A Puerta Cerrada

September 13, 2017 | Author: leofabio | Category: Jean Paul Sartre
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A PUERTA CERRADA Sartre, Jean Paul

Argumento: A puerta cerrada, obra en un solo acto. La historia se desarrolla en el infierno, en una habitación cuya puerta está cerrada para siempre, y es ahí donde se perfila la personalidad de los tres protagonistas (dos mujeres y un hombre) que habrán de convivir eternamente. Una vez "desnudos como gusanos" –según palabras de uno de ellos- fallan en su intento de vivir armónicamente, pues cada uno es espejo del otro, comprobándose así la teoría sartreana de "el infierno son los demás". Este encuentro llevará a los personajes a analizar su vida terrenal, en un acto de crítica que no los conducirá a nada. Personajes: Garcin: Se muestra atormentado por su pasado a causa de ser considerado un cobarde por los demás. En vida fue un periodista, dirigente de un periódico pacifista. Busca la aprobación de Inés porque la considera de su misma condición. Inés: Por su condición homosexual, es el personaje más consciente de la situación que padecen en el infierno. En la tierra fue condenada a causa de sus preferencias sexuales. Estelle: Cree que su estancia en el infierno es un error. Desea el cariño de Garcin para no sentirse sola, sin embargo, es deseada por Inés que intentará seducirla sin ningún resultado.

Resumen de la obra por escenas:

Pieza en un acto de cinco escenas. Personajes: Inés, Estelle, Garcin y el camarero. Escena I. (Un salón estilo Segundo Imperio. Una estatua de bronce sobre la chimenea.) Se encuentra Garcin conversando con un camarero que lo condujo a un salón estilo segundo imperio, sin espejos y sin ventanas. Garcin comenta que se imaginaba diferente el lugar, pregunta por los palos de espetar, las parrillas y los embudos; el camarero dice que todos los clientes preguntan lo mismo y todos se quejan del hecho que les quiten sus cepillos de dientes a la entrada, además explica al nuevo inquilino que la falta de camas y las luces encendidas todo el tiempo son para no dormir. Garcin pregunta por el timbre que está junto a la puerta y el camarero responde que no funciona pero que él estará a sus órdenes y se retira. Escena II. Solo en la habitación, Garcin camina, acaricia la estatua, se sienta, se levanta, llama al camarero y toca el timbre sin obtener respuesta. Lanza puñetazos contra la puerta y va a sentarse, en ese momento se abre la puerta y entra Inés con el camarero. Escena III. El camarero instala a Inés y le dice que todo lo referente a los cepillos de dientes, la estatua y el timbre le pregunte a Garcin que ya está enterado y se va. Inés le pregunta a Garcin por una tal Florence que garcin no conoce y le pregunta también si él es el verdugo por que tiene cara de miedo. Garcin le confiesa que hubiera preferido estar solo porque tiene muchos pensamientos por ordenar pero ante la necesidad de estar

juntos tienen que actuar cortésmente y llevar la fiesta en paz. Inés le reprocha a Garcin su tic de los labios argumentando que eso le da más miedo. Garcin se lleva las manos a la cara y se cubre el rostro. Se abre la puerta y son ahora Estelle y el camarero. Escena IV. Estelle mira a Garcin que no ha levantado la cara y le dice "sé lo que ocultas con las manos, sé que ya no tienes rostro", y Garcin responde que él no es el verdugo. Pregunta al camarero si esperan a alguien más. El camarero dice que no, Estelle se ríe de los sillones tan feos que tienen, cada uno escoge el suyo y se presentan: Estelle Rigault, Inés Serrano y Joseph Garcin. El camarero pregunta si lo necesitan, se inclina y sale. Escena V. Inés dice a Estelle que es muy hermosa. Por la conversación de los personajes empieza a entenderse que están muertos, cosa que no se ha dicho explícitamente durante la obra. Se preguntan ahora hace cuánto tiempo que murieron y a causa de qué: Estelle murió de una pulmonía, a Inés la mató un gas y Garcin recibió doce balas en el pellejo y exclama que no es un muerto recomendable, Estelle le aconseja que se hagan llamar ausentes. Hace mucho calor y Garcin intenta quitarse la chaqueta pero Estelle se lo impide argumentando que le horrorizan los hombres en mangas de camisa. Al preguntarle a Inés por su preferencia hacia los hombres en mangas de camisa, dice que a ella simplemente no le gustan los hombres. Acuerdan en contar los motivos por los que está ahí. Estelle cree que es un error, ella se casó con un anciano amigo de su padre al que cuidó y

