517 - Vaquero Tramposo - Marcial Lafuente Estefania

April 16, 2019 | Author: Daniel Alfonso Poblete Guajardo | Category: Cowboys, Leisure
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517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

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Capitulo 1

Dan Show, después de salir huyendo de Cheyenne, para evitar el tener que demostrar que era mas peligroso con las armas que como había demostrado serlo con los naipes, cabalgaba pensativo. Desde que salió de Kansas City, meses atrás, por las misma causas o parecidas que de Cheyenne, se había prometido mil veces dejar de jugar

sin que lo

consiguiese. Llegando a la conclusión de que era un hombre sin voluntad. Sonreía al recordar los rostros de aquellos profesionales del naipe que después de animarle a  jugar, se irritaban hasta perder la serenidad y sus ahorros frente a el. Llevaba en sus bolsillos una verdadera fortuna, conseguida hasta el último centavo en las mesas de tapete verde. Recordaba perfectamente los rostros de todos los profesionales del naipe que había conocido en los dos últimos años en las ciudades más populosas de Missouri, Kansas, Nebraska, Colorado y

últimamente

en la capital de

Wyoming. Su ropa de vaquero y aspecto infantil, hacia que los profesionales que habían  jugado con el, le creyeran una pobre victima. Y cuando aquellos

rostros

reflejaban la equivocación cometida, a Dan le hacia gracia las expresiones de sorpresas de aquellos hombres de trajes elegantes, movimientos finos y modales de caballeros.

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Llevaba meses jugando en los locales más elegantes de las ciudades más  populosas, cuando oyó por primera vez el calificativo Vaquero Tramposo con que le habían bautizado sus rivales en habilidades con el naipe, y, que si tanto la había irritado en aquella ocasión, ahora le hacía gracia. Tan ensimismado iba en sus pensamientos que ni cuenta se dio de que caminaba  por una de las calles principales de Laramie. Las maldiciones, juramentos e improperios, del ocupante de una carreta, le hicieron volver a la realidad. Se separó con rapidez hacia un lado para no entorpecer el paso de la carreta, sonriendo de las barbaridades que aquel hombre le dedico. Al comprobar que había varios hoteles, desmonto ante el que a simple vista le  pareció mejor. El recepcionista, al entrar Dan en el hotel, le contemplo con curiosidad. Y cuando Dan se aproximó para solicitar una buena habitación para él y un establo para su montura, sonriendo, inquirió el recepcionista:

 –

¿No te habrás equivocado, muchacho?

Dan, sorprendido de la pregunta que se le formulaba, miro con curiosidad a aquel hombre, replicando:

 –

En esta vida, me he equivocado muchas veces, amigo… Pero con

sinceridad, en estos momentos, ignoro en que he podido hacerlo.

 –

Hay otros hoteles y pensiones en la ciudad, mucho más económicos

que este… -dijo el recepcionista-. Es lo más caro de Laramie.

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Dan sonrió de buenas ganas, replicando:

 –

Si es por eso, no solo puede asegurarle que no me he equivocado,

sino que he acertado… Me gusta, por estar acostumbrado, lo bueno… El recepcionista sonrió, diciendo:

 –

Son dos dólares diarios por la habitación y uno por los cuidados de

tu caballo… ¡Ah! Y el pago es por adelantado… Dan miro con fijeza al recepcionista, inquiriendo:

 –

¿Es norma del hotel cobrar por adelantado?

 –

Así es, muchacho…

El hecho de que aquel hombre le tutease, no molesto a Dan, pero si el aire de superioridad con que lo hacía, por lo que replico:

 –

Tengo la impresión, amigo, de que es usted y no yo, quien se

equivoca… Sonriendo de forma especial, un tanto maliciosamente, el recepcionista guardo silencio, mientras colocaba ante Dan, el libro de registro. Una vez que se inscribió, el recepcionista quedo sorprendido ante la letra tan  bonita, comentando:

 –

Así que se llama Dan. ¿No es eso, muchacho?

 –

Dan exclusivamente para mis amigos, para los demás soy míster

Show… ¿entendido, esclavo? El recepcionista se mordió los labios rabiosos, inquiriendo: 8

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 –

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¿Cuántos días piensa permanecer en el hotel míster Show?

Dan, sonriendo complacido, respondió:

 –

Una semana…

 –

Si es tan amable, son veintiún dólares…

Dan sacó un fajo enorme de dinero, que hizo que el recepcionista abriese los ojos con asombro. Dejo veinticinco dólares sobre el mostrador, diciendo:

 –

Puede quedarse con la vuelta… Ahora, ¿sería tan amable de

indicarme cual será mi habitación?

 –

¡Enseguida, mistar Show! – exclamo el recepcionista- ¡Es el número

doce, sin duda, una de las mejores habitaciones del hotel!

 –

Supongo que podre bañarme. ¿Verdad?

 –

Desde luego… Ordenare que le preparen el agua…

Y el recepcionista en persona, acompaño a Dan hasta su habitación. Dan sonrió complacido, al comprobar que aquel hombre no le había engañado, la habitación cedida era sin duda de las mejores. Minutos después, gozaba de un buen baño. Mientras tanto, el gerente del hotel, se aproximó al recepcionista, diciéndole:

 –

¡Es cierto que ha alquilado la numero doce a un vaquero!

 –

En efecto, señor… 9

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 –

¿Ha cobrado por adelantado?

 –

Así es…

 –

¿Muchos días?

 –

Una semana…

 –

¿Ganadero?

 –

Lo ignoro… Aunque a juzgar por el dinero que lleva encima, no

hay duda de que debe ser un rico ganadero… El gerente abrió el libro registro, leyendo:

 –

Dan Show… Es un nombre que no me dice nada.

 –

Es un muchacho esplendido… -dijo el recepcionista-, ¿Sabe que

 propina me ha dado…? ¡Cuatro dólares! Sonriendo, el gerente se alejó. Una hora más tarde, Dan salió de su habitación, dispuesto a comer en algún restaurante de la ciudad y dar un paseo. El recepcionista al fijarse en él, se sorprendió. El aspecto de Dan, con el baño y bien rasurado su rostro por un buen afeitado,  parecía otro a pesar de lucir la misma ropa.

 –

¿Qué lugar me recomienda para comer?  –   pregunto Dan.

El recepcionista le informo de un distinguido restaurante. Dan abandonó el hotel y se aproximó a su caballo acariciando al noble bruto. 10

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Volvió a entrar en el hotel, preguntando al recepcionista:

 –

¿Dónde está el establo del hotel?

 –

Según sale a mano izquierda, mistar Show… Pero no debe

molestarse, yo puedo encargarme de su montura y de que sea bien atendido…

 –

Gracias, amigo… Pero prefiero cerciorarme de que estará

cómodo… Y salió nuevamente Dan. Comprobó con satisfacción de que el establo estaba limpio. Saludando al viejo vaquero que atendía el establo, le dijo:

 –

Confió que atienda bien mi caballo. Precisa un buen pienso que han

cobrado por adelantado en el hotel… Mi nombre es Dan Show… El vaquero, después de fijarse en el caballo que Dan llevaba de la brida, exclamo:

 –

¡Magnifico ejemplar!

 –

Es muy superior a lo que a simple vista parece…

 –

Le vigilare y atenderé bien…

 –

Eso espero.

El viejo vaquero, acaricio el caballo, demostrando con ello que sentía un gran afecto hacia esos animales.

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Dan, contemplando al encargado del establo, se convenció de que no debía  preocuparse por su montura, ya que sería bien atendido.

 –

Es un ejemplar como hacía tiempo no veía… -comento el viejo

vaquero- Fuerte, bonito y sin duda, rápido… Dan salió del establo en la seguridad de que su caballo quedaba en buenas manos. Se dio un buen paseo por la ciudad, antes de decidirse a entrar en el restaurante recomendado por el recepcionista para comer. Dan, una vez en el interior del restaurante, admiro sinceramente el lujo y gusto con que estaba montado. Le recordaba uno que había conocido en Saint Louis. El comedor estaba muy concurrido. Tan solo existían dos mesas libres, ocupando una. Una vez sentado recorrió con la mirada y gran curiosidad a los comensales. Una camarera se le aproximo, para preguntarle lo que deseaba. Después de tomar nota, la muchacha se alejó. Y de forma casual, se dio cuenta de que la camarera se encamino hacia otra mesa alejada de la suya y hablo con los comensales.  No le hubiera concedido importancia, de no darse cuenta de que debían estar hablando de él, por la forma en que todos le contemplaban. Con disimulo, siguió pendiente de la camarera y de los ocupantes de aquella mesa. 12

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La joven camarera, al separarse de aquella mesa, regreso a la ocupada por él.

 –

Lo lamento muchacho… -dijo la joven en voz baja- pero no puedo

servirte… órdenes del patrón…

 –

¿Es alguno de los comensales de aquella mesa?

 –

Si – respondió la joven.

 –

Tengo dinero para pagar… -dijo Dan.

 –

 No es eso, muchacho…

 –

¿Entonces?

 –

Míster Burkett no permite la entrada a quienes viste como tu…

 –

¿Es alguna deshonra ser vaquero?

 –

 No para mí… -respondió la sonriente joven- Pero el patrón tiene

 prohibida la entrada a estos…

 –

Tengo entendido que esta ciudad es ganadera, ¿no es eso?

 –

En efecto…

 –

Pues no comprendo…

 –

 No me culpes, muchacho, solo cumplo órdenes.

 –

Regresa a la mesa en que come el patrón y dile que no pienso

marcharme hasta que me sirvan… Y q ue si se opone, lamentaría dar un espectáculo. 13

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 –

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Escucha un consejo muchacho… ¡No cometas una locura!

Dan comprendió que la joven estaba sumamente preocupada, por lo que  pregunto cariñoso:

 –

¿Qué es lo que te preocupa, muchacha…?

 –

Me asusta tu tozudez…

 –

 No hay motivo para asustarse…

 –

Conozco a mi patrón y a quienes les acompañan y obedecen…

 –

Infórmale de mi pensamiento…

 –

¡Es una locura!

 –

 No pienso cambiar de opinión por mucho que insistas.

La joven debió comprender que era así, ya que encogiéndose de hombros, se alejó de Dan. Burkett y quienes les acompañaban, miraron hacia Dan con fijeza. Este, a su vez, estaba pendiente de ellos. Uno de los amigos de Burkett, se puso en pie, diciendo:

 –

Me ocupare de hacer entrar en razón a ese muchacho…

 –

Gracias, Wilbur… -replico complacido Burkett.

Dan se preparó para recibir a Wilbur Y observándole, pronto se dio cuenta de que debía ser un pájaro de saloon. 14

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Dan tenía experiencia y olfato, para reconocer de un solo vistazo a esta clase de hombres.

 –

¡Hola vaquero! – saludó sonriente Wilbur.

 –

¡Hola elegante! – replicó al saludo Dan.

 –

Tienes un buen sentido del humor, muchacho… - dijo Wilbur.

 –

Calificarnos por la ropas que vestimos, no creo que sea síntoma de

un buen sentido del humor… -respondió Dan.

 –

Veo te gusta hablar

 –

¡Ya lo creo!

 –

¿Puedo sentarme?

 –

Desde luego… ¿Míster Burkett?

 –

 No… Soy un buen amigo suyo…

 –

¿Y que desea de mí?

 –

¿No te ha dicho la camarera que está prohibido la entrada a los

vaqueros?

 –

Si me hubiesen advertido a la entrada, se hubieran evitado la

violencia de estos momentos… Per o como permitieron que me sentara, no saldré hasta que no haya comido… Y le aseguro, que mi apetito es voraz…

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 –

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He conocido a muchos hombres que a pesar de ser vaqueros, eran

inteligentes, muchacho…

 –

¿Qué tratas de insinuar?

 –

Que lamentaría convencerme de que eres un salvaje… Tozudo

como el ganado que cuidas y con el mismo seso que un búfalo…

 –

Por tu forma de hablar, acabo de convencerme de que eres un

engreído, un estúpido y un perro fiel del propietario de este restaurante… -replico, elevando la voz, intencionadamente, Dan- ¿De acuerdo, amigo? Wilbur al verse observado por todos los comensales, palideció intensamente.

 –

¡Eres un loco, muchacho! –   bramo Wilbur.

 –

Piense lo que quieras, pero ordene que me sirvan de comer…

¿Cómo es posible, que en una ciudad ganadera como Laramie, se pueda  prohibir la entrada en algún sitio a un vaquero? ¡Vosotros sí que están locos…!

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Capítulo 2

Dan capto la sorpresa y asombro tan enormes que produjeron sus palabras en los comensales.

 –

Deja de elevar la voz, muchacho… -advirtió Wilbur, con voz sorda-

. Se juicioso, levántate y sal del restaurante y nada habrá sucedido…

 –

¿Me estas amenazando?  – inquirió, elevando la voz mucho más,

Dan. Wilbur debió perder el control de sus nervios, ya que grito:

 –

¡Y te matare si no obedece!

Dan, mirando a los comensales, que estaban pendientes de ellos, inquirió:

 –

¿Qué les parece? ¿Son justos los propósitos e intenciones de este

 pistolero? Los comentarios de los comensales, provocaron un murmullo en el restaurante que irritó mucho más a Wilbur

 –

¡Si dentro de un minuto sigues aquí, no podrás salir con vida!  – 

 barboto, sin poder contenerse, Wilbur. Dan se puso en pie, haciendo que todos admiraran su gran tallo. Wilbur, en la creencia de que iba a marchar, respiro satisfecho. Pero pronto comprendió su error, al oír que decía Dan: 17

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 –

Marcial Lafuente Estefanía

¿Quién es Míster Burkett? ¿Es que es tan cobarde que tiene que

enviar a un amigo para informarme de las normas de su casa?

 –

¡Tú lo has que…!

Wilbur no pudo seguir hablando ni sus manos siguieron la búsqueda desesperada de las armas, ya que fue alcanzado en pleno rostro por un terrible  puñetazo de Dan. Como una piltrafa, se desplomo sin conocimiento.

 –

Debía colgarle por cobarde… -comento Dan.

Los comensales que se habían dado cuenta de las intenciones de Wilbur, comentaron estar de acuerdo. Dan se inclinó hacia el caído, aunque sin perder de vista la mesa ocupada por Burkett y sus amigos, para levantarle con una mano. Camino entre las mesas, con gran facilidad arrojo a Wilbur sobre la mesa ocupada por sus amigos, derramando cuanto en ella había. Esto desespero a Burkett y a sus amigos, que poniéndose en pie furiosos, se disponían a que fuesen las armas las que pronunciaran su desacuerdo con lo sucedido. Pero al ver a aquel muchacho con las armas empuñadas desistieron de la idea. Dan, sin dejar de sonreír, pregunto:

 –

¿Quién es de vosotros Burkett?

 –

Yo… -respondió asustado.

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 –

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Acércate a mí.

Las razones que apoyaban esta llamada, aconsejo a Burkett obedecer. Y sin que nadie ordenase nada, Burkett elevo los brazos.

 –

¿Por qué eres tan cobarde que no permites coman los vaqueros en tu

casa? Antes de responder, procura darme una razón lógica de tal medida… Burkett, temblando de miedo, respondió:

 –

Conozco a los vaqueros y sé que discuten y pelean por cosas

insignificantes… Por eso les he prohibido la entrada en mi casa… No quiero que me destrocen el moblaje que me ha costado mucho…

 –

Puede que en parte tengas algo de razón, pero estando como estaba

solo, ¿con quién creías que iba a pelear?

 –

Es que si se corre la voz que he permitido la entrada a un vaquero,

los demás se irritaran y con razón… Dan sonrió ampliamente, diciendo:

 –

Sigo con hambre voraz… ¿Puedo comer en este restaurante?

Burkett no se atrevió a negar.

 –

Puedes hacerlo…-dijo- Pero serás el responsable de que los demás

se irriten…

 –

Eso es algo que no me preocupa… Cuando ese vuelva en sí, procure

convencerle de que ganara mucho más si olvida lo sucedido…. Si 19

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interrumpe mi comida, lamentaría tener que gastar plomo… Estaré  pendiente de todos ustedes y el menor movimiento, me parecerá sospechoso… Y sin dar la espalda a Burkett y amigos, volvió a su mesa. Varios comensales le sonreían abiertamente. Prueba inequívoca de que estaban de acuerdo con él. Al sentarse, enfundo sus armas. La camarera se aproximó para tomar nota de lo que deseaba comer. Otros empleados limpiaron la mesa del patrón. Y cuando se sentaban nuevamente, uno de los acompañantes de Burkett, movió su mano con velocidad, que para sus amigos era insuperable, hacia las armas. Pero cuando en su rostro se dibujaba la satisfacción de sentir el arma en su mano, se oyó un disparo y el traidor, con un agujero en la frente, cayo de bruces sobre la mesa, tras la que se parapetaban para sorprender a Dan. Como los comensales no habían visto el movimiento del traidor, miraron con desprecio a Dan, por considerar aquella muerte como un horrible crimen. Dan, que supo interpretar el significado de aquella mirada, dijo:

 –

Si me descuido un solo segundo, me habría costado la vida… ¡Ese

cobarde tiene un ‹‹Colt›› empuñado! Los que se habían levantado impresionados por el disparo y la muerte del elegante amigo de Burkett, comprobaron con asombro de que Dan no mentía. En efecto, la víctima tenía a un ‹‹Colt›› empuñado con firmeza. 20

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Burkett, temeroso de que cualquier movimiento suyo pudiera resultar sospechoso a aquel muchacho, se levantó y ante la sorpresa de todos, abandono el comedor. Los comensales comprendieron que debía estar terriblemente asustado, cosa que  justificaban. Tras él, salieron sus amigos. Los empleados, impresionados por lo sucedido, retiraron el cadáver. Muchos comensales se aproximaron a Dan, para felicitarle. Y uno de ellos, dijo:

 –

¿Tienes Trabajo?

Dan dudo unos segundos, respondiendo:

 –

 No… Acabo de llegar a la ciudad.

