6 Corporalidad y Sexualidad Humana

August 20, 2022 | Author: Anonymous | Category: N/A
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1 Religión –  5to  5to año –  Unidad 1

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I) UNIDAD DE CUERPO Y ALMA  

En el hombre no hay dos sustancias más o menos yuxtapuestas: el alma, la “parte noble y buena”, y el cuerpo, la “cárcel” del alma, que tenemos que “soportar” durante esta vida. La persona humana es un ser a la vez  corporal y espiritual : alma encarnada o cuerpo espiritualizado . “El hombre es uno en cuerpo y 1

alma” (GS 14).  Por lo tanto, el hombre en su totalidad  es querido por Dios.  

El hombre no “tiene” alma y cuerpo como quien tiene un reloj o una camisa, sino que el hombre “ES”  alma y cuerpo. SOMOS nuestra alma y SOMOS nuestro cuerpo.

Con la afirmación de que “el hombre es uno”, se trata de expresar la experiencia que cada uno tiene de sí mismo, como lo demuestra el mismo lenguaje común: nadie dice “mi cuerpo tiene frío”   o “mi alma

estudió mucho ayer”;  no digo “mi mano agarró”, sino “yo”  agarro;  agarro; no digo “mi ojo ve”, sino “yo”  veo;  veo; ni digo “mi alma ama” , sino “yo”  amo. Mi cuerpo y mi alma no son un “agregado”, soy mi cuerpo, soy mi alma.  La experiencia demuestra además, que toda acción, pasión o vivencia humana es corpóreo-

espiritual, psicofísica o psicoorgánica. Los gestos corporales delatan la interioridad del yo hasta el punto de singularizar y hacer reconocible a la persona. Las funciones vegetativas no se realizan por el ser humano de forma animal; bien al contrario, lo más biológico (la nutrición, el sexo, la muerte) ha sido siempre lo más impregnado de símbolos, lo más ideologizado y espiritualizado. Sin embargo, el alma y el cuerpo son distintos : el alma no es el cuerpo ni el cuerpo es el alma. Pero 2

esta distinción es solo metafísica  y metaexistencial, esto es “no deja posibilidad a una separación existencial

entre cuerpo y alma”.  

Si no “tuviéramos” cuerpo, simplemente no seríamos. El cuerpo, para existir y vivir, exige el alma, y el alma, para ejercer sus funciones, exige el cuerpo.   En realidad existe EL HOMBRE, todo alma y todo cuerpo. Si no hay cuerpo no hay hombre. No son dos cosas que se puedan separar, sino dos dimensiones del hombre. El alma no puede existir sin la materia: solo puede ser alma humana gracias al cuerpo . Concebir un alma separada sería destruir su esencia, toda vez que es algo necesariamente encarnado y no accidentalmente, de tal manera que pueda subsistir sin la materia; en ese caso sería un ángel, pero no un 3

alma humana, destinada esencialmente a “animar” la materia.   No somos espíritus puros, ni podemos alcanzar nada que de alguna manera no haya pasado por

nuestra corporeidad, ni es posible que haya comunicación directa de espíritu a espíritu. Siendo así, lo que es imagen de Dios es el hombre entero.

El cuerpo “traduce” el alma. El cuerpo es el lugar de mi expresión   y el punto de partida de mi  comunicación con el mundo y con los demás. Pero esta expresión y estas relaciones están limitadas por el espacio y el tiempo, están sometidas a leyes físicas. Esto explica que también experimentemos el cuerpo como traba de nuestra comunicación. El cuerpo pertenece a la perfección del h ombre y no puede ser considerado como “la prisión del

alma”. En él se expresa y se realiza la persona, entrando en diálogo personal con Dios y con los hermanos, haciéndose señor del mundo material y construyendo la historia.  

