2-Timoteo-comentario-evangelico

March 29, 2019 | Author: Paulo Arieu | Category: Christ (Title), Paul The Apostle, Salvation, Jesus, Faith
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LÁMPARA ES A MIS PIES TU PALABRA 2 de Timoteo

Introducción Esta carta también pertenece a la sección conocida como “Las cartas pastorales”. Por tal razón, invitamos al lector a consultar la introducción del

comentario realizado sobre 1 de Timoteo. La segunda carta a Timoteo es considerada, dentro de la tradición cristiana, la última carta escrita por el apóstol Pablo y en este sentido considerada “su testamento.” Ella sería escrita poco tiempo después de 1 de Timoteo.

El tono de esta carta es más personal que la escrita con anterioridad a Timoteo. La carta sirve para solicitar a Timoteo que se dirija a Roma ( “Procura venir pronto a verme”  en 4,9 y 21) y para exhortarle que persista, cueste lo que cueste, en la sana doctrina, estando presto a sufrir todo lo que el ministerio cristiano demande. La lectura de esta carta nos lleva a pensar en que los problemas en la iglesia de Éfeso, al parecer, no habían visto una solución, al contrario parece que se estaban acrecentado.

2 Timoteo 1 1. (1, 1- 7) Saludo y consejo Para saber acerca del emisor y destinatario remitimos al lector a comentario de 1 de Timoteo (ver sección: 1. (1, 1- 2) Saludos iniciales). Pablo tiene una manera tradicional para dar apertura a sus cartas, procurando siempre su deseo de bienestar sobre el destinatario. En esta apertura, Pablo introduce y mezcla elementos cristianos de intercesión y acción de gracias; además, anticipa elementos que va a tratar más ampliamente en el desarrollo su carta, como los siguientes: el llamado al ministerio, la tarea puesta por Dios, fidelidad al evangelio y lealtad a Pablo. Desde el comienzo de la carta Pablo se refiere a su apostolado como suscitado “ por “ por la voluntad de Dios”  (1), un hecho que nunca se cansó de repetir. Esta vocación apostólica

ni él mismo la ha querido, ni ha sido producto del consenso humano. Esto es tan diametralmente opuesto a lo que sucede cuando hay quienes se auto nombran y aceptan de manos de personas la denominación de apóstoles, que lejos de ser una vocación se vuelve en ciertos círculos una especie de título honorífico que trae estatus espiritual y  jerárquico. Pablo agrega en el primer versículo de este capítulo 1: “según “ según la promesa de la vida.” 

Estas palabras adquieren un doble significado: nos remiten tanto a una esperanza futura como a una realidad presente. Seguro que tal declaración debe haber tenido mucho significado para alguien tan cerca de la muerte como lo estaba Pablo al momento de escribir esta carta. Probablemente es un tipo de indicación de su t area o del contenido del evangelio como bien lo ha expresado Stott. La descripción de Timoteo como amado hijo (2) agrega agrega una una nota de intimidad intimidad muy muy particular a esta carta. Es mucho más personal que la declaración “verdadero “verdadero hijo en la fe” 

que aparece en 1 Timoteo 1,1; porque no se trata de una legitimación, sino de una expresión de afecto. Ya este dato inicial concuerda con el carácter más personal de la presente carta, que se enfoca menos en la iglesia y su organización y se dirige más hacia la persona y ministerio de Timoteo. En los versículos 3 al 7 tenemos la costumbre habitual de Pablo a expresar acciones de gracias a Dios y la consiguiente intercesión a favor del destinatario. Le recuerda a Timoteo que: 



hay mucho por lo cual estar agradecido, a pesar de los problemas que estaba enfrentando ( “al acordarme de tus lágrimas” , 4). acerca de su herencia piadosa y de la fe que Dios le ha dado, no sólo para la salvación, sino también para la vida diaria y el servicio cristiano (5).

No sabemos si la abuela y madre de Timoteo, mencionadas por el apóstol Pablo, todavía vivían en ese tiempo. Pero si aún estaba vivas, ciertamente que respaldarían a su nieto e hijo mediante la oración.

Pablo expresa a Timoteo que sin cesar  se acuerda de él en sus oraciones (3). Pablo tenía una vida de oración constante; probablemente este dato se refiera a momentos regulares de oración. Cabe recordar un dato de la cultura religiosa judía: muchos judíos (palestinos) oraban en el templo en el momento de los sacrificios matutinos y vespertinos, expresando bendiciones tanto al levantarse y acostarse. Las palabras del versículo 7 son indicación de que Timoteo estaba experimentando gran oposición, no sólo a su mensaje sino que también hacía sí mismo en su calidad de líder en la iglesia. Su juventud, su asociación con Pablo y su liderazgo se hallaban bajo el fuego de la oposición por parte de creyentes y no creyentes. Pablo lo anima a mantenerse firme. Cuando permitimos que la gente nos intimide, neutralizamos nuestra efectividad para con Dios. El poder del Espíritu Santo puede ayudarnos a vencer nuestro temor de lo que alguien pueda decir o hacernos, y así continuar haciendo la obra de Dios. Tanto Pablo como Timoteo servían a Dios en la línea de sus antepasados (“desde mis mayores”, 3 y 5). Pablo menciona con su respectivo nombre a la abuela y madre de Timoteo: Loida y Eunice. La mención de esas mujeres, ¡es un llamado implícito a la fidelidad y la constancia para que esta herencia espiritual no se pierda! En el versículo 6 encontramos ecos de palabras similares dichas por el apóstol en su primera carta a Timoteo ( “No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante  profecía con la imposición de las manos del presbiterio.”  4, 14, ver comentario al respecto). El don de Dios, el carisma y lo carismático, implica involucramiento, actividad y persistencia. El carisma, ¡no es un piloto automático! Timoteo recibe el siguiente consejo: “ Avives el fuego del don de Dios que está en ti” . Acaso, ¿habrán sido escritas estas palabras justamente porque Timoteo se sentía tímido y demasiado pasivo en su labor  pastoral? (7). La mención de la palabra “espíritu” con minúscula (7) puede llevarnos a pensar sólo

en la capacidad de lo humano, sin embargo no hay que perder de vista que tal espíritu ha sido dado por Dios. De esta forma podemos pensar en el “Espíritu” con mayúscula (el

Espíritu Santo), debido a la conexión que existe con el carisma. Además, tenemos en Romanos 8,15 noticias de un texto en donde la mención de espíritu claramente se refiere al Espíritu Santo. Seguramente Timoteo, debido al esfuerzo que tuvo que realizar para hacer frente a algunas oposiciones en su contra, se sentía un poco cansado y con algo de temor. Pablo le recuerda a este joven que la plenitud del Espíritu Santo y los dones que éste provee dan suficiente poder para ejercer el ministerio. En el versículo 7 Pablo menciona tres características del líder cristiano efectivo: poder, amor y dominio propio. Estas características están a nuestra disposición porque el Espíritu Santo vive en nosotros. Si seguimos la guía del Espíritu, y lo hacemos cada día, veremos cómo se mostrarán de manera más efectiva en nuestras vidas estas características. Pablo no exhorta a Timoteo desde la acti tud del jefe, como diciéndole: “¡ya, vamos! Esfuérzate más, chico”. Sino que lo hace para decirle: “Recuerda que no estás luchando solito; recuerda que Dios te ha

llamado, y El sabe lo que hace. El te ha puesto una tarea que no excede tus posibilidades, porque Dios da lo que pide, y nos da dones y su Espíritu para poder cumplir”.

* El éxito en la fe y el ministerio está en la bendición de Dios, la intercesión y la conciencia de lo que Dios nos ha dado.

