3c_Regionalismo y Nacionalismo

April 7, 2019 | Author: alberto945 | Category: Spain, Catalonia, Basque Country (Autonomous Community), Nation, Political Theories
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3c. REGIONALISMO Y NACIONALISMO.

Además de los grupos políticos antidinásticos, como es el caso del carlismo y los republicanos, a la oposición al sistema s e sumaron los regionalismos y nacionalismos, cuyos c uyos objetivos eran: S en el caso de los regionalismos, crear instituciones propias o crear autonomías administrativas; S y en el de los nacionalismos, lograr la independencia de sus territorios, a los que consideraban naciones. Los nacionalismos periféricos surgen en la Restauración a finales del siglo XIX, como reacción a los profundos cambios (políticos, económicos y sociales) que estaba viviendo España. En un principio domina el carácter cultural , después se impone el carácter político  carácter político , por lo que aumenta su importancia. Estos regionalismos y nacionalismos van a surgir en la antigua Corona de Aragón, en los territorios forales y en regiones rurales poco desarrolladas como Andalucía y Galicia. Los FACTORES que facilitaron el nacionalismo presentan características comunes, aunque en cada región predominó uno sobre otros. Los principales fueron: S

La existencia de movimientos culturales que recuperaban las lenguas vernáculas y las costumbres autóctonas .

De este modo los nacionalismos periféricos comienzan en las regiones que tenían lengua propia, reivindicando su utilización y la existencia de una historia y unas tradiciones propias y diferenciadas del resto de España. Es el caso de Cataluña, País Vasco y Galicia. S

La crítica contra el centralismor del Estado liberal . Los nacionalismos defendían la pluralidad de España, representada en las diversas leyes, fueros e instituciones.

En realidad el proceso centralizador ya se había iniciado en 1715 cuando, c uando, mediante los Decretos de Nueva Planta, se procede a la castellanización de la Corona de Aragón. Por aquel entonces, entonces, a País Vasco y Navarra se las compensa, por la ayuda prestada al Borbón, permitiéndoles conservar sus fueros. Durante la minoría de Isabel II se da un paso más, cuando España se divide en 49 provincias (Javier de Burgos) y se nombraron gobernadores gobernadores civiles y militares, pretendiendo ignorar las diferencias regionales. Por último, a raíz de la Tercera Guerra Carlista y el decreto de Cánovas del Castillo, País Vasco y Navarra, perderán sus sus fueros. Contra esta política centralizadora van a aparecer una serie de nacionalismos periféricos que defienden sus peculiaridades como pueblos. Quieren el reconocimiento de una España multinacional. S

S

La presencia de dos vertientes anticentralistas: una conservadora y antiliberal , partidaria de recuperar los antiguos fueros, que se dio en el País Vasco; y otra progresista, federalista y republicana, en Cataluña. La repercusión de la industrialización y los cambios económicos  del siglo XIX afectaron al equilibrio de algunas regiones. La burguesía de las regiones periféricas, en general, reivindicó l a defensa del proteccionismo y sus intereses como productora.

El desarrollo y modernización en Cataluña eran muy superiores a los del resto del país, por ello reclamaban un mayor peso político de Cataluña que beneficiaría a todo el país. En el caso del País Vasco ocurrió al contrario: el cambio fue muy rápido en el último tercio del siglo XIX y provocó la llegada masiva de inmigrantes procedentes del resto de España en busca de trabajo. Esta inmigración fue percibida percibida por algunos intelectuales y políticos como una amenaza hacia las tradiciones y formas de vida de la comunidad vasca. Los gallegos , que sufrieron la emigración de sus habitantes y el atraso económico, culpaban al Estado español de su situación, reprochándole que los hubiera abandonado. El NACIONALISMO POLÍTICO CATALÁN Surge como un movimiento cultural, La Renaixença , que defendía el uso del catalán y lo consideraba elemento de distinción. Con el tiempo y a raíz de la Revolución de 1868 y de su fracaso, el movimiento adquirió un carácter claramente político que perseguía el autogobierno para Cataluña, dentro del Es tado liberal. En el último tercio del siglo XIX, el catalanismo fue formulando sus bases doctrinales y estableciendo los primeros programas políticos. Presenta formas diferentes. Mientras unos s e contentaban con planteamientos autonomistas, otros son partidarios de una independencia i ndependencia política. Unos y otros llegarían a agruparse en la Unió Catalanista. En su primera asamblea en Manresa (1892), se establecieron las 3c_Regionalismoynacionalismo-1de3

