MENTE y CEREBRO
46/2011
y MENTE CEREBRO
n.o 46/2011 6,50 €
¡A JUGAR!
El juego favorece el desarrollo psicológico en niños y adultos
DOSSIER
PSICOONCOLOGÍA SUEÑO
EL SILENCIO DE LAS NEURONAS EMOCIONES
ENERO/FEBRERO 2011
MENTE y CEREBRO
LOS QUALIA ADICCIÓN
COMPRA COMPULSIVA
9 771695 088703
FILOSOFÍA
00046
ATRACCIÓN POR EL RIESGO
Disponible en su quiosco el número de enero
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SUMARIO
DORMIR
RIESGO
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28 54 DOSSIER PSICOONCOLOGÍA
MAPA CEREBRAL
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18 TRASTORNO DE PERSONALIDAD
PSICOPATOLOGÍA
NEUROIMÁGENES
PSICOONCOLOGÍA
18 DEL APEGO TEMPRANO AL TLP
32 UNA NUEVA CARTOGRAFÍA DEL CEREBRO
54 CÁNCER Y MENTE
Karl Zilles y Katrin Amunts
¿Cómo superan los pacientes con cáncer su situación? ¿Influye la mente en el curso de la patología? La psicooncología investiga la relación entre la constitución psíquica de la persona y la aparición de tumores malignos.
Dolores Mosquera y Anabel González La búsqueda instintiva de seguridad nos lleva a establecer durante la infancia fuertes lazos con nuestros progenitores. Fallos en este vínculo pueden influir en el trastorno límite de la personalidad.
Desde hace siglos los científicos prueban de trazar «mapas» de nuestro cerebro, mas las propuestas presentadas hasta ahora no reflejan la auténtica complejidad del órgano. Una nueva cartografía cerebral está en proceso.
SUEÑO
28 EL SILENCIO DE LAS NEURONAS Joachim Marschall ¿Por qué nos adormitamos? Posiblemente porque algunas partes de nuestro cerebro están ya descansando. Todo apunta a que dormirse no depende de un proceso centralizado, sino que las células nerviosas se desconectan por grupos independientes cuando ya han trabajado lo suficiente.
Enero / Febrero de 2011 Nº 46
Volker Tschuschke
TESTIMONIO PSICOPEDAGOGÍA
38 LA IMPORTANCIA DE JUGAR Melinda Wenner Moyer El juego libre e imaginativo resulta crucial para el desarrollo social, emocional y cognitivo. Permite una mejor adaptación, estimula la inteligencia y reduce el estrés.
60 MI VIDA CON EL CÁNCER Rabea Rentschler Hace más de cinco años que Petra Bugar supo de su enfermedad tumoral. «A pesar de que soy una enferma incurable, tengo muchas ganas de vivir», afirma. Sin embargo, en ocasiones también pensó en darse por vencida.
© FOTOLIA / OLIVER HOFF,MANN
NO SOLO PARA NIÑOS 38 46
LA IMPORTANCIA DE JUGAR CLAVES EVOLUTIVAS DEL JUEGO
TERAPIA ONCOLÓGICA
FILOSOFÍA
68 EL DETERIORO COGNITIVO EN LA QUIMIOTERAPIA
78 LOS PLACERES DE LOS QUALIA
Kerstin Hermelink y Karin Münzel
Todos los conocen, pero pocos saben sobre su existencia: son los qualia. De esta suerte denominan los neurofilósofos la cualidad especial de toda vivencia consciente, sea la percepción del color naranja, el sabor de una manzana o el sentimiento que conlleva tener una buena idea.
Lagunas en la memoria, falta de concentración, problemas para organizar o planificar... Muchas personas con cáncer temen que el tratamiento con quimioterapia cause una disminución de sus capacidades cognitivas. En la mayoría de los casos, no es así.
Volkart Wildermuth
SECCIONES 5
Encefaloscopio Dinero... Tecnología... Aprendizaje... Memoria... Genética... Desarrollo
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Retrospectiva Los años sensibles
46 Entrevista Michael Kuba: ¿Por qué a los pulpos les gusta jugar?
48 Mente, cerebro y sociedad EMOCIONES
74 ATRACCIÓN POR EL RIESGO Nikolas Westerhoff Cuanta más seguridad nos envuelve, más arriesgado parece tornarse nuestro comportamiento. ¿Somos temerarios natos?
La moral de los animales Ansiedad y atención Diagnóstico precoz en la esquizofrenia Prevenir la tartamudez infantil
86 Syllabus Compra compulsiva
90 Ilusiones Percepciones paradójicas
94 Libros Coordinación cerebral Pensamiento
MENTE y CEREBRO COLABORADORES DE ESTE NÚMERO
Pilar Bronchal Garfella Laia Torres Casas EDICIONES Yvonne Buchholz Anna Ferran Cabeza Ernesto Lozano Tellechea PRODUCCIÓN M.ª Cruz Iglesias Capón Albert Marín Garau SECRETARÍA Purificación Mayoral Martínez ADMINISTRACIÓN Victoria Andrés Laiglesia SUSCRIPCIONES Concepción Orenes Delgado Olga Blanco Romero DIRECTORA GENERAL
ASESORAMIENTO Y TRADUCCIÓN:
DIRECTORA EDITORIAL
LUIS BOU: Encefaloscopio, Ilusiones; BRUNO MORENO: Encefaloscopio; ÁNGEL GONZÁLEZ DE PABLO: El silencio de las neuronas; F. ASENSI: Una nueva cartografía del cerebro, Cáncer y mente, Mi vida con el cáncer; ROLF GASER: El deterioro cognitivo en la quimioterapia; MARIÁN BELTRÁN: La importancia de jugar, Retrospectiva; DAVID BARBERO: Entrevista; MAR SANZ PREVOSTI: Atracción por el riesgo, Syllabus; SIXTO J. CASTRO: Los placeres de los qualia
EDITA
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ENCEFALOSCOPIO DINERO
Nacidos para endeudarse Un estudio demuestra la influencia de un gen específico en el endeudamiento por tarjeta de crédito
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l plantearnos por qué algunas personas no pueden evitar vivir por encima de sus posibilidades, solemos argumentar con factores como las altas tasas de interés o los gastos irresponsables. Los investigadores, sin embargo, han descubierto ahora otro posible culpable para añadir a la lista: un gen vinculado a las deudas contraídas con tarjetas de crédito. Si bien trabajos anteriores ya describieron que la genética desempeña un papel importante en nuestra forma de usar el dinero, el reciente estudio es el primero en probar, fuera del laboratorio, que existe un gen particular que afecta al comportamiento económico. Un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Diego y de la Escuela de Economía de Londres han revisado los datos genéticos y los cuestionarios de más de 2000 jóvenes con
edades comprendidas entre los 18 y los 26 años y participantes del Estudio Longitudinal Nacional de Salud Adolescente. En concreto, evaluaron las respuestas de estos jóvenes en relación a si tenían o no alguna deuda de tarjeta de crédito; también analizaron su versión del gen MAO-A. La monoaminooxidasa A (MAO-A) es una enzima que fragmenta los neurotransmisores (sustancias químicas que transmiten señales) en el cerebro. Estudios anteriores habían mostrado un vínculo entre la impulsividad y las versiones de baja eficacia del gen MAO-A, es decir, las variantes que hacen que las células del cerebro produzcan menos MAO-A.
En este nuevo estudio, los investigadores descubrieron que las personas con un gen MAO-A de baja eficacia y un gen MAO-A de alta eficacia afirmaron que tenían una deuda de tarjeta de crédito un 7,8 por ciento más a menudo que los sujetos con dos versiones de alta eficacia de dicho gen, incluso cuando se tuvieron en cuenta factores como la educación o el nivel socioeconómico. En los probandos con dos versiones de baja eficacia del gen en cuestión, la cifra subía al 15,9 por ciento. Las grandes diferencias entre los grupos sorprendió a los investigadores. «El efecto es casi igual que en el caso de la alfabetización econó-
mica», afirma Jan-Emmanuel de Neve, uno de los autores del estudio, en relación a la capacidad de comprender información económica complicada. De Neve advierte, sin embargo, que la versión del gen MAO-A no determina si una persona está o no endeudada; el gen influye en los números rojos de la tarjeta de crédito de la misma forma que, por ejemplo, existen genes que desempeñan un papel en el cáncer de mama: una versión particular del gen puede aumentar el riesgo, pero existen otros muchos factores genéticos y ambientales que son asimismo importantes. —Valerie Ross
Erratum corrige Como apunta nuestro lector José Luis García Domínguez, en el artículo «Enfermedad de Huntington: ¿por qué mueren las neuronas?», del pasado mes de noviembre, en el texto correspondiente al recuadro Funciones de la huntingtina normal debesecuestra en el citoplasma el factor REST que favorece la transcripción de BDNF».
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© ISTOCKPHOTO / KEXINO
ría leerse «Para hacerlo,
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TECNOLOGÍA
Sinceridad online Los perfiles de Facebook tienden a mostrar reflexiones precisas de la personalidad de los usuarios as redes sociales en Internet constituyen una forma de saber más sobre alguien que nos despierta curiosidad pero a quien no hemos visto nunca, como podría ser un posible empleado a quien podríamos o no contratar. Al examinar el perfil de una persona, probablemente esperaríamos algo de maquillaje: una foto excesivamente favorecedora o una descripción demasiado generosa en la sección «Acerca de mí». Un estudio publicado en el número de marzo de Psychological Science, sin embargo, sugiere que los usuarios de Facebook no sesgan sus perfiles para reflejar una visión idealista de sí mismos. En el estudio, algunos colaboradores de investigación de la Universidad de Texas, en Austin, y de la Universidad de Mainz, en Alemania, debían examinar el perfil en Facebook de un probando, tras lo cual se les requería que indicasen, según su opinión, la puntuación que había obtenido dicho participante en los cinco grandes factores de la personalidad utilizados en la investigación psicológica: extroversión, amabilidad, neuroticismo,
apertura a nuevas experiencias y responsabilidad. Una vez efectuada la evaluación, se comparaban los resultados basados en lo que habían visto en Facebook los investigadores consultados con las puntuaciones reales de las pruebas del autor del perfil, así como con los resultados
Comprobar las características de un posible empleado en Facebook podría ser tan fiable como una entrevista cara a cara.
© ISTOCKPHOTO / GIOVANNI MERONI
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de cuatro de los «amigos cercanos» del participante, quienes también habían evaluado sus rasgos de personalidad. Los colaboradores de investigación tuvieron éxito en cuatro de los cinco factores, es decir, en todos ellos menos en el neuroticismo, rasgo que por lo general resulta difícil de evaluar. En conclusión, como cualquier suposición realizada a partir de la información limitada sobre una persona, las evaluaciones de personalidad no resultaron perfectas, pero se acercaban mucho más a lo que esas personas pensaban de sí mismas de lo que podría esperarse. Tal correlación moderada equivale a la capacidad de juzgar la personalidad de alguien después de una primera impresión, según indican investigaciones anteriores. Por lo tanto y volviendo al principio, si comprueba la información sobre el supuesto empleado en Facebook antes de la entrevista, podrá adivinar si al día siguiente estará enseñándole su nuevo lugar de trabajo o, por el contrario, mostrándole dónde está la puerta. —Valerie Ross
MEMORIA
Refuerzo del recuerdo con multimedios Un vídeo antes de acostarse o una grabación sonora oída durante el sueño pueden reforzar el aprendizaje
Escuche y aprenda
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a hipnopedia —enseñanza mientras el sujeto duerme— ha sido una constante de la ciencia-ficción, pero tiene mucho más de deseo que de realidad. Según un nuevo estudio, la idea tal vez no sea tan implausible. Lo que oímos durante el sueño puede reforzar el recuerdo de información aprendida durante la vigilia. Investigadores de la Universidad Northwestern enseñaron a 12 probandos a asociar 50 imágenes con determinadas posiciones de la pantalla de un ordenador. Los probandos, al ir viendo cada imagen, oían también un sonido acorde; por ejemplo, si se les mostraba un gato, oían un maullido. Acto seguido, los probandos hubieron de sestear entre 60 y 80 minutos.
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Mientras se encontraban en el sueño de ondas lentas (una fase de sueño profundo, definida en el cerebro por oscilaciones eléctricas de baja frecuencia), los investigadores reprodujeron los sonidos asociados a 25 de las imágenes que habían sido estudiadas. Al despertar, se les pidió a los probandos que ubicasen en la pantalla las imágenes que inicialmente se les habían presentado: la proporción de aciertos fue mucho mayor en aquellas cuyo sonido asociado oyeron durante la siesta. Los probandos dijeron no haber oído nada mientras dormían, y cuando se les pidió que adivinaran qué sonidos pudieron haber oído, fallaron y acertaron en iguales proporciones. «Desde luego, fue una sorpresa», dice Ken Paller, uno de los coautores, director del programa de neurociencia cognitiva en la Northwestern, pues no se esperaban resultados tan claros. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
APRENDIZAJE
Cuanto más difícil, más se recupera Las personas con problemas en el lenguaje se recuperan antes si se centran en palabras más difíciles
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Swathi Kiran, investigadora de temas relacionados con el habla de la Universidad de Boston, trabaja con pacientes bilingües con afasia para ayudarles a aprender de nuevo palabras. A través de su trabajo ha descubierto que cuando los pacientes practican el idioma que hablan con menor fluidez, su vocabulario aumenta en ambas lenguas. En cambio, cuando estudian palabras en el idioma con el que se en-
JUPITERIMAGES
uando aprendemos algo, solemos empezar con lo más básico para ir aumentando progresivamente la dificultad, como comenzar con el «do-re-mi» antes de lanzarnos a cantar ópera. Sin embargo, cuando las personas encuentran dificultad en hablar y entender un idioma después de un ictus (trastorno denominado afasia) parecen mejorar con mayor rapidez si empiezan a un nivel alto de dificultad.
Aunque de investigaciones anteriores se infería que el sueño, por sí solo, puede facilitar la consolidación de recuerdos, este estudio es el primero en demostrar que los apuntes sonoros pueden reforzar recuerdos espaciales concretos. Paller y sus colegas van a explorar ahora la duración de estos efectos y si los apuntes auditivos pueden reforzar también recuerdos de otros tipos. Hasta entonces, no se lo piense, y reproduzca esas cintas de idiomas mientras está en la cama. Daño no le hará. —Melinda Wenner
cuentran más cómodos, solo mejora este último. Si bien Kiran no ha publicado aún un estudio sobre sus pacientes bilingües, sus observaciones se hallan en la misma línea que otros estudios publicados antes por ella y por otros investigadores. Tales estudios muestran que los pacientes con afasia que solo hablan un idioma también se benefician de ejercicios más difíciles. Así, cuando los afectados de afasia estudian palabras poco usuales de una misma categoría, por ejemplo «nabo» y «colinabo» en el caso de nombres de vegetales, también mejoran su fluidez con palabras más comunes de la misma categoría («guisante» y «zanahoria»). Del mismo modo, la práctica con frases complejas ayuda a los afásicos a utilizar otras más sencillas. Esta técnica funciona debido a la forma en la que un
cerebro saludable almacena el lenguaje, afirma Kiran. A medida que aprendemos nueva información, el cerebro almacena las palabras, lenguajes y estructuras gramaticales que utilizamos más a menudo de forma que resulte más fácil acceder a ellos. Las palabras más complicadas se parecen a los objetos en el fondo de una caja, de manera que tenemos que buscar entre las cosas que utilizamos más a menudo para alcanzar las menos frecuentes y recónditas. Así, para recuperar una palabra poco usual, como «colinabo», activamos las partes fácilmente accesibles de nuestra red de nombres de vegetales, de camino hasta llegar a la palabra adecuada, lo cual refuerza también nuestras conexiones con vocablos más comunes como «zanahoria». —Valerie Ross
a la prueba, dormían antes de transcurridas 12 horas de la visión del vídeo. Este hallazgo no solo apunta a una vía prometedora de refuerzo de la práctica al aprender una nueva destreza física, sino que podría facilitar la recuperación de destrezas tras ciertas lesiones,, como las de un infarto cerebral. —Michele Solis
Una película y una cabezada
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MENTE Y CEREBRO
dmitido: a la perfección se llega por la práctica. ¿Servirá de algo limitarse a mirar? Sí, si se duerme inmediatamente después, según un estudio del Instituto Holandés de Neurociencias. Ysbrand Van der Werf y sus colegas han rastreado hasta qué punto lograban sus probandos tamborilear con los dedos una secuencia concreta, sin ninguna práctica previa. La visión de un vídeo de la tarea solo producía que los primeros intentos fueran más rápidos y acertados cuando los participantes, previamente
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GENÉTICA
Dos caras de la misma moneda
DESARROLLO
Cerebro y autismo
Una variación del ADN podría contribuir a la adicción al ejercicio físico y la obesidad
El crecimiento cerebral excesivo podría ser el primer indicio del autismo
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Las personas que practican ejercicio físico en exceso o comen para obtener placer pueden ser insensibles a las recompensas.
Los investigadores han desarrollado dos hipótesis opuestas para explicar cómo alguien puede convertirse en adicto al ejercicio, a la comida o a cualquier otro comportamiento. La primera sostiene que los cerebros de estas personas resultan más sensibles a la recompensa, encuentran mayor placer en el ejercicio, por lo que intentan aumentar su práctica. De forma alternativa, la sensibilidad a la recompensa de estos individuos puede menguar conforme pasa el tiempo, por lo que empiezan a requerir más ejercicio para conseguir el mismo grado de placer. Un nuevo estudio, dirigido por Wendy Mathes, de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, describió que dos variedades de ratón seleccionadas, respectivamente, por mostrar una actividad física excesiva o por su obesidad, presentaban el mismo defecto en las vías de transmisión de recompensas del cerebro. El análisis genético de los dos tipos de múridos mostró que tenían niveles de actividad más bajos de lo normal en un gen que ayuda a las células cerebrales a percibir la presencia de dopamina, el neurotransmisor relacionado con las recompensas. Este hallazgo sugiere que tanto los ratones obesos como los múridos que realizan ejercicio físico excesivo podrían ser menos sensibles, en cada caso, a las recompensas de la comida y de la actividad física. Los investigadores no saben aún cómo el mismo problema subyacente puede originar resultados tan distintos. Mathes sugiere, sin embargo, que otros neurotransmisores podrían actuar sobre las células del cerebro privadas de dopamina, de manera que impulsarían a los ratones en una u otra dirección. —Carrie Arnold
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a edad media a la que suele diagnosticarse el autismo corresponde al intervalo entre los tres y los cuatro años. No obstante, los científicos sospechan hace tiempo que dicho desorden se inicia mucho antes. Una prueba clave de ello es un fenómeno conocido como crecimiento excesivo del cerebro. Los niños pequeños autistas tienden a presentar cerebros grandes para su edad. Así, los investigadores han encontrado una relación entre el grado de crecimiento excesivo y la gravedad de los síntomas de autismo. Eric Courchesne, director del Centro de Excelencia para la investigación del Autismo de la Universidad de California en San Diego, ayudó a conseguir los primeros hallazgos referentes a la hipótesis del crecimiento excesivo. Ahora, tanto él como su colega Cynthia Schuman han publicado datos que sugieren que el crecimiento excesivo del cerebro comienza durante el primer año de vida, o incluso antes. El estudio, publicado en Journal of Neuroscience, evalúa por primera vez el crecimiento del cerebro y el autismo en su desarrollo más temprano. Mediante escáneres de resonancia magnética, los investigadores de la Universidad de California encontraron un crecimiento excesivo del cerebro en niños autistas a edades tan tempranas como un año y medio. A los dos años y medio, los cerebros de los probandos autistas eran, de media, un 7 por ciento mayores que los del grupo de control. Aunque la razón exacta por la que el crecimiento excesivo del cerebro está relacionado con el autismo sigue siendo un misterio, este nuevo trabajo contribuye a confirmar que los indicios del desorden aparecen muy pronto, dato que podría llevar al diagnóstico y a los tratamientos, como la terapia conductual, a edades más tempranas. Según indica Courchesne, «cuanto cuanto antes se actúa, mejores rere sultados se obtienen». —Erica Westly
GETTY IMAGES
CORBIS
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ás de un tercio de las personas que acuden con regularidad al gimnasio muestran signos de adicción al ejercicio físico; se siguen entrenando cuando están enfermos o lesionados, u organizan su vida en torno al ejercicio. Casi la mitad de los individuos diagnosticados con un trastorno de la alimentación muestran una práctica excesiva de ejercicio físico con el objetivo de controlar la forma del cuerpo y el peso, además de aliviar el estrés y mejorar el estado de ánimo.
RETROSPECTIVA
LOS AÑOS SENSIBLES Los niños que crecían en una institución pública rumana iniciaban la vida con grandes desventajas. Cuanto antes encontraban una familia adoptiva, mayor probabilidad para superar sus carencias emocionales y cognitivas. El estudio de los huérfanos sociales ayuda a entender el cerebro en desarrollo CHARLES A. NELSON III, ELIZABETH A. FURTADO, NATHAN A. FOX Y CHARLES H. ZEANAH, JR.
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de convertir a Rumanía en un país poderoso era aumentando su producción económica. Para conseguirlo pensó que hacía falta capital humano. Así pues, decidió ilegalizar la contracepción, prohibir el aborto y agravar impuestos a las familias que tuvieran menos de cinco hijos. La tasa de natalidad se disparó e irradió la pobreza. Muchas familias no podían
mantener a todos los hijos que les obligaban a procrear, por lo que Ceausescu desplegó una red de instituciones en las que prometió criar a los niños abandonados. Más que una práctica estigmatizada, el abandono de niños pasó a contar con la aprobación implícita de la sociedad: fue un cambio cultural en Rumanía. El número de niños ingresados en institu-
EL DÍA A DÍA EN UN CENTRO RUMANO En 1991, una trabajadora pasa rápidamente por delante de las hileras de cunas con bebés y niños pequeños de un orfanato de Rumanía. En esta institución de Craiova vivían por entonces más de 250 niños de entre uno y cinco años de edad. Superaban en número a sus cuidadores en una proporción de unos 15 a 1. Las condiciones en esta institución rumana mejoraron en los años noventa. No obstante, a través del Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest, que comenzó en 2000, todavía se detectaron múltiples carencias en el desarrollo de los pequeños pupilos. MICHAEL CARROLL PHOTOGRAPHY / AMERICAN SCIENTIST
n 1989, Nicolai Ceausescu, dictador comunista que había gobernado Rumanía durante 24 años, fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento. Una revolución posterior dio paso a un nuevo gobierno. A la sazón, el inquisitivo Occidente pasó a explorar un país hasta entonces escondido del mundo. Se descubrieron cerca de 170.000 niños abandonados en unas instituciones públicas languidecientes. La mayoría eran «huérfanos sociales», niños y niñas entregados por familias pobres, aunque también abundaban los niños necesitados de cuidados médicos, abandonados por el estigma de sus enfermedades o porque sus padres no podían hacerse cargo de ellos. ¿Cómo ocurrió esta tragedia? En 1966, Ceausescu decidió que la mejor manera
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ciones desde pequeños fue en aumento. Los padres mantenían lazos legales con ellos, algunos los visitaban, sin embargo un gran número de los progenitores simplemente desaparecieron de la vida de sus hijos. Poco después del golpe de Estado de 1989, los medios de comunicación occidentales documentaron las terribles condiciones de estas instituciones. Se encontró a los niños pequeños confinados en cunas, con la ropa de cama sucia y poca estimulación sensorial. En cualquiera de las instituciones, el promedio de niños pequeños a cargo de un cuidador era de 15. El personal a menudo presentaba un bajo nivel educativo, además de carecer de formación en el desarrollo infantil. Imperaba la disciplina. Para ir al baño se sentaba a los niños en filas de orinales de plástico. Todos ellos llevaban cortes de pelo similares (independientemente del sexo), misma vestimenta y se les alimentaba en horario fijo, de forma silenciosa y mecanizada. La alimentación era inadecuada. En algunas instituciones los más mayores sufrían abusos físicos o sexuales. En el año 2000, nuestro equipo de investigación comenzó una evaluación de los niños de estas instituciones rumanas.
RESUMEN
Ayer y hoy de los huérfanos sociales
1
Los niños de los orfanatos rumanos creados por Ceausescu
en los años sesenta presentaban problemas cognitivos debido a la poca estimulación sensorial y emocional.
2
Muchos aspectos del desarrollo sensorial, cognitivo, lingüístico
y socio-emocional dependen de experiencias durante los períodos sensibles.
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El Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest iniciado
en el año 2000 en Rumanía investiga los efectos del acogimiento familiar de calidad.
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Para entonces dichos centros habían mejorado de forma significativa. Para muchos ciudadanos continuaban siendo destino aceptable para los menores. Sin embargo, al examinar a los pequeños, documentamos múltiples razones por las que la vida institucional puede dificultar el desarrollo cerebral normal en niños pequeños. También observamos cómo estos mejoraban después de confiarlos a un régimen de acogimiento familiar de calidad. Dichos descubrimientos fomentaron cambios en Rumanía, además de originar implicaciones mucho más amplias. Según nuestras conclusiones, los gobiernos del mundo no deberían demorar mucho la búsqueda de buenos hogares para los millones de niños que en la actualidad viven en instituciones repartidas por todo el globo terráqueo.
Signos de dificultad Al revelarse las difíciles condiciones de los niños en las instituciones rumanas, los padres occidentales corrieron en su ayuda. Miles de huérfanos fueron adoptados en hogares de Estados Unidos, Gran Bretaña y Canadá. Pero muchos padres pronto se encontrarían sobrepasados por las necesidades especiales de sus niños rumanos. Un gran número de ellos presentaba un tamaño demasiado pequeño para su edad; mostraban retrasos cognitivos y lingüísticos importantes, problemas de comportamiento (en especial, hiperactividad) y, quizá lo más notorio, problemas para entablar y mantener relaciones con sus seres queridos. Por fortuna, muchos resolvieron los problemas más graves, aunque continuaron las dificultades para las relaciones interpersonales y las funciones ejecutivas (entre ellas, la regulación de la atención y de las emociones). ¿Deberían sorprender dichas secuelas conductuales? No. Desde mediados del siglo XX se sabe que los niños que han crecido en instituciones presentan retrasos en la mayoría de los ámbitos del desarrollo, incluidos el crecimiento físico y el desarrollo cognitivo, lingüístico y emocional. Estos niños suelen tener dificultades para regular la atención y las emociones. Muchos carecen de criterio sobre cómo comportarse socialmente.
Por ejemplo, pueden subirse al regazo de un completo extraño o marcharse con él. Cuanto más tiempo pasan en una institución, más probable es que padezcan retrasos o problemas de desarrollo, como también demuestran investigaciones anteriores. A pesar de que es conocida esta conexión entre criarse en una institución y padecer retrasos en el desarrollo, continúa la incertidumbre sobre el porqué. La abundante investigación realizada con animales (sobre todo con monos) ha puesto de relieve las consecuencias de tales carencias. Harry Harlow, de la Universidad de Wisconsin, marcó un hito con sus investigaciones de los años cincuenta del pasado siglo, en las que demostraba cómo los bebés mono que crecían sin sus madres sufrían daños emocionales considerables. Sin embargo, los investigadores seguían preguntándose si la verdadera causa era haber crecido en una institución. Quizá, se decían, los niños abandonados en instituciones y los que no, sean diferentes. Puede que, por ejemplo, sufrieran más complicaciones prenatales o nacieran con una incidencia más alta de defectos genéticos (síndrome de Down, por ejemplo) o complicaciones perinatales como parálisis cerebral. Quizá sus familias fueran pobres, eso lo explicaría. Por otro lado, algunos investigadores se preguntaban si los estudios subestimaban las consecuencias de la institucionalización en el desarrollo de los niños. En las investigaciones sobre las niñas y los niños adoptados de instituciones, por ejemplo, existe un importante potencial de margen de error en las muestras. Es posible que solo sean adoptados los más sanos o bien parecidos. Los estudios de adopción que incluyen solo a estos niños —los que han mostrado mejoras sustanciales en su desarrollo— quizás hayan subestimado problemas de desarrollo físico y cognitivo en general. Para tratar estas y otras cuestiones, en el año 2000 nos embarcamos en una iniciativa científica y humanitaria, el Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest (BEIP, en sus siglas en inglés). Todavía en curso, el BEIP es un ensayo aleatorio y controlado del régimen de acogida como intervenMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
LA VISIÓN BINOCULAR El desarrollo de la visión binocular resulta un buen ejemplo de la importancia de la experiencia y los períodos sensibles de un
Ojo cubierto
Núcleo geniculado lateral
cerebro humano en desarrollo. Los niños que pueden enfocar con los dos ojos durante un período crítico son muy propensos
Corteza visual
a desarrollar visión binocular. Si uno de los ojos no funciona de manera correcta, dicha
STEPHANIE FREESE / AMERICAN SCIENTIST
oportunidad podría perderse. Las investigaciones con animales muestran que el tamaño de las columnas neuronales que procesan la información de cada ojo, así como la densidad de las sinapsis que se encuentran en ellas, varía según las señales recibidas. Si un ojo recibe menos señales, la columna correspondiente es más pequeña. I
ción con menores institucionalizados en Rumanía. Para el proyecto se reclutaron probandos de las seis instituciones de menores de Bucarest y se realizaron evaluaciones iniciales a 136 niños en el entorno en que recibían los cuidados. Los participantes seleccionados estaban todos relativamente sanos, sin deficiencias genéticas obvias ni discapacidades como una parálisis cerebral o el síndrome de alcoholismo fetal. De forma aleatoria se asignó a una mitad de los probandos un régimen de acogida de alta calidad creado en especial para el estudio; la otra mitad permaneció en la institución, recibiendo los cuidados usuales. La edad media de los ubicados en régimen de acogida era de 22 meses (tenían entre los 6 y los 31 meses). También de manera aleatoria se evaluaron de nuevo a los niños a los 30, 42 y 54 meses mediante la comparación del desarrollo de los que estaban en régimen de acogida con el de los que permanecían en las instituciones. Con el fin de afinar el resultado, evaluamos asimismo a un grupo de niños rumanos reclutados en clínicas pediátricas y que nunca habían sido institucionalizados. En cada evaluación medíamos su crecimiento físico, su función cognitiva, su desarrollo social y emocional, el apego y los problemas de comportamiento. Además medimos aspectos de desarrollo del lenguaje, el entorno del cuidado infantil, síntomas psiquiátricos y funcionamiento MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
D I D Columnas oculares dominantes
cerebral. Hemos publicado algunos de los resultados en revistas científicas durante los últimos seis años; ahora estamos reevaluando a los niños al cumplir los ocho años de edad. Antes de detallar nuestros descubrimientos, consideramos importante revisar algunas cuestiones éticas que tuvimos que tener en cuenta, además de explicar en detalle el marco intelectual que fundamentó dicha investigación.
Niños muy vulnerables Debido a que los bebés y niños pequeños abandonados que viven en instituciones públicas son extremadamente vulnerables, procedimos con una cautela tremenda con los niños rumanos. Se puede cuestionar, con razón, incluso la ética de realizar un estudio aleatorio en el que la mitad de los menores implicados va a recibir unos cuidados ya de por sí inferiores. Es importante entender que, cuando empezamos, casi no existía régimen de acogida público en Bucarest. El Estado todavía se encargaba de los niños abandonados ingresándolos en instituciones. Existía un debate dentro del gobierno sobre si se prefería cuidado institucional o régimen de acogida. Además, ningún ensayo aleatorio y controlado ha comparado nunca régimen de acogida y cuidado institucional, lo que significa que no se podían sacar conclusiones claras sobre las diferencias. Todos los estudios previos resultaban sospechosos a causa del
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D I D Columnas oculares dominantes
potencial margen de error de la muestra. Fue en este contexto en el que el Secretario de Estado rumano para la Protección infantil nos invitó a dirigir el estudio. Estábamos motivados, en parte, por el hecho de que todos los niños habrían permanecido institucionalizados si el estudio no se hubiera llevado a cabo. Insistimos en que ninguno de los que confiáramos al régimen de acogida regresaría nunca a una institución. Tampoco requerimos que ningún niño permaneciera en la institución mientras durara el estudio. De hecho, a medida que avanzaba la investigación, la mayoría de los niños seleccionados al azar para quedarse en las instituciones fueron reunidos con sus familias, adoptados en el país o confiados a un régimen de acogida gubernamental, inexistente en el momento de iniciar el estudio. Es más, de los 68 menores que permanecieron en su situación original, solo 14 seguían en una institución en el momento de escribir este artículo. Para comprender por qué el cuidado institucional resulta nocivo, es vital entender las necesidades de un cerebro humano en desarrollo. Es cierto que la genética desempeña una importante función en el desarrollo postnatal del cerebro. Mas la experiencia es el motor que mueve gran parte de tal proceso. Si los niños no disponen de ciertas experiencias, es posible que su cerebro no se desarrolle en todo su potencial. Un se-
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STEPHANIE FREESE / AMERICAN SCIENTIST
CLASIFICACIÓN DE LOS ESTADOS EMOCIONALES Los psicólogos clasifican los estados emocionales y las respuesta de atención de los niños pequeños observando cómo reaccionan cuando se llevan a cabo actividades que les encantan: el juego de marionetas de mano y el cucú-tras. En las ilustraciones superiores, un bebé responde de la forma esperada. En las inferiores, en cambio, muestra emociones menos positivas, además de prestar una menor atención de la habitual, en un niño al que se le presentan actividades divertidas. Estas últimas reacciones son más comunes entre los niños institucionalizados dentro el Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest.
gundo principio vital es que muchos aspectos del desarrollo sensorial, cognitivo, lingüístico y socio-emocional dependen de experiencias que ocurren durante períodos de tiempo concretos, los períodos sensibles. Si no se recibieran estímulos durante estas etapas de la vida, podría peligrar el desarrollo, incluso en algunos casos, para siempre. Consideremos el siguiente ejemplo: la capacidad para ver el mundo en tres dimensiones a través de los dos ojos (visión binocular o estereoscópica) se basa en la capacidad del bebé para mover los ojos a la vez con el fin de converger en
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un objeto o escena distante. Los niños bizcos o incapaces de coordinar los dos ojos a la vez corren un alto riesgo de no desarrollar visión binocular. Al tratarse la afección en los primeros años de vida puede recuperarse la visión normal. En cambio, si no existe un tratamiento o este falla, el niño nunca desarrollará la visión binocular. Hoy por hoy tenemos bastantes nociones sobre los mecanismos neurobiológicos que subyacen a los períodos sensibles. Por regla general, los recién nacidos producen de forma masiva sinapsis (puntos de contacto entre las neuronas),
incluso muchas más que los adultos. Con el tiempo, las sinapsis desaparecen o sufren un proceso de poda, el cual depende mucho de las experiencias. En el caso de la visión binocular, experimentos con gatos demuestran que los estímulos que reciben los dos ojos se envían a columnas de células conectadas que residen en la corteza visual. Las células y las sinapsis que conforman estas columnas de dominación ocular disminuyen con el tiempo a un ritmo acorde a los estímulos que reciben los dos ojos. Si la estimulación es inferior a lo normal, el proceso de poda es también mayor de lo normal, ya que algunas sinapsis no se estimulan o «confirman» de manera adecuada. En caso de no recibirse de nuevo la estimulación apropiada durante un período sensible, se pierde la oportunidad de recuperar la visión binocular. La carencia sensorial y la social funcionan de forma similar. Imaginemos que los ojos de un bebé están sanos, pero que tienen poco o nada a lo que dirigir MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
la intervención adecuada. Podíamos intentar localizar períodos sensibles, es decir, desarrollar una línea de investigación que esclarecería qué tipo de experiencias deben darse y en qué momento de la vida para facilitar un desarrollo normal.
El daño ya infligido Observamos que los niños rumanos institucionalizados presentaban déficit de desarrollo en casi todos los aspectos que medimos. Empezaremos con el apego. Los sentimientos sanos de apego entre un bebé y al menos un adulto resultan vitales para que el niño sea capaz de mantener unas relaciones saludables a lo largo de su vida. En Rumanía evaluamos este factor mediante el procedimiento de la situación extraña. Dicho protocolo incluye una serie de interacciones, entre ellas la separación y reunión de un bebé con uno de sus padres o cuidador y con un adulto extraño. Se reunió a los niños institucionalizados con aquellos cuidadores que, según se había observado, eran de su preferencia. El procedimiento, moderadamente estresante, evalúa el equilibrio del niño entre la conducta exploratoria y la búsqueda de proximidad y consuelo en un cuidador (padre o profesional) más que en un extraño. Profesores y estudiantes de postgrado previamente formados y sin conocer qué niños estaban institucionalizados, observaron en las grabaciones de vídeo de los encuentros el comportamiento de los niños; lo clasificaron como «seguro»,
«inseguro» y «desorganizado». La última categoría corresponde a comportamientos contradictorios o confusos de apego o miedo al cuidador. En concreto, el apego desorganizado o desorientado es a menudo un indicador de un mayor riesgo de psicopatología presente o futura. Los observadores puntuaron asimismo el grado de apego, en caso de existir, entre un niño y un cuidador. Los resultados de la evaluación fueron impactantes. Descubrimos que el cien por cien de los niños nunca institucionalizados mostraba un apego completamente desarrollado, pero solo el 3 por ciento de los institucionalizados tenía vínculos completamente formados. Antes de la selección al azar, el 65 por ciento de los niños institucionalizados mostró un apego desorganizado con su cuidador de preferencia, mientras que otro 13 por ciento mostraba un grado tan bajo de apego que ni siquiera podía clasificarse. Por el contrario, solo el 22 por ciento de los niños nunca institucionalizados que viven con sus familias biológicas mostró un vínculo afectivo desorganizado con sus madres. También comprobamos si padecían trastorno reactivo del apego (TRA), incluyendo a los niños que muestran retraimiento emocional o conductas inhibidas y a aquellos que se muestran sociables o desinhibidos de manera indiscriminada. Los primeros fracasan al buscar o reaccionar de forma diferenciada ante cuidadores adultos, tienen disminuida su capacidad de participación social y
MICHAEL CARROLL PHOTOGRAPHY / AMERICAN SCIENTIST
su mirada. Esto ocurre cuando los bebés están tumbados boca arriba en la cuna mirando al techo blanco y continúan así durante el primer año o más de su vida, a excepción de cuando ocasionalmente se les alimenta. En vez de percibir un mundo visual rico y cambiante compuesto por patrones, formas y colores, ven un mundo estático, sin patrones y acromático. En muchas instituciones, aunque no en todas, puede privarse a los niños de mucho más que la información de estímulos visuales complejos. Al tomarlos apenas en brazos, los bebés reciben poca estimulación táctil. Con un único cuidador a cargo de 15 niños o más, la estimulación lingüística y cognitiva es mínima. Y quizá lo más importante: ya que muchos niños no tienen la oportunidad de establecer una relación intensa y duradera con un cuidador principal, se pone en riesgo su desarrollo social y emocional. Estudios previos, aunque deficientes como ya se ha explicado, sugieren algunas diferencias neurobiológicas en los menores institucionalizados. Las pruebas han demostrado que presentan una actividad metabólica más baja en regiones de la corteza frontal, las cuales se encargan de las funciones ejecutivas como la planificación y la regulación emocional. Dicha disminución también se manifiesta en la corteza temporal, responsable de la memoria, el lenguaje y las emociones. Asimismo, se detectaron menos conexiones entre las regiones cerebrales. Nuestro proyecto en Rumanía nos permitió evaluar las consecuencias de las carencias en general en muchos aspectos del desarrollo. También pudimos analizar si los efectos de las carencias a edades tempranas pueden revertirse con
RELACIÓN AFECTUOSA Un niño de seis años, que había residido en un centro rumano para niños abandonados, recibe atención amorosa y personal de su madre adoptiva en su apartamento familiar de Bucarest en 2007. La relación como madre e hijo de acogida comenzó cuando el niño contaba con 11 meses de vida, edad a la que comenzó a vivir con su madre adoptiva.
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Distribución de clasificaciones de apego en la evaluación a los 42 meses
Distribución de las clasificaciones de apego en la evaluación inicial Seguro
Seguro
COMPARATIVA DE DESARROLLO La evaluación del desarrollo en los niños institucionalizados al comienzo del Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest permitió analizar los cambios en niños que,
Evitativo
Evitativo
elegidos al azar, fueron sacados de las instituciones frente a los que permanecieron en los centros. Para precisar aún más dicha
Resistente
Resistente
comparación, se reclutaron dentro del estudio a menores que vivían con sus familias
Desorganizado/controlado
Desorganizado 0
15
30
45
60
75
0
15
30
45
60
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Porcentaje
Porcentaje
biológicas. Los niños ingresados en las instituciones obtuvieron las puntuaciones más bajas de desarrollo. Por otra parte, al alcanzar la edad suficiente para ser evaluados, manifestaron las puntuaciones más altas en
Institución
Régimen de acogida
Puntuación media del grupo para medidas de desarrollo cognitivo
relación a trastornos psiquiátricos.
