5 Libros Liberalismo

February 17, 2018 | Author: dcelis9999 | Category: Friedrich Hayek, Inflation, Milton Friedman, Capitalism, Liberty
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TERAPIA LIBERAL: 5 LIBROS QUE LO CURARAN DEL ESTATISMO

Axel Kaiser (Compilador)

Juan Pablo Couyoumdjian Rolf Lüders Alberto Benegas-Lynch Axel Kaiser Rafael E. Rincón

Serie Papeles Libres Fundación para el Progreso Jean Gustave Courcelle - Seneuil Santiago de Chile, Diciembre 2012 http://www.fprogreso.org [email protected] Las ideas son de la exclusiva responsabilidad del autor y no representan necesariamente a la Fundación para el Progreso. 4

ÍNDICE Terapia liberal: 5 libros que lo curarán del estatismo (Axel Kaiser)

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Friedrich A. von Hayek Camino de Servidumbre (Juan Pablo Couyoumdjian) Milton y Rose Friedman Libertad de elegir (Rolf Lüders Schwarzenberg)

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Henry Hazlitt La economía en una lección (Alberto Benegas-Lynch)

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Ludwig von Mises La mentalidad anticapitalista (Axel Kaiser)

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Carlos Rangel Del buen salvaje al buen revolucionario (Rafael E. Rincón)

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Terapia Liberal

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Axel Kaiser

TERAPIA LIBERAL: 5 LIBROS QUE LO CURARAN DEL ESTATISMO Si usted pertenece a aquellos confundidos por la mitología estatista, la siguiente “terapia liberal” fortalecerá y regenerará sus anticuerpos intelectuales. Se trata de un par de lecturas esenciales para entender qué es y por qué es moralmente superior una sociedad de personas libres.

 El primer ingrediente de este golpe vitamínico mental es Camino de Servidumbre, del ex socialista Friedrich von Hayek. En él, usted aprenderá cómo el colectivismo fue avanzando en Alemania desde las esferas intelectuales, pasando a la política y las masas, hasta terminar en el gobierno socialista de Hitler. De paso comprenderá que la batalla por preservar las ideas de la libertad es esencial para la mantención de un orden civilizado y libre, lección que en Chile no podemos olvidar. Pero además entenderá por qué la destrucción de la libertad económica deviene en la tiranía y verá por qué los peores elementos de la sociedad serán aquellos que tenderán a liderar un proyecto socialista. 

 Un segundo libro fundamental para su salud intelectual es Libertad de Elegir, de Milton y Rose Friedman. En esa obra encontrará lecciones elementales de cómo la libre interacción de las personas en el marco de relaciones de intercambio incrementa el bienestar de la sociedad y deviene en el progreso integral de los individuos. Especialmente le dejará claro el rol de los precios como mecanismo de transmisión de información y por qué la planificación central necesariamente tiene que fracasar. Adicionalmente conocerá cómo las intervenciones del Estado, salvo en casos especiales, empobrecen a los más desaventajados de la sociedad beneficiando a unos pocos grupos de interés.

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Terapia Liberal

Otro libro central para afirmar los anticuerpos, especialmente los anti keynesianos, es La Economía en una lección, de Henry Hazlitt. Después de leerlo usted se habrá curado de las falacias más comunes que atraviesan la ciencia económica y que suelen repetir los políticos y economistas del main stream permanentemente. Entre otras cosas, le quedará claro por qué el gasto fiscal es destrucción de riqueza, cómo la inflación que generan los bancos centrales arruina la fábrica de relaciones económicas y sociales estables y cómo los sindicatos poderosos aumentan el desempleo.

 Lo anterior hay que complementarlo con La Mentalidad Anticapitalista del notable Ludwig von Mises. Ese breve ensayo le dará una explicación contundente al hecho de porqué los intelectuales y artistas tienden a ser de izquierda. Entenderá además que quienes se hacen ricos por medios honestos en un mercado competitivo lo han logrado gracias a haber satisfecho estrictamente el interés ajeno. 

 Finalmente, debe leer Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, de Carlos Rangel. Este clásico le permitirá hacer sentido de la tradición romántica latinoamericana que santifica e idolatra a asesinos como el “Che” Guevara y a otros personajes que promueven la vía armada para construir sus utopías.

Con esas lecturas quedará intelectualmente blindado frente a la contagiosa mitología estatista de izquierda y de derecha.

Axel Kaiser Director Ejecutivo Fundación para el Progreso (Chile)

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Friedrich A. von Hayek

FRIEDRICH A. VON HAYEK CAMINO DE SERVIDUMBRE

Aunque fue publicado en 1944, en los últimos años se ha visto un renovado interés en Camino de Servidumbre. Ello ha estado asociado, a su vez, a distintas interpretaciones sobre el real mensaje de F.A. Hayek en este trabajo1. Este libro representó en verdad una reacción frente a la realidad política de su época; es en este sentido que se ha dicho que el contexto es muy importante al evaluar Camino de Servidumbre. Como ha explicado Bruce Caldwell, Camino de Servidumbre iba a ser parte del proyecto sobre el “Abuso de la Razón” que Hayek estaba meditando desde fines de los años 30. Sin embargo, este proyecto, que iba a constituir un estudio sobre el problema del desarrollo social y a la vez una crítica a la idea de la planificación colectiva, nunca vería la luz y Hayek decidió publicar Camino de Servidumbre, que originalmente iba a representar la segunda parte de este trabajo, de forma separada2. El objetivo político de Camino de Servidumbre es reconocido por el mismo Hayek en el Prefacio a la primera edición del libro (1994, XIV). Lo que resulta más interesante de anotar es que el argumento central de Hayek respecto de los peligrosos efectos imprevistos de un sistema socialista resultó ser altamente controversial. De esta forma, Camino de Servidumbre menoscabó de alguna forma la reputación de Hayek como académico y él mismo tuvo clara conciencia de esto3. Dicho lo anterior, cuando en 1945 la revista Readers Digest publicó una versión condensada de este trabajo su popularidad a nivel del público general alcanzó niveles insospechados. En términos de ventas y 9

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difusión popular, parece justo señalar que Hayek nunca volvió a alcanzar los niveles de influencia que consiguió con Camino de Servidumbre. Pero consideremos directamente de qué trata este libro. En este trabajo Hayek advierte sobre los peligros de la planificación centralizada; de acuerdo a Hayek los argumentos en favor de estas políticas envuelven errores que pueden ser muy peligrosos, peligrosos incluso desde el punto de vista de la preservación de las libertades individuales. Una revisión de este problema implica una comprensión clara del rol de la planificación en las actividades humanas. En este punto Hayek nos recuerda que en un sistema de propiedad privada también existe “planificación económica”; la planificación es intrínseca a toda actividad humana. Lo clave es definir el ámbito de la planificación. Como explica Hayek, dada la importancia de la información de carácter local para la planificación individual, un sistema basado en la planificación económica centralizada conllevará la supremacía de los objetivos de los planificadores centrales. Nótese, en este sentido, que el argumento de Hayek va más allá de la ineficiencia de una economía socialista que había presentado en los debates sobre la imposibilidad del socialismo en los años 30. Ahora, subraya que al institucionalizarse la planificación centralizada la imposición de las preferencias de los planificadores va a estar asociada a un quebrantamiento de las libertades individuales. Más aún, este proceso va a estar asociado al hecho de que los planificadores van a tener un carácter pro-totalitario, como Hayek explica en el capítulo titulado “Por qué los peores se colocan a la cabeza” (“Why the worst get on top”). La relación entre un sistema liberal competitivo y las intervenciones coercitivas de la autoridad es un tema importante para Hayek a lo largo de toda su obra. Un sistema liberal puede requerir de algunos tipos de interferencias gubernamentales, pero no es coherente con un esquema de planificación colectiva global. Postular una tercera vía (o un 10

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“middle way”) entre la planificación centralizada y un sistema competitivo es imposible, ya que ambos modelos son fundamentalmente inconsistentes. Un sistema de propiedad privada implica una descentralización del poder económico; en este contexto, cuando hay muchos agentes actuando de forma independientemente existe libertad de acción y de elección. Como ya vimos, un sistema de planificación centralizada lleva a un menoscabo de la libertad individual. Es en este sentido que una política de planificación a gran escala va a terminar en la pérdida de las libertades civiles. Esto no significa que, de acuerdo a Hayek, cualquier nivel de planificación colectiva vaya a terminar en un estado totalitario. Quizás debido a que esta había sido una interpretación de su trabajo, Hayek se refirió a este punto directamente en el Prefacio a la edición de 1976 de este libro, desmintiendo esta conclusión (Hayek 1994, XXIV; 69–75). De esta forma el argumento que presenta Hayek se parece más bien a un argumento del tipo de un “efecto dominó” (“slippery slope”), donde el intervencionismo de corte planificador lleva a más intervencionismo, a través de un proceso que muy probablemente no había sido reconocido en sus orígenes, al arrancar las primeras políticas intervencionistas4. Es en este sentido que el libro que examinamos está dedicado a “los socialistas de todos los partidos”. Este reconocimiento a un socialismo de izquierda y derecha apunta, por cierto, a que el verdadero objetivo de Hayek era apelar a los creyentes en la compatibilidad entre la planificación central y la libertad política, de cualquier sector que ellos fueran, de forma que advirtieran los errores de sus postulados. El argumento de Hayek en el volumen que consideramos es importante en la medida que reconocemos la necesidad de un ámbito para las decisiones colectivas. Es la expansión de este espacio, que en general debiera estar limitado 11