2. (1, 8-14) Llamado a la firmeza y la fidelidad. Pablo anima y exhorta a Timoteo a ser  fiel y fuerte en el ministerio y fundamenta este llamado en la obra de Cristo y del Espíritu Santo. Pablo le dice a Timoteo “no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor”  (8), más adelante, en el versículo 12 y 16, se menciona nuevamente el verbo avergonzar  (véase también Rom 1,16). Era y es normal en nuestros días, aún entre amigos y familiares, que exista vergüenza por un preso conocido. En el griego los versículos que van del 8 al 12 son una sola oración que profundiza el pensamiento con frases relativas sucesivas. Pero la vergüenza se asocia primeramente con testificar de y para Cristo. ¡imagínese tener un Señor crucificado!, esto era algo horrible en ese mundo de paganos y de judíos. Lamentablemente, para nosotros, la cruz se ha vuelto algo tan normal, que en muchos sentido ha perdido su fuerza de escándalo. Sin embargo, para ese entonces la cruz era una gran afrenta. El apóstol usa la expresión “preso suyo” . Con esto indica que sea que esté libre o preso, de igual manera pertenece a Cristo. O como lo dijera en otra oportunidad “sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos”  (Rom 8,14). A Jesucristo pertenecemos, y

eso significa también que El nos cuida. ¿A quién temes más: a la gente o a Dios? Porque a pesar de que los tiempos han cambiado, no obstante la cruz de Cristo no puede verse vaciada de su contenido de escándalo, por eso, si somos fiel al mensaje de Jesús nos tocará de alguna forma el sufrimiento y burla por causa del evangelio. Es al sufrimiento por causa de Cristo que invita Pablo a Timoteo cuando le dice “sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios” (8). En este versículo encontramos un paralelismo antitético (“no te avergüences...sino  participa” ). La tarea de Timoteo (y la de

cualquier ministro del evangelio) involucra sufrimiento y aflicciones, pero no es en vano: es por  algo y, más aún, por alguien, que es muy digno, que vale la pena. Sólo comprendiendo esto el servicio se vuelve inevitable, necesario y úti l. El versículo 10 menciona la palabra “a parición”. Esta palabra en griego suena así:

Epifaneia. El término indica en otros lugares la venida del Señor, conocida también como la segunda venida. En este versículo la venida se refiere a la primera venida de Cristo, a su encarnación. Hay paralelismo y unidad entre estas dos venidas; ellas son parte del mismo actuar y revelar de Dios. La epifanía de Cristo es una teofanía (manifestación), lo cual quiere decir que Dios aparece en medio de nosotros. Pablo se refiere a Dios el Padre como el que nos “salvó”  (9) y a Jesucristo, su Hijo, como nuestro “salvador” (10). En todo caso en la economía de la salvación tales términos son intercambiables pues el Padre nunca salva aparte del Hijo y el Hijo nunca lo hace aparte del Padre. La trinidad en su plenitud, Padre, Hijo y Espíritu Santo, actúan a favor  de nuestra salvación. El eminente biblista y exégeta Gordon Fee ve todo este versículo no tanto como una digresión, sino como una manera de animar y exhortar a Timoteo

teológica y espiritualmente con las verdades divinas. Se busca fundamento teológico y confesional para animar el ministerio del joven Timoteo en medio de las dificultades. En el versículo 12 Pablo se pone a sí mismo como ejemplo positivo de aquel que no se avergüenza. No se siente avergonzado ni por su situación como preso, ni mucho menos por el evangelio. Pero, Pablo no es un superhombre, un hombre de hierro, sino que su confianza descansa en Dios. El apóstol se ha conectado con este poder divino, el cual está fuera de sí mismo. Aquí es Dios quien guarda el “depósito”; en el versículo 14 es Timoteo mismo quien lo hace. Esto no es una contradicción, ya que la actividad divina no excluye sino que involucra la actividad humana. Pero en última instancia es Dios quien guarda el depósito: la vida de Pablo, su salvación y su fidelidad al evangelio. Y lo guardará “para aquel día” . Este día es el día escatológico, el día del Señor y de su retorno. Estas palabras corren paralelas con la confesión de los versículos 9 al 10; Dios actúa hasta llegar a un final glorioso. Timoteo debe “retener la forma de las sanas palabras” que oyó del apóstol Pablo (13). La palabra “sanas” alude a una metáfora vinculada a la salud; Timoteo debe cuidar la

sana doctrina de los ataques de una enseñanza enfermiza, débil, corrompida. En 2,2 se volverá repetir el mandato de atender a lo dicho por Pablo ( “lo que oíste de mi” ). Ya habíamos visto cómo Pablo había dicho que el depósito es guardado por Dios. El “buen depósito” (14) es una metáfora económica; con esta palabra la enseñanza cristiana quiere referirse a un gran tesoro. No somos dueños sino mayordomos del evangelio. Lo guardamos no desde la carne, no con la racionalidad humana, con nuestro humano poder, por lo demás muy limitado, sino en el poder de Dios por el Espíritu Santo. Se necesita, por tanto, su dirección y empoderamiento. No es tanto que pidamos a Dios que nos ayude en nuestros proyectos, sino que permitirle que cumpla sus metas en nuestras vidas. * Podemos ser fieles y fuertes en el ministerio si nos fundamentamos en la obra de Cristo y del Espíritu Santo.

3. (1, 15-18) Ejemplos negativos y positivos. Pablo expresa bendición y gratitud por la ayuda de Onesíforo y recuerda a Timoteo de este hombre ejemplar. No sabemos con exactitud a qué hechos y personas se refiere el apóstol en estos versículos. Pero, no cabe duda que Timoteo sí los conocía, puesto que según los versículos 15 y 18 no trata de una nueva información ( “ya sabes...tú lo sabes mejor”). Las personas mencionadas en los versículos 15 y 16 vienen a ser una manera de ilustrar concretamente lo dicho en los versículos 13 y 14. La función y el propósito de este párrafo dentro del capítulo y de la carta son para animar y advertir. De esta manera tenemos un añadido de los buenos ejemplos hasta ahora citados en este primer capítulo (Loida, Eunice y el mismo Pablo), y se llama Onesíforo, su ejemplo sirve para exhortar y animar a Timoteo. Este piadoso hombre era quizás diácono de Éfeso, porque la palabra griega que se traduce por  “ayudó”  está familiarizada con la palabra “diácono”. Este hombre vino a Roma, buscó a Pablo y le sirvió sin temor ni vergüenza en múltiples

ocasiones. La mención “la casa de Onesíforo”  (16) no significa necesariamente que el hombre hubiese fallecido, como sugiere Hendriksen, sino que es un concepto bíblico que nos habla de colectividad, porque si el padre de familia escoge bien entonces bendice a toda su familia: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa” , fueron las palabras de Pablo al carcelero de Filipos (Hechos 16,31) * Alrededor de nosotros hay ejemplos negativos y positivos. ¡Cuidado a quienes imitamos!