Comunidad
Tasas de trastornos psiquiátricos
IDM inicial
TDAH
TOD +/– TC
IDM a los 42 meses
Depresión CI a los 54 meses Cualquier tipo de ansiedad 60
70
80
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100
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IDM/CI
0
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20
30
40
Porcentaje
IDM: Índice de desarrollo mental; CI: Cociente intelectual; TDAH: Trastorno por déficit de atención con hiperactividad; TDO: Trastorno de oposición desafiante; TC: Trastorno de conducta
reciprocidad, así como problemas para regular sus emociones. Los segundos carecen de criterio a la hora de buscar consuelo y apoyo, se relacionan con adultos desconocidos, no saben cómo dirigirse a sus cuidadores en entornos desconocidos y están deseosos de acercarse, interactuar e irse con completos extraños. Los niños institucionalizados en Rumanía mostraron niveles más altos de TRA en comparación con el grupo de niños nunca institucionalizados. Con el fin de evaluar los entornos de cuidado infantil utilizamos una herramienta denominada registro observacional del entorno del cuidado infantil. Durante una hora y media grabamos en vídeo a sujetos en su entorno familiar y con sus cuidadores preferidos. Después se codificaron las cintas de vídeo con el
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objetivo de analizar los comportamientos del niño y de su cuidador. La calidad del cuidador se calculó según el promedio de cinco puntuaciones cualitativas (sensibilidad del cuidador, estimulación del desarrollo, valoración positiva del niño, afecto natural y desapego). Como esperábamos, la puntuación de la calidad de los cuidados era superior en los niños que vivían con sus familias que en los que vivían en instituciones. Mediante las escalas Bayley de desarrollo infantil se evaluó el desarrollo cognitivo en la muestra del BEIP al principio del estudio, antes de confiar a los niños a hogares de acogida, y después, entre 30 y 42 meses de edad. Los niños criados en instituciones mostraron un rendimiento intelectual muy inferior en comparación con los niños que crecieron
con sus familias biológicas (o niños de la comunidad). Según el índice de desarrollo mental de Bayley (IDM), equivalente aproximadamente a la puntuaciones del cociente de inteligencia (CI), la puntuación media de los niños del grupo institucionalizado a los 30 meses de edad fue de 74 puntos, un nivel asociado con el retraso mental. La puntuación de los niños del grupo de la comunidad fue de 103, el promedio normal. Quizás una de las características más inusuales de esta investigación es la medida de la actividad cerebral en bebés y niños pequeños. El BEIP es el único estudio que conocemos que ha comprobado la actividad cerebral en bebés y niños pequeños mientras vivían en un entorno institucional. Se midió la actividad cerebral registrando el electroencefalograma (EEG) y en especial una parte de este: los potenciales relacionados con eventos (PRE). A los niños se les colocó una gorra de licra elástica (parecida a un gorro de natación), la cual contenía unos pequeños sensores con los que se grabó la actividad eléctrica cerebral. Para el registro del EEG se utilizaron 15 electrodos durante una actividad en la que los bebés y los niños pequeños permanecían atentos y en silencio. Se computó la potencia del EEG (una estimación de la cantidad de actividad cerebral) en tres bandas de frecuencia (theta: 3-5 hercios, alfa: 6-9 hercios y beta: 10-18 hercios) en cada electrodo. Se supone que cada banda de frecuencia posee un sigMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
nificado funcional diferente. La actividad alfa, por ejemplo, refleja por lo general un estado mental consciente con procesamiento cognitivo asociado; la actividad beta, por su parte, indica una relación más activa con el entorno. Durante la prueba inicial, el grupo de los niños institucionalizados mostraron una potencia alfa y beta más baja en comparación con el grupo de niños de la comunidad de la misma edad. Los resultados sugieren un retraso en el desarrollo cerebral de los niños institucionalizados. El PRE representa la amplitud y ritmo de respuesta del cerebro ante un evento concreto. Se registraron los PRE en relación a la respuesta ante expresiones faciales de miedo, enfado, felicidad y tristeza. Examinamos la amplitud de pico (magnitud de la señal de respuesta del cerebro) y la latencia (tiempo en que ocurre la señal de respuesta) de varios componentes PRE cuyo significado funcional está documentado en la bibliografía científica. Se observaron muchas diferencias entre los niños que vivían en instituciones y los que vivían con familias. Las amplitudes eran más pequeñas para varios componentes PRE del grupo institucionalizado en comparación con los niños de la comunidad. Por otra parte, las latencias para estos componentes eran más largas en el grupo institucionalizado, lo que indicaba un procesamiento más lento en niños con un historial de institucionalización. Por último, los niños del grupo nunca institucionalizado mostraron una especialización del hemisferio derecho para el reconocimiento de caras, respuesta esperada. Los niños del grupo institucionalizado no la mostraron. Asimismo se implicó a los niños en dos tareas correspondientes a las evaluaciones estandarizadas de la reacción emocional Lab-TAB. Se trataba de dos actividades ideadas para suscitar respuestas emocionales positivas en niños pequeños. La primera era una representación con marionetas. Consistía en sentar al niño en el regazo de su cuidador y presentarle dos marionetas, estas hablaban entre sí y con el niño, tras lo que intentaban hacerle cosquillas. La otra tarea, el juego del cucútras, consistía en sentar al niño en el regazo de un asistente de la investigación de MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
forma que miraba cómo su padre, madre o cuidador jugaba a esconderse tras un biombo de madera. Las sesiones se grabaron en vídeo. Después se codificaron las expresiones faciales, las conductas vocales y la atención del pequeño. Los niños que vivían en instituciones mostraron de forma considerable menos emociones positivas, más emociones negativas y menos atención en comparación con el desarrollo característico de los menores rumanos que vivían con sus padres.
Mejorar es posible No todo lo que descubrimos fue desolador. Tal y como se deduce de nuestros resultados, el destino de los niños no está escrito si solo permanecen institucionalizados de manera temporal. En casi cada ámbito que evaluamos, el desarrollo de los niños confiados al régimen de acogida mejoró si se compara con los que permanecieron en las instituciones. Es importante destacar que los niños fueron confiados a familias de acogida de calidad. Los padres de acogida recibían una remuneración y una formación, se les animaba a mantener una relación amorosa y de dedicación con los niños que provenían de instituciones, los visitaban trabajadores sociales tolerantes y también tenían acceso a grupos de apoyo. La prueba de apego realizada a la edad de 42 meses es una buena medida para observar la mejoría. Repetimos el procedimiento de la situación extraña y codificamos los episodios usando un esquema de codificación propio de edad preescolar. Esta vez, el 49 por ciento de los niños confiados al régimen de acogida mostraron seguridad en el apego en comparación con el 18 por ciento de los niños del grupo institucionalizado. El 65 por ciento de los menores que vivían con sus padres biológicos mostraban una vinculación afectiva segura. Los niños confiados al régimen de acogida habían reducido considerablemente el TRA en cuanto a los signos de retraimiento o inhibición a los 30 meses de edad; sus puntuaciones no diferían de las de la muestra de los niños de la comunidad en ninguna de las edades evaluadas. Sin embargo, la reducción en los signos de TRA en cuanto al comportamiento
indiscriminadamente sociable o desinhibido fue menos drástica. Solo a los 42 meses de edad, los niños en régimen de acogida puntuaron más bajo que los del grupo institucional. A los 54 meses, se reevaluó el desarrollo cognitivo de los niños mediante las escalas de inteligencia Wechsler para preescolar y primaria, un test más apropiado para esas edades. Los niños en régimen de acogida experimentaron una mejoría significativa en la función cognitiva en comparación con los niños del grupo institucionalizado: el promedio de CI de los niños en régimen de acogida era de 81, el de los institucionalizados de 73, y el del resto de 109. Asimismo se volvieron a realizar las tareas Lab-TaB (las marionetas y el juego del escondite) a los 30 y 42 meses de edad. Los niños confiados al régimen de acogida mostraron emociones más positivas y prestaron más atención que los niños que permanecieron institucionalizados a los 30 y 42 meses. Mejorías similares se observaron en el desarrollo del lenguaje y en la vulnerabilidad a los síntomas psiquiátricos. Los niños institucionalizados y aquellos confiados a régimen de acogida durante solo un período breve mostraron retrasos sustanciales en lenguaje a los 30 y 42 meses. Algunos todavía no pronunciaban palabras inteligibles. Los niños que habían vivido en régimen de acogida durante al menos un año se igualaron en lenguaje expresivo y receptivo a los niños que vivían con sus padres biológicos, mas mostraron inferiores habilidades expresivas gramaticales. Los que estaban en régimen de acogida manifestaron menos trastornos emocionales, tales como ansiedad, que los niños del grupo institucionalizado. Los síntomas psiquiátricos no pueden diagnosticarse de forma fiable en niños muy pequeños. Por tanto, esperamos para evaluar a los niños de 54 meses de edad mediante la evaluación psiquiátrica de edad preescolar, una entrevista psiquiátrica estructurada para padres y cuidadores. Dicha evaluación valora el funcionamiento de la escuela y la guardería, la estructura y el funcionamiento familiar, el comportamiento de los pa-
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La ciencia del desarrollo infantil en acción Nadie sabe a ciencia cierta cuántos niños en todo el mundo viven en orfanatos. Save the Children del Reino Unido estimó que en 2003 al menos 8 millones se encontraban en dicha situación. Cuanto más se conocen los estímulos que necesitan los niños para su desarrollo normal, mayor resulta la preocupación sobre las carencias que sufren en algunas instituciones. La alarma ha promovido intervenciones creativas de organizaciones benéficas y gobiernos. A continuación, algunos ejemplos. CORTESÍA DE HOPE AND HOMES FOR CHILDREN / AMERICAN SCIENTIST
SUDÁN Hope and Homes for Children, una organización benéfica activa en muchos países, crea medidas alternativas al cuidado institucional para bebés abandonados en las calles de Jartum, la capital del país. Antes, estos bebés, con frecuencia enfermos y gravemente deshidratados, se enviaban al orfanato de Maygoma, centro que cuenta con una alta tasa de mortalidad. La organización ayuda a establecer y desarrollar un régimen de acogida y adopción compatible con la cultura y las costumbres musulmanas locales. Hasta hoy, se ha encontrado familia para más de 2500 niños. Esta labor ha influido en la reforma de los servicios para niños abandonados y vulnerables en el Estado de Jartum, además de utilizarse como modelo de cambio en otros lugares del país.
MARA COHEN, POR CORTESÍA DE WORLDWIDE ORPHANS FOUNDATION / AMERICAN SCIENTIST
BULGARIA Worldwide Orphans Foundation, organización con ámbito de actuación también en múltiples países, relaciona a niños en riesgo y con retrasos en el desarrollo procedentes de nueve orfanatos con mujeres jubiladas de la comunidad que tienen formación en asistencia sanitaria, cuidado infantil o educación primaria. Estas «abuelitas» trabajan siempre con uno o dos niños —por lo general durante cinco horas, cinco días a la semana— para proporcionarles estimulación y educación individualizada. Se reúnen con psicólogos con el fin de discutir las necesidades de cada niño; también reciben consejos sobre cómo guiar al niño al siguiente nivel de desarrollo. Estas mujeres jubiladas reciben un pequeño estipendio. A cambio deben mantener un diario documentando de las actividades, el crecimiento y los logros de los niños.
CHINA La organización sin ánimo de lucro Fuling Kids International recauda dinero y envía voluntarios para proporcionar cuidados personalizados a todos los niños del Instituto de Asistencia Social de Fuling en Chongqing, un orfanato al sudoeste de China. El objetivo principal es buscar una familia de acogida de calidad a cada niño hasta que sea adoptado. Cuando esto no es posible, interviene el First Hugs Infant Nurture Program (Programa primeros abrazos de cuidados infantiles). Durante ocho horas diarias unas mujeres que ejercen de «tías» ofrecen cuidados maternales a bebés en una habitación diseñada para ello, donde se anima a los niños a jugar y desarrollar múltiples habilidades. En los últimos años, a medida que el nivel de vida en China ha ido en aumento y que las niñas empiezan a estar mejor valoradas, han descendido los ingresos de niñas sanas en el orfanato Fuling. El porcentaje más alto de menores que viven ahora en el centro corresponde a niños con discapacidad o con necesidades más complicadas. CORTESÍA DE FULING KIDS INTERNATIONAL / AMERICAN SCIENTIST
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dres, además de un gran número de variables demográficas. Entre los niños que habían vivido en instituciones, el 55 por ciento manifestaron trastornos psiquiátricos diagnosticables a los 54 meses. En contraste, solo el 22 por ciento de los de la comunidad reunía criterios suficientes para diagnosticar un trastorno. En comparación con el grupo de la comunidad, los niños institucionalizados y de acogida mostraron niveles más altos de trastornos emocionales, incluidos el trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), los trastornos de oposición desafiante (TOD) y el trastorno de conducta (TC). Sin embargo, sacar a los niños de las instituciones no les inmunizó contra todos los problemas. Así, no existían pruebas de que la intervención redujera los trastornos de comportamiento como el TDAH, un rompecabezas que no podrá resolverse hasta que la ciencia no comprenda mejor qué mecanismos subyacen a esta psicopatología y cuándo aparecen. La necesidad es urgente, ya que el TDAH lesiona la capacidad de aprender a lo largo de la vida y puede aumentar el riesgo de volverse impulsivo, lo que podría reducir la capacidad para tomar decisiones. La bibliografía sobre la psicopatología del desarrollo sugiere que los trastornos externalizados, los del comportamiento, empiezan en los niños antes que los trastornos internalizados, como la depresión y muchos trastornos de ansiedad. Se cree que los niños varones tienen mayor riesgo de padecerlos.
Intervención a tiempo Como hemos explicado en Science, las mejoras en el rendimiento cognitivo que observamos en los niños en régimen de acogida a los 42 y 54 meses de edad fueron más significativas que en aquellos acogidos antes de cumplir los 24 meses. Las puntuaciones en IDM y en CI de estos últimos superaron los resultados de los niños acogidos después de los 24 meses de edad. Por otro lado, se observaron períodos sensibles similares en lenguaje, apego y comportamiento indiscriminado. Así, en cuanto al lenguaje, los niños confiados al régimen de acogida antes de cumplir 15 meses mostraron una capacidad linMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
güística superior a los 30 y 42 meses que aquellos acogidos después de cumplir los 15 meses. Los niños confiados a régimen de acogida antes de cumplir 24 meses demostraron apego más seguro a los 42 meses que los niños acogidos después de los 24 meses de edad. Cuanto antes eran confiados los niños a régimen de acogida, menos probable era que mostraran vínculos afectivos desorganizados. Aunque el límite de edad varía según el ámbito, nuestros resultados apoyan en firme la intervención a edades tempranas. Esta investigación ha tenido gran impacto en Rumanía. Tras conocer nuestros hallazgos preliminares, el gobierno aprobó una ley que prohibía la institucionalización de niños menores de dos años a excepción de aquellos con grave discapacidad. En la actualidad solo 30.000 niños continúan en instituciones. Los descubrimientos del BEIP también tiene consecuencias para los niños huérfanos o abandonados de todo el mundo, ya que la solución más común es ingresarlos en instituciones. Nuestro estudio cuestiona esta práctica, en especial en aquellos países en los que existe la alternativa del régimen de acogida. También apoya con energía la importancia de sacar a los niños de las instituciones tan pronto como sea posible para confiarlos, a poder ser, a familias preparadas para educarlos. Observamos asimismo consecuencias para niños pequeños con riesgo de negligencia o abuso que viven con sus familias, en EE.UU. y de todo el mundo. El progreso de los niños rumanos confiados a un régimen de acogida demuestra que haber sufrido experiencias adversas a una edad temprana no significa sufrir secuelas de por vida. No obstante, si los niños pequeños se mantienen en hogares donde sufren negligencia y abusos durante demasiado tiempo, el riesgo de daño a largo plazo puede ser demasiado grande. La acogida temporal mientras los padres ponen remedio a la situación puede que sea el mejor camino. Con el tiempo, a medida que reevaluamos a los niños rumanos según se van haciendo mayores, iremos aprendiendo más sobre qué necesita y cuándo un cerebro en desarrollo; con independencia de dónde vivan.
Charles A. Nelson III es profesor de pediatría y neurólogo en la facultad de medicina de Harvard en Boston. Nathan A. Fox investiga sobre el desarrollo infantil en la Universidad de Maryland en College Park. Charles H. Zeanah Jr. es profesor de psiquiatría en la Universidad Tulane en Nueva Orleans. La terapeuta Elizabeth A. Furtado coordina el Proyecto de Intervención Temprana de Bucarest. © American Scientist Magazine
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son en Child Development Perspectives, vol. 1, págs. 13-18; 2007. COGNITIVE RECOVERY IN SOCIALLY DEPRIVED YOUNG CHILDREN: THE BUCAREST EARLY INTERVENTION PROJECT.
C. A. Nelson, C. H. Zeanah, N. A. Fox, P. J. Marshall, A. T. Smyke y D. Guthrie en Science, vol. 318, págs. 1937-1940; 2007. EFFECTS OF EARLY INTERVENTION ON EEG POWER AND COHERENCE IN PREVIOUSLY INSTITUTIONALIZED CHILDREN IN ROMANIA . P. J. Marshall,
B. C. Reeb, N. A. Fox, C. A. Nelson y C. H. Zeanah en Development and Psychopathology, vol. 20, págs. 861-880; 2008. INSTITUTIONAL REARING AND PSYCHIATRIC DISORDERS IN ROMANIAN PRESCHOOL CHILDREN . C. H. Zeanah,
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A. T. Smyke, C. H. Zeanah, N. A. Fox, C. A. Nelson y D. Guthrie en Child Development. vol. 81, págs. 212-223; 2010.
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Del apego temprano al TLP La búsqueda instintiva de seguridad nos lleva a establecer durante la infancia fuertes lazos con nuestros progenitores. Fallos en este vínculo pueden influir en el trastorno límite de la personalidad DOLORES MOSQUERA Y ANABEL GONZÁLEZ
RESUMEN
Trastorno complejo
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Muchos de los síntomas caracte-
rísticos de los pacientes con trastorno límite de la personalidad (TLP) se hacen más comprensibles si tratamos de entender los problemas que presentó en su infancia la relación con sus cuidadores principales.
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Las dificultades de sintonía, regulación
y consistencia en la relación entre padres e hijo se ve reflejada en la forma de relacionarse de los pacientes adultos y en diversos aspectos de la patología límite.
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Con todo, los factores traumáticos
H
ace ahora 30 años que se reconoció formalmente el trastorno límite de la personalidad (TLP) como diagnóstico oficial. Desde su aparición en 1980 en la tercera edición del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), se han realizado múltiples investigaciones, a la vez que se ha desencadenado una gran controversia en torno al origen, tratamiento y posible pronóstico. Diversos autores consideran que los problemas de apego temprano constituyen un factor causal de primer orden para el desarrollo del trastorno límite de personalidad. Para muchos clínicos, sin embargo, resulta difícil relacionar estas teorías sobre el origen del TLP con la sintomatología que presentan estos pacientes. En este trabajo queremos reflexionar sobre el modo en que pueden enlazarse los problemas de apego, la historia de trauma y los síntomas observados en pacientes con trastorno límite de personalidad, según se describen en el manual de los trastornos mentales (DSM-IV-TR, cuarta edición pendiente de revisión) y en la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10, décima edición). Asimismo, nos proponemos arrojar luz sobre los procesos que podrían llevar desde un apego disfuncional a los síntomas del TLP.
y de apego no son los únicos que condicionan
¿Pieza clave?
la patología límite. El
Muchos autores han recurrido a las ideas de John Bowlby para explicar la patología límite. J. G. Gunderson propuso en 1996 una relación entre la dependencia y las demandas de atención de los pacientes con TLP, y la
modelo global del TLP debe incluir también otros elementos.
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tendencia de los niños con apego inseguro a controlar constantemente la proximidad del cuidador. También P. M Crittenden, K. LyonsRuth y D. Jacobovitz han señalado conexiones entre la disfunción del apego temprano y la patología límite. P. Fonagy y sus colaboradores describen el modo en que el apego puede influir en la función simbólica y la vulnerabilidad. Con todo, se ha observado que el apego ansioso es muy común en los niños y que se corresponde con estrategias relativamente estables en la adultez. Según A. Higgitt y P. Fonagy, la marca distintiva de los trastornos de apego de las personas con TLP es la ausencia de estabilidad. En nuestra opinión, ello apuntaría a los patrones desorganizados de apego. Si bien el carácter de cada niño le puede predisponer a ciertas dificultades, J. Paris propone que ese temperamento unido a experiencias de pérdida, trauma o desatención, pueden hacer que los rasgos se conviertan en patológicos. David M. Allen y otros autores plantean que el conflicto con el rol parental de los cuidadores podría conllevar respuestas contradictorias (preocupación obsesiva y enfado) que favorecerían un apego ambivalente obsesivo. Ello estaría generado y reforzado por la relación de los progenitores con sus familias de origen, estableciéndose una transmisión transgeneracional de las pautas de apego. En resumen, los problemas de apego no darían respuesta por sí solos a la complejidad del TLP ni serían la única causa para que una persona pueda desarrollarlo aunque sí una de las piezas del rompecabezas. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
© FOTOLIA / HALLGERD
ABANDONO Sentirse abandonado durante la infancia puede favorecer conductas dependientes en la edad adulta.
MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
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TODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTICULO: © NADIA SANTIAGO
Las personas con TLP realizan
Efectos en el adulto
esfuerzos frenéticos para evitar
La sensibilidad del cuidador al estado mental del niño tiene una intensa relación con el apego seguro y el desarrollo en el niño de la capacidad de mentalizar (representar el comportamiento del propio yo y los otros en relación con los estados mentales subyacentes). La alternancia entre una respuesta y otra (apego ambivalente) o la esencial contradicción inherente al apego desorganizado, lleva a la falta de integración: ¿cómo integrar un padre que se asusta cuando lloro o se altera cuando me enfado, con un padre que en ocasiones se muestra disponible y cariñoso? Es fácil ver cómo una primera relación de apego inestable y caótica puede generar un patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas caracterizado por la alternancia entre los extremos de idealización y devaluación. El apego ambivalente o desorganizado puede generar disociación como el único modo de mantener coherencia. La imagen de un progenitor cuidador, capaz de consolar, y la de un padre desconcertado, ansioso o incluso atemorizante son incompatibles, no ya para un niño pequeño, sino para cualquiera. El padre bueno, muchas veces idealizado para conseguir una figura de vínculo afectivo medianamente digna (aunque ficticia) no puede mezclarse con el padre ansiógeno, caótico o atemorizante. Según el modelo de la teoría de la disociación estructural, ambas experiencias
el abandono, ya sea real o imaginario. El temor a estar solos o ser rechazados favorece
1
la activación de señales de
alerta y puede desencadenar reacciones emocionales muy intensas.
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se almacenan en estados mentales diferentes, conformados por distintos sistemas de acción neurobiológicos. El padre «bueno» se conecta al sistema de apego, condicionado de modo innato para vincularse al progenitor. El padre atemorizante se vincula a un sistema de acción de defensa, mediado por la rabia, que se activa para que nos protejamos del peligro. Cuando el individuo se ve en una relación tiende a activar el primer sistema. Fácilmente idealiza, como lo hacía con el progenitor. Se vincula con la necesidad desmedida de afecto que sintió de niño y que nunca fue plenamente —o no lo fue en absoluto— cubierta. La necesidad de vinculación es muy intensa. No pocas veces consideramos esta intensidad desproporcionada, etiquetándola como llamadas de atención. Sin embargo, aunque puede ser desmesurada para la situación actual, es absolutamente proporcionada para la situación que la originó. Dado que el cambio en el otro siempre ha sido la norma, el individuo está constantemente alerta frente a una posible expresión negativa en los demás: examina la más mínima señal de rechazo. Esta hipersensibilidad lleva a reacciones ante detalles que también son vistas como desproporcionadas. Dado que estos subsistemas incompatibles y disociados no pudieron ser integrados, permanecen en sistemas de funcionamiento más primitivos. Podemos ver así pacientes en apariencia «infantiles» o con conductas «regresivas». Un trauma previo deja un modelo de trabajo interno empobrecido desde el punto de vista de las representaciones claras y coherentes de los estados mentales en el propio yo y en los demás. Este sistema de representaciones es activado por la relación de apego, con la consecuencia de que ya no se ven claramente los estados mentales del otro.
El apego en los criterios diagnósticos Nueve son los criterios que describen los manuales para el diagnóstico del trastorno límite de la personalidad: temor al abandono, relaciones inestables e intensas, alteración de la identidad, impulsividad, conductas intensas y autolesivas, inestabilidad afectiva y emocional, sentimientos crónicos de vacío, ira inapropiada e intensa, e ideación paranoide por estrés o síntomas disociativos graves. A continuación ahondaremos en cada uno de los criterios y en su posible relación con el apego y las experiencias en la infancia. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
2 El paciente mantiene relaciones
interpersonales muy inestables y, con frecuencia, conflictivas.
No suele ser consciente de la
desconexión existente entre
lo que realmente siente y su
reacción final. Puede pasar del extremo de la idealización de una persona a su total devaluación.
manifestaciones más complejas que van acompañadas de defensas que pueden ser expresadas de manera indirecta: el paciente que no se siente capaz de mantener una relación que por otro lado necesita desesperadamente, puede alternar muestras de debilidad y amenazas con esta finalidad. La fuerte necesidad de apego y los esfuerzos desesperados para evitar el abandono contribuyen notablemente a la intensidad e inestabilidad de las relaciones de las personas con TLP. La necesidad de afecto del otro nunca se ve completamente colmada; a menudo se requieren pruebas de ese afecto. Por otro lado, una leve discrepancia, un distanciamiento, o la falta de respuesta suficiente —nunca es suficiente— generan una reacción catastrófica que amplifica, más que resuelve, las dificultades que la relación va presentando. Ello guarda una estrecha relación con el siguiente criterio.
2. Relaciones inestables e intensas La sensación de dependencia y la manera indirecta de comunicar este sentimiento a los demás puede causar, por otro lado, gran desconcierto en las personas con las que se relacionan los sujetos diagnosticados con TLP, lo que les lleva a mantener relaciones interpersonales muy variables y a menudo conflictivas.
1. Temor al abandono Muchas personas con trastorno límite de la personalidad afirman pasarlo muy mal cuando están solas, incluso por períodos muy cortos de tiempo. Otros refieren sentirse solos incluso cuando están rodeados de gente. Este temor les hace especialmente vulnerables al abandono y favorece que se activen señales de alerta ante estímulos relacionales o ante situaciones percibidas como amenazantes. Podríamos ver la conducta ambivalente o caótica del cuidador como un refuerzo intermitente de la conducta de búsqueda del apego. Como es sabido, el refuerzo intermite potencia más la conducta que el refuerzo continuo positivo o negativo. Dado que en ocasiones la proximidad, el afecto y el cuidado le son negados, o recibe mensajes contradictorios, el niño busca con desesperación al cuidador. El progenitor está presente, pero no siempre disponible emocionalmente. Esos niños se muestran preocupados por la vinculación con los demás cuando son adultos, se preocupan por sus necesidades de afecto, pueden ser vistos como dependientes o incluso «pegajosos». También podemos encontrar MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Es frecuente que las personas con TLP refieran no saber cómo son, qué les gusta ni lo que quieren. Presentan un concepto difuso de su propia identidad. A menudo se sienten unos farsantes, actúan en función de lo que creen que se espera de ellos, intentan
3 agradar y sienten que nadie les
entendería si expresasen lo que realmente piensan.
21
La sensación de seguridad básica crece en el niño a través de la experiencia de haber sido mirado como alguien importante y especial por sus cuidadores, con una mirada de amor incondicional. El niño se acepta plenamente porque se siente aceptado al cien por cien. Muchas conductas pueden ser potenciadas, censuradas o redirigidas sin que el niño se sienta cuestionado como individuo. Si el niño se siente querido «con condiciones» desarrolla una creencia disfuncional de no ser totalmente válido a menos que… se cumpla dicha condición. Ello les convierte en adultos más inseguros, más dependientes de la validación externa. En el apego inseguro ansioso-preocupado (organizado), la estrategia conductual es casi siempre la misma: como no puedo predecir qué va a hacer mi cuidador, si me cuelgo de su cuello (con llanto, grito, pataleo) por lo menos me aseguro de que va a estar presente. En este sentido, la estrategia conductual de acercamiento es más o menos estable u organizada. En el apego desorganizado, la secuencia de acercamiento es también organizada y lógica en términos de disociación estructural (por la activación simultánea de dos sistemas de acción que no debieran estar activándose de esa forma en ese momento). Sin embargo, en términos de apego decimos que es una forma caótica porque el acercamiento no se termina de concretar. Para poder apegarse a un progenitor inconsistente y agresivo, el niño no tiene a veces otra opción que idealizarlo para construir una imagen parental en ocasiones muy distante de
22
4 Derrochar dinero sin control,
la realidad. Muchos pacientes nos hablan de padres o familias «perfectas», negando o disociando los elementos que no cuadran con esta imagen. Los aspectos atemorizantes de la figura parental son almacenados en otro estado mental, asociado ya no al apego, sino a los sistemas biológicos de defensa. Ambos estados mentales, mediados por estructuras y sistemas neurobiológicos diferentes, pueden alternar a veces sin solución de continuidad, produciendo los drásticos cambios de la idealización a la devaluación que se observan en estos pacientes, tanto en sus relaciones personales como en la relación terapéutica. Muchos se sienten como «farsantes» y se esfuerzan para mantener una fachada de aparente normalidad. La hipersensibilidad puede hacer que se muestren atentos a cualquier posible señal de alerta que implique rechazo o la posibilidad de «que se les conozca de verdad». Es habitual que sientan que si los demás les llegan a conocer, se alejarán de ellos (en muchas ocasiones las figuras de apego les han transmitido este tipo de mensajes de manera recurrente). La falta de predictibilidad del progenitor puede contribuir también a generar una sensación de alerta permanente en las relaciones interpersonales.
abusar de sustancias tóxicas o comer en exceso son algunas
3. Alteración de la identidad
de las conductas impulsivas
A grandes rasgos, la identidad es el conjunto de características que nos permiten tener un sentido de quiénes somos, qué queremos y hacia dónde d vamos. Cuando un paciente carece de una identidad definida y no encuentra una explicación a lo que le ocurre, suele buscar pistas en las personas que le rodean. que le permita explicar su confusión e Algo q incertidumbre, que disminuya su sensación de incerti culpa y que, a la vez, propicie que los demás le entie entiendan. Es frecuente fr que los pacientes con TLP muestren confusión co y variabilidad en torno a sus valores y que estos varíen en función de la opinión o preferencias que tienen las personas con las que se relacionan. Un reflejo inadecuado lleva al niño a interiorizar representaciones del estado de sus progenitores y evita que forme una versión ve de su propia experiencia. Este aspecto se s observa en muchas entrevistas con pacientes con TLP. Al profundizar en los relatos pacient y percepciones perce (sobre todo las negativas), comprobamos que tienden a repetir lo que otros probam les han dicho (suelen interiorizar estas impresiones como propias, habiendo descartado sus
usuales en los casos de tras-
torno límite de personalidad. Algunos autores asocian la impulsividad con el suicidio.
MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
propias impresiones por haber aprendido que «no son válidas»). La identidad nace de la integración armónica de varios subsistemas, que habrán de activarse en respuesta a situaciones diferentes. Pero cuando el niño ha de defenderse de la misma persona a la que ha de vincularse, toda la organización interna se trastoca. Cuando externamente las situaciones son confusas, el sistema interno ha de fragmentarse en búsqueda de la necesaria coherencia y consistencia.
Entendemos por impulsividad la tendencia a actuar, tras un estímulo momentáneo, sin una planificación previa o sin un sentido o deseo claro. Las personas con TLP se suelen percibir y describir a sí mismas de «impulsivas», aunque es poco habitual que piensen en los motivos que les llevan a comportarse o reaccionar así. Suelen autojustificarse con frases como «soy así, no puedo evitarlo». Incluso llegan a creer que no «tienen control sobre su comportamiento». Las conductas impulsivas ejercen a veces una función reguladora. El patrón de autorregulación que hubiera derivado de un apego seguro no ha podido establecerse. Por tanto, la regulación ha de venir del exterior (demandas extremas de ayuda, dependencia) o de diversos medios. Una persona puede consumir drogas o beber alcohol llevado por un malestar muy intenso que «necesita frenar».
do crece en este contexto, aprende que puede pedir y que es atendido, aunque no siempre recibe una gratificación inmediata. Y cuando sufre alguna frustración, el adulto le ayuda a recuperar su estado de equilibrio. En un apego inseguro ambivalente o desorganizado, las necesidades del niño no son fácilmente percibidas. Muchas veces, el niño ha de gritar más alto o durante más tiempo para hacerse notar. Al ser esta la pauta habitual, el niño aprende que sus demandas tienen que ser llamativas e insistentes. Otras veces renuncia desde una indefensión aprendida; llega a ignorar sus necesidades o a tener grandes dificultades para reconocerlas. Ambas situaciones pueden generarse en un apego disfuncional y reflejarse en la conducta de un adulto para el cual una autolesión se convierte en la única comunicación disponible o percibida como efectiva. Otras veces las autolesiones responden a una dificultad de autorregulación y de tolerar las emociones negativas. Los cortes, las quemaduras, las amenazas suicidas e incluso los intentos de suicidio suelen ser la única manera que ha encontrado el paciente de hacer frente a las dificultades. Los pacientes pueden referir que se provocan dolor físico porque les resulta más soportable que el dolor emocional. Por medio de las autolesiones tratan de salir de una emoción displacentera, un recuerdo traumático o una experiencia de despersonalización.
5. Conductas intensas y autolesivas
6. Inestabilidad afectiva y emocional
4. Impulsividad
Este criterio abarca gran parte de las reacciones por las que los pacientes con TLP acuden a los servicios de urgencias o son hospitalizados. Para comprender este criterio, debemos entender cuáles son los «disparadores», la motivación que hay detrás de la conducta «aparentemente desadaptativa». Los comportamientos intensos, las amenazas suicidas y los comportamientos autodestructivos como la automutilación suelen ser interpretados como chantajes y manipulaciones, cuando en realidad suelen ser una manera efectiva que ha encontrado el paciente para hacer frente a emociones difíciles de tolerar y poder calmarse. En contextos de un apego seguro, el adulto es sensible a las necesidades del niño y sintoniza con sus estados emocionales. Le ayuda a regularse. El niño se siente reconocido y halla una respuesta coherente en el adulto. CuanMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Ante emociones difíciles de tolerar o simplemente para calmarse, muchas personas con TLP acometen conductas autodestructivas (como la
5
automutilación), amenazan con suicidarse o presentan comportamientos intensos.
La regulación emocional no es un proceso automático. Se adquiere desde las primeras etapas de la infancia a través de la reacción diádica cuidador-niño. La relación de apego sana consiste en que un adulto con capacidad de sintonizar con el niño y consistente en sus reacciones, ayuda al niño a modular sus reacciones emocionales. El cuidador sano no es únicamente el que puede disminuir la activación emocional cuando el niño está hiperactivado, sino también el que lo estimula cuando el niño pasa por períodos de inactivación. Un cierto grado de malestar es adaptativo, ya que por medio de él los niños aprenden a tolerar la frustración y a demorar la gratificación. Pero el cuidador ha de ayudar posteriormente al pequeño a recuperar el equilibrio. De este modo el niño, y en el futuro el adulto, aprende a mantener sus emociones dentro de la «ventana de
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Definición del apego Los estudios en neurobiología del desarrollo que analizan las capacidades de autorregulación muestran que la resiliencia del individuo depende en un grado notable de las experiencias tempranas de apego. En investigaciones longitudinales, se ha observado que los patrones de vinculación afectiva de la infancia persisten en la adolescencia y en la edad adulta. J. Bowlby definió en 1988 la conducta de apego como
Tres aspectos básicos describen la generación del apego y el establecimiento de los vínculos entre padres e hijos: Sintonía. El estado interno de los progenitores se halla en sintonía con los del hijo. Ello suele acompañarse de señales no verbales. Equilibrio. El niño equilibra y regula su cuerpo, las emocio-
una propensión instintiva, mostrada por los humanos y otras
nes y los estados mentales a través de la sintonía con los
especies superiores, a buscar seguridad en la cercanía a un
progenitores.
individuo percibido como protector, en situaciones donde
Coherencia. El sentido de integración que el niño adquiere a
se dispara el miedo u otros sentimientos asociados con la
través de la relación con los progenitores hará que se sienta
percepción de vulnerabilidad.
integrado y en conexión con los demás.
tolerancia», que implica un nivel de activación adecuado para adaptarse a las situaciones y resolverlas de modo adecuado. En las personas con TLP, el estado de ánimo básico de tipo disfórico (tendencia a sentirse triste o desmotivado) suele ser interrumpido por períodos de ira, angustia o desesperación. Son raras las ocasiones en las que toma el relevo un estado de bienestar o satisfacción. En estos cambios pueden influir también una marcada hipersensibilidad ante desencadenantes ambientales, que pueden tener en parte una base postraumática. Gestos, actitudes, expresiones en el otro que recuerdan al paciente expresiones del cuidador en la infancia pueden disparar
6 La inestabilidad afectiva
suele manifestarse a través
de cambios bruscos en el estado de ánimo de las
personas con TLP: su habi-
tual estado anímico de tipo
reacciones que en un adulto parecen desproporcionadas y fuera de contexto. La persona se defiende ante lo que percibe como amenazante (piensa en dejar a su pareja o le grita porque se porta mal con ella y no le conviene), pero la posibilidad de la pérdida dispara el sistema de búsqueda de apego (pasa a pensar que no podría vivir sin él o incluso piensa en matarse porque la vida sin esta persona carece de sentido).
7. Sentimientos crónicos de vacío Los sentimientos crónicos de vacío podrían corresponderse con la ausencia de sintonía con el progenitor. Un apego seguro crea en el niño un sentimiento de seguridad interna y de conexión con los otros. Cuando los pacientes con TLP buscan las primeras experiencias vitales asociadas a esos sentimientos de vacío, describen momentos de soledad, de sentirse invisibles, de que nadie se daba cuenta realmente de cómo se sentían. Un progenitor desbordado por sus propios conflictos y dificultades puede no ser capaz de ver las necesidades del niño o no poder diferenciarlas de las suyas. Algunos pacientes describen la sensación de vacío como un sentimiento muy intenso que «invade todo su ser»; otros refieren «que no hay nada que les llene ni que les aporte algo» o hablan de «un dolor que les traspasa y los anula»; algunos narran estar como en «un pozo sin fondo en el que la angustia lo llena todo».
disfórico se interrumpe con períodos de ira, angustia o
8. Ira inapropiada e intensa
desesperación. Raras veces
Algunas personas presentan respuestas impredecibles, con cambios bruscos de humor o repentinas explosiones emocionales, las cua-
toma el relevo la sensación de bienestar o satisfacción.
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Aunque algunas de los sujetos con TLP pueden ser emocionalmente (incluso físicamente) abusivas, es importante comprender que, por lo general, no tienen el deseo premeditado de hacer daño. Sentimientos de pena, remordimientos y culpabilidad suelen acompañar a dichas expresiones de ira, lo que contribuye a aumentar la percepción de sí mismos como «malos», «descontrolados», «egoístas» o «bichos raros». A veces pueden reconocer en sus conductas reacciones similares a las de alguna de sus figuras de apego primarias, que generalmente rechazaron activamente y les horroriza ver en sí mismos. La falta de regulación emocional, que podría también estar basada en la regulación deficiente o inconsistente del progenitor en la primera infancia, contribuye a que la expresión de la rabia sea a menudo desmedida e incontrolada.
La conducta de apego corresponde a un sistema cerebral innato que ha evolucionado para dar seguridad al niño. Este buscará la proximidad del progenitor; recurrirá a él para hallar refugio, seguridad y consuelo cuando sienta malestar. El hijo internalizará la relación con el progenitor como un modelo de base segura. Cuando se convierta en adulto, este individuo tendrá capacidad de autorregulación, de conectar con otros y de pedir y recibir ayuda. Todos estos aspectos están gravemente afectados en los pacientes con trastorno límite de la personalidad.
les pueden ser verbales, físicas o combinadas. También existe la tendencia, en algunos casos, a alternar entre varios tipos de explosión. Los arranques de ira pueden resultar aterradores. La persona con trastorno límite de la personalidad puede dar la impresión de hallarse totalmente fuera de sí, actuando por impulsos y sin advertir las consecuencias de su conducta. La realidad es que en ese momento no lo pueden evitar, aunque en muchas ocasiones sea consciente de que su comportamiento apartará aún más de su lado a las personas. Cuando se enfadan con alguien, es como si para estos pacientes ese alguien dejase de ser una persona con sentimientos, se convierte en el objeto de su odio y la causa de su malestar: en el enemigo. Muchos pacientes reproducen en esas reacciones modelos de expresión de la rabia disfuncionales con los que crecieron. Las oscilaciones entre actitudes de sumisión ante una pareja maltratadora y episodios de rabia incontrolada tienen a veces muchas similaridades con los roles de ambos progenitores durante su infancia: se muestran vulnerables, dependientes e indefensos como lo era su madre ante las agresiones verbales o físicas del padre, conductas que muchas veces el paciente reproduce, generándole después una intensa culpa. El paciente evita comportarse como el padre y se siente del lado de la madre, sin embargo, al rechazar su rabia por asimilarla al padre, es incapaz de manejar esta emoción, que cuando se acumula estalla en modos desproporcionados e inadecuados. El paciente ha crecido en un mundo de extremos, que se reproducen en su propia conducta. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
9. Ideación paranoide por estrés o síntomas disociativos graves
Muchas personas diagnosticadas se aburren con facilidad y manifiestan un sentimiento crónico de vacío, por lo que siempre buscan algo que
7 hacer o intentan atenuar esta
sensación de manera desesperada. En ocasiones, mediante
Algunos autores señalan las dificultades de las personas con TLP para regular los estados emocionales y su hipersensibilidad a los estímulos en general. Esta combinación de rasgos explicaría la suspicacia con la que se enfrentan a situaciones emocionales. En relación con este criterio diagnóstico, cabe mencionar el concepto de la teoría de la mente. Se refiere esta a la capacidad que tenemos todos de interpretar los gestos y las palabras de otros y transformarlos en términos de intenciones, conocimientos y creencias. Esta capacidad cognitiva compleja parece estar afectada en las personas con TLP. Los pacientes límite muestran una hipersensibilidad hacia los otros, pero les cuesta diferenciarse de ellos o tener un concepto propio. Muchos
actividades de riesgo.
