22. La Reflexión Filosófica Sobre La Belleza

October 21, 2019 | Author: Anonymous | Category: Belleza, Estética, Soul, Intuición, Verdad
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Tema 22 LA REFLEXIÓN FILOSÓFICA SOBRE LA BELLEZA 1.

INTRODUCCIÓN

La reflexión sobre la belleza es tan antigua como la filosofía misma, y se encuadra en lo que recientemente se ha llamado experiencia estética: ésta se levanta sobre nuestra sensibilidad y ocupa un lugar importante en nuestra vida individual y colectiva. La experiencia estética puede ser vivida desde tres perspectivas: 1) Desde una actitud receptiva: la mera contemplación de lo bello. 2) Desde una perspectiva creativa: la del artista, creador de lo bello. 3) Desde una perspectiva filosófica o crítica: la del que reflexiona sobre la belleza. Esta es nuestra perspectiva. La experiencia estética es el estado emocional resultante de la contemplación desinteresada de ciertos objetos sensibles por parte de un sujeto humano. Cuando nos resulta agradable decimos que el objeto es bello, y al contrario: es feo. El valor de esta experiencia, como una dimensión fundamental de la vida humana, es una de las causas que nos han movido siempre a buscar y crear nuevas formas de sentir y experimentar el mundo y nuestra propia vida, convirtiéndonos en creadores artísticos y en contempladores activos. La reflexión sobre la dimensión estética de la vida y sobre las características de sus expresiones, ha dado origen a intentos de codificación de los aspectos comunes sobre las diferentes formas de expresión y realización de lo estético; tanto es así, que para muchos filósofos la experiencia estética ocupa el lugar más elevado de la vida humana, ya que en ella el ser humano se realiza como tal y desde ella accede a la verdad más honda de la realidad. Si para Schiller al experimentar lo bello nos realizamos como seres humanos, en ese espacio de libertad que se sitúa entre la ley y la necesidad, y que es el lugar donde podemos ser nosotros mismos. 2.

EL OBJETO DE LA ESTÉTICA: EL TRATADO DE LO BELLO

El término estética fue introducido en 1753 por Baumgarten, pero el estudio de la naturaleza de lo bello ha sido constante durante los siglos. Provienen del griego áiszesis (sensibilidad); y es la rama de la filosofía que estudia la esencia y percepción de la belleza, y si esa cualidad es objetiva o subjetiva, y por tanto, si existe sólo en la mente del individuo. En el s. VI a.C. LOS PITAGÓRICOS consideraban que la belleza implicaba un modo de estructura armónica: la proporción basada en una relación numérica universal, que puede ser captada por todos los iniciados en la matemática, y que es expresión de la Ley Cósmica. La belleza es objetiva y existe independientemente de que lo veamos o no, y se refleja en la música y en la geometría. PLATÓN se distancia de los pitagóricos y la sitúa en el mundo de las Ideas, entidades inmateriales, eternas e inmutables que son los arquetipos de la realidad, según los cuales están formados los objetos del mundo visible. Estos son copias imperfectas de un mundo perfecto al que imitan y del que participan. La idea platónica de Belleza, ha tenido mucho peso en el pensamiento occidental y desde sus distintos Diálogos podemos extraer su visión: 1) Lo bello es tal porque participa de la Belleza (Idea). 2) Su función vital consiste en servir de acicate para que el alma pueda intuir por anamnesis la Belleza suprema.

