2-TUANA-El Espéculo de La Ignorancia

February 1, 2024 | Author: Anonymous | Category: N/A
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EL ESPÉCULO DE LA IGNORANCIA: El Movimiento de Salud de las Mujeres y las Epistemologías de la Ignorancia

Nancy Tuana

2006

Traducción: Álex Alarcón

Problemas Epistemológicos de la Psicología 'B' Facultad de Psicología, UNR - 2022

El Espéculo de la Ignorancia: El Movimiento de Salud de las Mujeres y las Epistemologías de la Ignorancia NANCY TUANA – 20061

Traducción Álex Alarcón2

Este ensayo tiene como objetivo resaltar la importancia de desarrollar estudios sistemáticos acerca de la ignorancia entendida como un componente fundamental de cualquier teoría del conocimiento. La autora utiliza los esfuerzos feministas desplegados por el Movimiento de Salud de las Mujeres (MSM) para recuperar y crear conocimiento acerca del cuerpo de las mujeres, con la finalidad de catalogar diferentes tipos de ignorancia al mismo tiempo que arrojar luz sobre la naturaleza de su producción. Asimismo, nos ayuda a entender que distintos movimientos de resistencia pueden contribuir al entendimiento acerca de cómo identificar, criticar y transformar la ignorancia. El colectivo de Salud de las Mujeres de Boston, Jane, Carol Downer, Lorraine Rothman y Belita Cowan, historia concebida. Ellas imaginaron, igual que lo hicieron tantas otras, nuevas maneras de pensar sobre sus cuerpos y alejarse de sus vidas reproductivas. Luego actuaron. Trabajaron desde sus propias cocinas o desde habitaciones prestadas en escuelas, iglesias, centros comunitarios presidiendo los múltiples nacimientos del Movimiento de Salud de Mujeres.

-Sandra Morgen El Movimiento de Salud de las Mujeres (MSM), que se expandió a través de Estados Unidos entre los 70 y 80, a menudo es caracterizado como un movimiento de liberación. En este ensayo afirmo que fue, también, un movimiento epistemológico. Este movimiento de mujeres fue desarrollado a la par que otro más amplio, pero enfocándose en el cuerpo y la salud de las mujeres, con el objetivo no solo de brindar información sino, además, de construir nuevos conocimientos. En palabras de las autoras de Nuestros cuerpos, nuestras vidas3, el volumen “contiene material fáctico sobre nuestros cuerpos y sobre nosotras mismas no disponible en ningún otro sitio. Intentamos presentarlo de un nuevo modo – una honesta, humana y poderosa manera de pensar sobre nosotras mismas y nuestras vidas. Queremos compartir el 1

“The Speculum of Ignorance: The Women's Health Movement and Epistemologies of Ignorance” (2006). Hypatia, Volume 21, Issue 3: Special Issue: Feminist Epistemologies of Ignorance , Summer 2006, pp. 1 – 19. DOI: https://doi.org/10.1111/j.1527-2001.2006.tb01110.x 2 El texto fue traducido utilizando la “x” genérica en lugar del masculino plural. El original en inglés no está escrito en lenguaje inclusivo, aunque es menester aclarar que los pronombres plurales en inglés no tienen género. Todas las citas y títulos de artículos y libros son traducciones propias, excepto por el libro Nuestros cuerpos, nuestras vidas, traducido por Raquel Scherr-Salgado y Leonor Taboada. 3

La primera edición de Nuestros cuerpos, nuestras vidas, publicada en 1970 por el Colectivo de Libros del Movimiento de Salud de las Mujeres de Boston, fue un libro de texto de 193 páginas, titulado Las mujeres y sus cuerpos [Women and their bodies], e impreso en papel periódico grapado.

conocimiento y el poder que se desprenden de este modo de pensar, así como los sentimientos que tenemos la una por la otra” (Colectivo de Libros del Movimiento de Salud de las Mujeres de Boston 1973, 2)4. El MSM, como un movimiento diferente, pretendía sacar nuestros cuerpos de las instituciones médicas para reconsiderar los conocimientos y experiencias que teníamos sobre ellos, intentando alejarse de las configuraciones sexistas y androcéntricas. En este sentido, el MSM fue un movimiento epistemológico de resistencia orientado a socavar la producción de ignorancia sobre el cuerpo y la salud de las mujeres, buscando construir una lectura crítica para liberarlas del sistema opresivo basado en estas ignorancias, así como para crear conocimiento emancipatorio5. Un aspecto del MSM era hacerles accesibles ciertos conocimientos médicos básicos que hasta ese momento disponían únicamente los profesionales de la salud. Otro objetivo fundamental de este movimiento consistió en reexaminar la medicina tradicional, no simplemente para “mejorarla”, sino para transformar el conocimiento sobre nuestros propios cuerpos y remover la opresión, aumentando la calidad de vida de las mujeres y transformando la sociedad. Las integrantes del MSM estaban motivadas por la justicia y el amor, no solamente por la verdad6. En este ensayo argumentaré que lo que hemos llamado “epistemologías de la ignorancia” fueron estrategias epistemológicas claves del MSM. Estas activistas feministas por la salud estaban comprometidas a develar los modos a partir de los cuales los cuerpos de las mujeres habían sido ignorados, examinando los conocimientos deliberadamente negados a mujeres y ciertos grupos de hombres, para reclamar su encubrimiento y desarrollar nuevos conocimientos libres de las estructuras de los marcos tradicionales. Lo que me interesa analizar sobre el MSM es la circulación del conocimiento/ignorancia y la resistencia. En otros trabajos he afirmado que para comprender completamente la compleja práctica de la producción del conocimiento y la diversidad de factores que influyen en el acontecimiento de que algo sea conocido, también debemos entender las prácticas que intervienen en aquello que no se conoce, con esto quiero decir, nuestra falta de conocimiento sobre algún fenómeno en algunos casos, o sobre un relato de las prácticas que resultaron en un

