293931323 Tiempos Dificiles de Blayne Cooper (1)

April 22, 2017 | Author: lucha3001 | Category: N/A
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Descripción: Blaine cooper...

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Tiempos difíciles Hard Times Blayne Cooper (2007) Traducido por: Julieta “Meltryth” (2015-2016)

Nota de traducción: No empiecen con el “ah, pero está influenciado por ‘Orange Is The New Black’” (OITNB) porque no es así. Incluso el libro ese salió en 2010 y este es del 2007. Denle un poco de crédito a mi querida Blayne, puede que en realidad sea al revés. Insultos a montones. Si ven palabras en cursiva, una de dos opciones: o están en su idioma original o en el texto original ya estaban en español. La verdad que en el final tuve que adivinar (y no miento) algunos párrafos (2 o 3). Es lo que hay habidas cuentas de cómo iba la historia y en una parte en el último capítulo es como si faltase toda una parte, pero bueno, taaaanto no puedo adivinar, quejas a la editora real del libro en inglés. Disfruten que va gratis. Julieta “Meltryth”.

Lorna 1986 "Vamos, nena, sólo un poco más, ¿por favor?" Se acercó sus manos sólo un poco más debajo de la blusa. Hacía frío afuera en el porche y los dedos se sentían calientes y reconfortantes contra la suave piel de su vientre. Había sido un día triste de invierno nublado y casi a las siete estaba bien oscuro. Lorna Malachi se rió y puso su mano sobre la de Nathan, dividida entre animarlo y dándole un empujón. "Ah, vamos, ¿por favor?" Le suplicó en voz baja, con el rostro cerca del suyo. Las palabras le hicieron cosquillas en sus tímpanos y Lorna se sintió apoyarse en su toque, la respuesta natural de su cuerpo bloqueando todo lo demás. "Nathan", se quejó en voz baja, acariciando su cuello. Ella suspiró cuando sus dedos se hundieron profundamente en su espeso cabello castaño e inclinó la cabeza hacia atrás 2

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para que sus labios pudieran encontrar los suyos. "Mmm..." Ella se apartó ligeramente. "Nath, yo-" Las luces del porche se encendieron. "Lorna, ¿eres tú?" Al sonido de la voz de su hermana pequeña, Lorna se apartó de su novio. "Papá dice que es hora de entrar y comer." La voz de la chica tenía una nota de súplica que Lorna entiende demasiado bien. "Voy, Meg", respondió ella en una respiración irregular. Ella miró la niña de diez años de edad temblando, cuyas manos estaban metidas en los bolsillos de un par de jeans andrajosos. Tal vez podría pasar bastantes horas extra para comprarle otro par la próxima semana. "Vuelve dentro, cariño, hace frío". Con una mente propia, Meg se aventuró un poco más lejos al porche y tímidamente miró a Nathan. Nathan era el chico más guapo en el Burger Palace, donde él y Lorna trabajaban después de la escuela. Él dejó escapar un suspiro de frustración, una corriente nebulosa saliendo de su nariz y girando alrededor de su cabeza mientras le daba una pequeña Meg, un saludo con buen carácter. "Hey, chica". Meg volvió los ojos azules grandes, un rasgo familiar Malachi, a en su hermana. "Lo siento," ella murmuró. "¿Está papá loco?" Lorna se adelantó y pasó los dedos por el cabello oscuro y rizado de su hermana, con el ceño fruncido por su desorden. ¿Su madre la habría peinado hoy tal vez? Meg asintió y sus ojos se encontraron con Lorna. Ella respondió en voz baja, "¿No lo está siempre?", Como ella miró hacia atrás dentro de la casa. "Apúrate". "Todo estará bien". Lorna dio Meg un pellizco juguetón, con la esperanza de ver su sonrisa. No funcionó. Ella habló sin apartarse de su hermana. "Me tengo que ir, Nathan. Yo--" "Lo sé". Nathan entornó los ojos y saltó del porche, con sus zapatillas crujiendo en la nieve costra de hielo. "Lo sé". "Lo siento". Lorna apresuró a Meg para que entrara, pero ella dudó en la puerta, con los dedos bien envueltos alrededor de la perilla de la puerta fría. Nathan ladeó la cabeza mientras tiraba las llaves del coche de su bolsillo de la chaqueta. "Hey, ¿está todo bien?"

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No. "Claro". Ella tomó una respiración profunda y se estabilizó su mano temblorosa. "¿Te veré mañana en clase?" "Ya lo creo", dijo él alegremente, ya sobre su frustración antes. "¿Y Lorna?" "¿Mmm?" Ella finalmente miró por encima del hombro y levantó las cejas en cuestión. "Sólo por unos meses más hasta que nos graduemos. Entonces podemos conseguir en mi coche y sólo ir conduciendo". Le dio una patada en un montón de nieve, enviando una lluvia de polvo sobre el porche. "Nosotros nunca vamos a ver la nieve de nuevo". Ella sonrió, deseando cosas eran realmente así de simple. "Hasta mañana". "Hasta luego". Nathan se fue corriendo hacia su coche. Así que la cena el momento había sido tensa y tranquila. Viendo a su madre luciendo un ojo negro reciente y a su padre con un labio partido no había ayudado a su estado de ánimo. Lorna recogió sin descansar su cena, deseando estar en cualquier lugar, salvo en casa. El comedor estaba tan caliente que era asfixiante, y aunque ella había puesto un par de pantalones cortos ligeros y una remera, una fina capa de sudor cubría su cuerpo. "Entonces". Su padre dejó su taza de café, y miró directamente a Lorna, que luchó duro no encogerse bajo su mirada penetrante. "¿Cómo fue tu turno en el emocionante Palace Burger?" Oh, Dios, aquí vamos. Su estómago se retorció pero ella no apartó la mirada. "Bien". George balanceó su taza, enviando salpicaduras de café por los lados. "No fuiste acosada de nuevo, ¿verdad?" Lorna cerró los ojos para no rodar ellos. "No eso otra vez". Su padre resopló. "No puede decirme que tú y que maricón del chico Lindstrom no lo hicieron en el congelador o trastero o en alguna parte". Él metió el dedo en la cara de Lorna. "No pienses que voy a cargar con cualquier pequeño bastardo porque no puedes evitar abrir las piernas". Al final de la mesa Meg comenzó a llorisquear. La cara de Lorna se convirtió en piedra. "No estoy embara--". Su padre hizo un gesto con la mano desdeñoso hacia ella. "Cállate. No espero putitas como tú me digan la verdad de todos modos. Naomi, ¿dónde está mi puto café?"

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Con movimientos bruscos, Naomi Malachi comenzó rellenar la taza de su marido, con su boca dibujada en una delgada línea. "Si Nathan Lindstrom es un maricón, ¿entonces cómo podría Lorna quedar embarazada? ¿Inmaculada concepción? Además, si ella se embarazó, ella nunca te diría de todos modos. Yo sé que yo no", agregó en voz baja. Los ojos de George se estrecharon y su rostro rubicundo se oscureció un tono, haciendo que sus cejas rubias destacaran vívidamente. "Cuando quiera tu maldito opinión, voy a sacártela a golpes, perra". En una explosión de movimiento, él dio un golpe de revés a su taza de café sobre la mesa del comedor. El café voló por todas partes y la taza barata se hizo añicos contra el plato de Meg, enviando una lluvia de astillas de cerámica y quemándola con el líquido sobre la cara y remera. Su corazón latía con fuerza, Lorna se puso de pie y trepó alrededor de la mesa. "¡Meg!" "¡Maldita sea, George!" La señora Malachi empujó a su marido con fuerza y él respondió con una bofetada viciosa que la envió tambaleándose a su silla. "¿Lorna?" Meg gimió, sosteniendo su remera fuera de su cuerpo con los dedos. El café goteaba por su barbilla. "Shh... No le hagas caso a ellos". Ella empezó a limpiar tiernamente el rostro de Meg con una servilleta. "Tal vez nos hagan un favor y se maten entre sí". "Te oí, putita", George rugió, defendiéndose de otro de los golpes de su esposa mientras ella se inclinó sobre la mesa para él. "No te muevas, Meg". Lorna recogió cuidadosamente un trozo de cristal fuera del brazo de su hermana, dejando una pequeña mancha de sangre como estela. Ella trató de bloquear los sonidos de sus padres golpeándose unos a otros y gritando obscenidades. "¿No te quemaste, verdad?" Meg miró a un punto de color rosa en su brazo y lo frotó, haciendo una mueca. "Yo… no creo". Las cejas de Lorna se juntaron como ella agarró suavemente la barbilla de Meg y volvió la cabeza hacia un lado. Lo que vio hizo que su corazón se apretara con tanta fuerza que se sentía débil. Un moretón fresco. De repente sintió como si no pudiera respirar. ¿Cómo pude no ver eso? "¿De dónde sacaste eso?" Su voz era inusualmente dura y ella inmediatamente vio el miedo reflejado nuevamente en los ojos de su hermana.

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"Yo… yo… yo…" Meg no parecía saber qué decir. Sus padres de repente dejaron de gritar y pelear y la estaban mirando directamente, sus miradas hicieron un agujero a través de ella. "Me caí", dijo suavemente, entonces su rostro se arrugó y se echó a llorar de nuevo. Aturdida, Lorna se quedó allí. Había oído a su madre usar esa misma excusa un centenar de veces. Para los vecinos. Para la familia. A la policía. Recordaba con claridad enfermiza la primera vez que había dicho la misma cosa y la vergüenza que había acompañado eso mismo. Pero al escuchar las palabras de los labios de su hermana de diez años de edad, hizo que se le helara la sangre como nada nunca lo había hecho. "Cierra tu puta boca, niña". El hermoso rostro de George retorció en algo grotesco que era todos los ángulos agudos y sombras. "Cualquier cosa que tengas, la viste venir". La señaló a ella. "Sólo recuerda eso". Lorna se dio la vuelta, con los ojos brillantes. "¿Quién de ustedes hizo esto?" Su madre culpablemente apartó la mirada, pero su padre la miró de frente, desafiante. Una oleada de odio cristalina envolvió a Lorna. "¿Le pegaste?" La señora Malaquías siempre se había llevado la peor parte de los abusos de su marido, aunque la cicatriz que dividía en dos la ceja derecha de Lorna testificaba ante el hecho de que ella no se había escapado en su infancia completamente ilesa. Pero George había nunca, nunca había tocado a Meg. El vello en la nuca de Lorna puso rígido y una cólera pulsante bullía a través de su sangre, haciendo cosquillear sus extremidades con anticipación. "¿Y bien?", preguntó, todavía mirando a su padre. "¡Lorna, no lo hagas!" Meg estaba llorando tan fuertemente que era difícil entenderla. Ella se aferró a la mano de su hermana y la sostuvo como si de ello dependiera su vida. "Se me cayó leche. Fue m… mi culpa. ¡Fui yo!" Lorna abrió a la fuerza la mano de Meg y retrocedió alrededor de la pequeña mesa hasta que estuvo de pie, frente a frente con su padre. Él no era mucho más alto que ella, pero el peligro emanaba de sus poros. Su voz se convirtió en su registro más bajo y Lorna habló lentamente para hacerse dolorosamente clara. "Si alguna vez la tocas otra vez voy a llamar a la policía y te lanzarán de vuelta a la cárcel".

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Por un instante su rostro permaneció inmóvil, entonces, para sorpresa de todos, se echó a reír. Los ojos de Lorna se estrecharon. George se acercó más a su hija mayor. "¿Crees que puedes detenerme de hacer lo que quiero en mi propia casa? ¡Bah!" Él hizo una mueca como si oliera algo rancio. "Eres tan estúpida como tu madre". Lorna tragó, y luego asintió con la cabeza. Su voz estaba tan tranquila que sonaba extraña a sus propios oídos. "Supongo que tienes razón". Y él la tenía. "La policía no hará nada". Una corta vida de experiencia ya le había enseñado eso. Una sonrisa de suficiencia se plantó firmemente en el rostro de su padre. "Parece que por fin entiendes las cosas". "Te diré lo que entiendo. Entiendo que si esto sucede otra vez, te voy a detener por mí misma". Los ojos azules tormentosos de Lorna brillaban de rabia no utilizada. "Yo te mataré". La señora Malaquías comenzó ahogarse con su café. George se cruzó de brazos frente a su pecho y levantó una ceja. "De repente, tan valerosa y…" Su ceja se fue aún mayor, "… fanfarrona, la chica. No sabía que eras así". Él le sonrió a su esposa. "Tal vez ella es mía, después de todo". La ira de Lorna finalmente desbordó. "¡No, Meg!" Ella golpeó su puño sobre la mesa, enviando a un cenicero lleno estrepitosamente al suelo. "Ella es sólo una niña y nunca te ha hecho nada. ¡No-la-toques!" La diversión del hombre nervioso rápidamente se fundió en ira. "No tienes las agallas para matar a nadie. No-eres-nada", se burló. Su rostro estaba tan cerca de Lorna que ella podía saborear el fuerte café irlandés y los cigarrillos BelAir rancios. "¿Crees que sólo porque traes a casa un par de dólares del Burger Palace puedes decirme qué hacer? ¿A mí?" Rugió él, con la saliva volando de sus labios, su voz era tan fuerte que los oídos de Lorna resonaron. "Lorna, por favor, vamos a ir a mi habitación, ¿sí?" La cara de Meg, a excepción de una raya roja espeluznante sobre su pómulo derecho, era tan blanca como la nieve. "Solo vámonos". Envalentonada por la ira y el miedo, Lorna tragó saliva. "No tienes que tener miedo nunca más, Meggy. Papá no va a hacerlo de nuevo, ¿verdad? "Ella le clavó su mirada,

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deseando que, por una vez en su vida, actuara como Nathan, o cualquier otra persona, un padre1. George extendió las manos y suavemente dijo: "Por supuesto que no lo haré". Aturdida, Lorna dejó escapar una bocanada de aire fuertemente. Ella parpadeó un par de veces. "¿No vas a pegarle?", aclaró con cautela. "Déjame ver tu cara, Meggy". George caminó alrededor de Lorna y tomó la cara de Meg con una mano tierna. Después de darle al hematoma una inspección cuidadosa, él miró a Lorna, dejando su mano en su lugar y acariciando la piel suave con el pulgar. "Se ve bien para mí". Lorna negó con la cabeza. "No está bien. ¡Ella no se merece ser golpeada por un accidente!" "Estoy bien. No me duele mucho", Meg juró, lanzando una mirada nerviosa a su hermana. "Gracias, papá". Vacilante, ella se apoyó en su toque, cerrando los ojos con deleite mientras él acariciaba la mejilla. "¿No duele?" George sonrió dulcemente a Lorna, entonces azotó la mano en la mejilla de Meg con un golpe tan impresionante que la envió a través del suelo de la cocina como una muñeca de trapo. "Entonces supongo que no te pegué bastante fuerte la primera vez". Él resopló. "Eso me enseñará". Durante muchos segundos todo el mundo se congeló en el horror. George comenzó a reír, su voz triturando el silencio. "¿No vas a matarme, Lorna?" Él se señaló a sí mismo con los dedos burlándose. "Aquí estoy. ¡Aquí estoy! ¡Aquí estoy!" Un velo de color rojo sangre cubría la visión de Lorna. Los gritos renacidos de Meg sonaban lejanos y apenas se registraron en sus oídos. "Bastardo", dijo entre dientes mientras agarraba un cuchillo de carne de la mesa, y, con un swing velocidad del rayo, lo enterró hasta la empuñadura en el cuello sin afeitar de su padre. Fue una mirada de sorpresa en el rostro de George como la sangre brotó de su garganta en una constante ducha carmesí caliente que era casi cómica. Con un sentido surrealista de desconexión, Lorna lo observó con impotencia agarrar el cuchillo, y luego tambalearse como unos bolos bamboleantes. ¿Yo hice eso? 1 Nota: Bien, la editora de esto fue Katherine V. Forrest, aun así, hay partes que me gustaría pegarles a los yankees de lo mal que escriben, ésta es una de esas.

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La señora Malaquías comenzó a gritar el nombre de George y otra vez, y Meg miró a su hermana con ojos de amplios de pánico. "¿L… Lorna?", le gritó salvajemente, demasiado petrificada como para mover un músculo. George estaba haciendo sonidos de gorgoteo y revolcándose en el linóleo como un pez en tierra, pero Lorna lo ignoró por completo y pasó por encima de su cuerpo que se retorcía para ir hacia su hermana. Meg se puso de pie y, sin hacer caso de las motas rojas que cubrían la camisa de la chica mayor y voló a los brazos de Lorna, apretándola con todas sus fuerzas. Metió la cabeza bajo la barbilla de Lorna y la sostuvo fuertemente. Lorna cerró los ojos y apretó los labios a la cabeza de Meg. "Él no te lastimara de nuevo o alguien más", dijo en voz baja. Se preguntó por breve momento si debía sentirse triste o, al menos, un poco de pena. Pero no, su mente sólo se reconocía un alivio tan profundo que su cuerpo comenzó a temblar. Había terminado. Meg parpadeó lentamente, con los ojos fijos en su padre. "¿Lo ma… mataste? ¿Realmente está muerto?" George estaba ahora en un charco de sangre espesa y oscura, con los ojos fijos y abiertos, mirando debidamente al techo manchado. Lorna se lamió los labios secos, ante la escena, horrorizada ante su belleza y fin. Sus ojos se llenaron de lágrimas, pero no eran para George Malachi. "Sí". Meg la apretó con más fuerza y le susurró: "Bien".

Kellie Catorce años más tarde. . .

Era casi medianoche y diminutos puntos de luz salpicaban el lago justo fuera de las ventanas, del piso al techo. En su escondrijo, una casa de cinco dormitorios. Kellie Holloway se sentó sola en el medio del piso de la sala de estar, un prístino e interminable mar de sombras como cortinas blancas que la rodeaban. Alfombra blanca. Cortinas blancas. Paredes blancas. Kilómetros de la nada estéril. Las características de Kellie se habrían descrito como clásico: una fuerte mandíbula pero femenina, la fina nariz recta, los pómulos altos. Pero hoy en día, a diferencia de la 9

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mayoría de los días, ella no parecía lo mejor posible. Su ropa estaba retorcida y los pies más utilizados para zapatos de tacón alto que para zapatillas, estaban desnudos. Ella hipó y tragó contra la quemadura del ácido estomacal y el whisky. Su hipo se hizo eco en la habitación que estaba completamente vacía, excepto por una botella de licor vacía a su derecha y una botella de píldoras a su izquierda. Su vida había terminado. Hecho. Le había tomado sólo seis meses para que se evaporara ante sus ojos, y cada segundo de eso había sido un infierno sin adulterar. Claro, ella había pasado el último mes en el fondo de una botella, tratando de olvidarse de cómo todo lo bueno en su vida había caído a través de sus dedos como granos de arena. Pero eso no hubiera detenido que este día de llegada. Ella podría estancarse muchas cosas pero al final, no pudo detener el tiempo. Simplemente lo había mantenido marcándole distancia, enloquecedoramente. Inexorablemente. Cada acción. Cada bono. Cada centavo. Todo por lo que había trabajado tan duro y amado, demonios, incluso las cosas que había odiado, todo se había ido. El negocio que había construido desde la base, la esencia misma de lo que era, ya no existía. Era como si los primeros treinta y siete años de su vida hubiesen sido un desperdicio total, con su propia identidad borrada. Su socia de negocios y novia, ex-novia de nuevo incluso había robado su ropa cuando ella la había dejado hace dos días atrás. "Perra", Kellie hervía entrecortadamente, mirando a la mano y viendo doble. Desconcertado, ella movió los dedos. "Espero que la siguiente mujer con la que caigas te de la p… p…", ella hipó, "… la patada". Ella estaba definitivamente fuera de su vida de nuevo, para siempre. "Bueno, no recordaste estos, ¿no, señora “Yo no puedo estar contigo así”?". Kellie triunfalmente levantó una botella de analgésicos recetados de su ex amante y los sacudió violentamente. En adición al trabajo impresionante y completo de su ex novia de desinvertir a Kellie de sus posesiones, un equipo de mudanza había eliminado cada mueble de su casa. Pero de alguna manera, ellos habían dejado el contenido de su botiquín sin tocar. ¡Podía no tener nada de nada, pero ella estaría condenada si sus dientes no fueran blancos nacarados! Volvió a caer en la alfombra suave y miró al techo borroso. La habitación estaba a oscuras, salvo por un suave resplandor dorado proveniente de las luces del puerto pasando a través de sus grandes ventanales. "Me quiero morir". El pensamiento la sorprendió y lo dijo otra vez, sin poder creer que ella realmente quería

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decir esas palabras. "Guau, lo hago". Su voz se convirtió en un susurro crudo. "Realmente sólo quiero que todo esto... acabe. Estoy tan cansada... de todo". Dejó que el frasco de pastillas caer con los dedos sueltos y comenzó a llorar de nuevo mientras apretaba las palmas de sus manos contra sus ojos hinchados. "No quiero estar aquí". Hizo un gesto sin rumbo en la gran habitación estéril. Abrazó su botella de whisky a su pecho. "Sólo quiero irme a dormir y nunca despertar". Bien entonces. Estaba decidido. Qué increíblemente sencillo. Dudaba que sus padres hubieran pensado mucho sobre su concepción. ¿Por qué no habría de tratar a su muerte tan caballerosamente como la habían tratado en la creación de su vida? Cuando ella sacó las píldoras del botiquín esa misma tarde, sólo había tenido la intención de mantenerlas como un gesto desafiante porque no tenía nada más. Pero ahora, ahora, podría darles un buen uso. Eran analgésicos, después de todo. Y ella no tenía nada sino dolor. Se sentó y parpadeó lentamente mientras miraba alrededor de la habitación de aspecto extraño. "Este es el final de mi maravillosa vida imposible". Se preguntó brevemente por qué no había banda sonora. Al cierre de cada tragedia había una fantástica banda sonora dramática que se extendía en el público a la lejanía, cuernos lamentándose, violines llorando. La vida real era tan decepcionante. Con un suspiro de resignación rellenó su boca de pastillas, cerró los ojos y puso la botella de whisky en sus labios. Ella pensó que su corazón debía estar golpeando. Pero el ritmo era lento y constante. Resignado. Tres, hizo la cuenta regresiva, dos, uno... una respiración profunda, morir. Ella inclinó la botella y una sola gota de whisky roció su boca, disolviendo una solitaria píldora, asquerosa de degustar. "Ugh". Se atragantó. Luego vomitó el contenido de su estómago y las píldoras se dispararon desde su boca mientras ella vomitó toda su camisa y la alfombra. "¡Oh mierda! ¡Mierda!" Se acurrucó en su lado y tosió un par de veces, le daba vueltas la cabeza. "¡Ni siquiera puedo suicidarme en paz!" Aulló. Las babas conectaron un largo mechón de cabello de color obsidiana en su mejilla. Por el rabillo de sus ojos podía ver el cabello y se echó a reír, una risa loca que era tanto lágrimas como cualquier otra cosa. No había llorado cuando su mundo se había derrumbado a su alrededor. Había sido valiente o estado borracha y había sido capaz de mantener cada onza de dolor que sentía 11

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en su interior. Pero ahora que había empezado a sollozar, Kellie encontró con que no podía detenerse. Un fuerte golpe en su puerta de entrada, finalmente llamó su atención. "Señora Holloway, esta es la policía. Abra la puerta, señora". Kellie estaba de pie en sus largas piernas temblorosas y empezó a tambalearse hacia la puerta. "¡Sí... claro! Claro que es la policía", gritó con voz ronca, sarcásticamente. "¡Yo sé quiénes son, malditos idiotas! Bueno, no queda nada para que se lleven. Revisen su estúpido anotador. Ya arrastraron lejos mi vida entera". A medio camino de la puerta, Kellie se tropezó con sus propios pies y cayó de bruces en una gran extensión de alfombra, manchando con vomito todo su cuerpo que ya estaba lo largo del suelo. Su camisa empapada de vómito se sentía caliente contra su piel y ella gimió mientras trataba de quitar las fibras de la alfombra de su lengua. "Señora Holloway, vamos a entrar". La voz firme flotaba sobre ella. "Oh, vamos, por el amor de Dios", gimió con tristeza, girando y lanzando su brazo sobre sus ojos. "Vean por sí mismos, entonces déjenme en paz". En el borde de sus sentidos escuchó la puerta principal abrirse. "¿Ven? No queda nada para que se lleven". Nada. "Ahora váyanse". "Me temo que no podemos hacer eso, señora Holloway". Esta vez la voz estaba más cerca. Ella abrió un ojo gris pizarra, muy inyectado en sangre... y miró a un policía corpulento. Junto a él estaba otro oficial que lucía impaciente uniformado. Ella parpadeó con una lentitud exagerada. "¿Quién diablos eres?" El oficial más cercano se agachó, agarró Kellie por la muñeca y la arrastró hasta sus pies. El segundo oficial retrocedió ante el hedor de whisky y vomito. "Kellie Holloway", anunció, tapándose la nariz con una mano y agitando la otra en frente a su cara, "está arrestada por fraude y hurto en tercer grado". "¿De qué está hablando?" Kellie se enderezó, ignorando el dolor punzante que el movimiento le hizo a su cabeza. "Perdí mi negocio, yo no cometí ningún delito". "Usted tiene derecho a permanecer en silencio--"

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Los ojos salvajes se movieron de una cara apasionada a la otra y empezó a retorcerse de las garras de hierro del hombre. "¡No soy una criminal!" El segundo oficial miró su reloj, entornó los ojos y continuó: "Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra". El rostro de Kellie se contorsionó y ella le enseñó los dientes. "¡No quiero estar en callada! ¡Y estoy seguro que no quiero otro abogado chupasangre de mierda en mi vida!" Ella vio la pistola del oficial más cerca y la vio salir. Se abalanzó sobre esta con la mano libre y logró desabrochar la seguridad y desbloquear la pistola de su funda. Dos pares de ojos se agrandaron. "¡Jesús!" Ambos oficiales agarraron el arma al mismo tiempo que Kellie comenzó a retorcerse a la lejanía. "¡Uff!" Un codo duro en el intestino la dejó sin aliento y ella cayó hacia adelante, hacia uno de los oficiales, luchando frenéticamente. En menos de dos segundos, las tres personas estaban en el suelo, en una masa de agitante de extremidades chocando y gritos salvajes. "¡Suéltela!" "¡No, usted suéltela!" "¡No! Usted--" ¡BANG!

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Capítulo 1 Dos años después...

"Construido en 1972, el Centro Penitenciario de Mujeres de Blue Ridge se encuentra a treinta kilómetros de la ciudad más cercana y situado de forma segura en las montañas". Kellie deseaba que el guardia con el gran bigote Fu Manchú2 parara con su diario de viaje improvisado del demonio. Ella recitó su número de seguro social a una mujer grande y de piel oscura detrás de una ventana de plexiglás. "¿Talle y largo?", Preguntó la mujer. Kellie se limitó a mirarla. "¿Eh?" "¿Cuál es tu talle de pantalón, cariño? No tengo todo el día". "Yo… um. Un 10. O tal vez un 8, dependiendo del corte y donde está la cintura". La mujer entornó los ojos oscuros. Sólo "medidas de cintura y largo. ¿Acaso esto es Bloomingdale3 para ti?" "Lo es para mí", gritó una mujer desde el fondo de la sala. "¡Cierra tu puta boca!", la guardia gritó, lanzando una mirada grave en la dirección del arranque. Los ojos de Kellie se abrieron como el miedo pasaba por ella. "¿Qué hay de treinta y uno de la cintura, y, uh. . . tal vez treinta y dos de largo?, supongo". La mujer de piel oscura frunció los labios y luego le entregó un par que decía 30x34. Unos minutos más y la había llenado con una bolsa de lavandería de algodón con otra ropa y se la entregó a Kellie través de un gran agujero en el cristal. Dentro de la bolsa estaba también un pequeño fajo de papeles con las palabras de ‘Blue Ridge: Reglas de Reclusos’ blasonadas en negrita en la parte superior de la primera página del paquete. Kellie4 frunció el ceño. Nunca había sido muy buena con las reglas.

2 Fu Manchú: Es un personaje de ficción de Sax Rohmer, creado en 1913, con el bigote separado y liso que tanto identifican a los personajes chinos. 3 Bloomingdale: por si no saben, es una cadena de tiendas de ropa. 4 Nota: Vamos por un par de páginas y ya se empezaron a comer las letras. Genial, la que me espera.

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"Cámbiese la ropa cuando llegue a su celda y coloque su traje en la bolsa de lavandería". Aburrida, la mujer miró hacia atrás Kellie hacia la próxima presa novata y gritó: "¡Siguiente!" Kellie captó la indirecta y dio un paso hacia adelante, agarrando su pila de ropa, con el polvo de la bolsa haciéndola estornudar varias veces en rápida sucesión. Se quedó tan lejos de las otras nuevas presas como le fue posible en la zona de recepción. Por lo menos sus padres, mortalmente avergonzados por su arresto y posterior juicio, habían pagado hasta el dinero de la fianza, lo que le permitía pasar felizmente poco tiempo tras las rejas. Hasta ahora. Había habido algunos del tipo hablador en el micro a la cárcel del Condado, pero ella no era una de ellas. ¿Por qué perder el tiempo hablando con criminales? Había permanecido callada, absorbida por el feo paisaje y los pequeños copos de nieve que se pegaban a la ventana y se fundían. El guardia a la espera de las prisioneras continuó con su monologo. Su voz era monótona, aburrida y se sabía cada palabra de memoria. "Blue Ridge tiene dos alas de viviendas. Máxima seguridad tiene a ochenta mujeres. Recen que nunca vean el interior de ese edificio. Seguridad media, el paraíso al que han sido asignadas, tiene ciento sesenta mujeres. Las infracciones a las reglas penitenciarias causarán que una de cuatro cosas sucedan: uno, la pérdida de privilegios. Los privilegios incluyen ser autorizados a trabajar, tomar clases, participar en la visita diaria y tener más de una hora al día fuera de su celda. La segunda consecuencia al violar las reglas de la prisión es el tiempo en régimen de aislamiento". La prisionera negra detrás del plexiglás se rió entre dientes. "Eso sería el hoyo, patitos. Ustedes no querrán terminar ahí". El guardia golpeó el plexiglás con su bastón, pero no parecía especialmente molesto por la interrupción. "Tres, traslado al pabellón de máxima seguridad". Kellie sentía entumecida como las palabras rodaban sobre ella. No podía creer que estaba aquí, no podía creer que el jurado la había encontrado culpable, no podía creer que de alguna manera esto se había convertido su vida. Dios, ella seguiría matando por un whisky con soda y de una manera rápida, indolora para hacer que todo esto desaparezca. "Además de los dos edificios de viviendas", el guardia hablaba, "hay una cafetería, un centro de trabajo, un jardín, un gimnasio, y, por supuesto, el patio de ejercicios. Hay reglas para cada edificio y el área que se publican en los tablones de anuncios y en la documentación en sus maletas". Se volvió hacia las mujeres que aguardaban.

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"Apréndanlas". Él golpeó ligeramente su bastón contra su palma. "Vivan por estas". Smack. Esta vez un poco más fuerte. "Y todos vamos a llevarnos muy bien". ¡Smack! Él ladeó la cabeza. "O no". El rostro sombría del guardia y su bastón brillante con su asa trillada, no dejaron dudas en Kellie de cuál sería la cuarta, tácita, consecuencia de romper las reglas. "Holloway, estás en la celda..."El guardia dio un rápido vistazo a la de papel en la mano y negó con la cabeza. "Catorce-cien-B con Mally". Él resopló. "Eres afortunada". Se detuvieron en la puerta de la celda y cuando Kellie no se movió, él le dio un empujón. "Bienvenida al primer día del resto de tu miserable vida". Kellie se tragó una maldición como ella rebotó con la pared. El guardia se rió y siguió caminando mientras escoltaba otra nueva prisionera al final del bloque de celdas. La puerta estaba hecha de una hoja de metal, no barras, y era gruesa. Ella entró en la celda con el corazón en la garganta. Sus palmas estaban sudando y estaba un poco mareada ante la perspectiva de lo que iba a encontrar en el interior. Kellie dejó la puerta abierta cuando entró. Le habían dicho que debía cerrar y bloquear detrás de ella. Estúpido, lo sabía, pero no podía evitarlo, el temor de que ella había sido arrastrada aquí porque el presidente del jurado había dicho esas palabras de odio, subieron a la superficie a una velocidad alarmante. Ella resopló con fuerza, deseando que las lágrimas no llegaran. Años. Dios, oh, Dios. Podría estar aquí durante años. ¿Qué has hecho conmigo, Cindy? Aturdida, miró a su alrededor. La cárcel del condado había sido un pozo negro sucio de humanidad, pero siempre se había consolado a sí misma por el hecho de que su estancia allí sólo sería por un corto tiempo. Pero esto... esto era su nuevo hogar. La celda de dos y medio por tres metros estaba pintada de un azul pálido y mantenía un conjunto de literas con sábanas blancas y mantas de color crema. Había un escritorio de metal con un banco de metal unido, y una cómoda de seis cajones en el extremo de la habitación. Muy por encima de la cómoda había una pequeña ventana con barrotes que permitía filtrar un poco de luz natural en la celda. Curiosamente, la habitación olía un poco a virutas de madera, aunque todos los muebles que parecían ser de metal o de plástico duro. Un cuadro con marco de plástico de una niña de cabello oscuro, algunas novelas rústicas hechas jirones, y el hecho de que la litera de abajo alguien se había acostado, eran la única evidencia de que alguien vivía en la habitación. "Me puedo imaginar a mi compañera gorila ahora", murmuró. Kellie comenzó a buscar en su bolso y sacó una remera y unos jeans. Se sentó en la litera inferior y exhaló con cansancio, tapándose la cara con las manos. 16

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"La cama de abajo es mía y me afeité las piernas ayer, así que no voy a ser una gorila de nuevo hasta el final de la semana". La cabeza de Kellie se sacudió de lado para encontrar una figura en la puerta. Una mujer que parecía estar de unos treinta años con el cabello mojado de color marrón rojizo y una tez rubicunda, ella estaba allí de pie, luciendo muy irritada. Tenía una toalla de baño sobre sus hombros bien tonificados y una delgadez de aspecto de fuerte constitución acentuada por una cintura delgada y los muslos bien formados que se forzaron en los confines de sus jeans azules. Físico de un ciclista. Los ojos de Kellie se sintieron atraídos por los bordes de un espeluznante tatuaje verde que se asomaba desde la manga de su deslumbrante remera blanca. La desconocida era unos buenos ocho centímetros más baja que Kellie, con un metro setenta y dos, pero de alguna manera se las arregló para ser totalmente imponente, llenando toda la celda con su presencia desde la puerta. Kellie al instante decidió que aunque su expresión era sólo un poco demasiado duro y vigilada para que cualquiera pudiera llamarla bonita, había algo innegablemente interesante sobre su cara. "Tierra a novata". Agitó la mujer. "¿Todavía estás ahí?" "Lo… lo siento", Kellie murmuró con preocupación, rompiendo su apreciación. "Probablemente has escuchado que poco aconsejable gorila comentario... yo no... Quiero decir…" Ella tragó saliva audiblemente, con el temor pasando a través de ella. "Sólo lo siento. Mi nombre es Kellie Holloway". "Lorna". Lorna ladeó la cabeza, que se encrespa el pelo húmedo en la nuca de su cuello. Ella dimensionó a Kellie y suspiró, al parecer, determinando que ella no era una amenaza física. Experiencia, Kellie al instante dedujo, había sido la malvada maestra de esta mujer. "Si lo sientes, entonces ¿por qué sigues sentada en mi cama?" Kellie se puso en pie y fue rápidamente a la parte posterior de la celda, agarrando su bolsa de ropa para sí misma. Lorna en silencio ingresó lentamente. Kellie cerró los ojos contra una repentina oleada de claustrofobia. O tal vez era el hecho que había estado más de dos días sin beber. A pesar de las acusaciones de su ex novia, no se había considerado así misma una alcohólica, sólo una bebedora social activa. Pero ahora ya no estaba tan segura. Añadir una persona más al pequeño espacio la ponía enferma. "Uh oh. No te ves tan caliente", Lorna observó ligeramente. 17

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Kellie tragó saliva, su mirada parpadeando desesperadamente por toda la habitación. Incluso los presos necesitaban un lavabo e inodoro, ¿no? Lorna se frotó la cabeza con la toalla. "Puedes dejar de mirar, no va a salir un inodoro debajo de las literas. ¿Durante la orientación no te dijeron que éstas eran celdas secas?" Kellie realizó un par de respiraciones profundas calmar sus nervios. La voz de la mujer era un poco más de lo que había esperado en base a su tamaño, pero no era desagradable. "Umm... ¿el guardia balbuceando una y otra vez es lo que considera mi orientación?" Ella forzó una sonrisa y trató de no sentir el sudor frío goteando que serpenteaba por su espalda. "¿Y qué es una celda seca? ¿Una en la que no sirven alcohol con el servicio de habitación?" Lorna asomó la cabeza fuera de la celda. "¡Hey, Roscoe, mierda gorda!", gritó. "¡Buen trabajo orientando a los novatos!" Se giró hacia Kellie y colocó su toalla sobre la estructura de la cama para que se seque. "Princesa, puedes conseguir cualquier cosa, desde el alcohol a Oxy y de vuelta al chocolate de Hershey de nuevo con el dinero suficiente. Pero las celdas secas significan que tenemos duchas y aseos compartidos". Kellie dio un paso tentativo hacia adelante, y hacía todo lo posible para no lucir aterrorizada. Ella frunció el ceño al ser llamada ‘princesa’, pero no estaba dispuesta a corregir a la mujer que tenía delante. ¿Era su nueva compañera de cuarto una asesina serial? ¿O tal vez una pirómana o una abusadora de niños? Un escalofrío hizo su camino por su espalda. Las posibilidades eran infinitas y todas eran malas. "No tienes que tenerme miedo", Lorna le dijo simplemente. "A menos que me hagas enojar, claro". Entonces atrapó la ampliación inconsciente de los ojos de Kellie... y se estremeció. "Puedes sentirte cómoda arrinconándote en la esquina". Lorna hizo un gesto con la barbilla. "Puedes usar el banco para quitarte un peso de encima". Kellie respiró hondo e hizo todo lo posible para mantener la mirada de la mujer más pequeña, que era intensa y preocupada al mismo tiempo. "No voy a estar aquí el tiempo suficiente para preocuparme. Mi abogado dice que va a apelar y--" Lorna entornó los ojos. "Muy divertido. Tú-". Se detuvo cuando vio la mirada ofendida en el rostro de Kellie que, evidentemente, le dijo que no estaba bromeando acerca de su apelación. "Uh... Olvídalo". "¿Qué ibas a decir?" "Nada".

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"Sí, lo hacías". La ira de Kellie comenzó a subir. Durante meses, la policía, e incluso su propio abogado la habían tratado como si la información para darle era la estrictamente necesaria. Y ella no tenía por qué saber. No podía soportarlo durante otro segundo. "¡Maldita sea! ¿Qué era?" Lorna se encogió de hombros. "Tu abogado te dijo que no te acostumbraras demasiado a estar aquí, ¿verdad?" "See". Kellie levantó la barbilla. "Él tiene razón, yo no pertenezco a este lugar. ¿Entonces?" "Y la razón por la que no debes estar demasiado cómoda es porque él estaría haciendo el papeleo para tu apelación en este mismo momento, ¿no? Y dijo que no te preocupes, porque tu apelación sería sólida como una roca". La ansiedad comenzó a girar en el vientre de Kellie. "Él debe tener una buena base para la apelación. Yo no pertenezco aquí", insistió desafiante, así como su confianza comenzó a flaquear. "Entonces serás una de las poquísimas". Lorna parecía que era culpable del delito por el que había aterrizado aquí y nunca se había molestado en hacer nada sobre eso. Kellie realmente no quería oír el resto de lo que tenía que decir a esta mujer. Ya estaba acertando demasiado. ¿Podrían haber tenido el mismo abogado? No quería creer que ella podría haber caído tan fácilmente. Pero de alguna manera ella no pudo evitar decir: "Continua... Me estabas hablando de la cosa del abogado". "¿Estás segura?" "Más que segura". "Apuesto a que tu abogado también te dijo que no esperaras saber de él por un tiempo, porque iba a estar muuuy ocupado trabajando en tu apelación duramente para tenerla". La boca de Kellie se abrió. Eso era exactamente lo que el hombre le había dicho cuando estaban arrastrando sus pies fuera de la sala, la palabra ‘culpable’ continuaba resonando en sus oídos. Lorna le dirigió una mirada compasiva. "La misma historia, diferente día. Todas hemos estado allí y todas estamos todavía aquí". Ella se sentó en la cama y estiró las piernas con un gemido. "Así que también podrías tomar asiento". Le tomó Kellie unos minutos, pero finalmente consiguió sus nervios bajo control para caminar de regreso a la mesa de metal en la que dejó su bolso y comenzó a rebuscar en éste con movimientos cortos e irritados. "Sin duda, me dieron algunas medias blancas gigantescas para que combinen con mis jeans de mal gusto y la remera blanca". 19

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Lorna resopló suavemente. "Voy a verlo como un rechazo de Los De Afuera", murmuró. Lorna hizo una mueca como Kellie pasó. "Las duchas y los baños están fuera de la puerta y a la derecha, al final del bloque". Ella arrugó la nariz. "Las duchas solamente se abren dos veces al día, durante treinta minutos. Tienes veinte minutos para que terminen hoy y entonces tendrás que esperar hasta mañana". Kellie discretamente se olfateó y oyó un débil, "Vete al infierno, Mally", a la deriva de nuevo en la celda como el guardia que presumía ser Roscoe caminaba. "Ugh". Ella había tenido sudor nervioso todo el día, el micro a la prisión había olía como una combinación de olor corporal y huevos podridos, y este era su segundo día en su overol naranja fosforescente. "Umm... ¿Así que puedo ir a ducharme ahora mismo?" Lorna se recostó en su litera con las manos detrás de la cabeza. Ella dejó que sus ojos se cerraran y a un suave suspiro de escapar de sus labios. "Siéntete. Por favor". "¿Mally?" ¿No es así como el guardia la había llamado? Uno de los ojos de Lorna se abrió de golpe y Kellie fue tomada por sorpresa por la rabia cruda que vio allí. "No te he dicho que me podías llamar así. Y ahora tienes dieciocho minutos para asearte". Tambaleándose por el cambio repentino de comportamiento de Lorna, Kellie no dijo una palabra más. Abrazando toda su bolsa en sí misma, se marchó fuera de la celda y hacia lo desconocido. ***

Lorna Malachi había comenzado a dormitar cuando sintió un fuerte golpeteo en la pared de la celda. "¿Dónde está la nueva?" Lorna suspiró y abrió los ojos para encontrar a Roscoe y Chul, un pequeño guardia asiático que era generalmente agradable cuando no estaba con Roscoe, de pie en su puerta. "¿Qué?", respondió ella aturdida. "¡Oh, vamos! ¡Ustedes pisotearon mi maldita celda la semana pasada!" "Nadie estará buscando en tu celda, Mally. A menos que tengas algo que ocultar, eso es". Miró a su alrededor, con la esperanza de ver algo claramente fuera de lugar. "¿Algún 20

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contrabando aquí tal vez?" Él arrancó el cajón de su escritorio y lo puso boca abajo, derramando su contenido sobre el suelo de cemento. "No sólo eres un bastardo, también puedes besar mi culo irlandés". "¿Dónde está Holloway?" Chul preguntó mientras se apoyaba en la pared de la celda, ignorando al otro guardia y con el lápiz que posándolo en la punta de la bota. "Está en la ducha, quitándose el mal olor de uno de sus micros". Lorna dirigió una mirada gélida hacia Roscoe. "Eso todavía está permitido, ¿verdad? Quiero decir, si no se ducha…"Ella arrugó la nariz,"… terminará oliendo como tú". Chul se rió. El calor invadió las mejillas de Roscoe. "Siempre tiene que ser una sabelotodo, ¿no?" Dio un paso hacia adelante enojado y tomó su cachiporra. "Yo…" "Sabes que las duchas están permitidas", dijo Chul, interrumpiendo a Roscoe y suspirando mientras se interpuso entre él y Lorna. "No empiecen los dos con su mierda. Casi termino mi turno y estoy demasiado cansada para lidiar con esto". La relación entre Roscoe y Lorna se remontaba a los días en los que Lorna estaba en el ala de máxima seguridad. Le había llevado años a ambos mudarse a media seguridad. La diferencia era que Lorna se había adaptado fácilmente al ambiente más relajado, pero después de casi seis años, Roscoe todavía tenía un camino imposiblemente largo por recorrer. Chul le dio Lorna una mirada de advertencia y ella respondió con una mirada contrita por su cuenta. "Vamos, Roscoe". Chul se apartó de la pared con un gemido, y luego sacudió las manos fuera de los pantalones. "Vamos a buscar a Holloway". Lorna se sentó y se frotó la cara. "¿Qué necesidad tendría ella? No podría ya estar en problemas, ¿verdad?" Pero incluso mientras decía esas palabras, sabía que no era cierto. Los problemas seguían a algunas personas como su propia sombra. Y después de sólo una breve reunión, ella sospechaba que Kellie era una de esas almas desafortunadas. "Ella debía estar en la puerta de al lado con Murano". Chul se rió entre dientes, feliz de tener la oportunidad de provocar al hombre mayor. "Parece que Roscoe olvidó sus lentes hoy y asignó a tres de nuestras nuevas residentes a las celdas equivocadas". "No te preocupes, voy a ir por ella", dijo Roscoe, con su repentina sonrisa lindando con una mirada lasciva. 21

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"Yo iré". Lorna se puso de pie, con visiones de la última vez que vio a Roscoe en el baño. La memoria repulsiva invadió su mente y le hizo sentir ganas de vomitar. Recordó fácilmente los pantalones del uniforme gris de Roscoe alrededor de sus tobillos, su gran barriga sacudiéndose con cada empuje, gruñendo mientras bombeaba dentro y fuera de una reclusa desventurada, que hacía una demostración de fingir que estaba disfrutando lo que estaba sucediendo. "Me dirigía abajo a las duchas de todos modos". Roscoe hizo un resoplido de protesta, pero Chul lo agarró por la muñeca y empezó arrastrarlo de la celda. "Gracias, Lorna." Él dio un golpe a la ligera el pecho de Roscoe. "Vamos, a dejar esto con Holloway para el siguiente turno. Ella puede estar en la litera en esta celda esta noche y vamos a revisarla en la puerta de al lado por la mañana. Mientras que se presente, estamos cubiertos". Roscoe desaceleró e hizo una parada, claro que no quería ir a ninguna parte, salvo al cuarto de baño. "Además", Chul insistió, "Joo-Eun me envió magdalenas hoy y no he tenido la oportunidad de comerlas". Roscoe se quejó en una sarta de blasfemias, pero se dejó distraer a favor del mejor postre de Joo-Eun. El pasillo estaba vacío y Lorna se acercó al baño con una creciente sensación de temor. Debería haber estado llena justo antes del cierre. En cambio, estaba de lo más quieta y silenciosa, como una tumba, y pronto se dio cuenta de por qué. Había una mujer solitaria de pie fuera de la celda más cercana a las duchas. Ella estaba vigilando. "Mierda". Lorna aceleró el paso y voló más allá de la mujer corpulenta que se suponía que estaba custodiando la puerta. Ella irrumpió en la celda y se detuvo el arrastre en la escena ante ella. Dos mujeres rodeaban a Kellie, que estaba medio desnuda y se inclinaba sobre el escritorio. Un agarre firme en el cabello de Kellie sostenía su cabeza con fuerza contra el metal. Amordazada y luchando salvajemente, Kellie gritó y lanzó gritos apagados como la mano de la mujer más alta desapareció entre sus piernas. Oh, Cristo. Lorna quería dar la vuelta y ocuparse de sus propios asuntos. Realmente lo hacía. Pero, se dio cuenta, con cansancio, que no habría nadie más para ayudar a la nueva mujer. Nadie se molestaría. Era ella o nada. Lorna dio una patada en el conjunto de literas, haciéndolos Clank con fuerza contra las paredes de hormigón. "¿Qué carajo está pasando?" Tomadas por sorpresa, ambas mujeres dieron unos pasos lejos de Kellie, tan lejos como la habitación se lo permitía. Kellie voló a posición vertical, y en lugar de enloquecer, como 22

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lo esperaba Lorna, fue hacia la mujer más cercana a ella, atrapando su hombro con un puñetazo salvaje. La mujer se tambaleó hacia atrás, con las manos volando hacia donde había sido golpeada. "¡Hey!" Recuperando el equilibrio, se precipitó hacia delante sólo para ser detenido en seco por una mirada fulminante de Lorna. "No lo hagas, Laverne", Lorna advirtió, con la adrenalina surgiendo a través de ella y a punto de crisparse. "Váyanse de aquí mientras todavía puedan cargar a esa puta inútil aun en pie por la puerta con ustedes". Pero sabía que no se desharía de Katrina Nowak, la líder de las zorras, tan fácilmente. Cuando Laverne vaciló, Lorna agarró a Kellie por los hombros y la atrajo hacia sí. "¿Estás bien?" Cuando Kellie no le contestó, le dio un firme sacudón, esparciendo gotas de sangre por todas partes. "Dije, ¿estás bien?" Su voz y actitud firme obligaron que los ojos grises salvajes de Kellie se centraran en ella. La nariz de Kellie estaba sangrando, deformada y ella estaba temblando como una hoja. "Yo só… sólo quería una ducha". Sus ojos se llenaron de lágrimas. "Estoy no… no… no está bien". "Hace tiempo que no nos vemos, Mally. ¿Qué carajo te crees que estás haciendo en mi celda?" El cerrado acento del sur, asquerosamente familiar arañó los nervios de Lorna, recordándole tiempos más oscuros cuando lo escuchaba diariamente. El vello en la parte posterior de su cuello se erizó y un rayo de odio al rojo vivo, sin contaminar por la piedad o la compasión, la atravesó. Ella luchó por mantener la compostura. "Vístete", Lorna le ordenó Kellie suavemente, con la culpabilidad arremolinándose en la boca de su estómago. Mi culpa. Jesús, dejar que viniera aquí sola en su primer día fue una estupidez. Debería saberlo mejor. "Y vuelve a mi celda". "Creo que necesito un médico", dijo Kellie con voz nasal, con una mano en el puente de la nariz. Los ojos grises petrificados se lanzaron hacia las otras mujeres, que ahora estaban rondando alrededor como leopardos que se mueven hacia una matanza. "Yo..." Lorna se limitó a mover la cabeza, sus ojos nunca dejando a Kellie. Ella acarició la mejilla de Kellie, sintiendo las lágrimas calientes correr por encima de su mano. "Vete ahora". Katrina dejó escapar un suspiro de frustración, con la voz en un rugido peligroso. "Esto no es de tu incumbencia, Mally". 23

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Furiosa, Lorna giró hacia Katrina, una prisionera desgarbada y alta con características nórdicas heladas y una sonrisa cruel. "Estoy en mis asuntos, perra. Oí que vendrías a máxima seguridad, pero no podía creer que la administración era tan tonta. Si estás aquí, ¿quién está manejando el infierno?" Por el rabillo del ojo, vio a Kellie remover en el banco donde había dejado su bolso y darle un tirón a una remera. Apresúrate. La expresión de Katrina era seca. "Que chica tan divertida". Lorna simplemente cruzó los brazos sobre su pecho y esperó. "Parece que te equivocaste de administración", comenzó Katrina. "Nunca fuiste muy buena juzgando a las personas. Constantemente te decepcionan, ¿no?" Fue una decisión instantánea. "¿Sabes quién es esta mujer?" Lorna exigió, señalando a Kellie y moviéndose directamente en frente de Katrina para hacer que los ojos de la morena entraran en pánico. Ella amplió su postura y centró su cuerpo sobre sus pies, haciendo una nota para ir por la nariz primero. Katrina parecía confundida. "Ella es nueva. Y--" Con ojos ardientes, Lorna se hizo a sí misma tan notable como sólo ella sabía. "Ya la reclamé. Ella es mi compañera de celda y es mi familia ahora". La boca de Kellie se abrió y sus manos ocupadas se congelaron. "¿De qué estás hablando?", ella chilló, demasiado confundida y aterrorizada como para guardar silencio. Su mirada se desvió hacia la puerta. "¡Guardias!" Gritó desesperadamente. "¡Ayuda!" La mujer junto a Laverne palideció y miró nerviosamente alrededor de la celda. "Mierda. Yo me voy de aquí". "¡Cállate!" Tanto Katrina como Lorna le gritaron Kellie al unísono. Katrina dio un paso adelante y Lorna la detuvo con una mano firme. "No la toques", dijo en voz baja que venía directamente de su intestino. La mandíbula de Katrina se tensó y sus manos en forma de puños. "Estás mintiendo, Mally. Parece que mi nueva amiga ni siquiera está de acuerdo que es una de las tuyas. No debes ser muy persuasiva". Katrina quitó con su brazo la mano de Lorna. Lorna se limitó a levantar una ceja y esperó. "¡No me digas que de repente tienes antojo de concha! No has cambiado demasiado de opinión desde que éramos compañeras de celda". Lorna empujó su cara más hacia el espacio personal de Katrina. "Eres una puta enferma", susurró con disgusto. "Siempre lo has sido". "Aprendí de la mejor". Katrina dijo suave y guturalmente. "¿No te acuerdas? Cortamos nuestros dientes de leche de los reclusas sabrosas como ésta".

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El estómago de Lorna se tambaleó ante la amarga veracidad de esa declaración. Su corazón estaba bombeando al doble de ritmo y mantuvo a Laverne en su visión periférica. Una patada en el estómago o entrepierna y ella no sería un problema. "No pareces comprenderme, idiota. La novata no tiene que aprobarlo o incluso hablar sobre lo que yo decida. ¿A quién le importa lo que dice? Ella es mi familia ahora. Está bajo mi protección. ¡Manos fuera!" Los ojos de Katrina se volvieron rendijas. "Hay una diferencia entre ser de tu familia y querer que no la tenga, Mally. Eso no es jugar limpio". La cabeza de Lorna bruscamente fue hacia un lado. "¡HAZ LO QUE DIJE y vuelve a mi puta celda!" Pequeñas gotas de saliva volaron de su boca mientras rugía, con sus ojos destellando peligrosamente. Kellie saltó de la celda en nada más que su remera manchada de sangre y ropa interior. Se deslizó en los pisos húmedos en la salida, golpeando su cadera contra la baldosa. Dejó escapar un grito silenciado, pero no se detuvo mientras se arrastraba el resto del camino hasta la puerta y buscó a tientas la manija. Oyó más gritos y luego una pelea en erupción detrás, pero a ella no le importaba. Corrió tan rápido como pudo, con los silbidos siguiéndola como hizo su camino de vuelta a la celda de Lorna. ¿No hay ningún guardia en este sitio? Azotó la puerta tras de ella y se pasó una mano temblorosa por el cabello. "Oh, Dios. Oh, Dios". Su nariz todavía sangraba lentamente y su piel sintió el recuerdo del tacto de Katrina. Se sentó en la litera de abajo, utilizando el dobladillo de su remera para detener el flujo de sangre. Antes de que tuviera la oportunidad de hacer otra cosa, Roscoe entró en la celda. "El bloque de celdas es un hervidero", dijo arrastrando las palabras lentamente, notando la nariz y la veteada lágrima en el rostro ensangrentado de Kellie. No parecía sorprendido, pero él no parecía feliz. El guardia suspiró. "¿Mally te hizo eso?" Kellie apartó la mirada y negó con la cabeza, el movimiento que causa la nariz a palpitar aún más. La impaciencia y un nivel impactante de la ira invadieron su voz. "Protegerla no va a hacer nada por ti". "No la protejo". El temperamento de Kellie estalló. ¿Dónde estaba él cuando ella lo necesitaba? "No fue ella. Fue--" "¡Guarda tu aliento!", espetó. Roscoe luchaba por sostener su voz suave y torpemente se acercó para darle al brazo de Kellie una palmadita comprensiva. "Sé que eres nueva. Así que permíteme comentarte las cosas. Mally es un huevo podrido. Pero todo lo que tienes 25

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que hacer para asegurarte que ella sea castigada por herirte es decirme lo que pasó". La confianza llenó su sonrisa. "Y me aseguraré de que ella obtenga exactamente lo que se merece". ¿Estaba sordo? "Pero ella no me tocó". Sus fosas nasales. "Por supuesto que lo hizo. Dejó su celda para encontrarte, ¿no?" "Tal vez", ella comenzó vacilante, sintiéndose confundida. "No sé". Por un breve segundo consideró decir que había sido Lorna quién la había asaltado. Seguramente eso significaría que el guardia las separaría para siempre. Ella no quería ser parte de alguna extraña familia de convictos de Jerry Springer. Pero algo en la expresión ansiosa de Roscoe le preocupaba. "¿Y bien?" Él golpeteó un pie que parecía demasiado pequeño para ir con el resto de su enorme cuerpo. "No tengo todo el día. Las luces se apagarán muy pronto". "Umm... Ella no me tocó", Kellie finalmente repitió. "Bien", dijo él, claramente irritado y sin hacer un muy buen trabajo de ocultarlo. Comenzó a moverse alrededor del escritorio. "Si ella no lo hizo, ¿quién lo hizo? Es una pena, una cara bonita como la tuya ya está como mercancía estropeada". Su mirada viajó por su cuerpo y se acomodó entre sus piernas durante varios largos segundos antes de que finalmente se alejara. "¿Qué otra cosa está... lastimada?" De repente, Lorna apareció en la puerta fundida entre la luz y las sombras. Su boca estaba sangrando letárgicamente y un rasguño espeluznante corría desde su ojo hasta la barbilla y dividía su mejilla. Los ojos de las mujeres se encontraron y Lorna negó lentamente con la cabeza, en silencio pronunciando: "No lo hagas". Complicada, Kellie se mordió el labio. "¿Holloway?" Repitió Roscoe, pronunciando su nombre mientras se movía por la habitación. Durante un largo segundo, Kellie estuvo en el filo de la navaja. La expresión de Lorna no cambió, pero sus ojos gritaron una advertencia que Kellie encontró incapaz de ignorar. "Yo… yo, um. Sólo tropecé, eso es todo". Correcto. Incluso este idiota no va a creerme eso. Roscoe golpeó el escritorio de metal con la mano abierta, con la cabeza sacudiéndose hacia los lados violentamente. "¡Mentira!" 26

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Los ojos de Lorna brevemente se cerraron como con alivio, luego se acercó hasta el final en el interior, dándole la espalda al guardia mientras iba campante por delante de él. "¿Estás aquí para poner a Holloway en su nueva celda? ¿Qué te tomó tanto tiempo?" La mirada de Roscoe hizo un agujero en la espalda de Lorna mientras se movía a su bolsa de lavandería y miró dentro. Su boca se movió, pero no salió ningún sonido durante unos segundos. Luego se hizo un ademán desdeñoso. "Ella va a ser mudada cuando esté bueno y malditamente listo". La frustración se filtró en su voz. "Tal vez mañana, tal vez no. Sé lo mucho que disfrutas teniendo compañeras". Kellie no tenía idea de lo que estaba pasando, pero a pesar de la declaración anterior de Lorna, parecía indicar que ella era una suerte de propiedad bizarra que le interesaba, irse a cualquier lugar con Roscoe se estaba convirtiendo rápidamente en una opción igualmente inquietante. Mejor quedarse. "Bien, Holloway", Roscoe comenzó con sorna, "si quieres ser la perra de Mally…" La espalda de Lorna se enderezó. "… Eres bienvenida. Eso sí, no me vengas llorando cuando te deje algo peor que una hemorragia nasal". Él se fue furioso. Lorna se inclinó sobre la mesa, apoyando las manos en el frío metal mientras su cabeza se hundió. Kellie estaba tan enojada como estaba asustada. "¿Por qué no querías que le dijera el guardia lo que pasó? ¡Ya viste lo que me hicieron!" Con visible esfuerzo, Lorna se apartó de la mesa. "Esta no es realmente tu primera vez, ¿verdad?", le preguntó con voz cansada. "Tengo los dientes un poco demasiado largos para ser virgen, ¿no te parece?" Kellie dijo con voz cortante. "Además, esa mujer Katrina no llegó tan lejos. Aunque no por falta de intentos. Si no hubieses pateado la litera y... bien..." Ella dejó la frase inconclusa, su garganta se constriñó alrededor de las palabras. "Quiero decir, tu primera vez en la cárcel", Lorna aclaró gentilmente. Se llevó la mano a los labios. "Maldita sea". Ella dejó escapar un silbido. "Eso duele". Ella se dejó caer en la cama junto a Kellie, que se escabulló tan lejos de ella como pudo. Lorna parecía picada por el movimiento. Kellie olisqueó un par de veces, alegre de que su nariz palpitante finalmente había dejado de sangrar. Aunque estaba bastante segura que estaba rota. "Sí", finalmente pronunció. "Soy virgen de prisión". Sabía que su voz era áspera, iracunda. Ira contra la persona equivocada, pero no podía evitarlo. "Como si no pudieras decirlo". 27

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Las cejas de Lorna se fruncieron. "¿No has visto alguna vez alguna película de prisión?" "No". "¿Nunca hablaste con un pariente que hubiera salido recientemente de ahí? ¿Tíos? ¿Primos? ¿Tu padre?" Kellie parpadeó. Lorna había hecho su pregunta, como si ella no pudiese creer que la respuesta podría ser no. En vez de ofender a esta mujer volátil nuevamente, ella se decidió por murmurar: "No soy cercana a mi familia". Lorna miró a Kellie como si fuera un extraterrestre. "¿Ni siquiera un novio que--?" Kellie la miró con los ojos inyectados en sangre. "Dije que nunca he conocido a ningún convicto y no sé qué hacer, ¿de acuerdo? ¡Hasta hace unos meses, mi vida no era más que una mala canción de Loretta Lynn! Además, después de diez minutos ya estaba en problemas. Eso debería decirte algo", Kellie gesticuló ampliamente. "Nada de esto es culpa mía". Ella parpadeó un par de veces, con la realidad derrumbándose sobre ella y un toque de desesperación invadió su voz. "Yo… yo no sé cómo voy a pasar por esto". "Encontrarás una forma", Lorna corrigió ligeramente, girando rápidamente más en la litera y apoyándose contra la fría pared. "Pero hay algunas cosas que necesitas aprender". "Pero ¿cómo puedo aprender sin perder la vida en el proceso?" "Lo harás. No es fácil... Lo sé". Lorna miró como si quisiera decir algo más, pero no podía. "Mira, la cosa más importante de saber es que nunca, nunca, delates a un preso a un guardia. Nunca". "¿Incluso cuando tratan de violarme?", preguntó sin rodeos Kellie. "Incluso cuando tratan de matarte". Las manos de Kellie se apretaron en puños frustrados. "¡Pero no deberían ser asesinos de máxima seguridad!" Lorna sonrió sombríamente. "Puede ser. Pero cuesta tres veces más albergar a un convicto en máxima seguridad que lo que lo hace en mediana seguridad. El Estado sólo tiene cierto dinero. Así que incluso lo peor de lo peor puedes encontrarte en el camino aquí mismo con el tiempo. Y tuviste la mala suerte de conocer a una de las peores hoy". Los ojos de Kellie parpadearon sobre Lorna. Ella sintió un cosquilleo desagradable de atracción hacia su salvadora. "¿Solo una?" Lorna se erizó. "Vete a la mierda, Holloway. Estaré feliz de dejar que averigües las cosas por ti misma". Ella cruzó los brazos sobre su pecho y miró hacia otro lado, con los 28

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ojos en llamas. "Tener cualquier compañera de cuarto es un dolor en el culo... Pero una perra de entrada es no es algo que voy a soportar". Kellie se estremeció ante las duras palabras. "Yo..." Ella tragó. "Lo siento. No quise decirlo de esa forma. No sé lo que estoy diciendo. Estoy... Sólo tienes que continuar. Por favor". Necesito toda la ayuda que pueda conseguir. Pero Lorna esperó hasta Kellie estaba literalmente retorciéndose. "Los guardias siempre están dando vueltas por aquí, pero como lo encontraste fuera hoy, no están en todas partes. Tienes que vivir con las otras mujeres, no tanto con los guardias. Los reclusos exterminar a las ratas, incluso las que sólo están asustadas o que simplemente están diciendo la verdad. Punto". Kellie se quedó boquiabierta. "¿Me matarían?" Lorna se encogió de hombros bien tonificado. "Lo intentarían". Kellie cerró los ojos, sintiéndose más cansado y sucio de lo que se había sentido antes. Y eso era bastante. Necesitaba un trago por el largo camino para aliviar esta pesadilla. "Jesús". Lorna no había hablado tanto con alguien en años y, a pesar de que ella era una extraña, no era desagradable. Kellie envolvió sus brazos alrededor de sí y comenzó a balancearse. Lorna frunció el ceño y estudió a la mujer a su lado. "Drogas estúpidas, ¿eh?" "¿Qué?" "¿Qué estás dejando?" Kellie olisqueó y desvió la mirada. "No sé lo que quieres decir". Lorna inclinó la cabeza. "Oh, sí que lo haces. Estás desintoxicándote. Entonces, ¿cuál es? ¿Drogas o alcohol?" "¡Indudablemente no estoy desintoxicándome! ¿Parezco una drogadicta adicta al crack o una borracha apestosa para ti? No estoy desintoxicándome". Lorna le dirigió una mirada mordaz. "No lo haces, ¿eh?" Ella agarró la mano de Kellie, que temblaba como una hoja y la sostuvo en alto para inspeccionarla. "Podrías engañarme". Kellie tiró de su mano de nuevo. Otro encogimiento de hombros. "Bien. Así que usted no estás en abstinencia. Supongo que sólo te ves cómo alguien que sí". Lorna miró a Kellie con un ojo cómplice. 29

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Inesperadamente, su mano salió disparada y agarró la barbilla de Kellie para que pudiera mover su cara de lado a lado mientras la examinaba. "Droga, creo". "Tal vez sólo veo como alguien que fue condenada erróneamente, cuyo rostro fue golpeado, ¡y que casi fue violada!" Kellie dijo con los dientes apretados. Pero lo que realmente quería hacer era gritar con todos sus pulmones. Quería golpear a esta mujer. O tal vez sacudirla a unos centímetros de su vida. Pero cuando ella se miró las manos, temblaban tan mal que no podría haberlo hecho si lo intentara. Las metió debajo de sus axilas y le susurró: "Cristo". "¿Por cuánto tiempo?" Lorna preguntó con una voz tan de hecho que Kellie se olvidó mentir. "Un poco más de dos días". Lorna dejó escapar un largo suspiro, con la esperanza de que Kellie no tuviera DT5. Tratar con alguien que se sentía como mierda sobre una tostada era una cosa, las alucinaciones, sin embargo, la asustaban como la mierda. Luchó consigo misma por un momento antes de decir: "Hay medicamentos en la enfermería que podrían--" "Así que", Kellie la interrumpió con voz nasal, cambiando de tema a algo igual de deprimente. "¿Soy tu perra como el guardia dijo?" Lorna hizo una mueca y se dejó distraer. "Yo no quiero o necesito una perra". Kellie continuó directamente como si Lorna no hubiera hablado en absoluto. "Dios, ¿cómo puedo ser perra de la prisión de alguien en mi primer día?", gimió miserablemente. "Mi vida es un mal cliché. Si tan sólo mi hombre hubiera escapado también podría hacer una película sobre mi vida en la semana". Rápidamente se frotó los brazos. "Trataría de escapar si tuviera un lugar dónde ir". "Las cosas en las que me meto…" Lorna murmuró en voz baja. "Mira, claramente eres una perra". Ella dio Kellie una mirada directa. "Pero tú no eres mi perra. Y lo más importante, no lo eres de Katrina". Cuando Lorna dijo el nombre de Katrina su voz destilaba tanto odio que Kellie tragó saliva. Ella miró la otra mujer con cautela. "Pero dijiste--" "Yo sé lo que dije". Lorna se volvió hacia ella. "¿No lo entiendes?" Ella negó con la cabeza un poco, tratando de recordar lo que el mundo real era. Había pasado tanto tiempo. "Estabas a punto de convertirte en propiedad de Katrina a menos que pudieras valerte por ti misma". Se rascó la barbilla. "Y, sin ofender, pero no te veías como si pudieras defenderte".

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DT: Es la abreviatura de Delirium Tremens, los norteamericanos son muy dados a abreviar todo.

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Kellie se miró a sí misma. Su remera estaba cubierta de sangre, su cabello parecía que había estado en un túnel de viento, apestaba, y todavía estaba en ropa interior. "No jodas. Realmente no tengo mucho de luchadora". La piel debajo de sus ojos ya estaba empezando a cambiar de color púrpura y su visión era un poco borrosa. Y la nariz le dolía. Lorna ociosamente examinó la piel magullada y rota en sus propios nudillos. "Mira, me sentí mal por enviarte a las duchas sola en tu primer día y no quería que Katrina tuviera la satisfacción de reclamarte". Ella negó con la cabeza un poco, obviamente, tan sorprendida por lo que había hecho como Kellie. "Así que te reclamé como parte de lo que es mío". "¡Dijiste que yo no era tu perra!" Kellie dijo desesperadamente. Era evidente que no podía confiar en esta loca mujer violenta. "Cállate". "Pero--" "¡Por Dios santo, cállate y escucha!" De mala gana, Kellie se mordió la lengua y se sentó sobre sus manos. Tuvo que balancearse arriba y abajo un poco detenerse a sí misma de hablar. Lorna entornó los ojos ante la expresión resentida de Kellie. "No estaba bromeando cuando dije que esperaba Roscoe te mudara a otra celda. ¡Dios! Tienes un problema de audición y ya me está molestando". "Creo que nunca voy a ser votada como la ‘Convicta más popular’", dijo Kellie rotundamente. "Estoy apabullada". Lorna parecía como si en parte quisiera estrangular a Kellie, mientras que la otra parte quería reírse. Kellie contuvo el aliento. Finalmente, una sonrisa reacia torció en la esquina de la boca de Lorna. "¿Me estabas diciendo?", dijo Kellie con cortesía exagerada, sabiendo que ya había presionado su suerte más allá de lo prudente con esta mujer volátil. "Que seas parte de un clan de alguien de aquí que significa algo. Significa protección y pertenencia y la mayoría de las mujeres respetan eso porque eso es todo lo que tenemos. Creamos nuestras propias familias. No es una cosa sexual". Lorna le aseguró a toda prisa. Entonces ella hizo una mueca. "Bueno, al menos no lo es conmigo. Tenemos todo tipo de relaciones creadas que tienen un significado especial aquí. Hermanas, primas, esposas, incluso abuelas".

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Kellie se frotó la frente rudamente. "Declaraste tu propiedad sobre mí como una posesión", dijo con vehemencia, incapaz de contenerse. "Yo no soy un pedazo de carne". Lorna se rió. "Por supuesto que lo eres. Todas lo somos aquí. Lo que es importante es que tienes el poder de aferrarte a lo que es tuyo". Sus cejas saltaron. "¿Y tú tienes el poder?" Lorna estiró las piernas y bostezó. "Estás aquí, ¿no?" Kellie se restregó los ojos, sin poder creer lo mucho que había cambiado su vida durante la última hora. Pero al menos Lorna no parecía empeñada en la violación. "Así que, ¿quién más está en este clan nuestro?" Lorna le dio una cansada y pálida sonrisa. "Hasta el momento sólo nosotras. Ahora ve a hacerme un poco de café y salsa, perra. Y sal de mi cama". Ella estaba bromeando e imitando la voz de alguien más con claridad. Valientemente, con poco entusiasmo, Kellie le siguió el juego. "Vete al carajo, vaga. Me sentaré y sangraré donde me plazca". Ella se tocó cuidadosamente la nariz con dedos temblorosos, cruzando sus ojos mientras trataba de evaluar los daños. "Ah". Lorna sonrió. "Somos como una familia real ahora". Pero su sonrisa se desvaneció antes de que hubiera terminado de decir las palabras. Se lamió los labios, haciendo una mueca ante el sabor metálico de la sangre. "¿Quién necesita el resto del mundo, eh?" El labio inferior de Kellie tembló y le susurró: "Yo". La vulnerabilidad sombría de la respuesta empujó las fibras de sensibilidad de Lorna. Algo que no había ocurrido en un tiempo muy largo. Puso una mano cautelosa sobre el brazo de Kellie, y la respiración de Kellie detuvo. Sus ojos se encontraron y sostuvieron entre sí por segunda vez esa noche. Kellie fue repentinamente consciente de la calidez de la palma de Lorna. Así como de la gran bondad humana inesperada que sentía tan bien que llevó lágrimas a sus ojos por enésima vez ese día. Dudaba que hubiera sido tan amable si se hubieran invertido sus posiciones. Por primera vez en muchos años, se sintió avergonzada de su propio egoísmo, y muy inalterable naturaleza. "No voy a lastimarte". Lorna miró su mano como si no fuera suya con el ceño fruncido, y ella tímidamente la quitó. "Katrina te lastimará si tiene la chance. Pero yo no". Su voz se rompió y ella se alejó, avergonzada. "Yo no soy como él", pronunció con voz apenas audiblemente. A pesar de la declaración ferviente de Lorna, la tensión entre ellas disminuyó y convirtió en algo tolerable. Kellie no creía que Lorna supiera que había dicho eso último en voz alta. Y quién era ‘él’, Kellie decidió, en realidad no importaba. "Te creo", se oyó 32

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susurrar en cambio. No tenía ni idea de por qué esas palabras eran tan importantes para Lorna, pero estaba claro que eran. "Bien". Lorna asintió una vez, recuperando rápidamente la compostura después de tragar duramente. "Tanto como podamos arreglarlo". Con más ternura de la que Kellie esperaba, Lorna examinó su rostro. "Tu nariz seguro que está quebrada", murmuró, levantando la barbilla de Kellie hacia arriba como continuó una vez más. "Podrías ir a la enfermería, pero nadie te conoce y me temo que comenzarían los rumores y denuncias sobre quién te golpeó". "Oh", dijo Kellie con tristeza. "No había pensado en eso. ¿Así que me tengo que quedar con cara de jugador de hockey ahora?" Sus dientes comenzaron a castañetear como el deseo de su cuerpo de beber algo se intensificó y la conmoción de lo que acababa de suceder se asentaba. "¿Quieres que trate y la apriete?", preguntó Lorna, dejando caer su mano a su lado. "Tu nariz, quiero decir. Soy buena en eso". Inesperadamente, ella sonrió, y Kellie casi se quedó sin aliento al ver los años desvanecerse a sí mismos en el rostro ahora juvenil de Lorna. "Entonces podemos volver al baño y lavarte un poco en el fregadero." "¿El baño?" La voz de Kellie se llenó de pavor. Tendrían que pasar por la celda de Katrina al llegar a determinado lugar. Por otra parte, resguardarse durante años no parecía ser mucho una opción. La cara de Lorna se endureció de nuevo. "Las duchas están cerradas y Katrina no va a utilizar esos baños. A partir de ahora, ella estará usando los del otro lado del bloque de celdas". "¿Cómo lo sabes?" Lorna casi gruñó. "Confía en mí, lo sé". ¿Tengo alguna opción? "¿Puedes enderezar mi nariz de nuevo?" Kellie con cautela tocó la piel hinchada, sintiendo el cartílago deforme. Lorna la miró especulativamente. "Puedo probar. Arreglé la mía hace unos años". Ella enderezó los hombros y levantó la barbilla, un poco inconscientemente, en respuesta a la apreciación de Kellie como la morena la miraba una vez más. Tenía una nariz linda, levemente respingada, que Kellie consideró bastante atractiva. "¿Eres doctora?"

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"Absolutamente", dijo Lorna seriamente. "Y astronauta, científica y jefe india en mi tiempo libre". Los labios de Kellie se curvaron en una sonrisa falsa. "Sabía que eras una doctora, por tu maravilloso trato al paciente". "Con estas tarifas, ¿qué esperabas? Pero si quieres a alguien, puedo referirte a la enfermera en la celda catorce-oh-cuatro-A. Desafortunadamente, ella prescribió veneno para ratas a su último paciente". Ríete o nunca dejarás de llorar. "Uhh... No es sorprendente que voy a dejarla pasar. Si arreglarlo, ¿será doloroso?" "Terriblemente, Princesa". Kellie se colocó en la cama para que Lorna tuviera fácil acceso. Se echó a reír con inquietud, orando esto no fuera tan estúpido como temía que sería. "¿Te he mencionado que soy vanidosa?" "¿Te he mencionado esto era realmente va a doler?" Lorna puso cuidadosamente sus dedos a cada lado de la nariz de Kellie. Estaban benditamente fríos contra su piel caliente. Kellie palideció, con su coraje flaqueando rápidamente. "Tal vez no deberías--" Con el sonido del chillido de Kellie, Lorna quebró rápidamente la nariz doblada a su sitio. "Demasiado tarde". "¡Argh!" La sangre de nuevo comenzó la fluir de la nariz de Kellie mientras ella gritaba. Entonces las luces parpadearon. "Uh, oh". Kellie se quedó inmóvil, con las manos cubriendo su nariz y su boca. "Uh d'oh, ¿QUÉd?" Nerviosa, miró a su alrededor. ¿Qué más puede pasar? "Eso significa que los baños ya han cerrado y las luces se apagarán en tres minutos". "Pero…" Kellie hizo un gesto enojado hacia su cara y a la desesperadamente manchada remera. "Pensé que íbamos a lavarnos". "Yo también". Lorna comenzó a rebuscar en uno de sus cajones. Por encima del hombro le arrojó una caja de plástico, que obligó a Kellie a atraparla torpemente en el aire o ser golpeada en la cabeza con esta. Kellie se quedó mirando la caja de toallitas húmedas como Lorna

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comenzó a quitarse su remera. Sus ojos fueron irresistiblemente atraídos por la espalda delgada de Lorna y el tatuaje intrincado en su bíceps. "Mejor que te apresures", Lorna le dijo, agarrando una remera limpia de un cajón diferente y rápidamente empujándola por su cabeza. Su cabello estaba un poco rizado ahora que estaba casi seco. Kellie comenzó a limpiarse su rostro a toda prisa, haciendo su mejor esfuerzo para no llorar. Su nariz se sentía más recta, pero estaba completamente dormida y ella estaba bastante seguro de que no debía haber sucedido. Hubo un chasquido fuerte desde la puerta como se bloqueó lo que había estado sosteniendo la puerta abierta. Unos segundos más y Chul pasó por la habitación, con sus botas haciendo clic sobre el suelo con cada paso rápido que daba. Echando un vistazo en el interior vio dos cuerpos y cerró la puerta con tanta rapidez que Kellie apenas lo vio. Agarró otra toallita y se apresuró a limpiarse la barbilla pegajosa, contenta de que no podía oler la sangre. Luego la habitación se volvió negra. Kellie contuvo el aliento nervioso. De la nada, una mano cálida se posó en su hombro y dio un respingo. La mano le dio un suave apretón. "Está todo bien", Lorna prometió en silencio. "No es tan oscuro como parece. Tus ojos se ajustarán". La puerta de la celda hizo clic de nuevo y luego un cerrojo pesado se deslizó en su lugar. Kellie se sacudió ante el sonido. "¿Es eso…?" "Cerrado hasta la mañana," Lorna confirmó en voz baja, "sí". Kellie lanzó una exhalación temblorosa. Sus entrañas temblaban y se sintió aún más enferma de lo que había estado hace unos minutos. La habitación estaba a oscuras, era estrecha y, de repente, el calor era insoportable. No puedo respirar. "Supongo... Quiero decir, supongo que te acostumbras al sonido de cierre cada noche, ¿eh?" Las palabras sonaron tenues incluso a sus propios oídos. Lorna miró a la parte posterior de la celda y arriba, hacia la pequeña ventana que permitía que trozos de luz de la luna se colaran en la habitación. Ella dio un paso hacia delante, colocándose en la luz plateada, y dejando que cayera sobre su rostro. Luego se giró, suspiró y compartió la verdad al desnudo. "No".