 –

¿Te gustaría acompañarme hasta Medicine Bow? Tengo un rancho

esplendido y preciso hombres como tú.

 –

Había pensado divertirme primero unos días… -dijo Da.

 –

 No pienso marchar hasta dentro de unos cuatros días.

 –

Siendo así, si decido aceptar su proposición de trabajo ¿Dónde

 puedo encontrarle?

 –

En el hotel que hay aquí al lado…. – respondió aquel hombre-.

Habitación número diez.

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 –

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Somos vecinos, yo ocupo la doce del mismo hotel…

Esto debió sorprender a aquel hombre, ya que frunció el ceño, contemplando con curiosidad a Dan.

 –

¿No crees que es una forma de despilfarrar tu ahorro?  – inquirió.

 –

Me gusta vivir bien… -inquirió Dan.

 –

¡Natural! – Exclamo riendo el ranchero-. ¡El vivir bien, es algo que

nos gusta a todos…!

 –

Me alegra lo comprenda…. – replico Dan.

 –

Lewis Fremor, es mi nombre…

Y al hablar así el ranchero, tendió su mano hacia Dan. Este estrecho aquella mano, diciendo:

 –

Yo soy, Dan Show…

Al llegar la camarera con la comida de Dan, todos se alejaron, para que el joven comiese. Dan lo hizo con rapidez. Sabía que mientras estuviese allí, siempre existiría el peligro de ser sorprendido, cosa que no le agradaba. Al pagar, dejo una buena propina para la camarera Salió del restaurante en el momento que Wilbur volvía en sí.

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 –

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¿Dónde está ese cobarde que me golpeo a traición?  – inquirió a

quienes le atendían, mirando a los reunidos en el comedor.

 –

Acaba de salir…

 –

Y eres, sin duda, un hombre con suerte… -agrego otro.

 –

¿Qué quieres decir? – inquirió Wilbur, con voz sorda.

 –

Que si ese muchacho hubiese decidido utilizar las armas jamás

habrías recobrado el conocimiento…

 –

Tengo la impresión de que hablo con extraños  – ironizo Wilbur-.

¡Maldito sea! ¿Y Burkett y los otros?

 –

Han marchado aterrados…

 –

Y le dieron cuenta de lo sucedido durante su inconsciencia.

 –

La muerte del amigo, le impresiono, aunque supo rehacerse con

rapidez, asegurando:

 –

¡Yo me encargare de ese larguirucho traidor!...

 –

Deja en paz a ese muchacho, Wilbur… ¡Es un sano consejo!

Wilbur sonrió de forma especial, diciendo:

 –

¡Parece que habéis olvidado de lo que soy capaz con armas a mi

alcance…! Buscare a ese gigante y lastrare su cuerpo con una dosis de  plomo…

23

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Y sin escuchar a quienes le aconsejaban, salió a la calle dispuesto a buscar a Dan Show. Este mientras tanto, paseando se alejó de la ciudad. Pensando en si debía o no aceptar el trabajo ofrecido por Lewis Fremor. Comprendiendo que era una buena oportunidad para alejarse del naipe,  prometió meditar con detenimiento lo que le convenía. Bajo la sombra de un árbol, se tumbó boca arriba. Y contemplando el movimiento constante de las hojas del árbol, se quedó  profundamente dormido. Cuando despertó, hacía tiempo que había anochecido. Sonriendo, al comprender lo mucho que había dormido comento para sí:

 –

 No creí que estuviera tan cansado…

Y levantándose, camino hacia la ciudad. El gran bullicio existente y la infinidad de locales de diversión que veía le hizo sonreír al pensar que Laramie era una gran ciudad para un tipo como él. Sabía que los vaqueros-conductores, después de largas jornadas sobre sus monturas se convertían en locos al llegar a la ciudad. Y después de ingerir grandes cantidades de whisky, se sentaban a las mesas de tapete verdes, sin sospechar la mayoría que era lo peor que podían hacer. Cuando al día siguiente recobraban la razón, sin los efectos del alcohol, se encontraban sin un solo dólar sobre ellos.

24

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Dan, como desconocía la ciudad, entro en el primer local que eligió al azar.  No había hecho más que apoyarse, cuando Lewis Fremor, le dijo:

 –

Hola Dan… ¿No has visto al Sheriff?

Sorprendido, miro a quien le hablaba y al reconocer al ranchero, le saludo con simpatía, respondiendo a su pregunta:

 –

 No… no he visto al Sheriff.

 –

Te ha estado buscando toda la tarde…

 –

¿Sabe con qué intenciones me buscaba?

 –

Lo ignoro, pero no te fíes…

Dan frunció el ceño y mirando con simpatía a Lewis, pregunto:

 –

¿No se fía del Sheriff?

 –

Se asegura que está influenciado por los propietarios de estas

casas… y eso, lo sé por experiencia, no es saludable para las buenas  personas. Dan sonrió abiertamente, replicando:

 –

Comprendo…

 –

Te he buscado por toda la ciudad para prevenirte… ¿Dónde has

estado metido?

 –

Paseando por el campo… Me quede dormido bajo un árbol…

Cuando desperté debía hacer tiempo que había anochecido. 25

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 –

Te invito a un whisky en el hotel…

 –

 No se moleste, pero tengo ganas de divertirme un poco…

 –

Como quieras… ¡Hasta mañana!

Y Lewis Fremor se alejó de Dan. Este le contemplo con simpatía. A no muchas yardas de donde él estaba, un elegante decía a otro:

 –

Ese joven que está apoyado al mostrador, ¿no es el que el sheriff ha

 buscado toda la tarde? El interrogado miro con detenimiento a Dan, respondiendo:

 –

Sin duda…

 –

Ve a avisar al Sheriff…

Media hora más tarde, el sheriff entraba en el local. Dan, que vigilaba la puerta de entrada, al ver entrar al sheriff y que se encaminaba hacia él, se puso en guardia. El elegante que había avisado al sheriff, entro tras él y aproximándose al  propietario del local, le dijo.

 –

¿Sabes que me ha dicho el sheriff?

El propietario miro al amigo y sonriendo, respondió:

 –

Piensa acaso que soy adivino… Si no me lo dices, ¿Cómo quieres

que lo sepa? 26

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 –

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Al parecer ese muchacho lleva en sus bolsillos una fortuna…

Los ojos del propietario brillaron de forma especial, comentando:

 –

Si eso es cierto, avisa a Rosa… Cuando el sheriff le deje, nos

ocuparemos de el por el sistema acostumbrado. El sheriff se aproximó a Dan, saludándole:

 –

Hola muchacho…

 –

Hola sheriff – dijo con clara frialdad Dan-. Me han dicho que me ha

estado buscando toda la tarde ¿es eso cierto?

 –

 No te han engañado…

 –

Lo siento, pero marche a pasear al campo y me quede dormido bajo

un árbol… ¿Qué desea de mí?

 –

Quisiera hacerte unas preguntas…

 –

¿No hablo con los testigos y le informaron de lo sucedido?

 –

Sé que defendiste tu vida… No es eso lo que me preocupa…

 –

Entonces… ¿quiere explicarse?

 –

¿De dónde procede?

 –

¿Qué puede importarle?

 –

Piensa que cuando lo pregunto, es porque debe existir alguna

causa…

27

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 –

Salí hace meses de Kansas City…

 –

¿Kansas?

 –

En varios sitios…

 –

Debieron pagarte muy bien. ¿verdad?

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Dan frunció el ceño y mirando con fijeza, dijo:

 –

Le han dicho que llevo sobre mí una pequeña fortuna, ¿no es eso?

 –

Efectivamente… y me gustaría saber de dónde ha salido ese

dinero…

 –

Si telegrafía a Dallas, en Texas, sabrá que vendí hace un par de años

un hermoso rancho para dedicarme a vivir… ¡estoy agotando lo que conseguí por la venta de mi rancho…! Esto pareció tranquilizar al sheriff.

 –

¿Qué piensas hacer cuando se te acabe el dinero?

 –

Encontrare trabajo con rapidez…. – respondió Dan- soy un buen

vaquero. El sheriff capto una señal del dueño del local y después de unas preguntas más sin trascendencia, se alejó de Dan. A este le sorprendió la actitud del sheriff, después de lo que Lewis Fremor había insinuado pero termino de encogerse de hombros.

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Una joven bastante agraciada, tan pronto como el sheriff se separó de él, se le aproximo, diciéndole:

 –

¿Me invitas a un trago, larguirucho?

Dan, acostumbrado a aquel ambiente, miro con rapidez hacia el sheriff y quienes le acompañaban y al descubrir la forma en que sonreían comprendió la razón por la que el sheriff ni le molesto.

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Capitulo 3

Bebe cuanto te plazca, preciosa… -respondió Dan.

 –

¿Qué te parece si nos sentamos?

 –

Una buena idea…

 –

¿Cómo te llamas?

 –

Dan… ¿y tú?

 –

Rosa…

Y la joven, cogiéndose a un brazo de Dan, le hizo caminar hacia una mesa que estaba vacía. Alder, el propietario del saloon, dio orden para que atendieran a Rosa y a su acompañante.

 –

Eres forastero, ¿verdad, Dan?  – dijo Rosa al sentarse.

 –

He llegado hoy a la ciudad…

 –

¿Te gusta Laramie?

 –

Es la clase de poblaciones que me gustan. ¡Hay ambiente… y

mujeres muy bonitas! Y al hablar miro de arriba abajo a Rosa.

30

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Esta sonriendo de buena gana, zalamera, acaricio las manos de Dan.

 –

¿Qué tal parece si nos viéramos después de cerrar?

 –

Si es para estar a solas conmigo, una idea admirable  – respondió

Dan. Y mientras, hablaba con la joven, que era de esas muchachas que tan pronto como bebiese más de la cuenta, le hablaría de sentarse a una mesa de tapete verde. Le sirvieron una botella con dos vasos. Rosa se encargó de servir. Y para comprobar si estaba o no equivocado sobre sus temores, hizo que se distraía mirando hacia otro lado, aunque sin dejar de observar a Rosa. Al ver que esta con rapidez, arrojo el contenido de su vaso a un gran tiesto que había a su lado, sonrió ampliamente. Segundos después, hacía que apuraba el vaso y al dejarlo sobre la mesa vacía, dijo:

 –

¿Qué pasa, Dan…? ¿Es que no te gusta el whisky?

 –

Voy a hacerte una confesión… -respondió Dan, aproximando su

rostro al de Rosa…- Siempre que he bebido más de tres whisky, me convierto en un salvaje… Así que será preferible que no abuse… por tu  propio bien…

 –

 Nunca he tenido ocasión de soportar a un salvaje… -replico Rosa,

sonriendo picarescamente-. Y confieso que me agradaría hacerlo. 31

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Marcial Lafuente Estefanía

Dan rio de buenas ganas, diciendo:

 –

¡Pues, bebamos….!

Y apuro de un solo trago el vaso. Rosa, contenta, lleno de nuevo los vasos. Dan volvió a hacerse el distraído para que Rosa tirase el whisky. Así hasta cuatro veces. Dan, representando magníficamente el papel de embriagado, beso varias veces a Rosa, sin que esta ofreciese mayor resistencia. Comenzó a hablar fuerte y a expresar tonterías. Rosa sonreía satisfecha de su trabajo. Alder, el propietario del local y patrón de Rosa, desde el mostrador la felicito  por señas.

 –

¡Vámonos de aquí, pequeña!  – decía con bastante insistencia Dan.

 –

 No escandalices, por favor… te he prometido llevarte a mi casa

cuando cierre…

 –

 No estarás pensando en engañarme. ¿cierto?

 –

Claro que no.

Y Rosa hizo señas para que le sirvieran otra botella. Cuando Dan vio que Rosa volvió a llenar los vasos, dijo:

 –

¡Hoy beberé más que nunca…! 32

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Y haciendo sonreír a Rosa, apuro de nuevo el vaso. La joven, ni quienes sabia Dan que le estarían vigilando debieron darse cuenta que hizo lo mismo que la joven con su whisky. De pronto, demostrando a Dan que no se había equivocado, dijo Rosa:

 –

¿No te gustaría echar una partida de póker?

 –

Soy una verdadera nulidad… -respondió, hablando con cierta

dificultad, Dan-. ¡Nunca he conseguido ganar!

 –

Puede que hoy, siendo yo tu mascota… Cambie tu suerte…

 –

Es posible…

 –

Entonces, ¿Te decides?

 –

Es que si me pongo a jugar, no poder estar a tu lado.

Esto sorprendió mucho a Rosa, que pregunto:

 –

¿Por qué dices eso?

 –

Porque soy muy supersticioso… Y cuando j uego, no premio que

nadie me vea el naipe…

 –

Eso no es problema… Hasta la hora de cerrar, me ocupare de servir

a los clientes mientras tú juegas… y después marcharemos a mi casa. Dan abrazo con fuerza a Rosa, besándola largamente. Quienes les contemplaban reían de buenas ganas. Rosa intento liberarse de aquellos fuertes brazos, pero no lo conseguía. 33

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Cuando al fin la soltó, la joven respiro profundamente, exclamando:

 –

¡No hay duda! ¡Eres un salvaje!

Dan por toda respuesta, reía a carcajadas. Y sacando un enrome fajo de billetes, metió entre el escote de Rosa unos dólares, diciendo:

 –

¡Por el daño que he podido causarte!

Y de nuevo volvió a reír. Rosa rio con él, diciendo:

 –

 No te preocupes, me gustas… Acompáñame, te enseñare con quien

debes jugar… Y cogiendo de una mano a Dan, hizo que se levantara. Pero Dan, al comenzar a andar, dio unos cuantos traspiés y no se cayó por abrazar a Rosa.

 –

Tengo la impresión de que todo me da vueltas… -comento.

Alder, apoyado al mostrador, dijo al barman:

 –

¡Rosa es admirable!

 –

Ese muchacho esta como una cuba.

 –

Pronto se encargaran Patrick y Back de limpiarle. ¿Has visto el

dinero que lleva?

 –

Una verdadera fortuna... 34

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Rosa llevo a Dan a un reservado, donde Patrick y Zack le esperaban.

 –

¡Hola muchachos! – saludo Rosa.

 –

Hola Rosa… ¿No iras a decir nos que este muchacho desea jugar?

 –

¡Y pienso desplumaros! – respondió Dan, mientras se sujetaba a una

silla para dejar de tambalearse.

 –

Has bebido más de la cuenta… -comento Zack- ¿Crees que en esas

condiciones podrás jugar?

 –

¡Ya lo creo! ¡El alcohol me inspira!

Rosa salió del reservado, diciendo:

 –

Os serviré de beber…

 –

¿Es que no te quedas? –   pregunto sorprendido Patrick.

 –

Al parecer, ese muchacho es supersticioso…

 –

De acuerdo

 –

¡Eh, preciosa, un momento!  – dijo Dan al sentarse- ¿Me esperaras

cuando se cierre este local?

 –

Te lo prometo… Y procura no perder mucho…

 –

Seguro que son de confianza… ¿verdad?

 –

Unos caballeros... – respondió Rosa.

Al ver la forma de sonreír de aquellos dos, Dan gozaba. 35

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Rosa salió del reservado. Y reuniéndose con Alder, dijo:

 –

Voy a servirle de be ber…

 –

¡Buen trabajo, Rosa!

 –

Confió en que en esta ocasión, no me robéis mi parte…

 –

 Nunca lo hemos hecho, Rosa…

 –

Estas hablando con quien te conoce, Alder… -replico Rosa.

 –

Es atrevido ese muchacho… ¡Que forma de besarte!

 –

¿Celoso?

 –

Si no fuera por el dinero que lleva sobre él, a estas horas ya no

viviría… -respondió Alder.

 –

Para evitar estas cosas, debes encargar a otra estos trabajos…

 –

Prefiero que seas tú, no acostumbras a fallar…

Rosa se aproximó al mostrador, diciendo al barman

 –

Tres vasos y una botella.

 –

Coloca cuatro vasos… -dijo Alder- he pensado que si juego en esa

 partida antes limpiaremos a ese pobre infeliz.

 –

¿Quieres vengarte de sus besos ganándole?  – inquirió Rosa.

36

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

En cierto modo, preciosa…

Y acompañada por Alder, Rosa entro en el reservado. Aún no había comenzado a jugar. Los ojos de Alder se iluminaron al ver el dinero que Dan había colocado a su lado.

 –

¿Un nuevo jugador? –   pregunto Dan.

 –

En efecto… -respondió Rosa al oído de Dan-. Un nuevo incauto.

Dan, riendo la broma, se froto las manos, comentando:

 –

¡He sido afortunado al invitarte!

 –

 No lo sabes bien, muchacho – dijo en tono especial Patrick.

 –

 No regreses hasta dentro de un par de horas… -dijo a Rosa, Alder-

Tenemos bebida suficiente para ese tiempo… Rosa acaricio el cabello de Dan, diciéndole:

 –

¡Buena suerte, gigante!

 –

Marcha tranquila, pequeña  – respondió Dan- Cuando te reúnas

conmigo, seré un hombre rico. Rosa, riéndose de la ingenuidad de Dan, salió del reservado. Y el juego comenzó. El resto que acordaron era de mil dólares. Las primeras manos, Dan perdió más de doscientos dólares. 37

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Quería tantear y comprender el sistema empleado por aquellos tres. Estos sonreían, pensando que antes de un par de horas habrían limpiado la fortuna de aquel muchacho llevaba en sus bolcillos. Pero media hora más tarde de las primeras manos, Dan comenzó a ganar.

 –

¡La suerte empieza a inclinarse hacia mí!  – exclamo exclamo loco de alegría-.

¡Sabia Rosa que me daría suerte! Alder, Patrick y Zack, sin que pudieran comprender lo que sucedía, se miraban asombrados. En pocas manos, Dan recupero lo que perdía y comenzó a ganar algunos dólares. Alder, que era el más observador, comprendió pronto que Dan no estaba tan  bebido como como creyeron creyeron al principio. principio. Y la risa burlona de aquel gigante, cada vez que se cruzaban sus miradas, le irritaba. A la hora prevista, Rosa entro en el reservado diciendo:

 –

¿Qué tal vas, gigante?