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The Boston Women's Health Book Collective. En un texto próximo a salir, afirmo que las epistemologías de la resistencia (ER) son un componente de lo que Naomi Schem (2001) nombró como CPR o Epistemología resucitada. 6 Por cuestiones de realismo, las implicancias de esta afirmación son complejas y deben ser tema de otro ensayo. Sin embargo, me gustaría decir que la posición aquí sostenida, sin negar la importancia de la verdad, debería insistir en una concepción del realismo mucho más sofisticada que la comúnmente aceptada. 5

grupo ‘desaprendiendo’ algo que una vez fue conocimiento (Tuana, 2004). En este ensayo me gustaría profundizar mi trabajo temprano a través de un estudio sobre los modos en que las epistemologías de la ignorancia fueron un componente clave del MSM, tanto para clarificar el valor de las epistemologías de la ignorancia como para sugerir que las epistemologías de la ignorancia son una parte fundamental de los movimientos de resistencia. En el reino de las ciencias, la ignorancia usualmente es representada como un agujero en el conocimiento: algo que (aún) no conocemos. Pero la condición de no saber no (siempre) es tan simple. Así como cualquier revisión adecuada de lo que conocemos debe incluir bastante más que el simple dictamen de verdad de cierta pieza de conocimiento – incluyendo, por ejemplo, un análisis de por qué aquellos que están en una posición de autoridad (que en sí mismo requiere un análisis genealógico) han llegado a aceptar cierta creencia como una ‘verdad’ – también la ignorancia, en los campos de la producción de conocimiento, es más compleja que ‘algo que no conocemos’7. En este ensayo utilicé como un estudio de caso los esfuerzos feministas por recuperar y construir conocimiento acerca de los cuerpos de las mujeres en el contemporáneo MSM, los cuales me han servido para catalogar diferentes tipos de ignorancia y arrojar luz en la naturaleza de sus producciones. Asimismo, trabajo sobre la manera en que los movimientos de resistencia pueden servir de ayuda para aprender a identificar, criticar y transformar la ignorancia. UNA TAXONOMÍA DE LA IGNORANCIA Al enriquecer nuestro entendimiento sobre la producción de conocimiento en un campo particular, debemos examinar las maneras en que la falta de conocimiento es sostenida e, incluso, producida. Así como nuestras epistemologías se alejaron del sueño de llegar al conocimiento por cualquier cálculo simple, cualquier esfuerzo por entender la ignorancia debe reconocer que se trata de un fenómeno complejo que, al igual que el conocimiento, es situado. Como Donna Haraway nos recuerda: Tampoco queremos teorizar el mundo en términos de un Sistema Global, mucho menos actuar dentro de él, pero necesitamos hacer una gran red terrestre de conexiones, incluyendo la habilidad parcial de transportar conocimientos a través de muy diferentes – y poderosamente diferenciadas – comunidades. Necesitamos el poder de las modernas teorías críticas acerca de cómo fueron hechos los significados y los cuerpos, no para negar los significados y los cuerpos,

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Aquí invoco el trabajo de Latour y Woolgar (1979)[Aquí habría que agregar la referencia bibliográfica, ya que hay versión al español de este texto] quienes han demostrado hábilmente esta cuestión.

pero sií con el objetivo de habitar significados y cuerpos que tengan una oportunidad en el futuro. (1991, 187).

A esto me gustaría agregar que necesitamos la habilidad parcial de transportar prácticas de la ignorancia a través de muy diferentes – y poderosamente diferenciadas – comunidades. La ignorancia, al igual que el conocimiento, es situada. Entender las variadas manifestaciones de la ignorancia y cómo estas se relacionan con el poder, requiere prestar atención a cómo cambia en cada contexto. Mi esfuerzo aquí es proveer una taxonomía, pero he intentado no brindar categorías de la ignorancia que estén por fuera de las especificidades de comunidades y personas. Mi objetivo es continuar el trabajo que han venido haciendo feministas y epistemólogas que investigan la situación del conocimiento reflexionando sobre la falta de conocimiento, así como promover futuros trabajos en esta área reflexionando sobre los modos en que la ignorancia acerca de los cuerpos y la salud de las mujeres ha circulado y (a veces) ha sido interrumpida por el trabajo epistemológico del MSM de Estados Unidos. A través de este análisis ofrezco un trabajo preliminar sobre una taxonomía de la ignorancia. Mientras que cualquier taxonomía se limitaría a reflexionar sobre la complejidad de prácticas actuales, ésta intentará proveer claridad a un campo que ha sido ignorado debido a las teorías del conocimiento creadas para ser dominantes8. CONOCIMIENTOS QUE NO SABEMOS, PERO NO NOS INTERESA SABER ■

No vinculado a intereses actuales

En las investigaciones científicas no se persigue la verdad sin rumbo fijo. Un tema es concebido como digno de interés por varias razones: puede ser visto como una clave para progresar sobre un cuerpo importante de conocimientos; puede leerse como potencialmente lucrativo; también puede entenderse como esencial para la seguridad nacional, entre otras cuestiones. Hay numerosos factores que pueden afectar el juicio de “interesante” (en relación a algo por conocer), tanto positivo como negativo: por ejemplo, el gobierno (o capital de riesgo) puede decidir desviar fondos desde o hacia determinado tema si las teorías relacionadas con ese tema han sido recientemente reforzadas o subestimadas. Algunas veces la ignorancia es consecuencia de la construcción de intereses. Tomemos el caso de los anticonceptivos masculinos. En su artículo de 1977 “¿Alguna vez te has preguntado sobre 8

Debemos recordar que las teorías dominantes están avaladas por cuestiones políticas y que se dedica mucho esfuerzo para sostener su dominancia. No se trata simplemente de su verdad o su poder explicativo, sino de qué verdades importan, qué es visto como algo importante de ser explicado y qué es juzgado como algo que puede ignorarse. Véase el ensayo de Sandra Harding sobre esta cuestión [creo que se refiere a Ciencia y Feminismo, ver en bibliografía al final, habría que agregarlo].

la píldora masculina?”, Rita Arditti notó que la mayoría de los agentes anticonceptivos se estaban desarrollando para ser usados por mujeres antes que por hombres. Considerando que el número de opciones anticonceptivas para mujeres comenzó a aumentar drásticamente desde los años 60 hasta el presente, con disponibilidad de anticonceptivos a base de hormonas, desde píldoras hasta implantes o inyecciones, las opciones de anticoncepción masculina permanecieron relativamente constante: condones y vasectomía. Los intereses aquí eran los de las grandes compañías que decidieron que investigar en el área de anticoncepción hormonal masculina no sería rentable9. Hubo algunos ensayos hormonales preliminares para hacer píldoras anticonceptivas para hombres en los años 60, pero la creencia de que los hombres estarían menos motivados que las mujeres para usar ese tipo de anticonceptivos y menos dispuestos a aceptar los efectos colaterales, alimentó el sentimiento corporativo de que el beneficio de hacer el anticonceptivo para hombres no justificaría la inversión en investigación o los gastos del marketing requeridos para desarrollar o vender este conocimiento (Véase Oudshoorn 2003). Arditti explicó que la preocupación por la “pérdida de libido” fue uno de los factores principales en la prohibición de la investigación en el área de anticonceptivos hormonales para hombres. Además, notó que la misma “pérdida de libido” casi nunca “era tenida en cuenta cuando lidiaban con la anticoncepción hormonal femenina, lo cual era obvio ya que las mujeres no tenían nada que perder en cuanto a la fuerza ‘activa’ en las relaciones sexuales dado que esta provenía del hombre” (1977, 123). Los llamados efectos colaterales de la píldora anticonceptiva fueron problemáticos para muchas mujeres. Estos incluían coágulos de sangre, depresión, náuseas, fatiga, migrañas y pérdida de libido sexual. Como notaron Arditti y otras mujeres del MSM, ese tipo de efectos colaterales eran vistos como inaceptables para los hombres, pero tolerables en mujeres, probablemente porque esos efectos estaban asociados con el ánimo – baja libido sexual, depresión o fatiga – compatible con el rol de género femenino. Para entender este tipo de ignorancia, es importante reflexionar acerca de las compañías farmacéuticas. Portavoces de investigación y desarrollo argumentaron que las mujeres estarían motivadas a utilizar anticonceptivos, pero los hombres no. Además de implicar la libido sexual de los hombres, otro argumento central de esta creencia giraba en torno a dos afirmaciones: primero, evitar el embarazo es responsabilidad de la mujer y segundo, los hombres no estarían motivados a usar anticonceptivos. Ambas afirmaciones son consecuencia de la ignorancia, la