Síntesis aplicativa de temas importantes 1a. ¡Cuánto vale un amigo que ora por nosotros! ¡Seamos fieles en la intercesión!Pablo se encontraba a las puertas de enfrentar el martirio, sin embargo, ¡dedicaba tiempo para orar por Timoteo! Le asegura a éste de su amor y sus oraciones, diciéndole que le recordaba de noche y día ante el trono de la gracia. ¡Qué bendición es tener amigos que oran por uno! Y, ¡qué estímulo es orar por otros y ayudarles en sus vidas espirituales! En Samuel 12,23 leemos: “lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros.”  Hay que ser constantes y fieles en la intercesión; pero debemos admitir que muchas veces nos cuesta. Primero recordemos el ejemplo de nuestro Señor Jesucristo y su apóstol. Además pueden servirnos ciertas ayudas prácticas como una lista en el escritorio o dormitorio, un día fijo de la semana, pegar fotos de las personas por las que prometiste interceder, sólo por mencionar algunas ideas. “Y nosotros  persistiremos en la oración” , es lo que leemos en Hechos 6,4. Es parte indispensable de nuestra tarea en el ministerio cristiano interceder por la gente. Así lo ha enseñado y señalado nuestro Señor Jesucristo (véase, por ejemplo, Mateo 9,38; Mc. 10,16; Lc. 22,32; 23,34 y Juan 17). La constante intercesión debe ser prioridad para cada siervo del Señor. Esta inversión generosa no será en vano sino será recompensada por nuestro fiel Dios. Seamos amigos fieles en la intercesión tal y como lo era Pablo. 1b. Sigamos en la fe de nuestros antepasados. Meditemos sobre la vida y las lecciones que hemos recibido por medio de nuestros padres, abuelos y otros familiares. Ellos nos observan en nuestra carrera de la fe (Hebreos 12,1). No todos han tenido el privilegio de crecer en un ambiente cristiano. Sin embargo, no adoramos a las personas, sino al Dios que la gente piadosa nos ha comunicado en palabras y obras. Si vemos la obra del Señor  a lo largo de las generaciones, eso debe llevarnos a la alabanza y adoración. Los creyentes no comienzan desde cero, sino que arrancan con una herencia espiritual tremenda por ser parte del pueblo de Dios que ya existe desde hace siglos. Ya desde nuestra concepción, antes de nuestro nacimiento, brilla la obra soberana de nuestro Dios sobre nosotros (Salmo 139,13). Su misericordia alcanza para mil generaciones (Éx 20,6). De nosotros depende, si vivimos en la gracia de Dios, el no permitir que la cadena de transmisión de la fe cristiana se detenga. ¿Qué dirán nuestros hijos y nietos sobre nuestro ejemplo de vida? 2a. Estemos dispuestos a sufrir por causa del evangelio. Los cristianos procuramos sobrellevar todo lo necesario para que el evangelio de Dios avance, aunque en el camino nos encontremos con ofensas, burlas, calumnias, discriminación, pérdidas materiales y otros circunstancias semejantes. No se trata de buscar el sufrimiento, sino que éste se acepta como consecuencia de ser fieles a nuestro Señor Jesucristo (vs. 8). La vergüenza (8), los padecimientos (12), las penalidades hasta prisiones (2,9), son todas “aflicciones

por el evangelio” y por eso son honrosas e indispensables. Son consecuencias de

obedecer el mandato de retener fielmente la enseñanza de Cristo (13) y de guardar lo que el Espíritu nos ha encomendado (14). ¡Guardemos y transmitamos con toda dedicación el santo evangelio cueste lo que cueste! Probablemente nos tr aerá resistencia y burlas, pero más nos importa la obediencia a Cristo y su mensaje.

2b. Suframos por el evangelio en el poder de Cristo. Hay una forma de perseverar y resistir en medio del sufrimiento por causa de Cristo, cuando lo hacemos “según el poder  de Dios” (8). Lograremos aguantar todo lo necesario si r ecordamos todo lo que Cristo ha

hecho por nosotros (9 y 10), de esta manera la gratitud y el compromiso serán más fuertes que el temor. Recordemos también nuestro llamado original (11). Estemos dispuestos a sufrir lo que sea, confiando en Cristo en quien hemos puesto nuestra fe (12). No confiamos en nuestras fuerzas sino en las del Dios todopoderoso. El será fiel y suficiente hasta el final. Otra manera de expresar esta esperanza futura la encontramos en el versículo 14; podemos guardar la sana doctrina y el evangelio por  el Espíritu de Dios, es decir, en su poder. En el libro de los Hechos vemos cómo el Espíritu daba valentía y confianza a los apóstoles frente a la persecución; y todo eso nos dará si se lo pedimos.

2c. Suframos por el evangelio recordando su profundo y rico contenido. En los versículos 9 y 10 se dibuja en forma amplia la obra de Dios en Cristo. Trata de una maravillosa obra de gracia, la cual brilla en contraste con nuestras obras perversas y egoístas. Trata de una obra de salvación que se realizaba a través del tiempo conforme a las promesas y propósitos de Dios. El consejo bondadoso de Dios desde la eternidad se ha hecho realidad en medio de la historia humana. Trata de la revelación de Dios quien se manifestó y así nos hizo conocer al Padre. Trata de la liberación por salvarnos del poder  del pecado y de la muerte. La salvación es recibir vida y vida eterna. Estos versículos hablan claramente del carácter de la salvación (perdón y glorificación), de la fuente de la salvación (no nosotros sino Dios) y del fundamento de la salvación (la obra histórica de Cristo) (John Stott). Cuando meditemos sobre este evangelio tan grande y precioso seremos llevados a la adoración y la alabanza, llevando en palabras y hechos la proclamación del evangelio a todos nuestros semejantes. ¡Llevemos este evangelio hasta los confines de la tierra! 3. Busquemos y sirvamos a las personas en necesidad. Que el Señor nos ayude y guarde de no parecernos a Figelo y Hermógenes que abandonaron a otros creyentes y líderes en situaciones duras y vergonzosas. Esperamos más bien que Dios nos inspire por el ejemplo de Onesíforo. Como creyentes debemos tener una mentalidad diaconal y servicial. No solamente respondiendo a pedidos sino tomando iniciativas para buscar a las personas en su necesidad, con solicitud y amor como lo hacía Onesíforo. No hay que esperar a que las personas vengan hacia nosotros con su problema, sino salir proactivamente allí donde están para buscarlos y hallarlos como lo hacía el Buen Pastor. En eso seamos imitadores de nuestro hermano Onesíforo y del Gran Diácono Jesucristo quien nos buscó y nos busca en nuestra perdición. Si así hallamos a los necesitados, hallaremos misericordia del Señor por su gracia y habrá gran recompensa de parte de Cristo en el juicio final y desde ya habrá, en el presente, bendición para nuestra familia.

La actitud proactiva de servicio de Onesiforo no era un incidente o un abrupto de emoción, sino algo constante y consistente. Por eso ayudaba y confortaba al apóstol muchas veces, con ayuda práctica y con palabra de consolación y ánimo. Como consecuencia el apóstol expresa dos veces su deseo que este fiel servidor reciba misericordia divina (16 y 18). Efectivamente “bienaventurados los misericordiosos porque ellos alcanzarán misericordia” según la promesa del Señor en Mateo 5,7.