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Capítulo 2 La noche siguiente…

Un gemido despertó Lorna de un sueño muerto. Ella parpadeó en la oscuridad, dolorosamente recordó su labio maltrecho cuando se lamió sin pensar. "Ouch". Otro gemido. Hubo un momento de confusión como Lorna se sentó. "¿Meg? Ya voy. No tengas miedo". "¿Eh?" No era Meg. Alguien más. Ugh, odio ese sueño. La mente de Lorna susurró: ¿Cuál era el nombre de esa mujer nueva? Ah, sí. "¿Estás bien ahí arriba, Princesa?", murmuró con cansancio, lanzando su brazo sobre su cara. Las camas se movieron un poco como Kellie gimió débilmente. "No". Lorna dejó escapar un largo suspiro y se dio la vuelta para estirar sus piernas sobre el lado de su cama. Como se puso de pie, escuchó el golpeteo lluvia contra el grueso cristal de la pequeña ventana. El destello ocasional de un rayo iluminó la celda. "¿Que está mal? ¿Te duele la nariz? Tengo una aspirina en mi neceser". Kellie estaba acurrucado en una bola miserablemente temblequeante. Lorna puso una mano en su hombro y su mano fue instantáneamente empapada por sudor frío. Mierda. "¿Holloway?" Ninguna respuesta. "¿Kellie?" Esta vez fuertemente. Lorna le dio una sacudida vacilante y Kellie rodó sobre su espalda, con su cuerpo retorciéndose cada cierto tiempo. Incluso en la débil luz, Lorna pudo ver que estaba pálida y que su nariz estaba terriblemente hinchada. Sus estridentes ojos eran incoloros. El rostro de Kellie se contorsionó por el dolor. "Mi es… estómago duele". Lorna suspiró y apoyó la frente contra el colchón de Kellie. Su voz era tranquila, en deferencia a las paredes finas y a las mujeres que dormían en las celdas a su alrededor. "Lo sé. Tienes que ir a la enfermería". Ella miró por encima del hombro. El reloj marcaba la una.

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"No puedo creer que la perra de mi ex tenía razón". La voz de Kellie temblaba. "Realmente necesito un trago". Ella cerró los ojos. "Si tan sólo pudiera tener uno. Sólo uno, estaría bien". Lorna archivó la información sorprendente sobre que la ex de Kellie era una mujer y simplemente asintió con la cabeza. "Aguarda. Tengo algo para beber". Kellie se disparó, parpadeando aturdida mientras su cabeza daba vueltas. "¿En serio?", preguntó con impaciencia. "¡Gracias a Dios! Voy a pagártelo de alguna manera. Juro que lo haré". Lorna revolvió el último cajón de la cómoda. Después de unos segundos, ella extrajo dos botellas de plástico altas, de entre una pila de remeras. La temblorosa mano de Kellie salió disparada y agarró la botella, inmediatamente comenzó a abrir la tapa. Un segundo más y la botella estaba en sus labios. "¡Mierda!" Ella se atragantó un poco y se limpió la barbilla mojada con el dorso de la mano. "¡Me engañaste! ¡Esto es agua!" Lorna retorció el tapón de la botella y bebió un largo sorbo. "Nunca dije que era el alcohol. No bebo ese veneno", dijo después de beber unos tragos. Entonces volvió a su cómoda sólo para regresar con dos pequeñas pastillas blancas en la mano. Lorna se las entregó a Kellie e hizo un movimiento para asustarla. "Vamos, toma unos tragos más, luego voy a llamar a los guardias y voy a ir a la enfermería por alguna droga real. Si grito lo suficiente, pasarán con el tiempo". Ella suspiró y añadió en un murmullo:" Espero". "¿Y todo el pabellón escuchará?" "See, supongo". Kellie tomó otro sorbo de agua, arrugando la cara como si estuviera bebiendo gasolina. "Si le gritas a los guardias y me llevas al médico, ¿qué evitará que la gente piense que eres la soplona? Ohh..." Ella se tambaleó hacia delante, con los brazos sosteniéndose en su vientre. Lorna hizo una mueca. "Calambres, ¿eh? ¿Y tu cabeza está palpitando también?" Kellie tragó saliva y cerró los ojos. "¿Cómo lo sabes?" Lorna casi decidió no contestar, pero de alguna manera la oscuridad prestó una nota de intimidad a la conversación, y se encontró dispuesta a compartir un poquito de su historia con esta extraña. "Cuando era una niña, mi madre solía dejar de beber cada dos años más 37

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o menos. Nunca lo logró más que por unas pocas semanas". Ella hizo una pausa y se encogió de hombros. "Yo sabía los síntomas". Lorna ofreció Kellie su mano, pero ella no se movió. "Te ayudaré a caminar", aclaró un poco impaciente. "Los guardias seguro que no lo harán". "¿Qu… qué pasa con lo que las otras internas piensen de ti?" Irritada, Lorna negó con la cabeza. "Me importa una mierda lo que piensen de mí. Todas me conocen, y además, puedo cuidar de mí misma, por si no lo has notado". Pero la voluntad de Kellie estaba resuelta. "Pero ig… igual, podría ser peligroso para las dos, ¿no?" Ella miró directamente a Lorna. "Yo... no sé". Lorna hubiera dicho 'no' ayer, pero con Katrina en el pabellón las cosas se habían vuelto completamente más complicadas. Lorna levantó las manos. "Tal vez", admitió a regañadientes, con los dientes restregándose juntos. Kellie devolvió su botella de agua y acunó su cabeza en sus manos. "Entonces m… me quedo aquí. Justo aquí". Ella continuó balanceándose hacia adelante y hacia atrás. "Además", dejó escapar una risa dolorosa, "si estás en peligro, ¿cómo podrías protegerme?" Lorna se puso una mano en la cadera. "¿Qué te hace pensar que voy a continuar protegiéndote?" Kellie dejó de hablar durante unos segundos y apretó los dientes para no gritar de dolor. "¿Cómo se vería si una de 'las tuyas' fuera herida después de haber hecho una gran escándalo al reclamarme? Estoy segura que todo el mundo lo sabe ya. No, necesitas para mantener un ojo en mí. Al menos por un tiempo". Kellie gimió de nuevo, con su estómago dando bandazos con violencia. "Quizá vaya a la enfermería. Si alguien me mata mientras estoy allí en… entonces no voy a sentirme así nunca más". El sudor caía de su frente. Lorna dejó las botellas sobre la mesa. "No vas a morir". La sonrisa de Kellie fue helada. "No estés tan segura. Ha… hay más de una forma de pelar un gato". No había ni una pizca de burla en la voz de Kellie y una ola de inquietud se apoderó de Lorna. "¿Qué significa eso?" "Nada". "¿Qué significa eso?", repreguntó Lorna dureza. "¿Otra forma de pelar un gato?" 38

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Kellie miró hacia arriba, luciendo un poco confundida. "¿Qué? ¡Es sólo un dicho!" Lorna se colocó justo delante de Kellie. "Ni siquiera pienses en matarte aquí", dijo de manera franca. "Ni siquiera pienses en ello". Kellie se apretó los lados de la cabeza. "Sólo estaba bromeando", protestó inútilmente. "Dios". La cara de Lorna era muy seria. "No sonó así para mí". Hubo un largo silencio lleno sólo con los sonidos de truenos a lo lejos y dos mujeres de respiración. Los segundos pasaron hasta Kellie dijo: "Bueno, yo es… estaba bromeando". Esta vez ella pudo encontrarse con la mirada de Lorna. Lorna lanzó un suspiro tembloroso. "No deberías bromear sobre cosas así". "Ahora no es un buen momento para un sermón". Kellie le enseñó los dientes como un perro rabioso. "Yo no necesito otra madre". "¡Y yo no necesito volver a mi celda para encontrar un cadáver apestoso colgando del marco de la cama!" Lorna replicó. "¡No te atrevas a hacerlo, Holloway!" Ella hizo un puño con sus manos. "No te atrevas a hacerlo o yo... o te..." Sus ojos revolotearon de ida y vuelta para pensar en una amenaza adecuada. "¿Me matarás?" Dramáticamente, Kellie se mordió el nudillo y dejó que sus ojos se abrieran como platos. "Oh no. Eso no". "Muy gracioso". "Y yo no apesto". "¿Entonces lo que huele a cadáver de animal?" Con cada fibra de su ser Kellie quiso negarlo, pero incluso con la nariz rota ella podía decir que Lorna tenía razón. "Mañana. Voy a limpiarme mañana. De verdad". "Hemos tenido los internos que no se lavaran antes. Si los guardias no te manguerean, las otras presas lo harán. Y no será bonito". "Simplemente no tengo ganas hoy, ¿de acuerdo?" Ella se frotó las sienes y luego sus manos se dispararon a su estómago. "¿Lorna?" Lorna consideró brevemente subirse a la cama y tirar de las mantas sobre su cabeza. "¿Alguna vez te callas? Realmente estoy empezando a lamentar el hecho que sepas mi nombre". 39

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"¿Sentir ganas de vomitar es uno de esos síntomas que conoces tanto?" Los ojos de Lorna se agrandaron. "¡Mierda!" Ella quitó de la papelera de plástico debajo de su escritorio, metiendo en esta la barbilla de Kellie. Kellie comenzó a lanzar sus entrañas. Lorna pasó de un pie al otro, sin saber muy bien qué hacer. Cada vez que su madre caía en esa etapa, rompería los platos contra la pared para sentirse mejor. Luego se iría a la cama y esperaría que Meg y Lorna recogieran los vidrios rotos y limpiaran el vómito. Al día siguiente empezaría a beber de nuevo. Torpemente, Kellie intentó empujar el cabello de su cara, pero algunos mechones se escaparon. El movimiento quitó a Lorna del pasado, incapaz de vela luchar, quitó las manos de Kellie y las reemplazó con las suyas, levantando el cabello fuera del camino. Suave y grueso, justo como se veía. Ella trató de bloquear lo que estaba viendo, oyendo y oliendo, pero no sirvió de nada, revolvió su propio estómago. La sangre no era un problema. Huesos rotos, tatuajes prisión y altercados escandalosamente violentos que enviarían a la mayoría de mujeres a irse a las montañas o a un asilo, ella podía manejarlos. Pero un poco de vómito, y su estómago comenzó a dar vueltas y batirse como un corcho en el mar. Le llevó una eternidad, pero finalmente Kellie se quedó con sólo una arcada seca ocasional. Y finalmente, terminó con incluso eso y dejó la papelera para descansar sobre sus piernas extendidas. Ella inclinó la cabeza hacia atrás, sus ojos cerrados en la miseria más absoluta. "Dios". Lorna lanzó suavemente el cabello de Kellie y dejó que su mano fuera a descansar en la frente de Kellie. La piel estaba resbaladiza y húmeda. Ella utilizó el dobladillo de su remera para limpiarla con ternura. Kellie abrió los ojos, pero no se movió para no detener la atención compasiva. Lorna se dirigió hacia el escritorio con un suspiro de alivio. Ella comenzó a quitarse su remera otra vez. "Debes ser una buena madre", dijo Kellie con voz ronca, deseando poder ver la cara de Lorna para calibrar su reacción. Lorna resopló. "¿Por qué dices algo así de loco?" Kellie se preguntó si hablaba en serio. Lorna le había dado más atención en la última hora de lo que nadie nunca en toda su vida. Esperó, pero rápidamente se dio cuenta de que la pregunta de Lorna era genuina. Kellie lánguidamente un gesto hacia la mesa donde había visto una foto de una niña. 40

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"Tu hija tiene tus ojos". "Aquí". Lorna le devolvió la botella de agua y se sentó frente a ella, con la espalda contra la pared opuesta. "No dudes en quedártela", bromeó con voz débil. "Y esa no es mi hija, ella es mi hermana". "Mmm..." Kellie se puso la botella en la mejilla. "Una gran diferencia de edad". "No es tan grande como parece". Un amargo suspiro salió. "La foto es..." Todo lo que me queda. "Es vieja". Kellie esperó a oír más, pero sólo estaba ligeramente curiosa y cuando Lorna dejó de hablar, no insistió en el tema. Ella bebió con avidez, luego se trasladó la botella fría a la frente. "Lo siento. Sé que es tarde. Debes estar cansada". "Estaré bien". "Voy a hacer mi mejor esfuerzo para estar tranquila, para que puedas descansar un poco", Kellie prometió, apenas capaz de hablar por los golpes en su cabeza. Ella trató de levantarse, pero Lorna se inclinó y la sujetó con una mano. "Me quedo con la litera de arriba esta noche". La expresión de Lorna no admitía desacuerdo. "Si te quedas en el cemento te morirás, así que puedes usar mi litera, si quieres". "Gracias a Dios", dijo Kellie. "No creo que pueda subir por la escalera". La frente de Lorna se arrugó. "¿Entonces por qué la ofreciste?" "¿Reglas de etiqueta de vómito?" "La Señorita Modales6 se mearía en sus pantalones con orgullo". Lorna arrancó sábanas húmedas de Kellie, entonces hábilmente subió la escalera en la cabecera de la cama, asegurándose de acostarse en la manta y no directamente sobre el colchón hecha jirones. Kellie se apoyó contra el marco de la cama, el frío suelo había enfriado sus piernas hasta los huesos, pero no le importaba. "No soy normalmente todo un problema". Lorna quitó la funda de almohada de Kellie luego puso la almohada sobre su cabeza y la mantuvo allí. "¿Lo prometes, princesa?", murmuró en el colchón. Kellie envolvió sus brazos alrededor de sí y ahogó un gemido cuando sus calambres regresaron como venganza. Ella no hizo comentarios sobre lo que parecía ser su nuevo

6 O “Miss Manners” es una experta en etiqueta y comportamiento social estadounidense, su nombre real es Judith Martin.

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apodo. La habían llamado mucho peor personas que la conocían mucho mejor. "En realidad no. No". Lorna se rió en voz baja, un gesto que era partes iguales de diversión y preocupación. "De alguna manera lo sabía".

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Capítulo 3 Un par de días después…

Eran las siete y cuarto de la mañana y con sueño, las reclusas gruñonas se alineaban fuera de sus celdas con Chul y una guardia femenina que Kellie no había visto anteriormente hacer el recuento. Una vez que todas fueron contabilizadas, llegó el momento de los anuncios. "Como ustedes sabrán", Chul comenzó con tono aburrido, "hoy es el día llamada telefónica, con las horas de visita justo después". Hubo algunos aplausos apagados y para sorpresa de Kellie, unos gemidos también. Supongo que no a todo el mundo le gusta enterarse de las cosas en casa. Chul y la guardia femenina, cuyo cabello se colocó en un montón salvaje de gruesas trenzas que le recordaban a Kellie a Whoopi Goldberg, llevaba una pequeña bolsa de dinero de lona. Los guardias comenzaron en el otro extremo del bloque y empezaron a hablarle a cada reclusa. Lorna se inclinó levemente y le susurró: "¿Se puede llamar por cobrar?" Kellie se mordió el labio. No creía que la secretaria de su abogado aceptase una llamada por cobrar. "No". "Está bien, entonces pagarás por adelantado las llamadas de larga distancia. Vienen con incrementos cada treinta minutos". Kellie asintió. Eso debería ser suficiente tiempo para ver cómo iba su apelación. "Si vas a hacer llamadas o tener un visitante a comer primero, luego te escoltarán a la zona de recepción". "¿El sitio donde me dieron mis encantadoras vestimentas presidiarias?" Lorna arqueó una sonrisa. "Exactamente. Y como están Chul y Elaine, ellos te llevarán hoy, tendrás que pagar la tarifa de teléfono real". Una sensación de pesadez se instaló en el pecho de Kellie. "¿Cuánto es la de larga distancia? Eso siempre fue incluido en mi plan de celular. No tengo idea de cuánto son los cargos por minuto, pero tengo ocho dólares". "Media hora cuesta treinta dólares".

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"¿Qué diablos?" Kellie chilló con incredulidad. Se sentía como si hubiera dado un puñetazo en el estómago. "¡No me puedo permitir eso!" Cómo han caído los valientes. Yo solía pagar más que eso por el vino de la cena. Las internas alrededor de ellas empezaron a reírse y sólo se calmaron por una severa mirada de la mujer guardia. Nadie quería perder sus privilegios de hoy. Chul se dirigió a Lorna e intercambiaron saludos amistosos con la cabeza. "Hola, Elaine", Lorna dijo a la gran guardia femenina cuyo pecho estaba rebosante de debajo de su apretado uniforme gris. Sus pechos eran casi del tamaño de Roscoe. "Cuánto tiempo sin verte". Elaine Johnson sonrió, sus grandes dientes blancos destellando de manera impresionante. "Hey, Lorna. Hubo un puesto inesperado, así que estuve trabajando en la parte de mínima seguridad de la valla durante los últimos meses". Ella pulió sus uñas contra su uniforme. "Oh, que suertuda. ¿Se rumorea que es el paraíso?" Elaine miró a su alrededor, a los muros de hormigón tristes. "¿En comparación con esto?" Su amplio cuerpo se estremeció cuando se rió entre dientes. "Oh sí. Tienen televisión por cable en todas las celdas, y nuevos equipos de gimnasia del año pasado. Y escucha esto…" Ella le dio un codazo a Lorna con complicidad. "Tres mujeres de alguna peluquería de Barston vienen en una vez al mes para cortarles el pelo. Incluso venden champús de lujo y jabón cuando vienen. Las mujeres los devoran". Lorna dejó escapar un silbido. "Eso es mejor que las echadas de la escuela de belleza que tenemos. Y buen champú, ¿eh?" "Absolutamierda. Esa cosa podría vender bien aquí". Las mujeres intercambiaron miradas de complicidad. "Suena grandioso". Kellie se comprometió a preguntarle a Lorna lo que significaban esas miradas más tarde. Chul se colocó delante de Kellie y abrió la boca para hablar. "Espera", dijo Lorna. La mirada de Chul se deslizó hacia un lado. "¿Sí?" "Yo umm... Necesito una tarjeta telefónica hoy". "¿Lorna Malachi quiere una tarjeta?" Su voz se quebró al final como si fuera un adolescente sorprendido. Elaine la miró fijamente, sin moverse. 44

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Lorna buscó dos billetes de veinte dólares del bolsillo delantero de sus jeans azules. La cantidad máxima de dinero en efectivo que a un recluso se le permitía mantener en su celda o en su persona era de diez dólares, pero el costo de las llamadas telefónicas solo dictaba que esa norma era imposible de cumplir. "Sólo porque nunca he hecho una llamada antes, no significa que no pueda", dijo, irritada por sus caras de asombro. "Una mujer puede cambiar de opinión". Kellie se volvió hacia su compañera de celda y se quedó junto a los guardias. ¿Nunca hizo una llamada? ¿Nunca? Lorna entornó los ojos hacia todos ellos y empujó su mano. "Sólo dame la maldita tarjeta, ¿quieres?" Elaine fue la primera en recuperar sus sentidos. Metió la mano en la bolsa del dinero, pero vaciló. "Pensé que estabas ahorrando para cuando finalmente te fueras". Lorna cruzó los brazos sobre su pecho, sin decir una palabra más. "Diosss. No te malhumores. Aquí está tu vuelto". Elaine sacó dos de cinco y se los entregó a Lorna. "Oye, Elaine, no puedo creer lo que Lorna está diciendo". Chul señaló a sus nalgas casi inexistentes. "Rápido, echa un vistazo a mi culo". Sin pensarlo, Elaine miró su trasero. Lo cual, por supuesto, parecía el mismo de siempre. Cuando Chul se echó a reír, se dio cuenta de que había sido atrapada en uno de sus chistes favoritos... de nuevo. Ella arrugó la cara y gimió. "No hay monos alados". Ella negó con la cabeza. "Deja de tratar de ser gracioso y dale a la mujer la tarjeta". Luego golpeó el antebrazo delgado. "¡Sabes que odio mirar tu culo flaco!" Elaine se giró hacia Lorna y agitó las cejas. "Bien por ti, chica". Ella bajó la voz. "Haz que cualquiera a quién estés llamando te hable sucio. Por lo menos te ayudará a obtener valor de tu dinero". El ceño de Lorna se desvaneció y sus ojos adquirieron un ligero brillo. "Gracias por el consejo". "Las instrucciones y fecha de caducidad están en la parte posterior de la tarjeta", dijo Elaine. Riendo, Chul se trasladó hacia Kellie. "¿Una tarjeta para ti también, novata? Debe haber alguien a quién tengas ganas de decirle lo horrible que es este lugar. Luces demasiado como una delincuente abusada". Hizo un gesto hacia su magullado rostro melancólico. Entre la desintoxicación y su encuentro con Katrina, Kellie sabía que ella tenía un aspecto tan bueno como la muerte putrefacta. 45

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Kellie suspiró. De acuerdo con la información que le dieron en prisión, un nuevo trabajador podría ganar cinco dólares con noventa centavos al mes. O si ella pasaba algunas pruebas ridículas, que en realidad tenía que pagar para tomar, ella podría ser tutora de otras reclusas en temas de educación básica o habilidades de trabajo y ganar desde doce a cuarenta centavos la hora. No era de extrañar el mercado negro prosperaba dentro de Blue Ridge. "No hay tarjeta hasta el verano, me temo", dijo ella con tristeza. Chul se encogió de hombros. "Haz lo que quieras". Cuando los guardias terminaron de recoger el dinero, Elaine se apoyó contra la pared y repitió las palabras que decía cada semana: "Las personas con visitas, un paso adelante". Alrededor de un tercio de las mujeres se formaron en línea, a continuación, se presentaron por detrás Chul, que las condujo a la cafetería. Elaine bostezó, mostrando un par de muelas doradas. "Aquellas que utilizan el teléfono, un paso adelante". Eso dejó sólo media docena de mujeres en la parte trasera. Al final del bloque, Kellie vio a Katrina. Cuando la pasaron, sin embargo, no se sorprendió que no tuviera a nadie para visitar o llamar. Pero ¿por qué Lorna todavía estaba de pie junto a ella? Lorna le dio Kellie un suave empujón y presionó la tarjeta de teléfono en su mano. "Ve a hacer tu llamada. Usted no será capaz de descansar hasta que hable con su abogado y sabe lo que está pasando". "Pero, ¿qué hay de ti?" Las cejas de Kellie se juntaron. "¿Por qué harías eso?" La ceja de Lorna se crispó. "Esto es por mí. Estoy cansada de escuchar que te quejes que no has oído de tu abogado todavía". Kellie no iba a tragarse eso. "Lorna…" Lorna miró hacia abajo y tragó un par de veces. "Mira, no tengo a nadie a quien llamar. Bien podrías tomarla". Con Elaine a la cabeza, la segunda línea de la mujer comenzó a moverse. Kellie quería preguntarle a Lorna acerca de su familia, la chica de la foto, o tal vez algunos amigos que tenía en el exterior. Tenía que haber alguien, ¿no? Pero no hubo tiempo. En cambio, ella aceptó el regalo inesperado con tanta gracia como pudo reunir. Hacía unos segundos, Kellie se había sentido como si una nube oscura la había mantenido en sus garras durante tanto tiempo que estaba lloviendo sobre ella otra vez. Pero ahora...

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"Gracias", dijo con sinceridad, tirando de Lorna en un rápido abrazo y dando a su espalda una palmada un poco torpe, muy consciente de que el cuerpo de Lorna se había endurecido con el contacto. Lorna dio un paso atrás y le hizo un gesto hacia adelante. "Vete. ¿Y, Princesa?" Kellie corrió para alcanzar a la parte de atrás de la línea. "¿Sí?", preguntó. "Si tu abogado te habla sucio, mantenlo para ti misma, ¿de acuerdo?" Kellie sonrió. Su abogado tenía setenta y cinco años de edad, calvo como una bola blanca, y estaba bastante segura que tenía un pene, algo que lo descalificaba para todas las cosas románticas o sexuales en el libro de Kellie. "De ninguna manera", respondió ella mientras caminaba hacia atrás. "Voy a compartir cada detalle escabroso para que pueda devolverte tu dinero". Desde los extremos opuestos de la sala, sus ojos se encontraron y los rostros de ambas mujeres se relajaron en sonrisas. El corazón de Kellie revoloteó. Algo estaba sucediendo.

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Capítulo 4 Un mes después…

"¿Por qué todo el mundo está apurado?" La mirada de Kellie revoloteaba alrededor de la cafetería. "¿Están todas de camino a vomitar?" Ella dio un paso a un lado como dos mujeres corrieron más allá de las puertas de la cafetería. Haciendo su mejor esfuerzo para no vomitar, ella apartó el plato. La habitación tenuemente iluminada fue pintada de color rosa monótono y casi tan deprimente como las comidas que se servían allí. Sólo tenían quince minutos para comer y si los guardias las oían pronunciar una sola frase, ellos podían sacarlas de la habitación. Si hablaban, eso significaba que habían terminado de comer. Los ojos de Lorna brillaron. "¿No te gusta la carne salteada sobre una tostada?" Ella se levantó y tomó su bandeja. Había renunciado desde hace tiempo a disfrutar del sabor de la comida y ahora comía cada bocado por puro hábito. Se habían ido incluso sus legumbres y gelatina de frutilla. Kellie se estremeció y dejó caer su tenedor en la enorme piscina de salsa de color marrón-gris que cubría un montón de algo más que era de color marrón. "No pude dejar de notar que no la llamaste bife en pedazos en pan tostado, lo que sería desagradable en sí mismo". Lorna le dio Kellie una mirada de reojo, como se presentaron en la parte posterior de una línea para colocar las bandejas en una cinta transportadora. "Tienes que comer". Un paso adelante. "Estás adelgazando demasiado". Kellie le dio a sus jeans un tirón rápido hacia arriba. Estaban seriamente caídos. "La comida y yo no llegamos a un acuerdo todavía". Entonces se dio cuenta del surco en la frente de Lorna y añadió rápidamente, "pero me siento un poco mejor". Y lo estaba. Su piel estaba todavía inusualmente pálida, y ella estaba teniendo problemas para dormir por las noches, pero después de casi un mes en este lugar, sus calambres estomacales estaban finalmente desapareciendo. Por desgracia, habían sido reemplazados por una sed persistente que era casi más de lo que podía soportar. Apenas había puesto su bandeja hacia abajo cuando Lorna tiró de su brazo. "¡Apúrate!" "¿Por qué estamos apu--? ¡Hey!" Ella se tambaleó un paso como Lorna la tironeó un poco más fuerte.

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"Podremos salir a la calle hoy". Pasaron en torno a dos mujeres mayores que le dieron a Lorna un guiño respetuoso a su paso. "¡La primera vez desde antes de Acción de Gracias!", dijo, con la voz llena de emoción juvenil. "No podemos salir a la calle. Nos congelaremos. ¡Todavía hay nieve en el suelo!" Kellie puso una mano en la fina sudadera de color azul marino, idéntica a la que Lorna llevaba. "No importa". Ellas se quedaron al final de una línea que serpenteaba alrededor de una esquina ciega. "El calendario y el director nos dicen cuando saldremos a la calle. No la madre naturaleza". Rebotó hacia arriba y abajo un poco, mirando por encima del hombro a la mujer frente a ella. Kellie sonrió. "Estas muy excitada, ¿verdad?" "¿Cómo lo sabes?" dijo Lorna inexpresiva. Kellie arrastró los pies hacia adelante varios pasos, con su sonrisa estirando los músculos que se sentían profundamente fuera de uso. "No lo puedo imaginar". Lorna sonrió y movió las cejas y Kellie fue golpeada por lo atractiva que era. Ni perra, ni tramposa, ni bonita en una especie de página central, no era el tipo de mujer por la que Kellie estaría generalmente atraída en absoluto. En estudio de sus contradicciones, había algo extrañamente convincente sobre Lorna que era a la vez inquieta y segura al mismo tiempo. Y luego estaba su sonrisa... Podía, alternativamente, hacer que las rodillas de Kellie se pusieran débiles con su esplendor y su corazón doliera por tristeza. Kellie se rió cálidamente ante el entusiasmo rampante de Lorna. "Eres ardiente", murmuró, con una nota de sorpresa y agradecimiento pasando levemente. Luego el color repentinamente desapareció del rostro de Kellie tan rápidamente que se sintió un poco mareada. Jesucristo, ¿dije eso en voz alta? Lorna gimió. "Duh". "¿Duh?" Kellie repitió, aturdida. Ellas avanzaron un paso más. "¿Así que estás de acuerdo?" Lorna le dirigió una mirada divertida. "¿Por qué no habría de hacerlo? Es cierto". "Bien..." Kellie frunció el ceño. "Lo es. Pero…" ¿Cuán presumida es ella? "Simplemente no en la cama". Los pies de Kellie se congelaron y su boca se abrió. "¿Qué?", dijo ella un poco más fuerte de lo que había querido.

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"Yo dije, no soy ardiente en la cama", Lorna repitió lentamente, como si Kellie fuera una niña sorda. "¿No?", dijo Kellie débilmente, disgustada consigo misma por estar vagamente decepcionada. "Eso es realmente más de lo que quería saber". "Oye, ¿qué te pasa?" Lorna le dio un codazo en el estómago. "¿Esa carne en pedazos te derritió el cerebro o algo así?" Kellie negó con la cabeza un poco. "Estoy sorprendida de escuchar que estás de acuerdo, eso es todo". Ella dejó escapar un suspiro poco malhumorado. "La mayoría de las personas no son tan francas". ¡O arrogantes! "Bueno, la mayoría de las personas no duermen en una celda de hormigón con la temperatura girada en casi nada. ¡Si lo hicieran, estarían usando medias en a la cama también!" Lorna se defendió acaloradamente. Kellie se limitó a mirarla. La frente de Lorna se arrugó. "Eres muy rara a veces, ¿lo sabías?" Ramona7, la mujer de la celda de al lado, estaba de pie directamente detrás de la pareja y comenzó a reírse, causando que Kellie se girara y burlara en general. "Hey, Ramona". Lorna levantó la barbilla hacia Ramona y le dio un saludo de desconcertante, pero agradable. "Ya que de repente estás obsesionada con la temperatura, Kellie, pensé que te gustaría saber que no te vas a congelar". Luego señaló hacia el frente de la fila que se estaba moviendo demasiado despacio para su gusto. "¡Dense prisa ya, vaquillonas! ¡Todas ustedes usan tamaño doble XL!" Un coro de risas mezcladas con algunos insultos ahogados resonó en el pasillo. Pero la fila comenzó a moverse un poco más rápido. Doblaron una esquina y Kellie estaba de pie delante de una mesa con Chul y Roscoe. Aburrido, Roscoe le lanzó una ligera chaqueta de polyester. Era hinchada y tenía algunas manchas y lágrimas toscamente cosidas, pero olía a jabón de lavanda. "Siguiente", Roscoe gritó con voz ronca, mirando a la derecha sobre la cabeza de Lorna. Lorna dejó escapar un suspiro de alivio. "Vamos", instó a Kellie. "Ahora". "Ella necesita un abrigo también", dijo Kellie, incapaz de mantener la irritación en su voz. Estaba empezando a odiar a ese hombre.

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Nota: ¡Una latina que no es María! ¡Iupí!

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Roscoe sonrió, mostrando los dientes manchados de tabaco. "¿En serio?" "Sí". "No, no lo necesito", Lorna rápidamente añadió, tirando de la manga de Kellie. "Vámonos." "No, Mally, ella tiene razón". Roscoe se levantó y su gran barriga empujó el montón de abrigos adelante varios centímetros. "Podrías demandarme si te resfrías. No me gustaría que te enfermaras". Su voz destilaba sarcasmo. "Oh, hombre". Chul se frotó las sienes y parecía que quería aporrear a Roscoe. "¡No otra vez! Aquí…" Tomó una chaqueta para dársela a Lorna. "No", Roscoe gruñó, sosteniendo la mano de Chul. Lorna hizo todo lo posible para mantener sus emociones bajo control. Ella estaba perdiendo un tiempo precioso en exterior. "Large". Roscoe le entregó Ramona una chaqueta como si Lorna ni siquiera estuviera allí. "Siguiente". "Dije, large", Lorna entre dientes, añadiendo un renuente, "Por favor", al final. En un explosivo movimiento violento, Roscoe empujó una chaqueta en sus manos y la empujó hacia adelante con todas sus fuerzas. "¡Dije siguiente, Mally! ¡Saca tu culo fuera!" Lorna se agitó hacia delante, con su brazos moviéndose, casi cayendo de bruces cuando Kellie la atrapó. Ella se dio la vuelta para hacer frente a Roscoe, su pecho subía y bajaba rápidamente. Los ojos de Chul crecieron y murmuró: "Oh, mierda". "No", dijo Kellie rápidamente, agarrando la remera de Lorna y haciendo todo lo posible para tirarla hacia la puerta. Podía sentir las oleadas de ira vertiéndose como agua cayendo en una cascada. "Quiero ir afuera". Y esto está fuera de control. Su pulso comenzó a martillear como cada reclusa al final contuvo la respiración para ver qué iba a suceder. "Por favor, Lorna". Kellie se preguntó si aquí, delante de tantos otros, Lorna estaría dispuesta, o incluso podría ceder y dejar que se saliera con la suya. Las miradas de Roscoe y Lorna se cruzaron aceradas y frías. Pero después de varios segundos de tensión, Lorna permitió que Kellie la llevara lejos.

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"Idiota", murmuró sombríamente, mirando sobre su hombro una última vez como Roscoe se echó a reír. "¡Ungh!" "No dejes que te afecte", dijo Kellie en lo que esperaba fuera una voz más suave que la aterrorizada. "Tienes un abrigo, ¿no? Vamos". Se puso en movimiento, poniendo distancia entre Lorna y Roscoe lo más rápido que pudo. "Creo que incluso está soleado en el exterior". Y por primera vez, Kellie abrió las grandes puertas de metal que conducían al patio de la prisión. Una ráfaga de aire frío y fresco teñida con el aroma de los pinos y el agua les dio la bienvenida. Uno de los lados del patio se enfrentaba el ala de máxima seguridad, una cerca de al menos cuatro metros y medio de altura, enrollada anillo tras anillo de alambre de púas filoso separaba los dos mundos. Los lados restantes del patio lindaban a los campos de hojas perennes junto con los primeros indicios de hierba de primavera comenzando a mostrarse a través de las pequeñas manchas de nieve blanco cegador. Y más allá de todo, penetrando un cielo azul cobalto, estaban las montañas. Kellie se había enterado de que el patio era uno de los lugares más peligrosos de la cárcel. Los grupos de mujeres, la mayoría divididas por color o raza, se agrupaban alrededor de varios tablones o en el equipo recreativo. Kellie respiró hondo y gimió de placer inesperado ante la explosión de la luz y derroche de color que hace su estrabismo y la sonrisa. "¡Dios, no recordaba que se sentía tan bien estar fuera!" "Lo sé", Lorna acordó suavemente. Y lo hacía de una manera que pocas personas podían, Kellie se dio cuenta. Sus zapatillas crujieron sobre la grava mientras entraban más en la construcción y Kellie se colocó su abrigo, agradecida por la escasa protección contra la brisa fresca. Ella inclinó la cabeza hacia el sol, y permitió que sus rayos se absorbieran en su rostro. "Lorna, esto es tan…" Cuando miró a la otra mujer, tuvo que poner su mano sobre su boca para no reírse fuertemente. Unos buenos quince centímetros de los brazos de Lorna estaban colgando de una chaqueta al menos dos talles más pequeños. Tan pequeña, de hecho, que no podía cerrar la cremallera. "¡Ese imbécil de Roscoe me da un tamaño adicional más chico cada año!" Ella se quejó, dando a Kellie una mirada patética.

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Kellie mantuvo su mano plantada firmemente en su lugar y se dijo a sí misma que Lorna no parecía graciosa. "Pero si me pongo más ropa que esto", Lorna tiró de la sudadera que estaba en capas sobre una remera blanca, "me cocino toda la mañana". "¿Qué sucede entre tú y Roscoe?" La nariz de Kellie ya empezaba a gotear por el aire frío y ella olisqueó un par de veces. "No parece que ame nada más que molestarte". La mirada de Lorna se dejó caer a sus zapatillas. "Roscoe y yo podemos remontarnos atrás". La curiosidad de Kellie se despertó y se movió un poco en previsión de aprender algo nuevo. "¿Remontarse dónde?" Lorna hizo un gesto hacia el patio de máxima seguridad. "Todo el mundo tiene cosas en su pasado de las que no quiere hablar". Ella miró hacia Kellie. "¿No?" La intensidad en los ojos de Lorna dejó a Kellie sintiéndose un poco fuera de balance. "Yo… yo... Por supuesto". Lorna se relajó un poco. "No iba a golpear Roscoe, ni nada. A pesar de lo que se podría pensar, no estoy loca". Kellie le dio una mirada cautelosa y con gracia permitió que Lorna cambiara de tema. Por ahora. "Sé que no te conozco muy bien, pero me pareció como si estuvieras a punto de explotar como una ojiva nuclear". Lorna esbozó una pequeña sonrisa. "Mientras que eso es siempre una posibilidad, es más probable que le hubiera gritado y terminado en el hoyo durante un par de días". "¿Días?" Kellie sabía que los guardias tenían que mantener el orden, pero días de confinamiento en solitario sólo por gritar le parecían un poco excesivos. Lorna asintió lentamente y envolvió sus brazos alrededor suyo, metiendo las manos bajo sus axilas. Inconscientemente, ella se movió un poco más cerca de Kellie. "¡Estás temblando!" Kellie quería envolver a esta mujer en su abrigo y acurrucarse más cerca de ella. Una sensación de calor presionó a través suyo ante la sola idea. Whoa. "¿No puedes volver a entrar y conseguir una chaqueta que te ajuste? Roscoe ya ha hecho su broma". A continuación, el último grupo de internas, seguido por Chul y Roscoe, salió del edificio. Chul cerró la puerta detrás de él. "Olvídalo", dijo con desaliento.

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Lorna aspiró una gran bocanada de aire y sonrió a pesar de que ella parecía ridícula y ya era miserablemente frío. "Está bien". Su voz era firme. "Voy a hacer lo que hago todos los años". "¿Qué es eso?" "Ojalá que un rayo golpease a ese bastardo de Roscoe directamente entre los ojos". "No creo que eso sea un deseo válido, pero..." Kellie inclinó la cabeza hacia atrás y contempló el cielo azul claro. "No es probable que se haga realidad". "Entonces voy a tener que conformarme con jugar a la pelota". Lorna hizo un gesto hacia una cancha de baloncesto con diez mujeres ansiosas agrupándose en torno a una mujer que lanzaba al aire en una pelota de baloncesto. Las otras presos ya se habían desplegaron a diferentes partes del jardín que tenía una dispersión de mesas de picnic de madera, una pequeña pista de tierra, algunas barras para levantar, y una cancha de voleibol sorprendentemente bien conservada que se fue llenando rápidamente. "¿Juegas? Un poco de ejercicio probablemente te hará bien". El ojo de Kellie captó las montañas a la distancia. Ella nunca había sido una persona del aire libre, nunca había acampado y rara vez visitaba el parque en la ciudad. Pero repentinamente, la cerca de púas entre ella y los árboles le daba ganas de echarse a llorar. Ella quería estar allí. Quería estar en cualquier lugar salvo aquí. Kellie se inclinó ante la sensación en su cintura, como si alguien le hubiera dado un puñetazo en el estómago. Lorna tocó suavemente el brazo. "¿Kellie?" Con esfuerzo, Kellie hizo a un lado el dolor en el pecho y se enderezó. "Lo siento. Apesto en todas las cosas deportivas". Los vellos de la nuca de su cuello repentinamente se levantaron y su mirada viajó por todo el patio. Las otras internas e incluso los guardias las estaban viendo. "¿Qué están haciendo?", le dijo en voz baja, sintiéndose como un escarabajo en un microscopio. Lorna saltó arriba y abajo varias veces para bombear algo sangre caliente a través de sus piernas. "Creo que nos están mirando para ver si voy a hacer algo sobre la forma en que me arrastraste lejos de Roscoe y para ver si me quedo con tu chaqueta". Ella frunció el ceño. "Idiotas". Kellie parpadeó un par de veces. "¿Están esperando qué?" ¿Lorna en realidad le había hecho eso a otra persona? "¿Por qué harías…?"

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"No es tan difícil de entender, Kellie", dijo Lorna con paciencia mientras se metió las manos en los bolsillos de los jeans. "Haz como que somos perros. Soy alfa. Eso significa que tengo el mayor trozo de carne. Y, tú como no-alfa, obtienes la basura". Ella abrió los brazos e indicó su abrigo de tamaño infantil. "Y esto es basura". Parte de Kellie tenía ganas de reír por la cara de Lorna. ¡Ella no tomaba las sobras de nadie! Y, sin embargo, una gran parte se dio cuenta que Lorna estaba muy seria y que los papeles que estaban jugando aquí, ya alineados o no con la forma en que se sentía en su interior, no eran un juego. "No debería haber tratado de alejarte de Roscoe", dijo en voz baja. "Por favor, no te disculpes". Los labios Lorna se tensaron. "Me alegro de que no quisieras verme hacer algo estúpido. Es..." Ella hizo una pausa, buscando las palabras exactas. "Bueno, ha pasado mucho tiempo desde que a alguien le importara lo que me sucede". "Lorna, me importas". Y era la verdad. A pesar de que había tenido poca experiencia valiosa con amigos, Lorna parecía que sería una buena idea, y la consecuencia inesperada fue que la hizo querer ser buena de vuelta. "Escucha", Kellie comenzó tímidamente, con la esperanza que no hubiera leído completamente mal a su compañera de celda. Pero era difícil no sentirse conectada a una persona que había sostenido su cabello fuera mientras vomitaba sus tripas y no se apartó cuando se sentía de lo peor. Dios, ella deseaba Lorna fuera gay. "Sé que necesito más ayuda que otros, pero eso no significa que no podemos ayudarnos mutuamente. Creo que en este lugar es bueno que alguien mire tu espalda, ¿no?" La sonrisa de Lorna se estiró su rostro y arrugó la piel alrededor de los ojos azules del color del océano al atardecer. "Absolutamente". Por un segundo, Kellie estuvo estupefacta, no tanto por lo que Lorna había dicho, sino por el aumento de la reacción de su corazón de hacer a esta mujer feliz, aunque sólo fuera por un instante. Esto era algo nuevo y no estaba segura de sí era desconcertante o maravilloso. Sacudiéndose un poco, enderezó los hombros y dio el siguiente paso, lo que significaba tragarse su orgullo. Tardó más de un trago, pero finalmente puso sus manos en la cremallera de su propia chaqueta. "Puedes tomar mi abrigo". "No". La mano de Lorna salió disparada para detenerla. "Sólo por el hecho que los otros piensen que lo haré o que debería hacer eso, no tienes que hacerlo". Ella apretó la mano de Kellie gentilmente y la miró bajo las pestañas gruesas, con la incertidumbre escrita por toda su cara. "¿Está bien?" 55

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Una ráfaga de viento sopló un mechón de cabello de Kellie a su cara y de repente, Lorna se acercó con la otra mano y suavemente lo metió detrás de la oreja de Kellie. Las yemas de los dedos calientes rozaron su oreja fría y Kellie jadeó un poco ante el gesto inesperadamente íntimo. Lorna dejó caer lentamente la mano. Kellie estudió su rostro, pero la cara de Lorna estaba cerrada. Ella seguía siendo un enigma. Lorna metió las manos en el bolsillo y se encogió de hombros. "Creo que voy a jugar a la pe… pelota. Sólo tenemos cuarenta y cinco minutos más". Pero ella no se movió. Kellie realmente no quería estar sola, pero ni siquiera podía atrapar una pelota de baloncesto y Lorna estaba obviamente deseando ir. Esta es tu vida ahora. No puedes pegarte a ella como una lapa a cada segundo o ella va a enloquecer y zanja. Entonces, ¿dónde estarás? "Diviértete". Ella hizo todo lo posible para sonreír tranquilizadoramente. "Voy a caminar por la pista y estirar las piernas". Lorna exhaló, visiblemente aliviado. "Genial", dijo ella, todavía un poco torpe. "Sé que esto va a sonar racista, pero mantente alejada de las mujeres negras". Plumas del cuello de Kellie subieron. "Pero--" Lorna levantó una mano. "No te conocen. Y eso significa que no confían en ti. Eso podría cambiar con el tiempo, pero por ahora, respétalas y mantente alejada de ellas". Las cejas de Kellie levantaron brevemente. "¿Es respetuoso ignorarlas por completo?" Luciendo entre divertida y preocupada, le dijo Lorna: "De verdad estás tan verde como un arbolito, ¿no es así? Permíteme darte las reglas Fisher-Price de la relaciones del patio de la prisión". Kellie entornó sus ojos, pero la escuchó. "No las mires. No te sientes en esos bancos". Hizo un gesto. "Ni siquiera camines cerca de ellas. Esos son los suyos. No entables una conversación con Janelle. Ella es la flaca, pequeña afro con un tatuaje en su cuello. Ella es su líder". Kellie arrugó la cara. "¿La que tiene el tatuaje de una araña en red? Grotesco. La recuerdo de la cafetería". Lorna asintió con aprobación. "Bien. Estás prestando atención. Janelle en realidad es bastante agradable, pero no hables con ella a menos que ella te hable primero". La esquina de su boca se curvó. "Los malos modales se reflejarían mal en mí y entonces me vería obligada a disciplinarte".

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Los ojos de Kellie se estrecharon, pero Lorna simplemente miraba hacia la derecha de nuevo. "No pienses que no lo haría, Princesa". Kellie levantó las manos en el aire. "Bien". "Las reclusas negras no están de pie juntas por coincidencia, ya sabes. Hay poder en lo numeroso". "¿Son una pandilla?" La mirada cautelosa de Kellie se deslizó hacia un lado. Nunca había visto a todas las mujeres del ala de mediana seguridad de Blue Ridge a la vez. Incluso en la cafetería comían por turnos, con base a sus asignaciones de celdas y de trabajo. Pero ahora que las había visto como un gran grupo, ella se estremeció ligeramente, deseando no haberlo hecho. "¿Ellas? Nah. Sólo se agrupan. Las bandas negras son más comunes en el norte del estado, en las instalaciones de los hombres. Lo mismo con los mexicanos. No, es que las mujeres por los bancos de pesas sean insignificantes aspirantes a miembros de pandillas". Los labios de Lorna se achicaron. "Son putas que no paran de buscar problemas. Ellas controlan la mayor parte del comercio ilegal que pasa aquí y en máxima seguridad". Su voz bajó una octava. "Mantente alejada de ellas también, Kellie. Lo digo en serio". Kellie se giró para ver a un grupo de mujeres blancas que estaban acurrucadas juntas. Un escalofrío le recorrió la espalda, instalándose fría y duramente en la boca de su estómago. Katrina era una de ellas. Pero incluso mientras Lorna le estaba diciendo que se mantenga alejada de Katrina, podía ver que había algún tipo de conexión entre su compañera de celda y la mujer rubia. El ambiente que despedían era algo parecido a una familia disfuncional. Lorna y Katrina se despreciaban claramente entre sí. Pero eso no cambia el hecho que un hilo delgado, pero muy real, parecía atarlas juntas. Horripilante. "No tienes que decírmelo dos veces. Ellas ni siquiera sabrán que estoy aquí. ¿Podré al menos caminar la pista?" "Si hay mujeres que se han emparejado, están caminando a lo largo del perímetro manteniendo un ojo en los guardias, ten cuidado. Eso es una señal de que van a crear problemas a alguien dándole caramelos blandos". Kellie le dio una mirada en blanco. "Ese es un argot de prisión para cualquier golpe o dos de una paliza", le explicó Lorna.

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"Hey". Kellie secretamente hizo un gesto hacia una mujer que estaba de pie tan cerca como cualquier preso se atrevía de la valla que separaba máxima y mínima seguridad. "¿Qué está haciendo?" "Señas". Kellie frunció el ceño. Tenía un primo que era sordo y lo había visto hablar con las manos cuando eran niños, pero estos movimientos exageradamente torpes no parecían ser familiares en absoluto. "Eso no es lenguaje de señas". "Claro que lo es. Es que no es cualquier idioma que verás en el mundo exterior. ¿Ves?" Lorna levantó la barbilla en dirección del patio de ejercicios de máxima seguridad. "Es la forma en que ella habla con la pequeña chica en el banco de allí". Kellie siguió la mirada de Lorna hacia una rubia lavada tan delgada que parecía que el viento podría soplarla a lo lejos. Ella observó los gestos del par señalando con entusiasmo hasta que un guardia corrió hacia la mujer en el patio de enfrente y la arrastró dentro de la prisión por la piel del cuello. "¿Qué estaban diciendo?", se preguntó en voz alta. Hubo una larga pausa. Kellie se volvió. "¿Lorna?" Lorna apartó la mirada de la mujer abatida que estaba trotando lejos de la valla como si, por alguna razón, no quisiera decirle a Kellie. Parecía... de alguna manera privado, a pesar de que ella y cualquier otra reclusa que no fuera ducha sabría lo que estaba pasando. "¿Estaban haciendo un negocio de drogas o algo así?" Habrían violado claramente alguna regla al hablarse la una a la otra. Lorna suspiró. "Te amo". Su mirada se desplazó a Kellie. "Eso es lo que se decían la una a la otra". Inexplicablemente, Kellie sintió un nudo en la garganta. "Oh". Lorna trotando a la cancha, con el choque de manos de algunas de las mujeres mientras entraba en escena. Una mujer alta que estaba rebotando la pelota fue hacia Lorna. "¿Podría esa puta estar de pie más cerca?" Kellie murmuró, de repente mal humor. Las internas se dividieron en equipos sin decir una palabra y Kellie decidió que debían haber jugado juntas muchas, muchas veces.

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"Está bien, a la pista". Ella comenzó a alejarse, haciendo todo lo posible para mantener la cabeza en alto y no apartar la mirada de las otras reclusas que pasaban. No demuestres que tienes miedo, Lorna le había dicho en sólo su segundo día en el Blue Ridge. Incluso cuando te estés cayendo a pedazos en el interior, sé fuerte en el exterior. La pista estaba un poco accidentada, pero ella tenía razón, estirar las piernas se sentía bien. Estaba a mitad de camino alrededor de la segunda vuelta cuando escuchó que la llamaban por su nombre. "Hey, chica... Kellie, espera". Ramona fue trotando a su lado. Ramona era pequeña, tal vez un metro sesenta y cuarenta y cinco kilos libras empapados de sudor. Pero ella era pequeña como Lorna, tenía una presencia que desmentía su tamaño. Su cabello rizado estaba estilizado en un nudo que Kellie consideró poco menos que una tragedia; pero su cara redonda era abierta y amable y sus labios carnosos estaban casi siempre curvados en una sonrisa. "Es un bello pero frío día para estar fuera, ¿no?" Su acento mexicano era tan fuerte y picante como la salsa, pero después de años de la contratar trabajadores del sur de la frontera, Kellie no era demasiado mala en descifrar el Spanglish que era tan común en Blue Ridge. Kellie inclinó la cabeza hacia atrás, sintiendo el sol en su rostro de nuevo. Sé amable, se advirtió. ¿Y qué si no tienen nada en común? Por lo menos alguien te está hablando, ella no se ve como si quisiera lastimarte. "Es genial". Ramona pareció relajarse un poco. "¿Cómo va?" "Bien", Kellie se permitió a escondidas dar un vistazo rápido a través del patio y de la cancha de baloncesto, justo a tiempo para ver a Lorna fallaba un disparo desde la línea de tiros libres. Ramona se subió el cuello de su chaqueta. "A pesar de que estás justo en la puerta de al lado, no te veo demasiado. ¿Has estado aquí qué, unas semanas ya?" Kellie sabía exactamente cuántos días, cuántas horas, y si ella chequeaba su reloj, el número de minutos que había estado en este lugar. Pero dudaba que Ramona quisiera mucho detalle. "Es correcto". Ramona miró a los círculos oscuros bajo los ojos de Kellie con amistosa preocupación. "No te escucho vomitar más a la noche. ¿Estás haciéndolo un poco mejor, sí?" Avergonzada, se apretó el estómago de Kellie. "¿Has oído eso?"

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Ramona hizo un sonido suave cacareo. "No eres la primera mujer en desintoxicación aquí, chica. No hagas como que te esconderás debajo de una roca. Deberías haberme visto mi primera vez aquí". Había sido entrenada para no entrometerse, pero ella no fue quien sacó el tema. Así que... "¿Has estado aquí más de una vez?" "Sí. Esta es mi segunda vez. Hace un año dentro del níquel". Le dio a Kellie una mirada triste. "Mi libertad condicional no fue tan buena, ¿sabes?" Kellie no lo sabía, pero ella asintió educadamente de todos modos. "Entonces, ¿cómo es que la estás pasando realmente?" Incapaz de contenerse, Kellie levantó las manos en el aire. "¿Cómo diablos crees? Esta es la cárcel... Pri-sol... ¡es terrible! ¡Apesta!" Ramona soltó una gran carcajada que estaba fuera de toda proporción con su tamaño diminuto. Y después de un arrebato de mal humor o dos, Kellie se unió. "Por supuesto que apesta", dijo Ramona. "¿Cómo te pareció que sería? Esto no es un... umm... ¿Cómo se dice? ¿Prisión Country Club?" Kellie comenzó su tercera vuelta y sus ojos fueron atraídos a la fila tras fila de alambre de púas de aspecto maligno. "No. No lo es". "Pero podría ser peor", Ramona le recordó como ella corrió a su lado. "Podrías estar solo y ser parte de la familia de Lorna". Se mordió el labio inferior, quedando pensativa durante unos segundos antes de añadir: "Ha estado sola demasiado tiempo. Por lo menos yo recibo cartas y visitas de mi Eduardo y mis hijos. Ella no tiene a nadie. Pero ahora ambas tienen a alguien. Son ambas unas afortunadas8". Al parecer el español de Kellie no era tan bueno como ella pensaba9. Pero se las arregló para atrapar unas cuantas palabras. "¿Somos suertudas?" Ramona le dio una palmada en la espalda al pasar un par de caminar muy lento, las mujeres mayores. "¡Sí! Es bueno que compartas la cama de Lorna. Ella tiene mucho respeto". "Nosotras no..." Kellie se detuvo, ante la decisión de dejar que los demás piensen lo que quieran. Cuanto más cerca creyeran que estaba de Lorna, mejor. "Tienes razón. Sería mucho peor estar sola".

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Nota: en realidad dice, y cito textual: “Usted es ambas mujeres afortunadas”. Ajá, los odio a todos. Nota: ¿No me digas? ¡De dos no hacemos una, chicas!

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Complacida, Ramona asintió. "He conocido a Lorna desde que ella vino de máxima. Incluso en ese entonces era buena conmigo. Hoy vi cómo trataste de protegerla de ese cabrón de Roscoe. Lo hiciste bien. Es agradable verla feliz". "¿Crees que Lorna es feliz?", preguntó Kellie, sabiendo que sonaba sorprendida. ¿Quién realmente podría ser feliz aquí? "¡Claro! Esta es la segunda gran diferencia en su vida aquí". Kellie desaceleró de manera que su zancada más larga se unía a la de Ramona. "¿Qué quieres decir? ¿Y cuál fue la primera?" "Nuh uh". Ramona movió su dedo. "La primera es su historia que contar. Pero eres la segunda. La vi hablando contigo". Ella se encogió de hombros. "Lorna y yo, nos decimos hola, a veces terminamos en el mismo turno de limpieza del baño, y a veces ella me pregunta sobre mis hijos y esposo. Pero nunca he visto a nadie que hable con ella por más de un minuto o dos. Es amable, pero..." Hizo un movimiento en sus labios como si ella los estuviera cerrando y lanzando la llave. "Mmm. ¿Tal vez no tiene mucho que decir?" "Tal vez", Ramona se permitió dubitativa. "O tal vez no ha encontrado a la persona adecuada con quien hablar". Entonces sus grandes ojos oscuros comenzaron abrirse con alarma. "¡Mierda!" El corazón de Kellie comenzó a latir con fuerza. "¿Qué?" "Hola". La voz helada provino detrás de Kellie y envió un escalofrío por su espalda. "¿Qué estás haciendo tan lejos de tu protectora?" Katrina, que llevaba un abrigo de cuero suave y una bufanda, rodeada por mujeres, con su pandilla de amigas flanqueándola. Ella le sonrió a Kellie. "Será mejor que salgas de aquí", Ramona añadió con valentía, con su mirada parpadeando hacia la cancha de baloncesto en el extremo opuesto del patio. "A Lorna no le gustará que estés con su mujer". "¡Me importa una mierda lo que a Mally le guste o no!" Katrina dijo entre dientes, con su cara retorciéndose de furia repentina. "Y ella no es su mujer". Ella dio Kellie una mirada condescendiente. "Mally no te gusta de esa forma, ¿verdad?" Kellie solo quería apartarse de sus ojos. "Shoo", Katrina hizo un movimiento espantando a Ramona quien se reunió con los ojos preocupados de Kellie por una fracción de segundo antes de girarse y lanzarse como una bala fuera del cañón. "Ustedes también", instruyó a su pandilla, que se quejó sobre caminar al otro lado de la pista para nada, pero obedecieron casi tan rápido como 61

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Ramona. "Kellie y yo tenemos asuntos privados que atender". Ella extendió la mano y pasó los dedos por la piel suave en la mejilla de Kellie. "¿No?" Kellie golpeó la fuerte mano lejos. Oh Dios. ¿Dónde está Lorna? ¿O los guardias? "¡Quita tus inmundas manos de mí!" "Tsk. No voy a lastimarte". La voz de Katrina era suave como la seda. "Empezamos con el pie equivocado antes. Las cosas pueden ser diferentes ahora. Deberías saber, Holloway, que soy algo más que una prisionera promedio". "¿Lo eres?" "¡Absolutamente! Te puedo decir que eres un buscavidas que hará lo que sea necesario para ganar". Ella señaló con el pulgar en su propio pecho. "Esto es lo necesitas para tener éxito aquí. Yo soy así también. Codearse es el nombre del juego. Los buenos chicos salen fuera del camino". Su rostro era serio. "De hecho, sueño con las cosas que puedo hacer aquí, sobre todo contigo a mi lado". Kellie la miró como si estuviera loca. "¿Se supone que debo creer esa mierda?" Katrina sonrió con aire de culpabilidad como una niña pequeña que estaba tratando de salir de problemas por ser linda. "Haría las cosas mucho más fáciles para ti si lo hicieras". El estómago de Kellie se revolvió ante la idea de pasar un minuto más en la presencia de esta vil mujer. "Aléjate de mí antes que llame a los guardias". Katrina se rió. "¿Mi buen amigo Roscoe?" Ella dio un paso más cerca de Kellie. "Le gusta ver, ya sabes. Aquí te coges a los guardias u a otra reclusa. Y no te he visto con los guardias... Estoy segura que no le importaría que lo llamara a mi celda una noche mientras me estás visitando". Kellie giró su nariz. "Preferiría morir". Katrina frunció los labios. "No se necesita nada tan dramático como eso. Pero", ella se encogió de hombros, "no importa. Vendrás con el tiempo". Estudió el rostro de Kellie por unos segundos. "Y sólo para demostrarte que no hay resentimientos entre nosotras, tengo un regalo que me gustaría darte". "Ya intentaste darme tu regalo, ¿recuerdas?" Cada palabra fue teñida de pura repulsión. "Y no lo quise entonces tampoco" Ella trató de avanzar, pero Katrina bloqueó su camino una vez más, deleitándose con claridad ante el aumento de la angustia de Kellie. Katrina movió su dedo índice hacia Kellie. "Este es un regalo diferente. Y no has oído lo que es todavía". 62

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A pesar de su miedo, Kellie fue directo a la cara de la mujer más alta. "No quiero nada de ti. ¿Cuántas veces tengo que aclarar eso?" "¿Ni siquiera un trago?" Katrina la tentó dulcemente. "Sin costo para ti". Ella le guiñó un ojo. "Por los viejos tiempos". Kellie palideció. "Te imaginé una dama del escocés. ¿Estaba en lo correcto?" Su voz dejó en claro que ella estaba segura. "Tengo un poco en mi celda. Y no son cosas baratas tampoco. Se trata de malta pu…". La lengua de Katrina serpenteó y lentamente se lamió los labios, como si acabara de tomar un trago satisfactoriamente largo. Las rodillas de Kellie sentían débiles. "Es tan rico y suave. ¿Recuerdas la cálida sensación en tu boca y el puro placer cuando se desliza en tu garganta, recostándose en tu estómago y luego se filtra en tu sangre?" Cada célula en el cuerpo de Kellie gritó: ¡Sí! Sin su permiso, su boca comenzó a hacerse agua. "Yo… yo…" Cerró los ojos y se giró. Dios. Valdría la pena. ¿Cuánto podría lastimar un trago? No voy a perder el control de nuevo. "Yo no... Yo no lo quiero". Pero ella ni siquiera sonaba convincente a sus propios oídos. Katrina la miró con una expresión de conocerla y con una mano tierna, levantó la barbilla temblorosa de Kellie. "Sí, lo haces", dijo suavemente. "Entiendo lo que necesitas. Lo puedo ver en tus ojos y yo puedo dártelo". Kellie tragó saliva. "¿Pue… puedes?" "Eso es lo que se me da bien", dijo Katrina, tranquilizadoramente y en calma. "Darle a la gente lo que necesita. Aliviar su sufrimiento". Kellie sacudió su barbilla lejos, haciendo todo lo posible para no dejar escapar que fueran abajo con Katrina aquí y ahora por esa botella. "Está bien", admitió con voz temblorosa: "Yo la quiero". Con los ojos fijos ardiendo sobre Katrina. "La quiero tanto que estoy dispuesta a hacer casi cualquier cosa para conseguirla". Katrina sonrió como un gato de Cheshire, su pelo que agita pálida en la brisa alrededor de su cabeza. "Entonces--" "Casi". La sonrisa comenzó a tambalearse. "Y pasar incluso cinco segundos con una basura sucia como tú no se acerca a calificar". 63

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Ella sonrió al ver la expresión de asombro en el rostro de Katrina. No esperabas eso, ¿verdad, perra? Las manos de Katrina salieron disparadas y agarró los bíceps de Kellie, los dedos fuertes cavando como la tiró casi sobre ella. Kellie dejó escapar un grito silenciado, pero se tranquilizó rápidamente cuando el agarre de Katrina se tensó y se volvió doloroso. Sus puntas de los pies apenas tocaban el suelo y sus cuerpos se estaban tocando a lo largo. Ella podía oler la carne en pedazos en el aliento de Katrina y su estómago dio un vuelco. "¿Crees que estás mejor con Mally?" Katrina espetó con sus ojos brillando salvajemente. Kellie aún no se atrevía a respirar y ardientes lágrimas brotaron antes de que pudiera detenerlas. "¿Lo haces?" Katrina le dio sacudida violenta. "¡Sí!" Kellie chilló entrecortadamente. "Piensa de nuevo". La boca de Katrina estaba tan cerca de Kellie que sus labios casi se tocaban. "Ella es dos veces más mala de lo que yo podría llegar a ser. Estás durmiendo en la madriguera de la serpiente, a centímetros de sus colmillos, ¿y crees que estás a salvo? ¡Eres una maldita idiota! No sabes en lo que te has metido, novata". Kellie levantó la barbilla desafiante. "Sí, lo hago". "¿En serio?" Katrina bajó la voz a un ronroneo malvado. "¿Te dijo que ella es un asesina a sangre fría?" Los ojos de Kellie se agrandaron. Katrina la apretó aún más y Kellie se mordió el labio, no queriendo darle a Katrina la satisfacción de verla llorar. Sus manos se sentían como si se estuvieran siendo pinchadas por millones de diminutas agujas cuando empezaron a entumecerse. "¿Acaso Mally te dijo que le gustaba matar? ¿Cómo sabe la sangre caliente?" "¡Estás mintiendo!" "¿Cómo sintió la sangre deslizándose entre los dedos?" Otra sacudida cruel. "¿Mmm?" "¡No!" Kellie cerró los ojos e inclinó la cabeza hacia atrás, luego la arrojó de golpe hacia delante, con lo que chocó con fuerza contra la frente y la nariz de Katrina. La mujer mayor cayó como un saco de papas y ambas cayeron al suelo, aturdidas. 64

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Kellie siseó de dolor. "¡Dios!" El suelo estaba frío contra su trasero y por unos segundos el mundo le daba vueltas. Con esfuerzo, trató de rodar arriba sobre sus rodillas, pero cedió rápidamente y se conformó con sentarse en el frío de nuevo en su trasero. Su cabeza latía al ritmo de su corazón y ella parpadeó un par de veces, tratando de ver los dos cuerpos que se acercaban rápidamente en el foco. Katrina fue la primera en ponerse en pie. Miró a Kellie con intención mortal, una delgada línea de sangre goteaba de su frente y nariz, que ahora estaba doblada en un ángulo gracioso. Su boca se torció de rabia. "¡Puta! ¡Voy a matarte!" "¿Katrina?" La voz provenía de detrás de ella y como Katrina se dio la vuelta, fue golpeada en el lado de su cabeza con una pelota de baloncesto que viajaba a una velocidad impresionante. La fuerza del golpe la tiró directamente de sus pies y ella cayó de espaldas con un fuerte "¡Uff!" Como el aire escapó de sus pulmones. Entonces cálidas manos ahuecaron las mejillas de Kellie y comenzaron a acariciarla. "¿Estás bien?" Kellie cerró y abrió los ojos un par de veces, oyendo el sonido estridente de silbatos de la policía en el fondo. Se frotó los ojos con el dorso de sus manos que seguían hormigueando. La luz del sol iluminó el cabello de Lorna, poniéndolo de un color otoñal rojizo. Las comisuras de sus labios se curvaron hacia arriba. Oh, qué bonito. "¿Lorna?" Lorna se dejó caer de rodillas directamente en frente de Kellie. "Sí, soy yo". Visiblemente molesta, suavemente pasó las manos por los brazos de Kellie, luego por las piernas, para ver si estaba herida. "Lo siento". Ella sacudió la cabeza con furia. "Esa perra no tenía una navaja o algo así, ¿verdad?" Empujó hacia arriba la chaqueta de Kellie. "No. No hay sangre", balbuceó, tirando abajo la chaqueta. Luego levantó los ojos y vio el huevo de gallina que se formaba en la frente de Kellie. "Mierda". Los hombros de Kellie se hundieron con alivio. "Hombre, me alegro de verte". "No deberías". Lorna estaba echando humo. "Fui a jugar y perdí la noción de todo lo demás. Lo siento mucho". "Está bien. ¿Ganaste?" "¿Qué? ¡No sé!" Ella levantó cuidadosamente la cabeza de Kellie. Rozando suavemente sus dedos sobre un gran chichón que ya estaba de color púrpura e hizo una mueca de simpatía. 65

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Un sonido de lamento fuerte provocó que ambas mujeres mirasen de reojo a Katrina, que estaba hecha una bola en el suelo, con las manos ensangrentadas presionando su frente y nariz. ¿Había estado haciendo ese sonido desde que cayó al suelo? "¿Le diste un topetazo con la cabeza y rompiste su nariz?", preguntó Lorna, con los ojos muy abiertos por la sorpresa. "¡Santa mierda!" Kellie asintió lentamente y se estremeció ante la sensación punzante que la hacía sentir como si su cabeza fuera a explotar. Pero esta vez, cuando ella trató de concentrarse, pudo ver claramente a su compañera de celda y a Ramona, nerviosa de pie justo detrás de ella, pasando de un pie al otro. "Katrina se lo merecía". Los ojos de Lorna se estrecharon peligrosamente. Si las miradas mataran, Katrina estaría tomando su tridente y afilando sus pezuñas y cuernos. "Diablos, sí, se lo merecía. Y más". Katrina fue finalmente capaz de pararse en sus piernas temblorosas al igual que sus amigas se presentaron junto con Chul y un jadeante Roscoe, que parecía como si estuviera a punto de tener un derrame cerebral tras correr por el patio. Aliviada que los guardias le estaban prestando atención a Katrina por el momento, Kellie le preguntó: "Entonces, ¿cuán llena de mierda estoy?" La pregunta sonó muy infantil y Lorna reprimió una sonrisa indulgente. "Semiprofunda. Lo que pasó hoy se extenderá como pólvora y cada prisionera lo sabrá esta noche". Ella tomó las manos de Kellie, frunciendo el ceño ante su frialdad, como las inspeccionó por lesiones. "¿Qué se siente ser una chica dura?" "Mayormente asustada, Lorna", dijo Kellie desigualmente. "No me siento tan dura". "Sé exactamente lo que quieres decir", Lorna murmuró, haciendo todo lo posible para hacer una sonrisa alentadora. "Pero ese será nuestro pequeño secreto. La mayoría lo pensará dos veces antes de molestarte ahora, Princesa". Había una nota inconfundible de orgullo en su voz. "Lo hiciste bien". "Gracias a Dios por los pequeños favores". El humor de Kellie se animó un poco. "Después está Katrina". Lorna hizo una mueca. "Ella va a querer matarte sólo para mantener su reputación. Ahora nos odia a ambas y ella es un enemiga peligrosa, Kellie". La sonrisa de Kellie se evaporó. Una serie de blasfemias en tono alto hizo que ambas mujeres saltan. "Y Roscoe está enojado", dijeron al unísono. Kellie sintió una punzada dolorosa en la frente. "¿Acaso esto está tan mal como duele?" 66

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"Déjame ver". Lorna comprobó el moretón y luego las pupilas de Kellie para ver si eran del mismo tamaño. Tranquilizada, empujó la cabeza de Kellie a su pecho en un abrazo sorpresivo. Luego levantó los ojos y contempló el patio, asegurándose de que toda mujer interesada pudiera ver exactamente lo que estaba haciendo. "Tienes un buen golpe. Pero continúas siendo la mujer más bonita en el patio". Los oídos de Kellie se animaron ante las palabras pronunciadas en voz baja, pero Lorna no parecían ser consciente que lo había dicho en voz alta. Lorna metió la cabeza de Kellie debajo de su barbilla y le acarició suavemente el cabello con manos temblorosas. Ella puso sus labios cerca de la oreja de Kellie. "¿Sientes ganas de vomitar o mareo?" Kellie hizo un balance de sí misma, y decidió que a pesar que dolía, que había estado en un montón de situaciones menos cómodas. "No". Lorna exhaló con fuerza. "Entonces es probable que tu campana reverbere. Es un asco, pero deberías estar bien." "¿Qué te va a pasar?", preguntó Kellie, sin moverse un centímetro lejos de Lorna, cuyo nombre actualmente estaba siendo ofrecido en blasfemias que Roscoe despotricaba. "Nada que no valga diez veces más". El tono cálido de la voz de Lorna le dijo a Kellie que ella estaba perdonada por meterse en problemas. Pero su corazón se hundió cuando se dio cuenta de que esta vez su compañera de celda iba a terminar pagando justo junto con ella. Lorna parecía como contenida con Kellie estando justo donde estaba, por lo que ninguna mujer hizo un esfuerzo para moverse. Los guardias las arrastrarían dentro de muy pronto. "Confía en mí". Ella sonrió con desenfado. "No he estado tan divertido en el baloncesto en un año". Ambas mujeres resoplaron suavemente, cada una disfrutando de la cercanía, aunque ninguna estaba dispuesto a hablar de ello por el momento. Kellie dejó que el calor del cuerpo de Lorna alejase el frío. "Estamos en problemas, ¿eh?" "Oh, sí, Princesa," Lorna susurró en el oído derecho de Kellie. "Un gran problema. Si no me ves por unos días, sigue con Ramona, ¿de acuerdo?" Pero en ese segundo, bien envuelta en el abrazo protector de su amiga, Kellie no quería arruinar el cálido resplandor que parecía brotar de su vientre al pensar en el futuro. Por una vez, el presente era más que suficiente.

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Capítulo 5 Un mes después…

"¿Qué hemos hecho para merecer esto otra vez?" Kellie sumergió su trapeador en un cubo de agua turbia. Apoyó la frente contra el mango, sus músculos protestaban esta mano de obra no familiar. Ella y Lorna se encontraban en la sección de duchas, y pese a las circunstancias mucho más oscuras, la habitación irresistiblemente le recordaba sus días de escuela secundaria e instalaciones escolares. Estaban casi por apagar las luces y ellas todavía estaban trabajando duro. Chul estaba sentado junto a la puerta de las duchas, leyendo una revista mientras esperaba pacientemente a que las mujeres concluyeran su tarea. "Este no es un castigo". Kellie tarareó su acuerdo. Ella había conseguido su primer probada de pena después de su altercado con Katrina, perdió sus privilegios de patio durante dos semanas, y pasó el tiempo limpiando de grasa la cafetería y el urinario en la sala de descanso de los guardias, entre otras tareas escogidas. Katrina, por el contrario, no había recibido castigo alguno. Después de una conversación privada con Roscoe que lo dejó sonriendo durante dos días, ella había logrado convencerlo que había sufrido bastante. Después de todo, había necesitado cuatro puntos de sutura. Entonces estaba la pobre Lorna, que de alguna manera había sido catalogada como la instigadora de todo. Había pasado una semana entera en el hoyo. Kellie había estado echando humo por la injusticia de todo. Pero Lorna, que había surgido de su incomunicación inusualmente tranquila y un poco más introspectiva, había tomado todo con calma relativa, asegurándole a Kellie que cuando ella había ido en su ayuda sabía exactamente lo que estaba haciendo. La falta de respeto de Katrina hacia su familia no podía dejarse sin resolverse, había explicado en serio, o de lo contrario cada Jane y Juanita pensarían que estaban maduros para la cosecha. Lo que fuera que eso significara. "Esto es la limpieza y era nuestro turno", continuó Lorna. "Deberíamos contar con Ramona y Dusty para ayudarnos, pero están enfermas". Ella fregaba el desagüe del baño con un estropajo desgastado. "Maldita sea la gripe se extiende por el edificio".

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Kellie consideró la larga serie de guantes de goma que cubrían sus manos. "Por favor, Dios, permite que lo evitemos. Si no me arrojas de nuevo, será demasiado pronto". Lorna le dirigió una mirada comprensiva. "Te sientes un poco mejor ahora sin embargo. Eso lo puedo decir". El color había vuelto al rostro de Kellie y los círculos oscuros debajo de sus ojos no eran tan pronunciados. Incluso el nudo en su frente, que había hecho que luciera como un unicornio mutante durante unos días se había ido. Kellie hizo todo lo posible para sonreír. "Creo que no voy a morir después de todo". A pesar de que no sonaba segura de ese hecho al cien por ciento. Lo que Katrina le había ofrecido aún la perseguía. "Todavía me siento... no está bien, supongo. Pero, lo creas o no, es más fácil lidiar con lo que siento sin tener que lidiar con los altibajos que vienen con la bebida también". "¿De verdad?" "¡Diablos no! ¡Beber hace todo mejor! ¡Es genial!" Lorna se echó a reír y Kellie sintió el aire dejar su pecho a la vista. Cuando Lorna sonrió una sonrisa natural, no la sarcástica o reacia que aparecía más a menudo, ella era realmente hermosa. Una verdad innegable se instaló en el interior de Kellie. Quiero besarla. ¿Qué está mal conmigo? Katrina dejó perfectamente en claro que Lorna es hetero. Ella nunca me querría de un modo romántico. Kellie se distrajo a sí misma tirando de la fregona al cubo con agua y moviéndose a la esquina de las duchas. Había una mancha de color marrón que lentamente venía de arriba y era más fácil no pensar en lo que sea que fuese esa cosa vil cuando podría considerar la risa atractiva de Lorna en su lugar. "Supongo que has tenido una empleada para hacer esto en tu casa", dijo Lorna ausente, con la cabeza inclinada mientras realizaba su tarea. Kellie frunció el ceño. "Tuve a alguien que entraba dos veces a la semana para limpiar. Pero tengo serias dudas que estuviera en sus manos y rodillas como tú lo estás". Lorna levantó una ceja desafiante. "¿No crees que haya algunas personas honestas en la clase trabajadora que realicen sus labores?" "Nadie que yo conozca realiza un día honesto. Puede ser que trabajen duro para lo que quieran, pero inferir la honestidad en sus acciones sería un poco exagerado".