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a la (planificación para la) provisión de bienes públicos, lo que nos puede llevar a las consecuencias nefastas que él mismo destaca. El “camino de servidumbre” está plagado de buenas intenciones. Frente a la supuesta inestabilidad de un sistema capitalista después de la Gran Crisis de los años 30 surgió un creciente entusiasmo por una economía de tipo socialista a la vez que se implementaron diversas intervenciones económicas. Después vino la Segunda Guerra Mundial; cuando esta se acercaba a su fin, Hayek temía que los controles y la planificación económica propia de la época de guerra se mantuvieran en tiempos de paz. La ilusión de que la planificación y la intervención estatal pueden resolver todos nuestros problemas nos puede llevar por el camino de la pérdida de nuestras libertades. Hoy en día existe un reconocimiento bastante mayor que en los años 40 respecto de las debilidades fundamentales de un sistema colectivista basado en la planificación centralizada. La caída del Muro de Berlín fue muy iluminadora en este respecto. Es interesante anotar, sin embargo, que si bien este era un resultado esperable desde un punto de vista Hayekiano, este acontecimiento resultó ser sorpresivo para muchísimos analistas y expertos. Hayek parecía haber sido refutado respecto de la posibilidad de una economía socialista. La verdad, por supuesto, es que en este plano Hayek tenía la razón. Más aún, el sistema socialista implicó un sacrificio de las libertades políticas, tal como Hayek explicó en Camino de Servidumbre. Por su parte, el intervencionismo sigue vigente. Los argumentos que se sigue escuchando sobre la fragilidad de un sistema capitalista son muy parecidos a los que se escuchaban en los años 30. Más aún, en la actualidad vemos un renovado impulso de políticas de un claro corte paternalista. El estándar utilitarista detrás de estos argumentos no nos parece accidental, pero ese es otro tema. Por ahora es importante enfatizar que en la batalla de 12

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las ideas los argumentos en favor de la libertad y la iniciativa individual deben seguir siendo repetidos. Y es por ello que volver a leer a F.A. Hayek es tan importante. Referencia: Friedrich von Hayek, The road to serfdom. Rouledge Press, Reino Unido, 1944. Edición en español, Camino de servidumbre. Unión Editorial, Madrid, 2008. Juan Pablo Couyoumdjian Profesor Universidad del Desarrollo (Chile) 1 Distintas lecturas del argumento allí planteado y un examen de su conformidad a la luz de los sucesos económicos y políticos internacionales, desde la publicación de este libro, han dado lugar a interesantes debates sobre si este flamante interés en Hayek es en verdad justificado. En este sentido véase, por ejemplo, el intercambio entre Farrant & McPhail, por un lado, y Caldwell por el otro, en Challenge; A. Farrant & E. McPhail, “Does F.A. Hayek’s Road to Serfdom Deserve to Make a Comeback?”, Challenge 53 (4), Julio-Agosto 2010, pp. 96-120; B. Caldwell, “Hayek on Socialism and on the Welfare State: A Comment on Farrant and McPhail’s ‘Does F.A. Hayek’s Road to Serfdom Deserve to Make a Comeback?’”, Challenge 54 (1), EneroFebrero 2011, pp. 82-97; A. Farrant & E. McPhail, “A Response to Caldwell on F.A. Hayek and The Road to Serfdom”, Challenge 54 (1), Enero-Febrero 2011, pp. 98-112. 2 B. Caldwell, Hayek’s Challenge, University of Chicago Press, 2003, p. 241. 3 “It went so far as to completely discredit me professionally”, escribe Hayek respecto de las consecuencias de publicar Camino de Servidumbre; en Hayek on Hayek: An autobiographical dialogue. The Collected Works of F.A. Hayek, S. Kresge & L. Wenar (eds.), Liberty Fund paperback ed., 2008, p. 103. Vale la pena destacar, en todo caso, que no todo fueron críticas negativas desde el mundo académico o intelectual; por ejemplo, J. Maynard Keynes se refirió a este trabajo como un “grand book”, agregando que “Morally and philosophically I find myself in agreement with virtually the whole of it; and not only in agreement with it, but in deeply moved agreement”; dicho esto, Keynes sí hace notar lo que considera son algunas debilidades del argumento de Hayek (citado por R. Skidelsky, John Maynard Keynes, 1833-1946: Economist, Philosopher, Statesman, Penguin, 2005, pp. 722-723).

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4 Este es un argumento que Hayek reiteraría en trabajos posteriores; véase, por ejemplo, su The Constitution of Liberty (The University of Chicago Press, 1960). Una comprensión de los efectos imprevistos de las políticas públicas intervencionistas nos indica cuán razonable resulta este argumento de Hayek. Cuando una política intervencionista no muestra los resultados deseados, la solución tiende muchas veces a una mayor intervención. El caso de los controles de precios es un ejemplo claro en este sentido; es de esta forma que este tipo de políticas regulatorias terminan, de forma general, en campañas persecutorias contra los “especuladores” en el mercado.

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Milton y Rose Friedman

MILTON Y ROSE FRIEDMAN LIBERTAD DE ELEGIR

Hacia un nuevo liberalismo económico5 En 1980 Milton y Rose Friedman escribieron Libertad de Elegir, libro que se transformó en un best-seller. La versión original en inglés la sub-titularon “una toma de posición personal”6. Sostienen que la libertad de mercado es una precondición para la libertad política y critican la fuerte tendencia estatista y proteccionista existente en los años 1970 en los países occidentales. Opinan que la búsqueda de la igualdad de resultados, al coartar la libertad individual, solo resultará en menos libertad individual y además en una situación económica desmedrada para todos. El libro se basa casi exclusivamente en el análisis de casos reales y es de muy fácil lectura. Para comprender mejor el contenido del libro describiremos –antes de hacer la reseña propiamente tal- el ambiente económico y político existente en los años 1980, algunos datos biográficos pertinentes de los autores, y los antecedentes ideológicos de la obra. Ambiente económico y político en los años 1970 En el siglo XIX las economías de Occidente fueron de mercado, las empresas fueron en general más bien pequeñas y medianas, y el Estado todavía jugaba un rol cercano al mínimo. Es decir, los gobiernos se encargaban de la defensa del territorio nacional, del orden interno y de la justicia. No obstante, existían 15

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fuerzas mercantilistas que indujeron a los gobiernos a tomar medidas proteccionistas -relativamente moderadas- en materia de intercambio de bienes y servicios. Además, la cuestión social en Europa, gatillada por la revolución industrial y sus efectos, se tradujo en una incipiente expansión del gasto social, en parte importante para neutralizar la aceptación que estaban ganando las ideas socialistas. En el siglo XX se produjeron dos fenómenos sociales que dividieron al mundo. Por un lado, la revolución bolchevique, que instaló en la Unión Soviética un régimen totalitario de corte comunista, que luego sirvió de modelo para regímenes socialistas similares en muchos países, incluyendo la China. De facto, estos sistemas socio-económicos y políticos tuvieron economías centralizadas, en que el Estado fue dueño de prácticamente todos los medios de producción y en parte no menor por ello la libertad individual se vio severamente restringida. Estos regímenes todavía subsisten en su forma más pura en unos pocos países, como Cuba y Corea del Norte por ejemplo. Por el otro lado y simultáneamente, en las economías de Occidente que mantuvieron sus economías de mercado, se produjo una rápida expansión del rol del Estado. El término del primer gran episodio de globalización (1870-1914), las dos guerras mundiales, y la Gran Depresión generaron incertidumbre e interrumpieron, al menos temporalmente, los flujos comerciales en un mundo en que simultáneamente se aceleraba el cambio tecnológico y la tasa de crecimiento económico. La actividad económica y la estructura social se hicieron cada vez más complejas y la familia nuclear pasó a ser la norma. Aumentó la demanda por proteccionismo, por seguridad social, y por regulación de la actividad económica. El Estado requirió de recursos para financiar sus crecientes actividades y los impuestos –a menudo progresivos- afectaron notoriamente los incentivos para trabajar e invertir. 16

