Abandono Total - Opal Carew

April 8, 2017 | Author: Tavo Bca | Category: N/A
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El Club de las Excomulgadas

Agradecimientos Al Staff Excomulgado: Csanch, Dg Kaleigh, Marijf22, Mdf30y, Nelly Vanessa, Pau Belikov y Rox16 por la Traducción; Pau Belikov por la Corrección de la Traducción; Bellecar, Desita, Leluli y Mokona por la Corrección; Laavic por la Diagramación y Annammussa por la Lectura Final de este Libro para El

A las Chicas del Club de Las Excomulgadas, que nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras que nos acompañaron y nos acompañan siempre. A Todas…. ¡¡¡Gracias!!!

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Club De Las Excomulgadas…

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El Club de las Excomulgadas

Argumento Después de su divorcio Sandra renunció a cualquier relación con hombres durante un año. En el aniversario del divorcio de Sandra, su amiga, Aimee, le sugiere que haga una lista de cosas sexys que nunca ha hecho, pero que le gustaría hacer. Después de que Sandra hace unas pocas sugerencias seguras, Aimee la engatusa hasta que Sandra se abre y saca sus más profundas y más oscuras fantasías. Así, nace La Lista. Devlin está enamorado de Sandra, pero sabe que no está lista para una relación de compromiso todavía, así que él y Aimee urden un plan para conseguir que Sandra vaya a un refugio aislado para un fin de semana, con dos tíos

Pero Sandra experimenta algo más intoxicante que no está en La Lista... enamorarse.

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magníficos, para hacer realidad La Lista.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Uno —No puedo creer que hayas estado todo un año sin sexo. Y por elección. Sandra hizo una mueca ante el comentario de su amiga. Ella apretó los dedos alrededor de su copa de champán. Muchas veces se había arrepentido de contarle a Aimee su resolución, pero en realidad, su confesión había forjado una amistad más estrecha entre ellas. Una amistad que la había ayudado en momentos difíciles durante el año pasado. Sobre todo con la soledad. Aimee levantó su copa. —Feliz aniversario —Sonrió—. Por fin este año se ha acabado.

del burbujeante vino. No es que un matrimonio fallido fuese algo para celebrar. Echó un vistazo alrededor del Bar Maelstrom’s, preguntándose cuando llegaría Devlin para unirse a ellas. Él llamó para decir que llegaría un poco tarde porque había tenido que asistir a una reunión en las afueras de la ciudad. Eso significaba que tenía que enfrentarse al tráfico de la hora punta cuando condujera de regreso al centro para reunirse con ellas. Una vez que llegase aquí, tendría algunos problemas para encontrar estacionamiento también, ya que el bar estaba en una zona muy concurrida. Sandra apartó su pelo largo detrás de su oreja mientras cambiaba de posición sobre el asiento tapizado. Era viernes por la noche y el bar estaba llenándose rápidamente, pero ella y Aimee se habían acercado después del trabajo y agarraron una de las acogedoras cabinas curvas cerca de la ventana.

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Sandra chocó su copa de champán contra la de Aimee, luego tomó un sorbo

—Por lo tanto, ¿sigues apegada a la historia de que tu ex no era un perdedor? Porque soy todo oídos si quieres difamarlo. Eso ayudará a sacarlo de tu sistema. —No, Eric solo era la persona equivocada para mí.

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El Club de las Excomulgadas No es que no le hubiera dolido descubrir que ya no la amaba. O que, en verdad, nunca la había amado. Habían estado saliendo desde la escuela secundaria, y durante muchos años, habían confundido estar cómodos con estar enamorados. Pero ninguno de ellos había querido un matrimonio fallido, admitir que habían fracasado, por lo que tardaron diez años en darse cuenta finalmente que el divorcio era la única respuesta. Ellos simplemente no eran felices juntos. Eran buenos compañeros de habitación, pero su relación se había roto años atrás, si es que alguna vez la habían tenido. Aimee frunció sus labios. —Está bien, entonces. Continuando. Dime lo que buscas en un hombre. Ella se inclinó hacia Sandra y sus labios se curvaron en una sonrisa torcida. Sandra podría decir que Aimee había tomado un poco de más. Y ella

Sandra intentó responder a la pregunta de su amiga, pero cuando trató de imaginar al hombre de sus sueños, todo lo que se le ocurrió fue un espacio en blanco. Aimee parecía entender su dilema. Bebió un sorbo de su sopa, luego se rió. —Tengo una idea. Vamos a hacer una lista. Ella abrió su bolso y sacó una pluma, a continuación, agarró una de las pequeñas servilletas de cóctel cuadradas que la camarera había dejado sobre la mesa con la bandeja de los aperitivos. Aimee escribió el número uno seguido de un punto. —Está bien, quiero que pienses en… —Ella se rió—…ya sabes... hombres... y lo que te gustaría de verdad.

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probablemente también. El champan tendía a tener ese efecto en ella.

— ¿Lo que me gustaría? Supongo que me gustaría un tipo que fuera muy sensible, con un buen sentido del humor y... bueno, sentido de la aventura. Aimee apuntó hacia ella y le guiñó un ojo. —Eso es de lo que estoy

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El Club de las Excomulgadas hablando. Aventura —Tomó un sorbo de su bebida otra vez, luego dejó la copa—. Olvídate de esa cosa del Sr. Sensible. Piensa en el Sr. Pedazo de Músculos junto con el Sr. Chico Malo Sexy y en la forma en que él… —Le guiñó un ojo— …o, mejor aún, los dos podrían hacer que tus sueños se hagan realidad. Sandra sabía exactamente de lo que estaba hablando Aimee. Había cometido el error de contarle sobre uno de sus ultra sexys sueños, sueños que habían sido un fenómeno frecuente en los últimos meses. Fantasías traídas a la vida con un minucioso detalle erótico en mitad de la noche, dejándola caliente y frustrada por la mañana. —Antes de que te establezcas con el Sr. Correcto, necesitas recuperar tu mojo. Ya sabes, disfrutar de la vida de soltera y ver lo que hay ahí fuera. Ahora… —señaló a Sandra con su pluma— dime qué tipo de aventuras quieres tener. Tus

—No veo el punto de hacer una lista —Sandra no quería sus fantasías escritas en blanco y negro. Eso parecía demasiado... sórdido. —Ah, vamos. Si puedes soñar con ellas, puedes hablar de ellas. Las mejillas de Sandra se ruborizaron. —No lo creo. Aimee palmeó la mano de Sandra. —Cariño, no hay nada malo en tener fantasías. Y es bueno examinarlas. Ayudará a que sepas lo que realmente te excita. Lo cual es bueno ya que estás comenzando a citarte de nuevo. Mira, yo comenzaré. Me contaste sobre esa en la que eras capturada por piratas y te llevaban a su barco, así que... Sandra observó mientras Aimee escribía Ser mantenida cautiva al lado del número uno.

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más salvajes y más locas fantasías. Vamos a escribirlas.

—Ahora tú —dijo Aimee, pluma preparada. Sandra se encogió de hombros. —No lo sé. No puedo pensar en nada.

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El Club de las Excomulgadas — ¿Qué sobre ese libro que estabas leyendo un par de semanas atrás? Era sobre bondage 1, ¿verdad? —Um... dominación y sumisión, en realidad. Aimee sonrió. — ¿Te gustaría probar eso? Sandra se encogió de hombros otra vez. Aimee se lo golpeó —Vamos. Sumérgete en el espíritu de esto. Sólo estoy tratando de ayudar. Sandra tomó un sorbo de champán y miró hacia los profundos ojos azules de Aimee. Ella quería ayudar. Sandra suspiró. —Está bien. Bueno, no estoy segura sobre la cosa del bondage y la

—Bueno, síp —Aimee mordisqueó una de las alas de pollo, luego recogió la pluma de nuevo—. Bien, dejaremos ésta un poco abierta. Anotó el punto número dos como Experimentar con bondage. — ¿Qué más? Piensa en alguna fantasía que realmente te haya intrigado pero que sabes que nunca intentarías, aunque te gustaría —Ella sonrió—. Y no seas tímida. Una fantasía de inmediato vino a la cabeza de Sandra. Había visto parte de un espectáculo sobre fantasías sexuales y quedo intrigada por la fantasía de una mujer sobre estar con un desconocido. Para su sorpresa, eso la había excitado inmensamente. Lo cual era una locura, sobre todo porque el único hombre con el que alguna vez había estado era su ex marido, Eric.

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dominación. Tendría que conocer al tipo bastante bien.

—Tienes una. Lo puedo ver en tus ojos. Dímela. 1

Bondage es una denominación aplicada a los encordamientos eróticos ejecutados sobre una persona vestida o desnuda. Los atamientos pueden hacerse sobre una parte o sobre la totalidad del cuerpo, utilizando generalmente cuerdas, aunque también se puede ver en muchas ocasiones el uso de cinta, telas, cadenas, esposas, y cualquier otra cosa que pueda servir para inmovilizar a una persona. Con cierta frecuencia, a la persona se le aplica una mordaza o los ojos vendados. El bondage puede usarse como práctica estético — erótica, como parte de una relación BDSM, como una variante erótica más o como elemento en ceremonias de dominación o de sadomasoquismo.

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El Club de las Excomulgadas Sandra frunció sus labios. —Bueno... —Si lo sueltas, yo soltaré. Sandra asintió con la cabeza. —Es... bueno, estar con un extraño. — ¿Te refieres a una aventura de una noche? —No, más bien a hacer el amor con alguien y no saber quién es. —Así que, digamos, ¿algún tipo sexy haciéndotelo y tú no puedes ver quién es? Eso es bastante intenso. Aimee escribió el punto número tres como Hacer el amor con un sexy desconocido con los ojos vendados.

Aimee escribió el punto cuatro en la servilleta, luego la giró hacia Sandra para que pudiera ver. Tener relaciones sexuales con dos hombres al mismo tiempo (quizás más). Sandra sintió sus mejillas calentarse. —Eso es algo de la lista que tenemos allí. Aimee se echó a reír. —Son sólo cuatro puntos. No hemos terminado todavía. —Yo creo que lo hice. —Bien, entonces. Solo anotaré algunos para tu consideración.

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—Ahora la tuya —dijo Sandra.

Aimee anotó varios puntos más en la servilleta mientras Sandra miraba. Finalmente, ella le dio vuelta así ella podía leerla.

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El Club de las Excomulgadas 1. Ser mantenida cautiva. 2. Experimentar con bondage. 3. Hacer el amor con un sexy desconocido con los ojos vendados. 4. Tener relaciones sexuales con dos hombres al mismo tiempo (quizás más). 5. Ser una esclava. 6. Tener un esclavo. 7. Ser un voyeur.

— ¿Quieren algo más? Sandra casi saltó al oír la voz de la camarera. Quería arrebatarle la lista a Aimee y esconderla en su bolso, pero la joven ni siquiera le echó un vistazo. —Sí. ¿Qué tal un par de piñas coladas? —dijo Aimee. Sandra sonrió y asintió. Le encantaban las piñas coladas. La camarera recogió la botella de champán vacía de la mesa y la colocó sobre su bandeja redonda, luego agarró las dos copas vacías y desapareció entre la multitud. Sandra recogió un trozo de calabaza de la bandeja de aperitivos y lo mojó en la salsa, luego le dio un mordisco. La camarera regresó unos minutos más tarde con

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8. Intentar exhibicionismo.

sus bebidas. Sandra tomó un sorbo. —Ya era hora —Aimee echó un vistazo por encima del hombro de Sandra. Sandra miró a su alrededor para ver a Devlin acercándose a su mesa. Su 9

El Club de las Excomulgadas brillante mirada conecto con la de ella mientras caminaba con su habitual paso relajado, una media sonrisa encantadora curvando sus labios. A pesar de que no podía ver el color de sus ojos en esa luz, sabía que eran tan azules como el cielo al atardecer, espolvoreados con motas de oro, y rodeados por un anillo azul medianoche. La áspera sombra en su mandíbula le daba un definido encanto masculino, y había recogido su pelo castaño largo hasta los hombros, lo cual era típico en un día de trabajo. Su relajado atuendo informal de viernes consistía en jeans desgastados y una chaqueta de mezclilla marrón sobre una camisa a rayas color café. Sandra se deslizó más allá en la cabina para hacerle espacio, y él se sentó a su lado.

Oh, maldita sea. Sandra trató de agarrar la servilleta de papel cuando él la tomó de la mesa, la servilleta con la lista garabateada en ella, pero la quitó de su alcance y empezó a leer. Su sonrisa se amplió, revelando sus dientes blancos y fuertes. —Bueno, esto se parece bastante a un menú. ¿Hay alguna imagen para ilustrar? —Eres tan malo —La mano de Sandra rozó a través de su amplio pecho mientras trataba de llegar a la lista, pero la mantuvo lejos de ella. Estiró su brazo aún más, tratando de agarrar la pequeña servilleta cuadrada, pero sus brazos eran más largos que los de ella. De repente, se dio cuenta de que estaba prácticamente encima de él, su pecho contra el suyo, y se volvió muy consciente de su musculoso brazo debajo de sus dedos, sus senos presionados contra su sólido y rígido pecho, su rostro demasiado cerca del de ella. Besablemente cerca.

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Su mirada cayó sobre la mesa. — ¿Qué es esto?

Y besar no era algo que tenía intención de hacer con Devlin. Él era su amigo. Se echó hacia atrás y tiró de los costados de su camisa hacia abajo, luego la

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El Club de las Excomulgadas alisó sobre sus caderas, sus labios fruncidos. Ahora vendría la burla. — ¿Es esta tu lista de cosas para hacer el fin de semana? —preguntó él, cejas levantadas. —Bueno, tal vez tu y yo podamos persuadirla para que lo haga —dijo Aimee, con un guiño—. La he convencido para extender su imaginación un poco. Ahora tenemos que convencerla de que se vuelva un poco salvaje. Devlin sonrió, su mirada divertida fijándose en Sandra. —Especialmente ahora que ha levantado su prohibición contra el sexo — Aimee descansó su barbilla en su mano—. Todo un año sin él —Aimee sacudió su

***** Devlin vio las mejillas de Sandra ruborizarse suavemente. No sabía cómo había durado tanto tiempo. Desde la primera vez que la vio, había estado loco por ella. Aimee le había dicho que Sandra se había divorciado recientemente y lo difícil que había sido para ella, así que había decidido ir con cuidado. Él había llegado a conocerla, convirtiéndose en su amigo, asegurándose de darle un montón de tiempo, con la esperanza de que cuando estuviese lista, ella estaría de acuerdo en salir con él. Entonces él le mostraría por qué ellos eran el uno para el otro. Pero el tiempo lo era todo. La mujer no había estado con nadie desde la escuela secundaria, y estaba claramente de rebote. Los primeros tipos con los que saliera no conducirían, o no deberían, a algo permanente. Tenía que esperar un tiempo más, dejarla saborear la vida de soltera. Luego, una vez que ella estuviese

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cabeza y miró hacia Sandra—. No sé cómo has durado tanto tiempo.

firmemente instalada en el mundo de las citas, él se entrometería y haría su movimiento. *****

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El Club de las Excomulgadas Sandra sostuvo uno de los brazos de Devlin y Aimee el otro mientras los tres salían a la cálida tarde de verano. Sandra respiró hondo y se dio cuenta de que se sentía más que un poco mareada. —Mi coche está a la vuelta de la esquina —dijo Devlin mientras la guiaba hacia la izquierda. —Me alegro de que te tengamos como nuestro conductor designado —dijo Aimee—. Es mejor que tomar el autobús a esta hora. Sandra tomaba el autobús al trabajo y ningún autobús express pasaba a esta hora, por lo que habría sido un largo viaje. A veces, Aimee llevaba su coche, pero Devlin no había siquiera preguntado. Aimee y Sandra habían tomado demasiadas bebidas por lo que él se aseguraría de que ninguna de ellas condujera. A pesar de que Sandra no necesitaba a un hombre cuidándola, era agradable que él lo hiciera.

Él abrió la puerta del copiloto y Sandra subió dentro. Aimee se metió en el asiento de atrás, la disposición habitual, ya que él dejaría a Aimee en primer lugar. Mientras conducía, Sandra se relajó en el asiento delantero, su cabeza contra el reposacabezas. De repente se dio cuenta de que se habían detenido, debía haberse quedado dormida, y Aimee estaba saliendo del coche. —Vuelvo en un minuto —dijo Devlin—. Sólo me aseguraré de que entre bien. Sandra observó a Devlin acompañar a Aimee hasta la puerta de su edificio de apartamentos, preguntándose por qué los dos no eran novios. Devlin era un gran tipo, y estaba disponible. Aimee realmente se lo estaba perdiendo. Sandra suspiró. Tal vez debería decirle algo a Devlin.

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Devlin era un buen amigo.

Unos minutos después, Devlin abrió la puerta del conductor y se deslizó en el asiento a su lado. Movió el coche en el tráfico de nuevo. —Así que, el año está finalmente terminado —Él echó un vistazo hacia ella,

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El Club de las Excomulgadas luego de vuelta a la carretera—. ¿Tienes ganas de salir de citas otra vez? Ella se movió en su asiento. —No realmente. — ¿Alguna razón en particular? —Bueno, estoy fuera de práctica, por ejemplo —Ella miró hacia él—. Y no digas que es como andar en bicicleta. Él se rió entre dientes. —Creo que estoy preocupada porque no encontraré a nadie que quiera salir conmigo —Ella jugueteó con sus manos en su regazo—. Y entonces me preocupa que si me cito con alguien, no saldrá bien... no voy a saber qué decir o hacer. Ese tipo de cosas.

probablemente un montón, a quien le encantaría salir contigo. Él miró a través de ella. ¿Era su imaginación, o había un acalorado interés en sus ojos? Mariposas revolotearon a través de su estómago, pero se dio cuenta de que era más posiblemente su imaginación. Probablemente el alcohol nublando su juicio. —Y si quieres ir a una cita de práctica o dos… — ¿Serías voluntario? Pero eso no sería realmente la misma cosa. Tú y yo estamos cómodos juntos. No habría ninguna de las incomodidades de estar con un extraño. Devlin sonrió, pero sacudió la cabeza. —No, yo iba a decir que podría organizarte una con alguien. Tal vez presentarte a un par de mis amigos mientras

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—Estoy seguro de que no tendrás ningún problema para encontrar a alguien,

tomamos unos tragos, para ver si te llevas bien en un ambiente informal. —Oh —Aunque había protestado, en realidad le había gustado la idea de que Devlin quisiese hacer algunas citas de prueba con ella. La idea de que él quisiera venderla a sus amigos la decepcionaba por alguna razón. 13

El Club de las Excomulgadas Él se detuvo frente a su edificio y estacionó el coche, luego caminó alrededor y abrió su puerta. Ella salió del coche y, mientras respiraba el aire fresco de la noche, se sintió un poco mareada. Devlin tomó su brazo. —Creo que alguien celebró un poco demasiado esta noche —Él tomó su mano y la apoyó sobre su codo, luego la acompañó hasta la puerta del edificio de apartamentos. Ella rara vez tomaba más de una o dos copas de vino con la cena, o un solo trago en una noche, por lo que el champán y la piña colada se habían ido definitivamente a su cabeza. Sacó la llave de su bolso, la metió en la cerradura de puerta y la giró. Devlin abrió la puerta. —Te acompañaré arriba —dijo él.

ascensor y entraron. Cuando las puertas se cerraron Sandra se dio cuenta de lo pequeño que era el espacio y de lo alto que era Devlin de pie junto a ella. Y cuán amplios eran sus hombros. Y cuán segura se sentía a su alrededor. Su brazo rozó el de ella, y se dio cuenta de que él en realidad no se había movido hacia ella; ella se había desplazado un poco a la izquierda y ahora se inclinaba contra él ligeramente. Debería alejarse, pero se sentía cómoda acercándose a él de esta manera. Su buen amigo. Su compañero. Su sexy y muy masculino compañero. El ascensor sonó y las puertas se abrieron. Ella salió al pasillo y se dirigió a su apartamento, Devlin a su lado. Las luces de la ciudad brillaban por debajo de

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Caminó junto a él a través del vestíbulo de entrada climatizado. Él llamó al

ellos mientras caminaba hacia la gran ventana al final del pasillo, donde estaba la puerta de su apartamento. Devlin tomó la llave de sus dedos y la metió en la cerradura, luego la giró.

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El Club de las Excomulgadas

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— ¿Quieres entrar? —preguntó Sandra impulsivamente.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Dos El estómago de Sandra se agitó ante la idea, lo cual era loco porque él había entrado más de una docena de veces antes. Por supuesto, siempre con Aimee. Ellos eran una especie de trío de amigos. Pero ahora, viendo sus impresionantes ojos azules, pensó en un trío de otro tipo. Tríos como el que Aimee había sugerido en su lista. Sexys y eróticos tríos. Pero justo en este momento, ella estaría bien sin el tercero. Sólo Devlin y ella. Trabó miradas con él, y alzó su barbilla hacia arriba.

Devlin miró fijamente a Sandra, que lo miraba con esos cálidos ojos verde oliva, sus labios carnosos viéndose suaves y deseables. Su estómago se anudó, y no pudo evitarlo. Se inclinó y los capturó. Oh, Dios, eran tan suaves como había imaginado. Sus brazos se enroscaron alrededor de su cuello y ella se acercó más a él. Sus pechos suaves se apretaron contra él. Quería apartar su chaqueta y tirarla con fuerza contra su pecho, para sentir si sus pezones estaban duros por el deseo, al igual que su polla latía a la vida ante su proximidad. Maldita sea, él la deseaba. Su lengua se deslizó entre sus labios, suavemente explorando, y él gimió, luego la succionó en su boca. Todo en ella era suave y cálido. Su cuerpo se endureció aún más. Sintió su resolución debilitarse, su necesidad cada vez mayor.

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*****

La mano de ella bajó por su espalda, entonces se envolvió alrededor de su culo y apretó. Su pene se sacudió totalmente erecto. Ella nunca había hecho algo así antes. A través de la bruma del deseo, se 16

El Club de las Excomulgadas acordó de cuántas bebidas había tomado esta noche. Tres desde que él había aparecido en el bar. No sabía cuántas antes de eso. No podía aprovecharse de eso. Y eso es lo que estaría haciendo si continuaba con esto ahora. Con gran fuerza de voluntad, se apartó de ella. —Vamos adentro. Sus ojos se iluminaron, y se dio cuenta que había leído mal su comentario. Sin embargo, él abrió la puerta y la guió hacia adelante, luego cerró la puerta detrás de ellos. Cuando se volvió, la vio doblada por la cintura, desatando la correa de su zapato. Su muy redondo y muy sexy trasero estaba justo delante de él, su corta y fluida falda apenas cubriendo lo esencial. Quería extender la mano y acariciar su levantar esa falda para revelar las sensuales curvas debajo, acariciar su desnudo trasero, luego arrastrarla en su contra. Su polla dolía de necesidad. Ella pasó a desabrocharse su otro zapato y se tambaleó un poco hacia un lado. Él agarró sus caderas para estabilizarla y ella se hizo hacia atrás contra él. El bulto en sus pantalones situado perfectamente en el calor de su delicioso trasero. Ella se movió un poco mientras tiraba de su zapato, y él apretó sus manos alrededor de sus caderas. Ella estaba volviendolo loco de necesidad. —Lo lamento. La correa está atascada. —Déjame ayudarte —ofreció. Se puso de pie y se volvió hacia él. Ella apartó el largo pelo de color negro

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culo redondo y hermoso. Su polla se estremeció. Lo que realmente quería hacer era

brillante detrás de su oreja y empezó a levantar su rodilla, elevando su pie en el aire. Preocupado de que fuera a caerse, se agachó frente a ella y capturó su pie. Consciente de sus largas piernas bien formadas delante suyo, desabrochó la correa del tobillo de su zapato de tacón alto, luego lo quitó de su pie.

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El Club de las Excomulgadas Ella sonrió, sus ojos brillaban deliciosamente. —Gracias. Colocó el pie en el suelo, entonces se alejó de él, con un definido bamboleo de sus caderas. — ¿Quieres un café? Acabo de recibir uno nuevo de Hawái mezclado con descafeinado. —Eh... no, mejor me voy —Si se quedaba aquí por más tiempo, podría acabar cediendo a su intenso deseo. Ella se detuvo y se dio la vuelta. — ¿Está seguro? —Caminó hacia él, entonces movió sus dedos hacia arriba por sus solapas y lo miró a los ojos—. Pensé que querrías quedarte y hablar de esa... uh... la lista que Aimee y yo hicimos más temprano —Ella sonrió mientras tiraba del cuello de su camisa, entonces apoyó las Nunca he tenido a un hombre atándome. Creo que podría ser muy sexy. Su respiración se atascó ante la idea de Sandra atada. Desnuda. Tumbada en su cama. Sus manos comenzaron a temblar y las hizo un puño para detenerse a sí mismo de agarrarla y arrojarla sobre su hombro para llevarla al dormitorio. El delicado aroma de su champú de mango llenaba sus sentidos. Embriagador. Ella levantó su barbilla, trayendo sus labios más cerca de él, sosteniéndolos a escasas pulgadas de los suyos. Expectante. No pudo resistir. Él capturó los labios que ella tan voluntariamente ofreció de nuevo. Tan suaves. Tan seductoramente dulces. Envolvió sus brazos alrededor de su cuerpo y deslizó su lengua en su boca aterciopelada. Ella sabía a piña dulce,

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manos sobre sus hombros—. ¿Crees que debería intentar cualquiera de esas cosas?

coco y ron. Agitó su lengua dentro de su boca y su lengua se unió a la suya, luego se hundió dentro de su boca. Casi jadea ante la urgente necesidad que lo inundaba. Él la deseaba. Seriamente.

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El Club de las Excomulgadas Ella tiró de su chaqueta y la sacó de sus hombros. Esta cayó al suelo. Entonces empujó la camisa abierta mientras acariciaba bajo su barbilla con su nariz. Sus suaves labios acariciando su piel áspera, enviando escalofríos a través de él. Su camisa cayó al suelo, dejándolo tan sólo con una camiseta, y ella le agarró las manos y las levantó. Sintió su redondo y firme seno contra su palma, por debajo de la fina tela de su suave blusa de seda. El pezón volviéndose una dura protuberancia. Su ingle se inundó de calor mientras la acariciaba. Oh, hombre, ¿qué estaba haciendo? Se lo había prometido a sí mismo. Si él seguía adelante con esto ahora, y la llevaba a la cama como sus hormonas demandaban, echaría todo a perder. Estropearía cualquier oportunidad que tenía de ganarla a largo plazo. Y eso era demasiado importante como para tirarlo por una noche de pasión,

Reuniendo toda su fuerza de voluntad, retiró la mano de su amplio seno y liberó sus labios. Sus ojos, aún cerrados, se estremecieron un poco, luego sus párpados se abrieron. Ella lo miró fijamente, sus ojos oliva aturdidos. —Sandra, realmente tengo que irme. Poco a poco, la comprensión se filtró y Sandra se echó hacia atrás. —Oh. Um, de acuerdo. Lo lamento. —Sandra, tú y yo... esto... —No, lo entiendo —Ella dio un paso atrás, su mejillas ruborizándose. Él agarró su mano, deteniendo su huida. —No, no creo que lo hagas. Mira,

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no importa cuán dulce fuera la experiencia.

somos amigos y no me gustaría hacer algo para arruinar eso —Su corazón tronó en su pecho. Quería decir algo más, ser más tranquilizador, pero tenía que alejarse de ella antes de que se derrumbara. Le apretó la mano—. ¿Está bien? ¿Estamos bien? Ella lo miró, su barbilla temblando un poco, pero finalmente asintió. 19

El Club de las Excomulgadas —Sip. Estamos bien —Ella se puso de puntillas y le besó la mejilla—. Eres un buen amigo, Devlin. Gracias. Él asintió con la cabeza y recogió su camisa y su chaqueta. —En cualquier momento, amiga. ¿Vas a estar bien? Ella asintió. —Sip. Por supuesto. Gracias por el viaje a casa. Ella lo siguió hasta la entrada y él abrió la puerta. —Nos vemos la próxima semana —dijo ella. —Por supuesto. Cuando ella cerró la puerta detrás de él, dejándolo abandonado en el pasillo,

***** Sandra se apoyó contra la puerta y respiró hondo. Oh, maldita sea, qué vergüenza. ¿Qué demonios estaba pensando? Ella se apartó de la puerta y caminó hacia la habitación, sus mejillas ardiendo. Devlin era su amigo. Y se había lanzado sobre él. ¿Cómo podría enfrentarlo de nuevo alguna vez? Sobre todo después de que él mostrara claramente que no estaba interesado. Se quitó la ropa y se puso los pantalones de pijama y la camisola de algodón.

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se preguntó si había cometido el peor error de su vida.

Entró en el cuarto de baño y agarró su cepillo para el cabello, luego se miró en el espejo mientras pasaba el cepillo por su pelo negro largo. Por un momento creyó que él estaba interesado. Estaba segura de haber visto más de una chispa de interés en sus ojos. Pero eso evidentemente habían sido las 20

El Club de las Excomulgadas piñas coladas afectando su cerebro. Recogió su cepillo de dientes y apretó un poco de pasta sobre las cerdas. Empezó a cepillarse los dientes con movimientos vigorosos. Qué idiota había sido. Si él hubiera estado interesado en ella, se lo habría demostrado a estas alturas. Por supuesto, él sabía que ella había renunciado a las relaciones después de su divorcio, pero eso nunca detenía a un chico de intentarlo cuando quería a una mujer. Como su amiga, tal vez Devlin estaba más inclinado a respetar ese límite, ¿pero no habría hecho alusión de su interés de alguna manera? Se enjuagó la boca y metió el cepillo de dientes de nuevo en su soporte. Si él hubiera estado interesado. Lo cual claramente no estaba. Ella entró en el dormitorio y se metió bajo las mantas. Ahora bien, si tan podría olvidar todo el asunto. O, al menos, actuar como si se hubiera olvidado de ello. Devlin, como el tipo dulce que era, no lo traería a colación de nuevo. Él era esa clase de maravilla. Recordando los besos que habían compartido, la sensación de su cuerpo musculoso contra el de ella, sus entrañas se calentaron de nuevo y, ante el recuerdo de su mano sobre su seno, sus pezones dolían. Oh, Dios. Ella en verdad había tomado su mano y... Tiró las mantas sobre su cabeza. ¿Cómo podría alguna vez enfrentarlo de nuevo? ***** Tan pronto como Devlin subió a su coche y cerró la puerta, tomó su teléfono celular y marcó el número de teléfono de Aimee.

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sólo pudiera olvidar el aguijón de su vergüenza y quedarse dormida, tal vez mañana

—Oye, Aimee. No te he despertado, ¿verdad? — ¿Estás bromeando? Sabes que soy un ave nocturna. Entonces, ¿hiciste un movimiento con Sandra? 21

El Club de las Excomulgadas Su corazón dio un vuelco. — ¿Por qué lo preguntas? —Oh, como si no supiera que sientes algo por ella desde el primer día. Él no veía ninguna razón para negarlo. Aimee tenía su manera de leer a la gente. —Nunca lo has mencionado. — ¿Por qué habría de hacerlo? Sabías cómo Sandra se sentía acerca de iniciar una relación y lo respetaba. — ¿Sabe Sandra que estoy interesado? —No. Un hombre tendría que mandarle una invitación grabada con sus intenciones antes de que creyera que él la desea. ¿Así que estás planeando

—Sí, pero todavía no. Quiero formar una verdadera relación con ella. Y ella no estará lista para eso con el primer chico con el que salga. Después de renunciar a los hombres por un año, querrá hacer algo... no sé... experimentar antes de establecerse con un chico —A grandes rasgos, suponía que debería darle unos seis meses. — ¿Entonces quieres darle tiempo para sembrar un poco de avena silvestre y luego la harás flipar? —No estoy seguro de eso. —Bueno, no subestimes tu poder para volver loca a una chica. En realidad es muy romántico.

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perseguirla?

Romántico. A él le gustaba eso. —Entonces, ¿cómo puedo ayudar? —preguntó ella—. Es por eso que me estás llamando, ¿verdad?

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El Club de las Excomulgadas Él sonrió. Aimee era realmente sensacional. Si él no estuviera tan mal por Sandra... —Bueno, estaba pensando en esa lista que tú y Sandra hicisteis esta noche —dijo—. Tal vez podríamos llevarla a través de su exploración sexual haciendo las cosas de la lista por la vía rápida. —Y te gustaría que yo organice este milagro de alguna manera. —Bueno, eso estaría bien. — ¿Y cómo te sentirías sabiendo que Sandra está fuera teniendo un trío con un par de chicos? ¿No estarás celoso? —Seguro, pero viviré. Y, digamos, que si puedes organizarlo para que yo

—Bueno, claro, ¿por qué no? No es que vaya a ser difícil conseguir que siga la lista en primer lugar. ¿Qué importa una pequeña adición? Él se rió entre dientes. —Ese es el espíritu. Después de que terminó la llamada y deslizó su teléfono celular de vuelta en su bolsillo, se acomodó en el asiento del conductor y miró por el parabrisas. En lugar de los coches estacionados aparcamiento del edificio de apartamentos, lo que vio fueron imágenes de Sandra desnuda, entre dos hombres, gritando de placer. Sus dedos se cerraron alrededor del volante mientras su ingle se apretaba de necesidad. Miró hacia la ventana de Sandra en el octavo piso. La luz estaba apagada. Ella estaría en la cama ahora mismo. Probablemente con algún escaso y furtivo pijama.

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pudiese observar… —Se calló, una sonrisa en su rostro.

Su polla empujó dolorosamente en sus jeans. Él sólo debería abrir la puerta del coche en estos momentos y caminar hasta allí. Decirle que la quería y tener su oportunidad. El recuerdo de ella respondiendo

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El Club de las Excomulgadas a sus besos, su cuerpo respondiendo a su toque, envió sus hormonas por las nubes. ¿Por qué esperar cuando todos los indicios le decían que ella lo deseaba en este

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momento?

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Tres Sandra levantó la mirada al hermoso rostro de Devlin. —Estás aquí. Él echó hacia atrás las mantas, dejando al descubierto su cuerpo desnudo. ¿Se había deshecho de su pijama después de que se quedó dormida? La caliente mirada de sus ojos hizo derretirse su interior. Él se sentó en la cama junto a ella, luego se inclinó y la besó. Sus cálidos labios rozando contra los suyos le quitaron la respiración. Ella se arqueó hacia adelante y él envolvió sus brazos a su alrededor, entonces la atrajo hacia sí. Le exploró la boca con su lengua examinadora, instando a sus labios a separarse, luego deslizándose en su boca. Ella profundamente en su boca. Él se acostó a su lado y acarició sus pechos. Sus pezones se apretaron en duras protuberancias. Luego probó uno, acariciando su lengua sobre la punta, volviéndola loca de necesidad. Deslizó sus dedos a lo largo de la parte posterior de su cabeza, entonces liberó el lazo de cuero que sujetaba su cabello detrás de su cabeza y pasó sus dedos por los largos mechones. Ella había querido hacer eso desde hace mucho tiempo. Se deslizó a su otro pezón y succionó ligeramente. Ella jadeó ante el intenso placer. Ella acarició hacia abajo su sólido pecho, entonces hacia la hebilla de su cinturón. La liberó, a continuación, la bragueta y metió su mano dentro. Su erección palpitó con vida cuando la rodeó con sus dedos.

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le acarició la lengua con la suya, entonces suspiró mientras la chupaba

Se sentó y miró fijo hacia su maravillosamente larga polla. Ella presionó sus labios a la punta y lamió, luego tragó su glande entero.

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El Club de las Excomulgadas —Sandra, eso es fantástico. Eres fabulosa en eso. Ella sonrió de oreja a oreja y se lanzó sobre él, tomándolo más profundo en su garganta sin una sola sensación de náuseas, a pesar de que era grande y gruesa. Chupó y lamió, luego se balanceó arriba y abajo. —Oh, Dios, cariño. Eso es increíble. Me voy a... Oh, Dios. En el ímpetu, caliente líquido inundó su garganta. Tragó y le sonrió. Nunca había hecho que su ex se corriera tan rápido. Ella agarró los pantalones de él y los tiró hacia abajo, luego los arrojó fuera de la cama. Él tiró de su camisa y camiseta sobre su cabeza en un movimiento rápido. La atrajo a sus brazos y la besó, sus senos desnudos aplastados contra su pecho sólido como una roca. Sus perlados pezones conduciéndose en su rígida

Presionó sus manos contra su pecho y él se acostó sobre su espalda. Ella arqueó su pierna por encima de él y envolvió su mano alrededor de su polla recta como una flecha y la apretó en su húmeda apertura, luego, lentamente, se sentó en él. Oh, Dios, había pasado más de un año desde que había tenido a un hombre dentro suyo. Y ahora Devlin estaba deslizándose en ella. Profundo. Y más profundo. Por último, descansó sobre su ingle, su polla incrustada en ella. Él se movió y ella creyó que volaría sobre el borde justo en ese momento. Él le acarició los pechos, enviando hormigueos a toda prisa a través de su cuerpo. Se inclinó hacia delante para que él pudiera tomar uno en su boca. Era tan

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carne.

dulce ser tocada por un hombre de nuevo. Ella gimió ante la exquisita sensación de sus calientes labios cubriendo su duro pezón, y su dura polla la llenó tan completamente que pensó que iba a explotar.

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El Club de las Excomulgadas Levantó sus caderas, luego se bajó a sí misma de nuevo. El placer se hinchó a través suyo. Se deslizó arriba y abajo. Ella contuvo el aliento ante las intensas sensaciones retorciéndose a través suyo. —Oh, querido Dios, Devlin, hazme venir. Él envolvió sus manos alrededor de sus caderas y la levantó, luego la bajó de nuevo. Subida y bajada, aumentando su ritmo. El teléfono comenzó a sonar, pero ella lo ignoró. Rebotando arriba y abajo sobre la gran polla de Devlin. Mirando sus encantadores y moteados ojos azules. Ring. El placer estalló a través de ella, barriendo por cada célula.

Devlin parecía disolverse. El teléfono volvió a sonar. La luz se filtró en sus ojos. El orgasmo que había parecido tan cercano sólo un segundo atrás también parecía disolverse. Su vagina se apretó, pero la gran polla de Devlin se había disuelto también. Oh, Dios, no. ¡Sólo fue un sueño! Jadeó, su cuerpo retorciéndose de necesidad. Se acarició entre las piernas y encontró su clítoris anidado en los pliegues húmedos. Lo acarició, después jadeó y gimió cuando el orgasmo finalmente se apoderó de ella. Su cuerpo convulsionó, y se desplomó sobre la cama. El teléfono dejó de sonar.

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Ring.

Mientras miraba fijo por la ventana de su soleado dormitorio, recuperando el aliento, se acordó de lo que en verdad había sucedido la noche anterior. Cómo se había arrojado sobre Devlin y él la había rechazado.

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El Club de las Excomulgadas Maldita sea, qué manera de mierda para empezar la mañana. ***** Cuando Sandra echó un vistazo por la soleada ventana del restaurante, vio a Aimee caminar hacia la puerta. Un momento después, entró en el restaurante, miró a su alrededor, y la saludó caminando hacia la mesa. —Hey, hola —Aimee enganchó la correa de su bolso en el respaldo de la silla, entonces se sentó—. ¿Ordenaste ya por mí? —Pastrami con pan de centeno y una cola dietética —Sandra tomó un sorbo de su propio refresco de cola dietética, un vicio que había recogido de Aimee. Realmente no tenía necesidad de cafeína.

de ellas. El sándwich y las papas fritas de Aimee y el pollo rebozado con una ensalada de Sandra. Aimee recogió una larga y esbelta fritura con sus dedos y le dio un mordisco. —Mmm. Estas cosas son demasiado buenas. Y muy calientes. Justo de la forma en que te gustan. ¿Quieres una? Incapaz de resistir el delicioso aroma, Sandra tomó una fritura y le dio un mordisco. Cielos. Tragó, luego empujó su tenedor a través de un pedazo de ensalada. Una papa frita era su límite. —Entonces, ¿quieres que os recoja a Devlin y a ti para la película esta noche o quieres ir en coche? —preguntó Aimee. El pecho de Sandra se contrajo. —Oh, bueno, um... creo que me voy a

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La camarera llegó a la mesa y colocó los platos cargados con comida delante

quedar en casa esta noche. Vosotros ir sin mi. La idea de enfrentarse a Devlin después de la última noche la mortificaba. Sabía que tenía que encontrar una manera de superarlo, pero eso no iba a ser pronto. 28

El Club de las Excomulgadas Aimee dejó su sándwich. —Está bien, ¿qué pasa? Sandra se dio cuenta de que había apuñalado la ensalada con su tenedor varias veces, recogiendo varios trozos de lechuga en los dientes. Echó un vistazo hacia Aimee. — ¿Qué quieres decir? — ¿Tú y Devlin tuvieron una pelea o algo así? —No. —Primero, insistes en que vayamos a comprar zapatos hoy en vez de unirnos a Devlin en el museo de arte para la nueva exposición de Escher, la cual sé que querías ver. Ahora quieres que lo evite cuando sabes que ha estado esperando

Sandra se encogió de hombros. —Sólo necesito un tiempo a solas. —Ay, cariño. ¿Es por el divorcio? —Aimee descansó su mano sobre la de Sandra. Sus profundos ojos azules miraron los de Sandra con simpatía—. ¿El aniversario trajo malos recuerdos? Sandra apreciaba el gesto de consuelo de su amiga. —No, no es eso, yo... —se mordió el labio—. Es sólo que... en cierto modo hice el ridículo anoche con Devlin. La ceja bien formada de Aimee se arqueó hacia arriba. — ¿En serio? ¿Cómo? Las mejillas de Sandra quemaron de vergüenza.

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esa nueva película de suspense durante semanas.

Aimee sonrió. —Hmm. Con las mejillas así de rojas, tengo que saber. Suéltalo. —Cuando me dejó ayer por la noche... yo... como que lo besé. 29

El Club de las Excomulgadas —Muchacha, si no estás segura, estás definitivamente fuera de práctica. Sandra recogió su cola dietética y la arremolinó alrededor, enviado los cubitos de hielo a tintinear contra el cristal. —Aimee, no estás ayudando. —Está bien, entonces, ¿qué pasó después? ¿Vosotros...? —Los ojos de Aimee brillaron de diversión. —No. Él... —Ella se quedó fija hacia su plato—. No podía alejarse de mí lo suficientemente rápido. — ¿En serio? Hmm. Encuentro eso difícil de creer —Aimee tomó un bocado de su sándwich.

Aimee masticó durante unos segundos, luego tragó. —Bueno, ¿y ahora qué? ¿Vas a evitarlo para siempre? Sandra miró hacia Aimee tímidamente. — ¿Puedo? Aimee se echó a reír melódicamente. —No, yo no te permitiría salirte con la tuya en eso. Él es un gran tipo. Y vosotros sois amigos —Ella dio unas palmaditas en la mano de Sandra—. Pero te daré un respiro. Nos saltearemos la película de esta noche y, para ayudarte aún más, qué tal si tu y yo nos vamos a mi cabaña el próximo fin de semana. Es un fin de semana largo, y el tiempo se supone estará fabuloso. Disfrutaremos de tres días de sol, agua y relajación. Eso debería darte un montón de tiempo para olvidarte de cualquier tontería entre Devlin y tú, y la semana siguiente todos podemos retomarlo donde lo dejamos. ¿Qué dices?

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—Bueno, créelo.

Un fin de semana en la cabaña de Aimee. Sandra nunca había estado, pero había oído muchas historias de Aimee sobre los buenos tiempos que ella había pasado allí. ¿Y qué mejor lugar para pasar un fin de semana largo de glorioso sol que en una cabaña junto al lago? 30

El Club de las Excomulgadas ***** El cabello de Sandra se azotaba violentamente por el viento mientras la pequeña embarcación, con Aimee detrás del volante, corría a toda velocidad a través del agua iluminada por el sol. Sandra miró hacia las cabañas a lo largo de la costa arbolada. A la derecha, varios adolescentes disfrutaban en una gran balsa flotante, algunos tomando sol en la parte superior, mientras otros nadaban alrededor de los bordes. Gritos resonaron cuando los que estaban en el agua salpicaron a los demás, entonces varios se lanzaron al lago, probablemente con la venganza en mente. —Por allá —Aimee señaló hacia una pequeña isla más allá del final del canal donde las orillas se ampliaban—. Estamos llegando a Silver Lake, que es la isla donde está la cabaña.

padres, pero ellos casi no la usaban y les parecía que no valía la pena el dolor de cabeza de mantenerla, por lo que se la habían dado a sus dos hijas. —Una isla toda para ti. Eso está muy bien —dijo Sandra. —Bueno, es una isla pequeña, y no es exactamente toda para mí. Hay otra cabaña, pero está en la orilla opuesta, así que es bastante privada. A Sandra le gustaba eso. Aimee le había dicho que había un montón de esquí acuático, canoas y otros deportes acuáticos en el lago principal, pero la mayor parte de la gente no venía demasiado cerca de la isla, debido al peligro de las rocas. Había mejores lugares para ir en el gran lago, por lo que el tráfico a su alrededor sería prácticamente inexistente. Sandra disfrutaba de la idea de un fin de semana tranquilo en el agua sin enjambres de personas alrededor.

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Aimee compartía la cabaña con su hermana. Había pertenecido a sus

— ¿Conoces a la gente que posee la otra cabaña? —Solía ser propiedad de los Reed, amigos de mis padres, pero ya no venían tan a menudo, así que la vendieron el año pasado. A un amigo de su hijo. Su

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El Club de las Excomulgadas nombre es Craig. De hecho, yo solía salir con él. —Oh —Sandra frunció los labios. No creía que querría salir con alguien con quien compartía una isla. Cuando la relación terminara, las cosas podrían ponerse inciertas. Cuando el bote se acercó a la isla, Aimee desaceleró. Sandra divisó una boya de color naranja neón a la izquierda, y otra a la derecha. Aimee se dirigió en línea recta hacia un muelle de madera. Un elegante bote de color marrón estaba atado a un lado del muelle. —Supongo que esto quiere decir que alguien está en la otra cabaña este fin de semana —dijo Sandra—. Así que salías con el dueño. ¿Esto va a ser difícil? —Para nada. Craig y yo seguimos siendo buenos amigos. Salimos por un amor, pero nos llevamos muy bien. La cara de Aimee se iluminó con una sonrisa y ondeó su mano. Sandra echó un vistazo hacia la orilla y vio a dos hombres caminando por el muelle, cada uno con una botella de cuello alto de cerveza negra en la mano. —Ese es Craig —dijo Aimee—. Y ese es su amigo James. Por la forma en que Aimee miró a Craig, Sandra se preguntó qué tan bien se llevaban. Por supuesto, ella sólo podría estar imaginando el hambre en los ojos de Aimee, reflejando su propia hambre por un hombre fuerte y sexy. —Todavía tropezamos el uno con el otro alguna vez durante el verano y siempre pasamos un buen rato juntos. Te gustará. James, también.

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tiempo el verano pasado, pero no duró mucho después de eso. Puede que no sea

James, también. Las sospechas se alzaron y los ojos de Sandra se ampliaron. —Tú tramposa. Esto es una encerrona, ¿no es así? Aimee sonrió. —Bueno, tal vez un poco. Pero supuse que sería una buena

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El Club de las Excomulgadas manera de que conozcas a un par de chicos guapos en un ambiente informal. Sin presión. Y si decides que no deseas pasar tiempo con ellos, sólo lo mantendremos entre nosotras. Síp, claro. Sin presión. Ellos estaban en una isla juntos. Ninguna otra persona en millas. La mirada de Sandra se trabó en los dos hombres de pie en el muelle cada vez más cercano. Ambos eran altos, un poco más de uno ochenta, uno con el pelo arena corto, ligeramente más alto por casi tres centímetros. El de pelo oscuro llevaba una camisa abierta, revelando su pecho masculino, mientras que el otro no llevaba camisa en absoluto. Sandra no podía quitar su mirada de sus apretados y esculpidos abdominales. No sabía cuál era Craig y cuál era James y, francamente, no importaba. De lo que podía ver, los dos eran guapísimos.

el fin de semana. Su pulso comenzó a acelerarse y estremecimientos bailaron a lo largo de sus terminaciones nerviosas. Este fin de semana iba a ser más de lo que había previsto. ***** Cuando Aimee llevó el bote junto al muelle, el hombre sin camisa de cabello arena castaño le entregó su cerveza al otro hombre y agarró el costado del bote y tiró de este más cerca del muelle. Luego arrojó un lazo de cuerda sobre el sistema de fijación en la parte delantera del bote, y lo enganchó atrás, cuidadosamente atando el barco al muelle. La mirada de Sandra cayó sobre el gran tatuaje de un tigre, que merodeaba por su brazo derecho y a lo largo de su musculoso hombro. —Tengo un montón de cosas, veo —Entró en la barca y recogió el enorme

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Sólo Sandra, Aimee, y dos hombres excepcionalmente fornidos durante todo

refrigerador, entonces lo levantó sobre el muelle. —Gracias, Craig. Este es mi amiga Sandra. Sandra, este es Craig —Aimee sacudió su cabeza hacia el otro hombre—. Y ese es James.

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El Club de las Excomulgadas El cabello arena castaño de Craig era corto y recto por encima, las puntiagudas puntas casi brillando con reflejos dorados, probablemente por pasar una gran cantidad de tiempo en el sol, a juzgar por su oscuro bronceado. James estaba de espaldas a ellos mientras colocaba las botellas de cerveza en el otro lado del muelle, pero Sandra podía ver su pelo negro corto a los lados y largo y ondeado en la parte superior. Sandra sonrió. —Hola —Agarró su pequeña maleta con ruedas y la levantó. James se dio la vuelta y caminó hacia el bote. —Aquí, permíteme —Tomó la bolsa y la puso sobre el muelle, luego le ofreció su mano para ayudarla a salir de la embarcación. Su mirada se trabó con la de él mientras sus dedos se anidaban en los confines de su fuerte agarre. El conocimiento pasó por ella. De su fuerte cuerpo grisáceo que despreocupados examinaban su cuerpo. De la atractiva hendidura en el centro de su barbilla mientras le sonreía. Sus ojos se ampliaron cuando el reconocimiento golpeó. — ¿James Connor?

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masculino, sus brazos y pecho repletos de músculos. De sus brillantes ojos azul

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Cuatro El increíblemente sexy, y perversamente seductor James de la universidad. Sandra había pasado todo su primer año tratando de ignorar su enamoramiento salvaje por este hombre. Había sido su compañero de laboratorio de química, y la química entre ellos había sido chisporroteante. Había sido una fuente constante de sueños calientes y sudorosos por los que había sentido un sinfín de culpa porque estaba saliendo con Eric en aquel entonces. Lo había hecho durante cinco años. Eric no quería que fuera a una universidad tan lejos de su casa, tan lejos de él, pero ella le había asegurado que le sería fiel. A pesar de que había mantenido esa promesa, siempre se había sentido culpable por su intensa atracción por James. Una

La sonrisa de James se amplió. —Sandra Blair. Ha pasado un largo tiempo. Por el calor en sus ojos, Sandra podía asegurar que él tampoco la había olvidado. — ¿Vosotros os conoceis? —preguntó Aimee. James todavía no había liberado la mano de Sandra, y el calor hirviendo a través de ella debido a su toque se estaba volviendo abrumadoramente entretenido. —Nos conocimos en la universidad. Aimee sonrió. — ¿Vosotros salisteis?

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atracción que nunca había olvidado.

