MENTE y CEREBRO
y MENTE CEREBRO
n.o 36/2009 6,50 €
PSICOLOGIA DE LA RISA ¿Cómo influye el humor en el estado de ánimo y en la depresión?
LA PERCEPCION DEL ERROR TRASTORNO LIMITE DE LA PERSONALIDAD RETROSPECTIVA
PLACEBO Y CHARLATANISMO
MAYO/JUNIO 2009
SYLLABUS
LA INTELIGENCIA DE LOS ROBOTS
9 771695 088703
ILUSIONES TACTILES
00036
ILUSIONES
SUMARIO
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12 EL TRASTORNO LIMITE DE LA PERSONALIDAD
28 RABIETAS INFANTILES
38 PSICOLOGIA DE LA RISA
Stefanie Reiberger
Richard Wiseman
M. Diaz Marsa, M. K. Tajima Pozo y J. L. Carrasco
Protestar, llorar y tirarse al suelo. En los niños pequeños son normales las reacciones frenéticas y forman parte de su desarrollo natural. Mas para aprender a afrontar la rabia y la frustración necesitan la ayuda de sus padres.
¿Cuáles son los mecanismos cerebrales que posibilitan distintas reacciones ante un chiste o juego de palabras?
Caracterizado por sentimientos de vacío, impulsividad, desregulación emocional y disfunciones cognitivas, comporta graves consecuencias clínicas y sociales.
20 TERAPIA DEL TRASTORNO LIMITE DE LA PERSONALIDAD Sabrina Boll ¿Meditación y análisis conductual? Un concepto terapéutico fuera de lo común ayuda a los pacientes con trastorno límite de la personalidad a recuperar el control de su vida. Se basa en establecer un equilibrio entre la aceptación y el cambio.
Mayo / Junio de 2009 Nº 36
32 NATURALEZA Y EXTENSION DEL APRENDIZAJE IMPLICITO
44 RISA TERAPEUTICA Steve Ayan Se admite en psicología que, cuando consideramos el lado cómico del mundo, se fortalece nuestro cuerpo y todavía más nuestra psique.
Ralph Schumacher y Elsbeth Stern Muchas habilidades y saberes los adquirimos de manera inconsciente, sin reglas abstractas ni atención deliberada.
60 ATRACCION POR LO DESCONOCIDO Nicolas Westerhoff Quieren vivir aventuras, experimentándolas personalmente. Buscan la acción. Los investigadores se afanan en identificar las características que definen a las personas ansiosas de novedades, al tiempo que abordan la cuestión sobre cuándo la rutina se convierte en virtud.
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PSICOLOGIA DE LA RISA RISA TERAPEUTICA REDESCUBRIR EL PROPIO HUMOR
66 IMPORTANCIA DE LA NOVEDAD EN EL APRENDIZAJE Y LA MEMORIA
76 LA ATRACCION DE LA ASTROLOGIA
SECCIONES
Daniela Fenker y Hartmut Schütze
Edgar Wunder
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Cuando nos enfrentamos a lo desconocido, el cerebro se ocupa de que percibamos mejor no sólo la novedad, sino también las circunstancias que la rodean. Los pedagogos saben sacar provecho de esta información.
Los astrólogos se muestran incapaces de establecer datos correctos de su interlocutor a partir de dos horóscopos diferentes. ¿Por qué se creen, pues, muchos que la astrología acierta en los augurios?
Encefaloscopio Cartografía de la médula espinal, gen a gen En los andares Raíces de la esquizofrenia El misterio de los escáneres cerebrales, revelado Correlación entre obesidad y dolor de oídos
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Retrospectiva El ensayo “contra placebo” y el charlatanismo
70 LA PERCEPCION DEL ERROR
84 PRURITO
Markus Ullsperger
Uwe Gieler y Bertram Walter
Los errores sutiles pueden acarrear graves consecuencias. Sin embargo, parecen inevitables. ¿Qué sucede en nuestras neuronas cuando cometemos un error? ¿Qué lecciones extrae entonces el cerebro?
Alrededor de una persona entre diez padece prurito crónico. Los investigadores se han propuesto descubrir las causas de la imperiosa necesidad de rascarse. Por lo que parece, causas y remedios serían plurales.
52 Entrevista Barbara Wild e Irina Falkenberg: Redescubrir el propio humor
54 Mente, cerebro y sociedad Mitos sobre el cerebro Los monos oyen voces Un horizonte despejado para la depresión
88 Syllabus La inteligencia de los robots
92 Ilusiones Ilusiones táctiles
95 Libros Mente extensa
MENTE y CEREBRO COLABORADORES DE ESTE NUMERO
DIRECTOR GENERAL
ASESORAMIENTO Y TRADUCCIÓN:
José M.ª Valderas Gallardo
ANGEL GONZÁLEZ DE PABLO: Terapia del trastorno límite de la personalidad; F. ASENSI: Rabietas infantiles, Risa terapéutica, Atracción por lo desconocido, La percepción del error, Prurito, Entrevista; I. NADAL: Naturaleza y extensión del aprendizaje implícito; SIXTO J. CASTRO: Psicología de la risa; IGNACIO NAVASCUÉS: Importancia de la novedad en el aprendizaje y la memoria, La atracción de la astrología; LUIS BOU: Encefaloscopio, Ilusiones; BRUNO MORENO: Mitos sobre el cerebro, Los monos oyen voces; MARIÁN BELTRÁN: Un horizonte despejado para la depresión; ALEX SANTATALA: Syllabus
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ENCEFALOSCOPIO CARTOGRAFÍA DE LA MÉDULA ESPINAL, GEN A GEN Un nuevo atlas ilustra la columna vertebral del sistema nervioso
© FOTOLIA / JAMES STEIDL
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as lesiones y trastornos de la médula espinal afligen a millones de personas, en un espectro que cubre desde soldados veteranos inválidos hasta víctimas de enfermedades neurodegenerativas (así, el mal de Lou Gehrig). No existe todavía modo alguno de reparación de las lesiones medulares. Los genetistas del Instituto Allen de Ciencias del Cerebro, en Seattle, confían en que tal situación pueda cambiar. Para ello están preparando la primera enciclopedia genética de la médula espinal. En el Atlas Allen de la médula espinal se van a cartografiar los genes que se encuentran activos a lo largo de la médula espinal del ratón, y a balizar sus ubicaciones. Ratones y humanos comparten un 90 por ciento de su material genético. Los investigadores están ansiosos por utilizar el nuevo recurso, tras el éxito del Atlas Cerebral del Instituto Allen, publicado en 2006. Este mapa genético hizo posible desentrañar cuestiones clave, como el vínculo entre el glioblastoma, el tipo más mortífero de tumor cerebral, y un gen llamado BEX1. Gregory Foltz, del Centro Médico Sueco de Seattle, se percató de que BEX1 se hallaba inactivo en los cerebros de víctimas de este tumor y, valiéndose del Atlas Cerebral, confirmó que este gen se encuentra activo en los cerebros sanos.
Foltz comprendió que cuando BEX1 es inhibido, las células se desarrollan sin control y pueden formar tumores. Se confía en hallar tratamientos correctivos del deficiente funcionamiento de este gen. Los expertos pronostican que el Atlas Medular hará posibles descubrimientos genéticos similares, útiles para el tratamiento de lesiones y enfermedades de la médula espinal. —Victoria Stern
EN LOS ANDARES Los hombres, al caminar, parecen acercarse; las mujeres, alejarse
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ANNA BROOKS
ujeres y varones tienen muy di- como que se alejan del observador. nos, correspondían a una mujer que se ferentes andares, y quienes les Pero los voluntarios percibieron que aleja, mientras que percibieron un moobservan propenden a percibir que la el contoneo de caderas, con los codos vimiento de aproximación en los andamarcha masculina es de acercamiento, hacia fuera, propio de andares femeni- res neutros o masculinos. Los investigamientras que la deambulación dores sugieren que, dado que femenina parece indicar alelos hombres pueden suponer jamiento. Según se reseña en una amenaza mayor, a nuesel número de septiembre de tros antepasados les hubiera la revista Current Biology, se resultado ventajoso suponer le pidió a voluntarios que adique una figura masculina se vinaran la dirección de movidirigía hacia ellos, pues así el miento de figuras constituidas observador podría prepararse por mapas de puntos, en las para huir o defenderse. Pero que la imagen del cuerpo del en su infancia, los humanos caminante queda reducida a primitivos pudieron salir meunos pocos puntos situados jor librados suponiendo que en las articulaciones princiuna fémina —su madre, tal pales. Las figuras son iguales vez— estaba alejándose, pues Una figura muy esquemática, reducida a unos pocos de frente y de espaldas, por lo entonces tendrían necesariapuntos (en el centro), puede dar la impresión que, en teoría, tanto se podría mente que seguirla. de aproximarse al observador o de alejarse del mismo. percibir que se aproximan — Rachel Mahan
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RAÍCES DE LA ESQUIZOFRENIA
EL MISTERIO DE LOS ESCÁNERES CEREBRALES, REVELADO
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© iSTOCKPHOTO / KIYOSHI TAKAHASE
oy, los cerebros son onerosos. Metabólicamente, se entiende. Gramo a gramo, el cerebro humano exige una ingente cantidad de energía para posibilitar el lenguaje y las habilidades sociales, que son de evolución reciente. Un estudio ofrece ahora pruebas robustas de que nuestro cerebro, de tan elevado consumo metabólico, pudo haber creado un subproducto nada feliz: los fallos energéticos pueden desembocar en esquizofrenia. Se ignoran las causas exactas de la esquizofrenia, una enfermedad debilitante que se caracteriza por psicosis y graves deficiencias cognitivas. Hace años que se avanzó la tesis que la atribuía a un elevado metabolismo de nuestro cerebro, pero hasta ahora no se había ideado ninguna forma de verificarla. En el nuevo estudio, una rara combinación de genética evolutiva y de medicina, investigadores de China, Alemania y Reino Unido, cotejaron la expresión de genes (el momento y lugar en que se hallan activos en nuestro cuerpo) y las concentraciones post-mortem de metabolitos en cerebros de personas sin esquizofrenia y las correspondientes a cerebros de chimpancés, macacos rhesus y humanos esquizofrénicos. Se determinó que los genes y los metabolitos que sufren alteración en la esquizofrenia dan señales de haber mutado rápidamente en la evolución humana reciente. Y lo más importante: están relacionados con el metabolismo energético. Dado que estas mutaciones pudieron haber acontecido en tiempos recientes (a escala evolutiva), es posible que nuestra especie no haya podido todavía desarrollar soluciones para los problemas energéticos que se presenten. Así, al menos, opina Philipp Khaitovich, uno de los coautores del estudio, miembro del equipo Max Planck e Instituto de Biología Computacional de la Academia de Ciencias de China, de Shanghai. Khaitovich conjetura que el cerebro podría estar funcionando al límite de sus facultades de regulación energética, por lo que sería fácil algún fallo, como en el caso de la esquizofrenia. Matthew Keller, de la Universidad de Colorado en Boulder y especialista en evolución del comportamiento, que no participó en el estudio, considera que éste pudiera comenzar a
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Desenmascaradas las células que posibilitan la RM funcional
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esde comienzos del pasado decenio, la resonancia magnética funcional (RMf), una técnica de formación de imágenes, ha servido de fundamento en más de 19.000 estudios del cerebro vivo y activo. Esta técnica permite atisbar mejor que ninguna otra las regiones cerebrales que presentan máxima actividad cuando el cerebro realiza determinadas tareas o la mente se encuentra en ciertos estados. Pero no lo hace directamente: lo que se mide en los escáneres es el flujo sanguíneo, que se muestra más intenso en las inmediaciones de las neuronas excitadas.
CORTA
CON LAS TARJETAS
No es verdad: el dinero en efectivo no quema en el bolsillo. De hecho, llevar efectivo en lugar de tarjetas puede servir para gastar menos. Investigadores de la Universidad de Nueva York y de la Universidad de Maryland han dado a conocer las conclusiones de un experimento: los probandos a quienes se les entregó efectivo para hacer compras gastaron menos que quienes recibieron tarjetas de crédito. El equipo especula que se está menos dispuesto a gastar en efectivo porque es forma de pago “más transparente”: es fácil ver cuánto ha gastado uno. Sin embargo, cuando los investigadores solicitaron de los probandos que detallasen los gastos por conceptos, éstos se mantuvieron conservadores por igual con las tarjetas de GETTY IMAGES
El cerebro humano, en su enormidad, hace posible el lenguaje... y las psicosis
crédito y con el dinero en efectivo.
— Rachel Mahan
explicar por qué existe la esquizofrenia, pero no explica por qué ciertas personas presentan mayor predisposición que otras a la enfermedad. Khaitovich está de acuerdo en que, si bien el trabajo es sólo un atisbo en los mecanismos responsables de las singulares facultades que poseemos, los hallazgos registrados sitúan al metabolismo en el centro de futuras investigaciones. Cuando comprendamos lo que confiere a nuestros cerebros su singularidad, podremos empezar a entender lo que falla y provoca la esquizofrenia. —Rachel Mahan
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Ahora bien, las neuronas no se hallan conectadas directamente a vasos sanguíneos, por lo que se desconocía la razón del mecanismo subyacente al éxito de la RMf. Un equipo del Instituto de Tecnología de Massachusetts acaba de correr el velo de ese misterio. Unas células de apoyo, los astrocitos (llamadas así por su aspecto asteriforme) son las que establecen enlaces entre las neuronas y los vasos sanguíneos. Los neurocientíficos se valieron de una técnica denominada microscopía bifotónica, en la cual son uncidas a pares partículas de luz para obtener imágenes de estructuras muy pequeñas, y la aplicaron a la observación de
cerebros de hurón. Al serles mostrados a estos mustélidos diferentes gráficos animados, las neuronas respondieron en el plazo de milisegundos, mientras que los astrocitos se activaron segundos más tarde, en concordancia con las demoras que desde hacía mucho se sabía que acompañaban al flujo de sangre hasta las regiones activas del cerebro. Cuando el equipo del MIT bloqueó la función de los astrocitos, las neuronas de los hurones se activaron de la forma habitual, pero el flujo sanguíneo no experimentó incremento. Cuando se utiliza la RMf, explica Mrigranka Sur, uno de los coautores, “lo que realmente se está midiendo es
la activación de astrocitos. Así pues, es probable que cualquier fenómeno que influya sobre los astrocitos vaya a influir también sobre la RMf”. Este hallazgo podría introducir un nivel adicional de complejidad en la interpretación de los escáneres de RMf, porque los astrocitos pudieran hallarse sometidos a conjuntos diferentes de influencias ambientales y genéticas que las neuronas. Pero cuanto más se conozca sobre lo que acontece cuando el cerebro se ilumina durante un escáner de RMf, mejor se utilizará esta técnica en la investigación de la cognición humana. — Nikhil Swaminathan
CORRELACIÓN ENTRE OBESIDAD Y DOLOR DE OÍDOS Las otitis infantiles pueden lesionar el nervio del gusto y ocasionar obesidad
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AGE FOTOSTOCK
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as infecciones del oído medio —enfermedad común en la infancia— afligen a uno de cada cuatro niños antes de que cumplan los tres años. Las investigaciones llevan a conjeturar que estas infecciones bacterianas no sólo causan dolor. Pueden provocar alteraciones en el sentido del gusto y aumentar el riesgo de obesidad. Linda Bartoshuk, de la Universidad de Florida, estudia la repercusión de la percepción de los sabores en la salud. Por investigaciones anteriores, sabía que las infecciones del oído medio pueden lesionar el nervio chorda tympani (nervio de la cuerda del tímpano), portador de información de la punta de la lengua al cerebro. Bartoshuk deseaba saber si tal lesión podría tener otros efectos sobre la salud. Y proporcionó cuestionarios a 6584 asistentes a una serie de conferencias científicas. Bartoshuk descubrió con sorpresa que los sujetos con
una historia de infecciones del oído medio, con diagnósticos que iban de moderados a graves, presentaban una frecuencia relativa de obesidad de un 62 por ciento mayor que la de los restantes encuestados. Los datos se aportaron en el congreso de Asociación Norteamericana de Psicología en agosto pasado. Desde esa fecha ha confirmado esta correlación valiéndose de tres grandes bases de datos que mantienen la Universidad de Wisconsin-Madison, la Universidad de Minnesota
y el Centro Nacional de Estadísticas Sanitarias (NCHS). Bartoshuk apreció también un vínculo entre las tonsilectomías, que hasta hace unos veinte años era practicadas a menudo como tratamiento de las otitis, y la obesidad: los niños de edades comprendidas entre 6 y 11 años a quienes se les extirparon las amígdalas tenían una probabilidad un 40 por ciento mayor de convertirse en obesos que los otros chicos. “Puesto que esos niños sufren más frecuentemente
de los oídos o de otras enfermedades que los otros, cabría inferir que serían más pequeños”, explica Howard Hoffman, investigador del Centro de la Sordera y Desórdenes de la Comunicación, que examinó los datos del NCHS. “Pero no es eso lo que ocurre.” Dado que las infecciones de oído preceden a la ganancia de peso, Bartoshuk cree que son la causa de la gordura y no su consecuencia. Investigaciones anteriores sugieren que las lesiones del gusto limitan la capacidad de la persona para disfrutar de ciertos sabores, e intensifican, en cambio, otros tipos de sensaciones orales, como la textura. Los alimentos grasos poseen una textura más cremosa que los pobres en grasas; a partir de ahí, Bartoshuk conjetura que las personas con lesiones en el gusto consumen mayor cantidad de alimentos grasos, para compensar la pérdida de sabor. — Melinda Wenner
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RETROSPECTIVA
EL ENSAYO “CONTRA PLACEBO” Y EL CHARLATANISMO Principio según el cual se compara la acción de un medicamento con la de una sustancia inerte no conocida como tal por el enfermo, el ensayo “contra placebo” se inventó a comienzos del siglo XIX para luchar contra el charlatanismo GRÉGOIRE CHAMAYOU
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oy día, para que el ensayo sobre un nuevo medicamento sea válido ha de efectuarse a “doble ciego”, es decir, de modo que ni el experimentador ni el sujeto sometido al ensayo sepan si lo que se está empleando es una sustancia activa o un placebo. Ningún indicio debe revelar la diferencia: sabor, forma y color, todo ha de ser idéntico. El engaño tiene que ser perfecto, de suerte que ambos individuos ignoren la verdad hasta que acabe la prueba. Este método, común ahora, es absurdo. La idea de ponerse a prueba en situación de ceguera y de voluntaria ignorancia con el fin de ganar conocimiento no tie-
ne nada de evidente. ¿Cómo ha llegado a asentarse tan paradójico método de prueba? Sistematizado en el siglo XX y puesto en boga con la llamada “medicina basada en la evidencia”, este principio metódico tuvo sus primeras formulaciones a finales del siglo XVIII, con ocasión de los conflictos que enfrentaron a la medicina oficial con diversas corrientes heterodoxas que le disputaban su hegemonía. Frente a las pretensiones de las terapéuticas disidentes, la medicina se vio obligada a afinar sus métodos de prueba. En el transcurso de esa guerra contra el charlatanismo se inventó el procedimiento del ensayo en ciego.
El mesmerismo en ciego A finales del siglo XVIII , Franz Anton Mesmer (1734-1815) pretendía curar a través del “magnetismo animal” y la imposición de las manos. Expulsado de Viena, el médico se refugió en 1778 en París, donde la moda del “mesmerismo” se adueñó de los salones. En la capital francesa no se hablaba de otra cosa que del fenómeno de marras, anunciador de un nuevo arte de curar. Ante la magnitud alcanzada por el movimiento, las autoridades reales ordenaron examinar con rigor científico los procedimientos curativos de Mesmer. Se nombró una comisión que procedió a hacer diversos ensayos y publicó, en 1784, un detallado informe sobre “el magnetismo animal”. Los examinadores, científicos entre los que figuraban Lavoisier, Franklin y Guillotin, trataron de reproducir experimentalmente los trances que habían presenciado durante las sesiones de magnetismo. Leyéndolos, se comprende que se inclinaran por una explicación psicológica y sociológica: las convulsiones, genuinas, se producían por efecto de la imaginación, potencia a cuyo imperio estaban particularmente sometidas las mujeres del pueblo. ¿Cómo probar tal cosa? Los comisionados inventaron un ingenioso procedimiento de prueba: vendarían los ojos al 1. UN MESMERISTA aplica el magnetismo animal a una mujer, que responde con convulsiones (grabado en madera, 1845).
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sujeto de la experiencia y se le haría creer que se le magnetizaba. Si en ausencia de la supuesta causa se manifestaban algunos síntomas, quedaría demostrado que eran fruto de la imaginación. Los científicos sometieron a un criado al experimento, “tapándole los ojos con una venda expresamente preparada”. A los pocos segundos, por el solo efecto de una sugestión oral, el sujeto sentía los síntomas de una magnetización: “Un calor generalizado, retortijones en el vientre, pesadez en la cabeza; poco a poco se ha ido amodorrando y ha quedado a punto de dormirse”. Se repitió el experimento con una mujer: “A los tres minutos, la enferma ha empezado a sentir un estremecimiento nervioso; después ha ido sintiendo sucesivamente un dolor en la parte posterior de la cabeza, en los brazos, y hormigueo en las manos (es su expresión); se ponía rígida, agitaba los pies: la crisis ha sido muy característica”. La comisión llegó a la conclusión de que tales fenómenos no procedían de causa física alguna, sino que nacía de la imaginación de los sujetos. Los ensayos indujeron a la Academia de Medicina a la prohibición de la práctica del mesmerismo. Fue aquél uno de los primeros usos sistemáticos de un ensayo en ciego, expresión que hay que tomar aquí en su sentido literal: si el ensayo se hace “a ciegas” es porque los sujetos de esta experiencia no pueden literalmente ver si
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2. ANN FORD, perteneciente a la nobleza y conocida por haber desobedecido a su padre, que le prohibía cantar en público, se hace tratar su lengua viperina con tractores metálicos (a la izquierda, grabado al aguafuerte de C. Williams, 1802). Este instrumental, inventado por el médico norteamericano Elisha Perkins, consistía en unas puntiagudas varillas metálicas (a la derecha) con las que se creía transmitir a los pacientes una fuerza electrofísica.
son sometidos o no a una magnetización. “A ciegas” remite ante todo, en su sentido primero, al encegamiento del sujeto tapándole los ojos con una venda especialmente concebida para las necesidades de la experimentación. El velo de la ignorancia se comprende ante todo en el sentido propio: un paño o una funda de almohada que tape la cabeza del paciente y le impida ver.
Los “tractores metálicos” Por la misma época, Elisha Perkins (17411799), médico de Plainfield, en Connecticut, hizo público que él, gracias a su buen conocimiento de la corriente galvánica, había inventado unos “tractores metálicos” de revolucionarias propiedades terapéuticas: unas varillas oblongas que curaban múltiples enfermedades en virtud de una misteriosa “fuerza electrofísica” que canalizaban por el cuerpo del paciente. Seguro Perkins de su invención, la patentó. Escéptico, el médico británico John Haygarth (1740-1837) quiso asegurarse de las virtudes curativas de aquellas varillas metálicas. Inspirándose en los trabajos de la comisión parisiense sobre el mesmerismo, decidió someter los instrumentos de Perkins a un test comparado.
Mandó fabricar con este fin unas réplicas perfectas de los “tractores”, pero no de metal, sino de madera y revestidas de cera. La experiencia tuvo lugar los días 7 y 8 de enero de 1799, sobre un grupo de pacientes a los que se les fueron aplicando sucesivamente las varillas falsas y las verdaderas de Perkins. Ignorantes por completo del engaño, los pacientes no detectaron diferencia alguna, y la mayoría de ellos se declararon muy satisfechos de la cura. De ese modo Haygarth desenmascaró la charlatanería de Perkins, pero también y sobre todo evidenció lo mucho que influye la imaginación en el cuerpo y en la salud. Así, estos procedimientos de ignorancia intencional, como los denomina el historiador de la medicina Ted J. Kaptchuk, aparecen a finales del siglo XVIII como un arma contra las medicinas paralelas: sirven para trazar una línea de demarcación entre la medicina ortodoxa y las formas desviadas de la práctica médica. Se recurrió a procedimientos similares para denunciar la homeopatía, corriente de medicina no convencional más amplia, importante y persistente que el magnetismo. La dificultad era superior en este caso, porque los homeópatas efec-
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tuaban ya sus propios ensayos farmacológicos. Samuel Hahnemann (1755-1843), fundador de la homeopatía, había dictado, desde finales del siglo XVIII, estrictos principios para el ensayo de los remedios homeopáticos; sus tratados contenían numerosas tablas que recogían los resultados de tales experiencias. A la medicina institucional, desafiada en el plano mismo del método, le fue preciso contraatacar.
Homeopatía vs. miga de pan A comienzos del siglo XIX , los médicos alópatas realizaron en los hospitales numerosos ensayos sobre los efectos de la medicación homeopática. Partíase de la hipótesis según la cual los efectos de estos remedios se explicaban no por una específica acción farmacológica, sino por puro poder de la imaginación estimulada por el atractivo de la salud, la relación con el médico y el aspecto del medicamento. En 1834, en el Hôtel-Dieu, 3. SAMUEL HAHNEMANN, fundador de la homeopatía, realizó él mismo ensayos clínicos anotando los efectos de sus medicamentos en función del momento de la jornada.
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el doctor Armand Trousseau (1801-1867) desarrolló series de pruebas con remedios ficticios: píldoras de miga de pan o de almidón. Al término de tales experiencias, llegó a esta conclusión: “Las sustancias más inertes, como el almidón, administradas homeopáticamente, es decir, actuando sobre la imaginación de los enfermos, producen efectos tan enérgicos como los operados por los medicamentos homeopáticos más potentes”. Con otras palabras: los mejores medicamentos homeopáticos no son más eficaces que unos vulgares placebos. Realizadas por doquier en Europa durante el mismo período, aquellas series de experiencias constituyeron las primeras campañas de ensayo en ciego sobre medicamentos. En ese proceder comparado, según el principio de diferencia, la observación del grupo testigo permitía aislar los efectos exclusivamente atribuibles a la apariencia de cuidado. El uso de cebos posibilitaba que el investigador aislara el núcleo duro de la experiencia y evitara la contaminación por ilusión, el entusiasmo o la trampa. El ensayo en ciego servía para disociar los efectos que inducían las apariencias de los efectos que producía la sustancia. Aun cuando el término no se empleara todavía, era la emergencia del ensayo contra placebo. La palabra placebo no entrará en el vocabulario inglés hasta el primer tercio del siglo XIX , definiéndolo como “remedio destinado más a complacer al paciente que a ser eficaz”, antes de que se la integrase en la metodología del ensayo. Para la medicina institucional, el triunfo, aunque completo, duraba poco. Nada aseguraba a priori el que ciertos remedios reconocidos fueran ejemplos de efectos imaginarios. De ahí esta consecuencia: introducido para la evaluación de las paraciencias, el test en ciego se aplicó también a las terapias oficiales. Veinte años después de la oleada de experimentaciones sobre la homeopatía, Alfred Velpeau (1795-1867) utilizó placebos, pero esta vez para evaluar las innovaciones de la medicina clínica: “Lo que se ha dicho de los preparados áureos contra la sífilis ha dado la idea de ensayarlos también contra el cáncer.
[...] Mas enseguida se me demostró que el muriato de oro carecía en absoluto de validez contra el cáncer. En vista de la imaginación de los enfermos, he dado una o dos píldoras de miga de pan, en vez de muriato de oro: los fenómenos producidos han sido ocasionados por la miga de pan tan frecuentemente como por el muriato de oro”. En la segunda mitad del siglo XIX , el arma para invalidar la práctica del adversario, el ensayo comparado contra placebo, tendía así a convertirse en una acción requerida para la producción de una verdad experimental en medicina. Sin embargo, los tests comparados se habían introducido ante todo como un método de demarcación entre ciencia y no ciencia. De ahí, a veces, el escándalo cuando este tipo de procedimiento, arma para uso externo, se revuelve contra sus promotores para, en el seno mismo de la terapéutica vigente en la medicina oficial, disociar los tratamientos eficaces de los que no lo son; o, peor aún, de los que son nocivos. En 1828, Pierre Charles Alexandre Louis (1787-1872) publicó en los Archives générales de médecine un artículo, que ganó fama, sobre los efectos de la sangría. El texto escandalizó a la comunidad médica, pues el autor ofrecía estadísticas pertinentes que respaldaban su tesis de que la sangría producía efectos funestos para los pacientes.
La sangría, en la picota Louis emplea un método complejo que le permite comparar los efectos del tratamiento y los de una previsora espera o de lo que en aquel entonces se llamaba la “medicina de brazos cruzados”. En el caso de las sangrías empleadas como tratamiento para la neumonía, las estadísticas revelan unos resultados inesperados. Cuando la mortalidad habría debido ser más elevada entre los pacientes tratados más tardíamente, no es sino lo contrario lo que se constata. Queda manifiesto que la mayoría de los sujetos fallecidos habían empezado a ser sangrados muy pronto y abundantemente (véase la figura 4). A la inversa, muy pocos de los fallecimientos habían tenido lugar en los
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inaceptable, constatación inconfesable, que abrió una inmensa crisis en la medicina de la época. Se produjo un efecto bumerán: en el primer tercio del siglo XIX, el ensayo comparado se volvió contra quienes lo empleaban, al hacer ver que la línea de demarcación entre la ciencia y lo que no era tal afectaba también a las prácticas más reconocidas de la medicina oficial, una medicina que se confesaba incluso asimilable, en gran parte y según sus propios criterios, a un peligroso charlatanismo.
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Grégoire Chamayou, miembro del equipo REHSEIS (Universidad París VII), es historiador de la ciencia.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA RAPPORT DES COMMISSAIRES DE LA FACULTÉ ET DE L’ACADÉMIE, CHARGÉS PAR LE ROI
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DE L’EXAMEN DU MAGNÉTISME ANIMAL .
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Imprimerie Royale; París, 1784.
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OF THE IMAGINATION, AS A CAUSE AND AS A CURE OF DISORDERS OF THE BODY: EXEMPLIFIED BY FICTITIOUS TRACTORS,
4. LA SANGRIA, grabado en madera y coloreado, de 1500, que se conserva en Kulmbach (a
AND EPIDEMICAL CONVULSIONS. John
la izquierda). La práctica de la sangría fue muy común en la medicina oficial hasta que los
Haygarth. Crutwell; Bath, 1800.
ensayos de Pierre Charles Alexandre Louis (a la derecha) la revelaron mortífera. Este médico compiló las cifras de fallecimientos por neumonía en diversos casos de administración de
RÉPERTOIRE CLINIQUE: EXPÉRIENCES HO-
la sangría (tabla de debajo). La cifra que se ve en la parte superior de cada columna marca
MOEOPATIQUES À L’HÔTEL-DIEU DE PARIS.
el día en que se efectuó la primera sangría en relación con el comienzo de la enfermedad.
Armand Trousseau-Henri Gouraud en
Después, cada línea corresponde a los datos de un enfermo: de izquierda a derecha se
Journal des Connaissances Médico-Chi-
indican la duración de la enfermedad (en días), el número de sangrías hechas y la edad del
rurgicales, vol. 8, págs. 238-241, 1834.
sujeto fallecido. Las cifras en las bases de las columnas dan la duración media de la enfermedad y el número de sangrías efectuadas. Cuanto menos sangrías sufren, más tiempo
RECHERCHES SUR LES EFFETS DE LA SAIGNÉE
sobreviven los enfermos. Y si las líneas en blanco corresponden a curaciones, las sangrías
DANS QUELQUES MALADIES INFLAMMA-
más tardías y en menor número aseguran una mayor supervivencia.
TOIRES ET SUR L’ACTION DE L’HÉMÉTIQUE ET DES VÉSICATOIRES DANS LA PNEUMO-
casos de sangrías tardías y escasas. Un “resultado aterrador, absurdo al parecer”, según escribe con desazón su propio descubridor. Ciertamente, estos datos muestran el carácter ineficaz, y peligroso, de la sangría. Para que la experiencia fuese concluyente, habría que comparar los resultados de la sangría con los de un completo no-tratamiento, algo que rechaza el médico, porque a sus ojos ello equivaldría a poner en peligro la vida del paciente. No obstante, las ci-
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fras compiladas por Louis prueban que la sangría mata. Compréndese el revuelo provocado por semejante publicación en una época en que la sangría era aún un medio terapéutico corrientemente empleado, sobre todo contra las enfermedades del tórax. Reconocer la validez de tales datos reunidos por la experiencia habría equivalido, para los médicos, a confesar que cada día provocaban la muerte de pacientes a los que decían atender. Realidad
NIE. Pierre Charles Alexandre Louis. J.-B.
Baillière; París, 1835. TRAITÉ DES MALADIES DU SEIN ET DE LA RÉGION MAMMAIRE. Alfred Velpeau.
Masson; París, 1854. LES CORPS VILS. EXPÉRIMENTER SUR LES ÊTRES HUMAINS AUX XVIIIE ET XIX E SIÈCLES.
Grégoire Chamayou. La Découverte; París, 2008.
11
El trastorno límite
12 12
MENTE MEN ME M EEN NTTEE Y C CEREBRO ER ERE ER REEB BRO BR RO R O 36 36 / 2009 2200 20 00009
de la personalidad Caracterizado por sentimientos de vacío, impulsividad, desregulación emocional y disfunciones cognitivas, comporta graves consecuencias clínicas y sociales MARINA DIAZ MARSA, M. KAZUHIRO TAJIMA POZO Y JOSE LUIS CARRASCO
E
1. EL TRASTORNO LIMITE DE LA PERSONALIDAD es un trastorno mental cuya importancia corre pareja a © FOTOLIA / CHRISTOS GEORGHIOU
la dificultad que entrañan
MENTE MEN M ME EN ENTE TE Y CEREBRO CEER R REEB BRO RO 3366 / 22009 RO 009 00 09
su clínica y su tratamiento. A menudo, la claudicación familiar y los trastornos de conducta asociados al trastorno son los principales motivos de su asistencia en los servicios sanitarios.
l trastorno límite de la personalidad (TLP, o borderline) es, según el canon de las enfermedades mentales (DSM IV), una alteración que se caracteriza por desregulación emocional, pensamiento extremadamente polarizado y relaciones interpersonales caóticas. El perfil del trastorno incluye también una inestabilidad generalizada del estado de ánimo, de la autoimagen y de la conducta, así como del sentido de identidad, que puede llevar a períodos de disociación. Se le clasifica dentro del grupo B de trastornos de la personalidad, los llamados “dramático-emocionales”. Constituye, con mucho, el más común de los trastornos de la personalidad. Se estima que su prevalencia oscila entre un 0,2 % y un 1,8 % de la población general. De ellos, el 76 % son mujeres; se da, pues, una proporción de 3:1, entre sexos. Se han avanzado dos hipótesis para explicar diferencia tan llamativa. De acuerdo con la primera, la disparidad se debería a un defecto de diseño en el modelo estadístico. Para la segunda, habría diferencias sociales o biológicas reales subyacentes. En este sentido se recuerda que el abuso sexual, habitual en los historiales de TLP, se da con mayor frecuencia en mujeres. Influiría también el hecho de que las mujeres experimentan más mensajes inconsistentes e invalidantes. Por fin, la sociedad favorece que las mujeres sean más dependientes. Los datos de mayor prevalencia en mujeres se hallan detrás de la mayor tendencia al diagnóstico de TLP en ellas. Sin olvidar que los varones, por presión social, se muestren menos proclives a la consulta psiquiátrica; tratados de adicciones, pasan inadvertidos los síntomas borderline.
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RESUMEN
Perfil del trastorno límite de la personalidad
1
Su clínica se caracteriza por una enorme inestabilidad en el plano emocional, conductual, relaciones interpersonales y de la autoimagen. Se clasifica dentro del grupo de trastornos de la personalidad del grupo B, también denominados dramático-teatrales.
2
El trastorno límite de la personalidad es el más prevalente de los trastornos de la personalidad. Los sufren entre un 0,2 % y 1,8 % de la población. Existe una mayor prevalencia en mujeres.
3
Se ha avanzado notablemente en el conocimiento de los mecanismos biológicos implicados en la génesis de los trastornos de personalidad.
Modelos dimensionales o psicobiológicos Antaño, los trastornos de la personalidad se encuadraban entre los trastornos psicológicos. De un tiempo a esta parte se les reconoce una base biológica predisponente. Se han propuesto varios modelos dimensionales (psicobiológicos) de la personalidad. El modelo de Siever y Davis parte de la observación clínica de los trastornos de la personalidad y describe la existencia de tres ejes: organización/perceptiva, inestabilidad afectiva, impulsividad y ansiedad/inhibición. Cada eje estaría determinado por una función cerebral y de neurotransmisión; su disfunción se traduciría en la sintomatología clínica. Otros modelos —asi, los de Eysenck, Cloninger o Zuckerman— se apoyan en la investigación de psicología experimental y de ensayos sobre animales. Las alteraciones biológicas reseñables afectan a los neurotransmisores. Se asocia el TLP a bajos niveles de serotonina. Se sospecha que existen déficits parciales vinculados a la dopamina, noradrenalina y acetilcolina.
Estudios de supresión con dexametosa El estudio de la actividad del eje hipotálamohipofisario comenzó a llevarse a cabo al observarse que los pacientes con síndrome de Cushing y trastornos depresivos graves presentaban un hipercortisolismo basal, que se reflejaba en una ausencia de supresión en el
test de supresión con dexametasona (TSD) en dosis única de 1 mg (véase figura 2a). Se puso de relieve la relación entre el hipercortisolismo basal y el estrés. Tras percatarse de la importancia de los traumáticos en la génesis del trastorno limite de la personalidad, se empezó a abordar la posible existencia de una hipersensibilidad de estos pacientes al estrés, como ya se había observado en el caso particular del trastorno de estrés postraumático (TEPT), donde los estudios con TSD mostraban una hiperrespuesta a la supresión de cortisol con dosis de 0,5 mg (véase figura 2b). Se comprobó que la utilización de dosis menores de dexametasona en el TSD resultaban adecuados en el estudio de trastornos que cursen con una hiperrespuesta al estrés. La investigación sobre pacientes con trastornos de conducta alimentaria (TCA) reveló que las mujeres TCA con mayor predominio de síntomas bulímicos, impulsividad y una mayor prevalencia de antecedentes traumáticos presentaban una hipersupresión de cortisol en el TSD (véase figura 2c). La aplicación de técnicas de formación de imágenes avala la hipótesis de una patología cerebral dual en el TLP, en la que se hallarían comprometidos circuitos frontales y límbicos. Estas zonas cerebrales también estarían implicadas en la disfunción serotoninérgica que parece relacionarse con el descontrol de impulsos y la autoagresividad propios de tales pacientes. Según es sabido, la corteza
Principales síntomas del trastorno límite de la personalidad Características clínicas: Oscilaciones afectivas intensas y reactivas Conductas autodestructivas graves
INESTABILIDAD AFECTIVA Evitación
Ira y agresividad impulsivas
Depresión
Relaciones inestables e impulsivas
Dependencia
Síntomas disociativos/ansiedad intensa Ideas paranoides
Disforia Ansiedad
La inestabilidad afectiva es el síntoma cardinal de este trastorno. Otros síntomas característicos del mismo son la hipersensibilidad, sobre todo al rechazo, que les lleva a tener conductas autodestructivas por una alteración cognitiva de la vivencia del rechazo. La irritabilidad y conductas agresivas pueden explicarse también
Ira
Hipersensibilidad Agresión
Déficit de atención
Distorsión cognitiva
por esta hipersensibilidad y por un déficit de atención; pudieran, pues, hallarse implicados los lóbulos frontales.
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a
HHA en depresión
CORTISOL
DEPRESION
Implicación dual de los circuitos frontal y límbico en el TLP
CONTROL
8.00 A.M.
3.00 P.M.
1 mg dexametasona
b
HHA en el trastorno de estrés postraumático Lóbulo frontal: la corteza prefrontal se considera
CONTROL CORTISOL
fundamental para el control cognitivo del comportaTEPT
miento, el control de la impulsividad y la regulación de las emociones, todas ellas áreas de funcionamien-
8.00 A.M.
3.00 P.M.
to severamente afectadas en el TLP.
0,5 mg dexametasona
Sistema límbico: este c
sistema desempeña una
Respuesta normal al estrés
función fundamental en la regulación de las emociones y en el almacenamiento y recuperación de los
CORTISOL
recuerdos. DEPRESION CONTROL
TRASTORNO LIMITE Acontecimiento estresante
2. EL ESTUDIO DEL EJE HIPOTALAMO-HIPOFISARIO-ADRENAL (HHA) permite conocer la respuesta al estrés. Las concentraciones de cortisol aumentan rápidamente en situaciones de estrés físico (traumatismo, cirugía) o psíquico (ansiedad, depresión), hipoglucemia y fiebre (c). Dada su implicación en los mecanismos del estrés, ha sido ampliamente estudiado en los trastornos del estado de ánimo y, más recientemente, en los trastornos que cursan con una mayor sensibilidad al estrés. A finales de los años sesenta, un grupo de investigadores informó sobre un aplanamiento en el ritmo circadiano en pacientes deprimidos, que hasta entonces se había observado en pacientes con síndrome Cushing; no existía, pues, pico de cortisol ante un acontecimiento estresante, en concreto tras la administración fisiológica de 1 mg de dexametasona (b). Se descubrió así la correlación existente entre el estrés y un aumento en la sensibilidad del eje HHA en trastornos en los que se suponía una baja tolerancia al estrés, como eran el trastorno de estrés postraumático y el TLP; aparecía una hiperrespuesta del eje HHA tras la administración de una dosis menor de dexametasona (0,5 mg).
