2) Posicion Teorica

December 4, 2018 | Author: Alejandra Guerrero Lule | Category: Capitalism, Knowledge, Ideologies, Science, Dialectic
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2) Posición, teoría de Emilio Battisti. El autor pretende la liberación de la disciplina y su orientación en un sentido materia materialis lista ta y dialéc dialéctic tico, o, a través través del análisi análisiss de sus contra contradic diccio ciones nes,, el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. El problema que presenta es la “incapacidad de la sociedad y del profesional de la arqu arquititec ectu tura ra para para dar dar res respues puesta ta a trav través és de la prod produc ucci ción ón a los los problemas ligados fundamentalmente al alojamiento, tal y como se lo planteó el Movimiento Moderno, planteamiento ligado a una especifica concepción del rol rol del del prof profes esio iona nall y la comp compre resi sión ón gene genera raliz lizad ada a del del caos caos en el que que se encuentran los desarrollos urbanos derivados de la revolución industrial, junto a la impo impossibil ibilid idad ad ene energé rgétic tica de sost sosten ene erlos rlos,, lo que que exig exige e nuev nuevos os planteamientos alejados de la tradicional práctica profesional” (1). Tenien Teniendo do como como objeti objetivo vo “logra “lograrr establ establece ecerr una una relaci relación ón dialéc dialéctic tica a entre entre el mund mundo o supe supere rest stru ruct ctur ural al de la arqu arquite itect ctur ura a y la estr estruc uctu tura ra econ económ ómic icooproductiva donde ésta se manifieste” (2). Además de “establecer una relación no mecá mecáni nica ca ni doct doctri rina nari ria a entr entre e mate materi rial alis ismo mo dial dialéc éctitico co y disc discip iplilina na arquitectónica, y su concreta adhesión a la condición actual, para interpretar el presente como historia y la arquitectura hecha ciencia, como búsqueda de medios para contribuir a determinar su curso” (3). Se afront afronta a el proble problema ma precis precisand ando o los términ términos, os, defini definiend endo o el objeto objeto de conocimien conocimiento to al que se aplica la disciplina disciplina arquitectóni arquitectónica, ca, indicando el origen origen histórico de las categorías teóricas y las bases sobre las que se formalizan, es decir, decir, medir medir el caráct carácter er ideoló ideológic gico o de los conoc conocimi imient entos os que presid presiden en el ejercicio de la arquitectura . Los fundamentos teóricos de Battisti se refieren a los conceptos de práctica y de contradicción. Donde la práctica es tomada de la acepción althusseriana, siendo la práctica para él en términos generales, los distintos procesos de trans transfo form rmac ació ión n corr corres espo pond ndie ient ntes es a difer diferen ente tess mate materi rias as prim primas as dada dadas, s, efec efectu tuad adas as por por el homb hombre re.. Dánd Dándos ose e una una prác práctic tica a técn técnic ica a que que prod produc uce e conocimiento ideológico. Battisti se refiere a ideología en el sentido marxista, como una “manifestación de una una fals falsa a conc concie ienc ncia ia que que pret preten ende de defi defini nirr la super uperes estr truc uctu tura ra del del pensamiento, operando al servicio de la clase dominante” (4), lo que da como consecuencia una práctica científica aplicada a los productos del conocimiento de las ciencias para transformarlos en productos más perfectos. Confía en la práctica teórica el momento de la liberación de la disciplina arquitectónica de su actual ideología, hacia una elaboración consciente de su saber en el sentido materialista y dialéctico. Entendiéndose como ideología la realidad común a la acepción capitalista o revisionista, como una estructura que posee una lógica propia y su propia capacidad de representación, dotados de existencia y función histórica en determinada sociedad.