1) El hombre es una unidad físico-psíquico-afectivo-espiritual  1

 A menudo, el término alma designa en la Sagrada Escritura la vida humana o toda la  persona humana. Pero designa también lo que hay de más íntimo en el hombre y de más valor en él. (CATIC 362-364)  2 

Esta palabra viene del Latín y está compuesta de las palabras “metá” que significa “tras, o más allá”, y “phýsis” que significa “naturaleza”, es decir, “lo que viene después de la naturaleza” o “más allá de lo físico”. 3

 Esta comprensión también hace imposible una reencarnación del alma en cuerpos sucesivos hasta retornar al espíritu puro, libre de materia, como imaginan los espiritistas.

 

2 Religión –  5to  5to año –  Unidad 1

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Veamos algunas ideas para interpretar bien el esquema anterior:  

o

El hombre es una unidad.   Diferenciamos los 3 niveles sólo para una mejor comprensión, pero los 3 niveles son inseparables.

o

Los tres niveles son importantes y necesarios, aunque los tres tienen una importancia diferente. Como en un Colegio son importantes directivos y profesores, alumnos y personal de maestranza.  

o

Los tres niveles se complementan,  se necesitan mutuamente. ¿Si no tuviera un cuerpo, cómo podría expresarle a otro el cariño que siento por él?

o

Los tres niveles están íntimamente relacionados . Lo que sucede en uno afecta a los demás. Por ejemplo, si me duele la panza (nivel físico) seguramente voy a estar de mal humor (nivel afectivo). Si estoy con bronca (nivel afectivo) me va a costar perdonar (nivel espiritual). Por eso en el esquema aparece una línea punteada entre los niveles.  

o

El nivel espiritual debe guiar y conducir a los otros dos . Porque en los otros dos niveles, los sentimientos (cariño, bronca, celos) o necesidades físicas (hambre, (h ambre, sed, sueño) que surgen, no son fruto de una decisión voluntaria y personal; simplemente aparecen sin que yo lo quiera. Para hacer que esos sentimientos y/o necesidades sean “humanos “humanos”” deben pasar por la conciencia y la voluntad. Si el nivel físico o el nivel afectivo fueran los que nos guiaran, la vida sería un caos: haría lo que mi cuerpo me pidiera o haría solo lo que sintiera.

o

Los 3 niveles deben crecer y desarrollarse armónica y equilibradamente . No puedo decir que soy adulto sólo porque tengo un cuerpo de adulto, si mis sentimientos y mi espíritu son los de un chico de 5 años.

J) SEXUALIDAD HUMANA  

1) Una existencia sexuada (varón  – mujer) 

El hombre como ser corpóreo existe en el mundo de forma diferenciada, como varón y mujer. Esto quiere decir que vive toda su realidad humana como una existencia sexuada. 

La sexualidad es el modo de ser varón o mujer, una manera de ser de la persona entera   que le caracteriza desde lo más profundo hasta lo más externo de su ser. La dimensión sexual afecta en primer lugar la esfera biológica. Pero va más allá de la mera genitalidad: no se ciñe a los órganos genitales y a todo lo que está vinculado a la generación. El varón es macho todo él y la mujer es hembra todo ella, en su

misma constitución física, biológica, psíquica, afectiva y espiritual.  

 

3 Religión –  5to  5to año –  Unidad 1

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Se suelen señalar algunas características masculinas y otras femeninas, que dependen de la herencia por lo menos tanto como del aprendizaje: a prendizaje: 

VARÓN  ●

   Actitud

centrífuga,

más

MUJER  activa,

más

   Actitud



centrípeta,

más

receptiva,

más

sensitiva. 

voluntarista. 

  Predomina la intuición y la imaginación. 



  Predomina el pensamiento conceptual. 





  Vive en el mundo de las cosas y tiende a



  Vive en el mundo de las personas. Cuida de los seres vivos. 

transformarlas. 

  Vive en el mundo de lo próximo y presente.  



  Vive en el mundo abierto de lo lejano y futuro.  