3) La Belleza tiene una función pedagógica: las formas sensibles que expresan un buen carácter moral, pueden utilizarse para educar y formar a los seres humanos, haciendo posible su perfeccionamiento y la distinción de lo bueno y lo malo, más allá de las convenciones sociales. 4) Por medio de la dialéctica y del amor, la belleza limpia y pura del alma, puede ascender por una jerarquía estética hasta llegar a la Idea de Belleza que se identifica con el Bien. Esta jerarquía está formada por: la belleza de los cuerpos (caos, desproposición); la belleza de las almas (la virtud) y la Belleza en sí (armonía y proposición). ARISTÓTELES al comienzo de sus libros de Metafísica reconoce que al hombre por naturaleza le apetece saber y este apetito radica en la admiración que está originada por la belleza y produce placer. Consideraba a la belleza como un concepto universal real que existe junto a los transcendentales: uno, verdadero y bueno. Tanto Aristóteles como los medievales, pusieron en dudas la universalidad de lo bello (pulcrum), porque al ser algo dado a los sentidos, es dudoso su carácter objetivo. Aunque por medio de los sentidos se pueden obtener las notas intelectuales de la esencia de una cosa, no se ve muy bien en qué pueda consistir la belleza en sí misma para que pueda elaborarse en la mente la idea de belleza con independencia de lo bueno; lo bello está muy en contacto con lo bueno y ello dificulta su definición. Aristóteles justifica el concepto de valor moral desde la belleza, y frecuentemente designa lo bueno como bello; pero el concepto de lo bello no es más claro que el de lo bueno. Cuando habla de que la vida del hombre moralmente bueno se justifica por sí misma, por su elevación y belleza, la está identificando con elegancia. Es el llamado esteticismo ético. En la Edad Media, el neoplatonismo que entendía lo bello como armonía y proporción, condujo a concebir el arte (religioso) como la sede privilegiada de lo bello. En el Renacimiento, el arte se secularizó, y la estética, llegó a muchos campos de la vida humana. Hume elabora una teoría subjetivista sobre el gusto y la belleza, a la que define como un orden y disposición de las partes de las cosas y que produce agrado por su utilidad y conveniencia propia o ajena (por simpatía). Así, la belleza descansa en nuestros sentimientos de agrado y satisfacción y surge de la relación entre el sujeto y los objetos. Por ello, una misma cosa puede ser bella o fea, aunque no todas las opiniones son iguales en cuestión de gusto ni todas las obras de arte tienen el mismo valor estético: tienen un valor superior aquellas obras que han sido consideradas valiosas por los observadores cualificados. Estos se distinguen por su: delicadeza (capacidad de detectar cualidades), práctica (trato frecuente), ausencia de prejuicios (capacidad de abstracción) y buen sentido (valoración global de la obra). El gran impulso al pensamiento estético se dio en Alemania en el s. XVIII. Kant fundamente la validez universal del juicio estético en su analítica de lo bello, que desarrollará más adelante. Lessing en su Laoconte sostenía que el arte está autolimitado y sólo logra su elevación cuando se reconocen las limitaciones. Winckelmann mantenía la postura de que el mejor arte es el impersonal y expresa una proporción ideal y equilibrada, más allá de la individualidad de su creador. Fichte consideraba la belleza una virtud moral: al crear un mundo en el que la belleza, al igual que la verdad, es un fin, el artista anuncia la libertad absoluta, que es el objeto de la voluntad humana.

