ya no sea la persona respetuosa que era, le resulte más difícil ser amable con los demás. Quizás hasta trate mal a su esposa y a sus hijos en el hogar y luego les reclame que no lo comprenden.

Por esta razón, el contexto en que se encuentra una persona, o las circunstancias por las que atraviesa en determinado momento de su vida, pueden convertirla en un abusador “transitorio” o “temporal”. Cuando la familia y los amigos se desesperan por ayudar Es muy común que, ante la insistencia de su familia por ayudar a una víctima de una relación abusiva, ésta ataque a su familia y se distancie de ella en un intento por preservar su propia seguridad física. Hay abusadores que suelen amenazar a sus víctimas con causarles daño a ellas o a sus familiares o a sus amigos, si la víctima cuenta lo que está pasando o si pide ayuda. Por eso, para preservar su seguridad y la de sus seres queridos, la víctima suele distanciarse de sus familiares y amigos a fin de no provocar más la ira del abusador. Lamentablemente, a veces la víctima pone distancia tratando mal a quienes más ama.

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No es que la víctima no ame a su familia o a sus amigos, o que no valore sus consejos, sino que es probable que la víctima sienta que se está poniendo en peligro (o poniendo en peligro a otras personas) por cualquier contacto que tenga con sus seres queridos. Por consiguiente, es muy posible que todos hayamos abusado inconscientemente de otras personas en algún momento de nuestras vidas y sin intención de herir a los demás. Así que, es importante aprender a conocer las emociones que surgen como respuesta a los distintos estímulos que recibimos y aprender, también, a manejarlas adecuadamente. También es importante diferencia lo siguiente: a) Cuando explicamos por qué algunas personas abusan de otras, no estamos “justificando” los abusos que comete un abusador, sólo estamos “explicando” por qué los comete; y b) Cuando decimos que la víctima tiene cierta responsabilidad en una relación abusiva, no queremos decir que la víctima tiene la culpa de la conducta abusiva del abusador, sino que la víctima es responsable por preservar su propia salud mental y emocional. Como ya explicamos antes, los abusadores abusan de otras personas sin importar si hay una víctima presente o no. La víctima no es responsable de la conducta del abusador, sólo es responsable de cuidar de sí misma. EL PROCESO DE CAMBIO A veces, las personas realmente desean cambiar, pero “desear” cambiar puede no ser suficiente y es posible que, algunas personas, necesiten realizar un análisis exhaustivo. También puede ocurrir que, incluso con una terapia profunda, no logren cambiar hasta que haya pasado una considerable cantidad de tiempo. No obstante, y cualquiera sea el caso, lo aconsejable es que si usted u otra persona relacionada con usted, está realizando algún tipo de tratamiento, deberá continuar con el mismo durante un periodo de tiempo relativamente prolongado para poder ver los resultados. Cambiar es mucho más que simplemente “desear” cambiar, implica mucho compromiso personal, mucho trabajo, requiere mucha práctica diaria para 158

acostumbrarse a utilizar las nuevas habilidades adquiridas y para poder librarse de hábitos nocivos o modificar viejos patrones de conducta no saludables. Como dijimos antes, el proceso de cambio no suele ser directo ni lineal, suele parecerse más a un camino sinuoso con obstáculos por el camino. A veces, nos encontraremos frente a una bifurcación y tendremos que detenernos a pensar un poco por cuál camino nuevo tomar, ¿iremos hacia la derecha, o iremos hacia la izquierda? Y ¿si tomáramos el camino equivocado? Probablemente, tengamos de dar un par de pasos hacia atrás y volver a la bifurcación y elegir el otro camino. Pero hasta que no probemos no lo sabremos. Desafortunadamente, hay personas que no logran aprender de sus experiencias (positivas o negativas) y no comprenden por qué siempre acaban relacionándose con el mismo tipo de personas o de la misma manera. Y esto sucede, principalmente, porque en lugar de evaluar lo que han hecho y los resultados obtenidos y analizar qué les conviene modificar, continúan haciendo siempre lo mismo. Aunque superficialmente parezca que están haciendo algo diferente, si no cambian su manera de pensar y su actitud frente a determinadas circunstancias, el resto no cambiará. La esencia no cambiará, sólo cambiará su aspecto exterior. Así, una persona puede mudarse a otra ciudad, cambiar de compañía y trabajar para otra empresa, practicar un deporte diferente o moverse en otro círculo social, que si no modifica su manera de pensar y actuar, seguirá estableciendo el mismo tipo de relaciones con el mismo tipo de personas, sin importar cuánto haya cambiado exteriormente. Albert Einstein dijo, una vez: “Si quieres lograr resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”. Cuando continuamos haciendo las mismas cosas, logramos los mismos resultados. Al iniciar un proceso de cambio, es normal sentirse un poco confundidos. Por una parte, nos sentimos bien porque hemos comenzado a hacer algo por nosotros, hemos comenzado a tomar el toro por las astas o hacer algo respecto de una situación determinada. Pero también, al comenzar a recorrer nuevos caminos y explorar nuevas oportunidades, nos sentiremos algo inseguros porque enfrentaremos situaciones y emociones que nos resultarán desconocidas.

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No obstante, a medida que vamos tomando conciencia de nuestras experiencias y vamos madurando, nos vamos sintiendo más seguros de nosotros mismos. Cada pequeño logro que alcanzamos es un paso enorme en nuestro proceso de cambio y crecimiento personal. Y lo mejor de todo es que, cuantos más cambios logramos, poco a poco, más cambios produciremos. Así, vamos tomando control de nuestra propia vida, de nuestras emociones, vamos aprendiendo a decidir y a pensar de un modo más saludable y conveniente para nosotros mismos. Como resultado de nuestro proceso de cambio, comenzamos a establecer relaciones diferentes, desde otro lugar, y con personas más saludables. Cuando deseamos que otra persona cambie, debemos recordar siempre que cada persona es responsable por las decisiones que toma en su vida. Nosotros no podemos obligar a los demás a cambiar, o a que vean las cosas cómo las vemos nosotros. No podemos tomar decisiones profundas por otras personas (como lo son las decisiones de cambio personal). Es por esta razón, que es muy importante ser realistas por lo que refiere a los “cambios”, ya sean propios o de otras personas. Por el simple hecho de que nosotros deseemos que los demás cambien, no significa que los demás estarán de acuerdo con nuestra opinión y entonces decidirán cambiar. Además, como dijimos antes, no todas las personas “pueden” cambiar. Algunas personas que sufren determinados trastornos o problemas de salud mental o éticos, quizás no logren cambiar o sólo logren hacer cambios mínimos o parciales. No se engañe, tome conciencia de la realidad tal cuál es. Busque información y consejo profesional para determinar si sus "deseos" de que otra persona cambie pueden hacerse realidad o si no son viables en absoluto. Ya ampliaremos más sobre este tema en los últimos capítulos (vea: Expectativas Realistas).

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CAPÍTULO VI

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TIPOS DE ABUSO Y NEGLIGENCIA El abuso emocional puede tomar distintas formas e incluso fundirse o combinarse con otros tipos de abuso o negligencia. Aquí, citaremos algunas de ellas y luego las explicaremos brevemente. • • • • • • •

Dependencia emocional Dependencia económica Negligencia emocional y física Abuso de poder Abuso intelectual Abuso sexual emocional (no físico) Abuso cultural

* Dependencia emocional: Un abusador emocional le hace sentir a su víctima que está “emocionalmente en deuda” con él. Por ejemplo, el abusador puede “recompensar” a su víctima SOLO SI la víctima acepta cumplir con las condiciones emocionales y/o juegos psicológicos que el abusador le impone. Hay una condición que genera una dependencia afectiva, psicológica o emocional. • • • •

“Te querré (o te recompensaré) SOLO SI te sometes a mí y haces lo que yo quiero” “Eres buena persona SOLO SI yo considero que lo que haces está bien" “Sin ti no puedo vivir” (SOLO puedo vivir SI tú formas parte de mi vida) “Te respetaré SOLO SI te comportas adecuadamente o satisfaces mis expectativas”

Esto está íntimamente relacionado con el amor condicional. Cuando se ama o aprecia a una persona de un modo saludable, se valora a esa persona tal cuál es, sin condiciones. Esto se conoce como amor incondicional. Se respeta a la persona, se la valora y se la aprecia por sí misma y no por lo que nos puede "dar". Cuando amamos incondicionalmente valoramos a los demás por quienes son, no porque cumplen con nuestras condiciones. En las relaciones no saludables, el tipo de amor o apreciación por otra persona es “condicional”, es decir, se aprecia a la otra persona siempre que cumpla con ciertas condiciones que satisfagan o beneficien al abusador. 162

Cuando se ama o se valora a otra persona porque satisface las condiciones que le imponemos, en realidad estamos reafirmando un amor o una valoración propios. No valoramos a esa persona, sino lo que hace (satisfacer nuestras condiciones, exigencias, expectativas, etc.) * Dependencia económica: El abusador tiene el control total del dinero y lo administra a su exclusivo criterio. Más allá de que la víctima gane dinero o no, el abusador lo administra y decide en qué se gasta, cuándo, cuánto y cómo. También decide en qué se invierte o cómo se administra. La víctima no tiene ni voz ni voto acerca de las decisiones económicas. La meta del abusador es la de ejercer el control y no dudará en dañar a quien sea para lograr su propósito. Los abusadores que controlan a sus víctimas ejerciendo un control económico, lo hacen de la siguiente manera: • • •

• • • • • • • •

El abusador controla las finanzas, no le permiten a la víctima tener independencia económica. El abusador no le permite a la víctima trabajar o elegir su propia carrera. El abusador sabotea el trabajo de la víctima (la obliga a faltar al trabajo, llama a la víctima al trabajo constantemente, lo cuál le crea problemas laborales a la víctima). El abusador decide cuánto dinero podrá manejar la víctima y si tendrá acceso o no a las tarjetas de crédito o cuentas bancarias. El abusador le da un estipendio diario, semanal o mensual a la víctima, que es mínimo. El abusador restringe o le niega a la víctima algunas necesidades básicas (alimentos, ropa, medicamentos, vivienda). El abusador le pide a la víctima que rinda cuentas de cada centavo que gasta. El abusador le pide dinero prestado o le roba dinero a la víctima, abusa de sus cuentas bancarias o de sus tarjetas de crédito. El abusador usa o explota los bienes o el patrimonio de la víctima, para obtener una ganancia personal. El abusador se endeuda frecuentemente, perjudicando económicamente a la víctima. El abusador gasta en él mucho dinero, pero limita el gasto a un mínimo cuando se trata de gastar para cubrir las necesidades de la víctima. Por ejemplo, no dudará en comprarse un traje y un par 163

de zapatos nuevos, muy costosos, cada semana, pero le negará esa misma posibilidad a la víctima. O bien, el abusador no dudará en preparar una lujosa fiesta de cumpleaños para sí mismo, mientras que escatimará gastos si se trata de la fiesta de cumpleaños de su pareja o de sus hijos, etc. * Negligencia emocional y física Un abusador emocional ignora o minimiza las necesidades emocionales y básicas de la víctima. Antes citamos el ejemplo de la madre que no se ocupaba de que sus hijos tuvieran ropa adecuada, o no le importaba ni controlaba la higiene o la salud de los niños, o que exponía a los niños a situaciones inseguras. Muchos casos de negligencia emocional y/o física tienen como víctimas a las personas mayores y a los niños, quienes en cierta medida, dependen de los adultos para llevar a cabo sus vidas. Cuando una persona mayor está en un hogar de ancianos, quizás sus familiares no lo visitan, o el personal del hogar no lo atiende como corresponde (no lo ayudan a bañarse, o no controlan que tome su medicación, no se interesan por sus necesidades emocionales o afectivas, etc.). En otros casos, las adicciones juegan un rol importante. Por ejemplo, un padre de familia que tiene una adicción al juego y no le importa perder hasta el dinero de la comida de sus hijos, está siendo negligente respecto de las necesidades de su familia. De hecho, todas estas conductas agresivas que mencionamos antes son ejemplos típicos del abuso y la negligencia física y emocional. Cuando hay problemas de violencia doméstica en una pareja y los padres se agreden físicamente delante de los hijos, entonces están desatendiendo las necesidades emocionales de los niños, otro claro ejemplo de negligencia emocional. El impacto de la violencia doméstica sobre los niños les genera mucha angustia, temor, ansiedad y diferentes tipos de trastornos que luego se prolongan hacia la vida adulta. En un ambiente laboral, por ejemplo, si un jefe recarga de trabajo a sus empleados, sin importarle si necesitan un descanso o no, o bien, no les permite expresar sus ideas para mejorar la calidad del ambiente de trabajo, también comete negligencia emocional. La negligencia es el descuido o el abandono de las necesidades emocionales de otra persona.