 –

 No puedo quejarme, pequeña… Debo estar ganando unos dos mil

quinientos dólares. Rosa palideció visiblemente. Era una noticia que no podía esperar. Dan que se dio cuenta de la sorpresa de la joven inquirió:

38

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

¿Qué sucede, pequeña? ¿Es que no te alegra?

 –

Si… Claro…

Y salió precipitadamente del reservado. Se apoyó al mostrador, haciendo señas al barman para que se le aproximara.

 –

¿Qué quieres, Rosa? –  Rosa?  –   pregunto el barman-. ¿Qué ¿Qué tal van las cosas?

 –

¡Ese muchacho va ganando dos mil quinientos dólares!

Estas palabras causaron tal impresión en el barman que el vaso que limpiaba se le cayó de las manos, rompiéndose en mil pedazos. Y mirando con fijeza y asombro a Rosa, inquirió:

 –

¿Bromeas?

 –

¡Tenías que ver los rostros de Alder y de los otros dos…!

 –

¡No puedo creerlo!

El barman rompió a reír, siendo contemplado por Rosa con sorpresa.

 –

¡Nos equivocamos al pensar que era una presa fácil!  – exclamo, exclamo, al

dejar de reír, el barman.

 –

Tengo la impresión, de que se ha burl ado de todos… y en especial

de mí… Esta sereno y no presenta síntomas de embriaguez. El sheriff entro en el local. Miro en todas direcciones y al no ver a Dan en compañía de Rosa, sonrió alegre.

39

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Se aproximó a Rosa, preguntando:

 –

¿Y ese muchacho?

 –

Jugando…

 –

¿Todo marcha bien? –  bien?  – volvió volvió a preguntar el sheriff.

 –

¡Para ese larguirucho, sin lugar a dudas!  – exclamo exclamo Rosa.

El sheriff, sin comprender el significado de aquellas palabras, miro sorprendido a rosa, diciendo:

 –

¿Qué quieres decir?

 –

¡Que ese muchacho está desplumando a Alder, Patrick y a Zack!

El sheriff abrió los ojos enormemente, exclamando:

 –

¡No es verdad!

 –

Vaya a comprobarlo… Están en el reservado número tres.

Sin reaccionar de su asombro, el sheriff se encamino hacia los reservados. Dan, al verle, dijo:

 –

¡Hola, sheriff! buenas noches… si espera unos minutos podre

invitarle a donde quiera… Completamente lívido, al fijarse en los rostros de los otros tres, comento el sheriff de forma instintiva:

 –

¡Si no lo veo, no lo creo!

40

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Dan, aunque comprendió el verdadero significado de aquel comentario espontaneo del sheriff, haciéndose el ignorante inquirió:

 –

¿Qué es lo que le cuesta creer?

 –

¡Oh, nada! – respondió el sheriff, comprendiendo el error cometido.

Alder y los otros dos, no conseguían reaccionar. Estaban como anonadados.

 –

Me sorprende que Alder pierda… -dijo el sheriff después de ver un

 par de jugadas-. Es hombre que siempre ha gozado de una gran suerte.

 –

Rosa es una gran chica  – comento Dan- ¡Tan pronto la conocí, pensé

que me daría suerte!

 –

Tu suerte, es un tanta extraña… -comento Patrick.

 –

Sin duda, similar a la que siempre habéis gozado vosotros hasta hoy

 – replico Dan. El sheriff miro a Alder interrogante. Por toda respuesta, Alder se encogió de hombros, indicando al sheriff que no comprendía aquello. El sheriff salió del reservado y aproximándose al mostrador dijo:

 –

¡Un doble! ¡Creo que lo necesito!

 –

¿Es cierto que pierden? –   pregunto el barman.

41

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

¡Como que dentro de unos minutos, si ese muchacho no les permite

aumentar el resto, les habrá limpiado mil a cada uno!

 –

¿Es que es un profesional? – inquirió el barman.

 –

Debe serlo… ¡No existe otra explicación!

 –

Y a juzgar por el resultado, mucho más hábil que ellos, ¿no crees?

 –

Sin lugar a dudas, Rosa.

 –

¡Bien nos ha engañado!

 –

 No saldrá con vida de aquí… -dijo el barman-. Patrick y Zack son

enemigos demasiado peligrosos…

 –

Pues a juzgar por las muertes que hizo en el restaurante de Burkett,

no es precisamente inofensivo ese muchacho  – replico el sheriff-. Deben tener mucho cuidado con el… Puede resultar tan hábil con el ‹‹Colt›› como está demostrando serlo con el naipe… Los empleados del local, informado de lo que sucedía, lo comentaban con tanta sorpresa como causo Rosa, al barman y al sheriff.

42

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Capitulo 4

 No había finalizado el sheriff su whisky, cuando mirando hacia Dan:

 –

¡Ahí sale ese muchacho!

Rosa y el barman, así como la mayoría de los empleados clavaron sus miradas en él. En todas se podía leer la gran sorpresa que le dominaba Dan, al darse cuenta de que se había convertido en el blanco de todas las miradas, se encamino hacia el sheriff, comentando:

 –

¿Por qué extraña tanto a todos el que haya conseguido ganar?

 –

 No suele suceder con Alder.

 –

Pues les aseguro, sheriff con sinceridad, que es un principiante… Y

si se pone tonto, perderá más. El sheriff miro con asombro a Dan, replicando:

 –

¡Cuando tú lo dices, es que es verdad!

 –

¿Permite le invite a un trago?

 –

¡Eh, Rosa! – llamo Dan-. ¿No quieres celebrar mi buena suerte? ¡He

ganado más de lo que imaginaba! ¡Tres mil dólares! Los clientes al escuchar estas palabras, enmudecieron. 43

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

¡Eres un tramposo!

Dan, como si no le afectara el insulto, replico:

 –

¿Cuándo te has dado cuenta de ello? ¿Al comprobar que el naipe

que preparabas para Alder y Zack, no llegaba a sus manos por los descartes que yo hacía?

 –

¡Eres un ventajista y tendrás que devolver lo que has ganado o no

saldrás con vida de aquí! Dan, como si el enemigo hablase de broma, dirigiéndose al sheriff, dijo:

 –

¿Por qué no hace algo para que ese loco comprenda que es muy

conveniente, aunque se esté acostumbrado a ganar siempre, a saber perder en esta ocasión?

 –

Le he aconsejado que te deje tranquilo  – dijo el sheriff- pero esta

excitado.

 –

Su deber, es obligarle a entender que no admite en su presencia

duelos. El sheriff, que estaba tan molesto con Dan, como los jugadores, dijo:

 –

¿Es que vas a indicarme cual es mi deber?

 –

Lo que deseo, es que haga comprender a su amigo, que es preferible

 perder mil dólares a ser enterrado mañana….

 –

¡Déjate de fanfarronear! –   bramo Zack- ¡Patrick esta en lo cierto!

44

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Lamento equivocarme con vosotros… ¡No hay duda que no sois

 jugadores, de lo contrario sabríais perder!

 –

¡Una cosa es perder y otra ser víctima de tus trucos y trampas!

 –

 Nadie de cuantos nos escuchan, dan crédito a vuestras palabras…

¿Por qué no os reclaman ellos el dinero que habéis robado con vuestras trampas en el juego? Porque yo sí puedo decir los trucos que empleáis cada uno, mientras que vosotros no podríais demostrar jamás que os he hecho una sola trampa… Dan se interrumpió para agregar acto seguido:

 –

¡Rosa! ¿Quieres decir la clase de ventajistas que son estos tres?

 –

Debes estar loco muchacho  – respondió, sonriente Rosa-. Tu

situación ya era delicada, para que mezcles a Alder.

 –

Debo tomar tus palabras como una confesión de descontento por lo

sucedido, ¿verdad?

 –

¡Desde luego! – respondió Rosa.

 –

Una vez que esos dos se suiciden, ya que lo que piensan intentar, no

es otra cosa que esa locura, hablare contigo… ¿Crees acaso que no te vi contenta cuando pensabas que era un pobre ingenuo? Arrojaba mi whisky en el mismo lugar en que tú lo hacías, sin que nadie de cuantos estaban  pendientes de mí, se diesen cuenta de ello… Me hice el embriagado para facilitarte el trabajo… ¿Qué pensaste, cuando considerándome una pobre

45

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

victima en manos de tus amigos, comprendiste que eran ellos quienes dejaban su dinero en mi poder? Los clientes se miraban entre si interrogantes. Y los comentarios que se escuchaban acto seguido, preocuparon a Alder y a todos sus empleados. El sheriff, dándose cuenta de que su actitud tenía que resultar sospechosa para todos, dijo:

 –

 No escuches los insultos de esos, muchacho… Es lógico que

después de haber perdido tanto dinero, irritados, no sepan lo que se dicen.

 –

¡Yo sé muy bien lo que me digo, sheriff!  –   bramo Patrick-. ¡Ese

larguirucho es un tramposo! ¡Un ventajista con el naipe! Los clientes, pensando, sonreían maliciosamente. Alder, entendiendo que las palabras de Dan, hacían pensar a sus clientes más de la cuenta y que podrían llegar a una conclusión sumamente peligrosa para todos, dijo:

 –

Yo creo que este muchacho esta en lo cierto… ¡No siempre se gana

al póker!

 –

¿Es que duda que sea un tramposo?  – inquirió Zack.

 –

¡Pues yo sí! –   bramo Patrick.

 –

Eres un pobre embustero, amigo  – replico, sonriente Dan-. No has

 podido descubrir nada, puesto que juego con limpieza.

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517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

¡Podrás engañar a Alder, al sheriff y a quienes te escuchan, pero

 jamás podrás hacerlo conmigo!  –   barbotó Patrick-. ¡Y si no devuelves el dinero que nos has robado con tus trucos y trampas, tendré que matarte!

 –

Eres mucho más inofensivo con el revolver que con el naipe… Así

que no hagas el menor movimiento sospechoso que me obligaras a administrarte una dosis de plomo que tu cuerpo no podrá digerir… La serenidad con que Dan hablaba, impresiono a todos. Rosa estaba intranquila. Pensaba que si aquel muchacho resultaba ileso de aquella provocación de que estaba siendo objeto por parte de sus amigos, ella no lo pasaría muy bien. Aunque demasiado tarde, comprendía que tanto Alder como ella se habían equivocado al pensar que aquel muchacho era una víctima propicia para ellos. El hecho de que se hubieses burlado de ella la irritaba, hasta el extremo de desear su muerte. El sheriff se encaró a quienes provocaban a Dan, gritando:

 –

¡Olvidad vuestras intenciones! ¡Es una orden!

Zack, asombrando a los reunidos, dijo:

 –

 No se mezcle en esto, sheriff… Lamentaríamos que fuera enterrad o

mañana en unión de ese larguirucho… ¡De ese tramposo!

 –

 No nos duele en sí, lo que hemos perdido, sino en la forma en que

nos ha robado – replico Patrick.

47

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

El juego ha sido honrado y la suerte se inclinó a favor de ese

muchacho  – agrego Alder, que veía en Dan un gran peligro-. Olvidad ya ese asunto.

 –

¡Yo ni olvido ni perdono a quien me roba!  – exclamó Zack.

 –

Si me obligáis a actuar contra vosotros…

 –

¡Guardad silencio, sheriff!  – grito Patrick-. ¡Lo que intenta, al

distraernos con su intervención, es una cobardía! El sheriff guardo silencio. Dan sonreía abiertamente. Aquella sonrisa, hizo que Rosa perdiese la serenidad, diciendo:

 –

Es la primera vez que os veo discutir tanto con el enemigo…

 –

¿Estas impaciente, muchacha?  – inquirió Dan- ¿Tanto deseas la

muerte de esos amigos?

 –

¡Serás tú quien caiga! – respondió enfurecida Rosa.

 –

Volverás a equivocarte  – dijo Dan- ¿Cuánto te hubiesen dado si

hubiera perdido mi dinero?

 –

¡Terminad con el! – exclamo Rosa.

Pero Patrick y Zack, no hicieron el menor movimiento. Dan sonriendo, dijo:

 –

¡Eres peor que una hiena, muchacha! 48

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Alder hizo seña a Rosa para que guardara silencio. Zack, con disimulo, comenzó a caminar hacia la derecha de Dan, pero este le dijo:

 –

Si sigues con tu movimiento envolvente, me obligarás a disparar…

¡Quédate donde estas! Patrick, considerando que era el momento propicio de intervenir, al pensar que Dan estaba pendiente de Zack, quiso sorprender al muchacho, pero como Dan estaba pendiente de el no pudo conseguir su propósito el traidor que con la frente perforada, cayo sin vida. Los reunidos admiraron la habilidad y seguridad de Dan. Rosa y sus amigos, temblaron ante el resultado de aquel disparo. Zack era el más impresionado. Y aunque sabía que Patrick era más lento que él, comprendió que no podía compararse a Dan, ni en rapidez ni en seguridad con las armas.

 –

Debió creerme distraído… -comento Dan-. ¡Pobre estúpido!

Zack, al ver la mirada de Dan, fija en él, retrocedió asustado. Dan enfundo el revolver con el que había disparado sobre Patrick, diciendo:

 –

Ahora debes defenderte, Zack…

 –

¡No! – exclamo Zack-. ¡No me mates!

49

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Demasiado tarde, amigo… -dijo sonriente Dan-. Después de

comprobar la clase de cobardes que sois, no puedo dejarte con vida. Aprovecharías la primera oportunidad para disparar por la espalda…

 –

¡Te prometo que nada tendrás que temer de mí!

 –

 No me fio de la palabra de un cobarde  – dijo Dan- ¿Listo? ¡Voy a

disparar! Zack, convencido de que hablaba en serio, intento salvar su vida. Pero en efecto, como había pensado con anterioridad, era mucho más lento que el enemigo. Cuando caía sin vida, comento Dan:

 –

Ya ha visto sheriff, que me han obligado a gastar un poco de

 plomo…. ¡Tan solo el imprescindible!

 –

Debieron escucharnos... – dijo el sheriff.

Dan, pendiente de Alder, temiendo que intentara ayudar a sus amigos, le vigilaba con atención, pero Alder era mucho el miedo que tenía en esos momentos para pensar en ayudar a nadie. Rosa, dominada por un intenso pánico, temblaba visiblemente. Dan, aunque sin perder de vista a Alder y a los reunidos, se aproximó lentamente a ella.

 –

Eres la responsable de cuanto ha sucedido… -le dijo-. No debiste

intentar embriagarme ni invitarme a jugar y esos dos seguirían con vida. ¡Eres despreciable! 50

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Y ante el asombro general, Dan abofeteo a Rosa hasta que perdió el conocimiento.

 –

La próxima vez que intente algo parecido, con cualquiera de

vosotros, debéis colgarla – dijo, dirigiéndose a los reunidos.  Nadie replico, por considerar justo el castigo de Rosa. Segundo después, el joven abandono el local. Alder se apoyó al mostrador y sin que solicitase nada, el barman, le sirvió un  buen vaso de whisky. Alder lo apuro de un solo trago. El sheriff se aproximó a él, diciéndole en voz baja:

 –

Fue un acierto que no intentaras imitar a esos dos…

 –

Frente a esta clase de enemigos, hay que emplear la astucia  – agregó

el sheriff. Rosa, atendida por unas compañeras, recobro el conocimiento. Los testigos de cuanto sucedió, a pesar de impresionarse a medida que se fijaban en el rostro desfigurado de Rosa, comprendía que fue un castigo merecido. Rosa no hizo ningún comentario, pero contemplaba a todos con odio. En especial a Alder. Y cuando se vio en un espejo se encaró a Alder, bramando:

 –

¡Has debido matarle!

51

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Estaba pendiente de mí y si hubiera intentado algo, seria yo la

víctima.

 –

¡Eres un cobarde!

 –

Es posible, pero prefiero ser un cobarde con vida que un valiente

listo para enterrar como esos… Desesperada, maldiciendo y jurando venganza, se encerró en su habitación.

52

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Capítulo 5

Dan, una vez en la habitación del hotel, atranco bien la puerta y ventana, antes de acostarse. Y cuando lo hizo, coloco un ‹‹Colt›› bajo la almohada. Después de pensar en lo sucedido, se quedó profundamente dormido. Al despertar, comprobó que el sol estaba muy elevado, lo que le indico que había dormido muchas horas. Una vez que se lavó, sintiendo un gran apetitito, descendió al hall para desayunar.

 –

¡Buenos días, míster Show! – le saludo el recepcionista

 –

Buenos días, amigo…

Y paso del hall al comedor del hotel. Al ver la forma en que todos le contemplaban, comprendió que los hechos de la noche anterior en el local de Alder, eran la verdadera razón de la curiosidad de que era objeto. Lewis Fremor, que desayunaba sentado a una mesa, le hizo señas para que se aproximara a él. Después de saludarse son afecto, se sentó a la mesa de Fremor.

53

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Te has convertido, por los sucesos de anoche, en un verdadero

ídolo… Pero el enemigo al que te has enfrentado, es tan peligroso, que no vivirás mucho, si no decides salir cuanto antes de la ciudad… Dan escuchando a Fremor, meditando en cuanto le decía.

 –

Puede que tenga razón, míster Fremor.

 –

Lo que más ha sorprendido a todos, es que consiguieses ganar a

Alder, que está considerado en la ciudad como uno de los profesionales del naipe, más hábil.

 –

Le aseguro, que esa fama, no puede ser más injusta.

 –

¿Es cierto que superaste los trucos que ellos utilizaron?

Dan miro con fijeza a Lewis Fremor, respondiendo:

 –

Tuve suerte…

 –

He oído decir que eres un hábil con el naipe…

 –

Puede ser así.

Dejaron de hablar al acercarse un camarero para tomar nota a Dan. Al alejarse, dijo Fremor:

 –

Los muchos ventajistas de la ciudad, sin duda, habrán hechos

cuestión de honor el retarte a que demuestre frente a ellos tu habilidad con el naipe…

 –

Si lo hacen y acepto, me convertiré en un hombre rico. 54

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

¿Estás seguro de tu suerte?  – inquirió irónico, Lewis Fremor.