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Oudshoorn (2003) documenta que la OMS ha sido responsable por los progresos que han ocurrido en este campo. Miembros de la Organización resistieron la renuencia de las industrias farmacéuticas a trabajar en la píldora anticonceptiva masculina.

segunda implica olvidar que previamente al descubrimiento del diafragma en 1882, los hombres solían ser responsables del control de natalidad, particularmente en el contexto marital, donde debían tomar precauciones si no tenían en sus planes otro nacimiento. Debido a estas cuestiones, los fabricantes de las compañías farmacéuticas consideraron que no valía la pena desarrollar conocimiento sobre la píldora masculina anticonceptiva. Entonces, ¿dónde estamos ahora? A pesar de que hace más de cuarenta años que la píldora anticonceptiva se ha vuelto popular, aún no existen píldoras masculinas, ni inyecciones o implantes disponibles más allá de los ensayos médicos, a pesar de que algunas personas predicen que hay algunos desarrollos a la vuelta de la esquina – siempre y cuando el análisis del fabricante sea favorable. De acuerdo con el doctor Richard Anderson, miembro del Centro por la Reproductibilidad Biológica en la Universidad de Edimburgo, “hay muchos estudios, incluyendo el primer ensayo sobre la píldora anticonceptiva masculina que ha llegado a fase tres en el mundo, desarrollado en China. Creo que la industria era escéptica en relación a la existencia de un mercado real. Pero ahora están invirtiendo grandes sumas de dinero en ello. Claramente piensan que hay un producto y dinero para hacer. La pregunta del millón de dólares es: ¿cuándo? Dentro de esta década parece realista” (citado en Dobson, 2003). Con los anticonceptivos masculinos tenemos un caso sobre conocimiento que no sabemos. No se trata de que la posibilidad de desarrollar este tipo de anticonceptivos haya sido pasada por alto. Por supuesto, los investigadores sabían que se trataba solo de una opción teórica junto a las píldoras anticonceptivas femeninas. Este es un caso sobre ‘no estar dispuesto’ a comprometerse en conocer aquello que la investigación requiere, porque ese tipo de conocimiento no es considerado importante por aquellos que tienen los medios para iniciar y dar continuidad a esa investigación. En este caso, la decisión de que ese tipo de conocimientos no es valioso se asocia con mecanismos de privilegio y opresión. Fácilmente podemos agregar esta categoría como ejemplo de ignorancia dentro del MSM – sabemos que no sabemos, pero no nos preocupa saber. La eyaculación femenina, por ejemplo, es otro campo de conocimiento que en estos días es ampliamente ignorado por investigadores. Así mismo, como ha demostrado el reciente estudio sobre terapia de remplazo hormonal realizado por el MSM, a pesar de que los conocimientos existentes sobre la menopausia son altamente inadecuados para las necesidades de salud que tienen las mujeres, aún se sostienen. Este aspecto de la ignorancia es el fiel reflejo de cualquier estudio sobre los valores dentro del campo de las ciencias y va de la mano con el trabajo hecho por filósofas feministas como Helen Longino, Lynn Hankinson Nelson y Alison Wylie. La pregunta acerca de cuáles son los intereses

que están poniéndose sobre la mesa arroja luz no solo en cómo los valores impactan sobre lo que sabemos, sino además en cómo impactan sobre lo que no sabemos y por qué. NI SIQUIERA SABEMOS QUE NO SABEMOS ■

Intereses actuales/conocimientos que bloquean conocimientos

Otra categoría de ignorancia incluye tópicos que ni siquiera sabemos que no sabemos porque nuestros intereses actuales, creencias y teorías los mantienen en la oscuridad. Esta es una categoría de ignorancia que es difícil de identificar sin una revisión retrospectiva y que puede, una vez identificada, deslizarse dentro de la categoría anterior sobre conocimientos que no sabemos, pero no nos interesa saber. Si bien esta categoría no incluye necesariamente un sesgo sexista o androcéntrico, cuando trata sobre el cuerpo de la mujer, a menudo lo tiene. Tomemos el caso de la estructura del clítoris. Mientras que las ilustraciones médicas y anatómicas del siglo XX incluían cuidadosos exámenes de los genitales masculinos y femeninos, la anatomía del clítoris no era un punto de atención, incluso llegó a ser completamente ignorado en algunos textos de mitad de siglo (véase Moore y Clarke, 1995). Cuando algunos autores o ilustradores representaban el clítoris, lo mostraban como una protuberancia indiferenciada. En algún lugar he argumentado que, en gran medida, la ignorancia en relación a la estructura del clítoris fue un efecto del sesgo reproductivo de la anatomía genital femenina (y masculina) (Tuana, 2004). La división arbitraria de los genitales en externos e internos es una ilustración más de esta afirmación. Considerando que muchas partes del pene son internas, una se pregunta por qué se ha hecho esa distinción. Pero cuando se trata de una división análoga de los genitales femeninos, hay mucho más en juego que un simple trabajo arbitrario. Las políticas de reproducción están explícitamente incluidas dentro de esta división, téngase en cuenta que otro modo de nombrar descriptivamente el órgano sexual femenino interno es “el aparato reproductor femenino” (Rathus 2002, 106). Debido a que el conocimiento médico se centró en el sistema reproductor, los componentes del llamado órgano genital externo femenino, el cual incluye los labios y el clítoris, han sido ignorados en los relatos contemporáneos de la anatomía femenina. En siglos anteriores las teorías médicas postulaban que el orgasmo femenino era necesario para la concepción. Pero una vez que se interrumpió el vínculo entre el orgasmo femenino y la concepción, los anatomistas dejaron de adjudicarle valor a la observación de la estructura o el funcionamiento del clítoris. El énfasis en el conocimiento sobre la reproducción se convirtió en una barrera para el conocimiento sobre el clítoris y aquellas cuestiones que los científicos habían descubierto fueron rápidamente olvidadas. Debido a esto, los científicos se volvían cada vez más