Él le apretó la mano. —Lo habríamos hecho si hubiera dependido de mi, pero ella estaba saliendo con un chico de su ciudad. —Ya veo —Aimee le tendió su morral a Craig, luego tomó su mano mientras también se subía al muelle—. Así que vosotros tendréis que poneros al día 35

El Club de las Excomulgadas con un montón de cosas. —Definitivamente —contestó James. Finalmente soltó la mano de Sandra, entonces colocó su bolso en la parte superior de la nevera con ruedas. Craig apiló el bolso de Aimee sobre el de Sandra, luego agarró la gran manivela y la arrastró a lo largo del muelle. James recuperó las cervezas y siguió a su amigo. Aimee y Sandra caminaron detrás de él, lo que le dio a Sandra una excelente oportunidad para observar el apretado y bien formado culo de James, mientras caminaba por delante. Cada parte tan preciosa como la recordaba. Aimee captó su mirada fija y le guiñó un ojo, una gran sonrisa inundando su

Las ruedas de la nevera se tambalearon por el suelo desigual mientras Craig la arrastraba por un camino de tierra muy gastado que se dirigía a través de los árboles hacia la derecha. Después de unos momentos, una cabaña apareció a la vista: rica madera teñida con una terraza alrededor, y una enorme ventana con vistas al agua. Las escaleras desde la terraza conducían a un patio de piedra con una mesa de picnic, y más allá había una playa. Una hamaca colgaba entre dos árboles sobre la izquierda. Aimee trotó por delante de los hombres y desbloqueó la puerta trasera, entonces todos se dirigieron al interior. El área de la sala de estar estaba iluminada y ventilada, con cómodos sillones y un sofá, una cocina completa con vistas a la sala y a la zona comedor, y todo ello con una gran vista del lago. James sacó los bolsos de encima de la nevera y los colocó cerca de un pasillo que probablemente llevaba a los dormitorios, y Craig arrastró la nevera a la cocina.

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cara.

— ¿Queréis que os ayudemos a desempacar? —preguntó Craig. —Eso sería genial. Voy a acomodar a Sandra —dijo Aimee—. Vamos. Te

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El Club de las Excomulgadas voy a mostrar tu cuarto. Sandra agarró el asa de su maleta y la arrastró detrás de ella mientras seguía a Aimee por el pasillo hasta una habitación luminosa, con una cama doble, una cómoda de pino, mesitas de noche, y ropa de cama color azul cielo. Una silla de mimbre y un taburete se ubicaban junto a la ventana, donde ella podría relajarse y leer. —Esto es realmente acogedor. —Mi objetivo es complacer —Aimee se sentó en la cama—. Entonces, ¿cuál es el asunto con James? ¿Cómo es posible que no salieras con tal pedazo? —Como él dijo, yo ya estaba saliendo con Eric.

—No, pero nos prometimos el uno al otro que no saldríamos con nadie más. — ¿Así que fueron célibes durante toda la universidad? —No. Vi varias veces a Eric al término de cada semestre. Y en los veranos, etcétera. Los ojos de Aimee se abrieron como platos. —Oh, Dios mío. ¿Es Eric el único hombre con quien has estado? Sandra asintió. —Así es. —Wow. Bueno, creo que debemos hacer algo al respecto —Aimee dio unas palmaditas en la cama junto a ella y Sandra se sentó—. Te sentías atraída por James en la universidad, ¿no? —preguntó Aimee.

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— ¿Estabas comprometida en aquel entonces?

—Um. Síp. —Quiero decir, por la expresión de tu cara cuando lo reconociste, supongo que realmente atraída. ¿Cierto? 37

El Club de las Excomulgadas Sandra se limitó a asentir con la cabeza. —Está bien, entonces crees que tú y él tal vez... Quiero decir, ¿crees que haya una posibilidad de iniciar una relación seria? —Oh, no. Quiero decir, él es un tipo muy especial, pero... es demasiado pronto. Ni siquiera he comenzado a salir de nuevo después de mi divorcio. Saltar directamente a algo serio no sería una buena idea. Aimee asintió. —Sip. Bien. Eso tiene sentido. Por si acaso, quiero decírtelo. James y yo, también salimos. — ¿Tú y James? —Sip. Sólo en caso de que tú y él empezaran a salir, quiero que estés al tanto

Sandra asintió. Aimee había salido con James. Ella probablemente se había acostado con él. Su estómago se retorció. Por supuesto que ella se había acostado con él. ¿Qué mujer cuerda no lo haría, teniendo la oportunidad? Aimee se levantó. —Bueno, ahora voy a dejar que te instales. Iba a invitar a los chicos a cenar. ¿Eso está bien para ti? —Síp, por supuesto. Estaba ansiosa por saber más de James. Al recordar la sensación de su mano alrededor de la de ella, y los temblores resultantes que atravesaron su cuerpo, se dio cuenta de que una parte de ella esperaba que sucediera algo. Después de todo, había pasado mucho tiempo desde que un hombre la había tocado y... ella había soñado a menudo como sería sentir

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de eso de una vez.

los brazos de James a su alrededor. Sentir sus labios contra los suyos. — ¿Aimee?

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El Club de las Excomulgadas Aimee se detuvo en la puerta y miró hacia atrás. — ¿Sí, cariño? —Yo sólo quería saber... —Ella tomó una profunda respiración—. ¿Cómo fue con él? — ¿James? —Ella sonrió maliciosamente—. ¡Fue sensacional! ***** Sandra terminó de desempacar su bolso, luego se dirigió por el pasillo hacia la cocina. El aroma de las cebollas y el filete cocinándose le hacía la boca agua. —Hey, cariño, estamos en la terraza —La voz de Aimee flotó dentro por la puerta mosquitera junto a la cocina. Sandra echó un vistazo al exterior para ver a Aimee mirándola. James estaba

—Toma una cerveza y únete a nosotros —dijo Aimee. Sandra fue a la nevera y sacó una cerveza de fresa, entonces la vertió en un vaso. Salió a la noche cálida. El sol colgaba bajo en el horizonte. Craig estaba de pie ante la barbacoa, volteando los filetes, todavía sin camisa. Su mirada se detuvo en el tatuaje del tigre que rondaba su grueso bíceps y sobre su ancho hombro. Arrastró su mirada a James, quien recogió una cuchara de madera y revolvió las cebollas y champiñones salteándose en una sartén que yacía sobre un quemador lateral de la elegante barbacoa. Su camisa abierta revelaba sus músculos firmes. Se lamió los labios, más por la exhibición de deliciosa carne masculina que por el aroma de la comida. Ella tomó un sorbo de cerveza, luego dejó el vaso sobre la mesa, que ya estaba puesta, incluyendo una ensalada y una cesta de pan.

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parado a su lado.

James agarró la sartén del quemador y puso las cebollas y los champiñones en un bol, a continuación, los puso sobre la mesa. Craig colocó los filetes en platos individuales. Aimee recogió dos y los llevó hacia la mesa, y Sandra tomó los otros dos. Todos se sentaron a disfrutar de la comida. 39

El Club de las Excomulgadas —Así que estás divorciada —Craig tomó un trago de su cerveza, luego dejó la botella. —Así es —Sandra pinchó un trozo de lechuga de su ensaladera de plástico y lo puso en su boca. —Me imagino que debe ser muy duro volver al mundo de las citas después de eso. Sandra asintió, luego miró por encima del lago, tan suave como el cristal en la calma luz del atardecer. Un pato emitió un llanto lastimero en la distancia. —Sandra decidió esperar un año antes de volver de nuevo al juego de las citas —Aimee colocó un brazo alrededor de Sandra y la apretó—. Así que es justo que os advierta a ambos. Celebramos el aniversario de un año la semana pasada,

El entusiasmo de Aimee hizo sonreír a Sandra, pero sus mejillas enrojecieron de calor. Se sentía como si estuviera a punto de ser subastada. — ¿En qué trabajas, James? —preguntó Sandra, desesperada por cambiar el tema. En la universidad, habían tomado unas pocas asignaturas optativas juntos, pero ella no podía recordar la carrera que él hacía. —Soy ingeniero industrial. Trabajo para una empresa de consultoría y hacemos un montón de trabajo para las grandes empresas, optimizando sus operaciones. —Eso suena interesante. Él sonrió. — ¿Qué haces tú?

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¡por lo que esta hermosa mujer está disponible!

—Oh, bueno, Aimee y yo trabajamos en el departamento de publicidad de TeleNorth. Trabajamos en su sitio Web. —Síp, yo hago la parte aburrida de codificación —dijo Aimee—. Sandra

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El Club de las Excomulgadas puede hacer eso también, pero ella es también la artística y hace todo el diseño gráfico. — ¿Qué hay de ti, Craig? —preguntó Sandra, sin querer dejarlo de lado. Él sonrió, sus ojos marrones brillando. —Soy trabajador de la construcción. La mirada de Sandra consideró su amplio pecho y hombros. Podía imaginar esos músculos abultándose y ondulando mientras balanceaba una enorme maza, su piel brillando del sudor. Su mirada se desvió a sus manos, envueltas alrededor de la botella marrón delante de él. Eran grandes y masculinas y no pudo dejar de preguntarse cómo se sentirían al tocar su cuerpo. Aimee golpeó su brazo y se echó a reír. —No le hagas caso. Es arquitecto y es dueño de su propia empresa de construcción.

sobre Sandra. —Alrededor de un año —dijo Sandra—. La conocí justo después de mi divorcio. Eric y yo vivimos en Toronto durante la mayor parte de nuestro matrimonio, pero cuando nos separamos, decidí mudarme de nuevo a Ottawa, donde me crié. Conocí a Aimee en el trabajo —Ella tomó un sorbo de su cerveza—. Supongo que vosotros dos habéis conocido a Aimee por más tiempo. —Todos nos conocimos aquí, en realidad. Unos cuatro años atrás —dijo Craig—. Sammie Reed a menudo solía organizar grandes fiestas y barbacoas en la otra cabaña cuando sus padres todavía eran los dueños. Invitaba gente de Beneton Lodge y del campamento circundante. Ya sabes, donde está el puerto deportivo. Hay una gran cantidad de remolques allí sobre una base estacional. Son un grupo bastante sociable.

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— ¿Desde cuándo os conocéis Aimee y tú? —preguntó James, su mirada

Sandra se preguntó qué pensaba Aimee acerca de esa variedad de personas invadiendo su isla. Aimee echó a reír. —Pasamos algunos momentos geniales. Nosotros

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El Club de las Excomulgadas deberíamos hacer algo así este verano. Craig sonrió. —Esa es una gran idea. — ¿Qué te parece, James? —Preguntó Aimee—. ¿Te apuntas? —Por supuesto —James le sonrió a Sandra—. Pero no este fin de semana. Sandra miró fijamente esos hermosos ojos de color azul grisáceo con el anillo azul marino alrededor de los bordes, y su aliento quedo atrapado en el calor que le trasmitían. ***** Sandra se puso su camisola y pantalones cortos sueltos y se metió en la cama. Una agradable brisa flotaba a través de la mosquitera y el sonido de los

La luz de la luna inundaba la cama en un suave resplandor. Estaba tan cansada que finalmente se había excusado para dirigirse a la cama ya que Aimee era un ave nocturna y no parecía tener prisa en terminar la noche. El sonido de la puerta del patio al abrirse llegó desde el exterior, luego pasos a lo largo de la terraza. —Fue realmente genial volver a verte, Aimee. La profunda voz de Craig llegó claramente a través de su ventana abierta. —Fue agradable verte, también.

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grillos llenaba el aire.

Silencio, seguido de un leve suspiro, hizo que los oídos de Sandra reaccionaran. Ellos debían estar en el extremo de la terraza, que estaba a sólo un metro más o menos de su ventana, pero a la vuelta de la esquina. Ellos probablemente no tenían ni idea de que podía oírlos. 42

El Club de las Excomulgadas —Te he echado de menos. Mucho —dijo Craig—. ¿Estás segura que no quieres unirte a mí esta noche? —Estoy tentada, pero este fin de semana es para ayudar a Sandra. Si tanto tú como James mostraran interés en ella, eso ayudaría a reconstruir su confianza. Pensé que la encontrarías atractiva. —Lo hago. Es una mujer hermosa. ¿Así que no te importa compartirme? —Oh, ¿te gusta la idea de compartir? —Aimee preguntó burlonamente. Craig se rió entre dientes. —Si estás hablando de un trío, me apunto. Los ojos de Sandra se abrieron como platos y sus dedos se tensaron alrededor de las sábanas. Oh, no. Aimee no lo haría.

interrumpidas por el sonido de la puerta corredera del patio al abrirse. —Lo siento, no estoy interrumpiendo nada, ¿verdad? —preguntó James. —No, por supuesto que no —La voz de Aimee se alejó mientras hablaba—. Los voy a acompañar hasta el camino. Sandra podía oír los pasos sobre los escalones de madera de la terraza. —Oh, maldita sea —dijo Aimee. — ¿Qué sucede? —preguntó James. —La ventana de Sandra está abierta.

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—No estoy hablando de mí y… —Las palabras de Aimee fueron

La respiración de Sandra se detuvo. Genial. Ahora Aimee sabría que había escuchado su conversación. —Buenas noches, chicos. Gracias por la cena.

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El Club de las Excomulgadas La voz de Aimee se acercó a la cabaña. —No hay problema —dijo Craig—. Nos vemos mañana. Sandra escuchó la puerta corredera deslizarse hasta cerrarse mientras Aimee la cerraba con llave. Un momento después, oyó un toque en la puerta de su dormitorio. — ¿Estás despierta, Sandra? Por un segundo pensó en fingir que estaba dormida, pero inmediatamente descartó la idea. —Sip. Entra. La puerta se abrió y la luz del pasillo inundó la habitación. Sandra se sentó y

— ¿Escuchaste? Sandra asintió. —Sabes, no quise decir nada con eso. Sé que puedes encontrar chicos por tu cuenta. Yo... sólo quería ayudarte. Sandra asintió. —Lo sé. Aimee entró en la habitación y caminó hacia la cama. — ¿Estás enojada conmigo? —Ella se sentó al lado de Sandra. Sandra sonrió. —Por supuesto que no —Ella envolvió sus brazos alrededor de Aimee en un fuerte abrazo—. Has sido una gran amiga. Has estado ahí para mí

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encendió la lámpara de noche.

a través de todo mi divorcio. Adoro que quieras ayudarme a salir —Soltó a Aimee y sonrió tímidamente—. Sólo espero que los chicos no crean que soy una especie de perdedora patética... —Especialmente James. — ¿Estás bromeando? Dijiste que nos escuchaste afuera. Craig está 44

El Club de las Excomulgadas deseando hacer un trío. Sandra hizo rodar sus ojos hacia un lado y sonrió. —Síp, bueno. Él es un chico. Eso es evidente. Aimee sonrió. —Te encuentra atractiva. —Estoy segura de que sólo dijo eso con la esperanza de convencerte a ti para tener un trío. —De ninguna manera. No te vas a escudar con eso. Él te encontró atractiva. Y sabes que James también Sandra se encogió de hombros, sin saber cómo aceptar el cumplido.

para que tu... ya sabes... saltes a la acción. Las mejillas de Sandra ardieron. —Um, no lo sé. Yo no me sentiría cómoda saltando en la cama con un tipo al que no he visto desde hace más de diez años. No es como si lo hubiéramos hecho antes. De hecho, éramos prácticamente desconocidos. —Bueno, tenemos tres días. Vosotros podéis usar ese tiempo para llegar a conoceros el uno al otro de nuevo. Sandra sacudió la cabeza. —No va a suceder. Aimee levantó sus pies sobre la cama y se apoyó contra el cabecero junto a Sandra. —Sabes, esa idea sobre el trío…

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—Sabes, ya que tú y James están calientes el uno por el otro, él sería perfecto

—Fue una broma. Lo sé. Aimee la miró fijamente durante un momento, sus ojos completamente serios. —Sabes, todos esos puntos en la lista... Tienes que admitirlo, esas fantasías son calientes. No puedes decirme que no has pensado en vivir cualquiera de ellas. 45

El Club de las Excomulgadas —Vamos, Aimee. En realidad, no estás queriendo sugerir que tú, yo y Craig… —No, cariño. Me refiero a ti, Craig y James. Sandra se quedó sin aliento mientras el impacto la golpeaba. Pero a medida que la sangre tronaba a través de sus venas, tuvo que admitir que era una idea inspiradora. El rostro de Aimee se iluminó y se inclinó más cerca de Sandra y le dio un codazo en el brazo. —Oh, Dios mío. Lo estás considerando. —No, no lo hago. —Lo haces. Oh, cariño, sólo piensa en lo sexy que sería. Dos chicos sabes. Estoy segura que lo harían. Y ya que estás tomando la píldora y los chicos han sido recientemente examinados, ni siquiera tienes que preocuparte acerca de los molestos condones, así que si deseas disfrutar de algunas actividades acuáticas… —Aimee, basta. Yo nunca podría hacer eso. Claro, ella había vuelto a tomar la píldora de nuevo, pero eso era porque así estaría lista cuando conociera a alguien. Cuando comenzara a tener citas. No para tener sexo casual en la cabaña. Aimee sonrió. —Nunca digas nunca. —De todos modos, tú y Craig…

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magníficos, ambos totalmente empeñados en darte placer. Ellos se apuntarían, ya

—Son viejas noticias. —No sonaste como viejas noticias ahí afuera cuando te besó. La boca de Aimee formó una O. — ¿Estabas mirando? 46

El Club de las Excomulgadas —No, pero a veces el silencio dice mucho. Y ese silencio cuando te dijo que te había extrañado... Sandra se encogió de hombros. —Sandra, realmente pienso que deberías considerar un trío con James y Craig. Sé que estábamos dejando volar nuestra imaginación cuando escribimos esa lista, pero si algo de eso te excita, creo que deberías tratar de volverte salvaje por una vez. Y nosotros cuatro estamos solos en esta isla. Nadie más tendría que saberlo. Los chicos no se lo dirían a nadie —Ella apretó el brazo de Sandra—. Y definitivamente no dejes que mi pasada relación con Craig se meta en el camino. —No puedo sólo tener sexo con dos chicos que son prácticamente desconocidos. Sería bastante duro con uno…

Sandra ignoró el comentario sugestivo de Aimee, y las imágenes de largas erecciones duras que temblaron a través de su mente, haciendo que sus hormonas revolotearan. —Yo no podría sólo saltar al cuello de alguno de los dos. —Está bien, lo entiendo. Un trío es un poco abrumador. ¿Qué tal alguna otra cosa de la lista? Ya que sigues diciendo que son extraños, siempre está el punto número tres. Podría contarle a los chicos sobre la lista y… —Oh, Dios, no te atrevas. —Sabes, ellos lo entenderían completamente. Es una oportunidad perfecta. —Aimee.

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—Síp, eso sería muy duro.

Aimee le tomó la mano. —Está bien, sólo piensa en ello. Sandra sacudió la cabeza. —Eres una completa chiflada.

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Aimee sonrió. —Por eso nos llevamos tan bien.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Cinco Craig miró fijo hacia Sandra sobre la mesa de picnic, sus manos alrededor de la botella de cerveza delante de él. Grandes manos masculinas. Podía sentir sus pechos hinchados de la necesidad de sentir esas manos sobre sus pechos. —Adelante, Sandra. Sabes lo que quieres hacer —Aimee, que se sentaba junto a Craig, le sonrió con esa linda sonrisa peculiar suya, mostrando los hoyuelos de sus mejillas. — ¿Hacer qué? —preguntó Sandra. — ¡Esto! —Aimee se tambaleó a sus pies y abrió su blusa, dejando al

Sus grandes pezones rosa oscuro se fruncieron cuando agarró la mano de Craig y la colocó en uno de sus pechos. Craig envolvió su otro brazo alrededor de ella y la besó, su mano todavía acariciando su pecho. James se puso de pie detrás de Aimee y ella se apartó de Craig cuando las manos de James se enroscaron sobre sus pechos y los acariciaron, luego los ahuecaron. Los pechos de Sandra dolían por ser tocados así. —Adelante, Sandra —Aimee sonrió, luego dejó caer su cabeza contra el pecho desnudo de James y suspiró—. Se siente tan bien. Sandra lo deseaba. ¿Por qué no hacerlo? De alguna manera los hombres estaban desnudos ahora. Aimee se subió encima del regazo de James, de espaldas a su pecho, sus manos ahuecando sus

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descubierto redondos, llenos, y muy desnudos pechos.

pechos. Sus pezones se asomaron entre sus dedos. El tigre en el brazo y hombro de Craig parecía latir con vida. Quería tocarlo. La mesa de picnic se desvaneció y ella se acercó a Craig, luego pasó su mano por la espalda del tigre. A pesar de que estaba tatuado en su piel, se sentía como pelaje 49

El Club de las Excomulgadas real. El animal hizo un ruido sordo mientras lo acariciaba. Entonces merodeó por encima del hombro y hacia abajo por el pecho, hacia su pene duro como piedra y completamente erecto. El animal lamió el pene, a continuación, se enroscó alrededor como un gato lo haría en la pierna de alguien. Lamió de nuevo, luego se apartó. La mirada de Sandra permaneció bloqueada sobre esa enorme polla. Oh, Dios, quería subirse encima de ésta y montarla hasta que su cuerpo se rompiera en un orgasmo cataclísmico. —Hazlo, cariño —Alentó Aimee. Ella se relajó sobre sus pies y envolvió su mano alrededor de la enorme polla de James, a continuación, la sostuvo mientras bajaba su cuerpo sobre esta. Con la sangre hirviendo en su interior, Sandra abrió su vestido y lo dejó caer subían y bajaban con su dificultad para respirar. Dio un paso adelante y envolvió su mano alrededor de la gran polla de Craig. Sólida. Dura como una piedra. Desesperadamente la quería dentro suyo. Craig acarició su pelo fuera de su cara, entonces dobló los dedos alrededor de su cabeza y la atrajo hacia él. Sus labios se encontraron con los suyos dulcemente, con una ternura maravillosa. Cerró los ojos y se perdió en el beso íntimo, aceptando su lengua dentro de su boca, acariciándola con su propia lengua. Sus manos cubrieron sus senos y ella se aferró a sus hombros en busca de apoyo. Anhelo se disparó a través suyo, abrumando sus sentidos. Presionó sus manos sobre su pecho. Él se tumbó y ella se subió encima. Envolviendo sus dedos alrededor de su dura polla, se posicionó sobre él, entonces se bajó a sí misma. Oh, Dios, se sentía increíble cuando se deslizó en ella, penetrando profundamente. Se

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al suelo. Ahora estaba de pie completamente desnuda delante de ellos, sus pechos

apoyó en la parte superior de él, con las rodillas a ambos lados de las caderas, y se deleitó con la sensación de su dureza en su interior, estirándola increíblemente. Sin siquiera moverse, su cuerpo se estremeció, cerca del orgasmo. Ella se

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El Club de las Excomulgadas levantó, luego se bajó de nuevo. Él envolvió sus manos alrededor de sus caderas y rodó sobre ella, luego empujó profundamente. El temblor en su cuerpo aumentó cuando el placer la invadió. Él se echó hacia atrás y se lanzó hacia delante de nuevo, llenándola profundamente. Ella jadeó y montó la creciente ola. El orgasmo estaba tan cerca. Él se echó hacia atrás y empujó de nuevo. Ella se aferró a él, entonces jadeó cuando el placer se catapultó a través suyo. Todo su cuerpo temblaba y se convulsionaba. Mientras el orgasmo la reclamaba, la sensación del cuerpo de Craig sobre el de ella se desvaneció. Abrió los ojos, todavía temblando de placer, y se dio cuenta que estaba en la cama sola. Otro sueño. ¡Un caliente y totalmente increíble sueño!

Un golpe sonó en la puerta de Sandra. —Hey, dormilona. ¿Puedo entrar? —preguntó Aimee a través de la puerta. Sandra miró alrededor, pero no podía ver ningún reloj en la habitación. —Por supuesto. ¿Qué hora es? —preguntó Sandra, su voz ronca. Se aclaró la garganta mientras empujaba la colcha hacia atrás y se sentaba. —Son las ocho —Aimee abrió la puerta y entró en la habitación, una brillante sonrisa en su rostro y una taza de café humeante en su mano. El aroma hizo cosquillas en los sentidos de Sandra. Mmm, eso es lo que necesitaba en estos momentos. Como si le leyera el pensamiento, Aimee le entregó la taza. —Pensé que podrías necesitar esto.

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*****

—Gracias —Sandra tomó la taza y bebió un sorbo. El café tenía una sutil acidez equilibrada con los ricos sabores del chocolate con leche y las avellanas. Definitivamente la mezcla mexicana que había traído como parte de su contribución a la comida de este fin de semana. 51

El Club de las Excomulgadas —Pensé que podríamos ir a nadar antes del desayuno. ¿Juegas? Sandra pensó en tirarse al agua fría del lago tan temprano en la mañana y se estremeció. Ella prefería nadar en una piscina climatizada. —No lo sé. ¿Cómo está el agua? —Vigorizante. La cara de Sandra se frunció. —Quieres decir fría. Aimee sonrió con picardía. —Bueno, puedes tomar una ducha en cambio, pero la única que tenemos está afuera. Maldita sea. Una manguera de agua estaría aún más fría que el lago. De hecho, probablemente sería del lago, pero estaba segura que se sentiría más fría. Y

—Bien, iré a nadar. Aimee dio unas palmaditas en la pierna de Sandra. —Es un día glorioso. Te encantará. —Síp, seguro. Aimee se rió ante el dudoso tono de Sandra. Sandra amaba el aire libre, pero no amaba estar fría y mojada por la mañana. Prefería nadar por la tarde, cuando el sol estaba ardiendo. Tomó otro sorbo de su café, luego empujó sus pies hacia el suelo. —Dame diez minutos.

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tendría que ponerse su traje de baño, ya que no iba a ducharse afuera desnuda.

—Te esperaré en la terraza —Aimee salió de la habitación. Sandra abrió el cajón y revolvió a través del contenido por su bikini favorito con flores tropicales en rojos, naranjas y verdes. Luego se dirigió al cuarto de baño. 52

El Club de las Excomulgadas Diez minutos más tarde, Sandra seguía a Aimee por un sendero entre los árboles. — ¿Por qué simplemente no vamos a la playa del frente? —Sandra había supuesto que irían a nadar a la hermosa playa de arena a sólo unos metros de la parte delantera de la casa. —Este lugar es más privado. Te gustará. El sendero las condujo fuera de los árboles hacia otra playa, pero aquí la orilla se curvaba alrededor, formando una bahía cerrada no visible para el lago abierto o la otra orilla. La luz del sol se reflejaba en la superficie cristalina del agua en calma. — ¿No es hermoso? —Aimee dejó caer su bolso de paja y una toalla sobre la

—Lo es —Sandra colocó su toalla y desató el pareo que llevaba sobre su traje de baño, luego lo puso en la parte superior de la toalla. Afuera, en el centro de la bahía había una plataforma de nado con una escalera en un lado. A ella le encantaría ir allí por la tarde y nadar hasta la plataforma, luego descansar y trabajar en su bronceado. Aimee desató el cinturón de su corta bata roja de tela de toalla y dejó caer la prenda al suelo. Los ojos de Sandra se abrieron al darse cuenta de que Aimee no llevaba nada debajo de la túnica. Aimee entró en el agua hasta sus tobillos. — ¿Te vas a unir a mí? Sandra entró en el agua, también. Estaba fría, pero no tan fría como había

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playa.

supuesto que estaría. Los largos días calurosos del último par de semanas habían hecho un buen trabajo calentándola. Ella se metió hasta sus rodillas. Aimee se echó a reír. —Me refería a por qué no te deshaces del traje de baño. 53

El Club de las Excomulgadas Sandra la miró con incertidumbre. —No es como que haya alguien alrededor, y realmente se siente grandioso nadar con el agua sobre tu piel desnuda. Sandra echó un vistazo hacia su mínimo bikini. —No es que no tenga mucha piel al descubierto ahora. Aimee descartó sus palabras. —No es lo mismo —Aimee se metió más en el agua—. Vamos. Dale una oportunidad. Sandra miró alrededor. Era muy privado. A regañadientes, se desabrochó la parte de arriba del bikini. Lo retiró rápidamente y lo metió dentro de su pareo, sólo en caso de que alguien pasara por allí. Como si esa fuera mi principal preocupación. Metió sus pulgares en la cinturilla de la parte de abajo de su bikini, pero fue bastante difícil. Ella se volvió y corrió hacia el lago, entonces se zambulló, sus pezones se endurecieron en el agua fría. Nadó hasta que sus pies no tocaban el fondo. Aimee nadó hacia ella, entonces flotó en el agua a su lado. —Agradable, ¿eh? Hay una gran roca por aquí en alguna parte en la que puedes pararte —Ella se alejó nadando, luego anduvo alrededor por un rato—. Aquí está. Aimee se paró, mostrando sus pechos desnudos por encima del agua, la cual acariciaba sus caderas justo debajo de su ombligo. —Bueno, qué hermoso espectáculo.

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simplemente no se atrevía a hacerlo. Arrojar su parte superior estando al aire libre

Sandra contuvo la respiración ante la voz de Craig. Ella miró hacia la playa. Tanto Craig como James estaban parados mirando. En lugar de volver a zambullirse en el agua, Aimee colocó sus manos en las caderas y posó. —Bueno, gracias. 54

El Club de las Excomulgadas Sandra quería cubrir sus propios pechos, pero tenía que flotar en el agua. De todos modos, los chicos realmente no podían verla debajo de la superficie. — ¿Caballeros por qué no vienen y se unen a nosotras? —preguntó Aimee. Inmediatamente, Craig tiró de su camiseta y empezó a sacarla por arriba, pero James lo agarró del brazo. —Espera —dijo James—. ¿Y tú, Sandra? ¿Quieres que nosotros nos unamos a ti? Ella echó un vistazo hacia Aimee y se lamió los labios. No quería arruinar la diversión de su amiga. —Yo... eh... bueno, estaba a punto de regresar a la cabaña así que... si me dieran un minuto...

— ¿Eh? —preguntó Craig, su mirada firmemente en los senos de Aimee. —Dije, date la vuelta por un segundo. Craig miró hacia Sandra, luego sonrió. —Oh, seguro. Ambos se dieron la vuelta. Aimee se empujó a si misma desde la roca y nadó hacia Sandra. —Escucha —dijo ella, cuando estuvo lo suficientemente cerca para que su voz no llegara a la orilla— lo lamento si te hice sentir incómoda. Tengo que admitirlo, y no sé si es por el aire fresco, ver a Craig de nuevo o tal vez esa maldita lista que hicimos, probablemente lo último, pero en realidad quiero a un hombre ahora mismo. Y hay dos dispuestos justo aquí. ¿Seguro que no quieres quedarte? Probablemente necesites esto más que yo.

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—Por supuesto —James le dio un codazo a Craig—. Date la vuelta.

Sandra pensó en su sueño de anoche. Ella definitivamente necesitaba un revolcón, pero... no podía... hacerlo.

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El Club de las Excomulgadas Sus mejillas se sonrojaron y negó con la cabeza. —No, esto no es para mí, Aimee. Simplemente regresaré a la cabaña. —Ay, cariño, no quiero abandonarte de esta manera. —No te preocupes por eso. En serio. Aimee nadó un poco más cerca. —Oye, tengo una idea. Puedo entender por qué tal vez no quieras saltar sobre todo. Pero por qué no... ya sabes, observas. — ¿Qué? — ¿Recuerdas el punto siete de la lista? ¿O era el ocho? Voyerismo. De esa forma puedes hacer algo un poco subido de tono, pero sin alejarte demasiado de tu zona de confort.

—Me voy —Sandra se volvió y nadó hacia la orilla. —Está bien, pero piénsalo —dijo Aimee, entonces le gritó a Craig—. Dale un minuto más. Los pies de Sandra tocaron el fondo y se cubrió los pechos con las manos mientras caminaba hacia la orilla, incluso aunque los hombres todavía estaban de espaldas. Ella tenía que caminar por delante de ellos para llegar a sus cosas y la verían en su visión periférica. —Um... ¿chicos podrían girarse un poco más a la izquierda? —preguntó Sandra. Craig comenzó a girar hacia ella.

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— ¿Podemos darnos la vuelta ya? —gritó Craig desde la orilla.

— ¡No! —exclamó—. La otra izquierda. Inmediatamente, él se volvió hacia el otro lado. Sandra corrió por sus cosas, tomó su pareo y rápidamente lo envolvió alrededor de su cuerpo y lo ató sobre sus 56

El Club de las Excomulgadas pechos así formaba un vestido sin tirantes. —Está bien, pueden darse la vuelta. Me marcho. Los hombres se giraron y James sonrió hacia Sandra. Craig asintió con la cabeza en su dirección, luego giró su mirada de regreso a Aimee, que estaba nadando hacia la roca de nuevo. —Hey, chicos —Aimee se puso de pie en la roca y saludó hacia ellos, sus pechos húmedos brillando bajo el sol—. No les importa si Sandra se queda y observa, ¿verdad? Craig empujó fuera su camisa. —Eso está bien para mí. Sandra miró hacia otro lado mientras él se desabrochaba sus pantalones y luego un chapoteo más grande cuando se zambulló. Sandra se volvió y empezó a alejarse. —Sandra, espera —dijo James.

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los empujaba hacia abajo. Segundos más tarde, oyó pasos chapoteando en el agua,

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Seis Sandra se detuvo y miró alrededor. James recogió algo de la arena y se lo ofreció. Oh, maldita sea. Era la parte de arriba de su bikini. No se había dado cuenta que cayó a la playa cuando había agarrado su pareo con tanta prisa. Ella se lo arrebató y lo hizo rodar en su toalla. Sus pezones se hincharon ante la conciencia de que él sabía que ella estaba casi desnuda debajo de la delgada tela del pareo. —Caminare de regreso contigo, si lo deseas, o...

—Podríamos quedarnos y mirar —continuó. Ella sacudió su cabeza, sus mejillas ruborizadas. —No, yo... uh... —Sabes, podría ser una buena manera de facilitar el terreno sexual otra vez. Observar te permite participar, manteniendo una distancia. No es tan amenazante como estar implicado personalmente. Ella se volvió hacia el agua y vio a Aimee y a Craig encerrados en un beso profundo, sus cuerpos desnudos presionados juntos. Los pechos suaves de Aimee estaban aplastados contra el pecho musculoso de Craig, sus grandes brazos envueltos alrededor de ella. El tatuaje del tigre hacia que su abultado bícep pareciera aún más grande. Su interior dolía. Ella quería ser Aimee. Quería sentir el duro cuerpo de un hombre contra el suyo. Sentir sus manos acariciar cada parte de

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Ante su pausa, ella lo miró a la cara.

ella. Trató de apartar su mirada lejos, pero se pegó como una cola. —Está bien —dijo James. —Realmente no hay nada malo en mirar. Ellos 58

El Club de las Excomulgadas dijeron que estaba bien y estoy seguro de que aumenta su excitación —James extendió su toalla en la arena y se sentó, luego dio unas palmaditas a su lado en invitación. A pesar de su incertidumbre, Sandra se sentó en la toalla, su mirada clavada en la pareja sobre la roca en medio del agua. Craig se había movido detrás de Aimee y sus manos cubrían sus pechos redondos. Sus pezones asomaban por entre sus dedos mientras él acariciaba y apretaba. Los propios pechos de Sandra dolían por ser tocados. Quería acariciar sus pezones. Echó un vistazo hacia James sentado a su lado, mirando también la acción sobre la roca, y se moría de ganas de alcanzar su mano y colocarla sobre su seno. Craig se dejó caer en el agua y giró alrededor de Aimee hasta que la casi gimió al pensar en la boca de él sobre los suyos. —Una cosa bastante caliente, ¿eh? —dijo James. Sandra simplemente asintió. Sus pechos pulsaban de necesidad. Quería deslizarse hasta pegarse a James, tan cerca como pudiese. Sentir sus muslos duros junto a los suyos. Subirse en su regazo y… Él levantó su brazo, invitándola a deslizarse más cerca. Ella sabía exactamente lo que estaba insinuando y dudó, pero no podía ignorar el ardor en su cuerpo. Tan pronto como se movió más cerca, la tomó del codo y la guió delante de él hasta que estuvo sentada entre sus largas piernas, su espalda contra su pecho sólido, mirando la acción. Podía sentir su abultada erección presionando contra su trasero. Sus pechos dolían porque los tocara, pero él simplemente deslizó sus manos

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enfrentó, luego se aferró a su cintura y comenzó a deleitarse con sus pechos. Sandra

alrededor de su cintura y observó a la pareja en el agua. Craig se subió a la roca y se quedó de pie. Su furiosa erección estaba alta y orgullosa. Aimee envolvió su mano alrededor de esta y sonrió.

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El Club de las Excomulgadas —Estas dolorido por mí, ¿no, cariño? —Aimee acarició esa maravillosa polla varias veces. Sandra podía sentir la polla de James moverse en su contra. No podía soportarlo más. Pasó sus dedos sobre las manos de él, entonces las levantó y las colocó sobre sus pechos. Sus fuertes dedos se cerraron alrededor de sus montículos de carne y casi gimió ante el sublime sentimiento. Sus entrañas se fundieron y sentía la resbaladiza humedad entre sus piernas. Oh, Dios. Quería rodar hacia atrás, quitarse el bikini, e invitarlo a entrar. Sólo podía imaginar su polla deslizándose en ella. Profundo. Y tan poderosa en su interior. Aimee acarició la larga polla de Craig, varias veces, entonces envolvió sus labios y bajó su boca sobre él. Sus manos rodearon el prieto trasero de Craig y lo

Las manos de James se deslizaron por debajo de la abertura en el frente del pareo de Sandra y encontró sus firmes y desnudos pezones. Mientras jugaba con ellos, ella contuvo el aliento ante las exquisitas sensaciones disparándose a través suyo. Él le sonrió y le acarició el cuello con la nariz. Ella giró la cara y él se apoderó de su boca, sus labios suaves persuadiendo sobre los de ella. Su lengua golpeteó entre sus labios, luego se deslizó en el interior, y todo al mismo tiempo que sus talentosos dedos acariciaban sus pezones hasta que casi jadeó por aliento. Cuando él liberó su boca, su cabeza cayó hacia atrás contra su pecho y su mirada se desvió de nuevo hacia Aimee y Craig. Craig estaba parado en la roca ahora y Aimee flotaba sobre su espalda. Craig guió su gran polla hacia su apertura y la atrajo hacia él, deslizándose en ella. El interior de Sandra se apretó de necesidad.

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apretó mientras se balanceaba arriba y abajo.

Aimee envolvió sus piernas alrededor de la cintura de Craig y él empujó una vez, luego cayó en el agua. Ambos se hundieron, luego irrumpieron a la superficie, riendo. Nadaron hasta la plataforma de nado a unos veinte metros más allá, a

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El Club de las Excomulgadas continuación, Craig le dio la espalda a la escalera y enroscó sus brazos alrededor de ésta, su cuerpo aún en el agua. Aimee envolvió sus piernas alrededor de él, capturándolo dentro de ella otra vez, luego enroscó sus brazos alrededor de sus hombros. Sandra sólo podía imaginar esa polla larga y dura en su interior. Sus entrañas quemaron de necesidad. Pasó sus dedos sobre el dorso de la mano de James, la cual todavía acariciaba su necesitado pecho, y golpeó su mano hacia abajo. Él entendió la idea y se deslizó por encima de su estómago, luego por debajo de la banda del tanga de su bikini. Tan pronto como ella sintió sus dedos deslizarse sobre sus mojados pliegues, gimió, sus ojos cerrándose. Su cabeza colgó hacia atrás contra él mientras acariciaba sobre su raja, luego deslizó dentro dos gruesos dedos masculinos.

Acariciando. Empujando más profundo. —Oh, eso se siente tan bien —murmuró ella. Él le acarició el cuello con la nariz mientras se retiraba, acarició su hendidura, luego encontró el pequeño botón escondido en sus pliegues. Mientras acariciaba su clítoris, ella gimió, entonces en un súbito estallido de placer jadeó y gritó de éxtasis. El orgasmo la arrastró, zumbando a través de su cuerpo en un barrido de dulce éxtasis. Cuando el placer disminuyó, se encontró tirada en la toalla frente a él. Su mirada chasqueó hacia la pareja en la plataforma de nado, pero estaban gimiendo sus propias liberaciones. —Oh, Dios mío, no quería... —Su mirada se posó sobre el bulto en los

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Ella se arqueó hacia arriba, amando la sensación de tenerlo dentro.

pantalones de James—. Quiero decir, tú no lo hiciste... —Ella se sentó—. Debería… Él le acarició su largo cabello hacia atrás. —Está bien.

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El Club de las Excomulgadas —Pero tú... —Ella estiró su mano, pero él la atrapó antes de que pudiera acariciar su entrepierna abultada. —Sandra, está bien. En serio. Oh, Dios. No podía creer que se hubiera dejado llevar tanto. ***** Sandra apoyó su codo sobre la mesa y miró por la gran ventana hacia la luz del sol brillando sobre el lago. Tres patos nadaban a lo largo de la superficie del agua calma. Uno sumergió su cabeza bajo el agua, luego se deslizó suavemente por debajo de la superficie. Uno de los otros sumergió su cabeza en el agua, tomando un sorbo, y el otro volvió a salir a la superficie a varios metros de distancia.

rubio oscuro todavía húmedo de su aventura en el agua. —Hola tú. Desapareciste a toda prisa —Ella echó su bolsa en el suelo, luego se dejó caer en la silla al lado de Sandra—. Me alegré de ver que decidiste quedarte y observar —Ella sonrió—. Ahora podemos tachar el número ocho de la lista. —Siete —corrigió Sandra. —Está bien. Ese es el espíritu —Puso los pies sobre la silla a su lado—. Entonces, ¿dónde está la lista de todos modos? —Tú la pegaste en la nevera esta mañana. —Oh, síp —Se puso de pie y recuperó la lista, luego la puso sobre la redonda mesa de cristal del comedor—. Sin duda tienes razón. Es el siete —Agarró

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La puerta se abrió y la mirada de Sandra se dirigió allí. Aimee entró, su pelo

el lápiz que había dejado sobre el crucigrama del periódico en el que había estado trabajando esa mañana, y tachó el número siete—. Genial. Estoy segura de que podrás tachar alguno más antes de irnos. Sandra gimió. — ¿Estás bromeando? No puedo creer que haya hecho uno.

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El Club de las Excomulgadas —Bueno, en realidad, ¿no estabais a la mitad de hacer el número tres? No es que James sea exactamente un desconocido, y no tenías una venda en los ojos, pero seré buena contigo y lo contaré como válido si quieres. Sandra miró el número tres. Hacer el amor con un sexy desconocido con los ojos vendados. Sandra dejó caer su cara a sus manos, cubriendo sus mejillas ardientes. —Oh, cariño. ¿Qué pasa? —Yo sólo... —Ella levantó la cara y miró a Aimee—. No puedo creer lo que hice. Casi no conozco a ese hombre y le dejé... Y ni siquiera... hice nada por él, ¿sabes?

una fantasía hecha realidad para él. Y si quieres corresponder, aún queda todo el fin de semana por delante. — ¿Corresponder? No creo que siquiera pueda enfrentarlo de nuevo. Aimee le dio unas palmaditas en el brazo. —Estás inflando esto fuera de proporción. Ambos se excitaron observándonos a Craig y a mí, y tú quedaste atrapada en la acción. Como ya he dicho, James probablemente estaba excitado. Él entiende que todavía estás un poco tímida para involucrarte en el sexo otra vez. No te preocupes por eso. —Para ti es fácil decirlo. Obviamente, estás más cómoda con la situación que yo. —Escucha, cariño, yo nunca he hecho esto antes, tampoco. Nunca monté un

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—Cariño, no te preocupes por eso. Estoy segura de que toda la situación es

espectáculo. Pero me siento cómoda a tu alrededor y pensé que te ayudaría a liberarte un poco. —No es una gran elección de palabras —se quejó Sandra.

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El Club de las Excomulgadas Aimee comenzó a reírse. —No quería decirlo de esa manera, pero está bien. ¿Por qué no te permites convertirte en una mujer libre? Sólo por este fin de semana. James es fantástico. También Craig. Y hombre, Craig es un amante increíble —Ella le dio un codazo al brazo de Sandra—. Y James, también. Te lo dije. Tal vez una vez que abordes a los dos, me darás una oportunidad también. Nunca he estado en un trío, tampoco. —No puedo hacer un trío —dijo Sandra, con los labios apretados—. Ni siquiera puedo tener un dúo. Aimee echó un vistazo a la lista y golpeó varias veces con el lápiz. — ¿Sabes qué? Tengo una idea —Señaló el número tres con la punta de su lápiz—. ¿Por qué no darle al número tres una oportunidad, pero en el sentido más

— ¿Lo qué significa? —Significa que... te abordará un hombre desconocido, no sabrás quién, y él te iniciará en el sexo. Te llevaré al bosque y te vendaré los ojos. Él vendrá tras de ti y... entonces lo harás. — ¿Allí en el bosque? —Seguro. ¿Por qué no? O en la playa. Donde sea. Lo arreglaré. —Así que, básicamente, tendrás a James o Craig, detrás de mí… —Después de esta mañana, no puede ser James. En realidad ya no cuenta como un desconocido. — ¿Craig?

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verdadero?

—Bien, ahora estás poniéndolo difícil. La idea es que no debes saber quién es.

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El Club de las Excomulgadas —Bien, no es difícil suponer que será Craig o James. Son los únicos en esta isla. Aimee sonrió. —Bueno, tal vez pueda cambiar eso. —No traerás a un total desconocido para que tenga sexo conmigo, sólo para hacer verdad la fantasía. —Está bien, te lo prometo. No traeré a un total desconocido. Ahora bien, ¿lo harás? Sandra realmente quería tener sexo, y después de experimentar el toque de un hombre esta mañana quedó aún más hambrienta por sentirlo profundamente en su interior. Pero lo más difícil era dejarse ir y permitirse estar con un hombre. Tal vez la idea de Aimee era la mejor. Tenía sentido que le pidiera a James que fuera el no estuviera segura. Lo único predecible en Aimee era que podía ser totalmente impredecible. La idea de James robándola, desnudándola, y acariciándola… luego reclamando su cuerpo por completo, prendió fuego en su interior. Entonces comenzó a temblar al pensar en el hecho de que ella no sabría si en realidad era James o Craig quien la estaría tocando. La negativa colgaba de sus labios, pero las poderosas imágenes quemaban a través de ella. Sus entrañas se sentían como una olla a presión, hirviendo a fuego lento. Ella necesitaba desesperadamente tener sexo. ¿Por qué estaba resistiéndose? No es que Aimee se lo fuera decir a cualquiera, y estaba segura de que los chicos serían discretos. Aimee elegiría bien. —Bueno, qué diablos.

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primero, pero claro, podría preguntárselo a Craig en su lugar, sólo para que Sandra

***** Devlin se asomó hacia el claro desde detrás de los arbustos, sosteniendo una

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El Club de las Excomulgadas rosa amarilla de tallo largo en la mano. Sabía que era el tipo de flor favorito de Sandra. Su pene había estado duro desde el momento en que había recibido la llamada de Aimee esta tarde. Había lanzado algunas cosas en su pequeña bolsa de lona y conducido de inmediato, llegando alrededor de las cuatro. James y Craig se habían acercado a la marina en su bote para recogerlo, luego habían cenado juntos, dándoles algo de tiempo para reencontrarse. Los había conocido en la cabaña de Aimee unos años atrás y solía verlos tres o cuatro veces durante el verano. Craig amablemente lo había invitado a pasar la noche en su cabaña y se ofreció a llevarlo de regreso a la marina al día siguiente antes de la cena, todo para mantener la presencia de Devlin oculta para Sandra. Los chicos estaban realmente centrados en la idea de ayudar a Sandra a hacer realidad los puntos de su lista. acerca de los sucesos de esa mañana. La idea de Craig y Aimee teniendo sexo mientras Sandra observaba hacia doler su ingle. Resulta que Sandra conocía a James de la universidad y, mientras esperaba allí, estaba agradecido de que Aimee le hubiera pedido que viniera. A pesar de que quería que Sandra pasara un poco de tiempo viviendo vida de soltera, supuso que era mejor que él se quedara al alcance de la mano. Lo último que necesitaba era que ella tomara aprecio por otro tipo antes de que él pudiera hacer su movimiento. Mientras miraba, Sandra entró en el claro, luego se volvió y se enfrentó a las grandes rocas como Aimee le había instruido que hiciera. Él se había jurado a sí mismo que esperaría por Sandra. Le daría tiempo para salir en unas pocas citas, tal vez incluso experimentar con el sexo un poco, si

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Dado que sabían que Devlin era su cómplice en esta empresa, le habían contado

eso es lo que ella necesitaba, antes de que él se involucrara sentimentalmente con ella, pero la sugerencia de Aimee de que él interpretara la fantasía de sexo con un desconocido, aceleraba su motor más allá del pensamiento coherente. No tenía sentido, sin embargo. Él sería el primer hombre con el que tuviera sexo después de

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El Club de las Excomulgadas su divorcio, lo que lo atraía totalmente. Y él la estaría ayudando a vivir una de sus fantasías. ¡Y la suya! Devlin se aseguró de que su máscara estuviese firme en su lugar. Aunque, si todo iba según lo previsto, ella en realidad nunca lo vería, no quería correr ningún riesgo. Incluso había asegurado su cabello bajo un gorro tejido. Si ella veía o sentía su pelo, que era más largo que el de los otros dos hombres, descubriría quién era de inmediato.

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Él salió de los arbustos y se acercó a ella desde atrás.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Siete Sandra podía oírlo acercándose, pero no se dio la vuelta. La excitación se deslizó a lo largo de sus terminaciones nerviosas. El brazo de él se enroscó alrededor de su cintura y la atrajo contra su sólido pecho. Sostuvo una rosa amarilla frente a ella. Amaba las rosas amarillas. Una nota estaba adjunta, la cual decía: Yo soy tu desconocido de fantasía. Ella tomó la rosa de su mano y la presionó contra su nariz. Sus ojos se cerraron mientras respiraba la dulce fragancia. —Es hermosa. Sabía que él no diría nada. Eso era parte del acuerdo, para mantener su identidad en secreto. Él deslizó un trozo de tela negra a través de los ojos de ella, luego la ató detrás de su cabeza, dejándola en total oscuridad. Luego le tomó la Tener que confiar en este desconocido por completo. El suelo bajo sus pies cambió. Se volvió más suave. Arena. Caminaron un poco más lejos, luego se detuvo. Sus brazos la rodearon y él la atrajo hacia su cuerpo. Sus labios se encontraron con los suyos en un beso dulce y suave. Su mano acarició su mejilla, luego le tomó la cabeza y profundizó el beso, moviendo los labios sobre los de ella con más urgencia. Esto era tan totalmente caliente, tan totalmente salvaje... no saber quién era este hombre aún siendo sostenida por él, besada por él. Y sabiendo cuánto más iba a pasar entre ellos muy pronto. Su lengua empujó entre sus labios y ella la succionó profundamente en su boca, impulsada por su profunda necesidad de consumir. Él gimió y pasó sus

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mano y la condujo lejos. Era extraño caminar por el bosque sin saber a dónde iba.

manos por su espalda mientras devoraba su boca. Ella arqueó su cuerpo, aplastando sus pechos contra él, conduciendo sus pezones como flechas en su pecho. Envalentonada por el anonimato de la venda en sus ojos, agarró el borde de 68

El Club de las Excomulgadas su camisola y tiró de esta por encima de su cabeza, luego desabrochó el cierre frontal de su sujetador y lo desechó. No podía ver su expresión, pero podía sentir su caliente mirada sobre ella. Admirando. Al menos, eso es lo que ella imaginaba. Sus manos la ahuecaron y ella suspiró de placer ante la sensación de sus grandes y cálidas manos cubriendo sus pechos. ¿Eran éstas las manos grandes de Craig? ¿Tocándola como ella había imaginado? Su boca cubrió un tenso pezón y ella gimió de placer. Ella arrastró la mano por su vientre tenso hacia el bulto en sus pantalones, luego acarició por encima. Jugueteó con el botón y logró desabrocharlo. A continuación, sus dedos encontraron la cabeza del cierre y lo bajó, entonces deslizó su mano dentro de sus pantalones y encontró el premio. Su gran y gruesa polla. Oh hombre, era enorme.

Pasó la mano por su cuerpo hasta su mejilla, encontró sus labios y lo besó otra vez. Luego lo acarició con la nariz en el cuello. Liberó los botones de su camisa con la mano libre, aún aferrando su gran polla en su otra mano, y besó hacia abajo por su pecho desnudo. Una vez que llegó a su ombligo, metió su lengua dentro, luego se hundió en sus rodillas y envolvió su otra mano alrededor de su polla, también. —Es tan hermosa y grande. Desearía poder verla —Ella sonrió—. Definitivamente voy a probarla —Se inclinó hacia adelante y encontró la punta de él con su boca. Besó y exploró la punta de su polla con los labios, luego lo lamió con su lengua. —Mmm. Delicioso.

