6879008 Que Es La Reingenieria Personal

January 4, 2018 | Author: Giorgio Sheron | Category: Alexander The Great, Aristotle, Paradigm, Socrates, Alexandria
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¿Qué es la Reingeniería Personal? La Reingeniería Personal es hacer un cambio radical, brutal, de uno mismo, presuponiendo que lo que somos, lo que hacemos, lo que sentimos, lo que decimos, puede ser mejorado sustancialmente. La Reingeniería busca hacer cambios espectaculares en nuestras cuatro dimensiones: física, mental, emocional y espiritual. Parte de la premisa de que sí es posible “enderezar a un árbol que creció torcido”, de que nada es irremediable, de que el cambio personal es la guerra más importante que podemos pelear en nuestra vida y quizá la única verdadera guerra que vale la pena tener. Desde los tiempos milenarios, Sun Tzu, el primer teórico de la guerra, señaló: «El guerrero invencible no es aquel que ha ganado mil batallas, sino el que se ha vencido a sí mismo» Se requiere mucha voluntad, mucho coraje, mucha decisión, mucho ánimo y mucho carácter para enfrentarse a uno mismo. Quien vence a otros es fuerte, quien se vence a si mismo es poderoso, dijo Sun Tzu. La Reinvención personal no es algo fácil, ni algo rápido, ni sus ganancias son instantáneas o tangibles. La Reinvención personal es difícil, como cualquier guerra, sus ganancias son lentas, a veces imposibles de ver. Pero es lo más satisfactorio que podemos hacer en la vida. Cada batalla ganada contra uno mismo es lo más placentero, lo más dulce que podemos tener en la vida. Cada batalla ganada contra uno mismo va fortaleciendo nuestro carácter y nos va preparando para pelear la siguiente batalla. Como dijo Eduard Gibbon: “Te mejoras con victorias sobre ti mismo”. En ese mismo sentido, Antoine de Saint- Exupéry manifestó: “El hombre se descubre a sí mismo cuando se enfrenta a los obstáculos”. Lo más fácil es aceptarnos como somos, como crecimos, como nos educaron, como nos ha moldeado la vida o el sentido común o nuestros padres o nuestras iglesias. Lo más difícil es alinearnos a principios universales y eternos. Para ello requerimos mucho coraje, pero también mucho carácter. Al respecto, Francois de Salignac de la Mothe- Jénelan señaló: “Los hombres de carácter son infinitamente más raros que los de talento. El talento puede no ser más que un don de la naturaleza. El carácter es el resultado de mil victorias logradas por el hombre sobre sí mismo”. La reingeniería nos hace hombres de carácter, independientemente de que tengamos o no algún talento particular. La Reinvención personal consiste básicamente en alinearnos a principios, porque presuponemos que existen principios universales y eternos, es decir que nunca cambian, ni de tiempo en tiempo, ni de lugar en lugar, ni de persona en persona, ni de cultura en cultura. Los principios nos dan poder y con ese poder podemos, en primer lugar, transformarnos a nosotros mismos y ser un ejemplo y un estímulo para promover el cambio en los demás. Con base en ello podemos transformar el mundo, un país, una institución, una organización, una familia o una empresa. El cambio que promueve la Reinvención personal va de Adentro hacia afuera, de abajo hacia arriba. Parte de la premisa de que no podemos cambiar a nadie sino demostramos primero que nos podemos cambiar a nosotros mismos. Parte de la premisa de que el único cambio verdadero, real, es el que hacemos de nosotros mismos. De que no vale la pena pretender cambiar al mundo sino nos cambiamos antes a nosotros mismos, de que el único cambio duradero, trascendente es el que podemos hacer de nosotros mismos.

La Reinvención personal no es fácil, no es un juego, no es una diversión, no es algo que se pueda tomar a la ligera. La Reinvención personal es dura, es difícil, es una guerra, produce dolor, como toda transformación. Pero sus logros son lo que nos puede dar más placer y felicidad en la vida, el verdadero placer y la auténtica felicidad. ¿Cómo hacer Reinvención personal?

Para hacer Reinvención personal necesitamos, en primer lugar, como predicaba el Oráculo de Delfos: “conocernos a nosotros mismos”, hacer un autodiagnóstico de nosotros, de cada una de nuestras dimensiones. Debemos conocer, en primer lugar, nuestro paradigma, para luego estudiar sus límites y entonces poder pretender romper o cambiar ese paradigma y construir uno nuevo. Lo más fundamental, entonces, es conocer qué son los principios y qué son los paradigmas y cuáles son las diferencias entre ellos. Si no conocemos qué son los principios y los paradigmas y sus diferencias entonces no entenderemos nada y jamás podremos hacer nuestra reingeniería, porque no podremos escapar de la trampa que nos ponen nuestros paradigmas. Simplemente lo que tendremos que cambiar se nos hará invisible, jamás lo veremos y por lo tanto nunca lo podremos cambiar. ¿Qué son los principios? Los principios son leyes universales, los principios son eternos y universales; sé que es difícil aceptar, en principio, que algo puede ser universal y eterno. Esta es una de las primeras impugnaciones que recibo siempre que le trato de enseñar a un grupo los principios. Sus propios paradigmas les impiden comprender que un principio puede ser universal y eterno, porque los propios paradigmas no lo pueden ser. El ejemplo que utilizo es el de la Ley de Gravitación Universal. La cual es, como toda verdadera ley, universal y eterna. Es decir, opera en todo lugar y en todo momento. Operaba lo mismo para los egipcios que para los romanos en la antigüedad, que para los chinos o los mexicanos en el presente. Dicha ley opera en la Tierra, en la Luna, el Sol o en cualquier Galaxia. Si tengo entre mis dedos un objeto y de pronto los abro, dicho objeto va a caer al piso y esto sucederá una vez o miles de veces, siempre que haga lo mismo habrá el mismo resultado, aquí y en China. Sin embargo, alguien me podrá decir que si hago lo mismo en la Luna el objeto caerá más despacio. Es cierto. Pero eso no significa que cambió la Ley, sino sólo que cambiaron los valores, el paradigma, en el cual dicha ley se manifiesta. La fórmula sigue siendo la misma, por eso se llama “ley de gravitación UNIVERSAL”, porque opera en todo el Universo. Eso es lo importante de los principios, que son leyes universales, que operan en todo tiempo y lugar, por eso si las conocemos, podemos utilizarlas a nuestro favor, nos dan poder, nos capacitan lo mismo para transformarnos a nosotros como a nuestro alrededor, ya que producen resultados predecibles, confiables, siempre los mismos. Cuando conocemos un principio lo podemos usar a nuestro favor. Por ejemplo, cuando el ser humano conoció el principio de la fuerza de gravedad, cuando le cayó la manzana en l a cabeza a Newton, entonces, conociendo esa fuerza, la pudimos utilizar a nuestro favor, ahora sabemos que si impulsamos un vehículo a una velocidad superior a 9.8 metros por segundo al cuadrado, ese objeto ya no caerá al piso sino que volará. Ese es el poder de los principios, esa es su magia. También sabemos que a un principio podemos oponer otro principio de mayor fuerza y anular su efecto. Podemos entonces hacer un juego de principios para provocar distintos resultados. Un principio es una causa que provoca efectos. Podemos tomar el ejemplo que cita Covey. Cuando tomamos un palo de un extremo y movemos la mano, el movimiento mínimo que tenemos en el principio de ese palo provoca del otro lado un efecto amplificado, mucho mayor. Ese es el poder de los principios, por eso si operamos con principios estamos jugando con las causas que provocan efectos ya sea en nosotros mismos o en la realidad. Los principios son poderosos, son mágicos, nos dan poder y producen resultados confiables, predecibles. Por eso es que con la reingeniería lo que buscamos es alinearnos a principios, en lugar de estar alineados a paradigmas. En resumen, los principios son: 1. Leyes universales 2. Eternos (operan lo mismo en la antigüedad que en el presente y seguirán operando igual en el futuro) 3. Universales (operan igual en cualquier punto del Universo) 3. Nunca cambian, ni de tiempo en tiempo, ni de lugar en lugar 4. Producen resultados predecibles, confiables 5. Nos dan poder, nos capacitan 6. Operan con o sin nuestro conocimiento y entendimiento