El concepto de contradicción es tomado de Mao Tse-tung, que afirma que “la delimitación de las ciencias se basa en las contradicciones particulares existentes en sus respectivos objetos de estudio” (5). Por lo que Battisti condiciona su trabajo, confrontando los contenidos de la disciplina y sus contradicciones, con la realidad general, el desarrollo productivo y las relaciones de producción. Relaciona el ejercicio de la arquitectura con la práctica social, viéndola como un medio de transformación de la realidad material, estructural y superestructural. Asume los productos del conocimiento y de la práctica disciplinar como momentos de realización y reproducción histórica de la ideología de la clase dominante. Propone redefinir en base disciplinar los términos de desarrollo a través del estudio de las transformaciones ejercidas en la práctica proyectual de la ciudad. Estando la práctica profesional y el proyecto, condicionados a la tecnología impuestas y existentes. Y por lo tanto condicionando el crecimiento urbano. Se tiene que la disciplina arquitectónica “es el conjunto de conocimientos expresados por una determinada estructura político-social” (6), tomando en cuenta el análisis de las instituciones que los expresan y los ámbitos técnicosconstructivos en los que operan. El análisis de la disciplina pone en evidencia categorías disciplinares, tipología, tecnología y morfología, a las cuales a su vez se unen subsistemas de conocimiento ideológico, que corresponden a aproximaciones teóricas, tales como el pragmatismo sociológico, como deducción de la práctica proyectual del análisis de las funciones sicológicas y sociológicas; el positivismo tecnicista, como reducción de la práctica proyectual a las condiciones tecnológicas resultantes del modo de producción capitalista; el idealismo formalista como reproducción en la disciplina de las constantes culturales. Partiendo de la ideología funcionalista en la arquitectura contemporánea, el análisis se propone remontarse a los contenidos originales del Movimiento Moderno (Morris), registrar el tipo de adaptación (Behne) y analizar el contenido de propuestas en su momento histórico (Gropius). Morris afirma que el arte “debe pertenecer al pueblo, por el pueblo y venir del pueblo, debe comprender a todos y ser comprendido por todos” (7). Habla de una posibilidad de recuperación de los contenidos ideales y culturales del arte mediante una reducción de los procesos productivos a las formas del artesanado medieval, donde el hombre exprese la alegría de su trabajo. En Morris, los valores del arte y de cultura contradicen la forma de organización social y productiva determinante del rápido proceso de industrialización; en Gropius, existe una sustancial adhesión a la nueva realidad tecnológica, una confrontación racionalizada y neutral entre valores culturales y orden estructural; en Le Corbusier, los valores desligados de lo social viene sintetizados y formalizados en complejas operaciones disciplinarias.

En el Movimiento Moderno “la relación entre estructura productiva y la satisfacción de las necesidades en forma generalizada, se convierte en un punto crucial y supone un sistema de puntos dialécticos cuya racionalización determina progresivamente la afirmación de la ideología funcionalista” (8). El movimiento moderno tuvo varios exponentes, entre los cuales destacan  Adolf Loos el cual busca la belleza en la funcionalidad y armonía de todas las partes con su relación interna; y Herman Muthesius, con la Sachlichkeit, donde se busca lo práctico, la adaptación y lo objetivo , y busca facilitar la relación entre industriales productores y artistas. El interés de estos funcionalistas es dar una solución a un problema de importancia general para nuestra cultura, ayudando a formar al hombre. La asimilación de la idea de función por parte del funcionalismo arquitectónico se refiere a la “imagen del proceso productivo, entendido como principio y regla para proyectar y realizar la coordinación entre las funciones” (9). En su libro Battisti habla de la naturaleza y calidad de las aportaciones cognoscitivas del funcionalismo, que lo lleva a analizar la noción de práctica. El estudio de las funciones lleva a construir conocimientos dirigidos a la transformación de la realidad material, esto conocido como tipología. Y esta tipología entendida como estudio de los tipos constructivos tiende hacer  corresponder un conjunto relacionado de necesidades, sintetizado en el término función, con un sistema coordinado de porciones físicas de espacio, sintetizado en el término tipo. En lógica del funcionalismo, el estudio de la función ti ene un valor fundamental en cuanto que resulta el principal instrumento cognoscitivo de la realidad. Se encuentra en la práctica delante de la cuestión de verificar el valor  cognoscitivo de tal categoría de análisis respecto a la realidad material. El dualismo tipológico, “el concepto de tipo entendido como modelo de referencia, y el concepto de tipo como simple efecto de clasificación de una serie de fenómenos espaciales” (10). Battisti toma el segundo, pues considera que es el que se ha originado en el funcionalismo, intentando demostrar que cada nivel de realidad admite características específicas, comprensibles solo sobre la base de un correcto análisis del campo estructurado de contradicciones que informan la base material a la que la arquitectura se dirige. El elemento mínimo que se aisla tipológicamente está representado por la célula de habitación. El edificio, el objeto arquitectónico acabado, pierde su individualidad y viene reconstituido a través de la composición de un cierto número de unidades espaciales que representan la cantidad-base de satisfacción de las necesidades de la familia. Representado la familia uno de los factores fundamentales de la estabilidad social. Las nuevas formas de la construcción residencial son un producto de la industrialización constructiva, de la estandarización y tipificación de los elementos constructivos.

