2. Ferdinand de Saussure Curso de Lingüística General RESUMEN

September 22, 2017 | Author: David Angel Gudiño | Category: Linguistics, Concept, Word, Sound, Image
Share Embed Donate


Short Description

Descripción: 2. Ferdinand de Saussure Curso de Lingüística General RESUMEN...

Description

El paradigma saussuriano Lenguaje, lengua y habla Ferdinand de Saussure señala en el Curso la dificultad en la definición del objeto de estudio de la Lingüística. Ésta, a diferencia de otras ciencias, no opera con un objeto dado de antemano, sino que construye su propio objeto. La dificultad reside en que no podemos ver el objeto de la lingüística saussuriana (la lengua) “en la realidad”: “Tomado en su conjunto, el lenguaje es multiforme y heteróclito; a caballo en diferentes dominios, a la vez físico, fisiológico y psíquico, pertenece además al dominio individual y al dominio social; no se deja clasificar en ninguna de las categorías de los hechos humanos, porque no se sabe cómo desembrollar su unidad." Esta masa confusa que es el lenguaje, de extrema heterogeneidad, inaprehensible, se nos presenta con diferentes dominios. Primero, un dominio físico. Las sílabas que los hablantes pronuncian son ondas acústicas que se desplazan por el aire, sonidos reales y concretos. Pero los sonidos en sí no constituyen el lenguaje. Similares sonidos pueden ser emitidos por ciertos pájaros, como loros y urracas, pero no por ello podemos decir que tengan lenguaje. Segundo, un dominio fisiológico: ese sonido no tiene una existencia autónoma, no está flotando permanentemente en el aire, sino que es emitido a través de complejos órganos de fonación, y recibido por medio de órganos de audición igualmente complejos. Tercero, un dominio psíquico: la correspondencia entre un sonido recibido y una idea determinada, que se realiza en la mente del individuo, no es en medida alguna simple, y tampoco lo es la relación inversa (la unión de un concepto con su correspondiente sonido). Además, el lenguaje presenta una manifestación individual (el uso particular que cada individuo realiza) y una manifestación social (su existencia colectiva que permite la comunicación en un grupo humano). Si tenemos en cuenta que una sociedad va sufriendo transformaciones a lo largo del tiempo, hallamos otra característica: el lenguaje puede ser estudiado como una institución actual (un corte realizado en un momento dado a un continuo, como una “foto” del lenguaje, que llamamos estudio sincrónico), o como el producto de una evolución histórica (o estudio diacrónico). Saussure habla de dos caras que se determinan mutuamente en el lenguaje, una individual y una social, un sistema fijo pero a la vez producto de una evolución histórica. Esas “caras del lenguaje” son llamadas por Saussure lengua y habla (langue et parole). La lengua es el sistema, y el habla es la manifestación efectiva de ese sistema. La lengua es una totalidad en sí, autónoma y estable. Es un sistema de posiciones interdependientes, interrelacionadas, que constituyen un todo complejo y ordenado. Es el principio rector del habla. Por su parte, el habla es la realización de la lengua a través de sonidos vocales. Como cada hablante hace uso del sistema según su propia individualidad, para Saussure el habla no constituye un objeto de estudio. Saussure distingue (al inicio del Curso) tres fases sucesivas en el reconocimiento del “único y verdadero” objeto de la Lingüística: la Gramática, de preocupaciones normativas, la Filología, de preocupaciones críticas e indiferente a las lenguas vivas, y finalmente, de la mano de la filología comparativa, la identificación de la Lengua como objeto de estudio de una nueva ciencia autónoma. La Lengua aparece en Saussure enfrentada al Habla, como una institución social, pura forma sin sustancia, concepción opuesta al idealismo imperante en los círculos académicos de la época. ¿Es natural el desarrollo del lenguaje? Saussure responderá que lo natural es la potencialidad de su desarrollo, y opondrá esta característica del lenguaje a la de la lengua, construcción creada enteramente por la sociedad, que los individuos van aprendiendo progresivamente a lo largo de su crecimiento. El signo lingüístico Las unidades que conforman el sistema de la lengua reciben el nombre de signos lingüísticos. Están formados por dos elementos, ambos de carácter psíquico, llamados concepto e imagen acústica. Concepto e imagen acústica están: “...íntimamente unidos en el signo, y se reclaman recíprocamente.” ¿Cuáles son las relaciones que estos elementos establecen entre sí? El hablante elige los signos lingüísticos que va a usar en el mensaje, según la conveniencia del caso y su propia inteligencia, en una acción que depende de su voluntad. Una vez pronunciada la palabra, esta viajará en forma de sonido y será recibida por el oyente. En la mente de este individuo la imagen acústica recibida determinará un concepto, en forma independiente de la voluntad del sujeto, que no puede intervenir en la relación. Tenemos entonces que para Saussure, la relación entre