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El proceso culminó en los años 1970, época en que Friedman trabajó en la serie de televisión y en el libro Libertad de Elegir y en que en muchos países europeos el Estado gastaba casi el 50 por ciento de lo producido, las tasas marginales de impuestos sobre la renta de las personas superaban el 80 por ciento, y existía una maraña regulatoria muy considerable. En esos años la pérdida de la libertad individual fue muy significativa en la órbita comunista y considerable en Occidente. Libertad de Elegir es un esfuerzo por alterar el ambiente político y rescatar la libertad individual como un valor en el diseño de las políticas públicas. Lo pretendió hacer enseñando economía a personas comunes y corrientes, para que comprendan la superioridad del libre mercado como herramienta de progreso material y como requisito para preservación de la libertad individual. Los Friedman Para comprender bien a Libertad de Elegir es necesario conocer a sus autores y su trayectoria. Milton Friedman nació en Brooklyn, Nueva York en 1912. Sus padres, judíos, nacieron en lo que entonces era una provincia de Austria-Hungría, más tarde parte de Checoslovaquia y la Unión Soviética, pero solo se conocieron cuando las familias habían emigrado a EE.UU. Teniendo Milton Friedman un año, la familia se cambió a un pequeño pueblo vecino a Nueva York, en dónde su madre manejaba un pequeño negocio y su papá trabajaba ocasionalmente como vendedor. Vivían –dice en su autobiografía- en constantes dificultades financieras. Su padre falleció mientras el estuvo todavía en el colegio. Friedman recibió una beca para estudiar en la Universidad de Rutgers y realizó, como se acostumbra en USA, trabajos para la universidad. Sin ser alumno brillante, se especializó en matemáticas para ser actuario y también en economía, porque era el ramo en que se aprendían materias útiles para entender la Gran Depresión, que entonces afectaba a los EE.UU. Pensó con esos conocimientos poder 17

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diseñar políticas para superarla. En Rutgers fue muy influenciado por las investigaciones de Arthur Burns y por la teoría económica de Homer Jones. Fue este último quién lo indujo a seguir estudios de post-grado en la Universidad de Chicago en 1932. Allí, sostiene, experimentó un ambiente intelectual que jamás se imaginó pudiera existir y conoció a su compañera de curso Rose Director, con la que –una vez superadas sus dificultades financieras- se casó seis años después. Rose se convirtió en su socia profesional. Por su situación económica, Friedman aceptó una beca muy atractiva de la Universidad de Columbia en Nueva York, en dónde completó su doctorado. Completados sus estudios, Milton Friedman se dedicó durante una década a trabajar con varios de sus mentores, ya sea en la academia o en la administración pública. Es allí dónde realizó varios trabajos –en que utilizó sus conocimientos estadísticos y matemáticos- que luego le sirvieron para desarrollar su famosa Teoría de la Función de Consumo (1957) y su útil hipótesis del ingreso permanente. En 1946 fue invitado a ser profesor de teoría de los precios de la Universidad de Chicago, dónde dirigió el fructífero seminario sobre Dinero y Banca, de dónde surgió el controversial Un Marco Monetario y Fiscal para la Estabilidad Económica (1948) y en dónde escribió un importante documento metodológico, Ensayos en Economía Positiva (1953). Simultáneamente fue invitado a presidir, en la Oficina Nacional de Investigación Económica de los EE.UU., los estudios sobre el papel del dinero en el ciclo económico. Allí trabajó con Ana Schwartz, con la que luego publicó su influyente Historia Monetaria de los EE.UU. 1867-1960 (1963). En 1977, a los 65 años, Friedman se retiró de la Universidad de Chicago, se mudó a San Francisco y pasó a ser investigador senior de la Institución Hoover en la Universidad de Stanford, posición 18

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que le dio la flexibilidad que deseaba. Murió en noviembre de 2006, habiendo recibido, entre otras distinciones, en 1951 la Medalla John Bates Clark al economista menor de 30 años más destacado de los EE.UU., en 1976 el Premio Nobel en economía, y en 1988 la Medalla de la Libertad de los EE.UU. de América. Rose Friedman nació alrededor del año 1910 en Rusia y muy luego se trasladó con sus padres, tal como los de Milton Friedman, también de origen judío, a Portland, Oregon. Inició sus estudios superiores en Reed University, pero completó el college en la Universidad de Chicago. Allí aprobó todos los requisitos para el doctorado, pero nunca escribió su tesis7. Profesionalmente colaboró con Milton Friedman en parte de sus trabajos, destacando entre ellos Capitalismo y Libertad (1962), Libertad de Elegir (1980), y las memorias de ambos, Two Lucky People (1998). La leyenda sostiene que Milton Friedman nunca perdía un debate, excepto con Rose. Verdad o no, lo cierto es que Milton Friedman y Rose fueron siempre muy unidos y el respetaba absolutamente la opinión de ella. Rose Friedman murió en Davis, California en agosto de 2009. Los Friedman, hijos de familias que habían huido a Occidente en búsqueda de una libertad amenazada en sus países de origen y testigos de la tendencia del Estado occidental a crecer en forma desmedida, se sintieron crecientemente llamados a actuar en la cosa pública para defender la libertad individual. Para Milton Friedman el proceso se inició cuando –invitado por von Hayek y Allais- participó como fundador, junto a pensadores tan destacados como Euken, Knight, Popper, Robbins, Roepke, Stigler y von Mises, en la primera reunión de la Sociedad Mont Pelerin en Suiza en 1947. Los convocantes, partidarios de una sociedad libre y profundamente preocupados por el avance –entonces- de las ideas socialistas en el mundo, invitaron a sus colegas a participar activamente en la formulación y difusión 19

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de las virtudes de la libertad de expresión, de las economías de mercado libre, y de los valores políticos de una sociedad abierta. Friedman presidió la Sociedad Mont Pelerin a comienzos de los años 1970 y su activo rol dentro de ella desde sus inicios simboliza al otro Friedman, distinto al destacado científico, el luchador por la libertad individual para lograr una vida mejor para todos. En los años 1960 Milton Friedman aceptó ser el asesor económico del candidato republicano Barry Goldwater, que no resultó ser elegido. En 1966 inició sus columnas quincenales en Newsweek, un conocido semanario en los EE.UU. En 1968 fue uno de los asesores de Richard Nixon, que si resultó elegido, y finalmente fue un activo asesor de Ronald Reagan. No obstante, más influyente que lo anterior porque tuvieron un importante impacto sobre la opinión pública, fueron los trabajos ya citados con Rose Friedman, entre los que se destaca la serie de televisión y el libro Libertad de Elegir. Las influencias ideológicas en Libertad de Elegir En Capitalismo y Libertad (1962) Milton Friedman analiza el rol del capitalismo en un régimen liberal clásico. Se trata de un libro teórico, que concluye que la libertad económica es una pre-condición para la libertad política. Sostiene que comúnmente el mercado libre es útil además para promover un mayor bienestar material para todos los ciudadanos que aquél obtenible bajo un régimen socialista. A pesar del nivel y la abstracción del análisis, el libro se tradujo a 18 idiomas y ha vendido más de 500 mil copias. El libro tuvo un gran impacto en las élites intelectuales, pero no llegó a las masas populares. En 1977 John Kenneth Galbraith lanzó, con gran éxito, Age of Uncertainty, un libro y también una serie de televisión, en que predomina un ideal social-demócrata. El resultado de este experimento de comunicación masiva de conceptos complejos desafió a Milton Friedman a hacer lo mismo, pero 20

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para exponer las virtudes de una organización socio-política liberal clásica. La serie de televisión resultante, Libertad de Elegir, superó todas las expectativas de audiencia y se han vendido millones de copias del libro, que se ha transformado en un clásico sobre economía, libertad y la relación entre ambos. Libertad de Elegir, lo señalan los propios Friedman, tiene dos vertientes ideológicas: La riqueza de las naciones de Adam Smith y la Declaración de Independencia de los EE.UU. de Thomas Jefferson. Adam Smith, nos dicen los autores de Libertad de Elegir, analizó “el modo en que un sistema de mercado podía combinar la libertad de los individuos para lograr sus propios objetivos con la amplia cooperación y colaboración necesarias en el campo de la economía...”8 y descubrió que “todo intercambio voluntario genera beneficios para las dos partes”, siendo innecesaria “la coerción o la violación de la libertad para conseguir la cooperación…”. Agrega Smith que: “Al perseguir sus propios intereses, el individuo promueve a menudo los de la sociedad de un modo más efectivo que cuando intenta directamente promoverlos”. Es ni más ni menos la famosa mano invisible. Thomas Jefferson, por su parte y según los Friedman, declaró “…que todos los hombres han sido creados iguales, que su creador les ha dotado de ciertos derechos inalienables; que entre estos se encuentra la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”9. Agregan los Friedman, apoyados en las conclusiones de Capitalismo y Libertad, “La libertad económica es un requisito esencial de la libertad política. Al permitir que las personas cooperen entre si sin la coacción de un centro decisorio, la económica reduce el área sobre la que se ejerce el poder político. Además, al descentralizar el poder económico, el sistema de mercado compensa cualquier concentración de poder político que pudiera producirse. La combinación de poder político y 21

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económico en las mismas manos es una fórmula segura para llegar a la tiranía”10. Es un dato que la libertad política acompañada de libertad económica ha producido los países más libres y prósperos del planeta. En Chile, por cierto, esa combinación también ha demostrado ser exitosa11. El contenido de Libertad de Elegir12 En Libertad de Elegir los Friedman describen convincentemente como, después de la Gran Depresión y en Occidente, la libertad individual fue menoscabada y la prosperidad afectada con respecto a lo que sucedía en el siglo XIX, por la explosión de leyes, regulaciones, superintendencias, y tributación. Lo hacen describiendo casos concretos recogidos principalmente de EE.UU. pero también de varios otros países desarrollados y en desarrollo. En efecto, para la versión en TV –que fue la original- viajaron extensamente. Analizado cada caso, los Friedman proponen también medidas concretas para resolverlo. El uso de ejemplos de la vida real le da gran agilidad a la narración y la hace cercana a los lectores. El libro se inicia con un capítulo titulado El Poder del Mercado describiendo el rol del mercado y del Estado en una economía. Se refiere a la cooperación voluntaria, la formación de precios –hay que recordar que sin mercado no hay precios que entreguen información para asignar recursos-, y el papel crucial de los incentivos. El Estado, nos dicen los autores basados en una cita de Adam Smith, en una sociedad libre tiene importantes pero limitadas funciones: la de proteger a los ciudadanos de la coacción física venga ella del exterior o del interior del país, la de administrar justicia, y finalmente la de proveer bienes públicos (aquellos que no son rivales con otros en la oferta y/o no es posible excluir a nadie de su consumo). Los autores resaltan que estas funciones se pueden interpretar en forma estricta –como lo hizo