25
son extremadamente vulnerables y sensibles. Algunos autores hablan de hipersensibilidad a los estímulos en general. Esto explicaría la suspicacia que se observa en las personas con TLP cuando están activadas emocionalmente. En los momentos de estrés elevado pueden llegar a pensar que los demás quieren hacerles daño y volverse extremadamente desconfiados. En personas con un apego disfuncional, el desarrollo de una teoría de la mente sería incompleto o inadecuado. Los pacientes con TLP se caracterizan también por las distorsiones cognitivas. Pueden llegar a interpretar lo que hacen los demás en función de lo que ellos piensan o sienten, lo que refleja la falta de mentalización. Este aspecto se entrelaza con los que hemos descrito en los apartados anteriores, que destacan la dificultad para aprender de la experiencia, por no contar con figuras de apego que les hayan enseñado a hacerlo. El apego ambivalente o desorganizado no proporciona referencias claras y coherentes sobre la conducta humana. El niño aprende la relación con el otro en términos de incertidumbre, imprevisibilidad y peligro. La confusión de niveles es la norma. Gestos, palabras y detalles aparentemente insignificantes suelen actuar a modo de disparadores traumáticos o señales de alerta relacionadas con experiencias tempranas. La insistencia (ligera) por parte del terapeuta en trabajar sobre un tema puede conectar con una experiencia de abuso sexual en la que los límites interpersonales y físicos
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8 Los arranques de ira de estas personas pueden ser aterra-
dores: parecen hallarse fuera
de sí y actuar por impulso. Por lo general, su intención no
es acometer daño. El enfado les permite sentirse menos vulnerables.
fueron vulnerados, o con la intrusividad de un cuidador muy desregulado, todo ello asociado a una sensación de peligro más que de seguridad. La reacción defensiva del paciente, la desconfianza o la aparente resistencia, incomprensible y desproporcionada desde el aquí y ahora, cobra todo su significado cuando lo entendemos desde el allí y entonces. Los síntomas disociativos graves suelen relacionarse con experiencias tempranas. También es frecuente encontrarlos en pacientes que han sufrido situaciones traumáticas en la infancia. En muchos casos, los síntomas disociativos son más relevantes de lo que parece, aunque pueden pasar inadvertidos. En otras ocasiones se observa una auténtica comorbilidad basada en una etiología común: ambos cuadros (síntomas disociativos y TLP) se han asociado al apego ambivalente y desorganizado, y a situaciones traumáticas en la infancia como el maltrato físico o el abuso sexual. En un gran número de pacientes, el TLP es el diagnóstico principal. Los síntomas disociativos son menos predominantes en el cuadro clínico. Destacan por su frecuencia las alucinaciones auditivas: estados mentales completamente disociados que actúan a modo de «conciencias paralelas». En otras ocasiones las voces reproducen comentarios de figuras de la vida del sujeto y van más en la línea de flashbacks auditivos. Los episodios de despersonalización, las amnesias y las intrusiones son fenómenos altamente frecuentes en los pacientes con TLP. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Conclusiones Los síntomas del TLP a veces describen solo la conducta más aparente o problemática o la consecuencia final de un problema. En cualquier caso, en el trastorno límite de la personalidad predomina una inestabilidad emocional, una alta reactividad a factores externos, una sensación de vulnerabilidad casi permanente y una gran dificultad para funcionar de manera adaptada o efectiva durante largos períodos de tiempo. La mayoría de la personas con TLP llevan un vida caótica y tienen la sensación de no encajar en la sociedad. Esto se observa y refleja en las múltiples dificultades que manifiestan en sus relaciones con los demás, en su visión de los eventos, del entorno y en el variable y frágil concepto que tienen de ellos mismos. Todo lo anterior está, en cierto modo, condicionado por las vivencias y por el estilo de apego que han adquirido de niños en la relación con sus progenitores. Hablar de problemas de apego no implica necesariamente hablar de padres maltratadores o negligentes. En los casos de maltrato o aban-
La ideación paranoide transitoria en personas con TLP se relaciona con el estrés o síntomas disociativos graves. Tal síntoma explica la suspicacia con la que suelen enfrentarse a situaciones emocionales. Pueden llegar a pensar que los demás quieren causarles daño.
dono emocional es evidente que la vinculación afectiva también será disfuncional, no solo con el progenitor maltratador sino también con el victimizado. La respuesta (o ausencia de ella) del progenitor no abusivo suele relacionarse tanto o más con la psicopatología posterior que el maltrato más evidente. Pero más allá de estos casos existen muchas situaciones aparentemente normales que suponen disrupciones en el apego: padres con historias en su propia infancia que se activan bloqueándoles en la atención a sus hijos, padres enfermos, deprimidos o con preocupaciones crónicas. Los problemas de apego no deben asociarse a hogares gravemente desorganizados o disfuncionales. Se trata de una cuestión mucho más amplia. Dolores Mosquera es psicóloga experta en trastornos de la personalidad. Dirige tres centros de psicología (LOGPSIC) en Galicia. También imparte cursos de formación. Anabel González es psiquiatra experta en trastornos disociativos. Trabaja en el Hospital Universitario de La Coruña y es responsable del área de psiquiatría y psicoterapia de la Policlínica Assistens.
9
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA EL APEGO. John Bowlby.
Editorial Paidós, 1998. DIAMANTES EN BRUTO I. UN ACERCAMIENTO AL TRASTORNO LIMITE DE LA PERSONALIDAD. MANUAL INFORMATIVO PARA PROFESIONALES, PACIENTES Y FAMILIARES. Dolores
Mosquera. Ediciones Pléyades, 2004. TEORÍA DEL APEGO Y PSICOANÁLISIS. Peter Fona-
gy. Barcelona. Editorial SPAXS, 2004. PSYCHOTHERAPY FOR BORDERLINE PERSONALITY DISORDER: MENTALIZATION BASED TREATMENT.
Anthony W. Bateman y Peter Fonagy. Oxford University Press, 2004. PARENTING FROM THE INSIDE OUT. Daniel J. Siegel
y Mary Hartzell. Penguin Group, 2004. TRASTORNO LIMITE DE LA PERSONALIDAD. PROFUNDIZANDO EN EL CAOS. Dolo-
res Mosquera. Ediciones Pléyades, 2007.
27
EN EL REINO DE LOS SUEÑOS Al quedarnos dormidos, diferentes grupos neuronales dejan de forma progresiva de estar en activo, hasta que, finalmen-
© ISTOCKPHOTO / INA PETERS
te, la conciencia se aletarga.
El silencio de las neuronas ¿Por qué nos adormitamos? Posiblemente porque algunas partes de nuestro cerebro están ya descansando. Todo apunta a que dormirse no depende de un proceso centralizado, sino que las células nerviosas se desconectan por grupos independientes cuando ya han trabajado lo suficiente JOACHIM MARSCHALL
C
ontinúa siendo un misterio por qué necesitamos dormir, si bien está claro que el descanso nocturno es vital para el cuerpo. Sin un sueño reparador, el bienestar y la salud se resienten. Probablemente requiramos de tiempos muertos periódicos para poner a punto el sistema inmunitario, quizá también para asentar las conexiones recién establecidas entre las células nerviosas [véase «Importancia del sueño justo», por Ulrich Kraft; MENTE Y CEREBRO, n.o 28]. Los investigadores todavía no pueden responder con una explicación definitiva qué sucede exactamente en nuestra cabeza cuando desconectamos. Sea como fuere, hasta ahora se consideraba al sueño como un estado que afecta al cerebro en su conjunto: o se está despierto o dormido. Sin embargo, una teoría desbanca este punto de vista. Según indica, determinadas regiones cerebrales podrían quedarse dormidas con independencia unas de otras. Un grupo de investigadores del sueño en torno a James Krueger y Jaak Panksepp, de la Universidad estatal de Washington en Pullman, propuso que el sueño no supondría un proceso controlado de forma central, sino que grupos de células nerviosas independientes se desconectarían de manera aislada según su necesidad de regeneración. El sueño surgiría, así, por sí mismo, de modo que poco a poco, una mayor parte del cerebro iría cayendo en el descanso, hasta«apagarse» la conciencia. ¿Puede entonces el cerebro estar despierto y dormido al mismo tiempo? En opinión de Krueger, existen pruebas de que así es, como lo confirman, por ejemplo, los resultados obtenidos a partir de personas sonámbulas. Estos sujetos presentan algunas regiones cerebrales aparentemente en estado despierto, pues deambulan de un lado a otro, sorteando los objetos que se encuentran a su paso. Sin embargo, también presentan otras funciones en MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
fase de desconexión (similar a como sucede durante el sueño profundo), ya que no son conscientes de su excursión nocturna. Por lo general, cuando despiertan, no recuerdan su aventura de la noche anterior. También en el reino animal encontramos ejemplos de este «sueño a medias». Por ejemplo, en delfines en estado de descanso se observan ondas EEG lentas (indicadoras de sueño profundo) tan solo en una mitad del cerebro. Otros mamíferos marinos, además de muchas aves, duermen al menos algunas veces con solamente una mitad de su cerebro profundamente dormida. Este sueño unilateral ya se observó en las palomas. Incluso los animales mantienen en estas circunstancias con frecuencia un ojo abierto y otro cerrado. Existe, según Krueger, otro indicio que refuerza dicha teoría: hasta ahora no se conoce ningún caso médico de un sujeto que haya dejado de dormir por completo a causa de la lesión de un supuesto «centro del sueño». Tras una lesión cerebral, es posible que el afectado pierda la capacidad de hablar o de leer, que sufra una parálisis o un cambio de personalidad. No obstante, independientemente de la región cerebral que resulte dañada tras un accidente o una enfermedad, si el sujeto consigue sobrevivir, después de un par de días, como máximo, comenzará de nuevo a dormir. Ello muestra, en opinión del investigador, que «el sueño es una capacidad fundamental de las células nerviosas que se organiza por sí misma». En 1997, una observación de los investigadores del Instituto Max Planck de Química Biofísica en Gotinga señalaba una dirección similar. Los biólogos del grupo de HansChristoph Nothdurft entrenaron a dos monos de Java para que ejecutaran una tarea sencilla. Primero, se mostraba a los monos en una pantalla una línea con un determinado ángulo de
RESUMEN
Descanso progresivo
1
El sueño no es un proceso central: gru-
pos de células nerviosas o columnas corticales se desconectan de forma aislada e independiente, según su necesidad de regeneración.
2
Las columnas corticales en modo
«sueño» presentan picos tensionales más altos.
3
La sensación de cansancio por la noche
puede deberse a que muchas de las columnas corticales han dejado de trabajar.
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1
Sustancia gris Sustancia blanca
2
GEHIRN & GEIST / EMDE-GRAFIK
3
4 Astrocitos
Células piramidales
Las columnas de la mente
5
6
La capa externa del cerebro está formada por la sustancia gris (la corteza), en la cual se encuentran principalmente los somas neuronales. La sustancia blanca, situada debajo de la gris, se compone de las fibras nerviosas que ponen en conexión los somas celulares de las distintas regiones cerebrales. La materia gris se divide en la mayoría de los lugares de la corteza cerebral en seis capas, en las cuales se produce una distribución característica por tipos celulares. Las neuronas, que en algún punto de la corteza se sitúan unas sobre otras, se hallan conectadas entre sí de forma especialmente tupida. Forman una «columna cortical», la cual se considera la unidad de elaboración básica del cerebro.
30
inclinación. A continuación, se les presentaba un conjunto de líneas con diferentes inclinaciones; mediante la pulsación de un botón debían decidir si la primera línea que habían visto se encontraba entre las mostradas en segundo lugar. Durante el experimento, los científicos recogían —a través de finos electrodos— los impulsos nerviosos de determinadas células de la corteza visual, la parte del cerebro que elabora las informaciones visuales. Como cabía esperar, las neuronas se disparaban de forma intensa tan pronto como aparecían líneas en la pantalla. Mas, cuando durante el desarrollo de la tarea alguno de los animales se adormilaba, los investigadores detectaron un fenómeno sorprendente: de repente podía suceder que uno de los sensores dejara de proporcionar señales, como si la célula se encontrara sumida en un sueño profundo. En su lugar recibían una señal de fondo que normalmente solo aparece durante el sueño y que consiste en fases largas de inactividad interrumpidas por salvas de impulsos espontáneos con una actividad similar de alto voltaje. A pesar de que dicho «modelo de sueño» aparecía en determinados puntos de la corteza visual, los primates estaban todavía despiertos y podían llevar a cabo su tarea sin cometer demasiados errores. Ya entonces los investigadores llegaron a la conclusión de que posiblemen-
te el sueño no se difunda de forma sincrónica en el cerebro, sino que algunas células, de las que tomaban sus mediciones, se encontraban, aparentemente, en un estado de reposo mientras el animal, aunque visiblemente cansado, no dormía todavía. El biólogo David Rector, de la Universidad estatal de Washington, uno de los artífices de la teoría, investigó este fenómeno hace algo más de cuatro años. Llegó a la conclusión de que no son neuronas sueltas las que de alguna manera se desconectan de forma independiente, sino grupos celulares completos: las columnas corticales. Tales columnas constituyen probablemente las unidades de elaboración fundamentales del cerebro. Cada una de ellas está compuesta de varios miles de células nerviosas situadas unas encima de otras en un punto determinado de la corteza cerebral. La corriente de información dentro de esa columna es en particular intensa, pues las neuronas están entrelazadas entre sí mucho más densamente que con sus vecinas laterales. Así, pues, Rector investigó cómo reaccionaban las columnas cerebrales de las ratas ante la entrada de impulsos. Para ello, los científicos de su equipo tiraban de uno de los pelos táctiles del animal mientras que con un EEG de alta resolución medían el flujo de corriente que llegaba a las columnas corticales de las regiones cerebrales que elaboraban tales estímulos sensoriales. Observaron que las columnas corticales oscilaban entre dos estados distintos: en uno reaccionaban a un estímulo sensorial con una intensa señal EEG, en el otro con un pico notablemente inferior.
Alta tensión nocturna «Curiosamente —afirma Rector—, las columnas responden con un gran pico tensional cuando los animales duermen». Una amplitud en una EEG en especial alta parece indicar —por paradójico que parezca— un estado de descanso de las columnas. ¿Por qué? Durante el sueño profundo, según Rector, las células estarían paralizadas con el fin de ahorrar energía. A pesar de ello, algunos estímulos se elaborarían en la corteza cerebral, fenómeno con sentido desde el punto de vista evolutivo, pues resulta importante para la supervivencia reaccionar ante contactos u olores también durante el sueño. Mas cuando se estimulan células nerviosas que en ese momento se encuentran «desconectadas», modifican su estado de tensión de manera mucho más nítida que las células que MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
están despiertas y activas. Esta es la razón por la que se muestran picos tensionales más altos en aquellas columnas cuyos grupos celulares se encuentran en modo «sueño». «También entrenamos a ratas para que realicen determinadas tareas —comenta Rector—, durante esta actividad medimos el estado de sus columnas corticales. Los resultados provisionales obtenidos muestran que cuando las columnas reaccionan de forma intensa ante estímulos, los animales cometen más fallos». Ello demostraría una vez más que las variaciones de potencial eléctrico más intensas indican el estado de sueño de las columnas corticales. Como prueban las mediciones llevadas a cabo por Rector, incluso las columnas corticales colindantes pueden encontrarse en estados diferentes: una activa, la otra inactiva. En ese momento, algunas veces los animales están aún despiertos, otras se hallan ya dormidos. Pero, ¿de qué depende que una columna esté en estado de reposo o siga activa? Del mismo modo que el organismo en su conjunto, también los grupos celulares parecen «cansarse» cuando llevan activos cierto tiempo. A medida que el estado de vigilia se prolonga, aumenta la necesidad de descanso y, con ello, la probabilidad de que una columna produzca grandes picos EEG.
Apretones de manos en el laboratorio del sueño No es ninguna idea novedosa que la utilización de determinadas áreas cerebrales provoque que estas se cansen de forma selectiva. Ya hace más de 14 años que el investigador del sueño Alexander Borbély constató que el sueño en algunas regiones cerebrales —dependiendo de la actividad previa que habían desarrollado los probandos— podía resultar más profundo en unas que en otras. Para comprobarlo, el investigador realizó el siguiente experimento: en las seis horas previas al descanso, estrechó la mano a cada uno de los voluntarios con la ayuda de un aparato diseñado para tal efecto. Esta actividad significaba un trabajo pesado para las células de la corteza somatosensorial, las cuales elaboran las sensaciones táctiles. En la primera hora tras conciliar el sueño, se pusieron de relieve en el EEG algunas peculiaridades. Si, por ejemplo, el probando había estado estrechando la mano derecha, aparecían reforzadas en la corteza somatosensora izquierda (responsable de la mitad corporal derecha) ondas delta lentas. Esta parte del cerebro parecía, por tanto, más profundamente dormida MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
que la equivalente en el lado contrario; como si necesitara una porción extra de sueño a causa de la intensa exigencia que había experimentado antes. A partir del descubrimiento de Borbély, muchos experimentos en ratones, palomas, gatos y seres humanos han demostrado la misma conclusión: si se estimula en exceso una determinada región de la corteza cerebral durante el estado de vigilia, en el sueño posterior esa parte cerebral muestra a menudo patrones EEG correspondientes al sueño profundo más intensos. Asimismo, dicho cansancio se manifiesta de forma aislada en las columnas corticales, como Rector demostró. Si se exige con intensidad a una columna cortical –por ejemplo, mediante un estímulo eléctrico y de forma continuada—, aumenta de manera considerable la probabilidad de que acabe por inactivarse y pase a un estado de sueño. Con ello, también es probable que distintas proteínas, a las que ya hace tiempo que se las conoce bajo el nombre de «sustancias reguladoras del sueño», desempeñen una función importante. La actividad en las sinapsis parece que conlleva la producción de tales sustancias que, al alcanzar la cantidad suficiente, ocasionan la desconexión de esta y de otras sinapsis próximas. Por tanto, cuando nos sentimos cansados por la noche, ese cansancio puede deberse a que muchas de nuestras columnas corticales han dejado ya de trabajar. Es posible que uno acabe quedándose por completo dormido cuando el modo de «reposo» vaya pasando de columna en columna, extendiéndose así lentamente por todo el cerebro. Las columnas vecinas de las ya inactivadas cuentan con mayor probabilidad de desconectarse, aunque desconocemos todavía la razón. Probablemente, dicha expansión del sueño está influida por relojes internos cerebrales, como el núcleo supraquiasmático, que controla en ciclos de 24 horas la producción de la «hormona del sueño», la melatonina. La teoría de Krueger y de sus colegas explica a su vez por qué al despertar por la mañana nos sentimos somnolientos durante un buen rato: probablemente lleve un tiempo que el modo de «actividad» se extienda por todo el cerebro y que todas las columnas cerebrales se conecten. Así, pues, cuando usted no sienta ganas de hablar a primera hora de la mañana, atribúyalo a las columnas corticales que aún deben despertar.
DORMIR CON RITMO Durante las siete horas y 30 minutos que de media dormimos, atravesamos distintas fases en las que las células nerviosas cerebrales se van activando con ritmos diferentes. Mediante un electroencefalograma (EEG) se pueden recoger, a través de pequeños electrodos, las corrientes cerebrales y representarlas en un gráfico. Durante el sueño ligero aparecen de forma aislada lentas ondas theta, mientras que en el sueño profundo surgen grandes ondas delta. La llamada fase REM, durante la cual se sueña en especial, constituye una excepción: en ella aparecen rápidas ondas beta, propias en realidad del estado de vigilia.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA LOCAL FUNCTIONAL STATE DIFFERENCES BETWEEN RAT CORTICAL COLUMNS.
D. Rector et al. en Brain Research, vol. 1047, págs. 45-55; 2005. SLEEP AS A FUNDAMENTAL PROPERTY OF NEURONAL ASSEMBLIES. J. Krueger
et al. en Nature Reviews Neuroscience, vol. 9, págs. 910-919; 2008.
Joachim Marschall es psicólogo.
31
NMDA (glutamato)
AMPA (glutamato)
Kainato (glutamato)
Una nueva cartografía del cerebro Desde hace siglos los científicos prueban de trazar «mapas» de nuestro cerebro, mas las propuestas presentadas hasta ahora no reflejan la auténtica complejidad del órgano. Una nueva cartografía cerebral está en proceso KARL ZILLES Y KATRIN AMUNTS
M2 (acetilocolina)
32
M3 (acetilcolina)
Nicotínico (acetilcolina)
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mGlu2/3 (glutamato)
A1 (adenosina)
GABA A (GABA)
D1 (dopamina)
GABA B (GABA)
PANORAMAS CEREBRALES Las imágenes muestran la distribución espacial de distintos receptores en un corte transversal del cerebro humaTODAS LAS ILUSTRACIONES DE ESTE ARTÍCULO: INSTITUTO PARA LAS NEUROCIENCIAS Y MEDICINA DEL CENTRO DE INVESTIGACIÓN JÜLICH / CORTESÍA DE KARL ZILLES
no. En cada caso, las moléculas reaccionan a un determinado neurotransmisor (en paréntesis) y desempañan una función importante en la comunicación entre unas neuronas y otras. El color azul indica una densidad de receptores baja; el rojo, elevada.
5-HT1A (serotonina)
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α1 (noradrenalina)
α2 (noradrenalina)
33
L
RESUMEN
Neuro-navegador
1
Mucho antes del desarrollo de las
modernas ciencias neurológicas ya existían mapas del cerebro. Entre tanto, los investigadores utilizan métodos diversos para conocer la estructura cerebral.
2
Mediante la cartografía de recepto-
res se dispone de un mapa para cada molécula, que reacciona a un neurotransmisor determinado.
3
El objetivo de la investigación es
reconstruir la estructura del cerebro, desde su arquitectura general hasta el nivel molecular.
D1
AMPA 3000
a localización exacta del lugar donde acontecen determinados procesos psíquicos ha ocupado a los científicos desde que reconocieron este órgano, de casi kilo y medio de peso, como sede de la actividad mental. Los investigadores del funcionamiento cerebral han propuesto desde siempre mapas en los que localizar las regiones responsables de los diversos procesos mentales de forma similar a como los continentes aparecen marcados en un mapamundi. Desde la perspectiva actual, la mayoría de esos intentos fallaron en su objetivo. Hasta principios de la edad moderna, por ejemplo, se creía que los diversos ventrículos, huecos del cerebro llenos de líquido, eran responsables de todos los procesos mentales, incluso de la imaginación o la memoria. Los antiguos investigadores no concedían importancia ninguna al tejido nervioso, base biológica, como ahora sabemos, de estos procesos. Otro intento fue la frenología. Su fundador, Franz Joseph Gall (1758-1828), creía reconocer el carácter de una persona a través del análisis de la forma de su cráneo. Basaba tal convicción en el hecho de que el cerebro se formaba de 27 «órganos»; cada uno de ellos albergaba una cualidad, como el amor a los niños, la compasión o la fuerza de voluntad. Según Gall, el desarrollo de esos órganos podía reconocerse por la impronta que dejaban en el hueso craneal que los rodeaba. En la actualidad, ningún investigador serio piensa que las variedades de conducta se deben a un único núcleo o área de la corteza cerebral especializada. Por el contrario, sabemos que casi todos los procesos mentales requieren la actividad conjunta de complejas redes neuronales.
kainato NMDA
5-HT1B 5-HT1A
GABA A
1000
receptores» presenta la distribución en el
Hipocampo
α2
«HUELLA DACTILAR» La «huella dactilar de
2000
GABA B
hipocampo de cada uno de 15 receptores que intervienen en el
α1
BZ M1
nicotina M3
34
M2
proceso de aprendizaje y en la memoria.
Entre 1903 y 1909 Korbinian Brodmann consiguió trazar por primera vez cartografías de la organización de la corteza del cerebro mediante estudios microscópicos. En la actualidad, las cartografías cerebrales resultan más importantes que nunca; sabemos que el cerebro, a diferencia de la mayoría de los otros órganos de nuestro cuerpo, muestra estructuras muy diversas según las regiones, los núcleos o las áreas corticales. Ya no basta un solo mapa del cerebro para ordenar y representar aquello que conocemos de él. En el Instituto de Ciencias Neurológicas y Medicina del Centro de Investigación Jülich, del Instituto C. y O. Vogt para la Investigación Cerebral de la Universidad de Düsseldorf, y en la facultad de medicina de la Escuela Técnica Superior de Renania-Westfalia, en Aquisgrán, trabajamos en la elaboración de una cartografía cerebral multimodal. El objetivo es conseguir un cerebro virtual que muestre los distintos planos de toda la red funcional hasta alcanzar el nivel de las moléculas individuales.
Fotografía de la psique A simple vista, la mayoría de las áreas de la corteza cerebral parecen tener una estructura similar. Por todas partes aparecen las mismas neuronas y células de glía, con idénticos principios funcionales y mecanismos moleculares. Las diferencias radican en el detalle, en la arquitectura, que puede trazarse según criterios distintos. Por ejemplo, según el tamaño de las neuronas que existen en una determinada área cerebral, conforme a su forma o según la densidad en que se encuentran (citoarquitectura). Asimismo, puede realizarse a tenor del tipo de moléculas que garantizan la transmisión de la información entre unas células y otras (arquitectura de receptores). Finalmente, las conexiones neuronales pueden ordenarse y describirse de manera diferenciada (mieloarquitectura y conectividad). Si se contemplan los tres criterios, la corteza cerebral se puede dividir probablemente en más de 200 áreas. Para investigar un cerebro humano según su citoarquitectura, empleamos en primer lugar la tomografía de espín nuclear (tomografía por resonancia magnética, TRM) con el objetivo de obtener una imagen tridimensional. A continuación, mediante un microtomo, se realizan de 6000 a 8000 cortes finísimos (con un grosor de una quincuagésima de milímetro) MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
de todo el órgano. A continuación, se tiñen las neuronas y se registra su distribución espacial mediante un microscopio combinado con un escáner. Un ordenador analiza la densidad de neuronas en cada lugar del corte cerebral. De este modo, a partir de miles de puntos de la corteza cerebral se obtiene un «perfil arquitectónico» que representa la densidad neuronal, desde la superficie de la corteza hasta sus límites más profundos. El resultado son miles de perfiles de todo el cerebro. A partir de ello y mediante procedimientos estadísticos, podemos precisar dónde se presentan cambios locales en la citoarquitectura, de tal manera que se determinan los límites entre las diversas áreas cerebrales. Finalmente, mediante la TRM, reflejamos los datos en formato tridimensional, de manera que se corresponde al cerebro vivo. Mediante este proceso podemos trazar una imagen exacta de la citoarquitectura del cerebro vivo. Sin embargo, el neurólogo se enfrenta con el problema de las grandes diferencias que existen entre los cerebros de unas personas y otras, no solo por lo que respecta a su tamaño y forma, sino también por su situación exacta y el tamaño de cada área. Junto a otros investigadores hemos documentado diferencias en determinadas áreas cerebrales entre diestros y zurdos, mujeres y hombres, viejos y jóvenes. Por otra parte, cada cerebro es único. También un entrenamiento intenso de capacidades concretas, como la música o el deporte, origina cambios estructurales. Con el fin de transferir los conocimientos de los cerebros estudiados a otras personas, elaboramos cartografías cerebrales probabilísticas. En dichos mapas no aparecen límites dogmáticos entre las áreas, sino que presentan informaciones probabilísticas sobre el lugar y extensión de esas áreas en una corteza cerebral concreta. De esta forma, el investigador puede calcular, para cada cerebro individual, la probabilidad de que un determinado punto de ese cerebro forme parte de una u otra área estructural o funcional. Hasta fecha reciente, no ha sido posible obtener cartografías cerebrales basadas, además de en la forma y la densidad de las neuronas, también en la distribución de los neurotransmisores y sus receptores. Mediante los transmisores, las neuronas transfieren señales a otras neuronas. Cada uno de estos transmisores actúa sobre uno o varios receptores, moléculas proteicas situadas en MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
CORTES PROCESADOS Un microtomo corta en porciones un cerebro, incluido en parafina, de un donante. Los cortes tienen un grosor de una quincuagésima de milímetro (arriba); se escanean y analizan por ordenador. A partir de estos datos, se trazan cartografías «probabilísticas» del cerebro (abajo). La imagen muestra la probabilidad de que puntos determinados de la corteza cerebral formen parte de un área de la región de Broca, importante para el habla.
100 %
10 %
35
Se han documentado diferencias en áreas cerebrales determinadas de diestros y zurdos, mujeres y hombres, viejos y jóvenes
la membrana de las células que reaccionan específicamente a estas sustancias. Cuando los transmisores llegan a sus receptores específicos, se observa un cambio en el tránsito iónico a través de la membrana celular. En determinadas circunstancias, la neurona emite una señal eléctrica que estimula o inhibe otras neuronas. Por otra parte, los receptores pueden influir en el metabolismo intracelular o en la actividad de genes determinados. Dada la importancia de la transmisión de información entre las células, se han creado muchos medicamentos dirigidos a actuar en este sistema, sobre el que también influyen el alcohol y las drogas.
Sinfonía de moléculas Los biólogos moleculares han identificado varios cientos de receptores, han descifrado su codificación genética y sus formas de actuar. Es errónea la idea de que cada neurona fabrica un único neurotransmisor —con frecuencia se habla, por ejemplo, de neuronas dopamínicas— o que cada una de ellas reacciona a un único mensajero. Por el contrario, cada neurona dispone de muchos tipos de receptores, variando su número de unas neuronas a otras. Además, las neuronas captan transmisores de numerosas células vecinas. De este modo, la transmisión de la información comprende acordes completos, no solo notas únicas. Sin embargo, ¿cómo es posible que las 20.000 millones de neuronas que existen en la corteza cerebral no originen una cacofonía, mas al contrario, den lugar a una sinfonía orquestada a la perfección que permite las percepciones, las sensaciones, los pensamientos y las conductas?
Para contestar a esta pregunta, hemos de entender mejor cómo interactúan los tipos de receptores. En este sentido, tanto en Jülich como en Düsseldorf, trabajamos con cartografías moleculares para cada receptor concreto, lo cual nos permite ver cuántas de esas moléculas se presentan en un lugar del cerebro determinado. Para ello utilizamos la autorradiografía de receptores: marcamos numerosos receptores diferentes con moléculas radiactivas que presentan afinidades combinatorias similares a las de los transmisores naturales. Finalmente, en un corte de la corteza cerebral medimos la intensidad radiactiva, la cual nos indica la densidad local de receptores. De este modo, puede reconstruirse para la corteza cerebral completa con qué densidad y en qué punto se presentan, por ejemplo, receptores para la nicotina, dopamina o serotonina. A través de la combinación de cartografías cerebrales sobre la arquitectura citológica y de receptores podemos reconocer los límites de las áreas hasta ahora desconocidos, además de la estructura molecular y funcional de esas regiones. Para los neurobiólogos resulta particularmente interesante conocer el balance entre los diversos receptores en una determinada área, ya que proporciona valiosa información sobre los mecanismos funcionales que allí ocurren. En imágenes, dicha información puede representarse en forma de «huella dactilar de los receptores». La figura de la página 34 muestra la distribución de 15 receptores en el hipocampo, estructura cerebral gracias a la cual podemos aprender y memorizar. La «huella dactilar» permite reconocer que las neuronas de esta región disponen, sobre todo, de receptores de tipo GABA A /BZ, MNDA y 5-HT 1A que reaccionan
MIRADA EN PROFUNDIDAD Un nuevo tipo de tomografía por emisión de positrones permite ver la distribución de receptores en el cerebro. Aquí se muestra la del receptor de serotonina 5-HT 2A . En una persona sana (izquierda), la densidad es mayor que en un paciente con síndrome de Urbach-Wiethe, raro trastorno de la conducta social.
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Korbinian Brodmann: primer cartógrafo de la mente A finales del siglo XIX , el desarrollo de la microscopía y de las nuevas técnicas de tinción para los cortes cerebrales posibilitó por primera vez describir células y fibras nerviosas individuales. De estas técnicas se aprovechó el médico Korbinian Brodmann (1868-1918) con el objetivo de confeccionar los primeros «mapas del cerebro» con base científica. De 1901 a 1910, Brodmann trabajó con la pareja de investigadores Cècile (1875-1962) y Oskar Vogt (1870-1959) en el por entonces recién fundado Instituto de Neurobiología de la Universidad de Berlín. Mediante un trabajo minucioso a lo largo de varios años, Brodmann estudió la distribución de células en cada región del cerebro humano, así como de otros mamíferos. En DOMINIO PÚBLICO
1909 resumió sus descubrimientos en su obra maestra Vergleichende Lokalisationslehre der Grosshirnrinde (Método comparativo para la localización en la corteza cerebral). El científico propuso dividir la corteza cerebral en 52 áreas, conocidas todavía hoy por los neurólogos como «áreas de Brodmann». El atlas de Brodmann fue para su época sorprendentemente exacto. Sin embargo, mediante los métodos modernos de investigación, tales como la tomografía funcional me-
FAMOSO PIONERO
diante resonancia magnética, pueden demostrarse algunos errores en la delimitación
Korbinian Brodmann dividió
de las áreas. Además, solo incluyó la superficie de la corteza cerebral, sin considerar las
el cerebro en 52 áreas, bien
regiones situadas en la profundidad de sus surcos, a pesar de que suponen dos terceras
conocidas por los neurólo-
partes de la misma.
gos de hoy en día.
a los neurotransmisores GABA, glutamato y serotonina. Podemos representar también la frecuencia con que se presentan los receptores de un determinado tipo en el cerebro de las personas vivas. Esto es posible merced a una especial técnica de imagen, la tomografía por emisión de positrones (TEP). Mediante esta técnica los investigadores pueden explorar la función que desempeñan determinados receptores en enfermedades psíquicas. En fecha reciente, hemos demostrado que en pacientes con síndrome de Urbach-Wiethe (raro proceso genético que condiciona notables trastornos de la conducta social) existen en todo el cerebro bajas concentraciones de un receptor de la serotonina.
Vías multicolor Otra posibilidad para hacer visible la estructura del cerebro la ofrecen las conexiones mutuas entre las diversas áreas cerebrales. De las neuronas parten apéndices (axones) que enlazan con otras neuronas, en ocasiones situadas en regiones muy alejadas. Recientes avances técnicos permiten seguir el curso de estas fibras: la imagen con tensor de difusión (ITD) permite ver el curso de los nervios en la persona viva. El procedimiento no es invasivo y ofrece una resolución espacial de pocos milímetros. Resulta útil para estudiar las fibras nerviosas gruesas, mas no es suficiente para la MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
multitud de fibras pequeñas que desearíamos investigar. Incluso las más finas están formadas desde muchos centenares hasta miles de axones. En los últimos tiempos, para conocer el elevado número de fibras, podemos estudiar los cortes cerebrales mediante la microscopía de polarización. Gracias a este procedimiento se consigue una resolución espacial de pocas milésimas de milímetro. Si combinamos todos los métodos expuestos, podemos trazar cartografías cerebrales multimodales detalladas que sirvan de base para la confección de un cerebro virtual. Ello permitiría realizar expediciones apasionantes a través de los procesos biológicos que suponen la base de nuestra mente. Además, las cartografías multimodales podrían contribuir en un futuro a mejorar los diagnósticos y las terapias para tratar las enfermedades del cerebro, cada vez más frecuentes.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA CYTOARCHITECTURE OF THE CEREBRAL CORTEX — MORE THAN LOCALIZATION . K. Amunts et al.
en Neuroimage, vol. 37, págs. 1061-1065; 2007. RECEPTOR MAPPING: ARCHITECTURE OF THE HUMAN CEREBRAL CORTEX .
K. Zilles y K. Amunts en Current Opinion in Neurology, vol. 22,
Karl Zilles es director del Instituto de Ciencias Neurológicas y Medicina INM-2 del Centro de Investigación de Jülich y director del Instituto C. y O. Vogt para la Investigación Cerebral de la Universidad de Düsseldorf. Katrin Amunts es directora del Instituto de Ciencias Neurológicas y Medicina INM-1 del Centro de Investigación de Jülich y profesora de cartografía estructural y funcional del cerebro en la Cínica de Psiquiatría y Psicoterapia de la Escuela Técnica Superior de Renania-Westfalia en Aquisgrán.
págs. 331-339; 2009. CENTENARY OF BRODMANN’S MAP CONCEPTION AND FATE. K. Zilles y
K. Amunts en Nature Reviews Neuroscience, vol. 11, págs. 139-145; 2010.
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La importancia deJUGAR
UNA MANO LLENA DE AMIGOS Los niños se embarcan de
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buen grado en otros papeles;
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también dan vida a títeres y muñecos de trapo. Este «juego libre» les permite desarrollar sus habilidades sociales.
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El juego libre e imaginativo resulta crucial para el desarrollo social, emocional y cognitivo. Permite una mejor adaptación, estimula la inteligencia y reduce el estrés MELINDA WENNER MOYER
E
l 1 de agosto de 1966, el mismo día en que el psiquiatra Stuart Brown se estrenaba como profesor adjunto en la facultad de medicina Baylor de Houston, Charles Whitman, estudiante de ingeniería de la Universidad de Austin en Texas, de 25 años, se subió a lo alto de la torre del campus y disparó a 46 personas. Whitman, ex francotirador de la Marina de Estados Unidos, era la última persona que nadie esperaría que perpetrara semejante matanza. Brown fue nombrado psiquiatra asesor del Estado para investigar el incidente. Al entrevistar, tiempo después, a un total de 26 acusados de asesinato en Texas para un pequeño estudio piloto que estaba realizando, descubrió que la mayoría de los asesinos, entre ellos Whitman, tenían dos características en común: por un lado, pertenecían a familias maltratadoras, y por otro, el juego nunca formó parte de su infancia. Brown no sabía por entonces cuál de los factores resultaba más trascendente. En los más de 40 años transcurridos desde el trágico suceso en la Universidad de Austin en Texas hasta ahora, ha entrevistado a unas 6000 personas acerca de su infancia. Los datos sugieren que la falta de oportunidades para jugar de forma desestructurada e imaginativa puede impedir que los niños crezcan felices e integrados. El juego libre resulta crucial para que una persona llegue a ser socialmente competente, maneje el estrés y desarrolle habilidades cognitivas, como por ejemplo, la capacidad para resolver problemas. Las investigaciones sobre el comportamiento animal confirman los beneficios del juego y señalan su importancia
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evolutiva. En definitiva, jugar podría proporcionar a los animales (incluidos a los humanos) las herramientas que les ayudarán a sobrevivir y a reproducirse. La mayoría de los psicólogos afirma que jugar aporta beneficios que perduran durante toda la edad adulta; aun así, no siempre están de acuerdo hasta qué punto la falta de juego perjudica a los niños. Sobre todo porque antiguamente había pocos niños que no pasaran gran parte del tiempo jugando. Hoy por hoy, el juego libre parece estar perdiendo peso como ingrediente básico de la juventud. Según un artículo publicado en 2005 en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, el tiempo que los niños dedican a entretenerse libremente disminuyó una cuarta parte entre 1981 y 1997. La preocupación por matricular a los hijos en las universidades adecuadas origina que los padres sacrifiquen el tiempo de juego en favor de otras actividades estructuradas. Al salir del colegio, ya desde preescolar, los jóvenes ocupan las horas con lecciones de música o deporte, lo cual resta tiempo a los correteos imaginativos y traviesos que fomentan la creatividad y la cooperación. Diversos estudios demuestran que, como afirma Brown, una juventud privada de juego deteriora el desarrollo social, emocional y cognitivo normal en humanos y animales. Como el mencionado científico, otros psicólogos se muestran preocupados ante la posibilidad de que la limitación del juego libre en el desarrollo de los críos pueda derivar en una generación de adultos ansiosos, infelices
RESUMEN
¡A jugar!
1
Jugar durante la infancia resulta
crucial para el desarrollo social, emocional y cognitivo.
2
El juego libre, imaginativo y travieso,
en contraposición a los juegos o a las actividades estructuradas, es el más esencial.
3
Los niños, así como los animales, que
no juegan cuando son jóvenes pueden convertirse en adultos ansiosos e inadaptados sociales.
39
Los niños utilizan un lenguaje más sofisticado cuando juegan con otros niños que cuando juegan con adultos, ya que deben aportar claves contextuales
COMUNICARSE A TRAVÉS DEL JUEGO Para las crías de animales, retozar y mordisquearse significa llevarse bien y divertirse. En los humanos, jugar enseña a los niños a comunicarse mejor entre ellos.
e inadaptados sociales. «Una vida seriamente privada de juego tiene consecuencias graves», señala Brown. No obstante, nunca es tarde para empezar este tipo de práctica: jugar también ayuda a mantener el bienestar mental y físico de los adultos. La preocupación por la desaparición del juego no es nueva. Se remonta al año 1961, fecha en que se fundó en Dinamarca la organización International Play Association (Asociación Internacional por el Derecho del Niño a Jugar) destinada a proteger, preservar y promover el juego como un derecho fundamental para todos los niños. Sin embargo, hace poco más de un decenio que la idea tomó mayor fuerza con la creación de muchas más fundaciones sin ánimo de lucro en todo el mundo para promocionar el valor del juego y concienciar sobre el problema de su desaparición. Entre dichas organizaciones se encuentra el Instituto Nacional para el Juego en el Valle de Carmel, creado por Brown en California, la Alianza por la Infancia, así como la Asociación para los Estudios del Juego.
La libertad sí importa Pero si los niños juegan al fútbol y al Scrabble o se entretienen tocando la flauta, entonces, ¿por qué a los expertos les preocupa que estos juegos y otras actividades estructuradas se coman el tiempo del juego libre? Desde luego, los juegos con reglas, además de divertidos, son una fuente de experiencias de aprendizaje. Por ejemplo, pueden mejorar las habilidades sociales y la cohesión del grupo, afirma Anthony D. Pellegrini, psicólogo educativo de la Universidad de Minesota. Sin embargo, según explica Pellegrini, «estos juegos cuentan con unas reglas que se establecen de antemano y se cumplen. El juego libre, en cambio, no tiene reglas a priori, así que permite reacciones más creativas». Dicho aspecto creativo resulta clave, ya que favorece un estímulo mayor del desarrollo cerebral que si se siguen unas reglas predeterminadas. En el juego libre, los niños utilizan la imaginación, prueban nuevas actividades y roles. El juego libre lo inicia y crea el propio niño. Puede consistir en fantasías, como ejercer de médicos o de princesas, jugar a las casitas o en simular peleas, como cuando los niños (sobre todo los varones) alborotan y forcejean unos con otros por diversión, alternándose los papeles, con lo que no siempre hay un mismo ganador. El juego libre es lo más parecido al juego que percibimos en el reino animal, semejanza que sugiere la existencia de orígenes evolutivos lejanos. Gordon M. Burghardt, autor de The Genesis of Animal Play («La génesis del juego animal») dedicó 18 años a observar a los animales con el fin de establecer una definición de su juego. Según el autor, el juego debe ser repetitivo —un animal que golpea un objeto nuevo una sola vez no está jugando con él—, voluntario e iniciarse en un ambiente relajado. Ni los animales ni los niños juegan cuando están mal alimentados o en situaciones estresantes. Asimismo es imprescindible que la actividad no suponga una utilidad evidente en el contexto en que se observa, es decir, que en lo esencial carezca de un objetivo claro.