7. Son autos evidentes Ejemplo de principios Un ejemplo de principio es la puntualidad, que consiste en llegar en punto de un momento determinado a un lugar determinado (coordenadas tiempo-espacio). Cuando decimos a las 8 en punto aquí, es un principio universal, que significa llegar no antes ni después, sino precisamente en el punto. Este principio operaba igual para los griegos que para los chinos, que para los marcianos (si es que existen) que para los terrícolas. En cualquier punto del universo las 8 en punto en un punto en particular, en un lugar específico, es el mismo principio, el cual nunca ha cambiado ni cambiará. Sin embargo, hay que decir, que al igual que la ley de la gravedad, también existen paradigmas de puntualidad. Por ejemplo, en México cuando decimos que la fiesta empezará a las 8 en punto, los mexicanos sabemos que podemos llegar 15 o 45 minutos después. Los japoneses, en cambio, tienen un paradigma de puntualidad más estricto. El los consideran que es impuntual lo mismo quien llega antes que quien llega después de las 8 en punto. Muchas veces pensamos que podemos violar principios y que no pasa nada. “¿qué mas da llegar 5 minutos tarde?”, sin embargo, aunque no lo veamos o no lo comprendamos, hay cosas que suceden, cosas muy importantes, como la confianza, la seguridad, la predicibilidad. Cuando llegamos en punto nos volvemos confiables, predecibles, seguros, tanto para nosotros como para los demás. Estamos fortaleciendo nuestro carácter. Estamos diciendo que vamos a hacer algo y lo hacemos. Mejoramos nuestra integridad, el control de nosotros mismos. Somos nosotros los que decidimos y los que disponemos y los que tenemos el control, de nuestras palabras y de nuestros actos. Esto nos da poder, nos da seguridad, nos da confianza en nosotros mismos. Si podemos ganar estas pequeñas batallas podremos luego ganar batallas más grandes, más importantes. Pero si perdemos estas pequeñas batallas, si no somos capaces de comprometernos a algo tan pequeño y lograrlo, entonces jamás podremos ganar nuestra guerra personal. No tendremos el carácter, la voluntad, el coraje para hacerlo. Sin embargo, tendemos a despreciar estos pequeños principios, por considerarlos insignificantes, una minucia, nada relevante y cuán equivocados estamos. Lo primero que tenemos que hacer es romper este paradigma. Pero si no estamos convencidos no lo vamos a hacer. El modelo en que se basa la Reinvención personal es el siguiente: Principio - Acto - Hábito - Ética Ley - Institución Si nos alineamos o centramos nuestra vida en principios y éstos los convertimos en actos y en hábitos, entonces estaremos fincando una ética personal, la cual se convertirá en la ley de nuestra vida y eso producirá, tarde o temprano, efectos. Seremos hombres de carácter, fincados en una ética. Al respecto Covey advierte que hay dos tipos de personas: las que se apoyan en la ética del carácter y quienes se apoyan en la personalidad (es decir tratan de ser los más simpáticos, los más agradables, los más populares, el alma de las fiestas, etc.). Los hombres de carácter basan su fuerza, su seguridad en los principios y no en un don en particular (saber contar buenos chistes, cantar, saber conversar agradablemente, etc.). Dios, el primer principio Si aceptamos la idea de Dios, sólo lo podemos concebir, no como una persona, a imagen y semejanza nuestra, sino como un principio, el principio primero, la causa primera, la causa de todas las causas, el principio que desencadena todos los demás principios, el principio del principio del principio. Esa es la fuerza de Dios, ese es su poder, por eso Dios es Universal y Eterno, porque no es un paradigma, porque no es a imagen y semejanza de nadie más que de sí mismo, porque es un Principio Puro, Universal y Eterno, por eso está y existe en todo tiempo y en todo lugar. Convertir a Dios en una imagen es devaluarlo, es degradarlo, es paradigmatizarlo. Dios es un principio y los principios no se pueden ver ni tocar, pero existen y son lo único trascendente, lo único duradero, lo único universal y eterno. El día que podamos ver y tocar a Dios ya no será Dios, ya no será un Principio, se habrá convertido en un paradigma y como éstos será perecedero, cambiará de cultura en cultura y de ideología en ideología y de lugar en lugar, como han convertido las distintas religiones a su “Dios” o a sus Dioses. Este concepto de Dios va más allá de la fe. Ya no es una cuestión de si creemos o no en Dios. Simplemente le estamos llamando Dios a la causa