2 Timoteo 2 1. (2, 1- 7) Un ministerio esforzado y enfocado. Timoteo y todos los siervos y siervas del Señor pueden encontrar las fuerzas necesarias para el ministerio; pero, si la buscan en el lugar indicado: ¡en Cristo Jesús! (1). Su gracia es el fundamento para la vida cristiana y de la misma forma para el ministerio. El ministro cristiano necesita una dependencia total de su Señor y su poder. Sólo así podrá cumplir su llamado aun contra vientos y mareas. Simultáneamente Timoteo debe estar enfocado en el futuro del ministerio y de la iglesia. Pablo visualiza una cadena de ministerios con varios eslabones (2). Timoteo ha recibido un encargo: el evangelio, la sana doctrina, la enseñanza de la gracia de Dios. Este es el depósito al que se alude en 1Timoteo 6,20 y que ya ha aparecido en esta carta en 1,12.14. Ahora que Pablo está por partir, ordena a Timoteo que transmita el mensaje y la tarea ministerial a otros jóvenes para que la obra del Señor siga en las próximas generaciones. Los recipientes deben ser fieles, confiables, creyentes dedicados y probados. Además deben tener la capacidad estratégica (en forma rudimentaria) de enseñar ellos también a otros. Es parte indispensable del ministerio seleccionar y preparar  a la próxima generación de líderes. En los versículos 3 al 6 Pablo considera tres ilustraciones de la vida diaria para explicar que el ministerio cristiano conlleva sufrimiento y mucho esfuerzo. Saca comparaciones de la vida de las siguientes personas: soldado (3), atleta (5) y campesino (6). Lo que une a los tres ejemplos es el gran esfuerzo y la gran recompensa que se obtiene producto de ese mismo esfuerzo y disciplina. Al igual que un soldado el líder  cristiano debe estar dispuesto a sufrir y estar focalizado en el llamado que ha recibido de parte de Dios. No debe meterse en tantas cosas a la vez, sino concentrarse en una sola cosa: el ministerio de la Palabra. Como un atleta (de carrera o de boxeo) debe respetar  las reglas: obedecer co mpletamente los mandatos de Dios. No está “encima de la ley” o algo por el estilo sino que debe respaldar su enseñanza con su propia vida. Y como el campesino el líder debe trabajar hasta sudar, esperar mucho, y así merecer recompensa y el disfrute de los frutos que otorga la tierra. Finalmente, en el versículo 7 Pablo llama a Timoteo a la reflexión propia y a la apertura para la dirección del Señor. Esta promesa otorga la esperanza de saber que Dios nos dará sabiduría en medio de muchas decisiones por tomar. Hay que meditar bajo la gracia de Dios antes de actuar. Dios acompañará e iluminará en este proceso al joven Timoteo. Pablo insta a una reflexión sobre lo expuesto porque la experiencia arroja mucha luz acerca del ministerio cristiano. En el proceso el Señor le dará entendimiento a Timoteo. * Debemos ejercer el ministerio en el poder de Dios y con un propósito estratégico preciso.

2. (2, 8-13) Un ministerio sufrido Cristo-céntrico. En este párrafo Pablo expresa claramente la motivación y actitud en el ministerio. No se enfoca tanto en técnicas o estrategias ministeriales sino en el corazón del siervo. Algunos libros de liderazgo, supuestamente cristiano, omiten o ignoran completamente el modelo, la vida y la obra de Cristo. Muestran como si todo tendríamos que hacerlo con nuestros propios esfuerzos y

no sobre la sólida base de la obra cumplida de Cristo. De nuevo, Pablo aclara que sufrir  penalidades es parte integral y normal del ministerio cristiano (9). Los versículos 11 al 13 parecen ser material tradicional, bien compuesto, algo poético, con bonita simetría y densa dicción. Es lo que podríamos catalogar como una canción o poema cristológico. Sin embargo, desde el punto de vista estructural el final del versículo 13 (“El no puede negarse a sí  mismo”) rompe la simetría, mas eso enfatiza con mayor  fuerza la fidelidad de Dios. Las primeras palabras con que se inicia este versículo (“Si  fuéremos infieles, él permanece fiel”) podrían entenderse como un consuelo, sin embargo

por el contexto parece más un aviso, una advertencia. La fidelidad de Cristo, en este caso, significa: cumplir y realizar sus amenazas ( “Y a cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré delante de mi Padre que está en los cielos.”  Mateo 10,33). Todo eso no es mera información o descripción pero tiene una función retórica: para animar, avisar, orientar para que desde el futuro ajustemos nuestro presente. Nuestra actual vida tendrá consecuencias eternas en el futuro cercano. Todo eso quiere ser una motivación fuerte y correcta para el ministerio cristiano. Cristiano, ¡que sea sólo la verdad de inicio a fin! , llevada a cabo en íntima comunión con Cristo, por él y para él. * Debemos constantemente tener en la mente el ejercer el ministerio con Cristo el crucificado y resucitado.

3. (2, 14- 26) Un ministerio que proclama la sana doctrina y que evita la mala doctrina. En este pasaje el apóstol avisa repetidamente que el obrero cristiano no debe meterse en discusiones fútiles sobre palabritas y detallitos (vea el comentario sobre 1 Timoteo 1 sección 2.a). Es pérdida de tiempo, expresión de orgullo, y afecta la unidad del Cuerpo de Cristo caer en tales cosas. Más concretamente, alejan de las sanas palabras enseñadas por nuestro Señor Jesucristo, pues son inventos de la mente humana. Si en las discusiones falta la sanidad y salud, pronto se verá afectará también la santidad y las personas se encaminarán inevitablemente hacia la impiedad y una conducta enferma (16 y 17). La herejía habitualmente lleva a errores y pecados. Al otro lado, el evangelio edifica a los creyentes, unifica la iglesia y lleva a una vida de buenas obras (21). Debemos desarrollar nuestro ministerio y tarea cristiana en una forma diligente y esforzada (15). Porque tenemos una responsabilidad importante ante los ojos de Dios. El nos evaluará. “Procura con diligencia presentarte” , probablemente teniendo presente el  juicio final. ¿Cómo usar bien la palabra de Dios? Para usar bien la palabra de verdad debemos estudiar y meditar constantemente la Biblia. El siervo fiel no la cambia, la expone en su totalidad, compara la Escritura con Escritura (analogía de la fe), usa la Palabra para edificación y no para propósitos egoístas. Contrario al obrero aprobado Pablo menciona el anti-ejemplo de dos líderes que eran falsos maestros, quienes confundían los tiempos y dispensaciones de Dios (18). El Reino de Dios tiene sus etapas y no ha llegado todavía a su plenitud. Estos líderes pretendían que ya había llegado la gloria ( “diciendo que la resurrección ya se efectuó” ), pero Pablo aclara en el versículo 19 que Dios es firme en sus designios y que mientras tanto debemos vivir en obediencia a sus mandamientos, alejándonos activamente del pecado.

Una incorrecta comprensión de los los tiempos escatológicos, puede afectar la vida en su santidad. Pablo considera a los obreros de Jesucristo como vasos nobles, de gran valor (20). Esto lo hace usando la metáfora de los diferentes materiales con que se fabrican los utensilios de casa. Este honor es una responsabilidad que debe llevarles a apartarse de las actitudes y acciones como las de Himeneo y Fileto, quienes, siguiendo con la metáfora son aquellos utensilios que sirven para usos viles (17, 19 y 21). “El siervo del Señor no debe ser contencioso”  (24), como los falsos maestros. No se

trata de evitar toda confrontación sobre la verdad para quedar bien con todos. Hay que luchar por la sana doctrina, pero no meterse en discusiones que conducen a nada. Por  esa razón en el versículo 25 se profundiza en la conducta del ministro cristiano. Se aconseja un trato correctivo, generoso y amable a los que se oponen a fin de producir un resultado positivo. Pablo sabe que la gentileza no puede producir arrepentimiento, pero Dios puede lograrlo si se adopta una actitud conciliadora. Pablo expresa el resultado deseado en una forma positiva ( “para conocer la verdad” ) y también en forma negativa (“y  escapen del lazo del diablo” , 26). * Debemos dedicarnos a la sana doctrina y evitar la mala doctrina.