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Envolvió sus dedos alrededor de esta y la extrajo.

Acercándose, abrió los labios y tomó dentro su glande entero. Este llenó su boca. Era tan grande. Tan duro. Y ella quería chuparlo hasta que explotase en su boca.

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El Club de las Excomulgadas Las manos de su desconocido se metieron alrededor de su cabeza y le acariciaron el pelo. Ella arremolinó su lengua bajo la corona mientras sus manos acariciaban su eje. Chupando sobre su glande, metió una mano debajo de sus bolas y las acunó en su palma mientras acariciaba su pulgar sobre el punto fuerte detrás de sus bolas. Él gimió y se apartó un poco. Ella liberó su polla. —Quiero hacerte venir. Así. Por favor, no te retengas. Ella se lo tragó de nuevo, y lo sumergió tan profundo como pudo, tomando por lo menos la mitad de la longitud de su polla en su boca. Apretó mientras retrocedía, luego succionó mientras acariciaba ese dulce punto detrás de sus bolas. Se balanceó arriba y abajo, exprimiendo y chupando, decidida a hacer que se corriera. Él se puso rígido, luego gimió. Caliente líquido llenó su boca cuando él

Una vez que él terminó, ella sonrió. La ayudó a incorporarse y la besó, sus labios moviéndose sobre los de ella con pasión, pero al mismo tiempo podía sentir una profunda ternura. Cuando él se retiró, ella se aferró a su camisa en ambos lados y tiró de él para otro beso, conduciendo su lengua profundamente en su boca. Él la chupó, tirando de esta aún más profundo. Una vez que la liberó, ambos jadeaban por aire. Ella se desabrochó los jeans y los empujó al suelo, luego dio un paso fuera de ellos. Arrastrando sus manos por su cuerpo, sonrió. Ahuecó sus pechos y los apretó, luego jugó con sus pezones, sintiéndose intensamente perversa aunque valiente, teniendo en cuenta que no podía verlo en absoluto. Eso le dio una cierta libertad.

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entró en erupción.

—Quiero que me folles —Oh, las ásperas palabras le hicieron hervir la sangre. La arrastró contra su cuerpo y capturó sus labios en un beso impresionante.

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El Club de las Excomulgadas Su brazo recogió sus piernas y él la levantó, entonces se sintió descender sobre el suelo. Algo suave. ¿Un colchón de aire? Ella yació hacia atrás, su cabeza sobre una almohada. Hombre, él había pensado en todo. Sus dedos se engancharon en sus bragas y resbalaron lejos. Oyó el susurro de él quitándose su ropa y esta cayendo al suelo. Un segundo después, separó sus piernas y su boca jugó a lo largo de sus muslos internos. Entonces él la cubrió. Su lengua se arrastró a lo largo de su húmeda raja... luego rozó sobre su clítoris. Ella se arqueó hacia arriba, empujándose a sí misma contra su boca. Él empujó sus piernas aún más separadas, poniendo sus rodillas sobre sus hombros, luego comenzó a darse un festín con ella en serio. Su lengua se sumergió en su interior, seguida de sus dedos. Uno. Luego dos. Lamió hacia arriba y su lengua encontró su clítoris de nuevo. Mientras sus dedos duales alimentaron su creciente excitación. El placer inundó sus sentidos, aumentando a medida que continuaba acariciando y burlando. —Oh, Dios. Eso es... Ah, se siente tan bien —Envolvió sus manos alrededor de su cabeza, cubierta por una gorra tejida, y lo sostuvo cerca de ella. Él chupó sobre su clítoris mientras sus dedos trabajaban en su interior. Olas de placer golpearon a través de ella y… Ella jadeó, luego gimió cuando cayó de cabeza en un intenso orgasmo. Él siguió chupando y acariciando mientras subía la ola hasta alturas increíbles... luego, lentamente, flotó de regreso a la tierra. Ella se echó hacia atrás, respirando con dificultad. —Eso fue... oh, tan bueno.

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acariciaban dentro, le lamió el clítoris, luego empezó a saquearlo. Las sensaciones

Él se acostó a su lado y la acunó contra su cuerpo. —Hey, Hombre Desconocido, eso fue bueno, pero definitivamente no

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El Club de las Excomulgadas hemos terminado todavía —Ella se movió en la oscuridad hasta que encontró su polla, que estaba dura como una roca y lista para seguir—. Quiero algo más de esto. Él le acarició la mejilla, y ella se detuvo ante la increíble ternura. Él la besó. Dulcemente. Con amor. Su toque, su ternura, le hacía doler el corazón. Ella sintió una profunda conexión con él, algo que no había esperado. Se suponía que iba a ser sólo sobre sexo. Sexo con un desconocido. Pero se sentía bien. Y ella lo quería. —Fóllame —murmuró, necesitando aligerar el estado de ánimo—. Desliza

Él acarició con la nariz su oreja, luego cambió de lado. Entonces estaba sobre ella. Algo caliente y duro rozó su muslo, luego se deslizó a lo largo de su raja. —Eso es, hombre de fantasía. Dame todo lo que tienes. Con eso, se condujo hacia adelante, su grueso y largo pene, empujando en su interior. Estirándola. Llenándola hasta lo imposible. Ella se aferró a sus hombros mientras él se quedaba quieto con su polla totalmente incrustada en ella. Se retorció y ella gimió. Era increíblemente erótico. Oh, Dios, no sé ni quién es, pero su pene está dentro de mí y, en cualquier segundo ahora, me voy a correr. Una vez más. Él se echó hacia atrás y se empujó de nuevo hacia delante. Ella se aferró a sus hombros. Cuando se dirigió hacia adelante la siguiente vez, se arqueó a su

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esa gran polla tuya dentro de mí y dispara algunos fuegos artificiales.

encuentro. Su polla se arrastró a lo largo de su pasaje interior, enviando fuertes sensaciones que estallaban en ella. Lo apretó y él empujó más rápido. Más profundo. Más duro. —Eso es tan... oh. Tan bueno. 72

El Club de las Excomulgadas Él empujó de nuevo, entonces se movió en espiral. Ella jadeó. Profundo. Volvió a moverse en espiral. Ella se sentía mareada. Sus terminaciones nerviosas parecían temblar con electricidad. Se condujo más duro. Más rápido. Los temblores se agolparon en ella. Sus sentidos aumentados explotaron en una oleada de intenso placer. El gozo se precipitó a través suyo y ella se aferró a él, jadeando en el aire, entonces gimió cuando un potente orgasmo la reclamó. En cuerpo y alma. Él estalló, gimiendo mientras se bombeaba dentro de ella, intensificando su placer. Finalmente, ambos colapsaron en total y absoluta satisfacción. Cuando se acurrucó contra él, le acarició la mejilla, abrazándola con fuerza a su cuerpo con el otro brazo. Luego besó su mejilla suavemente.

desconocido, en el resplandor de su intensa forma de hacer el amor. Quería desesperadamente quitarse la venda de los ojos y descubrir que hombre era. Pero no lo haría. Lo había prometido. Y no quería hacer nada para arruinar el momento. ***** Sandra bostezó mientras se abría paso por el pasillo hacia la cocina, atando su bata mientras caminaba. —Buenos días —Aimee, sentada a la mesa del comedor, sonrió cuando levantó la vista de su libro—. Hay café hecho.

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No quería que este momento terminara. Sostenida en los brazos de este

Sandra se sirvió una taza y se sentó junto a Aimee, preguntándose si su amiga la interrogaría acerca de su aventura de anoche. Pero Aimee simplemente tomó un sorbo de café, luego apoyo su libro y se fue al fregadero para enjuagar su taza. 73

El Club de las Excomulgadas —Pensé en ir a nadar de nuevo esta mañana. Me imagino que probablemente querrás saltearte eso hoy. —Oh, ¿por qué crees eso? ¿Creía Aimee que ella todavía se arrepentía de haber jugado ayer por la mañana? Después de hacer el amor salvaje y apasionadamente con James o Craig anoche, ella había perdido totalmente sus reparos sobre la mañana de ayer. Se sentía más aventurera. Más cómoda con su sexualidad. Aimee sonrió. —Bueno, no estoy preguntando sobre anoche, pero... —Ella caminaba a través de la cocina y recogió algo de la encimera. Una rosa amarilla de tallo largo igual a la que estaba en el florero junto a su

—Esta estaba esperando fuera de la puerta esta mañana —Aimee le entregó la rosa, que estaba envuelta en papel celofán transparente y atada con una cinta de raso amarilla. Incluso tenía un pequeño depósito de agua en la parte inferior del tallo para mantenerla fresca. —Ohhh. Es hermosa —La cara de Sandra se rompió en una amplia sonrisa mientras tomaba la flor y olía la encantadora fragancia. —Hmm. Yo diría que las cosas fueron muy, muy bien anoche —Sonrió Aimee—. Pero no estoy preguntando. —Eso es bueno. Porque yo no voy a contártelo. Aimee se rió de buena gana. —Tienes que estar bromeando. Tú cara lo dice todo —Ella se volvió y desfiló hacia el pasillo—. Por cierto, no olvides leer la nota.

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cama ahora mismo, la que le dio su hombre de fantasía.

Sandra no había notado el pequeño sobre de color amarillo pastel unido a la cinta. Sacó la tarjeta. Blanca con un lujoso corazón pequeño en la esquina superior.

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El Club de las Excomulgadas ¿Tiempo para el punto ocho? Utiliza la ducha exterior y te admiraré desde lejos. El Desconocido de Fantasía

Su mirada se lanzó desde la tarjeta a la lista todavía unida a la parte frontal de la nevera. No podía leer desde aquí, pero podía decir por la forma y la longitud de las palabras qué era el número ocho. Exhibicionismo. Ese era uno de los que Aimee había añadido, y ella había hecho un buen trabajo con este por sí misma ayer. Aimee regresó con una toalla y se dirigió hacia la puerta. —Me iré por una hora o algo así.

— ¿Síp, cariño? — ¿La ducha de la que me hablaste... la que está afuera? — ¿Síp? — ¿Se puede utilizar? —Por supuesto. Sólo ten cuidado con la temperatura. Mi hermana pone el calentador de agua al máximo, así que podrías quemarte si no tienes cuidado. — ¿Caliente? Pensé que solo sería agua de la manguera. — ¿Estás bromeando? Cuando mis padres construyeron este lugar, sabían que mi hermana y yo traeríamos arena desde la playa, por lo que mi padre decidió

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—Um, ¿Aimee?

poner la ducha afuera. Él también sabía que no había forma en que la usáramos si estuviera fría. Nos encantaba. Podíamos tomar una ducha con nuestros trajes de baño puestos —Ella sonrió—. Pero no te preocupes, hay una cortina de ducha que puedes cerrar para tener privacidad.

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El Club de las Excomulgadas Qué lástima que Sandra no había preguntado ayer, en lugar de suponer. Por supuesto, si lo hubiera hecho, se habría perdido su sexy aventura de la mañana en la playa. La cual había llevado a su aventura totalmente sensacional de anoche. —Está bien, gracias. Aimee se dirigió hacia la puerta, entonces se dio la vuelta otra vez. — ¿Tiene esto algo que ver con la nota que tu hombre de fantasía te ha enviado? Sandra olfateó su rosa de nuevo. —Umm. Tal vez. —Bien, entonces —Aimee caminó hacia la mesa y agarró su libro—. Tal vez me quede fuera un poco más. No quisiera apresurarte —Sonrió ella—. La ducha está justo por el lado de allá —dijo, y señaló la pared opuesta a la puerta corredera.

—Nos vemos más tarde —dijo Aimee, un poco en voz alta, mientras cerraba la puerta, luego desapareció por las escaleras. Sandra se levantó de un salto y corrió a su habitación, luego se quitó el pijama y lo arrojó sobre la cama. Miró hacia la cómoda, pensando en su bata de raso color azul real, pero la había dejado en casa. Todo lo que tenía aquí era su útil, pero definitivamente no sexy, bata de toalla verde menta. Podía ponérsela sobre el bikini y… ¿qué? ¿Ducharse en traje de baño al igual que Aimee cuando era una niña pequeña? ¿O hacer un striptease quitándoselo bajo la ducha? Bueno, eso podría funcionar, pero conociéndose, se enredaría con los broches y arruinaría totalmente el estado de ánimo erótico. Y el pensamiento de ducharse, completamente desnuda, delante de su

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Sandra vio a Aimee pasearse hacia la puerta y salir a la terraza.

Desconocido de Fantasía mientras observaba desde un lugar secreto estaba más allá de simplemente erótico. Sensaciones salvajes y tumultuosas se apoderaron de su cuerpo. Sus pechos dolían y sus entrañas se fundieron en una masa pegajosa, necesidad zumbaba a través suyo. Pensar era todo lo que podía hacer para

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El Club de las Excomulgadas contenerse de caer a la cama y liberarse a sí misma justo ahora. ¿Quién sabía que iba a estar tan excitada por la idea de mostrar mi cuerpo a un hombre? Entonces pensó en la lista. Bueno, Aimee, por ejemplo. Esa mujer tenía instintos increíbles. Sandra tomó su toalla de playa color fucsia floral y la envolvió alrededor de su cuerpo desnudo, luego empujó sus hombros hacia atrás y se dirigió hacia la puerta. Segundos más tarde, salió a la brillante luz del sol de la mañana, recibida por los alegres gorjeos de los pájaros. Bajó los escalones de madera y se dirigió hacia el lado opuesto de la cabaña. Tan pronto como dio la vuelta a la segunda esquina, la vio. Una sección de unos centímetros por encima de la hierba extendiéndose hacia el exterior, un banco de cedro contra la pared, y un cabezal de ducha por encima. Una cortina de ducha en tonos tierra colgaba de una barra curvada, formando un extenso medio círculo. ***** Devlin escuchó la puerta corredera abrirse y se puso de pie con su presencia oscurecida por los arbustos. Aimee le había dicho que Sandra por lo general se levantaba alrededor de las diez, así que había llegado a las nueve y media, y había estado leyendo durante una hora aproximadamente. Aimee se había ido hacía unos momentos, por lo que había dejado a un lado su libro para esperar la llegada de Sandra. Vio como Sandra daba la vuelta por la esquina de la cabaña con el sol de la mañana brillando sobre su largo pelo negro. Llevaba sólo una toalla de playa de

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la pared de la cabaña estaba hecha de pizarra, con una plataforma de cedro a sólo

brillantes colores envuelta alrededor de su cuerpo. Ninguna correa sobre sus hombros. ¿Estaba usando un traje de baño sin tirantes debajo de la toalla o nada en absoluto? Su ritmo cardíaco se aceleró ante el pensamiento de su cuerpo desnudo cubierto sólo por la toalla. 77

El Club de las Excomulgadas Pronto iba a verla desnuda de nuevo. Anoche había sido increíble, hacer el amor con ella por primera vez. Ver su cuerpo desnudo, tocarla íntimamente. Oírla gemir con el placer que él le daba. Había ardido de deseo por decirle quién era, que ella supiera quién le estaba haciendo el amor. Pero eso habría arruinado todo. Tenía que mantenerse enfocado en el plan, así en última instancia, podría ganar su corazón. Esto no sólo sería un asunto a corto plazo. ***** Sandra miró a su alrededor, preguntándose si su Desconocido de Fantasía ya estaba cerca. ¿Y si no lo estaba? No había manera de que pudiera saberlo. Excepto por la caliente punzada en su baja espalda. No importaba si se trataba de su imaginación o de una sensación real por la presencia del hombre. La hacía sentir sexy y perversa. Porque él sabía por qué estaba ella aquí.

detuvo justo antes de pisar sobre ésta. Recordando lo que Aimee había dicho sobre el agua, alargó la mano hacia el grifo marcado con rojo y lo giró. Sintiendo la mirada de él en ella, sintió el agua hasta que salió caliente, luego abrió el grifo de agua fría, ajustándolo hasta que obtuvo la temperatura perfecta. Le dio la espalda a la cabaña y su mirada se arrastró a lo largo de los densos arbustos silvestres. El pensamiento de que él estaba allí, mirándola, envió estremecimientos a través suyo. Ella respiró hondo, entonces con una dramática barrida de sus brazos abrió la toalla, dejando al descubierto su cuerpo totalmente desnudo. Al principio, su piel bailó con piel de gallina. Ella sabía que podía simplemente entrar en la ducha para calentarse, pero quería quedarse aquí un poco más.

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Aferrándose a su toalla, se acercó a la plataforma de madera, luego se

Para dejar que el la viera.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Ocho Devlin contuvo el aliento cuando Sandra abrió la toalla. Oh, Dios, ella era hermosa. Sus pechos completamente redondos se mantenían firmes y orgullosos, los pezones rosa oscuro frunciéndose en apretadas protuberancias. Arrastró su mirada abajo hacia su cintura, tan delgada, luego por la suave pendiente de sus caderas. Sus gruesos rizos púbicos negros habían sido recortados en una adorable forma de corazón. Ella no dio un paso bajo el agua de inmediato. En cambio, levantó sus brazos y los extendió detrás de su cabeza, empujando sus pechos desnudos hacia adelante. Sus pezones arrugados apuntando directamente hacia él. Pasó sus largos cabellos sobre sus hombros, luego bajó sus brazos, luciendo excepcionalmente sexy la plataforma de madera. El agua corrió por su pelo y espalda, y su trasero deliciosamente redondo, cristalizando su cuerpo en humedad. Burlándose, ella arrastró sus dedos a lo largo del borde de la cortina de la ducha, jugando con esta como si estuviera a punto de cerrarla. ¿Qué haría él? ¿Se burlaría de él con tan sensacional muestra de su cuerpo desnudo, sólo para esconderse detrás de una cortina mientras se duchaba? Pero ella soltó la cortina y se dio la vuelta con una sonrisa iluminando su rostro. El agua fluyó por su cuerpo, como si la acariciara. Recordó la sensación de su piel suave cuando él la había acariciado anoche. De sus dedos acariciando sus pechos, luego dentro de ella. Su lengua deslizándose sobre sus privados pliegues.

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y femenina. Su mirada se desvió por su cuerpo cuando se dio la vuelta y se subió a

Las manos de ella acariciaron sus pechos, trazando círculos. Sus pezones se asomaron entre sus dedos mientras se acariciaba esos hermosos pechos, entonces apretó. Tenía ganas de tocarlos, tomar los duros pezones en su boca y burlarlos hasta que ella gimiera en voz alta.

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El Club de las Excomulgadas Se pasó las manos por el vientre, a continuación, sobre las caderas. Su mirada se desvió hacia el pequeño y negro corazón peludo, pero ella se dio la vuelta. Su decepción se disipó rápidamente cuando sus manos acariciaron sobre sus nalgas, luego se dobló por la cintura y tocó el suelo, permitiéndole una grandiosa vista de su sensacional culo. Todavía doblada por la cintura, ella separó sus piernas y sus hormonas saltaron a toda marcha ante la vista de sus pliegues íntimos con el agua cayendo sobre ellos. Tan húmedos y acogedores. Se estremeció cuando ella arrastró sus dedos a lo largo de sus pantorrillas, luego continuaron hasta sus muslos internos. Él tuvo que detenerse a sí mismo de ir a zancadas por detrás de ella, estirarse a su alrededor y ahuecar sus pechos maravillosamente suaves mientras empujaba su dura y dolorida polla en su mojada apertura.

sentir su calor envolviéndolo. ***** Sandra estaba segura que podía sentir el calor de la mirada de su Desconocido de Fantasía sobre ella. Tocándose a sí misma de esta forma en frente de él la hacía sentir perversa. Y sexy. Poco a poco, se puso de pie, entonces se dio la vuelta, sus hombros hacia atrás, mostrándose orgullosamente. ¿Estaba excitado observándola? ¿Estaba su gran polla larga y dura? ¿Estaba tocándose? Su toque invisible parecía quemar a través de ella. Dolía de necesidad. Deseando sentir su polla. Queriendo que se deslizara en su interior. Al igual que ayer por la noche.

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Él envolvió su mano alrededor de su eje rígido, queriendo desesperadamente

Recordando la gloriosa sensación de su enorme polla extendiendo su mojado pasaje, se pasó la mano sobre el vientre, luego más abajo. Acarició con la punta de sus dedos a través de la pequeña parcela de húmedos rizos, luego más abajo. Su otra mano acarició hacia arriba por su cuerpo mojado hacia su pecho. 80

El Club de las Excomulgadas Ella apretó el tirante pezón, casi jadeando ante la intensa sensación, recordando la boca de él cubriéndola. Chupado sobre su dura protuberancia. Las yemas de los dedos de su otra mano acariciaron a lo largo de su raja, enviando estremecimientos a través suyo. Sobre piernas temblorosas, retrocedió unas pocas pulgadas y se sentó en el banco de cedro. Queriendo darle una mejor vista, separó sus rodillas ampliamente mientras acariciaba sus pliegues íntimos. El calor abriéndose paso por ella. ¿Y si él viene corriendo de su escondite y la arrastra en sus brazos? Su polla estaría dura, extendiéndose hacia arriba. Podría metérsela de una larga estocada. A ella le gustaría tanto sentir eso en este momento. El agua se vertió sobre la parte delantera de su cuerpo en forma de gotas un dedo dentro. Su cabeza cayó hacia atrás contra la pizarra mientras el placer surgía a través de ella. Su pulgar encontró el pequeño botón escondido en sus pliegues y lo burló. Oh, Dios, se sentía tan bien. Se apretó un pezón. Ante la intensa sensación, pellizcó más duro, luego se acarició entre las piernas más rápido. Cerró los ojos, recordando a su Desconocido de Fantasía presionando su polla en su apertura mientras ella yacía debajo de él, con los ojos vendados. Su polla la había penetrado, estirándola con su circunferencia. Ella jadeó cuando placenteras sensaciones se dispararon a través suyo. Gimió, largo y profundo, cuando el orgasmo estalló en su interior. Caliente. Rápido. Intenso. *****

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gruesas mientras se acariciaba más rápido con sus dedos temblando. Luego condujo

La mirada de Devlin permaneció pegada a Sandra mientras sus dedos pulsaban en sus pliegues íntimos. Su polla, hinchada, a punto de estallar, llenó su mano mientras se la acariciaba. Dios, ella era una mujer increíblemente sexy. Él la

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El Club de las Excomulgadas quería tanto. Ella jadeó, luego gimió, su rostro era la imagen del éxtasis cuando el orgasmo la invadió. Su ingle se apretó y luego gimió en silencio mientras sentía la liberación, el líquido caliente brotando de él. ***** Las manos de Sandra se calmaron y contuvo la respiración. Eso había sido increíblemente sexy. Nunca habría creído que mostrar su cuerpo de esa forma sería tan tremendamente erótico. Ni siquiera sabía con certeza quién era su Desconocido de Fantasía, pero saber que la había visto tocarse a sí misma... excitarse a sí misma... había sido un intenso afrodisíaco.

¿Estaba el todavía ahí mirando? Su mano se deslizó tranquilamente hacia arriba por su cuerpo, luego ahuecó su pecho. ¿Se había venido cuando ella lo hizo? Esperaba que así fuera. Creyó que había escuchado un gemido en los arbustos, pero podría haber sido su imaginación. Tomó una profunda respiración. Poco a poco, se puso de pie con sus rodillas todavía un poco inestables. Una cosa era segura, este fin de semana había cambiado la forma en que miraba el sexo. *****

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Se sentía perversa y extremadamente sexy.

Sandra estaba sentada en la terraza en bikini, tendida en una tumbona, mirando por encima del agua, su libro a su lado. Había intentado leer, pero los deliciosos pensamientos de su sexy desconocido seguían distrayéndola. Al final, había abandonado el libro para disfrutar del calor del sol sobre su cuerpo y los

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El Club de las Excomulgadas preciosos alrededores. —Oye, te ves muy relajada —Aimee subió por las escaleras, finalmente regresando de su baño matutino. Sandra se preguntaba si ese baño había sido con Craig, incluyendo una repetición de las actividades de ayer por la mañana en la plataforma de nado. Asumiendo, por supuesto, que Craig no era el Desconocido de Fantasía de Sandra. El cual ella estaba bastante segura que no lo era. Tenía una fuerte sensación de que era James. —Los compañeros sugirieron que fuéramos a su casa a cenar esta noche. ¿Te parece bien?

Ella realmente quería pasar un poco de tiempo con James. Lo había anhelado durante tanto tiempo. Había sido insoportable cuando había estado en la universidad. Deseándolo. Deseando que pudieran estar juntos. Y sintiéndose terriblemente culpable por desearlo. Ahora estaba soltera, explorando su sexualidad, y tenía la oportunidad de satisfacer el intenso anhelo que había tenido por él durante tanto tiempo. Ya podría haber hecho el amor con él como su Desconocido de Fantasía, pero no estaba segura. Y no importa qué, quería experimentar su forma de hacer el amor. Sobre todo después de esta mañana. Ella había llegado al orgasmo, pero no era lo mismo que ser tocada por un hombre. Tener su polla profundamente dentro. Sus músculos internos se apretaron ante el pensamiento y le dolieron las

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Sandra sonrió. —Eso sería genial.

entrañas. — ¿Quieres un trago? —preguntó Aimee. —Seguro. ¿Qué tal una de esas fuertes limonadas?

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El Club de las Excomulgadas —Esa es una gran idea —Aimee deslizó la puerta y entró en la casa, luego regresó un momento después con dos botellas de líquido color rosa y le entregó una a Sandra. Aimee se sentó y tomó un sorbo, luego colocó la botella sobre la mesa entre las sillas, con una peculiar sonrisa en su rostro. — ¿Qué?—preguntó Sandra. —Noté otro punto tachado de la lista. —Síp, bueno —Sandra tomó un sorbo del líquido agrio, sintiendo el ardor del alcohol mientras tragaba, luego se encogió de hombros ligeramente—. La lista no fue tan mala idea después de todo. —Hmm. Entonces, ¿estás preparada para afrontar el cuarto punto?

—Uh, no. Creo que dos hombres es un poco fuerte para mí ahora mismo, pero... — ¿Síp? —la sonrisa de Aimee se amplió—. ¿Qué? —Tal vez un chico... esta noche... sería... —Piel de gallina se estremeció a lo largo de sus brazos—. algo grandioso. —No hay problema. Escoge uno y yo mantendré al otro ocupado. Sandra se echó a reír. — ¿No te importa cuál? Aimee sonrió y sacudió la cabeza con su pelo rubio corto en capas agitándose. —Nop. Los dos son apuestos. Y los dos son… —Ella sostuvo sus manos separadas a un pie de distancia y sonrió— …grandes.

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Un trío

Los ojos de Sandra se abrieron como platos. — ¿En serio? —Se mordió el labio inferior mientras jugaba con la etiqueta de su botella—. Así que... ¿cuál es más grande?

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El Club de las Excomulgadas —Bueno, ese sería Craig. Sandra recordó la enorme polla de su Desconocido de Fantasía estirándola mientras se deslizaba en su interior. Ya que probablemente fue James, se preguntaba cuán grande debía ser la polla de Craig. ¡Hombre, que había estado perdiéndose! ***** Después de la cena, Sandra y James salieron a la terraza para observar la puesta de sol. El cielo llameaba en rico oro, naranja y rojo, haciendo que las aguas tranquilas llamearan con color. Bebieron sus copas de vino mientras observaban los colores desvanecerse lentamente, dando paso a la oscuridad.

James le había preguntado mucho sobre sí misma durante la cena, pero no había averiguado mucho sobre él. Y quería aprender todo acerca de él. —Vivo en el extremo este de la ciudad, en esa nueva urbanización en las afueras junto al río. —Esa es una zona muy agradable —Y estaba a sólo una hora de su casa. La luz de la luna brillaba sobre el agua y los grillos cantaban. —Me encanta aquello. Tengo un gran patio y una hermosa vista del río por la parte trasera de mi casa. Además, está ese gran parque cerca. Trabajo con los aviones de radio-control, los cuales diseño y construyo yo mismo, y los fines de semana a menudo los llevo allí con algunos de mis amigos. Puedo pilotar aviones de verdad, también. Acabo de recibir mi licencia de piloto el año pasado.

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— ¿Dónde vives en estos días? —preguntó ella.

Él había dicho que era ingeniero, así que tenía sentido que le gustaran los artilugios, pero le sorprendió que pudiera diseñar y volar aviones. Se imaginó en la cabina con él, mirando hacia el mundo por debajo, mientras viajaban en avión para

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El Club de las Excomulgadas una escapada de fin de semana. Él sonrió. —Tal vez deberías ir y unirte a mí en algún momento. Te enseñaría cómo volar, los aviones grandes o los pequeños. Cualquiera que sea tú velocidad. —Eso sería estupendo. Tomó otro sorbo de vino y se quedaron mirando por encima del agua durante un rato. Se sentía un poco incómoda, como si estuviera en una primera cita, y no había tenido citas desde hacía mucho, mucho tiempo. James parecía muy a gusto con el silencio, pero a ella la arrastraba más y más. —Entonces, ¿qué más has estado haciendo desde la universidad? —preguntó

— ¿Yo? —Sonrió—. Suspirando por la mujer que se me escapó. Más bien, aprendiendo a ser un increíble seductor. No es que le importara. En todo caso, estaba disfrutando de la atención. Ella se echó a reír. —Así que, ¿alguna vez te has casado? Él se quedó mirando fijamente su copa por unos momentos. —No. Sin embargo, estuve a punto una vez. Salimos juntos unos cuatro años, incluso hablamos de matrimonio, —Se reclinó en la silla de la terraza y estiró las piernas delante de él—. Pero cuando llegó el momento, no podía imaginarme pasando el resto de mi vida con ella. Teníamos una gran química, y tuvimos muchas cosas en común, pero simplemente no sentía como si eso fuera suficiente. — ¿Por qué? —Ella desearía haber sido así de astuta antes de caer en el matrimonio con su ex.

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ella finalmente.

Él se encogió de hombros. —No lo sé exactamente, pero ella también lo sintió. Tuvimos una larga conversación al respecto. Seguimos siendo amigos. En realidad, después de que terminamos, ella conoció a otra persona, y dos años más

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El Club de las Excomulgadas tarde se casaron. Supongo que simplemente no estábamos destinados a estar juntos. —Entonces, ¿crees que hay una combinación perfecta para cada persona? —No necesariamente una. Tal vez haya más de una persona con quien podemos hacer una vida, pero creo que cuando conoces a una de esas personas especiales, encontrarás una conexión más profunda. Ella se tensó un poco. Él se rió entre dientes. —No entres en pánico. Sé que no estás buscando una relación en este momento. Estoy feliz de que esto se mantenga casual. Basta con encontrar el tiempo para conocernos el uno al otro otra vez. El calor de su mirada la calentó. Había posibilidades definidas aquí.

borde de la terraza. —Es una noche hermosa. Mira el agua. Apoyándose contra la barandilla de madera de la terraza, Sandra echó un vistazo a través del lago, la luz de la luna iluminaba la superficie cristalina. Los grillos cantaban alegremente en el fondo y las estrellas brillaban más de lo que nunca había visto en la ciudad. Una suave brisa rozó ligeramente a través de sus brazos y una dispersión de piel de gallina bailó en su piel, pero esto último fue debido a la intensa conciencia de James a su lado, su alto y masculino físico, tan cerca de ella. Bebió un sorbo de vino. —Es una hermosa vista —dijo ella. Pero no tan hermosa para ella como James, que era tan sexy. Tan increíblemente masculino.

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Él se levantó y tomó su mano, luego la hizo ponerse de pie y la llevó hasta el

Apoyó su copa de vino en la parte superior plana de la baranda y miró hacia él, su mirada capturando la suya. Sus intensos ojos azul grisáceo brillaron a la luz de la luna y su corazón dio un vuelco. No sólo era un hombre increíblemente sexy, sino también era muy comprensivo y un conversador agradable. Muy parecido a 87

El Club de las Excomulgadas Devlin en ese aspecto. Pero ella quería más que amistad de James en este momento. Sus entrañas se estremecieron al imaginarlo besándola. Acariciándola. Haciéndole el amor. Ella quería que le arrancara la ropa y la devastara. Quería sentirlo en su interior. Jadear mientras él la penetraba y la conducía hasta el éxtasis. Como si pudiera leer sus pensamientos, sus ojos se oscurecieron y sus labios bajaron, rozando los suyos ligeramente al principio, luego sus brazos se envolvieron alrededor de ella y la atrajo hacia sí. Ella le devolvió el beso, con hambre, queriendo estar más cerca de lo que posiblemente podría. Presionó su cuerpo apretado al suyo y metió su lengua en su boca. Él gimió, luego apretó los brazos alrededor de ella, aplastándola contra su cuerpo. Sus pezones dolían de necesidad mientras se empujaban en su pecho. Podía sentir un bulto creciendo a través de sus

Sus labios se separaron y sus miradas se trabaron. Él buscó sus ojos, claramente preocupado de que hubiera ido demasiado lejos. ¿Pero no podía sentir él lo mucho que ella lo deseaba? Ella rozó sus labios contra los suyos brevemente, luego agarró su copa y bebió el resto del vino antes de apoyarla de nuevo. El calor barrió a través de ella, aumentando su coraje. Descansó su mano sobre uno de sus hombros y corrió sus dedos por su mejilla, luego hacia abajo por su cuadrada mandíbula. Besó el hoyuelo en su barbilla, luego mordisqueó la ligeramente áspera textura de su mandíbula. Se incorporó de puntillas y le acarició el cuello con la nariz, luego presionó sus labios cerca de su oído. —Estoy muy excitada. Realmente te deseo.

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jeans, presionando en su vientre. Quería tocarlo. Oh Dios, tenía que tocarlo.

—Cariño, la sensación es definitivamente mutua —La atrajo hacia sí de nuevo y capturó sus labios—. ¿Quieres entrar? ¿A mi habitación? Pensó en volver a la cabaña. Enfrentar a Aimee y Craig, a continuación,

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El Club de las Excomulgadas pasar rápidamente hacia la habitación de James. Se sentía caliente y sexy ahora. Tenía miedo de que la interrupción arruinase eso. Quizás perdiera el coraje. Había esperado tanto tiempo, y todo era tan perfecto aquí. Ahora mismo. —No, quiero quedarme aquí. James sonrió. —Por qué pequeña pícara. Te gusta la idea de que tal vez seamos pillados. Ella miró hacia la puerta corredera de cristal. No podía ver a Aimee y a Craig dentro. Probablemente estaban sentados en el sofá. Probablemente en un cuerpo a cuerpo. —No es eso. Solo no quiero arruinar el estado de ánimo — ¿Pero eso era todo lo que era? Con toda la charla de ver y ser mirado... ¿Qué pasa si Aimee y Craig estaban pareja viéndolos. Observándolos mientras se besaban. Y más. Sobre todo si se había equivocado acerca de James siendo su Desconocido de Fantasía. Si en verdad fue Craig... el pensamiento de él mirándola con James tenía un efecto extraño y definitivamente sexy en ella. Su boca se ensanchó en esa amplia y atractiva sonrisa suya, mostrando incluso, dientes blancos. —Lo que tú quieras, cariño, lo tienes. Ella pasó sus manos sobre sus hombros y abajo por su pecho, calor zumbando a través de ella ante la sensación de sus duros músculos debajo de sus dedos. —Lo que quiero es… —Se inclinó y le besó la barbilla— tocarte. —Ven por ello, querida.

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mirándolos en este momento? Había una cierta emoción ante el pensamiento de la otra

Sandra lo presionó hacia atrás hasta que su espalda estuvo contra la pared de madera de la cabaña. Arrastró sus manos por su pecho, por encima de sus abdominales. Podía sentir los duros músculos ondearse a través de su fina camisa de algodón. Pasó su cinturón, luego acarició el impresionante bulto en sus

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El Club de las Excomulgadas pantalones. La sensación de su dura erección debajo de su palma la emocionó. Ella había tocado a su Desconocido de Fantasía así. Sintió su dura polla en su mano. ¿Era James el mismo hombre? Un deseo compulsivo destrozó su control y lo apretó, luego se dejó caer de rodillas y bajó su cremallera. Metió la mano en la tela de sarga de algodón y por la ranura en la parte delantera de su ropa interior hasta que sintió su duro y desnudo eje. Oh, Dios, se sentía tan bien. Caliente. Duro como una piedra. Él la deseaba. Y ese era un gran impulso para su confianza.

amplia cabeza en forma de hongo de su impresionantemente enorme polla. Pasó sus dedos sobre la punta, luego alrededor de la parte inferior de la corona, admirándolo. Ella no había visto a su Desconocido de Fantasía. No podía decir si James lo era o no. Se inclinó y lamió por debajo del borde, luego hacia arriba con la punta de su lengua acariciando sobre su glande. Arremolinó alrededor de la pequeña abertura, luego abrió su boca y tomó su gran glande dentro de su boca. Sus dedos acariciaron a través de su pelo. —Oh, maldita sea. Cariño, esto es fabuloso. Sus palabras de aliento impulsaron su confianza aún más. Ella succionó. Él

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Ella lo liberó de la prisión de algodón y se quedó mirando fijo hacia la

gimió. Oh, Dios, quería hacerlo correrse. Presionó su lengua contra él, apretándolo contra el techo de su boca, luego

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El Club de las Excomulgadas se deslizó hacia abajo. Su ancha cabeza empujándose más profundo en su boca. —Cariño, eso se siente tan bien —Le acarició el pelo, sus caricias enviando estremecimientos a través de ella. Ella levantó la vista hacia él y alcanzó a ver sus ojos, medio cerrados, llenos de deseo. Succionó sobre él mientras acariciaba arriba y abajo su eje con la mano. Él echó la cabeza hacia atrás y su polla tembló en su boca. Ella se deslizó hacia arriba, liberando más de su eje a su mano, luego hacia abajo otra vez. —Estoy tan cerca. Tal vez debería… Mirando hacia él, le preguntó — ¿De verdad vas a correrte? —Si sigues así, sí.

Dámelo. Se tragó su polla de nuevo, luego se movió arriba y abajo, tomándolo un poco más profundo esta vez, y apretando su dura carne dentro de su boca. —Oh... Dios... Él se tensó y de repente sintió una corriente de líquido caliente llenar su boca. Eufórica, chupó más fuerte. Él pulsó y pulsó. Luego se dejó caer contra la pared de la cabaña. Ella lo soltó con una gran sonrisa en su rostro. —Hombre, cariño, eso fue increíble. Se levantó y se apretó contra él con su sonrisa aun estirando su cara ampliamente. —Gracias.

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Ella sonrió, luego le apretó la polla dura como una roca con la mano. —

Ella capturó sus labios, más caliente que nunca. Él la abrazó y su lengua se deslizó en su boca y exploró a fondo. Intensa necesidad golpeó a través de ella. Sus pezones, duros y arrugados, empujaron contra su pecho duro. Cada movimiento

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El Club de las Excomulgadas causaba fricción y enviaba a sus hormonas a volar. Se echó hacia atrás, respirando con dificultad. —Dios, estoy tan excitada —Le tomó la mano, desesperada por sentir su toque, y la apretó contra su muy necesitado pecho—. Puedo decirlo. Ella agarró el dobladillo de su camiseta y tiró su mano por debajo, así habría menos tela entre ellos. —Hazme el amor. Ahora. La besó, luego agarró su mano y tiró de ella con él a lo largo de la terraza, lejos de las puertas correderas. La llevó alrededor de la cabaña, luego por las escaleras. Una mesa de picnic de madera estaba colocada en el patio de piedra al era visible desde la sala de estar, donde Aimee y Craig probablemente todavía estaban sentados, concentrados el uno en el otro. Y la luz de la cocina estaba apagada. Por supuesto, todavía podrían estar mirando, y esa posibilidad en realidad se sumaba a la excitación de Sandra. Toda esta idea de la lista había despertado a la dispuesta aventurera de su interior. Ella se quitó sus jeans y camiseta y se sentó en la mesa de picnic, con los pies sobre el banco. Los ojos de James brillaron mientras ella se estiraba detrás y desabrochaba su sujetador. Se lo quitó, luego lo arrojó sobre la mesa a su lado. —Eres hermosa —Él se puso de pie delante de ella y alcanzó sus pechos con reverencia. Sus manos cubrieron sus calientes montículos y sus pezones se presionaron en sus palmas.

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lado de la vivienda. A pesar de que podía ser vista desde la ventana de la cocina, no

Ella casi gimió de necesidad. Él la acarició por unos momentos, luego se arrodilló en el banco y lamió la punta de su duro pezón. Intenso placer la recorrió. —Oh, sí —Ella acarició con sus dedos su oscuro cabello ondulado, y lo 92

El Club de las Excomulgadas sostuvo cerca. Él chupó. Estremecimientos bailaron a través de ella, directo hacia su médula, y gimió. Él se trasladó a su otro pezón y lo chupó, haciendo dar vueltas a su cabeza, mientras él acariciaba su abandonado y mojado pezón con su mano. Sus entrañas se estremecieron de necesidad. Sentía la humedad reuniéndose en ella. Ella le soltó la cabeza y metió sus dedos bajo el elástico de sus bragas y se retorció mientras las desplazaba hacia abajo, todavía bajo la embestida de su talentosa boca. Todavía chupando su dura protuberancia en su boca, él acarició por su vientre y entre sus piernas. Cuando sus dedos se deslizaban a lo largo de su raja, ella gimió. Él liberó su pezón y le sonrió. —Tú sí que me deseas.

polla—. Justo ahora. Él se movió a sus pies, mientras su mano seguía acariciando su larga polla. —Bueno, un caballero nunca hace esperar a una dama. Presionó sus manos sobre su cintura y la sentó a noventa grados. Sus piernas colgando sobre el borde de la mesa y tiró de sus bragas fuera el resto del camino, luego dio un paso hacia ella, colocándose entre sus muslos. Ella respiró hondo. Esto realmente iba a suceder. La primera vez que haría el amor con un hombre... al menos, cara a cara... en más de un año. Él le acarició la hendidura, enviando emociones levantándose a través de ella. Entonces toqueteó su clítoris y ella gimió. Él envolvió su mano alrededor de su

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—Oh, Dios, sí —ella acarició por encima de sus pantalones, luego agarró su

polla y se posicionó en contra de su mojada apertura. Parecía que iba a quedarse allí para siempre. —Por favor —gimió—. Hazlo —Lo necesitaba tanto.

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El Club de las Excomulgadas La amplia sonrisa en su rostro se volvió tierna y él se recostó hacia adelante. Su polla se deslizó en ella. Estirándola. Llenándola. Respiró profundo cuando su polla se empujó más profundamente. Su necesidad se disparó fuera de control. Ella envolvió sus pantorrillas a su alrededor y tiró de él con más fuerza contra ella. Largo y duro. Su pasaje interior se adaptó a su gran polla. Ella apretó los músculos internos, emocionada ante la sensación de su dura carne dentro suyo. Olas de vértigo flotaron a través de ella. Envolvió sus brazos alrededor de sus fuertes hombros. ¿Podía estar tan cerca de llegar al orgasmo ya? Casi podía creer que incluso el más mínimo movimiento haría… Él la besó, luego se echó hacia atrás y se deslizó en ella de nuevo. El placer se hinchó a través suyo. Él retrocedió y empujó de nuevo. Se aferró a él y gimió Llevándola a un lugar especial de intensa conciencia y sensaciones claras como el cristal. Ella jadeó y sensaciones eléctricas cortaron a través de sus terminaciones nerviosas cuando cayó en éxtasis. James siguió penetrándola con su gran polla acariciando su placer una y otra vez. Caliente líquido estalló dentro de ella y él gimió. Aun empujando. La intensidad de su placer disminuyó, fluyendo a un sentido de alegría gozosa. Dejó caer su cabeza contra su pecho y suspiró. Él le acarició el pelo, luego suavemente la espalda. Entonces solo se limitó a abrazarla. Por un largo momento se quedaron así, en la calidez de la noche, uno en los brazos del otro. Finalmente, ella se echó hacia atrás. —Gracias. —Creo eso me corresponde decirlo a mí —La besó en la frente y sonrió—.

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mientras intenso deseo se fusionó con poderoso placer. Moviéndose en ella.

Tú eres algo especial. No creo que jamás conociese a una mujer que sea tan sensitiva. Ella sonrió mientras agarraba un puñado de su camisa y tiraba de él hacia

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El Club de las Excomulgadas ella para darle un beso. Sus labios se encontraron con los suyos y ella metió su lengua dentro de su boca, al igual que su polla aún estaba acurrucada en su interior. Lo qué había sucedido había sido increíble... extasiado... orgásmico. Este hombre era sensacional. Pero mientras su cuerpo se calmaba de su alto gozo y los pensamientos coherentes se establecían una vez más, se dio cuenta de algo muy importante.

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James no era su Desconocido de Fantasía.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Nueve Sandra subió los escalones de la terraza mientras James iba a recoger un poco de leña para la chimenea de la pila guardada al costado de la cabaña. Era una noche calurosa, pero él había sugerido que el fuego sería acogedor y romántico. Abrió la puerta corredera y se metió en la cabaña con su mente corriendo sobre lo que recién había sucedido con James. Si él no era quien había interpretado a su Desconocido de Fantasía ayer por la noche, debía haber sido Craig. Un hombre que apenas conocía. Su ex marido había sido el único hombre con el que alguna vez había hecho el amor antes de que hubiera comenzado este fin de semana. Sólo había estado con

Sus mejillas ardieron ante el pensamiento de enfrentarse a Craig, ahora que ella sabía que él fue… Ante un ruido sordo, su cabeza giró hacia el sofá. Sus mejillas ardieron más calientes a medida que veía el trasero desnudo y bien esculpido de Craig y a Aimee en el sofá delante de él, desnuda de la cintura para arriba, sus labios alrededor de la polla de Craig. —Oh, Dios mío. Lo lamento —Sandra ahuecó su mano junto a su cara como una venda, y desvió la mirada. Aimee se echó a reír. —No te preocupes, cariño. Ya nos viste hacer todo ayer por la mañana de todos modos. Era cierto, los recuerdos de verlos acoplándose sobre la plataforma de nado

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un hombre. Ahora, en el espacio de veinticuatro horas, había triplicado esa cifra.

la atravesaron, pero esto se sentía más íntimo. Los había interrumpido cuando ellos esperaban privacidad. ¿O no? Podrían haberse ido a la habitación de Craig. Tal vez les gustaba la

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El Club de las Excomulgadas idea de ser descubiertos, también. Tal vez incluso habían estado observando a James y a Sandra, mientras habían hecho el amor fuera. La idea de ellos observando mientras James había deslizado su polla dentro de ella envió un escalofrío de excitación a través suyo. Echó un vistazo a la pareja, Aimee sentada en el sofá, Craig de pie delante de ella, el encantador tigre tatuado rodeando su brazo al igual que los dedos de Aimee rodeaban su enorme erección. Aimee sonrió en la dirección de Sandra. La mirada de Sandra se trabó sobre el gran y duro eje en la mano de Aimee. A pesar de que Sandra acababa de hacer el amor con James, las hormonas la inundaron. Al igual que una mujer muerta de hambre ante un festín, se humedeció los labios. Recordó cómo esa polla se había sentido en su boca. Cómo se había sentido deslizándose en su interior.

tan grande y dura. Me vendría bien algo de ayuda. Sandra se mordió el labio inferior, pero se encontró acercándose hacia el sofá, con su mirada pegada a la mano de Aimee moviéndose arriba y abajo por el largo eje de Craig. Cuando Sandra llegó al sofá, se acomodó al lado de Aimee, su mirada todavía bloqueada en la erección de Craig. Finalmente, arrastró su mirada libre, entonces le permitió desviarse hacia arriba, a lo largo de sus apretados y duros abdominales, a lo largo de los esculpidos y abultados músculos de su pecho, a su cara, sus labios levantándose en estímulo. Aimee tomó la mano de Sandra y la guió hacia la polla de Craig. Tan pronto como las puntas de sus dedos tocaron el caliente cuero de piel, acarició suavemente, luego envolvió sus dedos alrededor de su eje. Aimee sonrió y lamió un lado de la polla. Sandra no pudo evitarlo. Se inclinó hacia delante y arrastro su

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Aimee sonrió ampliamente. —Cariño, ¿por qué no vienes aquí? Esta polla es

lengua a lo largo de la erección, también. — ¿Qué está pasando aquí? Ante la voz de James, Sandra se tambaleó hacia atrás. Su mirada clavada en 97

El Club de las Excomulgadas la suya, pero él sólo sonrió. —Eso es muy caliente —Cerró la puerta de la terraza detrás de él, se acercó a la silla al otro lado del sofá y se sentó—. ¿Puedo mirar? Aimee le guiñó el ojo a Sandra, entonces se acercó a la base de la polla de Craig y envolvió su boca alrededor del costado de su eje, luego comenzó a deslizarse a lo largo de su longitud. Sandra miró a James, a continuación, de nuevo hacia la dura polla frente a ella, el calor se elevó en espiral a través suyo mientras miraba la boca de Aimee moverse sobre esta. Sandra se inclinó hacia delante y envolvió sus labios alrededor del otro lado de la polla de Craig, entonces imitó el movimiento de Aimee. Se movieron arriba y abajo, calentando el eje de Craig con sus bocas. Él se sentía increíblemente duro por debajo de los labios de Sandra. Mientras sus bocas ejemplo y Sandra movió su mano así cada una acunaba un testículo. Cuando llegaron a su glande, continuaron hacia arriba, Sandra siguió los movimientos de Aimee, entonces sus labios se encontraron. La mano de Aimee ahuecó la cabeza de Sandra y la acercó, presionando sus labios contra los de Sandra. Sandra nunca había sentido los labios de una mujer sobre los de ella antes. Eran tan suaves y delicados. La polla de Craig palpitó en su mano. Aimee se rió cuando liberó la boca de Sandra. —Esto siempre pone a un hombre. Les encanta observar a las mujeres besarse. —Entre otras cosas —respondió Craig, con voz tensa.