primera, a la causa de causas, al principio de todo, al principio del principio del principio. Este es un concepto científico de Dios. Es una ley. Por primera vez podemos reconciliar la fe y la ciencia. Podríamos anteponer a esta teoría otra que dijese que no hubo una sola causa, sino muchas, eso sólo nos llevaría a presuponer que habría tantos dioses como causas primeras detectemos. Quizá no podamos resolver cuál de estas dos teorías sea la correcta, pero yo prefiero creer que hubo una causa primera, una sola causa, un solo principio, del cual s e desencadenaron todas las demás. Esta teoría debe ser aceptada hasta que no se demuestre lo contrario. Ese es el principio de la ciencia. Por primera vez podemos reconciliar a la ciencia con Dios. Ya no son enemigos, ya no la primera niega a Dios. Ahora lo puede comprender. Lo único que tiene que hacer la ciencia es buscar la causa primera, la causa de todas las causas, el principio del principio y entonces llegará a Dios, así de fácil, así de complicado. Principios vs. Antiprincipios Lo curioso es que así como tenemos principios que son universales y eternos, también tenemos antiprincipios, igualmente universales y eternos. Es más, por cada principio vamos a tener un antiprincipio, el cual será su antípoda. Así como tenemos la puntualidad como un principio universal y eterno, tenemos la impuntualidad. Así como tenemos el orden, tenemos el desorden, a la limpieza le confrontamos l a suciedad, a la justicia la injusticia, a la libertad la esclavitud. Nosotros podemos basar nuestra vida en principios o en antiprincipios y de la misma manera que los principios producen resultados predecibles, igual lo hacen los antiprincipios nada más que en sentido inverso. Principios vs. Paradigmas Los principios también son la antítesis de los paradigmas. Estos son mapas que nos permiten entender la realidad, guiarnos en ella y tomar decisiones. Pero como des cubrió Thomas Kuhn, en La estructura de las revoluciones científicas, los paradigmas, al tiempo que nos ayudan a comprender la realidad, por la otra parte nos ciegan ante ella, ya que nuestros paradigmas nos impiden ver algunos datos de la realidad que no concuerdan con nuestros paradigmas. Kuhn hizo una investigación científica en la que demostró que los propios científicos se enfrentaban a tres tipos de datos: - los primeros que sí concuerdan con su paradigma - los segundos que muy forzadamente s e pueden explicar dentro del paradigma - y los terceros, que eran francamente invisibles para los científicos, que no los podían ver, porque no concordaban con su paradigma. Un ejemplo clásico es el de la mecánica clásica de Newton que aparentemente explicaba el Universo como una máquina predecible y perfecta y la teoría de la relatividad de Einstein que vino a demostrar que el mundo no era tan perfecto y predecible como un reloj newtoniano. Los paradigmas cambian de tiempo en tiempo y de lugar en lugar, son diferentes para cada persona y de cultura en cultura, dependen de nuestra ideología, de nuestra realidad, los podemos cambiar, nos sirven para entender nuestra realidad y guiarnos en ella, en ese sentido son como los lentes a través de los cuales vemos el mundo. Son la contraparte de los principios y son tan importantes que merecen un capítulo aparte. Por ahora sólo nos basta saber que los principios son la mitad de la naranja, en tanto que la otra mitad, como dijo Pitágoras son los paradigmas. En ese sentido podríamos decir que la fórmula de la realidad es la siguiente: Realidad = Principios + Paradigmas Pitágoras advirtió que “el principio es la mitad del todo”. Pitágoras sabía mucho de principios, tenía una sociedad secreta, matemática que en base a principios descubrieron, por ejemplo, la música. Si el principio es la mitad del todo, ¿cuál es la otra mitad?, los paradigmas. Toda realidad va a estar compuesta entonces de dos partes: una parte de principios y otra parte de paradigmas. Por ejemplo, el oro es un paradigma, ya que su valor depende de si es escaso o abundante. Así si en es tos momentos lloviera oro, entonces se convertirá en basura que tendríamos que encontrar donde apilarla. Pero el oro está compuesto de algunos principios físico-químicos que lo hacen oro en cualquier lugar de l universo, independientemente de si le demos valor o no, de si sea abundante o es caso. Esos principios