 –

 Nací con buena estrella – respondió Dan.

Lewis Fremor miro con detenimiento a Dan, diciendo:

 –

Confieso que esas ropas que vistes, me engañaron…. No podía

 pensar que un profesional del naipe vistiera así… Dan que capto el tono despectivo de aquellas palabras, sin ofenderse, replico:

 –

El hecho de que no permita que se burlen de mí, quienes se

consideran muy hábiles con el naipe, no es un delito.

 –

Puedes que tengas razón, pero lamento haberme equivocado  – y

 poniéndose en pie, agrego Lewis-: Olvida mi propuesta de trabajo.

 –

 No era mi intención aceptarla.

Lewis Fremor se alejó, saliendo del comedor. Dan se sintió entristecido. Le desagradaba ser despreciado por una persona honrada. Y en esos momentos, fue cuando pensó con mayor serenidad en que debía abandonar, antes de que llegase a despreciarse a sí mismo, la vida que llevaba. Comía tranquilamente, cuando llamo su atención la voz de una mujer que  parecía discutir con sus acompañantes, que ocupaban una mesa en una de las esquinas del comedor. Miro curioso hacia ella asombrándose de su belleza. Era una joven verdaderamente encantadora. 55

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Motivo por el cual intento escuchar lo que sucedía. Pero después de mucho intentarlo, tan solo consiguió captar alguna que otra  palabra suelta. Al ponerse la joven en pie, oyó la voz autoritaria y seca de uno de los acompañantes de la muchacha, que ordenaba:

 –

¡Siéntate, Mary!

 –

¡No quiero! – respondió la joven-. ¡No os soporto más!

Y dicho esto, la joven intento alejarse, pero uno de los dos acompañantes, la sujeto por una mano, diciendo:

 –

¡Te han dicho que te sientes!

Y tirando de ella, la obligo a sentarse. La joven intento levantarse de nuevo, pero no se lo permitieron. Sin pensar en lo que hacía, Dan se levantó de su mesa y aproximándose a la ocupada por la joven y sus acompañantes dijo:

 –

¡Le sucede algo, miss!

 –

Maisy Cook… -respondió la joven con rapidez y de forma

instintiva.

 –

Encantado, miss Cook… ¿Le molestan esos caballeros?

 –

¡Lárgate, muchacho!  –   bramo el que había obligado a sentarse a la

 joven.

56

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Espero su respuesta, miss Cook… -dijo Dan-. He visto que deseaba

marchar y no se lo han permitido.

 –

Así es, muchacho – dijo Maisy- ¡Son un par de valientes!

 –

¡No volveré a repetir que te largues, muchacho!  –   bramo el mismo

levantándose amenazador.

 –

De acuerdo, amigo – dijo Dan-. Pero miss Cook vendrá conmigo.

 –

¡Maisy se quedara con nosotros!  – dijo el que permanecía sentado y

que al parecer, era el que llevaba la voz cantante.

 –

 No discutamos por eso… -dijo sonriendo, Dan-. Que sea ella quien

decida. ¿les parece?

 –

Tengo el presentimiento de que este muchacho no entiende tu

lenguaje, Morris  – comento, arrastrando sus palabras el que permanecía sentado cómodamente a la mesa.

 –

 No se preocupe, míster Scott  –   bramo Morris-. Si este muchacho

insiste, tendré que emplear con el otro lenguaje mucho más claro y convincente.

 –

 No pierdas el control de sus nervios, amigo  – dijo, sonriendo Dan-.

¿Es que no les parece justo que sea miss Cook quien decida si desea quedarse o no?

 –

¡Te voy a enseñar a no mezclarte en los asuntos ajenos, larguirucho!

 – exclamo Moris.

57

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Y dicho esto, el elegante que estaba de pie, intento golpear a Dan. Este esquivo el golpe con habilidad, haciendo que sus puños entrasen en acción. Dos golpes fueron suficientes para dejar fuera de combate al atacador. A Jack Scott, le sorprendió el resultado rápido de la pelea. La verdad es que no lo esperaba tan rápido. Pero mucho más le sorprendió el hecho de que los camareros no intervinieran en favor de Morris. Y con la mirada, reprocho a todos. Dan clavo su mirada en míster Scott, inquiriendo:

 –

¿Algo que objetar?

 –

¡Eres un loco, muchacho! – fue lo que dijo Scott.

 –

¿Nos vamos, miss Cook?  – inquirió Dan, ofreciendo su brazo la

 joven. Esta, sonriendo, acepto el brazo de Dan y se encaminaron hacia la puerta de salida. Jack Scott iba a levantarse de la mesa, para salir tras los jóvenes, pero un amigo se le aproximo, diciendo:

 –

 No seas loco, Jack… Deja en paz a ese muchacho.

 –

¿Es que no has visto lo sucedido?  –   pregunto extrañado Scott.

 –

Perfectamente  – respondió el interrogado-. Pero si intentase algo

contra él, te mataría. 58

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Jack Scott, con verdadero asombro miro a quien le hablaba diciendo:

 –

¿Es que no me conoces?

 –

Por ello te prevengo… ¿Sabes quién es ese muchacho? ¡El que

después de ganar una fortuna a Alder y a sus hombres al póker, mato a Patrick y Zack! Jack Scott, al escuchar esto, palideció. Y volviendo a sentarse, dijo:

 –

Gracias, amigo…

Mientras tanto, en la calle, Maisy, mirando con valentía a los ojos de Dan, decía:

 –

Gracias por acudir en mi ayuda… ¡En verdad, la necesitaba!

 –

Aunque es meterme en lo que no me importa  – dijo Dan-, siento

curiosidad por conocer el motivo de su discusión con esos dos elegantes.

 –

¡Son un par de cobradas!-bramo Maisy.

 –

De eso, he podido darme cuenta…

 –

Te contare a grandes rasgos lo que sucede… Yo poseo un hermoso

rancho en las proximidades de esta ciudad, donde crio una buena ganadería. Hace un año, perdí por culpa de una epidemia, casi todo el ganado y quede económicamente en una situación muy delicada. Jack Scott me dejo cinco mil dólares y cometí la locura, por no conocerle bien de aceptar su ayuda… Hoy mi situación, es mucho más delicada que 59

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

entonces… Debo entregar antes de cuarenta y ochos horas los cinco mil dólares o perderé el rancho. Es lo que me estaban comunicando y el motivo de mi irritación… Al que golpeaste, un abogado fullero que s e encarga de llevar todos los asuntos de Jack Scott, que sin duda, es la peor  persona de Wyoming me estaba proponiendo dos salidas airosas a mi actual situación… No pagar y perder el rancho o casarme con Jack Scott… ¡Terrible soluciones para mí!

 –

Comprendo que se enfurecieses  – dijo Dan- ¿Qué piensas hacer?

 –

Solo me queda, a mi buen entender, una solución más ventajosa

 para mi  – respondió Maisy-. Vender el rancho y pagar a ese miserable de Jack Scott. Como poco, puedo conseguir tres veces más, la cantidad que le adeudo. Sin dejar de charlar, paseaban por las calles de la ciudad. Quienes se cruzaban con ellos, les contemplaban sorprendido. A todos extrañaba que Maisy fuese del brazo de aquel muchacho. Ensimismados en su conversación, salieron de la ciudad. Y sentados en plano campo, siguieron charlando animadamente. Horas más tarde, Dan conocía a fondo el problema de Maisy. Después de escuchar a la joven, dijo:

 –

¿Qué te parece si hoy mismo hiciese efectiva tu deuda?

Maisy abrió los ojos con verdadero asombro, diciendo:

 –

¿Es que no has escuchado cuanto te he dicho? 60

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

Perfectamente pequeña…

 –

Entonces, ¿de dónde crees que puedo sacar cinco mil dólares?

 –

Si lo deseas, yo puedo dejarte esa cantidad…

Maisy quedo unos instantes sin habla. Era algo que no podía esperar, por lo que al reaccionar dijo:

 –

Ignorabas que fueses un ganadero…

 –

Y no lo soy… -respondió Dan-. ¿Tanto te sorprende que pueda

disponer de una cantidad tan elevada?

 –

Desde luego – respondió Maisy.

 –

Escucha  – dijo Dan, dispuesto a sincerarse con Maisy-. Voy a

contarte la verdadera realidad de mi vida… Y con decisión, se sinceró con la muchacha. Maisy le escuchaba admirada.

 –

Y puedo asegúrate que quienes me bautizaron como Vaquero

Tramposo no se equivocaron… -finalizo diciendo Dan-. Hace meses que lucho por abandonar esa v ida, pero no lo consigo… ¡Como anoche, cuando entre en el local de Alder, siempre me dan acosaron para demostrar ni habilidad con el naipe! Maisy, con la mirada perdida en el horizonte, quedo pensativa. Daba vueltas a cuanto Dan había dicho.

61

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

De pronto, clavo su mirada en el joven, diciendo:

 –

Si cuanto has dicho, cosa que no dudo, se ajusta a la realidad, no

creo que tengas mucho de que arrepentirte… Robar a quienes lo hacen con los honrados y confiados vaqueros y ciudadanos, no es delito… Todo cambiario si utilizases tu habilidad para desplumar a los ingenuos…. Pero a pesar de todo, creo que debieras ganarte la vida de otra forma.

 –

Hace mucho que quiero abandonar esta vida, pero no tengo

voluntad. Hablaron sobre esto mucho tiempo. Y cuando regresaban a la ciudad daba la impresión de que se conocían hacia años. Entre ambos, empezaba a nacer, algo más sincero que una buena amistad.

 –

¿Quién posee el recibo que firmaste a Jack Scott cuando entrego

esos cinco mil dólares?

 –

El juez.

 –

Pues vayamos a visitarle… Pero no digas que va dispuesta a

abonarlo, sino tan solo a comprobar la fecha de vencimiento.

 –

¿Qué temes?

 –

Me asusta pensar que el juez pueda ser otra persona como el

sheriff…. No quisiera tener que matarle…

 –

 No hables así, Dan… -dijo Maisy-. Me asustas. 62

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Maisy, como conocedora de la ciudad, llevo a Dan hasta la casa del juez. Este les recibió con amabilidad.

 –

Quisiera ver el recibo que tiene en su poder, firmado por mí y en

favor de míster Scott – dijo Maisy.

 –

¿Es que piensas abonarlo? – inquirió el juez.

 –

 No… pero quiero convencerme de la fecha de vencimiento… creo

que es dentro de una semana.

 –

Vence pasado mañana, Maisy – dijo el juez.

 –

¿Estás seguro?

 –

Hace menos de una hora que lo he estado leyendo…

 –

Entonces, ¿lo tiene usted en su poder? – dijo Dan.

 –

Así es.

 –

Pues quisiera hacerlo efectivo – dijo Maisy.

El juez frunció el ceño y sonriendo, dijo:

 –

¿Bromeas, Maisy?

 –

¿Por qué lo crees así, juez?  – inquirió Dan.

El juez, comprendiendo que hablaban en serio, dijo:

 –

¿De dónde has podido sacar esa cantidad?

 –

Eso no creo que pueda interesarle  – respondió con rapidez Dan. 63

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

El juez dudo unos segundos, diciendo:

 –

Pues lo siento, Maisy… he tenido que entregar ese recibo a míster

Scott, ya que me lo ha pedido… Tendrás que abonárselo a él. Maisy, que solo en esos momentos comprendía las palabras de Dan había dicho y que tanto la asustaron, miro con odio al juez.

 –

Hemos estado con míster Scott y nos ha asegurado que ese recibo

estaba en su poder – dijo Dan, con gran naturalidad.

 –

¿Hace mucho de eso?

 –

 Ni una hora.

 –

Es que hace menos que se lo he ent regado a él… No hará,

 posiblemente, ni diez minutos que salió de aquí… Dan dejo de sonreír, para muy serio, decir:

 –

¿Cuánto le ha ofrecido el cobarde de Scott si le ayudaba a robar el

rancho a Maisy? El juez palideció, pero serenándose, dijo:

 –

¿Cómo se atreves a hablarme de esa forma?

 –

Soy paciente pero todo tiene un límite, juez… ¿Quiere hacerme

entrega de ese recibo?

 –

Vuelvo a decir que no lo…

64

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

El juez se interrumpió para palidecer intensamente, al verse encañonado por las armas de Dan.

 –

 No pienso escuchar un solo embuste más – dijo Dan.

Maisy, asustada, dijo:

 –

Puede que diga la verdad, Dan…

 –

¡No seas ingenua! ¿Es que no has oído que aseguro tenerlo el?

Maisy guardo silencio pensativa. Sospechaba que era Dan quien estaba en lo cierto.

 –

¡si dentro de un minuto, no nos ha entregado ese recibo, morirá!

El juez temblaba.

 –

¡Cuarenta segundos! – agrego Dan.

Como un loco, se aproximó a la mesa de despacho y abriendo un cajón, dijo:

 –

¡Te lo entregare! ¡No dispares!

Dan, temeroso de que el juez intentase empuñar algún ‹‹Colt››  que escondiese allí, se aproximó para comprobarlo. El juez saco el recibo que entrego a Maisy. Esta, sin poder contenerse, le insulto en todos los tonos. Dan entrego al juez los cinco mil dólares, obligándole a que les diese un recibo como justificante de haber efectuado el pago.

65

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Y antes de salir de la oficia, el juez quedaba sin conocimiento a consecuencia del golpe que Dan le propinó.

66

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Capítulo 6

Que cobarde -decía Maisy, cuando abandonaban el despacho del juez.

 –

Esta ciudad está en manos de unos indeseables… -comento Dan.

 –

Si voy yo sola, no me hubieses entregado este recibo.  – dijo Maisy.

 –

De eso, puedes estar bien segura…

 –

¿Qué es lo que intentaría conseguir al negar?  –   pregunto Maisy.

 –

¿No te lo imaginas?

 –

 No…

 –

Pues dejarían pasar la fech a y entonces perderías el rancho…

Maisy, comprendiendo que era Dan quien estaba en lo cierto, furiosa volvió a insultar en todos los tonos al juez. Dan, escuchándola, sonreía. Dispuestos a comer, entraron en uno de los muchos restaurantes que había en la ciudad. Maisy era dichosa. Quienes abarrotaban el restaurante, al ver a Maisy, que era muy conocida en la ciudad, del brazo de aquel joven, sonreían maliciosamente.

67

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Se sentaron en una mesa, siendo atendidos rápidamente. Finalizaban de comer, cuando Wilbur, el elegante que fue golpeado por Dan en el restaurante de Burkett, entro en el comedor. Al fijarse en el, Dan se puso en guardia, mientras decía a Maisy:

 –

Siéntate en otra silla… ¡Rápido!

Comprendiendo Maisy que algo grave sucedía, obedeció en el acto. Wilbur se detuvo a un par de yardas de la puerta, en el interior del comedor, recorriendo con la mirada a los clientes. Al descubrir a Dan, una trágica sonrisa se dibujo en el rostro. Y con las manos muy cerca de las armas, camino hacia ellos.

 –

Hace horas que te busco, larguirucho  – dijo Wilbur.

 –

¿Puedo saber para que? – inquirió Dan.

 –

¿Es que no te lo imaginas?

 –

Aunque lo sospecho, prefiero que me informes…

 –

¡En primer lugar, quiero que todos se enteren, eres un cobarde

traidor!

 –

¿Y que más? – inquirió burlón Dan.

Maisy, que conocía a Wilbur y sabía lo peligroso que era, estaba asustada.

 –

¡Qué voy a vengarme del golpe que me diste a traición!

68

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Ahora estoy acompañado… Te prometo que si me indicas donde

 puedo encontrarte dentro de… Se interrumpió al escuchar la risa de Wilbur. Este, al dejar de reír, dijo:

 –

¡Dentro de un minuto serás hombre muerto! ¡No quiero que huyas

de la ciudad sin recibir tu castigo!

 –

Lamento no haberte matado ayer  – dijo Dan-. Fue un error que no

volveré a cometer frente a hombres como tu. Wilbur miro uno instantes a Maisy, diciéndole:

 –

¿Es posible que te hayas enamorado de este cobarde, traidor?

 –

Dan es mucho más digno que tu – respondió Maisy.

Wilbur volvió a reír a carcajadas.

 –

¡Pobre Scott!  – exclamo al dejar de reír-. ¡Qué equivocados nos

tenía! ¡Te considera limpia y pura, cuando en realidad, eres peor que cualquiera de esas muchachas que alternan con nosotros en los locales de diversión! Dan se le quedo mirando con fijeza. Para Maisy fue un tremendo sobresalto. Maisy, avergonzada, palideció.

 –

Vas a pedir perdón a Maisy o de lo contrario morirás … -sentencio

Dan. 69

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

El hecho de que no se alterase al decir esto, impresiono a los reunidos. Wilbur, después de mirar con fijeza a Dan, bramo:

 –

¡Aun tengo muchas cosas que decir de esa mujerzuela!

 –

¿Listo? ¡Voy a disparar!

Y cumpliendo su palabra, Dan disparó un par de veces. Wilbur, herido en ambos brazos, le contemplaba aterrado.

 –

 No he querido disparar a matar, porque confió en que pidas perdona

Maisy – dijo Dan-. Y debes hacerlo, antes de desangrarte. Wilbur pidió perdón por cuanto había dicho. Satisfecha Dan, dijo:

 –

Ve a que te cure un medico. ¡Y recuerda que si vuelvo verte en la

ciudad, te colgare! Como alma que lleva el diablo, Wilbur salió del local. Después de pagar, Maisy y dan, abandonaron el restaurante. Los testigos comentaban lo presenciado con admiración. Y la noticia de esta nueva exhibición de Dan, recorrió rápidamente la ciudad. Maisy se llevó a Dan hasta su rancho. Los vaqueros que trabajaban para Maisy le saludaron con cierta frialdad.