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se movían hacia su glande, ella metió su mano debajo de sus bolas. Aimee siguió el

—Síp, síp, lo sabemos, cariño —Aimee se tragó el glande de Craig y sus mejillas se ahuecaron. Ella guió la mano de Sandra a sus bolas y Sandra las masajeó suavemente

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El Club de las Excomulgadas mientras Aimee se deslizaba hacia abajo sobre la polla de Craig, tragándolo entero, a pesar de su generosa longitud. Fascinada, Sandra observó a Aimee deslizarse arriba y abajo, tomándolo más profundo en su boca. Mientras Sandra acarició las tensas bolas de Craig con una mano, la otra acarició por encima de su apretado y duro culo. Craig gimió y espasmos se estremecieron a través de su cuerpo. Sus duras nalgas se apretaron bajo su toque. Finalmente se relajó y Aimee se alejó, liberando la polla de su boca. Ella sonrió, luego le hizo un guiño a James. —Sandra, creo que James podría estar listo para algo de acción, pero Craig necesitará un poco de ayuda —Los dedos de Aimee se enroscaron alrededor de los brazos de Sandra y la llevó hacia adelante—. ¿Estás dispuesta a animarlo? —Aimee metió sus dedos debajo del borde del top de Sandra y comenzó a rodarlo hacia

—Um... no sé —La piel de gallina brilló a través de la piel de Sandra mientras los dedos de Aimee se deslizaban a lo largo de su desnuda caja torácica, entonces rozaron por debajo de su pecho. Aimee empujó el top por encima de los pechos de Sandra y pasó sus manos sobre ellos. Luego se estiró por detrás de Sandra y liberó los ganchos del sujetador. Segundos más tarde, Sandra contuvo el aliento ante la sensación de los dedos de Aimee deslizándose sobre sus arrugados pezones. El toque de una mujer era tan diferente al de un hombre. Suave y delicado. Aimee se inclinó hacia delante y rozó sus labios sobre el pezón de Sandra, luego lo succionó en su boca mientras examinaba con su lengua. Calor se precipitó a través de Sandra. Ella tiró del top por encima de su cabeza y arrojó el sujetador, luego se recostó en el sofá. No podía creer que el toque de Aimee pudiera excitarla así, por

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arriba.

no hablar de las miradas calientes de los hombres observándolas con vaporosa intensidad. Aimee succionó profundamente y Sandra gritó de deleite. Las manos de

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El Club de las Excomulgadas Aimee acariciaron por sus costillas hacia abajo, enviando temblores a través suyo... más allá de su ombligo... luego hicieron una pausa en la cintura de sus jeans. ¿Ella realmente iría tan lejos para excitar a los hombres? ¿Sandra se lo permitiría? Aimee se sentó y le sonrió a Sandra, luego se dejó caer contra el sofá. Sentada allí con sus pechos desnudos mirando hacia Sandra, Aimee le guiñó un ojo. Sandra se quedó mirando hacia los redondos y firmes pechos de Aimee. Ella sabía exactamente lo que quería Aimee. Que Sandra continuara con el espectáculo. Echando un vistazo hacia la ahora semirrígida polla de Craig, podía ver que el plan estaba funcionando a las mil maravillas. Acarició el pelo rubio en capas largo hasta los hombros de Aimee, detrás de su oreja, luego dejó que su mano se deslizara por el pecho de Aimee. Deteniéndose dedo por encima. Aimee tomó aire, entonces arqueó su pecho hacia delante. ¿Cómo se sentiría en su boca? Pasó sus dedos sobre la dura protuberancia, luego se inclinó hacia adelante y besó la carne blanca alrededor de la aureola. Corrió la punta de su lengua por la carne tensa, luego alrededor de la dura perla en el centro. La lamió y chupó un poco. Aimee respiró hondo y su mano se enroscó alrededor de la cabeza de Sandra, sus dedos bifurcándose a través de su largo pelo. Sandra se movió al otro pezón de Aimee y lo acarició con su lengua, entonces chupó. —Maldita sea, vosotras dos sois tan calientes —dijo Craig con su voz colgando tensa. Aimee agarró la cara de Sandra y la atrajo hacia la suya. Su boca se cerró sobre la de Sandra en un beso apasionado. Aimee se incorporó y presionó su lengua

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al lado de su seno, Sandra miró hacia el arrugado pezón rosa oscuro, luego pasó su

en la boca de Sandra, arremolinándola profundo. Entonces Sandra tiró de Aimee a sus pies. Aimee se desabrochó los jeans y los empujó hacia abajo. Su tanga los siguió. Ella estaba totalmente afeitada. Sandra echó un vistazo hacia Craig con su mano alrededor de su pene 100

El Club de las Excomulgadas completamente erecto, luego hacia James, también luciendo una gran erección. Ella sonrió, entonces se quitó sus propios jeans y ropa interior. Aimee se sentó en el sofá y tiró de Sandra a su lado. — ¿Qué tal si cambiamos de pareja? —sugirió Aimee, mirando directamente hacia James. Sandra miró a Craig y él sonrió ampliamente. Sandra asintió con la cabeza, deseando sentir esa gran polla dentro suyo otra vez. Craig se dejó caer de rodillas delante de ella y le acarició los pechos mientras James arrojaba sus ropas y se dirigía hacia el sofá. Sandra acarició con un dedo a lo largo del sexy tatuaje del tigre sobre el bíceps de Craig. —Hermosos —Craig levantó sus pechos en sus manos, luego se inclinó

Ella aferró la cabeza de él contra su pecho, disfrutando de la sensación de su lengua lamiendo sobre su sensible protuberancia. A su lado, James le dio una atención similar a los pechos de Aimee. El calor pulsó a través de ella ante la combinación de la estimulación visual y táctil. Aimee gritó. Sandra miró al otro lado para ver la cabeza de James moviéndose sobre su ingle. La boca de Craig se movió hacia abajo, entonces su lengua lamió su clítoris y ella jadeó. Sus dedos separaron sus mojados pliegues y se deslizaron en su interior mientras su lengua sondeaba su sensitiva carne. Ella se aferró a su cabeza, su pelo enrollándose alrededor de sus dedos, mientras el placer se hinchaba en su interior. Entonces él se detuvo. Sus párpados se abrieron y se quedó mirando hacia su cara sonriente.

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hacia delante y capturó un pezón en la boca.

Entonces sus dedos se movieron dentro de ella otra vez, y su lengua burló su clítoris. El placer se construyó de nuevo, llevándola cerca del abismo... luego se detuvo de nuevo.

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El Club de las Excomulgadas Apoyada contra el respaldo del sofá, tomando aire, ella anhelaba la conclusión. Aimee jadeó, luego agarró la cabeza de James, deteniéndolo. —Espera. James la miró fijo con una mirada inquisitiva. —Quiero veros a ti y a Craig, ambos follando a Sandra —Aimee sonrió hacia James—. Sólo guarda un poco para mí después, ¿de acuerdo? James sonrió y miró hacia Sandra. Ella volvió su mirada hacia Aimee. —No sé... —Mira, no a todo o nada —Aimee le guiñó un ojo—. Si ellos hicieran eso,

Sandra miró a Craig, su gran polla apuntando directamente hacia ella, luego a James, su polla, aún más larga, pero no tan gruesa. Oh, Dios, los dos. Eso sería... sensacional. Sandra respiró hondo, luego asintió. Craig sonrió, entonces presionó su polla contra su mojada apertura. Él arrastró su glande sobre esta, luego empujó hacia adelante. Poco a poco, la corona se empujó dentro suyo, estirándola. Ella se aferró a sus hombros y él se deslizó todo el camino dentro. Ella gimió ante la exquisita sensación de su enorme y duro eje en su interior. —Oh, muñeca, estás tan caliente a mi alrededor —Craig retrocedió y se lanzó hacia delante de nuevo.

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James no sería capaz de contenerse.

Sandra se aferró a sus hombros, cuando el placer se hinchó a través de ella. Él embistió de nuevo y ella se arqueó a su encuentro. Luego se retiró. Sus ojos se abrieron. 102

El Club de las Excomulgadas Craig se movió hacia atrás y James se colocó delante de ella. Él le acarició su húmeda raja con los dedos, luego presionó su polla en su contra. Se lanzó hacia delante en un inmediato y profundo impulso. Ella levantó sus caderas, encontrándolo de frente. Él empujó varias veces, luego se retiró. Craig regresó, su polla conduciéndose profundamente de nuevo. El placer se construía, luego se aliviaba... se construía, luego se aliviaba... mientras los dos hombres la compartían. Conduciendo sus pollas en ella una y otra vez. A su lado, Aimee acariciaba su propio pecho con una mano, y con la otra empujaba sus dedos dentro de sí misma. Craig empujó en Sandra de nuevo. Mientras bombeaba su polla en ella, el placer aumentó en intensidad. Él se retiró y James se apretó contra ella. En su segundo empuje, ella sabía que no iba a durar mucho más tiempo, no importa lo llameaban. James se retiró y ella temió correrse en ese punto, sin una dura polla la cual exprimir. Entonces Craig empujó dentro. Ella agarró sus hombros y tiró de él apretando su cuerpo. —Fóllame duro —exigió. Él se rió y empujó más rápido. Cuando aminoró la marcha, envolvió sus piernas alrededor de él y se arqueó hacia adelante. —Hazme venir. ¡Ahora! Él se inclinó y la besó. —Por supuesto. Empujó. Profundo. Duro. Rápido.

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que decidieran hacer para retrasarlo. Ella tomó aire mientras intensas sensaciones

Ella jadeó cuando el placer aporreó su interior. Se hinchó a un crescendo cacofónico, luego reventó a través de cada célula de su cuerpo, explotando en puro éxtasis. Craig gimió, entonces ella lo sintió ponerse rígido y estallar en su interior.

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El Club de las Excomulgadas Sandra cayó hacia atrás contra los cojines del sofá, y Craig cayó en sus brazos. Ella lo abrazó mientras James empujaba en Aimee a su lado. Él empujó y Aimee gimió. Ambos llegaron a su clímax en unos instantes. Mientras Sandra estaba desplomada allí con Craig descansando en su contra, sus brazos alrededor de sus enormes hombros, Aimee y James jadeando junto a ellos, ella suspiró. Qué increíble experiencia. El único problema era que, ella aún no sabía con certeza cuál hombre fue su

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Desconocido de Fantasía.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Diez Sandra agarró la mano de Craig y él la puso de pie y le dio un sólido abrazo. Él sonrió ampliamente. —Eso ha sido especial. Le dio otro beso antes de soltarla. James besó a Aimee, luego tomó a Sandra entre sus brazos y la besó sonoramente. Sandra recogió su ropa y la dejó caer sobre el sofá, luego se puso sus bragas y sus jeans. Se sentó y miró a Craig, que le estaba dando a Aimee un beso apasionado, después a James. Uno de estos dos hombres era su Desconocido de Fantasía.

había estado segura de que él era el Desconocido de Fantasía. Su toque había sido dulce y tierno al igual que el de su Desconocido de Fantasía, pero diferente. Por supuesto que las circunstancias eran diferentes y tal vez él había actuado diferente a propósito, para que ella no lo descubriera. Pero tampoco creía que fuera tan grande como su Desconocido de Fantasía. Tal vez con la venda, o debido a su largo celibato, simplemente se había imaginado al Desconocido de Fantasía ser más grande de lo que era realmente, pero… no estaba convencida de que James fuera el desconocido. Levantó su sostén y empujó los tirantes sobre sus hombros y abrochó los ganchos, luego ajustó las copas de encaje. Ahora que también había tenido sexo con Craig, debería estar convencida de que él era su Desconocido de Fantasía, pero el tamaño de su erección no era

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Antes de que hubiera hecho el amor con James sobre la mesa de picnic,

suficiente para confirmarlo. El toque de Craig era incluso más diferente. Y con el rápido y furioso frenesí de embestidas, de un hombre al otro… Inspiró profundamente. Simplemente no podía estar segura.

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El Club de las Excomulgadas Se puso la camiseta de tirantes y se dio cuenta de que se sentía un poco entumecida. De algún modo todo a su alrededor se sentía distante. — ¿Estás lista para irte? —preguntó Aimee. Sandra asintió. —Las acompañamos de vuelta —dijo James. —Eh, ¿saben qué? Estaremos bien. Gracias —Aimee recogió el bolso de Sandra y se lo tendió a ella, luego la guió hacia la puerta. —Nos vemos mañana —dijo Craig mientras Aimee abría la puerta corrediza.

Tan pronto como Sandra salió al claro aire nocturno, el sonido de los grillos trinando en el fondo y la luz de la luna lanzando un suave brillo sobre los árboles y el pasto, se dio cuenta repentinamente de lo que acababa de hacer. Aimee cerró la puerta detrás de ellas. Oh, Dios. ¡Acabo de tener sexo salvaje con dos hombres! Aimee la llevó por los escalones de la terraza hacia el sendero a través de los árboles. Caminaron en silencio por algún rato. —Eso fue bastante excitante, ¿ah? —dijo Aimee lanzándole una mirada de soslayo a Sandra. —Síp —Sandra no podía decir más palabras.

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—Seguro —dijo Aimee.

—Los chicos realmente lo pasaron bien. —Ajá —Sandra rezó porque Aimee no le hiciera la pregunta. Que no le preguntara si… 106

El Club de las Excomulgadas —Tú te lo pasaste bien, ¿cierto? —Mm… seguro. Aimee se detuvo. —Oh, vamos, dulzura. No me digas que no disfrutaste eso. Sandra dejó de caminar y se volvió para enfrentar a su amiga, luego su mirada cayó a sus pies calzados con sandalias y golpeó la superficie de una roca enterrada en el suelo. Estaría mintiendo si dijera eso. —No es que no lo haya disfrutado, es sólo que… —Suspiró y miró a Aimee, luego de vuelta a su pie—. Vamos, Aimee. Acabo de tener sexo con dos tipos al mismo tiempo. Tipos que apenas conozco.

que te preocupa? Yo no se lo voy a contar a nadie. Los chicos no se lo contarán a nadie. Sólo fue buen sexo consentido, compartido por adultos. No hay nada malo en eso. Sandra asintió, pero sin convicción. —Dulzura, mírame. La mirada de Sandra regresó a Aimee. —Escucha, ¿piensas mal de mí por lo que acaba de suceder? Sandra frunció el ceño. Ella consideraba a Aimee una amiga cercana y pensaba que conocía bastante bien a la mujer, pero Sandra nunca habría sospechado que Aimee se involucraría en esta clase de sexo salvaje y casual. Aun así, ¿eso significaba que pensaba mal de ella?

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—Oh, cariño —Aimee agarró la mano de Sandra y la apretó—. ¿Qué es lo

En realidad, admiraba cómo Aimee tomaba las riendas de todo. Ella los conocía a ambos, Craig y James… había tenido sexo con ambos anteriormente. Cuando ella y Craig habían hecho el amor sobre la plataforma frente a Sandra y a

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El Club de las Excomulgadas James, no se había sentido sucio o equivocado. Se había sentido como si Aimee estuviera siendo juguetona. Simplemente divirtiéndose. Y con una apertura hacia el sexo que Sandra deseaba poder compartir. Sandra no creía ni por un momento que Aimee pudiese agarrar al primer extraño sexy que pasara por su lado y tener sexo con él en público. Lo que ella había hecho había sido una excitante escapada entre amigos. Amigos que confiaban y se respetaban entre sí. —No —Sandra apretó la mano de Aimee—. No pienso mal de ti. Pienso que eres algo extravagante. Y un poco loca. Pero creo que eres una gran persona que realmente sabe cómo divertirse. Aimee sonrió. —Te lo agradezco. Así que si piensas eso de mí, entonces permítete a ti misma la misma cortesía. Disfrutaste del sexo con dos tipos increíblemente bien parecidos y sexys. Cualquier mujer amaría estar en tus zapatos.

Sandra asintió. —Está bien. Siguieron hacia la cabaña, donde Sandra se fue directa a la cama. Mientras estaba ahí acostada con un brazo sobre su frente, mirando la luz de la luna que bañaba su colcha, recordó la conversación con Aimee. Disfrutaste del sexo con dos tipos increíblemente bien parecidos y sexys. Cualquier mujer amaría estar en tus zapatos. Puede que eso fuera verdad, pero la mayoría de las mujeres sólo fantaseaban con eso. Pocas lo harían realmente. Sandra suspiró con la confusión enroscándose a través de ella. Lo único que sabía con seguridad era que el recuerdo de esos duros penes

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Así que relájate. ¿Está bien?

metiéndose en su interior iba a rondar en su memoria, y en sus sueños, durante mucho tiempo. *****

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El Club de las Excomulgadas A la mañana siguiente, Sandra no despertó hasta las diez y media. Salió de la cama y se puso su bikini rojo y un pantalón corto. Mientras caminaba hacia la cocina podía oler el café recién hecho. Aimee debía estar levantada. Miró hacia el refrigerador y notó que el punto cuatro había sido tachado de la lista. Ella suspiró, se sirvió una taza de café y miró por la puerta del patio para ver a Aimee asoleándose en la terraza. Abrió la puerta y salió. —Buenos días —Sandra se sentó en la silla al lado de Aimee. —Hola —Aimee cerró la revista que había estado leyendo y la arrojó sobre la mesa a su lado luego recogió su taza y tomó un trago—. Cuando termine con esto voy a ir a nadar. ¿Quieres ir conmigo? ¿Ir con ella? Y probablemente encontrarse con Craig. Tal vez con James

—No, gracias. — ¿Estás segura? No es por lo de anoche, ¿cierto? ¿No estás evitando a los chicos? Sandra se encogió de hombros. —La pasamos muy bien anoche. Simplemente dejémoslo ahí. —Crees que va a ser extraño, ¿cierto? —Tal vez un poco. Aimee se terminó su café y se paró. —Está bien, voy a estar fuera por una hora o algo así. ¿Qué vas a hacer?

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también.

—Voy a acostarme al sol y terminar mi libro. Me muero por saber cómo termina. Aimee abrió la puerta. —Hmm, desechar dos chicos ardientes por un libro

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El Club de las Excomulgadas —Sonrió y se encogió de hombros—. Lo sea que te excite, nena —Fue dentro y cerró la puerta. Unos minutos después, regresó usando su bikini naranja floreado y una toalla envuelta alrededor de sus caderas—. Si cambias de parecer, sabes dónde encontrarnos. Sandra la miró irse, luego entró y fue a buscar su libro de su mesita de noche. Volvió a la terraza, se sacó el pantalón corto, y se sentó, mirando con nostalgia hacia el lugar entre los árboles donde desaparecía el sendero. Tal vez debiera ir y unírseles. Dos chicos sexys y un momento salvaje la esperaban. Pero sentimientos de inseguridad acerca de la pasada noche, acerca de los deseos que sentía ahora, roían sus entrañas. Aimee había hecho un buen trabajo convenciéndola de que la noche pasada había estado bien. Un buen rato compartido por adultos consensuados. Después de fantasías. Pero volver a salir con Aimee ahora para unirse a ella y a los dos hombres para otro jugueteo sexual, lo quería tan desesperadamente, que la asustaba un poco. Se sentía casi como una adicción. Lo quería demasiado. No, había tenido su diversión anoche. Y el día anterior. Eso era suficiente. En realidad ya había tachado la mitad de los puntos de la lista. Hoy volvería a casa. De vuelta a la realidad. Y este tipo de payasadas sexuales no tenían espacio en su mundo cotidiano. ***** Aimee volvió alrededor de la una y almorzaron juntas, luego empezaron a empacar sus cosas. Una vez que la nevera portátil estuvo llena de restos y limpiaron

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más de un año de abstinencia, Sandra merecía soltarse. Hacer realidad una o dos

el refrigerador, llevaron todo hasta la puerta trasera. —Hola. Sandra levantó la mirada para ver a Craig sonriéndole a través de la pantalla 110

El Club de las Excomulgadas de la puerta. James estaba detrás de él. — ¿Te echamos una mano con eso? —preguntó Craig. —Mm… seguro. Gracias —Sandra abrió la puerta y Craig agarró la nevera mientras James levantaba su maleta. —Genial. Refuerzos —Aimee volvió de su recorrido final alrededor de la cabaña para asegurarse de que todo estuviera apagado y que todas las puertas y ventanas estuvieran aseguradas. Sandra caminó por el sendero siguiendo desde atrás la nevera con ruedas que Craig tiraba, con James a su lado. —Te extrañé esta mañana. ¿Terminaste tu libro?

despierta con nadar desnuda con James… y Craig. Y trepar sobre la plataforma de nado y luego sentir sus manos sobre su piel desnuda. Sus cuerpos calientes presionados contra ella. Sus duros penes empujando dentro de ella. —Qué mal —dijo James. Llegaron al muelle y Craig levantó la nevera en el bote de Aimee, luego se subió a bordo. James le tendió la maleta de Sandra y Craig la puso junto a la nevera en la parte posterior del bote. Entonces James se giró hacia Sandra y sonrió. —Realmente me gustaría volver a verte. El pánico que sintió debió haber destellado en sus ojos porque un pequeño

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—Oh, mm… no precisamente — ¿Cómo podía? Había estado soñando

frunce cruzó los sexys labios de él. Puso su mano bajo la barbilla de ella y la alzó, luego capturó sus labios. El calor de su boca sobre la de ella quemó a través suyo y a pesar de su mejor juicio le devolvió el beso. Los brazos de él se envolvieron alrededor de ella y la acercó más. Sus cuerpos se presionaron con fuerza, y el corazón de ella golpeó en su pecho. 111

El Club de las Excomulgadas Oh, Dios, ¿por qué no había ido a la playa con Aimee esta mañana? Ya anhelaba que el cuerpo caliente y desnudo de James estuviera presionado contra el suyo. Sentirlo deslizándose dentro de ella llevándola al cielo otra vez. Él le soltó los labios y sonrió. —Aimee tiene mi número. Llámame en cualquier momento. Ella asintió, mareada. Se giró, y quedó cara-a-cara con Craig. —Eso va por mí también —Craig la acercó y capturó sus labios en un beso medianamente agresivo y oh tan sexy. Una vez que le soltó los labios, ella inspiró. Oh Dios, ella quería desnudarse ahí mismo y rogarles que la follaran.

del bote, poniendo un pie dentro, y se tambaleó un poco mientras el bote se balanceaba en el agua. Craig la agarró de las caderas para estabilizarla, luego la sujetó con un firme agarre mientras ella se subía completamente al bote. —Gracias —Ella le sonrió, luego se sentó en el asiento frontal del pasajero. El sol caía sobre sus desnudos brazos y hombros mientras miraba a Aimee besar a James, luego a Craig. Aimee saltó dentro del bote y se puso tras el timón. — ¿Todo listo para ir a casa? —preguntó Aimee. Sandra asintió, pero de hecho, no estaba del todo segura de que lo estuviera.

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—Gracias. Yo… eh… mejor me voy ahora —Dio un paso sobre un costado

***** Sandra apoyó su taza de la mezcla hawaiana de café descafeinado sobre la mesita lateral y se sentó en el sofá en su sala de estar. El día en el trabajo había sido insoportable. Su jefa había vuelto con una lista inmensa de cambios que quería en 112

El Club de las Excomulgadas la propuesta de diseño de Sandra para el nuevo sitio web, la mayoría de ellos imposibles especialmente desde una perspectiva de mantenimiento, pero eso no era lo peor. El problema era que ella no podía alejar su mente del fin de semana en la cabaña. Recogió su café e inspiró el rico aroma, luego bebió un sorbo. Un ansia profunda por volver a ver a James y a Craig y tener otra tórrida aventura sexual mantenía su mente girando y su cuerpo vibrando de necesidad. Sonó un golpe en la puerta. Ella suspiró y se puso de pie, luego caminó hacia la puerta y la abrió.

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Devlin estaba de pie sonriéndole. —Hola, extraña. ¿Puedo entrar?

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Once Sandra sonrió y retrocedió. —Sí, por supuesto. La vista de su hermoso rostro, la cercanía de su cuerpo mientras él entraba, hizo que le temblaran las entrañas. Se había sentido atraída por Devlin antes, pero ahora que su apetito sexual había sido despertado a un nuevo nivel en este fin de semana pasado, apenas podía pararse a su lado sin querer arrojar sus brazos alrededor de él y devorar sus labios en un beso apasionado. Una vez dentro, él se sacó los zapatos. Ella caminó hacia la sala de estar y él la siguió. Oh, Dios. Tener aquí a Devlin elevó varios puntos su ansia ya desolada. Aquí las entrañas. Excepto que él ya la había rechazado una vez. Por lo menos la sugerencia de Aimee de alejarse por el fin de semana había funcionado. Sandra ya no sentía el agudo pinchazo de vergüenza. — ¿Te gustaría un café? Ya tengo puesta una cafetera de descafeinado. —Seguro. Él la siguió hacia la cocina y ella vertió un poco de café en una taza y se la tendió a él, luego observó mientras le agregaba azúcar. —Espero que no te importe que pasara sin llamar.

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estaba él, un hombre de verdad, al alcance. Un hombre que hacía que le destellaran

Sandra se encogió de hombros. —Somos amigos. Puedes hacer eso. Él asintió. —Esa es la razón por la que vine. Para asegurarme de que nada se interponga en esa amistad.

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El Club de las Excomulgadas Su estómago se encogió. ¿Aimee le había contado lo que había sucedido en la cabaña? ¿Él había decidido que no podía tener una amiga que se comportara de ese modo? Oh, Dios, estoy siendo completamente paranoica. Aimee había dicho que no se lo contaría a nadie y aunque lo hubiera hecho, a Devlin no le importaría. ***** Devlin miró fijo hacia sus ojos muy abiertos y supo que ella no estaba pensando en lo mismo que él. —Estoy hablando acerca de la noche en que me besaste. Estoy casi convencido de que me has estado evitando desde entonces, y quería estar seguro de

—Oh… no, por supuesto que no. Estuve un poco avergonzada después del hecho, pero no afecta cómo me siento por ti. ¿Y cómo se sentía ella acerca de él? Ese beso le dijo que ella quería que fueran más que amigos, y eso era genial. Sólo que no ahora. Se había prometido que esperaría seis meses. Pero ahora mismo tenía que hacer control de daños. —Bien —Él recogió su café y se dirigió hacia la sala de estar—. ¿Entonces todavía vamos a cenar el sábado? —Claro. Me toca cocinar esta vez. Voy a intentar una nueva receta de postre que encontré en internet. Torta de chocolate con relleno de licor de naranja.

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que estábamos bien. Que lo que ocurrió no le afectará a nuestra amistad.

Devlin había hecho con ella un curso de cocina gourmet hacía seis meses, habían invitado a Aimee, pero ella no tenía interés en cocinar, y ahora se alternaban para cocinar el uno para el otro, una vez al mes, para mantener sus habilidades afinadas. Sin embargo, a Aimee le gustaba comer, así que ella también 115

El Club de las Excomulgadas se les unía. —Suena bien —Siempre esperaba con ansias sus noches de cocina. Le gustaba compartir sus creaciones con Sandra, y amaba el aire artístico de sus presentaciones. Se sentó en el sillón mientras Sandra se acomodaba en el sofá, luego recogía su café y sorbía. — ¿Entonces cómo estuvo tu fin de semana? —Eh… bien. Él bebió su café, disfrutando de la nueva mezcla que ella había elegido. — Aimee me contó que James y Craig estaban en la otra cabaña.

—Síp, los conocí en la cabaña de Aimee hace algunos años. Aimee me contó que conocías a James de la universidad. Sandra asintió, girando el líquido en su taza. James le había contado un poco a Devlin acerca de su historia con Sandra, y Devlin tuvo la impresión de que James se había sentido bastante atraído hacia ella, lo cual ponía a Devlin un poco nervioso. El vínculo pasado entre James y Sandra había sido una completa sorpresa. Y una perturbadora complicación. Aunque Aimee le había asegurado a Devlin que no había de qué preocuparse, así que decidió apegarse al plan. —Así que tú y Aimee solas en una isla con dos tipos disponibles… —Él sonrió— ¿Eliminaste algo de tu lista?

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Sandra miró fijo dentro de su taza. — ¿Conoces a James y Craig?

Sandra casi se ahogó con su café, luego tosió. — ¿Qué te contó Aimee?

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El Club de las Excomulgadas —Nada —Él alzó las cejas y su sonrisa se ensanchó—. Pero por tu reacción, asumo que di en el blanco. Mirando su pálido rostro, se sintió un poco cruel provocándola así, pero quería que se abriera acerca de eso y no sabía de qué otra manera traer a colación el tema. Aimee le había dicho que Sandra estaba un poco reticente acerca de sus experiencias con los hombres, y con su Desconocido de Fantasía, pero Devlin quería que hablara de ello para poder animarla. Y así llevarlos a otro nivel de intimidad en su amistad. —Sandra, si pasó algo… tú sabes que no pensaría mal de ti. De hecho, completamente lo opuesto. Pensaría que es genial que fueras tras lo que quieres. Acoger la excitación y la aventura.

Su voz baja y ojos abiertos, rogando por aprobación, rasgaron su corazón. Se puso de pie y caminó hacia el sofá, luego se sentó a su lado. —Por supuesto —Puso su brazo alrededor de ella y la atrajo a su lado—. No hay nada malo en ir tras lo que quieres. ¿Cuál es el chiste de tener un sueño si nunca vas tras él? —Bueno, yo no diría que los puntos de esa lista fueran mi sueño. Él alzó una ceja y sonrió. — ¿En serio? ¿No sueñas despierta con chicos calientes haciéndote el amor de manera salvaje y apasionada? Las mejillas de ella ardieron con un increíble tono de rojo, y él se rió. —Mira, lo que sea que hayas hecho este fin de semana, te felicito. De hecho,

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Ella alzó la mirada para encontrar la suya. — ¿En serio?

creo que deberías hacer más de lo mismo. Te mereces pasar un buen momento y no permitas que nadie te juzgue. Una lenta sonrisa se extendió en su cara y asintió. —Sabes, tienes razón. No hay nada de malo en ser un poco salvaje de vez en cuando. Quiero decir, Aimee ya 117

El Club de las Excomulgadas me lo dijo, y pensé que lo había aceptado, pero pensar en hacerlo otra vez… Pensaba que quizás una vez estaba bien, pero que más que eso significaba… ya sabes, que yo era…—Se encogió de hombros. — ¿Pervertida? Ella sacudió la cabeza. — ¿Un poco hambrienta de sexo? —En realidad, más como una maniática sexual. —Bueno, no hay nada de malo con un poco de sexo maniático de vez en cuando.

—No hay nada de malo con tener un apetito sexual sano —dijo él—. Y eso es exactamente lo que tienes. Un saludable apetito sexual. — ¿Entonces no crees que haya nada de malo con que tenga sexo con dos chicos? — ¿Al mismo tiempo? Los ojos de ella brillaron con desafío. —Sí. Al mismo tiempo. Él se reclinó y revolvió el café de su taza, arrastrando el tiempo, dejando que ella pensara que estaba considerando cuidadosamente su respuesta. —Bueno, sólo tengo una cosa qué decir acerca de eso.

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Ella le golpeó el brazo y él se rió.

— ¿Qué cosa? —Por mucho que tratara de parecer desafiante, se veía más como un gatito tratando de mirar a un perro gigante. Él sonrió. — ¿Puedo mirar la próxima vez?

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El Club de las Excomulgadas ***** Mientras Sandra cerraba la puerta tras Devlin, sonrió. Realmente era un tipo sensacional. Y un amigo tan comprensivo. Él tenía razón. Tener un apetito sexual saludable estaba perfectamente bien, y puesto de ese modo la hacía sentir mucho mejor. De hecho, tener la aprobación de Devlin significaba mucho para ella porque confiaba en su juicio. Recogió las tazas de la mesa de café y las llevó a la cocina, luego las puso en el lavavajillas y lo encendió. Bostezó y se estiró. Sería una buena idea acostarse temprano después del activo fin de semana que había tenido y el hecho de que no hubiera dormido nada bien la noche anterior, ansiando profundamente aún más actividad sexual. Vagó hacia el baño, hizo su rutina nocturna, luego se puso su pijama y se metió a la cama.

como lo había llamado Devlin, sería genial ahora mismo. Apagó la luz y con pensamientos de Devlin en su mente, se quedó dormida. ***** Sus brazos estaban alrededor de ella y Sandra se reclinó hacia atrás contra su duro cuerpo. Sus manos le ahuecaron los senos y ella se arqueó hacia adelante. Sus pezones dolían y su cuerpo ardía de necesidad. —Te deseo —Retumbó una voz masculina. Ella se volvió en sus brazos para ver su rostro, pero no pudo percibir sus rasgos en la tenue luz. No podía ver a su Desconocido de Fantasía. Se inclinó hacia adelante y lo besó. Los labios de él acariciaron los de ella

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Tal vez no se había vuelto una maníaca sexual, sino algo maníaca sexual, tal

con suave persuasión, avivando su necesidad. —Yo también te deseo —Le acarició la mejilla, luego bajó por su pecho. Duros músculos ondearon bajo las puntas de sus dedos. Siguió sobre su 119

El Club de las Excomulgadas ombligo, luego más abajo. Hasta que rozó contra la punta de su pene. Le sonrió, luego besó su pecho. Ella envolvió sus dedos alrededor de su grueso pene, tan largo y duro como lo recordaba, y besó la punta, luego tomó la cabeza en su boca como una piruleta. Lamió alrededor una y otra vez hasta que lo oyó gruñir. Se deslizó hacia abajo y fácilmente lo tomó todo dentro, a pesar de su tamaño. Los dedos de él acariciaban entre su cabello mientras ella alternaba entre chupar y lamer. Él se tensó y gruñó. Su boca se llenó de líquido caliente. Ella rodó de espaldas y se estiró al lado de él. Se acarició los senos y jugó con sus pezones. Él sonrió y se inclinó hacia ella, luego capturó una dura protuberancia en su boca. Ella suspiró ante el increíble calor de su boca alrededor suyo. Él acarició su otro pezón mientras su lengua giraba sobre el primero. Suspiró,

Luego lo liberó y subió besando por su pecho, entonces le acarició el cuello con la nariz. Cosquillas bailaron por su piel y escalofríos recorrieron su espalda. Le acaricio los senos provocando ambos pezones. El calor se expandió en su interior. Buscó su polla, necesitándola dentro de ella. La acarició. Piel flexible deslizándose sobre piedra dura. —Te necesito. Hazme el amor —dijo ella. Él se rió, luego se arrastró sobre ella, inmovilizándola entre sus rodillas. Se inclinó hacia abajo y le capturó los labios, girando su lengua dentro de la boca de ella. Su lengua se unió a la de él y ondularon juntas. Él se sumergió profundo, dominando la boca de ella con sus caricias audaces y giratorias, luego retrocedió, dejándola jadeando.

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luego jadeó mientras él chupaba. Duro y profundo.

Él le sonrió, luego se puso de rodillas. Su mano se curvó alrededor de su rígida vara y la acarició. Ella se inclinó hacia adelante y la lamió saboreando la dura piel bajo su lengua. Él empujó hacia adelante y la boca de ella lo tragó. Pasó su lengua alrededor de su glande, incapaz de tener suficiente de él.

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El Club de las Excomulgadas Él se retiró, acariciándole los senos, luego bajó hacia su vientre y entre sus piernas. Ella se arqueó contra su mano. Él deslizó su dedo a lo largo de su humedad. Su glande rozó su muslo, luego la punta presionó contra sus húmedos pliegues. Ella contuvo el aliento mientras él se deslizaba a lo largo de su húmeda entrada, luego empujó dentro… sólo un poco. Ella gruñó, queriendo más. Él empujó hasta que su glande estuvo anidado dentro. Ella alzó las caderas, tratando de forzarlo a ir más profundo, pero él puso una mano sobre su estómago y la mantuvo quieta. Entonces él siguió adelante. Ella gruñó ante la exquisita sensación de su pene llenándola. Grueso. Duro. Caliente. Marcando sus entrañas con un placer insoportable. Él retrocedió lentamente, la cresta de su glande arrastrándose a lo largo de su pasaje, estimulándolo. Luego se volvió a meter. Ella lo apretó, tratando de tirarlo incluso más profundo. Pero él igual retrocedió, acariciando su interior,

Se metió una tercera vez, y ella tembló ante el impactante placer. Enterrado profundamente dentro suyo él se inclinó hacia abajo y le lamió un pezón, luego chupó. Los dedos de ella se enredaron en su pelo y se curvaron a través de este. Pelo largo. Como el de Devlin. Su mirada se disparó hacia el rostro de él. Él estaba sentado y la luz de la luna entrando por la ventana lanzó luz sobre sus rasgos. Él sonrió. Sí era Devlin. El impacto la llenó mientras él retrocedía y se volvía a sumergir hacia adelante. Y otra vez. Mientras continuaba empujando en ella, abrasando su interior, su impacto se desvaneció. Devlin le estaba haciendo el amor. El maravilloso y dulce Devlin.

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llenándola con un placer alucinante.

El placer ardió a través suyo, chamuscando cada terminación nerviosa. Un orgasmo la estremeció, entonces llameó a través de ella mientras apretaba estrechamente su polla dentro suyo. El placer se intensificó cuando apretó

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El Club de las Excomulgadas alrededor de su gruesa vara. Estrujando. Justo cuando alcanzaba el pináculo, su duro pene pareció desaparecer. Mientras su cuerpo temblaba al borde del éxtasis, sus ojos se abrieron. Estaba sola. Devlin no había estado ahí para nada, pero el placer que todavía temblaba a través de ella era vívidamente real. Y quería más. Tanto que le dolía. ***** Sandra miraba fuera de la ventana del bus mientras este se movía por la concurrida calle, su teléfono celular contra su oído. —Escucha, Aimee, ¿crees que podrías faltar la noche del sábado? —Sandra

—Pero me encantan las cenas gourmet que cocinas —dijo Aimee. —Lo sé, pero te prometo que te compensaré. Iré a tu casa y cocinaré la sopa de langosta que tanto te gusta. — ¿Y crème brûlée de postre? —Está bien. Se acercaba la parada de Sandra, así que se puso de pie y se movió hacia la puerta. —Está bien entonces —dijo Aimee—. Tenemos un trato. ¿Pero por qué quieres cancelar?

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se movió un poco para hacerle espacio a una señora para que se sentara a su lado.

—Quiero tener algo de tiempo a solas con Devlin. Para hablar. —Hmm. Lo imaginé. Justo la semana pasada le estabas evitando totalmente. Pero pensé que resolverían las cosas cuando él pasó por tu casa el martes pasado. 122

El Club de las Excomulgadas Las cejas de Sandra se unieron. — ¿Cómo sabes eso?— Sandra no se lo había mencionado a Aimee. El bus se detuvo y Sandra salió hacia los cálidos rayos de sol del exterior. —Oh, Devlin me contó que estaba preocupado y que había pasado para hablar contigo. Es un gran tipo, ¿sabes? El estómago de Sandra se agitó y un profundo anhelo abrasó su alma mientras pensaba en Devlin. —Síp, lo sé. Es por eso que quiero estar segura de que todo está bien entre nosotros. ***** La noche del sábado, Devlin golpeó la puerta de Sandra, con una botella de brillando. El corazón de él dio una pequeña voltereta ante la vista. —Entra. Espero que estés hambriento. Su mirada acarició su forma curvilínea mientras ella retrocedía para dejarlo entrar. Sí que estaba hambriento, pero con un hambre que todavía no satisfaría. Si tan sólo ella volviera a la cabaña para que él pudiera ser otra vez su Desconocido de Fantasía y le permitiera satisfacer, por un corto tiempo, el anhelo por ella que ardía dentro de él constantemente. Entró y se quitó los zapatos, luego la siguió a la cocina. Sandra levantó la tapa de una de las humeantes ollas sobre la cocina y metió dentro una cuchara, luego probó. —Mmm. Huele delicioso —Devlin dejó la botella sobre la encimera.

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vino en la mano. Un momento después, ella abrió la puerta y le sonrió con su cara

—Estoy haciendo pasta de fusilli con alcachofas —midió una cucharada y media de té con mantequilla y la añadió a la salsa, luego removió—. ¿Pondrías la pasta en el agua?

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El Club de las Excomulgadas Él levantó la tapa de la olla al lado de la salsa agarró la taza grande de medidas llena de pasta con forma en espiral y la vertió dentro. Sandra programó el reloj de la cocina. — ¿Debería abrir ya el vino? —preguntó él. Ella abrió la alacena y sacó dos copas de vino. —Seguro. Él pretendía dejarlo respirar, pero tan pronto como sacó el corcho, ella le tendió su copa. Él vertió un poco en la de ella, luego en la de él. Ella lo olfateó, luego bebió un poco. —Mmm. Rico. Siempre traes el mejor vino. — ¿Dónde está Aimee? —Él bebió de su vino.

—No ha podido venir esta noche. Él alzó una ceja. — ¿En serio? Ella nunca se pierde nuestras cenas. —Siempre hay una primera vez para todo. Una parte de él estaba encantado de estar aquí sólo con Sandra, casi como si fuera una cita, pero otra parte temblaba de nervios. Sandra preparó una ensalada, luego la dividió en dos pocillos de madera y los llevó hacia el comedor. Volvió justo cuando el reloj de la cocina sonaba, escurrió el agua de la pasta y la echó en dos platos bajos. Devlin echó salsa encima, luego llevaron sus platos y copas hacia el comedor y se sentaron a comer.

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Normalmente ella ya estaba ahí cuando él llegaba.

Sonaba música relajante de fondo y las velas iluminaban la mesa con un suave brillo. — ¿Cómo va ese proyecto en el que estás involucrado en el trabajo? — preguntó ella—. Tiene algo que ver con ayudar a las grandes compañías a controlar 124

El Club de las Excomulgadas su uso de energía, ¿cierto? —Así es. Mi equipo terminó el software el mes pasado y tenemos un cliente beta probándolo. Mientras comían, hablaron sobre su proyecto por un rato, luego discutieron sobre algunos estrenos de películas que ambos querían ver. Una vez que terminaron, ella se levantó y reunió los platos, luego fue hacia la cocina. Él terminó de recoger la mesa mientras ella preparaba algo de café. Pronto un aroma poco familiar de café llegó desde la pequeña cocina. Una nueva mezcla, sin duda. Sandra definitivamente sentía pasión por el café. Él puso sus caras tazas de café sobre la encimera y ella las llenó. Mientras él añadía azúcar al suyo ella abrió el refrigerador y puso una tarta de queso sobre la

—Es de chocolate amaretto —cortó dos trozos y puso cada uno en un plato de postre. — ¿Oh? ¿Qué pasó con la tarta de chocolate con relleno de licor de naranja? La cara de ella se tensó. —No preguntes. Él se rió mientras ella le tendía el plato. Él recogió su taza y la acompañó a la sala de estar, sentándose en una silla frente al sofá donde ella estaba sentada. Deslizó el tenedor en el postre, luego probó un bocado. Se derritió en su boca. —Bueno, esto está absolutamente delicioso. Ella sonrió. —Te lo agradezco. Cuando terminó su postre, puso el plato sobre la mesa de café. Una vez que

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encimera.

ella terminó, puso su plato encima del suyo y los alejó. Ella tomó un sorbo de su café. —Quería agradecerte por venir la otra noche —lo miró por encima de su

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El Club de las Excomulgadas taza—. Tú sabes, para asegurarte de que las cosas estaban bien entre nosotros. Él sonrió. —Las cosas estaban incómodas y no quería que siguieran de ese modo. Nuestra amistad es realmente importante para mí. Ella asintió. —También lo es para mí —Bajó su taza—. Realmente agradezco tus ánimos de esa noche. Acerca de intentar cosas nuevas y diferentes. Acerca de no juzgarme a mí misma —Su mirada se cerró en la de él—. Me hiciste sentir mucho mejor. —Me alegro. —De hecho, me hizo reconsiderar otras cosas que he hecho y preguntarme si me he juzgado con demasiada dureza. Por ejemplo, lo que sucedió entre tú y yo

Oh, oh. Él no sabía hacia dónde iba esto, pero sonaron campanas de alarma dentro de su cabeza. Ella se inclinó hacia adelante. — ¿Te puedo preguntar algo? —Por supuesto. — ¿Cuándo me rechazaste esa noche, fue porque yo había bebido demasiado? ¿O por qué no te sientes atraído por mí? ¡Maldición! Él se miró fijo las manos mientras frotaba sus palmas. —Habías bebido varios tragos esa noche. No quería aprovecharme de ti. —Entonces, ¿qué hubiera pasado si no hubiera estado bebida?

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aquel viernes.

Él se encogió de hombros. —Bueno, entonces no habría sucedido. — ¿Pero si hubiera pasado?

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El Club de las Excomulgadas Él frunció el ceño. —Sandra, realmente me estás poniendo en una situación difícil. —Devlin, prácticamente me arrojé sobre ti. Seguro, había bebido unos pocos tragos, pero nunca haría eso a menos que me sintiera atraída por un hombre. Seguro que sabes eso. Él suspiró. Por supuesto que sí, y decirle lo contrario sólo heriría la autoestima de ella. Asintió. —Así que mis sentimientos por ti están expuestos. Sólo me gustaría saber si esos sentimientos son recíprocos. —Sandra, pienso lo mejor de ti. Yo…

mí, pero te importo como amiga —Se puso de pie—. Está bien. Lo entiendo. La mirada herida en los ojos de ella rasgó su corazón. Se puso de pie y la siguió a la cocina. —Sandra, espera. No es eso. Ella dejó su taza vacía sobre la encimera y se giró hacia él. —Devlin, está bien. Soy una chica grande. Yo no te gusto. Lo entiendo. Y eso está bien. Mientras no te haya asustado, podemos seguir siendo amigos. Él le tomó la mano, y la sensación de su suave piel casi desarmó su resolución de no empujarla contra él y consumirla con un beso profundamente apasionado. Afirmó su control y simplemente le acarició el dorso de la mano con su pulgar.

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Ella sostuvo su mano en alto. —Alto, lo entiendo. No te sientes atraído por

—De hecho, sí que te encuentro atractiva.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Doce El corazón de Sandra golpeaba mientras miraba profundamente en los ojos azules salpicados con motas doradas de Devlin. —Muy atractiva —continuó él. Su corazón golpeaba fuerte en su pecho. Era verdad. Podía verlo brillando en sus ojos. Oírlo en el leve temblor de su voz. — ¿Entonces podemos…? Los dedos de él le cubrieron los labios. —No. No podemos —Se acercó más y puso sus manos sobre sus hombros

El calor de su cuerpo cerca del suyo y la intensidad de su mirada la desconcertaban. —No hay nada que me gustaría más que… Ella contuvo el aliento ante su pausa, esperando las palabras. La mirada de él titubeó, e inspiró profundamente. —Sandra, créeme. No hay nada que me gustaría más. Pero tú acabas de terminar un matrimonio muy largo y has estado soltera por… más o menos primera vez en toda tu vida adulta. Creo que necesitas salir un poco y encontrarte a ti misma antes de volver a tener algo serio. De otro modo, estaríamos empezando una nueva relación en suelo muy inestable, y si no resulta, podríamos arruinar lo que tenemos. Y tu amistad es muy

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mientras la miraba profundamente a los ojos.

importante para mí. Ella no dudaba eso, pero lo que había visto en sus ojos era más que el deseo de amistad. Seguro, podía entender la necesidad de luchar contra una leve atracción que podría acabar después de algunos meses, para cuidar una amistad a largo 128

El Club de las Excomulgadas plazo, pero lo que había visto en los ojos de él era… pasión. La intensidad de su deseo había brillado con fuerza. Ella se acercó y aplanó su mano en el pecho de él y disfrutó la sensación de músculos fuertes y duros debajo de su palma. Con una voz baja y seductora, dijo. — ¿Y si no saltamos todavía a una relación a tiempo completo? Podríamos ser amigos con beneficios. Estaba segura de que podía sentir el acelerado latido de su corazón debajo de su palma. Él puso su palma sobre la de ella como si fuera a quitarla de su pecho, pero dudó. —No. No resultaría. Si estamos destinados a estar juntos, unos pocos meses

Ella subió su otra mano por su pecho y a lo largo del costado de su cuello, luego a través de su mandíbula rasposa. Besó la punta de su barbilla. — ¿Pero por qué esperar? ¿Por qué posponer lo inevitable? —insistió ella, queriendo desesperadamente sentir los brazos de él alrededor suyo. Rozó levemente sus labios con los de ella. ***** Devlin se encontró hechizado por su toque, amando la sensación de sus manos sobre su pecho, sus labios en su piel. Entonces su boca rozó la de él y el pánico apareció. En cualquier momento sus hormonas se harían cargo y la tendría desnuda sobre el suelo, metiéndose dentro de ella con toda la pasión que lo abrasaba.

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más no nos van a hacer daño.

Tenía que hacer algo para detenerla. Y rápido. El primer pensamiento que pasó por su cerebro fue asustarla. Ser algo que ella tuviera miedo de abordar.

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El Club de las Excomulgadas Le agarró las muñecas y las presionó detrás de ella, lo cual empujó sus senos atractivamente hacia adelante. Trató de ignorar el calor que llameó en su entrepierna mientras la atraía hacia adelante y capturaba sus labios. Su lengua se metió en la boca de ella y saboreó su dulzura. Retiró su lengua y ella jadeó mientras él le chupaba la lengua con su boca, trayéndola profundamente. La hizo retroceder hasta la pared y le alzó las muñecas hasta sujetarlas a los costados de su cabeza. Volvió a meter la lengua en su boca y exploró. Sus senos subían contra su pecho mientras él la consumía con su beso. Luego le soltó la boca y presionó sus labios contra su cuello, besó el hueco, y mordisqueó por el costado. Luego chupó profundamente. Cuando se retiró había dejado una marca roja y oscura coloreando su piel. Si esto resultaba, su mayor problema sería cómo girar las cosas una vez que resolvería eso después. Ahora mismo, necesitaba detenerla en ese preciso instante de tratar de empujarlo hacia una relación íntima. Su mirada se cerró en la de ella. El impacto brillaba en sus ojos verde oliva. Una fiera sonrisa curvó sus labios. —Ves, mis gustos van un poco por el lado salvaje. Me gustan las mujeres dispuestas a someterse —Su sonrisa se amplió—. Totalmente. No había modo en que a una mujer independiente como Sandra le gustaran ese tipo de cosas. — ¿En serio? —Con los ojos muy abiertos, ella inspiró profundamente y entonces para su total sorpresa sonrió—. ¡Qué excitante! *****

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el momento fuera el correcto para realmente iniciar una relación con ella. Pero

Sandra se puso el pijama y se desplomó sobre la cama. El recuerdo de las fuertes manos de Devlin sujetándola presionada contra la pared, su boca abrasando la de ella con el calor de su pasión, junto con su lengua metiéndose en su boca,

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El Club de las Excomulgadas dominándola, llenándola con un ansia incansable. Oh, Dios, había sido tan excitante. Se revolvió y dio vueltas toda la noche, cambiando entre episodios sin dormir de anhelo por sus manos sobre su cuerpo y sueños de estar desnuda y atada mientras él le hacía el amor apasionadamente. Durante el almuerzo al día siguiente, se sentó con Aimee en un restaurante que dominaba el canal. Ambas ordenaron el especial de sopa y ensalada. Tan pronto como la camarera se fue, Sandra se inclinó hacia Aimee. — ¿Qué piensas acerca de que Devlin y yo nos involucremos? —preguntó Sandra.

Normalmente Aimee tenía una opinión acerca de este tipo de cosas y era feliz de expresarla. El hecho de que no estuviera saltando a hacerlo significaba que probablemente ella y Devlin ya habían hablado acerca de eso. Sandra alzó una ceja. —Tú sabes algo. ¿Has hablado con Devlin acerca de esto? —Devlin y yo somos amigos —dijo Aimee—. Hablamos sobre un montón de cosas. Sandra se inclinó hacia adelante. —Nosotras también somos amigas. —Lo sé, dulzura, pero no sería justo para Devlin. —Mira, realmente me gusta Devlin y creo que estaríamos bien juntos. Y

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Aimee puso su servilleta sobre su regazo y la alisó con la mano.

estoy segura de que él también se siente atraído por mí. Pero es como si él luchara contra eso y no sé por qué. — ¿Has hablado con él acerca de esto? —preguntó Aimee.

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El Club de las Excomulgadas —Síp. Anoche. Cuando cenamos, le pregunté directamente si estaba atraído por mí. Los ojos azul oscuro de Aimee se abrieron mucho. — ¿Qué dijo? —Dijo que sí. — ¿En serio? —Pero entonces cuando sugerí que nos moviéramos al siguiente nivel… — ¿Quieres decir salir? —Está bien, el nivel después de eso. De cualquier modo, se lanzó en una tonta excusa sobre el hecho de que podría arruinar nuestra amistad. Que yo necesitaba algo de tiempo para salir antes de que siquiera pudiéramos considerar

Aimee le palmeó la mano. —No es tonto, dulzura. Si tienes una relación íntima con él y luego rompéis… las cosas se pondrían incómodas. Sandra se mordisqueó el labio inferior. Por supuesto, ese argumento tenía sentido. —No creo que eso nos pase a nosotros. —Todos creen eso al principio. —Está bien, tal vez, pero cuando lo presioné un poco más, volvió a cambiar la historia. Esta vez me dijo que le gustaba… algo más pervertido. Los labios de Aimee se curvaron en una sonrisa. —Oh, sip. ¿Cómo qué? —Como dominación. Requiriendo que la mujer sea totalmente sumisa.

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estar juntos.

Entonces me empujó contra la pared y me besó. Casi sentí como si estuviera tratando de… —Golpeteó los dedos contra la mesa— No lo sé. Asustarme o algo así. — ¿Y lo logró? 132

El Club de las Excomulgadas — ¿Estás bromeando? Fue totalmente excitante —Agarró una barra de pan de la canasta y mordisqueó el extremo. Aimee se rió. —Pobre Devlin. Asumo que le dijiste eso. —Absolutamente. Quería desesperadamente arrastrarlo a la cama en ese mismo momento. Pero él barbotó algo acerca de que yo no estaba entendiendo realmente, lo cual era una total tontería, entonces prácticamente voló del departamento —Miró a Aimee—. Estoy muy confundida. Si puedes arrojar cualquier luz en esto, por favor hazlo. —Bueno, Devlin siempre ha sido directo. Si dice que se siente atraído por ti, pero se resiste a actuar de acuerdo a eso, eso es todo. — ¿Pero por qué cambiaría la historia? ¿Crees que no quiere tener sexo

Aimee jugaba con su cuchara. —No, no creo que ese sea el caso. Un sentimiento inquietante hizo que Sandra frunciera el ceño. —Mierda, ¿eso quiere decir que realmente no le gusta la dominación? No podía creer lo excitada que la hacía sentir la idea de ser dominada por Devlin. Nunca había siquiera considerado la idea antes; ahora casi parecía obsesionada con eso. Aimee se rió. —Bueno, eso no lo sé. Sandra bebió agua. —Sabes, desde el fin de semana en tu cabaña, sigo teniendo sueños realmente calientes. — ¿Sobre James y Craig?