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Lorna hizo un gruñido evasivo. Su cabello estaba húmedo en las sienes y una línea de sudor goteaba por su barbilla. "Lo que sea". Un destello de irritación se apoderó de Kellie. "Yo no era una millonario, ni nada. Estaba cómoda". Se quitó los guantes sudorosos con un chasquido fuerte. "La razón por la que sé que mi ama de llaves no trabajaba tan duro no es porque creo que todos los trabajadores son perezosos, sino porque no hay nada en toda mi casa estuviera tan limpio como el desagüe que acabas de terminar de fregar". Lorna se puso de pie y desenroscó la tapa en una enorme botella de lejía. Ella comenzó a rociar el líquido por el suelo. "Tener un ama de llaves suena bastante rico para mí. Debe costar un montón de dinero poder pagarle a alguien para hacer las pequeñas cosas que la mayoría de la gente simplemente hacen por sí misma". El pecho de Kellie apretó en su recorrido cuando Lorna la vio. Ella estaba lejos de ser una diva consentida. "Cuando lo pones de esa manera me haces sonar como si yo fuera una rica indolente. Mi dinero estaba atado en mi negocio y yo trabajaba al menos catorce horas al día, seis o siete días a la semana". Indignada, agregó, "¡Duramente me sentaba para comer bombones!" Lorna se encogió de hombros. Ni siquiera estaba segura de lo que era un bombón. "Si tú lo dices". Kellie olisqueó. "Lo hago". Lorna chasqueó suavemente la lengua y sacudió la cabeza. "Suena como si alguien le gusta tener la última palabra", dijo ella con voz cantarina. "¡Que no!" "¡Que sí!" Espetaron a unísono. Dos pares de ojos centelleantes se encontraron y ambas se echaron a reír. Cuando terminaron de reír todavía se estaban mirando la una a la otra. Lorna sintió el calor en ascenso en sus mejillas e, inestable, desvió la mirada durante unos segundos para recomponerse. Una sensación desconocida de atracción bailó a través de su torrente sanguíneo. Cuando volvió a mirar, Kellie estaba trabajando de nuevo y silbando tranquilamente. Las mujeres continuaron limpiando en relativo silencio durante unos minutos hasta que Kellie se armó de coraje y dijo: "Hey". La cabeza de Lorna se levantó en cuestión y empujó un mechón de cabello grueso de su cara con el antebrazo. "Gracias". 70

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Los ojos de Lorna se abrieron un poco. "¿Por qué?" "Sólo... por todo hasta ahora". Kellie quería hacer más para expresar su gratitud, pero no sabía por dónde empezar. Debe ser sencillo y al grano. "No sé lo que habría hecho si no hubieras detenido a Katrina. Yo--" Lorna la desestimó con la mano y se centró en su lavado. "No te preocupes por eso". "No estoy preocupada", Kellie insistió. "Sólo estoy tratando de ser amable". "¿Por qué?" Kellie comenzó a contar hasta diez en voz baja. Ella sólo logró hasta tres. "Este es el tipo de conversación que hace que mi presión arterial suba. ¡Estoy siendo amable porque estoy agradecida!" Lorna miró hacia arriba para ver si Kellie le estaba tomando el pelo. Pero, para su placer y sorpresa, no había ni rastro de suficiencia en la expresión de Kellie, sólo un poco de exasperación. "Habrías aprendido esas cosas sin mí. Habrías aprendido de la manera difícil, pero todavía hubieras aprendido". Ella volvió al trabajo. Kellie sonrió con ironía. "La forma más dura duele. En caso de que no lo hayas notado, estoy en máxima evitación del dolor". Lorna sopló un mechón húmedo de cabello de su mejilla con una fuerte bocanada de aire. "En serio. No vayas a pensar que lo sabes todo ya", advirtió en un tono semi-serio. "No lo haré". Kellie atravesado su corazón. "Esto es bonito. Me refiero a sólo hablar". Lorna respondió sin pensar. "Lo que es realmente agradable es estar solas juntas". Los ojos de Kellie se abrieron un poco. La reacción no se perdió para Lorna. "Ellos parecen más interesados en mi... en nuestro negocio que en los suyos. Me gusta no tener la tentación de golpear sus oídos por escuchar, eso es todo". Ella se encogió de hombros, luciendo como si quisiera meterse en un agujero en alguna parte y morir. "Eso es lo que quise decir acerca de estar a solas contigo". "Oh". Kellie realizó una sonrisa plástica. Ella luchaba para no golpear los oídos de Lorna. Es una cosa era no interesarse por ella. No era como que no hubiera ocurrido antes, especialmente con las mujeres heterosexuales no disponibles, del tipo que sabía que no deberían interesarle, pero que de alguna manera se las arreglaban para romperte el corazón de todos modos. Pero era otra cosa totalmente distinta era ver como si prefiriera masticar veneno para ratas antes que considerar la idea de que podría tener beneficios estar solas y juntas. 71

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"Mi primera impresión era errónea", dijo Lorna repente. "Puede ser una buena oyente cuando quieres". Su rostro era tan apologético que Kellie no pudo evitar perdonarla en el acto. Ugh. Me doy ganas de vomitar a mí misma. "Estoy trabajando en eso", dijo un poco tímida. "Pero... umm... ¿Te has dado cuenta de que en su mayoría hablamos de lo que está sucediendo en el mundo?" Una vez que se habían puesto cómodas juntas, Lorna había salpicado a Kellie con preguntas sobre todo, desde lo que pasó con el príncipe y la revolución a lo que era de usar un teléfono celular. Al parecer, era ocasional pero restringido el acceso a Internet y televisión, que Lorna rara vez se molestaba en ver de todos modos, no eran suficientes para mantenerla a la altura de los tiempos. "O hablamos de cosas que te ayudarán a averiguar cómo ser una mejor convicta". Lorna sonrió. Le gustaba hablar de esas cosas. La hacía sentir conectada tanto a Kellie y a las poblaciones fuera de los muros de Blue Ridge. "Pero nosotras nunca hablamos de ti". La sonrisa de Lorna desapareció. "¿Así que?" Kellie retorció torpemente su trapeador para secarlo y vació el contenido de su cubo por el desagüe en el centro de la habitación. "¡Dios, esto es repugnante!" Lorna recogió todos los productos de limpieza a excepción de un solo trapeador y la botella de lejía y los llevó a un pequeño armario situado en el vestuario al lado de las duchas. Abrió la puerta con una llave que había estado usando en un cordón negro alrededor de su muñeca y comenzó a incluirlos en puntos especialmente marcados que representaban todo. "Así que..." Kellie continuó, agarrando su fregona un poco más fuerte. "Quiero saber de ti también". Un alto muro de privacidad de concreto de metro ochenta separaba las dos habitaciones y a las mujeres, a pesar de que podían escucharse fácilmente entre sí cuando hablaban. "Nosotras no hablamos casi nada acerca de tu vida en el exterior tampoco, Kellie". "Eso es sólo porque no preguntas más. Me encanta hablar de mí. Ha sido mi tema favorito la mayor parte de mi vida. Pregúntale a cualquier persona". Lorna podía escuchar el sonido del tirón de los zapatos en la ducha de Kellie mientras se movía por la habitación. "Yo respeto tu privacidad". 72

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Respeto. ¿Quién hubiera dicho que esa palabra era tan fuertemente utilizada en la cárcel? "No es una falta de respeto a querer saber acerca de la persona con la que estás viviendo". Lorna colgó un trapo en un gancho de plástico en el interior de la puerta del armario. "No olvidemos que no estamos viviendo juntas por elección, Kellie". Picada, Kellie repente sintió como una tonta. Apretó su mandíbula fuertemente y se alejó. No iba a dejar que Lorna hiriera sus sentimientos por tercera vez. Nerviosa, Lorna cerró los ojos. El repentino silencio en la habitación era ensordecedor y sintió el peso de su error. Se alegró por la pequeña privacidad que la pared le daba. "Mi… mierda", ella balbuceó, sintiendo como si hubiera estado allí tanto tiempo que no tenía modales en absoluto. "No quise decir eso de la forma en que sonó. No sé lo que me pasa hoy". Ella se golpeó a sí misma en la frente. "Es como si, de repente, se me trabara la lengua y no puedo decir lo que realmente quiero decir". "Lo que sea", Kellie refunfuñó entre dientes. "No es lo que sea. Lo siento". Lorna se apoyó contra la pared y sacudió la cabeza. "En cierto modo, eres mi compañera de celda por elección. Si pateara e hiciera un escándalo a las personas adecuadas, se darían cuenta que deberías estar al lado y probablemente Roscoe u otro guardia sacaría su culo pesado y te mudaría. No he hecho eso porque--" "¿Porque no quieres lidiar con Roscoe?" Kellie aventuró en un tono hastiado, fregando las esquinas de la habitación. "No", Lorna corrigió con firmeza. "Porque me gusta el alojamiento contigo. Eres inteligente y diferente de la mayoría de las mujeres aquí. No me preocupa que vayas a robar mi ropa interior". El rostro de Kellie arrugó. "¿Alguien realmente hace eso?" "Ah, sí, y eso no es lo peor que han robado. ¿Sabías que los tampones pueden tener un valor de mercado negro más alto que los cigarrillos bajo las circunstancias correctas?" Por un momento, Kellie se olvidó de limpiar. "¡Este lugar es barbárico!" "No me digas, Sherlock. ¿Ahora estás llegando a esa conclusión?" Ella cruzó los brazos sobre su pecho. "Si eres tan feliz alojándote conmigo y hablando conmigo, ¿por qué deseas que no estuviéramos manteniendo esta conversación?" Lorna gimió. "Jesús, ¿eres siempre tan difícil?" "Sí".

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"Haz una pregunta estúpida", murmuró, entornando los ojos hacia ella. Luego, en voz más alta, ella gritó por encima del muro. "¿Qué hay que quieras saber sobre mí?" Otra gota de sudor, esta vez transmitida por los nervios y no por trabajar, se desvaneció por su mejilla. Estaba a punto de eliminarla cuando vio los guantes sucios que llevaba puestos y se detuvo. Se quitó los guantes y los tiró en un cubo vacío. "Confía en mí, soy más que aburrida". Kellie tosió ante la sensación de ardor causada por el olor creciente de la lejía. "Tenemos que darnos prisa y terminar aquí, Lorna. O terminaremos con daño cerebral. Y apuesto a que no eres aburrida". Lorna resopló en silencio. "Esa es una apuesta que perderás". "Uh huh", dijo Kellie burlonamente. "No importa". Ella se apoyó en su fregona por un momento. "Claramente yo no soy la que tiene miedo de discutir cosas personales". Lorna levantó una ceja ante el tono condescendiente. "Bueno, ¿qué quieres saber?" "No, no. Olvídalo. Si no confías en mí lo suficiente como para decirme, lo entiendo", Ahora Kellie sentía un poco culpable. Sabía Lorna se retorcería sobre lo que acababa de decir y sospechaba que era el camino para llegar a la información que quería. ¿Un poco de manipulación inofensiva entre amigos realmente es tan mala? "Si estás avergonzada de algo acerca de ti misma", Kellie continuó, "y no quieres decirme, entiendo eso también". Una astilla de culpa, una emoción tan extraña que se sentía misteriosa, la asaltó. "Realmente me gustaría". Entonces se dio cuenta de que estaba empezando a creer en su propia mierda. Excelente. Demasiada manipulación. "No me digas nada, ¿de acuerdo?", dijo con tanta sinceridad como alguien que estaba a punto de salirse con la suya podría reunir. "Apenas nos conocemos y yo--" "Jesucristo, Kellie. Sólo tienes que preguntar". Ella terminó en el armario y jugueteó con impaciencia con la cerradura oxidada. Chul tomaría la llave a su salida. "Quiero saber por qué estás adentro". Lorna se sacudió ante las palabras de Kellie. Ella no esperaba eso. Kellie asomó la cabeza en el vestuario, con su cabello largo desplazándose por encima del hombro mientras miraba Lorna cautela. "Está bien, tú lo has querido." Lorna respiró firmemente. "¿Conoces esas etiquetas en colchones? Las que dicen: 'No las quite bajo pena de ley'? Bueno, siendo la rebelde que soy--" "Lorna", Kellie entornó los ojos, "¡lo digo en serio!"

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Lorna tomó la fregona de las manos de Kellie, empapada con lejía, luego dio la habitación un último toque de limpieza, pasando por todas las duchas en adelante, una por una, para lavarla con lo último de lejía rápido. Ella dijo con un suspiro profundo, "No aquí, ¿de acuerdo? ¿Podemos hablar de nuevo en nuestra celda?" Kellie asintió. "Bueno. ¿Eso quiere decir que estamos listas para irnos?" "Sí. Enjuagar es el último paso". Después de tomar los guantes de Kellie, Lorna escondió rápidamente la fregona con los otros artículos de limpieza y volvió a entrar en las duchas. Ella tiró de su remera y el sujetador en un rápido movimiento, dejando al descubierto su torso desnudo al aire cálido y húmedo. Como Lorna dejó caer la ropa en el suelo húmedo, captó Kellie mirándola, los labios entreabiertos, con la mirada fija. "¿Que estas esperando?" Kellie se lamió los labios, sintiendo un ligero flujo de sangre que había tomado un giro repentino hacia el sur. Lorna usualmente se vestía y desvestía en la intimidad de la oscuridad y de alguna manera ellas nunca estaban en el baño a la misma hora exacta. Este fue un gusto raro. "No importa". Kellie suspiró y se despojó de su ropa en un tiempo récord. Ella comenzó a enjuagarse, estremeciéndose un poco como el agua caliente golpeó su piel. El agua caía en cascada por la cabeza y después de unos segundos su cuerpo ajusta al calor y suspiró de placer, ya que cayó contra de la parte baja, en su dolor de espalda. Kellie se permitió a sí misma una buena mirada lasciva a lo largo de Lorna que hizo que sus dedos se doblaran. Ella nunca podría actuar con su lujuria, pero no había nada de malo en mirar. De hecho, no sería la única. Se había dado cuenta que Lorna parecía haber atrapado más de un vistazo femenino. Una gran masa blanca de espuma serpenteaba por el cuello delgado de Lorna, en los firmes pechos y el estómago musculoso para desaparecer entre sus piernas y ella casualmente lo quitó. Kellie tuvo que morderse el labio inferior para no gemir. Ningún ser humano había querido ser un poco de burbujas más de lo que ella lo hacía en ese preciso momento. Lorna estaba casi terminado de enjuagar su cabello cuando su mirada siguió a Kellie. "¿Tengo algo?" Ella se miró a sí misma a través de una nube de vapor, arrastrando una

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mano por su estómago y sobre su pecho para dejar a un lado la espuma para ver lo que fuera que Kellie encontraba tan fascinante. Kellie casi se desmayó al verlo. Pero de alguna manera se las arregló lo suficiente para plantar una expresión neutra, casi inocente en su cara. "Es tu tatuaje... es una cosa difícil de no notar". Lorna se movió ligeramente mientras miraba hacia abajo, en su brazo, con disgusto. "Odio la maldita cosa y quisiera poder cortarlo". Kellie la miró con los ojos muy abiertos. "Eso es un poco extremo, ¿no?" "¡Vamos, señoras!" Chul gritó, golpeando en la puerta. "Las luces se apagan en diez". "Vamos". Lorna apresuradamente cerró su agua, con sus dedos mojados deslizándose en el pomo y corrió por el vestuario. "Si no estamos en nuestras habitaciones antes que las luces se apaguen nos las harán pagar duramente".

***

"¿Entonces por qué estás aquí en el Blue Ridge?" Kellie ladeó la cabeza hacia un lado. "¿Qué crimen te ha mantenido aquí durante tantos años?" La mandíbula de Lorna se movió, pero mantuvo la boca bien sujeta cerrada. "¿Estás avergonzada por lo que sea que hiciste?" Kellie aventuró, sin prestar la menor atención al guardia que se extendió por su celda, apenas rompiendo su paso mientras miraba el interior y rápidamente siguió su camino. "No". "¿Lo harías de nuevo?" Lorna se sentía como si el aire hubiera sido eliminado de ella. "No haces preguntas fáciles, ¿verdad?" Ella se rió un poco nerviosa. "¿Bien?" "No quiero arruinar mi vida de nuevo. Pero en las mismas circunstancias... No sé lo que haría". "Dijo Katrina..." Kellie tragó. "Ella me dijo algunas cosas sobre ti". Lorna se enderezó. 76

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"Algunas cosas me asustaron", Kellie continuó con honestidad. "Mucho". "¿Qué?" Lorna exigió, ira adornando su rostro y llenando en cada línea pequeña como una máscara de piedra. "¿Qué dijo exactamente esa puta busca pleitos?" Kellie tragó audiblemente, pero mantuvo la voz firme. "Que eres una asesina. Y que yo no estaba segura en ninguna parte cerca de ti". Lorna se congeló de nuevo, una mezcla de furia y miedo corría por ella. "Pero yo no le creí", Kellie añadió rápidamente, incapaz de alejar el pequeño fragmento de duda que se había instalado en su mente. "Al menos no lo intenté". El aire salió de los pulmones de Lorna. Oh, Kellie, a veces la verdad es la peor de todas. "Yo solo..." Ella levantó una mano y la dejó caer. "No soy una loca mujer violenta. No quiero lastimarte o a cualquier otra persona". Las luces se apagaron y la puerta se cerró y bloqueó. Agradecida por la distracción momentánea Lorna dijo: "Eso realmente te asusta, ¿verdad?" "Es extraño". Kellie se frotó la piel de gallina que había surgido en sus brazos desnudos. "¿No te molesta?" Lorna asintió con seriedad. "¿Molestarme? Sí. ¿Asustarme? Ni en un montón de años. ¿Quieres saber algo mi primera compañera de celda me dijo que me hizo sentir mejor?" Atentamente, Kellie se inclinó hacia delante. "Por favor". "Cuando se cierran las puertas en la noche, no pienses en ello como que estamos siendo encerrados". Kellie parpadeó. "¿No?" "No", Lorna acordó con complicidad. Ella hizo un gesto hacia el pasillo. "Piensa en ello como el encierro del resto de los criminales". "Eh". Kellie se rascó la barbilla. "Yo... Supongo que sí funcionaría". Lorna estaba un poco orgullosa de sí misma. No era fácil consolar a alguien cuando no había casi nada de comodidad sobre su situación. "Bien--" "Eso sólo me lleva a la pregunta: ‘¿Con quién estoy encerrada aquí?’ Siento como si Katrina supiera algo importante". Kellie buscó la cara de Lorna en la oscuridad, sin saber si reconocería la verdad de la mentira. "Siento como si estuvieras ocultando algo de mí".

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Las fosas nasales de Lorna se abrieron. "No te debo ninguna explicación, Kellie. Mi pasado es privado". "¡No quiero tu maldita biografía! Sólo quiero un poco de tranquilidad. No eres una asesina del hacha o algo así, ¿verdad?" Lorna ni siquiera respiraba. "¿Verdad?" Kellie preguntó de nuevo con creciente alarma. Un suspiro fue liberado y Lorna se pasó una mano temblorosa por el cabello. "Por supuesto que no soy una asesina del hacha". Un hacha y un enorme cuchillo de carne son dos cosas totalmente diferentes, ¿no? "Katrina simplemente tiene una boca enorme y está tratando de asustarte para meterte en su cama. Olvídate de ella". Kellie ladeó la cabeza hacia un lado, con los ojos entrecerrados. "¿Por qué?" "¿Por qué? ¿Qué?" "¿Por qué le importaría si estoy en su cama?" Lorna dio Kellie una mirada como si estuviera loca. "¿Te has mirado en el espejo últimamente, Princesa?" Una sonrisa brilló dentro y fuera de la cara de Kellie. "Agradezco el cumplido, pero Katrina no se queda atrás. Mi conjetura es que ella podría tener a la mayoría de las mujeres aquí, incluso sin intimidarlas para hacerlo. Ella no me necesita. Y después de lo que pasó en mi primera noche aquí, ella no puede pensar que iré de buena gana". "Está bien", Lorna permitido. "Si ella puede hacerme daño enloqueciéndome o enloqueciéndote, mejor que mejor. Simplemente disfruta jodiendo a la gente. A mí en particular". "¡No puedo sacar lo que Katrina dijo de mi mente!" Kellie miró con tristeza hacia la pared del fondo. "No fue sólo lo que dijo, sino la forma en que lo dijo". Ella se estremeció ante el recuerdo. "Asesina". Tragó un par de veces y reunió su coraje. "Tengo pesadillas sobre que me asesinas mientras duermo". Un dolor hueco dividió el pecho de Lorna y se volvió a su lado para hacer frente a la pared de hormigón fría como se tapó los oídos con las dos manos. Lorna se quedó en silencio en su estrecha litera, con lágrimas la puesta en común detrás de ella. "Tú primero". "Te diré por qué estoy aquí, pero pensé... así, por qué no vas primero, ¿de acuerdo?" La voz de Lorna fue inusualmente vacilante. "Umm..." Kellie se empujó a sí misma a una posición vertical.

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"Está bien". Podía oír Lorna moverse más cerca del borde de la litera encima de ella. "¿Quieres que toda la historia o simplemente la lista de condena?" Los ojos de Lorna se abrieron un poco. "¿Hay una lista?" "Una corta, sí". Kellie admitió, riéndose un poco ante la sorpresa en la voz de Lorna. Luego hizo una pausa antes de decir: "Sabes, nunca pensé que esta sería mi vida". Lorna soltó una risa suave pero hastiada. "No creo que ninguna de nosotras soñara con ir a la cárcel cuando éramos niñas, Kellie. No recuerdo haber jugado con la Barbie ‘convicta’". Manteniendo las cosas tan ligeras como sean posible. Está claro que está asustada por algo. "Incluso Barbie no se vería bien en rayas horizontales negras. Y estas zapatillas terribles. ¡Un ultraje!" "Concuerdo. Aunque el lindo pero llorón Ken haría una puta de prisión perfecta". Lorna parecía tan encantada por esa perspectiva que Kellie se rió suavemente. "Si tú lo dices. Cuando te dije que no creía que esta sería mi vida, es porque tenía un plan estando en casa. Un plan real". Ella sonrió un poco al recordar. "Estaba en el papel y todo. Tenía una casa grande y un Jaguar convertible, color rojo sangre, de época, que era lo suficientemente dulce para hacer a los hombres adultos llorar de envidia y a las rubias calientes derretirse como la manteca". "Hombres llorando y rubias sexy chorreando por todas partes", dijo Lorna pensativa, una sonrisa de medio lado se encrespó en sus labios antes de lentamente desaparecer. "¿Eras feliz?" "¡Tenía todo lo que siempre había querido! ¡Tendrías que estar en coma para no ser feliz en mi situación!" "¿Eso un sí?" Nerviosa, Kellie espetó lo único que se le ocurrió decir. "¡Yo… yo tenía un plan!" "O-kay", dijo Lorna vacilante. "Supongo que eso significa que sí". Kellie apretó los dientes, pero su frustración desapareció cuando el silencio entre ellas se alargó. "No estoy segura", dijo finalmente. "Pensé que lo era. Yo… traté de serlo. Pero mirando hacia atrás, mi novia solo quería un pase libre al dinero y yo estaba tan estresada todo el tiempo que empecé a beber para relajarme. Una copa después del trabajo se convirtió en dos. Luego de dos se convirtieron en tres". Ella hizo una mueca. "Dejé de contar después de que empecé a pensar en términos de lo llena o vacía que estaba la botella".

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"Esa es probablemente una mala señal", dijo Lorna inexpresiva. "¿Lo crees?" Kellie resopló. "Estaba trabajando de día y noche. Lo necesitaba... algo". Ella frunció el ceño mientras consideraba su vida desde adentro hacia afuera, y no al revés, por primera vez. No era tan bonita como ella pensaba que sería. "No tenía tiempo para familiares y alejé a mi familia durante tantos años que casi ninguno de ellos quiere tener nada que ver conmigo. Estuve tan ocupada trabajando para llegar a donde quería que el viaje apestó". "¿Familia y amigos no estaban en ‘el plan’?" Kellie cerró los ojos, con un sentimiento sombrío atravesándola. "No, realmente no. Érase una vez, hace un millón de años, pensé en asentarme. Tal vez incluso adoptar un bebé o algo así. Pero luego me di cuenta de lo mucho que tomaría una familia de mis recursos, por lo que lo taché de mi lista a favor de una piscina y más redes". "Kel, tu plan apesta a mierda". Kellie explotó con sorpresa estallando en risas. Encantada por una franqueza preciosa que había encontrado un par de veces en su vida, sonrió ante el uso del diminutivo de su nombre. Nadie la había llamado ‘Kel’ desde que estaba en la escuela primaria. "Supongo que lo hacía. Pensé que sabía dónde iba". Su mirada revoloteó por la habitación a oscuras. "Y mira donde terminé". "Mmm... Tu vida dio un rodeo", dijo Lorna pensativa, y por un momento Kellie se preguntó si estaba hablando de ella o sí misma. "Un desvío de treinta meses". Las cejas de Lorna saltaron. "¿Una sentencia de dos años y medio de duración?" "Elegible con libertad condicional en dieciocho meses, con el tiempo de servicio y buen comportamiento, pero estoy divagando. Bueno, volvamos a mi ‘E! True Hollywood Story10’". "¿Eh?" "Olvídalo. Las cosas iban de mil maravillas en casa cuando el dinero empezó a desaparecer de los libros". Ellas nunca habían hablado de esta forma y se sentía mejor de lo que Kellie jamás hubiera creído. A pesar de que detestaba los hechos, abriéndose con alguien la hacía sentir un poco más ligera. "Era la propietaria mayoritaria de una empresa que compraba propiedades privadas y comerciales y la alistaba para nuevos desarrollos". "¿Qué significa eso?" 10

Obviamente, es un programa de televisión por si no saben, que habla de las celebridades.

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Kellie pensó de vuelta en su trabajo; a ella nunca le gustó la forma en que la verdad absoluta sonaba. Pero se vio obligada a admitir que, si alguna vez habría una noche de verdades absolutas, o lo más cercana a ésta, sería en ese momento. "Esto significa", dijo Kellie, "que yo contrataba cuadrillas de demolición para aniquilar cualquier cosa entre mí y una muerta pieza plana de basura. Probablemente soy responsable de la mitad de los centros comerciales feos, llenos de tiendas de un dólar y los salones de uñas baratos en el estado. Pero, de vez en cuando me gustaba comprar una propiedad de mierda, por lo general algo que fuera objeto de una ejecución hipotecaria reciente, y poner un poco de saliva y esmalte en ésta, entonces revenderla por un beneficio obsceno a corto plazo". "Eso se llama flipping11, ¿verdad?" Lorna estuvo repentinamente excitada. "He visto algunos programas de televisión sobre eso. ¡He leído un libro también!" "¿En serio?" Kellie parpadeó un par de veces en la oscuridad. "¿Por qué?" "Debido a mi trabajo aquí, por supuesto, y, bueno..." Lorna hizo una pausa. "Hablaremos de eso más tarde. Continua". "Está bien, así que si valía la pena, me gustaba hacerlo. Pero esa era la excepción de la regla y no era mi actividad principal. Como dije, por lo general compraba los lugares de un banco o de un vendedor desesperado, nivelándolos, limpiándolos y luego vendiendo la pieza más aceptable de tierra a los desarrolladores". "Pero a veces arreglabas los edificios o casas, ¿no? ¿Así que eras un carpintero o contratabas gente para hacer eso? ¡Eso es genial! Hay un montón de lugares antiguos que sólo necesitan un poco de amor para devolverlos a su antigua gloria. Una vez, en la sala de TV, vi un programa sobre eso de una casa victoriana que--". "Whoa". Odiaba estar a punto de reventar la burbuja de su amiga. "Nunca he levantado un martillo en mi vida y el amor no era ni remotamente parte de mi plan de negocios", Kellie corrigió con una mueca de dolor interno. "Esas cosas toman tiempo y paciencia. Yo no tenía esas cosas cuando se trata de hacer dinero. Lleva treinta a cuarenta y cinco días voltear un basural, pero podía aplanar una estructura y transportar el desastre como de siete a diez días. Incluso si podía ganar más dinero por voltear, era un beneficio raramente añadido que compensaba el tiempo extra y el trabajo. La destrucción total era el camino a seguir". Lorna hizo una mueca amarga, pero mantuvo su voz neutral. "Oh".

11 No soy una experta en este tipo de cosas, así que les dejo el término original que explica lo que Kellie venía diciendo anteriormente. Comprar rápido barato y vender rápido a un costo elevado.

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"¿Creías que hacía algo más glamoroso?" Un borde defensivo matizó sus palabras. "El trabajo podría ser utilizando mi educación laboral, pero no había mucho dinero en eso". "Tranquila. No sabía qué pensar", Lorna respondió honestamente. Kellie exhaló con tristeza. "De todos modos, al principio pensé que el dinero que faltaba era sólo un error. Le pregunté a Cindy —mi socia, puta, busca problemas, ex-novia— que se fijara y me dijo que todo estaba bien. Tuve un par de otros socios que eran inversores silenciosos. Pero Cindy era la única con la que realmente trabajaba sobre una base regular. Así que yo confiaba en ella y continué a gastando dinero, comprando y vendiendo propiedades como de costumbre. Un mes, en el año pasado tuve once propiedades, todas está trabajando al mismo tiempo. ¡Tenía más inmigrantes ilegales en la nómina que WalMart!" Lorna tenía ni idea de lo que estaba hablando. "Umm". "Fue un chiste". "Oh". "De todos modos, tenía las pruebas en mi contra". Lorna apoyó la barbilla en su brazo y le dio a la litera de abajo una mirada dudosa. "¿Lo eras realmente? Porque tengo que decirte, este lugar está lleno de gente inocente". "No hay que confundir las pruebas en mi contra con mi inocencia. Aun no soy tan delirante. Algunas de mis inversiones no resultaron, mientras más dinero comenzó a desaparecer. Y tomó más y más dinero para cubrirlas, más dinero del que yo pensé que tenía, pero en realidad no". Kellie tragó saliva al recordar la sensación de impotencia que se había instalado en su pecho y simplemente estando. "Todo pareció desmoronarse después de eso. Sin importar lo duro que trabajaba, sin importar cuántas ofertas colocaba, no podía ponerme al día". "Apesta". "¿Apesta?" Kellie se rió sin humor. "¡Lo que tardé quince años en construir, toda mi vida adulta desde la universidad, fue hecho ruinas en un año! Los cobradores llamaban día y noche. Hombres de mudanza se llevaron mis cosas. No éramos cercanos para empezar, pero mis padres, que son peces gordos en el mercado inmobiliario local, estaban tan mortificados por lo que estaba sucediendo que estaban demasiado avergonzados para hablarme inclusive. Y luego estaba Cindy…" La voz de Kellie cayó a un gruñido grave. "Ella me culpaba de todo y hablarme de conversaciones y acontecimientos que nunca sucedieron. ¡Pensé que estaba perdiendo la cabeza! Los pocos pésimos amigos y socios de negocios en los que pensé que podía confiar nunca devolvieron mis llamadas". Su voz se quebró. "Estaba muerta, solamente mi cuerpo no lo sabía". 82

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Lorna se bajó de su litera y Kellie se sentó, dando cabida a la otra mujer en el colchón. "¿Fue realmente tan malo?" Se acomodó en el lado de Kellie. "¿Sintiéndote como si estuvieras muerta sin tu trabajo?" Incluso en el peor de los tiempos ella se había aferrado a lo que fuera que hubiera dejado en esta vida, que nunca fue mucho. "No era sólo un trabajo. Era mi vida entera. Así que, sí, me sentía como si estuviera muerta", Kellie dijo con absoluta convicción. "Entonces, ¿cómo lo manejaste?" "Sabes la respuesta a eso", dijo Kellie, haciendo la pantomima tomar una copa. Lorna asintió. "Déjame adivinar... ¿Martinis?" Ella ni siquiera estaba segura de lo que eran. Pero sonaban en su imaginación como algo que la gente de negocios bebería. "Mmm... Buena elección. Adoraba esos y los Cosmopolitan. El whisky con soda y yo éramos amantes tórridos desde hace bastante tiempo. Y no nos olvidemos de la bebida ocasional directamente de la botella". "Yuck". "Yuck", ella estuvo de acuerdo en voz baja. "Me hundí a mí misma más y más, hasta que no sabía cuándo era final y no me importaba". Kellie se encontró sin querer compartir esta última parte, pero ahora que había empezado, no podía simplemente detenerse. "No podía soportar verme en el espejo ya. Yo era todo lo que yo odiaba. Un fracaso. ¡Una perdedora!" Ella se abrazó a sí misma mientras pensó en esa noche. "La policía vino a mi puerta con una orden de arresto. Cindy había ido al Fiscal de Distrito y de alguna manera lo había convencido que le había robado a la compañía. Creo que ella se acostó con el hijo de puta". Lorna se volvió y la miró. Para su consternación, que no podía ver sus ojos. "¿Robaste?" "¡No!" Kellie la fulminó con la mirada. "¡Fue Cindy! Ella me había estado robando desde siempre". Sonrió cruelmente. "Fue demasiado malo para esa puta traidora que mi Jaguar estaba pago, así que tenía algo para vender. Contraté un portavoz, luego a un contador forense y a un detective privado. Juntos se encontraron pruebas suficientes contra Cindy para que me absolvieran al menos en ese cargo". La cara de Kellie se iluminó con toda la anticipación y la alegría de un niño en la mañana de Navidad. "¡Ja! La puta irá a juicio este año. ¡No puedo esperar a declarar contra ella!" "¿Pero si pagaste…?" Kellie suspiró. "Hay más. No quería que la policía me tuviera en custodia. No quería estar viva en absoluto. Yo había bebido tanto whisky que estaba casi entumecida y... entonces, tomé unas pastillas". Su garganta se contrajo un poco mientras hablaba. "Y de

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alguna manera había una pistola y... no fue mi culpa. ¡Te lo juro!" Dejó que las palabras salieran, sintiendo un peso en su espíritu que amenazó en reducirla a polvo. Lorna tomó su mano y Kellie le dio un apretón. Era fuerte y suave, con sólo unos callos en la palma. Una mano agradable, Kellie decidió. "Hiciste algo realmente estúpido, ¿verdad?" Kellie la soltó y, a continuación, se encogió de hombros. "¿Para qué tenía que vivir?" Giró la cabeza y miró a Lorna interrogante. Lorna se estremeció ante la desolación saliendo de Kellie. "¡Siempre hay cosas por las que vivir!" "No importa", dijo ella débilmente. ¿Qué le había hecho pensar que Lorna lo entendería? Nadie entendía. "No importa ahora de todos modos". "Importa, Kellie. Es--" "Fui por el arma del policía". "Uh oh." "Luchamos por esta y sólo la quería. Ni siquiera recuerdo apretar el gatillo". Después de que había sucedido, Kellie no se había sentido culpable. Ella no había sentido nada en absoluto. Sólo fue un terrible error. Y había estado tan borracha que no podía pensar con claridad. Incluso ahora los trozos de la noche eran una neblina sucia. Pero se estaba haciendo cada vez más difícil negar el dolor en su estómago cada vez que pensaba en ese joven oficial de policía al que le había disparado. Apenas había tenido la edad suficiente para conducir, y mucho menos para ser un policía. "La bala golpeó su arteria femoral y los médicos no pudieron salvarle la pierna. Gracias a Dios que él sobrevivió". Aturdida, Lorna dejó escapar un largo suspiro. "Maldita sea". "Fue toque que duró un rato. Él había perdido mucha sangre. Estaba por todas partes". El recuerdo la mareaba. Pegajosa y caliente, literalmente la habían cubierto dos agentes a ella, pero todos ellos parecían extras en una película de asesinato. "Él perdió su pierna, pero pudo vivir". "Mierda", Lorna silbó suavemente. "¿Mutilaste a un policía?"

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Kellie se estremeció al oír las palabras. "¡Si él me hubiera dejado sola, nada de esto habría ocurrido! Sólo quería morir. No quería lastimar a nadie. ¡Ni siquiera deberían haber estado en mi casa!" "No soy gran fan de los policías, pero parece que el chico sólo estaba haciendo su trabajo. Y suena como que el que fuera a tu casa esa noche te salvó la vida". Lorna frunció el ceño. "¿Por qué estás excusando lo que pasó?" "Pero tú--" "Nuh uh," Lorna entonó con firmeza. "Puede que no quiera hablar de mi pasado. Pero eso no significa que niego la verdad al respecto". Picada, Kellie se deslizó lejos. "No quería que me salvaran la vida. Y te dije que el tiroteo fue accidental. ¡Había estado bebiendo!" La mandíbula de Lorna se apretó. Ella quería ser simpática, realmente lo hacía, pero Kellie estaba yendo demasiado lejos. "No excuses tus acciones con el alcohol. No conmigo", dijo con dureza. "Nadie vertió el whisky en tu garganta". ¿Por qué no puedo hacer que entiendas? "¡Fue obra de Cindy! Los policías no deberían haber estado allí en primer lugar. No fue mi culpa que alguien resultara herido. ¡Nada de eso fue mi culpa! Entonces, ¿qué tengo que sentirme mal?" Pero incluso mientras decía las palabras, ella sentía un lejano eco de vacío. "Dios. La carrera del chico está frita, por no mencionar el hecho de que su nuevo apodo obligatorio es Pete Pierna Gorda, ¿y suenas como un adolescente poniendo excusas por fallar en su toque de queda?" "¿Quién eres tú para juzgarme?" Kellie replicó defensivamente sus ojos ardientes. "¿Quién diablos te crees que eres, Lorna Malachi?" El cuerpo de Lorna se puso rígido ante la cólera como le picaron las palabras. "Sé exactamente quién soy. Exactamente". "Y eso es una asesina. ¡Algo que yo no soy!" La boca de Lorna se cerró ante las palabras innegables. Se miraron la una a la otra durante unos segundos antes de Kellie mirase hacia otro lado. En silencio, pero rápidamente se trasladó fuera de la litera de Kellie y subió por la escalera a la suya. Kellie cayó de lado y golpeó la almohada, pero eso no hizo nada para calmar la furia surgiendo a través de ella. El enojo consigo misma por lo que acababa de decir y la ira de

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por permitir que su vida llegase hasta ese punto. Sabía que acababa de poner en peligro la semana de la amistad ganada con un par de palabras acaloradas. "Lorna…" "No soy nadie para juzgarte, Kellie". La voz de Lorna era distante, pero firme. No mantenía ninguna apertura honesta como la tuvo sólo unos momentos antes. "Nadie en absoluto". Cruzó sus brazos sobre su pecho y con amargura miró el techo. "Duerme". Kellie cerró los ojos. Maldición. "¡Gallina de mierda! Te desnudé mi alma y te dije que todo lo que pasó. ¿Y ahora vas a ser un gran bebé y hacer puchero para no ser recíproca?" "No hago puchero". Lorna se inclinó a un lado de su cama. Por un instante pareció como si ella fuera a estrangular a Kellie, pero en cambio, sacó su almohada y la arrojó a la cara de Kellie. "¡Así que!" "Uff". Kellie la quitó de su cabeza y se sorprendió al ver la cabeza de Lorna boca abajo delante de ella, con el cabello colgando en ondas suaves y una sonrisa tentativamente conciliadora en sus labios. De mala gana, Lorna admitió: "Está bien, hice un poco de puchero. Y tenías razón, supongo que te estaba juzgando un poco". Un suspiro. "Y yo herí tus sentimientos". Lorna casi lo negó, pero se mordió la lengua. Eso era cierto. "Lo siento", dijeron los dos al unísono. Y en ese momento, las dos mujeres sabían que habían saltaron un obstáculo invisible. "No voy a bajar de nuevo", dijo Lorna sin rodeos, aunque las palabras no tenían ningún candor. "Mis pies están fríos". "No puedes colgarte boca abajo así durante mucho más tiempo. Incluso en la oscuridad puedo ver que tu cara se está volviendo roja". Kellie extendió la mano y acarició la mejilla de Lorna con audacia y dedos suaves. "Sip", oyó el leve temblor en su voz y tragó a toda prisa. "Hace calor". Entonces sintió la suave piel bajo sus dedos ponerse de tibia a caliente y ella sonrió para sus adentros. Lorna desapareció, pero Kellie decidió no permitirle la retirada. Antes de que Lorna pudiera expresar una queja, Kellie subió por la escalera a la litera de arriba. Ella miró a su nueva amiga. "Muévete". Lorna negó firmemente con la cabeza. "Nuh uh. He terminado de hablar esta noche. Es tarde". 86

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"De ninguna manera. Dijiste que me dirías". Entonces la frente de Kellie se arrugó como consiguió un buen vistazo de la cara de Lorna. ¿Era eso temor que vio brillando en esos bonitos ojos azules? "¿Qué pasa?", preguntó ella con suavidad. Los ojos de Lorna se abrieron un poco, pero no podía hacer que su boca funcione. Kellie intentó otra táctica. "¿Alguna vez tuviste una fiesta de pijamas cuando eras una niña?" Desconcertada por la pregunta, Lorna murmuró: "Una o dos veces. Hasta mi padre comenzó a molestar a mis amigos". Kellie quedó un poco con la boca abierta. "Umm... bien, pretende que este es uno de esos momentos, sin la parte de tu papá". Kellie le dio un empujoncito. "Muévete". Lorna tiró de la manta hasta su barbilla, con su mirada lanzándose alrededor de la habitación. "¡Eso… eso no está permitido!" Kellie entornó los ojos. "¡Tienes que estar bromeando! La mayor parte de este sitio, incluyendo a los guardias, piensan que somos amantes. ¡A veces T-bone y Deshawna se escuchan tan fuerte por el pasillo que me despiertan! Nadie va a molestarse". "Pero yo nunca te haría eso", Lorna susurró en serio. "Simplemente no lo haría". "¿Hacerme qué?" Las cejas de Kellie se juntaron. "¿De qué estás hablando?" Lorna se enderezó. "Nada. Aquí". Ella se acercó tan rápido que la cabeza de Kellie amenazó con girar. Lorna se sentó y dejó que Kellie se moviera junto a ella y la litera crujió bajo su peso conjunto. Kellie suavizó su voz y su mirada. "Es hora de derramarlo, chica dura". Aturdida por la atracción casi magnética procedente de Kellie, Lorna comenzó a hablar, claramente sólo queriendo que todo esto acabara. "Muy bien, aquí está mi historia". Kellie se preparó. "Apuñalé a mi padre en la garganta y lo maté. Fin". "¿Qué?" "Creo que me escuchaste la primera vez", Lorna le dijo en voz baja, con sus dedos se enrollados firmemente en su manta. "Supongo que lo hice". Kellie esperó más información, pero Lorna parecía contenta de permitirle algún tiempo para procesar lo que ya había dicho. ¿Apuñalado? Dios mío. 87

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Después de unos minutos de silencio, Kellie dijo: "¿Eso es todo? ¿No hay más asesinatos?" Ella le dio una mirada escéptica retándola a mentir. "¿Sólo uno?" Los ojos de Lorna se agrandaron. "¿No es suficiente?" Kellie estaba mareada de alivio. "Por supuesto que lo es. Y es horrible y aterrador". Lorna levantó la barbilla un poco. "Eso es lo que me imaginé". "Pero todavía estaba imaginando algo mucho peor". Una risa compungida flotó. "Y déjame decirte que tengo una imaginación muy vivaz". Lorna hizo una mueca. "No me extraña que tengas tantas pesadillas". Pero Kellie no se distrajo. Por una vez, no se trataba de ella. "Sé que hay más en la historia de lo que lo mataste Fin". Lorna parpadeó un par de veces. "¿Quieres decir que quieres escuchar más?" "Por supuesto, Lorna. Has estado en Blue Ridge desde siempre. No pensé que estuvieras aquí por multas de estacionamiento". Lorna se movió incómoda. "Fue en defensa propia, ¿no?" Lorna sacudió lentamente la cabeza y ahora fue el turno de Kellie de sentirse incómoda. "¿Premeditado?" Ella se estremeció ante el tono tan alto de su voz resonando de repente. "Depende de si crees por lo que el fiscal de distrito que me procesó". "Quiero tu lado de la historia. Dime". Lorna se centró en la pared mientras hablaba. "Mi padre era un hijo de puta". "Él solía lastimarte". No era una pregunta. Por instinto, Kellie levantó la mano y con un toque tierno trazó la cicatriz delgada que dividía la ceja de Lorna, y continuó su rastro. Lorna asintió, haciendo todo lo posible por no apoyarse en el toque. "Él solía lastimar a todos", corrigió. "Él era medio y no buen borracho. Yo tenía siete años, se me cayó el control remoto del televisor y lo rompí". Ella negó un poco con la cabeza. "Se puso tan loco". La voz de Lorna parecía más pequeña de lo habitual. "Tomó el teléfono y me lo tiró a la cabeza. Necesité catorce puntos de sutura". Enojada, Kellie se tragó una palabrota. "¿Qué hay de tu madre?"

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Lorna se encogió de hombros. "Ella era igual que él. Demasiada borracha. Bastante ida. Rara vez me golpeaba, pero ella y mi papá se golpeaban uno al otro constantemente". Su nariz estaba empezando a humedecerse y ella olisqueó un par de veces. "Una noche me enteré que él estaba golpeando a mi hermana más chica, Meg". La mirada de Kellie se ensombreció. "¿La niña linda de la foto?" Una pequeña sonrisa apareció. "See". El nudo en la garganta de Lorna le dificultaba hablar. Kellie retiró la mano y Lorna necesitó todo de sí para no aferrarla y colocarla contra su rostro. "Y yo sabía que una vez que comenzase a golpearla, él nunca se detendría". Lorna giró la mirada hacia Kellie. "No sé cómo lo supe entonces, pero lo hacía en el fondo. Mamá no iba a detenerlo. Meg no podía detenerlo. A la policía no le importaba y nunca iba a salvarnos. Yo tenía que ser la que…" "¿Cuantos años tenías?" Una pausa. "Diecisiete. Pero fui juzgada como adulto". Kellie cerró los ojos. "Oh, Lorna", susurró ella consternada. "Sabía que habías estado aquí por mucho tiempo, ¿pero toda tu vida adulta? Dios". "Él prácticamente me desafió a hacerlo". El timbre de sus palabras había cambiado y su voz adquirió una cualidad lejana mientras revivía el terrible momento. "Y cuando él golpeó a Meg justo en frente de mí..." "Lo detuviste para siempre", Kellie terminó suavemente, suspirando junto con su amiga. Ajustó la manta más alrededor de sus piernas para combatir el frío que provenía desde el interior. "Eso no te convierte en una asesina". Lorna estaba muy seria. "Sí, lo hace, Kellie. Sólo porque somos amigos..." Ella hizo una pausa. "Lo somos, ¿verdad?" Kellie asintió e indicó su proximidad. "No he tenido muchos, pero estoy bastante segura que reúne los requisitos". Lorna dejó escapar un suspiro tembloroso que era todo un alivio. Una vez, hace años, cuando pensaba que tenía una verdadera amiga, había cometido el error de contarle a Katrina lo que había hecho. Incluso se había jactado de ello, con la esperanza de mejorar su reputación como alguien a tener en cuenta. Lorna había llorado por eso, pero no fue sino años más tarde. "Bien, que seamos amigas no puede cambiar lo que pasó".

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"Bueno, lo hace para mí", dijo Kellie decidida, con sus ojos ardiendo con convicción. "Hay circunstancias atenuantes. Fuiste abusada". Hizo un gesto salvajemente. "¡Mierda, debes haber tenido el peor abogado del planeta!" "No ayuda cuando tu propia madre atestigua contra ti en el juicio". El aire salió de los pulmones de Kellie. ¡Y ella pensaba que su propia madre era mala! "Pero lo que pasó no fue culpa suya. ¡Estabas protegiendo a una niña! ¡Lorna, tú eras una niña!" "Yo tenía una opción", Lorna corregido de forma sin tonterías. Ella comenzó a contar las opciones con los dedos y fue dolorosamente claro que esto era algo que había memorizado hacía mucho tiempo. "Yo… yo podría haberme alejado de él. Podría haber retrocedido. Podría haber escapado con Meggy. Podría haber llamado los servicios sociales. Podría haber hecho otra cosa que lo que hice. Podría culpar a los demás por lo que pasó, pero en eso me estaría mintiendo a mí misma. Asumo la responsabilidad por lo que hice. Y por todo lo que pasó después". Kellie hizo todo lo posible para darle una sonrisa tranquilizadora. Su cabeza todavía daba vueltas y su estómago no estaba muy lejos. "Está bien", dijo en voz baja. Lorna le devolvió la sonrisa, las lágrimas continuaban brillando en la luz pálida. "Estás a salvo aquí. No más malos sueños". Kellie sacudió la cabeza con vehemencia y susurró: "No". Entonces su sonrisa vaciló. "Por lo menos no sobre ti".

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Capítulo 6 Un mes después…

Lorna dejó el papel de lija y le dio la cómoda una mirada de aprobación. El mueble era de roble macizo, con un profundo acabado negro que brillaba bajo las luces de neón duras del taller de Blue Ridge. Era casi tan alto como Lorna, un encargo que había requerido más de un mes de trabajo duro y se vendería por poco más de tres mil dólares. Abrió uno de los cajones, gruñendo en voz baja en señal de aprobación cuando se deslizó sedosamente. "Guau". Lorna miró por encima del hombro y sonrió. "Hey". Ella no había hablado con Kellie en horas. El ruido de las sierras y lijadoras había ahogado todo, salvo los pensamientos de Lorna. Y a pesar de que se había olvidado Kellie estaba detrás de ella, la otra mujer nunca había alejado sus pensamientos de Lorna. Kellie dejó escapar un silbido. "Es espectacular". El ego de Lorna ronroneó de contento. "¿Lo crees?" Ella no era de los buscan elogios. Pero era buena en muy pocas cosas en la vida, y esta era una de esas. Esa era una fina pieza de mobiliario y no podía dejar de querer ver la admiración de Kellie, aunque fuera sólo por unos momentos. "¿Estás bromeando?" Kellie le dio una palmada juguetona en la espalda, tirando abajo el trapo que estaba usando para teñir una mesa. Lorna se emocionó ante el contacto amistoso. Unos silbidos resonaron desde el fondo de la sala. Lorna no estaba segura de si estaban dirigidos a la cómoda o a su compañera de celda. Kellie parecía mucho mejor que el mes anterior. Con la adición de unos pocos kilos, sus facciones se habían suavizado y los pocos días de estar al aire libre en el patio de abajo en el sol de primavera le habían dado su piel un brillo saludable. Sus heridas, al menos las del exterior, se habían desvanecido y tenía más de primavera en su paso. Aun así, Lorna sabía que no estaba durmiendo en toda la noche. Sin pensarlo, Lorna se estiró para frotar la mancha de madera de la cara de Kellie. Su mano estaba a mitad de camino antes de que ella se diera cuenta de lo que estaba a punto de hacer. Confusa y avergonzada, apartó la mirada y se metió la mano en el bolsillo del jean azul.

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Meciéndose sobre sus talones, dijo, "Gracias". Las cejas de Kellie se juntaron ante el extraño comportamiento de Lorna. "La cómoda está preciosa, Lorna. De verdad. Conozco al menos una docena de personas que morirían por tener algo tan hermoso en sus hogares". Los ojos apreciativos se levantaron de la cómoda. "Tienes talento". Varias mujeres que trabajan cerca intervinieron con su consentimiento. Lorna inclinó la cabeza mientras examinaba a su obra crítica. Le había costado un montón de años de práctica y formación, pero estaba finalmente en un lugar donde sabía que podía estar orgullosa de su mano de obra. "’Ta bien", ella estuvo de acuerdo con una sonrisa poco escondida. Luego tomó un trapo para el polvo y comenzó a limpiar la madera. "¿Cómo va tu mesa al final?" Era un simple trabajo de teñido, pero Kellie había estado en ésta durante horas. "¿Cómo se ve que va?" Terrible. "Se ve mucho mejor del que hiciste la semana pasada", ella ofreció alentadoramente. "Y ese fue tu mejor trabajo". "Ese tuvo que ser lijado y teñido de nuevo". Ops. "Y este no luce nada como eso". Lorna se negó a que sus ojos se deleitaran en un gran goteo que actualmente pasaba debajo de la pata de la mesa. "¡Buen trabajo!" "Lo que tú digas", dijo Kellie con poco entusiasmo. Ella puso la tapa en su lata de esmalte y luego recogió sus trapos para llevarlos al compartimiento del lavadero. Ramona, que estaba ocupada admirando la cómoda alta, se rió del intento de Lorna en no herir los sentimientos de Kellie. "Buen intento, chica". Las máquinas de toda la habitación se apagaron cuando las mujeres comenzaron a limpiar el taller. Una línea formada donde las reclusas serían cuidadosamente registradas en la entrada por todas las herramientas de una u otra pieza del equipo que habían sacado. "Metete en tus propios asuntos", dijo Lorna con la comisura de la boca, con sus ojos fijos en Kellie mientras cruzaba la habitación. "Tsk", Ramona reprendió. Ella se bajó sus gafas de seguridad e hizo todo lo posible para borrar la huella de la correa que había quedado en sus rizos gruesos.

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"El amor convierte a todos en unos mentiroso. Cuando le pregunto a mi marido cómo me veo en mi vestido de fiesta, ¿crees que él me dice la verdad?" La cabeza de Lorna bruscamente fue hacia un lado. "Sólo estoy siendo amable", protestó. "El amor no tiene nada que ver con eso". Ramona se rió. "¡No eres tan agradable!" Ella golpeó sus ojos inocentemente. "¿Y no crees que ella es bonita?" Un poco exasperada, Lorna susurró: "¡Por supuesto, creo que ella es bonita!" Ramona sonrió. Pero Lorna la detuvo con una mirada de suficiencia. "Eso no significa nada. Todo el mundo con ojos piensa eso. Ni siquiera es una cuestión de opinión. ¡Mírala! Es un hecho". "¿Qué hay de sexy?" Ramona cree firmemente que sabía la respuesta a la pregunta. Pero estaba tratando de hacer que Lorna lo dijera. "¿La encuentras sexy?" Lorna inmediatamente se sonrojó hasta las raíces de su cabello, un espectáculo que Ramona nunca habría pensado ver. Ramona reprimió una risa. Lorna lo estaba y mal. "Creo que sé la respuesta a eso". "Todo el mundo piensa eso también", Lorna insistió de nuevo, pero en el fondo sabía que no estaba en terreno seguro. Ramona le dio una mirada escéptica. "Si tú lo dices". El estómago de Lorna dio un vuelco. "¿No lo hacen?" Pero ella podía ver lo que Ramona iba a preguntar antes incluso que hubiera empezado a hablar. "Olvida eso. ¿Tú crees que ella es sexy?" Ramona, que era completamente heterosexual, era también como las mujeres de sangre caliente como el vino. Lorna dudaba de que su marido fuera capaz de vivir una semana después de que ella fuera liberada de la prisión. Seguramente, ella rendirse a la evidencia. Penetrantes ojos azules se clavaron en Ramona y ella comenzó a sudar. Se lamió los labios gruesos dos veces. Era obvio por la mirada de gran atención en la cara de Lorna que su respuesta fue muy importante. Por suerte, ella podría ser honesta. "Puedo ver que ella es atractiva, sí. Y puedo ver que otros podrían encontrarla atractiva, pero ella es mi amiga", dijo Ramona, escogiendo sus palabras con mucho cuidado. Después de todo, esta era la mujer de Lorna sobre la que estaba discutiendo. "Antonio Banderas es sexy. Mi Eduardo es sexy. Mis amigos no son sexys". "Oh", fue todo lo que a Lorna se le ocurrió decir, sintiéndose aún más lejos a la deriva. ¿No podrías encontrar a alguien sexy y tenerlo de amigo también? 93

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La confusión se arremolinó alrededor de la cabeza de Ramona como un enjambre de abejas. Lorna actuaba claramente como si Kellie fuera su mujer en todas las formas posibles. Peleaban como una pareja. Compartían las miradas íntimas que los amantes tienen. Hablaban entre sí, de pie muy juntas, en los tonos bajos que los amantes utilizan. Y cuando alguien miraba a Kellie demasiado tiempo, ella casi podía oír a Lorna moler sus dientes. Así que ¿por qué entonces Lorna parecía tan desconcertada? De repente, Ramona chasqueó los dedos. "¿No crees que ella te ame aun? Pero comparten la lujuria, ¿no?" La ligera mujer hizo un sonido atractivo de ronroneo. "Qué bueno. ¡La lujuria es buena también! El amor puede venir con tiempo. No creo que debas preocuparte. Puedo ver lo mucho que ella se preocupa por ti". Los ojos de Lorna se estrecharon. "¡Sí! No importa". Ramona atendió con esmero a su limpieza. "Que me meta en mis propios asuntos", murmuró. "Lo sé. Lo sé". Lorna se inclinó y llenó la pala con una pila fragante de aserrín y astillas de madera. "Correcto". Dejó la pala en un banco de madera y se inclinó hacia delante para barrer debajo de ella. Si necesita mi ayuda o incluso que seamos amigas, no es lo mismo que amarme. E incluso si pudiera amar a alguien como yo, yo nunca podría-"¡Vamos, señoras!" Rebuznó un guardia que estaba sentado en un taburete en la esquina. Miró el reloj en la pared que estaba cubierto por una jaula de metal negra y luego su reloj de pulsera. "¡Cinco minutos más!" Otro guardia que estaba manejando el detector de metales en la parte delantera de la habitación gritó: "¿Tienes una cita ardiente esta noche con otra chica fea y gorda?" "No", el guardia en el taburete respondió con calma. "Dejé de joder a tu esposa un par de años después de que se casaron". Las reclusas se empezaron a reír mientras los guardias se disparaban entre sí. Ramona decidió que un rápido cambio de tema con Lorna sería mejor para su bienestar continuo. "Te vi hablando con Jennings. No creo que ella nunca vaya a cambiar de opinión". Patrice Jennings, tenía un perfectamente recortado cabello color sal y pimienta, era administradora de la carpintería de Blue Ridge. Su oficina se enfrentaba a la parte trasera del taller, y permitía a Patrice observar el taller desde detrás de una ventana de cristal grande y gruesa. Su oficina estaba llena hasta el borde con pilas de papeles, cajas de cartón y archivos. Las horas que Patrice no pasaba delante de su computadora, 94

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maldiciendo, las pasaba maldiciendo a su calculadora. Las reclusas la consideraban su propia versión más atractiva de Ebenezer Scrooge12. "Sé que es su taller. Lo sé". Lorna hizo un gesto. "¡Lo sé! Pero tengo el dinero para los materiales, y para engrasar las palmas, trabajare en mi almuerzo o durante el tiempo de recreo. Ella nunca deja esa maldita oficina de todos modos y podrá ver lo que estoy haciendo todo el tiempo. Si empiezo ahora y hago la libertad condicional a tiempo, ella no tendrá que almacenar lo que haga". Ramona levantó sus cejas en cuestión. "¡Si no tengo libertad condicional voy a matar a todos aquí, así que puede guardar la maldita cosa!" Ramona palideció un poco. Nunca estaba segura de cuándo Lorna estaba bromeando y cuando era seria como una piedra. "Jennings se lo ha dejado hacer a otras convictas antes y lo sabes. Sweet Cheeks construyó su propio ataúd, y Jennings lo utilizaba como archivador hasta que Sweet Cheeks se lo llevó consigo cuando se fue, ¿recuerdas?" "Mmm... Recé por esa mujer Sweet Cheeks". Ramona negó con la cabeza. "Un ataúd pintado de color rosa fuerte no es una cosa normal de hacer". Ella presionó sus labios mientras pensaba. "Me pregunto, ¿cómo llevó esa cosa en el micro hasta la ciudad?" "Me supera como el infierno". Kellie se unió a ellas y sostuvo la pala mientras Lorna la llenó de nuevo. "¿Qué onda?" Lorna no dijo una palabra así que Ramona llenó el silencio. "Durante años Lorna le ha estado preguntando a Jennings que la deje construir algo para sí misma para cuando salga de este lugar. Lorna siempre pregunta--" "Y ella siempre dice ‘No’", Lorna suministró con amargura. "Pero no se pierde nada con intentarlo. ¿Qué más tengo sino tiempo?" La mirada de Kellie se desvió a la oficina y una mujer de negro-rail delgada que estaba puliendo sus gafas. "¿Por qué dice que no?" "¿Quién carajo lo sabe? Mi dinero debe ser tan bueno como el de los próximos convictos". Lorna miró el reloj, y luego se apresuró a sacarse su delantal. Lo hizo una bola en sus manos. "¿Llevo esas cosas?" Ella hizo un gesto hacia Kellie con la escoba y un recogedor. Kellie asintió. "Por supuesto". 12

Es el nombre de la protagonista en “Cuento de navidad” de Charles Dickens.

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Ramona sonrió dulcemente mientras se metió las gafas en el bolsillo. Las mujeres tenían sus propios asuntos. "Llevas el mío también, ¿por favor?" Ramona le arrojó Lorna su delantal. Lorna lo atrapó en el aire y corrió de vuelta a la lavandería. La habitación tenía que estar impecable y limpia, antes de que fueran autorizadas a alinearse en el detector de metales y salir para cenar, unas cuantas mujeres ya estaban esperando con impaciencia en sus estaciones de trabajo. Kellie colgó la escoba de nuevo en su ranura, con una mirada especulativa en su rostro. "¿Qué estás pensando?", Preguntó Ramona curiosamente, tener que llegar a puntillas para poner la escoba mano. Kellie sacó la escoba mano de Ramona y la colocó en su lugar, sumida en sus pensamientos. Ella no tenía suficiente dinero para sobornar a la administradora, y había sido marcada como alborotadora después de su incidente con Katrina. Ni los guardias, ni los administradores estarían dispuestos a hacerle ningún favor. Aun así, ella no se quedaba sin cosas que ofrecer. "Honestamente no lo sé". "Oh, no". Ramona trinó, con su salmonete rebotando con el temblor de la cabeza. "Eso suena peligroso. No me gusta la expresión de tu cara, chica". Ella se apoyó en una mesa. "Y tampoco me gustará la de Lorna". "Ella no es mi guardiana, Ramona", dijo Kellie distraídamente mientras tomaba su lugar volver a su puesto de trabajo. "¿Ella lo sabe?" Kellie le dio una media sonrisa. "Probablemente no".

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Capítulo 7 Julio de 2002

Kellie todavía era golpeada por el silencio que acompañaba a la noche. La prisión era un lugar tan ruidoso; lleno de campanas, el zumbido de las máquinas, voces elevadas y la charla general de demasiados cuerpos hacinados en un espacio demasiado pequeño. A excepción de la aventura sexual ocasional de sus vecinas muy activas en el hall o el suave chasquido de las botas de un guardia, estaba tan silencioso como una tumba. Inquieta, pero consciente de la mujer durmiendo en la litera de arriba, ella ahuecó la almohada tratando de ponerse cómoda. Una voz ligeramente ronca de Lorna rompió el silencio. "Es más de medianoche, deberías estar dormida". Kellie abrió los ojos y miró a la litera de encima de ella. "¿Cómo supiste que estaba despierta?" "No estás roncando". Kellie parpadeó un par de veces, con su visión ajustándose lentamente a la luz tenue. "¿Yo ronco?" "Sí". Kellie se movió más en la almohada. "Bueno, la próxima vez ignora mi pregunta como de costumbre. No necesitaba saber eso. Ya es bastante malo que mi nariz no esté más recta. Me veo como una boxeadora lenta y torpe". "Es apenas perceptible. Y qué poco nota, en realidad está mejor". "¡Mentirosa!" "Cree lo que quieras, pero era demasiado perfecta antes. Ahora tiene más carácter. Y no ignoro tus preguntas y lo sabes". Lorna se dio la vuelta y apoyó la cabeza en su mano. "¿Por qué estás tan mal humor?" Kellie suspiró. "Es como si mi mente estuviera en carrera algo así. Me siento como uno de esos osos polares patéticos del zoológico que no hace nada, salvo ir y venir en su jaula. ¿No es suficiente para poner a cualquier persona de mal humor?" "Los animales duermen en sus jaulas". Lorna estiró los brazos hacia fuera, delante de ella, tratando de alcanzar el techo que también estaba muy lejos para tocar. "Todos saben eso. Olvídate de los osos polares. ¿Nunca tuviste un perro?"

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"Nah. Supliqué tener uno durante los primeros diez años de mi vida, pero al final me di por vencida. Mi mamá me decía que eran sucios y dejaban demasiados pelos en los muebles. ¿Qué hay de ti?" Lorna asintió. "Una vez. Un cachorro de labrador negro llamado Kirby. Mi madre se apoyó accidentalmente sobre él en nuestro camino cuando tenía diez años. Ella no me dijo que lo había hecho. Esa noche tuvimos una tormenta de hielo desagradable. A la mañana siguiente de camino a la escuela lo encontré sólido, congelado... aplastado. Esa tarde tuve que quitar todos los pedazos de él fuera de la calzada con una pala de nieve. Nunca quise una mascota de nuevo después de eso". "No puedo imaginar por qué". Kellie hizo una mueca. "¡Uf! ¿Son todas las historias de tu infancia repugnantes y traumatizantes?" Lorna resopló suavemente. "En realidad no. Incluso mi familia tuvo algunos buenos momentos de vez en cuando. Los malos recuerdos que se te pegan sin embargo, ¿sabes? Un sonido u olor y vienen de vuelta, quieras o no. Es como si estuvieran grabados a fuego en mi cerebro". "¿No crees que pueda mejorar con el tiempo?" Lorna pensó en eso por un momento. Ella sabía algo acerca de fantasmas del pasado. "Yo creo que... no siempre. No los que se queman hasta la boca del estómago. Esos están allí por siempre. Sólo tienes que esperar tener un poco de suerte y hacer tu mejor esfuerzo para no dragarlos muy a menudo". Pensativa, Lorna miró a la pequeña ventana que dejaba claro de luna penetrar en la habitación. "Algún día voy a ser una señora vieja, patética, con enfermedad de Alzheimer, y no me acordaré de qué año es, o incluso mi propio nombre. Pero todavía veré a Kirby salpicado en el concreto cada vez que veo un comercial de Alpo". El pensamiento de Lorna estando sola lastimó el corazón de Kellie. "Tal vez cuando seas una anciana alguien estará allí para recordarte quién eres", dijo en voz baja. Lorna suspiró. "Tal vez". Pero estaba claro que estaba dudosa. "Así que ¿por qué no estás durmiendo en realidad? ¿Más pesadillas?" Había oído a Kellie lloriqueando sobre el tiroteo. Los sueños parecían ser cada vez peor, interrumpiendo el sueño de su compañera de celda casi todas las noches. "No sé". Kellie se restregó la cara con el dorso de las manos. "No puedo recordar lo que estaba soñando".

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Incluso después de despierta en lo que parecía la mitad de la noche, una vaga sensación de malestar todavía se aferraba a ella como un perfume. Ella tiró de su remera que estaba húmeda de sudor. "¿Lorna?" "¿Sí?" "¿No extrañas ser tocada?" Kellie deslizó su mano bajo el suave algodón de su remera y en la piel suave que cubría su vientre, el toque suave le dio piel de gallina y provocó un breve escalofrío. "Al principio extrañaba más el sexo", confesó. "No es que todavía no lo echo de menos como loca", admitió libremente. "Pero ahora hay momentos en que es un cara o cruz entre eso y la sensación del cuerpo de alguien presionado contra el mío, sintiendo los latidos del corazón, simplemente estar cerca, aunque no dura". El ansia nostálgica repentina de contacto humano hizo que Lorna quisiera llorar. Pero como siempre, ella despiadadamente lo comprimió hasta que fue polvo. "Echo de menos un montón de cosas. ¿Pero de qué serviría para pensar en lo que no puedo tener? No va a cambiar nada". Kellie no estaba segura qué estaba diciendo Lorna exactamente. Seguramente se dio cuenta que podía tener una novia, si eso es lo que quería. Pero tal vez ella era tan hetero que la idea de tocar a otra mujer no estaba dentro de su ámbito de posibilidades. Por otra parte, había aprendido que no era raro en las mujeres hetero mejorar su situación en Blue Ridge y emparejarse con otra mujer. Aquellas con los esposos y las familias en el exterior a menudo tenían amantes en el interior. Les daba un sentido de normalidad, de compañía sexual y, a veces, bajo la más difícil de las condiciones, de amor. "¿Tiene que cambiar algo?", preguntó Kellie. "¿No puede ser que estamos simplemente hablando y deseando?" "No". Llano. Inflexible. "¡Uf! ¿Tal vez has estado en durante tanto tiempo aquí que no se sientes nada más?" Kellie espetó, sus manos apretaron en puños. Ella les dio una palmada abajo con furia. "¡Este lugar es perfecto para alguien como tú!" El largo silencio que recibió palabras de Kellie le dio tiempo más que suficiente para desear que pudiera tragarse nuevamente sus palabras. "Maldita sea. Lorna…"

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Hirviendo, Lorna luchaba por respirar. "¡El hecho de que yo no seguí y seguí en ello hasta que otras personas quisieran retorcer mi cuello, no significa que no me duela por todas las cosas que echo de menos todos los días! El sexo es sólo una de esas cosas". Sus ojos estaban embotados. "¿Tú… crees que soy un robot o algo así?" Lorna sonaba tan herida como Kellie nunca la había oído, y una astilla de peligro, una que dudaba incluso que Lorna misma fuera consciente, enhebraba su voz. Como un animal herido, la forma en la que Lorna se protegía a sí misma era el ataque. A pesar que Kellie había superado el estar físicamente temerosa de su compañera de celda, el malestar o enojo de Lorna siempre le causaban ansiedad interior como un viento gélido. En algún momento, la amistad de Lorna se había convertido en el lecho de roca bajo sus pies y era fuerte y vital para su equilibrio. La idea de que cambiase la aterrorizaba. "Por supuesto que no eres un robot", Kellie respondió rápidamente, su corazón latía con fuerza. "N estaba pensando cuando dije que no sientes cosas. Eso fue estúpido". "El hecho de que no somos lo mismo no te hace mejor que yo. Me siento exactamente igual que tú lo haces". Las esperanzas de Kellie en ser perdonada rápidamente se hundieron como una piedra. Cuando Lorna estaba realmente molesta, ella estaba más allá de escuchar. "Yo sé eso. Lo siento". "Entonces, ¿qué fue ese comentario maldito acerca de que este lugar es perfecto para alguien como yo?" Lorna se acercó al borde de la cama y envolvió sus manos alrededor de la estructura de metal, apretando bastante fuertemente los dedos como para que dolieran. "¿Basura blanca13, quieres decir? ¿O tal vez violenta?" La vulnerabilidad sorpresiva en la voz de Lorna causó que Kellie se sentase directamente en la cama. Ella pasó temblando sus manos por el cabello desordenado, una sensación pesada llenaba su pecho. "Lo creas o no, me refería a la práctica. ¡Eres una de esas personas valientes!" "¿Valiente?" Los ojos de Kellie se agrandaron. Ella nunca había oído esa palabra, la dijo como si fuera una maldición. "Eres una sobreviviente. Sin importar qué. Pareces ver todo tan claro y razonable, cuando lo único que yo quiero hacer es gritar lo más fuerte desde mis pulmones y masticar la valla para llegar al mundo exterior. Estaba frustrada que hagas las cosas tan bien y... ¡y yo no hago!" Consternada, maldijo. "¡Eso es todo! No quise decir eso de la forma en que sonó".

13 Y ahí vamos de nuevo, el “White trash” se usa como referencia a una clase social baja o socialmente rechazada de la sociedad, destacando el color de piel blanco.

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"¿Sabes lo que más siento?" Kellie se encogió. "¿Enojo por mi gran boca y porque soy una idiota?" "Te mereces que diga que sí. Pero, la respuesta es no". Lorna se hundió en el colchón delgado y cerró los ojos. "Miedo. Eso es lo que realmente siento. Eso adormece la mente, el miedo del alma dolorida". Fue lo último que Kellie esperaba oír de la persona de más confianza que jamás había conocido. Ella ladeó la cabeza y escuchó con fuerza. Oh no. No. ¡Por favor, no permitas que llore! "Kellie, ¿sabes lo más probable que suceda a mí una vez deje este lugar?" "No, en realidad no". "Terminará en algo mental y de vuelta aquí". Fue una sorprendente la confesión. Kellie hizo a un lado su sábana y balanceó sus pies sobre el piso frío. "Te equivocas. Eso no es lo que va a suceder". Su estómago se retorció. Ella nunca había considerado eso ni por una fracción de segundo, que de alguna manera podría terminar en la cárcel después de dejar este infierno detrás. Pero esta era la única vida adulta que Lorna conocía. "Eres demasiado inteligente como para dejar que eso suceda". La voz de Lorna fue un susurro. "Incluso si tuvieras razón y yo no acabase aquí de nuevo, no sé cómo... estar con nadie. ¿Qué pasa si soy libre pero termino sola de todos modos?" Kellie cerró los ojos contra el dolor primal proveniente de escuchar a su amiga. "No lo harás". "Yo--" "Por una vez simplemente no discutas conmigo, ¿de acuerdo?" No podía soportar la idea de que alguien tan cariñosa como Lorna terminara sola. Se obligó a no llorar. Ambas no podían venirse abajo al mismo tiempo. "¿Por favor?" Lorna se limpió con impaciencia en los ojos. "Está bien, está bien". Kellie comenzó a relajarse. "Umm... ¿Cuando dices que no sabes cómo ‘estar’ con alguien estamos hablando de amor o sexo o…?" Inquieta, Lorna recogió algo de sus sábanas. "Quiero decir que no sé cómo tener una relación real. La única que he tenido fue sólo una cosa de niños".

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Aunque Kellie tuvo parejas que habían durado varios años, al final sólo fueron fracasos abyectos. Pero había cosas que ella creían que eran una verdad absoluta. "Eres una persona buena. Eres amable e inteligente. Cualquiera tendría una muy jodida suerte al tenerte. Bueno, no estarás sola por mucho tiempo". Los ojos de Lorna llenaron de nuevo. "Tuve este profesor en el cuarto grado, era agradable conmigo, aunque perdía muchas clases para quedarme en casa cuando Meg estaba enferma o mis padres tenían demasiada resaca para valerse por sí mismos. Les gustaba a todo el mundo, los niños, los otros profesores. Sus amigos vinieron a clase una vez y trajeron flores en su cumpleaños. Ella siempre tenía ropa limpia y un trabajo. Quiero ser como ella, no como mis padres. No... ¡Uf! No sé lo que estoy diciendo", dijo con dureza. "Sé que suena estúpido, como si estuviera pidiendo que me lo asegurases o algo así. Normalmente no soy así". "Todo el mundo tiene dudas sobre sí mismo". "Odio eso". "Lo sé. Pero sé esto también. Gente leal, de la clase en la que puedes confiar tus secretos, estarán allí para ti sin importar qué, de esos que se detienen cuando estás enferma y cuya sonrisa hace que tus rodillas se fundan, son increíblemente raras. Cuando algún hombre afortunado consiga verte, Lorna, te va a agarrar y aferrarse a ti como si luchara por salvar su vida. Y si no lo hace, bueno, entonces él es un idiota. La única forma en que vas a terminar sola es si quieres estarlo". Lorna tragó un par de veces antes de que ella pudiera hablar con el nudo en la garganta. "Gracias por decir eso". "Me puedes decir cuando algo te está molestando. ¿A quién más tienes para confesarte?" "A nadie". "Mi punto. Hablar no va a cambiar las cosas, pero que podría hacerlas parecer más manejables. Puedo ser una buena amiga para ti, Lorna, pero puedo ser una aún mejor si me dejas entrar un poco". "Yo…" Lorna tragó fuertemente. "Me gustaría eso, pero es... difícil". Era un sentimiento Kellie conocía demasiado bien. "Voy". Esta vez no fue una pregunta. Ella subió a la litera de arriba y se deslizó bajo las sábanas junto a Lorna. No había ni un centímetro de espacio entre ellas y empujó a Lorna hacia ella, y por una vez, no se sentía un ápice de resistencia a su contacto. 102

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La sensación de calor de la piel de Kellie era una comodidad simple tal que Lorna quedó allí, aturdida durante unos segundos, con los brazos sostenidos con fuerza alrededor de su amiga, con la cabeza apoyada justo debajo de la barbilla de Kellie. Abrumada, se hundió en ella, dejándose deleitarse en el contacto que había estado anhelando durante meses. Sostener las lágrimas se convirtió en una tarea imposible, y una vez que se soltó una, no podía detenerlas. Kellie la abrazó con ternura hasta que se fue todo llanto, o por lo menos hasta que lo peor de la tormenta había pasado. "No sé por qué lo hice." Su voz estaba ronca y cansada. "No importa por qué, Lorna. No importa qué fue, todavía tienes derecho". El corazón de Lorna se constriñó cuando Kellie se movió un poco y apartó su cabello de la frente, dejando caer un beso suave como pluma allí. Una sonrisa trémula parpadeo otra vez en su rostro. "Se suponía que debía hacerte sentir mejor para que pudieras dormir". Kellie murmuró en el cabello con aroma a limpio. "Quédate donde estás. Es mi turno de cuidarte". El cuerpo de Lorna puso rígido y las puntas de las orejas se quemaron por su necesidad. "No sé cómo actuar cuando lo hagas". Kellie tragó saliva. "Nos las arreglaremos, Lorna. Ya verás". Compartieron un momento o dos de silencio, pero era cómodo y algo familiar entre ellas. Kellie esperó, haciendo su mejor esfuerzo para ser paciente, como el aliento de Lorna recalentó su pecho. Aunque ella quería arrastrar Lorna través de la separación entre ellas, pataleando y gritando en su caso, se trataba de un abismo de confianza que Lorna tenía que cruzar por su cuenta. Por último, el cuerpo de Lorna se relajó de nuevo. El alivio recorrió a Kellie, pero se sentía un poco de ansiedad. Ella no era exactamente una experta en esto de la amistad. Y Lorna necesitaba un muy buen amigo en este momento. Lorna se aclaró la garganta y luego susurró. "Extraño a mi hermana. Pienso mucho en ella y me pregunto qué pasó con ella después de que yo... No me siento triste cuando pienso en ella, pero cuando pienso en qué parte de su vida que he perdido... a veces me es difícil respirar". Kellie sostuvo a Lorna un poco más cerca. "Háblame de ella". "Está bien". La barbilla de Lorna se estremeció por un segundo, pero luego dejó escapar una respiración lenta y parecía aferrarse de sí misma. "Meggy era una niña muy tranquila. Ella me seguía a todas partes". Un viejo recuerdo de repente entró en foco, uno 103

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que la hizo sonreír con tristeza. "Ella estaba enamorada de mi novio y lo utilizaba para asomarse dónde estábamos a través de la ventana cuando me estaba dejando fuera tras una cita. Luego, cuando finalmente llegaba dentro de la casa, la metía en mi cama y le contaba todas las cosas que hacía en mi cita". Kellie soltó una sonrisa melancólica. "¿Todas las cosas que hacías?" "Me guardaba algunas cosas". Una llamarada de fuego de celos atravesó las entrañas de Kellie. "Entonces, ¿cómo era?" ¡Masoquista! Subrepticiamente, Lorna avanzó sus pies helados más y más hacia las piernas calientes de Kellie. Ella no iba a hacer contacto. Sólo quería cerrar distancia lo suficiente como para compartir una parte del calor. Sólo otro centímetro o dos y... "¡Dios!" Kellie levitó un par de centímetros de la cama, tomando Lorna con ella. "¿Qué demonios fue eso?" "¡Oh, mierda! Lo siento". "Está bien. No tienes que moverte. Dios sabe que esas cosas necesitan un poco de calor". "Pero--" "Te muevas", Kellie gruñó juguetonamente. "Estoy bien. No me lo esperaba". "Preguntaste sobre Nathan. Él estaba bien. Dulce. Agradable. Un individuo lindo que intentaba hacer que me olvide de lo que estaba sucediendo en casa mientras estaba con él". Kellie luchó contra el impulso de preguntar qué tan lindo. "Él era un jugador de hockey de la secundaria que soñaba con tener una beca, pero no era lo suficientemente bueno para conseguir una. Yo no podía pagar la fianza, por supuesto, y él vino a verme a la cárcel del condado antes de mi juicio. No creo que sus padres estuvieran demasiado entusiasmados sobre eso. Siguió fijándose encima de su hombro como si su padre fuera a aparecer y darle una patada en el culo. Incluso en mi barrio las novias asesinas eran despreciadas". Ella resopló un poco. "Snobs". Kellie dejó escapar una risa débil y Lorna se le unió. "Bueno, fue sólo una visita. Dijo que iba a cuidar de Meggy, pero…", Lorna suspiró, "realmente no había nada que él pudiera hacer. Vino unos pocos meses después de que fui

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arrestada, pero el tiempo pasa y con el tiempo, así lo hizo él. Me dijo en una postal que estaba arrepentido de todo lo que había sucedido. Yo le creí". Estúpido. Hubiera al menos esperado... bueno, ¡al menos hasta que el juicio hubiera terminado! No había ni un ápice de nostalgia en la voz de Lorna cuando dijo su nombre y Kellie estaba avergonzada de que ella se alegraba de eso. "Suena como si estuviera atento en ese momento de Meg. No es de extrañar que a ti y a tu hermana les gustara". "Meggy estaba loca por él, aunque ella lo negara cuando se burlaban. Ella era dulce y torpe y divertida". Kellie sintió a Lorna sonreír. "La escuela era difícil para ella, pero no era tonta, ni nada", se apresuró a señalar. "Nunca se me ocurriría eso". "Para el final de su jardín de infantes yo estaba trabajando con ella todas las noches. Eso pareció ayudar y comenzó a hacerlo mucho mejor". "¿Dónde estaba tu madre durante todo esto?" Borracha, Kellie sospechaba, resentida que una adolescente hacía el trabajo de un padre. Lorna pensó por un segundo. "Sabes, no tengo ni idea". "¿Ella no cocinaba?" "Nah. Meggy y yo hacíamos la comida. O llevaba hamburguesas caseras desde dónde trabajaba". "Grr…" "No era la gran cosa, Princesa". Lorna dio unas palmaditas en el vientre de Kellie, entonces, inesperadamente, ella puso su mano allí y comenzó a hacer un masaje lento como si estuviera acariciando un perrito muy querido. El toque hizo hormiguear la piel de Kellie y ella reprimió un gemido de puro placer. "Mamá era una pésima cocinera", Lorna prosiguió, totalmente inconsciente de que sus toques inocentes estaban llegando peligrosamente cerca de deshacer a Kellie. "Era más seguro para hacer las cosas por nosotras mismas. Además, me gusta cocinar". "¿Eras…?", la palabra salió toda llena de humo, cálida, Kellie se detuvo y volvió a intentarlo. "¿Eras buena estudiante?"