Enfrentarse al tiempo
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¿Cómo benefician tales actividades sin sentido aparente a los niños? El juego parece ayudar al desarrollo de fuertes habilidades sociales. «Uno no se vuelve socialmente competente porque los profesores le digan cómo debe comportarse —afirma Pellegrini—. Una persona aprende dichas habilidades interactuando con sus se-
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mejantes, aprendiendo lo que está aceptado y lo que no.» Los niños aprenden a ser justos y esperar su turno; no siempre pueden pretender ser los reyes del lugar, o rápidamente perderán a sus compañeros de juego. «Quieren mantener la situación, por lo que están dispuestos a esforzarse en dar cabida a los deseos de otros», explica Pellegrini. Al divertirles a los niños la actividad, no se rinden tan fácilmente ante una contrariedad como por ejemplo ocurriría en el caso de tener que resolver un problema de matemáticas; así pues, desarrollan la capacidad para la constancia y la negociación. Para que las cosas transcurran de forma amistosa se requiere mucha comunicación, posiblemente la habilidad social más valiosa de todas. En este sentido, el juego con iguales es la actividad que desempeña una función más relevante. Las investigaciones muestran que los niños usan un leguaje más sofisticado cuando juegan con otros críos de su edad que si lo hacen con adultos. Cuando juegan a representar un papel, tienen que comunicarse sobre algo que no está físicamente presente, así que deben usar un lenguaje complicado si quieren que sus iguales entiendan lo que les intentan decir. Por ejemplo, no basta con que el niño pregunte «¿vainilla o chocolate?» mientras le ofrece a un amigo un cucurucho imaginario. Tienen que proporcionar claves para el contexto: «Helado de vainilla o de chocolate, ¿cuál te apetece?». Los adultos, por otro lado, rellenan los huecos de información, lo que facilita las cosas a los niños. Si jugar en la infancia ayuda a ser más sociable, ¿no hacerlo obstaculiza el desarrollo social? Así lo sugieren los estudios. Según una investigación longitudinal publicada en 1997 por la Fundación High/Scope de Investigación Educativa en Ypsilanti (Michigan) y llevada a cabo con sujetos en situación de pobreza y un alto riesgo de fracaso escolar, aquellos que disfrutaron de una educación preescolar orientada al juego se mostraban años después socialmente más adaptados que los niños que habían experimentado una enseñanza preescolar basada en juegos instruidos por profesores. De entre estos últimos, más de una tercera parte habían sido arrestados por delito grave a los 23 años; en cambio, entre aquellos alumnos que habían atendido a una educación orientada al juego, los «delincuentes» suponían menos de una décima parte del total. También se observaron diferencias entre unos y otros durante la edad laboral: mientras menos del 7 por ciento de los
instruidos en el juego había perdido el trabajo alguna vez, una cuarta parte de los educados durante la etapa infantil con una instrucción directa fueron despedidos en alguna ocasión. Los estudios con animales complementan la teoría de que la carencia de juego reduce las habilidades sociales. Los resultados de una investigación publicada en 1999 en Behavioral Brain Research prueban que las ratas aisladas durante la cuarta y quinta semana de vida (período de desarrollo que más tiempo dedican al juego) se muestran mucho menos sociables al encontrarse después con sus compañeras en comparación con el comportamiento que manifiestan las ratas que no han sido incomunicadas durante dicho período de desarrollo. Por otro lado, un estudio publicado en Developmental Psychobiology en 2002 reveló que las ratas macho criadas en aislamiento durante su juventud no manifestaban la conducta normal de evitación cuando se las juntaba con múridos macho dominantes que las atacaban de forma repetida. Entonces, ¿es la privación de juego la
JUEGO IMAGINATIVO Disfrazarse y aparentar ser otra persona es un tipo de juego libre. Este término en psicología define un tipo de diversión no estructurada, imaginativa y que supone un desafío mayor para el cerebro en desarrollo.
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La falta de juego podría impedir el desarrollo de la capacidad para resolver problemas
MAYOR CREATIVIDAD Y RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS Muchos niños, en especial los varones, disfrutan con los juegos bruscos y las riñas. El hecho de turnarse el papel de vencedor de la pelea contribuye a que aprendan la actividad
causa de los problemas de comportamiento o el aislamiento social en general? Otro estudio sugiere que jugar fomenta el desarrollo neuronal en áreas cerebrales superiores implicadas en las reacciones emocionales, así como en el aprendizaje social. En 2003, científicos señalaron que jugar a pelearse libera en tales regiones cerebrales el factor neurotrófico derivado del cerebro (FNDC), una proteína que estimula el crecimiento de nuevas neuronas. Los investigadores permitieron a 13 ratas de control que jugaran libremente con otras compañeras durante tres días y medio; otros 14 ejemplares fueron aislados durante el mismo período de tiempo. Al examinar el cerebro de los animales, descubrieron que la corteza, el hipocampo, la amígdala y el puente troncoencefálico de las ratas de control que habían jugado contenían niveles muy superiores de FNDC en comparación con los de aquellas que habían permanecido en aislamiento. «Creo que jugar es el mecanismo más importante por el que se relacionan las regiones superiores del cerebro», afirma Jaak Panksepp, neurocientífico de la Universidad estatal de Washington y coautor del estudio.
recíproca del toma y daca, entre otras habilidades socia-
Alivio del estrés
les. Incluso se ha demostrado
Las investigaciones sugieren también que jugar resulta crucial para la salud emocional, posiblemente porque ayuda a los niños a calmar la ansiedad y el estrés. En un estudio de 1984
que estas riñas mejoran la creatividad y la capacidad para
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resolver problemas.
publicado en el Journal of Child Psychology and Psychiatry, los investigadores analizaron el nivel de ansiedad de 74 niños de entre tres y cuatro años de edad en su primer día de preescolar a partir de su comportamiento (si suplicaban, lloriqueaban e imploraban a sus padres que se quedaran), así como de la sudoración de las manos. Los investigadores catalogaron a los niños de ansiosos o no ansiosos. Después separaron de forma aleatoria a los 74 niños en cuatro grupos: la mitad fueron trasladados a habitaciones llenas de juguetes, donde podían jugar solos o con otro compañero durante 15 minutos; a la otra mitad se les pidió que se sentaran a una mesa solos o con otros niños y escucharan al profesor mientras contaba un cuento también durante 15 minutos. Más tarde se volvió a evaluar el nivel de ansiedad de los pequeños. De entre los niños nerviosos desde el inicio del experimento, el nivel de ansiedad se redujo más del doble en aquellos que habían estado jugando si se comparaban con los que habían estado oyendo el cuento del profesor; aquellos que no se mostraron nerviosos se mantuvieron igual. Otro resultado llamó la atención de los investigadores: los niños que habían jugado solos durante el cuarto de hora se calmaron con mayor facilidad que aquellos que habían compartido el tiempo de juego con compañeros. En opinión de los responsables del estudio, los niños construyen a través del juego imaginativo (actividad más fácil de iniciar si se está en soledad) fantasías que les ayudan a lidiar con situaciones difíciles. Los estudios con animales sostienen también la teoría de que jugar ayuda a aliviar el estrés,
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concepto que se conoce en neurociencia bajo el término de amortiguador social. En un estudio publicado en 2008, el neurocientífico Stephen Siviy, de la Universidad de Gettysburg, colocó ratas solas en una cámara. Al introducir el collar usado de un gato, se pusieron visiblemente nerviosas. Más tarde se limpió la cámara con el fin de neutralizar el olor a gato. A continuación se volvieron a introducir en el lugar a las mismas ratas, esta vez sin el collar. De forma inmediata, los múridos se pusieron de nuevo nerviosos, probablemente porque asociaban el espacio con el gato. Mas si Siviy y sus colaboradores incluían en la cámara un ejemplar de rata que nunca había estado expuesta al collar del gato y, por tanto, no tenía miedo, los dos roedores empezaban a jugar persiguiéndose uno a otro, retozando y simulando pelearse. Poco después, la primera rata se relajaba y se calmaba, lo que sugería que jugar le ayudaba a aliviar la ansiedad.
Siempre trabajar, nunca jugar Los investigadores suelen recalcar, por lo general, las consecuencias positivas del juego en el cerebro en desarrollo de los más pequeños; no obstante, han descubierto que esta actividad también es importante
Jugar para ser el primero de la clase
para la mente y el cerebro adultos. Así, las personas adultas que no
Puede que parezca lógico que jugar sirva para aliviar el estrés y desarrollar habilidades sociales. Sin embargo, los investigadores insinúan que existe un tercer beneficio: al contrario de lo que quizá se estima en general, esta actividad en apariencia solo lúdica contribuye a que los niños sean más listos. En un clásico estudio publicado en 1973 en Developmental Psychology, los investigadores separaron a 90 alumnos de preescolar en tres grupos. A uno de ellos se le dejó jugar libremente con objetos corrientes, entre ellos, unas servilletas de papel, un destornillador, una tabla, y un montón de clips. A los miembros del segundo grupo se les pidió que imitaran un experimento utilizando los cuatro objetos de forma habitual. A los niños que conformaban el último grupo se les sentó a una mesa para que dibujaran lo que se les ocurriera, sin siquiera haber visto los objetos. Cada actividad duró diez minutos. Acto seguido, los investigadores solicitaron a los niños que plantearan ideas sobre el uso de cada uno de los objetos. Los probandos que habían podido jugar con los elementos nombraron de promedio tres veces más usos creativos y nada habituales para los objetos que en el caso de los chavales que pertenecían a los otros dos grupos. Tal resultado lleva a suponer que el hecho de jugar fomenta el pensamiento creativo. Jugar a pelearse también aumenta la capacidad de solucionar problemas. Según un artículo publicado por Pellegrini en 1989, cuanto más
juegan pueden acabar quemados por el «ajetreo sin descanso en el que
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se encuentran inmersos», afirma Marc Bekoff, biólogo evolutivo de la Universidad de Colorado en Boulder. A consecuencia de ello pueden sentirse infelices y exhaustos, sin entender exactamente por qué. Pero, ¿cómo incorporar el juego en la vida de un adulto? Stuart Brown, psiquiatra y fundador del Instituto Nacional del Juego en el valle del Carmel (California), sugiere tres sencillas maneras: Q Juego corporal: Participar en cualquier actividad de movimiento activo que no incluya presiones de tiempo o expectativas de resultados (si se practica ejercicio para quemar grasa, no es jugar). Q Juego con objetos: Utilizar las manos para crear algo que divierta (puede tratarse de cualquier cosa, pero sin un objetivo concreto). Q Juego social: Quedar con otras personas para realizar actividades sociales sin un propósito aparente. «Desde charlar a competiciones verbales», comenta Brown. Si, a pesar de estos consejos, todavía existen dudas de cómo incorporar el juego a la vida diaria, una solución es recordar las preferencias que tenía de niño. «Encuentre los “verdaderos nortes” de su infancia e intente trasladar dichos recuerdos a actividades que encajen con las circunstancias actuales», indica Brown. Compartir algún tiempo con niños puede ayudar a refrescar la memoria, apunta Gordon M. Burghardt, biólogo evolutivo de la Universidad de Tennessee. A fin de cuentas, no importa cómo se juega sino el hecho de que se juega. Con el fin de asegurarse la práctica de esta beneficiosa actividad, planee el tiempo que le va a dedicar al día, aconseja Bekoff. «El trabajo, al final, siempre termina haciéndose —comenta—, pero sé que si no juego, acabo trabajando menos». Burghardt añade: «La felicidad y la energía renovada que se experimentan por jugar compensarán con creces el tiempo “perdido”».
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Los animales aprenden a probar experiencias nuevas a través del juego. Los que no juegan no adquieren la misma flexibilidad conductual
CONSTRUCCIONES HACIA EL DOMINIO DEL LENGUAJE Un estudio demostró que los niños que jugaban con bloques de construcción obtenían mejor puntuación en las pruebas de lenguaje que aquellos que no disponían de este entretenimiento. Quizá dicho resultado fuese a causa de que los primeros dedicaran menos tiempo a actividades improductivas, como ver la televisión. En cualquier caso, el resultado final
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resultó positivo para ellos.
alborotaban los varones de escuela elemental, mejor puntuaban en un test de resolución de problemas sociales. Durante la prueba, los investigadores mostraron a los niños cinco dibujos que representaban a un crío intentando conseguir un juguete de otro chico, además de otros tantos dibujos que ilustraban a un niño tratando de evitar que su madre lo regañara. Tras ello, se pidió a los sujetos que pensaran en las posibles soluciones ante un problema social. Su puntuación se basó en la variedad de estrategias que mencionaban. Por lo general, los niños que jugaban a pelearse tendían a puntuar mucho más alto. Sin embargo, Pellegrini se pregunta la relación real de causa y efecto que puede extraerse de tales investigaciones. ¿Cuál es la función de jugar? ¿Precede el juego al aprendizaje o es una mera práctica o consolidación de habilidades que se están desarrollando? Nadie lo sabe con certeza. «Cualquiera de los dos métodos, a cierto nivel, resulta beneficioso», concluye. ¿La falta de juego impide, entonces, desarrollar la capacidad para resolver problemas? Los estudios con animales apuntan a que es posible. Según describe un artículo publicado en
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Developmental Psychology en 1978, los investigadores aislaron de forma individual ejemplares jóvenes de rata mediante una malla, de manera que podían ver, oler y oír a otros múridos, pero no podían jugar con ellos. La prueba la realizaron durante los 20 días de desarrollo de los animales, período de vida en el que son más proclives al juego. Los responsables de la investigación enseñaron a estos roedores, así como a otro grupo de ratas a las que habían permitido jugar sin limitaciones, a tirar de una pelota de goma con el fin de quitarla de en medio y de este modo conseguir una buena comida. Días más tarde cambiaron el escenario. Las ratas tendrían que empujar esta vez la misma pelota para conseguir el premio. Los ejemplares aislados tardaron mucho más en intentar nuevos métodos para resolver el problema que aquellas ratas que habían podido jugar. En opinión de los autores, los animales aprenden a probar cosas nuevas jugando, mientras que los que no juegan no adquieren esta misma flexibilidad conductual. Jugar también parece ayudar al desarrollo del lenguaje, según un estudio de 2007 de Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine. Los investigadores de la Universidad de Washington efectuaron un experimento con dos grupos de niños de familias de nivel social medio y bajo y con edades comprendidas entre los 18 meses y los dos años y medio. Solo se entregó a los miembros de uno de los grupos una caja de bloques de construcción para que jugaran. Los padres de esos niños realizaron un seguimiento sobre la frecuencia con la que jugaban sus hijos. Seis meses después, los chavales que habían utilizado los bloques para entretenerse obtuvieron con diferencia más puntos en las pruebas de lenguaje que los que no disponían de dicho entretenimiento. Los investigadores no están seguros, sin embargo, sobre si dicha mejora se debe al juego de bloques per se, ya que al entretenerse con ellos, los pequeños pasaban menos tiempo con actividades improductivas, como ver la televisión. Pero ¿por qué jugar puede ayudar a los niños a ser más aventajados? Según investigaciones con animales, el juego resulta una suerte de entrenamiento para lo inesperado. «Jugar es como un caleidoscopio, es aleatorio y creativo», afirma el biólogo evolutivo Marc Bekoff, de la Universidad de Colorado en Boulder. El resultado final, plantea Bekoff, es que jugar fomenta la flexibilidad y la creatividad que quizá más adelante resulte ventajosa en situaciones inesperadas o MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
EXPLORACIÓN EFECTIVA Los niños que exploran los objetos cotidianos jugando con ellos de formas poco habituales, lejos de causar estragos sin sentido —si bien desordenan ocasionalmente—, desarrollan su
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creatividad.
en nuevos ambientes. Algunos psicólogos infantiles están de acuerdo. Entre ellos, David Elkin, experto en desarrollo infantil de la Universidad de Tufts. Jugar es «una manera de aprender para los niños —afirma Elkin—, si no juegan, se pierden experiencias de aprendizaje».
Rienda suelta a las experiencias Si el juego resulta tan crucial, ¿qué ocurre con los niños que no juegan lo suficiente? Nadie lo sabe a ciencia cierta, pero a muchos psicólogos les preocupa. Ya que jugar resulta de alguna manera arriesgado —los animales que no están alerta y vigilantes se arriesgan a ser atacados por depredadores—, es probable que tal actividad haya evolucionado y persista porque aporta ventajas para la supervivencia. «Si no fuera importante, habría evolucionado hacia una forma más compleja», afirma Bekoff. En efecto, las pruebas indican que jugar forma parte de la evolución desde antiguo. Las ratas a las que se les ha extraído la neocorteza (una amplia región cerebral relacionada con el pensamiento de orden superior, como el pensamiento consciente y la toma de decisiones) siguen jugando de forma normal, lo que sugiere que la motivación para realizar dicha actividad proviene del tronco cerebral, una estructura anterior a la evolución de los mamíferos. «Ello significa que el núcleo del sistema de circuitos provistos genéticamente para jugar se encuentra situado en regiones muy antiguas del cerebro», explica Panksepp, quien dirigió el experimento en 1994. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Resulta en cierto modo comprensible que muchos padres de hoy piensen que actúan en pro del interés de su hijo cuando sustituyen la práctica del juego libre del niño por lo que ellos consideran valiosas actividades de aprendizaje o duden a la hora de permitir a sus vástagos jugar a solas en el exterior. «Puede que les preocupen los posibles rasguños o los huesos rotos que se producen si juegan a pelearse y a acometer travesuras», apunta Sergio M. Pellis, neurocientífico del comportamiento de la Universidad de Lethbridge en Alberta. Aunque estos instintos sean naturales, protegerlos en exceso se acaba pagando más tarde, cuando esos mismos niños encuentran dificultades para lidiar con un mundo imprevisible y complejo. Un niño muy expuesto a las experiencias del juego social sabrá de adulto manejar mejor las situaciones sociales imprevisibles. Los padres deberían dejar a los niños ser niños. No solo porque la infancia debe ser divertida, sino porque negarles la alegría sin restricciones que supone la juventud impide que se desarrollen como criaturas inquisitivas y creativas, advierte Elkin. «Se debe reformular el concepto de juego con el fin de no considerarlo como algo opuesto al trabajo, sino como un complemento —afirma—. La curiosidad, la imaginación y la creatividad son como los músculos: si no se usan, se pierden.»
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA THE GENESIS OF ANIMAL PLAY: TESTING THE LIMITS.
Gordon M. Burghardt. MIT Press, 2005. PLAY = LEARNING: HOW PLAY MOTIVATES AND ENHANCES CHILDREN’S COGNITIVE AND SOCIAL-EMOTIONAL GROWTH. Editado por
Dorothy G. Singer, Roberta Michnick Golinkoff y Kathy Hirsh-Pasek. Oxford University Press, 2006. ROUGH-AND-TUMBLE PLAY AND THE DEVELOPMENT OF THE SOCIAL BRAIN. Sergio
M. Pellis y Vivien C. Pellis en Current Directions in Psychological Science, vol. 16, n.o 2, págs. 9598; abril, 2007. PLAY IN EVOLUTION AND DEVELOPMENT. Anthony
D. Pellegrini, Danielle Dupuis y Peter K. Smith en Developmental Review, vol. 27, n.o 2, págs. 261-
Melinda Wenner Moyer es periodista científica en Brooklyn, Nueva York.
276; junio 2007.
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ENTREVISTA
¿Por qué a los pulpos les gusta jugar? No solo las personas nos divertimos jugando. También los perros, los gatos e, incluso, los octópodos. El biólogo Michael Kuba, de la Universidad Hebrea de Jerusalén, revela a partir de la observación realizada en animales las claves sobre la evolución de una actividad sin utilidad aparente ENTREVISTA REALIZADA POR JOACHIM MARSCHALL
RICHARD SCHUSTER, CORTESÍA DE MICHAEL KUBA
Señor Kuba, ¿por qué arroja bloques de plástico a los pulpos del acuario? Pretendemos averiguar en qué momento y cómo se originó la actividad del juego en el curso de la evolución. ¿Por qué ha surgido y se ha desarrollado algo con aparentemente tan poco sentido? Por ello, junto con Gordon Burghardt, de la Universidad de Tennesee en Knoxville, investigamos de modo sistemático el comportamiento de animales no muy evolucionados, como pulpos, tortugas o peces raya. Muchos de los octópodos sometidos a observación, cuando encuentran los bloques en
MICHAEL KUBA Q Q
Nació en 1970 en Viena. Se licenció y doctoró en biología por la Universidad de Viena. Trabajó en el Instituto Konrad Lorenz de Etología en el estudio de la conducta de juego en octópodos.
Q
Es colaborador científico en la Universidad Hebrea de Jerusalén y en el zoológico Schönbrunn de Viena.
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su acuario, se mantienen ocupados con ellos, en lo que se puede considerar un «juego con objeto». ¿Por qué actúan así? Es una pauta de comportamiento típica que se da al encontrarse con objetos novedosos. Los psicólogos lo han estudiado en niños; nosotros lo hemos detectado de manera análoga en animales. Todo comienza con una fase de familiarización (la fase «¿qué es esto?»), en la que se examina el objeto con todo detalle. Después puede sucederle un cierto período de aburrimiento o desinterés, al que le sigue la etapa que podríamos definir con la pregunta «¿qué puedo hacer con esto?». En ella, los animales comienzan a jugar con el objeto, desplazándolo de un lado a otro. ¿Dicho fenómeno se da sobre todo en los ejemplares jóvenes? En el caso de los octópodos, animales invertebrados, es cuestionable aplicar los parámetros usuales de adultos y jóvenes. Hemos comparado pulpos de edad avanzada con otros mucho más jóvenes y no hemos detectado diferencias en su conducta de juego. Sin embargo, cabe reseñar que Gordon Burghardt ha constatado, en experimentos con reptiles, que los animales maduros presentan una mayor predisposición al juego. Burghardt lo atribuye a los excedentes de energía. Un organismo necesita energía para jugar, y a los reptiles de corta edad no les sobran recursos después de afrontar las actividades cotidianas. Por esta razón son los ejemplares ya desarrollados los que pueden jugar realmente. ¿Por qué desperdician su valiosa energía jugando? Creemos que el juego sirve, entre otras cosas, para mantenerse ocupados. Los
animales domésticos o aquellos que se encuentran en cautividad suelen jugar con objetos con mayor frecuencia. El hecho de estar ocupados con estos elementos les ayuda a superar fases de aburrimiento y a mantenerse en forma. ¿Significa esto que los animales juegan para ejercitar los músculos y el aparato circulatorio? En efecto. Pero sobre todo para activar los órganos sensoriales. El problema más grave que padecen los animales en cautividad es la privación sensorial, es decir, la falta de estímulos de los sentidos. Jugar es, pues, una especie de antídoto. De hecho, todos hemos experimentado algo parecido. En ocasiones, cuando asistimos a una conferencia aburrida, comenzamos a juguetear con un bolígrafo o con lo que tengamos a mano. Es decir, utilizamos cualquier objeto para entretenernos. Los animales actúan de manera idéntica. El juego no constituye, pues, ningún entrenamiento específico para el futuro, sino que simplemente ayuda a mantener el sistema en movimiento y a estar más activo. Sin embargo, existen también otras variantes de juego... Sí. Pero en el caso de animales poco evolucionados como los peces, los reptiles o los invertebrados, la variante que puede estudiarse mejor es la del juego con objetos. Los otros tipos son el juego social con semejantes y el juego dinámico, es decir, el movimiento salvaje sin un objetivo concreto. No se ha podido estudiar ninguna de estas dos formas en octópodos, ya que son seres solitarios y no conocemos sus movimientos lo suficiente como para clasificarlos en categorías diferenciadas. ¿Es posible que aquello que ustedes describen como «juego» no lo sea y que MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
CORTESÍA DE MICHAEL KUBA
ENTRETENIMIENTO BAJO EL AGUA Joy, un pulpo hembra de 1,81 kilos de peso de la especie Octopus vulgaris, se entretiene manipulando objetos diversos (en la fotografía, con una casa construida con bloques de plástico). Los animales juegan para mantenerse ocupados y para estimular los órganos sensoriales.
atribuyan a ciertos animales cualidades de las que carecen? Gordon Burghardt formuló ya hace algún tiempo, con el fin de vencer este tipo de reticencias, los cinco criterios que se deben cumplir para identificar de manera inequívoca el juego en animales. Uno de ellos es que este comportamiento debe presentarse de forma repetitiva. Además, no debe tener una utilidad directa. No podemos considerar como un juego que un gato persiga a un ratón para comérselo. Sin embargo, si comienza a zarandearlo sin propósito aparente, podremos afirmar, sin riesgo a equivocarnos, que está jugando. ¿Qué saben los científicos sobre la evolución del juego? Los mamíferos, los peces y los reptiles juegan, pero también los invertebrados más evolucionados. Debemos remontarnos mucho tiempo atrás en la filogenia para encontrar antecesores comunes a todas estas especies. Además, lo más probable es que estos fueran demasiado poco evolucionados para presentar la conducta del juego. Podemos concluir, por tanto, que el juego apareció a lo largo de la evolución en diversas ocasiones y de manera separada en las diferentes especies de animales, eso sí, siempre asociado al progresivo desarrollo de su cerebro. En el momento en que una especie comienza a mostrar patrones de comportamiento de cierta complejidad aparece también el juego en su vida. Podemos observarlo de manera sencilla en la variante social del juego: en animales que viven en grupos jerarquizados, los ejemplares jóvenes deben tener la posibilidad de practicar, mediante el juego, las luchas por el poder. Si los enfrentamientos fuesen a muerte desde un primer momento, una especie social no tendría grandes posibilidades de supervivencia. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
¿Se ha observado la conducta del juego en animales menos evolucionados? Con nuestras investigaciones con pulpos y peces raya, hemos alcanzado el nivel de los animales con menor grado de desarrollo que presentan la capacidad de jugar. Charles Darwin escribió sobre insectos y arañas jugadores, observando con especial entusiasmo el comportamiento de las hormigas. Sin embargo, según los criterios vigentes en la actualidad, no podríamos considerar su conducta como un juego. Debemos reseñar, no obstante, que hace treinta años numerosos científicos afirmaban de forma errónea que los monos eran capaces de jugar, pero no así los perros y los gatos. Cosa que para los dueños de tales mascotas ha sido siempre evidente no lo era tanto para los investigadores de aquella época. ¿Es la variante social la forma de juego más avanzada? Desde nuestra perspectiva lo puede parecer, ya que se presenta solo en las especies con un comportamiento social complejo. Sin embargo, todos los tipos de juego presentan su valor. De hecho, los seres humanos los necesitamos todos. En el día a día, confluyen unos con otros de manera natural. Piense, por ejemplo, cómo los perros juegan a solas con un hueso y, en ocasiones, se lo llevan a otro congénere para luchar por él. También los niños, cuando realizan construcciones con bloques de plástico repartiéndo-
se las tareas, desarrollan dos variantes de juego al mismo tiempo. En el pasado, se aceptaba la hipótesis de que el juego social apenas se presentaba en animales adultos. No obstante, Sergio Pellis, de la Universidad de Lethbridge en Alberta (Canadá), ha demostrado en fecha reciente, a partir de observaciones en monos y ratas, que los forcejeos ocasionales inofensivos resultan muy positivos para reforzar la cohesión del grupo. Si incluso los reptiles y los ratones adultos juegan, ¿no nos deberíamos plantear los humanos concedernos más tiempo libre para disfrutar de divertimentos creativos? Los humanos adultos consideramos muy importante la idea de comunidad. Jugar en grupo probablemente refuerza la cohesión, como ocurre en otros mamíferos. Sin embargo, en nuestro caso hemos renunciado a corretear y retozar libremente a cambio de practicar en su lugar juegos fuertemente institucionalizados. Pasar una tarde jugando con amigos en la bolera está socialmente más aceptado que jugar al escondite con ellos. El objetivo es, sin embargo, idéntico. Konrad Lorenz afirmó ya hace mucho tiempo que solo un humano que juega puede ser un humano feliz. Él mismo se dedicaba con pasión y con más de setenta años de edad al modelismo ferroviario. En definitiva, podemos afirmar que el juego ayuda a conservar y fomentar un espíritu jovial, también en adultos.
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MENTE, CEREBRO Y SOCIEDAD LA MORAL DE LOS ANIMALES La forma de acatar las normas de los cánidos cuando juegan revela similitudes con la moralidad humana MARC BEKOFF Y JESSICA PIERCE
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odos los dueños de un perro saben que su mascota es capaz de aprender las normas de la casa; si infringe una de ellas, la postración del animal suele despertar la suficiente benevolencia para asegurarse el perdón con rapidez. Mas pocas personas se han detenido a pensar por qué los canes presentan un sentido tan agudo del bien y del mal. Los chimpancés y otros primates no humanos son, por lo general, el centro de atención de los investigadores, ya que al buscar en nuestros parientes más próximos rasgos similares a los nuestros, descubren en ellos pruebas de un instinto de justicia. Nuestro trabajo revela, sin embargo, que las sociedades de cánidos salvajes pueden ser un equivalente aún mejor de los grupos de homínidos primitivos; cuando estudiamos los perros, los lobos y los coyotes hallamos comportamientos que apuntan a las raíces de la moralidad humana. La moralidad, tal como la definimos en el libro Wild Justice («Justicia salvaje»), constituye una serie de conductas con respecto al prójimo y relacionadas entre
sí, que cultiva y regula las interacciones sociales. Tales conductas, que incluyen el altruismo, la tolerancia, el perdón, la reciprocidad y la justicia, son claramente visibles en la forma igualitaria con la que los lobos y los coyotes juegan unos con otros. Los cánidos se rigen por un código estricto de conducta cuando juegan; este enseña a los cachorros las normas del compromiso social que permiten el progreso de sus sociedades. El juego también crea relaciones de confianza entre los miembros de una manada, lo que posibilita la división de las tareas, las jerarquías de dominancia, la cooperación en la caza y la cría de los cachorros, además de la defensa de los alimentos y el territorio. Ya que esa organización social guarda una gran semejanza con la de los humanos primitivos (tal como los antropólogos y otros expertos interpretan que existió), el estudio del juego entre los cánidos puede ofrecer una visión del código moral que permitió crecer y prosperar a nuestras sociedades ancestrales.
Las reglas del juego
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Cuando los cánidos y otros animales juegan, realizan acciones que pueden ser fácilmente malinterpretadas por los propios participantes. Por ejemplo, morderse de forma enérgica, montarse unos sobre otros y emprender ataques corporales. Sin embargo, tras años dedicados al análisis concienzudo de vídeos, uno de los autores (Bekoff) y sus estudiantes han demostrado que los individuos negocian con cuidado su juego y se atienen
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POSTURA DE JUEGO Este perro manifiesta su deseo de retozar. La comunicación honesta es uno de los principios fundamentales de la sociedad canina.
a cuatro normas generales para evitar una escalada que desemboque en la lucha. Comunicarse de forma clara. Los animales dan a conocer su deseo de jugar sin intención de luchar o aparearse. Los animales inclinan el cuerpo para incitar al juego; extienden las patas delanteras mientras mantienen erguidas las traseras. Esta postura se utiliza solo durante el juego y está muy estereotipada, es decir, siempre se realiza del mismo modo y su mensaje resulta claro: «ven a jugar conmigo» o «todavía tengo ganas de jugar». Incluso si tras adoptar la postura del juego un individuo emite señales agresivas, como enseñar los dientes, gruñir o morder, sus compañeros demuestran sumisión o evasión solo durante un 15 por ciento del tiempo, hecho que indica que creen en el mensaje de invitación al juego; saben que lo que siga después no va en serio. Confiar en la comunicación honesta del otro es esencial para el buen funcionamiento del grupo social. Cuidar las maneras. Los animales analizan las habilidades de sus compañeros de juego y deciden simular desventaja y propiciar el intercambio de roles para crear y mantener una situación de igualdad. Por ejemplo, un coyote podría evitar morder con todas sus fuerzas a su compañero de juego y reprimirse para que la partida sea justa. Asimismo, un miembro dominante de una manada podría invertir su rol, revolcándose sobre su espalda (un signo de sumisión que nunca realizaría durante una agresión real) para dejar que su compañero de juego de condición inferior tenga la oportunidad de «ganar». Los niños también se comportan de este modo cuando juegan, por ejemplo, cuando demuestran por turnos su poder sobre los demás en una lucha libre fingida. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
los demás. Violar las normas sociales que se establecen durante el juego resulta contraproducente para la perpetuación de los propios genes. Por lo tanto, el juego limpio puede interpretarse como una adaptación evolutiva que permite a los individuos formar y mantener los vínculos sociales. Los cánidos, del mismo modo que los humanos, forman redes complejas de relaciones sociales; viven según normas de conducta que fomentan una sociedad estable, condición necesaria para la supervivencia de cada individuo. El juego social se guía por unas normas básicas de imparcialidad; el fundamento de la justicia entre las personas adultas se constituye asimismo en unas normas similares. Esta inteligencia moral, evidente en los cánidos salvajes y en los perros domesticados, es probablemente muy parecida a la de nuestros primeros antepasados humanos. Tal sentido del bien y del mal pudo ser precisamente el que permitiera a las sociedades humanas prosperar y extenderse por todo el mundo.
© ISTOCKPHOTO / JOHN PITCHER
Al permitir esta situación de igualdad, cada miembro del grupo cuenta con la posibilidad de jugar con cualquier otro, creándose vínculos que mantienen al grupo cohesionado y fuerte. Admitir los propios errores. Aunque todos desean mantener la equidad, a veces el juego puede desmandarse. Cuando un animal se comporta mal o hiere accidentalmente a su compañero de juego, le pide disculpas, igual que lo haría un ser humano. Tras un mordisco enérgico, una inclinación del cuerpo encierra el siguiente mensaje: «Siento haberte mordido tan fuerte; a pesar de lo que acabo de hacer, deseo seguir jugando. No te vayas, voy a jugar limpio». Para que el entretenimiento continúe, el otro individuo debe disculpar la mala conducta. Casi siempre se concede el perdón; la comprensión y la tolerancia abundan durante el juego, como también existe en la vida diaria de la manada. Ser honrado. Una disculpa, igual que una invitación al juego, debe ocurrir de forma sincera; los individuos que continúan jugando con deslealtad o manifiestan señales engañosas son rápidamente excluidos. Tales conductas conllevan muchas más consecuencias que una reducción en el tiempo de juego: los estudios de campo a largo plazo llevados a cabo por Bekoff demuestran que los coyotes que no juegan limpio terminan abandonando su manada y presentan una probabilidad de morir cuatro veces superior a la de los que permanecen con
CONDICIÓN DE IGUALDAD Los lobos adultos refrenan sus fuerzas cuando juegan con los cachorros, de manera que el juego resulta divertido y equitativo para todos.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA PLAY SIGNALS AS PUNCTUATION: THE STRUCTURE OF SOCIAL PLAY IN CANIDS.
Marc Bekoff Instituto para el estudio de las relaciones entre animales y humanos Universidad de Denver Profesor emérito de ecología y biología evolutiva en la Universidad de Colorado
Marc Bekoff en Behaviour, vol. 132, págs. 419-429; mayo 1995. ANIMALS AT PLAY: RULES OF THE GAME.
Marc Bekoff. Temple University Press, 2008. WILD JUSTICE: THE MORAL LIVES OF ANI-
Jessica Pierce Centro de bioética y humanidades Universidad de Colorado
MALS. Marc Bekoff y Jessica Pierce.
University of Chicago Press, 2009.
ANSIEDAD Y ATENCIÓN Sentirse ansioso influye en la manera de interpretar la realidad ANTONIA P. PACHECO UNGUETTI
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o es necesario padecer depresión para que un día en particular nos sintamos desesperanzados respecto al futuro y seamos incapaces de recordar eventos gratificantes. Un estado de ánimo triste es suficiente para que, como si de un filtro se tratase, solo podamos MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
ver y recordar información negativa. La ansiedad, por el contrario, utiliza la atención para ejercer su influencia sobre nosotros: nos ofrece cuantiosos ejemplos de amenazas si sufrimos ansiedad generalizada o innumerables indicios de que la gente habla de nosotros y nos observa
si padecemos ansiedad social. En definitiva, nos obliga a atender e interpretar la realidad desde un punto de vista sesgado que favorece la información negativa. La comprensión plena de la ansiedad requiere que diferenciemos sus manifestaciones: no significa lo mismo ser
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hombre armado atracaba un banco. Posteriormente, provocamos en cada grupo un estado emocional diferente mediante la visualización de imágenes con contenido positivo (deportistas recibiendo premios, paisajes, familias), desagradable (accidentes, enfermos, guerras) o neutro (muebles, utensilios de cocina). Bajo un estado emocional de felicidad, ansiedad o neutro, respectivamente, los alumnos realizaban una tarea similar a una rueda de reconocimiento policial con el objetivo de identificar al ladrón de la sucursal bancaria que aparecía en el vídeo de entre otros individuos parecidos.
CORTESÍA DE LA AUTORA
MEDIO VACÍO La ansiedad nos obliga a interpretar la realidad desde un punto de vista sesgado
Rendimiento dispar
que favorece la información negativa.
ansioso como rasgo de personalidad, estar ansioso en una situación peligrosa (no olvidemos que cuando los peligros o amenazas son reales, la ansiedad cumple su función adaptativa clave para la supervivencia) o padecer ansiedad patológica. Así pues, la atención se relaciona de manera específica con cada uno de los subtipos. Para aquellos en los que la ansiedad forma parte de su personalidad, el control de la información irrelevante se convierte en todo un reto. Se trata de personas que examinan con demasiada frecuencia el ambiente; consideran amenazantes numerosos estímulos que, una vez localizados, evitan y controlan con dificultad. Encontrarnos ante un peligro real es diferente. Experimentamos ansiedad por un tiempo limitado. Además, el estado ansioso provoca que nuestra atención se centre de forma específica en aquello que nos preocupa, nos mantiene alerta para prevenirnos de las consecuencias futuras. Por último, las personas que sufren un trastorno de ansiedad presentan una combinación de todos estos procesos de atención. Son más sensibles a la información negativa, la interpretan de modo más desfavorable y manifiestan dificultades para controlar tales pensamientos. Todo ello interfiere en prácticamente todas las áreas de su vida cotidiana.
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Emociones y respuestas La ansiedad no solo determina a qué información atendemos, sino también cómo la interpretamos. Cuando estamos ansiosos o buscamos preocupados la solución a un problema, por lo general no somos capaces de considerar más de una opción; creemos no disponer de alternativas viables. Sin embargo, hay días en los que estamos felices, optimistas, confiamos en nuestras capacidades y abrimos nuestra mente hasta encontrar distintos puntos de vista respecto a todo. La realidad del problema puede ser la misma y quizá las opciones estaban siempre a nuestro alcance, pero la forma con que hemos atendido y procesado la información y recursos disponibles es sencillamente diferente. Esos estilos tan opuestos de percibir lo que nos rodea vienen determinados por las emociones. De hecho, algunos estados afectivos parecen modular el funcionamiento de la mente para responder de manera eficaz a las demandas de una situación. En el caso de la ansiedad, adoptamos una visión de la realidad bastante restringida y en «modo amenaza». En uno de nuestros trabajos estudiamos el modo en que distintas emociones suscitan estilos de procesamiento opuestos para realizar una misma tarea. Presentamos a tres grupos de alumnos un fragmento de vídeo en el que un
Los resultados demostraron que el grupo de alumnos al que habíamos inducido un humor positivo llevó a cabo mucho mejor la tarea que aquellos que estaban bajo un estado de ansiedad o neutro, ya que estos últimos manifestaron más dificultades para identificar correctamente al atracador. Todos los probandos vieron el mismo vídeo y a ninguno se le advirtió previamente de la prueba que iba a realizar. Sin embargo, la emoción presente en cada grupo propició que adoptaran un estilo diferente de procesamiento que les favoreció o complicó el cometido. La explicación de los resultados obtenidos es sencilla, si partimos de que el reconocimiento de un rostro requiere un estilo de procesamiento global: nuestra atención deberá dirigirse desde aspectos tan generales como el tamaño o forma de la cabeza y el pelo hasta el color de ojos o ese lunar tan característico que a veces creemos sería inconfundible, pero que de forma aislada no sería una pista clave. Al provocar un estado positivo en un grupo, potenciamos un estilo de procesamiento global que abarca información de aspectos generales, justo los que se requieren para realizar bien el trabajo solicitado, con lo que les proporcionamos «ventaja» sobre los grupos de estado neutro o ansiedad. Tras este experimento, solicitamos a los mismos voluntarios que participaran en una prueba opuesta a la anterior: se les requirió que desarrollaran una tarea en la que el procesamiento local o más MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
enfocado hacia los detalles fuera el favorable. Para ello instamos a los sujetos a que buscaran las diferencias en pasatiempos. Así pues, los tres grupos, con la misma limitación temporal, debían localizar desigualdades entre parejas de imágenes. Puesto que la ansiedad nos incita a atender hasta el mínimo detalle la información inmediata —por si pudiera convertirse en una amenaza—, el estilo de procesamiento del grupo en estado de ansiedad resultó más eficaz en esta actividad (encontraron más diferencias en menos tiempo que los otros grupos). Esta investigación ofrece un ejemplo del modo en que la ansiedad y la atención interactúan en la vida diaria;
algunas veces ayudándonos a localizar hasta la más insignificante amenaza, otras contribuyendo a que sintamos una incertidumbre continua. Por si acaso, la próxima vez que vaya al banco, ¡hágalo feliz!, ya que si le roban, será más probable que recuerde la cara del ladrón. Ahora bien, si lo que quiere es distraerse para olvidar sus preocupaciones, solucione pasatiempos: tendrá que reconocer que ni todo le sale mal ni el mundo está lleno de dificultades.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA ATENDER CON ANSIEDAD. A. P. Pacheco
Unguetti, A. Acosta y J. Lupiáñez en Ciencia Cognitiva, vol. 3, págs. 79-82; 2009. ATTENTION AND ANXIETY: DIFFERENT ATTENTIONAL FUNCTIONING UNDER STATE AND TRAIT ANXIETY.
A. P. Pacheco Unguetti, A. Acosta,
Antonia P. Pacheco Unguetti Dpto. de Psicología Experimental Facultad de Psicología Universidad de Granada
A. Callejas y J. Lupiáñez en Psychological Science, vol. 21, n.o 2, págs. 298-304; 2010.
DIAGNÓSTICO PRECOZ DE LA ESQUIZOFRENIA Las experiencias subjetivas anormales y las deficiencias cognitivas contribuyen a la identificación precoz de la enfermedad REBECA GARCÍA NIETO
no de los problemas en el tratamiento de pacientes con esquizofrenia es la falta de conciencia de su propia enfermedad. Una vez que la psicopatología se pone en marcha, actúa como un ladrón de guante blanco: despoja al afectado de su identidad, quien rara vez es consciente de ello. Si queremos avanzar en el tratamiento de la esquizofrenia es necesario identificar a los pacientes antes de que este «robo» tenga lugar. En los últimos años se han producido importantes progresos en las fases previas al desencadenamiento de la enfermedad. Cabe destacar programas como el Portland Identification and Early Referral Program (PIER), en Estados Unidos, o el Programa de Intervención Precoz en la Esquizofrenia (PIPE), en España. No obstante, para que dichos programas resulten eficaces se requiere de instrumentos de detección precoz más precisos que los actuales. Debido a que aún se desconocen las deficiencias cognitivas específicas de la esquizofrenia, los instrumentos de MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
evaluación neuropsicológicos tampoco resultan, a día de hoy, los más idóneos para identificar a los pacientes en las primeras fases de la enfermedad. Por ello se presta cada vez más atención a las experiencias subjetivas de los afectados.