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conmigo, pero teme herir mis sentimientos?

—Bueno, en realidad sobre el Desconocido de Fantasía —Sandra se encogió de hombros—. Pero uno de ellos es el Desconocido de Fantasía, ¿cierto?

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El Club de las Excomulgadas Aimee acarició el costado de su vaso de agua con la punta de un dedo, siguiendo una gota de condensación. —Esa es información clasificada. Sandra entrecerró los ojos. ¿Por qué parecía que Aimee de pronto estaba siendo reservada? Casi como si el Desconocido de Fantasía fuera alguien completamente diferente. El calor llameó a través de ella ante el pensamiento. ¿Podría ser que realmente hubiera estado con tres hombres diferentes en la cabaña aquel fin de semana? ¿Su Desconocido de Fantasía había sido realmente alguien totalmente extraño que nunca había conocido siquiera? Oh. Dios. ¿En realidad debería encontrar ese pensamiento tan increíblemente erótico? Aimee la volvió a mirar. —Tal vez sea tiempo de volver a ir a la cabaña. Estoy bastante segura de que podría arreglarlo para este fin de semana. ¿Qué dices?

Aimee asintió mientras ella mascaba su lechuga, luego tragó. —Y podrías experimentar algo del punto dos. Bondage. Sandra señaló a su amiga con su barra de pan. —Parece que tienes esa lista memorizada. Aimee sonrió. — ¿Y tú no? Sandra se rió. —Supongo que sí — ¿Cómo podría no hacerlo? Pensamientos de hacer esas cosas con sus nuevos amantes, y con Devlin, ocupaban su mente, y sus sueños, constantemente.

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— ¿Con Craig y James?

Sus entrañas dolían de necesidad. Sólo había una cosa que ocupaba más su mente. Se lamió los labios.

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El Club de las Excomulgadas — ¿Y tú crees que tal vez… podrías volver a arreglar una visita de mi Desconocido de Fantasía? Aimee se rió. —Por supuesto. ***** Devlin alcanzó el teléfono celular que vibraba en su bolsillo. —Hola. —Estás volviendo loca a la mujer. Devlin sonrió. Aimee. — ¿Alguna mujer en particular? Dejó su libro sobre la mesa al lado de la taza de café, estiró las piernas, y se desplomó sobre la silla tapizada en la acogedora cafetería al lado del río.

— ¿Por qué dices eso? —Nos reunimos hoy para el almuerzo y me contó acerca de anoche. Por cierto, ¿una mujer que debía someterse totalmente a ti? Él se rió mientras recordaba cómo se habían abierto los ojos de Sandra, luego sus pupilas se habían dilatado con excitación sexual. O así le había parecido por sus siguientes comentarios. Por supuesto, él no lo había encontrado del todo divertido la noche pasada. De hecho, había huido de ahí tan rápido como pudo. Si no lo hubiera hecho, habría despertado en la cama de ella esta mañana, con su plan totalmente arrojado por la ventana. —Pensé que eso la asustaría —le dio un sorbo a su café.

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—Sabes exactamente qué mujer. Estás volviendo loca a Sandra.

— ¿Qué? ¿Calentarla con tu dominante masculinidad? —Tenía que pensar en algo —No tenía idea que tendría ese efecto en ella. ¿Quién imaginaría que amenazar con dominar a una mujer como Sandra actuaría como un afrodisíaco? 135

El Club de las Excomulgadas —Buen movimiento. Él sonrió. — ¿Entonces es así como me ves? — ¿Qué quieres decir? — ¿Me ves como dominante y masculino? —Noo. Pero Sandra claramente sí. De hecho, ahora mismo parece que eso es todo en lo que puede pensar. El pensar que Sandra estuviera pensando en él de ese modo, fuerte y sexy, dominándola en el dormitorio, hizo que le doliera la entrepierna. — ¿Entonces por qué te contó acerca de eso? —preguntó él.

Él golpeó el asa de su taza con la punta de un dedo. —Pero le dije la verdad. —Seguida por una loca excusa. Todo lo que hiciste fue confundirla. Él gruñó. —No, está bien. Todo está bien. Sólo que no creo que debieras esperar mucho tiempo. — ¿Debido a su historia con James? ¿Crees que eso lleve a una relación seria después de todo? —Creo que facilitaría que ella se involucrara sexualmente —dijo Aimee—, pero me dijo que todavía no quiere quedar atrapada en nada serio.

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—Porque no entiende por qué no actúas de acuerdo a tu atracción por ella.

El alivio lo inundó. —Pero… no sé —continuó Aimee—. Sandra me parece el tipo de mujer que quiere estar en una relación. Tener sexo con Craig y James ciertamente la

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El Club de las Excomulgadas mantendrá distraída por un rato, pero en algún punto ella va a querer asentarse en una relación. Con su lujuria no correspondida en el pasado, James tiene una ventaja. Ya que ella quiere estar contigo ahora, ¿por qué no…? —Aimee, tengo que apegarme al plan. No quiero ser parte de una multitud. Cuando esté conmigo, quiero que sea especial. —Cariño, si vosotros dos sois el uno para el otro, entonces estar juntos va a ser especial sin importar quién más esté alrededor, o lo que hagáis juntos. De eso se trata el amor. Él miró por la ventana a los patos que nadaban a lo largo del brillante río, dejando que las palabras se asentaran.

Pero… ¿y si ella no lo amaba? —Devlin, sé que quieres una oportunidad para siempre con ella, pero sabes, nadie puede garantizar eso al inicio de ninguna relación. A veces simplemente tienes que arriesgarte. ¿Arriesgarse? Ya se había movido demasiado rápido antes. Había sido demasiado confiado. Y había perdido a la chica. Esta vez no. —El plan funcionará —tenía que creer eso—. Será bueno para Sandra disfrutar más aventuras eróticas. —Está bien. Hay por lo menos cuatro cosas más en la lista. Él podía oír la sonrisa en la voz de ella.

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Creía absolutamente que eso era cierto. Y sabía que amaba a Sandra.

— ¿Puedes apartar el sábado para otra actuación como su Desconocido de Fantasía? —Por supuesto —Recuerdos de Sandra acostada en el colchón inflable

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El Club de las Excomulgadas debajo de él con su rostro contorsionado en éxtasis hicieron que le latiera la polla. Su papel como el Desconocido de Fantasía lo mantenía como parte de las aventuras eróticas de Sandra. Y le daba la oportunidad de competir con James. Puede que Sandra no supiera que el Desconocido de Fantasía era Devlin, pero sus sentimientos por ella trabajaban a su favor, porque estaba seguro de que ella podía sentir el amor en su toque. ***** La noche del miércoles, Sandra se fue a dormir frustrada y ansiosa porque llegara el viernes. A la mañana siguiente se despertó todavía temblando con placer extático. Apretó los muslos, cabalgando el final del orgasmo, pero sin la dureza de un hombre dentro de ella se desvaneció rápidamente. Suspiró y yació tumbada sobre la cama, las sábanas empapadas y enredadas alrededor de sus piernas y su top

Oh, Dios, quería un hombre real. No estos sueños caóticos y confusos. Siempre representando su Desconocido de Fantasía. Esta vez cuando él salió de las sombras, tenía el rostro de James. Lo cual no tenía sentido, porque estaba bastante segura de que el desconocido era Craig. Pero no totalmente segura. Tal vez se equivocó cuando descartó a James. Había pasado tanto tiempo desde que había estado con un hombre. Ya no sabía qué pensar. Ahora mismo, todo lo que sabía con seguridad era que se estaba muriendo por ir otra vez a la cabaña. Estar con los dos hombres. Sentirlos haciéndole el amor. Sus duros penes dándole placer. Incluso el pensamiento enviaba cosquillas recorriendo su columna, y hacía que sus entrañas tuvieran espasmos de necesidad.

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subido, dejando desnudos sus senos.

Miró el reloj. Siete treinta y cinco. Alejó la sábana de una patada y salió de la cama, luego corrió al baño a ducharse. Quince minutos más tarde, fue a la cocina, su nariz crispándose por el aroma terroso de la mezcla asiática que había preparado en la cafetera la noche anterior. Puso algo de pan en la tostadora, luego 138

El Club de las Excomulgadas se sirvió una taza y bebió un sorbo, apreciando el cuerpo poderoso y grande realzado por sus matices de hierbas y el suave sabor a canela. No había empacado ésta para la cabaña porque sabía que a Aimee no le importaría. Una vez que la tostada estuvo lista, le echó mantequilla, luego se la comió junto a la encimera, pensando en el trabajo que tenía que tener hecho para el final de la semana. En el bus, volvió a revisar el informe que detallaba los requerimientos para el complejo formulario Web que tenía que desarrollar. Esa era la tarea más grande que tenía que completar para el viernes. Llegó al trabajo alrededor de diez minutos antes, terminó algunas de las tareas más pequeñas, luego se puso a trabajar en el formulario. Después de casi dos horas, echó un vistazo al código HTML frente a ella, preguntándose por qué la página Web no hacía lo que quería. Golpeteó el escritorio

—Oye, ¿qué pasa? —Aimee se sentó en la silla color azul real para invitados de Sandra. —Tengo problemas para poner a trabajar apropiadamente este formulario de entrada. Aimee se paró y miró por sobre el hombro de Sandra. Aimee se inclinó y señaló la pantalla. —No has cerrado tu tabla de columnas. Sandra se quedó mirando el código donde señalaba Aimee. —Maldición, tienes razón. He estado mirando esto durante quince minutos. ¿Por qué infiernos no lo vi? —Bueno, puedo pensar en dos razones realmente buenas.

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con el lápiz mientras trataba de comprender qué estaba mal con el código.

Por la diversión que curvaba los labios de Aimee, Sandra supo que se refería a James y Craig. Y estaba absolutamente en lo cierto. Aimee se volvió a sentar. —Y acerca de eso. Odio decirte esto, pero no

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puedo ir el viernes.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Trece Sandra sintió que el color escapaba de su rostro. — ¿Quieres decir que no iremos este fin de semana? Aimee se rió. —No te haría eso. Se estiró y arrancó el lápiz de los dedos de Sandra, quien se dio cuenta que lo había estado agarrando con tanta fuerza que le sorprendió no haberlo partido en dos. —Si tienes que esperar otra semana —continuó Aimee— serás un caso perdido. No puedo ir el viernes, pero puedo llegar el sábado.

—No. Quiero decir que yo me atrasaré, pero no veo ninguna razón para que tú no puedas irte el viernes. Los chicos estarán ahí. — ¿Cómo llegaré a la isla? No sé cómo llevar un bote. Y no estoy segura de poder encontrar la isla —Afuera en el agua, toda la arbolada línea de la costa se veía igual para ella, y había varias islas en el lago. —No es problema. Puedes reunirte con los chicos en el puerto y ellos te llevarán en su bote. ¿Eso está bien, no? Toda la noche del viernes en la isla, sólo ella y los dos hombres increíblemente sexys… Sus entrañas se sacudieron. —Oh, síp. Eso estará bien.

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—Entonces sólo nos estamos atrasando un día —Oh, gracias a Dios.

***** Todo el viernes, durante el trabajo, Sandra apenas pudo concentrarse en lo que estaba haciendo. Los pensamientos de ver a James y Craig mantenían sus 141

El Club de las Excomulgadas entrañas hirviendo a fuego lento. De algún modo terminó el formulario Web y se lo envió a su jefa para que lo comentara. Cualquier cambio sería manejado la semana siguiente. Finalmente, llegaron las cinco. Reunió sus cosas y se detuvo en el escritorio de Aimee. — ¿Vas de camino? —preguntó Aimee. —Síp. ¿Todavía tienes trabajo? —preguntó Sandra. —Bueno, sabes, estaba pensando en eso. Quizá podría terminar esto en las próximas dos horas o algo así, y podríamos comer una cena tardía y estar en la cabaña a las once más o menos.

Aimee se rió y ondeó su mano atrás y adelante. —No te preocupes. Sólo estoy bromeando. No te haría eso. Por un lado, creo que estallarías si tienes que esperar otra hora, no digamos cuatro. Y… —Le hizo un guiño— Asumo que esperas con ansias pasar un tiempo a solas con los chicos. Sandra suspiró. —Tú sabes que no es que no te quiera ahí, es sólo… Aimee se volvió a reír. — ¡Sólo vete! Sandra sonrió y se volvió, luego se apuró hacia el ascensor. Alguien sostuvo la puerta para ella y se metió, luego presionó P2. Había llegado en coche hoy para poder salir directamente. Su maleta y una nevera con provisiones ya estaban guardadas en el maletero. Saltó al auto y manejó por el estacionamiento subterráneo, luego salió hacia

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El estómago de Sandra se retorció. —Oh, uh… síp seguro.

la brillante luz del sol. Hizo su camino entre el espeso tráfico del centro en la hora punta, sonriendo todo el camino. Alrededor de una hora después, condujo dentro del pequeño puerto y aparcó el coche.

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El Club de las Excomulgadas Abrió el maletero y sacó la nevera con ruedas que Aimee le había prestado. Era del tipo que decía que mantenía el hielo congelado por más de cinco días, lo cual era genial ya que había tenido que dejarla en el auto todo el día. Había guardado suficiente comida para ella y Aimee para el fin de semana. Sacó su pequeña maleta y la puso encima de la nevera, luego aseguró el auto. Tirando la nevera detrás de ella, se dirigió al muelle que albergaba el bote de Aimee. Ella le había dicho que el bote de Craig estaba cinco lugares más allá. —Hola, preciosa. Aquí estás —Craig la saludó con la mano a lo lejos en el muelle. El verlo de pie ahí sin camisa, el tatuaje del tigre arrastrándose por su brazo y sus músculos extremadamente bien definidos y abultados, se le cortó la respiración.

Oh, señor, quería pasar sus manos por todo él. Sentir la dureza de ese cuerpo arrebatador extremadamente masculino. Sentir esos fuertes brazos alrededor suyo y derretirse totalmente contra él. Ser consumida por sus besos eróticamente agresivos. Ella alejó su mirada, moviéndose hacia James, que estaba de pie en el bote. Sonreía. Usaba una camisa ligera de algodón, el frente abierto revelando sus músculos rígidos y bien esculpidos. No tan corpulento como el de Craig, aunque no menos excepcional. Craig caminó hacia ella, luego le quitó la manilla de la nevera y la llevó hacia el bote. Levantó la nevera, con maleta y todo, y se la tendió a James que la alzó hasta el suelo del bote al lado de su nevera. James la tomó de la mano y la ayudó a subir al bote que se mecía. La calidez de sus dedos envolviendo los de ella

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Dios mío, ¿qué hacía ese hombre para ejercitarse?.

le puso la piel de gallina. Sandra miró alrededor, un poco nerviosa de que los chicos mostraran alguna expresión de afecto.

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El Club de las Excomulgadas Si uno de ellos la abrazara ahora mismo, con sus hormonas alzándose, puede que se dejara llevar. — ¿Tuviste un buen viaje desde la ciudad? —preguntó James. Ella asintió y conversó un poco acerca del tráfico y su semana de trabajo, sentada en uno de los asientos que miraban a la parte posterior del bote. Craig estaba sentado en el asiento del conductor, lo cual la dejaba espalda con espalda con él. Podía sentir el calor de su cuerpo a sólo centímetros detrás de ella. James soltó las amarras del muelle, luego se sentó al frente en el asiento del pasajero. El motor aceleró y el bote se alejó del muelle. En pocos momentos, estaban en mar abierto y el bote avanzaba mientras agarraba velocidad. Su corazón golpeaba con anticipación mientras el pequeño navío chocaba arriba y abajo sobre

Estarían muy pronto en la isla. El aire le azotaba el cabello alrededor mientras observaba las blancas crestas de la estela detrás de ellos. Miró a lo largo de la costa y notó varias humaredas de barbacoas mientras los cocineros puertas afuera preparaban la comida de la noche. Bastantes familias, o grupos de amigos, ya estaban sentados alrededor de mesas de picnic, comiendo. El estómago de Sandra se quejó, pero ahora mismo el hambre de comida no era su principal prioridad. El bote bajó la velocidad y ella miró alrededor para ver que se estaban dirigiendo hacia la costa. Reconoció las familiares boyas de neón naranjas dispersas alrededor para marcar las rocas. Craig se ubicó junto al muelle de madera y el bote chocó ligeramente contra este. James se puso de pie y bajó al muelle, agarró las cuerdas unidas a la madera, y sujetó los extremos alrededor de los amarres del bote.

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el agua, luego se asentó en un tranquilo viaje.

Le ofreció la mano a Sandra y ella la tomó para estabilizarse mientras bajaba al muelle. Luego la tiró hacia adelante y envolvió sus brazos alrededor de ella. Sus labios capturaron los suyos, su lengua ahondando en su boca. Ella pasó las manos por sus hombros, luego alrededor de su cuello, mientras enredaba su lengua con la 144

El Club de las Excomulgadas de él. Craig se acercó por detrás de ella, entonces su mano le acarició su nalga derecha y apretó. James soltó sus labios y Craig la giró. —Oh, nena, he estado esperando por esto —Los brazos de Craig la rodearon y sus labios devoraron los suyos. Su lengua abrasó el interior de su boca. Las manos de James se curvaron alrededor de sus caderas, luego se deslizaron hacia arriba por sus costados, deteniéndose justo debajo de sus senos. La atrajo hacia atrás, alejando un poco su cuerpo del de Craig, entonces las manos de James se deslizaron sobre sus senos envolviéndolos en sus cálidas palmas. Craig le acarició el culo y empujó su pelvis apretándola contra la suya. Un gran bulto la saludó, enviando calor a través de ella y provocando un tremendo dolor en su entrepierna. James se arqueó hacia adelante, presionando su impresionante bulto

Oh, Dios, apenas podía respirar. Con todo el calor que la atravesaba, le sorprendía que no saliera vapor de sus oídos. Arrastró las manos por el pecho de Craig, amando la sensación de músculos duramente esculpidos bajo las puntas de sus dedos. Él le soltó los labios y ella jadeó en busca de aire. Bajó acariciándolo hasta el vientre luego sobre su bulto, ya más grande y más duro de lo que había estado hacía unos momentos. Bajó el cierre y se deslizó dentro, ansiosa por sentirlo en su mano. Envolvió sus dedos alrededor de su caliente carne y apretó, luego lo acarició arriba y abajo. Una de las manos de James se deslizó por su vientre, pasando su ombligo. Ella contuvo el aliento mientras sus dedos empujaban debajo de la pretina de su pantalón corto y atravesaba el elástico de sus bragas. Entonces se deslizó por debajo y hacia abajo.

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contra su trasero.

Ella apretó la gran polla de Craig mientras la mano de James se deslizaba sobre sus rizos, luego a lo largo de su muy mojada hendidura. Jadeó cuando él empujó dos dedos dentro de ella. Su otra mano se deslizó por sus caderas y la atrajo

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El Club de las Excomulgadas apretadamente contra él, la longitud de su erección ubicándose entre sus nalgas. Tan duro y largo. Ella siguió acariciando la gran polla de Craig mientras él le acariciaba el cuello con la nariz, luego encontró el borde de su camiseta de tirantes. Sus grandes manos se deslizaron por debajo y encontraron sus senos y los ahuecó. Los dedos de James arremolinaron dentro de ella. Craig le levantó la camiseta y miró con admiración sus senos cubiertos de encaje, luego empujó una copa hacia abajo y se inclinó hacia adelante para tomar un pezón en su boca. Los dedos de ella soltaron su dura vara. Las sensaciones de su caliente boca sobre su sensible protuberancia y de los dedos de James dentro de su mojada abertura acariciándola, la abrumaron de placer. Entonces Craig chupó y James encontró su clítoris. Ella contuvo el aliento y hacia atrás contra James y gimió de placer. Mientras flotaba de vuelta a la tierra, todavía colapsada contra James, los chicos se rieron. Craig la besó. —Creo que nos has extrañado —dijo Craig. Todavía recuperando el aliento, ella lo miró con los ojos muy abiertos. — Por supuesto que sí. Ella tiró de su camiseta de tirantes por sobre su cabeza y la arrojó al bote, después caminó hacia la costa. Se sacó las sandalias a patadas, luego se sacó el pantalón corto mientras caminaba hacia los arbustos que conducían al bosque, entonces se movió hacia una gran roca que tenía la altura justa para sentarse. O acostarse. Se giró y desabrochó su sujetador, luego lo dejó caer al suelo. Ambos

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se aferró al hombro de Craig, luego jadeó mientras un orgasmo la bañaba. Cayó

hombres la observaban hambrientamente mientras metía los pulgares bajo el elástico de sus bragas y las empujaba hacia abajo, luego las pateó a un lado. Se alzó delante de ellos totalmente desnuda, sus pezones duros y distendidos. Se los acarició, luego ahuecó sus manos debajo de sus senos y los alzó. 146

El Club de las Excomulgadas — ¿Veis algo que os guste? —Se sentía perversa y lasciva. Ambos hombres avanzaron y cada uno tomó un pezón en su boca. Hundiéndose en la fría roca, ella se deleitó en el placer de sus bocas calientes chupándola. Craig le acarició el estómago, luego deslizó las puntas de sus dedos sobre su húmeda hendidura. Cuando separó más sus piernas, él deslizó los dedos dentro de ella. Ella acarició con su mano la cabeza de James, deslizando sus dedos entre sus ondas castaño oscuro, y él alzó la cabeza y sonrió, luego la besó en los labios. Ella alcanzó la hebilla de su cinturón y tiró de él hacia adelante luego le bajó el cierre y buscó dentro por su polla. La sacó, entonces amorosamente deslizó los dedos sobre ésta. —Mmm —Se inclinó hacia adelante y lamió su bulboso glande, luego giró

Craig se arrodilló frente a ella y lamió su hendidura. Ella echó la cabeza hacia atrás y murmuró un suave sonido de aprobación mientras apretaba el eje de James. Acarició el corto cabello castaño arena de Craig, luego tiró un poco hasta que él alzó la cabeza. —Quiero tu pene —dijo ella. Él sonrió y se puso de pie. —No puedo discutir con eso —se bajó la cremallera y sacó su enorme erección. Ella la agarró con su otra mano y la besó. Ahora miró fijo hacia las dos grandes pollas, una en cada mano. Lamió a Craig, después a James otra vez. Envolviendo sus labios alrededor del glande de James, apretó y chupó, luego lo soltó y capturó el aún más grande de Craig en su boca. Lamió el extremo con su

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su lengua alrededor de la punta.

lengua, luego la giró alrededor de la punta. Lo soltó, entonces presionó los dos penes juntos y lamió ambos. De la base a la punta, una y otra vez, girando su lengua ida y vuelta mientras la arrastraba hacia

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El Club de las Excomulgadas arriba. Los atrajo hacia ella y miró fijo los glandes, los apretó juntos, luego lamió las puntas. Capturó a Craig con su boca, luego abrió más amplio y apretujó dentro a James también. Ambos glandes en su boca. Chupó y ambos hombres gruñeron. Envolvió una mano alrededor de cada uno de ellos y acarició arriba y abajo. Chupando. Acariciando. Les ahuecó las bolas, y las acarició, luego volvió a acariciar sus varas. Los tomó un poco más profundamente, llenando su boca imposiblemente llena, luego volvió a chupar. Más fuerte. La mano de Craig le ahuecó la cabeza. —Oh, síp, muñeca. Eso es genial. Ella encontró sus bolas otra vez y las acarició mientras su lengua giraba sobre sus puntas. Luego acarició detrás de sus bolas, y chupó largo y fuerte.

líquido caliente. Ella los acarició, luego los liberó y sonrió. James sonrió. — ¿Es momento para ir a sacar las cosas del bote? Ella apretó las manos alrededor de sus pollas. —Ni lo sueñes. Se puso de pie y agarró a Craig alrededor de la cintura, luego lo ubicó frente a la roca. Desabrochó su cinturón y empujó hacia abajo su pantalón. Él se sacó sus jeans a patadas, luego sus bóxer verde bosque. Ella presionó la mano sobre su pecho hasta que él se sentó, entonces se subió a su regazo, sus pantorrillas metidas a los costados de sus muslos. Tanto como quería que la follara, su pene lánguido no le haría ningún bien ahora, así que movió su cuerpo contra el de él, arrastrando sus senos por su pecho sólidamente esculpido. Sus duros pezones presionados contra él

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James explotó primero, Craig justo después que él. Llenaron su boca con

mientras lo abrazaba con fuerza, cerrando los labios sobre los de él y empujando su lengua dentro de su boca. La lengua de él onduló contra la de ella, luego se hundió en su boca, encendiendo sus sentidos.

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El Club de las Excomulgadas Ella sintió su polla alzándose entre ambos. Envolvió su mano alrededor de ésta y apretó, luego presionó la cabeza de su eje semi erecto contra su abertura que goteaba. Lo pasó a lo largo de su hendidura, atrás y adelante. Pronto su pene estaba tan sólido como una roca. Lo centró contra su abertura, luego se hundió lentamente sobre él. Contuvo el aliento mientras su inmensa erección empujaba profundamente dentro, estirándola. Sus brazos se envolvieron alrededor de sus hombros musculosos y se acurrucó contra él, disfrutando de la sensación de ser empalada por su impresionante pene. James se rió. — ¿Os gustaría estar solos? Sandra sonrió. —No hay manera de que desperdicie un segundo hombre.

él estuvo acostado, ella se empujó hacia arriba con sus rodillas, disfrutando la sensación de su glande acariciando su vagina mientras ella alzaba su cuerpo. Él se soltó y ella se inclinó hacia adelante, presentándole a James su parte posterior en invitación. La mano de él le acarició el culo, entonces ella sintió su dura carne presionando contra su hendidura. Él se deslizó dentro de su vagina, empujando profundamente. Él rebotó dentro y fuera un par de veces, luego se salió. Ella agarró la polla de Craig y se volvió hundir sobre esta. El caliente y resbaloso glande de James presionó contra su abertura trasera y se deslizó lentamente hacia adelante. Pronto su glande estuvo completamente inmerso en ella. Se detuvo, dándole tiempo para relajarse. Ella respiró profundamente mientras él empezaba a avanzar otra vez. Después de unos momentos largos y eróticos, toda su vara estuvo dentro de ella.

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Presionó su mano sobre el pecho de Craig y lo echó hacia atrás. Una vez que

Oh, Dios, se sentía tan llena. Dos grandes pollas dentro de ella. Apretó sus músculos. —Muñeca, estoy tan cerca —dijo Craig.

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El Club de las Excomulgadas —Señor, yo también —James le acarició el culo. Ella apoyó sus manos sobre la roca, luego meció su pelvis hacia adelante. El dedo de Craig encontró su clítoris. Un placer agudo la abrasó. Se meció atrás y adelante. Los hombres empezaron a moverse, empujando dentro de ella, luego atrás, luego profundo otra vez. James le ahuecó los senos y los apretó suavemente mientras la volvía a penetrar. El placer aumentó, entonces estalló a través suyo mientras un orgasmo explotaba a través de cada célula de su cuerpo. Ella gimió ante las increíbles sensaciones que pulsaban a través de ella y explotó en éxtasis. Jadeó en busca de aire, ambos hombres sujetándola apretada entre ellos. Entonces suspiró. —Eso ha sido… —Se sacó el largo pelo negro de la cara—. Oh, Señor,

James se rió mientras se salía. Craig se puso de pie, alzándola con él, luego la besó. —Creo que podrías descansar después de esto —Craig la alzó y la arrojó sobre su hombro, luego la agarró de los muslos y empezó a caminar hacia el sendero. El suelo se balanceaba debajo de ella mientras estaba echada sobre su hombro, disfrutando del paseo. La mano libre de él le acariciaba el culo desnudo, e incluso en su estado saciado, pudo sentir eróticos estímulos de nuevo. ¡Iba a ser un fin de semana largo e increíblemente excitante! ***** — ¿Qué son todas estas cosas? —Sandra miró la bolsa de compras de tela roja que Aimee había dejado sobre la cama frente a ella.

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vosotros chicos sois… —Sacudió la cabeza—. Quiero decir… ¡sólo wow!

—Lo traje para que lo uses esta noche —dijo Aimee. Sandra levantó una de las correas de cuero, una gruesa banda negra unida a un anillo de metal. 150

El Club de las Excomulgadas —Eso es para tu muñeca. Hay otra más, también —Aimee recogió una delgada correa de cuero. Mientras la alzaba, Sandra notó que tenía otras correas unidas a esta—. Este es el arnés corporal que usarás. Sandra alzó una ceja. — ¿En serio? —Querías intentar algo de bondage, ¿no? — ¿Eso no significa simplemente que los chicos me aten o me pongan esposas o algo así? —Claro, puedes hacer eso, ¿pero por qué no probar un completo? Sandra arrancó el arnés de los dedos de Aimee y lo miró fijo. —Ni siquiera estoy segura de cómo ponérmelo.

Sandra frunció los labios mientras se sacaba la ropa. Una vez que estuvo de pie sólo con sujetador y bragas miró a Aimee. —Sigue —le dijo. Sandra bajó la mirada a su sujetador y bragas azul pastel. No era exactamente lo que elegiría para usar con cuero negro. Buscó en la bolsa para ver si Aimee había traído algo apropiado, pero no pudo encontrar ningún sujetador o bragas, de cuero o algo más en la bolsa. —No traje un sujetador negro —Aunque sí tenía unas bragas negras. —No es necesario. Usa sólo esto. Nada más. Nada. ¿Entiendes?

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—No te preocupes por eso. Te ayudaré.

—Oh. Sandra se estiró y desabrochó su sujetador, luego dejó caer sus bragas al suelo y se salió de ellas.

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El Club de las Excomulgadas —Aquí, pasa esto por la cabeza. Sandra metió la cabeza por debajo de la correa de cuero que sostenía Aimee y ella acomodó el arnés sobre los senos de Sandra, las correas formando un triángulo alrededor de cada uno. Aimee caminó detrás de Sandra y pasó una correa alrededor de su cintura, luego abrochó la pequeña hebilla. Todavía colgaban sueltas un par de correas en el frente. —Está bien, tengo que poner las otras correas entre tus piernas y abrocharlas aquí atrás —dijo Aimee. Sintiéndose un poco extraña, Sandra abrió sus piernas. Ella y Aimee se habían cambiado juntas muchas veces, pero esto era… diferente. Aimee buscó entre los muslos de Sandra para agarrar las correas, luego las espejo. —Mira. Te ves preciosa. Los chicos estarán fascinados. Sandra miró al espejo y sonrió. El arnés era realmente bastante atractivo. Los ángulos de las correas que rodeaban sus senos enfatizaban su forma suave y redondeada. El diamante formado por las correas estiradas hacia afuera a cada lado por la correa de la cintura, luego hacia abajo entre sus piernas enfatizaba su estómago plano y atraía la atención hacia su… oh, coño. —Ese pequeño corazón es realmente lindo —Aimee sonrió. —Tal vez debiera hacer eso con mi vello púbico —Ella frunció los labios. — Pero primero tendría que dejar que creciera y eso duele.

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abrochó a la de la cintura. Se puso de pie y giró a Sandra para que enfrentara el

—Estoy segura que lo que tienes ahora está… bien —Sandra no estaba acostumbrada a conversar acerca del recorte del vello púbico con Aimee, pero entonces, la naturaleza de su relación parecía estar cambiando. —Ahora sólo pondremos las correas en tus tobillos y muñecas. 152

El Club de las Excomulgadas — ¿Los tobillos también? —preguntó Sandra. Aimee se rió. —Síp. ¿De qué otro modo podrán ponerte como águila extendida? El pensamiento envió calor inundando el sistema de Sandra. Por primera vez desde que Aimee se había presentado con la bolsa roja con cositas, Sandra empezó a pensar en el hecho de que los chicos la verían con este atuendo que no cubría nada, y le harían cosas como… bueno, cosas de bondage. Aimee se puso de pie y empezó a sacarse la ropa. —No te importa ayudarme con el mío, ¿no? —Oh, uh… claro. Aimee la miró. — ¿No te importa que participe esta noche, verdad?

Aimee le había preguntado hacía un par de días si podía participar en la sesión de bondage y Sandra había aceptado. ¡Después de todo, no parecía justo que Sandra acaparara a todos los chicos! Especialmente después que Aimee proveía no sólo los chicos, sino también la isla. —Lo sé, pero te ves como que te lo estás pensando mejor. Sandra sacudió su cabeza. Había visto a Craig y Aimee teniendo sexo en la plataforma de nado la primera mañana que habían estado en la isla, luego habían hecho un cuarteto al día siguiente. No había razón para que fuera tímida acerca de Aimee uniéndose a ellos esa noche. —Estoy bien con ello. Ahora vamos a prepararte para que podamos

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—No, por supuesto que no. Ya te lo dije.

empezar a tener algo de diversión. Aimee se rió. —Está bien entonces. Diez minutos después, Aimee se alzó delante de Sandra usando un arnés

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El Club de las Excomulgadas similar. Ambas se pusieron batas de satén y sandalias, luego salieron hacia la otra cabaña. Caminaban a través del bosque siguiendo el sucio sendero. Sandra oyó un chasquido entre los árboles a su izquierda, como si alguien, o algo estuviera caminando por ahí. — ¿Aimee, hay osos en la isla? — ¿Osos? No, ¿por qué lo…? El sonido del crujido de un arbusto detuvo las palabras de Aimee. Sandra se apuró, Aimee siguiéndola cerca desde atrás.

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Repentinamente, Aimee chilló.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Catorce Antes de que Sandra pudiera echar un vistazo detrás de ella, algo la agarró. Ella contuvo el aliento cuando un gran brazo se deslizaba alrededor de su cintura y tiraba de ella hacia atrás... contra un cuerpo sólido. Una mejilla rasposa se frotó contra la de ella y notó el tatuaje de un tigre en el brazo que la rodeaba. —Hola —murmuró la voz de Craig en su oído. Ella exhaló, dejándose caer contra él. La hizo girar, luego la apoyó contra un árbol. Sosteniendo sus brazos inmóviles por encima de su cabeza, su sólido cuerpo presionándola con fuerza contra la corteza, su boca engranándose con la de beso, dejándola sin aliento. Ella empujó contra el fuerte agarre de sus manos, la adrenalina corriendo a través suyo. Él se rió y le rozó el cuello con sus labios, luego lamió intensamente ese punto sensible en la base, justo sobre el hombro. Hormigueos recorrieron su espalda y ella quiso derretirse contra él. En cambio, arqueó su cuerpo como si tratara de escapar. Él presionó aún más su cuerpo contra ella, inmovilizándola contra el estrecho tronco del árbol, sus pechos aplastados contra su sólido pecho. Él deslizó sus manos por su cadera. Sus grandes manos ahuecaron su culo a través de la seda y tiró con fuerza de ella contra su pelvis. Un bulto muy grande la presionó. Se retorció contra él, repentinamente ansiosa por ver esa gran polla suya. Sostenerla. Acariciarla. Sentirla deslizándose dentro.

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ella y su lengua empujó en su boca. La devoró con un hambriento y apasionado

Oh, Dios, su interior estaba dolorido por él. Él alejó su boca y su mirada intensa la atravesó. —No trates de escapar.

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El Club de las Excomulgadas Tenía que concentrarse en respirar. La excitación estremeció todo su cuerpo. Este hombre musculoso, grande y masculino, la sostenía inmovilizada contra un árbol, su cuerpo aplastando el de ella, y le decía que era su prisionera. Insinuándole que tenía la intención de dominarla. Ella respiró hondo. Dominarla. Ella exhaló. Salirse con la suya con ella. — ¿Qué…? —Su voz salió como un graznido, por lo que carraspeó y volvió a empezar—. ¿Qué vas a hacer conmigo? Él rió entre dientes, con un brillo diabólico en los ojos. Presionó sus labios contra su oído y murmuró: —Sabes exactamente lo que haré —Sonrió e hizo un gesto con su cabeza hacia James, que sujetaba un collar de cuero alrededor del cuello de Aimee—. Y mi compañero, también. Ambos disfrutaremos de nuestro

Él se retiró y ella casi se tambaleó hacia delante. La estabilizó, luego le dio la vuelta y le agarró ambos brazos. Los colocó detrás de ella y sostuvo sus muñecas juntas con una mano. Lo sintió hurgar en su bolsillo, luego escuchó el sonido de metal contra metal. Le soltó las muñecas, pero no pudo tirar de estas hacia delante. Echó un vistazo a Aimee y James que estaban a su derecha y se dio cuenta de que James había unido las muñecas de Aimee juntas fijándolas a un mosquetón con un anillo en cada puño, como si fueran esposas. Craig dio un paso delante de ella, sacó un collar negro de cuero del bolsillo de su cadera, lo deslizó alrededor de su cuello, y lo abrochó. Junto a ellos, James abrochó una correa de cuero al anillo en el collar de Aimee, mientras que Craig sacaba una tela negra de su bolsillo, la deslizaba sobre los ojos de Sandra, y la ataba

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tiempo contigo y tu amiga.

detrás de su cabeza. Era extraño estar de pie en el bosque con sus ojos cubiertos. En la oscuridad total.

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El Club de las Excomulgadas Como la noche con su Desconocido de Fantasía. ¿Era Craig su Desconocido de Fantasía? ¿Volvería a vivir esa maravillosa experiencia de nuevo con él? Pero esta vez tenía la intención de dominarla. Tomarla por la fuerza. Oh, Dios, ¡qué excitante! No sería igual que la otra noche. Esa vez había sido intenso, pero sobretodo tierno y amoroso. Esa noche también prometía ser intensa, pero de una forma turbulenta e impresionante. Casi tenía miedo de descubrir que Craig era su Desconocido de Fantasía. O incluso James, debido a que eso lo cambiaría para siempre.

largo año sin ningún hombre, de ella creando el recuerdo de lo que sería hacer el amor con un hombre. Quien fuera el que había protagonizado esa parte le había dado algo tan perfecto, tan precioso, que tenía miedo de arruinarlo para siempre. Sintió el dedo de Craig deslizarse sobre la parte delantera de su collar, después deslizarlo a través del anillo. Tiró de ella hacia delante. Caminó cerca de ella, tan cerca, que sus muslos se rozaban entre ellos a medida que avanzaban. —Sube —dijo Craig. Ella tanteó con la punta de su pie hacia adelante y sintió una superficie vertical. Arrastró su pie hacia arriba. Recto. Un escalón. Levantó su pie hasta que sintió un tope. La parte superior del escalón. Colocó su pie sobre éste, luego con cuidado, movió su otro pie sobre el escalón siguiente. Craig la guió por otros dos escalones más. Sobre la terraza de su cabaña.

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Tal vez su perfecto recuerdo de esa noche era sólo una manifestación de su

Oyó una puerta deslizándose abierta y la instó a seguir adelante. Un momento después, la puerta se cerró. Ellos continuaron caminando, luego giraron. ¿Hacia un dormitorio? 157

El Club de las Excomulgadas Craig la hizo caminar hacia adelante, luego sostuvo sus hombros firmes, manteniéndola en su lugar. Sandra escuchó un tintineo, a continuación, James dijo: —Quítate la bata. Oyó el susurro de tela. Él debía haber liberado las manos de Aimee. Uno de los hombres lanzó un silbido. —Bueno, bueno... Esa es una vista muy sexy —Oyó decir a James. Hubo silencio por unos momentos y ella no supo lo que estaba pasando, entonces oyó el suave gemido de Aimee y eso le dio una idea aproximada. —Ahora, quítale la bata. Un segundo más tarde, Sandra sintió un toque suave contra sus muñecas, a Alguien tiró del cinturón de Sandra, tironeando un poco, luego se soltó. Unos dedos suaves rozaron a lo largo de su cuello, entonces debajo del cuello de su bata. Abajo por la solapa. Separando la tela. Lentamente. Ella contuvo el aliento cuando el aire frío barrió a través de su pecho. Sus pezones se arrugaron mientras la bata lentamente era bajada por sus hombros, luego sus brazos. Finalmente cayó al suelo y la piel de gallina bailó a través de su piel. —Campanas del infierno, ese es un par de tetas sensacional —dijo Craig. Sus mejillas se ruborizaron y se volvió intensamente consciente de su respiración, especialmente de cómo cada aliento que tomaba elevaba sus pechos.

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continuación, la tensión entre ellas se aflojó. Dejó caer las manos a sus costados.

Ambos hombres estarían mirándolos fijamente, observando sus distendidos pezones endurecerse. —Tócalos —ordenó James. Sandra no sabía si le estaba hablando a ella o a Aimee, pero las manos

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El Club de las Excomulgadas suaves de Aimee cubrieron los senos de Sandra. Los masajeó un poco, luego los acarició en la parte inferior. —Me gustaría ver esos pezones un poco más duros —dijo James. Aimee acarició el pezón de Sandra con suavidad. Zumbó y se endureció aún más. Entonces una boca suave y cálida cubrió su otro pezón. La lengua de Aimee jugó ligeramente sobre la protuberancia de Sandra. Burlándose. Luego lo chupó suavemente, lo que provocó un hormigueo intenso a través de su seno. La vagina de Sandra dolió con necesidad. —Muy agradable —dijo James—. Ahora bésala. Las manos de Aimee ahuecaron las mejillas de Sandra, luego suaves labios acariciaron los de Sandra. La lengua de Aimee se sumergió dentro de la boca de respondiendo. —Oh, síp, nena —Rió por lo bajo Craig—. Eso es lo que me gusta ver. Aimee profundizó el beso, deslizando sus brazos en torno a Sandra y atrayéndola contra su cuerpo. Sus pechos se aplastaron unos contra otros como calientes cojines eróticos. Los pezones duros de Aimee se presionaron contra Sandra, haciendo que sus propios pezones se endurecieran aún más. —Está bien, eso es suficiente —La voz de James sonó ronca. Sandra podía imaginar que su gran polla estaba presionando tan duro contra sus pantalones que debía ser doloroso. Ella casi se rió cuando los labios de Aimee liberaron los suyos. Dos fuertes muñecas agarraron sus brazos y los levantaron, separándolos ampliamente, entonces oyó el sonido ahora familiar de metal sobre

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Sandra. Fue tan suave y dulce el toque, que Sandra se encontró a sí misma

metal, mientras unían sus muñecas a algo por encima de su cabeza. Un momento después, sintió sus brazos ser tironeados hacia arriba. Pronto se encontró parada sobre los dedos de sus pies. Entonces la presión 159

El Club de las Excomulgadas se tensó contra sus muñecas mientras sus dedos de los pies dejaban el suelo. Sus piernas colgaron libres debajo de ella. Sin ver. Sin suelo estable bajo sus pies. Ella se sentía tan... vulnerable. Oyó un ruido metálico de cadena y se dio cuenta que ella ya no se movería más. Los hombres agarraron sus muslos y los levantaron. Sintió que algo se deslizaba debajo de cada muslo, el sonido de cadenas tintineando. Cuando los hombres le soltaron las piernas, éstas quedaron suspendidas, una especie de correa ancha sosteniéndolas elevadas. Ahora colgaba en el aire, sus muñecas, por encima de su cabeza, bien separadas, sus piernas suspendidas en frente de ella, también muy separadas. Sus brazos abiertos... sus piernas abiertas... su cuerpo básicamente desnudo.

No podía cubrirse o defenderse de estos falsos captores de ninguna manera. Se sentía increíblemente sexy. Unos dedos se movieron a lo largo de la parte posterior de su cabeza, luego su venda se soltó. Aimee, estaba parada frente a ella, la desnudez de su cuerpo enfatizada por las correas negras de su arnés. James estaba a su lado, la venda en su mano. La arrojó a un costado. Ella echó un vistazo hacia arriba y vio que sus muñecas estaban unidas a cada extremo de una barra de metal y sus piernas eran sostenidas por unos cabestrillos de cuero negro que colgaban de cadenas también adjuntadas a la barra. Craig desenganchó una cadena de la pared, y Sandra vio el tatuaje del tigre en su brazo mientras se sentía a sí misma descender. Cuando su cadera estuvo a la altura de la cintura, el movimiento se detuvo y Craig volvió a recolocar la cadena.

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Todo estaba abierto a ellos.

James se puso detrás de Aimee y la posicionó directamente delante de Sandra. Las manos de él ahuecaron la parte inferior de los senos de Aimee y los levantó. —Son tan hermosos. Me gustaría que los lamieras.

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El Club de las Excomulgadas James movió a Aimee hacia delante, sosteniendo un seno hacia Sandra. El pezón de color rosa oscuro se alzaba firme y orgulloso. Sandra extendió su lengua y lamió a través de la superficie rugosa de la aureola, luego sobre el duro brote. Ella arremolinó su lengua sobre el pezón varias veces. Los ojos de Aimee se cerraron y murmuró un sonido apreciativo. James le ofreció el otro pezón a Sandra y ella lo lamió. —Ahora tómalo en tu boca y chúpalo —La instruyó James. Sandra abrió su boca y lo tomó dentro. Arremolinó su lengua sobre este otra vez, entonces succionó ligeramente. Craig, que ahora estaba de pie detrás de Aimee, acarició su desnudo trasero

—Con más fuerza ahora —Los ojos azules grisáceos de James brillaron. Ella chupó más duro y Aimee gimió. James lamió el otro pezón, luego lo pellizcó. Mientras ellos dos chupaban, los gemidos de Aimee se hicieron más fuertes. Finalmente, James se apartó. —Suficiente. Sandra liberó el duro pezón, deseando que alguien le hiciera algo a sus doloridos pezones. Ella consiguió su deseo cuando Craig se inclinó y comenzó a chuparle uno. James guió a Aimee hacia la pared y enganchó su correa a un gancho, luego regresó para chupar el otro pezón de Sandra. El placer vibró a través suyo ante la sensación de las bocas calientes de dos

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mientras miraba a Sandra.

hombres sobre ella. La mano de James acarició arriba y abajo por su muslo, acercándose, pero no lo suficiente, a su dolorida vagina. La mano de Craig acarició su otro muslo, ligeramente, en pequeños círculos. Cada vez que se movía hacia arriba por su muslo, se acercaba a su hendidura. Podía sentir el calor fundido 161

El Club de las Excomulgadas llenando su apertura. El dedo de James acarició sobre una de las correas del arnés entre sus piernas, luego delineó el pequeño corazón formado por sus rizos recortados. Los dedos de Craig encontraron sus pliegues. Se deslizaron a lo largo de ellos, luego se sumergieron entre éstos, acariciando suavemente su apertura. Ella contuvo el aliento. —Muy húmeda —Craig sonrió—. A ella le gusta esto. —Bueno, a lo mejor le gustará esto, también —James desabrochó sus jeans y los dejó caer al suelo, luego dio un paso detrás de ella. Él ajustó las cadenas que sostenían arriba sus muñecas para que sus hombros bajaran hasta que su espalda estuvo horizontal. Dejó caer sus bóxers al contra su mejilla. Ella giró y abrió su boca, ansiosa de sentir esa polla maravillosa en su boca. Él la empujó contra sus labios y ella lo lamió, luego empujó más hondo, hasta que llenó su boca. Los dedos de Craig, que habían dejado de moverse mientras observaba a James, acariciaron a lo largo de su húmeda hendidura de nuevo. Entonces un dedo se deslizó dentro. James empujó su polla más profundamente en su boca. Craig acarició en su interior, luego deslizó otro dedo. Mientras Craig la acariciaba, el calor ardió a través suyo. Ella chupó la gruesa y dura polla de James. Los dedos de Craig desaparecieron, luego sintió sus labios en la cara interna de su muslo. Ella tembló mientras su boca se movía sobre sus pliegues. Él lamió su hendidura y ella respiró hondo, luego chupó más duro sobre James. James gimió cuando la lengua de Craig encontró su clítoris. Él lamió y acarició el sensible nudo, enviando misiles a través de sus entrañas.

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suelo y su dura polla se balanceó hacia delante. Se acercó más y presionó su glande

James empujó profundamente y Sandra relajó su garganta y se abrió para acomodarlo. Él se retiró y ella lo soltó, entonces lamió su eje. Él se acercó y ella lamió sus firmes y afeitadas bolas.

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El Club de las Excomulgadas Craig chupó su clítoris y ella jadeó. —Vas a hacer que se corra —dijo James. Inmediatamente, Craig se detuvo. —No quisiera que eso sucediera tan pronto… Craig se puso de pie y dejó caer sus pantalones cortos al suelo, luego arrojó lejos sus bóxers. Envolvió su mano alrededor de su enorme polla y se acercó a su cara, del lado opuesto a James. Le ofreció su polla y ella la lamió, luego la tomó en su boca y acarició el glande con su lengua. Después de un momento, él empujó más adentro, entonces se impulsó dentro y fuera mientras ella lo apretaba en su boca. Él se soltó y ella giró su cabeza de nuevo hacia James. Él se deslizó en su boca, luego se impulsó. Ella chupó y apretó. James se salió, entonces se colocó chupándolo con fuerza mientras James la lamía. Él encontró su clítoris y jugueteó con éste sin piedad. Ella succionó duro sobre la polla de Craig, luego la soltó y gimió ante las intensas sensaciones hinchándose a través suyo. Oleadas de placer se elevaron en ella y supo que, en cualquier momento, llegaría su primer orgasmo. Entonces James se apartó. —Esta cautiva está un poco demasiado dispuesta. Me gustaría un poco de resistencia. Sus entrañas se apretaron cuando diminutos espasmos estallaron. ¡Tan condenadamente cerca! Craig sonrió. —Tienes razón.

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entre sus piernas y le lamió la hendidura. Ella gimió luego se tragó a Craig otra vez,

Craig caminó hacia Aimee y liberó su correa de la pared. Unió sus muñecas juntas detrás de ella otra vez, luego la llevó al otro lado de la habitación. James ajustó las cadenas en las muñecas de Sandra, tirando de ella hacia arriba hasta que quedó en una posición sentada. Luego se acercó al armario y 163

El Club de las Excomulgadas agarró otra barra como de la que Sandra estaba suspendida. La colocó en el suelo al lado de Aimee y ató uno de los tobillos de Aimee a un extremo mientras que Craig unía el otro tobillo al otro extremo. En esencia, esto forzaba a las piernas de Aimee a abrirse ampliamente. James se puso de pie, se movió detrás de ella y ahuecó sus pechos. Ella se retorció como si tratara de resistirse. Craig acarició su cadera, luego se arrodilló y lamió su ombligo. Luego fue más abajo. Con sus piernas sostenidas abiertas, Aimee no se podía resistir. Sandra miraba con fascinación como la lengua de Craig rodaba sobre su hendidura, entonces encontró su clítoris. Su propio clítoris dolía por más atención. James apretó y acarició los pechos de Aimee mientras Craig se daba un

Aimee jadeó y él se apartó. Se puso de pie y apretó su polla contra su apertura. Entonces su larga y rígida polla se deslizó dentro de ella. La vagina de Sandra se apretó, la necesidad ardiendo a través suyo. Aimee gimió suavemente mientras esa enorme polla la llenaba hasta la empuñadura. Luego se retiró. Su eje brillaba con la humedad de Aimee. James se movió alrededor y él la presionó contra la pared, luego ubicó su dura polla en su apertura y empujó en su interior. Sandra observó la polla de James hundirse en Aimee. Oh, Dios, ella quería sentir eso ahora mismo. James se deslizó dentro y fuera varias veces, luego se hizo a un lado. Craig tomó su lugar y empujó su polla dentro de ella, embistiéndola lentamente un par de

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festín con su clítoris.

veces. Entonces James otra vez. Cuando él se retiró, Craig sonrió y miró a James. —Me siento con ganas de un sándwich. ¿Qué tal tú? —preguntó Craig. —Definitivamente. 164

El Club de las Excomulgadas Craig agarró los hombros de Aimee y la atrajo hacia delante. Ella cojeó hacia él, tratando de mantener su equilibrio con sus piernas separadas por la barra. Cuando llegaron a la cómoda, Craig se detuvo, luego la agarró por las caderas y se empaló a sí mismo en su interior. Luego se apoyó en la cómoda mientras James se adelantaba. Sandra se lamió los labios mientras James, todavía mojado de la humedad de Aimee, presionó contra su apertura trasera y se movió hacia delante. Poco a poco, su larga polla desapareció en su culo. La respiración de Sandra se incrementó mientras veía a su amiga de pie allí con dos pollas grandes en su interior. Las mejillas de Aimee estaban muy sonrojadas y su respiración era ruidosa y errática. Los hombres comenzaron a moverse y Aimee gimió.