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Hong-Kong por ejemplo-, o en forma amplia, como lo hacen la mayoría de los países de Europa. Se inclinan, por supuesto, por la primera interpretación y resaltan en base a ejemplos tomados de la realidad como el sector privado tiende a suplir espontánea y eficientemente la mayor parte de las funciones que realizaban los Estados ineficientemente. En un segundo capítulo fascinante, los autores se refieren a lo que llaman La Tiranía de los Controles. Describen las ventajas del comercio (libre) y comparan dos experiencias históricas, la de la India y la de Japón para ilustrar el poder del comercio para generar riqueza. Luego amplían el debate a la libertad económica y finalmente a la libertad humana. Concluyen que “…la libertad es un todo, que cualquier cosa que la reduce en una parte de nuestras vidas puede afectarla en otras partes”13. Con todo reconocen que la libertad no puede ser absoluta porque vivimos en una sociedad interdependiente”, pero que “…hemos ido mucho más lejos y que “Hoy la necesidad urgente estriba en eliminar barreras, no en aumentarlas”. En el siguiente capítulo, Anatomía de una Crisis, los autores postulan que la Gran Depresión afectó profundamente la forma en que el ciudadano común y corriente percibía el sistema económico entonces existente. De allí en adelante favorecería la intervención del Estado en la economía como necesaria para darle estabilidad al sistema. Además considerarían a la política fiscal -la receta propuesta por John Maynard Keynes para salir de la crisiscomo más efectiva que la política monetaria para lograr la ansiada estabilidad. Los Friedman sostienen –basados en gran parte en las investigaciones de Milton Friedman- que tanto la percepción mencionada, como la receta, intervención estatal, son erradas.

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En el capítulo 4, De La Cuna A La Tumba, los Friedman describen como los ciudadanos de EE.UU. pasaron en los 1930 “de creer en la responsabilidad individual, el laissez faire y un Estado limitado y descentralizado, a defender la responsabilidad colectiva y la existencia de una Administración centralizada y poderosa”14. Surge el Estado de bienestar –que pretende proteger a los ciudadanos a lo largo de todas sus vidas y los Friedman se refieren a sus manifestaciones en materia de seguridad social, asistencia pública, vivienda, y salud, como también a sus consecuencias, que juzgan negativas. Luego de resaltar que el problema fundamental de los programas de bienestar es que los ciudadanos tienden a apoyar el uso de recursos de terceros para beneficios propios, proponen un sistema de tributación progresivo negativo para reemplazarlos. El capítulo 5 es complementario con el anterior. En Creados Iguales los autores analizan el concepto de igualdad. Distinguen igualdad ante Dios, igualdad de oportunidades e igualdad de resultados, el concepto dominante en EE.UU. en la época en que se escribió el libro. Concluyen que “el uso de la fuerza para lograr la igualdad destruirá la libertad, y la fuerza, introducida con buenas intenciones, acabará en manos de personas que la emplearán en pro de sus propios intereses”15. En cambio, agregan, “por otra parte, una sociedad que ponga en primer lugar la libertad acabará teniendo, como afortunados subproductos, mayor libertad y mayor igualdad”16. El siguiente capítulo, ¿Qué Falla En Nuestras Escuelas? analiza el sistema educacional de los EE.UU., resalta sus problemas (relativamente caro y de menor calidad que la posible a nivel primario y secundario), y propone –un viejo conocido nuestro en Chile- el famoso esquema de “vouchers”, para financiar la educación primaria y secundaria y un sistema de créditos para la educación superior.

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En ¿Quién Protege Al Consumidor? y en ¿Quién Protege al Trabajador? El libro describe y critica el rol de las instituciones estatales orientadas a proteger a los consumidores y al medio ambiente, y el de los sindicatos, respectivamente. Muestran como el mercado responde a fallas de información sin necesidad de injerencia estatal, describen las nefastas consecuencias de la era de la prohibición del consumo del alcohol en los EE.UU., y destacan como los sindicatos -si es que logran mejorar las condiciones de trabajo de sus asociados- empeoran aquellas de los trabajadores no-sindicalizados. Valoran las mejoras salariales que se generan en ganancias de productividad, que son aquellas que no se consiguen a expensas de otros, como las únicas deseables socialmente. En el capítulo nueve, El Remedio A La Inflación, los autores de Libertad de Elegir vuelven a la macroeconomía. Es el único capítulo en que se usan gráficos, en este caso para mostrar la estrecha relación que hay entre la cantidad de dinero y las variaciones de los precios e ilustrar la tesis de Milton Friedman de que la inflación es siempre un fenómeno monetario. En esos años EE.UU. sufría de una inflación relativamente elevada y Friedman la atribuye en último término a los significativos aumentos del gasto público, la política de pleno empleo que se estaba aplicando, y a una errada política monetaria de la Reserva Federal, que permitió que los dos fenómenos anteriores se tradujeran en aumentos de precios. Sostienen que la única manera de eliminar la inflación es controlando los aumentos de la cantidad de dinero y que durante el período de reducción de la inflación se producen efectos secundarios desagradables, que son –sostienen- inevitables. No obstante, agregan, la dicotomía inflación o desempleo es falsa. “La alternativa real consiste sólo en si nos enfrentamos a un desempleo más elevado como consecuencia de unos precios más altos o debido a un efecto temporal secundario para eliminar la inflación”17. 25

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Finalmente, en Las Cosas Están Cambiando, capítulo más conceptual que los anteriores y por lo tanto inexistente en video, los Friedman desarrollan la economía política del auge del intervencionismo estatal y señalan que estaría comenzando una reacción. Se refieren entre otros indicios de lo último a la elección de Margaret Thatcher en Inglaterra en 1979, a la derrota de los social-demócratas en Suecia en 1976, después de cuatro décadas en el poder, y a la revuelta fiscal en California al aprobarse la “Proposición Nº13”18. Explican como pequeños grupos organizados pueden obtener beneficios muy importantes para ellos cuando los que pagan esos beneficios o pierden con su otorgamiento son muchos, de modo que cada uno de los últimos paga o pierde un monto insignificante. Sin embargo, el impacto agregado de muchas situaciones similares puede ser muy significativo y eventualmente produce una reacción, como aquella que se empezó a producir en el mundo hacia fines del siglo pasado. Los Friedman terminan el libro con una nota optimista, válida en países democráticos: “Afortunadamente, también, como pueblo tenemos todavía la libertad de elegir qué camino debemos tomar; continuar a lo largo de la senda que hemos estado siguiendo hacia un estado cada vez más poderoso, o detenernos y cambiar de dirección”19. Conclusiones El mundo ha cambiado mucho desde los años 1970, época en que los Friedman escribieron Libertad de Elegir. La guerra fría ha terminado y el muro de Berlín se ha derrumbado. El estado de bienestar en los países de Europa Occidental ha entrado en crisis y los países de Europa del Este han adoptado regímenes democráticos y economías de mercado. China e India están liberalizando sus economías y en la mayoría de los demás países en desarrollo ha sucedido lo mismo. No cabe duda que el espacio de libertad individual ha aumentado significativamente en prácticamente todas las regiones del mundo. 26

Milton y Rose Friedman

Es difícil, si no imposible, evaluar el aporte que hicieron Milton y Rose Friedman al proceso de expansión de la libertad individual mencionado. No obstante, la existencia de sus ideas, reseñadas acá y tan brillantemente expuestas por ellos, hicieron posible que en momentos de crisis los pueblos optaran por esas ideas en vez de aquellas de otros para reorganizar sus sociedades. Sin embargo estamos lejos del ideal implícito en el libro de los esposos Friedman y el peligro de volver atrás está siempre presente. Es por eso que invito a todos a leer y si ya lo han hecho, a re-leer, Libertad de Elegir. Aseguro que no lo lamentarán. Bibliografía Friedman, Milton y Rose (1992), Libertad de Elegir, Hacia un nuevo liberalismo económico, Grijalbo, 1992. Lüders, Rolf (2007), “Crecimiento Económico de Chile: Lecciones de la Historia”, Administración y Economía, Pontificia Universidad Católica de Chile. Referencia: Milton & Rose Friedman, Free to choose. A personal statement. Penguin, EEUU, 1980. Edición en español, Libertad de elegir. Grijalbo, Madrid, 1992. Rolf Lüders Schwarzenberg Profesor Pontificia Universidad Católica de Chile