Se ha dicho que cuando los delirios entran en escena, la persona deja de vivir en «el mundo de los demás». No obstante, aún no sabemos con seguridad qué clase de mundo es este. En otras palabras, ¿cómo perciben los pacientes estas expe-
Adulto Adolescente Niño
EDAD
HERRAMIENTA ESENCIAL En un futuro no muy lejano, las técnicas de neuroimagen que estudian los patrones de neurodesarrollo serán herramientas esenciales para la detección precoz de los pacientes con esquizofrenia.
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CORTESÍA DE LA AUTORA
U
riencias «anormales» que los profesionales llamamos síntomas? Por otra parte, ¿es posible que un sujeto determinado detecte que va a tener un brote psicótico? Si es así, ¿qué se siente exactamente cuando uno está «perdiendo la cabeza»? Esta área de investigación no es nueva. Algunas obras de la psiquiatría clásica, en especial los trabajos de Gaëtan Gatian de Clérambault (1872-1934) y Klaus Conrad (1905-1961), ya abordaban dicho aspecto. Sin embargo, nuestro conocimiento de las experiencias subjetivas de estos pacientes es aún muy precario. En este sentido, destacan los esfuerzos que el equipo de Gerd Huber, investigador de la Universidad de Bonn, lleva desarrollando desde los años sesenta. Asimismo, gracias a las detalladas descripciones de casos clínicos sabemos que en las primeras fases de la enfermedad algunas experiencias de los pacientes con esquizofrenia son similares a las vivencias de las demás personas, aunque para ellos resultan nuevas y extrañas. En muchos pacientes se produce una pérdida de la familiaridad con el entorno: aunque siguen viviendo en el mismo mundo que los demás, por alguna razón lo perciben como si se tratara de un mundo nuevo. A la hora de dar sentido a estas «nuevas» experiencias es cuando surgen los delirios tan característicos de las personas con esquizofrenia. También se sabe que la sintomatología psicótica profundiza y agudiza la introspección de dichos pacientes. Tal hecho los conduce a experiencias que el resto de las personas no tenemos. Así, por ejemplo, en las primeras fases de la
enfermedad suelen presentar episodios de una profunda angustia y miedo a algo indefinido. En la esfera del lenguaje, tienden a repetir las mismas frases; con frecuencia necesitan escribir los pensamientos para poderlos «fijar», ya que sienten que las palabras se les escapan. Asimismo, deben prestar atención a actos que antes hacían de forma automática (por ejemplo, tienen que pensar cómo situar los brazos o cómo balancearlos antes de ponerse a caminar); a causa de sus problemas de atención, apagan el televisor: son incapaces de atender imágenes y lenguaje al mismo tiempo. Se piensa que muchas de las experiencias subjetivas están relacionadas con las carencias cognitivas que estos pacientes presentan. Huber llamó a tal tipo de estadios «síntomas básicos»; también llegó a la conclusión de que representaban la vivencia consciente de diversas alteraciones cognitivas. Dichos síntomas son característicos de la fase prodrómica de la enfermedad (previa a su desencadenamiento) y de la fase residual de la misma. Además, como las experiencias subjetivas anormales y las deficiencias cognitivas pueden aparecer meses antes de la descompensación psicótica, ambas situaciones parecen relevantes para el diagnóstico precoz. Por desgracia, casi medio siglo después de que Huber iniciara esta línea de investigación, la bibliografía en torno al tema resulta escasa y contradictoria. Las nuevas técnicas de neuroimagen, como las que estudian la conectividad entre el lóbulo frontal y temporal, quizás ayuden a esclarecer la relación entre ambos aspectos. Entre tan-
to, es necesario desarrollar y perfeccionar otro tipo de herramientas de evaluación. Rebeca García Nieto Centro de estudios de la infancia Instituto de Neurociencia Pediátrica Universidad de Nueva York
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA BONNER SKALA FÜR DIE BEURTEILUNG VON BASISSYMPTOMEN (BSABS: BONN SCALE FOR THE ASSESSMENT OF BASIC SYMPTOMS). G. Gross, G. Huber,
J. Klosterkötter y M. Linz. Springer; Berlín, 1987. ANOMALIES OF SUBJECTIVE EXPERIENCE IN SCHIZOPHRENIA AND PSYCHOTIC BIPOLAR ILLNESS. J. Parnas, P. Handest, D. Sae-
bye y L. Jansson en Acta Psychiatrica Scandinavica, vol. 108, págs. 126-133; 2003. BASIC SYMPTOMS: WHICH ARE THE TRUE ONES? E. A. Bove en Italian Journal of
Psychopathology, vol. 11, págs. 473482; 2005. PORTLAND IDENTIFICATION AND EARLY REFERRAL: A COMMUNITY-BASED SYSTEM FOR IDENTIFYING AND TREATING YOUTHS AT HIGH RISK OF PSYCHOSIS.
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PREVENIR LA TARTAMUDEZ INFANTIL El tartamudeo constituye un trastorno complejo con componentes genéticos, orgánicos y ambientales implicados. Es importante considerar todos estos factores ALICIA FERNÁNDEZ-ZÚÑIGA
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a madre de Pablo llama preocupada a la consulta. Desde hace un mes, su hijo de 3 años repite las sílabas y se bloquea al hablar. Cuando se atasca, ella intenta ayudarle diciéndole que no se
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ponga nervioso, que hable tranquilo. Sin embargo, no parece servir de ayuda al pequeño. Al principio, la madre se preocupó, pero como al cabo de una semana su hijo dejó de tartamudear,
bajó la guardia. No obstante, según comenta ahora, hace unos días que el niño ha vuelto a bloquearse al tratar de expresarse, realiza gestos de esfuerzo e incluso deja de hablar. La madre se MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Posibilidad de recuperación Hace años no se daba importancia a estas alteraciones en la comunicación de los niños pequeños. Era frecuente que se indicara a los padres que esperasen y dejaran de preocuparse, con la expectativa de que el tartamudeo desapareciera en los años preescolares. Por lo general, MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
la intervención se posponía hasta que la dificultad ya no remitía. La investigación llevada a cabo a lo largo de más de 20 años, así como el éxito obtenido con los programas preventivos, desaconsejan esperar. Existe el riesgo de que el problema de fluidez se afiance, por lo que es conveniente intervenir lo antes posible, preferiblemente antes de los 4 años de edad, con el fin de evitar que el tartamudeo se «normalice» y pueda ocasionar trastornos secundarios como la ansiedad o los pensamientos y sentimientos negativos hacia la comunicación y las relaciones sociales. En la actualidad se desconoce el origen y la causa específica del problema. No obstante, la investigación ha revelado determinados factores que influyen en su desarrollo y mantenimiento. Así pues, se sabe que si no ha transcurrido más de un año desde la aparición de la anomalía en el habla, si el niño presenta señales de mejora y no manifiesta otras dificultades de lenguaje, se incrementan las posibilidades de recuperación. Por el contrario, los antecedentes familiares de tartamudez o la preocupación de los padres o del propio niño por la problemática en el habla suponen factores negativos y propicios para que la alteración permanezca. Los estudios demuestran que el problema es más frecuente en niños que en niñas (tres veces más) y en la población de preescolares (4 por ciento) más que en escolares y adolescentes (1 por ciento).
Cómo actuar Si se detectan repeticiones, bloqueos, tensión o esfuerzo en el habla del niño de forma frecuente, no debe dejarse pasar el tiempo. Es preferible consultar a un profesional, quien valorará al niño, estimará las posibles señales de riesgo en la comunicación y el ambiente que le rodean, determinará si el problema es preocupante o no, además de orientar a los padres sobre cómo favorecer el habla fluida de su hijo. Las indicaciones básicas que se dan a los padres se refieren a cómo comunicarse con su hijo: al conversar con él deben atender a lo que dice, no a cómo lo dice, además de darle tiempo para ello
CORTESÍA DE LA AUTORA
muestra angustiada. No sabe cómo aliviar al pequeño. El problema de fluidez en el habla o tartamudeo es frecuente en los niños entre los 2 y 5 años de edad, en especial cuando empiezan a formar frases largas y su lenguaje se complica. En dicha etapa vital aprenden las habilidades complejas y necesarias para organizar el lenguaje y utilizarlo de forma adecuada en las situaciones sociales. En este contexto, los errores más usuales suelen deberse a no recordar la palabra para denominar un objeto o concepto concreto, no dominar la coordinación del habla o en sentir inseguridad ante el interlocutor. Tal como se describe en el ejemplo de Pablo, una característica del tartamudeo es la oscilación: ni se presenta en todas las ocasiones ni con la misma intensidad. Asimismo, es posible que aminore o desaparezca cuando el niño lee o canta; también varía en función de las circunstancias que le rodean mientras intenta expresarse. Factores como la presión comunicativa (si se le corrige o se le apremia en su comunicación) pueden empeorar la fluidez. De esta manera, una actitud poco receptiva por parte del interlocutor, un tema de conversación inadecuado o la emoción que el menor siente mientras se expresa pueden influir en la aparición de bloqueos lingüísticos. Ante tales situaciones de tensión, el niño suele manifestar de forma involuntaria signos de esfuerzo o movimientos corporales relacionados con el habla. Aunque el problema tiende a desaparecer de forma espontánea a lo largo de la infancia, el tartamudeo también puede resultar cada vez más frecuente, instaurándose de forma estable y perdurar en la adolescencia o la edad adulta. En dichos casos, el problema se complica con conductas de temor, esfuerzo o incluso enmudecimiento.
MIEDO A HABLAR La dificultad para hablar fluido genera desconfianza y temor a expresarse.
(quizá es más lento que otro niño en organizar la frase, coordinar las palabras e iniciar la emisión). Debe evitarse darle recomendaciones; es preferible hablarle despacio y ofrecerle un modelo de habla lenta, con pausas, que pueda imitar. De esta manera se favorece que el niño se tranquilice y logre una comunicación fluida. Asimismo, el tratamiento de la tartamudez temprana a través de programas terapéuticos resulta muy efectivo. Cuando el niño que tartamudea es mayor de 6 años, se interviene de manera directa, enseñándole técnicas de control del habla y formas adecuadas para enfrentarse a las situaciones comunicativas. Paralelamente, se orienta a los padres sobre cómo modificar actitudes hacia las dificultades de expresión de su hijo. En el tratamiento es importante abordar no solo el habla sino también otros factores ambientales, psicológicos y sociales implicados, como la comunicación, las relaciones sociales, la seguridad y la autoestima del niño. Alicia Fernández Zúñiga Instituto de lenguaje y desarrollo Universidad Autónoma de Madrid
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Cáncer y mente ¿Cómo superan los pacientes con cáncer su situación? ¿Influye la mente en el curso de la patología? La psicooncología investiga la relación entre la constitución psíquica de la persona y la aparición de tumores malignos VOLKER TSCHUSCHKE
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eipzig, verano de 1990. Hace casi siete años que Rolf B. (nombre ficticio) sufre leucemia. Este año parece haberle llegado la oportunidad. Al fin, con el cambio político en la República Democrática Alemana, podría recibir el esperado trasplante: la médula ósea de su hermano que vive en la extinta Alemania occidental puede frenar la enfermedad. Sin embargo, los médicos dieron pocas esperanzas de vida a Rolf. Sus tejidos diferían de manera notable de los de su hermano. De hecho, tras la intervención, la médula ósea extraña en el cuerpo de Rolf desencadenó fuertes reacciones de rechazo en el sistema inmunitario; los médicos tuvieron grandes dificultades para controlarlas. Un año después, la leucemia reapareció. A pesar del panorama desalentador, Rolf no se dio por vencido. Buscó nuevo trabajo y estrenó casa junto a su familia. Para él no existía la enfermedad. Pese a las «pocas esperanzas de vida», como él mismo calificaba de manera consciente su situación, se centró en un único objetivo: procurar la seguridad financiera de su familia. Con una inquebrantable voluntad de vivir, luchó contra el cáncer durante más de 17 años. ¿Hubiera vivido menos Rolf B. de no haberse aferrado tanto a sus objetivos? No lo sabemos. En cualquier caso, su ejemplo refuerza una convicción muy extendida entre la población general y entre algunos médicos: la mente humana puede retardar el curso, e incluso detener, una enfermedad mortal como el cáncer. ¿Sucede realmente así? O, por el contrario, ¿pueden determinados factores psicológicos acelerar el desenlace de una patología? ¿Existe, como algunas personas sugieren, una «personalidad cancerosa»?
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Tales cuestiones ocupan a la psicooncología, disciplina que, entre otros temas, investiga la existencia de una relación entre la constitución psíquica de una persona y la aparición de tumores malignos. De entrada, las opiniones al respecto permanecen divididas, incluso entre los expertos. Mientras que gran parte de los psicooncólogos descartan tajantemente la existencia de procesos cancerosos de origen psíquico o social, otros investigadores se resisten a descartar de entrada esta posibilidad.
Estudios dudosos En 1991 el oncólogo Anders Bonde Jensen, del Hospital Universitario de Odense, llevó a cabo una revisión crítica de todos los estudios publicados hasta entonces sobre las circunstancias que concurren en la aparición del cáncer de mama. ¿Existe realmente un determinado tipo de personalidad que, como afirman algunos médicos, aumente en algunas mujeres el riesgo de padecer este tipo de cáncer? Jensen polemizó con sus colegas. La mayoría de los trabajos eran de rigor dudoso, ya que se apoyaban en muestras muy reducidas y el tratamiento estadístico no era correcto. Con todo, parecía existir cierta débil relación: las mujeres que se encontraban en dificultades, que manifestaban sentimientos como temor o ira, padecían con más frecuencia cáncer de mama. A unos resultados semejantes llegaron el mismo año Jürg Bernhard, del Colectivo Suizo para la Investigación Clínica del Cáncer en Berna, y Patricia Ganz, de la Universidad de California en Los Angeles. Su abundante bibliografía defendía que la supresión de las emociones podía relacionarse con un mayor
RECREAR PARA ACEPTAR Una paciente de 32 años ilustró de esta manera su propio cuerpo después de una operación de mama en una clínica oncológica de Freiburg. El propio cuerpo como tema de creación artística ayuda a muchos pacientes a aceptar su enfermedad.
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GEHIRN & G G GEIST S / MANFRED ZENTSCH SC / CO CORTESÍA S DE LA CLÍNICA C C O ONCOLÓGICA CO ÓG C SANAFO SANAFONTIS, S, FREIBURG U G
RESUMEN
Psique y enfermedad
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Los procesos
riesgo de padecer enfermedades tumorales, en este caso, cáncer de pulmón. Sin embargo, al tratarse de una enfermedad muy ligada al hábito de fumar, no pudo demostrarse de forma clara la vinculación con la vida emocional de los pacientes.
psíquicos actúan
sobre el sistema inmu-
¿Influye la personalidad?
nitario. De este modo
También en 1991 apareció el trabajo del grupo dirigido por Gabriel Kune, de la Universidad de Melbourne. Estos investigadores estudiaron el ambiente familiar y los hábitos de vida de 637 pacientes con cáncer de intestino grueso; datos que compararon con los de 714 personas sanas. El resultado demostró que entre los enfermos de cáncer se encontraban más personas que habían sufrido una infancia infeliz que entre el grupo de control. Asimismo, los probandos enfermos manifestaban con mayor frecuencia sentirse mal ante una situación para ellos violenta. En todos estos estudios resulta problemático su carácter retrospectivo: los pacientes fueron entrevistados después de conocer el diagnóstico de cáncer, lo cual influye con toda seguridad en su situación psíquica y también en el juicio sobre su situación vital. Para obtener unos resultados más sólidos, deberían llevarse a cabo amplios estudios prospectivos con una clasificación previa de los participantes según el tipo de personalidad con el fin de investigar más adelante cuántos de estos probandos desarrollan un tumor maligno. En los años ochenta del siglo pasado, la oncóloga Tina Morris, del King’s College de Londres, formuló la tesis de que las personalidades del «tipo C» eran especialmente proclives a padecer cáncer. A este grupo pertenecen personas a las que se considera afables, sacrificadas, pacientes y humildes. En cambio, las personas amantes del riesgo, impacientes y ambiciosas, que conforman el «tipo A», presentan un mayor riesgo de sufrir un infarto agudo de miocardio. Sin embargo, la aplicación de esta tipología en la práctica clínica presenta dificultades, ya que solo una porción reducida de los pacientes estudiados pueden incluirse de forma clara en uno u otro grupo. No sorprende, pues, que los estudios prospectivos serios sobre la «personalidad cancerosa» se puedan contar hasta ahora con los dedos de la mano. Lo único que, en todo caso, parece claro es que aquellos individuos que tienden a padecer sobrecargas emocionales, que ante los demás reprimen su irritación y que se ha-
podrían influir en la aparición y la evolución de las enfermedades tumorales.
2
Aún es motivo de discusión entre los
psicooncólogos si una actitud mental positiva aumenta las posibilidades de supervivencia de los pacientes con cáncer.
3
La atención psicológica puede me-
jorar de forma notable la calidad de vida de los enfermos graves.
La psique se asocia con la aparición del cáncer de diversas maneras
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llan aparentemente adaptados a la situación manifiestan patologías tumorales con más frecuencia que el término medio de la población general. Sin embargo, no existe todavía una explicación causal sobre la relación que pueda haber entre el tipo de personalidad y el cáncer. ¿Por qué? No podemos descartar de entrada que los factores psíquicos e incluso sociales influyan en la aparición de un tumor. De hecho, se ha demostrado la influencia de los factores psíquicos en una estructura central del organismo: el sistema inmunitario. En 2001, el grupo de Eric Zorrilla, de la Universidad de Pennsylvania en Philadelphia, evaluó numerosos estudios sobre el tema. Según estas investigaciones, los pacientes depresivos presentaban un sistema inmunitario debilitado. En especial, el número de glóbulos blancos, que desempeñan una función decisiva en las defensas contra los agentes patógenos, aparecía en algunos pacientes llamativamente bajo. En 2002, Janice Kiecolt-Glaser y Ronald Glaser, de la Universidad estatal de Ohio en Columbus, llegaron a un resultado similar. A través de un metanálisis demostraron que en los afectados aparecía un aumento en sangre de las citoquinas favorecedoras de la inflamación. Las inflamaciones, a su vez, aceleran los procesos de envejecimiento, sobrecargan el sistema cardiocirculatorio y se consideran cancerígenas. Sin embargo, ello no resuelve la cuestión de la influencia psicosocial en el origen de los tumores, que niegan otros muchos médicos. No debe olvidarse que la interrelación entre psique, sistema inmunitario y cáncer no supone un neto engranaje de causas y efectos. El cáncer es una enfermedad muy compleja condicionada por una multiplicidad de factores: la predisposición genética, los tóxicos ambientales (como el humo del tabaco y el alcohol) o algunos virus pueden desencadenar la patología. Una mala alimentación, el sedentarismo física, así como el estrés o los trastornos del sueño pueden aumentar el riesgo. Todas estas conductas están condicionadas por la psique humana que, como ya se ha comentado, influye de forma directa en el sistema inmunitario. Este, a su vez, puede fallar a causa de los efectos negativos de factores ambientales, de agentes patógenos o por defectos genéticos. De este modo, la psique, a través de diversos caminos, desempeña una función en la aparición del cáncer. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Factores ambientales En el incontrolado crecimiento celular de los tumores
alterado. Estos factores actúan sobre el sistema inmuni-
influyen diversos factores: tóxicos ambientales o virus
tario de modo que el organismo no puede defenderse
pueden desencadenar la enfermedad; la predisposición
debidamente frente al crecimiento desordenado de las
genética desempeña también una importante función.
células. De esta manera, la psique podría influir en la
Tampoco debe minusvalorarse un estilo de vida insano:
enfermedad, ya sea directamente en su evolución, ya a
alimentación incorrecta, escasa actividad física y sueño
través del sistema inmunitario.
PSIQUE Escasa actividad física
Alimentación inadecuada
Hormonas
Hábitos de sueño y de distensión inadecuados
Afectación del sistema inmunitario
CÁNCER
(crecimiento incontrolado de las células) Ritmo de vida insano ¿Vitaminas?
Tóxicos ambientales
Virus
Y viceversa, un tumor maligno repercute sobre el estado psíquico del enfermo. Los pacientes deben digerir su situación a nivel anímico, tarea que resulta más o menos dificultosa según la constitución de la persona. Un estudio publicado en 1998 por Robert Schnoll y sus colaboradores, de la Universidad de Rhode Island en Kingston, indica que las mujeres activas y luchadoras afrontaban mucho mejor el diagnóstico de cáncer de mama que sus compañeras más temerosas, resignadas y fatalistas.
Superación ofensiva En 2003, un grupo de médicos dirigidos por Susanne Sehlen, de la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, entrevistó a 2169 paMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Defectos genéticos/ Predisposición
cientes tumorales sometidos a radioterapia. El estudio demostró que la sensación subjetiva de desamparo, así como la necesaria dedicación que supone afrontar la enfermedad, ejercen una gran influencia en el bienestar anímico del paciente. Conclusiones similares obtuvieron en 2004 Thomas Hack y Lesley Degner, de la Universidad canadiense de Manitoba, a través del seguimiento durante tres años de la evolución de 55 mujeres con cáncer de mama. Dos años antes, el grupo de Anette Stanton, de la Universidad de Kansas en Lawrence, encuestó a 70 pacientes. El resultado demostró que a las mujeres que se enfrentaban abiertamente a la enfermedad les fue mejor que a aquellas que se retrajeron ante ella. Similares resultados obtuvo en 2005 nuestro grupo de trabajo en
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Casos en España El cáncer es la segunda causa de muerte en España. Cada año la incidencia de enfermedades tumorales aumenta, pero también disminuye la mortalidad, lo cual puede deberse a los avances en el diagnóstico precoz y en el tratamiento. La incidencia global prevista de cáncer para la población española en el año 2015 es de más de 220.000 personas, en su mayoría a causa de un cáncer colorrectal. Se trata de un tumor maligno que afecta principalmente a personas de edad avanzada: casi tres cuartas partes de las defunciones se producen a partir de los 70 años de edad. Según recoge el informe «Indicadores de la salud 2009» del Ministerio de Sanidad y Política Social, por sexos, la neoplasia maligna más frecuente en la mujer es el tumor de mama, mientras que en varones, el tumor maligno de la tráquea, de los bronquios y del pulmón es la causa más común de fallecimiento por cáncer. Fuente: Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM) y Ministerio de sanidad y política social.
Webs de interés Grupo Español de Investigación en Cáncer de Mama www.geicam.org Asociación Española contra el Cáncer www.aecc.es Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas www.cnio.es Sociedad Española de Oncología Médica www.seom.org
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Colonia con colaboradores de Ulm, Hannover y Berlín en un estudio longitudinal realizado con pacientes leucémicos que habían superado un trasplante de médula ósea. Una actitud ofensiva frente a la patología resulta, pues, beneficiosa para la psique del paciente. Ahora bien, ¿actúan los componentes psicológicos asimismo en la evolución de un cáncer? Una vez más, los expertos discrepan sobre el tema. A principios de los años noventa, James Leverson y sus colaboradores, de la Escuela de Medicina de Virginia en Richmond, comprobaron, tras una amplia revisión de la bibliografía, un dato desalentador: a partir de las investigaciones desarrolladas hasta entonces, no podía deducirse prácticamente ninguna influencia positiva de la psique sobre el curso de la enfermedad. Sin embargo, estudios posteriores como el de Bert De Brabander, de la Universidad de Amberes, del año 1999, demostraron que el estrés aumenta el riesgo de recaídas. Los investigadores discuten aún hoy hasta qué punto el ambiente social y familiar del paciente influyen en su situación médica. Si partimos de la base de que la evolución biológica de la enfermedad y las estrategias psíquicas para dominarla no transcurren de forma totalmente independiente, podrían influenciarse de tres maneras: 1. Una postura combativa estimula el sistema inmunitario, de tal forma que favorece la curación o, al menos, reduce el riesgo de recaída.
2. El enfrentamiento mental con la enfermedad ayuda a la colaboración entre el médico y el paciente, relación que a su vez favorece indirectamente la curación. 3. El bienestar psíquico depende, por su parte, de la rapidez o lentitud con la que evoluciona la enfermedad. Los científicos aún deben esclarecer qué relaciones corresponden a la realidad. No obstante, para los afectados, una cuestión mucho más crucial es: ¿Cómo puedo afrontar mejor mi ominoso destino? Veinte años de investigaciones psicooncológicas han demostrado que la ayuda profesional al paciente resulta beneficiosa. Estados de temor, depresión, estrés y agotamiento psíquico pueden tratarse con éxito mediante los correspondientes métodos, lo que mejora la calidad de vida del afectado. Los ejercicios de distensión, tales como el entrenamiento autógeno, parecen no influir de forma inmediata en el curso clínico de la enfermedad, sin embargo, contribuyen a atenuar los efectos secundarios de la radio y quimioterapia. El efecto terapéutico de la música, ya comprobado en los niños con migraña, por ejemplo, apenas se ha investigado en oncología. Sin embargo, existen indicios de que la musicoterapia puede contribuir a la distensión, así como a atenuar el dolor de los pacientes cancerosos, al menos a corto plazo. Tales apoyos son útiles en especial en ciclos terapéuticos que provocan molestias agudas o en pacientes terminales. Asimismo, algunos métodos alternativos como la acupuntura [véase «Acupuntura», por Susanne Kemmer; M ENTE Y CEREBRO, n. o 16] o la aromaterapia [véase «Aromaterapia», por Jörg Zittlau; M ENTE Y CEREBRO, n.o 20] pueden atenuar también posibles miedos. Ahora bien, las terapias de grupo se valoran especialmente en el tratamiento de pacientes tumorales: en un círculo de personas que están recibiendo soporte psicológico y comparten perspectivas, el paciente aprende que no está solo con su enfermedad y experimenta ayuda anímica por parte de los demás afectados. No obstante, muchos pacientes se irritan ante la idea de participar en dichas sesiones colectivas, ya que temen confrontarse aún con mayor intensidad a temas tan graves como el dolor y la muerte o sacar a la luz la historia de su propia desgracia. Pero en cualquier caso, este tipo de terapia ofrece al paciente una oportunidad: por un lado, afrontar de manera enérgica lo MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
inevitable; por otro, encarar los tabúes temidos. Este enfrentamiento activo contra el miedo a la muerte ayuda a muchos pacientes a superar su destino y a desactivar a nivel psicológico la idea de morir.
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comunicación historia cuestionar
ética
La falta de apoyo psicológico por parte de familiares o amigos repercute en una peor evolución clínica de la enfermedad. Pese a ello, muchos médicos se preguntan: ¿Puede una actitud positiva retrasar el curso de la patología? ¿Viven tales pacientes durante más tiempo? Los estudios no pueden ser más dispares: mientras algunas investigaciones niegan la relación entre la atención psicooncológica y el tiempo de supervivencia, un número similar de estudios revela, por el contrario, la existencia de tal relación. También aquí la mayoría de los investigadores parten del hecho de que la psique, al menos a través del sistema inmunitario, puede influir, ya sea de manera positiva o negativa, en la enfermedad. No obstante, seguimos sin saber si una atención psicológica mejora las posibilidades de supervivencia de los enfermos tumorales, situación que puede deberse en parte a los defectos de muchos estudios realizados hasta ahora. Así, investigaciones que niegan la prolongación en la supervivencia de los afectados mezclaban en un mismo grupo cánceres de distinto tipo, con pronósticos y tratamientos diferentes. Asimismo, la cualificación del personal sanitario puede resultar una variable crítica a tener en cuenta: el cuidado de una enfermera que de vez en cuando toma la mano del paciente no se puede valorar como tratamiento psicooncológico; para ello se requiere un médico o un psicólogo con experiencia. En definitiva, los médicos, los pacientes y sus allegados, cada uno desde su perspectiva personal —sea a favor o en contra— deben atender la cuestión con un sano escepticismo. A menudo se trata de opiniones ideológicas sin fundamentos objetivos. De todos modos, una cosa parece cierta: una inquebrantable voluntad de vivir a pesar del mal pronóstico médico, tal la de Rolf B., ayuda a dominar psíquicamente un destino abominable.
experimento
diálogo investigación ti ió d
SciLogs Ciencia en primera persona
LUIS CARDONA PASCUAL Ciencia marina
YVONNE BUCHHOLZ Psicología y neurociencia al día
ARAXI URRUTIA ODABACHIAN Genomas en evolución
JOSÉ MARÍA VALDERAS BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
De la sinapsis a la conciencia
PSYCHOEDUKATION MIT
MARC FURIÓ BRUNO
KREBSPATIENTEN. THERAPIE-
Los fósiles hablan
MANUAL FÜR EINE STRUKTURIERTE GRUPPENINTERVENTION. J. B. Weis et
al. Schatauer; Stuttgart,
JUAN GARCÍA-BELLIDO CAPDEVILA Cosmología de precisión
2006. PRAXIS DER PSYCHOONKO-
CLAUDI MANS TEIXIDÓ
LOGIE. PSYCHOEDUKATION,
Ciencia de la vida cotidiana
BERATUNG UND THERAPIE.
G. Angenendt et al. Hippokrates; Stuttgart 2007.
JORDI SOLÉ CASALS DAS ANTIKREBS-BUCH.
D. Servan-Schreiber.
Volker Tschuschke es psicoanalista y dirige el departamento de psicología médica en el Hospital Clínico de la Universidad de Colonia.
conocimiento
20 reflexiónblo blog
Voluntad inquebrantable de vivir
Kunstmann; Múnich, 2008.
Tecnología, ciencia y sociedad
Y MÁS...
www.investigacionyciencia.es/blogs
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Mi vida con el cáncer Hace más de seis años que Petra Bugar supo de su enfermedad tumoral. «A pesar de que soy una enferma incurable, tengo muchas ganas de vivir», afirma. Sin embargo, en ocasiones también pensó en darse por vencida RABEA RENTSCHLER I FOTOGRAFÍAS: MANFRED ZENTSCH
EN ARMONÍA Al principio, Petra Bugar se sintió impotente y desamparada ante el diagnóstico de cáncer. A lo largo de los últimos seis años, tras varias recaídas, ha aprendido a vivir con él.
L
a tasa de supervivencia de los enfermos con cáncer se ha duplicado en las últimas cuatro décadas gracias a los avances en el diagnóstico y a las nuevas posibilidades terapéuticas. En la década de los setenta del pasado siglo, fallecían tres cuartas partes de los pacientes al cabo de cinco años; hoy, solo la mitad, un gran éxito desde el punto de vista estadístico. Sin embargo, estas cifras no eliminan el pánico que suscita el diagnóstico de cáncer. Cuando en 2004 Petra Bugar supo por un oncólogo que en su intestino se había desarrollado un carcinoma de recto, tuvo la sensación de que le habían comunicado su sentencia de muerte. Más de seis años después, con 54 años de edad, ha sido ingresada tantas veces en el hospital que ha perdido la cuenta. Pronto tendrá la próxima sesión de quimioterapia en un hospital privado de Freiburg de Brisgovia. Ya ha perdido el miedo. «Mi vida con el cáncer —como señala ella— empezó hace más de cinco años.» La funcionaria y política local de Magdeburg, como cada invierno, se fue a esquiar unos días con su esposo y sus dos hijos. Después de pasar todo el día en las pistas, descubrió por la noche que había sangre en sus heces. Al lunes siguiente acudió a su médico de cabecera, quien la envió directamente a un especialista, quien a su vez practicó una detenida exploración a la mujer de por entonces 48 años. Asimismo, el médico envió para analizar una muestra de heces al laboratorio. Debían esperar el resultado. Dos días después, recibió la convocatoria por teléfono. Petra Bugar debía presentarse en la consulta. Las noticias del médico no eran buenas: «El cáncer ya está avanzado, debe operarse urgentemente». Mientras el oncólogo —a quien veía por segunda vez en su vida aquella mañana— le explicaba visiblemente encogido los próximos pasos terapéuticos, Petra sintió la necesidad de animarle: «No le dé más vueltas, ya no puede hacer nada». Todo duró apenas un cuarto de hora. A muchos médicos les resulta difícil comunicar a sus pacientes un mal pronóstico. Aunque
en la actualidad la mayoría de médicos apoyan el trato abierto y directo de las malas noticias, cosa que en los años ochenta se consideraba una irresponsabilidad, algunos, por miedo a no utilizar el tono adecuado, se mantienen en el plano de especialista y no atienden el estado emocional del paciente. «No es de extrañar —apunta Monika Keller, de la Universidad de Heidelberg— ya que prácticamente ningún médico ha aprendido cómo debe mantenerse este tipo de conversaciones.» La psicoterapeuta cree que los oncólogos deberían aprender a informar sobre diagnósticos graves ya en su período de especialización. Desde 2008, bajo su dirección, se experimenta en siete clínicas universitarias alemanas el programa formativo para mejorar la relación entre médico y paciente KoMPASS (siglas en alemán de Kommunikative Kompetenz zur Verbesserung der Artz-Patienten-Beziehung). Médicos de Leipzig, Colonia, Düsseldorf, Maguncia, Heidelberg, Tubinga y Nürnberg aprenden mediante dramatizaciones basadas en casos reales a comunicarse de forma correcta no solo en el ámbito técnico, sino también psicológico. Las conversaciones con actores que representan el papel de paciente son grabadas en vídeo para, más tarde, analizarlas.
La inseguridad de los médicos Según cuenta Keller, algunos oncólogos reaccionan al comenzar los ejercicios con la exclamación: «¡Oh no, lo he hecho todo mal!». Con el tiempo se acostumbran a entender el desamparo, el bloqueo del diálogo y las explosiones emocionales de los pacientes. Un estudio comparativo llevado a cabo con 150 médicos que han seguido este adiestramiento frente a un grupo de control formado por especialistas que no han participado en el curso confirma también este hecho. Casi todos los que cursaron el programa reconocen que gracias al entrenamiento sienten menos miedo ante situaciones difíciles con el paciente, además de atender mejor sus necesidades.
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APOYO MENTAL Por iniciativa propia, Petra Bugar no hubiera buscado apoyo psicológico. «Los enfermos de cáncer rara vez acuden a nosotros por decisión propia, a pesar de que podemos ayudarles a afrontar la crisis que están viviendo», comenta la psicoterapeuta Nina Rose.
Ocho minutos Es el tiempo del que, de media, disponen los médicos en Alemania para comunicar a sus pacientes un diagnóstico de cáncer. En otros países europeos un contacto de este tipo con los pacientes alcanza entre 11 y 19 minutos. Si quieren obtener rentabilidad económica, los oncólogos habrían de realizar unas 4000 conversaciones de este tipo al año. (Estudio realizado en 2007 en Colonia por el Instituto de la Calidad y Economía en Sanidad)
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Un seminario final pone fin a cuatro meses de curso. Según Keller, la mayoría de los oncólogos, e indirectamente también los pacientes, sacarían provecho de una supervisión profesional de su actividad. Lo que hace falta es simplemente dinero. El programa KoMPASS está financiado por la Ayuda alemana contra el cáncer; en 2008 destinó 100 millones de euros a 174 proyectos de investigación. Sin embargo, solo una mínima parte del dinero va a parar a proyectos psicológicos. La mayor parte se destina a la investigación básica y a los estudios terapéuticos somáticos. «Es comprensible», opina Keller. Lo mejor que le puede pasar a un paciente es su curación. No obstante, a pesar de la mejoría constante en el pronóstico de muchos de los más de 200 tipos de cáncer, la patología tumoral desencadena prácticamente en todos los casos una crisis existencial. Keller y su equipo tienen previsto valorar a fondo los datos de KoMPASS obtenidos hasta finales de 2009 con objeto de que, desde un principio, los oncólogos puedan afrontar los problemas emocionales que surgen en relación al diagnóstico de cáncer. Así comprobarán los efectos positivos de este tipo de formación sobre la capacidad de empatía, las dotes comunicativas y la sobrecarga profesional que supone para los médicos. Todo ello, a su vez, repercutirá en el tratamiento de los pacientes tumorales. Es un primer paso para que la formación comunicativa para oncólogos se integre obligatoriamente en la formación de especialistas en oncología en toda Alemania. En Inglaterra y en Suiza ya se realiza. No solo la experiencia de Petra Bugar plasma la necesidad de tales medidas. En 2008, el Instituto científico de hematólogos y oncólogos
titulados (WINHO, siglas en alemán) publicó los resultados de un estudio basado en una encuesta realizada a más de 15.000 pacientes oncológicos de 145 clínicas y consultas de Alemania. A simple vista, los resultados reflejan una impresión muy buena: la mayoría de los pacientes se muestran satisfechos con la atención médica recibida. Sin embargo, visto el informe en más detalle, afloran tres puntos desfavorables: escasa competencia por parte de los médicos para responder las preguntas en relación a métodos terapéuticos alternativos, explicaciones insuficientes y poco derecho a intervenir en las decisiones terapéuticas y, sobre todo, una atención psicosocial deficiente, incluso para los familiares. Otro estudio del mismo Instituto demuestra que estos tres puntos pueden presentar graves consecuencias para la calidad de vida de los afectados. Así, pacientes con una información y supervisión deficiente se sienten abandonados a su destino. Se muestran más inseguros y temerosos y presentan con mayor frecuencia depresión. A menudo tampoco se atiende a la sobrecarga psíquica ni a los dolores corporales o efectos secundarios de la terapia.
Familiares desamparados Al principio, Petra Bugar también se sintió inerme frente al cáncer. Esta impotencia aumentó no solo por una atención médico-psicológica insuficiente. En el ámbito privado tampoco encontró la ayuda necesaria. Cuando llegó a casa tras la consulta con el oncólogo, contó a su marido el diagnóstico; él se quedó atónito. No sabía cómo debía reaccionar ante la terrible noticia. En lo sucesivo, simplemente ignoraba que su mujer estaba gravemente enferma. También en su lugar de trabajo sintió que le hacían el vacío: desde que se enteraron de su enfermedad, la mayoría de los compañeros procuraban no relacionarse con ella. «El diagnóstico no solo causa un choque emocional en el paciente. A menudo tampoco saben cómo reaccionar los familiares más próximos y amigos», explica Nina Rose, psicóloga de la clínica oncológica SanaFontis de Freiburg. La enfermedad pone a prueba las relaciones humanas: algunas parejas se unen aún más, otras, acaban en ruptura. En el caso de Petra y su marido ocurrió lo segundo. «Aquella época fue terrible. Aunque, mirando hacia atrás, estoy contenta de lo que pasó», comenta Petra. A través de las conversaciones con los psicólogos, Petra Bugar se percató de que a lo largo de su vida había MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
procurado actuar siempre en consonancia con las necesidades de los demás, sin pensar en las propias. «Muchos pacientes aprovechan el cáncer para recapacitar sobre su vida», confirma Nina Rose. Algunos se sienten culpables porque creen que quizá vayan a morir sin oportunidad de expresar su amor; otros se desesperan preguntándose «¿Por qué precisamente a mí?» A su vez, otros deciden cambiar planteamientos fundamentales de su vida, como Petra Bugar. Dejó a su marido y hogar, y se trasladó a un apartamento de dos habitaciones en el centro de la ciudad de Magdeburgo. «No valoramos la situación del paciente, sino que le ayudamos en el momento en el que se encuentra —indica Rose—. Intentamos involucrar en ello a la pareja y a la familia, ya que en raros casos el cáncer afecta solo al enfermo». Los allegados han de comprometerse en el programa. A menudo se encuentran bajo la presión de ser fuertes para el paciente, minimizan
sus propias cargas con el fin de no preocupar al enfermo. Por esta razón, es frecuente que miembros de la familia rechacen este tipo de conversaciones. «Muchas personas incluyen la psicooncología en el mismo cajón que las terapias de orientación individual, familiar o de pareja. Lo que pretendemos es simplemente ayudar a las personas a afrontar la realidad», aclara Rose. Con frecuencia el diagnóstico de cáncer no solo desencadena un caos emocional, sino también organizativo. A menudo se suman preocupaciones económicas. Los psicooncólogos intentan desdramatizar el tema del cáncer y estimulan a los pacientes y a sus allegados a hacer frente a sus necesidades. Aparecen cuestiones aparentemente banales o ajenas al auténtico problema: ¿Cómo afrontar las dificultades económicas que aparezcan? ¿Quién se ocupará del cuidado de los niños, los padres o los animales de compañía? ¿Se debe pensar
El cáncer en Alemania Cada año enferman de cáncer 436.000 personas en Alemania, de ellas mueren anualmente 211.500. Los expertos calculan que para 2030 el número de enfermos tumorales habrá aumentado un 50 por ciento. La razón estriba en que está aumentando la expectativa de vida, y con ello la población de más edad, a la que el cáncer afecta en especial.
Dejar atrás el miedo A pesar de los avances terapéuticos, muchas personas con-
¿El temor al dolor, al tratamiento, a la dependencia de los
sideran un tumor maligno como la enfermedad más grave
demás o a la propia muerte? Se debe recapacitar con deteni-
que se pueda contraer. Una de las causas de esta creencia
miento sobre el temor que se siente, ya que al comprenderlo
es el desconocimiento sobre los 200 tipos de tumores que
es más fácil remediarlo. La negación puede representar una
incluye el diagnóstico de cáncer, cada uno con un curso
reacción razonable en determinadas fases de la enfermedad,
distinto. A ello debe añadirse, en un sentido amplio, que
cuando el miedo resulta insoportable.
la frecuente incidencia de casos de cáncer puede resultar
Q EXPRESAR EL MIEDO. A menudo escribir, pintar o dar forma
engañosa: el recuerdo de casos desfavorables permanece
al miedo a través de otros medios creativos ayuda a entender-
grabado especialmente en la memoria, por lo que influye
lo mejor, lo cual, a su vez, contribuye a que se desvanezca.
en las propias expectativas.