  Sexualidad centrada en los genitales.  





  Ética del “deber”.  “deber”. 



  Sexualidad difusa, más espiritualizada. 

  Ética del “amor”.  “amor”. 

Algunos añaden… 



  Mayor interés por lo fundamental.  





  Tendencia a las decisiones rápidas.  





  Elabora

más

rápidamente

las

  Mayor interés por lo accesorio.     Tendencia a la vacilación, a la duda. 

pérdidas

  Elabora más lentamente las pérdidas afectivas.  



afectivas. 

El hombre y la mujer, ambos, son la imagen de Dios. Dios. Dios “no es ni hombre ni mujer. Dios es espíritu puro, en el cual no hay lugar para la diferencia de sexos. Pero la s “perfecciones” del hombre y de la mujer reflejan algo de la infinita perfección de Dios: las de una madre y 4

las de un padre y esposo.”    Por lo tanto, el hombre y la mujer son imagen de Dios que es Padre y a la vez es Madre.  

2) El significado humano de la sexualidad  

El significado biológico de la sexualidad es la procreación. Esto es evidente, no lo puede negar nadie: el fin principal de la sexualidad es la reproducción de la especie. Pero como todo es humano en el hombre, el encuentro sexual entre un hombre y una mujer está destinado a algo más que a un dar y recibir puramente fisiológico.  En el hombre el sexo no está programado como en el animal; se puede aprender, puede ser puesto en función del “proyecto de vida” elegido l ibremente por cada uno . Y aquí entran en juego la voluntad, la

libertad, la conciencia.

El sexo se vive en función del sentido que consciente

4

 CATIC 370 

 

4 Religión –  5to  5to año –  Unidad 1

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o inconscientemente uno quiere dar a su persona.  

Para descubrir el significado humano de la sexualidad  debemos leer este fenómeno A LA LUZ DE LA

PERSONA TOTAL.  Si la persona humana comprende los tres niveles, la sexualidad humana sólo puede ser plena si se vive desde esos tres niveles.

3) Tres niveles en el diálogo del amor  

a) NIVEL DE GENITALIDAD (sexo): Es atracción sexual biológica.  Una relación que se quede en este nivel no es una relación sexual, sino una relación meramente genital. En este nivel, el otro es visto sólo como un cuerpo con el que puedo

“descargar” mis impulsos sexuales; un objet o, una cosa que se usa y de la que luego se puede prescindir. El centro de la relación es uno mismo y la satisfacción de los propios deseos.  

Pero en el hombre, más que “instintos” programados como en el animal, hay pulsiones, tendencias, apetitos, que no son fuerzas ciegas a respuestas obligadas . El hombre posee una capacidad de conocer y evaluar las situaciones y elegir libremente la respuesta consciente. Esto pertenece al nivel espiritual. Ante un estímulo genital o erótico, la

respuesta debe ser humana, es decir, consciente y voluntaria. voluntaria . Debe pasar por “papá cerebro”, evaluar las circunstancias, conveniencias, responsabilidades, etc., y obrar en consecuencia. Por eso,

podemos afirmar que “el órgano sexual más importante del hombre es su cerebro.” (Dr. P. Chauchard) 

b) NIVEL DE AFECTIVIDAD (“eros”): es el amor-deseo, la atracción afectiva, esa tendencia que busca al otro para tenerlo para sí (amor posesivo), lo busca por sus atractivos, porque lo hace sentir bien. Más que amar al otro, uno ama la sensación agradable que el otro le produce. A diferencia del nivel anterior, el eros  es el deseo personal del otro , estimulado por la calidad de la persona total: la tonalidad de la voz, la riqueza afectiva, sus sentimientos, la cultura, la belleza del gesto, el peinado, el vestido, el perfume, etc.   En el fondo hay una búsqueda de sí mismo a través del otro, por eso está teñido de cierto egoísmo. El centro de la relación sigue siendo uno mismo, por eso, la frase que caracteriza este

nivel es “te quiero” (… para mi).  El eros es un aspecto del amor humano, no lo negamos, es el que provoca el enamoramiento; pero no es el único ni el principal aspecto del amor, ni el que lleva a la madurez de la persona.  