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* Abuso de poder o de autoridad Generalmente ocurre cuando hay una situación entre una figura de autoridad y un subalterno. Un jefe, un profesor, un especialista técnico, un agente de cumplimiento de la ley, un arrendador o alguna persona que toma decisiones importantes, puede abusar emocionalmente de otra que ocupa un lugar inferior, por ejemplo: un empleado, un estudiante, un cliente, un ciudadano, un inquilino, etc. Un profesor que se burla de un alumno o dicta sus clases tratando a los alumnos como si estos fueran incapacitados mentales, les está faltando el respeto (abuso emocional), y si además, califica a sus alumnos de manera arbitraria, está cometiendo un abuso de poder. Un agente de policía o un custodio prepotente que intimida a otras personas, infundiéndoles temor o amenazando su seguridad, comete un abuso de poder. Otro ejemplo podría ser el de un ejecutivo de cuentas de un banco que trata despectivamente a un cliente que va a solicitar un crédito. Un padre o una madre que obliga a su hijo a mentir sobre su edad para obtener un descuento en un pasaje de tren o lo obliga a usar ropas usadas o ropa más pequeña que su talle porque es más económica. Éste es un ejemplo muy triste, pero ocurre con frecuencia en la vida real. Hay muchos ejemplos dónde el abuso emocional se da bajo la forma de un abuso de poder. El abusador le hace sentir a la víctima que no tiene opciones porque las decisiones están en sus manos. Así, la víctima siente que no tiene salida porque el abusador ocupa un cargo superior. * Abuso intelectual En estos casos, el abusador hace sentir a la víctima “inferior”, desde el punto de vista intelectual. Esto no quiere decir que el abusador tenga (necesariamente) un coeficiente intelectual superior al de la víctima. Quizás la víctima sea más “inteligente”, por lo que refiere a su capacidad intelectual. Pero el abusador es más “hábil” y sabe cómo manipular a la víctima para que se sienta “menos inteligente" que él.

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Una víctima puede tener más experiencia o capacidad para desarrollar una tarea, y es posible que hasta le sobre intelecto para llevarla a cabo, pero el abusador le hace notar a la víctima que ésta “no posee un título universitario", por ejemplo, dando a entender que su capacidad intelectual no es suficientemente buena como para ocupar un determinado cargo en la empresa, etc. También puede darse este tipo de abuso cuando una persona arrogante (abusador) conoce mucho acerca de un tema (o pretende conocer) y es muy hábil y convincente, al expresarse con sus palabras. Bien podría ser el caso del elocuente vendedor de autos que citamos anteriormente. No es que el vendedor de autos tenga un coeficiente intelectual superior al del comprador; simplemente es más astuto, idóneo e inescrupuloso, y le hace notar a la víctima que ésta no sabe nada de automóviles (algo que quizás no sea cierto). Puede darse en una pareja, entre padres e hijos, entre amigos, entre un profesional y un cliente, o un médico y un paciente. En todos los casos, el abusador es simplemente más hábil y necesita hacer sentir intelectualmente inferior a su víctima. Para evitar ser víctima de un abusador intelectual, hay que aprender a ver a las personas en su real dimensión. No las idealice. Porque una persona hable mucho acerca de un tema y con una fuerte convicción, no quiere decir que sea más capaz o más inteligente que otra. Tampoco quiere decir que sepa muchísimo acerca de ese tema particular, o que sepa más que otras personas. Quizás el ejemplo más claro sea el de algunos discursos políticos o sermones religiosos, dónde el orador tiene un excelente dominio de la audiencia que los sigue incondicionalmente. Intente no “casarse” con una idea, ni "enamorarse" de un orador. Aprenda a pensar por usted mismo, dude saludablemente, busque información, compare datos, etc. Esto le ayudará a evitar los abusos de tipo intelectual. También entran dentro de esta categoría, los abusos cometidos por personas que son intelectualmente superiores que otras. Vale decir, que cuentan con ciertos conocimientos que no tiene la persona que sufre el mal trato por parte del abusador intelectual.

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Por ejemplo: •

Un marchand de arte se burla de una persona que está visitando una exhibición de arte, diciendo: “¿Cómo no sabe lo que es el cubismo?” o “¿Cómo puede confundir un Mondrian con un Miró?”

* Abuso sexual emocional (no físico): El abuso sexual puede ser físico o también, puede ser sólo emocional. Puede estar relacionado con el incesto emocional o no. Por ejemplo, cuando un hombre trata a su pareja como si fuera un objeto sexual y la “exhibe” ante su familia o sus amistades como un trofeo, está abusando emocionalmente de su pareja en un sentido sexual. También ocurre con personas exhibicionistas que dicen tener una “mente abierta” y se pasean desnudos por la casa, poniendo incómodos a los demás. •

Un caso de abuso sexual emocional era el de un padre que era un renombrado profesional en su comunidad. Al llegar a su casa por la noche, sus hijos querían compartir tiempo con él, pero él quería recostarse en la cama y leer una revista para hombres adultos con fotos explícitas de mujeres desnudas. Como era un padre muy “moderno”, les permitía a sus hijos pequeños compartir ese momento con él en la cama, leyendo juntos la revista para adultos. No sólo estaba ignorando la necesidad de atención de sus hijos, quienes querían compartir tiempo con él y contarle lo que habían aprendido en la escuela durante el día, sino que también abusaba de los niños emocionalmente desde un punto de vista sexual, exponiéndolos a un tipo de literatura que no era adecuada para niños de esa edad.

Éste es un típico caso de egoísmo, de abuso sexual emocional y de negligencia emocional, al que se le sumaba también, el abuso emocional hacia la madre, a quién no se le permitía opinar sobre el tema. Y cuando lo hacía, el padre le contestaba con una descalificación. Por ejemplo, diciéndole delante de los niños “qué cerrada de mente eres”. El problema empeoraba debido a que la madre permitía que su esposo le faltara el respeto de esa manera delante de sus hijos, en lugar de defender sus derechos y proteger a sus niños de tal exposición. Los niños no deben ser expuestos a este tipo de situaciones, ni a material reservado para personas adultas. Los niños, las personas incapacitadas y, muchas veces, los ancianos, suelen ser las víctimas involuntarias más frecuentes. 167

Como vimos en capítulos anteriores, el incesto emocional involucra la necesidad que tiene uno de los padres de que alguno de sus hijos reemplace emocionalmente a su cónyuge. Así, los padres establecen vínculos emocionales patológicos con alguno de sus hijos (normalmente conocido como el hijo preferido) quién acaba adoptando un rol emocional que no le corresponde. Muchas veces, hay madres que abusan emocionalmente de un hijo obligándolo a reemplazar emocionalmente a su padre. Así, la madre monopoliza la vida este hijo y obtiene de él lo que no logra obtener de su pareja. Cuando un matrimonio se divorcia o un padre queda viudo, no es extraño que la hija mujer pase a ocupar el rol emocional que ocupaba la madre, ya sea asistiendo a reuniones como acompañante del padre u ocupándose de las tareas domésticas como lo hacía su madre, criando a sus hermanos, etc. * Abuso cultural Se sabe que entre las diversas culturas pueden existir diferencias significativas, por ejemplo en la manera de saludar, en los diferentes acentos dentro de un mismo idioma, en los estilos de vida (una persona que vive en la ciudad tiene un estilo de vida diferente al de una persona que vive en una zona rural). En algunas culturas, saludar a una persona dándole la mano o teniendo algún tipo de contacto físico, se lo considera una falta de respeto, mientras que en otras, precisamente el “no hacerlo” es lo que se considera una falta de respeto. Por consiguiente, siempre hay que tener en cuenta las diferencias culturales que pueden afectar los valores de una persona u otra. Las pautas, las tradiciones y los valores culturales son muy importantes para cada persona. Burlarse de ellos implica no respetar a la persona y herirla emocionalmente. * Abuso físico Finalmente, el abuso físico (maltrato físico) es también una forma de abuso que genera abuso emocional, ya que degrada la autoestima de una 168

persona, además de provocarle lesiones o heridas físicas. Puede acompañar o no al abuso verbal o a la manipulación psicológica, pero no siempre ocurre así. Algunas personas creen que si otras no las maltratan físicamente, entonces no están abusando de ellas emocionalmente, pero como vimos antes, hay muchos tipos diferentes de abuso emocional, y no necesariamente implican actos de agresión o violencia física. La mayoría de los países cuentan con líneas de ayuda gratuitas para casos de violencia familiar o doméstica, y la mayoría de las instituciones y empresas cuentan con políticas de recursos humanos que prohíben el abuso y la discriminación en cualquiera de sus formas. EL ABUSO EMOCIONAL ANTE LA LEY En algunas comunidades, el abuso emocional y la negligencia emocional, son considerados un delito. Por ejemplo, en el estado de Connecticut, de Estados Unidos, el Departamento del Menor y la Familia puede pedir, ante un tribunal de menores, la terminación de los derechos de los padres en el caso de aquellos padres que abusan emocionalmente de sus hijos. Ante la ley, el abuso y la negligencia emocional tienen consecuencias penales. Los padres que descuidan las necesidades emocionales de sus hijos, exponiéndolos a situaciones en las que los niños presencian episodios de violencia doméstica, o los padres que obligan a sus hijos a mentir o los padres que consumen drogas delante de sus hijos, son llevados ante la ley y corren el riesgo de perder la custodia de sus hijos. Lo mismo ocurre con los padres que abusan emocionalmente de sus hijos, amenazándolos, insultándolos, degradándolos o sobre exigiéndoles, o bien, cuando abusan físicamente de sus hijos; por ejemplo, cuando los golpean, los encierran, los privan de alimentos, los meten vestidos debajo de la ducha fría si tienen un berrinche, sacuden a un bebé, etc. Lamentablemente, la mayoría de los países no contemplan el abuso emocional como un delito, pero sí considera un delito al abuso físico. Muchas veces, el abuso físico suele estar precedido por el abuso emocional, pero en ciertos países, la ley no toma medidas hasta que no hay evidencias de abuso físico. Por esta razón, es importante denunciar cualquier tipo de abuso y/o negligencia emocional y física ante las agencias responsables de su comunidad. 169

Es difícil comprobar el abuso emocional. Hay abusadores emocionales que dañan seriamente la salud emocional de otras personas, pero como nunca pasan a la violencia física, entonces no recibe castigo o condena, desde el punto de vista legal. A veces, durante un juicio por daños morales, los abusadores acusados suelen tergiversar los hechos y hacer aparecer a la víctima como una persona emocionalmente inestable que sufre del trastorno de personalidad por dependencia, como citamos anteriormente. Lamentablemente, cuando un abusador es una persona que goza de buen prestigio social, las posibilidades de que se le reconozca a la victima la legitimidad de sus reclamos son escasas. Los detectives de crímenes que estudian los perfiles de asesinos peligrosos coinciden en que, muchas veces, los peores asesinos (psicópatas, asesinos seriales, etc.) lucen como un hombre de familia normal, o un padre ejemplar, con un buen empleo etc. Lo mismo para las mujeres. Hay mujeres psicópatas peligrosas que, sin embargo, se ven como perfectas amas de casa, agradables, sociables, buenas madres, etc. Por eso es importante que las víctimas aprendan a controlar su impotencia ante cualquier injusticia. Recuerde que los abusadores suelen ser perfectos actores y pueden hacer quedar a la víctima como una persona “loca o desquiciada”, y quedar ellos como personas coherentes y saludables. Cuando tenga problemas de abuso emocional, en cualquier ámbito de su vida, no lo calle. Háblelo con otras personas. Hágales saber a sus amigos y familiares lo que está pasando, busque ayuda en su comunidad. Muchas agencias de bienestar social o de protección familiar brindan servicios sin costo (asesoramiento, asistencia social, prevención contra la violencia doméstica, defensa del consumidor, etc.) Si es víctima de abusos en el ámbito laboral, haga la denuncia que corresponda (ante el Departamento de Recursos Humanos o ante el Ministerio de Trabajo), pero recuerde, no guarde silencio, el silencio es su peor enemigo y sólo beneficia al abusador. Denuncie cualquier caso de abuso que conozca, así podrá ayudarse o ayudar a los demás.

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LA DEPENDENCIA EMOCIONAL Y CODEPENDENCIA Como es habitual, algunos profesionales de salud mental explican que la dependencia emocional y la codependencia son distintas, mientras que otros usan ambos términos indistintamente. La codependencia se da cuando una persona se preocupa excesivamente por los demás, al punto de no poder funcionar correctamente. La persona codependiente forja su personalidad, normalmente, durante su niñez, cuando se cría en el seno de una familia disfuncional que es emocionalmente represiva. La persona codependiente no tiene límites emocionales propios saludables, vive su vida a través de la vida de los demás, recuerda hasta los más pequeños detalles de la vida de otras personas, incluso aquellos detalles que hasta las propias personas, a veces, no recuerdan. Desde el punto de vista emocional, no tiene conciencia de que las demás personas pueden sentir o pensar de un modo diferente. La persona emocionalmente dependiente da por sentado que lo que él (o ella) siente y piensa es lo mismo que los demás sienten y piensan. No logra percibir que los demás funcionan emocionalmente de una manera independiente y que las personas tienen sus propios puntos de vista, sus propios sentimientos, su propia manera de pensar y sus propios tiempos y valores. La persona codependiente se esfuerza desmedidamente por responder a las necesidades, los deseos y los problemas de otras personas, antes de pensar en los suyos propios. Estas personas parecen no tener una vida propia y aparentemente viven su vida a través de la vida de los demás. Creen que los demás sienten y piensan igual que ellas. Viven fuera de la realidad, por lo que refiere a percibir a los demás tal cuál son, como personas independientes y vidas independientes. Cómo detectar si una persona es presa del síndrome de dependencia emocional: •



Tienen una necesidad excesiva de estar en contacto permanente con otras personas (pareja, hijos, amigos), incluso en situaciones inadecuadas (la persona codependiente llama a otras personas a su trabajo, reiteradas veces, sin importarle si están ocupadas o no). Tienen una necesidad imperiosa de buscar continuamente una nueva relación de pareja, incluso antes de terminar con su relación

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• • • • • •





actual. (No se toman tiempo para estar consigo mismas ni para conocer a las personas antes de establecer un compromiso afectivo). No logran planificar su vida de manera individual e independientemente de los demás. (Tienden a planificarla siempre en función de otras personas). Suelen elegir parejas o amistades egocéntricas, narcisistas o individualistas que demandan mucha atención. Tienen tendencia a idealizar a otras personas, en lugar de verlas como son. (La persona codependiente tiene problemas para ver la realidad tal cuál es y ver a las personas en su justa dimensión). Satisfacen los deseos y las necesidades de los demás (antes que los propios), en un intento por lograr la aceptación de los demás. Anteponen las necesidades y los deseos del abusador a sus propias necesidades o las necesidades de su familia, incluso las de sus amigos o las obligaciones de su empleo. Las personas codependientes le temen profundamente a la soledad. Temen terminar una relación con un abusador. Intentarán, desesperadamente, reanudar la relación si ésta se termina y mostrarán serias dificultades para aceptar que se terminó. Al igual que la mayoría de las víctimas de abuso emocional, la persona codependiente tiene un nivel de autoestima sumamente bajo, es incapaz de percibir sus propias cualidades o fortalezas (virtudes) personales. Siente una desvalorización acentuada de su persona. Exhibe una excesiva necesidad de agradar a los demás y de ser aceptados, junto con la preocupación exagerada y desmedida de las necesidades de los demás.