 A través de esta industrialización se da la gran transformación de la ciudad paleocapitalista en la ciudad neocapitalista. Diferenciadas estas dos, en el hecho que una esta ligada a un modo directo de producción industrial, en donde la casa conserva un valor territorial, la otra, está fundamentalmente ligada a la distribución, donde la casa se convierte en una mercancía. Lo cual se logro por la introducción de una serie de desequilibrios cualitativos, como la primera infraestructura urbana de carácter público. Como primer elemento de contradicción, dado por Battisti, “el estudio de las funciones, apoyándose en los progresos y en las aplicaciones experimentales de la sicología y la sociología, permite definir las necesidades del núcleo familiar,… las exigencias higiénicas del espacio habitable” (11). Por otra parte la situación real de la familia se transforma hacia una condición obrera, donde hay la necesidad inmediata de mayor cantidad de trabajo para hacer frente a los costes. La definición de los nuevos requisitos tipológicos para la residencia se manifiesta con la formación del proletariado industrial urbano, y con las contradicciones que se generan en la ciudad en el que éste se asienta, comprendiendo la ciudad como lugar histórico de afirmación de la burguesía y de su hegemonía de clase a partir de los S. XIV y XV. Se pone en evidencia que el desarrollo de la ciudad, la disponibilidad de alojamientos, dependen de la naturaleza del modelo de desarrollo capitalista; y algunas propuestas dadas solo representan un medio para fijar al trabajador  a determinadas condiciones de trabajo; y “tal problema es planteado en términos funcionales al nivel de desarrollo y de organización del trabajo alcanzado, sin afrontar las necesidades reales de alojamiento” (12). Las tipologías constructivas y los modelos de asentamiento es, parte de un proyecto político, que plantea en términos diferentes las cuestiones de alojamiento. Battisti reconoce que “dentro de cada circunstancia histórica, existe un modo de plantear más correctamente, desde el punto de vista político, la cuestión del alojamiento, y es áquel que, incluso sobre el plano disciplinar, determina una mayor clarificación de las contradicciones latentes de un determinado modelo de desarrollo, sea en el capitalismo o en el socialismo” (13). Otro de los objetivos puestos por el autor en el libro es la verificación de la relación entre la disciplina del proyecto y los factores de orden tecnológico. Definiendo la producción como el conjunto de circunstancias operativas de naturaleza repetitivas, con el uso de medios mecanizados y automatizados. Las repeticiones en la producción, produce que se vea al proyecto como un medio de utilización de elementos estandarizados, considerados como óptimos, y por lo tanto como modelos normales.