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3. LA GRAN HETEROGENEIDAD de la clínica del TLP conlleva una dificultad de manejo no sólo por parte de sus familiares, sino también de los profesionales sanitarios, que deben habérselas con la contratransferencia que generan. Es un trastorno de la personalidad aloplástico y egosintónico, donde el peso de los síntomas no recae exclusivamente en los pacientes, sino de manera muy especial en las personas más cercanas que conviven
© FOTOLIA / MICROIMAGES
con ellos.
Hallazgos biológicos en el trastorno límite de la personalidad ↓ 5-HIIA Asberg 1976, Linnoila, 1980 ↓ Respuesta de prolactina con agonistas 5-HT Coccaro 1995, López-Ibor 1991 ↓ Actividad MAO plaquetaria, Verkes et al, 1996 ↑ Norepinefrina Siever, 1992 Respuesta ↑ a la
prefrontal interviene en el control cognitivo del comportamiento, el control de la impulsividad y la regulación de las emociones, áreas que se encuentran severamente afectadas en el TLP. Por su parte, el sistema límbico participa en la regulación de las emociones y en el almacenamiento y recuperación de los recuerdos. Por último, la investigación ha recogido indicios biológicos que orientan la existencia de un factor genético en el TLP. Se ha sugerido la relación con alteraciones del alelo corto del gen asociado al transportador de serotonina, aunque de momento no hay ningún dato concluyente.
acetilcolina Steinber et al, 1987 Hiperreactividad del eje HHA Grossman 2000, Carrasco 2003 5-HIIA: 5-hidroxi-indol-acético Agonistas 5-HT: agonistas serotoninérgicos MAO plaquetaria: monoamino oxidaxa plaquetaria Eje HHA: eje hipotálamo-hipofisario-adrenal
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Tratamiento farmacológico El análisis sindrómico del trastorno ha permitido identificar diversos síntomas susceptibles de ser tratados psicofarmacológicamente. La compleja clínica del trastorno límite de la personalidad se podría englobar en cuatro dimensiones básicas: impulsivo-agresiva, inestabilidad afectiva, cognitiva-perceptiva y ansiedad-inhibición (véase el recuadro de la página 7). Antidepresivos y eutimizantes, antipsicóticos, ansiolíticos y ácidos grasos omega 3 han demostrado eficacia en el tratamiento de las dimensiones sintomáticas de ese cuadro.
Los inhibidores de la recaptación de serotonina (ISRS) se han revelado eficaces en el manejo de la impulsividad asociada a TLP. Estos fármacos presentan escasos efectos secundarios y tienen un perfil muy seguro en caso de sobreingesta. Su eficacia aparece, en muchos casos, desde la primera semana y es independiente del beneficio terapéutico sobre la depresión. La ineficacia de un ISRS no predice la falta de eficacia de otro ISRS y la duración del tratamiento depende de la comorbilidad, de la exposición a acontecimientos vitales estresantes, del tratamiento de rasgos de vulnerabilidad y de la adquisición de habilidades en psicoterapia. En general, todos los ISRS mejoran el control de impulsos y el procesamiento de la información, amén de rebajar la disforia, causa frecuente de conductas impulsivas. La fluoxetina disminuye la impulsividad y frena las conductas autolesivas, así como la sensación de rechazo. Se registra adherencia al tratamiento. Y se aprecia una mejoría frente a placebo en la agresión verbal y la agresividad contra objetos. Los hallazgos sugieren una rápida mejoría de la conducta impulsiva desde la primera semana de tratamiento y una disminución de la conducta impulsivo-agresiva, independiente del estado depresivo, con dosis medias de 80 mg/día.
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Estrategias terapéuticas DIMENSION IMPULSIVO-AGRESIVA Incapacidad para la reflexión previa al acto (dificultad para resistir impulsos; precipitación en respuesta a estímulos) Respuesta impulsiva destructiva Manifestaciones sintomáticas: Violencia verbal o física / descontrol Autolesiones, suicidio Abuso de sustancias / atracones
Localizada en: Amígdala. Ira Sustancia reticular ascendente. Impulso Areas corticales. Control inhibitorio
Olanzapina Formas depot Estabilizadores ánimo (Topiramato)
ISRS
Eficacia parcial: añadir Eficacia: No eficacia: Mantener antipsicóticos atípicos y/o Cambiar ISRS estabilizador del ánimo Eficacia Parcial: estabilizadores del ánimo y/o antipsicóticos atípicos
Neuroquímica: Déficit de serotonina produce impulsividad Exceso de dopamina produce impulsividad Déficits frontales se asocian a impulsividad
No eficacia: ISRS/IRNS
Eficacia parcial: litio
No eficacia: ISRS/IRNS No eficacia: IMAO
DIMENSION INESTABILIDAD AFECTIVA Regula el ánimo basal Regula la reactividad del ánimo Regula las conductas ante la frustración emocional Manifestaciones sintomáticas: Disforia basal Distimias reactivas breves Intolerancia a la frustración / demanda
Localizada en: Sistema límbico Rafe medial Locus coeruleus
Estabilizador del ánimo
ISRS
IRNS
Eficacia: Mantener
Neuroquímica: Déficit de serotonina produce hipersensibilidad Exceso de acetilcolina produce hipersensibilidad Exceso de noradrenalina produce hiperreactividad
Eficacia parcial: Añadir Estabilizador del ánimo
No eficacia: Cambiar ISRS/IRNS
Eficacia Parcial: Antipsicóticos atípicos
Eficacia parcial: Añadir Estabilizador del ánimo Eficacia parcial: Antipsicóticos atípicos
DIMENSION COGNITIVA-PERCEPTIVA Regula los elementos básicos de la interpretación de los estímulos. Contenido afectivo, proporcionalidad Manifestaciones sintomáticas: Suspicacia, distorsiones interpretativas Falta de relativización Ideación paranoide. Ideas de referencia Micropsicosis
Localizada en: Areas prefrontales Conexiones córtico-subcorticales Neuroquímica: Déficit de dopamina cortical
ANTIPSICOTICOS ATIPICOS
Eficacia: Mantener
No eficacia: Cambiar Antipsicótico atípico
Eficacia parcial: Aumentar dosis
Eficacia Parcial: Cambiar otro Antipsicótico atípico
Eficacia parcial: Aumentar dosis Eficacia parcial: Cambiar Antipsicótico atípico No eficacia: Valorar Antipisicótico clásico
DIMENSION ANSIEDAD-INHIBICION Regula la respuesta ante el peligro Manifestaciones sintomáticas: Ansiedad, disforia Temor, inhibición, preocupación Sentimientos de vacío
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Localizada en: Amígdala Septo-hipocampo Neuroquímica: Hipersensibilidad serotoninérgica Hipersecreción de CRH (factor hipotalámico estimulante de la corticotropina) Déficit de GABA (ácido gamma-aminobutírico)
ISRS/IRNS
Eficacia: Mantener
Eficacia parcial: Añadir benzodiazepinas
No eficacia: Cambiar ISRS/IRNS
Eficacia Parcial: Añadir Antipsicóticos atípicos Eficacia parcial: Estabilizador ánimo
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Tratamiento farmacológico de los trastornos de la personalidad
Eysenck
Neuroticismo. Extraversión. Psicoticismo
Mejora con antidepresivos y BZDs Mejora con antidepresivos
Cloninger
Evitación del riesgo. Búsqueda de novedades. Dependencia del refuerzo. Persistencia
Mejora con antidepresivos Mejora con ISRS
Zuckerman
Búsqueda de sensaciones
Mejora con antidepresivos
BigFive
Apertura. Amabilidad. Hiperconciencia. Neuroticismo. Extraversión
Mejora con antidepresivos antidepresiivo voss
Hipersensibilidad colinérgica
Sensibilidad límbica a estímulos emocionales
Disforia
Hiperactividad noradrenérgica
Alta reactividad Búsqueda de recompensa
Intolerancia a la frustración Conductas manipulativas
Las conductas irritables y disfóricas parecen explicarse por una implicación de ciertos circuitos donde parece existir una mayor sensibilidad colinérgica. Mientras que la hiperactividad noradrenérgica se corresponde con las actitudes conocidas como manipuladoras e histeriformes.
18
La sertralina parece rebajar la irritabilidad y la impulsividad. Se ha referido una mejoría en la conducta autolesiva tras 1 año de tratamiento. Consigue una mejoría en la adherencia al tratamiento; su eficacia no depende del estado de ansiedad o depresión a dosis medias superiores a 200 mg/día. La paroxetina se ha asociado a una disminución de la autoagresividad en forma de conductas autolesivas; a dosis de 315 mg/día produce un descenso significativo de todas las subescalas de SCL-90 (inventario Symptom Checklist). Aunque los antidepresivos tricilicos (ADT) no aplacan ni la impulsividad ni las conductas autolesivas, la amitriptilina disminuye los síntomas depresivos y la hostilidad de manera indirecta, y en consecuencia, mejora el autocontrol. Los inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO), actualmente poco usados, mejoran los síntomas depresivos atípicos, la ira, hostilidad e impulsividad. La tranilcipromina a dosis de 40 mg/día alivia síntomas derivados de la impulsividad y las autoagresiones. Se les reconoce un efecto importante sobre el descontrol de la conducta. Algunos autores sugieren que estas repercusiones en la conducta podrían ser el resultado de mejoría afectiva, más que de impulsividad. El litio, indicado en el tratamiento del descontrol de conducta, reduce los episodios de violencia y reconduce la agresividad impulsiva y favorece una conducta más reflexiva. Comporta, no obstante, un riesgo importante, en caso de intoxicaciones.
© FOTOLIA / ELENA ELISSEEVA
Algoritmo sobre los modelos dimensionales y las terapias farmacológicas. Al considerar la naturaleza biológica de la personalidad y, por tanto, de los trastornos de la misma, podemos actuar sobre las estructuras orgánicas que se encuentren más alteradas dentro de este trastorno, aplicando los modelos dimensionales psicobiológicos descritos y utilizando el arsenal terapéutico, del que disponemos para estimular o inhibir estas as regiones implicadas en los síntomas cardinales del TLP.
La administración de anticomiciales (topiramato, gabapentina, valproato, clonacepam, carbamacepina, oxcarbamazepina, lamotrigina) remedia los síntomas de impulsividad y conductas autodestructivas. Son de probada eficacia ante un cuadro ciclotímico. El topiramato y la oxcarbacepina logran, en los trastornos límite de la personalidad, el control de las conductas autolesivas, un descenso importante de la ira en varones y una reducción de la agresividad en mujeres. La ausencia de efectos secundarios en los antipsicóticos favorece la adherencia al tratamiento. Su indicación puede estar justificada en el manejo de descontrol de conductas. Reducen los síntomas de agresividad, las conductas autolesivas, la hostilidad, la ira. La olanzapina se revela adecuada en las conductas impulsivas, agresividad, autoagresiones, hostilidad e hipersensibilidad personal. La risperidona reduce la agresividad. La quetiapina y ziprasidona controlan la impulsividad. Muchos de los fármacos reseñados para el manejo de la conducta impulsiva se han utilizado para control de los síntomas de labilidad emocional (labilidad, oscilaciones anímicas, hipomanía, depresiones similares a la ciclotimia o ira intensa). Los ISRS refuerzan la autoimagen y desarrollan roles interpersonales. La clínica depresiva, heterogénea, deriva de la falta de empatía, aburrimiento, labilidad afectiva secundaria a crisis vitales que puede llegar a ser un síndrome de depresión mayor. La fluoxetina eviden-
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cia su idoneidad para la hipersensibilidad al rechazo, ira, humor depresivo, labilidad emocional, irritabilidad, ansiedad, síntomas obsesivo-compulsivos e impulsividad, abuso de sustancias y bulimia. Mejora del funcionamiento global (a dosis medias de 20-40 mg/ día). La sertralina disminuye la irritabilidad y mejora los síntomas afectivos. Paroxetina en dosis de 20-30 mg/día y fluvoxamina en dosis 50-150 mg/día son útiles en pacientes en los que un cuadro depresivo va asociado a ansiedad. El uso de citalopram entre 2030 mg/día se ha mostrado útil en pacientes con síntomas de inhibición. Los antidepresivos venlafaxina, mirtazapina y reboxetina operan una mejora clara del estado de ánimo. Los ADT responden con mejoría leve de sintomatología depresiva. En cambio, la amitriptilina puede presentar una toxicidad, un empeoramiento de la conducta, apareciendo tanto pensamientos suicidas, paranoides, como conductas de impulsividad y desinhibición. Los IMAO poseen una historia de eficacia en la estabilidad del ánimo. La fenelzina ha demostrado mejoría global del 92 % en depresión atípica frente a imipramina y superioridad significativa al haloperidol y a placebo para síntomas depresivos, ansiedad y psicopatología borderline. La hipersensibilidad al rechazo, relacionada con déficits noradrenérgicos responde a fármacos IMAO. La tranilcipromina demostró aliviar síntomas depresivos, reduciendo la ansiedad y mejorando la capacidad hedónica. Los nuevos IMAOS, como la moclobemida, no han sido usados en borderline. Los sentimientos de vacío mejoran con ADT, IMAOS, ISRS y venlafaxina. El litio, administrado en la desregulación afectiva/inestabilidad emocional, estabiliza el sistema serotoninérgico. Entre los estabilizadores del ánimo, el ácido valproico mejora el humor, la ansiedad, la ira y la hipersensibilidad al rechazo. Tanto el topiramato, la oxcarbamacepina y la lamotrigina se muestran eficaces en el tratamiento de la inestabilidad afectiva del trastorno límite. La clozapina mejora los síntomas depresivos y de labilidad emocional. La olanzapina evidencia su eficacia en sensibilidad interpersonal, depresión, ira-hostilidad y ansiedad fóbica. Junto a éstos, se ha comprobado también la idoneidad de otros antipsicóticos (risperidona, quetiapina y ziprasidona).
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Dimensión cognitivo-perceptiva La eficacia de los antipsicóticos en la dimensión cognitivo-perceptiva de los trastornos de personalidad se apoya en la disfunción dopaminérgica. En los pacientes pueden inducirse episodios psicóticos con agonistas dopaminérgicos. A dosis bajas, los antipsicóticos sirven para el control de episodios micropsicóticos, paranoia, regresiones psicóticas y desorganización conceptual leve. La introducción de los antipsicóticos atípicos ha mejorado la adherencia terapéutica y reducido los síntomas extrapiramidales. La risperidona a dosis de 2-4 mg/día se ha demostrado efectiva para los síntomas de TLP aislado y asociado a distimia; la olanzapina a dosis de 5,3 +/- 3,4 mg/día resultó adecuada en toda la dimensión cognitivoperceptiva y, además, redujo la ansiedad y la hipersensibilidad al rechazo de los pacientes con TLP. La ziprasidona a dosis de 102,7 mg/ día demuestra su eficacia, rapidez de acción, efectividad y seguridad, tanto en el tratamiento a largo plazo como en los servicios de urgencias con pacientes con TLP. La quetiapina, a dosis de 700 mg/día, sirvió para intervalos de 6-8 meses.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA
Dimensión inhibición-ansiedad
CONTROLLED STUDY OF DIA-
En estados de inhibición, apatía, abulia y pobre funcionamiento social asociados a TLP se utilizan ISRS/ ISRNS de perfil activador (como fuoxetina: 20-60 mg/día, citalopram: 20-60 mg/día, venlafaxina: 150 mg/día, entre otros). En estados de ansiedad y agitación, son útiles: ISRS de perfil sedativo (como paroxetina (20-60 mg/día), sertralina (50-200 mg/ día), benzodiazepinas, antipsicóticos atípicos a dosis bajas. Ultimamente se prefieren estabilizadores del ánimo del tipo gabapentina o pregabalina
LECTICAL BEHAVIOR THERAPY
OXC A R BA Z EP I N E I N T H E TREATMENT OF BPD: A PILOT STUDY. S. Bellino, E. Para-
diso, F. Bogetto en Journal of Clinical Psychiatry, vol. 66, págs. 1111-5; 2005. TREATMENT OF AGGRESSION WITH TOPIRAMATE IN MALE BORDERLINE PATIENTS. A DOUBLE-BLIND, PLACEBO-CONTROLLED STUDY. M. Nickel en
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PLUS OLANZAPINE FOR BPD.
J. Soler, J. C. Pascual y J. Campins en American Journal of Psychiatry, vol. 162, págs. 1221-1224; 2005. TRATAMIENTO BIOLOGICO DEL TRASTORNO LIMITE DE LA PERSONALIDAD. M. Díaz-Marsá,
S. González Bardanca, K. Tajima, E. García Albea, M. Navas y J. L. Carrasco
Marina Díaz Marsá es médico adjunto y responsable de la unidad de hospitalización breve del hospital clínico San Carlos. Pertenece a la unidad de investigación de trastornos de la personaliad y a la unidad de investigación de primeros brotes psicóticos. Kazuhiro Tajima Pozo, médico interno residente, es colaborador en la Universidad Complutense de Madrid y trabaja en la unidad de investigación de trastornos de la personalidad y primeros brotes psicóticos. José Luis Carrasco Perera, especialista de área, es catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y responsable de la unidad de trastornos de la personalidad del hospital clínico San Carlos.
en Actas Españolas de Psiquiatría, vol. 36, n.o 1, págs. 39-49; 2008. TRATAMIENTO CON FARMACOS ANTICOMICIALES DE LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD. M. Díaz-Marsá,
K. Tajima, A. Montes y J. L. Carrasco en Actas Españolas de Psiquiatría, vol. 36, n.o 3; 2008.
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Terapia
del trastorno límite de la personalidad
¿Meditación y análisis conductual? Un concepto terapéutico fuera de lo común ayuda a los pacientes con trastorno límite de la personalidad a recuperar el control de su vida. Se basa en establecer un equilibrio entre la aceptación y el cambio SABRINA BOLL
“A
lgunas veces me siento como muerta por dentro, como calcinada. En esos momentos ya no sé qué pensar o qué sentir. Y tampoco puedo llorar. Cuando sangro, al menos puedo volver a sentirme.” Maren se sube un poco las mangas y observa las cicatrices de sus antebrazos. La joven, desde hace casi tres meses, se halla en tratamiento en la Estación Borderline del Instituto Central de Salud Mental de Mannheim. Empezó a producirse heridas cuando tenía doce años. Pero, con el paso del tiempo, los cortes que se infringía Maren, que ahora tiene 26 años, se fueron haciendo más frecuentes y más profundos. “Me he cortado músculos y nervios e incluso me he llegado a extirpar trozos enteros de músculos.” Con sus obscuras ojeras mira al suelo mientras su cara muestra una sonrisa apenada. Musita: “Mira que he podido hacer estupideces.” Entre el uno y el dos por ciento sufre trastorno límite de la personalidad (borderline). Una enfermedad que, sin tratamiento, puede durar toda la vida. Se presenta con muchos rostros: autolesiones, oscilaciones extremas del estado anímico, dificultades en el trato interpersonal, ataques de ira, fuerte inseguridad y escasa valoración de sí mismos son algunos de los síntomas habituales que se manifiestan en los afectados. La amplia oferta terapéutica de la estación psicosomática del Instituto Central de Salud de Mannheim se basa en la terapia dialécticoconductual (TDC) desarrollada por la psicóloga americana Marsha Lineham en el decenio de los noventa, un procedimiento que se adapta especialmente a las necesidades de los pacientes con trastorno límite de la personalidad y
20
que conjuga técnicas de meditación del lejano Oriente con la terapia conductual. El meollo del problema, según la opinión de Linehan y de otros muchos investigadores y terapeutas, reside en un trastorno de la regulación de los sentimientos. Por cualquier nimiedad se originan emociones muy intensas percibidas por los afectados como incontrolables y que además tardan mucho tiempo en aplacarse. Sucede también con frecuencia que los afectados no saben identificar qué sentimientos resuenan en la excitación emocional; tan sólo experimentan un torturante estado de tensión difusa. La mayoría de ellos sufren varias veces al día ese tipo de presiones. Dina, otra paciente de la estación, describe con las siguientes palabras la martirizante tensión que de repente hace su aparición, aumenta cada vez más y algunas veces dura horas: “Me siento entonces como si estuviera totalmente acalambrada. Parece que me va a estallar la cabeza, el estómago se me encoge, empiezo a
Fronterizos El concepto del trastorno límite de la personalidad (borderline) fue introducido en 1938 por el psicoanalista Adolf Stern. Se basó en una continuidad, establecida por Sigmund Freud (1856-1939), entre las neurosis (trastornos psíquicos leves) y las psicosis (trastornos psíquicos graves). El trastorno en cuestión remitía, en un principio, a un vago campo fronterizo entre las dos.
1. ZEN PARA TODOS. Los terapeutas practican para mejorar su capacidad de atención y concentración. Las reuniones comienzan con una breve meditación.
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TODAS LAS FOTOGRAFIAS: GEHIRN & GEIST / STEFANIE SCHMITT
2. CONCENTRARSE EN LAS SENSACIONES. Palpar atentamente puede ser de ayuda para devolver a su cauce el turbulento torrente de sentimientos de los borderline.
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sudar y el corazón se me acelera. Estoy furiosa, triste, avergonzada y desconcertada, todo al mismo tiempo. Me gustaría levantarme de un salto y salir corriendo, pero me encuentro como petrificada y no me puedo calmar. Cada movimiento, cada palabra, me hace sentirme todavía peor.” Este estado se alterna con fases de sordera emocional. El vacío interior, la ausencia de cualquier tipo de sentimiento, es algo que conocen la mayoría de los pacientes. Y lo perciben de una forma tan negativa como la misma tensión emocional. El concepto de trastorno límite de la personalidad, en cuyo centro se encuentra una regulación alterada de los sentimientos, se apoyó en un principio en las observaciones llevadas a cabo por Linehan, corroborada ampliamente en numerosas investigaciones ulteriores. Muchos grupos han intentado desde entonces fundamentar el núcleo emocional de la sintomatología borderline mediante la ayuda de
métodos biopsicológicos. Y sabemos ahora que parte de las áreas cerebrales que desempeñan alguna función en la regulación emocional se encuentran alteradas en los casos de trastorno límite de la personalidad. En una investigación llevada a cabo en el año 2007, un equipo del Instituto Central de Salud Mental de Mannheim, bajo la dirección del psiquiatra Martin Bohus, combinó los informes de los afectados con mediciones psicológicas. Los investigadores registraron la actividad cardíaca de los pacientes y de voluntarios de control sanos; los equiparon a todos ellos con un pequeño aparato. Cada determinado lapso de tiempo (que iba de 10 a 20 minutos) el miniordenador pitaba y los voluntarios respondían a preguntas sobre su momentáneo estado de ánimo. El resultado fue que los pacientes con trastorno límite de la personalidad informaban que tenían más sentimientos negativos y más intensos, así como menos sentimientos positivos, que los sujetos del grupo de control.
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3. APRENDER A ACEPTAR. Admite lo que no puedes cambiar. Así reza una de las reglas fundamentales de la terapia de los pacientes con trastorno límite de la personalidad en el Instituto Central de Salud Mental de Mannheim.
4. SESION DE GRUPO CON UNA TERAPEUTA. En el “entrenamiento de recursos”, los pacientes aprenden las posibilidades para manejarse mejor con las tensiones agudas.
“Me gusta trabajar con los pacientes borderline porque la mayoría de ellos tiene mucho sentido del humor y son muy directos.” Martin Bohus, jefe médico del Instituto Central de Salud Mental de Mannheim
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Además, percibían con frecuencia mayor varios sentimientos de forma simultánea o tenían dificultades para nombrar determinadas emociones. Los pacientes borderline que no se encontraban bajo tratamiento medicamentoso registraron valores altos en la “frecuencia cardíaca adicional”, el componente del pulso que no se encuentra en relación directa con el esfuerzo corporal o con los procesos metabólicos y que es utilizado por los expertos como un buen indicador de la excitación emocional. Casi todos los otros síntomas y criterios que se han venido empleando para el diagnóstico del trastorno límite de la personalidad son considerados por Linehan como consecuencias directas o indirectas de un gobierno tumultuoso de los sentimientos. Resultan especialmente devastadoras las consecuencias en la conducta: por ejemplo en las autolesiones, que casi el 80 por ciento de los borderline se inflingen, reducen momentáneamente la torturante tensión en la que se hallan, si no les ayuda a eliminar el vacío interno y a sentirse de nuevo. Por esta razón, para los borderline las autolesiones tienen al principio un efecto positivo. No sienten el dolor en un primer momento cuando se cortan, se golpean la cabeza contra la pared, se queman o se muerden. Al contrario: la mayoría de ellos relata un sentimiento de tranquilidad y de distensión. Sólo cuando transcurren alrededor de veinte minutos empieza a abrirse paso la sensación dolorosa.
Acciones temerarias Los expertos toman en consideración los altos porcentajes de trastornos de alimentación y abuso de drogas que se producen en muchos pacientes borderline como intentos inadecuados de regular los sentimientos y las tensiones. Otros, por su parte, buscan el riego para contrarrestar los sentimientos de impotencia: hacen equilibrios, por ejemplo, en la barandilla de los puentes, conducen a más de 200 kilómetros por hora en las autopistas o se colocan sobre las vías del tren hasta que sienten las vibraciones de un convoy que se acerca veloz. Aunque estos pacientes realizan tales acciones temerarias sin intención de provocarse la muerte, los pensamientos suicidas se encuentran en la mayoría de los cuadros clínicos del borderline. Amenazas de suicidio constantes y una tasa de suicidio del ocho por ciento aclaran en todo caso la gravedad de la situación. La mayoría de los pacientes que empiezan en la Estación Borderline del Instituto Central de Salud Mental de Mannheim han vivido ya en su mayoría internamientos en otros centros y presentan su propia historia de intentos de suicidios tras de sí. Siguiendo esa regla general, Maren ha estado ingresada en muchas clínicas psiquiátricas porque, cuando se autolesiona, tiende a causarse mutilaciones; se encuentra en riesgo continuo de suicidio. Hace tres años pasó de las palabras a los hechos y se prendió fuego en el mismo psiquiátrico. El estar conti-
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Poco a poco hacia una mayor estabilidad “Nuestra oferta de tratamiento puede entenderse como una especie de programa de deshabituación.” Así explica Bohus el concepto de que médicos, enfermeras, psicólogos y trabajadores sociales de la Estación Borderline de Mannheim ponen conjuntamente en práctica. “La meta consiste en reducir las autolesiones masivas tan frecuentes, dominar y encauzar los pensamientos suicidas, mejorar la calidad de vida y conseguir despertar motivación para una ulterior terapia fuera de la clínica.” El concepto originario de la TDC de Linehan —un tratamiento ambulatorio de dos años de duración— no es financiado en su totalidad por el sistema de seguro de enfermedad alemán. Por eso, Bohus y sus colaboradores, con ayuda de la psicóloga americana, elaboraron un programa para internados de doce semanas que lleva ya funcionando en Mannheim, entre otros sitios, desde hace cinco años. Mientras que la terapia ambulatoria abarca tres fases de tratamiento (estabilización, tratamiento del trauma y consecución de metas individuales), la variante para internados se concentra preponderantemente en la fase primera. Lo mismo en su forma ambulatoria que para internados, la terapia dialéctico-conductual opera de forma preponderantemente creativa y aúna métodos de distintas escuelas psicoterapéuticas con componentes de la meditación zen. El plan terapéutico abarca terapia individual, corporal y gestalt, así como entrenamiento en la competencia social, grupos de apoyo, ejercicios matutinos y muchas cosas más; resulta, por tanto, casi tan polifacético como el propio trastorno límite de la personalidad. Y además exitoso: el método original ambulatorio de la TDC de Linehan destaca positivamente por los resultados obtenidos en al menos siete estudios realizados frente a otras terapias que no tienen ningún concepto especialmente elaborado para tales pacientes. También la variante para internados de la terapia es muy prometedora. Bohus y sus colaboradores llevaron a cabo, bajo la dirección de Linehan, un estudio comparado en 2003 en la Clínica Universitaria de Friburgo con cincuenta pacientes borderline, de los cuales una parte estaba realizando el programa TDC para internados, mientras que los restantes
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En el cerebro de los pacientes con trastorno límite de personalidad Las técnicas de neuroimagen han desvelado, al menos parcialmente, en los últimos años, los fundamentos neurobiológicos de la enfermedad. En los pacientes borderline, comparados con el grupo de control formado por voluntarios sanos, se puede reconocer un volumen disminuido de la amígdala y del hipocampo (véase la gráfica inferior). Un hipocampo menguado lo hallamos también entre los que han sufrido traumatismos, pero la reducción de volumen de la amígdala parece ser una peculiaridad del trastorno borderline. Esta estructura cerebral desempeña una función importante en la formación de los sentimientos. En esos pacientes se ha advertido, además, la presencia de modificaciones en la corteza prefrontal, que colabora en el control de la amígdala. Si esos cambios neurobiológicos son causa o consecuencia de la enfermedad, es algo que todavía los científicos desconocen. En un experimento realizado en 2003, un equipo de neurofisiólogos dirigido por Bruce Wexler, de la Universidad de Yale en New Haven, encontró pruebas acerca de una modificación de la forma de trabajo de determinados campos cerebrales. Por medio de la resonancia magnética funcional (RMf) registraron la actividad cerebral de 15 voluntarios con y sin síntomas borderline mientras se les mostraban fotografías de expresiones faciales neutras, alegres, tristes o angustiadas. Las imágenes con rostros manifestando emociones surtieron efecto inmediatamente: en los borderline, la amígdala izquierda se excitó de forma más intensa que en las personas del grupo de control. El fenómeno se repitió con las expresiones faciales neutrales. La razón estriba en que los borderline reconocen en dichas imágenes supuestos sentimientos emocionales. Esta gavilla de hallazgos respaldan la hipótesis de que el problema de la regulación emocional se encuentra en el núcleo del trastorno borderline.
Corteza prefrontal
Amígdala
Hipocampo
GEHIRN & GEIST / SIGANIM
nuamente encerrada entre cuatro paredes, dijo Maren, no le hizo ningún bien.
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Algunos hechos El 70 por ciento de los que sufren trastorno límite de la personalidad son mujeres. Los expertos creen de todas formas que los borderline masculinos acuden en menor proporción a la asistencia terapéutica; en otro orden, ellos delinquen con más frecuencia. El momento en el que los trastornos se hacen visibles es muy variable. Las primeras peculiaridades conductuales que llevan al tratamiento para internados aparecen por término medio, según distintos estudios, entre los 14 y los 24 años. El porcentaje de pacientes borderline en las clínicas psiquiátricas alemanas se sitúa en torno al 15 por ciento y en las consultas médicas y psicológicas se encuentra
se encontraban en lista de espera y tenían un tratamiento inespecífico. Un mes después del alta, los pacientes TDC se lesionaban menos que antes y mostraban una considerable mejoría en las relaciones interpersonales y las tendencias depresivas. En el grupo de la lista de espera, los investigadores no observaron, en cambio, ninguna diferencia digna de mención en relación con el estado previo. En consonancia con los principios fundamentales de esta terapia, el tratamiento procura encontrar un equilibrio entre la aceptación y el cambio. Los sujetos afectados deben aceptar los traumas recibidos y los intensos estados emocionales y considerarlos como una parte de su enfermedad. Siempre lo van a tener posiblemente un poco más difícil que el resto de las personas que por naturaleza saben regular mejor sus emociones, pero eso no significa que queden abandonados a su propia suerte: en relación con las autolesiones, los pensamientos de suicidio, los accesos de ira y la mayoría de los síntomas restantes pueden cambiar muchas cosas. “Yo siempre les digo al principio que no hay ninguna nave espacial que les envíe los pensamientos de suicidio, sino que son ellos mismos remitentes y receptores”, señala Patricia Marnet, directora de la estación. “Lo importante es que reconozcan que no tienen por qué ser
necesariamente arrollados por sus sentimientos y pensamientos y que pueden adquirir un control sobre ellos.” El camino hacia este conocimiento lo allana la dialéctica entre poder reconocer y querer cambiar. La idea que se encuentra detrás es la siguiente: sólo cuando se reconoce que las cosas son como son y no pueden ser de otra manera se puede tomar internamente cierta distancia al respecto y vérselas con la situación. El pensamiento de la “aceptación incondicional” hunde sus raíces en el zen. Terapia conductual dirigida a fomentar el cambio y zen son los dos pilares maestros de la TDC.
Más control mediante una percepción consciente En el entrenamiento de la atención, los pacientes de la Estación Borderline del Instituto Central de Salud Mental de Mannheim aprenden a concentrarse en el momento, a no valorar, sino a percibir conscientemente la vida cotidiana y ganar así un mayor control sobre ella. Las diferentes posibilidades de actuación las desarrollan a través de minuciosos análisis conductuales, reflexionando en los distintos desencadenantes y en las diferentes consecuencias de la última autolesión que se han infringido. El terapeuta siempre se halla frente a la difícil tarea de aceptar el estado actual de su paciente
entre el 10 y el 30 por ciento. Los costes que
5. GOLPEAR O APOYARSE, dependiendo del grado de intensidad de la tensión
acarrea su tratamiento
en un determinado momento, ambas cosas pueden ser benefactoras.
suponen aproximadamente el 15 por ciento del gasto total en trastornos psíquicos de la República Federal Alemana. El 50 por ciento de los borderline que se suicidaron habían intentado acabar con su vida previamente al menos una vez. AN DER GRENZE ZUR VERZWEIFLUNG,
por K. Höschel y M. Bochas en Der Neurologe & Psychaiter, vol. 3, págs. 20-26; 2005.
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6. PICANTE. Estímulos sensoriales intensos ayudan a soportar la tensión psíquica.
como algo dado, sin culpabilizar ni enjuiciar su comportamiento, llevándole con sumo cuidado hacia el objetivo. “Yo encuentro perfectamente comprensible que usted quiera cortarse cuando se encuentra en ese estado tan elevado de tensión; al fin y al cabo es un modo de sentirse mejor a corto plazo”, le dice Marnet a una atónita Maren al principio de la terapia. “Sin embargo, le vamos a mostrar aquí otras alternativas, para que pueda probar con algo distinto.” Las alternativas concretas las aprenden sobre todo los pacientes borderline de Mannheim en las sesiones de grupo especiales. “Recursos”, ésa es aquí la palabra mágica. Con ella se denominan todas las capacidades que ayudan a los pacientes a manejarse mejor con sus tensiones, sus sentimientos y sus semejantes, sin tener que causarse daño alguno a sí mismos. El entrenamiento de recursos, ejecutado dos veces por semana, tiene en su punto de mira el problema nuclear de la sintomatología borderline: la regulación emocional alterada.
¿Qué hacer en los momentos de hiperexcitación? “Lo que más me ha ayudado son los recursos”, afirma Maren. “En los otros sitios lo único que te decían era lo que no podías hacer. Aquí te dicen qué es lo que puedes hacer.” Lo primero que aprenden los pacientes en la terapia es la
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Criterios diagnósticos del trastorno borderline 1. Un desesperado esfuerzo por evitar la supuesta o real sensación de abandono. Síntomas típicos son la angustia intensa a quedarse solo y el pánico ante las separaciones temporalmente delimitadas (por ejemplo, la terminación de la hora de terapia). 2. Un modelo de relaciones interpersonales intensivo, aunque inestable, caracterizado por una oscilación entre la idealización extrema y la desvalorización. 3. Trastornos de identidad: inestabilidad acusada y duradera de la imagen propia o de la autopercepción, a menudo con cambios dramáticos de objetivos y deseos profesionales. 4. Impulsividad en al menos dos campos potencialmente nocivos para uno mismo: consumo de drogas, consumo compulsivo de comida, ludopatía o gastos monetarios incontrolables. 5. Actos suicidas repetidos, alusiones o amenazas de suicidio o autolesiones. 6. Inestabilidad emocional y frecuentes fluctuaciones de ánimo: el estado de ánimo generalmente opaco se interrumpe con accesos de ira, angustia o desesperación. 7. Sentimiento crónico de vacío. Los pacientes se sienten interiormente vacíos y se hastían enseguida de lo que perciben como desagradable. 8. Ataques de cólera desmedidos y abruptos o dificultades para controlar la ira que puede llegar hasta el forcejeo corporal. 9. Ideas paranoides pasajeras desencadenadas por alguna tensión o síntomas disociativos severos: muchos pacientes se apartan de la realidad y perciben el cuerpo propio como “desde fuera”. (Para establecer el diagnóstico deben cumplirse cinco de estos nueve criterios.)
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¿Píldoras para conseguir mayor equilibrio? No existe un medicamento específico para el tratamiento del trastorno borderline. Sin embargo, sí disponemos de diversos remedios con los que pueden tratarse síntomas determinados. Los expertos recomiendan el empleo de inhibidores de la recuperación de serotonina que palían la depresión y la angustia y, además, pueden estabilizar el control de los impulsos. En el marco de la TDC, la terapia complementaria con medicamentos no sólo se admite, sino que se considera deseable.
tolerancia frente al estrés: qué es lo que hay que hacer cuando la seguridad emocional salta en pedazos y la tensión llega a tal punto, que parece que uno va a estallar. Estímulos sensoriales intensos y evasiones pueden ser de mucha ayuda en esos momentos. Masticar una guindilla, tomar una ducha fría, oler una botella de amoníaco o golpear un saco de boxeo son algunas de las posibilidades. Cuando la tensión amaina un poco, pueden emplearse también otros métodos, tales como los rompecabezas, que tienen como finalidad la evasión de la mente. Un ejemplo de estos rompecabezas sería, por ejemplo, pensar en diez nombres de ciudades que empiecen por la letra A. Maren puede apaciguarse así de forma automática por medio de sus recursos personales: “cuando la tensión es pequeña, escribo poemas o miro fotos. Cuando la tensión es mediana, hago ejercicios respiratorios o amaso mi pelota erizo. Y cuando estoy sobreexcitada me ayuda el saco de boxeo.” También aquí se asocian consejos de actuación concretos con el fomento de la atención interior. Tener tolerancia frente al estrés significa aceptar los sufrimientos emocionales en todas sus facetas. Y cuando esto se consigue, el paciente puede elaborarse una estrategia para manejar su estado interno momentáneo.
Entre los genes sospechosos y el entorno nocivo Al igual que para la mayoría de las enfermedades psíquicas, los expertos suponen que detrás de la aparición de un trastorno borderline se encuentra una interrelación entre influencias genéticas y sociales. Diversos estudios han comprobado que los genes desempeñan un papel determinante. Muchos resultados en este sentido se apoyan en gemelos univitelinos, cuya carga genética es idéntica al cien por cien. Si se diagnostica un trastorno límite de la personalidad en uno de estos gemelos, la probabilidad de que el otro desarrolle la enfermedad es de alrededor del 55 por ciento. Por otro lado, experiencias precoces de violencia o abandono parecen favorecer la aparición posterior de trastornos borderline. Además, el 60 por ciento de las pacientes señalan haber sido objeto de abusos sexuales durante su niñez. El que traumas de esta índole determinen por sí solos la aparición de un trastorno borderline sigue siendo objeto de debate entre los expertos. Los representantes de la terapia dialéctico-conductual (TDC) consideran las influencias sociales negativas como especialmente nocivas para la regulación de las emociones. Por esta razón, resultan especialmente dañinas las experiencias en la temprana infancia, en las que los sentimientos de los niños son ridiculizados o despreciados. Una “invalidación” de esta índole tiene lugar, por ejemplo, cuando el niño llora de dolor y la madre le responde: “No te duele nada y no quiero que hagas el tonto”. El desprecio máximo lo experimentan los niños con los abusos sexuales. En estos casos, sus límites y sentimientos resultan hondamente ultrajados.
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Al adquirir cierta estabilidad, los pacientes pasan entonces a concentrarse en otros recursos: conocer sus sentimientos, ser capaces de denominarlos, comprender su significado para la conducta humana y actuar de forma socialmente competente en situaciones de presión emocional. Tareas que no son nada sencillas para personas que cotidianamente viven inmersas en emociones. Distintas terapias de grupo complementan el entrenamiento de recursos. En los entrenamientos de la competencia social y de la atención, los pacientes pueden ensayar la aplicación práctica de destrezas adquiridas.
Manejar adecuadamente las recaídas Quien ha interiorizado durante años determinados modelos de conducta y de pensamiento no los puede cambiar de un día para otro. Durante las doce semanas de tratamiento en la Estación Borderline de Mannheim son frecuentes las recaídas; su abordaje correcto entra dentro de la terapia. Maren se ha autolesionado aquí una vez. A la enfermera de turno la visión del brazo sangrante no le provocó ninguna reacción de espanto. Inspeccionó sobriamente la herida para ver si requería algún tipo de tratamiento médico y, a continuación, mandó a Maren a su habitación para que se vendara ella misma la herida. Con esa actitud distinta se indica que se premia la conducta deseada; la problemática se elimina mediante la retirada de atención. Las actitudes que entorpecen la terapia y las conductas problemáticas —entre las que se encuentran no sólo las autolesiones, sino también las ausencias de las sesiones terapéuticas o las conversaciones con los otros pacientes sobre las intenciones suicidas— acaban para los pacientes de Mannheim con un tiempo muerto en relación con todo tipo de terapia. Deben a continuación reflexionar sobre su conducta inadecuada y sus fines ulteriores con la terapia. La relación terapeuta-paciente halla una especial significación en el trabajo con pacientes borderline. Las interrupciones de la terapia no son ninguna rareza; algunos estudios dan tasas que frisan el 70 por ciento. “En realidad no hay forma de hacerlo bien con los borderline”, opina Bohus. Los pacientes se desenvuelven entre contradicciones: no pueden soportar demasiada proximidad, ni demasiada distancia. Aunque profundamente motivados, sienten miedo al fracaso en la terapia. “La presencia simultánea de concepciones fundamentalmen-
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7. ¿COMO ME IRA EN EL FUTURO? Encontrar de nuevo una vida ordenada es el deseo de la mayoría de los pacientes.
te distintas es uno de modelos conductuales más característicos de los borderline”, resume el psiquiatra. En la TDC, en donde la tasa de interrupción es entre un 20 y un 25 por ciento, ha dado buen resultado un balance entre la exigencia benévola y una actitud acogedora. El arte para mantener este equilibrio reside, por un lado, en transmitir al paciente que su conducta tenía un sentido desde su punto de vista subjetivo y, por otro, en llevarle hacia una solución de su problema. “No le falta a usted razón; los recursos no son ningún remedio mágico. Entiendo perfectamente que usted sea escéptico al principio, porque esto es un trabajo duro. Pero yo creo que usted puede lograrlo”, así maneja Marnet las dudas de sus pacientes.