Grados de invasión Lamentablemente, estas últimas son características que suelen irritar a cualquier persona psicológicamente saludable. La conducta dependiente de las personas codependientes agobia a las personas normales y tiende a agotar su paciencia y su tolerancia. Incluso, las personas más tolerantes y respetuosas suelen reaccionar de manera hostil cuando sufren la incisiva necesidad de dependencia emocional de las personas codependientes. Una persona codependiente insistirá hasta el cansancio en ocuparse de los asuntos de los demás, pero también, será incapaz de ocuparse de su propia vida sin pedir consejo, constantemente. La persona codependiente tratará de adivinar lo que usted está pensando y hará comentarios al respecto o le dará su opinión, sin que usted se la pida. 172

Además, la persona que depende emocionalmente de otras tiene una exacerbada necesidad de comunicación. No logra dominar su ansiedad y necesita hablar con alguien la mayor parte del tiempo, independientemente de que los demás quieran hablar con ella o no, o tengan tiempo disponible para escuchar sus interminables discursos o no. En su afán por no terminar una conversación, suelen repetir partes de la conversación que ya quedaron atrás. La persona que depende emocionalmente de otras tiene serias dificultades para desvincularse de los demás. Así como no logran terminar una conversación, también prolonga una visita al médico o cualquier servicio, etc. Estas personas son percibidas como entrometidas y salvadoras. Siempre están allí para interceder por los demás. A las personas codependientes se las puede describir como “el bombero voluntario” ya que siempre están allí para ofrecer su ayuda, voluntariamente. También, los codependientes suelen somatizar y copiar todo lo que hacen los demás, como si se tratara de una moda. Si un amigo del codependiente tiene dolor de espalda y necesita sesiones de kinesiología, el codependiente también sentirá lo mismo y hará lo mismo. Si un familiar decide remodelar su casa, pintarla, comprar algún mueble en particular, el codependiente hará lo mismo, comprará muebles similares o hasta pintará su casa de colores similares a la de su familiar. Si un compañero de trabajo decide ir de vacaciones a un lugar nuevo, el codependiente también hará arreglos para visitar ese nuevo destino vacacional. El codependiente tiene serias dificultades para poder funcionar de manera independiente, principalmente por su propia inseguridad y su marcado temor a la soledad. Dependencia versus independencia emocional El codependiente, también llamado dependiente emocional por algunos profesionales de salud mental, precisamente “no es independiente”. Hará todo lo que los demás hacen, sentirá lo mismo que los demás sienten, pensará del mismo modo en que los demás piensan, etc. Si un amigo se ofende y le contesta mal porque tiene un mal día, el codependiente no comprenderá por qué su amigo "le hace esto a él o ella" y, en particular, cuando el codependiente no ha tenido un mal día. El codependiente no logra comprender que las demás personas no forman 173

una simbiosis con él, no son su espejo. Son personas independientes, que sienten cosas diferentes, piensan de un modo diferente, reaccionan de un modo diferente (al esperado por el codependiente) y tienen una vida propia que nada tiene que ver con la vida del codependiente. Otra de las características típicas del codependiente es su incapacidad para tomar decisiones propias. Esto ocurre, en parte, porque el codependiente suele ser una persona muy insegura y necesita la constante corroboración de los demás. Por otro lado, porque a pedirles consejo a las demás personas, el codependiente evitar hacerse cargo de sus propias decisiones y acciones, y mantiene a los demás “enganchados” con su vida. El codependiente no logar funcionar de un modo emocionalmente independiente de los demás. Necesita tener sus narices metidas en la vida de otras personas y que otras personas participen constantemente de la suya. No se le cruza por la mente hacer algo por su cuenta, sin contar con un acompañante (salvo en casos extremos como ir al supermercado o al baño, algo que casi todas las personas hacen solas). Consecuencias de las relaciones con personas codependientes: Normalmente, las personas codependientes suelen ocupar el rol de víctima en una relación abusiva. Estas personas suelen establecer vínculos con abusadores a los que suele llamarse “vampiros emocionales”. La persona codependiente buscará un abusador emocional que necesite víctima que: 1) requieran su opinión y su aprobación constante y 2) estén dispuestas a hacer grandes sacrificios por él (por el abusador). Las personas codependientes encajan perfecto con este tipo de perfil, ya que necesitan la opinión ajena permanentemente y necesitan ocuparse de los asuntos ajenos, dejando de lado los propios. Pero también, muchos abusadores encubiertos son, de hecho, personas emocionalmente dependientes. La persona codependiente se convierte en un abusador porque abusa de la paciencia de los demás, de la tolerancia de los demás, de los buenos modales de los demás, de la bondad de los demás, y porque la persona codependiente no tiene límites a la hora de entrometerse en la vida ajena o de pedir ayuda o consejos, incansablemente, para llevar a cabo sus actividades diarias. Los codependientes abusan emocionalmente de los demás haciéndoles la vida imposible, no dejando que los demás vivan en paz, no respetando la independencia y el espacio personal de otras personas, generándoles un compromiso que acaba por fastidiar e irritar a las personas saludables.

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CAPÍTULO VII

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TÉCNICAS DE PREVENCIÓN El problema del abuso emocional no es un problema que no tenga solución. Pero para poder solucionarlo hace falta tomar medidas, hacer algo al respecto, pasar a la acción. Como explicáramos anteriormente, en el ejemplo del dolor de muelas, si uno no toma una medida para solucionar o prevenir el dolor y detener la caries, éste no se solucionará por sí solo. También debemos recordar que no hace falta ser un experto en psicología para poder solucionar ciertos problemas. Por supuesto que una buena terapia, ya sea individual, de grupo, de pareja o de familia, siempre ayudará más que tratar de solucionarlo por uno mismo. Pero aun cuando hacemos terapia, somos nosotros mismos –en última instancia- quienes tomamos la decisión de cambiar. Somos nosotros quienes modificamos nuestros patrones de conducta y decidimos detener el abuso o no permitirlo en el futuro. Somos nosotros quienes decidimos salir a buscar maneras de solucionarlo. Además, existen diferentes tipos de terapia y diferentes terapeutas, de modo que si se elige hacer una terapia, es importante elegir bien el tipo de terapia y el terapeuta que le ayudará a resolver el problema. Una terapia deficiente o un terapeuta que no sea muy competente, desde el punto de vista profesional, pueden confundir más a la víctima de abuso emocional. Cuando los participantes de una relación abusiva son personas que no padecen un problema psicológico importante, y cuando el grado de abuso emocional es “leve”, es posible que si hablan y analizan juntos el problema, logren resolverlo. No obstante, hay que tener en cuenta lo siguiente: al ser parte del problema, es un poco más difícil verlo desde afuera. Hay muchos aspectos emocionales en juego. La víctima del abuso (o también, el abusador) quizás no deseen continuar con este tipo de maltrato no saludable, pero a lo mejor, no saben cómo detenerlo. Todos tenemos diferentes experiencias de vida. Tenemos diferentes puntos de vista -no sólo acerca de las relaciones interpersonales- sino acerca de los demás y de uno mismo. Hay personas que sienten que no son “capaces”, cuando en realidad esto no es verdad. A veces, sólo se trata de “mandatos o creencias” que hemos incorporado desde la niñez y por eso creemos que no somos capaces de lograr algo.

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Si de niño nos decían que éramos tontos o inútiles, es posible que crezcamos creyéndolo y busquemos relacionarnos con personas que refuercen esa creencia. Pero esto no quiere decir que realmente seamos tontos o inútiles. Para poder prevenir o solucionar el problema del abuso es vital tomar conciencia de que todos tenemos derecho a ser respetados, valorados y aceptados como somos. (Cabe destacar que siempre estamos hablando de situaciones y personas comunes. No es el caso, por ejemplo, de un asesino o un violador que está en la cárcel. Si bien sus derechos humanos deben ser respetados, este tipo de personas necesita estar recluida para proteger la seguridad de las demás personas, y en lo posible debería recibir una terapia o un tratamiento de rehabilitación social, que le permita solucionar sus problemas de un modo que no cause más daño a los demás.) Recuerde: Usted tiene valor como persona. Tiene derecho a ser respetado y aceptado como es.

La confrontación Cuando somos víctimas de abuso emocional solemos tomar el abuso como un problema propio, en lugar de obligar al abusador a asumir su responsabilidad personal por lo que hace. Los abusadores suelen recurrir a técnicas como la tergiversación de los hechos, la confusión y la distracción, etc., con el fin de evadir su propia responsabilidad. Usan la justificación (“tú me obligaste a hacerlo”), la proyección de sus propios sentimientos y necesidades hacia los demás, y diversos mecanismos de defensa, que van desde la negación hasta la inversión de los roles, dónde la víctima termina apareciendo como el abusador y el abusador como víctima. Confrontar a un abusador con el abuso que está cometiendo y/o con la técnica que está empleando no es tarea fácil. Pero a medida que adquirimos más información sobre la manera de actuar de los abusadores, vamos contando con mejores herramientas para confrontar al abusador. En muchos casos, la confrontación suele detener el abuso o invalidarlo. No obstante, no se puede confrontar abiertamente a todos los abusadores. 177

Si tenemos una persona que es verbalmente agresiva y controladora, y tememos que pudiera pasar a la agresión física, la confrontación no sería lo más recomendable. En ese tipo de casos, lo mejor es simular que nada ha cambiado, y preparar lo que se conoce como un “plan de escape" o un “plan de salida” (huida). Si estamos en una relación abusiva (en cualquier ámbito de nuestra vida) y tememos que al confrontar al abusador, éste nos ataque físicamente, entonces lo que conviene es preparar una vía de escape para salir de esa relación y poner una distancia física prudente con el abusador. Ser asertivo no es ser agresivo o irrespetuoso En otras ocasiones, hablar con el abusador puede ser posible. Confrontarlo puede ser posible y además puede ser saludable. Si se trata de un abusador que no se ha dado cuenta de lo que hizo, confrontarlo con la realidad y obligarlo a asumir su propia responsabilidad, es una manera de ayudarle a comprender el abuso que ha cometido y, posiblemente, también le ayude a corregir su manera de actuar y de tratar a los demás. Recuerde, algunas personas abusan de otras sin saber que están cometiendo un abuso. Y el que no sabe es como el que no ve. De modo, que es posible que al confrontar al abusador con sus acciones, le esté haciendo un favor. Ser “asertivo” significa tener determinación, significa ser firme, hablar con convicción, decir algo (por ejemplo, decir “No”) de una manera firme, clara y decidida. Pero esto no significa ser agresivo ni ser maleducado. Ser asertivo significa explicar algo claramente, sin dejar lugar a dudas, y poner límites bien definidos. A veces, tanto víctimas como abusadores, ven esto como un signo de agresión o de falta de respeto. Las víctimas pueden juzgarlo como una falta de consideración hacia la otra persona, pero no es así. Ser asertivo significa hablar teniendo confianza en uno mismo y llamando a las cosas por su nombre. Cuando somos asertivos, expresamos lo que queremos decir y lo que pensamos, de una manera clara, que no deja lugar a dudas, que no ofende a los demás. Cuando una víctima es asertiva, el abusador se asusta. Los abusadores son maestros en el arte de la tergiversación, y por consiguiente, no les agradan las cosas claras.

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Capacidades intelectuales Son muchos los factores a tener en cuenta cuando se trata de solucionar un problema de abuso. Entre ellos podemos encontrar el grado de capacidad intelectual de una persona, es decir, si esa persona puede racionalmente comprender o no lo que hace (ya se trate de la víctima o del abusador). A veces, cuando una persona no logra ver o comprender, o elige (por alguna razón) no ver o no comprender una relación abusiva o un incidente de abuso particular, uno siente que es como si "hablara con las paredes". En estos casos, las probabilidades de hallar una solución de mutuo consenso son menores. Por eso, es importante reflexionar sobre la posibilidad de "correrse del lugar”. Esto quiere decir, intentar ver el problema desde el punto de vista de la otra persona. Otras veces, es importante saber cuándo desvincularse a tiempo de una relación, ya sea de pareja, laboral o de cualquier otro tipo, antes de pasar toda una eternidad intentando explicar una situación que no funciona. •

Con frecuencia las víctimas de abuso preguntan ¿cómo hago para dejar de participar en una relación abusiva? La respuesta que reciben suele ser “No haciéndolo más”… por lo que la víctima vuelve a preguntar… “¿Y cómo hago para no hacerlo más (dejar de participar)? … la respuesta que reciben entonces es la siguiente: “Bien, para que comprenda mejor, por favor, párese y comience a correr en círculos por esta sala”, la víctima se para y comienza a correr en círculos hasta que se cansa y se detiene. Entonces, el consejero le dice: “¿Por qué dejó de correr? Yo no le dije que dejara de hacerlo. ¿Comprende ahora la diferencia entre continuar haciendo algo y dejar de hacer algo?”