La tecnología representa para nuestra disciplina, un momento operativo de la práctica disciplinar y ofrece un conocimiento de la realidad en base a la producción de mercancías. Según la tesis del materialismo histórico, “la evolución de la técnica determina y explica la historia del hombre, pero solo representa elementos superestructurales, sin negar el impacto de la revoluciones industriales, la paleotécnica y la neotécnica, donde la primera representa la revolución industrial hasta 1890 y la neotécnica la siguiente época, distinguiendo el paso de una a otra por la disponibilidad a distancia de la energía y de las materias primas” (14). Los dos han modificado y transformado profundamente la construcción y el entorno de la vida humana. Se habla como en el mundo griego y romano la técnica implicaba el trabajo conjunto del talento manual con el conocimiento científico. Mientras que a partir del S. XIX con la aceleración brusca de la manufactura a la industria, la práctica proyectual se separa del conocimiento intuitivo y de la posibilidad de transformar e intervenir en el mundo. Siendo la primera vez que la técnica se mueve con impulsos, direcciones y finalidades que no provienen de la filosofía ni del arte, sino del propio mecanismo, afirmándose como actividad autónoma. La tecnología, dice Marx, constituye una “tendencia inmanente del capital a aumentar la fuerza productiva del trabajo para reducir más el precio de las mercancías, y con la reducción del precio de las mercancías, reducir el precio del propio trabajador” (15). La ciencia misma ha asumido una estructura capitalista, convirtiéndose en una especie de fábrica de conocimientos, con sus inversiones de capital, sus vendedores de fuerza de trabajo, sus mercancías (informaciones o descubrimientos científicos) producidas y vendidas. Con esto se considera al proyecto como una operación productiva, un producto completo y cerrado. Respecto a la tecnología y práctica, se da la primera contradicción, la relación entre el marco de los conocimientos tecnológicos y el proceso de transformación de la realidad, “el conocimiento tecnológico opera solo en cuanto puede producir, vacía y sustituye los objetos de su propio conocimiento y parece plantear más problemas de aquellos que contribuye a resolver” (16). Mientras la tecnología capitalista impulsa el progreso técnico, aparentemente en función del hombre, de hecho desarrolla procesos de consumo siempre más extensos.  Ahora otra contradicción es que, mientras la tecnología intenta anticipar y suministrar indicaciones para aumentar el potencial de las estructuras productivas, provoca una devaluación general de éstas. Como siguiente contracción, mientras la cultura arquitectónica elabora técnicas más avanzadas para proporcionar instrumentos idóneos para la realización de la función social del arquitecto, en la práctica esto exige una racionalización del proceso productivo, y en consecuencia una proletarización de su papel, efectuada a través de la subdivisión social del trabajo.

La tecnología “representa un momento de la práctica empírica de la arquitectura, que permite definir y aplicar normas y preceptos manualísticos deducidos en sentido de la estructura económico-productiva, constituyendo elementos de conocimiento ideológico” (17). La tecnología preside la transformación de un complejo estructurado de condiciones productivas en un sistema coordinado de disposiciones proyectuales de carácter manualísticos que se adaptan al proceso productivo y a la lógica de desarrollo.  Al pasar al tema de la morfología y práctica empírica de la arquitectura, se dice que la disciplina distingue entre forma e imagen, definiendo esta última como efecto perceptivo de la forma, es decir como efecto empírico de su existencia en la realidad, en contacto con quien la conoce y la utiliza. Define formalismo al “conjunto de adquisiciones cognoscitivas que se derivan de la transformación de una determinada realidad material, asumida preferentemente a través de las modificaciones de su estructura formal, hecha explícita mediante la aplicación de distintos sistemas de representación conformados para definir determinados modelos del comportamiento proyectual y para regular la experiencia perceptiva de la arquitectura proyectada y producida: el momento especifico de formación de este tipo de conocimientos , en le marco de la disciplina del proyecto, se define como morfología” (18), la cual constituye un momento de la práctica empírica, mediatizado por la percepción sensorial. Battisti encuentra una contradicción que se origina del papel social del intelectual en una sociedad capitalista, el tipo de representación que el arquitecto puede elaborar sobre la base material es suministrada por la clase dominante y son solo estas ideas las que pueden ser traducidas para constituir el momento de la práctica empírica de la arquitectura. El autor afirma que “el papel del arquitecto dentro de un sistema capitalista es ocupar este espacio superestructural operativo para participar y construir, desde estas posiciones disciplinares precisas, el conocimiento de la base material, asumiendo un punto de vista materialista y dialéctico” (19). La práctica empírica de la morfología puede expresarse a través del proyecto, no entendido como medio de transformación, sino como instrumento de conocimiento, representando la materialidad de los procesos de constante reducción del ambiente físico al lugar especifico de las relaciones de producción vigentes, de la reproducción de las fuerzas de trabajo, de su control, pero también de las luchas de clases: la ciudad y el territorio. Hablando de la ciudad, se dice que es uno de los hechos fundamentales a través de los que se realiza el conjunto de transformaciones del territorio. La ciudad y el territorio son productos determinados por el proceso de producción económica del capital en su fase de consolidación monopolista. En este contexto, el trabajo viene exclusiva e integralmente aplicado a la apropiación directa, inmediata de los recursos naturales, que se adquieren y se elaboran para ser inmediatamente consumidos.