Estamos en pleno romanticismo que influye en la experiencia estética con sus ideas de libertad frente a la negatividad de la vida, su idea infinito como aspiración de la experiencia del individuo y de la cultura y de la idea de creatividad. Destaca la estética de Schiller que tiene como ejes fundamentales: la libertad, el instinto y el juego. La finalidad de la vida humana es la libertad, pero sólo se alcanza tras un largo proceso de preparación: por medio del entrenamiento de las facultades humanas en el juego se reúnen la tendencia a la materia y la tendencia a la forma. La referencia y el fin de este juego es la belleza entendida como experiencia de la libertad. Lo bello es la manifestación del ideal de la humanidad. Según Hegel, el arte, la religión y la filosofía son las bases del desarrollo espiritual más elevado. Lo bello en la naturaleza es todo lo que el espíritu humano encuentra grato y conforme al ejercicio de la libertad espiritual e intelectual. Las cosas naturales más agradables y placenteras son reorganizadas por el arte para satisfacer exigencias estéticas. El posromántico Schopenhauer en línea platónica creía que las formas del universo existen más allá de la experiencia, y que la satisfacción estética se logra contemplándolas por el propio interés que provocan, como medios de eludir el angustioso mundo de la experiencia cotidiana. En la transición entre el s. XIX – XX, en relación con el concepto de estética, Bergson definió la ciencia como el uso de la inteligencia para crear un sistema de símbolos con el que describir la realidad, según una convención humana que construye la misma realidad que describe. Sin embargo el arte, se basa en intuiciones, y es una aprehensión directa no interferida por el pensamiento; así se abre camino por medio de los símbolos y creencia sobre la gente, la vida y la sociedad y enfrenta al individuo con la realidad. En la misma época, B. Croce también exaltó la intuición como la aprehensión de cosas en lugar de lo que uno refleje de ellas. Las obras de arte son la expresión material de las intuiciones; la belleza y la fealdad no son rasgos de las obras sino cualidades del espíritu expresada por vía intuitiva en esa misma obra de arte. Sigue la línea de la filosofía de los valores de Max Scheler que concibe a los valores como esencias (cualidades) que residen en las cosas, de carácter objetivo e independiente de las cosas mismas. La belleza o lo bello, es el contenido de los valores estéticos, que son de carácter cultural o espiritual. La forma de conocerlos, es por medio de una facultad emocional: la intuición sentimental. El tipo ideal que los descubre es el artista. George de Santayana, en línea aristotélica, relaciona el placer con lo bueno y lo bello y pone de manifiesto que la dificultad para llegar a un acuerdo en torno al concepto de lo bello, es superior que la objetivación de lo bueno. Nietzsche entendía el arte como la realización plena de la aceptación de la vida trágica con alegre espíritu. El arte transforma los terrores del universo, generando experiencias en algo bello, y así, las angustias del mundo se pueden contemplar con placer. El debate sobre la belleza en el s. XX se ha centrado en el sentido del arte. Este debate no puede entenderse sin las aportaciones del marxismo y de Freud. El marxismo lo entiende como una expresión de las relaciones económicas subyacentes en la sociedad y mantiene que el arte es importante sólo cuando es “progresista” y defiende los valores de una sociedad en la cual se crea y contribuye a una crítica social que libere de la alienación económica. Por su parte Freud, creía en el valor terapéutico del arte, ya que por él, el artista y el público pueden revelar conflictos profundos y descargar tensiones.

El crítico y semántico I. A. Richards, considera el arte como un lenguaje emotivo que da orden y coherencia a la experiencia y a las actitudes, sin contener significados simbólicos (ideas e información). En su obra Crítica Práctica (1929), refleja experimentos que revelan que la gente muy culta a la hora de valorar la belleza en el arte, está muy condicionada por su educación, por las opiniones de los demás y por otros elementos como la tradición, la moda y otras presiones sociales. 3.