bases del nuevo concepto de catalanismo. Las Bases de Manresa recogían el primer programa político de catalanismo e incluía un proyecto de Estatuto de Autonomía de carácter conservador y tradicionalista. Siempre consideró Cataluña como parte de España y de Europa y creía necesario reformar España. El desastre del 98 favoreció la unión entre el movimiento catalanista y la burguesía catalana, que había resultado especialmente perjudicada con la pérdida de los mercados cubanos. A principios del siglo XX, aumenta el sentimiento autonomista catalán y ante la falta de respuesta aumentarán las tensiones sociales, que desembocarían en la Semana Trágica (1909). Por fin, el catalanismo político logró en 1914 la creación de la Mancomunidad, primer ensayo de autogobierno, al que puso fin la dictadura del general Primo de Rivera (1923). La proclamación de la Segunda República, en 1931, volvió a dar la autonomía a Cataluña, lo cual permitió la recuperación de una institución propia de autogobierno, que llevaría el nombre histórico de la Generalitat y al inicio de un periodo, dramáticamente corto, de recuperación de la normalidad democrática y cultural, que s e vio interrumpido por el estallido de la Guerra Civil Española. El NACIONALISMO POLÍTICO VASCO La Ley de 1876 que derogaba sus fueros provocó dos reacciones: C los que aprovecharon la situación para establecer conciertos económicos con el gobierno central; C y los que defendieron la recuperación de sus fueros, que no eran otros que los perdedores de las guerras carlistas, que idealizaron el pasado. El nacionalismo político vasco reivindicó la defensa de los fueros perdidos y rechazó el proceso de industrialización porque dividía a la sociedad vasca. De hecho, en un principio, el nacionalismo vasco identificó el capitalismo y el centralismo con lo español y señaló a los inmigrantes o maketos como los culpables de la degeneración de la raza vasca a causa del mestizaje. En 1890, Sabino Arana, afirmó que los vascos, por su raza, religión, lengua y costumbres, constituían una nación particular e independiente del resto de España y basándose en la existencia de los Fueros y una lengua diferente, defendía la nacionalidad vasca. Fundó el periódico Bizkaitarra desde el que publicó la necesidad de una Aeuskaldunización @ de la sociedad y reivindicó el uso del euskera como lengua nacional. En 1895 se fundó el Partido Nacionalista Vasco que, con un carácter antiespañol, defendía el catolicismo y el restablecimiento del orden jurídico tradicional, que se resumía en el lema Dios y Ley Vieja . A partir de 1898, el nacionalismo vasco osciló entre el independentismo radical y la integración autónoma del País Vasco dentro de España. A finales del siglo, el discurso de Arana se suavizó y ganó seguidores al entrar en contacto con grupos de la derecha católica local y por el temor de la clase vasca capitalista ante la radicalización de la lucha obrera. En 1902, Arana fue elegido diputado por Bilbao. Esto y el cambio de su discurso, señalando que la lucha por la autonomía debía hacerse desde la legalidad y dentro de la unidad del Estado español, posibilitaron la incorporación del movimiento nacionalista vasco al sistema político vigente. El REGIONALISMO GALLEGO El regionalismo gallego surgió, más tardíamente que el catalán y el vasco, como una reacción contra el atraso y marginación de su región. Sus teóricos se limitaron a reivindicar la descentralización administrativa y el uso de la lengua gallega sin llegar a crear un partido unificado. La sociedad gallega, a diferencia de la catalana o de la vasca, seguía siendo eminentemente rural. A mediados del siglo XIX, se inició una corriente cultural (O Rexurdimento) que significó el redescubrimiento literario de la lengua y cultura gallegas. Sólo unas minorías cultas, insatisfechas, empezaron a responsabilizar a la subordinación política de Galicia de su retraso económico, que forzaba a muchos gallegos a la emigración como única salida. En la última etapa de la Restauración el galleguismo fue adquiriendo un carácter más político. El REGIONALISMO VALENCIANO También tardío, no solo rechazó el centralismo del Estado español, sino también el nacionalismo catalán, ya que éste consideraba a los valencianos parte de la misma comunidad lingüística y cultural. En los comienzos de la Restauración el regionalismo valenciano se conformaba con revindicar su lengua, su cultura y su folclore. 3c_Regionalismoynacionalismo-2de3

Tras la crisis de 1898 adquirirá tintes políticos. El REGIONALISMO ANDALUZ Va a surgir, como el resto de los nacionalismos y regionalismos, a finales del siglo XIX. El regionalismo o nacionalismo andaluz no va a ser de tipo cultural , porque los andaluces no se consideran como una nación con cultura, raza, lengua y tradiciones propias, como se considera el vasco. Tampoco se le puede considerar un nacionalismo político , en el que sus habitantes quieran conseguir un estado propio aplicando el concepto de soberanía nacional.

El regionalismo o nacionalismo andaluz tiene un carácter económico y social muy fuerte; su objetivo es salir del atraso económico en el que se encuentra. Tras la Revolución Gloriosa en 1868 es cuando el movimiento andalucista empezó a tomar fuerza en las provincias occidentales de la región. Durante la I República se proclamaron independientes numerosos cantones de Andalucía. En 1883 se creó en Antequera una Constitución que proclamaba un estado independiente en Andalucía como una República cantonal, pero que nunca fue reconocido. A esta Constitución se la conoce como la Constitución Federal de Antequera. En 1918 recibe un nuevo impulso en la Asamblea de Ronda, donde se crean la bandera de Andalucía y su escudo. En la II República el nacionalismo andaluz, de la mano de Blas Infante, consigue redactar un estatuto de autonomía para Andalucía, pero no llegaría a aprobarse debido al estallido de la Guerra Civil tras la sublevación militar de 1936. Durante la guerra y el franquismo, muchos andalucistas fueron fusilados (como Blas Infante) o se exiliaron. Blas Infante es considerado como el "padre del andalucismo y de la patria andaluza" por haberse destacado en la lucha por la recuperación de la dignidad e identidad histórica del pueblo andaluz, mediante la mejora de sus condiciones económicas y sociales, para lo que era imprescindible la consecución de la autonomía.

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