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5 Esta reseña está basada en la segunda edición de Libertad de Elegir publicada por Grijalbo, en 1992. 6 Milton Friedman distinguía muy claramente entre el análisis “positivo” (lo que es y no se puede refutar) y el “normativo” (lo que deseamos que sea). El subtítulo pretende advertir a los lectores que el libro no es científico-profesional, sino una toma de posición de los autores frente a los grandes principios que guían las organizaciones sociales. 7 Aaron Director, hermano de Rose Friedman, también fue profesor de la Universidad de Chicago, pero en la Facultad de Derecho. 8 Ésta y las demás citas de este párrafo son de Milton y Rose Friedman (1980). 9 Milton y Rose Friedman (1980). 10 Ibíd. 11 Lüders (2007) 12 La versión original, publicada en inglés como Free to Choose, tuvo 297 páginas y 10 capítulos. La de Libertad de Elegir utilizada para esta reseña, segunda edición de Grijalbo, también tiene 10 capítulos, pero 434 páginas. Tanto las nuevas ediciones del libro, como aquellas de las series de televisión, sufrieron variaciones con respecto a las originales, pero no alteraron en absoluto la esencia del contenido o su forma. 13 Milton y Rose Friedman (1980). 14 Ibíd. 15 Ibíd. 16 Ibíd. 17 Ibíd. 18 Hacia fines de los años 1980 tuve ocasión de visitar a los Friedman en el precioso departamento que tenían en el último piso de un moderno edificio cerca de la bahía, en San Francisco, California. Reagan estaba en el poder en los EE.UU., en Europa los social-demócratas habían perdido varias elecciones, China e India se estaban liberalizando económicamente, y en América Latina el llamado neo-liberalismo se estaba generalizando. Le expresé a Milton Friedman que sus escritos, videos y conferencias parecían haber permeado al mundo y que finalmente las ideas liberales (clásicas) parecían estar imponiéndose. Me contestó que de ningún modo, que en una perspectiva más larga, de siglos, grados importantes de libertad individual solo predominaron en unas pocas sociedades y por períodos muy cortos. Por eso el no daba ganada en absoluto la batalla. 19 Milton y Rose Friedman (1980).

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Henry Hazlitt

HENRY HAZLITT LA ECONOMÍA EN UNA LECCIÓN

La notable sencillez de la economía En esta nota me quiero referir telegráficamente al magistral y sencillo trabajo de Henry Hazlitt titulado La economía en una lección publicado originalmente en inglés en 1946 y reeditado decenas de veces en múltiples idiomas (las últimas en castellano están a cargo de Unión Editorial de Madrid, distribuida ampliamente en el mundo hispanoparlante). El autor agradece la influencia bienechora que sobre él han tenido autores como Bastiat, Wicksteed y von Mises. Este último pensador fue el pionero en mostrar que la economía no se circunscribe a lo crematístico sino que abarca toda la acción humana conectando con aspectos éticos, epistemológicos y jurídicos de un radio muy extenso y humanista, en contraste con lo que suele enseñarse en muchas universidades contemporáneas. En el texto que ahora consideramos se abordan muy diferentes temas que giran en torno a problemas económicos cotidianos, todos escritos de modo sumamente ameno y, al mismo tiempo, penetrante. Siempre dejan pensando al lector, a quien invariablemente se le abren nuevos horizontes y perspectivas luego de leer este libro corto pero de largos alcances y gran calado. Todo gira en torno a una lección central: mirar “lo que se ve y lo que no se ve” al efecto de poder apreciar las consecuencias de cualquier política. Se 29

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ve un edificio estatal lleno de mármoles y espejos relucientes, pero lo que no se ve son las personas sufrientes que no pueden adquirir lo que necesitan debido a las cargas fiscales que succionaron sus recursos para la construcción y operación del edificio de marras y así sucesivamente. El autor abre su trabajo con un capítulo titulado “Los beneficios de la destrucción” en el que muestra las falacias escondidas tras la afirmación apresurada de que la rotura del vidrio de un negocio generará trabajo al vidriero, el que con sus ingresos adicionales podría comprarle un traje al sastre generando un círculo virtuoso que activaría la economía. Todo esto sin percatarse de que si la rotura no hubiera sucedido, el dueño del local, además de contar en su activo con un vidrio sano para su escaparate, contaría con los recursos que tuvo que destinar a la mencionada reparación. Con esos recursos disponibles podría haber comprado un traje nuevo o ahorrarlos para inversiones adicionales. Asimismo, muestra de modo muy didáctico que en un mercado libre de restricciones no hay tal cosa como desempleo. Si los recursos son escasos y las necesidades son ilimitadas, el recurso por excelencia es el factor laboral sea manual o intelectual puesto que no se concibe la producción de ningún bien ni la prestación de ningún servicio sin el concurso del trabajo. La tragedia del desempleo se genera debido a las mal llamadas “conquistas sociales”, por ejemplo, el salario mínimo que expulsa del mercado a los que más necesitan trabajar al colocarlos por sobre el salario que permite la tasa de capitalización. Eso último es lo que determina salarios e ingresos en términos reales y no los decretos voluntaristas por más bienintencionados que sean. Se detiene a considerar cómo el crédito estatal perturba la producción ya que la constitución misma de un banco gubernamental significa alterar las prioridades en la asignación de recursos de la gente 30

Henry Hazlitt

y, por tanto, conduce al empobrecimiento. El crédito estatal, es decir, el manejo coactivo de los factores productivos disponibles inexorablemente desvía el fruto del trabajo ajeno a tareas y campos que la gente libremente hubiera destinado de otra manera. También enfatiza que las obras públicas no incrementan el empleo sino que desvían trabajo de áreas productivas. Añade que los aranceles aduaneros elevan artificialmente los costos reduciendo el nivel de vida en provecho de malos empresarios que sacan partida del privilegio de contar con mercados cautivos. Le destina un espacio considerable a discutir temas monetarios desentrañando tantos mitos que rodean estos asuntos que aparecen complicados pero que en definitiva son cuestiones de sentido común. En este contexto se suele definir la inflación como “el aumento general de precios” lo cual revela dos errores garrafales. En primer término, la inflación es la expansión exógena de dinero y su efecto se traduce en la distorsión en los precios relativos (no aumentos generales), lo cual malguía a los operadores económicos, lo que, a su turno, significa derroche de capital y, consecuentemente, empobrecimiento. Otro tópico predilecto del autor es el ataque a la máquina y a la productividad como enemigos del trabajo. Ya hemos hecho alusión a las reflexiones de Hazlitt sobre el desempleo, pero esta sección la destina a demostrar cómo los incrementos en la productividad liberan trabajo para ser empleado en áreas nuevas que hasta el momento no podían encararse debido, precisamente, a que el trabajo disponible estaba esterilizado en otros campos. En este mismo contexto, este maestro de la pluma y de los ejemplos sencillos y contundentes, se refiere al rol de los sindicatos y los enormes perjuicios que crean cuando se constituyen en base a la obligatoriedad de la afiliación (sea de jure o de facto). 31

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No deja de costado el tema de nuestro tiempo, cual es la redistribución de ingresos en sus diversos matices y formas. En realidad “redistribuir” significa volver a distribuir por la fuerza gubernamental lo que el mercado ya distribuyó pacífica y voluntariamente. Este capítulo está íntimamente vinculado a la manía del igualitarismo que siempre conducen a dos efectos centrales: los que se encuentran por encima de la marca igualitaria tenderán a no producir en la medida en que perciban que serán expoliados por la diferencia y quienes se encuentren debajo de la marca esperarán infructuosamente que se los redistribuya, lo cual no se producirá debido a que lo primero genera incentivos perversos. Personalmente conocí a Hazlitt cuando mi padre lo invitó a pronunciar conferencias en Buenos Aires en 1967 y, al año siguiente, asistí a su curso como parte de los seminarios para los que obtuve una beca patrocinada por la Foundation for Economic Education de New York. Recuerdo en esa época los frecuentes comentarios en muy diversos medios de los célebres artículos de Hazlitt publicados semanalmente en Newsweek y, periódicamente, en el Wall Street Journal. No tiene desperdicio su libro en el que critica línea por línea la obra más conocida de Keynes, ensayo meduloso y exhaustivo que lleva por título Los errores de la nueva ciencia económica. Tengo muy presente una discusión que se suscitó en un almuerzo al que fui invitado en casa de Sylvester Petro -entonces profesor en la Universidad de New York- junto a Ludwig von Mises que dictaba su último año lectivo también en NYU, el presidente de FEE, Leonard Read, Murray Rothbard, en ese momento profesor en el Instituto Politécnico de New York, y Henry Hazlitt. El jugoso intercambio de ideas se concentró en lo que hoy diríamos es el “Dilema del Prisionero” en el contexto de la misma existencia del Leviatán. De más está decir que, en semejantes circunstancias, cuando yo apenas estaba trabajando en lo que iba a ser mi primer doctorado, 32

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no interviene en ese duelo de gigantes intelectuales por miedo a hacer el ridículo. Referencia: Henry Hazlitt, Economics in one lesson. Harper & Brothers, EEUU, 1946. Edición en español La economía en una lección. Unión Editorial, Madrid, 2011 (7º ed.)