Q RECORDAR. Pensar en situaciones pasadas difíciles que se
La persona que ha padecido un cáncer en una ocasión
superaron con éxito refuerza la sensación de que existen
siempre tiene temor a una recidiva. La certeza de una cu-
posibilidades de superar también el trance actual.
ración definitiva no se admite incluso tras un largo período
Q PLANIFICAR. Qué se hará en caso de un empeoramiento
asintomático. La inseguridad y el temor permanecen.
y de quién se podrá recibir ayuda. Aquí se incluye la corresponsabilidad para los métodos terapéuticos, la terapia
Qué hacer contra el temor
antiálgica, el acuerdo con los familiares, por ejemplo con-
Todas aquellas actividades que contrarreste la sensación
cediéndoles poderes para que decidan los cuidados que se
de inseguridad o disminuya la importancia de la situación
hayan de aplicar y dispongan lo más conveniente.
temerosa puede eliminar o convertir en más soportable el
Q DISTENSIÓN. El temor suele ir acompañado de temblores
miedo. Algunas recomendaciones son:
interiores y exteriores. Pueden paliarse mediante méto-
Q REUNIR INFORMACIÓN. Sobre la enfermedad en general,
dos de distensión o bien, si las condiciones lo permiten,
las posibilidades terapéuticas de eficacia comprobada y
mediante movimientos corporales (pasear, ir en bicicleta,
cómo favorecer la propia curación. Las dudas sobre el curso
nadar o practicar otros deportes).
de la patología en el caso personal y el riesgo de recaídas
Q VALORAR LOS ASPECTOS HERMOSOS DE LA VIDA. ¿Qué
deben discutirse con un médico que conozca bien todos
tiene sentido en mi vida? ¿Dónde puedo aplicar mis mejo-
los resultados de las exploraciones del paciente.
res facultades? ¿Qué es lo que me produce alegría? ¿Qué
Q «MIRAR» EL MIEDO CON EL MÁXIMO DETALLE POSIBLE.
cosas debería potenciar y qué otras eliminar? ¿Cómo puedo
¿Qué es lo que con mayor frecuencia provoca el miedo?
dejarme ayudar por los demás?
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Cifras a nivel mundial En el mundo cada año más de 11 millones de personas enferman por primera vez de un cáncer. De estas, mueren 7,9 millones. Tales cifras convierten al cáncer en la segunda causa de muerte, después de las enfermedades cardiovasculares. Se prevé que en 2030 enfermarán de cáncer 16 millones de personas al año.
en cómo irán las cosas cuando la persona querida fallezca? Según explica Rose, «por regla general, los pacientes tumorales y sus allegados ya tienen suficientes preocupaciones, por lo que no se trabaja descubriendo déficits de la infancia». Antes bien, se comenta juntos los recursos de que se dispone y qué otros pueden activarse: ¿Qué tipo de apoyo por parte de los miembros de la familia o de los amigos es el más adecuado para el enfermo? ¿Cómo han afrontando los afectados la situación desde que se conoce? ¿De qué manera se tranquiliza el paciente? Petra Bugar se sosiega pintando. Por esta razón aceptó la invitación de Wendy RoutenHardy, terapeuta de arte, para realizar conjuntamente una labor creativa. Bugar pasa muy a gusto las dos horas semanales de arteterapia durante su estancia en la clínica oncológica de Freiburg. Las sesiones se basan en el método que los psiquiatras italianos Gaetano Benedetti y Maurizio Peciccia desarrollaron en 1986 con el nombre de «imagen especular terapéutica progresiva» y aplicaron originalmente a los enfermos psicóticos. Basándose en dicho método, Wendy Routen-Hardy desarrolló una forma de terapia artística especial para pacientes oncológicos. El terapeuta y el paciente pintan juntos un cuadro, cuyo tema ha propuesto este último. Según Routen-Hardy, el método de la imagen especular es, como la imagen especular terapéutica progresiva, una especie de comunicación no verbal en la cual el terapeuta intenta
sacar a flote el mundo de los sentimientos del paciente y reflejarlo o fortalecerlo en los dibujos que ve. Los objetivos del ejercicio pueden ser varios: expresar y procesar emociones, preocupaciones o conflictos, experimentar distensión, así como mejorar la imagen que el paciente tiene de sí mismo y de su cuerpo. Petra y Wendy se sientan juntas ante una hoja de papel en blanco. La paciente empieza: elige un lápiz azul y dibuja un gran círculo. Junto a él, Wendy dibuja otro pequeño en azul claro. Después Petra toma otro color y dibuja un tronco en el centro del círculo; Wendy hace lo propio en el suyo. Y así va transcurriendo la sesión.
Dar forma a las emociones Mientras dibujan, la terapeuta y la paciente no dialogan. De vez en cuando se ríen porque la figura no sale como se la imaginaban. El resto del tiempo están serias y concentradas en su tarea. Al final, Wendy pregunta a su paciente qué tal se ha sentido durante la sesión y si asocia el dibujo que ha realizado a algo concreto. Petra comenta que los colores y los motivos de su obra tienen siempre que ver con lo que le preocupa en ese momento. Routen-Hardy explica que otros pacientes no asocian de forma inmediata su pintura con nada. En dichos casos, la terapeuta tampoco intenta darle ningún significado especial. Al cabo de un par de sesiones colocan de nuevo los dibujos sobre la mesa y los observan. En
HABLAR CON IMÁGENES Durante la actividad creativa a cuatro manos de la psicoterapeuta Wendy Routen-Hardy y Petra Bugar no está permitido hablar. Por el contrario, reírse además de otras expresiones emocionales no solo se permiten, sino que incluso se desean.
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TOMA DE CONTACTO CON PRECAUCIONES En la mayoría de los dibujos de Petra Bugar predomina un círculo azul: simboliza su «pequeño mundo sano y salvo». Al principio de las sesiones de arteterapia, todo figuraba en el interior del círculo (izquierda); después asoció su círculo con otro pequeño, el de la terapeuta (centro); al final lo abrió al mundo exterior (derecha).
esta ocasión, muchos pacientes encuentran en el dibujo de repente un profundo significado: descubren sentimientos tales como miedo o rabia, o bien rompen a llorar; afloran emociones que habían quedado reprimidas. A algunos les llama la atención que, de repente, desaparezca un motivo o que con el tiempo uno haya pasado a ser dominante. Para Petra Bugar, el círculo, que aparece en casi todos sus dibujos, representa su «pequeño mundo sano y salvo». Al principio no colocaba casi ningún motivo fuera de la línea azul. En los nuevos dibujos, en vez de las plantas delicadas que solía dibujar en el interior del círculo, aparece un robusto árbol o una cara sonriente. Para Petra, ello refleja una preocupación que le invade los últimos meses: se pregunta cómo ha de afrontar su situación fuera del espacio protector de la clínica, al no pertenecer ya a la mayoría sana de la sociedad. A pesar de su adversidad, quiere recuperar el amor a su cuerpo.
Vivir el aquí y ahora Muchos afectados de cáncer sienten en alguna ocasión odio hacia su cuerpo enfermo. Nina Rose afirma: «Hemos comprobado que estos pacientes no solo se benefician de la arteterapia, sino también de los ejercicios de atención». Tales ejercicios ayudan a los pacientes a vivir aquí y ahora, así como a aceptarse en su vulnerabilidad en vez de añorar constantemente su pasado o perderse en los temores ante lo que les depara su futuro. La arteterapia cuenta con una larga historia en la psicooncología; no obstante, su investigación se encuentra todavía en pañales. Harald MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Gruber, director del departamento de Arte y terapia de la Escuela Superior Alanus de Bonn, afirma que «en los últimos 25 años se han descrito y analizado ejemplos de numerosos casos y presentado pequeños estudios controlados». En enero de 2009 se publicó un estudio sueco de la Universidad de Umeå en el que se demuestra que basta una hora de terapia artística a la semana para aumentar la calidad de vida de las pacientes con cáncer de mama. Se estudió a 41 mujeres justo antes de una irradiación, así como dos y seis semanas después. Aquellas que desarrollaron una actividad artística se manifestaron psíquica y físicamente mejor que las 21 pacientes que no habían participado en tales prácticas. Las primeras manifestaban menos temor ante el futuro y valoraban la imagen de su cuerpo de forma más positiva. Un estudio desarrollado en Leipzig en el mismo año llevó a resultados similares. En este trabajo se incluyeron 18 hombres y mujeres con diferentes tipos de tumores que participaron en un curso semanal de arte figurativo. A lo largo de 22 semanas practicaron al principio con diversas técnicas y materiales de dibujo. «En la fase inicial los pacientes se limitaban a familiarizarse con las posibilidades de la creación figurativa», explica Heide Göze, de la Universidad de Leipzig. En un segundo paso se animaba a los participantes a expresar artísticamente un tema de su elección. Una vez decidido el tema, el resto de semanas debían confeccionar una especie de tira de dibujo donde podían incluirse textos explicativos, además de las obras creadas durante el curso. En prácticamente todos los trabajos, los pacientes trataban el tema de su enfermedad cancerosa, aunque no de for-
Los cánceres más frecuentes Las mujeres enferman con mayor frecuencia de cánceres de mama, pulmón, estómago e intestino. En los hombres los cánceres más frecuentes son de pulmón, estómago, hígado, intestino, esófago y próstata. Los cánceres de pulmón, estómago, hígado, intestino y mama resultan en muchos casos mortales. Fumar es el principal factor de riesgo de cáncer.
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Ahora se ven en gran medida dependientes de los demás, lo cual les avergüenza y les lleva, no en pocos casos, a retraerse y rechazar la enfermedad y sus consecuencias. Probablemente sufran los varones de manera similar que las mujeres las consecuencias psíquicas de una patología tumoral; estas pueden provocar graves depresiones e incluso ideas suicidas. En 2007, Vanessa Strong y sus colaboradores de la Universidad de Edimburgo estudiaron a más de 3000 pacientes tumorales. Apenas una cuarta parte de ellos padecían trastornos clínicamente relevantes, tales como estados de temor y depresiones. En 2008 los investigadores estudiaron un segundo grupo de más de 2900 pacientes de cáncer. El resultado fue que apenas a un 8 por ciento les atormentaban ideas como «muerto estaría mejor» o «quizá me mate». Dos factores se relacionaban por encima de la media con las ideas suicidas: el estrés emocional y los dolores crónicos. ATEMORIZADA PERO BELLA Mientras contempla las margaritas, Petra piensa en lo vulnerable que es su cuerpo. No obstante, la arteterapia le ha ayudado a apreciarlo.
El cáncer en los niños Al año enferman de cáncer en Alemania unos 1800 niños y jóvenes de menos de 15 años. Las posibilidades de curación son, por término medio, del 80 por ciento. Los cánceres más frecuentes en la infancia son las leucemias (cáncer de la sangre), los tumores cerebrales, así como de médula espinal, y los cánceres de los ganglios linfáticos. (Fuente de todos los datos estadísticos: Instituto Robert Koch, 2008)
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ma específica. Una vez finalizado el curso, los probandos manifestaron una sobrecarga psíquica considerablemente menor que al iniciar el curso; también claramente inferior a la de los pacientes del grupo de control. «De momento no podemos decir qué tipo de terapia artística para qué pacientes y en qué fase de la enfermedad resulta más idónea», señala Gruber. Este investigador trabaja en un estudio comparativo sobre los factores que intervienen en la terapia artística (musicoterapia, danzaterapia y arteterapia). Según su evaluación, el estrato social y el grado de formación no desempeñan ninguna función. Más bien se trata de las características de la persona. Por regla general, las mujeres responden mejor a los métodos terapéuticos creativos que los hombres. Circunstancia bien sabida en psicoterapia. «De ello no se puede deducir que los hombres con cáncer se comporten de forma diferente a las mujeres —insiste Monika Keller—. La experiencia nos dice que también hablan de los temores que supone el cáncer para ellos, pero lo hacen de distinta manera.» Por esta razón, los hombres con una fuerte sobrecarga emocional suelen pasar desapercibidos. Además, para ellos resulta muy importante saber que no necesitan ayuda porque estén psicológicamente enfermos. Según apunta la directora del departamento de psicooncología de la Universidad de Heidelberg, estos hombres se encontraban antes de la patología en la plenitud de su vida y tenían todo bajo control.
El miedo en el cuerpo También a Petra Bugar le asaltan con frecuencia fuertes dolores; sabe que, según demuestran las estadísticas, morirá a causa de su enfermedad. Es consciente de que las posibilidades de recidiva, es decir, de que se forme de nuevo un tumor, son muy altas en su caso. A lo largo de tres años fue sometida a un control tras otro, siempre con el temor de que, a pesar de varias operaciones y quimioterapias, el cáncer pudiera volver. En el verano de 2007 ya estaba harta de todo. Cumplió un deseo mantenido durante mucho tiempo: un viaje a la India. Nina Rose comenta que los enfermos de cáncer que se han limitado siempre a la cotidianidad de la vida diaria quieren finalmente hacer algo solo por la propia satisfacción de hacerlo. Muchos empiezan una nueva afición o programan tareas para cuando se sientan mejor. A su regreso a casa, Petra tuvo la sensación de que nunca había pasado nada; vivía con mayor plenitud: «Ya no me preocupaba por pequeñeces, visitaba a mis hijos con más frecuencia y meditaba mucho». Ya no acudía a las revisiones de control. Al fin le volvía a crecer el cabello, las mucosas de sus órganos volvieron a normalizarse y disfrutaba de nuevo con la comida. Simplemente el cáncer había desaparecido de su vida. Su lema: «pensar en positivo». Sería estupendo que la historia finalizara aquí. Sin embargo, a principios de agosto de 2008 Petra Bugar se resfrió. Se sentía cada vez más débil, mas rechazaba la idea del cáncer: MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
«De ninguna manera quiero volver al hospital». En enero de 2009 su sistema inmunitario se afectó; ya no podía andar ni ver. El médico de urgencias llevó a la débil paciente a la Clínica Universitaria de Magdeburgo. «Tiene metástasis en el cerebro. Pasado mañana, operación, luego quimioterapia y la rehabilitación», le comunicó un médico. «¡Podéis decir todo lo que queráis!», pensó Petra. Simplemente, no quería seguir. Por entonces, se preguntaba si quizá no había luchado lo suficiente y si era ella misma la responsable de la recaída. Según señala Monika Keller, en 1989 y principios de los años noventa se publicaron un par de estudios sobre la actitud que adoptan los pacientes oncológicos ante su enfermedad. Las investigaciones demostraron una relación directa entre una actitud optimista y un curso clínico favorable. Sin embargo, estos resultados no han podido replicarse. Hoy se considera demostrado que una actitud animosa, claramente beligerante, para luchar contra la enfermedad no influye de manera demostrable en la curación del cáncer. «No obstante, este mito sigue presente en la mente de muchos», añade Keller. El problema no sería la esperanza en la mejoría, sino la presión a la que se ven sometidas las personas cuando, a pesar de toda su buena voluntad, su organismo no responde a los métodos terapéuticos o bien el cáncer reaparece. Según estimaciones de Keller, el ambiente en que se encuentran muchos pacientes les induce a pensar que no han creído lo suficiente en su curación y que se han abandonado demasiado. Los hijos de Petra no le hicieron a su madre este tipo de reproches, sino que la animaron a asumir la situación y a hacer las cosas lo mejor que pudiera. «Esto tiene mucha importancia para que el paciente no se resigne y caiga en la desesperación», indica la psicóloga Rose. Gracias al apoyo de sus hijos, los terapeutas y los médicos, Petra se volvió a sentir con ánimos. Consintió que la operaran de nuevo. Para seguir con el tratamiento se traslada cada vez a la clínica privada de Friburgo. Asume parte de los gastos de la estancia, pero se siente muy bien tratada. El plan terapéutico incluye varias sesiones de quimioterapia, lo que significa, por tratamiento, tres días de vómitos, además de lesiones en las mucosas, todo ello asociado la mayoría de las veces a exantemas y caída del cabello. Siguen luego once días de pausa. No sabe cuántas veces deberá aguantar esta tortura a lo largo de su vida. «En cualquier caso, no quiero morirme tan pronto.» MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
UN LARGO CAMINO Durante la entrevista, Petra Bugar confesó muchos detalles personales. Sin embargo, hubo que esperar un tiempo hasta que la paciente se decidiera a hablar sin tapujos de su enfermedad con una persona extraña.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA BETTER OFF DEAD: SUICIDAL THOUGHTS IN CANCER PATIENTS. V. A. Strong et
al. en Journal of Clinical Oncology: Official Journal of the American Society of Clinical Oncology, vol. 26, n.o 29, págs. 4725-4730; 2008. GESTALTUNGSKURS FÜR KREBSPATIENTEN IN DER AMBULANTEN NACHSORGE.
H. Götze et al. en Forschende Komplemtärmedizin, vol. 16, n.o 1, págs. 28-33; 2009. THERAPY IMPROVES EXPERIENCED QUALITY OF LIFE AMONG WOMEN UNDERGOING TREATMENT FOR BREAST CANCER: A RANDOMIZED CONTROLLED STUDY. I. Oster et al. en
European Journal of Cancer Care, vol. 18, n.o 1, págs. 69-77; 2009.
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El deterioro cognitivo
en la quimioterapia Lagunas en la memoria, falta de concentración, problemas para organizar o planificar... Muchas personas con cáncer temen que el tratamiento con quimioterapia cause una disminución de sus capacidades cognitivas. En la mayoría de los casos, no es así KERSTIN HERMELINK Y KARIN MÜNZEL
D RESUMEN
Más allá de la mala fama
1
Después de una quimioterapia,
muchos pacientes de cáncer se quejan de alteraciones en su rendimiento mental.
2
Pruebas de neuropsicología han de-
mostrado que en una parte de los afectados se producen realmente trastornos cognitivos. A menudo aparecen ya antes del tratamiento, aunque en general permanecen inadvertidos para el paciente.
3
En la mayoría de los casos, las caren-
cias cognitivas no dependen de alteraciones neuropsicológicas; son síntomas colaterales de miedos o depresiones.
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iagnóstico: cáncer. La pesadilla que comienza con estas dos palabras termina con mayor frecuencia con un final feliz. En la actualidad, la medicina permite diagnosticar a tiempo y tratar con éxito una serie de patologías tumorales. Así, el cáncer de mama (alteración de tejidos más frecuente en las mujeres) puede curarse por completo en la mayoría de los casos. También las posibilidades de curación de otros tipos de tumores han aumentado. Los oncólogos dan de alta con un buen pronóstico a cada vez más pacientes después de un período de terapia intensiva y, por lo general, dolorosa. A menudo, los afectados esperan retomar la vida normal lo antes posible, volver a la vida familiar y profesional que tenían antes de la enfermedad. Sin embargo, muchos no lo consiguen; ni siquiera tras haber recuperado con creces su capacidad física. Según cuentan estos pacientes, su rendimiento de concentración y memoria han empeorado: con frecuencia necesitan más tiempo para comprender un problema o cometen errores impensables antes de la enfermedad. Algunos explican, además, que planificar y organizar tareas cotidianas les supone un gran esfuerzo. ¿Qué provoca tales mermas cognitivas después de padecer una dolencia cancerígena? Desde el punto de vista de los afectados, la quimioterapia, el tratamiento con citostáticos, encabeza la lista de posibles causas. Estos medicamentos atacan a las células destinadas a dividirse. Ya que la mayoría de las células cancerígenas se encuentran en un proceso de división permanente, los citostáticos constituyen una solución eficaz, aunque también dañan los
tejidos sanos compuestos por células que desarrollan especialmente el proceso de división. Entre ellos, la médula ósea y las mucosas del tracto digestivo.
Investigación del dolor Las mujeres son las que más padecen un daño, desde un punto de vista médico, inocuo, pero a la par visible y a menudo considerado por ellas como estigmatizante: la pérdida completa del cabello. Por suerte, este efecto secundario es reversible. Aun así, la quimioterapia despierta temores entre la población, en gran parte, infundados. De esta manera, se atribuye también al tratamiento con citostáticos la pérdida de la capacidad cognitiva en pacientes de cáncer. Algunos afectados denominan este fenómeno con la expresión «quimio cerebro» (chemo brain) o «quimio niebla» (chemo fog). La investigación sobre las secuelas de la quimioterapia en la capacidad mental experimentó una eclosión a partir de la publicación en 1995 de un estudio que informaba de la detección de alteraciones cognitivas en el 75 por ciento de un total de 28 enfermas de cáncer de mama que se habían sometido a quimioterapia. Otros trabajos llegaron a conclusiones similares, aunque menos drásticas: dependiendo de la investigación, entre el 16 y el 50 por ciento de las pacientes de cáncer mostraban un rendimiento cognitivo peor tras el tratamiento. En 2006, la psicóloga Val Shilling, de la Universidad de Sussex, examinó junto a sus colaboradoras los resultados de los estudios desarrollados hasta ese momento. Las investigadoras demostraron que los trabajos se basaban MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
El tratamiento con citostáticos perjudica con frecuencia la psique. El paciente siente angustia sobre todo por la incertidumbre sobre los efectos secundarios.
GEHIRN & GEIST / MILENA SCHÄRER
¿EXPUESTO A RIESGOS?
La gráfica muestra la distribución de resultados de las pruebas realizadas a 108 enfermas de cáncer antes del inicio de su tratamiento de quimioterapia: los resultados positivos están señalados en verde, los discretos en azul y los negativos en rojo. Las columnas representan respectivamente el número de participantes que alcanzaron una determinada suma de resultados en el ámbito del 5 por ciento superior o inferior de las normas de la prueba. Así, por ejemplo, la pequeña columna de color rojo en el extremo izquierdo significa que una paciente consiguió ocho resultados en el ámbito del 5 por ciento inferior y ninguno en el ámbito superior. Aunque las pacientes con un coeficiente de inteligencia de 107,7 eran, por término medio, más inteligentes que la media, gran parte de los resultados del test se situaron ya en ese momento por debajo del promedio.
en parámetros muy dispares para establecer el diagnóstico de «alteración cognitiva». Así, pues, la comparación entre los respectivos resultados aparecía muy limitada: según el modelo adoptado, el porcentaje de enfermas con una disminución en su capacidad cognitiva oscilaba entre el 13 y el 69 por ciento. En consecuencia, dichos estudios no permitían establecer conclusiones definitivas en
Distintos tipos de quimioterapia La mayoría de las enfermas de cáncer reciben hoy en día su quimioterapia mediante inyecciones. De esta manera, los citostáticos llegan hasta tumores diminutos o células cancerígenas diseminadas por el cuerpo que no son visibles en las radiografías ni pueden ser descubiertas en una operación. Dado que este método no se limita al tratamiento local de un tumor, los médicos lo denominan «sistémico». Una quimioterapia local se recomienda con muy poca frecuencia. En el caso de aplicarse este método, los medicamentos se suministran únicamente a una región determinada del cuerpo y en dosis especialmente elevadas. Explicado de forma resumida, el procedimiento funciona de esta manera: en primer lugar, se estrangulan brevemente los vasos sanguíneos, para impedir la circulación de la citotoxina por todo el cuerpo y minimizar los efectos secundarios en otros tejidos. De esta manera, y en función de cada situación, se podrán inyectar los citostáticos también en las arterias, en lugar de hacerlo en las venas, tal como sucede normalmente. Existen pocos citostáticos que sean adecuados para la ingesta en forma de tableta. La mayoría de las sustancias solo pueden llegar hasta las células tumorales cuando penetran directamente en la corriente sanguínea del tejido en cuestión. Por esta razón, las citotoxinas administradas por vía oral están compuestas mayoritariamente por una fase química previa del propio agente activo, que quedará liberado en el hígado en el marco de la metabolización y de ahí pasará a la sangre. También este tipo de citostáticos tiene efectos sistémicos, es decir, en todo el cuerpo.
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1111 10
9 7 7 6 11
2
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01 23 45 Re s 67 ult a 8 en dos d e del e l 5 % ámbi l te s t s u p to e rio r
5 3 12 1 1 0 2 1 4 3 5 6 t 8 7 l te s s de o o d t a i lt b Re su n e l á m fe rio r e in % 5 del
torno al fenómeno del «quimio cerebro». No obstante, en aquel momento, la existencia de alteraciones cognitivas causadas por la quimioterapia parecía indiscutible entre los profesionales de la medicina. Tal como recogieron las autoras en su publicación: «El fenómeno ya ha sido reconocido de forma generalizada». Nuevas investigaciones desarrolladas con una metodología notablemente mejorada dieron un vuelco a esta situación. A diferencia de los trabajos anteriores, los nuevos trabajos se basan en estudios longitudinales. Así, si las primeras investigaciones comprendían solo un momento preciso de la enfermedad, durante o después de la quimioterapia, las segundas registraban las capacidades cognitivas de las pacientes de forma periódica, ya fuese en el transcurso de tratamiento así como una vez finalizado. Tales resultados ponían en duda la existencia del fenómeno «quimio cerebro». Antes de iniciar la terapia, se detectaron con frecuencia deficiencias cognitivas en una magnitud parecida a las registradas tras un tratamiento con citostáticos. De 2003 a 2005, investigamos en la Universidad Ludwig Maximilian de Múnich, en el marco del estudio longitudinal COGITO (Cognitive Impairment in Therapy of Breast Cancer), a más de 100 pacientes de cáncer de cuatro clínicas ginecológicas y de una consulta hematooncológica de Baviera. Antes de iniciar la terapia, un tercio de las participantes obtuvieron resultados en las pruebas neuropsicológicas notablemente malos. Durante la quimioterapia, las pacientes volvieron a realizar la prueba. Las diferencias con los resultados anteriores se equilibraron: aunque en un 27 por ciento de las mujeres se detectaron déficits crecientes —aumentaron los fallos de memoria o los problemas de concenMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
AMBAS GRÁFICAS: AMERICAN CANCER SOCIETY 2007 / KERSTIN HERMELINK
Facultades cognitivas antes del inicio de la quimioterapia
Número de pacientes
21
Número de pacientes
29
0 de
Facultades cognitivas al finalizar la quimioterapia 18 El gráfico presenta los cambios en relación con los resultados de las pruebas realizadas 10
10 4 1
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antes de iniciarse la terapia. Las columnas representan el número respectivo de pacientes 9
del total de 100 que participaron en el estudio COGITO y que mostraron una mejora o un empeoramiento. Por ejemplo, la columna verde a la derecha del todo significa
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2
que nueve pacientes mostraron una mejora en dos pruebas y al mismo tiempo que en
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ninguna prueba manifestaron un empeoramiento. En la valoración estadística se descontó el efecto generado por la repetición del ejercicio. Al final, 45 enfermas obtuvieron 0
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2 M 3 l o s e j o ra 4 re s ul t ado s
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1 2 3 n to e i 4 o ra m l t a d o s e p Em s r e s u o de l
resultados similares a los conseguidos antes del inicio de la quimioterapia (azul), en 28 dominaron las mejoras (verde) y 27 empeoraron los resultados. («Cognitive Function During Neoadjuvant Chemotherapy for Breast Cancer. Results of a Prospective, Multicenter, Longitudinal Study». K. Hermelink et al. en Cancer, vol. 109, n.o 9, págs. 1905-1913; 2007.)
tración—, otras muchas (28 %), en cambio, mejoraron respecto al test previo, y una mayoría (45 %) no mostró variación ninguna.
Hallazgos contradictorios Aun así, dos estudios longitudinales parecían demostrar un claro deterioro de la capacidad cognitiva de las afectadas después de un tratamiento de quimioterapia. No obstante, el trabajo publicado en 2004 por Jeffrey Wefel y sus colaboradores del M. D. Anderson Center en Texas se basaba en la investigación de tan solo 18 mujeres con carcinoma de mama. En el caso del estudio de la Universidad de Pittsburgh publicado en 2006 bajo la dirección de Catherine Bender, participaron un total de 36 mujeres. Es probable que en grupos de probandos tan reducidos, los resultados aparezcan como consecuencia de la casualidad. Por otra parte, diversos estudios longitudinales de mayor o menor escala llevados a cabo en los últimos tres años concuerdan con los resultados de nuestro trabajo. Así, las investigaciones observaban pocos casos de carencias cognitivas que ocurrían tan solo justo después del tratamiento (al cabo de un año de finalizar la quimioterapia, estos desaparecían) o en caso de una quimioterapia de dosis alta, pero no tras un tratamiento estándar. La mayoría de las veces no se presentaba ningún tipo de consecuencias. Los citostáticos pueden ser una de las causas, aunque seguramente no la única, de alteraciones cognitivas relacionadas con el tratamiento de una dolencia cancerígena. Por esta razón, el término «quimio cerebro», induce a la confusión; diversos expertos han propuesto abandonar su utilización. Este es el caso de la psicóloga Sanne Schagen, del Instituto Holandés del CánMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
cer en Amsterdam, Tim Ahles, del Centro Memorial Sloan-Kettering Cancer en Nueva York, y el oncólogo George Slomo, del Instituto de Investigación Oncológica City of Hope en California, autores de algunos de los trabajos más importantes realizados en este ámbito. Los citados investigadores buscaron otra explicación para la disminución en la capacidad mental; centraron especialmente sus estudios en las terapias endocrinas empleadas en los carcinomas de mama. Las células cancerígenas mamarias provienen de células sanas de las mamas y tienen, al igual que estas últimas, la propiedad de crecer bajo la influencia de los estrógenos. Las terapias endocrinas cortan el abastecimiento de esta hormona y dificultan el crecimiento del tumor. Al mismo tiempo, impiden el efecto de los estrógenos en el conjunto del organismo, es decir, también en el cerebro. No obstante, hasta la fecha no existen pruebas claras para determinar si tales terapias antihormonales perjudican las funciones cognitivas. En nuestro estudio COGITO no se detectó efecto negativo alguno, lo que coincide con el resultado de una investigación realizada en 2008 por el grupo de psicólogas dirigido por Valerie Jenkins, de la Universidad de Sussex. Las participantes, mujeres sanas con un riesgo elevado de cáncer de mama, habían recibido al azar o bien de forma preventiva un antiestrógeno (anastrozol, inhibidor del enzima aromatasa) o bien un placebo. En la prueba, ni los médicos ni las pacientes conocían qué preparado se había suministrado a cada persona. Ninguno de los «tratamientos» tuvo efecto en la capacidad cognitiva, ni en el inicio de la medicación ni dos años más tarde. Otros científicos han investigado los posibles efectos tóxicos de los citostáticos en el cerebro.
Avances en el tratamiento En la actualidad, los farmacólogos desarrollan nuevas citotoxinas a partir de citostáticos ya conocidos. En primer lugar, se diseñan compuestos químicos en el ordenador antes de intentar producirlos en el laboratorio. En este proceso, las empresas farmacéuticas emplean de forma cada vez más frecuente sustancias naturales: las toxinas vegetales o animales poseen a menudo propiedades en estado puro, que atraen el interés de los científicos para el tratamiento del cáncer. No obstante, el proceso de aislamiento de un citostático de una planta no tiene nada que ver con la medicina natural o «suave». Existen ejemplos como los taxanos, unas citotoxinas que se sintetizan a partir del tejo del Pacífico, o la vincristina, sintetizada de la siempreviva. (Centro Alemán de Investigación del Cáncer)
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¿Volveré a tener cáncer? ¿Todavía soy atractiva? ¿Me seguirá siendo fiel mi marido?
¿Qué pasa si muero?
¿Qué será de mis hijos? Quiero irme con mi familia a la montaña. ¿Resistirá mi cuerpo?
GEHIRN & GEIST / MILENA SCHÄRER
No debería haber fumado nunca.
¿Soy yo la culpable?
¿Podré algún día liberarme de estas preocupaciones?
SUFRIMIENTO EN LA VIDA COTIDIANA Incluso tras someterse con éxito a la quimioterapia, las personas que han superado un cáncer viven asediadas por temores: continúa el sufrimiento psíquico por una enfermedad ya superada físicamente.
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En 2006 se consiguieron los primeros resultados concluyentes. En los experimentos de laboratorio de un grupo de investigadores dirigidos por el biólogo Mark Noble, de la Universidad de Rochester en Nueva York, se comprobó que los medicamentos usados en la quimioterapia perjudicaban determinados tipos de células del cerebro. No obstante, las neuronas en sí no sufrían daño alguno. Dos años más tarde, los mismos científicos apreciaron considerables defectos en ratones a los que les habían suministrado citostáticos. Observaron en los múridos una reducción de la neurogénesis. No obstante, los animales utilizados se correspondían por edad a grupos de niños y adolescentes. En el cerebro adulto, la neurogénesis se produce de una forma mucho más limitada que en el cerebro de un individuo joven. Estos resultados constatan que los ratones tratados con citostáticos tenían, en general, más dificultades que sus coetáneos para resolver ejercicios cognitivos. Existen excepciones. Los múridos de un estudio realizado en 2006 mostraron una buena capacidad cognitiva. Así pues, los roedores que con anterioridad habían recibido citostáticos aprendieron de forma bastante más rápida que los no tratados la manera de encontrar el camino en el laberinto. También se han observado distintas anomalías en la capacidad cognitiva, aunque menos drásticas, de personas que han recibido un tratamiento de quimioterapia. En 2007, in-
vestigadores japoneses de la Universidad de Hiroshima midieron los cerebros de enfermas de cáncer de mama. Tras el tratamiento con citostáticos, algunas regiones del cerebro presentaban un tamaño menor que las de otras enfermas cuyo carcinoma mamario había recibido una terapia distinta y en los que los investigadores no encontraron diferencias con respecto a las mismas áreas en el cerebro de personas sanas. También en dos estudios estadounidenses de 2007 y 2009 se detectaron alteraciones en los modelos de activación de los cerebros de pacientes tratados con quimioterapia, aunque los resultados no pudieron interpretarse de forma clara. En todos estos estudios realizados mediante técnicas de imagen se comprobó una gran cantidad de datos con el objetivo de detectar diferencias, proceso que incrementa la probabilidad de atribuir por error importancia a discrepancias puramente casuales. Además, algunas diferencias podrían ser anteriores a la quimioterapia. Tales estudios longitudinales no son, por lo general, adecuados para demostrar las causas. Aun cuando el valor informativo de muchos estudios es limitado, ¿cabe pensar que la gran cantidad de pruebas encontradas confirma que los citostáticos deterioran el cerebro? No necesariamente. Casi todas las observaciones realizadas permiten otra interpretación: por ejemplo, que las mermas de la capacidad MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
cognitiva son consecuencia del estrés. Así, existen pruebas concluyentes de que los estados de angustia provocan una contracción de determinadas áreas cerebrales, reduciendo la neurogénesis y la capacidad cognitiva. Los pacientes de cáncer están sometidos a un gran estrés, que en muchos casos no remite tras el impacto del diagnóstico, sino que se mantiene a lo largo de un período de tiempo y se prolonga más aún en el caso de tratamiento con quimioterapia.
Resultados sorprendentes Con independencia de cuáles sean las causas exactas, es indiscutible que se producen alteraciones cognitivas relacionadas con dolencias cancerígenas. Estas disfunciones en la atención, la memoria, así como en la capacidad para planificar y solucionar problemas, solo aparecen, sin embargo, en un número relativamente escaso de enfermos de cáncer y se manifiestan de una forma limitada. La cuestión decisiva es dilucidar cuál es la importancia de dichos efectos adversos en los afectados. Existen muchos indicios que apuntan a una respuesta sorprendente: en la mayoría de los casos, estas secuelas negativas apenas se notan. ¿Cómo es posible, si muchas pacientes de quimioterapia se quejan de una disminución de sus facultades cognitivas? Al parecer, las quejas individuales y las disfunciones demostrables no están relacionadas entre sí. Los pacientes que sienten una disminución en sus aptitudes mentales obtienen malos resultados en los tests con la misma probabilidad que otros pacientes que no informan de estos problemas cognitivos. A este resultado han llegado trabajos de investigación como, por ejemplo, el metaestudio realizado por psicólogos neerlandeses de la Universidad de Tillburg, en 2009. No obstante, hasta ahora los médicos apenas han prestado atención a esta discrepancia. Al contrario, más bien han rehuido de su explicación sosteniendo que los procedimientos de investigación aplicados no son precisos ni se acercan lo suficiente a las situaciones cotidianas para comprender los problemas de los pacientes. Sin embargo, contra este argumento cabe decir que a través de los tests se han constatado de forma efectiva alteraciones cognitivas, aunque no necesariamente en los pacientes que habían percibido por su cuenta estas deficiencias. Además, esta discrepancia surge de forma periódica, con independencia MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
del procedimiento de prueba neuropsicológica utilizada por los investigadores. En un estudio de 2010, investigamos si, durante una quimioterapia y con posterioridad a ella, las pruebas tests neuropsicológicas a las que se sometían las participantes reflejaban cambios subjetivos de sus facultades intelectuales. Tampoco en nuestro caso constatamos ningún tipo de conexión. Por el contrario, la disminución de capacidad cognitiva percibida por las propias pacientes iba acompañada de un aumento de la sensación de depresión, como ya habían probado muchas investigaciones anteriores. Además, de nuestro estudio se desprendía que los déficit subjetivos aparecían con mayor frecuencia en pacientes que, en términos generales, tendían a sentimientos negativos como la vergüenza y la culpa, la ira y la enemistad. Pacientes que habían recibido un tratamiento de quimioterapia muy intenso informaron también de más pérdidas cognitivas. En cambio, la intensificación de la terapia no tenía influencia alguna en los resultados de las pruebas neuropsicológicas. Por este motivo, suponemos que las pacientes de cáncer tienden a sentimientos negativos, a valorar sus facultades mentales más bien de forma pesimista y a considerar que sus problemas cotidianos son consecuencia de la quimioterapia, especialmente cuando este tratamiento les resulta muy doloroso. Con todo, las quejas sobre problemas mentales que manifiestan las pacientes de cáncer deberían tomarse en serio, aunque en la mayoría de los casos no se basen en daños cognitivos demostrables. Por supuesto, las personas afectadas que se quejan de padecer alteraciones en la memoria y la concentración, en algunos casos pueden haber sufrido objetivamente una merma de sus capacidades cognitivas. Sin embargo, es muy probable que estos problemas estén relacionados con estados de depresión y pesimismo. En cualquier caso, constituyen una dificultad añadida para las personas que experimentan un cáncer, las cuales ya de por sí se ven sometidas a una gran presión. Las afectadas deberían recibir ayuda para superar este obstáculo y poder así continuar su camino en una vida en la que la enfermedad les ocupe el menor espacio posible.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA THE (MIS) CLASSIFICATION OF CHEMO-FOG — METHODOLOGICAL INCONSISTENCIES IN THE INVESTIGATION OF COGNITIVE IMPAIRMENT AFTER CHEMOTHERAPY.
V. Shilling et al. en Breast Cancer Research and Treatment, vol. 95, págs. 125-129; 2006. SELF-REPORTED COGNITIVE PROBLEMS IN WOMEN RECEIVING ADJUVANT THERAPY FOR BREAST CANCER . V. Shilling et al. en
European Journal of Oncology Nursing, vol. 11, págs. 6-15; 2007. THE COGNITIVE EFFECTS OF ADJUVANT CHEMOTHERAPY IN EARLY STAGE BREAST CANCER: A PROSPECTIVE STUDY. B. Collins et al. en
Psychooncology, vol. 17, págs. 122-130; 2008. COGNITIVE IMPAIRMENTS ASSOCIATED WITH BREAST CANCER TREATMENTS: RESULTS FROM A LONGITUDINAL STUDY. C. Quesnel
et al. en Breast Cancer Research and Treatment, vol. 116, págs. 113-123; 2009. TWO DIFFERENT SIDES OF «CHEMOBRAIN». DETERMINANTS AND NON-DETERMINANTS OF SELF-PERCEIVED COGNITIVE DYSFUNCTION IN A PROSPECTIVE, RANDOMIZED, MULTICENTER STUDY. K. Hermelink
Kerstin Hermelink es psicooncóloga de la Clínica y Policlínica para Ginecología y Obstetricia de la Universidad Ludwig Maximilian (LMU) de Múnich. Karin Münzel ocupa la cátedra de neuropsicología en la LMU.
et al. en Psycho-Oncology, vol. 19, n.o 12, págs. 1321-1328; 2010.
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Atracción por el riesgo Airbags, rodilleras, cremas solares, cascos... Cuanta más seguridad nos envuelve, más arriesgado parece tornarse nuestro comportamiento. ¿Somos temerarios natos?
© FOTOLIA / GALYNAANDRUSHKO
NIKOLAS WESTERHOFF
EMOCIÓN PARA VIVIR ¿Toda una vida sin peligro? Sería demasiado aburrida. Sin embargo, con frecuencia se empareja una necesidad mínima de inseguridad con una sobrestimación de las propias capacidades.
R
alf recuerda la noche pasada vagamente. Solo mantiene en claro un dato: a partir de las doce de la noche el ritmo de la fiesta empezó a acelerarse. Ahora, ya en la mañana posterior, le invade una sensación desagradable: «¿Qué pasó exactamente ayer? ¿Tome precauciones antes de tener sexo?». Ante el miedo a una posible infección de VIH, decide ir al médico con el propósito de que le recete la píldora del día después. El nombre del preparado es Emtriva, debe tomarse durante varias semanas y, en principio, reduce el riesgo de infección en un 80 por ciento. En los últimos años se pueden encontrar en el mercado fármacos como Emtriva, Retrovir o Epivir, desarrollados con el objetivo de suministrarse como prevención ante una posible infección de VIH. En general, las profilaxis post exposición representan un avance médico, ya que podrían evitar la transmisión del virus. A la par, no obstante, la píldora del día después induce a Ralf a llevar una vida sexual desenfrenada: desde que sabe que existe la posibilidad de reducir de manera considerable los peligros de una noche de imprudencias, prefiere prescindir de los preservativos y no tomar precauciones aunque mantenga relaciones con personas de las que desconoce si pueden trasmitirle el sida o no. Es decir, suprime el factor de seguridad que le ofrece la medicina. Según descubrió la psicóloga social Lisa Eaton, de la Universidad de Connecticut, en Storrs, muchas personas actúan como Ralf. Cuanto mayor es la seguridad en la prevención del VIH, más arriesgado resulta, en general, su comportamiento sexual. Parece como si el ser humano buscara una especie de equilibrio del riesgo: si un nuevo medicamento reduce la amenaza que representa una enfermedad, la mayoría de la gente actúa, en contrapartida, de forma más irresponsable. Al final el riesgo de infección acaba siendo el mismo que antes de la introducción del nuevo preparado. O incluso mayor. Por este motivo, desde hace tiempo los expertos advierten que es una error pensar que los riesgos para la salud se reducen tan solo a través de la innovación médica. Para demostrarlo se basan en un estudio desarrollado hace más de diez años por Philippe Autier, de la Agencia Internacional de Investigación sobre el Cáncer en Lyon, y su equipo de investigación. Dicho trabajo revela que las personas que utilizan crema solar suelen presentar mayor riesgo de contraer cáncer de piel. Una MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
de las posibles explicaciones científicas: al usar crema solar, las personas se sienten protegidas, por lo que permanecen más tiempo expuestas al sol. En este contexto, el pedagogo Felix von Cube, de la Universidad de Heidelberg, habla de la «seguridad peligrosa». Tanto las profilaxis del sida, como los programas antivirus para los ordenadores o los airbags de los automóviles persiguen un mismo objetivo: disminuir los peligros. Sin embargo, en lugar de aprovechar la seguridad añadida, nos la volvemos a jugar. A pesar de valorar los avances en materia de seguridad, la mayoría de las personas siguen corriendo riesgos asombrosos de forma voluntaria. «Escalamos montañas difíciles en extremo, practicamos el surf bajo tormentas y lluvia, saltamos al vacío en ala delta, realizamos peligrosos adelantamientos en coche, tenemos amantes o aumentamos el riesgo de padecer un infarto fumando», añade von Cube. Todos queremos vivir con seguridad; sin embargo, a la mínima ocasión en que nos sentimos a salvo, afloran las ganas de experimentar y arriesgarnos. Cuanto más seguros nos sentimos, más lejos hay que ir para encontrar el estímulo de la inseguridad. ¿Qué motiva a prescindir de la seguridad?