c)

NIVEL DE ESPIRITUALIDAD (ágape): el “eros” tiene que evolucionar hacia el amor-don, el “ágape”, el amor gratuito, desinteresado, que más que buscar un bien, da un bien sin esperar nada a cambio; incluye el deseo de enriquecer y promover al otro, ayudarlo a realizarse, aún por encima de toda ventaja personal; e incluye la auténtica ternura, que es el deseo de que el otro sea, por el amor, más plenamente él. El amor verdadero es creador porque “hace que el otro sea”, le despierta las fuerzas personales y le hace sacar a luz sus riquezas. Desarrolla lo mejor de la persona amada, la

“personaliza”. El centro de la relación no es ya uno mismo, tampoco el otro, sino los do s, como individuos diferenciados que se aceptan como son y se entregan el uno al otro. La frase que

caracteriza a este nivel es “te amo”.  Incluye un respeto absoluto de la persona del otro, de su libertad, de su proyecto de vida. Ya no se lo ama por lo que tiene, sino por lo que es. El otro es valioso “en sí”, no solamente “para mi”. 5

 FABBRI E., “Hacia una pastoral de la realidad sexual…”, rev. CIAS, octubre de 1979, nº 287, p.47.  

 

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En realidad no anula la atracción sexual ni el deseo del “eros”, sino que los fortalece y los clarifica: le hace descubrir el verdadero valor de la persona amada. Crea un vínculo íntimo, durable, pasando

así del simple deseo a la verdadera amistad humana. La atracción sexual y la erótica “no son duraderas si no van enhebradas por el sutil hilo amoroso que pertenece al reino del ágape y que es 6

capaz de permanecer a pesar de las oleadas y mareas de los instintos y de los sentimientos”.   Amar a otro no significa hallarlo perfecto. Por el contrario implica hallarlo siempre perfeccionable, sufrir por saberlo aún imperfecto, querer que se perfeccione, entregarte totalmente para 7

perfeccionarlo.  

8

Jesús mandó que amáramos a nuestros enemigos… ¿es posible?  

Jesús nunca pidió que amáramos a nuestros enemigos del mismo modo que amamos a nuestros seres queridos, por quienes sentimos cariño. El amor que Jesús exige aquí es otro. Es el ágape. Y éste no consiste en un sentimiento, ni en algo del corazón. Si dependiera de nuestro afecto, no solamente sería una orden imposible de cumplir, sino además absurda, ya que nadie puede obligarnos a sentir afecto, porque los sentimientos no se eligen, simplemente surgen. Por eso, el amor no puede ser un sentimiento. El amor que Jesús pide consiste en una decisión, una elección, una determinación que pertenece a la

voluntad. Es decir que invita a “amar” inclusive en contra de los sentimientos que experime ntamos instintivamente. El amor que nos pide no obliga a sentir aprecio o estima por quien nos ha ofendido, ni devolver la amistad a quien nos ha agraviado o defraudado. No. Lo que pide es la capacidad de ayudar y prestar un servicio de caridad, si algún día nos necesita aquél que una vez nos ofendió.   Amar no consiste en “SENTIR algo” por el otro sino en “HACER algo” por él , prestarle un servicio, brindarle una ayuda, aunque afectivamente no lo sienta. El ágape no consiste en lo afectivo  sino en lo efectivo. 