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Lorna se encogió de hombros y admitió que lo hacía bien. No había estado tan interesada en la escuela a pesar de que le gustaba la lectura y era razonablemente buena en matemáticas. "Meg era un caso", dijo Lorna repente. "Si ella todavía está viva, puedo apostar a que ella tiene un novio guapo o marido. Incluso podría ser tía ahora". "Dios, ¿Lorna es que ni siquiera sabes si está viva?" Una expresión de dolor cruzó el rostro de Lorna. "Espero que ella lo esté... pero sólo Dios sabe que mi mamá se enganchó con una vez que mi papá se hubo ido. No era el tipo de mujer que podía salir adelante por su cuenta. Ella trajo una cita a mi juicio". "¡Increíble!" Muy consciente de la remera húmeda de Kellie por sus lágrimas, Lorna olisqueó un par de veces y movió la cabeza. "Lo siento". Torpemente, se incorporó un poco y trató de limpiar la tela. "Yo debería…" "Shh. No me importa que tus pies sean bloques de hielo y desde luego no te preocupes por mi maldita remera. Túmbate abajo y dime por qué no sabes nada de alguien que obviamente era tan importante para ti". Lorna no se movió. "Lorna, nosotros estamos tan cerca... físicamente, quiero decir, ¿te molesta?" Kellie sabía cómo se sentía al respecto, pero desde luego no iba a obligar a mantener este nivel de intimidad a nadie. Poco a poco, Lorna negó con la cabeza, con los ojos todavía brillando por la luz gris. Kellie acaba de abrir sus brazos y, sin decir palabra, Lorna se acurrucó contra Kellie, con la cabeza en la almohada para que se enfrentaran entre sí mientras hablaban. "Vi a mi hermana una vez en mi juicio. Era la primera vez que la había visto en un vestido". La voz de Lorna era una mezcla de cariño y tristeza. "Mamá la trajo y luego me hizo saber que no quería más mi mala influencia en la vida de Meg y que no la vería nunca más". Los ojos de Kellie brillaron con furia repentina. Lorna lo vio al instante y extendió la mano, apretó suavemente y soltó la mano de Kellie. "No esperaba que viniera a visitarme. La prisión no es lugar para un niño". Oh, Lorna, no es lugar para ti tampoco.

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"Supongo que no entendí lo que ella realmente quería decir en ese momento. Ella dijo que no vendrían a visitarme, no es que Meg desaparecería de mi vida para siempre. Escribí y escribí, pero nunca tuve una sola carta de respuesta. Por último, me devolvieron una de mis cartas estampada con un ‘destinatario desconocido’. Así que dejé de enviarlas". "¿Pero no escribes?" Muy de vez en cuando, Kellie atrapaba a Lorna escribiendo en el escritorio. Lorna nunca decía lo que estaba haciendo y siempre escondía las piezas cuidadosamente dobladas de papel en el cajón bajo la mesa cuando ella había terminado. Y aunque Kellie ardía de curiosidad por saber lo que decían las notas cuidadosamente escritas, nunca había tenido el corazón para echar un vistazo. "Es una tontería supongo, pero cuando las escribo me siento como si estuviera hablando con ella. Nunca he sido capaz de decidirme a enviarlas". "Lorna, no es tonto en absoluto". Unas cuantas lágrimas calientes más se derramaron por las mejillas de Lorna y salpicaron su almohada compartida. "Hace años hice que una guardia hiciera algunas búsquedas en Internet con el nombre de Meg. Imprimió los resultados y me los trajo. No había nada a excepción de algunos artículos de prensa en la que se mencionaba como mi hermana después de mi arresto". A veces, Kellie reflexionó, la vida es tan injusta que, literalmente, te deja de rodillas. Extendió la mano y limpió las mejillas de Lorna con el dorso de los nudillos. La piel era suave y húmeda y ella anhelaba besarla. "Hubiera dado cualquier cosa por una hermana que pasara tiempo conmigo y le importara cómo lo hacía en la escuela. Eras una buena hermana y me alegro que tuvieras a Meg". Lorna sonrió con una de esas sonrisas, aunque un poco aguadas, que volvió las entrañas de Kellie en gelatina. "Gracias". "Ya sabes, es como dijiste, hablar no cambia las cosas, pero puede hacer que se sientan más manejables". Los ojos azules brillaban con gratitud y algo más. "Es sobre todo agradable sentir que no estoy sola". "No lo estás", dijo Kellie simplemente. "¿Así que quieres saber lo que echo de menos?" "¿Además del sexo y dormir?" "Prométeme que no te vas a reír". "Duh". Lorna le dio un pequeño codazo. "Si es curioso voy a reír absolutamente". 107

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Kellie decidió que no podía encontrar ningún fallo en eso. Lorna riendo, sin importar la causa, era una buena cosa. "Echo de menos la lluvia". Lorna parpadeó, como su mirada se dibujaba hacia arriba, a la ventana. "¿Qué extrañas? La semana pasada llovió todos los días. No llegamos a salir fuera ni una sola vez". "Tarde por la noche, cuando finalmente dejaba de trabajar, solía abrir las puertas del patio y sentarme en un sillón reclinable suave y escuchar las noches tormentosas. Me encanta el olor a quemado de azufre de los relámpagos y el terrenal olor fresco de la lluvia. Lo hago desde que era una niña, cuando solía ponerme mi traje de baño y jugar en el patio trasero". "No pensé que te gustaba estar fuera tanto". "Por lo general no. No practico senderismo o piragüismo o lo que sea que la gente hace en esos lugares remotos como Minnesota o Wyoming. Pero ahora que no puedo salir es cuando quiero…" Lorna zumbaba con comprensión. "No ser capaz de tener algo te hace quererlo dos veces más". Kellie sonrió. Su compañera de celda ya la conocía demasiado bien. "Tal vez más". La cara de Lorna adquirió una expresión lejana y una sonrisa jugaba en sus labios. "Gusanos". "¿Eh?" "La lluvia y el suelo húmedo huele a gusanos para mí. Cuando era niña, solíamos tomar grandes latas de grasa después de una lluvia grande y luego los utilizábamos para pescar en el puente de la ciudad. Me gusta el olor de la lluvia también. Es el exterior". Con nostalgia, ella añadió: "Se trata de ser libre". Era una extraña sensación de entenderse plenamente. El espíritu de Kellie se disparó. Sus ojos se encontraron y el corazón de Kellie se apretó. "¿Perdóname? ¿Por favor?" Lorna la miró confusa. "¿Por qué?" "Porque herí tus sentimientos antes, con lo que dije". "¿Kellie?" "¿Mmm?"

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Lorna la miró y levantó la mano, siempre trazando suavemente el labio inferior tan tentador de Kellie con la punta de su dedo índice. El corazón de Kellie comenzó a tronar. Los ojos de Lorna levantaron de la boca de Kellie y con voz entrecortada dijo: "¿De verdad crees que mi sonrisa puede derretir las rodillas de alguien?" Ella miró el rostro de Kellie con atención. ¡Sí! "Yo…" La lengua de Kellie sentía torpe y gruesa como su mente se aceleró. ¿Estaba Lorna en verdad coqueteando con ella? "Yo…" Expectante, las cejas de Lorna se enfilaron hacia arriba. "¿Sí?" "Yo…" Al igual que un ciervo atrapado por los faros, Kellie se congeló ante la mirada de Lorna. Kellie se mordió el labio inferior. Lorna se estaba convirtiendo rápidamente en la tentación personificada. Si ella no conseguía controlarse sobre eso, el próximo año y medio iba a ser un infierno. "Cuando conozcas al correcto, umm, chico. Sus rodillas se derretirán por todos lados. Estoy segura de ello". Lorna lanzó el aliento que tenía a mano y le ofreció una sonrisa tibia. "Gracias". Kellie se quería morir. El momento perfecto había pasado junto a ella, le dio una palmada en la cara, y luego la dejó apestando a su paso, como salió de su celda. "Tal vez deberías volver a tu litera", dijo Lorna torpemente. "Es muy tarde y siento como si hubiera corrido una maratón". Kellie soltó una sarta de blasfemias internas. "Está bien". Pateándose a sí misma, se quitó la sábana y manta fina y empezó a bajar. Lorna la detuvo a mitad de camino hacia abajo con una mano en el lado de la cabeza. Kellie miró hacia arriba, de forma deliberada para no enfocarse en los ojos de Lorna. Sería demasiado fácil ahogarse allí. "¿Sí?" Impulsivamente, Lorna se inclinó hacia delante. Eso significó que el beso fue a la mejilla de Kellie, pero en el último segundo, su amiga se movió y el beso terminó en medio, justo en medio de la suave boca de Kellie. Ambas mujeres dejaron escapar jadeos suaves de sorpresa. Lorna dejó que sus labios se quedaran ahí. 109

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"Buenas noches", susurró finalmente, todavía tan cerca que sus bocas se tocaron. Cuando ella se apartó, se veía tan sorprendido por lo que acababa de suceder como Kellie. Aturdida por el gesto amoroso, Kellie se calmó. Luego lentamente levantó la mano para tocarse la mejilla, donde aún ardía el beso de Lorna. "¿Me besaste?" Aterrorizada y perturbadamente despierta, Lorna quería escapar. ¡Mierda! Ella ni siquiera estaba segura de lo que la rodeaba. "Yo… yo… no voy a hacer nada más. ¡Lo juro!" La frente de Kellie arrugó. "¿De qué estás hablando? Me besaste, no me pateaste los dientes". Ella ofreció una sonrisa cautelosa, pero cálida. "Fue un buen beso, también. Uno de los más dulces que he tenido". "Será mejor que vayas a tu propia cama, Kellie", dijo Lorna seria mientras se sentaba sobre sus manos. Kellie no se movió. La cara de Lorna se puso roja remolacha. "¡Lo digo en serio!" "¿Qué está pasando?" Kellie exigió, ignorando las palabras de Lorna y subiendo de nuevo en el nido cálido en la litera de arriba. "Estás temblando". Lorna se deslizó lejos de Kellie, era Kellie aunque estuviera en llamas. "¡Dije vete!" "Shh..." Kellie echó un vistazo a la puerta de la celda. "¿Quieres que los guardias vengan aquí?" Ella puso su mano en la pierna de Lorna, sólo para que Lorna la alejase. Los ojos de Kellie brillaron. "¿Qué demonios está pasando contigo? ¡Y no digas que nada! ¡No es nada!" Lorna envolvió sus brazos alrededor de su propio estómago y se inclinó ligeramente por la cintura. "Lo siento. No quise hacer eso". Ella comenzó a mecerse hacia atrás y adelante. "Estabas tan cerca. Y eres tan bonita. Y... y... ¡No pude contenerme!" Los ojos se levantaron desde las sábanas y cubrieron a Kellie suplicantes. "Lo siento. Yo nunca te haría daño". "No me has hecho daño", Kellie aclaró, luchando por tener su voz suave. "No entiendes". Enferma del corazón, Lorna susurró, "lo deseaba". La mandíbula de Kellie se hundió. "Después de todo lo que hemos pasado… me resulta difícil de creer".

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"¡Créelo!" Las palabras de Lorna se derramaron en un apuro. "Voy a hablar con Chul. O tal vez Elaine. Sí, Elaine. Creo que ella tiene turno de mañana temprano. Si le lanzo algo de dinero puedo conseguir que una de nosotras sea transferida a una nueva celda. Puede ser que tome unos pocos días pero--" Kellie sostuvo una mano en alto. "¡Detente! No quiero que me transfieran de celda y desde luego no quiero una nueva compañera de celda". Eso retorció el estómago de Lorna. "Necesitas una, Kellie. Se está haciendo más y más difícil para mí". Kellie agarró su propia cabeza como si quisiera arrancar su cabello. "¿Qué está siendo cada vez más difícil?" "¡Se está haciendo más y más difícil para mí que no tocarte!" Kellie buscó la cara de Lorna cualquier pista sobre lo que estaba pasando en la cabeza de su amiga. "¿Y crees que tocarme es malo?" Lorna asintió lentamente, y luego cerró los ojos. "Sí", dijo entre dientes. Kellie suspiró y se apoyó contra la pared. Había tantas cosas que necesitaba discutir que apenas sabía por dónde empezar. "Sabes que soy lesbiana, ¿verdad?" Lorna volvió a asentir. "Cuando dijiste que Cindy era tu novia no pensé que querías decir que eran sólo amigas". Kellie intentó no sonar tan herida como se sentía. "¿Así que piensas que es malo ser lesbiana?" Lorna frunció el ceño. "Por supuesto que no". La boca de Kellie funcionaba, pero no salió ningún sonido. "Además, sólo porque eres gay no significa que yo puedo hacer lo que quiero" "No es broma", Kellie inexpresiva. "¡Pero todavía tengo ni idea de lo que estás hablando!" Lorna levantó las manos en el aire. "¿No has visto? ¿No has oído? ¿Qué crees que Katrina estaba tratando de hacerte tu primer día aquí?" La expresión de Kellie se enfrió. "Katrina estaba tratando de violarme, no de besarme". "¡Ella estaba tratando de controlarte! ¿Nunca has visto un perro macho grande agarrar uno más pequeño y empezar a cogerlo? Eso es lo que significa ser íntimos aquí. No es 111

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como el mundo normal en el que conoces a alguien, van a una cita o algo así. A lo sumo se trata de utilizar a alguien como algún reemplazo patético de compañerismo de la vida real. En el peor, es fuerza bruta, dominación y violencia". La mirada de Kellie se suavizó. "No tiene que ser así". "¡Pero, pero eso es lo que es!" Cada palabra se sentía como una lucha. ¿Por qué no podía hacer Kellie entendiera lo que estaba tan claro? "Quiero controlarte, aunque sé que está mal. ¡Siento haber perdido el control!" "¿Es eso lo que querías decir cuando dijiste que querías hacerme daño? ¿Quieres tocarme?" La boca de Lorna se quedó seca y con las mejillas encendidas de color rojo brillante. "Sí. Yo… yo…" "Me puedes decir", Kellie azuzó con ternura. "Somos mejores amigas, ¿verdad?" "Creo que sí, pero--" "¡Lorna!" Resignada, Lorna negó con la cabeza. La paciencia no estaba entre las virtudes de Kellie. "Sí, lo somos". "Así que, probablemente significa que me puedes decir cualquier cosa". Kellie golpeó la cama con un movimiento rápido, casi frenético. "Ahora sería un buen momento". Con ojos ligeramente encapuchados, Lorna respiró hondo y miró a Kellie desde detrás de gruesas pestañas castañas. "Quiero besarte". Los ojos de Kellie brillaban y dejó escapar un suspiro que era todo un alivio. "¡Gracias a Dios!" Una pequeña sonrisa confundida atravesó la angustia de Lorna. "¿Eso no te molesta?" Kellie sonrió. "¿Me veo molesta?" Ella se retorció en la cama como un perrito feliz. "Estoy emocionada y halagada". Un enorme peso cayó de los hombros de Lorna, por lo que es un poco más fácil respirar. Al menos Kellie no estaba rechazándola por la idea de su interés. Entonces ella se estremeció por dentro. Al menos no todavía. Kellie no pudo ocultar su sorpresa. Ella estaba a punto de mencionar que Lorna nunca había hablado de mujeres de una manera sexual, pero por otra parte, a excepción de una breve mención de su novio de la escuela secundaria que había tenido que arrancarle, Lorna no había hablado sobre cualquier persona. Lorna era demasiado apasionada para 112

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ser asexual, Kellie decidió, por lo que terminó por asumir que era hetero... y muy privada. Pero ahora... "¿Has estado con otras mujeres aquí?" Lorna puso las rodillas en su pecho y apoyó los antebrazos en ellos. Toda esta conversación le daba ganas de salir fuera de su piel. Pero ella había empezado con ese patético intento de un beso y ahora no había vuelta atrás. "No". "¿Qué pasa con los hombres?" Ellos no eran tan repugnantes como Roscoe. Uno o dos de los guardias, de hecho, tenía el aspecto de alguien que acaba de salir de la milicia y eran innegablemente guapos. Lorna negó con la cabeza. "Hombre o mujer, los que estaban siempre interesados en mí aquí... ellos siempre querían empujarme donde no quería ir. Nunca he deseado a nadie". El rostro de Kellie cayó. "Hasta ahora", Lorna añadió rápidamente, no queriendo que hubiera ninguna confusión sobre este punto. "No sé qué hacer". Kellie dejó escapar una risita poco hecha trizas. "Si eso es todo lo que te preocupa, podemos trabajar en eso, Lorna. Nadie sabe qué hacer al principio. Por suerte, la práctica, que me encanta por cierto, cura todas las cosas". "Pero hay más". Lorna obtuvo en su coraje. El sudor empezó a gotear en su frente y ella se limpió nerviosamente. "Y esa es la parte mala". Kellie vio el miedo recrudecido en los ojos de Lorna. Ansiaba tranquilizarla, pero no podía hacer eso hasta que realmente entendía lo que estaba pasando. "Yo no sólo quiero besarte. A veces, quiero abrazarte y besarte. Quiero hacer que desees que te bese. Quiero ser la voz cantante. Quiero que me quieras tocar. Quiero controlarte". La cara de Lorna se retorció en repulsión. "Igual que Katrina". "Lorna". Kellie puso la mano sobre el brazo de Lorna, visiblemente aliviada cuando ella no saltó ante su toque. "No eres más como ella". La mirada de Lorna se oscureció con vergüenza. "No dirías eso si supieras más acerca de mí. Soy más como ella de lo que sabes". Kellie dejó esa conversación para el futuro. "Mira", dijo con toda franqueza: "No sé todo sobre ti. Pero sé mucho. No eres una persona normalmente pasiva. No me sorprendería que te gustara ser dominante en la cama también. Eso no es una mala cosa. De hecho…", ella sonrió tranquilizadoramente, "puede ser una cosa muy buena". "¿Dominante en la cama?" Lorna con voz ronca, un poco de sangre se deslizó de su rostro. "¡Acabo de hablar de besos!" 113

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Las cejas de Kellie desaparecieron en explosiones suaves oscuras. "¿Nunca has pensado en cosas que van más allá de eso? ¿Tal vez en un sueño o una fantasía inofensiva?" El color volvió a las mejillas de Lorna una velocidad asombrosa que se sentía un poco mareada. "Puede ser... Quiero decir sí". "¿Porque te sientes atraída por mí?" "Sabes eso". No era una pregunta. Kellie negó con la cabeza. "Tenía la esperanza de eso". Con cuidado, ella se movió un poco más cerca de Lorna al tiempo que permitía que tuviese su espacio. "Cuando pensabas en nosotras juntas... ¿eras violenta conmigo?" Lorna apoyó la cabeza en las rodillas levantadas y soltó un suspiro tembloroso. "Algo así". Hubo una pausa antes de Kellie dijo: "Dime lo que pasó". Cerca de las lágrimas, Lorna se volvió hacia su compañera de celda. "No pienso en esto todo el tiempo, ni nada. Pero a veces me imagino cómo sería sostenerte abajo y hacerte hacer cosas, ya sabes... um... hacerme cosas a mí". "¿Cosas?" Kellie se aclaró la garganta para quitar la ronquera que oía allí. "Cosas", repitió, orgullosa que la palabra sonaba completamente normal. "Tocarme... Besarme. ¡Jesús, Kellie!" Le espetó. "¡Entiendes la idea!" Kellie se habría encontrado a sí misma muy caliente si no fuera por la expresión horrorizada de Lorna. "Fantasía y realidad no son la misma cosa. Sólo de pensar en algo o ser curiosa sobre ello no hace que tus acciones sean reales". Lorna tragó. "¿Pero lo que si algunas de estas fantasías son cosas que te gustaría hacer en la vida real? ¿Incluso si piensas que están erradas?" "En tus fantasías ¿cómo reacciono cuando tú…?" Kellie hizo un gesto vago "¿… haces sea que lo sea que haces?" Lorna se encogió mientras esperaba la inevitable ira de Kellie. "Te gusta". Pero Kellie limitó a asentir, a continuación, tomó la mano de Lorna en la suya y enroscó sus dedos juntos. "¿Me lastimas físicamente?" Ella trajo la mano de Lorna a sus labios y la besó suavemente. ¿Por qué no está enojada? Ligeramente hipnotizada por el efecto del contacto amoroso de Kellie, Lorna miró sus manos unidas, antes de tratar de alejarse. Pero Kellie había anticipado el movimiento y las mantuvo con una presión suave, pero firme. 114

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"Yo… Yo… No". La confusión tomó color en la voz ronca de Lorna. "Estaba a cargo y ponía tus manos y boca donde yo quería". El deseo inundó a Kellie y ella ahogó el gemido que amenazaba con escapar. "Pero no te lastime físicamente". "¿Mentalmente, entonces?" "¡Te ordenaba! Te mandaba. Así no es como las cosas tienen que ser cuando te preocupas por alguien". Lorna golpeó su mano sobre el colchón. "Eres la persona más rebelde que he conocido. ¡Odias que la gente te diga qué hacer!" "Normalmente eso es cierto, Lorna. Pero las reglas en la cama son un poco diferentes. No estoy del todo en contra con alguien más a cargo. No creo que me gustaría eso exclusivamente…", admitió después de dar a la materia breve pero sería consideración. "¿Pero a menudo? ¿O incluso la mayor parte del tiempo y con la persona adecuada? Absolutamente". "Pero, ¿por qué quiero eso? ¿Qué hay de malo en mí?" Lorna se cubrió los ojos con una mano. "¡Sólo de pensarlo me hace sentir como una mierda!" La voz de Kellie era baja y se mantuvo más con un toque de ira cuando dijo: "No hay nada malo contigo. ¡Y tal vez te sientas como lo haces porque has estado en este pozo disfuncional toda tu vida adulta! El sexo no es igual a la manipulación, Lorna. Lo que estamos hablando es algo que sucede todos los días en las relaciones normales con gente feliz". Lorna no pudo evitar decir: "Eso no puede ser verdad". "Jesús, no estás fantaseando sobre nosotras teniendo de pies a cabeza látex y marcándome con hierros calientes hasta que yo gritara por misericordia, ¿verdad?" Kellie espetó. Los ojos de Lorna se agrandaron. "¿La gente realmente hace eso?" "Uh huh". "Bien... ¡No lo hago!" Kellie le dirigió una mirada directa. "Entonces te voy a dar un poco de perspectiva de alguien que no ha vivido su vida castamente. Lo que estás fantaseando no es anormal. ¡Ni siquiera califica como vicioso! Es sólo que expresa una parte normal de tu personalidad". Lorna todavía parecía dudosa. Las manos de Kellie temblaron con la necesidad de estrechar Lorna, hasta que llegó lo que estaba diciendo. "¿Crees que soy una persona razonable?" Lorna parpadeó ante la incongruencia. "Apenas". 115

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Kellie entornó los ojos. "¿La mayoría del tiempo crees que soy una persona razonable?" Lorna se encogió de hombros e hizo su mejor esfuerzo para ser diplomática. "Supongo". "Entonces tienes que confiar en mí en esto. Yo no dejaría que alguien me haga algo que yo no quisiera. Estaba peleando con Katrina con uñas y dientes, ¿no es así?" Un poco de la tensión en el intestino de Lorna se desenrolló. "Me acuerdo". Kellie frotó la parte posterior de la mano de Lorna con su pulgar y mentalmente le dio un poco de alegría. "En tu fantasía, ¿dije que ‘no’ a cualquiera de tus avances?" Lorna negó con la cabeza. "No querías que parara lo que estaba haciendo". Kellie sonrió cariñosamente. "Yo no me culpo". Lorna trató de no sonreír para sí misma, pero se estaba haciendo cada vez más difícil. "Estoy siendo seria". "Sé que lo estás". Kellie levantó la barbilla de Lorna. "Pero tienes que saber que puedes confiar en mí para cuidar de mí misma en lo que te está preocupado. Mírame". Con Kellie lanzándose a ver inmediatamente los ojos de Lorna, ambas mujeres se fundieron un poco más en la mirada cálida de la otra. "Confía en mí", dijo Kellie, al borde de la mendicidad, sin clamar, ni gritar. No podía estar segura de qué. "Confío en ti, Kel", Lorna susurro. "Más de lo que sabes". Apaciguada por el momento, Kellie dejar un poco más que lo planeado de su corazón con esos ojos. "Creo que estoy enamorada de ti", dijo en voz baja. Lorna dejó escapar una risita inesperada, rota por algunos años, cansada del mundo duro de reclusión ante su rostro. "Creo que el sentimiento es mutuo". Ella se inclinó y rozó sus labios con ternura contra Kellie, tratando de poner todo lo que sentía por esta mujer en un solo beso. Por un segundo, Kellie estaba demasiado aturdida para devolver el beso. Pero cuando sintió Lorna vacilar, como si ella pudiera apartarse, murmuró: "No", y apretó sus bocas muy juntas en un despliegue impresionante de pasión. La cama crujió fuertemente y el calor entre ellas se intensificó varios grados como sus cuerpos se unieron. ¡Dios!, la mente de Lorna suspiró. Los labios de Kellie eran tan suaves 116

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y deliciosos como parecían y a ella inmediatamente le dolían por más. El corazón le martilleaba en el pecho y la humedad resbaladiza se reunió entre sus piernas. Kellie gimió en voz alta cuando la lengua de Lorna exigió entrada en la boca con un sabor audaz. El beso fue dulce, caliente y no en lo más mínimo efímero como lenguas arremolinaban juntas, luchando por el dominio. "Tranquila", Lorna susurró, incluso cuando ella se dio un festín en la boca de Kellie y otra vez. Detenerse era la última cosa en la tierra que quería hacer, pero sus manos se morían de ganas de quitarle a Kellie su remera y ropa interior para poder perderse en la cálida piel almizclada que había debajo. Y eso era algo para lo que ella no estaba preparada. Al menos no todavía. "Tranquila, Princesa". Ella retrocedió un par de centímetros para estudiar el rostro de Kellie, pero no aflojó su control sobre la otra mujer. "¿Quieres que me detenga?" Kellie sacó su lengua por el largo del labio inferior de Lorna y Lorna lo sintió completamente hasta la punta de los dedos de los pies. "Porque no quiero, pero lo haré". Los ojos de Lorna se cerraron de golpe. "No. Quiero decir… sí", balbuceó. "Quiero decir... ¡argh!" Kellie se apartó. Habría más noches para besar y llegar a conocer el firme cuerpo tan cerca del suyo. Cuando finalmente se separaron, de frente, calientes y enrojecidas, ellas estaban jadeando suavemente. Increíblemente excitada, Lorna tenía ni idea de qué decir. Kellie apoyó su frente contra la de Lorna y le dio una sonrisa afectuosa que de alguna manera las arregló para no ser demasiado lujuriosa. La habían besado más veces de las que podía contar, y sin embargo esta novicia admitida la había reducido a una masa temblorosa pegajosa en cuestión de minutos. Impresionante. "Eso fue... Fue..." "Caliente". Lorna empujó un mechón húmedo de cabello rebelde de la frente de Kellie. Una mirada incierta barrió su rostro. "¿Correcto?" "Excesivamente caliente", Kellie accedió. "Caliente y sorprendente". Lorna sonrió aliviada. "Yo…" Ella volvió la cabeza al oír pasos comenzar y terminan al final del pasillo. "¡Mierda!", susurró con dureza. "El chequeo de Roscoe dentro de las celdas". 117

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La mayor parte de los guardias no molestaba en apuntar una luz en las celdas después del chequeo de camas, a menos que estuvieran llevando a cabo una redada sorpresa. Pero Roscoe era notorio por estar aburrido mientras trabajaba el turno de noche, además de ser un imbécil. Era una combinación peligrosa. "Es mejor que te vayas. Si te ve aquí él va a conseguir una pista que realmente me gustas y que tendré una nueva compañera de celda por la mañana". Kellie asintió, pero no pudo resistirse a darle a Lorna un último beso sonoro antes de que se bajase de la litera. Ella sólo se había detenido cuando el fuerte haz de una linterna aterrizó en su cabeza. Entrecerró los ojos contra la luz brillante, sólo viendo una gran sombra a través de la ventana de cristal en la puerta. La luz se quedó el tiempo suficiente para que ella le mostrase un dedo. Luego viajó hasta Lorna y la luz desapareció mientras se movía por el pasillo. "¿Lorna?" "¿Sí?" Kellie se volvió hacia su lado y apoyó la cabeza en su brazo. "Gracias por confiar en mí". Lorna podía oír la sonrisa en la voz de Kellie y la hizo rizar otra en su boca. "Ten dulces sueños esta noche, Kellie". "Sí". Kellie suspiró con nostalgia, con la voz flotando hasta la litera de arriba. "Tal vez los tenga".

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Capítulo 8 Un mes después…

Una gran carga de camiones cargados con tablones fragantes de cedro, pino, arce y hojas de aglomerado se encontraba estacionado en el muelle del Centro Penitenciario de Mujeres de Blue Ridge. El sol del verano caía a plomo sobre las internas como el viento caliente golpeaba sus remeras blancas. Elaine se quitó su sombrero, secándose la frente húmeda con el dorso de la mano y se apoyó contra la pared de la prisión. Ella cruzó los brazos sobre su amplio pecho y observó a Roscoe y Patrice Jennings. Pasaban tanto tiempo viendo como las internas. Después de mirar a su alrededor para ver si alguien estaba prestando atención, Lorna casualmente caminaba, pasado a Elaine, deteniéndose sólo durante unos pocos segundos para decir algo y presionarle lo que parecía ser un sobre en la mano. Kellie entrecerró los ojos contra el remolino de polvo alrededor de la bahía de carga mientras observaba el intercambio de detrás de una alta pila de cajas. "No hagas algo estúpido, Lorna", dijo. "Por favor". Lorna trotó de vuelta hacia su compañera de celda y chocó sus hombros con ella. Inusualmente alegre le preguntó: "¿Por qué la cara larga?" Kellie estaba a punto de responder cuando Roscoe la señaló y ordenó en voz alta, "Holloway y Katrina, toman el arce, después el cedro". El camión casi había sido descargado, pero era tarde y el hombre grande estaba perceptiblemente al borde. Kellie y Lorna intercambiaron miradas de preocupación. El vientre de Lorna se tensó y su corazón comenzó a latir rápidamente en su pecho, la reacción instintiva de su cuerpo al peligro potencial. El verbo era Katrina hurgando en sus asuntos. Y Lorna no tenía ninguna duda de que a ella le encantaría tener unos minutos a solas con Kellie. Su compañera de celda le había dicho cómo Katrina le había ofrecido alcohol y una mirada al rostro dolorido de Kellie le dijo lo cerca que estuvo de aceptar la oferta. Roscoe examinó el portapapeles de plástico en sus manos y pasó un dedo carnoso abajo en la lista de inventario. "Mally y T-bone, primero el pino y entonces el aglomerado. ¡Vámonos! El resto de ustedes entren con el Oficial de Johnson y la señora Jennings".

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La administradora del taller de madera, vestida con una blusa de algodón blanco y una falda ajustada fuertemente presionada que llegaba un par de centímetros por encima de las rodillas, frunció el ceño y luego se acercó a Roscoe, sus talones haciendo clic en el hormigón. Patrice Jennings se acercó a él y le habló en voz baja. El ceño de Roscoe profundizó, pero asintió con la cabeza. "Murano, toma el lugar de Holloway. La señora Jennings quiere hablar con ella". Laverne hizo un gesto lascivo mientras relevaba a Kellie. "Mascota de la maestra". Pero Kellie simplemente entornó los ojos. Ella dio un paso hacia adelante para seguir al grupo de mujeres que se movían en el muelle de carga, pero se detuvo en seco por una mano fuerte y dedos que serpenteaban alrededor de su muñeca. "¿Qué está pasando?" Lorna susurró con inquietud. "Tú y Jennings está terriblemente afables entre sí últimamente". "No te preocupes por eso". Kellie reconoció la tensión alrededor de los ojos de Lorna, pero prefirió ignorarla por el momento. No como si Lorna le contara todo lo que ella hacía, ¿no?" "Todo está bien. Ten cuidado con Katrina, ¿de acuerdo? No dejes que te tire una tabla en la cabeza o algo así". Los músculos de la mandíbula de Lorna se agruparon y liberaron. "No has contestado a mi pregunta". Sorprendida por el tono de Lorna, las cejas de Kellie saltaron. Roscoe arrojó el portapapeles en una caja de papel de lija y tiró de su cinturón de flacidez con una mano. "Vamos, Mally y Holloway". Frunció el ceño apenas, Kellie desenganchó suavemente su brazo del agarre de Lorna. "Te preocupas demasiado. Ve a descargar la madera antes de que te metas en problemas". La mirada de Lorna se suavizó. "Kel". Las otras presas ya habían desaparecido en el edificio con Elaine. La señora Jennings estaba golpeando con impaciencia su pie mientras esperaba escoltar a Kellie para volver a la oficina carpintería. "¿Problemas en el paraíso, Mally?" Lorna se dio la vuelta y flexionó sus manos, tratando de no pensar en lo bien que se sentiría a borrar esa mirada de suficiencia de la cara de Katrina. Entonces la vio reja y estando tan tentadoramente un poco más allá de su alcance. Fue suficiente para que le 120

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doliera el pecho. Nadie merece la pena arruinar mis posibilidades en libertad condicional. Nadie. Ella había pensado más en su libertad en los últimos meses que lo que había sentido en todos sus años en Blue Ridge. Conocer a Kellie le había dado una visión de algo simple y profundo que nunca pensó que iba a experimentar. Felicidad. "Hey, Roscoe, no te importa si trabajo con mi vieja amiga Mally, ¿verdad?" Katrina preguntó con voz melosa. "Prácticamente hemos sido vecinas durante meses y meses, pero no hemos tenido ningún momento juntas". Roscoe lucía como si negaría la petición. Había llegado a referirse hacia Katrina como ‘esa tortillera polaca’ las últimas semanas, lo que significaba que, o bien Katrina había recortado sus sobornos o, en base en su uniforme todo arrugado, su esposa lo había dejado otra vez y él estaba más enojado con el mundo de lo habitual. Pero después de unos segundos de reflexión, Roscoe se encogió de hombros. "Lo que sea. Sólo hagan el trabajo o las obligaremos a ello". Ramona Murano en silencio se emparejo con T-bone, una mujer de piel oscura y escuálida, con el ceño permanente fruncido y pequeños y brillantes ojos de color verde amarillento que le recordaba a Lorna a un gatito desnutrido. Se dirigieron a la camioneta antes de que una pelea pudiera estallar. Lorna en general hizo un buen trabajo evitando a Katrina. Tenerlas emparejadas a la fuerza probablemente sería el fin de alguien o terminaría ensangrentada, tirada en el hoyo. O ambas. "Mejor que uses guantes". Katrina le hizo un guiño a Lorna. "No me gustaría que te astillaras". Inquieta, Lorna sacudió sus guantes de trabajo de cuero de su bolsillo trasero y los tiró con movimientos furiosos y cortos. Sus zapatos resonaban fuertemente en el piso del camión mientras caminaba hasta el fondo, mentalmente viendo el extraño comportamiento de Kellie. No confiaba en la señora Jennings y no había ninguna razón que se le ocurriera por la que Kellie debiera hablar con ella a solas. Cada una de las mujeres cargó varios tablones largos de madera en una pila. "Así que", Katrina comenzó, "¿Qué se siente ser la perra de Kellie?" Lorna se mordió la lengua, negándose caer en la trampa mientras se inclinaba para añadir una pieza nudosa de pino a la pila. Su olor acre flotaba hacia arriba y superaba por completo el olor del cedro que se apilaba cerca. Una de las placas estaba tan reverdecida que todavía estaba un poco pegajosa. "La mitad de las cosas que nos dan es una mierda", Lorna se quejó, haciendo una nota mental para reclamar piezas de madera tan pronto como pudiera. 121

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Katrina añadió unas cuantas tablas más. "¡Whoa! Agárrate". La sonrisa de Katrina era retadora. "¿Demasiado para que lleves?" Lorna examinó la pila. "Probablemente". Katrina chasqueó un par de veces la lengua y levantó la final de la pila de forma deliberada, no haciéndose a un lado con Ramona y T-bone. Las dos mujeres más pequeñas tuvieron que bambolearse entre Katrina y la pared de la camioneta para salir adelante con su carga. "Mally". Katrina apretó los dientes y se ajustó su agarre. "No eres más que una sombra de tu antiguo ser". Aburrida de la conversación, Lorna usó sus poderosos muslos para doblar y levantar la final de la carga. "Bien". Katrina comenzó a caminar hacia atrás, con los brazos esforzándose bajo el peso de la madera. "¿Qué demonios te ha pasado? La gente solía caer sobre sí mismos para conseguir cinco minutos de tu tiempo o para salir corriendo como alma que lleva el diablo fuera de tu camino. Ahora todo lo que haces es mirar a tu maldita compañera de celda". "Sabes lo que pasó". Los músculos de los brazos de Lorna se destacaron en vivo contra su piel rojiza. "¡No bajes la velocidad, Katrina!" "Yo no sé nada", espetó Katrina, "aparte del hecho de que te convertiste en una gallina y traicionaste a tus amigas". Una ola de ira se apoderó de Lorna. "¡Nunca fuiste mi amiga! Crecí y me hice más inteligente, así que me alejé de ti. Supéralo, déjame a mí y los míos en paz". Aunque su cara estaba enrojecida por el esfuerzo, Katrina se detuvo en la parte inferior de la rampa del camión, en la losa de cemento frente a la bahía. Logró mirarla. "No quiero superarlo. Te quiero de regreso donde perteneces. Ayudándome. Trabajando conmigo". "Estás loca". "Eso nunca ha sido probado". Lorna resopló. "¿Quieres que seamos un equipo?" "Sí".

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Lorna vio un destello de sinceridad detrás exterior helado de Katrina. Pero tan rápido como llegó, se desvaneció. "Mierda. Quieres usarme o matarme, lo que te dé más placer en ese momento". La anticipación llenó la voz de Katrina y se humedeció los labios con excitación. "Matar es tan permanente, pero usar otra cosa sería... normal. Y duraría más. Podemos divertirnos de nuevo, Lorna. Como antes... sólo que mejor. Ser malo no es tan divertido estando sola". "De verdad estás loca si piensas que alguna vez voy a volver a esa vida. Volver a ser como tú..." Lorna dejó cada pedazo de repulsión que sentía por Katrina ser demostrado en su rostro. "Sea lo que sea de lo que tu mente retorcida se haya convencido a sí misma de lo que teníamos juntas, no es más que un producto de tu imaginación". Su voz cambió a un gruñido. "Incluso si pudiera olvidar la excusa repugnante de ser humano que eres, nunca me lo perdonaría por lo que intentaste hacer con Kellie". "No pasó nada, ya lo sabes". "Eso no fue por tu falta de intentos. Violación es algo bajo, incluso para ti. Tienes suerte de que no tuviste éxito". "Si lo hubiera hecho, realmente no podrías haberme detenido de dañarla, ¿o podrías?" Katrina parecía extrañamente complacida por la perspectiva. "No", Lorna admitió, repentinamente molesta que estaba claro que Katrina todavía la conocía tan bien. "Nada te hubiera detenido. Ahora, muévete". Lorna la empujó hacia adelante, pero obstinadamente Katrina se mantuvo firme, sus zapatillas chirriaron un poco como ella se echó hacia atrás sólo unos pocos centímetros. Una gota de sudor se deslizó por la mejilla de Lorna. Se moría de ganas y no podía rascarse. Ella tenía cosas mejores que estar haciendo de discutir con esta idiota. Sus ojos ardían y su voz se volvió más baja. "Última oportunidad, Katrina, muévete o te moveré por las malas". Katrina se rió entre dientes. "¿Por qué, Mally?", dijo ella, con una voz mucho más plácida de su expresión. "Si las miradas mataran, estaría muerta ahora. Si no te puedo convencer de lo buena que las cosas podrían ser al estar conmigo, ¿tal vez pueda convencer a tu puta? Tengo mucho que ofrecerle a ella, ya sabes". Esperó a que la comprensión apareciese en la cara de Lorna. "Así es, unos sorbos de lo que está en mi celda y apuesto a que había llegado arrastrándose a mí por más. Siempre has tenido problemas de control de impulsos, ¿no?" Katrina sonrió de oreja a oreja. Cada gramo de furia que se elevaba en los ojos de Lorna la atraía más cerca de la mujer que una vez conoció. "Piensa en mis manos que estaban 123

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sobre Kellie". Ella tarareó con un poco de placer de sólo recordar. "Su piel era tan dulce", ella movió las cejas. "Y sobre todo húmeda donde estaba tocando". "¡Cállate!" "No, gracias". El pecho de Lorna subía y bajaba rápido, odiando la hinchazón en su interior como un huracán rugiente en la costa. "Te equivocas, Katrina. No quiero matarte". Katrina no pudo ocultar su sorpresa. "¿No?" El cuerpo de Lorna se sacudió mientras hablaba, con todo su autocontrol barrido por el viento. "Primero quiero lastimarte y luego matarte. Le estaría haciendo un favor al mundo". Ella tomó aire y se preparó para golpear lejos las tablas antes que Katrina pudiera utilizar una como arma. Katrina dejó escapar un grito. "¡Sí! ¡Ahora esa es la vieja Mally que extrañaba! La rabia se siente bien, ¿no? Cómoda. Como un viejo amigo". Roscoe acechó por la rampa y se detuvo detrás de Katrina. Incrédulo, miró a Lorna mientras hablaba. "Esta no es su primera carga, ¿verdad?" "No lo sería si no me hubieras emparejado con Cruella aquí". Lorna le dijo, exhalando temblorosamente, con otra gota de sudor cayendo de su frente. ¡Aléjate de ella, Roscoe, antes de que sea demasiado tarde! "¿Cruella?" Katrina hizo una mirada inocente con los ojos abiertos. "Ahora heriste mis sentimientos". Los ojos de Roscoe se estrecharon y en una ráfaga de movimiento, le dio a la parte posterior de la rodilla de Katrina un fuerte golpe con su bastón. "¡Eso no es lo único que vas tener lastimado si no te mueves!" Como una caja de rocas, Katrina se derrumbó sobre el concreto caliente, con sus extremidades desparramadas. Las tablas que llevaba se estrellaron en la parte superior de ella, entonces resonaron contra el suelo mientras ella se tambaleó hacia un lado y dejó escapar un grito desgarrador. Roscoe la miró y sacudió la cabeza con pesar fingido. "Oh. Eso te dará un moretón". Lorna no pudo evitarlo, la tensión en ella empezó a caer en picado y se echó a reír. Fue agradable ver la ira de Roscoe dirigida a alguien que realmente lo merecía, para variar. Los ojos pequeños y brillantes de Roscoe encontraron Lorna. "¿Cuando estás dos escorias va a matarse una a la otra y darle mi reflujo ácido un descanso?" 124

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Lorna se restregó la cara con una mano y luego extendió los brazos cansados. No había una buena respuesta a esa pregunta, por lo que no respondió en absoluto. Por mucho que se dijo que no permitiría que Katrina la fastidiara, todo lo que hizo fue pensar en ella y Kellie en la misma habitación para que su sangre hirviese o alternativamente fuera tan fría como el hielo. Desde que ella y Kellie se habían besado se había convertido en insoportablemente sobreprotectora. Ella lo sabía. Kellie lo sabía, se vio obligada a admitir que ha sido más paciente de lo que merecía, tranquilizando a Lorna en voz baja que podían tomar las cosas con calma. Ofreciendo sus toques simples y miradas, todas llenas de dulce afecto. Si tan sólo Lorna no habría hecho y visto tanto durante su tiempo en Blue Ridge, sería casi imposible para ella para relajarse y disfrutar de la amistad de Kellie y más. Sabía con certeza chocante que los monstruos que acechaban en las sombras aquí, esperando a aplastarte, eran muy reales. Ella había sido uno de ellos. Y ahora tenía que pedirle disculpas a Kellie por cómo se había comportado de esta tarde. Si no tenía cuidado, arruinaría algo bueno antes de que tuviera la oportunidad de florecer. Que desastre. Ramona y T-bone estaban de vuelta y listas para otra carga. "Umm..." Ramona miró la escena ante ella. "¿Necesitas un poco de ayuda con este lío, chica?" Lorna negó con la cabeza. "Nadie necesita cualquier maldita ayuda", dijo Roscoe con impaciencia. "¡Pon tu culo dentro y consigue tu próxima carga! ¡Me estoy perdiendo mi póker dominguero de las tardes por ser niñera de unas perras! ¡Este camión debió haber sido descargado hace una hora!" T-bone se movió tan rápido que casi se tropezó con sus propios pies, con Ramona persistentemente detrás, con solamente un segundo más de indecisión. En silencio, Katrina se puso de pie, se sacudió el polvo y empezó a recoger las tablas dispersas. Cuando la última se había unido a la pila, levantó la vista y le disparó a Roscoe una mirada tan llena de odio que, para sorpresa de Lorna, inconscientemente retrocedió un paso. Entonces Katrina volvió su mirada en Lorna. Dios. Ella está muerta por dentro. Lorna trató de no sentir el escalofrío que siguió su paso por la espalda. ¿No decía el dicho que

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algunos perros ladraban pero no mordían? Ella tenía que admitir que no era el caso de Katrina. Ella mordía con fuerza y con frecuencia. Y tenía la rabia para empezar. "Gran error, Mally", dijo Katrina sombríamente mientras se sacudió el polvo. Ella estiró su espalda, con un golpe de dolor volando a través de su rostro otrora impasible. "Cuando tu mundo se vuelva una mierda, recuerda que fue tu decisión". Lorna soltó una fría sonrisa por su cuenta. "No te preocupes, Katrina, estado allí, he hecho eso14". "Apresúrense", Roscoe murmuró mientras golpeó su bastón contra su mano abierta. Entonces rápidamente se arrellanó a través de la zona de carga y empezó a molestar a Ramona y al progreso de T-bone. Esta vez Katrina y Lorna fueron a sus tareas sin una palabra, cada una nadando a través de su propio mar de pensamientos oscuros.

***

Lorna se sentó en la litera inferior y miró fijamente a la pared del fondo, demasiado cansada para sacar su toalla y kit de baño por el momento. Su tanque de gasolina, tanto física como emocionalmente, se tambaleaba vacío. Ella necesitaba disculparse por su comportamiento el día de hoy, pero por su enfrentamiento con Katrina todavía quería pelear. Ella quería besar a Kellie y matarla al mismo tiempo. Ahora no era el momento para una conversación profunda. Kellie podía decir por el comportamiento inestable de Lorna que algo había sucedido. Esperó, pero su compañera de celda no dijo nada. "Así que," ella preguntó, "¿no pasó nada con Katrina?" Lorna hizo un gesto hacia la mesa. "¿Qué escribes?" Ella levantó la pieza de papel en blanco y la movió con la mano, tratando de no centrarse en el hecho de que Lorna había eludido completamente su pregunta. "Nada". Lorna alzó una ceja. "Bien. No me digas". Los ojos de Kellie se estrecharon y un resentimiento que no sabía que ella albergaba estalló. "No es como que me dices todo", señaló con aspereza. 14

“Be there, done that” dice, en referencia a un capítulo de Xena. Love you, Blayne!

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Lorna, relajada, cruzó los brazos detrás de su cabeza y cerró los ojos. "No tengo ni idea de lo que estás hablando". "Vi que le dabas un sobre a Elaine hoy. Y esa no es la primera vez. Sé que no escribes a cualquier persona en el exterior. Y me resulta difícil de creer que tú y Elaine están intercambiando cartas de amor". Lorna maldijo en voz baja. Se sentía como una tonta por pensar que había sido tan cuidadosa. "Tus... No es…" Ella levantó una mano y luego la dejó caer sobre la cama. "¿Legal?" El estómago de Lorna se cayó. "No, no es legal. Pero no es tan malo, Kellie". Kellie estaba a punto de explotar. "¿Qué no es tan malo?" Consternada, Lorna negó con la cabeza. "No quiero involucrarte". Kellie desvió la mirada, con los hombros sólo un poco caídos. "Si esa es la forma en que desea cosas. Bien". "¿Qué significa eso?" "Significa exactamente lo que dije". Kellie se dio la vuelta para enfrentar a Lorna. "¿No vas por lo menos a preguntarme cómo fueron las cosas con Jennings?" Lorna le dio una mirada cautelosa, sorprendida por haber sido atrapada tan fácilmente. Una vez que Kellie tenía algo, ella era como un perro con un hueso. "Está bien", dijo con cautela, "¿Cómo te fue con Jennings?" Kellie no pudo evitarlo. Ella cruzó los brazos sobre su pecho. "Bien". Lorna esperó, pero cuando estaba claro que Kellie no iba a decir nada más, ella escupió, "¡Maldita seas, Kellie!" "Es un asco que te dejen en la intriga como un niño tonto, ¿no?", Kellie replicó. "No necesito que un convicto piense por mí, o decida lo que debo y no debo saber". Lorna voló fuera de la cama. "¿Crees que esta convicta no puede adivinar lo que estás haciendo allí sentada?" Kellie le dio una mirada en blanco en el non sequitur. "¿Eh?" "Has tenido ese papel en blanco delante tuyo en el día y esa expresión lejana en tu cara". Kellie se burló. "¡No sabes nada!"

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De repente, fue demasiado para Lorna: sin saber cómo actuar o ser en el amor, con la tensión sexual no resuelta, la incertidumbre de esta nueva amistad y la ansiedad sin fin sobre su antigua enemiga, incluso con Kellie. Echando humo, Lorna dijo, "Vamos a ver". Ella se llevó un dedo a la sien y golpeó un par de veces como si estuviera pensando algo desconcertante. "No duermes bien porque tienes pesadillas. Hablando desde la experiencia, yo diría que algo te está comiendo por dentro. Mmm... ¿Me pregunto lo que podría ser?" En una forma distante, ella sabía que debía dejar de hacer lo que estaba haciendo, pero la necesidad presionar a Kellie venció. "Debe ser muy malo", agregó con sarcasmo. "¿Qué has hecho malo? Absolutamente nada, ¿verdad?" Kellie envolvió sus brazos alrededor suyo y cerró los ojos. "Basta, Lorna". "Vamos, Princesa, sabes lo que es". Lorna ladeó la cabeza y esperó. "Te voy a dar una pista. Es una emoción básica que nos separa de los simios. Una que se evita como la peste. Culpa". Los ojos de Kellie se abrieron de golpe, y luego se estrecharon. "Lo digo en serio. Cállate. No sabes lo que estás hablando". "¿No lo hago? Sé muchíiiiiiiiiisimo... ¿qué culpa tiene que ver con esa inútil pieza de papel en blanco que has estado mirando de día…? ¿Podría ser una carta de disculpa al hombre que por tu egoísmo y estupidez se convirtió en un inválido? ¿Una carta que eres claramente demasiado terca y tan absorta en ti misma para escribir?" Eso fue un golpe directo en el corazón y Kellie se miró a sí misma como para verificar que no estaba realmente sangrando. ¿Era realmente tan fácil de leer? "¡Perra!" "Kel..." Lorna dejó escapar una respiración entrecortada y suavizó su voz. "Nunca he visto a nadie de comerse a sí misma por dentro de la forma en la que tú lo estás haciendo. Es necesario que superes lo que has hecho para que puedas seguir adelante". "¿Qué te hace que una experta en lo que necesito?" Kellie hizo una bola con el papel y lo tiró con la fuerza de un misil directo a la cabeza de Lorna. "¿Cómo sabes lo que estoy escribiendo? ¿Has estado espiando?" La pelota golpeó Lorna entre los ojos, rebotando en ella antes de que pudiera arrojarla a la basura. "¡No necesito espiar!" Le espetó brutalmente. "Ese bote de basura también es mío".

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La boca de Kellie se abrió. "¿Leíste una de las cartas que había empezado? No es suficientemente malo que los guardias lo invadan la poco de intimidad que me queda. ¿Pero lees mi correo también?" Tan enojada como Lorna estaba, tuvo que apartar la mirada. "Vi el nombre en la parte superior. Nada más". Kellie no se molestó en ocultar su dolor. "Habría esperado algo vicioso de Katrina. No de ti". Lorna reaccionó como si le hubiera dado una bofetada y una gran parte del vapor que alimentó su ira se evaporó en el acto. La traición se garabateó toda por el rostro de Kellie e hizo a su propio estómago una bola con un nudo sólido. "Yo… me tengo que ir". "¡No te atrevas a correr de aquí!" Un poco inestable en sus rodillas, Kellie se puso en pie. Habían discutido muchas veces, incluso se había herido los sentimientos de la otra, pero esta era la primera vez que los cuchillos habían salido. Lorna abrió el cajón de su armario y sacó su kit de baño y un fajo de ropa, desapareciendo por la puerta de la celda antes de que pudiera hacer más daño a su amistad ya hecha jirones. El agua tórrida rodó por la cara de Lorna como ella más o menos frotó su cabello. La mayoría de sus otras compañeras de celda se encontraban frente a la televisión en el salón, disfrutando de su favorito de la noche de domingo en la programación. Así que se permitió hacer algo que casi nunca hacía: tener pena por sí misma y lamer sus heridas. Pensó en sus primeros años en Blue Ridge, los llenos de violencia y resentimiento. Ella había tomado su sentencia de cadena perpetua muy literalmente, dejando muy poco espacio para la esperanza. Veinte años era más que una eternidad y más de lo que una adolescente aterrorizada podría contemplar. No había habido ninguna razón para actuar como un ser humano o tener la atención de nadie. ¿La bondad y la compasión? Aquello solamente era valorado en el mundo exterior. Allí eran las debilidades que esperaban ser explotadas. Tal vez ella no había empezado como una mala persona, simplemente confundida y buscando pertenecer a algo... cualquier cosa. Pero un día, perdida y sola en un momento, eso es exactamente lo que se había convertido. Incluso más por la rabia que Katrina había evocado con demasiada facilidad en ella, la sensación de arremeter contra Kellie, de hacerle daño y sentir placer, incluso momentáneamente, infaliblemente le recordaba a esa joven patética que había trabajado tan duro por superar. "Un paso adelante y dos pasos atrás", murmuró.

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Ella cerró los ojos y recorrió su rostro, sus ojos picando por la combinación de jabón y sudor. Su piel enrojecida y hormigueante, dejó que el ritmo de la pulverización golpease contra sus hombros cansados y contemplaba si estaban permanentemente mal las cosas con Kellie. "Mierda", susurró con dureza, negándose a dejar que las lágrimas llegaran. Oyó el chapoteo de zapatillas cruzando el piso cuarto de baño mojado. Kellie se puso delante de ella, las oleadas de ira salían de ella, estrellándose a su alrededor. Sus ojos se encontraron. Kellie parecía como si quisiera pegarle, Lorna levantó la barbilla y luego obligó a sus brazos a caer libremente a los costados. Sus ojos retaron a Kellie dar un paso adelante, su cuerpo estaba anudado con tensión. Si Kellie intentaba golpearla, ella se defendería porque esa era la forma en que era y su espíritu no exigía nada menos. Pero nunca levantaría su mano en represalia. Eso no era para ella. Kellie jadeó un poco ante la pose de Lorna. ¿Estaba realmente esperando violencia física? Por supuesto que lo está. Las personas que se suponía que la amarían incondicionalmente la golpeaban y se golpeaban entre sí. Es lo que mejor conoce. Consciente y muy visiblemente, Kellie aflojó los puños, aliviada de ver a Lorna finalmente aspirar una bocanada de aire. Ella había acechado las duchas con la intención de darle a su compañera de celda un montón de mierda para masticar. Y entonces iban a besarla y arreglarlo, así a Lorna le gustase o no. La adrenalina continuaba saliendo de ella, Kellie tomó toda la escena que tenía delante. Lorna estaba envuelta en una nube de niebla de vapor, con su piel enrojecida y rosácea. Llevaba el cabello peinado hacia atrás de su rostro y el agua caía en cascada por su cuerpo firme, en riachuelos que desaparecían en una mata de pelo de color de fuego entre sus piernas. Kellie irrumpió hacia adelante, a través de la fuerte lluvia de la ducha y hacia Lorna. El agua caliente empapó su remera y jeans mientras hacía retroceder a Lorna contra la pared gris. Lorna jadeó mientras el hormigón fresco entró en contacto con su piel recalentada. Ella luchó para mantener la calma como Kellie la inmovilizó con fuerza. Los pechos agitados, sus cuerpos fueron moldeados juntos como ambas aguardaban a ver qué iba a suceder. "¡Quiero controlarte!" ¿No era eso lo que Lorna le había dicho? Kellie podía ver a la otra mujer que luchar consigo misma. Luchar o huir. Aprovechar o desaprovechar.

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El corazón de Lorna tronó y su agitación sin problemas transformó en excitación profunda. Su mirada cayó a los suaves labios de Kellie y ella empezó a jadear. Expresó su necesidad de una manera sucinta, desgarradora, que Kellie nunca podría haber esperado. "Te deseo". Kellie miró a los ojos de pesados párpados tan cerca de la de ella y se entiende por completo. "Lo sé". ¡Aprovecha! Incapaz de esperar un segundo más, afirmó la boca de Lorna en un beso abrasador que pronto se convirtió en algo más vital que el oxígeno. Las lenguas resbaladizas ferozmente se batieron en duelo, que sabían mutuamente a ferocidad descarada. Luego, en una explosión de movimiento, sus manos estaban por todas partes, rastrillando la piel recalentada y dejando rastros de la electricidad a su paso, más o menos haciendo a un lado la ropa como los gemidos guturales de placer resonaron en las paredes de las duchas. Kellie arrancó su boca de la de Lorna y atacó su cuello suculento. Besar. Succionar. Bruscamente. Como si ella nunca tendría suficiente. Los ojos de Lorna se cerraron de golpe, con un profundo gemido saliendo de su garganta. Ella echó la cabeza hacia atrás hasta donde la pared permitía. "Oh, Dios". Estaba en llamas. En todos lados. Los jeans mojados de Kellie creaban una deliciosa fricción contra la piel hipersensible y sin pensar, ella empujó sus caderas hacia delante. Algo dentro estaba gritando para tomar el control, pero las manos que la poseían tan completamente estaban haciendo que el pensamiento racional fuera imposible. Era lo único que podía hacer para aguantar, mientras su cuerpo era tocado como un instrumento en las manos de un maestro de conocimiento implacable. Cuando Kellie se estiró y más o menos apretó su pecho, su centro comenzó a latir. Lorna entrelazó sus dedos en el cabello sedoso de Kellie y empujó la cabeza hacia abajo, guiándola a que devorase con su boca su pezón dolorido. "¡Siiii!" Respiró acaloradamente, con las sensaciones cantar a través de ella y haciendo que sus ojos se voltearan. Kellie adoró los pechos de Lorna con devoción inquebrantable. Ella tomó el sexo de Lorna con su palma, con sus propias rodillas temblando cuando Lorna descaradamente empujó hacia adelante para reunirse con su toque, enterrando sus dedos en el calor sedoso. Kellie besó su camino por el cuerpo de Lorna, pero dejó su mano exactamente donde estaba. Podía sentir el corazón de Lorna golpeando contra su pecho. Se detuvo cuando estaban frente a frente, hipnotizada por los labios brillantes de Lorna, que probó una vez más. Apartándose apenas una fracción, tan cerca que todavía respiraban aire de la otra, levantó las cejas en cuestionamiento.

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"¿Dentro?" Ella movió los dedos entre las piernas de Lorna para dar énfasis, el movimiento haciendo que todo cuerpo de su pareja convulsionara. Un rayo de calor disparó a través de Lorna y ella asintió con la cabeza frenéticamente. No podía estar más lista. "¡Sí! Por favor, Kel". Ella reforzó sus palabras cubriendo la mano de Kellie con la suya, tirando hacia adentro. El corazón de Kellie se disparó y se inclinó aún más duramente, empujando hacia arriba, obligando a Lorna a quedar de puntillas. Lorna tomó el labio inferior de Kellie entre los dientes y le dio un fuerte tirón instando a Kellie a seguir adelante. Dispuesta a que su mano no temblara, Kellie empujó un dedo dentro de Lorna. Tan apretado y caliente. Su boca separó, con Lorna lanzado labios de Kellie y miró profundamente a los ojos, compartiendo cada exquisita sensación. Ella gimió suavemente. Kellie estaba cautivada. ¡Dulce Jesús, voy a acabar simplemente mirándola! Ella acarició suavemente el clítoris de Lorna con su pulgar, emocionada por la corriente de gemidos que brotaban de Lorna. La otra mujer la miró como si quisiera hacer algo... para tomar el control de la situación. Pero no estaba segura de cómo. "Lorna, ¿quieres--?" "Sólo no te detengas". Un rubor oscuro comenzó a ir desde la parte superior de los pechos de Lorna a sus mejillas. "Nunca", Kellie prometió. Ella añadió un segundo dedo al primero y empujó hacia arriba detenerse instantáneamente cuando Lorna jadeó... ¿dolor? Se quedó inmóvil, sus ojos viendo con preocupación repentina. "¿Lorna?" "Shh". Lorna besó la comisura de la boca, hablando en voz ronca. "Está bien". Su mirada cayó y ella negó con la cabeza un poco, esparciendo gotas de agua y el sudor de su frente. "Acabo de… nunca…" Los ojos de Kellie se abrieron aún más. ¿Ella nunca? Y acabo... "¡Oh, Dios! Yo… yo… yo no sabía. Dijiste que tenías un novio y… y yo no tendría... no aquí". Desesperadamente, ella miró a su alrededor. Su primera vez no debería ser en las duchas. "Así no. Yo…" Lorna puso sus brazos alrededor de Kellie por si tenía la brillante de ir a alguna parte. "Nunca es mucho más corto de lo que solía ser, ¿no lo crees?", bromeó suavemente, colocando varios besos llenos de vapor en la cara de Kellie. Luego deslizó su mano bajo la remera y el sujetador de Kellie, sin parar hasta que ella tomó un pecho blando. Ella apretó, y al mismo tiempo, empujó hacia abajo en la mano de Kellie. 132

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Esta vez el gemido de Lorna fue lánguido y transmitía de puro placer. Tragó saliva, con la emoción pasando por su cuerpo; su normalmente profunda voz fue una octava debajo de lo normal. "No dejes de tocarme". Kellie se estremeció cuando Lorna pellizcó y rodó su pezón de una manera que la volvía loca. Ella asintió con la cabeza frenéticamente, con ganas de agradar a esta mujer. "Si estás segura..." Los labios se movían a su oído, haciéndole cosquillas en la piel sensible allí, en voz baja respiró: "Tengo que venir. Ahora". Pasó las manos por los lados de Kellie hasta que sus dedos encontraron los pezones tensos. Ella los apretó. Y eso fue todo lo que necesitó para Kellie, un orgasmo bajo el ataque de los labios persistentes de Lorna, las manos y las palabras sexys como el infierno. Se aferró a Lorna, quién la sostuvo firmemente mientras su cuerpo nadó con más placer del que pensó posible. En realidad se sentía un poco mareada. Lorna llovió besos sobre ella, como se quedó sin aliento. Los besos reavivaron el fuego en el vientre de Kellie. Decidida a darle a Lorna su propia liberación, Kellie la empujó hacia adelante una y otra vez, usando el pulgar para trazar el lugar que sabía que daba más placer al final de cada delicioso toque. Esto era fácilmente la cosa más erótica que había experimentado alguna vez. Ella lo había anhelado durante tanto tiempo que apenas podía creer lo que estaba sucediendo en absoluto. "Estás tan caliente que apenas puedo soportarlo". La respiración de Lorna aumentó y sus piernas se sacudieron. Kellie sintió la carne alrededor de sus dedos comenzar a sacudirse drásticamente como Lorna montó su mano. "Eso es, nena," susurró contra la piel salada, llevando su lengua a lo largo de la yugular de Lorna. Taaan cerca, pero tiene problemas para dejarse ir. Ella subió a mordisquear los labios hinchados. Dejó de empujar, sofocando las protestas como maullidos de Lorna con otro beso. "Relájate". "Yo… no puedo", se lamentó entre dientes. "Claro que puedes". Kellie retrocedió apenas una fracción para asegurarse de que pie de Lorna estaba firme. "Relájate. Siente esto". Ella dibujó círculos suaves y lentos alrededor clítoris de Lorna. Lorna cerró los ojos fuertemente, el rubor en su pecho oscureciéndose varios tonos mientras se apoyaba en el tacto. 133

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"Dime qué quieres que haga", Kellie arrulló, agarrando la parte inferior de Lorna con la mano libre y masajeando. "Dime". "Yo no…" Lorna movió la cabeza en señal de frustración, enviando un chorro de sudor y agua por todas partes. Ella amplió su postura, sus ojos hacer retrocediendo en su cabeza. "¡Más rápido!" Kellie obedeció al instante y Lorna se lanzó hacia delante y sostuvo a Kellie en un apretón tan fuerte que dolía, mordiéndose el labio mientras en silencio respondió a toque de Kellie, temblando con la fuerza de su explosión. Lorna hizo una respiración entrecortada, con un millón de emociones corriendo por su rostro como Kellie colocó tiernamente un beso en la barbilla, luego sus mejillas, frente y finalmente en sus labios temblorosos. Cuando terminó el beso conmovedor, apoyó sus brazos sobre los hombros de Kellie, todavía un poco aturdida. "Yo… no sé qué decir". Ella sonrió tímidamente. "¿Cómo es que las personas normalmente reaccionan cuando alguien sacude su mundo? Guau". "Sabes exactamente qué decir". Kellie sonrió. "Muy guau". Ella se inclinó hacia delante por otro beso. Entonces la puerta se abrió aseo. Kellie al instante se metió a sí misma entre Lorna y la puerta. Luego se quedó allí, aturdida tras la pasión que habían compartido, pero aún lo suficientemente consciente para sentirse tonta. ¿Ella protegiendo a Lorna? Ridículo. Casi esperaba que Lorna se riera. Pero en cambio, una mano cálida y húmeda apretó su hombro suavemente cuando salieron de la ducha juntas. Allí paseaban dos mujeres, con las toallas cubiertas sobre sus hombros y pequeños kits de aseo en la mano. Sus miradas se encontraron al instante en la habitación con las otras ocupantes. "Te lo dije", T-bone murmuró con la comisura de la boca a la mujer que estaba a su lado. "T-bone", Kellie saludó en tono casual, con sus labios apretados. "Deberías considerar tener mejor compañía". Los recuerdos de Laverne de pie a su lado y sin hacer nada mientras Katrina la asaltaba se elevaron y le dejaron un sabor amargo en la boca. "Hola, imbécil", Lorna saludó Laverne desde encima del hombro a Kellie. "T-bone, se van". T-bone se limitó a mirarla, parpadeando. 134

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"¿Realmente tengo que añadir ‘ahora’?", preguntó Lorna con calma. La mujer delgada al instante salió de las duchas, con sus sandalias resonando con fuerza en el suelo de cemento gris como ella dejó un ligero rocío de agua de estela. Los ojos de Kellie se agrandaron y se dio la vuelta. "¿Qué estás haciendo?" Lorna ignoró a Kellie, aplacándola con una suave palmada en la cadera. Su mirada se fijó en Laverne. "Quiero que le digas a tu buena amiga Katrina lo que viste aquí esta noche". Ella terminó con un brazo posesivo alrededor de Kellie y la sorprendió colocando un suave, pero sorprendentemente sensual beso en los labios. El beso de Lorna fue tan provocativo que Kellie casi olvidó que tenía audiencia y quedó mortificada cuando el gemido lánguido que llenó las duchas resultó ser suyo. ¿No se suponía ser la más experimentada de los dos? Las acciones de Lorna reforzaron la afirmación que ya había apostado, del elemento sexual que ella había supuesto, pero sin testigos, era absolutamente claro. Kellie era de ella en todos los sentidos de la palabra y ay de la persona tan estúpida como para olvidarlo. Sonriendo un poco ante la mirada de asombro en el rostro de Kellie, Lorna ladeó la cabeza y miró a Laverne. "¿Que estas esperando?" Laverne casi tropezó con sus propios pies cuando ella corrió de la habitación. "¿Qué fue eso?" Kellie preguntó de nuevo, tan pronto como estuvieron solas. "Un pequeño recordatorio a Katrina". Lorna frotó la espalda de Kellie. "Ella me presionó y estoy devolviéndolo. Ella no puede soportar el hecho de que nunca he respondido a ninguna de sus insinuaciones repugnantes". Eso apretó el estómago de Kellie. "¿Repugnantes?" Lorna sonrió tranquilizadoramente. "Sólo porque venían de ella". Sus ojos se encontraron y ellas sonrieron con un poco de timidez, incluso después de lo que habían tan recientemente habían compartido. Las cosas de repente parecían extrañas entre ellas. Diferentes. Kellie sentía más cerca de Lorna de lo que nunca había estado, pero al mismo tiempo había una tensión palpable entre ellas. El sexo no había borrado el dolor y la rabia que todavía se sentía por su última pelea. Nada más que hablar, algo que Kellie había evitado hasta ahora con sus otras amantes, haría eso. 135

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"Lorna". "Kellie", comenzaron al mismo tiempo. Un matiz de color de rosa rosado estaba en las mejillas de Lorna. Todo lo que Kellie podía pensar era besar Lorna nuevo. "Pregúntame de nuevo por lo que he estado pasando mi tiempo con Jennings". Lorna no ocultó su sorpresa o alivio ante la pregunta. "¿Por qué lo hiciste?" Ella hizo una mueca, preparándose contra la respuesta. "¿Es porque ella es bonita?" Kellie se quedó sin habla. "Yo… ¿de qué estás hablando?" Los hombros de Lorna se hundieron y dio una mirada a sus pies, moviendo sus dedos nerviosamente. "Sabes a lo que me refiero. Lleva buenos vestidos y trajes. Ella es bonita y…" Kellie miró a Lorna como si estuviera loca. "¡No me importa lo que parece!" Lorna miró hacia arriba. "¿No?" Kellie suspiró. "Dios, Lorna, crees que habría hecho..." Hizo un gesto sin rumbo. "¿Crees que habría hecho lo que acabamos de hacer, si yo estaba interesada en Jennings?" Lorna no se molestó en mentir. "No sé cómo las cosas tienen que ser entre nosotras. Sobre todo ahora". Y con eso, Kellie dio cuenta de que Lorna era tan mala en las relaciones como ella. Era una sensación sorprendentemente liberadora. "Estoy interesada en ti, Lorna, y en nadie más". Una sonrisa tentativa apareció. "¿Sí?" "Sí", Kellie confirmó en voz baja. "Dijiste que no sabías cómo deberían ser las cosas entre nosotras. Pueden ser de cualquier forma que decidamos. ¿Qué es lo que quieres?" No había ninguna duda acerca de lo que sentía. Si estaban en el exterior, Kellie sería de Lorna como el blanco del arroz. Pero estar juntas en la cárcel no era exactamente voluntario. Una sonrisa radiante amenazó con liberarse. "Quiero que seamos... Más que amigas". "Lo siento, estoy demasiado ocupada", dijo Kellie con ironía. Lorna la envolvió en un abrazo aplastante. "¡Eres la mujer más afortunada del grupo!"

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Todo el cuerpo de Kellie se sacudió mientras se reía, sus empapados jeans mojados se aferraban a ella. "¡No tú lo eres!" "Lo sé", dijo Lorna seria, con su corazón demostrándose en su voz. "¿Así que tú y Jennings…?" "He pasado más tiempo con ella porque le estoy enseñando cómo poner sus hojas de cálculo en Excel". "Esa es una cosa de computadora, ¿no?" Kellie asintió. "¿Jennings te pago para que le enseñes?" "Algo así. A cambio dejará que tú trabajes en tu propio trozo de muebles". Kellie sonrió, más que un poco orgullosa de sí misma. "Puedes comenzar la próxima semana". La voz de Lorna tenía una nota de asombro. "¿Ella realmente va a permitirme construir algo?" "Realmente lo hará". Lorna parpadeó un par de veces, a todas luces con incredulidad. "¿Y quedármelo?" "Y sigue," Kellie confirmó en voz baja, con el corazón dolorido por las cosas simples que a su amiga le habían negado durante tanto tiempo. Lorna contuvo las lágrimas. "Gracias". Kellie respiró satisfecha. Las horas de tutoría a una de las perras más molestas que ella alguna vez había tenido el disgusto conocer, sólo se convirtieron en pena. "¡Soy tan idiota a veces!" Lorna explotó cuando comenzó acechar alrededor de la habitación, gesticulando. "Haces algo bueno por mí y elijo pelear contigo al respecto". Sus ojos pedían la absolución y ella se acercó a ahuecar la mejilla de la otra mujer. "¿Me perdonas?" Las palabras de Lorna habían chamuscado un agujero en su intestino. Poco a poco, y sabiendo muy bien que lo que estaba a punto de decir era más que un poco cruel, Kellie calculó su fuerza. "No". La mandíbula de Lorna se hundió. Los ojos de Kellie se estrecharon. "No puedes ser una imbécil y luego decir que lo sientes y esperes que yo lo haga bien. O confías en mí, o no lo haces. Y si no lo haces…", un bulto subió tan rápido en la garganta de Kellie que tuvo que tragar un par de veces antes

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de que pudiera hablar sin voz quebrada, "entonces esto se termina ahora". Antes de tomar mi corazón tan completamente que no haya mucha posibilidad de arreglarlo de nuevo. Lorna sólo podía mirarla. "Después... todo... ¿De verdad lo harías?" Kellie se sintió unos dos centímetros más alta. Pero ella estaba decidida. "No me gustaría, pero no tendría otra opción". Con los ojos ardientes, Lorna consiguió decir: "Siempre tenemos opciones, Kellie. ¿No te has enterado de eso ya?" Con la mandíbula apretada, Lorna apagó la ducha cercana. "Vamos". Ella tomó la otra mano de Kellie en la suya y comenzó a conducirla hacia la puerta. "Tengo que enseñarte algo".

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Capítulo 9 Unos minutos más tarde…

Lorna llevó Kellie por un pasillo de poco uso que terminaba con una serie de salas de almacenamiento que estaban por lo general fuera de los límites de las internas a menos que estuvieran en esas asignaciones de trabajo. Con el cabello todavía húmedo y suelto trenzado, cada mujer estaba cómoda con sus pantalones cortos de color gris estándar, zapatillas gastadas y omnipresentes remeras blancas. "¿A dónde vamos?" Kellie susurró, constantemente mirando sobre su hombro para ver si un guardia o soplón de las presas las había visto. El mero hecho de que habían estado solas durante más de un minuto significaba que estaban en algún lugar que no debían. "Vamos a una de las habitaciones de la cocina que mantiene un fraude de suministros. Querías saber sobre Elaine, por lo que te voy a mostrar. Ahora, shh... no hables más, ¿de acuerdo?" El pasillo estaba oscuro en su mayoría, a excepción de la luz residual que entraba a raudales desde otro pasillo que conducía a la cafetería y que estaba cerca de veinte metros de distancia. Lorna pasó cuidadosamente sus manos alrededor del marco de la puerta. Kellie observaba con asombro cuando ella sacó un pequeño trozo de marco que había aparecido sin fisuras desde el frente. Un segundo más, y ella sacó una llave oculta de la muesca y comenzó a abrir la cerradura. Kellie se removió inquieto de un pie al otro. "¿Que es…?" Lorna presionó dos dedos contra los labios de Kellie y levantó una ceja en señal de advertencia. La llave se deslizó en silencio y Lorna abrió la puerta que daba a un cuarto de tono negro. Empujó a Kellie hacia adelante, entonces, con una rápida mirada definitiva por el pasillo, entró justo detrás de ella. Cerró la puerta lentamente para no hacer ruido. Estaban en un desván lleno de cajas de cartón llenas de cereales, servilletas y similares. El calor era sofocante y la luz solitaria de la pequeña linterna hacía todo, incluyendo a Lorna, en sombras siniestras profundas. Los estantes de alambre altos se hundían bajo el peso de docenas de enormes latas de salsa de tomate genérico, pepino, maíz y otros productos alimenticios.

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Kellie examinó una lata de tamaño industrial de rábano picante y su rostro se torció con disgusto. Así que eso era el sabor horrible en el pastel de carne. Pero no podía encontrar nada fuera de lo normal. De hecho, al principio de su estancia en el Blue Ridge, Kellie y varias otras internas, junto con Chul, la habían ayudado a traer fideos y aceite de cocina de otra habitación que se veía exactamente como ésta. "Está bien, me rindo". Kellie hizo a un lado un enorme paquete de servilletas de papel. "No entiendo nada de esto". "Vas a…" La cabeza de Lorna bruscamente hacia la puerta y ella apretó su mano sobre la boca de Kellie. "Shh". Ella le advirtió que estuviera callada, con una mirada preocupante por una fracción de segundo antes de que apagase la pequeña linterna, sumergiéndolas en la oscuridad. "Paso a paso", susurró en voz tan baja que Kellie apenas lo oyó. El sonido de unos pasos golpeteando, haciéndose cada vez más fuertes con cada latido de su corazón. Mierda. Mierda. ¡Mierda! Ella se congeló cuando una sombra apareció debajo de la parte inferior de la puerta y se quedó. No se atrevía a respirar. La sombra se movió y luego desapareció por completo, el sordo ruido sordo de zapatos se filtró en el almacén. Lorna dejó caer la mano de la boca de Kellie. "Jesús", Kellie murmuró en voz baja, con su pecho dolorido por el esfuerzo de la furia con la que golpeaba su corazón. Los pasos y luego la sombra regresaron. La manija de la puerta comenzó a vibrar como la cerradura se puso a prueba. Kellie tragó saliva, esperando el sonido no fuera tan fuerte como temía. Me voy a desmayar. ¡Lo sé! Encontrando la puerta cerrada con llave, el que estaba en el otro lado, aparentemente perdió interés y siguió adelante. "Si nos atrapan te vas a meter en problemas junto a mí. Y no quieres eso, ¿verdad?", dijo Lorna. "Yo…" "Sólo déjame mostrarte lo que he venido aquí para mostrarte y luego nos iremos". Tomó una caja de cartón grande desde el segundo estante y la colocó en el suelo. Lorna utilizó su imagen en miniatura para perforar la cinta que sujetaba la tapa cerrada, parpadeando un poco de sudor de sus ojos, puso la linterna en la boca para que pudiera mantener la tapa abierta y todavía brillar la luz en el interior. 140

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"Adelante", instó. "No va a morder". Kellie metió la mano y sacó una botella de champú caro, frunciendo el ceño un poco cuando se dio cuenta de lo que estaba en su mano. La caja estaba llena de ellos, botellas de todas las formas y tamaños, muchas con nombres de marca que sólo se vendían en los salones de gama alta. "Me gustan las cosas en esa flaca botella". Kellie entrecerró los ojos en la botella. "Ese es el mismo tipo que me diste". Nunca había oído hablar de la marca, pero olía divino y a ella le encantó el regalo inesperado que Lorna le había dado después de que había terminado su primer proyecto en solitario en el taller de carpintería. "¿Así que?" "¡Dijiste que comprabas el champú de la cueva!" La pequeña tienda de Blue Ridge, donde las prisioneras podían comprar hasta diez dólares en artículos personales por semana, se encontraba en el sótano cerca de la bahía de carga. La sala de dos y medio por tres metros con un bajo stock, costoso, perpetuamente húmedo y sin razón oscura. Pero en un movimiento sorprendentemente alegre, las presas hacían referencia a ella como la "cueva" y no la "cripta", un término que Kellie creía que era más apto. "Los obtengo directo de Elaine... al por mayor. Asumiste quise decir con la cueva". Lo absurdo de todo esto hizo que Kellie estuviera a punto de reír a carcajadas. La mitad de estas mujeres eran tan temibles aspecto que si ella las hubiera conocido en la calle antes de llegar a Blue Ridge, se habría cruzado al otro lado de la calle en vez de pasar junto a ellas. ¿Y ahora estas mismas reclusas se iban arreglando una a la otra? Se rascó la sien. "Déjame entenderlo. ¿Estás haciendo un mercado negro negocio de champú femenino con los objetos que apenas podían permitirse en el exterior?" Lorna frunció el ceño. "¿Es eso tan difícil de creer? Jesús, que realmente puedes ser una snob a veces. Las mujeres son mujeres, sin importar dónde se encuentren. Y por lo menos algunos de ellas siempre quieren sentirse bonitas. Incluso aquí". Y tenía el dinero para demostrarlo. Kellie no podría haber discrepado más. "¿De qué estás hablando? Llevamos ropa asquerosa. Zapatos feos. Nosotras hacemos el trabajo manual que arruina nuestras uñas, deja ampollas y callos en las manos, y la mitad del tiempo, al final del día, terminamos con olor a miembros de una banda encadenada. La comida está cargada de sal, grasas y 141

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productos químicos. Tú eres preciosa. ¡El resto de nosotras parece amontonadas pilas de estiércol!" Lorna puso la luz en el rostro de Kellie y sonrió. "Estás con SPM15, ¿verdad?" Kellie se negó a dignificar esa pregunta con una respuesta y dejó la botella al interior de la caja y seleccionó otra. Ella le dio una pequeña sacudida. "¿Así que esto es todo lo que estás vendiendo?" La espalda de Lorna se tensó y le arrebató la botella de la mano de Kellie. "¿Esperabas porno de niños?" Ella la metió de nuevo en la caja e hizo todo lo posible para suavizar la cinta de modo que si alguien miraba, parecía estar sin abrir. Kellie se estremeció ante el dolor mal velado en la voz de Lorna. "No quería decirlo de esa forma. ¿Esto realmente vale la pena para arriesgar tus posibilidades de libertad condicional? ¿Y cómo está involucrada Elaine?" Toda conducta de Lorna cambió en algo más duro y mucho más audaz. "Nada vale la pena para perder mi libertad condicional". Las palabras de Kellie salieron más enojadas que frustradas. "Entonces, ¿por qué haces esto?" Lorna pareció sorprendida por la pregunta. "Un poco de actividad del mercado negro, especialmente con cosas inofensivas como esto no va a hacer la diferencia en un sentido u otro. A menos que el funcionario mismo me atrape, lo peor que puede suceder es perder privilegios y hacer que todo mi inventario sea robado". Su remera estaba empezando a pegarse a su vientre lleno de sudor y ella tiró del algodón húmedo. "Incluso Roscoe se dejaría sobornar por algo pequeño como esto". Kellie sopló el flequillo de su cara y arrugó la nariz. El polvo en la habitación la hacía picar la nariz y ella estaba a punto de estornudar. "¿Puedes permitirte el lujo de comprar tu salida de los problemas?" "Está bien. El dinero", Lorna tarareó un poco como ella pensaba. "No es tan bueno como el maldito tráfico, droga o extorsión, para que conste. Pero sigue siendo bastante bueno". Kellie se sentía un poco enferma. "Oh".