70

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Y por comentarios que oro Dan, comprendió que le había reconocido, como el  jugador que había derrotado a Alder con el naipe y que había demostrado ser un  buen pistolero. Cuando a la caída de la tarde, Maisy le dijo que debiera quedarse en el rancho, Dan dijo:

 –

Prefiero regresar a la ciudad. De quedarme, tendría que matar a

alguno de tus hombres.

 –

Yo les hablare, para que te dejen tranquilo.

 –

Quedándome, solo te perjudicaría y no quiero hacerlo.

Y por más que insistió Maisy para que se quedase, no consiguió convencerle.

 –

Llévate mi caballo – dijo Maisy-. Mañana lo recogeré del establo del

hotel. Al alejarse Dan el viejo capataz de Maisy se aproximó a ella, diciéndole:

 –

¿Sabes quién es ese muchacho?

 –

Si, Max, se quién es… -respondió Maisy-. ¡Un hombre como no

había conocido hasta ahora! Max, el viejo capataz, miro sorprendido a la joven patrona. Y el hombre, en la seguridad de que no le agradaría a la patrona hablase cuanto había oído comentar sobre Dan, dijo:

 –

¿Que deseaba Scott?

 –

Casarse conmigo para no perder este rancho. 71

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

¡Que cobarde!

 –

 No debes preocuparte, Max. Ese joven que acaba de marchar me ha

 prestado lo cinco mil dólares para hacer efectiva a nuestra deuda con ese miserable. Y Maisy, emocionada, conto cuanto había sucedido. Al dejar de hablar, comento Max:

 –

¡No me sorprende que tengas tan buena opinión de ese muchacho!

Entraron en la casa, donde Maisy siguió hablando sobre Dan a su viejo capataz. Al entrar Dan en el hotel, el recepcionista le dijo:

 –

Míster Show, el sheriff y sus ayudantes le han estado buscando…

Han venido a preguntar por usted varias veces… Dan quedo pensativo, para decir:

 –

Por casualidad, ¿no sabes el motivo del interés del sheriff?

El recepcionista, un tanto asustado, miro en todas direcciones para comprobar que no les escuchaba nadie, respondiendo:

 –

Algo he oído...

 –

¿Qué es ello?

 –

Parece ser que le busca por algo sucedido en el despacho del juez.

Dan sonrió ampliamente. Y después de una breve pausa, pregunto: 72

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

A su juicio, ¿cree que venían con buenas intenciones?

 –

 No lo creo, mister Show…

 –

¿Por qué no lo cree?

 –

Oí comentar a uno de los ayudantes del sheriff que le detendrían.

 –

¿No oyó nada más?

 –

 No.

 –

Gracias, amigo…

Y Dan entrego una propina por la información a aquel hombre. Salió del hotel y como sabia donde estaba la oficina del sheriff, se encamino directamente hacia allá. El sheriff y uno de sus ayudantes, que charlaban animadamente, enmudecieron al verle entrar.

 –

Me han dicho en el hotel que han preguntado por mí varias veces,

con mucho interés… ¿Puedo saber que deseaban de mí?

 –

Golpear al juez, es un grave delito, muchacho  – respondió el sheriff.

Después de mirarle intensamente, respondió:

 –

¿Sabes por qué lo hice?

 –

Si  – respondió el ayudante-. Porque se negó a entregarle un recibo

que le pedían, como justificante de una cantidad que no percibió.

73

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

¡El juez es un cobarde!  –   bramo Dan-. ¿Quiere acompañarme

sheriff?

 –

¿A dónde?

 –

Visitaremos al juez… Quiero que le cuente ante mi la verdad de lo

sucedido… ¡lamentaría tener que colgarle!

 –

¿Por qué no nos cuenta tú lo sucedido?  – inquirió el ayudante.

 –

Porque estoy convencido de que no me creerían.

 –

Pero al menos, podríamos comprar ambas versiones…

 –

De acuerdo.

Y en pocas palabras, Dan dio cuenta de lo sucedido en el despacho del juez. El sheriff que había escuchado con suma atención, comento:

 –

Si compruebo que me ha engañado, me escucha ra…

 –

¿Es que duda de cuanto le he dicho?  – inquirió Dan.

Un tanto asustado de la actitud de Dan, el sheriff respondió:

 –

 No, desde luego que no…

Charlaron unos minutos más, hasta que el sheriff dijo:

 –

Vayamos a hablar con el juez.

Dan les acompaño.

74

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

El sheriff y su ayudante, se dieron cuenta de que aquel joven no les perdía de vista, lo que no dejaba lugar a dudas de que no se fiaba de ninguno de ellos. El juez, al saber que era el sheriff quien llamaba, abrió la puerta. Palideciendo al ver que Dan les acompañaba, no en calidad de detenido. Sin poder reprimirse, a pesar del miedo que se apodero de el, miro con odio al sheriff.

 –

¿Quiere entregarme los cinco mil dólares, que le entregamos miss

Cook y yo esta mañana?  – inquirió Dan-. He decidido que sea el sheriff quien entregue esa cantidad a mister Scott. Sin atreverse a negar, no importándole que el sheriff comprobase que le había engañado, entrego los cinco mil dólares a Dan. Dan se guardo el dinero en un bolsillo, diciendo:

 –

Ahora debe explicarme lo que intentaba al mentir al sheriff sobre mi

visita de esta mañana.

 –

Estaba furioso por el golpe que me diste… Lo siento, no sabia lo

que hacia.

 –

Debía colgarle por cobarde, juez  – dijo Dan-. Pero es muy posible,

que antes de alejarme de esta ciudad, decida hacerlo.

 –

Es muy probable que sea yo quien lo cuelgue  – dijo el sheriff.

 –

Debéis perdonarme los dos…

75

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Dan cometió el error de olvidarse del ayudante del sheriff, que empuñando sus armas, ordeno:

 –

¡Vamos, muchacho! ¡Manos arriba!

Completamente pálido, Dan obedeció. El sheriff sonrió ampliamente, y el rostro del juez comenzó a iluminarse de satisfacción.

 –

Por un momento pensé que no podría sorprenderte  – agrego el

ayudante-. Has estado pendiente constantemente de nosotros.

 –

¡Buen trabajo, Mathew! – dijo, contento, el sheriff.

 –

Esto es una cobardía – dijo Dan.

 –

Piensa lo que quieras, muchacho… -replico el sheriff, al tiempo de

empuñar sus armas.

 –

¡Terminad con él, Walter! –   pidió el juez al sheriff.

 –

Ten paciencia, Grant… -replico el sheriff-. Antes de terminar con el

quiero que me diga unas cuantas cosas… Dan, comprendiendo que estaba perdido, pensó en la forma de sorprender a aquellos hombres.

 –

Que te entregue el dinero… -dijo Grant, el juez.

 –

Debes olvidarte de ese dinero, Grant  – dijo Walter-. Mi ayudante y

yo nos lo repartiremos. Tú debes conformarte con lo que mister Scott te entregue por ayudarle a quedarse con el rancho de Maisy. 76

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

Hay suficiente para hacer tres partes… - dijo muy serio, Grant.

 –

 No puedo olvidar que quisiste quedarte con todo… -replico Walter.

El juez no insistió, en la seguridad de que no percibiría ni un dólar.

 –

¿Llevas contigo todo el dinero que enseñaste anoche a Rosa?-

inquirió Walter.

 –

Y mucho mas que tengo guardado en la habitación del hotel… -

respondió Dan-. ¡Unos diez mil dólares! Los ojos del sheriff y sus acompañantes brillaron de ambición. Y como se miraron interrogantes, perdiendo de vista un solo segundo a Dan, este no quiso desaprovechar lo que consideraba su única oportunidad. Dio un salto felino hacia un lado de la habitación en que charlaban, dejándose caer al suelo y mientras sus manos volaban hacia las armas a la velocidad del rayo. Walter y Mathews, dispararon con rapidez, pero no consiguieron alcanzar el  blanco deseado. Y dan, gracias a su prodigiosa rapidez y seguridad, no le permitió corregir el disparo. Los dos cayeron sin vida. Grant, el juez, temblaba aterrado. Dan le miro unos segundos con intenso odio, antes de oprimir una vez mas el gatillo de uno de sus ‹‹Colt››.

77

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

El juez, con la sorpresa reflejada en su mirada de espanto, perdió la vida. Dan cogió un ‹‹Colt›› del juez y disparo varias veces. Y corriendo, salió por una ventana que daba a la parte trasera del edificio. Había tenido la precaución de no disparar sobre la frente de sus victimas, sino sobre el vientre. Cuando varios vecinos aporreaban la puerta de la vivienda del juez por haber oído los disparos. Dan se alejaba protegido en las sombras de la noche. Repuso la munición a sus armas y entro con serenidad en uno de los infinitos locales de diversión. Apoyándose al mostrador, solicito un doble de whisky. Al comprobar que muchos clientes estaban pendiente de el, mientras charlaban animadamente entre ellos, se sintió intranquilo.  No había finalizado de beber el whisky, cuando entro un hombre en el local, dando cuenta de la muerte de las autoridades. Los comentarios que escucho le hicieron sonreír.  No había duda, a juzgar por lo que escuchaba, que no eran apreciados.

 –

¿No se sabe quien disparo sobre ellos?  –   pregunto un elegante, que

algo mas tarde supo Dan era el propietario del local.

 –

Es opinión general, parece que fue una lucha entre ellos.

Esto hizo que Dan se sintiese tranquilo. Jack Scott entro en el saloon, acompañado de un grupo de vaqueros.

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517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Dan se escondió de aquel hombre, para evitar nuevas complicaciones. Pero se disponía a abandonar el local, cuando Morris, el abogado de Jack Scott, entraba en el mismo, encontrándose con el. Se miraron unos segundos en silencio y sin que ninguno hiciese el menor comentario, siguieron su camino. Una vez en la calle, Dan se encamino hacia otro saloon.

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517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Capítulo 7

El ‹‹Milford-saloon››, era el local en que entro Dan. Y una vez en su interior, Dan comprendió que no difería en nada de los muchos que conocía, aunque sin duda, estaba montado con mucho más gusto y gran lujo. Al igual que en el otro ‹‹saloon›› del que salió por la entrada de Jack Scott y sus hombres, no se hablaba de otra cosa que de la muerte de las autoridades. Bebía apoyado en el mostrador, escuchando los comentarios que se hacían sobre aquellas muertes, que a juzgar por los se decía, nadie lamentaba, cuando un hombre de excesiva elegancia se aproximó a él en compañía de otro.

 –

Hola muchacho… -dijo el más elegante de los dos.

Dan les observo con detenimiento, diciendo con indiferencia y estudiando los movimientos de ellos:

 –

Hola.

 –

Me acaban de decir que eres el joven que consiguió ganar al póker

frente a Alder, ¿es eso cierto?

 –

 No le han engañado… -respondio Dan.

 –

He oído decir a Alder que eres extraordinario con el naipe…

 –

Tuve suerte. 80

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

¿Suerte?

Dan miro con fijeza al acompañante del elegante, que fue quien hizo aquella  pregunta, inquiriendo a su vez:

 –

¿Es que lo duda?

 –

Frente a Alder, no existe suerte… -dijo el elegante-. Mi nombre es

David Milford, propietario de esta casa. Estoy considerado como el mejor  jugador de la ciudad… ¿crees que podrías ganarme?

 –

Es posible… -respondio, sonriendo Dan.

 –

Si no tienes inconveniente, podríamos comprobar cuál de los dos es

mejor – dijo David Milford.

 –

 No quiero herir su orgullo de jugador… -inquirió Dan.

 –

¿Tan seguro estas de tu habilidad?

 –

Desde luego…

 –

Le invitamos a una partida, amigo… -dijo el otro, llamado Ivinson.

 –

Prefiero no jugar…

 –

¿Por qué? –   pregunto Ivinson

 –

Les ganarías con facilidad y me odiarían.

 –

¡No hay nadie que me haya superado en habilidad con el naipe!  – 

exclamo, orgulloso, David Milford.

81

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

A todo hay quien nos supere… -replico Dan.

 –

Es posible, pero no tú.

 –

Juguemos una partida, larguirucho  – dijo Ivinson-. Comprobaremos

quien de los tres, es el mejor tramposo… Dan sonrió de la sinceridad con que hablo Ivinson, replicando:

 –

Les supero y no quiero que me odien… Prefiero no jugar.

 –

Eso no se puede decir si no se demuestra.

 –

Aceptaría, si supiese que una vez finalizada la partida, no tendría

que matarles… David Milford y su compañero, rieron de buena gana.

 –

¿Es que te consideras superior a nosotros con las armas?  –   pregunto

David Milford.

 –

En eso, sin lugar a dudas – respondio Dan.

 –

Presiento que eres un poco engreído.

 –

 No lo crea amigo. No me agrada fanfarronear.

 –

Tu forma de ser, me agrada  – confeso David Milford-. ¿Por qué no

te quedas a trabajar conmigo? ¡Te harías rico en unos meses!

 –

Estoy decidido a abandonar la vida que llevo desde hace uno

años… Vivir del sudor ajeno, empieza a deprimirme.

82

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

¿Vienes de lejos?

 –

Soy muy frágil de memoria y no recuerdo jamás donde estuve el día

anterior al que vivo…

 –

Era simple curiosidad y no interés por saber de dónde vienes…

 –

Lo que en realidad interesa  – dijo Ivinson-, es que demuestre si en

realidad podrías ganarnos…

 –

Les invito a un trago y olvidemos el jugar… -dijo Dan-. Es la única

forma de quedar como amigos…

 –

Quédate a trabajar conmigo…

 –

Me parece una tontería, David...  – dijo Ivinson-. Tengo la impresión

de que habla demasiado para impresionarnos… Pero si no juego, es  porque no quiero que comprobemos que Alder se dejó ganar por un novato…

 –

Enfocas mal las cosas, amigo… -dijo sereno Dan-. Y te advierto

que es un mal camino. Me estas llamando embustero y eso puede resultar muy peligroso.

 –

 No debes interpretar mal a Ivinson, seguro que no ha querido

ofenderte. Lo que sucede, es que le gustaría que demostrase que, en efecto, eres mejor que nosotros con el naipe.

 –

Insisto en que es preferible dejar las cosas como están.

 –

Me gustaría aceptaras un reto, mano a mano, conmigo  – dijo David. 83

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Aceptaría jugar, si supiese que más tarde no tendría que pelar con

vosotros.

 –

Creo

interpretar

fielmente

tus

pensamientos…

Crees

que

tendríamos que pelear porque querrías recuperar tu dinero por no saber  perder, ¿no es eso? Dan rio de buenas ganas, respondiendo:

 –

¡Todo lo contrario, amigo!

Ivinson, sin poder contenerse, bramo:

 –

¡Estoy convencido de que eres un fanfarrón! Y si no aceptas, es

 porque estás seguro de que perderías y, si no termino de enfadarme es por no disgustar a David. Dan miro con detenimiento al que hablaba convencido de que estaba en efecto, decidido a pelear, pero estaba casi seguro de que obedecía ordenes de David.

 –

¡De acuerdo!  – exclamo Dan-. ¡Me habéis convencido! Juguemos,

 pero después no protestéis, porque si lo hacen… -arrastro las últimas  palabras intencionadamente-, os matare. La forma de hablar de Dan, impresiono a Ivinson y a David, que sintieron miedo.

 –

Vamos a demostrarte que esté equivocado en todo con nosotros -

replico Ivinson. En pocos minutos estaban preparados para empezar la partida, que por haber hablado en voz alta, estaba rodeada de curiosos. 84

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Preparados los dos, pues la partida sería un mano a mano, se dispusieron a empezar. Después discutieron sobre el resto que debían poner. Y acordaron que cada uno pusiese dos mil dólares. El hecho de exponer tanto dinero, admiro a los curiosos. Dan, al ver que se situaban tras él, se volvió, diciendo:

 –

 No se molesten conmigo, amigos, pero como jugador soy bastante

supersticioso… Jamás me ha gustado que nadie observe mi modo de jugar ni mis naipes… Los que se habían situado para presenciar la partida tras Dan, se alejaron pero no sin comentar cáusticamente.

 –

Pronto te convencerás de que eres muy inferior a mí  – dijo David.

 –

Antes de un par de horas, cambiaras de opinión  – replico Dan.

 –

Dejemos la conversación y juguemos…

Cuando barajaban para sortear a quien correspondería hacerlo en primer lugar, se hizo un silencio alrededor que podría oírse el vuelo de una mosca. En las primeras jugadas, los dos enemigos se tantearon, pero David fruncía el ceño porque estaba comprobando que era un enemigo peligroso. Dan sonreía constantemente. David no había querido perder mucho tiempo y empezó con sus trucos, pero Dan había sabido como escapar a la celada.

85

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Esto hizo que Ivinson, que conocía perfectamente el método empleado por su  patrón y amigo, frunciese el ceño preocupado. Una hora llevaban jugando y más de la mitad de los dos mil dólares estaban en  poder de Dan, haciendo con ello que el otro perdiera la serenidad y quedase mirando a Ivinson, y encogiéndose de hombros como insinuando que era algo que no entendía. Tampoco los otros podían entenderlo porque Dan no hacia una sola trampa,  pero solamente quería a los envites que ganaba. Cuando solo le quedaban unos pocos dólares, David muy serio, dijo:

 –

Tu juego difiere mucho del mío… Empiezo a pensar que eres un

 joven de mucha suerte.

 –

Eso es cierto. Siempre la he tenido. Y soy de un temperamento tan

de jugador que jugaría lo que gano al naipe más alto, o al más bajo.

 –

Me estas poniendo nervioso… -dijo Ivinson-. ¡Yo te lo juego!

 –

Te ganare una buena cantidad, porque cada vez te pondrás más

nervioso.

 –

Aun no has terminado de ganarme a mí.  – dijo David.

 –

Déjale que juegue frente a mí –   pidió Ivinson.

Esto suponía mayor interés para los que estaban mirando y se agruparon los que antes no lo hicieron. El duelo, a juicio general, era admirable.

86

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

Un naipe nuevo –   pidió Ivinson.

 –

Es lo mismo, ya que sospecho que conoces perfectamente los

defectos del naipe…

 –

¿Qué tratas de insinuar? – inquirió, asustado, David.