Queda por aclarar otra cuestión referente al perdón. Mucha gente se siente culpable porque perdona pero no olvida. Y cree que eso está mal, pero no puede evitarlo.   El perdón, ¿implica necesariamente el olvido? Para tranquilidad de todos debemos decir que no, que no es necesario olvidar. Porque la memoria es una facultad que obra independientemente de nuestra voluntad. La prueba está en que muchas veces nos proponemos olvidar situaciones desagradables vividas y no podemos. Y otras veces queremos recordar cosas y no lo logramos.  Por lo tanto, cuando una persona resulta ofendida, si tiene buena memoria o si la ofensa fue muy grande, posiblemente la recordará toda su vida, y no tiene la culpa. Por eso el perdón no supone necesariamente el olvido. Uno puede perdonar, y seguir recordando la ofensa. Puede disculpar un agravio, y recordarlo espontáneamente cada tanto a causa de su buena memoria.  Lo que debe evitarse es traer a la memoria constantemente y por propia voluntad los recuerdos desagradables y las injurias sufridas, para mantenerlas vivas. Esa sería una manera enfermiza de recordar.  

El amor se convierte en CARIDAD cuando busca amar como Dios ama. La caridad está motivada:  

  Por la fe (reconocer la presencia de Dios en el hermano, amarlo porque es amado por Dios, hijo suyo) y



  Por la gracia (Dios mismo obrando en nosotros). 



Si el hombre queda en la etapa posesiva, del eros, no madura como persona y su relación degenera fácilmente en dominación, que puede durar únicamente a costa de ir anulando progresivamente al otro, de ir cosificándolo. El hombre egoísta deforma al otro, lo usa.   El denominador común de todos los 6 7 8

 ARELLANO T., “Del amor”, o.c. pp.53 -54.   QUOIST, MICHEL. Triunfo. Ed. Lumen.   www.san-pablo.com.ar.. R.O.L. (adaptación)   ÁLVAREZ VALDÉS, ARIEL. “¿Ordenó Jesús amar a los enemigos?”.  enemigos?”.  www.san-pablo.com.ar

 

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comportamientos sexuales desordenados es el egoísmo.   Pero no hay que olvidar que la sexualidad es una realidad dinámica, evolutiva. Va creciendo, desarrollándose y madurando lentamente a lo largo de toda la vida. Para que las relaciones no fracasen,

debe darse un tránsito progresivo del deseo (eros) al amor (ágape) . Por eso es importante “no quemar etapas” y vivir cada cosa a su tiempo, en la medida en que estemos preparados.

4) Ética de la sexualidad  

Para fundamentar la ética de la sexualidad  hay que tener en cuenta e integrar varios aspectos:  

a) La finalidad inscrita en la misma naturaleza biológica .

 

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  Se ordena por sí misma a la GENERACIÓN, a la  PROCREACIÓN: como es la fuente de la vida



misma, tiene que respetar esa función tan importante.  Pero la procreación en los seres humanos no puede ser equiparable a la mera reproducción de los animales. Un ejemplo de esto es la maternidad / paternidad humanas que no se agotan en la gestación y parición, sino que se prolongan durante toda la vida. El hijo, como persona, es mucho más fruto del amor que de la biología paterna.

o

La facultad sexual exige ALTERIDAD, COMPLEMENTARIEDAD. 

o

La sexualidad nos hace salir de nosotros mismos y nos lleva al descubrimiento del otro : su impulso es una orden de salida hacia el otro: “ Salí de vos mismo, no te quedes encerrado en tu egoísmo” . Es como una fuerza centrífuga formidable que nos empuja hacia fuera.

o

Nos lleva a la integración de los valores del otro : hombre y mujer descubren “la otra manera” de ser persona y así se enriquecen complementándose con los valores del otro sexo. 

b) El eje fundamental de la ética tiene que ser EL AMOR . Si en el trato con el otro comanda el egoísmo, esa falsificación de fondo corrompe la bondad del acto. Usar al otro, dominarlo, gozar de él sin amarlo, es egoísmo y frena el desarrollo recíproco de la personalidad.  La sexualidad es una EXPERIENCIA DE COMUNIÓN INTERPERSONAL . Esta es su razón de ser. El encuentro sexual no es un simple contacto, sino una comunicación, una oferta y una aceptación, un intercambio de algo que representa el don de la persona y la unión de dos personas.  

