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ECONOMÍA Desequilibrios y limitaciones de la economía de mercado. Los bienes públicos. Las externalidades. Racionalidad y óptimos paretianos.
40-15025-13
Eficiencia versus equidad.
Temario 1993
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1. DESEQUILIBRIOS Y LIMITACIONES DE LA ECONOMÍA DE MERCADO 1.1. LA EFICIENCIA ECONÓMICA Y EL SISTEMA DE PRECIOS 1.2. LOS FALLOS DEL MERCADO
2. LOS BIENES PÚBLICOS 2.1. CLASIFICACIÓN 2.2. LOS BIENES PÚBLICOS Y LOS FALLOS DEL MERCADO 2.3. PROVISIÓN ÓPTIMA DE LOS BIENES PÚBLICOS
3. LAS EXTERNALIDADES 3.1. LOS COSTES Y BENEFICIOS PRIVADOS Y SOCIALES 3.2. EFECTOS DE LAS EXTERNALIDADES 3.3. LAS SOLUCIONES PÚBLICAS A LAS EXTERNALIDADES 3.4. LAS SOLUCIONES PRIVADAS A LAS EXTERNALIDADES
4. RACIONALIDAD Y ÓPTIMOS PARETIANOS 5. EFICIENCIA VERSUS EQUIDAD
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INTRODUCCIÓN
El mercado origina ineficiencias en la asignación de los recursos. Estas ineficiencias o fallos de mercado hacen que el Estado, la mayor parte de las veces, se vea obligado a intervenir con el fin de lograr una solución a dichos fallos y una mejor asignación de los recursos. Se analiza en este capítulo los diferentes fallos del mercado y sus efectos. Igualmente se analiza el criterio del óptimo de Pareto, encaminado todo ello a lograr la equidad y la eficiencia como objetivos primordiales de la política microeconómica.
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1 DESEQUILIBRIOS Y LIMITACIONES DE LA ECONOMÍA
DE MERCADO
La teoría económica del equilibrio general pretende determinar el conjunto de precios y cantidades que representan una asignación de los recursos para la que todos los mercados están simultáneamente en equilibrio, es la decir demanda es igual a la oferta dadas las dotaciones iniciales de bienes y factores, la tecnología y un comportamiento competitivo de los agentes; esto significa que tanto los mercados de bienes y servicios como los de factores son perfectamente competitivos. Este conjunto de factores y situaciones da lugar al denominado equilibrio competitivo. Podrían existir otras posibles asignaciones eficaces de recursos, dadas las dotaciones iniciales, frente a la del equilibrio competitivo antes citado. Fue primero Adam Smith quien argumentó que bajo un sistema de libre de competencia, los individuos al actuar buscando su beneficio propio se ven conducidos por una «mano invisible» a promover el interés común. En esta línea y muy posteriormente, Vilfredo Pareto estableció de manera precisa y concreta que la competencia perfecta asigna eficientemente los recursos y precisamente a partir del trabajo de Pareto se establece el concepto de eficiencia económica: una situación es eficiente, en el sentido de Pareto, cuando no es posible mejorar el beneficio de ninguna persona sin empeorar el de alguna otra. El concepto de eficiencia en el sentido de Pareto es restrictivo, porque no se puede utilizar para comparar muchas situaciones del mundo real, ya que con frecuencia una determinada actuación sólo puede mejorar el bienestar de algunas personas a costa de empeorar el de otras. Podemos estar ante situaciones que impliquen una extrema desigualdad y que, sin embargo, sean pareto-eficientes.
1.1. LA EFICIENCIA ECONÓMICA Y EL SISTEMA DE PRECIOS La curva de demanda de un bien representa el valor marginal que los consumidores dan a ese bien y muestra lo que están dispuestos a pagar por una unidad adicional del bien, dado un determinado nivel de consumo. La curva de oferta de un mercado competitivo muestra la curva de coste marginal de la industria, es decir el coste que tiene para el conjunto de la economía el incremento de la producción de la industria en una unidad. Interpretadas así las curvas de demanda y oferta y dado que el equilibrio de mercado tiene lugar donde se interceptan dichas curvas, resulta que el equilibrio de un mercado perfectamente competitivo es igual por un lado al valor que dan los consumidores a una unida adicional del bien y por el otro al coste que tiene para la economía la producción de esa unidad. Esto es, el coste marginal de producir un bien es igual al valor marginal que los consumidores conceden a ese bien que sería la situación de equilibrio de un mercado perfectamente competitivo.
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Valoración marginal de los consumidores = Precio = Coste marginal de la producción En esta situación de equilibrio los niveles de producción inferiores a los que indica el equilibrio competitivo son ineficientes, ya que por un aumento de la producción los consumidores están dispuestos a pagar un precio superior al coste marginal, y, en consecuencia, convendrá incrementar la producción. Para niveles superiores a la producción de equilibrio, los costes en que incurrirán los productores son superiores a los que estarían dispuestos a pagar los consumidores por unidad adicional. En estos casos convendrá reducir la producción, ya que el ahorro de costes que se consigue de esta forma es superior a la pérdida en satisfacción que experimentan los consumidores. Los compradores y vendedores bien informados sólo comercian cuando consiguen el beneficio mutuo. Por ello el intercambio voluntario hace que los recursos se utilicen de forma tal que se mejore el bienestar de los participantes en la economía, generándose una tendencia hacia el logro de la eficiencia económica asociada con el equilibrio competitivo. La igualdad antes aludida evidencia el papel fundamental que juegan los precios de mercado en el proceso de asignación de recursos. De hecho los productores y los consumidores se fijan sólo en los precios a la hora de tomar decisiones. Los precios constituyen el mecanismo central de asignación en una economía de mercado. Guían las elecciones de los consumidores entre los distintos bienes y la asignación de los recursos productivos entre los diferentes sectores y actividades.
1.2. LOS FALLOS DEL MERCADO Se ha indicado hasta ahora que el mecanismo de precios o de mercado asegura la consecución de un resultado eficiente o de equilibrio competitivo. Sin negar que esta afirmación sea correcta es necesario tener presente que para que se cumpla deben satisfacerse algunas condiciones entre las que podíamos considerar:
La ausencia de incertidumbre.
