2010_Economia_02_13.pdf

April 11, 2018 | Author: Carlos Gomez | Category: Science, Karl Popper, Scientific Method, Theory, Hypothesis
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ECONOMÍA Los métodos en Economía. Economía positiva y normativa. Los juicios de valor en Economía. Las discrepancias entre los economistas:

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Consecuencias para la enseñanza de la Economía.

Temario 1993

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1. LOS MÉTODOS EN ECONOMÍA 1.1. EVOLUCIÓN DEL MÉTODO EN ECONOMÍA 1.2. HACIA UNA NUEVA METODOLOGÍA ECONÓMICA

2. ECONOMÍA POSITIVA Y NORMATIVA 3. LOS JUICIOS DE VALOR Y ECONOMÍA 4. LAS DISCREPANCIAS ENTRE LOS ECONOMISTAS: CONSECUENCIAS PARA LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

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INTRODUCCIÓN

El mundo económico es muy complicado y, generalmente, no es posible realizar observaciones económicas en las peculiares condiciones experimentales características de los laboratorios científicos. Mientras que un Fisiólogo, cuando desea determinar los efectos de la penicilina en la pulmonía, puede hacerlo en igualdad de condiciones empleando dos grupos de enfermos que sólo difieran entre sí por el hecho de que se les inyecte o no la penicilina, en cambio, el economista no se encuentra en tan buena situación, y si quiere averiguar en qué forma afectará un impuesto sobre la gasolina al consumo de combustibles líquidos, podrá verse embarazado por el hecho de que, en el mismo año en que se dictó el impuesto, entraron en servicio los oleoductos. Sin embargo, debe intentar aislar los efectos del impuesto suponiendo que todo lo demás ha permanecido igual, de lo contrario, no comprenderá los efectos económicos de los impuestos, ni de los adelantos del transporte, ni de ambas cosas a la vez. La dificultad de analizar las causas, cuando no es factible la experimentación controlada, se comprende claramente observando la confusión del médicobrujo salvaje, que cree que un sortilegio y un poco de arsénico son necesarios, ambos a la vez, para matar a su enemigo, o que sólo después de haberse vestido él en primavera con un traje verde se decidirán los árboles a hacer lo mismo. A esta limitación y a muchas otras se debe que nuestros conocimientos económicos cuantitativos se hallen muy lejos de ser completos, lo cual no quiere decir que no dispongamos de numerosos y exactos datos estadísticos aprovechables (censos, informaciones de mercado y estadísticas financieras), recogidos por organismos oficiales, asociaciones comerciales y empresas. La Economía es una ciencia finalista que parte del conocimiento de una realidad preexistente que resulta insatisfactoria, así como de la intención de modificar dicha realidad. En su contenido y estructura, la Ciencia Económica presenta una doble vertiente, que no debe confundirnos y desfigurar el carácter unitario de esta Ciencia. En este sentido, podemos hablar de una vertiente positiva, teórica o analítica, y, por otra parte, de una vertiente normativa, de acción o de política. Primeramente, en el plano positivo se pretende progresar en el conocimiento científico a través de la observación sistemática y el análisis, creando leyes, elaborando teorías y adelantando predicciones. Por otro lado, el plano normativo aparece integrado por tres fases: la introducción y explicitación de los juicios de valor, la asignación, basada en el empleo de teorías y/o modelos, y, por último, la verificación y valoración de los resultados. Ambos enfoques comparten el mismo punto de partida y de llegada, que es la realidad.

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No obstante, lo más importante sigue siendo considerar el fenómeno científico de forma unitaria, ya que el plano positivo sirve de soporte y justificación al plano normativo. A pesar de ello, la falta de unidad de la Ciencia Económica es un hecho cuya causa fundamental radica en la pérdida de simplicidad de esta materia.

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1 LOS MÉTODOS EN ECONOMÍA Antes de entrar en el estudio específico del método en nuestro campo científico, es necesario realizar unas matizaciones para centrar la Ciencia Económica dentro del campo de las Ciencias Sociales. Jean Piaget considera dentro de las ciencias sociales las llamadas ciencias «nomotéticas», que define como «aquellas disciplinas que intentan llegar a establecer leyes en el sentido, algunas veces, de relaciones cuantitativas relativamente constantes y expresables en forma de funciones matemáticas, pero también en el sentido de hechos generales o de relaciones ordinarias de análisis estructurales, etc.». En este sentido, Piaget estima que las características de las ciencias nomotéticas son: „„

Elaboración o búsqueda de leyes.

„„

Utilización de métodos acompañados de verificaciones estadísticas.

„„

Tendencia a dirigir las investigaciones sobre pocas variables a la vez.

Las características de nuestra ciencia son las señaladas para las ciencias nomotéticas en general, si bien en la utilización del método experimental presenta mayores dificultades. Dentro de las Ciencias Sociales, y por lo tanto en la Ciencia Económica, existe una dificultad añadida, que son los juicios de valor emitidos por el investigador. Durante la larga historia del método científico se han ido alternando en los diferentes períodos dos técnicas claramente diferenciadas: „„

Método deductivo: es aquel que partiendo de unas premisas abstractas y generales llega a unos resultados explicativos de una realidad concreta, es decir, parte de una ley general para explicar un caso particular.

„„

Método inductivo: es aquel que partiendo de una realidad o fenómeno concreto empírico llega a través de un proceso de razonamiento a establecer una ley general. Es un método totalmente opuesto al anterior.

1.1. EVOLUCIÓN DEL MÉTODO EN ECONOMÍA No resulta fácil precisar el comienzo de la Economía como disciplina científica, y por lo tanto, tampoco podemos determinar el inicio de la utilización de una metodología para su construcción. A partir del año 1500, la Economía inicia sus primeros pasos como ciencia, denominándose Economía Política. En una primera etapa, que abarca desde 1500 hasta 1750, la historia de las doctrinas económicas da cabida al mercantilismo y a la fisiocracia. Durante el mercantilismo, se da un enfoque metodológico del tipo empírico-realista, es decir, no se dan leyes que expliquen el comportamiento económico y posteriormente lo contrasten, sino sugerencias y normas de conducta asistemáticas que pueden conducir a los Estados por el camino del bienestar y la prosperidad.