La participación Dejar de participar en una relación abusiva significa exactamente eso: “No participar más”. A veces, esto implica separarse físicamente de una persona, a veces sólo significa dejar de jugar los juegos psicológicos del abusador, a veces significa cambiar de empleo, irse de la casa de los padres (siempre que ya haya cumplido la mayoría de edad, o en casos más graves, recurriendo a un tribunal de menores), o puede significar también terminar una relación de amistad o dejar de pertenecer a un grupo o a una organización. Otras veces, puede significar, simplemente, poner límites y hacerse respetar.

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La idea central es ponerle un fin a esa relación abusiva. Detener el abuso, detener al abusador, impedir que se sigan cometiendo abusos, respetarse a uno mismo. Esto se logra cuando dejamos de aceptar las excusas del abusador. También se logra cuando comenzamos a descartar las expectativas poco realistas y las reemplazamos por expectativas realistas. Además, es importante mantener la atención centrada en la conducta abusiva y evitar las maniobras de distracción del abusador. Si continuamos aceptando las excusas de un abusador y continuamos teniendo expectativas no realistas, entonces continuaremos participando en una relación abusiva o en un juego psicológico, cuya única finalidad es maltratar psicológicamente a la víctima del abuso emocional. No estaremos terminando con ese tipo de abuso. Muchas veces, las víctimas continúan en una relación abusiva esperando que el abusador cambie. Esto es un error. Recuerde: Las personas sólo cambian, si así lo deciden (y si tienen la capacidad de cambiar).

Tomar conciencia Sólo cuando tomamos conciencia de que no tenemos por qué soportar el abuso emocional, y que realmente podemos optar por formas de relacionarnos con los demás de un modo más saludable, es que podemos empezar a ver el problema desde afuera y podemos detenerlo o evitarlo en el futuro, y/o solucionarlo. Hacer es hacer, soñar es soñar. Está bien tener sueños y ser un soñador, pero es importante aprender a pasar de los sueños a la realidad y comenzar a hacer de nuestras vidas una vida mejor. Algo que nunca debemos olvidar es que nadie puede decidir por nosotros ni nosotros podemos tomar decisiones por los demás. No podemos culpar a los demás por no entender nuestra perspectiva o nuestro punto de vista personal. Más bien, debemos preguntarnos si estamos enviando un mensaje claro o si estamos tratando de establecer un diálogo con una persona que, quizás, no tenga la madurez emocional o la capacidad intelectual necesarias para comprender realmente lo que tratamos de explicarle. Es importante aprender a observar más. 180

Como explicamos en otros capítulos, cada persona es única y ha tenido vivencias o experiencias propias que pueden ser similares a las de otras personas o no, pero en última instancia, conforman las bases de nuestras propias opiniones y de nuestra manera particular de ver las cosas. Cada uno tiene una perspectiva propia, un punto de vista personal. Pero, esto no quiere decir que una opinión o un punto de vista particular sea bueno o malo, o mejor o peor que el de otra persona. A veces, sólo son diferentes puntos de vista, diferentes maneras de pensar, diferentes opiniones, diferentes criterios o diferentes valores personales. Cada persona tiene el derecho y la libertad de elegir aquellas opciones que considera que son las más adecuadas. No podemos obligar a una persona a aceptar nuestra propuesta para solucionar un problema, ni podemos imponerle nuestra manera de pensar (sólo porque consideramos que es la correcta o que tenemos razón, incluso si así fuera). Como vimos anteriormente, la buena noticia es que como todo problema, o toda “enfermedad”, el abuso emocional se puede solucionar, o “curar”, se puede prevenir o evitar, y/o se puede detener. Lo más importante que hay que tener en cuenta, como ya dijimos, es que el abusador y la víctima sólo dejarán de jugar su rol de abusador y víctima, si comprenden que ese tipo de relación no es saludable y si deciden que no quieren ocupar más ese rol. No obstante, como explicamos anteriormente, es posible que existan problemas psicológicos importantes que le impidan a una víctima o a un abusador cambiar. Por eso, es fundamental tener esto en cuenta a fin de buscar ayuda profesional, si el caso lo requiriera. Zapatero a tu zapato Una persona no debe decidir en lugar de otra. Esto no es sano. Tanto el abusador como la víctima tienen la opción de elegir si desean seguir adelante con esta manera de relacionarse o buscar maneras alternativas y adecuadas para mantener su relación. Cada persona necesita asumir su propia responsabilidad y tomar sus propias decisiones. A veces, ambas partes llegan a comprender cómo funciona el abuso emocional y aceptan, por convicción propia, dejar de relacionarse de una manera no saludable. Otras veces, una de las partes comprende esto y la otra no. Quizás porque no desea “ver” o comprender o aceptar la información clave acerca del abuso, o quizás porque realmente no puede o 181

no alcanza a comprenderla del todo. O simplemente, porque no comparte la misma opinión acerca de lo que constituye el abuso emocional. Las decisiones son personales. Normalmente, la víctima trata de hacerle comprender al abusador su punto de vista y piensa que la raíz del problema es que el abusador no comprende o no acepta lo que se le intenta explicar. La víctima de abuso necesita ser consciente de que no se "puede convencer a las piedras" acerca de una idea o punto de vista. Si uno trata, una y otra vez, de forzar a otra persona a aceptar nuestro punto de vista, está tomando una actitud equivocada. A veces, las víctimas de abuso no desean perder al abusador. Quieren que éste “cambie” y siga formando parte de sus vidas. La víctima necesita comprender que el abusador sólo “cambiará" si él así lo decide y no porque la víctima necesite que él modifique su actitud. En la mayoría de los países, las personas son libres de elegir lo que desean hacer con su vida. Podemos elegir hacer valer nuestros derechos y ser tratados como merecemos o podemos elegir conformarnos con una relación que no es saludable y aceptar pagar el precio del maltrato, con tal de no perder al abusador. Como explicamos antes, cuando se es parte del problema, es difícil tener la suficiente objetividad como para hallar una solución. Por eso, las terapias suelen ayudar mucho a aclarar las ideas y encontrar las soluciones. Y, si bien lo ideal sería hallar las soluciones en conjunto, buscar una solución a un problema que involucra a dos personas por igual, no implica que sólo una de ellas sea la única responsable de encontrar dicha solución. Se trata de una responsabilidad compartida. ¿Responsabilidad compartida? Normalmente, en el abuso emocional, hay dos o más participantes que son responsables de que el abuso ocurra. Por eso decimos que la responsabilidad es compartida, pero también lo es la “obligación” de buscar una solución. Así, como citamos anteriormente, es incorrecto pensar que podemos cambiar a la otra persona. No es nuestra tarea cambiar a nadie. Nuestra tarea es cambiar nosotros. Cada persona tiene la responsabilidad de cambiar sus propias conductas. Cada persona tiene la responsabilidad de cambiar sus conductas inadecuadas. 182

Algunas veces, no es posible hallar una solución y entonces es importante “dejar de participar totalmente” en las situaciones de abuso emocional. Esto implica abandonar el rol de víctima o el de abusador y trabajar con ayuda profesional sobre sus problemas personales. El propósito es el de hallar mejores maneras de relacionarse con los demás para no repetir, en el futuro, otras situaciones de abuso emocional. También puede implicar tomar la decisión de romper con una relación o distanciarse de una persona, definitivamente. El abuso también puede evitarse o prevenirse empleando las “tres preguntas esenciales” ya citadas anteriormente, que nos permitirán aprender a “leer entre líneas" y detectar, con antelación, si nos encontramos ante un futuro abusador. Hay víctimas de abuso que se sienten incapaces de ponerle fin a una relación abusiva. No se asuste, esto es bastante normal, y se debe principalmente- al hecho de que la autoestima de la víctima está muy deteriorada. En estos casos, busque ayuda profesional, o de un amigo o familiar, o de un grupo de apoyo en su comunidad, etc. Cuando la autoestima y la auto confianza están debilitadas, terminar con una relación abusiva puede parecer una tarea titánica. Además, la mayoría de las víctimas intentan darle una oportunidad más al abusador porque hacer esto es más sencillo, menos doloroso y requiere menos esfuerzo que tomar distancia o librarse de un abusador. Esto también es normal. A las víctimas les cuesta creer que otras personas abusen de ellas. Además, la víctima puede sentir que es una “mala persona” si pone un límite saludable. Hay abusadores que hacen sentir a las víctimas como personas “injustas” cuando éstas intentan preservar su salud emocional. Por esta razón, algunas víctimas prefieren sufrir ellas antes que creer que les han causado un daño emocional a otras personas. Recuerde: Amarse a sí mismo no es un pecado ni una injusticia, es un derecho que usted tiene. Y si usted no respeta sus propios derechos, el abusador tampoco los respetará. Todos podemos, en cualquier momento, darle la espalda al abuso emocional. Podemos detenerlo estableciendo límites y haciendo valer nuestros derechos de ser respetados como personas. No obstante, debemos recordar que “nuestros derechos terminan allí dónde comienzan los de los demás”. 183

En resumen, para prevenir y/o solucionar el abuso emocional cabe destacar lo siguiente: • • • • • • • • •





Hay que darse cuenta, tomar conciencia de la realidad. Uno debe evitar engañarse a sí mismo y ser realista. Es importante informarse adecuadamente. A veces, puede confrontar al abusador respecto de su conducta abusiva. (Cuando esto es aconsejable y factible) Se deben tomar medidas (actuar) No se debe participar del abuso No se deben aceptar excusas Usted no tiene obligación de contestar las preguntas del abusador ni de hacer todo lo que él le pida, creer lo que le diga, etc. Se pueden utilizar los distintos recursos de la comunidad (asistencia social, servicios de protección familiar, Departamento de Recursos Humanos de una empresa, servicios de defensoría al consumidor de una sociedad, etc.) Se debe buscar ayuda, compartir la situación con otras personas que puedan aportar soluciones o puntos de vista diferentes al de la víctima del abuso, o buscar ayuda profesional. (Amigos, familiares, terapeutas, consejeros). Comprender que cuando cambiamos nuestra actitud y dejamos de jugar nuestro rol de víctima o de abusador, la situación y las relaciones también cambian. Pero, tenga en cuenta que, a veces, los resultados pueden no ser los resultados esperados.

Además, a fin de no abusar (nosotros) de otras personas, es importante desarrollar una percepción y una comprensión saludables acerca de los sentimientos y las emociones de otras personas. Practicar la empatía con la mayor frecuencia posible es esencial. Y también es importante mantener una mente abierta, especialmente acerca de las diferencias culturales e intelectuales que existen entre las personas. A veces, podemos insultar, ofender o humillar a otra persona sin darnos cuenta. Debemos aprender a tomar conciencia de esto y pedir disculpas de inmediato y aclarar cualquier malentendido. Cabe recordar, una vez más, que el abuso se puede prevenir, evitar, solucionar o detener y que también podemos ayudar a algunos abusadores y algunas víctimas a encontrar otras maneras más saludables de relacionarse entre sí. En casos extremos, tenemos que ser conscientes que debemos buscar ayuda profesional para resolver el problema del abuso emocional porque informarnos sobre el tema, solamente, puede ser insuficiente. 184

Recuerde: Informarse sobre el tema del abuso emocional le ayudará, en buena medida, a prevenirlo en el futuro. Busque ayuda en su comunidad y obtenga información.

RECURSOS DISPONIBLES Cada país o comunidad cuentan con algún recurso de ayuda pública. Busque recursos en su comunidad y también a través de Internet. En Argentina, por ejemplo, usted puede comunicarse con el “Centro de Ayuda a Víctimas de Violencia Doméstica”. Normalmente, cada país y cada ciudad tienen algún departamento, agencia o división gubernamental que brinda servicios sociales y que puede proporcionarle un listado de recursos comunitarios, que le brindarán ayuda y asesoramiento gratuito. La mayoría trata temas sobre casos de violencia doméstica u otros tipos de abuso. Como vimos antes, en algunos países, el abuso emocional se considera un delito y está penado por la ley. Las culturas varían mucho y las leyes de cada país se elaboran sobre la base de sus parámetros culturales, políticos y/o religiosos, de modo que en algunos países el abuso emocional es un delito - desde el punto de vista legal - mientras que en otros no. También puede unirse a grupos de autoayuda o grupos de apoyo tanto en Internet como en su comunidad. Recuerde que la opinión de otras personas puede serle útil y abrirle diferentes caminos para solucionar su problema particular. También, pida ayuda a sus amigos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo o a los miembros de algún grupo social o deportivo o compañeros de alguna actividad que realice. Red de apoyo y contención Si usted es víctima de un abuso, es importante que cuente con una red de apoyo o de contención emocional. Pida ayuda en su comunidad. Escuche los consejos de las distintas personas, tómese tiempo para reflexionar, no permita que nadie lo apure para tomar una decisión. Asesórese y tómese tiempo para tomar decisiones, si el contexto lo permite. Tome las riendas de su vida, tome sus propias decisiones teniendo en cuenta aquello que será lo mejor para usted, aun cuando esas decisiones no sean las más fáciles de tomar. 185

Piense en diferentes soluciones y alternativas, teniendo en cuenta cuáles podrían ser los resultados posibles. Piense en aquellas cosas que necesitará para poder resolver sus problemas (empleo, dinero, otro lugar para vivir, recurrir a la justicia o a la policía, buscar ayuda profesional, etc.) Infórmese bien: en las bibliotecas de su comunidad es posible que encuentre material sobre el maltrato psicológico, las relaciones interpersonales, leyes laborales, problemas de violencia doméstica, ayuda para padres, métodos de crianza, libros sobre psicología, etc. Cuanta más información compile, mayores serán sus posibilidades de hallar una solución.