Los hombres aumentaron la velocidad de sus embestidas, golpeando en Aimee mientras sus gemidos se incrementaba. —Oh, Dios... oh, ¡sí! —Aimee gimió, luego aulló cuando un orgasmo la reclamó. Los hombres embistieron, más y más rápido. Craig gimió. Entonces lo hizo James. Ambos se derrumbaron contra ella, intercalándola entre sus cuerpos duros. Sandra quería llorar por la desesperación. Finalmente, los hombres se retiraron de Aimee. Craig liberó sus tobillos y James desabrochó sus muñecas. Ella se acercó a la butaca junto a la cama y se dejó caer en ésta, acurrucándose como un gato frente al fuego, una sonrisa de satisfacción en su rostro.

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El deseo vibró a través de Sandra ante el espectáculo.

La mirada de Sandra cayó a la polla flácida de Craig, y luego a la de James. Maldita sea, ella los deseaba ahora, pero los necesitaba erectos. Recordando que querían resistencia, ella arqueó su cuerpo. 165

El Club de las Excomulgadas —Liberadme —Levantó su cadera, luego la bajó, entonces lo hizo con sus pechos, ondularon hacia arriba y abajo como si ella tratara de liberarse de las cadenas. La observaron, sonriendo. La polla de Craig se sacudió un poco. —Aimee, tienes que ayudarme. Aimee sonrió. —Oh, cariño, no sabes lo que te pierdes. Esas grandes pollas llenaron mi interior. Follándome tan duro —Ella echó un vistazo hacia los hombres—. Pero esas pollas no van a hacerte mucho bien en su estado actual —Les guiñó un ojo—. Así que, por supuesto, te ayudaré. Aimee se puso de pie y caminó hacia Sandra. Ella acarició a lo largo de la cintura de Sandra, luego, sobre sus pechos. Sandra tomó aire ante la dulce

Aimee siguió acariciando su cuerpo, arriba y abajo. Sobre sus pechos, por su vientre, sobre su cadera. Se movió entre sus piernas y la acarició por debajo de su ombligo, luego... más abajo. Cuando los delicados dedos acariciaron sobre su húmeda carne, Sandra gimió, luego respiró hondo cuando la lengua recorrió a lo largo de su hendidura. Sus dedos se deslizaron en su interior y Sandra se apretó a su alrededor. —Oh, cariño. Realmente necesitas que estos hombres te follen —Ella sonrió—. Y por como veo las cosas, muy pronto estarán listos. Sandra miró a su alrededor para ver a los dos hombres acariciando sus pollas semi-erectas. Aimee lamió a lo largo de la hendidura de Sandra de nuevo, luego encontró

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sensación.

su clítoris. Sandra lanzó un grito de placer. —Whoa allí —Craig agarró los hombros de Aimee y la apartó—. Ahora es nuestro turno.

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El Club de las Excomulgadas Las manos de James ahuecaron sus pechos y la atrajo con fuerza contra él. Ella se arqueó contra sus manos, sus pezones clavándose en sus palmas calientes. Él le acarició el cuello con la nariz, enviando estremecimientos que bailaron a través suyo. Craig se paró frente a ella, le agarró las rodillas y las separó ampliamente. Escalofríos se extendieron por sus terminaciones nerviosas ante su brusquedad. Dio un paso adelante y presionó su polla dura como el hierro contra su humedad. James aumentó la presión sobre sus pechos, luego los acarició. Craig empujó hacia delante. Ella jadeó cuando la empaló, su enorme polla estirándola. Él meneó su cadera, haciendo que su pene se moviera en espiral dentro de ella. Ella gimió ante las sensaciones exquisitas. Continuó y siguió, mareándola de placer. James soltó sus pechos, luego se trasladó frente a ella. Craig se retiró. ella quiso llorar de desilusión. Entonces James se adelantó. Su polla se condujo hacia delante, penetrándola profundamente. Ella lo apretó con fuerza, deseando tirar de él tan profundamente como pudiera. Él inclinó la pelvis hacia delante y atrás en un movimiento oscilante, enviando ondas de sensación floreciendo dentro de ella mientras su polla masajeaba su pasaje. Él se retiró, luego se puso detrás de ella otra vez. Ella sintió su resbaladizo glande presionando contra su apertura trasera, entonces la presión. Su apertura se extendió mientras él empujaba hacia delante, ampliándose alrededor de la corona. Una vez que su glande estuvo dentro, se detuvo. Craig presionó su polla en su hendidura y se alivió hacia delante, llenándola lentamente. Antes de que estuviera dentro todo el camino, James se movió de

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Lentamente. Su grueso glande acariciando su pasaje. Cuando él se salió finalmente,

nuevo hacia delante, también. Ambos presionando en ella al mismo tiempo. Dos largos ejes duros. Empujando más profundo. Contuvo el aliento ante las intensas sensaciones.

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El Club de las Excomulgadas Luego se detuvieron, ambos sumergidos totalmente. Ninguno se movió. Simplemente la sostuvieron encerrada entre ellos. Ambos hombres apretados con fuerza contra ella, al frente y a su espalda. Pechos duros y musculosos. Grandes y anchos hombros. Largos ejes duros en su interior. Finalmente, ella exhaló e inhaló aliento. Comenzó a retorcerse, necesitando más. Craig se rió entre dientes y comenzó a retroceder. Luego se movió de nuevo hacia delante. Entonces, ambos hombres comenzaron a moverse. Empujando en ella. Retirándose. Adelante de nuevo. Ellos encontraron un ritmo que incendió sus sentidos. Se impulsaron profundamente. Embistiendo. Estirándola. Sus entrañas estaban doloridas por el placer que inundaba cada célula, el cual aumentaba con cada repentina embestida. Sus manos se hicieron puños. Ella quería aferrarse a los ella. Ella respiró cada vez más rápido a medida que ellos aceleraban el ritmo, sus pollas sumergidas en ella. El placer ardió por todo su cuerpo, catapultándola a una explosión de pura dicha. Ella dejó escapar un gemido conmovedor, luego se convirtió en un grito estridente, mientras ellos continuaban golpeando en su interior, lanzándola hacia el éxtasis. James gruñó, seguido inmediatamente por Craig. Sintió el calor en su interior mientras ambos llegaban a su clímax. Ellos dejaron de moverse, colapsando en su contra. James la acarició con la nariz detrás de la oreja y Craig ahuecó la parte posterior de su cabeza y la besó. Un

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anchos hombros de Craig, pero sus muñecas estaban suspendidas por encima de

dulce y suave beso. Evocando a su Desconocido de Fantasía. Su mirada fue hasta su rostro. ¿Era Craig su Desconocido de Fantasía?

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Quince Sandra estaba sentada en el césped delante de James, los brazos de él alrededor de su cintura mientras ella se reclinaba hacia atrás contra él. Su mejilla descansaba contra su cabello. Después de la sensacional sesión de bondage, los cuatro se habían acurrucado por un rato en la cama, luego los chicos habían cocinado algo de carne en la barbacoa. Después de la cena, todos se sentaron en el césped bajo las estrellas con una botella de vino y miraban hacia el agua brillante mientras conversaban. Sandra sorbió su vino, luego suspiró, disfrutando de estar justo ahí, justo entonces. Una suave brisa levantó un rizo de su cabello y bailó contra su rostro. James lo puso tras su oreja.

Aunque el pensamiento de acurrucarse bajo una manta con James tenía un claro atractivo, Sandra sonrió y sacudió la cabeza. —No, estoy bien, gracias. No quería moverse del sitio. Ella miró hacia Aimee, que se veía bastante cómoda contra el costado de Craig, los brazos de él alrededor de su cadera. La mirada de Sandra vagó hacia el tatuaje del tigre arrastrándose por su brazo y sobre su hombro. —Realmente me gusta ese tatuaje tuyo, Craig —dijo Sandra—. ¿El tigre tiene algún significado? Craig sonrió y rotó el hombro, flexionando los músculos de su brazo. —En la mitología oriental, un tigre representa poder. De hecho, está a la par con el

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— ¿Tienes frío? —preguntó él—. Podría traer una manta del interior.

dragón. Aunque un montón de gente se hace tatuajes de dragones. Yo quise hacer algo un poco diferente. Aimee se rió. — ¿Síp? Eso no fue lo que me contó tu hermana.

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El Club de las Excomulgadas Los ojos de Craig se entrecerraron. — ¿Cindy te contó acerca de mi tatuaje? —Así es, grandulón. ¿Quieres contarnos toda la historia, o debería escupirla yo? Él se rió. —Está bien. Yo soy quince años mayor que Cindy, y cuando ella tenía unos cuatro, yo tenía una camiseta preferida, con rayas, la cual me gustaba usar. Una vez cuando la estaba usando, Cindy dijo que yo era rayado igual que un tigre. Gruñí y jugamos un rato. Después de eso ella empezó a llamarme “Tigre”. El sobrenombre quedó y cuando ella era adolescente, me retó a que fuera a hacerme el tatuaje de un tigre. — ¿Entonces fue ahí cuando fuiste y te lo hiciste? —preguntó Sandra, imaginando a un rudo Craig con una pequeña de cuatro años. Qué imagen más

—No exactamente. Si hiciera todo lo que me retaba a hacer, estaría cubierto de tatuajes y piercings, con el pelo verde, viviendo en Bora Bora. O Alaska —Él acarició el cabello de Aimee—. Cuando ella estaba en su último año de secundaria, ella luchaba con sus notas y le dije que si lograba el diploma de honor, me haría el tatuaje —Miró alrededor hacia los ojos observadores de ellos—. Oye, no creí que realmente lo lograra, pero esa chica estudió por venganza. Aimee lo codeó en el pecho. —Síp, y me contó que la ayudaste a cada paso del camino —Aimee miró a Sandra—. Sólo es un gran blando. — ¿Blando? —Craig apretó sus brazos alrededor de la cintura de Aimee y la tiró contra él—. Puede que sea grande, pero no blando. Los ojos de Aimee se ampliaron y sus labios se alzaron en una gran sonrisa. —Oh, tienes razón —Se giró hacia él y acarició su mejilla con un dedo, luego se

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adorable.

inclinó y lo besó. Él la puso sobre su regazo, luego su boca volvió a encajar con la de ella y le dio un beso largo y duradero. Cuando la soltó, ella lo miró con ojos brillantes, sus mejillas ruborizadas y su respiración acelerada.

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El Club de las Excomulgadas James acarició con la nariz la parte posterior del cuello de Sandra y estremecimientos bailaron por su columna. Su mano subió acariciando, luego cubrió su seno. La acarició mientras observaban a Craig besar a Aimee de nuevo. ¿Sugeriría James entrar a la cabaña y darles algo de privacidad a Craig y Aimee? ¿O simplemente empezaría algo ahí mismo en el césped? Sonrió ante el pensamiento. Esa era la belleza de esta pequeña isla. Podían ser libres y abiertos, sin preocuparse porque la gente de las cabañas de los alrededores pasaran por ahí. Tenían total privacidad. Le gustaba la idea de estar fuera al aire libre, las estrellas por encima de sus cabezas, los árboles rodeándolos. Hacer el amor a la luz de la luna. Tan romántico. Y sexy.

esperando que se les unieran. Más temprano había sido estimulante, ser tocada por Aimee. Tocar a Aimee. Sabiendo cuánto excitaba a los hombres. Recordando cuánto la había excitado a ella. La mano de Craig se deslizó debajo de la bata de Aimee y Sandra podía ver su mano moviéndose debajo de la tela, acariciando el seno. El pezón del otro seno se marcó, el tenso contorno visible a través de la sedosa tela. Los propios pezones de Sandra empujaron hacia adelante. James ahuecó su otro seno y acarició los dos. El calor hirvió a fuego lento dentro de ella. Lo quería otra vez. Su pene grande y duro. También el pene grande y duro de Craig. Quería que ambos hombres se acostaran en el suelo, sus desnudas erecciones enfrentando las estrellas mientras Aimee y Sandra los lamían como altas piruletas, luego subir a bordo y

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Y sin preocuparse por Craig y Aimee justo al lado de ellos. De hecho,

cabalgarlos hasta el cielo. —Mmm… —Aimee miró su reloj.

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El Club de las Excomulgadas Aimee se sentó erguida y la tela de su bata se empujó hacia los costados debido a la mano de Craig por debajo revelando el costado de su seno desnudo. —Sandra, deberíamos irnos. Sandra ladeó la cabeza con sorpresa. — ¿En serio? Pero todavía es temprano —Sandra no tenía idea de qué hora era. Sólo sabía que no quería que la noche terminara todavía. Craig alejó sus manos de los senos de Aimee. Un poco de su oscuro pezón se asomó antes de que ella se cerrara la bata. James se puso de pie, ayudando a Sandra a pararse también. —Os acompañaremos de vuelta.

No era propio de Aimee interrumpir una velada de este modo, pero tal vez estuviera realmente cansada. Ella tuvo que trabajar hasta tarde anoche y probablemente había salido temprano esta mañana para venir hasta aquí. James sostuvo la mano de Sandra mientras caminaban a lo largo del sendero a través del bosque. Una vez que llegaron a la cabaña, Aimee se detuvo. —Sabes, es una hermosa noche. Es una pena entrar… —Aimee sonrió hacia Sandra—. Creo que deberías dormir afuera. Sandra frunció el ceño. — ¿Estás loca? Aimee se rió. —No realmente. La hamaca es muy cómoda, y el aire

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Las cejas de Sandra se fruncieron. —Está bien.

nocturno es… excitante. — ¿En serio? Claramente, Aimee tenía algo en mente. Y a juzgar por las salvajes 172

El Club de las Excomulgadas experiencias que Sandra había disfrutado desde que seguía los consejos de Aimee, Sandra supo que sería inteligente seguirle la corriente. —Síp. Y no tienes que preocuparte por ningún desconocido en el bosque. Estarás perfectamente a salvo. Un escalofrío bailó por la columna de Sandra. Su Desconocido de Fantasía. Eso era lo que Aimee estaba dando a entender. —Está bien. Dormiré en la hamaca —Dormiría en el suelo si eso es lo que Aimee le decía que hiciera para estar con su Desconocido de Fantasía. Sandra caminó hacia la hamaca tejida que colgaba entre dos árboles robustos.

— ¿No puedo? Aimee sacudió la cabeza. Sandra desató el cinturón y echó un vistazo hacia los hombres, observándola. Ah bien, ambos la habían visto desnuda así que ser tímida ahora no tenía sentido. Abrió la bata y la dejó caer al suelo. Habiéndose sacado el arnés antes de la cena, ahora estaba de pie totalmente desnuda ante ellos, disfrutando del calor de las miradas de los hombres. La hamaca había sido colgada bastante alto, pero vio un banco con escalones a su lado, así que subió y se sentó en la hamaca. —Creo que deberías acostarte de lado —sugirió Aimee. La hamaca era bastante ancha. Sandra se acostó tal como Aimee había

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—Espera —Aimee caminó hacia ella—. No puedes dormir con tu bata.

sugerido, con los árboles a cada lado de ella. —Está bastante iluminado, con la luz de la luna y todo, así que aquí tienes una máscara de noche para bloquear la luz —Aimee sacó una máscara de satén negro del gran bolsillo de su bata y se la tendió a Sandra. Sandra se la puso sobre

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El Club de las Excomulgadas los ojos y tiró de las correas elásticas alrededor de su cabeza. La máscara quedó cómodamente en su lugar. —Oh, y sólo para que no te caigas durante la noche te vamos a atar a la hamaca. Ella sintió que ataban sus muñecas con correas, luego unas manos atrajeron sus brazos a cada lado de ella y los ataron a la hamaca. —Buenas noches —dijo Aimee. Sandra oyó pasos en los escalones de la terraza, luego los sonidos de la puerta corrediza abriéndose y cerrándose. Se quedó acostada al aire libre, con los grillos cantando preguntándose si realmente quería quedarse sola aquí afuera por mucho tiempo. Pero seguramente su Desconocido de Fantasía vendría pronto. De mientras que el otro había acompañado a Aimee al interior. O posiblemente el otro hombre se había quedado afuera para mirar. Pero mientras estaba ahí acostada, la calidez del vino todavía calentando sus entrañas, el suave susurro de las hojas altas encima de ella, se encontró relajándose. El cansancio la bañó y se durmió. Lentamente, emergió a la consciencia mientras sentía algo suave como un pétalo rozando contra su mejilla, luego su nariz. El dulce olor de una rosa llenó sus fosas nasales. Luego unos labios rozaron el costado de su cuello. Se le puso la piel de gallina. Las manos de él rozaron sobre sus senos, acariciando suavemente. Sus pezones se marcaron, anhelando su toque. Se arqueó contra él, suspirando suavemente. Su mano se alejó.

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hecho, cualquiera que fuera el hombre probablemente se había quedado afuera

Un momento después, él le acarició las pantorrillas, luego los muslos. Ella se abrió, queriendo sentir su toque contra sus resbalosos pliegues, pero él le agarró los tobillos y se sintió siendo arrastrada por la hamaca hasta que sus piernas colgaban

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El Club de las Excomulgadas por el borde, sus rodillas sostenidas por la tela. La hamaca se ladeó, dejándola en una posición sentada. Él le separó más las piernas y ella sintió sus piernas musculosas entre sus muslos. Luego sus manos le ahuecaron la cara. Sus labios se unieron y la lengua de él giró dentro de su boca. Ella suspiró, aceptándolo. Tan dulce. Tan tierno. Sus brazos la rodearon y la atrajeron contra él. Sus senos se presionaron contra su pecho duro y desnudo. Tan sólido y firme. Podía sentir su larga polla presionando contra su estómago. Dura y lista para ella. —Oh, te deseo —No podía envolver sus brazos alrededor de él porque estaban estirados sobre su cabeza, todavía atados a la hamaca. Él se alejó de ella, entonces sus labios encontraron su pezón y ella suspiró. Su otra mano le acarició el otro pezón. Ella se arqueó mientras él le lamía la dura

—Sí, tócame. Quiero sentir tus manos sobre mí —No podía verlo u oírlo, excepto por su respiración, así que quiso romper el silencio entre ellos. Él le acarició los senos, provocando un pezón con sus dedos mientras chupaba el otro, volviéndola salvaje. —Oh, sí. Eso es tan bueno… Él besó hacia abajo por su estómago, luego sobre los rizos. Su lengua trazó un sendero alrededor del corazón que formaban. Sus dedos acariciaron sobre sus pliegues, luego se deslizaron dentro. Ella se apretó alrededor de él. Lista y ansiosa. Desesperada por sentirlo en ella. *****

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protuberancia. Luego chupó y ella gimió.

El pene de Devlin estaba tan duro que pensaba que estallaría. Había llegado a la cabaña a las ocho, tal como planeó con Aimee, y esperó entre los arbustos hasta que Aimee había traído a Sandra y los otros de vuelta a la cabaña. Pensar en

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El Club de las Excomulgadas volver a hacerle el amor le tenía la polla hinchada, especialmente sabiendo lo que Aimee había planeado para Sandra más temprano esa noche; Sandra atada y suspendida, usada como el juguete de los hombres. Cuando había visto a los cuatro saliendo del bosque, los celos lo habían inundado, pero habían volado al ver el cuerpo desnudo de Sandra una vez que ella dejó caer la bata al suelo. Después encontró excitante ver a los hombres observándola con hambre en sus ojos. Ahora ella yacía en la hamaca delante de él, sus piernas extendidas sobre el borde, bien separadas, lista para él. Ella quería que la tocara. Su caliente pasaje interior le apretaba los dedos. Estaba empapada y lista para él. Sacó los dedos de su calor, luego le acarició el clítoris. Se inclinó hacia adelante y lo lamió, luego presionó la punta de su lengua contra el botón. Ella se retorció, luego gimió suavemente mientras él lamía más fuerte. Luego la chupó y

Estaba tan caliente y mojada… Su polla palpitaba de necesidad. —Te quiero dentro de mí —Sus palabras ahogadas lo volvieron salvaje. Se puso de pie y presionó su glande contra la resbaladiza abertura. Oh, Señor, estaba tan caliente y mojada. Empujó hacia adelante, permitiendo que su glande se deslizara dentro. ***** Sandra apretó el gran glande dentro de ella. Él arremolinó un poco, pero no le dio nada más. Quería esa gran polla todo el camino hasta dentro. —Por favor, fóllame —jadeó cuando él se metió dentro de ella con una profunda embestida.

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sus gemidos aumentaron.

Él la sostuvo apretada contra su pelvis. Ella envolvió sus piernas alrededor de él, conteniendo el aliento ante la sensación intensamente plena. Entonces él retrocedió y volvió a meterse profundamente. Ella ya estaba tan cerca… Sus

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El Club de las Excomulgadas embestidas incrementándose mecieron la hamaca. Mágicas sensaciones se agitaron a través suyo, luego rebotaron a lo largo de sus terminales nerviosas. Su gran pene se volvió a hundir en ella una y otra vez. El placer golpeó a través de su cuerpo, luego la dicha estalló dentro de ella mientras se disparaba hacia un glorioso orgasmo. Él bombeó un par de veces más, entonces se puso rígido contra ella mientras la llenaba de calor. Ella suspiró y colapsó contra la hamaca. Él se retiró, luego lo sintió ajustar la hamaca debajo de sus piernas otra vez. Le soltó una de las manos, luego la atrajo hacia su otra mano y las ató juntas. Un momento después, se subió a la hamaca detrás de ella y se acurrucó en posición de cucharita. Ella se quedó dormida en la

***** Sandra despertó a la mañana siguiente con el sol brillando sobre su rostro y una suave manta encima. Se apartó el pelo de la cara y se dio cuenta de que sus muñecas ya no estaban atadas a la hamaca. Se quitó la máscara y miró detrás de ella, pero ya sabía que su Desconocido de Fantasía se había ido. Lo supo en el momento en que despertó. Estar en sus brazos la noche anterior había sido sensacional. Su ternura… la manera amorosa en que la tocaba… el modo en que su corazón palpitaba cuando él estaba cerca… Todas estas cosas la hacían sincronizar con él extraordinariamente. Mucho más allá de lo que sentía con James y Craig. Aunque su Desconocido de Fantasía fuera uno de ellos.

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calidez de sus brazos, los labios de él acariciando su cuello con increíble ternura.

Era como si hubiera una verdad más profunda que compartían cuando estaban juntos. Como si al vendarle los ojos, él pudiera mostrar su verdadero yo. Mostrar lo mucho que sentía por ella. Y presentía que él tenía sentimientos muy profundos por ella. Tal vez incluso… amor.

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El Club de las Excomulgadas Pero eso era ridículo. No quería que ningún hombre se enamorara de ella ahora mismo. Y seguro que no quería enamorarse. No todavía. Eric había sido el único hombre con el que había estado antes de venir a la cabaña con Aimee. Devlin tenía razón. Necesitaba aprovechar este tiempo para experimentar con distintos hombres. Para ser un poco salvaje. Para ser libre. Rodó de espaldas y se quedó mirando los árboles mientras las aves trinaban en las ramas. Sus entrañas se agitaron con anhelo por estar otra vez con su Desconocido de Fantasía. Ah, maldición. Tal vez si pudiera averiguar de una vez por todas si era James o Craig… pero no. Eso no ayudaría. Probablemente saber lo haría todavía más difícil. Por lo menos ahora, cuando estaba con ellos sin la pretensión del emocional. Si supiera cual era, podría quitar el equilibrio y complicarlo todo. ***** —Oye, dormilona —Aimee caminó hacia la hamaca llevando una gran toalla de playa azul—. Te traigo una toalla. Vayamos a nadar. Sandra empujó sus pies por el borde de la hamaca y se puso de pie. Aimee le tendió la toalla y Sandra la envolvió alrededor de su cuerpo, luego siguió a Aimee, similarmente vestida con sólo una toalla de playa, hacia el sendero. —A propósito, taché los puntos uno y dos de la lista. Ser mantenida cautiva y bondage —Aimee sonrió. —Eso significa que sólo quedan dos.

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Desconocido de Fantasía, todos pasaban un buen rato aunque sin apego

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Dieciséis Sandra se rió. —Qué mal que no tengamos más tiempo aquí, para que podamos terminar con ellos. No podía creer que realmente había hecho la mayor parte de las cosas de su lista. Durante el transcurso de dos cortas semanas, se había convertido en una mujer salvaje. ¡Y le encantaba! —No te preocupes. Todavía quedan muchos fines de semana este verano. Minutos después, estaban en la playa en donde habían ido a nadar desnudas esa primera mañana en la isla. Craig las saludó desde la plataforma, en donde

James descansaba sobre su espalda sobre la plataforma, también desnudo. Aimee se rió y se despojó de la toalla, luego corrió al agua. Sandra arrojó su toalla a un lado y la siguió. Nadó directamente hacia la plataforma y se subió, luego se paró enfrente de James, bloqueando el sol. Él abrió sus ojos y le sonrió. —Buenos días. —Lo son —acordó ella, luego se arrodilló sobre sus muslos y envolvió su polla con sus manos. Había estado yaciendo quieta sobre sus piernas, pero ante su toque, cobró vida. Ella la acarició, la hizo crecer y endurecer en su mano. Una cosa asombrosa, de verdad.

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estaba de pie completamente desnudo, luego se echó un clavado en el agua.

Con su mano libre, acarició su seno, los pezones ya duros por el agua fría. Él cubrió su otro pecho con su mano caliente y lo acarició. Ella lo quería. Ahora. Se pellizcó el pezón, luego acarició hacia abajo por su estómago hasta su apertura, entonces se acarició a sí misma, sintiendo su humedad. Presionó la polla de él contra su hendidura y se deslizó a sí misma sobre él. 179

El Club de las Excomulgadas —Oh Dios, se siente tan bien —dijo él—. Supongo que me echabas de menos. —Oh, síp —Ella lo apretó dentro suyo, luego se levantó y se deslizó hacia abajo de nuevo. Lo cabalgó arriba y abajo, llenando su pasaje con su dura vara, llevando placer a través suyo. Este brotó y la atravesó mientras gemía su liberación. Él gimió y la llenó con líquido caliente. Ella rodó sobre su espalda y miró alrededor. Craig y Aimee estaban sentados en un lado de la plataforma mirándola, Craig acariciando su propia polla enorme. Su mirada se movió al tatuaje del tigre

Abrió los brazos hacia él. —Craig. ¿Qué opinas? Craig miró a Aimee, y ella sonrió y asintió. Él se arrastró sobre ella y presionó su enorme polla en su entrada. Jadeó mientras se introducía directo en ella. Envolvió sus brazos alrededor de sus grandes y anchos hombros. —Fóllame. Duro. Él sonrió y besó su nariz. Luego retrocedió y volvió a hundirse en ella. Y otra vez. Machacó en ella, catapultándola a otro orgasmo. Ella se aferró a sus hombros mientras gemía, olas de placer barriendo a través suyo. Él se tensó y gruñó. Craig la rodó sobre su costado y se acostó junto a ella. Mientras su respiración regresaba a la normalidad, oyó un gemido y miró alrededor. La polla de

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sobre su bíceps. Tan sexy.

James empujaba dentro y fuera de Aimee al otro lado de la plataforma. No sintió nada de celos observando a James follarse a Aimee.

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El Club de las Excomulgadas Pero si supiera que él era su Desconocido de Fantasía. ¿Se sentiría celosa entonces? ¿Y qué si supiera que era Craig? ¿Y qué si Aimee sugiriese ponerse una máscara para estar con el Desconocido de Fantasía de Sandra? La sola idea la llenaba de celos. ***** Sandra miraba la orilla azotando la costa mientras el barco surcaba a toda velocidad a través del agua. — ¿Me estás pidiendo que te diga quién es tu Desconocido de Fantasía? — preguntó Aimee. Sandra apretó los labios. —No, no es eso. Yo sólo... no entiendo porque me siento de este modo. Si se quién es, ¿dejaré de obsesionarme con él? ¿O sólo lo hará

— ¿Y si los sentimientos que tienes por el Desconocido de Fantasía son reales? —Pero eso no tiene sentido. Si fueran reales, ¿por qué no los siento cuando estoy con el hombre sin la máscara? Aimee se encogió de hombros. —No lo sé. Quizás el Desconocido de Fantasía no sea ni James ni Craig. Sandra levantó una ceja. — ¿Me estás diciendo que has traído a un tercer hombre a la isla? —Bueno, ¿por qué no? —Sonrió Aimee—. Te gustaron los dos que viste. ¿Habría estado mal que hubiera tenido a uno de repuesto reservado para una ocasión especial?

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peor?

—Sí, hubiera estado mal —Sandra se recostó sobre su asiento. Aimee la miró. — ¿Por qué?

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El Club de las Excomulgadas —Bueno, porque no le conozco. Aimee giró el bote en una curva ancha, y Sandra vio el puerto deportivo delante. —No conocías a Craig de antes y pensaba que no conocías a James. —Pero los conocí antes de tener sexo con ellos. —Bueno, ese es exactamente el punto, cariño —Aimee ralentizó el barco mientras se acercaba al muelle—. Ya los habías conocido. Ninguno de ellos se ajustaba al papel de sexo con un desconocido. — ¿Estás diciendo que el Desconocido de Fantasía no es ni James ni Craig? —En realidad no estoy diciendo nada. Tú me dijiste que no querías saber

Aimee puso el barco en la rampa de embarque y apagó el motor, luego saltó al muelle y lanzó una cuerda para amarrarlo a la abrazadera. Sandra se puso de pie y le pasó el equipaje. Sandra no estaba segura si Aimee sólo estaba jugando con ella o en serio le estaba tratando de decir que el Desconocido de Fantasía era un tercer hombre. Sin embargo, en realidad no creía eso, porque él se sentía muy... familiar. Incluso la primera vez, había sido como si su cuerpo lo conociera, a pesar de que era la primera vez que ella había hecho el amor en un año, sus sentidos tambaleantes habían estado en una condición muy tumultuosa para saber realmente qué era real y qué era imaginario. Salió del barco y siguió a Aimee mientras arrastraba la nevera portátil, con

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quién era. Sólo debes confiar en mí en esto.

el equipaje encima, hacia el coche. Pero esa familiaridad, esa sensación de conocerlo, la había convencido casi por completo de que era James, a pesar de que cuando él era su Desconocido de

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El Club de las Excomulgadas Fantasía, su polla parecía más grande. Más como la de Craig. Pero eso realmente podría haber sido su imaginación. ***** Sandra daba vueltas esa noche, pensamientos de su Desconocido de Fantasía llenaban su mente. Todo el fantástico sexo que había tenido con James y Craig, haber sido capturada por Craig, dominada por él, estar encajonada entre ambos hombres, debería haberle dado suficientes fantasías para llenar su mente de deseo. Pero sus pensamientos seguían vagando hacia estar de nuevo entre los brazos de su Desconocido de Fantasía. Extrañaba sentir la ternura de su toque de nuevo. Sentir sus labios rozando contra su cuello. Sentir sus brazos alrededor de

Ardía por él. Finalmente, se quedó dormida, y soñó con él. Calientes... húmedos... e intensos sueños. Él la tocaba con una tierna pasión que derretía su alma. Su cuerpo se unía al suyo, llenándola con intenso deseo. La hacía sentir apreciada y… amada. Mientras se movía dentro suyo, el calor se construía en ella... para luego explotar en exultantes olas de felicidad. Se despertó en los últimos temblores de un orgasmo poderoso que recorrió su cuerpo mientras se estremecía en éxtasis. Mientras descansaba gimiendo en su cama, los recuerdos de su cuerpo

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ella, sosteniéndola apretada contra su sólido cuerpo.

presionando firmemente contra el de ella todavía temblaban a través de su cerebro, se dio cuenta de que tenía que superar esa fantasía. Necesitaba aferrarse a la realidad. Todo el problema con su matrimonio

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El Club de las Excomulgadas había sido que ella se había perdido en fantasías de amor y finales felices de cuentos de hadas. No es que ella no creyera en esas cosas, pero tenían que estar basadas en hechos. En sentimientos reales, por un hombre real. Y su Desconocido de Fantasía no era real. Esos fuertes sentimientos que había tenido eran probablemente sólo el resultado de la máscara aumentando sus otros sentidos, haciendo que las cosas se sintieran más íntimas. Los sentimientos que había tenido por el Desconocido de Fantasía no eran más reales que el amor que ella pensó que había sentido por su ex marido. Mientras mantuviera eso en perspectiva, todo estaría bien.

***** Sandra miró a Aimee por encima de su sándwich. — ¿Recuerdas nuestra conversación sobre Devlin la semana pasada? ¿De cómo se resiste a empezar algo conmigo? —Quieres decir, ¿de cómo se resiste a tus artimañas femeninas y de cómo realmente quieres someterte a él? —Aimee sonrió—. Síp, me acuerdo. —Ok, bueno... ¿Crees que sería realmente una mala persona si... tu sabes, como que hago algo para convencerlo de que lo haga? La mirada de Aimee se trabó en la de ella y sonrió abiertamente. —Para nada. Creo que sería brillante.

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Y la mejor manera de hacer eso sería concentrarse en un hombre real.

— ¿Incluso a pesar de que me dijo que no quería hacer peligrar nuestra amistad? Aimee se encogió de hombros. —Mira, tú tienes una opinión sobre esto, él

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El Club de las Excomulgadas tiene otra. No hay nada de malo en tratar de convencer a una persona para que cambie de opinión, ¿verdad? Sandra sonrió. —Eso era lo que estaba pensando —Le dio un trago a su bebida—. Voy a necesitar tu ayuda. —Cuenta conmigo. ¿Qué tienes en mente? —Bueno, primero… ¿tienes la llave del apartamento de Devlin, no? ***** En la tarde del viernes, mientras el sol poniente proyectaba sobre las nubes una luz profunda de color naranja contra el telón de fondo del cielo azul brillante, Devlin caminaba hacia la puerta frontal de su edificio de apartamentos. Sonó su

— ¿Hola? —Hola, soy Aimee. —Hey. ¿Qué pasa? — ¿Estás de camino a casa? Dio vuelta a la llave en la cerradura y empujó la puerta frontal, luego se apartó del aire cálido del exterior al aire acondicionado del vestíbulo. —Sip, acabo de entrar. ¿Por qué? —Caminó hacia el ascensor y presionó el botón de llamada. El ascensor de la derecha se abrió inmediatamente y él entró dentro.

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móvil y lo sacó del bolsillo.

—Bueno, dejé una sorpresa en tu apartamento. Quería asegurarme de que lo encontraras. Él y Aimee habían intercambiado llaves hacía algún tiempo, para emergencias y para cuidar la casa del otro cuando uno de ellos estuviera de 185

El Club de las Excomulgadas vacaciones o en viajes de negocios. Plantas, correo, ese tipo de cosas. — ¿Una sorpresa? Pero no es mi cumpleaños. ¿Qué pasa? Salió del ascensor y se dirigió hacia su apartamento. —Ya verás. Sólo asegúrate de ir directo arriba, ¿está bien? —Claro. ¿Quieres que te llame después de descubrir lo que es? —Se paró afuera de su puerta y buscó en su bolsillo las llaves. Aimee se rió. —Um… no, está bien. Más tarde estará bien —Entonces ella colgó. Devlin no tenía idea de que iba todo esto.

en el comedor. Fue hacia la cocina, pero no había ninguna sorpresa allí. Entonces vio una nota en la nevera pegada con un imán redondo de color azul. Mira en el dormitorio. Devlin caminó por el pasillo y se detuvo fuera de su habitación. La puerta estaba cerrada. No la había dejado de esta forma. Dio vuelta a la perilla y empujó la puerta abierta, luego miró dentro. Su mirada se dirigió inmediatamente a la cama Sandra. Su corazón se aceleró. Desnuda.

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Curioso, abrió la puerta y miró alrededor. No veía nada en la sala de estar o

Tomó una bocanada de aire. Y atada.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Diecisiete Devlin se agarró al marco de la puerta y se concentró en respirar, su mirada clavada en la visión sumamente erótica de Sandra con sus brazos abiertos de par en par por encima de su cabeza, sus muñecas atadas a la cabecera de la cama, y sus piernas extendidas abiertas y ligadas al estribo. Un collar de cuero estaba alrededor de su cuello. —Sé que soy tu prisionera —dijo ella—. Puedes hacer conmigo lo que quieras y no podré detenerte. No tiene ningún sentido resistirme. Su polla se agitó en sus pantalones, completamente hinchada. ¿Resistir? Pero él tenía que resistir. No podía hacer el amor con ella. No

Su mirada se deslizó sobre sus pechos llenos y perfectamente formados, sus pezones apretados empujando hacia arriba, luego más abajo a su coño con la forma de corazón esmeradamente recortada, y sus hormonas rebotaron a través de él. El intenso calor se instaló en su ingle y su polla le dolía desesperadamente. Toda resistencia cayó de él. No tenía otra opción. Tenía que tenerla. Agarró el nudo de su corbata y tiró de este hacia abajo mientras daba un paso hacia ella, luego se la sacó por encima de la cabeza y la arrojó a un lado. Se desabrochó el par superior de botones de su camisa, haciendo más fácil respirar, luego se quitó la camisa y la dejó caer al suelo. Cuando se desató el cinturón, vaciló. ¿Y si lo reconocía como su Desconocido de Fantasía? Su polla dentro de ella. La forma en que la tocaba. Seguramente ella lo

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importa lo mucho que quisiera. No importa lo mucho que ella lo quisiera a él.

sabría. Ella arqueó su cuerpo desnudo en un repentino movimiento lento contra las ataduras. Su polla se tensó con más fuerza contra la tela que la atrapaba. Él abrió su

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El Club de las Excomulgadas cinturón, bajó la cremallera de sus pantalones y los dejó caer al suelo. Actuaría de forma diferente. No le dejaría saber que era el mismo hombre. Como su Desconocido de Fantasía había sido amable y cariñoso. Un amante tierno. Ahora ella deseaba un captor. Alguien que la devastara. Jugaría su fantasía hasta el final. Empujó sus bóxers grises hasta el suelo y se quitó los calcetines, luego caminó al lado de ella. Sus ojos se ensancharon cuando su mirada se fijó en su erección. —Oh, Dios mío. Es tan grande. Su polla se agitó ante la admiración en su voz.

lamió la punta. Entonces empujó entre sus labios. La sensación de su boca caliente y húmeda rodeándolo lo hizo gemir. Envolvió su mano alrededor de su cabeza y enredó sus dedos en su largo pelo negro, luego tiró de ella acercándola, llenándola con su polla. Ella tuvo algo de náuseas y él retrocedió, luego se deslizó hacia adelante despacio. Ella se relajó y él empujó la mitad de su eje en su boca, luego se detuvo. Ella lo apretó y gimió. Todavía ahuecando su cabeza, retrocedió un poco. —Ahora succiónalo. Ella obedeció y el calor se apoderó de él. Tuvo que detenerse a sí mismo de empujar profundamente, sentir su calor a su alrededor. Sus pelotas se apretaron mientras ella chupaba, la excitación apresurándose a través de cada célula.

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—La mejor para joderte, querida mía —Presionó su glande a su boca y ella

Entonces eyaculó en ella, un intenso placer rompiendo a través de su cuerpo. Retrocedió, su pene desinflado cayendo de su boca. Ella se pasó la lengua por los labios y lo miró, con el hambre en sus ojos.

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El Club de las Excomulgadas Oh, Dios, cuanto la deseaba. Quería zambullirse encima de ella ahora mismo, sabiendo que su polla se levantaría a su altura plena ante el primer toque de su cuerpo contra el suyo. Incluso ahora, estaba hinchándose. Pero sería demasiado rápido. Quería más. —Eres muy complaciente, y me gusta un poco de lucha en mis mujeres — Soltó la cuerda que ataba sus muñequeras a la cabecera de la cama, luego se trasladó a los pies de la cama y soltó los tobillos del estribo. Enganchó su dedo a través del anillo de su collar y la atrajo hacia adelante. Tal vez un poco de castigo avivará tu espíritu. La llevó a la cocina, después la inclinó sobre la mesa de madera. Colocó sus patas de la mesa, sosteniéndola en su lugar. Caminando alrededor y colocándose detrás de ella, miró fijamente hacia su delicioso culo colocado delante de él. Se inclinó hacia abajo y extendió sus piernas separadas, luego las ató a la mesa, también. Se levantó y su sangre inundó su ingle ante la vista de sus piernas ampliamente abiertas, su redondo y firme culo separado ligeramente para revelar sus húmedos pliegues. Quería pasar sus dedos sobre ellos, luego empujar dentro de su sedosa apertura. Luego quería presionar su polla en ella y penetrarla… directamente al cielo. Pero se contuvo. Colocó sus manos en la parte inferior de su espalda, luego las dirigió hasta sus omóplatos y alrededor hasta que rozó los costados de sus pechos. Las empujó

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brazos sobre el otro lado de la mesa y usó la cuerda para atar sus muñecas a las

debajo de ella, entre la suave carne de sus montículos y la madera fría de la mesa, encontrando sus pezones. Estaban duros e hinchados. —Te gusta la mesa fría y dura contra tus pechos, ¿verdad?

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El Club de las Excomulgadas Cuando no contestó, suavemente agarró su pelo y lo enrolló en su mano, luego tiró de su cabeza hacia atrás un poco. Besó su cuello arqueado. —Te gusta la mesa contra tus pechos, ¿verdad? —repitió. —Sí —murmuró ella. Con su mano libre, acarició debajo de su pecho, luego lo tomó y lo apretó. —Te gusta que toque tu pecho… apretándolo. ¿No es cierto? —Sí —Su palabra salió profunda y ronca. Acarició alrededor de sus caderas y sobre su culo redondo.

—Sí. — ¿Y aquí? —Acarició entre sus nalgas y sobre su raja. Resbaladiza humedad cubrió las yemas de sus dedos. —Oh, Dios, sí. Él apartó su mano, luego azotó ligeramente a través de su nalga. Ella jadeó. — ¿Te gusta eso? —Um… yo… Azotó de nuevo, un poco más fuerte esta vez. Luego acarició su nalga sonrosada, luego azotó la otra nalga.

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— ¿Te gusta que te toque aquí? —preguntó.

—Creo que te gusta. Sus dedos se arrastraron sobre su raja de nuevo, y ella gimió. Él azotó su trasero otra vez, luego acarició. Azotó, acarició. 190

El Club de las Excomulgadas — ¿Te gusta esto? —Deslizó sus dedos dentro de su raja. —Sí. Empujó más profundo. —Oh, sí. Sacó sus dedos, luego agarró una silla, y se sentó. Se inclinó hacia adelante y apartó sus nalgas más, luego lamió a lo largo de su raja. Ella gimió. —Oh, por favor, fóllame. Él se levantó y azotó su culo, un poco más fuerte esta vez. El sonrosado se volvió un rosa más profundo.

Se puso de pie y salió de la habitación. ***** Sandra gimió cuando lo escuchó salir. Su hambre exigía ser satisfecha, pero no podía hacer nada con sus brazos y piernas atadas. Si pudiera lo habría perseguido, exigiendo que la satisficiera. O lo haría por sí misma. Pero no podía hacer ninguna de las dos cosas. El dolor ardía dentro de ella. Unos momentos más tarde, lo oyó entrar en la habitación de nuevo. Su mano se deslizó sobre su culo en una caricia suave, tan diferente a las firmes bofetadas que le había administrado anteriormente. Las sensaciones habían sido agudas, punzantes, e… increíblemente eróticas.

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—Nada de demandas. Eres mi prisionera, ¿recuerdas?

Consideró incitarlo a azotar su culo de nuevo, pero la idea de dejarle controlar la situación ganó. Se puso delante de ella, su enorme polla en su mano. La llevó a sus labios y ella los abrió para él. Su glande se deslizó dentro y lo tomó. 191

El Club de las Excomulgadas —Chupa —ordenó. Ella obedeció, apretando la carne en forma de hongo en el interior de su boca, luego succionando fuerte. Después de un momento, él se liberó de ella. —Bien —Caminó detrás de ella, entonces su mano acarició su culo de nuevo. Luego azotó. Su nalga quemó y el calor fluyó a través de ella. Arqueó su culo hacia él. Azotó de nuevo y ella gimió. Sus dedos acariciaron su raja, luego se deslizaron dentro de ella. Se inclinó y la lamió otra vez mientras su dedo encontraba su clítoris y lo acariciaba ligeramente. —Oh, sí —Se sentía erótico e intenso.

apertura trasera. Empujó una yema de su dedo resbaladiza en ella. Despacio. Luego una segunda. Después de un momento, él arremolinó sus dedos alrededor, luego empujó más profundo. Los apartó, entonces algo más grande se apretó contra ella. Más grueso que un dedo, y duro. Pero no tan grueso como su polla. Empujó dentro un poco, luego se detuvo. Después empujó un poco más profundo. —Relájate —indicó. Ella tomó una profunda respiración y dejó que la tensión se liberara de ella. Lo que sea fue empujado dentro más profundo, luego se detuvo. Él lo arremolinó alrededor de su culo. Se sentía sexy y perverso. E increíblemente bien. Sus dedos acariciaron sobre su raja y se hundieron en ella. La combinación de sensaciones la inundó con deseo salvaje. Su respiración aumentó mientras el placer se incrementaba. Cuando gimió, sus dedos salieron fuera. Ella gimió de

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Los dedos salieron libres, luego se deslizaron entre sus nalgas hacia su

frustración. Él dejó la habitación de nuevo, dejando la cosa todavía introducida en su culo.

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El Club de las Excomulgadas ***** Devlin esperó en el otro cuarto lo que le pareció una eternidad, pero su reloj mostró cinco minutos. Entró en la cocina de nuevo, su mirada descansando sobre su curvado culo, el círculo morado intenso apoyado plano entre sus nalgas era la única evidencia del plug anal dentro de ella. Al pensar en ese cono de silicona en su apretada entrada, su polla se agitó nerviosamente. Se acercó por detrás de ella y se sentó en la silla, su culo separado delante de él. Agarró la base del plug anal y lo giró en una espiral. Ella gimió. Se inclinó adelante y lamió su raja, probando su néctar dulce y resbaladizo. Dios, adoraba sentirla bajo su lengua. Adoraba los gemidos de placer que hacía. Se inclinó atrás y acarició su raja, luego arrastró sus empapados dedos sobre su polla, recubriéndola con su humedad. No la tocó en absoluto, sólo la contempló.

Acarició su culo redondeado, luego azotó varias veces, disfrutando el rubor rosado de su piel. Incapaz de soportar la intensa quemazón dentro de sí por más tiempo, se puso de pie y presionó su polla en su apertura, luego se dirigió hacia adelante. Su polla se hundió en ella, profundo y duro. Ella jadeó y gimió. Le agarró las caderas, luego retrocedió y empujó de nuevo. Su pasaje masajeó su dolorosa polla cuando se lanzó hacia adelante. Ella se apretó a su alrededor y él gimió. Sus pelotas se tensaron y supo que era el momento. Comenzó a empujar constantemente. Profundo. Rápido. Fuerte. Ella jadeó, luego lloriqueó. Cuando se arqueó contra él, lanzando un grito de éxtasis, explotó dentro de ella en una intensa liberación, que hizo volar su mente, el placer subiendo más allá de cualquiera que hubiera experimentado alguna

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Se retorcía, claramente sintiendo su ardiente mirada fija clavada en ella.

vez. Después de unos momentos, una vez que ambos recobraron el aliento, le soltó las muñecas de las cuerdas atadas alrededor de las patas de la mesa, luego sus tobillos. La ayudó a levantarse, luego ella entró entre sus brazos y la besó. Mientras 193

El Club de las Excomulgadas su cuerpo desnudo se presionaba contra el suyo, sintió que su ingle se animaba otra vez. Dios, incluso aunque ella acababa de satisfacerlo totalmente, la deseaba otra vez. Y sabía que nunca dejaría de desearla. Sus labios se separaron y lo miró fijamente, sus ojos verde oliva brillando. — ¿No estás enfadado conmigo? —preguntó. — ¿Enfadado? —La pregunta lo confundió. —Bueno, te habías estado resistiendo a dar este paso y en cierto sentido te forcé. Él sonrió. —Sí. Lo hiciste, ¿verdad? —Sus manos acariciaron su culo y tiró de ella con fuerza contra su pelvis, su polla semi-rígida presionó contra ella—. Tal

Él azotó su culo. Ella envolvió su mano alrededor de su polla y se la bombeó, provocando una distracción cuando su sangre corrió hacia su toque. —Dámelo —lo desafió. Tiró de ella con fuerza contra él mientras la apoyaba contra la pared. Apretó su polla ahora totalmente erecta a su apertura y se metió en su caliente y acogedora raja. Se sumergió profundamente, apretándola contra la pared. Ella jadeó, los ojos oscurecidos por el hambre. La penetró, una y otra vez, mirando su rostro. Sus mejillas enrojecidas y sus ojos brillando tenuemente. Ella se aferró a sus hombros, luego echó su cabeza hacia atrás y jadeó. Cuando gemía su orgasmo, él también gimió, eufórico por su capacidad de llevarla a tal placer.

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vez sólo tenga que castigarte de nuevo.

Después de un momento, ella sonrió, y le acarició la mejilla. —Oye, semental. Eres bastante increíble. Él la besó, luego sonrió. —Es Amo Semental para ti.

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El Club de las Excomulgadas Ella se rió, él tomó su mano y la llevó al dormitorio. Se acurrucaron en su cama y la atrajo apretada contra su cuerpo. Ella le acarició la mejilla, luego soltó su pelo de su atadura y pasó sus dedos a través mientras se acurrucaba contra su hombro. Dios, amaba a esa mujer. Desesperadamente quería que ella fuera una parte permanente de su vida. De alguna manera tenía que convencerla de que él era el hombre adecuado para ella. ***** Devlin abrió los ojos a la luz de la mañana, totalmente consciente de la mujer dormida apretada contra su cuerpo. Su polla respondió de la manera más ella. Los ojos de Sandra estaban cerrados y su respiración tranquila. Su corazón se aceleró ante la vista de ella. Parecía una diosa dormida. Quería acariciar su suave mejilla, luego capturar sus labios ligeramente separados y besarla hasta despertarla. Anoche, había hecho todo lo posible para comportarse de manera diferente a cuando él interpretó su Desconocido de Fantasía, no queriendo que ella descubriera que él y el Desconocido de Fantasía eran la misma persona. No quería arruinar las cosas ahora. Por mucho que quisiera despertarla con un beso y hacer el amor lenta y apasionadamente toda la mañana, no quería arriesgarse a arruinar su plan. Por supuesto, ahora mismo su plan parecía estar totalmente fuera del camino, pero podía volver al sendero. En este momento, eso significaba seguir desempeñando el papel que había diseñado para sí mismo.

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natural, hinchándose ante la profundidad del deseo en él. Volvió la cabeza hacia

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Dieciocho Lentamente, Devlin sacó su brazo de debajo de Sandra. Ella murmuró, luego suspiró y rodó lejos. Él se sentó y empujó su pelo detrás de la oreja, luego recogió el elástico que había sobre la mesilla de noche. Se duchó y afeitó, luego se sentó en el sillón tapizado de su dormitorio con el informe impreso que había llevado a casa del trabajo y comenzó a leerlo. —Hey, hola. La voz somnolienta de Sandra llamó su atención. Echó un vistazo hacia la cama. Su corazón se apretó en su pecho ante la vista de su rostro angelical, sus ojos abiertos sólo parcialmente, una suave sonrisa en sus labios. Ella parecía brillar a la

Se apartó los mechones del largo pelo negro que cruzaban sobre su cara, luego palmeó el colchón a su lado. — ¿Por qué no vuelves a la cama? Todo dentro de él le exigía saltar y volar a la cama con ella de nuevo. Sentir su cálido cuerpo contra él. Devorar la dulzura de sus labios. Él sonrió. —Lo haría, pero tengo algo de trabajo que hacer —no era una mentira. Tenía que leer el informe, pero no hasta el miércoles. Sin embargo, si subiera de nuevo a la cama con ella… si se permitiera pasar mucho tiempo con ella… temía que ella vería su necesidad de ella. Su amor. Y eso lo arruinaría todo.

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luz del amanecer.