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Aunque la fisiocracia convive con el mercantilismo en los últimos años de la primera mitad del siglo XVIII, supone un planteamiento totalmente distinto. El método de los fisiócratas, de los que Francois Quesnay es el primero y principal representante, se encuentra a caballo entre lo inductivo y lo deductivo, pues si con frecuencia tenían los ojos puestos en la realidad y concebían sus leyes basándose en abstracciones a partir de fenómenos de la vida real, no descartaban la utilización del razonamiento deductivo en muchas de sus argumentaciones teóricas. En una etapa posterior, aparecen economistas como Adam Smith, David Ricardo, Thomas R. Malthus y John Stuart Mill, que forman parte de la denominada Escuela Clásica de la Historia de la Economía. Éstos no utilizan un método común, pero todos ellos coinciden en el empleo de un método abstracto y deductivo heredado del racionalismo. Elaboran un cuerpo de leyes y principios del funcionamiento económico, sin preocuparse de contrastarlos con la realidad, ya que para ellos basta que el razonamiento en que se fundamentan esté hecho correctamente conforme a las reglas de procedimiento deductivo. Sin embargo, Adam Smith y Thomas R. Malthus no descartan del todo la utilización del procedimiento inductivo. David Ricardo, el principal analista teórico entre los clásicos, utiliza casi exclusivamente el método deductivo y abstracto, preocupado por el enunciado de leyes de carácter general, sin preocuparse jamás por el problema de la contrastación empírica de sus teorías. John Stuart Mill fue un revisionista que denominó su método «composición de fuerzas». Combina el método a posteriori con el método a priori; el primero, inductivo, se usaría para descubrir qué leyes obran en cada caso; el segundo, deductivo, para combinar estas leyes y, como en un paralelogramo de fuerzas, obtener la ley resultante. Uno de los grandes economistas de la historia es, sin duda, Karl Marx. Su obra económica debe considerarse como una síntesis de las tres corrientes intelectuales dominantes en su época: la economía política inglesa, la filosofía alemana y el socialismo francés. En esencia, el método de Marx se divide en tres etapas: una primera, de abstracción, mediante la que se aislan conceptualmente los elementos esenciales del proceso económico; una segunda, denominada de concretización progresiva, con la cual, en el curso del desarrollo, se introducen elementos cada vez más particulares del proceso económico, y una tercera etapa, la de verificación, consistente en confrontar los resultados obtenidos con el proceso económico real. La tradicional oposición entre los métodos, tras una breve pausa, vuelve a reanudarse en las últimas décadas del siglo XIX. Por una parte tenemos el método psicológico y el método matemático. Por otra, nos encontramos con el institucionalismo y el método estadístico. La primera de las corrientes constituye lo que puede denominarse el enfoque tradicional, que abarca el período 1880-1900, es decir, el período neoclásico, e incluye en su seno, entre otros, a Marshall, Pantaleoni, Walras, Pareto, Jevona, Von Bohm-Bawerk, Von Wieser, Cassel, Wicksell y J. B. Clark. Su método se basa en los tres pilares siguientes:

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„„

Establecer un canon metodológico: la ciencia debe tender a la generalización, lo que supone aceptar un «principio económico general», según el cual todo sujeto tiende a organizar el comportamiento de tal modo que obtenga la máxima satisfacción personal.

„„

Los principios elaborados por la teoría económica neoclásica están dotados de una validez universal y necesaria.

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„„

El razonamiento económico va más allá de los problemas representados por la organización de la riqueza.

La evolución posterior del pensamiento económico representa un alejamiento progresivo de estos principios metodológicos, que son paulatinamente sustituidos por los siguientes: „„

Investigación empírica.

„„

Revalorización del conocimiento de situaciones particulares.

„„

Desconfianza en los principios generales.

Es aquí donde aparece el institucionalismo, corriente que se extendió principalmente en América y que se apoya en dos nuevos elementos: la sociología y la estadística. Los institucionalistas americanos fueron pronto arrinconados por la vieja corriente neoclásica y la emergente keynesiana. Durante la segunda mitad del siglo XX fueron considerados un episodio efímero en la evolución del pensamiento económico. Sin embargo su legado permaneció y su influencia sobre muchos prestigiosos economistas americanos es muy notable, destacando John Kenneth Galbraith y Robert L. Heilbroner. La teoría keynesiana establece un alto grado de relación con la realidad económica, facilitando una explicación alternativa de los fenómenos visibles en la realidad circundante. Este enfoque, en el plano metodológico, ha proporcionado un campo más amplio de desarrollo. Sin embargo, entre Keynes y sus predecesores clásicos no puede establecerse una ruptura total por lo siguiente: „„

Los supuestos sociológicos de partida permanecen inalterados: el orden económico, la estructura de clases y las relaciones de propiedad no son cuestionados.

„„

El método deductivo característico de la escuela clásica es asimilado por Keynes. Esta técnica requiere previamente la realización de unos supuestos simplificadores, que fueron generalmente aceptados por sus oponentes.

La influencia de Keynes ha sido tan importante que, durante más de treinta años, los economistas sólo han podido ser keynesianos o antikeynesianos. Pero, con el paso del tiempo, la teoría keynesiana ha perdido su carácter revolucionario y ha pasado a ocupar una posición central en el pensamiento económico ortodoxo. Desde el punto de vista metodológico, este asentamiento definitivo del pensamiento keynesiano ha supuesto un avance decisivo del método empírico, en su versión moderna y científica, en perfecta conciliación con los métodos matemáticos y deductivos, todo ello en una concepción de la economía como ciencia positiva.

1.2. HACIA UNA NUEVA METODOLOGÍA ECONÓMICA Aunque resulta muy complejo establecer el comienzo de una nueva etapa en el campo metodológico, la conocida obra de Robbins Essay on the Nature and Significance of Economic Science, publicada en 1932, constituye el inicio de una nueva controversia en torno al método en la ciencia económica. La opinión de Robbins con respecto al método científico queda resumida en el siguiente párrafo: «las proposiciones de la teoría económica, como las de toda teoría científica, son, evidentemente, deducciones a partir de una serie de postulados. Cuando se ha comprendido plenamente