un concepto y una imagen acústica (operación que realiza el hablante) es activa, mientras que la relación entre una imagen acústica y un concepto (operación que realiza el oyente) es pasiva. Todo proceso activo del circuito de la comunicación (la actividad que realiza el hablante) es llamado por Saussure ejecutivo, mientras que todo proceso pasivo del circuito (la actividad del oyente) es llamado receptivo. En el proceso de la comunicación el hablante es activo/ejecutivo y el oyente es pasivo/receptivo: “La lengua no es una función del sujeto hablante, es el producto que el individuo registra pasivamente; nunca supone una premeditación (...). El habla es, por el contrario, un acto individual de voluntad e inteligencia (...)." El autor caracteriza al hablante como a un “árbitro” del habla: el único condicionante sería su inteligencia. Por el contrario, el oyente es quien, pasivamente, escucha y entiende. Por ello decimos que el habla, por su carácter extremadamente heterogéneo, no puede constituir un objeto de estudio según Saussure. Pero si cada hablante es árbitro, ¿cómo es posible entonces la comunicación? Ciertas convenciones permiten distintas articulaciones. Si bien los hablantes no son todos iguales, se establece un “promedio”, un convenio tácito en la sociedad, por el cual todos reproducen aproximadamente los mismos signos como referentes de los mismos conceptos. Lo que garantiza la comunicación es la lengua. Concepto e imagen acústica Imaginemos a un hablante. Posee un signo en su mente (por ejemplo, “árbol”) y tiene la voluntad de comunicárselo a un oyente. Para ello, procede a la fonación de ciertos sonidos, según su recuerdo de la imagen muscular fonatoria específica. La palabra viaja por el aire en forma de ondas sonoras, y es oída por el oyente, que realiza en su mente otra operación: el sonido recibido (ahora nuevamente imagen acústica) se relaciona con un concepto. Luego, el oyente pasa a ser hablante. Tiene un signo en su mente, por ejemplo "verde", y a través del acto fonatorio, lo emite (lo “codifica”); será escuchado por el anterior hablante, que ahora es oyente. Este último unirá el sonido escuchado con un concepto que existía en su memoria y decodificará el mensaje, completando el circuito. Lo que usualmente llamamos “ideas de las cosas” son en realidad “hechos de conciencia”. Saussure llama a esta concepción social que el individuo tiene de alguna cosa “concepto”. Concepto no es lo mismo que nombre (nomenclatura). El autor repetirá a lo largo del Curso que el lenguaje no es una lista de nomenclaturas. No es un conjunto de etiquetas utilizadas para designar cosas y distinguirlas de otras, ni una nominación para ideas que preexisten al lenguaje. El signo “árbol” no es el nombre de una cosa, sino una noción que el individuo en tanto ser social tiene en su pensamiento. Por ejemplo, “planta, de tronco leñoso, con ramas y hojas”. De manera análoga, el elemento sonoro que se relaciona en la mente del individuo con el concepto “árbol” no es sólo el sonido de la palabra correctamente articulado, sino que es una “huella en su conciencia”, que Saussure llamará “imagen acústica”. ¿Cuál es la diferencia entre sonido e imagen acústica? El sonido es una entidad física, una vibración transmitida en forma de ondas a través de un medio (como el aire), con una frecuencia capaz de ser percibida por el oído humano. Por su parte, la imagen acústica es una entidad psíquica, al igual que el concepto con el cual está apareada; es un elemento que existe en la mente del individuo, la representación que nuestros sentidos nos brindan de un sonido particular, y no el sonido en sí. ¿Cuál es la diferencia entre concepto y nombre? Un concepto no es la denominación de una cosa, sino que es una idea general acerca de algo formada en la psiquis humana por intervención de un sistema convencional. Pensar lo contrario significa admitir la existencia de elementos con significación previos a la existencia del lenguaje. No obstante, esta perspectiva tradicional persiste en el círculo de estudios en torno a la lingüística, y Saussure decide enfrentarse a ella: “Para ciertas personas, la lengua, reducida a su principio esencial, es una nomenclatura, esto es, una lista de términos que corresponden a otras tantas cosas. (...) Ésta concepción es criticable por muchos aspectos. Supone ideas completamente hechas preexistentes a las palabras (...).” Significante y significado Habíamos señalado que el signo está integrado por dos elementos, que tienen una relación estrecha y se determinaban recíprocamente, llamados imagen acústica y concepto. Saussure va a renombrar estos elementos, según refiere en el Curso para evitar confundir la idea de signo con la de imagen acústica. A partir de este momento, llamaremos “significante” a la imagen acústica, y “significado” al concepto. Las definiciones de ambos se mantienen: el significante se refiere a la parte más “material” del signo (metafóricamente,