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CAPÍTULO VIII

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EL ABUSO EMOCIONAL EN LAS RELACIONES DE PAREJA Y DE FAMILIA El abuso emocional tiende a ser más común en las relaciones de pareja y en las relaciones familiares que entre amigos o en otros ámbitos. Principalmente, los abusadores emocionales manipulan a las víctimas desde su necesidad de afecto sincero. Los estafadores emocionales Actualmente, es bastante común que las personas se conozcan por Internet. En estos casos hay que tener especial cuidado con los estafadores emocionales y financieros que usan Internet para engañar y estafar a la gente. Los sociópatas y los embaucadores abundan en la red, en especial en los sitios de “citas románticas” dedicados a quienes quieren conocer a otras personas para comenzar una relación de pareja. Ya se trate de relaciones heterosexuales u homosexuales, locales o a larga distancia, de mucho compromiso o de poco compromiso, tenga mucho cuidado con aquellas personas que pueden causarle mucho daño, no sólo emocional, sino también económicamente. El modo de operar de los estafadores y embaucadores emocionales y financieros es simple: Se presentan como personas amorosas, vulnerables, genuinas y confiables a los ojos de los demás, cuando en realidad son abusadores profesionales que se dedican a estafar a la gente, rutinariamente, sin que las víctimas se den cuenta de que están siendo estafadas. Estos abusadores tienen una percepción muy aguda que les permite detectar los puntos débiles de las víctimas. Buscan personas que hayan sido víctimas de abuso emocional, que acaben de salir de una relación conflictiva y estén buscando consuelo, que estén desesperadas por encontrar una pareja, alguien que las mantenga, o que simplemente, necesiten mucho afecto. Estos auténticos estafadores no se muestran tal cual son hasta que la víctima ya se ha comprometido demasiado con ellos y hasta que suele ser bastante tarde e improbable que la víctima se niegue a "ayudar" a estos verdaderos lobos bajo la piel de cordero. Este tipo de abusador esconde su verdadera identidad detrás de una computadora y se refugia en el anonimato de la red Internet. Son muchos los casos de hombres que creyeron estar comunicándose durante meses con una bonita muchacha extranjera (que hasta le envió fotos y se veía como una muchacha “normal”) y que en realidad ignoran que están 188

hablando con un señor gordo dedicado a estafar gente, profesionalmente. Entre las historias más comunes de personas que han sido estafadas por Internet podemos citar casos como el de Donna Andersen que fundó un sitio en Internet llamado “Lovefraud”5 que ayuda a las personas para que no se conviertan en víctimas de estafadores como su ex esposo, un verdadero sociópata que la estafó terriblemente, tanto a ella como a muchas otras mujeres más. Las historias típicas incluyen estafadores emocionales que se presentan como "mujeres" jóvenes y bellas, de algún país de bajos recursos económicos, que se muestran sumamente dulces e ingenuas al conocer a un hombre por Internet y, al cabo de algunos meses, le explican que están pasando por un momento terrible porque algún familiar cercano (madre, padre, hijos, abuelos, etc.) sufre de alguna enfermedad terminal y necesita una operación urgente... Como habrán adivinado, la víctima acaba enviándole dinero a una persona que aún no ha conocido personalmente. Una vez enviado el dinero, el abusador desaparece de “la escena del crimen” o bien, continúa estafando a la víctima hasta las últimas consecuencias. Estos abusadores, tanto hombres como mujeres, suelen establecer contacto por Internet con muchas víctimas al mismo tiempo, pero le hacen creen a la víctima que ella es la única persona en su vida. Tenga especial cuidado cuando conoce a alguien por Internet, asegúrese de conocer a la persona “en persona” antes de establecer ningún compromiso emocional o afectivo y nunca envíe dinero u otros valores a una persona que no conoce. Cuando decida conocer personalmente a alguien con quien se ha estado comunicando por Internet, acuerde encontrarse en algún sitio público y durante el día, no por la noche, y si es posible, durante el fin de semana. Hágale saber a algún amigo o familiar suyo dónde estará y, si tiene teléfono celular, pídale a su amigo o familiar que lo llame para verificar que todo esté bien. Tenga siempre presente que cualquier persona, con cualquier intención, puede estar detrás de una computadora y simular ser la persona más amable y encantadora del mundo. 5

http://www.lovefraud.com/ , Donna Andersen

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Los verdaderos estafadores, aprenden a conocer bien a su víctima a través de Internet, antes de conocerla físicamente. Esto les brinda ventajas por lo que refiere a la información que compilan sobre la víctima. Los estafadores emocionales, al igual que cualquier hábil manipulador, llegará a conocerle a usted mejor de lo que usted se conoce a sí mismo. Esto implica conocer sus necesidades y sus puntos débiles, como también sus gustos y preferencias. RELACIONES SALUDABLES Y NO SALUDABLES ¿Cómo saber si nos encontramos atrapados en una relación no saludable? Las personas comunican sus intenciones a través de las palabras, pero también a través de su actitud. Los abusadores tratarán siempre de ejercer control en todo momento. Este control lo pueden ejercer agresivamente o de manera muy sutil. Estos son algunos de los síntomas característicos de las relaciones no saludables que nos ayudarán a analizar el tipo de relación que hemos establecido con otra persona. SÍNTOMAS DE UNA RELACIÓN ABUSIVA Usted • • • • • • • •

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Usted siente que no es dueño de su propia vida Evita hablar de ciertos temas que puedan hacer enfadar a su pareja Siente que no puede mostrarse tal cuál es sin ser criticado duramente Siente que no puede hacer nada bien Le tiene miedo a las reacciones de su pareja, la mayor parte del tiempo Cree que usted merece que le traten mal Se pregunta si está enloqueciendo Se siente emocionalmente paralizado y siente que nadie puede comprenderlo o ayudarlo

Su pareja • • • • • •

Su pareja ignora o minimiza sus logros o sus necesidades Su pareja le echa la culpa por la conducta abusiva de él o ella. Su pareja lo humilla constantemente Su pareja lo trata tan mal que usted siente vergüenza de contárselo a alguien más. Su pareja le hace creer que nadie le ayudará Su pareja lo ve o lo trata como si fuera un objeto de su propiedad, en lugar de verlo o tratarlo como una persona.

En las relaciones abusivas o no saludables, el abusador suele actuar de la siguiente manera: • • • • • • • • • • •



• •

Amenaza con hacerle daño a usted o a sus seres queridos Amenaza con quitarle sus hijos Amenaza con abandonarle o cometer suicidio Controla lo que usted hace y dónde va Destruye sus efectos personales y/o revisa sus pertenencias, su correo, sus documentos. Es excesivamente posesivo o celoso Limita su acceso al dinero, el teléfono, el automóvil, etc. Le aísla de sus amistades o familiares. Le impide trabajar o hacer alguna actividad independiente. Su pareja desea que estén siempre juntos, no respeta su espacio personal. Su pareja puede pedirle opinión acerca de un tema (por ejemplo, dónde ir de vacaciones) pero siempre acaban haciendo lo que el abusador quiere (su opinión, en realidad, no cuenta) Si usted quiere comunicarse con su pareja, él o ella estará ocupado y le dirá que usted se entromete mucho en sus asuntos, pero si él le llama, espera que usted esté siempre disponible para atenderlo. Tiene mal carácter o un temperamento impredecible Puede parecer una persona encantadora a los ojos de los demás

RELACIONES SALUDABLES O POSITIVAS Las relaciones saludables se caracterizan por que cada persona respeta y valora a la otra. El “control” y la toma de decisiones están compartidos por igual. Las relaciones saludables se caracterizan por lo siguiente: • • • • •

Ambos integrantes de la relación respetan la opinión de la otra persona. Ambas personas se expresan libremente y comparten sus sentimientos y necesidades. Ambas personas están comprometidas con la relación de la misma manera. Ambas personas aceptan a su pareja tal cuál es, sin necesidad de pedirle que cambie. Ambas personas comparten los mismos valores humanos. 191

• • •

• • • •

Ambas personas comparten parte del tiempo y también dedican parte del tiempo a sus actividades independientes. Ambas personas son sinceras respecto de sus sentimientos e sus planes para el futuro. Ambas personas se sienten plenas, felices, se divierten juntas, sienten mucho afecto por el otro, tienen independencia y promueven el desarrollo personal de la otra persona. Comparten metas y objetivos en común, tienen un proyecto de vida en común. Valoran a la otra persona y respetan su manera de pensar. El trato es cordial, afectuoso, equitativo, respetuoso, honesto y digno. No son personas posesivas, ni celosas, ni controladoras. Son personas seguras de sí mismas y confían en su pareja.

El respeto mutuo El respeto es esencial para construir una relación interpersonal saludable. Esto es válido también para el respeto propio. Si no nos respetamos a nosotros mismos, difícilmente respetemos a los demás. A modo de ejemplo, podríamos aplicar las normas laborales de una “empresa modelo” a las relaciones de pareja o a las relaciones familiares. En una empresa, el respeto mutuo entre los compañeros de trabajo, así como el respeto entre los superiores y los subordinados, es esencial. Si un empleado maltrata a otro, o si un empleado le contesta mal a su jefe, o si un jefe discrimina a un empleado, es muy factible que la persona agraviada inicie un juicio por daños y perjuicios morales. En una empresa modelo, se espera que los empleados y los jefes se respeten mutuamente y no se agredan, no se amenacen, no se insulten, no se ataquen físicamente, etc. Cuando un empleado se comporta de un modo incorrecto se le aplica una sanción disciplinaria cuyo propósito es el de corregir la acción inadecuada. Pero, esta medida correctiva no incluye cosas como insultar, agraviar, golpear o humillar a la persona que cometió la falta. Lo mismo puede decirse de las relaciones de pareja o familiares. El respeto es esencial. Cuando alguna persona dice o hace algo que ofende o hiere a otra persona, la persona agraviada puede hablar sobre el tema con quien cometió la falta, quien tendrá la oportunidad de disculparse sinceramente.

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En las relaciones saludables, las personas no temen discutir sus diferencias y solucionar sus problemas hablando. Los temas se tratan dentro de un marco de respeto y confianza mutuos. Las disculpas que se piden son sinceras y las conductas inadecuadas se corrigen y no se repiten en el futuro. Por otro lado, en las relaciones saludables, las promesas se cumplen, las opiniones de ambas personas se tienen en cuenta, las decisiones se toman de común acuerdo, se tiene en cuenta el mejor interés de la relación, en lugar de pensar en los intereses propios e individuales. Cuando los padres corrigen a sus hijos deben establecer normas y un diálogo basado en el respeto. Se debe poner énfasis en la conducta y en cómo corregirla, pero no se debe criticar, humillar, insultar o golpear a los hijos. Los seres humanos no nacemos con un manual bajo el brazo acerca de cómo ser hijos o personas saludables. Durante la niñez, esperamos que las personas que nos crían o nos cuidan, nos guíen y nos enseñen, desde el respeto y a través de una actitud positiva que enriquezca nuestros valores y refuerce nuestra autoestima. Padres prehistóricos Algunos padres se sienten impotentes cuando tienen hijos “especiales”. En realidad, estos hijos especiales pueden ser, simplemente, niños hiperactivos, curiosos, inquietos, con una energía excesiva o desbordante, o bien, niños muy retraídos o que viven a un ritmo mucho más lento que los demás (como si siempre estuvieran cansados o como si no tuvieran suficiente energía). Además, como vimos antes, hay niños con problemas de salud como el síndrome de déficit de atención e hiperactividad, u otros problemas similares. Con frecuencia, los padres suelen vivir con bastantes preocupaciones y estrés, y no tienen mucha paciencia adicional para lidiar con niños que requieren una dosis extra de paciencia. De modo que es importante, que los padres comprendan sus propias limitaciones y las necesidades reales de sus hijos, como también, que tenga presente que cada niño es diferente. Cuando se sienten frustrados, los padres “prehistóricos” no dudan en canalizar su propia impotencia a través de algún método disciplinario agresivo o violento. Hay padres “prehistóricos” que, al igual que lo haría un cavernícola, golpean a los hijos, los meten debajo del agua si tienen un berrinche, les arrojan zapatos u otros objetos, los encierran en un armario 193

o en un cuarto a oscuras durante horas, los envían a la cama sin comer, etc. Uno de los casos más perversos fue el de una madre que para castigar a uno de sus hijos, envolvió una patata podrida en una bonita caja y se la entregó a su hijo como regalo de Navidad porque se había portado mal. Hay padres que son verdaderas bestias y no tienen en cuenta el daño emocional que les infligen a sus hijos desde temprana edad. También hay padres que humillan a sus hijos delante de los demás, o no dudan en echarles la culpa a sus hijos por problemas que los hijos no causaron. Y nunca falta el padre o la madre que proyecta en sus hijos sus propias frustraciones, ansiedades y temores. Un padre o una madre que desea que su hijo sea perfecto, está canalizando sus expectativas y sus miedos o frustraciones en esa misma área de su propia vida. Por ejemplo, un padre que desea que su hijo de 14 años le presente una “novia” formal a la familia, está canalizando su impotencia y su frustración como hombre por no haber podido tener una novia a esa edad. Probablemente se trate de un hombre abusador y controlador que tema no hallar otra pareja si su mujer lo deja. Son muchos los padres (y las madres) que empujan a sus hijos a crecer a un ritmo acelerado. Cuando observamos un niño preadolescente con características o hábitos propios de un adulto, podemos tener la certeza que sus padres están abusando emocionalmente del niño. Los padres que no abusan de sus hijos, los crían con expectativas realistas que están de acuerdo con la edad biológica del niño. Visten a sus hijos de acuerdo con la edad del niño, no como si éste fuera mayor o menor de la edad que tiene. Usan un lenguaje acorde a la edad del niño, etc. Veamos un ejemplo: •