La sexualidad es una forma expresiva privilegiada, un lenguaje. Así el cuerpo nos permite

“decir” lo que las solas palabras son incapaces de decir. El amor sólo puede expresarse y realizarse a través del cuerpo. Pero en cuanto lenguaje de amor   la sexualidad tiene que atenerse a las reglas de juego del lenguaje: si no expresa el amor se convierte c onvierte en una mentira. El amor queda falsificado

si el cuerpo y el espíritu no dicen lo mismo. Vamos a poner un ejemplo. Todos sabemos que un abrazo con un amigo del alma al ma no es igual que un abrazo con alguien que recién conocemos. Si en la calle un desconocido se nos acerca y nos da un abrazo como si fuéramos amigos de toda la vida, nos resultaría incómodo, raro, ridículo, falso, porque sabemos que ese abrazo es fingido. Del mismo modo, una relación sexual que no expresa verdadero amor, es una mentira disfraza de amor. Es como si con el cuerpo le dijéramos a

la otra persona “me entrego todo a vos” cuando sabemos que en realidad eso es mentira. Del mismo modo “miente” quien es capaz de desnudar su cuerpo frente a otro, pero no es capaz   de desnudar el alma frente a esa persona. En estos casos, el cuerpo no es expresión del del alma, de lo más profundo de la persona.   La sexualidad es un lenguaje. Pero ante él, sobre todo en la adolescencia, nos encontramos en la situación del niño que aprende a hablar, que emplea sonidos agradables, pero desprovistos de todo significado. 

5) El pudor o el respeto por la intimidad personal 

El ser humano es un se serr social: una individualidad abiert abierta a a

los demás. Esta tensión  entre

 

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individualidad y socialidad es el origen del pudor. El yo se encuentra expuesto a un grupo humano con distintos rostros; el grado de desconocimiento o conocimiento de estos rostros aumenta o disminuye el sentido de pudor. La aventura de cruzar el umbral entre lo público y lo privado origina el pudor en cuanto significa desvelar o revelar lo más propio y lo más íntimo del ser de uno, frente al misterio del otro. El sentimiento de pudor es la defensa del yo personal en la esfera de lo social. El pudor sexual es el

equilibrio perfecto entre la intimidad personal y la apertura social.  Es una reacción defensiva gracias a la cual el hombre trata de proteger la zona más íntima y profunda de sí mismo. En el fondo, todos sentimos un miedo instintivo a que, al desnudarnos y mostrarnos tal como somos, no se nos aprecie en nuestro justo valor y no se nos tenga en cuenta como lo que somos: únicos e irrepetibles.

El pudor es la resistencia a ser visto y tratado como una cosa. Reclama el derecho de la persona a ser “sujeto de amor” y no “objeto de  placer”.

El amor-ágape puede revelarse en la medida en que el pudor sabe ocultar al otro el ser profundo de la persona, hasta el momento en que cada uno se sienta amado y aceptado en su totalidad, y no solo en su propia corporeidad .

6) La función del placer  El placer sexual está llamado a ser un factor de comunión. Evidentemente es una cosa buena. Pero el hombre puede usar mal las cosas buenas. No basta que el placer sea bueno, interesa que la persona que

ama sexualmente sea buena , de lo contrario impregnará el placer de violencia, de egoísmo, etc., falsificándolo.  El placer deja de ser humano si no se abre a una realidad distinta del placer mismo. El placer no es un

fin, es un producto secundario y se destruye y malogra en la medida en que se hace un fin-en-si-mismo.  La sexualidad es una realidad ambivalente. Como toda realidad creada, si bien puede ser factor de integración también puede ser factor de desintegración personal, familiar y social. El placer sexual, que también es don de Dios y, de por sí, constructivo, si se busca en sí mismo y en forma egoísta, acaba por esclavizar y alienar a quien lo persigue como fin.  