Los terapeutas muestran sus sentimientos A veces, el paciente no recibe ese mensaje si el terapeuta se comporta distante o frío. Muchos pacientes se sienten en esos casos no correctamente aceptados. Por esta razón, los terapeutas de la TDC mencionan sus sentimientos a menudo, sobre todo en relación con la conducta de los pacientes. “Si usted se limita a sentarse aquí y a estar callado, hace que me sienta inseguro y cada vez más molesto. ¿Era esa su intención?”
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El terapeuta se muestra emocionalmente comprensible, en empatía. Su ejemplo debe ayudar al paciente a apreciar mejor sus sentimientos y sus efectos. Una pequeña estadística interna realizada el año pasado justifica esta forma de proceder: de un total de 71 pacientes, sólo 9 pusieron fin a la terapia de forma prematura. Mirando hacia atrás, Maren se manifiesta convencida de que su paso por la TDC le ha beneficiado. Con la ayuda de los recursos ha llegado a controlar mejor sus oscilaciones de sentimientos y de estado de ánimo. Se ha hecho más independiente. Quiere dejar la residencia asistida donde vive y buscarse un piso para ella sola. Desde que comenzó con la terapia, tan sólo una vez —y superficialmente— la ha interrumpido. Todo un éxito para alguien que llevaba años autolesionándose de forma masiva. Maren se encuentra perfectamente consciente de cuál es su situación y habla de sus objetivos. De repente se queda callada y su mirada se vuelve un poco perdida. Un asomo de inseguridad se deja traslucir en su sonrisa. “No desaparecerán nunca”, parece decir su expresión ligeramente acobardada. Pero al minuto siguiente retoma el hilo de sus pensamientos y vuelve a sus planes para el futuro.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA BORDERL I N E-STÖRU NG.
M. Bohus. Hogrefe; Gotinga, 2002. BORDERLINE-STÖRUNG. WIE MIR DIE DIALEK TISCH- BEHAVIOR ALE THER APIE GEHOLFEN HAT. C. Kröger y
C. Unckel. Hogrefe; Gotinga, 2006. WENN LIEBEN WEH TUT. EIN KOMMUNIK ATIONSR ATGEBER FÜR PARTNER IN DER BORDERLINE-BEZIEHUNG (4.a
edición). M. Rösel. StarksSture; Múnich, 2006.
Sabrina Boll es psicóloga y reside en Mainz.
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Rabietas infantiles
Protestar, llorar y tirarse al suelo. En los niños pequeños son normales las reacciones frenéticas y forman parte de su desarrollo natural. Mas para aprender a afrontar la rabia y la frustración necesitan la ayuda de sus padres STEFANIE REIBERGER
C
RESUMEN
¿Cuántas rabietas entran dentro de lo normal?
1
Entre los 16 meses y los tres años es normal que los niños tengan ataques ocasionales de ira. Forma parte del proceso normal de maduración.
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Los niños desarrollan en ese período su propia voluntad e intentan imponerla. La frustración da lugar a reacciones violentas.
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Unos accesos de ira desproporcionados y muy frecuentes, acompañados de agresiones a otros niños y conductas autolesivas, deben despertar la alarma. Hay que consultar al psicólogo.
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uando en el supermercado a Violeta no se le da lo que quiere se tira al suelo. Suele ocurrir cuando su madre anda con prisa, sin tiempo para explicaciones. En otro lugar, Valentina chilla como una desesperada cuando se le interrumpe su juego y se le obliga a ponerse la chaqueta para salir de casa en familia. Por su parte Tomasín, un rubito de dos años apenas, siembra el desconcierto cuando empieza a morder los muebles y los juguetes ante cualquier negativa. Violeta, Valentina y Tomasín tienen algo en común: están en la edad típica de los berrinches y lo dejan patente en el mundo que les rodea. No caben razones con esos rebeldes. Ni amenazas, ni castigos. Braman, gritan, berrean. Luego, de repente, cuando empieza a ceder la ira, se quedan tranquilos. Sin acabar de controlar su enfado, los pequeños, agotados, se rinden ante la mamá o el papá y se dejan consolar. No es de extrañar que muchos padres no puedan resistir estos imprevisibles cambios y no sepan qué hacer. ¿Hasta dónde considerar normal ese comportamiento y cuándo hay que solicitar ayuda psicológica? Todos los niños tienen ataques de rabieta. Aparecen a partir de los 15 o 18 meses, si no antes. Los ataques ocasionales pueden ser asumibles por los progenitores. Según el reciente Estudio de Riesgos, emprendido en Mannheim por un equipo dirigido por Manfred Laucht con 384 niños, observados desde el nacimiento hasta la madurez, alrededor del 19 por ciento (apenas un 24 % de niños y más del 15 % de niñas) tienden a rebelarse con rabietas exageradas.
Los pequeños se enfadan por sistema. Cuesta tranquilizarlos, se vuelven agresivos contra los adultos y contra otros niños y hacen daño no sólo a los demás, sino también a sí mismos (dándose golpes con la cabeza contra la pared). Terminan por requerir un tratamiento, aparte de poner a prueba los nervios de adultos y niños. Como se demostró en un estudio realizado en 1995 por Susan B. Campbell, de la Universidad de Pittsburgh, aproximadamente un 60 % de los niños que presentan grandes ataques de rabieta sufren más tarde trastornos de conducta. A resultados similares llegaron los investigadores de Mannheim. A pesar de tales cifras alarmantes, Manfred Cierpka, profesor de psicosomática y psicoterapia en la Universidad de Heidelberg, insiste en que no se ha de ver un caso patológico en cada niño que tenga rabietas. En su consulta para lactantes e infantes menudean los ejemplos de berrinches. Lo importante, subraya, es que los padres que acuden buscando ayuda aprendan a entender mejor los “ataques” de sus hijos. Unicamente así podrán superar conjuntamente situaciones difíciles. Para Cierpka, “las rabietas forman parte del desarrollo normal de la primera infancia”. Y se lo repite a los padres de la pequeña Sara, quienes habían acudido a su consulta porque en la guardería diurna se quejaron de que la niña presentaba graves problemas. La pequeña, de dos años y medio, quita los juguetes a los compañeros y en cuanto la educadora le reprende arranca a chillar. “También en casa vivimos con frecuencia situaciones similares: de repente Sara coge un berrinche y no hay manera de calmarla.”
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© FOTOLIA / RAMONA HEIM
En el caos de las emociones En un principio, durante la consulta no se sospecha nada. En la hora larga que dura ese primer encuentro, la niña juega, hasta que, de repente, agarra el bolso de la madre y saca el monedero. Con un movimiento reflejo, la madre se lo arrebata y, sin más comentarios, cambia el bolso de lado. Un tanto sorprendida, la niña da media vuelta e intenta de nuevo hacerse con el monedero. Se repite la reacción de la madre. “Por el amor de Dios, Sara, ¿es preciso que ahora hagas esto?”, le dice manifiestamente nerviosa. La consecuencia es un concierto de gritos cada vez más fuertes. Sara, de espaldas a la madre, levanta los brazos y berrea con despecho. Para Cierpka, la niña percibe que se le exige demasiado y muestra así su desacuerdo con la impulsiva reacción de la madre. La rabieta obedece a que la niña se siente desamparada y abandonada. Todo un caos de emociones. Nuestro terapeuta declara que “los niños en la edad de los berrinches dan un gran salto en su desarrollo”. “Su capacidad motora va progresando. Pueden ya manipularlo todo por sí mismos y empiezan a explorar personalmente el mundo que les rodea.” Y lo que reviste interés mayor: hacia la mitad del segundo año de
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vida descubren su propio “yo” y se reconocen en el espejo. Una premisa determinante en la interacción consciente con los demás. Cierpka aclara que “en la medida en que los niños aprenden a reconocerse a sí mismos como persona se van percatando de que sus actos provocan una reacción en las otras personas. Los niños pueden hacer más cosas, tantean muchas pruebas, desarrollan su propia voluntad e intentan imponerla mediante acciones concretas”. Evidentemente esto no siempre se ve coronado por el éxito, aunque sólo sea porque, para los padres, las cosas tienen un sentido diferente. El niño no valora lo mismo que el adulto dar un paseo en vez de jugar, no comprar galletas en el supermercado o no permitir empuñar un objeto cortante. Todo esto puede dar lugar a frustraciones, rabietas y sensaciones negativas, también nuevas para el niño. “Se trata de emociones muy fuertes con las que debe enfrentarse el niño por primera vez”, prosigue Cierpka. Los niños se sienten inseguros, inmersos en una situación tensa que descargan en forma de irracionales rabietas y de bloqueo de su actividad corporal; es decir, se manifiesta en los típicos berrinches. La rabieta se dirige contra los adultos, no contra otros niños. Una vez pasado todo, el niño iracundo
1. DE ANGELITO A DEMONIO. Al menos una de cada siete niñas tiende a presentar episodios de ira. En los niños, uno de cada cuatro.
“Las rabietas son un capricho infantil.” René Spitz (1887-1974), psicoanalista austriacoamericano y pionero en la investigación de los problemas del lactante
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puede no recordar su pataleo y no es consciente de haber hecho nada malo.
“Las rabietas constituyen una declaración de independencia de los niños a sus padres, un importante acto de reafirmación de su autonomía; no se trata de ninguna conspiración para derribar el gobierno de los padres.” Selma Fraiberg (1918-1981), psicoanalista infantil
Negociar compromisos La principal misión de los padres en estas situaciones es atender a los sentimientos de su hijo. Con paciencia y una adecuada dosis de condescendencia, sobre todo cuando el brote de rabieta se presenta en público. Y creatividad para ofrecer alternativas. Así, el padre puede ponerle la chaqueta a su enrabiada hija a pesar de que ella prefiera seguir jugando o puede distraerla prometiéndole que jugarán juntos durante el paseo. ¿Cómo afronta la madre de Sara la “salida de tono” de su hija? Le explicará con palabras tranquilas, breves y claras, que el portamonedas no está pensado para jugar. Puede también ser útil ofrecerle un objeto que le interese y se halle en el bolso. De estas estrategias y de otras similares habla Cierpka con los padres en la siguiente sesión. La pequeña se va percatando de que la mamá o el papá no la abandonan cuando coge una rabieta y de ese modo aprende a superar sus sentimientos. Debemos atender al desencadenante de la rabieta. Si en un niño se repiten con frecuencia y son muy violentas y prolongadas, caben múltiples causas. Con frecuencia se trata de niños que tienen una voluntad obstinada y en su forma de actuar y pensar son más independientes que los demás de su edad. Los berrinches se asocian al temperamento. Aunque un niño los
presente una y otra vez, si en el momento de la rabieta se le deja solo con su gran carga emocional y los padres se limitan a decirle que “haga lo que quiera”, o por el contrario reaccionan de forma autoritaria, puede desencadenarse una cascada de acontecimientos. En estos casos, los psicólogos sospechan que el niño encuentra dificultades para regular sus emociones. Y constituir el origen de una lucha en dos frentes. A veces resulta difícil despertar la afectividad del padre o de la madre. Otras, el progenitor reacciona de manera imprevisible: ora accediendo a sus exigencias y acariciándolo, ora enfadándose con él. Cuando se alternan los momentos de intensa atención con otros de rechazo, los niños buscan la protección con enérgicas exigencias o huyendo dando gritos, incluso siendo conscientes de que con ello sólo conseguirán el rechazo. Cierpka explica que “las dificultades aparecen cuando se rompe el equilibrio de poder e impotencia entre los padres y el niño; es decir, cuando el pequeño pícaro ha puesto en jaque a todos con sus cambios de humor o cuando el niño ve reprimidos sus actos mediante reglas y prohibiciones estrictas”. Ante el segundo planteamiento, los pequeños adoptan una conducta cada vez más agresiva frente a sus padres y frente a otros adultos y niños de su misma edad. Habrá que recurrir entonces a una oportuna terapia para romper el círculo vicioso de conducta agresiva y negativista por parte del niño seguida de reacciones de castigo por parte de los padres.
Prueba de fuerza en público, ¿qué hacer?
© FOTOLIA / BREBCA
Un niño que coge frecuentes y violentos berrinches coloca a los padres en una situación comprometida, sobre todo cuando se presentan en espacios concurridos. En tales circunstancias ha de mantenerse la cabeza fría: los padres han de ser conscientes de que estos ataques no van dirigidos contra ellos, sino que suponen el intento del niño de luchar por un poco de autonomía. Conviene, empero, que los progenitores conozcan algunas estrategias para afrontar tales episodios iracundos:
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El padre y la madre han de compartir los criterios sobre educación del menor. Estas reglas del juego frente al niño han de quedar diáfanamente claras, de forma amistosa pero actuando siempre en consecuencia.
En caso de rabietas o de trasgresión de las reglas por parte del niño hay que trazar puentes para que, sin humillarlo, cambie su conducta y acepte la voluntad de los padres. Esto puede conseguirse, por ejemplo, ofreciéndole juguetes para desviar su atención. Si unos padres sobrecargados de actividades ya han adoptado un modelo de conducta defensivo y represivo se ha de ir cambiando poco a poco. Si los padres notan que los berrinches de su hijo les resultan inaguantables y les ponen nerviosos puede ser aconsejable abandonar brevemente el lugar de los hechos para tomar ánimos. Estas pausas ayudan a evitar que prosiga la escalada de la situación.
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2. EN TODO MOMENTO ESTA DISPUESTO A SER CONSOLADO. Incluso cuando los niños pequeños den muestras de sentimientos negativos, como es el caso de las rabietas, los padres han de dirigirse a ellos con comprensión demostrándoles afec-
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to, aunque estén enfadados.
Implorar atención En ocasiones, los niños se percatan de que sólo se les presta atención si gritan, rompen cosas o se autolesionan. Se trata de una atención que no reciben habitualmente a lo largo del día, tal vez porque los padres están demasiado ocupados con otros problemas. También entonces estamos ante un trastorno de conducta que necesita tratamiento urgente. Es el caso de Tomasín, de apenas dos años que se pone rojo de ira en cuanto no ve cumplido su capricho. Durante la consulta, se coloca entre su mamá y el médico. “Riñe” a su manera al terapeuta, sin solución de continuidad rompe a llorar y chillar, se abraza a la pata de la mesa y empieza a morder el mueble. La madre, desconcertada, se apresta a tomarlo en brazos y consolarlo. La escena le permite a Cierpka aclarar varios conceptos. “Cuando se observa una escalada de hechos de este tipo suele haber serios problemas en la familia enraizados en una relación conflictiva entre los padres; quizás hubo también, en la infancia de éstos, una experiencia de desamparo.” En el caso de la madre de Tomasín acontecía lo primero. El padre del niño no convive de manera habitual con la familia. De vez en cuando vuelve, tras largas ausencias. Aunque la madre asegura que soporta bien esta situación, no puede ocultar lo dolida e insegura que se siente. Una relación inestable y tensa repercute también en el hijo. Junto con el equipo de terapeutas de la consulta de lactantes y párvulos de Heidelberg la madre puede aprender las estrategias necesarias para evitar trasmitir a su hijo su propia ira e inseguridad y para ofrecer el trato que exige su normal desarrollo. Para conseguirlo debe recorrerse un largo camino. De entrada, conviene que la madre de Tomasín no tome en brazos a la criatura mientras
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dure su rabieta; espere a que empiece a tranquilizarse. Sólo así romperá el círculo vicioso desencadenado, al prestarle atención sólo en las situaciones negativas. Al mismo tiempo se instaura una base para restablecer el equilibrio entre las necesidades de autonomía individual y el vínculo entre madre e hijo. Sea cual sea la intensidad de los episodios de rabieta, y se presentan o no en el marco de una situación general tensa y un marcado nerviosismo del niño, los berrinches infantiles no guardan relación alguna con los déficits de atención, ni con el síndrome de déficit de atención e hiperactividad. Según el criterio diagnóstico, este trastorno de conducta empieza a detectarse a partir de los seis años. Constituye un error atribuir síndrome de déficit de atención e hiperactividad a niños de menor edad revoltosos y difíciles; como es otro error tratarlos con ritalina. Naturalmente, eso no excluye que más tarde el niño pueda desarrollar el síndrome. Si los padres afrontan a tiempo los berrinches de sus hijos, antes de que se produzca la escalada de acontecimientos en la familia, pueden confiar en que esas rabietas incontroladas empiecen pronto a ir disminuyendo. Quedó ya demostrado en 1996, en un estudio dirigido por Jay Belsky, del Birkbeck College de Londres. Se estudiaron 69 familias y sus hijos primogénitos de edades comprendidas entre los 15 y los 21 meses. Entre las conclusiones finales: a partir del tercer año, cuando los niños pueden ir perfeccionando sus competencias manipuladoras y sus facultades lingüísticas, van disminuyendo los ataques de rabietas. En adelante, disponen de otras posibilidades de afrontar situaciones conflictivas con lo que los padres pueden respirar tranquilos.
“La primera infancia se asemeja a la pubertad, por lo que se refiere al rápido desarrollo corporal y también en lo referente al afán por superar las limitaciones impuestas por los padres.” Alicia F. Lieberman, de la Universidad de California en San Francisco
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA EIN KLEINER MENSCH. DAS GEFÜ H L SL E TO M A SÍ N DES KINDES IN DEN ERSTEN DREI JAHREN . A. F. Lieberman.
Rowohlt; Reinveck, 1995. REGUL ATIONSSTÖRUNGEN IN DER FRÜHEN KINDHEIT. FRÜHE RISIKEN UND HILFEN I M EN T W I CK LU N GSKO N T E X T DER ELT ER N - K I N D BEZIEHUNG (3a edición). M.
Papoušek et al. Huber & Partner; Wörth, 2007.
Stefanie Reiberger es bióloga.
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Naturaleza y extensión del aprendizaje implícito Muchas habilidades y saberes los adquirimos de manera inconsciente, sin reglas abstractas ni atención deliberada RALPH SCHUMACHER Y ELSBETH STERN
“¡A
quí le ayudaremos!” Quien recibe este desacreditado eslogan publicitario a través del teléfono, intuye que hay gato encerrado. Pero muy pocos sabrán por qué no deben fiarse. Se supone que conocemos las reglas de construcción de frases gramaticalmente correctas, aunque nos perdemos al representarnos su contenido exacto. Estos conocimientos, que permanecen ocultos al acceso consciente, son típicos en la adquisición de la lengua materna,
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pues, en último término, persiste siempre ese tipo de know-how inconsciente: un saber cómo sin conocer los hechos correspondientes que se refieren a las leyes subyacentes. El aprendizaje inconsciente es un fenómeno habitual en la vida diaria. Muchas competencias —hablar nuestra lengua materna o deambular— las hemos adquirido de una manera incidental e inconscientemente. La importancia del aprendizaje inconsciente para el desarrollo
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BASTA CON NO PENSAR EN LAS CASILLAS. Aprender no siempre requiere una atención intensa. Jugando, podemos también apropiarnos de cosas complicadas.
motor y cognitivo está respaldada por numerosos estudios psicológicos, que, en los dos últimos decenios, han ofrecido múltiples indicios sobre cuán amplios son los conocimientos y habilidades que podemos aprender sin prestar atención consciente. Las investigaciones se centran en la adquisición inconsciente de capacidades cognitivas sobre el aprendizaje de las estructuras gramaticales, el reconocimiento de patrones regulares en series de letras o números, así como en la comprensión de relaciones en sistemas dinámicos complejos. El aprendizaje inconsciente, que en la jerga de los psicólogos se designa como “aprendizaje implícito”, admite una doble caracterización. Primera, en torno al proceso de aprendizaje: el aprendizaje implícito tiene lugar de pasada y se realiza, pues, sin un propósito consciente de aprender y sin dirigir la atención a cada paso del aprendizaje. Así aprendemos nuestra lengua materna, sin tener que decidirnos explícitamente por ello. Segunda, en torno a los conocimientos que se adquieren en el marco del aprendizaje implícito. Estos conocimientos se distinguen por su espontaneidad; no se halla a disposición de las personas implicadas el describirlos. Muy pocos individuos se sienten capacitados para explicar las reglas gramaticales de su lengua materna, por más que las apliquen correctamente. No todo puede aprenderse de forma inconsciente. Muchas competencias —calcular el tanto por ciento o hacerse el nudo de la corbata, por ejemplo— sólo se adquieren si prestamos atención, siguiendo instrucciones precisas, a cada uno de los pasos del aprendizaje. ¿Por qué hay límites del aprendizaje inconsciente? ¿Dónde se encuentran? ¿Residen en la complejidad de los contenidos a aprender? ¿Hay determinados tipos de competencias que, como la comprensión de estrategias para re-
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salida
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Con gramáticas artificiales como ésta, los inves-
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implícitamente. Cada recorrido del gráfico da por resultado una palabra gramatical; toda palabra, a la que no corresponda un recorrido
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Pero no todos los expertos comparten la opinión de que este método de proceder sea apropiado para una prueba unívoca del aprendizaje implícito. Pueden aducirse diversas razones de por qué unas personas no pueden especificar, cuando se les pide, el saber que poseen para superar ciertas tareas. Una razón es que el saber en cuestión es inconsciente o implícito. Cabe también la posibilidad de que los probandos, por falta de confianza en los propios conocimientos, no expongan su saber. Que algunas personas no puedan describir su propio saber dependerá, tal vez, de que dicho saber se les ha presentado poco antes de
tigadores examinan la capacidad de aprender
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Saber sin saber
AUNQUE COMPLICADO, PUEDE APRENDERSE
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solver problemas matemáticos, sólo podemos adquirirlos con un aprendizaje consciente? La respuesta a estas preguntas reviste interés didáctico y pedagógico. A fin de cuentas, para la configuración de la enseñanza escolar es crucial saber qué contenidos y capacidades pueden comunicarse incidental e inconscientemente y en qué casos son necesarias unas instrucciones explícitas. La manera de proceder usual a la hora de comprobar el aprendizaje implícito empieza por proponerle al voluntario tareas de un determinado dominio del conocimiento. Luego, se presentan otros tests para averiguar hasta qué punto son capaces también de describir el saber en cuestión. Descubriremos de ese modo si las personas del experimento cuentan con estrategias para resolver problemas matemáticos. Por último, los probandos deben describir las estrategias seguidas en su solución de los problemas. Si se observa que los probandos son capaces de resolver las tareas, aunque no describir correctamente las reglas aplicadas, tendremos ya un primer indicio de que estamos ante un aprendizaje implícito.
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por el gráfico, no es gramatical.
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RESUMEN
Retener sin pensar
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En el día a día aprendemos inconscientemente muchas cosas. Ocurre sin prestar una atención deliberada.
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Se pueden aprender de ese modo incluso habilidades complejas; por ejemplo, estrategias para resolver problemas.
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Experimentos psicológicos han de aclarar cómo se puede utilizar con tino el aprendizaje inconsciente en la enseñanza.
resolver el problema, aunque en el momento de la representación ha vuelto a desaparecer de su memoria operativa. En este caso sería, pues, responsable la memoria de que las personas no pudieran articular su saber. En la jerga de los filósofos de la ciencia esta manera de proceder está subdeterminada y no puede valer como proceso unívoco de la prueba del aprendizaje implícito. Si el aprendizaje implícito se puede establecer mediante el saber inconsciente es, pues, una cuestión de investigación abierta y controvertida. Una característica importante del aprendizaje implícito reside en su adquisición, de pasada, independiente de cualquier intención consciente. Así aprenden los niños a subir escaleras sin tener que decidirse conscientemente a hacerlo. Debido a la ausencia de propósitos conscientes, el aprendizaje implícito se considera un proceso automático, que tiene lugar en el propio sistema cognitivo. Por lo tanto, sistemas de aprendizaje distintos están en la raíz de los procesos de aprendizaje consciente e inconsciente.
RALPH SCHUMACHER
Quien no busca, encuentra
¿QUE PESA MAS? Practicando con la balanza de brazos los niños aprenden, ya en el preescolar, algo sobre pesos y la ley de la balanza; y, por cierto, sin fórmulas, como se aprecia aquí en un proyecto de Elsbeth Stern en el Instituto Politécnico de Zúrich.
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Con experimentos psicológicos podemos influir en la intención de aprender. Se solicitó de un grupo de voluntarios que completara series (de letras o números) de acuerdo con unas reglas. El grupo de control recibió sólo instrucciones neutras, que no incluían ninguna indicación sobre regularidades en las secuencias de letras o números. En los sondeos con regularidades sencillas se probó que las personas que tenían una intención de aprender y buscaban conscientemente reglas tenían mejores resultados que las personas a las que no se las había instado a buscar regularidades. De todas formas, esta ventaja de los propósitos conscientes de aprender desaparecía en cuanto se reemplazaban las regularidades sencillas por reglas complejas. Los objetivos conscientes de aprendizaje son ventajosos, cuando las reglas y las relaciones son suficientemente claras y fáciles de descifrar. Este resultado se ratificó en estudios sobre el aprendizaje implícito de estructuras gramaticales; también, en investigaciones en las que los sujetos debían aprender a dirigir, a través de simulaciones de ordenador, complejos sistemas dinámicos (una refinería de azúcar). En estos experimentos se mostró que el rendimiento de las personas con propósito explícito de aprender superaba el alcanzado
por quien carecía de interés en aprender, al ofrecer explicaciones para las relaciones en los sistemas dinámicos. Ahora bien, respecto de la habilidad de controlar de hecho estos sistemas, ambos grupos quedaban parejos. No obstante, la importancia de objetivos para el aprendizaje está todavía por investigar en muchos aspectos. Por mencionar alguno: ignoramos qué función desempeñan los objetivos conscientes en la comprensión de las estrategias para resolver ejercicios matemáticos o de física. La conjetura de que el aprendizaje inconsciente y el consciente se basan en sistemas cognitivos diferentes e independientes entre sí, se vio reforzada en la investigación sobre la función de la atención en el aprendizaje. Si el aprendizaje implícito se basa en procesos automatizados y se organiza en un sistema cognitivo independiente, entonces no debería verse influido por actividades conscientes laterales que reclamaran nuestra atención. Se ha demostrado en numerosos trabajos, consagrados de preferencia a la adquisición de habilidades prácticas (jugar al golf o reconocimiento de regularidades en series de letras o números), que el aprendizaje implícito se produce también cuando la atención de las personas del experimento se dirige al mismo tiempo a otras tareas (contar palabras). El aprendizaje implícito puede, pues, realizarse en paralelo a otras actividades conscientes. En estos los trabajos mencionados se probó también que, en general, el éxito del aprendizaje era mayor si no se daban ningunas acciones marginales respecto del aprendizaje implícito que exigieran la atención de los probandos. Con otras palabras, el aprendizaje implícito no es del todo independiente de la atención de quien aprende. Para esclarecer en qué medida el aprendizaje implícito requiere atención, los psicólogos distinguen dos tipos de atención. Una es la capacidad mental. Para la resolución cabal de una tarea, se requiere atención, poner en juego su capacidad mental para superar el cometido. Si se quiere investigar hasta qué punto el aprendizaje implícito depende de la atención en este primer sentido, entonces se han de realizar experimentos en los que los probandos lleven a cabo conscientemente, además del aprendizaje implícito, otra tarea, que absorba su capacidad mental. Si resulta que, con ello, queda mermado su aprendizaje implícito, tendremos una prueba de que se ven
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A2 + B2 = C2 Aprender y jugar son compatibles hasta con fórmulas matemáticas. Pero continuamos ignorando qué procedimientos podrían ayudar, en el futuro, a
AMBAS FOTOS: GEHIRN & GEIST / CHRISTINA HOF
aprender.
obligados a repartir su capacidad mental entre ambas actividades. En el segundo tipo de atención se trata del aspecto selectivo de nuestra elaboración de información. Cuando aprendemos, no nos favorece dispersar la atención indiscriminadamente entre todas las impresiones sensoriales; vale más ceñirse a unas impresiones e ignorar otras, si no queremos vernos superados por el aluvión de estímulos. Supongamos que se trata de descubrir si una serie de números muestra un patrón regular; será preciso concentrarse en sus formas o en otra propiedad determinada. Un procedimiento usual para comprobar el reconocimiento de modelos consiste en exigir a las personas que digan cuál será el próximo número que aparecerá. Cuando se pretende descubrir si el aprendizaje implícito depende de la atención —en el sentido de elaboración selectiva de impresiones—, hay que examinar la repercusión de las instrucciones en las que se solicita de los voluntarios que se concentren en ciertas impresiones.
Dos clases de atención Se investigó la importancia de ambas clases de atención en un estudio sobre el aprendizaje implícito de regularidades complejas en series de números. Se comprobó que, para el aprendizaje implícito, se requiere una atención en el sentido de elaboración selectiva
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de la información, pero no una atención en el sentido de capacidad mental. La ejecución consciente de una tarea adicional tenía un influjo limitado sobre el aprendizaje implícito de las reglas. Con ese trabajo se aportaba un eficaz respaldo a la hipótesis de que el aprendizaje consciente e inconsciente se realiza en dos sistemas cognitivos independientes entre sí. El aprendizaje implícito se basa en procesos automatizados y, por tanto, no interfiere con los procesos conscientes de aprendizaje. Otra característica importante del proceso de aprendizaje implícito, vinculada a su independencia de la intención consciente de aprender, es la siguiente: a diferencia del aprendizaje consciente, no está guiada por hipótesis. Si me concentro en aprender a hacerme el nudo de la corbata, entonces en cada paso del aprendizaje tengo imágenes de lo que pasa cuando ejecuto determinados movimientos. Por eso se caracteriza precisamente el aprendizaje consciente, porque uno se aproxima al objetivo de aprendizaje en un proceso de ensayo y error, en cuyo desarrollo se someten a prueba diversas hipótesis. De muy otra forma se procede en el aprendizaje implícito. En su desenvolvimiento no se da conocimiento consciente de las hipótesis. Por eso las personas, en el aprendizaje implícito, tienden a orientarse por rasgos superficiales (cualidades visibles del objeto),
ASTUCIA DE LA INTROSPECCION A través de la observación de la actividad cerebral no se nos permite determinar si un efecto de aprendizaje es o no consciente. No queda más remedio que recurrir a la introspección de los voluntarios de los ensayos. Pero la introspección es traidora: ¿Qué pasa, si el interrogado se equivoca? David Shanks, de la Universidad de Londres, y otros críticos niegan que sea posible un aprendizaje sin consciencia. Es decir, los probandos aprenderían, según las tareas, distintos tipos de contenidos. Un saber fragmentario, por ejemplo, no se puede generalizar en reglas, y los probandos ignoran que hayan aprendido algo.
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en vez de buscar, bien orientadas, las reglas pertinentes. La investigación pone de manifiesto que el saber adquirido por aprendizaje implícito se circunscribe a un ámbito específico. No admite traslación directa a problemas nuevos. Es, por tanto, algo más inflexible para la transferencia de saber que el saber aprendido conscientemente. Los psicólogos hablan de transferencia de saber, cuando conocimientos y habilidades se aplican con éxito a nuevas tareas y contenidos, con los que las personas no se habían confrontado en el transcurso del aprendizaje. Una diferencia importante concierne al alcance del saber a transferir. En la transferencia próxima o específica se aplican a una nueva situación las capacidades muy próximas o conocimientos específicos. Así, por ejemplo, se da una transferencia específica cuando alguien, en clase de geografía, ha aprendido qué capitales corresponden a qué países; y cuando se sirve de tales conocimientos para resolver un crucigrama. El mismo sujeto puede también haber descubierto en clase de geografía cómo
Aprendizaje implícito: cómo se mide. Tres ejemplos Los investigadores que abordan en su inquisición el aprendizaje implícito procuran que los voluntarios del ensayo gocen de la oportunidad de un aprendizaje casual de determinadas reglas. A continuación, se comprueba, por medio de tests adecuados, si han adquirido conocimientos a partir de dichas reglas. Después, se examina si están también en situación de describirlas con palabras. Si no lo logran, se considera una prueba a favor de un aprendizaje implícito: las personas del experimento han adquirido un saber en un determinado campo, pero, por tratarse de un aprendizaje inconsciente, ese saber no permite una explicación por su poseedor. Aprender estructuras gramaticales: A las personas del experimento se les pide primero que se fijen en una serie de signos; por ejemplo, “TSSXS” o “PTTKK”. Después, se les comunica que estas series de signos se han construido de acuerdo con unas reglas. Las personas han de juzgar, si unas nuevas series de signos, que se les presentan a continuación, satisfacen las reglas de formación. Reconocer regularidades en series de letras y números: Los probandos deben reaccionar presionando las teclas ante la aparición de letras o números en distintos lugares de una pantalla. La aparición de estos estímulos sigue determinados modelos, y el acortamiento del tiempo de reacción indica que las personas del experimento aprenden implícitamente las reglas. Captar relaciones en sistemas dinámicos complejos: En estas investigaciones las personas del experimento deben hacerse cargo de dirigir una fábrica de azúcar en una simulación de ordenador. Por medio de cambios de factores diversos (número de trabajadores, etc.), han de alcanzar determinados objetivos en la producción de azúcar.
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se aprenden de memoria hechos o cómo se motiva uno a sí mismo para aprender. Si estas estrategias se emplean en otros campos, entonces se habla de transferencias generales o a distancia. En un trabajo sobre el control de sistemas dinámicos realizado en 1986 por Diane Berry y Donald Broadbent, de la Universidad de Oxford, se investigó en qué medida se puede trasladar el saber implícitamente aprendido a otras tareas. En conjunto se trataba de cuatro sistemas dinámicos, divergentes en su superficie aunque se regían por las mismas reglas. Dos de esos sistemas correspondían a la misma área de contenido: en uno de estos campos se trataba problemas de transporte, en el otro, de interacción entre personas. Se mostró que se producía una transferencia de saber específica dentro del área de contenido, si bien los probandos no reconocían que los sistemas de campos diferentes se regían por las mismas reglas. No lograron trasladar al otro campo sus estrategias resolutivas de problemas, por más que tenían la misma estructura que los sistemas con los se habían encontrado en el curso del proceso de aprendizaje. En breve, no se daba ninguna transferencia general de saber entre áreas de contenidos distintos.
Transferencias próximas complicadas La investigación psicológica de los últimos decenios ha mostrado que la cognición humana depende de la situación concreta y del respectivo contexto en un grado mucho mayor de lo que se había supuesto durante largo tiempo. Por eso no sorprende la ausencia de la transferencia lejana. Pero asombra que se haga más difícil la transferencia próxima dentro de los mismos campos de contenido, aunque a los probandos se les había explicitado que ambos sistemas se regían por idénticas reglas. Un efecto insólito. En el saber conscientemente aprendido, tal indicación suele aligerar la transferencia. El presupuesto básico para transferir conocimiento consiste en reconocer las coincidencias estructurales entre tareas distintas. Los estudios realizados hasta el momento ratifican que el saber aprendido implícitamente es menos flexible, en relación con la transferencia, que el saber adquirido conscientemente. En las investigaciones futuras se habrá de probar si esa conclusión goza de validez general para todos los conocimientos y habilidades adquiridos inconscientemente.
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Cantar, canto, cantó Juegos de palabras y canciones infantiles abiertas ponen de manifiesto relaciones importantes entre componentes de la lengua. Así aprenden los hijos de los emigrantes las reglas de la lengua sin que nadie diga GEHIRN & GEIST / CHRISTINA HOF
una palabra sobre gramática.
La mayoría de los trabajos de psicología sobre el aprendizaje implícito se centran en el reconocimiento de modelos y regularidades. Pero, ¿qué acontece con la adquisición de habilidades y conocimientos algo más exigentes desde una perspectiva intelectual, como el aprendizaje de estrategias para resolver problemas matemáticos? ¿Qué función desempeña la conciencia en el descubrimiento de estas estrategias de solución de problemas? En investigaciones con adultos quedó evidenciado que las estrategias de resolución que explicaban, coincidían con las estrategias empleadas por ellos. Sin embargo, no hay ninguna prueba de que los adultos dispongan de un saber estratégico implícito. Con todo, Elsbeth Stern y Robert S. Siegler, de la Universidad Carnegie Mellon, demostraron en 1998, en una investigación sobre solución de problemas matemáticos, que los niños aprendían también implícitamente estrategias de aprendizaje. En el estudio se les ponía a los escolares de ocho y nueve años ejercicios de cálculo del tipo “28 + 36 – 36”. La tarea admite una doble vía de resolución. Un método empieza por sumar los dos primeros números y resta después el tercero. Otro, mucho más sencillo, ignora el número que se ha de sumar y restar. Se trata de la estrategia del atajo. Stern y Siegler examinaron qué estrategias utilizaban los niños. En primer lugar, había un criterio objetivo: tiempo empleado por los niños para realizar la tarea. Los niños que seguían la estrategia del atajo necesitaban bastante menos tiempo que sus compañeros que aplicaban la estrategia de realizar todas las operaciones. En segundo lugar, había un criterio subjetivo en su descripción de la estrategia que habían seguido para resolverla.
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De acuerdo con la medición de los tiempos invertidos en resolver las tareas, el 90 por ciento de los niños podían emplear la estrategia del atajo antes de mostrarse capaces de explicar el porqué de dicha estrategia. Con otras palabras, los niños son capaces de aprender implícitamente estrategias para solucionar problemas matemáticos. De ese trabajo se infiere que la conciencia no es ninguna condición necesaria para la adquisición de capacidades cognitivas exigentes. Pero no se puede generalizar sin más; pues el aprendizaje implícito de estrategias de solución sólo se probó en los niños de ocho-nueve años de edad y sólo para un determinado tipo muy restringido de problemas matemáticos. Sigue abierta la cuestión sobre la posibilidad de que los adultos aprendan implícitamente estrategias similares y de qué áreas de contenidos formaría parte las estrategias en cuestión. Nos encontramos lejos de haber alcanzado un conocimiento seguro sobre el alcance y los límites del aprendizaje implícito. En el Instituto Politécnico de Zúrich investigamos si las estrategias de solución implícitamente adquiridas están disponibles para la transferencia científica y si se pueden también aprender implícitamente estrategias para resolver problemas en otras áreas. Si fuera así, habría entonces que dar un paso al frente y abordar las consecuencias prácticas que se derivarían para una configuración óptima de la enseñanza.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA E XPLICI T LE ARN I NG A N D TACIT KNOWLEDGE: AN ESSAY ON THE COGNITIVE UNCONSCIOUS . A. S. Reber.
Oxford University Press; Oxford, 1993. CONSCIOUS AND UNCONSCIOUS STRATEGY DISCOV ER I E S .
Ralph Schumacher es filósofo y director de proyectos del centro de etología del Instituto Politécnico de Zúrich. Elsbeth Stern, catedrática de psicología, está al frente del área de aprendizaje de dicha institución helvética.
R . S . Siegler,
E. Stern en Journal of Experimental Psychology, vol. 127, n.o 4, págs. 377397; 1998.
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Psicología de la
risa
¿Cuáles son los mecanismos cerebrales que posibilitan distintas reacciones ante un chiste o juego de palabras? RICHARD WISEMAN
Versión abreviada de un capíciencia de la vida cotidiana”, por Richard Wiseman. Temas de hoy, 2008.
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BRIAN FISCHBACHER
tulo de “Rarología: La curiosa
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y luego calificar cuán divertidos encontraban los chistes, seleccionados aleatoriamente del archivo. De cumplirse lo previsto, en el transcurso de un año dispondríamos de una ingente colección de chistes y evaluaciones procedentes de todo el mundo. Procederíamos luego al análisis científico de qué era lo que hacía reír a los diversos grupos de personas y qué chiste movía a la sonrisa general. Aprobado por el BAAS, el LaughLab inició su camino. El lanzamiento de la página web fue un éxito. En las primeras horas inmediatas a su presentación, se cosecharon más de 500 chistes y 10.000 valoraciones. Los participantes debían evaluar cada chiste en una escala de cinco puntos que iba de “no muy gracioso” a “muy gracioso”. Para simplificar nuestro análisis, reunimos las valoraciones “4” y “5” bajo el encabezamiento “Sí, es un chiste muy cómico”. Al final de la primera semana examinamos los envíos. Una parte sustancial del material, bastante deficiente, recibió valoraciones mediocres. Ni siquiera los mejores chistes lograron el aplauso del 50 por ciento de los participantes. Entre el 25 y el 35 por ciento encontraron graciosos los siguientes chistes, que se auparon a los primeros lugares de la lista: Una profesora está de mal humor y quiere descargarlo en su clase. Con tono destemplado, les dice: “¡todos los que crean que son tontos, que se levanten!” Después de unos segundos se levanta sólo un niño, muy despacio. La profesora, dirigiéndose a él, afirma: “Así que crees que eres tonto”. “No...”, le responde el niño, “pero no puedo soportar que usted sea la única que está de pie”. ¿Ha oído usted hablar del hombre que estaba orgulloso porque había completado un puzzle en media hora? Al fin y al cabo en la caja decía “de 5 a 6 años”. Los chistes que están en las mejores posiciones comparten un rasgo: provocan en el lector un sentimiento de superioridad. No observamos en principio que las personas rían con frecuencia cuando se sienten superiores a los demás. Pero no es difícil encontrar pruebas de tal hipótesis. En la Edad Media se buscaban enanos y jorobados para muchos divertimentos. En la época victoriana se reían de los pacientes de los asilos psiquiátricos y de los hombres deformes de los “gabinetes de monstruos”.