pues ya hemos visto que ambos términos son psíquicos), y el significado hará referencia a la parte “conceptual” del signo. Sin embargo la relación significante / significado no es del todo congruente con la relación imagen acústica / concepto. Estos últimos eran llamados “los dos elementos que conviven en el signo”, es decir, existían como unidades separadas que se reunían para formar un conjunto. Por su parte, el significante y el significado son llamados “las dos caras del signo”, y se hace referencia a ellos como una unión indisoluble, sólo separable mediante la abstracción. Son equiparados a una hoja de papel: el anverso y el reverso constituyen la hoja, y sólo pueden ser separados mediante una operación mental impracticable en la realidad. De la separación del signo en significante y significado, Saussure extrae dos consecuencias, que veremos seguidamente. El carácter arbitrario del signo “El lazo que une el significante al significado es arbitrario; o bien, puesto que entendemos por signo el total resultante de la asociación de un significante con un significado, podemos decir más simplemente: el signo lingüístico es arbitrario.” Si volvemos a nuestro ejemplo, no hay nada en el significante “árbol” que nos remita al concepto de árbol, más que un acuerdo universal y silencioso en la sociedad. La secuencia de sonidos que forman la palabra á-r-b-o-l y el origen etimológico de la palabra son dados por convención social. El carácter arbitrario de un signo hace referencia a una relación significante / significado originada en un hábito colectivo y no en un principio natural ni espiritual. La arbitrariedad no habilita a los hablantes a unir a su antojo cualquier significante con cualquier significado. La libertad del hablante, según Saussure, radica en cómo se manifiesta el sistema según la particularidad de cada hablante (particularidades tan numerosas como hablantes existen), pero el individuo no puede, aunque lo desee, cambiar un signo lingüístico por otro. Tal posibilidad reside en la sociedad, no en el individuo. Saussure plantea dos objeciones posibles al carácter arbitrario del signo. Primero, las onomatopeyas: ¿no serían éstas, al “motivar” su signo, una objeción al principio de convencionalidad? El autor lo niega, pues las palabras que designan esos sonidos no están en realidad originadas en ellos, sino que son una representación de estos sonidos: una construcción de la sociedad, que nada tiene de natural o motivado. Rastreando el origen de las onomatopeyas, o comparando su diversidad en los distintos idiomas, confirmamos su carácter arbitrario. Segundo, las exclamaciones: si un suceso abrupto nos sorprende, las interjecciones que emitimos “espontáneamente”, ¿en qué medida participan del concepto de arbitrariedad? Nuevamente, una comparación de la variedad de exclamaciones en los diferentes idiomas contradice la supuesta naturalidad. Linealidad del significante “El significante, por ser de naturaleza auditiva, se desenvuelve en el tiempo únicamente y tiene los caracteres que toma del tiempo: a) representa una extensión, y b) esa extensión es mensurable en una sola dimensión; es una línea.” Saussure contrapone el carácter auditivo de los significantes de la lengua a los significantes de otros sistemas (por ejemplo, sistemas visuales, como las señales con banderas o las señales luminosas navales). Los significantes de la lengua se desarrollan en el tiempo sucediéndose como los eslabones de una cadena, con una extensión finita, mensurable. Tienen caducidad: a diferencia de la escritura, su existencia es efímera. Paradigma y sintagma Un mensaje se integra operando sobre dos ejes: un eje con elementos que mantienen entre sí una relación de contigüidad y otro con elementos que mantienen una relación de equivalencia. Los elementos relacionados por contigüidad constituyen el eje sintagmático, y los elementos relacionados por equivalencia el eje paradigmático. En el eje sintagmático se combinan un conjunto de unidades del mismo nivel lingüístico: se trata de una relación de elementos en presencia. Tomando en cuenta el carácter lineal de la lengua, asistimos a una sucesión horizontal de elementos no conmutables (como en el eje paradigmático). Las relaciones paradigmáticas no aparecen así mencionadas en la obra de Saussure, que empleó el término “relaciones asociativas”. El paradigma es un conjunto limitado de elementos que responden a un modelo formal común. El eje paradigmático opera por ausencia, ya que las formas equivalentes que en él están consideradas se excluyen mutuamente. En el ejemplo "el árbol es verde", la palabra "árbol" puede tener como alternativas pino,