ignorantes en lo concerniente a la psicología del clítoris: centrarse en la reproducción dejó al margen estas cuestiones. Ellos no sabían que no sabían. La respuesta de las feministas involucradas en el MSM a esta práctica de la ignorancia constituye un claro ejemplo de una epistemología de resistencia que incluye como herramientas a las epistemologías de la ignorancia. El MSM no ignoraba la reproducción – por supuesto, prestaban mucha atención a esta cuestión – pero ellas tampoco ignoraban la sexualidad femenina. Y cualquiera que presta atención conoce bien la importancia del clítoris en el placer sexual femenino. En las primeras etapas del Movimiento de Liberación de Mujeres, ese tipo de conocimiento era político y se entendía como una fuente de resistencia frente a las concepciones opresivas de los cuerpos de las mujeres. Uno de los objetivos principales del MSM fue la resistencia y transformación de las interpretaciones androcéntricas y sexistas de la sexualidad femenina. Como Ann Koedt explicó en su ahora clásico “El Mito del Orgasmo Vaginal”, las mujeres han sido definidas sexualmente en términos de qué les genera placer a los hombres al punto de que nuestra propia biología no ha sido analizada adecuadamente. Hemos alimentado el mito de la mujer liberada y su orgasmo vaginal – un orgasmo que en realidad no existe. Lo que debemos hacer es redefinir nuestra sexualidad. Debemos descartar los conceptos “normales” de sexo y crear nuevas guías en las cuales se tomen en consideración el disfrute sexual mutuo… Si existen ciertas posiciones sexuales que actualmente se definen como “standard” y que no conducen al orgasmo de ambxs, debemos exigir que no sean más consideradas como standard. Debemos usar y desarrollar nuevas técnicas que nos permitan transformar este aspecto particular de nuestra actual explotación sexual. (1970, 38) El MSM nos compele a redefinir nuestra sexualidad incluyendo una revisión del conocimiento anatómico del clítoris. Muchas revisoras tempranas del clítoris, en particular Koedt, lo veía como el único lugar donde localizar la satisfacción sexual femenina. Independientemente de cuántos sitios de satisfacción sexual hayan sido identificados, nadie que parta de las experiencias sexuales femeninas (una temprana fenomenología aplicada) puede olvidar lo significativo que es el clítoris. El MSM reemplazó la ignorancia producida como consecuencia de concebir los genitales femeninos exclusivamente a partir de la función reproductiva, por conocimiento generado a partir de experiencias corporales. Nuestros cuerpos, nuestras vidas ofrecía un amplio cuerpo de conocimientos acerca del clítoris, no solo proveyendo información acerca de su rol en el placer sexual femenino, sino además lo presentaba incluyendo tres estructuras: eje o cuerpo [shaft], glande y crura clitoral. Estas estructuras internas y externas estaban detalladamente descritas en Nueva visión del cuerpo femenino [New View of Woman’s Body], publicado en 1981 por la Federación de los centros de salud feministas de las mujeres.

La atención sobre este tipo de ignorancia, donde las experiencias y valores de los grupos se hicieron a un lado a la hora de producir conocimiento, ha sido el tema principal desde el punto de vista de las teóricas feministas10. Aquí, tanto las experiencias de las mujeres como los valores de las teóricas feministas pueden convertirse en sitios de resistencia contra la ignorancia y para la transformación del conocimiento. La política de conocimientos para el MSM fue tomar nuestros cuerpos poniendo el conocimiento nuevamente en nuestras propias manos. Miembros del Colectivo de Salud de Mujeres de Boston no solo consultaban libros de texto para entender los órganos sexuales o la sexualidad, sino que también examinaban sus propios cuerpos. El autoexamen genital fue una práctica epistémica que el MSM utilizó para socavar la ignorancia. La política demandaba conocimiento encarnado, que a su vez iluminaba la profunda ignorancia que circulaba en espacios comunes. Escuchen, por ejemplo, la episteme encarnada de la siguiente cita de Nuestros cuerpos, nuestras vidas: Mientras separa suavemente los labios internos, podrá ver que éstos protegen un área delicada ubicada en el medio. Eso es el vestíbulo. Míralo más de cerca. Empezando desde el frente, justo debajo del monte del pubis, verás los labios internos que unidos forman un suave pliegue de piel, o prepucio del clítoris, sobre y conectado con el glande, o punta del clítoris. Suavemente mueve el pliegue de piel para poder ver el glande. Este es el punto más sensible en toda el área genital. Está hecho de tejido eréctil que se hincha durante la excitación sexual. Vuelve a dejar que la piel recubra el glande. Extendiéndose desde el prepucio hasta la sínfisis del pubis podrás sentir una estructura dura, gomosa como un cordón movible justo debajo de la piel. A veces puede generar excitación sexual si lo tocas. Esto es el eje o cuerpo [shaft] del clítoris… en el punto donde ya no puedes sentir esa estructura es donde se divide en dos partes, copiando el estilo del huesito de la suerte, pero con un ángulo bastante más ancho, formando el crura clitoral, las dos puntas de las alas que se unen a los huesos pélvicos. La crus clitoral tiene alrededor de tres pulgadas de largo. (1973, 27)

Esta cita ofrece un claro ejemplo sobre cómo el MSM resistió a la ignorancia habilitando a cada una a encarnar este importante conocimiento e insistiendo en que nosotras debíamos literalmente tomarlo en nuestras propias manos. Aquí vemos de qué modo, tanto en la práctica como en el contenido, el MSM empleaba una epistemología de la ignorancia como un componente crucial de su epistemología de la resistencia. Atentas a los complejos intereses que produjeron ignorancia en relación a la estructura del clítoris, miembros del MSM elaboraron una práctica epistémica diseñada para resistir frente a esta ignorancia no solo informando a las

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Remítase, por ejemplo, a Harding 1991, 2004; Smith 1981; Collins 1991.

mujeres, sino, además, animándolas a convertirse en auto-conocedoras o conocedoras encarnadas [embodied knowers]. ELLOS NO QUIEREN QUE NOSOTRXS SEPAMOS ■