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la naturaleza de estos postulados, no caben extensas disputas sobre la existencia de sus contrapartidas en realidad. No necesitamos experimentos controlados para establecer su validez; hasta tal punto son hechos que salen al paso de la vida diaria, que basta con enunciarlos para reconocerlos como obvios. El hecho es que los complicados teoremas del análisis avanzado dependen, en último término, de postulados de este tipo, y la potencial aplicación de las proposiciones más amplias de la ciencia económica deriva de la existencia de las condiciones que suponen». El método resulta claramente deductivista y supone un espaldarazo a la línea más ortodoxa del pensamiento económico clásico y neoclásico. Como indica el economista Luis Angel Rojo, «Robbins concebía la ciencia económica como un cuerpo de deducciones a partir de una serie de postulados que implicaban hechos simples de la experiencia referentes a la escasez». El trabajo de Robbins pronto será replicado, y lo será principalmente por un empirista que había seguido al filósofo austríaco Wittgenstein, nos referimos a Hutchison, que, con su obra The significance and basic postulates of economic theory, publicada en 1938, propone una reacción enérgica en contra de la utilización del método deductivo en economía. Hutchison, frente al apriorismo y al deductivismo de Robbins, ofrece el método empírico de contrastación o verificación. Es decir, para Robbins y los seguidores del método deductivo no era posible buscar en la contrastación empírica un criterio de selección de la validez de las teorías, la cual debería quedar determinada por su correcta deducción a partir de unos supuestos básicos e indiscutibles. Para Hutchison y los seguidores del método empírico el cuerpo central de las proposiciones de la teoría económica ortodoxa se basaba en proposiciones tautologías, lo que conducía con frecuencia a una posición circular, en cuanto se suponía como axiomático lo que era necesario aprobar: en definitiva, para demarcar correctamente la economía como ciencia era preciso abandonar este método y buscar sistemáticamente la contrastación empírica de sus hipótesis y teorías. Los principales métodos, desarrollados a partir de principios del siglo XX y que se han trasladado al campo de la Economía han sido los siguientes: XX El método popperiano en economía Frente al criterio de verificación positiva, Popper, sin apartarse de la línea empírica, propuso para la investigación científica en general, el método de contrastación deductiva, según el cual una hipótesis debe ser formulada previamente, y después sometida a un proceso de contrastación. Además, frente a la verificación positiva como criterio de validación de teorías, propone el criterio de falsabilidad, que consiste básicamente en aceptar una proposición como científica sólo cuando es empíricamente refutable, esto es, cuando queda abierta a la posibilidad de ser refutada por una contrastación empírica contraria. Esta línea de pensamiento es la seguida por Milton Friedman en su Metodología de la economía positiva. Mantiene que la única prueba decisiva de validez de una hipótesis es la comparación de sus vaticinios con la experiencia, y añade que la evidencia de un hecho nunca puede probar una hipótesis, únicamente puede evitar el que sea desaprobada, que es lo que en general expresamos cuando decimos algo inexactamente, que la hipótesis ha sido confirmada por la experiencia.

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El problema en cuanto a la verificación positiva surge para Friedman del empeño por contrastar el realismo de los supuestos, ya que una teoría no puede probarse comparando el realismo de sus supuestos directamente con la realidad. Un realismo completo en Economía es inalcanzable, y la cuestión de si una teoría es bastante realista sólo se puede resolver comprobando si sus predicciones son bastante buenas para el propósito que se persigue. Esta metodología popperiano-friedmaniana es ampliamente aceptada por un grupo muy numeroso de economistas, aunque también cuenta con detractores. Como señala el economista Blaug «la idea de la irrelevancia de los supuestos irreales, siempre que la teoría deducida a partir de los mismos culminase en predicciones falsables, era convincente para los economistas, inclinados, por hábito y una larga tradición, a considerar su materia desde una perspectiva puramente instrumentalista». Pero los detractores surgen como consecuencia del nihilismo a que puede conducir una aplicación estricta y dogmática del método falsacionista, dogmatismo que, por otra parte, nunca ha sido aplicado en los programas de investigación económica, ya que, como señala Blaug, «el principio de tenacidad» aparece con frecuencia en la historia de la economía pura. XX La tesis de Lipsey Frente al criterio de «verificabilidad completa», y también frente al falsacionismo popperiano, Lipsey adopta una posición metodológica basada en la lógica inductiva, que se alinea claramente con la recomendada por Carnap para las ciencias físicas. La tesis de Lipsey, recogida en su obra Introducción a la economía positiva, se basa en la imposibilidad de probar o rechazar una teoría con un grado total de certeza, debido a que cualquier ciencia en fase de desarrollo verá rechazadas continuamente algunas de sus teorías, y anotará también observaciones que no pueden ser explicadas por una teoría existente. En definitiva, rechazar una teoría por una sola refutación resultaría excesivamente paralizante, pero aceptarla de forma definitiva, por muy alto que sea el número de pruebas favorables, resultaría excesivamente atrevido si tenemos en cuenta que siempre puede existir una experiencia contraria para la cual la ley no se cumpla. Según Lipsey, «todo lo más que podemos hacer es descubrir, sobre la base de cantidades finitas de conocimiento imperfecto, cuál es el balance de probabilidades entre hipótesis competitivas». Cualquiera que sea el planteamiento utilizado en la concepción teórica de nuestra ciencia, no debemos olvidar que la Economía es, ante todo, ciencia para la acción en un marco social, en el que resulta totalmente imposible eliminar los factores valorativos. Como señala Rojo, «la Economía no puede agotarse en un estrecho positivismo, y el economista, enfrentado con los acuciantes problemas socioeconómicos, no puede abstenerse de ofrecer interpretaciones por el hecho de que ello lleve inevitablemente a utilizar visiones globales articuladas, infiltradas de una filosofía social valorativa». XX El criterio de Kuhn-Archibald Una interpretación diferente, incluso antagónica, del proceso científico, es la debida al físico Thomas Kuhn. Su enfoque, menos rígido y formal que el de Karl Popper, parte del hecho de que en el panorama de la historia de la ciencia existen períodos alternativos de normalidad, o de «ciencia normal», y períodos de «crisis». En la fase de «ciencia normal», en la que se acepta un cuerpo esencial de teoría, van surgiendo situaciones que no pueden explicarse de forma