hacía dos años conoció a un hombre al que amó. Garcin dirigía un periódico pacifista y al estallar la guerra lo fusilaron, pregunta dónde está la falta y Estelle lo llama héroe. Inés les dice que no se hagan los santos que ya no pueden engañar a nadie y les hace ver que el hecho de estar en el infierno no es error de nadie, están condenados. La razón que encuentra Inés para estar juntos es que cada uno será verdugo de los otros dos. Garcin propone ignorarse y quedarse cada quien en su lugar. Estelle le pide un espejo, Garcin no contesta e Inés se ofrece como tal y se acerca demasiado a Estelle para que se vea a través de sus ojos, se coquetean mutuamente. Inés le confiesa que le gusta mucho pero Estelle está más preocupada por Garcin que finge no darse cuenta de nada. Lo llaman y el les pide que respeten el acuerdo. Inés dice que no puede porque están en el mismo cuarto y eso no se puede dejar de sentir. Garcin confiesa que está ahí por haber torturado a su mujer con sus actitudes e infidelidades. Inés les cuenta que en su historia hay tres muertes: un hombre y dos mujeres, él murió atropellado por un tren (al parecer era el marido de Florence), meses después estando Inés dormida, Florence abrió la llave del gas y se volvió a dormir, así murieron las dos. Estelle se vio orillada a contar que el joven que había sido su amante se suicidó: Estelle sostenía relaciones con él y quedó embarazada, se fue cinco meses a Suiza y el muchacho estuvo con ella. Él estaba feliz con la niña pero Estelle no y un día la arrojó al lago. El muchacho lo vió todo y de regreso a paría se voló la tapa de los sesos. Estelle volvió con su marido que nunca sospechó nada. Los tres se torturan observando lo que pasa en la tierra con la gente que dejaron y en los lugares que vivieron. Inés trata de tener a Estelle pero ella la rechaza, Estelle le pide consuelo a Garcin porque no quiere sentirse sola ni acosada por Inés, Garcin le responde, Inés le recuerda que ella también está ahí. La pareja empieza a besarse, Garcin se detiene y le pide a Estelle su confianza. Les cuenta que huyó del periódico a causa de la guerra y ahí lo agarraron. Su mujer murió dos

meses atrás por pena. Garcin se atormenta porque su imagen ante los demás es de un cobarde. Inés le dice que Estelle también piensa eso pero le dirá lo contrario para agradarlo. Garcin se separa molesto e intenta salir por la puerta que no abre, la golpea y suplica que la abran y la puerta se abre bruscamente (Garcin está a punto de caer). Estelle se lanza contra Inés y le dice a Garcin que la echen y cierren la puerta. Garcin le ordena que la deje porque si él está ahí es por Inés. Inés y él son iguales, si ella le cree él se salvará porque sólo Inés ha comprendido la esencia de Garcin. Inés le dice que será difícil porque ella es de cabeza dura y le creerá. Garcin dice que murió demasiado jovén para haber realizado sus actos. Inés responde que no es justificación, dice que uno muere siempre muy pronto o muy tarde pero la vida está ahí y ella habla por nosotros, sin embargo, está dispuesta a escuchar a Garcin que trata de convencerla. Se acerca a la estatua y la acaricia, dice que todo estaba previsto y dice que no se había imaginado el infierno así: "No hay necesidad de parrillas; el infierno son los otros". Estelle se ofrece a Garcin y él la rechaza porque no podrá amarla mientras Inés esté entre ellos. Estelle se precipita contra Inés con el cortapapeles y la golpea con rabia pero Inés le recuerda que está muerta ya y es imposible lastimarla. Tendrán que estar juntos para siempre y terminan riéndose. (Caen sentados, cada uno en un sofá. Largo silencio. Dejan de reír y se miran. Garcin se levanta.) Garcin pide que continúen. Se cierra el telón. Pa´que te luzcas •

Jean Paul Sartre (1905-1980), filósofo, dramaturgo, novelista y periodista político francés es uno de los principales representantes del existencialismo quien influenciado por la filosofía de Heidegger expresó: "El existencialismo no es más que el esfuerzo para sacar todas las consecuencias de una posición atea coherente".



Sartre nació en París el 21 de junio de 1905; estudió en la Escuela Normal Superior de esa ciudad, en la Universidad de Friburgo (Suiza) y en el Instituto Francés de Berlín (Alemania). Enseñó filosofía en varios liceos desde 1929 hasta el comienzo de la II Guerra Mundial, momento en que se incorporó al Ejército. Desde 1940 hasta 1941 fue prisionero de los alemanes; después de su puesta en libertad, dio clases en Neuilly (Francia) y más tarde en París, y participó en la Resistencia francesa. Las autoridades alemanas,

desconocedoras

de

sus

actividades

secretas,

permitieron la representación de su obra de teatro anti-autoritaria Las moscas (1943) y la publicación de su trabajo filosófico más célebre El ser y la nada (1943). •

Sartre dejó la enseñanza en 1945 y fundó, con Simone de Beauvoir entre otros, la revista política y literaria Les temps modernes, de la que fue editor jefe. Se le consideró un socialista independiente activo después de 1947, crítico tanto con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) como con Estados Unidos en los años de la Guerra fría. En la mayoría de sus escritos de la década de 1950 están presentes cuestiones políticas, incluidas sus denuncias sobre la actitud represora y violenta del Ejército francés en Argelia. Rechazó el Premio Nobel de Literatura que se le concedió en 1964, y explicó que si lo aceptaba comprometería su integridad como escritor.



Escribió numerosos textos filosóficos, políticos y literarios. Entre sus obras teatrales se encuentran: A puerta cerrada (1944), La puta respetuosa (1946) y Los secuestradores de Altona (1959).



Palabras de Jean Paul Sartre sobre el oficio literario y la cultura: " Durante mucho tiempo tomé la pluma como espada; ahora conozco nuestra impotencia. No importa, hago, haré libros; hacen

falta; aun así sirven. La cultura no salva nada, ni a nadie, no justifica. Pero es producto del hombre: el hombre se proyecta en ella, se reconoce; solo le ofrece su imagen ese espejo crítico. Por lo demás es un viejo edificio en ruinas, mi impostura es también mi carácter; podemos deshacernos de una neurosis, pero no curarnos de nosotros mismos." •

Murió en París el 15 de abril de 1980.

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