 –

 No te hagas el ignorante, me has comprendido perfectamente…

Pero Ivinson se sorprenderá, ya que jugaremos al naipe más  bajo… Lo haremos al más alto… Todos son testigos de que lo has dicho

 – antes.

El hecho de que Ivinson quisiera tomarlo por tonto, irrito a Dan, que dijo:

 –

¿No comprendes que con esta actitud estas demostrando a los que

 juegan todos los días con vosotros que les hacéis trampa? Un poco asustado de las consecuencias que podía tener lo que decía Dan guardo silencio. Era cierto que estaba marcado el naipe, pero en los que tenían mayor valor, esto es, en los que era importante conocer.

 –

Juguemos quinientos dólares la primera vez .dijo Dan.

 –

 No tengo inconveniente en aceptar lo que propongas  – dijo Ivinson.

 –

¿Tienes dinero?

 –

Yo respondo de sus apuestas – respondio con rapidez David.

Ivinson, observando al enemigo, no estaba tan seguro como en un principio. 87

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Aunque siempre tenía la ventaja sobre Dan que conocía los naipes altos de los que tenía que huir. Extendiendo los naipes sobre la mesa.

 –

¿Quién elige primero? – inquirió Dan.

 –

Puedes hacerlo tu… -respondio Ivinson.

 –

¿No te pondrás nervioso si dad mi suerte consigo volver un dos? Es

el naipe más bajo…

 –

¿Y el as? – inquirió David-. Siempre es el más  bajo en este juego…

 –

Yo le considero el más alto… -dijo Dan.

Los testigos apoyaron el criterio de Dan.

 –

Deja de hablar y no hables tanto  – dijo Ivinson-. El dos es el más

 bajo.

 –

Si al juego tan frio de por si le quitas la alegría de los comentarios

no merece la pena jugar.

 –

Levanta un naipe y ya sabes que son quinientos dólares  – dijo

Ivinson mirando con atención al naipe extendido.

 –

Está bien. ¿Dónde están los quinientos dólares tuyo?

 –

¿Es que vas a dudar de nosotros?

 –

Prefiero verlos aquí encima de la mesa, como yo hago.

88

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Ahora te traeré dinero…

Y David, furioso, marcho a una habitación cerca del mostrador, por la que desapareció para volver a los pocos minutos con un puñado de billetes, que entrego a Ivinson.

 –

Aquí está mi dinero – dijo Ivinson.

Al decir esto y colocarlos sobre la mesa, recogió el naipe y barajo de nuevo. Dan sonreía y estaba atento al naipe que colocaba sobre la mesa y extendido  boca abajo.

 –

Tengo tanta suerte en el juego que estoy seguro de que voy a

levantar un dos, porque es el naipe más bajo. Y Dan hizo dar la vuelta a uno, arrancando un grito de sorpresa de los espectadores que comenzaron a comentar la suerte del muchacho con verdadera admiración. En efecto, había levantado un dos. Ivinson se puso amarillo como la cera y miro a Dan sorprendido. David Milford ya no dudaba de que Dan era un joven con mucha suerte.

 –

Dudar de tu suerte sería una estupidez .comento Ivinson.

 –

¿Quieres levantar tú? – inquirió Dan.

Ivinson así lo hizo. Pero levanto un seis.

 –

¿Seguimos jugando? – inquirió Dan. 89

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

¡Ahora juego mil! – exclamo Ivinson.

 –

Me haré rico en esta ciudad… -comento Dan.

 –

 No siempre vas a tener suerte como ahora  – dijo Ivinson-. Otro

naipe. Con el naipe nuevo se hizo la otra apuesta y Dan volvió a levantar un dos.  No podían dudar de que conociera el naipe, por ser nuevo y David, así como Ivinson sabían que estos naipes tan bajos no estaban marcados.

 –

Si tú has ganado dos veces al naipe más bajo, ahora te juego los mil

quinientos dólares al más alto. Dan sonrío de forma especial, diciendo:

 –

 No me ganaras tampoco. Estaremos siempre empatados. Y piensa

que tienes como testigos a los que cada día robáis con trucos y trampas. Se van a dar cuenta de que tenéis marcado el naipe. Ivinson comprendió que de seguir provocando en ese camino a Dan, este le echaría encima a los vaqueros y esto resultaba demasiado peligroso. La muerte del sheriff y del juez no sería un obstáculo, sino lo que precipitase una estampida de los que se consideraban robados. El murmullo que se levantó, tras las palabras de Dan, indico a Ivinson que era  peligroso lo que estaba haciendo en su deseo de desquite.

 –

 No quiero que digas que no te doy revancha en la forma que tú

deseas. Ahora nos vamos a jugar estos mil quinientos dólares al más alto,  pero en el caso de dos empates, se decidirá al más bajo, como ahora. 90

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Ivinson miro interrogante a David. Y este, considerando que no habría necesidad de desempate, hizo gestos a su empleado para que aceptase la propuesta de Dan.

 –

De acuerdo – dijo Ivinson.

 –

Ahora para que seas tú el que se ponga nervioso, debe ser Ivinson el

 primero en volver el naipe – dijo David.

 –

 No tengo inconveniente – respondio Dan.

Ivinson dio vuelta a un rey.

 –

 No has tenido mucha suerte – inquirió Dan-. Acordamos de que el as

es el más alto… ¿no es así?

 –

¡Si! – respondieron emocionados los testigos.

 –

Entonces has perdido otra vez. Tengo un magnifico olfato. Aquí

esta uno de los ases… Ahora el grito era de asombro infinito. Ivinson y David, le miraban como si se tratara de un ser irreal.

 –

Cometiste un error al fiarte y no levantar un as, pero has tenido

miedo de lo que te he dicho sobre lo testigos a quienes robáis todos los días de forma ingenua.

 –

Hablas demasiado y dices muchas tonterías… -dijo David-. No

 puedo permitir que hables así. No comprendo por qué sabes cuál es cada naipe, pero es lo cierto que sea como sea has ganado y debes conformarte 91

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

con llevarte el dinero… si es que te dejamos, porque es tas ofendiendo demasiado.

 –

Estas molesto porque primero te derrote a ti, en tu propio terreno y

ahora a este, que conociendo el naipe alto, ha perdido también. No quiero que me guardes rencor. Cuando me negaba a jugar, no debisteis insistir. Me obligasteis a jugar y no he tenido más remedio que ganaros.

92

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Capítulo 8

 No me molesta me hayas ganado  – dijo David-. Has tenido más suerte que nosotros y eso es todo. Pero no puedo dejar sin castigo cuantas cosas has dicho ofensivas contras nosotros. ¡Si aquí existe algún tramposo, no hay duda que lo eres tú!

 –

Siento tu actitud, amigo – replico Dan-. Te advertí precisamente a ti,

que no quería jugar porque posiblemente después tendría que matarte y me parece que no me engañaba. Te estas poniendo demasiado nervioso y si intenta lo que en estos momento estás pensando, morirás. Dan sorprendió la mirada de David a unos de los jugadores.

 –

Malo, amigo  – dijo Dan-. Le estas condenando a muerte y te estas

condenando tu…

 –

Sigo pensando que eres un fanfarrón … -dijo Ivinson.

 –

Piensa cuanto quieras, pero olvida tus ideas homicidas… -opino con

gran serenidad, Dan-. Ganaras mucho más. Ivinson miro al mismo jugador que lo había hecho David. Dan, que volvió a captar esta mirada, comento:

 –

Estas insistiendo en que ese hombre se suicide…

93

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Pero el jugador, a quien David e Ivinson miraron, no considero estas palabras y quiso cumplimentar la orden que iba en la mirada.

 –

Eres un fanfarrón y un ventajista  –   barboto.

Y al mismo tiempo sus manos se movieron.  Nadie se fijó en las manos de Dan, pero desde las fundas y sin apenas realizar el menor movimiento, disparo una sola vez. El jugador cayó con la frente perforada.

 –

Sois vosotros quienes habéis matado a ese hombre  – dijo Dan.

 Nadie se atrevía a hacer un comentario de protesta, porque si en el juego había demostrado que era un enemigo muy difícil, con el «Colt» acababa de demostrar que era un suicidio claro enfrentarse a él. Los testigos se habían dado cuenta de que había sido Ivinson en especial, el que obligo al muerto a que pelease.

 –  No es justo que nos culpes a nosotros – dijo Ivinson.  –

Le ordenasteis con la mirada que interviniera y al obedeceros se ha

suicidado. No habéis querido comprender que no bromeaba cuando os advertí lo que sucedería si me obligabais a jugar… Así que será conveniente que me aleje de esta casa antes de que me obliguéis a seguir disparando. Dan recogió el dinero y se dispuso a marchar. Pero otro empleado o jugador de la casa, se colocó frente a Dan, diciendo:

94

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Tengo el presentimiento de que hablas como si en realidad nos

 perdonara la vida. Dan observo al que hablaba, comentando:

 –

Otro que se equivoca y que habrá que enterrar con ese…

 –

¡No espere asustarme!

 –

Te aseguro que no es esa mi intención  – replico Dan-. Pero te estas

equivocando de forma peligrosa, muchacho. Aun puedes vivir uno años más. No te preocupes lo que diga después tu patrón y dueño de este garito. El conoce a las personas y sabe que ni él se atrevería a enfrentarse a mi… ¿No es cierto cuanto digo, David Milford? El interrogado, dudando, respondio:

 –

 No tengo nada que decir… Las cosas se han puesto serias y…

 –

Yo me encargo de él  – le interrumpió el que discutía con Dan-. No

debes preocuparte David. Y queriendo demostrar que era capaz de hacer lo que decía fue a sus armas con l rapidez que era característica en él, pero esta vez se equivocó y no supo calibrar la verdadera peligrosidad del enemigo que tenía al enfrente y cayo con las armas empuñadas y a causa de un tiro en la frente, como el otro. Esto fue lo que hizo ponerse pálido a David. Ivinson, ante esta nueva muerte, tembló visiblemente.

95

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Si no estás aun conforme-dijo Dan a David-, puedes indicarme a quien le corresponde morir ahora… O acaso, ¿prefieres ser tú el que se enfrente a mí?

David, con rapidez, hizo movimientos negativos con la cabeza.

 –

¿Y tú, Ivinson? – inquirió Dan.

Ivinson no podía responder en esos momentos porque tenía la boca seca del miedo que le invadía. Las piernas le temblaban y temía que se dieran cuenta de ello los demás. Dan, sin enfundar el «Colt» con el que acababa de disparar, se encamino a la  puerta de salida diciendo:

 –

He de daros las gracias por el dinero que me habéis regalado…. Lo sucedido os demostrara que no es preciso hacer trampas para ganar.

Dicho esto, Dan abandono el «saloon».  Nadie intento detenerle. Tan pronto desapareció, comento David:

 –

Vaya un joven peligroso… ¡Es admirable”

 –

En el naipe y con el «Colt»… -comento Ivinson, sin conseguir reaccionar.

 –

¡No tiene rival en ambos terrenos! 96

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Buena lección os ha dado  – comento uno de los que iban a jugar con frecuencia-. Y es cierto que no ha hecho trampas, pero no habéis  podido hacerle caer en una sola encerrona de las muchas que le  preparasteis… Cuando sabía que tenías mejor jugada no entraba en el envite.

 –

Es, sin duda, el mejor jugador que he conocido  – confeso David.

 –

Lo peor es que después de demostrar que los naipes estaban marcados, ha derrotado a Ivinson  – agrego el mismo curioso-. Eso es lo que verdaderamente no comprendo.

 –

Existen muchas cosas en ese muchacho que son incomprensible… confeso David Milford-. Pero me gustaría tenerle a mi lado.

 –

Después de los comentarios que hizo sobre el juego, será conveniente que estemos una buena temporada sin utilizar el mismo truco  – agrego otro-. ¡Hay que confiar a los clientes y esperar a que olviden cuanto ese muchacho insinuó!

 –

Estoy de acuerdo  – dijo David-. Procurad avisar a los demás, para que no sean sorprendidos… ¡Seria horrible!

Minutos más tarde, al quedar a solas con sus hombres de gran confianza, agrego:

97

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Con un hombre como ese muchacho, ganaríamos a todos y en lo del ganado sería una ayuda de gran valor por su seguridad y rapidez con las armas.

 –

Jamás me fiaría de un muchacho como ése  – dijo uno.

David miro con detenimiento al que había hablado, inquiriendo:

 –

¿Quieres explicarte?

 –

Me he dado cuenta, a pesar de su destreza con el naipe y con el «Colt» que no es de los nuestros – respondio el interrogado.

 –

Estoy de acuerdo – dijo Ivinson.

 –

Pues es una lástima – replico David.

 –

Te veo muy sereno a pesar de lo mucho que te ha costado  – dijo, burlón uno de los jugadores, a David.

Este contemplo unos segundos, replicando:

 –

¿Qué podría hacer? ¡Es preferible olvidar! Si le hubiera provocado habría perdido la vida… y para mí, esto tiene mucho más valor que los dólares que se ha llevado.

 –

Eres sorprendente, David  – dijo el mismo-. ¿Es que no piensas hacer nada para recuperar el dinero que os ha ganado?

98

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Marcial Lafuente Estefanía

 –

¿Qué podría hacer? .inquirió ingenuamente David.

 –

Existen muchos medios para recuperar ese dinero…

David quedo pensativo, replicando:

 –

Yo no pienso moverme de aquí… Pero si alguien me devuelve los cuatro mil setecientos ochenta y siete que nos la ganado, no me importaría perder el vente por ciento…

Quienes le escucharon, se miraron entre sí. Ivinson, que era quien mejor conocía a David, dijo:

 –

¿Intentas despertar nuestra ambición?

 –  No seas mal pensado, Ivinson, no trato de despertar nada. Y sonriendo, David se alejó de sus hombres.

•••

Dan, una vez en el hotel, se encerró en su habitación. Después de atrancar bien la puerta, echo sobre la cama todo el dinero que llevaba en sus bolsillos. Una vez que lo conto, sonrío de forma especial.

99

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Marcial Lafuente Estefanía

Y en el acto comprendió que era una gran temeridad llevar sobre si una cantidad tan elevada como aquella. Una verdadera tentación para los muchos hombres sin escrúpulos que debían vivir en Laramie. Volvió a guardar el dinero, pensando en lo que debería hacer. Antes de quedarse dormido, decidió que lo primero que haría al día siguiente, seria visitar un Banco, donde depositaria a nombre de Maisy Cook, todo su dinero. Y al pensar en Maisy, l costo conciliar el sueño. A la mañana siguiente, al descender de su habitación, el recepcionista, después de saludarle con simpatía, le dijo:

 –  No le oí regresar anoche, míster Show…  –

Estabas adormilado cuando me retire a descansar y no quise despertarle. Era mucho más temprano que anteanoche.

 –

¿Ha dormido bien?

 –

Perfectamente… ¿Alguna novedad?

 –

Tenemos un nuevo sheriff y juez en la ciudad.

 –

¿Se sabe por qué lucharon los otros?  – inquirió con naturalidad Dan.

 –

Se dice que por un dinero… Aunque en realidad no se sabe nada…

 –

¿Qué tal personas son las elegidas?

100

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

El juez una de las personas más estimadas de la ciudad.

 –

¿Y el sheriff?

El recepcionista, antes de responder miro en todas direcciones, para decir:

 –  No sé qué decirle…  –  No le agrada particularmente, ¿verdad?  –

Pues no.

 –

¿Por qué razón?

 –

Es un hombre hábil con el «Colt» … No comprendo que el alcalde haya  pensado en el para nombrarle sheriff. Aunque me imagino que habrán sido los propietarios de locales quienes han influido sobre el alcalde  para que recaiga sobre ese hombre tal nombramiento.

Dan sonrío comprensivo, replicando:

 –

Llegada la hora de la verdad, creo que todos son iguales.

Dicho esto salió del hotel. Y se encamino directamente hacia el Banco. Cuando salía, una vez realizado el ingreso, iba tranquilo. Regreso al hotel, en espera de que Maisy llegase.

101

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Hacia una media hora que la esperaba, cuando se presentó Max, el capataz de la  joven, diciéndole:

 –

Mi patrona te espera

 –

¿Sucede algo?

 –

Fue herida esta mañana. Alguien atento contra ella.

Sin más preguntas, como desesperado, salió del hotel y a los pocos segundos,  jinete sobre su hermoso caballo, galopaba desesperadamente. Max le seguía a distancia, admirando la montura del joven. Dan desmonto a la puerta de la vivienda principal del rancho, sin esperar a que su caballo se detuviese, demostrando ser un jinete maravilloso. Entro en la casa corriendo, deteniéndose en el comedor donde estaban todos los vaqueros. Al darse cuenta que se había convertido en el blanco de todas las miradas, se revolvió nervioso.

 –

¿Y Max? –   pregunto uno-. ¿No ha venido contigo?

Suponiendo que se refería al viejo capataz, respondio:

 –

Viene en camino. Su montura es muy inferior a la mía. ¿Qué es lo que ha sucedido a Maisy?

 –

¿No te lo ha dicho el capataz?  – inquirió uno secamente.

 –

Tan solo me ha dicho que alguien atento contra ella. 102

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

Pues eso es lo que sucede…

 –

¿Esta grave? –   pregunto Dan.

 –

Esperamos a que el doctor nos diga su gravedad. La está curando en estos momentos.

 –

¿Cómo sucedió?

 –

Es algo que ignoramos.

 –

Pero, ¿dónde atentaron contra ella?

 –

En este rancho – respondio uno.

 –

¿Qué puede importarte, muchacho?  – inquirió uno, encarándose con Dan-. Me lo puedes decir a mí.

 –

Soy amigo de Maisy y odio las cobardías  – respondio Dan. ¡Si supiera quien ha sido, no gozaría mucho de su cobardía!

Todos guardaron silencio. Dan permaneció inmóvil, en espera de que el doctor apareciera. Max entro en la vivienda, exclamando:

 –

¡Posees un caballo único! ¡Más que galopar, aseguraría que vuela!