Síntesis aplicativa de temas importantes 1. El ministerio consiste en una acción espiritual y estratégica. La acción espiritual es buscar y esperar nuestra fuerza en Cristo para realizar el ministerio. Debemos, por tanto, fortalecernos en la gracia de Dios. Parece una exhortación paradójica pero contiene un rico secreto para el ministerio. Esta gracia no solamente nos rescató sino también nos capacita y llena para la tarea del servicio cristiano. El favor inmerecido de Dios sigue manifestándose y así podemos cumplir con todo a lo que Dios nos llama. El siervo debe esforzarse, pero no en su propio poder que es pequeño y fluctuante. Lo mejor es tengamos un ministerio esforzado por la gracia de Dios. El no nos llama a una tarea imposible; Dios nos provee todo lo necesario en su gran amor para realizarla. Si escuchamos con fe a este mandato inspirado encontraremos un equilibrio entre esfuerzo y descanso en Dios. Porque si el mismo Señor combinaba en la creación el trabajo y el reposo, entonces sigamos este ejemplo perfecto. Bien visto, la gracia nos impulsa hacia un ministerio laborioso y a la vez nos permite descansar debidamente. Algunos ministros trabajan siempre y tan desesperadamente como si Dios y su gracia existieran. Deben aprender la lección de la parábola en la que Dios hace crecer la semilla mientras que el campesino duerme (Marcos 4, 26-29). La acción estratégica es transmitir el evangelio y el ministerio a otros líderes. Tenemos que pensar en el futuro de la iglesia. No basta con guardar lo que ya tenemos. Para ilustra esto nos ayuda entender cómo funciona una carrera de relevos. Primero tenemos que guardar bien el testimonio y saber entregarlo a la siguiente persona. Hemos de procurar  correr la carrera hasta el final y no perder la posta en el camino. Ya vimos que en 1,14 Pablo instaba a guardar el depósito, ahora ordena a pasarlo a otros. Ambas acciones

tienen igual importancia. Tenemos que ser fieles al evangelio y a la verdad de Dios, luego tenemos que compartir y pasar a otros la responsabilidad. Esta es una técnica de seguimiento y multiplicación. Tristemente, muchos líderes no piensan tan estratégicamente. Aquí viene al caso el libro de Hans Finzel: “Los líderes, sus 10 errores más comunes”, ELA Mexico 2002. El mandato apostólico se conecta con el error 4:

estorbar a los líderes en potencia, no queriendo asumir que ellos son el futuro. Las grandes organizaciones generalmente anulan a los jóvenes emprendedores antes de que puedan progresar. Los jóvenes cometen muchos errores por su misma naturaleza- errores que las instituciones necesitan. Aprendamos a reconocer a los verdaderos y potenciales líderes espirituales de la iglesia de Cristo. El mandato de encargar a otros se conecta también con lo que Finzel llama Error 9: “Tener éxito sin tener sucesores.” Esto ocurre cuando el orgullo se aferra al liderato; pero la humildad lo deja ir. 



Entregar el liderazgo es como enviar a los hijos a la universidad: Nos duele pero hay que hacerlo. Enseñar a otros es una función no negociable del liderato exitoso. Esto es, servir  de mentor a otros. Lo ideal es estar de por vida en una “constelación de mentoría”

con mentores ascendente, descendente y de par (interno y externo). Constantemente influenciando y siendo influenciado para bien. Este es el diseño de Dios para la iglesia y su liderazgo, no algo hecho para crear individualismo sino para ser vivido y compartido en forma comunitaria. Jesús mismo nos dejó ejemplo al discipular a los líderes del futuro, los doce; él pasaba con ellos mucho tiempo enseñándoles por palabras y obras el reino de Dios. El secreto del ministerio está en Cristo y su gracia, con eso empieza y concluye el párrafo.

2. El ministerio exige sufrimiento por amor a Cristo y su iglesia. La mayor motivación para el ministerio es tener nuestra mente llena de Cristo. Al recordar su obra en la cruz y su resurrección nos sentimos más vigorizados. Al contemplar su pasión, contemplamos su gran amor. Juan nos dice que “Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.”  (1 Jn 4,19) Dios no ha dejado a Cristo sin recompensa ni rehabilitación, ni tampoco nos dejará sin éstas. Sin cruz no hay corona, pero luego del padecimiento vendrá la gloria gracias a Cristo y su obra completa. Esta promesa es palabra de Dios y por eso fiel y fidedigna. Vea además la aplicación 2 del capítulo 3. Sin embargo, esta lógica Cristocéntrica y esta armonía se rompe si negamos a Cristo y nos quedamos en infidelidad. Siempre habrá oportunidad de arrepentimiento, pero si no nos volvemos habrá  juicio y castigo. Entonces, allí, la fidelidad y la justicia de Dios se volverán en contra de nosotros (2,11-13). Pero el temor al castigo no debe ser motivación para servir a Dios, sino la meditación profunda del amor de Dios manifestado en Jesucristo. Y dentro del amor de Dios, una segunda motivación para el ministerio, aun si conlleva sufrimiento, es el amor hacia la iglesia (10). Ella se compone de los escogidos de Dios y por eso es de sumo valor. Nuestro ministerio es una cooperación con la gran obra de Dios para la salvación de pecadores. Todo sufrimiento ministerial vale la pena si hay efectos positivos en la vida de la gente que Dios ha dejado bajo nuestro cuidado pastoral. Es una

gran recompensa, ya en el presente, ver que ellos se encuentran en el camino hacia la salvación eterna, camino que hacen concreto en su vinculación con los necesitados de alrededor. Esto amerita cualquier sacrificio, ¡hagámoslo impulsado por el amor de Dios!

3. el ministerio ante Dios exige acciones positivas y negativas. Para cumplir  cabalmente nuestro ministerio debemos dedicarnos a ciertas cosas y alejarnos de otras. Son como dos lados de la misma moneda: se complementan entre sí. Tal combinación entre lo que se debe hacer y dejar de hacer se nos presenta en los versículos 22 y 24.  Algunas personas del mundo conocen a los cristianos tan sólo por las cosas que no hacen. A veces hay demasiado énfasis en lo negativo, pero no basta: debe haber también alternativas activas y positivas en nuestras vidas para que Dios sea glorificado. Los siervos del Señor han de dedicarse a la exhortación (14), a una vida ante el rostro del Señor (15), a toda buena obra (21), al seguimiento continuo de la justicia, fe, amor y paz (22), la amabilidad para con otros, y la corrección mansa de los oponentes (25). La vida que agrada a Dios tiene entonces dimensiones personales, interpersonales y espirituales. Involucra una orientación horizontal y vertical, respectivamente ante los humanos y Dios.  Al otro lado, el ministerio exige que no estemos envueltos en palabrerías profanas y vanas (16), en iniquidades (19 y 21), las pasiones juveniles (22), cuestiones necias e insensatas (23), y en contiendas (24). Todo esto era costumbre de los falsos maestros, que con su arrogancia y legalismo buscaban un puesto de honor en la iglesia de CristoSobre este asunto vea el comentario sobre 1 Timoteo y Tito. Debemos ser muy cuidadosos en evitar su doctrina y conducta vergonzosa porque ellas afectan a la verdad revelada y a la iglesia comprada por la sangre preciosa del Señor. Toda nuestra enseñanza y vida deben ser dirigidas por la disciplina de la Palabra de Dios. Esa palabra permanece para siempre y dará fruto en abundancia, treinta, sesenta y hasta cien veces (Marcos 4,8 y 20). Así lo ha prometido el Señor en persona.

2 Timoteo 3 1. (3, 1- 9) Características de los falsos maestros “Los postreos días”  (1) han empezado con la resurrección de Cristo (ver Hechos 2,17).