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convincente, a las que Kuhn denomina «anomalías». Estas anomalías se van acumulando hasta llegar a desplazar a la teoría originaria o establecida. Con el tiempo, una de las nuevas teorías triunfa y se convierte en un paradigma, o teoría comúnmente aceptada, sin la cual -dice Kuhnse produce la confusión y la crisis. Esta tesis no tiene, por supuesto, el enfoque normativo de la de Popper, ya que se trata tan sólo de una descripción del proceso de la ciencia, pero, basándose en ella, G. C. Archibald pretende desarrollar una doctrina normativa, que se encuentra resumida en un artículo sobre los aspectos metodológicos de la teoría general de Keynes. En primer lugar, Archibald comienza por no creer en la posibilidad de refutaciones, pero si las teorías no son refutables, hay que encontrar otra noción normativa que sustituya el aspecto normativo de Popper. En este sentido, Archibald propone una regla de demarcación basada en la «comparabilidad» en lugar de la «refutabilidad». Considera científica una proposición si tiene la característica de que su verdad o probable verdad puede ser comparada con la de otro enunciado, recurriendo a la observación. Dentro de este esquema, considera la refutación de Popper como un caso límite, ya que se trataría de una comparación entre una proposición y su negación. Una de las ventajas más importantes de este nuevo criterio de demarcación es que, al ser más flexible, permite una recurrencia y un mejor aprovechamiento de paradigmas anteriores: «Puesto que la comparación no es conclusiva, siempre resulta posible sacar del arca el antiguo paradigma y utilizarlo de nuevo si es útil, mientras que, desde luego, si hubiese sido refutado, sería incorrecto proceder así». Con respecto a la «revolución keynesiana», la opinión de Archibald es que no sustituyó a la teoría clásica como consecuencia de una refutación de la misma, al estilo popperiano, sino a causa del creciente malestar y falta de satisfacción producidos por aquellos fenómenos que no eran explicados. Es decir, según Archibald, la aparición de un conjunto creciente de «anomalías» en torno a la explicación dada por el paradigma clásico a los fenómenos económicos del final de los años veinte hizo que se produjera una revolución científica en el campo de la economía y la aparición de un nuevo paradigma, el keynesiano. XX El método de Lakatos en economía Tampoco el nuevo criterio de Kuhn ha tenido una aceptación definitiva, y pronto han surgido críticas tanto a los conceptos de paradigma y de revolución científica como al método de comparación sugerido por Archibald. Una de las más brillantemente elaboradas es la de Blaug, el cual se adhiere a la metodología lakatosiana en su explicación del progreso científico en economía, rechazando la explicación kuhniana de las revoluciones científicas. Lakatos coincide con Kuhn en el predominio de los paradigmas (en su terminología, «Programas de Investigación Científica») sobre los datos, pero admitirá con Popper que son finalmente los datos los que deciden el cambio en las teorías científicas. Según Lakatos, todo programa de investigación consta de dos componentes distintos: un núcleo firme, constituido por las ideas centrales y un cinturón protector de ideas auxiliares, cuya misión es precisamente impedir que el núcleo pueda ser refutado empíricamente. Lakatos considera que nunca una teoría puede ser falsada por un hecho. Los datos en contra de una teoría son simples «anomalías». Toda teoría, en la medida que no explica todo, convive con numerosas anomalías simultáneamente.

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Ante las anomalías puede reaccionar de dos formas distintas: sencillamente desentendiéndose de ellas o incorporándolas al cinturón protector. En cualquier caso, el núcleo de la teoría o programa de investigación se mantiene intacto. La falsación de una teoría no la producen los datos empíricos sino la aparición de una teoría mejor. Según Lakatos, una teoría es mejor que otra cuando: „„

Puede predecir hechos que la anterior no predecía.

„„

Explica el éxito de la teoría anterior.

„„

Corrobora empíricamente su contenido.

Lo que caracteriza a una buena teoría, o según Lakatos: «Programa de Investigación Progresivo», es su capacidad para predecir e incorporar hechos nuevos, frente a otras teorías o «Programas de Investigación Regresivos», que se limitan a explicar lo conocido. Un programa puede ser progresivo teóricamente, cuando realiza predicciones nuevas aunque no sean corroboradas, o empíricamente, cuando corrobora alguna de esas predicciones. Un programa progresivo puede dejar de serlo cuando agota su capacidad predictiva y se muestra incapaz de extenderse hacia nuevos dominios. Y, a la inversa, un programa regresivo puede convertirse en progresivo si logra hacer nuevas predicciones parcialmente corroboradas. Lakatos mantiene que una nueva teoría se impondrá sobre otra vigente, cuando además de explicar todos los hechos relevantes que la primera explicaba, se enfrenta con éxito a algunas de las anomalías de las que la teoría anterior no podía dar cuenta. Así se asegura una continuidad entre las teorías sucesivas. Esta continuidad es consistente con el carácter acumulativo del progreso del conocimiento económico.

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2 ECONOMÍA POSITIVA Y NORMATIVA Una clave que contribuye al éxito de la ciencia moderna es la capacidad para separar puntos de vista sobre lo que está ocurriendo efectivamente y puntos de vista sobre lo que nos gustaría que ocurriese. Distinguir lo que es de lo que nos gustaría que fuese, o lo que debería ser, depende en parte de conocer la diferencia entre proposiciones normativas o positivas. „„

Las proposiciones positivas tratan de lo que es, fue o será y se refieren a hechos reales del universo en que vivimos.

„„

Las proposiciones normativas tratan de lo que debería ser; dependen de nuestros juicios de valor, que son nuestros juicios sobre lo que es bueno o malo. Así que están íntimamente relacionadas con nuestras posiciones filosóficas, culturales y religiosas.

Para ilustrar esto, consideremos algunas afirmaciones, hipótesis y preguntas que se pueden clasificar como normativas o positivas. La proposición «es imposible dividir el átomo» es positiva y puede ser (y por supuesto ha sido) definitivamente refutada por un experimento empírico; mientras que la proposición «los científicos no deberían dividir el átomo» es una proposición normativa que incluye juicios éticos y no puede ser probada como correcta o incorrecta por ninguna evidencia. En economía las preguntas «¿qué políticas reducirán el desempleo?» y «¿qué políticas prevendrán la inflación?» son positivas; en cambio, la pregunta «¿debemos preocuparnos más por el desempleo que por la inflación?» es normativa. La proposición « un aumento del gasto público reducirá el desempleo y aumentará la inflación» es positiva. La proposición «el desempleo es un problema social más serio que la inflación» es normativa. Como un ejemplo para destacar la importancia de estas cuestiones en las ciencias sociales, consideraremos la pregunta «¿crecerá el desempleo con el pago de generosos subsidios de paro?». Esta cuestión positiva puede transformarse en una hipótesis contrastable afirmando, por ejemplo, «cuanto mayores sean los subsidios de los desempleados, mayor será el desempleo en general». Si no somos cuidadosos, nuestros juicios de valor pueden introducirse en el estudio de esta hipótesis. Algunas personas se oponen al Estado del Bienestar y creen en éticas individualistas, desean que esta hipótesis sea correcta porque su veracidad se puede utilizar como un argumento en contra de las medidas de bienestar en general. Otros creen que el Estado del Bienestar es beneficioso, ya que reduce la miseria y contribuye a la dignidad humana y desean que esta hipótesis sea errónea, ya que no quieren que las medidas del bienestar produzcan efectos que la gente desaprueba. A pesar de los diferentes juicios de valor y actitudes sociales, la evidencia se acumula sobre esta hipótesis concreta. Como resultado, tenemos muchos más conocimientos sobre el efecto de los subsidios de desempleo, sobre el desempleo en general, de los que teníamos hace diez años. Esta evidencia nunca podría haberse acumulado, o aceptado, si los investigadores no hubiesen sido capaces de separar sentimientos personales sobre esta cuestión de su capacidad para observar el comportamiento real de la gente. Las proposiciones positivas como las que acabamos de considerar afirman cosas sobre la realidad empírica. Si se puede probar que una proposición es errónea a través de una evidencia empírica, la llamamos proposición contrastable. Muchas proposiciones positivas son contrastables, y los desacuerdos sobre ellas son adecuadamente dilucidados apelando a los hechos. En contraste con las proposiciones positivas, que a menudo son contrastables, las proposiciones normativas nunca son contrastables. Los desacuerdos sobre proposiciones normativas