 –

¿Sigue el doctor con la patrona? –   pregunto Max.

 –

Si – le respondieron.

103

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Dan se aproximó al viejo capataz, diciéndole en voz baja:

 –

Me gustaría saber lo sucedido.

 –  No sabemos nada de nada – respondio Max-. Lo único que sé, es que se encaminaba a la ciudad para reunirse contigo, cuando regreso herida…

 –

¿No le dijo nada sobre lo sucedido?

 –

Venia sin conocimiento

 –

Comprendo.

 –

¿Nervioso? – inquirió sonriente, el viejo Max.

 –

Mucho  – respondio Dan-. Es una gran muchacha y lamentaría que le sucediese una desgracia.

 –

Ella también parece estimarte demasiado. Anoche me hablo con verdadero cariño de ti. ¡Jamás me hablo de un hombre como lo hizo anoche sobre ti!

Dan guardo silencio, para no demostrar que le agradaba cuanto escuchaba. Pero guardo silencio. Pero su sorpresa no tuvo límites, cuando el viejo capataz dijo:

 –

Creo que se enamoró de ti.

Sin atreverse a mirar a los ojos de aquel hombre, revolviéndose de forma nerviosa, replico: 104

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Marcial Lafuente Estefanía

 –  No digas tonterías, amigo. Guardaron silencio, al ver aparecer al doctor. Todas las miradas se clavaron en el galeno. Este, interpretando la interrogación de aquellas miradas, dijo:

 –  No es tan grave como supuse en un principio… Aunque he de confesar que ha tenido mucha suerte… Una semana de reposo y pronto podrá hacer vida normal.

 –

¿Puedo pasar a hablar con ella? –   pregunto Max.

 –

Pero procura no molestarla mucho. Necesita descanso. Mañana vendré a echarle un vistazo.

Y el doctor salió de la casa. Max entro en la habitación de la patrona, saliendo a los pocos segundos. Todos le rodearon, haciéndoles la misma o parecidas preguntas.

 –

El doctor no nos ha engañado – respondio Max-. Pronto se restablecerá. ¡Dan! – agrego-. ¿Quieres pasar? Desea hablar contigo.

El resto de los vaqueros, mirando con fijeza a Dan, fruncieron el ceño. Dan sin preocuparse de aquellas miradas, entro en la habitación. Se aproximó a la cama, donde estaba la joven, y cogiéndole una mano cariñoso, dijo: 105

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 –

Marcial Lafuente Estefanía

¿Qué sucedió?

 –  No lo se Dan… Intentaron eliminarme.

106

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Capítulo 9

El doctor ha dicho que no hables  – dijo Dan con los ojos humedecidos por unas lagrimas rebeldes-. Así que te pido por favor, que respondas con la cabeza a mis preguntas… ¿de acuerdo? Maisy sorprendida de las lágrimas de Dan, se sintió feliz, mientras movía afirmativamente la cabeza.

 –

¿Dispararon sobre ti dentro de tu rancho?  –   pregunto Dan.

 –

Si…

 –

He dicho que respondas con la cabeza… Si no obedeces tendré que salir de aquí… ¿comprendido?

Maisy afirmo con un leve movimiento de cabeza.

 –

¿Fueron varios los que dispararon?

La respuesta de Maisy, fue negativa.

 –

¿Viste a quien te disparo?

Maisy volvió a negar.

 –

¿Muy lejos de la vivienda?

 –

A un par de millas… 107

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –  No hables por favor… ¿Dispararon con rifle? Ahora la respuesta fue afirmativa.

 –

¿Descubriste algo sospechoso?

 Nueva negativa.

 –

¿Podrías indicarme el lugar en que se escondía el traidor?

Afirmo sin vacilar. Dan quedo pensativo unos segundos y sonriendo a la joven, salió de la habitación llamando:

 –

Max… ¿quieres entrar un momento?

El viejo capataz obedeció. Dan se aproximó con él a la cama de la joven, diciéndoles:

 –

Di con exactitud y en pocas palabras, donde se escondía el que te ataco… No hables más de la cuenta.

Así lo hizo la joven. Dan miro a Max, preguntándole:

 –

¿Conoces el lugar?

 –

Perfectamente.

 –

¿Quieres que vayamos a echar un vistazo? 108

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

¿Qué espera descubrir?

 –

Puede que quien disparo, imagine en estos momentos que no fallo.

Iban a salir, cuando Maisy hizo una seña a su viejo capataz. Este se aproximó a ella.

 –

Ordena que preparen una habitación para Dan en esta casa.

Max dudo unos segundos, inquiriendo:

 –

¿No sería preferible que durmiese con los muchachos?

 –

Prefiero tenerle aquí…

 –

Como quieras, pero esto dará que hablar.

Maisy se encogió de hombros, indicando que era algo que no le preocupaba. Max y Dan salieron de la habitación. El capataz llamo a la vieja que atendía la casa, dándole instrucciones para que  preparase una habitación para Dan. La vieja abrió sus ojos sorprendida y sin replicar nada, se alejó. Los vaqueros que escuchaban estas órdenes, se miraron sorprendidos. Y como sospechaba el capataz, comenzaron los comentarios. Una vez en el exterior, dijo Dan:

 –

¿Quieres llevarme hasta ese lugar?

109

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Marcial Lafuente Estefanía

Max monto a caballo, siendo imitado por Dan. Y en silencio, galoparon hacia el lugar en el que según Maisy, se escondía el cobarde que atento contra ella. A juicio de Dan, tuvo la certeza de que Maisy no se había equivocado en la distancia, no estaba ni a unas dos millas.

 –

Allí es… -señalo Max.

Dan miro hacia un grupo de rocas, dirigiendo su caballo hacia el lugar indicado. Max le siguió. Dan desmonto observando el suelo.

 –

¡Aquí están las huellas del traidor!

Max observo con detenimiento las huellas señaladas por Dan. Segundos después, señalando otras huellas, decía Dan:

 –

Y estas deben pertenecer a la montura del traídos

 –

¿Quieres que las sigamos? –   pregunto Dan.

 –  Nada perderemos por ello. Y, montando a caballo, siguieron aquellas huellas. Ambos se preocuparon cuando comprobaron que después de un gran rodeo, aquellas huellas regresaban a las viviendas del rancho. Dan miro al viejo capataz, preguntando:

110

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –

¿Piensas lo que yo en este momento?

 –

Creo que sí. ¡El cobarde que disparo contra Maisy, es uno de nuestros hombres!

 –

Regresemos al lugar desde donde disparo el cobarde traidor  – dijo Dany no diga nada de lo que hemos descubierto.

Max estaba sumamente preocupado. Dieron un gran rodeo antes de regresar a la vivienda. Cuando desmontaban preguntó Max sorprendido por el silencio del joven:

 –

¿Qué es lo que te preocupa?

 –

Que puedan rematarla – confeso Dan.

Max frunció el ceño, comentando:

 –  No creo que se atrevan…  –

Yo no me fiaría demasiado… Todo es posible.

Por momentos, más preocupado, dijo Max:

 –

¿Qué podemos hacer?

 –

Uno de nosotros hemos de quedarnos constantemente con Maisy. Y con habilidad, debemos correr la voz de que Maisy ignora hasta el lugar en que fue herida… ¿de acuerdo?

111

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Como quieras… No sé qué  pensar…. Estoy anonadado con el descubrimiento que hemos hecho.

Entraron los dos en la habitación de Maisy. Ella les sonrío por todo saludo. Dan se aproximó, diciéndole:

 –

Max y yo hemos hecho un descubrimiento, que nos tiene  preocupados… si alguien preguntase por curiosidad, si recuerdas donde fuiste atacada, debes ignorarlo… ¿de acuerdo?

Maisy movió afirmativamente la cabeza, agregando:

 –

¿Qué descubrimiento habéis hecho?

Dan antes de responder miro a Max diciendo este:

 –

Sabemos o sospechamos que ha sido uno de los muchachos.

Maisy abrió los ojos completamente asustada. Dan se aproximó a ella y colocándole un dedo sobre los labios, dijo:

 –  No digas nada ni

te preocupes… Nosotros vigilaremos… Max o yo,

estamos constantemente contigo. Maisy, pensando en cuanto escuchaba, dijo:

 –

¿Qué teméis? ¿Qué me rematen? 112

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Existe ese peligro que debemos evitar. Aunque antes de que se decida, es posible que descubramos quien es…

En esos momentos, los tres enmudecieron al escuchar varias detonaciones de rifle. Dan y Max salieron corriendo. Tras la nave de los vaqueros, estos disparaban sobre un blanco. Dan y Max se miraron sorprendidos, diciendo el primero:

 –

Debes averiguar de quien salió la idea de este concurso.

Y dicho este él regresó a la vivienda. El viejo capataz, realizando un gran esfuerzo para sonreír con naturalidad, se aproximó a los vaqueros. Todos le saludaron con indiferencia.

 –

¿A que es debido este concurso?  –   pregunto sorprendido.

 –

Powell me jugo un dólar a que no era capaz de alcanzar con el rifle aquella piedra… ¡Buena sorpresa la suya!

Y todos reían. Max miro con indiferencia a Powell, preguntando:

 –

¿Has disparado tú también?

 –

Y sin fallar… -respondio Powell. 113

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Pues debéis dejaros de concurso en estos momentos…  los disparos molestan a la patrona.

Quienes empuñaban los rifles se retiraron a la nave. Max sentía unos enormes deseos de insultar a Powell, pero pensó que bien  podría haber sido otro quien inicio la conversación de un concurso a demostración con rifle. Reuniéndose con Dan, le informo de lo averiguado.

 –

Habla con el que gano la apuesta y con habilidad procura informarte de cómo comenzó todo…

 –

Lo hare mañana o esta tarde en la ciudad…

Dan se quedó en la habitación. Aquella noche, cuando Max entro en el dormitorio de Maisy, dijo a Dan:

 –  No hay duda… Ha sido Powell quien provoco ese concurso de rifle…  –

Debemos vigilarle con atención… -dijo Dan-. Suponiendo que fuese el quien intentó asesinar a Maisy, ¿Por qué creéis que lo haría?

 –  No lo comprendo  – respondio Max-. He pensado mucho en ello y no encuentro una justificación lógica… Si fuese un joven, la cosa seria distinta… podríamos pensar en que al sentirse despreciado por la  patrona perdió la razón.

114

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Hablaron mucho sobre esto, sin llegar a ninguna conclusión lógica. Además, les quedaba la duda de que Powell provocase aquel concurso, inducido  por la habilidad del verdadero traidor.

 –

Voy a ir hasta la ciudad con ellos  – dijo Max-, intentare averiguar algo más sobre ese concurso de habilidad con el rifle…

 –  No muestre mucho interés – aconsejó Dan. Max se reunió con los vaqueros que le esperaban, y montando todos a caballo, se encaminaron a la ciudad. Durante el camino charlaban animadamente, comentando el atentado sufrido por la patrona. El viejo capataz tembló de igual forma, como si su cuerpo hubiera recibido una fuerte descarga eléctrica, al preguntarle Powell:

 –

¿Dónde atacaron a la patrona?

Max, con habilidad obligo a su montura a hacer unos movimientos extraños y violentos, para ganar tiempo y serenarse, antes de responder:

 –

Al parecer, iba tan distraída en sus propios pensamientos que ignora si la atacaron en sus propias tierras o cuando ya estaba fuera del rancho.

 –

Yo creo que solo Scott puede tener interés en la muerte de Maisy  – dijo uno-. Ha demostrado siempre un gran interés por este rancho.

115

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Piensa que este hombre está enamorado de Maisy  – comento otro-. No creo que intentase eliminar a la mujer que ama ciegamente.

 –

Si ese amor se convirtió en odio, todo es posible  – dijo Max-. Y tened  presente que ayer se decidió y propuso matrimonio a nuestra patrona. Debió irritarse mucho al verse despreciado por Maisy, aunque lo que más debió molestarle, por no esperarlo, es que liquidase ante el juez la deuda por la que sin duda esperaba quedarse con este rancho. A mi modo de ver las cosas, son dos motivos muy poderosos que pueden  justificar una reacción violenta.

Una vez en Laramie, entraron todos en uno de los locales para echar un trago. Este estaba repleto y lleno de humo. Max, con disimulo, estaba pendiente de Powell. Pero su actitud era normal, que Max tuvo la certeza de que Powell no tenía una sola preocupación sobre él. Una idea paso por su mente, que le hizo sonreír. Y por primera vez se sintió sumamente esplendido con sus compañeros. Esto extraño a todos, comentando uno:

 –

¿A qué es debido tu esplendidez, Max?

 –

¡Estoy contento por la suerte que ha tenido la patrona!

116

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Como todos sabían que el viejo capataz quería a Maisy como si se tratase de una hija propia, a nadie sorprendió su alegría. Powell frunciendo el ceño sorprendido, pregunto:

 –

¿Es que tenemos nuevo sheriff?

Sus compañeros miraron hacia la puerta, que es donde Powell tenía fija la mirada, contemplando al nuevo sheriff. Un empleado del local donde estaban, que había escuchado la pregunta de Powell, respondio:

 –

Walter ha sido enterrado hoy…

 –

¿Quién le mató? –   pregunto Max.

 –

Al parecer, sin que nadie sepa las causas, debió discutir con el juez Grant y lucharon… Los dos perdieron la vida, así como Mathew, el hombre de más confianza de Walter…

El sheriff se aproximó a ellos, saludándoles.

 –

Enhorabuena por tu nombramiento, Cedric  – dijo uno de los hombres de Maisy.

 –

Gracias, Clifton  – respondio el sheriff-. Max, ¿Dónde está ese larguirucho que salió contigo del hotel donde se hospeda?

 –

En el rancho – respondio Max-, ¿Qué desea de él?

117

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Quiero recomendarle que no vuelva a dar muestra de su habilidad con el naipe y con el «Colt». ¡Si hay algo que no soporto, es a un tramposo  pistolero!

 –

El hecho de ganar unos dólares a Alder …

 –

Es que anoche desplumo a David Milford y a Ivinson…

Y Cedric, el nuevo sheriff, les informo de lo sucedido.

 –

Por cuanto has dicho  – replico Max-, ¿Cómo es posible que puedas culpar a Dan de lo sucedido?

 –  No me gustan los tramposos – dijo muy serio Cedric-. Debéis informar a vuestra patrona, la clase de hombre que es…

 –

Maisy conoce su habilidad ya que se lo confeso sinceramente.

 –

Las mujeres son sumamente sorprendente, sheriff  – dijo Clifton, uno de los vaqueros de Maisy-. Tengo la impresión de que nuestra patrona, se ha enamorado de ese muchacho.

 –

Si es así, sufrirá mucho  – dijo Cedric-. Ya que ese muchacho tendrá que abandonar la ciudad o me veré obligado a colgarle.

Max, sin poder reprimirse, comento irónico:

 –

Mucho valor te da esa placa, Cedric…

118

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

El nuevo sheriff clavó su mirada en Max, replicando:

 –

Procura no ironizar, Max. ¡Es algo que no soporto!

El viejo capataz guardó silencio: Jack Scott entró en el local acompañado por cuatro de sus hombres. Se aproximó a Max, diciéndole:

 –

Acabo de estar con el doctor y me ha contado el atentado que ha sufrido vuestra patrona. ¡Me alegra que todo haya quedado en un susto!

 –

Gracias, mister Scott – replico secamente Max.

 –

Ignoraba que hubiesen atentado contra Maisy  – comento Cedric-. ¿Quién fue?

 –

Es algo que se ignora.

 –

¡Pobrecilla!

 –

Desde luego debió recibir un gran susto, ya que le ha podido costar la vida, pero ahora debe considerarse feliz… -comento Clifton-. Tiene constantemente a su lado a ese tramposo pistolero del que el sheriff ha hablado y del que parece haberse enamorado.

Max miró con detenimiento a Clifton.

 –

¿Qué hace ese muchacho al lado de Maisy?  – inquirió Scott. 119

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Es ella quien desea tenerle a su lado  – respondio respondio Clifton-. Iba a reunirse con él, cuando fue herida. ¡Es lamentable que por cinco mil dólares,  prefiera la compañía compañía de ese tramposo tramposo pistolero pistolero a la nuestra! nuestra!

 –

¡Clifton! –  ¡Clifton! –   bramo Max. Max.

 –

Perdona  – dijo dijo Clifton-. Había olvidado que quieres a Maisy como a una hija y que reconocer las verdades que he dicho sobre ella, tiene que molestarte…

Y como enfadado, Clifton se separó de sus compañeros.

 –  No tomes en cuenta los comentarios de Clifton  – dijo dijo un compañero-. Esta celoso ya que, al igual que todos nosotros está enamorado de Maisy. Max, preocupado, siguió con la mirada a Clifton. Al separarse de ellos el sheriff, Jack Scott y sus hombres, Max charlo animadamente con Powell. Con habilidad Max volvió a interrogar a Powell sobre lo que motivo el ejercicio de rifle en el rancho. Al conocer la verdadera razón, Max quedo preocupado. Pero desde ese momento, sus sospechas sobre Powell desaparecieron.

120

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Capítulo 10

Max, deseoso de contar a Dan su descubrimiento, regreso al rancho. Cuando entro en la habitación de Maisy, Dan que leía, le hizo una seña para que no hablase. Maisy dormía tranquilamente. tranquilamente. Dan salió de la habitación sin hacer el menor ruido.

 –

¿Qué tal se encuentra? –  encuentra?  –   pregunto Max. Max.

 –

Muy bien. ¿Cómo tan pronto?

 –

¡He conseguido averiguar la verdad sobre el concurso de rifle! ¡Estábamos equivocados! equivocados! ¡Clifton es el verdadero sospechoso!

 –

¿Quieres explicarte?

 –

Fue Clifton quien con habilidad consiguió que Powell provocase a Show, para realizar ese concurso de rifle… En el que después intervinieron intervinieron la mayoría, entre ellos Clifton.

 –

¿Cómo consiguió que Powell provocase a Show para celebrar ese concurso de habilidad con rifle?  – quiso quiso saber Dan.