Vivimos, por tanto, en tiempos que son peligrosos y engañosos, por lo que hay que estar  precavidos y ser cuidadosos, estar a la defensiva. Hay mucho engaño y peligro doctrinal y moral. Si bien el verbo venir está en futuro, no obstante hay una clara conexión entre el presente y el futuro. Pablo advierte de falsos maestros que harán su aparición en un futuro no muy lejano y en otras parte advierte contra aquellos que ya están actuando en medio de la comunidad de fe. A éstos debe evitar el joven colaborador de Pablo (5), sabiendo que algunos, siguiendo a estos falsos maestros, llegarán a apostatar de la fe (véase 1 Timoteo 4,1). Pablo está muy preocupado por la degeneración moral que acarreará la falsa enseñanza. Se nos presenta una lista, mezcla de acciones y de actitudes erróneas de parte de estas personas (2-4). El contraste entre las primeras ( “hombres amadores de sí  mismos” ) y las ·ltimas palabras ( “más que de Dios” ) en la lista muestran una vívida diferencia entre el amor a uno mismo y el amor a Dios. La lista evidencia en realidad las consecuencias desastrosas del amor a sí mismo. Hay varias palabras aquí que apuntan a la arrogancia: vanagloriosos, soberbios, blasfemos, crueles y envanecidos. Son términos que llaman a un serio auto-examen y a un ejercicio de humillación ante Dios, porque algo de todo eso está en nosotros. Tenemos que luchar contra esas tendencias naturales, demasiado humanas, pero no por ello justificadas. Estos falsos maestros parecen ser cristianos (5), pero a la verdad, ¡no lo son! Se dice que las apariencias engañan. Pero, entonces, ¿cómo podemos distinguir a estos falsos maestros? Lo podemos hacer cuando atendemos al estilo de vida de tales personas, porque finalmente ella habla más fuertemente que sus palabras. Se demostrará que su vida no evidencia el poder transformador de la piedad; no se observa el impacto positivo del evangelio que produce cambios reales, desde adentro, no meramente retoques “cosméticos”. La presencia de Dios y la sujeción a su Palabra se muestra claramente en

el trato con los semejantes. La llenura del Espíritu renueva las relaciones interpersonales. Los versículos 6 al 9 revelan una situación muy delicada en medio de la comunidad cristiana: los falsos maestros tenían, al parecer, mucha influencia sobre ciertas mujeres, debido a su falta de educación y discernimiento. Acerca de la situación de las mujeres en la congregación ya habíamos recibido noticias en la primera carta dirigida a Timoteo (ver  1 Tim 2,11.12 y 5,13). El error y la futilidad de los maestros se duplican y deja huellas en sus alumnos. Pablo compara a los falsos maestros con un ejemplo tomado de la tradición  judía. No se menciona a Janes y Jambres en ningún otro lugar en la Biblia, aunque sí en el Tárgum de Jonatán sobre Éxodo 7,11 (los tárgumes eran interpretaciones de la Biblia hebrea, escritos en arameo) y además en los rollos del Mar Muerto. Podemos presumir  que en la época de Pablo era de conocimiento común que Janes y Jambres fueron dos de los magos de Faraón. La similitud entre esos dos magos y los falsos maestros contemporáneos reside en que ambos se oponen a la verdad, por lo que deben ser  rechazados. Los oponentes de Pablo apelaban a mitos judíos (véase 1 Tim 1,4; 2 Tim 4,4 y Tito 1,14), y ahora Pablo les combate con sus propias armas. Punto de comparación: el engaño y fingir una conversión. Esta apariencia y engaño puede seguir por un tiempo,

pero llegará el momento en que quedará al descubierto su insensatez, porque finalmente la verdad de Dios y el carácter egoísta y real de los falsos maestros saldrán a la luz (9, también en 13. Véase además 1 Tim 5, 24 y 25). * Hace falta ver con precisión y detenimiento las cosas para descubrir de qué fuente vienen las enseñanzas, pero como dice la Escritura “Por sus frutos los conocerán.” 

(Mt 7,16).

2. (3, 10-17) Las medidas para escapar del engaño. Pablo elabora ahora la alternativa para la falsa doctrina e indica cómo Timoteo y la iglesia del Señor puede evitar el engaño. Primero, el apóstol recuerda a su encargado el aprendizaje integral que ha recibido (10). El ministerio piadoso contempla una vida unida bajo la palabra de Dios. En una forma armoniosa y conectada se combinan aspectos del contenido de la fe, el carácter y el costo del discipulado. Pablo mismo vivía lo que enseñaba. Su historia personal respaldaba su enseñanza. Ya habφamos visto en el capítulo 2 que el siervo de Cristo tendrá que sufrir.

Pablo alaba al Señor por su fidelidad al permitirle salir glorioso de toda circunstancia (11). En el versículo 12 el apóstol generaliza y aclara que la vida cristiana normalmente contiene su cuota de sufrimiento; sin embargo, esto no debe sorprendernos, pues es de esperarlo en una vida verdaderamente piadosa. A fin de cuentas un servidor es menos que su Se±or, “porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?” (Lc 23,31). Porque a los discφpulos les esperan liberación y bendición, mas a los

perseguidores y falsos maestros enredos y juicio (13). Pablo le dice a Timoteo que refuerce lo aprendido por su ejemplo personal (14) y todo el consejo de la Escritura que ha aprendido desde la ni±ez en el cálido contexto familia (ver 1,5). Así la fuente y norma de enseñanza son las Sagradas Escrituras ya que son la Palabra de Dios mismo; éstas enseñan el camino de salvación (15). Aquí las Sagradas Escrituras hacen alusión al  Antiguo Testamento, porque el Nuevo Testamento todavía está en proceso de escritura y aceptación canónica; sin embargo, lo aplicado al primero se aplica al segundo. John Stott nos dice, citando el versículo 16, que enseñar tiene que ver  con qué enseñar ; redargüir con qué no creer ; corregir con qué no hacer ; Instruir con qué hacer . Todo eso muestra la utilidad de la Biblia contra la futilidad y las disputas interminables de los falsos maestros. La Santa Escritura (aquí en singular para destacar su unidad) es autoridad, fuente y contenido de nuestra fe y ética. Su propósito es llevar al Hombre de Dios hacia su perfección (16). La nominación “hombre de Dios” es propia del contexto

veterotestametario (aparece también en 1 Tim 6,11), y es el lenguaje usado para referirse a los siervos de Dios como son los profetas. Porque ellos pertenecen a Dios y están a su servicio. Nunca debemos olvidar que la mayor herramienta para la formación del siervo del Señor es la Biblia. * La santa Biblia es el medio provisto por Dios para poder descubrir y resistir el engaño.

Síntesis aplicativa de temas importantes

1. íCuidado con el engaño! La palabra de Dios nos avisa contra el engaño de los últimos tiempos. No nos dejemos llevar por la primera impresión y por la apariencia. Hay que

distinguir los espíritus si provienen de Dios. El egoφsmo de algunos se cubre de un barniz

de religiosidad pero muestra su verdadero rostro en el trato interpersonal y en las consecuencias que acarrea su comportamiento. En ellos brilla por su ausencia la llenura y dirección del Espíritu Santo. Debemos examinar nuestras verdaderas motivaciones en el ministerio cristiano y hacer lo mismo con los predicadores a fin de evitar la influencia nefasta de los falsos maestros. Porque es necesario alejarnos de esa dañina influencia. Pero sobre este fondo oscuro brilla más claramente la luz del evangelio. En medio del engaño y del egoísmo existe otra opción: la eficacia de la piedad (10). Cuando la vida es experimentada en dependencia del Señor entonces se darán ricos frutos. Una vida cerca de Cristo y en obediencia a sus mandatos renueva nuestras actitudes. Es caminando con Cristo como somos transformados a su imagen, sólo así habrá amor para Dios y para el prójimo; en vez de engaño y apariencia, mostraremos que caminamos en la verdad.