Con la sábana apretada contra su pecho, ella se puso de rodillas y sonrió. La curva de sus labios volviéndose traviesa. Luego dejó caer la sábana. Su mirada cayó a sus pechos desnudos. Sus pezones rosa oscuro señalaban directamente hacia él como tentándolo a volver a ellos. Tomar cada uno a su vez en su boca para sentir 196

El Club de las Excomulgadas su textura como guijarros. Probar el salado dulzor de las puntas. Su mirada se deslizó más abajo, fijándose en sus rizos en forma de corazón, luego más abajo aún, al lugar en el que su polla ahora dura como una roca tan desesperadamente quería estar. Pero se mantuvo firme. Imperturbable, ella se movió sobre sus rodillas, luego salió de la cama y caminó hacia él con un atractivo balaceo que aceleró sus hormonas. Curvó sus dedos alrededor de su informe, y lo apartó de sus dedos. Se sentó en su regazo, deslizando sus brazos alrededor de su cuello. — ¿Estás seguro que no puedes cambiar de opinión? —Ella presionó sus

De alguna manera él mantuvo su respiración regular, a pesar del hecho de que estaba a un pelo de tirarla al suelo y moler en ella hasta que la tuviera gritando de éxtasis. Él movió su lengua contra la de ella, luego retiró su boca. —Muy tentador, pero sí necesito leer esto. En el instante que las palabras estuvieron fuera de su boca, se dio cuenta de que había ido demasiado lejos. La mirada de dolor en sus ojos lo confirmó. Esta era la primera vez, al menos como él mismo, que había hecho el amor con Sandra. La había rechazado dos veces antes de eso, y ella finalmente había tenido que seducirlo. No quería que ella creyera que él realmente no la deseaba. —Te diré qué. Si estás dispuesta a ser una buena esclava sumisa y hacer

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labios contra los suyos, y su lengua presionó en su boca.

exactamente lo que te digo, entonces tal vez podamos pasar el día juntos. Ella pareció temblar un poco y sus labios se unieron a los suyos en un beso rápido e impresionante. Una amplia sonrisa reclamó sus labios. —Sí, Amo Semental. 197

El Club de las Excomulgadas Su polla se agitó ante la palabra Amo. Maldita sea, le gustaba como sonaba. Tal vez demasiado. —Uh… bien. Olvidemos lo de… Semental —Había estado a punto de decir Amo, pero no se atrevía a dejarlo. —Sí, Amo. Su polla se endureció aún más. Oh, Dios. Este iba a ser un día muy largo, y excitante. ***** Devlin estaba sentado en su ordenador, leyendo sus emails. Le había ordenado a Sandra que fuera a hacer café, luego el desayuno. Podía oler ya el café

Un golpe sonó en la puerta abierta. —Entra —dijo. Por el rabillo del ojo, podía verla moverse por la habitación, pero se resistió a alzar la vista, conservando una imperiosa distancia. —Le traje un poco de café —hizo una pausa, entonces continuó con—, Amo. Un estremecimiento corrió a través de él. Sandra. Su propia esclava sexual. Oh, Señor, ¿cómo podía estar simplemente sentado aquí, ignorándola? Pero si no lo hacía, ¿cómo podría esconder sus sentimientos?

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haciéndose.

Tenía que mirarla. Su mirada se giró hacia ella y su respiración se congeló. Estaba de pie a su lado llevando sólo un delantal. Sus pechos desnudos, los pezones plenamente erguidos. Sus rizos negros vagamente visibles a través de la fina tela blanca del 198

El Club de las Excomulgadas delantal de encaje que tenía en su casa para sus noches de cocina. Ella dejó el café sobre el escritorio junto a él, luego se cayó la cuchara al suelo. Con un poco de ayuda, al parecer. Se dio la vuelta, colocando su delicioso culo redondo delante de él, luego se inclinó para recoger la cuchara. Su polla se hinchó. La atractiva curva de su delicioso culo se mostraba frente a él, su mirada se clavó en sus pliegues íntimos enmarcados entre esas nalgas. Quería inclinarse hacia adelante y lamer esa carne íntima. Ella se puso de pie y se dio la vuelta hacia él de nuevo, sosteniendo la cuchara hacia delante. —Mira lo que has hecho —dijo él mientras tomaba el mango de acero inoxidable de sus dedos—. Ahora está sucia —Arrastró la cuchara sobre su pecho,

—Lo lamento, Amo. Debería ser castigada —Se dio la vuelta y se inclinó ofreciendo su dulce culo para el castigo. Él tiró la cuchara a un lado, luego acarició sus redondas nalgas. Azotó una, luego la otra, pero la vista de sus labios hinchados y la carne reluciente entre ellos fue demasiado para resistirse. La azotó una vez más, disfrutando del rubor rosado en su suave piel, luego arrastró su dedo a lo largo de sus empapados pliegues. Ante la sensación resbaladiza de ella, su polla se agitó. Deslizó un dedo dentro de ella, luego otro. Oh, Dios, ella se sentía tan bien. —Date la vuelta —le dijo mientras deslizaba sus dedos libres. Ella lo miró de nuevo. La humedad relucía en sus dedos. Su aroma femenino flotaba a sus fosas nasales y las excitaba. Su mirada se desvió hacia su pecho y él deslizó sus dedos húmedos sobre su pezón duro y tenso.

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luego a través de su duro pezón—. Justo como tú.

La atrajo hacia él y presionó su boca a su resbaladizo pezón, a continuación, arremolinó la lengua sobre este. Ante el sabor de su dulce feminidad, empezó a chupar. Ella jadeó. Sus dedos se apretaron en su pelo. Su pezón se hinchó dentro de

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El Club de las Excomulgadas su boca mientras lo succionaba profundamente. Tiró de su cabeza más apretada contra ella. Él soltó su pezón y de inmediato se sujetó con fuerza sobre el otro. La aureola se endureció contra su lengua mientras chupaba duro. Empujó hacia adentro la bandeja del teclado mientras la giraba para apoyarla contra el escritorio. Ella se sentó en el borde de la superficie de madera mientras sus dedos se enredaban en su pelo. Él se echó hacia atrás y soltó su cabello del elástico, sabiendo que a ella le gustaba que lo llevara suelto, luego su mirada se posó en sus rizos en forma de corazón. —Tengo hambre. —Sí, Amo.

Él se estiró alrededor de la espalda de ella y desató el delantal, luego agarró sus rodillas y las levantó, poniendo sus pies en los apoyabrazos de su silla. Después se inclinó hacia delante y acarició su corazón peludo. El aroma almizcleño de ella llenó sus fosas nasales, enviando sus hormonas por las nubes. Pasó un dedo sobre sus rizos, luego colocó un pulgar a cada lado de sus pliegues y los separó. Un pequeño nudo de carne asomó de nuevo hacia él. Se inclinó hacia adelante y pasó la lengua sobre su clítoris y ella gimió. Lo lamió y ella se estremeció debajo de él. Él apenas podía soportarlo. Saber el efecto que tenía sobre ella. Cómo podía simplemente tocarla allí y hacerla llegar al clímax. Lamió otra vez, luego succionó. Ella gimió y se arqueó atrás. Su monitor cayó hacia atrás. Él la agarró, deteniéndola de caerse también, luego colocó el monitor derecho otra vez. Por mucho que quería volver a darle placer, eso no parecía que fuera a

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No se ofreció a traerle el desayuno. Chica lista.

funcionar. Ella se puso de pie y empujó su silla atrás, luego se arrodilló delante de él. —Amo, he sido mala otra vez y lo distraje de su trabajo —Ella pasó su

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El Club de las Excomulgadas mano sobre su impresionante bulto—. Por favor, permítame arreglar las cosas. Él sonrió abiertamente. —Por supuesto. Ella desabrochó el botón de sus jeans, luego bajó la cremallera. Un segundo más tarde, su dura polla estaba erguida a su plena altura delante de ella. —Amo, su polla es tan grande… —Ella envolvió sus manos alrededor de ésta, una encima de la otra, luego apretó y acarició. Se inclinó hacia adelante y su lengua bailó sobre la punta. Su lengua se deslizó por todo su glande, luego se arremolinó debajo de la cresta de su corona. Todo mientras sus manos apretaban su eje duro. Sus respiraciones se hicieron rápidas cuando el calor hirvió a través de su ante la exquisita sensación. Luego lo apretó en su boca. No podía aguantar por más tiempo. Su polla tenía que estar profundamente dentro de ella. Agarró sus hombros y la arrastró fuera de su agitado miembro, luego se puso de pie y la apoyó contra la pared. Su polla encontró su apertura, él agarró su miembro y lo dirigió mientras la penetraba. Dios, ¿por qué seguía tomándola contra la pared? ***** Sandra jadeó cuando su gran polla empujó en ella, su interior doliendo de necesidad. Él agarró sus muñecas y se las empujó por encima de su cabeza, luego la penetró de nuevo, y gimió. Esta mañana, cuando había parecido distante, casi como si hubiera querido

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ingle. Ella le sonrió, luego capturó todo su glande en la boca. Succionó y él gimió

deshacerse de ella, se había preocupado de que esto hubiera sido un gran error. Ahora ella entendía su preocupación por que una relación causaría problemas con su amistad, porque si la hubiera rechazado, no estaba segura de que hubiera sido capaz de superar los sentimientos de rechazo que le habría dejado dentro. 201

El Club de las Excomulgadas Ahora, viendo la mirada de intenso deseo en su cara, sabía que no había sido un error. De hecho, había sido probablemente una de las mejores decisiones de su vida. Él retrocedió y empujó de nuevo. Gimió ante la sensación de su enorme eje conduciéndose en ella, estirándola. Se empujó contra el asimiento de sus manos sobre sus muñecas, adorando la sensación de vulnerabilidad que daba ser dominada por su fuerza. Él le acarició el cuello con la nariz, enviando estremecimientos bailando a lo largo de su espalda. Ella se estremeció, luego gimió cuando él empujó otra vez. El placer se hinchó a través suyo como las ondas del océano incrementándose en una fuerte tormenta. Subiendo. Levantándose. Hasta que finalmente estallaron a través de ella en una poderosa oleada de éxtasis, cegadora en su intensidad.

él, cabalgando el torrente mientras la dicha llenaba todo su ser. Él gimió y un chorro de calor la llenó, alzando su placer de nuevo como un cohete. Finalmente, se desplomó contra la pared y suspiró. Su boca capturó sus labios y la besó con tanta pasión que se llevó su aliento. Ella dejó caer la cabeza sobre su hombro y suspiró de nuevo. Eso fue lo más cercano al cielo que se había sentido alguna vez en los brazos de un hombre. Incluso más cerca de lo que se había sentido con su Desconocido de Fantasía. *****

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Él atrajo sus manos hacia sus hombros mientras empujaba y ella se aferró a

Devlin estaba sentado a la mesa comiendo la deliciosa tortilla de hierbas que Sandra había hecho, junto con pan tostado y miel. Era difícil concentrarse en la comida con Sandra sentada frente a él desnuda, bajo la luz del sol del verano acariciando sus redondeados pechos. Deseaba extender la mano y acariciar sus

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El Club de las Excomulgadas montículos suaves. Finalmente, terminó el último bocado y dejó su tenedor y cuchillo. Sandra se levantó y recogió su plato, luego apiló los otros platos de la mesa encima y los llevó a la cocina. Observó su culo desnudo balancearse mientras dejaba el cuarto. Un momento después, reapareció. —Sé que tienes que leer tu informe —dijo—. Si quieres hacer eso en tu dormitorio, podría sólo acostarme a tu lado mientras lees. Él se rió entre dientes. — ¿Te desperté demasiado temprano? Ella sonrió. —No me importaría algo de tiempo de inactividad. Él asintió con la cabeza. —Está bien, vamos.

donde ella lo había colocado antes. Mientras caminaba hacia la cama, ella movió la almohada un pie o así hacia abajo. Él la miró inquisitivamente. Ella sonrió y caminó hacia él. —Creo que estarás más cómodo con menos ropa. Empujó la camisa desabrochada de sus hombros, luego tiró su camiseta sobre su cabeza. Su mano acarició su pecho, luego hacia abajo por su estómago, enviando calor hacia su ingle. Ella soltó su cinturón, luego el botón de sus jeans, y abrió la cremallera. Cayeron al suelo. Su pene se agitó cuando ella deslizó sus dedos bajo el elástico de sus bóxers, luego tiró de ellos hacia abajo, liberando su polla semi-erecta. —Ya está. Ahora puedes relajarte.

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Ella lo siguió al dormitorio y él recogió el informe de la mesa junto al sillón

¿Estaba bromeando? Él se tumbó y descansó su cabeza en la almohada. Tuvo que doblar sus rodillas para que sus pies no colgaran sobre el borde.

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El Club de las Excomulgadas — ¿Por qué no te tumbas de lado? —sugirió ella. No era mala idea. De esa manera su polla no sería un asta de bandera señalando su deseo por ella. Se dio la vuelta y enroscó sus piernas. Ella se sentó en la cama, luego se acostó, pero no de la manera que él había esperado. En lugar de tumbarse frente a él, yacía con sus piernas hacia la parte superior de la cama, inclinada como él. Colocando su delicioso coño con el corazón de pelo justo frente a él. Y su polla directamente frente a la cara de ella. Sus delicados dedos trazaron la longitud de su pene. —Si sigues tocándome, no conseguiré leer nada.

Amo. Nunca se cansaría de oírla llamarle así. Por lo tanto, debería actuar dominantemente. —Así es. No me toques —No podía creer que acabara de decir eso. —Sí, Amo —Ella apartó las manos de su polla y respiró hondo—. ¿Amo? — ¿Sí? —Ya estaba lamentando esa decisión y preguntándose cómo conseguir que ella lo tocara de nuevo. —Quiso decir con mis manos, ¿verdad?

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— ¿Me está diciendo que no quiere que lo toque, Amo?

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Diecinueve La polla de Devlin tembló. —Eh... sí, así es. No me toques con las manos. —De acuerdo. —Sandra suspiró de nuevo y unió sus manos detrás de su espalda como si las atara. Él sostuvo el informe en frente de su rostro, tratando de concentrarse en las palabras, lo que parecía imposible con esta intensa ansia surgiendo a través suyo. Ella parecía comportarse muy bien ahora. Finalmente, él se calmó lo suficiente para que las palabras delante de él comenzaran a cobrar sentido. Comenzó a leer.

Se detuvo ante la sensación de algo cálido y húmedo tocando la punta de su polla. La lengua de ella. Lo lamió, luego acarició su rostro contra él. Su ahora furiosa erección se retorció. Ella la acarició otra vez, su suave mejilla rozando su polla mientras sus labios provocaban sus bolas. Siguió intentando leer. Su lengua se sacudió sobre sus bolas. Él bajó el informe, viendo su peludo corazoncito enfrente de él. Podía simplemente inclinarse hacia adelante y... No, él iba a leer. Ahora era un desafío. Ella lamió su eje, sólo un delicado roce de su lengua. Él inhaló, después lo soltó lentamente. —Estoy un poco somnolienta —dijo ella—. Creo que tomaré una siesta.

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Después de varios párrafos, se movió un poco. Leyó un poco más.

—De acuerdo —dijo él. Pero su lengua regresó a su polla, entonces su boca cubrió su glande. Su corazón retumbó en su pecho. 205

El Club de las Excomulgadas —Pensé que ibas a irte a dormir. Ella asintió con la cabeza, lo que provocó que su boca se deslizara sobre su glande, volviéndole loco. Ella lo liberó. —Uh—huh. Simplemente es que encuentro tranquilizante tener algo en mi boca. Ella lo tomó de nuevo, todo su glande cálido y cómodo dentro de su boca. Lamió un poco, luego succionó suavemente. Todo dentro de él quería empujar hacia delante, llenar su garganta con su eje. Se mantuvo quieto con un gran esfuerzo. Dejó de chupar, pero su boca todavía lo envolvía. Después de unos momentos de tranquilidad, miró hacia abajo. Sus ojos estaban cerrados y ella

Levantó el informe e intentó leer. Lo que era totalmente imposible con su polla tan cálida y cómoda. Ella chupó de nuevo, luego se detuvo. Él miró hacia abajo pero sus ojos permanecían cerrados. Ah, ella definitivamente lo estaba fingiendo. Bajó el informe y miró fijo hacia su adorable coño. Si ella podía jugar, el también podía. Se estiró hacia delante y delineó el invertido corazón con la punta de sus dedos, luego se inclinó y acarició el vello con su nariz. Pasó la lengua por los rizos, que habían sido recortados. Retrocedió, luego acarició los rizos con su dedo otra vez, luego más arriba, hacia sus muslos. Se deslizó sobre su abertura, luego se sumergió en su interior. Oh, hombre, estaba tan húmeda.

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parecía estar dormida. Su erección sobresalía de su boca.

Eso es todo. La inclinó sobre su espalda y se arrastró sobre ella. Su polla cayó libre de su boca. —Ahora puedes usar tus manos —dijo él. 206

El Club de las Excomulgadas Ella soltó una risita. Sus suaves manos se envolvieron alrededor de él mientras él empujaba su lengua en sus suaves pliegues. ***** Sandra jadeó cuando su lengua encontró su clítoris. Ella acarició su dura polla, luego la tragó tan profundo como pudo y comenzó a chupar. Él la lamió y provocó su clítoris. Sus dedos se deslizaron dentro suyo mientras ella lo chupaba. Él succionó sobre ella y le acarició el interior. Ella lo bombeó. El orgasmo se propagó a través suyo rápido y furioso, enviando escalofríos por todo su cuerpo, temblando de pies a cabeza. Ella se reclinó hacia atrás, jadeando. Pero había liberado su polla. La agarró, lista para tomarla en su boca de nuevo, pero él rodó sobre su espalda.

Ella se puso de rodillas, pero cuando empezó a girarse hacia él, le agarró el brazo y la instó en la otra dirección. —No, mira hacia allá. Se subió sobre él, luego se acomodó sobre sus rodillas mirando hacia los pies de la cama. Su polla se deslizó en ella, llenándola completamente, y en un ángulo diferente. —Haz que me corra —ordenó. —Sí, Amo. Se izó a sí misma y se bajó de nuevo. Las manos de él se deslizaron alrededor suyo y acarició sus senos. Sus pezones alcanzaron el máximo y

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—Ponte encima de mí —ordenó.

agradables sensaciones estremecieron su cuerpo. Se elevó y cayó otra vez, su polla acariciando su pasaje interior. —Oh, síp, cariño. Esto es increíble.

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El Club de las Excomulgadas Lo montó más rápido, conduciendo a su enorme polla más hondo dentro de ella, propulsándola más cerca del nirvana una vez más. Su áspera respiración le decía que él estaba cerca. El calor bañó su cuerpo mientras su polla se incrementaba en ella una y otra vez. Entonces, ella tomó aire y gimió mientras otro orgasmo la inundaba. Él gimió, luego liberó calor en su interior. Lo apretó, tirando de él más hondo. Él giró, enviándola más arriba, en un estado de abandono total. Ella gimió de puro éxtasis. Finalmente, se desplomó sobre la cama. Él se enroscó alrededor y se acurrucó detrás suyo. Ella se adormiló en la calidez de su abrazo. ***** Cuando ella se despertó una hora más tarde, él estaba en el sillón de nuevo. Decidió que realmente debería dejarlo terminar su trabajo sin distracciones. Se

Miró a través de la mesa de la cocina y sonrió, totalmente convencida de que él estaba tan feliz como ella con respecto a este cambio en su relación. Dio un último sorbo a su café, luego juntó los platos y los llevó al fregadero. —Bueno, me voy a ir a casa. Él caminó a su lado y tiró de ella hacia sus brazos. — ¿Ya te hartaste de mí? —Por supuesto que no —Lo besó, amando la sensación de sus masculinos labios sobre los de ella—. Simplemente me siento culpable por apartarte de tu trabajo. Si no me voy ahora, mi Amo tendrá que castigarme por ser muy, muy mala

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duchó y vistió, luego hizo unos emparedados para el almuerzo.

—Sonrió, luego enroscó su mano alrededor de su cuello y lo besó otra vez. Él acarició su trasero y tiró con fuerza de ella hacia él. Luego, azotó su trasero.

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El Club de las Excomulgadas —Pero tú adoras los castigos. —Bueno, tienen sus momentos —Sonrió y acarició su cuello con la nariz—. Tal vez tengas que mostrarme las ventajas de nuevo. ¿Qué tal el miércoles? —Desafortunadamente, estaré trabajando hasta tarde la mayor parte de la semana, mejor el viernes. —Es una cita. Él la besó de nuevo. Ella pasó sus dedos a lo largo de su firme pecho y suspiró, luego se alejó de mala gana. Él la acompañó hasta la puerta. Ella recogió su bolso y abrió la puerta. Él la agarró y tiró de ella hacia sus brazos otra vez, besándola tan apasionadamente que casi suelta el bolso y lo arrastra a la cama de

Pero no lo hizo. —Adiós —murmuró ella una vez que él liberó sus labios. —El viernes. Ella sonrió y asintió. Caminó por el callejón, luego lo saludó justo antes de doblar la esquina. Él le devolvió el saludo. Ella continuó caminado, preguntándose cómo sería posible que sobreviviera cinco días completos sin verlo. ***** El cálido resplandor de la mañana con Devlin acompañó a Sandra a través del resto del día mientras realizaba recados, veía una película con Aimee, luego regresaba a casa. Cuando se metió en la cama, miró fijo hacia el techo, preguntándose qué estaría haciendo Devlin en ese momento. ¿Estaba también en la

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nuevo.

cama? ¿Estaba pensando en ella? Deseaba que él estuviera allí, sujetándola entre sus brazos. Amándola.

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El Club de las Excomulgadas El asombro se disparó a través suyo ante el pensamiento. ¿Amándola? ¿Quería más de Devlin que sexo? Ah, maldita sea, ¿qué esperaba? Devlin y ella eran más que conocidos ocasionales, o incluso nuevos amantes. Ella conocía a Devlin desde hacía casi un año. Pasaban mucho tiempo juntos... como amigos, por supuesto, pero siempre supo que él era más para ella que sólo un amigo. Se sentía atraída por él, pero también sentía una profunda conexión con él. Tenía que ser muy cuidadosa de no engancharse otra vez. Por primera vez en su vida, estaba siguiendo su corazón y viviendo sin miedo. En cuanto al compromiso, ya había estado allí, lo hizo. Ella había pensado que la haría feliz, pero le había hecho justo lo contrario. La conclusión era que tanto su ex, Eric, como ella habían tenido miedo de había casado de nuevo. La madre de Sandra había sido madre soltera desde el comienzo. Sandra no quería pasar la vida sola. Había estado emocionada cuando Eric había querido prometerse y hacer un compromiso de por vida. Pensó que nunca estaría sola. Pero entonces había encontrado que el vacío de un matrimonio sin amor era peor que estar sola. Se dio la vuelta y palmeó su almohada. Sus dedos se aferraron a las sábanas mientras miraba por la ventana hacía el despejado cielo nocturno. Ahora estaba cometiendo el mismo error otra vez, convenciéndose a sí misma de que estaba enamorada de Devlin. Su amistad había cambiado hacia una relación íntima. Eso era todo. Eso no significaba amor.

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estar solos. Los padres de él habían pasado por un divorcio y su madre nunca se

Y su deseo por él ahora era sencillamente eso. Un deseo. Por sexo. Si James o Craig estuvieran aquí, podría aliviar esa necesidad estando con ellos. Estar con Devlin no era diferente de estar con James o Craig. Era la mezcla

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El Club de las Excomulgadas de amistad e intimidad lo que la confundía. Necesitaba mantener las cosas en perspectiva. No se estaba enamorando de Devlin. ***** —Aimee me ha invitado a la cabaña otra vez este fin de semana — Sujetando el teléfono en su oreja, Sandra golpeó el bolígrafo sobre la encimera de la cocina. —Está bien —replicó Devlin—. Entonces, supongo que podemos cambiar nuestros planes al próximo fin de semana. — ¿Así que estás conforme con que vaya? ¿Aunque Craig y James estén allí?

Estaba agradecida de que no estuviera siendo posesivo, pero al mismo tiempo, una parte de ella se sentía un poco decepcionada. —Bien, de acuerdo —Garabateó pequeños círculos en el bloc de notas situado en la encimera—. De hecho, le pregunté a Aimee si podías venir también. ¿Qué te parece? Él vaciló. — ¿Están los otros chicos de acuerdo con que yo vaya? —Aimee dice que está segura que no tendrán problema con ello. De todas formas ya os conocéis unos a otros, ¿no?

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—Por supuesto, ¿por qué no lo estaría?

—Cierto, pero no hemos... eh... estado en este tipo de situación antes. Ella apoyó el bolígrafo y se reclinó hacia atrás en el taburete. — ¿Estarías incómodo? 211

El Club de las Excomulgadas —No, por supuesto que no. ¿Y tú? ¿Estarás incómoda con todos nosotros... mezclados? Ella sonrió. — ¿Tres hombres y yo? ¿Estás bromeando? Eso es un sueño hecho realidad. —De acuerdo entonces. Cuenta conmigo. ***** Tan pronto como Devlin colgó el teléfono, respiró hondo. Le dolía el corazón. Por mucho que creía en su plan, ahora habían compartido apasionadamente momentos íntimos, había esperado que ella pensara en él como algo especial. Sin embargo, invitarlo a la cabaña mientras los otros dos hombres más entre la multitud. ***** Devlin observó aproximarse la costa mientras Aimee franqueaba el barco pasando las boyas de color naranja chillón, entonces se situó en un lateral del muelle. Ella saltó desde el barco al muelle, agarró la cuerda y la enroscó al listón en el frente del casco. El barco se balanceó contra el lateral y Devlin agarró las caderas de Sandra para sujetarla, luego la ayudó a salir del barco. Él agarró la nevera y la subió de costado hacia el muelle, a continuación, rescató cada uno de los bolsos y los puso junto a ésta. Miró alrededor ante el retumbar de otro motor de un barco aproximándose al muelle.

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estaban allí, mostraba claramente que ella simplemente pensaba en él como uno

—Hey, chicos —gritó Craig por detrás del timón, con James junto a él. El barco de ellos se situó al otro lado del muelle y Devlin enganchó una línea en su barco. Los chicos saltaron fuera y la primera cosa que hizo Craig fue agarrar la mano de Sandra y tirar de ella en un profundo abrazo, sus labios 212

El Club de las Excomulgadas reclamaron los de ella. James agarró a Aimee y la echó hacia atrás en un gracioso aunque apasionado beso. Una vez que soltaron a las mujeres, Craig sonrió hacia Devlin y le tendió la mano. —Lo siento, amigo. Todo lo que obtienes es un apretón de manos. —Oh, ¿en serio? —Sonrió Aimee—. Realmente podría conseguir que los tres se mezclaran un poco —Guiñó el ojo y pasó su brazo alrededor de los hombros de Sandra—. Si Sandra y yo nos besamos, ¿lo haríais dos de vosotros? —De acuerdo, los nativos están definitivamente volviéndose inquietos — Craig tiró de Aimee hacia sus brazos y la besó—. Simplemente quieres causar

—Oh, te daré problemas entonces —Ella acarició sobre su entrepierna.

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problemas.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veinte La ingle de Devlin se apretó ante la vista. Sabía que los cuatro habían estado involucrados en algo de sexo aventurero en la isla, pero no se había percatado de lo libres y abiertos que se habían vuelto. Le tomaría un poco de tiempo acostumbrarse. Echó un vistazo hacia Sandra y se dio cuenta de que James la estaba besando ahora. El pecho de Devlin se oprimió, conociendo la historia entre ellos. Maldita sea, tal vez no debería haber venido este fin de semana. Una cosa era saber lo que Sandra estaba haciendo con estos tipos; otra muy distinta era verlo justo enfrente suyo. James soltó a Sandra y su mirada se desvió hacia Devlin. Él miró hacia el

—Dejadme echaros una mano con el equipo —Subió a bordo del barco y, en unos instantes, los tres tenían los bolsos y la nevera sobre el muelle al lado de las otras. — ¿Por qué las damas no se adelantan y nosotros llevamos las cosas? — sugirió James. Aimee sonrió. —Me parece bien. Iremos encendiendo la barbacoa. —Gran idea —Sonrió Craig—. Ya nos has encendido a nosotros. Sandra miró hacia Devlin. Él sonrió y asintió. Ella se giró y acompañó a

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barco de los chicos, así ella no vería los celos en sus ojos.

Aimee por el camino hacia su cabaña. Craig abrió la nevera y sacó una botella de cerveza, la abrió, y se la entregó a Devlin, luego tomó otra para James y también para él. Todos tomaron un trago.

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El Club de las Excomulgadas — ¿Estarás bien con esto? —le preguntó James a Devlin. —Síp, claro. ¿Por qué no? —Porque todos sabemos que estás enamorado de Sandra. Debe ser extraño verla besando a otros hombres, no digamos... lo que estaremos haciendo después. Así que los hombres habían presionado adrede sus botones. —Síp. Ningún problema. —De acuerdo. Mira —dijo James—, si estás preocupado por Sandra y por mí, por nuestra historia, no lo estés. Aimee nos informa, y está bastante claro que yo no tengo ninguna oportunidad. Y para mí está bien —Palmeó el hombro de Devlin—. No tienes nada de qué preocuparte. Para Sandra, Craig y yo sólo somos

Devlin asintió, agradecido por el ánimo. Tomó otro trago de su cerveza mientras James amontonaba los bolsos en lo alto de la nevera con ruedas. Devlin recogió el bolso solitario que no encajó y lo llevó mientras los otros dos hombres tiraban de las neveras por el muelle y el sendero. ***** Sandra estiró sus piernas sobre el diván mientras miraba hacia el agua, la cual estaba tan tranquila como cristalina. Tomó un sorbo de su fuerte limonada. Después de terminar la cena, salieron para sentarse en la terraza y relajarse, disfrutando la fascinante llamada de los patos a través del tranquilo lago. Aimee se puso de pie y se reclinó contra la barandilla de la terraza.

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una distracción.

—Sandra, ven aquí un momento. Sandra dejó su botella y se levantó, luego fue al lado de Aimee. —Me pareció ver algo en tu camiseta. —Aimee miró de cerca la blusa de 215

El Club de las Excomulgadas algodón de Sandra, luego pasó su mano por la parte superior del seno de Sandra. Sandra sabía que no había nada en su limpia blusa blanca. Era la forma en que Aimee ponía en marcha las cosas. Aimee acarició otra vez, luego acunó el seno de Sandra. —Creo que deberías quitártela. —Tienes razón. Sandra sonrió mientras echaba un vistazo hacia los rostros de los tres hombres ansiosos observando. Incluso Devlin. Sabía que había estado tenso por venir aquí, pero la cena y unas pocas cervezas parecían haberlo relajado. Estaba agradecida por eso.

botones de la blusa de Sandra. Mientras su blusa se abría, revelando su sujetador de encaje color rosa, el calor de las miradas masculinas sobre ella se intensifico. Finalmente, su blusa se abrió y ella se la sacudió de los hombros. —Oh, cariño, lo que fuera que tuvieras en tu blusa se traspasó. —Aimee se estiró alrededor del cuerpo de Sandra y liberó el cierre del sujetador, luego bajó los tirantes de los hombros. Sandra deslizó los brazos por los tirantes, pero mantuvo las copas en su sitio un rato, de repente sintiéndose tímida por estar medio desnuda delante de los tres hombres. Era la primera vez que Devlin la vería en este tipo de situación, con los otros hombres viendo su cuerpo desnudo, tocándola, en frente de él. Estaba un poco nerviosa al respecto. Pero contuvo el aliento, manteniendo su mirada en

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—Te ayudaré. —Aimee le guiñó un ojo socarronamente, luego liberó los

cualquier sitio menos en Devlin, y dejó caer la prenda de encaje al suelo. Aimee acarició los senos de Sandra y sus pezones se pusieron puntiagudos. Se estaba relajando más con su cuerpo respondiendo a Aimee. Era divertido y

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El Club de las Excomulgadas excitante compartir con una amiga así. —Tienes unos hermosos pechos. —dijo Aimee mientras los acariciaba. Ella ahuecó la mejilla de Sandra, luego la besó. La suave lengua de Aimee se deslizó dentro de su boca y Sandra se abrió para recibirla, entonces acarició la lengua de Aimee con la suya. Tan suave y delicada. A continuación, Aimee se echó hacia atrás y se inclinó hacia el pecho de Sandra. Cuando Aimee tomó un pezón de Sandra en su boca, ésta respiró hondo ante la cálida sensación. —Sabes, es una tarde cálida y agradable, creo que todos deberíamos tener el torso al aire. —Sandra miró a los hombres. La mirada de Devlin estaba centrada en la mano de Aimee, que todavía estaba acariciando el seno de Sandra.

revelando su tatuaje del tigre. James y Devlin siguieron su ejemplo inmediatamente. Luego todos miraron a Aimee. Ella se echó a reír. —De acuerdo. Se agarró el borde de su camiseta de tirantes y tiró de ésta por encima de su cabeza. Después liberó el broche frontal de su sujetador rojo y se lo quitó, revelando sus enormes y redondos senos con los oscuros pezones ya duros y preparados. Sandra extendió la mano y acarició uno de los redondos pechos de Aimee, deslizando los dedos por la fruncida aureola, luego acarició las puntas como perlas de sus pezones entre su pulgar e índice. Tiró de Aimee contra su cuerpo, sus pechos

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Craig tiró de su camiseta por encima de su cabeza y la arrojó a un lado,

aplastándose juntos, después lamió los labios de Aimee. La lengua de Aimee se asomó y las puntas de sus lenguas danzaron juntas, visibles para los hombres. Sandra retrocedió y miró a su público.

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El Club de las Excomulgadas —Caramba, los hombres se ven como si sus pantalones estuvieran demasiado ceñidos. —Fue una gran cena —dijo Aimee. —Tal vez debería desabrochárselos —sugirió Sandra. —O quitárselos por completo —sonrió Aimee. —Nosotros lo haremos, si vosotras lo hacéis —La amplia sonrisa de Craig brilló. Aimee sonrió hacia Sandra y alcanzó el botón de sus pantalones cortos. Sandra desabrochó sus propios jeans cortos y ambas los dejaron caer sobre la terraza. Ahora, ambas llevaban solo sus tangas, la de Sandra de encaje negro y la de

Tres ruidos sordos sonaron cuando los hombres dejaron caer sus jeans y salieron de ellos. Ahora estaban de pie delante de Aimee y Sandra con sólo sus calzoncillos. —Sabes, creo que estaré justo allí si necesitas algo de ayuda, cariño —Aimee cruzó hacia el diván y se tendió, indicando claramente que esta era la fiesta de Sandra. —Todos lucen tan sexys —La mirada de Sandra fue hacia los tres sólidos y musculosos pechos frente a ella, luego se deslizó hacia los bóxers. La polla de Craig se extendía fuera por la parte delantera de sus calzoncillos. James acarició la suya, todavía dentro de la suave prenda. Devlin hizo lo mismo. Ella caminó hacia Craig y lo besó, su mano acariciando los firmes músculos desde

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Aimee de satén rojo.

su abdomen hasta la cinturilla de los calzoncillos, pero no más abajo. Luego besó a James, acariciando sus prietos abdominales también. Cuando besó a Devlin, él apretó su sujeción sobre ella y ahuecó su mano alrededor de su cabeza, sus dedos pinchando a través de su cabello y la besó 218

El Club de las Excomulgadas intensamente. ***** Devlin no quería ser el tercer hombre al que Sandra besara. Quería ser el único hombre. Pero no podía echarse atrás ahora. Por un lado, estaba demasiado malditamente excitado. También, necesitaba demostrarle a ella que podía darle esta libertad. Y una parte de él quería ver a los otros hombres tocarla. La única forma en que podría aceptar sus dos deseos opuestos, mantenerla para él y compartirla, era estar en control total. —Recuerdas que te dije que una mujer debía someterse completamente a mí

Ella miró hacia arriba a él con los ojos abiertos. —Sí. —Eso también va para este momento.

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—le murmuró tranquilamente al oído.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veintiuno Sandra miró fijamente a Devlin, sus ojos azules brillaban con autoridad. —Sí, Amo. Los otros hombres sonrieron ante sus palabras. —Caballeros, esta mujer es mi amante esclava, y estoy dispuesto a compartirla con vosotros esta noche. —Eso me parece bien —dijo James. Craig sonrió expectantemente.

Sandra caminó hacia la barandilla de madera y se enfrentó a los hombres. —Ahora agárrate a la barandilla. Ella se estiró por detrás y agarró la parte de arriba de la barandilla, lo que causó que sus pechos se empujaran hacia adelante. Los hombres miraron fijamente sus pezones puntiagudos. —Quédate justo así hasta que regrese. Devlin desapareció dentro de la casa, luego regresó un momento después con un bolso con cierre. Sacó dos esposas y las colocó alrededor de sus muñecas. Sujetó un broche mosquetón al anillo en cada esposa, luego sacó algo de cuerda, la cual pasó a través del broche en una muñequera, la enrolló a través de las barras

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—Ve hacia la barandilla —ordenó Devlin.

verticales de la barandilla y después la pasó a través del broche de la otra muñequera. Tiró de la cuerda, tirando sus muñecas ajustadas detrás suyo, luego la ató. —Muy bien —Se paró enfrente de ella y acarició sus pechos delicadamente, 220

El Club de las Excomulgadas luego bajó por su estómago. Cuando llegó a su tanga negra, deslizó sus dedos por debajo del dobladillo, hundiéndose lo suficiente para acariciar la parte de arriba del corazón, luego se deslizó hacia los costados a su cadera. A continuación deslizó un dedo por debajo del dobladillo de cada lado y bajó el tanga por sus piernas, luego fuera. Ahora estaba de pie enfrente de los hombres, con sus manos atadas por detrás, totalmente desnuda. —Abre tus piernas —ordenó Devlin. Sandra movió sus pies apartándolos, exponiendo su abertura, el corazón latiéndole con fuerza.

Devlin miró fijamente hacia ella. ¿Realmente podía continuar con esto? ¿Compartirla con los otros hombres? Aimee se puso de pie, dejó caer sus bragas al suelo, y se paró junto a Sandra, luego puso sus manos en la barandilla detrás de ella, empujando sus pechos hacia adelante. —Yo puedo ser un poco sumisa, también. Devlin nunca había pensado en Aimee de manera sexual, pero era una hermosa mujer, y con ella de pie allí, con sus pechos inclinados hacia adelante y su coño totalmente depilado expuesto, sus hormonas corrieron por él aún más rápido. ¿Si Sandra podía disfrutar de otros hombres delante de él, porque no iba a ser indulgente consigo mismo también?

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*****

— ¿Puedes ahora? —Acarició sobre sus pechos suaves. Su polla se hinchó más dura. La atrajo hacia sus brazos y reclamó su boca, luego empujó su lengua dentro. Ella jadeó, entonces se derritió contra él. La soltó y echó un vistazo hacia Sandra. Ella sonrió, sus ojos verde oliva se 221

El Club de las Excomulgadas oscurecieron con interés. Era tiempo de darle un espectáculo. Condujo a Aimee a través de la terraza con él hasta que estuvo parado junto a una de las tumbonas. Se quitó sus bóxers. La mirada de Aimee se trabó en su polla y sus ojos se abrieron. Él sonrió y envolvió su mano alrededor de ésta. —Muy bien, esclava, muéstrame lo que puedes hacer con esto. Aimee se sentó en el borde de la silla y alcanzó su polla. Su boca se envolvió alrededor de su glande y lo lamió. Luego se deslizó hacia adelante y… Oh, Dios, lo tomó más profundo de lo que ninguna vez había estado dentro de la boca de una mujer. Luego se deslizó hacia atrás y lo volvió a tomar profundamente de nuevo. Entonces retrocedió y lo chupó y lamió. Él miró a Sandra, quien observaba a Aimee succionarlo. Las mejillas de celosa. —Suficiente. —Maldición, con algo más de eso, se vendría, y no quería hacerlo tan pronto. Aimee lo soltó y él se sentó en la silla. —Siéntate enfrente de mí —le ordenó. Ella se sentó de cara a Sandra y la atrajo hacia atrás contra él, su erección anidada contra su trasero. —James y Craig, vayan y toquen los pechos de Sandra. *****

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Sandra estaban enrojecidas. No podía decir si estaba excitada por ver a Aimee o

Sandra observó mientras los dos hombres, quienes también se habían despojado de sus bóxers, caminaron hacia ella, sus pollas bamboleándose arriba y abajo.

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El Club de las Excomulgadas James le acarició un pecho mientras Craig apretaba el otro. James deslizó las puntas de sus dedos por encima de su pezón endurecido. Craig tomó su otro pezón entre las puntas de sus dedos y apretó. Fuerte. —Oh. —La aguda sensación la pinchó. James se inclinó hacia abajo y lamió su pezón, luego lo succionó en su boca. Craig lo imitó, y ella tuvo a dos hombres tirando de sus pezones con sus caliente bocas. Sensaciones salvajes la inundaron. Ella echó un vistazo hacia Devlin y él tenía una mano en cada uno de los pechos de Aimee, acariciándolos. —Quiero que uno de vosotros lama su coño —dijo Devlin.

su trasero y la atrajo hacia él. Cuando ella sintió su lengua acariciar sobre sus pliegues, tomó una profunda respiración. —Bien. Ahora deja que James le dé una lamida. Craig se movió a un lado y James se deslizó entre sus piernas. Su lengua acarició sobre sus pliegues y ella murmuró suavemente. —Encuentra su clítoris y lámelo. James encontró el botón de carne y empujó la punta de su lengua contra éste, luego giró la lengua. Ella aspiró aire. Él succionó su clítoris y ella jadeó. —Ahora Craig. James se movió a un lado y Craig se deslizó en posición. Presionó sus

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Craig cayó de rodillas enfrente de ella y acarició sus caderas, luego ahuecó

pulgares en cada lado de sus pliegues y los apartó, luego la lamió. Su lengua encontró su clítoris y jugó con éste con una suave presión, entonces chupó. Ella gimió y jadeó mientras un orgasmo la recorría.

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El Club de las Excomulgadas —Ahora acaricien sus pechos. Los hombres se pusieron de pie y cada uno acunó uno de sus pechos en sus manos cálidas. —Aimee, ponte de pie —dijo Devlin. Aimee se paró y la mirada de Sandra se fijó en la enorme y erecta polla de Devlin. — ¿Qué te gustaría hacer ahora, Aimee? —preguntó Devlin. Aimee miró a Sandra, mordisqueando su labio inferior con sus dientes. Sandra sabía exactamente lo que quería hacer Aimee ahora mismo; lo mismo que ella querría hacer si la gran polla de Devlin estuviera empujando contra ella. La persistente sensación de celos no tenía sentido, dada la situación. Ella sonrió y dio un ligero asentimiento a su amiga. —Me gustaría disfrutar de esa enorme polla tuya. ***** Devlin sonrió. Su polla palpitó con necesidad. Ver a Sandra llegar al orgasmo mientras Craig succionaba su clítoris casi lo había enviado por el borde del abismo. —Bueno, disfruta cuanto quieras. Aimee se arrodilló junto a él y tomó su polla en su boca, luego lamió alrededor de la corona. Él se retorció en su boca. Ella succionó un poco, luego lo

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Claramente, Aimee quería la aprobación de Sandra. ¿Y por qué no habría de dársela?

liberó, se puso de pie de nuevo, y dejó caer sus bragas al suelo. Ella arqueó una pierna sobre él y posicionó su polla contra su húmeda entrada, luego se bajó a sí misma sobre él. Su polla se deslizó a lo largo de su resbaladizo pasaje, llenándola. Ella se levantó a sí misma y volvió a deslizarse sobre él de nuevo. Él acarició sus pechos, luego se deslizó por su estómago hacia su coño. Cuando ella levantó su 224

El Club de las Excomulgadas cuerpo de nuevo, él encontró su clítoris y lo acarició. Ella se dejó caer de nuevo, tomando una bocanada de aire. Lo cabalgó arriba y abajo, acariciando su polla palpitante con su calor húmedo. Él jugó con su clítoris. Su respiración acelerándose, junto con la velocidad de ella saltando sobre él. Agarró sus caderas y la guió arriba y abajo, sintiendo la tensión incrementarse en su entrepierna. Un suave gemido escapó de los labios de Aimee, luego ella echó su cabeza hacia atrás y jadeó. El calor lo atravesó y se unió a su orgasmo. ***** Sandra miró como Aimee y Devlin llegaban al clímax juntos, y su interior dolía por un hombre. Se arqueó contra las manos en sus pechos, apenas consciente

Finalmente, Aimee colapsó sobre Devlin y suspiró en sus brazos. Ese era el lugar en donde Sandra quería estar en ese momento. En los brazos de Devlin, con su polla dentro de ella. Pero la quería dura. Lista para follarla. Aimee se puso de pie y la polla lánguida de Devlin cayó sobre su estómago. El interior de Sandra se estremeció. De alguna manera, había creído que él podría reponerse y la tomaría en ese momento. — Oh, Dios, Amo, necesito ser follada —dijo ella. Su mirada se trabó en ella y él sonrió. —James y Craig. Habéis oído a la esclava. Folladla.

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de que los otros dos hombres también estaban mirando a Devlin y a Aimee.

James dio un paso delante de Sandra y presionó su polla contra su entrada, luego la hundió profundo en ella. —Ohhhh, sí.

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El Club de las Excomulgadas Él la sacó y Craig enterró su polla más grande dentro de ella. Ella gimió. James la penetró dos veces, luego Craig hizo lo mismo. Las pollas se sentían gloriosas dentro de ella deslizándose en sus profundidades, pero la pausa entre las penetraciones, no era suficiente. Su mirada recayó en Devlin. Su polla había crecido a su longitud máxima. Ella quería sentirla dentro. Él sonrió, luego se puso de pie. ¿Iría a empujar dentro de ella? ¿Sentiría su gran polla deslizándose en ella? La polla de Craig empujó dentro, penetrándola dos veces, luego se retiró. —Esperen, chicos. —Devlin la alcanzó por detrás y le liberó una muñeca,

—Date la vuelta —la instruyó. Ella se volvió y enfrentó el lago. Devlin la guió hacia delante hasta que estuvo inclinada sobre la barandilla, luego le volvió a atar las muñecas. Un glande se presionó contra su entrada, luego empujó dentro. Grande. ¿Era Devlin? Éste se deslizó dentro de ella varias veces, luego se retiró. Una polla se presionó contra su entrada trasera, luego se deslizó dentro. Ese era James. Empujó profundamente, penetrándola algunas veces, luego se retiró. Otra polla se deslizó en su vagina. Una más grande. Penetrando profundo. Luego se fue. James se hundió en su trasero otra vez y empujó.

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luego la otra.

El placer se construía en ella. Manos agarraban su cadera y pollas la penetraban, alternando entre sus dos aberturas. —Oh, por favor... hagan que me corra —pidió ella.

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El Club de las Excomulgadas Finalmente una polla la penetró con fuerza, entonces comenzó a empujar. Profundamente. Llenándola y duro. —Oh, sí. Oh, por favor sigue follándome. Embistió en ella una y otra vez. La atravesó una espiral de placer y gimió mientras el éxtasis de su orgasmo bañaba todo su cuerpo. Se inclinó contra la barandilla, jadeando por aire. ¿Había sido Craig o Devlin quien la había follado hasta el orgasmo? Unas manos se estiraron alrededor de ella y liberaron sus muñecas. Alguien le dio la vuelta y se encontró a sí misma de frente a Devlin. Atrás de él, vio como Craig follaba a Aimee contra el muro de la cabaña.

de la terraza hacia la esquina. Sintió como unas manos la tomaban de la cadera desde atrás y una polla se presionó en su entrada. James. Detrás suyo. Su polla se deslizó dentro de su trasero mientras sus manos acariciaban sus pechos. Devlin dio un paso hacia adelante y presionó su polla en su raja, y ella gimió cuando se condujo dentro profundamente, empujándola fuerte contra el cuerpo sólido de James que estaba detrás suyo. Las manos de Devlin se enrollaron alrededor de su cabello, él tiró de su cabeza hacia atrás y chupó su cuello. Después acarició su oreja con su nariz. — ¿Te gusta que dos pollas estén dentro de ti, verdad? Ella asintió, queriendo sentir esas pollas moviéndose, llevándola a lo más alto del placer.

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Devlin la atrajo hacia sus brazos y la besó, luego la hizo retroceder a lo largo

Él capturó sus labios y metió su lengua hondo. Los dos hombres empezaron a moverse, sus pollas entrando profundamente en ella, acariciando su interior.

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El Club de las Excomulgadas Aimee gemía en un orgasmo detrás de Devlin. Craig gruñó. Sensaciones salvajes hacían espirales a través de Sandra mientras las duras varas embestían dentro de ella. Chispas danzaron a lo largo de sus terminaciones nerviosas cuando James apretó sus pechos. La polla de Devlin se retorció dentro de ella. Ella gimió. Un intenso placer la atravesó, entonces la catapultó a un lugar de pura dicha. Devlin la penetró profundamente otra vez y ella se aferró a sus hombros mientras gemía en puro éxtasis. Él gruñó y la llenó con calor líquido. James gruñó detrás de ella, jalándola hacia él apretadamente. Ella se desplomó entre los dos, rendida. James le besó el cuello y dio un paso hacia atrás. Devlin capturó sus labios de nuevo y su polla latió dentro de ella. Su vagina se contrajo a su alrededor automáticamente. Él acunó su trasero y la jaló hacia él otra vez.

—Oh, sí. Él giró hacia adelante, conduciéndose profundo de nuevo. Se hizo hacia atrás, entonces la condujo hacia la barandilla, la inclinó contra ésta, y embistió duro. Se sumergió en ella varias veces y ella se sentó, luego el placer explotó a través suyo otra vez. Su cuerpo parecía hacerse añicos, explotando dentro del cosmos. Se estremeció en un completo éxtasis. Se dejó caer contra él, su cabeza descansando en su hombro. Devlin era tan especial. Y ella se sentía especial en sus brazos. Y por mucho que adorara estar con James y Craig, ella sentía más con Devlin. Y su corazón sabía que estar con Devlin significaba mucho más para ella que solo el sensacional sexo.

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— ¿Quieres más? —murmuró contra su oído.

Ella envolvió sus brazos alrededor de su cintura y lo abrazó con fuerza, a pesar del miedo intenso que corría por ella ante ese pensamiento.

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El Club de las Excomulgadas ***** Sandra se despertó con una mano acariciando su pecho y una dura erección entre sus muslos desde detrás. Abrió sus ojos para ver pelo rubio enfrente de ella. Aimee. Los pechos de Sandra empujaban contra la espalda de Aimee, pero había una mano masculina entre ellas que jugueteaba con su pezón. Atisbó por encima del hombro de Aimee para ver que James la estaba mirando. Él le guiñó un ojo y apretó su pezón otra vez, luego besó el cuello de Aimee. Sandra notó el tatuaje del tigre en el brazo alrededor suyo y miró por encima de su hombro para ver a Craig atrás de ella. Era suya la gran erección deslizándose entre sus muslos. Ella se estiró hacia abajo y le acarició el glande mientras éste empujaba hacia adelante.

Aimee rodó hasta estar encima de James, empujándolo sobre su espalda. La mano de James se apartó del pecho de Sandra. Aimee tomó la polla de James y se la deslizó dentro, luego se movió encima de él. Craig tiró del hombro de Sandra hasta que ella rodó hacia él. Ella miró alrededor y vio a Devlin sentado en el sillón cerca de la ventana. Devlin sonrió. —Buenos días. Craig la situó encima de él y su gran polla se le deslizó dentro. Ella ya estaba mojada y lista para él, pero tomó una bocanada de aire cuando él la penetró profundamente. Devlin se puso de pie y se acercó a la cama.

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¿Pero dónde estaba Devlin?

— ¿Te gusta que esa gran polla de Craig esté profundamente dentro tuyo? Craig empujó un poco más profundo para enfatizar y ella jadeó, luego asintió, su mirada puesta en la de Devlin. 229

El Club de las Excomulgadas Devlin se paró junto a la cama y alcanzó el lubricante de la mesilla de noche. Puso algo de gel sobre sus dedos, luego acarició su polla erecta, lubricándola hasta que brillaba. —Voy a follarte al mismo tiempo que Craig. Ella respiró profundamente ante la idea. Tanto Craig como Devlin eran grandes. Muy grandes. Ella miró atentamente la polla reluciente de Devlin. De hecho, la de Devlin era unos centímetros más larga y más ancha. —No sé si pueda. Quiero decir, tomarte... allí atrás. —Puedes, y lo harás. Recuerda. Sumisión total. —Sí, Amo.