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Si los padres normalmente visten a una niña de 7 u 8 años como si fueran una mujer joven que trabaja en un club nocturno (medias de red, tacos altos, maquillaje, etc.) le están enviando a la niña un mensaje muy fuerte: “Seduce a los hombres a temprana edad”. La niña hará el ridículo ante otras niñas y niños de su edad, y probablemente comenzará a relacionarse con niños mayores que ella, adolescentes rebeldes o problemáticos, o desarrollará hábitos nocivos como mecanismo de defensa (mentirá con respecto a muchas cosas de su vida). Además, es común que los padres le hablen a la niña (o

hablen delante de ella) empleando palabrotas vulgares y hablando abiertamente sobre temas de adultos. Eso también es una forma bastante común de abuso emocional que desestabiliza a los niños. • En otros casos, hay padres que visten a sus hijos y les hablan como si tuvieran muchos menos años de los que en realidad tienen. Para los niños y los adolescentes, el sentido de pertenencia a un grupo social formado por sus pares es esencial. Esto les permite alcanzar un desarrollo emocional saludable. Si a un niño de 13 años se lo viste como a un niño pequeño (ropa con dibujos de muñecos de Disney, por ejemplo) y se le habla como si fuera un niño de 5 años o no se le permite tener cierta independencia y ciertas responsabilidades, se le está causando un daño emocional importante. Es muy probable que el niño sea el blanco de burlas por parte de sus compañeros de clase, vecinos, u otros niños de su edad o mayores. •

Lo mismo ocurre cuando los padres son altamente incongruentes y malcrían a sus hijos, no les ponen límites, los educan sin reglas coherentes, y al mismo tiempo, los maltratan y los castigan cuando tienen un berrinche. Los niños necesitan una manera de actuar coherente por parte de sus padres. Hay padres que crían muy mal a sus hijos y además les echan la culpa por aquellos límites que no les supieron imponer. Algo que, por supuesto, los niños no comprenden.

Los niños no tienen la culpa. Sin embargo, los padres abusadores culpan a sus hijos por los errores que ellos (los padres) cometen. Esto es similar a lo que ocurre cuando un abusador le echa la culpa a su pareja por cosas que la víctima no tiene la culpa. Lamentablemente, muchos padres se lavan las manos después que sus hijos cumplen la mayoría de edad, ya que a partir de ese momento, los hijos ya son "jóvenes adultos" que pueden hacerse responsables de sus propias decisiones. Si bien esto es cierto, lo más probable es que los hijos tomen muchas decisiones incorrectas debido al daño emocional profundo que ya sufrieron durante su infancia... algo de lo que los padres no aceptarán hacerse responsables. Los niños que son criados de una manera emocionalmente abusiva tienden a establecer relaciones abusivas durante su vida adulta. Por esta razón, es fundamental que los padres desarrollen habilidades de crianza, adecuadas y saludables. En la comunidad suele haber asistentes sociales que brindan servicios de educación para padres. Estos servicios les ayudan a los padres a 195

desarrollar las habilidades de crianza necesarias para preservar el bienestar emocional de sus hijos, como también su propio bienestar personal. SÍNDROME DE ALIENACIÓN PARENTAL (SAP) •

“La alienación parental es un proceso que consiste en programar un hijo para que desarrolle sentimientos negativos hacia uno de los padres, sin justificación”.

La alienación parental se considera una forma de abuso emocional contra los niños por parte de uno de los padres. Normalmente sucede cuando los padres no viven juntos y uno de los progenitores le impide al niño tener una relación normal con el otro progenitor. Es importante tener en cuenta la "falta de justificación". Es decir, no debe confundirse la alienación parental con la protección real de un hijo de un padre abusivo. Por ejemplo, si los padres se separan y uno de los padres le impide al niño ver al otro padre porque el otro padre abusaba del niño (verbal, física o sexualmente, por ejemplo) o porque el otro padre es adicto a las drogas o es un delincuente que entra y sale de la cárcel constantemente, entonces, sí se justifica que -por protección- uno de los padres le impida al niño que vea al padre que tiene serios problemas de conducta. Por lo general, suele haber alguna orden judicial que también ordene esto. Por eso, en el caso de la alienación parental, se aclara que esto ocurre cuando no se justifica que un padre prive al niño de la presencia o la relación con el otro padre. Asimismo, los niños no deben usarse (nunca) como “armas” contra el otro padre. Tampoco deben usarse como emisarios de mensajes de odio entre los padres. Lamentablemente, muchos padres usan a sus hijos como escudos, escondiendo su propia cobardía. Usan a sus hijos, a quienes obligan a dar la cara por ellos y hacer o decir cosas que los padres no se animan a hacer o decir. El síndrome de alienación parental es una de las formas más dañinas de abuso emocional infantil. Muchas veces, los padres se disputan a los hijos no porque realmente tienen en cuenta el mejor interés de estos, sino porque los ven como un “trofeo” de batalla. Así, un padre puede pensar: “Bien, tú quisiste divorciarte, ahora no te dejaré ver a tu hijo”, o cosas similares. Estos 196

padres manipulan a sus hijos para perjudicar al otro padre, sin tener en cuenta cuánto daño causan. También hay padres que pueden preparar al niño para la supuesta visita del otro progenitor, aun sabiendo que no vendrá a buscar al niño porque tuvieron una discusión al respecto con anterioridad, para luego dejar al niño esperando por el padre todo el día y finalmente decir: "Ya ves, tu padre no ha venido a buscarte". El objetivo es que el niño comience a odiar al padre que no pasó a visitarlo. Pero, al margen del sentimiento de odio que el niño pueda desarrollar contra el padre que no apareció, el niño también sufrirá un daño emocional enorme y profundo. Los padres alienantes, aíslan a sus hijos de cualquier contacto con el otro padre, y usan esto en su propio beneficio. Manipulan al niño y sus sentimientos, sin importarles cuánto lastimen a su propio hijo. Este tipo de padres es muy nocivo para la salud emocional del niño. En su afán por satisfacer sus propias necesidades egoístas, estos padres no miden el impacto emocional a la hora de evitar que el otro padre pueda pasar tiempo con su hijo. El propósito es perjudicar al otro progenitor, el medio que usan para ese fin es la manipulación de los sentimientos del niño. Así, los niños crecen y viven en medio de una batalla campal entre ambos padres, dónde los intereses y las necesidades del niño quedan relegados a un segundo plano. Los adultos priorizan sus necesidades y canalizan sus frustraciones y sus odios a través del síndrome de alineación parental. Si usted es víctima de un padre que no le permite tener una relación saludable con su propio hijo, recurra a la justicia. Usted y su hijo tienen derecho a tener una relación saludable, sin que el otro padre interfiera en dicha relación o impida su comunicación. Las consecuencias en los niños suelen ser devastadoras. Al igual que cualquier tipo de abuso emocional, es un proceso lento y penetrante que destruye la salud emocional del niño. Así, el niño va formando, lentamente, una alianza con el padre perturbado en contra del otro padre. Con el tiempo, el niño comienza a elaborar historias fantasiosas acerca del padre ausente (el que ha quedado fuera de la relación). Estas historias suelen ser monstruosas y el niño las vive como si en realidad hubieran ocurrido. El niño pone toda su pasión en estas fantasías, canalizando así los sentimientos y las emociones negativas del padre con el que ha formado una unidad. Los niños que son víctimas de la alienación parental tienen serios problemas para comprender qué es real y qué no.

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CAPÍTULO IX

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EXPECTATIVAS REALISTAS Algo que mencionamos aquí y que el Dr. Joseph Carver6 explica claramente en uno de los artículos, es que una de las razones por las cuáles las personas permanecen en una relación abusiva se debe al hecho de que han "invertido" mucho en esa relación o situación. Este tipo de inversión puede ser emocional, económica, social, etc. No es raro encontrar personas que viven tratando se satisfacer las necesidades de sus padres, sus jefes, sus amigos, sus profesores, etc. en lugar de satisfacer sus propias necesidades en primer lugar. Las expectativas que los padres tienen sobre sus hijos pueden tener las mejores intenciones. Por ejemplo, los padres pueden esperar que sus hijos sean exitosos, sean felices, sean buenas personas, etc. Pero, otras veces, los padres pueden esperar que sus hijos satisfagan sus propias necesidades de éxito, de apariencia social, etc. Por lo general, un hijo, un estudiante, o un empleado modelo (que satisface las reglas de una sociedad) es un vivo ejemplo de cuán eficiente ha sido ese padre, ese profesor o ese jefe. La persona que ha presionado al niño para que éste satisfaga sus propias expectativas, se "luce" ante la sociedad por haber realizado un trabajo "bien hecho". Si bien está “bien” sentirse orgulloso por logros tales como haber criado bien a un hijo, haber formado bien a un estudiante o haber capacitado bien a un empleado, también es importante tener en cuenta con qué fin se ha logrado esto. ¿Se ha tenido en cuenta cuál era el mejor interés del menor o se han priorizado los intereses personales? Por lo general, los padres suelen dar prioridad a sus propios intereses y expectativas personales. Un ejemplo común: •

Ana estudió medicina durante 3 años. Todos los miembros de su familia eran médicos. Su padre, su abuelo, sus primos, su tío, etc. Todos era profesionales altamente reconocidos en la sociedad, lo cuál ponía una carga extra sobre Ana. Inconscientemente, ella sentía que "tenía" la obligación de estudiar medicina y graduarse con honores, para no desilusionar a su familia.

6 Dr. Joseph Carver, PhD, psicólogo clínico de Ohio, autor de varios artículos sobre el tema, www.drjoecarver.com

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Esto demuestra la inversión de tipo social... ¿Qué pensaría la gente si ella decidiera estudiar otra cosa o si decidiera dejar de estudiar medicina? Sería una vergüenza para toda la familia. La otra inversión era la cantidad de tiempo que ya había invertido en eso: tres años. Pero, la verdad es que la escuela de medicina era una tortura para Ana, no sólo odiaba la carrera, sino que además, estaba enfrentando serios problemas en su propio hogar. A pesar de ser muy joven (23 años de edad) estaba casada con un muchacho que no trabajaba, consumía marihuana noche y día y tenía adicción por el juego. Como si fuera poco, tenía dos bebés y una casa de que ocuparse. Demasiadas responsabilidades y obligaciones como para –ademástener que satisfacer las expectativas de sus padres y de la sociedad; y ningún recurso económico para poder satisfacer las necesidades básicas de sus pequeños niños. No obstante, durante algún tiempo Ana se obligó a sí misma a continuar estudiando y "hacer lo correcto", a fin de no defraudar a los demás. Un día, los problemas en su casa escalaron al punto que tuvo un colapso nervioso y –como era de esperar- nadie de su familia estuvo allí para ayudar. Ana comprendió que si ella no velaba por su propia salud emocional, su familia no lo haría. De modo que dejó la carrera de medicina, se divorció de su marido, tomó sus dos pequeños hijos y se dedicó a reparar su propia vida como pudo, sin ayuda de los demás. A los 24 años de edad, divorciada, con dos bebés, sin un título universitario ni experiencia laboral alguna, ni apoyo de su familia o de la familia de su marido, Ana decidió que debía vivir su propia vida y no la que los demás esperaban que viviera. Decidió priorizar sus propias necesidades y las de sus hijos, en lugar de priorizar las necesidades y expectativas de los demás. A pesar de haber hecho lo más adecuado, los demás no dudaron en calificarla como una fracasada. Pero, la difícil decisión que tomó, no sólo fue la más adecuada, sino también la más saludable, Tanto para ella como para sus hijos. Cuando las personas tienen mucha presión (de su familia, de la sociedad, etc.) puede ser muy difícil dejar una relación abusiva o un empleo exigente o una carrera universitaria demandante. A veces, nuestras familias, nuestros amigos, jefes o profesores, tienen expectativas demasiado altas y poco realistas acerca de lo que podemos hacer o brindar en determinado momento de nuestras vidas. Y, ciertamente, las personas abusadoras no tienen en cuenta cuál es nuestro mejor interés, 200

sólo les importa si nosotros logramos satisfacer sus expectativas o si, por el contrario, “les fallamos”. En el caso de Ana, a ningún miembro de su familia le preocupaba interesarse por su bienestar emocional o si sus necesidades básicas estaban satisfechas. No les importaba si Ana tenía para comer, si tenía dónde vivir, si era feliz en su matrimonio, si seguía la carrera que le gustaba… Sólo les importaba si ella "hacía quedar bien" a la familia, estudiando, siendo una buena hija, un ejemplo de madre, un modelo de esposa, etc. Son muchos los casos dónde las personas “esperan” que los demás satisfagan sus expectativas personales. Hay personas que piensan en una sola dirección, sin tener en cuenta nada más. Por ejemplo, hay mujeres que dan por sentado que el marido tendrá que mantenerlas económicamente y se sorprenden cuando el marido deja de trabajar y decide no buscar más empleo. Así, una mujer puede pensar: "Esto no es lo que yo esperaba”. De la misma manera, un hombre puede esperar que su novia limpie la casa, cocine, lave y planche cuando vivan juntos, sólo para darse cuenta, tiempo después, que su novia no hará nada de esto. Cuando tenemos ciertas expectativas (esperamos que los demás hagan algo) debemos recordar que son sólo eso… “expectativas”. Las expectativas son personales, son como deseos propios proyectados hacia otras personas. No significan que la otra persona vaya a satisfacer esos deseos. Por lo general, todos tenemos ciertas expectativas. Esperamos conseguir un buen empleo, aprobar un examen, ser felices, ganar un salario que nos permita vivir dignamente, etc. Estas son expectativas de vida normales que tenemos la mayoría de los seres humanos. Son expectativas realistas, si van de la mano de lo que realmente podemos lograr, según nuestras capacidades y las condiciones del medio. Pero cuando las personas dan por sentado que sus (altas) expectativas se cumplirán, normalmente estamos en presencia de personas con expectativas poco realistas. Si una persona espera ganar la lotería para ser feliz en su vida y planifica toda su vida en torno a esta expectativa, está viviendo “fuera de la realidad”. Cuando una mujer espera que un hombre golpeador cambie y se convierta en un marido ejemplar, sus expectativas son poco realistas. Cuando un hombre espera que la mujer que ama deje de mantener relaciones con distintos hombres a la vez y sea “incondicionalmente suya”, está esperando algo que nunca (o difícilmente) sucederá.