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Síndrome Pre-Menstrual.

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"Elaine toma una gran tajada. La mayor tajada, en verdad. Pero ella trae la mercancía, por lo que ella jugándose mucho cuando se trata de su carrera. Yo hago el resto, y luego le doy la mayor parte del dinero. Ella la deposita para mí en una cuenta fuera". "¿Cómo sabes que ella no te estafa?" Una oleada de ira brotó en Kellie. El negocio era negocio sin importar donde se llevara a cabo o que estaba sucediendo en éste. Todo el mundo tenía un ángulo. Había aprendido eso de la manera difícil. Lorna subió un hombro. "No sé qué no va con el tiempo joderme. ¿Cómo sabes que Jennings no está mintiendo? ¿Cómo sabes que ella realmente me dejará trabajar en mi propio pedazo de muebles?" Kellie hizo una mueca. Lorna tenía razón. Había que confiar en alguien. "Ninguna de nosotras puede estar segura acerca de lo que estamos haciendo. Nadie puede. Pero Elaine me muestra los estados de cuenta bancarios cada mes y tenemos que arreglarlos para que ella pueda poner el dinero dentro, estoy bastante segura que ella no puede salir. No es infalible, pero confío en ella lo suficiente como para correr el riesgo". Los ojos de Lorna se estrecharon. "Si ella me jode puedo salir a delatarla también y ella lo sabe". Ella se relajó un poco. "Ahora cuando salga voy a tener un poco de algo que me ayudará a comenzar". Kellie se mordió el labio inferior. "Ya veo". Ella se hizo a un lado para que Lorna pudiera poner la caja de champú en el estante. La cara de Lorna cayó. "Estás decepcionada de mí, ¿verdad? Estoy quebrantando la ley". Kellie negó con la cabeza. Mientras que ella no aprobaba la actividad criminal, esto no era como la vida en el exterior. Un montón de cosas que eran un hecho en el mundo real, simplemente no se aplicaban aquí. Más al punto, no era una santa en cualquier lugar y no esperaba eso de cualquier otra persona. "Estoy preocupada por ti", corrigió ella con suavidad. "Te arriesgas demasiado". "Toma esto, después otro y eres mi novia". "Yo… yo no esperaba eso", dijo Lorna, un poco aturdida. "Sé que dijiste que querías que fuéramos más que amigas. Pero quiero estar segura de lo que quieres decir. ¡Estoy loca por ti! Por favor, por lo menos piensa en ello. No es como lo que has dicho antes". Ella recordó una conversación sincera que habían tenido hace unas semanas. "No sólo nos estamos utilizando una a la otra. Somos buenas una para la otra. Eres la persona más importante en mi vida". Kellie era muy consciente que un armario lúgubre era tan romántico como... bien... un armario sucio. Y cuando Lorna no 143

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respondió durante unos segundos empezó a inquietarse. ¿Tal vez ella había asumido demasiadas cosas demasiado rápido? "Me gustaría mucho eso", dijo Lorna como la voz de pánico de Kellie la sacó de su estupor sorprendido. "Eres la persona más importante en mi vida también, Kellie". Hubo una larga pausa. "Te... ¿Te has sentido tan avergonzada de algo que hayas hecho que ni siquiera puedes hablar de ello?" De repente consternada, Kellie tragó saliva. Su primera reacción fue decir que no, pero la sensación de hundimiento en la boca del estómago anudado le daba la respuesta opuesta. Se estaba haciendo más y más difícil de empujar este tema fuera de su mente. Pero Kellie nunca dejó de tratar. "¿Es así como te sientes?" "Sí. Si yo no te cuento toda la historia, alguien más lo hará. De hecho, no puedo creer que no haya sucedido ya. He estado viviendo en tiempo prestado". Pasó los dedos por el brazo de Kellie, levantando el vello allí con el movimiento suave. "Estoy segura que ya has escuchado pedacitos repugnantes y piezas". La boca de Kellie se hizo agua ante el toque seductor y le resultaba difícil concentrarse en lo que estaba diciendo. "Yo… he oído cosas que no suenan tuyas". "Ahh..." Fingiendo la calma, dijo Lorna, "esas serían las partes y piezas". "En ese caso, podría asustarme", Kellie admitió. "Pero vamos superarlo, Lorna". Desafiante, Lorna negó con la cabeza. "No puedes saber eso". "Cállate". Kellie hundió la cara en el cabello suave de Lorna, con fresco olor. "Yo sé eso". En el armario oscuro, estaban allí juntas, abrazadas, hasta que ambas comenzaron a creer. "¿Lo prometes, Kel?" Lorna susurró con voz ronca. Sonaba como una niña asustada que todavía quería tener esperanza y Kellie sintió las lágrimas aguar sus ojos. En algún momento había empezado a sentir el dolor de su amiga como ella sola. ¿Cómo demonios había sucedido? Era maravilloso y aterrador como el infierno, todo al mismo tiempo. "See. Lo prometo".

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Capítulo 10 La misma noche…

Estaban las luces casi apagadas cuando las mujeres hicieron su camino de regreso al pabellón. Un grupo de personas se quedó fuera de la celda esperándolas. Katrina se separó del grupo y se soltó con una sonrisa maliciosa antes de caminar hacia atrás por el extremo opuesto de la sala, los ojos y esa sonrisa enfermiza remachada sobre Lorna todo el camino. Entonces se detuvo y esperó. Los pies de Lorna se congelaron y su estómago se redujo. "Oh, mierda". Había visto esa mirada antes y en un instante se dio cuenta de que había cometido un grave error en promocionarle a Katrina lo que ella tenía en la actualidad. La cabeza de Kellie bruscamente giró hacia un lado y sus ojos se abrieron un poco más por el tono temeroso de la voz de su amiga. "¿Qué?" Lorna afianzó sus dientes juntos, con el temor arremolinándose en su vientre. "No lo sé". Un grupo de guardias estaba esperando fuera de su celda y las mujeres avanzaron lentamente, con su ansiedad creciendo con cada paso a regañadientes. "Ahí lo tienes", dijo Roscoe. Golpeó su portapapeles con nudillos gruesos. "Pensé que iba a llegar soltar a los perros por ti, Mally". Sonaba tan decepcionado de haber perdido la oportunidad, que los diminutos pelos de la nuca de Kellie se levantaron en indignación. Roscoe tiró los pantalones caídos con una mano. "Acabas de llegar un poco antes de apagar las luces". Lorna sonrió cortésmente al guardia. "Pensé que estabas fuera de turno, culo gordo. Pero me siento halagada que hayas venido a verme". Kellie entornó los ojos. No otra vez. Roscoe se lanzó hacia delante, empujando su cara no más de un centímetro frente a Lorna, que ni siquiera se inmutó. "No creo que estés halagada mucho tiempo".

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La falta de aire le hizo cosquillas en la boca y las mejillas, Lorna tosió ante el desagradable olor de su aliento. Con una mirada de suprema satisfacción en su rostro, Roscoe retrocedió un paso. Pero su sonrisa vaciló cuando Lorna lo despidió con un gesto de absoluta repugnancia. Lorna tuvo la repentina urgencia de tomar la mano de Kellie, pero no se atrevió. Sin embargo, ella no podía dejar de moverse un poco más cerca de ella, tan cerca que sus hombros se tocaban. Lorna se esforzó por mantener la calma. A diferencia del ala de máxima seguridad, donde los guardias no trabajaban solos, en el ala de mediana seguridad era la norma. Dos guardias juntos no eran inusuales, si la tarea lo requería, pero tres guardias juntos fuera de la celda de un prisionero significaban problemas. Y luego estaba Katrina y su pandilla, que estaban descaradamente observándolas desde el fondo del pasillo. Kellie dejó escapar un profundo suspiro de alivio que Lorna y Roscoe aparentemente se habían retirado en las esquinas neutrales. Al menos por ahora. Incapaz de mantener la preocupación en su voz, miró inquisitivamente a Chul y Elaine. "¿Qué pasa, muchachos?" Chul codeo a Roscoe quien entregó su portapapeles. Con el ceño fruncido, el hombre asiático pasó el dedo por una lista de las células y los nombres. "Sé que es tarde, pero te estamos reasignando esta noche". Se lo pasó de nuevo a Roscoe. Lorna se sentía como si le hubieran dado un puñetazo en el pecho como el aire en sus pulmones estalló en un apuro. Claramente incómoda, Elaine logró una mirada comprensiva. "¿Quieres ayudar a Holloway a conseguir sus cosas?" Roscoe abrió la boca para interceder, pero Elaine lo esquivó con un movimiento de cabeza. "Ellos no nos necesitan revisar sus cosas. Esto no es una búsqueda", le recordó. Kellie dijo: "¿Qué quieres decir reasignar? ¿Me voy de Blue Ridge?" Roscoe soltó una carcajada. "¿Creías que mágicamente vas a casa? No, sólo conseguiste una nueva celda, perra". Un gruñido surgió del pecho de Lorna y ella cubrió a Roscoe con una mirada letal. "¿Cuánto te pagaron?" Los ojos de Roscoe estrecharon. "¿De qué diablos estás hablando?" Las manos de Lorna se hicieron puños. "¡Tú, pedazo de mierda!" "¿Me estás llamando deshonesto?" Roscoe dio un paso amenazador hacia adelante. 146

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"Hey", Elaine lo tranquilizó, metiéndose a sí misma entre Lorna y Roscoe. "Esto no es una cosa muy grande. Es sólo una celda hacia abajo. Y--" Lorna siguió mirando a Roscoe sobre el halo de Elaine de trenzas negras. "Eres un hijo de puta". Chul bostezó. "Entra y consigue tus cosas, Holloway. No hagas que sea peor. Este no es el Holiday Inn y no te dan a elegir tu habitación". Kellie parecía aterrorizada, alzando la voz con su pánico. "¡No quiero ir a ninguna parte!" "No lo harás", Lorna entre dientes. Ella apartó los ojos de Roscoe y los corrió hacia Katrina, que seguía observando atentamente desde el pasillo, con su largo cuerpo apoyado en la pared y una sonrisa inescrutable todavía pegada en la cara. "Oh, sí lo hará", Roscoe corrigió con amargura. Su mano se posó sobre su garrote. Lo había utilizado una vez que hoy en día para un buen propósito, y se veía muy feliz de hacerlo de nuevo. "¿O te gustaría seguir causando problemas, Mally?" Al igual que los niños se reunían alrededor de una pelea parque infantil, la mitad del bloque de celdas estaba ahora fuera de sus celdas, de pie en el pasillo en sus pijamas o pantalones de gimnasia, observando la escena delante de ellos desarrollarse con morbo. "¡Vuelvan dentro!" Chul ladró. "¡Cualquier persona que está fuera con las luces apagadas recibe una visita al agujero!" Un coro de quejas se levantó, pero rápidamente se tranquilizó como la mayoría de las detenidas desaparecían de vuelta dentro de sus celdas. No así Katrina. Ella se apartó de la pared con una mano y le dio a Lorna un saludo descarado. Entonces le guiñó un ojo. Dejando sin dudas mentales a cualquiera que ella era la responsable de la repentina reubicación de Kellie. Todo el cuerpo de Lorna se tensó así como sus fosas nasales. "Perra", hervía en voz baja. "No podías dejarnos en paz, ¿no?" Ramona, que había estado observando en silencio hasta este punto, se metió detrás de Lorna y torpemente le palmeó el hombro. "No lo hagas, chica", susurró. Lorna se dio la vuelta y quitó la mano de Ramona, con sus propios puños volando en un gesto protector que se las arregló para aparecer agresiva.

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Ramona tragó a toda prisa, con los ojos bien abiertos del temor como ella levantó las manos en señal de rendición. "Sólo soy yo". Lorna suspiró y dejó caer las manos a los costados. "Lo siento", murmuró. Quería gritar o llorar o luchar. Cualquier cosa para hacer que todo esto desapareciera. Ramona dijo: "Yo me encargo de Kellie mientras estamos juntas. Y vas a hacer lo mismo por mi compañera de celda, Dusty, ¿no?" Ramona y su compañera de celda habían estado juntas durante años y ambas estaban con los ojos llorosos por la reasignación inesperada. Las luces fluorescentes duras parpadearon y, por instinto, todos miraron hacia arriba. Tres minutos para apagar las luces. "Maldita sea", Roscoe murmuró, sacudiendo la cabeza. "Chul, ve a voltear la anulación manual para Mally y Ramona de sus celdas". Hizo un gesto entre la gran mujer negra y Kellie. "Elaine, lidia con Holloway. Prefiero tratar con una perdedora como Mally, que con alguien que piensa que debería ser tratada como si estuviera visitando un spa". Lorna estaba fuera de sí. Por el rabillo del ojo, Kellie vio la cara de Lorna. Ella siguió su mirada hacia Katrina, y luego volvió a mirar a Lorna. Antes de su siguiente latido, sabía exactamente lo que iba a suceder. La sangre huyó de su presencia. "Lorna, por favor, no lo hagas..." Desesperada por detener lo inevitable, ella extendió la mano para detenerla. Pero fue demasiado tarde. Violentamente, Lorna se empujó más allá de Roscoe y echó a andar por el pasillo, con la ira resplandeciente en su cuerpo. Mientras quemaba un camino a seguir, las pocas mujeres que se atrevieron a ver el espectáculo se revolvieron de su camino el camino un rebaño de gacela cuando una leona entra en su seno. Lorna entraba y salía de las sombras mientras marchaba hacia Katrina, recordando a todos que su temible reputación había sido conseguida con sangre, sudor y lágrimas. Pero sobre todo sangre. Roscoe gruñó de satisfacción y asintió con la cabeza un poco. "Ahora no me importaría tener que quedarme hasta tarde". Él rozó sus dedos por su pesada sombra de las cinco mientras se rascaba la barbilla. "Era tiempo que esas perras finalmente se mataran una a la otra". Los ojos de Kellie se hincharon. "¡Dios! ¡Mierda!" Ella trató de deslizarse entre Elaine y Roscoe, pero sus cuerpos voluminosos frenaron su progreso. "¡Déjala!", gritó mientras ella se lanzó hacia delante y se metió por entre ellos como un tiro corcho de una botella de champán. 148

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Elaine repitió la maldición de Kellie. Ella se abalanzó sobre la muñeca de Kellie y de alguna manera se las arregló para agarrarse a esta y reprimirla con los dedos sorprendentemente fuertes. "Quédate, Holloway. Esta no es tu pelea". Frenética, Kellie exclamó: "¡Entonces haz algo!" Katrina no retrocedió cuando vio a Lorna que llegaba. En cambio, ella contuvo la respiración profundamente por la nariz y miró intensamente en los ojos de su oponente. Luego, ambas mujeres liberaron sonrisas que bordeaban lo sensual. Si no podían ser aliadas, entonces enemigas era la única otra opción. Nadie tenía el lujo de ser neutral en Blue Ridge. Incluso a través de la nube de furia, Lorna tuvo la presencia de ánimo de ser muy consciente que esto no era como la noche en que había matado a su padre. De ningún modo. Aunque creía por completo que había conseguido exactamente lo que se merecía, no había estado pensando cuando ella lo apuñaló. Sólo había reaccionado. Había sido como respirar. Instintivo. Supervivencia. Esta noche ella estaba al tanto de todo. Cada movimiento que estaba haciendo. Cada respiración. Cada latido del corazón. El suave sonido de sus zapatos en el suelo. El olor de la lejía utilizada para limpiar los pisos todos los domingos entremezclada con el olor a sudor. La voz de pánico de Kellie grabada en su cerebro. Su piel hormigueando por miedo y anticipación. Incluso la idea de la violencia a veces ponía enferma. Y sin embargo, aceptó que era una parte más de la vida. El respiro había sido un bálsamo para su alma, pero había sido demasiado bueno para durar. Esta confrontación había tardado años en llegar. Una máscara se dejó caer sobre el rostro de Katrina y su color rosa como ella comenzó lentamente a moverse hacia Lorna, cojeando ligeramente para atacar antes que Roscoe con su macana, mostrando los dientes como un perro rabioso. Saludos y gritos resonaban como las internas estaban apenas dentro de sus celdas, con sus cuellos estirados a medida que se esforzaban por ver lo que estaba sucediendo. Un canto misterioso sonaba. "Lucha. Lucha. Lucha". Usando cada gramo de su fuerza, Kellie se liberó de Elaine y corrió tras Lorna, con el cabello largo y oscuro volando tras de ella como llegó al final del pasillo. Le tomó varios pasos antes que pudiera oír a Elaine y Roscoe, finalmente, siendo empujados a la acción, detrás de ella, con sus pasos pesados y rápidos en aumento distante. Las celdas se apagaron todas a la vez, pero las luces de emergencia en el techo dejaron una pequeña cantidad de luz en el pasillo y echaron a todos en un resplandor rojizo extraño. Las puertas comenzaron a cerrarse automáticamente, ahogando las voces decepcionadas de las internas. 149

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Entonces Kellie estaba en los talones de Lorna, extendiendo la mano. "¡Alto!" Ella se lanzó hacia adelante y logró hacer el suficiente contacto como para enviar a las dos a estrellarse contra el suelo. "¡Basta!", gritó Kellie, arrojándose sobre la espalda de Lorna. "Espera..." Lorna luchó salvajemente. "¡Suéltame!" Por pura suerte, Kellie esquivó un codo volátil. "¡No!" Las dos mujeres forcejearon unos segundos, rodando dos veces hasta que estuvieron cara a cara, con Kellie tirada en la parte superior de Lorna. Entonces sus ojos se encontraron y ambos se detuvieron. "Katrina no vale la pena, Lorna. No lo vale". Las lágrimas querían llegar, pero Lorna las rechazó de nuevo, con los ojos ardientes en vez de eso. Ella no podía, sin embargo, detener el ligero temblor de su labio inferior. "Ella hizo esto. ¡Nos está controlando!" "Lo sé", dijo en serio, su respiración continuaba siendo rápida como la de Kellie. "Pero ella no es digna de libertad y eso es lo que quiere. Está cerca tu audiencia de libertad condicional y eso terminará". Los ojos de Lorna se llenaron de lágrimas a pesar de que su resolución era contraria. ¡No puedo perderte ahora que por fin te he encontrado! Todo va a ser diferente ahora. "Ella ha arruinado todo", susurró. La mirada de Kellie se suavizó, y por primera vez en mucho tiempo, dejó todo lo que estaba sintiendo una mujer se demostrara en su rostro. "No me estás perdiendo". Y luego Katrina estaba sobre ellas. "¿No puedes esperar hasta estar de nuevo en tu celda para que te monten, Mally?" Su voz se convirtió en un chillido que todo el bloque de celdas podía oír. "Ah, se me olvidaba, no compartirás nunca más tu celda". Sin oportunidad de desviar la patada que Katrina estaba enviando, Lorna empujó a Kellie hacia su pecho y utilizó toda su fuerza para torcerlas a los dos para que su espalda se llevara la peor parte del golpe. Ella cerró los ojos y contuvo el aliento mientras se preparaba a sí misma por la explosión de dolor... Que nunca llegó. Elaine empujó a Katrina contra la pared con sus antebrazos y a la punta de su macana en la parte baja de su espalda. El guardia la miró como si estuviera a punto de tener un ataque al corazón de correr por el pasillo. El sudor fluía libremente por sus sienes y su labio superior estaba empapado.

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"Intento de agresión". Ella hizo una pausa para tomar un respiro muy necesario, "¿… y te muestras perdiendo?" Elaine hizo un sonido suave cacareo. "No es bueno. Para nada bueno". Katrina gruñó mientras su rostro fue empujado contra la pared de concreto, con sus dientes raspando contra la pintura descascarada. Roscoe tiró a Kellie y Lorna por los cuellos de sus remeras. Su pecho subía y bajaba por la corta carrera. "Parece que Holloway va a conseguir su primer gusto de nuestros alojamientos privados". "¿El hoyo?" Lorna farfulló cuando se encontró de pie y se alisó la remera. Roscoe sonrió, "Ahora, Mally, sabes que preferimos llamarlo ‘custodia protectora’". Chul comenzó a caminar hacia él desde el otro extremo de la sala, pero el gran hombre lo desestimó. "Demasiado tarde ahora de todos modos, pequeña gallina china", Roscoe se quejó. Lorna se obligó a no enloquecer. Ella no le había dicho Kellie mucho sobre custodia protectora, sobre todo porque sabía que los conceptos de temer asustaban como la mierda a su compañera de celda. "¿Por qué? ¡Ella no hizo nada!" "La tortillera se perdió la luces. Es tiempo obligatorio en solitario según el director, y probablemente le darán a elegir entre la caja o el pan", Katrina suministró amablemente como Elaine chasqueó las esposas en sus muñecas, pellizcando la piel delgada. "¡Ay!" "¿Cuál es la caja?" Katrina sonrió con picardía. "Piensa en ello como un baño de vapor en el gimnasio, perra". Elaine suspiró. "No es una sala de vapor. Es una herramienta de manejo de conducta". Las cejas de Kellie subieron. "¿Qué significa eso?" Elaine miró sus zapatos. ‘La Caja’ era una técnica tan dura que incluso una parte de los guardias estaban incómodos con su uso. "Es un ambiente cálido donde los presos van a... bien…" "Para hornearse", Katrina interrumpió. "Y sudar como un cerdo en celo. Y retorcerse. Y estar en el infierno. ¡Es jodidamente una tortura!"

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Lorna realmente no podía más que estar de acuerdo, por lo que se mordió la lengua y oró porque la noche acabara. En soledad, o en cualquier otro lugar que Katrina no estuviera, estaba empezando a sonar bien. Kellie parecía debilitada. "Gracias por esa descripción horripilante". Katrina sonrió dulcemente. "Yo vivo para servir". "Estoy casi miedo de preguntar." Kellie disparó Lorna una mirada aprensiva. "¿Pero lo que es el Pan?" Katrina se rió alegremente. "¿Ella no te ha dicho? ¿Por qué crees que estaba tan ojerosa cuando volvió del agujero? El culo duro se declaró en huelga de hambre durante el último mes, de un período de seis meses atrás en el noventa y uno". A pesar de que la ira de Katrina hacia Lorna estaba clara, sus ojos brillaban de emoción y su voz tenía una nota de admiración que bordeaba en algún tipo de forma retorcida entre admiración y afecto. "¡El director tuvo que ordenarle que se alimentara a través de un tubo! ¡Fue malditamente genial!" "¿Lorna?" Kellie se impulsó, buscando la cara de Lorna. Lorna estaba paralizada. A veces, como parte de los esfuerzos de rehabilitación, mientras que estaba en el hoyo, los presos eran alimentados con una sola cosa: ‘El Pan’. ¿Cómo podría describir con precisión la sustancia parecida al pan, repugnante, pesada que se hacía a partir de harina, agua, huevos, zanahorias ralladas y papas hervidas, todo en puré denso y que se servía dos veces al día en planchas de medio kilo de una manera que podría darle a Kellie un ataque al corazón? "Bueno", Lorna comenzó con cuidado, "es sólo comida. Pero debes comerla, sin importar a lo que sabe, porque es lo único que te dan. Sólo come, ¿de acuerdo?" Katrina se echó a reír de nuevo. "Haz lo que tu maestra dice, no como ella lo hizo, ¿correcto, Holloway?" "Silencio". Elaine dio a la alta y rubia un pequeño empujón hacia adelante, como comenzaron a ir al final del pasillo. "Uno de estos días nadie va a cuidarte lo suficiente como para dejar que Lorna…" Roscoe le dio a Lorna y a Kellie un empujón en la misma dirección. Con una voz cantarina, añadió, "Y alguien va a terminar muerto. Sólo háganme un favor y no me hagan esperar demasiado tiempo, señoras". "Sé de alguien que lo hará", Katrina gruñó, lanzando tanto a Lorna como a Kellie un vistazo.

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Lorna pensó que ella atrapó durante una fracción de segundo alguna humanidad detrás de esa mirada. Pero en un abrir y cerrar de ojos se desvaneció, por lo que se preguntaba si alguna vez había estado allí en absoluto. Ella miró a la mujer que se había atrevido a llamar a sí misma ‘amiga’ muy en serio. "Yo también". Kellie, Katrina y Lorna se sentaron en los bancos de acero largos en una celda mientras esperaban ser conducidas a prisión preventiva. Habían estado sentadas allí por horas, mirándose la una a la otra en un silencio sepulcral. "Tengo miedo", susurró Kellie, con su mirada desviándose al banco en el lado opuesto de la habitación y a Katrina, que tenía los ojos cerrados y la cabeza apoyada contra la pared de la celda. "Sin importar qué", Lorna dijo con firmeza, "haz lo que los guardias te digan y no des problemas. El hoyo es compartido por seguridad máxima y mínima. Todo allí es lo mismo y te tratan como lo peor de lo peor. Los guardias no son diferentes. Si les das mierda ellos sólo te golpearan, Kellie. Sé cuidadosa". Los ojos grises como pistola de metal se abrieron. Lorna sonrió amablemente. "No te preocupes demasiado. Tu boca es lo único que te mete en problemas y no está permitido hablar con los guardias de todos modos". Kellie entornó los ojos. "¿Qué otra cosa?" Lorna se encogió de hombros. "No hay mucho más. Haz lo que te dicen. Pueden o no pueden permitirte pedir un libro de la biblioteca. Sé obediente y tus posibilidades subirán considerablemente". Kellie no era una gran lectora, pero la posibilidad de tener cualquier medio para aliviar su aburrimiento fue algo que abrazó con entusiasmo. "No puedo tener falsa obediencia". "Buena niña". "¿Qué parte del día me paso en mi celda?" Lorna dejó escapar un profundo suspiro. "Veintidós horas y media al día". Kellie parpadeó estúpidamente. "¿Q… qué?", ella gritó. Sólo Lorna, repentinamente, pero con firme control sobre su brazo le impidió levitar desde el banquillo. "¿Qué hay de ir a comer, ducha, hacer ejercicio?" Katrina se rió. "No te preocupes, las comidas se entregan como servicio de habitación".

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"Tú, cállate la boca", Lorna gruñó. "¡Eres la razón por la que estamos aquí en el primer lugar!" Katrina hizo una mirada inocente. "Y yo que pensaba que era por asesinato que estaba aquí, Mally". Kellie puso sus dedos de la remera de Lorna y la atrajo de nuevo en el banquillo. "Sólo pelear provocó todo esto". "Dominada". Katrina rió suavemente y cerró los ojos. "¿Lorna?" Kellie puso suavemente la palma de la mano en la cara de Lorna y dirigió la atención de su amiga de lleno hacia ella. "Olvídate de ella". "Pe…" "Simplemente deja que se muera". Se miraron la una a la otra. "¿Cómo puedes mirarla de esa manera?" Katrina de repente le preguntó Kellie. "Como si ella fuera tan especial". "Ella es especial. Y tú eres una cerda". Katrina se rió un poco. "Todo lo que soy, ella lo es también". "Apenas". "Todavía no te ha dicho, ¿o sí?" Un gruñido surgió del pecho de Lorna. Encantada, Katrina juntó las manos como una niña emocionada. "Vamos, Mally. Dile a tu perra". "Cierra la boca". La voz de Lorna era tan baja y letal que el corazón de Kellie empezó a latir. "Oh, quieres que yo…" Katrina sacudió su pulgar hacia su propio pecho, "¿… le diga? ¿Por qué no lo dijiste? Érase una vez, hubo una adolescente malcriada. Y…" Lorna se inclinó hacia adelante y puso sus codos en las rodillas. "Yo no quiero que continúes respirando". "Es una pena", Katrina arrojó. "Esto no es como el bloque de celdas. Lo de siempre, uno grita y los guardias vienen corriendo. Pon un dedo en mí y acabarás el doble de tiempo en el hoyo". 154

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Lorna se sentó y dejó escapar un suspiro buscando calma, pareciendo relajarse un poco. "Estás celosa de que a alguien le importa si vivo o muero y nadie nunca va a dar una mierda sobre tu miserable existencia". Katrina palideció, pero rápidamente recuperó su bravuconería. Ella se llevó una mano a un lado de la boca, como si bloqueara sus palabras de Lorna y hablando sólo para Kellie. "¿No te encanta la forma en que ella es tan dulce y dócil hasta que está a mi alrededor? Sacamos lo mejor de cada una. Ella lucha, por supuesto. Pero siempre fue terca. De hecho", Katrina se rascó la barbilla, pensativo, "podríamos incluso ser almas gemelas". Kellie parpadeó. Katrina, la perra delirante, no estaba bromeando. La expresión de Lorna se hizo como una tumba, tal vez incluso un poco triste. "Si pudiera salvar lo que te ha pasado, Kat, lo haría. Incluso ahora". El rostro de Katrina se sonrojó como remolacha roja tan rápido que Kellie se preguntó si la cabeza le iba a explotar. No era un pensamiento desagradable. "Ni siquiera vayas allí. No lo... ¡No lo hagas!" Katrina balbuceó. "Pero es hora de que lo haga", dijo Lorna seriamente. Katrina apretó los dientes tan fuertemente que la propia boca de Kellie le dolía. Katrina golpeó la pared, dejando una mancha de sangre espeluznante sobre el cemento. "¡Mierda!" Los ojos de Kellie se agrandaron. Sólo podía adivinar lo que venía de Lorna y de pronto, ahora que el momento estaba finalmente aquí, decidió que no quería ir a ninguna parte. Lorna era en lo único que podía confiar. "Detente, Lorna". Ella sacudió la cabeza violentamente, esparciendo su oscuro cabello sobre los hombros. "Esto es de mi incumbencia". "Estoy cansada de que esté jodiendo mi cabeza. Si yo no te digo ahora, Katrina solamente te dirá las partes que quiere que escuches. O sólo será otra persona". El ambiente estaba cargado de presagios. Incluso el aire estancado se sentía pesado y el zumbido de las luces parecía anormalmente alto. Kellie se limpió las palmas húmedas en sus piernas. Entonces Lorna comenzó a hablar con una intensidad tan tranquila que capturó a Kellie por completo y Katrina desapareció de la escena. "Cuando llegué por primera vez a Blue Ridge, era un poco como tú. Tenía miedo de mi propia sombra y estaba totalmente fuera de balance. Todo lo que estaba ocurriendo parecía que le estaba sucediendo a otra persona, como si fuera de otra persona mi

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patética vida. Y cuando finalmente di en el blanco de la clase de persona que era en realidad, me parecía que el mundo estaba llegando a su fin". Kellie asintió en silencio, un poco se sacudió esa sensación de Lorna tenía tan estrechamente reflejada. "Pero por sobre todo, estaba enojada. Enojada por todo lo que perdí. Yo no era realmente una persona resentida antes, ¿sabes? Sé que suena raro, después de pasar por lo que yo hice cuando era niña. Pero hasta el día que maté a mi padre, era capaz de aferrarme a los buenos momentos y olvidar los malos tan rápidamente como podía. Pero esa noche... en nuestra cocina... Hice todo al revés. Una vez que crucé la línea y dejé de sentir todo lo que hay, eso quedó detrás. Era como si lo que quedaba de mi inocencia se estaba desangrado directamente junto con ese bastardo odioso". "Habías salvado a tu hermana", le recordó a Lorna en silencio. "Eso es lo que yo pensaba que estaba haciendo, pero era una tonta. Cambié un problema por otro y dejé a mi hermana sola con una mujer que gastaba nuestro dinero del alquiler en boletos de lotería, licores y cigarrillos. Y mientras ella no parecía llevar la iniciativa de lastimar a la gente como mi padre lo hacía, no era como si estuviera por encima de la violencia". "Tuviste una mala infancia. ¿Quién no lo hizo? Es jodido". Katrina se burló. "¿Alguien quiere escuchar mi triste historia?" "No", dijeron Kellie y Lorna al unísono. Ya a punto de ser molesta, Kellie dejó su corazón hablara. "Lorna, no es que fueras una tonta o egoísta. Eras sólo una niña asustada, acorralada que se defendió". Lorna le dio unas palmaditas en la pierna de su amiga. "Está bien, Kel". Los ojos de Lorna eran suaves con afecto inocultable y una pizca de miedo. Se aclaró la ronquera de su garganta. "De todos modos, al final de mi primer mes en Blue Ridge Yo era un desastre. Tuve una paliza de forma regular y fui apuñalada en la mano después de que me senté en la mesa equivocada en la cafetería". Kellie cerró los ojos con empatía, visualizando fácilmente las pequeñas cicatrices blancas en la mano derecha de Lorna. "Una semana después, dos reclusas rompieron mis costillas cuando entablé una conversación con la mujer equivocada en el patio".

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"¿Cómo...?" Kellie hizo una pausa para tratar de vaciar su mente de pensamientos de alguien atacando a Lorna. El hecho de que ella había sido tan joven y del hecho que era vulnerabilidad era aún más desgarradora. "¿Cómo sabes cuando alguien es la mujer equivocada?" "No siempre se sabe con quién es seguro hablar y quién no. Es por eso que miras y aprendes primero y finalmente actúas". "Ella es como Yoda con los consejos, ¿verdad?", dijo Katrina arrastrando las palabras. Lorna tenía que contar hasta diez en voz baja. "La mujer equivocada en este caso era una novata como yo, que ya había sido reclamada por una pandilla dura. Nos conocimos en el micro a Blue Ridge. Se veía tan solitaria caminando alrededor de la pista que me aventuré de una y la saludé. Gran error". Lorna suspiró ruidosamente. "Gran. Y alguien me explicó, como te expliqué en su primer día, que los guardias no eran la solución a mis problemas". "¿Fue Katrina?" "Ramona", Lorna respondió, "tenía unos treinta años en ese entonces y aún más por una pistola que ahora. Fue por esa época que se me acercó la pandilla. Dirigía desde la más humilde de pandillas, a la más violenta de máxima y llevaba a cabo su negocio de drogas desde el interior, como si estuviera viviendo en algunos condominios de lujo y no tras las rejas. Puso la 'P' de perra y era nada menos brutal. Y ella gobernaba con mano de hierro, tomaba lo que quería cuando quisiera. Ella no le habría pedido a Dios permiso si eso significaba ir directamente al infierno". La mirada acusadora de Kellie pasó a la rubia hosca. Esta descripción estaba empezando a sonar familiar. Lorna negó con la cabeza mientras ella tomó el tren de Kellie de pensamiento. "Nuh, uh. Katrina no fue el gran queso. Esa era Lucille. Y ella era más mala que Katrina en su peor día". Lorna arrugó la cara. "Por alguna razón Lucille se enamoró de mí y después de unos meses de mi tropiezo de una mala situación a algo peor, ella me ofreció un trabajo de hacer cualquier cosa y todo". "Y tomaste el trabajo". Kellie dudaba que negarse a alguien tan poderoso como fue descrita Lucille ni siquiera era una opción. "Oh, sí". Lorna se mordió el labio, luciendo muy parecido a una mujer en marcha hacia la horca. "Lo tomé bien. Al principio me dije que era sólo para sobrevivir. Que estaba cansada de que me golpearan. Pero..." Sus ojos se estrecharon. "Cuando me uní a Lucille y su grupo, las cosas se pusieron mucho más fáciles. Me prometieron que nunca estaría sola otra vez y tenían razón". 157

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"¿La tenían?" Kellie preguntó, sorprendida. "Imagina una hermandad de mujeres del mal, niña rica", Katrina intervino. "Había hermandad de sobra". "Todo lo que tenía que hacer", Lorna continuó, "fue cerrar cualquier parte de mí que tuviera una pizca de sentimiento y decencia, así que lo que estaba pasando a mi alrededor no me podía tocar". Una risa amarga brotó de su pecho. "Lo que no sabían es que yo lo había estado haciendo durante toda mi vida. ¡Era natural!" Ella chasqueó los dedos, dándole a su yo más joven sin cuartel. "No hay problema". La crudeza de la voz de Lorna raspó a través de los nervios de Kellie, por lo que su alma quería gritar. "Lorna…" "Y entonces, antes de que me diera cuenta, lo malo no sólo estaba a mi alrededor. Yo era parte de eso, rodando en éste como un cerdo en el barro. Uña y carne... literalmente". Kellie observaba ávidamente la cara de su compañera de celda y no encontró nada, salvo odio a sí misma y arrepentimiento allí. Oh, Lorna. "Dudo que tuvieras una opción. Parece que de hecho era el tipo de oferta que habría sido peligrosa de rechazar". "No me pongas excusas. Lucille lo habría hecho difícil, pero ella no me habría matado por decir que no. Por lo menos yo no lo creo. Ella quería que las mujeres a su alrededor estuvieran casi tan hambrientas como ella. Y para ser honesta, cuando Lucille me preguntó, yo no quería decir que no". Kellie cuadró los hombros. "¿Esa es tu medida de que tenías libre albedrío en una situación? Eso siempre y cuando no asesinaras, ¿estabas muy libre de elegir cualquier opción que convenía? Eso es un poco duro, incluso para ti". Lorna gimió. "Hice todo lo que llegaba a estar conectado con Lucille, incluyendo el marcarme a mí misma como una de su pandilla". Hizo un gesto hacia el tatuaje que cubría el hombro y el brazo, torciendo su rostro en repulsión. Kellie extendió la mano y lo tocó, comprendiendo de repente en otro nivel lo que Lorna acababa de decir. "Está realmente en ti. ¿Es por eso que nunca estarás sola?" Con ternura, ella rozó los símbolos de la piel marcada y ligeramente pecosa de Lorna y levantó la vista. Lorna asintió en confirmación sombría. Katrina levantó su brazo y tiró encima de su remera, mostrando un patrón casi idéntico que fue grabado en ella en tinta verde oscura. "Me gusta el mío". 158

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Lorna se sacudió con fuerza su propia remera en su lugar. "Lo haces". Sin inmutarse, dijo Katrina "Nos une para siempre, Mally. Dos de una misma clase". El estómago de Kellie comenzó a sacudirse y un susurro repugnante en la voz burlona de Katrina resonó en su cabeza. Almas gemelas. "¡Lorna, no eres como Katrina!" Ella exclamó. "No me importa si las diligencias que hacías durante algún tiempo reinaban en máxima seguridad. Sí, sí. Fuiste mala. Pero yo te conozco. Eres suave. Y no sólo conmigo. Te he visto ayudar a otras mujeres". Lorna le dijo a Kellie, "Necesito que entiendas que no hacía lo que tenía que hacer para salir adelante. Conseguí ser apestosamente rica en el mercado negro. Y no estoy hablando de venta de champú. Me refiero a cosas malas, Kel". Kellie se congeló por un segundo. "¿Qué tan malas?" "Malas". "¿No crees que es por eso que lo llaman el mercado negro, y no sol amarillo?", Katrina de repente especuló. Kellie ni siquiera volvió la cabeza para reconocer las palabras. Una vez que todas fueran puestas en libertad en el hoyo, iba a encontrar una manera golpear a Katrina así fuera la última cosa que hiciera. "¿Cómo cuchillos o algo? ¿Armas de verdad?" La espalda de Lorna se enderezó y ella mecánicamente respondió: "Sí. Más de una mujer fue abierta con algo que yo había vendido". "¿Drogas?", preguntó con tanta confianza como pudo reunir, sabiendo cómo podía rechazarla Lorna. Lorna ni siquiera dudó. Era importante que Kellie entendiera todo. "Cualquier cosa que pudiera tener en mis manos. Panes. Crack. Hierba. Píldoras. Y yo se las vendía a las mujeres igualmente desesperadas como estabas tú por un trago cuando llegaste por primera vez a Blue Ridge. Si me hubiera apoderado de ti en ese entonces, serías mi marioneta en una cuerda en este momento. Ofrecerme dinero, favores, tu cuerpo, cualquier cosa para una solución. No lo habría pensado dos veces antes que negarme hasta que satisficieras mis propósitos". Kellie palideció y tragó un par de veces. No habría tomado demasiado para hundirse en el infierno esas primeras semanas. ¿Y Lorna se lo había hecho con mucho gusto a otra persona? Dios. Katrina chupó uno de sus nudillos rotos. "En lugar de estar en la cima, eres su marioneta, Mally", dijo ella en tono de hecho. "Lucille debe estar retorciéndose en su tumba y riendo en su culo flaco. Ella siempre dijo que eras débil". 159

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Con esfuerzo, Kellie miró a los relucientes ojos azules que eran extraños y familiares al mismo tiempo. "¿Tú... lastimaste gente? Físicamente, quiero decir". La cara de Lorna quemaba, pero ella hizo a un lado el impulso casi irresistible de mirar hacia otro lado. "Sí". Silencio. Kellie tenía que saber si era posiblemente peor. "¿Asesinato?" Los ojos de Lorna se abrieron y de inmediato se encontraron con Kellie. "¡No! Cosas duras, claro, pero nada de eso". "¿No te acuerdas?" Katrina suministró amablemente. "Se tachó el asesinato de tu lista de logros antes de la cárcel". Lorna le lanzó una mirada letal. La boca de Kellie estaba tan seca como el polvo cuando ella dijo: "¿Violación?" Hubo una larga pausa, antes de Lorna comenzó a tartamudear, "Yo… yo… yo…" El estómago de Kellie cayó a través del suelo. "¡Mierda! ¿Quién eres?" "Nunca hice eso", dijo Lorna rápidamente, luciendo tan culpable como el pecado a pesar de sus palabras. "Pero yo... vi que lo que pasaba". Ella se lamió los labios con preocupación. "Lucille estaba disciplinando a su novia novata". Miró hacia otro lado mientras las palabras se desvanecieron. "¡No te detengas ahora!" Katrina se burló. "¡Estás apenas llegando a la parte buena! Aquí es donde intenta explicar ‘cómo alguien tan bueno y amable y especial’ se quedó allí y observó mientras Lucille tomó a su amiga en el micro con una porra de policía". Lorna se cubrió la cara con las manos. "¡No éramos amigas!" "¿Y eso fue lo que te detuvo mientras fui violada?", dijo Katrina entre dientes. Lorna dejó caer las manos para revelar las mejillas manchadas de lágrimas. "Nada lo habría hecho bien. ¡No creas que no lo sé!" Todavía aturdida, Kellie tomó la barbilla de Lorna en su mano y le volvió la cabeza, así que estaban de ojo a ojo. "¿Qué pasó? Exactamente, Lorna. Dime exactamente lo que sucedió". "¿Importa?" Lorna replicó. "Hice lo que ella dijo, lo hice. Que fue nada". "Entonces no hay nada malo en que me digas más". 160

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Enojada, Lorna se limpió las mejillas con manos temblorosas. "¿Necesitas todos los detalles? ¡Bien! Yo tenía que ver a Lucille por una gran compra droga cuando me detuve en la puerta de su celda por los dos enormes culos que usaba como guardaespaldas. Me dijeron que tendría que esperar para entrar porque la jefa estaba uhh..." Su mirada se desvió hacia un lado y con las mejillas encendidas. "Ella estaba uhhh…" De Katrina salían chispas de sus ojos. Lorna hizo un gesto vago con las manos. "Ella estaba ocupada. Pero yo estaba tan impaciente que no iba a esperar. Asomé la cabeza entre los guardias demasiado altos y vi lo que estaba sucediendo". Más lágrimas le escocían los ojos. "Me viste directo a mí", dijo Katrina rotundamente, recogiendo la pelota cuando Lorna vaciló. "Grité por ayuda y te miré directamente a los ojos". "Lo sé". La voz de Lorna era un susurro áspero. "Y entonces simplemente desapareció". "Lo siento". Katrina se quedó inmóvil durante un buen rato. Ella era pólvora a punto de estallar, pero algo la detuvo. Unos segundos más y esa máscara misteriosa ya familiar que llevaba como un escudo la cubría. Ella se encogió de hombros como si no tuviera ninguna preocupación en el mundo. "Ehh... No te preocupes por eso, Mally. Es noticia vieja". Su rostro volvió a su sombra de porcelana normal en blanco. "Fue sólo un año después de eso que nos convertimos en compañeras de celda. Incluso después de nuestro comienzo difícil, estábamos destinadas a ser un equipo". Entonces Katrina se centró en Kellie. "Además, lo qué va, vuelve". Los inicios de una sonrisa socarrona se asomaban a través. "Ahora es mi tiempo de ser reina". "Ugh". La cara de Kellie se torció. "Me das asco". "¿Y yo qué?", preguntó Lorna con miedo. Su voz se convirtió en un susurro. "¿Cómo te sientes conmigo?" Su mirada era afilada y su pecho se quedó inmóvil mientras ella contuvo el aliento. En lugar de tratar de procesar más de sus sentimientos contradictorios ante la mirada preocupada de su amante, Kellie cavó por más información, tratando desesperadamente de encontrar razones en lo que temía no habría ninguna. "¿Podrías haber ayudado a Katrina si lo querías?" Lorna olfateó un par de veces. "¿Qué?"

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"Los guardias no te hubieran dejado entrar, ¿verdad? Así que, ¿podrías haber hecho algo para ayudar a Katrina?" Lorna parecía confundida, como si ella nunca hubiera pensado en eso antes. "Yo…" "¿A quién le importa esa mierda?" Katrina escupió. "Su boca seguía funcionando. Ella pudo haber hecho o dicho algo... cualquier cosa. ¡No iba a mover un maldito dedo!" Kellie se puso de pie y agarró la remera de Katrina con las dos manos. Ella tiró con fuerza, arrojando de la mujer más grande hasta que ella estaba apenas en el banquillo. "Tienes que cerrar tu sucia boca y dejar que Lorna termine", ella hervía, con sus ojos ardiendo del odio. "O que Dios me ayude, voy a encontrar una manera de matarte yo misma". Ambas, incluso Lorna abrieron los ojos muy grandes ante la amenaza sorprendentemente creíble de Kellie. Kellie estaba lívida y más allá del punto de preocuparse sobre lo que sucedía. Habían visto lo suficiente para saber que éste era el momento en que la mujer era más peligrosa. Disgustada, Kellie pasó una Katrina sorprendida y se dirigió de nuevo a Lorna. "¿Bien?" "Pensé en ayudar a Katrina. Sabía que sin lugar a dudas era lo correcto de hacer, pero yo no podía hacerlo". Kellie recordó espectacular en defensa de Lorna durante el ataque de Katrina. ¿Qué era tan diferente entonces? "¿Por qué?" "¡Mira lo que sucedió la última vez que traté de ayudar a alguien! ¡He arruinado mi miserable vida! No era como si yo fuera feliz aquí, ni nada, pero por lo menos tenía una pequeña pieza de vida de nuevo". Lorna miró a través de la celda con ojos ciegos. "Yo estaba petrificada en pensar en arriesgar eso. Pensé que había encontrado un hogar con la pandilla y quería más que nada no ayudar a nadie ni a nada sino a mí misma. Así que, como ves, no era que no podía ayudar. En realidad yo no lo hice". Lorna continuó con tristeza, "En lugar de gritar o salir y traer de vuelta a los guardias, o tratar de hablar con Lucille, lo cual habría sido inútil, fui al baño y vomité. Cuando regresé, me detuve a unos veinte metros de distancia de la celda de Lucille. No podía oír más gritar a Katrina, y los títeres se habían ido. En el piso fuera de la celda había un fino rastro de sangre que no estaba allí antes, así que sabía que Katrina había ido demasiado lejos". Ella exhaló pesadamente. "Entonces fui y realicé mi negocio como si nada hubiera pasado". Kellie se sentó inmóvil, se tambaleó y se enfermó, todo a la vez. Lorna le dedicó una sonrisa de cera. "No es lo que estabas esperando oír, ¿eh?" 162

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Kellie no respondió. Katrina con resentimiento se frotó su mano lesionada. "¿No se van a dar una palmada entre sí y llamarse con nombres tontos o algo así? ¡Váyanse a la mierda!" Ella hizo un breve gesto despectivo con la mano buena. "Al menos puedo ver por la mirada de shock en la cara de Holloway que parte de ese brillo que tenía hacia ti se ha contagiado, Mally. Lo siento por eso". Katrina miró su reloj. "Parece que nuestro viaje al pasado va a terminar pronto". Ella se rió como demonio. "¡Tiempo de un poco de diversión en el hoyo!" "Oh, Dios", susurró Kellie. Ella puso una mano en su estómago, sintiendo lo que había comido de cena esa noche. "Me había olvidado de eso". Lorna la alcanzó provisionalmente y le dio unas palmaditas en la rodilla, obviamente esperando que su mano fuera empujada. "Tienes que hablar conmigo, ¿de acuerdo?" Kellie asintió, con el rostro ensombrecido. Lorna tomó la mano de Kellie. "Donde quiera que estés, cualquiera celda, voy a estar cerca... pensando en ti". "Awww..." Katrina comenzó a hacer ruidos de besos desagradables. No fue fácil, pero Kellie logró fingir que no estaba allí. Sabía que debería alguien lástima que había pasado por lo que pasó Katrina. Pero, Kellie admitió fácilmente, ella no era tan buena persona. "Voy a hacer mi mejor esfuerzo para recordar eso, Lorna". La respuesta mediocre causó que la cara y el espíritu de Lorna decayeran aún más. Inesperadamente, se inclinó hacia adelante y apretó los labios al oído de Kellie, alejándolas a ambas de las miradas indiscretas de Katrina. "Yo no voy a pedirte que me perdones por quién era yo o por lo que hice. Pero me preocupo por ti, Kellie. Y..." Ella hizo una pausa y Kellie sintió lágrimas salpicar su hombro. "Quiero gustarte todavía". Había algo extrañamente infantil en la declaración de Lorna. Sus sentimientos nunca se había establecido tan crudamente ante ella, y Kellie encontró que su corazón reaccionaba antes de que su cabeza estuviera realmente lista. Ella se volvió y susurró: "Estoy asustada por un montón de cosas en este momento. Pero sin importar qué, no puedo hacer que no me gustes". Sintió la exhalación temblorosa de Lorna, y sin poder tomar otra escena emocional sin caerse a pedazos por sí misma, ella optó por un cambio de tema. "Sobre la custodia protectora…" 163

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Lorna se echó hacia atrás, secándose los ojos de nuevo. "¿Sí?" "Te veré en el patio, ¿verdad? Tienen que dejarnos ejercicio. Esa es la ley". Lorna cerró con ardor sus ojos. "Lo hacen. Simplemente que no juntas. Te ponen en un patio privado para ejercitar. Y puedes hacer la mayor cantidad de abdominales y flexiones que quieras". "Genial", dijo Kellie debidamente. Hablaban. Y de alguna manera iba a llegar a un acuerdo con todo, incluyendo la cruda verdad que era imposible de evitar. En el fondo, Kellie sabía que a pesar de todo lo que Lorna había hecho, e incluso después de todo lo que había pasado hoy en día, su compañera de celda era fácilmente una persona mejor de lo que era. Y lo que dijo acerca de la persona que Kellie enfrentaba en el espejo cada mañana no era precisamente fácil de tragar. "Corre", dijo Lorna en silencio. Las palabras de Lorna la arrastraron de sus pensamientos. "Lo siento. ¿Qué?" "Corre". Kellie parpadeó lentamente, observando para ver si ella estaba bien. "Cuando estás en el patio de ejercicios, correr hasta que estés tan cansada que vuelvas a tu celda y colapses. Dormir hace que el tiempo pase más rápido". Kellie hizo una mueca ante la idea de dormir sudorosa. Hace un año, todo el concepto habría sido claramente inaceptable y se habría negado a hacerlo. Ahora, esa era la menor de sus preocupaciones. Aun así, estar sucia siempre la hacía sentir peor. "¿Qué pasa con una ducha? No me digas que te hacen esperar hasta la mañana, incluso después de haber estado fuera en el calor". Lorna se mordió el labio inferior. Las cejas de Kellie aprovecharon la vacilación obvia. "Nosotras nos duchamos, ¿verdad?" "Oh, claro, claro", dijo Lorna rápidamente. "Menos mal". Kellie se limpió el sudor de la frente simulacro. "Pero sólo una vez a la semana y los guardias te ven todo el tiempo". Kellie se cubrió la cara con las manos. "Voy a dejar de hacer preguntas ahora".

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De repente, oyó la puerta de la celda abierta y un horrible olor invadió la habitación con una velocidad sorprendente. El estómago de Kellie se revolvió ante el olor pútrido de las heces. "¡Oh, mierda, dioses!" Katrina exclamó. "¡Delia no!" Kellie dejó caer las manos de su rostro y tomó en un espectáculo que nunca pensó que vería. Una pequeña mujer blanca como la nieve, con su cabello muy corto, fue metida en la celda por un guardia que lucía muy enojado. La reclusa estaba descalza y vestida con nada más que una remera y molesta ropa interior. Mientras que en sí mismo era extraña, no era casi tan extraña como el hecho de que casi cada centímetro de piel descubierta de la mujer estaba manchada de mierda. "¡Jesús H. Cristo!" "Mala conjetura", Lorna murmuró. "No creo que vayas a sentarte junto a mí, loca, perra apestosa", Katrina ladró. Arrugando su cara, ella hizo un gesto con las manos delante de la nariz, pasando rápidamente al final del banco. "Ve a sentarte con las tortolitas allá. Están tan llenas de mierda que no se dará cuenta de ti". La mujer saludó a Lorna. "Hey", saludó cordialmente, pareciendo no darse cuenta de que tenía el estiércol que goteaba de su cabello corto. "Lorna Malachi, ha pasado un tiempo. Te ves crecida". "Hey, Delia", respondió Lorna, tratando de hablar sin respirar muy profundamente. "Tanto tiempo sin verte." Delia le dirigió una sonrisa amistosa. "¿Permaneciendo en tu mayoría fuera de problemas hoy en día?" "Es un hecho". "Eso está bien", respondió ella con una voz robótica. "¿Cuánto tiempo duró este tramo en el hoyo, Delia?" Lorna preguntó en voz alta. "Si no te importa que lo diga, no te ves tan bien". La mujer pensó por un minuto, con una expresión seria en su rostro. "No estoy segura". Ella se tocó la barbilla. "Yo creo que..." Entonces sus ojos brillaban como parecía que tenía la respuesta. "Por siempre, creo". Lorna hizo una mueca. "Eso es duro". La mirada de Kellie echó hacia atrás y adelante entre Lorna y Delia, que llevaban lo que sólo puede ser descrito como una conversación normal, tranquila. Justo en ese momento 165

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un pequeño grupo de caca se dejó caer en el suelo. Kellie se tapó la boca. ¿Todo el mundo se había vuelto loco? "Ve sentarte junto a Katrina, ¿de acuerdo?" Lorna la engatusó, azuzándola en esa dirección con un movimiento de los dedos. "Sé que ella te echa de menos. No vemos casi tanta gente interesante, ahora que estamos seguridad media". Se dio la vuelta. "Sin ánimos de ofender, Kel." Kellie sonrió débilmente. "No hay problema". "Está bien, Mally. Me sentaré con Katrina", dijo Delia obedientemente, otra pieza de mierda seca cayó de la oreja al hombro. Pero antes de que tuviera la oportunidad de moverse, dos guardias usando guantes y trajes protectores desbloqueados, abrieron la puerta de la celda. Agarraron a Delia por los bíceps y la levantaron del suelo, como tiraron de ella hacia atrás a través de la puerta, murmurando algo acerca de una manguera. "Nos vemos", Delia gritó mientras desaparecía de la vista. La puerta de la celda resonó con fuerza, como se cerró automáticamente detrás de ella. "Adiós", Lorna gritó, sin atreverse a mirar a Kellie. "Gracias a la mierda", Katrina suspiró, continuaba espantando el hedor que siguió a Delia fuera de la celda. Kellie empezó a decir algo un par de veces. Finalmente, ella dijo por lo bajo, "¿Lorna?" "¿Sí?" Lorna ya estaba preparándose. Kellie negó con la cabeza, con visiones de la película ‘The Snake Pit’ bailando detrás de sus ojos. "Por casualidad, ¿son enfermos mentales los que se mantienen en el hoyo?" "¿Tienes que preguntar esa mierda después de ver eso?" Katrina insertó con aspereza. "¿Cuántas personas normales conoces que froten su propia mierda sobre sí mismos?" "¿Y bien?" Kellie pinchó Lorna con un codazo de su hombro. La frente de Lorna se arrugó. "Ellos no son precisamente pacientes mentales, aunque algunos de ellos claramente deberían serlo. Algunos reciben medicamentos. Algunos reciben los medicamentos equivocados. Algunos no reciben nada. Desafortunadamente, la mayoría de los presos en máxima seguridad son criminales y locos al mismo tiempo, de alguna manera terminan aquí y no en una institución. Son incapaces de seguir un montón de las reglas y así pasan la mayor parte de su tiempo en el hoyo". Ella hizo una mueca. "Estoy hablando de años y años. Eso por sí solo haría que los frutos secos más cuerdos que una persona. Algunas de estas mujeres nunca salen". 166

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Kellie se estremeció. "Esto es horrible". "Dímelo a mí". Los pasos pesados atrajeron su atención a la puerta de la celda de nuevo, donde Elaine comenzó abriendo la puerta. "Holloway, primero. Hora de irse". "Hey," Katrina protestó indignado, "¿por qué la estás llevando a ella en lugar de uno de los matones del hoyo?" Ella miró sus muñecas esposadas. "¿Y dónde están sus pulseras o las de Mally para el caso? Tienes que usar las esposas. ¡Es la política!" Elaine levantó el labio en una mueca mientras entraba en el interior, ahogándose un poco a poco ante el olor persistente. "Eso no es tu asunto. Pero no te preocupes, uno de los matones estará de vuelta en pocos minutos para llevarte al hoyo". Ella sonrió sin sinceridad. "Si Lorna no te ha matado para el momento en que llegue aquí, claro". Los ojos de Katrina se estrecharon. Lorna articuló un 'gracias' a Elaine, quién asintió con la cabeza y luego hizo un gesto hacia Kellie. Lorna tiró a su amante en un abrazo rápido y habló con una voz tan suave que Kellie apenas la escuchó. "Vas a estar bien". Ella besó la mejilla de Kellie, con sus labios siendo persistentes contra la piel suave. "Sé buena y no tengas miedo". Se sentía un poco como ella iba a la guerra. "Voy a tra… tratar". "Y", la voz de Lorna se hizo más ronca, "no te olvides que te amo". Con los ojos bien abiertos, Kellie se apartó un poco para mirar a los ojos de Lorna. Lentamente, levantó sus manos para enmarcar la cara de su compañera, viendo como los ojos de Lorna se cerraron con su toque. Cuando sonreía con asombro, ella consiguió una mirada un poco tímida a cambio. ¿Olvidarlo? Pero como de costumbre no había tiempo para hablar. "Holloway", Elaine repitió un poco impaciente. "Realmente tenemos que irnos. Las niñas ya tuvieron tiempo de decir adiós". "Vamos, Kel", Lorna instó en silencio. "Elaine me hizo un favor al venir a acompañarte. Sería una mala idea hacerla esperar ahora". Ella sonrió con cariño a su amiga, sus ojos dándole un nivel de fuerza y afecto crudo que hizo debilitar las rodillas de Kellie. "Nos vemos en un mes más o menos". Kellie se detuvo, con la garganta apretada por la emoción, le daba vueltas la cabeza. ¿Ella me ama? A través de los años otras se lo habían dicho, pero que nunca se lo habían 167

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hecho creer con una profunda certeza hasta la médula como Lorna lo hizo con sólo unas simples palabras. En una celda que apestaba. Frente a la ruina de su existencia. Impresionante. Kellie tenía mucho que quería decir, pero no hay tiempo para decirlo. ¿Cuánto tiempo se necesita para realmente decir tres palabras? ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¡Maldita sea! "Yo…" El miedo se apoderó de ella. "Voy a estar pensando en ti también, ¿de acuerdo?" Ella captó un destello de dientes blancos como Lorna le ofreció una pequeña sonrisa que sostenía el fantasma de la decepción. Entonces Kellie se enfrentó al pasillo vacío ante ella. Era largo y oscuro, a la distancia los sonidos abigarrados de gritos, llanto y gemidos le dieron la bienvenida a su peor pesadilla. Por primera vez desde que conoció a Lorna, estaba realmente sola.

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Capítulo 11 Tres semanas y media después…

Jadeante, Kellie miró al cielo azul de su patio de ejercicio privado y se secó el sudor de la frente con el dorso de la mano. Su cabello estaba trenzado en el centro de la espalda, acentuando los pómulos altos que se habían vuelto mucho más prominentes en las últimas semanas, a pesar de que había desconectado su mente de su vientre y comía todo lo que tenía en el plato. Algunas cosas, había descubierto, eran exactamente como Lorna las había descrito, y estaba agradecida por lo poca preparación mental que su compañera de celda le había proporcionado. Otras cosas, como donde ella estaba ahora, no era nada parecido a lo que había imaginado. El 'jardín' no tenía hierba en absoluto, y en realidad era un piso de losa de hormigón de cuatro metros con paredes de cemento de cuatro metros y medio en todos los lados y un techo en cadena de eslabones de malla que todavía dejaba pasar la luz. Se parecía más a un perro, o algo que verías en el zoológico para albergar a los gatos peligrosos, que un lugar para seres humanos. Aun así, estaba soleado y estaba agradecida de estar fuera de su celda, aunque sólo fuera por un rato. "Cuatro días y cuatro horas. Cuatro días y cuatro horas", cantaba sólo para oír su propia voz. "Puedo hacerlo. Puedo hacerlo". Sus pies se desaceleraron y su carrera se convirtió en un rápido paseo. En ese segundo sorprendente, Kellie entendía que todas sus esperanzas estaban puestas en salir del hoyo a tiempo. Ella se estaba desmoronando lentamente. Y se aferró al centrarse en el minuto cuando ella dejaría el hoyo y no volvería nunca, el momento en que iba a ver a Lorna nuevo, y no los momentos entre ahora y entonces. Había sido la presidiaria modelo, siguiendo todas las reglas a la carta, sabiendo que si su tiempo aquí se extendía de alguna manera, incluso durante otro día, ella podría realmente volverse loca. Podía decir por su dificultad para respirar y el sudor que le corría por la espalda y cuello que era casi la hora de volver a su celda. La idea de estar encerrada en el interior era suficiente para hacerla gritar. No había nada que hacer en esa celda, salvo sentarse y pensar. Ansiosamente. Y luego pensar un poco más. Ella era una hacedora, no una pensadora. Pero finalmente había estado allí el tiempo suficiente para que no tuviera más remedio que examinar los errores críticos en su vida, deteniéndose en los especialmente sangrientos con gran detalle.

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Física y emocionalmente drenada, se apoyó contra la pared de concreto, presionando sus hombros contra la superficie fría y rascándose la espalda contra la pared. Una explosión sonó y luego la puerta del patio fue abierta. Un joven guardia, de rostro fresco, cuya voz era desconocida para Kellie resonó: "Se acabó el tiempo, Holloway". El hombre salió de las sombras y a la luz del sol, protegiéndose los ojos con una mano. "Vamos, vamos". Kellie se congeló. ¡Imposible! Él era exactamente igual al oficial al que le había disparado en esa horrible noche hace muchos meses. ¿Pero cómo podía ser él? Una oleada de dolor la envolvió y se fregaba desesperadamente los ojos con el dorso de las manos. Pero después, la imagen ante ella seguía siendo la misma. Luciendo boquiabierta, señaló al guardia con una mano temblorosa. "¡Tú... tú, no puede ser!" "Sin hablar, ¿de acuerdo?", le recordó amablemente. "Cuando llegué a mi turno me dijeron que tu tiempo en prisión preventiva está casi hecho. Así que no quieres meterte en problemas, ¿verdad?" Él soltó una sonrisa encantadora que de alguna manera se las arregló para hacer que se viera aún más como un jugador de fútbol de la escuela pidiendo prestado el uniforme de su papá. "Y es mi primera semana en el trabajo y no quiero echar a perderla haciendo trámites que se necesitan para mantenerte aquí". Kellie se adelantó lentamente, como si se acercara un fantasma, mirando fijamente a la pierna derecha de este hombre todo el tiempo. "Espera". Ella se detuvo y se inclinó por la cintura, cerrando sus ojos mientras ella puso su cabeza entre las rodillas, con temor a desmayarse. Las estrellas desfilaron a través de su visión. El guardia se acercó un poco más cerca. "Oye, ¿estás bien? ¿Que está mal?" Olvidando que ella no podía hablar, murmuró: "Nada. Yo… yo… estoy cansada". Le tomó varias respiraciones profundas antes de que pudiera mantenerse en pie y alzó una mano para evitar el empezar a avanzar. No puede ser. ¡Me estoy desmoronando! Alto y claro como una campana, las palabras de Lorna resonaban en su cabeza. Siempre tenemos opciones. Mierda. ¡Yo no elegí a dispararle! ¡Fue un accidente! "Dame un minuto minutos... un minuto más", jadeó, con su pecho subiendo y bajando mientras levantaba un brazo para apoyarse contra la pared. A excepción de la parte en la que elegí para beber hasta quedar en un estado de insensibilidad. Eso no fue un accidente. Oh Dios. Oh Dios. Ella no quería que fuera verdad, pero lo era, y no podía escapar de eso por otro segundo. Era como ser golpeado entre los ojos con un ladrillo. Ella era la razón por la que estaba aquí. No era la mala suerte. No era una ex-novia traicionera. No era un accidente cósmico. 170

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Sus propias malas decisiones y acciones aún peores la habían hecho aterrizar en Blue Ridge y peor que eso, ella había arruinado la vida de otra persona en el proceso. Mi culpa, pensó miserablemente. Todo. De una manera lejana registró que esta era una epifanía monumental. También registró que epifanías apestaban. "¡Lo siento mucho!" Su rostro se arrugó como un castillo de arena en la marea. "No puedo decirte cuánto lo siento. Daría cualquier cosa para volver. Estoy tan… lo siento", susurró en agonía. Con una expresión de preocupación, el guardia levantó la cabeza. "¿Estás enferma o algo así?" Esa no era su voz. Kellie cerró los ojos y se agarró de sí misma, sosteniéndose fuertemente, aterrorizada que ella estaba a punto de romperse en mil pedazos irregulares. Ella flotó sin rumbo en su propia mente durante un puñado de latidos del corazón, demasiado abrumada hacer algo más. Pero después de unas cuantas respiraciones profundas, y con la misma atención al detalle que pudo reunir, ella comenzó a ordenarse a través de sus pensamientos furiosos. Poco a poco, una sensación de tiempo real y contexto derivó hacia el desarrollo, dándole esperanza. Y por último, aunque no fue fácil, comenzó el proceso de una por una a descartar las imágenes que no tenían sentido y aferrándose a las que lo hacían. Le tomó un largo momento, con miedo que la locura se reafirmase, pero Kellie finalmente entendió que su mente le estaba jugando una mala pasada. Este no podría ser el oficial de policía al que había disparado. De mala gana, ella permitió que sus ojos se abrieran y casi se derrumbó de alivio cuando divisó las dos piernas sanas del hombre. Su visión borrosa durante un segundo hasta que ella pudiera parpadear las lágrimas. Entonces el tono de cabello era varios tonos oscuros y una nariz mucho más recta como que el que vivía en su memoria entró en foco cristalino. El sonido que surgió del pecho de Kellie, algo entre una risa desesperada y un sollozo. Tímidamente, se secó el sudor de la frente e hizo su mejor esfuerzo para no parecer tan loca como Delia. "¡Guau, te ves aniquilada!" Ajeno a su lucha mental, el guardia miró su reloj, con sus cejas escalando hasta la frente. "¿Has estado corriendo todo el tiempo?" La garganta de Kellie tensó hasta el punto doloroso. "Eso es exactamente". Ella olfateó. "¿Estas bien ahora?"

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Ella asintió con la cabeza, pero realmente no lo creía.

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Capítulo 12 Cuatro días después…

Fue después de apagar las luces cuando Elaine escoltó a Kellie a la celda de Ramona para lo que fuera la primera noche de Kellie de vuelta del confinamiento solitario, y su primera noche de vuelta en el pabellón con su nueva compañera. Desesperada, por atrapar cualquier atisbo de Lorna, miró con nostalgia a su celda mientras pasaban, pero lo único que vio fue dos cuerpos acurrucados en la cama, durmiendo a pata suelta. Elaine captó la mirada nostálgica de Kellie. "Lorna volvió muy bien hace unas horas. Ella estaba en procesamiento antes de que el suicidio se desacelerara todo hoy". "¿Eso eran los gritos esos?" "Oh sí. Jelisa se cortó las venas después de conseguir sus utensilios para cenar de plástico". Elaine comenzó desbloquear puerta de la celda de Ramona. La frente de Kellie se arrugó. "¿Ella usó uno de esos endebles cubiertos?" "Mmm hmm". Elaine hizo un sonido chasquear la lengua y abrió la puerta. "No fue bonito". Kellie hizo su mejor esfuerzo para no vomitar. Elaine bajó la voz en deferencia a la mujer dormida en el interior. "Bienvenida a tu nuevo hogar". "Gracias", dijo Kellie sin vida. "Anímate, Holloway. Verás a Lorna mañana. En la segunda vuelta ella me estaba salpicando con preguntas sobre ti". Kellie puso una mano en el antebrazo fuerte de Elaine. "Gracias por decirme eso". Elaine cuadró los hombros, claramente satisfecha de sí misma. "Vamos". Hizo un gesto con la barbilla. "Esta noche no será tan mala. Lo prometo. No te olvides de eso". Elaine le entregó su cepillo de dientes. "De verdad no quieres tener que ir al dentista". Con impaciencia, Kellie tomó su cepillo de dientes. Había oído las historias sobre el dentista que iba a la prisión cada dos lunes. Había sido declarado culpable de homicidio vehicular después de atropellar a una mujer, mientras que estaba drogado con las drogas que había robado de su propia clínica dental.

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En lugar de pasar tiempo real en la cárcel sin embargo, su abogado había elaborado una declaración en la iba a la cárcel y ofrecía servicios dentales gratuitos. Por supuesto el preferido del dentista en sus tratamientos era la extracción del diente, sin importar la dolencia. De hecho, el procedimiento era tan común y se abrió paso entre tantos pacientes un día, que a la totalidad de la prisión se servía comida blanda para la cena en los días que trabajaba. Kellie sonrió y dio sus dientes blancos un cambio saludable. "Exactamente. Gracias de nuevo". Ella entró en la celda de Ramona, encogiéndose un poco al ronquido fuerte procedente de la litera de arriba. Eso iba a tomar algún tiempo para acostumbrarse. La celda se veía muy diferente de la que había compartido con Lorna. Fotografías de los hijos de Ramona estaban cubiertas en todas partes. Y Dusty, la compañera de cuarto anterior de Ramona, al parecer, era un amante de los perros. Fotos de cachorros y perros de todas las formas y tamaños se mezclaban con las fotos de la familia de Ramona. Un perro de peluche grande estaba en el escritorio de metal. Kellie estaba tan cansada que se sentía un poco mal del estómago. Se sentó en la litera de abajo, con los codos sobre las rodillas y cerró los ojos, saboreando la oscuridad. Estaba nublado y hasta la pequeña ventana en la esquina superior de la celda dejaba entrar solamente la cantidad más elemental de la luz. En régimen de aislamiento, las luces se quedaban las veinticuatro horas del día, y los prisioneros no podían, en ningún caso, cubrir sus rostros ya que tenían que ser visibles al pasar los guardias en todo momento. El resultado fue aprender a dormir con la luz que brillante en tu rostro, era algo con lo que Kellie había tenido problemas con desde el primer momento. De repente, la litera encima crujió y el ronquido se detuvo. Kellie suspiró y dijo: "Lo siento. No quise despertarte". "No hay problema, Princesa". Los ojos de Kellie se ensancharon con reconocimiento. "Estaba esperándote". Kellie voló fuera de la cama y arrancó las sábanas de la mujer en la litera de arriba, sonriendo salvajemente. "¡Lorna!" "¡Shh!" Lorna se rió suavemente y le dio a su amiga una mirada un poco tímida. "No podía esperar a verte".

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En un abrir y cerrar de ojos, Kellie pasó de muerta a estar en pie tan emocionada que apenas podía contenerse. "¿Importa? ¿Estás loca? ¡Por supuesto que no me importa!" Ella hizo un pequeño baile feliz en su sitio y luego empezó a subir la escalera de la litera. "Espera, espera," Lorna se rió entre dientes. "Te vas a caer de culo si se subes encima a hacer ese estúpido baile. Voy a ir abajo". "¡No te rías de mí!" Kellie dijo con severidad, sonriendo todo el tiempo. "¡Estoy feliz de verte!" Lorna se detuvo a mitad de camino por la escalera. "¿Incluso después de todo lo que te dije justo antes de que nos arrastraran a estar solas?", preguntó dubitativa. "Incluso entonces", Kellie le aseguró seriamente. "Tenemos que hablar de ello…" "¿Pero no en este momento?" Lorna preguntó con una ligera sonrisa. "¡Diablos no! ¡Quiero un beso!" Una deslumbrante sonrisa floreció en la cara de Lorna. "¡Gracias a Dios!" Kellie pronto recordó que no se suponía que debían estar aquí juntas. "¿Esto no va a meterte en problemas? ¿Qué pasa si Elaine…?" "Ella está en esto. Por una cuota, por supuesto. Esta es sólo una sola vez. Vacaciones o ella con Roscoe no se habría arriesgado. No puedes decir una palabra…" "No lo haré. No lo haré". El pensamiento de no compartir una celda con Lorna después de esta noche no podía derribar el estado de ánimo de Kellie. Durante sus meses en Blue Ridge se había vuelto muy hábil para vivir el momento. Y este momento era impresionante. "¿Dónde está Ramona?", preguntó Kellie. Lorna saltó en el último paso. "Ella está al lado con su antigua compañera de cuarto. Están probablemente todavía charloteando allí. El reencuentro de hecho me dejó los ojos un poco llorosos". Lorna abrió los brazos. "Ven aquí". Su abrazo abarcaba todo y Kellie apretó a Lorna por todo lo que valía la pena, con el corazón palpitante de alegría. "¿Qué me dijiste a mí, cuando me iba para el agujero... Debería…" "No, no deberías", Lorna le dijo en serio. "No hasta que estés lista, Kellie. No hay prisa. No es que me voy a ninguna parte". Las piernas de Kellie se debilitaron con alivio. Su ritmo cardíaco se aceleró sólo pensando en su nuevo amante. Ella sabía que estaba cayendo de cabeza, enamorándose de 175

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Lorna. Pero estaba todavía estaba aturdida por lo que había aprendido antes de entrar en solitario y lo que había aprendido acerca de sí misma mientras estaba allí. Ella no estaba lo suficientemente firme sobre sus propios pies al estar haciendo declaraciones acerca de sus sentimientos. Pero ella estaba allí. "Entonces, ¿cómo fue en solitario?" Lorna colocó un pequeño beso en la oreja de Kellie. "¿Estuviste realmente bien?" Estaban mejilla con mejilla y Lorna cerró los ojos ante la sensación simple pero íntima de la piel caliente tocando la suya. Ella tomó la cercanía como si fuera oxígeno. "Fue..." Kellie encontró imposible poner el profundo efecto del aislamiento en palabras. "No tienes que explicarme. Si alguien lo consigue, sería yo. Sólo necesito saber que estás bien". Lorna la empujó suavemente para mirarla a través de la oscuridad, encontrando esos ojos grises de pizarra. Anhelando el contacto físico, tocó con las manos los brazos de Kellie. "Creo que estuve un poco loca allí durante unos minutos". Lorna sonrió con tristeza. "Estaría más preocupado por ti si no lo hubieras hecho". "Ha sido un mes muy largo". Ella arqueó las cejas. "¿Cama?" Lorna asintió y se llevó las manos de Kellie a la boca, besando suavemente cada dedo, el aroma de champú de su reciente ducha aún permanecía con dulzura a su piel. Presionó la cálida palma de Kellie a la mejilla y suspiró. En la litera de abajo, hipnotizada por la cara tan cerca de la suya, Lorna tocaba las cejas oscuras de Kellie a la vez con la punta de los dedos y luego sus mejillas. Su expresión se ensombreció. "Has perdido peso. ¡Maldita sea, Kel! ¡Se suponía que comerías esa mierda desagradable!" Ella medio sonrió y añadió: "¿Quién dice que me gustan los polluelos flacos?" Kellie extendió la mano y pellizcó la piel tensa sobre el vientre de Lorna. Ella no era la única que había perdido peso. Lorna se inclinó y besó suavemente Kellie en la boca, permitiendo que sus labios se alargaran y tragando suave suspiro de su amante. Tentativamente, ella pasó la lengua por el labio inferior de Kellie y el suspiro se convirtió en algo más profundo. Cuando Lorna empezó a besar su cuello, un gemido se liberó a sí mismo de su pecho. Ella se dio un festín con la garganta de Kellie como si la tierna carne tuviera todos los nutrientes que ella necesitaría por siempre. "Agradable".