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E
n los años setenta del siglo XX hubo, en el contexto de la serie cómica de los Monty Python Flying Circus, un episodio que giraba en torno a la idea de encontrar el chiste más divertido del mundo. La escena se retrotraía a los años cuarenta: Ernest Scribbler [“Ernesto escritorzuelo”] concibe el chiste, lo escribe y muere inmediatamente de risa. El chiste se prueba tan divertido que mata en el acto a todo el que lo lee. El asunto llega al mando del ejército británico, que reconoce en él una potencial arma letal; se confía a un equipo de varias personas traducir el chiste al alemán. Cada uno de los miembros del grupo traduce sólo una palabra, para evitar su efecto dañino. Luego, se les lee en voz alta el chiste a los soldados alemanes, que, atenazados por la risa, no pueden luchar. Al final del episodio, se intercala la escena de una sesión especial de la Convención de Ginebra, en la que los delegados deciden proscribir la guerra de chistes. Experimenté en mi propia carne un ejemplo de cómo la vida a veces imita al arte. En junio de 2001 recibí una solicitud de información de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia (BAAS). La venerable sociedad científica se proponía organizar un proyecto que pudiese ser el centro de un festival científico nacional. Duraría un año entero y debía ser un experimento ambicioso que atrajese la atención del público. En el caso de que yo estuviese interesado en ello y en planear algo, ¿qué problema querría investigar? Tras haber desechado algunas ideas, vi casualmente una repetición del episodio de Monty Python con Ernest Scribbler. Así me vino la idea de buscar el chiste más gracioso del mundo. Cada vez que traía el tema a la conversación, despertaba debate. Unos me preguntaban si podía haber realmente algo así como el chiste más gracioso del mundo. Otros creían imposible someter el humor a un análisis científico. Y casi todos eran lo suficientemente amables como para contarme sus chistes preferidos. Expuse a la BAAS mi proyecto: de alcance internacional y operado a través de Internet, se titularía LaughLab (“laboratorio de la risa”). Abriría una página en la Red que constase de dos partes. En una, el público iría introduciendo su chiste preferido, que se grababa en un archivo. En la otra sección, los visitantes podían responder a algunas preguntas sencillas sobre su persona (sexo, edad y nacionalidad)
Según Freud los chistes son una válvula psicológica de seguridad: impiden que la presión de lo reprimido sea demasiado grande; son un modo de manejar todo lo que nos causa un sentimiento de angustia.
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© FOTOLIA / DMITRI MIKITENKO © iSTOCKPHOTO / SHARON MEREDITH
Resolvemos la contradicción generada por el desenlace del chiste y la sorpresa asociada con ello nos hace reír. En el equipo del LaughLab nos proponemos averiguar los mecanismos cerebrales subyacentes.
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La teoría de la superioridad explica también por qué a veces se ponen en ridículo a grupos enteros. Los ingleses suelen hacer chanza de los irlandeses, los estadounidenses se ríen de los polacos, los canadienses de los habitantes de Terranova, los franceses de los belgas y los alemanes de los originarios de Frisia oriental. En todos los casos la cuestión es que un grupo se quiere sentir mejor a costa de otro. En 1997, Gregory Maio, de la Universidad de Cardiff de Gales y sus colegas, investigaron cómo repercuten las bromas que juegan con la superioridad en la percepción de las personas que sirven de blanco. El estudio se desarrolló en Canadá; ocupaba el centro el grupo al que los canadienses acostumbran representar como tontos: los habitantes de Terranova (los “Newfies”, en su argot). Antes del experimento se dividió de modo aleatorio a los voluntarios en dos grupos. Los pertenecientes a cada grupo debían contar una serie de chistes en una grabadora, supuestamente porque se quería averiguar qué propiedades hacían sonar a una voz cómica o seria. Los probandos de un grupo leían en voz alta chistes no referidos a los Newfies; los del otro grupo lo hacían con chistes clásicos de Newfies (por ejemplo con el conocido retruécano: “Un amigo mío ha oído que cada minuto una mujer trae al mundo un niño. El opina que ella debería hacer un alto”). Después, todos los probandos debían poner por escrito sus opiniones sobre las características de los habitantes de Terranova. Quienes habían leído antes los chistes de Newfies, clasificaron a los habitantes de Terranova, con mayor frecuencia, como torpes, bobos, cortos de mente. No así los otros. Igualmente, y de modo alarmante, hay trabajos de investigación según los cuales los chistes que apelan a un sentimiento de superioridad repercuten en la autoimagen de las personas. Jens Förster, de la Universidad Internacional de Bremen, examinó la inteligencia de ochenta mujeres con diferentes colores de pelo. La mitad de ellas debía leer en voz alta chistes en los que las rubias parecían tontas; a continuación, se las sometió a todas a un test de inteligencia. Las mujeres rubias que poco antes habían leído los chistes, obtenían en el test un CI significativamente inferior al de sus compañeras rubias del grupo control. Los chistes influyen, a buen seguro, en la autoconfianza y en la actitud, lo que significa que crean un mundo en el que los tópicos de los chistes se hacen realidad.
En el LaughLab comprobamos que la teoría de la superioridad se encuentra revestida del antiguo ropaje de la lucha de sexos. El 25 por ciento de las mujeres encontraron divertido este chiste, frente al 10 por ciento de los varones: Un hombre casado se subió a una báscula de feria que, al pesarle, le predecía también el futuro, y echó una moneda: “Escucha”, le dijo a su mujer mientras le enseñaba la cartulina blanca: “Aquí dice que soy enérgico, inteligente, creativo y sobre todo un hombre increíble”. “Sí”, asintió su mujer, “y tampoco acertó tu peso”. Por qué los hombres y las mujeres evalúan de modo tan distinto este chiste parece obvio: el blanco es un hombre, y por eso a las mujeres les encanta. Pero ésa no es la única interpretación posible. Cabría también pensar que las mujeres, por principio, encuentran los chistes más divertidos que los hombres. En un estudio se investigó a lo largo de un año 1200 ejemplos aislados de risa en conversaciones cotidianas. Como se comprobó, el 71 por ciento de las mujeres se ríen cuando un hombre cuenta un chiste, pero sólo el 39 por ciento de los hombres se ríen cuando es la mujer la que cuenta el chiste. Se ha comprobado que los hombres cuentan muchos más chistes que las mujeres. En un estudio ya clásico, más de 200 estudiantes tenían que poner por escrito todos los chistes que hubieran oído a lo largo de una semana, junto con el sexo de la persona que lo contaba. En conjunto, el grupo recopiló más de 604 chistes, el 60 por ciento de los cuales procedía de varones. Según la opinión de algunos expertos, tales diferencias obedecerían a que las mujeres evitan los chistes que contienen alusiones sexuales o que tratan de comportamientos agresivos. Otros buscan las causas de las diferencias en la interrelación entre risa, chiste y posición social. Las personas de mayor rango cuentan, por lo regular, más chistes que los que ocupan una posición jerárquica inferior. Las mujeres, tradicionalmente, están en un peldaño social inferior a los hombres y quizá por eso han aprendido a reír los chistes más que a contarlos ellas mismas. Curiosamente, la relación entre posición y contar chistes tiene una excepción en la autorridiculización: las personas que pertenecen a las categorías sociales inferiores
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Un hombre va al hospital para una revisión. Después de una semana de pruebas, el médico se le acerca y le dice: “Tengo una noticia buena y otra mala”. “¿Cuál es la mala?”, pregunta el hombre: “Me temo que tiene usted una enfermedad rara e incurable”. “Dios, mío, es terrible”, confiesa el paciente. “Y, ¿cuál es la buena?” “Bien”, responde el médico, “le vamos a poner su nombre”. Algunos de los chistes enviados nos permitieron someter a prueba la teoría de Freud. Las personas mayores, por lo regular, se preocupan mucho por las consecuencias del envejecimiento. ¿Encontrarían tan graciosos, como los jóvenes, los chistes sobre la pérdida de memoria y cosas semejantes? Freud afirmaría que sí; pero, ¿lo confirmarían también nuestros datos? Hurgamos en nuestro archivo y escogimos algunos chistes que giraban en torno al problema del envejecimiento, entre ellos el siguiente: Una pareja de ancianos ha sido invitada a comer en casa de otra pareja. Después de comer, las dos mujeres se levantan y van a la cocina. Los maridos siguen charlando. Uno dice: “Ayer por la noche estuvimos en un nuevo restaurante que era realmente extraordinario. Te lo recomiendo”. Y le pregun-
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Los jóvenes no le ven la gracia al chiste. En promedio, sólo un veinte por ciento de los menores de treinta años lo consideraron divertido; en el grupo de los mayores de sesenta años, un cincuenta por ciento creían que era cómico. Con otras palabras, nos reímos de aspectos de nuestra vida que encontramos especialmente intimidatorios. Hace un par de años, Graham Ritchie y Kim Binsted desarrollaron un programa capacitado para inventar chistes. Nos interesaba saber si el ordenador podía contar chistes más divertidos que las personas; introdujimos, pues, en LaughLab algunos de los mejores chistes escritos por la computadora. En su mayoría, recibieron la peor calificación de todos los chistes contenidos en el archivo. Un chiste de ordenador, sin embargo, conoció un éxito sorprendente, dejando atrás a 250 chistes enviados por personas. “What kind of murderer has fibre? A cereal killer” (“¿Qué clase de asesino tiene fibra? Un asesino en serie” [cereal se pronuncia en inglés igual que serial]) Es un ejemplo de una forma común de chistes: el juego de palabras. Según la teoría admitida, encontramos graciosos esos chistes por su relación con la noción de absurdo. Nos reímos de cosas que nos sorprenden porque parecen fuera de lugar. Y nos divierten ciertas salidas porque rompen con la expectativa. En muchos chistes hay también un desequilibrio entre los antecedentes y el desenlace del chiste. Sea por caso:
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ta el otro: “¿Cómo se llamaba el restaurante?” El primero piensa un rato y pregunta a su vez: “¿Cómo se llama esa flor que a veces se le da a una mujer cuando se está enamorado de ella? Ya sabes... es roja y tiene pinchos”. “¿Te refieres a una rosa?” “Sí, eso”, responde el otro. Entonces va en dirección a la cocina y grita: “Rosa, ¿cómo se llamaba el restaurante en el que estuvimos ayer?”.
Las personas que combaten su estrés con el humor tienen un sistema inmunitario más sano; sufren un 40 por ciento menos de infartos de miocardio o apoplejías, tienen menos dolores en los tratamientos dentales y viven cuatro años y medio más.
Two fishes in a tank. One turns to the other and says: “Do you know how to drive this?” (Dos peces en un tanque. Uno se dirige al otro y le dice: “¿Sabes conducir esto?”)
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hacen sátira de sí mismos en los chistes con mucha mayor frecuencia. También a Freud le fascinaba el humor y escribió en 1905 El chiste y su relación con el inconsciente. En el modelo freudiano de la mente, toda persona tiene pensamientos sexuales y agresivos, pero la sociedad no nos permite vivir plenamente tales anhelos. Por eso se esconden en lo profundo del inconsciente y sólo salen a la luz cuando nos equivocamos al hablar (los famosos actos fallidos freudianos) o en el sueño y en determinadas formas del psicoanálisis. Según Freud, los chistes constituyen una válvula de seguridad psicológica: impiden la desmesura de la presión de lo reprimido; son un modo de manejar todo lo que nos causa un sentimiento de angustia. Aunque el propio Freud se consideraba científico, no podemos contrastar muchas de sus ideas. A pesar de todo nos contaron muchos chistes que fueron enviados al LaughLab para su análisis. La mayoría de los chistes aludían al estrés en un matrimonio sin amor, la potencia sexual y, naturalmente, la muerte.
La primera frase evoca la imagen de peces en un acuario. Pero el desenlace nos sorprende: ¿por qué tienen que conducirlo los peces? En
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BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA H U M O R I N N EGRO A N D WHITE SUBCULTURES — A STUDY OF JOKES AMONG UNIVERSITY STUDENTS. M.
Middleton y J. Moland en American Sociological Review, vol. 24, págs. 6169; 1959. HUMOR AND IMMUNE SYSTEM FUNCTIONING. H. Lef-
court, K. Davidson-Katz y K. Kueneman en International Journal of Humor Research, vol. 3, págs. 305-321; 1990. TELLING JOKES THAT DISPAR AGE SOCIAL GROUPS — EFFECTS ON THE JOKE TELLER’S STEREOTYPES. G. R.
Maio, J. M. Olson y J. Bush en Journal of Applied and Social Psychology, vol. 27, n.o 22, págs. 1986-2000; 1997. COMPUTATIONAL RULES FOR
el siguiente instante nos viene a la memoria que la palabra “tanque” en inglés tiene dos significados y que los peces, en realidad, se encuentran en un carro de combate. Resolvemos la contradicción generada por el desenlace y la súbita sorpresa asociada con ello nos hace reír. Los miembros del equipo del LaughLab queríamos descubrir qué ocurría en el cerebro. Me dirigí a Adrian Owen, neurocientífico de Cambridge, en demanda de ayuda. Adrian se asoció con el profesor Steve Williams del Instituto de Psiquiatría. Mediante la técnica de la resonancia magnética funcional (fMRI) se aprestaron a investigar qué acontecía en el cerebro humano cuando las personas se reían de algunos de los mejores chistes de nuestro proyecto. Y se puso de manifiesto que el hemisferio cerebral izquierdo es la parte dominante cuando estructuramos el contexto inicial de la historia (“Dos peces en un tanque”); en cambio, un área pequeña del hemisferio derecho proporciona las capacidades creativas requeridas para el reconocimiento de que la situación descrita se puede ver de un modo completamente distinto y frecuentemente bajo una perspectiva surrealista: (“Uno se dirige al otro y le dice: ¿Sabes conducir esto?”) Nuestros resultados se muestran coherentes con otras investigaciones que expresan que las personas cuyo hemisferio cerebral derecho está dañado no entienden los chistes ni reconocen los aspectos cómicos de la vida. Prestemos atención al comienzo del siguiente chiste y consideremos cuál de los tres desenlaces es el correcto:
PUNNING RIDDLES. K. Bins-
ted y G. Ritchie en International Journal of Humor Research, vol. 10 n. o 1, págs. 25-76; 1997.
En un lugar muy animado un hombre se acerca a una mujer y le pregunta: “Disculpe, ¿ha visto usted por alguna parte a un policía?” “Lo siento”, dice la mujer, “hace mucho que no veo ninguno”.
LAUGHTER — A SCIENTIFIC INVESTIGATION . R. Provi-
Posibles desenlaces:
ne. Viking; Nueva York, 2000. DOES RELIGION AFFECT HUMOR CREATION? A EXPERIMENTAL STUDY. V. Saroglou
“Genial, pues déme ahora mismo su reloj y su collar”. Sí, de acuerdo, pero, ¿sabe usted?, hace media hora que estoy buscando uno. El béisbol es mi deporte favorito.
y J. M. Jaspard en Mental Health, Religion, and Culture, vol. 4, págs. 33-46; 2001.
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Por supuesto que el desenlace correcto es el primero. El segundo tiene cierto sentido, pero no es gracioso. Y el tercero no es ni sensato ni divertido.
Las personas con el hemisferio cerebral derecho dañado eligen el tercer desenlace con más frecuencia que los dotados de un cerebro sano. Los sujetos en cuestión sí saben que el chiste tiene que tener un final sorprendente, pero no reconocen que se puede interpretar de modo sensato sólo uno de los desenlaces. Los nuevos resultados de las investigaciones hablan de una relación entre la risa, la superación del estrés y el bienestar. De este modo, las personas que contrarrestan el estrés con el humor tienen un sistema inmunitario sano; sufren un 40 por ciento menos de infartos de miocardio o apoplejías, tienen menos dolores en los tratamientos dentales y viven cuatro años y medio más. Como puso de relieve un ensayo realizado en 1990, la contemplación de un vídeo de Bill Cosby aumenta la producción de la inmunoglobulina A en la saliva, una sustancia que contribuye decisivamente a evitar las infecciones de las vías respiratorias. Las consecuencias corporales de la risa también han sido investigadas en muchos otros trabajos. Michael Miller y sus colegas de la Universidad de Maryland se dedicaron en 2005 a la relación entre la actitud de encontrar el mundo gracioso y las paredes internas de los vasos sanguíneos. Cuando los vasos se dilatan, el organismo está mejor irrigado y la circulación es más estable. Los probandos vieron escenas de películas que provocaban angustia (como la primera media hora de Salvar al soldado Ryan) o que hacían reír al espectador (como la escena del orgasmo de Cuando Harry encontró a Sally). Con el estrés desencadenado por las películas el riego sanguíneo de los probandos disminuyó en torno a un 35 por ciento; al ver las escenas graciosas, por el contrario, se incrementó un 22 por ciento. Sobre la base de estos resultados, los científicos recomiendan que toda persona debería reír diariamente al menos 15 minutos. A la vista de la ventaja corporal y psíquica de la risa, no es sorprendente que algunos científicos se hayan ocupado de las diferencias entre las personas a ese respecto. De Vassilis Saroglou, de la Universidad Católica de Lovaina, provienen algunos trabajos interesantes en esta área. Según la convicción de Saroglou se da una incompatibilidad natural entre el fundamentalismo religioso y el humor. Producir y valorar el humor requiere un sentimiento de lo ingenioso, un amor por la contradicción y una gran capacidad para soportar
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dividió a los voluntarios en tres grupos. Dos de ellos recibieron imágenes de películas distintas: uno, tomas graciosas de un programa francés de humor y el otro, grabaciones de orientación religiosa, entre ellas un documental sobre las peregrinaciones a Lourdes, escenas de “Jesús de Montreal” y un debate entre un periodista y un monje en torno a los valores espirituales. El tercer grupo no vio ninguna película; constituía el grupo control. A continuación, los probandos tuvieron que llevar a cabo la misma tarea que antes y decir algo cómico. En conjunto, los voluntarios que habían visto películas divertidas, mostraron más del doble de reacciones cómicas que el grupo control; los que habían contemplado escenas religiosas quedaron en tercer lugar. Los resultados permiten concluir que las impresiones religiosas impiden mitigar las consecuencias molestas de la monotonía diaria. Al final de nuestro proyecto LaughLab coleccionamos 40.000 chistes que habían sido evaluados por más de 350.000 personas de 70 países. Estudiamos a fondo el archivo. Y elegimos nuestro número uno. Este chiste fue calificado como gracioso al menos por el 55 por ciento de los participantes:
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la inseguridad. El humor comprende también la mezcla de elementos que no concuerdan, amenaza la autoridad y contiene alusiones sexuales explícitas. Pertenece a la risa, además, la pérdida del autocontrol y la autodisciplina. Todos estos elementos, para Saroglou, son precisamente antítesis del fundamentalismo religioso, cuyos partidarios, como ha mostrado la investigación, valoran las actividades serias más que los juegos, la seguridad más que la inseguridad, el sentido más que lo absurdo, el autodominio más que la impulsividad y la autoridad más que el caos. Impaciente por confirmar empíricamente su hipótesis, Saroglou hizo un experimento bastante insólito. En una parte de su estudio hizo rellenar un cuestionario a los voluntarios, en el cual debía averiguarse el grado de su fundamentalismo religioso. Tenían que indicar en qué medida estaban de acuerdo con ciertas ideas; por ejemplo: la de que una teoría determinada contiene verdades fundamentales, que las fuerzas del mal actuaban contra estas verdades o que se las debía someter con ayuda de determinadas normas firmes. En otro experimento, a los participantes se les mostraban 24 imágenes con diferentes situaciones cotidianas frustrantes y debían detallar en cada caso cómo reaccionarían. A continuación, el encargado del experimento evaluaba cuánto humor ponían los voluntarios en las respuestas. Una de las escenas mostraba, por ejemplo, cómo alguien tropezaba y caía al suelo ante los ojos de dos conocidos. Uno le preguntaba: “¿Te has hecho daño?” Aunque una respuesta simple a esta pregunta sería “No, estoy bien”, la contestación “No lo sé, aún no he llegado abajo del todo” sería una reacción con mayor carga de humor. Tal como había previsto, Saroglou encontró una estrecha relación entre el fundamentalismo religioso y el humor. Los fundamentalistas dan, sin excepciones, respuestas mucho más serias que los otros. Como casi siempre, cuando se ha confirmado en la investigación una relación entre unos cuantos factores, se hace difícil distinguir causa y efecto. Quizás un escaso sentido del humor desemboque en posturas fundamentalistas. Pero tal vez sea correcta también la hipótesis de Saroglou y una postura fundamentalista impide que se vean los aspectos divertidos de la vida. Para discernir entre estas dos posibilidades Saroglou planeó un segundo estudio. Esta vez
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA SENSE OF HUMOR AND RELIGION: AN A PRIORI INCOMPATABILITY? V. Saroglou en
International Journal of Humor Research, vol. 15, págs. 191-214; 2002. RELIGIOUSNESS, RELIGIOUS F U N DA M EN TA L I S M , A N D
Dos cazadores van por el bosque; de repente, uno cae redondo. Parece que no respira y sus ojos están vidriosos. El otro saca su móvil y llama a urgencias: “Mi amigo está muerto”, jadea, “¿qué debo hacer?” “Cálmese”, dice el hombre al otro extremo de la línea. “Primero debemos saber si realmente está muerto.” Silencio. Luego, el hombre escucha un disparo. El otro tipo agarra de nuevo el teléfono y dice: “De acuerdo, ¿y ahora qué?”.
QUEST AS PREDICTORS OF HUMOR CREATION. V. Sa-
roglou en International Journal for the Psychology of Religion, vol. 12, págs. 177-188; 2002. RISKY AND CAREFUL PROCESSING UNDER STEREOTYPE THREAT — HOW REGULATORY FOCUS CAN ENHANCE
Después de un año, la búsqueda del chiste más divertido de mundo llegó a su fin. ¿Lo habíamos encontrado realmente? De hecho no creo que lo haya. Si de nuestra exploración del humor podemos sacar una lección es ésta: cada persona encuentra divertida una cosa diferente. Las mujeres se ríen de los chistes en los que los hombres parecen bobos. Las personas mayores se ríen de los chistes en los que se trata de la pérdida de memoria y las perturbaciones auditivas. Los que no tienen poder se ríen de los que lo tienen. Ningún chiste hace reír a todos por igual. Nuestro cerebro no funciona de manera simple.
AND DETERIORATE PERFORMANCE WHEN SELF STEREOTYPES ARE ACTIVE. J. Förs-
ter y B. Seibt en Journal of Personality and Social Psychology, vol. 87, págs. 38-56; 2004. HUMOR. H. M. Lefcourt en
Handbook of Positive Psychology, dirigido por C. R. von Snyder y S. J. López, págs. 619 - 631. Oxford University Press; Oxford,
Richard Wiseman es profesor de psicología en la Universidad de Hertfordshire en Hatfield.
2005.
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1. CON GESTO SERIO solemos contemplar los vaivenes de la vida diaria, pero...
Risa terapéutica Se admite en psicología que, cuando consideramos el lado cómico del mundo, se fortalece nuestro cuerpo y todavía más nuestra psique STEVE AYAN
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ara Norman Cousins no hay mejor remedio para el dolor que una escena de los Blues Brothers. El periodista y escritor norteamericano falleció en 1990 después de padecer durante años una espondiloatritis, inflamación crónica de las articulaciones vertebrales. Nada parecía paliar sus molestias sin originarle desagradables efectos secundarios, salvo los gags del dúo cómico formado por John Belushi y Dan Aykroyd. Según sus propias declaraciones, diez minutos de risa desternillante le libraban del dolor durante dos horas. En su Anatomía de una enfermedad, ese ilustre médico describe el éxito de una cura de risa que se prescribió a sí mismo. Parece ser que fue capaz incluso de disminuir la reacción inflamatoria. El propio Cousins, una vez experimentado el favorable resultado, se dedicó desde entonces al estudio del humor en la Universidad de California en Los Angeles. Esa terapia sorprendente inspiró la creencia popular de que la alegría no sólo mejora las enfermedades del cuerpo y de la mente, sino que también puede curarlas. Nadie conoce exactamente su mecanismo de acción. El “humor terapéutico” ha permanecido durante mucho tiempo ajeno a los profesionales de la clínica y del laboratorio. En los últimos años, a la vista de muchos hallazgos prometedores, los profesionales hablan de un efecto protector y curativo del sentido del humor. En la antigüedad clásica, Aristóteles reconocía en la risa “un ejercicio corporal de gran valor para la salud”. Esta apreciación general sigue vigente, aunque es difícil de demostrar científicamente la supuesta relación entre el buen humor y la salud. El principal inconveniente para tal demostración estriba en la brevedad de los componentes mensurables de las salvas de vocales en staccato que constituyen la risa. Los efectos inmediatos que acompañan a la risa son similares a los del ejercicio corporal: contrac-
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ciones musculares, aceleración de los latidos cardíacos, aumento de la presión arterial, la frecuencia respiratoria y el aporte de oxígeno. Pero ni la más sonora carcajada dura más allá de unos segundos. En los años treinta del siglo pasado, mediante tests fisiológicos, se demostró que la disminución del tono muscular después de la risa dura al menos tres cuartos de hora; el cuerpo queda distendido durante ese tiempo. En principio, se encuentra también disminuida la sensibilidad al dolor, debido quizás a una eliminación de endorfinas que desencadenan sensaciones placenteras en el cerebro al tiempo que atenúan la transmisión de estímulos dolorosos. Pronto, no obstante, todo vuelve a la normalidad anterior. Suele repetirse que una potente carcajada tiene el mismo efecto saludable que 15 minutos de carrera. No parece que semejante cálculo se soporte en fundamento alguno, por lo menos en lo que se refiere al efecto mantenido sobre el sistema cardiocirculatorio. Otro aspecto hace referencia a las hormonas. Hay datos que hablan a favor de que la concentración sanguínea de cortisol, la hormona del estrés, disminuye en las personas con buen humor. Se ha demostrado que un nivel persistentemente elevado del nivel de cortisol disminuye las defensas inmunitarias; ese mecanismo intervendría así en la defensa contra la enfermedad. En 2007, un equipo investigador de la Universidad nipona de Osaka puso de manifiesto que los niveles del trasmisor cromogranina A (CgA) estaban disminuidos en la saliva en las personas que acababan de ver una película de humor, en comparación con otro grupo de personas que había visto un vídeo neutro. La CgA es segregada por la médula suprarrenal cuando nuestro sistema neurovegetativo se irrita debido a una sobrecarga psíquica. Al parecer, una comedia de evasión producía el efecto contrario.
Factor buen humor Según el Instituto de Demoscopia de Allensbach, el 68 % de los alemanes creen que se ríen de sí mismos con una frecuencia superior a la media. A tenor de las estadísticas, algunos se creen más graciosos de lo que en realidad son. Para Eric Bressler, las mujeres encuentran la imagen de un hombre más atractiva si cuenta historietas divertidas. El varón, por el contrario, prefiere a las mujeres que se ríen de los chistes que él les cuenta antes que a las mujeres que son de natural graciosas. THE INFLUENCE OF HUMOR ON DESIRABILITY, por E. Bressler en
Evolution and Human Behavior, vol. 27, págs. 29-39; 2006.
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2. ...¡SE PUEDEN VER DE OTRA MANERA! Según los investigadores el buen humor no sólo nos hace más atractivos, sino que nos aumenta también las fuerzas mentales defensivas.
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La diversidad de lo cómico Otras investigaciones no han podido comprobar la influencia del buen humor sobre las reacciones hormonales al estrés. La disparidad de tales resultados podría obedecer a la enorme diversidad de formas con que puede desencadenarse la comicidad: la tira divertida de un periódico, un chiste que nos cuentan, la gracia de un juego de palabras, la ironía que pone uno mismo al interpretar ciertas situaciones, el sarcasmo, las palabras con doble sentido, la risa por contagio, envidia o deseo de fastidiar, chascarrillos y mil más. Los gelotólogos (expertos en humor, del griego gelos, “risa”), distinguen hasta 2500 modalidades, que abarcan desde las que provocan una tímida sonrisa hasta una estruendosa carcajada. Según Robert Provine, de la Universidad de Maryland en Baltimore, aproximadamente sólo una de cada cinco de las 20 ocasiones en que por término medio se ríe al día un adulto se debe a una situación cómica. La mayoría de nuestras risas y sonrisas transmiten mensajes; al hacerlo, damos a entender que estamos de acuerdo, que sentimos simpatía o que nos mostramos receptivos, que superamos las agresiones o el aburrimiento, que manifestamos una sensación de pertenencia o que marcamos distancias frente a otras personas. Por lo que respecta a los efectos médicos de la jovialidad, se ha de distinguir entre risa y humor. Este último se refiere a una aptitud psíquica, la capacidad de ver las situaciones o las personas desde una determinada óptica. Muchos investigadores buscan la clave de la acción beneficiosa del chiste más en la mente que en las reacciones fisiológicas inmediatas. El equivalente psicológico de la capacidad de resistencia del cuerpo se llama resiliencia. Viene a designar determinada fortaleza anímica que nos protege en situaciones de crisis o abatimiento y permite extraer lo positivo incluso de amargas experiencias, como puedan ser el fracaso de una relación o la pérdida del lugar de trabajo. Willibald Ruch, de la Universidad de Zúrich, reconoce en esta habilidad la raíz de la propensión a la jovialidad, convencido de que “el humor fortalece la psique”. En 1990, un estudio de Nancy Yvotich y su grupo, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, lo insinuaba ya. Emprendieron un ensayo con estudiantes a quienes sometieron en el laboratorio a un test de dolor: les anunciaron que iban a recibir una desagrada-
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ble descarga eléctrica. Una parte de ellos oían chistes grabados en cinta magnetofónica, al resto se le entretenía con historias anodinas. En uno y otro grupo, la frecuencia cardiaca estaba igualmente elevada, manifestando su temor. Sin embargo, en una encuesta realizada posteriormente, los participantes del grupo de los chistes aseguraron haber afrontado el esperado dolor con más tranquilidad que los otros. La diferencia radicaba en el contenido de lo que oían: los relatos cómicos atenuaron el temor, mientras que los relatos anodinos no lo lograron. Otro dato a favor se obtuvo a través de los tests previos de personalidad; los participantes que manifestaron mayor facilidad para la risa demostraron una tolerancia mayor al dolor. Al mismo resultado llegaron en 2004 Ruch y sus colaboradoras Karen Zweyer y Barbara Velker, en un ensayo con agua muy fría. Los voluntarios sumergieron el antebrazo en un cubo lleno de agua con hielo, lo que, al cabo de breve tiempo, les produjo una desagradable sensación de pinchazos. Resistieron más tiempo y con mayor estoicismo el frío quienes la sufrieron con sentido del humor, medido por su reacción a la contemplación durante siete minutos de episodios de “Mr. Bean”.
¡Por fortuna existe el chiste! El “Inventario State-Trait del Buen Humor” (STHI) es una encuesta que se utiliza para apreciar la capacidad individual de comicidad. Ruch y sus colegas lo desarrollaron a mediados de los años noventa. Las preguntas del STHI diferencian entre el buen humor momentáneo (state), desencadenado por ejemplo por un chiste, y la tendencia (trait) persistente a estar de buen humor, incluso cuando es desencadenado por uno mismo. Como demostró una encuesta realizada por Internet a más de 2500 personas, paralelamente al sentido del humor aumenta la satisfacción vital; quien disfruta con situaciones cómicas es mucho más feliz. En un estudio experimental anterior, Ruch había llegado ya a resultados similares. Se propuso a un grupo de personas que resolvieran unos sencillos ejercicios en un local pintado de negro con aspecto lúgubre. A un segundo grupo se le propusieron los mismos ejercicios, pero en un espacio claro, agradable. El ambiente desempeñó una importante función: el resultado de las pruebas por término medio
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fue peor en el grupo del ambiente tétrico. Una vez más, las personas proclives al buen humor tuvieron ventaja. En ellos, la influencia del ambiente fue menor. ¿Qué señala la diferencia entre una visión humorística y una visión seria de las cosas? Según la teoría de la incongruencia, el chiste y las situaciones cómicas se apoyan en una especial percepción mental, en una paradoja o en un disparate. Nos hace gracia aquello que sucede en un contexto que no le corresponde. Un sencillo ejemplo: “¿Me podría decir qué hora es?” Respuesta escueta: “Sí”. No es que sea particularmente original, pero resulta una réplica cómica en un doble sentido. Lo mismo que sucede en este caso, la comicidad surge cuando se ven frustradas las expectativas que los demás tienen o quieren. Quien no entienda que la pregunta se hace esperando que se le conteste qué hora es no encontrará ninguna gracia en la respuesta. La carencia de capacidades empáticas hace que los autistas no reconozcan humor alguno en este tipo de expresiones. Se requiere un factor adicional para que algo nos resulte gracioso. No basta cualquier equívoco ni cualquier desenlace imprevisto. Puede fallar el factor sorpresa ante una salida insólita. Se necesita un brusco cambio del punto de vista. Según como se realice este cambio, algo puede resultarnos interesante, aunque deje de hacernos gracia. Michael Titze es el fundador de “HumorCare”, una asociación para la promoción del humor terapéutico. En su opinión, el cambio de punto de vista aludido es crucial, pues ayuda a guardar una cierta distancia cognitiva consigo mismo y con la situación. Una interpretación cómica relativiza el propio punto de vista y replantea muchas situaciones. En suma, lo que nos hace reír es lo que no nos importa. En un artículo de 1928, Sigmund Freud anotaba ya que “no hay duda alguna de que la esencia del humor consiste en ahorrar afectos que surgen en una situación dada y superar jocosamente la manifestación de tales sentimientos”. Al considerar el humor una válvula de escape de la psique, Freud reconocía en él un sucedáneo de la neurosis y de la demencia. Apoyó su tesis con un ejemplo: un condenado a muerte es llevado al cadalso un lunes y por el camino piensa “¡bien empezamos la semana!”. Alguien que es capaz de burlarse de su propio destino está superando su suerte.
¿Cuándo se ríen los que no oyen? Robert Provine y Karen Emmorey estudiaron los hábitos de risa de los sordos que se comunican mediante el lenguaje de signos. Cuentan con la ventaja de que en plena conversación pueden reírse a su gusto, ya que la comunicación no es verbal sino visual. ¿Es posible que los sordos se rían con más frecuencia o en ocasiones diferentes que los demás? La investigación ha puesto de manifiesto que los sordos prefieren las pausas en la conversación para expresar su sensación de alegría. LAUGHTER AMONG DEAF SINGERS,
por R. Provine y K. Emmorey en Journal of Deaf Studies and Deaf Education, vol. 11, n.o 4, págs. 403-409; 2006.
Cuando la mamá ríe, se alegra el niño De acuerdo con una investigación reciente, la leche materna de mujeres que habían visto Tiempos modernos de Charles Chaplin contiene más melatonina que las madres lactantes que no lo han visto. Según el mismo estudio, la cantidad adicional de esta sustancia mensajera disminuye el riesgo de alergias en los niños de cinco a seis meses. LAUGHTER ELEVATES THE LEVELS OF BREAST-MILK MELATONIN, por H. Klimata en Journal of Psicosomatic Research, vol. 62, n.o 2, págs. 699-702; 2007.
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Humor y cerebro Los neurólogos estudian lo que ocurre en el cerebro cuando se cae en la cuenta de la gracia del chiste, no de lo que ocurre cuando nos echamos a reír. Los movimientos que se desencadenan con la risa imposibilitan la medida de la actividad cerebral en la tomografía. “Lo que sucede durante el ataque de risa no puede registrarse en la tomografía cerebral”, afirma Barbara Wild. En este sentido, presenta a un grupo de personas sus dibujos animados de Gary Larson preferidos. “Les provocan una sonrisa, no sonoras carcajadas.” Ni existe el centro cerebral del humor, ni era de esperar en una capacidad tan compleja. El que entendamos un chiste, nos haga gracia y nos provoque reacciones involuntarias tales como la sonrisa y la risa son cosas que se deben a un conjunto de regiones de la corteza y de áreas profundas del cerebro. En el humor hay que considerar tres aspectos: el cognitivo, el emocional y el motor. El reconocimiento de una incongruencia y su desenlace en el punto central del chiste van parejos a una activación intensa del lóbulo temporal superior o del córtex prefrontal (marcado en amarillo en la figura). La activación del sistema mesolímbico de recompensa, donde se incluyen la amígdala y el nucleus accumbens, desencadena la sensación de alegría (en rojo). Esta emoción libera, a su vez, la risa mediante los estímulos motores que parten del nucleus fazialis y llegan al tallo cerebral (en azul). La orden para la risa o la sonrisa arbitraria sin estímulo jocoso arranca del córtex somato-motor. Los movimientos de la musculatura facial estimulados suelen reconocerse fácilmente como fingidos. En la risa simulada, la musculatura permanece distendida, sobre todo la orbicular de los ojos. Quien por cortesía quiera causar buena impresión riéndose con los demás debiera procurar ponerse unas gafas de sol.
Hoja de ruta del humor El plan para el entrenamiento en el humor propuesto por Paul McGhee comprende ocho etapas: 1 Aprender a reconocer el propio humor 2 Afrontar con humor las “cuestiones serias” 3 Respirar y reír con el abdomen
En experimentos de laboratorio, los investigadores han podido encontrar diferencias neuronales entre la gracia sentida ante lo absurdo y la debida a una incongruencia. Para ello, suprimen el final de una serie de dibujos animados o de un chiste. La persona con quien se experimenta debe decidir por sí misma cuál, en una serie de alternativas para el final que se le presentan, es la que le hace más gracia. Por ejemplo: Un domingo por la mañana, el vecino, que es muy nervioso y está constantemente pidiendo alguna cosa, pulsa el timbre de la puerta del Sr. Schmidt y pregunta: “¿Necesita su cortacésped esta tarde?” —”Sí”, le responde inmediatamente el Sr. Schmidt poco predispuesto. Y, ¿cómo sigue? He aquí cuatro posibles respuestas: “Bien, entonces seguro que me puede prestar el palo de golf, que me resulta más ligero.” “Um... tal vez se lo pueda prestar a usted cuando se disponga a usarlo.” “¡Uf...! exclama el vecino cuando nota un golpe de rastrillo en la cabeza con el que no contaba.” “Los pájaros picotean constantemente el césped recién cortado.” Evidentemente, la opción A es la más graciosa, la B tiene sentido pero ninguna gracia, la C supone un porrazo y finalmente la D no tiene ninguna gracia y además está fuera de lugar. Quien tome la opción C como la más graciosa puede sufrir problemas asociados a la memoria motora, que permite seguir el chiste desde el principio hasta su punto culminante. Según estudios de Andrea Samson, de la Universidad de Friburgo (Suiza), en las personas sanas la elaboración de un absurdo “que rompa la norma” requiere una participación muy activa del córtex cingular posterior (no señalado en la figura).
Evidentemente, no todos los gags nos pueden consolar de las miserias de este mundo. Tampoco las incongruencias y sus inesperados desenlaces suponen siempre un componente necesario de la comicidad. La diversión con lo absurdo aparece sin revalorizaciones premeditadas: si alguien resbala al pisar una corteza de plátano o sufre alguna situación curiosa nos hace reír porque estas escenas se salen de lo habitual o de lo que es socialmente aceptable. Las cosas absurdas divierten sobre todo a los niños que, por otra parte, se ríen mucho más que los adultos. Lo pueden hacer hasta 400 veces al día.
4 Contar chistes 5 Dar vía libre a las ocurrencias espontáneas 6 Ver lo cómico en la vida diaria 7 Dar a conocer la ironía propia 8 Aplicar estrategias humorísticas
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Risas que estallan en un cielo sereno En el llamado “yoga de la risa” no se propicia el buen humor. En los últimos años ha adquirido cierto predicamento la gimnasia diafragmática, que incluye carcajadas que se han de hacer obedeciendo una orden sin darse ninguna situación cómica, excepto el fenómeno de que el grupo entero de repente rompa en carcajadas. Una vez puesto en marcha el alud de carca-
jadas, la risa produce un efecto similar al del bostezo; se contagia. Muchos participantes en estos cursos cuentan la distensión e incluso la sensación de felicidad que experimentan convirtiéndose en propagadores del método. ¿Es suficiente simular “haciendo-como-si” para poner en marcha el buen humor? Según una teoría clásica de las emociones, nuestros sentimientos tienen su origen en reacciones corporales. William James (18421910) y Carl Lange (1842-1900) sostenían que la persona humana no llora porque está triste, sino que se entristece cuando le salen las lágrimas. Primero acontece el estímulo fisiológico: los músculos se distienden, el pulso se acelera, empiezan a segregarse sudor y lágrimas. Luego, aparece el correspondiente estado anímico. Andando el tiempo, los psicólogos relativizarían ese punto de vista. Una aceleración del pulso artificialmente provocada puede ser sentida en unas ocasiones como alegría y en otras como irritación. La ruta que va del cuerpo a la
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Caer en el chiste (Córtex prefrontal)
Sonrisa arbitraria (Córtex somato-motor)
Reconocimiento de incongruencias (Córtex temporal superior)
GEHIRN & GEIST / SIGANIM (cerebro)
(Amígdala) (Nucleus accumbens) Sensación de alegría (Nucleus fazialis) Desencadenamiento de la risa
psique no es de dirección única. Los músculos y la mímica se hallan capacitados para cambiar determinado estado de ánimo. Fritz Strack, de la Universidad de Würzburg, lo demostró con un sencillo experimento. Colocó un lápiz en la boca de un grupo de personas y les invitó a que hicieran presión, bien con los dientes o bien con los labios. En el primer caso, la musculatura de las comisuras labiales se contrae involuntariamente igual que en la sonrisa; en el segundo, el aspecto de la cara es de mal genio. A renglón seguido se presentó a ambos grupos una historieta ilustrada. Esta somera manipulación dio lugar a que el grupo que hizo gesto de sonreír encontró la historieta más divertida que el grupo con las comisuras labiales decaídas. Si la contracción de los múscu los faciales engendran los correspondientes estados de ánimo, tanto más euforia provocarán los movimientos del cuerpo entero que se producen con la risa. Pero Barbara Wild, de la Universidad de Tubinga, se muestra escéptica ante la opinión de
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que una risa simulada provoque unos efectos más allá del momento en que se produce. Induce sólo una sensación colectiva. Cuando se actúa en grupo desaparecen temores e inhibiciones; los participantes se sienten cercanos, a gusto. La charla actúa como lubrificante social.