vegetal, planta, etc., formando frases como "el pino es verde". Las formas alternativas equivalentes permanecen ausentes. Identidad relacional El signo lingüístico no puede ser tomado con sus dos caras escindidas más que por una mera abstracción. Es una totalidad: cada uno de los pares significante/significado forman una unidad de la lengua, un elemento del sistema. ¿Cómo identificamos estos elementos? Por su valor. ¿Cómo sabemos cuánto vale un peso? No hay nada en el peso que me diga por sí mismo cuánto vale, sino que lo sé por haberlo opuesto a otras unidades y establecer qué relación tiene con ellas. Así, puedo saber que un peso es equivalente a cien centavos, a la décima parte de diez pesos, a dos veces cincuenta centavos. Pero no hay un valor esencial al peso, un valor en sí, más allá de su valor relacional. El valor de un elemento del sistema se obtiene por comparación con los restantes elementos de ese sistema: se define por oposición. Por ejemplo, en la notación musical puedo conocer el valor de una figura mediante la relación con otras figuras: una redonda es equivalente a dos blancas, a cuatro negras, etc. Pero, más allá del trazo que use para representarla, lo que me permite identificarla en el pentagrama es saber que una redonda no es una negra, ni una blanca, ni una corchea. ¿Podemos definir un signo de manera positiva, diciendo qué es, en lugar de qué no es? Nos sentimos impulsados a remitirnos a su significado, que en apariencia resultaría esencial. Aunque un árbol no es un hongo, no es un alga y no es un liquen, podríamos decir que un árbol es un vegetal perenne. Pero ¿qué es una vegetal perenne? Una vegetal no es un animal ni un mineral, y perenne no es caduco, no es efímero ni breve. Volvamos al sistema de la lengua. No hay ninguna esencia en el signo que me permita definirlo positivamente. Solamente es posible una definición negativa: un signo es lo que los demás signos no son. Esta característica del signo lingüístico recibe el nombre de identidad relacional: “...el lazo entre la idea (léase concepto, significado) y el sonido (léase imagen acústica, significante) es radicalmente arbitrario y, de hecho, los valores son enteramente relativos.” Cada elemento del sistema adquiere su valor por oposición a los restantes elementos del sistema, y no por un valor intrínseco o esencial a él. Esta concepción fue una verdadera revolución respecto de las definiciones de signo y lengua. Sus consecuencias no sólo modificaron los principios de la Lingüística tradicional, sino que fueron una de las bases para el desarrollo de un nueva disciplina, la Semiología, ya anticipada por Saussure en el Curso, y el surgimiento (décadas más tarde) del enfoque y método Estructuralista. Ferdinad de Saussure (1857-1913) El signo lingüístico no vincula un nombre con una ‘cosa’ sino un concepto con una imagen acústica Sausurre consideraba que la lingüística del siglo XIX no se cuestionaba profundamente qué es el lenguaje ni como funciona, decidió entonces abocarse a la investigación de éste, por sí mismo. En su Curso de Lingüística general Sausure propone dejar de lado el estudio del lenguaje desde una persepectiva histórica (filología) y analizarlo desde el punto de vista estructural. El enfoque de Saussure, sostiene que todas las palabras tienen un componente material (una imagen acústica) al que denominó signficante y un componente mental referida a la idea o concepto representada por el significate al que denominó significado. Significate y significado conforman un signo. Ampliando el horizonte de la lingüística Ferdinad de Saussure relacionó a la lingüística con un estudio más general que los signos... identificó las características de la lengua como entidades mentales, subrrayó la creatividad del lenguaje, estableció una terminología que favorecía la definición precisa de términos generales, en lugar de la adopción de téminos técnicos, adoptó un sistema didáctico que recurría con frecuencia a las analogías tomadas de la música, el ajedrez,