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Kellie entrecerró los ojos y trató de hacer una respiración relajante. Su piel estaba tremendamente sensible y una sensación pesada ya se había instalado entre sus piernas. Estaba empezando a latir. Lorna levantó la vista en consecuencia. "¿Puedo…?" Sus dedos estaban preparados en el borde del sujetador de Kellie. Las fosas nasales de Kellie se encendieron. "Dios, sí". Alcanzándolo, Lorna desabrochó el cierre y deslizó el sujetador, lo arrojó por encima del hombro. Ella se quedó con una gran extensión de piel muy cálida, muy suave y pasó su dedo por la línea entre los pechos de Kellie. Estaba oscuro, pero no tan oscuro para no poder ver lo que había delante de ella. "Eres muy hermosa". Ella levantó la vista. "Pero apuesto a que has oído eso un millón de veces". "Ninguna me hizo sentir así como tú lo haces". "Bien". Lorna se inclinó y besó el borde del pecho de Kellie, gimiendo ante su suavidad. Luego arrastró su lengua por el pezón de Kellie, el gemido sensual de su amante la emocionaba hasta la médula y provocó que la lujuria se elevara en ella como un maremoto. Su sexo se apretó y todo su cuerpo se estremeció. Esto no era como la última vez. No estaban con una prisa febril. Ahora Lorna podía saborear cada vista, sonido y gusto, dar y tomar todo lo que ella había deseado durante tanto tiempo. De alguna manera, la hizo aún más caliente. Estaba haciendo que Kellie se retorciera debajo de ella. Era la causante del flujo constante de sonidos sexys que se derramaban de la hermosa boca debajo de ella. Una embriagadora sensación de poder la llenaba. Y de repente, Lorna dejó de moverse, como el pánico se introducían en cada rincón de su cuerpo. Las manos de Kellie estaban por todas partes, explorando los músculos y curvas presionadas tan íntimamente contra los suyos. Sintió la emoción pasar a través de Lorna, así como la vacilación de su amante. Lorna quería tomar el control, pero estaba luchando con eso. Vamos, bebé, Kellie instó silencio. Déjalo ir. "¿Qué es, Lorna?", susurró. Con el rostro aún sonrojado por la excitación, Lorna desvió la mirada, con su labio inferior entre sus dientes. "Nada". Kellie comprimió la necesidad de empujar a Lorna a superar su renuencia. De tomar simplemente lo que quería. 177

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"¡Oh, Mal-ly!" La voz de Roscoe retumbó desde el pasillo y el haz débil de su linterna se filtró a través de la ventana de la puerta de la celda. "He oído que estás de vuelta con nosotros esta noche. Te extrañé", canturreaba. "¡Mierda!" Lorna se revolvió fuera Kellie y rápidamente comenzó a hurgar en el suelo por su remera. "¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!" Kellie se levantó y comenzó a buscar la remera. "¡Vuelve en la litera de arriba!" Ella dio un codazo a Lorna con una mano. "¡Ve!" El sonido de las botas de Roscoe se hizo más fuerte y más fuerte, la luz de su linterna subiendo y bajando mientras caminaba. "No la encuentro". Kellie rebotó alrededor en sus manos y rodillas, luciendo muy similar a un juguete de cuerda loco, el suelo estaba frío y duro contra su carne caliente. "¡Ponte bajo las sábanas!" Roscoe detuvo fuera de la celda y colocó su luz sobre la cama de Kellie, que estaba vacía. Estaba buscando sus llaves cuando Kellie se aclaró la garganta y miró desde su posición en el suelo. Topless. "¿Puedo ayudarlo?", preguntó ella dulcemente. Roscoe sonrió, su mano se movió de su cinturón y se dejó caer libremente a su lado. "Ya lo haces". A regañadientes, mudó con su luz de los pechos de Kellie a la litera de arriba. Aparentemente satisfecho de que el bulto bajo las sábanas no era nada sospechoso, entonces se reorientó en Kellie. "¿Qué haces en el suelo?" Kellie presionó la remera de Lorna contra su pecho desnudo. "Nada. Tenía calor y me saqué la remera". Ella se encogió de hombros ligeramente e hizo todo lo posible para sonreír. "Entonces tuve frío y quería volver de nuevo". Él gruñó, claramente infeliz que su visión se había echado a perder. "¿Cómo fue estar solitario?" La sonrisa se derritió del rostro de Kellie. "Es una mierda". "Antes, cuando llegaste aquí, te advertí que tratar con Mally no sería nada más que problemas. Deberías haberme escuchado". No quería decirlo, pero no tenía otra opción. Quedarse atrapada en una situación sexual con otro preso obtenía automáticamente treinta días en el agujero. Luego estaba el asunto de estar en la celda incorrecta tras apagar las luces. El castigo se apilaría en la parte superior de la pena. Tendrían suerte si se vieran durante meses. 178

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"Estás bien. Debería haberlo hecho". Roscoe asintió con aire de suficiencia y se trasladó a la celda siguiente. Cada mujer contuvo la respiración mientras esperaban lo peor. "Mally", gritó con voz burlona. "Bienvenida a casa". "Ella está dormida", Ramona contestó adormilada, dando vueltas y haciendo que los muelles en su litera chirriaran. "Atorméntala por la mañana". El corazón de Kellie latía tan rápido que no podía distinguir entre los ritmos individuales. "Vamos, Mally", Roscoe instó, dando a la puerta de la celda un toque con su batuta. "Despierta y sóplame un beso". Él hizo algunos ruidos de besos desagradables. "Te voy a dar un beso, imbécil", Lorna murmuró sombríamente, su oído ladeó hacia la celda de al lado. "Justo después de pegarte con tu batuta..." El resto de sus palabras desapareció en la almohada. Roscoe se rió. "Sal de debajo de esas mantas para que pueda ver tu cara". Una pausa. "¡Oye! ¡Voy a romper ese dedo del medio mañana!" Gritó, antes de pisotear su camino de regreso por el pasillo. Pero no sin antes golpear la puerta de cada celda en su camino, despertando a todo el bloque. Kellie hizo los dos pasos a la pared y le dio un golpe suave de gracias, recibiendo uno a cambio. "Dios". Se pasó los dedos por el cabello, sacudiéndolo mientras se movía de nuevo a las literas. "Envejezco diez años por cada uno de estos sustos". Ella estaba temblando. Sola en su cama, Lorna se permitió las lágrimas de frustración llegar. "¿Cómo se hace? ¿Cómo pasas de estar tan caliente que podrías morir, a cagada de miedo, a furioso todo en el espacio de unos pocos minutos y no volverte loca?" Kellie estaba a punto de decir que la mayoría de las personas no se encuentran con circunstancias ridículas como esas, pero ella pensó que la pregunta era retórica. "Vuelve a la cama conmigo". Lorna secó las mejillas y hábilmente se abrió paso por la escalera, con su mente hecha un torbellino. Roscoe era el más impredecible de los guardias y amaba las búsquedas sorpresa, pero también era perezoso y por lo que era poco probable que él volviera por el pasillo en corto plazo. Aun así, tenía que tener más cuidado con lo que había planeado.

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Lorna se deslizó bajo las sábanas y Kellie se quedó sin aliento cuando estaban juntas, pecho a pecho. Ahora llevaba la remera de Lorna, pero Lorna todavía estaba en topless. Un suspiro goteaba a cabo en la sensación de calor. "¿Estás bien?" "No quiero que él nos quite esta noche", Kellie susurró fervientemente. Lorna la besó con fuerza. "Entonces no lo permitiremos", prometió, con sus labios todavía tocando Kellie. Hicieron el amor con rapidez, como si fuese su última oportunidad. Kellie tenía lágrimas en los ojos en el momento en que habían terminado. Saciada y agotada, Kellie obligó a su mente a no caerse a pedazos. "Pensé un montón al estar sola". "Kel, sé lo que te dije sobre mi estadía en máxima seguridad, y que mi historia con Katrina te sacudió", susurró Lorna. "Fue pésimo para decirte eso justo antes de que nos separaran. Pensé mucho en eso cuando estaba sola. Eso fue cruel, y lo siento". "Me sacudió", Kellie admitió, tomándoselo con mucho cuidado. "Todavía lo hace". Suspirando tristemente, Lorna se cubrió el rostro con una mano. "No sé cómo cambiar eso". "Por lo que has dicho, tu tiempo con la pandilla de Lucille la pasaste trabajando. ¿Por qué renunciar a todo eso? ¿Qué cambió?" Kellie esperaba una pausa reflexiva. Pero la respuesta de Lorna fue fácil. "Si estás buscando un acontecimiento dramático, donde de repente me di cuenta de que tenía que cambiar mi vida, vas a estar decepcionada. No hubo nada como eso". Lorna levantó una mano y la dejó caer. "Con el tiempo, empecé a crecer y pensar en otras personas y no sólo en mí misma". Kellie le besó la barbilla de nuevo, en silencio instándola a continuar. "Las mujeres realmente respetaba no eran así. Y de seguro que no eran como Lucille. No había que salir de Blue Ridge para apagar cualquier chispa de bondad todavía estaba dentro de ellas. Eran fuertes de una manera que yo no y odiaba esa verdad casi tanto como odiaba a mí misma". Kellie la miró dubitativa. "¿Así que dejaste de hacer cosas malas de la nada?" "Me detuve de ignorar cómo hacer cosas malas me hacía sentir. Después de eso, ¿qué podría seguir haciendo para ellas? Sólo quería ser capaz de mirarme en el espejo y no inmutarme". 180

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Kellie bostezó. "Ramona me dijo una vez que ella había hecho la segunda gran diferencia en tu vida. ¿Esta fue la primera? ¿Qué querías cambiar?" Lorna lo pensó. "Puede ser. ¿Estaba drogada de coca en ese momento? Ella lo ha sabido disfrutar de vez en cuando". Una ceja levantada. Había aprendido hace mucho tiempo a no ser disuadida por una de las tácticas de distracción de Lorna. "¿Puedes sólo salir de una pandilla? ¿Sólo irte?" Lorna apoyó la cabeza en su mano, luego extendió la mano y tocó un mechón de cabello oscuro de Kellie. Era tan suave que estaba en apuros para no desmayarse. "Si vas con los pies delante". "No es divertido". Con un suave suspiro, soltó el cabello de Kellie. "Tuve un poco de ayuda en mi camino. Lucille murió y eso me dio la oportunidad de salir corriendo. Cuando ella rudamente había hecho una gran cantidad de luchas internas y competían por el control. Las mujeres que querían riendas de Lucille, estaban encantadas de que yo estaba soplando la retirada. Pensaron que estaba loca de alejarme, pero me dejaron hacerlo una vez que vieron que no estaba tratando de llevar a nadie conmigo". "Dijiste que ella murió... ¿quieres decir que fue asesinada?" El nivel de violencia que había aquí nunca dejaba de ser atroz para Kellie. "Alguien le dio de comer veneno para ratas hasta que la mató. Cuando iba a almorzar, escuché un coro entusiasta de ‘ding-dong la bruja está muerta’16 procedente de la celda de Lucille el día que murió. No supe hasta más tarde que ella estaba allí en realidad, retorciéndose y muriendo en el momento". Lorna se estremeció. "Al parecer, Lucille murió de la forma en que vivió. Gritando y arañando como el monstruo asqueroso que era". Kellie dejó escapar un silbido. Al parecer, Lorna no tenía un problema con hablar mal de los muertos. "¿Crees saber quién lo hizo?" Lorna vaciló en el silencio antes de decir: "La película favorita de Katrina es ‘El Mago de Oz’. Además, yo reconozco su voz cantarina miserable en cualquier lugar". Los ojos de Kellie se agrandaron. "¿Estás segura de que ella lo hizo?" Lorna asintió lentamente. "El Estado nunca tuvo la menor idea, y las otras en contra sólo sospechaban. Pero yo lo sabía. Ella guardó el veneno para ratas en esta pequeña cosa de Tupperware escondida en nuestra celda hasta que lo encontré y lo tiré por el inodoro. Supongo que ella tiene algo más". 16 Hay dos referencias a ese “ding-dong…”, una es el Mago de Oz, la otra, es en el episodio The Bittersweet, el multi-premiado de Xena, en boca de Ares.

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"¿Sabías y no hiciste nada?" Kellie exclamó. "¿Qué demonios es lo que te pasa?" Una tormenta azotó la cara de Lorna y su cuerpo se puso rígido. "¡Tú no viste a Lucille ir hacia Katrina con ese bastón! ¡Lucille era una perra retorcida y violenta, que tuvo que hacer otras pequeñas perras violentas y retorcidas a su imagen! Sea como sea que Lucille llegó a su fin... bueno, eso era entre ella y Katrina. Y era todo lo que le debía a Katrina por no ayudarla cuando pude, yo pagué con mi silencio. ¡En lo que a mí respecta, con todas las implicaciones!" Kellie se estremeció ante la rabia en la voz de Lorna. "Lo siento", ella se empujó fuera. "Estoy tratando de no hacer eso". "¿No?", dijo Lorna con cautela, lastimándose los ojos. "No entiendo el camino que hiciste para llegar a donde estás ahora. Y todavía no comprendo completamente, pero me siento más cerca de ti porque te conozco mejor". La mirada de Kellie se suavizó. "Me duele esos malos años que tuviste. Las buenas personas a veces hacen cosas malas. Cometen errores. Grandes. Pero eso no tiene por qué cambiar lo que son. Y no importa lo que hiciste entonces, eres una buena persona ahora. Estás con alguien que te quiere como eres. Y quiero seguir a preocupándome". El aire se escapó pulmones de Lorna en una larga exhalación. Kellie se inclinó hacia delante y puso su rostro en el cabello de Lorna. "Quiero que sepas que a pesar de que todavía estoy un poco asustada, no te tengo miedo. Me alegro de que no seas la persona que eras entonces, pero tengo suerte y estoy feliz de estar contigo ahora". Lorna tragó un par de veces. "Yo también, Princesa". "Te sientes tan bien", dijo Kellie ensoñadoramente, con su voz apenas audible mientras se acurrucaba cerca. Lorna se preparó para una larga noche de sostener a la persona que más amaba, y viendo la puerta. "Duerme ahora", Lorna la calmó de nuevo. Y eso fue todo lo que hizo. Al igual que un globo de helio atado a la tierra con una cuerda resistente, Kellie se sintió comenzar a flotar mientras que era puesto en tierra al mismo tiempo. Ella flotaba en el espacio durante varios minutos, con ganas de aferrarse a la fortaleza, liberando la sensación todo el tiempo posible. Pero el aliento suave de Lorna en su cuello y el sólido sentimiento de cuerpo presionado al de ella, la arrullaron más y más a un sueño profundo. Del tipo que no había tenido en mucho tiempo. Del tipo lleno de paz.

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Capítulo 13 Cuatro meses después…

El sonido de los dos pares de zapatillas deportivas que golpeaban rápidamente la pista desapareció con el frío viento de la tarde. "¿Caminamos?" Lorna preguntó mientras corría, con sus palabras enviando una nube de niebla en el cielo de la tarde. Kellie se desaceleró a un trote, luego a un paseo. "Buena idea". Se puso las manos en las caderas y se concentró en ralentizar su respiración. Las nubes mullidas salpicaban un cielo soleado en otro momento, y una nueva capa de blanca y cegadora nieve cubría el patio de ejercicios. Al término de la vuelta veinte, la mitad caminaban, Lorna se inclinó para recuperar el demasiado pequeño abrigo que había dejado en el suelo cuando comenzó a sudar ligeramente. Por una vez, estaba ansiosa por volver dentro. "Entonces, hoy es el gran día. ¿O es mañana?" Kellie bromeó, levantando las rodillas altas para estirar las piernas cansadas. Lorna tomó la mano de Kellie cuando empezaron a ir hacia la puerta. "Sabes que es hoy. Si pongo otra capa de laca sobre la cosa, me temo que el brillo me cegará". En su paso hubo un andar tipo resorte notable que hizo que Kellie sonriera. Kellie sonrió, encantada por el evidente entusiasmo de Lorna. "No puedo creer que no me lo dejaste ver durante todo este tiempo. Incluso Jennings estaba impresionada. Debes haberlo oído ayer. Ella dijo que era la obra más sorprendente que haya visto nunca. Está enojada de que no vas a vendérselo a ella". "Sobrevivirá". Una sonrisa seductora arrugó mejillas de Lorna. "Pero por poco. Es magnífico". "Hey," un guardia gritó desde el perímetro, señalando una mano enojado con Lorna y Kellie. "¡No tocar!" Con un bajo gruñido, Lorna soltó la mano de Kellie y elevó ambas suyas para mostrarle que lo había hecho. Era domingo por la tarde, y la única vez que podría pasar más de unos pocos minutos robados hablando. No había conversación durante las comidas y en ningún caso alguna vez les permitían entrar la celda de otro recluso. En los últimos meses, que echaba de menos a su antigua compañera de celda, extrañaba incluso las cosas que solían molestarla sobre la vida con Kellie. 183

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"¿Por qué molestarse? No es como que estamos haciendo daño a nadie", dijo Kellie. "Ellos molestan porque pueden". Lorna se burló en la dirección del guardia. "Pájaro carpintero." Las mujeres cruzaron frente a la cancha de baloncesto al igual que las puertas de la parte interior se abrieron. Chul salió y dio un golpe agudo en un silbido. "Hey", Kellie chocó caderas con Lorna, "no dejes que tire tu estado de ánimo. Hoy es el gran día, ¿recuerdas?" Ella estaba tan emocionada de ver el mueble como Lorna lo estaba de mostrarlo. "¡No puedo esperar para ver tu creación!" Jennings, que estaba encantada con sus nuevos conocimientos de informática, había dado Lorna algo de espacio en una sala de almacenamiento de poco uso que se encontraba justo al lado de la tienda principal. Otras reclusas habían, por supuesto, robado miradas al trabajo en curso durante los meses que había llevado completar. Pero Kellie había prometido que no iba a mirar hasta que estuviera terminado. Eso casi la había matado, pero había cumplido su promesa. "Tienes razón". Lorna luchó por poner una sonrisa en su lugar. "Te voy a enseñar lo que he hecho para ti". Kellie se detuvo en seco. "¿Para mí?" La sonrisa de Lorna creció. "Para ti". Su mirada se desvió a las mujeres presentándose en el interior. Hacía frío, así que la línea se movía rápido. "Será mejor entremos". Ella comenzó a caminar de nuevo. "No puedo tomar tu escritorio. No puedo. Es para cuando hagas la libertad condicional y tengas un lugar propio en el exterior. Eso es en menos de diez meses". Lorna metió sus dedos escalofriantes rápidamente en los bolsillos y se balanceó sobre sus talones. "Pero hay sólo cuatro meses hasta su audiencia". Silencio de muerte. Lorna mentalmente se pateó a sí misma. Eso había salido mucho más melancólico de lo que había previsto, especialmente en lo que se suponía que era un día feliz. Ella estaba encantada con la próxima liberación de Kellie, aunque la temía. Kellie parecía confundida. "Yo puedo... ¿Quieres que yo guarde la mesa hasta que la puedas tener? Todavía tengo pocas cosas que no se vendieron fuera o reposicionadas en el garaje de mis padres. Estoy segura de que hay una habitación para…"

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Lorna suspiró. "No quiero que lo guardes para mí". Ella extendió la mano para tomar una de las manos de Kellie, pero se retiró al recordar el guardia que estaba, sin duda, aun observando. "Es un regalo". La nieve comenzó de nuevo y Lorna rozó una escama errante en la punta de la nariz de Kellie antes guardar rápidamente la mano en el bolsillo de la chaqueta. "Usar la mesa te dará una excusa para pensar de mí cuando estés lejos". Un pequeño pliegue se formó entre los ojos de Kellie y casi tuvo que atar sus manos no quitarlo. "No voy a necesitar una excusa para pensar en ti". Sintiéndose incómoda e indefensa, Lorna miró hacia otro lado. Ella no quería hablar sobre el futuro de Kellie en el exterior. Un futuro que, sospechaba, tendría poco lugar para ella. Pero pronto no tendrían otra opción. "Soy mala en esto". Ella hizo un gesto entre ella y Kellie. "Sobre nosotras, a veces". "Lorna, eso no es cierto". Lorna le dirigió una mirada que la hizo dolorosamente consciente que ella no estaba de acuerdo. La línea de mujeres terminó. "Hey, Chul", Lorna saludó. "Sé que es domingo, pero la señora Jennings dijo que podía llevar a Kellie al taller para…" El hombre asiático levantó una mano. "Sí, sí, lo sé. Jennings ya me lo dijo. No es que ella necesitaba, claro está. Todo el pabellón está a tope". Él sonrió, sus ojos bailando con el buen humor de un hombre a punto de ir fuera de turno. Se inclinó un poco más cerca de Lorna mientras bajaba la voz. "¿Es verdad la parte superior tiene una incrustación de caoba intrincada?" Kellie tomó su lugar junto a Lorna, quien se llevó un dedo a los labios. "Shh...", dijo mientras se movían en el interior. "Oh", Chul se rió mientras miraba a Kellie. "Es una sorpresa. Lo tengo". Su mirada viajó a la torre de guardia y recibió una señal de mano que significaba ‘todo despejado’ para que pudiera cerrar y bloquear la puerta del patio. El resto de las internas se dirigió por uno de los varios pasillos. Uno llevaba a la sala de estar con televisión y a las celdas, otro para las duchas y la cafetería, y el tercero a la carpintería, el muelle de carga y otras oficinas. Blue Ridge existía con un presupuesto reducido y las luces del pasillo ya sombrías se atenuaban en las áreas de la prisión que tenían menos tráfico los fines de semana. Solas, Kellie y Lorna procedieron por el tercer pasillo. 185

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En el taller de carpintería, Lorna llamó con fuerza a la puerta exterior hasta que Patrice Jennings, quien se veía trabajando en su computadora les indicó entrar. La puerta del taller estaba cerrada con llave. "Buen trabajo con el escritorio". Jennings tomó un lápiz y comenzó a girarlo con los dedos largos. "Me gustaría que nos dieran suficientes pedidos personalizados para dejarte trabajar así todo el tiempo. Tienes un verdadero talento". Lorna cuadró los hombros ante la alabanza inesperada, una sonrisa se arrastró en su rostro. "Gracias". Jennings le dirigió una mirada de complicidad. "No te preocupes de que le guste a ella". Las cejas de Lorna saltaron. ¿Había alguien que no conociera sus asuntos privados? "¿No?" "No". Jennings se encogió de hombros. "Cualquier mujer lo haría." Y con eso, se dio la vuelta, y reorientado en la pantalla como si Lorna ni siquiera estaba allí. "¿Y bien?" Kellie susurró en voz alta. "¿Ya terminaste de ser agradable?" Acalorada ahora que estaba dentro, se quitó la chaqueta y la camiseta fina, dejándola en su siempre presente remera blanca. Ella extendió una mano. Lorna pasó por encima de su chaqueta y sudadera, mirando con cariño como Kellie las apilaba en una mesa cercana. Estaba tan feliz que sus entrañas iban a estallar. "¿Ahora eres la que está impaciente?" Lorna sostuvo su mano delante de los ojos de Kellie como ella abrió la puerta del almacén y encendió la luz. "Aquí está…" Sus palabras fueron interrumpidas por un gemido explosivo que sonaba como si se trataba de un animal herido. Kellie agarró la mano de Lorna y la apartó de sus ojos. "Oh, Dios". Ante ella había una pila irregular que lucía con una sábana envuelta sobre esta. La cara de Lorna comenzó a oscurecerse con una furia ardiente. Se dirigió hacia adelante y quitó la sabana de lo que fue la mesa en la que había trabajado sucesivamente. En su lugar no había nada más que fragmentos destrozados de madera que aún olían a barniz. Kellie esperó a escuchar un rugido de ira. Pero Lorna se quedó allí, aparentemente paralizada, con su cuerpo vibrando con furia, el silencio asustó a Kellie mucho peor que el estallido que ella esperaba. "Oh, Dios mío." Ella sintió que sus propios ojos se llenaban de lágrimas. Lorna tragó audiblemente y se agachó para pasar las manos temblando sobre lo que podría haber sido la parte superior del escritorio. Tomó un trozo irregular de madera, agarrándolo con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron en blanco. 186

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El corazón de Kellie sentía como que estaba siendo rasgado en dos. "¡Cómo pudo pasar esto!" Lorna se puso de pie y Kellie captó un destello de la violencia pura en sus ojos. "Katrina es cómo". Su voz era tan baja e incluso que envió un escalofrío por la espina dorsal de Kellie. El pavor comenzó a girar en el vientre de Kellie. "No sabemos eso. Podría haber sido…" "¿Podría haber sido qué?" Lorna exigió ácidamente, con su cara volviéndose de un color vívido de rojo a púrpura. "Mira esto". Sostuvo el trozo de madera que no era mayor que un billete ante el rostro de Kellie. "¿Qué podría haber hecho esto?" Kellie miró el pedazo como Lorna temblaba delante de su cara, y luego otra vez a la montaña que era maraña de escombros, sin ver más allá de la madera en pequeños trozos en los que Lorna había invertido corazón y alma en su trabajo. Las mismas piezas que ella había dado tan libremente a Kellie. Su amiga había sido cortada en lo más vivo y más allá, y se sentía como si estuviera sangrando. "No sabemos que fue Katrina", Kellie susurró con angustia, sin creer una palabra de lo que estaba diciendo. Lorna lanzó el trozo de madera a través del cuarto. Golpeó con fuerza contra la pared del fondo, golpeando varias latas pequeñas de la mancha en el suelo. "¡Yo lo sé!" La mente de Kellie se apresuró a darle sentido a lo que había sucedido. Jennings estaba a sólo quince metros de distancia en otra habitación. Seguramente alguien no podría haber hecho esto mientras ella estaba en su computadora. Y, sin embargo, ella no había venido a investigar el estruendo que Lorna acababa de hacer. Lorna con enojo se secó los ojos con las palmas de sus manos. "Quédate aquí, ¿está bien?" Los ojos de Kellie se agrandaron. "No. ¡No está bien! ¿Dónde…?" "Por favor", fue todo lo que Lorna murmuró antes de despegar como un tiro, y cerrar la puerta detrás de ella. Kellie quedó de pie por una fracción de segundo, aturdida. "Oh, mierda. ¡Mierda!" ¡Ella realmente va a matarla! Abrió la puerta y se lanzó hacia delante, sólo para chocar con Jennings, tirándola al suelo.

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"¡Hey!", se quejó la mujer mayor, haciendo una mueca mientras se frotaba la cadera. "¿Qué demonios está pasando aquí?" "Lo siento". Kellie trató de superarla para alcanzar a Lorna, que ya había desaparecido del taller, pero se detuvo en seco por una mano firme envuelta alrededor de su muñeca. "Dije, ¿qué está pasando?" Jennings retumbó, usando el brazo de Kellie para empujarse a sí misma, y con un objetivo no dejarla ir hasta que consiguiera algunas respuestas. "¡Tenemos que detenerla!" La verdad era que Kellie no estaba segura de poder detenerse de matar a Katrina por sí misma, y mucho menos de detener a Lorna. "¿Por qué?" Entonces Jennings vio el escritorio y el aliento abandonó sus pulmones de una sola vez. Su rostro cayó. "Oh, no". Jennings saltó fuera del camino. "¡Ve! ¡De prisa! Traerla de vuelta aquí y voy a llamar a los guardias", Jennings gritó tras ella. "Vamos a averiguar quién hizo esto". Kellie corrió por el pasillo, con los pies golpeando con fuerza contra el suelo. Vio a Laverne más adelante, con la cabeza balanceándose al ritmo de la música que se bombea en las orejas de un viejo walkman. Patinó hasta detenerse frente a ella. "¿Dónde está Katrina?" Kellie exigió. Laverne sonrió mientras ella se quitó los auriculares, dejándolos colgar alrededor de su cuello. "¿Por qué debería decírtelo?" Respirando con dificultad, Kellie la agarró por los bíceps y la sacudió con todas sus fuerzas. "¡Maldita sea! ¡No estoy jodiendo! ¡Si te preocupa lo que le suceda a Katrina dime!" Laverne se apartó, casi tirándose a sí misma en el suelo en el proceso. Su walkman estrelló contra el suelo. "¿Qué demonios te pasa?" Ella se frotó los brazos y se inclinó para recoger el pequeño aparato. "¡Perra loca!" "¿Has visto a Lorna?" Lorna estaba a menos de un minuto por delante de ella, pero eso fue todo lo que hizo para que estuviera insegura por dónde su amante giró cuando ella llegó al final del pasillo. "¡Reacciona!" Ella gritó salvajemente. Con la boca abierta, Laverne tartamudeó, "No, no. No desde el patio". "¿Dónde está Katrina?" Cuando la respuesta no llegó lo suficientemente rápido, Kellie comenzó a avanzar hacia Laverne, quien levantó las manos en señal de rendición. "¡Espera!" Replicó, Laverne retrocedió. "El cuarto de lavado, creo". La mirada de Kellie corrió por el pasillo en silencio. La mayoría de las mujeres, lo sabía, estarían en la sala de TV en este momento del día. El lavadero era en la dirección opuesta. 188

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Sus ojos golpearon con ira y temor y sus palmas se humedecieron mientras luchaba contra la indecisión. Cada segundo contaba. "¿Estás segura, Laverne?" Laverne miró Kellie como si hubiera crecido un cuerno en medio de la frente. "Sí, estoy segura". Después de un segundo de indecisión, Kellie apretó los dientes y se fue hacia la lavandería de la prisión, sin oír la risita ahogada de Laverne mientras corría. "¡Lorna!", gritó mientras se aceleró por el pasillo hacia el cuarto de lavado, sin importarle que la oyeran. Se dio la vuelta de la esquina y casi chocó con Roscoe. "¡Whoa!", ordenó. "¿Adónde vas con tanta prisa, Holloway?" "A ninguna parte", jadeó. Implicar a Roscoe en esto sólo traería más problemas. "Quiero decir, se me hace tarde para ver mi programa favorito, así que estoy corriendo para llegar allí". Ella sonrió atractivamente. "Sabe cómo es". Roscoe la apreció con frialdad, el bigote Fu Manchu en movimiento con cada golpe de su fajo de tabaco para mascar. Él hizo un gesto con la cabeza hacia un lado. "La sala de TV es por el otro lado". Mierda. "Umm... Dejé unas medias en la secadora en el lavadero. Tengo que conseguirlas primero, antes de que alguien las robe". Él asintió con la cabeza dubitativamente. "Está bien, pero ¿por qué estás llamando a Mally? Pensé que ustedes dos estaban unidas por la cadera. Ahora que te convirtió en una tortillera y todo eso". Su mirada se clavó en la de ella y los segundos que pasaban sentían como día completo. "Me debe dinero por la ropa". El gran hombre dejó caer la mano a su bastón. "Contra la pared". "¡Mierda!" "¡Hazlo!" Kellie se puso de cara a la pared, abriendo las piernas y colocó sus brazos sobre su cabeza, con las palmas contra el hormigón fresco. "Sólo date prisa, ¿de acuerdo?" Roscoe miró a su alrededor, sonriendo al ver que estaban completamente solos. Ella hizo una mueca cuando él lentamente pasó las manos sobre sus pechos. Aplastó su grasa del vientre contra su espalda y cerró sus dedos. "¿Qué es esto? ¿Un poco de contrabando tal vez?" 189

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Era difícil respirar, pero Kellie se las arregló para gemir de dolor. "Mis pezones no son contrabando", dijo entre dientes, inconscientemente, inclinándose hacia adelante tanto como pudo en un vano intento de escapar de su toque. Roscoe se rió, con su aliento cálido en la parte posterior de su cuello mientras sus manos carnosas bajaron por los costados. Se desvió por debajo de la cintura de sus pantalones de chándal y ahuecó su trasero. Sus manos se sentían ásperas y frías contra su piel caliente. También le dieron piel de gallina. "Eres un bastardo, Roscoe". Kellie cerró los ojos, con ganas de gritar cada vez más fuerte con cada respiración dificultosa. "Como si no lo supiera". Finalmente, después de un tanteo ridículamente apreciativo, Roscoe se enderezó y retrocedió un paso. "Todo limpio". Él hizo una demostración de sacarse el polvo de sus manos. "Puedes ir a buscar esas medias ahora". Kellie se apartó de la pared con un brillo asesino en sus ojos. La habían tanteado docenas de veces desde que llegó a Blue Ridge, y ella nunca dejó de sentirse completamente violada. "No me vengas con esa mirada". Él se mofó. "No fue tan malo como todo". Entonces él le guiñó un ojo. "Saluda a Mally por mí". Kellie no respondió, en lugar de eso, en silencio se volvió y se dirigió por el pasillo, echando a correr pesadamente de una vez bien lejos. Cuanto más lejos iba, más fuerte sentía el olor a lejía industrial y más pesado se hacía el aire. Ella entró por la puerta del cuarto de lavandería. "¿Lorna? ¿Katrina?" Desesperadamente, miró a su alrededor sólo para encontrar la habitación vacía. Con frustración, ella golpeó una secadora, abollando el metal. Por un segundo no sintió nada. Entonces un rayo de dolor casi derritió sus rodillas. Comenzó a latir con cada latido de su corazón. Juntándolas en su pecho, ella empezó a correr de vuelta al bloque de celdas, con el cuerpo húmedo por el sudor nervioso. Las puertas de las celdas estaban todas en posición abierta hasta apagar las luces. La celda de Katrina fue una de las primeros por las que pasó y asomó la cabeza, esperando verla vacía por el silencio que había. Estuvo a punto de perderse la figura en cuclillas cerca del pie de las literas.

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"¿Ramona?" Kellie entró lentamente la celda, capturando el olorcillo metálico de la sangre. Su estómago comenzó a agitarse. Ramona se volvió y vio a Kellie, Katrina estaba tirada en el suelo, cubierta de sangre. Las ropas estaban esparcidas en el suelo como un periódico y el colchón inferior estaba ligeramente torcido. "Shhh, ven aquí... rápidamente", Ramona ordenó. "Gracias a Dios que eres tú". Con el corazón en la garganta, Kellie se arrodilló al lado de la mujer mexicana, que tenía casi la misma cantidad de sangre en ella como Katrina. Ramona estaba presionando una andrajosa camiseta de Katrina en contra de una herida de aspecto desagradable que dividía el pecho ésta. Kellie intentó hablar pero tardó unos segundos en obtener palabras de su mente aturdida en la boca. "Es…" que tuvo que tragar un par de veces, "¿Es ella…?" "Está viva", Ramona anunció, sin sonar especialmente emocionada por ese hecho. "Aquí". Ella reemplazó sus manos con las de Kellie de que poder agarrar una almohada de la cama y tirar fuera la funda de almohada sucia. La hizo una bola y presionó el algodón contra la herida, inmediatamente convirtiendo la funda de un tono impactante de carmesí. "La vi en el suelo pasando y vine a ayudar. Todo el mundo está viendo que esa estúpida televisión en el otro extremo del pabellón". No. No. No. "Oh, Lorna", Kellie murmuró, la sensación de mareo comenzó con los golpes furiosos de su pulso. "¿Qué has hecho?" La bilis le subió a la garganta. Llegué demasiado tarde. Ramona le dio Kellie una mirada lamentable. "Vi a Lorna corriendo hacia las duchas de aquí". Dios. Oh Dios. Para lavarse la sangre. Kellie hizo una mueca ante el daño que Lorna le había infligido. Cada centímetro de la cara de Katrina había sido golpeado. Un ojo ya estaba cerrado por la hinchazón. Su nariz estaba obviamente rota. Igual que lo hizo conmigo. Y varios dientes ensangrentados fueron esparcidos en el suelo junto al cuerpo inerte de Katrina. Luego estaba el corte irregular que sangraba más que suficiente para asustar a Kellie de muerte. "Llamé a Lorna", Ramona continuó, "pero ella no respondió. Katrina, la mujer estúpida, debe haberla presionado demasiado finalmente. Cuando se despierte, ella le dirá a los guardias que hizo esto". Ramona empezó a levantar las manos del pecho de Katrina. "Tal vez deberíamos dejarla…"

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"¡No!" Dejar que la fuente de tanta miseria simplemente se desangrara tenía un atractivo cierto, macabro. Pero ella comenzó a presionar la funda de almohada sobre la herida por sí misma, ignorando el dolor punzante que le causó en la mano. "No podemos dejarla morir o Lorna pasará el resto de su vida en este infierno". "Incluso si ella no muere, Lorna nunca tendrá libertad condicional ahora. Y luego van a añadir más años por este cargo. Ella va a estar aquí mucho tiempo". Kellie no pudo presionar hacia abajo su pánico. "¡No digas eso!" Ella apretó con más fuerza contra la herida. "¡No!" Ramona le habló a Kellie como lo haría con un niño pequeño. "Esto no fue sólo una pelea, chica. Lorna vino aquí a matarla". Ella levantó la remera y señaló a una barra manchada de sangre que medio sobresalía de sus jeans. "Esto estaba en el suelo junto a Katrina, pero voy a deshacerme de esto. Lorna es mi amiga también, ¿no?" Kellie parpadeó y la señaló. ¡Lorna no posee una barra! "Eso no es…" Ramona explotó: "¡No importa si se utiliza la barra de esta perra o la suya propia! Lo que importa es que la cortó con eso". Frustrada, se levantó y con cautela se dirigió a la puerta, mirando lentamente hacia el exterior. La única actividad era por el pasillo. Rápidamente se trasladó de nuevo hacia Kellie. "Roscoe aprovechará esta oportunidad para asegurarse de que Lorna nunca esté libre". El color desapareció del rostro de Kellie. "A menos que…" Kellie contuvo el aliento, pero se impacientó rápidamente y murmuró un alentador, "¿A menos?" "A menos que ella diga que fue en defensa propia, ¿no?" Ramona se aferró a la idea con entusiasmo. "Yo podría ser su testigo y decir que fue Katrina quién la atacó". Kellie sacudió la cabeza con desesperación. "No. Lorna tenía buenas razones para hacer esto. Nadie va a creerle que fue en defensa propia. Ella vino a buscar a Katrina". "Mi Dios17". Disgustada, Ramona levantó las manos en el aire. "Ella está jodida". La presión en el pecho de Katrina estaba funcionando y el sangrado se redujo desde un flujo constante a un pulso lento. Kellie dejó escapar un suspiro tembloroso, alegre que ya estuviera de rodillas. "Lorna no sobrevivirá si está atrapada aquí, pudriéndose año tras año, Ramona. Ella ya ha hecho eso. Tenemos que hacer algo para ayudarla". 17 Dice “Mio Dios” literalmente y debería dejarlo así para que vean qué feo que escriben en español los yankees.

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Ramona frunció el ceño. "Lorna va a estar bien. Ella es fuerte. Esconderé la barra y seré su testigo, y eso probablemente tendrá el cargo de asalto. Eso es un níquel como máximo". Cinco años de sentencia. El dolor que se había instalado en el pecho de Kellie era más de lo que podía soportar. "¡Sé cómo se siente acerca de Lorna poseer incluso sus propias acciones, pero Katrina intencionalmente la llevó a esto! No es justo. Ella no debería tener que perder otros cinco años". Ella miró a la mujer cuya vida literalmente descansaba en sus manos y sintió un poco más que el odio. "Es para gente como ella". Ramona se mordió el labio inferior. "Tal vez haya otra manera". Ella suspiró y se miró las manos. "¿Qué? Dime". De mala gana, ella miró hacia arriba, fijando en Kellie con su oscura mirada. "¿Harías cualquier cosa para ayudarla?" Kellie solamente había tenido un momento de claridad absoluta en su vida. El tipo de hermosos momentos horribles que eran como cicatrices en la forma en que te marcan, te cambian para siempre. La mayoría de ellos había ocurrido mientras estaba en la cárcel, era, estaba segura, una especie de broma cósmica. Este fue uno de esos momentos. "Cualquier cosa", Kellie respiraba, sintiendo el poder detrás de las palabras. "Haría cualquier cosa por ella". Ramona se detuvo por unos segundos, como para juzgar la sinceridad de la otra mujer. Por último, al parecer satisfecha con lo que estaba buscando, ella dijo: "Si te refieres a eso, entonces puedes evitar esa caída". Ella dejó de hablar para que Kellie uniera el resto de las piezas por sí misma. La frente de Kellie se arrugó. "¿Yo puedo? Pero, ¿cómo?" Y entonces, como una flecha en el corazón, la golpeó y ella entendió con lucidez devastadora exactamente lo que tenía que hacer. "Yo puedo decir que lo hice. Puedo tener la culpa". Las palabras ahogadas apenas las registró como propias. "Katrina es mi enemiga también. Era mi escritorio el que arruinó". Incluso la mano hinchada encajaba perfectamente en la escena. "Eso tiene sentido". Ramona murmuró algo en voz baja y Kellie pareció oír ser llamada a sí misma ‘loca’ por segunda vez en el día. Katrina gimió suavemente y Ramona le enseñó los dientes. "¡Cállate, puta! ¡O voy a terminar lo que Lorna comenzó al dejar tu culo lamentable!" Kellie cerró los ojos. Una confesión seguramente significaría enfrentar más tiempo en prisión. La idea de ser enjaulada como el más miserable de los perros le daba ganas de despotricar contra el mundo y tomar su camino hacia la libertad. 193

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La ansiedad brotó dentro de ella y esperó a que esa pequeña voz en su cabeza que estuviera de acuerdo con Laverne y Ramona y la proclamaran una desquiciada. Ella esperaba reírse cruelmente y decir que era demasiado egoísta para poner las necesidades de otra persona sobre las suyas propias, tan absorta en sí misma para poner su futuro en línea a nadie más que a sí misma. ¿No habían demostrado eso sus acciones una y otra vez? Pero no hubo voz, el paisaje de su mente era tan abierto y claro como una llanura azotada por el viento. Y a su eterna sorpresa, era el susurro reverente de su corazón el que oyó en su lugar. Un susurro que ella sería incapaz de ignorar: Cualquier cosa por ella. Kellie abrió los ojos con una extraña sensación de calma y determinación asentada sobre ella como una manta cómoda. Esta fue la cosa más acertada que jamás había hecho. Ella comenzó a pasar a través de una serie de escenarios en su cabeza. "¿Qué sucede cuando Katrina pruebe y diga que no fui yo quién le dio esa paliza? Ella me odia, pero tiene este amor enfermizo y odio hacia Lorna". "Siempre lo tiene", Ramona acordó. "Entonces ella querrá que Lorna sea la que se meta en problemas". "Si las pruebas demuestran que fuiste tú, lo que diga no importa. Katrina es una mentirosa. Todo el mundo sabe eso". Ramona hizo una pausa. "¿Estás segura sobre esto? Una vez que comience, no hay vuelta atrás". No había realmente más que sólo una respuesta a esa pregunta. "Estoy segura". Ahora que su suerte estaba echada, Kellie no tuvo tiempo de ser sorprendida por estar dispuesta a salvar a su amante del dolor de más encarcelamiento. "Alza tu remera de nuevo". Ramona obedeció, con su cara demostrando perplejidad. "¿Que estás…?" Con cuidado, Kellie retiró la barra de los pantalones de Ramona, asegurándose de envolver la mano con fuerza alrededor de la empuñadura. Ella abiertamente se estremeció, su rostro se arrugó con repulsión como la tiró a un lado. Ramona asintió con la cabeza. "Huellas dactilares. Bien". Los labios de Kellie se adelgazaron como pensó, ¿Qué otra cosa puedo hacer? Ella miró hacia abajo. La sangre había manchado sus dedos a través de la funda de almohada, aunque ella se las había arreglado para mantener el resto de sí misma totalmente limpio. "Necesito tu remera". Ramona asintió y se puso de pie, quitándose su remera en un movimiento rápido. Estaba sanguinolenta desde el pecho hacia abajo. "Va a ser muy chica", advirtió, obviamente aliviada de estar fuera de la prenda empapada. 194

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"Nadie lo va a notar", dijo Kellie con confianza. "Van a estar muy ocupados prestando atención a la sangre". Ramona se hizo cargo de la presión en el pecho de Katrina como Kellie torpemente se despojó de su remera con una sola mano. Luego intercambiaron prendas. Ramona se pasó una mano por el cabello y luego, descuidadamente metió la remera en sus pantalones de jean. Cuando terminó, dejó escapar un suspiro tembloroso. "¿Qué es lo siguiente?" Kellie tragó saliva y endureció sus nervios. La remera de Ramona estaba cálida y húmeda y se aferraba terriblemente a su piel. Ella estaba en apuros por no vomitar. "Trae un guardia". "Elaine está en la sala de TV. Iré…" "Busca a Roscoe en su lugar. Por ahí desde el lavadero y quiero que idiota me encuentre aquí con Katrina. Él es el más tonto del grupo, pero sigue siendo líder de los guardias y lo que cree tendrá más peso. Puede que él crea que la discusión se fue de las manos y que estoy ayudando a Katrina ahora porque no quiero enfrentar un cargo más grave". El rostro de Kellie se endureció. "Cuando empiece a llevarme, voy a aprovechar esta oportunidad para darle una patada en las pelotas con tanta fuerza que sus antepasados lo sentirán". Ramona tarareó un poco en voz baja. "¿Kellie la mala? ¿Quién lo diría? Cuando Lorna salga, y estés todavía está atrapada aquí, te querrá proteger". Ella sonrió. "No lo necesitas. ¡Nadie va a tocarte!" Incluyendo Lorna. Kellie supuso que Ramona le estaba haciendo un cumplido y sonrió sombríamente a cambio. "Gracias." Katrina volvió a gemir mientras luchaba por estar consciente. Kellie miró a Ramona, cada pedacito de ella tan decidida como temerosa. "Corre".

***

"Tienes derecho a permanecer en silencio". El olor metálico de la sangre y el almizcle del sudor llenaban el aire y Kellie se encogió cuando Roscoe clavó su bastón en su espalda baja. "Renuncio a mi derecho y confieso haber apuñalado a Katrina. Al igual que lo hice hace treinta segundos". 195

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"Sí, pero tengo que decir que esta mierda de todos modos". Él tomó sus esposas. "Cualquier cosa que digas, puede y será usada en tu contra en un tribunal de justicia". Kellie observaba a Chul febrilmente administrar los primeros auxilios básicos a Katrina, que seguía inconsciente. Ella dijo que una pequeña oración para que permaneciera así durante un poco más. Quería más tiempo para pensar en su historia y que fuera tan creíble que no importara lo que dijera Katrina. Y luego estaba Lorna. Si ella aparecía, todo el infierno era probable que se desatase. Un grupo de mujeres y Ramona, se habían mordido las uñas tan rápido en los últimos minutos, apiladas fuera de la celda de Katrina, mirando los acontecimientos que se desarrollaban como si fuera su propia telenovela privada. Y así es, Kellie necesitaba estar en privacidad. Roscoe ya había pedido que una cinta policial se estableciera. "Tienes derecho a un abogado". La segunda muñeca de Kellie fue esposada y le dio un tirón de la pared donde había estado despatarrada. "Si usted no puede pagar un abogado", Roscoe continuó con determinación, "uno te será designado. ¿Entiendes estos derechos?" Kellie tragó saliva e hizo su mejor esfuerzo para no temblar bajo el peso de lo que estaba haciendo. "Me he vuelto tristemente familiar con el sistema legal en el último par de años. Así que la respuesta es sí". El gordo se acercó tanto como para que pudiera sentir su aliento en la parte posterior de su cuello, el olor a cigarrillos rancios se adelantó hacia ella. "Voy a hacer que te cobren el agredir a un oficial". Su voz era todavía un poco más alta de lo normal y una pequeña sonrisa agrietó la cara de otra forma seria de Kellie. Sacudió la cabeza. "Si estabas extrañando la vida en soledad, todo lo que tenías que hacer era decir algo. Te vas a podrir en allí hasta que todo esto está resuelto". Todo el cuerpo de Katrina se sacudió y Chul, con una voz que calma bajo, le aseguró que una enfermera estaría allí pronto. "Estoy listo para irme ahora. ¿Cuánto tiempo va a tomar esto?" Kellie preguntó nerviosamente. "Yo... um... Quiero llamar a mi abogado lo más pronto posible". Una profunda arruga dividió el rostro de Roscoe mientras miraba alrededor. "¿Qué no me estás diciendo?" Kellie se congeló.

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Sintiendo la sangre, Roscoe se trasladó como para matar. "Te pregunté esto antes", le dio una sacudida violenta Kellie. "¡Y ahora quiero la verdad! ¿Dónde está Mally? No la he visto desde el almuerzo. Puedo lanzar fácilmente el bloque de celdas y encontrarla en unos pocos minutos, por lo que podrías decírmelo ahora". "No lo sé", Kellie dijo de verdad, haciendo todo lo posible por ir hasta el borde hacia la puerta de la celda. "¿En cuántos lugares puede estar? Además, ella no tiene nada que ver con esto". Roscoe chasqueó la lengua. "Creo que tiene algo que ver con casi todo lo que haces, Holloway". La voz de Kellie cayó a su registro más bajo. "En esto no". Roscoe se quedó en silencio por un largo tiempo antes de decir: "Ya veremos". Con un empuje áspero, salieron de la celda y entraron en el pasillo. Varios paramédicos, un médico de emergencias de la enfermería de la prisión, y dos guardias, uno de los cuales era Elaine, se unieron a la escena. "¡Vuelvan a las celdas!", Elaine gritó bruscamente, empujando a los mirones fuera mientras se movía. "Continúen. No hay un show aquí". Pero ni una sola presa se movió. "Nadie fue asesinado". Se volvió hacia los paramédicos. "¿Correcto?" Uno de los paramédicos asintió. "Correcto. Parece una conmoción cerebral y una herida de puñalada no mortal". Kellie exhaló temblorosamente. Gracias a Dios. "Está bien, tienes tu deseo. Hora de irse". "¿Qué diablos está pasando?" Oh, mierda. El estómago de Kellie cayó. Lorna, una toalla en la mano, el cabello aún húmedo y su rostro de color rosa aún enrojecido por la ducha reciente que había tomado para enfriar su temperamento, cuidadosamente eludió a Elaine y marchó hasta Roscoe y Kellie, con su mirada chasqueando en los hombres que estaban oscureciendo alguien en el suelo, antes de volverse a su pareja. Se quedó mirando Kellie con los ojos muy abiertos. Había sangre por todas partes. "¿Kel?" "La sangre no es mía", Kellie le aseguró en voz baja, con la emoción brotando dentro de ella. Lorna dejó escapar un suspiro de alivio inestable. "¿Por qué estás esposada?" 197

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"Alto ahí, Mally". Él agarró un pedazo de la remera de Lorna, sosteniéndola en su lugar. "¿Chul?" "Voy a asegurar el baño". Elaine tomó de la mano de Roscoe la remera de Lorna. Dejó una bola arrugada de material a su paso. "Yo la tengo". Sacó sus esposas, pero no hizo uso de estas. En cambio, metió un dedo a través de uno de los pasadores del pantalón de Lorna y le dio un tirón discreto. Fue un recordatorio amistoso que se permaneciera quieta o sería castigada por la fuerza, si era necesario. "Sobre la ducha…" Todos los ojos se volvieron hacia Kellie, "Me olvidé de decirles antes, pero eh, traté de lavar algo de la sangre allí antes de enviar a Ramona a buscar a Roscoe. Si lo chequea, probablemente encontrará algo". "¿Sangre de Katrina?" Desconcertada, pero no sorprendida, Lorna estaba perdiendo la paciencia rápidamente. Nadie le diría lo que estaba sucediendo. "¡Dime lo que está pasando y cómo estás involucrada!" "¿La ducha o el lavabo de drenaje?" Elaine preguntó a Kellie con escepticismo, sus ojos se estrecharon un poco. El sudor se formó en el labio superior de Kellie. Ella miró por encima de Lorna con la esperanza de alguna pista, que nunca llegó. "Umm…" "¿Y bien?" Elaine pinchó, dejando su espalda recta. "¿Cuál?" "Ambos", Kellie espetó. Ella dejó escapar un suspiro pesado. "Ambas cosas". La tensión se vertía de Lorna en oleadas. "Si alguien no me dice lo que está pasando, voy a…" "¡Por el amor de Dios, Mally!" Roscoe tronó, "suma dos y dos". Él arrugó su rostro en la imagen sangrienta Kellie presentó. "Tu novia, Lizzie Borden18, rebanó a esa perra de Katrina". Resopló suavemente. "Y yo que pensaba que tenías la mayor influencia con tus modos tortilleros y la habías vuelto gay por la estadía. Pero resulta que ella tomó tu afición por apuñalar gente". El color huyó de las mejillas de Lorna como si lentamente se estuviera sumergiendo en pintura blanca. Por un segundo su creencia vaciló. "¡Mentira!" Ella finalmente espetó. "Por una vez, no seas estúpido, Roscoe. Kellie no le haría daño a nadie".

18 Acá se equivocaron “Lizzy Borden” es una banda de rock; en cambio, “Lizzie Borden” es conocida en Estados Unidos por ser la única sospechosa del asesinato de su padre y madrastra con un objeto afilado en 1892.

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La mirada de Kellie perforó en la suya. "Eso no es cierto, Lorna". La voz decidida sonaba tan extraña para Kellie como el hechizo de amor que Lorna había echado sobre ella. "Hice lo que tenía que hacer, así que no hay nada más que tengamos que hablar". Sus ojos suplicaban que Lorna simplemente dejase así las cosas. La cara de Lorna se puso mortalmente seria y sus cejas se elevaron a su cenit. "¿Estás diciendo que la apuñalaste? ¿Hiciste eso?" Ella trató de acercarse a Kellie, pero fue sostenida por corto apretón firme de Elaine. "¿En verdad estás de acuerdo con Roscoe?" Kellie asintió lentamente. Enferma del corazón y con su estómago retorcido, murmuró: "Tuve que hacerlo. Les dije todo. Después de lo de la mesa, estaba tan enojada. Entonces, de alguna manera, tenía una barra y las cosas se salieron de control". Ella olisqueó. "Por favor, comprende, Lorna. Por favor". Lorna se apretó los lados de su cabeza como si fuera a explotar en cualquier segundo. Era como estar bajo una avalancha como su vida se rompió en pedazos. "¿Confesaste?" "Sí". El desafío brilló en los ojos azules de Lorna. "De ninguna manera". Ella señaló con un dedo furioso por Kellie. "¡De ninguna manera!" Entonces se dio la vuelta. "Vamos", le rogó Elaine. "No vas a creer eso, ¿verdad?" Ella levantó las manos en el aire antes de girarse de nuevo hacia su pareja. "¿Por qué haces esto?", preguntó. Su corazón se estrelló contra sus costillas con tal fuerza que su cuerpo se estremeció. "¿Por qué?" "Es hora de irnos", dijo Roscoe. "Digan adiós, señoras. Porque no va a verse otra vez". La cabeza de Lorna giró. "¿Qué?", ella gritó desesperadamente, haciendo que Elaine tuviera que apretar su agarre de nuevo. "Esto es mi culpa, no de Kellie. El escritorio…" Pero todo el mundo, salvo Kellie, había dejado de escuchar. Todos ellos tuvieron que hacerse a un lado como Katrina, con la parte superior de su cuerpo, garganta y cabello empapado de sangre pegajosa, fue sacada fuera de su celda en una camilla por dos paramédicos apresurados. El paramédico corrió junto a ella, llevando una bolsa de suero enganchada a Katrina. Lorna apenas le dio una segunda mirada. Chul se estremeció ante la visión horripilante y se puso al lado de Elaine. Se recuperó ligeramente en las puntas de sus pies, listo para entrar en acción si es necesario.

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Kellie honestamente estaba sorprendida y apenas dolida, que Lorna no hubiera confesado el crimen para salvarla de más tiempo en la cárcel. Después de todo, Lorna era en realidad la culpable. Deja de ser un bebé. Ella sabe que es demasiado tarde y lo hecho, hecho está. Es lo que querías, así que conténtate de que está funcionando. "Yo…" Su garganta se cerró cuando ella trató de decir algo que pudiera transmitir todo lo que sentía. Todo lo que Lorna significaba para ella y lo mucho que había cambiado su vida. En realidad te amo, se preparaba en la punta de la lengua de Kellie. Pero ella no lo diría. La primera vez... me gusta esto. Pero escucharlo en estas circunstancias probablemente sólo haría que Lorna se sintiera peor. Sus ojos se encontraron de nuevo y el tiempo se detuvo al estrellarse. Kellie se dio cuenta de que no importa si lo decía. Lorna ya sabía. "Oh, Princesa", Lorna susurró con voz aturdida, desgarradora. "¿Qué has hecho?" Relucientes lágrimas hicieron que todo se viera borroso. Kellie cerró los ojos para bloquear la visión de dolor ante ella. Sabía que sería difícil. Pero no así. Todavía no había banda sonora. Sólo un silencio escalofriante. Kellie tenía la imperiosa necesidad de meterse en una botella y nunca salir. "Se acabó el tiempo". Roscoe comenzó a hacer marchar a Kellie por el pasillo. "Eso no fue tan conmovedor como yo esperaba". Varias presas se burlaron en su dirección, con odio en sus expresiones. "Mantente fuerte, chica", dijo Ramona orgullo como Kellie fue escoltada por delante y en medio de un mar de resentimiento, pero sobre todo, de respeto de las reclusas. Kellie sostuvo la barbilla en alto y hacía todo lo posible para no desmoronarse. Eso, lo sabía, iba a suceder después. "¡Kellie!" Lorna rugió detrás de ella. Elaine y Chul juntos apenas podían contenerla. "¡Retira la confesión, maldita sea! ¡Retira lo que dijiste!" La voz de Lorna fue rota por un sollozo y el sonido casi envió a Kellie de rodillas. Las lágrimas calientes corrían por sus mejillas. Pero eso no importaba ahora. Nada lo hacía. Finalmente amaba a alguien más que a sí misma. Y eso significaba que no iba a retractarse. Jamás. 200

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Capítulo 14 Tres meses después…

Lorna estaba sentada sola en una mesa de la esquina en la cafetería. Se quedó debidamente frente a su bandeja de comida, sus ojos sin ver, hastiados. No había oído ni una sola cosa de o sobre Kellie desde que fue escoltada sin ceremonias fuera del pabellón. Y fuera de su vida, al parecer. Lorna había pedido y rogado a los guardias por información, solamente para golpearse contra una pared de ladrillos y otra vez. De alguna manera, en un lugar donde los secretos eran casi imposibles de mantener, Kellie había simplemente desaparecido sin dejar rastro. Lorna hizo todo lo posible para seguir siendo fuerte tras enfrentarse a perder lo que más amaba, pero el esfuerzo hercúleo la había dejado dolorosamente delgada. Lo que había sucedido en ese día terrible pasaba en un bucle sin fin en su cerebro. Kellie había confesado. Confesado. Lorna hervía. Hervía. Se retorcía. Pero sobre todo, llorado. Ella se sorprendió que el cuerpo humano pudiera producir tantas lágrimas. ¿Confesado? ¿Cómo es posible que alguien tan inteligente hubiera hecho algo tan estúpido? En la mente de Lorna, una piscina carmesí como de vino bruscamente entró en foco, su olor nauseabundo le provocó una mueca de dolor. En primer lugar, veía a su padre tendido sobre ésta, con los ojos vidriosos y burlones, ya muerto. Entonces su cuerpo se transformaba en Katrina. Silencio finalmente. Por último, el rostro anguloso de Katrina se derretiría en el de Kellie. Era una pesadilla de vigilia, con la sangre protagonizando el espectáculo macabro. ¿Era Kellie incluso capaz de ese nivel de violencia? Absolutamente. Lorna sabía mejor que nadie que presionando correctamente podría transformar incluso a una mujer gentil en un volcán furioso. Imparable y mortal. Aun así, Lorna estaba convencida de que mucho de todo este lío no tenía sentido para que cualquier persona razonable creyera que Kellie era una posible asesina. Cuando ella había dejado el taller de carpintería ese día, Kellie no habría ido en busca de Katrina, ni siquiera después de lo que pasó con el escritorio. No, incluso el observador más casual apostaría que ella habría ido en busca de Lorna primero. E incluso si ella había ido en busca de Katrina, ¿que podría haber ocurrido para golpear con una barra a Katrina?

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El odio fluía entre las mujeres como el agua. Pero aborrecerse por sí sola no era un motivo probable de lo que sucedió. Katrina quería jugar con Kellie y continuamente era el cebo para Lorna. Matar a Kellie habría puesto un fin permanente a su deporte favorito. E incluso en medio de una furia en toda regla, Lorna había visto pelear a Katrina en más de una ocasión, Katrina nunca actuaba en contra de su propio interés. Nunca. Así que, ¿por qué había confesado Kellie? Entonces, como lo había hecho durante semanas y semanas, la respuesta impactante se alzaba sobre sus patas traseras y abofeteaba a Lorna en su rostro. Ella vino a buscarme. Confesó por mí. Tiró años de su vida por mí. La culpa se apoderó de ella de nuevo. Pero había rabia también. La ira por no haber siquiera considerado que Kellie que no era una asesina a sangre fría. Fracturada y perdida, se estaba ahogando. Lorna no estaba completamente sola. Pero a pesar de los repetidos intentos de Ramona de quitar a su amiga del lugar oscuro que estaba, se sentía como así. La mayor parte de la habitación la habían limpiado como las internas se dirigieron de nuevo al bloque de celdas durante la noche. Ya era hora de leer o escribir cartas, momentos robados de socialización, o incluso de ver un poco de la televisión si el mal comportamiento de alguien no había cancelado ese privilegio para el grupo. Pero Lorna no iba a hacer ninguna de esas cosas. Ninguno de ellos hizo siquiera que quisiera levantarse de la mesa de la cena. Varias reclusas todavía vagaban por la habitación grande, pasando trapeadores por los pisos y trapos húmedos sobre las mesas lúgubres de estilo picnic grises que estaban conectadas entre sí como largas cadenas. El olor de la grasa mezclada con lejía industrial hizo que el estómago vacío de Lorna diera un vuelco. Una chica de tez morena, esbelta, en su adolescencia, se detuvo frente a la mesa de Lorna trapo en mano. Se mordió el labio inferior y se balanceó sobre sus talones, esperando que Lorna levantase la bandeja para que pudiera continuar su limpieza. Lorna ni siquiera sabía que estaba allí. Otra reclusa le hizo una seña a la chica por encima, con un movimiento frenético de la mano y le explicó que era mucho más seguro que dejara simplemente a la convicta en esa mesa sola. Era como si ella llevaba una señal de ‘No molestar’ intermitente. Las compinches de Katrina, e incluso los guardias, a regañadientes la respetaban. Desde la esquina de la habitación, Katrina, con cicatrices muy vivas, observaba a Lorna recoger su comida. Siempre observaba. 202

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Al final resultó que su conmoción había sido peor que la herida de arma blanca, pero era la infección por estafilococos desagradables que había obtenido en el pabellón médico de la prisión lo que fue aún peor que la lesión en la cabeza. Había pasado semanas acostada sobre su espalda, con su fiebre altísima y menguando como una tormenta mientras era bombeada por completo de antibióticos. Luego estaban la media docena de visitas al dentista tortuoso, lo que tardó en reemplazar los dientes que había perdido en su ataque. La buena noticia era que sus nuevos dientes casi se correspondían con el resto de su sonrisa escalofriante. Decir que era amarga no haría honor a la verdad. Pero su salud había vuelto poco a poco, y con ella, el interés por su obsesión favorita. "Hola, Mally". Katrina se dejó caer en el banco frente a Lorna. Ella apoyó los codos sobre la mesa. "Te ves como una mierda". La ira negra que se estaba crispando justo debajo de la superficie hizo que un músculo de la cara de Lorna se contrajera, pero ella no respondió. En cambio, se quedó mirando a Katrina, que estaba extrañamente en silencio después de su apertura, y se preguntó qué había estado pensando hace tantos años, cuando ella en realidad había pasado tiempo con esta criatura. "He oído que no puedes recordar lo que pasó el día que fuiste atacada", ella finalmente murmuró. "Escuché que extrañas a tu novia desaparecida en acción. Supongo que ella se cansó de ti". Lorna empujó su bandeja y empezó a caminar de regreso a su celda. "¡Espera!" Katrina corrió detrás de ella, abatida, decepcionada de que Lorna no quería jugar. "Espera un poco. Extrañas a Holloway, ¿verdad?" Por el rabillo de sus ojo podía ver las líneas que marcaban la cara de Lorna que no estaban allí hace apenas unos meses. Al parecer, el amor no era todo bueno al parecer. Por suerte, Katrina nunca se había molestado con este para empezar. "Tenemos que hablar". El sarcasmo había desaparecido de su voz y Lorna le llamó la atención a su extraña ex compañera de celda. "¿Katrina?" La mujer rubia se movió junto a Lorna, jadeando un poco para mantener el ritmo. La caminata rápida le hizo sentir el sitio de su cicatriz y doler el pecho. "¿Sí?" "Quiero que entiendas algo", dijo Lorna ligeramente. "Bueno". "No tengo nada que perder". Abruptamente, Lorna se detuvo y concentró hasta la última gota de su atención en Katrina. "Tengo problemas para creer realmente que no 203

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debería hacerle un favor al mundo y matarte". La mirada en los ojos de Lorna fue suficiente para que Katrina jadeara en voz alta. Katrina miró a su alrededor. Algunas mujeres se arremolinaban en torno a una celda, cerca de doce metros de distancia. Pero sabía que no vendrían en su ayuda si las necesitaba. "¿Qué pasa con tu audiencia de libertad condicional? ¿Qué es? ¿En seis, siete meses?" Ella fue con bravuconería. "¿Podrías poner en peligro eso por algo el mundo? No lo creo". Lorna ladeó la cabeza, un poco consternada de que su fecha de libertad condicional que parecía ser de conocimiento común. "¿Qué parte de ‘no tengo nada que perder’ no fue clara para ti, Katrina? Ahora vete. Estoy cansada y tú eres la última que quiero en mi mente antes de irme a dormir". Ella comenzó a caminar de nuevo. "Pero necesito tu ayuda". "Aprende a vivir con la decepción". "Pero te estoy ofreciendo algo que quieres a cambio". "¿Vas a cortarte la garganta?" "Está bien, te puedo ofrecer algo más que quieras". Lorna desapareció dentro de su celda. Su compañera de celda no estaba allí todavía, y se alegró por el momento de privacidad. Todo excepto... Fundida en sombras oscuras, Katrina se quedó esperando en la puerta. Al igual que un vampiro, pensó Lorna, esperando permiso para entrar en tu casa para que pueda chuparte hasta dejarte seca. "¿No quieres saber lo que te puedo dar?" Katrina tentó con su voz impregnada de miel. Lorna se tendió en su litera y cerró los ojos. "Recuerda que te lo advertí. Recuerda que te di la oportunidad de salvarte a ti misma", dijo en voz baja. Pero Lorna no era la única con nada que perder. Con valentía, Katrina bailó el vals en su celda. En este caso, sin embargo, no lo hizo como suicida sino que ella se aseguró de quedarse fuera del alcance inmediato de Lorna. "Sólo escucha. Puedo hacernos ambas felices". La única persona que me hizo feliz está fuera de mi alcance. Ella nunca renunciaría a Kellie. Pero en su corazón era un surrealista y su propia experiencia con Meg le había enseñado que cuando alguien que amaba dejaba su vida, ya sea que quisieran o no quisieran irse, se habrían ido para siempre. 204

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"Necesito dinero". "¡Guau! Tenías razón. ¡Estoy emocionada!" "Sé que tienes un algún lugar una reserva. Pasaste demasiados años en el mercado negro para dejarlo ahora. Entonces está tu pequeño negocio de productos de belleza, que mantiene a las cerdas de aquí oliendo tan bien". "Mi negocio no es asunto suyo". "Eso no importa. Lo que importa es que tienes el dinero y yo lo necesito". De verdad has ido en un giro para bien. Lorna consideraba levantarse de la cama y estrangularla. Pero Katrina probablemente desordenaría su celda y a ella no le gustaba la peste. Mañana en el patio. Sí, eso sería mejor. Limpio. Es decir, si su paciencia no se hubiera acabado antes de esa fecha. "¿Por qué necesitas mi dinero?" Preguntó Lorna, sin realmente tener cuidado. "Lo que estoy haciendo son semillas. Tú estás vendiendo tantas drogas en este lugar que tienes que desbordar de billetes". "Me están enviando de regreso a máxima seguridad". Eso llamó la atención de Lorna, y por primera vez en semanas, sonrió con una sonrisa verdadera, aunque fuera una gélida. "No puede pasarle a una persona que lo merezca más. Pensándolo bien, no creo que te vaya a matar. Me gusta la idea de que tu vida se descomponga en el infierno lejos de aquí". Ella sacudió su muñeca como si estuviera quitando una pelusa de una manga. "Fuera la perra". Katrina ignoró el rencor de Lorna. "Parece que mi último encuentro con la violencia ha convencido al director que soy..." Ella se burló y puso sus dedos índices en forma de comillas. "No adecuada para el entorno de seguridad media". "Bueno, no jodas". "Y es por eso que necesito el dinero. Tengo que pagar un soborno. Uno grande". Ella metió la mano en su bolsillo y arrojó un pedazo de papel hecho jirones en el escritorio. Contenía la información de la cuenta en la que Lorna podría hacer un depósito bancario. El director no estaba en venta. Por lo que Lorna sabía. Él era un hombre honesto, si a veces brutal. "Estás mintiendo". "La mayoría de las veces", Katrina admitió fácilmente. "Sólo que ahora no. El soborno no es para el director, pero va a funcionar de todos modos". "Está bien, Katrina. Si va a sacarte de aquí sin que yo tenga que levantarme de esta cama, voy a morder el anzuelo. ¿Por qué crees que alguna vez te daría un centavo? Debes 205

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saber que prefiero prender fuego a cada dólar que tengo y luego rellenar de piezas encendidas de papel mi propio culo antes que ayudarte". "¿Le susurras palabras dulces como esas a tu novia?" "Nunca lo sabrás". Katrina no pudo evitarlo; ella sonrió como el gato de Cheshire. Tenía a Lorna exactamente donde quería, sólo que Lorna no lo sabía todavía. Era mejor que los juegos previos y estaba decepcionada que tenía que ir a través de esta parte y en adelante para el evento principal. Pero ella no había sobrevivido tantos años en Blue Ridge por accidente. Lorna era una bomba de tiempo. Un empujón en falso y la existencia de Katrina podrían explotar en un mundo de dolor. Perder a Kellie había roto claramente algo muy dentro de Lorna. Tic tac. Pero eso estaba bien. Katrina podría reemplazar ese algo con una sensación incluso mejor que la de dominar a alguien durante el sexo. Juntas gobernarían toda la cárcel y todo el mundo en el mismo. "No sólo vas a ayudarme, vas a estar contenta de hacerlo. De hecho..." Ella soltó una risita encantada. "Nosotras vamos a ser socias de nuevo, tú y yo". "Tienes tres segundos para salir de mi celda o sólo una de nosotras va a salir de aquí después". "¿Qué te hace pensar que puedes hacerlo?", Katrina irrumpió. Lorna levantó su dedo índice. "Uno". "¡Muy bien!" Katrina ladró con resentimiento. "A cambio de veinte mil dólares y de que trabajemos juntas..." Su voz cambió a un ronroneo. "Te puedo ofrecerte una dulce, dulce venganza". "No hay trato". Un segundo dedo. "Dos". "Y la libertad de tu fanfarrona novia. Al menos del último cargo", se corrigió. Lorna estuvo fuera de la cama tan rápido que Katrina no pudo siquiera aspirar una inspiración completa antes de que las manos fuertes se envolvieran alrededor de su garganta y comenzara a aplastar su tráquea. Ella se estrelló en el suelo con una fuerza brutal, con sus piernas dejándose caer una fracción de segundo después de que el resto de su cuerpo. Lorna la siguió abajo, aterrizando en la parte superior de Katrina con las rodillas sujetándola por el pecho en el suelo como una alfombra.

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Katrina trató de respirar, pero no podía moverse en absoluto, no podía aspirar incluso el más mínimo aliento. El dolor estalló en más lugares de los que podía registrar a la vez y la habitación empezó a nadar. "¡Dime!", dijo Lorna desde detrás de sus dientes. "¡Ahora, cabeza de mierda!" Ella apretó con tanta fuerza que sus manos temblaban. "¿Cómo puedes liberar a Kellie?" El rostro de Katrina se puso como remolacha roja y cuando ella abrió la boca, ni un solo sonido emergió. Sus ojos se hincharon tanto que parecía que iban a estallar. Lorna se dio cuenta de que no iba a obtener respuestas en su posición actual y quitó sus dedos acalambrados de la garganta de Katrina, deslizando sus rodillas de su pecho. Las marcas de los dedos espeluznantes se destacaban contra pálida garganta de Katrina. Ella ahogó un débil "Maldición. Mal…" Con velocidad demoníaca, Lorna le dio un revés a Katrina en la cara, con los nudillos dividiendo los labios superior e inferior gruñones de Katrina y enviando una fina niebla de sangre contra la pared. Agregado a eso, Katrina gimió y jadeó unas cuantas veces más. Ella se llevó una mano temblorosa a la boca y tuvo éxito más en mancharse de sangre más que en limpiarse. "Yo estaba…" Se limpió la boca de nuevo, y miró con odio a Lorna. "Yo estaba por… por decirte. Tú… Tú no tenías que hacer eso". "Lo sé". Duros como el diamante, los ojos de Lorna hicieron agujeros en Katrina. "Yo quería hacer eso. ¿Cómo puedes darle a Kellie su libertad?" Hizo una pausa, respirando con dificultad. "No me haría esperar un segundo más, si fuera tú". "Yo… puedo decirle a los cerdos realmente quién me apuñaló". Los ojos de Lorna se agrandaron. Se puso de pie, empujó a Katrina a lo lejos y comenzó a caminar como un animal enjaulado, pasando por encima de Katrina mientras caminaba. "¿Recuerdas lo que pasó? ¿Desde cuándo?" "No se trata de ‘Días de Nuestras Vidas de Mierda19’, Mally. ¿De verdad crees que un golpe en la cabeza me hizo perder la memoria? El conocimiento es poder. Tú me enseñaste eso". Se frotó el cuello dolorido, siseando un poco mientras sus manos se tocaron la piel en carne viva. "Y sé que es digno de algo". Lorna no lo negó. Con aire de suficiencia, Katrina se sentó en parte hacia arriba. "Estaba esperando el momento adecuado para utilizar esa información". Se inclinó un poco hacia delante, 19

Era una serie de televisión (sin el “mierda”, claro).

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desconfiando de moverse demasiado bruscamente y acercarse a Lorna de nuevo. "Y ahora parece ser el momento adecuado". "Perra". "¿Puedo hablar ahora?" "No. Dime por qué no debería simplemente golpearte hasta tener esa información". "Porque si lo haces, no puedes garantizar que testificaré si te las arreglas para golpearme". Ella soltó una sonrisa que logró ser aniñada y macabra al mismo tiempo. "No puedo confiar, ya sabes". Oh, lo sabía. Lorna se puso en cuclillas sobre Katrina. "¿Quién lo hizo?" "Nuh uh". Katrina sacudió la cabeza, encogiéndose ante el dolor que le provocó. Sus oídos todavía resonaban. "Mi dinero, y tú y yo de vuelta en los negocios, en primer lugar. Luego te doy el nombre y podrás tener cualquier venganza que desees". Sus fosas nasales llamearon. "De hecho, cuento con ello". Lorna se levantó y colocó sus manos en las caderas, se volvió para salir de la celda. Pero en el último segundo cambió de opinión, girándose hacia Katrina y estrelló un golpe malvado en las costillas de Katrina. La mujer aullando se enrolló en su lado, con el rostro desencajado. Las lágrimas corrieron al instante por sus mejillas y chapotearon en el piso de concreto. Lorna tiró la almohada de su litera y la sostuvo sobre el rostro de Katrina hasta que ella dejase de gritar. "¡Eso es por Kellie! ¡Ahora cállate!" Tardó unos segundos, pero Katrina comenzó a controlarse. Lentamente, Lorna levantó la almohada, no permitiendo que la sangrienta expresión de pánico de Katrina se hundiera con profundidad suficiente para que ella sintiera nada más que no sea la ira. Ni la piedad, ni la misericordia podrían ayudar a Kellie ahora. Tenía que ser brutal. Fría. "Reza que no le haya pasado nada a Kellie mientras estabas guardándote esa información para ti misma. ¿Recuerdas lo que dije acerca de no tener nada que perder?" Katrina asintió frenéticamente. "Lo recuerdo". "Bien". Lorna agarró a Katrina por el cuello y comenzó a arrastrarla a través de la celda. Cuando llegó a la puerta, utilizó toda su fuerza menguante en simplemente tirar de ella hacia el pasillo. "Tendrás tu dinero". Ella hizo una pausa, con un suspiro bajo cayendo. "Y a mí, mañana por la noche".

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Capítulo 15 El siguiente día…

Lorna rebotó la pelota un par de veces antes de realizar un tiro poco entusiasta. Una tormenta había provocado que su momento fuera en el patio fuera cancelado, pero ella era libre de utilizar el gimnasio. Recuperó la pelota, respirando con dificultad después de sólo unos minutos. Era difícil cuidarse, pero sabía que tenía que empezar a cuidar mejor de sí misma. Como luchaba contra la depresión, ella se dejó llevar y sabía que debía estar avergonzada por ese hecho. Se comprometió a comer la cena, a pesar de que la comida era como aserrín con una fuerte dosis de sal en la parte superior. Trató de encestar y falló. Tú y yo, Katrina había dicho. Dios, de sólo de pensarlo la enfermaba. En el bolsillo tenía un recibo de depósito que mostraba la transferencia de fondos de su cuenta a la de Katrina. Elaine había cumplido con facilidad la petición que había acabado con los ahorros de Lorna. Sólo un centenar de dólares y algo de cambio le quedó. Curioso, pensaba Lorna, el saldo de su cuenta de casi la cantidad exacta que Katrina había exigido. Por otra parte, ¿para qué necesitaba ella el dinero? Una vez que Katrina pusiera sus garras en ella, no había manera de que la dejase ir. Lorna estaba segura de que de alguna manera los guardias encontrarían contrabando en su celda, o mágicamente estaría involucrada en una pelea que garantizaría la negación de su libertad condicional. Los años en Blue Ridge se extendían ante ella en una línea sin fin ni esperanza. Apretó los dientes y recogió la pelota, haciendo un largo tiro en suspensión. "Buen disparo". Lorna cerró los ojos un instante y se armó de valor antes de pasar a ver Katrina. La boca de la mujer estaba hinchada y una sola puntada empañaba su labio superior delgado. "¿Lo hiciste?" Lorna miró a su alrededor con timidez antes de discretamente entregarle a Katrina el comprobante de depósito. Recuperó la pelota gastada y la colocó en un estante junto a la pared. Katrina miró el papel con cuidado, midiendo trucos mientras seguía a Lorna. "Buen trabajo. No estaba segura de que pudieras pensar que Holloway valía la pena". 209

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La mandíbula de Lorna se apretó. "Ella vale la pena. ¿Cómo está tu memoria, Katrina? Cada vez mejor, espero". "De repente veinte mil por ciento mejor. Gracias por preguntar". Lorna se sentó en un banco, moviéndose rápidamente un poco cuando Katrina se unió a ella. "Entonces, ¿quién te atacó?" Ella se inclinó un poco hacia delante en la anticipación. "¿Por qué tu novia no lo hizo?" Katrina fue realmente curioso. "¿Por qué no tomar la culpa de otra persona?" "El nombre". "De ninguna manera. Haremos unas cuantas ofertas de drogas juntas para que yo me asegure de que realmente estás de vuelta en el redil y luego te daré el nombre". Lorna miró al frente mientras hablaba. Varias mujeres se quedaron boquiabiertas al verlas sentadas juntas y teniendo una conversación civilizada. Déjalas mirar. "Yo no entiendo que seas de repente tan estúpida. Es como dijiste, no se puede confiar. Dame el nombre y luego vamos a hacer negocios. I 224 BLAYNE COOPER ya jodió mi dinero, ahora es tu turno". Katrina entrecerró los ojos. Reconoció el tono inflexible de la voz de Lorna. Cemento. "Bien", ella se permitió cautela. "Te lo diré. ¿Y luego supongo que estarás dejando que esta persona sepa lo infeliz que me hicieron?" Lorna le lanzó una expresión dudosa. Katrina entornó los ojos. "Está bien, ¿hacerle saber lo infeliz que está por dejar que tu novia tome la culpa por algo que no hizo?" Katrina observó una miríada de emociones arrastrarse por el rostro de Lorna, cada una más peligrosa que la anterior. Ella tragó saliva por la destrucción que Lorna infligiría. Había algo tremendamente satisfactorio sobre que alguien más hiciera el trabajo sucio. "Oh, no tienes que preocuparte por eso". Se volvió hacia Katrina. "¿Hay pruebas de tu alegato, que no sea tu no-tan-buena palabra?" Katrina había esperado eso. "Tengo bastantes cositas para dirigir al Estado a la conclusión correcta sin mí como arruino todo en el proceso". Lorna asintió. "Pero una confesión sería de gran ayuda". Lorna soltó una sonrisa escalofriante. "Eso no va a ser problema".

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Katrina se rió y le dio una bofetada amistosa a Lorna en la espalda. "Puedo ver eso, Mally. Casi me estoy meando y yo no soy la que va a estar confesando". "Un nombre, Katrina. Quiero un nombre". Katrina se limpió los labios con el dorso de su mano, luego se inclinó y le susurró al oído de su nueva pareja. La boca de Lorna se abrió. Jesús. "Será mejor que tengas pruebas". "Las tengo".