nunca cambian, porque si cambian deja de ser oro y se convierte en otra cosa. Principios vs. Valores Buena parte de la gente tiende a confundir los principios con los valores y para muchos principios y valores son la misma cosa. Sin embargo, hay que aclarar que mientras que los principios son universales, los valores son particulares. Por ejemplo, los valores incluyen el bien y el mal, pero estos son conceptos relativos. Si un león se come a un venado, para él fue bueno, pero para el venado fue malo. El principio universal es que un ser vivo para sobrevivir se tiene que comer a otro ser vivo (así sea que comamos vegetales). Los principios no son buenos o malos, simplemente son, existen y producen resultados predecibles. Los principios son universales, los valores en cambio son paradigmas que cambian de persona en persona. Lo que yo considero valioso otra persona lo puede considerar basura y viceversa. En cambio los principios son iguales para todos. Una aclaración sobre los principios Cuando hablamos de un principio estamos yéndonos al principio, es decir a su esencia. Por ejemplo, cuando hablamos de libertad, no nos referimos a nuestro concepto o nuestra interpretación de qué es la libertad... esto ya es un paradigma. Cada pueblo, cada cultura, tiene su propia interpretación de qué es libertad y qué no es. Nosotros sólo nos vamos al principio puro, es libertad o no es libertad. En el momento en que damos un paso, nos alejamos del principio y lo convertimos en paradigma. Por eso los principios sólo los podemos tomar en su esencia, como algo puro. Es o no es. Igualmente cuando damos nuestra interpretación de Dios, lo estamos desconvirtiendo de un principio y lo estamos convirtiendo en un paradigma, en nuestra versión de Dios. Los principios debemos verlos sólo como eso, como un principio, como lo que está al principio, así, puramente, sin ninguna definición, concepto o interpretación, porque entonces dejan de ser principios y se convierten en paradigmas. ¿Cómo usar los principios para hacer un cambio? Los principios son el control del cambio, el volante, el gobernador del cambio. En base a los principios podemos empezar a transformarnos y transformar nuestra realidad. Por ejemplo, cuando decimos que vamos a basarnos en el principio de la limpieza, la pregunta es cuántas veces debemos bañarnos en un día. La respuesta depende de nuestro paradigma. Es decir, si vivimos en un clima templado, con una vez al día será suficiente. Pero si vivimos en una zona muy calurosa y húmeda tendremos que bañarnos dos o tres veces. El principio de la limpieza nunca cambia, pero el paradigma en el que aplica sí, al igual que con la ley de la gravedad, la fórmula es la misma en todo el universo, pero se manifiesta de manera distinta en la Tierra, en la Luna o en Saturno. Los principios nos permiten graduar o regular el cambio. Por ejemplo, cuando decimos que vamos a dejar de fumar, para basarnos en el principio de no consumir sustancias tóxicas para nuestro organismo. Lo importante es saber que si dejamos de fumar totalmente estamos haciendo un cambio de 180º o de 100%. Podemos decir que sólo vamos a dejar de fumar la mitad de los cigarrillos que consumimos al día y entonces estaremos haciendo un cambio de 90º o de 50%. Podemos utilizar los principios para regular el cambio, para graduarlo, utilizando los principios como el volante del cambio. Si queremos cambiar necesitamos un controlador del cambio, un control y éste son los principios. Un ejemplo de cómo operan los principios Ejemplo tomado de integridad «Nunca olvidaré un sábado en que se abrió la temporada de cacería de faisán. Papá, mi hermano mayor y yo nos levantamos a las 4 de la mañana. Tomamos el enorme y nutritivo desayuno de mamá, arrancamos el auto y partimos a las 6 de la mañana hacia nuestro destino. Llegamos temprano para elegir un punto antes que los demás, anticipando la hora de apertura a las 8:00. Al acercarse esa hora, otros cazadores pasaban a nuestro alrededor,

tratando de encontrar puntos en los cuales cazar. A las 7:40, vimos cazadores en los campos. A las 7:45 empezaron los disparos, quince minutos antes de la hora oficial. Volteamos a ver a papá. No hizo ningún movimiento excepto para ver su reloj, todavía esperando que dieran las 8. Algunas de las aves estaban volando. Para las 7:50 todos los cazadores estaban en los campos y había disparos por todas partes. Papá vio su reloj y dijo: “La cacería empieza a las ocho en punto, chicos”. Como tres minutos antes de las ocho, cuatro cazadores llegaron a nuestro campo y pasaron de largo. Nosotros vimos a papá. El dijo: “La cacería empieza a las ocho”. A las ocho, las aves se habían marchado, pero nosotros caminamos hacia el campo. No conseguimos ningún faisán ese día. Pero conseguimos un recuerdo inolvidable de un hombre que yo quería imitar fervientemente, mi padre, mi ideal, quien me enseñó la integridad absoluta” El ejemplo de Sócrates Uno de los ejemplos más importantes en la historia de la humanidad lo dio Sócrates, el filósofo griego quien fue acusado de corromper a la juventud y de inventar nuevos dioses. Sócrates fue hallado culpable y sentenciado a beber la cicuta, un poderoso veneno. Los amigos de Sócrates prepararon su fuga de la prisión y cuando estaba todo listo le fueron a comunicar sus preparativos. Sócrates los invitó a dialogar. Les dijo: “he sido juzgado por una sociedad y por leyes en las que yo mismo creo y me han encontrado culpable y debo acatar la sentencia”. “Siempre he vivido en ésta ciudad. Atenas me ha dado todo. He sido condenado tras un proceso legal y sería injusto que yo no cumpliera la sentencia... A dónde puedo escapar que no me alcance mi incongruencia". Lo atractivo es violar principios Cuando uno viola principios no hay lugar a donde uno pueda escapar donde no lo alcance a uno la incongruencia. No hay permiso para violar principios. Ciertamente es el camino fácil. Es muy atractivo violar principios, porque esto nos produce ganancias rápidas, de corto plazo, fáciles y personales. Por eso el sentido común nos invita a violar principios, a llegar tarde a nuestras citas, a decir una cosa y hacer otra, a hacer compromisos y no cumplirnos, a decir mentiras, a robar y más aún cuando a nuestro alrededor estamos inmersos en una sociedad permisiva que considera que es bueno violar principios o que quien lo hace es el listo, es el abusado, es el “inteligente”. Por ejemplo, cuando se considera que el “listo” no es el que estudió para un examen, sino el que pasó sin estudiar, porque copió. Vemos entonces sociedades que están al revés, de cabeza, que violan principios sistemáticamente y entonces, para un individuo que vive en esa sociedad, lo más normal, lo más común, es hacer lo que hacen los demás: “si los demás mienten, porqué yo no, si los demás roban, porqué yo no, si los demás son impuntuales, porqué yo no, si los demás dicen una cosa y hacen otra, porqué yo no, si los demás matan, porqué yo no...”. Nos damos así licencia para matar, para mentir, para robar... Pero el hecho real, verdadero, es que el hecho de que los demás mientan, no nos da permiso para hacerlo nosotros, ni de robar, ni de matar. No tenemos licencia para violar principios, aunque muchas veces pensemos que podemos ganarle la guerra a la realidad y convertirnos nosotros en nuestros principales enemigos. Cuando violamos principios estamos atentando contra nosotros mismos y contra la realidad. Pero no hay manera de ganarle la guerra a la realidad ni de engañarnos a nosotros mismos. "A pesar de su habilidad de pretender o ponerse máscaras, sus verdaderos deseos, valores, creencias y sentimientos salen de mil maneras. De nuevo, usted enseña sólo lo que es: no más, no menos", como advierte Stephen R. Covey. No podemos estar en contra de los principios sin sufrir las consecuencias. Los principios existían antes de que nosotros naciéramos y seguirán ahí cuando nosotros nos hayamos convertido en polvo. El problema, como dice Covey, es que existen dos mentalidades o culturas: la mentalidad de la escasez y la mentalidad de la abundancia. Los que están instalados en la mentalidad de la escasez sienten que hay muy poquito de todo y entonces las cosas van a ser de quien se ponga más listo o más abusado, el que se las agandalle o “se las aperre”……, porque de lo contrario, alguien más lo va a hacer. En la mentalidad de la abundancia se considera que puede haber para

todos, de que lo importante no son las ganancias individuales, sino las colectivas, de que no debemos tener una mentalidad de yo-yo (yo, primero yo, luego yo, siempre yo, únicamente yo). Pero la gente que está atrapada en el paradigma de la escasez no podrá dejar de pensar en sí misma y en su beneficio personal y jamás podrá comprender que existe otra mentalidad, la de la abundancia, donde operan los principios.