Sobrestimación exagerada En opinión de los científicos del comportamiento, existen dos razones para ello. Por un lado, la curiosidad necesaria para evolucionar, la cual nos induce a trasladar los límites de nuestras acciones cada vez más lejos; por otro, una confianza inalterable en las propias habilidades. Un esquiador novato, por ejemplo, es probable que se conforme con llegar al final de una pista fácil sin sufrir lesión alguna. En cambio, a un experto en la práctica de snowboarding (deporte extremo de nieve) no le bastará eso, para deslizarse con su tabla buscará pistas escarpadas y con peligro de aludes, las cuales signifiquen un verdadero reto para él. Un comportamiento, este último, contra el que, en principio, no hay nada que objetar. A no ser que tengamos en cuenta que la confianza en nuestras capacidades crece de forma más rápida que la capacidad real de nuestro rendimiento. De esta manera, la mayoría de las personas arriesgan más seguridad de la que en realidad han adquirido a través de la experiencia, por ejemplo.
RESUMEN
Seguridad, riesgo y progreso
1
La mayoría de las personas arriesgan
más seguridad de la que en realidad poseen como fruto de la experiencia.
2
La compensación de riesgo es nece-
saria desde el punto de vista evolutivo.
3
El ser humano distingue dos tipos de
riesgo: el influenciable por el propio comportamiento y el tecnológico.
Jóvenes prudentes Los materiales de seguridad tientan a los adultos a comportarse de forma más arriesgada. No es el caso en niños y adolescentes, según descubrió el pediatra Barry Pless, de la Universidad McGill, en una investigación con participantes de 8 a 18 años. Al hallarse los probandos equipados con cascos y otros elementos de protección, su comportamiento en la práctica de actividades deportivas o de ocio no resulto más arriesgada; tampoco sufrieron más lesiones en las zonas del cuerpo desprotegidas. RISK-COMPENSATION BEHAVIOR IN CHILDREN. I. B. Pless et al.
en Archives of Pediatrics & Adolescent Medicine, vol. 160, págs. 610-614; 2006.
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«Cuanto más seguros nos sentimos, más lejos hay que ir para encontrar el estímulo de la inseguridad»
O / LUIS OTO CKPHOT CKPH TOC ISTO © IS
M. MOLINA
Felix von Cube, pedagogo
¿Útil significa seguro? El psicólogo Paul Slovic, de la Universidad de Oregón, demostró a través de experimentos que cuanto más útil consideramos una tecnología, mayor seguridad le atribuimos. Así, por ejemplo, aquellas personas que valoran la energía nuclear como imprescindible, subestiman la amenaza de accidentes nucleares. Lo mismo sucede con el uso de pesticidas en la agricultura y sus consecuentes daños para la salud. Según Slovic, en realidad la relación es precisamente a la inversa: las tecnologías especialmente eficientes suelen comportar mayores riesgos. RISK AS ANALYSIS AND RISK AS FEELINGS: SOME THOUGHTS ABOUT AFFECT, REASON AND RISK, AND RATIONALITY.
P. Slovic et al. en Risk Analysis, vol. 24, págs. 311-322; 2004.
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Por este motivo, el psicólogo Gerald Wilde, de la Universidad Queen’s de Ontario, considera absurdos los cursos de seguridad para conductores. Si bien es cierto que potencian las habilidades individuales, también originan un crecimiento desproporcionado de la confianza en las propias habilidades de conducción, por lo que los participantes en un entrenamiento de seguridad vial acaban conduciendo más rápido y, en consecuencia, tendrán las mismas posibilidades de fallecer al volante. Según Wilde, las personas no solo necesitamos seguridad, sino también inseguridad. Aquellos que, por ejemplo, poseen un vehículo con sistema de antibloqueo (SAB), desde un punto de vista objetivo se encuentran más protegidos que los que transitan faltos de tal tecnología. Ahora bien, un estudio muniqués desarrollado con taxistas demostró que los que circulaban con automóviles con SAB conducían más rápido, frenaban con mayor brusquedad y causaban más accidentes que los compañeros de trabajo que no disponían de tal sistema de seguridad. Una de las posibles explicaciones del resultado estriba en que quien conoce la tecnología de su coche y, con ello, se siente más protegido, aprieta más a fondo el acelerador. Wilde introdujo el concepto de la «compensación de riesgos»: contrarrestamos los avances objetivos en seguridad mediante una mayor predisposición individual al riesgo. Este psicólogo alude a una antigua estadística de tráfico de Suecia. En 1967 se cambió en dicho país la normativa sobre el sentido de circulación: de conducir por la izquierda se pasó a circular por la derecha. Contra todo pronóstico, esta modificación no comportó más accidentes ni víctimas de tráfico; todo lo contrario. Al parecer, los conductores y los peatones se tornaron más conscientes del riesgo que corrían y optaron por circular con mayor precaución. Sin embargo, cuando el nuevo sistema cumplió unos años de vigencia, todos se sentían más seguros, en consecuencia, el índice de accidentes volvió a alcanzar las cifras anteriores.
Peligro en casa Lo dicho hasta ahora podría explicar asimismo por qué la mayoría de los accidentes ocurren en el terreno que se supone más seguro, es decir, en el propio hogar (en Alemania, por ejemplo, se registran unos 6000 accidentes al año). Tal vez a consecuencia de la compensa-
ción de riesgos —en casa es donde las personas suelen sentirse más seguras—, no dudan en subirse a escaleras inestables o maniobrar con martillos y taladradoras, a pesar de la falta de experiencia. El psicólogo David DiLillo, de la Universidad de Nebraska, mostró a diversas madres imágenes de niños que descendían con sus bicicletas por cuestas inclinadas o que trepaban a la copa de un árbol para recuperar una cometa que se había enganchado. En algunas de las fotografías los niños llevaban cascos y rodilleras, en otras no. Las participantes del experimento debían valorar si permitirían acometer tales actividades a sus propios hijos. El resultado fue el siguiente: ante las imágenes de niños provistos de protección, las madres aceptaban un comportamiento de mayor riesgo. De esta forma, los adultos podrían socavar, sin querer, el sentido del material de protección. Un comportamiento más arriesgado acaba conllevando más accidentes, ya que un casco o unas rodilleras no siempre pueden evitar lo peor. Según Rüdiger Trimpop, de la Universidad de Jena y especialista en psicología del trabajo y las organizaciones, la compensación de riesgos ha sido probada en cientos de estudios, tanto en la práctica como en el laboratorio. Así, los usuarios de vehículos todoterreno más seguros se abrochan el cinturón de seguridad con menor frecuencia y hablan más por teléfono mientras conducen, los jugadores de hockey sobre hielo ataviados con su equipo de protección actúan de forma dura y arriesgada, y los conductores de camiones provistos de un detector del sueño aguantan al volante hasta el agotamiento. Trimpop considera que las medidas de seguridad a menudo resultan menos efectivas de lo esperado. Según el psicólogo, nos debemos preguntar: ¿Cuál es el grado de compensación? ¿Incentivan las medidas de protección tanto las ganas de riesgo que la vida se torna en consecuencia más peligrosa? Trimpop opina que resulta difícil de juzgar. Muchas de las medidas de seguridad son eficaces cuando las personas actúan de forma más arriesgada de lo habitual. No obstante, algunas de las innovaciones solo aportan un escaso aumento de protección que las personas sofocan con rapidez al exponerse a situaciones de riesgo. Por muy absurda que parezca esta reacción a simple vista, la compensación de riesgo es MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Acelerón después de la ITV En este punto disienten los críticos de la teoría de la compensación de riesgos, la cual establece que las personas son más o menos conscientes del riesgo y la seguridad, equilibran las ocasiones y los peligros y orientan su comportamiento en relación a ello. Según algunos científicos, esta hipótesis resulta poco realista. En efecto, es difícil imaginarse que las personas se digan: «Perfecto, me han revisado los frenos del coche, podré correr más y no necesitaré mantener tanta distancia de seguridad». Se ha demostrado que la compensación de riesgos MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
© FOTOLIA / MARILYNBARBONE
necesaria desde un planteamiento evolutivo. Según el psicólogo de la Universidad de Jena, el ser humano está preparado para asumir los riesgos y superar las inseguridades, de lo contrario manifestaría una sensación de miedo constante. A estas características cabe añadir la capacidad de distinguir entre la utilidad de una acción a corto y a largo plazo: por ejemplo, algunas empresas económicas o técnicas aportan beneficios a la larga. ¿De qué depende, pues, que el individuo decida vivir situaciones de mayor riesgo? Según Britta Renner, de la Universidad de Constanza y psicóloga de la salud, la sensación de peligro o seguridad obedece a la actitud y las sensaciones de cada persona. «Cuando se propone a las personas que evalúen diferentes peligros, los riesgos tecnológicos encabezan la lista», explica. Otros factores relacionados con el estilo de vida, como el tabaco o el sedentarismo, aparecen muy por debajo, a pesar de resultar mucho más peligrosos. Parece, pues, que el ser humano distingue entre dos tipos de riesgo: las amenazas influenciables por el propio comportamiento (como el tabaco, la mala alimentación o la exposición al sol, entre otros) y los riesgos tecnológicosociales, entre los que se encuentran la contaminación ambiental, la emisión radioactiva o los accidentes aéreos. Tal clasificación afecta asimismo la percepción subjetiva. En general subestimamos los riesgos que podemos controlar con nuestro propio comportamiento, en cambio solemos sobrevalorar los riesgos nuevos o desconocidos, los que no perciben nuestros sentidos y los que no dependen de nuestra propia conducta. Según Renner, es precisamente esta percepción subjetiva de riesgos la que nos lleva a desafiar el peligro en mayor o menor medida hasta saciar las ansias individuales de riesgo.
COLOR INSANO ¿Protege la crema solar contra el cáncer? No necesariamente, mantienen los científicos. Con la espalda untada con crema protectora nos sentimos más seguros, por lo que permanecemos más tiempo expuestos al sol.
existe, sin embargo falta esclarecer los procesos cognitivos en que se basa. Por otro lado, muchos de los resultados dejan abierto un gran margen de interpretación. Leon Robertson, epidemiólogo del Montreal Children’s Hospital, refiere a un legendario estudio del año 1975 para demostrar sus objeciones sobre la teoría de la compensación de riesgos. Dicha investigación sostiene que las medidas de seguridad en el tráfico no redujeron los índices de accidentes, mas al contrario. No obstante, un análisis posterior de los mismos datos reveló que, en realidad, no existe relación ninguna entre ambos factores. Robertson considera el estudio un contraejemplo más de entre otros muchos. Ahora bien, sin sentirse seguro, el ser humano arriesga menos. Y sin riesgo, no surge nada nuevo. Si los empresarios no tuvieran un colchón económico, no se la jugarían nunca; si los médicos no estuvieran asegurados, no llevarían a cabo operaciones complejas. En el siglo XIV se introdujeron por primera vez en Italia los seguros marítimos, que permitían a los comerciantes asegurar su carga en caso de pérdida. A consecuencia de esta iniciativa, cada vez más personas se arriesgaban a transportar mercancías por los océanos. Es tan solo un ejemplo de entre otros muchos. Los humanos necesitan sentirse seguros antes de disponerse a prescindir de la comodidad. Sin seguridad no existe ni riesgo ni progreso.
Contrarrestamos los avances objetivos de seguridad con una mayor predisposición individual al riesgo
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA SUNSCREEN USE, WEARING CLOTHES, AND NUMBER OF NEVI IN 6- TO 7-YEAROLD EUROPEAN CHILDREN . P. Autier et al. en
Journal of the National Cancer Institute, vol. 90, págs. 1873-1880; 1998. DOES RISK HOMOEOSTASIS THEORY HAVE IMPLICATIONS FOR ROAD SAFETY?
G. Wilde et al. en British Medical Journal, vol. 324, págs. 1149-1152; 2002. RISK COMPENSATION IN HIV PREVENTION. L. Eaton y
S. Kalichman en Current HIV/AIDS Report, vol. 4, n.o 4, págs. 165-172;
Nikolas Westerhoff es doctor en psicología y periodista científico.
2007.
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Los placeres de los qualia Todos los conocen, pero pocos saben sobre su existencia: son los qualia. De esta suerte denominan los neurofilósofos la cualidad especial de toda vivencia consciente, sea la percepción del color naranja, el sabor de una manzana o el sentimiento que conlleva tener una buena idea. Psicólogos, médicos, lingüistas, filósofos e historiadores del arte se hallan tras la pista del secreto VOLKART WILDERMUTH
E
n el camino a través de la berlinesa plaza Gendarmenmarkt me golpean en el rostro las gotas de lluvia casi heladas por el viento, cada una como un pequeño alfilerazo. Las piernas se apresuran para entrar en calor. Pienso en la próxima reunión. Sin embargo, poco antes de la puerta de la Academia de Ciencias de Berlín-Brandenburgo (BBAW, por sus siglas en alemán) me arranca de mis pensamientos el color naranja intenso de la fachada de enfrente. En la sala de reuniones del segundo piso me reúno con el grupo interdisciplinar de trabajo «Funciones de la conciencia» del BBAW. Hoy asisten nueve de los doce científicos de la nueva generación, entre ellos varios filósofos, una historiadora del arte, un psicólogo, un psiquiatra y una lingüista. Su tema común: los qualia. El término técnico filosófico describe la cualidad especial de la vivencia consciente que trasciende el mero contenido informativo de una impresión sensible. La percepción del color rojo comprende más contenido que la sola información de ver luz de una determinada longitud de onda. Quizás un robot habría registrado esta mañana muchos pequeños impulsos de las gotas de lluvia, pero no por ello habría sentido lo mismo que yo. Así, también he percibido el calor de mis músculos o el color naranja de una manera especial, experiencia central para mi vivencia consciente. Sobre la mesa se hallan las copias del artículo Why Visual Attention and Awareness are Different («Por qué la atención visual y la conciencia son diferentes»), publicado en 2003 por el neuropsicólogo Victor Lamme en la revista especializada Trends in Cognitive Science. La jerga neurocientífica es un alimento poco habitual. «En nuestro grupo de trabajo hay muchos más especialistas en humanidades», señala la lingüista Sabine Marienberg, «sin embargo leemos el triple de textos relacionados con la investigación sobre el cerebro y la psicología». Para el psicólogo Dennis Rünger, la razón de ello es obvia: «Se puede filosofar sobre neuropsicología, pero resulta mucho más difícil trasladar la filosofía a experimentos». La coexistencia de las diferentes disciplinas es fatigosa, aunque también fructífera. Sentados a la mesa, los especialistas en humanidades alientan al psiquiatra Felix Bermpohl a tomar en serio la vivencia subjetiva como objeto de investigación, pese a no poderse medir. Por el contrario, para la filósofa Katja Crone es importante no pensar en el vacío, sino obligarse a integrar los hallazgos de la investigación
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cerebral en sus reflexiones. En ello estamos ahora. El cerebro procesa a cada instante una cantidad de impresiones sensoriales, de las que solo pueden describirse unas pocas. Según una interpretación corriente, la atención selecciona lo que se experimenta de modo consciente. El neurocientífico Victor Lamme lo ve de otro modo. Cree que la vivencia es condición de la atención, la cual posibilita entonces apenas una descripción. Un experimento psicológico muestra que la atención y la vivencia no siempre coinciden. En dicho estudio, los sujetos observan durante unos instantes en la pantalla del ordenador unos rectángulos de color sobre un fondo blanco; a continuación, la pantalla se torna gris por un momento. Acto seguido, uno de los rectángulos se gira. Los probandos solo consiguen en un 60 por ciento de las pruebas identificar la modificación. Mas si en la fase comprendida entre la primera y la segunda figura se muestra en el monitor gris, durante un milisegundo, una señal óptica a la derecha del rectángulo, la tasa de aciertos aumenta hasta el 90 por ciento (véase la figura de la página 80). Al parecer, por una breve porción de tiempo se forma una representación de la figura completa, la cual no resulta consciente para el observador; sin embargo, representa la materia prima para la atención. Según Lamme, se trata de una clara indicación de que existe una diferencia entre una vivencia fenoménica amplia y la conciencia de acceso limitada en el foco de la atención.
RESUMEN
Conciencia, vivencia, cultura
1
Los experimentos de la percep-
ción muestran que la atención neuronal verificable y la vivencia consciente (qualia) no coinciden siempre. Por ello, los neurofilósofos distinguen entre conciencia fenoménica y conciencia de acceso.
2
En consecuencia, la conciencia es un
proceso. Primero, las células nerviosas registran las señales correspondientes. En el nivel de la conciencia fenoménica, los estímulos se mantienen disponibles para la vivencia. La atención selecciona finalmente lo que se percibirá.
3
A diferencia de los ordenadores, los
cerebros humanos procesan las experiencias
Del píxel sensorial a la sensación
como partículas neutras
Los hallazgos en la investigación sobre el cerebro apoyan la interpretación de Lamme. Para ilustrarla, Bermpohl dibuja en un rotafolio una rebanada de hogaza con una apertura en la parte inferior. «El cerebro se parece más o menos a esto», afirma. Los colegas contemplan divertidos su modelo. El psiquiatra dibuja a continuación flechas azules que van de atrás hacia delante: el flujo de información de los centros visuales hacia las áreas superiores del cerebro. Se ejecutan de forma cuasi automática e inconscientes. Bermpohl adorna su modelo con pequeños remolinos verdes, los efectos retroactivos (véase la figura de la página 81). Aquí interactúan ganglios cercanos unos a otros, los cuales forman estructuras significativas a partir de píxeles sensoriales individuales, que a su vez quedan registrados en el lóbulo frontal. En las áreas visuales se representan entonces de forma simultánea y
de información y las valoran cualitativa e individualmente. La vivencia consciente, por ello, solo puede comprenderse al investigarla en su contexto, en el marco de nuestra cultura.
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«Se puede filosofar sobre neuropsicología. Sin embargo es mucho más difícil convertir la filosofía en experimentos.» —Dennis Rünger, psicólogo
con el mismo valor muchos aspectos del escenario que se contempla. Si se da crédito al artículo de Lamme, dichos efectos retroactivos locales se basan en la conciencia fenoménica, en las vivencias potenciales del instante. De modo paralelo, las informaciones se transmiten en dirección al prosencéfalo. Allí, la capacidad libre de procesamiento es menor, por lo que solo pueden considerarse aspectos individuales de la imagen en cuestión. Es ahora cuando se decide dónde cae la atención. Bermpohl prende de nuevo el lápiz y dibuja una gran flecha roja hacia atrás; el prosencéfalo influye en el procesamiento de los datos sensoriales brutos. Este proceso resulta central para la conciencia de acceso, la parte de la vivencia consciente que realmente se puede describir. La diferencia entre la conciencia fenoménica y la conciencia de acceso ilumina a la lingüista Sabine Marienberg: «Se corresponde con el icono, el signo y el símbolo». Originalmente un signo representó el objeto designado, como por ejemplo, en la escritura pictórica de los jeroglíficos. Un acceso simbólico se produce tan solo cuando el signo se separa del objeto y lo «mueve» a una perspectiva determinada. Las áreas cerebrales frontales podrían proporcionar tal perspectiva. Suena bien. Mas, ¿es cierto?
VER SIN PERCIBIR
Experimentos dudosos con simios
En 2003, los probandos vieron
Dennis Rünger expresa sus dudas. En este contexto, relata un experimento desarrollado con monos. Los animales debían observar en una pantalla la aparición de puntos luminosos. El psicólogo imita la conducta de los simios: tan solo movían los ojos; la cabeza, en cambio, la mantenían fijada de forma mecánica. Con las cejas elevadas, la filósofa Crone revela un detalle: algunas veces los monos pasaban por alto un punto de luz. Momento crucial del experimento: eso no suponía diferencia alguna en la corteza visual de los primates. Las células nerviosas procesaban allí las informaciones procedentes del ojo de igual forma, tanto si el mono percibía el punto luminoso como
en primer lugar la vista A; luego, durante un breve momento, una pantalla gris, después la figura C. Los voluntarios reconocieron qué rectángulo azul de un total de ocho había rotado cuando una señal óptica indicó, durante un par de milisegundos, la dirección del lugar en el que se había producido la modificación (B). Fueron conscientes de la línea de color naranja, aunque no la percibieron. A
B
C
GEHIRN & GEIST, SEGÚN: VICTOR A. F. LAMME, DPTO. DE PSICOLOGÍA, INSTITUTO DE INVESTIGACIÓN OFTALMOLÓGICA DE LOS PAÍSES BAJOS, UNIVERSIDAD DE AMSTERDAM
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si no. Los efectos retroactivos postulados por Bornkamp en conexión con la tesis de Lammes no se comprobaron en dicho experimento con animales. Rünger prosigue con su crítica: «¿Cómo puedo estar seguro de que existe una conciencia fenoménica, si no conozco ese estado y tampoco puedo informar sobre él?». A fin de cuentas, cae por definición fuera de la conciencia de acceso. Marienberg se ríe: «Ya hace un año que me has explicado esa diferencia. Ahora estoy dispuesta a aprender». Es el turno de Crone. Para la filósofa, la aclaración de conceptos es el pan nuestro de cada día. Ella aboga por comprender la conciencia como proceso. El fundamento es el procesamiento de las señales ópticas, actividad que también puede realizar una máquina. La conciencia fenoménica constituye el siguiente paso, una suerte de memoria caché que mantiene disponibles los estímulos para la vivencia. La atención selecciona entonces lo que realmente se hace consciente, de tal manera que la persona lo puede relatar, también resulta relevante para la acción. Con ese tema se enfrenta la nueva generación de investigadores. El grupo interdisciplinar de trabajo no trata sobre los posibles mecanismos por los que los procesos nerviosos producen la experiencia consciente, sino que analiza la función de tal vivencia para las personas. Preguntar por ello resulta cualquier cosa menos superfluo. Muchas corrientes populares de la filosofía de la conciencia prueban de marginar los qualia. Para el funcionalismo, la mente es un complejo sistema de módulos que intercambian informaciones según reglas determinadas. Si nos pinchamos, por ejemplo, los nervios informan de la lesión a los centros sensoriales del cerebro, estos activan los centros motores y la mano se retira de súbito. El hecho de sentir dolor no tiene cabida en esta descripción: los qualia no acontecen. El planteamiento resulta insatisfactorio. Por esta razón, los epifenomenalistas postulan que los qualia acompañan de modo automático a estados nerviosos determinados. Del mismo modo que la luz es ondas y partículas, la actividad cerebral humana tiene una dimensión funcional y una dimensión experiencial. Son dos aspectos de una misma moneda. Por este motivo carece de sentido querer derivar uno del otro. Según dicho modelo, las neurociencias pueden explicar el cerebro de manera material; en la mente, los qualia resultan una suerte de extra. No deben ser tomados MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Factor tabú Los funcionalistas, los epifenomenalistas y aquellos que defienden el dualismo de las propiedades tienen algo en común en sus oposiciones: de una u otra forma declaran tabú un aspecto central de la conciencia. Precisamente este aspecto interesó a los miembros del grupo de trabajo berlinés. Aunque proceden de disciplinas totalmente distintas, les une la convicción de que los qualia (y por ello la vivencia) son centrales para la mente humana: debe existir una funcionalidad de lo cualitativo. Su propuesta también convenció a los expertos del ministerio federal de educación e investigación, por lo que cuentan con una financiación por tres años dentro del marco del programa «Las ciencias humanas en el diálogo social». Ello les ha permitido publicar el libro Funktionen des Erlebens («Funciones de la vivencia»). El plural del título ya revela que los jóvenes investigadores del BBAW no pueden presentar MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
** *
CORTESÍA DE FELIX BERMPOHL
en cuenta, ya que no ejercen una influencia sustantiva. Una tercera dirección, el dualismo de las propiedades, subraya la posición especial de los qualia. Son el «difícil problema de la conciencia», afirma el filósofo australiano David Chalmers. La manera en que procesa el cerebro las informaciones y cómo los datos de los sentidos llevan, en última instancia, a acciones, son problemas que se pueden resolver en cualquier momento. Mas tales comprensiones, opina Chalmers, no podrán explicar por qué nos duele cuando nos pinchamos. El filósofo ilustra su posición con el ejemplo de los zombies, que en filosofía no tienen nada que ver con las películas de terror, sino que se trata de un conocido experimento mental: teóricamente —lo que en este caso significa «filosóficamente consistente»— podría existir un zombi constituido a semejanza de un ser humano: actúa como una persona, trabaja, duerme, come, bebe, descansa... pero nunca siente nada. De esta posibilidad teórica se sigue, según Chalmers, que los qualia no pueden reducirse a la biología, la química o la física. La vivencia resulta, de esta manera, como una propiedad independiente, fundamental del universo, en igualdad de condiciones con el espacio, el tiempo y la masa. La investigación de dicha propiedad y, con ello, la solución del problema, exigiría una forma de ciencia totalmente nueva. Cómo sería esta ciencia, nadie lo sabe.
*Frontal (delante); **Occipital (detrás)
tampoco una teoría unificada. No obstante, persiguen una idea central común desde diferentes ángulos. En la vivencia cualitativa, las impresiones sensoriales se registran de forma pasiva, pero también se integran e interpretan de manera activa. El sujeto siente la vivencia cada vez de un modo especial, porque «encarna intrínsecamente la prosperidad y la adversidad del organismo», se lee en el libro. Lo cual significa: mediante su dimensión cualitativa, las experiencias se procesan en el cerebro no solo como en un ordenador, es decir, como partículas de información, sino que son valoradas al mismo tiempo desde la perspectiva del individuo. En este sentido, no es razonable filosofar de manera aislada sobre la rojez del color rojo o medir únicamente impulsos nerviosos. La vivencia únicamente se puede comprender si se investiga «en el contexto más amplio de un organismo y su ambiente». El ambiente, en el caso del organismo humano, significa, sobre todo, cultura. Tras una breve pausa, continúa la jornada de trabajo. Esta vez bajo la dirección de Tanja Klemm. La historiadora del arte muestra un grabado de Martin Schongauer (1445/50-1492). En la imagen, san Antonio flota en el aire, acosado por demonios que tiran de él y le arrastran (véase la figura de la página 84, izquierda). Es difícil determinar qué brazo pertenece a qué monstruo donde un pliegue de la túnica del santo cubre el cuerpo de un demonio. Esta ambigüedad resulta central para la obra. «En la experiencia de la posesión, los demonios perturban la percepción —aclara Klemm—, de modo análogo, el espectador se pierde y se extravía en las diversas interpretaciones posibles de la lámina.»
«EL CEREBRO, MÁS O MENOS ES ASÍ» El boceto del psiquiatra berlinés Felix Bermpohl ilustra la tesis de Victor Lammes sobre el procesamiento de los estímulos visuales. En un nivel inconsciente, los centros visuales registran las señales y las envían a las áreas superiores del cerebro (flecha azul). Las retroalimentaciones (verde) conectan la información y la hacen potencialmente experimentable para la atención. La flecha roja detrás del lóbulo frontal simboliza el procesamiento de los datos brutos de los sentidos en el nivel de la percepción consciente.
Etimología El concepto filosófico de «qualia» procede de qualis, término latino para «cómo es»; designa el contenido vivencial subjetivo de la experiencia mental.
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El problema mente-cuerpo en los siglos DUALISMO Mente y materia: dos cosas diferentes
XIX
y
XX
la inversa. Problema: la localización de este efecto unidireccional no resulta clara. Además, no presta atención a cómo un estado mental (como el pensamiento de un helado de fresa)
► Dualismo interaccionista de la sustancia: Mente y materia
puede producir otro estado mental o material (caso de la
son sustancias diferentes que se influyen entre sí. Cuando
representación del sabor a fruta o la salivación).
nos cortamos con un cuchillo el dedo, desde allí se envían señales al cerebro, donde los impulsos actúan a su vez sobre la mente inmaterial. A la inversa, la mente actúa con la sensación de dolor en el cerebro, de modo que emite
MONISMO Mente y materia en uno
señales que provocan una reacción. En el caso del dedo, que se retira. Defensores: René Descartes, Karl Popper, John
► Conductismo: A semejanza de todos los planteamientos mo-
Eccles.
nistas, el conductismo se basa también en que existe una única
► Paralelismo psicofísico: Mente y materia son dos sustan-
sustancia, por lo general, materia. Burrhus Frederic Skinner,
cias diferentes que no interactúan. La teoría convierte en
representante principal de dicha escuela de pensamiento, com-
superflua la conjetura de una interfaz entre la mente y el
prendió los estados mentales como conductas; solo como tales
cerebro. La pregunta es: ¿Cómo sabe mi mano que debe
son empíricamente verificables. Problema: los estados mentales
coger un lápiz cuando quiero escribir algo? La solución: los
como el dolor, no pueden reducirse al comportamiento que
sucesos mentales y materiales tienen lugar en paralelo. La
aparece con las experiencias de dolor.
causa o el garante de la sincronicidad es, según Gottfried
► Teoría de la identidad: Los estados mentales son idénticos
Wilhelm Leibniz, la acción de Dios. Los filósofos modernos
a estados materiales o, mejor dicho, a estados cerebrales.
desarrollaron a partir de esta idea un dualismo de las pro-
Así, por ejemplo, todo fenómeno que se describe como agua,
piedades en el que cuerpo y alma son dos perspectivas de
podría denominarse H2O, y viceversa. Por este principio, el
una y la misma cosa. Visto desde fuera, el cuerpo humano
concepto de alma podría reemplazarse por el cerebro. El deseo
parece físico; observado desde dentro, psíquico. Lo psíquico
de un vaso de vino surge, en consecuencia, simplemente la
es a su vez una propiedad de la materia organizada en el
excitación de determinadas células nerviosas en determina-
cuerpo humano.
das regiones cerebrales. Queda sin responder, no obstante,
► Ocasionalismo: La voluntad de hacer algo es un suceso
la cuestión de cómo seres con cerebros diferentes y estados
inmaterial registrado por Dios. En consecuencia, él pone el
cerebrales distintos pueden experimentar las mismas impre-
cuerpo en movimiento.
siones mentales.
► Epifenomenalismo: Thomas Henry Huxley defendió la opi-
► Funcionalismo: Desde el presupuesto de que la teoría de
nión de que solo la materia actúa sobre la mente, pero no a
la identidad es falsa y que los seres con estados cerebrales
El pintor y grabador Martin Schongauer no solo representó el influjo de los demonios. Trató de hacerlo experimentable. Hoy, los espectadores del arte analizan el grabado, la mayoría de las veces, estéticamente distanciados. En las personas del Renacimiento es probable que la estampa activara patrones de experiencia culturalmente establecidos, que modelaban su vivencia, los qualia. En aquel entonces, los artistas y los científicos recorrían nuevos caminos; también comenzaba en aquella época la persecución a gran escala de brujas. El diablo, las brujas y los demonios no eran personajes de cuentos de hadas; para los contemporáneos formaban parte del mundo real, al igual que la posesión. La influencia de los patrones culturales de interpretación resulta también familiar al psiquiatra Felix Bermpohl. Los pacientes con
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esquizofrenia experimentan una sensación de interferencia de lo extraño. La atribuyen, por lo general, a los extraterrestres o aparatos electromagnéticos complejos desarrollados por los servicios secretos. Hace 500 años, los demonios ofrecían, de un modo similar, una interpretación plausible. De hecho los respectivos patrones de interpretación explican a las personas sus vivencias; también las influyen. El efecto placebo ejemplifica cómo las expectativas formadas culturalmente conforman nuestros qualia. El dolor de muelas supone una vivencia corporal pura y genuina. Mas una simple pastilla de azúcar puede calmar el dolor si el paciente cree que contiene un remedio eficaz. En la actualidad, los placebos en especial efectivos son las inyecciones que administra un hombre de bata blanca. Hace medio milenio, hombres vestidos con hábitos, MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
distintos pueden tener las mismas impresiones mentales,
dos mentales dependen de estados físicos, aunque no son
Hilary Putnam concluyó, en los años sesenta del siglo X X ,
reductibles a estos. Una segunda solución es el concepto de
que debía existir algo que los estados cerebrales tenían en
emergencia. Según este, surge un fenómeno en el macronivel,
común, en concreto, un estado funcional común. Sin embar-
pero no en las categorías subordinadas del micronivel. En
go, el propio Putnam críticó la línea de pensamiento acuña-
consecuencia, una persona tiene conciencia, mas no puede
da por él mismo. Ilustró su argumento con un experimento
atribuirse conciencia propia alguna a las partes individuales
mental: imaginemos un planeta en todos los detalles igual
de la persona.
al nuestro. Con una única diferencia: lo que para nosotros
► Materialismo eliminativista: El problema mente-cuerpo
es H2O, es en la Tierra gemela una sustancia XYZ que po-
no existe, porque no hay estados mentales en absoluto;
see las mismas propiedades macroscópicas que el agua. Es,
simplemente los percibimos como tales en la vida cotidiana.
pues, líquida, transparente, inodora, etcétera. Ahora bien,
Problema: la no existencia de estados mentales es tan poco
una persona A de la Tierra tiene la misma estructura fun-
demostrable como su existencia. Patricia y Paul Churchland
cional que su gemelo B de la Tierra gemela. Pero presentan
suelen referirse, a este respecto, al destino de otras teorías
algunos pensamientos diferentes: A, con el pensamiento
falsas en el curso de la historia. Por ejemplo, el sistema de la
«el agua es líquida», se refiere a la sustancia H2O; B, con el
creencia en brujas se ha mostrado falso. La consecuencia es
mismo pensamiento, a XYZ. Resultado: ya que personas con
el reconocimiento de la no existencia de las brujas.
la misma organización funcional pueden tener pensamientos
► Dualismo de las propiedades: Es válido el postulado de
distintos, los pensamientos no son idénticos a los estados
que solo hay materia, cuyas propiedades son tanto materia-
funcionales.
les como de naturaleza mental. Los qualia, y por ello, la vi-
► Materialismo no reduccionista y emergencia: Los estados
vencia individual, son en consecuencia también propiedades
mentales deben ser estados materiales; sin embargo, no dejan
mentales. Problema: no resulta comprensible ni verificable
reducirse a comportamientos, estados cerebrales o estados
el modo en que las propiedades no materiales forman parte
funcionales. Donald Davidson asume, por ello, que los esta-
del mundo material.
CRÍTICA DE LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE Una cuestión mal planteada
pueden ser descritas de diferentes maneras y modos; por ejemplo, con conceptos biológicos o mentales. Los pseudoproblemas surgirían siempre cuando aplicamos un vocabulario determi-
Ludwig Wittgenstein y los representantes de la filosofía ana-
nado a un contexto inapropiado, así reducimos unas maneras
lítica consideraron el problema mente-cuerpo como un pseu-
de describir a otras diferentes. Por ello, surgiría la confusión
doproblema. La misma pregunta de cómo encajan los estados
conceptual cuando buscamos en el cerebro (vocablo biológico)
mentales y biológicos resulta incorrecta, porque las personas
estados mentales (vocablo psicológico).
quienes recitaban oraciones en latín, podrían haber influido con éxito de modo semejante la vivencia.
Interpretación en el arte Por entonces se desarrolló una segunda fase en las formas de interpretación cultural. Los investigadores del Renacimiento comenzaron a desarrollar teorías independientes de la percepción. Estas ideas las asumió Alberto Durero (1471-1528) en su interpretación del tormento de san Antonio (véase la figura de la página 84, derecha). En este caso, el demonio no le acomete directamente: con un fuelle le lanza aire en la cabeza, con la que desfigura su percepción, de modo que al santo se le aparece una bella y seductora mujer. «El observador puede reconstruir la producción demoníaca del espejismo en la cabeza del santo», explica MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Klemm. El arte facilita un nuevo modo de patrones de interpretación para la experiencia de la posesión. La anterior autoridad del clero la han asumido, desde un tiempo a esta parte, las ciencias. Pero en todas las épocas resulta patente: los qualia se deben entender a través de la interacción del organismo y el ambiente, del ser humano y la cultura. Los patrones culturales conforman, por una parte, la vivencia fenoménica y, por otra, en la vivencia influye la personalidad en conjunto de una persona. Los neurocientíficos han ignorado eso durante mucho tiempo. Una depresión se consideraba más o menos como un trastorno cognitivo. Los pensamientos negativos causan sentimientos negativos. Felix Bermpohl, considera que es justo al revés. La causa de las enfermedades anímicas hay que buscarla, en su opinión, en el nivel básico de
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BIBLIOTECA ESTATAL DE BAVIERA (2 L. IMPR. MEMBR. 64, FOL. 24V) AKG BERLIN
ARTE Y QUALIA Ambas representaciones muestran la tentación de san Antonio. Sin embargo, la comparación revela una alteración en la comprensión de la percepción humana. En el grabado de Martin Schongauer (izquierda) apenas se diferencia entre los demonios y su víctima; todos parecen parte de la realidad por igual. En el bosquejo de Alberto Durero (derecha), unos 40 años después, el papel de los demonios resulta más sutil: Durero manipula la vivencia de san Antonio mediante un fuelle dirigido a su cabeza.
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la vivencia fenoménica. Los desplazamientos en los mensajeros de la amígdala distorsionan negativamente la evaluación, tan central para los qualia. Un paciente depresivo ve el mundo a través de unas gafas grises. Dado que la transformación tiene lugar en el nivel básico de la vivencia, «todos los aspectos de su pensamiento y sentimiento se ven afectados por la distorsión negativa. No se puede pensar que la depresión vaya a acabar un día y que pueda volver a percibir el mundo de manera más positiva», afirma Bermpohl. A partir de este supuesto, el psiquiatra explica toda la variedad de síntomas depresivos. Así, los pacientes sufren de una carencia total de motivación, ya no son capaces de tomar decisiones o de cambiar de planes. «También pertenece a la función de la vivencia fenoménica preparar las reacciones del individuo al ambiente. Si la vivencia fenoménica está teñida negativamente, entonces ya no se
puede ser activo. En los pacientes maníacos, una vivencia de color de rosa les conduce a una intensa disposición para la acción.» Bermpohl aún no puede derivar nuevos enfoques terapéuticos de la interpretación fenomenológica de la depresión. Pero al menos puede explicar por qué a los pacientes les resulta tan difícil adaptarse al ejercicio del patrón positivo de pensamiento que les prescribe el médico: «Estas medidas se aplican a nivel del pensamiento consciente, mientras que el sufrimiento se manifiesta en el nivel fenoménico previo y menos controlable». Una perturbación de la vivencia cualitativa llega a las raíces del yo, porque sin vivencia no hay autoconciencia. Es la tesis de Katja Crone. A ella le preocupa, desde la perspectiva filosófica, la identidad, la sensación de ser una persona, más aún, la misma persona que era ayer y que seré mañana. No se trata de una evidencia. Los individuos cambian. El adulto de hoy parece distinto, posee capacidades diferentes a las que tenía cuando era el niño pequeño que fue una vez. Hace un par de semanas su vida giraba en torno a un amor desgraciado y hoy se involucra en un debate político. ¿A tenor de qué criterios se debe describir, pues, como una única y misma persona? Junto con la cuestión de la identidad lógica viene la autocomprensión biográfica. ¿Cómo es que cada persona, en estados diferentes, se experimenta como una unidad indivisible? Ahora Katja Crone transfiere a los qualia el concepto «experimentar». Al igual que el color naranja o el impacto de las gotas de lluvia se experimentan de modo inmediato, existe una vivencia inmediata del ser persona. Constituye, por así decirlo, el punto de anclaje de nuestra conciencia de identidad. «Esta vivencia del yo nos acompaña siempre en la vida cotidiana MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
—indica Crone—. Resulta subliminal cuando reflexiono sobre cosas concretas. Pero en cuanto me doy cuenta de dónde estoy, de qué hora es, de qué hago aquí. Entonces pasa a primer plano y me puedo referir a mí misma.» En filosofía puede describirse esta sensación del yo con cuatro propiedades. En primer lugar, el yo posee una estructura temporal: un pasado, una vivencia en el ahora y un futuro posible. Su vivencia subjetiva se le concede, en segundo lugar, de modo inmediato. En tercer lugar, la perspectiva constante sobre todos los cambios en la percepción produce una sensación de «mí», es decir, la pertenencia a un «yo» estable. Y en cuarto lugar, ese yo se halla centrado, se percibe a sí mismo como centro de su mundo. Crone investiga los paralelismos entre filosofía y ciencias naturales. Así, el cerebro recibe información permanente de los órganos y los miembros. Su imagen corporal se actualiza de forma constante, por ello parece continua. «Aparentemente existe una gran coincidencia en la descripción fenomenológica de la perspectiva vivencial extendida cronológicamente», opina Crone.