121

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Muy sencillo… Solo S olo tuvo que insinuarle, pero rogándole no le descubriese, que Show le había asegurado que era muy superior con el rifle a todos y en especial a él.

 –

¡Muy astuto! Debes vigilar atentamente todos sus movimientos y cuando estéis en la ciudad, saber con quienes habla o se reúne. ¡Tiene que haber otra persona interesada en esa cobardía!

Siguieron hablando animadamente cobre esto. Después Max, informo al joven, sobre los comentarios que el nuevo sheriff hizo sobre él. Dan, aunque preocupado por cuanto le comunicaba el viejo Max, guardo silencio.

 –

Ahora debes descansar… -dijo Max-. Yo vigilare a Maisy.

moleste, Max., pero pero esta noche, noche, prefiero ser yo quien vigile…  –  No te moleste,

 –

Como quieras

 –

Cuando regresen los muchachos será conveniente no perdieses de vista un solo movimiento de Clifton.

 –

Descuida, sabré vigilarle.

Dan volvió a entrar en la habitación de la herida, poniéndose a leer.

122

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Horas más tarde, Maisy abrió los ojos y al ver a Dan en el mismo sitio en que estaba al quedarse dormida, le dijo cariñosa y agradecida al mismo tiempo:

 –

Debieras retírate a descansar, me encuentro bien …

 –  No tengo sueño, pequeña. pequeña. Y por favor, favor, no hables. hables. Y aproximándose a ella, le coloco su mano sobre la frente, comentando:

 –

La fiebre no desaparece. Habrá que avisar al médico a primera hora.

Maisy sonrió feliz, cerrando los ojos. Tan pronto como amaneció, entro Max.

 –

Te encuentro mucho mejor, pequeña  – dijo dijo Max.

 –

Hay que avisar al doctor –  doctor  – dijo dijo Dan-. La fiebre no baja.

 –  No debes asustarte, el doctor me aseguro que pasarían dos o tres días antes de que descienda la fiebre… Ahora debes descansar un poco.

 –

Procura no moverte de aquí y vigila en especial la ventana.

Tan pronto Dan se retiró a descansar, Maisy pregunto:

 –

¿Qué es lo que teméis, Max?

 –

Que vuelvan a intentar eliminarte…

Iba a hablar nuevamente Maisy, pero Max la obligo a guardar silencio.

123

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Los vaqueros, antes de marchar a sus puestos de trabajo pasaron para saludar a la patrona. Clifton, sin que Max pudiera evitarlo, le informo de cuanto el sheriff había comentado sobre Dan. Todos censuraron con la mirada a Clifton.

 –  No debéis preocuparos – dijo Max-. Dan me lo ha confesado todo.  –

¡Debiera ordenar que saliese de este rancho!  – gramo Clifton.

 –

Este rancho, de no ser por Dan, hoy pasaría a poder de Scott  – replico Maisy.

Clifton, comprendiendo que lo único que conseguiría de insistir, era quedar en ridículo, guardo silencio. Cuando salieron los vaqueros, comento Max:

 –  No me gusta Clifton…  –

Esta celoso… Es un buen muchacho – le justifico Maisy.

El doctor se presentó y después de examinar la herida, dijo:

 –

Creo que antes de lo que sospeche ayer, podrás hacer tu vida normal.

 –  No

debe sorprenderle doctor  – dijo sonriendo Maisy-. No me dejan

moverme ni hablar.

 –

Es lo que tienes que hacer  – replico sonriente el doctor.

124

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

••• Minutos más tarde, Powell se presentó en la casa para decir a Max:

 –

¡Clifton esta como loco! ¡Ha provocado una estampida que nos ha costado grandes esfuerzos tranquilizar al ganado!

 –

¿Cómo ha sucedido?

 –

Llevábamos los dos una punta de ganado, cuando comenzó a dispar ar… Y gritaba: ¡Le mataré! ¡Le mataré! Aseguraría que esta celoso de ese muchacho.

 –

Hablare con él.

Pero antes de salir de la habitación el viejo Max hizo que la vieja que atendía la casa, se quedara al lado de Maisy.

 –

¿Dónde está Clifton? –   preguntó Max.

 –

Reúne las cabezas de ganado que se alejaron.

Montando a caballo hizo que Powell le llevase al encuentro de Clifton.

 –

¡Aquí fue donde comenzó a disparar!

Max palideció intensamente. Acababa de comprender la causa por la cual Clifton había provocado aquella estampida.

125

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Y para convencerse, cabalgo hacia las piedras donde el día anterior Dan y él habían descubierto las huellas del que atento contra Maisy. Al comprobar que el ganado

había pasado

por allí en todas direcciones

 borrando toda huella anterior, sonrió de forma especial. Ya no existía para él la menor duda. ¡Clifton era el cobarde que había atentado contra Maisy! Siguiendo la dirección en que el ganado debió correr enloquecido, comprobó que las huellas del caballo de Clifton, habían desaparecido. Aquella estampida la había provocado deliberadamente, no por celos, como  pensaba Powell, sino para borra toda huella. Cuando se reunieron con Clifton, éste dijo:

 –

Lo siento Max. Creo que me volví loco al comprobar que Maisy está enamorada de ese «Tramposo Vaquero».

Max le riño, pero no muy duramente. Como si en realidad comprendiese las causas. Clifton sonreía satisfecho. De vuelta a la casa, se alegró de encontrar a Dan en la habitación de Maisy. Con alegría, le informo del descubrimiento realizado. Maisy, que les escuchaba, dijo:

 –  No es posible… 126

517 - Vaquero Tramposo

 –  No hay duda, pequeña…

Marcial Lafuente Estefanía

-dijo Dan-. Hablare con él. Quiero que me

diga la verdadera razón de su cobardía…   ¿Podrías hacerle venir sin que lo demás se enteren?

 –

Aunque se enteren, a nadie extrañara, después de esa estampida que ha  provocado que Maisy desee hablar con el – dijo Max.

 –

Tienes razón…

Max salio regresando una hora más tarde en compañía de Clifton. Le había ido a  buscar y lo traía con él. En la seguridad de que la patrona quería hablar con él, para reñirle por lo del ganado, entro tranquilo y sonriente en la habitación. Pero su sonrisa desapareció al ver que Dan lo encañonaba con una de sus armas. Al perder su rostro el color natural, a consecuencia del miedo que se apodero de él, se cubrió de una intensa palidez.

 –

¡Desármale! – ordeno Dan.

Max no perdió un solo instante en obedecer la orden recibida. Clifton sin que hubiera conseguido reaccionar, se vio desarmado.

 –

Comprendes la razón de nuestra actitud, ¿verdad Clifton?  – dijo Dan.

 –  No… res pondio nerviosamente Clifton-. En verdad no lo comprendo.  –

¡Déjate de engaños! –   bramo Max-. ¡Nada conseguirás con ellos!

127

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

¿Quién te ordeno que eliminaras a Maisy?  –   pregunto sereno Dan.

Clifton abrió los ojos con verdadero espanto, para exclamar:

 –

¡Estáis loco! ¡Yo no dispare!

 –

¡Silencio! – le ordeno Dan-. Ya te ha dicho Max, que nada conseguirás mintiendo… Te olvidas que Maisy, antes de perder el conocimiento, reconoció tu caballo…

 –

¡No puede ser verdad! – exclamo por momentos más asustado, Clifton.

 –

Eso es lo que tú crees, pero nosotros sabemos que eres el cobarde que atento contra Maisy – dijo Max-. Y no debes hacerte ilusiones. Es fácil imaginar lo que te va a suceder.

 –

¡Mentira! ¡Mentira! –   bramo desesperado.

 –

Es inútil que niegues, Clifton  – dijo Maisy-. Te vi correr hacia tu caballo, que estaba tras las rocas que te serbia de escondite, tan pronto como disparaste… Sin duda debiste creer que no había posibilidad de fallo. ¡Eres un cobarde traidor que morirá colgado!

 –

¡Mientes!  – exclamo Clifton-. ¡No pudiste verme, ya que antes de moverme, esperé…!

Guardo silencio, interrumpiéndose para morderse los labios, al comprobar su error. 128

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

El miedo que le invadía, hizo que sin darse cuenta, confesara su delito.

 –

A que me alejara, ¿no es eso?  – dijo Maisy.

Clifton, temblando, guardo silencio.

 –

Tienes un solo minuto para explicarnos la razón de atentar contra Maisy… -dijo Max-. ¡O juro que te llevaras tu secreto al otro mundo!

Convencido de que el viejo Max no bromeaba, pasados unos minutos, bramo aterrado:

 –

¡No dispares, Max, no dispares! ¡Es cierto cuanto dices!

Las facciones del rostro de Max se endurecieron ante esta confesión cínica y repulsiva.

 –

¿Por qué lo hiciste? –   pregunto Max.

 –

¡Tenía que obedecer a Jack Scott, para el que trabajé hace años!  –  respondio sin vacilar Clifton-. ¡de no obedecer, ordenaría mi muerte! ¡Tenía que obedecerle si deseaba seguir con vida!

 –

¿Cuánto te ofreció por mi muerte?  –   preguntó Maisy.

 –

Cien dólares y la promesa de que me quedaría en este rancho como capataz cuando pasase a su poder…

Respondiendo a las preguntas formuladas por Dan y Max, hizo una amplia confesión. 129

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Cuando Max creyó que había confesado cuanto le interesaba, bramó:

 –

¡Cobarde! ¡Muere!

Y de no ser por Dan, que empujo al viejo capataz, Clifton hubiera muerto sin remedio por los disparos efectuado casi a quemarropa por Max.

 –

¡Quieto!  – ordeno Dan al tiempo de empujar al viejo capataz-. ¡Este hombre nos es necesario!

Clifton temblaba como una hoja al viento.  No ignoraba que, de no ser por la intervención de Dan, ya habría muerto.

 –

Después de su confesión, ¿Por qué ha de seguir con vida?  – dijo Max.

Oídos los disparos por varios vaqueros, entraron precipitadamente en la vivienda principal. Al ser informados de cuanto sucedía, quisieron linchar a Clifton, pero Dan se opuso. Y para convencer a todos, dijo:

 –

Lo importante es terminar con Jack Scott. ¡Y sólo lo conseguiremos, si éste confiesa públicamente cuanto nos ha dicho!

Max y el resto de los vaqueros quedaron pensativos, diciendo uno:

130

517 - Vaquero Tramposo

 –

Marcial Lafuente Estefanía

Sabiendo como sabemos que ha sido orden de Jack Scott, no  precisamos que este cobarde vuelva a confesar su delito públicamente. ¡Morirá hoy mismo!

Dan lucho para tranquilizar a todos. Cuando lo hubo conseguido, respiro satisfecho. Max, que había conseguido tranquilizarse en parte, dijo:

 –

Creo que Dan esta en lo cierto--- Jack Scott es influyente en la ciudad y está considerado como una buena persona. Si queremos evitar que otros mueran por defender a ese miserable, Clifton debe confesar  públicamente su delito y por orden de quien actuaba. Cuando se sepa la causa por la que será castigado, estoy convencido que nadie lamentara su muerte.

Los vaqueros se tranquilizaron. Fue entonces cuando Dan expuso, lo que a su juicio, se debía hacer. Una vez que le escucharon, todos estuvieron de acuerdo. Y aquella tarde, cuando anochecía, todos se prepararon para ir a la ciudad. En el centro de todos, bien atado, iba Clifton. Una vez en la ciudad, desmontaron ante el local de David Milford, por saber que era el más frecuentado por Jack Scott.

131

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Max, echando un vistazo a los animales que había a la puerta, amarrados a la  barra existente para los animales, dijo:

 –

¡Ahí está el caballo de Jack! ¡Debe estar dentro!

Estos alegro a todos. Y una vez en el interior del «saloon», pudieron comprobar que no se había equivocado el viejo Max, allí estaba Jack Scott charlando con un grupo de amigos. Clifton estaba bien advertido de que moriría si no obedecía las instrucciones recibidas de Dan. Todos se apoyaron al mostrador. Dan, que se dio cuenta de que el grupo en el que estaba Jack Scott estaba  pendiente de él, se puso en guardia. Ivinson se separó del grupo formado por Jack Scott y amigos, dirigiéndose hacia Dan y sus amigos.

 –

¡Acaba de hablarme de ti un viejo amigo tuyo de Saint Louis y Kansas City!  – dijo Ivinson en voz elevada-. ¡Otra pobre víctima del famoso ventajista Dan Show, más conocido por «Vaquero Tramposo»!

••• Los reunidos guardaron silencio para mirar a quien se dirigía Ivinson.

132

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

 –  No hay duda, que quien te haya hablado de mi debe conocerme bien  –  dijo sereno Dan.

 –

Entonces ¿es cierto que eres un

«Vaquero Tramposo»?  – replico

Ivinson.

 –

Pero solo empleo mis grandes conocimientos con el naipe, cuando me siento frente a ventajistas como tú, acostumbrados a vivir del sudor ajeno.

 –

Yo puedo asegurar, por conocerte, que eres el ventajista más peligroso que ha dado la unión…

Dan miro hacia quien hablaba, exclamando:

 –

¡Caramba! ¡Pero si es Jhon Slade! ¡Más conocido por «Cara de  póker»! ¿Qué haces aquí? ¿Es que eres amigo de Milford o Ivinson?

 –

Soy socio de Milford… ¿Por qué huiste de Cheyenne?

 –

Para evitar el tener que matarte igual que a las autoridades de esa ciudad…

Ivinson, que sin duda, creía distraído a Dan, quiso sorprenderle. Pero murió en el intento, precipitando la muerte del llamado Jhon Slade, que, al ver el movimiento que hizo Dan quiso defenderse. Los dos se desplomaron sin vida, ante la admiración de los testigos. 133

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

David Milford, contemplando aquellos cadáveres, temblaba. Y jamás se había alegrado tanto de permanecer al margen de un asunto, como en aquellos momentos. Al ver que Dan estaba pendiente de él, dijo:

 –  Nada debes

temer de mí, muchacho… A mí no me sucede lo que a

Ivinson, sé perder.

 –

Me alegro de que así sea, lamentaría aumentar el número de víctimas  –  dijo Dan, enfadando las armas.

 –

¡Jack Scott!-grito Max-. ¡Antes todos estos testigos, aseguro que eres un cobarde!

Un murmullo se escuchó antes estas palabras. Jack Scott palideció visiblemente. Morris, el abogado de Scott, se encaró a Max, diciendo:

 –

¿Es que te has vuelto loco?

 –

Tengo mis razones, abogado… -respondio Max-. ¡Clifton! ¿Quieres decir a quienes escuchan quien te ordeno asesinar a Maisy Cook?

Jack Scott, completamente asustado, miro con odio a Clifton.

 –

¡Jack Scott! – confeso Clifton.

134

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Final

Si la acusación de Clifton asusto a Jack Scott, mucho más lo hizo el murmullo que se oyó en el local.

 –

¡Mientes! – grito Jack-. ¡Yo no ordene nada a ese hombre!

 –

Pero lo hizo tu ilustre abogado en su nombre  – replico Clifton.

El abogado tembló al verse contemplado por lo reunidos. Y un sudor frio cubrió su frente. Como si buscase el pañuelo para limpiarse el sudor, Morris llevo su mano derecha a uno de los bolsillos interiores. Todos vieron que, en efecto, sacaba un pañuelo, sorprendiéndose cuando escucharon una detonación y vieron desplomarse sin vida al abogado. Miraron a Dan, que fue el autor del disparo, con desprecio. Aquello, a juicio general, era un crimen. Dan, sin dejar de sonreír y sin perder de vista a los posibles enemigos, se aproximó a la víctima.

 –

¡Powell! – dijo Dan-. ¿Quieres sacar la mano de ese traidor de donde la tiene?

Powell obedeció. 135

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

Una exclamación se escuchó en el acto. Entre el pañuelo, Morris sacabas un pequeño revolver.

 –

¿Siguen pensando que ha sido un crimen?  – inquirió Dan.

La reacción general, fue insultar a la víctima.

 –

¡Clifton!  – agrego Dan-. ¿Quieres decir cuánto te ofreció míster Scott  por la muerte de tu patrona?

Iba a confesar Clifton, cuando Jack Scott, sabiéndose perdido, intento defender su vida. Y lo único que consiguió fue suicidarse. Dan volvió a admirar a los reunidos. Max y sus compañeros, sin que nada pudiera hacer Dan por evitarlo, lincharon a Clifton.

 –

Voy hasta el hotel – dijo Dan-. Después visitare al sheriff.

Y Dan salió del local. Minutos más tardes entraba el sheriff. David Milford, con verdadera admiración, le dio cuenta de lo sucedido y así como de las últimas palabras que pronuncio Dan.

 –

Parece que no odias a ese muchacho  – dijo molesto Cedric.

 –

Y no lo odio – confeso David-. ¡Es digno de admiración!

136

517 - Vaquero Tramposo

Marcial Lafuente Estefanía

El sheriff salió del local. Y al pensar que el autor de aquellas muertes iría a visitarle, monto a caballo y salió de la ciudad. Se alejaba dispuesto a no regresar. Horas más tarde, Dan en unión a Max, regresaba al rancho de Maisy.

 –

¿Qué piensa hacer? –   pregunto Max-. ¿Seguirás jugando?

 –  No lo sé… Y te aseguro que me gustaría dejar esta vida…  –

¿Por qué no te quedas con nosotros en el rancho?

 –

Después de mi fama, no podría vivir en paz… He de alejarme hasta u n lugar, donde nadie me conozca…

 –

Maisy se ha enamorado de ti.

 –

Y creo que yo de ella…

 –

Siendo así, ¿Por qué no te quedas una temporada al menos?

 –  No se Max… Mi fama es tan trágica que me asusta…  –

Espera a que Maisy mejore… No decidas nada hasta entonces… ¿Me lo prometes?

 –

¡De acuerdo viejo testarudo!

 –

Conozco a Maisy y sé que te prohibirá vayas por la ciudad, pensando que será la mejor forma de que no vuelvas a jugar. 137

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