Solución irónica de los conflictos En esta función sitúan los antropólogos el origen evolutivo de la risa. Desactiva conflictos, calma y elimina tensiones en momentos de tensión. Riendo se atenúan los sentimientos negativos. La mayoría de las veces conviene llevar los temas a un plano irónico, trivializador. Wild, adscrito hoy a la Clínica Universitaria de Aquisgrán, estudió junto con Appletree Rodden e Irina Falkenberg las posibilidades de que los enfermos psíquicos pudieran aprovecharse de los aspectos cognitivos, emocionales y sociales del humor. Centraron su atención en los enfermos depresivos. Integraron un grupo de éstos en un programa terapéutico,
Humor patológico: adicción a los chistes Un posible síntoma asociado a lesiones cerebrales, sobre todo de las áreas frontales, es la “adicción a los chistes”. Estos pacientes están siempre de buen humor, dados a los juegos de palabras o frases procaces, cuando no rompen a reír sin motivo alguno. Probablemente la causa es la desintegración de las redes neuronales que controlan los impulsos de risa y los dirigen hacia límites socialmente admisibles. En las fases maníacas de los pacientes bipolares (“maníaco-depresivos”) pueden aparecer síntomas similares.
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Sonrisitas en el día mundial de la risa Promovido por el fundador del movimiento “Yoga de la Risa”, Madan Kataria, tuvo lugar el 11 de enero de 1998 en Bombay el primer “Día de la Risa”. Desde entonces, una vez al año se organizan diversos actos y ‘happenings de risa’ por todo el mundo dedicados al placer de estar de buen humor.
3. EXPLORANDO EL BUEN HUMOR. Los seminarios de risa están encontrando una creciente aceptación. Es discutible si su eficacia trasciende la agradable sensación que proporcionan a corto plazo.
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desarrollado en ocho etapas, creado por Paul McGhee para adiestrar en el humor a las personas sanas (véase el recuadro “Hoja de ruta del humor”). Se empezó por sensibilizar al paciente frente al humor a través de la conversación. ¿Qué es lo que encuentra gracioso? ¿Recuerda algún acontecimiento curioso reciente? ¿Cuándo sonrió por última vez? Luego, los pacientes debieron prestar atención a historietas cómicas, reunir dibujos animados, imágenes o versos humorísticos y explicar dónde se escondía la gracia. Las sesiones de humor se desarrollan en grupo. Es importante no burlarse de las risas. Ni el paciente ni su situación deben ser objeto de mofa. Querer ayudar a un paciente depresivo burlándose de su situación, en el mejor de los casos, no le hará ninguna gracia, si no termina por agravar su enfermedad. Las bromas que se hacen a costa de determinados grupos —las rubias, los campesinos u otros grupos—, muy extendidas, acostumbran a divertirnos. Mediante los chistes puede hacerse impunemente un “reparto” verbal de cualidades. Un estilo humorístico negativo, como el autodesprecio o los chistes agresivos, rara vez encuentran su lugar en el tratamiento de las depresiones.
La respuesta del paciente es esperanzadora, pero todavía no se dispone de estudios clínicos fiables de eficacia. Wild y Falkenberg han podido comprobar ya que, durante la terapia, el chiste no cura ningún trastorno psíquico, pero ofrece al paciente depresivo una posibilidad de ayuda. Estrategias humorísticas para la vida cotidiana suponen un recurso que los pacientes pueden utilizar para defenderse de pensamientos negativos. En un estudio realizado con 20 antiguos pacientes deprimidos que completaron los entrenamientos humorísticos, Marc Walter, de la Universidad de Basilea, encuentra que este grupo experimentó una mejoría del estado general, por encima de la del grupo de referencia sometido a un tratamiento estándar. Walter reconoce en los chistes una utilidad inmediata: “Los pacientes se abren más y muestran vivacidad al contactar con otras personas”. Sin embargo, el humor y la risa no son por sí mismos causa de la mejoría. Sigue siendo imprescindible la psicoterapia con la correspondiente administración de medicamentos. Jennifer Ueckermann, de la Universidad del Ruhr en Bochum, quiere ayudar a los pacientes deprimidos haciendo que “caigan” en la gracia de sus chistes. Sin embargo,
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choca con una dificultad inesperada: ha de enfrentarse a dificultades en la percepción del humor. Algunos pacientes, sobre todo los más graves, suelen sufrir, además del trastorno afectivo, una disminución de la memoria operativa o una limitada empatía. La capacidad de entender el principio del chiste, seguirlo hasta su desenlace y captar la “verdadera” intención de la persona que lo cuenta son a menudo fundamentales para comprender su gracia. Antes de poder ejercitar un humor psíquicamente reconfortante se han de superar estos puntos mediante un entrenamiento cognitivo. Los pacientes esquizofrénicos suelen presentar trastornos relacionados con la alegría y el humor; difieren de los que caracterizan a los depresivos. Los psicóticos interpretan las expresiones jocosas de forma demasiado literal o se las proyectan a ellos mismos. Por otra parte, a los esquizofrénicos se les contagia con más dificultad la risa de los demás, con lo cual se pierde un importante elemento de las sesiones colectivas. Irina Falkenberg estudió este hecho a través de un experimento: colocó a un grupo de personas sanas y enfermas ante una pantalla de ordenador, en la que aparecían alternativamente caras alegres y tristes. Una vez desaparecida la imagen, surgían en la pantalla dos flechas que señalaban la dirección en la que los espectadores debían mover sus comisuras labiales. Si las flechas señalaban hacia arriba, debían elevar las comisuras labiales (es decir, debían sonreír); si las flechas señalaban hacia abajo, debían poner cara triste. Las personas sanas hacían un gesto alegre con más facilidad y rapidez cuando se les presentaba la correspondiente cara alegre. Lo mismo ocurría con los gestos tristes. Por el contrario, cuando había incongruencias, la respuesta no era tan rápida. En los esquizofrénicos la respuesta divergía: tendían siempre a elevar las comisuras labiales, independientemente de la imagen ofrecida.
La sonrisa de los inseguros Falkenberg insiste en que esto no significa que los pacientes tengan un estado básico de humor positivo. La tendencia a la sonrisa es expresión de inseguridad; los afectados caen casi automáticamente en una “especie de sonrisa” para atenuar situaciones potencialmente amenazadoras. En los esquizofrénicos, tales situaciones se dan con mucha frecuencia.
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Además, los enfermos hallan más dificultades que los sanos a la hora de interpretar correctamente los mensajes transmitidos por la mímica. La utilización del humor como terapia no es exclusiva de la psiquiatría. La encontramos en el cuidado de personas ancianas o de enfermos incurables; su uso abarca desde las veladas humorísticas en los hospitales oncológicos hasta las sesiones de risa con los dementes. En un reciente artículo sobre el tema se habla de “infinitas posibilidades”. Barbara Wild invitó a unos payasos a que visitaran el departamento geriátrico de la Clínica Universitaria de Tubinga. La reacción de los pacientes fue positiva; los payasos les hicieron olvidar durante unos momentos los sinsabores de la vida cotidiana. En una revisión aparecida en 2008 donde se recogían un total de 88 estudios sobre el humor como terapia realizados en los últimos treinta años, May McCreaddle y Sally Wiggins no observaron investigaciones “basadas en la evidencia”. Muchos informes que señalaban efectos positivos mostraban sólo un carácter anecdótico o se fundamentaban en una magra credibilidad. Queda, en efecto, mucho campo por roturar. El arraigado escepticismo sobre los métodos “basados en el humor” se está, no obstante, remplazando por un creciente interés por el tema. Los hospitales y las consultas médicas no han sido nunca los lugares más apropiados para contar chistes. La situación tampoco puede cambiarse de la noche a la mañana. Al menos parcialmente, la psicoterapia tiene que ver con procesos de aprendizaje: aprender a afrontar situaciones críticas (estrés profesional, temores, fracasos personales) o a alejar emociones negativas. Y lo mismo que del aprendizaje puede decirse de la comicidad, que habríamos de integrarla en el trabajo terapéutico. ¿Y qué pasa con los sujetos sanos? Las personas con buen sentido del humor, menos proclives al dogmatismo, toleran mejor las contrariedades. Según Sebastian Murken, de la Universidad de Tréveris, unas firmes convicciones religiosas ayudan también a encontrar fuerzas ante las contrariedades y a atenuar el riesgo de depresión. Para Immanuel Kant (17241804) sólo hay tres cosas que pueden compensar a la persona humana de las fatigas de la vida diaria: la esperanza, el sueño y la risa.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA HUMOR COMPREHENSION AND APPRECIATION: AN FMRI STUDY. A. Bartolo et al. en
Journal of Cognitive Neuroscience, vol. 18, págs. 1789-1798; 2006. HUMOR ERNST GENOMMEN: LÄCHELN, ERHEITERUNG UND DAS GEHIRN . B. Wild en
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Steve Ayan es psicólogo.
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ENTREVISTA
Redescubrir el propio humor ¿Es eficaz la risa en psicoterapia? En caso afirmativo, ¿qué le reporta al paciente? Barbara Wild e Irina Falkenberg trabajan con pacientes deprimidos STEVE AYAN
Doctora Wild, ¿ayuda el humor a superar problemas psíquicos o se limita a hacerlos más llevaderos? Wild: Por desgracia, durante mucho tiempo, el humor no tuvo cabida en psicoterapia. Resultaba impensable. Nadie puede reírse ante una grave enfermedad. Pero pienso que el sentido de lo cómico puede convertirse en una estrategia poderosa para dominar la situación, lo mismo en sanos que en enfermos. Hace poco, mi hijo de once años se me acercó y me dijo que tenía miedo de una maestra que siempre estaba con cara de mal genio. Mi marido le propuso que se la imaginara desnuda y el niño contestó: “Pero, ¿con sujetador o sin sujetador?”. En ese instante desapareció el miedo, al menos de momento. Doctora Falkenberg, ¿de ese modo entra el humor en la terapia? Falkenberg: En ocasiones, sí. La inseguridad en uno mismo se pierde cuando se imagina a una persona de aspecto amenazador vestida con un tutú. Para ello hay que aportar una buena dosis
de fantasía. Hay casos muy diversos. Se empieza hablando con los pacientes para ver qué es lo que les divierte o qué es lo que en alguna ocasión les ha hecho gracia. Luego, les invitamos a que traigan a la sesión imágenes, películas de dibujos animados o cosas similares. O bien intercambian con otros componentes del grupo cosas que puedan tener sentido humorístico y, entre todos, idean juegos de palabras o historietas. En la Clínica Universitaria de Aquisgrán nos orientamos por el programa en ocho etapas de Paul McGhee. Wild: Por mi parte encuentro esta fórmula algo desafortunada. El humor no puede “establecerse”. Es una propiedad del carácter, una cualidad. Se puede aportar o se puede desarrollar, cultivar, pero nunca recibir pasivamente. Freud lo formuló muy acertadamente: lo cómico surge, los chistes se idean, el humor se tiene. Se trata de que los pacientes deprimidos redescubran su propio talento para ver el lado humorístico de las cosas y aprovecharlo como recurso terapéutico.
“Quien ríe pierde hasta cierto punto el dominio de sí mismo; se deja llevar. En esas circunstancias disminuyen los mecanismos de control en el lóbulo frontal del cerebro.”
Barbara Wild
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A menudo, el límite entre la risa y la burla es difuso, ¿no? Falkenberg: Es cierto. Hay que prestar mucha atención para que nadie se sienta minusvalorado, ni siquiera el propio paciente, que no debe tomarse a broma a sí mismo ni sus problemas. Se trata de seguir el rastro para encontrar dónde se esconden los aspectos cómicos de la vida cotidiana, incluso en aquellas cosas que el paciente normalmente encuentra desagradables. Intentamos evitar algunas formas de humor, como el sarcasmo o la mordacidad, que tienen un componente agresivo. Wild: Para algunos pacientes, el poder “calumniar” libremente en el marco de la conversación terapéutica ejerce un efecto liberador. Trabajo con suabos entre quienes todavía se deja sentir el pietismo, enemigo del humor. En ocasiones tengo incluso que dar permiso a los pacientes para que se rían. ¿Qué debe haber en el paciente para que se le considere indóneo e incluirlo en un “grupo de humor”? Wild: Querer. Nada hay peor que un humor por mandato o un comicidad compulsiva. Falkenberg: Por regla general, eso no se da en pacientes gravemente deprimidos. Para sacar a flote las capacidades de humor no hemos de fijarnos en los propios síntomas de la enfermedad, sino en los recursos básicos. En esta categoría se incluyen, por ejemplo, las capacidades de
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BARBARA WILD Nació en 1961 en Bad Godesberg Estudió medicina en Tubinga, Londres y Boston. Especialista en neurología y psiquiatría con consulta privada en Nagold. Dirige el grupo de trabajo sobre neuropsiquiatría cognitiva en la Clínica Universitaria de Tubinga. IRINA FALKENBERG Nació en 1978 en Albstadt-Ebingen. Estudió medicina en Tubinga, en cuya Clínica Universitaria comenzó a ejercer la profesión. Hoy trabaja en la Clínica Universitaria de la RUTH en Aquisgrán.
sentir o de distender el propio genio, o incluso el guardar humorísticamente distancias. ¿Cambia la mentalidad de los deprimidos con el ejercicio del humor o es el estímulo emocional lo que ocupa el primer plano? Falkenberg: Las dos cosas son importantes. Algunos ejemplos humorísticos pueden proporcionar material plástico que ayude a valorar las situaciones de forma renovada y diferente. En la terapia conductivista se habla de reestructuración cognitiva. Lo típico de los pacientes deprimidos es verlo todo negro y no encontrar manera de salir de semejante patrón mental. Aquí han de confluir varios factores: un cambio de perspectiva mental y el recuerdo de sentimientos positivos tales como momentos joviales o convivencias en grupo, que se resintieron con la depresión. Los puros ejercicios de risa sin ninguna causa humorística ayudan poco, ¿no? Wild: Eso se sospecha. Creo que los efectos fisiológicos de una risa puramente simulada como la que se practica en los llamados “clubs de la risa” no son decisivos. Sí que lo son la convivencia social y el ambiente alegre. Pronto este ambiente entra en su propia dinámica, de la cual surgen también chistes. En todo caso, el bienestar que se experimenta después de los ejercicios no se debe a un aumento del oxígeno en el cerebro.
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En los últimos tiempos, a partir de estudios de imagen, se tienen muchos datos sobre cómo surge la comicidad en el cerebro. En los sanos hay un aumento de actividad en el lado izquierdo, mientras que lesiones cerebrales en el lado derecho dificultan el entendimiento y la ordenación del humor. ¿Cómo lo explica? Wild: Creo que hay una base metódica y no se debe a los propios procesos neuronales. Muchos chistes son total o parcialmente de tipo lingüístico y en el hemisferio izquierdo es donde radican las áreas del lenguaje. En consecuencia, los pacientes con lesiones en esas áreas no captan el sentido de los chistes. Con frecuencia, es difícil decir si alguien no percibe el sentido de un chiste porque no lo reconoce o tal vez porque tenga un trastorno de comprensión del lenguaje o de la memoria operativa. Estas últimas son facultades sin las cuales no tiene ningún sentido el humor. Si tomamos en consideración tales aspectos, apenas si queda margen para la lateralización. Por otra parte, hemos descubierto una desactivación en el
lóbulo frontal derecho que probablemente tenga que ver con la “relajación”. Quien experimenta un ataque de risa pierde hasta cierto punto el dominio de sí mismo; se deja llevar. Es evidente que los impulsos controladores procedentes del lóbulo frontal se encuentran amortiguados. ¿Pueden demostrarse los efectos de la “humorterapia” también en el cerebro? Falkenberg: No. Los efectos terapéuticos se apoyan en la experiencia de los pacientes. Hay algunos investigadores que aseguran un aumento de la satisfacción vital después de la humorterapia en antiguos pacientes deprimidos. Pero necesitamos más estudios controlados sobre esta eficacia. En un estudio actualmente en Aquisgrán incluimos también técnicas de imagen; es decir, practicamos tomografías de espín nuclear del cerebro en pacientes deprimidos antes y después de someterse a programas de humor. Esperamos poder ofrecer los resultados el próximo año.
“Ejercitar las capacidades de humor fortalece un recurso fundamental; ocurre lo mismo que si se hace con la capacidad de disfrutar o de distenderse.”
Irina Falkenberg
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MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD MITOS SOBRE EL CEREBRO Los autores desmienten el mito de la lateralidad del cerebro humano y otros que persisten arraigados en nuestra cultura SCOTT O. LILIENFELD Y HAL ARKOWITZ
L
a mayoría de nosotros concedemos la existencia de nuestro cerebro a beneficio de inventario. Como escribió el poeta Robert Frost, “El cerebro es un órgano maravilloso. Comienza a funcionar desde el momento en que uno se levanta por la mañana y no para hasta que uno llega al trabajo”. Con un peso de algo menos de un kilo y medio y con la consistencia de un trozo de gelatina, presenta un aspecto anodino. Sin embargo, está capacitado para soportar auténticas hazañas intelectuales. Aunque el cerebro fundamenta el pensamiento, la personalidad y la identidad en su diversidad de aspectos, constituye, a su vez, foco de multitud de ideas equivocadas. El experto mundial por antonomasia en “neuromitología” fue Barry L. Beyerstein, profesor de psicología en la Universidad Simon Fraser, que murió en junio de 2007, a los sesenta años de edad. Barry acuñó el término “brainscams” o “mitos sobre el cerebro” en un artículo de 1990, para llamar la atención sobre los intentos de sacar partido de los malentendidos más extendidos sobre el cerebro. En su honor vamos a examinar tres mitos sobre el cerebro que él ayudó a sacar a la luz. 1. Sólo utilizamos un diez por ciento de la capacidad de nuestro cerebro.
Esta idea errónea, sobre la cual escribió Barry en múltiples ocasiones es una de las que más profundamente se han infiltrado en la psicología popular. Su atractivo seductor es comprensible, ya que nos encantaría creer que nuestro
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cerebro alberga enormes reservas de potencial sin explotar. El mito del diez por ciento ha contribuido a una avalancha de libros de autoayuda y aparatos de desarrollo personal, incluyendo dispositivos comercializados que, supuestamente, nos permiten canalizar nuestras capacidades no desarrolladas. Sin embargo, las pruebas científicas que contradicen este mito son apabullantes. Los estudios con imágenes cerebrales de tipo funcional no han mostrado ninguna región del cerebro que permanezca siempre inactiva. Agréguese que las investigaciones realizadas en individuos con daños cerebrales han revelado que una lesión en cualquier área del cerebro provoca deficiencias psicológicas. Como Barry ya señaló en su momento, es probable que el mito del diez por ciento tuviera en parte su origen en los escritos de William James, uno de los fundadores de la psicología norteamericana. En los albores del siglo XX , James escribió que la mayoría de las personas pone en práctica sólo una pequeña parte de su potencial intelectual. Sin embargo, varios autores de masas, como Lowell Thomas, que prologó el bestseller de Dale Carnegie en 1936, Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, modificaron lo afirmado por James, indicando que sólo utilizamos un diez por ciento de nuestro cerebro. También contribuyeron a prestigiar esa idea los estudios pioneros, que sugerían que una gran parte de la corteza cerebral permanece “silenciosa”. El progreso en las mediciones de la actividad cerebral acabó con el error. Sabemos ahora que estas áreas están lejos de ser silenciosas; forman lo que los neurólogos llaman la “corteza asociativa” del cerebro, que desempeña una función esencial en la conexión de las percepciones, los pensamientos y las emociones en las distintas zonas cerebrales. 2. Algunas personas tienen dominancia cerebral izquierda y otras dominancia cerebral derecha.
Se supone que las personas con dominancia cerebral izquierda son analíticas, lógicas y hábiles para verbalizar, mientras que las personas con dominancia cerebral derecha son creativas, holísticas y espaciales. Docenas de libros de divulgación se han basado en esa dicotomía. En su best-seller de 1972, La Psicología de la Conciencia, Robert Ornstein, psicólogo de la Universidad de Stanford, afirmaba que la sociedad occidental otorga demasiada importancia al pensamiento racional de la parte izquierda del cerebro y minusvalora el pensamiento intuitivo de la parte derecha del cerebro. En 1979, el libro de la artista y psicóloga Betty Edwards, Aprender a dibujar con el lado derecho del cerebro, que sigue con buen nivel de ventas, alababa los beneficios de formas de expresión artística más creativas y basadas en el hemisferio derecho. Sin embargo, como indicaron Barry y Michael Corballis, psicólogo de la Universidad de Auckland, la dicotomía entre dominancia izquierda y derecha del cerebro es falsa por simplista. En primer lugar, esa distinción implica que las personas con habilidad verbal no deberían gozar de talento artístico, pero las investigaciones indican lo contrario. Lo que es más, los estudios neurológicos sugieren que los dos hemisferios del cerebro trabajan de forma estrechamente coordinada. Como muchos mitos relativos al cerebro, éste también contiene un núcleo de verdad. Desde los años sesenta, Roger Sperry, del Instituto Tecnológico de California, Michael S. Gazzaniga, de la Universidad de California
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Los hechos relativos al funcionamiento del cerebro suelen ser mucho más interesantes y sorprendentes que la ficción. en Santa Bárbara, y sus colegas estudiaron a pacientes que se sometieron a operaciones quirúrgicas para seccionar el cuerpo calloso (la larga banda de fibras neuronales que conecta los dos hemisferios), en un esfuerzo por detener la epilepsia incurable. Las investigaciones mostraron que el hemisferio izquierdo y el derecho son, ciertamente, diferentes. En la mayoría de las personas, el hemisferio izquierdo se halla especializado en aspectos del lenguaje, mientras que el derecho lo está en las habilidades visuales. Sin embargo, incluso estas diferencias son relativas; por ejemplo, el hemisferio derecho tiende a desempeñar una función más amplia que el izquierdo en la interpretación del tono vocal del lenguaje hablado. Además, debido a que casi todos nosotros mantenemos íntegro el cuerpo calloso, nuestros hemisferios cerebrales siempre se encuentran en mutua interacción. 3. Podemos conseguir un sentido más profundo de consciencia y relajación amplificando nuestras ondas alfa.
Como observó Barry, el mito de la consciencia alfa refleja una confusión entre “correlación” y “causa”. Es cierto que las personas tienden a mostrar una mayor proporción de ondas alfa mientras meditan o se relajan profundamente. Sin embargo, este hecho no significa que un aumento de la producción de ondas alfa provoque una mayor relajación. El estudio nos ha mostrado que se pueden encontrar niveles elevados de ondas alfa en niños con déficit de atención e hiperactividad, que no destacan por su relajación. Estos tres mitos apenas arañan la superficie del amplio campo de la neuromitología, pero nos dan una idea del importante papel de Barry en la lucha contra los errores arraigados en torno al funcionamiento cerebral. Por fortuna, como saben los lectores de Mente y cerebro, los hechos relativos al funcionamiento del cerebro suelen ser mucho más interesantes y sorprendentes que la ficción. Scott O. Lilienfeld es profesor de psicología en la Universidad Emory, materia que enseña Hal Arkowitz en la Universidad de Arizona.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA EN HA NCI NG HUMA N PERFORMA NCE: ISSUES, THEORIES, AND TECHNIQUES .
Dirigido por D. Druckman y J. Swets. National Academy Press, 1988. BRAINSCAMS: NEUROMYTHOLOGIES OF THE NEW AGE. B. L. Beyerstein, en In-
ternational Journal of Mental Health,
Los proveedores de “consciencia alfa” han animado a la gente a someterse a la biorretroalimentación de ondas cerebrales, en algunos casos mediante dispositivos comercializados, para aumentar su producción de ondas alfa, es decir, ondas cerebrales con una frecuencia de unos ocho a trece ciclos por segundo. La investigación sale al paso y demuestra que la producción de ondas alfa es independiente, en su mayor parte o en su totalidad, de rasgos de personalidad a largo plazo y del estado de satisfacción a corto plazo.
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vol. 19, n.o 3, págs. 27-36; 1990. MIND MYTHS: EXPLORING POPULAR ASSUMPTIONS ABOUT THE MIND AND BRAIN.
Dirigido por S. Della Salla. John Wiley & Sons, 1999. TALL TALES ABOUT THE MIND AND BRAIN: SEPARATING FACT FROM FICTION. Dirigi-
do por S. Della Salla. Oxford University Press, 2007.
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LOS MONOS OYEN VOCES Nuevas investigaciones sugieren que una zona del cerebro dedicada a procesar las voces no es exclusiva del hombre PASCAL BELIN
© FOTOLIA / LAURENT
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ruñidos, trinos o ladridos abundan en el reino animal. Pero sólo en el hombre las vocalizaciones han alcanzado la perfección y eficacia comunicativa del habla. ¿Cómo se convirtieron nuestros antepasados, hace varias decenas de miles de años, en la única especie dotada de un lenguaje hablado? ¿Se produjo ese salto de repente, con la aparición súbita de una nueva región cerebral o de una nueva estructura de conexiones cerebrales? ¿O fue acaso un cambio evolutivo gradual, en el que determinadas estructuras cerebrales, preexistentes en otros animales, comenzaron a usarse de una forma distinta y más compleja en el cerebro humano? Un estudio reciente en Nature Neuroscience ofrece nueva información que revela lo que podría ser el “eslabón perdido” entre el cerebro de especies no humanas que se limitan a emitir sonidos y el cerebro del hombre. Se trata de pruebas de que cierta región cerebral especializada en procesar voces, existente en el cerebro humano, tiene un equivalente en el cerebro de macacos rhesus. Christopher I. Petkov, neurólogo del Instituto Max Planck de Cibernética Biológica de Tubinga, recurrió, con su grupo, a la técnica de resonancia magnética funcional para explorar el cerebro de los simios. Midieron la actividad cerebral de macacos despiertos que escuchaban diferentes categorías de sonidos naturales, incluidas las vocalizaciones emitidas por otros macacos. Y descubrieron indicios de una “zona de voz” en la corteza cerebral auditiva de los simios en cuestión: una región diferenciada dentro del lóbulo anterior temporal en la que la actividad era
mayor para las vocalizaciones de macacos que para otros tipos de sonidos. La región se observó en varios individuos, incluso bajo anestesia total. Lo que revestía mayor interés: la región mostraba una reducción de actividad inducida por la repetición —es decir, una adaptación neuronal— en respuesta a diferentes llamadas procedentes del mismo individuo. De la observación se desprende, pues, que esa región del cerebro procesa información sobre la identidad del emisor de los sonidos, un fenómeno que también se contempla en la zona del cerebro humano dedicada a la voz.
El área de la voz tiene una larga historia evolutiva y, probablemente, ya estaba presente hace unos 20 millones de años.
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¿Una larga historia de la voz? La consecuencia de mayor alcance de tales hallazgos podría ser que el área de la voz identificada previamente en el cerebro humano no fuera exclusiva de los seres humanos, sino que tiene un equivalente en el cerebro de los primates no humanos. Comprobación que significaría, a su vez, que el área de la voz ha experimentado una larga historia evolutiva y, probablemente, ya estaba presente en el antepasado común de macacos y humanos, hace unos 20 millones de años. Desde hace tiempo se sabía que los talentos cognitivos que fundamentan la percepción de las voces, como el reconocimiento del emisor, eran compartidos por muchas otras especies. Ahora, Petkov y sus colegas han conseguido acotar esas capacidades en el interior del cerebro. Por ironía de las cosas, el grueso de la investigación en torno a las bases evolutivas del
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Centrarnos en lo que tenemos en común con otros animales podría ayudarnos a comprender la evolución del lenguaje hablado.
RECONOCIMIENTO DEL EMISOR
Corteza cerebral auditiva
5 mm “A VOICE REGION IN THE MONKEY BRAIN,” POR C. I. PETKOV ET AL., EN NATURE NEUROSCIENCE, VOL. 11, N.o 3, MARZO 2008
lenguaje se ha centrado en una única función, la percepción del habla, exclusiva del hombre y cuyos precursores evolutivos eran, por ende, difíciles si no imposibles de encontrar. Los hallazgos aquí descritos sugieren otra estrategia investigadora, probablemente más fructífera: estudiar lo que compartimos con otros animales, es decir, un rico sustrato cerebral para procesar las vocalizaciones y extraer la información relacionada con el hablante, para así comprender la evolución del habla. Los resultados obtenidos por Petkov indican que, cuando nuestros ancestros comenzaron a hablar, contaban ya con una depurada maquinaria neuronal especializada en el procesamiento de la voz. Otra consecuencia importante de los hallazgos de Petkov se refiere a la lateralización funcional del área de la voz en los macacos. Sabido es que la lateralización en el hemisferio izquierdo constituye una propiedad del sustrato del habla en el cerebro humano, en particular de la emisión de la voz. Tal asimetría ha llevado a los investigadores a intentar encontrar algún desequilibrio similar a favor del hemisferio izquierdo en otros animales, que
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Una región (flecha amarilla) del hemisferio derecho de la corteza cerebral auditiva del macaco responde con más intensidad a las vocalizaciones de otros macacos que a sonidos naturales de tipo distinto. Los investigadores creen que esta “área de la voz”, similar a la que tienen los seres humanos, procesa información sobre las identidades individuales de otros miembros de la misma especie.
sirviera de preparación evolutiva del lenguaje humano.
presenta una preferencia integral por la estructura acústica particular de las vocalizaciones de la propia especie? ¿O es, simplemente, un detector “formante”, una estructura especializada en detectar características vocales en general? Otra posibilidad consiste en que esta área de la voz no sea más que una estructura “social”, adaptada a las vocalizaciones porque éstas constituyen indicios de interacción social y no porque compartan la misma estructura acústica. En conclusión, los resultados obtenidos por Petkov proporcionan un emocionante sustrato común para un reconocimiento auditivo complejo o de alto nivel, que puede estudiarse de forma paralela en seres humanos y en macacos. Establecida la localización del área de la voz en el cerebro de los macacos, los investigadores esperan lograr nueva información esencial con la exploración del área de la voz en los monos mediante técnicas electrofisiológicas más tradicionales, como el registro directo de la actividad neuronal. Lo que es aún más importante, el trabajo reseñado abre la puerta a estudios comparados de neuroimágenes cerebrales en los que humanos y otros animales lleven a cabo tareas similares, usando métodos similares, y los resultados se analicen utilizando estrategias similares. Pascal Belin es profesor de psicología en la Universidad de Glasgow.
La derecha también tiene su importancia Una característica esencial, pero a la vez contraria a la intuición, de los resultados obtenidos por Petkov, reside en que la actividad de selección de voces era más intensa en el hemisferio derecho. A mayor abundamiento, la adaptación neuronal a la distinción de identidades sólo se observó en el hemisferio derecho del cerebro del macaco. (Ambas situaciones igual que en humanos.) Este hallazgo implica que el hemisferio derecho podría haber desempeñado un papel importante en la aparición del lenguaje hablado en nuestros ancestros y que la respuesta al misterio de la evolución del lenguaje podría no limitarse al hemisferio izquierdo. Todavía tenemos mucho trabajo por delante antes de que podamos ofrecer una comprensión total del papel funcional desempeñado por el área de la voz, tanto en los macacos como en los humanos. Habrá que contrastar las hipótesis alternativas: ¿El área de la voz re-
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA VOICE-SELECTIVE AREAS IN HUMAN AUDITORY CORTEX . Pascal Belin, Robert J.
Zatorre, Philippe Lafaille, Pierre Ahad y Bruce Pike en Nature, vol. 403, págs. 309-312; 20 de enero, 2000. ADAPTATION TO SPEAKER’S VOICE IN RIGHT ANTERIOR TEMPORAL LOBE. Pascal Belin y
Robert J. Zatorre en NeuroReport, vol. 14, n.o 16, págs. 2105-2109; 14 de noviembre, 2003. A VOICE REGION IN THE MONKEY BRAIN.
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UN HORIZONTE DESPEJADO PARA LA DEPRESION Un sorprendente descubrimiento podría facilitarnos medicamentos de efecto rápido y poderosa eficacia para tratar esta devastadora enfermedad WALTER BROWN
os preocupantes efectos secundarios de los antidepresivos —que incitan al suicidio a niños y adultos— han sido noticia en los últimos años. En 2005, la Administración Norteamericana de Fármacos y Alimentos actuaba en consecuencia y exigía que apareciera indicado semejante peligro en los prospectos. La mayoría de los expertos, sin embargo, coinciden en que la advertencia carece de fundamento científico; más aún, la propia voz de alerta resulta perjudicial para la salud pública. Antes bien, aducen, disuadir a los enfermos de medicarse contra la depresión sí incrementaría probablemente el suicidio. El número de recetas de antidepresivos ya ha disminuido. Aunque los antidepresivos pueden desencadenar inquietud, disfunción sexual y aumento de peso y otros síntomas desagradables, tales efectos secundarios no son el principal problema. El inconveniente principal reside en su frecuente falta de eficacia; menos de la mitad de los pacientes consiguen un alivio completo cuando los toman; asimismo, tardan un tiempo inaceptablemente largo —entre dos y tres semanas— en hacer efecto. Por esta razón, el estudio emprendido en 2006 por Carlos A. Zárate, de la Unidad de Investigación de Trastornos de Animo y Ansiedad del Instituto Nacional de Salud Mental, merece algo más que una breve mención. Demostró que una sencilla infusión de ketamina, un medicamento habitual como analgésico y anestésico, aliviaba en pocas horas los síntomas de depresión en algunos pacientes, mejora que persistía varios días. El descubrimiento abre las puertas a un nuevo tipo de antidepresivos mucho más eficaz.
No es casualidad Sería fácil minusvalorar el alcance del trabajo si se tratara del único que ha llegado a esta conclusión. Pero no es la primera vez que la ketamina ha demostrado ser un potente antidepresivo. Una breve investigación realizada en el año 2000 que, al igual que este experi-
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L
mento más reciente, comparaba una sencilla infusión de ketamina con una infusión salina como placebo, llegó a los mismos resultados. Y un estudio de 2002 que partió de un enfoque muy diferente, arribó a idéntica conclusión. Se seleccionó a pacientes con depresión severa intervenidos quirúrgicamente por problemas de traumatología y se les dividió en dos
grupos elegidos al azar, a uno de los grupos le fue administrada ketamina en su régimen anestésico. Solamente el grupo que recibió ketamina mostró alivio de la depresión tras la operación. La ketamina se enlaza fuertemente y de forma selectiva al receptor N-metil-D-aspartato (NMDA) de las neuronas, bloqueando el
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neurotransmisor glutamato para que no active dicho receptor. Como ocurre con la PCP, sustancia química emparentada, la ketamina se usa también con fines placenteros y es potencialmente adictiva. Produce alucinaciones, delirios y euforia fugaces. Sin embargo, estas propiedades psicodélicas, aunque las han experimentado muchos de los pacientes deprimidos de los estudios, parecen no estar relacionadas con el efecto del antidepresivo. La alteración mental comienza a manifestarse después de unos minutos y dura menos de dos horas, mientras que los beneficios del antidepresivo se inician cuando empiezan a disminuir los efectos psicodélicos y perduran mucho más. Robert Berman, de la Universidad de Yale, coautor de la investigación del año 2000, señala que en su estudio los pacientes con depresión que mostraron una respuesta extraordinaria a la ketamina no experimentaron síntomas psicóticos relacionados con el medicamento. Estas observaciones avalan la posibilidad de diseñar fármacos con el poder de la ketamina para aliviar los síntomas de depresión sin ningún efecto secundario psicodélico.
Nuevas interpretaciones Aunque el estudio más reciente sobre la ketamina ha despertado interés, el realizado por Berman cayó en el olvido. Berman sospecha que la idea de que un medicamento que bloquea el receptor NMDA pueda ser un antidepresivo parece más plausible ahora que hace siete años. Esta mayor aceptación se debe a que la hipótesis que ha dominado la investigación sobre la depresión y el desarrollo del fármaco durante los últimos 40 años —que la depresión implica una deficiencia de los transmisores serotonina o norepinefrina— está empezando a perder fuerza. Varios indicios apuntan a un papel clave del receptor NMDA-glutamato en los efectos de los antidepresivos: los bloqueadores del receptor NMDA ejercen efectos antidepresivos en modelos animales de depresión; casi todos los antidepresivos administrados durante semanas modifican la función del receptor NMDA en un periodo de tiempo que concuerda con sus efectos terapéuticos tardíos; y los antidepresivos alteran la actividad de genes que codifican componentes de la proteína de los receptores NMDA. Pese a la importancia de los descubrimientos sobre la ketamina, Berman recomienda
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No es la primera vez que la ketamina ha demostrado ser un poderoso antidepresivo. prudencia. Debido a los síntomas psicodélicos, los pacientes e investigadores de los estudios de 2000 y 2006 podían a menudo distinguir entre la ketamina y el placebo. La depresión responde a las expectativas; por consiguiente, los visibles efectos secundarios de la ketamina podrían haber sesgado los resultados en favor del poder del fármaco. Por otro lado, Berman declara que el objetivo de su investigación era evaluar los efectos cognitivos de la ketamina, no examinar sus propiedades antidepresivas. Afirma que sus ventajas terapéuticas resultaron una sorpresa. Y los pacientes con depresión del estudio más reciente se resistieron al tratamiento; no habían mejorado con al menos dos tratamientos previos con antidepresivos. El porcentaje de pacientes que responde positivamente a un nuevo tratamientos con antidepresivos o placebos es bajo; pero lo alentador fue que el 71 por ciento mostró una mejora sustancial solamente un día después de tomar la infusión de ketamina. Así, aunque no se pueda descartar que la profunda mejora de la depresión debido a la ketamina fuera un efecto placebo, resulta improbable. Zárate señala que el posible papel del sistema del glutamato en la acción de los antidepresivos no guarda una relación obligada con las causas psicológicas de la depresión. La escasa información disponible sobre la relación entre la depresión y el sistema del glutamato —según un estudio, los pacientes con depresión presentan niveles elevados de glutamato en cierta área cerebral— carece de fuerza convincente. Para entender cómo la ketamina puede aliviar la depresión, Zárate y sus colaboradores utilizan técnicas de formación de imágenes buscando otros medicamentos antidepresivos prometedores que bloqueen el receptor NMDA. Pero el simple hecho de alterar el receptor NMDA o el glutamato no alivia inmediatamente la depresión. El equipo de Zárate descubrió que la memantina, un medicamento que actúa sobre los receptores NMDA utilizado para tratar la enfermedad de Alzheimer, no alivia la depresión. Del mismo modo, el riluzole, que inhibe la liberación del glutamato (y, por tanto,
puede provocar efectos parecidos al bloqueo del receptor del glutamato) y se aplica para tratar la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), o enfermedad de Lou Gehrig, mejora la depresión, pero tarda tanto como los antidepresivos tradicionales en hacer efecto. El equipo de Zárate está a punto de publicar un estudio sobre una sustancia que bloquea una de las subunidades (NR2B) del receptor NMDA. Esperan que mantenga la eficacia de la ketamina para mejorar la depresión sin desencadenar trastornos perceptibles. Walter Brown es profesor clínico de psiquiatría de la Universidad de Brown y de la de Tufts.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA ANTIDEPRESSANT EFFECTS OF KETAMINE IN DEPRESSED PATIENTS. Robert M. Berman,
Angela Cappiello, Amit Anand, Dan A. Oren, George R. Heninger, Dennis S. Charney y John H. Krystal en Biological Psychiatry, vol. 47, n.o 4, págs. 351-354; 15 de febrero, 2000. SMALL-DOSE KETAMINE IMPROVES THE POSTOPERATIVE STATE OF DEPRESSED PATIENTS . Akira Kudoh, Yoko Takahira,
Hiroshi Katagai y Tomoko Takazawa en Anesthesia and Analgesia, vol. 95, págs. 114-118; julio, 2002. SUBTYPE-SPECIFIC ALTERATIONS OF γ-AMINOBUTYRIC ACID AND GLUTAMATE IN PATIENTS WITH MAJOR DEPRESSION . Gerard
Sanacora y otros en Archives of General Psychiatry, vol.61, n.o 7, págs. 705-713; julio, 2004. A RANDOMIZED TRIAL OF AN N-METHYLD-ASPARTATE ANTAGONIST IN TREATMENTRESISTANT MAJOR DEPRESSION. Carlos A.
Zárate y otros en Archives of General Psychiatry, vol. 63, n.o 8, págs. 856864; agosto, 2006.