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como «es malo robar» o «es inmoral mantener relaciones sexuales con una persona del mismo sexo» no se puede resolver acudiendo a observaciones empíricas. Las proposiciones normativas se pueden discutir racionalmente, pero usando técnicas racionales diferentes a las usadas en las proposiciones positivas. Por esta razón es conveniente separar las investigaciones positivas de las normativas. Esto no se hace porque las primeras sean más importantes que las últimas, sino simplemente porque deben ser analizadas por métodos diferentes. Habiendo hecho la diferenciación básica entre proposiciones positivas y normativas, nos referiremos a una serie de puntos que requieren atención. Aunque nos referimos a ellos brevemente, cualquiera de ellos puede ser objeto de una amplia discusión. XX La clasificación no es exhaustiva Una clasificación es exhaustiva si toda proposición puede ser situada en una u otra de las clases definidas. No todas las proposiciones pueden ser clasificadas como positivas o normativas. Por ejemplo, existe una clase muy importante, llamada proposiciones analíticas, cuya veracidad o falsedad depende sólo de las reglas de la lógica. Estas proposiciones no son ni normativas ni positivas. Consideremos la frase «si toda X tiene la característica Y, y Z pertenece a X, entonces Z tiene la característica Y». Esta proposición es cierta por las reglas de la lógica, y es cierta para cualquier cosa por la que sustituyamos X, Y y Z. Por lo tanto, la sentencia «si todos los hombres son inmortales, y si usted es un hombre, entonces usted es inmortal» es una proposición analítica verdadera. Nos dice que si dos cosas son verdaderas, entonces la tercera también lo es. La veracidad de la proposición no es dependiente de la veracidad de sus partes individuales. En realidad, la proposición «todos los hombres son inmortales» es una proposición positiva que ha sido ampliamente refutada por millones de muertes, sin embargo, no existe una evidencia empírica sobre la mortalidad de los hombres capaz de negar la sentencia «si todos los hombres son inmortales, y si usted es un hombre, entonces usted es inmortal». „„

No todas las proposiciones positivas son contrastables Una proposición positiva puede ser verdadera o falsa en el sentido de que lo que afirma puede ser o no una realidad verdadera. Muchas proposiciones positivas son refutables: el que sean erróneas se puede deducir (con el margen de error de las observaciones) a través de su contrastación con los datos. Por ejemplo, la proposición positiva de que la Tierra tenía menos de cinco mil años de antigüedad fue contrastada y refutada por gran cantidad de evidencias acumuladas durante los siglos XVIII y XIX. La proposición «los ángeles existen y visitan la Tierra ocasionalmente de forma visible» es también una proposición positiva, pero nunca la refutaremos con evidencias, ya que por mucho que investiguemos, los creyentes pueden argumentar que no lo hacemos en el momento o en el lugar correcto, o que los ángeles no se mostrarán a los que no son verdaderos creyentes, o cualquier otra posible excusa. Por lo tanto, las proposiciones que concebiblemente podrían ser refutadas por la experiencia, si fuesen falsas, formarían una subclase de las proposiciones positivas; otras proposiciones positivas son irrefutables.

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La distinción no se aplica infaliblemente El hecho de que la distinción entre lo positivo y lo normativo ayude al avance del conocimiento no significa que todos los científicos lo apliquen automática e infaliblemente. Los científicos son seres humanos. Algunos tienen creencias muy arraigadas y algunas veces

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dejan que sus juicios de valor interfieran en el análisis de la evidencia. De todas maneras, la diferencia entre lo que es y lo que debería ser es una luz que guía a la ciencia. La capacidad de hacer esto, aunque sea imperfecta, es confirmada por la aceptación de muchas ideas que en principio resultaban extremadamente desagradables, ideas como la edad de la Tierra o la evolución del hombre a partir de otras especies animales. XX Los economistas no necesitan limitar sus estudios a proposiciones positivas Algunos críticos han supuesto erróneamente que los economistas deben investigar sólo con proposiciones que sean positivas y contrastables. De hecho, los economistas positivos consideran a menudo la corrección de las proposiciones analíticas: «¿se deduce realmente una determinada predicción de un conjunto de determinados supuestos?». Además, las teorías de las que se deducen proposiciones positivas y contrastables a menudo contienen supuestos no contrastables. Los economistas tampoco deberían rehusar a discutir juicios de valor mientras sepan lo que están haciendo. El hecho de que la economía positiva no incluya cuestiones normativas (debido a que sus instrumentos son inapropiados) no significa que los economistas deban interrumpir su investigación en el momento en el que surja la palabra «debería». La búsqueda de lo que parece ser una proposición normativa hace que a veces salgan a la superficie hipótesis positivas de las que depende nuestra conclusión «debería». Por ejemplo, a pesar de que la mayoría de la gente tiene sentimientos claros sobre el control estatal de la industria, probablemente muy pocos creerán que el control es bueno o malo en sí mismo. Su defensa u oposición se basará en ciertas creencias sobre relaciones que pueden ser clasificadas más como hipótesis positivas que como hipótesis normativas. Por ejemplo: «el control estatal reduce (o aumenta) la eficacia, cambia (o no cambia) la distribución de la renta, lleva (o no lleva) a un aumento del control estatal en otras esferas». Un estudio cuidadoso de este tema tan delicado revelará una agenda básica para una investigación de economía positiva que podría mantener ocupado a un equipo de economistas investigadores durante una década.