Craig pero entre las de ella, forzándola a separar más las piernas, y ahuecó sus pechos. Craig tiró de ella hasta que se recostó encima de él, sus pechos se aplastaron contra su abultado y musculoso pecho. Ella sintió la mano de Devlin acariciar entre sus nalgas, luego sus dedos encontraron su entrada trasera. Un dedo se deslizó dentro, seguido por otro. Retorció sus dedos, suavemente, estirándola y abriéndola. Luego los sacó, y su glande presionó contra ella. Ella tomó una respiración cuando se empujó hacia adelante. Se estiró alrededor de él, más y más. —Relájate —murmuró contra su oído. Los gemidos de Aimee se incrementaban detrás de ella y Sandra apretó a Craig dentro suyo. Ella inspiró profundamente y se concentró en relajarse. Devlin

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Devlin subió a la cama detrás de ella, de rodillas a horcajadas sobre las de

se presionó hacia adelante, abriéndola aún más. Ella respiró profundamente, dejando que su polla empujara dentro hasta que, finalmente, todo su glande estuvo dentro de ella. Craig empujó un poco, luego se salió, mandando chispas de sensaciones a 230

El Club de las Excomulgadas través de su cuerpo. Devlin se deslizó más profundo, luego Craig pulso en ella. Se aferró a sus hombros. Finalmente, Devlin estuvo profundamente dentro, y Craig también. A su lado la respiración de Aimee sonaba entrecortada y la cama se mecía con

las

embestidas

de

James.

Devlin

retrocedió

un

poco,

enviando

estremecimientos a través de Sandra. Aimee gimió en un orgasmo y Devlin se empujó otra vez. —Oh, Dios, sí. ¡Sí! —Aimee gimió de nuevo, y James gruñó. Craig y Devlin comenzaron a moverse dentro de Sandra, y no podía creer lo completamente llena que estaba. Las pollas se salieron un poco, luego empujaron dentro profundamente. Ellos se movieron a ritmo, estirando, luego retrocediendo. Llenándola, luego retirándose. Sus enormes glandes deslizándose a lo largo de sus potente la atravesó y se aferró a los hombros de Craig, cabalgando las incesantes olas de placer. Tomó aire, luego gimió mientras el pensamiento consciente la abandonaba. Sólo sentía el movimiento. Y el placer. Increíbles temblores de excitación mientras los duros ejes la llenaban, entonces salían, luego la llenaban de nuevo. Sus ojos se cerraron y sus entrañas se contrajeron mientras los estremecimientos atravesaban su cuerpo. Tomó aire, entonces gimoteó cuando el éxtasis abarcó todo su cuerpo, explotando a través de todo su ser en un devastador orgasmo. Gimió de nuevo, luego la oscuridad la rodeó.

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entrañas, y ella se sintió mareada ante la intensidad de las sensaciones. Un placer

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veintidós Devlin nunca había visto a una mujer desmayarse durante un orgasmo antes. Y justo cuando él y Craig gemían con sus propias liberaciones. Devlin sacó su pene de su estrecha abertura. Craig la rodó sobre su costado, su polla aún dentro de ella. Sandra abrió los ojos aturdida. —Oh, hombre —Miró por encima del hombro de Craig hacia Devlin—. Eso ha sido increíble. Gracias. —De nada —dijo Devlin, al mismo tiempo que Craig. ¿Qué diablos? Había

— ¿Qué tal si James y yo hacemos el desayuno mientras vosotros tres descansáis? —Sugirió Aimee. Ella sonrió mientras saltaba fuera de la cama y tomaba la mano de James, luego lo condujo fuera de la habitación. Devlin se subió a la cama detrás de Sandra. Ella besó a Craig, luego se dio la vuelta y besó a Devlin. Se acurrucó en sus brazos y se durmió de nuevo. Él la sostuvo cerca, deseando poder hacer esto cada noche de su vida. ***** Después del desayuno, Sandra ayudó a Devlin y a Craig a limpiar los platos, puesto que Aimee y James habían cocinado. Después de eso, ella y Aimee se pusieron los bikinis y todos se dirigieron a la tranquila bahía con la plataforma de nado. Devlin extendió una manta sobre la arena y se dejó caer, luego palmeó el

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sido un esfuerzo de equipo.

espacio a su lado. Sandra se sentó junto a él y observaron a los demás correr hacia el agua y nadar hasta la roca.

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El Club de las Excomulgadas — ¿Estás disfrutando del fin de semana? —preguntó Sandra, queriendo saber qué pensaba Devlin de todo ahora que estaba aquí. — ¿Estás bromeando? Es increíble —La atrajo hacia su regazo de frente a él, luego la besó—. Es increíble verte con los otros chicos —Acarició su pelo negro detrás de la oreja, enviando escalofríos a través suyo ante el ligero toque—. Disfrutando de ti misma. —Su mirada descansó en su cara, y sonrió—. Eres tan sexy cuando estás con ellos. Cuando te están tocando. Él le acarició la mejilla, luego la besó de nuevo. Ella envolvió su mano alrededor de su cabeza y movió su lengua dentro de su boca.

Devlin se echó hacia atrás y tiró de Sandra encima de su cuerpo. Su bulto se presionó en ella. Él envolvió sus brazos alrededor suyo, entonces la rodó sobre su costado y la abrazó. Ella podía oír a Aimee y los chicos en el agua, pero en lo único que podía pensar era en Devlin y la fuerza sólida de su cuerpo apretado contra el suyo. —Aimee parece estar teniendo un montón de diversión. ¿Quieres unirte a ella? —No. Estoy feliz donde estoy —Ella acurrucó su mejilla contra su pecho desnudo. El sonido de salpicaduras disminuyó y se preguntó si Aimee y los chicos estaban volviéndose hacia actividades más eróticas. Se sentía tan extraña aquí tumbada con Devlin y sabiendo que si levantaba la vista, podría ver a Aimee

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Aimee se rió en el fondo, entonces un coro de salpicaduras estalló.

teniendo sexo con dos hombres justo frente a ellos... y eso no asustaría a Sandra en lo más mínimo. Tampoco a Devlin. Ella pasó su mano por su sólido pecho.

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El Club de las Excomulgadas —Devlin, ¿alguna vez hiciste este tipo de cosas antes? — ¿Compartir una mujer con otro hombre? ¿U hombres? —Él le acarició el pelo—. No, esta es la primera vez para mí. — ¿Qué sobre dos mujeres compartiéndote? Esa es la fantasía de todo hombre, ¿no? Él se echó a reír. —Supongo que eso es cierto. Pero es bastante difícil encontrar una mujer especial con la que estar, ni hablar de dos. Ella levantó la vista hacia él. —Claro, pero no tienen que ser especiales, como en un compromiso a largo él la consideraba especial. —Eso es verdad por un tiempo. Pero se llega a un punto donde el sexo casual ya no satisface. La calidez en sus ojos mientras la miraba envió olas de excitación deslizándose a través de ella. —Devlin, eres un gran tipo. ¿Por qué no tienes una relación seria ya? —Yo la tenía, por lo menos, traté de tenerla, casi un año antes de conocerte. — ¿Qué pasó? — ¿Tenía Devlin el corazón roto? Él acarició su espalda.

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plazo. Dirías que está bien tener sexo casual —Pero el placer se coló en ella porque

—Ella y yo nos conocíamos casualmente hacía mucho tiempo. Trabajamos juntos y eso pudo ser un problema también, incluso a pesar de que estábamos atraídos el uno por el otro, no actuamos en consecuencia. Entonces, ella dejó la empresa para iniciar un nuevo trabajo. Un grupo la invitamos a tomar algo para 234

El Club de las Excomulgadas decirle adiós y… —Se encogió de hombros— la invité a salir. Él la miró y ella asintió alentándolo. —Debido a que nos conocíamos bastante bien, habiendo pasado mucho tiempo juntos en el trabajo —continuó él— seguimos adelante con la relación a un ritmo más rápido, demasiado rápido, como se vio después. Después de cuatro meses, me encontré pidiéndole que viviera conmigo. — ¿Y ella lo hizo? Él suspiró. —No. Ella me dio una mirada de ciervo ante los faros de un auto y me dijo que tenía que pensar en ello. Después de eso, estaba demasiado “ocupada”, —dijo entonces rompió conmigo. Ella asintió con simpatía, preguntándose si a él todavía le dolería el corazón por la mujer. Él se encogió de hombros. —Fue una experiencia de aprendizaje. Ahora sé que debo tomar las cosas con calma —Le sonrió—. Si es una mujer con la que vale la pena estar, vale la pena esperar por ella. La risa de Aimee sonó de fondo, luego corrió hacia la manta y se dejó caer detrás de Sandra. —Hey, Devlin. Estás acaparando a Sandra.

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la palabra haciendo comillas con los dedos—. Nos vimos un par de veces más,

Sandra sintió dedos suaves en su espalda, luego sintió la parte de arriba de su bikini soltándose. Aimee tiró del hombro de Sandra hasta que Devlin la soltó y ella rodó sobre su espalda. Aimee tiró de la tela hasta que se apartó de los pechos de Sandra. Sus pezones saltaron hacia el cielo.

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El Club de las Excomulgadas —Bueno, ese es un bonito cuadro —sonrió Devlin. Aimee acarició el estómago de Sandra, después tiró de su parte de abajo. —Hey, ¿por qué siempre me desnudo primero? —se quejó Sandra. Aimee soltó la parte inferior del bikini de Sandra. —Está bien —Se dio la vuelta, poniendo su espalda hacia Sandra. Sandra desabrochó la empapada parte superior de Aimee. Cuando esta cayó a la manta, Aimee se levantó. Lo mismo hizo Sandra. Ella tiró de la parte de abajo de Aimee por sus caderas y luego al suelo. Aimee salió de ésta, ahora desnuda. —Aquí, déjame ayudarte a acelerar esto. —Devlin agarró la parte de debajo

— ¿Por qué no vais las dos y le quitáis los trajes de baño a los chicos? — sugirió Devlin. Sandra se movió hacia James y sonrió mientras tiraba hacia abajo de su traje de baño mojado, revelando su frío y encogido pene. Ella pasó la mano sobre este. —Sandra, creo que vamos a necesitar calentar sus fríos miembros. Sandra envolvió sus manos alrededor de James y lo acarició. Aimee inmediatamente tomó a Craig en su boca. Craig sonrió ampliamente. —Oh, nena, eso es muy caliente.

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de Sandra y la guió hacia debajo por sus piernas.

Sandra se agachó y tomó a James en su boca, y él inmediatamente comenzó a hincharse. Pronto llenó su boca y ella le lamió el glande. — ¿Por qué no agarráis esas pollas —dijo Devlin— y las guiais por este camino? —Él recogió las bolsas que habían traído con ellos a la playa. 236

El Club de las Excomulgadas Sandra se puso de pie, una mano envuelta alrededor de la dura erección de James, y siguió a Devlin a través del bosque. Él los condujo hacia la otra cabaña, entonces en torno al otro lado del edificio. Colgando de un gran árbol había dos columpios de madera. Devlin dejó caer las bolsas al lado de los columpios, luego abrió la suya y sacó unas correas negras. Le lanzó dos a Sandra. —Fija esas alrededor de las muñecas y tobillos de Aimee. Sandra tomó las correas de suave cuero y siguió sus instrucciones. —Coloca a Aimee sobre uno de los columpios, después sujeta sus muñecas a sus tobillos con estas. —Devlin le entregó a Sandra dos fuertes clips metálicos. También le entregó una toalla—. Es posible que desees poner esto sobre el columpio primero.

sobre la áspera madera del columpio, se inclinó. Sandra abrochó los anillos en las correas de las muñecas a los anillos de los tobillos de Aimee, esencialmente sosteniéndola doblada sobre el columpio, su parte trasera totalmente expuesta. Craig silbó. —Eso sí que es un espectáculo encantador. —Sandra, sus senos se ven fríos. ¿Por qué no se los calientas? —sugirió Devlin. Sandra se agachó y metió su cabeza por debajo del columpio, su propia parte trasera desnuda sobresaliendo en el aire, y sonrió a la cara de Aimee al revés, luego acarició los pechos de Aimee. Se inclinó hacia uno y lo lamió. Después, le chupó el otro pezón.

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Aimee se acercó al columpio y, una vez que Sandra puso la toalla doblada

Ella sintió una mano masculina acariciar sobre su trasero, luego se deslizó a lo largo de ambos lados de sus pliegues expuestos. Después sobre su raja. Sus ojos se cerraron y chupó más duro a Aimee, provocándole un gemido.

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El Club de las Excomulgadas —Vuelve aquí —la instruyó Devlin. La mano se deslizó lejos y Sandra se retiró de debajo del columpio. —Creo que Aimee ha sido una chica muy mala este fin de semana, trayendo todos estos hombres aquí y estando de juerga con ellos. Necesitas castigarla. Sandra se quedó mirando fijamente hacia el expuesto trasero de Aimee. Ella deslizó su mano sobre la carne curva, luego azotó el trasero de Aimee. —Tendrás que hacerlo más duro que eso. Sandra golpeó de nuevo un poco más duro. —Una vez más. —dijo Devlin.

—Más duro. —insistió Devlin. Ella azotó más duro esta vez. La carne suave y pálida de Aimee se volvió de color de rosa. —Ahora la otra. —Sólo Devlin hablaba. Los otros hombres sólo miraban con fascinación. Sandra golpeó la otra nalga de Aimee. Ésta se volvió rosa, también. —Ahora... bésala mejor. Sandra se agachó y besó la nalga caliente de Aimee. La besó y acarició con la nariz, luego la mordisqueó con sus labios, sabiendo que estaba distrayendo a los

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Ella golpeó de nuevo.

hombres. —Quiero ver a James y Craig follarla. Primero, ponla lista para ellos — instruyó Devlin.

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El Club de las Excomulgadas Los pezones de Sandra se estremecieron ante sus palabras y las imágenes que suscitaron. Ella pasó sus dedos a lo largo de la ranura de Aimee. Los pliegues ya estaban resbaladizos. Pero esto era tanto para los hombres como para Aimee. Sandra lamió a lo largo de la rendija de Aimee, luego se apartó y arrastró sus dedos a lo largo de la abertura. Deslizó sus dedos en el interior. En su visión periférica, vio que Craig tenía su pene en la mano y lo bombeaba. —Amo, ella está lista para un pene duro. —Déjame ver —Devlin dio un paso al lado de ella y pasó sus dedos a lo largo del coño de Aimee—. Tienes razón —Se agachó y le lamió la raja. Aimee gimió.

Le hizo un gesto a James para que se adelantara. James, sosteniendo su propio pene duro, caminó hacia delante, su mirada fija sobre el trasero expuesto de Aimee. —Sandra, toma la polla de James y deslízala en Aimee. Sandra envolvió su mano alrededor del pene duro de James, lo acarició, luego lo guió hacia la apertura de Aimee. Ella empujó el glande de él dentro. James se deslizó hacia adelante y Sandra observó su polla desaparecer dentro de Aimee. —Acaricia las bolas de James mientras empuja en Aimee. Sandra se movió detrás de James, deslizó su mano entre sus muslos y ahuecó sus bolas. Él se movió hacia adelante y atrás, conduciéndose en Aimee. Craig se acercó.

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Devlin se puso de pie y dio un paso a un lado.

—Agarra la polla de Craig y acaríciala también. Craig se movió junto a James y se volvió hacia Sandra. Ella agarró su gran pene y acarició mientras James seguía empujando en Aimee. Su mano todavía

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El Club de las Excomulgadas ahuecaba sus bolas. Sus embestidas se aceleraron y sus pelotas se pusieron firmes. Los sonidos de placer de Aimee se incrementaron. De repente, James gimió y se empujó profundamente en ella. Ella gimió en voz alta. Sandra continuó acariciando la polla de Craig. Devlin se puso detrás de Sandra y tomó sus pechos, luego la apartó de James, hacia el otro columpio. La puso sobre éste, su estómago descansando contra la madera. Craig se movió detrás de ella y Devlin agarró el pene de Craig y lo empujó contra la hendidura goteando de Sandra. Craig se impulsó hacia delante, empalándola. La sensación de la larga y dura polla conduciéndose en ella la hizo jadear. Devlin se puso delante de ella y apretó su polla en sus labios. Ella los envolvió alrededor de su glande. Craig se retiró, luego se dirigió de nuevo hacia delante, empujando el columpio y conduciéndola más profundo sobre la polla de Devlin. arriba y abajo sobre el gran pene mientras Craig se introducía en ella una y otra vez. El placer se hinchó dentro y gimió, luego jadeó cuando un orgasmo se desplomó a través suyo. La polla de Craig se soltó. Devlin se apartó, y caminó detrás de ella. Su polla se presionó contra su abertura y se empujó en el interior. Su pene la llenó aún más que el de Craig. Ella lo apretó en bienvenida a su erótica presencia. Él se echó hacia atrás y empujó en ella de nuevo. Durante su siguiente empuje, le azotó su trasero. Ella jadeó, luego gimió cuando otro orgasmo se disparó por su cuerpo. Él se condujo hacia delante una y otra vez, abofeteando su trasero un par de veces, enviando su orgasmo a una explosión cataclísmica de sensaciones. Él la agarró por las caderas y la penetró profundamente, luego gimió cuando se vació en su interior. —Oh, Dios. Eres tan jodidamente sexy —murmuró él.

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Ella envolvió su mano alrededor del pene de Devlin y chupó. Su boca se deslizó

Luego la sacó del columpio y se sentó. La levantó y empujó su pene en su trasero. La bajó sobre él, lentamente empalando su trasero con su enorme polla. Ella se estiró a su alrededor. Una vez que él estuvo completamente dentro, metió los pies dentro de los de ella y abrió sus piernas. James se arrodilló delante de ella y

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El Club de las Excomulgadas presionó su polla hacia su vagina, luego se movió hacia delante. Su pecho sólido presionó contra los suyos, intercalándola entre los dos hombres. James se retiró y se dirigió de nuevo hacia delante. Comenzó a follarla, cada impulso hacia adelante empujándola duro contra Devlin, lo cual empujaba su gran polla más profundamente en su trasero. En unos momentos, ella gemía en un éxtasis intenso, entonces gritó con toda la fuerza de sus pulmones. El placer desgarró a través suyo en un orgasmo explosivo. Cuando James finalmente dejó de conducirse en ella, se desplomó contra Devlin, preguntándose cómo podría sobrevivir a tal potente placer mucho más tiempo. Y se preguntó si una vez que regresara a la ciudad después de este fin de

***** Sandra se dejó caer en su propia cama esa noche. Después de un día de sexo caliente, todos habían decidido que necesitaban estirarse y dormir un poco. Era extraño estar sola después de ser tocada, besada y follada tanto hoy. Estar sola así es a lo que regresaría después del fin de semana. Aunque todavía quedaban unos pocos fines de semana de verano, una vez que Aimee cerrara la cabaña por la temporada, Sandra extrañaría el ambiente despreocupado que había encontrado aquí. El haberse permitido ser salvaje y libre. Disfrutar del sexo con varios hombres. Tener libertad erótica total. ¿Vería a James y a Craig de nuevo? Sería raro verlos fuera de este entorno. Invitarlos a su apartamento. O ir a sus casas.

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semana tendría una oportunidad así de nuevo.

Pero aún tendría a Devlin. Suspiró. Además del placer de ser follada por tres hombres, lo más importante que 241

El Club de las Excomulgadas había aprendido este fin de semana era lo especial que era Devlin para ella. Su amor y su alentadora naturaleza la habían ayudado a aceptar este lado salvaje de sí misma desde el principio. Él era un gran amigo. Un amante sensacional. ¿Podría ser algo más para ella? ¿Quería que lo fuera? Sus pensamientos la mantuvieron despierta durante bastante tiempo mientras miraba por la ventana hacia el cielo nocturno, lleno de titilantes estrellas, pero finalmente se quedó dormida. Un rato más tarde, fue consciente de que alguien estaba detrás suyo. Un cálido y sólido cuerpo estaba en cuchara con ella.

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Estaba segura de que era su Desconocido de Fantasía.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veintitrés El calor atravesó a Sandra, reuniéndose en su ingle. Sintió una polla revolverse entre sus muslos. Dios, se sentía bien. —Quiero que me folles —dijo ella. Él le acarició el cuello con la nariz mientras su pene se deslizaba hacia atrás, luego empujaba contra su vagina. Poco a poco, se deslizó en el interior. Él se empujó hacia adelante, empalándola. Ella jadeó ante la intensidad de la sensación. Tensando los músculos internos, lo apretó, luego giró sus caderas

Él agarró sus caderas y empujó aún más profundo. Más duro. Ella sintió su polla hincharse y la apretó de nuevo. Sus manos se deslizaron hacia sus pechos y él se los tomó con fuerza. Sus pezones dolían. Olas de intenso placer la invadieron, elevándose hacia un tumultuoso torrente de felicidad. Podía sentirlo. Tan cerca. Ella jadeó cuando un orgasmo la sacudió, luego la catapultó hasta el borde del paraíso. Su mano soltó su pecho y se deslizó hacia abajo por su vientre hacia su clítoris, luego lo acarició. Su placer se intensificó y gimió mientras el éxtasis explotaba a través de ella. Finalmente, se desplomó sobre el pecho sólido detrás de ella, jadeando en busca de aire. La rápida respiración de él pasó más allá de su cuello, levantando mechones de su cabello, haciéndole cosquillas ligeramente.

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adelante y atrás, conduciendo su polla profundamente en ella cada vez.

Una parte de ella se sentía culpable de estar aquí con su Desconocido de Fantasía, pero no con Devlin. Devlin sabía de su Desconocido de Fantasía, por supuesto, pero se sentía tan íntimo estar tendida en sus brazos. Tan cerca. Tan maravilloso. 243

El Club de las Excomulgadas Ella sintió que su corazón se hinchaba. Su Desconocido de Fantasía siempre la tocaba con tanta ternura. Siempre se sentía amada en sus brazos. Sabía que era James o Craig, aunque yacer aquí con él no se parecía en nada a cuando ellos la sostenían en sus brazos. Eso demostraba totalmente el poder de la mente humana. Y de las fantasías. El Desconocido de Fantasía encarnaba su idea del amor. Y podía deleitarse en ésta sin sentir que podría irse por el camino equivocado, como lo había hecho con Eric. Porque el Desconocido de Fantasía no era real. Ella respiró hondo y apoyó su mano encima de la de él mientras ahuecaba su pecho.

Él se inclinó hacia adelante y le acarició el cuello con la nariz tiernamente. — ¿Me amas? —murmuró él suavemente, su voz ronca. —Sí. —La palabra se deslizó de sus labios antes de que pudiera detenerla. No había querido admitir eso. Él nunca le había hablado antes como el Desconocido de Fantasía. Él había hablado en voz tan baja, que ella no pudo decir de quién era la voz. Su polla se deslizó fuera de ella y la tumbó sobre su espalda. Al ver la sombreada figura por encima de ella en la oscuridad, se dio cuenta de que no tenía los ojos vendados. Él se arrastró sobre ella y empujó su polla contra ella. —Te amo, también.

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—Me encanta la forma en que me tocas. La forma en que me haces sentir.

Era la voz de Devlin. Ella jadeó cuando él se deslizó dentro de ella. Quería irse lejos y escapar, pero su gran pene la penetró de nuevo,

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El Club de las Excomulgadas renovando el placer que aún se arremolinaba a través de ella de su orgasmo anterior. Su polla la llenó profundamente de nuevo. Ella apretó, luego se aferró a sus hombros mientras gemía ante el intenso placer... creciendo... llenando todo su ser. Entonces, sensaciones placenteras fueron en cascada a través suyo y voló en éxtasis, temblando en sus brazos. Su pene estalló dentro de ella. Finalmente contuvo la respiración. Era demasiado consciente de su pecho sólido contra su mejilla, de sus brazos alrededor de su cuerpo... de su polla todavía incrustada en su interior. Oh, Dios, era Devlin.

***** Sandra se retorció fuera de sus brazos y se levantó. —Sandra, ¿a dónde vas? Ella tomó su bata de la silla mientras salía corriendo de la habitación, desesperada por escapar de él. Tenía que pensar. Oyó sus pasos detrás suyo mientras abría la puerta de la terraza y corría hacia la oscuridad del exterior. Se apresuró a bajar las escaleras de la terraza, con la esperanza de que él no la siguiera. —Sandra. Espera. ¿Qué sucede? Ella oyó sus pasos en la terraza. Deteniéndose en la playa en frente de la cabaña, ella miró fijamente a través

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Devlin era su Desconocido de Fantasía.

del agua reluciente. No huiría en la oscuridad del bosque. Con las manos en sus caderas, se volvió hacia él. — ¿Eres el Desconocido de Fantasía? 245

El Club de las Excomulgadas —Así es. —Me mentiste —acusó. —Yo no mentí. Ella lo miró. —No dijiste la verdad. —Si hubieras sabido quién era el Desconocido de Fantasía, se habría arruinado —dio un paso hacia ella—. Sandra, no creo que sea por eso que estás enojada. De hecho, no pienso que estés enojada en absoluto. Ella lo miró fijamente, la sangre golpeaba a través de sus sienes, su respiración difícil y errática. ¿Por qué estaba enojada? ¿Porque él había interpretado un

—Creo que estás utilizando la ira para distraerte —dijo él. Ella se tragó su pregunta “¿De qué?” porque ella no quería oír su respuesta. Él dio un paso hacia adelante. Ella dio un paso atrás. —Dijiste que me amabas —dijo él. —Estaba en el momento. Sólo salió. No lo dije en serio. —Ahora creo que estás mintiendo. —No importa —Ella apretó los dientes—. La persona a la que se lo dije no es real.

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papel? ¿Por qué no se lo había dicho? ¿O porque lo había hecho tan bien?

—Él es real. Yo soy real. Su pecho se apretó dolorosamente. Ella sacudió la cabeza, queriendo escapar desesperadamente.

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El Club de las Excomulgadas —Sandra, ¿por qué supiste que era el Desconocido de Fantasía? No te vendé los ojos. No te traje una rosa amarilla. —Yo... bueno, fue... es decir, la forma en que me tocaste... Él sostuvo sus manos abiertas a los costados. —Pero estaba simplemente siendo yo mismo. Ella dio otro paso hacia atrás. —Devlin, no te amo. Él dio un paso hacia adelante y agarró sus hombros.

Ella lo miró fijamente, deseando alejarse mientras su rostro se acercaba. Pero no movió ni un músculo para escapar cuando sus labios encontraron los suyos y la besaba. Dulcemente. Con ternura. El mundo se balanceó a su alrededor. —Yo no puedo amarte, Devlin. — ¿Por qué no? Lágrimas brotaron de sus ojos. —Porque... —Ella ahogó el nudo en su garganta—. La única vez que creí estar enamorada, me equivoqué. Él sonrió, sus ojos brillaron a la luz de la luna.

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— ¿Estás segura?

— ¿Pero qué si, esta vez, tienes razón? Ella contuvo la respiración y se quedó mirando sus ojos, perdida en las profundidades azules brillantes, su cabeza sacudiéndose. 247

El Club de las Excomulgadas Él le tomó la cara entre las manos. —Sandra, ¿a qué le tienes miedo? — ¿Qué pasaría si...? —Ella tomó aire y volvió a empezar—. ¿Qué pasa si tengo razón y...? — ¿Y qué? —Él la urgió. Se quedó mirando las ardientes profundidades de sus ojos y el calor se apoderó de ella, haciéndola sentirse deseada. Necesitada. Amada. Y le dio miedo porque recordó cuando Eric la había mirado de esa manera y cuánto le había dolido cuando que ese calor se había desvanecido.

— ¿Y... si te pierdo? La abrazó con fuerza contra él, acariciándole el pelo suavemente. —Oh, Dios, Sandra. Nunca me vas a perder. —No puedes saber eso. Tus sentimientos podrían cambiar. —No lo harán. Te lo prometo —La echó hacia atrás y la miró a los ojos de nuevo, sus ojos azul intenso—. Pero incluso si no crees eso, aún deberías aprovechar la oportunidad. — ¿Por qué? —Porque tenerle miedo al amor no es forma de vivir.

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Ella se estremeció.

Su corazón palpitó con fuerza. Había estado tan orgullosa de sí misma cuando había reconocido que lo que sentía por el Desconocido de Fantasía no era amor verdadero. Porque el Desconocido de Fantasía no era real. Pero ahora que sabía que el Desconocido de Fantasía era Devlin, se daba cuenta que esos 248

El Club de las Excomulgadas sentimientos eran reales. Y eran un reflejo de lo que Devlin sentía por ella. Había conocido a Devlin en un momento en que se había prometido a sí misma que no se involucraría sentimentalmente con un hombre, por lo que se habían hecho amigos, pero siempre se había sentido atraída por él. Y desde que se había involucrado sexualmente con él, había sentido la diferencia cuando estaba con él y cuando estaba con los otros hombres, incluso con James, por quien había tenido una fuerte atracción en el pasado. No era lo mismo. Lo que sentía por Devlin era más profundo. Más fuerte. ¿Podría estar enamorada de Devlin de verdad? —Además, —dijo Devlin— todas estas experiencias deben haberte convencido de que no tienes ningún problema para atraer a los hombres. Como amigos. Como amantes. Incluso si no estás en una relación comprometida, no

Devlin le sonrió y su corazón se hinchó. El dulce y alentador Devlin. Parecía conocerla mejor que ella misma. Ardía por inclinarse hacia delante y besarlo de nuevo. Sentir sus brazos sosteniéndola con fuerza. — ¿De verdad me amas? —preguntó ella. Sus ojos azules brillaron intensamente. — ¿Estás bromeando? Estoy loco por ti. —Un dolor profundo vibró a través suyo, y su corazón latió de alegría porque ahora sabía que lo que sentía por Devlin era verdadero amor.

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tienes que estar sola.

Devlin le acarició la mejilla. —Lo veo en tus ojos, pero tengo que escucharlo. Dímelo. Ella parpadeó para contener las lágrimas de alegría, y su boca se amplió en

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El Club de las Excomulgadas una sonrisa irresistible. Ella le acarició la áspera mejilla. —Te amo, Devlin. Él se rió y la levantó, luego la giró alrededor. Sus bocas se encontraron y él la besó hasta dejarla sin aliento. Cuando por fin la soltó, ella le sonrió. —Qué suerte la mía. Finalmente caigo perdidamente enamorada de un hombre justo cuando descubro que todo lo que tengo que hacer es una lista de fantasías y todas se harán realidad. La vida recién se estaba poniendo interesante. Él se rió entre dientes.

Sus cejas se arquearon. — ¿En serio? ¿Incluso con James y Craig? —Siempre y cuando pueda interpretar un papel protagonista. Ella se rió y lo abrazó firmemente. —Siempre. Él le acarició el pelo hacia atrás y la besó. Ante la caricia de sus labios, su corazón se llenó de amor. Mientras esa sensación se extendía por ella, se dio cuenta de que esto era totalmente diferente a lo que había sentido por Eric. Este amor se asentaba

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—No crees que voy a detenerte de disfrutar de tus fantasías, ¿verdad?

profundamente en su corazón y surcaba cada parte de ella, llenando los más profundos, más oscuros y más solitarios lugares en ella. Ella suspiró mientras miraba en los brillantes ojos de Devlin.

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El Club de las Excomulgadas El amor de Devlin la completaba. Y en el fondo de su alma sabía que estaba

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total y completamente enamorada de él.

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El Club de las Excomulgadas Capítulo Veinticuatro Devlin se despertó con suaves labios acariciando su cuello, debajo de la barbilla. Apretó sus brazos alrededor de Sandra y la atrajo más cerca. Ella se acurrucó contra su pecho, luego se empujó sobre su hombro hasta que rodó sobre su espalda. Entonces, ella se subió encima de él, sentada sobre su estómago. —Buenos días —Sonrió hacia él. —Buenos días —Sonrió y su mirada se desvió hacia sus pechos desnudos. Pasó sus manos hacia abajo por los costados de ella, a continuación, sobre sus caderas, amando la sensación de sus curvas.

Como si hubiera leído sus pensamientos, dijo: —Entonces me amas, ¿verdad? Su sonrisa se ensanchó. —Sí, lo hago. — ¿Y honras mi deseo de seguir haciendo realidad mis fantasías? Él levantó una ceja ante su rara redacción, pero dijo: —Por supuesto. Ella sonrió con picardía.

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No podía dejar de sonreír. Anoche Sandra había admitido que lo amaba.

—Grandioso. ¿También estás de acuerdo en obedecerme? Él rió por lo bajo. —Lo hago.

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El Club de las Excomulgadas Ella saltó fuera de él y se sentó en el costado de la cama, luego abrió el cajón de la mesilla de noche. Revolvió en el interior, entonces sacó algunas bandas de cuero negro y las dejó caer sobre el costado de la cama. Envolvió una alrededor de una de sus muñecas y la sujetó, sus delicados dedos rozando suavemente la piel sensible en el interior de su muñeca mientras sujetaba las hebillas. Él levantó su otra muñeca para ella y ella sujetó una allí, también. Luego levantó un collar de cuero. Él se sentó erguido para que ella pudiera sujetarlo a su cuello. Ella se puso de pie y arrastró la sábana, la cual había caído en un montón alrededor de su estómago por sus caderas, entonces le pasó la mano sobre su pecho y por sus abdominales. La sensación de su suave toque sobre su cuerpo envió calor zumbando a través suyo, sobre todo mientras acariciaba más abajo.

—Te ves sexy —Caminó hasta el tocador y volvió con un cepillo, entonces le cepilló el pelo largo hasta los hombros minuciosamente. —Bien. Ahora de pie —dijo. Él empujo hacia atrás las mantas y se levantó. Ella arrastró su mirada sobre su cuerpo, permaneciendo en su ingle, observando su polla comenzando a hincharse, a continuación, abrió el cajón de la mesilla de noche otra vez y sacó una correa de cuero. Una vez que la sujetó al anillo en su collar, tiró de esta. —Sígueme —Caminó hacia la puerta—. Oh, espera —Le entregó el asa de la correa y corrió hacia la cómoda. Abrió un cajón, entonces sacó una camiseta blanca y se la puso. Ésta vagamente cubrió su cuerpo, colgando a mitad de camino a sus rodillas. Se acercó a

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Ella sonrió.

la mesita de noche de nuevo y regresó con un broche mosquetón y sujetó sus muñecas juntas por delante de él, luego tomó la correa de nuevo y tiró.

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El Club de las Excomulgadas Lo condujo por el pasillo y dentro de la sala de estar. Aimee estaba tendida sobre el sofá, leyendo un libro, una taza de café sobre la mesa a su lado, sus pies en el regazo de James. James gentilmente sostenía el pie descalzo de Aimee entre sus grandes manos, acariciándolo. Ella llevaba un bikini rosa y James usaba sus bóxers. Craig estaba sentado en el sillón bebiendo café, mirando fuera hacia el agua. Él, también, llevaba sólo sus calzoncillos. Sandra sonrió al ver el sexy tatuaje del tigre en su brazo. Aimee echó un vistazo hacia Devlin, su mirada deslizándose por la longitud de él. Su polla se movió ante su lectura. — ¿Lo llevas a dar un paseo? —preguntó. —No, pero lo voy sacar a jugar. Seré el Ama Sandra. ¿Quieres unirte a

Aimee sonrió. —Absolutamente. Sandra se estiró hacia la taza de café de Aimee, y ésta se la entregó. — ¿Te importa? —preguntó Sandra. —Ningún problema. Sandra tomó un sorbo, luego llevó la taza a la boca de Devlin. Él tomó un sorbo del líquido caliente. Tenía azúcar y crema y, por lo general tomaba su café negro, pero dio la bienvenida a la dosis de cafeína. Sandra dejó la taza y tiró de la correa, entonces lo llevó a la cocina. Recogió un lápiz de una taza sobre la encimera y se dirigió hacia la nevera. Allí, sostenida

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nosotros?

por un imán con forma de piña, estaba la servilleta de papel con la lista que Sandra y Aimee habían hecho. Seis puntos estaban tachados. 1. Ser mantenida cautiva. 254

El Club de las Excomulgadas 2. Experimentar con bondage. 3. Hacer el amor con un sexy desconocido con los ojos vendados. 4. Tener relaciones sexuales con dos hombres al mismo tiempo (quizás más). 5. Ser una esclava. 6. Tener un esclavo. 7. Ser una voyeur. 8. Intentar exhibicionismo.

número seis. Ella sonrió a Devlin y tiró de la correa de nuevo, entonces lo llevó hacia la puerta y la abrió. Salieron al cálido sol brillante. Los pájaros piaban en los árboles y una suave brisa levantó zarcillos de su cabello y los arremolinó a través de su cara. Él la siguió alrededor de la casa hasta la ducha al aire libre, los otros dos hombres y Aimee a la zaga. Sandra abrió el agua y la probó con su mano, luego desabrocho las correas de cuero de sus muñecas y cuello, y las arrojó a un lado, sobre la hierba. —Está bien, entra en el agua. —Sí, Ama Sandra —dio un paso bajo el agua tibia y ésta se derramó a través

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Sandra tachó el número cinco. Claramente, estaba a punto de cumplir con el

de su cuerpo. Sandra tomó una pastilla de jabón y comenzó a frotarla sobre su cuerpo. A medida que el agua fluía sobre ella, su camiseta blanca se aferró a su cuerpo, volviéndose transparente. Sus pechos aparecieron claramente a través de la tela, los 255

El Club de las Excomulgadas pezones empujando hacia afuera. La sensación de sus manos sobre él, la visión del agua caliente fluyendo por su cuerpo casi desnudo, y el pensamiento de ella ordenándole hacer cosas eróticas a su sexy cuerpo envió sus hormonas flotando a través de él. —Aimee, ven a echarme una mano. Aimee dio un paso bajo el agua también, y comenzó a acariciar su enjabonado cuerpo. Ambas manos se envolvieron alrededor de su polla creciente y acariciaron. Aimee se agachó y tomó su glande en su boca y él tomó aire. Sandra le besó el pecho, luego succionó uno de sus pezones en su boca. Calor llameó a través de él y su boca se secó. Sandra acarició por encima de su culo y arremolinó su enjabonada mano bajo las yemas de sus dedos, pero dejó sus manos colgando obedientemente a sus costados. Aimee tomó su polla profundamente en su boca mientras acariciaba su culo, también. Sandra besó por su estómago y lamió su polla cuando Aimee arrastró su boca libre. Sus manos se hicieron puños mientras las dos mujeres lamían su polla con sus cálidas lenguas, arriba y abajo. James y Craig observaban desde más allá de la ducha de agua, sus manos dentro de sus bóxers. Sandra se puso de pie y Aimee siguió su ejemplo. Sandra miró arriba y abajo por su cuerpo.

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sobre él. Él quería pasar sus manos sobre sus pechos, sentir los apretados pezones

—Está bien, te ves agradable y limpio —Se volvió hacia los otros hombres— . Craig y James, traed el sillón desde la terraza. Aimee, ve a traer algunas toallas y... —Sandra susurró en el oído de Aimee, y ésta asintió. La mano de Sandra se enroscó alrededor de su erección y ella acarició 256

El Club de las Excomulgadas mientras esperaban a que los otros regresaran. Su toque era el cielo. Un momento después, los hombres estuvieron a la vista de nuevo cargando un sillón de madera de teca desde la terraza, completo con los almohadones. Lo colocaron sobre el pasto de frente a la ducha. Aimee dejó caer una canasta de toallas junto a este, luego llevó una hacia la ducha. Sandra condujo a Devlin fuera del agua. —Continúa y sécalo —le dijo Sandra a Aimee. Aimee secó su cuerpo con golpecitos, prestando especial atención al área de su ingle, lo que causó que su erección se engrosara aún más. Sandra sujetó el collar alrededor de su cuello de nuevo, y las bandas a las muñecas, pero no sujetó sus muñecas juntas de nuevo. Ella tiró de la correa y lo llevó al sillón.

Una vez que Devlin se sentó, ella enrolló la correa alrededor de la parte de atrás del sillón. Metió la mano en la cesta de las toallas y sacó una botella de plástico. Le entregó la botella a Aimee, quien sonrió y escurrió líquido transparente en sus manos, luego se arrodilló frente a Devlin y empezó a acariciar su polla muy minuciosamente, cubriéndola totalmente. Pensó que se volvería loco con la erótica estimulación de sus cálidas manos resbaladizas. —Ahora no toques nada —dijo Sandra. Moría por tocarla. O, mejor aún, por tener a Sandra tocándolo, pero ella volvió de regreso a la ducha y se paró bajo el agua. Aimee se despojó de su bikini y se unió a Sandra. Aimee arrastró hacia arriba la húmeda camiseta de Sandra y tiró de ésta sobre su cabeza. La polla de Devlin se movió ante la vista de sus pechos desnudos y mojados.

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—Siéntate.

Aimee frotó la barra de jabón entre sus manos y se la entregó a Sandra, luego comenzó a acariciar los pechos de Sandra. Sandra enjabonó sus manos y dejó la barra de jabón, entonces acarició sobre los pechos de Aimee.

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El Club de las Excomulgadas —Hey, chicos —Sandra les gritó a James y Craig— venid y uníos a nosotras. Los dos hombres se despojaron de sus bóxers y volaron debajo del agua. Pronto, los cuatro estaban enjabonándose unos a otros, acariciando sus mojados cuerpos. Manos masculinas acariciaban sobre los pechos de las mujeres. Manos femeninas acariciaban grandes pollas duras. A excepción de la de Devlin. Él estaba erecto y listo, pero totalmente solo, deseando ser tocado. Finalmente, Sandra salió del agua, su cuerpo mojado brillando bajo el sol. —Vosotros tres seguid jugando. Devlin y yo observaremos —Caminó hacia Devlin, luego agarró una toalla de la canasta y se secó, suavemente arrastrando la suave y esponjosa toalla sobre su piel desnuda, volviendo loco a Devlin con el

Una vez que estuvo seca, se puso de pie delante de él y, apoyando las manos en los apoyabrazos de madera del sillón, se inclinó hacia él, sus pechos justo en frente de su cara. Por mucho que quería inclinarse hacia adelante y succionar una dura aureola aguijarrada en su boca, y a continuación, correr su lengua por todas partes, no hizo nada más que mirar hacia los fruncidos pezones rosados. — ¿No quieres hacer algo? —Sí, Ama Sandra. — ¿Qué quieres hacer? —Quiero besar tus pechos. Ella sonrió.

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deseo de tocarla. Su polla dolía, queriendo deslizarse en su interior.

— ¿Algo más? —Quiero chupar tus pezones.

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El Club de las Excomulgadas —Bueno, hazlo. Excitación se deslizó a través de él mientras inclinaba su cabeza hacia delante y besaba su pecho izquierdo, luego pasó la lengua sobre el pezón. Abrió sus labios e introdujo la dura protuberancia en su boca, luego chupó. —Oh, sí. Me gusta eso. Ahora el otro. Él soltó su dura yema y movió su cabeza, entonces tomó su otro pezón en su boca y chupó. Quería acariciarle los pechos y tirar su cuerpo apretado al suyo, pero no tenía el permiso de su Ama. Ella se apartó. —Eso es muy bonito. Ahora creo que me sentaré y miraré el espectáculo.

deslizó hacia abajo, presionando su glande a su apertura trasera. Él gimió cuando ella se bajó a si misma más. Poco a poco, su glande presionado en su calor. Continuó sentándose, empujando su eje en ella, hasta que finalmente lo tenía totalmente sumergido, su polla apretada por su pasaje deliciosamente estrecho. Ella se recostó contra él, apoyando la cabeza sobre su hombro. Bajo la ducha, Craig y James acariciaban el húmedo cuerpo desnudo de Aimee. ***** Sandra apenas podía mantener sus párpados abiertos, deseando sumergirse en el maravilloso placer de la polla de Devlin en su interior. Estirándola. Haciendo que sus entrañas dolieran por más. Pero observó a Aimee y a los dos hombres bajo el chorro de agua en frente de ellos.

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Se apartó de él, entonces su mano se enroscó alrededor de su pene y se

Aimee envolvió sus manos alrededor de cada una de sus pollas, luego se agachó en la ducha y se llevó una a su boca, se balanceó arriba y abajo un par de veces, luego la liberó y tomó la otra en su boca e hizo lo mismo. Sandra observó, sus entrañas doliendo, mientras Aimee alternó entre las pollas. Aimee giró a los 259

El Club de las Excomulgadas hombres para que Sandra y Devlin pudieran ver desde el costado y tomó el gran glande de Craig en su boca. Entonces, tomó la polla de James y la empujó contra su boca, también, y la guió dentro. Su boca estaba estirada ampliamente, pero tenía ambos glandes en su interior. Ella los soltó y, a continuación, se puso de pie. Craig presionó su glande en la vagina de ella y empujó dentro. Mientras Sandra observaba esa larga polla empalar a Aimee, el calor se disparó a través de ella. Por mucho que le gustaba la gran polla de Devlin en su interior, quería otra polla dentro en ella, también. Craig atrapó a Aimee por debajo de las rodillas y la levantó. El agua regó sobre el tatuaje del tigre en su abultado brazo. James se puso detrás de ella y presionó su glande entre sus nalgas, luego se alivió en su interior. Aimee gimió. —Acaricia mis pechos —murmuró Sandra.

apretando suavemente, luego acariciando. Oh, se sentía tan bien. Los dos hombres empezaron a moverse dentro de Aimee. Dentro y fuera. Aimee gimiendo y aferrando a Craig. —Oh, Dios, sí. Vuestras pollas son tan grandes —jadeó Aimee. —Devlin, toca mi cuerpo. Más abajo —Sandra arqueó su cadera, entonces gimió cuando la polla de él se movió dentro suyo. Una de sus manos se deslizó hacia abajo y le acarició su hendidura. Él encontró su clítoris y se burló. Muy a la ligera. Apenas un toque en absoluto. Ella observó a los hombres empujar en Aimee. Oh, Dios, era tan sexy ver a sus amigos disfrutando de sus cuerpos entre sí mientras montaban un espectáculo para ella y Devlin.

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Devlin obedeció de inmediato, sus grandes manos cubriendo sus pechos y

Aimee gimió y, a continuación, sollozó en orgasmo. James gimió y, unos segundos más tarde, Craig gruñó. Los párpados de Sandra cayeron cerrados y se arqueó contra la mano de Devlin, lo que causó que su polla acariciara dentro suyo

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El Club de las Excomulgadas y ella gimió. — ¿Quiere un poco de ayuda por allí, Ama Sandra? —preguntó Aimee. Sandra respiró profundamente. —Sí, eso sería genial. Aimee enjabonó las marchitas pollas de los hombres, luego las enjuagó minuciosamente. Cuando los hombres salieron de la ducha, sus pollas estaban semierectas. Aimee se secó a sí misma y caminó hacia Sandra, luego se arrodilló delante de ella y le acarició el estómago. Se inclinó hacia delante y sacó los dedos de Devlin del clítoris de Sandra, entonces lamió el pequeño botón. Devlin acarició ambos pechos de Sandra. Las sensaciones zumbando a través de su cuerpo

Aimee se puso de pie y presionó su pecho en la boca de Sandra. Sandra capturó el duro pezón. Aimee presionó su otro pecho en la boca de Devlin y él chupó profundamente. Craig y James se pusieron uno a cada lado del sillón y alejaron las manos de Devlin de los pechos de Sandra, luego comenzaron a chupar sus pezones. Sandra jadeó ante las intensas sensaciones. —Estoy justo al lado —Aimee retrocedió, acariciando sus propios pechos, entonces agarró una toalla y se sentó en la hierba, observándolos. — ¿Quiere que nosotros la follemos, Ama Sandra? —preguntó Craig. —Oh, síp —respondió Sandra, casi en un gemido. James presionó su polla en la raja de Sandra, luego se deslizó en el interior. Oleadas de placer la invadieron. El empujó tres veces, luego se deslizó libre. Craig

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aceleraron su ritmo cardíaco.

apretó su polla más grande en su raja y se deslizó dentro, extendiéndola ampliamente. Él golpeó un par de veces. Ella gimió cuando él se salió, pero James tomó su lugar otra vez. La respiración de Sandra se aceleró mientras los dos hombres la compartían. 261

El Club de las Excomulgadas Ida y vuelta, conduciéndose en su interior, aumentando la sensación de la enorme polla de Devlin dentro de su culo. Pequeñas ráfagas de placer estallaron a través de ella. Cuando Craig la penetró otra vez, ella agarró sus hombros. —Fóllame hasta que me corra —exigió. Craig sonrió y empujo profundamente de nuevo. Devlin le acarició el cuello con su nariz cuando un salvaje placer quemó todas las terminaciones nerviosas. Craig empujó una y otra vez. La polla de Devlin se movió dentro de ella, acariciando su pasaje trasero. Calor abrasador se catapultó a través suyo y ella jadeó cuando un intoxicante placer estalló por su cuerpo. Las grandes pollas continuaron golpeando su interior y gimió cuando el éxtasis floreció en su interior. Ambos hombres rugieron mientras se unían a ella en el orgasmo. Ella montó la intensa ola de

Poco a poco, sus sentidos regresaron al mundo real, y a la increíble sensación de estar emparedada entre estos dos hombres corpulentos. Craig la besó en los labios, luego se retiró. En la toalla, James se deslizaba en Aimee, empujando rápido y duro. Él gimió de nuevo un orgasmo, se tensó, y gimió su liberación. Sandra se tomó un momento para recobrar el aliento. No podía creer que hubiera encontrado a tres amigos tan cariñosos para ayudarla a hacer realidad sus fantasías sexuales y un hombre como Devlin que la amaba y estaba dispuesto a participar en estas aventuras eróticas. La vida era buena.

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felicidad.

Craig le ofreció su mano y la ayudó a levantarse. La polla de Devlin cayó libre y ella la extraño de inmediato. —Todos habéis sido muy buenos esclavos —Sandra se dio la vuelta y le

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El Club de las Excomulgadas sonrió a Devlin—. Sobre todo tú. Como recompensa, te dejo en libertad. Devlin sonrió, luego se puso de pie. Se desprendió las bandas de alrededor de su cuello y muñecas y las arrojó a un lado, entonces agarró a Sandra y la tomó entre sus brazos. Ella se derritió contra él mientras su boca devastaba la suya, su lengua sumergiéndose en su boca y saqueándola. De pronto él se inclinó hacia delante y la cargó sobre su hombro. Él le acarició el culo, enviando hormigueos por todo su cuerpo, mientras la llevaba hacia la ducha. El agua caliente chorreó por encima de ella cuando él la dejó en el suelo. Observó hambrientamente mientras él se enjabona la polla, acariciándola hasta que estuvo dura como una piedra de nuevo. Luego la arrastró contra su duro cuerpo y la besó apasionadamente. Con sus manos sobre los hombros de ella, la guió hacia atrás hasta que sintió la pared de pizarra contra su

Jadeó cuando su gran polla se condujo en ella. Su polla llenándola como ninguna otra. Él empujó en ella una y otra vez. Se aferró a sus hombros y gimió cuando un orgasmo empezó y siguió adelante mientras la llenaba una y otra vez con su polla gigante. Finalmente, cuando estuvo a punto de desmayarse de placer, él se movió en espiral dentro suyo y entró en erupción. Ella se aferró a él, gimiendo ante la sensación de tenerlo llenándola con su calor. Él le acarició el cuello con la nariz, luego la besó. Ella lo miró fijo con los ojos muy abiertos. —Wow.

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espalda.

Él sonrió. —Sólo para recordarte quién es tu hombre principal.

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El Club de las Excomulgadas —Oh, no te preocupes. No hay dudas en mi mente —Le acarició la mejilla y sonrió—. Y te amaré, honrare y obedeceré a ti. Porque te amo, Devlin. —Y yo te amo a ti. Sandra podía ver la alegría en sus ojos cuando la apretó fuertemente entre sus brazos. Ella sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que él le pidiera que se casara con él. Especialmente con sus indirectas no-tan-sutiles. Ella también sabía que iba a decir que sí.

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Fin

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Arma Secreta 265

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