El sentido común vs. El sentido crítico Jesús de Nazaret decía que si te pegan en una mejilla pon la otra, si te roban la túnica que regales la capa. Esto no es el sentido común. Si uno le dice a cualquier persona que haga esto le parecerá una tontería. El sentido común aconseja hacer lo contrario: si te pegan en una mejilla, tú regresa el golpe, si te roban la túnica, entonces tú quítale algo a alguien, si te insultan, tú insulta. Devuelve golpe por golpe, la ley del talión (ojo por ojo y diente por diente). Jesús de Nazaret estaba centrado en principios y nos invitaba a nosotros a hacer lo mismo. Sus enseñanzas no fueron comprendidas y lo acabaron crucificando. Aquí claro eran metáforas que no estamos acostumbrados a leerlas ni entenderlas, pero igual y luego escribimos sobre lectura e interpretación de metáforas Centrarse en principios puede parecer peligroso, pero es lo único que realmente vale la pena. LO FÁCIL Y LO DIFÍCIL DE LA VIDA Como decíamos, no es fácil cumplir principios, alinearse a ellos. Lo fácil, lo atractivo, es violarlos. Porque al violarlos obtenemos ganancias rápidas, tangibles. En cambio, cuando los cumplimos no vemos qué ganamos. Por eso el sentido común invita a violar principios. Esto lo podemos ver en la siguiente lista. Lo más fácil es ser impuntual. Lo más difícil es ser puntual. Lo más fácil es dar una excusa. Lo más difícil es cumplir lo que se promete. Lo más fácil es ser desordenado. Lo más difícil es ser ordenado. Lo más fácil es ser descuidado. Lo más difícil es ser cuidadoso con todos los detalles. Lo más fácil es ser sucio y grosero. Lo más difícil es ser limpio y educado. Lo más fácil es no tener un proyecto de vida. Lo más difícil es tener una misión en mente y llevarla a cabo. Lo más fácil es no es tediar. Lo más difícil es aprender nuevos conocimientos y ponerlos en práctica. Lo más fácil es no seguir ninguna metodología ni ningún programa. Lo más difícil es sujetarse a un guión y aplicar rigurosamente una metodología, hasta obtener los resultados deseados. Lo más fácil es ser reactivo, dejarse llevar por las emociones o los sentimientos. Lo más difíciles ser proactivo, ejercer tu libertad, no dejar que tus estímulos te manejen, elegir tus decisiones. Lo más fácil es ser un don nadie, lo más difícil es ser alguien. Lo más fáciles no ser una persona íntegra, armoniosa. Lo más difícil es conseguir la integridad y tú armonía. Lo más fácil es decir una cosa y hacer otra. Lo más difícil es hacer lo que se dice y decir lo que se hace. Lo más fácil es sentir una cosa y pensar otra. Lo más difícil es sentir lo que se piensa y pensar lo que se siente. Lo más fácil es aparentar lo que no se es. Lo más difícil es ser lo que se aparenta y aparentar lo que se es. Lo más fácil es acumular cosas sin ton ni son, dejarse llevar por el consumismo y por los deseos. Lo más difícil es contenerse, desprenderse de cosas y consumir sólo lo estrictamente indispensable. Lo más fácil es criticar, condenar y juzgar a los demás. Lo más difícil es comprender, entender y compadecerte de los demás, ayudándolos a superarse. Lo más fácil es amar a lo que nos ama. Lo más difícil es amar a quien nos odia. Lo más fáciles amar condicionalmente. Lo extraordinariamente difícil es amar incondicionalmente. Lo más fácil es aprovecharse de las situaciones. Lo más difícil es ser justo y equitativo.