La ignorancia de ciertos grupos es sistemáticamente cultivada

Uno de los principales objetivos del MSM fue dar acceso a las mujeres al conocimiento médico que había sido inaccesible debido a la profesionalización y que las había construido como objetos de conocimiento y no como conocedoras autorizadas. La investigación sobre la concesión (o el rechazo) de la autoridad cognitiva no es un nuevo campo de estudio y ha sido un sello distintivo de muchos aspectos de las epistemologías feministas, particularmente de las teorías de los puntos de vista feministas. Sin embargo, las epistemologías de la ignorancia también nos impulsan a [mirar] tipos de conocimientos considerados peligrosos, para identificar qué grupos de personas están siendo juzgados y para examinar estructuras institucionales que contribuyen a la constitución de tales individuos como “ignorantes”. En esta categoría coloco tópicos o tecnologías que son conocidas pero mantenidas en secreto, donde adrede se mantiene a un grupo selecto en la ignorancia. Este tipo de ignorancia abunda. Algunos conocimientos son producidos en secreto por seguridad nacional o por intereses de negocios. Otra razón para mantener ciertos saberes ocultos es debido a las ganancias o beneficios, pero en un sentido más oscuro que los secretos comerciales. A veces las compañías retienen algunos conocimientos sobre el perjuicio que podrían causar alguno de sus productos con el propósito de no reducir ganancias, como sucedió por ejemplo con el caso del peligro sobre la salud que implicaba el tabaco11. El trabajo de Bárbara Seaman presenta un buen ejemplo de los esfuerzos feministas por resistir a este tipo de ignorancia impuesta sobre asuntos concernientes a la salud de las mujeres. En su libro de 1969, El caso de los doctores contra la píldora, Seaman compiló evidencia acerca de los peligrosos efectos colaterales de los anticonceptivos orales, que tanto las compañías farmacéuticas como La Administración de Fármacos y Comida conocía [Food And Drug Administration], pero sobre los cuales se había mantenido a las mujeres en desconocimiento. La investigación de Seaman sobre los efectos adversos de la píldora anticonceptiva no comenzó como una investigación experta, sino que ella empezó a prestar atención a las experiencias de las mujeres. Como columnista del apartado de salud de revistas como Brides, Good Housekeeping y Ladies Home Journal, Seaman recibía con frecuencia cartas de lectoras que

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Véase Proctor 1995.

comentaban su preocupación por los efectos adversos producidos por el uso de anticonceptivos orales, incluidos los coágulos de sangre, ataques de corazón o arritmias, depresión y pérdida de libido. Debido al historial de cáncer que había en su familia, un médico preocupado por la seguridad de la (aún) ampliamente prescripta píldora anticonceptiva oral, le había advertido a Seaman que nunca use Premarin, una droga a base de estrógenos que se utiliza frecuentemente para regular la menopausia. A partir de estas cuestiones se le ocurrió recolectar información de mujeres que usaban la píldora, así como de médicxs, investigadorxs de medicina y algunos grupos como el de la Organización Mundial de la Salud. Seaman constató [o algo así] que la institución médica y las compañías farmacéuticas no desconocían la peligrosidad del estrógeno: el problema radicaba en que lo sabían y que conscientemente estaban construyendo y sosteniendo la ignorancia pública en relación a esta área para proteger su margen de ganancias. La autora argumentó que la conducta de ocultamiento sistemático acerca de los peligros de la píldora por parte de las compañías farmacéuticas era éticamente equivalente a los experimentos médicos sin el consentimiento de los sujetos. En su reciente libro El mayor experimento realizado en mujeres: explotando el mito del estrógeno [The Greatest Experiment Ever Performed on Women: Exploding the Estrogen Myth]

Seaman revela el nexo entre los esfuerzos nazis por esterilizar secretamente a las

prisioneras judías en Auschwitz rociando sus comidas con estrógeno líquido y la evolución de los anticonceptivos basado en estrógeno, y afirmó que los experimentos sin consentimiento de los sujetos siguen ocurriendo. “La política médica en relación a los estrógenos ha sido ‘dispara primero y discúlpate luego’… A través de los años, cientos de millones, posiblemente billones de mujeres han sido animales de laboratorio en esta prueba no oficial. Ellas no eran voluntarias. No estaban dando formularios de consentimiento. Y fueron puestas en un serio, incluso devastador riesgo” (2003, 5). Mientras que la investigación de Seaman fue posiblemente uno de los desencadenantes del extenso MSM, la tecnología emblemática del movimiento, el espéculo plástico y los dispositivos menstruales utilizados por los colectivos Jane en todo el país12, simbolizaban el esfuerzo de las feministas por remover el velo de ignorancia alrededor de tópicos donde nuestra ignorancia ha sido sistemáticamente cultivada. Ellos no quieren que nosotras sepamos sobre el peligro de las

12

Entre 1969 y 1073, previo a la decisión de Roe v. Wade, quien legalizó el aborto en los Estados Unidos, miembros del Servicio de Asesoramiento sobre Aborto de la Unión de Liberación de las Mujeres de Chicago, bajo el nombre de “Jane”, organizaron y participaron en más de 11.000 abortos ilegales en Chicago y sus alrededores.

altamente lucrativas píldoras anticonceptivas ni que tengamos las tecnologías del aborto a nuestro alcance. IGNORANCIA DELIBERADA -

Ellos no saben y no quieren saber

En “Sobre ser blancx: pensando hacia una comprensión feminista de la raza y de la supremacía de razas”, Marilyn Frye afirma que un componente clave del racismo es la ignorancia. Explica que lxs privilegiadxs en contextos de opresión como el racismo exhiben una “ignorancia determinada” de las vidas y las historias de aquellxs consideradxs inferiores. Ella insiste en que esa ignorancia no es pasiva, pero es el resultado de “muchos actos y negligencias”. “Para comenzar a apreciarla solo se necesita oír el verbo activo ‘ignorar’ en la palabra ‘ignorancia’. Nuestra ignorancia es perpetuada por nosotrxs en muchos sentidos y tenemos numerosos modos de perpetuarla para nosotrxs mismxs” (1983, 119). En “El contrato racial”, Charles Mills desarrolló con rigurosidad la conexión entre la opresión racial sistemática y la ignorancia. Mills revela una epistemología de la ignorancia que sirve para estabilizar aspectos del racismo en Europa y en Estados Unidos. Al igual que Frye, argumenta que el racismo implica la producción activa y la preservación de la ignorancia. Mills contribuye con los postulados de Frye sobre la ignorancia “blanca” acerca de la vida y las historias de lxs noblancxs, destacando algunas categorías de ignorancia adicionales, a saber, ignorancia sobre las condiciones opresivas experimentadas por lxs no-blancxs, las instituciones, creencias y prácticas que están debajo de ese tipo de inequidades y los privilegios que benefician a blancxs debido a su posición racializada. “En cuestiones relacionadas con la raza, el Contrato Racial prescribe para sus signatarixs una epistemología investida, una epistemología de la ignorancia, un patrón particular de disfunción cognitiva global y localizada (que son psicológica y socialmente funcionales), que produce el irónico resultado de que lxs blancxs serán, en general, incapaces de comprender el mundo que ellxs mismxs han creado” (1997, 18). En su ensayo “La gestión de la Ignorancia [managing Ignorance]”, Elizabeth Spelman recurre a un pasaje de los escritos de James Baldwin para develar la naturaleza de ese tipo de ignorancia deliberada. En La próxima vez el fuego [The Fire Next Time], Baldwin afirmó: “Este es el crimen por el que yo acuso a mi país y a sus hombres, y por el cual ni yo, ni el tiempo, ni la historia, los perdonaremos jamás, ellos han destruido y destruyen cientos de miles de vidas y no lo saben y no lo quieren saber” (Baldwin 1963, 15, citado en el énfasis añadido de Spelman, próximo a salir).