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Atracción por lo
desconocido Quieren vivir aventuras, experimentándolas personalmente. Buscan la acción. Los investigadores se afanan en identificar las características que definen a las personas ansiosas de novedades, al tiempo que abordan la cuestión sobre cuándo la rutina se convierte en virtud NICOLAS WESTERHOFF
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1. MISION NOSTALGIA DE LA LEJANIA. Para algunas personas el largo camino que lleva al conocimiento de sí mismo empieza por una ampliación del horizonte geográfico.
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“E
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l camino más corto hacia uno mismo da la vuelta al mundo”, afirmaba Hermann Graf Keyserling (1880-1946). Para este filósofo y escritor sólo había un medio de descubrirse a sí mismo: viajar. Quien quiera ampliar su horizonte debe atravesar fronteras geográficas e irrumpir en lo desconocido. ¿Cuántos kilómetros ha de recorrer una persona para descubrir en ella misma algo nuevo? Ninguno, responderán algunos, para quienes desarrollar nuevas facetas de la personalidad pertenecería al ámbito de lo interior. Ni se necesita trasladarse de Hamburgo a Madrid, ni cambiar de compañera con quien compartir la vida. Quien cambia los elementos exteriores, cambia en realidad el escenario donde se representa su propia vida. Otros, sin embargo, dirán que los amigos, los aromas, los colores y los sonidos ejercen sobre nosotros una poderosa influencia. Los cambios interiores presupondrían un movimiento externo. Chris McCandless, joven de 23 años, estaba plenamente convencido de ello cuando en el verano de 1990 decidió abandonarlo todo, su ciudad natal (Atlanta), el hogar pequeño-burgués de sus padres y las esperanzas puestas en su carrera profesional. El dinero que tenía (24.000 dólares) lo entregó a una organización benéfica y emprendió el camino a pie hacia Alaska. Cumplió su sueño, pero al poco murió de hambre. Su vida aventurera fue llevada al cine en 2007 por Sean Penn. Into the Wild es el título de la película que pretende llevar al espectador la convicción de que, para descubrir algo desconocido, basta con proponérselo. A este tipo de personas los psicólogos lo denominan buscadores de novedades (“Novelty Seekers”). En opinión de Robert Cloninger, de la Universidad Washington en Sant Louis, se trata de individuos muy impulsivos e interiormente inquietos. La razón de su afán por vivir impresiones y experiencias hasta entonces desconocidas, expone, se ha de buscar en su tendencia al aburrimiento. Los buscadores de novedades temen la monotonía; no se preocupan del mañana. Viven el aquí y ahora.
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¿Cansado de Alemania? Según una encuesta uno de cada cinco alemanes tiene idea de salir del país. Los jóvenes de menos de treinta años son quienes, la mayoría de las veces, tienen esperanzas de encontrar en el extranjero mejores oportunidades profesionales. Los países preferidos para emigrar son Australia (27 por ciento), Canadá (15 por ciento) y los Estados Unidos (14 por ciento). Por el contrario, Italia (13 por ciento) y España (11 por ciento) son los favoritos entre los emigrantes de más edad. (Instituto de Demoscopia, Allensbach, 2007)
Iris Torchalla, neuróloga de Tübingen que ha investigado en el cerebro las causas de su constante afán de novedades, ha observado que suelen tener unos niveles básicos bajos de dopamina. Es un dato importante porque la dopamina es un neurotransmisor que desempeña una función esencial en el procesamiento de nuevos estímulos. En opinión de Anthony Grace, de la Universidad de Pittsburgh, los estímulos sensoriales novedosos que no se corresponden con estímulos previamente almacenados, se captan en el hipocampo, estructura responsable de la memoria. Si una persona percibe algo nuevo, por ejemplo, una cara nunca vista antes, el hipocampo empieza buscando algo que se le parezca. De no encontrarlo, llega a la conclusión de que esa cara es desconocida. Inmediatamente la central de la memoria envía a la sustantia nigra u otras regiones cerebrales, el mensaje de “¡Atención: novedad!”. El neurotransmisor dopamina porta esa noticia. El cerebro que produzca mucha dopamina dispondrá de abundantes mensajeros que anuncien estímulos nuevos. Estas personas están casi constantemente oyendo el anuncio: “¡descubierto algo nuevo!”. En consecuencia no tienen que ir buscando novedades, pues su percepción del entorno les estimula con suficiencia.
En cambio, los cerebros que presentan unos niveles bajos de dopamina se ven fácilmente requeridos por el mundo que les rodea, buscan sorpresas, mudan constantemente de música preferida e incluso se empecinan en escalar el monte Everest. La situación presenta un aspecto negativo: los buscadores de novedades viven más peligrosamente que los demás, son más propensos a padecer trastornos psíquicos, beben y fuman más que la media de la ciudadanía.
Descubrimiento de una especie rara Cierto es que tales sujetos constituyen una minoría restringida. Los tests de personalidad que miden hasta qué punto las personas se sienten atraídas por lo nuevo y desconocido demuestran que la mayoría de nosotros estamos abiertos a nuevas experiencias e ideas, pero sólo hasta cierto punto. Hay pocos amantes de la aventura que la busquen activamente y estén dispuestos a asumir sus riesgos. En un estudio publicado en 2001, Jesús M. Carrillo les atribuye dos características distintas: por un lado, tendencia a ideas y fantasías inusuales; por otro, impulso a actuar. Estas características son similares a las de una personalidad “abierta a nuevas experiencias” en la que convergen también una conducta activa y unos
Los “cinco grandes” de la personalidad En los años setenta del siglo pasado sendos equipos de investigadores, dirigido el primero por Paul Costa y Robert McCrae, del Instituto Nacional de la Salud en Bethesda, y, el segundo, por Warren Norman, de la Universidad de Michigan, y Lewis Goldberg, de la Universidad de Oregón, descubrieron que la mayoría de las propiedades caracteriales de las personas pueden definirse mediante cinco dimensiones. Basándose en el resultado de encuestas realizadas a miles de personas quedó demostrado que cada uno de estos factores era estadísticamente independiente de los demás. Extraversión El factor más ampliamente reconocido de los cinco grandes mide la campechanía, el gusto por emprender tareas y la facilidad de comunicación. Quien alcance aquí una alta puntuación es comunicativo, sociable y puede desenvolverse con facilidad. Por el contrario, personas con puntuación baja son introvertidos, reservados y sumisos a la autoridad. Afán por nuevas experiencias A las personas con puntuación alta les apetece todo lo nuevo; sue-
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len ser creativas. Al final de la escala figuran quienes se acomodan a lo trillado, les gusta la rutina y tienen un marcado sentido de lo “correcto” y lo “falso”. Tolerancia Este factor se refiere a nuestra actitud frente a los demás. Una puntuación elevada demuestra que se es amable, comprensivo y afectivo. Los valores más bajos son para los tímidos, desconfiados y egocéntricos. Escrupulosidad Esta dimensión mide el grado de capacidad de organización. Las personas con una alta puntuación son motivadas, disciplinadas y dignas de confianza. Los últimos lugares de la escala son ocupados por las personas difíciles y las que tienden a distraerse. Neuroticismo Aquí se trata de la estabilidad emocional: personas con alta puntuación son temerosas, tímidas, con buen humor y poca conciencia de sí mismas. Al final de la escala se hallan los abandonados, confiados y satisfechos.
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2. IDA Y VUELTA. En auto-stop, autobús o a pie, el joven de 23 años Chris McCandless viajó en 1990 a través de los Estados Unidos sin un céntimo en el bolsillo, para cumplir un sueño. Su extraña vida fue llevada al cine (Into the Wild) con Emile Hirsch en el papel protagonista (en la
DEFD-MOVIES
foto una escena de la película).
componentes recibidos pasivamente. Para los investigadores de la personalidad, junto a la tolerancia forman parte de sus rasgos distintivos la estabilidad, la extraversión y escrupulosidad. Todas esas peculiaridades se hallan incluidas en las cinco dimensiones básicas del carácter, las “cinco grandes”. Detallados análisis estadísticos permiten considerar la combinación de extraversión y franqueza como una especie de “superfactor” para nuevas experiencias. A este respecto, los psicólogos hablan de “compromiso”. Los extravertidos son sociables y buscan contactos personales concretos. Las personas abiertas a las novedades entablan nexos con quienes les rodean, están ávidas de vivencias y se muestran muy activas. Las personas extravertidas y abiertas se comprometen con facilidad, desde el punto de vista mental y desde el emocional. Las otras características —tolerancia, estabilidad emocional y escrupulosidad— representan el polo opuesto: son decisivas para la capacidad de autocontrol, de la cual, por regla general, los buscadores de novedades andan más bien escasos. Sostiene Marcel von Aken, de la Universidad de Utrecht, que quienes presentan una debilidad en algún u otro sentido lo manifiestan precozmente. Desde la infancia evidencian curiosidad por lo nuevo. Los padres lo notan. Mientras unos quieren estar siempre en el mismo lugar de juego, otros se aburren si juegan dos días seguidos con el mismo cubo y la misma pala. Quien en la infancia se mostró menos extravertido que los de su edad, de adulto se adapta más a la rutina. En un amplio estudio
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seguido durante largo tiempo por Richard W. Robins, de la Universidad de California en Davis, se comprobó que la extraversión constituía una cualidad permanente de la personalidad que no variaba a lo largo de los años. Los pioneros de la investigación de los “cinco grandes factores” de la personalidad, Paul Costa y Robert McCrae, explican que, independientemente de las circunstancias individuales, la disposición a enfrentarse con nuevas experiencias crece con la edad hasta el comienzo de la segunda década de la vida. Posteriormente, las novedades suponen un estímulo menos intenso. Ursula Staudinger, de la Universidad de Bremen, asegura que “la apertura a nuevas experiencias disminuye a medida que va aumentando la edad. Más allá de los sesenta años ya no somos tan receptivos a las novedades, porque tenemos la sensación de haber visto y experimentado muchas cosas”.
La edad frena el afán de novedades La disminución del interés por las cosas nuevas suele dejarse sentir mucho antes. Susan J. T. Branje, de la Universidad de Utrecht, en un trabajo aparecido en 2007, indica que, a partir de los treinta años, junto a la receptividad de novedades disminuye también la extraversión. En otras palabras, conforme avanza la edad se pierde espontaneidad; por regla general, somos psicológicamente cada vez más estables y equilibrados. Esta tendencia viene confirmada en los estudios interculturales de Jean Twenge, de la Universidad de San Diego. Con independencia
EL “SINDROME DE LA FALSA ESPERANZA” Según los psicólogos Janet Polivy y C. Peter Herman, de la Universidad de Toronto, la mayoría de las personas fracasan en la pretensión de cambiar porque tienen unas exageradas expectativas. La razón es el llamado “Síndrome de la Falsa Esperanza”. Estos investigadores observaron que muchas mujeres con sobrepeso efectivamente conseguían perder peso a corto plazo, pero no lo mantenían durante mucho tiempo. Esto se explica porque, respecto a sus propias expectativas, el éxito fue muy escaso, lo cual se interpretó como confirmación de que en realidad el cambio era prácticamente imposible.
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Búsqueda de sensaciones: impulso extra para el sentido
© FOTOLIA / JEFF GYNANE
Marvin Zuckerman, profesor de la Universidad de Delaware en Newark, denominaba “buscadores de sensaciones” a quienes andaban tras intensas experiencias sensoriales. Como posible causa de semejante inquisición de estímulos nerviosos, ese eminente psicólogo reconocía cierta enzima: la monoaminoxidasa A, responsable de la metabolización de la dopamina. Cuanto menos cantidad de la proteína hubiera en el cerebro con tanta más rapidez la persona afectada buscaría el riesgo. El concepto de “búsqueda de sensaciones” abarca cuatro dimensiones: “búsqueda de estímulo nervioso”: el afán de aventura puede satisfacerse mediante deportes de riesgo (escalada o paracaidismo).
“Vincularse a personas conocidas proporciona sensación de seguridad, protección y competencia a la vez que disminuye el temor ante el futuro”. (Gerhard Roth, Universidad de Bremen)
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VUELO DE ALTURA. Para algunos, los deportes de altura constituyen una agradable huida de la vida cotidiana; para
“búsqueda de experiencias”: a través de viajes, música o drogas se está intentando cambiar constantemente. “tendencia a la desinhibición”: los afectados gustan llevar un estilo de vida no convencional mediante reuniones, promiscuidad y consumo de bebidas alcohólicas en sociedad. “proclividad al aburrimiento”: si el ambiente que les rodea no les ofrece posibilidades de cambio se aburren en seguida y experimentan una intranquilidad interior. La mayoría de los buscadores de sensaciones son varones entre los 20 y los 25 años de edad. Zuckerman desarrolló una encuesta que permite valorar los buscadores de sensaciones según una escala que facilita información sobre la intensidad con que una persona busca constantemente nuevos estímulos nerviosos.
otros, un sueño.
de que una persona viva en China o en los Estados Unidos, la apetencia de novedades se apaga con la edad. Con todo, en algunas regiones del mundo surgen buscadores de novedad con singular incidencia. Parece demostrado que en las cualidades de la personalidad se aprecian diferencias geográficas. Según Kenneth R. Olson de la Universidad estatal de Kansas en Fort Hays, de las “cinco grandes características de la personalidad” los europeos y los norteamericanos presentan valores más elevados que los asiáticos y africanos en la atracción por las novedades y en la extraversión. La novedad ejerce su estímulo no sólo en el buscador típico. A todos les agrada la variedad. Pero muchos no ansían tanto las propias experiencias novedosas cuanto los cambios de su personalidad. Analizando 124 estudios sobre los cambios de personalidad, Brent Rogers llega a la conclusión de que la razón de la dificultad de modelar nuestro carácter o eliminar viejas costumbres reside en la inmovilidad de nuestro yo. Según Rogers, “nuestra personalidad puede compararse con una corriente de agua de nivel constante”. Mientras no ocurra nada extraordinario en nuestra vida, a los cuarenta años tenemos ya regulada una determinada forma de vivir de acuerdo con nuestro carácter. Incluso si se presentan
cambios, por ejemplo el nacimiento de un hijo o la muerte de una persona querida, no por ello sufre alteraciones fundamentales la situación básica. A una conclusión semejante llegó en 2006 Alois Angleitner, psicólogo de Bielefeld. En un estudio a largo plazo sobre gemelos demostró que la estructura de la personalidad no se alteraba en lo esencial ni cuando se atravesaban situaciones difíciles ni cuando la fortuna los bendecía. Según Gerhard Roth, neurólogo de la Universidad de Bremen, “esto se ve corroborado por el hecho de que, a largo plazo, quienes han conseguido un importante premio en la lotería no son más felices que las personas que nunca han tenido esa suerte, o también porque los que sufren una minusvalía corporal o son ciegos no son menos felices que quienes gozan de un cuerpo íntegro o conservan la visión”.
La ambivalencia de lo nuevo Si bien el interés por lo nuevo va disminuyendo con la edad, no decae su fascinación. Sin la capacidad de cambio propia de la juventud, a las personas de más de treinta años les sigue atrayendo la aventura, la libertad y la espontaneidad, pero ya han aprendido a apreciar la comodidad y las garantías de una vida reglada. Por una razón de peso: “el cerebro, prosigue Roth, intenta siempre automatizar las cosas,
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crear hábitos, acompañando todo ello con sensaciones satisfactorias. Estrechar relaciones con personas conocidas transmite una sensación de seguridad, protección y competencia. Al mismo tiempo, reduce el temor ante el futuro y el fracaso”. Lo nuevo despierta en nosotros una sensación ambivalente porque tanto el cambio como la permanencia plantean problemas. Quien pierde a la persona que ha sido su compañera durante muchos años se ve obligado a reorganizar su vida. Sin embargo, según Deborah Carr, de la Universidad de Rutgers, los acontecimientos negativos pueden comportar consecuencias positivas. Muchas viudas han empezado una vida nueva y han desarrollado capacidades antes insospechadas. Podemos tomar impulso a partir de experiencias negativas. No escasean los ejemplos: personas con cáncer aprenden a conocerse mejor a través de su enfermedad e incluso logran vencerla. A menudo, los supervivientes de catástrofes naturales descubren aspectos inéditos de sí mismos. Sin embargo, según William R. Miller, de la Universidad de Nuevo México, de estos hechos no debieran deducirse falsas conclusiones: crisis vitales decisivas pueden ser ocasión para recapacitar sobre la propia vida y reorganizarla. Sin embargo, un giro de 180 grados en la personalidad es muy raro. Desde el punto de vista biológico, el hombre es un animal de costumbres; muy pocos poseen el espíritu aventurero de los exploradores. Según Roth, la vida se asemeja más a una “rutina hedonista”. Uno puede afanarse mucho en pos de la felicidad, pero después de cada breve situación placentera vuelve la monotonía anímica. Lo atribuye a “un mecanismo equilibrante extraordinariamente eficaz de que dispone nuestro cerebro: cada situación placentera desaparece rápidamente, pero también el tiempo atenúa el dolor”. En el momento en que experimentamos algo nuevo empezamos a acostumbrarnos a ello. Cada nuevo comienzo se convierte en rutina. Y luego, ¿qué? ¿Desorganizar una y otra vez el yo y volver a encontrarlo? Una posible respuesta la dio ya el filósofo Epicuro: “No hay que manchar el presente con una impaciente exigencia de lo que todavía no tenemos, hay que pensar que también en su día este presente formó parte de lo deseado”. ¡Apreciemos, pues, lo que somos!
Vino nuevo en odres viejos El filósofo Immanuel Kant (1724-1804) pasó casi la totalidad de su vida en Königsberg, su ciudad natal. Tenía dispuesto que le despertaran cada día a las 4:45 horas en punto. Daba un paseo siempre a la misma hora y se acostaba, siempre, a las 22:00 horas. No tenía especial interés por el mundo fuera de su habitación de trabajo. Y sin embargo sus audaces pensamientos cambiaron la historia de la filosofía.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA THE PSYCHOLOGY OF NOVELTY-SEEKING, CREATIVITY AND INNOVATION: NEUROCOGNITIVE ASPECTS WITHIN A WORK-PSYCHOLOGICAL PERSPECTIVE. T. S. Schwei-
zer en Creativity and Innovation Management, vol. 15, n.o 2, págs. 164-172; 2006. KURZ UND GUT: EINE DEUTS CH E
KUR ZSK AL A
ZUR
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Nicolás Westerhoff es psicólogo.
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Importancia de la
novedad
en el aprendizaje
y la memoria
Cuando nos enfrentamos a lo desconocido, el cerebro se ocupa de que percibamos mejor no sólo la novedad, sino también las circunstancias que la rodean. Los pedagogos saben sacar provecho de esta información DANIELA FENKER Y HARTMUT SCHÜTZE
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T
odos los días el mismo camino al trabajo con el mismo vehículo, por las mismas calles y por los mismos cruces con idénticas rotondas. Sin embargo, esta mañana ha ocurrido algo diferente: ¡acaba de ver pastar a una vaca en la rotonda! Tan sólo los sonidos repetidos del claxon de los coches que le siguen le recuerdan que debe continuar circulando. Esta sorpresa en su viaje matutino al trabajo la continuará recordando largo tiempo, incluidas las circunstancias: el sol brillaba, en la radio del vehículo sonaba We are the champions, los narcisos de la rotonda florecían, etc. En cambio, se habrá olvidado de todas las veces anteriores que circuló por esa rotonda. Los psicólogos saben desde hace tiempo que, cuando vivimos una situación nueva en un contexto por lo demás conocido, el acontecimiento arraiga mejor en la memoria. ¿Por qué? Son multitud las regiones cerebrales que intervienen en el descubrimiento, la elaboración y el almacenamiento de las nuevas impresiones sensoriales. Una de las más importantes es el hipocampo, situado en la cara inferointerna del lóbulo temporal. Asimismo, participan otras regiones del mesencéfalo, como la sustancia negra (SN) y el área ventral tegmentaria (AVT).
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Detector por antonomasia de las novedades
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En el Instituto de Neurología Cognitiva de la Universidad Otto von Guericke de Magdeburgo investigamos, en colaboración con Emrah Düzel y Nico Bunzeck, del University College de Londres, cómo se comunican entre sí las neuronas de estas regiones. Cumplen esa función determinados neurotransmisores, en particular la dopamina en nuestro caso. El hipocampo colabora tanto al almacenamiento de los contenidos de la memoria como a su evocación. En general, los nuevos estímulos lo activan más que los conocidos, por eso se le ha considerado el “detector cerebral de novedades”. Al parecer, el hipocampo compara las informaciones sensoriales nuevas con los datos ya almacenados. Si existe alguna desviación, el hipocampo emite la señal “¡Atención, novedad!” a las regiones ya señaladas de la sustancia negra y del área ventral tegmentaria, a través de
RESUMEN
Un circuito que mejora la percepción
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El hipocampo del lóbulo temporal y la sustancia negra y el área ventral tegmentaria del mesencéfalo son las regiones cerebrales fundamentales para la memorización. El hipocampo interviene en la retención de nuevos contenidos de la memoria como en su evocación. Se le considera el “detector cerebral de novedades”.
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Estas regiones forman, a través de comunicaciones mediante fibras nerviosas, el “circuito hipocampo-sustancia negra/ área ventral tegmentaria”, merced al cual el cerebro registra las “novedades” y aumenta durante algún tiempo su capacidad perceptiva general. Estos mecanismos empeoran con el envejecimiento, lo que podría explicar los problemas de memoria de las personas mayores.
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Los conocimientos neurobiológicos se podrían aprovechar en las aulas. Los profesores deberían mostrar primero los nuevos contenidos, antes de repasar la materia conocida.
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GLOSARIO Area ventral tegmentaria Area del mesencéfalo situada detrás de la sustancia negra. Forma parte del sistema de recompensa, una de las principales fuentes de estimulación y motivación.
Dopamina Neurotransmisor cerebral. Se denominan dopaminérgicas las neuronas en las que se encuentra la dopamina. Se localizan sobre todo en el mesencéfalo.
Resonancia magnética funcional Técnica de formación de imágenes con una gran resolución espacial para la representación de las estructuras corporales activas, sobre todo del cerebro. El metabolismo de las regiones cerebrales activas aumenta y
distintas estaciones de relevo, como el núcleo accumbens y la parte ventral del pálido. Desde la sustancia negra y el área ventral tegmentaria regresan algunas fibras nerviosas al hipocampo y se ocupan de que el mensajero dopamina sea liberado en mayor cantidad. Los investigadores John Lisman, de la Universidad Brandeis, y Anthony Grace, de la Universidad de Pittsburgh, hablan, a ese respecto, de un circuito hipocampo-sustancia negra/área ventral tegmentaria (véase la figura 1). La retroalimentación en cuestión constituye el motivo biológico por el que se perciben mejor las cosas en el contexto de la novedad. Shaomin Li y sus colaboradores, del Trinity College de Dublín, descubrieron que la liberación de dopamina desde el hipocampo de las ratas facilitaba la potenciación a largo plazo (LTP), un refuerzo perdurable de la comunicación entre las neuronas a través de la sinapsis. En ese proceso, las impresiones sensoriales activan durante más tiempo o incluso de manera continuada las sinapsis situadas entre determinadas neuronas. Así, se refuerzan los contactos celulares y el contenido persiste más tiempo en la memoria. El mecanismo discurre en el hipocampo. Se sirve de la dopamina como mensajero principal, como corroboran otros experimentos de los investigadores dublineses: las sustancias, que inhiben la acción de la dopamina, impiden el depósito de la memoria en las ratas. Hasta
ahora no estaba claro si la retroalimentación descrita entre el mesencéfalo y el hipocampo ayudaba también a las personas a descubrir las novedades y a almacenarlas en la memoria. ¿Podrían los nuevos estímulos sensoriales facilitar asimismo la grabación de otras informaciones, en principio ya conocidas, que se perciben junto con los estímulos desconocidos? Y en caso afirmativo, ¿depende esto de la activación de los mismos circuitos neuronales activados por los nuevos estímulos?
Mayor capacidad perceptiva Con ayuda de la resonancia magnética funcional, que mide la actividad de las regiones cerebrales en función de su perfusión, investigamos más a fondo este asunto. Para ello ofrecimos a los probandos imágenes conocidas junto con imágenes nuevas y otras ya conocidas. En el primer caso, observamos que los probandos recordaban mejor las fotografías, y que el contexto, con un elevado valor novedoso, incrementaba la capacidad perceptiva. Según los datos de la RM funcional, las neuronas del mesencéfalo (sustancia negra y área ventral tegmentaria) y también las del hipocampo descargaban menos cuanto más familiares resultaban las imágenes mostradas a los probandos. El brote de actividad desencadenado en estas regiones por la novedad parece verdaderamente la causa de esta mayor capacidad de memorización.
la perfusión de sangre lo hace de manera desproporcionada. Por eso, se eleva la cantidad
¿Por qué las personas mayores retienen menos las novedades?
de sangre rica en oxígeno, que emite una señal potenciada.
Hipocampo Parte del lóbulo temporal de la corteza cerebral. Aquí confluyen las informaciones de diferentes sistemas sensoriales. El hipocampo desempeña una misión fundamental en la memorización. Si falla el hipocampo de los dos hemisferios, la persona afectada no es capaz de retener las informaciones nuevas en la memoria a largo plazo.
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Para tener buena memoria, el hipocampo y las regiones mesencefálicas sustancia negra y área ventral tegmentaria han de comunicarse sin obstáculos. Sin embargo, con frecuencia, estas estructuras cerebrales disminuyen de tamaño con la edad. ¿Podría semejante retracción explicar los problemas de memoria de las personas mayores? Esta hipótesis la verificamos en el curso del “estudio de envejecimiento de Magdeburgo” de 2005 con 85 probandos de entre 55 y 82 años, que habían superado numerosas pruebas de atención y de memoria. A través de la medición MTR (razón de transferencia del magnetismo) detectamos también el estado estructural del hipocampo y de SN/AVT. El valor MTR da una idea de la densidad de células vivas de los tejidos: disminuye sobre todo en el hipocampo de las personas con enfer-
medad de Alzheimer y en la sustancia negra de los pacientes con enfermedad de Parkinson. El hipocampo de los probandos de más edad, así como la sustancia negra y el área ventral tegmentaria, mostró un rendimiento menos favorable que el de los más jóvenes. Además, estas áreas respondieron con más intensidad a los nuevos estímulos cuanto mejor se hallaban depositadas. Los problemas de memoria vinculados al envejecimiento podrían obedecer, en parte, a una degeneración de estas estructuras. La interpretación abre nuevas vías de tratamiento para los ancianos olvidadizos: es posible que psicofármacos, como el precursor de la dopamina L-dopa, compensen la mala comunicación entre las estructuras cerebrales y mejoren la potenciación a largo plazo del hipocampo.
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CIRCUITO DE NOVEDADES. Según el modelo del circuito hipocampo-sustancia negra/área ventral tegmentaria, el hipocam-
Potenciación a largo plazo (LTP)
po (contorno azul) emite una señal (roja) a la sustancia negra y al área ventral tegmentaria
Mejora duradera de la comuHipocampo
(SN/AVT, verde) en respuesta
nicación entre dos neuronas
a informaciones desconocidas.
después de la transferencia de
Desde allí regresan los estímulos
una serie de impulsos a través
al hipocampo a través de fibras
de los lugares de contacto. La
nerviosas (amarillas), haciendo
potenciación a largo plazo se
que se libere más dopamina.
considera el principal mecanis-
Los planos de corte se dirigen,
mo celular del aprendizaje y la
de la parte posterosuperior (abajo en la imagen) hacia la parte anteroinferior.
CORTESIA DE HARTMUT SCHÜTZE
con un ángulo de unos 30°, des-
Otra pregunta muy interesante es: ¿cuánto tiempo persiste el efecto positivo de la novedad? De acuerdo con los experimentos de los investigadores dublineses del grupo de Shaomin Li, esto sucede no sólo cuando se ofrecen los nuevos estímulos a las ratas, sino también bastante tiempo después: la potenciación a largo plazo del hipocampo de los roedores se puede desencadenar incluso con mucha más facilidad 30 minutos más tarde. ¿Qué ocurre, sin embargo, si se ofrecen nuevos estímulos a probandos, antes de una tarea de aprendizaje? Para responder a la pregunta, mostramos a probandos de entre 18 y 30 años una serie inicial de fotografías y registramos su actividad cerebral por medio de la RM funcional. Además, presentamos a los participantes una serie de palabras que debían clasificar según su importancia. El experimento continuó al día siguiente: en esta ocasión, una parte de los probandos contemplaron fotografías nuevas (grupo experimental) y la otra, las mismas fotografías del día anterior (grupo testigo). A continuación, se repartió a todos la misma lista de palabras del día anterior. Finalmente, se les pidió que recordaran el mayor número posible de conceptos relacionados. En ese tipo de memorización interviene, sobre todo, el hipocampo. Por eso, el rendimiento mnémico del grupo experimental resultó considerablemente mejor que el del grupo
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SN/AVT
memoria.
Mesencéfalo Parte del tronco del encéfalo que une el cerebro con la médula espinal.
testigo: aquellos probandos, que habían contemplado nuevas fotografías antes de la lista de palabras, podían recordar finalmente más palabras que los que habían visualizado fotos ya conocidas. Por otro lado, la actividad del hipocampo, de la sustancia negra y del área ventral tegmentaria de los probandos que habían visto fotografías nuevas resultó mayor que la de quienes repitieron imágenes. Así pues, la novedad podría igualmente estimular la potenciación duradera del hipocampo, incluso cierto tiempo después de la presentación real. En una palabra, la novedad puede activar la capacidad de aprendizaje y de memorización. Los resultados de nuestro experimento ofrecen, además, un posible instrumento a los pedagogos para organizar mejor las clases mediante el uso estratégico de contenidos docentes que despierten la sorpresa. Así como antes de empezar un nuevo tema la mayoría de los profesores recuerda al principio de la clase la materia explicada en la lección anterior, sería preferible invertir esta secuencia: empezar transmitiendo la información desconocida y repasar luego la materia consabida. De esta manera, los ejercicios de repetición, que tanto rechazo suscitan, dejarían mucha más huella en la memoria.
Medición MTR (razón de transferencia del magnetismo) Tipo especial de resonancia magnética funcional que mide la cantidad de protones unidos a las macromoléculas, en comparación con protones sueltos. Esta cantidad depende de los daños tisulares, lo que puede dar un valor MTR más bajo.
Neurotransmisor Sustancia que transmite las señales de una neurona a otra a través de la sinapsis.
Sustancia negra (SN) Acumulación de cuerpos neuronales en el mesencéfalo que aparece teñida de color oscuro por su alto contenido en hierro y melanina. La sustancia negra desempeña una misión fundamental en la regulación del movimiento y aparece dañada en la enfermedad de Parkinson.
Daniela Fenker y Hartmut Schütze se hallan adscritos al Instituto de Neurología Cognitiva de la Universidad Otto von Guericke de Magdeburgo.
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La percepción
DEL ERROR
Los errores sutiles pueden acarrear graves consecuencias. Sin embargo, parecen inevitables. ¿Qué sucede en nuestras neuronas cuando cometemos un error? ¿Qué lecciones extrae entonces el cerebro? MARKUS ULLSPERGER
AKG BERLIN
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1. CONSECUENCIAS CATASTROFICAS. A menudo averías aparentemente irrelevantes desencadenan daños de alcance imprevisible, como ocurrió en 1986 en el accidente del reactor nuclear de Chernobil.
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de abril de 1986: después de unas pruebas rutinarias, debido a toda una cadena de desgraciados errores en el mantenimiento, la central nuclear soviética de Chernobil queda fuera de control. La explosión del bloque 4 del reactor desencadena la mayor catástrofe de la historia de la aplicación pacífica de la energía nuclear. 22 de septiembre de 2006: en las instalaciones para pruebas ferroviarias de Emsland en Lathen el tren elevado magnético 08, que circula a 162 kilómetros por hora, choca contra un vagón-taller. En el impacto, el vagón y la parte delantera del tren quedan convertidos en chatarra: 23 personas murieron y diez resultaron heridas. Estos dos accidentes, al igual que otras catástrofes técnicas, comparten una misma causa, el denominado “fallo humano”. Las consecuencias pueden ser fatales. Si nos ponemos a analizarlas, deduciremos que nadie puede considerarse libre de culpa. A diario cometemos errores, pequeños y grandes; en la mayoría de las ocasiones, apenas nos damos cuenta porque los corregimos en seguida. Cuando escribimos con el ordenador, por ejemplo, nos equivocamos a menudo pulsando indebidamente una tecla, que solemos enmendar pulsando de inmediato la tecla de borrado, antes incluso de que percibamos el fallo en la pantalla.
El cerebro humano dispone de un refinado sistema de vigilancia que permite no sólo corregir presto pequeños errores, sino también aprender de ellos. Si este sistema de control interno funciona con normalidad, los errores pueden convertirse en beneficiosos, pues proporcionan al cerebro valiosas informaciones sobre la forma de ordenar nuestros actos. ¿Cómo opera ese control?, ¿a qué hemos de llamar una “actuación errónea”? Con esa expresión, los psicólogos entienden toda conducta dirigida a un fin que trae como consecuencia un resultado no deseado. En trabajos rutinarios, sobre todo cuando los realizamos con premura, cometemos errores de los que, en la mayoría de los casos, nos percatamos en seguida. Quien está acostumbrado a enviar correos electrónicos sabe cuán a menudo nos precipitamos al pulsar la tecla de “enviar”. En el momento de cometer el error disponemos ya de toda la información necesaria: lo que hemos hecho puede compararse con una acción voluntaria. Cuando existe discrepancia entre lo que pretendemos y lo realizado estamos ante un acto erróneo. Si en el momento de tomar una decisión equivocada no se dispone de la necesaria información para corregirla de inmediato persistirá el error. Se requieren criterios inequívocos que nos permitan reconocer si nuestra acción es o no correcta. Imaginémonos en un supermer-
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cado donde hay dos cajeras. Nos preguntamos cuál es la cola más rápida para llegar a la caja. Por lo común, la respuesta será situarnos en una fila y comparar nuestra situación, al pagar, con alguien de referencia en la otra cola. ¿Qué ocurre en nuestro cerebro cuando reconocemos haber cometido un fallo? A principios de los años noventa del siglo pasado, el equipo dirigido por Michael Falkenstein en el Instituto de Psicología Laboral de la Universidad de Dortmund se encontró con un interesante descubrimiento mientras valoraba curvas de electroencefalograma. Siempre que el voluntario del ensayo pulsaba una tecla errónea, caía el potencial eléctrico del lóbulo frontal en unos diez milivolt. Este efecto, corroborado por William Gehring, colega de Falkenstein en la Universidad de Illinois, se denominó “negatividad del error”. La “negatividad del error” alcanza su máximo al cabo de 50 a 100 milisegundos. Ha demostrado ser un valioso marcador en la investigación neurológica del procesamiento cerebral de los errores [véase “Neurobiología del error”, por Thomas F. Münte; M ENTE Y CEREBRO, n.o 4]. Alteraciones semejantes en la actividad eléctrica cerebral aparecen no sólo con ocasión de errores cometidos al tomar una decisión precipitada. Se dan también en decisiones equivocadas tomadas en situación de inseguridad; aparece una “negatividad” cuando por equivocación
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se pulsa una tecla falsa o se comprueba que hemos elegido la cola más lenta. La tomografía por resonancia magnética funcional ha puesto de manifiesto el lugar exacto donde se sitúa el reconocimiento de errores. Se trata del córtex frontomedial posterior. En 2005, junto con Stefan Debener, del Instituto para la Investigación Auditiva de Southampton, demostramos que esa región, situada en la zona media de ambos lóbulos frontales, se estimula en cuanto se presenta una “negatividad del error”. La tomografía por resonancia magnética funcional muestra que la región de marras no sólo se activa cuando se ha cometido un error, sino también en situaciones en que se está en riesgo de llevar a cabo una acción equivocada. Se excita en circunstancias conflictivas, en las que pueda requerirse una conducta rigurosamente correcta.
La señal interior de alarma Medidas directas de la actividad eléctrica de las neuronas en macacos confirman el especial papel desempeñado por esa sección de la corteza. En 1998 Keisetsu Shima y Jun Tanji, de la Universidad de Tohoku en la Sendai, descubrieron mediante tomografía por resonancia magnética funcional que la mayoría de las neuronas se activaban cuando se daban dos condiciones: 1a) que una acción dejara de ir seguida de una recompensa, y 2a) cuando los
RESUMEN
Indicador de errores en el cerebro
1
En el cerebro tenemos un sistema de vigilancia que reconoce los errores en nuestros actos, dirige las correcciones y contribuye a optimizar la conducta en el futuro.
2
Este centro controlador de los actos se encuentra en la corteza frontomedial posterior. Los actos erróneos se reflejan en el electroencefalograma mediante un brusco descenso del potencial, es decir en la llamada “negatividad del error”.
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La capacidad de aprender de los errores tiene también un componente genético. En este sentido, el neurotransmisor dopamina desempeña una importante función.
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–
GEHIRN & GEIST; QUELLE: MPI FÜR NEUROLOGISCHE FORSCHUNG, KÖLN
Falso Correcto
–200
600 milisegundos
2. SUBITA REACCION EN EL CEREBRO. Inmediatamente después de cometer un error, +
el trazado del electroencefalograma muestra una desviación negativa (en rojo). Si la acción
Reacción
es correcta (en verde), no aparece la “negatividad del error”.
“Se pueden evitar los errores acumulando experiencia. Se acumula experiencia cometiendo errores” Laurence J. Peter (19191990), profesor canadiense y descubridor del “Principio de Peter” según el cual en una estructura jerárquica se va ascendiendo hasta que cada uno alcanza su nivel de incompetencia.
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monos decidían probar una acción diferente. Imágenes semejantes han podido obtenerse en el cerebro humano con ocasión de intervenciones neuroquirúrgicas. La tomografía por resonancia magnética funcional muestra imágenes de activación cuando el resultado de una acción es peor que el deseado, o al menos parece probable un mal resultado, modificándose convenientemente a continuación la conducta. En breve, la corteza frontomedial posterior ejerce una función clave en el control cognitivo. Apoyados en tales resultados, los neurólogos proponen la existencia de un sistema regulador en el cerebro que supervisa y optimiza nuestros actos. A la manera de un termostato, mantiene el equilibrio entre la temperatura actual y la deseada. Si se separan los dos valores, la corteza frontomedial posterior calcula la inversión necesaria para hacer la corrección y transmite a otras regiones cerebrales las órdenes oportunas que permitan alcanzar el éxito. El cerebro pone en marcha ese mecanismo de forma casi instantánea. En los años setenta, Patrick Rabbitt, de la Universidad de Oxford, que fue uno de los primeros que acometió la investigación sistemática de los mecanismos de adaptación que se presentan tras la comisión de un error, observó lo siguiente: cuando un mecanógrafo pulsa una tecla falsa, la presión que ejerce el dedo es menor que cuando pulsa la tecla correcta. Es como si en el último instante se aprestara a corregir la pulsación incorrecta. Por otra parte, la mayoría de las personas reducen el ritmo de sus acciones después de
cometer un lapsus. Un “enlentecimiento posterror” que sirve para analizar de forma más exhaustiva la tarea que se está realizando y ejecutarla sin errores. Puede también considerarse una reacción ante el error la huida hacia una acción alternativa. Diríase que la norma dicta que aprendamos de nuestros errores e intentemos optimizar la conducta a largo plazo para evitar en el futuro caer en errores similares. En todo caso, las condiciones ambientales van cambiando. Una estrategia de actuación que antaño resultó oportuna, puede perder su valor al cabo de cierto tiempo. Ahora bien, ¿cuándo habría que cambiar y adoptar una conducta alternativa con posibilidades de que sea mejor? Un fracaso no tiene por qué significar que la acción realizada sea errónea. En experimentos realizados con monos Rhesus en 2006, Steven Kennerley, entonces integrado en el equipo de Matthew Rushworth, de la Universidad de Oxford, encontró que la corteza frontomedial posterior del cerebro parecía desempeñar ahí una función fundamental. Sus animales de experimentación habían aprendido a accionar una palanca para obtener alimento. Tras 25 episodios exitosos, el investigador alteraba las reglas remunerativas: a partir de entonces no recibían la ansiada comida, a no ser que girasen la palanca, en vez de tirar de ella. Los monos cambiaron rápidamente su conducta. Luego de unos tirones en vano, pasaron a girar la palanca. Al modificarse las normas de recompensa, los animales tuvieron que readaptar nuevamente su conducta. El juego podía prolongarse a placer. Los macacos necesitaban sólo un par de intentos para adptar su comportamiento. En la naturaleza esa táctica encuentra pleno sentido. Sería poco recomendable descartar inmediatamente al primer fracaso una estrategia que funciona por regla general. Pero en cuanto se comprueba que la vieja senda que se seguía no lleva ahora a la meta, se impone sustituirla por otra nueva.