LO BELLO Y LO PLACENTERO

Este breve recorrido histórico, nos muestra la dificultad de acotar y definir el concepto de belleza, que es parte, es objetivo y, en parte, es subjetivo. Decía Sto. Tomás que las cosas bellas son agradables de ver. Objetividad y subjetividad. 3.1 La dimensión objetiva La ciencia considera objetivo a lo que es intersubjetivamente comportable y por ello, siempre es posible un acuerdo sobre lo que llamamos bello: orden, proporción, equilibrio, armonía, plenitud, esplendor, gloria. Son los llamados cánones de belleza. Resurge el pitagorismo por poner la belleza en la armonía matemática que refleja el logos cósmico. En esta línea, Pierce pone a las matemáticas y la lógica como el reino de la armonía y el orden; Galileo en el Il Saggiatore (el calibrador), señala cómo la filosofía está escrita en el gran libro del universo en lenguaje matemático (geométrico). Y Kepler, en su Deltarmonices Mundi, señala como la armonía del universo en su aspecto intelectual es contemplada como algo bello en sí misma. Los mismos enunciados de Newton son importantes y tienen que ver con la belleza: son dos de las 4 reglas del razonamiento filosófico en su obra Principios matemáticos de la filosofía natural (1687): el principio de simplicidad de la naturaleza (ésta nunca actúa en vano), y el principio de uniformidad de la naturaleza (siempre actúa de la misma manera). 3.2 La dimensión subjetiva La belleza es campo de expresión de sentimientos que se resisten a ser objetivados en normas y reglas, a ser formalizados, calculados, e incluso expresados con palabras. La razón en su subjetividad y, por lo tanto, individuales y en parte inefables, con independencia de que en el campo de expresión de la belleza (las artes), se necesite dominar una técnica. El problema de la subjetividad de la belleza, plantea la dificultad de valorar la estética del feísmo, y este es un ejemplo de lo difícil que es llegar a un acuerdo universal sobre lo que es bello. No se trata de identificar la belleza con el arte, porque éste expresa sólo una parte de aquella, pero reconocemos que todo estilo artístico pasa por tres etapas: formación, plenitud y decadencia, donde el contenido de la belleza va cambiando. Esto es así porque las costumbres, las normas y los gustos como manifestación de lo subjetivo, bastan con el tiempo, y el devenir histórico muestra cómo no hay un modelo único de interpretación o contemplación de la belleza. La estética como el tratado sobre la belleza, no es una ciencia y por lo tanto, la belleza no puede ser paradigmática. La estética es sensibilidad. Según Zubiri, en la persona la sensibilidad y la razón no son independientes. Nuestra inteligencia siente y muestra sensibilidad piensa. Somos inteligencias

sentientes, o según Goleman, nuestra inteligencia es emocional. Y aquí la estética tiene mucho papel. 4.

LA BELLEZA Y LA REALIDAD

Deseo ahondar en el pensamiento de X. Zubiri. Parte de que la realidad en la que vivimos es verdadera porque es susceptible a ser conocida. La misma realidad es buena en cuanto que nos impulsa a la acción de la voluntad. Zubiri influido por Aristóteles, Sto. Tomás y Kant, plantea la tesis de que la misma realidad, en cuanto que tiene ese carácter de ser real y de poder disfrutarla (desde la fruitio de los medievales), es BELLA y satisface en nosotros el sentimiento estético. La belleza seria la naturaleza real de las cosas, es decir, su existir para nosotros. La belleza transciende a las cualidades y a los valores, y se enraíza en el carácter de realidad que tienen las cosas, los seres y así la belleza no se percibe sólo por los sentidos, sino especialmente por el SENTIMIENTO ESTÉTICO que produce en nosotros lo real en cuanto real, con independencia de cualquier concreción. La realidad se actualiza frente a nosotros de 3 maneras que siguen los transcendentales de Aristóteles: se presenta a nuestra inteligencia como lo verdadero y da lugar a la lógica; a la voluntad como lo bueno y da lugar a la Ética; y al sentimiento como lo bello y da lugar a la Estética. La contemplación de la belleza de las cosas reales, origina la fruitio, el disfrute que se define como la satisfacción acomodada a la realidad actualizada en el sentimiento del gusto (deleite). Siguiendo la tradición medieval entiende que el objeto material de la ciencia estética es lo real (coincidente con la lógica y la Ética) y que su objeto formal es lo real en cuanto bello. Ante la dificultad de definir la belleza, concluye que lo bello es lo real en cuanto real. 5.