Existencia de mercados para todos los bienes.
Derechos de propiedad claramente definidos.
Ausencia de poder de influencia sobre el mercado.
Inexistencia de efectos externos o externalidades.
Cuando alguna de estas condiciones se da o aparece en el mercado, decimos que existen fallos de mercado, es decir el equilibrio competitivo se corresponde con una asignación de los recursos no óptima o ineficiente. Dicho de otra manera cuando se da una situación de fallo de mercado, los precios, aunque equilibren el mercado, no reflejan la valoración marginal de los consumidores o el coste marginal de una unidad adicional de producto, dando lugar a ineficiencias.
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La aparición de ineficiencias suele deberse a las tres razones siguientes: 1. Control insuficiente sobre los bienes y servicios. 2. Costes de información excesivos. 3. Imposibilidad de alcanzar acuerdos. XX Control insuficiente sobre los bienes y servicios: El control de un individuo sobre los bienes y servicios viene definido por el sistema de derecgis de propiedad que puede ser incompleto desde el punto de la eficiencia, ya sea a causa de la exclusión imperfecta o la intransferibilidad:
La exclusión imperfecta Aparece cuando el control efectivo sobre un bien o servicio no se confiere a un único individuo, sino a un grupo de individuos. El control de un bien o servicio significa la capacidad de determinar quién lo utilizara, en qué circunstancias, durante qué periodo de tiempo y bajo qué condiciones. Cuando el control está conferido a un grupo, un individuo que desee adquirir ese control debe establecer acuerdos con todos los individuos del grupo y esto puede ser tan difícil o costoso como para hacer imposible su objetivo. Como ejemplo consideraremos los servicios que presta un faro de mar. Cualquiera que tenga un barco tiene derecho a orientarse con la luz del faro. Un individuo que deseara adquirir el control del servicio que ofrece el faro tendría que suscribir un contrato con cada usuario actual o potencial por medio del cual el usuario accediese, a cambio de algo, a limitar el uso del faro de alguna forma. Las dificultades del sistema explican porque no hay mercados para los servicios ofrecidos por un faro de mar. Otros ejemplos de estos recursos son las playas, parques públicos, ríos, bancos de pesca en océanos, tierras de pasto comunes, etc. A los bienes o servicios de estas características se les denomina recursos no exclusivos, recursos de propiedad común o recursos de libre acceso. Los recursos de propiedad común son aquellos que todos los propietarios tienen el derecho de usar en determinadas formas. El primer requisito para la exclusión es de orden legal, es decir los derechos de propiedad consignados a un bien deben permitir que un individuo excluya a todos los demás del uso del bien, acompañado de la capacidad de hacer cumplir ese derecho. En otros muchos casos además de impedir el uso no autorizado de su propiedad el individuo debe dedicar recursos para la detección y castigo del uso no autorizado, cuando este ocurra. Por todas estas razones los intercambios o transacciones potencialmente ventajosas pueden no llevarse a efecto a causa de la exclusión imperfecta. Puede que sea imposible que un individuo adquiera el control efectivo o el uso exclusivo de un bien o servicio, por falta de un derecho legal para excluir o a causa de que los altos costes de exclusión superen las ganancias del intercambio. Igualmente puede que no se realice una producción potencialmente rentable si los posibles productores no pueden excluir a otros de los beneficios de la producción.
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La intransferibilidad Es otrofactor que puede determinar que el control de un individuo sobre los bienes sea insuficiente. Así la intransferibilidad extrema supone ausencia completa del derecho a transferir a nadie cualquiera de los derechos de propiedad asociados con el bien o servicio, cualesquiera que sean las condiciones. Por ejemplo, determinados arrendamientos pueden mantener la propiedad en alquiler, pero no les está permitido el subarriendo. La tierra puede ser propiedad de un individuo en el sentido de que puede excluir a otro, pero cabe que éste no pueda vender la tierra a otro. La intransferibilidad no tiene porque ser total o extrema. La intransferibilidad parcial surge cuando los individuos ven restringidas las condiciones bajo las que realizan los intercambios. Por ejemplo cuando se fijan por ley los precios mínimos o máximos o se especifican horas o lugares donde hacer los intercambios. Todo ello supone restricciones sobre los términos del intercambio que pueden impedir o inhibir transacciones que las partes podrían considerar como mutuamente ventajosas.
XX Costes de información excesivos Todo intercambio precisa información y no es precisamente gratuita. Para que se produzca un intercambio ha de conocerse la identidad y situación de los compradores y vendedores potenciales; deben averiguarse los términos bajo los que están dispuestos a comerciar; debe obtenerse información sobre la calidad de los bienes y servicios que van a intercambiarse y sobre la validez de los derechos de propiedad que están asignados. Todo este proceso de información implica un coste. Por ello puede que en algunos casos los intercambios no se lleven a cabo, debido a que los costes de adquirir la citada información sean mayores que las ganancias que se esperan obtener del intercambio. XX Imposibilidad de alcanzar un acuerdo A veces no se produce un intercambio ventajoso para ambas partes porque éstas no se ponen de acuerdo sobre los términos del intercambio, aun después de largos y costosos procesos de negociación. Este tipo de situaciones se caracteriza finalmente por la inexistencia de un mercado que haría posible la eliminación de estas ineficiencias o bien porque, aun existiendo los mercados estos no permiten a los agentes agotar todas las posibilidades de transacción que resultan mutuamente ventajosas. Esto significa que los costes de transacción son muy altos. Los costes de transacción son los costes derivados de negociar y hacer efectivos los acuerdos de cooperación. Resumiendo, los fallos del mercado son la consecuencia de las siguientes causas: 1. Ciertas formas de organización de mercados, dando lugar a situaciones de competencia imperfecta. Por ejemplo, la existencia de monopolios, oligopolios, etc. 2. La existencia de bienes públicos, para los cuales el consumo de un individuo no necesita excluir el consumo de otros individuos. 3. La aparición de externalidades, cuando el comportamiento de determinados individuos o empresas incide directamente sobre el bienestar de los otros.