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Capítulo 16 La siguiente mañana…

Lorna estaba en el lavadero plegando ropa. Katrina entró y ordenó a las ocupantes de la habitación que salieran. "Puedes quedarte", ella secamente informó a Lorna. "¿No? ¿En serio?" Pero ella miraba en estado de shock cuando las otras mujeres obedecieron sin chistar. ¿Cómo se había perdido esto? Katrina había estado haciéndose más poderosa mientras ella había estado ocupada... Enamorándose. De repente, le era muy difícil respirar. "Tengo algo que has estado esperando, Mally. Aguarda aquí". "¿A dónde más tengo que ir?" Lorna murmuró para sí misma. Katrina salió de la habitación y durante unos minutos, Lorna estaba sola con tan sólo el sonido de la secadora quebrando el silencio. Sacudiendo la cabeza, ella puso su envase de jabón en el fondo de su bolsa de lavandería, y luego añadió un par de jeans muy gastados y una remera. Quería ayudar a Kellie ahora. Después no. Mañana no. Ahora. Esperar no era su punto fuerte. A continuación, Laverne entró. Y no estaba sola. Lorna lanzó un suspiro tembloroso cuando vio a la compañera de Laverne. Gracias a Dios. Este era el principio del fin de todo este lío. "Firmado sellado y entregado", Laverne murmuró, después de haber memorizado las palabras del mismo modo que había sido instruida. Miró a su alrededor con nerviosismo. "Yo las voy a dejar solas". La tercera ocupante de la habitación parecía sorprendida cuando Laverne casi tropezó con ella misma en su prisa por llegar a la puerta. "¿Qué diablos está pasando?" Lorna puso su ropa a un lado y levantó la mirada. Espontáneamente, la rabia en su interior comenzó a construirse. Fiera y destructiva. "¿Piensas que puedes escapar de haber dejado a Kellie tomar la culpa de tu crimen?" Lorna dio un paso amenazador hacia adelante, su pecho subía y bajaba rápidamente. "Vas a arreglar todo ahora". O ambas moriremos en el intento.

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Capítulo 17 Dos semanas después…

Kellie se sentó abrazándose las rodillas contra el pecho en su litera en la unidad de custodia protectora de Sugar Land, una cárcel para mujeres que se encontraba a más de ciento cincuenta kilómetros de Blue Ridge. Este era su nuevo hogar y aún tenía que ver la sala de tratamiento, la sala de conferencias y la unidad de confinamiento en solitario. Ella estaría aquí por sólo Dios sabía cuánto tiempo. La guardia que la había impulsado a su nuevo hogar, una mujer habladora con un acento sureño profundo, había comentado de brazos cruzados que estaría recibiendo ropa nueva. ¿A quién demonios le importa? Kellie había pensado con tristeza, teniendo mucho más en su mente que ropa. Pero su indiferencia que recaía sobre sus siempre presentes jeans y remera, rápidamente había sido reemplazada por la incredulidad en el momento que vio por primera vez su nuevo atuendo. Ahora llevaba un equipo de dos piezas blanco completo con rayas negras de prisión, al estilo de la década de 1930. El hotel en sí era un poco más nuevo, pero por lo demás idéntico al que recientemente había dejado. Se preguntó ociosamente si los diseños de edificios grises y aburridos eran parte de un plan maestro. Los prisioneros alumbraban a la muerte. Poniéndolos tan deprimidos como para morir por sí mismos y salvarle al estado un poco de dinero. Por otra parte, la única diferencia entre Sugar Land y Blue Ridge que realmente importaba era que Lorna no estaba aquí. Kellie suspiró y trató de concentrarse en los buenos momentos que habían compartido. Los tiempos que hicieron de su vida en una jaula soportable y le permitieron sentirse humana en vez de una sin nombre. La risa y la amistad. El besarse. El sexo. Dios, el sexo. Un temblor la recorrió. Kellie sabía que esos recuerdos deberían hacerla sentir bien. Una gran persona sería feliz de finalmente haber amado completamente a alguien, incluso si ella la perdió al final. Ella no era, Kellie descubrió acerca de sí misma, una gran persona en absoluto. Esto apestaba. Todo ello. Pensando en lo que tenían y la vida espectacular que podrían haber construido juntas no la hacía más que sentirse miserable. Quien dijo que era mejor haber amado y perdido que nunca haber amado en absoluto... No se había estado enamorado de Lorna. No importaba cómo Kellie buscase en su corazón, no podía encontrar una forma de llegar a ella.

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Aunque sus circunstancias dejaron muy pocas otras opciones para verdaderamente no enloquecer. Su abogado había dejado en claro que su afirmación de autodefensa en el ataque de Katrina fue un argumento pésimo. Ella simplemente no tenía evidencia para respaldar la demanda. Teniendo en cuenta que toda la historia era una completa mentira, Kellie no estaba exactamente sorprendida. Así que ahora, sus posibilidades de ser puesta en libertad condicional era una cosa del pasado, que había servir a toda su sentencia original y agregarse a los años que habría de recibir por el cargo de intento de asesinato por el que estaba batallando. Todo parecía tener un mínimo de diez años más de prisión, pero quince años era lo más probable. Si Lorna hacía la libertad condicional, y si había un Dios, ella lo haría a finales de año. La mujer más joven ya había perdido gran parte de su vida, ¿cómo podría Kellie esperar que esperase por ella? Entornó los ojos. No esperaría a nadie. Pero, ¿qué haría si se invirtieran las situaciones? ¿La esperaría ella? ¿Tenía una elección teniendo en cuenta lo que sentía? Tenía, se dio cuenta, muchas más preguntas que respuestas. Un desesperado sentimiento de soledad se apoderó de ella. Se puso de pie y comenzó a hacer saltos en el lugar sólo para hacer algo. "No voy a volver loca. ¡No lo haré!" Coreaba, columpiando sus brazos violentamente para bombear su sangre. "Piensa en otra cosa. Cualquier otra cosa antes de volverte loca". Ella no podía decir cuánto de su melancolía era un efecto secundario de su aislamiento y cuánto se debía al hecho que su vida estaba completa y absolutamente jodida. Ella había sabido que ir adelante con su plan para proteger a Lorna no sería fácil. Pero nunca había imaginado que significarían las cárceles móviles. Al parecer, su abogado le había explicado esto como si estuviera hablando con un niño retrasada y no una presa que atacaba a otra, y los resultados de lesiones graves, era común que las mujeres no sólo se separasen físicamente sino para perdieran cualquier comunicación entre sí, las pandillas carcelarias o socios eran cortados en espera de una investigación completa por el Estado. Eso significaba una transferencia. Sentido común, supuso. Pero todavía no era algo para lo que se había preparado mentalmente. Realmente no entiendo el decir adiós. No es como yo no quería. No es como que ella se lo merecía. En un momento que había estado mirando a los ojos arrasados de Lorna, entonces, antes de que ella se diera cuenta, estaba sentada y esposada en la parte trasera de una furgoneta carcelaria con exceso de velocidad a Sugar Land. Dios. Una sombra oscureció la puerta y detuvo su ejercicio, rezando para que alguien estuviera allí para hablar con ella.

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Un pequeño guardia corpulento con la cabeza rapada y, sosteniendo un vaso de plástico negro pesado comenzó abriendo la puerta de su celda. "Vamos, Holloway. El fiscal de distrito quiere hablar contigo". Kellie parpadeó. "Yo no tengo que reunirme con él hasta fines de la próxima semana. Mi abogado…" El guardia se ajustó las llaves de su cinturón. "Tu portavoz ya está en la sala de conferencias esperando". La ansiedad comenzó a elaborar cerveza en la boca de su estómago. Con aire ausente, ella expuso sus muñecas y les tiro hacia delante para que pudiera ser esposada. Estaba acostumbrada a esta rutina. "¿Que está pasando?" "No sé. Pero es grande". Le ató las esposas y comenzaron a caminar juntos. "El jefe me dijo que recoja tus cosas". "¿Qué?", ella gritó. "¿Estoy siendo trasladada otra vez? Pero sólo al pabellón principal, ¿verdad?" El guardia se encogió de hombros. "No lo sé. Simplemente me dijeron que pase a buscarte y llevarte de vuelta a la oficina de procesamiento". "Hombre, oh, hombre", Kellie susurró para sí misma. ¿Qué pasa si Ramona había derramado sus frijoles? O ¿qué pasaba si el Estado había encontrado algún modo de probar que Lorna que hacía la confesión irrelevante? ¿O qué si Katrina había convencido a alguien importante que Kellie no era su atacante? ¿O si…? "Levántalas". En la puerta de la sala de conferencias, Kellie levantó las manos y le quitó las esposas. Kellie abrió la puerta para ver a su abogado y al fiscal charlando como si fueran viejos amigos. Sus ojos se estrecharon. Ella los quería como enemigos como ella lo era ahora con su propio gobierno. "Bueno, señora Holloway, ¡tengo algunas noticias maravillosas!" Su joven abogado defensor, designado por el Estado, con el rostro serio y traje barato con tirantes. Apuesto a que este es su primer caso real. Voy a terminar en la silla eléctrica. "Hola, Perrito". Sus mejillas se tornaron de color rosa y Kellie entornó los ojos. "Umm... mi nombre, en caso de que lo olvidara de nuevo, es umm... Alan Corbin, señora Holloway". 215

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Alan sacó la silla de Kellie, mientras que se las arreglaba para permanecer lo más lejos posible de ella. Las manos le temblaban un poco cuando él empujó la silla. Ella arqueó una sonrisa en agradecimiento cuando se sentó y trató de parecer digna mientras llevaba un atuendo más adecuado para Al Capone. Todavía era un misterio que cualquiera tuviera miedo de ella. El chico era un cobarde y su carrera se lo iba a comer crudo, pero al menos tenía modales. Diferente a... "Pero hay condiciones". Kellie dio al vice fiscal de distrito, Max Greenberg, una mirada amarga. Aunque cualquier respiro de su celda era bueno, este hombre era casi suficiente para hacerla reconsiderar su opinión. Le recordaba más a un refinado Roscoe, un poco mayor. Un enorme imbécil por sí mismo, sólo que con mejores zapatos y su cabello canoso en las sienes. "¿No las hay siempre?" Inclinó la cabeza, reconociendo la verdad en su declaración. "Vamos al grano, ¿de acuerdo? Tengo un largo viaje en coche de vuelta a casa". Greenberg se veía terriblemente molesto por este hecho, lo que agradó a Kellie. Era inmaduro, lo sabía, pero... Con un fuerte golpe, el fiscal dejó el expediente de Kellie en la mesa frente a él. Luego juntó los dedos y miró a través a Kellie. "Sé que no atacaste a Katrina Nowak". El estómago de Kellie cayó, pero forzó una sonrisa de satisfacción en su lugar. "Lo sabe, ¿eh?" "Alguien más ha confesado, pero esta vez no hay evidencia física que lo respalde". Él le dio una mirada desafiante. Kellie se agarró a los brazos de la silla con tanta fuerza que ella oyó el gruñido de plástico. ¿Lorna confesó? ¡No! "Y tengo la intención de perseguir al verdadero autor de este delito con toda la extensión de la ley por ello. Eso significa que usted va a retractarse de su confesión falsa de inmediato". Kellie levantó una ceja. "No", dijo simplemente. Greenberg dio una palmada en la mano abierta sobre la mesa. "¿Qué quiere decir no? ¿Qué le pasa? ¿Quiere permanecer en la cárcel hasta que sea lo suficientemente mayor como para ser abuela?" 216

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Kellie prácticamente podía ver las ruedas en la cabeza pensando. "¿Es que alguien te obliga a hacer esto?" Greenberg preguntó agresivamente. Kellie miró de vuelta. "Estoy esforzándome para hacer esto". Y eso fue una declaración más que cierta, se dio cuenta. No era fácil ir en contra de su propia naturaleza, y Kellie no tenía ilusiones sobre su racha de autoconservación. Algunas cosas preciosas triunfaban. Pero la casualidad de que lo que sentía por Lorna era una de esas cosas. "Señora Holloway", su abogado defensor comenzó con voz tranquilizadora. "Usted no entiende. Me dijeron…" Kellie cruzó los brazos sobre su pecho y mantuvo su enfoque en el fiscal. "No me importa lo que aconsejes, Junior. Mi respuesta sigue siendo N-O. Mi confesión significa eso". El hombre mayor se echó hacia atrás en su silla y dejó escapar un suspiro explosivo. Parecía estar deseando levantarse. Greenberg inconscientemente acarició sus gemelos. Cuando habló, su voz fue atada con resentimiento. "Yo ya he presentado un trato muy agradable con su abogado, señora Holloway. Puede ser una mujer libre al final del día". Él abrió los brazos. "¿Qué más quiere?" Años de experiencia en la negociación de sus propios contratos apenas le impedían pasar fuera del terreno. ¿Libre? ¿Podrían querer a Lorna tanto? "Dis…", se aclaró la garganta para mantener sus siguientes palabras de sonar anormalmente altas. Tenía que haber oído mal. Sí, eso era todo. Ella había entendido mal. Libre no significaba realmente libre, como de volver a casa. Y ella había aprendido que había niveles de libertad dentro de los muros de la prisión. "¿Discúlpeme?" "Yo dije", Greenberg espetó secamente, "¿qué quiere? Dos confesiones del mismo crimen podrían dar lugar a duda razonable, y no voy a tener que echar a perder mi caso. Esto me va a dar un gran pez, señora Holloway, no un grupi cachivachezco como usted. La voy a poner en captura y liberación..." Se metió su pluma detrás de la oreja. "Por ahora". Kellie cuadró los hombros y presionó sus dientes, dejando incluso el toque de la verdadera libertad de su mente. Había tomado su decisión. "Lorna Malachi no tuvo nada que ver con el ataque de Katrina. Sé que es un hecho y voy a dar fe de ello. No voy a ayudarle a usted a repudiarla por un crimen que no cometió". Los hombres se miraron el uno al otro con confusión. Las cejas pobladas de Greenberg se concentraron. "¿Y quién es Lorna Malachi?" Él comenzó a hojear un grueso expediente frente a él.

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La frente de Kellie se arrugó. Ella estaba tan profundamente a la deriva que no sabía qué decir o si mentir más. "Yo… yo…" Ella apretó la boca para cerrarla, decidiendo que silencio era la ruta más inteligente en este momento. "Parece que hay cierta confusión aquí". El fiscal habló sin levantar la vista de sus papeles. "No voy a divulgar información relativa a nuestro sospechoso actual, pero le puedo asegurar que no es la señora Malachi. Ella no está siendo mencionada en absoluto en este caso". La boca de Kellie se abrió. No pudo evitar el impulso, "¿Qué?" Greenberg parpadeó un par de veces. "Creo que me ha oído". "¿No está siendo acusada?" ¿Qué carajo? "¿Ni siquiera es sospechosa?" Los ojos del fiscal se entrecerraron y él deslizó el expediente del caso a un lado para que poder inclinarse hacia adelante, con hambre de oír más. "¿Debería?" "Yo… Yo…" Kellie estaba muerta de miedo se puso de pie. "¡No! ¡Por supuesto no!" "Señora Holloway, por favor". Su abogado miró preocupado la mitad superior de la puerta que tenía una gran ventana. Un guardia de aspecto ansioso estaba de pie en las afueras. "Los prisioneros deben permanecer sentados en todo momento. De lo contrario, te esposan a la mesa". Kellie apresuradamente volvió a sentarse. Bien, así que tal vez este era su segundo caso. "Déjame ver si lo entiendo". Su voz angustiada se elevó con cada palabra. "¿Alguien más, que no es Lorna o yo, está siendo acusada del crimen que confesé?" "Sí", ambos hombres dijeron al unísono. Sus suspiros gemelos dejaron en claro que estaban aliviados de estar finalmente en la partitura. Kellie no podía creer lo que estaba oyendo. "¿Cómo sé que esto no es un truco?" "¿Por qué iba a hacer eso?" Greenberg balbuceó. "¡Ya tengo su confesión!" "Demuestra que no tras Lorna después", Kellie insistió tercamente. "Demuéstralo o no voy a retirar mi confesión". Los ojos pequeños y brillantes de Greenberg se incendiaron. "No voy a poner en peligro mi caso por esto". "Déjame ver los documentos de la acusación", dijo Alan, tendiéndole la mano. "Puedo verificar que usted está diciendo la verdad con bastante facilidad". Greenberg apretó los dientes. "Ni siquiera los he presentado todavía. Sólo están en un preliminar y…" 218

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"Pero hay un nombre en ellos, ¿no? Por el amor de Cristo, Max, vas a presentárselos mañana de todos modos". Alan le tendió la mano de nuevo. Quejándose todo el rato, Greenberg le pasó por encima los papeles a Alan para revisarlos y, a continuación, después de unos segundos, él les dio un tirón de vuelta y frunció el ceño inapropiadamente, como si su oponente acabara de ver sus cartas durante una partida de póker. Alan confirmó, "El nombre de Lorna Malachi no está allí, señora Holloway". Kellie todavía no estaba segura de poder confiar en él. Ella quería, pero su juicio era una mierda. ¿Y no había llamado recién al fiscal por su nombre de pila? Probablemente estaban jugando al golf como amigos o algo igualmente nauseabundo y habían hecho este pequeño truco en algún lugar del noveno hoyo. Luego tomó un buen vistazo de ellos, sentados en lados opuestos de la mesa. Alan tenía una cara abierta, honesta. Había ido probablemente, a la escuela de leyes para salvar al mundo y hacer una cruzada por la justicia. Él iba a hacer treinta mil dólares al año más extras, pero le faltaban el respeto. La vida no era justa. Greenberg, sin embargo, era de tiburón puro. La función pública había duda en su futuro. No, él no estaba gastando su tiempo en las ligas menores rumoreando con un abogado defensor designado por el Estado. A veces, decidió, sólo tienes que cerrar los ojos y saltar. "Está bien, te creo". "Mientras que no es que esté imputada, ¿realmente importa quién es?", preguntó Greenberg, claramente asombrado. Este caso no parecía tener implicaciones de pandillas. Esas fueron las pocas veces donde los reclusos parecían tener un recuerdo de cualquier persona salvo por sí mismos. E incluso en esas imágenes equivocadas, pero auténticas, la lealtad era rara. Sea cual fuera el agarre que tenía esta mujer Lorna en Kellie Holloway, que era fuerte como el acero y hasta la médula. "No importa", Kellie confirmó en voz baja, todavía demasiado aturdida para pensar en nada más que decir. Oh, Dios mío. ¿Ella no lo hizo? Yo... Ella... ¡Nunca consideré eso! Lo supuse. Es por eso que se veía tan confundida. ¡Oh, Cristo, soy una idiota! Hice esto para nada y si alguna vez se da cuenta de por qué, me va a odiar. El corazón de Kellie se congeló en su pecho. Lorna había trabajado tan duro para dejar atrás su pasado y llegar a ser una mejor persona. Y la única persona que debería haber creído en ella, sin importar si suponía el peor de los casos, sin dudarlo un segundo. La vergüenza ardía en su interior. Una vena visible en la frente de Greenberg comenzó a palpitar al ritmo de su pulso. "No sé cuál es su juego, Holloway. ¡Pero usted ha hecho perder una gran cantidad de tiempo de 219

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las personas con sus mentiras! Normalmente..." Sus labios apretados mientras él luchaba por controlarse. "Yo haría todo lo posible para asegurarme que usted pagara por ello". El abogado de Kellie irrumpió en la conversación, que parecía rápidamente delegar hacia una pelea a gritos. "Pero en este caso él necesita su cooperación, por lo que está dispuesto a ser amable y hacer algunas concesiones, ¿verdad?" Alan despidió al guardia, que ahora miraba con preocupación en la ventana. Kellie vio una pequeña abertura, y aunque estaba casi segura de que no iba a funcionar, ella saltó. "¿Qué pasa con un acuerdo para que Lorna? Si quieres mi cooperación, puedes hacer concesiones para ella también". "¿Quién es esta persona?", preguntó con enojo Greenberg. "¿Y por qué no está en mi archivo?" Ella es todo. "Es... una amiga". Sus cejas se arrastraron a lo más alto de la frente. "¿Una amiga con conocimiento directo de este caso que pretende la ayuda del Estado?" Kellie vaciló. "Puedo ver su respuesta es no". La piel alrededor de los ojos de Greenberg se tensó. "Así no es cómo funciona este sistema. Nunca. No creo que vaya a continuar con mi caso sin su cooperación, si usted insiste en algo que es imposible". Kellie podía ver por su comportamiento que se trataba de una oferta. Ella sospechaba que lo sería, y ni siquiera estaba segura de que iba a ser legal en primer lugar, pero tenía que intentarlo. Ella creía en la amenaza de Greenberg, pero aun así tuvo que morderse literalmente la lengua para no presionar el asunto. Alan redirigió suavemente la conversación. "Usted estaba discutiendo la cooperación y subsidios para la señora Holloway..." Greenberg frunció el ceño y respiró tranquilo. "Su confesión, señora Holloway, complica mi caso. Quiero que se retracte. Y quiero que suceda hoy". "¿Y a cambio? Continua. Dile", el otro hombre instó. Greenberg suspiró en voz alta como si esto le doliera mucho. "A cambio, dejamos caer todos los cargos en este caso y aceleraremos los plazos para su elegibilidad para libertad condicional". La mandíbula de Kellie se hundió y cuando ella trató de hablar, su voz no era más que un graznido. Había esperado que dijeran que la estaban liberando de confinamiento en solitario para que pudiera reunirse con el resto de la población carcelaria. "¿Acelerar?" 220

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Greenberg asintió con seriedad. "Hay papeles que firmar, por supuesto. Y voy a necesitar una contabilidad completa y exacta de lo que realmente ocurrió entre usted y la señora Nowak en la fecha". Alan abrió su maletín y empujó una pila de documentos arrugados para futuro al fiscal frente a Kellie para su revisión. "Me tomé la libertad de llenar el papeleo necesario para su audiencia de libertad condicional en su nombre. Se presentó hace unos días en rebeldía como parte de este acuerdo especial con la oficina del fiscal". "¿Puedes hacer eso? ¿Hacer la audiencia sin mí?" Kellie balbuceó. "¡Yo ni siquiera llegue a testificar en mi nombre!" "Puedo hacer mucho más que eso", Greenberg murmuró con aire de suficiencia. Alan no le hizo caso y habló con su mejor voz de abogado. "He revisado los documentos pertinentes y todo está en orden. Tras el cumplimiento de las peticiones con el fiscal de distrito de información y el acuerdo con los términos de su libertad condicional, que son estándar, se ha concedido su petición de libertad condicional, el período de investigación de cuatro meses es dimitido, y la duración de su período de información reducida a seis meses. Usted será libre de irse, señora Holloway. Incluso me he dispuesto a darle un aventón a la ciudad una vez que salga de Sugar Land". El joven sonrió brillantemente. Era obvio que su equipo no salía ganador muy a menudo. "Ah, y su primera cita con su oficial de libertad condicional es el lunes por la mañana, a las siete y media. Tengo esa información y su tarjeta para usted aquí en alguna parte". Empezó a buscar a través de su maletín desordenado, una vez más. "Déjeme ver…" Kellie se sintió mareada. Libre. Ella se puso en pie y envolvió sus brazos alrededor de un Alan sobresaltado, golpeando los papeles en la mano en la mesa mientras abrazaba al hombre con todas sus fuerzas. Greenberg estaba demasiado conmocionado para hablar, y mucho menos llamar a un guardia. Lo único que podía hacer era mirar con una mirada un poco resentida en su rostro. "Eres el mejor abogado, Alan Corbin", susurró con voz ronca al oído. "Me salvaste la vida". Él le devolvió el abrazo con uno propio, aunque sea breve. Estaba temblando como ella se sentó y comenzó la exploración de la montaña de papeles, con el corazón en la garganta. Miró nerviosamente. "Dime por dónde empezar". Greenberg sacó su pluma detrás de la oreja y la lanzó, junto con un bloc de notas, a Kellie. "¿Estaba la señora Nowak ya herida cuando entraste a su celda?" Kellie tomó la pluma y colocó el bloc delante de ella. 221

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Ella dio a su abogado una mirada inquisitiva. Él asintió con confianza. Ya era hora de que Kellie contase todo. "Sí". "Entonces empezaremos por ahí". Greenberg pateó las piernas hacia un lado y las cruzó a la altura del tobillo. Iban a estar aquí un rato. "Por ahora, ese será nuestro principio". Kellie casi estalló en lágrimas de felicidad. Este era el comienzo de otra persona. Para ella, una pesadilla viviente estaba a punto de terminar.

***

"¿Qué quiere decir que no puedo tener ningún contacto con los presos?" Kellie rugió mientras se paseaba por la sala de conferencias, gesticulando. Su rostro era de ladrillo rojo y ella sabía que su presión arterial tenía que estar por el techo. Alan, quien ahora estaba solo con Kellie, revisando los términos de su libertad condicional, parecía como si quisiera escabullirse debajo de la mesa. "Señora Holloway, hay condiciones para ser puesto en libertad condicional. Y eso es normal". Su mirada se desvió hacia la puerta por vigésima vez ese día. "Ahora, por favor siéntese. No me gusta hablar con los clientes cuando están esposados a la mesa". "Usted no entiende". Él levantó una mano para detener lo que probablemente era una discusión apasionada que sería un total desperdicio para él. "No puedo cambiar estas condiciones. Están fijadas por la junta de libertad condicional y no son negociables". Se detuvo y se rascó la mandíbula. "Bueno, lo dicho. Usted podría decidir no aceptarlas y servir el resto de su condena en este lugar". Kellie se detuvo en seco. "Exactamente. Además, ¿de qué bien podría servir el permitir el contacto entre personas en libertad condicional y los reclusos que quedan? Se supone que debe ser la transición a su nueva vida en el exterior, sin mirar hacia atrás de la asociación con criminales". Las plumas del cuello de Kellie se levantaron y lo debe haber demostrado en su cara porque Alan murmuró un rápido, "Sin ánimos de ofender". 222

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Kellie se frotó las sienes. Ella había estado en esta sala durante siete horas seguidas. "Me haría mucho bien". Él parpadeó. "¿Cómo?" ¡Me permitiría explicarme ante Lorna! Ella entornó los ojos hacia sí misma al admitir que no era un argumento convincente exactamente. Frustrada, se dejó caer en su silla. "Usted no entiende", dijo en voz baja. "Realmente tengo que avisarle a alguien en el interior. Es importante que ella sepa..." Que no está sola. "Es importante". "Déjeme adivinar". Le ofreció una sonrisa simpática. "¿Lorna Malachi?" Con tristeza, Kellie asintió, forzando las lágrimas que habían querido llegar toda la tarde. Era ridículo, lo sabía. Ella debía estar dando volteretas ahora. Sin embargo, el estrés y el miedo a una nueva prisión y la necesidad de su amante le estaban pasando factura. Ella prometió que dormiría por veinticuatro horas seguidas en su liberación. Pero debido a que tenía exactamente once dólares a su nombre y no conocía a nadie más cerca de trescientos kilómetros de distancia, no es que alguno de sus antiguos amigos o familia le daría la hora ahora de todos modos, ella iba a estar durmiendo en la esta noche en la calle. Eso era algo que no habría considerado en sus sueños más salvajes hace sólo dos años. Dadas las circunstancias, sin embargo, sonaba sorprendentemente factible. Tal vez podría encontrar un buen banco de un parque con una fuente de agua potable cercana. La voz de Alan adquirió un tono sorprendentemente feroz. "Ni siquiera piense en violar la libertad condicional. Lo digo en serio. Cualquier violación, incluso una que parezca pequeña para usted, podría ser catastrófica. Usted lo hizo, señora. El nombre de Malachi está en la cabeza de Max Greenberg. No creo que él no haga un seguimiento de su amiga". Él le dio una mirada significativa. "Si alguna vez se entera…" Sus ojos brillaban. "¿Una visita personal? ¿A quién podría lastimar? No tengo secretos de Estado. Puedo decir que soy su hermana". Levantó una ceja dudosa para hacerle saber lo que pensaba de ese plan. "Luego está su oficial de libertad condicional. Estos chicos son un cruce entre un bulldog en formación con espuma-en-la-boca y Sherlock Holmes. Si metes la pata, estarán sobre ti. Ellos viven de colocar violadores de vuelta tras las rejas". "¿Una llamada telefónica?" "Eso es todavía contacto. Las condiciones de su libertad condicional son claras". "¿Qué tal una carta?"

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Alan se aflojó la corbata. "¿Estoy todavía hablando español? Usted sabe el correo entrante se lee. Y aun así estaría violando su libertad condicional. Son sólo seis meses". Podía ver la obstinada mandíbula de Kellie y probó otra ruta. "Tu amiga no querría que arriesgues tu libertad, ¿verdad?" Kellie se mordió el labio inferior, y luego dejó caer su frente a la mesa, golpeándose un par de veces para una buena medida. "Mierda, Alan", se quejó. Se frotó la parte de atrás de su cuello por un momento incómodo antes de dejar caer su mano para acariciar suavemente su espalda. Él suspiró. "¿Te sientes mejor?" "No." "Bien. ¿Vamos a discutir la última condición de su libertad condicional? Esto es lo que hace que los hombres adultos lloren". "Continúa". Vaciló, como si estuviera esperando un golpe. "No alcohol". Ella levantó la cabeza y lanzó una mirada penetrante. "Gracias a Dios".

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Capítulo 18 Dos horas después…

Kellie salió al aire fresco con la misma ropa que había tenido cuando ella entró en la cárcel del condado. Era eran holgada, pero todavía se sentía increíblemente suave y francamente decadente. Ella aspiró una bocanada de aire con sentimiento de emoción, incómoda y solitaria, todo a la vez. Alan Corbin estaba a su lado en la vereda. "Buena suerte, señora Holloway. Su viaje debería estar aquí pronto. Dijo a las seis". Él echó un vistazo a este reloj. "Son diez minutos después ya". Un viaje. Se había olvidado. "¿Se trata de un servicio de taxi o micro?" Era un largo viaje a la ciudad y esperaba que de alguna manera se reembolsaran sus gastos. Ella ciertamente no podría cubrirlo. "Sus padres". Sus ojos abrieron bastante. "¿Usted llamó a mis padres?" La última vez que sus padres habían sido llamados para ir en su búsqueda, ella había estado en quinto grado cuando se había lanzado sobre su profesor en aula. E incluso entonces su padre había enviado a su secretaria porque la escuela no podía localizar a su madre, ya él estaba ocupado mostrando una casa. "¿Así que van a venir a buscarme?" Alan tenía la buena voluntad de lucir un poco de vergüenza. "Su número estaba en el archivo, pero, umm..." "¿Ellos tenían un compromiso previo?" Kellie no parecía sorprendida. Parecía aliviado de que ella no se hubiera venido abajo por la noticia "Sí. Pero ellos dijeron que iban a arreglar para que alguien venga a buscarte". Kellie asintió. Sería el día de suerte de un taxista entonces, eso estaba bien por ella. De esa manera se podría evitar la conversación incómoda inevitable con su madre. No, el taxi fue bien, muchas gracias. No es que ella había tomado una decisión sobre dónde dirigirla. Alan le había dado una lista de refugios locales y otras instalaciones públicas o religiosas para las mujeres en su situación, y aunque sonaba casi tan atractivo como Blue Ridge o Sugar Land, era probablemente mejor que correr el riesgo mendigando. Normalmente, ella no sería puesta en libertad sin mostrar que no tenía un lugar para quedarse. Pero Alan la había avalado personalmente con la junta de libertad condicional. Y al parecer eso era lo suficientemente bueno. 225

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El abogado defensor joven parecía genuinamente desgarrado por dejar Kellie en el estacionamiento. "¿Vas a estar bien?" Kellie sonrió cálidamente. Realmente era lindo como un arrugado libro de gusanos. "Voy a estar bien." Ella lo abrazó de nuevo y le susurró algo al oído. Él se apartó, teniendo en cuenta sus palabras. "Eso lo puedo hacer. ¿Usted tiene mi tarjeta?" Ella palmeó el bolsillo de sus pantalones y se apartó. Con un gesto, comenzó a caminar hacia el estacionamiento. "¿Señor Corbin?" Sorprendido por la formalidad, Alan detuvo y se volvió, levantando las cejas en cuestión. "Realmente eres el mejor abogado." Una sonrisa tan amplia como el Mississippi estiró las mejillas. "No te metas en problemas", le recordó. "Lo haré". Y lo decía en serio. Ella se sentó en la vereda, con un bolso con sus pocas pertenencias a su lado y vio de brazos cruzados como Alan desapareció en el estacionamiento, no se sorprendió cuando él se alejó en un coche eléctrico. "Imagínate", se rió en voz baja. Kellie estiró y dejó que el sol calentase su rostro. El tiempo era cálido y una ligera brisa bailó a través de su piel creando una explosión de sensaciones. Se sumergió en la magia del momento y luchó contra el impulso de preocuparse por lo que no podía controlar mientras esperaba. Incluso cuando ella salió de su casa que había tenido un plan detallado. La universidad, que importante, incluso el dormitorio se quedaría. Nunca había estado realmente atando cabos sueltos de la forma en la que lo hacía ahora. Pero a pesar de su planificación, Lorna había dado en el clavo de su cabeza y ella no era feliz. Por ahora, decidió, tomaría las cosas un día a la vez. Oyó un coche que se acercaba de todo el lado ciego del edificio y se puso de pie, se sacudió los pantalones, esperando que fuera su taxi. Sería bueno quedarse en un sitio antes que oscureciera.

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Mañana iba a usar su dinero para comenzar a hacer llamadas telefónicas y reconstruir su vida. Un Cadillac reluciente se detuvo. El conductor bajó la ventanilla. "¿Señora Holloway?" Kellie asintió y silenciosamente se deslizó en el asiento de atrás, con la sensación de cuero de lujo sobre su piel. "Tengo una nota para usted, señora". Él le pasó de nuevo un trozo de papel doblado. Kellie tocó el papel como el coche se alejó. "Bueno, ¿quién lo diría?", dijo en voz baja, moviendo la cabeza con asombro. El conductor miró por el espejo retrovisor. "¿Señora? ¿Dijo algo?" Kellie suspiró. "El infierno se está congelando". Ella arrugó la nota. "La oveja negra de la familia está teniendo la bienvenida de vuelta al redil".

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Capítulo 19 Tres semanas después…

Un New Jack20 llevó Lorna a una de las salas de visita de la prisión de Blue Ridge, haciéndola aún más incómoda. La nueva guardia la había arrebatado del taller de carpintería donde estaba lijando un gabinete curiosamente alto. Nadie venía a visitarla. Todo el mundo lo sabía. Así que, o este tipo era tan tonto como parecía, o algo estaba pasando. Ella entró en la habitación, dejando al guardia en el exterior, sin saber qué esperar. "Por favor, siéntese". Lorna entrecerró los ojos al juego que ya estaba reclinado de sillas de plástico de moldeado incómodo. Ella señaló con el pulgar a su propio pecho. "¿Está aquí para hablar conmigo?" "¿Eres Lorna Malachi?" Ella mantuvo su voz neutra, y a excepción de un estrechamiento casi imperceptible de sus ojos, se las arregló para hacer lo mismo con su expresión. "¿Quién quiere saberlo?" El hombre se echó a reír. Con Lorna había llegado el olor a tierra débil de madera recién cortada. Y al instante decidió que era mucho mejor que el olor rancio de cigarrillos que normalmente tenía que soportar. "Yo". Hizo un gesto hacia la silla vacía frente a él. "Por favor, tome asiento, señora Malachi". El pavor nadó en su vientre mientras ella se acomodó en la silla, sin molestarse en inclinarse hacia atrás. No iba a estar aquí el tiempo suficiente para tratar de ponerse cómoda. "Mi nombre es Asistente Fiscal de Distrito Greenberg". Él frunció los labios y se tocó la barbilla con su dedo índice mientras murmuraba, "usted realmente no luce como pensé que lo haría". Después de su fascinante encuentro con Kellie Holloway, él había investigado a la misteriosa mujer que casi le costó su contrato. ¿Le habían dicho los guardias con los que había hablado lo que estaba pensando? Lorna era más joven y más... sana de lo que había imaginado. Tenía una reputación impresionante eso seguro, especialmente en el ala de máxima seguridad, pero ahora al mirarla a la cara era como la hermana pequeña de todo americano, se burló, preguntándose cuan merecida era su reputación realmente. 20

Un luchador profesional estadounidense negro y bastante robusto.

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Lorna se levantó de su asiento, con los ojos repentinamente duros. "Yo no hablo con tu gente". Ella se enderezó, visiblemente restringiendo su repentino temperamento. "Así que voy a ir de vuelta al trabajo". Se dio la vuelta y se dirigió hacia la puerta, luego se tragó una maldición virulenta cuando la encontró cerrada. Interesante. "Me temo que mi invitación no es voluntaria". Lorna giró sobre sus talones y se dirigió de nuevo a su silla, creando una presencia sorprendentemente amenazante como ella se cernía sobre él, aunque no estaba seguro de si era intencional. "Vete al infierno, cerdo picapleitos". Ella quebradizamente enunció cada palabra y, a continuación, lo sorprendió con una sonrisa tan dulce que era francamente desconcertante. Él sonrió débilmente, tratando de no sentir la punzada de preocupación que lo inquietaba. "Supongo que eso responde a esa pregunta".

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Capítulo 20 Tres meses después…

El aullido lastimero de un saxofón llenó la habitación con velas como hombres y mujeres vestidos todos de blanco y negro se balanceaban sobre la pista de baile. Copa en la mano, Kellie estaba sentada sola en el bar, con su vestido de lentejuelas de color plateado brillando majestuosamente mientras miraba a las burbujas en el líquido de color ámbar con morbo. Nadie de Blue Ridge me reconocería. Semanas de correr en el aire fresco de la mañana, junto con una dieta sana y una cantidad razonable de sueño habían transformado su cuerpo delgado en algo en forma y saludable. Los círculos oscuros que se habían convertido en un elemento permanente en su rostro se habían ido y su piel tenía un brillo rosado. Las líneas que habían comenzado a formarse en las esquinas de sus ojos mientras estaba en Blue Ridge todavía estaban allí, sin embargo, no se haría cirugía plástica o Botox, algo que su madre de todo corazón había defendido, cambiaría eso. Pero Kellie amablemente declinó la oferta de su madre de pagarlo para que se las quiten. Ella las había obtenido de la forma difícil y no tenía ganas de empezar esa batalla perdida en particular. La primera oportunidad que la había tenido, se había rapado el cabello largo, que ahora lo llevaba con estilo y corto, no quería ver a la mujer que perdió desesperadamente a su amante mirando hacia atrás cuando se veía al espejo. No había funcionado. Se quedó mirando el vaso de nuevo, a sabiendas que su llamada iba a ser más fuerte que cualquier sirena. De repente, era difícil recordar por qué debía molestarse en resistir en absoluto. Almuerzos de Martini. Recepciones de clientes. Después de la cena negocios. Estaba en todas partes en este mundo artificial donde Lorna no cabría ni un segundo. Lorna era demasiado buena para esta multitud. "Así que..." Su padre rígidamente se acercó a ella y contempló a sus invitados con satisfacción. Era un hombre de baja estatura con un pecho de barril, cabello color plata perfectamente recortado y una sonrisa perpetua azucarada que le recordaba a Kellie a un vendedor de coches usados ansioso. Ellos no se parecían en absoluto, excepto por sus ojos de piedra gris que se oscurecían cuando les provocaban ira.

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Kellie tenía que reconocer que había hecho progresos increíbles con su negocio en el último par de años y estaba actualmente en la parte superior del juego, hasta el punto que podía darse el lujo de ofrecer una rama de olivo inestable y muy delgada para su única niña por su salida de la cárcel. Finalmente estaba en un lugar en su carrera donde podía, a duras penas, darse el lujo de correr el riesgo de elevar las cejas de sus compañeros. Kellie había aceptado a regañadientes la rama, aún no está segura de sí era auténtica o incluso si importaba. Era la oportunidad de conseguir estar en sus pies cuando ella lo necesitaba desesperadamente y les había pagado a sus padres trabajando duro para no defraudarlos. El señor Holloway apoyó los codos hacia atrás en la barra de caoba. "¿Estás disfrutando de la fiesta?" "Todavía estoy sorprendida que me invitaste", dijo con honestidad, girando su bebida y continuando la observación de esas pequeñas burbujas con los ojos fijos. "¡Tonterías, Kellie!" Secretamente, él miró a su alrededor para ver si alguien había escuchado su comentario inesperado y bastante poco favorecedor. "Tu trabajo es en parte la razón por la que estamos aquí". Era el cuadragésimo aniversario de la boda de sus padres, pero lo que realmente estaban celebrando era la reciente venta de un edificio de oficinas de cuarenta pisos, un acuerdo que, ante la insistencia de su padre, habían trabajado juntos, con la alta Holloway a la cabeza. La comisión de su padre sería asombrosa. Se había quemado las pestañas durante semanas, centrándose en este proyecto en solitario, mientras que sólo gastaba una hora o así de un día para ayudar a recuperarse físicamente y nada más. Pero era como meterse en un par zapatos nuevos, era terriblemente fácil caer de nuevo en la mayor parte de sus viejas costumbres. Añade a eso una novia intrigante y un bar bien surtido a su entera disposición y sería como si los últimos años nunca había sucedido. Ella era buena en lo que hacía y ahora incluso sus padres se vieron obligados a reconocer ese hecho. Su aprobación era algo que la había eludido durante tanto tiempo que había dejado de tratar de alcanzarla y no estaba segura de qué hacer con sus emociones en conflicto ahora que ella la tenía. "¿Más champagne?", le preguntó a su padre. "Has estado mirando en ese vaso lleno toda la noche". Él hizo una mueca. "Debe estar caliente ahora". "Está bien", Kellie aseguró con aire ausente, rechazando al camarero que se había escabullido más ante la mirada de reprobación del señor Holloway.

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Apenas eran las nueve pero ella quería ir a casa, lo cual, por ahora, era un hermoso condominio que sus padres utilizaban a veces cuando no querían pelear contra el tráfico en su largo viaje de regreso a su casa del lago. Se lo habían ofrecido por el tiempo que lo necesitara… siempre y cuando ella trabajaba para ellos. Dijeron eso, pero estaba claro que querían mantener un ojo en ella para minimizar la probabilidad de avergonzar a la familia aún más. El uso gratuito de los departamentos había sido otra sorpresa y una más de las cadenas de la telaraña. La libertad, decidió, era un concepto muy relativo. Ella sonrió para sus adentros con el juego de palabras. La mirada de Kellie parpadeó alrededor de la habitación. "¿Dónde está madre?" El señor Holloway hizo un gesto con la barbilla a una mesa de la mujer cerca de la pista de baile. "Está con Cindy". Él tomó un gran trago de champagne y luego dejó la copa a su lado, con los ojos aún clavados en la mujer más joven que hablaba con su esposa. "Lástima que la dejaste ir, Kellie". La esquina de su boca se curvó hacia arriba. "Ella es una belleza". Los músculos de la mandíbula de Kellie se agruparon y se apoderó de su copa con tanta fuerza que pensó que podría romperse. Cindy era mucho más que eso. Pero lo que avergonzaba a Kellie era el conocimiento de que incluso después de la comprensión de una buena parte de lo que era Cindy, ellos a la vez que habían estado más que dispuestos a pasar por alto todo en su marcha persistente hacia la cima. Un cóctel seductor de belleza y la necesidad cruda, Cindy era realmente fea en el interior y en el momento que nadie se diera cuenta, sus colmillos se insertarían demasiado profundamente en sus entrañas para ser eliminados sin desgarrarse la carne. La traidora que casi había arruinado su vida había, de alguna manera, en el último momento escapado de la justicia y había convencido a los propios padres de Kellie que cualquier mal que supuestamente había cometido no era más que cuentos de hadas realizados por un fiscal con exceso de celo o cosas que había dicho. No había duda en la mente de Kellie que la mujer tenía más vidas que un gato callejero y sus garras eran dos veces más filosas. En un interesante giro del destino, la rubia astuta trabajaba actualmente con conocimiento importante de sus padres, con un potente agente a quien sus padres querían mantener agradable y cercano. Por razones desconocidas a Kellie, el corredor sentía lo mismo por sus padres. Muy conveniente para todos ellos. Cindy explotaba abiertamente su atractivo sexual, aunque Kellie sabía que ella despreciaba a los hombres en general. Y el corredor tenía la edad suficiente para ser su padre. Ella estaba haciendo sin duda algo más que chuparlos financieramente, y de 232

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cualquier otra forma en que se requiera, pero los padres de Kellie no oirían nada en contra de la mujer. La línea entre el negocio y la familia, el amor y el odio, y el bien y el mal había sido permanentemente borrosa. Lo peor de todo, su ex y su madre eran realmente amigas ahora. Amigas. Hablaban por teléfono y ‘tenían’ almuerzos. La amistad mutua ahora era prudente de una manera que nunca lo había sido cuando Cindy estaba simplemente viviendo y durmiendo con su hija. Era como un mal episodio de Ricki Lake21. Kellie se llevó la copa a la boca y dejó que las burbujas hicieran cosquillas en sus labios. El aroma embriagador abrumaba sus sentidos y prometía dulce olvido. Cerró los ojos, abrió la boca y alzó la copa, anticipándose a una inundación de profundo alivio cuando la voz de su madre en un micrófono de la cortó. "Kellie, ¿podrías por favor unirte a mí?" Kellie parpadeó y bajó su copa con tanta rapidez que ella derramó la mitad de su contenido en la barra. Su padre le dio una palmada en la espalda. "Vamos". Él deslizó su brazo alrededor de ella y la llevó hasta el micrófono en el estrado junto a la banda. Su madre de mala gana se hizo a un lado para darle al señor Holloway y a su hija protagonismo. "Amigos", su voz retumbó; realmente no necesitaba el micrófono. "Esta noche, soy el hombre más afortunado del mundo. No sólo tuve el buen sentido de casarme con la mujer joven que se sentaba detrás de mí en clase de economía hace cuarenta años…" Resplandeciente en Vera Wang, su madre, que sin piedad podría castrar a un general de cuatro estrellas con unas palabras bien colocadas, bateó los ojos y jugó de tímida cuando el señor Holloway sonrió en su dirección. Tenía los ímpetus. Kellie tenía que darle eso. "Pero ahora tengo la muy buena fortuna de celebrar algo que Holloway Bienes Raíces ha estado esperando durante varios años largos. Por fin, estamos celebrando la venta del edificio de Ford". Aplausos resonaron. "Fue el acuerdo de toda una vida y estoy especialmente orgulloso de que nuestra hija fue una parte de ello". Kellie no podía creer lo que escuchaba y esperaba el shock que sentía hasta la punta de los dedos del pie no se viera por toda su cara. "Ella ha tenido un par de años difíciles…"

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Una presentadora de televisión estadounidense que hace el tipo de show de entrevistas.

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Los murmullos de acuerdo entre la multitud en la base de la tarima causaron que las mejillas de Kellie se calentaran y tuvo el repentino impulso de silbar hacia ellos. ¿Difícil? No tenían ni idea. "Pero ella lo ha logrado atravesar". Su padre se volvió hacia ella y le dio una mirada que sólo podía ser descrita como... cariñosa. "Y estamos muy orgullosos, de hecho, tanto que su madre y yo hemos decidido traerla a bordo como socia de Holloway Bienes Raíces". El aplauso fue más moderado y educado en esta ocasión, pero Kellie no podría haber oído siquiera si había sido un trueno. Su cabeza le daba vueltas. ¿Socia? El señor Holloway metió la mano en el bolsillo de su esmoquin y sacó un sobre blanco cegador. Siempre el showman lo sostenían en alto para que todos lo vieran. "Tu parte de la comisión". Presentó con broche de oro como él sonrió. Su madre levantó la copa de champagne. "¡Por la primera de muchas grandes ofertas más!" La multitud se hizo eco y Cindy, esa perra audaz que estaba de pie en la primera fila de invitados, levantó su copa y le guiñó un ojo a Kellie, reconociendo este logro trascendental. Kellie la fulminó con la mirada y dejó que hasta la última gota del odio que sentía por ella goteara por sus poros como cera caliente. Hoy en día sería muchísimo más fácil sorprenderla. Pero ella estuvo realmente sorprendida de que Cindy tuviera el descaro de presentarse aquí esta noche. Todavía pasmada por las palabras de su padre, Kellie atrapó el momento por un crujido fuerte del micrófono. Ella miró hacia el mar de caras, la gente que la había abandonado por completo cuando su propia empresa había comenzado a ir a la deriva. Esas personas habían muerto y ella se sentía más que muerta por dentro cuando las miraba. Su padre bombeaba la mano con un entusiasmo de decano de la universidad, un total desconocido que estuvo en su graduación y ella resistió el impulso, ahora como entonces, de marchar fuera del escenario para hacerle espacio a otra persona. "Gracias", Kellie murmuró, tratando de no pensar en la bebida que seguía asentada en la barra. Tuvo que recordarse a sí misma que ella había trabajado duro por este dinero y no había nada de malo en tomarlo. A pesar de que todo esta noche se sentía mal. La banda reanudó su toque y se volvió para hablar con su madre, sólo para descubrir que ella ya estaba ocupada hablando con un socio de negocios de una gran empresa de bienes raíces comerciales. Ella se rió en todos los momentos adecuados y repartió trozos de información como si fuera un avaro repartiendo trozos de oro para los dignos y dispuestos a no perder la oportunidad más pequeña en la habitación. Kellie entendía eso 234

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demasiado bien. Después de todo, lo había hecho más veces de las que podía contar. Y sin embargo, ella se estremeció cuando vio un eco de sí misma en su madre. Estos pilares de la comunidad, los buitres que estaban aquí por la barra libre tanto como cualquier otra cosa, eran sus compañeros de nuevo también. Muchos eran alcohólicos y la mayoría eran adictos al trabajo. Con sus grandes sueños, relaciones tristemente descuidadas y egos inflados, cada uno de ellos vendería su alma al diablo por la comisión correcta. Y ella era uno de ellos de nuevo. No quería serlo. Ya no. Agarrando el sobre que contenía su cheque de comisión, ella salió del hotel lujoso y lentamente se abrió paso a través de la pequeña multitud de fumadores agrupados alrededor de las latas de ceniza en la piedra, cerca de la puerta principal. Eran un club en sí mismos, los parias que se unían en un grupo para luchar contra su extinción... y llenar sus pulmones con monóxido de carbono. En el mismo margen del grupo, dos jóvenes hombres estaban cerca uno del otro, con amplias sonrisas envolviendo sus rostros, sus cabezas inclinadas ligeramente juntos, como contaban sus propias historias. Su lenguaje corporal le decía que eran verdaderos amigos y, al mirar más de cerca, tal vez algo más. Sintió una punzada familiar de dolor en la camaradería obvia que compartían. Algo que sólo había experimentado en lo que ahora se sentía como una cantidad fugaz de tiempo. Por un segundo, ella consideró echar humo y unirse al grupo más grande, pero no había aspirado a un cigarrillo en más de veinte años. Otro mal hábito que del ella sólo tendría que trabajar para salir adelante, decidió. Algo que de lo que podía prescindir. Sus tacones hacían clic fuertemente en la vereda mientras caminaba rápidamente más lejos del hotel... con todo el mundo en el mismo. El estacionamiento estaba felizmente tranquilo, con sólo el silbido luz de tráfico de la calle más allá, estropeando el silencio. Ella inclinó la cabeza hacia atrás y miró hacia el cielo nocturno claro preguntándose si Lorna estaba viendo esas mismas estrellas titilantes en la pequeña ventana alta en la esquina de su celda. Incluso si ella era capaz de ponerse en contacto con su amante, ¿Lorna la perdonaría por lo que había hecho? Sabiendo cuán importante era la confianza para ella, no estaba segura de la respuesta. Lorna la amaba. Kellie sabía que era tan cierto como que conocía su propio nombre. Lorna no era el tipo de entregarse a la ligera. Pero la creencia apresurada que había atacado salvajemente Katrina sin duda la lastimaría profundamente. ¿Qué haría falta para deshacer ese tipo de daño, incluso si pudiera? ¿Y qué importaba? Ella sonrió un poco. Lorna sería letal en un pequeño vestido negro, pero no duraría más de treinta segundos 235

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con las camisas con pomposos de peluche en el interior del hotel. Kellie dudaba de que el amor, incluso del tipo que impulsaba tu corazón fuertemente hasta el punto de dolor, sería suficiente para conseguir más allá de esas diferencias. Mientras ella estaba entre los coches de lujo y las luces de la gran ciudad, su amante y su tiempo que estaban en Blue Ridge parecían mundos de distancia, como si no podría haber sido real en absoluto. Ella suspiró y se dirigió a los cielos, enviando una oración silenciosa a Lorna. "Te extraño". Luego se volvió para regresar al interior.

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Capítulo 21 Un mes después…

"¿Qué quieres decir con ahora?" Lorna se sentó en su litera y miró a Katrina como si hubiera perdido la cabeza. Lo cual, por supuesto, ella lo hizo hace mucho, mucho tiempo. Odiaba el hecho que la perra estuviera en su celda en absoluto. Una confrontación menos en una vida que estaba, una vez más, llena de eso. "Quiero decir... que por el momento el trato ha cambiado. El envío está llegando esta tarde en lugar de esta noche". "¡Mierda!" Lorna se frotó la parte posterior de su cuello. "¿Estás tratando de quedar atrapada? Los cambios de última hora como estos pueden provocar errores. ¡Lo sabes!" Katrina se rió entre dientes mientras se sentaba en la cama. "Es por eso que te tengo, Lorna, para que te preocupes por mí. Y, hombre, me alegro". Su voz de repente tomó un acento sureño almibarado. "Porque no puedo pensar en eso ahora. Si lo hago, me volvería loca". Ella se abanicó con delicadeza. "Voy a pensar en Ta-mar-ah22". Las manos de Lorna le dolían por querer estrangularla por lista. "¿Quién cambió nuestros planes?" Furiosa, saltó de la cama. "¿Por qué no lo sabía? Pensé que éramos socias". Ella escupió la última palabra como si fuera una maldición. La expresión de Katrina gélida se detuvo. "Lo somos. Pero sigo siendo la encargada. Pareces tener problemas para recordarlo". "¡Como si pudiera olvidarlo!" Lorna dijo bruscamente, empujando la puerta de la celda más ampliamente abierta. Necesitaba aire. Ella era sofocante. "Eres una imprudente y estúpida. Y un día uno de tus errores me va a costar caro". Ella negó con la cabeza seriamente. "Me presionas demasiado". Katrina se tocó distraídamente la larga cicatriz que corría hasta el cuello. "Te olvidas de que no soy tan fácil para deshacerme". Lorna restregó: "Te olvidas que soy mucho más competente que el último idiota que lo intentó". Volviéndose hacia Katrina, bajó la voz y cerró los ojos. ¿Por qué diablos estoy haciendo esto? Oh sí. Una promesa. ¿Qué podría significar mi palabra ahora de todos modos? "Los guardias de esta tarde…" "No serán un problema". Katrina terminó con aire de suficiencia. 22 Es un coloquialismo que significa herir a las personas de una forma muy agresiva, entre otras cosas que no vienen al caso.

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"¿Los mismos términos y mercancía?" Este era un mayor cargamento de drogas. Tan grande de hecho, que Katrina no confiaba en ninguno de sus compañeras para cumplir con el envío y realizar el pago. Ella ni siquiera quería que Lorna fuese sola. Le había tomado a su proveedor un extra dos semanas para obtener la mercancía, y cada uno de los parásitos en la cadena alimentaria de drogas iba a sacar provecho con este acuerdo. "¡Claro! Todo es lo mismo excepto por el tiempo. ¿Crees que dejaría que nuestro proveedor nos joda más sólo porque Patrice Jennings insistió en que su camioneta de madera estúpida entregase antes de tiempo?" Lorna levantó una ceja. "No sé qué pensar. Además, tenemos una gran orden de muebles viniendo de una escuela primaria y necesitamos la madera". "Como si me importara". "No estarías tan obsesionada con tu droga si tuvieras algo más en qué pensar". Con el ceño fruncido, Lorna asomó la cabeza fuera de la celda para confirmar que nadie estaba escuchando. "Por el amor de Cristo, Mally, ¿por qué estás tan nerviosa?" Lorna se encogió de hombros, con sus brazos alrededor de ella como fue hacia el interior. "No quiero echar a perder mi libertad condicional", respondió ella con sinceridad. Estoy tan cerca. Una incómoda sensación burbujeaba en su interior. Por favor, sólo déjame por hoy sin que algo salga mal. "Y no me gusta que hagas grandes movimientos sin mí". Katrina se movió a su lado y apoyó la mano en el hombro de Lorna. "No es que tuviera elección. Estás segura de que es todo eso te está fastidiando, ¿no?" "¿No es suficiente? No quiero meter la pata. Se siente bien estar haciendo dinero real otra vez". Se frotó la cara. "Cuando salga de este infierno, voy a tener más opciones que ser una puta o una camarera en alguna sucia cena". "¡Demonios, sí estamos haciendo buen dinero! Incluso mejor de lo que pensamos. Incluso Elaine se está haciendo rica". Lorna se estremeció al oír eso. Había sido un golpe para averiguar que la guardia en quién confiaba más no sólo más que solo una antiguo miembro de la nómina de Katrina y que además le había proporcionado información de su propia cuenta bancaria. Había sido un cruel recordatorio —uno de los tantos— que gritaba: No confíes en nadie. Los ojos de Lorna se abrieron ante la mirada de puro éxtasis que se extendió por el rostro de Katrina.

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"Nunca soñé que estaría suministrando a seguridad máxima y mínima tan pronto," Katrina resopló. "¿Y todo aquí? ¡Jesús, me pone caliente de sólo pensarlo!" Ella se rió entre dientes por demonios y canturreó: "Tenemos dinero. Sabía que al trabajar juntas podríamos hacer cualquier cosa. Juro que había olvidado lo buena que eres en todo esto. Eres encantadora. Una máquina maldita, Mally". Lorna hizo una mueca. Una novata había celebrado recientemente su décimo octavo cumpleaños y tomado una sobredosis de algunos de sus medicamentos el mes anterior. Afortunadamente, ella no había muerto. Pero era sólo una cuestión de tiempo antes de que alguien usara ese veneno para matarse, por accidente o no. Lorna puso una mano en su vientre, que estaba teniendo un agujero dentro hacia fuera. Demasiado tarde para lamentarse ahora. "Una chica tiene que hacer lo que tiene que hacer". Katrina apretó el hombro de Lorna y ella luchó consigo misma para no quitar la mano húmeda. Su piel se arrastró ante el toque y exhaló temblorosamente. "Con todo el dinero ese finalmente puedes tener una novia de lujo y estilo, ¿eh?" Lorna podía oír los celos mal velados en la voz de Katrina. Pero no mordió el anzuelo. "Se ha ido y lo sabes", dijo sordamente. Katrina resopló. "¿No sería…?" "No". La voz de Lorna fue remarcada. "Realmente no lo haría". Con una mirada de absorción absoluta, Katrina sacó sus dedos hacia abajo del brazo de Lorna, su toque era un débil intento de consuelo y algo más sensual. "Sabes", ella intentó convencerla en voz baja, "no tienes que estar sola simplemente porque Holloway se ha ido". Ahora Lorna quitó la mano de Katrina. "Vamos a terminar con esto". Ella agarró sus guantes de trabajo desde la parte superior de la cómoda. Katrina tomó la reprimenda de Lorna con calma. Casi. "Tú te la pierdes, idiota. Vamos a hacer algo de dinero".

***

En la entrada de la zona de carga, un guardia salió de las sombras a su encuentro. La mirada de Lorna se clavó en Roscoe y las comisuras de sus labios se volvió hacia arriba en una sonrisa siniestra.

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"Iujú, Mally". Sus manos carnosas colgaban de sus presillas por los pulgares. "¿Creías que podías hacer tu pequeño juego para siempre sin involucrarme?" El aire explotó desde los pulmones de Lorna como si hubiera recibido un disparo. Oh, mierda. Oh, mierda. Oh, mierda. Su cabeza fue de lado y ella frunció hacia Katrina. Pero la otra mujer se quedó allí, con una expresión suave en su cara, fresca como una lechuga. ¿Por qué no estaba Katrina tan sorprendida como ella? ¿Y por qué no estaban ambas arrestadas? "¿Qué está haciendo él aquí y dónde está Elaine?" Katrina se puso un par de guantes de trabajo en caso de que otro guardia pasase caminando por ahí. Esta parte del edificio estaba bastante abandonada los fines de semana, pero por si acaso, necesitaba parecer verídico. "Elaine no toma el turno hasta la noche y no pude traerla. Relájate, Mally. Está con nosotros ahora". La cabeza de Lorna quería detonar. "¿Desde cuándo?" Katrina acechó a Lorna y fue directo a su rostro. "¡Desde que tenía que estarlo!" Roscoe chasqueó la lengua y se colocó a sí mismo entre las mujeres. "Señoras, hay un camión para ser descargado". Katrina resopló. "¡Que alguien más haga eso!" Ella hizo un gesto desdeñoso. "Voy a enviar a Laverne y Dusty aquí tan pronto como hayamos terminado". Roscoe miró su reloj y luego alrededor del muelle. Los ojos de Lorna se estrecharon. Él estaba extrañamente nervioso. "Mierda", murmuró Roscoe, resoplando un gran aliento. "¿Qué?" Katrina miró a su alrededor hasta que vio que el conductor de pie junto a su camioneta, pateando las piedras mientras esperaba. "Se supone que debo estar fuera de turno pronto". Katrina se volvió y lo miró. "¡Está siendo compensado por tu tiempo, gordo de mierda! Ahora vigila. Hay demasiados nuevos guardias alrededor de este lugar últimamente". Ella se estremeció. "Ellos me dan escalofríos". Lorna siguió mirando a Roscoe con cautela. ¡No se suponía que debía estar aquí, maldita sea! "Katrina", advirtió en voz baja. "No me gusta esto". Katrina no le hizo caso y se dirigió a encontrarse con el conductor del camión, Joey, que también pasaba a ser el oscuro primo hermano del guardia. Lorna lo miró con recelo. El camión de madera siempre era registrado al salir de Blue Ridge en el caso de que una presa tuviera la idea brillante de tratar de escapar. Pero debido a que el conductor era 240

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confiable este vehículo no era registrado, entraba en el mismo terreno. Con el cabello grasiento y los ojos huecos, Joey era como el chico del cartel demacrado de ‘dile no’. Sus manos temblaban un poco mientras encendía su cigarrillo. Lorna negó con la cabeza, notando que su frente estaba húmeda de sudor a pesar de que no estaba ni un poco cálido. Lo había visto marchitarse ante sus ojos en los últimos meses. Me sorprende que no tenga nada que vender. Estúpido. "Bueno", Katrina inquirió irritada y señalando al hombre. "No tengo todo el día. ¿Dónde está?" Él le dirigió una mirada. "¿Dónde está siempre?" Con su cigarrillo pegado a su labio inferior mientras hablaba, él hizo un gesto con la mano por encima del hombro. "Atrás". Se movieron alrededor de la parte trasera del camión y caminaron por la rampa, con Roscoe cerrando la marcha. El compartimiento llevaba sólo la mitad de una carga de tablones y altas pilas de aglomerado. El conductor pasó por encima de los paquetes y se subió a la parte de atrás, pateando a un lado unos tablones errantes para revelar una pequeña caja de cartón que era fuertemente envuelta en cinta de embalaje. El corazón de Lorna empezó a latir cuando vio el objeto de su misión. Esta pequeña caja que deletreaba tantos problemas. "Ábrelo", Katrina exigió, permaneciendo justo donde ella estaba así tendría que volver hacia ella. Se quitó los guantes y los metió en la cintura de sus jeans. Gruñendo, Joey sacó una navaja del bolsillo y cortó la cinta con facilidad. Eligió una bolsa de la parte superior de la pila y se la ofreció a Katrina como muestra. Lorna silbó involuntariamente cuando vio el destello de la hoja. Tres pares de ojos se abrieron camino. Lorna respiró calmantemente por la nariz. Fácil. "¿No crees que sólo vamos a confiar en ti verdad, Joey? Katrina recoge las bolsitas para probarlas". El hombre frunció el ceño pero asintió y Katrina seleccionó una bolsa de la parte inferior y de su bolsillo, sacó un kit NIK, del tipo que la policía utilizaba y que estaba disponible en Internet, para probar el contenido. "Lo que sea". Dejó caer una pequeña muestra de polvo en la pequeña bolsa de líquido claro, rompió las ampollas y esperó con ansiedad para que el color cambie. No pasó mucho tiempo para que la prueba registrara el positivo de narcóticos. Sólo para estar segura, Katrina se frotó el polvo en sus encías, tarareando con un poco de aprecio cuando las adormeció casi al instante. "Muy agradable". Ella ofreció la bolsa de Lorna para degustar. 241

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"Gracias, de todos modos pero prefiero no terminar pareciéndome a Joey algún día". Los ojos de Joey se agrandaron. "¡Hey!" "Haz lo que quieras, mojigata". Katrina revolvió la caja y repitiendo el proceso varias veces con varias bolsas de diferentes antes de asentir, aparentemente satisfecha. No queriendo llevar a toda la caja hacia el interior del edificio, se abarrotó unas cuantas bolsas en los bolsillos de sus pantalones, luego arrojó la caja posterior a Lorna, que en silencio comenzó a rellenar con bolsitas sus propios bolsillos. Cuando estaban llenos, levantó la remera. Mientras se rellenaba su sujetador con Ziplocs que contenían cocaína, Lorna esperó uno de los comentarios inevitablemente vulgares de Roscoe. Pero nunca llegó. ¿Qué le está tomando tanto tiempo? Katrina le sonrió a Joey y él le devolvió la sonrisa torcida a través de su nube de humo. Más feliz de lo que Lorna la había visto en su vida, ella sacó un grueso fajo de billetes de su bolsillo. "Es genial hacer negocios contigo". Con negligencia, ella arrojó el fajo de dinero en efectivo en el pecho del hombre y maldijo mientras dejaba caer su cigarrillo mientras él rebuscaba el dinero. Entonces, antes de que Lorna pudiera tomar otro aliento, muchas cosas ocurrieron a la vez, tanto que apenas podía dar sentido a todo. De la nada un hombre y una mujer policía irrumpieron en la parte trasera del camión, con chalecos antibalas. Sus armas fueron extraídas y estaban gritando fuertemente. "¡Quietos!" Al instante divisaron el destello del cuchillo de Joey y giraron sus armas en su dirección. "¡Tírala, hijo de puta! ¡Tírala!" Se oyeron disparos, Joey y Katrina entraron en pánico exactamente al mismo tiempo. Ella se lanzó para cubrirse, pero entonces, como una pila de fichas de dominó, se tropezó con algunos tablones y cayó sobre Lorna, quién arrojó a Joey. Los tres cuerpos chocaron violentamente cuando se estrellaron contra la pared y luego en el suelo. Katrina gritó cuando sus codos rompieron un poco de madera y luego fueron contra el fondo de metal de la camioneta. La frente de Lorna se estrelló contra un tablón de cedro macizo y su mundo explotó en un millón de estrellas. "¡No se muevan!" Los policías gritaron. "¡No se muevan!" El cuchillo de Joey fue arrancado de su mano por la rodilla de alguien y él mordió la cosa más cercana a su boca. Que pasó a ser la mano de una mujer. Katrina volvió a gritar.

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Lorna parpadeó un par de veces y trató de levantarse sobre sus pies, sólo para ser tirada hacia debajo de su cabello. "¡Uf!" Poniéndose de rodillas y envolviendo un brazo flaco pero fuerte alrededor de la garganta de Lorna, Katrina presionó la navaja de Joey en la suave piel de la mejilla de Lorna lo suficiente para perforarla. Lorna respiró sorprendida cuando un reguero de sangre caliente goteaba por su cara y se echó al suelo. ¡Dios! ¿Cómo había llegado al cuchillo a Katrina? "A… abajo", Katrina tartamudeó a la policía. Ella respiraba tan rápido que Lorna se preocupaba que se desmayase y cortase su garganta en el camino. "¡O la mataré!" La mirada de Lorna revoloteó alrededor del camión. Podía oler la pólvora y ella misma se consoló con la idea de que al menos nadie estaba muerto... todavía. Roscoe estaba a sólo dos pasos de Katrina, sonriendo como un idiota, con su arma apuntando directamente en la cabeza de Katrina... o tal vez hacia Lorna. Sin pensarlo, Lorna comenzó a luchar y el cuchillo en la mejilla la cortó profundamente. Ella siseó cuando la hoja atravesó la mejilla y su boca, llegando a descansar dolorosamente en el mismo borde de las encías. Katrina sacudió el cuchillo una fracción de centímetro y Lorna dejó escapar un suspiro de alivio. Joey estaba demasiado aturdido para moverse. Se quedó temblando, con los brazos en el aire, con el rostro tan blanco como la nieve. "¡Agárralo ya!", la mujer policía le ordenó. No había espacio para asegurarse dónde estaba. "¡Vamos! ¡Muévete!" Ella dio un paso a un lado y se deslizó a paso de tortuga hacia ella, cada pedacito de su enfoque unido a su arma. Un segundo después, el oficial masculino lo agarró y lo arrastró fuera por el cuello. Joey gritó cuando fue arrojado más o menos en la rampa del camión, con los brazos en su espalda. La mujer policía nunca vio a los ojos de Katrina, que permanecía en su posición en cuclillas con su arma desenfundada y lista para disparar. "Mantenlo por ahí, Frank", ella llamó a otro oficial. "Tengo a ésta bajo control". ¿Lo haces? Lorna pensó sonoramente. El sonido familiar de las esposas vagamente se registró en la cabeza de Lorna. Todo se había ido al infierno. "Déjame ir, Katrina. Se acabó". 243

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"¡Cállate!" El cuchillo volvió a cavar más profundo y Lorna se tragó un grito de dolor. Ella sabía que si pudiera ver detrás se encontraría con los ojos helados de Katrina que estaban salvajes de miedo. "¿Katrina?" Consideró probar con su codo, pero su cabeza estaba tirada tan atrás y el cuchillo estaba tan profundo, que estaba segura de que cualquier movimiento drástico sólo empeoraría su situación. "¡Te dije que te calles!" Katrina creció. "¡Estoy pensando!" "Un rehén sólo funciona..." Lorna tragó saliva, los músculos del cuello estaban tensos mientras hablaba. "Sólo funciona si la persona que debe apretar el gatillo tiene miedo de disparar porque no quiere matar al rehén". La quietud completa detrás de ella. "Roscoe", dijo Lorna en un calmo tono coloquial que era realmente ridículo dadas las circunstancias. "¿Cómo te sentirías si fallaras con Katrina y me dieras en su lugar?" Él inclinó la pistola, con el ruido anormalmente alto en el pequeño espacio. "Como una noche de dos por uno en mi bar favorito". Katrina dejó caer la cabeza sobre el hombro de Lorna y el cuchillo resbaló un poco de su mano. "¡Mierda! ¡Mierda! No sé qué hacer". "¡Tira la navaja!" Todo el mundo gritó. Varios segundos se sintieron que pasaron sin que nadie dijera una palabra más. Nadie se atrevió incluso respirar. "¿Roscoe?" Finalmente dijo Lorna, cerrando los ojos con fuerza y preparándose para lo que viniera después. "Dispárale ya a esta perra". Katrina arrojó el cuchillo al suelo como si estuviera en llamas. Ella levantó las manos en señal de rendición. Roscoe se lanzó hacia delante y la atrapó por el pelo, de la misma forma en que había agarrado Lorna. Lorna dejó escapar un suspiro tembloroso y se movió a un lado, con las rodillas como gelatina. Katrina chilló de dolor. "Duele, ¿no?" Lorna se burló. Ella levantó la mano a la cara y tocó el carmesí pegajoso y manchado.

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"Roscoe estaba en esto", espetó Katrina, inútilmente tratando de forzar las manos a la cabeza. Desesperada por librarse de eso y la policía. "¡Arréstenlo a él también!" "Nadie me está arrestando. Soy uno de los buenos, estúpida". Lorna parpadeó lentamente. ¿Un buen chico? Ella estaba en la Dimensión Desconocida. Tenía que estarlo. Su mente lentamente procesaba las noticias agregadas, incluso cuando sus oídos todavía resonaban por el golpe en la cabeza. Roscoe giró en torno a Katrina y la empujó contra la pared de la camioneta, haciendo vibrar el compartimiento y golpeando su dentadura delantera en el proceso. No era de extrañar que eso la calmó. Con cansancio, Lorna se dirigió a la mujer policía que estaba ayudando a Roscoe con Katrina, haciendo todo lo posible para evitar que violase cada uno de sus derechos civiles. "¿Que te tomó tanto tiempo?" La mujer sopló una trenza de su cara mientras se inclinaba hacia Katrina. "Pensamos que esto iba a ser esta noche. Si no hubiéramos recibido una llamada de Roscoe, no habríamos hecho nada en absoluto". La cabeza de Katrina sacudió de lado y sus ojos enfurecieron. Su expresión incrédula hizo que su mandíbula colgase. Su mirada se sitió en Lorna con una fuerza palpable. "¿Eres un soplón?" Lorna se puso tensa, sabiendo que había hecho lo que tenía que hacer, pero todavía picada por el innegable comunicado. Ella apartó la mirada, limpiándose la sangrienta mejilla con la manga como un sentimiento nauseabundo se apoderó de ella. "Te advertí que no me presionaras demasiado". "¿Mally?" Katrina exigió. "¡Yo confiaba en ti!" Sus ojos se suavizaron por un segundo. "Tal vez incluso te amaba". Desafiante, Lorna levantó la mirada hacia Katrina. "¿Amor? Ni siquiera estoy segura que sepas lo que es". "¡Puta renegada! ¡Maldita sea!" Ella se sacudió salvajemente, eso requirió dos oficiales para sostenerla en su lugar el tiempo suficiente para terminar de esposar ambas muñecas. "No creo que esto. ¿Cuánto dinero necesitabas para convertirte en una asquerosa soplona? ¿Eh?" "¿Dinero?" Lorna comenzó a reír sin humor. "Perdí dinero haciendo esto. No voy a guardar ni un centavo de lo que hicimos y perdí todo lo que tenía antes de eso también. Estoy quebrada como el culo".

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"Frank", la oficial femenina llamó detrás de ella. "Ve a la radio para pedir una ambulancia". Una expresión de preocupación se instaló en su cara y ella rápidamente se puso un guante de goma y apretó algo fresco contra la mejilla de Lorna. Ella hizo una mueca de simpatía. "Oh, hombre, el sangrado no se detiene. Va a tener que ser cosido". Con una mano suave, giró la cara de Lorna para estudiarla entrecerrando los ojos. "Tus ojos no se ven bien tampoco". "¿Qué clase de trato hiciste, Mally?" Lorna trató de salir de la camioneta pero tropezó de nuevo en una pila de madera, con su trasero golpeando la madera fuertemente. Se sentó allí entumecida. Había terminado. Apenas podía creerlo. Meses de trabajo con Katrina casi la habían destrozado. No estaba segura de sí alivio o la pérdida de sangre, o el hecho de que la cabeza le latía como un tambor que la hacía sentirse débil. Tal vez eran los tres. "El fiscal me hizo una oferta que no pude rechazar23". "¡Estabas saliendo en un par de meses de todos modos!" La cara de Katrina se contorsionó de rabia. "¿Qué podrían darte?" Lorna negó con la cabeza. "Nunca deberías haberla herido", murmuró para sí misma. "Nunca". "¿De qué estás hablando?" Katrina se retorcía en las manos de Roscoe y escupió. "¡Diste todo ese dinero para nada! ¿Por esa novia engreída que probablemente se está cogiendo a alguien más a estas alturas? ¡Retardada! No tendrás nada al salir y volverás a este lugar dentro de seis meses". Roscoe comenzó a encaminar a Katrina a la camioneta. "¿Qué pueden ofrecerte los cerdos para convertirte en uno de ellos? ¿Cuándo fuiste uno de nosotros?" El pecho de Lorna dolió por el golpe de Katrina, pero ella levantó la mirada acerada y de lleno miró a Katrina. "Me ofrecieron eso, Katrina. Tu cabeza en un plato".

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Amo a Blayne, esa frase clásica es de “El Padrino”.

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Capítulo 22 Dos meses y medio después…

Lorna dio un paso a la ligera al bajar del micro de la prisión Sugar Land hacia la ciudad, con los pies levantando una nube de polvo al caer al suelo. Justo detrás de ella, otra mujer salió. Ambas llevaban bolsas de lona hechas en el cuarto de costura prisión que eran vendidas a las reclusas al costo tras su liberación. Lorna estaba a mitad de llenarlo con todo lo que tenía. Un sedán blanco entró en el pequeño estacionamiento como el micro se alejaba y tres chicos con el cabello bien peinado pero con su ropa hecha jirones volaron fuera del coche antes de que se hubiera detenido por completo. Estaban obviamente aquí para recoger a su mamá. Lorna no pudo evitar sonreír. "Buena suerte", dijo con sinceridad, aunque su pecho estaba lleno de un dolor tortuoso. Nadie estaba allí para recogerla. Ella no había sabido nada de Kellie desde el apuñalamiento de Katrina, y ni siquiera sabía si ella había sido puesta en libertad, aunque su primera fecha de elegibilidad de libertad condicional ya había pasado. A pesar de que una parte de ella se había aferrado tenazmente a la esperanza de que Kellie estaría aquí cuando bajase del micro, su cabeza había advertido a su corazón que las cosas serían precisamente de esta manera. La mujer sonrió distraídamente y le deseó Lorna buena suerte, yéndose con sus hijos, que echaban sus brazos arriba gritando de alegría no disimulada, "¡Mamá fuera de la cárcel! ¡Mamá fuera de la cárcel!" El único hombre que Lorna había visto en su vida haría empequeñecer a Roscoe y salió pesadamente fuera del coche tras los chicos, ansiosamente esperaba su turno por atención. Hasta el último de ellos estaba llorando y cuando el pequeño grupo se reunió, se abrazaron con ferocidad. No era exactamente la impresión de Norman Rockwell24, pero era lo más cercano que Lorna había visto nunca. Suspirando, se giró para inspeccionar sus alrededores. El micro las había dejado en un restaurante en las afueras de la ciudad. El edificio estaba pintado de color rosa y las tejas y paredes estaban en mal estado, pero el delicioso olor a pollo frito que brotaba de su chimenea daba más impresión a la decoración.

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Era un ilustrador muy famoso de antes que realizó portadas y publicidades en varias marcas.