Embajador del éxito ¿Hasta qué punto hay que mirar al pasado para decidir si la conducta que se está siguiendo todavía tiene perspectivas de éxito? En el caso de la elección que tomaban los monos Rhesus de Kennerley bastaban los últimos cuatro o cinco pasos. Ahora bien, si sufrían una lesión en su corteza frontomedial posterior perdían la facultad de extraer conclusiones de su comporta-
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GEHIRN & GEIST / SIGANIM
miento precedente: sólo se guiaban exclusivamente por los éxitos o fracasos inmediatamente anteriores. El aprendizaje a partir del resultado de sus actuaciones había quedado afectado. El resultado de cada acto repercute en el aprendizaje a partir de los errores cometidos. Una acción exitosa seguida de recompensa lleva a que en futuras situaciones semejantes reaccionemos del mismo modo. Por el contrario, si no hay éxito o incluso el acto va seguido de castigo, lo evitaremos. Así, comprando regularmente en el supermercado la experiencia nos mostrará qué cajera es la más diligente y nos pondremos en la fila correspondiente. Se cree que en el cerebro la sustancia portadora de la noticia del éxito es el neurotransmisor dopamina. En una serie de experimentos con monos, Wolfram Schultz, que trabaja ahora en la Universidad de Cambridge, ha demostrado que la actividad de las neuronas productoras de dopamina aumenta en el momento en que el animal recibe una recompensa por haber dado la respuesta correcta. Por el contrario, la actividad de estas neuronas disminuye cuando después de un error no se ha recibido la esperada recompensa. Schultz sospecha que estas diferencias en la segregación de dopamina originan cambios en las sinapsis, es decir, en los puntos de contacto entre neuronas; aprenderían así a partir de las consecuencias de actos anteriores. Para investigar el papel de la dopamina en el aprendizaje de los humanos, Michael Frank, de la Universidad de Colorado en Boulder, pre-
paró en 2004 un ensayo con personas cuyo metabolismo de la dopamina se hallaba alterado: pacientes con enfermedad de Parkinson. Los síntomas de la “parálisis hipermotora” se desencadenan por la destrucción de neuronas productoras de dopamina [véase “Enfermedad de Parkinson”, por Konrad Schmidt y Wolfgang Oertel; M ENTE Y CEREBRO, n.o 18]. Frank y sus colegas no propusieron a sus pacientes tareas de aprendizaje cuyas soluciones fueran inequívocamente correctas o falsas. Llevaron a cabo una investigación más sutil. Por materia de aprendizaje les presentaron en una pantalla pares de símbolos relacionados con ideogramas del chino o del japonés.
3. LA CENTRAL ANUNCIADORA DE ERRORES se encuentra en la corteza frontomedial posterior. Las neuronas de esa área cerebral situada en la parte media de ambos lóbulos frontales disparan la alarma en cuanto una acción se aparta de lo correcto. El proceso de enmienda entra en funcionamiento.
Perfección oculta: percepción inconsciente de nuestros errores De algunos de los errores que cometemos a diario, si no de la mayoría, no nos damos cuenta. ¿Se estimula también la corteza frontomedial posterior, que es el centro controlador de los actos en nuestro cerebro, cuando cometemos errores inconscientes? Sander Nieuwenhuis (actualmente en la Universidad de Leiden) y sus colegas de la Universidad de Amsterdam abordaron la cuestión en 2001 mediante un ingenioso experimento. Se invitó a los voluntarios a fijar la mirada en el centro de la pantalla del ordenador. En el momento en que aparecía un punto a un lado de la pantalla, tenían que dirigir su mirada al lado contrario. Esta tarea no es fácil ya que en cuanto aparece un objeto nuevo dirigimos instintivamente la mirada hacia él. A continuación, pulsando una tecla, indicaban si, en su opinión, habían reaccionado correcta o incorrectamente. Aproximadamente la mitad de los errores les pasaban inadvertidos. Solían mostrarse convencidos de no haber cometido ningún error, pero la corteza frontomedial posterior no se dejaba engañar y señalaba el lapsus.
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El cerebro diferencia tanto lo consciente como lo inconsciente. En 2007, nuestro propio grupo demostró ya que, tras cometer errores de los que no nos damos cuenta, a diferencia de lo que ocurre con la corteza frontomedial posterior, la ínsula sigue inactiva. En 2004 un grupo de investigadores británicos dirigido por Hugo Critchley, del Colegio Universitario de Londres, puso de manifiesto que esa área cerebral se excita en caso de errores conscientes y en situaciones conflictivas. Redmond O’Connell, del Trinity College de Dublín, descubrió en 2007 que el cuerpo reacciona también a los errores. La conductividad eléctrica de la piel aumenta a causa de la secreción de sudor; ocurre de nuevo sólo si el error se comete de manera consciente. Volvemos a la vieja cuestión del huevo y la gallina: ¿reacciona el cuerpo a los errores cuando se cometen conscientemente o es la reacción corporal la que desencadena la sensación de haber cometido un error?
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DPA
4. DESCUIDO MORTAL. La causa de muchas catástrofes técnicas, como la del tren magnético de Lathen el 22 de septiembre de 2006, se atribuye a un “error humano”.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA N EU RO I M AGI NG O F PERFORMANCE MONITORING: ER R O R D E T EC T I O N A N D BEYOND. M. Ullsperger y
D. Y. von Cramon en Cortex, vol. 40, n.o 4/5, págs. 593-604; 2004. GENETICALLY DETERMINED DIFFERENCES IN LEARNING FROM ERRORS. T. A. Klein
et al. en Science, vol. 318, n. o 5856, págs. 16421645; 2007.
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Los pacientes debían identificar un par de símbolos de los cuales arbitrariamente uno fue calificado como “correcto” y el otro, “falso”. Elegían mediante la pulsación de una tecla: aparecía la cara de una persona sonriente si habían acertado y una cara de mal genio si se habían equivocado. De esa forma, debían aprender a identificar en pruebas posteriores el símbolo correcto. Pero la dificultad no acababa ahí. Cada símbolo tenía determinada probabilidad de ser el correcto; los sujetos nunca podían estar completamente seguros de haber acertado. A modo de ejemplo: el signo A se reputaba “correcto” en un 80 por ciento de los casos, mientras que lo era de “falso” en el 20 por ciento restante. Con el signo B ocurría lo contrario. Con otros signos la probabilidad de que fuese el “correcto” era sólo del 60 por ciento. En definitiva, una elección correcta era recompensada con frecuencia, pero no siempre. Otro conjunto de voluntarios, ahora personas sanas, sometidas a la misma prueba aprendían a preferir los símbolos probablemente “correctos” con la misma facilidad que a evitar los más bien “falsos”. No ocurría lo mismo con los pacientes de Parkinson: éstos mostraban una tendencia más fuerte a rechazar los símbolos negativos que a elegir los positivos. Es decir, aprendían más de sus errores que de sus aciertos. Si se les administraba medicamentos que elevan los niveles de dopamina en el cerebro se invertía el aprendizaje: tenían en cuenta sobre todo los mensajes positivos.
Adquirir inteligencia mediante la experiencia es también cuestión de genes En 2007, Tilmann Klein descubrió que estas diferencias de aprendizaje no sólo se presentan en pacientes de Parkinson u otros achaques, sino en todas las personas. En la dotación genética humana existe un gen que determina la cantidad del receptor dopamínico D2 en las neuronas del cerebro. Aproximadamente un tercio de la población centroeuropea es portador de una variante llamada A1, que condiciona la presencia de una cantidad inferior de receptores D2 en la membrana de las neuronas. Los cerebros de estas personas compensan tal déficit con un aumento de la síntesis de dopamina. En nuestro test de aprendizaje quedó claro que a los portadores de la variante A1 les costaba más identificar los símbolos “falsos” que los “correctos”. Trasladada la situación a las colas
del supermercado, significaría que las personas con la variante A1 prefieren situarse en la fila de la cajera diligente, pero si ésta un día no acude, no se produce ningún rechazo de su compañera lenta, pese a la experiencia negativa. Las imágenes de tomografía por resonancia magnética funcional confirman nuestros resultados. En los portadores de la variante A1, el centro de control de los actos (la corteza del área frontomedial posterior) apenas se estimula después de cometer un error. El hipocampo (que desempeña una función principal en la memoria) persiste inactivo. En cambio, esas regiones presentan, en las personas portadoras de la variedad genética más frecuente estas regiones cerebrales, una actividad notable, sobre todo al principio del aprendizaje. A partir de esa alternancia observada entre la supervisión y la memoria, inferimos que la corteza del área frontomedial posterior era responsable del aprendizaje deducido de los errores cometidos, vehiculado fundamentalmente por el neurotransmisor dopamina. ¿Es un gen el que determina que podamos aprender o no de los errores? No hay respuesta tajante. En la vida diaria los errores suelen tener efectos negativos; los portadores de la variante A1 pueden sacar las mismas consecuencias que el resto de las personas. Por otra parte, la variante de un gen suele tener un efecto mínimo sobre la personalidad y las facultades mentales. Otras variantes genéticas y las condiciones ambientales podrían compensar los efectos de la variante A1. Sabemos, además, que los portadores de la variante A1 tienden al abuso de alcohol y otras conductas adictivas. Fenómeno que puede contribuir, con otros factores genéticos y ambientales, a su incapacidad para sacar enseñanzas de experiencias negativas. Los errores determinan nuestra vida. Pueden tener consecuencias negativas, pero contribuyen también a optimizar nuestros actos cotidianos. De resultados sorprendentes y raros sacamos con frecuencia más consecuencias que de las meras confirmaciones de nuestras expectativas. Los errores anteceden a nuestros conocimientos. Hemos de tenerlo en cuenta y deducir las pertinentes consecuencias. Únicamente así tendremos la esperanza de evitar importantes fracasos en el futuro. Markus Ullsperger dirige el grupo de Neurología Cognitiva en el Instituto Max Planck de Investigaciones Neurológicas en Colonia.
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La atracción de la astrología
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Los astrólogos se muestran incapaces de establecer datos correctos de su interlocutor a partir de dos horóscopos diferentes. ¿Por qué se creen, pues, muchos que la astrología acierta en los augurios? EDGAR WUNDER
¿D
eterminan las estrellas nuestro carácter? ¿Deciden acaso nuestro destino diario? A quien no le interesen estas cuestiones se preguntará cómo es posible que tres de cada cuatro ciudadanos alemanes consulten su horóscopo en el periódico o en una revista, por lo menos esporádicamente, o que incluso un 15 % lo haga de forma regular. Siguiendo con la estadística germana, alrededor de la mitad tiene además la impresión de que los horóscopos aciertan, cuando menos, de vez en cuando y, por otro lado, más de uno de cada cuatro sigue alguna vez los consejos de los astrólogos. (Los datos se han tomado de una encuesta representativa del Instituto de Demoscopia de Allensbach en el año 2001.) Parece evidente que la mayoría de los lectores de los horóscopos sólo desean distraerse, como reconoce el 60 % de los lectores de la edición alemana de Mente y cerebro, que participaron en una encuesta internética en los dos últimos meses. Pero incluso entre ese universo, con predominante orientación científica, la décima parte de los 464 encuestados esperaba encontrar consejo y ayuda para su vida o deseaba saber más de sí mismos y de los demás. El 12 % creía, según confesión propia, que los “signos del zodíaco” dicen algo de las personas; otro 24 % lo suponía, como mínimo, posible. El popular horóscopo de los periódicos se basa en un esquema sencillo de entender: a cada persona se le asigna uno de los doce signos del zodíaco según su fecha de nacimiento. Sin embargo, los especialistas huyen de esta idea popular, pues los signos del zodíaco corresponden hoy sólo a determinados períodos del calendario y se basan en una distribución puramente geométrica del firmamento en doce sectores, completamente independientes de las constelaciones, 1. EL SOL SE PONE SOBRE “LEO”.
VISUM
La esfera del reloj “Zytglogge”, célebre campana-
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rio de Berna, ofrece información astronómica y astrológica a los espectadores versados.
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cuyos nombres se acuñaron por meras razones históricas. La mayoría de los astrólogos espera muy poco de la clasificación del zodíaco en doce signos que, supuestamente, corresponden a doce tipos diferentes de personalidad. En cambio, elaboran horóscopos individuales con el minuto y el lugar exactos de nacimiento de una persona. Las experiencias de la mayoría de las personas se basan, no obstante, en los doce signos populares ya mencionados. En numerosos estudios se ha comprobado que los horóscopos ayudan y dan sentido a la vida de las personas o que, por lo menos, se tiene de ellos la asombrosa impresión de que, de alguna manera, aciertan. Por eso, los científicos no deben rechazar de antemano las tesis astrológicas, aun cuando no resulten plausibles, sino que han de someterlas a revisión crítica. Martin Reuter, psicólogo de la personalidad de la Universidad de Bonn, y sus colegas daneses Peter Hartmann y Helmuth Nyborg, de la Universidad de Aarhus, buscaron sin éxito, en 2005, las relaciones entre los sig-
nos del zodíaco y el carácter de 15.000 personas. A este mismo resultado frustrante se llegó en otros estudios empíricos: las personas con diferentes “signos del zodíaco” no divergen de una manera sistemática en su personalidad.
¿Defensa del racionalismo? ¿Por qué siguen creyendo tantas personas en semejante tipología astrológica? A quienes abordan los asuntos con espíritu científico les resulta, por lo general, irracional. Sin embargo, no es tan sencillo. Hannelore Seelmann-Holzmann, en su tesis doctoral presentada hace ya 20 años en la Universidad de Erlangen-Núremberg, descubrió que la astrología desempeñaba, para muchas personas, la función de un “sistema subconsciente del racionalismo”. En otras palabras, los partidarios de la astrología no muestran ningún rechazo de los sistemas de interpretación con una orientación científica; antes al contrario, esas convicciones astrológicas añadidas les ayudan a alumbrar una visión, por lo demás, racional del mundo.
Breve introducción a la astrología ¿Cómo trabajan los astrólogos del siglo XXI? Para empezar, introducen los datos del nacimiento de una persona en un programa informático que, a continuación, propone una disposición compleja de distintos símbolos mitológicos, el llamado horóscopo o carta astral. Esta disposición se basa en una proyección totalmente arbitraria de las posiciones de los planetas del firmamento sobre una hoja de papel. Los cuerpos celestes por sí mismos, sus campos de fuerza o su distancia carecen de todo interés para los astrólogos. La mayoría de ellos ni siquiera reconoce las constelaciones más importantes en una noche estrellada, pues el mundo de la simbología astral prácticamente nada tiene que ver con el universo examinado por los astrónomos. La ocupación de los astrólogos radica en la “interpretación” del horóscopo: la combinación del contenido mitológico de los símbolos, entre ellos al menos nueve planetas, doce signos del zodíaco, doce “casas” (campos simbólicos, uno de los cuales se llama “ascendente”) y numerosos “aspectos” (interrelaciones entre las unidades simbólicas), para extraer de todo ello una imagen aparentemente coherente. No existe ningún sistema de interpretación unitario admitido por todos los astrólogos, que actúan por “intuición”. En cualquiera de los casos, cada astrólogo arriba a resoluciones propias, distintas de las de los demás, si no antagónicas, partiendo de fechas idénticas de nacimiento. Bases ideológicas ¿Por qué motivo ha de existir una relación entre las posiciones de los planetas y el carácter o el destino de una persona? En este punto, los propios astrólogo ni siquiera se ponen de acuerdo. Los dioses o los de-
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monios manifestarían con ello su voluntad, así rezaba el primer intento de fundamento histórico. Por desgracia, en cuanto nuestros antepasados acertaron a calcular, ya 500 años antes de la era cristiana, los recorridos centenarios de los planetas en sus órbitas, se desterraron tales ideas. A partir de entonces, se propuso como explicación la influencia de los astros, teoría que comenzó a desvanecerse con los progresos de las ciencias naturales. Los astrólogos trataron de salvarse sosteniendo que las constelaciones no ejercen, en verdad, ninguna influencia, aunque sí guardan una “analogía simbólica”, un cierto paralelismo entre lo que sucede “arriba” (en el firmamento) y “abajo” (en la tierra), porque sobre todo ello gobierna una determinada “cualidad del tiempo”. Una vez que se ha probado a través de estudios empíricos la ausencia de estas supuestas relaciones de analogía, los astrólogos se acogen al contenido “arquetípico” del sistema simbólico como producto de la historia de la civilización humana. En el año 2002, Edgar Wunder encuestó a 135 astrólogos alemanes, representativos de la profesión, y les preguntó cuál era su explicación de las vivencias de evidencia propias a partir de los horóscopos. Los astrólogos citaron los motivos siguientes: 43 % 18 % 12 % 11 % 10 % 3% 2%
analogías, influencias de las constelaciones, mecanismos psíquicos, símbolos arquetípicos, facultades de clarividencia, simple azar y la mediación de dioses y demonios.
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AKG BERLIN
Virgo 22-23/8 ~ 22-23/9
2. PINTURA CELESTIAL.
Libra 22-23/9 ~ 23/10
El cartógrafo Giovanni Battista Agnese (circa 1500-1564) elaboró esta miniatura del zodíaco
Leo 22-23/7 ~ 22-23/8
hacia 1550. Los límites osci-
Escorpio 23/10 ~ 22/11
lantes de las fechas indicadas parten de que el año solar no dura exactamente 365 días.
Cáncer 20-21/6 ~ 22-23/7
Sagitario 22/11 ~ 21-22/12
Géminis 20-21/5 ~ 20-21/6
Capricornio 21-22/12 ~ 20/1
Tauro 19-20/4 ~ 20-21/5
Acuario 20/1 ~ 18-19/2
Aries 20-21/3 ~ 19-20/4
Piscis 18-19/2 ~ 20-21/3
LOS TRUCOS DE LOS PROFESIONALES ¿Cómo logran los astrólogos de los periódicos que tantos lectores se fijen en
Como la astrología no representa ninguna doctrina dogmática preestablecida por ninguna institución, como pueda ser la Iglesia, cada cual la adapta a su propia visión del mundo. El propio autor tuvo la oportunidad de comprobar en 2002, en una encuesta realizada a 135 astrólogos alemanes, que, incluso entre los “profesionales”, únicamente el 18 % afirmaba creer en la influencia de las estrellas. Algunos astrólogos no tienen empacho en hablar de la astrología como una “ficción útil” para las sesiones de asesoramiento. En lugar de salirse por la tangente —”las estrellas proponen, no imponen”— rechazando los datos empíricos, el astrólogo muniqués Christopher Weidner formuló en 2002 una concepción pragmática y nueva de la astrología en Zeitschrift für Anomalistik: la astrología no necesariamente ha de ser “veraz” para que sus partidarios la vivan como provechosa. Para el ejercicio de la astrología parece imprescindible que los partidarios no la contemplen desde la fe, sino desde la experiencia. Esta sensación subjetiva de acierto, la denominada vivencia de la evidencia, se puede referir
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al horóscopo propio o al de personas conocidas, a predicciones o a la caracterización de la personalidad, al sentido de la vida o incluso a cuestiones de la vida cotidiana. Además, las vivencias de la evidencia difieren en el modo en que son percibidas y vividas. Para algunas personas representan experiencias cotidianas habituales, pero ciertos conversos refieren experiencias espectaculares con la astrología. ¿Cómo se explican los científicos estas experiencias de acierto? En primer lugar, no se trata de expresiones de credulidad o de fantasía. Desde comienzos de los años noventa, Harvey Irwin, de la Universidad de Nueva Inglaterra en Armindale, viene señalando, en sus estudios sucesivos, que los partidarios de la astrología poseen la misma inteligencia y capacidad crítica y psíquica que las demás personas, aunque, por regla general, sean más creativos. Cualquiera que examine con imparcialidad el horóscopo puede sentir esa coincidencia entre el horóscopo y la vivencia propia. Como el autor demostró en un estudio de 1700 probandos, publicado en 2002, casi todos los que rechazan la astrología apenas se han ocupado
sus textos esquemáticos? Katja Furthmann descubrió en su tesis doctoral de 2006 siete artimañas lingüísticas: 1. Presentaciones que lo abarcan todo, hasta contradicciones 2. Utilización de conceptos abstractos como azar, problema... 3. Formulaciones relativas, con varias interpretaciones posibles 4. Integración de verdades intemporales 5. Viveza por medio de formulaciones gráficas 6. Léxico astrológico 7. Escenificación de proximidad e implicación emocional DIE STERNE
LÜGEN NICHT,
por
K. Furthmann. Vandenhoeck & Ruprecht; Göttingen, 2006.
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de la materia. Por el contrario, quienes han profundizado en ella en algún momento profesan una fe basada en la experiencia.
Como en el circo, hay para todos
ASPECTOS ECONOMICOS Los astrólogos alemanes ingresan, en conjunto, cerca de 30 millones de euros al año. Así se desprende de la tributación de la Asociación Alemana de Astrólogos en el año 2000; no existen datos más actuales. Los cerca de 5000 astrólogos alemanes obtienen sólo una sexta parte de sus ingresos, por término medio, de la actividad astrológica y suelen vivir de otra ocupación principal. Religion in der postkonfessionellen Gesellschaft, por E. Wunder. Franz Steiner Verlag; Stuttgart, 2005.
Muchas vivencias de evidencia resultan fáciles de explicar. Geofrey Dean, en un artículo de revisión de 1998, expuso al menos tres docenas de mecanismos psíquicos sobre los que opera el horóscopo. En este sentido, el fenómeno más conocido es el efecto Barnum, cuyo nombre se debe al director de circo norteamericano Phineas T. Barnum (1810-1891) que se hizo famoso con su programa “Un poco para todos”. Bertram R. Forer investigó ese efecto en 1948. Pidió a sus alumnos que realizaran un test de personalidad; en lugar de la evaluación individual anunciada, entregó a todos el mismo texto, compuesto a partir de horóscopos de periódicos. Los alumnos debían emitir su “dictamen” sobre una escala de 0 (ningún acierto) a 5 (acierto pleno). Sorprendentemente, la media representó 4,2, como Forer y después de él muchos otros investigadores han repetido con nuevos probandos. El acierto máximo se dio para las declaraciones ambiguas, genéricas o polivalentes, del tipo “usted tiende a ser autocrítico” o “a veces duda usted de si estará tomando la decisión correcta”. Semejantes “calificaciones” resultaron ciertas para el 97 % de los probandos. Después de Forer, otros investigadores señalaron también que las personas manifiestan una mayor coincidencia con las declaraciones de Barnum: cuanto más creen en la astrología,
más positivas son las proposiciones escritas o con más exactitud han de indicar la fecha de su nacimiento antes de la prueba y, por supuesto, también cuando perciben que la declaración es genérica en extremo. A partir de experimentos de ese tenor, Andreas Hergovich llegó a la conclusión de que podemos relacionar las declaraciones de tipo Barnum con todas las cualidades o acontecimientos concretos que deseemos y que, al hacerlo, seríamos capaces de armonizar incluso proposiciones antagónicas. Así pues, nuestra especie estaría facultada para sentirse personalmente concernida por cualquier tipo de horóscopo. Otro mecanismo que produce vivencias de evidencia es la llamada seudoindividualización. Rick Snyder, de la Universidad de Kansas en Lawrence, entregó a tres grupos de probandos cartas astrales idénticas que, supuestamente, describían su carácter. Al primer grupo le indicó que se trataba de una descripción general de la personalidad que podría aplicarse a cualquiera; al segundo le explicó que el texto se basaba en una interpretación astral de su año y mes de nacimiento, y a los miembros del tercero que ese horóscopo había sido elaborado de manera individual en función de su fecha exacta de nacimiento. A pesar de que todos los participantes recibieron idéntico texto, sus juicios difirieron llamativamente: los miembros del grupo 1 no lo consideraron ni especialmente acertado ni particularmente desacertado; los del grupo 2 efectuaron una evaluación intermedia, y los del grupo 3 indicaron que había un acierto grande o grandísimo. Esto significa que
La astrología, hoy La afición a los horóscopos, que se sumió prácticamente en el olvido a comienzos del siglo XX , resurgió de sus cenizas con inusitado ímpetu entre comienzos de los años ochenta y finales de los noventa. En sólo 15 años se multiplicó por 10 la cifra de astrólogos con actividad profesional en Alemania occidental hasta alcanzar una cifra cercana a los 5000. Desde entonces ha experimentado un ligero retroceso, si bien ha aumentado el mercadeo de la astrología en las televisiones privadas. Se prevé un nuevo descenso de los aficionados a la astrología en los próximos años, puesto que el auge de la astrología ha obedecido menos a un cambio de actitud que a un cambio generacional: a finales de los años setenta, las personas mayores se mostraban más escépticas que los jóvenes. Desde entonces, ese efecto estructural de la edad se ha invertido, porque los jóvenes de hoy rechazan más la astrología que sus abuelos.
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En la Alemania Oriental, la astrología prácticamente sólo existía en forma de horóscopos en los periódicos o adoptaba otras variantes en los medios de comunicación; a diferencia de la Alemania Occidental, apenas existen astrólogos. En el año 1998, con motivo de una encuesta enmarcada en el International Social Survey Programme, un programa de encuestas académicas de carácter federal, cerca del 41 % de los alemanes occidentales frente al 24 % de los orientales señalaban que “el signo del zodíaco o la fecha de nacimiento [pueden] influir en el curso de la vida de una persona”. La discrepancia entre la zona occidental y la oriental podría deberse a que los alemanes orientales también son menos religiosos —herencia de la época de la República Democrática—, y que las personas religiosas creen más en la astrología. Por eso, la astrología no puede reputarse, como ha ocurrido con frecuencia, sucedáneo de la religión; desde una perspectiva empírica, complementa la fe religiosa.
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ENCUESTA: Qué creen nuestros lectores de los horóscopos ¿Cree usted que el signo del zodíaco dice algo de la persona? No sé 4,5 % (21) Ninguna indicación 1,3 % (6)
No 58,8 % (273 votos)
Sí 11,9 % (55)
Quizás / un poco 23,5 % (109)
Opiniones personales Wolfgang Heidrich (67), Darmstadt: para mí la astrología es una realidad, como pueda serlo el reloj o un calendario. En éstos se puede leer cuál será la luz diurna o las cualidades previsibles de una estación del año. El horóscopo no es muy distinto. Da indicaciones sobre determinadas constelaciones energéticas en un determinado momento. En el futuro inmediato seremos capaces de medir y valorar estas constelaciones energéticas y sus influencias sobre la naturaleza y las personas. ¡Eso es ciencia!
cuanto más se (seudo)individualiza un horóscopo, mayor es la sensación de acierto. Un tercer fenómeno por el que el horóscopo resulta convincente para los lectores es el error fundamental de atribución que, para los psicólogos, significa la tendencia a investigar las causas del comportamiento más por las propiedades estables de una persona que por las condiciones cambiantes del entorno. Traducido a la astrología, esto quiere decir que, en determinadas situaciones, todos nos comportamos con prudencia, entereza o emoción, o dicho de otra manera, como si hubiéramos nacido en los signos de “Piscis”, “Tauro”, o “Cáncer”, respectivamente. Sin embargo, cuando un “Tauro” se comporta con entereza motivado por la situación, un defensor de la astrología lo justificaría sin problemas por el “signo del zodíaco”, sin darse cuenta de que muchas otras personas se comportarían igual en esa misma tesitura. Cuando revisamos una aseveración, solemos buscar, además, una confirmación. Muy pocas veces nos esforzamos por rebatir la tesis.
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Ferdinand Reindl (55), St. Pantaleon, Austria: para mí la astrología es pura superstición, que (como cualquier otra creencia) produce un efecto placebo a las personas que creen en ella. Richard Pragner (55), Neumarkt/Oberpfalz: no creo en absoluto en ninguna influencia (directa) de los cuerpos celestes. Sin embargo, supongo que influyen en la estación del año en la que se nace. Como el primer año de vida marca tanto, me imagino que influirá también en el carácter. De todas maneras, los horóscopos del hemisferio norte y del hemisferio sur deberían separarse medio año. Respuesta del autor, Edgar Wunder: Existen centenares de estudios que se han ocupado no sólo de la relación de los signos del zodíaco con los distintos tipos de personalidad, sino también con las estaciones del año. En ninguno, sin embargo, se ha logrado probar tal vinculación por medio de la estadística. Así pues, la hipótesis de las estaciones del año, por muy plausible que resulte por sí misma o como argumento para interpretar los signos del zodíaco, ha resultado empíricamente errónea. Por el contrario, se ha demostrado que la estación del año en la que se nace guarda relación con el riesgo de sufrir una esquizofrenia: quienes en el hemisferio norte llegan al mundo entre los meses de febrero y abril muestran una frecuencia mayor de este trastorno. En cambio, esta relación parece debilitarse notablemente en el hemisferio sur, una vez trasladada a las estaciones correspondientes del año. Otros datos revelan que los nacidos en primavera cometen más suicidios y los nacidos en otoño sufren más crisis de angustia que la media de la población.
Es algo que pertenece a la naturaleza humana y convierte en especial a la ciencia. Por eso, la interacción entre el error fundamental de atribución y los casos de verificación explica que la lectura del horóscopo lleve casi por necesidad a una vivencia de la evidencia, y no sólo a los que de por sí ya creen. Cuando nos ofrecen una predicción astral de una persona, tratamos de buscar el comportamiento correspondiente deseando encontrarlo, aunque personas con otro signo del zodíaco puedan comportarse exactamente igual en una situación parecida. Si sabemos, por ejemplo, que un colega ha nacido bajo el signo de Acuario, buscamos en él las cualidades pertinentes, como el amor a la libertad y el idealismo, y no las que serían propias de un Capricornio (por ejemplo, el sentido del deber y la paciencia). En este caso también diríamos que hemos acertado, A ello debe añadirse que nos inclinamos a percibir de modo selectivo en función de nuestras expectativas o convicciones. Los partidarios de la astrología registran, por eso, más fácilmente las asevera-
¿ASUNTO EXCLUSIVO DE MUJERES? El 87 % de las mujeres alemanas lee alguna vez el horóscopo en la prensa, frente a tan sólo el 66 % de los hombres. Entre las lectoras, el 37 % se deja guiar diariamente por las indicaciones, frente al 22 % de los lectores masculinos. Instituto de Demoscopia de Allensbach, 2001
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Historia de la astrología
© FOTOLIA / FRÉDÉRIC DROUËS
Los sacerdotes babilonios registraron los movimientos de las estrellas en sus tablas de signos cuneiformes e interpretaron sus posiciones como augurios divinos; por ejemplo, para la cosecha o para la guerra.
Siglo
V
a.C.
El firmamento se divide en doce partes, los signos del zodíaco, de acuerdo con las doce constelaciones fijas.
Año 1 de la era cristiana La astrología se pone de moda en el Imperio Romano.
ciones correctas que las falsas, y son capaces de acordarse mejor de ellas en un momento posterior.
¿Llevamos todos a un asesino en ciernes?
COLD READING (“LECTURA FRIA”) Esta técnica consiste en evaluar (“leer”) a una persona por su mímica, gestos, indumentaria y comportamiento, sin que diga una sola palabra. De este modo, los astrólogos llegan, a partir de las reacciones más sutiles de sus clientes, a formular declaraciones bastante concretas y a relativizar con rapidez falsas suposiciones.
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En 1997 el autor presenció, como asesor científico, un experimento que él mismo había propuesto para el programa “Quarks & Co” de la televisión WDR. A través del anuncio en un periódico, reclutamos a más de 200 probandos para un “proyecto de investigación astrológica”. Todos los participantes recibieron el mismo horóscopo con la información de que había sido personalmente elaborado para ellos. Tres cuartas partes de los probandos se sintieron adecuadamente descritos por el horóscopo, que, en realidad, había sido redactado para el asesino en serie Friedrich Haramann, nacido en 1879 y asesino de 24 personas. Michel Gauquelin había realizado ya otro experimento parecido en los años cincuenta con el horóscopo de un asesino francés en serie, obteniendo un resultado similar. Los ensayos de este tipo no contradicen, sin embargo, las hipótesis de la astrología; para que así fuera habría que probar si los horóscopos, elaborados para las fechas correctas de nacimiento de los probandos no inducirían unas vivencias aún más intensas de la evidencia. Las investigaciones demuestran de manera inequívoca que las vivencias de la evidencia no bastan para confirmar las tesis astrológicas,
Año 1000
Año 1453
La astrología grecoárabe penetra en el Occidente cristiano.
Con la invención de la imprenta, las obras de astrología se propagan con gran rapidez.
ya que tales vivencias resultan muy fáciles de alentar a través de horóscopos falsos. Además, suele infravalorarse la probabilidad con la que aciertan de cualquier manera determinadas proposiciones. A comienzos de los años ochenta, el autor participó en un coloquio público en Núremberg: una astróloga se dirigió hacia mí, indicándome que “percibía” en mi horóscopo (desconocido por ella) una “clara ascendencia de Mercurio”. Al preguntar de qué manera podría expresarse esto en mi horóscopo, recibí la siguiente contestación: el Sol, el Ascendente o la Luna podrían colocarse sobre Géminis o sobre Virgo, ya que ambos están dominados por Mercurio. Es posible también que el propio Mercurio esté presente en estos signos, como Ascendente o en el centro del firmamento (Medium Coeli), o que configure un aspecto esencial con otros planetas. Al parecer, la astróloga no tenía demasiado clara la probabilidad de aparición de tales múltiples posibilidades
© FOTOLIA / SANIPHOTO
Segundo milenio a.C.
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Siglo
XVI
La nueva concepción heliocéntrica del mundo no repercute en la astrología; Nostradamus, el médico conocido por sus tratamientos de la peste, redactó sus famosas profecías.
Siglo
XVIII
La astrología pierde importancia durante la Ilustración.
1824
1930
Siglo
Aparece en Inglaterra la primera revista astrológica semanal “The Straggling Astrologer”.
Aparece el primer horóscopo individual en el periódico londinense “Sunday Express”.
La astrología moderna experimenta una “psicologización”: fuera con los pronósticos de acontecimientos y adelante con las predicciones personales.
en el horóscopo de cualquier fecha: dicha probabilidad excede con mucho del 80 %. El número de elementos interpretativos en un horóscopo complejo es tan grande, que, en última estancia, cabe deducir todos los rasgos caracteriológicos a partir de un horóscopo. ¿Es cierto que todas las vivencias astrológicas de evidencia se basan en mecanismos psíquicos? Para probarlo, los investigadores han comparado sistemáticamente horóscopos con fechas de nacimiento verdaderas y falsas. Si ambas llevan a vivencias de la evidencia igual de intensivas y frecuentes, no podremos vincular su aparición con la fecha de nacimiento y el estado de las estrellas. Exactamente estos han sido los resultados de numerosas investigaciones, entre ellas una de 2003, a la que invité a 26 astrólogos y 1700 probandos. Los astrólogos no lograron descubrir cuál de las dos posibles fechas de nacimiento era la adecuada en un determinado caso, a pesar de que habían podido formular de an-
1996
XX
temano toda clase de preguntas a los probandos, con excepción de la fecha de nacimiento. A la inversa, los probandos tampoco adivinaron cuál de las dos cartas astrales había sido elaborada para su propia fecha de nacimiento. Estos datos han encontrado refrendo en otros estudios, algunos concebidos y realizados por astrólogos. Geofrey Dean, quien abandonó su labor astrológica decepcionado por sus investigaciones, ha analizado hasta la fecha más de 50 estudios similares de clasificación. La conclusión es que sus ex colegas no clasificarían mejor que un generador aleatorio un horóscopo elaborado con los datos exactos del nacimiento, un perfil de la personalidad o la historia de un caso. Los astrólogos llevan mucho tiempo esperando un reconocimiento científico, como el que les otorgó Carl Gustav Jung (1875-1961): “la astrología moderna se acerca cada vez más a la psicología ¡y está llamando ya de forma clamorosa a las puertas de las universidades!”. En la realidad está sucediendo aparentemente lo contrario: la psicología académica llama a las puertas de la astrología, pero con una intención completamente distinta de la que habían imaginado los astrólogos.
Peter Niehenke, psicólogo y astrólogo de Friburgo, empieza una tradición de “simposios semestrales de investigación”, en los que los astrólogos y los críticos exponen estudios científicos sobre la astrología.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA DIE PSYCHOLOGIE DER ASTROLOGIE . A. Hergovich.
Huber; Berna, 2005. KRITIK DER A STROLOGIS CHEN VERNUNFT. D. Koch.
Verlag der Häretischen Blät ter; Frank fur t am Main, 2003. THESEN UND ARGUMENTE
Edgar Wunder enseña geografía social en la Universidad de Heidelberg. En su trabajo sobre el papel de la religión en una sociedad posconfesional ha examinado, entre otras cuestiones, la astrología bajo la perspectiva de las ciencias sociales.
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ZUR ASTROLOGIE . Dirigido
por E. Wunder. Gesellschaf t für Anomalistik, Sandhausen, 2007.
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Prurito
Alrededor de una persona entre diez padece prurito crónico. Los investigadores se han propuesto descubrir las causas de la imperiosa necesidad de rascarse. Por lo que parece, causas y remedios serían plurales UWE GIELER Y BERTRAM WALTER
RESUMEN
Por qué sentimos picor
1
El picor es una sensación subjetiva en la piel, desagradable, que provoca el deseo del rascado. Es síntoma de numerosas enfermedades dermatológicas y de otros tipos. Se mencionan diversas causas.
2
Durante largo tiempo, la medicina creía que el prurito seguía el mismo circuito nervioso que el dolor. Sabemos hoy que tienen su recorrido nervioso específico. Los neuropéptidos desempeñan un importante papel.
3
Hay medicamentos eficaces contra el prurito como son los antihistamínicos y algunos psicofármacos. También es útil estar en un ambiente frío.
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E
n octubre de 2007 un centenar de expertos de todo el mundo se reunieron en San Francisco para asistir a las cuartas “Jornadas Internacionales de Investigación sobre el Prurito”. En comparación con los congresos para el estudio del dolor, a los que suelen acudir miles de científicos, la cifra se diría insignificante. No hay tal, si se tiene en cuenta que la “investigación del prurito” ha sido considerada hermanastra del estudio sobre el dolor. El prurito dista mucho de constituir una rareza. Es la causa más frecuente de consulta al dermatólogo. Se calcula que entre el ocho y el diez por ciento de la humanidad padecen prurito crónico. Hasta hace unos años, los médicos solían indicar al paciente que el picor le acompañaría de por vida. Poco a poco hemos venido comprobando que no hay tal maldición, que no estamos del todo desarmados para combatir ese picor torturante. Recientemente se han propuesto diversos métodos terapéuticos. Los investigadores avanzan en el conocimiento de los mecanismos subyacentes bajo esa sensación, Hace unos cuatro siglos, el médico alemán Samuel Hafenreffer (1587-1660) definió el prurito como “una sensación desagradable en la piel que desencadena la necesidad del rascado”. Hoy se sabe que el cerebro contribuye al prurito. Diez años atrás, suponíase que el prurito era el hermano menor del dolor, pues llegaría al cerebro por las mismas vías nerviosas aunque la intensidad del estímulo que transmiten sería menos angustiosa. Tal hipótesis se basaba en la observación de que la presencia del dolor
comportaba la desaparición de la sensación de picor. En ese marco de la hipótesis de la intensidad, un estímulo nervioso débil desencadenaría el prurito, mientras que otro potente engendraría dolor. Sin embargo, en 1997 Martin Schmelz, del hospital clínico de la Universidad de Mannheim, demostró que la necesidad del rascado se transmite por unas fibras nerviosas específicas, las fibras polimodales C; cursan de la piel a la médula espinal y desde allí al cerebro. Además, el grupo de trabajo de Schmelz junto a Hermann Handwerker, de la Universidad de Erlangen-Nürnberg, descubrió unas conexiones entre las fibras C transmisoras del prurito y las fibras que transmiten el dolor, fenómeno que permite explicar la desaparición del prurito en presencia del dolor (véase la figura 3). En 2001, un equipo del Instituto Neurológico Barrow de Phoenix identificó, en los gatos, ciertas neuronas especiales que reaccionaban selectivamente liberando el transmisor histamina ante un estímulo pruriginoso, pero no ante un estímulo térmico o doloroso. Hoy se distinguen cuatro formas de prurito: El prurito prurito-receptivo, con origen en la piel resecada, inflamada o con otras lesiones, vehiculizado por el transmisor histamina. Acontece por picadura de un insecto, urticaria, neurodermitis o eccema. El prurito neuropático, desencadenado por una lesión en las fibras nerviosas; así, en la esclerosis múltiple, el zoster o la varicela.
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AGENTUR FOCUS / SPL
El prurito neurógeno, con origen en el sistema nervioso central. Y el prurito somatoforme, denominado antaño “psicógeno”, sin una causa orgánica definida. En principio, una necesidad aguda de rascado no es malo. Antes bien, lo mismo que en el dolor, el prurito cumple una misión de advertencia. Llama la atención sobre un peligro al que está expuesta la piel: un insecto dañino o un cuerpo extraño; por regla general, frente a ese peligro el rascado ofrece una solución tan simple cuan eficaz, pues elimina mecánicamente la causa. El picor se convierte en una tortura cuando pasa a ser crónico, es decir, perdura y reaparece una y otra vez. Según Florence Dalgard, de la Universidad de Boston, entre el ocho y el nueve por ciento de la población noruega padece prurito de intensidad mediana o grave, cifras que coinciden con las proporcionadas para Alemania por Sonja Ständer, de la clínica dermatológica de la Universidad de Münster. De acuerdo con el estudio de Dalgard, los factores de estrés son, junto a las reacciones alérgicas, los principales desencadenantes del picor.
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Según otras investigaciones, hay que añadir unos 300 millones de personas que en el mundo padecen prurito por infección del ácaro de la sarna. Más de 30 millones de ciudadanos de Estados Unidos sufren eccemas pruriginosos. Y en un estudio realizado en 2006 basado en un universo de 19.000 pacientes de doce países, sometidos a diálisis, se vio que el 42 por ciento padecían un prurito de grado medio a intenso. Lo mismo se observó en sujetos que sufrían hepatopatías. El prurito puede también obedecer a una causa psíquica. Para la mayoría de las personas es suficiente ver rascarse a alguien, o incluso contemplar una imagen que pueda relacionarse con el picor (fotografías de pulgas), para sentir la necesidad de rascarse. Hasta la lectura de este artículo podría desencadenar la sensación de picor intenso. ¿Cuál es la explicación de que ocurra tal cosa? Durante tiempo se careció de una demostración científica de su existencia siquiera. Para cubrir esa laguna, bajo la dirección de Jörg Kupfer, acometimos un trabajo de investigación psicológica con un grupo de estudiantes. Sin ningún conocimiento previo se invitó a los
1. CONTAGIOSO COMO EL BOSTEZO. Basta a menudo ver a otra persona rascarse para sentir picor. A veces una imagen desencadena el mismo fenómeno.