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3 LOS JUICIOS DE VALOR Y ECONOMÍA Si la experimentación controlada no es posible en las Ciencias Sociales, se le plantea un problema a la Economía si se intenta aplicar la metodología unitaria seguida en las ciencias naturales. La Economía, como Ciencia Social, pertenece al grupo de las ciencias empíricas, no experimentales, y, por tanto, la única prueba de contrastación a que pueden someterse sus hipótesis es una evidencia empírica de tipo observacional sobre hechos evidentes ya acaecidos. Como señala Camilo Dagum al comparar las Ciencias Naturales con la Economía, «aquéllas son esencialmente empíricas y experimentales, la Economía es una ciencia empírica y no experimental; aquéllas son independientes de toda ideología; la economía, como ciencia de fines y medios, es intrínsecamente ideológica». Aceptando, pues, el carácter ideológico de la Economía, surge de un modo casi evidente un interrogante al que se han dado diversas respuestas: ¿supone la presencia de la ideología en la formulación de las leyes económicas una pérdida de rigor científico en el análisis? No, si las proposiciones han sido elaboradas con rigor y si la introducción de las valoraciones no es subrepticia, sino explícita y aceptada. Ya Max Weber se quejaba de las objeciones que se hacían a su defensa de la objetividad científica de la Economía cuando afirmaba: «A pesar de lo que he dicho, se han formulado las siguientes objeciones: la ciencia se esfuerza por alcanzar resultados válidos, resultados correctos desde un punto de vista lógico y positivo, que sean significativos científicamente hablando y que, además, la elección del tema implica, ya de por sí, una valoración. Otro malentendido que se repite una y otra vez es que las proposiciones que presento implican que la ciencia empírica no puede considerar las valoraciones subjetivas como tema de su análisis». No obstante, los escépticos tratarán de probar que la investigación en las Ciencias Sociales se encuentra tan impregnada de juicios de valor, que es imposible la pretensión de objetividad científica para sus formulaciones, pero, como señala Paul Streeten, «la discusión en este campo se ve oscurecida por aquellos autores que, insistiendo en que las valoraciones se filtran de un modo u otro en el análisis social, se muestran reacios a indicar dónde tiene lugar esa filtración». Conviene, pues, un análisis de los diversos tipos de juicios de valor que pueden y son introducidos en el análisis económico, con el fin de proceder a su eliminación, si se considera deseable, o a su simple explicitación, cuando su presencia no dificulta la objetividad en la investigación, pues, como indica Oskar Lange, «las influencias ideológicas no siempre conducen a una degeneración apologética de las ciencias sociales. Bajo ciertas condiciones, dichas influencias constituyen un importante estímulo para la realización de una investigación verdaderamente objetiva». Admitamos, pues, la presencia de una cierta infiltración ideológica en las proposiciones económicas, lo que no dificulta su carácter científico, pero actuemos con toda claridad, intentando aplicar sistemáticamente el método empírico; tratemos de adherirnos, con carácter provisional, a la teoría que mejor explique los hechos en un momento dado, sin rechazar otras explicaciones que pueden resultar fructíferas, y estaremos en el camino correcto, pues, según se ha dicho, «lo que hemos de exigir al economista enfrentado con el estudio de las realidades sociales históricas no es que renuncie a toda carga ideológica, porque se trataría de una renuncia estéril, sino que admita que ninguna interpretación de los materiales sociohistóricos puede pretenderse única y excluyentemente; que practique, pues la discusión racional de interpretaciones ofrecidas

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desde otros criterios valorativos, buscando la más fructífera, es decir, la que mejor explique los hechos observados, y que esté siempre dispuesto a aceptar los límites impuestos a la interpretación por los conocimientos empíricamente contrastados, en los niveles de las diversas Ciencias Sociales positivas, y por los hechos objetivamente establecidos». Siguiendo a Hutchison, podemos agrupar en tres grandes categorías los juicios de valor que, de forma más o menos intencionada, forman parte del análisis económico: 1. Juicios de valor denominados «precientíficos» Son introducidos en la fase que precede al proceso científico. Éstos, inevitables en cualquier ciencia, y por tanto en la Economía, condicionan la fase positiva del análisis, que no por ello pierde su carácter científico. Se manifiestan en dos momentos: −− En la elección de los problemas que han de ser estudiados. −− En la elección de los criterios epistemológicos aplicables en función del método científico que aceptamos y aplicamos en la investigación. 2. Juicios de valor denominados «postcientíficos» Son introducidos una vez que la teoría ha sido formulada, y se refieren a la elección de las distintas políticas y a la selección de los objetivos, cuando la teoría está siendo aplicada a la política. Influyen, por tanto, en la fase normativa y, en consecuencia, son inevitables a la hora de hacer recomendaciones políticas sobre lo deseable o no de terminados objetivos y sobre el grado de prioridad asignado a los mismos. Sin embargo, estos juicios no son, lógicamente, inevitables si en lugar de hacer recomendaciones políticas para la consecución de determinados fines, nos limitamos a plantear el problema en términos técnico-hipotéticos, ensayando, no recomendando, diversos objetivos y viendo la forma en que pueden ser alcanzados con distintas políticas alternativas. Con base en esta argumentación, por parte de algunos ortodoxos se ha planteado la posibilidad de objetivar no sólo el conocimiento positivo sino el normativo, planteando los problemas de política económica como una simple relación entre fines y medios, en la que la misión del economista se reduce a la posición del técnico que resuelve un problema de adecuación de medios a fines, que le vienen dados desde fuera, y sobre cuya conveniencia no le está permitido manifestarse­. 3. Juicios de valor que influyen en la fase de selección de las teorías aplicables Cuando se trata de hacer exposiciones o predicciones (de naturaleza positiva) o recomendaciones (de naturaleza normativa). En este período de elección de la teoría existen «visiones» o prejuicios, consecuencia de posturas ideológicas que se manifiestan: −− En la explicación de los hechos a través de una determinada teoría, seleccionada de antemano. −− En la contrastación empírica, reduciendo la zona de hipótesis, o sesgando la interpretación de los hechos. −− En la selección de los datos históricos usados en la contrastación (elección de la fuente más conveniente), que a veces están distorsionados intencionadamente.