Ambiente y conciencia del yo Los distintos niveles en los que los filósofos dividen la autoconciencia se reflejan también en los estudios científicos, por ejemplo, los relacionados con la inteligencia de los animales o sobre el desarrollo psicológico de los niños. El «sentimiento cualitativo del yo» constituye, por ello, la base para una etapa superior de autoconciencia en la que el pensamiento hace referencia a sí mismo; no se percibe solo como un yo, sino que realmente piensa «yo». Este paso hacia la autorreflexión pueden darlo los niños con la ayuda del ambiente. En la conversación con sus padres, con los familiares y con el grupo, el niño aprende a conocerse, por así decir, desde la perspectiva externa; se da cuenta de que le consideran un ser independiente, cosa que le permite finalmente concebirse a sí mismo como persona, como yo. «Sin ambiente social resulta impensable una autoconciencia de nivel superior», resume Crone. Sobre la personalidad se extiende un arco que va del más individual, la vivencia privada de los qualia, hasta lo general, la cultura y la sociedad. Los colaboradores del grupo de trabajo «Funciones de la conciencia» han iluminado este arco desde diferentes ángulos, pero en común. Su libro es un informe preliminar, una promesa de investigaciones ulteriores. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Por dicha razón, el ministerio federal de educación e investigación ha prorrogado el proyecto un año; los jóvenes investigadores continuarán reuniéndose una vez al mes para discutir con los demás sus progresos. Con ello se consiguen «procesos de transmisión, en el mejor sentido», formula la lingüista Sabine Marienberg. El objetivo dista de una fusión de enfoques; se trata más bien de una capacidad de conexión. Fin que funciona gracias precisamente a la vaguedad del concepto de «qualia». Los investigadores berlineses han renunciado conscientemente a constreñirlo en el estrecho corsé de una definición estricta. De este modo, la lingüista se centra en la modificación de la vivencia por medio de la cultura; el psiquiatra en el aspecto de la valoración emocional individual; la filósofa en el análisis lógico de la visión interior, y la historiadora del arte en la representación gráfica de la sensación subjetiva. En el seminario conclusivo se muestra también cómo pueden relacionarse de manera provechosa las diferentes perspectivas. El artículo de Victor Lamme analiza el procesamiento de señales en el cerebro, pero la lingüista no tiene ningún problema en vincular la presentación científica con su propio campo. Se trata de la transición de una conciencia de las sensaciones, que quizá surge por retroalimentaciones locales en las redes nerviosas sensoriales, hasta la conciencia de acceso, que se revela cuando la atención une los centros superiores del cerebro con las áreas visuales. Un bello modelo, según opina Sabine Marienberg, ya que en dicha conexión se emplea el lenguaje. Podría ser una parte de la flecha grande con la que el psiquiatra Felix Bermpohl conectaba, al inicio de la discusión, las partes anteriores y posteriores en su representación ligera del cerebro. Se ha hecho tarde. Todos recogen sus portátiles, libretas de notas y cuadernos y se dispersan, inspirados, de vuelta a su laboratorio, a la biblioteca o al escritorio de su casa. El trabajo continúa; aún hay que analizar y describir con mayor exactitud las funciones de la conciencia. Fuera brilla el sol. De modo automático elevo mi rostro hacia su calor y su luz. Aún no tengo claro qué son los qualia. Es probable que el grupo de trabajo interdisciplinar «Funciones de la conciencia» tampoco pueda determinarlas de modo concluyente. De todas maneras, ello no impide disfrutar de su vivencia.
«Sin entorno social no se concibe una autoconciencia desarrollada» Katja Crone, filósofa
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA WHY VISUAL ATTENTION AND AWARENESS ARE DIFFERENT. V. A. F. Lamme
en Trends in Cognitive Sciences, vol. 7, n.o 1, págs. 12-18; 2003. FUNKTIONEN DES ERLEBENS. NEUE PERSPEKTIVEN DES QUALITATIVEN BEWUSSTSEINS. Dirigido por
M. Jung y J. Heilinger. De Gruyter; Berlín, 2009.
Volkart Wildermuth es periodista científico.
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SYLLABUS
COMPRA COMPULSIVA Las compras pueden pasar de ser por necesidad o simple placer ocasional a convertirse en un afán desmedido que requiere tratamiento. Sin embargo, los afectados no piden ayuda hasta que las deudas les ahogan o su relación de pareja se tambalea ASTRID MÜLLER
L
a primera vez que la señora L. acudió a la consulta estaba abatida. Las peleas con su marido eran continuas. El motivo, por regla general, las cartas de aviso de facturas impagadas que llenaban el buzón de casa. La señora L., al parecer, derrochaba demasiado dinero en ropa y complementos para el hogar. Día sí, día también se encaprichaba con artículos que «necesitaba» poseer. Pero la ilusión en los objetos recién adquiridos descendía presto. No obstante, no podía resistirse al impulso de comprar y seguir
RESUMEN
Consumo sin control
1
Adquirir objetos inútiles de forma persistente y durante un
período prolongado puede significar un trastorno de adicción a la compra: el acto de comprar activa la sensación de placer que, sin embargo, no tarda en desvanecerse.
2
Los afectados son conscientes de la inutilidad de sus actos,
mas no pueden controlarlos. Las consecuencias son sentimientos de miedo, vergüenza y depresiones... además de una deuda creciente.
3
Existen pocos tratamientos para este tipo de trastorno.
La terapia conductual demuestra los primeros resultados de éxito.
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comprando. Incluso a veces ocultaba las compras para que no las vieran ni su marido ni sus hijos. El sótano ya estaba repleto de cajas desbordadas con floreros, cojines y candeleros. Por miedo, la señora L. no comprobaba el saldo de su cuenta bancaria; tampoco se atrevía ya a abrir el correo. Su comportamiento la avergonzaba tanto que no podía hablar del tema con nadie. Sin embargo, muchas personas presentan el mismo problema que la señora L.: para ellas, la necesidad de comprar se convierte en una adicción. Al principio, las compras resultan un modo de ahuyentar el mal humor o de recompensar el trabajo realizado; después, con el tiempo y la persistencia, se convierten en un problema serio que requiere tratamiento. Entre los psicólogos se conoce como «compra compulsiva». Los afectados casi nunca utilizan los objetos comprados. Muchas veces ni los desempaquetan. Con frecuencia silencian haberlos adquirido o los esconden. Incluso en muchos casos se olvidan por completo de su existencia. El tipo de producto depende de las preferencias de cada cual: desde zapatos y bolsos, pasando por artículos electrónicos o utensilios de cocina, hasta alimentos. No siempre las compras son de consumo propio; en ocasiones estas personas también gustan obsequiar a los demás. Algunos afectados se complacen con los cumplidos y la atención personal y exclusiva que reciben a cambio, incluso el trato casi amistoso de los vendedores. En cambio otros prefieren el supuesto anonimato
que les proporciona la compra por catálogo e Internet. Aún así, más que el producto adquirido o la forma de comprar, lo que en realidad cuenta para los compradores compulsivos es el acto en sí. Les resulta una suerte de evasión: los afectados se concentran de tal modo en el acto de comprar que olvidan los sentimientos desagradables y rehuyen de los conflictos. Para ellos no existe ninguna estrategia de distracción tan rápida, efectiva y de aceptación social como ir de compras. Algunos sienten verdadero placer al comprar. Es cierto que la intensidad de los momentos de satisfacción no alcanza el éxtasis que proporcionan las drogas, pues el acto de comprar apenas altera la conciencia, pero en la imaginación del afectado la sensación de placer parece infinita. Mientras consumen, muchos se imaginan los elogios y los gestos de admiración que recibirán por su acertada elección.
Frustración, no diversión El efecto, sin embargo, es efímero. Al pasar por caja o, en su caso, al recibir el pedido, aparecen el arrepentimiento, la vergüenza y la mala conciencia. Los problemas reprimidos durante unos instantes vuelven a emerger. En cierto modo, a todos nos asalta el impulso de acometer una compra insensata de vez en cuando. No obstante, el comprador compulsivo se diferencia del comprador ocasional de ofertas o del que se da una alegría para compensar un mal día por la frecuencia exagerada y las canMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
AN O / ZEYNEP OG © ISTOCKPHOT
tidades desmedidas en las adquisiciones que exceden sus capacidades económicas. Los compradores compulsivos intentan mitigar, justificar o, con frecuencia, disimular las consecuencias negativas de su comportamiento a través de mentiras o engaños. Por ejemplo, en aras de satisfacer su necesidad cometen a veces delitos como la falsificación de cheques o los pedidos con nombre falso. En 1994, la psiquiatra Susan McElroy, de la Universidad de Cincinnati, formuló los criterios científicos de diagnóstico para el comprador compulsivo. Los afectados son totalmente conscientes de su conducta descontrolada de consumo y de los daños resultantes, sin embargo, no son capaces de dominar su impulso. Por otro lado, la conducta de compra compulsiva no se manifiesta de un día para otro, sino que se desarrolla de modo progresivo a lo largo de los años. La mayoría de pacientes enmascara su pérdida de control hasta que las deudas les ahogan o la pareja amenaza con dejarles. MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Si bien este trastorno de conducta puede parecer a priori un fenómeno de nuestros días, nada más lejos: el psiquiatra alemán Emil Kraepelin (1856-1926) ya lo describió hace más de un siglo. Kraepelin registró en sus manuales este comportamiento bajo el nombre de «oniomanía» (compra compulsiva) y lo catalogó como un trastorno del control de impulsos. Pese a la larga existencia del concepto, las investigaciones relacionadas son escasas. Psicólogos y sociólogos no empezaron a mostrar un mayor interés por el problema, muy extendido ya, hasta los años noventa. En Alemania, por ejemplo, se estima que un 6 por ciento de los adultos está expuesto a padecer el trastorno, si es que no lo sufre ya, según se desprende de la encuesta llevada a cabo en 2005 por investigadores de la Universidad de Hohenheim y la Universidad de Ludwigshafen. El equipo de investigación del psiquiatra Lorrin Koran, de la Universidad de Stanford, obtuvo resultados muy si-
BOTÍN REVELADOR Los compradores compulsivos pierden con rapidez la ilusión de sus nuevos objetos mientras que los números rojos irrumpen en su cuenta bancaria.
milares en 2006. Según su estudio, en EE.UU. hasta un 6 por ciento de la población manifiesta síntomas de adicción a las compras. Ambos trabajos coincidían asimismo en una de sus conclusiones: la compra compulsiva se manifiesta con mayor frecuencia en jóvenes que entre personas mayores. El hábito de comprar en exceso se considera un problema típico de mujeres. En efecto, los resultados de numerosos estudios indican que entre un 80 y un 95 por ciento de los pacientes diagnosticados por compra compulsiva son mujeres. Sin embargo, ambos sexos presentan la mismas probabilidades de padecer el trastorno obsesivo compulsivo, según la investigación de Koran.
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SUBIDÓN CON LA TARJETA El acto de comprar desata una sensación de placer en los afectados. El objeto adquirido en sí es algo secundario. Mientras compran, los problemas desaparecen.
© ISTOCKPHOTO / MARCUS CLACKSON
de la compra compulsiva se conoce casi únicamente en países con sistemas económicos capitalistas. Asimismo se considera la existencia de posibles causas neurobiológicas, como por ejemplo, un desequilibrio en la dopamina y la serotonina. No obstante, debido a las numerosas enfermedades concomitantes, resulta difícil atribuir tales hallazgos de forma específica a la adicción a las compras. Muchos afectados acumulan sus compras en casa. El creciente desorden y la incapacidad de encontrar las cosas provocan nuevas adquisiciones inútiles. Las actividades sociales, como invitar a los amigos a cenar a casa, se reducen por la vergüenza del caos que de manera progresiva inunda el hogar. Asimismo, los afectados pierden cada vez más la capacidad de decidir sobre la conveniencia de comprar un producto, dado que ya no sa-
¿Adictos o no? En 1994, la psiquiatra Susan McElroy, de la Universidad de Cincinnati, formuló los siguientes criterios de diagnóstico para la compra compulsiva: Q
Actos o ansias de comprar de forma irracional, con impulsos irrefrenables y dominantes.
Q
Adquisición de más artículos de los que puede permitirse el afectado.
Q
Compras continuadas de productos inútiles durante prolongados períodos de tiempo.
Q
Sufrimiento considerable a causa de la constante necesidad de comprar; alteración de las funciones sociales o laborales, y aparición de problemas financieros (deudas o quiebra).
Q
Manifestación de excesos de compras no solo durante las fases maníacas o hipomaníacas.
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ben lo que poseen e ignoran su verdadera situación económica. Entre los compradores compulsivos que acuden a tratamiento, más de un 90 por ciento padece como mínimo una afección psíquica concomitante. Según un estudio desarrollado en el Hospital Universitario de Erlangen, entre los trastornos más comunes se encontraban la depresión y las fobias, con un 80 por ciento, y uno de cada tres pacientes padecía trastornos alimentarios u otro tipo de adicción. Ante la cantidad de síntomas concomitantes, debemos plantearnos si la compra compulsiva es un síndrome con entidad propia o si, en cambio, se trata más bien de una afección añadida de otras enfermedades psiquiátricas. Hasta el momento, los científicos no han logrado responder con certeza la cuestión. Tampoco existe un modelo exhaustivo sobre las causas que originan el trastorno de la compra compulsiva. No obstante, cada vez existen más indicios de que problemas de autoestima, alta impulsividad y bajo autocontrol contribuyen a la adicción a las compras. Los pacientes se describen a menudo a sí mismos como personas inseguras y con miedo social. Existe una estrecha relación entre el impulso consumista y el estado emocional. En muchos casos el bajo estado de ánimo provoca los «ataques de compras». También influye el entorno cultural y social. Así, el fenómeno
Impulsos irrefrenables Los expertos discrepan a la hora de catalogar esta psicopatología en el sistema de clasificación psiquiátrica. Para la mayoría de los psiquiatras debería considerarse como un trastorno del control de los impulsos, categoría bajo la que se reúnen otras conductas que perjudican al propio afectado o a otras personas de su entorno, caso de la cleptomanía y de la ludopatía. La compra compulsiva tiene en común con tales trastornos la incapacidad por parte del paciente de resistirse a los impulsos y de justificar de forma racional su comportamiento. Además, los compradores compulsivos persisten, a pesar de las consecuencias negativas, en su conducta, característica que también aparece en el trastorno del control de impulsos. Por su parte, otros autores contemplan el mecanismo psicológico que aparece tras la compulsión de las compras como una verdadera adicción, sin necesidad de sustancias adictivas. Según este razonamiento, la dependencia a las compras, al juego, al trabajo, al sexo o a Internet se puede clasificar bajo una misma categoría: conductas adictivas. La discusión sobre si se trata de un impulso descontrolado o de una adicción es probable que importe poco a los pacientes, mas la confusión en la clasificación científica del trastorno dificulta la proliferación de tratamientos. Pese a que los excesos de consumo geMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
Indicador de Hohenheim El equipo de investigación de la compra compulsiva en la Universidad de Hohenheim (Forschungsgruppe Kaufsucht) desarrolló un cuestionario para determinar signos de la patología en pacientes o probandos. A continuación, algunas de las 16 preguntas: en desacuerdo
de acuerdo
Cuando tengo dinero, tengo la necesidad de gastarlo. A menudo siento una necesidad incomprensible, un deseo imperioso de salir y comprar cualquier cosa. Muchas veces compro algo solo porque es barato. Más de una vez me he comprado algo que, en realidad, no me podía permitir. Ir de compras es para mí una forma de huir de la desagradable cotidianidad y de relajarme. A veces tengo mala conciencia después de haberme comprado algo. (Screeningverfahren zur Erhebung von kompensatorischem und süchtigem Kaufverhalten (Sksk). G. Raab et al. Hogrefe; Göttingen, 2005)
neran un enorme sufrimiento entre los afectados y su entorno, a menudo los médicos y los psicólogos pasan por alto o trivializan los síntomas. Aunque las fobias y las depresiones concomitantes se asisten con éxito, raras veces se logra normalizar la conducta de compra del paciente. Por tal motivo, los medicamentos establecidos no suelen funcionar. Así, por ejemplo, un tratamiento con antidepresivos ayuda en contadas ocasiones a solventar el problema. Asimismo, los escasos estudios publicados sobre los inhibidores de la recaptación de serotonina (SSRI) en compradores patológicos no demuestran una eficacia contrastada de tales sustancias respecto a un placebo.
Aprender a consumir Parece que los primeros tratamientos con psicoterapia han dado resultados favorables. El equipo de investigadores de James Mitchell, psiquiatra de la Universidad de Dakota del Norte, ha desarrollado una terapia cognitiva conductual ideada para compradores compulsivos. Por su parte, el departamento de enfermedades psicosomáticas y psicoterapia del Hospital Universitario de Erlangen ha creado una versión alemana del mismo programa. En 12 sesiones los paMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
cientes aprenden a reducir sus ataques de compra a través del conocimiento del origen de sus impulsos. Al mismo tiempo asimilan una conducta de consumo adecuado. Ya que los compradores compulsivos presentan, por lo general, dificultades para administrar de manera correcta su dinero, el programa incluye el aprendizaje y entrenamiento en la gestión de finanzas, así como en el uso de las tarjetas de débito y de crédito. Si bien la mayoría de los pacientes no administran sus propias cuentas bancarias —los bancos les han retirado las tarjetas o bien algún familiar ha asumido la responsabilidad financiera—, estas son solo ayudas provisionales; tarde o temprano los pacientes deberán gestionar de nuevo su dinero. En 2008, a través de un estudio con un grupo de terapia de 60 afectados, demostramos que el tratamiento resulta eficaz. Tras la terapia, la mitad de los probandos no manifestaba los criterios relacionados con una adicción a las compras, aunque en muchos aún perduraban algunos síntomas. Por ahora, el desarrollo e investigación de este tipo de propuestas específicas de tratamiento se vislumbra como el vestigio más prometedor para abordar con éxito el problema de la compra patológica.
Astrid Müller es psicóloga. Dirigió un estudio sobre terapia conductual en relación a la compra compulsiva en el Hospital Universitario de Erlangen, Alemania. En la actualidad, investiga en el Instituto de investigación neuropsiquiátrica de Fargo en Dakota del Norte (EE.UU.).
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA A REVIEW OF COMPULSIVE BUYING DISORDER . D. W. Black en World Psychia-
try, vol. 6, págs. 14-18; 2007. ESTIMATED PREVALENCE OF COMPULSIVE BUYING BEHAVIOR IN THE UNITED STATES. L. M. Koran et al. en Ameri-
can Journal of Psychiatry, vol. 163, págs. 1806-1812; 2006. A RANDOMIZED, CONTROLLED TAIL OF GROUP COGNITIVE BEHAVIORAL THERAPY FOR COMPULSIVE BUYING DISORDER: POSTTREATMENT AND 6-MONTH FOLLOW-UP RESULTS. A. Müller et al. en
Journal of Clinical Psychiatry, vol. 69, págs. 1131-1138; 2008. SHOPPEN OHNE ENDE. WENN KAUFEN ZUR SUCHT WIRD. C. Karsten. Patmos;
Düsseldorf, 2008.
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ILUSIONES
PERCEPCIONES PARADÓJICAS Organización cerebral de las imágenes contradictorias VILAYANUR S. RAMACHANDRAN Y DIANE ROGERS-RAMACHANDRAN
as paradojas, situaciones en las que una misma información puede llevarnos a dos conclusiones contradictorias, causan a la vez placer y tormento. Son fuente de interminable fascinación y frustración, tanto si su carácter es lógico («Esta afirmación es falsa», versión moderna de la paradoja de Epiménides), científico... o perceptivo. Peter Medawar, premio Nobel, dijo en cierta ocasión que estos rompecabezas provocan sobre científicos y filósofos el mismo efecto que el olor de goma quemada en los ingenieros: un ansia irresistible de averiguar la causa. Siendo los autores de este artículo neurocientíficos que estudian la percepción, nos sentimos obligados a abordar la naturaleza de las paradojas visuales. Tomemos el caso más sencillo. Si dos o más fuentes de información distintas no son coherentes entre sí, ¿qué sucede? Lo usual es que el cerebro se incline por la que resulte estadísticamente más fiable y prescinda, sin más, de la otras. Por ejemplo, si se observa el interior de una máscara hueca a bastante distancia, la cara parecerá normal, es decir, convexa, a pesar de que nuestra visión estereoscópica indique que la máscara es, en realidad, el vaciado de una cara, es decir, cóncava. En este caso, la experiencia acumulativa de nuestro cerebro con rostros convexos se impone y veta la percepción del caso inusitado de que una cara sea hueca. Más desconcertantes se nos ofrecen las situaciones en las que la percepción contradice a la lógica, haciendo ver «figuras imposibles». Es probable que el pintor y grabador William Hogarth crease la primera de tales figuras en el siglo XVIII (a). Una mirada rápida no revela en esta imagen nada anormal. Pero tras una
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WIKIMEDIA COMMONS (a); SCIENTIFIC AMERICAN MIND (b, c y e)
L
a
¿Son las figuras imposibles paradojas genuinas en el dominio de la percepción propiamente dicha?
MENTE Y CEREBRO 46 / 2010
b inspección más atenta, no tardamos en apreciar que es lógicamente imposible. Otro ejemplo es el clásico «tridente del diablo» o paradoja de Schuster (b). Estas figuras imposibles plantean profundas cuestiones sobre las relaciones entre percepción y racionalidad. En tiempos modernos, el interés por tales efectos resucitó debido, en parte, al pintor Oscar Reutersvärd. Conocido como «el padre de las figuras imposibles», este artista sueco ideó numerosas paradojas geométricas; entre ellas, la «escalinata sin fin» y el «triángulo imposible». Ambas paradojas fueron desarrolladas por Lionel y Roger Penrose, padre e hijo y afamados científicos; en c aparece su versión de lo que hoy se conoce como triángulo de Penrose. El artista holandés M. C. Escher insertó tales figuras en sus grabados, travesuras con las que exploraba el espacio y la geometría. Fijémonos en la reproducción de la escalinata de Escher (d): ningún tramo individual de la escalinata resulta, por lógica, imposible ni ambiguo, pero el conjunto sí aparece como lógicamente inviable: uno podría subir por siempre jamás la escalinata, siempre en círculos, sin llegar nunca al último peldaño. La ilustración puede servir de símbolo y epítome de la condición humana: siempre en busca de la perfección, sin lograr alcanzarla nunca del todo. ¿Es esta escalera una auténtica paradoja perceptiva? Es decir, ¿es el cerebro incapaz de construir un percepto (elemento de percepción) coherente, porque tiene que habérselas simultáneamente con dos percepciones contradictorias? Nosotros pensamos que no. La percepción, casi por definición, debe ser una MENTE Y CEREBRO 46 / 2010
Si dos o más fuentes de información distintas no son mutuamente coherentes, ¿qué sucede? y estable en todo momento, ya que su propósito es provocar en nosotros una acción adecuada y dirigida a un fin. De hecho, algunos filósofos se han referido a la percepción como «disposición condicional para actuar», definición que puede parecer algo exagerada. A pesar de la generalizada opinión de que «vemos lo que creemos», la verdad es que los mecanismos perceptivos funcionan «con el piloto automático» al computar y señalar diversos aspectos del entorno visual. No podemos elegir lo que vemos, ni lo que deseamos ver. (Si le muestro un león azul, lo verá de color azul. No tiene la opción, «voy a verlo de color pardo, porque así es como debe ser».) En cambio, la paradoja de la figura d surge porque el mecanismo perceptivo
efectúa un cómputo local que señala «escalinata ascendente», mientras que el mecanismo conceptual/intelectual deduce que es lógicamente imposible que una escalinata ascendente forme un bucle cerrado. La percepción se propone computar rápidamente respuestas aproximadas que resulten aceptables para la supervivencia inmediata; no conviene rumiar sobre si el león se halla cerca o lejos. El objetivo de la concepción racional —de la lógica, si se quiere— consiste en tomarse tiempo para producir una evaluación más precisa.
¿Son paradojas genuinas? Aparte del triángulo, sobre el que volveremos, ¿son las figuras imposibles paradojas genuinas en el dominio de la
c
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propia percepción? Podría decirse que la percepción, en sentido estricto, conserva o parece conservar su coherencia interna, así como que un percepto genuinamente paradójico es un oxímoron. La escalinata no encierra una paradoja mayor que las ilusiones ópticas, como la de Mueller-Lyer (e), en la que dos trazos de la misma longitud parecen de distinta largura, aunque podamos convencernos intelectualmente de su longitud idéntica después de medir las líneas. El conflicto se presenta entre percepción e intelecto; no se trata de una paradoja auténtica y estricta de la propia percepción. Por otra parte, «Esta afirmación es falsa» sí constituye una paradoja plena en el dominio conceptual/lingüístico. Otra percepción vigorosa es el efecto secundario del movimiento. Si nos fijamos durante un minuto en las franjas que se mueven en un sentido, luego posamos la vista sobre un objeto estacionario, nos da la impresión que dicho objeto se mueve en sentido opuesto al de las franjas. Tal efecto surge porque nuestro sistema visual posee neuronas detectoras de movimiento que señalan
e diferentes direcciones; las franjas que viajan constantemente en una misma dirección «fatigan» a las neuronas que normalmente señalarían esa dirección [véase «Estabilidad del mundo visual», por Vilayanur S. Ramachandran y Diane Rogers -Ramachandran; M ENTE Y CEREBRO, n.o 22]. El resultado es un «rebote» responsable de que incluso los objetos
estacionarios parezcan moverse en sentido contrario. Curiosamente, sin embargo, al mirar al objeto, este parece moverse en una dirección, aunque sin alcanzar ningún destino: no progresa hacia una meta. Este efecto suele anunciarse como una paradoja perceptiva: ¿cómo puede parecer que algo se mueve sin cambiar de ubi-
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f cación? Una vez más, no es el percepto en sí lo paradójico; antes bien, se señala con claridad que el objeto se mueve. Es nuestro intelecto el que deduce que el objeto no se mueve e infiere de ello una paradoja. Fijémonos en una situación contraria mucho más familiar. Tenemos la certeza (deducimos) que la manecilla horaria del reloj se mueve, a pesar de que parezca estacionaria. Sencillamente, no se mueve con la rapidez suficiente para excitar a las neuronas detectoras de movimiento. Pero nadie diría que el movimiento de la manecilla es paradójico.
Frontera entre percepción y cognición Existen casos fronterizos, como prueba el ejemplo del «tridente del diablo». En este dibujo algunas personas alcanzan a «ver» el todo de una sola ojeada. Las señales perceptivas locales y globales se perciben como una sola forma, sin contradicciones internas. Es decir, se puede aprehender el todo de una sola ojeada y apreciar su naturaleza paradójica sin pensar en ello. Tales figuras nos recuerdan que, pese a la naturaleza modular y cuasi-autónoma de la percepción y de su aparente inmunidad en relación con el
g intelecto, la frontera entre percepción y cognición puede resultar difusa. Con el triángulo imposible acontece algo similar. Tal como ha demostrado Richard L. Gregory, de la Universidad de Bristol, puede construirse un complejo objeto tridimensional ( f) que producirá la imagen de g al observarse desde un punto especial, bien determinado. Visto desde allí, el objeto parece un triángulo confinado a un plano. Pero nuestra percepción rechaza sucesos tan sumamente improbables, aun cuando nuestro intelecto se halle convencido de su posibilidad (tras mostrarle la vista g). Así pues, a pesar de comprender conceptualmente la inusitada forma del objeto f, sigue viéndose un triángulo cerrado al mirar g en lugar de ver el objeto ( f), que es su origen real. ¿Cómo verificar empíricamente dichas ideas? En la escalinata de Escher, podríamos sacar partido del carácter casi instantáneo de la percepción, mientras que la reflexión requiere tiempo. Se podría, pues, presentar el grabado durante un breve tiempo (lo bastante como para evitar que la cognición entre en escena: una décima de segundo tal vez), seguido por un estímulo de enmascaramiento que impida que el procesamiento visual con-
tinúe tras retirar la figura de prueba. La predicción sería que la figura dejaría de parecer paradójica, salvo que la duración del estímulo se alargase lo suficiente. Otro tanto podría valer para el tridente del diablo, con mayores probabilidades de ser una auténtica paradoja perceptiva. En este caso, la máscara quizá se muestre incapaz de diseccionarlo en dos fases (percepción o cognición) diferenciadas. Tal vez se reduzca a una cuestión de escala o de complejidad. Cualesquiera que sean los orígenes de las paradojas, a todos nos intrigan esas figuras enigmáticas. Excitan sin cesar nuestros sentidos y ponen a prueba todas nuestras nociones sobre lo qué es real y qué ilusión. La vida humana, según parece, está deliciosamente hechizada por lo paradójico. Vilayanur S. Ramachandran y Diane RogersRamachandran investigan en el Centro para el Cerebro y la Cognición en la Universidad de California en San Diego.
BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA A NEW AMBIGUOUS FIGURE: A THREESTICK CLOVIS. D. H. Schuster en Ame-
rican Journal of Psychology, vol. 77, pág. 673; 1964.
La percepción es de carácter casi instantáneo, mientras que la reflexión requiere tiempo
MENTE Y CEREBRO 46 / 2010
THE INTELLIGENT EYE. Richard L. Gre-
gory. McGraw-Hill, 1970.
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LIBROS
COORDINACIÓN CEREBRAL Superación del dilema entre localismo y holismo
DYNAMIC COORDINATION IN THE BRAIN. FROM NEURONS TO MIND.
Dirigido por Christoph von der Malsburg y Wolf Singer; The MIT Press; Cambridge, Mass., 2010.
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l encéfalo humano contiene 100.000 millones de neuronas, cifra que se multiplica en las células de sostén. Las células nerviosas forman circuitos, de los que dependen la sensibilidad, la percepción o el comportamiento. Para cumplir sus funciones necesitan coordinarse. Coordinar es poner juntas las cosas que deben ir juntas. El sistema nervioso no funciona por códigos esculpidos en piedra. La actividad incesante de grupos de neuronas se expresa en coreografías de ondas, oscilaciones, ritmos sincrónicos y coaliciones efímeras, cuya coordinación dinámica nos permite tender puentes entre las perspectivas neurobiológicas y psicológicas de la mente. En nuestro cerebro las cosas se van ensamblando en una lenta escala temporal de aprendizaje y en una vertiginosa escala temporal de pensamiento. El cerebro tiene una enorme variedad de modalidades o subsistemas, que corresponden a los sentidos internos y externos, al control motor, la memoria, las emociones, el control de la conducta y múltiples más.
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Cada subsistema de cerebro crea una amplia variedad de patrones alternativos de actividad, de los cuales en cada momento solo uno o muy pocos pueden ser claramente expresado sin ambigüedad. Durante buena parte del tiempo, la actividad neuronal de un subsistema expresa una superoposición ambigua de diferentes estados, que se van reduciendo con el intercambio de señales. Una reducción que debe ser coordinada de suerte que los patrones que se pertenezcan mutuamente se coactiven. En el pasado, la investigación se centraba en la especialización funcional del cerebro. Buscaba descubrir estrategias de procesamiento basadas en la arquitectura anatómica. En una misma región cerebral y entre distintas regiones, hay células o grupos de células que portan información sobre objetos distintos. Algo ha avanzado la ciencia cognitiva en el conocimiento de esa selectividad local y su adaptación gradual a diferentes entornos y tareas. Mas para desenvolverse en unas circunstancias impredictibles y en cambio constante, el cerebro necesita estrategias con una dinámica a corto plazo rica e interactiva. Tres son las funciones básicas de coordinación dinámica acotadas: resolución contextual de la ambigüedad, agrupamiento dinámico y direccionamiento dinámico. Las interacciones coordinadoras producen pautas generales de actividad, sin abolir las identidades y funciones esenciales de las actividades coordinadas. Pueden crearse pautas de actividad macroscópica sensibles al contexto mediante la modulación de la intensidad y la temporización
precisa de las señales neurales locales, sin corromper la información que esas señales locales transmiten. Suele distinguirse entre interacciones codificadoras y coordinadoras. Veámoslo en el plano molecular. El código genético concierne a la codificación de los codones (secuencias de tres bases a lo largo de la cadena de ADN) en aminoácidos. Esa codificación ha persistido constante a lo largo de la historia de la vida. La distinción entre codificación y coordinación puede aplicarse a la función cerebral. En cada nivel de procesamiento jerárquico, los códigos de cada unidad o población se emplean para representar múltiples entidades diversas. En cada nivel, la expresión de esos códigos se encuentra controlada, de manera flexible y altamente sensible al contexto, por diversas interacciones coordinadoras para asegurarse una adaptación eficaz a las circunstancias normales. Para ser fiables, los códigos neurales deben codificar el mismo objeto cuando se emplean en momentos y contextos diferentes. Para ser flexibles, esos mismos códigos deben poder emplearse de forma diversa en momentos y contextos dispares. Con la coordinación dinámica se consigue la fiabilidad y la flexibilidad necesarias. ¿Depende la coordinación dinámica de mecanismos sinápticos específicos o de circuitos locales? ¿Depende de vías neurales peculiares y exclusivas? ¿Puede la teoría neurocomputacional ayudarnos a entender las posibilidades y los requerimientos de la coordinación dinámica? ¿Cuáles son las consecuencias cognitivas de la coordinación dinámica? ¿Cuáles las consecuencias psicopatológicas de su funcionamiento defectuoso? A esas cuestiones se responde en este libro plural. Localismo y holismo han pugnado por atraerse a los neurocientíficos en el curso de la historia. En la mayoría de los períodos dominó el localismo. A propóMENTE Y CEREBRO 46 / 2011
sito de la corteza visual, la investigación clásica de Kuffler, Hubel, Wiesel y otros reforzaba la tesis localista; mostraban que las células portaban información sobre aspectos muy específicos del estímulo visual. La forma de holismo conocida por psicología de la Gestalt fue poderosa en los decenios siguientes a 1920, para ir luego obscureciéndose. Ahora el holismo parece volver renovado merced a un conocimiento más sólido de las redes neuronales. Así, siguiendo con el ejemplo de la actividad de la corteza visual, se ha comprobado que viene fuertemente condicionada por el contexto, que se extiende mucho más allá del clásico campo receptor. Abundan las pruebas sobre múltiples formas de modulación contextual, organización dinámica y dependencia de funciones a través de todos los niveles del sistema visual, hallazgos que avalan la perspectiva holista. Ha enraizado la idea de una coordinación dinámica que resulta de la in-
terpretación y planificación estratégica salidas de una suerte de ejecutivo central alojado en la corteza cerebral prefrontal (PFC). No parece suficientemente respaldada por la observación, que se orienta hacia la hipótesis de una coordinación distribuida. Surgiría de la coordinación entre muchas interacciones locales entre los propios procesadores locales. Lo que no entra en contradicción con lo que el PFC pudiera formular, iniciar y controlar planes estratégicos. Los propios mecanismos básicos de coordinación dinámica podrían operar también en el interior del PFC. Se ha avanzado en el conocimiento de los microcircuitos corticales locales. Aunque la corteza presenta una organización general en columnas verticales, varían de una región a otra y de una especie a otra el tamaño, la composición celular, la organización sináptica y la expresión de las moléculas señalizadoras. Con todo, no se trata de una variación tan grande que anule los aspectos comunes. Por
su parte, las interneuronas de circuitos locales inhibidoras y los distintos tipos de receptores GABA intervienen en la generación y coordinación de actividades rítmicas al reforzar las actividades asistidas. En cada nivel de procesamiento, la actividad debe agruparse dinámicamente en subconjuntos coherentes, de suerte que pueda ejercer su efecto en niveles subsiguientes. Sin tal agrupamiento, el almacenamiento de pautas sensoriales en la memoria resultaría inútil, pues son únicas y carecen de conexión directa entre sí. Se impone extraer pautas significativas de una información recibida, pautas que se generalicen a los demás, a partir de una situación dada. La inclusión dinámica de grupos, la inclusión de unos en otros, a modo de sucesivos anidamientos, se va creando según demanda de las nuevas circunstancias. No vienen establecidos por una jerarquía prefijada. Luis Alonso
PENSAMIENTO Condiciones, componentes e historia
TOWARDS A THEORY OF THINKING. BUILDING BLOCKS FOR A CONCEPTUAL FRAMEWORK .
Coordinado por Britt M. Glatzeder, Vinod Goel y Albrecht von Müller. Springer Verlag; Heidelberg, 2010.
U
na de las características más fascinantes y distintivas del ser humano es el pensamiento complejo. En torno al mismo se plantean una serie de cuestiones básicas y un conjunto de aplicaciones. De interés fundamental son un marco teórico para entender el pensamiento, la identificación y análisis de los correlatos neurales y neurobiológicos de este, la comprensión de la cognición humana (el lenguaje sintáctico y la autoconciencia), la modelización de los componentes del pensamiento complejo, la profundización en la ontogénesis y filogénesis del
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mismo, entre muchos otros aspectos. Conciernen al capítulo de las aplicaciones los nuevos enfoques y metodologías para adquirir destrezas del pensamiento a lo largo de la vida y las nuevas aproximaciones que buscan reforzar la capacidad cerebral en su desempeño de tareas de elevada complejidad. La mente ha constituido tema de inquisición filosófica desde los comienzos de la filosofía occidental, hace unos 2600 años. Hasta fecha reciente no saltó de la mesa del filósofo al laboratorio de investigación científica. Wilhelm Wundt introdujo el método experimental en las complejidades de la vida mental al establecer el primer laboratorio de psicología en 1879, en Leipzig. Una instalación similar se creó más tarde en la Universidad de Cornell por E. B. Titchner. Al propio tiempo, William James consagró
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dos capítulos de su obra The Principles of Psychology (1890) al pensar. Lo incluyó entre los temas abordados en la nueva ciencia de la mente. El período más activo y prolífico en el estudio científico del pensamiento lo representó la «Escuela de Wurzburg» de «Denkpsychologie», en la primera parte del siglo XX . Otra corriente importante de ese tiempo fue el Instituto de Psicología de Berlín, fundado por Carl Friedrich Stumpf, que dio origen a la psicología de la Gestalt con su extensión en el pensamiento y el razonamiento. A ese movimiento pertenecieron Wolfgang Köhler, Kurt Koffka, Max Wetheimer y Kurt Lewin. J. B. Watson y su escuela behaviorista rechazaron el programa de investigación de la Denkpsychologie y teoría de la Gestalt; negaron la legitimidad del pensamiento y otros conceptos mentales, para declarar que solo la conducta observable podía reputarse objeto legítimo de la investigación psicológica. No existe ninguna definición de pensamiento en la que todos converjan. Ni siquiera se comparte la misma opinión sobre los mecanismos neuronales que subyacen bajo los procesos de pensamiento. Y así, unas propuestas de definición subsumen sin excepción los procesos de cognición y otras, en el extremo opuesto del espectro, limitan el pensamiento a los procesos basados en un lenguaje formalizado. Se acepta que el contenido mental constituye un prerrequisito del pensamiento. Un contenido que se apoya en la estabilización perceptiva del objeto, la categorización y la evaluación, actos en buena medida inconscientes y recuperados de la memoria. En ese contexto, la noción de «pensamiento» abarca menos que la noción de «cognición» y es más amplia que la noción de «razonamiento». Pensar sería un subconjunto de los procesos de cognición; y los procesos de razonamiento vendrían a ser subconjunto de pensamiento. Además del razonamiento, la noción de pensamiento incluiría también los procesos no explícitos, intuitivos y asociativos del contenido mental. Al liberar el pensamiento de la dependencia absoluta del lenguaje reconocemos formas rudimentarias de pensamiento en el mundo animal, en particular entre
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los mamíferos. Salvando, sin embargo, la singularidad del hombre, especie única en la posesión de estructuras sintácticas complejas que explican la potencia del raciocinio. Las estructuras autorreferenciales ligadas al pensamiento guardan una relación estrecha con el yo autobiográfico. La lógica, antaño considerada propiedad nuclear del pensamiento, remite a la coherencia de las conexiones realizadas por el pensamiento. Pero han pasado a primer plano también las metáforas y las analogías. Köhler, famoso por sus estudios sobre animales, atribuyó pensamiento a los chimpancés. La cognición animal suele reducirse en la mayoría de las ocasiones a asociaciones entre estímulos y respuestas. Pero parece ahora más verosímil que los primates no solo asocien la presencia de ciertos estímulos con ciertos sucesos, sino que perciban también una función causal entre la presencia de esos objetos y determinados sucesos. Lo que distingue al cerebro humano de sus parientes primates es, de entrada, el tamaño. La investigación apunta ahora hacia rasgos más sutiles: la estructura fina del cerebro humano contribuye también a su espectacular poder de procesamiento. No es fácil, sin embargo, acotar tales diferencias microscópicas. Del examen histológico de muestras de la corteza cerebral de humanos y de diversas especies de primates se desprende que en determinada región de la corteza prefrontal, área que contribuye al pensamiento abstracto y otra cognición refinada, las neuronas disponen de un mayor espacio entre sí que en el cerebro de los primates. Ese mayor espacio interneuronal deja más sitio para las conexiones. Cuando se afirma que el pensamiento complejo define al hombre, se alude a varios aspectos principales. Nos encontramos, en primer lugar, con el mecanismo gracias al cual se nos despliega ante nosotros la riqueza, interrelación y coherencia de la realidad. En segundo lugar, el pensamiento y lo que indicamos como realidad se conforman mutuamente. En tercer lugar, la capacidad de respuesta de nuestro pensamiento ante los retos que plantea una sociedad tejida de progresos técnicos, económicos, políticos y socioculturales. El pensamiento en todas sus
formas —resolución de problemas, toma de decisiones, fantasías, etcétera— concita un conjunto complejo de procesos cognitivos que pueden aplicarse a un espectro amplio de dominios. Así, a la categorización, uno de los recursos básicos de nuestro sistema cognitivo. La categorización, esencial para la percepción y funciones cognitivas superiores, ocupa un lugar central para la teoría del pensamiento. También la comparación constituye otro componente del pensamiento. El proceso de comparación es crucial para la solución de problemas, el juicio, la toma de decisiones, la categorización y la cognición. A su vez, la determinación de semejanzas y diferencias desempeña un papel crítico en la comparación. Con la categorización y la comparación, el razonamiento causal se encuentra en la médula del pensamiento. Para formular enunciados de causalidad, solemos emplear condicionales, es decir, enunciados de la forma «si..., entonces», aunque de suyo no sean enunciados de causalidad. En los últimos años, los investigadores del pensamiento humano han venido reclamando la incorporación de la neurociencia y biología del desarrollo. La segunda aporta el estudio de la modularidad, objeto, a lo largo de más de treinta años, de acalorada controversia. Dos posiciones teóricas polarizan el debate: la que concede al cerebro en su globalidad la resolución de problemas y la que asigna a distintos módulos cerebrales funciones diferentes. La idea de que el cerebro consta de módulos especializados e independientes se remonta a la teoría de las facultades de Immanuel Kant y la frenología de Franz Josef Gall. El tema de la modularidad persiste vivo por múltiples razones: utilidad de las estructuras modulares en ingeniería, reaparición de la dicotomía naturaleza frente a crianza (la modularidad se ubicaría entre los nativistas), extensión de la tesis de la modularidad a procesos de pensamiento de orden superior. No obstante, los módulos serían ahora resultado de un proceso gradual, no fijo ni preestablecido. La especialización y la localización de la función cerebral y cognitiva se desarrollarían sin cesar a lo largo de vida. Luis Alonso MENTE Y CEREBRO 46 / 2011
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