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PINTURA DE LOUIS DAVID JAQUES, LA MUERTE DE MARAT, 1793; DOMINIO PÚBLICO
PRURITO PERTINAZ El médico Jean-Paul Marat, uno de los líderes intelectuales de la revolución francesa, solía tomar baños en una tina de madera, prolongados durante varias horas, para paliar sus insoportables picores. En esa situación fue asesinado. Marat sufría una enfermedad de la piel, agravada por el estrés provocado por sus actividades políticas.
participantes a valorar la calidad didáctica de una clase sobre el tema “¿Qué es el prurito?”. Los participantes —60 estudiantes de medicina y de psicología— asistieron a dos conferencias diferentes: en una se mostraron fotografías de piojos, pulgas, chinches y reacciones alérgicas de la piel; en la otra, se presentaron figuras de niños y paisajes agradables. Durante la primera conferencia los estudiantes se rascaron con una frecuencia significativamente mayor que durante la segunda. Posiblemente el desencadenamiento mental del dolor guarde relación con las neuronas espejo. Se trata de células nerviosas especiales que se excitan cuando somos los agentes de una tarea y cuando vemos realizar la misma acción en otras personas. A las neuronas espejo se les atribuye el carácter contagioso del bostezo. Para averiguar qué áreas del sistema nervioso central se activan cuando se siente la necesidad de rascarse, se analizaron imágenes cerebrales tras administrar histamina, desencadenante del prurito. El equipo dirigido por Francis McGlone, del Centro de Investigación Unilever de Manchester, observó, en tomografías de resonancia magnética funcional (TRMf), que se excitaban de manera singular determinadas áreas del cerebelo y algunas regiones del lóbulo frontal. Según McGlone, se activaban zonas diferentes del lóbulo frontal del cerebro en razón de si nos hallábamos ante prurito o ante dolor, con las reacciones de rascado o de sensación dolorosa consiguientes. Un equipo de investigadores del Instituto de Neuroimagen Bender, adscrito al Instituto de Psicología Clínica de la Universidad de Giessen, estudió también mediante la TRMf el prurito desencadenado por histamina durante un
Fibra C del prurito
Fibra C del dolor Transmisión del prurito Fibra C del prurito 2. DOLOR Y PRURITO. El dolor atenúa el prurito mediante una inhibición competitiva. Si se activan las neuronas del dolor el prurito se bloquea (flecha azul).
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Fibra C del dolor El dolor inhibe el prurito
período de unos 15 minutos, que es el tiempo que suele durar hasta que empieza a remitir. Y encontraron diversas actividades cerebrales características en el lóbulo frontal y en el lóbulo temporal izquierdo. Sin embargo no se observó ninguna actividad en la corteza sensomotora, es decir, en las áreas cerebrales que procesan los estímulos sensoriales o los movimientos; pero sí se activaban muchas zonas responsables, sobre todo, de las emociones.
Tras la pista de las neurodermitis Otros investigadores han confirmado la importancia que para el prurito tienen las áreas responsables de las emociones. Según un nuevo estudio de Hermann Handwerker, el prurito se procesa en regiones cerebrales muy parecidas a las que procesan el dolor; y, además en la amígdala, centro de emociones. En opinión de Hideki Mochizuki y su equipo, del Instituto Nacional Japonés de Ciencias Fisiológicas, en el prurito se activa el cingulum, sede de procesamiento de emociones, y la insula; estructuras que no se inmutan en el caso del dolor. Gil Yosipovitch, del Hospital Wake Forest en Winston-Salem, Carolina del Norte, demostró que el cerebro de pacientes con neurodermitis reaccionaba de forma diferente de la reacción cerebral en los sanos. Sólo en los segundos el acto de rascarse frenaba actividad del cingulum. Se sospecha que ese mecanismo de control impide, en los sujetos normales, una potenciación emocional del prurito. Un mecanismo que no interviene en los pacientes con neurodermitis, silencio que explicaría la intensificación del prurito. En fecha reciente, la investigación se ha introducido en el dominio de la biología molecular. En 2007 Zhou Feng Chen y Yan-Gang Sun, del Instituto para la Investigación del Dolor en la Universidad Washington en Sant Louis, estudiaron el gen GRPR. Este gen codifica la síntesis de un receptor que activa el péptido liberador de la gastrina (GRP). Los ratones a quienes se les había desposeído del gen GRPR reaccionaban ante las sustancias provocadoras de prurito sin rascarse tanto como los animales control. Cuando los investigadores inyectaban a ratones normales bloqueantes del receptor evidenciaban también una menor necesidad de rascarse. Desde hace tiempo existe interés en desentrañar la relación entre prurito y neuropéptidos como GRP. Revisten particular importancia los trabajos de Martin Steinhoff, de la clínica
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El prurito desencadenado por la histamina pone en marcha una cascada de operaciones nerviosas:
En la mitad izquierda del cerebelo, responsable de la coordinación motora (6).
dermatológica de la Universidad de Münster, cuyos resultados subrayan la estrecha acción conjunta de determinados neuropéptidos, sus moléculas receptoras y las endopeptidasas que disocian los neuropéptidos. Si se pierde la coordinación de estos procesos bioquímicos puede llegarse a una inflamación, prurito y dolor crónicos. Otro ejemplo muy común es la neurodermitis. Aquí las neuropeptidasas no actúan con suficiente rapidez y se deja que los neuropéptidos hiperactiven las células inmunitarias, con la consiguiente reacción inflamatoria progresiva. El prurito se trata hoy sobre todo de forma medicamentosa. En un estudio realizado con 385 pacientes, Sonja Ständer demostró que el 65 por ciento de los afectados se beneficiaron con los fármacos administrados. Lo más frecuente es el tratamiento con antihistamínicos. En el prurito neuropático es eficaz el antiepiléptico gabapentina, así como la naltrexona, la pregabalina, el antidepresivo paroxetina y el inmunodepresor ciclosporina. Los medicamentos más prometedores son sustancias que actúan sobre los opio-receptores que intervienen en el prurito. Los adictos al opio o a la heroína acostumbran sufrir un intenso prurito. Se muestran aquí particularmente hiperactivos los receptores opiodes μ.
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En varias circunvoluciones del lóbulo frontal que rigen los movimientos e interpretan las percepciones sensoriales, así como en la circunvolución anterior izquierda del cingulus que interviene en las emociones (1-4, 7,8). En el lóbulo temporal izquierdo. Según Bertram Walter, del Instituto Bender, estas actividades son debidas a la evocación de recuerdos y a su cotejo con experiencias anteriores (5).
CORTESIA DE BERTRAM WALTER
Estimulación neuronal del prurito
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1. Gyrus frontalis superior pars medialis y Gyrus cinguli anterior (hemisferio cerebral izquierdo). 2. Gyrus frontalis superior pars medialis et orbitalis, así como Gyrus rectus (izquierda). 3. Gyrus frontalis superior pars medialis et orbitalis, así como Gyrus rectus.
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4. Gyrus frontalis superior pars orbitalis et dorsolateralis (derecha). 5. Gyrus temporalis medius (izquierda). 6. Corpus cerebelli (izquierda). 7. Lobus frontalis inferior pars triangularis (derecha). 8. Gyrus frontalis superior pars medialis (derecha).
Un lógico planteamiento terapéutico sería bloquearlos. Sus inhibidores naturales son los receptores opioides κ, cuya activación atenúa el prurito. En los primeros ensayos clínicos se trabaja ya con sustancias que estimulan los receptores κ. Como complemento al tratamiento medicamentoso, se han acreditado el entrenamiento autógeno o la distensión muscular según el método de Jacobson, entre los métodos de métodos de relajación. Sin embargo, por regla general, la psicoterapia no basta de suyo para eliminar el prurito. ¿Qué pueden hacer los pacientes torturados por un prurito persistente? Suelen indicarse duchas frías o baños, a los que se añaden sustancias atenuantes del picor tales como el polidocanol. Como tratamiento tópico son apropiadas las compresas frías que se venden en las farmacias. Es conveniente un ambiente frío, sobre todo por la noche: airee la habitación y póngase, si acaso, ropa de dormir ligera. En ocasiones con todas estas medidas se consigue reducir el prurito a una intensidad soportable.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA NEURODERMITIS. JUCKREIZ U N D H AU T E N T Z Ü N D U N GEN STOPPEN. T. Roos y
H. Brost. Hirzel; Stuttgart, 2004. ITCH: BASIC MECHANISMUS AN D THER APY. Dirigido
por G. Yosipovitch et al. Marcel Dekker; New Cork, 2004. JUCKREIZ, QUADDELN, NESSEL SUCH T — W EN N D I E HAUT WIE FEUER BRENNT.
Uwe Gieler es dermatólogo y profesor de medicina psicosomática en la Universidad Justus Liebig de Giessen. Bertram Walter trabaja como investigador en el Instituto Bender de Neuroimagen de Giessen.
M. Maurer y P. Staubach. a k a d e m o s;
Hamburg,
2005.
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SYLLABUS
LA INTELIGENCIA DE LOS ROBOTS Imitar los movimientos naturales, tal es el objetivo que persiguen los creadores de “CoRA”. El robot pone de manifiesto que la simple acción de asir un objeto con la mano plantea cuestiones insospechadas GREGOR SCHÖNER Y IOANNIS IOSSIFIDIS
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l ser humano es un maestro de la precisión motora. Si es necesario, enrosca una minúscula tuerca en un tornillo mínimo con los ojos vendados, una destreza manual carente de competencia. Igualmente, para la mayoría de nosotros no representa ninguna dificultad buscar un objeto en un montón desordenado y recuperarlo. Pero asir y manipular de forma precisa y certera objetos desconocidos es una acción mucho más compleja de lo que solemos presuponer. Los investigadores en inteligencia artificial (IA) podrían escribir un libro al respecto. Desde hace decenios vienen intentando programar, en los robots, movimientos que reflejen destreza. Con un éxito limitado. Si bien es cierto que las máquinas de supercomputación superan al ser humano en numerosas actividades complejas relacionadas con el
HOMBRE Y MAQUINA El robot de servicio CoRA puede reconocer objetos, asirlos y utilizarlos en tareas conjuntas con seres humanos. La máquina se ha programado tomando el modelo cerebral de control de movimientos. La simulación del control de movimiento emulando el modelo natural aporta nuevas perspectivas sobre la flexibilidad de nuestro propio sistema nervioso. Ello permite a los expertos en inteligencia artificial descubrir principios que sin las contribuciones de la robótica permanecerían ocultos.
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pensamiento, la planificación y el cálculo (por ejemplo, el ajedrez), en los aspectos motores un niño de tres años de edad sigue mostrando más habilidad que las máquinas. La ventaja del aparato locomotor del hombre reside en su flexibilidad, que le faculta para adaptarse, en todo momento y sin problemas, a las exigencias físicas del entorno. Las máquinas distan mucho de poder equipararse al ser humano en semejante habilidad. Contamos ya con robots industriales que procesan con fino detalle informaciones sobre la forma y posición de los objetos. La precisión con la que realizan las tareas programadas supera en mucho a la de las personas. Pero lo que no pueden hacer es asir un objeto cualquiera desconocido hasta entonces y manipularlo con soltura. El ser humano lo consigue incluso cuando el objeto se haya medio escondido en el extremo de un escritorio desordenado. ¿Cómo avanzar, pues, en nuestro camino hacia la construcción de un robot que pueda actuar con sus extremidades de forma diestra y precisa? En primer lugar, importa analizar el modelo natural. Nuestro aparato locomotor dispone de un amplio margen de maniobra, de “grados de libertad”. Pensemos, a modo de ejemplo, que en la acción de disparar con una pistola existen, sólo moviendo las articulaciones del brazo, siete diferentes direcciones posibles. Nos hemos apoyado en ese descubrimiento para el desarrollo de nuestro “Robot Antropomorfo” CoRA (del inglés
“Cooperative Robot Assistant”), que se rige por los principios del control de movimientos del hombre. CoRA está montado sobre una mesa e interactúa con una persona que se halle sentada en frente (véase la figura 1). La cabeza del robot puede girarse en dos direcciones, horizontal y vertical. Dispone, por tanto, de dos grados de libertad. También dispone de dos cámaras y de micrófonos, que le capacitan para reconocer objetos, gestos y la dirección de la mirada de su interlocutor. El “cuerpo” de CoRA consta esencialmente de un brazo, montado sobre una plataforma giratoria. Dado que el brazo está dotado de siete grados de libertad, CoRA puede considerarse altamente flexible: llega a cualquier punto del área de trabajo y puede cambiar la posición del brazo sin cambiar la posición y orientación de la “mano”. Además, gracias a la capacidad de giro de la plataforma, el robot pasa de diestro a zurdo, si lo considera necesario, y así adaptarse a las características de la persona con la que interactúa.
El secreto de los tiradores profesionales Para adiestrar a CoRA y dotarle de las habilidades manuales deseadas, estudiamos con pormenor la acción de disparar un arma. Comprobamos muy pronto que, cuando una persona dispara varias veces a un mismo objetivo, la configuración angular de sus articulaciones es en cada disparo algo distinta de la precedente. Ya en los años treinta del
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HUM
O: TICUL RMATIK, TE AR FO DE ES NEUROIN FIAS R A Ü R F G FOTO , INSTITUT IS S LAS TODA IS IOSSIFID N IOAN
siglo XX , Nicolai Bernstein, especialista en aparato locomotor, describió que estas diferencias se producían incluso en el caso de tiradores profesionales. Entre disparo y disparo se modifica la posición del brazo y la mano ligeramente, y no en menor medida que les ocurre a los tiradores bisoños. ¿Por qué entonces los profesionales aciertan con mayor frecuencia? Junto con John Scholz, de la Universidad de Delaware, y Mark Latash, de la Universidad de Pennsylvania, demostramos, a través de diversos ensayos, que los tiradores expertos coordinaban mejor los diferentes ángulos articulares. De ese modo conseguían siempre reorientar la pistola al objetivo. Para incorporar semejantes habilidades en una máquina, deberíamos conocer a fondo el mecanismo de que se vale nuestro sistema nervioso para procesar la dirección del movimiento. Y aplicar dicho conocimiento a la programación del robot. En numerosas ocasiones dirigimos nuestros movimientos según informaciones visuales. Por ejemplo, cuando nos hallamos sentados en el escritorio y queremos coger la taza frente a no-
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sotros. Nuestra percepción genera una “representación” estable en el cerebro. Gracias a dicha representación y su recuerdo, podemos tomar una taza que esté oculta, situar su ubicación tras un ruido asociado o alargar nuestra mano a lo largo de la mesa hasta ella. Para llevar a cabo esta acción, nuestro cerebro planifica el movimiento de forma abstracta sin llegar entonces a detallar las órdenes concretas que deberá recibir nuestro aparato locomotor. El tipo y dirección de nuestros movimientos en el espacio surgen de los cálculos que en cada momento realizan las neuronas de las áreas motoras y premotoras de la corteza cerebral. Ahí reside la diferencia principal frente al sistema de control que caracteriza a las máquinas. El hombre no se limita a ejecutar un plan fijado con anterioridad, sino que adapta permanentemente sus acciones a las condiciones externas durante la ejecución. Tales procesos pueden ser descritos y simulados matemáticamente mediante campos neuronales (véase la figura 2). Se trata, empero, de modelos simplificados del sistema nervioso: son “redes neuronales artificiales” cuyo comportamien-
OC ITÄT B
IVERS
-UN RUHR
1. MANOS A LA OBRA. CoRA es un robot con una articulación acabada en pinza. Una de las prioridades en su concepción y desarrollo fue capacitarlo para cooperar con el hombre.
to emula el de determinadas capas de la corteza cerebral. Como en tales zonas las neuronas contiguas tienen funciones semejantes, cabe imaginar la simulación las neuronas de tales capas como un continuo, en vez de concebirla como elementos individuales y discretos. Podemos así representar informaciones sensoriales o motoras; por ejemplo, el punto de la retina donde incide un fotón o la dirección en la que se mueve una mano. Un campo neuronal le asigna un valor a cada movimiento, que representa
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2. IMITACION PERFECTA. El primer gráfico de la parte inferior representa la actividad de unas 100 neuronas de la corteza cerebral de un mono en el momento en el que mueve la mano hacia uno de los seis posibles puntos marcados como destino. Una información facilitada con anterioridad al animal sobre el objetivo genera ya una activación neuronal, mientras se prepara el movimiento. La señal que indica el inicio real del movimiento aparece un segundo más tarde y desata una neuroactividad específica asociada al objetivo. Nuestro modelo neuronal de campo (abajo) refleja con precisión la evolución temporal de la activación.
Activación
EXPERIMENTO ANIMAL
d el Dire cc m o ió n v im ien to
T ie m
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Señal Señal anterior
Activación
SIMULACION
d el Dire cci m ov ó n imie n to
T ie m
po
Señal Señal anterior
la probabilidad de que se lleve a cabo. Cuando una persona se prepara para asir un objeto, el valor del campo neuronal se sitúa en un punto de partida marcado por el conocimiento previo de la acción que se quiere realizar. La evolución posterior de dicho valor depende de los estímulos sensoriales, visual sobre todo, que se producen a partir de ese momento. Pero eso no basta para determinar de manera unívoca el objetivo de un movimiento. La vida cotidiana nos ofrece numerosas ocasiones donde es necesario decidir: ¿voy al armario de la habitación o utilizo el del pasillo? ¿Cojo las llaves del coche o las de casa? ¡Y no siempre la elección la hacemos de forma consciente y voluntaria! Ello se pone de manifiesto en experimentos de laboratorio sobre movimientos sacádicos, que son unos movimientos oculares, continuos y bruscos, con los que la dirección de nuestra mirada se reorienta de forma automática múltiples veces por segundo. Cuando uno de los participantes en el experimento detecta un punto luminoso de color verde en un lateral de su campo de visión, tiende a ubicarlo en el centro del mismo mediante un movimiento sacádico. Pero, ¿qué ocurre cuando un punto verde y uno rojo aparecen a la vez en la zona periférica?
Sólo puede ganar uno: competencia entre direcciones Incluso cuando los voluntarios reciben la instrucción de centrarse en el punto
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verde, no pueden evitar mirar la mitad del tiempo al punto rojo, como si los impulsara una fuerza de atracción. De esa observación se desprende que la decisión para ejecutar el movimiento se realiza en un nivel neuronal en el que el color carece de relevancia, en un estadio precoz del procesamiento de la información visual. La capacidad de elegir un objetivo dentro de diversas direcciones de movimiento puede explicarse en el marco del modelo de campos neuronales. ¿Cómo? Admitiendo que diferentes planos de movimiento compiten entre sí. Al final sólo puede “ganar” uno. El resultado depende de cuán atractivo sea el objetivo, de los movimientos realizados con anterioridad y de la casualidad. Una oportunidad para observar el proceso de competencia nos la ofrecen los bebés. Mediado el siglo pasado, Jean Piaget explicaba que los niños, desde los seis meses, intentaban alcanzar un juguete, aun cuando éste se hallara escondido en un comienzo. Se aprestaban a recuperarlo basándose en la “memoria”. Ahora bien, si en los ensayos se coloca el juguete primero a la izquierda del niño y la siguiente vez a la derecha, pero delante de la vista del niño, el pequeño realiza entonces un nuevo intento de cogerlo, ¡a la izquierda! Simplemente, no es capaz de dominar su “costumbre aprendida”; el estímulo visual es demasiado débil para ello, ya que el juguete está tapado. Esa dependencia del impul-
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3. DESTREZA MANUAL. CoRA reacciona ante el comportamiento humano y se mueve guiada hacia un fin. La orden es coger el coche de juguete de color rojo. Mas, antes de que la extremidad de CoRA lo alcance, el juguete es desplazado rápidamente (imagen central) hacia un lado de la mesa de trabajo. Imperturbable, CoRA sigue el movimiento del objeto hasta su nueva posición, dirige su brazo hacia allí y, segura, lo coge en su nueva posición. Semejante flexibilidad y capacidad de adaptación a nuevas circunstancias son decisivas para una cooperación efectiva entre hombre y máquina.
so sensorial directo va disminuyendo de forma progresiva en el curso del desarrollo. Junto con nuestra colega Esther Thelen y Linda Smith pudimos incluso simular este comportamiento específico mediante campos neuronales y programarlo así en robots. De hecho, un robot del tipo de CoRA se comportaba, una vez programado, como el bebé de Piaget: la versión “joven” respondía durante el experimento dirigiéndose al lado equivocado, mientras que cuando se le programaba la “madurez” evitaba los fallos. Tal capacidad diferencial dependía de la medida en la que el estímulo sensorial dominaba el campo neuronal resultante en el modelo. En el robot “niño” la influencia era mayor que en el robot “adulto”. En última instancia, un proceso de aprendizaje inducido artificialmente como el del experimento no es necesario ni adecuado para CoRA y el objetivo que persigue, pero permite demostrar que nuestros modelos computacionales pueden reproducir de forma fiel y precisa el comportamiento humano. CoRA actúa de forma autónoma y puede, a partir de los estímulos sensoriales que él mismo percibe, iniciar acciones en la secuencia que considere oportuna. El robot puede identificar objetos y distinguirlos entre un conjunto de otros. Puede asirlos, apartarlos, entregarlos e incluso desarrollar sencillos montajes. Además, está preparado para interactuar
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y colaborar con personas: coge objetos señalados por su interlocutor y se los da para poder realizar juntos un montaje. Y todo ello sin necesidad de haberse llevado a cabo una programación tediosa o haberlo entrenado de forma intensiva. El resultado para el usuario es que, con un alcance limitado, puede interactuar con CoRA como si se tratase de un humano, toda una novedad en el mundo de la robótica. Como característica adicional cabe resaltar que el brazo mecánico de CoRA está recubierto por una piel artificial sensible al tacto, que le permite al usuario humano corregir la posición del brazo de CoRA durante un movimiento, por ejemplo elevarle el codo para llegar más arriba o apartar el brazo entero cuando no es necesario. Nuestro robot percibe una presión sobre su piel y ejecuta por sí solo la variación solicitada. La última novedad en el desarrollo de CoRA estriba en su capacidad de combinar las imágenes de la cámara con datos procedentes de los sensores táctiles de fuerza y movimiento articular y con informaciones de un sistema de reconocimiento y procesamiento de voz para generar un plan de movimiento continuado y ejecutarlo. El robot percibe cuándo el usuario ase un objeto que en ese momento está sujetando él mismo y puede abrir su pinza mecánica para liberar el objeto. Obedece también las órdenes verbales; por ejemplo, a la de cuál de los objetos situados sobre la mesa debe coger
y entregar. En situaciones ambiguas, el robot solicita aclaraciones verbales. Quién sabe; quizá no falte tanto para ver a CoRA hablando con su compañero de montaje antes de comenzar su jornada de trabajo. Gregor Schöner y Ioannis Iossifidis, neuroinformáticos, desarrollan su labor científica en la Universidad de Ruhr en Bochum.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA THE DISTRIBUTION OF NEURONAL POPUL AT I O N ACT I VAT I O N A S A TOO L TO S T U DY I N T ER ACT I O N A N D I N T EGR A TION IN CORTICAL REPRESENTATIONS.
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A. Bastian, G. Schöner y A. Riehle en European Journal of Neuroscience, vol. 18, págs. 2047-2058; 2003.
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ILUSIONES
ILUSIONES TACTILES Sorprendentes confusiones que revelan el procesamiento cerebral de la información táctil VILAYANUR R. RAMACHANDRAN Y DIANE ROGERS-RAMACHANDRAN
L
os humanos, como todos los primates, dependemos del órgano de la visión. La mayor parte de la región occipital del cerebro está dedicada al procesamiento visual; la mitad de la corteza participa en la visión. Además, cuando las señales visuales entran en conflicto con las procedentes de otros sentidos, la visión suele predominar. Esta supremacía explica, por ejemplo, que los ventrílocuos resulten tan convincentes. Vemos “hablar” al muñeco y nos dejamos convencer de que la voz procede de él, situación que se conoce por “captura visual”. (Sin embargo, al cerrar los ojos, percibimos correctamente que la presunta voz del muñeco procede en realidad del ventrílocuo.) Cuando las informaciones visuales y las táctiles resultan incompatibles, la predominancia visual puede hacernos sentir las cosas de un modo distinto de cuando sólo prestamos atención al tacto (sin mirar).
Hace más de setenta años, James Gibson ofreció una demostración sencilla, aunque atractiva y convincente. Se le pide al sujeto que palpe una varilla de metal, recta y corta, manteniendo los ojos cerrados. Desde luego, percibe que es recta. Después ha de soltarla, abrir los ojos y mirarla. La barrita es la misma, pero sin que el sujeto lo sepa va a mirarla a través de un prisma en cuña, con lo que la barrita se ve curvada, no recta. E informa que está viendo una barrita curva. Mas, ¿qué ocurre cuando alarga la mano y vuelve a tocarla mientras la está viendo? Los sujetos no informan de cambio alguno: no aprecian conflicto, inestabilidad ni promediación entre los sentidos de la vista y el tacto. La varilla que al mirar
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JASON LEE
Curvado al tacto
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Cuando el sujeto vio su mano sana reflejada en el espejo, sintió resucitar la mano fantasma. les pareció curva, les siguió pareciendo curva al volver a tocarla. En breve, la visión reorienta la percepción táctil, de modo que no se experimente conflicto. De forma análoga, Irvin Rock demostró que, cuando se hacía entrar en conflicto sensorial la percepción de forma o el tamaño de objetos sencillos indivi-
duales (por introducción de lentes deformantes), la percepción proporcionada por la palpación activa era modificada para que se adaptase a la percepción visual. Tenemos otro ejemplo más de influencia de la vista sobre el tacto en personas que sienten miembros fantasma. La mayoría de quienes han sufrido la amputa-
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ción de un brazo continúan sintiendo vívidamente la presencia de la extremidad, fenómeno denominado “miembro fantasma” a finales del siglo XIX por Silas Weir Mitchell. Muchas personas afirman que su miembro fantasma está congelado, paralizado en una postura fija o constante, y que ello, a veces, les resulta doloroso. Nos hemos preguntado si las sensaciones táctiles en el brazo fantasma podrían ser modificadas mediante señales visuales. Para ello, colocamos un espejo en la mesa delante del probando, en plano medial, y le pedimos que situase simétricamente con relación al espejo el brazo intacto y el muñón o mano fantasma (a). Al ver reflejada su mano normal en el espejo, el individuo sintió resucitar visualmente su miembro fantasma. Y lo que es más notable, si movía su mano normal mientras miraba la imagen que se reflejaba en el espejo, el miembro fantasma antes “congelado” parecía adquirir movilidad. No sólo veía moverse esta falsa mano, sino que la sentía moverse. En algunos casos, la sensación parecía aliviar el dolor asociado con el fantasma. El efecto de captura visual nos indica que precisamos una descripción unívoca y razonable del mundo que nos rodea. Es decir, nosotros (nuestros cerebros) tendemos a reinterpretar o descartar información, aunque al hacerlo puedan producirse errores o ilusiones (como en el caso del ventrílocuo). Esta influencia de la visión ha suscitado una suerte de sesgo de preferencia hacia la visión; ha causado también que los investigadores le dediquen menor atención a los demás sentidos.
¿Estás mal de la cabeza? No han sido estudiados con detalle los fundamentos neuronales de estas ilusiones intermodales. Trabajos recientes de Krish Sathian, de la Universidad de Emory, y de Alvaro Pasqual-Leone, de Harvard, llevan a conjeturar que, en determinadas circunstancias, las señales somatosensoriales (las relacionadas con el tacto) son observables en la corteza vi-
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Así pues, el cerebro interpreta la experiencia táctil como “he de tener dos narices”.
sual primaria; así, en los ciegos que leen Braille. Las señales táctiles procesadas en los centros somatosensoriales del cerebro podrían enviar de vuelta señales de realimentación hasta las etapas iniciales del procesamiento visual, en vez de ser meramente combinadas en algún nivel más elevado. Los estudios sobre captura visual sugieren también que la recíproca pudiera ser cierta; es decir, que las señales visuales que nos llegan tal vez se proyecten sobre la corteza somatosensorial primaria. Estas interacciones entre los sentidos, además de informarnos sobre mecanismos cerebrales para el procesamiento de información, pueden proporcionar un instrumento útil en la rehabilitación de trastornos neurológicos. Quisiéramos examinar aquí algunas ilusiones táctiles que guardan una notable semejanza con las ilusiones visuales. Ensaye el lector el siguiente experimento. Coloque dos monedas en el refrigerador hasta que estén frías (tardarán unos 20 minutos). Retírelas y deposítelas sobre una mesa, a uno y otro lado de una moneda idéntica que se encuentre a temperatura ambiente, alineadas las tres. Ponga ahora las yemas de los dedos índice y anular de una mano sobre las monedas frías, y el dedo corazón sobre la central.
Se sentirá que la moneda del dedo medio también está fría. Es posible que las rutas cerebrales de percepción de la temperatura carezcan de poder de resolución para discernir dos fuentes discretas. Sin embargo, en el dedo corazón no se produce la sensación de frío a menos que esté en contacto con una moneda neutra; si no existen sensaciones táctiles procedentes de él, el cerebro se muestra reacio a “rellenar” el hueco o a adscribir a esta región la sensación de frío. Pero, ¿cuán “listo” es este mecanismo de relleno? ¿Y si hacemos presión con el dedo corazón sobre una superficie aterciopelada o sobre papel de lija, en lugar de una moneda? ¿Será la sensación parecida a la correspondiente a los dedos índice y anular? Y de ser así, ¿hasta qué punto? ¿Podría esta interpolación de la sensación fría tener lugar al principio del procesamiento sensorial; por ejemplo, en la médula espinal o en el tálamo (el portillo de ingreso en el cerebro de las señales que envían los sentidos)? ¿O bien se produce “en la cumbre”, en etapas posteriores de procesamiento cerebral? Una forma de averiguarlo consiste en ver qué ocurre si alzamos el dedo corazón y en su lugar colamos por debajo el dedo corazón de la otra mano. Ahora la ilusión desaparece, lo que nos hace pensar que la interpolación debe producirse en un estadio temprano del procesamiento de información, no en los niveles elevados de representación espacial en el cerebro. (Sabemos que esto ha de ocurrir en un estadio temprano, porque las señales sensoriales procedentes de ambas manos se proyectan en diferentes hemisferios cerebrales; por consiguiente, las informaciones que nos llegan desde ellas solamente pueden ser comparadas en una fase avanzada del procesamiento.) ¿Y si las dos monedas exteriores se encontrasen, respectivamente, muy caliente una, y la otra fría como el hielo? ¿Sentiríamos la moneda central a la temperatura promedio o iríamos cambiando de sentir, oscilando entre una y otra?
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c ¿Y qué ocurriría en un caso intermedio? Supongamos que cruza el dedo índice por debajo del dedo corazón, formando ahora una línea en la que el índice se encuentra entre el corazón y el anular, siendo estos dos los que descansan sobre las monedas frías. ¿Sentirá frío en el dedo índice, debido a su posición espacial intermedia? Los lectores pudieran desear inventar experimentos de su cosecha; por eso resulta tan interesante el estudio de la percepción. No es necesario ser un experto para realizar experimentos de profundas consecuencias. Probemos ahora algo diferente. Haga cabalgar el dedo corazón de la mano izquierda sobre el índice de esa misma mano, de modo que las yemas de estos dedos formen una V. Colóquese ahora la V creada por los dedos sobre la nariz (b). Sorprendentemente, mucha gente que realiza esta “ilusión de Aristóteles” informa que experimenta una clara sensación de poseer dos narices. ¿Cómo explicarlo? Una vía interpretativa del fenómeno consiste en darse cuenta de que en la disposición espacial normal de los dedos, la única forma de que el costado izquierdo del dedo corazón izquierdo sea estimulado al mismo tiempo que el lado derecho del índice izquierdo, es que esos dedos estén tocando dos objetos. Así pues, el cerebro interpreta la experiencia táctil
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como “forzosamente he de tener dos narices”. Según Stuart Anstis, de la Universidad de California en San Diego, la nariz no es el único apéndice en el que resulta posible producir la impresión de duplicación perceptiva. Examinemos, por último, la ilusión óptica (c). Aunque no se lo parezca, el disco central del grupo de la izquierda es de igual tamaño que el central de la derecha, pero el izquierdo parece mayor, porque está rodeado de círculos pequeños. Esta ilusión nos demuestra de manera inequívoca la naturaleza contextual de la percepción. (Los escépticos pueden hacerse un oclusor de cartulina con dos agujeros para comparar directamente los círculos centrales.) ¿Existe para el tacto un efecto equivalente?
SCIENTIFIC AMERICAN MIND
Los discos centrales de ambas configuraciones son iguales, pero el izquierdo parece mayor porque está rodeado por discos pequeños. Se desconocen las causas de semejante ilusión. Cabe la posibilidad de que tengan que ver con el sentir y señalar del contraste entre el fino alambre y las sensaciones táctiles “neutras” de piel sobre piel, al ser lo nítido y duro contrario de lo aterciopelado o gelatinoso. Se puede encontrar una versión de esta ilusión en algunos museos de ciencia. Podemos incluso conseguir que las manos “floten”, un truco bien conocido. El efecto Kohnstamm, así se llama, nos fue recordado por nuestro hijo, que tiene 11 años. Sitúese en el umbral de una puerta y haga fuerza con ambos brazos hacia afuera sobre los lados del marco, como si pretendiera alejarlos de su cuerpo. Después de unos 40 segundos, deje bruscamente de empujar, relájese y permanezca de pie, con los brazos caídos a los costados. Si es usted como la mayoría de nosotros, sus brazos se elevarán involuntariamente, como alzados por unos invisibles globos de helio. ¿Motivo? Cuando se aplica continuamente una fuerza hacia el exterior, el cerebro se habitúa a que éste sea el “estado neutro”, por lo que, al cesar el empuje, los brazos tienden a moverse hacia fuera. Esta sencilla demostración revela que las áreas sensoriales de nuestro cerebro no son meros receptores pasivos de señales procedentes de los órganos de los sentidos. Antes bien, debemos considerar que se encuentran en un equilibrio dinámico con el mundo exterior, un punto de equilibrio en constante desplazamiento en respuesta a un entorno cambiante.
¿Jalea o terciopelo? La demostración siguiente puede constituir un efecto relacionado. Hágase con un trozo de tela metálica de malla grande (como la de las jaulas de pollitos), montado, de ser posible, en un bastidor de madera. Sostenga la tela metálica entre las palmas de las manos. Hasta aquí, nada especial. Comience ahora a frotarse las palmas de las manos, una contra otra, con la tela metálica de por medio. Cosa notable: sentirá usted que las palmas parecen ser de una jalea o de terciopelo.
Vilayanur S. Ramachandran y Diana RogersRamachandran están en el Centro para el Cerebro y la Cognición de la Universidad de California en San Diego.
BIBLIOGRAFIA COMPLEMENTARIA THE SENSORY HAND: NEURAL MECHANISMS OF SOMATIC SENSATION. Vernon Mount-
castle. Harvard University Press, 2005.
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LIBROS
MENTE EXTENSA Mecanización de la mente o mentalización de la máquina
SUPERSIZING THE MIND. EMBODIMENT, ACTION, AND COGNITIVE EXTENSION , por Andy Clark.
Oxford University Press; Oxford, 2008. MARKING THE MIND. A HISTORY OF MEMORY,
por Kurt Danziger. Cambridge University Press; Cambridge, 2008.
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os estudios sobre la mente venían dejando de lado el propio cuerpo y el mundo entorno. Contra esa tendencia arraigada han comenzado a menudear trabajos centrados en la “cognición extensa”, que se supone encarnada en un soma, determinada por unas coordenadas espaciotemporales y repartida (Supersizing the Mind. Embodiment, Action, and Cognitive Extension). En ese nuevo enfoque, pensamiento y razón se describen inextricablemente unidos a nuestro desenvolvimiento corporal, a nuestros hábitos de acción e intervención y a la red de andamiajes sociales, culturales y técnicos en los que vivimos, nos movemos, aprendemos y pensamos. Pioneros en esa nueva línea han sido Andy Clark y David Chalmers. ¿Cómo queda la mente repartida en nuestro mundo? Para ejemplificarlo suele recurrirse a los ingenios informáticos sin los cuales la vida sería hoy inimaginable. Así, con el iPhone. La máquina se hace cargo de funciones centrales del cerebro: sustituye parte de la memoria, pues al-
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macena números de teléfono y direcciones, retiene preferencias gastronómicas del poseedor, calcula, sirve de agenda y de biblioteca virtual a través de buscadores de la red. El iPhone no agota su virtualidad en su carácter de herramienta; partes del ingenio han pasado a ser partes de mí mismo. En un primer ámbito, la mente extensa remite a la extensión de los sentidos y, de forma determinante, el uso del lenguaje como herramienta para alargar nuestro pensamiento. La tesis central de la mente extensa declara que, cuando hay partes del entorno que se acoplan con el cerebro de una forma adecuada, se convierten en partes de la mente. Contra el núcleo de esa tesis suele objetarse que los procesos cognitivos externos operan diferentemente de los procesos cognitivos internos y que constituye un abuso del lenguaje depositar cognición en el mundo, debilitando la función central del cerebro. A ello responden los partidarios que no ven por qué se ha de privilegiar la frontera de la mente en la
piel o en el cráneo. Aunque conceden que la percepción constituye la interfaz entre mente y mundo, alegan que la cámara del iPhone puede servir de mecanismo perceptivo extendido. En el marco de esta nueva tesis, las creencias, los procesos cognitivos, los mecanismos perceptivos y el estado de humor se extienden todos más allá de los límites de la conciencia. De manera señalada, sería la parte no consciente de nuestro mundo interior la que se extiende. Los correlatos neuronales de la conciencia podrían sustituirse por módulos electrónicos. A mayor abundamiento, sostienen que la tesis de la mente extensa es compatible con el fisicalismo y con el dualismo. Compatible también con las doctrinas conexionistas y clásicas, con enfoques computacionales y no computacionales. De las facultades extensibles merece especial atención la memoria. Pero, ¿en qué consiste? Se trata de una de las entidades psicológicas más investigadas desde la antigüedad clásica (Marking the Mind. A History of Memory), que opera
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Galatea de las esferas, Salvador Dalí, 1952.
en un contexto social. Y consiste en un proceso lineal que codifica, almacena y recupera información procedente del entorno. Esa secuencia, entera, se suponía, mediados los ochenta, que se desarrollaba en la mente. Lo que sucedía antes de ser cifrado y luego recuperado no se consideraba parte de la psicología de la memoria. Entre las metáforas asociadas al concepto de memoria, dominó la imagen del almacén, que recibiría un sólido respaldo con el advenimiento del ordenador. La encontramos en figuras tan dispares como san Agustín o John Locke. En el Medievo encontramos variantes muy vivas, que iban desde los especímenes arquitectónicos (salas, palacios o casas) hasta cajas,
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cestos o bolsas. Remontándonos hasta sus primeros tiempos, en Aristóteles, el proceso de recuperación de la memoria condujo a la introducción de una metáfora adicional, la de la caza, que comporta la naturaleza inquisitiva y activa de la recuperación del conocimiento desde el almacenamiento de la memoria. Dentro de los modelos físicos de la memoria, pudiéramos singularizar las aportaciones de Robert Hooke, encargado de los experimentos desarrollados en la Royal Society de Londres y autor de una lección magistral, en 1682, de título revelador: A Hypothetical Explication of Memory: how the Organs made use of the Mind in its Operation may be mechanically understood. Aunque no acometió experi-
mentos sobre la memoria, explicaba ésta mediante analogías mecánicas extraídas de la naturaleza. En la misma onda, David Hartley (1705-57) aplicó los principios newtonianos a la fisiología. Propuso que las impresiones sensoriales producían vibraciones físicas en los nervios y en última instancia en el cerebro. Esas vibraciones continuaban tras la terminación de su origen sensorial en forma de vibraciones sutiles, que constituían la base física de las huellas de la memoria. En esas vibraciones nerviosas lo primordial era su interacción. Las vibraciones producidas en una estrecha proximidad temporal quedaban ligadas y cuanto más frecuentes eran las asociaciones, mayor intensidad adquirían. Al generarse una vibración, automáticamente “excitaba” a la otra con la que estaba vinculada. Así, cuando dos sensaciones acontecieron juntas en el pasado, la ocurrencia de una evocaba la otra. Andando el tiempo, la invención de la fotografía y el fonógrafo, en el siglo XIX, apuntalarían la interpretación de la memoria basada en modelos físicos. En 1945 von Neumann comparó el ordenador digital con el cerebro. En su propuesta, dotó a los ordenadores de “memoria”; así llamó al componente de almacenamiento que permitía “recordar” la información introducida. Estaba convencido de que el almacenamiento informático y la memoria biológica eran real y profundamente similares. A diferencia de la pizarra de cera, otra imagen antiquísima, la memoria del ordenador operaba, en su opinión, siguiendo el mismo mecanismo que en el cerebro. A medida que los computadores digitales se convirtieron en parte vital de los sistemas hombre-máquina y se hicieron cargo de algunas funciones que antaño quedaban reservadas a los humanos, las analogías entre las capacidades de los humanos y las de los computadores han ganado en importancia. De acuerdo con la tesis de la mente extensa, nuestra memoria y otras funciones cognitivas no pueden ya quedar aisladas de la percepción sensible y de la acción desarrollada en el mundo. Nuestra cognición se encontraría instalada en un mundo que incluye otros individuos y artefactos materiales. LUIS A LONSO MENTE Y CEREBRO 36 / 2009