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Un problema adicional de extraordinaria importancia, que propicia de nuevo la introducción de juicios de valor, es el de la predicción económica, que forzosamente ha de hacerse en términos de incertidumbre. El economista se ve forzado a elegir, entre todo el amplio abanico de hipótesis, la que considera más probable y la que, en su opinión, es más peligrosa, y elección y opinión son términos con una fuerte carga valorativa. Además, cuando se pasa de la fase de recomendación (normativa), sobre la base de predicciones inciertas, el policy-maker se ve obligado, una vez más, a introducir su propio juicio de valor con respecto a las diversas actitudes a adoptar frente al riesgo adicional proporcionado por la incertidumbre. Vista la dificultad de deslindar con nitidez lo normativo de lo positivo, y analizada la influencia permanente en la investigación de los juicios de valor, estamos en condiciones de entender la Economía como una ciencia en la que se da una doble vertiente positivo-normativa de difícil separación, si bien, a los efectos de la investigación, el economista puede optar por una postura que se mueva más en el terreno de lo positivo, de enunciado y elaboración de leyes científicas, sin recomendaciones políticas, o bien pasar al terreno normativo de sugerencias políticas de acuerdo con un proceso de selección de objetivos y de los medios para lograrlos. En este segundo caso nos encontramos de lleno en el terreno propio de la Política Económica, donde el paso de la mera descripción a la acción interventora y modificadora sobre los operadores económicos obliga a aceptar la intromisión de los juicios de valor. Y si no es posible evitar la intromisión de los juicios de valor, lo que si hay que exigir a los economistas es que traten de hacerlos explícitos, en forma de formulaciones, tan claras y completas como sea posible, de sus preferencias políticas, en virtud de las cuales han procedido a la selección de uno u otro conjunto de objetivos y al orden de prioridad entre los mismos. Es conveniente y oportuno en el punto de que es inevitable que el análisis se encuentre impregnado de juicios de valor, y es necesario para la política contar con una base analítica sólidamente construida, es decir, con un análisis efectuado de acuerdo con las reglas rigurosas de procedimiento científico..., pero la nueva posición crítica, a fuerza de subrayar la inevitabilidad de valoraciones, puede descuidar el rigor en el razonamiento analítico. Ni decir tiene que, si se admite la existencia de valoraciones en el ámbito de la economía positiva, no puede dudarse de su importancia en la economía normativa, pues se manifiestan fundamentalmente en los fines que la actividad económica trata de alcanzar y en la elección de los medios para lograr dichos fines.

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4 LAS DISCREPANCIAS ENTRE LOS ECONOMISTAS: CONSECUENCIAS

PARA LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA

En los últimos años, los economistas han cobrado fama de ser un grupo quejumbroso que no es capaz de ponerse de acuerdo sobre nada. Un autor se quejaba: «aunque colocaras juntos a todos los economistas, nunca llegarían a una única conclusión». Un programa de radio o de televisión seleccionado al azar mostrará a menudo a dos economistas discutiendo sobre casi todo. ¿Por qué?. Parte de la culpa la tienen los medios de comunicación, pues una discusión acalorada constituye una apasionante obra de teatro, mientras que una fila de economistas asintiendo con la cabeza probablemente nos inducirá también a acabar dando cabezadas. Sin embargo, las encuestas revelan que las discrepancias de los economistas no son tan grandes como supone la opinión pública. Existe una gran unanimidad sobre numerosas cuestiones de economía positiva: los economistas coinciden en numerosos temas microeconómicos, como los efectos que producen en la economía los controles de los alquileres, los salarios mínimos y los aranceles. Muchas áreas de la Macroeconomía, en cambio, suscitan controversias, especialmente el papel que desempeña el dinero y las fuentes del desempleo en la sociedad actual. Muchos economistas están buscando desesperadamente una solución a estos enigmas. Sin embargo, las principales discrepancias entre los economistas se encuentran en la esfera normativa. Discrepan, como una gran parte del resto de la población, en cuestiones como las dimensiones que debe tener el Estado, el poder de los sindicatos, la importancia relativa de la inflación y el desempleo y la distribución equitativa de la renta. Se encuentran tan divididos como sus padres o sus primos en las cuestiones políticas y éticas generales de la actualidad. ¿Por qué estudiar Economía? Tal vez la mejor respuesta a esta pregunta sea la famosa contestación que nos brinda Keynes en las líneas finales de su obra clásica La Teoría General de la ocupación, el interés y el dinero. «Las ideas de los economistas y de los filósofos políticos son más poderosas de lo que suele creerse, tanto cuando son correctas como cuando son erróneas. De hecho, apenas el mundo se rige por otra cosa. Los hombres prácticos, que se creen libres de toda influencia intelectual, generalmente son esclavos de algún economista desaparecido. Los locos que ostentan el poder, que oyen voces en el aire, extraen su locura de la obra de algún diletante académico de unos años atrás. Estoy seguro de que se exagera mucho el poder de los intereses creados en comparación con la aceptación gradual de las ideas; desde luego, no inmediatamente, pero sí transcurrido algún tiempo, pues en el campo de la filosofía económica y política no son muchos los que son influidos por las nuevas teorías una vez que han pasado de los veinticinco o treinta años, por lo que no es probable que las ideas que aplican los funcionarios, los políticos, e incluso los agitadores, a los acontecimientos actuales sean las más recientes. Sin embargo, tarde o temprano, son las ideas, y no los intereses creados, las que son peligrosas, para bien o para mal». Tras un cuidadoso estudio de la Economía, el estudiante comenzará a reconocer las ideas que subyacen a los argumentos de la prensa o de los programas políticos. Comprender las ideas de generaciones de economistas y la manera en que las aplican a los problemas de la vida personal y a las cuestiones nacionales es, en última instancia, la razón por la que estudiamos Economía.

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A modo de conclusión, la Economía, que es tanto una ciencia como un arte, se estudia por diversas razones: para comprender los problemas a los que se enfrenta el ciudadano y la familia, para ayudar a los gobiernos a fomentar el crecimiento y mejorar la calidad de la vida, evitando, al mismo tiempo, la depresión y la inflación, y para analizar los fascinantes patrones de conducta social. Dado que tanto en la vida diaria como en las cuestiones nacionales hay aspectos económicos, es esencial tener unos conocimientos básicos de Economía para que los individuos y las naciones tomen decisiones sensatas.

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BIBLIOGRAFÍA BIBLIOGRAFÍA REFERIDA FERNÁNDEZ DÍAZ, A.; PAREJO GAMIR, J. A. y RODRÍGUEZ SAIZ, L.: Política económica. Ed. McGraw Hill Iberoamericana de España. Madrid, 2003. FISCHER, S. (et. al.): Economía. Ed. McGraw Hill Iberoamericana de España. Madrid, 1989. LIPSEY, R. G.: Introducción a la economía positiva. Ed. Vicens Vives. Barcelona, 1990. SAMUELSON, P. A. y NORDHAUS W. D.: Economía. Ed. McGraw Hill Iberoamericana de España. Madrid, 2002.