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En cuanto al punto primero, el conocimiento del funcionamiento del mercado monopolístico, por ejemplo, explica por sí mismo cuan importante aportación hace al concepto de fallos del mercado, por lo que en este punto no vamos a reiterar el estudio del mismo. Si lo vamos a hacer, por el contrario, con los bienes públicos y con las externalidades.
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2 LOS BIENES PÚBLICOS Tal como hemos señalado los bienes públicos son la consecuencia de que se produzca un fallo del mercado. Un bien público es aquel cuyo consumo por parte de un individuo no reduce, ni real ni potencialmente, la cantidad del bien disponible para otro individuo. Este concepto está en contraposición con el bien privado, que si es consumido por un individuo, no puede ser consumido por otro. Como ejemplos de bienes públicos se pueden citar desde los programas de radio y televisión, la defensa nacional, la policía, etc. A los programas de radio y televisión podríamos catalogarlos como bienes públicos opcionales de los que cualquier individuo puede elegir la cantidad que desee del total producido y a la defensa nacional o policía podríamos catalogarlos como bienes públicos no opcionales puesto que todos los habitantes de un país consumen la misma cantidad de defensa o policía que se ofrece, ya que si un habitante es defendido, todos los habitantes son defendidos. Al hablar de bienes públicos cbe establecer dos categorías: bienes públicos puros y bienes públicos no puros.
2.1. CLASIFICACIÓN Al hablar de bienes públicos cbe establecer dos categorías: bienes públicos puros y bienes públicos no puros. Un bien público puro se caracteriza por la ausencia de rivalidad en el consumo, no exclusión y el hecho de que todos los individuos consuman la misma cantidad del mismo. A estas características puede añadirse la de los costes de provisión en el sentido de que cuando un individuo adicional decide utilizar y consumir un bien público puro, el coste total de proporcionar el mismo no varía. Un ejemplo clásico de bien publico puro lo ofrece un faro de mar. Los servicios que ofrece un faro de mar satisfacen la característica de no ser rivales en el consumo. El que un barco se guíe en su derrota por la luz de un faro no impide que otros barcos puedan aprovecharse del mismo servicio en el mismo instante. Es imposible excluir a nadie del uso del servicio del faro, que una vez instalado alumbra a todos los barcos. Si un barco adicional se beneficia de los servicios del faro no implica aumento en los costes de provisión del servicio del faro, que son independientes del número de usuarios. La defensa nacional ofrece otro claro ejemplo de las características de un bien público puro. Los bienes públicos que no reúnen las características antes indicadas forman el grupo de los bienes públicos no puros, sobre todo aquellas que afectan a la rivalidad en el consumo y a la exclusión. Por ejemplo, la educación. El que un alumno se beneficie de las enseñanzas que tienen lugar en un aula, no impide que otro u otros también lo hagan; pero cuando la capacidad del aula llega a su limite la congestión de alumnos hace que unos rivalicen con otros en el disfrute de la clase. Se viola en estas circunstancias el principio de no rivalidad.
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Otro ejemplo a considerar puede ser la sanidad, en este caso mas bien por su carácter ambiguo. No es un bien publico puro, pero hay casos de cuidados sanitarios, como las campañas de vacunación, cuyos beneficios no son rivales y además todos los individuos consumen el mismo bien, es decir los beneficios derivados de la reducción de la incidencia de una determinada enfermedad, e incluso los no vacunados ven reducidas también sus posibilidades de contraer la enfermedad. Incluso en muchos casos cabe la posibilidad de practicar la exclusión.
2.2. LOS BIENES PÚBLICOS Y LOS FALLOS DEL MERCADO En los bienes públicos los fallos del mercado pueden manifestarse de dos formas: 1. No se ofrece cantidad alguna del bien en cuestión, aun cuando su producción sea beneficiosa, en el sentido que el beneficio total de los consumidores exceda al coste total de producción. 2. Se ofrece una cantidad insuficiente del bien público. La razón de ello es que muchos bienes públicos no son excluibles en absoluto, por ejemplo, la defensa, o lo son pero a un coste muy alto. Una segunda razón del fracaso del mercado con los bienes públicos, se debe a que el coste de una unidad adicional vendida a un consumidor cualquiera, cuando el nivel de producción está dado, es cero. En este tipo de bienes una unidad adicional consumida por un individuo no reduce la cantidad disponible para el consumo de otro individuo. Así cuando un consumidor se da cuenta de que el coste marginal de su propio consumo es nulo, puede ofrecer un precio muy bajo al productor por el derecho a consumir su producto. Puesto que todos los consumidores se comportan de forma similar el pago ofrecido por ellos es insuficiente para cubrir los costes de producción y en consecuencia no se producirá nada. Lo indicado explica que la mayoría de los bienes públicos no sean suministrados por los mercados privados, ya que estos tienen dificultades para garantizar que se produzca la cantidad correcta y ello se debe a la existencia de individuos denominados parásitos o free riders que consumen el bien público sin pagar. Este parásito surge sobre todo en el caso de los bienes públicos ya que si una sola persona compra el bien, también puede consumirlo cualquier otra. Un ejemplo de esta situación la ofrece los servicios de policía. Aunque cada individuo piense que necesita seguridad policial, no se verá incentivado a comprar la parte de los servicios de la policía que le corresponden. Dado que nuestra seguridad sería la misma que la de los demás conciudadanos estaríamos incentivados a esperar que la compraran nuestros vecinos en lugar de contribuir a pagarla, es decir cada uno se sentiría tentado a aprovechar las compras de los demás y si todo el mundo esperase que la seguridad policial la comprase otro, este servicio no sería prestado. Para afrontar el problema del consumidor parásito la sociedad debe encontrar mecanismos que le permitan decidir colectivamente cuanto gastar en defensa, por ejemplo y son los gobiernos los encargados de tomar estas decisiones colectivas, lo cual explica que muchos bienes públicos sean suministrados por el Estado. Pero el problema no radica en quién suministra el bien publico, el Estado o el sector privado, sino en lograr que la cantidad suministrada sea la óptima, para lo cual el Estado no tiene que suministrar el bien público sino solamente indicar qué cantidad debe producirse de cada uno
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de ellos. La producción efectiva pueden llevarla a cabo contratistas privados y es lo que ocurre por ejemplo, con los servicios de limpieza de la mayoría de las ciudades.