Lo más fácil es ser parcial, especialmente a favor nuestro. Lo más difícil es ser imparcial, incluso en contra de nuestros intereses y deseos. Lo más fácil es tener relaciones perder-ganar, perder perder o ganar-perder. Lo más difícil es tener relaciones verdaderamente ganar-ganar. Lo más fácil es ser un águila solitaria o un lobo estepario. Lo más difícil es aprender a convivir, a relacionarse con los demás, a trabajar en equipo, a lograr la verdadera sinergia. Lo más fácil es perder el control, desesperarse, gritar, regañar. Lo más difícil es mantener el control, tener paciencia, hablar con prudencia y mesura y más que buscar el error en los demás, buscarlo en nosotros mismos, en nuestras acciones, en nuestra forma de interpretar la realidad. Lo más fácil es dejarse llevar por las pasiones, dejar que nos gobierne nuestra voluntad. Lo más difícil es dejar que nos gobierne nuestra razón y nuestro juicio. Lo más fácil es no tener una ética. Lo más difícil es tener una ética personal, a la cual serle fiel y dejar que sea ella la que gobierne y controle nuestra vida. Lo más fácil es comer cualquier cosa, de mala calidad y a cualquier hora. Lo más difícil es consumir alimentos sanos, nutritivos y a la hora adecuada. Lo más fácil es no tener ningún tipo de moderación Lo más difícil es encontrar el justo medio. Lo más fácil es preocuparse de todo. Lo más difícil es ocuparse de lo que uno tiene que ocuparse. Lo más fácil es echarle la culpa de nuestros fracasos a las circunstancias, a la suerte o a otra gente. Lo más difícil es aceptar que la única y verdadera solución de todos nuestros males y problemas está dentro de nosotros. Lo más fácil es cerrar los oídos y la mente a la sabiduría. Lo más difícil es comprender las causas primeras de todas las cosas. Lo más fácil es leer este escrito y no aprender nada. Lo más difícil es entenderlo, razonarlo y poner en práctica sus principios, convertirlos en actos y éstos en hábitos. Dwight disenhower (18901969) advirtió: “El pueblo que valora sus privilegios por encima de sus principios pronto pierde unos y otros”. La Reinvención personal consiste en volverse un hombre de principios, un ser humano centrado en principios, alineado a principios y no en paradigmas. Por eso es tan importante conocer qué son los principios, cómo operan y cómo traducirlos en actos, en hábitos, en una ética y en una ley personal. ¿Quién inventó todo esto? El conocimiento de los principios, como decíamos, viene desde Pitágoras y su sociedad matemática secreta. Pitágoras investigó muchos principios y los resumió en sus Versos de Oro: Versos de Oro de Pitágoras Verso 1. Honra, en primer lugar y venera Dios, Hijo y espíritu santo, a cada uno de acuerdo a su rango. Verso 2. Respeta luego el juramento y reverencia a los héroes ilustres y también a los genios subterráneos Verso 3. Cumplirás así lo que las leyes mandan. Verso 4. Honra a tus padres así como a tus parientes. Verso 5. En cuanto a los demás haz amigo al que se distingue por su virtud. Verso 6. Presta atención a sus consejos y a sus virtuosos actos. Verso 7. Evita sentir el odio. Verso 8. Recuerda que el poder habita cerca de la necesidad. Verso 10. Evita la gula, la pereza, la lujuria y la ira. Verso 11. No hagas nunca nada vergonzoso. Verso 12. Respétate sobre todo a ti mismo. Verso 13. Ejerce la justicia en actos y palabras. Verso 14. Toma como hábito el comportarte con reflexión. Verso 15 Recuerda que morir es el destino de todos. Verso 16. En cuanto a las riquezas, acepta ahora el perderlas o el adquirirlas Verso 17. Recuerda que el sufrimiento hace crecer. Verso 18. Soporta con paciencia lo que te toca en suerte, nunca te quejes o indignes.

Verso 21. En cuanto a las muchas palabras que salen de los hombres, unas buenas otras malas, no te turbes. Verso 28. Los hombres débil es hablan y actúan irreflexiblemente. Verso 30. Abstente de opinar de aquello que no conozcas. Verso 32. Nunca seas negligente de la salud de tu cuerpo. Verso 35. Habitúate a l levar un género de vida limpio y sin lujos. Verso 36. Evita siempre hacer lo que pueda provocar envidia. Verso 37. No seas avaro, en toda s la s cosas excelentes guarda bien la medida. Verso 39. Haz lo que no te perjudique, reflexiona antes de hablar. Verso 50. No permitas que el sueño cierre tus ojos antes de haber examinado cada uno de tus actos del día. Verso 52. Si es que has cometido un error, corrígelo, hazlo en seguida, ve hasta el fondo y el fin, si son cosas vergonzosas las que has cometido, castígate, pero si has obrado bien, alégrate, practica este método con todo tu esfuerzo y empeño y medita acerca de ello, es preciso que ames esta práctica con todo tu corazón. Verso 59. Transfórmate en el amo de ti mismo, debes saber que los hombres atraen voluntariamente y por propia elección sus propios males, desgraciados como son no ven ni alcanzan a comprender que el bien está junto a ellos, pocos son los que saben liberarse de las desgracias, sé tú uno de ellos, obra bien y te librarás del mal. Verso 63. En cuanto a ti, tente confianza, cree en ti mismo. Verso 66. Y tras haber curado tu alma la salvarás de sus penas y triunfarás en todo lo que te propongas. Verso 71. Serás inmortal y la muerte ya no tendrá el poder sobre ti, sé libre. Los principios pasaron de Pitágoras a Sócrates y de éste a Platón y a Aristóteles, y éste se los enseñó a Alejandro de Macedonia y lo convirtió en Alejandro El Grande, en Alejandro Magno, en un Rey Filósofo. La Reinvención personal de Alejandro Alejandro era hijo de Filipo, Rey de Macedonia, un guerrero bárbaro y sanguinario, pero muy efectivo, que logró conquistar a los griegos. Filipo quería ser Rey de los Griegos, pero esto era una contradicción, porque los griegos en primer lugar eran demócratas, lo que hacía que no sintieran respeto por ningún rey y en segundo lugar menos por uno tan bárbaro y sanguinario como era Filipo. Como él no podía obtener el respeto de los griegos, entonces Filipo decidió que lo que sí podía lograr es que lo sintieran hacia su hijo Alejandro y para ello contrató al mejor filósofo griego de la época, al más prestigiado, a quien se consideraba el mejor alumno de Platón, para que educara a Alejandro en base a los principios de la cultura griega, para que le enseñara la sabiduría y la filosofía, para que lo convirtieran en un hombre culto, a la altura de los griegos, al tiempo que él se encargaría de convertirlo en un guerrero macedonio. Aristóteles era el mejor alumno de Platón, pero al morir éste, no lo deja como su sucesor en la dirección de la Academia, sino que deja a su sobrino. Por esta razón y por el hecho de que éste le imprime un sesgo matemático a los estudios de la Academia y Aristóteles odiaba las matemáticas, al tiempo de que un compañero de estudio fue designado dictador de una isla, Aristóteles deja los jardines de Academus y se convierte en asesor de su amigo, hasta que Filipo, posiblemente influenciado de su médico personal, Nicomaco, que curiosamente, era el padre de Aristóteles, decide contratarlo para que eduque a Alejandro. Para ello manda construir una universidad particular para su hijo, la cual sólo tenía un maestro, Aristóteles, y un alumno, Alejandro. En esa empresa, dicen que Filipo se gastó la cuarta parte del tesoro de Atenas. ¿Qué le enseñó Aristóteles a Alejandro? Por primera vez en la historia de la humanidad, dos grandes personajes, uno de los más grandes filósofos de todos los tiempos, Aristóteles, y uno de los más grandes genios militares de toda la historia, Alejandro Magno, conviven juntos aproximadamente cuatro años. ¿Qué le enseñó Aristóteles a Alejandro Magno que lo transformó y que lo convirtió en un Rey Filósofo, el único que en la historia de la humanidad ha logrado conquistar y unir dos imperios: el de Oriente y