Spelman afirma que la ignorancia en el trabajo a instancias de un racismo sistematizado no es un simple “no saber”, es más bien un logro que hay que gestionar. Ella plantea que la ignorancia a la cual Baldwin hace referencia – los daños causados por la esclavitud actualmente son perpetuados por el racismo sistematizado – no es una inocente falta de conocimiento sobre la persistente opresión hacia lxs negrxs ni la creencia de que la existencia de tal opresión sea falsa. Spelman explica que se desea que los hechos en los que Baldwin basa sus acusaciones sean falsos, pero se teme que no lo sean, y que las consecuencias de que estos hechos sean ciertos serían muy trágicas, por lo que es mejor cultivar la ignorancia. En palabras de Spelman, W [Lxs Americanxs Blancxs] ignoran que g [los agravios hacia lxs Americanxs Negrxs son reales], evitando todo lo que pueda pensar sobre g. Él quiere que g sea falso, pero si trata a g como algo que puede ser falso, luego tendrá que considerarlo como algo que también podría ser verdad. Mejor ignorar g todxs juntxs, dadas las temerosas consecuencias de que pueda ser cierto. Mejor no tener pensamientos en absoluto, que haber pensado y haber perdido… ignorar g, no pensar sobre ello, permite a W sostener que g es falso, comprometerse con que g es falso, sin creer que g es falso (Spelman).

La ignorancia deliberada es una decepción que imponemos sobre nosotrxs mismxs, pero no es una mentira aislada que conscientemente nos contamos, una creencia que sabemos que es falsa, pero insistimos en reproducir. Podríamos decir que la ignorancia deliberada es un proceso sistemático de auto-decepción, un abrazo voluntario a la opresión del papel ajeno y propio en la explotación13. El MSM desenterró numerosas instancias de este tipo de ignorancia deliberada en el campo de salud de las mujeres. Algunas ignorancias estaban directamente relacionadas con el racismo y otras formas de discriminación. La esterilización involuntaria extendida sobre mujeres de color y discapacitadas fue una de las instancias de explotación que el MSM pretendió revelar. Al mismo tiempo que mujeres blancas y sanas solicitaban voluntariamente la esterilización con poco éxito, mujeres pobres de color y con discapacidad estaban siendo esterilizadas involuntariamente, sin embargo, los esfuerzos para revelar y denunciar estas prácticas a menudo resultaban en negaciones defensivas14.

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Si bien considero que la ignorancia deliberada ha compartido características con la mala fe así como con la falsa consciencia, no son exactamente lo mismo. Una adición útil a la taxonomía de la ignorancia permitirá aclarar estas similitudes y diferencias. 14 Véase, por ejemplo, Dreifus 1997.

Un campo en el cual el deseo de ignorancia es excepcionalmente poderoso es en el incesto15. Debería notarse que el incesto ha sido ignorado incluso en los primeros añadidos de Nuestros cuerpos, nuestras vidas, y que disipar esta ignorancia deliberada al interior de las filas feministas conllevó un trabajo organizado por parte de muchas integrantes del MSM. A pesar del gran número de infantes que son acosadxs de manera incestuosa cada año en Estados Unidos (algunos reportes estiman números tan altos como el 50 por ciento), y más allá de los esfuerzos de lxs sobrevivientes de incesto, psicólogxs feministas y profesionales de la salud que intentan socavar la ignorancia generalizada sobre esta cuestión, la negación explícita sobre violaciones incestuosas continúa en el país. La ignorancia deliberada sobre el incesto es apenas una nueva disfunción cognitiva. En “Sanitización para su protección: discurso médico y denegación del incesto en Estados Unidos, 1890-1940”, Lynn Sacco afirma que la denegación del incesto de hombres blancos de clase media y alta era tan generalizada que los profesionales de la salud estaban más dispuestos a modificar sus hallazgos que a admitir aquello que no querían saber. Durante la década de 1890, nuevas tecnologías mejoraron las habilidades médicas para detectar gonorrea, revelando que un gran número de niñas fueron infectadas mucho antes de lo esperado. Estas niñas – la mayoría entre cinco y nueve años de edad – provenían de todos los estratos sociales, no solo de las clases trabajadoras. De acuerdo a Sacco: Los médicos se dieron cuenta de que el incesto era la fuente más grande de infecciones, por lo que rastrear la fuente de infección a través del método tradicional de considerar los contratos sexuales podría haber revelado la ocurrencia del incesto a lo largo de la sociedad americana. Pero esto no fue lo que ocurrió… Médicos, enfermeras, trabajadorxs sociales, funcionarios de la salud pública y reformadorxs, etiquetaron mal la evidencia del incesto que ellxs mismxs habían descubierto y la ignoraron. Lxs profesionales de la salud creían que solo extranjeros, hombres primitivos o ignorantes podrían abusar de sus hijas, asumieron que el incesto estaba contenido dentro de afro-americanos, inmigrantes, pobres y familias de clase trabajadora. Cuando la incidencia de la gonorrea en hijas de hombres blancos de clases media y alta sugirió lo contrario, estxs profesionales revisaron sus conocimientos sobre la gonorrea, no sobre el incesto. (2002, 81)

Los debates contemporáneos y altamente cargados acerca del falso síndrome de la memoria y de los recuerdos implantados, proporciona una narrativa paralela que intenta denegar deliberadamente los rastros del incesto, particularmente al interior de familias de clase media y

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Al escribir este ejemplo me he visto influenciada por la excelente disertación de Patricia Halliday. Véase Halliday 2004.