2.3. PROVISIÓN ÓPTIMA DE LOS BIENES PÚBLICOS El problema fundamental de los bienes públicos y particularmente de los bienes públicos puros, es que la aplicación de la regla P = CMa lleva a una oferta nula o insuficiente por parte del mecanismo de precios, pues el coste de una unidad adicional, una vez que ya se está produciendo, vendida a un consumidor cualquiera, es cero. Por ello el mercado no emprende la producción del bien a pesar de que existen individuos que están dispuestos a pagar por él. El bien público será producido en la cantidad apropiada cuando el precio correspondiente sea igual a la suma de las cantidades que los distintos individuos están dispuestos a pagar por una unidad adicional del bien. Este criterio tiene su origen en el hecho de que el consumo de un individuo no compite con el de los otros, o lo que es lo mismo, todos los individuos se benefician simultáneamente de cada una de las unidades del bien público. Si analizamos la figura 1, referida a dos consumidores, el precio que habría que fijar para que el bien público se produjera en condiciones de eficiencia sería igual al correspondiente a la suma de cantidades que los individuos están dispuestos a pagar por una unidad adicional del bien lo cual contrasta totalmente con el caso de un bien privado, para el cual la valoración de cada individuo se iguala al precio del bien. Así en términos gráficos el precio y la cantidad óptima o eficiente del bien público habrán de determinarse de acuerdo con una curva de demanda del mercado obtenida mediante la suma vertical de las demandas individuales, de forma que el precio del bien será igual a la suma de los precios que están dispuestos a pagar los distintos consumidores. Y aquí es donde reside el problema, en la dificultad de disponer de unos precios personalizados que, además, correspondan con las verdaderas preferencias de los individuos. Dadas las características de este tipo de bienes el método indirecto de encuestar a los consumidores potenciales dará lugar a infravalorar o a sobrevalorar sus preferencias en relación con el consumo del bien, dependiendo de la forma que ellos crean que será adoptada para costear su producción.
P Demanda total del bien público
_ P1 + P2 = P
Demanda del consumidor
P2
Demanda del consumidor 2
P1
Q
Q Figura 1.
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Vamos a analizar los efectos que una sobrevaloración del bien público puede crear en la sociedad. Para ello acudimos a la figura 2, en la que se representa la línea de coste marginal social del bien, CMaS y la de beneficio marginal social del bien, BMaS 1, que la consideraremos como la línea de valoración óptima y para la cual se origina un nivel de producción del bien publico de x1, que podemos considerar también como un nivel de producción eficiente. Para este nivel de producción la sociedad obtendría unos beneficios sociales netos dados por el área del triángulo ABC:
Área ABC = Área ABOx1 - Área CBOx1
(1)
Es decir obtendría unos beneficios sociales netos igual a la diferencia entre los beneficios sociales menos los costes sociales, con valor positivo para los primeros. Si suponemos ahora que los consumidores del bien lo sobrevaloran hasta un nivel BMS2, que originará un nivel de producción no eficiente de x2, ya que se incurre en costes dados por el área del triángulo BMN:
Área BMN = Área BMx1x2 – Área BNx1x2
(2)
En este punto el beneficio social neto será (1) – (2), aún positivo socialmente. Para una sobrevaloración aún mayor BMaS3 la repercusión del coste social sería aun mayor e igual al área del triángulo BST:
Área BST = Área BSx1x3 – Área BTx1x3
(3)
En este caso el beneficio social neto sería (1) – (3) y si el área de los triángulos ABC y BST llegaran a ser iguales (1) – (3) = 0, no habría beneficio social. Si el triángulo BST continuase creciendo por sobrevaloración, los costes superarían a los beneficios y la sociedad estaría mejor sin el bien público en cuestión. Se argumenta que la provisión de bienes públicos debería financiarse siempre mediante impuestos destinados específicamente a tal fin y que recaigan a su vez sobre los propios usuarios del bien, de forma que éstos estarán interesados en revelar sus verdaderas BMaS/CMaS preferencias. Aparte de los problemas de solidaridad y equidad que puede CMaS plantear este tipo de procedimiento, BMaS3 en el fondo el problema de ineficiencia no desaparecerá, a menos que el BMaS2 A S esquema impositivo esté personaliM zado de forma que cada persona paBMaS1 B gue con arreglo a su valoración del bien. Evidentemente un sistema imN C positivo de este tipo es difícilmente T realizable, teniendo en cuenta sobre todo, sus costes de aplicación. O X1 X2 X3
Cantidad ofrecida del bien público
Figura 2.
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3 LAS EXTERNALIDADES Hemos indicado que un mercado es eficiente cuando el precio de un bien se iguala al coste marginal que supone para la sociedad el producirlo y a la valoración marginal de los consumidores. A veces los beneficios y los costes de la producción no se reflejan totalmente en los precios del mercado. En la vida real algunas actividades relacionadas con la producción o con el consumo imponen directamente costes o beneficios a los consumidores y a las empresas no involucradas directamente. La existencia de interdependencia nos permite hablar de externalidades. Así pues, existe una externalidad cuando la producción o el consumo de un bien afecta directamente a consumidores o empresas que no participan en su compra ni en su venta y cuando esos efectos no se reflejan totalmente en los precios de mercado.