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RESUMEN Los métodos en Economía. Economía positiva y normativa. Los juicios de valor en Economía. Las discrepancias entre los economistas: consecuencias para la enseñanza de la Economía.

1. LOS MÉTODOS EN ECONOMÍA Durante la historia del método científico se han ido alternando dos técnicas claramente diferenciadas:

1.2. HACIA UNA NUEVA METODOLOGÍA ECONÓMICA „„ La obra de Robbins Essay on the Nature and Sig-

„„ Método deductivo: es aquel que parte de una ley ge-

neral para explicar un caso particular.

„„ Método inductivo: es aquel que partiendo de una

realidad llega a establecer una ley general. Es un método totalmente opuesto al anterior.

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1.1. EVOLUCIÓN DEL MÉTODO EN ECONOMÍA „„ A partir del año 1500 hasta 1750, la Economía inicia

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sus primeros pasos como ciencia, denominándose Economía Política. En esta primera etapa, las doctrinas económicas dan cabida al mercantilismo y a la fisiocracia. En la segunda mitad del siglo XVIII, aparecen economistas como Adam Smith, David Ricardo, el principal analista teórico entre los clásicos, Thomas R. Malthus y John Stuart Mill, con su método»composición de fuerzas», formando parte de la denominada Escuela Clásica de la Historia de la Economía. Karl Marx, uno de los grandes economistas de la historia, divide su método en tres etapas: una primera, de abstracción, una segunda, denominada de concretización progresiva, y una tercera etapa, la de verificación, consistente en confrontar los resultados obtenidos con el proceso económico real. El enfoque tradicional, que abarcará el período neoclásico (1880-1900), será la primera corriente que establecerá un canon metodológico, cuyos principios universales irán más allá de los problemas representados por la organización de la riqueza. El institucionalismo, siglo XX, es una corriente que se extenderá principalmente en América y que se apoyará en dos nuevos elementos: la sociología y la estadística. La teoría keynesiana establece un alto grado de relación con la realidad económica, facilitando una explicación alternativa de los fenómenos visibles en la realidad circundante.

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nificance of Economic Science, publicada en 1932, constituye el inicio de una nueva controversia, ya que para los seguidores del método deductivo no era posible buscar en la contrastación empírica un criterio de selección. Hutchison, con su obra The significance and basic postulates of economic theory, publicada en 1938, propone una reacción enérgica en contra de la utilización del método deductivo, y aboga por el método empírico. El método popperiano, principios del siglo XX, propone el método de contrastación deductiva según el cual una hipótesis debe ser formulada previamente, y después sometida a un proceso de contrastación., y el criterio de falsabilidad, que consiste en aceptar una proposición sólo cuando es empíricamente refutable. La tesis de Lipsey, recogida en su obra Introducción a la economía positiva, se basa en la imposibilidad de probar o rechazar una teoría con un grado total de certeza, debido a que cualquier ciencia en fase de desarrollo verá rechazadas continuamente algunas de sus teorías. El criterio de Kuhn-Archibald, consiste en proponer una regla de demarcación basada en la «comparabilidad» en lugar de la «refutabilidad». Considera científica una proposición si tiene la característica de que su verdad puede ser comparada con la de otro enunciado, recurriendo a la observación. En el método de Lakatos, todo programa de investigación consta de dos componentes distintos: un núcleo firme, constituido por las ideas centrales y un cinturón protector de ideas auxiliares, cuya misión es impedir que el núcleo pueda ser refutado empíricamente. Según Lakatos, la falsación de una teoría no la producen los datos empíricos sino la aparición de una teoría mejor.

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2. ECONOMÍA POSITIVA Y NORMATIVA „„ Las proposiciones positivas tratan de lo que es, fue

o será y se refieren a hechos reales del universo en que vivimos. „„ Las proposiciones normativas tratan de lo que debería ser; dependen de nuestros juicios de valor. Así que están íntimamente relacionadas con nuestras posiciones filosóficas, culturales y religiosas. „„ La clasificación no es exhaustiva: una clasificación es exhaustiva si toda proposición puede ser situada en una u otra de las clases definidas. No todas las proposiciones pueden ser clasificadas como positivas o normativas. −− No todas las proposiciones positivas son contrastables: una proposición positiva puede ser verdadera o falsa en el sentido de que lo que afirma puede ser o no una realidad verdadera. −− La distinción no se aplica infaliblemente: los científicos son seres humanos, y algunas veces dejan que sus juicios de valor interfieran en el análisis de la evidencia. „„ Los economistas no necesitan limitar sus estudios a proposiciones positivas y tampoco deberían rehusar a discutir juicios de valor mientras sepan lo que están haciendo.

3. LOS JUICIOS DE VALOR Y ECONOMÍA „„ Juicios de valor denominados «precientíficos»: in-

troducidos en la fase que precede al proceso científico. Se manifiestan en dos momentos: −− En la elección de los problemas que han de ser estudiados. −− En la elección de los criterios epistemológicos aplicables en la investigación.

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„„ Juicios de valor denominados «postcientíficos»:

introducidos una vez que la teoría ha sido formulada, y se refieren a la elección de las distintas políticas y a la selección de los objetivos, cuando la teoría está siendo aplicada a la política. „„ Juicios de valor que influyen en la fase de selección de las teorías aplicables: Cuando se trata de hacer exposiciones (de naturaleza positiva) o recomendaciones (de naturaleza normativa).

4. LAS DISCREPANCIAS ENTRE LOS ECONOMISTAS: CONSECUENCIAS PARA LA ENSEÑANZA DE LA ECONOMÍA Las principales discrepancias entre los economistas se encuentran en la esfera normativa. Discrepan en cuestiones como las dimensiones que debe tener el Estado, el poder de los sindicatos, la importancia relativa de la inflación y el desempleo y la distribución equitativa. Tras un cuidadoso estudio de la Economía, el estudiante comenzará a reconocer las ideas que subyacen a los argumentos de la prensa o de los programas políticos. A modo de conclusión, la Economía se estudia por diversas razones: para comprender los problemas a los que se enfrenta el ciudadano y la familia, para ayudar a los gobiernos a fomentar el crecimiento y mejorar la calidad de la vida, evitando, al mismo tiempo, la depresión y la inflación, y para analizar los fascinantes patrones de conducta social.

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