Alberto Benegas-Lynch (h) Miembro Academic Board Fundación para el Progreso(Chile)

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Ludwig von Mises

LUDWIG VON MISES LA MENTALIDAD ANTICAPITALISTA

En más de alguna oportunidad, Milton Friedman se mostró perplejo por el hecho de que, a pesar de la irrefutable evidencia, millones de personas, políticos e intelectuales preferían el socialismo por sobre el capitalismo. ¿Cómo era posible que incluso luego del colapso del socialismo soviético, prácticamente en todo occidente los estados siguieran creciendo como si nada hubiera pasado? Estas son preguntas que sin duda han ocupado la reflexión de todos quienes aspiran a mantener un orden social basado en la libertad personal. Tal vez no exista una aproximación más aguda y al mismo tiempo más sistemática a esta problemática que la que Ludwig von Mises ofreciera en su libro La mentalidad anticapitalista. En un estilo directo y a ratos brutal, Mises explica las causas sicológicas de la difamación del capitalismo, el rol que juega la filosofía social del hombre común en su imagen, la función de la literatura en convertirlo en villano y las objeciones no económicas al que ha probado ser el sistema más exitoso de la historia de la humanidad. Causas sicológicas de la mentalidad anticapitalista Lo primero que Mises se encarga de explicar es que el capitalismo es un sistema de producción en masa para el consumo de las masas. Esto significa que el capitalismo, al hacer cada vez más accesibles más productos a más personas, cumple un rol de “desproletarización” de las masas elevándolas a la categoría de burguesía o clase media. En este orden de cosas, los empresarios son los servidores de 35

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las masas: están obligados a producir lo que estas quieren consumir y a los precios que estas están dispuestas a pagar. Como consecuencia, señala Mises: “el control de los medios materiales de producción es una función social que depende de la confirmación o revocación de los consumidores, que son los soberanos”. De este modo, el estatus en una sociedad capitalista depende de satisfacer las necesidades y deseos ajenos de manera eficiente. En otras palabras, de realizar un servicio a los miembros de la sociedad aumentando su calidad de vida. Así, el capitalismo es el único sistema en que la riqueza de unos es función del beneficio de otros que libremente han decidido elevar a un grupo por sobre el resto. Mises contrapone esta “democracia del mercado” con el sistema aristocrático: “la riqueza de un aristócrata ... no se deriva de abastecer a los consumidores y no puede ser afectada por ninguna acción de parte del público”. El empresario capitalista en cambio “debe su riqueza a las personas que apoyan su negocio”... y la pierde “inevitablemente tan pronto otros hombres los suplanten sirviendo a los consumidores de manera más barata o mejor”. Mises explica aquí uno de los factores esenciales, no solo para entender por qué el capitalismo es el sistema más exitoso de la historia humana, sino también el más justo y democrático. Y la razón es que quienes gozan de estatus en la sociedad capitalista, esto es, los ricos, lo son porque han beneficiado al prójimo -consumidorestanto o más que a sí mismos y deben beneficiarlo permanentemente si no quieren perder esa posición. La desigualdad es así función del beneficio social y su combate por medio de la coerción estatal no solo agrede la libertad de elegir de las personas que optan por consumir una cosa en lugar de otra, sino que además destruye los mecanismos que permiten elevar a la población a una mejor calidad de vida. En ese contexto, Mises añade que el mercado no premia a aquellos con “méritos” según un determinado estándar absoluto de justicia, como desean los 36

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críticos del capitalismo, sino a quienes muestran eficiencia en la satisfacción de los deseos ajenos. La frustración que genera el capitalismo, dice Mises, es que estas posiciones aventajadas se encuentran abiertas para todos pero solo unos pocos logran conseguirlas. Mises sostiene: “la autoestima y equilibrio de todos es minada por el espectáculo de aquellos que han probado tener mayores habilidades y capacidades”. De este modo, en el capitalismo “todos son conscientes de su propia derrota e insuficiencia”. Luego Mises agrega una reflexión esencial para entender la mentalidad anti capitalista: “para consolarse a sí mismo -quien ha fracasadobuscan un chivo expiatorio persuadiéndose de que ha fracasado, no por su propia culpa” sino porque “el orden social no otorga los premios de acuerdo a los méritos, premiando a los deshonestos, inescrupulosos y explotadores individualistas”. Todo ese resentimiento y envidia explica Mises, más que dirigirse a personas de carne y hueso, con los que el hombre común no comparte por pertenecer a un distinto círculo social, es dirigido en contra de abstracciones como “capitalismo”, “empresas” o “management”. En el caso de los profesionales educados, estos detestan el capitalismo según Mises porque ha otorgado a otros la posición que ellos mismos desearían tener. Estos ven cómo sus amigos o compañeros de curso han logrado llegar a la cima mientras ellos han fracasado en el intento. La envidia y el resentimiento resultante no se expresa como un ataque a quienes han tenido éxito, pues manifestarse abiertamente en contra de una persona en particular por su éxito conlleva costos, sino nuevamente en contra del sistema capitalista que permite que esto ocurra.

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La filosofía social del hombre común El segundo capítulo Mises lo dedica a analizar la filosofía social del hombre común. Según el economista vienés, este tiende a pensar que el progreso es inevitable. Cree que el avance de las ciencias y la tecnología tiene una dinámica propia que explica el aumento de la calidad de vida de las poblaciones. El marxismo, según Mises, obtuvo tanta aprobación porque adoptó esta visión popular sobre el progreso, la cual, por cierto, es totalmente falsa. Como explica Mises, ningún avance tecnológico puede existir si antes no se ha acumulado, mediante el ahorro, el capital necesario para desarrollarlo. Y para ello la propiedad privada y un conjunto de ideas favorables a un marco institucional que permita el funcionamiento del mercado, son imprescindibles. En ese contexto, el reclamo de que las grandes empresas son las más explotadoras implica ignorar el hecho de que estas son precisamente las que hacen llegar a las masas los beneficios de los avances tecnológicos que antes eran patrimonio de una minoría. En efecto, el hecho de contar con minorías adineradas que puedan “gastarse el lujo” de comprar nuevas invenciones a las que las mayorías no tienen acceso, permite abrir el mercado para su posterior desarrollo y producción en masa. No hay casi ningún invento que hoy consideremos necesario para nuestras vidas que no haya sido en el pasado disfrutado de manera exclusiva por una minoría de mayores recursos. Automóviles, celulares, computadores, refrigeradores, televisores y muchos más, fueron productos que en un principio solo personas ricas podían tener. Entonces eran considerados lujos, hoy son necesidades al alcance de cualquiera gracias a la producción en masa que permiten las grandes empresas. De acuerdo a Mises entonces, nada puede ser más falso que el argumento según el cual el capitalismo es un sistema de explotación que beneficia solo a una minoría mientras el socialismo vela por el bienestar de las mayorías. La verdad dice Mises, es que “las personas no quieren socialismo 38

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porque sepan que mejorará sus condiciones de vida y no rechazan el capitalismo porque sepan que perjudica sus intereses. Las personas son socialistas porque creen que el socialismo mejorará sus condiciones y porque creen que el capitalismo los perjudica. Son socialistas porque están enceguecidos por envidia e ignorancia”. Literatura y capitalismo En el tercer capítulo Mises analiza el mercado literario y su relación con el capitalismo. Lo más interesante de este capítulo es la observación de Mises de que la ideología dominante entre líderes de opinión es aquella según la cual la pobreza es el resultado de instituciones sociales injustas. Para esta visión, el capitalismo solo sirve a intereses individuales de explotadores y la solución es más Estado. Quienes promueven estas ideas, observa Mises, se hacen llamar progresistas precisamente porque creen estar realizando metas deseables de acuerdo a las leyes inexorables del progreso. Mises destaca que el principal ataque de los progresistas al capitalismo consiste en atribuirle crisis y depresiones periódicas. Ante ello Mises responde que la ciencia económica ha probado que estas son causadas por intervenciones del Estado - en particular manipulaciones monetarias de los bancos centrales- algo que los progresistas ocultan a la gente, especialmente a los estudiantes universitarios. Otro aspecto interesante de este capítulo lo constituye la forma en que el capitalismo es retratado en novelas y obras de teatro, el que suele ser presentado como un sistema que hace a las masas sufrir las peores miserias. La respuesta de Mises es simple: “(estos autores) no se dan cuenta de que las circunstancias chocantes que describen son el resultado de la ausencia de capitalismo, son los remanentes del pasado precapitalista o el efecto de políticas que sabotean el capitalismo. Ellos no entienden que el capitalismo, al engendrar 39