el montañismo o el sistema solar para describir mejor los rasgos del lenguaje. Estos logros, introducirán a la lingüística en el siglo XX... Lengua y habla Ocupados en el desarrollo histórico del lenguaje, los lingüistas tomaban como campo de estudio la lengua escrita. El punto de partida utilizado por Saussure fue pues, el de la individualidad del acto expresivo: la palabra hablada. Se presenta así la primera distinción teórica entre: Lengua(el sistema): O lo que podemos hacer con nuestro lenguaje y; Habla(el uso del sistema): O lo que de hecho hacemos al hablar. En algunos idiomas, existen vocablos diferentes para referir estos dos conceptos, en inglés por ejemplo, se utilizan los términos "language" para significar "lengua" y "speech" para el habla. Sin embargo, pese a esta diferenciación conceptual, ningún lingüista antes había focalizado sus estudios desde esta perspectiva y la principal crítica de Saussure al enfoque tradicional de la lingüística. Esta diferenciación teórica, requiere, consecuentemente, una definición de signo lingüístico que excluyera los sonidos efectivos del habla. Significante y significado La definición de signo lingüístico de Sausure incluye solo dos componentes y no es más compleja que la empleada en la nomenclatura que él mismo criticara debido a su simplismo. En efecto, admite la división del signo en dos partes, ya que considera que la división propuesta por la nomenclatura era atractiva, sin embargo, enfatizaba que debía evitarse sobresimplificar los procesos involucrados en el lenguaje. Saussure, en su definición de signo, reemplazará el vocablo nombre, utilizada en la conceptualización de nomenclatura, por imagen acústica esto es, la imagen mental de un nombre, que le permite al hablante decirlo, y luego reemplazará a la cosa por el concepto. Es otras palabras, en su definición, une dos entidades que pertenecen al lenguaje eliminando el plano de la realidad de los objetos, esto es, los referentes sobre los cuales se emplea el lenguaje. Porque si tanto el significado como el significante son entidades mentales, es evidente que su marco teórico propone una ruptura entre el plano lingüístico y el plano del mundo externo a la mente. Finalmente, esta definición de signo lingüístico se completará cuando le da el nombre de significante a la imagen acústica y significado al concepto mental con el que se corresponde dicha imagen acústica. Cabe preguntarnos por qué Saussure eligió términos tan parecidos corriendo riesgo de confusiones conceptuales, aparentemente, consideró que la mínima diferencia formal entre ambos términos destacaría su contraste. Principios de arbitrariedad y linealidad El signo lingüístico es arbitrario en el sentido que la conexión entre significante y significado no se basa en una relación causal. La prueba de tal afirmación, reside en el hecho que las distintas lenguas desarrollaron diferentes signos, esto es, diferentes vínculos entre significantes y significados; de otra forma, sólo una lengua existiría en el mundo. Ahora bien, aún aceptando la arbitrariedad del signo en lo que respecta al vínculo entre significante y significado, es claro que esta conexión no es arbitraria para quienes usan una misma lengua, porque si esto fuera así, los significados no serían estables y desaparecería la posibilidad de comunicación. El principio de arbitrariedad opera en forma conjunta con el segundo principio de Saussure que afirma que el significante siempre es lineal. Lo que significa que los sonidos de los cuales se componen los significantes, dependen de una secuencia temporal.

Saussure afirma que el funcionamiento del lenguaje depende de la linealidad y que esto tiene importantes consecuencias dado que la linealidad impide ver u oír varios significantes simultáneamente. Mientras que la linealidad del significante es una cadena, la arbitrariedad que entre ambas partes del signo es un vínculo único. Inmutabilidad del signo Al analizar el signo en relación a sus usuarios, Saussure observa una paradoja: la lengua es libre de establecer un vínculo entre cualquier sonido o secuencia de sonidos con cualquier idea, pero una vez establecido este vínculo, ni el hablante individual ni toda la comunidad lingüística es libre para deshacerlo. Tampoco es posible sustituir un signo por otro. La lengua castellana podría haber elegido cualquier otra secuencia de sonidos para el significado que se corresponde con la secuencia C-L-I-M-A, pero una vez que dicho vínculo se ha consolidado, la combinación ha de perdurar. No es posible legislar sobre el uso de la lengua. Mutabilidad del signo Sin embargo, con el tiempo, la lengua y sus signos, cambian. Aparecen así, lentamente, modificaciones en los vínculos entre significantes y significados. Los significados antiguos se especifican, se agregan nuevos o se clasifican de modo diferente. Por ejemplo la palabra "ratón" adquiere un significado distinto en relación a las computadoras, en este caso, dos vínculos entre significado y significante coexisten simultáneamente. Sincrónico y diacrónico Saussure considera que no es posible describir plenamente un lenguaje si esto se hace de forma aislada en relación a la comunidad que hace uso de él y a su vez los efectos que el tiempo tiene sobre el lenguaje (su evolución). Efectivamente, durante el transcurso del tiempo, el lenguaje evoluciona, lo que pone en evidencia que los signos cambian. En consecuencia, Saussure afirma que una lengua puede ser estudiada tanto en un momento particular como a través de su evolución en el tiempo. En este sentido, diferenciará dos modalidades respecto al uso del lenguaje: Sincrónica: (syncronos, al mismo tiempo) Examina las relaciones entre los elementos coexistentes de la lengua con independencia de cualquier factor temporal. Permite describir el estado del sistema lingüístico, siendo esta descripción abarcativa de la totalidad de los elementos interactuantes en la lengua. Diacrónica: (diacronos, a través del tiempo) Se enfoca en el proceso evolutivo y se centra en aquellos fragmentos que se corresponden con ciertos momentos históricos. Para el lingüista que apunta a realizar una descripción completa de un lenguaje determinado, el análisis diacrónico y sincrónico, aunque esto no sea neceario para una comunidad lingüística. Esto significa que cuando se verbaliza el sistema de una lengua, solo intervienen elementos sincrónicos puesto que nadie necesita conocer la historia de una lengua para hacer uso de ella. Por otra parte, los factores diacrónicos no alteran al sistema como tal. Para explicar este punto, Saussure recurre a una metáfora planetaria, diciendo que si un planeta del sistema solar cambiara de peso y tamaño, tales cambios alterarían el equilibrio del conjunto en su totalidad, aunque de todas formas, el sistema solar, seguiría siendo un conjunto.