Occidente. El único que fundó 47 ciudades, entre ellas Alejandría del Nilo, el único que creó dos de las siete maravillas del mundo clásico: el Faro y la Biblioteca de Alejandría, el único que cuando conquistaba a un pueblo no lo esclavizaba, sino que le daba la libertad, el único que cuando conquistaba a un general lo nombraba luego su representante, el único que cuando conquistaba un pueblo no le imponía su religión, ni sus creencias - Alejandro decía: “yo me arrodillo ante los Dioses de los pueblos que yo conquisto”, el único que hizo de Alejandría una ciudad cosmopolita, la primera en el mundo, donde podían llegar sabios de toda la tierra, de todas las lenguas, de todas las culturas y creencias. Aristóteles le enseñó a Alejandro no sólo la mejor gnosis de su época, sino también la mejor Sofía. Para los griegos la educación se dividía en dos áreas: - la gnosis, que es el conocimiento científico-técnico, el cual nos permite construir autos, aviones, ametralladoras o productos financieros y - la Sofía, que es la sabiduría de los principios. La civilización occidental le dio más importancia a la gnosis, ya que esta produce resultados tangibles, visibles y se olvidó de la Sofía. Sin embargo, es ésta la que nos permite saber qué hacer con las cosas que crea la gnosis. Por ejemplo, la gnosis permite que un hombre fabrique una bomba atómica. La Sofía nos dice qué hacer o qué no hacer con esa bomba. Si sólo damos gnosis entonces le estamos dando ametralladoras a los orangutanes. Aristóteles era un científico y era un filósofo. La ciencia estaba en pañales. Sin embargo, Aristóteles le trató de dar a Alejandro la mayor gnosis y la mejor Sofía de su época. Esto convirtió a Alejandro en un ser invencible, un general que no perdió ninguna batalla. Aristóteles le enseñó a Alejandro tres principios elementales que él a su vez había aprendido de Sócrates: la verdad, la bondad y la belleza. Con esos tres principios se pueden conquistar imperios y se puede transformar la realidad. La verdad, le dijo, se convierte en la lógica, en el orden. La bondad se convierte en la ética, y La belleza se convierte en la estética. Utilizando esos principios, Alejandro Magno fundaba ciudades ordenadas, lógicas, bellas y donde imperaba la bondad, la ética. Asimismo, utilizando esos principios, Alejandro ganaba guerras. Por ejemplo, con un ejército de 150 mil hombres, Alejandro derrotó a Darío, el Rey de los Persas, el cual tenía un ejército de 600 mi l a un millón de hombres, según los distintos historiadores. Aristóteles le enseñaba a Alejandro que las armas no sólo deben servir para matar, sino que deben ser estéticamente bellas, proporcionadas. Es entonces cuando los ejércitos se empiezan a vestir bien, aunque aparentemente no exista diferencia entre que los soldados vayan sucios o limpios a una guerra, en el fondo sí la hay, es lo que al final puede marcar la diferencia entre una derrota o una victoria. Cuando Aristóteles conoció a Alejandro éste tenía 12 años y era un niño insolente, soberbio, el hijo del Rey, prepotente y engreído. Aristóteles, que era un filósofo, un hombre sabio, moldeo es e material y lo transformó. Alejandro pudo ser así un guerrero tan hábil como su padre, pero con algo que éste nunca tuvo, el conocimiento de los principios. Alejandro, como Filipo combatía al frente de su ejército, montado en Bucéfalo y empuñando su espada. Había aprendido de su padre que hay que poner el ejemplo de valor a las tropas. Filipo ganaba guerras porque amenazaba a sus generales con degollar al que se quedara atrás de él y él se lanzaba al asalto espada en mano. Darío, en cambio, ponía mil hombres montados a caballo y con lanzas mientras él permanecía desde su carro observando la batalla. Cuando vio que Alejandro se abría paso para ir hacia su encuentro, huyó. Esto lo hizo dos veces, provocando una dolorosa derrota al mayor ejército de su época, al ejército del Imperio Persa. Cuando huyó Darío, dejó todo su séquito y sus riquezas en manos del ejército de Alejandro. Cuando los generales de Alejandro le llevaron el harem de Darío, donde estaba su madre, su esposa y las hijas de Darío y le dijeron que ahora podía hacer con esas mujeres lo que quisiera: violarlas, esclavizarlas, venderlas. Alejandro dijo: les concedo la libertad. Una libertad que ni siquiera tenían con Darío. Al grado de que la madre de Darío se quedó a vivir con Alejandro y le acabó llamando hijo. Darío nunca comprendió que Alejandro no hubiese abusado de su esposa, que era una mujer extraordinariamente bella, la esposa del Rey Persa y torturó al esclavo que le fue a dar la noticia de su muerte, porque no creía que Alejandro jamás había pisado su tienda. Alejandro siguió combatiendo a Darío y lo volvió a derrotar. Cuando Darío huyó lo persiguió. Pero como sus generales lo traicionaron y lo mataron. El rescató el cadáver y se lo entregó a su madre para que le hicieran un entierro digno de un Rey y persiguió hasta el fin de Asia quienes lo habían asesinado, para hacer justicia.