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El estómago de Lorna gruñó en voz alta, pero estaba tan cautivada por estar fuera que incluso su hambre no podía forzarla ir dentro de inmediato. Los altos pinos se alzaban a su alrededor, con su fuerte aroma mezclada con el olor de la grasa. Era celestial. Sus ojos tomaban sus alrededores. ¡Estaban en medio de una tarde de verano de la India y todo parecía tan colorido! Ella no había visto mucha televisión en los últimos años y de repente se lamentó de este hecho, ya que la hizo sentir como más de un extranjera abandonada en una tierra nueva y extraña. Los coches parecían diferentes, los peinados y la ropa de la gente no evocaban sus memorias. Un pasajero en el micro trabajaba en una computadora portátil tan delgada que parecía que se rompería por la mitad con el más mínimo de la fuerza. Había visto los anuncios para iPods y teléfonos celulares, pero no tenía idea de que eran realmente tan pequeños. Un par adolescentes salió del comedor y los observó con curiosidad mientras ellos pasaban. Sus zapatos no tenían cordones y estaban abiertos. Los pantalones de la chica estaban ceñidos y todo lo que posiblemente podría ser perforado, lo estaba. Por el contrario, los jeans azules del chico eran diez tallas más grandes y la cintura se asentaba más cerca de sus rodillas que de su estómago. Lorna hizo una mueca cuando ella vio a su ropa interior colgando de la parte superior de sus pantalones. "Yuck". Tenía menos de cien dólares y su bolso contenía su foto de Megan, un kit de baño pequeño y tres cambios de ropa usada que había comprado en eBay mediante un guardia justo antes de su liberación. La ropa normal ahora sospechaba que tenía por lo menos quince o veinte años. Pero los otros adultos, a diferencia de los adolescentes en el micro, habían estado usando ropa que les quedaba y que, por lo menos, le daban algo de esperanza de mezclarse en alguna parte. En su bolsillo, junto con la tarjeta de visita de su agente de condicional, había un trozo de papel que contenía el nombre y número de teléfono de un anciano que vivía en la ciudad y alquilaba habitaciones libres baratas por semana para mujeres recientemente liberadas de Sugar Land. Las habitaciones más grandes alojaban a tres mujeres y eran las más económicas. Y lo encontró divertido, en una especie de manera irónica, que si tomaba una habitación allí en realidad sería un cuarto estrecho con otras contras como lo que había tenido en Blue Ridge o Sugar Land. Algo rojo llamó la atención de Lorna y se acercó a la ventana del comedor, leyendo ‘Se busca empleado’ en la ventana con interés. Necesitaba dinero, y si ella trabajaba allí que probablemente podría ganar billetes y no tener que esperar dos semanas para su primer cheque de pago.

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Incluso podrían ofrecerle comidas con descuento, como el restaurante de hamburguesas donde Lorna había trabajado como adolescente. Pensó en el comentario que le había hecho a Katrina de trabajar en un restaurante sucio y sonrió con ironía, a sabiendas de que ella tendría suerte de conseguir un trabajo allí. "Hey". La mujer del micro se acercó a Lorna, frunciendo el ceño. Lorna saltó un poco, después de haber olvidado que ella estaba allí en absoluto. La mujer tomó al niño más pequeño y se lo apoyó en la cadera. "¿Hay alguien venga por ti?" Lorna sentía cierta subida de color en sus mejillas. "No". "Tú... um. . . ¿necesitas un aventón?" El hombre, su marido o novio tal vez, asintió con la aprobación de la oferta. "Nos dirigimos a la ciudad. No querrás parar a nadie en este camino. Puede ser peligroso". Lorna sabía que la mayoría de los internas se dirigían directo a la ciudad después de ser puestas en libertad. Había media docena de pueblos más pequeños entre aquí y allá, pero los trabajos eran más difíciles de conseguir lejos de las grandes fábricas y centros comerciales. Lorna había crecido en esa ciudad llena de chimeneas, casas diminutas hacinadas con demasiados niños y padres desesperados, recuerdos que ella deseaba que no tener. No le importaba si alguna vez volvía. "No, pero gracias por preguntar". Ojalá pudiera recordar el nombre de la mujer. La amabilidad era muy rara. La mujer se encogió de hombros. "Haz lo que quieras". Ella hizo un gesto y Lorna le devolvió el saludo, sonriendo a una de las niñas que le recordaban un poco a su hermana Megan. Ella levantó la bolsa más alta en el hombro y dio un paso alrededor de una camioneta mientras se dirigía hacia el comedor y a cenar algo mucho más rebuscado. Una campana sonó mientras abría la puerta y su estómago gruñó de nuevo ante el olor de las hamburguesas que chisporroteaban y el tocino ahumado. La habitación estaba bastante llena de gente y el sonido de los cubiertos golpeando los platos y tazas de café que descansaban en la formica resonaban, creando un mar de ruido blanco que encontró reconfortante y familiar. Se mudó a la barra y se sentó, tratando de no mirar boquiabierta ante los precios en el tablero por encima de la parrilla. La cena de pollo que había estado anhelando desde que bajó del micro estaba fuera por completo de su precio a cubrir. ¡Pero ella debía ser capaz de pagar un sándwich de jamón y queso, maldita sea! ¿Seis dólares con noventa y nueve 249

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centavos por un sándwich, papas fritas y gaseosa? ¿Estaban bromeando? Un momento de pánico se apoderó de ella y se dio cuenta con certeza repugnante que su dinero se iba a acabar mucho más rápido de lo que había planeado. ¿Tal vez debería haber guardado más antes de salir? Una camarera que parecía apresurada salió de la cocina e hizo un gran 'adelante' cerca del registro que esperaba a su dueño. "Umm. ¿Cuánto cuesta el sándwich de jamón y queso solo?" Preguntó Lorna. "No necesito una papas fritas o bebida". "Cuatro dólares". Lorna se mordisqueó el labio. Ella iba a encontrar una tienda de comestibles para las próximas comidas. Pero por ahora se estaba muriendo de hambre, después de haber perdido el almuerzo rápido mientras que completaba su procesamiento. "Bien". "¿Con todo?" "Eso sería genial". Lorna rebuscó en su coraje. "¿Y una aplicación para el trabajo, por favor?" La camarera bajó el bloc de notas, con su mirada agitándose hacia la bolsa de lona de Lorna. Al parecer, ella veía una gran cantidad de esas. "¿Sugar Land?", preguntó ella sin necesidad. "Sí". "¿Por?" Lorna tragó. No creía que ella quería saber acerca cómo tuvo que ser trasladada de Blue Ridge una vez que ella se había vuelto una soplona. Estaba un poco sorprendido de encontrarse a sí misma teniendo que explicar su situación tan pronto. Sólo había estado libre por una hora. Ella jugueteó con la idea de mentir. Pero... "Asesinato". La camarera trató de no mostrar su sorpresa. "Lo lamento... Yo, um... Te puedo dar una solicitud". Ella bajó la voz y miró verdaderamente contrita. "Pero no va a hacer nada. El propietario no está interesado en delincuentes violentos". En silencio, Lorna suspiró. ¿Quién lo querría? La idea de mentir la hizo deprimirse, pero podía ver que tendría pocas opciones. Hizo todo lo posible para sonreír. "Olvídalo entonces". "Eh, tú… uh... ¿quieres una ensalada con tu sándwich? Va por la casa. Sé que no te dan un montón de verduras frescas dentro". La camarera dio Lorna una mirada significativa que le dijo que había estado una vez en el lugar de Lorna. 250

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La sonrisa de Lorna se encendió. "Eso sería genial. Gracias." Cuando la camarera desapareció, dejó caer la cabeza entre las manos. ¿Qué voy a hacer? Y la idea que la había atormentado durante meses volvió con fuerza a la vanguardia. ¿Cómo voy a encontrarla? Kellie podría haber renunciado a ella, pero eso no significaba que Lorna podría haber hecho lo mismo. Se alegró que estuviera en cómodas zapatillas deportivas, porque habría de caminar medio país para encontrarla si tenía que hacerlo. "¿Está ocupado ese asiento?" Una voz incorpórea preguntó detrás. "No", dijo Lorna ausente. "Sírvete de…" Volvió la cabeza y cada porción de aire en sus pulmones se escapó. "Hola". La garganta de Lorna se cerró. Allí estaba Kellie, luciendo más hermosa y nerviosa de lo que nunca la había visto. Ella levantó una mano ligeramente temblorosa en señal de saludo, de repente sintiéndose como si ella no tuviera idea de qué decir, a pesar de haber soñado con esta escena cientos de veces. "¿Sigue estando bien si me siento?" Kellie estaba tremendamente insegura de sí misma y Lorna sintió una punzada en su propio pecho. Se aclaró la garganta para poder hablar. "Yo…", ella comenzó, sintiéndose tonta cuando salió como un graznido. "Yo… no puedo creer que estés aquí. No creo…" "Siempre estaría viniendo", Kellie le aseguró rápidamente. "Tu micro llegó temprano. No se suponía que debía estar aquí en otros diez minutos". "No… no sabía". Una pausa. "Yo... te extrañé". Tanto que sentía como que estaba muriendo. Las lágrimas saltaron a los ojos de Kellie a pesar de su intento visible en mantenerlas a raya. "Yo también te extrañé", dijo en voz baja. "Más de lo que probablemente sabes". No sólo hagas que piense que soy una asesina salvaje, pero ella ha estado libre y nunca trató de ponerse en contacto conmigo. ¡Ella me dejó retorciéndome en el viento durante meses! El resentimiento peleó con su profundo alivio de ver a Kellie y su deseo de perdonarla como si nada, siempre y cuando se quedasen juntas. Lorna no quería sentirse enojada o herida. Quería un nuevo comienzo. Y ella lo quería con Kellie a su lado. ¿Por qué todo siempre tiene que ser tan complicado? Un incómodo silencio cayó. "¿Qué tal un abrazo?", preguntó Kellie, con una triste pero esperanzadora cadencia de su voz y tragó saliva sonoramente. "Sé que podrías necesitar uno". 251

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Lorna no podía negarse a ella. En pies de repente inestables, se levantó de un salto y la envolvió en un abrazo ferviente. Finalmente, su mente suspiró agradecida. "No voy a dejarte ir", Kellie respiró entrecortadamente. Las rodillas de Lorna se debilitaron. "Yo tampoco". Tantas emociones corrían por su cuerpo que no podía decidir si quería romper a llorar en lágrimas histéricas o reír. Ella puso sus labios en la oreja de Kellie, oliendo el aroma limpio de champú y sintiendo el cuerpo tan cerca de ella comenzar a temblar con sollozos silenciosos. "Me alegro de que no me hayas rastreado". "¿Lo haces?" Kellie susurró y luego contuvo el aliento. "Incluso después…" "No importa cuánto tiempo te llevó, Kel", Lorna pronunció fervientemente. "He perdido demasiado en mi vida ya. No había manera de que te estuviera perdiendo también". Kellie apartó para ver la cara de Lorna, dejando las manos en los brazos de Lorna, no estando dispuesta a perder el contacto físico con ella ni por un segundo. "Sé que tenemos mucho de qué hablar". Ella estaba tan seria como Lorna jamás la había visto en su vida. "Y lo haremos. Pero tengo algo que tengo que decir en primer lugar". Lorna asintió, un poco hipnotizada de sólo estar en la presencia de su amante de nuevo y un poco preocupada por lo que ella oiría a continuación. Kellie le dio una sonrisa acuosa e indefensa. "Te amo". Una inhalación brusca. "Realmente te amo. Del tipo ‘con todo mi corazón’ y ‘por siempre jamás’", dijo con voz clara sólo para que no hubiera ninguna pregunta. "Sé que esto no es el lugar más especial para decírtelo, pero no puedo correr el riesgo de esperar un segundo más". Kellie levantó una mano y la dejó caer. "¡Sólo Dios sabe lo que va a sucedernos a continuación!" El corazón de Lorna canturreó. Quería meterse dentro Kellie y quedarse. "Sabes que yo siento lo mismo, ¿no?" Kellie sonrió entre lágrimas. "Nunca me diste una razón para dudar de ti". Ella tragó de nuevo y estudió sus zapatos, la vergüenza inundaba de calor su rostro. "Me gustaría que pudieras decir lo mismo de mí". Lorna frunció el ceño. "Kellie…"

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"¿Ejem? ¿Disculpen, señoras?" La camarera estaba de vuelta y ella le entregó Lorna una bolsa de papel que contenía su sándwich y la ensalada prometida. "Pensé que podrían querer tomar esto y llevar su conversación fuera". A modo de un toque no muy sutil ella inclinó la cabeza hacia la puerta. "A pesar de que esto es mucho mejor que ‘Hospital General’, prefiero los clientes que comen, pagan y salen, en lugar de sentarse aquí boquiabiertos ante ustedes". Sus palabras eran severas, pero no desagradables. Kellie miró a su alrededor. Todos los ojos en el comedor fijos en ellas. "No hay problema". Con una mano levantó bolsa de lona de Lorna y con la otra se aferró a Lorna y comenzó a caminar hacia la puerta. "Conozco un lugar que podemos ir para estar solas". Todavía un poco aturdida, Lorna arrebató el saco de la camarera y se las arregló para lanzarle un billete de cinco dólares en el mostrador antes de casi ser arrastrada fuera. El aire exterior era fresco y dulce; el restaurante había estado tan caliente. El contraste dejó a Kellie un poco mareada. O tal vez era el alivio que pasaba a través de ella haciendo correr más rápido su sangre. Las cosas entre nosotras no se necesitan reparar. No lo hacen, ella cantó con gratitud. Gracias. ¡Gracias! Había estado medio esperando que Lorna le dijera que se fuera al infierno cuando le preguntó de sentarse en la barra. "¿Tienes que registrarte en algún lugar?" Los ojos de Kellie repente se hicieron rendijas, ella se acercó y rozó sus dedos sobre una pequeña cicatriz que no estaba allí la última vez que había visto a Lorna. Preocupada, ella levantó la vista. ¿Quién daño a su bello rostro?, pensó sombríamente. Porque la quiero muerta. Lorna se llevó los dedos de su rostro y besó la palma de Kellie. El contacto envió un rayo de calor a través de Kellie y sus ojos se abrieron encapuchados. "Puedes preguntar por esto más adelante". Tenían tanto de que hablar que no sabía por dónde empezar. Pero seguro que no iba a estar a lo último. "Hay una casa de huéspedes en la ciudad. Tengo el número de teléfono". De mala gana, Kellie asintió y dejó el asunto volar... por ahora. Te quedarás en esa sucia ratonera sobre mi cadáver. "Puedes llamar esta noche, ¿verdad? ¿No en este mismo instante?" Lorna se encogió de hombros. "Por supuesto". Se detuvieron frente a una camioneta último modelo. Kellie le dio una palmadita. "Esto es mío".

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Los ojos de Lorna se abrieron un poco por la gama del vehículo. "Supongo que no debería sorprenderme que compraras algo ya. Eres muy inteligente". "Gracias por decir eso, pero la inteligencia no tuvo nada que ver con eso". Kellie sonrió y utilizó el control para abrir la puerta. Los ojos de Lorna se abrieron aún más y una sonrisa infantil alcanzó su cara. "¡Guau! ¡Eso es genial!" Encantada, Kellie le dijo: "Lo es, ¿no? Es fácil olvidar cómo cosas como estas se piden". "¿Es un láser? ¿Puedo intentarlo más tarde?" Un ceño fruncido. "No es fácil de romper, ¿verdad? No puedo permitirme…" "No lo puedes romper y puedes probar en este mismo instante. No tienes que esperar por lo que quieres cuando no hay ninguna razón". Kellie le entregó las llaves y se quedó un poco más enamorada de Lorna. Preciosa. Sus ex novias no habían lucido tan encantadas cuando se presentaba con joyas o ropa de diseño. Estaban demasiado preocupadas por parecer sofisticadas y aburridas con todo para inmutarse por algo tan simple. Pero Lorna, que podía estar tan hastiada a la hora de evaluar la naturaleza humana, siempre era desgarradoramente seria en la forma en que expresaba sus propios sentimientos. Después de un par de veces bloquear y desbloquear la puerta y un percance con la alarma, subieron a la camioneta. Sin apartar los ojos de Kellie, Lorna dijo: "Pareces..." Ella luchó por las palabras adecuadas. Tantas cosas habían cambiado. No era sólo la pérdida del largo cabello a favor, según Lorna, era un estilo aún más sexy que era tan animado como Kellie misma, o el peso depositado en todos los lugares correctos, sino en la forma en que había estado a cargo cuando ella sacó a Lorna del resto. Estaba... "Distinta". Inconscientemente, las cejas de Kellie se juntaron y ella se tocó la parte de atrás de su cuello desnudo. A Lorna le parecía un espectáculo impresionante. "Y no es sólo tu cabello. Estás malditamente maravillosa". Aliviada, ella sonrió y se sintió lo suficientemente relajada para darle a Lorna una mirada franca, agradecida. La mirada que había estado conteniendo en el interior desde que la vio sentada en el comedor. "Como tú". Su voz se convirtió en un ronroneo feliz. "Y amo que uses ese color".

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Lorna siempre fue atractiva, incluso en su lisa remera blanca. Eso, y la sudadera que de vez en cuando, era lo único con lo que Kellie la había visto. Pero hoy en día que llevaba unos pantalones de pana marrón rojiza y una blusa de algodón suave que era de un azul aciano brillante. Era una sombra de fascinación que, de alguna manera, todavía podría no coincidir con la profundidad y la emotividad de los ojos de Lorna. Lorna murmuró un poco avergonzada, "Gracias". Ella vio el paisaje volar y agarró su bolso contra su pecho mientras viajaban. La mirada de Kellie se desvió de la calle. Lorna se había puesto tranquila como si un humor pensativo se hubiera apoderado de ella. "¿Estás bien?" "Me siento..." Ella se mordió el labio inferior por un momento. "Me siento rara, supongo". Puso una mano en su estómago para indicar su malestar. "¿Estar en un coche después de todo este tiempo?" "No. Quiero decir... Supongo que eso también. Pero se siente raro no tener a nadie que me mire. ¿Conoces la clase de sentimiento preocupado que tienes cuando eres dejada en la escuela cuando eres niña?" Kellie asintió, aunque ella no lo sabía. "Es algo así como eso. O como si en cualquier momento tus padres van a saber lo que hiciste y luego te golpearan. Como si estuvieras en tiempo prestado". Kellie se acercó y tomó la mano de Lorna. "Nadie nunca va a tocarte con ira de nuevo, Lorna", le dijo ella, apenas capaz de mantener su propia furia bajo control. "Y no estás en tiempo prestado. Este es su tiempo. Nadie va a quitártelo". Lorna dejó escapar una respiración lenta y un poco abrumada. "Supongo". "¿Por qué no comes tu cena? Sé que has estado soñando con comida durante años". Aún tensa donde las cosas quedaron entre ellas, Lorna negó con la cabeza. "No tengo hambre". Su estómago se eligió ese segundo a gruñir. Ruidosamente. Kellie le dirigió una sonrisa tranquilizadora y leyó su mente. "Adelante, come. Yo no voy a ir a ninguna parte". Con eso, el apetito de Lorna volvió como una venganza y lo hizo, gimiendo con todo el sándwich como si estuviera orgásmica con cada bocado. Ella no tiene idea de lo que me está haciendo. Kellie se retorció un poco en su asiento, los sonidos bajos procedentes de pecho de Lorna enviaban una corriente eléctrica entre sus piernas. 255

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Cuando terminó de comer, poco a poco se lamió los labios y Kellie pensó que iba a morir. "¿Kel?" Lorna aplastó la bolsa en una bola y la guardó en su bolso porque no quería ensuciar la camioneta de Kellie. "Tienes una extraña mirada en tu cara". "Estoy bien", Kellie dijo con voz áspera, retorciéndose un poco más, con sus manos agarrando el volante con todas sus fuerzas. Habían conducido cerca de cincuenta kilómetros. "No falta mucho ahora. ¿No vas a decirme lo idiota que fui de confesar un crimen que no cometí? ¿Por nada?" Kellie suspiró. Todos esos meses en aislamiento en Sugar Land le habían dejado una sensación de muerta en vida. "¡Qué idiota que fui!" "Pero te amo de todos modos", dijo Lorna inexpresiva. Las brasas de la curiosidad que habían estado durmiendo en el interior de Kellie estallaron a la vida. "Hablando de mi confesión malograda…" "Quieres saber quién apuñaló a Katrina realmente". La anticipación se formó en el vientre de Kellie. "Fue Roscoe, ¿verdad? Me encontré con él mientras te estaba buscando, pero podría haberlo hecho antes". Ese profundo charco de sangre y el arrodillarse continuaba siendo materia de las pesadillas de Kellie. "Katrina había estado en el suelo durante al menos un par de minutos para el momento en que llegué y no tenía que hacer nada más que burlarse de eso". "No fue él, aunque me había preguntado eso mismo". La ira hizo el cuerpo se tensaba de Lorna. "No te va a gustar la verdadera respuesta". "Te equivocas", Kellie le dijo en serio, acariciando la pierna de Lorna para tratar de eliminar algo de la tensión que se sentía allí. "Cualquier respuesta que no sea tú o yo es una buena respuesta". "Fue Ramona". El corazón de Kellie detuvo. "¿Qué?", le gritó. Abatida, Lorna sólo pudo añadir, "Lo sé". "¿Ramona?" Kellie parpadeó estúpidamente. El corazón le dio un vuelco. "¡Pero era nuestra amiga!" "Yo creo…" Lorna se removió en el asiento para poder enfrentar a Kellie. "Creo que ella realmente era nuestra amiga, al menos ella pensaba que lo era. Simplemente no pudo resistirse tratar de salvarse a sí misma, sin importar qué vida arruinara en el proceso". En su mente, Kellie podía ver claramente a Ramona de cuclillas sobre el cuerpo casi sin vida de Katrina cuando ella entró en la celda. Ramona había estado tratando de salvar a 256

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Katrina, ¿o no? Kellie tuvo que admitir que eso era sólo lo que Ramona le había dicho. Podría haber estado con la misma facilidad tratando de terminar el trabajo. Ella era la que tenía la barra metida en sus pantalones. Ella era la única que había estado cubierta de sangre. Es por eso que Kellie había cambiado remeras en primer lugar, para parecer más convincente. Para lucir exactamente como Ramona lo hacía. Kellie se estremeció. "Ah, y ella estaba tan escurridiza sobre eso también", Kellie comentó amargamente como las largas piezas que faltaban de ese misterio se deslizaron en su sitio. "No me alentó exactamente a confesar, pero me recordó a cada paso lo que te pasaría a ti si no lo hacía. ¡Ella me manipuló como a una tonta!" "Ella nos manipuló. Durante meses después de que te fuiste, cuando me sentía como si quisiera acurrucarme en una bola y no levantarme, ella realmente me consoló". Aturdida, Kellie le preguntó: "¿Por qué lo hizo, para empezar?" Lorna hizo una mueca. "¿Por qué iba a hacer todo lo posible para salvar su propio pellejo? ¿Por qué alguien lo haría?" "No. ¿Por qué apuñaló a Katrina? Todas la odiábamos, ¡pero Ramona apenas hablaba con ella! ¿Qué razón podría tener?" "Las mismas razones por las que la gente se ha estado matando entre sí por siempre. Drogas. Dinero. Y amor". Kellie palideció. "Por favor no me digas que Ramona se acostaba con Katrina". "Yo dije amor, no sexo. Dusty es su mejor amiga en el mundo. Cuando Katrina organizó que tú y yo fuésemos separadas…" La mandíbula de Kellie cayó. "¡La medida separó a Ramona y Dusty también! Ambas se quejaban constantemente". "Quedo devastada por eso". "¿Y las drogas?" "Ramona siempre fumó un poco de droga. Pero cuando Katrina se trasladó de máxima seguridad a media, el diluvio de veneno realmente comenzó a fluir. Era más fácil de conseguir y por lo Ramona utilizaba más. Ella comenzó a tener problemas para pagar y fue a Katrina en busca de ayuda". Kellie envolvió su brazo alrededor de su estómago. "Oh, Dios". 257

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"Lo sé". Lorna suspiró con tristeza. "Era como pedirle al diablo en persona salvar tu alma. Katrina sabía Ramona estaba luchando y por eso jodía con ella constantemente, haciendo que ella esperase por su droga, encadenándola al llevarla al redil, e incluso en ocasiones haciéndola pagar el doble cuando ella realmente necesitaba una solución". "¿Ramona te dijo esto?" "Katrina me dijo esto. Ni siquiera estaba avergonzada. Todo era sólo un negocio para ella". La boca de Lorna arqueó. "Hasta que ella presionó a Ramona demasiado un día y la jodió". "Todavía no lo puedo creer. ¿Qué hizo que Ramona finalmente confesara? El fiscal me dijo que tenía su confesión cuando me hizo un acuerdo". Lorna se quedó inmóvil. La boca de Kellie se secó. "¿Lorna?" "Yo la ayudé en esa área", Lorna admitió. Sus ojos brillaron. "No me pidas que lo sienta por eso, ¿de acuerdo? ¡Lo haría de nuevo en un latido de corazón!" Kellie acarició el muslo de Lorna. "No iba a pedirte que hicieras eso. Pero si le diste una paliza para obtener una confesión, nunca vas a verte bien en la corte". "No le puse un dedo encima", Lorna se movió incómoda. Kellie se preparó para un grave 'pero'. Una tormenta se desató en los ojos de Lorna. "Pero ella sabía que yo estaría en libertad condicional pronto y amenacé a las personas que ama". Mierda. Sus hijos. "¿Y eso funcionó?" Kellie se burló, realmente sorprendida. "Duh. Nunca le harías daño a sus hijos". La tormenta soplaba sobre tan rápido como había llegado y Lorna se atrevió a dar una sonrisa tentativa. No estaba orgullosa de lo que había hecho, pero tiempos desesperados habían requerido incluso medidas más desesperadas. "No, nunca lo haría. Pero puedo ser muy convincente cuando quiero serlo. Y yo estaba muy, muy motivada". Aunque el engaño a Ramona era doloroso, era algo que Kellie podría archivar para un examen posterior. Kellie dobló de la calle y entró en una pequeña ciudad, serpenteando a través de varios viejos barrios residenciales antes de llegar al final de una tranquila calle sin salida y atravesar un largo camino alineado de grava.

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Los labios de Lorna se curvaron ante la vista de la modesta casa de ladrillo rojo victoriana cerca de la parte posterior del lote arbolado. El lugar necesitaba un montón de reparaciones, un porche envolvente, tejas a dos aguas y columnas la llenarían de carácter. "¿Qué es esto?" "Esto", Kellie sonrió con orgullo, "es una casa". "¿De quién es la casa?" "Mi casa, por supuesto". Kellie le dirigió una mirada de incredulidad. "¿Creías que te estaba llevando a la casa de un extraño?" Lorna parpadeó. Kellie le había hablado de la casa en la orilla del lago ultra moderna y lujosa que había perdido antes de llegar a Blue Ridge. Este lugar parecía demasiado lejos de eso. "¿Compraste esta casa para vivir?" Por favor, invítame a quedarme sólo esta noche. Era ridículo, lo sabía, pero la idea de estar sola esta noche la aterrorizaba y la emocionaba en partes iguales. Kellie apagó el vehículo, frunciendo el ceño cuando salieron de la camioneta. "Sé que no parece mucho ahora". Consternada, Lorna dijo: "Eso no es lo que quise decir". "¡Fue catalogada como una 'Casa victoriana con gran potencial para un comprador de bienes raíces!'" Kellie sonrió con ironía. "Eso de bienes raíces habla de un pequeño pozo de dinero que necesita a Bob Vila25 en esta". A pesar del menos que perfecto estado de la casa en sí, la cara de Lorna se iluminó mientras giraban en un círculo como tomaba los alrededores. Era realmente hermoso allí. "No digas que es un hoyo. ¡No lo es! Podría ser fantástico". Ella le dio Kellie una mirada de disculpa que se las arregló para ser un poco enfermiza de amor. "Pero tú no eres Bob Vila". Lo sé, pero tú lo eres. Kellie contuvo la sonrisa salvaje que amenazaba con superarla. Lorna la amaba tanto como ella lo hacía. Sólo podía decirlo. Y ella ni siquiera había visto la mejor parte. "Fue un robo, por lo que todavía era una buena inversión. Y en realidad no es en lo que gasté mi dinero". Hizo un gesto hacia una zona boscosa detrás de la casa. "Vamos. Hay más que ver". "Sólo voy a buscar mi bolso". "Déjalo", Kellie se rió, pasando de un pie al otro como un niño pequeño. Ella estaba emocionada de mostrarle el resto. "Puedes buscarlo más tarde". 25

Es un hombre famoso por su reparación de casas.

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Lorna recuperó su bolso de todos modos, manteniéndolo cerca de su cuerpo. "No, me importa lo que tiene". "Pero…" "Alguien podría robarlo". La expresión de Kellie se suavizó. "Oh, cariño, tus cosas están a salvo aquí. Es un barrio muy tranquilo. Nadie va a…" Se detuvo ante la mirada ansiosa en la cara de Lorna y cambió de rumbo. "Estás bien. Debería tener más cuidado también". Dio un paso alrededor de ella. "Voy a cerrar la puerta". Lorna miró con tristeza como Kellie cerraba las puertas. "Estoy siendo paranoica, ¿verdad?" Kellie negó con la cabeza. "Nop. Es tu bolso, y tiene sentido que quieras mantener tu seguridad". Ella le tendió la mano y movió los dedos tentadoramente, emocionada cuando Lorna le tomó la mano sin dudar. "Vamos a ir atrás. No has visto la mejor parte". Siguieron caminando por el camino durante otros veinte metros hasta una gran construcción que salía de detrás de una espesa arboleda. Las tejas grises estaban gastadas pero intactas y la misma pintura roja de la casa estaba socavando en algunos puntos, pero las ventanas estaban tan nuevas que todavía tenían pegatinas en estas. "Gran garaje", Lorna murmuró. "Agradable". "Es grande". El corazón de Kellie golpeó de manera desigual. Abrió la puerta de metal. "Ve a observar el interior". A pesar de que el sol de la tarde estaba fluctuando a través de las ventanas, metió la mano y encendió las luces. Lorna le dirigió una mirada extraña, pero obedeció. Kellie esperaba afuera con los dedos de manos y pies cruzados. "Por favor, que le guste". Oyó un ruido sordo cuando el bolso de Lorna cayó al suelo. "¡Mierda, Kel! ¡Es fantástico!" Gracias. El alivio hizo que Kellie quisiera hundirse en el suelo y una amplia sonrisa se estiró en su cara. Haciendo un baile feliz, ella se unió a Lorna en su interior. El espacio no era tan grande como el taller de carpintería en Blue Ridge, pero mantenía las herramientas básicas y las máquinas necesarias para hacer ebanistería y había un montón de espacio vacío para añadiduras posteriores. Las paredes estaban recubiertas de estanterías de pino altas y armarios resistentes que mantenían una variedad de 260

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colorantes, pinceles, pinturas y otros suministros. Incluso había un alijo de madera ya prolijamente apilado junto a una pared. Kellie asintió con satisfacción. Todo estaba limpio y en su lugar. No había estado aquí desde que el equipo fue entregado. El olor del aceite de máquina y la madera le recordaba al taller de la prisión, y podía vivir sin eso. Estaba preocupada de que Lorna se sintiese de la misma forma, pero su reacción le dijo que no tenía por qué estarlo. Lorna pasó los dedos con cuidado sobre la hoja de metal brillante de una sierra de mesa y ella se mudó de una máquina a otra, cada una con un conjunto de grandes alfombras de goma para comodidad del trabajador. "Todo el lugar es increíble", susurró con asombro. "El vendedor en el local de Sears cree que soy una diosa". "Él no es el único", Lorna susurró en voz baja. Kellie oyó las palabras débiles y su corazón dio un brinco. "Supongo que esto significa que estás de vuelta en los negocios". Ella echó la maquinaria otra mirada apreciativa. "Tus trabajadores deben amar estas cosas". "Estoy de vuelta en los negocios, pero no como antes. No sólo rompo cosas ahora, Lorna. Tengo un pequeño equipo de trabajadores contratados en la ciudad y he estado haciendo un poco de movida de bienes raíces reales. Es un viaje de noventa minutos, pero no tengo que hacerlo todos los días. Los chicos y yo realmente estamos consiguiendo hacerlo bien en esa cosa de reparaciones de hogar". Lorna levantó una ceja juguetona. "¿Alguno de estos chicos es lindo?" "No es tan lindo como tú", Kellie replicó. "¿Por qué, estás buscando?" "No". Lorna tragó saliva. "Ya he encontrado que estoy buscando". "Yo también". Lorna miró sus zapatos y sonrió. "Me alegro de que consiguieras instalarte. ¿Eres feliz haciendo lo que estás haciendo?" Lo soy ahora. Pero ella dejó pendiente la pregunta de Lorna. "Me ocupo de la parte comercial de las cosas y los chicos hacen la construcción real y la renovación. Juntos hacemos un buen equipo y se siente..." Ella negó con la cabeza, un poco sorprendida de lo cierto que esto era y qué tan profundo golpeaba en su interior. "Sé que suena cursi, pero se siente bien estar haciendo algo mejor, en lugar de sólo pasar a lo siguiente".

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Los ojos de Lorna adquirieron un brillo emocionado. "Sé lo que quieres decir. Hay algunos lugares antiguos, como tu casa, que están esperando a que alguien los ame y los traiga de vuelta a la vida. ¿Cómo hiciste esto? Dijiste que perdiste casi todo antes de llegar a Blue Ridge". Kellie observaba a Lorna cuidadosamente como le devolvió las preguntas. Había algo en la manera constante que se movía y curiosamente examinaba todo en su camino, tomando cada detalle, ella estaba llena de confianza en sí misma y de inteligencia. Era increíble. La lenta quemadura de excitación que se había iniciado en el momento que la vio fue creciendo más y más a cada segundo. Separó los labios y por un segundo se le olvidaron preguntas de Lorna. "¿Kellie?" "Oh". Ella se lamió los labios. "Lo lamento". La sonrisa de Lorna sostuvo una pizca de satisfacción y era obvio que ella reconoció Kellie había tomado un desvío lujurioso a su conversación. Pero a ella no parecía importarle. "Todavía no estoy segura de por qué, pero mis padres realmente llegaron por mí y me dejaron trabajar con ellos por un tiempo. Las cosas eran buenas y el negocio era... lucrativo. Pero..." Ella se encogió de hombros. "Decidí actuar por mi cuenta otra vez". Hizo un movimiento de barrido con un brazo. "Acabo de comprar este sitio el mes pasado". "Gran paso". "Quiero una vida diferente a la que tenía antes de conocernos. Necesito ser distinta". Kellie quería gritar de las vigas que quería una nueva vida con Lorna, pero podía ver que Lorna, que sostenía el bolso de nuevo, se sentía un poco asustada. ¿Y quién no lo estaría después de pasar tantos años en la cárcel, sólo para ser dejada en un restaurante con estacionamiento un día y esperar a que termines de adaptarte? "Estoy muy orgullosa de ti, Kel. Esto es increíble. No puedo creer que hayas hecho tanto en tan corto periodo de tiempo. Creo que yo hubiera tardado años y años para hacer esto. Y te ves so…" Su mirada era afilada y ella dudó, las palabras colgaban de la punta de su lengua. "¿Sí?" "Has estado sobria". Kellie dejó escapar un profundo suspiro. "¿Sabías eso?"

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"He visto el tirón que la botella tiene en la gente. Y sé que se necesita más de estar sobrio que sólo quererlo. Así que no estaba segura de cómo lo harías una vez que llegaras", Lorna admitió. "Pero tenía fe en ti". Al oír la palabra ‘fe’, Kellie se estremeció por dentro. Cuando las cosas se iban cuesta abajo, ella no había tenido mucha en Lorna y con demasiada facilidad había creído lo peor. Ambas habían pagado por su pobre juicio. "Eres una mujer fuerte. Sólo pensabas que tu única fuerza era el trabajo, y eso nunca ha sido cierto". El afecto se enlazó en sus palabras. "Y ahora tienes la prueba de que puedes hacer frente a cualquier cosa". Aturdida por el análisis, Kellie espetó: "¡Eso es lo más bonito que me han dicho!" Lorna no pudo evitar lanzar sus brazos alrededor de su amante. Apretó la nariz en el cabello suave y oscuro de Kellie y respiró con satisfacción. "Sabía que podías hacerlo, Princesa". Kellie se rió entre dientes, asediada por la emoción. "No creo que la guerra ha terminado aún, pero finalmente me estoy ganando algunas batallas". "Hablando de batallas, va a tomar una a alejarme de ti. ¿Lo sabes, verdad?" Kellie sonrió tímidamente. "Ahora sí". "Vas a estar apesadumbrada que me mostraste donde vives", Lorna bromeó. "Nuh uh. Imposible". Lorna suspiró y se desenredó sus brazos, colocando su frente contra la otra mujer. "Tengo una llamada de teléfono para hacer." "Tengo una cosa más que mostrarte. Por favor, no hagas tu llamada hasta que ya hayas visto esta". En la parte trasera del taller, una escalera estrecha conducía a una segunda habitación vieja. "Esto solía ser una oficina", explicó Kellie, con los puños apretados y abriendo nerviosamente. "Pero he hecho algunos cambios". Ella se volvió y miró directamente a los ojos de Lorna. "Para ti". Se preguntaba qué más Kellie podría tener en la manga cuando Lorna abrió la puerta. Su mandíbula se hundió. "Esto es…" "Un departamento estudio. No es mucho, pero es un comienzo, ¿no?"

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La gran sala estaba pintada de un amarillo alegre y las cortinas verde manzana colgaban de dos grandes ventanas que daban a la casa principal y gruesas alfombras, los colores estaban esparcidos por el suelo. Los muebles eran simples pero funcionales. El librero de arce y tocador eran de pino. Y un escritorio se colocó estratégicamente en una de las ventanas. Había incluso una pequeña zona de estar con una mesa de café, televisión y un asiento de cuero rojo amor. En la esquina, una pequeña isla de cocina, la cocina y la heladera pequeña completaban la escena. Kellie se mordió el labio. "La gente de IKEA me ama también". "Puedes... ¿puedes pagar esto?" Kellie asintió y no parecía ni un poco triste cuando ella dijo: "Vendí los muebles que mis padres estaban almacenándome". Alarmada, Lorna abrió la boca para protestar. Kellie levantó una mano para impedirlo. "Quería un nuevo comienzo, ¿recuerdas? Además la venta cubrió todas las reformas en esta habitación aquí. E incluso si no lo hubiera hecho, había ganado un buen capital inicial mientras estaba trabajando con mi gente". "Creo que tu definición de capital inicial puede no coincidir con la mía". La mente de Lorna se tambaleó no sólo por el dinero que Kellie había gastado, sino en la atención amorosa a los detalles. Esta habitación estaba destinada, evidentemente, ser tan cálida y acogedora como fuera posible. "¿Hiciste todo esto para mí?" "Todo por ti. Aunque espero que no desees nada de eso". Lorna se puso las manos en los lados de la cabeza. Estaba empezando a palpitar. "Creo que necesito sentarme". "Aquí", Kellie rápidamente tomó su mano y la llevó hasta el sofá, colocando el bolso cerca de sus pies. Cuando ambas estaban sentadas ella dijo: "¿Estás asustada todavía?" "Un poco". Intercambiaron sonrisas nerviosas. "¿Qué quisiste decir cuando dijiste que esperabas que no quisiera esto?" No me acuerdo que ella fuera así de loca. Kellie tomó las dos manos de Lorna en las suyas y cerró los ojos por un segundo antes de decir: "Yo quiero que vivas conmigo. Quiero que compartas lo que espero que sea nuestra desaliñada y preciosa casa", Kellie señaló por la ventana, "y dormir en nuestra cama, cada noche". Ella acarició la mejilla de Lorna como atraída por un imán. Lorna se 264

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apoyó en el toque. "Pero en el caso de que sea demasiado, en caso de que no estés preparada para eso, estaba esperando que le consideres esto un primer paso. No es exactamente como vivir juntas". La miró en cuestión. "Por favor, considéralo". Los engranajes en la cabeza de Lorna giraban a un millón de kilómetros por hora. Kellie levantó la mano y enredó sus dedos en el cabello castaño rojizo de Lorna, deleitándose en la sensación de los ondulados filamentos gruesos. Ella le dio un empujoncito. "Te amo. No lo he dicho lo suficiente, pero me voy a arreglarlo a partir de ahora". Lorna casi se fundió en un charco. "Eso es bueno, porque no creo que me vaya a cansar de escucharlo. Yo también te amo". Ella miró a su alrededor otra vez. "Es hermoso, Kel. Todo esto. Pero vives en el medio de la nada en un pequeño pueblo. Yo no tengo coche y tengo que ser capaz de ir a trabajar". Kellie le dirigió una mirada extraña. "¿Para qué crees que es taller de carpintería de la planta baja?" Lorna le devolvió la mirada. "Para tus trabajadores". "Para ti". "Yo…" Kellie cortó sus palabras aplastando su boca contra la de Lorna. El beso atrapó a Lorna con la guardia baja, empujándola más profundamente en los cojines de sofá de dos plazas. Sin pensamiento consciente, su cuerpo respondió con abandono. Después de unos momentos llenos de efusividad, Kellie se preguntó si Lorna haría un movimiento para refrenar las cosas. En cambio, ella deslizó su lengua en la boca de Kellie y la acarició con frenesí en cuestión de segundos. "Kel", Lorna en silencio gimió contra esos labios increíblemente suaves. Ella entrelazó sus dedos en un puñado de cabello oscuro. "Eso es todo", Kellie murmuró atrás, animándola a cada movimiento, ya con ganas de arrojar su ropa y ayudarla a Lorna hacer lo mismo. El controlarse, Kellie había llegado a entender, era un gran problema con Lorna. Se la habían arrancado una y otra vez de su vida y esto era un área en particular que Kellie sabía que anhelaba, pero aún tenía que imponerse. Siempre había retenido una parte de sí misma. Eso iba a cambiar. Justo ahora.

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Kellie cubrió uno de los pechos de Lorna. Apretando suavemente su exquisita plenitud, ella sintió una oleada de inundaciones calor en su propio cuerpo. Incluso sus dedos se curvaron. Oh, Dios, pensó desesperadamente. ¿Cómo no voy a rasgar sus pantalones en este mismo segundo? De alguna manera sin embargo, Kellie mantuvo el control suficiente para mantener su peso en una caricia suave. Burlándose. Haciendo a Lorna desear más. Pero incluso esa resolución fue atacada cuando Lorna deslizó tímidamente su mano bajo la blusa y el sujetador de Kellie. Kellie le devolvió el favor, gimiendo libremente con la sensación de la piel desnuda y suave y un pezón duro tenso contra su palma. Lorna se inclinó hacia Kellie, tratando de forzar más de su pecho en la mano de Kellie. Ella medio gimió, mordiéndose el labio en el último minuto para ahogar el sonido. Kellie pudo ver que Lorna estaba tratando de estar tranquila, de alejar los sonidos a fuerza de costumbre. Ella nunca había odiado a Blue Ridge tanto como lo hizo en ese mismo instante. Pero incluso eso no podía detenerla de ponerse dolorosamente excitada bajo toque de Lorna. Sus lenguas se batieron a duelo por largos momentos, saboreando, hundiendo y burlándose, dejando sus cuerpos en una espiral de lujuria. Pero Kellie no escalonó las cosas más allá de los besos intensamente eróticos. Ella continuó acariciando el pecho de Lorna de una manera que era mucho más suave de lo que sabía que su amante anhelaba. Sin aliento, Lorna retrocedió primero y miró a Kellie desde detrás de los ojos entornados. Ella parpadeó lentamente, luciendo aturdida. "Te deseo", gruñó. Las palabras fueron como un pedernal violentamente golpeando la piedra cuando una lluvia de chispas estalló entre ellas. Entonces Kellie lo vio, al acecho detrás de actitud apenas contenida de Lorna. Esa explosión de energía que era tan... ella. Esa atractiva mezcla de firmeza y bondad que era tan condenadamente sexy que apenas podía soportarlo. Kellie levantó una ceja desafiante. "Entonces haré algo al respecto". El pecho de Lorna se estiró y una ligera capa de gotas de transpiración surgió en su cara y entre sus pechos. El color de rosa estaba en sus mejillas, pero ella no se movió, dispuesta a no tomar demasiado. "¿Tienes miedo?" "Yo…" Una pausa incierta. "No".

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La mente de Kellie arremetió por la injusticia. ¡La han hecho temer de tomar lo que quiere, incluso cuando le está siendo entregado! ¡No esta noche! Nunca más. Ambas habían sido negadas demasiado tiempo a esa cercanía. El sentimiento íntimo de otro corazón, latiendo tan cerca del suyo que ella no podía distinguir los latidos. El sabor de la carne recubierta con pasión. El calor abrasador de dos cuerpos desnudos retorciéndose uno contra otro. Nada iba a detenerla, ellas conseguirían exactamente lo que querían. Lo que anhelaban. "¿No?", dijo Kellie ligeramente. Miró a Lorna a través de las pestañas oscuras. "Pensé que lo deseabas". "Lo hago", Lorna espetó con voz ronca. "Tanto". Ella no había estado tímida o incluso especialmente precavida durante el resto de sus encuentros sexuales. Pero había estado... cuidadosa. Con cuidado de no ser como Katrina. Con cuidado de no dominar a Kellie porque era físicamente más fuerte y se sentía bien llevar las riendas. Ella estaba agradecida de dejar a Kellie estar a cargo. Pero ahora... Las manos de Lorna se abrían y cerraban yendo en contra de sus propias raíces mientras esperaba poder hacer algo para que Kellie hiciera un movimiento. Kellie no dijo nada. En cambio, se levantó del sofá y deliberadamente cruzó la habitación. Ella estaba más cerca de la cama, pero también de la puerta hacia la escalera. Los ojos de Lorna se abrieron con pánico. "Dónde…" Las palabras murieron en sus labios cuando vio la ardiente mirada de Kellie reunirse con la de ella y sus manos alcanzaron el botón de sus pantalones. "Me alegro de que me desees, amor". Kellie no tenía ni idea de cómo ella mantuvo su voz tan firme. "Porque te necesito". Lorna se inclinó hacia delante, con su rostro recalentándose cuando Kellie movió los pantalones más de sus caderas y los dejó caer silenciosamente al suelo. Ella salió de la ropa y sin cuidado la arrojó con el pie. Lorna tragó convulsivamente. La ropa interior de Kellie era de encaje, de color negro azabache y muy diminuta, llegando al descansar muy por debajo de sus caderas. Sus ojos se oscurecieron con hambre no disimulada. "Tú..." Una exhalación entrecortada. "No… no tienes las de antes". Kellie sonrió perversamente. "Tienes razón", dijo simplemente. "No lo hago". Con exagerada lentitud, Kellie comenzó abrir sus botones de la blusa. En primer lugar los puños, entonces, uno por uno, comenzando en la parte inferior, su camisa comenzó a 267

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abrirse y asomar tentadoras porciones de carne cremosa a la vista. Ella levantó los lados de su camisa y la dejó caer de sus hombros, dejando al descubierto el sujetador a juego y todavía permitiendo que una cantidad generosa de sus pechos se derramara sobre su parte superior. Levantó sus manos y se pellizcó los pezones a través de su sujetador dejando escapar un grito enérgico. Las fosas nasales de Lorna se encendieron ante la vista y su estómago se apretó con necesidad. Ella estaba en llamas. Entonces, inesperadamente, Kellie se dio la vuelta y se enfrentó a la pared, colocando por encima de su cabeza ambos brazos y colocándose de puntillas. "¿Te he mostrado este reloj?", dijo suavemente, con sus labios curvándose en una amplia sonrisa cuando escuchó a Lorna dejar el sofá y comenzar a cruzar la habitación. Ella retorció su trasero seductoramente, con emoción golpeando a través de ella y mojándola. Eso es, nena. Ven y atrápame. "Lo puse en alto para que tú…" Lorna se amoldó a sí misma en la espalda de Kellie, sujetando las muñecas de Kellie en alto contra la pared con una mano. Frotó la mejilla contra la de su amante; con sus cuerpos tocándose, unidos en una explosión de sensaciones como la tela ligeramente áspera deslizó contra la piel suave, llevando todos sus nervios a la vida. "Muy graciosa", Lorna susurró pesadamente, con su nariz presionando en el cabello de Kellie como ella respiró profundamente el aroma limpio. Los ojos de Kellie se cerraron por propia voluntad. Sigue adelante. "¿Lo… lo soy?" Lorna empujó las manos de Kellie contra la pared. "Quieta", le ordenó, su voz era una octava más baja de lo normal como poco a poco dejó caer su propia mano mientras Kellie dejó la suya en su lugar. "Sabes que lo eres". Lorna se alejó un poco hacia atrás para examinar a la mujer que tenía delante. Presentada ante ella. "Eres taaan caliente". Ella deslizó su mano alrededor del lado de Kellie para cubrir su vientre y luego le dio un tirón inesperado. Kellie jadeó mientras se inclinaba por la cintura. El movimiento puso su trasero más alto en el aire, con sus palmas aún pegadas a la pared aunque mucho menos de lo que estaban antes. Su sexo dolía. Por favor. Por favor. "Y ahora estás aún más caliente". Lorna besó arriba y abajo de la espalda de Kellie, luego hacia arriba a la línea del cabello. Su boca viajó a los oídos de color rosa. Al mismo tiempo, ella acarició uno de los pechos de Kellie por debajo de su sujetador con una mano, mientras que palmeó entre sus piernas con la otra. Ella gimió, sin restricciones en ese instante, pero no fuerte, ante la humedad que la saludó. "Jesús, me estás volviendo loca". 268

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Kellie gimió. "Pero", los besos de Lorna se mudaron a un lado de la garganta de Kellie donde mordió suavemente, "ya sabes eso". Ella retiró la mano del pecho de Kellie y envió sus dedos ligeramente hacia abajo el estómago de Kellie. "Te adoro", susurró ella, con la mano entre las piernas de Kellie empezando a acariciar lentamente el largo de ella. El toque de Lorna fue suficiente para volver a Kellie loca de lujuria, pero no era suficiente para hacer que llegara. Devoluciones... admitió para sí misma, eran una mierda. ¿En que estaba pensando? Ella amplió su postura, en silencio pidiendo un contacto más profundo. Lorna murmuró palabras incoherentes de amor y devoción contra la piel de Kellie, besando y acariciando todo el tiempo. Adorándola. La mente y el cuerpo de Kellie estaban comprometidos en una guerra que rabiaba. Había intencionalmente, y sorprendentemente con éxito, seducido a Lorna a la acción. Pero ahora que la tenía, estaba desesperante a su merced. Su amante era implacable y no parecía tener prisa. "¡Por favor!", ella finalmente gritó, cuando los dedos de Lorna apenas rozaron la parte exterior de su clítoris. Todo su cuerpo se sacudió. "Por favor". Lorna retiró su mano de entre las piernas de Kellie y la mujer de cabello oscuro apoyó la frente contra la fría pared, con los ojos fuertemente cerrados en señal de frustración. "Por favor, ¿qué?", dDijo Lorna en silencio, su lengua se lanzó a degustar el hombro de Kellie. "¿No confías en mí, Princesa?" El extraño tono de la pregunta de Lorna provocó que Kellie se congelara. Había algo detrás de las palabras. Ella trató de darse la vuelta, pero Lorna no quiso saber nada de eso. "No. Quédate donde estás". Su voz era firme, pero no desagradable y cada palabra fue interrumpida por otro beso amoroso. "Lorna…" "¿Cómo puedes confiar en mí haciendo esto?" Lorna fue con un dedo recorriendo la espalda con una larga pasada y penetró en ella. Kellie echó la cabeza hacia atrás y gimió. "Y seguir pensando que me gustaría hacer algo tan loco como tratar de matar a Katrina", un beso entre los omóplatos de Kellie, "sabiendo que nos separaría... ¿tal vez para siempre?" Lorna añadió un segundo dedo. "Cuando nunca haría intencionalmente cualquier cosa que nos alejara. Nunca". 269

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La cabeza de Kellie goleó de lado a lado. "Tú… tú quieres hablar de esto... Oh, Dios... ¿en este momento?" Escuchar el nombre de Katrina ahora era como si le echaran un balde de agua helada. Y, sin embargo Lorna era inflexible en sus demandas sobre su cuerpo y mente. "Dime por qué lo hiciste", Lorna ordenó en voz baja, manteniendo sus caricias profundas y constantes. "Por… porque yo te… te amo", Kellie dijo entre dientes, a punto de llegar, o de gritar, o de dar vueltas y tirar a Lorna en el suelo tomarla por sí misma. Tal vez haría las tres. "¿Y?" Ella levantó la mano y pellizcó uno de los pezones de Kellie través del encaje ligeramente rugoso de su sostén. Kellie lo sintió todo el camino hasta los dedos del pie y ella gritó de nuevo. "¡Sí!" "¿Y?" Lorna se detuvo a acariciar por completo. Frenéticos, los ojos de Kellie se abrieron. "¡Porque quería matarla y ella se lo merecía!" Las palabras se derramaron de ella en una corriente desesperada. "No es que no confío en ti para hacer lo correcto. Era que, en ese momento, matarla no parecía ser la cosa errónea. Tenía miedo por ti. Confío en ti en todo". Lorna murmuró su acuerdo ante el sentimiento sincero y amoldó su cuerpo contra el Kellie de nuevo, enroscando los dedos que habían sido implantados en el interior de la otra mujer, masajeándola. El movimiento trajo una ola de alivio dulce y Kellie se quedó sin aliento, con la sensación de los primeros movimientos de su orgasmo inminente. Ella abrió la boca y trató de recordar lo que habían estado hablando. Oh sí. Fue una lucha hablar y aunque sabía que iban a discutir esto más tarde, ella todavía tenía que decir algo ahora. Incluso si el momento era surrealista. "Lo siento". "Shh... ‘tá bien", Lorna la tranquilizó, frotando su mejilla contra la piel sudada y ronroneando como un gato satisfecho selva ante la increíble suavidad de Kellie. "No te culpo, Princesa. Sólo necesitaba saberlo". Ella se movió hacia arriba y rozó sus dientes a lo largo de la columna libre de la garganta de Kellie como hundía sus dedos en el interior, una y otra vez. "¿Se siente bien?", dijo con voz áspera. La pregunta era auténtica, aunque sonaba como seducción. Algo que era totalmente innecesario en este punto. ¿Bien? "Dios, sí", Kellie jadeó, sin sentido como ella metió de nuevo la mano de Lorna. "Te amo demasiado. Quiero que te sientas bien. Dime…"

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"¡Más rápido!" Lorna obedeció al instante. Kellie no tuvo tiempo suficiente de inhalar antes de que un orgasmo alucinante estuviera sobre ella, haciendo estragos desde adentro hacia fuera. Se estremeció violentamente, segura en los brazos de Lorna mientras se acercaba una y otra vez, al oír un grito lejano que sólo vagamente registró como proveniente de su propia garganta. "Tranquila", Lorna murmuró. "Te tengo". Uno de los brazos de Kellie se deslizó por la pared y ella casi se vino abajo, pero Lorna la abrazó con fuerza. Le tomó un minuto completo de jadeos a Kellie regresar a sus sentidos lo suficiente para murmurar, "Jesucristo". Sus piernas estaban tambaleantes y ella gimió mientras los dedos de Lorna reaparecieron lentamente desde dentro de ella. Lorna la besó tiernamente. "Eres fantástica". Kellie sonrió débilmente. "Creo que soy la que debería estar diciendo eso". "¿Eso... estuvo bien?" Su voz suplicó la absolución. "¿No te lastimé o…?" Kellie giró en sus brazos y cubrió a Lorna con una mirada que podría fundir el acero. "No estuvo bien. ¡Fue tan bueno que creo que no voy a ser capaz de caminar mañana!" Los ojos de Lorna se agrandaron. "Yo…" "Si dices ‘lo siento’ voy a tener que hacerte sufrir". La boca de Lorna se cerró. Kellie relajó de nuevo. "Gracias". "No puedo creer que me dejaras hacer eso", Lorna persistió, todavía un poco conmocionada por la forma en que se había comportado. "Te sostengo en el lugar y luego..." Ella hizo una pausa y bajó la voz como si estuviera diciendo algo terriblemente malo. "Por atrás". Kellie sabía por qué Lorna estaba molesta. Había visto a dos guardias tomar a las prisioneras de esa forma, sin molestarse en mirar a la mujer en la cara mientras la cogían. Pero esto no era nada de eso. "¿Por qué?", soltó un bufido. "Estaba malditamente cerca de rogarte". Ella estaba encantada cuando el disgusto de Lorna se volvió lobuno. "Lo sé. No podía esperar ni un segundo más".

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Oh, hombre. Kellie reflexionó brevemente que muy probable que sólo había desatado a un encantador monstruo en potencia. Qué suerte la mía. "No estoy hecha de cristal y sé lo que quiero. Sé que no es fácil para ti... especialmente después de todo lo que has visto. Pero tienes que creerme que nunca me llevarás a algún lugar que no quiera ir". Lorna sacudió la cabeza con asombro. "Lucías… tan…" Kellie esperaba que la palabra que ella buscaba era ‘cogible’ pero decidió perdonarle a Lorna el esfuerzo de tratar de atraparla. Suavemente, chasqueó la lengua mientras arrastraba su mirada hacia arriba y abajo Lorna. "Si yo lucía medio comestible como tú lo haces en este mismo segundo, no habría resistido tanto tiempo como lo hiciste". El frente de la blusa de Lorna estaba húmedo con una mezcla de su propio sudor y el de Kellie. Se aferraba sensualmente a sus pechos, elevando la temperatura en la habitación. Sus labios estaban hinchados y de un rojo intenso. La tentación personificada. Y esos ojos que tan fácilmente hipnotizaban a Kellie ardían, sus pupilas se dilataron aún con la excitación. El pelo castaño rojizo en las sienes de Lorna estaba húmedo y oscuro, Kellie levantó una mano para apartarlo. La piel de Lorna estaba lo suficientemente caliente para hacer que siseara por la reacción. Lorna se inclinó y rozó sus labios, entonces profundizaron un beso que pronto se convirtió en abrasador. "Tienes que desnudarte", Kellie murmuró después de varios minutos de besos. "Ahora". Lorna no necesitaba que se lo dijeran dos veces. Como si su vida dependiera de su velocidad, se arrancó la ropa hasta que ella estuvo de pie ante Kellie totalmente desnuda. No había ni rastro de pudor y cuando Kellie inspeccionó el hermoso cuerpo orgulloso delante de ella, podía ver por qué. Lorna era preciosa. Ella pasó el dorso de su mano desde el ombligo de Lorna a los pezones que estaban con orgullo exigiendo atención. Lorna tembló. "Hay algo que quiero hacer, Lorna", dijo Kellie, sin dejar de tocarla suavemente. "Cualquier cosa", Lorna se comprometió con reverencia, "haría cualquier cosa contigo". Kellie gimió para sus adentros, el corazón le latía con tanta fuerza que amenazaba con estallar libremente de su pecho. Lorna confiaba en ella de una manera ningún amante jamás lo había hecho. Sin reservas.

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Sonriendo, ella corrió hacia la cama y después de un segundo de vacilación por sorpresa, Lorna corrió tras ella, luchando contra ella con las mantas suaves y riendo. Lucharon y, como era de esperar, Lorna ganó. Ella se sentó a horcajadas de su amante y la miró de reojo provocativamente. "Bueno, Princesa, ¿es esto lo que tenías en mente?" Kellie arrugó la nariz en broma, fingiendo consternación por ser capturada tan fácilmente. "No exactamente. ¿Te acuestas en mi lugar?" Lorna salió de encima y se acomodó a su lado. Con el codo en la cama, ella apoyó la cabeza con la palma de su mano. Kellie reflejó la postura, tan cerca de Lorna que compartían el mismo aliento. "Así que..." Comenzó Lorna, con los ojos cada vez mayor con capucha otra vez, "Aquí me tienes. ¿Qué vas a hacer conmigo?" "Todo", Kellie respiró, mirando la garganta de Lorna mientras tragaba convulsivamente. "Voy a empezar aquí", se inclinó hacia delante unos cuantos centímetros y besó la punta de la nariz de Lorna, "y luego hacer mi camino hacia abajo, besando cada centímetro de ti". Una oleada de calor en las palabras le provocó a Lorna un escalofrío. Sus cejas saltaron. "¿En todas partes?" Susurró ella, en un tono que Kellie no sabía leer. "Uh huh." Sus ojos se encontraron y llevaron a cabo. "¿Está bien?" ¡Por favor, di que sí! Kellie se estaba muriendo por tomar a Lorna con la boca. Sabía que Lorna nunca había experimentado ese placer y quería demostrarle lo mucho que la amaba, mientras que la conducía a nuevas alturas a través de ese acto devastadoramente íntimo. Además, a ella le encantaba hacerlo. Cada segundo que estaban juntas en Blue Ridge había sido una oportunidad para que los guardias las capturasen y, como mínimo, las tiraran en el hoyo, o peor aún, las separaran para siempre. Simplemente no había habido tiempo o la oportunidad adecuada para hacer uso de esa faceta de hacer el amor. Pero esos días habían terminado. La expresión acalorada de Lorna y la voz áspera dejó la sangre de Kellie en llamas cuando ella dijo: "Todo lo que quieres es tuyo". El pecho de Kellie dolió con amor y se le hizo agua la boca. Ella comenzó su exploración con el rostro de Lorna, besando las cejas, barbilla y mejillas, degustando sus labios durante tanto tiempo que había perdido la noción del tiempo hasta que el gemido de Lorna, y sus manos que se aferraban desesperadamente a las sábanas, le llamó la atención más hacia el sur. 273

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Ella prodigó a los pechos de Lorna atención, mordiendo suavemente, lamiendo y chupando sus pezones hasta que Lorna estaba fuera de sí por la necesidad y casi retorciéndose de la cama. La vista era la más erótica que Kellie había visto en su vida y su propio sexo latía al ritmo de su corazón. Mareada por el deseo y jadeando con dureza, Lorna instó la cabeza de Kellie hacia abajo con las dos manos. "Jesús, Kel, no me hagas..." Un gemido gutural la obligó a expulsar a las palabras, "¡es… esperar más!" Kellie tuvo una punzada de empatía por Lorna. Ella misma ya había venido varias veces. Duro. Y ya estaba tan excitada de nuevo que apenas podía pensar con claridad. Lorna tenía que estar al borde de la locura y el hecho de que podía hablar en absoluto era una hazaña impresionante. En algún momento de su placer sexual se había puesto el sol y Kellie se dio cuenta de que podía ver la humedad entre los muslos de Lorna brillando bajo la luna. Su propio sexo se apretó dolorosamente ante la imagen seductora. En sus manos y rodillas, Kellie se giró en la dirección opuesta para poder enfrentarse a los pies de Lorna. Entonces ella gentilmente apartó los muslos que temblaban con anticipación y los frotó con dulzura. Dios, cómo había soñado con hacer esto. Kellie besó sus muslos lisos, y Lorna pensaba que eso solo sería suficiente para hacerla morir de placer. Pero cuando Kellie volvió la cabeza y lamió largamente, en un sólido toque, Lorna gritó en éxtasis sin restricciones. Kellie la animó con un fuerte gemido gutural que envió una ola de gloriosa vibración a través de todo su cuerpo. Los ojos de Lorna se cerraron y su boca se separó como el placer cantaba a través de ella. ¡Dulce Jesús! Era, decidió, una cosa muy buena y no sabía lo bien que sentía esto. Si lo hubiera hecho, nunca habría sido capaz de resistirse a tomar a Kellie esa forma. El orgasmo de Lorna corrió más cerca, como un tren de carga a toda velocidad fuera de control. Nada podía detenerlo ahora. Si Kellie dejaba lo que estaba haciendo, ella moriría. Era tan simple como eso. Aun así, una curiosidad enloquecedora la abrumaba. La parte inferior de la forma perfecta de Kellie estaba a sólo centímetros de su cara. Ella se quedó sin aliento cuando un especialmente delicioso golpe de lengua de Kellie rodeó su clítoris y luego cedió a su curiosidad. ¿Y si...? Se acercó sus dedos debajo de la ropa interior de Kellie y los deslizó a través de la humedad abundante que encontró allí. Kellie se estremeció y gimió de nuevo. Eso fue todo el permiso que Lorna necesitaba para empujar la ropa de Kellie a un lado y agarrar ese dulce culo de Kellie sobre su propia boca, deteniéndose sólo el segundo que 274

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le tomó a Kellie para pasar para que ella tuviera una pierna a cada lado de la cabeza de Lorna. Lorna no sabía exactamente qué hacer, así que copió lo que Kellie le había hecho a ella y lo que la había hecho querer explotar en mil pedazos. Kellie levantó la cabeza y gimió un alucinantemente sexy, "¡Oh sí!" Luego simplemente se devoraron entre sí. Inexplicablemente, Kellie llegó primero, con las piernas temblando como un orgasmo feroz la atravesó. Lorna sintió que llegaba, y que, en combinación con los intentos valientes de Kellie para continuar lo que había estado haciendo a pesar de que todo su cuerpo temblaba, envió a Lorna sobre el borde de su propio acantilado. Ella gritó entrecortadamente y sus piernas se cerraron alrededor de la cabeza de Kellie, pero segura de que las manos le impedían sofocar a su amante. Durante unos segundos vio estrellas mientras ella se contrajo sin descanso. Kellie exprimió hasta la última gota de placer, hasta que Lorna no podría tener más y tuvo que empujar suavemente su cabeza. Aun respirando como si estuviera corriendo a pleno, Lorna se hundió sin fuerzas en la cama, pero en lugar de caer de vuelta a la tierra, ella flotaba hacia abajo felizmente, en un lugar tan dulce que no parecía real. Unos besos ligeros y el cálido peso de la cabeza de Kellie descansando sobre su muslo la trajeron de vuelta a la realidad. "Hey", dijo Lorna, con voz ronca, sorprendida por la avalancha de emoción repentina que la inundó. Ella parpadeó un par de veces, dispersando lágrimas cristalinas. En ese momento ella amaba a Kellie tanto que realmente dolía. "Hey", Kellie le contestó y Lorna podía sentir sus labios contra su curva de la piel en una sonrisa. "Ven aquí". Y Kellie lo hizo, gimiendo un poco como ella extendió las extremidades que habían empezado a sufrir calambres. Ella se acostó junto a Lorna en la misma almohada y tiernamente enjugó las lágrimas con un solo dedo, eligiendo no hacer comentarios sobre eso. Sus ojos le decían a Lorna que entendía exactamente lo que estaba sintiendo.

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"Yo... um..." Lorna se aclaró la garganta después de que habían pasado unos momentos de silencio, simplemente disfrutando de la cercanía que compartían. "Me gusta mucho esta cama". Kellie se echó a reír, la felicidad corriendo de ella como un géiser. "Lo haces, ¿eh? Bueno, a mí también", admitió. "Y realmente me gustas sobre ella". Una sonrisa irónica contrajo los labios de Kellie y besó la mejilla de Lorna antes de retroceder lo suficiente para frotar sus narices. "Igualmente. ¿Eso significa que te vas a quedar?", preguntó ella esperanzada. "Al menos por la noche". Si Lorna decía que sí a una noche, era probable que se convirtiera en siempre y ella lo sabía. "Eso significa que puede ser que necesites una barra de hierro para echarme".

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Capítulo 23 La siguiente mañana…

Poco a poco, Lorna comenzó a moverse de un profundo sueño. Ella se acurrucó con suaves bocanadas con la sensación almohada y la cálida caricia del aire en la parte posterior de su cuello con cada una de las respiraciones de Kellie. La sensación era deliciosa y ella suspiró con satisfacción, se preguntó por qué había estado inquieta de dormir con alguien en absoluto. ¡Los guardias! Ella se puso de pie, con los ojos violentamente lanzándose en todas las direcciones, su corazón latía con tanta fuerza que el sonido ahogado siquiera su respiración agitada. La prisa la dejó mareada. Todavía estaba oscuro afuera y le tomó un largo y aterrador instante a su mente conciliar exactamente dónde estaba. Y quién estaba durmiendo tan plácidamente a su lado. Y que estaban a salvo. Ella pasó una mano temblorosa por su cara mientras su corazón se desaceleró. Lorna todavía sentía desgastada, pero estaba cansada de una buena manera. Y, gracias a Dios, si era por lo que había soñado que no podía recordar. Ella y Kellie habían estado con el cuerpo de la otra tanto y durante tanto tiempo que la habían llevado a fondo cuando finalmente cerró los ojos anoche por última vez, se había dormido como un tronco. Miró el reloj en lo alto de la pared y comenzó a sentir una punzada de culpa por cómo se había comportado cuando Kellie se situó por debajo. Pero Kellie parecía tan dulce y contenta, con la cara arrugada con líneas de su almohada, un pequeño hilo de baba de su conectando con la cama, que Lorna hizo una pausa en sus auto-recriminaciones para sonreír. Aún atrapada a mitad de sueño, pero detectando que su amante se había movido, Kellie murmuró un suave, "’Taremos bien", y puso la mano en el muslo de Lorna. Ella la acarició un poco más cerca. "Te amo". Supérate a ti misma y mírala. Ella está soñando algo feliz. Las dos lo queríamos anoche. Con cada suspiro sincero, gemido y susurro cálido, Kellie le había transmitido una y otra vez que lo que habían hecho, y cómo Lorna se había comportado no estaba bien, pero era bienvenida. Y Lorna dejó que ese pensamiento sirviera como un bálsamo sobre su espíritu maltrecho.

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Lanzando sus reservas al viento, Lorna decidió confiar simplemente en que iban a desarrollar un dar y recibir en el que ambas pudieran vivir. Si anoche fue una indicación, iba a ser un infierno de viaje. Kellie había, literalmente, sacudido su mundo. Con cuidado, para no despertarla, Lorna levantó la mano delgada de la pierna y la examinó, tomando nota de la simetría a través de una neblina de lágrimas de felicidad. ¿Quién sabía que la gente podía llorar de felicidad? Era una interesante, pero todavía un poco desconcertante, experiencia. Se centró en sus manos unidas. Eran de un ajuste perfecto. Ella trajo la mano de Kellie a la boca y con ternura rozó sus labios contra ella. "Te amo también", susurró ella, con voz graciosa. El afecto se hinchó dentro de sí hasta que pensó que podría estallar. Sentía tanto que tuviera un impulso irrefrenable de huir. Pero no muy lejos. Sólo por aire fresco en el exterior donde pudiera reunir su ingenio y sentimientos dispersos en una bola manejable. Un pequeño estremecimiento se deslizó por su espalda. Ella sólo podía caminar por ahí como si no fuera nada fuera de lo común. Nadie podría detenerla o interrogarla. Lorna se deslizó de la cama y colocó la sábana y manta alrededor de Kellie, besando sus protestas tipo maullidos que estallaron a la vez. Desde el piso, ella recuperó la colcha que había sido arrojada al pie de la cama mientras estaban revolcándose por ahí como comadrejas. Bostezando, la envolvió alrededor de sus hombros, metió sus pies en sus zapatos sin tomarse la molestia de atarlos y caminó fuera. Fue justo antes de la salida del sol, el cielo y el patio estaban de un color púrpura etéreo que hacía todo de un magnífico tono de ensueño. "Guau", respiró ella, asombrada. Con los ojos bien abiertos, ella giró en un círculo, asimilándolo todo. El patio era grande y muy privado, con árboles y arbustos oscureciendo completamente cualquier casa que pudiera estar cerca. Para una chica de la ciudad, esto era tan extraño como si acabara sido dejada en la Luna. No había micros que pasaran zumbando, no había perros ladrando o faros, alarmas lejanas de coches a todo volumen con insistencia.

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Una sensación de paz se hinchó dentro de ella, y como el sol en una mañana brumosa, dejó que su intensidad quemara muchos de sus miedos. Más cerca de la casa principal, ella vio a un banco y caminó lentamente a este, decidida a ver el amanecer. Sólo una cosa faltaba... "¿Lorna?" Kellie cuestionó en voz baja, con la preocupación estropeando su rostro. "¿Estás bien? Me desperté y te habías ido". Lorna la miró y sonrió cálidamente. Kellie estaba envuelta en la manta del sofá y se había puesto al azar la camisa de Lorna, no pudiendo abotonarla correctamente, tenía un pedazo de papel que sobresalía de su bolsillo. Pero los ojos azules recorrieron rápidamente, más preocupados por la mujer que por lo que llevaba puesto. Un caso grave de cabecera de la cama que tenía el pelo rapado y de pie en ángulos extraños. "Te ves hermosa", susurró ella, dándole una sonrisa borracha de amor. Las cejas de Kellie se dispararon. "Estoy segura que lo hago", murmuró ella con ironía. Si tengo suerte, esta cosa del ‘amor es ciego’ va para siempre. Ella golpeó las piernas de Lorna con la cadera. "¿Largándote?" Lorna asintió y se hizo más que eso, abriendo la manta para que Kellie se sentase antes de que las envolviera con fuerza. Sus cuerpos se relajaron cuando entraron en cálido contacto. "No has respondido a mi pregunta," Kellie pinchó suavemente. "¿Estás bien?" "Uh huh. Yo solo quería..." La voz de Lorna decayó. "¿Escapar un minuto?" "Mmm... algo así". Y llegué y la perseguí. Ugh. Nada convence a una mujer se quede contigo como salir como desesperadamente necesitada. "Yo debería irme". Lorna negó con la cabeza y me olvidaba la mejilla de Kellie. "Quédate", corrigió ella, su voz baja y en deferencia a la tranquilidad. "No necesariamente quiero estar sola, simplemente no tenía corazón para despertarte para que pudiéramos sentarte en la brisa fresca y la oscuridad conmigo". Los ojos de Kellie se estrecharon mientras trataba de medir la sinceridad en las palabras de Lorna. "Está bien", finalmente se permitió. "Entonces, ¿qué estamos haciendo?"

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"Estamos viendo la salida del sol. Tiene que suceder pronto". Las estrellas ya estaban empezando a desaparecer y los pájaros en los árboles empezaban a moverse. "Me encanta estar aquí", Lorna decidió en voz alta. Kellie sonrió. Podía ver como si se tratara de un vínculo visible entre ellas. Sus vidas se iban tejiendo juntas aquí como lo habían hecho en Blue Ridge.

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"Pero, ¿cómo fuiste capaz de hacer todo eso tan rápido?" Y entonces hablaron. Kellie le explicó el acuerdo que hizo con el fiscal y la forma en que había sido puesta en libertad condicional anticipada, pero no podía ponerse en contacto con Lorna hasta que fuera liberada de Blue Ridge. Lorna dejó escapar un suspiro tembloroso. "No jodas. Debería haber pensado en eso". La realización apareció y Kellie miró a Lorna como si tuviera dos cabezas. "¿Pensaste que te estaba dejando?" La mitad de ella estaba herida que Lorna creería algo tan absurdo. La otra mitad quería llorar por lo que su amiga tuvo que haber pasado por durante esos largos y solitarios meses, preguntándose si ella estaba realmente sola en el mundo. "Dios. Si tuviera una idea que podrías pensar eso, me gustaría haber…" Lorna tomó de la mano. "Hiciste lo correcto". Disgustada, ella frunció el ceño. "No puedo creer que enloqueciera por nada". "Lorna…" "Shh... Es una cosa vieja. Quiero mirar hacia adelante ahora". Kellie asintió. "Así lo hago yo, es por lo que estoy lidiando con mi pasado". Ella tocó el trozo de papel que había agarrado por impulso del bolsillo de sus pantalones mientras se dirigía a buscar a Lorna. Había practicado hacer esto un millón de veces, pero ahora que estaba en el último momento, las palabras adecuadas parecían eludirla. "Hice algo mientras estaba esperando para que te pusieran en libertad". Lorna frunció el ceño, obviamente sintiendo el malestar de Kellie. "¿Es una carta dirigida a mí o algo para el policía al que le disparaste?" 26 Acá no hay una división, lo hago porque sino no tiene sentido. Salta de golpe y no es mi culpa, estaba así en el texto.

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"Esa la escribí el mes pasado. Su esposa me escribió diciéndome que me fuera al infierno y me amenazó con tener mi libertad condicional revocada si seguía acosándolo". "Ay". "’Ta bien". Kellie levantó la barbilla. "Por mucho que me estaba disculpando, estaba aliviando mi propia conciencia. No puedo esperar su apoyo en eso". "¿Y?" Lorna extendió la mano y tocó el papel que sobresalía del bolsillo de la camisa de Kellie. "¿Quieres que siga adivinando? No tienes que decirme si no quieres". "Encontré a tu hermana Megan". Tanta sangre desapareció del rostro de Lorna que Kellie pensó que se iba a desmayar. "¡Mierda! Aquí", Kellie la ayudó, dejando sus manos sobre la espalda de Lorna y sintiendo salvajemente latir el corazón de su amante. "Pon la cabeza entre las piernas". Lorna la desestimó con la mano, pero hizo lo que Kellie instruyó. "¿La encontraste?", preguntó con voz débil. Sus grandes ojos vidriosos lucían púrpura en la luz menguante. "Pero el guardia que hizo la búsqueda…" "O hizo un mal trabajo o no había mayor cantidad de información en la web en ese momento. Esto fue hace años y años, ¿verdad?" "Sí, pero..." Lorna se agarró del banco con sus manos y cerró los ojos. "Es ella... ¿está muerta?" "¡No!" Kellie la abrazó, sintiéndose horrible de asustarla de muerte. "Ella es una periodista, está casada y tiene un niño. Ellos viven en un suburbio de Chicago". Lorna abrió los ojos y miró a Kellie como si estuviera hablando un idioma extranjero. "¿Una periodista? Para eso se necesita la universidad, ¿no?" Kellie sonrió. "Sí lo haces bien, funciona. Y sí lo hace". Lorna se soltó del banco y se tapó la boca con la mano, hablando desde detrás de sus dedos. "Salió entonces". Ella sacudió la cabeza con incredulidad. "De algún modo". "Su dirección está en el papel." Kellie levantó sus cejas en cuestión. "¿No la quieres?" Lorna alargó una mano temblorosa y luego se detuvo en seco. "¿La guardarías por mí?" "Por supuesto". Desconcertada, Kellie buscó en la cara de Lorna. "Pero yo no…" "Sólo necesito un poco de tiempo, Kel". Lorna se parecía un poco a un soldado que acababa de regresar de la batalla. Feliz de estar aquí, pero todavía traumatizada y más que un poco aturdida. 281

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Frustrada, Kellie se maldijo por no haber esperado para darle a Lorna las noticias. ¡Pero era una buena noticia, maldita sea! Y ella había estado tan feliz cuando la encontró que ella había llorado durante medio día. Lorna dijo: "Esperaba que ella estuviera viva durante todos esos años, pero nunca estuve segura. E incluso si ella estaba viva, pensaba que todavía estaría como en casa, reviviendo misma horrible vida de mi madre". Su mirada preocupada cubrió a Kellie. "¿Cómo se sentiría tener una hermana convicta bailando de nuevo en tu vida? Quizás su marido no sabe nada acerca de cómo crecimos y lo que hice con papá y…" "Whoa. Whoa. Está bien", Kellie le aseguró, acariciando su cabello. "La tendré todo el tiempo que quieras, y si... cuando estés lista, podemos decidir qué hacer a continuación, ¿de acuerdo?" La tensión se drenó del cuerpo de Lorna. "Sí". Ella lanzó un profundo suspiro. "Eso sería perfecto. No puedo decirte gracias lo suficiente por esto. No puedo". Ella sonrió un poco, con las líneas alrededor de los ojos retorciéndose levemente. "¿Está realmente viva?" "Realmente lo está". Lorna dejó escapar un fuerte grito, asustando a los pájaros. Kellie hizo un baile en el interior. Ese grito feliz era la recompensa por las horas y horas de trabajo que ella había pasado investigando por Megan Malachi. "Hey, mira", Kellie volvió la cabeza y Lorna imitaba el movimiento. "Estamos a punto de perdernos el espectáculo". El sol asomaba por el horizonte, salpicando el cielo con brillantes rayas de color rosa y púrpura. Cautivada, el rostro de Lorna se transformó en uno de asombro infantil. "Guau". La comprensión llegó en el horizonte junto con el sol naciente. Encantada, Kellie le preguntó: "Esta es tu primera salida del sol, ¿no es así?" Lorna sonrió, los dientes blancos parpadeando en la luz de la mañana. "Parece que van a haber un montón de primeros". Con extremo cuidado, se ajustó la manta que las cubría y lanzó un suspiro de satisfacción. "Así que sólo voy a sentarme y disfrutar". Cuando finalmente apartó la mirada de la cara de Lorna y miró a lo lejos, Kellie no vio el sol que la había cegado tantas veces durante los años de su viaje doloroso de madrugada. O el sol que había brillado a través la ventana de su habitación, por lo que sus resacas la hacían sentir aún peor. O incluso el sol que había maldecido por salir cuando todavía había trabajo que hacer y ella no quería tener que parar. 282

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Todo era nuevo. Para ambas.

FIN

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