Si bien los hechos sincrónicos y diacrónicos son autónomos, existe una relación de interdependencia entre ambos. No es posible conocer el estado de una lengua si no analizamos los cambios que sufrió. Saussure dirá que el funcionamiento de una lengua es como el ajedrez. El ajedrez es, como el lenguaje, un grupo de valores diferentes que en conjunto, conforman un sistema completo. Las piezas del ajedrez interactuan igual que los elementos de un lenguaje en estado sincrónico. Cuando una pieza se mueve, el efecto es similar a un cambio lingüístico y este le incumbe al análisis diacrónico. Aunque el movimiento sea tan solo el de una pieza, este movimiento afectará a todo el sistema en su totalidad. El estado del tablero ha cambiado: es uno antes de la jugada, y se transforma en otro después, pero la movida, en sí misma, no pertenece a ninguno de esos dos estados (porque los estados son sincrónicos). La lingüística sincrónica se ocupa de relaciones lógicas y psicológicas que vinculan los términos que coexisten en un sistema, la lingüística diacrónica se ocupa de términos que se reemplazan uno al otro cuando el sistema evoluciona, pero que no forman un sistema. Forma y sustancia Si el signo lingüístico no fuese arbitrario, los signos que componen el lenguaje estarían determinados mutuamente por algún elemento externo. El valor lingüístico está enteramente determinado por la existencia de relaciones y por ende, el signo debe ser arbitrario. Saussure llama "forma pura" a la relación entre el significante y el significado, así como a la que existe entre los distintos signos. Lo hace para recordarnos que no es sino una relación. El vínculo entre el sonido y el pensamiento en el signo lingüístico produce FORMA y no sustancia Significación y valor El lenguaje es un sistema de valores en el sentido en que todo signo lingüístico vincula sonidos e ideas. Si tal vínculo no existiera, sería imposible separar un pensamiento de otro. Los sonidos no se diferencian entre sí más que los pensamientos no expresados. La función del lenguaje no es crear un medio sonoro para expresar el pensamiento sino mediar entre el pensamiento y el sonido, de modo tal que el vínculo entre ambos dé por resultado unidades que se determinen mutuamente. Existen para Saussure, dos tipos diferentes de significación, una que corresponde al signo tomado en forma aislada y otra, que surge de contrastar ambos signos. La primera clase de significación está subordina a la segunda y para destacar la diferencia la denomina valor lingüístico. Contraste por valor lingüístico

El signo, en efecto, comunica un valor lingüístico el cual deriva de su contraste con otros signos con los que está vinculado. Por ejemplo: nieve, helado, hielo, glaciar. Cada una se entiende en la medida que se entiende la otra, porque podemos diferenciarlas una de otra. "Helado" no significa "nieve" y "hielo" no significa "glaciar", etc. El principio que distingue el valor del significado, distingue también las formas entre sí y crea el significado. Contraste formal A su vez, "nieve" significa lo que significa porque es diferente de "nave" y "nieto" porque poseen formas contrastantes. Si bien la diferencia sonora es mínima, esta es sufienciente para hacer de cada una un signo lingüístico diferente. Diferencia y oposición El motor del significado es la diferencia. Para la conformación de un sistema (que opera creando diferencias entre ideas e imágenes sonoras) no se requiere términos positivos. Este puede construirse sobre la base de la negación. Porque si analizamos significantes y significados de forma separada, observaremos que son diferencia pura. Sin embargo, en donde significante y significado confluyen, es donde hallamos el elemento positivo. La forma de un signo difiere de la de otros signos como forma; el concepto difiere de otros como concepto. Pero el signo en tanto que signo, no difiere de otros signos. sino que se diferencia. La diferencia es algo que puede definirse apelando a un tercer término: La diferencia entre dos y tres es uno. Diferenciarse implica simplemente que dos no es igual a tres. Relaciones lineales y relaciones asociativas Entre los signos lo que hay pues, es oposición. En la lingüística sincrónica se distingue una oposición básica de dos tipos de relaciones: Relaciones lineales: se refiere a los signos complejos o secuencias de signos con dos o más componentes, ordenados en una línea o secuencia significativa: montañas, las motañas, escalar las motañas, escalar las motañas nevadas, etc. . Relaciones no lineales (formales) asociaciones de forma o de significado o de ambas cosas que los hablantes establecen de manera automática ante cualquier signo: montaña, cabaña, campaña, campiña, campo, campesino, etc. Capítulo I Naturaleza del signo lingüístico 1. signo, significado, significante La unidad lingüística es una cosa doble, formada por el acercamiento de dos términos. Los términos implicados en el signo lingüístico son ambos psíquicos y están unidos en nuestro cerebro por un enlace asociativo. El signo lingüístico no une una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen acústica (con imagen acústica nos referimos no al sonido material sino a la huella psíquica de ese sonido) El carácter psíquico de nuestras imágenes acústicas aparece con claridad cuando observamos nuestro propio lenguaje. Sin mover los labios podemos hablarnos a nosotros mismos. El signo lingüístico es una entidad psíquica de dos caras que puede estar representada por la figura:

Llamamos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica. Y podemos sustituir concepto e imagen acústica por Significado y Significante. 2. Primer principio: la arbitrariedad del signo El vínculo que une el significante al significado es arbitrario. Este principio domina toda la lingüística de la lengua. Con la palabra arbitrariedad, queremos decir que es inmotivado, o sea, arbitrario respecto del significado, con el que no tiene ninguna vinculación natural en la realidad. 3. Segundo principio: carácter lineal Por ser de naturaleza auditiva, el significante se desenvuelve solamente en el tiempo y tiene los caracteres que toma del tiempo: a) representa una extensión b) esa extensión se mide en una sola dimensión, es una línea Los significantes acústicos solo disponen de la línea del tiempo; sus elementos se presentan en sucesión; forman una cadena. Capítulo II Inmutabilidad y mutabilidad del signo 1. Inmutabilidad El significante, en relación con la comunidad lingüística que lo emplea, no es libre, sino impuesto. ¿Por qué el factor histórico de la transmisión domina por entero y excluye todo cambio lingüístico general y repentino? 1. El carácter arbitrario del signo. La propia arbitrariedad del signo resguarda a la lengua de toda tentativa de modificarla. Para que una cosa pueda ser cuestionada, es preciso que se base en una norma razonable. La lengua, sistema de signos arbitrarios, carece de dicha base, y no cuenta por ello con ningún terreno sólido de discusión; no hay ningún motivo para preferir hermana a sister o soeur. 2. La multitud de signos necesarios para constituir cualquier lengua. Los signos lingüísticos son innumerables. 3. El carácter demasiado complejo del sistema. Es un mecanismo complejo y quienes hacen de él un uso cotidiano, lo ignoran profundamente. 4. La resistencia de la inercia colectiva a toda innovación lingüística. En la lengua, cada uno participa en cada instante, y por eso sufre la influencia de todos. Este hecho basta para mostrar la imposibilidad de una revolución. La lengua es un producto de las fuerzas sociales, herencia de una época precedente, y esas fuerzas sociales actúan en función del tiempo. En todo instante, la solidaridad con el pasado predomina sobre la libertad de expresión. Decimos "Hombre" y "Perro" porque a nosotros se nos ha dicho "Hombre" y "Perro". 2. Mutabilidad El tiempo, tiene otro efecto, en apariencia contradictorio con el primero: El de alterar más o menos rápidamente los signos lingüísticos y, en cierto sentido, se puede hablar a la vez de la inmutabilidad y la mutabilidad del signo. Los dos hechos son solidarios, el signo está en condiciones de alterarse porque mantiene su continuidad, lo que predomina es la persistencia de la materia antigua. El principio de alteración se funde en el principio de continuidad.

Cualesquiera sean los factores de alteraciones, ya sea que actúen aisladamente o combinados, siempre conducen a un desplazamiento de la relación entre el significado y el significante. Por ejemplo, el latín "NECARE" significa "MATAR" y ha pasado a ser en francés "NOYER" que significa "AHOGAR". Han cambiado tanto la imagen acústica como el concepto y ha habido un desplazamiento en su relación. Una lengua es radicalmente impotente para defenderse contra los factores que desplazan en cada instante la relación entre el significado y el significante. Esta es una de las consecuencias de la arbitrariedad del signo. ¿En que se funda la necesidad del cambio? No se han distinguido los diferentes factores de alteración ya que las causas de la continuidad están a priori al alcance del observador. Se puede hablar del desplazamiento de las relaciones: el tiempo altera todas las cosas; no hay razón para que la lengua escape a esta ley universal.