Alejandro fue un hombre, como todos, de contraluces, de claroscuros. Así como logró hazañas que ningún otro hombre de su época o después de ésta ha logrado, también tuvo excesos, especialmente cuando se alejó de los principios que le había enseñado Aristóteles, al grado de que rompió con él y acabó asesinando a su sobrino, a su mejor amigo y al mejor general que había tenido su padre, a pesar de que era un hombre 100% leal a él. Decisiones muy dolorosas que lo marcaron y que incluso acabaron con su vida. Acabó presa de hechiceros, adivinos y magos. Cuando dejó de ser simplemente Alejandro -como lo llamaban sus generales y su tropa- y cuando se convirtió en el Rey de los Persas y cayó víctima de la adulación, de las genuflexiones, de los halagos y de las riquezas del poder. En tan sólo 12 años logró transformar al mundo de su época y sentó las bases del mundo que ahora vivimos. Sin Alejandro el mundo quien sabe cómo hubiese evolucionado. No conquistó todo el mundo porque le faltó vida, de lo contrario no hubiera habido poder humano en su época que lo hubiera parado. Murió de una enfermedad que ahora la penicilina lo hubiese curado. Pero, ¿Qué le enseñó Aristóteles? Desgraciadamente la mayor parte de las enseñanzas de Aristóteles a Alejandro se perdieron cuando el Obispo Cirilo quemó la biblioteca de Alejandría en uno de los mayores actos de barbaridad que se han cometido en la historia de la humanidad (370 d. C.). Cuentan que Hipatia, una mujer extraordinariamente bella, tan bella como Cleopatra, había decidido entregar su vida a la filosofía y todos los días, viajaba de las afueras de Alejandría para ir a encerrarse a estudiar filosofía en la Biblioteca de la ciudad. Un día le salió al paso el Obispo Cirilo y la empezó a acusar de hereje, de abandonar a Dios, para entregarse al estudio de textos filosóficos. La población se enardeció y empezó a apedrear a Hipatia, a pesar de que ella les decía: ¿qué les he hecho yo, en qué los he ofendido?. La mataron y luego con conchas de abulón le arrancaron la carne de los huesos. Una vez que habían olido la sangre, la turba fue sobre la biblioteca de Alejandría que ya había cerrado sus puertas. Las quemaron y destruyeron todos los libros, donde estaba el mayor conocimiento científico acumulado por el hombre en todos los siglos y la mayor filosofía. La pérdida fue irreparable. Según los historiadores, “de los 123 Dramas de Sófocles sólo se conservaron 7, de los escritos pitagóricos se consumió la mayor parte, de la obra de Platón se perdió el 70% y de la obra de Aristóteles casi la mitad, ningún otro atentado contra la excelencia, la ciencia, el arte y la filosofía en toda la historia del hombre ha arrojado más pérdida” Ese acto bárbaro, de un obispo cristiano sumió al mundo en la época del oscurantismo de la Edad Media, el ser humano tuvo una regresión. Paradójicamente, fueron otros dos cristianos, Tomás de Aquino y Tomás Moro quienes rescataron las ideas y el pensamiento de los filósofos griegos, permitiendo que la humanidad viviera un renacimiento. Por eso es que la mayor parte de las enseñanzas de Pitágoras, de Sócrates, de Platón y de Aristóteles se perdieron por los tiempos de los tiempos. Por eso no sabemos exactamente lo que Aristóteles le enseñó a Alejandro para convertirlo en un Rey Filósofo. ¿Para qué sirven los principios? Más que ser esta una clase de moral, de portarse bien. Los principios tienen que ver con que una persona sea o no efectiva, es decir, que logre sus objetivos, que de en el blanco, que alcance sus metas. Los principios son lo que producen los resultados predecibles. No se puede ser efectivo o eficiente si se violan los principios. Esto lo han descubierto incluso las más importantes corporaciones empresarial es a nivel mundial, de que tienen que centrarse en principios. Los principios empresariales Un estudio sobre la ideología central de 18 de las más exitosas organizaciones empresariales a nivel mundial (3M, American Express, Amway, Boeing, Citicorp, Ford, General Electric, HewlettPackard, IBM, Johnson & Johnson, Marriott, Merck, Motorola, Nordstrom, Phillip Morris, Procter & Gamble, Sony, Wal-Mart y Walt Disney), evidenció que los 18 principales principios en los que apoyan su fuerza son: 1. La Verdad 2. La Integridad 3. La Ética

4. La Honradez 5. La Equidad 6. La Reputación 7. Ser parte de algo especial 8. Innovar 9. Las Ideas 10. La Auto renovación 11. La Creatividad 12. La Calidad 13. La Confiabilidad 14. La Seguridad 15. La Excelencia 16. La Mejora Continua 17. La Satisfacción 18. La persona Las grandes corporaciones han encontrado que su fuerza está en el conocimiento y aplicación de los principios. ¿Qué busca la Reinvención personal? En principio busca hacernos seres efectivos, que lo que nos propongamos sea lo que logremos, que lo que digamos se a lo que hagamos, que lo que nos comprometamos se convierta en una realidad. En base a la Reinvención personal logramos no sólo el éxito personal, sino la felicidad y l a sabiduría. Lo que se busca con la Reinvención personal es sincronizar nuestros dos relojes de integridad: 1. Ser, hacer, tener y parecer. Que haya sincronía entre lo que somos, lo que hacemos, lo que tenemos y lo que parecemos. 2. Que lo que sentimos sea lo que pensamos, sea lo que decimos y sea lo que hagamos. En la medida en que alcancemos la interdependencia física, mental, emocional y espiritual nos convertimos en un líder, en un líder de nosotros mismos, en un ser que brilla, en un tractor que puede impulsar cambios a su alrededor, que puede imponer orden en el caos. En base a la Reinvención aprendemos a utilizar nuestros cuatro dones: la autoconciencia, la ética, la imaginación y la voluntad. Asimismo perfeccionamos nuestros recursos: nuestra guía, nuestra sabiduría, nuestra seguridad y nuestro poder. La Reinvención personal nos permite no sólo salir de la crisis personal, del caos personal, de se r prisioneros de nosotros mismos, para convertirnos en seres positivos, autosuficientes, libres, creativos, que trascendamos ayudándonos a nosotros mismos (con lo cual dejamos de ser un estorbo o una carga para los demás) y nos convertimos en agentes de cambio, en seres que ayudan a los demás y en seres que podemos contribuir a construir una sociedad y un mundo mejor. Podemos simplemente ser unos veletas que dejemos que arrastren los vientos, un barco sin puerto ni destino, o podemos tomar el control de nosotros mismos, de nuestra vida, tomar nuestras riendas y asumir nuestra libertad, para lograr ser lo que podamos ser, para desarrollar todo nuestro potencial y para ser el hombre o mujer que queremos y soñamos ser. Para resolver la contradicción entre nuestros grandes ideales y las fuerzas que la naturaleza nos dio al nacer.

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