Los instrumentos a través de los cuales se regulan, dirigen y describen las transformaciones territoriales, son las normas y los planes. La reglamentación urbanística tiende a definir los términos de relación entre poder político administrativo y capital privado a través de una serie de normas que fijan las condiciones a respetar en el disfrute de los recursos especiales, confiando en la capacidad de interpretación del capitalista privado, tanto a nivel ubicacional como técnico-urbanístico. El plan define directrices ya especialmente formalizadas, desde la definición del papel funcional de determinadas áreas del territorio hasta la determinación de la tipología constructiva, de las volumetrías y la disposición sobre el terreno. Battisti dice que para que se especialice y se haga más determinada y especifica la función del arquitecto, se deben dar “las primeras condiciones para un nuevo planteamiento metodológico de la disciplina urbanística a través de la temática del “planning” consisten en la masiva definición y desarrollo de nuevas competencias, políticas o técnicas” (20) El resultado sobre la dinámica de transformación de los hechos urbanos, consiste en haber atribuido un fundamento teórico y metodológico a la técnica del planificador, que representa la técnica más elemental de coordinación territorial, capaz de contemplar las exigencias de separación y especialización de las distintas funciones con las exigencias de correlación entre las partes, en una única estructura ampliamente eficiente, política y socialmente controlable. “La técnica de la zonificación tiene como consecuencia conferir identidad ambiental y espacial a las diferentes partes de la ciudad, a través de la manifestación de la potencialidad figurativa propia de la peculiaridad funcional” (21). Se compara el mundo capitalista y socialista, donde “el capitalista con la aceptación de sus presupuestos, acepta los desequilibrios espaciales, de los polos de desarrollo, del orden piramidal y estratificado de los valores en el marco urbano territorial…” mientras que “…el socialista elimina los desequilibrios espaciales, de los desniveles de valor y de significado urbano, la negación del daño social derivado de las contraposiciones artificiosas y las dependencias funcionales entre centro y periferia, residencia e industria, con la superación de la contradicción entre ciudad y campo” (22). La referencia teórica del libro es en base a la noción de práctica, aunque el aspecto más aparente del trabajo sea la crítica a las formas de conocimiento ideológico de la arquitectura. Battisti afirma que lo dicho, “no representa aún formas de conocimiento, por el hecho de que aún le faltan instrumentos teóricos para colocarlas en un cuadro de referencias científicas” (23), pero lo intenta a través del uso de las contradicciones, considerando que esto representa la referencia fundamental de la formación y afirmación del pensamiento materialista en las formas de interpretación dialécticas de la historia y de la naturaleza.

