276. Ocasionalismo

October 4, 2017 | Author: Luis Quimis | Category: Causality, René Descartes, Philosophical Theories, God, Western Philosophy
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Ocasionalismo Categoria: Filosofía

Propiedad del contenido: Ediciones Rialp S.A. Propiedad de esta edición digital: Canal Social. Montané Comunicación S.L. Prohibida su copia y reproducción total o parcial por cualquier medio (electrónico, informático, mecánico, fotocopia, etc.)

1. Noción general. El o. es una doctrina filosófica según la cual la única causa sería Dios, reduciéndose la actividad de los seres creados a ser mera ocasión de la acción causal divina. El o. no admite la división tradicional en causa primera y causas segundas, siendo aquélla la Divinidad y éstas los seres creados. Para el o., los seres creados no tienen capacidad causal, es decir, no pueden producir un ser de un modo directo. Su actividad se reduciría a ocasión, es decir, a una circunstancia favorable para la puesta en marcha de la única causa real, Dios. Por ej., no sería el contacto o proximidad del fuego con la piel humana la causa de la sensación de dolor; dicha proximidad o contacto sería únicamente la ocasión para que Dios produzca en mí la sensación de dolor. Las principales razones que pueden encontrarse en la génesis del o. han sido: 1) Una dificultad para explicar la relación entre la causa y el efecto (v. CAUSA) y de justificar el principio de causalidad en el ámbito de los seres creados. 2) La aporía (v.) suscitada por la teoría de Descartes (v.) de las dos sustancias, la extensa y la pensante, incompatibles entre sí, que en el caso particular del ser humano, síntesis de ambas, hacía incomprensible la intercausalidad de cuerpo y alma. No en vano el o. es, en la época moderna, una doctrina de raíz claramente cartesiana. 3) El deseo de ahondar aún más las diferencias entre Dios y los seres creados. En el o. hay una evidente motivación religiosa, ya que con 61 se intenta, de una parte, oponerse al materialismo (v.) y ateísmo (v.) -al hacerse precisa la existencia de Dios para dar una explicación coherente del fenómeno causal-, de otra, enfrentarse al panteísmo (v.), al poner de relieve la distinción más radical entre Dios, causa única, y el ser creado, pura ocasión de la acción divina. 2. Aspectos fundamentales. Dentro de la doctrina ocasionalista se pueden distinguir tres aspectos diversos, aunque íntimamente conexos entre sí: a. Aspecto ontológico. En la esfera de lo creado, la causalidad queda reducida a pura sucesión. Un fenómeno natural no sería la causa productora del ser de otro fenómeno natural. Lo único admisible sería que el primer fenómeno sea la circunstancia antecedente del segundo, la circunstancia consecuente. La relación entre el fuego y el calor no es así de causalidad, sino de sucesión. Fácilmente se ve la conexión del o. con el empirismo (v.) y, de un modo especial, con Hume (v.); de hecho, en Malebranche (v.), el más destacado representante del o., encontramos una crítica del principio de causalidad muy próxima a la realizada posteriormente por Hume. Además, se ha señalado la conexión existente entre el o. y el nominalismo (v.) de Ockham (v.), por la crítica que este último realiza a fines de la Edad Media de la noción de causa; el mismo Malebranche cita como precursores suyos dentro de los escolásticos o Gabriel Biel y Pedro de Ailly (XVe Eclaircissement sur la Recherche de la vérité). La noción de mera sucesión en el orden creado se complementa con la exclusiva causación por parte de Dios, que sería, no ya la Causa Primera, sino la Causa única. b. Aspecto antropológico. Consiste en la aplicación de las tesis anteriores al caso de las relaciones alma-cuerpo. La imposibilidad de una conexión causal en los seres creados se acentúa en el hombre. Integrado por un principio corpóreo y otro espiritual, las relaciones causales entre uno y otro se hacen todavía más ininteligibles en virtud de la doctrina cartesiana de las dos sustancias. Sólo la causalidad divina puede dar cuenta y explicación de la correlación entre los fenómenos corpóreos y los anímicos. c. Aspecto gnoseológico. Consecuencia evidente de la imposibilidad de relación causal entre los seres creados es la dificultad de explicar el fenómeno cognoscitivo, ya que éste implica una acción directa y causal del objeto de conocimiento sobre el órgano o facultad que conoce (v. CONOCIMIENTO). La sensación se vuelve ininteligible sin una acción causal del estímulo sobre el órgano del sentido. Por ello el o. desembocará en un ontologismo (v.), según el cual vemos las cosas, no en sí mismas, sino en Dios. 3. Ocasionalistas. Con el antecedente medieval de los asarles, se distinguen en el o. moderno estos momentos: 1) Gestación, representada por La Forge y Clauberg. 2) Nacimiento, que tiene lugar con Cordemoy: 3) Apogeo, al entrar en escena los dos más ilustres representantes, Geulincx y Malebranche.