3.1. LOS COSTES Y BENEFICIOS PRIVADOS Y SOCIALES Al hablar de externalidades hay que distinguir entre valoraciones sociales y privadas, incluyendo en las primeras no solamente éstas ultimas sino también los beneficios o costes, según proceda, que no hayan sido tenidos en cuenta por el mercado. Así distinguiremos entre beneficios y costes privados y sociales, pudiendo ocurrir que en algunas ocasiones que el precio alcanzado por un bien en el mercado refleje únicamente la valoración o beneficio privado sin incluir otro tipo de beneficios o costes que puedan estar asociados con su consumo y que recaen o tienen su origen en otros agentes. Lo mismo podríamos argumentar acerca del coste privado de un bien, que puede no incluir la totalidad de los costes o beneficios asociados con su producción. Se define el beneficio marginal social, BMaS, como la suma del beneficio marginal privado, BMaP y el beneficio marginal externo, BMaE, siendo este ultimo el incremento de beneficio ocasionado por el efecto externo cuando tiene lugar una variación unitaria en la variable que da origen al mismo. BMaS = BMaP + BMaE El coste marginal social, CMaS, se define como la suma del coste marginal privado, CMaP, y el coste marginal externo, CMaE, siendo este ultimo el incremento en el coste ocasionado por el efecto externo cuando tiene lugar una variación marginal en la variable que da origen al mismo. CMaS = CMaP + CMaE La eficiencia económica requiere que BMaS = CMaS para cada uno de los bienes y servicios producidos en la economía. Los efectos externos crean una divergencia entre costes y beneficios privados y sociales.
Si el BMaS > CMaS la producción del bien debe aumentar.
Si BMS < CMS la producción debe reducirse.
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3.2. EFECTOS DE LAS EXTERNALIDADES XX Efectos externos en la producción Supongamos un huerto situado aguas abajo de una fabrica de papel, que vierte residuos al río. El agricultor se encontrará con que el coste de producir hortalizas depende de la decisión de la fabrica de papel, en cuanto a la cantidad de residuos que vierta al río, y su coste para eliminarlos. La calidad y el coste de la producción de hortalizas se ven afectados negativamente por la actividad de la fabrica de papel. Estamos ante una externalidad negativa en la producción de papel. En este caso el precio de mercado del papel que fabrica será inferior al verdadero coste social de la producción. Por ello decimos que dicho precio subestima el verdadero coste social ligado a su producción y tiene lugar una externalidad negativa. Hay una asignación ineficiente de recursos. El valor marginal de la ultima unidad producida es menor que el coste marginal social de producción. Pensemos ahora en un agricultor que produce frutas y un apicultor situado próximo a él que se dedica a la producción de miel. Si las abejas extraen el néctar de las flores, facilitan la polinización e incrementan la producción de frutas. El productor de miel experimenta un efecto externo beneficioso sobre la producción de manzanas. El coste marginal social de producir miel será inferior al coste marginal privado y el nivel óptimo de producción de miel será superior al que siguiendo unos criterios privados decide lanzar al mercado el apicultor. Estamos ante un externalidad positiva en la producción. En este caso el mercado tampoco refleja el efecto beneficioso del apicultor sobre la producción de manzanas. El productor de manzanas debería subvencionar al apicultor y compensarle así el efecto externo que le ocasiona. XX Efectos externos en el consumo En los ejemplos anteriores hemos hablado siempre de relaciones entre productores y muy limitados en número. En muchas ocasiones los agentes afectados por el efecto externo son los consumidores y el número de afectados puede ser muy elevado. Este es el caso de la contaminación o en líneas mas generales, el deterioro del medio ambiente. Las familias que viven en las proximidades de un aeropuerto sufren un deterioro de su bienestar como consecuencia del elevado nivel de ruidos que se ven obligados a soportar como resultado de la actividad aeroportuaria. Estamos ante una externalidad negativa en el consumo. De la misma manera la construcción de un parque que pueden utilizar los vecinos de una determinada zona, constituiría una externalidad positiva en el consumo.
3.3. LAS SOLUCIONES PÚBLICAS A LAS EXTERNALIDADES La corrección de las externalidades se refiere generalmente a aquellas que tienen un carácter negativo o perjudicial. Detectada la causa que origina los efectos externos parece lógico pensar que una forma de eliminarlos sería llevando a cabo una definición clara de los derechos de propiedad, de forma que el mercado correspondiente se encargara del intercambio de dichos derechos. Aplicar este criterio prácticamente no parece fácil dadas las dificultas que plantea la negociación directa entre las partes afectadas.
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A la vista de ello parece que el Estado podría mejorar el funcionamiento de la economía cuando existen externalidades. Así ante la presencia de una empresa contaminante el Estado debería intervenir, por ejemplo, con alguno de los cuatro criterios siguientes: 1. Prohibición total de las actividades contaminantes. 2. Establecimiento de umbrales máximos. 3. Fijación de impuestos unitarios. 4. Establecimiento de licencias de contaminación. Parece que la prohibición total de actividades contaminantes, resulta una medida extrema, que probablemente sea la de menor coste de aplicación pero que genera una nueva ineficiencia puesto que desde el punto de vista económico no puede afirmarse a priori que un nivel nulo de efecto externo sea la situación más ventajosa para ambas partes. Menos radical que la anterior parece la medida consistente en establecer umbrales máximos permitidos. La medida consiste en que el Estado establece sobre distintos aspectos, como contaminación atmosférica, de las aguas, etc., umbrales de calidad medioambiental y fija sanciones sobre los agentes que sobrepasan los umbrales fijados. No es un procedimiento de fácil aplicación debido al coste de obtener información para determinar dichos umbrales, con criterios de eficiencia y de forma personalizada para cada agente causante. Este es un sistema muy utilizado, a pesar de lo antes indicado. Una alternativa a la restricción en la cantidad del efecto externo es el establecimiento de un impuesto unitario por residuo emitido en el caso de externalidad negativa o de un subsidio unitario en el supuesto de tratarse de una externalidad positiva. Este impuesto o subsidio sería igual al daño marginal correspondiente al nivel óptimo o eficiente del efecto externo, lo que obligaría a los agentes causantes del mismo a su internalización. El productor se vería en este caso 02 = CMaS P obligado a tener presente el imC puesto o la subvención a la hora 01 = CMaP E2 de decidir sobre la producción o el P2 consumo. Presenta no obstante el P1 inconveniente de su costosa gesE1 tión en cuanto al establecimiento y recolección del impuesto. Por otra parte el objetivo no se habrá alcanD zado en su totalidad si finalmente q2 q1 q los perjudicados o dañados no reciben la compensación corresponFigura 3. diente a los perjuicios causados. Veamos en la figura 3 un ejemplo concreto aplicado a la producción de una empresa contaminante. Bajo el punto de vista privado de la empresa productora su oferta, será O1 = CMaP, que intersecta a la curva de demanda D, en E1, para una cantidad q1 al precio P1. Para esa cantidad el coste de la contaminación es la diferencia entre el coste social y el privado, representado por una perdida de bienestar colectivo como aguas sucias, humos, etc. o unos gastos al margen del mercado (depuración de las aguas, filtros, etc.).