2. Maneras de resistir el engaño. Los versículos 10 al 17 nos presentan varios principios para mantenernos firmes en contra del engaño de los falsos maestros, como: seguir  buenos ejemplos, persistir en las correctas enseñanzas, adoptar una actitud de confianza en el sufrimiento y perseverar en el estudio de las Escrituras. Este párrafo, como otros en las Cartas Pastorales, demuestran claramente los fallos de la llamada teología de la prosperidad de tanta actualidad en iglesias con poco criterio bíblico de discernimiento. Tal enseñanza torcida pretende que la vida cristiana contempla solamente bendición, victoria y prosperidad material. Se enseña que Dios quiere que cada creyente sea sano, rico y exitoso. Y si eso no ocurre en la vida concreta de los creyentes es por culpa de ellos mismos, porque obviamente no tienen suficiente fe o no han “sembrado” suficientes

ofrendas. Esta falsa doctrina choca claramente con el aviso de la Palabra que nos dice que en este mundo sufriremos tribulaciones (Juan 16:33; Hechos 14:22). Pablo avisa que las penalidades son la suerte del buen soldado de Jesucristo. Además, la teología de la prosperidad da demasiada importancia a los testimonios de ciertos individuos en detrimento de la autoridad absoluta de la Biblia. ¡Se presta más atención a los cuentos de éxito de personas humanas que al mensaje puro y perfecto que Dios nos ha inspirado! Solamente la Biblia debe ser nuestra suma norma de fe y conducta; solamente ella puede llevarnos a la perfección y la salvación. La palabra de Dios tiene una utilidad que ningún mensaje humano puede igualar. A diferencia del mensaje de éxito y prosperidad, la palabra de Dios fomenta la responsabilidad y la misericordia hacia el prójimo. Además avisa repetidamente contra el deseo de ser rico y de lo engañoso de la riqueza terrenal. Tristemente, la teología de la prosperidad fomenta el materialismo, el egoísmo y el individualismo. En el Antiguo Testamento, en la vida de Cristo y en el libro de Hechos se indican otras pistas para salir de la pobreza. Sin duda Dios nos bendice en muchas formas, siempre con la intención compartir tal bendición con otros. Recuérdese el llamado de Abraham: fue bendecido para ser bendición para las naciones. Recordemos bien que la mayor bendición de todas es la salvación por gracia en Cristo Jesús.  A partir de los versículos 15 al 17 tenemos que la sana doctrina tiene un origen, propósito, utilidad y meta:

Origen. Aquí hablamos de la inspiración de la Biblia como Palabra de Dios. La inspiración nos habla de un proceso divino donde hubo escritores humanos.

Propósito. Es medio para alcanzar la salvación, conocer el evangelio y la verdad.  Además la Biblia hace sabio en contraste con el engaño. Utilidad. Es norma para distinguir la verdad y la mentira. Meta. Es medio de crecimiento y capacitación ministerial. Podemos preguntarnos: ¿qué papel juega la Escritura en nuestra formación espiritual y personal? ¿Es la Palabra de Dios un mero objeto de estudio o me dejo guiar, instruir, y corregir por ella? ¿Permito que la Escritura, en cierto sentido, me lea a mí? (vea más adelante la aplicación primera del siguiente capítulo).

2 Timoteo 4 1. (4, 1-8) Predica la Palabra de Dios Pablo introduce con mucho énfasis y solemnidad el mandato del versículo 2. Eso subraya la singular importancia de la predicación de la Palabra de Dios, tomando a Dios y Cristo como testigos (1), “que juzgará a los vivos y a los muertos en su manifestación y en su reino”  (para la palabra manifestación, vea los comentarios a 1,10 y en 1 Tim 6,14). “Que prediques la palabra”  le manda Pablo. La Palabra indica todo el evangelio, la sana doctrina (3), la verdad (4). La Palabra de Dios ha quedado testimoniada en la Biblia, la cual aunque sea una Biblia se compone de muchos libros; aunque fue transmitida por  muchos escritores en cada una de sus páginas somos testigos del hablar y actuar de Dios a favor de las personas. Y así como un heraldo anuncia en la plaza pública el mensaje de los gobernadores, así esa palabra de Dios debe ser proclamada en el mundo entero. Todos deben conocerla y obedecerla. Y la Palabra de Dios ha de ser predicada “a tiempo y fuera de tiempo”. El predicador 

debe siempre estar dispuesto a transmitir lo que Dios dice. Es un llamado a la diligencia. Se debe instar, redargüir, reprender y exhortar. Se ha de predicar el evangelio en su totalidad, sin dejar fuera el lado crítico que condena el pecado y advierte de juicio para los que no se arrepientan. El mensaje debe ser bien claro y expuesto con paciencia (vea 2,24 y 25) y en forma didáctica, práctica y clara. Este encargo por predicar se hace urgente, sobretodo cuando se vislumbra un horizonte futuro en donde las cosas se pondrán peores (3-5). En aquel tiempo muchos ya no aguantarán la verdad y cerrarán sus oídos a la sana verdad (compárese 1 Tim 4,1). Se debe predicar el evangelio mientras las circunstancias lo permitan, porque llegará el momento en que la gente escogerá lo que desee oír teniendo presente su propios deleites y gustos. A pesar de esta dura realidad, el siervo de Dios no puede desanimarse (5), debe continuar con su obra porque es mandato de Dios. Tiene órdenes puntuales de su Señor, a quien debe obedecer aun si con esto se atrae sufrimientos y resistencias. Este encargo se vuelve como el deseo final de quien se sabe cercano a su muerte, de ahí también su tono de seriedad y solemnidad (6). Pablo considera su muerte como un sacrificio para la gloria de Dios, como una libación de vino. Él apóstol declara que el tiempo de su  partida se encuentra cerca. La palabra  partida se usa en el contexto de quien desarma una tienda o suelta un barco. Con mucha gratitud y satisfacción el apóstol puede mirar hacia atrás y hacia adelante. Compara la vida cristiana con una batalla (7, véase también 1 Co r 9,25; 1 Tim 1,18) y una carrera (Hechos 20,24; Hebreos 12). “He guardado la fe” que es lo mismo que decir: me he mantenido fiel en mantener a salvo la fe que confesamos. Fue justamente esta fe la atacada y adulterada por los falsos maestros (vea 2,18; 3,8.10 y 15). Durante todo su ministerio Pablo se ha presentado como un modelo positivo a seguir. También describe su futuro con figuras deportivas: Dios ya le tiene lista la corona del vencedor (8). En este caso no de laurel sino de la justicia. El Dios  justo compartirá su justicia con los creyentes que han perseverado y han sido fieles en el ministerio. Esta justicia indica la correcta y buena relación con Dios. Pablo, luego, amplia esta recompensa gloriosa a los creyentes. No está del todo claro si trata la mención de la

venida haga alusión a la manifestación futura de Cristo o su encarnación. Lo más probable es que  –en concordancia con el versículo 1- se trate del regreso del Señor.

* Es encargo de Dios el predicar su Palabra con total dedicación hasta que Cristo venga.

2. (4, 9-18) Información personal Pablo le indica a Timoteo que realice lo más pronto posible un viaje que los vuelva a reunir cara a cara (9). El apóstol se siente necesitado de compañía, en especial cuando hay algunos que le han dejado por propia decisión (10) y otros porque han tenido que emprender misiones pastorales en otros territorios (12); por eso necesita ver a “su hijo amado” y a otros colaboradores (11), y de la misma manera requiere de cosas materiales

que son de uso personal (13). El apóstol durante este periodo ha tenido que soportar  acusaciones de algunas personas (14), lo cual le ha llevado, al parecer, a un tribunal de la ciudad. Un dictamen en su contra tendría terribles consecuencias para su persona ( “así fui  librado de la boca del león”) . Si situación fue realmente penosa y grave pues se sentía solo contra el mundo, ¿dónde estaban sus amigos en un momento tan crucial de su vida? Sin embargo, no les guarda rencor (16). Y Aunque Pablo estuvo sin la compañía de sus colaboradores y amigos, tenía la presencia más importante: la de su Señor quien lo fortalecía y libraba (17). Inclusive aun estando en la sala de juicio pudo cumplir con su llamado supremo de predicar. ¡A la verdad el apóstol predicaba la palabra “a tiempo y f uera de tiempo” (2)! Estaba viejo y solo pero lejos de ser derrotado y desanimado.