 Afirma que la disciplina arquitectónica, “entendida como forma de mediación entre un determinado sistema de conocimiento y un conjunto de practicas operativas tendentes a transformar el ambiente físico y la base material, en función de una determinada estructura económico-social, no es estrictamente encuadrable o referible al ámbito de las ciencias del hombre o de las ciencias de la naturaleza” (24). Las categorías de tipología, tecnología y morfología representan conceptos sustraídos por la misma acepción disciplinar a una posible dialectización, y propuestos sin embargo a una progresiva objetivación de contenido, a través de la construcción y determinación de su dependencia de las relaciones de producción existentes, prescindiendo de los sujetos políticos. El concepto de tipo, permanece como expresión superestructural y autónoma, “representa una de las posibilidades de mediación entre los intereses antagónicos históricamente dados, planteándose en términos abstractos, ideológicos y prescindiendo de las condiciones históricas determinadas” (25). El concepto de norma expresa los posibles grados de subordinación de las tares y de los papeles, “para formalizar el encargo, fijar dentro del cuadro de la actividad técnico-profesional un genero de prestaciones más asimilable al trabajo manual” (26). La forma significaría “fijación de las tareas institucionales de la arquitectura respecto a las relaciones de la producción vigentes y se correspondería con la necesidad de socializar la representación que la arquitectura puede expresar  de la ideología de la clase dominante” (27).  Además la forma se especifica como el momento de la máxima síntesis de la ideología, en cuanto que sería la expresión subjetiva del autor, de la ética del cuerpo social, que disfruta de los productos de la disciplina. Siendo la forma, el punto de observación y de acción más idóneo para adquirir  el conocimiento y ejercitar las transformaciones de la base material. Se intenta acreditar la hipótesis de que el movimiento moderno, ha determinado para la arquitectura “algo análogo a cuanto se ha verificado en le último siglo para los sectores disciplinares: la recomposición en términos científicos de sus contenidos cognoscitivos, acompañada de una consistente y clara oportunidad de intervención y transformación del marco material, económico y superestructural” (28). Battisti dice que la arquitectura “debe ser primordialmente un conjunto de “practicas” que transforman y conforman un determinado ambiente físico, como modo de apropiación de la naturaleza por parte del hombre, en el particular caso de las relaciones de producción vigentes ( y no, por ejemplo, como forma de arte, o bien como pura expresión espacial de relaciones sociales, o bien aún como expresión técnica de determinadas funciones productivas)” (29).

En donde el proyecto se contempla como un producto, una mercancía; la expresión de la disciplina se dirige a la producción, como un sector económico particular, en el cual el trabajo profesional se convierte en beneficio empresarial, expresión de la inversión capitalista. "De las muchas practicas que pueden expresar un condicionamiento social en las relaciones con la naturaleza, se reconoce a la disciplina de proyecto y, en particular, a la arquitectura un papel fundamental e imprescindible. Este papel puede y debe hoy ser redefinido: primeramente, ejercitando la practica del proyecto no como expresión de elecciones sujetivas, sino como análisis, descripción y precisión de las transformaciones que afectan a la ciudad y al territorio como resultado de la lucha de clases y en consecuencia como resultado de un conflicto entre intereses antagónicos de carácter complejo que potencialmente se expresan también sobre este terreno especifico; desarrollando por otra parte el conocimiento de la práctica disciplinar como momentos de realización concreta y modo de afirmación histórica de los intereses de la clase obrera u de su capacidad de impulsar un programa que trascendiendo la estricta interpretación de las relaciones de producción y a través de la construcción de la propia autonomía afronte incluso directamente los procesos de extensión y reproducción de dichas relaciones: la fabrica de la sociedad” (30).

CITAS Battisti Emilio, Arquitectura, ideología y ciencia, p. 7 (2) Ib., p. 11 (3) Ib., p. 20 (4) Ib., p. 17 (5) Ib., p. 18 (6) Ib., p. 15 (7) Ib., p. 24 (8) Ib., p. 27 (9) Ib., p. 33 (10) Ib., p. 53 (11) Ib., p. 58 (12) Ib., p. 70 (13) Ib., p. 129 (14) Ib., p. 134 (15) Ib., p. 139 (16) Ib., p. 145 (17) Ib., p. 146 (18) Ib., p. 207 (19) Ib., p. 224 (20) Ib., p. 272 (21) Ib., p. 275 (22) Ib., p. 285 (23) Ib., p. 290 (24) Ib., p. 293 (25) Ib., p. 304 (26) Ib., p. 305 (27) Ib., p. 307 (28) Ib., p. 297 (29) Ib., p. 301 (30) Ib., p. 307 (1)

BIBLIOGRAFÍA * Battisti Emilio, Arquitectura, ideología y ciencia, tr. Salvador Pérez Arroyo, GREFOL, S.A., España, 1980, pp. 339.

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