El placer es incapaz de llenar las ansias sin fronteras de la   felicidad. No se confunde con la felicidad. El placer sexual sólo adquiere consistencia y sentido si se lo vive en una atmósfera de auténtico amor. El amor lo sostiene como una fuerza que lo trasciende y que permanecerá siempre cercana, aunque el placer haya desaparecido. La felicidad tiene mucho más que ver con el amor que con el sexo. 

Hay unas claras notas de distinción entre el placer y la felicidad:

o

La felicidad tiene vocación de permanencia; el placer, no. El placer suele ser fugaz; la felicidad es duradera.

o

El placer afecta a un pequeño sector de nuestra corporalidad, mientras que la felicidad afecta a toda la persona.

o

El placer se agota en sí mismo y su abuso acaba creando una adicción que lleva a que las circunstancias estrechen más aún la propia libertad; la felicidad, no. 

o

Los placeres, por sí solos, no garantizan felicidad alguna; necesitan de un hilo que los una, dándoles un sentido. 

o

Las satisfacciones momentáneas e invertebradas aisladas desorganizan la vida, la fragmentan, y acaban por atomizarla. 

La diferencia entre el «uso» y el «abuso» del placer es que cuando usas un placer, enriqueces tu vida y no sólo el placer sino que la vida misma te gusta cada vez más; es señal de que estás abusando el notar que el placer te va empobreciendo la vida y que ya no te interesa la vida sino sólo ese particular placer. O sea que el placer ya no es un ingrediente agradable de la plenitud de la vida, sino un refugio para escapar de

 

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la vida, para esconderte de ella y calumniarla mejor...  A veces decimos eso de «me muero de gusto». Mientras se trate de lenguaje figurado no hay nada que objetar, porque uno de los efectos benéficos del placer muy intenso es disolver todas esas armaduras de rutina, miedo y trivialidad que llevamos puestas y que a menudo nos amargan más de lo que nos protegen; al perder esas corazas parecemos «morir» respecto a lo que habitualmente somos, pero para renacer luego más fuertes y animosos. Se trata de una «muerte» para vivir más y mejor, que nos hace más sensibles, más dulce o fieramente apasionados. Sin embargo, en otros casos el gusto que obtenemos amenaza con matarnos en el sentido más literal e irremediable de la palabra. O mata nuestra salud y nuestro cuerpo, o nos embrutece matando nuestra humanidad, nuestros miramientos para con los demás y para con el resto de lo que constituye nuestra vida. Cuando un placer te mata, o está siempre —para darte gusto— a punto de matarte o va matando en ti lo que en tu vida hay de humano (lo que hace tu existencia ricamente compleja y te permite ponerte en el lugar de los otros)... es un castigo disfrazado de placer, una vil trampa de nuestra enemiga la muerte. No quiero placeres que me permitan huir de la vida, sino que me la hagan más intensamente grata.   El placer es estupendo y deseable cuando sabemos ponerlo al servicio de la felicidad y de nuestra realización o humanización, pero no cuando las enturbia o las compromete. El límite negativo del placer no es el dolor, ni siquiera la muerte, sino la felicidad: en cuanto empezamos a perderla por determinado deleite, seguro que estamos disfrutando con lo que no nos conviene. Y es que la felicidad, no sé si vas a entenderme aunque no logro explicarme mejor, es una experiencia que abarca placer y dolor, muerte y vida; es la experiencia que definitivamente acepta el placer y el dolor, la muerte y la vida.   Al arte de poner el placer al servicio de la felicidad es decir, a la virtud que sabe no ir a caer del gusto en el disgusto, se le suele llamar desde tiempos antiguos templanza, es decir, la amistad inteligente con lo que nos hace disfrutar.

Adaptación de un extracto del capítulo VIII de “Ética para Amador” - Fernando Savater

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