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Dar por sentado que las personas cumplirán con nuestras expectativas, de manera incondicional, es vivir fuera de la realidad. Tener expectativas no realistas es una manera de auto-engañarse. Esperar que un abusador cambie, forma parte de las expectativas poco realistas que suelen tener las víctimas. Si bien algunos abusadores pueden cambiar, no cambiarán de la noche a la mañana. Esa transformación les llevará mucho tiempo (probablemente años) y es muy factible que cuando el abusador haya cambiado, también deje de formar parte de la relación que tenía con la víctima. ´ Lo mismo sucede con las víctimas de abuso emocional. Cuando éstas cambian, normalmente dejan de formar parte de una relación abusiva. Y esta es otra de las razones por las cuáles algunas víctimas de abuso no desean cambiar, porque –inconscientemente- saben que si cambian también es posible que terminen su relación con el abusador. Esperar que otra persona cambie, sólo porque nosotros necesitamos que cambie, no es una expectativa realista. Es importante, entonces, separa lo “ideal” o la “ilusión” de la realidad. Cuando las personas no quieren renunciar a sus expectativas poco realistas, tienden a aceptar cualquier excusa por parte de las otras personas. La idea es continuar con la esperanza de que –algún día– el abusador cambie o la víctima satisfaga las exigentes expectativas del abusador. Para tener expectativas realistas hay que vivir “con los pies en la tierra”, hay que ser realistas, vivir aquí y ahora. Es fundamental no auto engañarse, es esencial comprender cuál es la situación que atraviesa una persona para saber qué puede brindar y qué no. Es importante también, comprender si una persona tiene alguna limitación o hasta dónde llegan sus capacidades. Como bien dice el refrán, “no se le pueden pedir peras al olmo”. Recuerde: las expectativas poco realistas son una forma de auto engaño.

CRITERIO CERTERO ¿Qué significa tener buen juicio o un criterio certero? A la hora de evaluar, analizar, estudiar y comprender las situaciones por las que atravesamos a lo largo de nuestra vida, emitimos un juicio de valor sobre las mismas. Esto nos permite tomar determinadas decisiones. Cuando tenemos en cuenta todas (o casi todas) las facetas de un problema 202

y lo evaluamos lo más objetivamente posible, tenemos mayores posibilidades de tomar las decisiones que nos resultarán más convenientes. Aprender a pensar libremente Muchas víctimas no logran evitar que los abusadores abusen de ellas porque no acaban de pensar adecuadamente. Los abusadores suelen ser maestros en el arte de emplear falacias y otras tácticas para tergiversar los hechos y confundir a sus víctimas. Una falacia es un argumento (un enunciado o una afirmación) que aparece como cierto, aunque no siempre lo es. Entre las falacias más comunes encontramos la “Falacia ad hominem”, que consiste en intentar desacreditar o descalificar a una persona, en lugar de refutar o cuestionar sus afirmaciones o argumentos. En otras palabras, la falacia ad hóminem ataca principalmente a la persona que emite el mensaje en lugar de atacar el mensaje en sí mismo. Por lo general, tienen esta estructura: 1. La persona A afirma B (mensaje); 2. Hay algo cuestionable acerca de la persona A, 3. Por lo tanto, B tiene que ser falso. Los abusadores utilizan mucho este tipo de falacias para justificar sus acciones. 1. Pedro afirma que el fumar es perjudicial para la salud. 2. Pedro fuma. 3. Fumar no puede ser perjudicial para la salud porque lo dijo Pedro que fuma. Veamos otro ejemplo: •

Un jefe es muy desorganizado, tiene importantes problemas de liderazgo y suele sobrecargar de trabajo a sus empleados. Los proyectos nunca se terminan a tiempo, los resultados son menos que deseables y el jefe siempre culpa a sus empleados diciéndoles que ellos no saben administrar bien su tiempo, que ellos suelen perder tiempo haciendo o recibiendo llamadas personales, o tomándose mucho tiempo para almorzar, etc.

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El problema real es que el trabajo no se hace. Además, nunca se terminan los proyectos debido a los problemas personales del jefe no de los empleados. El jefe ataca a los empleados sin analizar los aspectos deficientes de su trabajo en sí. Tampoco analiza otro problema central que es su mala relación con los empleados, como consecuencia de sus propias deficiencias. El hecho de que alguien fume no le quita validez a la afirmación “fumar es malo para la salud”, ya que en realidad, independientemente de una persona fume o no, se ha probado que el fumar es perjudicial para la salud. Otro ejemplo bastante típico: •

"¿Y tú te quejas de que te he sido infiel? ¡Si tú también me has sido infiel muchas veces!"

Que una persona haya sido infiel muchas veces no justifica que otra también lo sea. Los abusadores (y muchas veces también las víctimas) suelen recurrir a las falacias en un intento por defender sus ideas o sus acciones. Las falacias constituyen una manera errónea de pensar. Cuando pensamos de un modo incorrecto, difícilmente podremos solucionar los problemas porque no estaremos abordando el problema en sí, sino atacando a las personas o las consecuencias de ese problema, etc. Pensar con el corazón o con la razón Alguna vez habrá oído hablar acerca de: “Pensar (o elegir) con la razón o con el corazón”. Podemos tomar decisiones basándonos en nuestras emociones, algo bastante común, o bien, podemos tomar decisiones basándonos en nuestra razón y en las pruebas contundentes de la vida real. La elección es nuestra. También podemos agudizar nuestros sentidos y oír esa voz interior a la que llamamos “intuición”. Aunque la intuición parezca pertenecer al grupo de las emociones, en realidad, es como un sexto sentido que nos alerta desde nuestro inconsciente, que algo no es muy conveniente para nosotros.

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Lo “ideal” es aprender a tomar decisiones basándonos en las evidencias o en las pruebas de la vida diaria, en los antecedentes de las personas o en los antecedentes de situaciones similares. Cuando pensamos y decidimos con el corazón (desde nuestras emociones) los resultados suelen ser bastante inestables, ya que carecen de una base sólida. Tomar decisiones con la razón puede parecer algo frío, y quizás no sea el tipo de decisiones que más nos agrade tomar, pero a largo plazo, será el tipo de decisiones que más nos convenga para nuestra salud emocional. En general, las personas más maduras tienden a tomar sus decisiones basándose en la razón y en las evidencias reales. Las personas más inmaduras, por el contrario, tienden a tomar decisiones al igual que lo hacen los niños, basándose en sus emociones o “con el corazón”. Si a un niño se le da elegir (como en el cuento de Pinocho) si desea ir a la escuela o si desea ir a jugar, el niño no dudará en elegir jugar, en lugar de ir a la escuela. En el caso de una persona que ha establecido una relación abusiva o de dependencia emocional con un abusador, si se le pregunta qué prefiere hacer: “Separase del abusador y comenzar una nueva vida o continuar con el abusador", lo más probable es que la persona prefiera continuar su relación con el abusador. No porque eso le resulte divertido o placentero, sino porque es lo que requiere menos esfuerzo. Terminar con una relación (sea abusiva o no) implica cierto dolor, de modo que no es extraño que las personas tiendan, naturalmente, a evitar ese dolor. Esto ocurre por varias razones. Además de las razones que hemos mencionado antes, como el apego al abusador (algo que se conoce como el Síndrome de Estocolmo) y la inversión emocional en una relación, también podemos añadir la incapacidad de algunas personas de tomar decisiones maduras, usando su razonamiento en lugar de usar sus emociones. Hay personas a las que realmente les cuesta mucho aceptar que una relación no funciona y que es mejor terminarla (ya sea con un abusador o con cualquier otra persona) y que esto le traerá cierto dolor, aun cuando con el tiempo, ésta será la decisión más conveniente. Este tipo de personas prefiere no sufrir el dolor de una separación y de alguna manera, prefieren seguir involucradas en una relación no saludable porque ya se han “acostumbrado” al tipo de trato que reciben por parte del abusador. Elegir con el corazón (o desde las emociones) empaña el buen criterio, no nos permite juzgar qué es lo mejor para nosotros, a largo plazo. Es también, una manera de auto engañarse. Es algo que idealmente, deberíamos evitar.

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Otro error de criterio bastante común es que algunas personas creen que si establecen límites claros y definidos - si dicen que “no” o si desean terminar una relación abusiva, por ejemplo - entonces se habrán convertido en “malas personas”. Como vimos antes, esto es un error de criterio. Nadie es “malo” por defender su derecho a ser respetado como ser humano. Nadie es “malo” por haber dejado de amar a otra persona y decidir terminar una relación. Nadie es “malo” por tomar una decisión que no favorece a un abusador sino que favorece a la víctima, aunque los beneficios de dicha decisión no se vean de inmediato. Otros errores de juicio o de criterio, que también son comunes, es pensar que si una persona “cuida sus propios intereses”, entonces es “fría, calculadora, demasiado astuta, mala persona, interesada, etc.” Cuidar los propios intereses (la autoestima propia, el patrimonio propio, el empleo o la familia, etc.) habla bien de una persona. Nos indica que esa persona es capaz de establecer límites saludables a fin de que los demás no abusen de ella. Por lo general, los abusadores suelen confundir a las víctimas, haciéndoles creer que ser bueno es sinónimo de ser “altamente desinteresado o considerado con los demás” (cuando en realidad, lo que buscan es que la víctima crea que ser bueno es sinónimo de ser tonto). Este error es muy común en la manera de pensar de algunas víctimas. Realmente piensan que ser bueno es dar demasiado a los demás y descuidar los intereses personales. Esto no es ser buena persona, esto es ser ingenuo. • • • •

Ser bueno no es ser ingenuo. Ser malo no significa ser inteligente. Ser ingenuo no es ser bueno Ser inteligente no significa ser malo.

Por favor, no confunda estos términos, ni permita que un abusador le cause esta confusión. Si usted llegar a considerarse una persona ingenua, no se preocupe, todos nacemos ingenuos, con la información adecuada dejará de serlo. No es grave y tampoco es algo que no tenga solución. El egoísmo De la misma manera, las víctimas llegan a pensar que cuidar los propios intereses es sinónimo de ser egoísta. No, no lo es. Este es otro error de criterio. Egoísta es el abusador que intenta manipular el juicio de la 206

víctima y confundirla para que nunca deje de dar y satisfacer al abusador. Egoísta es el abusador que buscará hacer sentir culpable a la víctima cada vez que la víctima quiera hacer valer sus derechos. • Ser ingenuo es una cosa, ser una buena persona es otra muy distinta. • Ser inteligente (y cuidar de sí mismo) es una cosa y ser egoísta es

otra muy distinta. Tampoco piense que usted es una persona ingenua porque creyó en otra persona o tuvo sentimientos genuinos hacia esa persona. Por favor, felicítese y siéntase orgulloso de sus sentimientos. Honre sus sentimientos genuinos y honestos. No se sienta mal ni se castigue por haber sido honesto. Creer en alguien, amar sinceramente, son buenas cualidades. De nuevo, honre sus sentimientos. Tienen mucho valor. Normalmente, cuando tomamos decisiones “con el corazón” (desde nuestras emociones), por lo general solemos darle la razón al abusador y confundimos bondad con ingenuidad, e inteligencia con egoísmo. Cuando tomamos decisiones basándonos en un criterio certero (con la razón) y empleamos un pensamiento claro y no contaminado por los sentimientos, acabamos dándole la espalda al abusador y tomando las decisiones que serán las más convenientes para nosotros en el futuro. Piense a su favor, actúe para su propio beneficio. Tome decisiones informadas aplicando un criterio certero, basándose en evidencias de la vida real. Escuche a su voz interior, no proviene del corazón, proviene de la razón (de su cerebro), del inconsciente o del subconsciente, dónde se almacenan cientos de recuerdos, que aunque sean un poco vagos o borrosos, nos suelen alertar contra potenciales abusadores y relaciones abusivas. Recuerde: “Más vale prevenir que curar”. Tome medidas y protéjase del abuso emocional. No se deje engañar, tampoco se engañe a sí mismo. No crea a ciegas todo lo que le dicen (en particular lo que diga un abusador). Aprenda a pensar por usted mismo, aprenda a pensar libremente, y recuerde: no se “case" con una idea o un concepto fijo. No se “case” con una línea de pensamiento o con una teoría única. No idealice a las personas. Construya su vida, día a día, evaluando, analizando, estudiando, reflexionando y aprendiendo sobre cada experiencia y cada persona que conoce, individualmente. 207