LA JUSTIFICACIÓN DEL JUICIO ESTÉTICO: KANT

En 1790 Kant cierra toda su empresa crítica con la Crítica del juicio. De la investigación del juicio se deriva la tarea de mediar entre la naturaleza y la libertad. El juicio es la facultad situada entre el entendimiento y la razón, a la que le corresponde el sentimiento de placer o displacer, el cual queda situado entre la facultad de conocer y la de desear. El juicio es la facultad de subsumir lo particular bajo lo universal. El juicio “reflexionante” tiene que encontrar primero lo universal y su principio es la finalidad. Si ésta es subjetiva, la facultad es el juicio estético; si es objetiva el juicio es teleológico. En la consideración crítica de la Estética investiga lo bello y lo sublime. A diferencia de lo bello, lo sublime se refiere a algo ilimitado, cuya imaginación es acompañada por la idea de totalidad, la analítica muestra que un juicio estético tiene validez universal, conforme a las categorías, porque exige de otros que lo sigan; y es necesario porque exige un sentido común en todos los hombres. En él se refleja una “satisfacción” desinteresada que se refiere a la forma de la finalidad. BELLO es por tanto, aquello que en una representación sin conceptos despierta placer por el hecho de que muestra una finalidad. Así, las flores son libres, bellezas naturales por la armonía de sus partes, sin que su contemplación esté sometida a ningún fin. Los juicios de gusto tienen en sí la antinomia de que no pueden ser probados, y sin embargo, pretenden ser obligatorios. Se basan en una sensación subjetiva, pero al mismo tiempo, se dirigen a un sentido común supra-individual.

Finalmente relaciona lo estético con lo moral: la determinación categorial de lo bello, sirve de analogía para lo moralmente bueno. Lo sublime remite a la poderosa totalidad de la naturaleza con la que se mide el hombre. Lo bello es “el símbolo de un bien moral”. 6.

LA ESTÉTICA , L AÉTICA Y LA TÉCNICA

Existe una correspondencia entre el entendimiento y la verdad, entre la voluntad y el bien, y entre el sentimiento y lo bello. Son los tres que determinan las funciones de la razón práctica. La realidad en cuanto tal es buena, útil y bella, en cuanto buena es deseable y la convierte en objeto de la voluntad, dando lugar al comportamiento ético; en cuanto útil es susceptible de ser transformada y ello da lugar a la técnica; y en cuanto es bella, es objeto de disfrute (fruición) y ello da lugar al comportamiento estético, entendiendo al comportamiento como acción. 6.1 La ética y la estética Lo bueno, lo bello y lo placentero se han confundido y entrelazado a lo largo de la hª; es bueno lo que es bello, y esto a su vez es placentero, y al revés: es placentero lo que es bueno y es bueno lo que es bello. Aristóteles no da una definición nítida de la virtud, el bien y lo bello, que sirva de base de la actividad ética. Más bien piensa que el concepto de valor es una especie de “a priori” indefinible, pero evidente para todos los hombres. La íntima relación de lo ético y lo estético en Aristóteles se resume en que el ser humano actúa éticamente para conseguir su fin: la perfección; ello le convierte en virtuoso (justo medio) y en ello encuentra la felicidad (endaimonia) que es la dicha (fruitio); sobre algo esa actuación es más estética que la acción mala y en ella encuentra el placer (hedoné). Para Platón y Aristóteles, la estética es inseparable de la moral y la política. Aristóteles en su Política, afirma que el arte afecta al carácter humano y por lo tanto al orden social y que la función del arte, es proporcionar satisfacciones a los hombres y en su Poética, reconocía como las tragedias producían una catarsis que hacía a la audiencia más sana en el plano psicológico y así más capacidad de felicidad. 6.2 La técnica y la estética La razón práctica a través de la experiencia estética requiere tres tipos de acciones personales que se llevan a cabo en la ética y en la técnica: la contemplación, el sentimiento como emoción y la expresión. La estética surge de la contemplación (theorein), la técnica surge de la manipulación (praxis). La contemplación conduce a sentimientos como la emoción, la fruición, la complacencia, etc. y la manipulación a sentimientos de necesidad y deseo (materiales e intelectuales). Los primeros llevan a la expresión objetivada del espíritu humano como diálogo y realización (obra de arte) y los de la técnica a la expresión externa como dimensión de lo útil que se manifiesta en el artefacto. Así, mientras que la finalidad de la estética es la fruición y el disfrute, la finalidad de la técnica es el uso y la satisfacción de alguna necesidad material (utilidad).