Pablo termina con alabanza y confianza (18) porque sabe que su Dios nunca lo dejará, más bien le dará entrada en su reino. La conclusión de la carta es desde luego una doxología que nunca acaba; es necesaria la eternidad para alabar al Señor en forma suficiente. * Aunque nos falte la compañía humana, nunca nos faltará la compañía del Señor. Eso nos llena de confianza y alabanza.

3. (4, 19-22) Saludos y bendición final En su despedida Pablo envía a Timoteo saludos personales y de otros hermanos que están con él en Roma. La serie de nombres demuestra que Pablo trabajaba con la filosofía del ministerio en equipo. Excepto muy pocas ocasiones, siempre viajaba y trabajaba con un conjunto de colaboradores y aprendices. Las estatuas y pinturas a menudo muestran a un apóstol solitario pero en la realidad siempre buscaba la compañía y colaboración de los demás. La expresión “todos los hermanos”  es una referencia a la iglesia local. Esta linda metáfora presenta al pueblo del Señor como una familia cuyo Padre es Dios. Pablo pide que Timoteo lo busque antes del invierno, porque en esa temporada era difícil y fuera de lo común realizar viaje alguno.

La bendición final (22) nos recuerda a la que aparece en Filemón (25) y Gálatas (6,18), pero algo más extensa. Pablo desea que la gracia de Dios esté con Timoteo y el resto del equipo. El plural “vosotros” muestra que la carta va dirigida no tan solo a Timoteo sino que

también a la comunidad de los hermanos. Este escrito a su amado hijo se convierte en una carta abierta para otros (vea el comentario sobre la despedida en las otras Cartas Pastorales). * El ministerio es un trabajo en equipo y depende de la gracia de Dios.

Síntesis aplicativa de temas importantes 1a. Es una tarea crucial el predicar la Palabra de Dios. Es el llamado divino del profeta, del maestro y del predicador. Es uno de los ejes de la Reforma que apunta a esta vocación: Sola Scriptura. La Biblia es la única norma de fe y conducta. Y aunque las tradiciones son importantes, no obstante es la Escritura la “norma normans” (la norma que

norma). Por tanto, hay que tener cuidado con lo que predicamos; pues sólo debemos predicar la Palabra de Dios y toda la Palabra de Dios. En esto consiste el mandato santo de proclamar todo el consejo de Dios. No se trata de predicar moralismos, ni lo que la gente quiere escuchar, sino lo que Dios dice. La Biblia debe ser el contenido de las predicaciones de inicio a fin. Pero tristemente nos percatamos que en muchos cultos, llamados evangélicos, la Biblia apenas es predicada, y si se la cita es a menudo como pretexto o medio para propósitos personales e institucionales, así en las iglesias en donde se predica la teología de la prosperidad o en las sectas que anuncian milagros y sanidades a “de acuerdo al bolsillo”. También se cae en el error de iniciar la prédica tomando textos fuera de contexto, o “picoteando un poco aquí y otro poco allá”, sin

atender al contexto en el cual se insertan los textos y pasajes bíblicos. Es ya común notar  que en ciertas confesiones evangélicas los testimonios y, principalmente, los cánticos (alabanzas) tienen más importancia y por tanto se les dedica casi todo el tiempo del culto. Cualquier manifestación especial del Espíritu sólo es válida si se sujeta a la Palabra de Dios; pues ella es la única que tiene autoridad divina. Y no olvidar que esa Palabra de Dios se encarnó en la vida y obra de nuestro Señor Jesucristo.

1b. ¿Cómo queremos terminar? Muchos creyentes y líderes no terminan bien su carrera ministerial. Se desvían de la verdad o caen en pecado. Otros empiezan a hacer de su ministerio una rutina y la dependencia en Dios es cada vez menor. Se habla de tres tentaciones a las que son expuestos los ministros: la fama, las faldas y las finanzas. El orgullo, la sexualidad pecaminosa, el abuso de poder, o el estancamiento en autosuficiencia causan un saldo final muy negativo. Pablo pudo terminar bien su vida cristiana y ministerio; y esto, por la gracia de Dios y porque constantemente pensaba en el final. Vemos por los versículos 1 y 8 que Pablo tenía clara consciencia del regreso de Cristo y del juicio venidero. Que sea nuestro deseo el terminar como Pablo y entonces escuchar la voz del Señor que nos dice: “Bien, siervo bueno y fiel...entra en el gozo de tu Señor!”  (Mateo 25,23). En el poder de Cristo e inspirados en su obra consumada, ¡Sí, podemos lograrlo! Pablo era seguidor de su Señor Jesús quien demostró terminar bien la obra del Padre sobre esta tierra (vea Juan 17,4 y 19,30. La palabra “terminar” aquí es de la misma

raíz griega que encontramos en nuestro versículo 7 “he terminado la carrera.” ). Todos nosotros podemos terminar bien si nos cuidamos de las trampas del diablo, si seguimos los modelos correctos y si nos encomendamos en la gracia de Dios provista por Cristo.

2. Aun en medio de situaciones adversas el Señor no nos deja y nos da su fuerza para predicar su palabra. Pablo demostraba con su vida que en medio de situaciones muy adversas podemos ser  “más que vencedores por medio de Aquel que nos amó”  y que no nos deja de amar (Rom 8:31-39). Y aunque estaba viejo, solo y con la muerte muy cercana, Pablo todavía estaba cumpliendo su llamado de predicar a los gentiles, los reyes y los hijos de Israel (Hechos 9:15). Deseaba que todos escucharan la Palabra de Dios. No miraba a sus propios problemas sino que se dedicaba plenamente a su ministerio y vocación. Así llegó a convertir su cárcel en una oficina de misiones. Las cadenas no impedían que siguiera con su tarea (Hechos 28). En esta misma confianza pidamos y recibamos de parte de Dios las fuerzas para cumplir con su mensaje. El Señor estará a nuestro lado para darnos todo lo necesario para ser sus testigos y mensajeros. Así caminaremos como Pablo de liberación en liberación. Con la confianza no en nosotros mismos sino en el Dios que promete preservarnos hasta el final para darnos por su gracia libre entrada en su reino eterno. ¡A Él sea la gloria eternamente! 3. Mantengamos en el ministerio el respaldo espiritual y social. Nadie puede desarrollar bien el ministerio en la iglesia del Señor sin la bendición de Dios. Nos inclinamos a tomar decisiones con el cerebro o el hígado, pero debemos hacerlo siendo guiados por el Espíritu (Rom 8,15). Procuremos contar siempre con la bendición de Dios, su presencia en nuestra mente y corazón y su gracia en todo lo que emprendamos. Solamente si el Señor edifica la casa, no sudarán en vano los constructores (Salmo 127). Trabajemos constantemente en esta dependencia, pero más cuando tenemos viento en popa. Tengamos conciencia de que todo lo bueno viene de arriba, de parte de nuestro Señor Jesucristo. Busquemos en todo movimiento ministerial primero la dirección de Dios y su respaldo. Además, necesitamos formar y mantener una base social para nuestro ministerio. Nadie puede florecer en forma solitaria. El individualismo es un pecado y sumamente contra-productivo. No es el diseño de Cristo llegar a ser “llaneros solitarios”. Cada ministro necesita un equipo y gente alrededor suyo para corregirlo, complementarlo y animarlo. Pueden ser personas de la propia congregación o de otros sitios. Los saludos, cariños y bendiciones corren de casa a casa y de corazón a corazón; en ambientes así se saborea la preciosa comunión en el Señor Jesucristo. Valoremos e invirtamos en el respaldo social de nuestros ministerios tal como el apóstol de los gentiles lo hacía. Ps. Alberto T. van Blijderveen, Doctor en Ministerio (D.Min.), 2012.

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