De cada escuela o línea de pensamiento, tome sólo aquello que le conviene, que le ayudará a preservar su salud emocional. Recuerde que no tiene obligación de estar 100% de acuerdo con otras personas o teorías. Piense por usted. Recuerde honrar sus sentimientos, recuerde que usted tiene valor. “SÓLO SÉ QUE NO SÉ NADA” Y “CONÓCETE A TI MISMO” Durante muchos siglos el hombre ha luchado por conocerse mejor y conocer más acerca de otras personas y sobre el mundo que le rodea, en general. Por muchos siglos, el hombre ha luchado por controlar sus propias emociones o ha dado rienda suelta a las mismas. No hay nada nuevo en esto. El abuso emocional no es un concepto nuevo ni se trata de un mal moderno. El abuso emocional o maltrato psicológico existe incluso desde antes que naciera la psicología. A lo largo de la historia de la humanidad, el hombre ha enfrentado desafíos y ha librado batallas. Quizás sus propias batallas interiores hayan sido sus mayores desafíos. El hombre tuvo que enfrentarse consigo mismo, con su lado "no tan positivo", con sus ansias de poder, con su natural deseo de triunfar y de satisfacer sus necesidades, con sus sueños de conquistar el mundo, etc. Y desde muy temprana edad, en la historia de la humanidad, el hombre se planteó muchos interrogantes ante aquellas cosas que le resultaban extrañas, incluso sobre su propia persona. Muchas culturas o civilizaciones desarrollaron sus propios sistemas políticos, sociales y religiosos. Muchas buscaron en la religión o en la magia, una respuesta a sus interrogantes espirituales, emocionales y metafísicos. De a poco, estas culturas fueron evolucionando y llegaron a desarrollar nuevas estructuras y líneas de pensamiento. Con el nacimiento de la filosofía, llamada también la madre de todas las ciencias, el hombre abrazó su amor por el conocimiento y empleó dicho conocimiento como una valiosa herramienta, a la hora de solucionar problemas o de hallar explicaciones a las cuestiones vigentes. Alrededor del año 400 antes de la era cristiana, los filósofos griegos “vivían del pensamiento”, vivían de la reflexión y la exploración de la esencia y la mente del ser humano, como también de su relación con el mundo exterior. El filósofo griego, Sócrates, considerado como uno de los más grandes filósofos, tanto de la filosofía occidental como de la 208

universal y como precursor de Platón y Aristóteles, acuñó la frase “Sólo sé que no sé nada”. Con esta famosa frase demostró lo poco que sabemos sobre nosotros y sobre el mundo que nos rodea y cómo la información (los conocimientos) ayudan a las personas a pensar correctamente, a fin de aclarar dudas y resolver problemas. Hoy, la mayoría de las técnicas de “coaching”, orientación o asesoramiento y desarrollo o superación personal se basan en conceptos clave de la antigua filosofía griega, particularmente en aquella famosa frase de Sócrates y en otra igualmente conocida, (que se encuentra escrita a la entrada del templo de Apolo en Delfos), que dice: Conócete a ti mismo... Esta célebre frase también fue atribuida a Sócrates y a otros filósofos distintos, pero lo cierto es que nunca se supo quién fue el autor. Si tenemos en cuenta las dos frases juntas, “Sólo sé que no sé nada" y "Conócete a ti mismo", comprenderemos que las ciencias modernas han hecho resurgir viejos conceptos, algo olvidados, pero que nos recuerdan las cosas que son importantes en la vida. El valor de la información La información, es decir los conocimientos, nos ayudan a comprender y resolver muchos problemas de nuestra vida cotidiana. Algo similar a un manual que nos enseña cómo operar un televisor u otro aparato doméstico. Así, adquirir conocimientos e información sobre un tema es vital para: • • • • •



Aprender a conocernos mejor (y más profundamente) a nosotros mismos Aprender cómo piensan o sienten las demás personas Aprender cómo influyen las diferencias culturales en las relaciones interpersonales Aprender a desarrollar un pensamiento de mejor calidad Aprender más sobre determinados temas como los trastornos de la personalidad o los problemas psicológicos o las enfermedades que pueden sufrir ciertas personas Aprender a relacionarnos de una manera más saludable, mejorando nuestras habilidades para enfrentar y resolver problemas y nuestra capacidad de comunicarnos eficientemente

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Cuando vamos adquiriendo nuevos conocimientos, cuando vamos incorporando nueva información, empezamos a contar con mejores herramientas para pensar de un modo más objetivo y libre de influencias externas. Vamos formando nuestro propio criterio, nuestra propia opinión y vamos reforzando nuestra autoestima y la confianza en nosotros mismos. Esto nos permite evitar los engaños, ya que también nos permite aprender a leer entre líneas y decodificar correctamente los mensajes que recibimos. Cuanta más información incorporemos sobre un tema específico, más improbable será que tengamos una percepción distorsionada de la realidad. Y, por consiguiente, existirán menos probabilidades de que nos engañemos a nosotros mismos o que alguien externo nos pueda engañar. Aprenderemos a ver a las personas y las situaciones tal como son en realidad. Independientemente de que algunos filósofos modernos teoricen sobre la existencia de la realidad y cuestionen si la realidad realmente existe o no – vale decir, si sólo se trata de nuestra percepción – lo cierto es que los hechos concretos de la vida real nos brindan mucha información acerca de una persona o una situación dada. No hace falta convertirnos en detectives expertos, pero si dedicamos aunque sea unos minutos por día a investigar un poco más acerca de las personas, veremos que lo que dicen no siempre coincide con lo que hacen. Por eso, a la hora de detectar una potencial relación abusiva, ya sea personal, laboral, o dentro de cualquier otro ámbito de nuestra vida, es importante recordar que no debemos dar por sentado que todo lo que nos dicen los demás es así. Es sano dudar un poco y evaluar con el tiempo los hechos concretos que ocurren en la vida real, para poder abrir un juicio de valor sobre una persona o una situación teniendo en cuenta todas las variables posibles. El abuso emocional tiene solución. Pero recuerde, para poder resolver un problema, primero hay que informarse bien, compilar datos y evidencias, ya que nos permitirán comprender mejor el problema en sí. Tratar de resolver un problema que no se comprende bien, es como intentar llegar a la casa de un amigo sin tener su dirección. Perderemos mucho tiempo tratando de "adivinar" dónde vive y qué medios de 210

transporte o qué caminos debemos tomar para llegar hasta allí. Pero, nunca lograremos encontrar su casa. Si en cambio, nos informamos bien, le pedimos la dirección exacta de su domicilio y buscamos en un mapa la ruta que debemos tomar, encontraremos el camino correcto y habremos resuelto el problema de cómo llegar a la casa de nuestro amigo. Compile datos e información. Estudie. Evalúe. Aprenda. Observe. Tómese mucho tiempo para analizar los problemas y las personas, detalladamente. Use los conocimientos para su beneficio y en poco tiempo verá que comenzará a interpretar mejor el lenguaje verbal y no verbal de las personas con las que se relaciona. Así, también podrá evaluar mejor sus relaciones con los demás y los problemas que se le presenten. Y recuerde… el abuso emocional puede prevenirse, evitarse y/o solucionarse, pero al igual que cualquier otro problema, no se resolverá por sí solo. Usted deberá actuar. Pida ayuda cuando así lo necesite. Usted merece vivir una calidad de vida mejor.

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CAPÍTULO X

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¿POR DÓNDE PASA LA FELICIDAD? La felicidad puede significar cosas muy distintas para diferentes personas. Para algunas será sinónimo de amor, para otras será sinónimo de éxito, para otras será sinónimo de paz. Lo cierto es que la vida es una serie de elecciones sucesivas. A veces, tenemos “más” opciones que otras, a veces tenemos “mejores” opciones que otras. Cada elección que hagamos tiene consecuencias, algunas más favorables y otras quizás menos favorables. Por eso, es importante aprender a hallar un equilibrio y comprender que cuando nuestras expectativas y ambiciones son realistas, tenemos menos probabilidades de sentirnos frustrados o infelices y también de manipular a otros o de ser manipulados debido a esa frustración. En los países y en las culturas en los que tenemos “libertad de elección”, podemos elegir no ser partícipes del abuso emocional. Podemos elegir maneras saludables de relacionarnos con los demás. Podemos elegir la calidad de vida que deseamos tener. A veces, para ser felices y vivir en paz, necesitamos aprender maneras saludables de satisfacer nuestras necesidades de un modo ético y adecuado. Para recibir y brindar un afecto saludable, ser aceptados y respetados tal cuál somos, satisfacer nuestras necesidades básicas (materiales, afectivas, espirituales, profesionales, etc.), sentirnos realizados como seres humanos y en las tareas que desarrollamos (estudios, empleo, profesión, vocación, etc.), necesitamos aceptarnos, valorarnos y respetarnos a nosotros mismos primero. Se puede ser feliz sin necesidad de “pagar un alto precio” por ello. Se puede ser feliz sin “manipular a otros, ni permitir que otros nos manipulen”. Se puede ser feliz, de una manera emocionalmente saludable. Honre sus sentimientos genuinos y valórese como persona. Usted lo merece.

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BIBLIOGRAFÍA DE REFERENCIA Libros de distintos autores: Berne, Eric (1961): "Transactional Analysis in Psychotherapy". New York: Grove Press. Inc. Versión castellana: "Análisis Transaccional en Psicoterapia". Buenos Aires: Editorial Psique [1985]. Berne, Eric (1964): "Games People Play". New York: Grove Press Inc. Versión castellana: "Juegos en que participamos". México: Editorial Diana, 180 reimpresión [1986] Berne, Eric (1973): "What do you say after you say hello?". New York: Grove Press, 10 Ed. Versión Castellana: "¿Qué dice usted después de decir hola?" Barcelona: Ediciones Grijalbo, 140 Edición [1974]. De Bono, Edward (1988): “Seis sombreros para pensar”. Barcelona, Granica. De Bono, Edward (1991): “El Pensamiento Lateral”. Buenos Aires: Editorial Paidos. Hadkins, Evan (2009): “Living Authentincally”. West End, Queensland: Editorial

Kwik Kopy,

Simon, George K. (1996): “In Sheep’s Clothing”. Estados Unidos: A. J. Christopher & Company. Steiner, Claude (1974): “Scripts People Live”. Toronto: Bantam Books.

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Artículos del Dr. Joseph M. Carver: Estos artículos fueron redactados por el Dr. Carver en los últimos años (2000 a 2008) a modo de folletos de literatura informativa para sus pacientes. (La autora tradujo al español la versión castellana de los siguientes artículos) •

“Personality Disorders: The Controllers, Abusers, Manipulators, and Users in Relationships” - (Personas con Trastornos de la Personalidad: Controladores, Abusadores, Manipuladores y Personas que Usan a Otras en sus Relaciones)



“Identifying Losers, Controllers and Abusers in Relationships” - (¿Está usted saliendo con un(a) fracasado(a)?)



“Emotional Memory Management: Positive Control Over Your Memory” - (Control de la Memoria Emocional: Control Positivo sobre su Memoria)



“The Chemical Imbalance in Mental Health Problems” - (El Desequilibrio Químico en los Problemas de Salud Mental)



“Love and Stockholm Syndrome: The Mystery of Loving an Abuser” - (El Amor y el Síndrome de Estocolmo: El Misterio de Amar a un Abusador”)

• • •

“Understanding Depression” - (Cómo Comprender la Depresión)



“What are Bad Nerves?” - (¿Qué es el Colapso Nervioso?) “The Highway Patrol Approach to Parental Discipline” - (La Estrategia de la Patrulla de Carretera para Disciplinar y Corregir a los Niños) “ADHD: Causes, Symptons and Treatment” - (Síndrome de Déficit de Atención e Hiperactividad: Causas, Síntomas y Tratamiento”)

±

“No se puede desatar un nudo sin saber cómo está hecho”. (Aristóteles)

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Abuso Emocional

Ese enemigo invisible… Al abuso emocional también se lo conoce como “maltrato psicológico o abuso invisible” porque sus heridas no dejan marcas físicamente visibles. En cambio, dejan marcas profundas e invisibles en nuestra propia imagen e identidad.

El enemigo invisible

Así, el abuso emocional es un proceso continuo que - con el tiempo - deteriora nuestra autoestima y nuestro sentido de valor personal.

Mariana Barrancos

Este libro describe algunas de las características generales de los diferentes tipos de abusos y sus consecuencias, las personas que participan en relaciones abusivas y las posibles soluciones o métodos de prevención. Conozca cómo funciona la mente de un manipulador y aprenda cómo puede establecer límites y desarrollar relaciones más saludables.

Mariana Barrancos es escritora y traductora independiente, con una extensa formación en los campos de la psicología y las relaciones humanas. Como asesora y consejera personal, ha dedicado los últimos quince años de su vida a tomar distintos cursos de desarrollo personal y ayudar a las personas a superar sus problemas emocionales. En 2008, creó Abusoemocional.com, un sitio de referencia bilingüe dónde ha publicado muchos de los artículos que tradujo al español.

90000

9 780557 078479

Mariana Barrancos

ISBN 978-0-557-07847-9

Abuso Emocional

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