Los asarles constituyen una escuela teológico-filosófica musulmana que se desarrolló a lo largo del s. x. En su deseo de exaltar la omnipotencia y libertad divinas frente a la escuela de los mutazilíes, adoptan un o. incipiente. La negación de la relación causal entre los seres creados y su sustitución por una mera ordenación sucesiva es la base para la omnipotencia y la libertad de la actividad divina. La nieve no es causa del frío, sino que al fenómeno nieve sucede, en una relación no intrínseca como es la de causalidad, sino extrínseca, el frío. Por ello Dios puede modificar a su deseo el orden de sucesión de los fenómenos. Toda conexión fenoménica queda limitada al más absoluto arbitrio divino, y no depende de unas pretendidas leyes causales de la naturaleza. Este o. fue combatido e impugnado por S. Tomás de Aquino, especialmente en la Summa contra gentiles. Louis de La Forge. Hay poca seguridad en sus datos biográficos; n. en Saumur y vivió en el s. XVII (se sabe que ca. 1666 era médico en su ciudad natal). En su Traité de l'esprit de l'homme, de ses facultés et fonctions et de son union avec le corps suivant les príncipes de René Descartes empleó por vez primera el término causa ocasional, si bien no se puede decir que sea un claro defensor del o. No niega totalmente la causalidad en el ser creado, pero disminuye y limita la misma, considerándola como causa coadyuvante de la actividad divina. Johann Clauberg. N. en Solingen en 1622; m. en Duisburg en 1665. Su o. está expuesto fundamentalmente en su obra De corporis et animae in Nomine coniunctione. Si bien su doctrina no es aún un o. manifiesto, está más cerca de 61 que De la Forge. Considerando imposible que cuerpo y alma se influyan recíprocamente, en una estricta causalidad, sostiene que el cuerpo con sus actos sólo es causa procatártica, casi equivalente a mera ocasión, para que el alma haga despertar las ideas que ya tenía de un modo potencial en virtud de la acción de_ Dios. De igual modo, los actos del alma son causa procatártica para que el cuerpo actualice aquellos movimientos en él ya potenciales. Géraud de Cordemoy. N. y m. en París (1620-84). En su Discernement du corps et de lUme, en 6 discours, pour servir á L'éclaircissement de la physique expone ya con toda , nitidez los principios básicos del o. Partiendo del axioma de que «ningún cuerpo se mueve a sí mismo» y de la imposibilidad de la comunicación entre la sustancia extensa, el cuerpo humano, y la pensante, el alma, concluye que es preciso admitir un principio explicativo de los movimientos corpóreos y anímicos, el cual no puede ser otro que Dios, única causa eficiente que actúa en virtud de las ocasiones que le presentan los seres creados. Arnold Geulincx. N. en Amberes en 1625; m. en Leyde en 1669. Su o. está enunciado fundamentalmente en dos obras póstumas, la Physica vera y los Annotata maiora in Principia philosophiae R. Cartesii. Partiendo de la incomunicabilidad de las dos sustancias cartesianas, y apoyándose en el principio de que no se puede hacer aquello que se ignora como se hace (impossibile est ut is faciat qui nescit quomodo fiat; quod nescis quomodo fíat, id non facis), llegará al o. Se observa que a un mandato de la voluntad sigue un movimiento corporal, pero no se sabe cómo se puede verificar esta conexión entre una sustancia pensante y otra extensa. Esta ignorancia, según él, pone de relieve que, en realidad, y sí sólo en apariencia, no es la voluntad la que mueve causalmente al cuerpo. Del mismo modo razona sobre la imposibilidad de que lo corporal sea causa de las sensaciones, ya que no podemos saber cómo un estímulo corpóreo puede provocar un estado anímico. Esta ignorancia sería buena prueba de la verdad de la tesis cartesiana sobre la carencia de acción recíproca entre las dos sustancias. La única explicación legítima sería que Dios, causa única y universal, produzca, con ocasión de un acto de una sustancia, un acto correlativo en la otra. Dios sería semejante a un relojero que influyera en dos relojes, incomunicados entre sí, para que armónicamente marcaran siempre la misma hora. Nicolás Malebranche. Es el más destacado e ilustre defensor del o. Continúa y perfecciona las tesis de Geulincx. Es de destacar que el o. no es para Malebranche motivo para fundamentar una arbitrariedad de Dios en las sucesiones de fenómenos (como en los asaríes), sino que la Divinidad en su acción causal sigue un orden por Ella fijado que da lugar a determinar la presencia de leyes naturales y, por tanto, hace posible la construcción de las ciencias (v. MALEBRANCHE). V. t.: CARTESIANOS; CAUSA; CREACIÓN; PROVIDENCIA; DIOS IV, 11-12. J. BARRIO GUTIÉRREZ. BIBL.: A. DEL NocE, Occasionalismo, en Enc. Fil. 4, 2 ed. Florencia 1969, 1106-1113; A. KAYSERLING, Die Idee der Kausalitdt in den Lehren der Occasionalisten, Heidelberg 1896; L. STEIN, Antike und mittelalterliche Vorlüufer des Occasionalismus, «Archiv für Geschichte der Philosophie», Berlín 1889, 192-245; C. GIACON, La causalitá nel razionalismo moderno, Milán 1954; F. DE MATTEis, L'occasionalismo e il suo sviluppo nel pensiero di N. Malebranche, Nápoles 1936; M. GUEROULT, Malebranche, II, París 1955-59.

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