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producción a gran escala para el consumo masivo, es esencialmente un sistema que elimina las penurias tanto como es posible”. Las objeciones no económicas al capitalismo En el cuarto capítulo, Mises trata algunas críticas clásicas al capitalismo. La primera de ellas, que ha vuelto a ponerse de moda, es el argumento de que la posesión de bienes materiales no hace feliz a las personas. Mises concuerda, pero añade que los seres humanos no luchamos por obtener la felicidad perfecta sino por remover cuanto sea posible las incomodidades que nos aquejan de modo de ser un poco más felices que antes. Así, una persona que compra un televisor lo hace porque cree que poseerlo incrementará en algo su bienestar, de lo contrario no lo compraría. Una segunda crítica sostiene que el capitalismo es materialista. Se le culpa de distraer a las personas de perseguir fines más nobles y de no mantener una cultura más refinada. Mises ofrece una respuesta demoledora: la riqueza de los empresarios bajo el capitalismo es inmensamente inferior a aquella que poseían los reyes y príncipes antes del capitalismo. Nadie es tan rico dice Mises, como para construir el palacio de Versalles o el Escorial. Los capitalistas no son déspotas capaces de ordenar proyectos faraónicos financiados con dinero arrebatado al pueblo. Y en cuanto a los grandes artistas Mises señala que estos siempre han sido venerados por grupos pequeños. De este modo, no se trata de que el capitalismo se defina por el mal gusto de las masas, sino que estas masas, gracias al capitalismo, pueden consumir literatura, música, arte, etc. De ahí que otro tipo de géneros se produzca a gran escala y que no necesariamente se ajuste a las valoraciones estéticas de una élite. Finalmente, suele criticarse al capitalismo por ser un sistema supuestamente “injusto”. Mises advierte que los detractores más apasionados y peligrosos del 40

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capitalismo son aquellos que adhieren a esta crítica. Esta crítica se basa en una fantasía que consiste en creer que las personas tienen un “derecho” a bienes materiales, idea fundada a su vez en el mito según el cual la naturaleza ha puesto suficiente para todos sobre la tierra y que si unos tienen más y otros menos es porque ha habido abuso de los primeros. Contra este mito Mises sostiene que la naturaleza ha limitado la provisión de todo aquello que necesitamos para mejorar nuestras vidas. De hecho, la supervivencia del hombre es el resultado de la aplicación de sus talentos y habilidades para preservarla. Así, es una “tontería” dice Mises ocuparse por la redistribución de riqueza que no está dada en lugar de promover lo más posible las instituciones que permiten la producción de aquellas cosas que las personas necesitan. Y esas instituciones son las que garantizan la libertad, la cooperación social y la división del trabajo, es decir, los fundamentos del capitalismo. He ahí, explica Mises, la fórmula que permitió a Occidente alcanzar su posición predominante en el mundo. Referencia: Ludwig von Mises, The anti-capitalistic mentality. Ed. Van Nostrad Company, EEUU, 1956. Edición en español, La mentalidad anti capitalista. Unión Editorial, Madrid, 2011 (7º edición). Axel Kaiser Director Ejecutivo Fundación para el Progreso (Chile)

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Carlos Rangel

Carlos Rangel Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario

La supervivencia y perduración del interés, luego de muchos años, por un texto de crítica y denuncia puede ser frustrante. Si El Manual del Perfecto Idiota Latinoamericano (1996) apenas requiere actualizar un puñado de nombres y fechas para sentirlo como escrito ayer, es porque los problemas que denunció siguen tan saludables e irritantes como cuando se publicó; populismo, demagogia, vocación revolucionaria y hostilidad hacia la libertad, entre otros vicios minuciosa y sarcásticamente descritos en la obra, aún disponen de las vidas de millones de latinoamericanos. Plinio Apuleyo, Carlos Alberto Montaner y Álvaro Vargas Llosa, sus autores, deben mucho a un caraqueño que en 1976, hoy hace 36 años, les antecedió en la carga contra las miserias de la política latinoamericana escribiendo un ensayo de magistral tino interpretativo, casi profético. Su nombre es Carlos Rangel20 y a su escrito lo tituló Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario. El Libro: Tema y Tesis El texto de Rangel, publicado en varias ediciones21, se divide en once capítulos: Del Buen Salvaje al buen Revolucionario; Latinoamérica y los Estados Unidos; Héroes y Traidores; Ariel y Calibán; Latinoamérica y el Marxismo; Latinoamérica y la Iglesia; Algunas Verdades; Algunas Verdades más y, al final, en tres partes, Las Formas de Poder Político en América Latina. 43

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Una buena cuenta de su temática y propósito la da el francés Jean François Revel (1924 – 2006), filósofo, escritor y atrevido polemista político, quien prologó Del Buen Salvaje al buen Revolucionario juzgándolo como “un libro indispensable no sólo para la comprensión de Latinoamérica, sino de una buena parte del mundo contemporáneo, donde se reproducen los mismos fracasos, las mismas impotencias, las mismas ilusiones (…) la obra de Rangel constituye una reflexión general sobre la discrepancia entre lo que una sociedad es y la imagen que tiene de sí misma” (p. 21). En efecto, Rangel, contra lo políticamente correcto, desnuda a América Latina frente al espejo, mostrándole la distancia insalvable que media entre la realidad y la creencia idealizada y sufrida que tiene sobre sí misma. La severidad de su discurso es la de un llamado de atención sobre los complejos y las perversiones políticas y culturales de una sociedad que, recurriendo a mitos explicativos de la miseria y fracaso propios, ha minado la libertad y justificado el oprobio, el abuso y sus desaciertos haciéndose regir por sucesivos caudillos, déspotas y populistas. La tesis Bajo el título Española y no Latina, Rangel introduce el libro preguntándose qué es ser latinoamericano. Desde mexicanos en el norte hasta argentinos y chilenos en el sur, pasando por cubanos en el Caribe Insular y venezolanos y colombianos a medio camino entre los dos extremos, Rangel se refiere a los hispanoparlantes que, aún distribuidos en un territorio tan vasto, comparten una espiritualidad común. Sin embargo, aún así, advierte que sigue siendo problemático responder con precisión, no solo porque “no estamos satisfechos con lo que somos, pero a la vez no hemos podido ponernos de acuerdo sobre qué somos, ni lo que queremos ser” 44

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(p. 29), sino porque la carga mitológica contenida en el ideario latinoamericano es de una riqueza infinita. Es una convergencia y síntesis de coherencias y contradicciones, de incontables creencias, inocentes y nocivas, del pensamiento occidental. Un ejemplo es Simón Bolívar, el idealizado Padre de la Patria venezolana, objeto en su tierra de sagrado culto. Para Rangel no es el héroe decimonónico (proto) socialista que ha encarnado en un caudillo para hacer la revolución continental, como hoy es moda decir, sino un hombre que terminó resignado y sin fe en el futuro de la América que se extiende al sur de los Estados Unidos. Es el Bolívar que vio la Gran Colombia desmoronarse bajo los cascos de su caballo y que pronosticó la segura caída de su sueño como presa de las multitudes desenfrenadas, para luego quedar a merced de las botas alternantes de tiranuelos. Es el hombre decepcionado que ha arado en el mar y partidario de la emigración como único destino sensato. Es que ni los europeos se dignarían en conquistar a una desdichada tierra capaz de volver al caos primitivo. Rangel se hace acompañar de este Bolívar en su pesimismo. Y también de Carlos Fuentes, quien sentenció que América Latina podría terminar siendo prescindible para el imperialismo. Que si una vez fue explotada, pronto las tecnologías conseguirían sustituir industrialmente los recursos que, en muchos casos constituyen su sostén económico monoproductivo. Así, como apoyada por el vaticinio bolivariano, la tesis de Rangel resumen en el rotundo fracaso de América Latina, combatido desesperadamente como verdad con una obstinada negación complaciente y una mitología compensatoria que alivia el dolor como una anestesia. O acaso como una droga alucinógena que altera la realidad y salva de culpas inaguantables. 45

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El culpable en el espejo Rangel escribió su libro cuando el contexto no le favorecía. La señera estrella soviética brillaba y en América Latina, por aquellos días de mediados de los años 70, Fidel Castro representaba los deseos y resentimientos, abiertos o solapados, de muchos latinoamericanos que se emocionaban al verlo desafiar al coloso del norte desde las costas cubanas. El Che Guevara había caído fatalmente en Bolivia en 1967, pero su espíritu se había quedado en el mundo de los vivos, tal como hoy está estampada por doquier la captura fotográfica de Alberto Korda. No era cómodo - tampoco hoy lo es - aceptar que las Américas hispana y anglosajona, como hermanas de edades casi iguales, tuvieran desarrollos y desempeños tan escandalosamente dispares, apartados por la distancia entre el éxito que evidenciaban la riqueza, el estilo de vida y los avances tecnológicos en el norte - qué decir del gringo en la luna, para lo cual el soviético Gagarin era una suerte de consuelo prestado - y el fracaso del sur, patente en el hecho de que ni los propios recursos podían ser explotados sin las facilidades imperialistas. Las explicaciones intelectuales no tardaron y se popularizaron versiones de influencia decisiva en la mentalidad latinoamericana: Las Venas Abiertas de América Latina de Eduardo Galeano, la teoría de la dependencia, el pensamiento cepaliano. En suma, la América anglosajona despegó a costas de la Hispana, vilmente explotada por la primera. Y no fue fácil competir contra las cuestionables tesis marxistas – leninistas en cuanto a la dependencia, la explotación y el imperialismo. Menos aún haciéndolo como Rangel, que sugirió 46