alta, donde se reemplazó la causa de los síntomas por los inodoros, que presuntamente contribuirían a una mayor suma de incidentes de gonorrea entre las niñas de clase media y alta en siglos anteriores, haciendo a un lado a terapeutas y feministas sin escrúpulos, que provocaron un frenesí de pacientes engañados falsamente acusados de incesto. Judith L. Herman y Mary R. Harvey han afirmado que creer que “terapistas pueden implantar escenarios de horror en las mentes de sus pacientes es fácilmente aceptada porque apela a los prejuicios comunes. Resuena en los temores populares de manipulación por parte de terapeutas y de estereotipos populares de mujeres como irracionales, sugestionable o vengativa. Apela al deseo común de negar o minimizar la realidad de la violencia sexual” (1993,4). En conclusión, es una práctica de la ignorancia deliberada. El incesto y el racismo ilustran bien los esfuerzos por los cuales individuos y grupos están dispuestos a continuar preservando la ignorancia cuando no quieren saber. Ambos envuelven lo que Herman ha llamado “un fenómeno social activo de olvido” (1992, 9). IGNORANCIA PRODUCIDA POR LA CONSTRUCCIÓN DE DESVENTAJAS IDENTITARIAS EPISTÉMICAS Los debates contemporáneos en torno a la falsa memoria nos brindan un importante recordatorio, que en el campo de lxs conocedorxs existen identidades en desventaja epistémica. A menudo, las víctimas de incesto son juzgadas epistemológicamente como poco creíbles porque son consideradas sugestionables, ingenuas o vengativas. Su testimonio es desacreditado; sus recuerdos son puestos en duda. En instancias como estas no se trata de acontecimientos, eventos, prácticas o tecnologías que se vuelven no conocidas, sino de individuos y grupos que se convierten en “no conocedores”. Se convierten en personas poco confiables. Tales individuos carecen de lo que Lorraine Code identificó como clave para convertirse en sujetos conocedores. Code afirmó que la confianza “es una condición de la membresía de una comunidad epistémica. De hecho, la posibilidad real de tener una vida epistémica depende de una intrincada red de confianza compartida” (1987, 173). La falta de confianza compartida puede aplicarse a grupos enteros de individuos o aspectos de sus prácticas de conocimiento, como sucedió con el racismo y las prácticas coloniales que negaban los conocimientos indígenas (en ocasiones, al mismo tiempo que esos conocimientos eran asimilados a los usos colonialistas).16 Lo que las epistemólogas y teóricas feministas de los estudios de la ciencia han demostrado cuidadosamente es que nuestras teorías y prácticas de

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Véase Chiebinger 2004.

conocimientos no son para nada democráticas, ya que mantienen un criterio de credibilidad a favor de ciertos miembros o grupos privilegiados. La autoridad cognitiva es determinada por varios factores, incluyendo el personaje que lx oradorx muestra, su capacidad intelectual, su capacidad reflexiva, entre otras – criterios que las feministas han demostrado que estaban influidos por prejuicios de sexismo, androcentrismo, racismo, clasismo, discriminación por edad y capacitismo. Las teóricas feministas dedicadas a las epistemologías han estado principalmente centradas en desarrollar epistemologías “liberadoras” – epistemologías que van más allá del establecimiento de las garantías de conocimiento para develar las dimensiones de poder de las prácticas de conocimiento. El objetivo de las epistemólogas feministas no es simplemente buscar otros modos de conocer, sino debilitar las prácticas opresivas para mejorar y en cierta instancia hacer posible la responsabilidad epistémica. Sarah Lucia Hoagland y María Lugones son excelentes ejemplos de epistemólogas feministas preocupadas por identificar lógicas de resistencia, lo que Lugones llamó “lógica cuajada”, que arroja luz sobre los modos en que ciertos grupos e individuos son construidos como “no-conocedores”, como ignorantes, así como las lógicas dominantes, “lógicas de la pureza”, crean la “resistencia de otras invisibles como resistencia” (Lugones 2003, 126-27; Hoagland 2001, 140), transformando la resistencia en ignorancia o incompetencia. Por lo tanto, las feministas y otras epistemologías liberadoras no pueden ser solo epistemologías comunes y correctivas, a menudo deben mantenerse alejadas de las formas dominantes de darle sentido al mundo. Si los estándares actuales de la credibilidad epistémica están integrados en los sistemas de opresión, entonces la responsabilidad epistémica requiere que nos alejemos de esas prácticas. Si los aspectos de las prácticas epistemológicas son corregibles o en cambio deben ser abandonados, es una pregunta que debe hacerse continuamente en la búsqueda de epistemologías liberadoras. Por momentos el MSM ha sido un movimiento separatista, con intenciones de crear un nuevo espacio separado de las epistemologías dominantes. Mientras nuestras epistemologías estándar refuerzan las prácticas opresivas, las epistemologías de la resistencia y la transformación son una respuesta clave. En el mundo del MSM encontramos un gran ejemplo del modo en que ese tipo de resistencia con objetivo transformador puede proveer una orientación útil, un modelo de ciencia feminista como resistencia epistemológica orientada a prácticas de conocimiento liberadoras. No hay mejor símbolo de las prácticas epistemológicas del MSM que el espéculo. En manos de Carol Downer y otras integrantes del MSM, el espéculo pasó de ser una herramienta

ginecológica de control y supresión a convertirse en un instrumento de liberación, una instancia en la que la herramienta del amo podría ser usada para desmantelar su propia casa, pero solo a través de una compleja práctica epistemológica de separatismo. La ignorancia deliberada a menudo trabaja en conjunto con la práctica de la negación de la autoridad cognitiva. En tales instancias, las “lógicas cuajadas” de la epistemología de la resistencia y la separación suelen aparecer como las estrategias más efectivas. El auto-examen cervical17 y el espéculo plástico que utilizaban las feministas se convirtieron en una práctica epistemológica de resistencia. Las mujeres no solo aprendían sobre y desde sus propios cuerpos, además aprendían a confiar en su autoridad cognitiva y a resistir a la autoridad del médico. La autoridad cognitiva comenzó a ocurrir en auto-exámenes grupales, grupos de concientización y grupos de auto-ayuda de bienestar femenino. A pesar de que el MSM hacía esfuerzos activos por transformar la profesión médica y varias leyes que regulaban los cuerpos de las mujeres, muchos aspectos de su resistencia fueron siempre separatistas. El espéculo también es un símbolo del colectivo de mujeres “Jane” (Servicio de Consejería de Aborto para la Liberación de la Mujer). Al mismo tiempo que las feministas luchaban por cambiar las leyes que prohibían los abortos, Jane funcionaba como un movimiento aparte que proveía a las mujeres de abortos seguros y a bajo costo. “Que las integrantes de Jane se hicieran cargo del procedimiento es aún más impresionante, un profundo rechazo del ethos del profesionalismo… manejando algunas cuestiones simples y combinándolas, ellas reclamaban el conocimiento que pertenecía a las matronas, quienes controlaban los abortos antes de que el procedimiento fuera criminalizado a finales del siglo XIX” (Morgen, 2002, 34). IGNORANCIA AMOROSA -