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Si se determina el equilibrio teniendo en cuenta el coste marginal social, la oferta será O2 = CMaS, el equilibrio se producirá en E2 para la cantidad q2 al precio P2. Es decir, al tener en cuenta el coste social a la hora de tomar decisiones en el mercado, lleva a un precio mas alto y una menor cantidad intercambiada. Si no se tienen en cuenta los costes sociales derivados de la contaminación, la cantidad producida y consumida será mayor, y el precio menor, pero se incurre en un coste de la contaminación equivalente al área del triángulo E1. Otra alternativa para combatir las externalidades consiste en el establecimiento de licencias de contaminación, para cada agente contaminador, establecidas a partir de la determinación del nivel óptimo de contaminación total. Esta acción da derecho al agente contaminante a verter la cantidad de residuos especificada en la licencia, durante un período determinado.
3.4. LAS SOLUCIONES PRIVADAS A LAS EXTERNALIDADES En el capítulo anterior hemos hablado sobre las soluciones públicas a las externalidades practicadas a través de cuatro vías que se han analizado independientemente. No parece lógico pensar que la solución a las externalidades deba requerir siempre la presencia o intervención del Estado. También en el campo privado cabría establecer algunas vías para solucionar estos problemas. Estas vías podrían ser: 1. Las fusiones El primer caso se daría cuando dos empresas implicadas en la externalidad acuerdan su fusión. Sería el caso de la fábrica de productos químicos que vierte contaminación al río y el agricultor de aguas abajo que se ve afectado por esta contaminación. La fusión llevaría consigo que la empresa resultante controlaría la producción tanto de contaminación como de productos de cultivo. Además tendrá en cuenta las consecuencias derivadas de la contaminación, es decir, tendrá en cuenta el coste social de su plan de producción. Esto significa que la fusión de ambas empresas internalizaría la externalidad. 2. Las normas sociales de conducta En cuanto al segundo planteamiento el establecimiento de unas normas sociales de conducta podría llevar a la internalización de la externalidad, siempre y cuando estas normas se respeten y se tienda a procurar una adecuada convivencia entre contaminador y contaminado. 3. La negociación. El teorema de Coase Este teorema se ocupa dde la eficacia del mercado para resolver el problema de las externalidades en algunas circunstancias. En esencia, el teorema establece que si las partes privadas pueden negociar sin ningún coste sobre la asignación de los recursos, el mercado resolverá el problema de las externalidades y asignará eficientemente los recursos. Evidentemente, cualquiera de los tres planteamientos no hace sino tratar de eludir la intervención del Estado y de una forma u otra compensar los impuestos o subvenciones que se pudieran establecer por el sector público, dentro de la vía privada.
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La vida real nos dice que el teorema de Coase no tiene mucha aplicación práctica, pues los agentes privados difícilmente pueden resover por sí solos los problemas derivados de las externalidades. La negociación no siempre funciona, aunque sea posible llegar a un acuerdo mutuamente beneficioso. En ocasiones, los problemas de externalidades no pueden resolverlos las partes interesadas debido a los costes de transacción. Los costes de transacción son los costes en los que incurren las partes en el proceso de llegar a un acuerdo y de velar por su cumplimiento.
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4 RACIONALIDAD Y ÓPTIMOS PARETIANOS El concepto de eficiencia de Pareto se basa en la idea de que el despilfarro es algo malo, ya que es posible mejorar el bienestar de algunas personas si aquel se puede eliminar, pero para elegir entre puntos eficientes en el sentido de Pareto, se debe abordar explícitamente la cuestión de la equidad y de la justicia. En este terreno es muy difícil alcanzar acuerdos, ya que mientras los individuos aceptan que el despilfarro de recursos es algo malo, es más difícil ponerlos de acuerdo sobre cuáles son las distribuciones justas y las injustas. Para evidenciar las limitaciones de la eficiencia económica según Pareto, debemos acudir al concepto de fronteras de posibilidades de utilidad. La frontera de posibilidades de utilidad muestra el nivel máximo de utilidad que puede alcanzar un individuo I1 por cada nivel de utilidad que puede alcanzar otro, I2. Todos los puntos situados en la frontera de posibilidades de utilidad son eficientes. Así el desplazamiento del punto A al C en la figura 4, mejora la utilidad del individuo I2 a costa de reducir la del I1. Cualquier punto situado debajo de la frontera, como por ejemplo el D, es ineficiente. Al desplazarnos por cualquier punto situado entre las dos flechas, es posible mejorar al menos el bienestar de una persona. De hecho desplazarnos hacia un punto como el B, mejora la satisfacción de los dos individuos. La principal limitación del concepto de eficiencia en el sentido de Pareto es que no permite clasificar los puntos de la frontera de posibilidades de utilidad. De hecho todos los puntos situados en la frontera de posibilidades son eficientes en el sentido de Pareto. Tanto los puntos A y C que representan situaciones que suponen una desigualdad extrema, como el B, que implica un reparto igualitario, son igualmente eficientes. Así podemos afirmar que no existe ninguna formula científica, exenta de juicios de valor, para elegir entre las asignaciones de recursos eficientes en el sentido de Pareto.
Unidad del individuo I1 A
B
D
C
Unidad del individuo I2 Figura 4.