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al latinoamericano buscar al responsable de su subdesarrollo en el espejo. Los Personajes: El buen salvaje y el buen revolucionario El Buen Salvaje es el habitante impoluto de un mundo paradisíaco, libre de maldad y corrupción, que un mal día fue asaltado por un trío de carabelas tripuladas por gentes perversas. Violentado, humillado y despojado de su oro, por fuerza o mediante trueques malintencionados - oro por espejitos -, al buen salvaje se le extravió viciando sus hábitos, creencias y cultura. Obviamente, no es el nativo precolombino de Mel Gibson en su filme Apocalypto (2006). El buen revolucionario es, podría decirse, el buen salvaje devenido en sujeto emancipado. O es quizás su vengador. Repudia al Cristóbal Colón que comandó, según su versión de la historia, un genocidio y divide a la sociedad entre mestizos, indios y negros contra gringos, europeos y blancos. Se adentró, fusil en mano, en las selvas latinoamericanas para combatir el capitalismo, las oligarquías y la explotación burguesa. Lanza arengas diarias contra los Estados Unidos y sus lacayos, a quienes persigue con saña, por haber succionado con sus colmillos la sangre de las naciones ensambladas entre el Río Grande y la Patagonia, causando su pobreza. Y puede que el buen salvaje haya sufrido. O que la rabia del buen revolucionario obedezca a hechos reales. Pero, ¿tiene realmente la explicación acertada del fracaso latinoamericano? El Argumento A la América Latina buensalvajista y buenrevolucionaria nunca le ha faltado a quien responsabilizar por su fracaso: españoles, iglesia católica, empresas transnacionales, el Imperio 47

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Yankee. Pero no niega Rangel que pueda haber sido objeto de la explotación, del uso instrumental o de vejámenes odiosos, ya sea por potencias extranjeras y/o elites nacionales. Lo que objeta es que se encuentren allí las razones fundamentales de su atraso. De hecho, Rangel contradice la convicción, popular entre muchos académicos y políticos de renombre, de que la prosperidad de países como los Estados Unidos se debe a un saqueo continuo e impúdico de las riquezas latinoamericanas. Así que la idea de que “ellos son ricos porque nosotros somos pobres, y viceversa” (p. 69) no le convence. Tampoco que “es el imperialismo norteamericano quien ha obstaculizado las transformaciones necesarias, económicas y políticas, en los otros países del hemisferio; y esto para empobrecerlos, succionándoles la riqueza que ha servido al auge económico de los Estados Unidos y que sin esa transferencia hubiera asegurado nuestra felicidad y prosperidad” (p. 69). Menos aún cree la versión, en sus palabras “un poco más astuta y redondeada”, según la cual “el subdesarrollo latinoamericano ha sido producido por el imperialismo desde 1492 en adelante, y que simplemente españoles, ingleses, franceses y norteamericanos se han ido relevando en el papel de protagonistas principales de un mismo proceso subdesarrollante” (p. 71). Para Rangel, el subdesarrollo de América Latina es creación propia, gracias a males más políticos que económicos: caudillismo, populismo, demagogia, pisoteo de las libertades, cultura de la mediocridad. He allí, como los llamaron Apuleyo, Montaner y Vargas Llosa en un libro del mismo nombre, los Fabricantes de Miseria. E incluso alude Rangel a las creencias morales y religiosas:“Y lo más grave de todo es que la diferencia entre las dos Américas no es sólo de éxito económico y de poder, sino de moralidad pública y privada” (p. 167).

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La fatal raíz de la desgracia latinoamericana está, para Rangel, en las utopías; la mentira autocomplaciente; la idea del Estado benefactor, todopoderoso y único capaz de concentrar la riqueza de manera legítima; el marxismo y su aporte a la cultura política, que produjo eso que luego, en otro libro, denominará El Tercermundismo (1982), la ideología del fracaso. Palabras Finales Escribió Rangel que “el imperialismo norteamericano en América Latina no es, desde luego, ningún mito. Sólo que es una consecuencia y no una causa del poder norteamericano y de nuestra debilidad. Hasta el despojo más inicuo, por reprobable que sea, no excusa de buscar una explicación racional para la fuerza del ladrón y la debilidad de su víctima” (p. 56). Así, endosar a otros las culpas, los yerros y los pecados propios falla el diagnóstico y aleja las soluciones. Hoy, el mapa político latinoamericano está colonizado por buenos revolucionarios que ahuyentan las posibilidades de éxito. Y aún en países como Chile, con alto nivel comparativo de desarrollo económico y político - institucional, abunda la retórica buensalvajista y buenrevolucionaria. No hay, pues, sociedad completamente inmune ni definitivamente librada de caer en el desenfreno populista para terminar en su propia destrucción. Si Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario fue, en su momento, una bofetada insolente y sonora contra la mitología política latinoamericana, hoy debe ser asumida como una advertencia con antecedentes proféticos. Porque si hoy aún viviera Rangel - parafraseando a Montaner, el hombre al que no hicieron caso los latinoamericanos22 – tendría todo el derecho se enrostrarnos un “se los dije”. 49

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Referencia: Rangel, Carlos, Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, Monte Ávila Editores, Caracas, 1976. Edición utilizada en esta reseña: Criteria, Caracas, Venezuela, 2005. Rafael E. Rincón – Urdaneta Z. Profesor Universidad Adolfo Ibáñez (Chile) Investigador asociado Fundación para el Progreso (Chile)

20 Carlos Rangel (Caracas, Venezuela, 1929 – 1988) fue abogado, periodista, ensayista y diplomático. Obtuvo un Bachelor of Arts en Bard College, un Certificat d’Études en la Université de Paris y un Masters Degree en la New York University. Dirigió la revista Momento entre 1969 y 1970, posicionándose como analista político de la prensa venezolana, y fue columnista del Wall Street Journal, Time, Newsweek y Visión. En la Universidad Central de Venezuela enseñó periodismo de opinión. Fue electo concejal por el Distrito Federal (1964 – 1968). Con su esposa, la destacada intelectual de origen rumano Sofía Imber, produjo y moderó Buenos Días, un programa televisivo de opinión. Desde 1974, Rangel fue miembro de la Junta Directiva de la Fundación Museo del Arte Contemporáneo de Caracas. Y desde 1984 del Teatro Teresa Carreño. Entre sus trabajos publicados están Sobre Manifiesto Radical (1972), El Tercermundismo (1982), Tiempo de conocer la Libertad (1986) y Marx y los Socialismos Reales (1988). Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario, objeto de esta revisión, ha sido editado repetidamente y traducido a varios idiomas. El 15 de enero de 1988, el autor se quitó la vida por su propia mano a los 58 años de edad. 21 Relativamente recientes son las de Criteria (2005) y Gota a Gota Ediciones (2007). La primera conserva el prólogo original de Revel y tiene un epílogo del escritor cubano Carlos Alberto Montaner en el que ofrece una lectura actualizada del contenido. 22 Carlos Alberto Montaner presentó una vez a Rangel como es “el hombre al que no hicieron caso los venezolanos”.

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Axel Kaiser Abogado y Master en Derecho por la Universidad de Heidelberg donde actualmente sigue estudios de doctorado. Escribe periódicamente para el Diario Financiero y El Mercurio, también es columnista del Cato Institute en Washington DC, uno de los think tanks más influyentes a nivel mundial. Recientemente su ensayo “Liberalismo: el verdadero y el falso” fue uno de los premiados por la organización mexicana Caminos de la Libertad, entidad que realiza el que se considera el concurso de ensayos más competitivo del mundo de habla hispana. Actualmente se desempeña como Director Ejecutivo de Fundación para el Progreso. Juan Pablo Couyoumdjian Ingeniero Comercial y Licenciado en Ciencias Económicas de la Universidad de Chile, y Ph.D. en Economía de la George Mason University. En la actualidad es profesor-investigador de la Facultad de Gobierno y de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad del Desarrollo. Entre sus trabajos académicos más recientes destaca el volumen editado el año 2011, titulado “Reformas Económicas e Instituciones Políticas: La experiencia de la Misión Klein-Saks en Chile“. Rolf Lüders Schwarzenberg Ph.D University of Chicago. Es profesor del Instituto de Economía e investigador del EH-Clio Lab (Economic History and Cliometric Laboratory), de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

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Alberto Benegas-Lynch Es Doctor en Economía y también es Doctor en Ciencias de Dirección. Es Presidente de la Sección Ciencias y es miembro de la Academia Nacional de Ciencias Económicas, ambas en Argentina. Es autor de diecisiete libros y seis en colaboración. Es profesor en la Maestría de Derecho y Economía de la Universidad de Buenos Aires. En dos oportunidades integró el consejo Directivo de la Mont Pelerin Society, es Académico Asociado de Cato Institute de Washington DC, es miembro del Consejo Consultivo del Institute of Economic Affairs de Londres, miembro del Instituto de Metodología de las Ciencias Sociales de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas en Buenos Aires y recibió grados honoríficos de universidades de su país y del extranjero. Es miembro del Academic Board de Fundación para el Progreso. Rafael E. Rincón-Urdaneta Z. Ingeniero Comercial, Magíster en Estudios Internacionales y Doctor en Estudios Americanos. Se ha desempeñado como profesor, entre otras, en las universidades de los Andes y Adolfo Ibáñez. Miembro director del Círculo Checo en Chile a cargo de relaciones públicas y promoción de la cultura y la imagen de la República Checa. Investigador asociado de Fundación para el Progreso.

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