Hace falta una masa hablante pa ra que haya una lengua. Son co- sas inseparables, como muestra el esquema: la acción del tiempo se combina con la de la fuerza social. La lengua no es libre, porque el tiempo permitirá que las fuerzas que actúan sobre ella desarrollen sus efectos, y se llega al principio de continuidad, que anula la libertad. Pero la continuidad implica necesariamente la alteración, el desplazamiento más o menos considerable de las relaciones. Capítulo IV El valor lingüístico 1. La lengua como pensamiento organizado en la materia fónica La lengua es un sistema de valores puros, dos elementos entran en juego en su funcionamiento: las ideas y los sonidos. Sin la ayuda de los signos, seríamos incapaces de distinguir dos ideas de una manera clara y constante. El papel característico de la lengua frente al pensamiento es el de servir de intermediaria entre el pensamiento y el sonido. El pensamiento es caótico por naturaleza y se ve forzado a precisarse al descomponerse. Se podría llamar a la lengua el dominio de las articulaciones, tomando a esta palabra en el sentido ya definido: cada término lingüístico es un pequeño miembro, un articulus donde una idea se fija en un sonido y donde un sonido pasa a ser el signo de una idea.

En la lengua no se podría aislar ni el sonido del pensamiento, ni el pensamiento del sonido. La elección que requiere un determinado tramo acústico (sonido) para una determinada idea es totalmente arbitraria. Solo el hecho social puede crear un sistema lingüístico. La colectividad es necesaria para establecer valores cuya única razón de ser consiste en el uso y en el consenso general. Además la idea de valor, si determinada, nos muestra que es una gran ilusión considerar un término simplemente como la unión de cierto sonido con cierto concepto. Es preciso partir de la totalidad solidaria para obtener mediante el análisis los elementos que ella contiene. 2. El valor lingüístico considerado en su aspecto conceptual Cuando se habla del valor de una palabra, se piensa generalmente y ante todo en su propiedad de representar una idea, y este es, en efecto uno de los aspectos del valor lingüístico. No se debe confundir, valor lingüístico con significación El valor, es sin duda un elemento de significación y es muy difícil saber como se distingue de él, sin embargo es necesario aclarar esta cuestión:

Tomemos primero la significación: como lo indican las flechas del esquema, no es más que la contraparte de la imagen auditiva, dentro de los límites de la palabra considerada como un dominio cerrado, existente por sí mismo.

Este mismo signo, es la contraparte de los demás signos de la lengua. La lengua es un sistema en el que todos los términos son solidarios y donde el valor de uno, solo deriva en la presencia simultánea de los otros.

¿Cómo es que el valor se confunde con la significación, es decir con la contraparte de la imagen auditiva? Para responder esta cuestión digamos que todos los valores están constituidos por: 1. Una cosa disímil susceptible de cambiarse por aquella cuyo valor está en cuestión 2. Por cosas similares que se pueden comparar con aquella cuyo valor está en cuestión. Ejemplo: para determinar el valor de una moneda de 5 francos hay que saber que: 1. Se la puede cambiar por una cantidad determinada de una cosa diferente, por ejemplo pan. 2. Se la puede comparar con un valor similar del mismo sistema: por ejemplo una moneda de un franco o de otro sistema, con un dólar. Se puede cambiar una palabra por algo disímil, una idea, además se la puede comparar con algo de la misma naturaleza: otra palabra. El valor de cualquier término está determinado por lo que lo rodea. 3. El valor lingüístico considerado en su aspecto material Lo que importa en la palabra no es el sonido mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir a esa palabra de todas las demás, pues son ellas las que llevan la significación. Nunca un fragmento de lengua podrá fundarse en otra cosa que en su no-coincidencia con el resto. Los signos actúan no por su valor intrínsico, sino por su posición relativa. Es imposible que el sonido, elemento material, pertenezca por sí mismo a la lengua. El significante lingüístico; no es de ningún modo fónico, es incorpóreo, no está constituido por su sustancia material, sino únicamente por las diferencias que separan su imagen acústica de todas las demás. En la escritura: 1. Los signos de la escritura son arbitrarios: no hay ninguna relación, por ejemplo, entre la letra t y el sonido que designa. 2. El valor de las letras es puramente negativo y diferencial, así una misma persona puede escribir t con variantes tales como:

T

t T T T

Lo único esencial es que dicho signo no se confunda en sus rasgos con el de la l, el de la d, etc. 4. El signo considerado en su totalidad En la lengua no hay más que diferencias. La lengua no consta ni de ideas ni de sonidos que preexistirían al sistema lingüístico, sino solamente de diferencias conceptuales y de diferencias fónicas derivadas de este sistema. Capítulo V Relaciones sintagmáticas y relaciones asociativas 1. Definiciones SINTAGMA: se compone siempre de dos o más unidades consecutivas. Situado en un sintagma, un termino solo adquiere su valor porque se opone al precedente o al siguiente, o a ambos. Por otra parte, fuera del discurso, las palabras que ofrecen algo en común se asocian en la memoria, así la palabra enseñanza, hará surgir otras palabras (enseñar, informar) y esto es lo que llamamos RELACIONES ASOCIATIVAS.

View more...

Comments

Copyright ©2017 KUPDF Inc.
SUPPORT KUPDF