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XX Requisitos del óptimo paretiano A pesar de todo lo indicado en el apartado anterior, la consecución del óptimo de Pareto debe suponer tanto la eficiencia en el consumo como la eficiencia en la producción. La eficiencia en el consumo significa la distribución de unos bienes de forma que la mejora en el bienestar de uno no perjudique a otro. Esta condición podría expresarse diciendo que la tasa marginal de sustitución de dos bienes X e Y, sea igual para todas las personas que consuman ambos bienes. RMS de X e Y = constante e igual para todos los consumidores En el caso de la producción y de forma similar los factores productivos deben ser distribuidos para obtener más de un producto sin reducir la producción del otro. Ello debe cumplir que la tasa marginal de sustitución técnica de un factor, por ejemplo el trabajo L por otro, el capital K tiene que ser la misma para todos los productos que produzca una empresa individual que utilice esos factores y para todos los productores que realizan la misma producción. RMS de L y K = constante e igual para todos los productos Dadas ambas condiciones ahora deben igualarse las eficiencias del consumo y de la producción, cuyo sentido económico sería que la tasa marginal de sustitución técnica o de transformación, en el caso de la producción iguale a la tasa marginal de sustitución, en el consumo. De cumplirse simultáneamente las tres condiciones de eficiencia económica, la sociedad habría conseguido el óptimo en el sentido de Pareto.
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5 EFICIENCIA VERSUS EQUIDAD La eficiencia y la equidad son dos de los objetivos básicos de cualquier política microeconómica. Por eficiencia se entiende la asignación eficiente de los recursos, es decir que no haya despilfarro y que no se pueda mejorar el bienestar de un individuo sin que otro empeore o que sea imposible aumentar la producción de algunos bienes sin reducir la producción de otros. La condición para que se cumpla la eficiencia en la asignación es que la relación marginal de sustitución sea igual a la relación marginal de transformación e igual al cociente entre los precios, es decir:
RMS = RMT =
Px Py
Como los productores y los consumidores se enfrentan a los mismos precios, en competencia perfecta RMS = RMT y se conseguirá la eficiencia en la asignación de los recursos. Por equidad se entiende la distribución de los bienes y servicios, de la renta entre las personas de una economía de la forma más igualitaria posible. Cuando el mercado distribuye la renta de manera que creemos no equitativa, se ha producido un fallo de mercado. Para corregirlo el Estado deberá alterar la distribución de la renta a través de la política impositiva o a través de la política del gasto público. Los efectos redistributivos de los gastos dependen de cómo están relacionados sus beneficios globales con la renta. XX La eficiencia económica y la caja de Edgeworth Las curvas de indiferencia pueden emplearse para ilustrar el concepto del óptimo de Pareto, construyendo la denominada Caja de Edgeworth. En ésta se supone que la economía está formada por dos individuos, o por dos grupos de individuos, A y B, y con sólo dos bienes, X e Y, de forma que la única actividad económica que se realiza es el intercambio de dichos bienes entre ambos individuos. El objeto es representar gráficamente, el conjunto de asignaciones eficientes resultantes de los mapas de curvas de indiferencia YB OB de ambos agentes (Figura 5).
Y
U4A
F
U1B
YA
U2B
U4A
XB
XB
G
X = X A + XB
E
OA
C U
A 1
XA
Y = Y A + YB
U3A
D
U4B
U3B
U2A
X
Figura 5.
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Las dimensiones de la caja de Edgeworth vienen dadas por las disponibilidades totales del bien X y del bien Y, es decir X e Y
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Los subíndices A y B representan las cantidades que posee cada individuo de cada bien. A partir de cada vértice se representan los mapas de curvas de indiferencia de ambos consumidores. Para el individuo A la utilidad es mayor conforme se sitúa en una curva de indiferencia más alejada del origen OA, mientras que la utilidad de B, aumenta de la misma forma, pero tomando como origen OB, es decir, mayor utilidad para B cuanto más alejada de OB se encuentre la curva de indiferencia de este individuo. Cualquier punto del interior de la caja es factible, pero no todos son eficientes. Supongamos una situación de partida como el punto G, en las que las dotaciones iniciales XA, YA, para el individuo A y XB, YB para el individuo B. Este punto G no representa una situación eficiente, ya que existen posibilidades de intercambiar bienes, aumentando el bienestar o utilidad de ambos o de al menos uno de los individuos sin reducir la del otro. Así, deslizándose a través de la curva de indiferencia U2A, podemos pasar del punto G al D, que será eficiente ya que el sujeto A permanece en la misma curva de indiferencia U2A y el B pasa a otra más elevada, U3B. Puede comprobarse que todos los puntos que representan asignaciones eficientes, C, D, E y F, vienen dados por los puntos de tangencia de las curvas de indiferencia de ambos individuos. La línea que une dichos puntos y que recoge el conjunto de asignaciones eficientes se denomina línea de contrato. El criterio óptimo de Pareto no permite comparar entre las distintas asignaciones eficientes, ya que pasar de una de ellas a otra, por ejemplo de D a E, supone siempre que la utilidad o bienestar de uno de los individuos se reduce. La conclusión que se puede extraer es que el criterio del óptimo de Pareto permite obtener asignaciones eficientes, pero no la asignación más eficiente.
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BIBLIOGRAFÍA BIBLIOGRAFÍA REFERIDA LIPSEY, R.G.: Introducción a la Economía Positiva. Ed. Vicens Vives. Barcelona, 1999. MANKIW, N. G.: Principios de microeconomía. Ed. McGraw-Hill Interamericana de España. Madrid, 1998. MOCHÓN, F.: Microeconomía. Ed. McGraw-Hill Interamericana de España. Madrid, 1997. SAMUELSON, P. A. y NORDHAUS, W. D.: Economía. Ed. McGraw-Hill Interamericana de España. Madrid, 2002. VARIAN, H.R.: Microeconomía intermedia: un enfoque actual. Antoni Bosch Editor, 2001.
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RESUMEN Desequilibrios y limitaciones de la economía de mercado. Los bienes públicos. Las externalidades. Racionalidad y óptimos paretianos. Eficiencia versus equidad. 1. DESEQUILIBRIOS Y LIMITACIONES DE LA ECONOMÍA DE MERCADO A partir del trabajo de Vilfredo Pareto, se establece el concepto de eficiencia económica, cuando una situación eficiente no posibilita el beneficio de ninguna persona sin empeorar el de alguna otra.