Aceptar lo que no podemos saber

Hasta aquí me he centrado en demostrar cómo las prácticas de la ignorancia se han entrelazado con las prácticas de la opresión y la exclusión. Mientras este ha sido el foco de mi ensayo, debo remarcar que muchas formas de ignorancia no han sido desarrolladas. Es bastante posible que algunos casos de ignorancia sean el resultado de intereses o prácticas que no estén relacionadas con injusticias o inequidades. Las causas y consecuencias de la ignorancia son preguntas que unx epistemólogx debe hacerse permanentemente.18

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La autora hace referencia al cérvix o cuello del útero. Véase Morgen 2002.

Existe otra categoría de ignorancia: se trata de aquella que excede nuestras capacidades de conocimiento. Hasta ahora he puesto el foco en cuestiones que podríamos saber pero que por razones variadas ignoramos. Muchxs insisten en que nuestras capacidades de conocimiento son limitadas, por lo tanto, cualquier epistemología de la ignorancia debería explorar los límites del conocimiento e intentar comprender las cosas que no podemos saber y las razones por las que ignoramos tales cuestiones. “Ignorancia amorosa” podría ser contrastada con el modo de cultivar la ignorancia que hemos desarrollado bajo el subtítulo “Ignorancia deliberada”. Sigo a Lugones al utilizar el término “amoroso” de una manera similar a como lo hace Marilyn Frye en su distinción entre ojo arrogante y ojo amoroso (2003, 77-100). Sobre el ojo amoroso Frye dice: El ojo amoroso conoce la independencia del otro… Es el ojo de unx quien sabe que para conocer lo visto hay que consultar otra cosa distinta que la propia voluntad y los intereses, miedos e imaginación. Unx debe mirar a la cosa. Unx debe mirar, escuchar, chequear e interrogar… es importante saber cuáles son los propios intereses, deseos y odios, los propios proyectos, las ganas, los miedos y expectativas y que unx reconozca lo que está y lo que no está determinado por estas cuestiones. En particular, es cuestión de saber distinguir nuestros propios intereses de los otros y conocer donde termina uno y comienza el otro. (1983, 75).

La ignorancia amorosa podría ser lo opuesto a la ignorancia deliberada y debería orientarse hacia lo que no podemos saber. La ignorancia amorosa fue particularmente pertinente frente al asunto de la raza en el MSM. Si bien este tipo de ignorancia no siempre fue una respuesta, hubo muchos esfuerzos por cultivarla desde que tanto la raza como la clase se convirtieron en claves del MSM.19 A partir de la distinción entre ojo arrogante y ojo amoroso que propone Frye, Lugones afirmó que en las interacciones positivas entre mujeres blancas o angloamericanas y mujeres de color debía existir una percepción amorosa, un modo de percepción que no ignore, ni estereotipe, ni condene al ostracismo, ni las interprete como locas, entre otras cuestiones (2003, 83). La ignorancia amorosa, así como la percepción amorosa, implica darse cuenta de que, si bien existen muchas experiencias que se pueden compartir siempre habrá algunas otras que no. La alteridad no es algo que intentemos erradicar; la diferencia no es algo de lo que podamos apropiarnos. Nuestras diferencias, las diferencias entre las mujeres blancas o anglosajonas y las mujeres de color son

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No estoy segura de si esta afirmación puede sostenerse en todas las categorías de ignorancia que he descrito. La última categoría, la cual involucra prácticas epistémicas perjudiciales para ciertos individuos o grupos, puede verse como una práctica siempre injusta, pero quizás no siempre asociada a la opresión sistemática.

cuestiones que debemos abordar desde una sensación de humildad y de curiosidad. La ignorancia amorosa implica reconocer que existen algunos modos de existencia que nos exceden y que no podemos comprender completamente. Dawn Rae Davis (2002) caracteriza esta forma de amor como una habilidad de no-saber. “El amor es una ética que en lo político capta las consecuencias epistemológicas de la singularidad, una cosa única en la interface humana que no puede ser expresada en un sentido positivo de revelación, ni puede apropiarse mediante el conocimiento” (147). La habilidad de no-saber que expone Davis no es lo mismo que la ignorancia deliberada. No se trata de algo que “no se va a saber” … sino de la habilidad de comprometerse con aquello que se escapa a las proposiciones y representaciones” (155). La fuente de la ignorancia amorosa en torno a cuestiones de diferencias no es la antítesis de la ignorancia arrogante, sino quizás su solución20. No pretendo que mi taxonomía enumere todas las formas posibles de ignorancia, más bien considero que proporciona un marco de referencia útil para comenzar a desarrollar las epistemologías de la ignorancia. El impacto que han tenido las herramientas brindadas por las epistemologías de la ignorancia al interior del MSM demuestra la importancia de desarrollarlas y comprenderlas. Así como el espéculo se constituyó como una clave tecnológica en las prácticas epistémicas del MSM, las epistemologías de la ignorancia fueron entretejidas como espéculos al interior de este movimiento, es decir, como herramientas para “ensanchar todo tipo de orificios con el objetivo de facilitar la observación y la intervención en interés de proyectos que son simultáneamente sobre libertad, justicia y conocimiento” (Haraway 1997, 191). NOTAS Mi trabajo en este ensayo se ha visto enriquecido por las respuestas de numerosxs académicxs, entre lxs cuales se encuentran Sandra Harding, Chris Cuomo, Leeat Granek y Shannon Sullivan, así como por maravillosos diálogos con pensadoras feministas que tuvieron lugar en la primera conferencia FEMMSS en la Universidad de Washington en noviembre del 2004. BIBLIOGRAFÍA Arditti, Rita. 1977. Have you ever wondered about the male pill? In Seizing our bodies: The politics of women's health, ed. Claudia Dreifus. New York: Vintage Books. Baldwin, James. 1963. The fire next time. New York: Dell. 20

Para que la opción de Dawn Rae Davis sea exitosa, para que la ignorancia amorosa sea realmente diferente a la ignorancia deliberada, debemos evitar aquella cuestión a la que Mariana Ortega hace referencia como “siendo amoroso, sabiéndose ignorante”. Véase el ensayo de Ortega sobre este asunto.

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