Pero ni el fruito de la contemplación estética está exento del todo de la técnica, ni la obra técnica, en cuanto obra real del espíritu humano, está exenta de la belleza estética. Desde una definición restrictiva de utilidad, se podría decir que lo estético es inútil, y que la característica fundamental de lo técnico es su utilidad para la satisfacción de una necesidad humanal; la estética no es instrumental, lo técnico sí. La finalidad de la estética y de la ética, tienen mucho que ver con la clase de bien que persiguen. Los clásicos encontraban 3 clases de bienes: dos extrínsecos a la cosa: el bien útil y el bien deleitable, y uno intrínseco: el bien honesto. Lo estético parece que pertenece al bien honesto. El dilema surge cuando hoy nos encontramos con la dificultad de decidir y definir las cosas que son honestas, que representan un bien en sí mismas, porque son la finalidad del goce estético. La clave está en compatibilizar en el progreso del espíritu humano, una vida humana más justa éticamente, más fácil desde la técnica material de la supervivencia y más bella desde el punto de vista estético del disfrute humano. 7.

LA ESTÉTICA COMO DISCIPLINA FILOSÓFICA

Surge en el ambiente ilustrado del s. XVIII, y su objeto de reflexión son los juicios sobre lo bello. A.G. Baumgarten, con su obra Estética (1750), da el nombre a la nueva disciplina que popularizaron sus discípulos Meier y Mendelssohn. A su vez, en el Reino Unido aparece la obra de A. Gerard, Ensayo sobre el gusto (1759). En la 2ª edición de la Enciclopedia (1788) aparece ya consagrada como doctrina filosófica. El ambiente ilustrado fundamente la autonomía y legitimidad que alcanza la conducta estética del ser humano. En el ámbito de la experiencia artística surge la Crítica del arte con Diderot, la Hª del Arte con Wilckelmann y las Poéticas de las artes con Lessing. El arte se entiende como un fin en sí mismo, y la Estética es la esencia del universo y de la vida humana. En una cultura preocupada por la emancipación, la experiencia estética se concibe como el lugar en el que restaurar el equilibrio y experimentar la totalidad de la naturaleza. Así Schiller, propone la educación estética como formación y perfeccionamiento del gusto. Tras los ideales ilustrados y románticos, en los siglos XIX y XX, aparece un nuevo marco de referencia fragmentado y disperso. La estética de nuestros días, se caracteriza por el pluralismo, el eclecticismo y la permanente crítica ante cualquier intento e reconstruir una teoría universal, típico de los pensamiento de Adorno y Horkheimer, y del discurso estético posmoderno. Por otra parte, queda la nostalgia de una Gran Teoría del ARTE que exprese la irreductibilidad de lo artístico y su función en la vida humana como se puede observar en la teoría heideggeriana sobre el arte como experiencia de Verdad. La estética actual se caracteriza por su pluralismo y que refleja el mundo en el que vivimos, tal como señala S. Marchán Fiz en “La estética de la cultura moderna”. 8.

CONCLUSIÓN Una de las dimensiones básicas de la acción humana, es la dimensión estética. Gracias a ella, la vida humana está llena de formas y luces, colores y ritmos, músicas y sonidos, sueños e imágenes. El mundo deja de ser un espacio frío e inhóspito para convertirse en un espacio multicolor donde aparecen y desaparecen objetos que son obras cuya belleza mantiene viva nuestra sensibilidad.

Esta interpelación cotidiana de la belleza, es la experiencia estética de donde nace el mundo de la creación artística.

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