1.1. LA EFICIENCIA ECONÓMICA Y EL SISTEMA DE PRECIOS La curva de demanda de un bien representa el valor marginal que los consumidores dan a ese bien, y muestra lo que están dispuestos a pagar por una unidad adicional del bien. La curva de oferta muestra la curva de coste que tiene, para el conjunto de la economía, el incremento de la producción de la industria en una unidad. El coste marginal de producir un bien es igual, al valor marginal que los consumidores conceden a ese bien, que sería la situación de equilibrio de un mercado perfectamente competitivo. Los precios constituyen el mecanismo central de asignación en una economía de mercado. Guían las elecciones de los consumidores entre los distintos bienes y la asignación de los recursos productivos entre los diferentes sectores y actividades.
1.2. LOS FALLOS DEL MERCADO Los fallos del mercado son la consecuencia de las siguientes causas: a) Ciertas formas de organización de mercados, dando lugar a situaciones de competencia imperfecta. Por ejemplo, la existencia de monopolios, oligopolios, etc. b) La existencia de bienes públicos, para los cuales el consumo de un individuo no necesita excluir el consumo de otros individuos. c) La aparición de externalidades, cuando el comportamiento de determinados individuos o empresas incide directamente sobre el bienestar de los otros.
2. LOS BIENES PÚBLICOS Los bienes públicos son la consecuencia de que se produzca un fallo del mercado. Un bien público es aquel cuyo consumo, por parte de un individuo, no reduce, ni real ni potencialmente, la cantidad del bien disponible para otro individuo. Este concepto está en contraposición con el bien privado, que si es consumido por un individuo, no puede ser consumido por otro.
2.1. CLASIFICACIÓN Al hablar de bienes públicos se establecen dos categorías: a) El bien público puro: se caracteriza por la ausencia de rivalidad en el consumo, no exclusión, y el hecho de que todos los individuos consuman la misma cantidad del mismo. b) El bien público no puro: aquel que afecta a la rivalidad en el consumo, y a la exclusión.
2.2. LOS BIENES PÚBLICOS Y LOS FALLOS DEL MERCADO En los bienes públicos, los fallos del mercado pueden manifestarse de dos formas: a) No se ofrece cantidad alguna del bien en cuestión. b) Se ofrece una cantidad insuficiente del bien público.
2.3. PROVISIÓN ÓPTIMA DE LOS BIENES PÚBLICOS La provisión de bienes públicos debería financiarse siempre mediante impuestos, y que estos, recaigan a su vez sobre los propios usuarios del bien.
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3. LAS EXTERNALIDADES Existe una externalidad, cuando la producción o el consumo de un bien afecta directamente, a consumidores o empresas, que no participan en su compra ni en su venta, y esos efectos, no se reflejan en los precios de mercado.
3.1. LOS COSTES Y BENEFICIOS PRIVADOS Y SOCIALES El beneficio marginal social, BMaS, es la suma del beneficio marginal privado, BMaP y el beneficio marginal externo, BMaE, siendo este último, el incremento de beneficio ocasionado por el efecto externo, cuando tiene lugar una variación unitaria en la variable que da origen al mismo: BMaS = BMaP + BMaE El coste marginal social, CMaS, es la suma del coste marginal privado, CMaP, y el coste marginal externo, CMaE, siendo este último el incremento en el coste, ocasionado por el efecto externo, cuando tiene lugar una variación marginal en la variable que da origen al mismo: CMaS = CMaP + CMaE
3.2. EFECTOS DE LAS EXTERNALIDADES Estamos ante una externalidad negativa en la producción, cuando el producto que se fabrica sea inferior al verdadero coste social de la producción. Estamos ante un externalidad positiva en la producción, cuando el mercado no refleja el efecto beneficioso del productor sobre la producción de sus bienes. La construcción de un parque que pueden utilizar los vecinos de una determinada zona, constituiría una externalidad positiva en el consumo.
3.3. LAS SOLUCIONES PÚBLICAS A LAS EXTERNALIDADES La corrección de las externalidades se refiere a aquellas empresas que tienen un carácter negativo o perjudicial. Ante la presencia de una empresa contaminante, el Estado debería intervenir con: a) Prohibición total de las actividades contaminantes. b) Establecimiento de umbrales máximos. c) Fijación de impuestos unitarios. d) Establecimiento de licencias de contaminación.
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La medida de umbrales máximos permitidos, menos radical, consiste en que el Estado establezca sobre distintos aspectos, como contaminación atmosférica, de las aguas, etc., umbrales de calidad medioambiental, y fije sanciones sobre los agentes que sobrepasen los umbrales fijados. Una alternativa a la restricción en la cantidad del efecto externo, es el establecimiento de un impuesto unitario por residuo emitido en el caso de externalidad negativa, o de un subsidio unitario, en el supuesto de tratarse de una externalidad positiva.
3.4. LAS SOLUCIONES PRIVADAS A LAS EXTERNALIDADES Estas vías podrían ser: las funciones, las normas sociales de conducta y la negociación. El teorema de Coase.
4. RACIONALIDAD Y ÓPTIMOS PARETIANOS El concepto de eficiencia de Pareto, dice que es posible mejorar el bienestar de las personas eliminando el despilfarro, con equidad y justicia. Para evidenciar estas limitaciones, debemos acudir al concepto de fronteras de posibilidades de utilidad, que muestra el nivel máximo de utilidad que puede alcanzar un individuo I por cada nivel de utilidad que 1 puede alcanzar otro, I . 2
5. LA EFICIENCIA VERUS EQUIDAD La eficiencia y la equidad son dos de los objetivos básicos de cualquier política microeconómica. Por equidad se entiende, por la distribución de los bienes y servicios, de la renta entre las personas, de la forma más igualitaria posible. La Caja de Edgeworth ilustra el concepto óptimo de Pareto, donde la economía está formada por dos individuos, o por dos grupos de individuos, A y B, y con sólo dos bienes, X e Y, de forma que la única actividad económica que se realiza es el intercambio de dichos bienes, entre ambos individuos. El objeto de la Caja de Edgeworth, es representar gráficamente, el conjunto de asignaciones eficientes resultantes de los mapas de curvas de indiferencia de ambos agentes.
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